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Más allá del factor económico, hubo otras formas para poder pasar de un grupo
social a otro, entre ellos destacamos:
Oratores Eclesiástico
Belatores Nobleza
Estado
Laboratores
Llano
2. El escalafón nobiliario.
En el escalafón nobiliario vamos a encontrarnos con la antiguo nobleza (nobleza de
sangre) y con una nueva nobleza (nobleza de privilegio) que ha ido surgiendo en la
sociedad moderna del Antiguo Régimen. Además, vamos a encontrarnos con títulos
nobiliarios que pertenezcan solo a esta nueva nobleza y no a la antigua nobleza. Dentro
del escalafón nobiliario vamos a diferenciar entre tres tipos de nobleza o, mejor dicho,
vamos a diferenciar una jerarquización dentro de la nobleza, diferenciando:
- Alta Nobleza → a la alta nobleza van a pertenecer las personas más influyentes
y los más respetados a nivel económico, político y social de la sociedad española
moderna. Una parte de ellos venían de antiguos linajes (incluso de hasta época
medieval), mientras que otros procedían de linajes nuevos.
Dentro de éste escalafón vamos a encontrarnos:
o Grandes de España → eran los duques. Este título lo entregaba el Rey
bien a personas que él considerara o bien a miembros de la familia real.
o Títulos nobiliarios → eran los condes, marqueses, barones, etc.
Todos estos títulos propiciaban a los nobles ser señores de vasallos, además de
poseer una jurisdicción. Algunos burgueses adineraros llegaban a comprarse
jurisdicciones para aparentar tener el mismos poder que los nobles que poseían
títulos nobiliarios.
- Media Nobleza → estaba integrada por los caballeros. Un caballero era un noble
que sin poseer titulo un título nobiliario había alcanzado una notable posición
económica. Además, la mayoría pertenecían a una Orden Militar. La mentalidad
de la época los consideraban los descendientes de los caballeros medievales,
además tenían un titulo para acreditarlo y obtener, de este modo, el prestigio
social.
En la España de los Austrias de los siglos XVI – XVII había una proporción del 10% de
nobles, lo cual significaba que había entre unos 100 – 200 títulos nobiliarios. En cuanto
a los caballeros, nos encontramos con una cifra que rondaba los 1000 – 1200 caballeros
y, con respecto a los hidalgos, representaban la mayor parte de sociedad noble,
ocupando en torno al 90%.
Ya durante el siglo XVIII ese grupo de hidalgos, que rondaba el 90% de la sociedad
noble, se fue reduciendo de forma sensible debido a que la monarquía y los ministros
consideraban que eran un grupo perjudicial para los intereses económicos del país, pues
se entendía que eran un grupo que deshonraba a la nobleza. Además, también se redujo
ese número de hidalgos debido al prestigio de estos, el cual estaba en detrimento, al
igual que los méritos. En cualquier caso, aunque descendiera el número de hidalgos en
España, esto no afectó para nada a que descendiera en general el número de nobles,
pues la alta nobleza y la media nobleza aumentaron.
El caso de España, los lugares más poblados por los nobles fueron Santander y el País
Vasco. Además, el número total de nobles en España fue mayor al de otros países
europeos. Esta proporción de la nobleza estuvo repartida de forma muy desigual en
todos los reinos, lo cual tuvo que ver con el tema de las jurisdicciones y porque no
interesaba habitar una zona con un número mayor de nobles porque limitaba las
acciones y los intereses de éste. Vamos a encontrarnos, también, con casos en las que un
noble era “obligado” a ser noble en una determinada jurisdicción aunque el noble no
estuviera de acuerdo.
El prestigio de la nobleza española muestra una evolución en la cual al principio fue
descendiendo de tal forma que un título en el siglo XVIII poseía un prestigio similar al
de un caballero del siglo XVI. Así como por ejemplo un grande de España en el siglo
XVIII tendría la misma consideración que un no grande de España en el siglo XVII.
Esto se dio porque a medida que crecía el número de nobles es lógico que descendiera
su prestigio, pues lo más lógico es valorar lo que es más difícil de conseguir, y
Solamente en el siglo XVIII la alta nobleza de sangre va a ser apartada de los altos
cargos administrativos, salvo algunos casos como el Conde de Aranda.
Vamos a ver cómo ha conservado la nobleza el poder en diferentes ámbitos del estado:
Dentro de los señoríos o ámbitos señoriales nos encontraremos con una tipología,
pudiendo distinguir dos tipos:
o Señoríos jurisdiccionales: Son aquellos señoríos en los que el noble tiene
jurisdicción sobre el señorío o el territorio. El tener el poder sobre una
jurisdicción le daba al noble la potestad de nombrar cargos (regidores,
corregidores, alcaldes, etc.). El noble también iba a poder otorgar
ordenanzas8, es decir, leyes locales. Así como el cobro de cargas o
impuestos de tipos señorial e incluso de rentas determinadas enajenadas
a la corona. Además, tenían el derecho al patronato y la capacidad de
impartir justicia sobre su territorio.
o Señoríos territoriales: En los señoríos territoriales el señor tenía la
propiedad de todas las tierras, además de su correspondiente jurisdicción.
En España la organización de los señoríos fue diferente con respecto a la
de otros países europeos como consecuencia del reparto de los nuevos
territorios “reconquistados” en la Península Ibérica. En estos territorios,
en los cuales participaba la nobleza, la corona como muestra de
agradecimiento a su participación les entregaba a éstos, los nobles,
nuevas tierras, lo cual reforzaba aun más el poder de éstos. Además, a
estos nuevos repobladores se les entregaba la exención de impuestos y
ciertos privilegios.
La relación entre el monarca y la nobleza ha sido un tema complicado para la
historiografía, llegando a originar varios debates. Teóricamente los señores debían
ajustarse a las leyes o legislación del Estado, pero realmente no ocurrió de este modo.
Debían de ajustarse de manera que las ordenanzas que estos señores dictaban tuvieran
que respetar el marco de la legalidad estatal. Otra cuestión era el hecho de que los
vasallos podían apelar las decisiones y las sentencias judiciales de los nobles antes las
audiencias y las chancillerías. Además, la administración señorial estaba subordinada a
la real por derecho.
En la práctica los señores actuarían en sus dominios de forma autónoma dejando al
margen la legislación general, debido a que no se les castigaba por hacerlo, cometiendo,
de esta forma, abusos en sus territorios.
El régimen del Antiguo Régimen salió reforzado tras las leyes de Toro8 de 1505, las
cuales propiciaron que se ampliase el mayorazgo al vincularse las tierras con el linaje
del señor. Además, estas tierras no se podían vender, solo se podían transmitir a través
de la herencia, siempre al primogénito. Esto motivó que el patrimonio familiar
perviviera unido al linaje, para, de esta forma, no perder el potencial económico en el
caso de que se hubieran repartido de forma equitativa (las tierras). Así, los hijos
“segundones” tendrían la posibilidad adueñarse de todos los bienes muebles del linaje
(ropa, joyas, muebles, dinero, etc.).
- Las rentas que recibían los señores por el ejercicio señorial eran:
- Aquellas que procedían de los arrendamientos, parte de las cuales eran por los
censos enfitéuticos.
- Las procedentes de los bienes muebles.
- Las procedentes de los señoríos jurisdiccionales a través del cobro de penas,
monopolios, impuestos, etc.
- Aquellas que procedían por el desempeño de los cargos públicos de carácter
estatal nombrados por la corona.
- Aquellas que procedían de rentas reales enajenadas, es decir, aquellas rentas que
pasaron de la corona a la nobleza como las alcabalas o los almojarifazgos.
- Las procedentes de las rentas enajenadas a la Iglesia, fue el caso de los diezmos.
- Por la obtención de préstamos hipotecarios otorgados por los nobles a
particulares.
¿Qué vamos a encontrarnos en las casas nobiliarias?, dentro de estas casas nobiliarias
vamos a encontrarnos diferencias económicas, pues nos encontraremos a señores con
rentas que van desde los diez mil ducados hasta otros que poseen rentas de hasta
doscientos mil ducados. En el siglo XVI, el cual fue un siglo muy beneficioso para los
nobles, aumentaron las rentas, en especial las procedentes de las labores agrícolas
debido a que el comercio pasaba por una etapa muy fructífera. Además, a esto hay que
añadirle el mayor ingreso obtenido de los arrendamientos. También aumentan los
precios por el aumento demanda debida a causas o razones demográficas, y, a todo esto,
hay que añadir las mercerías y las concesiones del monarca al noble. En el siglo XVII la
crisis afectó a los nobles debido a la expulsión de los moriscos, ya que algunos eran
mano de obra de estos señores; debido a la bancarrota de la corona, la cual propició que
se recuperaran impuestos enajenados, anteriormente en poder de los nobles; debido a la
bajada de la demanda de productos agrícolas; debido a las exigencias de la corona a la
nobleza para que esta última contribuyera a sanear la deuda, lo cual propició los
“donativos voluntarios”; y debido al aumento de los gastos suntuarios, ya que algunos
nobles se trasladaron de la administración a la corte.
Ya en el siglo XVIII la crisis económica empeoró, convirtiéndose en una situación de
carácter crónica, provocando que las rentas de los nobles no fuera lo suficientemente
alta como para mantener el elevado nivel de vida que llevaban.
Las que no procedían de la tierra, encontrándonos diversas fuentes de ingresos:
- Una de las líneas de ingresos que no procedían de la tierra eran las ayudas y
recompensas que los monarcas realizaban a los nobles. Esta fórmula era muy
frecuente en el siglo XVII para acabar con los problemas financieros de ciertos
aristócratas españoles. En el siglo XVIII dicha fórmula seguirá vigente, pero en
menor medida, lo cual provocó que surgieran bandos que dieron lugar a intrigas,
conspiraciones, etc. Estas donaciones, que la nobleza recibía de la monarquía,
llegaban a través de:
Alto Clero: El Alto Clero lo formaban los obispos, los arzobispos y los cabildos.
La iglesia española estaba organizada en dos coronas en las cuales en cada una de ellas
podíamos encontrar arzobispados y obispados (en el caso de la Corona de Castilla, ésta
estaba formada por 5 arzobispados y 30 obispados; por otro lado, en el caso de Aragón,
ésta estaba formada por 3 arzobispados y 16 obispados). Un arzobispado tiene como
cargo un arzobispo, el cual tiene la jurisdicción sobre una archidiócesis; la archidiócesis
puede estar dividida en varias diócesis y cada una ellas estar controlada por un obispo,
asimismo un arzobispo también es responsable de una diócesis, además de tener el
cargo de controlar la archidiócesis.
Con respecto a los obispos, una vez obtenido dicho cargo o sacramento tenían la
capacidad teológica de nombrar a otros obispos, aunque normalmente estos
nombramientos le correspondían al Papa.
Para entender cómo funcionaba la iglesia en el Antiguo Régimen en la corona, hay que
saber que existía un sistema de patronazgo eclesiástico donde los prelados estaban
sujetos a la autoridad del rey debido a que el monarca era quien proponía nombres de
los prelados y, además, era quien tenía autoridad para el control de las actuaciones de
los mismos. Entre los reyes de la monarquía Felipe II estuvo muy interesado en los
temas religiosos, y como fruto de ello impuso la tradición de nombrar a los prelados
analizando previamente las capacidades y cualidades de cada candidato, y en función de
ello ver la idoneidad para cada tipo de obispado. Este hecho motivó que hoy en día se
pueda disponer de información sobre cualidades y capacidades porque cuando iba a ser
nombrado un prelado se hacían informes en los que aparecen virtudes y capacidades del
prelado.
El modo de nombrar prelados tal como lo hizo Felipe II llegó al siglo XVIII, es decir, a
fines de la Edad Moderna. Por ejemplo, para los territorios de Asturias, Galicia y
Castilla se trataba de enviar a prelados que tuvieran formación teológica porque ahí la
principal función era la de enseñar la doctrina; en Extremadura y Andalucía la
formación principal que debían tener los prelados era la de canonista, es decir, que
tuviesen formación jurídica ya que habían muchos pleitos entre miembros de la iglesia y
entre la iglesia y miembros de la sociedad. En los reinos de Indias se prefería a prelados
que fueran frailes, que pertenecieran a órdenes religiosas, porque los frailes tenían más
experiencia en la evangelización de los indígenas.
¿Cómo era el proceso de nombramiento de los prelados? para empezar, el órgano que
proponía los nombramientos de los prelados era la Cámara de Castilla, el mismo órgano
que también proponía el nombramiento de los jueves; una vez que la Cámara de Castilla
analizaba las cualidades de los posibles prelados, ésta seleccionaba a tres individuos
para que a continuación el Rey decidiera a escoger a uno de ellos, pero se podía dar el
caso que el Rey nombrara a una persona externa que no había sido propuesta por la
Cámara de Castilla. La única excepción de este sistema era la del Arzobispo de Toledo,
Medio Clero: El Medio Clero lo formaban las dignidades, los canónigos, los
arcedianos, los racioneros, los medio raciones y los deanes.
Entre estos miembros también encontraremos diferencias en sus rentas; por ejemplo, en
Sevilla y Toledo los capitulares tenían de renta en torno a los 2.000 ducados, mientras
que los canónigos catalanes y gallegos tenían de renta unos 300 ducados al ser las
diócesis más pobres del Antiguo Régimen, lo cual quiere decir que un canónigo de
Toledo podía tener más recursos que un obispo de una diócesis pobre, por lo que
encontramos miembros de la nobleza que podían preferir pertenecer al cabildo de
Sevilla o Toledo antes que irse a Cataluña o Galicia donde iban a disponer de menos
rentas.
Bajo Clero: El bajo clero, en ocasiones, estaba formado por personas sin vocación,
pues a veces lo integraban los hijos segundones de las familias hidalgas y otras hombres
de modesto origen. Recibía las tres novenas partes del diezmo. La distinción entre alto y
bajo clero era más bien honorífica que económica, y lo mismo puede decirse de los
estratos que pueden advertirse dentro de este amplio sector:
- Párrocos.
- Curas.
- Tenientes de cura.
- Beneficiados.
- Capellanes.
Dentro de estas notas latían las enormes desigualdades que eran características de la
Iglesia del Antiguo Régimen.
4. El clero regular.
Aunque la bibliografía sobre las órdenes religiosas en España es muy copiosa,
poquísimas son las obras utilizadas para una visión general. Hay dos tipos de fuentes:
por un lado, una inédita, con frecuencia árida y aun poco edificante; por otro lado, la
literatura impresa, la cual es casi siempre apologética y, por ello, falsa y deformadora.
En su mayor parte, las religiones nuevas o reformadas aparecen en España en la
segunda mitad del siglo XVI: los capuchinos (1578), los agustinos descalzos (1588), los
clérigos menores (1594) y los trinitarios descalzos (1597); también son de la misma
época las primeras fundaciones de los jesuitas y de la Orden Hospitalaria de San Juan de
Dios. Más tarde, ya en el siglo XVII, penetran los mercenarios descalzos (1603), los
agonizantes (1643) y los escolapios. Casi todas se propagaron con rapidez, propia de del
entusiasmo de la época fundacional; por ejemplo los jesuitas en 1600 habían alcanzado
los 2.000 miembros.
La época de crecimiento más intenso abarca el último tercio del siglo XVI y la primera
mitad del XVII, pues a partir de 1650 se aprecia un rápido descenso, producto de la
saturación, del cansancio y de la adversa coyuntura económica. En aquellos tres cuartos
de siglo los monacales sólo se incrementaron con unas pocas fundaciones de basilios,
pero los mendicantes duplicaron sus casas, y los clérigos regulares se extendieron por
toda la geografía peninsular.
- El campesinado.
- La burguesía, de la cual formaban parte:
o Los artesanos.
o Los comerciantes o mercaderes.
o La plebe urbana.
Atendiendo a su nivel económico puede haber grandes diferencias de riqueza entre los
propios miembros del Tercer Estad, tanto en el campesinado como en la burguesía. Los
miembros más ricos del tercer estado solían ser mucho más poderosos económicamente
que la baja nobleza o el bajo clero, pero no poseían un poder político ni prestigio social
equivalente.
Banqueros: Los banqueros, como sabemos, era una profesión que tuvo su origen en la
Edad Media, siendo la evolución del oficio de cambista; de modo que los primeros
banqueros fueron cambistas que obtuvieron licencias municipales para poder realizar
préstamos.
No todas las personas del Tercer Estado del ámbito rural se dedicaban a la labor
campesina, también se dedicaron a otros oficios:
- Carboneros → se dedicaban a hacer carbón con la masa forestal de los bosques
(usaban la madera de los nogales, los robles las hayas, etc.), así como mantener
una labor de limpieza y mantenimiento de los bosques (por ejemplo cuando se
producía un incendio).
- Cazadores → el oficio de cazador era muy valorado, y dentro de este oficio
encontramos los loberos, los cuales estaban especializados en la caza de lobos
para proteger los campos y los bosques.
- Boyeros → los boyeros se dedicaban a guardar los bueyes y las vacas en las
dehesas forestales. En ocasiones eran contratados por grandes propietarios de
tierras y otras veces por un colectivo de ganaderos para que cuidaran de sus
ganados.
- Montaraces → eran los encargados de proteger los bosques y los campos, así
como obligar y respetar el aprovechamiento de los pastos.
- Molineros → era un oficio muy desprestigiado por la sociedad, pues era un
trabajo duro y con condiciones de vida muy pésimas ya que vivían al lado del
molino donde trabajaban.
- Buhoneros → se dedicaban a abastecer a las poblaciones de mercerías, baratijas,
etc. Suponían el escalón más bajo de la profesión comercial y estaban
relacionados con el ámbito urbano.
- Arrieros o carreteros → se encargaban de transportar las mercancías en el
comercio comarcal, regional, interior y nacional.
4. Artesanos e industriales.
En España durante la Edad Moderna no existía un concepto de industria como el que
existe actualmente, por tanto en relación con el concepto que hoy tenemos de industria
no existirían industriales en España. Ahora bien, en la documentación cuando se refiere
al artesanado en referencia a la industria o el Catastro de Ensenada se menciona como el
“Libro de lo industrial”, donde aparecen los bodegueros, los herreros, el herrado, etc.
Por estas razones la industria española sufrió un retraso, pero lo que no es comprensible,
pero lo entendemos, es que con las condiciones que tenía España se produjera ese
retraso. Estas condiciones de las que hablamos son:
- Teníamos un mercado para vender productos, en el caso de haberse producido,
debido a que teníamos el espacio de venta más amplio del mundo, así como una
población en alza que hubiesen reclamado esos productos.
- Teníamos lo básico para cualquier industria: el capital. Este capital era el
americano, el cual se usaba para pagar las deudas de la corona.
- Cuando se pudo haber llevado a cabo una producción industrial España poseía
una mano de obra capacitada y una abundancia de materias primas, al igual que
en otros países europeos.
Es evidente que lo sucedido es el escaso fomento que se hace por parte del Estado para
establecer una industria nacional. Aun así, vamos a encontrarnos algunas industrias
dentro del territorio:
- Industrias relacionadas con las armas de fuego, producidas en las industrias
vascongadas.
- Industrias relacionadas con el sector naval (producción, defensa, reparación,
etc.).
- Industrias relacionadas con el mercado americano por parte de la Casa de la
Contratación (las industrias del velamen, producción de pólvora, realización del
bizcocho, fabricación del jabón, etc.).
- Industrias relacionadas con la fabricación de monedas. Existían diez Casas de la
Moneda para el reino de Castilla.
Maestro
Oficial
Aprendiz
A comienzos del siglo XVI nos encontramos con dos ciudades que tuvieron la primacía
del comercio de esclavos, estas eran:
Es por ello que hacia el año 1600 nos encontremos con unos 50.000 esclavos
aproximadamente en Castilla, y unos 30.000 esclavos aproximadamente en Andalucía.
Para que se dieran estos números tenemos dos fuentes:
La realidad a todo lo que exigía la pragmática fue muy distinta, pues no obtuvo
todos los frutos que deseó ya que los gitanos siguieron practicando sus
costumbres, así como las mujeres se encargaron de mendigar y profesar la
buenaventura. Por otra parte, los gitanos no abandonaron la vida errante debido a
que obtenían de ello beneficios fijos; también practicaron el bandidaje y el robo,
e incluso llegaron a formar bandas para cometer todo tipo de delitos donde no
estaban las fuerzas del orden pública, lo cual motivó que se llevaran a cabo
medidas contra los gitanos, pagando algunos “justos por pecadores” (es por ellos
que entre 1575 – 1639 a todos los varones gitanos se les llevaran a galeras). No
obstante, hubo un buen número de gitanos que si terminaron adaptándose a las
costumbres españolas y, además, adaptándose a las exigencias de la pragmática.
Hay otro aspecto que se le criticará a la población gitana, se trata de la práctica
religiosa. Los gitanos tenían una total ausencia de las prácticas religiosas, lo cual
supuso un problema para la política del reino ya que en tiempo de los Reyes
Católicos éstos buscaron la unión religiosa en el cristianismo para la formación
del Estado Moderno; pero los gitanos fueron muy escurridizos en este sentido y
si tenían que asistir a algún rito religioso ellos asistían aunque luego en la vida
privada no procesasen la religión católica, los cual perjudicó enormemente a la
Santa Inquisición dado que no pudo actuar contra ellos. Lo que estaba
generalizado es que no se bautizaban, no se casaban por el rito católico y no
cumplían los preceptos de la Iglesia católica.