Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Venerada ya en vida por sus visiones místicas y por los milagros que se
le atribuyeron, en poco más de medio siglo fue canonizada por la Iglesia
católica, que la declaró patrona de Lima y Perú, y poco después de
América, Filipinas e Indias Orientales.
Biografía
En Lima
Fueron muy contadas las personas con quienes Rosa llegó a tener alguna
intimidad. En su círculo más estrecho se hallaban mujeres virtuosas como
doña Luisa Melgarejo y su grupo de "beatas", junto con amigos de la casa
paterna y allegados al hogar del contador Gonzalo de la Maza. Los
confesores de Santa Rosa de Lima fueron mayormente sacerdotes de la
congregación dominica. También tuvo trato espiritual con religiosos de la
Compañía de Jesús. Es asimismo importante el contacto que desarrolló
con el doctor Juan del Castillo, médico extremeño muy versado en asuntos
de espiritualidad, con quien compartió las más secretas minucias de su
relación con Dios. Dichos consejeros espirituales ejercieron profunda
influencia sobre Rosa.
Con todo acierto, Rosa había predicho que su vida terminaría en la casa
de su bienhechor y confidente Gonzalo de la Maza (contador del tribunal
de la Santa Cruzada), en la que residió en estos últimos años. Pocos meses
después de aquel místico desposorio, Santa Rosa de Lima cayó
gravemente enferma y quedó afectada por una aguda hemiplejía. Doña
María de Uzátegui, la madrileña esposa del contador, la admiraba; antes
de morir, Santa Rosa solicitó que fuese ella quien la amortajase. En torno
a su lecho de agonía se hallaba el matrimonio de la Maza-Uzátegui con
sus dos hijas, doña Micaela y doña Andrea, y una de sus discípulas más
próximas, Luisa Daza, a quien Santa Rosa de Lima pidió que entonase una
canción con acompañamiento de vihuela. La virgen limeña entregó así su
alma a Dios, el 24 de agosto de 1617, en las primeras horas de la
madrugada; tenía sólo 31 años.