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Simone Weil

Jaqueline Pérez
Natali Terrazas
Mia Vargas 6W
Nacida el 03 de febrero del 1909, en París,
Francia, Simone Weil fue una filósofa,
activista y política. Formó parte de
la Columna Durruti durante la Guerra Civil
española y perteneció a la Resistencia
francesa durante la Segunda Guerra
Mundial. Dejó abundantes escritos
filosóficos, políticos y místicos,
incentivados por su publicación tras su
muerte en 1943 a causa de tuberculosis.
Estudió filosofía y literatura clásica, y fue
alumna de Alain (Émile Chartier).1 A los
diecinueve años de edad ingresó, con la
calificación más alta, seguida por Simone de
Beauvoir, en la Escuela Normal Superior de
París. Se graduó a los veintidós años y
comenzó su carrera docente en diversos
liceos (Le Puy-en-Vlay, Auxerre y Roanne).
Posteriormente enseñó filosofía en la
Escuela Normal Superior (1931-1934).
Al estallar la Guerra Civil española (1936-1939), Simone
Weil acudió al frente de Barcelona, donde luchó al lado
de los republicanos contra la sublevación militar
encabezada por el general Francisco Franco. Poco
después atravesó una crisis espiritual y se acercó al
cristianismo.
. Su familia estaba en grave peligro de ser clasificada como
no-aria, con las consecuencias del caso. Irónicamente, Weil no
tuvo formación judía alguna. Sus escritos religiosos son
netamente cristianos, si bien sumamente heterodoxos. Su
posición frente al judaísmo y a la identidad comunitaria judía
es de rechazo explícito y total, propiciando que haya sido
acusada de «autoodio» por algunos autores.
“Una vez que la experiencia de la guerra hace visible la
posibilidad de la muerte que yace encerrada en cada
momento, que nuestro pensamiento no puede viajar de un
día para otro sin encontrarse con el rostro de la muerte”.

—Simone Weil
Durante sus estudios, Simone obtuvo el apodo de “la virgen
roja” puesto por uno de sus maestros Émile Chartier, a quien
impresionaban las radicales posturas políticas de su alumna. A
pesar de su carácter cariñoso, Weil destacaba por evitar todo
contacto físico, incluso con sus amigas. También llamaba
mucho la atención su costumbre de vestir con ropa masculina.
La concepción filosófica (propiamente ontológica y política) de
Simone Weil, tanto como su postura política de lucha contra la
dominación de clase y su preocupación por temas religiosos como la
belleza y el dolor, dan cuenta de la complejidad de su vida y de la
importancia que tienen en su concepción teórica temas morales
acerca de Dios, lo sagrado, la libertad, el sufrimiento, la belleza, el
mundo, los otros y la diferencia sexual
Weil aportaba claves para establecer un nuevo
orden social basado en la justicia, lo que exige, a
su vez, una primacía del deber moral sobre el
derecho positivo. Ella aboga por un orden social
en el que las necesidades del cuerpo y del alma
queden satisfechas para todos..
Convencida de que para comprender las luchas
obreras hay que compartir las condiciones de vida
del proletariado, abandonó la enseñanza y, de 1934 a
1935, fue obrera de las fábricas Renault, experiencia
que describió en su obra La condición obrera.
La primera parte del libro le corresponde al Diario de
Fábrica, cuya lectura resulta tan embotellada y grisácea
como el mismo trabajo de los obreros. Weil expresa
lúcidamente el estado de depresión, tristeza y
cansancio de los movimientos mecánicos, de la
precarización y otros elementos que ofrecen una ruta
crítica para analizar la deshumanización de la clase
obrera en el siglo XX.
A pesar de ser educada en el agnosticismo, a finales de los
años 30 tiene experiencias místicas que serán determinantes
en su evolución intelectual. La primera le ocurre al
contemplar una romería en Portugal de una tristeza
desgarradora: «Allí tuve de repente la certeza de que el
cristianismo es por excelencia la religión de los esclavos, de
que los esclavos no podían dejar de adherirse a ella, y yo
entre ellos». La segunda le sucede en Asís, en la pequeña
capilla románica del de Santa María de los Ángeles, cuando
«algo más fuerte que yo me obligó, por primera vez en mi
vida, a ponerme de rodillas». .
Destacando por estar siempre presente en las
luchas sociales, en 1932, con solo 23 años, se
unió a grupos anarcosindicalistas, participando
además en huelgas contra la precariedad
proletaria. Así, en 1940 escribió Nota sobre la
supresión general de los partidos políticos, donde
dice que «todo partido es totalitario en germen
y en aspiración»
A pesar de su presencia en huelgas, sindicatos y batallas, la
posición de Simone Weil dentro del marxismo era del todo
heterodoxa. En especial, marcaba distancias con las decisiones
tomadas por Stalin y con la URSS en general. Su crítica más
contundente, demoledora y realista a la filosofía marxista de la
historia viene en sus Reflexiones sobre las causas de la libertad
y de la opresión social.
Allí explica que, aunque consiguiéramos acabar con el
capitalismo, la opresión que recae sobre los trabajadores
seguiría existiendo, ya que lo que debe cambiar es el modelo
de producción, no solo la propiedad privada de sus medios.
Si bien Simone no se pronunció a sí misma como una mujer feminista, y
dado que el tema de la opresión de las mujeres no fue objeto de su
reflexión y por lo tanto no lo tematizó teóricamente, aunque se topara en
propias carnes con las consecuencias indeseadas de la exclusión, se podría
suministrar una teoría feminista de corte ilustrado, el interiorizar el hecho
de ser mujer como una mala suerte, para empezar, reconociendo la
opresión como problemática.
Quizá sí bajo su marca ineludible. Sin
embargo Simone Weil fue mujer. Una sin
igual. Y siéndolo desbordó la noción de
género como una construcción socio-
cultural de lo femenino..
Saliendo a la luz tras su muerte, Simone fue autora de una gran cantidad
de libros, entre ellos:
• Opresión y libertad.
• La condición obrera
• Escritos históricos y políticos
• Reflexiones sobre las causas de la libertad y la opresión social
• La gravedad y la gracia
• Intuiciones percristianas
• Raíces del existir
Un mes antes de morir, Simone Weil escribió una
carta a su amigo y compañero Francis-Louis
Closon, manifestando su agotamiento físico y
mental: “Estoy acabada, rota, más allá de cualquier
posibilidad de reparación”. Enferma de tuberculosis,
afirmaba que, esencialmente, las personas se
diferenciaban “por el objetivo que asignaban a sus
vidas; por su vocación”. Simone Weil escribe esta
carta desde el hospital Middlesex el 26 de julio de
1943. Poco después, será trasladada al Grosvenor
Sanatorium de Ashford, donde morirá el 24 de
agosto de ese mismo año.
Sin duda alguna, Simone Weil fue una de las mujeres más
importantes para la filosofía, dejando una variedad enorme de
enseñanzas, entre ellas la lucha por la justicia, autora de una obra
considerablemente compleja y de una densidad excepcional. Siendo
también un ejemplo de dedicación y sacrificio en el mejor sentido
de esta palabra. Después de más de cien años de su nacimiento,
filósofos, literatos, teólogos, sociólogos y lectores de todo el mundo
se sienten hoy atraídos por la autenticidad, la lucidez y la pureza del
pensamiento de Simone Weil.
Recordándonos el no dejar de lado el seguir reconociendo
constantemente la enorme huella que van dejando las mujeres a lo
largo de la historia.

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