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El patito feo Autor: Hans Christian Andersen.

Adaptación: Arsenia Medina - Sara Ortiz.

Tercer grado • Unidad 1


Una hermosa mañana de verano, los huevos que había
empollado mamá Pata, empezaron a romperse. Uno a
uno los patitos fueron saliendo del cascarón, llenando
de felicidad a sus papás y a toda la granja.

Pero un huevo, el más grande de todos, aún permane-


cía sin romperse y la señora Pata no tuvo más remedio
que seguir dándole calor. Al cabo de unas horas, otro
patito rompía el cascarón.
Tercer grado • Unidad 1
Para sorpresa de todos, este era un pato distinto a
los demás. Era más grande, de plumaje oscuro y muy
feo. A mamá Pata no le importó y muy contenta invitó
a sus hijos a nadar.

Todos los patitos la siguieron a la laguna, iban a dar-


se el primer baño de su vida. Los demás animales los
miraban, cuchicheaban y se reían.

-¡Qué pato tan feo! – decían.

Triste y solo, el patito feo nadó hasta la otra orilla


del lago, luego caminó por el espeso bosque. Se sentía
muy solo y triste lejos de su familia y, además, tenía
hambre y frío. Caía la noche y estaba tiritando de
miedo.
Por suerte pasó por allí una viejecita que, al verlo Tercer grado • Unidad 1
tan abandonado, lo tomó en brazos y se lo llevó a su
casa. Lo alimentó, lo cuidó y el patito feo vivió un in-
vierno feliz, ante la mirada celosa del gato de la casa.

Como el patito feo crecía y comía cada día más,


la anciana se aburrió de alimentarlo, porque no ponía
huevos como sus gallinas y tampoco ronroneaba como
su hermoso gatito. Así es que decidió echarlo de su
casa.
Tercer grado • Unidad 1

Era primavera, y otra vez el patito se encontraba


triste y solo nadando en el lago. Fue entonces cuando
observó unos preciosos cisnes de blanco plumaje que
nadaban cerca de él. El patito, acomplejado por su fi-
gura, tímidamente iba a ocultar su cabeza bajo el ala,
cuando vio una extraña imagen reflejada en el lago.
Tercer grado • Unidad 1
El patito se miró en el agua. ¡Había crecido y estaba
transformado en un hermoso cisne! Entonces se dio
cuenta de que jamás había sido feo. Él no era un pato,
sino un cisne. Entonces se unió a los demás, y nadaron
felices lago arriba y lago abajo. Mas tarde, la banda-
da completa se echó a volar.
Caperucita roja Autor: Charles Perrault
Adaptación: Hermanos Grimm.

Tercer grado • Unidad 1


En una casita de una pequeña aldea vivía una linda
niña a la que todos llamaban “Caperucita Roja” porque
siempre llevaba cubierta la cabeza con una caperuza
roja que le había regalado su abuelita.

Una mañana, la mamá de Caperucita encargó a su


hija que fuese a visitar a su abuela que estaba enfer-
ma y que le llevara una cesta con un tarrito de miel y
una rica tarta. Y le dijo:

-No hables con extraños al cruzar el bosque.


Tercer grado • Unidad 1
La niña dio un beso a su madre y salió de casa. Cuando
pasó por el bosque, olvidó sus consejos y se entretuvo
recogiendo flores y hablando con “el lobo malvado”.

Éste le preguntó:

-¿Dónde vas Caperucita?

-A casa de mi abuelita que está enferma que vive al


final de este sendero - contestó la niña.

El lobo se despidió de ella y se dirigió por un atajo a


casa de la abuela de Caperucita, la encerró en un ar-
mario, se puso un camisón, un gorrito y se metió en la
cama.
Tercer grado • Unidad 1
Cuando Caperucita llegó, saludó a la que creía que
era su abuela y dijo muy extrañada:

-Abuelita, abuelita, ¡qué ojos tan grandes tienes!


-Son para verte mejor - contestó el lobo.
-Abuelita, abuelita, ¡qué nariz tan larga tienes! - aña-
dió Caperucita.
-Es para olerte mejor…
-Abuelita, abuelita, ¡qué dientes tan enormes tienes!
-dijo asustada la niña.

Y el lobo contestó mientras se tiraba sobre Cape-


rucita:

-¡Son para comerte mejooooorrrrrrr!


Tercer grado • Unidad 1
Caperucita comenzó a gritar pidiendo auxilio:
-¡Socorro, socorro, el lobo quiere comerme!

Unos cazadores que andaban por allí, escucharon


sus gritos y se acercaron a la casa. Allí le dieron tal
paliza al malvado lobo que salió corriendo y nunca más
se le volvió a ver.

Luego buscaron a la abuelita y la sacaron del arma-


rio.
-¿Qué tal estás, abuelita?-preguntó Caperucita.
-¡Después del susto ya todo se me pasó!-contestó la
anciana.
Y entre todos se comieron la sabrosa tarta.
El flautista de Hamelin OBRA DE TEATRO
Adaptación: Arsenia Medina - Sara Ortiz

Personajes
Narrador: 9 niños
El flautista: 1 niño
Madres: 3 niños
Alcalde: 1 niño
Ratones: grupo de niños/as
Grupo de niños/as
Madres y padres: grupo de niños/as

Tercer grado • Unidad 1


Escenario
Dibujar en sulfito: casas, calles, iglesia, plaza llena de
árboles a orillas de un río, ratones paseando por todos
lados.

Narrador 1: Hamelin era un pueblito encantador a ori-


llas del río. Tenía lindas casas, una preciosa iglesia y una
plaza llena de árboles.Todo hubiese sido perfecto si no
fuera por los ratones. Había ratones por todas partes:
en la cocina, en la despensa, en los dormitorios y hasta
¡en la sala!

Narrador 2: Las señoras de Hamelin perseguían a los


ratones con venenos, trampas y hasta con escobazos,
pero los ratones seguían multiplicándose y paseándose
por la ciudad.
Un día, se presentó un hombre al alcalde de la ciudad y
le dijo:

Tercer grado • Unidad 1


Flautista: Señor Alcalde: Yo puedo sacar del pueblo a
todas las ratas, por cien monedas de oro.

Narrador 3: El alcalde aceptó la propuesta y el hombre


se retiró diciendo:

Flautista: Pronto volveré.

_____________Fin Primera escena ____________

Narrador 4: Al día siguiente, el dulce sonido de una


flauta despertó a los habitantes de Hamelin. Todos se
asomaron a las ventanas para ver de donde venía el soni-
do de esa preciosa melodía, y vieron maravillados cómo
cientos de ratones salían a la calle siguiendo al flautis-
ta. (En el escenario aparece el flautista haciendo sonar
su flauta y detrás grupo de ratones encantados siguién-
dolo.)
Tercer grado • Unidad 1
Narrador 5: El flautista se dirigió al río y se metió en
él. Detrás fueron los ratones. Entraron en el río y se
ahogaron. El flautista se presentó ante el alcalde y le
dijo:

Flautista: Señor alcalde ¡la ciudad está sin ratones!..


Quiero mis monedas de oro.

Alcalde: Señor Flautista no puedo darte las cien mone-


das, sólo me quedan treinta y seis monedas de oro que
te las entrego.

Narrador: El hombre muy enojado rechazó las monedas


y se fue diciendo:

Flautista: ¡Me las pagará! Señor alcalde.


____________Fin Segunda escena ____________

Tercer grado • Unidad 1


Narrador 6: Al día siguiente, de nuevo el sonido de la
flauta despertó a la gente que, asombrada veía cómo
todos los niños seguían al flautista y su hermosa melo-
día. Las madres llamaban a sus hijos a gritos, pero ellos
no respondían.

Madre 1: Luisíiiiiitooo hijo mío, ¿dónde estás?…

Madre 2: Maríaaaa mi niña, ven aquí, escucha a mamá…

Madre 3: No escuchen la melodía del flautista…

Narrador: Entonces le gritaron todo el pueblo al Flau-


tista:

Padres y Madres: -¿Por qué se lleva a nuestros ni-


ñoooos?
Narrador 7: le gritaban al flautista las madres.

Flautista: El alcalde no me ha pagado lo prometido.

____________Fin Tercera escena ____________

Narrador 8: Temerosos de que hicieran lo mismo que


hizo con los ratones, los habitantes del pueblo fueron
corriendo a exigir al alcalde que cumpliera su promesa.

Madres: ¡Señor alcalde debe cumplir su promesa!...

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¡Nuestros niños corren peligro!

Alcalde: Señor Flautista, estoy muy avergonzado de lo


que hice y aquí te entrego el total de las monedas.

Narrador 9: El flautista dejó de tocar la flauta y los


niños volvieron a sus casas.
Como hacer una máscara
de ratón

Tercer grado • Unidad 1


Materiales
- Un plato de papel redondo de color blanco.
- Pintura gris o marrón (témpera o acrílico)
- Cartulina de colores gris, blanco y negro
- Un pedazo de goma elástica.
- Pincel.
- Marcador.

Pasos
1.Pinta con témpera de color gris el plato de cartón y dé-
jalo secar.

2.Con una tijera y la ayuda de alguna persona mayor, re-


corta dos círculos en el plato, estos serán los ojos de la
máscara.
3.Recorta un triángulo de papel negro para hacer la nariz,
también recorta cuatro tiras delgadas de cartulina negra
para los bigotes (de 15 cm. aproximadamente). Luego péga-
las sobre el plato pintado.

4.Para los dientes, recorta dos rectángulos de 2 cm. por 1


cm. y pégalas debajo de la nariz.

5. Para las orejas, recorta dos pedazos de cartulina gris


del tamaño de un vaso. Luego pégala por detrás del plato en
la parte superior.

6. Finalmente, pídele ayuda a un adulto para hacer un ori-


ficio en cada costado de la máscara. Pasa una goma elástica
fina y hazle un nudo bien apretado. Pide a la maestra que te
ayude con un marcador a dibujarle algún detalle que falte

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para que tu ratón se vea genial.
Pinocho
Adaptación: Arsenia Medina - Sara Ortiz

Tercer grado • Unidad 1


Había una vez un viejo tallador de madera llamado Geppe-
tto, quien siempre había soñado con tener un hijo. Un día en
que estaba terminando de tallar la cabeza de un muñeco de
madera, éste empezó a parpadear. Y tan pronto como con-
cluyó sus piernas, empezó a bailar como un loco. Geppetto,
feliz, exclamó:

- ¡Estás vivo! ¡Eres un niño de verdad!


- ¡Estás vivo! ¡Eres un niño de verdad!

Al día siguiente, Pinocho se levantó para ir a la escuela,


pero por el camino pasó frente a un teatro. Vendió los libros
para comprar una entrada y quedó maravillado al ver que los
actores eran muñecos.
De un salto subió al escenario. La audiencia, disgustada,
empezó a silbar y a gritar por el intruso del espectáculo. El
dueño de los muñecos, para que se retirara, le dio unas mo-

Tercer grado • Unidad 1


nedas de oro.

Pinocho decidió comprar un nuevo abrigo para su padre


y un libro de lectura, pero en el camino se encontró con un
zorro y un gato, quienes quisieron robarle las monedas.
Tercer grado • Unidad 1
Al no encontrarlas, lo dejaron colgado de la rama de un
árbol. En ese instante, apareció el Hada Azul para ayudarlo.
Cuando ésta le preguntó qué había ocurrido, Pinocho le min-
tió y su nariz empezó a crecer y, como le seguía mintiendo,
su nariz seguía creciendo. Por suerte, el Hada Azul llamó a
los pájaros carpinteros, quienes le picotearon la nariz hasta
dejársela normal.
Tercer grado • Unidad 1

Debido a esto, Pinocho prometió no decir más mentiras.


Tomó el camino de vuelta a la casa de su padre y, aunque
siguió viviendo nuevas aventuras, su comportamiento mejoró
cada vez más. Hasta que un día, el Hada Azul decidió con-
vertirlo, con su varita mágica, en un niño de carne y hueso.

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