Está en la página 1de 2

Cómo enseñar respeto

Qué cabe esperar a esta edad


Procurar que un niño de tres o cuatro años se comporte con respeto es como pedirle peras al olmo. Esto se debe en
parte al hecho de que sus habilidades lingüísticas aún están desarrollándose. Así que cuando le dices que es hora de ir a
la cama, es poco probable que te responda diciendo: “Lo estoy pasando bien en el baño ¿sería mucho pedir que me
dejes jugar cinco minutos más?”. Lo más probable es que salpique y grite “¡No!” en tono de rebeldía y mirándote con
sus ojillos traviesos.

Los niños de esta edad comienzan a preguntarse cuánto poder tienen sobre la familia y te ponen a prueba. Actuar así
forma parte de su desarrollo, pero no esperes a enseñarle a tu hijo la importancia del respeto: a pesar de que los niños
de tres y cuatro años de edad tienen la necesidad de probar sus límites, puedes y debes comenzar a enseñarles buenos
modales ahora.

Qué puedes hacer


Muestra respeto a los demás. No solemos dar a nuestros hijos el respeto que exigimos de ellos. Puede ser difícil esperar
pacientemente que un niño dé su opinión, pero merece la pena. Míralo a los ojos y dile que te interesa lo que te dice. Es
la mejor manera de enseñarle a escucharte a ti con la misma atención.

Enséñale a responder con educación. Tu hijo puede mostrar cariño y respeto por otros, empleando buenos modales. En
cuanto pueda comunicarse verbalmente, puede aprender a decir “por favor” y “gracias”. Explícale que estás mas
dispuesta a ayudarlo cuando se comporta con educación y que no te gusta cuando te da órdenes. Asimismo, si tú
muestras respeto, le estarás enseñando más que dándole una charla. Di siempre “por favor” y “gracias” a tu hijo (y a
otras personas), y aprenderá que estas palabras forman parte de la comunicación normal, tanto en la familia como en
público.

Evita perder los nervios. Si tu hijo te llama “mala”, intenta no enojarte (después de todo, tú sabes que no eres mala). Un
niño que quiere provocarte, soportará cualquier situación desagradable sólo para conseguir que reacciones. En lugar de
hacer eso, mírale a los ojos y dile dulcemente pero con firmeza: “En esta familia no nos insultamos”. Entonces muéstrale
cómo conseguir lo que desea con respeto: “Cuando quieras que juegue contigo, pídemelo de manera agradable. Di
’mamá por favor, ¿puedes jugar conmigo a las muñecas?’”.

Prepárate para diferencias de opinión. La vida sería mucho más fácil si nuestros hijos siempre nos hicieran caso, pero la
naturaleza humana no es así. Procura recordar que cuando tu pequeño no se comporta como tú deseas, no es que
intente ser irrespetuoso; simplemente, tiene una opinión diferente a la tuya.

Enséñale que le irá mejor si aprende a dejar de expresarse de manera irrespetuosa (“Nunca me llevas al parque, ¡mamá
mala!”) y en lugar de eso aprende a pedirte las cosas de manera positiva (“Por favor, ¿podemos ir al parque después de
hacer la compra?”).

Establece límites. Una de las mejores maneras de demostrar respeto es ser amable y firme a la hora de disciplinar. Ser
amable demuestra respeto por tu hijo y ser firme demuestra respeto por lo que hay que hacer. Así que si tu hijo tiene
una rabieta en el supermercado y no te sirve ninguna de tus tácticas, llévatelo al auto y siéntate a leer una revista hasta
que termine su rabieta. Luego, puedes decir con calma: “Ahora ya estás preparado para probar de nuevo”, y volver a la
tienda. Poco a poco aprenderá que una rabieta no altera el hecho de que hay que hacer la compra.
Háblalo más tarde. A veces, la mejor manera de manejar un comportamiento irrespetuoso es comentarlo con tu hijo
más adelante, cuando los dos hayan tenido la oportunidad de calmarse. Puedes reconocer sus sentimientos y reforzar tu
punto de vista diciendo: “Sé que estabas muy disgustado, ¿por qué crees que ha sido? ¿cómo puedes resolver el
problema? ¿cuál sería una manera más respetuosa de decirme cómo te sientes?”. Si tu niño sabe que te interesa lo que
piensa y siente, seguramente llegará a la misma conclusión que llegarías tú.

Alaba el comportamiento respetuoso. Refuerza las muestras inesperadas de buena educación de tu hijo siempre que
puedas, pero sé específica. Tendemos a decir “buen chico” o “buena chica”. En lugar de eso, di: “Gracias por decir por
favor cuando me has pedido un dulce”, o “gracias por esperar tu turno mientras los demás niños pedían su helado”. Tu
hijo aprenderá rápidamente que sus esfuerzos merecen la pena y que los aprecias.

También podría gustarte