Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Es una hierba robusta, pero anual, de más de 1 m de alto, con flores en cabezuelas grandes; las
exteriores son amarillas y las interiores son café. Los frutos tienen la forma típica del girasol.
Las hojas y el tallo son muy ásperos al tacto. Muchos caracteres morfológicos de la planta
tienen que ver con su comportamiento productivo, y las diferencias entre variedades para
alguno de ellos pueden suponer diferencias de rendimiento en función del ambiente. Entre
todos esos caracteres cabe destacar el sistema radicular. Su gran desarrollo en profundidad en
suelos bien estructurados le permite extraer agua y nutrientes de capas no explotadas por
otros cultivos. Sin embargo, su escaso poder de penetración ante los obstáculos hace que sea
un cultivo muy sensible a la compactación y a las suelas de labor (Rzedowski y Rzedowski,
2008).
Las otras especies de Helianthus son más pequeñas (menos de 1 m). Se puede confundir con
las especies de Tithonia, que tienen un aspecto general muy similar. Pero, Helianthus tiene un
follaje bastante áspero al tacto, mientras Tithonia tiene pilosidad suave; además, todas las
especies de Tithonia tiene un pedúnculo que se ensancha claramente abajo de la cabezuela, y
tienen las flores tubulares (del centro) amarillas (Rzedowski y Rzedowski, 2001).
descripción técnica
Hojas: En su mayoría alternas, con pecíolos de hasta 20 cm de largo, lámina ovada a triangular-
ovada o anchamente lanceolada, hasta 45 cm de largo y 35 cm de ancho (aunque hay plantas
silvestres por lo común de menos de la mitad de este tamaño), obtusa a acuminada en el
ápice, toscamente aserrada a subentera en el margen, cuneada a acorazonada en la base, por
lo común escábrida (áspera) híspida en ambas caras, trinervada.
Frutos y semillas: Aquenios oblongo ovoides, algo comprimidos, 3,5 a 5.5 (16) mm de largo,
grisáceo, a menudo moteado; vilano de dos escamas lanceoladas, caducas.
Ficha informática (pedro_tenorio@yahoo.com)
Los alemanes del Volga trajeron consigo la tradición de comer semillas de girasol tostadas al
horno de la cocina a leña. Esta costumbre, tan arraigada en la vida cotidiana de las colonias
sirvió, sin embargo, de pretexto para abofetearnos el rostro con estigmas muy dolorosos,
algunos de los cuales todavía perduran y suelen escucharse en las tribunas cuando se juega
algún partido de fútbol dónde hay puntos importantes en juego y la pasión desborda todo
rasgo de educación y respeto. Y así, nos tildan, como tildaron a nuestros abuelos, de rusos
come-girasoles, loros y otros epítetos aún más duros que no vale la pena repetir por vergüenza
ajena. ¡Fue tan fácil apostrofar lo desconocido y ensañarse con hombres que llegaron
pacíficamente de las aldeas del Volga con la única intención de trabajar, poniendo al servicio
de la nueva patria esfuerzo, sacrificio, tesón…! Tanto aportaron a la grandeza Argentina y a la
riqueza del país que hasta los que los insultaron se vieron beneficiados de su labor y las
suculentas ganancias que ésta produjo.