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EL MUNDO Y SUS DESEOS

LA ENVIDIA II

1Cor. 13:4-8a

INTRODUCCION

Los sábados por la noche estamos estudiando el tema “EL MUNDO Y SUS
DESEOS”, donde dijimos que mundo Es todo aquel conjunto de cosas (reglas,
principios, valores, pensamientos, costumbres, ideologías, objetivos, modelos,
sentimientos, deseos, prácticas y otras cosas más) que provienen del alma caída
(sin Dios) y tienen el propósito de dirigir nuestras vidas.

Mundo, es aquella forma, estilo, modelo de vida que practican aquellas


personas que no conocen a Dios. Y los creyentes, a diario y en todo lugar estamos
expuestos ante este estilo de vida. El enemigo es tan astuto que usa todos los
medios posibles para moldearnos a la semejanza del mundo y no de Cristo, el
internet, la televisión, la música, los compañeros de trabajo, de estudio y otros
medios (que no son malos en sí) pero son instrumentos, medios usados por Satanás
para tentarnos a seguir, a practicar la forma de vida de este mundo. Y
lamentablemente muchos creyentes hemos llegado a hacer parte de nuestra vida,
esas prácticas que este mundo nos ofrece.

Entre esas prácticas, esa forma de vida, esos deseos que el mundo nos ofrece,
está por ejemplo la preocupación, que semanas atrás hemos estudiado bajo el título
de “El afán y la ansiedad”. Pero también otra forma de vida, otra práctica que el
mundo nos ofrece es “La envidia”.

La envidia es tan común en estos tiempos que parece justo sentir envidia, pero
al mismo tiempo es tan sutil y engañoso que se ha hecho parte de nuestra vida y
muchos no reconocemos este pecado pero al mismo tiempo es tan peligroso que
tiene consecuencias amargas.

La semana anterior entramos al estudio de este tema “La envidia” donde


básicamente vimos dos cosas: 1. El significado de La envidia y 2. Las circunstancias
donde uno es propenso a caer en envidia.

¿Qué significa o qué es la envidia? La anterior semana vimos que La envidia


es el descontento y el desagrado ante la prosperidad y felicidad de otros. La
envidia es dolerse porque el prójimo está bien. La envidia se da cuando nos
comparamos a nosotros mismos con otras personas y al ver la prosperidad y la
felicidad de ese otro nos sentimos descontentos y molestos. La envidia es ese
resentimiento, ese desagrado contra otro porque posee algo que nosotros

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deseamos. No hay pecado que sea más odioso para Dios que la envidia, no hay
pecado que sea más dañino para nuestro prójimo y nosotros mismos. Y ¡Jóvenes!
Lo peor, lo triste es que el envidioso o la envidiosa no quiere reconocer que tiene
ese problema.

Lo segundo que vimos la semana anterior fue Las circunstancias donde


somos tentados a caer en la envidia. Donde dijimos que La envidia surge y crece
donde hay descontento, por una cierta desigualdad que se ve cuando nos
relacionamos, cuando interactuamos con otras personas, con personas que están
cerca de nosotros, que están a nuestro alrededor. ¡Jóvenes!, mientras estemos en
vida tenemos la capacidad de sentir envidia en cualquier lugar y en cualquier
momento, en el trabajo, en el negocio, en el estudio, en la familia, en la misma
iglesia y en cualquier otro lugar porque constantemente estamos interactuando con
una o más personas y eso es muy peligroso.

Por ello debemos estar constantemente alertas acerca de nuestros sentimientos


hacia otras personas, hacia otros hermanos y hermanas.

Entonces ¿Qué vimos la semana anterior? 1. El significado de la envidia y 2.


Las circunstancias donde somos tentados a caer en envidia, en esta noche vamos a
ver dos cosas más 3. Los frutos de la envidia y 4. El remedio para la envidia.
Entonces, en tercer lugar…

III. LOS FRUTOS DE LA ENVIDIA

No nos olvidemos que la envidia es peligrosa, la envidia produce frutos


amargos, frutos desagradables en nuestras vidas y ¿Cuáles son entonces esos frutos
qué produce la envidia en nuestras vidas?

1. La envidia hace que las personas que están a nuestro alrededor se


cansen de nosotros (Gen 30:1-2). En el capítulo 29 de Génesis vemos de qué
manera Jacob llega a tener dos esposas una se llamaba Lea y la otra Raquel. De las
2 esposas que Jacob tenia, a la que más amaba era a Raquel, por la que sentía un
amor profundo era por Raquel (Gen. 29:18, 20, 30). Pero a pesar de que Jacob
amaba más a Raquel, de quien se enamoró profundamente, por quien trabajo 14
años sin sentir cansancio porque la amaba, a pesar de todo ello, la envidia de
Raquel hizo que aquel hombre que le amaba tanto o sea Jacob se canse de ella, se
enoje con ella (Gen. 30:1, 2).

La envidia de Raquel hizo cansar a Jacob, La envidia de Raquel causo una gran
molestia en Jacob, La envidia hizo que Raquel se pusiera insoportable delante de
Jacob hasta el punto que Jacob tuvo que decirle (v. 2) “¿Soy yo acaso Dios, que te
impidió el fruto de tu vientre?”. La envidia de Raquel hizo que Jacob se canse de

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ella. ¡Jóvenes! La envidia hace que las personas que están a nuestro alrededor se
cansen de nosotros. Pero no solo ello sino que también…

2. La envidia hace que actuemos con insensatez (Gen. 30:1b, 3). La


envidia hace que actuemos como necios, que actuemos sin pensar, sin medir las
consecuencias, que reaccionemos como inmaduros, como niñas, como niñas, La
envidia hace que digamos o hagamos cosas incoherentes o sin sentido; Raquel le
dijo a Jacob (Gn. 30:1b) “Dame hijos o si no, me muero”, la envidia hace que
hagamos cosas vergonzosas, que actuemos locamente sin que nos demos cuenta, la
envidia de Raquel empujo a Jacob para que practique la poligamia (Gn. 30:3, 4).

¡Jóvenes! La envidia nos enceguece y hace que muchas veces actuemos como
insensatos, como tontos, como locos, tal vez ni cuenta te has dado, pero cuando
albergamos la envidia en nuestro interior los que están a nuestro alrededor
perciben claramente nuestra forma de hablar, nuestra forma de actuar porque la
envidia hace que actuemos con insensatez.

3. La envidia es una de las causas de la división (1Cor. 3:3). Uno de los


grandes problemas por el cual estaba atravesando la iglesia de Corinto era la
división (1Cor. 1:10), la iglesia de Corinto estaba dividida en cuatro grupos, “Los
de Pablo” “Los de Apolos” “Los de Cefas” y “Los de Cristo”, estos cuatro grupos
estaban en contiendas constantemente, pero ¿Qué ocasionó estas contiendas, esta
división? (1Cor. 3:3), los celos, la envidia que existía entre los hermanos de la
iglesia de Corinto estaba ocasionando la división.

La envidia fue uno de los ingredientes que causo esa vergonzosa actitud, esa
vergonzosa división entre creyentes y por causa de ello, el evangelio estaba siendo
pisoteado. ¡Jóvenes! Cuando permitimos que la envidia nos domine, ello causa
división y la división desacredita el evangelio.

Como iglesia, como jóvenes podemos hacer muchas cosas, salir a evangelizar,
salir a enseñar a otras iglesias, recomendar a otros enseñanzas sanas, colgar
mensajes con contenido bíblico en el internet, Facebook, watsapp, tener tiempos de
comunión en la iglesia, saliendo fuera de la iglesia, pero si albergamos envidia en
nuestros corazones todo ello es vano.

La envidia es una de las causas de la división y la división por causa de la


envidia, de los celos el evangelio es pisoteado.

4. La envidia es la semilla del homicidio. (Gen. 37:11;4). La envidia fue


la semilla que brotó en el corazón de los hermanos de José para que odien, para
que aborrezcan a su propio hermano. (Gen. 37:18-20) Fue la envidia de los
hermanos de José la que los llevo tener pensamientos homicidas, la que les llevo a
planificar la muerte de su propio hermano. La envidia volvió a estos hombres

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insensibles ante el sufrimiento de su hermano, la envidia hizo que estos hombres
actuaran despiadadamente en contra de su hermano menor.

1Sam. 18:6-11. La envidia de Saúl, género en él sentimientos, pensamientos


homicidas en contra de David a tal punto de procurar su muerte con sus propias
manos; pero la envidia de Saúl no se quedó ahí, sino que la envidia de Saúl le llevo
hasta el punto de aborrecer, de querer matar a su propio hijo Jonatán (1Sam.
20:30-33).

Fil. 1:15. La envidia de estos hombres a los cuales se refiere Pablo, hizo que
predicaran a Cristo con el propósito de causar un daño a Pablo, es como si ellos
dijesen “ah, Pablo está encarcelado, está sufriendo, ¿Qué podemos hacer?
Prediquemos para que se sientan peor, prediquemos para dañar a Pablo” Los
enemigos de Pablo se habían propuesto predicar a Cristo con el propósito de
ocasionar sufrimiento y dolor en Pablo.

Mt. 27:15-18. La envidia fue uno de los combustibles que el diablo uso para
encender el odio de los judíos por Cristo, Cristo fue entregado, fue calumniado, fue
crucificado, fue llevado hasta la muerte por envidia. (Mr. 10:18) Los sacerdotes,
los escribas y los ancianos fueron impulsados por la envidia para llevar al Dios
encarnado hasta la muerte.

¡Jóvenes! La envidia es la semilla del homicidio, si bien ahora no actuamos


como los hermanos de José o como Saúl o como aquellos hombres que llevaron a
Cristo hasta la cruz, pero cuanto quisiéramos que aquella persona de la cual
tenemos envidia desaparezca de nuestras vidas, ¡Jóvenes! Eso es homicidio, Si bien
no procuramos quitar físicamente la vida a alguien por envidia, pero muchas veces
llegamos a matar espiritualmente, cometemos homicidio espiritual, manchamos la
reputación de otros, hablamos mal de otros, procuramos hacer quedar mal a otros,
eso es homicidio espiritual y todo eso proviene de la envidia.

La envidia no anda solo, la envidia tiene dos amigos, dos camaradas, dos
compañeros inseparables, y esos dos amigos inseparables, son los pleitos y el
homicidio (Rom. 1:28-29; Rom. 13:13, 2Cor. 12:20; St. 3:14-16).

Prov. 6:16-19. ¿De dónde provienen estos pecados? Pues todos estos pecados
que aborrece Dios, que abominan su alma provienen de la envidia. La envidia es
peligrosa, es una afrenta directa en contra de Dios, la envidia es un reto a Dios
mismo, es por eso que más adelante el escritor de Proverbios dice en el capítulo
27:4 ¿Quién podrá sostenerse delante de la envidia?

¡E ahí, hermanos! Los frutos amargos de la envidia, no son ligeros, no son


frutos que agradan a Dios, sino que son frutos que son aborrecidos por Dios.
Sabiendo eso, nos preguntamos en esta noche, ¿será que habrá algún remedio para

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envidia que la Biblia nos ofrece? Y la respuesta es SÍ, hay un remedio que Dios en
su gracia nos ofrece, con eso pasemos a nuestro cuarto y último encabezado…

IV. EL REMEDIO PARA LA ENVIDIA

1Cor. 13: 4b. “…el amor no tiene envidia…” El remedio para luchar en contra
de la envidia es el amor, el amor nos mueve a vencer este desagradable pecado. El
amor verdadero es el único antídoto que nos puede ayudar a vencer la envidia. Pero
¿Cómo es que el amor nos ayuda a vencer el pecado de la envidia? Mt. 22:34-40.
A través de dos cosas: 1. El amor a Dios y 2. El amor a nuestro prójimo.

1. El amor a Dios (Mt. 22:37, 38). ¡Jóvenes! El verdadero amor parte de


nuestro amor a Dios, el mandamiento más importante que Dios nos ha dejado, no
es saber más de él, no es aprender más de su palabra, no es enseñar o evangelizar a
otros, esas cosas si son importantes, pero el más importante sobre todos ellos es
“Amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra
mente”.

El mandamiento más importante para cada uno de nosotros es hacer a Dios el


objeto más preciado, más supremo de deleite, de adoración, de consuelo en
nuestras vidas y es de ese amor que surge nuestro amor por los demás.

Ahora, cuando Cristo nos dice que sobre todas las cosas debemos amar a Dios,
esta hablando del Dios de las Escrituras, no de un dios que es hecho por nuestra
imaginación, no un dios que es hecho por nuestra conveniencia, sino el Dios de las
Escrituras y ¿Cómo es el Dios de las Escrituras? El Dios de las Escrituras, el Dios
verdadero al que debemos amar es SOBERANO.

Dn. 4:35. El Dios de las Escrituras hace según su propia voluntad, en el cielo
como en la tierra y nadie, nadie puede detener su mano, nadie puede evitar que
Dios haga su voluntad en la vida de cada una de las personas, y por eso nadie
¡Joven escucha bien! ¡Nadie puede llamar a Dios a cuentas! Nadie puede reclamar
a Dios diciendo “¿Por qué a él más y no a mí?” “¿Por qué a ella le has permitido
esto y no a mí?” “¿Por qué ella tiene ventajas y no yo?” “¿Por qué él ha
prosperado y no así yo?” ¡Jóvenes! ¡Nadie puede llamar a Dios a cuentas!

Rom. 11:33-36. Dios es soberano, Dios hace lo que quiere, y aun con respecto
a la salvación, nadie le ha aconsejado, nadie le ha dado primero a Dios para que sea
recompensado, Dios no está en deuda con nadie, Dios a nadie le debe nada. Ese es
el Dios a quien estamos llamados a amar. Y aquel que ama a este Dios, se goza en
esta verdad, porque sabe que este Dios va a hacer todas las cosas según su voluntad
y va a hacer todas las cosas para el bien de aquellos que le aman.

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Rom. 8:28. Aquel que ama a Dios va a comprender que todas las cosas que
Dios hace en su vida, sean buenas o malas a sus ojos es para su bien y por tal
motivo, cuando vea desigualdad al interactuar con otros esta persona no se va
amargar, porque entenderá que Dios distribuye sus cosas como a Él le place.

El amor a Dios aplaca la envidia, porque si amamos a Dios eso implica que
amamos su soberanía y si amamos su soberanía, vamos a entender que Dios
decidió distribuir sus dones, sus bendiciones, de distintas maneras.

Pero hay algo más que podemos añadir aquí, el amor a Dios se basa en el amor
de Él hacia nosotros, no de nosotros hacia Él sino de Él hacia nosotros (1Jn. 4:10)
y el amor de Dios hacia nosotros se mostró en la cruz del calvario (1Jn. 4:9); todo
aquel que ha experimentado el amor de Dios en su vida, todo aquel que ha
experimentado la salvación por medio del sacrificio de Cristo en la Cruz del calvario
puede amar ahora a Dios, puede amar su soberanía, puede entender que Dios
decidió distribuir sus dones, sus bendiciones, de distintas maneras.

¡Joven, señorita! Que estas cayendo en envidia, cuando ves que tu mejor amigo
(a) se está llevando mucho mejor con otros que contigo, debes decirte a ti mismo
“Dios es Soberano y él permite esto por alguna razón que es buena”.

Cuando ves que a tu hermano (a) está prosperando más rápido que tu o aquí en
la iglesia le está yendo bien en algo, aprende más rápido que tú, tiene más
oportunidad que tú en distintas cosas o por la gracia de Dios tu amiga o una
hermana ha iniciado un noviazgo con un hermano, cuando por cualquier
circunstancias estas siendo tentando a sentir envidia, debes predicarte a ti mismo
diciendo “Dios es soberano y él sabe porque permite esto o aquello” “Dios sabe
porque le ha dado a él o a ella esta oportunidad y no a mí y no solamente lo sabe
sino que eso que Dios ha hecho dice su Palabra que es para mi bien” Por ello debe
glorificar a Dios, por ello debo de dar gracias a Dios a pesar de que mi carne no
quiere, a pesar de que mi carne quieres sentir envidia, pero yo debo de glorificar y
dar gracias a Dios.

El amor a Dios no tiene envidia, la soberanía de Dios lucha contra la envidia,


por alguna razón que está en la mente de Dios, Él ha provisto esto y lo otro de esta
manera. Aquel que está siendo tentado a sentir envidia debe reaccionar de esa
manera.

En alguna ocasión refiriéndose a la envidia, dijo un puritano “La envidia es un


ateísmo práctico” el envidioso o la envidiosa en la práctica es un ateo, no interesa
si dice creer en Dios, no interesa, si conoce o escucha mucho acerca de la Palabra
porque en la práctica, el envidioso o la envidiosa razona como si Dios no existiese.

¡Jóvenes! El amor a Dios no tiene envidia.

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2. El amor al prójimo (Mt. 22:39). El amor a nuestro prójimo es aquella
gracia que nos mueve a procurar el bien de nuestros hermanos (as) aun a costa del
sacrificio personal. El amor no es egoísta, el amor al prójimo no se centra en uno
mismo, sino se centra en mi prójimo, el amor no busca su propia felicidad, sino que
busca la felicidad del prójimo. (1Cor. 13:4-7) Esa es la característica del amor al
prójimo. Rom. 13:8-10, el amor al prójimo es la síntesis de los mandamientos. El
pecado es infracción de la ley (1Jn. 3:4), pero el amor al prójimo es el
cumplimiento de la ley. Siendo así, el amor al prójimo es el remedio para vencer la
envidia. El amor al prójimo no tiene envidia.

¡Jóvenes! El amor no tiene envidia.

CONCLUSION

¿Cuál es el tema que hemos estudiado? Entre la semana anterior y hoy


hemos estudiado el tema de la envidia, donde básicamente vimos cuatro cosas con
relación la envidia: Su Significado, Las Circunstancias, Sus Frutos y Su Remedio.

1. Su significado. La envidia es dolerse porque el prójimo está bien.


2. Las circunstancias. La envidia surge y crece donde hay descontento, por
una cierta desigualdad que comúnmente se ve cuando nos relacionamos con otras
personas.
3. Sus frutos. La envidia hace que las personas de nuestro alrededor se
cansen de nosotros, la envidia hace que actuemos como necios, la envidia provoca
división, la envidia provoca, es la semilla del homicidio.
4. Su remedio. El remedio que las Escrituras nos presentan para tener
victoria frente a la envidia es el amor, el amor no tiene envidia, el amor a Dios y el
amor al prójimo es el remedio para vencer a la envidia.

APLICACIÓN

¿Cómo aplicamos esta enseñanza a nuestras vidas? ¡Hermano (a)!

1. Cuando a nuestro hermano (a), a nuestro amigo (a) le vaya bien en algo y
estemos tentados a sentir envidia, recuerda, trae a tu mente, medita, piensa,
háblate a ti mismo, predícate a ti mismo “el amor no tiene envidia”.
2. Recuerda que debes amar a Dios quien es SOBERANO, quien no se equivoca
y hace todas las cosas según su voluntad, para su gloria y para el bien de su pueblo.
dite a ti mismo ¡Joven! “Dios es SOBERANO y Él ha hecho lo mejor, aunque no
entiendo, aunque me duele, eso es lo mejor para mí”.
3. Ora por tu hermano (a), por tu amigo (a) de quien está siendo tentado a
sentir envidia. Agradece a Dios por su vida, por su felicidad, por su prosperidad,
pide a Dios que le guarde del pecado.
4. Gózate con tu hermano (a), amigo (a) que le está yendo bien.

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¡Jóvenes! Cuando la envidia está ingresando en mi vida, Orar o gozarme por el bien
de aquella persona de quien estoy sintiendo envidia es difícil, pero son en esos
momentos donde debo obligar a mi carne, obligar a mi corazón a orar por mi
hermano (a) de lo contrario, ¡Joven! Si no muestra un amor práctico por tu
hermano será derrotado, carcomido por la envidia y harás de tu vida una vida
miserable, una vida triste.

Por ultimo ¡Joven o señorita! Si al estudiar este tema ves en tu vida que no puedes
vencer la envidia, eso significa que posiblemente el amor de Dios no este obrando
en tu vida y si es así, en esta noche por medio de la Palabra te llamo a que vengas a
Cristo quien es el amor de Dios encarnado, quien venció al pecado, quien venció a
la envidia en la cruz del calvario, para librarte de ese horrible pecado, ven a Cristo
en Arrepentimiento y fe, no procures mejorar tu vida, solamente ven a Cristo en
arrepentimiento y fe. vamos a orar.

Ariel A. Veliz Q.
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