Está en la página 1de 13

Santa Rosa de lima

Raider: Jazmín López


Serie: Religión
¿Quién fue Santa Rosa de lima?
Santa Rosa de Lima fue una mística cristiana, reconocida por ser la patrona
de América Latina, fue la primera persona de todo el continente americano,
cuya santidad fue reconocida por la Iglesia Católica, Su fiesta se celebra en
dos fechas respectivamente el 23 de agosto en algunos países y 30 de agosto
en la mayor parte de América.
Isabel Flores de Oliva, fue hija de Gaspar Flores, arcabucero natural de Baños
de Montemayor, municipio de la provincia de Cáceres y de María de Oliva y
Herrera, hilandera y costurera indígena, natural de Huánuco. Así lo asegura la
placa en la casa de los Flores, la cual aún se conserva en dicho pueblo
cacereño. En 1545, Gaspar salió de España, después de pasar por Puerto
Rico y Panamá, que formaban parte del virreinato de Nueva España. Llegó al
Perú en 1547 como soldado del pacificador Pedro de la Gasca quien
restableció la Real Audiencia en 1549, recuperando el dominio de la Corona
tras la usurpación del poder por Gonzalo Pizarro, gobernante del Perú entre
1544-1548. Gaspar Flores fue nombrado arcabucero el 9 de marzo de 1557,
por don Andrés Hurtado de Mendoza, tercer virrey del Perú entre 1556-1561.
El 1 de mayo de 1577, se casó, en Lima, con María de Oliva y Herrera.
Por su belleza recibió popularmente el nombre de “Rosa” al que ella añadió
“de Santa María” y el señor arzobispo al momento de la confirmación le
coloco definitivamente el nombre con el que hoy es conocida en todo el
mundo. En el bautismo le pusieron el nombre de Isabel, pero luego la mamá
al ver que al paso de los años su rostro se volvía sonrosado y hermoso como
una rosa, empezó a llamarla con el nombre de Rosa. Y, el Sr. Arzobispo al
darle la confirmación le puso definitivamente ese nombre, con el cual es
conocida ahora en todo el mundo.
Desde pequeñita Rosa tuvo una gran inclinación a la oración y a la
meditación. Un día rezando ante una imagen de la Virgen María le pareció
que el niño Jesús le decía: "Rosa conságrame a mí todo tu amor". Y en
adelante se propuso no vivir sino para amar a Jesucristo. Y al ir a su hermano
decir que si muchos hombres se enamoraban perdidamente era por la
atracción de una larga cabellera ó de una piel muy hermosa, se cortó el
cabello y se propuso llevar el rostro cubierto con un velo, para no ser motivo
de tentaciones para nadie. Quería dedicarse únicamente a amar a Jesucristo.
Nació el 20 de abril de 1586 en la ciudad de Lima, en aquel entonces parte
del Virreinato. José Manuel Bermúdez, uno de sus biógrafos, contribuyó a
extender la opinión de que el nacimiento de Rosa ocurrió el día 30 de abril,
pero en los registros del proceso ordinario se encuentra que la madre de
Rosa y otras personas entre ellas fray Pedro de Loaiza, confesor de Rosa y su
primer biógrafo declararon como fecha de su nacimiento el día 20 de abril.
Algunos cronistas señalan que Isabel Flores de Oliva nació en una aldea
llamada La Puntilla, en la isla de Taboga . Esta información fue refutada en el
"proceso de canonización", publicado en los archivos del Vaticano.
Isabel o Rosa fue la cuarta hija de los trece hijos nacidos del matrimonio
Flores de Oliva, fue bautizada, según partida, el 25 de mayo de 1586, en
la Parroquia de San Sebastián, en Lima por el sacerdote Antonio Polanco,
siendo sus padrinos Hernando de Baldés y María Osorio. De sus doce
hermanos, solamente se conocen a nueve, a ellos hay que añadir tres niños o
niñas, que debieron morir inmediatamente después de nacer, pues parece
que ninguno de ellos llegó a bautizarse.
A temprana edad emulando a la terciaria dominica santa Catalina de Siena -
empezó a ayunar tres veces por semana y a realizar severas penitencias en
secreto. Su compañero de juegos fue su hermano Hernando, quien siempre
la apoyó y ayudó. A los doce años se mudó con su familia hacia Quives, un
pueblo a 60 kilómetros de Lima, ubicado en el valle del río Chillón. Es aquí
donde recibió la confirmación de manos del futuro santo católico Toribio de
Mogrovejo, su padrino fue el sacerdote del pueblo Francisco González. Es en
Quives donde, al parecer, empezó con sus mortificaciones contrayendo
un reuma muy fuerte, con consecuencias dolorosas para su recuperación,
que ella ocultaba a su madre.
Es difícil encontrar en América otro caso de mujer que haya hecho mayores
penitencias. No las vamos a describir todas aquí porque muchas de ellas no
son para imitar. Pero sí tenemos que decir que lo primero que se propuso
mortificar fue su orgullo, su amor propio, su deseo de aparecer y de ser
admirada y conocida. Y en ella, como en todas las cenicientas del mundo se
ha cumplido lo que dijo Jesús: "quien se humilla será enaltecido". Una
segunda penitencia de Rosa de lima fue la de los alimentos. Su ayuno era casi
continuo. Y su abstinencia de carnes era perpetua. Comía lo mínimo
necesario para no desfallecer de debilidad. Aún los días de mayores calores,
no tomaba bebidas refrescantes de ninguna clase, y aunque a veces la sed la
atormentaba, le bastaba mirar el crucifijo y recordar la sed de Jesús en la
cruz, para tener valor y seguir aguantando su sed, por amor a Dios.
Dormía sobre duras tablas, con un palo por almohada. Alguna vez que le
empezaron a llegar deseos de cambiar sus tablas por un colchón y una
almohada, miró al crucifijo y le pareció que Jesús le decía: "Mi cruz, era
mucho más cruel que todo esto". Y desde ese día nunca más volvió a pensar
en buscar un lecho más cómodo.
El día de su confirmación en el pueblo de Quives, el arzobispo Toribio de
Mogrovejo, la llamó Rosa sin que alguien pudiese darle noticia al arzobispo
de este nombre tan particular e íntimo. Aunque le mortificaba que la
llamasen así, a los 25 años aceptó y quiso que la llamaran «Rosa de Santa
María» porque, según relató su madre, fue a conversar con un sacerdote a
la iglesia de Santo Domingo manifestándose la molestia que le causaba que la
llamen "Rosa", pero el sacerdote la tranquilizó diciéndole: "Pues, hija, ¿no es
vuestra alma como una rosa en que se recrea Jesucristo?". Con esto quedó
tranquila y segura del nombre que le habían dado. Más adelante, según sus
biógrafos, ella afirmó que en episodios de tipo místico, la Virgen del Rosario y
el Niño Jesús (cuando se casó con él en desposorio místico) le confirmaron el
nombre.
Su padre fracasó en el negocio de una mina y la familia quedó en gran
pobreza. Entonces Rosa se dedicó durante varias horas de cada día a cultivar
un huerto en el solar de la casa y durante varias horas de la noche a hacer
costuras, para ayudar a los gastos del hogar.
Regresó a Lima con su familia ya siendo una joven. Debido a problemas
económicos de la familia, trabajaba el día entero en el huerto y bordaba para
diferentes familias de la ciudad y así ayudar al sostenimiento de su hogar.
Bajo esas condiciones precarias, también veía a su alrededor otra pobreza
más humillante, la de los indios. Su Aya Mariana, quien era india, la ayudó a
tomar conciencia de la humildad de estos individuos. Entre ellas existía tal
compenetración que el alma de Mariana veía a Rosa en toda la antigua
población inca, maltratada por los hidalgos españoles. Rosa decía: «Si lo
cristianos están obligados a predicar amor por todas partes, ¿por qué
llegaron a América con guerras, destrucción y odio?» Esa idea la torturaba, y
se preguntaba con angustia: ¿Por qué deben sufrir tantos indios? No
encontró respuesta hasta que descubrió el valor redentor del sufrimiento.
Cuando fue admirada por su belleza, Rosa cortó su cabello y se echó pimienta
a la cara, molesta por haber atraído pretendientes. Rechazó a todos sus
pretendientes, a pesar de la oposición de amigos y familiares. Rosa pasaba
varias horas al día observando el Sagrado Sacramento, el cual recibía a diario
una práctica extremadamente rara en aquella época. Finalmente, después de
10 años, hizo voto de virginidad.
Pero sucedió que la gente admirada de su comportamiento empezó a
señalarla y a llamarla "la santa". Entonces ella que sabía que nada es tan
peligroso como la vanidad y el orgullo y el deseo de aparecer, se fabricó una
pequeña habitación en el solar de la casa donde vivía y allí se dedicó a
practicar por largas horas del día y de la noche sus meditaciones, sus
penitencias y sus muchas oraciones. Allí pasará el resto de su vida y
solamente saldrá para ir a misa ó a socorrer a algún enfermo.
Rosa atrajo la atención de los frailes de la Orden Dominica. Ella deseaba
convertirse en monja, pero su padre lo prohibió, por lo que al cabo de unos
años ingresó en la Tercera orden de Santo Domingo a imitación de su
admirada santa Catalina de Siena.
A partir de entonces se recluyó, prácticamente, en la ermita que ella misma
construyó, con ayuda de su hermano Hernando, en un extremo del huerto de
su casa. Sólo salía para visitar el templo de Nuestra Señora del Rosario y
atender las necesidades espirituales de los indígenas y los negros de la
ciudad. También atendía a muchos enfermos que se acercaban a su casa
buscando ayuda y atención, creando una especie de enfermería en su casa.
Muchos biógrafos escriben que ayudaba a fray Martín de Porres, lo cual no
está probado en el texto del "Proceso de Martín de Porres" (Lima 1579-
1639), el cual es santo desde 1962. Rosa se permitía dormir sólo dos horas al
día, de tal forma que pudiera dedicar más tiempo a la oración.10 Usaba una
pesada corona de plata, con pequeñas espinas en su interior, emulando
la Corona de Espinas de Jesucristo.
El demonio la atacaba de muy diversas maneras. Y las tentaciones impuras la
hacían sufrir enormemente. Además le llegaban épocas de terribles
sequedades espirituales en las cuales todo lo que fuera oración, meditación ó
penitencias le producía horror y asco. Y fuera de eso la gente se burlaba de
su comportamiento y los mismos familiares la consideraban equivocada en
su modo de vivir. Alguna vez le protestó amorosamente a Jesucristo por todo
esto, diciéndole: "Señor, ¿y a dónde te vas cuando me dejas sola en estas
terribles tempestades?". Y oyó que Jesús le decía: "Yo no me he ido lejos.
Estaba en tu espíritu dirigiendo todo para que la barquilla de tu alma no
sucumbiera en medio de la tempestad".
Un joven de alta clase social se enamoró de Rosa y quería casarse con ella.
Sus padres estaban muy entusiasmados porque ellos eran pobres y esto daría
a la joven un porvenir brillante. Pero ella, aunque hubo serios disgustos en la
familia, les declaró que se había propuesto que su amor sería totalmente
para Dios y que renunciaba por completo a todo matrimonio, por brillante
que fuera.
Se propuso irse de monja agustina, pero el día en que fue a arrodillarse ante
la imagen de la Virgen Santísima para pedirle que le iluminara si debía irse de
monja o no, sintió que no podía levantarse del suelo donde estaba
arrodillada. Llamó a su hermano a que le ayudara a levantarse pero él
tampoco fue capaz de moverla de allí. Entonces se dio cuenta de que la
voluntad de Dios era otra y le dijo a Nuestra Señora: "Oh Madre Celestial, si
Dios no quiere que yo me vaya a un convento, desisto desde ahora de su
idea". Tan pronto pronunció estas palabras quedó totalmente sin parálisis y
se pudo levantar del suelo fácilmente.
Seguía pidiéndole a Dios que le indicara a que asociación religiosa debería
ingresar. Y de pronto empezó a llegar junto a ella cada día una mariposa de
blanco y negro. Y revoloteaba junto a sus ojos. Con esto le pareció entender
que debería buscar una asociación que tuviera un hábito de blanco y negro. Y
descubrió que eran las terciarias dominicas, unas mujeres que se vestían con
túnica blanca y manto negro y llevaban vida como de religiosas, pero vivían
en sus propias casas. Y pidió ser admitida y la aceptaron.
 Entonces sabía que la más famosa terciaria dominica era Santa Catalina de
Siena y se propuso estudiar su vida e imitarla en todo. Y lo logró de manera
admirable. Se fabricó una túnica blanca y el manto negro y el velo también
negro para la cabeza, y así empezó a asistir a las reuniones religiosas del
templo.
Distintas enfermedades la atacaron por mucho tiempo. Cuando algunas
personas la criticaban por sus demasiadas penitencias, les respondía: "Si
ustedes supieran lo hermosa que es un alma sin pecado, estarían dispuestos
a sufrir cualquier martirio con tal de mantener el alma en gracia de Dios". Y
ella sí que los sufrió. En sus últimos meses exclamaba: "Nunca pensé que una
persona tuviera que sufrir tanto, tanto como lo que yo estoy sufriendo. Pero
Jesucristo me concede valor para soportarlo todo. "Los últimos años vivía
continuamente en un ambiente de oración mística, con la mente casi ya más
en el cielo que en la tierra. Su oración y sus sacrificios y penitencias
conseguían numerosas conversiones de pecadores, y aumento de fervor en
muchos religiosos y sacerdotes. En la ciudad de Lima había ya una convicción
general de que esta muchacha era una verdadera santa.  Pasó los últimos
tres meses de su vida en la casa de Gonzalo de la Maza, un contador notable
del gobierno virreinal.
Murió de tuberculosis a los treinta y un años de edad, en las
primeras horas del 24 de agosto de 1617.
El día de sus exequias y entierro, los devotos se abalanzaban sobre su cuerpo
para arrancarle la vestimenta en busca de un recuerdo, aclamándola como
santa. Hoy sus restos se veneran en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario
de Lima (Santo Domingo), con notable devoción del pueblo peruano (y de
América) que visita la Capilla dedicada a su culto en el Crucero del Templo
dominicano.
Desde 1614 ya cada año al llegar la fiesta de San Bartolomé, el 24 de agosto,
demuestra su gran alegría. Y explica el porqué de este comportamiento: "Es
que en una fiesta de San Bartolomé iré para siempre a estar cerca de mi
redentor Jesucristo". Y así sucedió. El 24 de agosto del año 1617, después de
terrible y dolorosa agonía, expiró con la alegría de irse a estar para siempre
junto al amadísimo Salvador.
Su entierro fue uno de los más notables que vivió la ciudad de Lima. En la
casa de la familia de la Maza se formaron grandes multitudes para
contemplar a Rosa. El gentío hubo de esperar a su traslado hacia la Iglesia del
Rosario. Al traslado acudieron el virrey, el Cabildo Secular y Eclesiástico, las
órdenes religiosas presididas por la orden de Santo Domingo de Guzmán, los
oidores y personas notables.
Hubo de requerirse la fuerza de la guardia del virrey para impedir que Rosa
fuera desvestida por los devotos que deseaban llevar alguna reliquia. A pesar
de ello, tuvieron que cambiarle tres veces los hábitos e incluso en el traslado
algún irreverente seccionó uno de sus dedos del pie.
En el lecho de muerte, Gonzalo de la Maza hizo retratar el rostro de Rosa. A
su efecto llamó al pintor italiano Angelino Medoro, quien realizó el primer
testimonio de su apariencia física.
La devoción del pueblo se excedió a tal punto, que en pocos años tuvieron
que retirarla de la Cripta y colocarla en la Iglesia del Rosario.
La primera cuadra llevaron su ataúd los monseñores de la catedral, como lo
hacían cuando moría un arzobispo. La segunda cuadra lo llevaron los
senadores (u oidores), como lo hacían cuando moría un virrey. Y la tercera
cuadra lo llevaron los religiosos de las Comunidades, para demostrarle su
gran veneración. El entierro hubo que dejarlo para más tarde porque
inmensas multitudes querían visitar su cadáver, y filas interminables de fieles
pasaban con devota veneración frente a él. Después la sepultaron en una de
las paredes del templo.
A pocos días de su muerte, se reunieron numerosos testimonios sobre su
vida y virtudes. En 1634 se presentó a Roma la causa de beatificación. La
beatificación se realizó en el Convento Dominico de Santa Sabina en Roma,
en 1668. Fue canonizada por Clemente X el 12 de abril de 1671,
proclamándola por "Principal Patrona del Nuevo Mundo". En
Lima, Roma, España y todos los países de América y Europa, se celebraron
fiestas suntuosas en honor de la primera santa natural de América.
Los pontífices en sus respectivas bulas la proclamaron santa con el nombre
de "Rosa de Santa María", y que posteriormente hubo de convertirse en Rosa
de Lima, nombre toponímico común a muchos santos en el orbe cristiano.
La tradición cuenta que el papa Clemente X, luego de oír los argumentos
sobre su canonización dijo: "¡Hum! ¡Patrona y Santa! ¿Y Rosa? que llueva
flores sobre mi escritorio si es verdad, y la respuesta al instante fue una
fragante lluvia de rosas sobre la mesa del papa quien en ese momento
procedió a la canonización.
Los milagros empezaron a sucederse en favor de los que invocaban la
intercesión de Rosa, y el Sumo Pontífice la declaró santa y la proclamó
Patrona de América Latina.
Los milagros de Santa Rosa de Lima, de acuerdo con la tradición católica son
abundantes. El más conocido es el episodio delante del Papa Clemente IX,
cuando este dudó de su santidad y pidió que llovieran rosas perfumadas para
probarlo, y así ocurrió.
Entre los múltiples milagros que se le atribuyen destacan curar a los
enfermos, proteger a la ciudad de Lima, haber contraído matrimonio místico
con Jesucristo, conversar con los animales, salvar a un pueblo filipino durante
la Segunda Guerra Mundial y otros más.

8 DE LOS MILAGROS DE SANTA ROSA DE LIMA:

1- Protección de la ciudad de Lima del corsario holandés Joris Spitberg

En 1615, ante el peligro inminente de ser saqueada por el pirata holandés


Joris Spitberg, Santa Rosa brindó protección a la ciudad Lima. Spitberg fue
contratado por Holanda para tomar por asalto el virreinato del Perú.

Luego de derrotar las tropas del virrey Marqués de Montesclaros en la batalla


de Cerro Azul el 18 de julio de 1615, el corsario holandés siguió rumbo a El
Callao.

Sus planes eran desembarcar allí y saquear Lima con la ayuda de 300
hombres, que navegaban junto a él en seis navíos a su cargo.

Al llegar el corsario holandés a El Callao se esparcieron rumores de que


tomaría el convento de Santo Domingo para profanar el sacramento del altar
(por cuanto él era calvinista) y robar sus tesoros.

Entonces, la joven Isabel Flores de 29 años corrió decidida al templo para


proteger con su propio cuerpo el altar y la sagrada eucaristía.

Ella estaba dispuesta a morir en defensa de los valores católicos, por lo que
suplicó por la protección de Lima a la Virgen del Rosario.
Spilbergen decidió no desembarcar en El Callao ni atacar la ciudad de Lima.
Siguió su rumbo hacia Paita y Acapulco y nunca más regresó. El pueblo
limeño atribuyó las acciones y plegarias de la santa a un milagro.

Aunque también debe destacarse que el pirata holandés había quedado con
sus fuerzas muy disminuidas luego del combate de Cerro Azul.

Perdió una de sus seis embarcaciones y la cuarta parte de sus hombres,


además de que fue recibido a cañonazos en El Callao.

2- Lluvia de flores perfumadas frente al Papa Clemente IX

Este es uno de los milagros más conocidos de la santa limeña. Según la


leyenda, el Papa Clemente IX estaba escéptico acerca de los poderes y
milagros de Santa Rosa y quiso probarlos antes de beatificarla.

Luego de oír los relatos de sus milagros, el Sumo Pontífice habría dicho:
“¡Hum! ¡Patrona y Santa! ¿Y Rosa? Que lluevan flores sobre mi escritorio si es
verdad”. Entonces comenzó a caer sobre la mesa del Papa una lluvia de rosas
que lo dejó estupefacto.

Fue así como entonces aprobó su canonización, y la joven Isabel Flores de


Oliva pasó a llamarse Santa Rosa de Lima.

3- Curaba a los enfermos con la imagen del Niño Jesús

Otro de los milagros por los cuales creció el fervor de los limeños hacia Santa
Rosa fue la sanación de los enfermos, valiéndose de una estampita de Jesús
al que llamaba “niño doctorcito” y rezaba diariamente.

De acuerdo con las historias que se cuentan sobre estos milagros, Santa Rosa
era devota del Niño Jesús y tenía en su casa una imagen del Divino Niño.
Los enfermos acudían a ella en busca de cura o consuelo para sus males. Ella
amablemente encomendaba su curación al “doctorcito”. A partir de allí, la fe
católica en el Divino Niño se extendió por todo el continente.

4- La aparición al pueblo filipino y su protección durante la II Guerra Mundial

Otra de las historias que se cuentan de Santa Rosa es el milagro de su


aparición a varios centenares de filipinos que huían del asedio japonés
durante la guerra.

Ocurrió durante la ocupación japonesa de las islas Filipinas en las cercanías


de un poblado llamado Bucol, después rebautizado como Santa Rosa Laguna.

Mientras las tropas del Ejército imperial avanzaban cerca de ese lugar, la
santa peruana hizo su aparición y los condujo hasta un templo cercano donde
les ofreció refugio y alimento.

Se dice que una bella dama vestida con túnicas blancas y negras los guió
hasta la iglesia, en la parroquia de Santa Rosa.

Una vez dentro ella les ofreció abundante pescado y arroz. Los agradecidos
desplazados caían de rodillas al ingresar al templo y reconocer su imagen
presidiendo el altar.

Posteriormente las tropas japonesas llegaron hasta la iglesia. Los oficiales


que encabezaban el pelotón intentaron ingresar montados en sus caballos,
pero fue en vano porque los animales se resistían.

5- Conversar con los animales

Otro de los enigmas en torno a la vida de esta santa es que se le atribuía el


poder de hablar y ser obedecida por los animales, al igual que a San Francisco
de Asís, San Martín de Porras y San Antonio de Padua.
Se dice que las aves, los animales de corral y hasta los mosquitos la
obedecían. Ella afirmaba que normalmente trababa amistad con los animales
y les pedía que alabaran a Dios.

Según la leyenda, siendo niña escuchó a su madre decir que mataría a un


gallo que ella tenía porque no cantaba. Fue entonces cuando la pequeña le
ordenó al gallo cantar y el ave lo hizo, evitando así su condena.

6- El matrimonio místico con Jesús

Contrajo matrimonio místico con Jesús de Nazareth, en el convento de Santo


Domingo de Lima. Este milagro también es conocido como el “desposorio
místico” entre Jesús de Nazareth y Santa Rosa de Lima.

Sucedió en 1617 durante el Domingo de Ramos; ella tenía 31 años. Al no


recibir ninguna palma, Santa Rosa pensó que Dios estaba molesto con ella
por alguna ofensa.

Se dirigió a la Capilla del Rosario donde lloró y suplicó por perdón a Jesús, y
este le respondió: “Rosa de mi corazón, yo te quiero por esposa”. Ella
contestó al Señor que sería su más “humilde esclava”.

7- Hacer que brotaran flores en su jardín

La casa donde se crió y vivió Santa Rosa se levantó en 1728. Es un santuario


que tiene un pequeño jardín que guarda otro de sus enigmas y milagros.

En esta huerta ella cultivaba con esmero y amor sus flores multicolores, de
exquisito perfume y belleza sin igual.

Pero también se dice que de este remanso de paz brotaban


espontáneamente hermosas flores a solicitud de Santa Rosa.
8- El milagro del viejo árbol de limón

Un viejo árbol de limón, que según la leyenda fue secado por el Diablo
molesto porque Santa Rosa no le hizo caso en una de las tantas veces que la
intentó tentar, fue revivido por ella siendo niña y siguió dando frutos.

Sin embargo, los devotos quisieron quedarse con una parte del árbol de
limón y le fueron arrancando sus hojas y ramas hasta dejarlo inerte. Del árbol
solo se conserva su tronco como testigo del milagroso hecho.

FIN.

También podría gustarte