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Un mundo sin coronavirus

Introducción

¿Cómo estaba el mundo sin coronavirus? A cuantos ¿Acaso no se enfermaba la

gente? Claro que sí. Existía la muerte, el dolo, el miedo, el fracaso, los vicios, la

violencia. El coronavirus ha sido la copa que rebosó el vaso en este año 2020. Han

muerto 521 mil personas a la fecha. Y esos datos no son los reales.

Cuando el gobierno comenzó a pedir que se pusieran mascarilla, yo salía a la

calle a ver si otros la usaban porque yo no quería hacer el ridículo, solo yo con

mascarilla. Pero usar mascarilla esa es nuestra covidianidad actual. Tanto, que al

escribir covidianidad en el procesador de texto Microsoft Word, me la tachó como una

palabra incorrecta, pero la agregué a su diccionario, y ya no me la corrige como mala.

No interesa mucho si este virus fue creado en laboratorio como pudiera ser

según el libro Conflicto de los Siglos 646. Lo que sí interesa es que hay gente que ahora

mismo está entubada en algún centro médico. Algunos no han podido ni siquiera

sepultar a sus familiares.

¿De dónde viene tanto dolor? ¿Quién es el responsable del mal y sus

consecuencias?
Cuerpo

La Biblia identifica a Satanás como el precursor del mal. Eso todos lo sabemos.

Recordemos también que una de sus maneras de obrar es la de instigar los desastres, las

guerras y el dolor humano. Su plan es promover una campaña de difamación en contra

de Dios. Hay ateos que tienen por argumento que si Dios existiera no hubiese tanta

maldad y sufrimiento en el mundo. Incluso muchos cristianos dejan a Dios cuando

vienen las dificultades. El cierre de templos logró que otros descuiden su vida de

adoración. Otros dejaron de ser fieles a Dios en su mayordomía. Aun otros fueron

indiferentes con los necesitados que produjo la crisis. Es un golpe de Satanás contra

Dios.

La Biblia nos dice: “¿Qué tramáis contra Jehová?” (Nah. 1:9). El enemigo de

las almas, en esta ocasión, está usando la nación Asiria contra Jehová, ¿cómo?

Planeando el mal para sus hijos.

“Satanás es homicida desde el principio”. Siempre está planeando contra

nosotros. Esta revelación es para nosotros, es un aviso. Es una alerta. Dios nos está

diciendo que hay un plan contra nosotros. Estamos en la mira.

El saberlo puede que nos llene de desesperación. Fuimos muchos los que

comenzamos a hacer té contra el coronavirus, a hacer gárgaras. Otros hasta practicaron

aquello de buscar un cabello en un determinado libro de la Biblia, y luego de

encontrarlo ponerlo a hervir en agua, para luego beberse esa agua. ¡Angustia de las

gentes! (Lc. 21:25).

A algunos no le gusta las profecías porque le presentan la realidad de lo que

viene. Y Satanás aun eso lo usa para su bien. Se aprovecha de nuestro temor. Crea
noticias alarmantes, guerras y rumores de guerras. Son famosas las fake news, las

noticias falsas. El objetivo de estas es crear un estado de pánico y terror; incrementar la

amenaza. Ya que no conocemos las profecías, dirige nuestra mirada a los seres

humanos. Que si fue Bill Gates, que si fueron los chinos, mil teorías de conspiración. Y

lo peor es que esas teorías llegan a nuestros chats de whatsapp y las reenviamos. Y

comenzamos a ver enemigos por todas partes.

Pero, por otro lado, hay un grupo que es incrédulo a todo. Vive como si nada

estuviese pasando. Está en el conflicto de los siglos, pero no está preocupado si está

preparado o no. No estudia la Biblia. Y mucho menos la comparte con otros. No

comparte las fake news pero tampoco las buenas nuevas. Se acostumbró al coronavirus.

Se acostumbró a este mundo. Talvez tiene un pequeñito deseo de que pase el

coronavirus, pero quiere el mundo como estaba antes de la pandemia. No sueña con un

mundo nuevo.

Esto es un efecto colateral de la trama de Satanás. Él quiere destruir la fe, el

primer amor, la fidelidad. Nos recuerda la “tardanza” de Jesús, nos hace dudar de las

profecías. ¿A cuántos de nosotros se le apagó en su corazón la esperanza de la segunda

venida de Cristo? Y aquí estamos, esperando que pase el coronavirus, otros ya volvieron

a afanar en esta vida como siempre lo han hecho, con la mente en lo terrenal.

Elena White nos muestra una visión:

  “Se me mostró a Satanás como fue una vez, un ángel feliz y exaltado. Después
lo vi como es ahora. Su aspecto sigue siendo principesco. Sus rasgos siguen
siendo nobles, porque es un ángel caído. Pero la expresión de su rostro está llena
de ansiedad, preocupación, infelicidad, malicia, odio, deseos de causar daño,
engaño y toda clase de mal. Observé en forma especial esa frente que fue tan
noble” (Historia de la redención, 47).

  En otro de sus escritos vio lo siguiente:


  “Vi que Satanás ordenaba a sus ángeles que dispusieran sus asechanzas
especialmente para los que están esperando la segunda aparición de Cristo y
guardando todos los mandamientos de Dios. Dijo Satanás a sus ángeles que las
iglesias estaban durmiendo. Él iba a aumentar su propio poder y sus prodigios
mentirosos, a fin de retenerlas. Pero -dijo -odiamos a la secta de los
observadores del sábado; están trabajando de continuo contra nosotros, y
quitándonos súbditos, para que observen la odiada ley de Dios. Id, emborrachad
de cuidados a los poseedores de tierras y dinero”.

  Si lográis que pongan sus afectos en estas cosas, serán nuestros todavía. Pueden
profesar lo que quieran, con tal que consigáis que se interesen más en el dinero
que en el éxito del reino de Cristo o la difusión de las verdades que aborrecemos.
Presentadles el mundo de la manera más atrayente, para que lo amen y lo
idolatren. Debemos conservar en nuestras filas todos los recursos cuyo control
podamos obtener. Cuanto más sean los recursos que los seguidores de Cristo
dediquen a su servicio, tanto más perjudicarán a nuestro reino quitándonos
súbditos.

  Cuando ellos convocan reuniones en diferentes lugares, estamos en peligro. Sed


vigilantes, por lo tanto. Si os es posible, provocad disturbios y confusión.
Destruid el amor que los miembros tengan el uno por el otro. Desalentad a sus
ministros; porque los aborrecemos. Presentad toda excusa plausible a los que
tienen recursos, no sea que ellos los entreguen. Ejerced, si podéis, el control de
los asuntos monetarios, y procurad que sus ministros sean angustiados por la
escasez. Esto debilitará su valor y celo”.

  Pelead por toda pulgada de terreno. Haced que la codicia y el amor de los
tesoros terrenales sean los rasgos sobresalientes de su carácter. Cuando estos
rasgos los dominan, la salvación y la gracia pierden importancia. Rodeadlos de
toda clase de atracciones, y serán nuestros. Y no sólo nos los aseguraremos, sino
que su odiosa influencia no será ejercida para conducir a otros al cielo. Cuando
algunos intenten dar, poned en ellos una disposición mezquina, para que lo que
den sea poco” (Primeros escritos, 266-267).

Dios entiende que lo que te hacen a ti, en como si te lo hicieran a él. Se

identifica con nosotros. Sabe muy bien el dolor por el que está pasando el mundo. En la

semana pasada murió el primer pastor adventista en Inter américa debido al Covid19.

Pero varios miembros de la Iglesia Adventista han muerto o han perdido un familiar.

Es por ello que responderá a la trama. Y dice: “¡El extermina! La tribulación no

se levantará dos veces” (Nah. 1:9). Dios acabará con todo lo que nos hace sufrir. Las

heridas serán sanadas, las lágrimas serán enjugadas.


No nos luce bien perder el rumbo, extraviarnos en el camino y formar parte de

los que serán destruidos. Pero mucho menos se ve bien que nos quedemos mundos ante

este anuncio. El deseo de Dios es salvar. Los únicos condenados son Satanás, sus

ángeles y los que no creen. Un día, habrá un mundo sin coronavirus y sin ningún mal

que nos atormente.

Elena White escribió:

Todo el universo habrá visto la naturaleza y los resultados del pecado. Y su


destrucción completa que en un principio hubiese atemorizado a los ángeles y
deshonrado a Dios, justificará entonces el amor de Dios y establecerá su gloria
ante un universo de seres que se deleitarán en hacer su voluntad, y en cuyos
corazones se encontrará su ley. Nunca más se manifestará el mal. La Palabra
de Dios dice: "No se levantará la aflicción segunda vez" (Nahum 1: 9, V.M.)
{Conflicto de los Siglos, 558).

El gran conflicto ha terminado. Ya no hay más pecado ni pecadores. Todo el


universo está purificado. La misma pulsación de armonía y de gozo late en toda
la creación. De Aquel que todo lo creó manan vida, luz y contentamiento por
toda la extensión del espacio infinito. Desde el átomo más imperceptible hasta
el mundo más vasto, todas las cosas animadas e inanimadas, declaran en su
belleza sin mácula y en júbilo perfecto, que Dios es amor (CS, 737).
Conclusión

Hermanos y hermanas, jóvenes y adultos, ancianos y niños, todos debemos estar

listos para viajar al mundo nuevo. Dios ha hablado muchas veces y de muchas maneras.

Busquemos a Dios mientras puede ser hallado. Hoy es el día de la salvación. Cree en las

promesas de Dios. Comparte las promesas de Dios. Pronto viviremos en un mundo sin

coronavirus. La muerte será muerta. Tendremos vida eterna. Viviremos en un mundo

perfecto, una naturaleza perfecta, el aire será intensamente puro. No habrá enfermedad,

ni dolor, ni clamor. Por sobre todas las cosas, Dios vivirá con nosotros.

Hoy te invito a dejar todas tus faenas, tus dudas, sufrimientos y ansiedades en las

manos de Dios. “Echad toda vuestra ansiedad sobre él, porque él cuida de vosotros” (1

P. 5:7). Cantemos el himno “Hay un mundo feliz más allá”. Luego de cantar este himno,

oremos.

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