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BIOGRAFÍA DE SANTA ROSA DE LIMA

Santa Rosa de Lima fue una mística cristiana, reconocida por ser la patrona de América Latina, fue la
primera persona de todo el continente americano, cuya santidad fue reconocida por la Iglesia Católica, Su
fiesta se celebra en dos fechas respectivamente el 23 de agosto en algunos países y 30 de agosto en la
mayor parte de América. Nació el 20 de abril de 1586 en Lima, Perú y fue bautizada bajo el nombre de
Isabel Flores de Oliva; además, fue hija de María de Oliva y Gaspar Flores.

Por su belleza recibió popularmente el nombre de “Rosa” al que ella añadió “de Santa María” y el señor
Arzobispo al momento de la confirmación le coloco definitivamente el nombre con el que hoy es conocida
en todo el mundo.

Desde muy niña, Rosa se inclinó por la oración y meditación, un día rezando ante la imagen de la Virgen
María le pareció que el niño Jesús le decía: “Rosa conságrame a mí todo tu amor” y desde ese instante se
propuso vivir para amar a Jesucristo. Renunció a mostrar su belleza para no tentar a los hombres, se cortó
el cabello y se cubrió el rostro.

Rosa en su interior vivió un dilema: tenía vocación de religiosa contemplativa, pero por otro lado percibía
el llamado a realizar esta vocación en el interior de su familia, trabajando por el reino de Dios desde fuera
del convento.

A los 20 años ingresó al movimiento seglar de los Dominicos donde se propuso imitar la vida de Santa
Catalina de Siena. En su casa construyó una cabaña donde meditaba el Evangelio, oraba y entraba en
comunicación con Dios, con los hombres y la naturaleza.

En sus escritos, Rosa explicaba que la mortificación es necesaria para ser saciados, orientados y renovados
por el Espíritu de Dios. También fue una mujer de mayores penitencias y mortificaciones.

Debido a que su padre no tuvo éxito en la mina donde trabajaba, la familia quedó en gran pobreza, por lo
que Rosa se dedicó a cultivar un huerto en el solar de su casa y en la noche realizar costuras para ayudar
en los gastos del hogar. Atendía a los enfermos, ayudaba a los pobres y enseñaba catequesis a los niños.
Participaba en la Eucaristía en el convento de Santo Domingo. Realizaba continuos ayunos y su abstinencia
de carnes era perpetua. No tomaba bebidas refrescantes y cuando la sed la atormentaba le bastaba mirar
el crucifijo y recordar la sed de Jesús en la Cruz.

En sus últimos años, Rosa se dedicó a la oración mística, con la mente en el cielo, con sus sacrificios y
penitencias conseguía numerosas conversiones de los pecadores y aumento de fervor en los sacerdotes
y religiosos.

Rosa pasó los últimos tres años de su vida en la casa de Gonzalo de la Maza (Empleado rico del gobierno)
y su esposa María de Uzategui quien tenía gran aprecio por ella. Durante la penosa y larga enfermedad
que precedió a su muerte, la oración de la joven era: “Señor, auméntame los sufrimientos, pero
auméntame en la misma medida tu amor.

Desde 1614 cuando llegaba la fiesta de San Bartolomé, el 24 de agosto, sintió una gran alegría explicando
que en una fiesta del santo partiría para siempre al encuentro con Jesús. Y tal como lo decía sucedió el 24
de agosto de 1617, después de una terrible y dolorosa agonía murió de tuberculosis a sus 31 años de edad
en la ciudad de Lima, Perú. Sus restos mortales se guardan en el subterráneo del convento de Santo
Domingo.

Rosa fue beatificada el 15 de abril de 1668 por el Papa Clemente IX y canonizada por Clemente X el 12 de
abril de 1671. Desde ese año fue declarada patrona principal de América, Filipinas y las Indias Orientales;
además fue llamada Santa Rosa de Lima.

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