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Jean Paul Sarrazin

Representaciones sociales sobre la espiritualidad indígena


en Bogotá. ¿La alteridad como solución a nuestros
problemas?

Por: Jean Paul SARRAZIN, PhD.

EL tema de la “liberación” está frecuentemente asociado al de la crítica de la cultura occidental. En


particular desde los años 1960s y el movimiento de contra-cultura, la libertad y autonomía del
individuo o de los grupos marginales u oprimidos se vuelve un tema cada vez más difundido.
Dentro de esta tendencia que, como argumento en otras publicaciones, debembocó años más
tarde en el pruralismo y el multiculturalismo, la ruptura de las estructuras de poder de la tradicón
occidental, ha co-sustentado el elogio de la diferencia y de la alteridad cultural. En este, las
culturas “étnicas” u no occidentales han venido a ser también elogiads, valorizadas, al punto que
muchos imaginan en estas ötras culturas, un ejemplo a seguir, si no para volvernos todos
indígenas, por ejemplo, sí para tomar de “ellos” algunos elementos culturales, algunas enseñanzas
en campos como el de la ecología, la espiritualidad o la organización social (cf Sarrrazin 2006).

Esta tendencia, que está ya globalizada y tiene entre sus principales promotores autores y
activistas formados en Europa o Norteamérica, está presente también en Colombia. En efecto,
desde hace unos años y en algunos sectores de la población, se considera a las “otras culturas” –
en particular a las “étnicas”– como poseedoras de sistemas religiosos, medicinas y filosofías que
contribuirían a la salud y al bienestar espiritual del ser humano. El objetivo general de esta
ponencia es el de explicar algunas de las creencias, prácticas y factores socioculturales que
contribuyen a que se haya desarrollado ese tipo de representaciones. En otras palabras,
trataremos de entender cómo y por qué se llega a creer que “las otras culturas” son fuentes de
salud y de espiritualidad. Esto se enmarca también en un imaginario sobre las religiones étnicas
como formas de conocimiento de la mente, muchas veces al mismo nivel que la psicología
occidental.

Hacia el final de la presentación, si el tiempo me lo permite, trataré de cuestionar la idea común


de que el elogio de las otras culturas como una forma de autonomía y liberación de estructuras de
pensamiento occidentales, suele ser en realidad un gran mentira, ya que está basada en discursos
y representaciones que muy poco tienen de “alternativo”, que no implican una verdadera
alteridad, y que, al contrario, reproducen sin sospecharlo, formas de pensamiento muy modernas
e inventadas principalmente en los países más poderosos del mundo.

Generalidades sobre los discursos

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Al realizar entrevistas y observaciones etnográficas entre las clases medias y altas del país,
principalmente entre intelectuales (varios de los cuales son psicólogos, antropólogos, sociólogos),
se pudo constatar la evocación frecuente de una serie de males, causas de sufrimiento,
inconformidades o problemas en la salud, incluyendo aspecto psíquicos o “espirituales”
(depresión, soledad, ausencia de sentido en la vida, estrés...), supuestamente provocados por una
“cultura occidental en crisis”, con la cual se identifica la población.

Dentro de estos discursos, además, la crítica de la “cultura occidental” es muy frecuente, y se


reivindica a las “otras culturas” como alternativas que justamente nos podrían liberar de algunos
de los males que parecemos en Colombia, principalmente a nivel espiritual. Analizaremos acá
algunos de esos discursos sobre salud y bienestar, y el lugar de “la diversidad religiosa y cultural”
en todo ello. Una idea recurrente a este propósito, es que habría que buscar cambios sustanciales
en nuestra forma de percibirnos como individuos y de percibir nuestro entorno, cambios que
podrían ser encontrados en espiritualidades alternativas de “otras culturas”.

Así, en esta presentación se pretende aportar un análisis crítico de un imaginario de lo étnico o no-
occidental como una forma alternativa de conocimiento que supuestamente conduciría a una
forma de liberación y de cultura alternativa, presentada además como rebelión contra o antítesis
del capitalismo y la dominación de los países del Atlántico Norte.

Ejemplos

Como me explica un médico que ha incorporado a sus terapias parte de la sabiduría de los kogui
“el fundamento científico de lo que hago y la aplicación de las enseñanzas de los maestros
espirituales indígenas, es que se ha determinado que el 85% de las enfermedades son de origen
psicosomático”.

Así pues, actuar sobre la mente o el espíritu equivale a mejorar la salud. Otro entrevistado, un
especialista en psicología comunitaria que trabaja en la rehabilitación de jóvenes drogadictos y
que pretende analizar cuál es nuestro “malestar de la cultura”, dice: “Ahora la gente busca el
sentido por unas rutas diferentes, por ejemplo mirando hacia adentro. Oriente dice que la gente
busca por fuera lo que tiene que buscar en su interior. […Por eso] vamos a ese mundo primitivo, a
lo indígena, a lo campesino, a las comunidades negras… Es todo la búsqueda del sentido que no se
encuentra en el mundo de la ciencia, de lo racional. Y hay una búsqueda de las dimensiones
emocional, la afectiva, la espiritual. El mundo indígena esta mucho más cerca del sentido porque
tiene [esa] visión holística del mundo. A mi el mundo indígena me parece mucho más cercano a lo
espiritual”. [[[diapo hojeando]]]

Cuando se conoce mejor a estas personas, queda bien evidente que no se está hablando de lo
indígena por lo indígena y gracias a un conocimiento real de lo indígena. Se está haciendo
referencia a algo Otro, diferente de lo moderno-occidental-urbano. Eso Otro es también llamado,
en otras circunstancias, la diversidad cultural, una diversidad que permitiría acceder a prácticas y
conocimientos alternativos, como ese tipo de medicina que está de moda ahora, que nos
mostraría a nosotros, hermanitos menores, en crisis de sentido, “otras rutas”, otras terapias, otras

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formas de ver la vida, sean éstas indígenas, orientales, africanas, etc. “Cada cual tiene que seguir
su camino”, y en ese camino algunos encuentran la tradición indígena como una fuente de
sabiduría y salud. La diversidad cultural simboliza ahora una riqueza que puede ayudarlos a
“realizarse”, a “encontrarle sentido a la vida”, a “restablecer el equilibro”.

Concretamente con respecto lo indígena y lo oriental --esas dos categorías típicas en los discursos
sobre la “diversidad cultural”-- , las historias de vida de los individuos que entrevisté permiten
darnos cuenta que en la mayoría de personas, el interés por la espiritualidad oriental
normalmente ha precedido el interés por lo indígena. Ese orientalismo, como muestro en otras
partes, fue construido principalmente en Europa y Norteamérica. De hecho, he demostrado que
las diferentes formas de dicho orientalismo sentaron las bases para que, más tarde, en América
Latina, se concibieran de una manera espiritual y positiva las formas culturales indígenas como el
chamanismo.

Así, ahora nos parece normal que en los cada vez más frecuentes “retiros espirituales” se mezcle la
meditación oriental con el temazcal, y nadie se sorprende de ver en la programación de un
“ecoyoga festival”, una charla sobre la relación existente entre las sabidurías indígenas y el yoga.
Sin embargo, algunos creen que hay más razones para ensalzar lo amerindio, porque este tiene el
valor agregado de ser “de nuestro país”, contribuyendo así a reforzar la identidad nacional y una
cierta idea de autonomía del pensamiento local.

Un estudiante de literatura que ha decidido hacer su tesis de maestría sobre las literaturas
indígenas del sur de Colombia, se suma a una idea de fondo compartida por muchos : “mi interés
nace de una búsqueda de ver el mundo de maneras distintas a como nos lo han propuesto por una
educación completamente fundamentada en principios occidentales y cartesianos”. De manera
similar, dice una cantante de rock alternativo de unos 48 años: “Yo creo que ahora todo el mundo
se dio cuenta que ese progreso es en realidad un fiasco, lo peor que hemos hecho. Entonces todo
el mundo está buscando la naturaleza, lo indígena, la tradición, lo de antes de la civilización.”

A pesar de que por sus prácticas y especialmente por sus valores, estos individuos sigan fielmente
las últimas tendencias de lo “alternativo” provenientes los países ricos de Occidente, vemos que
un tema transversal que surge en la mayoría de discursos es la noción de una crítica de
“Occidente”, el cual es considerado como una cultura materialista, causante de los males del
espíritu, destructora de las demás culturas y de la naturaleza.

Muchas personas recurren a las terapias o filosofías alternativas como las de origen amerindio,
porque las occidentales no les han satisfecho, ya sea porque no las han curado o porque no les
proporcionan las respuestas que buscan a nivel intelectual o espiritual. Críticas como la
deshumanización de la medicina moderna, la falta de contacto directo entre el médico y el
paciente, la falta de consideración del aspecto emocional de la persona, o la misma separación
entre el cuerpo y el espíritu. Ante tales decepciones, muchas personas recurren a terapias
alternativas o a filosofías espirituales. El médico-chamán contribuye a satisfacer (y reproducir) esa
demanda, haciendo parte de la categoría de lo “alternativo”, siendo él “holista”, hablando de

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energías (como la bioenergética o el Reiki), usando productos naturales… Lo que no se suele ver,
es que muchos de esos gurús, chamanes o neochamanes, están reproduciendo discursos que son
en realidad una invención de lo que podemos llamar de manera general la New Age, la cual, como
su nombre lo indica, es principalmente un producto de la cultura anglosajona (ver Sarrazin 2012).

Otro elemento de la espiritualidad New Age que también está presente en las representaciones sobre
lo indígena, es la importancia que se le da a una forma vulgarizada de psicología1, donde se habla del
conocimiento de sí mismo, del contacto con las emociones, el sub-conciente, etc., todo en el marco de
una cada vez mayor preocupación del individuo por sí mismo y por su estado interior, en un culto al
ego-centrismo (“self-centeredness”: Vitz 1994, 62 [Vitz, Paul. 1994. Psychology as Religion: The Cult of
Self-Worship. Carlisle: William B. Eerdmans Publishing Company]). En esa medida, la espiritualidad de
“otras culturas” se vuelve atractiva para el individuo al considerarse en algunos casos como una forma
de conocimiento de la mente o de nuestro ser interior, al mismo nivel de la psicología occidental. Es así
como, según nuestro médico, los Kogui “manejan muy bien el aspecto psicológico”. Otras personas,
frecuentemente recordando a Carlos Castañeda (analizado más abajo), dicen que el yajé u otros
alucinógenos consumidos en rituales indígenas permiten tener “viajes” hacia nuestro sub-consciente;
algunos comparan una serie de sesiones de yajé con el psicoanálisis…

Uno de los autores más citados cuando se mezclan espiritualidad y psicología, es Carl Jung, y varios
entrevistados efectivamente me lo mencionaron. El renombre de este autor permite legitimar la idea
general según la cual las religiones de otras culturas o de las tradiciones esotéricas (la alquimia
medieval, por ejemplo) nos pueden interesar, ya que estas hablarían de aspectos universales de la
psique humana. Así, conceptos como el de “símbolo natural” (cf. Jung 1990) han sido también
vulgarizados y utilizados como prueba científica de que los símbolos de las otras culturas y religiones
supuestamente remiten a aspectos del “inconsciente colectivo” de todas las sociedades. Otro concepto
jungiano que ha sido muy utilizado en este medio es el de los “arquetipos” de la humanidad. Una
bogotana, por ejemplo, realiza terapias que define como “una vía de autoconocimiento y conexión con
la divinidad interior”, utilizando “canto, mito, lenguaje mitopoético [...], la sabiduría de las raíces
ancestrales [amerindias] …y la recreación de arquetipos soberanos que han servido como modelo y
guía de la humanidad en todas las mitologías, épocas y culturas”. Los arquetipos, entonces, estarían en
todas las culturas, y están siendo rescatados por estos estudiosos y maestros (productores de discursos
New Age) para beneficio de la humanidad. En realidad lo que vemos es el uso indiscriminado de la
etiqueta indígena, étnica, tradicional-ancestral, para volver mas atractivos una serie de productos
ofrecidos en el medio.

Este tipo de manifestaciones muestra que el auge de la medicina alternativa –terreno fértil para la
implantación de creencias y prácticas New Age– contribuye a difundir la valorización de la medicina
indígena y de la espiritualidad ancestral que la acompañaría. Uno puede entonces llegar a valorar una
espiritualidad indígena en el curso de un camino que comenzó con la simple búsqueda de una técnica
anti-stress alternativa.

1
En este medio, entre los autores más citados por la población son Ken Wilber y, la principal referencia
clásica, Gustav Jung (“Psicología y Religión”).

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Al considerar la espiritualidad como fuente de salud, muchas terapias se adornan y legitiman con
discursos sobre la espiritualidad, y el mismo conocimiento espiritual se ve como una fuente de
bienestar. Todos esos discursos interesan a una población deseosa de acumular información; aquí
“aprender” para “evolucionar” es un valor importante. Esta inquietud también lleva a los
individuos a interesarse por la cultura o la filosofía indígena que hay detrás de las exóticas
prácticas medicinales. Cabe recordar, además, que buena parte de este aprendizaje se lleva a cabo
a partir del consumo de información globalizada que circula a través de redes de intercambio que
trascienden las fronteras nacionales [[[diapo arcángel]]].

En las tiendas o farmacias naturistas podemos ver cómo se integran los temas de salud,
conocimiento y transformación interior, al tema de la sabiduría de las culturas no occidentales.
Físicamente vemos la prueba de esto con el hecho de que junto con esencias florales, drogas
homeopáticas o té de coca , se venden libros con temas como “estabilidad emocional”, “Tao”,
“sabiduría interior”, “revolución de la conciencia”, “una nueva visión de la vida”. Que estos libros
estén dentro de una “farmacia” demuestra una concepción de salud relativamente nueva. La
información que transmiten estos libros supone una transformación interior con efectos en la
salud mental y física. Allí se reproduce además una suerte de eclecticismo según el cual tenemos a
nuestra disposición muchas culturas para aprender lecciones espirituales . Lo indígena es
frecuentemente incluido en esta categoría.

Pero hay que decir que estos libros no sólo se venden en tiendas naturistas o de tipo
“místicoesotérico”. En las librerías generalistas también se les encuentra, por lo que se puede
pensar que estas ideas se están masificando. Allí encontramos los libros de chamanismo al lado de
las categorías como la “autosuperación” y “espiritualidades orientales”. Por otro lado, los medios
de información para todo tipo de público, como noticieros de televisión y prensa, ahora difunden
en ciertas ocasiones la idea de que una cultura indígena tiene (o incluso es) una “espiritualidad”.
En estos medios se habla también de la importancia de rescatar las sabidurías indígenas frente a la
crisis de la espiritualidad de Occidente. [[[diapoS encuentro de saberes]]]

El malestar del individuo se asocia, en muchos discursos, a un malestar de la cultura. No muchos


usan exactamente esta expresión, pero una parte de la población estudiada habla de los orígenes
culturales de nuestro malestar como individuos. Las críticas a “nuestra cultura” o a “la sociedad” o
al “sistema” surgen frecuentemente, en una actitud contestataria que en varios casos se une a
discursos marxistas.

No se trata simplemente la denuncia de una falta de espiritualidad o la destrucción de la


naturaleza. Se habla de una cierta decadencia, de la necesidad de cambiar la sociedad. Pero ya
muy poco se cree en revoluciones sociales en el sentido clásico del término, en el que hay que
formar batallones y tomar el poder por la fuerza. El credo espiritual o New Age habla de que hay
que cambiar individualmente para que así toda la sociedad y el planeta cambien, y una de las
fuentes del cambio, es por ejemplo la cultura indígena y su sabiduría chamánica (de ahí la idea –de
donde saqué el título de mi libro– de que se pasó “del marxismo al chamanismo”). Puesto que “la
cultura occidental” parece llena de vicios que causan malestar al individuo, lo mejor es buscar en

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“otras culturas”, las cuales vienen a representar un verdadero cambio y, por consiguiente, fuentes
de verdadero bienestar.

El imaginar en otras culturas la antítesis de los vicios de nuestra propia cultura y por lo tanto una
forma de remedio al “malestar en la cultura” occidenta 2l, está basado en imaginarios bien antiguos
en la historia de Occidente, incluso anteriores al conocido “buen salvaje” de Rousseau. Ese hecho
histórico no podemos abordarlo acá por falta de tiempo, pero es importante tener en cuenta para
cuestionar qué tan nuevas y alternativas son estas ideas (cf. Bartra 1998, Sarrazin 2011, chap. 6.).

Un concepto que me parece central en esta lógica y que tiene un lugar importante en los discursos
es el “búsqueda”. El trabajo de campo permitió profundizar en el estudio de las prácticas y
creencias de lo que hemos llamado “buscadores espirituales” interesados por lo alternativo, lo
étnico, lo indígena... Así, se hizo evidente que muchos también se interesaban por
manifestaciones de tipo New Age , como talleres sobre los extraterrestres y la evolución espiritual
de la humanidad, cristaloterapia, centros de yoga y superación personal, retiros espirituales con
danzas circulares sagradas. En cada caso contacté más y más personas siguiendo el método de
“bola de nieve”, en la medida en que unos individuos me ponían en contacto con otros y me
recomendaban nuevos eventos o reuniones. La observación participante me permitió constatar
que estas personas no componen grupos u organizaciones definidas ni institucionalizadas, sino
que hacen parte de redes en las que es muy importante el intercambio de información, y donde se
siguen “circuitos” de consumo (cf. Gutiérrez, 2008), visitando el mismo tipo de almacenes, leyendo
cierto tipo de libros, asistiendo al mismo tipo de conferencias etc.

Caractéristicas típicas del buscador espiritual

Miembros de la población de estudio sienten que tienen una espiritualidad determinada según sus
propios valores y según lo que les parece tener sentido o los hace “sentir bien”. Es dentro de esta
espiritualidad “a la carta”, y más específicamente como parte de un proceso personal de búsqueda
que muchos acceden a lo que llaman una “espiritualidad indígena”.

El buscador espiritual piensa que hay que tener la mente abierta a diferentes tipos de información.
Con sus creencias “diferentes”, estas personas estarían en realidad “adelante”, en la vanguardia
delas tendencias, ya que el mundo se estaría dando cuenta que hay que abrirse a otras formas de
conocimiento, sean estas de corte esotérico o indígena. “Uno se interesa por todo”, dice alguien, y
otra persona “… somos siempre curiosos, siempre buscando conocimientos nuevos, leemos
bastante, nos gustan las cosas nuevas, raras”. Uno de los temas que se incluyen en sus intereses,
es la “espiritualidad” para la “transformación interior”.

Aunque la espiritualidad se presenta como un concepto vasto y difuso, bien difícil de circunscribir,
podemos decir acá rápidamente que el término evoca un ethos más allá de los límites de lo
religioso y, como lo expresan varios individuos, la espiritualidad hace referencia, entre otras, a

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Evidentemente acá retomamos el título del libro de Freud quien, equivocadamente, asumió que lo que era
válido para un período de la cultura europea, podía ser generalizable a todas las sociedades humanas.

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“una forma de ver el mundo”, a unas prácticas o conocimientos que cambiarían la parte más
íntima y profunda de una persona: el espíritu, el alma, su “esencia”.

La curiosidad supuestamente permanente de estas personas haría parte de un deseo tanto de


“enriquecerse interiormente”, como de “ver el mundo de otra manera”. Hay pues, junto con el
deseo de aprender, un deseo de cambio. Esas disposiciones hacen que eventos como una “toma
de yajé” tengan un fuerte atractivo, ya que ofrecen a la vez la oportunidad de aprender algo nuevo
sobre sí mismo, sobre el ritual, sobre la espiritualidad o sobre la cultura indígena.

En Colombia existen varios médicos que, luego de haber estudiado en la tradición académica
occidental, se interesan por estas otras formas de medicina “alternativa”, categoría en la cual se
incluyó la “medicina indígena”, tomándola como una fuente de conocimientos y un acercamiento
complementario a la salud del ser humano (cf. Sarrazin, 2011, p. 262-5). Así, uno puede entonces
llegar a valorar una medicina-espiritualidad indígena al final de un camino que comenzó con una
simple búsqueda de una técnica anti-stress alternativa.

Uno de los médicos citados, tiene su consultorio en un barrio de clases pudientes de la capital,
dentro de una gran casa donde hay también consultorios que ofrecen diferentes terapias
alternativas y donde se anuncian otros servicios como “danza del vientre + meditación”, o cursos
sobre deidades celtas. El médico en cuestión dice haber hecho una especialización en el Instituto
de Medicina Mente/Cuerpo de la Universidad de Harvard, luego de haber hecho su práctica rural
con los Kogui de la Sierra, con quienes convivió durante un año y medio. Además, dicta un
seminario de “Ciencia y Espiritualidad” [[[diapo]]] llamado “Salud Sagrada”. Explica el doctor: “la
Organización Mundial de la Salud determinó que la salud tiene los siguientes aspectos: biologico,
psicológico, social y espiritual [...] Cuando se compara la cultura occidental con lo kogui, los kogui,
a pesar de que están mal en la parte sanitaria, manejan muy bien el aspecto psicológico, mejor
que nosotros, y esto gracias a su filosofía, a su concepción de vida que les permite tener mejores
relaciones; tú los ves relajados, amigables, tranquilos, tiene buenas relaciones personales, no hay
prostitución, no hay homosexualidad, no hay pornografía, trabajan en equipo. Para ellos todo está
integrado, todo funciona como un todo”. Para él, existe una estrecha relación entre el manejo de
la salud de los Kogui y las últimas tendencias de la medicina alternativa tal cual se las enseñaron
en Harvard. “Lo que los Kogui llaman contacto con Aluna o mundo espiritual, en Harvard lo llaman
evocación de la respuesta a la relajación, y se parece mucho a la meditación […]. Lo que los Kogui
hacen poporeando, lo cual les permite fijar la mente en un sola cosa, en Harvard lo llaman
Maindfullness, que no tiene traducción, pero que sería tener la mente en el presente”. De esta
manera, se legitima lo indígena y se incorpora a las nuevas terapias que realiza y a los seminarios
que dicta.

Pero lo indígena es supuestamente incorporado no sin antes hacer un filtro, ya que, como la
mayoría de las personas con quienes he hablado dicen, muchos indígenas se han contaminado y
han perdido su sabiduría ancestral. Nuestro médico nos dice, por ejemplo “yo después de toda mi
formación, toda la información que he recibido, puedo saber cuáles son los mitos falsos que hay
entre los Kogui. Eso [la existencia de mitos falsos] pasa en todas las religiones [cuando se

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corrompen por sus falsos profetas]. Pero ahora yo entiendo lo que ellos [los kogui, y en general los
indígenas] dicen. La mayoría de las personas no entienden”. Así, para saber cuál es esa esencia
pura e interesante de los indígenas, para aprender lo más importante de esas culturas, hay que ir a
sus seminarios!

Otro ejemplo de quienes dicen retomar lo mejor de diferentes tradiciones con el fin pragmático y
“verificable” de aumentar el bienestar del individuo, es el de una organización dirigida por un
chaman-coach de origen chileno. Supe de esta organización porque una de mis entrevistada lo
había visto en un programa de televisión donde se habla de casos de medicina alternativa,
espiritualidad, corrientes esotéricas, en una palabra, contenidos de tipo New Age. Al querer
averiguar más sobre esta organización, supe que tenían en efecto una sede temporal en Bogotá,
donde uno se puede inscribir (a precios no abordables por las clases populares) a sus talleres y
conferencias [[[diapo Coach]]]. Los discursos que publica la organización para atraer a sus clientes
son por ejemplo: “Somos una Organización Internacional de Desarrollo Humano y Superación
Personal, fundada por el Filósofo, Escritor, Personal Coach y Chaman[…]”. Dentro de una lógica
típicamente moderna y empresarial, hablan de tener un Objetivo y una Misión: “Reunir Prácticas y
Filosofías Ancestrales con las mejores Técnicas de Vanguardia del Mundo Moderno para el
desarrollo integral del ser humano”. El carácter trans-cultural es mostrado con orgullo. Y es que el
público citadino busca la diversidad a escala global, busca ser cosmopolita, quiere conocer muchas
culturas para extraer de ellas esos conocimientos “antiguos y ocultos” que le permitan
enriquecerse y tener más posibilidades de realizarse como persona, tener buena salud y ser feliz.
La organización lo dice claramente. Su taller está dirigido a “todos aquellos que desean asumir un
compromiso con el poder personal. ¿Usted busca el éxito? ¿Usted está insatisfecho con la
dirección de su vida profesional o personal?”. En el mismo panfleto se lee después: “Logre una
profunda transformación en su vida. Libérese de trabas y de pensamientos limitantes en la
búsqueda de su estado de excelencia”.

Este tipo de organizaciones o individuos que reclaman ser portadores de sabidurías indígenas
ancestrales, se presentan como difusores de valores humanistas y de principios universales que
estarían, obviamente, en esa diversidad cultural imaginada y valorada. Por otro lado, a pesar de la
utilización de muchos conceptos ultramodernos como “empoderamiento” o “sinergías”, o
palabras en inglés como “coach”, se evoca constantemente el origen indígena y ancestral de la
sabiduría. La cuestión de la identidad, es decir, de la identificación es clave en estos discursos, ya
que ella garantizaría el carácter verdaderamente exótico y diferente, lejos de las supercherías de
comerciantes poco serios y lejos de la producción comercial para las masas.

Sin embargo, este punto sobre la identidad étnica detrás de estos discursos y prácticas, es un
hecho central dentro de mi crítica, ya que, como lo he venido mencionando, dichos discursos son
producto culturales típicos de la modernidad tardía, sólo que con una etiqueta étnica.

A manera de conclusión. El contexto macro de la modernidad

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Lo que quiero mostrar acá es que las nociones de crisis o malestar de la cultura, y la de búsqueda
espiritual, están lejos de ser un pensamiento realmente alternativo, al margen de las corrientes
culturales dominantes, o basado en exóticas culturas muy diferentes de lo occidental, como se
pretende. Esa valoración de lo Otro cultural, que se presenta como algo nuevo (con respecto a un
pasado de discriminación y desprecio de las otras culturas), en realidad no representa ningún
cambio fundamental en el pensamiento y, de hecho son lógicas basadas en principios centrales de
la modernidad occidental.

Como hemos visto, la valoración de esa “diversidad cultural” está muy relacionada con el énfasis
que se hace ahora en sus elementos religiosos o espirituales. Esto se asienta en un fenómeno
general de Occidente, en el que las religiones “se han convertido en reservorios de signos y de
valores que ya no se inscriben en pertenencias precisas ni en comportamientos regulados por
instituciones. Las religiones tienden a presentarse como materiales simbólicos eminentemente
maleables” (Hervieu-Léger, 1999, p. 59, mi traducción). Así, las espiritualidades indígenas u
orientales se han presentado también como materiales simbólicos que se pueden reinterpretar y
moldear según las creencias y valores de la población; como reservorios en los cuales se pueden
encontrar todo tipo de mensajes y terapias benéficas.

Lejos de ser una apertura hacia lo verdaderamente diferente, lejos de ser una valoración de lo
verdaderamente Otro, lo que hay acá es una lógica claramente individualista y pragmática (la
misma que rige el interés por diferentes religiones, como lo señala Hervieu-Léger, 1993). No se
entiende al buscador espiritual si no se tiene en cuenta el individualismo creciente que caracteriza
el avance de la modernidad (cf. Touraine, Giddens).

El yo sacralizado hace que el principal motor de las acciones individuales sea su propio bienestar.
El individuo moderno, centrado en si mismo, en su felicidad personal y sus “mecanismos internos”,
da prioridad al conocimiento de si para funcionar bien y construir su felicidad. De nuevo,
psicología vulgarizada y religiosidad contemporánea se juntan. Es así como los libros de
espiritualidad están al lado de los de “auto-ayuda”, “superación personal” o “pensamiento
positivo”, conformando un género New Age que se ha convertido en uno de los que más se
venden en las librerías de Colombia. De esta manera, el valor de la diversidad suele tomar la forma
de una posibilidad de aprender y adoptar terapias cuyos elementos supuestamente nuevos o
desconocidos para los “occidentales” podrían ayudarles a resolver sus problemas internos.

Esto va junto con el liberalismo y la pérdida de control de las instituciones tradicionales, que
podían monopolizar las creencias y las terapias autorizadas. Ello lleva al individuo a buscar nuevas
formas culturales más allá de las categorías culturales antiguamente instituidas. Las personas “ya
no se conforman con heredar principios morales establecidos, sino que quieren tomar parte
activamente del proceso” (Wilkinson, 2002: 83). Al mismo tiempo, el liberalismo favorece la
multiplicación de ofertas y la apertura de fronteras y propone un escenario en el que el individuo
puede “consumir” símbolos (Berger y Luckmann, 1967) y espiritualidades como mejor le parezca.
Las comunidades tradicionales de pertenencia local ya no determinan los credos . Así, lo indígena

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pasa a ser una etiqueta más en el mercado libre y global de la espiritualidad que puede ser
escogida por los individuos modernos según sus preferencias.

En este contexto, que no es nuevo, existe también la noción de crisis, mencionada por muchos en
la población de estudio, y que conduce a una búsqueda de “soluciones” o “remedios”. Pero esa
búsqueda de remedios se inscribe a su vez en otras características típicamente modernas: la
búsqueda obsesiva de cambiar por cambiar (Baudrillard, 2004) y el afán de novedad (cf. Bauman
1990). Esas ideas se enmarcan en realidad en el viejo ideal moderno de progreso. Aunque
indigenistas y otros intelectuales alternativos critiquen ese Progreso moderno, en realidad lo
comparten, y éste es uno de los fundamentos que los llevan a admirar las otras culturas. Lo que
quieren es novedad, cambio, para progresar, es decir, para estar mejor.

Además, la modernidad es esa “larga serie de posibles alternativas” (Berger y Luckman, 1997: 86).
Esta situación se intensificó con los medios de comunicación que ofrecen constantemente nuevas
posibilidades. No sólo de bienes, sino servicios, información, y hasta otras formas de vida (cf.
Appadurai, 2000), en un heterogéneo magma que comprende, entre otros, la psicoterapia, la
orientación sexual y laboral, los talleres para enfrentar el duelo, la literatura de autoayuda, el
yoga, el zen, los retiros espirituales, el ambientalismo, las nuevas religiones o los rituales
chamánicos.

La diversidad cultural hace parte de esas “alternativas” disponibles al individuo moderno. Pero hay
que decir que en medio de la gran oferta “poco seria”, ciertos grupos, particularmente entre las
clases medias y altas, buscan elementos “originales” o “auténticos”, que garanticen una verdadera
diferencia y que no lo hagan sólo por negocio. Así, se llega a la autenticidad indígena y su sabiduría
“ancestral”. Ya no importan las antiguas fronteras que separaban etnias, culturas, naciones,
religiones. Ya no deben importar. La nueva normatividad liberal dice que hay que trascender
fronteras, que somos libres y que hay que estar “abierto” a cualquier producto nuevo.

En medio de esta búsqueda de lo Otro, de lo diferente, del cambio para evolucionar o encontrar
algo siempre mejor, estamos ante la inevitable angustia de que toda elección implica una
renuncia; decirle sí a unos es decirle no al resto. Vivimos en tiempos en que todo nos recuerda —
no sólo el marketing— que ahora mismo podríamos estar haciendo algo más noble, productivo,
placentero o saludable (“bueno”) de lo que estamos realmente haciendo… Además, los “hijos de la
libertad” (cf. Beck), buscando siempre algo más y en otro lugar, estamos igualmente obligados al
éxito, a “realizarnos”. Como dice el eslogan bancario “todo puede ser mejor”. La búsqueda de
salud y el interés por otras culturas no escapan a esta lógica tan moderna y tan tensionante. Y
seguimos enfermándonos de estrés. Además, si el Progreso al menos proponía la esperanza en un
vida futura mejor, esa esperanza parece que se debilita cada vez más.

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