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En esta ceremonia tan especial quiero felicitar a todos y cada uno de los graduados, pero

también a sus profesores, a las autoridades de la institución y al mismo tiempo a sus


familias porque graduarse es un trabajo de equipo. Hoy es un día oportuno para que todos
ustedes, jóvenes graduados, agradezcan el apoyo y la comprensión brindada por todos
los que los rodean.

Este momento inolvidable es la culminación de muchos años de educación. Es un día que


transforma la relación de cada uno de ustedes jóvenes graduados con la sociedad.

A partir de ahora ya no es la Institución Educativa Neira la que los va a evaluar, sino será
la sociedad la encargada de seguir su trayectoria como individuos, a través de sus
actitudes, y de su conducta.

Quisiera invitarlos a pensar qué se están llevando de nuestro colegio. No se están


llevando sólo un diploma como bachilleres. Se están llevando algo trascendente e
irremplazable: el conocimiento.

Piensen en el valor del conocimiento. El conocimiento no les puede ser nunca sustraído.
Algo que les permitirá alcanzar su realización como personas libres y autónomas, capaces
de conquistar su lugar en la sociedad, ganarse la vida y reafirmar su identidad.

Hoy se convierten en ciudadanos activos con una responsabilidad de su entorno, su


familia, y su país.

Si aceptamos nuestra condición de ciudadanos, tenemos que aceptar también que lo


bueno y lo malo que pasa en nuestro país tiene que ver con nosotros; en mayor o menor
medida, claro está.

El país necesita personas comprometidas, independientemente de su título o de su oficio.


Y son los más preparados, intelectual y moralmente, los llamados a dar ejemplo.

Jóvenes quiero referirme a ustedes en este momento por que forman parte del sector
mayoritario de nuestra población.

Quiero decirles que uno de los grandes retos para las nuevas generaciones es no perder
su capacidad de asombro.

Nos hemos acostumbrado a vivir en medio de la pobreza extrema, de la violencia, de la


injusticia etc.

Uno no escoge donde nace, pero uno sí escoge qué hace con las oportunidades que se le
presentan: y mientras más oportunidades se tienen en la vida, es mayor el compromiso y
la responsabilidad.

Ustedes, y la mayoría de los que estamos aquí, somos privilegiados.

Hay que romper con el pasado y atreverse al futuro. El pasado nos esclaviza.

Bien lo decía el escritor Saramago, "El rasgo principal de una sociedad en crisis consiste
en no ver al futuro...y esa falta de perspectiva resulta hoy mucho más nociva, mucho más
peligrosa."
"Ninguna sociedad decente puede sobrevivir a menos que vea con valor al futuro y exista
un mínimo de valores comunes"
Ello es factible sólo si mitigamos nuestra existencia a una causa más grande que la que
nos dicta el egoísmo. "Si no aprendemos a limitar con firmeza nuestro egoísmo y a
orientar nuestro trabajo cotidiano con criterios de apoyo y participación activa, nosotros, la
humanidad, simplemente nos destruiremos, mientras observamos, como salen a relucir los
peores aspectos de la naturaleza humana".

No podemos perder la esperanza en un mejor país; ello equivale a no perder la fe en


nosotros mismos. No podemos perder la capacidad de ilusionarnos.

A diferencia de lo que muchos creen, cada uno de ustedes sí hace la diferencia.

Es probable que no cambiemos el mundo, pero sí podemos hacer mucho por nuestro
entorno cotidiano. La suma de cada uno de ustedes y de nosotros hace el todo, hace la
verdadera diferencia.

Cuentan que un padre le pidió un día a su hijo que, por cada mala acción que hiciera,
cada vez que molestara o hiciera daño a alguien, clavara un clavo en la pared. Ésta se fue
así llenando de clavos, muchos al comienzo, luego menos. Hasta que el hijo fue con su
padre un día a contarle que, desde hacía un tiempo, había ya dejado casi de clavar
clavos. Ya lograste el autocontrol, le comentó el padre. Ahora, cada vez que de alguna
manera ayudes o contribuyas con otro, puedes desclavar un clavo. Pasó un tiempo y el
hijo regresó un día contento con el anuncio de que la pared ya se encontraba libre de
clavos. Ya eres un líder, le anunció el padre. Y ahora, preguntó el hijo:

¿Qué hago con los huecos en la pared? ¿los puedo tapar? No, fue la respuesta de su
padre, que se queden allí, como testimonio de que finalmente no te has hecho solo, como
registro silencioso de todos aquellos que, de una manera u otra, han contribuido a
formarte.

La etapa que hoy ustedes culminan ha sido una fundamental en esa pared con huecos
que constituyen a la vida de cada uno de ustedes.

Por esto es que los amigos que hacemos en la escuela y en el colegio resultan tan
especiales, porque nos conocieron sin formación, en el esfuerzo adolescente y juvenil de
clavar y desclavar clavos.

Ojalá que también hayan aprendido a cultivar la fuerza del espíritu para que los proteja
eventualmente ante la adversidad repentina.

Sean siempre ustedes mismos. Conózcanse bien. Aprendan del silencio. No finjan
afectos. Ante la vida y el trabajo, planteen su verdad y sus preguntas con transparencia;
no se cierren a nadie, ni a los presuntamente ignorantes, porque ellos también tienen su
historia.

Recuerden que el conocimiento que tienen hoy se volverá obsoleto rápidamente.

Eduquen con su ejemplo nada les dará mayor alegría.

Jóvenes actúen con humildad, ahora tienen un título. Sin embargo, eso no los convierte en
mejores personas; apenas significa que han recibido más educación.

Finalmente, lo más importante: tomen la vida que Dios les ha dado y hagan con ella algo
significativo.

Y mientras eso sucede les deseamos el mejor de los éxitos.

Muchas gracias!!

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