Está en la página 1de 179

Moderadora:

Mona & Carosole

Traductoras: Correctoras:
Nelly Vanessa bibliotecaria70
Agus901 Pachi15
Mokona flor212
Pachi15 maggiih
nElshIA laurence15
laura soto cereziito24
Malu_12
Shari Bo
Axcia
rawrr
MaryLuna
Nayelii
Cereziito24
Niki26

Recopilacion y Revision:
Sttefanye

Diseno:
Aria
Sinopsis Capitulo 11
Capitulo 1 Capitulo 12
Capitulo 2 Capitulo 13
Capitulo 3 Capitulo 14
Capitulo 4 Capitulo 15
Capitulo 5 Capitulo 16
Capitulo 6 Capitulo 17
Capitulo 7 POV 1
Capitulo 8 POV 2
Capitulo 9 Sobre la autora
Capitulo 10
Skye siguió a su novio de mucho tiempo a Seattle para su primer año de
universidad, pero él la abandonó después de solo una semana. La relación llevó
únicamente dolor y destrucción a la vida de Skye, y sin embargo, no puede abrirse a
los demás y vivir su vida.
¿Qué pasa si ya estoy rota en pedazos?
Odia ser tocada, se oculta bajo sus camisas demasiado grandes y detrás de su
salvaje cabello rizado. Incluso su alegre compañera de cuarto no puede llegar a ella.
Y aun así...
Soy el chico que sabe cómo te puede doler tanto que tus adentros se sienten
cortados y sangrando.
El alto, guapo y tatuado profesor ayudante de su clase de psicología cambia
todo cuanto literalmente choca con ella y la confronta. Por primera vez en mucho
tiempo, quiere intentar abrirse a este chico cuyos intensos ojos oscuros no pueden
ocultar su propio dolor a pesar de la cegadora sonrisa que le da.
Sin embargo, justo cuando está empezando a vivir de nuevo, su ex novio
vuelve, rompiéndola una y otra vez, haciendo todo más complicado.
Quiere luchar por sí misma y por esta cosa construyéndose con el profesor
ayudante, incluso cuando él la rechaza, pero, ¿pueden dos personas rotas hacer las
paces?
Nunca pensé que chocar con alguien podría cambiar vidas, pero es posible.
Capitulo 1

O
dio el invierno. Incluso con mis Converse de color rojo en los pies y
pasos cuidadosos, encuentro una manera de quedar fuera de los
dormitorios. Ahora mi trasero me duele, y todavía puedo oír las risas de
un par de docenas de testigos en mi cabeza.
Después de todo, no estoy tan sorprendida de que mi segundo semestre en la
universidad haya comenzado así. Ni siquiera estoy enojada o avergonzada, solo no
me importa mucho más. No muchas cosas me molestan en estos días. De hecho,
solo lo hacen dos cosas: los chistes malos sobre mi nombre y mis calificaciones
académicas, que quiero perfectas.
Soplo aliento al aire helado que crea bocanadas de humo blanco. Echo un
vistazo a mi teléfono y me doy cuenta de que tengo solo diez minutos antes de que
comience mi clase de psicología. No puedo llegar tarde. Mis pies libran en medio
del terreno cubierto por la vía rápida derritiendo la nieve. Ya estoy sin aliento,
aunque no soy fumadora, o deportista para el caso.
Con los ojos en el suelo, no veo al grupo de estudiantes que vienen en mi
dirección. Me estremezco cuando escucho risas. Ajustando mi bufanda verde
oscura alrededor de mi cuello, echo un vistazo hacia ellos. De repente, no me siento
como si mi trasero todavía me doliera, mientras mis fríos jeans húmedos se aferran
a mi espalda, o cómo mi bolsa es demasiado pesada en mi hombro derecho. Mi
corazón late más fuerte, casi dolorosamente en mi pecho. Mi respiración se
tambalea y mis ojos se detienen fríos en él.
Ordenados jeans azules, abrigo negro y bufanda azul de noche alrededor de su
cuello grueso. Por desgracia, sus ojos azul bebé no brillaban con reconocimiento ni
nada. Sus finos labios eran una línea recta y su nariz ligeramente torcida era de
color rojo por el aire helado.
Por el contrario, los otros dos chicos parecían contentos de verme. Camino
más rápido, haciendo caso omiso de ellos. No puedo mirarlo por más tiempo, no
después de... simplemente no puedo.
—Oí que la Fuerza no estuvo contigo esta mañana, pequeña Skywalker —dice
uno de los chicos, casi incapaz de murmurar una palabra a causa de su risa
sacudiéndole.
Dos chicos levantan los cinco, pero él no dice nada. Ni siquiera está siguiendo
lo que sus amigos están haciendo. Solo se centra en la chica que debe ser su última
puesta. Camino delante de ellos y abro la puerta del edificio donde mi clase de
psicología se lleva a cabo e inhalo profundamente. Me tiemblan las manos en los
bolsillos de mi abrigo de cuero negro. Me encantaría pensar que es por el frío, pero
sé que es porque lo vi. ¿Cuándo podré ignorarlo como él hace conmigo? ¿Cuándo
voy a olvidarlo? Esa es la cosa. No puedo olvidarlo.
Sigo la corriente de los últimos estudiantes que caminan en la enorme sala de
mi curso, Introducción a la Psicología. Indiscutiblemente, esta clase es mi favorita.
La habitación ya está llena, así que echo humo porque no puedo ir y sentarme en
medio y mezclarme con los otros estudiantes.
Sin prestar atención a lo que me rodea, me dirijo a mi izquierda para caminar
hacia la fila más cerca de la puerta donde hay un asiento disponible. Doy un paso y
choco con un cuerpo duro, casi girándome sobre el suelo por segunda vez en menos
de una hora. Una mano fuerte me agarra firmemente por el antebrazo. Mi cuerpo
se pone rígido y mi respiración queda atrapada en mi garganta. Es como si no me
pudiera mover, además de zafar mi brazo sin levantar la vista para ver con quién
había chocado.
—¿Estás bien? —me pregunta con voz profunda y tranquila.
Mis ojos se pierden de mis Converse rojos a sus botas oscuras. Tengo que
calmarme. Estoy haciendo el ridículo.
Cálmate. Respiro hondo y miro hacia arriba lentamente. Largas, musculosas
piernas se mueven en jeans de color azul oscuro, una vieja chaqueta de cuero negro
abierta sobre un suéter en cuello V de color gris oscuro exhibe un impresionante
cuerpo alto con amplios hombros y finalmente, un cabello bastante largo y
desordenado negro, nariz recta perfecta, labios carnosos, altos pómulos y
expresivos ojos oscuros suaves que se bloquean con los míos azul grisáceos. Parece
mayor con su barbilla perfectamente recortada. Un lío caliente perfecto para
muchas chicas diría. Solo estoy intimidada por este extraño, sin embargo.
—Estoy bien —le contesto, mi voz es plana. Alejo algunos de mis cabellos
indomables y maldigo a mi rizado cabello castaño que siempre está por todo el
lugar.
—Hmm... Bueno —dice él, frunciendo el ceño ante mi comportamiento.
Sé que no soy una persona social. No, eso no es del todo cierto. Solía ser muy
sociable, pero parece hace tanto tiempo que es casi como los recuerdos de otra
persona. Cruzo los brazos con fuerza sobre mi pecho y me aparto, reanudando mi
búsqueda de un asiento en la clase.
No miro hacia atrás, ni pierdo ni un segundo con este tipo, que es obviamente
mayor. Por otra parte, sus ojos se sienten como si pudieran ver a través de mi
escudo, un escudo que he perfeccionado a lo largo de los tres últimos años.
Enciendo mi MacBook Air y suspiro. El ruido en la habitación es
ensordecedor por toda la gente charlando con entusiasmo acerca de sus vacaciones
de Navidad. Masajeo mis sienes y mantengo los ojos pegados a la pieza en blanco
en la pantalla. No me gusta esperar, y darme cuenta de cuán fuera de lugar es que
esté en medio de todo esto fuera de las personas que disfrutan charlar sobre
tonterías.
A mi lado, dos chicas que me califican como nerd están hablando de un chico,
riendo con furia. Me estremezco.
Qué terrible sonido, debería estar prohibido hacerlo en terrenos públicos. Una
vez más, suspiro, sintiéndome cada vez más inquieta mientras los minutos pasan
sin el Dr. Dills aquí para comenzar la conferencia. No quiero tener este tiempo libre
para analizar exageradamente mi encuentro con él, mi ex.
***
Me duele pensar que después de casi tres años en una relación él ni siquiera
reconozca mi existencia. Es como si no fuera nada y me duele como el infierno. Me
corta, como si me abrieran desde adentro, reviviendo nuestra ruptura una y otra
vez, a pesar de que ocurrió hace meses recuerdo el día perfectamente. Estaba
encantada después de nuestra primera semana en Seattle. Decidí seguirle hasta en
su elección de universidad, y disfruté de la semana de orientación. De repente, todo
terminó en un abrir y cerrar de ojos. Él vino a mi dormitorio cuando mi compañera
de cuarto estaba ya fuera en una cita. Estaba mimándome —lo que significaba
cambiarme mi gran camisa por una recién lavada— para una fiesta en una
residencia de estudiantes en la que él estaba interesado. Fue entonces cuando él
rió, llamándome una idiota co-dependiente, una doña nadie y una chica molesta
que no podía siquiera pensar en besar más. Me dijo que quería tener sexo con otra
chica, que quería divertirse otra vez y que yo no podía salir en la foto. Lo patético
de todo esto era que estaba con la boca abierta o con sordina, y dejé que se fuera. Ni
siquiera llegué a decirle lo que pensaba acerca de sus problemas y cómo me dolía
muchas veces, pero me lo chupé porque pensaba que el amor debería y podría ser
suficiente. Ridículo e ingenuo.
Por supuesto, el amor no podía conquistarlo todo. El amor duele y eso es todo
lo que recuerdo. Sentir mariposas en mi vientre no vale la pena todo este dolor
porque sin importar qué, esas famosas mariposas desaparecen en algún punto
dejando solo una sensación de vacío en su estela. Eso es lo que el amor estaba a
punto de hacer y no soy una chica inocente. Se acabó.
—Lo sé, lo sé, llego tarde, pero por favor enciendan sus ordenadores
portátiles. Vamos a comenzar nuestra primera clase del segundo semestre. Gracias
—dice el Dr. Dills con voz de barítono mientras daba unos papeles a sus cuatro
asistentes técnicos
Uno de ellos es el tipo con el que choqué.
El tipo alto, viene a mí, por supuesto. A decir verdad, estoy sentada en la
primera fila, así que es normal que uno de los profesores adjuntos venga y me dé
un montón de papeles para pasar a mi compañera, pero ¿por qué este individuo
precisamente?
No miro su cara. Mis ojos se centran en sus manos grandes y fuertes. Tiene un
anillo simple en su dedo índice derecho. Tomo la pila de papeles con movimientos
espasmódicos, cuidando de no rozar su piel.
—¿Primer mal día? —me pregunta amablemente. A mi lado, las chicas dejan
de hablar para comerse con los ojos al chico. Puedo entender por qué su voz
profunda atrae su atención, pero son demasiado obvias. Sin embargo, ¿qué sé yo de
cómo son esos tipos? Si lo supiera, volvería a estar con mi ex, quien todavía podría
mantener la pretensión de mi felicidad. ¿Qué patético es eso?
—¿Y? —replico con voz fría reservada para casi todo el mundo que trata de
hacer una pequeña charla conmigo y que no preguntan algo con algún tipo de
importancia. Realmente no sé qué hacer con la pequeña charla.
—Hum... Nada. Es solo que...
—Lo siento, pero el Dr. Dills está a punto de comenzar su conferencia del día.
Miro hacia arriba y siento que me sonrojo ligeramente. No recuerdo la última
vez que sentí calor en mis mejillas y no me gusta. Su cabello oscuro cae en su cara,
pero no lo empuja. Ladea la cabeza hacia un lado, como si me evaluara y me
retuerzo incómoda en la silla. Mis ojos caen lentamente y hago una pausa en su
collar, apenas visible en la V del cuello de su suéter gris. Es de plata y un pequeño
colgante de lo que creo es el símbolo del infinito.
Él se aclara la garganta y lleva una mano al collar, ocultándolo de mi vista.
Asiente y vuelve a una mesa en un rincón de la habitación donde los demás
ayudantes están. No sé lo que es este collar para él, pero es algo significativo.
Me concentro en la voz del Dr. Dills y me introduzco en cada palabra suya.
Eso es lo que me gusta, centrarme en mis clases, en mis deberes, en hechos que son
fáciles de entender. Los libros de texto son predecibles y la psicología es una
manera de comprender y predecir el comportamiento de la gente, e incluso
ayudarles. Eso es lo mío. Porque necesito entender a la gente.
***
De vuelta en mi habitación, la calma no dura mucho tiempo. Una rubia
curvilínea pequeña con ojos verdes claros y pecas en la esquina de su ojo izquierdo
y otra debajo de la esquina del lado derecho de su boca entra, sus altas botas
marrones de tacón hacen click en el suelo. No entiendo cómo no está helada hasta
la muerte. De acuerdo, lleva puesto un vestido de lana, pero sus piernas todavía
están mal vestidas en mi opinión. Kate Andrews es todo lo que no soy. Es coqueta y
no lo oculta. Es glamurosa, cada pedacito de ella es femenino y odia los pantalones.
Los chicos la aman y ella adora la atención, incluso si no está decidida a encontrar
uno para establecerse. Simplemente disfruta de su vida y lo que la universidad
puede ofrecerle.
—Bueno, estás aquí —dice sin aliento, pateando sus zapatos a su rincón de
nuestra pequeña habitación. Pone el bolso de cuero marrón en la cama y saca un
pesado libro de texto de él—. Te necesito para el viernes por la noche.
Suspiro. No es la primera vez que Kate trata de obligarme a ir a una fiesta con
ella. La cosa es que no soy más de fiestas. Tengo casi diecinueve años y no veo
diversión en estar cansada y luego resacosa durante el fin de semana. Por otra
parte, no me gustan los lugares concurridos donde todo el mundo te está
empujando para tener un poco de espacio. Me hacen sentir claustrofobia.
—No iré a una fiesta contigo. Ya tuvimos esta conversación —le contesto
distraídamente, mi atención se centra en mi libro de texto de psicología del que el
Dr. Dills nos dio un capítulo para leer y es bastante fascinante.
—¿Por favor, Skye? Tienes que salir de esta habitación y me quieres contigo —
se queja Kate mientras se empuja en su cama, levantando sus pies, que estoy segura
están congelándose, bajo el edredón rojo.
—Dime una cosa. —Cierro mi libro y cruzo los brazos sobre mi pecho. No es
que no me guste Kate, porque es una chica dulce, a pesar de su comportamiento
que no entiendo muy bien, pero no soy cercana a ella. No tenemos nada de qué
hablar y está bien para mí, pero no con ella al parecer—. ¿Tienes a un tipo que
quieres conocer allí?
Ella se aclara la garganta, se sonroja un poco y se ríe.
—Sí, pero no veo lo que eso tiene que ver con algo.
—Mi punto es que pasarás la noche con este tipo, y ni siquiera verás que no
estoy contigo.
—Ni siquiera lo conozco, es de mi clase Econ. Es lindo, pero tal vez es
aburrido. O un asesino en serie.
—¿Así que soy tu plan de respaldo? Bonito —murmuro más para mí que para
ella. No estoy herida por eso, me tendría que importar más o desear conectarme
con ella.
—¿Sabes qué? —Ella se pone de pie y camina hacia su tocador, donde recoge
una bolsa medio vacía de chocolate—. Nunca has experimentado lo testaruda que
soy, pero si quieres jugar duro, estoy de acuerdo con eso. Te lo digo, esta fiesta de la
fraternidad es en tres días y vendrás conmigo. Tengo tres días para convertirme en
tu pesadilla hasta que te comprometas a venir conmigo.
La miro fijamente y no veo ninguna duda en su rostro suave y perfectamente
maquillado con maquillaje caro. Esta chica conoce a un montón de gente, a chicos y
a chicas, y sin embargo, está empeñada en ser amiga mía. Debo decirle que no
quiero ningún tipo de amistad ni nada con otros estudiantes, pero no quiero que
me vea como más que una fanática como estoy segura me ve. Es demasiado
entrometida para su propio bien.
—Solo déjame estudiar e iré. Sin embargo, no voy a quedarme mucho tiempo
—le advierto, con mi aburrimiento perfectamente audible en mi voz cuando abro
mi libro de texto de psicología para reanudar mi tarea.
Ella chilla y mastica con entusiasmo sus chocolates. No puedo evitar la
sonrisa que aparece en mi cara, así que la oculto detrás del grueso libro y fuerzo mi
cara a volver a poner la máscara en blanco que uso la mayor parte del tiempo. Mis
mejillas me duelen un poco, porque ya no sonrío a menudo.
***
—¡Skye! Tengo toneladas de ropa que puedo prestarte —dice Kate con una
sonrisa alentadora. Sus labios rubí captan la luz de la lámpara de la habitación. Es
hermosa y probablemente será el centro de la atención masculina en esta casa de
fraternidad.
Miro su atuendo. Lleva pantalones negros debajo de una falda corta de color
rojo que fluye y una blusa color crema que creo que es de seda. Está impresionante
sin nada sobre su top.
Rápidamente me miro a mí misma y me encojo de hombros. Estoy usando
jeans con un agujero en el lado izquierdo del muslo y otro en la rodilla derecha, un
gran jersey de cuello alto negro con mangas muy largas que llegan sobre mis dedos
delgados, y mis pies tienen mis Converse rojos. Es mi tipo de traje de todos los días
y me siento cómoda, segura, y casi invisible. No veo el punto para vestirme si no
tengo planes de encontrar a un hombre con quien pasar la noche de fiesta o en su
habitación. No, muchas gracias.
—Estoy bien así.
Kate rezonga algo en voz baja y toma las llaves del auto. No va a beber, que es
algo que me inquieta de ella. Me dijo que nunca bebe y nunca la he visto con resaca
hasta ahora. Es gracioso viniendo de una chica fiestera como ella.
Estaciona fuera de una enorme casa de estilo señorial y trago. Un par de
chicos ya están borrachos delante de la casa, riéndose de algo que es
probablemente ridículo. La música alta puede ser escuchada por el camino, cuando
nos las arreglamos para encontrar un espacio entre los otros autos estacionados sin
orden ni concierto. Salgo del auto y veo el BMW negro. Espero que Kate encuentre
su auto de una sola pieza con todos los borrachos aquí esta noche.
—Kate, no puedo ir contigo —le digo con una voz que apenas reconozco. Es
demasiado aguda y asustada para mi gusto. Me odio a mí misma en ese momento.
—¿Qué? —dice con incredulidad. Mira de la casa a mí y frunce el ceño—. ¿Por
qué?
Mi respiración se acelera, mi cabeza late, y me tiemblan las manos en los
bolsillos de mi chaqueta de cuero. No debería tener que justificarme. No debería
estar aquí en primer lugar.
—Esta casa de fraternidad...
—¿Tienes algo en contra de la fraternidad? Sabías que era una fiesta de
fraternidad.
Sí, lo sabía, pero no sabía en qué casa sería. Aprieto los labios y casi arremeto
contra ella, pero no es su culpa. No lo sabe porque nunca quise decirle nada.
—Es la casa de la fraternidad de mi ex novio —murmuro, mis ojos arden con
lágrimas que están listas para caer. ¡Cómo odio esto!
No soy el tipo de chica que llora con facilidad, ni soy una persona que no
pueda hacerle frente a su pasado. ¿Cierto?
—Oh. —Camina hacia mí, pone su pequeña mano en mi antebrazo, y se
muerde el labio inferior perfecto—. No sabía que era un chico de la fraternidad.
¿Cómo iba a saberlo? Ella se reunió con él algo así como dos veces la primera
semana del semestre pasado y nunca intercambiaron palabras además del habitual
“hola”. Y todo terminó antes de que él accediera a inscribirse en esta fraternidad.
—Así que ahora ya sabes por qué no quiero ir allí. —Jugueteo con las mangas
de mi suéter bajo mi chaqueta. No me gusta este momento de unión, no me gusta
depender de nadie, incluso si se trata de un estúpido partido o del transporte.
Aclarándome la garganta, me obligo a mirarla y a caminar lejos, rompiendo el
contacto de su mano sobre mí.
—¿No lo superaste? Quiero decir, ya pasaron meses.
—Ya lo superé, pero no quiero verlo. Es raro cuando cruzo su camino. Ni
siquiera me dice hola.
—Qué idiota —dice ella con veneno en su voz, sus ojos verde claro se
oscurecen de repente.
A pesar de mí misma, me río bajo. Esta chica que no sabe nada acerca de mí y
defiende mi honor.
—Puedo acomodarte con un tipo para que le puedas mostrar lo que se perdió.
—¿Estás loca? No soy así. No puedo conectarme con un chico que ni siquiera
conozco.
—No es como si te fueras a casar con el hombre, Skye —responde ella con
desdén, sonriendo a mi escandalizada cara.
—Solo quiero volver a nuestro dormitorio.
Toma mi mano y me obliga a caminar hacia la casa. No sé cómo se las arregla
para caminar así de rápido en tacones, de un kilómetro de alto, pero es casi difícil
seguirle—. Es una gran fiesta. Ni siquiera lo verás.
Me alejo del ataque de pánico listo para hacerse cargo de la calma restante
que puedo reunir. Por supuesto que voy a verlo. Siempre lo puedo detectar en una
habitación, aunque sea en una atiborrada.
En la casa, la fiesta se ve fuera de la mano, pero sé por algunas de las historias
de Kate que es una fiesta típica de la fraternidad. Los barriles están en todas las
habitaciones, vasos rojos y azules vacíos están en cada superficie y en el suelo,
cuerpos sudorosos están moviéndose uno contra el otro con la optimista música y
la risa está en todas partes.
Toso varias veces, y no solo por el olor a humo de cigarrillo de costumbre. Es
un caos y sé que me va a dar un dolor de cabeza enorme.
Kate le hace señas a un hombre y camina hacia él, liberándome de su abrazo
de muerte. Debe ser el tipo que la invitó. Mi compañera de cuarto desaparece a
través de la masa de cuerpos y me quedo sola, sintiéndome como una idiota. Me
quito el cabello, demasiado rizado para mi gusto, y me dirijo hacia uno de los
barriles. Espero mi turno. La cerveza está fría, pero no tiene un sabor tan bueno.
Soy más del tipo de Coca-Cola y ron, pero es más seguro tomar solo un vaso de
cerveza fría del barril donde nadie puede poner nada en ella.
Camino hacia el borde de la sala principal que creo que es normalmente la
sala de estar, pero me detengo en seco cuando una mano me agarra de la parte
superior del brazo con un apretón de muerte que me congela y me hace temblar. Mi
corazón pierde varios latidos, y sudor frío corre por mi espina.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Una voz masculina gruñe en mi oído, una voz
que reconozco tanto como el agarre de muerte en mi brazo, que probablemente
dejará una marca azul mañana. Su aliento sopla en mi mejilla y huele a tequila.
Mi cuerpo se pone rígido, mi corazón late más fuerte, y gimo. No puedo decir
una palabra, no puedo mirarlo. No quiero ver sus llameantes ojos azules asesinos
en mí. Tengo bastantes pesadillas así.
—Vine con mi compañera de cuarto —le digo con una voz temblorosa que
detesto. Trato de sacar mi brazo de su apretado agarre, pero él solo aprieta su mano
alrededor de él. Mis dedos ya están perdiendo su sensación.
—¿Crees que puedes traer tu pequeño trasero aquí y beber nuestra cerveza?
¿Crees que eres digna de mí? ¿Crees que quiero que vuelvas? Eres tan patética. —
Sacudo la cabeza con vehemencia, tanto para decir que no y porque no puedo creer
lo que está diciendo—. Vete ahora o de lo contrario... —me amenaza.
Luego suelta su agarre y se aleja, pero no antes de que vea su mirada asesina y
veo una sonrisa de satisfacción plasmada en su rostro. Le encanta este pseudo
poder que tiene sobre mí. Trago fuerte y débilmente masajeo mi brazo. Duele y
despierta viejas cicatrices. Estoy desesperada por enterrar todo dentro de mí. Doy
un paso tentativo, pero solo logro tropezar con la alfombra y mi vaso medio vacío
vuela de mi temblorosa mano.
Por supuesto, en lugar de caer al suelo, cae en el regazo de un hombre. Un
chico obviamente coqueteando con una chica rubia con grandes senos y una mini
falda micro que no deja nada a la imaginación. La chica grita y me mira antes de
dirigirse hacia lo que supongo es el cuarto de baño para limpiar su brazo desnudo
ligeramente húmedo de cerveza.
Me estoy sonrojando furiosamente, y por una vez me alegro de que mi cabello
indómito pueda esconderme un poco en estos momentos.
El chico se levanta y me enfrenta, pero no levanto la vista. Sus jeans están
húmedos de cerveza y estoy esperando oírle gritar hacia mí o algo así, pero nada
llega.
Su mano viene hacia mi cara y salto lejos. No me puede tocar en estos
momentos. No otra vez. Simplemente no puedo.
Su mano cae contra su cuerpo. Respiro hondo y miro hacia arriba, con los ojos
cerrándose con unos muy expresivos irises negros. Demasiado expresivos. Es el
ayudante de mi clase de psicología. Grandioso.
—¿Me reconoces? Soy el asistente técnico del profesor —dice con una sonrisa,
sin preocuparse por la cerveza en su ropa o el hecho de que la chica con la que
estaba hablando, y, probablemente, pensando en acostarse, desapareció.
—Lo sé. Siento eso —murmuro, haciendo señas a su entrepierna, donde la
mayoría de la cerveza aterrizó. Parece que se orinó en sus jeans. Estoy mortificada.
¿Cómo puedo siempre ser tan torpe alrededor del mismo tipo? Ah sí, porque mi ex
me puso un nudo en mí un momento antes. Tengo que volver a mi habitación. Fue
un error venir a este lugar. ¡Lo sabía!
Distraídamente, froto mi brazo y hago una mueca de dolor. Ya se está
formando un hematoma.
—¿Estás lastimada o algo así? —me pregunta, sus ojos oscuros siguen mis
movimientos. Dejo caer mi brazo contra mi cuerpo y enderezo la espalda.
—No —le contesto con voz cortante, demasiado a la defensiva para no llamar
la atención.
Él frunce el ceño y juega con su collar. Las mangas del suéter marrón que
lleva puesto se enrollan en sus antebrazos, mostrando un tatuaje complicado y
colorido fuera de la manga en el brazo izquierdo y un tatuaje de dos plumas de
indios americanos en su antebrazo derecho. No soy gran fan de los tatuajes, pero de
alguna manera funcionan en él. Funcionan muy bien.
—Yo lo llamo una mierda —dice serio, elevándose por encima de mí,
haciéndome sentir claustrofobia de repente.
No puedo lidiar con esto, con él. No puedo aguantar más mierda de otro chico
esta noche. Ni nunca. Quiero caminar lejos... huir, calmarme y respirar de nuevo.
Es como si mi corazón estuviera a punto de explotar, y mi cerebro se expandiera en
mi cabeza tanto que me duele solo por obligarme a respirar con la mayor
normalidad que puedo. Todo lo que pienso es en cómo mi ex todavía tiene algún
tipo de poder sobre mí, cómo todavía tengo miedo.
Me vuelvo, mirando frenéticamente alrededor de la habitación, en busca de
Kate. La encuentro entusiasmada besando al tipo que la invitó a venir. Paso a
parejas bailando o besándose y acariciándose mutuamente, la toco en su hombro.
Ella viene a tomar aire y me mira con ojos brillantes de la lujuria, si supongo
correctamente.
—¿Qué pasa?
Una lágrima cae por mi mejilla antes de que pueda ocultarla y Kate viene a
mí, abrazándome fuertemente.
—Necesito ir a casa —murmuro débilmente en su oído.
Ella asiente, habla rápidamente con el tipo obviamente enfadado con ella por
haberlo dejado cuando estaban a punto de subir las escaleras para tener un poco
más de diversión, y toma mi mano para caminar fuera. Hace una breve pausa.
—¿Viste a ese hombre alto, de cabello oscuro? El tipo más caliente que he
visto en mi vida. Creo que estaba tratando de venir tras nosotras.
—Vámonos, por favor. —Sé de quién está hablando, lo vi saludándome, pero
no quiero verlo, enfrentar sus intensos ojos que buscan una parte de mí que quiero
desesperadamente ocultar.
Ella no me cuestiona y caminamos a su auto de la mano. Por una vez, no
quiero dejar de lado este confort. Necesito algún tipo de contacto, un contacto que
no me haga sentir tanto miedo que esté sudando como si solo hubiera corrido una
maratón. Kate no me pregunta, no me pregunta quién es el chico guapo, o qué
sucedió y estoy agradecida. Ella nunca dudó un segundo para dejar la fiesta y al
chico con el que estaba teniendo un buen rato. Me siguió. Tal vez me equivoqué, tal
vez necesito una amiga, pero no sé cómo hacer eso. Ni siquiera sé si estoy
preparada para esto.
Hay una cosa que sí sé. Ahora estoy temiendo la próxima clase de Psicología y
al asistente técnico tatuado que, estoy segura, no me dejará en paz.
Capitulo 2
E l fin de semana pasó en un borrón. Estaba demasiado atrapada en mis
estudios para pensar en otra cosa. Es mi manera de hacerle frente
incluso si soy consciente de que solo retrasa los efectos después de mi
enfrentamiento con mi ex y la cosa con el asistente técnico que se mantiene en el
anonimato.
Kate intentó varias veces obligarme a abrirme, pero finalmente decidió
dejarme en paz después de que perdí los estribos y rompí mi lámpara de noche solo
para detener el flujo de preguntas. No me gusta la violencia. La detesto, realmente.
A veces, no reconozco a esta chica en que me he convertido, hundiéndome
lentamente y sin embargo, sosteniendo todo junto... ¡apenas!
Y ahora es lunes y estoy de vuelta en mi clase de psicología. De alguna
manera, estoy de vuelta en el mismo asiento que la última vez, en la parte
delantera, cerca de la puerta. Jugueteo con mis largas mangas blancas y no miro
arriba de mi MacBook Air. Incluso si no hago caso a todo el mundo, puedo oír a
algunos de ellos riendo y haciendo malas referencias de Star Wars con mis nombres
y malas imitaciones de Yoda. ¿Qué pasó por la cabeza de mis padres cuando me
nombraron Skye? ¿En serio? Me encanta mi nombre, pero cuando tu apellido es
Walker, es demasiado fácil ser blanco de los chistes malos sobre la Fuerza y toda
esa mierda.
¿Skyewalker, en serio?
Lo gracioso es que, cuando era niña oía estas bromas, lo que significaba que
no quería ver las películas. Mi padre trató, y sigue tratando de convencerme de
verlas con él, pero no quiero.
Retrocedo aún más en mi silla, tratando de hacerme desaparecer incluso si mi
metro con sesenta y dos centímetros no pueden desaparecer tan fácilmente. Bueno,
estoy bastante segura de que es ese cabello salvaje lo que me hace visible en el mar
de estudiantes.
—¡Hola! ¿Cuál es la cosa con Star Wars?
Miro a mi lado y me doy cuenta que no hay nadie en los asientos, sin
embargo, así que levanto la vista. El asistente técnico de nuevo. Hoy está vistiendo
una camiseta negra sobre una camisa blanca de manga larga y jeans tan arrastrados
que hasta los agujeros comienzan a aparecer por sí mismos. El collar plateado está
probablemente bajo su ropa, oculto a la vista.
Me aclaro la garganta, mis ojos vagan entre él y la puerta justo detrás de su
eminente figura. Por primera vez este año, estoy pensando en saltarme esta clase.
Ya sabes, ¿huir o instinto de lucha? Es psicología básica. Bueno, nunca llegué a
dominar el instinto de lucha, siempre caía en la categoría de huir.
Esta vez no era la excepción.
—Ni siquiera pienses en ello —me advierte con diversión en su profunda voz.
Mis ojos se vuelven a su cara y miro sus chispeantes ojos. No puedo creerlo.
Mis mejillas están calientes.
¿Cuál es el problema con este tipo? Hago una mueca y cruzo mis brazos sobre
mi pecho, molesta de que sepa lo que estoy pensando hacer.
—¿Qué quieres? —Mi voz suena más estable de lo que estoy. Mi corazón está
en un frenesí y no es porque me sienta atraída por este tipo... es puro miedo.
¿Cuándo voy a dejar de sentir tanto miedo todo el tiempo?
—Para empezar, me gustaría entender esto de la guerra de las galaxias. ¿Eres
fan o algo así? —pregunta, apoyándose en el pequeño escritorio al lado mío, sus
largos y fuertes brazos cruzados sobre su ancho pecho. Parece inquietante, incluso
si está tratando de jugar al simpático conmigo. Por desgracia, a menudo no
reacciono como gente normal. Soy demasiado neurótica para esto.
Echo un vistazo a los otros estudiantes hablando animadamente sobre su fin
de semana y ya haciendo planes para el siguiente. Terminaron de hablar de Star
Wars, o tal vez es por ver al AT hablar conmigo que los impresionó o algo. Después
de todo, este tipo alto está ayudando al Dr. Dills a calificar nuestros papeles. En el
fondo hay una gran parte mía enterrada bajo toneladas de capas de inseguridades,
pero en este momento solo estoy regodeándome ante la posibilidad de que este AT
los haya impresionado.
—Es ridículo, e igual que al nivel de la escuela media —contesto con un gesto
desdeñoso de mi mano.
Los demás AT nos miran con sonrisas que conozco demasiado bien. Piensan
que voy a acostarme con este tipo. Perfecto.
—¿Y?
—¿Sabes lo molesto que eres? —replico con los dientes apretados, mirándolo.
Su sonrisa se ensancha, mostrando sus dientes perfectamente blancos en
sorprendente contraste con su piel bronceada natural.
—Por lo general califico como un tipo encantador, pero puedo aceptar
molesto.
Frunzo el ceño y me encojo de hombros.
—Mi nombre es Skye Walker.
Me mira un segundo, y luego a los otros estudiantes. Una de sus cejas se
dispara. Se muerde el bien definido labio inferior, tratando de no ceder ante la risa
creciente que estoy segura está por venir. Predecible.
—¿Y eso es todo?
Asiento lentamente, esperando a que se ría en mi cara e incluso tal vez se una
a una partida de referencias aburridas de Star Wars, pero no sale nada. Se pasa la
mano por su cabello oscuro. Algunos rizos se atascan en la parte superior de su
cabeza, pero se ve bien, por alguna razón.
—Te dije que era ridículo.
—Sí, y patético. ¿Te das cuenta de que estos chicos tienen que haber pasado
horas y horas delante de su televisor para ver las películas si pueden hacer chistes
una y otra vez? ¿Y esas imitaciones sosas de una cosa verde extraña y arrugada?
A pesar de mí misma, una pequeña risa se me escapa antes de que ponga una
mano delante de mi boca para contenerla. Los ojos del AT brillan aún más. Ladea la
cabeza hacia un lado antes de inclinarse hacia mi cara.
—¿Sabes que sé que hay algo realmente malo? —dice en voz baja, su voz
profunda envía escalofríos por mi espina, tanto por la intensidad de su voz como
por el significado de sus palabras.
—No sé a lo que te refieres. —Hacerse el tonto es la táctica más frívola para
desviar la atención de alguien curioso. Si no lo conociera mejor, pensaría que
quiero a alguien que sepa y esté interesado en lo que está sucediendo.
—Yo creo que sí. —Sus ojos oscuros nunca dejan los míos. Ni siquiera
parpadea—. No sé lo que está pasando, pero no olvides que estás en una clase de
Psicología y yo soy un AT, lo que significa que no soy un completo novato en
Psicología.
—Por favor, sigue —le animo con una sonrisa falsa, como si me entretuviera
con sus ideas. No tanto. Mi aliento se atora y no me gusta. Es un claro indicativo de
que está en lo cierto.
—Hay varios marcadores de alguien deprimido. —Su mirada se mueve arriba
y abajo de mi parte superior del cuerpo, la única parte de mí misma visible sobre el
pequeño escritorio—. Tus mangas siempre están cubriendo tus manos.
—Siempre me estoy congelando y es invierno —replico con calma, no
apresurando mis palabras.
—A menudo, si no siempre, te ocultas detrás de tu cabello.
—Si tuvieras mi cabello, entenderías que no puedo hacer nada para
domesticarlo.
—Siempre ves al suelo.
—No quiero resbalar y caer en el hielo.
—Nunca sonríes.
—Estoy aquí para estudiar.
—Nunca hablas con nadie.
—Estuve en una fiesta con mi compañera de cuarto.
Él suspira y se encoge de hombros. Descruzo los brazos, comenzando a
relajarme. Sé cómo reaccionar ante esas observaciones.
No es la primera persona que trata de demostrar algo sobre mí.
—Entonces dime, si estoy tan equivocado, ¿por qué estás tan tensa y decidida
en evitarme?
—Tal vez porque no me caes bien.
—Una vez más, lo llamo una mierda. Es curioso, sabes, yo era como tú hace
unos años. No quería reconocer que estaba deprimido y no quería ningún tipo de
ayuda, pero... —Deja el final de su oración fuera de pista, sus ojos me sondean por
algo para decir. Sin embargo, mantengo mi boca cerrada—. Estás pasando por algo
en lo que no quieres pensar y eso es lo que me preocupa, porque cuando te veas
obligada a enfrentar esta cosa, si estás sola no terminarás en una sola pieza.
Sus palabras pican. Nivelo mis ojos y mantengo las manos en el teclado de mi
portátil. Mi cabeza se mueve hacia arriba. Se me forma un nudo en la garganta, por
lo que es difícil tragar.
—¿Qué pasa si ya estoy rota en pedazos?
No puedo creer que haya dicho eso. No puedo creer que haya dicho eso en un
aula llena de estudiantes. No puedo creer que le haya dicho esto a un chico del que
ni siquiera sé su nombre. Pero es la única persona que insiste siempre, que siempre
duda de mis palabras cuando le digo que todo está bien. Incluso mis padres de los
que soy cercana, o solía ser, no son conscientes de lo infeliz que soy, de cómo las
cosas están tan mal en mi vida.
—Todavía estás arriba, aún funcionas. Eres fuerte, y significa que tienes más
piezas juntas de lo que piensas —responde en un susurro.
—No me conoces.
—¿Es un reto? Porque me encantan los retos —dice en broma, con la voz más
fuerte que segundos antes.
Entorno los ojos hacia él y niego.
—No lo es. No quiero tratar con tu mierda.
—Lo siento, Skye, pero me diste tu nombre completo. Ahora puedo localizarte
y te verás obligada a hacerme frente.
—No eres un acosador —respondo, casi divertida por las líneas obstinadas que
aparecen en su frente, la mitad oculta por gruesos mechones de cabello azabache.
—No me conoces bien. Tal vez soy un tipo raro al que le gusta seguir a las
chicas de primer año hasta que confiesan todo.
—Pero no lo haré. Todo el mundo tiene que lidiar con su mierda, eso no
quiere decir que hay algo más que eso.
—El hecho de que estás tan concentrada en huir de mí me hace creer que estás
ocultando algo enorme y no puedo ignorarlo. Cuando te dije que me recuerdas a
mí, es cierto. No estoy en psicología por nada.
Suspiro y alejo un poco mi cabello. Su mirada sigue el movimiento con
cuidadosa atención. Me mira como si fuera una especie de rompecabezas con
piezas perdidas que está tratando de encontrar. Es inquietante, y, sin embargo, algo
en él me intriga también, porque cuando habla de su pasado, algo crudo e intenso
pasa en sus ojos y rostro, endureciendo sus facciones. No sé lo que ha tenido que
enfrentar, pero una cosa es segura, que no ha terminado todavía, no importa lo que
quiera creer o reclame.
—Así que, ¿qué quieres? —pregunto mientras el Dr. Dills camina en la sala, el
ceño fruncido en su rostro hace que me dé cuenta de que la clase no será tan
divertida. Cuando este profesor está de mal humor, no se toma su tiempo para
explicar todos los conceptos, lo que significa que pasaré más tiempo en la
biblioteca. Me desplomo en mi silla, ya agotada.
—Pasar tiempo contigo... con un café.
Arrugo la nariz.
—Tengo una clase justo después de ésta.
—Yo también. ¿Y mañana a las cinco?
Ni siquiera sé por qué, pero asiento. Es solo un café después de todo, no es
como si tuviera que confesarle todos mis sucios pequeños secretos a este tipo, sobre
todo porque todavía no sé su nombre.
—Por cierto, me llamo Duke Ashdown —dice sobre su hombro mientras está
caminando al escritorio del Dr. Dills con los otros AT ya esperando.
Duke Ashdown. Un nombre interesante e interesantes etnias mixtas. Él me
mira, y me da una sonrisa deslumbrante que me deja estupefacta en mi silla. No me
gusta eso. No quiero conectarme con nadie, y no quiero que meta su perfecta recta
nariz en mis cosas. Me pondría en un punto débil y no estoy lista para esto. No
puedo abrirme, y este chico es demasiado peligroso para una chica rota como yo.
No iré a tomar un café. Mi opción está hecha.
***
—¿Cómo está papá? —le pregunto a mi mamá mientras estoy doblando la
ropa limpia y poniéndola en mi tocador. Mi teléfono está en altavoz en mi cama.
Llamar a mis padres no es fácil. Los quiero y tenemos una gran relación, pero
en los últimos tres años las cosas cambiaron. No puedo hablar con ellos como antes
y no quiero que estén preocupados por mí. Así que todo lo que tengo que hacer es
ser demasiado feliz en el teléfono, que es lo mismo que mentir.
—Ya lo conoces. Está encantado de mostrarles a los nuevos soldados la
manera de pilotar. A veces me pregunto si es adulto cuando lo oigo hablar de
aviones.
Me río y es genuino. Mi padre es instructor de la Fuerza Aérea de EE.UU.
Solía ser piloto, enviado a guerras en todo el mundo, pero cuando tenía alrededor
de cinco años, decidió aceptar un puesto como instructor y pasar más tiempo con
su familia. Se le conoce como un tipo duro en su campo y siempre es divertido verlo
en casa, tan obediente con mi madre y un verdadero oso de peluche conmigo. Es la
antítesis de lo que la gente tiene en mente cuando piensan en un militar.
—Es papá. —Puse mi último suéter en la cómoda y me siento en mi cama, con
los ojos vagando al lado contrario de la habitación donde el lado de Kate está
decorado en diferentes tonos de rojo. No necesito preguntarle cuál es su color
favorito.
—Suenas cansada, cariño. ¿Todo está bien? ¿Hablaste con Sean?
Mis manos se aprietan en mi edredón verde. Sean, mi ex. Ella nunca pregunta
nada de él. Tomo una profunda respiración en silencio y trato de relajar los
músculos tensos de mi espalda.
—Lo vi en una fiesta el fin de semana pasado, pero no hablé con él.
—¿Estás bien con eso?
¿Qué pasa con todo el mundo en estos días? Kate, este tipo Duke, y ahora mi
madre. Es indignante.
—¿Por qué? Se acabó, pasaron meses y ya lo superé.
—¿Así que conociste a alguien? —¿Soy yo, o suena esperanzada? Hago una
mueca y me acuesto en mi cama.
¿Es tan extraño concentrarme en mis clases y no buscar un reemplazo para
Sean? Furtivamente, la cara de Duke me viene a la mente, pero la empujo lejos
rápidamente. No es que me enviara ninguna vibración de, interés, después de todo,
él es precioso y yo... no. Y él no me importa, aunque sé que es probable que esté
esperando por mí en este momento. De alguna manera, me siento incómoda de pie
con un tipo que parece genuinamente preocupado por mí, pero no quiero correr el
riesgo de ser confrontada por sus interminables preguntas y enfrentar la
posibilidad de que me quiera engañar para que me acueste con él. Porque, seamos
sinceros, este tipo debe ser un jugador con su buena apariencia y confianza en sí
mismo.
—No, no lo he hecho, mamá. Estoy ocupada —suspiro en respuesta, incapaz
de ocultar mi enfado.
—Cariño, tal vez deberías salir más. Ya sabes, puedes tomar un descanso de
vez en cuando. La universidad también es para divertirse —dice en voz baja, como
si estuviera tratando de domar a un animal salvaje.
Mi garganta se cierra. ¿Se siente tan preocupada por mí? ¿Realmente ve a
través de mi escudo? Pensé que había hecho un gran trabajo durante las vacaciones
de Navidad, cuando estaba en casa. Me eché a reír, incluso si no estaba en el estado
de ánimo, hablé con ellos, sobre todo acerca de mis clases, y traté de comportarme
como he hecho en años anteriores.
—Siento si no soy de las que se dejan los zapatos puestos por gente que no
conozco —murmuro oscuramente en el celular.
—Oh, cariño... —Comienza ella antes de ser interrumpida por varios fuertes
golpes en la puerta—. ¿Hay alguien en tu puerta?
¿Es raro escuchar a tu propia madre más emocionada ante la perspectiva de
tener a un visitante que tú?
Porque en este momento, creo que es un dolor en el trasero tener que
ponerme de pie y salir de la posición horizontal que mi cama ofrece. Me quejo.
—Al parecer. Debe ser para Kate. —Algún tipo que está herido por mi
compañera de cuarto, pero al que ella no le da más la hora del día. Pobre chico—.
Espera un segundo. —Me pongo de pie, tomo mi teléfono en mi mano, y abro la
puerta, frunciendo el ceño en mi cara.
Frente a mí, con una sonrisa maliciosa pegada en su cara, está mi propio dolor
en el trasero. Duke. Sacudo la cabeza y cierro los ojos por un instante. Grandioso.
—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Cómo te enteraste de mi habitación?
—Sí que sabes cómo saludar a alguien, Skye —dice con una risa ahogada que
me molesta aún más.
—¿Cariño? ¿Qué está pasando? —La voz de mi madre viene desde el teléfono
todavía en mi mano.
La sonrisa de Duke no decae. De hecho, parece decidido a esperar a que diga
algo. Miro desde su rostro a mi teléfono y de nuevo a su cara antes de darme cuenta
de que no solo es mi madre prácticamente una testigo de esto, sino también las
varias personas que nos están comiendo con los ojos en nuestra dirección. A veces
me pregunto si tienen una vida fuera de los chismes y de las fiestas. ¡Váyanse a
estudiar gente!
—Nada, mamá. Es solo... un amigo —le digo con entusiasmo falso que suena
tan dulce que me hace fruncir el ceño. Por suerte mi madre lo compra, como
siempre.
—¡Oh, bueno! Ten una velada agradable, cariño. Papá te llamará en un par de
días.
—Está bien, mamá. Adiós, y dile hola a papá por mí. —Cuelgo antes de que
ella añada algo más. Tira de mi corazón escuchar lo feliz que le hace saber que
tengo algún tipo de vida social. No debí mentirle a mis padres, pero no quiero tener
que responder a ninguna pregunta, o ver a mi padre volverse balístico si sabe lo que
realmente sucedió con Sean. Además, mis padres son como sus padres. Sería un
gran lío.
Miro a Duke, pero me ablando cuando veo los cafés en sus manos. Reflexivo y
lindo son las palabras que vienen a mi mente, pero la reacción de mi cuerpo es algo
completamente distinto. La rigidez en mis músculos grita peligro. Trago con
dificultad y los ojos oscuros de Duke no se pierden nada.
—Sabía que no vendrías al café, así que traje el café para ti. —Tiene una taza e
intenta una dulce sonrisa para aliviar mis nervios. No está funcionando. La única
cosa que me ayudaría es si se va ahora.
—No puedes entrar.
—¿Por qué? ¿Por qué tu compañera de cuarto está aquí?
—Porque no está aquí —le contesto, lista para cerrar la puerta, pero él es más
rápido que yo. Pone una pesada bota negra en la puerta y se mantiene firme.
Suspiro y trato de ignorar el miedo abrumador mientras el último rayo de control
se me escapa. Estoy a su merced. Estoy indefensa. Mi respiración se tambalea.
—Es solo un café, Skye. Quiero hablar un poco contigo. Digamos, diez
minutos. Solo dame diez minutos e incluso podemos dejar la puerta abierta. —Él
sostiene un café para mí y lo tomo, mi cerebro está sobre marchando, o tal vez es el
cierre.
A veces, la mayor parte del tiempo, me convierto en un espectador de lo que
sucede a mí alrededor cuando hay demasiado. Con Sean, a menudo era solo un
cascarón vacío, esperando a que estas cosas pasaran, a la espera de cosas para
establecer antes de que me recuperara e ignorara lo que pasó... y lo que va a
suceder de nuevo.
Con el café en la mano, me vuelvo a mi cama y me siento. Tengo la espalda
recta, las manos entrelazadas con fuerza alrededor de la taza, y mis ojos se centran
firmemente en el suelo, aunque realmente no lo veo.
Solo estoy esperando que este momento pase, a la espera de tener un poco de
control de nuevo.
—Guau, Skye. —Él se arrodilla frente a mí, listo para poner una de sus
grandes y fuertes manos en mis rodillas. Retrocedo repentinamente antes de
sorprenderme. Alguien normal no reacciona así ante la mera posibilidad de un
toque inocente—. Está bien, me voy a sentar en la cama de tu amiga. —Hace eso,
sus ojos se encuentran con los míos. Tengo la sensación de que estoy atrapada y no
me gusta. No quiero sentirme así de nuevo.
—Deberías irte —le digo, mi voz está temblorosa y apenas es un susurro.
Toma un sorbo de su café distraídamente, sus ojos nunca dejan mi cara. No
bebo el mío. Ni siquiera siento la taza entre mis manos. No siento nada además del
martilleo de mi corazón, en mi pecho. Estoy teniendo dificultad para respirar, y mi
frente y cuello están sudorosos bajo mi cabello.
—¿Puedo decir algo antes de irme? —me pregunta en voz más calmada de lo
que debería sentir si tomaba en cuenta su puño cerrado y el temblor de la mano
que sostiene la taza de café. Asiento, sin estar segura de sí soy capaz de murmurar
una palabra a través del nudo en mi garganta—. No soy el enemigo. No soy el tipo
de persona que trataría de hacerte daño más cuando sé que ya estás lastimándote,
sino que soy alguien dispuesto a escucharte y entenderte. Quiero ser capaz de
ayudar.
—No necesito ninguna ayuda —digo, finalmente capaz de salir de este estado
extraño de miedo catatónico. Prefiero estar enojada. Es mucho más fácil enfrente a
todo y parecer normal—. No te quiero ver ni hablar contigo de nuevo.
—Puedes actuar todo lo que quieras en torno a tus padres, que quieren creer
que su hija es feliz, pero yo no soy un miembro de tu familia ni incluso un amigo al
que le resulta más fácil pensar que eres feliz. Soy alguien que fue aplastado
suficientemente como para que su familia no esté segura si su hijo y hermano
llegaría a su vigésimo primer cumpleaños. Soy un tipo que sabe lo que es sentirse
fuera de control con todo, desde su estado de ánimo a su propia personalidad. Soy
el tipo que sabe cómo puede afectarte tanto que tus entrañas se sienten como si
estuvieran cortadas y sangrado. Que sufres tanto que es como si te estuvieras
muriendo, y sin embargo, no deseas que el dolor desaparezca, porque eso es lo
único que, con miedo, todavía puedes sentir.
Es imposible apartar la mirada de su rostro. Sus oscuros ojos se pierden en
sus propios pensamientos, su boca establece una línea recta, y su ceño acentúa la
intensidad en su rostro. Es increíble ver a alguien capaz de dejarse perder en sus
emociones y solo abrirse a alguien que apenas conoce. Ni siquiera puedo hacer eso
con mis padres que me importan profundamente, por lo que con alguien que
conozco casi nada, es simplemente imposible.
Esto no quiere decir que no estoy conmovida por este tipo alto e intimidante,
y que no estoy locamente curiosa.
La curiosidad es nueva para mí. En estos últimos meses, y tal vez años, nunca
sentí ni un poquitín de curiosidad hacia otra persona.
—¿Qué te pasó? —le pregunto en voz baja, consciente de las voces agudas de
las chicas fuera de mi habitación y de la profunda risa de los chicos que ensucian
alrededor en la habitación de al lado.
Su atención se ajusta de nuevo al presente, a mí. Su mirada no es suave, como
de costumbre, no es distante tampoco, como si pusiera todo alrededor de sus
paredes para protegerlo como lo hago yo. Sus ojos están casi enojados, del tipo de
enojado que sientes hacia el mundo entero, del tipo que viene de la desesperación.
Mi corazón late más fuerte, mis ojos dan un pequeño hormigueo. No le soy
indiferente.
—Está en el pasado. Solo quería mostrarte que no solo soy un entrometido
psicólogo AT.
Sacudo la cabeza y sonrío con tristeza.
—¿Y quieres que confíe en ti cuando esquivas la primer pregunta que te hago?
Una pequeña sonrisa tira de sus labios bien definidos, pero no llega
exactamente a sus ojos.
—Veo tu punto, pero no estoy aquí para hablar de mí mismo.
—No quiero hablar de mí tampoco. —Cruzo los brazos sobre mi pecho,
empeñada en no decir nada.
En algún lugar, muy dentro de mí, una parte de mí quiere simplemente sacar
todo porque está de más tener todo esto embotellado. Sin embargo, haciendo caso
omiso de esto es lo único que estoy seguro me ayudará a ir siempre hacia adelante y
no simplemente a derrumbarme al suelo con lágrimas cayendo de mis ojos sin fin
cerniéndose sobre mí. No se puede vivir en el pasado.
—Entonces, ¿qué pasa si nos convertimos en amigos y vemos si un día quieres
hablar de lo que te come desde el interior? —dice, poniendo su taza vacía sobre la
mesita de noche de Kate, sus ojos apenas dejan los míos.
—No estoy buscando un amigo, Duke. —Decir su nombre en voz alta por
primera vez, se siente raro. Es como si una de mis paredes ya estuviera abajo, y me
hubiera dejado un poco más vulnerable... no soy vulnerable.
—¿Qué pasa si quiero ser tu amigo?
—Buena suerte con eso.
Él se ríe y se pasa la mano por su cabello negro ondulado. Luego, la misma
mano cae a su cuello, jugando con el collar de plata con el símbolo de infinito. Mis
ojos siguen el movimiento. Sus nudillos se vuelven blancos alrededor del collar. No
es tan seguro de sí mismo como quiere que yo crea, y de alguna manera alivia mis
nervios ligeramente. No siento tanta presión, de repente.
—Puedo entender que no quieres hablar de lo que te pasó, pero no veo por
qué rechazas una nueva amistad. —Él libera el agarre de su collar y entrelaza los
dedos, poniendo sus antebrazos en las rodillas.
—No te necesito como amigo, siempre al acecho y tratando de atraerme para
derramar todos mis secretos ——replico, un dolor de cabeza toma residencia
rápidamente.
Es bastante cómico cuando piensas en ello. Este chico guapo, más brillante,
sin duda, está en mi habitación casi mendigando ser mi amigo. Sé que algunas
personas han tenido que lidiar con cosas dolorosas y tienden a pensar que tienen o
necesitan salvar a otras personas deprimidas, pero no soy alguien que necesite ser
salvada. Estoy bien. Funciono.
—¿Y si te prometo que no voy a tratar de hacer que hables de tus problemas,
sino solo de cosas normales?
Sus ojos me sondean y su sonrisita lo dice todo. Me tiene aquí. Soy un sistema
tan muerto para decirle que estoy bien, que no debería alejar una oportunidad para
una amistad fácil si eso es cierto. Alguien que está bien y que no tiene algunas
dificultades para simplemente estar con otras personas debería estar lista para
iniciar una nueva amistad.
No quiero estar cerca de Duke, no quiero sentir sus ojos demasiado intensos
todos sobre mí, pero si la idea de él es exacta, no es el tipo de hombre que se aleja al
principio, no. Es el tipo que lo intenta una y otra vez hasta que consigue lo que
quiere.
Mi miedo me aqueja. No sabía que sería tan difícil simplemente abrir una
simple amistad y sin embargo, aquí estoy, tratando de simplemente aceptarlo en mi
vida aburrida. Mis ojos se llenan de agua muy ligeramente. Parpadeo varias veces y
asiento una vez.
—Si insistes.
Él sonríe, una sonrisa genuina que llega a sus ojos esta vez, por lo que brillan
con una vida teñida de sombras oscuras. Puede ser mejor actor que yo, pero una
persona rota siempre se puede reconocer a otra igual.
Un sonido en la puerta rompe nuestro concurso de miradas. Ambos miramos
hacia arriba para ver a una Kate enrojecida, cuya nariz está lindamente roja por el
exterior frío. Incluso congelada esta chica es hermosa.
Mi compañera de cuarto se detiene en la puerta de entrada, con los ojos
verdes viajando desde mí y Duke. No me gusta la divertida sonrisa en su rostro,
como si implicara algo que nunca va a suceder por varias razones. Sacudo la cabeza
con vehemencia y me pongo de pie de repente, haciéndome casi marear.
Tanto Duke como Kate me miran como si tuviera otra cabeza brotando de mi
cuerpo. No solo mis emociones casi me asfixian hasta la muerte, cuando he tenido
un férreo control sobre ellas durante tanto tiempo, sino que ahora también hice un
trasero de mí misma.
—Duke estaba a punto de salir —le digo, mi voz es más firme de lo que estoy
sintiendo. Mi estómago está haciendo volteretas en mi vientre y no es una buena
sensación. No, en absoluto.
—¿Lo hacía? —pregunta en voz incrédula, y si no me equivoco también puedo
escuchar un toque de diversión.
—Lo hacías en verdad. Te veré en la clase del Dr. Dills. —Muevo mi mano en
dirección a la puerta. La pequeña habitación está demasiado llena de gente, no
tenemos suficiente espacio aquí. Mi respiración se acelera, y estoy bastante segura
de que mi cara está perdiendo todo su color.
Sus ojos oscuros dan un buen vistazo de mí y asiente. Nada se le escapa. ¡Es
muy molesto!
—Nos vemos mañana, Skye. Buenas tardes, señoritas. —Mira rápidamente a
Kate en reconocimiento y sale de la habitación en dos pasos con sus largas y
delgadas piernas.
Vuelvo a caer en mi cama, mi respiración al instante ralentiza su ritmo
normal. Kate se sienta junto a mí, sus caderas curvilíneas tocan mi delgado muslo.
Un escalofrío me recorre la espalda, y me aclaro la garganta para desviar su
atención de parte de la reacción de mi cuerpo.
—¿No era el tipo de la fiesta de la otra noche? —me pregunta Kate con voz
suave, como si estuviera tratando de que no me rompiera o algo. Cuando me
acuerdo de mi arrebato, el otro día, cuando rompí la lámpara, creo que tal vez tiene
más miedo de otros posibles brotes de violencia. Un agujero aparece en mi vientre.
—Sí, es un AT en mi clase de psicología —murmuro, mis ojos en la pared
desnuda. Es triste ver cómo mi lado de la habitación es tan desnudo, tan
impersonal. Es aún peor cuando echo un vistazo al lado de Kate y lo mucho que
muestra su personalidad. Bueno, tal vez esa es la cosa. Yo no tengo personalidad,
porque la mía fue arrancada. O tal vez nunca tuve una para empezar.
—El AT es sexy. ¿Estás interesada en él?
Me puse rígida.
—Puedes salir con él. No me importa, y tal vez entonces no sea tan molesto
como es en este momento.
—No voy a ir a por él, tonta. Es tuyo.
Me siento y miro a Kate. Ella retrocede un poco, sorprendida por mi reacción.
—No es mío, ¿de acuerdo? ¡No quiero salir con nadie! Incluso si quisiera, él es
demasiado... entrometido y no es mi tipo.
Ella levanta sus manos y sonríe suavemente, sin intimidarse por mi enfado.
—En mi opinión, él es el tipo de casi todas.
Me encojo de hombros. Ella se levanta y enciende la radio, Sail, de
Awolnation está sonando. Me relajo un poco y pienso de nuevo en lo que dijo Duke.
Tener a alguien tan decidido a romper mi escudo es lo más terrible que he
experimentado. No quiero que él ni a nadie vea bajo mi autoestima en estos
momentos. Es mejor ser una perra fría y distante que un accidente que no puedas
cuidar de ti misma. Y, sin embargo, a pesar de mi comportamiento, hice un nuevo
amigo y es el ejemplo perfecto de cómo los humanos son impredecibles e
intimidantes. Fascinantes, también.
Capitulo 3

N o estoy ansiosa por ir a mi clase de Psicología. No, en absoluto. Es tan


raro lo mucho que me da miedo esa clase cuando también es mi favorita.
El hecho de que un hombre esté haciendo más difícil mi vida, haría más
o menos nada con el intercambio de esta clase por otra. Me paso en la gran sala y
me estremezco cuando veo a un par de chicos de la fraternidad de Sean.
Más a menudo, me pregunto lo que les dijo que los tuvo con tantas ganas de
darme un tiempo duro, tan pronto como pusieron los ojos en mí. En este momento,
se ríen de mí, se enderezan, y caminan de nuevo. Bien, arrogancia sería una palabra
mejor, creo.
—Padawan Skywalker. —El más alto me saluda, su media boca se convierte en
una sonrisa divertida. El otro se limita a asentir como un idiota, sus largos brazos y
sin muchos músculos se cruzan sobre el pecho demasiado delgado.
—Muy gracioso. ¿No te aburres con esa mierda? —le contesto fríamente,
caminando hacia el asiento más cercano disponible.
Dejo mi bolso de cuero y saco mi portátil, haciendo caso omiso de ellos,
aunque me siguen, como una sombra tan cerca que mi corazón late con fuerza en
mi pecho. Odio no enfrentarlos, me hace sentir débil, pero no quiero darles más de
mi atención. Solo sería alentarlos.
—Ten cuidado, pequeña Skywalker. La Fuerza no estará feliz con tu
comportamiento —contesta el más delgado, riendo como si lo que dijo fuera el
epítome de la gracia. En realidad, a veces me pregunto cómo estas personas
pudieron entrar en la universidad.
—¿Cuántos años tienes? —Otra voz interrumpe antes de que pueda regresar
con algo luchador. Miro más allá de ellos y veo a Duke, más alto que los dos, con la
mirada pegada en su rostro.
—¿Qué? —dice el hombre delgado. Es demasiado larguirucho incluso para
alguien de edad universitaria. Es como si nunca hubiera dejado el mal momento de
los primeros años de la adolescencia.
—No me sorprende que no entiendas una pregunta sencilla, ya que tus chistes
malos satisfarían al jardín de niños en lugar de la universidad.
Me muerdo la lengua, ahogando una carcajada. Es bueno en aplastar a estos
tipos. Es casi aterrador con sus ojos oscuros enviándoles una advertencia, su alta
figura, obviamente, tensa y con los brazos firmemente cruzados sobre el bien
musculoso pecho. Con solo una mirada, sabes que no quieres pelear con él. Me
estremezco, y no sé si es por miedo o por alguna otra cosa.
—Tenemos diecinueve años —responde el otro con una mueca en su cara,
pero se abstiene de decir cualquier otra cosa cuando se da cuenta de que Duke es
uno de los AT. Da unos golpecitos en el hombro huesudo de su amigo y se alejan,
pero no sin mirarme con furia a los ojos. Como si hubiera algo mal.
Niego y enciendo la portátil sin decirle una palabra a Duke, quien se sienta en
el asiento al lado del mío. Sé que tenemos más de diez minutos antes del comienzo
de la clase, pero es molesto tenerlo tan cerca de mí, sentir su fuerte brazo
acariciando el mío y tener las miradas de varias chicas reduciéndose a cero en
nosotros, en él.
—Dado que somos amigos, supongo que debería preguntarte cómo estás hoy
—dice Duke más cerca de mi oído de lo que deseo.
Trato de alejarme un poco de mi locura, con el cabello muy rizado y
encogiéndome de hombros.
—Estoy bien, supongo. —No lo miro.
En cambio, cierro mis ojos a la pantalla de mi laptop, donde hay una foto de
Seattle y del Space Needle por la noche.
—Sé que no estás exactamente ansiosa por ser mi amiga, pero ¿no crees que
sería mejor si pudieras mirarme cuando hablamos? —Él golpea sus rodillas, donde
los vaqueros tienen un gran agujero—. Me pone nervioso cuando te comportas
como si no estuviera realmente aquí.
La vulnerabilidad de su voz me sobresalta. Por propia voluntad, mis ojos
encuentran los suyos y no puedo encontrarme mirando hacia otro lado. La dulzura
en ellos no es algo a lo que estoy acostumbrada, y no sé qué hacer con ella.
—Te debo agradecer por lo de antes, supongo —le digo con voz débil, sin saber
por qué no estoy experimentando el miedo que siempre siento cada vez que estoy
cerca de un hombre. A su alrededor, no siento otra cosa más que admiración.
—Solo si es genuino. —Él entrelaza sus manos en su regazo, sus ojos nunca
dejan los míos. A pesar del hecho de que mis ojos están intensamente buscando
algo, cualquier cosa que pudiera hacerme entender o simplemente conjurar la
angustia que me sigue a todas partes, no se mueve ni trata de escapar de mi
escrutinio. Puede tener secretos, pero que está listo para ser abierto conmigo y
ayudarme a tener confianza en él. Suficiente al menos es que sea capaz de iniciar
una verdadera amistad.
—Gracias —le digo, rompiendo el silencio entre nosotros.
Él asiente y sonríe hacia mí, su deslumbrante sonrisa hace que una chica dé
una risita tres filas por encima de nosotros. En mi opinión, es bastante patética.
Por otra parte, esa chica tiene que tener una vida normal, llena de amigos y eventos
sociales cuando todo lo que yo hago es mi tarea. No estoy en posición de juzgar a
nadie.
—Bueno, no es nada en realidad. Estos chicos piensan que son hilarantes,
cuando en realidad deberían darse cuenta de que no están más en la secundaria. Se
están poniendo viejos. —Aprieta los puños y suspira. Está enojado... por algo que
me hicieron.
—¿Por qué te molesta tanto? —Muevo mi cabeza a un lado, mi cuerpo se relaja
lentamente, el calor tiene su residencia en mi pecho, y me retuerzo en mi asiento.
Es tan raro tener a alguien vigilándome aparte de mis padres. Sean no era así
cuando estábamos juntos, en absoluto. El dolor erradica la calidez de mi pecho. No
debería pensar en él. Está terminado ahora, y probablemente es para mejor.
—Los amigos se cuidan unos a otros.
—Si tú lo dices —le contesto distraídamente, con la tensión re-insertándose.
Cuando estoy cerca de Duke, mis emociones se mezclan todas. Por lo general, estoy
en una especie de estado aburrido o enojada, pero es bastante estable. Sin embargo,
cuando Duke está a mi alrededor, o incluso en mi mera visión, tiendo a estar
enojada un segundo y calmada al siguiente antes de volver a ser solo fría. Es difícil
incluso seguirme a mí misma.
—¿Tienes algún plan este fin de semana? —me pregunta, ignorando mi tono
frío.
Mi interior hace una cosa extraña. Mi respiración se atrapa en mi garganta.
Trago con dificultad y le doy una advertencia con la mirada de color verde azulado,
que espero sea suficiente amenaza. No me gusta el sonido de su pregunta.
—¿Por qué?
— Cálmate, solo quería saber. Hay una fiesta la noche del viernes y quería
saber si deseas ir con tu compañera de cuarto.
Quiero darme una palmada a mí misma. Por un segundo pensé que iba a
invitarme a salir, que es una locura de pensamiento. Quiero decir, este tipo debe
tener un alto nivel cuando está interesado en las chicas y yo, obviamente, no
coincido con ellas. ¿Por qué me importa?
—No soy una chica fiestera. Le preguntaré a Kate, sin embargo. Ella
probablemente te encontrará allí —contesto finalmente de manera uniforme, capaz
de enmascarar las ruedas girando en mi cabeza. Incluso me contengo al encogerme
de lo que estaba a punto de colarse en mi mente con la idea de Duke y Kate juntos.
—No tienes que ser una chica fiestera para ir a una fiesta.
Cruzo mis brazos y mis ojos brillan.
—¿Siempre eres tan condescendiente?
—Nunca, en realidad.
—Saco lo peor de ti, entonces, supongo.
Me sonríe suavemente y le hace señas a otro AT entrando.
—Seguro que sacas algo en mí, pero todavía no sé lo que es.
Suspiro y miro a nuestro alrededor. Casi todos los asientos están tomados
ahora. El Dr. Dills no tardará mucho tiempo en llegar. Pienso en Kate y en cómo ni
siquiera dudó ni un segundo en dejar la fiesta el pasado fin de semana y seguirme a
nuestros dormitorios. Ella no dijo nada, y de alguna manera me siento en deuda
con ella por haber arruinado su noche de fiesta.
—Dame la estúpida dirección y estaremos ahí —murmuro sin mirarlo. No
quiero ver el triunfo en su oscura mirada. No hay necesidad de sentirse aún más
ridícula al dejar que me guíe igual que a la chica débil que no quiere serlo más.
—¿Tienes algún papel? —Su voz suena optimista y me estremezco.
Pongo la mano en mi bolsillo de los vaqueros y le doy mi teléfono.
—Solo tienes que escribir la dirección ahí y le mandaré un mensaje a Kate.
Sus largos dedos rozan los míos mientras me quita el iPhone. Rápidamente,
demasiado rápido como para pasar desapercibido, escapo de su toque. Él frunce el
ceño pesadamente y no me gusta eso. ¿Cuántas señales más necesita para entender
que lo que pasó, lo que dejé pasarme a mí misma sin hacer nada durante tanto
tiempo?
Él escribe la dirección rápido, sus largos y fuertes dedos ágiles en la pantalla,
y pone mi teléfono en el escritorio, con cuidado de no tocarme.
—No te olvides que sé dónde vives ahora, así que si tú y tu compañera de piso
se asisten, iré y te arrastraré a la fiesta —dice, con la voz de burla abiertamente.
Echo un vistazo brevemente mientras se pone de pie y se encoge de hombros.
Es mi movimiento estar a su alrededor, aparentemente. Cojo.
—Estaremos allí, pero no voy a quedarme mucho tiempo.
—Por mí está bien.
Luego camina con los demás AT para hablar mientras todos estamos
esperando por el Dr. Dills para que haga su enorme entrada a la conferencia. Mis
ojos se pierden por la habitación, pero a menudo me encuentro a mí misma
mirando a Duke, realmente observando su cuerpo alto, que es a la vez intimidante y
tranquilizador.
Mientras el Dr. Dills entra, recibo una respuesta entusiasta por parte de Kate,
aparentemente encantada con nuestros planes para el viernes. Por lo menos ella
está ansiosa, yo ya estoy pensando en una manera de cancelar. Todo lo que quiero
es que me dejen sola, ser invisible.
***
—Deberías haberte cambiado, Skye —dice Kate por tercera vez mientras nos
estacionamos frente a una casa típica fuera del campus. Algunas personas están
pululando en el césped frente al porche envolvente, con vasos rojos de alcohol
mientras otros están fumando y riendo. Esta fiesta no parece tan salvaje como la de
la casa de la fraternidad. Lo cual, cuando se piensa en ello, no es sorprendente.
Miro hacia abajo a mis viejos jeans azules que cuelgan apretados en mis
caderas, caderas que ahora son más generosas de lo que eran cuando era estudiante
de primer año en la secundaria y me compré estos jeans. En los pies, zapatos
negros lisos para asegurar de que esté a gusto, no es que tenga la intención de
bailar. Y bajo mi chaqueta de cuero viejo estoy usando un sencillo suéter de cuello
en V que oculta mis pechos. No voy a esta fiesta a llegarle a nadie, ni quiero hacer
ningún esfuerzo. No me cambié después de mi última clase, no me pondré más
maquillaje, y estoy perfectamente bien con mi elección.
—Escucha, Kate —suspiro y la detengo antes de que entremos en la casa—. Si
te avergüenzas de mí porque no llevo nada de moda o algo así, está bien, pero solo
déjame en paz con mi traje.
Ella se muerde el exuberante labio inferior y niega, con los ojos muy abiertos.
—¡Eso no es lo que quise decir! Skye, ¡créeme! Es solo que eres linda y debes
utilizar tus activos en lugar de solo tratar de no verte. Tal vez ese AT u otro tipo
dulce sería bueno para ti.
—¿Qué? ¿Quieres que salga en una cita? —le pregunto, aturdida.
Ella sonríe y asiente con ansiedad, con el cabello rubio volando alrededor de
su rostro en forma de corazón en el viento de la noche que envía un escalofrío por
todo mi cuerpo.
—Sería muy divertido, ¿no crees? Estoy segura de que tu ex estaría molesto y
se merece lamentar haberte cortado el último semestre.
—No sé ni por qué me dejó. Por todo lo que sabes, a lo mejor hice algo malo.
—Me encontré con el chico una vez y me dio escalofríos. Estoy segura de que
no te merece y debes frotárselo en el rostro.
—¿Por qué eres tan amable conmigo? —le pregunto con curiosidad.
—Porque somos compañeras de cuarto y me gustas. Un día me verás cómo tu
amiga y entonces serás lo más parecido a una hermana que jamás tendré. Así es
como funciona esta cosa compañeras de cuarto. —Su sonrisa es genuina y sus
brillantes ojos me hacen sonreír, también.
—Está bien, pero una cosa sin embargo. —Empiezo, pues no quería rechazarla
sobre toda su charla amistad porque es muy dulce y amable para que actúe como
una perra fría—. No quiero salir con nadie y Duke no está interesado en mí de esa
manera. Solo está decidido a ser mi amigo.
—Tal determinación debe ocultar algo —responde ella mientras abre la puerta
a la fiesta ahora en pleno auge, con cuerpos moviéndose entre sí contra el pesado
ritmo de la música.
No le digo a ella que él quiere saber por qué estoy deprimida, ni que es porque
entiende perfectamente lo que se siente ser aplastado sin posibilidad de reparación.
Sabe que no soy precisamente feliz, pero estoy bastante segura de que ella solo
piensa que es porque no he superado a Sean. Si s0lo fuera eso.
Lo peor es que, incluso si fuera un verdadero monstruo, estuve tres años con
él y olvidar tres años con alguien no es fácil. Es como tirar tres años de mi vida y
todavía no soy capaz de hacer eso.
—Creo que ese es tu AT allá —me grita Kate encima de la música, con la mano
apuntando a la sala de estar donde Duke está inclinando contra la pared con una
guapa morena hablando con él—. Esa chica es tan obvia. Juega mucho con su
cabello que me pregunto cómo no está ya enredado con la mano atrapado en ella.
Me río, una verdadera carcajada que atrae la atención de muchas personas a
nuestro alrededor mientras me quito mi chaqueta de piel. Kate se ríe conmigo,
encantada de verme en un buen estado de ánimo. Un chico asiente hacia mí
pasando, y Kate me da un codazo. Esa es la cosa con mi risa, que siempre llama la
atención. Con mi voz todo un sonido natural entrecortado, cuando realmente río
como lo acabo de hacer, suena todo ronco y siempre atrae a los chicos.
—Debes ir a ver a Duke y ponerle fin a su sufrimiento —añade Kate cuando
me ve con sobriedad.
—¿Y qué debo decir? Hola Duke, estoy aquí. Ahora, ¿puedo volver a mi casa y
realmente disfrutar de mi viernes por la noche con mis libros de texto?
—¡Oh, Skye! ¡Vive un poco! Él te invitó, y si es solo un amigo y no quiere nada
más no sé cuál es el gran problema.
Asiento y camino hacia él, solo para demostrar un punto. No quiero que Duke
sea nada para mí, y Kate debe entender eso. Me doy la vuelta una vez y la veo ya
rodeada por dos chicos guapos.
Justo antes de que me acerque a él, sus ojos encuentran los míos y me paro en
seco. La chica todavía está coqueteando abiertamente con él, pero no está
prestando demasiada atención más. Saludo con la mano un poco y reanudo mi
caminar, apoyada en la pared junto a él, con cuidado de no rozar su brazo. Asiento
a la chica que está mirándome.
—Me preguntaba si tendría que ir a tu dormitorio —dice Duke a modo de
saludo, tomando un sorbo de su vaso que parece cerveza para mí.
—Te dije que vendría —le contesto de manera uniforme, ignorando la mirada
de la chica mientras cruza sus delgados brazos sobre su pecho, empujando sus
pequeños pechos juntos. Táctica débil usar sus senos para atraer la atención de
Duke.
—¿Duke? Baila conmigo —dice la chica, su voz aguda me hace temblar. Odio
las voces de chicas que suenan más como una niña de doce años, que la voz de una
chica de diecinueve o veinte y pico.
—Lo siento... hum, ¿cómo te llamas? —dice, ruborizándose profundamente lo
suficiente para que vea su forma natural de piel curtida en la penumbra.
La chica brinca y se va, sin molestarse en contestar. Por lo menos toma la
pista bastante rápido. A pesar de mí misma, me río en voz alta, mi estómago y mis
mejillas me duelen. Duke me codea y se ríe también, pero está avergonzado.
—Basta. Ya es bastante vergonzoso y sin que te rías de mí. —Cuando recupero
el aliento, dice—: Pero debo decir que me gusta tu risa.
Pierdo mi sonrisa y frunzo el ceño profundamente.
—No juegues conmigo.
—No lo hago. Cálmate, Skye.
—No me mientas, Duke. Estoy segura de que hay muchas chicas que se
lanzarían a tus pies, pero no seré una de ellas. No quiero acostarme contigo y ni
siquiera estoy segura de que quiera ser tu amiga tampoco.
Él me enfrenta, sorbe el resto de su bebida, y pone el vaso vacío sobre la mesa
junto a mí.
—No estoy tratando de acostarme contigo. Todo en ti grita “no disponible” en
grandes letras en negrita y está bien porque no te veo así. Solo quiero saber qué es
lo que te pasa y una amistad sería buena para los dos. Solo quiero ayudar.
—¿Y se supone que eso me tranquiliza?
Dirige una de sus fuertes manos por su cabello y tira ligeramente de algunos
rizos.
—No tengo ni idea.
El silencio se instala entre nosotros, entonces, ambos de nosotros
escudriñamos entre sí para encontrar la debilidad, la brecha en el otro. Pero no
puedo encontrar nada, además de cautela y preocupación en sus expresivos ojos
oscuros.
Todo en mí grita que dé un paso lejos, para no seguir esta amistad, pero ya
estoy enganchada por mi curiosidad, la única cosa que nunca ha cambiado a pesar
de todo lo que pasó. Soy una persona curiosa.
—Para que lo sepas, Duke, un día te escaparás —le digo, mi cara seria, mi
cuerpo tenso y mis brazos apretados alrededor de mí.
Él da un paso más cerca de mí, demasiado cerca. No puedo respirar. Me
sacudo. Me alejo un paso. Es mejor, pero no me gusta la expresión de su cara. Estoy
bastante segura de que pronto entenderá o adivinará lo que pasó. Entonces, él se
irá lejos disgustado o yo seré la que huya, demasiado avergonzada.
—No soy de los que ignoran un reto —responde lo suficientemente alto como
para que lo oiga sobre la música, sus ojos sujetándome contra la pared, incapaz de
moverme, por lo que las otras personas que nos rodean desaparecen. No es
atracción, ni tampoco es que caiga a sus pies. Es el miedo a las consecuencias que
este tipo tendrá sobre mi vida.
—Oye, hombre —interrumpe una voz que conozco demasiado bien, estallando
la intensa burbuja en la que estábamos atrapados.
Él es arrastrado. Un escalofrío recorre mi espina. De repente, me siento tan
fría que incluso mis huesos parecen estar congelados.
Sé que la V de mi suéter no es tan baja, y que es demasiado grande para
mostrar las delgadas curvas de mi cuerpo, pero me siento expuesta y sucia. Es peor
cuando sus ojos azules de bebé viajan arriba y abajo de mi cuerpo con una mezcla
de asco y diversión maliciosa en su rostro. Sus finos labios se levantan en una
sonrisa que es más amenazadora que alegre. Conozco esa expresión también.
La mirada de Duke va entre Sean y yo, su ceño se profundiza. ¿Duke conoce a
Sean? ¿Son amigos? ¿Sabe Duke que Sean es mi ex -novio? ¿Qué debo hacer?
¿Adónde puedo ir? No quiero enfrentar a Sean. No puedo. Dios, creo que voy a
vomitar.
—Oye —responde Duke con un movimiento de cabeza, que me mantiene en su
presencia, pero ahora enfrenta Sean—. ¿Tú eres?
Exhalo con alivio. Duke no conoce a Sean. Bien. Los ojos de Sean se remontan
a mí y se ríe. Es decir, no es una risa linda, sino una burla que me hace querer
desaparecer, solo esconderme en mi habitación y bloquear todos los recuerdos que
vienen detrás, casi me derriban. Todavía puedo sentir el fantasma del dolor que mi
cuerpo tuvo que soportar.
—Soy Sean. El único y solo ex de Skye. —Sean toma un sorbo de su vaso que
estoy bastante segura es algo más fuerte que cerveza—. ¿Quieres un consejo de
alguien que la conoce por dentro y por fuera? —Agita su mano hacia mí. Duke no
dice una palabra, pero sus manos se vuelven puños apretados—. No pierdas tu
tiempo con Skye. No vale la pena, solo te decepcionará.
Debería querer huir, o llorar o gritarle, pero me desconecté. ¡Una vez más!
Cada vez que Sean me lastima, me apago. Oigo lo que pasa a mí alrededor, pero no
puedo ni siquiera reaccionar. Estoy protegiéndome de la única manera que sé. Sin
embargo, eso no quiere decir que no esté temblando de pies a cabeza o que no sea
consciente de los puños de Duke apretándose con tanta fuerza que sus nudillos se
vuelven blancos.
—Así que dime, Sean. —Duke se burla en su cara, sus ojos arden con
disgusto—. ¿Por qué estás tratando de alejarme de ella? —Está hablando
lentamente, como si quisiera que cada uno de sus palabras se hundiera en la cabeza
de Sean, o tal vez es cosa de hombres.
—Es una pena, hombre —dice después de que toma otro sorbo de su bebida.
Su grueso cuello se tensa. Conozco esa señal. Entonces, el músculo de su mandíbula
se contrae—. Es una pena para el siguiente tipo que lo intente.
Mis ojos finalmente lloran y trago en voz alta, lo suficientemente alto para que
ambos me miren. Sean me sonríe diabólicamente antes de reírse. Duke levanta una
mano para apretar mi hombro, pero salto alejándome, haciéndome casi diminuta
contra la pared para escapar de su toque. No quiero que me toque. No quiero sentir
que nadie me toque.
Mis ojos permanecen enfocados en Sean. No puedo mirar a otro lado, no
estaría a salvo. Él asiente una vez hacia mí y sus ojos brillan con diversión y algo así
como satisfacción por el poder que aún tiene sobre mí. Está encantado de verme
tan jodida.
—Tal vez fuiste tú. Tal vez fuiste el que no pudiste estar a la altura de tus
expectativas. —La voz de Duke rompe el silencio entre nosotros, captando la
atención de Sean de nuevo hacia él, por lo que el pequeño músculo de su
mandíbula salta. Él no está feliz y no será bueno.
Duke es más alto y parece ser más amplio, pero sé lo que Sean es capaz de
hacer. Lo conozco. Tengo que hacer algo, pero no puedo ni siquiera murmurar una
palabra. Mi mandíbula está apretada demasiado fuerte y no puedo relajarla.
—Lo que sea, hombre. Pierde el tiempo si quieres —responde Sean después de
una larga pausa, durante la cual se toma su tiempo para evaluar a su oponente. Sus
ojos azules de bebé, tan fríos y amenazantes, se vuelven a mí y me estremezco—.
Hasta la siguiente vez, Skye.
Niego con violencia a su voz y lo que no dijo. Esto no ha terminado. Nunca va
a terminar. No seré capaz de simplemente ignorarlo. Una lágrima cae y corre por
mi mejilla antes de que pueda limpiarla. No puedo perderme aquí. Tengo que
volver a mi habitación, pero es demasiado para caminar, y no quiero que Kate me
vea así.
—Ven conmigo —dice Duke, haciendo señas para que lo siga. No me muevo y
niego—. Necesitas un poco de aire fresco. Estás muy pálida, Skye.
Asiento y lo sigo, demasiado cautelosa para no rozar a nadie a mi alrededor.
Salimos rápidamente en el porche panorámico donde varias parejas se ven
perdidas en su propio mundo, lo que estaría mejor guardado detrás de puertas
cerradas.
Duke camina un poco más y lo sigo, mientras me pongo mi chaqueta de cuero
de nuevo. Él finalmente se detiene junto a una vieja SUV negra. Abre la puerta del
conductor y se sube al interior. Desde fuera, lo veo apretando sus manos alrededor
del volante, sus nudillos fuertes y masculinos se ponen blancos. Pone su frente
sobre el volante y cierra los ojos.
Tomando una respiración profunda para recuperar algo de autocontrol, abro
la puerta del copiloto y salto dentro. Toso una vez por el olor a tabaco rancio en el
auto. El cenicero está lleno, casi inundando el suelo donde dos latas vacías de Coca-
Cola están a mis pies. Las alejo y pongo mi cabeza contra el reposacabezas,
cerrando los ojos un segundo, temiendo la conversación difícil que está destinado a
venir. No sé lo qué decir o cómo explicar lo que pasó y cómo reaccionar. ¿Qué
verdad a medias funcionaría en este punto?
—Por primera vez en mi vida quise golpear a alguien —dice Duke, liberando el
férreo control del volante, pero manteniendo la frente en él—. Ese tipo es realmente
un idiota.
Ahora, no solo me siento avergonzada por mi reacción hacia Sean, sino
también me siento avergonzada de tenerlo como mi ex.
Es la primera vez que me siento avergonzada de haber tenido una relación con
él. Me pregunto qué pensará Duke cuando sepa que pasé tres años de mi vida con
Sean.
La semana pasada arruiné la noche de Kate por Sean y ahora es el turno de
Duke. ¿Cuándo me dejará sola Sean? Antes, actuaba como si no me conociera en
absoluto. Ahora, de repente, siempre está vuelto hacia mí, casi agrediéndome.
—Lo siento —susurro débilmente, con voz temblorosa. ¡Consigue el control
Skye!
Él se sienta y me mira fijamente, con las cejas desapareciendo detrás de su
grueso cabello oscuro que está cayendo en sus ojos.
—No es tu culpa —afirma en un murmullo, igualando mi tono, pero esas
cuatro pequeñas palabras están mezcladas con preocupación. El enigma es menos
misterioso, de repente, estoy segura.
—No sabía que estaría aquí, o si no...
—No me digas que no habrías venido. No es porque tu ex está en una fiesta
que no puedes venir.
Asiento y miro hacia otro lado de su cara, que no muestra nada al lado de la
curiosidad que ahora veo que no estoy a punto de caer y llorar como un bebé. Soy
más fuerte que eso, o al menos, estoy acostumbrada a ocultar mis sentimientos. La
mayor parte del tiempo.
—Lo sé, pero... No es así de simple.
—¿Por qué no lo has superado?
Me vuelvo hacia él. Se inclina hacia su lado izquierdo contra la puerta, con la
cabeza en la mano izquierda, mientras que su codo está apoyado. Su calma y
paciencia me extraña. Como su pregunta.
—En cierto modo.
—No seas crítica, Skye. Es un sí o un no —suspira y enciende la radio a una
estación de rock, la misma que Kate y yo escuchamos en nuestra habitación.
—¿Por qué eres un experto en las relaciones? Así que dime, ¿dónde está tu
novia? —replico con frialdad, mi mano se arrastra a la manija de la puerta, lista
para volar y no luchar contra él. Incluso si está molesto conmigo, no hice nada
malo.
Su actitud cambia por completo. Quiero decir, mi tono era duro, pero no veo
por qué debería estar todo tenso, sus ojos hacen un agujero en mi cara. Tal vez sea
porque alguna chica le rompió el corazón y se convirtió en algún tipo de jugador
desde entonces.
Suelta un suspiro y niega, sus ojos no dejan de mirarme.
—Ella está por aquí. No muy lejos —responde sombríamente con dientes
apretados.
Un escalofrío recorre mi espina. No me gusta esta intensidad, como si
estuviera dispuesto a arrancarme la cabeza.
—¿Por qué es que ella no está aquí esta noche?
Decir que me sorprende saber que él está en una relación de compromiso es
un eufemismo.
De repente, la calma en el interior del auto es demasiado para mí. Alcanzo la
manija de la puerta, pero la voz de Duke me detiene justo antes de abrir la puerta.
—Cuando uno está enterrado en Lake View Cemetery, es muy difícil volver.
Me doy la vuelta bruscamente, mis ojos encontrando sus ojos oscuros
primitivos por la emoción que me hace casi escapar un estrangulado sollozo. ¿Su
novia murió? ¿Es esto lo que lo rompió? Oh Dios. Mi estómago hace una voltereta y
me siento mareada de repente. Llevo una mano a mi corazón, sintiéndolo latir tan
fuerte bajo mi piel.
—No debería haber dicho nada —digo en un susurro, bajando los ojos hacia
las dos latas de Coca-Cola a mis pies.
No puedo mirarlo. No puedo enfrentar el dolor visible en su rostro. Estoy
respirando más fuerte de lo que debería y estoy avergonzada de mi reacción.
¿Quién, en su sano juicio, iba a reaccionar tan fuertemente a ese tipo de noticias?
Quiero decir, es horrible, pero no debería estar a punto de romperme solo con la
idea de que alguien te lastime tanto, tanto como me estoy haciendo daño, incluso si
la razón es muy diferente.
—Está bien. No lo sabías —responde él lacónicamente, jugueteando en su
asiento, con la mano apretada alrededor del volante.
Me aclaro la garganta, dispuesta a decir algo, cualquier cosa para difundir el
estado de ánimo, pero nada viene a mi mente.
No estoy acostumbrada a ser la que distraiga a alguien más de su dolor. Estoy
acostumbrada a ser la que está en dolor, enterrándolo de los demás.
De repente, quiero hacer algo que nunca hago más. Quiero tocarlo, poner mi
mano en su brazo y simplemente mostrar que entiendo su dolor, incluso si el mío
viene de otra cosa. Debido a que al final, ser herido se siente lo mismo.
Poco a poco, casi a regañadientes, llevo mi temblorosa mano a su fuerte brazo
donde los músculos bajo su suéter están doblados por la tensión. Con un toque
ligero, siento sus músculos tensarse aún más, siento la suave tela de su suéter.
Trago con fuerza, tratando de superar el miedo casi llevándome hacia abajo.
La última persona con la que inicié contacto físico fue con Sean. Pasaron
meses desde la última vez que fui la primera en tocar a otra persona. Incluso con
mis padres no era la que iba hacia ellos.
Mis ojos se llenan de lágrimas, y no sé qué hacer. Estoy más perdida que
nunca y es más aterrador que esos momentos que pasé a solas con un caprichoso
Sean. Empiezo a apartarme, pero la mano de Duke cubre la mía de repente. El
delgado anillo de plata en su dedo índice capta la luz. Trago.
—Todavía es difícil hablar de ello —dice en voz baja, con la voz temblando de
emoción. Me aprieta la mano y por una vez, no me asusta.
—Así que no hablas de eso —le susurro de vuelta, incapaz de hablar en voz
alta.
Me mira fijamente, con el ceño fruncido en su rostro casi haciéndome olvidar
lo que parece cuando está sonriendo con su sonrisa deslumbrante.
—Pero hablando de lo que es doloroso ayuda a que mejore.
Me alejo, escapando del calor de su mano fuerte que estaba tragándose la mía
bajo la suya.
—No siempre.
Ladea la cabeza, lo que hace cada vez que está a punto de molestarme con su
punto de vista acerca de mí y de mi forma de afrontar las cosas. En serio, cuando lo
veo mover la cabeza solo quiero darle una bofetada o huir. Huir es más lo mío, sin
embargo.
—Porque no decir nada funciona muy bien para ti, ¿verdad?
Resoplo y cruzo los brazos sobre mi pecho. Me está enfureciendo con su tono
condescendiente y su “ya lo sabes” todo el camino, cuando en realidad no es mejor
que yo.
—No pretendas conocerme. ¡No pretendas saber con lo que estoy lidiando,
Duke! —Niego y agarro la manija de la puerta, lista para salir—. Si es tu manera de
ser mi amigo, entonces creo que estoy mejor sin ti en mi vida.
—¡Espera! —grita, deteniéndome de repente con la fuerza de su voz profunda
en la calma de su auto, donde solo la radio es apenas audible—. Soy un trasero. Lo
siento, Skye. —Él tira de un mechón de su cabello negro y toma una respiración
profunda—. Cada vez que hablo de ella, me convierto en un trasero.
Y una vez más, no sé qué decir ni qué hacer. Cuando él dice algo así, suena
vulnerable, no puedo encontrar en mí simplemente irme. Es algo más que
curiosidad. Tiene todo que ver con el agujero que siento en mi pecho, el agujero
que sé es el mismo en el pecho de Duke.
—¿Y qué? ¿Quieres quedarte en el auto hasta que te diga todo? —No puedo
mirarlo. En lugar de ello, mis ojos se centran en la casa con todas las luces
encendidas y la gente disfrutando de su noche en el interior.
—Entiendo que no quieras hablar de ello, y respeto eso, pero tengo que saber
algo —responde resueltamente. Poco a poco, lleva una de sus manos a mi brazo. No
me muevo, pero mi respiración se tambalea profundamente, aunque sé que no me
va a lastimar. Estoy a salvo en este auto. Mi cuerpo debe saberlo, también—. ¿Es
algo que tu ex novio te hizo?
Me puse rígida. Apenas esa sencilla reacción responde a su pregunta. Le oigo
tragar y su mano tiembla por un segundo en mi brazo. Cierro los ojos y asiento.
—Sí —le susurro débilmente, dejando caer una lágrima sobre mi mejilla. Por
primera vez, alguien señala la fuente de mis problemas y lo reconozco. Exhalo y me
seco la cara con rabia.
—Es el primer paso, Skye. —Me acaricia el brazo dos veces y se aleja—. Es el
primer paso para nosotros dos, en realidad. No me gusta hablar de mi pasado
tampoco. Un día vas a confiar en mí y te abrirás.
Me preparo y me vuelvo hacia él. La expresión de su rostro no muestra
compasión ni repugnancia como pensé que vería, sino protección y tristeza. Mi
corazón late más rápido.
—No puedo, Duke.
Él asiente y suspira antes de compartir una pequeña sonrisa que parece estar
en desacuerdo sobre su rostro endurecido. Esta noche no es en absoluto como
pensé que sería. No me esperaba que fuera divertida, pero me pareció que sería
más ligera, algo más en la línea de la amistad que me aleja de Duke y no de
sentirme toda emocional por encima de él.
—Es gracioso, no crees que eres lo suficientemente fuerte como para hacerle
frente a todo, cuando la verdad es que lo eres.
—Soy una cobarde, Duke. Esa es la verdad.
Él suspira y lleva el auto a la vida, sorprendiéndome.
—Deja que te lleve de vuelta a tu dormitorio. No estoy en el estado de ánimo
para una fiesta.
Abrocho mi cinturón y me acurruco en mi asiento.
—Te lo dije, no soy una chica de fiestas.
Él se ríe, sube el volumen de la radio, y se dirige hacia el campus. Saco el
teléfono del bolsillo de mis jeans y le envío un texto rápido a Kate para decirle
dónde estoy. Noche extraña, la verdad. Y emocionalmente drenada, también.
Capitulo 4
¿V as a volver a casa con él?
Pongo los ojos en blanco después de leer el texto de Kate. Al
menos, su ilusión y raro entusiasmo me distrae de la pesada tensión
en el auto. No soy el tipo de chica que siempre tiene que hablar o que no puede
soportar un poco de silencio, pero en este momento me está volviendo loca y no en
el buen sentido.
No es lo que piensas. Sean está en la fiesta.
Pulso enviar y suspiro, sin molestarme en leer su respuesta mientras mi
teléfono suena en el bolsillo de mi chaqueta. Sé que voy a tener que hablar con ella
sobre lo que sucedió debido a que es mi compañera de cuarto y está decidida a ser
mi amiga, pero no quiero hacer esto por texto cuando tengo un hombre a mi lado
aún con dolor y tan enojado.
—¿Crees que tu compañera de cuarto necesite un paseo a casa? —me
pregunta, rompiendo el silencio.
Me muevo en mi asiento y doy un vistazo rápido a su perfil. Su mandíbula
está apretada todavía.
—Ella nunca bebe.
Hablando acerca de ser torpe. Me gustaría tener una máquina del tiempo solo
para regresar un par de horas y evitar esta maldita fiesta y a Sean, y la conversación
que tuve con Duke. No estaba preparada para hablar de la muerte de su novia y no
estoy dispuesta a oír hablar de ella o decirle que estoy jodida por Sean. Pero es
demasiado tarde, supongo.
—Bien. —Asiente y detiene el auto, por lo que me doy cuenta de que llegamos
ya al edificio de mi dormitorio. Lo veo por un momento.
—Gracias por el viaje. —Desabrocho el cinturón de seguridad y abro la puerta.
No estoy segura de querer ver su cara, ni que le quiero mostrar la mía, estoy segura
de que está demasiado pálida y que se ve como perseguida. Tengo que calmarme,
poner mi máscara de calma de nuevo. Después de todo, no será tan difícil, ya que lo
peor ya pasó.
Mientras camino hacia el edificio, escucho la puerta abrirse y cerrarse y sus
pasos cerrando el espacio entre nosotros. Me pongo rígida, con las manos
temblando alrededor de mis llaves. ¿Y ahora qué? Si piensa que voy a derramar
todo así como así, se está engañando a sí mismo. La ira poco a poco se va alejando
con el vacío que queda a raíz del dolor.
—Skye, un momento por favor. —Su tono suplicante me detiene. Me doy
vuelta y miro hacia arriba, cerrando mis ojos con los suyos.
Él no está enojado ahora, sino que se ve perdido, tal vez incluso miedoso.
Realmente no lo sé. Alejo un poco mi cabello muy rizado y reprimo un escalofrío.
La noche está helada.
—Creo que hablamos suficiente por ahora —le digo en un tono débil de voz
que odio con toda mi alma. ¿Por qué me permito ser tan débil frente a él? ¿Por qué
dejo que me vea así cuando me prometí a mí misma que nunca mostraría ninguna
debilidad frente a alguien?
—Tienes razón, pero no quiero hablar.
Veo su alta figura muscular, su intensa mirada, y su hermoso rostro con los
labios bien definidos y bien recortada barba negra, y niego con vehemencia. Todo el
aire en mis pulmones me deja.
—No me acostaré contigo.
Él se ríe, sobresaltándome tanto que casi gimo. Cierra los ojos y lleva las dos
manos a su cabello, tirando de varios rizos antes de dar un par de pasos más cerca
de mí.
—Eso es muy lejos de lo que está en mi mente, no te preocupes.
Me relajo y me sonrojo. Por lo menos, creo que me sonrojo por el calor en mis
mejillas y la chispeante diversión en sus ojos oscuros es alguna cosa cerca.
—Entonces, ¿qué es lo que quieres?
Un par de chicas pasan más allá de nosotros y caminan hacia el edificio,
riendo y haciendo algunos comentarios crudos acerca de lo atractivo de Duke. Si
piensan que son discretas, deberían pensarlo de nuevo. Me estremezco y quiero
desaparecer. Puede sonar loca, pero cada vez que veo algo así, me deprime. Nunca
voy a ser esa clase de chica, solo con diversión inofensiva y casual con amigos,
porque para eso, tendría que bajar mi guardia y no veo ese día venir pronto.
—No quiero estar solo —responde en voz baja una vez que las chicas están
fuera del alcance del oído. El dolor en su voz está de vuelta. La diversión ha
desaparecido, dejándome ver un atisbo del hombre roto que es.
Echo un vistazo al edificio donde varias ventanas están encendidas. La
mayoría de los residentes están de fiesta o simplemente pasando el rato con amigos
y familiares.
—No hables —le digo y le hago un gesto para que me siga.
Está caliente en mis talones, mientras subimos los dos tramos de escaleras, y
entramos en la estrecha habitación que comparto con Kate. Cuando él está en esta
habitación se siente aún más pequeña, como si estuviera utilizando demasiado
espacio. El edredón de mi cama está arrugado, mi libro de texto de psicología está
todavía abierto en el capítulo que leo para la próxima clase, y mi ordenador portátil
está en mi escritorio desnudo.
Por primera vez me doy cuenta de lo extraño que es no tener ni una sola cosa
que no esté relacionada con la escuela de mi lado de la habitación y me da
vergüenza verlo desde el punto de vista de Duke. Es frío, igual que quiero que
todos me vean.
Miro hacia él para calibrar lo que está pensando. Por supuesto, ya vio mi
habitación, pero no se quedará mucho entonces. Ahora mismo somos solo nosotros
con un montón de tiempo a solas, y nuestras emociones están por todo el lugar
después de nuestras medias confesiones de antes.
Su chaqueta de cuero se monta sobre su antebrazo izquierdo, donde ha
rodado encima de las mangas de su suéter, mostrando sus tatuajes que, si estoy
siendo honesta, son bastante impresionantes a la vista. Su rostro lentamente se
relaja, incluso si sus ojos dicen otra cosa.
Pongo mi chaqueta en mi armario y lo instigo a hacer lo mismo si quiere. Lo
hace, lo que nos lleva a cara a cara, sin decir una palabra y sin mirar nada excepto
el uno al otro. Suspiro, sintiéndome estúpida quedándome así delante de él. Ni
siquiera sé lo que quiere hacer, además de no acostarse conmigo.
Me muerdo el labio inferior, extrañada por mis pensamientos. Estoy casi...
decepcionada.
—Estoy cansada, Duke. —Rompo el silencio con voz aburrida que no refleja
mi agitación interior en absoluto, pero no es una mentira tampoco. Estoy cansada
de esta montaña rusa de una noche a la que quiero poner fin.
—Yo también. —Él cierra los ojos y los abre rápido. Parece convencerse a sí
mismo de decir algo más—. ¿Confías en mí?
Me aparto de él y tomo algo de mi escritorio para poner un moño en mi
cabello desordenado. Debo verme horrible con el cabello muy rizado y salvaje; ni
siquiera lo cepillé después de estar afuera en la brisa, pero no me importa. Es solo
Duke, un tipo que dice que no quiere acostarse conmigo, pero en cambio quiere
jugar al siquiatra conmigo. Estoy estancada. Debo responder o decir algo, pero
¿qué? Mi corazón late más rápido y más fuerte, haciendo que mis oídos latan.
—No lo sé —murmuro sin convicción, mirando al suelo.
Para cualquiera, es horrible decirle algo así a un tipo que es dulce y cariñoso
desde el primer día, pero para mí ya es un gran paso. Hace una semana, no
confiaba en nadie aparte de mis padres. En nadie.
—¿Y si probamos algo para ver si confías en mí?
—¿Qué tiene que ver con que estemos cansados?
—Ya lo verás.
Me muerdo mi labio inferior, mirando su cara. Está con el ceño fruncido.
—Pero para eso tengo que confiar en ti ya que no me estás diciendo acerca de
tu experimento.
Él sonríe con diversión, pero la seriedad no deja sus expresivos ojos.
—Acuéstate conmigo en tu cama.
Me pongo rígida y me apodero de la orilla de mi escritorio. Solo pensar en él
en mi cama me hace marear. No puedo. No puedo estar en la cama con él, tan
cerca, no puedo dormirme y ser vulnerable.
—¿Y hacer qué? —digo con frialdad, cerrándome de una vez.
Su comportamiento cambia, también. Su cuerpo se pone rígido y aprieta los
puños. Sé que no está enojado, solo molesto por mi reacción. O tal vez se puso
nervioso.
—Dormir. —Saca un encendedor del bolsillo de sus jeans y juega con él, sus
largos y fuertes dedos buscan tragarse la pequeña cosa en ellos—. Mira, no quiero
ir a mi casa y estar solo. No me siento bien después de que... ¿sabes? Estoy seguro
de que no te sientes tan bien tampoco, así que ¿por qué no podemos estar juntos y
dormir?
—¡Porque no puedo dormir contigo en mi cama, Duke! —grito de repente, las
lágrimas cayendo y desapareciendo en mi jersey después de ir perdiéndose por mi
cuello expuesto. Me estoy rompiendo. Es repentino, es devastador, y alguien está
ahí para presenciarlo. Un sollozo me sacude de pies a cabeza.
Sus ojos se abren, haciéndome saber lo confundido y perdido que está. No
sabe qué hacer ni qué decir y yo tampoco. Me llevo las manos a la cara,
escondiéndome detrás de ellas. Mis dedos delgados se tensan en mi línea del
cabello, casi dolorosamente. Me muerdo la lengua para no hacer ningún sonido. El
dolor en mi corazón me está desgarrando, tirando de mí hacia abajo.
—Skye, escúchame —dice en voz baja, tratando de calmarme con su voz
profunda, pero fallo cuando un nuevo sollozo me sacude de nuevo. Dios, no puedo
soportarlo más. Solo quiero que se detenga. Quiero que todo se detenga. No quiero
sentirme así nunca más—. Voy a abrazarte y vas a tratar de relajarte.
Niego, tirando de mis manos y dejándole ver mi rostro enrojecido tan húmedo
de todas las lágrimas que no puedo parar. Tiene la mandíbula tensa, pero no se
aleja. No, en cambio, camina hacia mí y muy poco a poco me tira contra su pecho,
con la cabeza descansando en donde su corazón está latiendo fuerte y demasiado
rápido. Sus manos están tocando ligeramente mi espalda, haciendo pequeños
círculos para tratar de calmarme.
Estoy tan tensa que todos mis músculos me duelen, pero mis lágrimas se
detienen abruptamente, dejando que jadee en busca de aire.
Su duro cuerpo se siente extraño en contra del mío. Me abraza de una manera
que me hace sentir como si estuviera a punto de tragarme entera. Y aquí estoy,
llorando como un bebé, sintiendo una mezcla de miedo, pero también de
seguridad. Tengo mi respuesta, en estos momentos.
—Confío en ti —tartamudeo débilmente. No me atrevo a abrazarlo de nuevo,
incluso si, en algún lugar muy dentro de mí, lo deseo.
Él suspira y escucho su corazón detenerse, regresando a su latido constante y
tranquilo. Me aprieta y se aleja, trayendo de vuelta la frialdad que vivo todos los
días. Me estremezco. Rápidamente, me seco la cara con mi temblorosa mano y
camino hasta mi cama. Me pongo cara a la pared y dejo un poco de espacio para
que él suba. No pienso más. Tengo en cuenta el grado de seguridad que solo siento
en sus brazos.
Poco a poco, casi esperando que cambie de opinión, se acuesta a mi lado,
tocando su pecho a mi espalda, sus muslos tocando la parte posterior de mis
piernas. Entonces, suspira y pone uno de sus brazos largos y musculosos alrededor
de mi cintura, su mano apretando las mías. Me quedo en cuchara en mi cama y mi
corazón y estómago hacen cosas raras. Pero no siento tanto miedo como debería.
Por supuesto, una gran parte de mí quiere salir corriendo, pero todo se siente
diferente. Sé que no me va a lastimar, y no todo el mundo es como Sean. Sé que por
ahora puedo tener confianza en Duke porque está demasiado agitado por la
confesión de su novia para pensar en otra cosa y por eso me alejo de mi miedo y
obligo a mi cuerpo a relajarse.
—Gracias por esto, Skye. Sé que es difícil para ti —susurra en mi oído, su
aliento haciendo que la piel cosquillee en mi cuello. Tengo ganas de dejar que mi
cabello caiga libre para cubrir mi piel, pero no me puedo mover. Bueno, no sé
realmente lo que quiero porque sé que no podré volver a la cama con él de esa
manera.
—Dime la verdad, Duke. Sabes lo que me pasó, ¿no?
No tengo más lágrimas. Es inútil llorar, es inútil tener la menor pretensión
ahora. Hay demasiados regalos de lo que pasó con Sean para que Duke los ignore.
Es un tipo inteligente. Puedo engañar a otras personas, incluso a los más cercanos a
mí, pero no lo puedo engañar a él.
—Supongo, pero quiero escucharlo de ti. —Aprieta su control sobre mí, pero
no me está asfixiando, me está calmando. Mi mundo está al revés. No puedo decir
que me guste que me toque, pero puedo tolerarlo.
—Entonces, ¿por qué sigues aquí conmigo?
—¿Qué quieres decir?
Trago y me encojo de hombros, sintiendo mi espalda rozar contra su duro
pecho.
—Debes estar disgustado o algo por el estilo.
—Es una broma, ¿verdad? —Cuando no digo una palabra, suspira—. Las
mujeres suelen pensar que es su culpa si su novio o marido las golpea, pero no lo
es. Sean es un canalla y él es el único culpable. No tú.
Y solo así, en pocas palabras, está al aire libre. Sean me golpeó. Me golpeó por
tres años y no dije ni hice nada para detenerlo. Cerré mi boca, me lo tragué, y seguí
con lo que tenía que lidiar en mi vida. Todo eso en nombre del amor. Fui tan
estúpida. Soy tan estúpida.
—De alguna manera sé eso, pero no hice nada, Duke. Nada.
—Infiernos, Skye, eres joven. Por supuesto que no sabías qué hacer con él. —
Su pulgar hace pequeños círculos en mi mano. Me pongo rígida y él se detiene, pero
no se aleja—. No voy a dejar que se acerque a ti.
—No tienes que hacer esto, Duke. Ahora que sabes que puedes volver a tu
vida.
Es cierto, después de todo. Él sabe por qué soy como soy y esa es la única
razón por la que vino a mí en primer lugar.
—No puedo.
—Por supuesto que sí.
—No. Quiero saber de ti, cómo empezó. Quiero ver una sonrisa de verdad en
tu cara y no una falsa. Quiero ayudarte porque quiero ser tu amigo y porque me
ayuda, también.
Levanto una de mis manos y siento su cuerpo tensarse. Estoy segura de que
piensa que voy a retirarme, pero no es todo lo que está en mi mente. En su lugar,
pongo mi mano sobre la suya. No se la aprieto ni lo acaricio. Dejo mi mano en la
suya, sin moverla.
—No sé cómo hacer esto. Sacando tus sentimientos de esa manera.
Él se ríe con aire sombrío y siento su cabeza sacudirse suavemente detrás de
mí, su respiración toma una pista caliente en la parte de atrás de mi cuello. Mi
corazón pierde el ritmo.
—No dejes que te engañe, porque no soy realmente tan locuaz acerca de mí
mismo.
—¿Quieres estar conmigo?
—Tal vez, si tú lo haces también.
—No puedo prometer nada. Tengo demasiado miedo.
—Lo sé, yo también lo tengo. —Besa mi cabello y me aprieta la mano—.
Duerme ahora. Vamos a ver dónde estamos a partir de ahora.
Asiento y cierro los ojos, obligándome a recordar que Duke no es Sean y que
puedo conciliar el sueño de espaldas a él, que no tengo que esperar despertarme
con un puñetazo en el brazo o en el estómago, que no voy a recibir ningún tipo de
dolor físico ni a escuchar ninguna de las duras palabras acerca de la perra inútil que
soy. Puedo simplemente quedarme dormida con el calor de Duke ahuyentando el
frío de mi cuerpo.
***
Algo falta. Esa es la primera cosa que hace estallar mi mente. Me estremezco.
Detrás de mis párpados cerrados, el sol está a todo volumen. Se siente tarde. Me
quejo. Odio cuando es tan duro despertar. Me estremezco de nuevo y jadeo. Ahora
sé lo que falta, o lo que faltaría sería más exacto.
Me doy la vuelta en mi pequeña cama y suspiro. Duke se fue. Sin decir nada,
sin comprobar si estoy bien.
Se fue y ahora quiero darme una cachetada a mí misma. Por supuesto que se
fue. Después de todo, ahora sabe sobre Sean y yo. Una solitaria lágrima cae, pero la
seco de mi mejilla rápidamente. No voy a llorar de nuevo. Lloré demasiado.
Con movimientos bruscos dejo caer mi cabello y me levanto. Es hora de volver
a mi rutina y olvidar a Duke. Sabía que era un error desde el primer día, y sin
embargo lo dejé entrar en mi vida cuando supe que no podía hacerlo, que no debía.
Lo dejé dormir en mi cama. La única otra persona que ha dormido en la misma
cama que yo es Sean. Se me forma un nudo en la garganta. Quito el libro de texto
de Psicología y lo pongo sobre mi escritorio, y me congelo.
Ahí en mi computadora portátil hay un trozo de papel doblado. Echo un
vistazo a la cama de Kate, pero ella obviamente se quedó con un chico de la fiesta.
Trago y recojo el papel como si me fuera a morder o algo.
Skye,
Son las cinco de la mañana y tengo que irme. No quise despertarte y
supongo que es más fácil escribir una pequeña nota en vez de uno frente al otro
sin saber qué decir.
La cosa es, que estoy confundido. Hablar de mi pasado fue difícil para mí,
más difícil de lo que pensé que sería.
Creo que necesito un poco de tiempo.
Cuídate,
Duke.
Aplasto el pequeño trozo de papel en mi mano y lo tiro al bote de basura. ¿Es
raro sentirse usada?
Porque así es como me siento ahora mismo. La primera persona a la que le
conté lo que pasó con Sean y aquí estoy, sola y amargada. Qué mala excusa de un
chico. No voy a pasar un segundo más en esto, en él. No quiero volver a verlo de
nuevo. Excepto en mi clase, es decir.
***
Es lunes, es el momento de ir a mi clase de psicología, y sin embargo, todavía
estoy en mi dormitorio, y Kate está mirándome divertida. A decir verdad, entiendo
por qué. Me acomodo entre la puerta y la cama, la cual es una distancia corta y ha
sido así durante los últimos quince minutos. Mi chaqueta de cuero está en mi
espalda, mi bolsa en mi hombro, mi bufanda envuelta alrededor de mi cuello y sin
embargo no me atrevo a salir de esta claustrofóbica habitación.
—¿Puedo preguntarte qué está pasando? Estuviste rara el fin de semana —
dice Kate, su diversión no está bien escondida.
—Nada. Siempre soy rara. —El eufemismo del año. Si es posible, incluso más
que antes. No puedo soportar que me toquen. El chico de al lado vino ayer a pedir
una aspirina y cuando le di una, sus dedos rozaron los míos, me aparté con mis
ojos llenándose de lágrimas. Sabía que hablar de Sean haría todo peor. Lo sabía. Mi
ceño se profundiza.
—¿Se trata de Duke? No me dijiste lo que pasó con Sean en la fiesta y todo.
Me reacomodo mi bufanda y de repente estoy lista para correr a mi clase. Solo
mencionar a Sean me hace sentir débil e indefensa, aún más ahora que sé que no ha
terminado. Y esta vez no tendré a Duke conmigo para que me ayude. ¡No lo
necesito, maldita sea! Soy mayor, puedo cuidar de mí misma ahora.
—No hay nada especial que pasara y no quiero hablar de Duke. Tengo que ir a
clase. —Doy los últimos dos pasos a la puerta y la abro.
—¿Acaso Duke te dijo algo o te hizo algo? —dice Kate, caminando hacia mí y
poniendo una mano en mi hombro, obligándome a permanecer en el interior.
No doy un tirón lejos de ella. Está genuinamente preocupada y sé que no es
mala ni nada. De hecho, a pesar de su extraño comportamiento con los chicos, es
una chica muy agradable que está creciendo en mí.
—No, no es eso. —Miro hacia atrás a mi cama y suspiro. Desde que me dormí
en sus brazos, mi cama se siente extraña para mí.
Es difícil para mí quedarme dormida y estoy cansada hasta los huesos. Estoy
segura de que solo podría dormir en cualquier lugar.
—Tienes que decirme algo porque estoy muy preocupada.
Rompo mi atención hacia ella y fuerzo una sonrisa en mi cara. Es divertido
ver a esta pequeña, femenina chica toda tensa y lista para saltar sobre un hombre
grande y fuerte como Duke, si es necesario.
—No es más que confuso. —Realmente no puedo decirle lo que hablamos o
por qué me persigue en primer lugar. Para ella, él está interesado en mí de una
manera romántica, lo que es completamente erróneo—. Después de que Sean fue
malo conmigo en la fiesta, hablamos y pasó la noche en mi cama.
—¡Te acostaste con él! —chilla tan fuerte que me estremezco y miro el pasillo,
esperando que alguien la oiga, pero al parecer no es así.
—Dormimos juntos, pero no tuve sexo con él, Kate —respondo exasperada.
Esta chica siempre piensa en sexo.
Ella frunce el ceño, desinflada. No me puedo imaginar tener sexo con nadie y
en realidad, no tengo ganas de tener sexo de nuevo. No tengo necesidades al
parecer, pero Kate está aparentemente más emocionada acerca de una posible vida
sexual para mí de lo que debería estarlo yo. Es muy raro y confuso. Me estremezco.
Solo de pensar en dejar que un chico me toque así me hace casi hiperventilar. Tomo
una respiración profunda para relajarme.
—Está bien —dice lentamente, separando la palabra en dos sílabas largas—.
¿Es eso lo que te preocupa?
—¡No, maldita sea! ¿Piensas en algo que no sea sexo?
—¡Por supuesto que sí, Skye! —responde ella, su boca baja. Genial, herí sus
sentimientos—. Es solo que siempre estás tan seria. Estamos en la universidad, en
nuestro primer año. No tienes que ser tan seria o buscar una relación de
compromiso.
—Esa es la cosa, Kate. No quiero ningún tipo de relaciones. Necesito un
descanso —murmuro con rabia, molesta de tener que explicar mi elección y mi
estilo de vida.
Ella asiente, pero no parece muy convencida. Estoy empezando a darme
cuenta de que es una chica muy terca.
Tomo el teléfono en mi mano y miro qué hora es. No puedo quedarme aquí
más tiempo.
—Entonces, ¿qué está pasando con Duke?
Murmuro y pongo mi teléfono en el bolsillo de la chaqueta.
—Nada. No parece querer tener ningún tipo de amistad conmigo nunca más.
—¿Por qué? —Sus cejas se disparan. Cruza los brazos sobre sus generosos
pechos y aleja su cabello rubio recto.
—Es demasiado complicado, Kate. Tiro de las mangas de color gris oscuro de
mi demasiado grande suéter debajo de mi chaqueta—. Necesito irme o llegaré tarde
a mi clase de Psicología.
Sus ojos brillan y una sonrisa maliciosa aparece en su dulce rostro.
—Bien. Lo verás entonces.
Sacudo la cabeza y salgo, lista para desafiar el aire helado, a Duke y a
cualquier mala referencia de Star Wars.
Nada cambió y es probablemente lo mejor.
***
—La próxima vez quiero que lean el capítulo once, y por favor, tómense un
tiempo para ver algo del trabajo de Jung. Gracias. —El Dr. Dills nos despide con un
gesto teatral que casi me hace sonreír. Pero para eso, necesitaba estar en un mejor
estado de ánimo.
Cuando entré, Duke ni siquiera me reconoció con una inclinación de cabeza o
una sonrisa cortés. No, en cambio, coqueteó con una morena alta cuya risa era un
poco demasiado fuerte en el anfiteatro. Quiero decir, no sé cómo coquetear ni nada,
pero en mi opinión, ser tan obvia no es tan atractivo. Por otra parte, no soy un
chico.
Mis dedos me duelen. Escribí cada palabra que dijo Dills con aplicación
nerviosa. Mis hombros me arden, también. Apago mi computadora portátil y la
guardo en mi bolso, lista para correr. No voy a mirar arriba ni ver en dirección de
Duke, aunque todavía tengo curiosidad acerca de él y de lo que pasó con su novia.
—Hola.
Me congelo con mi bolsa a medio cerrar. Sacudiendo la cabeza, miro hacia
arriba y resoplo cuando mis ojos se encuentran con los suyos. Si solo pudiera
dispararle con los ojos, lo haría ahora. Él rompe el contacto visual para observar el
vaciado de la clase.
Puedo reanudar cerrar mi bolsa, ponérmela en el hombro, y pasar por delante
de él sin tener que esperar o decir nada. En mi prisa por salir de la habitación, casi
me tropiezo en las escaleras, pero agarro algo y no pierdo el equilibrio.
—Reduce la velocidad o te vas a romper algo —murmura detrás de mí, todavía
demasiado cerca para mi agrado.
—¿Qué quieres? —pregunto, mi voz es fría y mi espalda todavía está hacia él
mientras reanudo mi camino, tratando de poner más espacio entre nosotros.
Afuera del salón, los estudiantes están charlando y riendo. Paso junto a un
grupo de chicas que están mirando a Duke con sonrisas coquetas. Pongo los ojos en
blanco y dejo el edificio. El viento es más fuerte que antes.
Mis oídos ya están fríos y mi nariz está a mitad del camino. El frío hace que
mis ojos se hagan agua un poco.
—Quiero saber cómo estás.
Me quejo y lo miro. Él cae en el paso a mi lado, sus largas piernas fácilmente
alcanzan mi furioso caminar. No me está mirando. Sus ojos se centran frente a
nosotros y tiene el ceño fruncido.
—¿Quieres saber cómo estoy? —digo, incrédula—. Déjame en paz, Duke.
Saca una cajetilla de cigarrillos del bolsillo de su chaqueta. Expertamente,
toma uno y lo enciende. Con cuidado, exhala el humo lejos de mí.
—Sé que no debí haberme ido así, de acuerdo.
—No, no estuvo bien. —Mi voz es más fuerte, capturando la atención de varios
otros estudiantes fumadores en el exterior del edificio—. Por lo menos ahora
puedes ver que no soy la única que siempre está huyendo.
Él hace una mueca y eso me hace feliz. Puede ser malo, pero me duele y no
puedo soportarlo. Nadie va a hacerme daño otra vez. He tenido demasiado daño ya
en mi vida.
—No entiendes, Skye.
—Tienes razón y no quiero hacerlo. —Lo saludo con la mano y me encojo de
hombros—. Adiós, Duke. —Le doy una buena mirada, la última que estoy dispuesta
a darle, y me alejo, dejando al humo de su cigarrillo solo. Ignoro el dolor en sus
ojos, los remordimientos y lo que parece ser enojo. No voy a tomar más su basura.
Él tiene sus problemas, yo tengo los míos, y no se deben mezclar.
Sin embargo, fue agradable por poco tiempo. Me reí de nuevo, sonreí de
nuevo, y casi me sentí segura. Es un buen recordatorio de lo que mi vida debería ser
si no hubiera sido tan imprudente y tan idiota. Y, sin embargo, no estoy segura si
podré salir de mi concha de nuevo. Es la única cosa que me protege de más dolor.
Capitulo 5

E s viernes por la noche y ya es tarde. Por primera vez desde que conocí a
Kate, no está de parranda. En lugar de ello, está en su cama todavía
completamente vestida en su lindo vestido color marrón de cachemira
crema que abraza perfectamente sus generosas curvas. Sus pies descalzos con las
uñas pintadas de color rojo están inquietos, lo cual en realidad no es su estilo.
La semana había sido difícil. No era que alguna cosa realmente hubiera
sucedido, además de los idiotas de siempre burlándose de mi nombre y de Sean, a
quien veía varias veces desde lejos dándome ataques de pánico, pero ha sido difícil
de alguna manera. Todo se sentía diez veces más difícil de tomar. Sabía que confiar
en Duke sería un gran error, pero pensé que podía manejar la inevitable caída. Al
parecer no.
No sé cuántas veces leí esta página ya. Es una especie de romance entre un
rockero y su ex novia que cruzan sus caminos de nuevo varios años después. Kate
me lo prestó después de que lo leyó, obligándome a leerlo porque al parecer es
caliente y necesito un poco de picor en mi vida desde que Duke no está por ahí. Es
dulce de su parte pensar en mí, e incluso podría disfrutar de su libro si estuviera en
mejor estado de ánimo, pero lo único que puedo pensar es en cómo mi compañera
de cuarto puede ser un dolor en el trasero a veces.
Desafortunadamente, ella está encariñándose conmigo y no encuentro la
forma de ahuyentarla.
—Deja de fingir que estás leyendo. Ha pasado media hora desde que diste
vuelta una página. —Kate suspira dramáticamente. Pone su cabello rubio y
brillante en un moño desordenado, sitúa las manos en sus caderas, y me mira.
Cierro el libro y me incorporo, gimiendo por dentro. Ella está a punto de
entablar un monólogo, el cual será el cuarto de la semana, y cada uno de ellos es
sobre Duke y la razón por la que debería ponerme en contacto con él.
Obediente, cruzo mis piernas, me apoyo en la pared, y pongo la almohada
sobre mis rodillas. Sé que tienes que estar sentada cómodamente cuando estás en
ese estado de ánimo.
—¿Sabes que me estás volviendo loca? —No asiento, ni parpadeo. Es una
pregunta retórica, pero me pone incómoda. Sé que no soy una estudiante típica, y
es probablemente molesto que tenga que soportar a alguien que obviamente tiene
problemas y, sin embargo, nunca me ha obligado a decirle por qué soy de la forma
en que soy—. Eres una chica hosca, lo entiendo, pero desde tu pelea con Duke eres
como diez veces peor. O tal vez es a causa de tu ex novio, pero el punto es que si no
quieres hablar de eso puedo aceptarlo, pero lo que no voy a aceptar es verte aún
más cerrada de lo que eras antes de conocer a tu ayudante técnico —dice todo esto
con el ceño fruncido, caminando en nuestra pequeña habitación—. No confías en
mí lo suficiente como para decirme tu historia, y está bien, incluso si duele, pero no
voy a tolerar respuestas de una palabra y que evites cualquier tipo de contacto con
los ojos o ver que dejas que esos idiotas te intimiden sin una respuesta inteligente.
No eres tú.
Aprieto los dientes. Por primera vez desde el lunes y mi confrontación con
Duke, siento una oleada de ira. Lo cual me calienta, lo que es un poco raro, pero me
resulta reconfortante, también.
—No me conoces, Kate. No digas que mi comportamiento actual no soy yo,
porque no sabes qué tipo de persona soy.
No puedo soportar que alguien piense que sabe qué tipo de persona soy.
Seamos realistas, nadie imaginaría que soy, de hecho, una cobarde que ni siquiera
puede defenderse a sí misma en su vida privada. Nadie pensaría en algo así de
nadie. No puedes decir que conoces a alguien, incluso si esa persona está en tu vida
durante años. Igual que no me imaginaba que Sean pudiera hacerme daño una y
otra vez. Igual que no podía imaginarme a mí misma siendo una víctima silenciosa
de una relación abusiva.
No sé lo que ve en mi cara o en mis ojos, pero viene a sentarse a mi lado y
pone una mano vacilante en mi puño cerrado. Su piel es suave, más suave que la
mía, y el calor de su toque me asusta. No puedo dejar que me toque, pero sigue
siendo difícil. Todavía odio el contacto físico.
Sin embargo, trato de mantener la calma.
—Lo siento, Skye —dice ella, su ceño lentamente desaparece, lo que suaviza
las líneas de forma de corazón de su cara—. Me siento mal cuando te veo tan triste.
Y es difícil no preguntar lo que sucede.
Relajo mi mano y dejo que me acaricie a la ligera.
—¿No crees que todavía estoy involucrada con Sean? —pregunto en un
chillido, dándome cuenta de que está más cerca de la verdad de lo que pensaba.
Después de todo, no debería sorprenderme; ella no es tonta, ni siquiera cerca.
—Por favor —responde, frunciendo los labios antes de sacudir la cabeza con
desdén—. No sé lo que realmente sucedió la semana pasada en la fiesta con él, pero
vi tu cara y estabas completamente aterrorizada. No es exactamente la reacción que
tendrías si todavía estuvieras con ese pendejo.
Saco mi mano y aprieto la almohada contra mi pecho. Si solo pudiera ser un
escudo que me envolviera en conjunto, que escondiera esa vida que no es la que
pensé que sería. Cuando era niña me imaginaba mi vida universitaria como una
aventura en la que conocería a un montón de gente increíble con la que me gustaría
salir de fiesta, reír, pasar el rato y salir en citas. Me imaginaba una vida donde la
felicidad sería el centro del escenario. En lugar de ello, todo se siente solo, hiriente
y es tan duro. A veces, la mayoría de las veces, se siente demasiado duro.
Entonces, recuerdo mi objetivo principal. Me encanta tanto la psicología.
Trabajo duro, no solo porque me ayuda a ocuparme de todo, sino porque quiero
llegar a ser psiquiatra y ayudar a la gente. También tengo que entender por qué
tengo que lidiar con Sean como lo hice y por qué es violento. Quiero respuestas, y
un día las tendré.
—Déjalo. —Cierro mis ojos ante su ensanchamiento de ojos. Siento el músculo
de mi mandíbula latir rápidamente.
Todo en mí está gritando para que corra lo más lejos y rápido que pueda.
Ella no aparta la vista. Solo asiente y algo pasa allí, algo que parece dolor. Mi
estómago se aprieta. Odio lastimar los sentimientos de la gente, pero no quiero que
nadie más sepa de mi pequeño y sucio secreto, no después de la forma en que Duke
me rechazó. ¡Nunca más!
—¿Sabes por qué nunca bebo alcohol? —me pregunta de repente,
sorprendiéndome con el cambio de tema. No digo nada, pero me relajo un poco—.
No me importa si a mis amigos les gusta emborracharse, yo simplemente no puedo
soportar la idea de beber alcohol. —Baja la mirada y juega con mi edredón, con el
rostro perdido en sus pensamientos. Se ve muy diferente de repente. En este
momento, no es mi compañera de cuarto burbujeante a quien le encanta coquetear
con todos—. Sabes que mi familia tiene dinero. Mi padre tiene mucho éxito en su
trabajo. Se le considera el mejor abogado de Chicago y trabaja muy duro. Siempre
me pareció inspirador y es por eso que quiero hacerlo sentir orgulloso, es por eso
que estoy estudiando Derecho. —Respira profundamente y veo sus manos temblar
un poco—. Mi madre es ama de casa, pero es una esposa trofeo. Parece fácil y todo,
pero cuando tenía nueve años me di cuenta de que tenía un verdadero problema
con la bebida. Al crecer, mi papá tuvo que ocultar su debilidad y enviarla a
rehabilitación solo para verla beber de nuevo dentro de un mes o menos cuando
estaba de vuelta en la casa. —Aspira y una lágrima cae de sus atormentados ojos
verdes—. Así que sí, el alcohol no es lo mío. Probé la cerveza y el vino una vez, pero
casi vomité tan pronto como tocó mi lengua. —Se encoge de hombros como si nada,
pero ahora me doy cuenta de que eso lo explica todo.
¿Qué debo decir? ¿Qué hay que decir cuando alguien te confiesa una historia a
ti? No es como que sé lo que es tener problemas parentales. Mis padres son
impresionantes, cuidadosos y estables. No puedo relacionarme con su historia y su
dolor, y sin embargo, entiendo cómo debe haber sido crecer así. Sin importar qué,
ella siempre tendrá cicatrices, pero parece lidiar con ellas mucho mejor de lo que yo
estoy tratando con las mías. Y me da vergüenza parecer incapaz de tener una vida
real, incluso ahora que puedo.
—¿Por qué me dices esto? —susurro, incapaz de ignorar el enorme nudo en mi
garganta.
—Porque ahora que sabes mi secreto, tal vez un día confíes en mí lo suficiente
como para decirme el tuyo. —Me sonríe con dulzura, su bondad está presente en
toda su cara. Me debería convencer, pero quiero callarlo aún más.
—No estoy segura, pero tal vez —miento. Me siento culpable por ser así
después de que ella confió en mí confesándome algo tan personal.
Ella suspira y libera su cabello que cae rápidamente por todo su rostro.
—Entonces dime. —Pone su barbilla en su mano, con los ojos todavía en mí—.
¿Hablaste con Duke?
Nunca va a dejar eso. No sé lo que Duke le hizo a ella, pero es molesto cuando
todo lo que estoy tratando de hacer es olvidarme de él y cómo ha vuelto mi vida aún
más al revés. No mirarlo en mi clase de psicología es bastante difícil, pero cuando
Kate sigue trayéndolo a la conversación es peor.
—No.
—¿Incluso si te digo que sé que no se siente bien?
Vuelvo mi atención hacia ella de nuevo. Me tiene ahora. A pesar de la rabia
que tengo hacia él, a pesar del hecho de que me decepcionó a lo grande, todavía
estoy ansiosa por él. Después de lo que me dijo acerca de su novia, no puedo evitar
sentirme nerviosa de que tal vez su depresión no ha desaparecido del todo como lo
está asegurando.
—¿Qué quieres decir? —Mi indiferencia falsa es ridícula, pero Kate no me dice
nada. En cambio, se encoge de hombros, se levanta, y enciende la radio.
—Me encontré con él hoy y apenas murmuró una palabra. Estaba todo
extraño y me dijo que tenía cosas que hacer.
—¿Y a eso es lo que llamas no sentirse bien? Estaba probablemente en un
apuro —le contesto, molesta. Juego con las mangas de mi suéter negro. Mis manos
están heladas, como siempre cuando estoy fuera de mi zona de confort, lo que es
bastante a menudo.
—No viste la mirada en su rostro. Era como si toda su familia se hubiera
muerto o algo así.
Mi corazón pierde el ritmo. Me aclaro la garganta, con mi malestar volviendo.
Kate se vuelve hacia mí y alza sus cejas.
—No me mires así —le advierto con tristeza. Sin ninguna palabra, sabe que sé
cuál es su problema, y por la expresión de su cara, quiere que haga algo al
respecto—. Hablaré con él mañana si lo veo.
—¿No tienes su número?
—No. —Es extraño cuando se piensa en lo mucho que nos confiamos el uno al
otro, pero nunca pensamos en darnos nuestro número de teléfono. Tal vez sea una
señal de que ninguno de los dos, a pesar de lo que queríamos, quería tener nada
más allá de un confidente temporal. Tal vez debería aguantar y ver cómo le va. No
podría mirarme en el espejo si la depresión se apodera de él.
—Entonces, ¿irás a su casa o algo así?
Ni siquiera sé si vive en el campus. Dios mío, es tan raro darse cuenta de lo
poco que sé de su vida y, sin embargo, sé algo tan alterante sobre su vida.
—Creo que sé dónde encontrarlo mañana.
—¿Dónde?
—Es... me dijo algo sobre su pasado y estoy bastante segura de que estará allí
si se siente deprimido.
—¿Tan críptico? —Saca otra novela romance de su mesilla de noche y se mete
a sí misma en su cama, aún con la ropa puesta.
***
Me pregunto que estoy haciendo aquí. El sol es brillante hoy, pero no puedo
sentir su calor. Todavía tengo mucho frío, lo que no es tan sorprendente porque
todavía es invierno. La mayoría de los árboles están desnudos y es un poco
escalofriante con las tumbas esparcidas por todas partes.
Algunas personas están de visita y una pareja que parecen turistas están
tomando fotos de la vista de Seattle y del lago de Washington. El paisaje es
extrañamente sereno y, sin embargo, mi corazón está martillando en mi pecho y la
pesadez se asienta en mi estómago.
Ajusto mi bufanda contra la brisa. Jalo las largas mangas de mi suéter y
escondo mis manos y fríos dedos en ellas. Sin moverme, mis ojos miran alrededor a
la gente. Algunos se ven como si estuvieran listos para doblarse y llorar, pero la
mayoría tienen una sonrisa agridulce en su cara enrojecida por el clima de invierno.
Estoy lista para volver a mi dormitorio —quiero escapar del cementerio—
cuando mi mirada se posa sobre una alta y musculosa figura a quien estoy
empezando a conocer bien.
Él está de pie delante de una piedra gris oscura que brilla en los suaves rayos
del sol. Su cabeza está baja, profundamente ensimismado en su pensamiento, y sus
oscuros ojos nunca dejan la lápida. Sus anchos hombros están desplomados hacia
abajo, sin estar rectos ni feroces, como de costumbre, y es ese último detalle lo que
me convence de caminar hacia él.
Está de pie, inmóvil, con las manos en los bolsillos de su chaqueta, es más
intimidante que nunca. Parece tan intocable, más de lo que yo alguna vez fui con él.
Mis botas crujen en la tierra pero no se voltea. Tal vez no me oye caminar hacia él
ni me siente a su lado.
Jugueteo con mis mangas debajo de mi chaqueta de cuero, incapaz de romper
el silencio. De alguna manera, se siente mal interrumpir su momento con su novia
muerta, lo que parece una locura en mi cabeza debido a que ni siquiera creo en
Dios o en una vida futura. Pero eso no quiere decir que no respete las creencias de
los demás y en este momento esto debería ser privado.
Por alguna razón, mis ojos se llenan de lágrimas. Parpadeo varias veces para
hacerlas desaparecer. No es tiempo de llorar, no se trata de mí o de lo mucho que
me duele estar al lado de él después de que me dejó. No se trata de mí.
Se trata de él.
—¿Qué estás haciendo aquí? —me pregunta, con voz ronca, como si no
hubiera hablado en horas.
No se fija en mí. Sus ojos están fijos en las secuencias de comandos en la
piedra en frente de él. Su rostro está pálido, incluso con su tez bronceada natural.
Sus ojos son huecos y los anillos oscuros me dicen que probablemente no ha podido
dormir mucho durante toda la semana.
Leí las escrituras en la tumba y el nudo en mi garganta se siente peor.
Bajo tierra, hay alguien a quien muchas personas amaban. Justo aquí, hay
alguien cuya muerte arruinó muchas vidas. Solo en un abrir y cerrar de ojos.

Juliet Trenton
04 de marzo 1991-17 de abril 2009
Siempre te amaremos, extrañaremos, y pensaremos en ti.
—Quería ver cómo estás —digo con voz entrecortada, lo que me hace sonrojar.
No debería dejar pasar esto así. No está ayudando.
—¿O quieres regodearte al ver que, de hecho, estoy más estropeado de lo que
te dije? —Suena tan duro.
Sacudo la cabeza y me contengo. Está haciendo exactamente lo que hice con
él. Está tratando de alejarme porque está muy debilitado para encarar o interactuar
con alguien, pero parece olvidar con quién está hablando. No soy una estudiante
fácil de sacudir.
—No te preocupes. No estoy aquí para comparar puntuaciones. —Miro lejos
de la tumba y veo la vista de Seattle—. Kate me dijo que no pareces estar
sintiéndote tan bien, y sabía dónde estarías, así que...
—¿Así que pensaste que venir aquí fue una buena idea? —Se ríe con dureza,
los músculos de su mandíbula cuadrada se contraen y relajan—. Déjame en paz,
Skye.
Tal vez debería irme, pero no lo hago. Probablemente no es la mejor manera
de ayudarlo, ni soy la mejor persona para hacerlo, ya que no puedo pasar por alto
incluso mi propio pasado, pero no puedo apartarme y dejar que se ahogue en su
tristeza. Es difícil ser testigo, y me está matando por dentro.
Me duele verlo sufrir así. Él no se ve como el Duke que conocí hace apenas
unas semanas, el molesto ayudante que no aceptaba un no por respuesta. Ahora es
mi turno de no aceptar un no por respuesta.
—Ven a tomar un café conmigo.
Finalmente, me mira y sus ojos me congelan. Si no hubiera estado preparada,
habría dado un par de pasos de distancia de él. Está enojado y listo para romperse
pero no le muestro lo mucho que eso me asusta. Puedo jugar este juego. Pude
esconder de Sean lo mucho que me dolió o cuánto miedo tuve cuando me golpeó,
así que los ojos oscuros de Duke no me alejarán. Además, aunque tengo miedo, sé
que no me va a golpear. No es ese tipo de persona.
—¿Por qué crees que querría tomar un poco de café contigo? —se burla,
mirándome de arriba a abajo con una disgustada expresión de su rostro. Me
estremezco—. No tienes nada que hacer aquí. Déjame. Malditamente. Solo.
Tragar es difícil de repente. Él no es el tipo que conocí. Se ha consumido por
su dolor y su ira. Su cara que suele ser guapa está solo hecha de líneas duras y
planos huecos en este cementerio. La tumba de su novia está pesando mucho más
entre nosotros de lo que pensé que haría. Después de todo, no sé nada acerca de
perder a un ser querido a causa de la muerte. No sé cómo murió.
—No te diste por vencido cuando traté de alejarte —le contesto en voz baja,
consciente de que no estamos solos aquí, incluso si nadie está escuchando o lo
suficientemente cerca como para hacerlo. Pero tener este tipo de charla al aire libre
y no detrás de cuatro paredes es inquietante y me pone bastante incómoda.
—Una pérdida de tiempo.
Trago fuerte. Un puñetazo en el estómago no sería menos doloroso. Una
pérdida de tiempo. Un desperdicio. Soy una pérdida de tiempo para todos. Después
de todo, soy una doña nadie, alguien que no es nada ni nadie, excepto para mis
padres. Las medias palabras de Sean vienen de vuelta a mi cabeza. Idiota.
Dependiente. Bruja. Ridícula. Fea. Aburrida. Doña nadie. Nadie te quiere. Nadie
te echará de menos. No eres sexy.
Las lágrimas se asoman a mis ojos, por lo que mi visión se vuelve borrosa. El
rostro de Duke desaparece detrás de mis lágrimas y es lo mejor. El mundo entero
está desapareciendo detrás de mis lágrimas. Me doy la vuelta, sin decir una
palabra, y me voy, dejando que mis lágrimas caigan sobre mis mejillas frías. Estoy
tan helada que ni siquiera las siento caer. Al no ver donde estoy caminando, casi
me tropiezo en una lápida. Pongo las dos manos sobre el mármol helado y un
sollozo se me escapa. Sacudiendo la cabeza, me seco los ojos, muerdo el interior de
la mejilla derecha y frunzo el ceño.
No ahora. Tengo que regresar a mi dormitorio. Tengo tarea que hacer. Tareas,
clases y eso es todo.
Eso es lo que realmente necesito.
***
Estoy de vuelta en mi clase de Psicología después de un fin de semana que
espero nunca vivir de nuevo. Después de que volví del cementerio, me lancé a mi
tarea para olvidar todo lo demás a mí alrededor, apenas hablando con Kate. Estoy
bastante segura de que mis ojos hinchados y rojos hablaron mucho de lo que pasó
con Duke. Ella no me presionó ni nada y dejó que me encargara de ello a mi
manera, lo que significó que me cerrara de nuevo.
Soy invisible entre los otros estudiantes en la sala que ya está llena. Los
ayudantes están hablando junto a la mesa del profesor. A pesar de mi buen juicio,
mis ojos miran a Duke. Está con los demás ayudantes, pero no está participando en
la conversación. Está buscando en los estudiantes, sus ojos oscuros recorren la
parte superior de la habitación y poco a poco hacen su camino hacia el fondo. En
mi interior sé que está buscando por mí.
Frunzo el ceño y me concentro en mi portátil, leyendo mis notas por quinta
vez desde la última clase de Psicología. Casi me sé palabra por palabra la
conferencia, pero es mejor que insistir en Duke después de lo sucedido. La única
vez, que ni siquiera recuerdo cuándo, que quiero ayudar a alguien porque me
importa fui echada a la acera. Es suficiente para mí. No soy masoquista y no quiero
ser lastimada por alguien de nuevo. Él tiene que superar toda su mierda, pero no
voy a estar aquí para ayudarle.
El Dr. Dills camina en la habitación, apenas mira dónde está caminando. Sus
ojos están pegados en su teléfono moderno, escribiendo un correo electrónico o un
texto. Luego intercambia unas palabras con sus ayudantes y les da un montón de
papeles. Es nuestro primer ensayo del segundo semestre. Oh Dios.
Aprieto mis manos en mis rodillas y mi respiración se vuelve loca. Mis manos
están sudorosas mientras los ayudantes comienzan a entregarles los documentos a
los estudiantes. Algunos están satisfechos con su calificación, otros están
derrotados y yo estoy totalmente enloqueciendo. Necesito una buena calificación.
No es que mi promedio esté sufriendo ni nada, para nada en absoluto, pero la
Psicología es lo mío. Quiero que sea lo mío.
Estoy tan concentrada en los demás ayudantes diciendo nombres, con
cuidado de no perder el mío, que ni siquiera me doy cuenta de que alguien está de
pie junto a mí.
—Bien hecho.
Salto en mi asiento, chocando con la chica junto a mí que me mira. Quiero
poner los ojos en ella; no es como si la lastimé ni nada. Miro hacia arriba y veo a
Duke con mi papel en su gran mano. En el papel una pequeña A es visible en rojo.
Exhalo, sintiendo toda la tensión en mi cuerpo dejándome a la vez, dejándome
agotada y gastada.
Con las yemas de mis delgados dedos, tomo el papel y lo pongo en el teclado
de mi portátil, sin gastar un segundo más de mi atención en Duke. Él murmura y
reanuda su tarea, alejándose.
Casi resoplo. Si pensaba que estaría a sus pies, o que lo reconocería, está muy
equivocado. Él arruinó lo poco de mí misma que estaba a punto de volver y eso es
todo en lo que puedo pensar ahora. No es porque él esté herido que puede decir ese
tipo de cosas cuando sabe cómo me había hecho daño e incluso me había aplastado.
Pero también es mi culpa, le di el poder de hacerme daño.
Tan pronto como la conferencia termina, el Dr. Dills empaca sus cosas y se va
del salón de clases.
A lo mejor tiene una reunión o algo así, pero es raro ver a un hombre muy
sereno y serio como él en tal frenesí por irse. Sacudo la cabeza y apago mi
MacBook. Miro de nuevo mi trabajo y sonrío para mis adentros. Mi trabajo está
dando sus frutos y es lo más satisfactorio en mi vida ahora mismo.
Me pongo de pie, envolviéndome en mi bufanda y chaqueta de cuero. Con un
suspiro y un ceño oigo el ruido de las conversaciones de los otros estudiantes que
están muy animados, caminamos hacia la salida.
Alguien me agarra del hombro. Gimo y salto lejos, mi corazón late en mi
pecho tan rápido que me lastima. No puedo respirar y manchas oscuras aparecen
en mi visión.
—Soy yo, cálmate —dice Duke en un tono calmante que realmente me irrita.
Con los dientes apretados lo encaro, mis brazos cruzados sobre el pecho y mis
ojos perforando un agujero en su cara. Los anillos bajo sus ojos me dicen lo
cansado que está, pero ni siquiera me importa si no puede dormir.
—No me toques.
Él asiente y levanta sus manos en un gesto de rendición que me ayuda a
calmarme lo suficiente para que mis latidos vayan de nuevo a un ritmo normal
medio.
—Se me olvidó. Lo siento.
Echo un vistazo a la circulación de los estudiantes que salen de la habitación.
Por una vez, quiero estar en una multitud.
—¿Qué quieres?
Él pesca sus cigarrillos del bolsillo de su chaqueta y juega con uno entre sus
largos dedos. Es más fácil que mire sus dedos que sus ojos expresivos que hacen
que mi interior haga cosas divertidas.
—Leí tu artículo. Es muy bueno.
Resoplo y niego. Increíble. Quiere hablar de mi papel.
—Escucha, ve a hablar de Psicología con otra persona. La clase terminó y
tengo cosas que hacer. —La última parte es una mentira, pero no tiene que saber
eso.
—¿Cómo qué? ¿Tarea?
—Déjame en paz, Duke —respondo, mis ojos se cierran con los suyos. Me
quejo en mi mente. Conozco esa luz en sus ojos. Es terco.
—Quiero pedirte disculpas por mi comportamiento del sábado —dice. Su
sinceridad me abraza, pero no lo suficiente como para olvidarme el dolor de sus
palabras y la forma en que despertó cosas que estoy tratando tan duro de mantener
en el pasado.
—No importa.
Da un paso más cerca de mí, una mano casi toca mi antebrazo pero salto lejos,
mi aliento se queda de nuevo atrapado en mi garganta. No puedo dejar que me
toque. No otra vez. Mi guardia está de vuelta y más fuerte que nunca.
Aprendí de mi error.
—Importa —dice en un tono de súplica que no reconozco en su voz profunda.
Maldice bajo su respiración y se mueve el cabello negro salvaje—. Cuando cierro los
ojos, veo tu cara tan herida debido a mí y me está matando.
Cierro los ojos por unos segundos, refrenando el miedo y el dolor. No
entiendo por qué todavía puede llegar a mí, incluso ahora. Sin embargo, aquí está,
haciéndome débil por alguna razón.
—No importa, Duke. —Alejo un poco de cabello muy rizado y suspiro. Tirando
de mis mangas largas nerviosamente sobre mis dedos tensos—. No puedo hacer
esto.
—¿Qué? ¿Qué es lo que no puedes hacer? —me pregunta. La mano en su
cabello se congela y el cigarrillo en la otra cae al suelo sin que se dé cuenta.
—¡Esto! ¡Esta cosa contigo! —Ajusto mi bolso en mi hombro y miro hacia la
salida, pero su enorme cuerpo está bloqueando mi partida.
—Perdóname, Skye. Puedo explicarlo…
—¡Alto! —lo interrumpo furiosamente—. No quiero oír nada más. No se trata
de perdonarte, es acerca de mí cuidándome. No quiero ser lastimada de nuevo,
Duke, y eso es todo. Vuelve a tu vida y olvídate de mí.
Él tira de nuevo de su cabello y pasa la misma mano por encima de su chiva.
—¿Ni siquiera quieres escucharme?
—No. —Doy un buen vistazo de él, mi corazón es un hueco por el agotamiento
visible de su cara y de sus hombros encorvados que suelen ser tan rectos y fuertes—
. Adiós, Duke.
Lo rodeo y me alejo, sin volverme hacia él. Me duele dejarlo, pero es lo mejor.
No lo necesito en mi vida, y desde luego él no me necesita en la suya. Después de
todo, no soy nada y no puedo traer ningún valor a su vida. Ni siquiera pude llegar a
él en el cementerio cuando tenía que compartir su dolor y confiar en alguien. Es lo
mejor.
Capitulo 6

—¿P or qué no? Un café suena bien para mí —dice Kate con una
risita dulce que atrae a los ojos del chico de labios de rubí,
brillando bajo las luces artificiales de la lavandería del
sótano, y las pequeñas pecas en la esquina de su boca que parecen volverlos locos a
todos.
—¿Nos encontramos dentro de diez minutos? —Su sonrisa torcida no es algo
de lo que me fíe, pero parece que funciona en Kate, quien está de acuerdo con su
entusiasmo mientras el hombre sale de la habitación con la ropa recién lavada.
Durante los últimos diez minutos fui invisible y es relajante. Cuando Kate y
este hombre comenzaron a hablar y a coquetear un poco, me callé y me concentré
en mi montaña de ropa sucia. Tuve que hacer dos viajes para llevar
todo a la planta baja de la lavandería. Sigo sin entender por qué siempre espero
hasta que ni siquiera tengo calcetines limpios antes de lavar mi ropa. Odio esa tarea
doméstica, pero si la hiciera más a menudo, no sería tan difícil.
Mientras Kate toma la última prenda de su ropa limpia y la pone en su canasta, sus
movimientos son más ligeros. Es tan coqueta. Niego y disfruto de la calma. Nadie
está aquí, junto a nosotras, y en un par de minutos tendré el lugar para hacer mi
segunda ronda de lavandería.
—¿Estarás bien con estar aquí sola? —pregunta Kate, repentinamente
insegura de sí misma.
Pongo los ojos en blanco y le hago una seña de que se aleje.
—No necesito niñera, Kate —le contesto con voz cortante, la misma voz que he
tenido desde mi confrontación con Duke hace tres días.
Una vez más, quiero poner algo de distancia entre nosotras. Incluso si puedo
ver el dolor en sus ojos verdes, no quiero ponerme en la posición en la que pueda
lastimarme si lo desea o no.
Ella asiente y se va sin decir una palabra. Creo que me está dejando ir. Es lo
mejor. Una chica como ella con su burbujeante personalidad debe tener amigos que
no estén revolcándose en sus propios asuntos. Yo no puedo ser la
amiga que necesita o quiere, y eso es un hecho.
Mientras mi segunda ronda de lavandería está en la máquina, doblo mi ropa
limpia y río con amargura hacia ella. Estoy aburrida de la ropa interior de algodón
blanca y negra, de los pantalones vaqueros que son de mi primer año en la
secundaria y por supuesto, de mis grandes suéteres. Enrollo las mangas del suéter
negro que llevo puesto. Recuerdo exactamente cuándo lo compré. Fue después de
la primera vez que Sean me golpeó. Quería algo cómodo, algo que no se ajustara a
mi forma, algo en lo que pudiera desaparecer por completo.
—¿Por fin solos?
Tiro y me doy la vuelta rápidamente. Mis manos se aprietan inmediatamente.
Es una pesadilla. ¡Estoy sola, aquí, con él! ¿Por qué dejé que Kate se fuera? ¿Qué
hace él aquí? ¡Oh, Dios mío! El músculo de su mandíbula está saltando.
—¿Qué estás haciendo aquí? —le pregunto con voz tranquila que no refleja en
absoluto lo que siento en estos momentos.
Mi corazón late tan rápido que es doloroso solo respirar. Un gigantesco nudo
se forma en mi garganta y me arden los ojos, pero no voy a llorar... sin importar
qué. Las lágrimas lo hacen peor.
—¿No estás contenta de verme? —me pregunta y ríe mientras camina hacia
mí. Sus ojos azules son tan fríos que envían un escalofrío por mi espalda.
No me muevo. Me quedo quieta, sabiendo perfectamente bien a dónde va a ir.
Siempre será el mismo, incluso ahora que continuó con su vida.
—No veo por qué estás aquí, eso es todo.
Él se eleva por encima de mí, a pocos centímetros. Puedo sentir su aliento en
mi cara, oler el ligero aroma de la cerveza en él. No está borracho, sin embargo.
Puedo ver cada cabello de su barba arena del día. Incluso puedo ver las pequeñas
pecas plateadas en los ojos que solían volverme loca cuando lo conocí.
—¿Tienes miedo porque tu mascota no está aquí para protegerte? —susurra
en mi oído, su voz es espeluznante.
Está disfrutando de mi miedo y está tomando el poder que tiene sobre mí. Es
una locura, está loco. Y estoy más loca solo de quedarme así sin una palabra, sin
siquiera tratar de salir de la sala de lavandería. Una vez más, solo estoy dejando
que corra el espectáculo.
Y ese pensamiento me hace enojar. No voy a simplemente a mantener la boca
cerrada y ser la frágil Skye tan enamorada que no hace ni dice nada a este tipo de
abuso. Cierro mis ojos con los suyos, mi cabeza está en alto.
—No es asunto tuyo, Sean.
Sin siquiera verla llegar, me da una bofetada dura. Vuelvo la cabeza, mi
cabello muy rizado me esconde de su vista, de la máscara de enojo en su rostro que
podría parecer tan suave y dulce de lo contrario. Cómo pude haberme engañando.
Mi mejilla está caliente por el dolor, escociendo lo suficiente para provocar
lágrimas en mis ojos. Ninguna de ellas cae, sino que muerdo el interior de mi labio
inferior. Todo mi cuerpo se tensa como antes. Apago mis emociones y
espero. Conozco el dolor físico, conozco ese sentimiento de apagarse. Es siempre el
mismo, incluso después de todos estos meses.
Él agarra mis hombros, sus dedos me aprietan. Probablemente tendré
moretones allí mañana. Me sacude y me empuja violentamente contra la pared
detrás de mí. La fuerza del impacto vibra por mis pulmones. Mi cadera izquierda
me está matando, pero no hago ruido. Mis ojos están pegados al concreto del suelo.
Ni siquiera miro sus zapatos.
—¿Crees que puedes desafiarme? ¿Crees que eres mejor que yo? ¿Crees que
eres tan lista? Deja que te refresque la memoria.
De pronto perfora mis brazos, mi estómago, patea mis piernas, y cuando estoy
en el suelo jadeando, por el dolor, cruza los brazos sobre el pecho y se ríe. Y
simplemente así deja la lavandería. Sus pasos suenan a paso ligero y está incluso
silbando. Sí, recuerdo perfectamente lo mucho que mi cuerpo puede doler.
Recuerdo de dónde vengo y dónde todavía estoy atrapada.
Poco a poco, apretando los dientes para no gemir, me pongo de pie y tiro de
las mangas todavía rodando sobre mis antebrazos. Escondo mis dedos en ellas y
miro mis Converses púrpura. Fue ilusorio pensar que no era la misma frágil Skye.
Pero una cosa es diferente, no voy a llorar.
***
Aprieto los dientes. No puedo hacer muecas de dolor, incluso si duele como el
infierno. Siempre duele como el infierno a la mañana siguiente.
Afortunadamente, mi mejilla ya no está hinchada, pero cuando la toco, está
sensible. Me aclaro la garganta para ocultar mi mueca de dolor cuando me pongo
de pie.
—No te ves bien, Skye. ¿Estás enferma o algo así? —La preocupación de Kate
por mí casi lleva nuevas lágrimas a mis ojos, las mismas que no dejé caer anoche.
—Estoy bien —le contesto con voz cortante antes de tirar tímidamente de mis
largas mangas, temerosa de que pueda ver un moretón o algo así—. Me dirijo al
baño.
Sin esperar su respuesta, agarro mis artículos de tocador y voy de cabeza
hacia el cuarto de baño. Es como si me estuviera ahogando en nuestra habitación.
No puedo tomar su preocupación ni sus ojos perspicaces. En el pasillo, suspiro
profundamente. Me apoyo en la pared y cierro los ojos, disfrutando de la
tranquilidad del edificio. Es demasiado temprano para la mayoría de los
estudiantes que prefieren las clases más tardes en lugar de las de la madrugada.
Con los ojos cerrados, oigo pasos subiendo las escaleras y viniendo en mi
dirección. Con un sobresalto, abro mis ojos y enfrento a la persona que viene. No
me puedo quedar igual, arriesgándome a una sorpresa. Sé que no puede ser Sean,
es demasiado temprano para él, pero mi dolorido cuerpo se estremece sin embargo.
—¿Duke? —digo con incredulidad antes de tirar con más fuerza de mis
mangas. No lo puedo enfrentar, no después de anoche con Sean. Estoy segura de
que verá a través de mí. Lo sabrá. Mis ojos se mueven entre los baños
al final del pasillo y la puerta de mi habitación a pocos metros de mí.
—No vas a escapar esta vez —dice con determinación, con los ojos de color
marrón oscuro ardiendo en mi cara.
Me congelo y cruzo los brazos con fuerza sobre mi pecho, ignorando el rabioso
dolor que causa ese simple movimiento en mí. Él frunce el ceño más
profundamente y ladea la cabeza hacia un lado.
—No veo qué más tenemos que decirnos.
Mi voz tiembla y siento que me sonrojo de vergüenza. Es como si estuviera de
vuelta a la primera vez que lo conocí cuando escondía mis secretos.
—¿Qué pasó? —Él da un paso más cerca de mí, pero retrocedo contra la pared
antes de que pueda sorprenderme.
El color sale de su rostro y sus labios carnosos bien definidos se extienden en
una línea recta.
—Nada. Simplemente vete, por favor —le digo en un ruego, no puedo
ponerme frente a él. Sabe cómo es Sean realmente y tal vez por eso no puedo actuar
como si todo estuviera bien, como lo hago con Kate, pero no puedo tomar la mirada
en sus ojos.
No intenta tocarme, pero sus ojos vagan sobre mí, de arriba a abajo, en busca
de algo, de alguna respuesta que no le quiero dar.
—Skye, háblame. —Su profunda voz me sacude demasiado y me rompe.
El primer sollozo me sacude con tanta violencia que me quejo. Esta vez no
vacila. Pone sus grandes manos en mis hombros, pero me estremezco. Es
exactamente donde Sean puso las manos ayer, e incluso aunque el toque de Duke
es ligero como-una-pluma en comparación, los moretones están demasiado frescos.
—Dios, no. No me digas que... —dice en un gruñido, sin terminar la frase—.
Necesito saber, Skye. Cuéntame.
Me seco la cara y llevo mis ojos hasta los suaves de él. Podía perderme en
ellos, perder la ventaja que me da fuerza, pero mis emociones están demasiado por
todo el lugar para realmente dejar que me ablande. No otra vez.
—¿Por qué? ¿Para que puedas huir y ser un idiota otra vez? ¿Crees que no
tengo suficientes cosas pasando? —Mi voz es dura, más dura de lo que pensé que
podría estar considerando el sentirme tan perdida y rota.
—Es importante, Skye. ¿Sean vino aquí? —Tira de su cabello tan fuerte que
debe ser doloroso.
Respiro profundo, con la esperanza de poder encontrar algún tipo de calma o
alejar todo esto. ¿Por qué está Duke aquí haciéndome preguntas que no quiero
responder? No es como si fuéramos algo el uno del otro.
—Realmente no quiero hablar contigo, Duke —contesto con voz fría, sin
sacudirme esta vez. Ahora que la sorpresa por su presencia aquí está
desapareciendo, pongo mi mejor cara de nuevo.
—No me dejes fuera. Dime si vino aquí y te hizo algo. —Me presiona, sus
manos en los bolsillos. Sus ojos son tan expresivos que sé que sabe la respuesta,
pero quiere escucharla de mí. Está enfadado, incluso si está tratando de ocultarlo.
—Vete al infierno —le digo en voz baja, pero mis palabras quedan entre
nosotros en el pasillo en silencio.
Él da un paso como si le hubiera dado una bofetada. Sacude la cabeza y mira
brevemente al techo, donde las luces fluorescentes están zumbando.
—Y pensé que no querías ser la misma chica que solía estar con él. Supongo
que estaba equivocado.
Sé lo que está haciendo y está funcionando. La ira empuja lejos el dolor que
siento, tanto el dolor físico como el mental y trabo mis ojos de nuevo con los suyos.
A pesar de que sé que está tratando de manipularme, no puedo evitarlo, quiero
demostrarle que está equivocado. No soy la misma Skye, no del todo, al menos.
—Sean entró en el cuarto de lavado ayer por la tarde cuando estaba allí sola.
Duke asiente y traga audiblemente. No se siente tan bien con todo esto y de
alguna manera, aunque esté realmente jodida, eso me calienta. Él se aclara la
garganta.
—¿Él... te hizo algo?
Resoplo.
—¿Quieres un juego por juego?
Él se pasa la mano por encima de su perfecta barbilla y murmura algo para sí
mismo que no capto.
—No juegues este juego, Skye.
Pero no es un juego. Es muy cierto, muy familiar. Vivirlo una vez ya es
horrible, pero hablar de ello y describírselo sería horrible para mí. Sin embargo, sé
que no me dejará en paz hasta que derrame los detalles de lo ocurrido. Suspiro,
usando la indiferencia, incluso si no es en absoluto lo que estoy sintiendo.
Mi corazón late en mi pecho.
—Tengo moretones en los hombros, brazos y piernas. Nada demasiado
grande, sin embargo.
Él se queja, viene de muy dentro de él y sus ojos se entrecierran.
—¿Nada demasiado grande? ¡Nada demasiado grande!
Se aleja y pone ambas manos con las palmas hacia abajo contra la pared e
inhala profundamente.
—Él te golpeó.
Su voz es vacilante, casi suplicante conmigo para que lo contradiga, pero no
puedo. No quiero mentirle, incluso si quiero estar tan lejos de esa parte de mi vida
como sea posible.
Le doy tirón a mis mangas, de nuevo, y asiento. No es que haya nada más que
decir. Simplemente sucedió.
Una vez más. Me estremezco y miro la puerta del baño por cuarta vez.
Necesito que se vaya antes de dejarme atraer por él.
—¿Le dijiste algo a tu compañera de cuarto?
—¡Por supuesto que no! —Muevo la mano hacia la escalera—. Deberías irte,
ahora que tu curiosidad está satisfecha.
—¿Crees que es por eso quiero saber lo que te hizo? —Con mi silencio él
camina hacia mí, dejando unos centímetros entre nosotros—. La cagué en el
cementerio, y sé que te lastimé y que no quieres ser mi amiga ahora, pero no voy a
renunciar. Este chico necesita a alguien para ponerlo en su lugar.
Me estremezco al oír sus palabras. Duke no es del tipo violento, para nada,
pero ahora estoy bastante segura de que está listo para derribar a Sean en un
santiamén.
—Por favor, no vayas a hablar con él. —Hago hincapié. Mi respiración se
tambalea.
No quiero verlo herido. Y si derrota a Sean, seré el foco de su venganza y nada
se resolverá así. Me duele la cabeza. No estoy segura de cuánto más de su
preocupación puedo tener en estos momentos. Verlo tan nervioso sobre lo que mi
ex me hizo me hace vulnerable. Me estremezco.
—No vas a ir a la policía para denunciar esto, y no puedes tener miedo a verlo
nunca más, por lo que alguien tiene que ir a hablar con él. Me ofrezco de voluntario
—afirma. Con los brazos cruzados sobre su ancho pecho y sus ojos oscuros sin
vacilar, es la imagen de la determinación. No lo conozco tan bien, pero incluso yo
veo que es inútil tratar de razonar con él si no le muestro como realmente me
siento.
—No es tan malo, Duke —digo con voz temblorosa. Él se ríe sin alegría con mi
pobre intento de difundir su ira—. En realidad, son solo pequeñas contusiones.
Una vez más tira de su cabello.
—¿No ves que está mal? —Empieza a caminar delante de mí, con sus pesadas
botas haciendo ruidos bajos sobre el suelo desnudo—. Estás jugando con lo que
pasó como si ni siquiera fueras
consciente de lo malo que es.
Mi ira se enciende de repente, haciéndome temblar. Agarro su fuerte
antebrazo y tiro, lo que le obliga a encararme. Abre la boca para decir algo, pero no
murmura ni una palabra cuando se enfrenta a mi cara, la que estoy bastante segura
es de color rojo por la ira.
—¿Quién te crees que eres? —Me gustan mis uñas en su antebrazo, pero a
través de la piel de su vieja chaqueta probablemente ni siquiera las siente así que
libero mi agarre—. Sé lo que es. Sé cómo duele. Sé lo que es no hacer ruido y solo
esperar a que los golpes se detengan. Tú eres el que no sabe ni una cosa, pero
piensa que tiene derecho a ser el héroe de esta historia. Olvídate de eso.
—No puedo —susurra, sus ojos ahora se dirigen hacia abajo a sus pies. Debo
haberlo oído mal. Aprieto los dientes y no digo nada. No me puedo mover, ni puedo
mirar a ningún otro lugar—. No puedo dar la vuelta y olvidarme de esto ni de ti.
Mis ojos se llenan de lágrimas al instante que caen en mis mejillas y en mi
cuello antes de que desaparezcan en mi gran suéter. Puedo sentir todas y cada una
de ellas, humedeciendo mi cara. No trato de ocultar mis sentimientos. Tengo toda
esta ira, dolor y decepción que siento en Duke y estoy demasiado cansada para
esconderme detrás de una máscara que estoy acostumbrada a tener.
—¿Por qué? —le pregunto con voz ronca que me hace estremecer ligeramente.
Toma un vistazo rápido a la apertura de la puerta al final del pasillo, donde
una chica todavía media dormida camina en modo zombie al baño sin siquiera
mirar en nuestra dirección. No estoy segura de que es consciente aún de su
entorno ahora mismo.
—Porque incluso si quiero ignorarlo, estamos conectados. Te rechacé porque
es... digamos que está complicado en mi cabeza ahora mismo, pero no puedo
imaginar que no seas parte de mi vida.
Me seco la cara y dejo que mi cabello caiga del moño desordenado en el que lo
había puesto en la noche, y no me importa lo que debe parecer. Sé que mi
indomable cabello muy rizado está en todas partes, pero no es momento de dar un
bledo por cómo me veo.
—La lástima no se ajusta a ti. —Mi frialdad está de vuelta y me hace sentir
mejor, más en mi zona de confort, de nuevo en control.
—No es lástima, Skye. —Sacude la cabeza y suspira. Quiero decir, él es el
único que me está molestando en la mañana temprano con eso, ¡pero es el único
suspirando por mí!—. ¡No puedo explicar lo que es!
La impaciencia en su voz me sobresalta. De hecho, me encojo ante el sonido
de su voz, que es de repente más fuerte. Él sonríe con tristeza por mi reacción,
pidiendo disculpas en silencio. Me encojo de hombros como si no significara nada,
pero los dos sabemos que no es la verdad. Solo ese pequeño movimiento muestra
cómo este nuevo encuentro con Sean arruinó la evolución que hice. Reconozco que
es un proceso lento, pero me estaba sintiendo mejor. Y solo porque no tuve cuidado
con mi entorno durante unos minutos, él arruinó todo de nuevo. Solo en unos
pocos minutos. El tiempo es algo muy poderoso cuando se piensa en ello.
—Quería ayudarte en el cementerio. —Finalmente rompo el silencio,
abordando otro tema tenso—. Quería estar ahí para ti como tu estuviste ahí para
mí, a pesar de que te escapaste tan pronto como supiste de Sean. —No puedo
ocultar el dolor que todavía está dentro de mí al pensar en su comportamiento
hacia mí. No quiero que se sienta mal por ello, en absoluto, pero tiene que entender
por qué quiero mantenerlo a la longitud de mi brazo de ahora en adelante.
Él da un paso hacia mí lentamente, casi como si estuviera dudando, y sube su
mano derecha a mi cara, trazado mi mejilla con sus dedos. Casi no lo siento, pero el
cosquilleo que deja atrás no garantiza que sepa que no estoy alucinando. Inclino mi
cabeza para mirar su cara y mi respiración se atora en mi garganta. Es demasiado,
pero no puedo explicar por qué. Se siente demasiado.
—Lo sé —dice, su voz es profunda y envía un escalofrío por mi espalda que no
se le escapa, con sus ojos oscureciéndose—. Cuando estoy en el cementerio soy
como alguien completamente diferente. No es una excusa, pero... —No termina la
frase. Su mirada está buscando algo en mi cara, comprensión probablemente, pero
la mantengo en blanco.
—Tú no eres como otra persona, Duke —digo, sacudiendo la cabeza—. Todavía
eres tú, pero sin la fachada detrás de la que te escondes.
Él contiene su aliento y da un paso lejos, devolviéndome mi espacio personal.
—Y sabes de lo qué estás hablando, ¿hum?
Trago lentamente, todavía no acostumbrada a que alguien conozca mis
secretos y hable abiertamente de ellos, sobre mí.
—Se podría decir que sí.
Sus ojos se mueven por encima de mí, de arriba a abajo y retrocede. Me
muevo, cambiando mi peso de un pie al otro. Bajo su escrutinio me pregunto lo que
sus ojos están viendo y lo que está pensando. Es la primera persona en mi vida que
me hace lamentar que leer la mente de otra persona no sea posible.
—¿Y ahora qué? —me pregunta en voz baja.
¿Y ahora qué? Realmente no lo sé, pero parece que tengo que lidiar con él en
mi vida de una manera u otra.
Tener un aliado no suena tan mal, pero estoy bastante segura de que Duke ya
tiene las municiones para matar lo poco que me queda de mi misma. Abrirte a
alguien es peligroso, pero Duke hace que suene atractivo. Además, no puedo evitar
la pequeña agitación que siento cada vez que él está cerca y cuando está mostrando
incluso el más leve dolor que siente.
—Si no vas y ves a Sean, podemos ver si esta amistad puede sobrevivir un
poco más.
Sus labios bien definidos se mueven un poco en el nombre de Sean pero
asiente. Lo extraño es que la rigidez en su cambio no me convence de la verdad de
su acuerdo, pero lo dejo ir, tratando con esta cosa de fe a la que todo el mundo
parece tan propenso.
Capitulo 7

—N o lo entiendo —dice Kate con el ceño fruncido a medida que


dejamos Starbucks con nuestras tazas de café caliente y
volvemos para salir a las frías calles. Me estremezco con la
diferencia desde el interior con calor. Todavía está helando aquí, pero no tan frío
como con hielo ya y el sol proporciona un suave resplandor sobre la ciudad. Ella
toma un sorbo de su dulce café y camina junto a mí—. ¿Qué te dijo esta mañana?
Tomo un sorbo de mi café negro, haciendo caso omiso de la rigidez de mi
dolorido cuerpo. Eso es algo bueno acerca del frío, que ayuda con los moretones.
Me encojo de hombros.
—Solo se disculpó por las cosas que dijo la última vez que fui a hablar con él y
que quería estar en mi vida.
Kate suspira con admiración, y al principio creo que es porque su bebida
caliente es buena. Pronto me di cuenta de que tiene más que ver con Duke, el
caliente AT como le gusta llamarle. Escondo mi sonrisa con mi taza desechable.
—¿Qué tan romántico es eso? —dice Kate, dando un paso más cerca de mí
cuando un hombre de mediana edad con traje nos pasa y casi tropieza con ella, sin
siquiera darse cuenta. Está demasiado absorto en su llamada telefónica. Ella le da
una mirada asesina con sus suaves ojos verdes que realmente no son tan
amenazantes.
—No realmente —le contesto con una sonrisa que no suena fiel a mis oídos.
Solo de pensar que podría haber algo romántico entre Duke y yo me hace sentir
divertida. Mi pecho se siente más ligero, mi corazón está latiendo más rápido, y mi
mal humor ha desaparecido. Kate lo vio tan pronto como regresé de mi ducha esta
mañana. Así es cómo me afecta Duke.
—Oh, ¡abre los ojos ya! —Su insistencia no es tan graciosa. Aprieto mis manos
en mi taza y reprimo un gemido.
—Eso es gracioso viniendo de una chica que jura estar contra las relaciones. —
Cierro, sin importarme cómo va a tomarlo. Después de todo, es cierto. Una vez me
dijo que no está buscando una relación seria, porque no quiere sentar cabeza.
—No es lo mismo —replica de manera uniforme, terminando su bebida y
tirando la taza vacía en un desbordante cubo de basura.
—¿Por qué?
Ella se ajusta su pañuelo lavanda y el enorme bolso negro por encima del
hombro. Si no me equivoco, está deteniéndose. Termino mi bebida, pero ahora no
puedo encontrar un bote de basura, así que lo guardo en mi mano, irritada de tener
algo a que aferrarme cuando todo lo que quiero hacer es tirar de mis dos mangas y
esconder mis dedos congelados debajo de ellas para escapar del viento que ahora
está cada vez más fuerte.
—Porque he visto durante años lo que le hizo a mi madre. —Se encoge de
hombros, desestimando la importancia de lo que acaba de decir, pero puedo ver a
través de su fachada. Todavía está sufriendo con el alcoholismo de su madre—. Mi
padre apenas estaba en casa. Coqueteaba con todo lo que tenía pechos y es frío con
su propia familia. Si así es como es una relación, no estoy tan ansiosa por
experimentarla.
—Entonces, ¿por qué me quieres en una relación? Y yo que pensaba que eras
cercana a tu padre —le pregunto, un poco desconcertada. Cuando pienso en el
padre de Kate, me imagino a un padre que está cerca de su hija, que está
orgulloso y es atento. No en absoluto la imagen que está pintando.
—Mi padre nunca se satisface con lo que hago. Piensa que no soy lo
suficientemente inteligente, que no me impulso lo suficiente, y toda esa mierda. Es
por eso que quiero trabajar con él, para demostrarle que estaba equivocado. No voy
a ser una esposa-trofeo cuyas sonrisas no sean genuinas. —Mira distraídamente
una galería de arte donde una enorme pintura con toques de rojo, morado y
amarillo ilumina la ventana—. Pero sé que es raro ver todas esas relaciones y amor
como ése. No sé, pero tal vez si te veo un poco de diversión con Duke y si sale de tu
concha, gracias a esa relación, entonces por fin realmente crea que mis padres solo
son una pareja en mal estado y nada más.
Me aclaro la garganta, incómoda al oír a mi compañera de piso abrirse tanto
cuando yo no he divulgado en absoluto acerca de mi propia vida. De alguna
manera, me hace sentir como un fraude.
—No pongas todas tus esperanzas en mí. No estoy lista para una relación.
Ella vuelve la cabeza hacia mí y sonríe suavemente con un poco de brillo en
sus ojos que no presagia nada bueno para mí.
—¡Ya lo veremos!
Estoy jodida si está decidida a verme en una relación. Me va a empujar en ella
y no me dejará en paz hasta que caiga. Pero no soy tonta, sé por qué estoy toda
revoloteada y me estremezco cuando veo a Duke. Me siento atraída por él, porque
es un tipo bien parecido que no toma ventaja de ello. Es también muy sexy con sus
tatuajes, algo que nunca me di cuenta podría ser un giro tan excitante. Pero eso
solo es físico. No es como que estoy enamorada de él o en secreto orando por tener
una relación con él.
Aunque, esta atracción que siento por él está más allá, es extraña para mí.
Antes de Sean, nunca había sentido ninguna atracción sexual, y desde él...
bueno, es la primera vez que siento algo igual y no sé qué hacer con ello. La primera
cosa que viene a mi mente es ignorarla.
Pero ¿es esa una buena idea? No es que quiera actuar por eso, pero tal vez
debería hablar con él para despejarla del aire. Realmente no me veo a mí misma
yendo hacia él, diciéndole:
—¿Sabes qué, Duke? Apenas puedo tomarlo cuando me tocas, pero de alguna
manera me siento muy atraída sexualmente por ti. —Solo puedo imaginar la
mirada en su rostro.
***
La habitación de Duke no era como la pensé, cómo me la imaginaba. No es
que realmente la imaginara, pero no estaba segura si era tan buena idea venir a
estudiar aquí cuando me lo preguntó ayer durante el café. Sin embargo, ahora que
estoy aquí, me alegro. Se siente normal estudiar con un amigo en su habitación de
residencia. Abro los libros de texto de matemáticas y comienzo a trabajar en la
tarea que el profesor nos dio ayer. Ese hombre es un sádico cuando se trata de
matemáticas.
Por desgracia, no puedo concentrarme en mi trabajo. Estoy demasiado
distraída por la presencia de Duke y el susurro de su pluma sobre el papel a medida
que está trabajando en su clase de ingeniería. Le observo en su propio entorno, en
su pequeña habitación. Está tumbado en su cama sin hacer y tiene el ceño fruncido
y se revuelve con frecuencia el cabello cuando algo le molesta con su trabajo. En las
paredes de su lado, varios carteles de bandas de rock están pegados y fotos de lo
que supongo es su familia. Él nunca está en ellas, lo que probablemente significa
que es quien las tomó. Su escritorio se oculta bajo las hojas de documentos, su
ordenador portátil, y lo que pienso es un envase donde solía estar un taco. No es en
absoluto una persona ordenada, y estoy un poco sorprendida por eso.
—¿Estás seguro de que tu compañero de piso no va a volver? —le pregunto de
nuevo, con un poco de miedo de enfrentarme a un tipo al que ni siquiera conozco
pero que estoy en su cama trabajando en su ausencia. Por otra parte, realmente no
quiero imaginar nada de Duke y de mí. Sería horrible. Ya me estoy sonrojando solo
con el pensamiento.
Él lanza su pluma en su cama y bosteza.
—Estoy seguro. Se alojará en casa de su novia esta noche. Ella vive en el
centro con su primo quien se fue por el fin de semana.
Asiento y trato de nuevo de trabajar en mis problemas de matemáticas, pero
no puedo. Cierro mi libro de texto con ira, tirándolo al suelo. Hace un fuerte ruido
que nos asusta a los dos. No estoy en absoluto teniendo una rabieta, especialmente
sobre el trabajo escolar.
Las cejas de Duke se disparan, desapareciendo detrás de su cabello que le cae
sobre la frente.
—No me digas que te molestó permitirte trabajar en un viernes por la noche —
dice con una sonrisa que me hace saber que está tomándome el pelo.
Suspiro y me encojo de hombros. Es extraño. Acabamos de regresar a
nuestras condiciones de hablar y esta es la primera vez que pasamos un tiempo a
solas, y sin embargo, ya me distrae. O tal vez es el baile que mi corazón tiene en mi
pecho y que me haya propuesto trabajar en su habitación.
—No estoy acostumbrada a trabajar con alguien en la misma habitación. —Y
es cierto. Jalo mis mangas y me apoyo en la pared, mi espalda grita por liberar la
tensión en mis músculos.
—¿Qué pasa con Kate?
—Es diferente. Vivo con ella —le digo con desdén, agitando la mano en el aire.
Sus ojos siguen el movimiento y se oscurecen inmediatamente. Es increíble
cómo sus ojos, a pesar de que son casi negros, pueden oscurecerse y mostrar el
interruptor de su estado de ánimo. Frunzo el ceño, desconcertada por la súbita
rigidez en su postura. Miro hacia abajo y veo lo que causó esa reacción; dos
moretones oscuros en mi antebrazo, el mismo antebrazo que acabo de poner en
exhibición para él. Trago y tiro inmediatamente de mis mangas. No puedo mirar
sus ojos. En cambio, mantengo mis ojos en el edredón de color marrón donde hay
un agujero junto a mi rodilla, un agujero causado probablemente por un cigarrillo.
Oigo la cama protestar y luego sus pasos. Sus piernas, enfundadas en jeans
viejos negros, aparecen delante de mí, casi tocando mis propias piernas.
—No digas una palabra, Duke —susurro lentamente, apenas capaz de detener
el temblor de mi cuerpo mientras el frío se instala de nuevo en mí.
—Mírame. —Él pone una mano en mi muslo y brinco, pero levanto la vista,
irónicamente sonriente disculpándome por mi comportamiento.
No está ofendido, está más triste que cualquier otra cosa. Ni siquiera está
enojado. El calor de su mano calienta lentamente el muslo, por lo que es más fácil
no temblar.
—¿Puedo sentarme a tu lado? —me pregunta, con voz quebrada levemente, lo
suficiente para decirme cuán sacudido realmente está de ver el resultado del asalto
de Sean. Lo patético es que ni siquiera es una vista
sorprendente para mí. Es casi normal, parte de mi vida, incluso si sé que esta vida
realmente no es más mía.
—Sí.
La cama se sumerge con su peso. Él se inclina contra la pared conmigo, su
hombro roza el mío, y su larga pierna presiona contra mí, también. No me muevo
aunque mi primer instinto es ponerme de pie y dejar algo de distancia entre
nosotros. Mi respiración es superficial, pero me las arreglo para tomar algunas
respiraciones profundas y calmarme lo suficiente para ignorar el latido fuerte de mi
corazón, el calor a lo largo de mi pierna cuando nos tocamos, y la viva
contradicción de que quiero tanto huir como apoyarme en él aún más.
—¿Me podrías mostrar todas sus magulladuras si te lo pidiera?
Vuelvo la cabeza hacia él mientras lo veo por primera vez. Él sonríe un poco al
ver a mis amplios ojos.
—¿Por qué? —Niego—. No, olvídalo. No puedo.
—¿No confías en mí? —Ahora está jugando la tarjeta de la condolencia. A
veces me gustaría darle con el más pesado de los libros de texto que tengo.
—No es eso, Duke —respondo en un suspiro—. Necesito desnudarme para que
puedas verlos todos y no estoy segura de que estar en ropa interior sea una buena
idea.
Su nuez salta en su garganta.
—¿Hay tantos? —Su voz es profunda, por lo general tan reconocible, es apenas
audible. Sin darse cuenta de que necesitaba despojarme hasta quedar en ropa
interior, es golpeado por la extensión de mis lesiones.
—Son contusiones. Pronto se habrán ido —le digo de manera uniforme,
tratando de minimizar el impacto de todo esto en él. De acuerdo, en realidad solo
contusiones leves, pero sé lo que está imaginando en su cabeza y hace
que sea más consciente de lo que ya era. No quiero que vea realmente lo cobarde
que soy y sigo siendo. Sabiendo que fui golpeada es una cosa, verlo es totalmente
otra cosa y no estoy segura de lo que hará después de eso. No quiero correr el
riesgo.
—Muéstrame.
Frunzo el ceño y pongo un poco de espacio entre nosotros. Al hacerlo, me
topo con el codo en la pared. Maldigo en voz baja, pero él no cambia la mirada
afligida en su rostro.
—¿Hablas en serio?
Tira de su cabello de nuevo y se encoge de hombros.
—Sí. —Pero es apenas un susurro con la boca abierta, realmente lo miro.
Cierro mi boca y aclaro mi garganta—. ¿Quieres verme en ropa interior? —Mi cara
está caliente, de repente y mirar sus ojos que se abren no ayuda mucho.
—¡No! Quiero decir, sí. ¡Pero no! —tartamudea, su tez bronceada muestra una
tonalidad roja sobre sus mejillas. Dirige una mano por su chiva y ríe
nerviosamente—. No estaba pensando. Lo siento, Skye. No lo tomes por el camino
equivocado.
Esa es la cosa, no sé exactamente cuál es el camino equivocado. Estoy a punto
de responderle cuando siento que mi teléfono vibra en mi bolsillo del pantalón.
Rápidamente, doy un vistazo y agradezco a la persona que llama por su
sincronización. Duke sigue sonrojado un poco. Respondo sin comprobar el
identificador de llamadas. Gran error.
—¿Cómo está mi pequeña estudiante? —La voz de mi padre suena a través del
teléfono y apenas tengo tiempo para apretar mis manos antes de que se deslice de
mis temblorosos dedos. Está más allá de raro tener a mi padre en el teléfono
cuando hemos estado discutiendo con quedarme en ropa interior con un chico en
su habitación. Por una vez, estoy bastante segura de que estoy viviendo la
experiencia real de la universidad.
—Estoy bien. ¿Y tú, papá? —pregunto con una sonrisa medio avergonzada y
medio divertida cuando Duke se pone pálido.
—Está bien por aquí ¡y tengo una gran noticia! —Detrás de él, puedo oír a mi
madre decir algo entre dientes.
La nostalgia me golpea de repente.
Duke niega y me mira, atrapándome mirándole. Me sonríe, pero no llega a sus
ojos y me molesta. Sin hacer ruido le pregunto:
—¿Qué?
—Nada —responde, pero no le creo. Algo que mi padre acaba de decir me
llama la atención.
—¿Vendrás el próximo fin de semana? —pregunto con incredulidad,
asombrada de que mi padre pueda tomarse algo de tiempo de su trabajo y con un
poco de miedo ante la idea de que venga aquí a Seattle.
—Te echamos de menos, cariño —mi padre responde con tristeza—. Nos
encantaría ver tu habitación y conocer a tu compañera de cuarto y a tus amigos.
Echo un vistazo hacia Duke y hago una mueca. No estoy segura de lo bien que
saldría si Duke y mi padre se conocieran. Mi padre tuvo un tiempo difícil confiando
en Sean, y tan pronto como Sean se ganó la confianza de mi padre comenzó a
golpearme. Ahora que mi padre sabe que Sean me dejó, estoy bastante segura de
que va a odiar a todos los hombres en mi vida, y Duke es el único en estos
momentos.
—No tengo esa cantidad de amigos para que conozcas. Solo a Kate y a alguien
más —murmuro, de repente tímida por hablar delante de Duke. Sin embargo, ante
la mención de otra persona, él se anima un poco y casi me hace reír.
—¿Y quién es ese alguien? —pregunta mi padre, la sospecha que brota de su
dulce voz.
Aprieto los dientes, enojada conmigo misma por un deslizamiento así. Ahora
no puedo esperar para distraerle. Él no es militar a cambio de nada, cuando está
concentrado en algo, nada le detendrá. Suspiro.
—Su nombre es Duke y es un AT en mi clase de psicología —contesto
rápidamente, esperando una reacción, pero no es en absoluto lo que pensé que
sería.
—¿Duke? ¿Un AT? ¿Tienes un nuevo novio? —Con la palabra novio, el grito
de mi madre me hace estremecer y tiro el teléfono lejos de mi oído.
—¡No es mi novio! —Y así como así, Duke me delata riéndose histéricamente.
Lo mato con mi mirada, no veo lo que es tan divertido. No, en absoluto.
—¿Él está contigo? —Ahora mi padre es severo, no del todo contento con la
idea, lo que puedo entender. Es viernes por la noche, son más de las 22:00 y estoy a
solas con un chico. Ningún padre quiere esa información.
—Estoy con él, pero no es mi novio. Estábamos trabajando, papá. ¡No todos
los estudiantes están de fiesta o haciendo quién sabe qué! —Me estoy sonrojando
furiosamente y tengo un agujero en el que podría esconderme para siempre,
evitando la risita entre otras cosas de Duke.
—Pero estás sola en su cuarto con él.
Suspiro en voz alta en el teléfono y muevo el hombro de Duke.
—Estoy a solas con él, pero en su habitación. No en la mía.
No sé por qué ese detalle es tan importante para mí, de repente. Estoy
haciendo el ridículo. No soy una adolescente más y puedo hacer lo que quiera,
después de todo.
—Tenemos que conocer a este chico, cariño —dice mi padre, sin dejarme
ningún espacio para decir que no.
—Sí, lo que digas, papá. —Poco después de ese momento mortificante, cuelgo
y escondo mi cabeza en mis manos—. Entonces, al parecer, te encontrarás en una
reunión con mis padres.
—Dios mío, es raro —dice Duke, con la voz más clara de lo que era antes de
esta llamada terrible telefónica—. Piensan que estamos acostándonos juntos, ¿eh?
Pesca su paquete de cigarrillos, toma uno y lo enciende con destreza, con
cuidado fumando lejos de mí.
—Mi padre no es muy... bueno, será duro.
—Es protector con su hija, es algo bueno.
—Él también es militar.
Tose y se vuelve hacia mí, con algo parecido al miedo en sus ojos. Ahora es mi
turno de reír. Un tipo grande como él tiene miedo de mi padre. No tiene precio.
—Me alegra que pienses que esto es divertido. No eres el que será amenazado.
—Agarra un rebosante cenicero del escritorio de su compañero de habitación y
limpia su cigarrillo sobre él. La ceniza cae fácilmente. Pone el cenicero en su
rodilla, con cuidado de no dejar colillas de cigarrillos y cenizas caer por toda la
cama.
—No hará eso, pero te va a preguntar por mí. —Me encojo de hombros y tomo
una respiración profunda—. Él no sabe de Sean, por lo que deja la razón de nuestra
amistad fuera de esto.
—Imagina por un segundo, Skye, lo que le haría al trasero de un ex si supiera
lo que te hizo.
Inhala el humo profundamente y exhala lentamente, con una sonrisa pequeña
y pensativa como muestra los bien definidos labios que me gusta ver contraerse en
todo el cigarrillo cada vez que lo pone en su boca.
—Y tú, imagina que mis padres son amigos de Sean. Ya que a menudo cenan
juntos. Menos veces desde la ruptura, pero siguen siendo buenos amigos.
Él abandona su cigarrillo en el acabado cenicero y lo pone de nuevo sobre la
mesa.
—¿Y? No es culpa de los padres de Sean si es un idiota violento. Eso no
significa que no puedas decírselo a tu madre o a tu padre.
Si pudiera. Esa es la cosa, la verdad. Llevo mis piernas delante de mí y pongo
mis brazos alrededor de ellas.
—El problema es que no es culpa de Sean. No del todo.
Él se levanta bruscamente y comienza a caminar frente a mí, con sus fuertes
brazos tocando un ritmo en sus muslos que es el único que se oye.
—¿Así que ahora estás encontrando excusas para él, por lo que te hizo? De
acuerdo. —La frialdad de su voz me toma por sorpresa. Estaba esperando ira,
incredulidad, y tal vez incluso sarcasmo, pero no algo tan frío.
Libero mis piernas y empiezo a agarrar mis papeles en los que he garabateado
toneladas de ecuaciones en las últimas dos horas.
—Es tarde —murmuro mientras agarro mi libro de texto del suelo y me pongo
de pie, lista para lanzar todo en mi bolsa y volver a mi habitación en el edificio de al
lado.
—No, espera —dice, sonando más como él—. Simplemente no puedo creer que
estés poniendo excusas por él. Pensé que te habías dado cuenta de que tipo de
psicópata es.
—Eres AT de Psicología. Al menos podrías usar algo de lo que te han enseñado
en clase —respondo con un poco de risa que suena demasiado débil para ser
convincente.
Él pone las dos manos en mi hombro, pero no me aprieta, probablemente
recordando que hay pequeñas contusiones allí, también. Aprieta los dientes y luego
suspira, calmándose.
—No estoy bromeando. No entiendo cómo puedes poner excusas por él.
Lamo mi labio inferior y sus ojos oscuros siguen la punta de la lengua, por lo
que mi estómago hace volteretas.
Una advertencia a todo volumen en mi cabeza me lleva de nuevo a la tierra y a
esta desagradable conversación. No estoy segura de si alguna vez podremos pasar
un buen rato sin hablar de nuestros problemas.
—Debido a que su padre y su madre lo golpearon. —Doy un paso lejos de él,
dejando caer los brazos contra su cuerpo—. Y sabes como yo que a menudo los
niños que fueron abusados crecen haciendo la misma cosa una vez que son adultos
o adolescentes. Reproducen lo que conocen como su vida, como algo normal.
—Eso no significa que todos los niños víctimas de abusos lleguen a ser
abusivos, también, Skye. Es un patrón común, pero no una conclusión inevitable, o
una excusa para el comportamiento de Sean —responde categóricamente.
Sin embargo, no puede entender lo que he visto. Nunca vio a Sean con
lágrimas en los ojos después de ver que su padre golpeaba a su madre o que su
padre le daba un puñetazo en el estómago. Nunca vio su vulnerabilidad
desaparecer cuando me golpeaba más y más a menudo. No puede entender que es
el recuerdo de esa vulnerabilidad lo que hace que le entienda y espero para el Sean
que pensé que conocía en aquel entonces.
—Lo sé, pero eso explica una parte de ello.
—Tal vez, pero dime ¿por qué sigue tras de ti? ¿Por qué odia verte salir con
otro chico? Trata de tener poder sobre alguien. No dejes que tenga ese poder sobre
ti.
Una lágrima cae por mi mejilla. Suavemente, a pesar de que sus dedos se ven
fuertes, acaricia mi mejilla para secarme la gota. Su pulgar traza un círculo
calmante sobre mi piel antes de que se aleje.
—¿Cómo puedo hacer eso? —le pregunto, sin importarme sonar desesperada y
perdida porque estoy desesperada y perdida. Él lo sabe y es inútil esconderlo en
estos momentos.
—Viviendo, sin mirar por encima del hombro todo el tiempo para asegurarte
de que no está allí, abriéndote como lo estás haciendo conmigo. Solo dando un paso
a la vez.
—¿Y si vuelve? —Los dos sabemos que no es una cuestión de si lo hace, sino
de cuándo. No estoy segura de si podré ponerme de pie y seguir con mi vida otra
vez porque es demasiado duro. Es tal vez más difícil ahora que incluso no tengo una
relación con él, porque ahora no sé por qué estoy todavía en el mismo lugar.
—Yo estaré allí. Tienes mi número ahora cuando tengas que lavar la ropa, iré
contigo.
—No se trata de la lavandería, Duke. No puedes estar allí todo el tiempo.
Tienes tu vida, tu familia y amigos. No puedes ser mi manta de seguridad.
—Cuando estés lista para estar por tu propia cuenta de nuevo, te daré un poco
de espacio, pero no puedo dejarte ir sola si sé que él tiene algún tipo de influencia
sobre ti.
—Porque me ves como un patética chica frágil —le contesto con amargura,
poniendo mis cosas en mi bolsa antes de levantarla.
—No. Es porque me gusta tu sonrisa y tu risa. No quiero verlas desaparecer de
nuevo.
Mi respiración se atrapa en mi garganta, algo tan común cuando estoy cerca
de él. ¿Cómo un hombre puede decirle cosas como esa a una chica? Es una locura.
—¿Entonces me llevarás de nuevo a mi habitación?
Él abre la puerta y me hace señas para que vaya delante de él. Sonrío y camino
junto a él, conmovida por su comportamiento, y sin embargo me siento perdida en
esta extraña amistad entre dos personas quebrantadas.
Capitulo 8

—E
de lo que realmente es.
s pequeña. No sabía que era tan pequeña —dice mi madre
con algún tipo de extraña fascinación que no puede explicar.
Con mis padres en la habitación, se siente aún más pequeña

El alto y atlético de mi padre en la ventana observa cada cosa. Tiene el ceño


fruncido, haciendo a sus ojos azul-grises que heredé, verse más oscuros de lo que
son. Su mirada roza mi desnudo lado de la habitación y la compara con la de Kate.
Sus labios finos no están sonriendo ya.
Mi madre está más centrada en mi escritorio, que está perfectamente
organizado con mis libros y papeles próximos a mi ordenador portátil. Su cabello
color marrón claro, muy rizado, pero más suave que el mío, es más corto que la
última vez que se lo vi durante las vacaciones de invierno. También lleva más
maquillaje y se ve más joven con el brillo de alegría en sus ojos.
—Te lo dije —le respondo con una sonrisa, recordando la primera vez que vi la
habitación el último semestre y la llamé para decirle lo pequeño que era el lugar.
En realidad no me creyó entonces.
—No pusiste nada personal. —La voz de mi padre es severa y me inquieta. No
me gusta cuando está tan controlado como cuando está en la base. Cuando me
habla, siempre es sonriente y suave, pero no ahora.
—Estoy aquí para estudiar y la verdad es que no quiero tener un montón de
cachivaches para mover al final de año —le contesto con una seguridad que estoy
muy lejos de sentir—. Y sabes que no soy de carteles y esas cosas.
Él asiente, pero sus movimientos son rígidos. Mi madre le da una palmadita
en el hombro y fuerza una sonrisa para mí que no alcanza sus ojos color chocolate,
que han perdido el brillo que estaba allí hace unos segundos.
El sonido de ruidos de una llave en una cerradura rompe el silencio y la puerta
se abre antes de que tenga tiempo de salir fuera del camino. La madera tropieza
con mi hombro.
—¡Oh, Dios mío! ¿Te hice daño, Skye? —me pregunta Kate con pánico,
entrecerrando los ojos hacia mí como si tratara de ver a través de mi ropa en busca
de alguna lesión. Deja su bolso rojo de diseñador caer al suelo y me estremezco con
el sonido de sus libros contra el suelo con un ruido sordo bajo. Me alegro de que su
portátil no esté ahí.
—Estoy bien, Kate. —Saludo con la mano en la dirección de mis padres. Ella
sigue mi movimiento y sus ojos verdes se amplían cómicamente. Se le ruboriza la
cara en forma de corazón y lleva una mano a los brillantes labios.
—Casi te maté delante de tus padres. Hablando de una primera impresión —
dice con una risa burbujeante en la superficie, por lo que me hace gracia.
—Mamá, papá, les presento a Kate. —Me siento tan incómoda haciendo las
presentaciones de manera formal. Por otra parte, parece extraño tener a una amiga
de la que ellos no saben nada. Toda mi vida conocieron a mis amigos, a mi novio, y
sus padres. Pero ahora mi vida es diferente.
Mi madre da pasos hacia mi compañera de cuarto y la abraza. Kate se congela
por un segundo y luego le devuelve el abrazo con una enorme sonrisa en su rostro.
Debe estar sorprendida de ver que soy la única con problemas con ser tocada.
Cuando mi madre la libera, mi padre extiende su mano y sacude la frágil mano de
mi amiga quien me mira con una sonrisa.
—¡Estoy muy contenta de conocer a los padres de Skye! —dice Kate con su
actitud burbujeante con toda su fuerza, casi rebotando en sus botas de tacón alto.
—¿Así que ustedes dos son cercanas? —pregunta mamá, espero oír su voz.
Hago una mueca hacia mi padre, quién se encoge de hombros con una sonrisa
triste que sustenta más de un lado de su boca.
Kate me da una mirada divertida.
—Por supuesto! Vivimos juntas. —Ella agarra su bolso del suelo y lo tira sobre
la cama perfectamente hecha—. De hecho, pasamos el rato juntas más y más. Skye
es diferente y eso me gusta.
—Y Kate me obliga a ir a más fiestas. —Agrego para beneficio de mi madre,
quien parece más preocupada de que esté más centrada en mis clases que en la
experiencia de la universidad, como ella dice.
Papá frunce el ceño ante la palabra fiesta y cruza los brazos sobre el pecho.
Incluso cuando no está en uniforme parece militar hasta la médula.
—No hay muchas fiestas, espero. La escuela es importante.
—¡Oh, no, señor! —exclama Kate rápidamente, que me golpeen si es así—.
Desde el comienzo del año, Skye solo ha ido a tres fiestas conmigo. Es una
estudiante muy seria y controlada.
Él asiente y la rigidez de su cuerpo se relaja lentamente, dejándolo sonreír.
Me relajo un poco, pero luego hay un golpe en la puerta que me pone tensa de
nuevo. Kate y yo intercambiamos una mirada. Sus cejas se disparan alto en su
frente, lo que me dice que no está esperando a alguien, lo que significa que las dos
sabemos quién está detrás de la puerta.
Llaman de nuevo y su sonrisa pícara se amplía.
—No es para mí —dice y me empuja a la puerta.
Mis padres intercambian una mirada, también, pero no puedo descifrarla.
Murmuro algo así como, “maldito momento”, y abro la puerta con tal violencia que
se estrella contra la pared, haciendo que mi madre salte y agarre el brazo de mi
padre.
Duke me mira con el ceño fruncido, y luego a Kate y finalmente a mis padres
detrás de ella. Su boca se cae abriéndose y se pasa la mano por el cabello para tratar
de alisarlo probablemente, pero en vano. Miro hacia atrás a mis padres y la cara de
mi madre se relaja, sus ojos van y vienen entre Duke y yo y la comprensión ilumina
sus ojos. Ella lo mira de arriba a abajo en dos ocasiones y un rubor casi
imperceptible aparece en su rostro. Sin duda, lo encuentra guapo.
Mi padre no está interesado en la forma en que se ve. De inmediato sabe
quién es Duke, y probablemente piensa que es mi novio y no parece feliz de verlo.
Sus fuertes hombros se quedan perfectamente rectos, tensos, y una mirada dura en
su rostro, utiliza su postura militar para intimidar a Duke.
Duke finalmente les hace señas a mis padres y da su sonrisa fácil que llega a
todo el mundo; incluso mi madre parece afectada por ella. Él no parece ni un poco
asustado por el comportamiento de mi padre.
—Deben ser los padres de Skye. Soy Duke —dice, extendiendo su mano. Su
brazo roza el mío cuando no me muevo para que entre en la habitación ya
abarrotada.
—Soy Michael Walker y esta es mi esposa, Tessa —responde papá y le da la
mano con más fuerza de la necesaria. Por suerte, Duke no se inmuta. En su lugar,
devuelve el apretón de manos con la misma cantidad de presión por el aspecto de
los músculos tensos en su brazo.
Mi madre también le da la mano, pero más suavemente. Ella es toda sonrisas
y dulzura, empujando mi hombro no muy discretamente. La risa de Kate detrás de
mí lo confirma. Duke me lanza una sonrisa y cruza los brazos sobre su amplio
pecho, lo que refleja la postura de mi padre.
Duke es más alto y más musculoso que mi papá, pero de alguna manera la
mirada en el rostro de mi padre lo hace más aterrador que Duke. Mis palmas están
sudorosas y es difícil tragar el nudo en mi garganta.
—¿Quién quiere un café? —casi grito, con la voz entrecortada, toda rasposa de
los nervios.
—No puedo —declina Kate con un gesto hacia la cama, donde el contenido de
la bolsa se ha escapado—. Tengo un montón de trabajo que hacer de mis clases.
—¿No puedes esperar un poco? —le pregunto con los dientes apretados, que
apenas se sostienen sobre mi salud mental a causa de la tensión que emana de mi
padre.
—No puedo, pero estoy segura de que Duke está libre para ir contigo y tus
padres —responde con voz cantante.
Le doy una mirada amenazadora pero ella se ríe de mí. Agarrando mi
chaqueta de cuero y bufanda, me los pongo. Es inútil que lo posponga por más
tiempo y tengo que salir de este pequeño espacio. Mi padre quería conocer a Duke,
así que supongo que no podemos escapar de eso.
—¿A nuestro lugar? —me pregunta Duke con diversión en sus ojos. Está
disfrutando de verme en esta situación y le encanta hacer insinuaciones ridículas
para alimentar la fe de mi padre de que somos un elemento o algo.
—Muéstrame el camino —murmuro después de despedir a Kate, quien ahora
está tumbada en su cama, su sonrisa oculta detrás de un pesado libro de texto de su
clase de leyes.
Los cuatro caminamos por el pasillo hacia el ascensor que ya está ahí, dejando
a un flujo de gente. Dos chicos asienten hacia Duke y él asiente de regreso. Nos
metemos todo dentro y Duke empuja el botón del piso.
—Entonces, ¿a dónde vamos? —pregunta mi madre, jugando con su pequeño
bolso negro. No le gusta el ambiente de tensión tampoco.
—Es un lugar donde a menudo tomamos café —le contesto con voz desdeñosa,
sintiéndome un poco fuera de mi zona de confort.
Duke pone una mano en mi hombro y me lo aprieta suavemente. No
retrocedo lejos de él, por primera vez desde el evento en la lavandería.
—Es cerca del edificio de Psicología. Debido a que estoy en la clase de Skye
como AT, tratamos de tomar un café allí antes o después de la clase —explica,
difundiendo las insinuaciones de antes.
El café no es tan ruidoso como de costumbre, lo cual es bueno. Ya siento un
dolor de cabeza y el ruido no es la mejor medicina para el dolor de cabeza. Todos
caminamos a una mesa con cuatro sillas.
—Sr. y Sra. Walker, ¿qué puedo traerles?
—Café negro para mí —contesta mi papá sin mirar siquiera hacia él mientras
se quita la chaqueta negra.
—Y un mocha para mí, por favor —responde mi madre con una sonrisa
mientras pone su chaqueta verde oscuro en su silla.
Duke nos deja sin preguntarme lo que quiero. Sabe que siempre tomo un café
negro alto y sin nada de azúcar o crema. Me sonrojo bajo el escrutinio de mis
padres, mientras Duke está esperando en la fila para colocar nuestro pedido.
—Así que sabe lo que beberás —dice papá como si fuera un delito.
Me estoy hartando de todo esto. Me enojo más cuando pienso en todas las
veces que papá se ha reído con Sean cuando solo una hora antes me estaba
golpeando. Me siento más erguida y los ojos suplicantes de mi madre no me
ablandan.
—¿Y? A menudo tomamos un café, juntos, aquí. Pensé que querías conocer a
mis amigos.
Papá pone los codos sobre la pequeña mesa de acero.
—A amigos de tu misma edad, sí. No creas que no me había dado cuenta de
que es mayor que tú.
Suspiro y miro hacia atrás a Duke, quien se encuentra todavía en el mismo
lugar de la línea. Me da una pequeña sonrisa de disculpa, como que lo siente que
me deja sola para hacer enfrentar la ira de mi padre.
—Tiene veintiún años, no treinta. —El veneno en mi voz los toma por
sorpresa. Mi padre retrocede en su asiento, perdiendo la mirada dura de su rostro.
Los ojos de mi madre sobresalen. Solo tiro de mis largas mangas de mi suéter rojo.
—¿Lo conociste en tu clase de Psicología? —pregunta mamá, con una mano en
el antebrazo de mi padre para calmarlo.
—Sí, tuvimos una especie de choque. —Sonrío un poco al recordarlo. Parece
que fue hace tanto tiempo cuando han pasado solo unas semanas. Han pasado
muchas cosas desde entonces.
—¿Choque? —pregunta papá más calmadamente.
—Literalmente, no lo vi y me choqué contra él cuando estaba tratando de
encontrar un asiento disponible.
—Y ustedes dos son...
—Amigos —responde Duke por mí, poniendo nuestros cafés en la mesa y
sentándose a mi lado, delante de mi padre—. No quiero que piensen que hay algo
más en juego entre Skye y yo.
Su voz profunda hace que mi madre se volteé a la masilla frente a mí y yo toso
para ocultar mi creciente necesidad de reír ante el espectáculo que a mi padre no se
le escapa, por supuesto. Él toma un sorbo de su café negro después de poner un
poco de azúcar en él, sin ocultar su mirada dirigida a mi madre y a Duke.
—¿Por qué? ¿Mi hija no es tu tipo?
La mano del Duke se estrecha alrededor de la taza de papel. Pongo una mano
sobre mis ojos y siento que me sonrojo. Para que este día esté completo, solo
necesito que Sean aparezca de la nada y él y Duke se peleen en frente de mi padre
para empeorar las cosas.
—Nada de eso, señor —responde con voz cortante que me obliga a mirarlo.
Las sombras en sus ojos están de vuelta. Debajo de la mesa aprieto fuerte su rodilla.
—¿Entonces qué? —insiste obstinadamente y por primera vez en mi vida
quiero gritarle a mi padre.
—No tienes que decir nada —le digo en voz baja a Duke, pero mis padres me
oyen perfectamente bien con el café solo lleno a la mitad.
Él lleva una temblorosa mano debajo de la mesa y la coloca sobre la mía sin
apretarla. Mi madre sigue el movimiento y sus cejas se disparan. Mi padre se centra
demasiado en la cara de Duke para ver algo.
—Tu padre quiere protegerte y es normal que quiera saber mis intenciones —
responde Duke con una sonrisa forzada antes de que sus ojos dejen los míos para
mirar sin ver la superficie de acero de la mesa. Se aclara la garganta—. Respeto a
Skye. —Mira hacia atrás y cierra sus ojos con los de mi padre—. No puedo estar en
ningún tipo de relación y ella no se merece menos que un hombre comprometido
con su corazón y alma. —Con la mano libre lleva el café a su boca y bebe un poco,
tal vez para encontrar la fuerza en sí mismo para decir al resto—. Hace tres años
estaba enamorado. Estaba en una relación seria y pensé que sería para siempre,
pero... —Su voz se quiebra y entrelazo mis dedos con los suyos.
»Ella murió en un accidente de auto.
Mi madre se cubre la boca con ambas manos, con los ojos brillantes por las
lágrimas contenidas. Siempre ha sido muy emocional. Mi padre pierde su color y se
pasa la mano por el cabello.
—Siento tu pérdida —dice con una suavidad que normalmente utiliza solo
conmigo—. Si lo hubiera sabido, no habría…
—Está bien. No lo sabía —lo interrumpe Duke, con una media sonrisa tan
amplia y luminosa que estoy acostumbrada a ver en su rostro.
—¿Puedes cortar la mierda ahora, papá? —pregunto con una reprimenda
audible para todos alrededor de nuestra pequeña mesa, haciendo reír a Duke y
apretar mis dedos entre los suyos. Mi corazón pierde el ritmo, pero no lo
demuestro.
—Creo que me gusta —dice papá con un guiño. Toma un sorbo de su café—.
¿Conoces a Sean?
Me tenso al lado de Duke, chocando levemente contra su hombro. Le siento
tensarse, también. Él aprieta su agarre en mi mano debajo de la mesa.
—Lo conocí una vez —responde Duke, la suavidad de su voz se fue—. Y no
tengo ganas de volver a verlo.
Le entierro las uñas. Él no puede decirle esas cosas o atraerá su atención.
Aprieto los dientes.
—Eres muy protector con nuestra hija —dice mi madre con voz agradecida.
—Eso, y digamos que Sean no es alguien con quien pueda tener ningún
respeto.
—¿Por qué?
—No es nada, papá. A Duke no le gusta cómo Sean me dejó y cómo me ignora
cuándo cruzamos nuestros caminos —le respondo con nerviosismo.
Duke gime, pero no dice una palabra más sobre Sean. En cambio, les dice
acerca de lo buena que soy en mi clase de Psicología y cuán segura estoy de ser una
estudiante exitosa si se me ocurre elegir esa asignatura. Empiezo a relajarme
cuando Sean no sale de nuevo en la conversación.
***
—¿Qué te pasa? —le grito a Duke una vez que estemos en su habitación. Mis
padres se fueron de vuelta a su hotel antes de que nos reuniéramos de nuevo para
cenar en un restaurante italiano a un par de horas. Cierro la puerta con fuerza
detrás de mí—. ¡No tienes derecho a obligarme a hablar con ellos acerca de Sean!
Él tira su chaqueta de cuero en su cama y me enfrenta con sus ojos oscuros
depositándome cerca de la puerta.
—No soy el que lo trajo a la conversación. ¡Tu padre lo hizo! —contesta, con el
dedo índice apuntándome a la cara.
—¡Deberías haber dicho algo más, cualquier cosa!
—¿Y mentirle a tus padres?
Me apoyo contra la puerta cerrada. Toda la lucha dentro de mí se desvanece.
Estoy tan cansada después de tal tarde. Es agotador. Me olvidé de cuan agotador es
hacer frente a la mirada penetrante de mi padre de quien tener que ocultar un
montón de cosas. Y por primera vez en la historia, he traído a alguien en este lío.
—Lo siento —murmuro, sin mirarlo.
Él se acerca a mí y me coloca entre sus brazos a cada lado de mi cabeza.
Debería tener miedo o estar inquieta de estar encarcelados por sus brazos, pero no
lo estoy. Creo que confío en él mucho más de lo que pensaba. Fijo mis ojos con los
suyos negros y guardo mi aliento. Es tan intenso a veces.
—Nunca digas lo siento cuando la razón es Sean. —Sacude varios mechones
de mi cabello muy rizado alejándolo de mi cara—. Él es el que te puso en esta
posición y tú eres la que trata de reconstruirse a sí misma de nuevo. No debería
intervenir y decirte lo que debes hacer.
—¿Estás tratando de pedir disculpas? —susurro, consciente de que mi
respiración cepilla su rostro al igual que la suya cepilla la mía. Piel de gallina
aparece en mi cuello y bajo mi suéter de gran tamaño.
Él no se aleja, ni se acerca cada vez más. Sus ojos nunca dejan los míos.
—Entre líneas, sí.
Su deslumbrante sonrisa me congela más si es posible.
—Solo quiero mucho más para ti. Te mereces poder volver a conectar con tus
padres y no tener que ocultarte.
—¿Por qué estás tan fijo en verme como la chica que solía ser?
Es raro que los dos estamos susurrando cuando no hay nadie al lado de
ninguno de los dos en su habitación, pero no puedo encontrar en mí a hablar en un
susurro. Se rompería la atmósfera y no quiero que lo haga. Me gusta la forma en
que me hace sentir, cómo recuerdo lo que se siente al ser simplemente atraído por
alguien, incluso si el tipo no siente lo mismo, porque él todavía está en duelo por su
novia enterrada desde hace tres años.
—Porque ya eres mucho más que cualquier otra persona, deberías ser
impresionante, sin todo el dolor continuando oscureciendo tus características.
Parpadeo dos veces, o tal vez es tres veces. No lo sé. Impresionante. Me
sonrojo y parece que rompo el hechizo. Él se aleja y se da una vuelta de mí, y me da
una buena vista de su fuerte espalda. Me recompongo a mí misma y suelto una
risita nerviosamente, capturando su atención. Él me mira, una pregunta en su cara
sonrojada.
—Fue extraño —presento como explicación y empiezo a reír como una loca,
haciéndolo reír, también—. Realmente creo que los nervios nos están volviendo
locos —murmuro entre risas. Me seco la cara de una lágrima feliz que se me escapa.
—Sí. No quería asustarte —dice después de que está sobrio.
—No tenía miedo. —Y me muerdo en mi lengua, molesta conmigo misma por
no pensar antes de hablar. Sería mejor si él pensara que estaba asustada y no casi
jadeando de deseo por él, el chico al que solo debo ver como un amigo y no como
una posible pareja sexual—. Debo volver a mi habitación.
—Voy a caminar contigo de nuevo.
—No, voy a estar bien. Nos vemos —le digo, abriendo la puerta y yéndome
antes de que tenga tiempo suficiente para objetar. Necesito algo de tiempo a solas
antes de ir a cenar con mis padres, donde probablemente hablar sobre Sean y
Duke, no será una cosa buena para los nervios.
***
Abro la puerta de mi habitación y parece oscuro. Kate ya está fuera,
probablemente con el chico que trabaja en la biblioteca del que me dijo. Me dirijo a
la luz y contengo el aliento con fuerza. En mi cama, relajado y con una sonrisa
malvada en su rostro, Sean me está esperando.
—¿Quién te ha dejado entrar? —pido, el pánico creciendo dentro de mí. No
cierro la puerta detrás de mí, pero no camino lejos tampoco. Estoy atascada en el
lugar.
—Tu linda compañera de cuarto. Ella no era muy cooperativa al principio,
pero le dije que tenía que hablar contigo sobre algo relacionado con tus padres —
responde con calma, pero sus ojos fríos están enviando otro mensaje completo. Se
pone de pie y se pavonea hacia mí, agarrando mi brazo, me tira en la habitación y
cierra de golpe la puerta.
Trato de escapar de su abrazo, pero él aprieta su agarre, haciéndome gemir.
¿Qué puedo hacer? Incluso si intento defenderme sé que no voy a ganar. Solo va a
ser más doloroso al final. No tiene fronteras y no quiero hacerlo más furioso de lo
que ya está. El músculo de la mandíbula salta y mis ojos se mantienen
concentrados allí, incapaces de apartar la mirada.
—Tus padres conocieron a tu nuevo novio. ¿Ahora te interesan los chicos
tatuados? Después de todo, ¿quién más te querría aparte de un delincuente? —
susurra en mi oído.
No niego nada. De hecho, no digo una palabra. Sé que no puedo luchar, pero
tengo un arma. Silencio. Por lo general, negaría que Duke fuera mi novio, iba a
tratar de difundir su ira o al menos suplicar algo, pero no hoy. En primer lugar, es
inútil y segundo, no voy a ponerme en la posición de ser la frágil, niña rota.
Obligo a mis ojos a bloquear con los suyos, un reto visible. Él me sacude con
violencia, por lo que me marea, y me tira duramente en mi cama. Me golpeo mi
hombro contra la pared, pero no digo nada. Él salta en la cama y me extiende más
allá.
—¿Crees que eres más fuerte que yo? ¿Crees que no puedo romperte de
nuevo? No eres más que un brillante nuevo juguete de este tipo y pronto te dejará
como yo lo hice, porque no eres nada, eres aburrida e inútil.
Luego comienza a golpearme en el estómago. Gimo. Varias lágrimas se
escapan de mis ojos por el dolor. Él se levanta y me sonríe mientras giro hacia mi
lado, cruzando los brazos sobre mi estómago, mi respiración entrecortada, fuerte y
dura.
—No creas que no sé lo que pasa en tu vida. No vuelvas a pensar que puedes
ser alguien más. Eres mía.
Y así como así, se va. Poco a poco, mi respiración se hace más fácil, pero aún
fuerte. No sé cuánto tiempo he estado acostada de esta forma en mi cama, con las
lágrimas cayendo de mis ojos cerrados, pero en algún momento Kate está en mi
cama, con la mano en el hombro doloroso. Estoy temblando y no puedo abrir los
ojos o responderle cuando me pregunta qué está pasando. Incluso cuando el pánico
se estrella sobre mí no puedo mover o abrir la boca.
Solo estoy llorando y temblando con las palabras de Sean haciendo eco en mi
cabeza.
Eres mía.
—Duke. —Se pone de pie y camina por la habitación. La oigo en el teléfono.
Quiero decirle que está bien, que estoy bien, que no debía llamar a Duke, pero no
puedo moverme ni hablar. Estoy muda—. Por favor, ven aquí. Algo le pasó a Skye.
—Se detiene junto a su cama y la escucho dejando algo como su chaqueta en su
cama—. No lo sé, pero antes de salir dejé a su ex esperándola en el interior.
Se sienta a mi lado otra vez y cepilla el cabello húmedo de mi mejilla. Estoy
tan entumecida que apenas siento su tacto. Estoy desconectada.
—¡Mierda! —La voz de Duke detiene mi agitación inmediatamente. Kate se
pone de pie y camina hacia su cama, pero todavía no abro los ojos. Mi cama se
hunde de nuevo. Es él. Puedo oler el persistente humo del cigarrillo en su ropa. Él
pone una mano fría sobre mi mejilla caliente—. Abre los ojos para mí, Skye. Por
favor.
Quiero, pero no puedo. Niego con la cabeza.
—¿Qué pasa, Duke? ¡Dime! —suplica Kate, las lágrimas en su voz. Dios,
realmente estoy arruinando todo.
Deben alejarse de mí. No les puedo traer nada bueno. No tengo nada para
ellos.
—¡Cállate! —responde airadamente antes de que sienta su aliento en mi cara.
Es caliente, dulce y huele a pasta de dientes—. Vamos, Skye. Abre los ojos para mí.
Confía en mí —murmura, siempre tan suavemente, su fría mano trazando círculos
sobre mi mejilla húmeda por las lágrimas que seguían fluyendo de mis ojos
cerrados—. Skye, por favor. —Su voz se rompe cuando dice mi nombre.
Muy lentamente, abro los ojos, pero los cierro inmediatamente. Las luces son
dolorosas. Un sollozo me sacude de nuevo. La mano de Duke cepilla más cabello de
mi cara. Sintiéndose él tan cerca de mí. Tomo una respiración profunda,
encogiéndose de dolor en el estómago y abro los ojos de nuevo. La primera vez,
miro el rostro angustiado de Kate toda manchada por las lágrimas y luego enfoco
mis ojos en el rostro de Duke.
Es tan claro, pero las emociones que oscilan en el horno de su mirada es una
historia totalmente diferente. Su mano está todavía en voz baja trazando patrones
invisibles en mi mejilla. Aprieto los dientes, aprieto la mandíbula y a así como así,
apago mis emociones, y dejo de llorar.
—¿Te sientes mejor? —me pregunta en un susurro, como si él tuviera miedo
de que me fuera a perder en mi dolor sin ningún camino para llegar a mí.
Asiento, pero no digo una palabra. No me siento lo suficientemente fuerte
todavía. Primero, necesito la sensación fantasmal del cuerpo de Sean sobre la mía
desaparecer. Siento que mis ojos se llenan de nuevo, pero aspiro profundamente,
teniendo el olor reconfortante de Duke para calmarme y mantener el control.
—¿Qué pasó? Skye, me diste un susto de muerte —dice Kate, caminando a
paso rápido a mi cama. Ella está de pie detrás de Duke, y yo solo me doy cuenta de
que, está de rodillas al lado de mi cama. Se seca la cara, no se preocupa por su
máscara de pestañas que ha agotado su bien hecha cara. Sus ojos verdes están
vidriosos. Ella estaba realmente asustada por mí y no está en absoluto
contemplando la opción de huir de mí porque soy un desastre.
Duke asiente hacia mí, animándome a hablar. Mi corazón sigue latiendo
demasiado rápido y demasiado fuerte, pero ahora el pánico se está asentando,
también. No quiero hablar de eso, no delante de Kate. Confío en ella, sé que puedo,
pero no me puedo exponer a mí misma otra vez, no cómo Duke reaccionó justo
después. Aunque sé y entiendo su razones, sigo siendo herida y marcada por su
rechazo. Sacudo la cabeza y cierro los ojos de nuevo, cerrando todo lo demás que es
demasiado doloroso, demasiado complicado y demasiado impredecible.
—No hagas esto, Skye —dice Duke cerca de mi cara con su voz profunda y
calmante—. Somos tus amigos y nos necesitas tanto como necesitamos que te
mejores. Necesito que te pongas mejor. —Luego, tomándome por sorpresa, besa mi
frente. Sus labios permanecen demasiado tiempo en mi piel. Su chiva, rasposa
contra mi piel suave, me hace temblar.
Mis ojos revolotean abiertos cuando se retira, sus ojos mirando cada
centímetro de mi cara antes de detenerse en mis ojos. Sonríe alentador pero sus
ojos quedan a oscuras.
—Es Sean —le digo en voz baja, rota de todo mi llanto. Me aclaro la garganta y
no miro lejos de los ojos de chocolate negro que me dan la fuerza que necesito para
divulgar mi secreto a otra persona—. Él... él... —No puedo formar incluso una
simple frase. Soy patética, y en este momento, ahora mismo, me siento como una
mierda. Es como si todo lo que Sean me dijo fuera la verdad, porque no soy nada.
Soy débil y siempre voy a ser así, no importa lo que piense y espere.
—Tómate tu tiempo —dice Kate, su voz apenas un susurro cuando se arrodilla
al lado de Duke tomando una de mis manos cerradas en un puño apretado.
Suavemente, me ayuda a relajar y abrir mi mano para que ella la tome entre las
suyas. Sus ojos están tristes, casi como si supiera lo que estoy a punto de decirle
cuando hasta hace un par de horas antes, no tenía idea de quién era Sean
realmente.
—Me golpeó de nuevo —le digo en un suspiro antes de mirar hacia el techo,
incapaz de ver su cara mientras ella está procesando mis palabras. Es demasiado.
Todo lo que quiero, es estar sola, lejos de todas las miradas. No quiero hablar al
respecto. Solo quiero dormir y olvidar. Poner esto lejos.
—¿Dónde? —Duke no está en la misma página que yo. Sus dedos se enroscan
por mi cabello indomable y agarra suavemente la parte posterior de mi cabeza.
Miro hacia atrás de él y con mi mano libre, la pongo en mi estómago. Sus oscuros
ojos viajan por mi cuerpo y se detienen en mi vientre plano y él asiente—. Voy a
matar a ese hijo de perra.
Kate y yo lo miramos con asombro por el tono tranquilo mortal de su voz. Es
mucho peor que alguien gritando y gritando. Se pone de pie, dejando el frío de
nuevo en mi cuerpo. Empiezo a temblar de nuevo.
—Quédate aquí —le ruega Kate cuando camina hacia la puerta—. Te meterás
en problemas.
—¿Crees que me importa una mierda acerca de meterme en problemas? — Él
empieza a caminar de nuestra habitación entre la cama y Kate—. Este idiota ha
hecho lo suficiente. No veré a Skye herida nunca más a causa de él.
De repente, entiendo por qué está tan malditamente obsesionado en ser el
guarda de mi bienestar y mi seguridad, y no me gusta eso. Me siento demasiado
rápido, mareándome un poco después de pasar tanto tiempo en la misma posición.
—No soy Julieta —le digo con frialdad, mi voz es extraña incluso a mis propios
oídos. Duke se congela al lado de mi escritorio y Kate se ve entre nosotros. Ella está
sin duda fuera del circuito—. No soy tu novia muerta. No necesito ser salvada por
ti.
Él nunca me miró de esa manera, ni siquiera en el cementerio. Kate suelta
una respiración ruidosa en el silencio que cae en la habitación. El rostro de Duke no
es suave y atractivo más. Su rostro es todas líneas duras, la ira y el dolor de pura
sangre. Debería estar avergonzada de lo que dije, pero no lo estoy. Estoy demasiado
enojada, demasiado atrapada en mis emociones para analizar lo que acabo de decir
a este hombre que siempre está aquí para ayudarme.
—¿Debido a que haces un trabajo fantástico por ti misma? —responde con
veneno, su voz profunda sostiene un filo que casi me hace retroceder contra la
pared.
—Por lo menos no estoy tratando de ayudar a alguien más, porque no podía
hacer nada por mi novia.
La mano de Kate en la mía se aprieta con fuerza, probablemente para
hacerme callar, pero Duke y yo estamos en una buena racha.
Hemos pasado el punto de no retorno. Es más fácil tratar con él así, es más
fácil de ahuyentarlo porque tiene algún tipo de arrepentimiento mal colocado sobre
Julieta.
—Bueno, al parecer, es mucho más fácil que ser golpeado y no decir nada en
lugar de tomar el asunto en tus manos y realmente hacer algo en lugar de esperar
para la próxima vez. Pero no importa. Después de todo, soy solo un idiota que sigue
en duelo por su novia y que pensaba que estaba ayudando a una buena idea dejar
de ser un bastardo egoísta. Supongo que estaba equivocado.
Me trago el nudo en mi garganta y rezo para que mi voz no tiemble ni muestre
cuan afectada realmente estoy.
Mi enojo me está abandonando.
—Solo vete.
Él asiente hacia mí, con los ojos abrumados por la oscuridad que había en la
bahía a pocos minutos antes. Dios, ¿qué he hecho? Entonces se abre la puerta, sale
y la cierra de golpe fuertemente. Incluso tiemblan las paredes de su arrebato.
Fuerzo mi mirada para mirar a Kate en lugar de la puerta y me encuentro con
sus ojos tristes, pero no hay ningún juicio allí. No merezco esto. Ella trata de
sonreír, pero no es su amplia sonrisa a la que estoy acostumbrada. Es una pálida
copia de la misma y me entristece más.
—Lo siento mucho, Skye —dice ella con voz temblorosa y un nudo en la
garganta. Ella apenas está conteniendo las lágrimas.
—¿Por qué?
—Porque dejé que Sean entrara. No quería, pero cuando habló de tus padres
yo…
—Oye —la interrumpí con una sonrisa temblorosa, mi mano libre saludando a
nuestra habitación—. No se podía imaginar lo que haría. Debería haberte advertido.
No es tu culpa.
Ella asiente pero no veo la luz de sus ojos disminuyendo cada vez más,
dejando a su paso solo lamento y dolor. El comportamiento de Sean no solo me
arruinó, sino también está arruinando todo y a todos en mi vida.
Y lo que no está arruinando, yo estoy haciendo un trabajo bastante bueno.
Capitulo 9

N o importa lo que traté de hacer para ocultar los ojos rojos, nada ayudó.
Una mirada de mí y mis padres sabrán que he estado llorando. Quería
cancelar esta noche, pero estaré de vuelta en un avión mañana por la
tarde y no voy a verlos otra vez durante meses, por lo que no cancelo.
Ahora me estoy escondiendo detrás del menú, esperando ansiosamente por la
camarera para tomar nuestro pedido y conseguir la noche terminada así puedo
volver a mi habitación y finalmente dormir. Mi estómago sigue doliendo cada vez
que tomo una respiración profunda o cuando me muevo demasiado enérgicamente.
Por desgracia, el maldito menú no puede protegerme de los ojos itinerantes de mis
padres sobre mí, como si pudieran ver a través de mi fachada, ni tampoco puede
aliviar mis nervios. Me seco la mano derecha en mis jeans sin atreverme a mirar a
otro lado de la lista de los platos.
De repente, mi padre cierra su menú y lo lanza en su mantel individual vacío.
Sorprendida, miro hacia él por encima de mi menú y me estremezco ante su mirada
dura y decidida. Siento que todo el aire abandona mis pulmones. ¿Cuándo
terminará este día? Creo que jamás he vivido un día tan largo. Alguna vez.
—¿Por qué has estado llorando? —pregunta mi padre, sin importarle si es
demasiado abrupto. Está en una misión. Es una especie de hombre sin-tonterías
después de todo y ahora lo odio. Y odio sentirme atrapada.
—¡Michael! —le susurra-grita mi madre, sus delgados dedos arañando sus
antebrazos firmes.
Sé que no tengo suficiente tiempo para pensar en algo para cubrir la verdad,
pero no puedo decirles esto aquí, en un restaurante. Me aclaro la garganta, rogando
que mi voz no se agite como mis manos lo están debajo de la mesa.
—Vi a Sean cuando volví a mi habitación —respondo, sin mostrar lo nerviosa
que estoy o cómo quiero hablar de cualquier cosa menos de esto, no cuando lo que
dijo Duke sigue haciendo eco en mi mente. Porque es la verdad. Solo estoy
esperando la próxima vez que Sean me golpeará de nuevo. Solo estoy esperándolo y
es patético.
Mi madre comienza a jugar con el cuchillo, dándole vuelta una y otra vez
entre sus dedos delgados. Ella odia cuando hay tensión y obviamente hay una
buena cantidad alrededor de nuestra mesa.
Mi padre asiente con rigidez, al parecer satisfecho de que he respondido con
veracidad, pero puedo ver que está triste, incluso si él lo está escondiendo. Mi
madre deja el cuchillo y cruza sus brazos delgados sobre su pecho.
—No puedes estar suspirando por él, Skye. Sabía que tenían una larga
relación, pero debes olvidarlo, cariño —dice ella con una expresión seria, lista a
lado con mi padre en esta pequeña charla que realmente no necesito en estos
momentos.
—¿Ha dicho algo para hacerte llorar? —La voz de mi padre es un contraste
extraño después de la inclinación suave de mi madre.
Uso el menú como un escudo que obviamente es inútil. Lo dejo, todavía
abierto delante de mí.
—Sí.
—Oh, cariño —dice mi madre con tristeza en su voz, tratando de alcanzar una
de mis manos, pero retrocedo en mi silla. Ella frunce el ceño a mi movimiento y me
muerdo la lengua para ayudar a juntar el suficiente control para no venirme abajo
delante de mis padres en un restaurante lleno de vida y entusiasmo—. Si pensó que
necesitaba conocer nuevas chicas, él claramente no te merece.
Le sonrío, divertida al ver esta charla de mamá perfecta. No creo que
mereciera estar en una relación abusiva, pero no creo merecer algo más ya que no
lo hice y todavía no hago nada para detenerlo. Incluso lo seguí hasta Seattle,
¡maldita sea!
—¿Qué pasó, Skye? Porque no quiero pretender más que no veo nada. —Sus
manos sobre el mantel rojo están temblando ligeramente, algo que nunca vi antes
de hoy.
Lo miro de regreso, mis ojos saltones y mi mano temblando demasiado sobre
la mesa. Niego con la cabeza.
—¿Qué quieres decir?
Aprieta su mano grande y no deja mis ojos siquiera parpadear, pero la tensión
está irradiando de él.
—Cuando estabas en la escuela secundaria tenías los ojos rojos todos los días
y cambiaste mucho. Antes pensábamos que era porque estabas creciendo, todas
esas cosas de adolescentes, pero todavía estás llorando por Sean y ahora necesito
respuestas.
—Michael.
—¡No, Tessa! No quiero ver esa mirada en mi hija nunca más.
Silencio cae sobre nosotros, una burbuja de inquietud en el medio de un
restaurante donde el buen estado de ánimo parece ser un requisito. Bajo los ojos y
pienso de nuevo en Duke. El dolor se dispara a través de mí y una lágrima cae de mi
ojo derecho. No la limpio. Mi madre la ve y oigo su lucha contra sus propias
lágrimas. Ella es increíblemente emocional. Mi padre no se mueve, pero su rostro
se suaviza inmediatamente. Odia cuando lloro. Cuando era una niña y lloraba por
alguna razón ridícula, siempre estaba tratando de animarme.
Miro a nuestro alrededor, a toda esta gente, más o menos disfrutando de su
noche fuera. Quiero esto, también así que, ¿por qué debería lamentar y disfrutar
todas estas cosas de mierda sin tomar mi vida en mis propias manos? Miro de
nuevo a mi padre, el miedo arañando mis entrañas, haciéndome casi ahogarme en
mi respiración y mantengo sus ojos.
—Sean solía decirme que soy una idiota, un don nadie y aburrida entre otras
cosas. Me golpeó, también.
Mi madre rompe en sollozos, sacudiendo la cabeza violentamente. Mi padre
se tensa y aprieta su mandíbula. Sus ojos azul grisáceo muestran una rabia ciega
que nunca he visto antes. Pero lo que realmente me mata es ver el dolor en los ojos
de mis padres. Niego con la cabeza y me levanto, el menú cae sobre el suelo. No
puedo ver nada a través de las lágrimas a punto de caer de mis ojos. Apenas puedo
oír a la gente hablando en voz alta y riendo a través de los latidos fuertes de mi
corazón golpeando en mis oídos. Realmente no sé si estoy caminando o corriendo,
pero es como que respiro por primera vez en horas una vez que el aire fresco me
golpea. En esta parte de Seattle, los restaurantes están llenos, pero las calles tienen
pocas personas que deambulan a esta hora. Sin embargo, hay gente que me mira
respirando con dificultad a medida que más lágrimas caen de mis ojos. No me
importa, sin embargo. No me importa si mi ligero maquillaje se arruina. No me
importa si parece que estoy a punto de derrumbarme en el suelo, porque lo estoy.
Me apoyo en la pared junto a la puerta del restaurante e ignoro la picadura del
viento o que los clientes en el interior probablemente me puedan ver. Detrás de mis
párpados todavía puedo verlos ante mis palabras y es aún más difícil de lo que
esperaba. Respiro profundamente, tratando de calmarme y hacer que el mareo que
siento desde casi hiperventilando desaparezca. Estoy temblando, pero aprieto los
dientes. Lo hice a través de todo y sé que puedo hacerlo a través de esto, también.
Tengo que hacerlo.
La puerta del restaurante se abre y mis padres caminan fuera. Mi madre
todavía está llorando, sus sollozos amortiguados por sus delgadas manos sobre su
boca. Ella se inclina en contra de mi padre, su ancla. El brazo de mi padre es firme
alrededor de los hombros de mi madre, pero sus hombros no son rectos y fuertes
buscando más. Su mirada está perdida, pero sus ojos están ardiendo con ira y
tristeza. Nunca lo había visto tan al borde de perderlo.
—¿Por cuánto tiempo? —Su voz es apenas audible con los autos que pasan y
los taxis.
Me seco la cara con las mangas largas bajo el escrutinio de mi padre.
—Todo comenzó tres meses después de que empecé a salir con él. —Y sin
embargo, me quedé con él. En este punto, no es porque era ingenua. Estaba débil y
cobarde—. No es un buen tipo y todavía está tratando de romperme. Necesita tener
poder sobre mí, necesita pensar que no tengo nada y nadie en mi vida. —No sé de
dónde está viniendo esa fuerza o por qué todavía estoy dispuesta a hablar. Tal vez
he tenido suficiente, o tal vez Duke me despertó, pero ahora está al descubierto. Las
personas más importantes en mi vida lo saben todo, ellos saben la verdad. Aunque
me está matando por dentro ver el dolor y la culpa en sus caras y en sus ojos, se
siente más fácil para hacer frente a lo que me pasó, reconocerlo e incluso aceptar
que soy en verdad una víctima, incluso si no me gusta la idea.
Mi padre mira al cielo, las estrellas invisibles con las luces de la ciudad. Solo
la luna es clara y grande entre los dos edificios, pero sé que él no está realmente
viendo.
—Nunca dijiste nada. Nunca vimos nada —murmura mi padre más para sí que
para mí o para mi madre que está llorando en silencio. No puede decir ni una
palabra, ni puede realmente verme con sus ojos llenos de lágrimas.
—Es por eso que realmente me hice amiga de Duke. Vio algo en mí y me
obligó a decirle lo que pasó. —Cuando digo el nombre de Duke, el agujero en mi
corazón se abre, más invasivo que nunca, porque sé que dije cosas que nunca voy a
ser capaz de tomar de nuevo. Rompí nuestra amistad. Me abrazo a mí misma
firmemente pero no trae ningún consuelo.
—¿Le dijiste a tu amigo antes que nosotros? —Niega con la cabeza. Nunca he
visto a mi padre tan roto antes, ni siquiera cuando ha perdido soldados que
respetaba. Es obvio que él está luchando contra sus propias lágrimas—. Podríamos
haber ayudado. Deberíamos haberlo hecho.
Suspiro y una ola de calma se asienta sobre mí, me ayuda a respirar con más
facilidad y darme la fuerza suficiente para detener las lágrimas que caen sin
descanso. Nunca me di cuenta que necesitaba hablar con mis padres acerca de todo
esto. No elimina el dolor de perder a Duke por mi propia estupidez, pero esta
charla ha ayudado.
—Lo sé, pero tenía miedo. No sabía qué decirles o cómo explicarlo. Era
demasiado complicado en mi cabeza.
Una bocina en la distancia hace que mi madre salte.
—¿Dónde está?
Frunzo el ceño y le doy a mi madre un pañuelo para secarse el rostro, el flujo
de sus lágrimas ahora bajo control. Mi padre pone un pesado brazo alrededor de
sus hombros temblorosos.
—Tengo que lidiar con ello por mí misma.
—No, Skye. Este pedazo de mierda necesita que le enseñen una lección y yo
necesito hacer algo.
Me llevo mis manos a la cara e inhalo profundamente antes de mirar a la cara
decidida de mi padre.
—No, papá —digo con fuerza. Soy terca, también. En el fondo sé que tengo
que hacer esto por mi cuenta si quiero volver a poner las piezas de mí misma de
nuevo juntas. Tratar con Sean es algo que tengo que hacer a mi propio ritmo y por
mi propia cuenta. Soy un adulto, una chica responsable y es hora de que lo me
demuestre a mí misma—. Voy a ir a hablar con el presidente de su fraternidad.
Créeme, ahora sé que puedo hacer algo. —Y esa es la verdad. Un par de horas antes,
cuando estaba acostada en mi cama, sola en la oscuridad no lo sabía. Todavía no lo
sabía cuándo Duke me pidió que abriera mis ojos o incluso cuando entré en el
restaurante para cenar con mis padres, pero ahora que me he abierto para ellos y
puedo ver el amor que sienten por mí y el proteccionismo que tienen hacia mí, me
da la fuerza que tan desesperadamente necesitaba para luchar por mí misma.
—Pero…
—No, mamá. —Doy un paso más cerca de la puerta del restaurante, lista para
comer y poner esta charla detrás de mí. Ahora solo necesito un poco de
normalidad—. Estaré bien. Tengan fe en mí.
Asiente a regañadientes, pero asiente. Mi padre no es tan obediente como mi
madre, pero no es ninguna sorpresa.
—Voy a llamar al decano de la Universidad mañana.
Es lo mejor que puedo esperar. Supongo que ya es una enorme concesión por
su parte. Al mismo tiempo que abro la puerta y soy agredida por las risas de las
diferentes mesas esparcidas por la habitación, me acuerdo de algo y tiemblo.
—No llamen a los padres de Sean.
—¿Por qué? ¡Ellos deben saber que su hijo es un monstruo! —me sisea mi
madre, su ceño tan profundo que es un milagro que todavía se pueda ver bien.
—Porque su padre golpea a su madre y lo usaba para golpearlo a veces,
cuando él era un niño. —Ignoro la fuerte inhalación de mi madre y las maldiciones
de mi padre—. No es una excusa por su comportamiento y su necesidad de poder
sobre mí, pero no va a ser bueno para la madre de Sean, si ustedes le dicen a su
padre.
Ambos asienten e intercambian una mirada larga, el tipo de mirada de mucho
tiempo que las parejas casadas tienen para comunicarse sin palabras. No estoy
segura de que me escucharan o si van a hacer algo para ayudar a la madre de Sean,
conociéndolos probablemente harán exactamente eso, pero estoy segura de que
esto está lejos de ser la última charla sobre lo que pasó entre Sean y yo.
***
—¿Duke no está contigo? —pregunta mi madre, mirando alrededor de mi
habitación como si el alto y musculoso Duke podría estar escondido en algún lugar
de aquí. Me parece de lo más cómico si todavía estaba en los términos de hablar
con él.
—No. Él tiene un montón de trabajo entre sus clases y ser un AT —contesto,
porque no quiero romper su pequeña burbuja donde piensan que Duke todavía
estará aquí para protegerme.
Mi padre asiente con admiración al retrato de un estudiante impulsivo.
—Es un joven serio, eso es bueno. —Mi padre lo aprueba, ajustando la bolsa
de color caqui sobre su hombro y tomando el equipaje de mi madre en su mano
libre.
—Cariño, por favor piensa acerca de lo que hablamos. La terapia sería una
buena cosa para ti —dice mi madre por tercera vez ya.
Irónicamente, realmente no quiero ir a ver a un psiquiatra. Es curioso
teniendo en cuenta que es exactamente lo que quiero hacer como un trabajo, pero
la idea de ser “achicada” me está de alterando, más aún ahora que sé más sobre la
psicología desde que empecé la universidad.
—Déjala en paz, Tessa. Tenemos que ir al aeropuerto o vamos a perder
nuestro vuelo. Y estoy seguro que tendrás un montón de tiempo en el teléfono para
convencerla de ver a un psiquiatra —dice mi padre con tristeza dándome un fuerte
abrazo y besando la parte superior de mi cabeza.
Mi madre me abraza, también, su delgado cuerpo temblando contra el mío.
Está tratando de ocultar sus ojos llenos de lágrimas, pero sé que tan pronto como
estén fuera de mi habitación, se va a descomponer y mi padre no va a estar mejor.
—Llámenme cuando estén de vuelta a casa —digo, sintiéndome ya toda
nostálgica.
Saludan y caminan fuera de mi habitación. Cierro la puerta tras ellos y me
apoyo en ella. Mi respiración es superficial. Es más difícil dejarlos salir de lo que
pensé que sería, ahora que lo saben todo.
Hablamos sobre Sean, lo que sentí y sigo sintiendo, y fue bueno poder
compartir todo esto con ellos, para volver a conectar. Era difícil, también, pero
necesario. Tengo que agradecer a Duke por esto, él realmente me empujó a hacerlo,
pero no puedo ir a su casa y decir gracias. Le dije cosas horribles, aunque creo que
él se siente culpable por la muerte de su novia y ayudándome está suavizando esa
culpa. Lo que pasa es que no entiendo por qué se siente culpable por la muerte de
Juliet. Murió en un accidente de auto, no es como si pudiera haberlo impedido.
Tomo una buena mirada a la habitación vacía, Kate está en un grupo de
estudio y capto mi lado frío y vacío. Refleja lo que sentía y lo que aún es persistente
dentro de mí, pero el calor está tomando poco a poco más agarre. Solo espero ser
capaz de curarme y no estar tan rota. Y creo que va a ser sin Duke. Este único
pensamiento aniquila el calor.
—¿No vas a ir a tu clase de psicología? —me pregunta Kate con falsa
preocupación que me hizo sonreír, la primera sonrisa desde que mis padres se
fueron el sábado por la noche.
—Todos necesitan un descanso algún momento. No he faltado ninguna clase
desde que comenzó el año —respondo y encojo mis hombros. Aunque es difícil
porque nunca me falto a clases si no estoy realmente enferma, pero hoy
simplemente era imposible para mí reunir fuerzas para ir a mi clase de lunes y ver a
Duke. Incluso verlo desde lejos era tan malditamente difícil ahora.
—Todos menos tú. —Kate rebusca en el desorden de su escritorio y toma el
trabajo en el que pasó todo el domingo terminando.
—Entonces tal vez estoy actuando como todos los demás. —Me acurruco
cómodamente en mi cama y suspiro.
Camina hacia la puerta, sus tacones altos resonando en cada uno de sus
energéticos pasos, y se da la vuelta abruptamente, su rostro decidido.
—¿Planeas llamar al presidente de la fraternidad de ese imbécil?
Fue tan fácil. Estaba esperando a que me lo dijera en la mañana tan pronto
saliera de su estado zombie, pero no dijo nada. Pensé que estaba fuera de su radar.
Lindo pensamiento de mi parte.
Tomo la novela romántica sobre un rockero de mi lado. La misma novela que
Kate me prestó hace semanas y lo abro.
—Lo llamaré.
Cruza sus brazos sobre sus generosos pechos ocultos en un abrigo rojo.
—Sé que no lo llamarás. Solo dices eso para asegurarles a tus padres.
—En serio, Kate, sabes que no me escuchará. En una fraternidad todos se
apoyan entre sí. —Escuché suficientes cosas para saber que era verdad. Muchos de
ellos ya me dieron momentos difíciles cuando cruzamos caminos, así que si llamo
sería peor y no puedo soportar algo peor.
—No caigas por el cliché. Tengo un primo que está en una fraternidad y me
dijo cuán serio se lo toman cuando hay cualquier problema con un miembro de la
fraternidad.
—¿Y que si no me cree? —respondo con verdadero miedo. Es horrible
demostrar todos mis miedos así, pero necesito hacer esto sí quiero mejorar y si es
que quiero darle una verdadera probada a mi nueva amistad con Kate. Ella es
increíble, mucho más sensible de lo que pensé.
—Entonces es un idiota y estaré encantada de patear su trasero como nadie lo
hizo antes —responde seriamente, sin perder el pulso.
Me río y niego con la cabeza. Esta chica es realmente loca algunas veces, y es
refrescante. Realmente refrescante en la oscuridad que no me deja respirar. Cierro
el libro, lo dejo a un lado de la cama y busco mi celular en mi bolso. Incluso si no
quería llamar al presidente de la fraternidad, programo su número en mi teléfono,
solo por si acaso.
—Lo haré, pero necesito estar sola.
Asiente y abre la puerta.
—Tengo una clase. Si me necesitas, mándame un mensaje y estaré de vuelta.
Me despido de ella, simulando una sonrisa solo para su beneficio. Está
asustada de dejarme sola ahora que ella sabe la verdad y como he sufrido de esto
con Duke. Es difícil. Se despide de mí y se aleja.
El silencio en la habitación es perturbador. Me pongo de pie y prendo la radio.
Odio cuando esta todo tan tranquilo; es como que no puedo respirar. Con mi
teléfono todavía en mi mano, respiro profundamente y empiezo a caminar mientras
el teléfono suena. Quiero que él me responda pero también estoy aterrorizada al
mismo tiempo. Es tan agotador sentirse tan fuera de mi profundidad. Mi mano está
temblando. Aprieto mi agarre para calmarme, pero no ayuda. Estoy destrozada y
tengo que aceptarlo.
En la tercer timbrada, él responde
—¿Hola? —Suena sin aliento pero serio. Hay fuertes ruidos de gente hablando
alrededor de él. Estoy agarrándome para no colgar.
—Hola. ¿Eres Derek Williamson? —Mi voz suena tan pequeña, acentuando
mis respiraciones como siempre hago cuando hablo.
—Hmm, sí, y ¿tú eres? —Ahora suena cauteloso. Dios, tal vez está
acostumbrado a tener chicas raras llamándolo a su celular ya que su número está
disponible en todas partes por su fraternidad.
—No nos conocemos, pero necesito hablar contigo sobre uno de tus chicos de
fraternidad —digo hablando una kilómetro por minuto. Estoy feliz de que no me
pueda ver porque estoy sonrojándome.
Sigo caminando de la puerta a la ventana y de vuelta otra vez, no realmente
prestando atención a lo que me rodea.
—Es… está bien. —Luego el aclara su garganta. Tal vez no le importa o no
quiere escuchar lo que tengo que decir—. Supongo que no quiere hacer esto por
teléfono así que, ¿quieres que nos encontremos en algún lado?
El único lugar en el que me veo hablando sobre Sean es aquí en mi habitación.
No quiero romperme enfrente de un montón de gente.
—¿Puedes venir a mi dormitorio? ¿En unas cuantas horas?
—Uh, claro. ¿Dónde vives?
Jugueteo con las largas mangas de mi camisa y le doy mi dirección. Ahora sí
que no puedo retroceder. Respiro para no hiperventilar, pero aprieto mis dientes,
cuelgo y exhalo. Estoy mareada. Pensé que iba a ser por teléfono y no cara a cara.
Dios, y ¿qué si alguien de su fraternidad lo ve venir y le dice a Sean? Me tiro sobre
la cama y me encojo un poco. Mi estómago sigue doliendo un poco pero ya está
mejor. Quiero defenderme, pero es tan difícil. Tengo que pasar esto por mí pero
también por mis padres y Kate. Ellos cuentan conmigo. Y Duke, también.
Un toque en la fina madera de la puerta me hace saltar. No es como que
estaba mirando el reloj a lado de mi cama casi contando los segundos en mi cabeza
mientras esperaba a este chico Derek, pero ahora que sé que está aquí es diferente.
Niego con la cabeza y abro la puerta.
Parado en frente de mí, está un chico que no es muy alto pero si fornido. Debe
hacer mucho ejercicio para compensar su falta de altura.
—¿Tú eres Derek?
Asiente, sonríe y frunce el ceño un poco al mismo tiempo.
—¿Tú eres?
Me pongo inquieta y vuelvo a entra para sentarme en mi cama.
—Soy Skye. —Hago una señal a la cama de Kate para que se siente. Obedece
pero no se quita su abrigo café oscuro.
—¿Eres la ex chica de Sean, cierto? —dice, rompiendo el silencio de la peor
manera que esperaba.
Me vio con Sean una vez, ¿cómo puede recordar quién soy? frunzo el ceño y
asiento de nuevo.
—Estoy sorprendida que sepas quién soy.
Encoge sus hombros y mira la bolsa de m&m vacía de Kate. Su cabello café,
corto y alborotado, le da una seriedad que no asocio con las fraternidades. Sus ojos
cafés con gotas verdes se ven suaves y no me está mirando como si lo molestara.
Solo se ve curioso. Y cauteloso.
—Sean hablaba de ti.
—Supongo que nada muy halagador —respondo sombríamente, mi mano
aprieta mi rodilla. Mis uñas me están lastimando atravesando la tela clara del jean,
pero no me importa—. No puedo decir que estoy sorprendida.
Inclina su cabeza a un lado, como si estuviera evaluándome o algo. Tal vez
esperaba que estuviese loca. Ni siquiera puedo pensar en cómo Sean me ha
descrito. Probablemente nada bonito. Prefiero no saber, aunque la curiosidad me
está matando.
—¿Rompimiento duro?
Me río amargamente.
—Más bien un largo tiempo desde que rompimos.
Asiente y mira mi escritorio perfectamente ordenado con papeles en la
esquina derecha, mis textos a la izquierda y mi laptop apagada en el medio. El chico
no es para nada lo que esperaba. No es engreído, no se está distanciando de mí y es
paciente. También parece ser una persona amable.
—No te voy a apurar, y no te voy a juzgar por nada que tengas que decirme
sobre uno de mis chicos. Sé que algunos de ellos te dan momentos difíciles y ya he
hablado con ellos. Si siguen detrás de ti, me puedes decir.
—¿Cómo sabes sobre eso? —le pregunto, sorprendida de saber que escuchó
sobre las malas bromas y referencias de la película Star Wars. Y ahora que lo
pienso, ellos no vinieron detrás de mí por un tiempo.
—Tenemos un amigo en común. ¿Duke?
No puedo creerlo. Duke me ayudó sin decírmelo. Incluso ahora me está
siguiendo.
—No es sobre eso, pero sí, me dejaron de molestar. Gracias, supongo.
—Bien —dice con una pequeña sonrisa, obviamente aliviado de que su
pequeña charla tuviera efecto en los chicos.
Aclaro mi garganta, tratando de aliviar el nudo que se forma. Me estoy
ahogando porque no quiero romperme y mostrar mi debilidad en frente de un
chico que domina el estoicismo. Es tan difícil decirle a alguien que ni siquiera
conoces sobre algo personal. No puedo simplemente empezar con Oye, ¿conoces a
Sean? Bueno, me está pegando. Es tan raro.
—Es sobre Sean.
—Estoy escuchando —responde inmediatamente, sus manos en sus fuertes
muslos, sus ojos en mi rostro y su atención solamente en mí. Es intimidante, pero
saber que es atento me convence a decirle todo.
Tomo un respiro profundo y le digo que Sean empezó a golpearme en la
secundaria y que sigue tratando de tener un par de minutos a solas conmigo para
terminar sus golpes. Le digo sobre cómo Sean estuvo en mi habitación la anterior
semana y lo que hizo. Cuando termino, no miro abajo. Mantengo mi mentón en
alto, mi mirada atrapada en la suya y espero. Lagrimas silenciosas caen pero me
mantengo firme. Tengo que recordar que no fue tan difícil como lo fue con mis
padres.
Derek finalmente pestañea y suspira. Pasa su mano sobre su fresco cabello
alborotado y muerde su labio inferior.
—Mierda —susurra—. Lo siento tanto, Skye. No sé lo que puedo hacer ahora
para ayudarte pero puedes estar segura que haré lo que pueda para sacarlo de la
fraternidad. No quiero un hijo de puta como él en mi fraternidad. Ya lo odiaba,
pero ahora... Dios, quisiera darle un buen gancho.
—¿Uh?
—Soy boxeador —clarifica y aprieta sus puños. No es el mismo chico calmado
de antes. Se ve como un boxeador real a punto de ir a la primera ronda, y me asusta
un poco.
—Gracias, Derek. Aprecio que me creas.
Su cabeza vuelve hacia mí.
—Claro que te creo. No eres del tipo que miente sobre eso y Duke me dijo que
mantuviera un ojo sobre Sean. Ahora sé porque lo dijo.
Siento que me sonrojo porque es lindo que Duke trate de protegerme, pero
también es un poco debilitador tener a alguien tomando un cargo como ese a mis
espaldas. Supongo que no importa desde ahora.
—Bueno, gracias por tu tiempo. ¿Tienes mi número si tienes algún problema?
—Sí, lo tengo. Te dejaré saber si algo pasa. Si necesitas hablar, siéntete libre.
Sonaba tan serio que me sorprendo asintiendo mientras me pongo de pie y
camino con él fuera de mi habitación después de rápidamente limpiar mis
lágrimas. Lo veo irse, asintiendo a diferentes chicos en el pasillo. Por primera vez
viendo a esa gente riendo y simplemente disfrutando su vida, se aclara mi cabeza.
Fue difícil, pero no tanto como pensé. No voy a llorar más. Estoy empezando a
darme cuenta, así que no me juzguen, pero juzgarán a Sean.
—No sabía que conocías Derek. —Una profunda voz viene de mi lado,
sorprendiéndome y enviando escalofríos confortantes por mi cuerpo. Escucho sus
pesadas botas negras sobre el suelo, deteniéndose a mi lado.
—Acabo de conocerlo por primera vez —respondo débilmente, perturbada de
hablar con Duke cuándo pensé que no volvería ni a mirarme de nuevo. Está
distante, sí. Pero me está hablando. Es él que vino a mí. Veo de dónde viene y noto
a una chica mirándome. Cabello sexy, mejillas sonrojadas, y ropas atrevidas que me
dejan saber más de lo que quiero. Duele. Es como un golpe directo en el estómago.
—¿Es por qué tuviste una cita con él que no viniste a clases hoy? —pregunta
en una voz entre cortada que sonaba demasiado extraña para venir de él.
Sigo sin mirarlo. Estamos hombro con hombro y aparentemente es más fácil
para nosotros hablar así. Mantiene alguna clase de pared entre nosotros y es lo que
necesito. Necesito espacio o sino sabré que diré algo sobre esta chica que sigue
mirándonos, con sus brazos cruzados sobre su generoso pecho.
—Sabes que no salgo en citas, no como tú —respondo con más de una pisca de
sarcasmo. Su respiración es audible incluso en el alborotado pasillo. En la esquina
de mis ojos veo a Duke girarse hacia mí con una cara en blanco, pero son sus ojos lo
que lo delatan. Están brillando y creo que es porque lo sorprendí. Me hace sentir
orgullosa en algún modo.
—¿Le dijiste? —pregunta por una confirmación, su voz apenas en un susurro
como si no quisiera asustarme.
—Y les dije a mis padres anoche en el restaurante —añado, una oscura parte
de mi quiere probarle que él estaba mal. Tal vez es por eso que les conté a mis
padres, y a Derek, tal vez es porque me duele como Duke me vio todo el tiempo. En
alguna parte, tal vez en un nivel de su conciencia, quería probarle que él estaba mal
incluso si nunca lo supo. Soy así de complicada.
—Eso es sorprendente —dice con una voz más suave, un tono de culpa
subraya sus palabras.
Lo miro con el ceño fruncido, pero duele más mirarlo. Sus ropas están
arrugadas y sus labios están hinchados. Siento un hueco entre nosotros, veo la
distancia en sus ojos, y duele. Recuerdo las cosas que le tiré a su cara, pero tengo
que ignorar este dolor así que encojo mis hombros con rápido y eficientes
movimientos y me hago un moño con mi cabello. Sigo sin darle un segundo
pensamiento a mi apariencia, no estoy segura si cambiaré algún día.
—Supongo que estoy de vuelta al juego. —Dios, todo sonaba tan vacío, tan
ridículo. Realmente hice un lio de todo.
—Pero deberías ser cuidadosa. Sean es…
—Sé quién es. Duke. Muchas gracias. —Lo detengo con una voz dura que hizo
tensar su rostro.
—Sí, bueno, supongo que no me necesitas —dice, dando unos pasos lejos de
mí, pero sigue mirándome—. La próxima, Skye, no faltes a clases.
—Eres el ayudante del profesor, no el verdadero profesor. —Le devuelvo con
enojo. Pensé que quería tenerlo de vuelta en mi vida, pero todo lo que soy capaz de
hacer es gritarle y ser una verdadera perra, pero en parte es porque estoy dolida de
su pequeño escape sexual.
—Lindo. —Se da la vuelta y se aleja con paso rápido, como si no caminara lo
suficientemente rápido para escapar de mi presencia. Mis ojos se quedan pegados
en su espalda, en los tensos músculos de sus hombros y su cabello oscuro. ¿Por qué
no soy capaz de mantenerlo en mi vida? Es el primero que realmente me ayuda en
romper mi cascarón. Cuando Duke desaparece por las escaleras, vuelvo a mi
habitación como un alma desolada. Tal vez Duke era la clase de persona que no
mantenías en tu vida, pero de las personas que si cambiaban tu vida para siempre,
se quedan en tu corazón para nunca irse. Al final, soy la única culpable por no
tenerlo como amigo otra vez y me odio por eso. Realmente me odio.
Capitulo 10

P
ensé que decirles a mis padres y advertirle a Derek acerca de Sean haría
las cosas mejor, pero no. Todo era más difícil, como salir de la cama por
la mañana para ir a clase o solo centrarme en algo que no sea el techo de
mi dormitorio. Sé sin siquiera contar cuántas grietas hay por encima de mi cabeza,
y debería ser suficiente advertencia cuan bajo me siento, pero nada puede llegar a
mí.
Cuando mis padres me llaman, que es todos los días, reúno todas mis fuerzas
y actuó como la hija perfectamente normal solo para esconderme debajo de mis
cubiertas tan pronto como cuelgo. Cuando Kate intenta hablar conmigo, trata de
hacer que me dé cuenta de cómo esta ruptura está ganando, le restó importancia y
le digo que solo necesito tiempo para adaptarme. Y trato de creer lo que le digo,
aunque en el fondo sé que todo solo es una mierda.
La cosa es que, después de luchar todos los días durante tres años, no quiero
luchar más y realmente no veo por qué debo hacerlo. No tengo nada más que
ocultar. Ahora, soy solo una cáscara vacía.
—¿Estás dormida Skye ? —pregunta en un susurro Kate cuando entra en la
habitación oscura. Estaba fuera, es viernes por la noche, después de todo, y no
estaba esperando que regresara tan temprano. Los números de color rojo brillante
en mi reloj de alarma junto a mi cabeza en la mesa de noche muestran que es casi
medianoche.
Giro y la enfrento. Es solo visible gracias a la luz de la luna. Se ve agotada y no
es por sus exigentes estudios. Sé que soy una fuente de su angustia.
—No estoy durmiendo. Pensé que tenías una cita —respondo, mi voz plana y
carente de algún real interés. No es que no me preocupe por Kate, pero no estoy
interesada en nada. Estoy demasiado envuelta en una especie de niebla. Es mejor
que los momentos intensos de odio que tengo hacia mí misma. En general, es
después de la clase de psicología en la que tengo que ser testigo de Duke
ignorándome por completo, pero sin pasar por alto todas las chicas de piernas
largas que caminan junto a él.
Suspira y se encoge de hombros. Rápidamente se quita sus ropas y se pone en
una sudadera demasiado grande con capucha en la que Chicago está escrito en
negro con letras en negrita. ¿Siente nostalgia por su ciudad natal? No puedo
culparla, estando atascada con una compañera de cuarto como yo en su primer año
en la universidad no es la mejor experiencia.
—Él era aburrido. Bastante lindo, pero en un momento, incluso mirando su
cara o su cuerpo asesino, era aburrido, demasiado. No sabía que los chicos en la
escuela de medicina podrían ser tan irritantes.
—Encontrarás a alguien más. —Giro sobre mi espalda, mi posición favorita en
la cama, mirada perdida en el techo oculto en la oscuridad y mis brazos extendidos
a lo largo de mi cuerpo.
Oigo a Kate subirse a la cama. Quizás debería hablar más con ella, pero no
tengo nada que decir. Después de todo, mi vida se puede resumir en dos palabras:
cama y clases. Ni siquiera paso mucho tiempo con mi tarea estos días, y ha estado
pasando desde hace dos semanas.
—Vi a Duke esta noche.
Mi atención regresa de golpe a ella, la niebla abandonándome. Mi corazón
comienza a latir más fuerte y más rápido de lo que lo ha hecho en las últimas dos
semanas. Mis palmas están sudorosas y estoy luchando por mantener la rabia que
tengo conmigo misma a raya. Enojada, no solo por lo que hice para apartarlo, pero
también porque todavía estoy por todo el lugar cada vez que oigo su nombre. Ayer
tuve el impulso furioso de darle un puñetazo a una chica que ni siquiera conocía
porque estaba siendo efusiva sobre lo sexy que es y que quería lamer cada
centímetro de su cuerpo. Vi rojo y tuve que correr, literalmente, antes de que
hiciera algo de lo que me arrepentiría.
—¿Y? —Pruebo con indiferencia, y por una vez sueno convincente.
—Estaba con una chica rubia. Estaban tomando un trago cuando me fui —
dice en voz baja, al parecer esperando una reacción.
En mi cabeza me imagino a una de piernas largas, linda exactamente como
una chica rubia, riendo y sonriéndole tímidamente a Duke y me siento enferma. Sé
que me siento atraída físicamente a él, pero no quiero tener una relación con él,
incluso si estuviera emocionalmente disponible. Sin embargo, sabiendo que otra
chica puede afirmar que es de él, incluso por una hora o dos, es más de lo que
puedo decir y eso es lo que más me duele.
—Me alegro por él. —¡No fue tan convincente!
Kate se sienta enfocándose en mí y no me gusta en absoluto, porque ahora
mismo mi máscara se desliza y verá a través de mí. Duke es el único que todavía me
alcanza a través de la niebla que me rodea.
—Estás siendo ridícula. ¡Si te importa, ve a verlo, habla las cosas con él! —Su
voz no es el suave susurro de antes. Está lleno de bordes y está molesta por mí,
frustrada también, y no puedo culparla.
—No sé lo que quieres decir. No es como que estoy enamorada de él.
—No, pero estoy bastante segura de que lo deseas y no sabes qué hacer al
respecto —responde con aire de suficiencia. Casi da miedo ahora mismo con su
cabello desordenado y la mirada de determinación en su rostro.
—Creo que tienes que dormir un poco —digo, tratando de no reírme de ello.
Girando hacia mi costado, enfrento la pared. Es más seguro.
—Y tienes que tener sexo.
Me levanto y me siento, y enciendo mi lámpara, parpadeando varias veces, me
duelen mis ojos por el brillo repentino después de estar en la oscuridad tanto
tiempo. La miro.
—No acabas de decir eso.
Empuja hacia atrás sus cobertores, se levanta y viene a mi cama. Sin
preguntar, se sienta y pone una de sus pequeñas y delicadas manos en mi hombro
delgado.
—Lo hice, y es la verdad.
—¿Así que tengo que echar un polvo? Esa es tu respuesta para todo, ¿verdad?
—No todo, pero en tu caso no podría lastimar. Han pasado meses desde la
última vez que tuviste relaciones sexuales y fue con un idiota abusivo. Duke es un
tipo increíble con el que conectaste de inmediato. Vi cómo lo mirabas. Casi me
hiciste sonrojar.
Río entre dientes y la empujo en broma.
—Cállate, Kate. —Siento el calor aumentando en mis mejillas y ella riéndose
de mí no ayuda.
—¿Tienes miedo de tener una aventura de una noche con él o tener algo más?
—Está seria de nuevo, obviamente decidida a deshacerse de la distancia que puse
entre nosotras y ayudarme.
—Nunca he tenido una aventura de una noche, y es de Duke que estamos
hablando.
—¿Qué quieres decir? ¡Es muy, muy caliente y dulce y sexy y tiene tatuajes!
Tiene el look perfecto de chico malo sin mala actitud. Quiero decir, si no estabas
aquí le hubiera arrancado la ropa en ese momento. Y ustedes dos ya son cercanos.
Estoy bastante segura de que mi boca está abierta. Nunca nadie habló así
conmigo antes y esta visión de la mente de Kate es... bueno, a decir verdad, me está
volviendo loca. Es mucho más abierta con su sexualidad como nunca lo seré. No
soy una mojigata, no lo creo, pero no puedo decir las cosas como ella lo hace. De
alguna manera, envidio su franqueza. Es mucho más fuerte que yo.
—Apostaría a que tienes más suerte con él que yo. —Finalmente encuentro mi
voz, pero es débil y un poco triste. No me gusta sentirme tan sentimental
súbitamente. Estamos hablando de sexo, no sobre compromiso.
—Por favor, estás delirando. —Niega con su cabeza y su boca peculiarmente
hacia arriba—. Deberías haber visto lo aburrido que se veía con esa chica esta
noche. Ni siquiera estoy segura de que él estaba escuchando nada de lo que sea que
ella estaba balbuceando. En un momento sonó su teléfono y él la dejó atrás, sin ni
siquiera un par de palabras y el dinero por las bebidas.
Me apoyo en la pared y no trato de ocultar mi sonrisa al pensar en él
dejándola atrás en el bar. Sé que eso no quiere decir que él no fue a reunirse con
otra chica, pero es bueno, sin embargo.
—No se trata solo sobre mí siendo caliente, Kate. —Alejo algunos mechones
que han caído desde el moño desordenado en la parte superior de mi cabeza—.
Echo de menos a mi amigo y todo es mi culpa.
Atrae sus piernas contra su pecho y las abraza. Colocando su barbilla sobre
sus rodillas, me mira con una sonrisa indulgente.
—Estabas herida, Skye. No sabía nada acerca de su novia, pero no creo que
estuvieras tan fuera de lugar. Tiene más que ver con la forma en que te expresaste.
Asiento y golpeo mi almohada. Es mejor que la pared.
—Lo sé. Estaba siendo una verdadera perra y lo sabía, pero solo... no podía
parar.
—No tienes que explicar nada. No te estoy juzgando, pero también perdí a mi
amiga ese día. Te extraño —dice con una voz suave. Oigo el dolor allí y me siento
culpable porque sé que tiendo a empujar lejos a todo el mundo cada vez que me
siento mal o hacia abajo o con dolor. Odio cuando alguien me ve así y me parece
más fácil simplemente alejarlas. Puede ser más fácil al principio, pero cuando las
cosas se ponen mejor solo hay un enorme desorden dejado atrás.
—Lo siento, Kate. —No puedo mirarla. Me siento tan avergonzada ahora que
la niebla se ha desaparecido. Sabe cada cosa horrible sobre mí y mi vida y aun así,
sigue aquí confortándome y diciéndome que me extraña. No estoy segura de
merecer a alguien como ella, no cuando siento que me he perdido a mí misma.
—Simplemente no me dejes fuera de nuevo y cuando tengas sexo
calientemente sudoroso y loco con Duke. Quiero todos los detalles —dice con
picardía que me hace reír una carcajada natural y ronca que por una vez no soy
consciente de ella.
—Estás loca. Nunca sucederá nada con Duke. Si es que me habla de nuevo,
será una gran mejoría ya.
—Pero si tu…
—¡Muy bien! —Corté a la mitad de su frase con una risa—. Si duermo con él,
te diré si es igual de caliente sin su ropa.
Chilla y rebota hacia arriba y hacia abajo mientras está sentada en mi cama. Y
entonces, es como si estas dos últimas semanas nunca sucedieron, poniéndome al
día sobre sus tres últimas citas, dos de los cuales no estaban tan mal, y sobre su
última discusión con su padre, que cree que está aquí solo de fiesta y no está
realmente estudiando hasta su culo para poder unirse a su firma en un par de años.
Si esto es lo que se siente al tener un cierre real, entonces no voy a dejar que
salga de mi vida. Dejé que Sean tuviera el poder de dictar mi vida, arruinando todo
tipo de relaciones en mi vida solo porque lo dejé hacerme creer que no soy digna.
Es su elección si quiere ser mi amiga y debe significar algo. No son idiotas. Puede
ser demasiado tarde para Duke, pero no voy a torturarme más.
***
El resto del fin de semana fue bueno entre ponerme al día con mi tarea, y Kate
y yo devorando dos enormes potes de helado, mientras que hablábamos de todas
las citas desastrosas que ha tenido desde que empezó a salir a los quince años.
Pero ahora, es lunes y estoy esperando a que los AT y el Dr. Dills entren. Estoy
inquieta y no me siento tan tranquila. Tomé la decisión de ir a hablar con Duke
después de que la clase termine para ver dónde estamos, y si tengo alguna
posibilidad de conseguir a mi amigo de vuelta.
Finjo estar absorta en un mensaje de texto en mi teléfono cuando en realidad,
estoy leyendo un mensaje que Kate me ha enviado media hora antes como una
charla para ayudarme a encontrar en mí misma la suficiente confianza y enfrentar a
Duke. Ya leí este texto, por supuesto, pero es mejor volver a leerlo en lugar de mirar
como si estuviera esperándolo en la puerta.
Después de leer el mismo mensaje de solo tres líneas, por novena vez, miro
hacia arriba y miro boquiabierta. Duke entra. Apenas asiente a las personas que lo
llaman por su nombre o hablando con él, y camina a su mesa en una esquina y se
sienta. Sin embargo, no es él caminando lo que me hizo congelar, es su cara
magullada lo que hizo eso.
Uno de sus ojos apenas está abierto, demasiado inflamado como para ver
nada. El color morado oscuro no deja nada a la imaginación. Alguien le dio un
puñetazo en el ojo, y su boca tiene un profundo corte en el labio superior. Dios,
¿qué fue lo que hizo el fin de semana?
Justo cuando estoy a punto de levantarme para ir hacia abajo y preguntarle
qué pasó, el Dr. Dills entra y casi lanza un montón de papeles sobre sus AT
mientras comienza su conferencia. Va a ser una clase larga y mi imaginación está
desbocada. Cuando lo veo encogerse de pie, llevando una de sus grandes y fuertes
manos a su lado derecho, mi preocupación se profundiza.
—Lean el capítulo diecinueve de Anna O., una de las pacientes más conocida
de Freud. Investiguen también sus otros pacientes, y no se olviden de usar sus
cerebros —dice Dills y se despide de nuestra clase con un gesto exagerado que no
encuentro ni medio tan divertido como él lo hace.
No pierdo ni un segundo más y apago mi computadora portátil, la guardo en
mi bolso, y camino hacia Duke antes de que incluso tenga tiempo para poner sus
notas en otra parte. Levanta su vista y su ceño acentúa sus magulladuras. Nos
miramos el uno al otro, mientras que la enorme sala se hace más y más tranquila,
ya que los últimos estudiantes se van. Todavía está en su asiento y aún estoy de pie
frente a su escritorio. Ninguno de nosotros rompe el silencio.
Mis ojos viajan desde su ojo amoratado hacia su labio y tiemblo. Va a pasar un
tiempo antes de que se desvanezcan. Se ve doloroso en demasiados niveles para mí
para pensar ahora mismo que tengo que hablar con él. Pero primero, tengo que
saber lo que pasó porque sé que no es el tipo de persona de entrar en una pelea.
—¿Qué te pasó ? —pregunto, mi voz resuena en la gran sala vacía. Aparto la
mirada de él a los cientos de asientos vacíos y regreso a él cuando no responde.
Pongo mi bolso a mis pies y cruzo mis brazos. No lo voy a dejar en paz a menos que
me lo diga todo ahora.
Se pone de pie lentamente, demasiado lentamente para ser natural. Está con
mucho dolor y yo, obviamente, no estoy hablando de su rostro. Ha sido golpeado
muy mal por el aspecto de la misma. Tal vez alguien le robó el auto, o tal vez fue
atacado por su billetera. Siento el color desaparecer de mi rostro.
—No es asunto tuyo —espeta y comienza a colocar sus notas en su bolso con
sus manos temblorosas, por el dolor o la ira, no lo sé.
Resoplo y el sonido lo detuvo en seco. Sus ojos oscuros no son del todo
acogedores y en ese momento, sé que estoy en una nueva ronda de discusiones en
lugar de reconciliarme con él. Me da pena, pero no puedo ignorar sus moretones y
la forma en que se mueve con tanta cautela como si tuviera una o dos costillas
agrietadas.
—Como no era tu asunto cuando me preguntabas lo que me pasó.
Sube el cierre de su bolso, pero no se mueve para tomarla. En cambio, su
mirada fría me congela hasta la médula.
—Nosotros éramos amigos entonces.
Me río sin humor, tratando torpemente de ocultar lo fácil que es lastimarme.
Parece que sabe cómo golpearme donde más me duele y va a matar. Es experto.
—No al principio —replico con altivez y dejo que mis ojos se pierdan en sus
costillas del lado derecho donde su camisa a rayas de mangas largas los oculta—.
¿Tienes algunas costillas rotas?
Sacude la cabeza y ladea hacia un lado.
—No lo creo.
—¿No fuiste al hospital? ¿Estás loco? —exclamo. Mi voz ruge fuerte en la
habitación vacía, haciéndome saltar por mi propio arrebato. No estoy
acostumbrada a ser tan emocional. Es aún más inquietante después de mi
comportamiento zombie del último par de semanas.
—Sería inútil. No me duele cuando respiro y... —Se pasa la mano por encima
de su barba bien recortada y suspira—. Ni siquiera sé por qué te estoy contestando.
—Muéstrame tu lado derecho —ordeno tercamente, mi barbilla elevada hacia
arriba, mis ojos fijos en su rostro magullado. Mis brazos todavía están cruzados
sobre mi pecho con mis manos tragadas por mis largas mangas.
Sus cejas se disparan, facilitando las líneas entre sus ojos.
—¿Quieres que me quite la camisa?
—Me pediste que me desnudara hasta mi ropa interior, una vez.
—A causa de tus heridas y lo haces sonar... no lo sé. ¿Travieso? —Su voz no es
cálida, pero está perdiendo poco a poco algo de la frialdad de los últimos minutos.
—Y tu lado derecho no está herido, ¿eh?
Ahora estira su cabello, desordenándolo distraídamente.
—Vamos a ver si lo entiendo. —Se endereza, se encoge ligeramente y levanta
el dobladillo de su camiseta, como si quisiera asegurarse. No voy a rasgar su ropa.
Dios, si él cree que soy una ninfómana, realmente no me conoce en lo absoluto.
Todavía no estoy segura de que pueda conseguir estar físicamente con un chico sin
ahogarme en busca de aire y no en una especie de manera de jadear sexy, pero
porque estoy demasiado asustada—. ¿Quieres que me quite la camisa en esta sala?
—¿Prefieres tu habitación? —Arqueo una ceja, algo que recuerdo hacer mucho
antes de que Sean estuviera en la foto. Una característica que tendía volver loco a
todo el mundo de alguna manera u otra.
—¿Qué te pasa? ¿Por qué quieres ver mi caja torácica?
—¡Oh, por favor, Duke! —digo molesta, mi timidez olvidada. Me seco mis
manos sudorosas en mis jeans—. No tienes tetas, así que no veo por qué no puedas
quitarte la camisa. —Y ahora me estoy sonrojando.
Abre y cierra su boca. Estoy deseando saber lo que quiere decir, pero en su
lugar, mi cerebro negro va fuera cuando estira el dobladillo de su camisa con ambas
manos y tira de ella hasta justo por encima de sus impresionantes pectorales. Mi
boca se seca ante la vista de su pecho desnudo. Es bien musculoso y sus
abdominales están bien definidas, con la cosa V que desaparece en sus pantalones
jeans de color azul oscuro que cuelgan casualmente de sus estrechas caderas. Mis
ojos siguen el rastro de vello oscuro entre sus jeans y su ombligo y luego derivan
hacia su lado izquierdo y hasta donde está su corazón bajo su piel oh tan deliciosa y
bronceada natural. Allí, en las líneas negras finas, una escritura que me asusta y
duele ver. Hay una fecha en letras completas con una lágrima roja de sangre al
lado. Es la fecha de la muerte de Juliet. Me muerdo mi lengua y me obligo a mirar
al otro lado dónde ya debo estar centrada.
No creo que tenga una costilla rota, pero las contusiones son desagradables.
Debe doler como el infierno. Si no me equivoco, no son patadas las que las
causaron, como pensé, pero son golpes. Dios, ¿qué le pasó? Cierro mis ojos. Detrás
de mis párpados cerrados, otras imágenes vienen de vuelta a mi mente. ¿Cuántas
veces me miré en frente de mi alto espejo para evaluar el daño a mi cuerpo?
Demasiadas. De muchas maneras.
—Se ve peor de lo que se siente. —Su voz gruesa me alcanza y me aleja de
estos recuerdos sombríos en los que no necesito profundizar.
Abro mis ojos y asiento.
—Lo sé —digo débilmente y consigo sonreír hasta que me duelen mis mejillas.
Deja caer su camisa en su lugar y asiente. Sabe lo que quiero decir sin tener
que ponerlo en palabras. Esa es la cosa con Duke, que no siempre necesitamos
palabras y cuando hacemos uso de ellas, es más a menudo para lastimarnos el uno
al otro en lugar de aliviar la tensión.
Agarra su bolso con la mano izquierda y da un paso hacia la puerta, cuidando
de no caminar cerca de mí. Está a punto de salir, sin siquiera decir adiós o nos
vemos. ¿Es tan fácil para él darme la espalda?
—No me contaste lo que pasó.
Se detiene, pero no me mira. Odio cuando esconde su rostro de mí.
—Y no necesitas saberlo. No tendría que haberte mostrado mis moretones.
—Es que... —Me detengo y tomo una respiración profunda—. Solo quiero
saber si alguien te atacó y por qué.
Finalmente, se da la vuelta y relaja sus hombros. Baja su cabeza durante un
par de segundos y luego me mira a los ojos. El calor en ellos, de rabia y nada más,
es a la vez aterrador y estimulante. ¿Qué me están diciendo?
—Un hijo de perra necesitaba una lección. Él está en peor estado, créeme.
Debería estar repelida por sus palabras, por la violencia de ellas, pero no lo
estoy. En cambio, estoy intrigada y más curiosa. Duke tiene un lado oscuro, más
oscuro de lo que pensaba, pero nunca lo he vinculado con el tipo de lucha.
—¿Quién es y por qué te peleaste con él? En realidad no suena a ti.
Se ríe sin ganas y me mira de arriba abajo y viceversa.
—Realmente no sabes muy bien de lo que soy capaz de hacer, y no sabes lo
que podría hacerle a algún hijo de puta que derrama una mierda por alguien que
me importa.
Jadeo, muevo mi cabeza, llevo mi mano a mi boca, y camino hacia él. Me
detengo a pocos centímetros de él y agarro fuerte su antebrazo izquierdo.
—¿Sean? ¿Te metiste en una pelea con Sean? ¿Cuándo? ¿Por qué?
Aprieta sus labios y se encoge cuando el corte en su labio superior comienza a
sangrar. Maldice y lame la sangre lejos. Mis ojos siguen el movimiento de su
lengua, y no es porque estoy enfocada en sus heridas.
—Viernes por la noche. Escucha, realmente no quiero hablar de eso.
—¿Por favor? No quieres hablar conmigo. —Sé que estoy jugando con fuego y
colocándome en una zona de guerra sin ningún tipo de protección, pero sí quiero
reconectar con él, no creo que tenga otra opción. Y estoy desesperada.
Además, saber que se deshizo de su cita el viernes por la noche, la chica rubia
guapa con la que podría haber pasado la noche para ir a defenderme en contra de
Sean; está haciendo cosas raras tanto en mi cabeza y mi estómago.
—No veo qué tenemos que decirnos el uno al otro, Skye.
Nivelo mis ojos, avergonzada.
—Pero peleaste por mí, Duke. Significa algo, ¿no?
Hace algo que no me esperaba, no cuando estamos pisando en aguas
peligrosas. Pone su mano caliente debajo de mi barbilla y atrae mi cabeza para
mirarlo. Su cara está más suave, sus ojos más cálidos, pero todavía llenos de
oscuridad.
—Entre tú y yo, no sé lo que significa algo. Estamos empujándonos el uno al
otro lejos y sin embargo, me parece que no soy capaz de dejarte ir.
—¿Y si te digo que no quiero que me dejes ir? —Trago, mi corazón latiendo
furiosamente en mis sienes y mis manos temblando junto con mi cuerpo.
No aleja su mano de mi barbilla y su pulgar roza sobre mi piel muy
suavemente. Estoy bastante segura de que tengo piel de gallina por todas las partes
de mi cuerpo, pero no puedo sentir nada más aparte de su mano en mi cara y sus
ojos quemando en los míos. Estoy impotente, pero se siente muy bien.
—Entonces te pediré que no me empujes lejos la próxima vez que estés
sufriendo. No puedo lidiar con eso otra vez. No soy el tipo fuerte que pensé que era,
y soy más frágil de lo que me gusta pensar.
Es increíble ver a un chico tan fuerte viéndose tan abiertamente vulnerable.
Estira mi propio dolor y mi propio tormento.
—No me empujes lejos tampoco —susurro, sin parpadear por miedo a romper
el vínculo entre nosotros.
Asiente y sus ojos recorren mi cara, dejando un hormigueo en la estela de su
mirada. Entonces, suelta mi barbilla.
—¿Café?
Sonrío y lidero el camino. Tal vez debería estar más esperanzada con más
frecuencia. Todavía estamos en un terreno inestable, todavía vamos a tener
problemas de confianza para enfrentar, pero está de vuelta en mi vida y el futuro
parece más brillante de lo que lo ha hecho durante los últimos tres años. Sin
embargo, todavía tengo una cosa que me molesta. ¿Qué pasará la próxima vez que
Duke o yo nos crucemos con Sean? Porque si una cosa sé sobre mi ex novio, es que
no va a dejar las cosas así. Tomará represalias y no será bonito.
Capitulo 11

—¿A sí que Duke y tú son amigos otra vez? —me pregunta Kate
esa misma noche, mi buen humor es obvio y no puedo
ocultar mi sonrisa.
—Es un poco incómodo, pero tomamos un café juntos —le respondo,
encogiéndome de hombros en mi chaqueta.
Ella se extiende en su cama. Esta chica nunca hace los deberes en su
escritorio, solo lo utiliza para poner sus libros de texto, documentos y ordenador
portátil. No tengo ni idea de cómo sabe dónde está todo considerando la falta de
orden.
—¿Qué has hecho para ganarlo tan rápido? —me pregunta sin levantar la vista
de su portátil, su cara tensa con la concentración.
—Le hice quitarse su camisa —le contesto con diversión en la voz.
Su cabeza se sacude para arriba, las preguntas brillando en sus ojos. Su boca
cuelga abierta y su portátil empieza a deslizarse de sus rodillas, pero ella lo agarra
rápidamente.
—¿Qué? ¿Por qué? ¿Y qué pasó?
Me río y niego con la cabeza, pero luego recuerdo el rostro magullado de
Duke y mis sonrisa se desvanece. No puedo ser tan displicente con todo lo que está
pasando y va a suceder. Por supuesto, estoy mareada por volver a conectar con
Duke y eufórica que salió de su camino para defenderme, pero eso no quiere decir
que no me doy cuenta de lo equivocado que es.
—No es tan divertido cuando sabes toda la historia. —Tranquilamente le
cuento todo. Cuando le he contado la historia, puedo ver su emoción aparecer y
desaparecer.
—Y no me creíste cuando te dije que había algo más que amistad entre Duke y
tú.
—¿Por qué, porque golpeó la mierda de Sean? —le digo, abriendo mi libro de
texto de psicología para leer el capítulo Eneldos, no para estudiar.
—No, por lo que te dijo. Hay algo sucediente y estoy esperando ansiosamente
el día en que voy a ser capaz de decirte “te lo dije”. Tenlo en cuenta —dice ella, con
la barbilla más alta en el aire.
—Sí, claro. —Descarto sus palabras con un gesto de la mano—. No estoy
dispuesta a llegar tan cerca de un hombre. Es demasiado...
—¿Aterrador? —Termina para mí, la comprensión y la tristeza ahora en su
voz. Odio cuando veo, cómo lo que me hizo Sean afecta a las personas que me
importan, y no solo a mí.
—Sí, aterrador. —Mi visión se torna borrosa y ni siquiera sé por qué mis ojos
se están volviendo aguados. Es tan ridículo—. Ni siquiera estoy segura, de que
alguna vez podré dejar que algún tipo me toque otra vez.
Viene y se sienta a mi lado, poniendo un brazo alrededor de mis hombros
tentativamente, pero suspirando cuando no retrocedo. Estoy mejorando en este
tipo de contacto con ella. No me asusto tanto.
—Tienes tiempo. No tienes que apresurar las cosas. —Aprieta mi hombro
brevemente—. ¡Y mírame a mí! Ni siquiera le doy una oportunidad a los chicos con
los que salgo o duermo, solo porque tengo miedo de caer en el amor. La lujuria la
conozco, el amor lo detesto.
—Eres más fuerte que yo, o tu madre, Kate. Si estarías enamorada de un
hombre, pero la relación te estaría haciendo daño, sé que serias lo suficientemente
valiente para decir adiós.
Pone su cabeza contra la mía y suspira.
—Espero que sí, pero no estoy dispuesta a correr el riesgo. —Entonces se
levanta de nuevo y se ríe con picardía—. Ahora dime, ¿tiene otros tatuajes en su
cuerpo?
Me río y asiento.
―Sí, pero no es... es un poco triste.
—¿Por qué? ¿Qué tiene, un cráneo o algo así? —pregunta, arrugando su
pequeña nariz.
—Más bien como la fecha de cuando murió su novia justo donde está su
corazón —le contesto en voz baja, el humor ligero volando lejos de nuestra
habitación.
—Es algo romántico. Él realmente la amaba.
—Creo que todavía la ama. —Recuerdo su cara en el cementerio. Es increíble y
aterrador ver lo que puede hacer el amor a la persona que queda atrás. También
está rompiendo mi corazón por presenciar el dolor crudo de Duke y el amor
imposible.
—¿No crees que es más sobre el hecho de que no puede dejarla ir, más que el
amor?
Me encojo de hombros, porque realmente no lo sé. No estoy en su cabeza y él
no me deja tener acceso a sus pensamientos y sentimientos. Todo lo encierra,
aunque sé que él se abre un poco para mí.
—Quizás. —Pongo mi cabello en un moño y aparto algunos mechones que
caen hacia abajo sobre mi cara—. Pero estoy decidida a comprender por qué se
siente tan culpable por su muerte. Él no puede seguir así o va a romperse un día.
—¿Quieres ayudarlo cómo él lo hizo? —señala, sentándose en la cama y
poniendo su computadora portátil en sus piernas.
—Eso, y odio ver el dolor en sus ojos. Él merece ser feliz, y no solo pretender
serlo.
***
—¿Cómo están tus heridas? —pregunto, señalando con mi pluma su lado
derecho dónde sé que sus heridas se están desvaneciendo lentamente debajo de su
camisa de color gris claro.
Levanta la vista de su libro de ingeniería, que bien podría ser en chino para
todo lo que entiendo, y sonríe suavemente. Estamos los dos en la cama, más o
menos tendidos sobre ella. Sin embargo, logramos no tocarnos entre sí.
—Está bien, pero no me pidas que me desnude de nuevo o me voy a preguntar
cuáles son tus intenciones en realidad.
Sé que me está tomando el pelo, pero no me impide ruborizarme como una
adolescente. Es tan vergonzoso. Él se ríe de mi malestar evidente y vuelve a su
trabajo. Si supiera que soñé anoche sobre su torso desnudo, probablemente no
sería tan propenso a hacerme bromas como esa. No era un sueño erótico, pero era
un poco más atrevido de lo que estoy acostumbrada. Kate lloró de risa esta mañana
cuando le describí mi sueño. No resulta tan divertido para mí, con mi corazón
latiendo salvajemente cuando estoy a solas con él o cuando se bloquean sus ojos
con los míos. Es bastante patético, cuando pienso en ello.
Mis ojos se pierden en su rostro, con una parada en el medio cerrado corte del
labio superior. Su ojo está aún púrpura, pero ya no cerrado debido a la inflamación.
Sus heridas me recuerdan un poco demasiado a Sean para mi gusto y me hace
sentir incomoda. No lo he visto desde la última vez que me golpeó, pero cada vez
que salgo de mi habitación, estoy muy consciente de mi entorno, siempre
esperando a que Sean me arrastre a un lugar apartado para golpearme de nuevo y
romper lo poco de vida que he metido de nuevo en mí.
—Deja de pensar demasiado, Skye —fice, sobresaltándome y trayéndome de
vuelta al presente y lejos de mis pensamientos de Sean. Él siempre sabe cuándo no
estoy en un lugar feliz.
—Dios, ni siquiera me mirabas. ¿Cómo haces eso? —Pido y empujo mi cabello
lejos de la cara.
Él sonríe y me ayuda con mi cabello loco, empujando un mechón detrás de la
oreja. Afortunadamente, he anticipado el temblor que su gesto produciría y me
muevo un poco para ajustar mi posición en la cama, inclinándome más hacia la
pared. Cada vez que su piel está en contacto directo con la mía, se me pone la piel
de gallina y no puedo dejar de temblar.
—Tu cuerpo se tensa cuando estás perdida en tus pensamientos. —Sus ojos
oscuros se centran en mi cara y hace que me retuerza un poco. Agarrando sus
cigarrillos de su lado, enciende uno. Kate y yo estamos acostumbrándonos al olor a
humo, incluso si no es muy atractivo. Aunque las dos estábamos de acuerdo, que
observar fumar a Duke, es todo un espectáculo. Cuando sus labios bien definidos
chupan la colilla del cigarrillo es material para fantasías.
—Que revelador —murmuro y cierro mi libro de texto. Hemos estado
trabajando durante casi tres horas y necesito un descanso. Bostezo, cerrando los
ojos. Estoy cansada y solo son las nueve de la noche.
Se mueve en la cama, su duro muslo y su cadera tocando la mía. Mi
respiración se tambalea. Abro los ojos y tomo una respiración profunda. El
consumo de aire es alto en la habitación tranquila. Su rostro está más cerca de lo
que pensaba. Su aliento huele a humo y chocolate de las galletas que comimos
antes. Él trae el cigarrillo a su boca, da una calada y mantiene el humo un par de
segundos antes de exhalar suavemente lejos de mí, con los ojos cerrados con los
míos, ilegibles.
Me muerdo el labio inferior y sus ojos bajan allí, siguiendo el movimiento
absortamente. Hace un segundo, mordía mi labio, porque no sabía qué hacer
conmigo misma y ahora me siento mareada por su atención y la mirada de sus ojos.
Ellos no se ríen, no son dulces, son encapuchados, oscuros, y fascinantes. Y no
puedo desviar la mirada.
Su mirada vuelve a subir a la mía muy lentamente, haciéndome sonrojar
ligeramente. Se inclina hacia mí, con el ceño fruncido. No me muevo. Estoy
congelada en el lugar en la cama, incapaz de entender y disfrutar de lo que está
pasando con él, con nosotros. ¿Estoy confundiendo este chisporroteo de atracción
que está sucediendo? ¿Es posible que Kate tenga razón cuando me dijo que estaba
atraído físicamente por mí también? Y si lo está, ¿qué debo hacer?
Y entonces, sin más, el momento se arruina. Las cosas se ponen un poco raras
cuando suena su teléfono, sonando Addicted Saving de Abel. Cuando pienso en la
letra de la canción, me sonrojo más que nunca.
Maldice, pone el cigarrillo en la boca, y pesca el teléfono del bolsillo de sus
jeans.
—Mierda —maldice después de leer el identificador de llamadas.
—¿Qué pasa? —le pido en voz baja, todavía temblando de nuestro momento
que-debe-permanecer-en-el-pasado.
—Es mi madre —me contesta, sacudiendo la cabeza. Esperemos que sea para
despejar su mente, porque él esta tan perturbado como yo. Ilusiones realmente,
porque él está más acostumbrado a este tipo de atracción sexual que yo. Toma una
respiración profunda y presiona el botón verde para contestar la llamada justo
antes de que se vaya al correo de voz.
»Oye, mamá. —Él rueda los ojos en algo que ella dice—. Estoy trabajando con
un amigo. —Se aclara la garganta y me mira rápidamente—. No, ella está en la clase
de psicología, donde asisto. —Se ríe y pone la colilla en el cenicero negro que me
compré un par de días antes.
»Sí, mi amigo es una chica. —Frunce el ceño y tira de su cabello—. No es como
eso. Escucha, ella está a mi lado y es raro hablar de ella cuando está aquí. —Inclina
la cabeza contra la pared, como si le pesara una tonelada.
»¿Quieres que la lleve el domingo para el almuerzo? —pregunta con
incredulidad—. Espera un segundo, mamá.
Saca su teléfono de su oreja y me sonríe, avergonzado.
—¿Almuerzo con tu familia? —susurro, con miedo de que su madre me pueda
oír, lo cual es ridículo ya que ella sabe que estoy aquí.
—Lo sé, pero es terca —suspira, derrotado.
—Creo que sé de dónde lo obtuviste entonces —le contesto con una sonrisa.
Él se ríe y vuelve a su llamada con su madre, diciéndole que estaremos allí el
próximo domingo para el almuerzo con su familia. De lo que he entendido por su
comportamiento y el ligero rubor en sus mejillas bronceadas, su madre piensa que
somos una pareja. Va a ser un almuerzo muy raro.
—Lo siento por eso. No estaba preparado —me dice, poniendo su teléfono en
el bolsillo. Tose y se pasa la mano por encima de su barba.
—Eso está bien. Solo tiene curiosidad por saber de tus amigos, como eran mis
padres cuando llegaron aquí —digo desdeñosamente, tratando de aliviar la tensión
que se siente. Y para tratar de lavar la atracción loca de la que nos salvó la llamada
telefónica.
—Sí, bueno, supongo que va a ser interesante.
—Interesante, ¿cómo?
—Vamos a ver —responde, siempre tan críptico. Es frustrante y sin embargo
creo que es por eso que quiero tanto desentrañar todos sus misterios.
***
No puedo creer que esté a punto de hacer esto. Conocer gente nueva no es mi
cosa favorita, y sabiendo que es la familia de Duke empeora las cosas, porque
quiero hacer una buena primera impresión. No quiero que vean mi yo roto, sino la
verdadera amiga que quiero ser para Duke.
Mi pie izquierdo está rebotando en el suelo del auto junto a una taza vacía de
café. Él definitivamente no es un maniático del orden con su auto. Por el rabillo del
ojo lo veo sonreírme, divertido por la crisis nerviosa que estoy experimentando.
—¡Oh, vas a parar! —le digo, empujándole ligeramente en el hombro con una
de mis manos, pero aun cuidando de no molestarlo mientras conduce. No quiero
que este día sea peor.
Él se ríe y baja la radio para que no tengamos que gritar para hacernos oír por
encima de la música.
—No estoy haciendo nada.
—Estás disfrutando de ver que me retuerzo. No te entiendo. —Hago pucheros.
Quiero decir, ni siquiera recuerdo la última vez que hice un puchero.
—No te van a comer. Lo peor que puede pasar es que no escuchen cuando les
digamos que no hay nada entre nosotros, más que amistad. —Su sonrisa es
deslumbrante y empieza a tranquilizarme. Después de todo, no puedo cambiar lo
que soy y si Kate y Duke pueden ser mis amigos y ver más allá de lo quebrantado de
mí, ¿por qué ellos no?
—No quiero que piensen que soy rara. Sabes que no soy buena con la gente. —
Me trago el nudo que apareció un par de kilómetros atrás y exhalo cuando Duke
apaga el auto delante de una casa blanca en un barrio tranquilo. La casa es una
perfecta de dos pisos, que emite las vibraciones de un hogar y no solo de una casa.
Veo un movimiento de la cortina dentro de una de las ventanas de la planta baja
antes de que salgamos del auto.
—Te has ganado a Derek y él no es el tipo de persona fácilmente
impresionable por cualquiera —señala Duke, su sonrisa disminuyendo un poco.
Debe recordar la razón por la que conocí a su amigo Derek. Ojalá no tuviéramos
tantos recuerdos desagradables entre nosotros, sería más fácil.
—Porque me compadece —respondo, apagando su agitación y caminando
junto a él hacia la puerta principal de color verde oscuro. Mis manos están
sudorosas. Espero que nadie vaya a tratar de darme la mano. Las seco tímidamente
en mis jeans negros.
—Estás siendo ridícula si piensas eso. —Llama a la puerta y golpea su hombro
contra el mío juguetonamente al tiempo que mi aliento se atrapa en mi garganta—.
Si no te sientes bien, me lo dices y ya se me ocurrirá algo para rescatarte.
Antes de que se lo pueda agradecer se abre la puerta, y una mujer de aspecto
suave con los mismos ojos exactos de Duke, pero sin el dolor, aparece. Sin duda, es
su madre. Es de altura media, quizás un poco más baja que yo, con un corte Bob de
cabello castaño claro. Su hijo la envuelve por completo en un abrazo de oso con su
cuerpo alto y fuerte.
—Es bueno verte, cariño —dice con una voz brillante. Ella es verdaderamente
feliz de verlo y trae una sonrisa sincera en la cara. Esta mujer me recuerda a mi
madre y el vínculo que teníamos antes de que Sean me arruinase y pusiera tanta
distancia entre nosotras.
Libera a su hijo de mala gana y me centro en su rostro. Las líneas de
expresión alrededor de sus ojos me hacen pensar acerca de su vida, obviamente
pasa mucho tiempo compartiendo su hermosa sonrisa con el mundo. Es evidente
que había heredado su piel bronceada de ella. Puedo estar equivocada, pero creo
que en parte es nativa-americana. Ahora entiendo por qué Duke se ve tan
bellamente exótico.
Me mira y su interés aumenta, y empiezo a jugar con el dobladillo de la
chaqueta de cuero. Da un paso hacia mí y viene a abrazarme. No retrocedo, pero
me congelo. Duke comienza a abrir la boca para detener a su madre, con una
expresión de preocupación hacia mí, pero le paro haciendo algo que no he hecho en
mucho tiempo. Doy un paso hacia ella, cerrando la última brecha entre nosotras, e
inicio el abrazo. Por supuesto, no es fácil y soy un poco torpe, pero me obligo a
hacer algo de lo que no sabía que era capaz de hacer. Mi corazón se acelera, mis
nervios están destrozados, y mis manos están temblando a pesar de que fue un
breve abrazo, pero es un primer paso.
Los ojos de Duke se ensanchan, pero una sonrisa de orgullo se extiende por la
cara, relajando sus rasgos perfectamente. Discretamente, choca el hombro contra el
mío, dejándome saber que es un gran paso y un gran trato y él entiende eso.
—Tú debes ser Skye. Me alegro mucho de que hayas podido venir aquí con
nosotros —dice ella, su voz es más profunda de lo que se espera en una mujer. Me
gusta su voz. Suena fuerte, pero tranquilizadora.
—¿Teníamos otra opción? —reflexiona Duke maliciosamente.
Su madre le da una palmada juguetona en su pecho y niega con la cabeza.
―Nunca vienes a vernos y no tienes excusas. Así que, si tengo que pedir
reunirme con tu amiga para verte, no lo voy a pensar dos veces.
Me río y encojo los hombros en mi chaqueta; Duke pone la suya en el
perchero de detrás de la puerta. Coloco la mía junto a la suya y me doy la vuelta,
chocando con sus ojos oscuros que se centran en mí. Cruzando los brazos sobre mi
pecho, me sonrojo. Sé por qué me mira así, como si él me estuviese viendo por
primera vez. Kate me convenció de ponerme una camisa suya de manga larga de
color gris claro. Sobre ella está abrazando su cuerpo, pero en el mío no es tan
atrevida. Es más ajustada a mi cuerpo de lo que estoy acostumbrada, mostrando
algo de escote y de mis estrechas caderas.
Niego con la cabeza, haciéndole saber que no diga ni una palabra. Él se ríe y
levanta sus manos antes de entrar en la sala de estar. Su madre había seguido
nuestro intercambio silencioso y aunque ella no sabía de qué se trataba, vio que en
efecto somos cercanos. Fuerzo una sonrisa y la sigo a la sala de estar después de
Duke.
El salón es simple y los muebles no son caros, y hay una enorme pantalla
plana en ESPN. En el sofá gris se sienta un hombre que solo puedo suponer es el
padre de Duke. Tiene el cabello del mismo tono y los mismos labios bien definidos.
Si Duke se parece a su padre a la misma edad, todavía va a tener buena pinta.
Dos sillones del mismo gris a cada lado completan el arreglo de la habitación.
En uno de los sillones, una mujer un poco mayor que Duke está sentada,
mirándonos entrar, con una pequeña sonrisa en sus labios delgados. Lleva más de
la madre de Duke que del padre, pero no hay duda de que ella es la hermana mayor
de Duke.
En la mesa de café, las flores que no puedo identificar dan un toque de color
con la variedad de amarillo, blanco y verde. Sobre la repisa de la chimenea, las
fotos de la familia le dan un toque personal. Son claramente felices de verme
aunque parecen un poco inseguros de cómo reaccionar. Es curioso, no soy la única
que se siente incómoda. Me ayuda a relajarme y la sonrisa en mi cara es real y no
falsa, de lo que Duke se da cuenta en un segundo.
—Alana, ella es Skye. Skye, te presento a mi hermana, Alana —dice Duke
después de que él le da a su hermana un abrazo de oso. Es más alta de lo que
pensaba. Mucho más alta que yo. Camino hacia ella y extiendo mi mano. La sacude.
—Me alegro de conocerte, Skye. Mi hermano no debe ser conservado para él
solo.
Me sonrojo de nuevo y miro a sus ojos. Él los rueda y tira de su cabello y me
río con su vergüenza.
—Bueno, no parece que conozcas a todos sus amigos —le respondo, tratando
de enviar un mensaje claro de que solo somos amigos, pero no parece llegar a la
familia de Duke por sus sonrisas.
—Creo que te puedes detener, Skye —dice Duke, abrazando a su padre que le
da una palmada afectuosa en la espalda—. No van a escucharnos. Ellos piensan que
saben lo que está pasando más que nosotros.
—Te conocemos, hijo —dice el padre de Duke y viene a darme la mano. Su
agarre es fuerte, pero no tengo miedo. Este hombre se ve tranquilizador a pesar de
su aparente fortaleza, al igual que mi padre.
—Déjenla en paz —dice la madre de Duke, guiñándome un ojo cómo si
compartiríamos un secreto. Frunzo el ceño y miro hacia atrás a Duke, quién se
encoge de hombros sin remedio—. Vamos a comer o la comida se enfría.
Todos nos sentamos alrededor de la mesa de madera oscura en la que podrían
sentarse ocho personas y espero a que la madre de Duke traiga la comida de olor
celestial. A medida que empezamos a comer, Alana rompe el silencio, su voz serena
y relajante.
—Por lo tanto, ¿estás estudiando Psicología?
Bebo de mi vaso de agua y muevo mi cabeza.
—Sí, pero soy una estudiante de primer año, así que no tengo la especialidad
aún. Quiero llegar a ser una Psiquiatra.
—¡Eso es maravilloso! —La madre de Duke brota con entusiasmo, haciendo
que Duke se ría y casi se ahogue con sus patatas—. Duke dudó antes de elegir la
ingeniería, pero me alegro de que él tenga dos especialidades. Sería triste que
abandone algo que le gusta, como la Psicología.
El padre de Duke no parece ser el tipo de hombre que habla mucho, pero él
asiente al oír las palabras de su esposa. Sus padres son un gran apoyo y es
maravilloso presenciarlo. Es raro tener esa unidad en una familia y compartirla
juntos.
—La Psicología es realmente fascinante. Ayuda a entender la gente a un nivel
totalmente distinto y abre la mente. Pero lo más importante, lo que realmente
quiero, es ayudar a la gente.
—Es raro tener tal creencia tan joven —señala Alana, tomando un sorbo de
vino tinto—. ¿Alguien en tu familia tiene una enfermedad mental?
—¡Alana! —chasquea Duke, sorprendiendo a todos nosotros en la mesa. Su
cuerpo está tenso y casi temblando de ira. Mis ojos se abren con su
comportamiento que supongo que es porque me quiere proteger de la inquisición
familiar. Pongo una mano en su brazo y aprieto. Baja los ojos y finalmente me mira.
—Es solo una pregunta. ¿Qué te ha pasado?
—Está tratando de protegerme —le digo con una sonrisa de disculpa,
avergonzada por ser la razón de la tensión. Me aclaro la garganta—. No tengo un
familiar con una enfermedad mental, no que yo sepa, al menos, pero algo me pasó a
mí y todavía me estoy recuperando.
—¿Estás bien, cariño? —me pregunta la madre de Duke con preocupación, sus
delgadas cejas bajadas.
—Estoy mejorando, pero no soy esquizofrénica ni nada de eso, si eso es lo que
me estás preguntando. Es...
—No les tienes que explicar —me interrumpe Duke, poniendo un brazo
alrededor de mis hombros. Tres pares de ojos concentrados en su gesto y siento mis
mejillas enrojecerse, pero no me alejo. En cambio, me acurruco un poco más cerca.
—Está bien. Después de todo, un paso es reconocer lo que pasó y no
simplemente ignorarlo u ocultarlo. —Le doy una sonrisa tranquilizadora a pesar de
lo mal que estoy temblando. Él debe ser capaz de sentirlo ahora que mi cuerpo está
tan cerca de él. Su brazo se aprieta alrededor de mí y me besa la parte superior de
mi cabeza. Su madre y su hermana suspiran con agrado. Su padre asiente con
orgullo. Pobre de ellos, piensan que ha sanado de la muerte de Juliet y se está
moviendo adelante con su vida amorosa. Tal vez una vez que entiendan mi pasado
verán por qué no somos una pareja y nunca lo seremos. Me aclaro la garganta.
»Estaba en una relación abusiva hasta el comienzo del año, cuando mi novio
rompió conmigo. Solía golpearme y humillarme cuando estábamos solos. Él me
dejó sola durante varios meses, pero en cuanto empecé a ir a fiestas y a pasar el
rato con Duke, volvió y me golpeó de nuevo varias veces. Duke entendía lo que
estaba pasando y así fue como nos hicimos amigos.
La madre de Duke se lleva una mano a la boca formando una gran “O”. Su
hermana parpadea varias veces. Su padre aprieta los puños y mira a su hijo. Estoy
segura que no esperaban esto cuando le pidieron conocerme. Me río amargamente;
no del todo segura de que fuese una buena idea revelar la verdad. Después de todo,
quería que me viesen a mí y no como mi versión rota. Lo cual es ridículo porque
estoy rota.
Mis ojos se llenan de lágrimas y mi visión se vuelve demasiado borrosa para
ver hasta mi plato. Mis hombros se desploman, y Duke trae su mano debajo de mi
barbilla y me obliga a mirarlo a los ojos, pero no lo puedo ver a través de mis
lágrimas no derramadas.
—Discúlpennos, pero creo que tenemos que conseguir un poco de aire fresco
—dice, ayudándome a ponerme de pie.
—Por supuesto. Tómense su tiempo —dice su madre, su voz no es tan brillante
como antes. Realmente maté el estado de ánimo.
—Vamos —me susurra, acercándome a la puerta de entrada y salida. Él agarra
mi mano en la suya grande y me lleva a su auto. Me apoyo en él y suelto la
respiración que ni siquiera estaba consciente de haber estado sosteniendo. Se pone
de pie frente a mí, bloqueando mi vista de la casa.
—Lo siento mucho. Tal vez era demasiado pronto para ser tan honesta —le
digo débilmente, me tiembla la voz, junto con mi cuerpo.
—Recuerda lo que te dije. Nunca te disculpes por el hijo de tu puta de tu ex —
dice, ni siquiera tratando de reunir una sonrisa que ambos sabemos sería tan falsa
como yo tratando de enfriarme cuando le dije a su familia sobre Sean. Él acaricia
mi mejilla con su mano y seca las lágrimas que comienzan a caer en silencio. El
contacto de su piel envía un escalofrió contra la mía, pero casi se pierde entre el
temblor que todavía estoy experimentando.
—No todo es culpa suya, Duke. Soy la que no puede dejar de llorar cuando
hablo de él. Soy la que apenas es capaz de reconocer lo que pasó. Soy la que odia
ver cómo cambia la expresión en el rostro de la gente cuando saben sobre ello. Soy
responsable, también. —Mi voz es cada vez más fuerte, más alta. Mis ojos no dejan
los de él.
Su mano en mi mejilla se desliza detrás de mi cabeza, en mi cabello salvaje, y
en la nuca.
—Ya lo sé, pero estás en esta situación a causa de él. Estas tratando con él a tu
propio ritmo y no creo que te des cuenta de lo increíblemente bien que lo estás
haciendo. Eres valiente y fuerte. Ya no solo escuchas a tus temores. Estás luchando,
y es increíble verlo.
Me río con amargura, pero paro cuando se inclina hacia mí, su aliento
rozando mi cara con delicadeza, la suave brisa que nos rodea desaparece. Sus labios
se acercan a los míos y no sé qué hacer o qué pensar. No soy realmente capaz de
pensar, de hecho. Mi respiración se tambalea, mi mano se aprieta contra mi cuerpo
y mis lágrimas se detienen. Mis ojos se mantienen concentrados en sus labios bien
definidos, solo ligeramente humedecidos y me besa... mi frente. Él besa mi frente.
Todo lo que me he imaginado porque él se inclinaba para besar mi frente para
consolarme. Estoy siendo ridícula imaginando cosas como sus ojos oscurecidos de
deseo, cuando es probable que sea preocupación y restos de la ira hacia Sean. ¡Soy
una idiota!
—Eres mucho más que el crédito que te das a ti misma. —Él me inhala y me
estremezco violentamente. Me aprieta el hombro con la mano libre y creo que él
sabe que no es por mi revelación a su familia, sino debido a su cercanía—.
Significas para mí, más de lo que crees —añade más bajo, casi como un susurro
cerca de mi oreja. Su aliento se desplaza hacia abajo sobe mi cuello y escote
expuestos. Me estremezco de nuevo y esta vez para su respiración. No es mi
imaginación, estoy segura.
Su apretón en el hombro se acrecienta. Su otra mano detrás de mi cabeza me
acaricia suavemente y suspiro.
—Tócame, Skye. —Su voz es áspera, casi suena como un gemido.
Mis brazos parecen pesar una tonelada. O tal vez es porque me siento
entumecida y sin embargo, tan extremadamente conscientes de Duke contra mí, su
cuerpo a un suspiro del mío. Poco a poco, llevo mis brazos hacia arriba y pongo mis
manos sobre su pecho. Puedo sentir su corazón latiendo con fuerza bajo mis manos
y mis ojos se quedan allí, sorprendidos de que no soy la única afectada. No muevo
mis manos, sino que permanecen en el tejido blando de su sudadera con capucha
de color azul marino.
Él libera una respiración profunda y se apoya en mí, su cuerpo al ras contra el
mío, solo separados por la ropa y las manos. Él baja la cabeza y pone su barbilla
contra el hueco de mi cuello y me inhala de nuevo. Su mano en mi hombro se
desplaza lentamente, enloquecedoramente a la parte baja de mi espalda,
extendiendo sus dedos allí.
Sin ni siquiera darme cuenta de lo que estoy haciendo, muevo mis manos y lo
abrazo más cerca de mí, sintiendo su duro pecho contra mi cuerpo. Mis manos
están extendidas en su ancha espalda, sin atreverme a apretarle con las manos,
pero siendo más atrevida de lo que pensaba que podía ser. Es más convincente para
mí que las cuestiones que todavía tratan de derribarme.
Trae su cabeza hacia atrás, por encima de mí con toda su altura, no
liberándome de su abrazo. Sus manos están todavía en mi espalda baja y en el
cuello. Estoy atrapada entre él y su auto, pero no me siento intimidada. Estoy...
¡creo que excitada!
Con el pensamiento, mis ojos se posan en sus labios entreabiertos.
—No me mires así, Skye —gruñe, su mano en mi espalda, obligándome a estar
incluso más cerca de él. No sabía que era posible, pero ahora sintiendo la hebilla de
su cinturón contra mi estómago y la definición de sus músculos, sé que estaba
equivocada.
—¿Así cómo? —Mi voz es ronca, más que de costumbre. Mi deseo es tan
audible que me hace sonrojar.
Su ceño se profundiza y se muerde el labio inferior. Duro. Dios, ¿qué estamos
haciendo?
—Mierda. Tu voz es tan sexy —susurra, sus ojos caen sobre mi boca. Él se
inclina, y esta vez estoy segura de que no estoy imaginándome sus intenciones.
Su cabeza está viniendo hacia mi cara lentamente, construyendo el
entusiasmo y la impaciencia en mí. Es una provocación real y no me sorprende.
Está acostumbrado a este juego con todas las chicas que ha tenido, tratando de
olvidar Juliet.
—Espera —le digo, mis brazos cayendo contra mi cuerpo, sin fuerzas. El
vuelve de nuevo a sus sentidos y salta lejos de mí como si lo estuviera quemando.
—No sé lo que se ha metido en mi —dice, parpadeando varias veces como si
estuviera tratando de ahuyentar un mal sueño—. Tenemos que volver a entrar.
Asiento y tiro de las mangas de la camisa de Kate, ya segura de haberla
arruinado, pero no pudiendo evitarlo. Una cosa es darme cuenta de que ha sido un
error, pero otra cosa completamente distinta es cuando él actúa como si hubiese
sido horrible. Ni siquiera se atreve a mirarme. Es tan humillante. Trato de aliviar
mi ceño fruncido y adoptar una expresión más serena cuando caminamos de
regreso al comedor y tomamos nuestro asiento. Incluso me las arreglo para iniciar
una conversación, rompiendo la pesada atmósfera y hablando de lo que he de
visitar en Seattle, ya que no soy de aquí. Hablamos de Boston, mi ciudad natal.
Duke se mantiene en silencio todo el tiempo, con los ojos bajos. Sus padres y su
hermana echan un rápido vistazo a él varias veces, con sus rostros preocupados. No
parecen sorprendidos por su comportamiento.
Capitulo 12

T an pronto como regreso al dormitorio veo a Kate despatarrada en su


cama leyendo otro de sus libros eróticos. Me siento a su lado, buscando
algún tipo de confort que su presencia pueda darme.
—No creerás esto —digo, con ira entrelazando mis palabras.
Ella cierra su libro, poniendo un pedazo de papel blanco para marcar la
página. Sentándose, se inclina contra la pared, su hombro empujando contra el mío
juguetonamente.
—¿Entonces conocer a los padres no es divertido? —Se ríe, pero se detiene de
repente cuando encuentra mi mirada.
—Su familia fue genial incluso aunque creen que somos un objeto. No
escucharon una palabra de lo que dijimos, pero fueron muy dulces y obviamente se
preocupan mucho por Duke. —No pude evitar la pequeña sonrisa que se arrastra
por mi cara con el pensamiento de su hermana y su madre dándome un gran
abrazo antes de irnos. Su padre no me abrazó, pero apretó cálidamente mi hombro
y me dio una sonrisa que casi podía poner a su hijo en vergüenza.
—Entonces pongo mi dinero en tu tatuaje de AT. —El brillo en sus ojos no
encajaba con mi humor en absoluto. Está disfrutando mucho toda la mierda
sucediendo entre Duke y yo.
—No es gracioso Kate —suspiro, empezando a relajarme un poco ahora que
tengo un poco de distancia de Duke y sus señales confusas y su silencio. Quiero
decir, el tipo no dijo una sola palabra, ni siquiera adiós en todo el camino a los
dormitorios. No es como si hubiese hecho algo mal en la casa de sus padres.
—Lo siento. —Se disculpa, más seria ahora que ha visto cuán frustrada estoy—
. Si necesitas hablar, soy toda oídos.
Inclinando mi cabeza contra la pared, llevo mis manos a mi cara antes de
ponerlas en mis muslos.
—Necesito tu experiencia con los chicos para ayudarme a entender a Duke
porque justo ahora no tengo una jodida idea de lo que está sucediendo.
Sus cejas se levantaron al oírme maldecir. No maldigo muy seguido, pero ella
sabe ahora que cuando lo hago, significa que las cosas están realmente estropeadas.
—Está bien —dice lentamente, desplazándose para obtener una mejor visión
de mi cara angustiada.
—Larga historia, le dije a su familia sobre Sean y estuve a punto de romperme
en frente de ellos así que Duke me llevó afuera y casi nos besamos. —Alzo mi mano
cuando la veo abrir la boca para decir algo que solo puedo imaginar es algo
parecido a “te lo dije”, pero ella cierra su boca sin una palabra—. Fue… si, fue
caliente, está bien. Como, suficientemente caliente para casi hacerme olvidar de
todo. ¡Y lo que dijo! —divago, apenas capaz de terminar mi oración. Mi voz más
entrecortada que nunca. Solo pensar de eso y decirle a Kate me enciende otra vez.
Ella estaba casi rebotando en su trasero. Sus ojos bailando con entusiasmo.
—¿Qué dijo?
—Que no sabía lo mucho que significaba para él, que mi voz es sexy, e…
incluso me pidió que lo tocara —susurro, insegura de si debería revelar demasiado,
insegura de si debería pensar mucho en eso.
—¿Dónde? —me pregunta incluso más exaltada, sus labios exuberantes
formando una sonrisa amplia.
La miro divertida y niego:
—¿Qué quieres decir con dónde?
—¿Dónde te pidió que lo tocaras? ¿Su trasero? ¿Su pe…
—¡Whoa, Whoa! ¡No! ¡Nada como eso, Kate! —La corto y siento mi cara
ponerse caliente con vergüenza—. Eres una pervertida.
Explota en una carcajada y empuja mi hombro juguetonamente, lágrimas
cayendo de sus ojos verdes por la risa.
—Dios, lo siento pero sonaste tan asustada que pensé que era más que una
experiencia cercana a un beso con el AT caliente —dice entre risas y me uno a ella.
Siento el ultimo residuo de tensión abandonar mi cuerpo y suspiro
calmándome.
—Soy una idiota. —Cepillo lejos hebras errantes de mi cabello por encima de
mi hombro izquierdo—. Ahí fue cuando supe que realmente no estoy lista para
nada remotamente físico con un hombre, incluso un hombre del que soy amiga.
Frunce un poco el ceño con mis palabras pero no presiona el asunto. En vez
de eso, dice algo tan serio y triste sobre mí y Duke, que el alivio que la risa trajo a
mi situación actual desaparece.
—Ese es el problema cuando dos personas rotas están atraídas entre sí y
comparten una verdadera conexión. Eso no significa que no puedan tener algún
tipo de relación, pero si significa que tienen que luchar contra sus problemas para
llegar allí y él no está acostumbrado. Él tiene sexo cuando lo necesita y tú no has
puesto tus propias necesidades sexuales primero en un largo tiempo. Sin embargo,
ahora que ustedes dos están finalmente llegando a algún lado quizás estés lista.
Tomar el riesgo y ver a dónde va es lo único que puedes hacer. No analices
demasiado todo y no enloquezcas. Él es tu amigo y quizás esté tan confundido
como tú lo estás con todo esto.
Reflexiono lo que me acaba de decir y gimo, lo que la hace reírse otra vez.
—Esta es la cosa. Quizás estemos atraídos por el otro porque nos dijimos
cosas que no le dijimos a nadie más. Quizás eso no es ni siquiera interés sexual.
Se encoge de hombros y se pone de pie para agarrar un nuevo paquete de
chocolates. Rasgándolo, tres pequeños dulces caen en su edredón. Los agarra y los
arroja en su boca. Después extiende el paquete hacia mí, y agarro un puñado. Ella
me está haciendo adicta a estas cosas.
—Es atracción sexual pero mezclada con algo más.
—¿Qué es? —pregunto después de tragar los chocolates.
—Eso es algo que no puedo responder. No soy la que está en esta cosa. Solo
soy un observador.
Arrugo mi nariz hacia ella y gimo otra vez. Me estoy convirtiendo en una
idiota gruñona. Al menos lleva mis pensamientos a otro lado, incluso si Sean
todavía está escondido en algún lugar de mi mente. No les dije a Kate o a Duke,
pero mañana es el cumpleaños de Sean y estoy bastante segura de que él no será
capaz de mantenerse alejado de mí. Así que sí, quizás sea patético de mi parte
enfocarme en esta ridícula situación con Duke, pero me mantiene más cuerda. Está
bien, creo que ahora necesito más azúcar.
***
¿Estás en tu habitación?
Me congelo, mi teléfono está en mi mano y mis ojos pegados al mansaje de
Duke. Es lunes, solo una hora antes de la clase de Psicología. Pensé que quizás oiría
de él después de la clase, quizás incluso tomaríamos un café juntos como hacemos
a menudo, pero eso era cuando hablábamos bien. Pero no ahora.
Miro lejos del teléfono y me vuelvo a mi portátil, donde acabo de mandarles
un correo a mis padres. No quería hablar por teléfono hoy. Soy un manojo de
nervios con el cumpleaños de Sean y no quería tener que actuar como si todo
estuviera bien con ellos. No quería mentir incluso por omisión.
Kate vio que estaba en el borde hoy y trató de hacerme hablar, pero fui
grosera con ella y le dije que estaba bien. Obviamente no lo estoy. Es suficiente de
mi mal humor por un día.
Sí.
Golpeo enviar y tiro mi teléfono a la cama, mi mente puesta en no responder
más mansajes de Duke. Tengo que concentrarme en mis notas antes de la clase y
más que nada, necesito tratar de olvidar temporalmente lo que casi pasó con él.
Una noche gastada en investigar la cosa es suficiente.
Un golpe en la puerta me hace gemir. Si es otro chico por Kate, no quería
saber lo que iba a hacer. Solo esta mañana dos tipos habían llamado a la puerta y
preguntado para ver a Kate. Están perdidos si creen que tendrán la suerte de
meterla en una relación real con ellos.
Abriendo la puerta con más fuerza de la que pretendía, miro hacia arriba y
frunzo el ceño. No estaba esperando a Duke aquí. Sus ojos son interrogantes. No
luce su usual aspecto relajado hoy. En su mano izquierda, su chaqueta de cuero
está casi tocando el suelo. Su mano derecha apoyada contra la entrada. Las mangas
de su camisa marrón están enrolladas sobre sus codos, revelando la manga de su
tatuaje en un brazo y las plumas de los Indios Americanos en el otro. Su collar es
visible sobre su camisa y esta vez soy golpeada con un pensamiento que me golpea
duro en el estómago.
Su collar representa infinidad. ¿Está relacionado con Juliet? ¿Es algo que ella
le dio? O peor, ¿algo que él le dio a ella? Trago duro y camino de vuelta a mi cama.
Me sigue adentro y cierra la puerta detrás de él.
—No luces feliz de verme —dice inquieto. Se sienta en la cama de Kate, no en
la mía, algo que él ya no hace. Apuesto que justo ahora siente el enorme agujero
entre nosotros—. Creo que necesitamos hablar de lo que pasó ayer.
Niego y aclaro mi garganta.
—Nada pasó.
El tira de su cabello y pasa una mano por su barba. Tiemblo con el recuerdo
de sentir su barba contra la curva de mi cuello, toda rasposa contra mi piel suave.
Tengo que controlarme. Aprieto mis manos en puños apretados, mis uñas
clavándose en mis palmas dolorosamente. Eso aclara mi cabeza lo suficiente para
bloquear mis ojos con los suyos intensos.
—Algo pasó —replica, su voz más dura que antes. Él no está listo para dejar
esto en el pasado. Es muy terco para el bien de nuestra amistad y no creo que se
haya dado cuenta aun—. Tú quizás no quieras enfrentarlo, pero algo pasó.
Ruedo mis ojos y hago un gesto desdeñoso hacia él. Como siempre, cuando
me siento perdida, convoco mi perra interna.
—Y dime, ¿qué pasó? Casi nos besamos. Eso es todo, Duke. No es necesario
hacer un gran problema con eso.
Endereza su espalda y sus manos se aprietan también, pero sus puños son
mucho más letales que los míos. Sé que él nunca los usaría contra mí, pero hace
que mi corazón lata un poco más rápido en mi pecho.
—Así que estás tratando de decirme que no me quieres, que…
—¡Detente justo ahí! —Lo corto antes de que pueda terminar la oración. No
estoy lista para enfrentar nada ni tener este tipo de charla cuando ni siquiera sabía
si estaba preparada para tener sexo. Sentir deseo y lujuria es una cosa, pero actuar
sobre eso es algo completamente diferente para mí—. No quiero hablar de esto.
—¿Y qué sí yo quiero? —me desafía, con una ceja más alta que la otra.
Mis ojos caen a su collar y trago la amargura y el miedo.
—Entonces deberías irte y nos veremos más tarde como siempre hacemos.
Se ríe amargamente y se para. Sus labios bien definidos no están formando su
sonrisa deslumbrante pero si una mueca irritada que no luce como él.
—Paso. —Me deja sentada en la cama, ya sintiéndome culpable por no
escucharlo cuando estaba tratando de decirme algo. Mis miedos siguen siendo los
grandes ganadores en mi vida.
Me acuesto de nuevo en mi cama y exhalo. Quizás debería haberle dicho por
qué no puedo hablar de esto, pero ni siquiera estoy lista para decir en voz alta que
quiero tener sexo con él. Así que hablar del casi beso… justo ahora parece fuera de
alcance.
***
Estoy tan feliz de que la clase haya terminado. Era difícil enfocarse en la
lectura y no en Duke quién me miró solo una vez y su mirada está grabada en mi
memoria. Me mató un poco verlo enojado y herido, pero no fue en absoluto mi
intención. Ya debería saber para este momento qué lio soy cuando se trata de gente
y cómo veo las cosas. Apenas soy capaz de no arruinar mis amistades, así que lidiar
con la tensión sexual construyéndose entre los dos…
Camino rápido, los ojos en el piso. Desde que el café con Duke está fuera de
cuestión, planeo pasar un par de horas en la biblioteca para trabajar en mi clase de
sociología. No es la clase más fácil para mí.
Ajusto el bolso en mi espalda sin detenerme. Odio estar afuera hoy. Siento
como si alguien me estuviera mirando, acosándome. Sé que estoy siendo paranoica,
pero saberlo no desaparece el sentimiento, ni tampoco controla mis nervios.
—¿No vas a desearme feliz cumpleaños?
Me detengo y me giro. Quizás no era tan paranoica. Sean está parado con sus
brazos cruzados sobre su pecho, sus fríos ojos azules no dejan mi cara. Estoy
bastante segura de que perdí el color tan pronto como mis ojos aterrizaron en él.
Miro rápidamente alrededor de nosotros y suspiro un poco cuando me doy cuenta
de que no estamos solos. Estamos justo en el medio de una ocupada intersección de
varios edificios y la biblioteca. No se atreverá a tocarme aquí.
—No sé por qué debería —replico tranquilamente, orgullosa de que mi voz
esté firme incluso si mis manos no. Agarro el borde de mi camisa y lo aprieto con
fuerza.
—Quizás para disculparte por el lio que hiciste —replica, sus palabras
disparándome duro en el estómago. Estoy tan acostumbrada a este tono, el tono
que siempre usaba justo antes de arremeter físicamente contra mí—. Estoy a
prueba en mi fraternidad por tu caliente boca floja. —Se acerca un paso y yo
retrocedo otro. Luego se ríe. El sonido es horrible, exactamente lo que puedes
esperar de un psicópata en una película de terror—. ¿Asustada de mí?
Trago y asiento. Sería una idiota si lo negara.
—¿Qué quieres?
Aprieta sus puños. Temblando. El músculo de su mandíbula saltando
vigorosamente. Está a un suspiro de perderlo justo aquí al aire libre. No puedo
respirar. Creo que voy… creo que voy a vomitar. Aprieto mis dientes y suprimo la
urgencia de salir corriendo.
—Te lo estoy diciendo, advirtiéndote, si le dices algo a alguien, lo que te hice
será solo un aperitivo de lo que te haré. No olvides quién eres. Tienes a tus amigos
para protegerte, como ese hijo de puta tatuado, pero puedo hacerte perderlo todo.
Puedo hacerte sufrir como no puedes imaginar. Arruinaré tu vida antes de que
arruines la mía.
Estoy temblando de la cabeza a los pies. Nunca lo había visto así, esa mirada
en su cara. Es mucho peor de lo que he visto antes. Lo está perdiendo y estoy
muerta de miedo de lo que es capaz de hacerme. No digo una palabra, no puedo
abrir mi boca. Solo estoy aturdida y perdida. Mi mente está en blanco. Mientras se
retira desapareciendo, libero la respiración que estaba conteniendo y me siento
mareada. Pongo mis manos en mis muslos e inhalo varias veces antes de mirar mis
alrededores. Lagrimas caen por mi cara y no puedo evitarlas.
Necesito ver a Duke. Lo necesito. Es la única cosa en la que soy capaz de
pensar. Es el único pensamiento que me ayuda a moverme, a caminar otra vez y no
solo desmoronarme en frente de todos. No me importa si la gente me está mirando
llorar silenciosamente, pero no quiero derrumbarme como siento que estoy por
hacer. Necesito a alguien capaz de reconfortarme, de entenderme, y Duke es el
único que quiero ver justo ahora.
Comienzo a correr cuando su edificio aparece y parece estar demasiado lejos.
No me importa si no puedo respirar. No me importa si mis piernas están tan
tambaleantes que apenas me sostienen. Subo los tres tramos de escaleras y golpeo
salvajemente su puerta, rezando que esté aquí.
Mis lágrimas caen más y más y mi respiración está volviéndose más ruidosa,
por mi carrera y por mi miedo derribándome. Luego Duke abre la puerta y sus ojos
se agrandan cuando ve mi cara, la cual probablemente es perfecta para Halloween
con mi maquillaje corriendo por mis mejillas.
Agarrando mis manos, me empuja adentro y contra su cuerpo tan pronto
como la puerta se cierra detrás de mí. Estoy tan contenta de que su compañero
nunca esté porque no podría soportar que alguien me viera aferrándome a la
camisa marrón de Duke. En el cuarto tranquilo mi respiración es ensordecedora y
cuanto más escucho mi respiración más enloquezco.
—Shhh, Skye. Estoy aquí. —Sus manos acarician arriba y abajo mi espalda
pero no está ayudando.
Cierro mis ojos y aprieto mi cara contra su firme pecho donde escucho su
latido enloquecedoramente rápido. Él también está enloqueciendo. Quiero decirle,
pero cada vez que abro mi boca un sollozo escapa. Aprieto mis dientes y me fuerzo
a permanecer en silencio hasta calmarme.
—Solo asiente porque no puedo soportar no saber lo que está pasando. —Se
aclara la garganta, percibiendo el bamboleo en su voz—. ¿Viste a Sean?
Aprieto mi agarre en el frente de su camisa y me acurruco incluso más cerca.
Asiento una vez, mi cuello rígido. Estoy empezando a respirar un poco más
calmada. Apenas, pero es un paso en la dirección correcta. El calor de Duke me está
ayudando. Incluso su olor a tabaco y ropa limpia ayuda.
Sus manos dejan de vagar por mi espalda y sus dedos se aprietan un poco en
ella. Sostiene su aliento.
—¿Te tocó?
Niego vehementemente y murmuro un débil no, pero él no está relajado. Se
aleja un paso de mí, poniendo sus dos manos en mis hombros para mantenerme a
distancia. Comienzo a hiperventilar por la pérdida de su cuerpo contra el mío. Mis
ojos se agrandan y se bloquean con los suyos feroces.
—Dime la verdad, Skye.
Pongo mis manos en sus antebrazos desnudos, cubriendo parte de sus
tatuajes, y niego.
—Había gente alrededor. No pudo.
Suelta una profunda respiración y asiente antes de aplastarme contra él otra
vez. Una mano está detrás de mi cabeza sosteniéndome cerca y la otra está en la
parte baja de mi espalda. Me lleva a su cama donde nos acostamos. Lentamente,
empiezo a igualar mi respiración con la suya y mis lágrimas finalmente empiezan a
detenerse. No me muevo para secar mi cara húmeda. Mantengo mi cabeza en su
pecho, escuchando su latido volver a la normalidad. Sus brazos están apretados a
mí alrededor y eso me reconforta.
Sé que él quiere oír todo pero es paciente, respetando mi necesidad de tiempo.
Besa la cima de mi cabeza y juega con mi cabello con la mano detrás de mi cabeza.
La otra esta inmóvil en la parte baja de mi espalda.
—No quiero hablar de esto ahora —digo en un susurro, asustada por alguna
razón de hablar fuerte.
—Lo sé. —Cepilla algunos mechones de mi cabello de mi cara donde están
pegados con la humedad dejada por mis lágrimas—. Hablarás cuando estés lista.
Su dulzura, la profundidad de su voz y la preocupación de su tono, casi me
hace llorar otra vez.
—No deberías tener que lidiar con esto —murmuro contra su pecho, de
repente avergonzada por venirme abajo en frente del único chico con el que quizás
decida tener sexo. Ver a una chica llorar de esa forma por un ex chiflado no es en
absoluto excitante.
—No digas eso. —Aprieta sus brazos alrededor de mí, forzando mis caderas
contra su lado—. No cambiaría lugares con nadie.
—¿Por qué?
No dice una palabra de inmediato. Quiero mirar su cara y ver que está
pensando pero me detengo. No quiero arriesgarme a ver la distancia devuelta entre
nosotros.
—Quédate aquí esta noche. No te quiero fuera de mi vista después de haberte
visto así.
Me tenso pero asiento. Sé que debería volver a mi habitación, pero tampoco
quiero estar lejos de él. Lo necesito, necesito su calma y la seguridad de su calor
contra mí.
—Aunque, tengo que decirle a Kate.
—Más tarde le mandaré un mensaje. No te preocupes, trata de dormir un
poco.
Es temprano. El sol ni siquiera ha bajado pero estoy exhausta ahora que estoy
calmada otra vez. Es como si Sean succiona toda la energía de mí, dejándome vacía.
Cierro mis ojos y de nuevo veo su mirada amenazante y sus palabras hacen eco en
mi cabeza. Dios, estoy avergonzada de haberlo amado. ¿Cómo es siquiera posible?
¿Estaba ciega?
Duke acaricia mi espalda y su respiración me tranquiliza hasta dormirme.
***
Despertar en una cama que no es mía y encontrarme cautiva en unos fuertes
brazos es atemorizante al principio, pero tan pronto como el sueño me deja,
encuentro una extraña paz asentada dentro de mí. Su aliento contra mi cuello
desnudo es suave, dulce, y me pone la piel de gallina. La fuerza de sus brazos a mi
alrededor me hace sentir segura aunque frágil en la mejor manera posible. Su
pecho firmemente presionado contra mi espalda me calienta de la cabeza a los pies.
Nunca he despertado en los brazos de un chico antes. Con Sean, nunca
pudimos pasar una noche solos. Estando en la escuela no nos ofrecía ninguna
privacidad y no estaba preparada para encontrar una manera de pasar toda la
noche sola con él cuando solo en una hora podía hacerme cosas horribles. Incluso
el sexo era espantoso desde hace bastante tiempo. Pero lo hice con él, estaba muy
asustada de lo que diría si me negaba. Quizás eso es el por qué no puedo
imaginarme teniendo sexo, incluso si quisiera. Ni siquiera recuerdo lo que es
realmente disfrutarlo.
Duke se mueve y gime cerca de mi oreja. Me pongo rígida y siento su cuerpo
tenso, también, sus brazos aprietan su agarre antes de soltarme lentamente. Su
respiración no es tan lenta y pacífica. Está despierto y siento un sentimiento
perdido hace tiempo en mi vientre. ¡Deseo ciego!
—¿Estas despierta? —pregunta suavemente, su voz áspera del sueño. Su
respiración cepilla lejos algo de mi cabello, haciéndome temblar ligeramente, pero
suficiente para que él lo sienta.
—Sí. —Mi voz no es mejor que la de él. Su mano descansa en mi estómago
plano, en la parte superior de mi camisa.
Se aleja y se sienta con un suspiro. Lo sigo y miro su cara donde el rastro de su
sueño lentamente está desapareciendo. Pasa una mano por la barba de su cara. Un
lado de su cabello está plano, dándole una apariencia infantil que me hace sonreír.
—No te rías de mí. Tu cabello no está mejor —dice tristemente, tirando de
algunos mechones, sus dedos largos y fuertes desaparecen en su espeso cabello
negro.
Arrugo mi nariz y lo miro enojada.
—Siempre un caballero —murmuro antes de controlarlo sin ningún éxito
además de lastimar mi cuero cabelludo.
—Tu cabello salvaje es lindo y un poco caliente ¿Eso está mejor? —dice con
una risa, sus ojos marrón oscuro cayendo brevemente en mis labios antes de
bloquearlos en mi atenta mirada.
Siento mis mejillas arder vergonzosamente. El sol está casi alto en el cielo;
Solo me estoy despertando y ya estoy sonrojándome como una chica de escuela con
un enamoramiento. Hay algo mal conmigo.
—Esta es mi señal para irme —digo, sacudiendo mi cabeza y parándome,
evitando el cuerpo de Duke, dejando su cama desde el fondo.
—Puedes quedarte. —Se para y pone una mano en mi antebrazo, cuidadoso de
apretarme así no me asusta con su rápido movimiento.
De repente, estoy teniendo un momento duro mirándolo. Mis ojos se enfocan
en su collar, el que parece atormentarme más y más mientras las preguntas
explotan en mi mente sin ninguna respuesta. Y no me atrevo a preguntarlas,
asustada de empujarlo muy lejos o muy rápido e instigar otra ronda de discusiones
a las que tanto nos estamos acostumbrando.
—Tengo una clase en un par de horas. —Mi voz es baja, casi sonando tímida
en mis orejas.
El reduce el espacio entre nosotros, pero mantiene algo de distancia.
—¿Esa es la única razón?
¿Por qué tiene que sonar tan caliente con su voz profunda e insinuante? La
mayoría del tiempo no sé a qué está jugando y justo ahora estoy asustada de saber
cuál es exactamente su juego. Miro hacia arriba y mi respiración se tambalea con la
mirada en su cara. Es la misma del otro día en la casa de sus padres justo antes del
casi beso.
—No hagas esto Duke —susurro, mis ojos suplicando. Aunque no trato de
alejarlo. No puedo escapar de su calor, de su atracción. No quiero, pero el miedo se
está alzando completo y con fuerza dentro de mí, aturdiéndome.
No me escucha. Cierra el espacio entre nosotros, sus pies descalzos tocando
mis Converse violetas. Su pecho roza suavemente mi pecho y creo que voy a
desmayarme si no respiro ahora. Tomo una respiración profunda y me asalta el
olor del tabaco viejo y ropa limpia viniendo de él, me vence. Presiono mi cuerpo
incluso más cerca del suyo, trayendo mis caderas contra la cima de sus muslos, sus
rodillas golpean mis piernas y tiemblo.
Su aliento silba entre sus dientes. La mano en mi antebrazo se abre y se
desliza por mi brazo contra la suave tela de mi suéter y se detiene en la curva de mi
mejilla. Está temblando.
Muerde su labio inferior, sus dientes blancos atrapan brevemente la luz del
sol antes de soltar la carne. Su otra mano va a mi cadera, sintiéndose increíble ahí.
Estoy anhelando sentir su mano moviéndose desde mi cadera a la parte baja de mi
espalda pero él no se mueve.
—Por favor, Skye. —Su voz está rota, casi vencida.
Llevo ambas manos a sus hombros anchos y fuertes. Sus músculos saltan bajo
mi toque incierto. Mantengo una mano por soporte, muy aturdida para tener
confianza en mis piernas temblorosas, y llevo la otra a su cuello, jugando vacilante
con el cabello que se riza levemente en la nuca y sobre las orejas.
Cierra sus ojos y los abre otra vez, la intensidad en ellos me atrae hacia él.
Inclina su cabeza y mira mis labios antes de llevar su cabeza hacia abajo, dándome
tiempo para alejarme o decir algo para detenerlo. Pero ya he ido muy lejos para eso.
Demasiado lejos.
Levanto mi cabeza, cierro mis ojos, y espero a que cruce el resto del camino.
Tentativamente, casi sorprendentemente suave, sus labios se rozan contra los míos.
No tengo tiempo suficiente para registrar el contacto o sentir su vello facial en mi
cara.
Abro mis ojos, preocupada de haber hecho algo mal y anhelando sentir sus
labios bien definidos en los míos, para probarlo. Sus ojos encuentran los míos. Mis
manos en sus hombros y detrás de su cuello lo agarran fijamente por un segundo.
No espera más y vuelve a mi boca. Esta vez no se retira. Sus maravillosos
labios rozan los míos a fondo, jugando con mi labio inferior antes de entretener al
superior. Es casi un beso inocente, pero deja que mi imaginación corra
salvajemente.
Cuando creo que está por terminar el beso, muerde suavemente mi labio
inferior y gime. Aprieta sus brazos a mí alrededor, un brazo va a mi espalda baja y
su mano se hunde en mi cabello indomable.
Tiro de su cabello y abro mi boca, esperando más, siempre más de él y su
sabor y atención. Tan pronto como separo mis labios, su hábil lengua roza contra la
mía y gimo en éxtasis completamente perdida en la sensación construyéndose en la
parte baja de mi vientre.
Me besa como si no hubiera mañana, como si fuera nuestro único y último
beso. Me besa como si nunca hubiese sido besada, casi haciendo el amor con su
boca contra la mía. Me está consumiendo.
Cuando siento que estoy a punto de desmayarme por falta de oxígeno, me
empuja lejos y sus brazos caen contra su cuerpo. Doy un paso atrás y rompo el
último contacto entre nosotros. Nuestros ojos no abandonan los de otro. Esperando
que el otro rompa el pesado silencio.
¿Pero qué hay para decir? Sus labios están rosas y ligeramente hinchados por
nuestros besos, sus ojos más oscuros que normalmente, su respiración es fuerte
como la mía en la habitación tranquila. ¿Cómo romperá esta atmosfera donde la
tensión sexual esta en este punto?
—Tengo que irme. —Claro que se cómo arruinar todo, gracias a mi miedo y
dudas llenándome otra vez. Miro alrededor por mi bolso y lo encuentro al lado de la
puerta.
—Skye… —Su voz suena ronca y a pura lujuria, la cual no me ayuda a
recuperar mi compostura.
—No estoy huyendo, créeme. Solo necesito un poco de tiempo y espacio para
pensar claramente sobre esto. —Lo corto, ajustando mi bolso en mi hombro sin
mirarlo.
—¿Entonces cuándo estarás lista para hablar?
Me detengo con una mano en la manija de la puerta, mi espalda hacia él.
—Tomemos algo esta noche. Envíame un mensaje para que te encuentre. —
Abro la puerta y lo miro. Sigue en el mismo lugar, pero sus brazos están cruzados
sobre su pecho y está frunciendo el ceño. El deseo lo ha dejado—. Y no te
preocupes… gracias a Kate, tengo un ID falso.
Asiente pero no dice una palabra. Me está dejando fuera y no puedo culparlo.
La revancha es una perra, o eso dicen. Creo que es mi turno de experimentarla.
Capitulo 13

E stoy en un aturdimiento. Ni siquiera estoy segura de sí tomé algunas


notas en mis clases de hoy. Mi mente está a kilómetros de aquí. Pasé
casi dos horas cepillando mis dedos por mis labios hormigueando.
Estoy bastante segura de que he estado ruborizada todo el tiempo, también.
No he visto a Kate, pero he recibido varios textos de ella asegurándose de que
estoy bien después de mi encuentro con Sean. Cuando sea que pienso en mi
encuentro con él mi aliento se engancha, pero no es lo que me mantiene tan
distraída hasta el momento. El beso de Duke ha puesto mi mundo patas arriba y
está distrayéndome lo suficiente de Sean.
—Ocho dólares y cincuenta centavos —rezonga el conductor del taxi con
apenas una mirada hacia atrás.
Abro mi cartera y le doy un billete de diez dólares, dejando el taxi sin esperar
por el cambio o incluso dar gracias. El taxi olía mal, como a vómito viejo o algo
igual de asqueroso. Inhalo el aire fresco y tomo a Seattle de noche. Es hermoso con
el agua reflejando las luces.
Veo el pub del que Duke me escribió esta tarde. Varias personas están
mezclándose en la acera afuera, mirando al agua, riendo y fumando. Algunas
personas parecen un poco ebrias ya, o están excesivamente felices, lo cual es algo
que no puedo sondear todavía.
Sonrío y entro al bar, sorprendida de que nadie me pidió mi credencial en la
puerta. Siento mi corazón saltarse un latido cuando el cabello rizado de Duke
atrapa mi atención. No está sentado cerca de la enorme ventana donde vi varias
mesas libres. Está sentado lejos en el fondo del bar, su espalda a la pared donde
varias latas viejas de cervezas están desplegadas. Está bebiendo un vaso de cerveza,
sus ojos hipnotizados por el color ámbar.
Me congelo cerca de la puerta. Hasta ahora fui capaz de decirme que no era
nada porque fue solo un beso después de todo, ¿cierto? Pero ahora que estoy aquí
en este repleto bar y Duke está aquí esperándome… nada parece tan fácil.
Seco mis pegajosas manos en mis jeans azul oscuros y las meto en el
dobladillo del suéter azul que estoy usando. De repente, odio mis playeras grandes.
Alguien choca contra mí y miro al chico, obviamente achispado. Mi corazón está en
un frenesí. Odio cuando alguien me toca, y es mucho peor cuando me toma por
sorpresa.
Niego con la cabeza y camino hacia Duke. Él está todavía ajeno a mi
presencia. Sus largos dedos están jugando con su copa y la otra mano está
soportando su cabeza sobre la mesa. No se ve a gusto. Está preocupado y no estoy
segura de que esto vaya a ser una charla cómoda. Ni siquiera sé que debería decir o
lo que quiero decir. Estoy en territorio desconocido.
Aclaro mi garganta y me siento en la silla en frente de él. Sobresaltado, se
sienta más derecho y me da una pequeña sonrisa. Asiento en respuesta pero no
digo nada. Es como si mis labios de repente se pegaron.
—Si este lugar te asusta…
—¡No, no! Está bien —respondo un poco demasiado rápido. Me río
nerviosamente y me siento hacia adelante en mi silla. Estoy siendo ridícula. No,
estamos siendo ridículos. Ruedo los ojos—. Estamos siendo torpes.
Asiente y toma un sorbo de su cerveza. Me enfoco en su manzana de Adán
subiendo y bajando cuando traga y de repente estoy un poco mareada. No he tenido
ni siquiera una bebida aún.
—Supongo que estoy esperando que huyas. —Su voz profunda suena triste,
casi derrotado.
Frunzo el ceño. ¿Es esto realmente lo que piensa de mí? Huir nunca cruzó mi
mente desde esta mañana. Ni una vez. Nivelo mis ojos abajo y estudio la pegajosa
superficie de la mesa.
—Necesitamos hablar y estoy aquí para hablar. Créeme. De verdad quiero
aclarar las cosas. —El dolor en mi voz es audible pero no estoy segura de que lo
escuchara con la fuerte música, lo cual no hace una conversación fácil.
—¿Así que estás lista para hablar sobre el beso de esta mañana? ¿Estás lista
para decirme lo que sientes? —Está retándome. Lo veo en sus oscuros ojos, en la
tensión alrededor de sus bien definidos labios y en el arco de una de sus oscuras y
gruesas cejas.
Lo miro directo a los ojos con una desconocida audacia. Me siento caliente
por todas partes y no es solo por el deseo. Es también por rabia.
—Eso es fácil. Te deseaba. Deseaba que me tocaras y deseaba que me besaras.
Se ahoga con un sorbo de su cerveza y sus ojos se amplían. Supongo que fui
un poco demasiado directa. Aclaro mi garganta, de repente molesta por un nudo.
Me alegra que las luces en el bar sean tenues o sería capaz de ver el profundo rubor
que estoy luciendo. Mi audacia nunca dura.
Sus manos están temblando ligeramente en la mesa. Mira un segundo a mis
labios, haciéndome estremecer, antes de enfocarse en mis ojos otra vez. Está en
shock y tengo que decir, yo también. No sé de dónde vino esa audacia.
—Está bien. Supongo que no esperaba que fueras tan…
—¿Franca?
Asiente.
—Sí. —Tira de su cabello y corre su mano sobre su barba. Demasiado malo
que sus mangas no estén enrolladas. De verdad quiero ver esos tatuajes justo
ahora—. ¿Entonces?
Pongo mis codos en la mesa y pongo mi cabeza sobre mis manos, nunca
mirando lejos de sus ojos.
—Es tu turno de decirme lo que sentiste.
Sonríe y ríe ligeramente. Aparentemente me encuentra divertida, o me estoy
perdiendo algo.
—Soy el que te besó, Skye. Te toqué primero, así que supongo que eso es
suficiente respuesta.
Asiento, mirando lejos de él al alboroto en el bar. Varios chicos están riendo
fuerte y bebiendo tragos. Deben estar celebrando algo. Me doy la vuelta hacia Duke
y suspiro.
—¿Deberíamos estar discutiendo ahora?
Se inclina hacia mí y puedo oler la cerveza en su aliento, encontrándolo
extrañamente tentador. Realmente estoy acabada.
—¿Quieres besarme otra vez?
Considerando que mis labios están ya hormigueando ahora que está más
cerca de mi cara, pienso que lo hago. Además, su beso está impreso en mi cabeza y
el recuerdo es suficiente para hacerme querer sucumbir. Desafortunadamente, está
acostumbrado a tener chicas desnudándose para él con solo una de sus
deslumbrantes sonrisas que no sé por qué quiere perder su tiempo conmigo
sabiendo que no voy a hacerlo esta noche, o mañana por lo que importa.
—¿Quieres? —Contraataco, inquieta en mi silla y jugando con mi manga
izquierda.
Él muerde duro su labio inferior y creo que estoy derritiéndome.
—¿Tú qué crees? —Su voz ronca lo delata y estoy mareándome.
También descubro que soy capaz de coquetear. Estoy coqueteando en un nivel
de secundaria, pero es más de lo que pensé que sería capaz.
—Creo que el beso de esta mañana funcionó bien para nosotros.
Su deslumbrante sonrisa me quita el aliento. Su cerveza es olvidada en la
mesa a favor de mí y ahora tengo su completa y muy intensa atención.
—Sin duda. —Sus ojos viajan hacia abajo a mis ligeramente separados labios y
su mirada cambia de juguetona a lujuriosa en un segundo. Es sorprendente e
inquietante presenciar tal cosa y ser encendida por eso. Aprieto mis piernas juntas,
para detener de moverme nerviosamente como una pequeña chica en mi silla—.
¿Me rechazarías si intento besarte antes de irte esta noche?
Niego con la cabeza.
—No, pero no te pediría pasar la noche conmigo.
Asiente, aparentemente inafectado por las noticias.
—No estoy tratando de dormir contigo.
—¿Por qué? ¿No quieres? —pregunto, miedo y decepción haciendo mi voz un
poco temblorosa. Hablando sobre una contradicción. No quiero dormir con él, pero
quiero que quiera dormir conmigo.
Se ríe, su cabeza se lanza hacia atrás. Cuatro chicas en una mesa no muy
lejana a la nuestra lo miran, traviesas sonrisas en sus perfectas caras. Les gusta lo
que ven y no puedo culparles.
—¡Me estás tomando el pelo! —dice, risa todavía sacudiendo sus hombros—.
Si estuvieras lista para dormir conmigo no estaríamos aquí en este bar sino en mi
habitación sin perder más tiempo.
Jadeo ahora y mi reacción lo manda a otro ronda de risas. No puedo creer que
dijo eso. Sin embargo, una pequeña parte de mí está emocionada de saber que
estamos en la misma página.
—¿Por qué yo?
Su risa muere inmediatamente y la oscuridad vuelve a sus expresivos ojos. Su
buen humor desaparece en un pestañeo de un ojo.
—Porque eres tú. Porque somos nosotros.
Eso es críptico, pero entiendo lo que quiere decir. Nuestra conexión y nuestro
pasado juegan una enorme parte de esto. Aceptado, eso no significa que estemos
enamorados o que queremos una relación entre nosotros además de amistad, pero
significa que necesitamos explorarnos el uno al otro completamente. Necesito
sentirle tan cerca de mí como sea posible, necesito saber que puedo tener este tipo
de intimidad con un chico después de Sean. Él, él necesita saber que puede tener
más que sexo con una chica otra vez después de la muerte de Juliet, necesita saber
lo que se siente.
—¿Estás listo para esperar?
—¿Estás lista para confiar en mí completamente? —Contrarresta, osándome a
asustarme pero no lo hago. No esta vez.
—Si me das algo de tiempo, ¡sí!
—Vamos a sellar esto con un beso —dice con una sonrisa que no alcanza sus
ojos todavía atormentados por algo que no compartirá conmigo. Es mucho más
reservado de lo que nunca fui. Quizás un día se abrirá a mí más de lo que lo hace.
Asiento pero no me muevo o digo una palabra. Soy tímida ahora que está
establecido. No tiene sentido y es un poco raro, pero no puedo evitarlo. Él se inclina
más cerca sobre la mesa y cepilla una mano sobre mi mejilla. No está sonriendo
ahora; está serio. Sus ojos miran a mis labios y de vuelta a mis ojos. Hace
desaparecer el último espacio entre nosotros y pone sus labios en los míos,
suavemente.
Pongo algo más de presión en sus labios y me deleito en la sensación de su
barba contra mi piel de seda. Su lengua traza mi labio superior, pidiendo entrar.
Me estremezco, colocando una mano en su cabello y deslizándola detrás de su
cabeza. Iguala mi gesto en mi cabello. Abro mi boca y suspiro audiblemente cuando
nuestras lenguas se encuentran otra vez.
Esta vez, no estamos besándonos en un apuro. Se toma su dulce tiempo en
explorar mi boca, mis labios con su suave lengua. Es lánguido y demasiado sensual
para ser hecho en público. Sintiéndome valiente con deseo, muerdo ligeramente su
labio inferior y él gruñe. Me estremezco otra vez, mis dedos clavándose en su
cabello. Su mano en el mío tiembla. Odio la mesa entre nosotros. Odio esa gente
alrededor de nosotros. Odio que no estemos solos en su habitación. Quiero sentir
su pecho contra el mío. Quiero sentir su calor calentándome. Quiero complacer
completamente la sensación construyéndose bajo mi vientre y tomando todo mi
cuerpo entero.
Él rompe el beso, respirando duro. No estoy mejor, en realidad. Mis ojos están
bloqueados con los suyos y soy recompensada cuando veo que está tan afectado
como yo. Aclaro mi garganta y me rio nerviosamente.
—Incluso tu risa es tan jodidamente sexy —dice, su voz ronca y oscura.
Muerde su labio inferior duro y me guiña. Debería estar prohibido ser tan sexy en
público.
—Cállate —respondo, escondiéndome detrás de mis manos.
Quita su mano de mi salvaje cabello y me fuerza a mirarle.
—Si quieres dormir conmigo, tienes que acostumbrarte a escuchar ese tipo de
cosas. No voy a filtrar lo que creo más.
—Debería irme ahora.
Es demasiado, demasiado pronto. Él es demasiado intenso a veces. Estoy
respirando con dificultad, pero ahora no es por el quemador beso que
intercambiamos… me asusta, esta intensidad y la posibilidad de estar desnuda con
él en más formas que solo una.
Suspira y se pone de pie sin terminar su cerveza.
—Te llevaré de regreso.
***
—¡Han sido dos semanas, Skye! —dice Kate con un puchero, más apropiado
para un niño que una chica que pronto tendrá diecinueve. Corre su cepillo por su
brillante cabello rubio una última vez antes de enfrentarme.
Pongo los ojos en blanco y vuelvo a mi libro de Psicología. Tengo un ensayo
previsto la próxima semana y todavía tengo toneladas de trabajo que hacer si
quiero mantener mi nota de “A” en la clase. No tengo tiempo para perder hablando
de Duke y yo cuando nada nuevo ha pasado desde nuestro encuentro en el bar. Ni
siquiera nos hemos besado desde entonces, y han sido dos semanas.
—Lo sé —respondo, mi voz plana y mis ojos deslizándose sobre las páginas
acerca de la Psicología moderna.
—¿No estás molesta de que no intentara besarte otra vez o algo?
La miro y arrugo mi nariz. Por supuesto que estoy molesta, pero tiene más
que ver con el hecho de que estoy bastante segura de que él ha estado volviendo
más y más al cementerio. Habla menos y menos cuando estamos juntos, me mira
solo cuando es absolutamente necesario, y desaparece cada día sin una razón.
—No soy como tú, Kate. No puedo solo caminar hacia él y besarlo sin sentido
—respondo.
—Algo está mal con él —insiste, haciéndome encogerme.
Ella sabe de Juliet, pero no estoy segura de que se dé cuenta de cuán afectado
todavía está Duke por su muerte en su vida diaria. Ella no lo ve como yo cuando
miro en sus ojos café. Así que decirle que pienso que está pasando incontables
horas en frente de la tumba de Juliet va a asustarle más que cuando le hablé de mi
encuentro con Sean. Es como una mamá gallina conmigo y no estoy segura de que
Duke necesite eso justo ahora.
—Déjalo estar, Kate —suspiro antes de encender mi portátil para hacer algo de
búsqueda en internet—. Quizá necesita algo de tiempo.
—¿Más del que tú necesitas? —pregunta con incredulidad, agarrando su
último libro erótico—. Es bastante divertido viniendo de un mujeriego.
Mi temperamento llamea. Odio cuando alguien dice algo malo de él. Sé que se
preocupa por él y le gusta, pero debería ser un poco más sensible a veces.
—¡Sabes que no es fácil para él!
Ella tose en sus M&M’s y frunce el ceño.
—Sé que es difícil con lo que pasó a su novia y todo, pero es sobre sexo, no
sobre una boda —responde severamente.
Es raro estar discutiendo cuando de hecho ella está cuidando de mí, pero no
quiero escucharlo. Ella es dulce pero también va un poco sobre el límite en estos
días.
—Somos amigos. Las otras chicas… no se preocupaban por ellas. Conmigo
sería como…
—¿Engañar? —Termina por mí, suavemente. Abriendo su libro, saca el pedazo
de papel que usa como marcador—. Es jodido.
Me encojo de hombros y no digo nada más. Es jodido después de todo, pero
tener sueños en los cuales estoy disfrutando tener sexo con Duke solo para ver el
sueño convertirse en pesadilla y despertar hiperventilando porque estoy asustada
de tener ese contacto con él no es mejor.
—Skye, quizás deberías hablar con él. Parece realmente cerrado.
—Si no quiere hablar, no hablará. —Lo conozco lo suficiente para ser capaz de
decir eso con certeza. Este chico mantiene sus secretos, pero sí sé una cosa con
seguridad, es que es más testarudo de lo que nunca seré.
—Tal vez necesita saber que estás preocupada. Después de todo, eso te ayudó
cuando estaba tratando siempre de hacerte hablar con él.
Pongo mi libro de texto lejos en mi cama y me concentro en mi ordenador.
—Vendrá más tarde. —Es todo lo que digo antes de concentrarme en mi
trabajo.
***
Creo que Kate tiene razón. Tengo que sacudirle un poco porque no puedo
ignorar más tiempo la mirada ausente que siempre tiene cuando estamos juntos. Él
ni siquiera está pretendiendo trabajar. Su pluma está a medio camino sobre su
libreta, su libro de ingeniería abierto a su lado, y está mirando a la ventana sin
realmente verla. Sus ojos están apagados y su barba no está bien recortada como
estoy acostumbrada a verla. Incluso su cabello está más plano de lo normal.
Suspiro y cierro mi libro con fuerza, trayéndole de regreso al presente. Su
cabeza salta de vuelta a mí pero sus ojos no reflejan nada. Es casi aterrador verle
tan vacío. Si hubiese sabido que besarme lo convertiría en un zombie, nunca habría
sucumbido. Fue más un error de lo que pensé al principio.
—Dime que está pasando. —No es una demanda, es una orden. No estoy
bromeando, no estoy perdiendo más tiempo con esta versión desconocida de Duke.
Frunce el ceño y mira abajo a su libreta donde no ha escrito una sola palabra
durante la última hora que ha estado aquí.
—Nada. —Es el maestro de las palabras monosílabas estos días. ¡Y pensar que
tengo que confiar en él! ¿Él confía en mí? No lo creo.
Cruzo mis brazos sobre mi pecho y me inclino contra la pared, poniendo algo
más de distancia entre nosotros en mi pequeña cama. No es fácil, pero me las
arreglo.
—¿Nada? —Me río amargamente—. ¿Te estás convirtiendo en un mentiroso
ahora?
—Detén esto, Skye. —Frunce el ceño, su cara mostrando más color ahora del
que tenía el último par de semanas. Sus manos se cierran en su libreta y pluma; sus
nudillos se vuelven blancos.
—¿Detener qué? ¿Tratar de entender lo que te está atormentando? ¿Tratar de
hablar con el chico que considero mi mejor amigo? ¡Dime lo que no debería hacer!
—grito de repente, haciéndole saltar en la cama. Su libreta cae al suelo seguido por
su pluma.
Estoy bastante segura de que es la primera vez que he gritado desde lo que se
siente como siempre. Estoy segura que nunca grité en frente de Duke antes, o
nunca le grité a él. Mi voz no es toda aliento sino más allá de profunda y
abrasadora. Dios, incluso mi garganta está adolorida ahora.
—Cálmate —responde con dulzura, sus manos levantadas en frente de él.
Lo miro y niego con la cabeza.
—No voy a calmarme hasta que tenga algunas respuestas. —Estoy respirando
en voz alta, mi voz es dura. Odio el agujero en mi estómago y el latido en mi cabeza.
Más que nada, odio esta cosa entre nosotros donde siempre hay uno de nosotros
alejando al otro. Me alimento con este patrón.
De repente, su comportamiento cambia completamente. No está tratando de
suavizarme. Sus ojos me golpean en mi lugar en la cama, duros y fríos. Su boca está
fruncida con rabia. Sus gruesas cejas negras están encapuchando sus ojos y su
cuerpo está rígido. Se inclina hacia mí, su cara a un aliento lejos de la mía. Puedo
oler el cigarrillo que fumó antes y el leve atisbo de café viniendo de su boca
ligeramente abierta.
—¿Quieres saber lo que está pasando? —dice bajo su aliento, sus ojos
bloqueados con los míos. Ni siquiera puedo pestañear, y no estoy segura de que en
realidad esté respirando.
No espera una respuesta. Cierra sus ojos y choca su boca sobre la mía con
fuerza. No estoy preparada y no puedo evitar el pequeño grito que se me escapa
bajo su asalto que tiene a mi corazón en un frenesí y mis manos todas sudorosas.
Estoy apenada por eso pero me está aterrando ahora.
Pone una mano detrás de mi cabeza para sostenerme contra él y mueve sus
labios. Está demandando, intenso. A pesar de mi miedo, a pesar de mis dudas, sigo
su ejemplo. Mete su lengua en mi boca a la primera oportunidad e intensifica el
beso. Es fuerte, demasiado fuerte para mí.
Se arrastra más cerca de mí, estrellando su cuerpo alto contra el mío. Estoy
atrapada entre él y la pared. No tengo poder y no sé qué hacer. Muerde ligeramente
mi labio inferior antes de reasumir su beso. No lo alejo; no trato de moverme libre.
Solo sigo su ejemplo en el beso y mantengo mis brazos cerca contra mi tembloroso
cuerpo.
De repente, tan de repente como comenzó el beso, lo rompe. Estoy sin aliento
y temblando, pero no es todo porque fuera bueno. Es un increíble besador, gracias
a su gran experiencia proporcionada por las estudiantes femeninas de Seattle, sino
que fue demasiado para mí. No puedo estar en ello cuando se siente más como
castigo que placer. No puedo perderme en un beso si me siento incómoda. Es
demasiado como Sean cuando quería besarme o tener sexo. Solo seguía en vez de
en realidad participar.
Una lágrima rueda por mi mejilla y la seco rápidamente. Duke todavía me
mira, sus ojos todavía oscuros, todavía duros. Es difícil para mí no apartar la
mirada. Quiere que me aleje pero no lo voy a dejar hacerlo. No voy a huir otra vez
solo porque estoy fuera de mi zona de confort. No le daré la satisfacción porque no
quiera hablarme. No le voy a dejar tomar el camino fácil esta vez.
—De una u otra forma tendrás que hablar conmigo sobre por qué te sientes
culpable sobre Juliet. —Mi voz es pequeña, pero mis palabras no.
Él pierde su color y frunce más el ceño, señalándome con rabia.
—Nunca digas su nombre.
Siento mis ojos ponerse acuosos pero lo ignoro. Tendré bastante tiempo para
dejarme caer en mis emociones más tarde cuando esté sola.
—¿Así que no debería preguntarte si tu collar era de ella tampoco?
Viene más cerca de mí, sus ojos enviando un claro mensaje que no me meta
con él justo ahora.
—Deberías aprender a callarte.
—¡Y tú deberías aprender a hablar conmigo!
Se pone de pie, agarra sus cosas, y lanza todo desordenadamente en su bolso.
—¿No lo entiendes ahora? No quiero hablarte. Nunca —dice en una fría,
calmada forma que me golpea más que nada más hasta ahora.
Mi aliento se atrapa en mi garganta y no trato de detenerle. Es inútil. Presioné
demasiado. Dejo mis lágrimas libres y sollozo, relajando la tensión. Enfrentarlo así
es aterrador. Quizás no debería confiar en él completamente después de todo, justo
como él parece no confiar en mí completamente. Mierda, ¿es siempre así de duro
acercarse a alguien?
Golpea la puerta, nunca ni una vez dándose la vuelta hacia mí.
***
—Guau —susurra Kate después de que me he calmado lo suficiente para
decirle lo que pasó hace una hora y media—. Sabía que era intenso, pero
¡maldición!
Me río y seco mi cara con mis mangas, sin importarme si manché mi mascara.
—No estoy segura de que vaya a funcionar.
—¿Por qué trató de alejarte?
—No sé —suspiro y aprieto mi almohada—. Porque me asustó. Es la primera
vez que me asusta así. —Un escalofrío corre por mi espina junto al pensamiento.
Ella trae sus dedos a su sien derecha y masajea. Luce cansada.
—Sé que él nunca te lastimaría como tu ex.
Asiento y traigo mis piernas más cerca de mi pecho. Estoy fría ahora que me
he calmado.
—No, pero es lo suficientemente auto destructivo para traerme abajo con él.
—Y pensé que era la única teniendo un día de mierda —dice con un suspiro,
sentándose en su cama y desabrochando sus botas de cuero café hasta la rodilla.
—¿Qué pasó? ¿Algo con tu grupo de estudio? —pregunto, preocupada,
odiando el pensamiento de que alguien la moleste.
—No. —Pone sus botas bajo su cama y tuerce su cabello en un desordenado
moño en la cima de su cabeza—. Mi padre llamó.
—¿Algo va mal con tu madre? —Me siento y cruzo mis piernas en frente de mí,
preparada para ir a ella y abrazarle si me necesita. Todavía estoy aprendiendo a
mostrar ese tipo de gestos naturalmente sin un gramo de incertidumbre, pero es
difícil.
Ella se encoge de hombros despectivamente.
—Ella volvió a rehabilitación y mi padre me dijo que debería estar más
presente en sus vidas y salir menos de fiesta. No es como que estoy trabajando mi
trasero fuera, tampoco. —Está amargada y lo entiendo.
Poniéndome de pie, me muevo para sentarme a su lado. Pone su cabeza sobre
mi hombro y aprieta mi mano.
—No te preocupes, le harás sentir como mierda cuando seas una fantástica
abogada.
Se ríe y se endereza. Sus ojos esmeraldas brillan otra vez y me siento mejor
sabiendo que mi amiga está de vuelta en su verdadero yo. Ella es así de fuerte. No
sé de dónde viene esa fuerza para superar cosas difíciles, pero me impresiona y me
anima a ser más como ella.
—Definitivamente deberíamos salir mañana.
Escuché sobre una gran fiesta de una chica en su casa de fraternidad, e
incluso si no estaba en ello esta mañana, ahora doy la bienvenida a este cambio de
escenario. Puedo ver a Sean, puedo ver a Duke coqueteando con otra chica, puedo
sentirme fuera de mi zona de confort entre la feliz multitud, pero estaré haciendo
algo normal. Podría ser divertido con Kate si ella no me cambia por algún chico.
—Por qué no.
Sonríe brillantemente y golpea su hombro con el mío, riendo.
Capitulo 14

A hora que estamos aquí, estoy menos segura de esto. La fiesta está en
pleno apogeo con gente completamente destrozada. A penas Kate y yo
caminamos por la puerta 10 minutos antes, vimos a una chica
plenamente borracha vomitando sobre la camisa de algún chico.
Kate me da un vaso lleno de cerveza de barril y tomo un sorbo; no está
siquiera fría. Pongo una cara de desagrado pero no hago ningún comentario. Kate
rebota al ritmo de la música y sus ojos están escaneando el lugar. Está buscando su
próxima víctima consentida.
—No nos quedaremos demasiado, no te preocupes —grita cerca de mi oído
para que la escuche sobre la música.
Me encojo de hombros.
—Está bien —le respondo del mismo modo, moviéndome lejos de un chico
que se dirige al barril cuándo es obvio que él está en camino de emborracharse.
Ella sacude su cabeza.
—Esta fiesta se está saliendo de control. No sabía que sería tan alocada.
Sabe más sobre estas cosas que yo, pero estoy segura que si no estuviera con
ella se quedaría mucho más tiempo, no importándole si la fiesta se sale de las
manos, sea lo que sea que signifique. Me siento culpable de que ella tenga que ser
mi chaperona, cuidando a la pobre y pequeña Skye y siendo incapaz de festejar
como todos los demás. Debería ser capaz de divertirse como lo haría si no estuviera
conmigo.
Sus ojos se amplían y mira detrás de mí, congelada. Frunzo el ceño y me doy
vuelta para ver qué está pasando y me congelo, también. Esto no es bueno. Sean
está viniendo hacia nosotras, sus ojos azules viéndose oscuros en la poca iluminada
habitación. Tengo 2 opciones: puedo correr o puedo quedarme aquí con la gente
alrededor proveyéndome mucha más seguridad como fuera posible.
—Aquí está tu pequeña compañera de cuarto. Kylie, ¿cierto? —dice él, capaz
de ser oído sobre la música sin gritar como Kate y yo tuvimos que hacer para ser
oídas. Es espeluznante.
—Es Kate. —Frunce el ceño, tomando mi mano en las suyas, y apretándola.
No sé si es para tranquilizarse ella o a mí, creo. A ambas probablemente, desde que
estamos temblando.
Él se despide de ella con la mano y se enfoca en mí.
—¿Saliendo de fiesta otra vez?
Asiento rígidamente, no mirando a otro lado. Es mejor mantenerlo en mi
campo de visión.
—Nosotras solo paramos por una cerveza, pero no nos estamos quedando —le
respondo lentamente, no gritando sobre la música. Sé que puede oírme.
Da un paso más cerca y retrocedo, empujando a Kate en el proceso. No puedo
ayudar con la reacción que el provoca en mí. Soy una bola de nervios cada vez que
tengo que verlo. Es como si todo lo que hizo volviera en una avalancha a mi cabeza,
dejándome temblando y temiendo lo peor.
—No te estás quedando. Vete jodidamente lejos de aquí —se burla en mi cara,
sus ojos quemando un hoyo en mí.
Trato de decir algo, cualquier cosa, pero ninguna palabra deja mis labios.
Estoy muda y mi mirada está pegada a su difícil rostro que una vez había
encontrado juvenilmente lindo.
—¡Déjala en paz!
Kate y yo saltamos mientras ella estruja mi brazo… fuerte. Tal vez tenga un
moretón mañana pero no me importa en absoluto. En vez de eso, estoy mirando a
Duke andando hacia nosotros con una mirada amenazadora en su rostro, seguido
de cerca por Derek, quién luce calmado pero sus puños tensos dicen otra historia.
Recuerdo que él había empezado a boxear. Bien, va a ser desagradable y rápido.
Duke se detiene en frente de Sean, elevándose amenazadoramente sobre él,
sus ojos en llamas. Está cabreado. Derek se queda a su lado, pero él está mirando
fijamente a Duke, no a Sean. El probablemente siente que Duke está a punto de
explotar. Algunas personas alrededor nuestro empiezan a ver que algo está
pasando. Los chicos se ven interesados, casi expectantes, probablemente algunos
de los amigos de Sean, mientras que las chicas se ven desconcertadas de que yo sea
la razón de la tensión. Lo sé, soy una del montón y no debería estar en este dilema,
pero aquí estoy. Ya no siento el agarre de Kate y eso que sigue sujetando mi brazo.
—Hombre, realmente deberías caminar lejos si tú piensas que ella es buena en
la cama. Frígida es su segundo nombre —dice Sean, tensando a Duke, quien se
mueve para lanzarse a sí mismo pero el fiero agarre de Derek lo detiene. Boxear
probablemente le dio algún autocontrol, que a Duke parece faltarle.
—¡No le hables jodidamente así! —grita Duke a todo pulmón, haciéndome
tomar un paso hacia atrás contra el pequeño cuerpo de Kate quien me abraza
inmediatamente. Está temblando como una hoja, también.
—Vete, Sean —dice Derek fríamente, sus ligeros ojos marrones mostrando su
autoridad de presidente de fraternidad.
Sean frunce el ceño y cruza sus brazos sobre su pecho. El músculo en su
quijada salta y suelto un quejido. Kate me mira, con preguntas escritas en su rostro,
pero no puedo decirle que conozco esa expresión facial y lo que va a pasar si las
cosas no se calman ahora.
—No soy el que está haciendo una escena. Tu amigo sí.
Duke gruñe y sacude la sujeción de Derek, escapando de su agarre. Pone su
antebrazo alrededor de Sean, presionándolo hasta que él está atrapado contra la
pared. El antebrazo de Duke es sudoroso, su respiración audible incluso sobre la
música, y su pecho esta duro debajo de su camisa negra. Los músculos en sus
brazos están jugando bajo sus tatuajes, haciendo una danza en su piel.
Los ojos de Sean están amplios y por primera vez en mi vida, veo miedo en
ellos, el mismo miedo con el que tuve que vivir los últimos 3 años. Esta hecho
mierda, pero es bueno verlo en esta posición, completamente indefenso bajo la
fuerza de alguien más.
—Tú, hijo de perra, eres patético. Me quieres lejos de Skye porque tú ya no la
tienes y no quieres que nadie más la tenga. No eres digno de ella. ¿La última vez no
fue suficiente para ti? Está bien para mí. Puedo pegarte otra vez, enviarte devuelta
al hospital si tú siquiera le hablas otra vez. ¿Lo captas?
Sean trata de moverse pero sin ningún éxito. Duke es mucho más alto y fuerte
que Sean y él está ciego de rabia.
—Ella no saldrá por ti, estás perdiendo tu tiempo. —La voz de Sean es
entrecortada, pero la maldad sigue estando en sus ojos.
—No creo que tú la tengas. Incluso si no duermo con ella, siempre la tendré en
mi vida cuando tú… —Sonríe Duke y se ve peligroso—. Tú, estarás solo por el resto
de tu jodida vida, lejos mientras ella tendrá una maravillosa vida. Te olvidará,
nunca pensará siquiera en ti dos veces. Y luego, encontraras otra víctima para
hacerte sentir como un hombre. Pero ¿sabes qué? Tú no eres un hombre; eres un
pedazo de mierda.
Veo hacia Derek, temiendo que las cosas se le estén yendo fuera de las manos.
No me gusta oír a Duke tan calmado de repente. No es una buena cosa cuando su
cuerpo está temblando de rabia y su respiración sigue siendo laboriosa. Derek no
está lejos, analizando a Duke más que a Sean, listo para el primer signo de que
Duke está por perder el control. Eso no ayuda mucho a relajarme, tampoco.
—Oh. Mi. Dios —dice Kate a mi lado, su aliento rozando alrededor de mi
clavícula. Sus ojos están alternando entre Duke, Sean y Derek, boquiabierta.
La multitud a nuestro alrededor cayó en silencio y todos los ojos están puestos
en los tres chicos. Algunos de los amigos de fraternidad de Sean le gritan para que
agarre a Duke, pero él no puede moverse. Duke no va a dejarlo ir.
—¿Entonces qué? Tú nunca serás capaz de tomar su virginidad. Nunca
tendrás esa parte de ella. Y nunca te dirá que te ama. Y yo gano al final —devuelve
Sean difícilmente, escupiendo en la camisa de Duke.
No sé cuándo esto se convirtió en un quién tendrá más de mí que el otro, pero
me hace sentir incomoda y como un objeto en vez de un ser humano. Entiendo que
Duke trató de minimizar el impacto de Sean en mi vida en gran parte, pero él está
dejando al gusano de mi ex en otro tipo de discusión y Duke es demasiado ciego
para verlo. Conozco demasiado bien a Sean cómo para saber adónde ir para hacer
que las cosas se vuelvan locas de forma fea.
Sacudo mi mano hacia Derek para llamar su atención pero él levanta una
mano y me muerdo la lengua.
—Duke sabe lo que está haciendo, no te preocupes —dice Kate en mi oído, su
voz un poco débil.
Sacudo mi cabeza.
—Esa es la cosa, él no sabe. No conoce a Sean como yo.
Ella aprieta su brazo sobre mis hombros y la dejo hacerlo. Se suponía que
sería una noche para relajarnos, pero supongo que no puedo planear nada. Todo
siempre se derrumba.
Duke pone su antebrazo alrededor de la garganta de Sea mientras su otro
antebrazo sujeta su hombro firmemente. Los nudillos de Duke se tornan blancos.
—Pero siempre tendré su respeto y una conexión con ella que tú nunca
experimentaras. No es tuya —ruge en la cara de Sean, su nariz casi tocando la nariz
algo torcida de mi ex.
—Tampoco es tuya.
Luego Duke se endereza sin soltar a Sean y sonríe, sin alcanzar sus ojos que
siguen ardiendo con enojo.
—Pero no estoy buscando poseerla. Ella se pertenece a sí misma.
Mis hombros se relajan y calor se difunde a través de mi cuerpo. El realmente
me tiene. Mis ojos se humedecen pero de ellos no caen lágrimas. Cruzo mis brazos
alrededor de mí, lista para la próxima ronda de Sean, pero el permanece en
silencio, sus ojos ahora clavados en mí. Ellos están resplandecientes.
—Duke? —Mi voz es débil, insegura, pero capta la atención de Duke. El suelta
a Sean instantáneamente y camina hacia mí mientras Derek dice algo en un tono
callado a mi ex quién me da una última mirada difícil antes de caminar lejos.
—¿Qué te dijo? ¿Estás bien? —me pregunta Duke, su respiración aun
dificultosa y demasiado rápida. No se va a calmar en un tiempo cercano.
Kate se aleja y camina hacia Derek, y ellos intercambian unas pocas palabras
mientras trato de encontrar mi voz.
—Estoy bien. ¿Y tú?
Duke aleja mi salvaje cabello de mi cara, sus dedos temblando cuando ellos
rozan sobre mi nuca caliente.
—No te preocupes por mí. —No suena calmado o él mismo, realmente. Es
como si está por matar a alguien o arrojar algo a la pared. Es como una bomba
sonando pero no estoy asustada. No siento necesidad de correr lejos, poner
distancia entre nosotros. En vez de eso, todo en lo que puedo pensar es abrazarme
a él, escuchar su corazón volviendo a su lento y normal ritmo.
—Siempre me preocupo por ti —balbuceo con el ceño fruncido. Es difícil no
agarrar sus brazos desnudos cuando sus tatuajes están burlándose de mí. Es
realmente difícil no abrazarlo y olvidar nuestras discusiones. Se ven tan
insignificantes ahora.
—¿Cómo yo lo hago? —me pregunta él más lento mientras la gente a nuestro
alrededor empieza a volver a la fiesta como si nada raro hubiese pasado minutos
antes.
—Quizás más.
Sacude su cabeza, su ceño fruncido nunca aliviándose, su respiración nunca
calmándose. Sigue con la rabia dentro de él.
—Imposible.
Bajo la mirada a sus botas negras y sus viejos jeans con hoyos en sus rodillas.
—Se acabó, Duke. Cálmate. —Veo su rostro pero mis palabras no cambian
nada.
—Vámonos —dice de repente, tomando mi mano fuertemente, pero se
detiene. Sostengo su mano, dejándole saber sin palabras que estoy bien con él
haciéndose cargo. Puedo dejarlo hacer esto bien ahora—. Nos estamos yendo.
¿Puedes mantener un ojo en Kate? —le dice a Derek quien sigue hablando con
Kate. Si no me equivoco, a Kate le gusta lo que ve en Derek. No puedo contener mi
entretenida sonrisa y ella me guiña.
—No hay problema, hombre. —Asiente Derek y se despide de mí con una seria
mirada en su rostro—. Aunque no deberías manejar.
Duke se tensa aún más y frunce su boca. Su mano sacude la mía.
—Puedo manejar mi propio auto.
Derek choca su mano en alto y no dice una palabra, aunque su cara habla por
él. Todos podemos ver como lo lleva Duke.
Duke se despide y me dirige a su auto estacionado no muy lejos de la casa. No
sé cómo encontró tan buen lugar cuando Kate y yo tuvimos que estacionar el auto a
2 cuadras.
Me lleva a la puerta del pasajero, la abre, pero no suelta su agarre en mi
mano. No puedo saltar a él así pero no sé si debería apartarme o solo esperar. La
reacción intensa de Duke con Sean me inquieta sin asustarme.
Suspira, pero no lo ayuda a relajarse.
—Sé que tenemos que hablar y todo —comienza con una voz entrecortada—,
pero creo que estoy por explotar y necesito tu ayuda.
Me enderezo y clavo mis ojos con los suyos. Incluso en la oscuridad de la
noche puedo reconocer sus ojos. Están tan encendidos e intensos como para ser
ignorados.
—Dime qué hacer —susurro, incapaz de hablar tan alto como él.
Suelta mi mano pero cierra la distancia entre nuestros cuerpos. Su calor
invade cada pequeño centímetro de mi ser y mi corazón pierde un latido. Su pecho
pesado bajo el mío se siente asombroso. Pongo mis manos en sus amplios
hombros. Sus músculos juegan y saltan bajo mis palmas y finalmente empiezan a
relajarse. Su respiración sube, pero no estoy segura si aún sigue siendo por enojo.
—Creo que lo tienes —masculla antes de chocar sus labios contra los míos.
Este beso no es como el último, que fue riguroso. Este es demandante
preguntando por reconfirmación, y sencillamente caliente. Mis labios se deslizan
sobre los suyos, su barbilla cepillando mi piel en la forma más deliciosa. Sus manos
encuentran su camino alrededor de mi cintura. Se deslizan hacia arriba,
lentamente, haciendo una parada en mis costillas, sus largos, fuertes dedos
rozando sensualmente mi pecho izquierdo. Creo que gimo, pero en este punto no
estoy siquiera segura si soy yo o es él.
Clavo una mano en su cabello y tiro de algunas hebras sin piedad, elevándome
en las puntas de mis pies para acercarnos, para intensificar el beso. Gruñe bajo en
su garganta y dejo que me levante contra el auto, su cadera ahora contra la mía. Su
deseo contra mi estómago me aterra como sabía que iba hacerlo, pero eso incluso
enciende un fuego dentro de mí que olvidé por tanto tiempo.
Rompe el beso y creo que va a poner algo de distancia entre nosotros, pero de
repente, baja su cabeza y besa debajo de mi oreja derecha y desliza su suave,
húmeda lengua, bajando por mi garganta para besarme el hueco entre mi hombro y
mi cuello. Tiemblo. Eso me estremece hasta los pies, pasando por mi vientre. Roza
sus labios a lo largo de mi clavícula, estirando mi gran camisa en el lado derecho.
Su barbilla trazando un camino de fuego en mi piel derretida del asalto de sus
labios y lengua caliente.
—Duke… —Estoy sin aliento, jadeante, olvidando dónde estamos. Incluso
ignoro el miedo insistente en mi interior. Se siente tan bien; él se siente tan bien.
—Lo sé, voy a parar. —Respira y me besa otra vez debajo de mi oreja y
alrededor de mi mandíbula. Su boca se siente impresionante. Su cuerpo contra el
mío es increíble. Dejo mis manos deambular en su fuerte espalda—. Mierda. No
quiero parar —gruñe en mi oído antes de besarme otra vez en los labios. Gimo
ruidosamente y agarro sus caderas con ambas manos. No puedo alejarlo.
Él muerde mi labio inferior y suaviza la mordida con su lengua sedosa,
cayendo dentro de mi boca y jugando con la mía. Me estremezco de nuevo y él
rompe el beso, sus ojos ahora encendidos de deseo y no de ira.
—Pasa la noche conmigo. —No es una pregunta.
Mi temor despierta más ahora que su boca no está en mí y sus manos están
castas en mi estrecha cintura.
—Yo... No estoy segura. —El deseo está haciendo mi voz entrecortada como
nunca y el cierra los ojos por un instante, su aliento subiendo antes de exhalar
entre sus dientes. Él muerde duro su labio inferior.
—No trataré nada —implora, su voz sonando más normal.
Asiento y siento frío cuando da un paso lejos para dejarme subir a su auto. No
estoy segura que estoy siendo sabia, porque después de un beso así, la lujuria en el
aire permanece entre nosotros. No creo que él es el único que debe tener cuidado.
En teoría, querer dormir con él en este momento es bueno, pero pensando en
después, no estoy segura de que esté lista. Todavía tengo miedo a dejar que me vea,
dejarme rendirme ante él, dejarme perder el poco control que tengo solo por
placer. Todavía se siente demasiado riesgo.
***
—Tu compañero de habitación nunca está aquí ―digo, solo para romper el
silencio. No me preocupo en absoluto por su compañero de habitación. En
absoluto.
Se encoge de hombros y tira lejos un suéter desechado que estaba tirado en su
cama. Sentándose, lanza sus botas debajo de su cama, probablemente demasiado
bajo para agarrarlas fácilmente la mañana siguiente.
—Él está completamente enamorado de su novia, pero sus padres no quieren
que ella viva con él antes de que se gradúe.
Asiento como si estuviera cautivada, pero en realidad los dos sabemos que es
solo para detener la charla inminente. No es porque él tomó defensa contra Sean
por mí, o porque nos besamos como personas enloquecidas por sexo, o que
podemos ignorar el hecho de que tuvimos una discusión ayer.
Caminando hacia su cama, me siento a su lado y lo encaro, una pierna
levantada contra mi pecho.
—Tengo algo que preguntarte y... —Miro su collar y una punzada de dolor se
dispara a través de mí—. Necesito que seas sincero.
Se aclara la garganta, toma un cigarrillo de su bolsillo, y agarra un encendedor
de su mesita de noche. El humo asalta mi nariz y me hace sentir un poco mareada,
nunca me acostumbraría a eso.
—Dispara.
Apunto su collar y su aliento queda atrapado en su garganta antes de volver a
la normalidad en un instante.
—¿Cuál es la historia detrás del collar?
Toma una bocanada de su cigarrillo, mantiene el humo más tiempo del
necesario en sus pulmones, y exhala lentamente.
—Se lo di en nuestro primer aniversario. Después de que murió, sus padres
me lo dieron.
No tiene que decirme de quién está hablando. Juliet. Todavía odia hablar
sobre ella o su muerte, y es difícil para mí simplemente rendirme cuando se lo que
hay en su corazón. Una aventura de una noche no es acerca de los sentimientos o el
compromiso, lo sé, pero con mi pasado y mis problemas necesito alguien realmente
aquí conmigo. Duke no está aquí conmigo, no totalmente.
—Todavía lo usas.
Él tira de su cabello con la mano libre y trae la otra a su boca, el cigarrillo ya
casi terminado.
—Era mi mejor amiga.
Frunzo el ceño, no estoy segura de que oí su susurro bien, pero sus ojos miran
lejos y sé que está a punto de entregar otra parte de él. Pongo mis brazos alrededor
de mi rodilla doblada y espero, temo que si murmuro una sola palabra el momento
habrá terminado.
—Nuestras madres eran amigas desde la secundaria y crecimos juntos. ―
Suspira y una triste sonrisa aparece en su rostro antes de desvanecerse
rápidamente—. No estuve siempre enamorado de ella, tampoco. No fuimos las
personas más románticas o algo así, pero un día después de que un chico rompió su
corazón, la encontré llorando en su cama y abrí mis ojos. Lentamente nos volvimos
cercanos y nos convertimos en pareja. —Pone su cigarrillo en el cenicero de la
mesita de noche y cruza los brazos sobre el pecho, su cabeza cuelga entre sus
hombros.
Fue su mejor amiga. Ella estuvo siempre ahí. Fue siempre una de las personas
más importantes en su vida. Lo vio crecer, cometer errores, y vio el increíble chico
en el que se estaba convirtiendo. Dios, debió haber sido tan difícil perder a alguien
tan cercano.
—¿Ves a sus padres a menudo? —pregunto porque ahora quiero saber si su
vida todavía está enredada con su pesar de que ella ya no está aquí.
Niega con la cabeza, todavía sin mirarme. Sus rodillas parecen tener toda su
atención.
—Se mudaron a Texas un par de meses después de que murió.
No sé qué pensar de eso. De alguna manera, el día del accidente, perdió a su
mejor amiga, su amante, una parte de su futuro y su segunda familia. Dios, no
puedo ni imaginar cuán mal debe haber estado después de todo eso. Es como si
todas sus anclas desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos. No se puede arreglar
eso fácilmente, nunca te podrías recuperar.
Puse una mano en su hombro y aprieto suavemente, incapaz de encontrar el
tipo de palabras que pudieran ayudar, si aún existen tales palabras. No sé lo que se
siente al enfrentarse a una cosa así. Todo lo que puedo entender y relacionar es su
dolor.
—No quiero tu compasión, Skye. —Su voz es más segura, menos triste y
mucho más dura de lo que esperaba.
Casi retrocedo, mi corazón latiendo con fuerza, pero me aferro y no me
muevo. Su mirada aún es baja, y sé que él no quiere que vea sus emociones
batiendo en sus expresivos ojos oscuros.
—Mírame. —No se mueve. Llevo mi mano de su hombro a su barbilla y fuerzo
su cabeza. Sus ojos son de color rojo, pero no hay rastro de lágrimas en ellos. Él no
va a dejarse ir en frente de mí. Mantengo mi mano en su barbilla, mis ojos en los
suyos—. No te compadezco. Nunca voy a hacerte eso.
Aprieta los dientes y asiente.
—Pero ahora me ves diferente —dice tranquilamente, su tono más suave.
Arqueo una ceja.
—Bueno, veo tus tatuajes diferentes.
Se ríe entre dientes y mira sus brazos. Suelto su rostro, pero el agarra mi
mano libre y entrelaza nuestros dedos. Las puntas de sus dedos están frías.
—Los obtuve cuatro meses después de su muerte. Algún tipo de “rebelión”. —
Se ríe entre dientes otra vez y me dejo sonreír—. Además, el dolor me ayudó a lidiar
con el que está carcomiendo mi interior. El dolor físico es más fácil de soportar que
eso.
Asiento, estamos en la misma página sobre esto. A veces el dolor físico es de
hecho más fácil de tratar que el mental. También distrae.
—No es tan rudo ahora, sabes —digo con una risa, haciendo que el humor raro
desaparezca.
El aprieta mis dedos con sus manos y se ríe conmigo, pero no es la graciosa
risa profunda que conozco. No puedo pedir demasiado.
—Debe ser decepcionante para ti. Conozco chicas buenas que de hecho aman
a los tipo con tatuajes rudos.
Ruedo mis ojos y golpeo su hombro con el mío.
—No soy tan trasparente.
Y el silencio cae de vuelta entre nosotros, pero esta vez no es uno incómodo.
Es pacífico y bueno. Tiro un poquito de su mano y lo animo a poner su espalda
contra la pared detrás de su cama. Igual que la mía. Apoyamos nuestras espaldas
contra la fría pared y cierro mis ojos.
Siento la cama moverse. Tengo que tratar de tener la confianza suficiente en
Duke para bajar mi guardia. Estoy tensa ahora, pero no abro mis ojos. Ni siquiera
cuando los dedos de su mano libre acarician suavemente mi rostro desde mi sien
izquierda y hacia abajo por el lado izquierdo de mi mandíbula.
—Amaría que vieras cuan hermosa eres, justo como me gusta verte —susurra
cerca de mi rostro, su respiración abanicando mi mejilla y tiemblo, mis dedos
apretando su mano más fuerte cuando su pulgar está trazando pequeños círculos.
Abro mis ojos y los trabo con los de él. Está más cerca de lo que pensaba. Hay
una línea de preocupación entre sus gruesas cejas pero sus ojos no muestran
ninguna preocupación. Solo muestran la necesidad y la lujuria. Él está tratando de
encontrar algo de consuelo, y el sexo es un modo de olvidar todo. Se eso acerca de
él y puedo entenderlo incluso si no visualizo el sexo de la misma manera. A pesar
de que quiero darle algo de consuelo, no puedo dárselo en el modo que está
buscando. No quiero que pase solo porque este molesto y triste. No debería ser así
entre nosotros.
Pero hay algo en él que me obliga, algo que me lleva al borde de la
imprudencia. No me alejo.
—No soy nada especial —susurro de vuelta, y sonrío un poco cuando lo veo
temblar mientas mi aliento lo golpea.
Está tan afectado como yo lo estoy y es bueno para mi débil ego.
—Puedo mostrarte cuan hermosa eres. Podría hacerte sentir hermosa —
susurra otra vez, pero su voz tiene un acento urgente. También, es más profunda y
viaja directo a mi vientre.
Dios, el realmente sabe lo que está haciendo. Solo con esas palabras puede
excitarme. Estoy parpadeando como una idiota, casi incapaz de reunir una cuarta
parte de mi IQ. Es extraño como las hormonas pueden hacerte un lio. Justo cuando
estoy por responder, sus labios están en los míos y estoy en blanco de nuevo.
Se apoya más contra mí, nunca sacando sus labios de los míos. Lo dejo
guiarme así que estoy acostada en la cama, Duke sobre mí. Está soportando la
mayoría de su peso con sus codos mientas sus manos acarician mi cabello y cara
suavemente. Su estómago, caderas y piernas están contra mi cuerpo y es
emocionante pero me pone nerviosa.
Mis manos se mueven de su cabello hacia su espalda pero realmente no sé qué
hacer. Justo ahora, soy peor que cuando era virgen. Quizás Sean tenía razón.
Quizás soy frígida. Quizás Duke me comparará con todas las otras chicas con las
que estuvo, y estaría decepcionado.
Rompo el beso y respiro pesadamente en el cuello de Duke. Él está a punto de
darme un beso en el hueco de mi cuello cuando se aleja, ahora sosteniéndose con
sus manos y no con sus codos, poniendo algo de espacio entre nuestros cuerpos.
—¿Hay algo mal? —Sus ojos están mirando mi rostro, prestando atención a mi
mirada y labios tensos.
—Es demasiado —digo, mi voz más fría de lo que pretendía.
Duke se sienta de repente y pasa ambas manos por su cara y barba. Murmura
algo que suena como una disculpa y mira al piso. No soy tan inocente para saber lo
que está haciendo. Está tratando de calmarse y hacer desaparecer el bulto en sus
pantalones. ¿Es normal sentirse culpable?
***
—¿Dime otra vez por qué acepté? —le pregunto a Kate mientras estamos
esperando fuera del club Trinity.
Kate esta impresionante con su vestido verde oscuro, a mitad del muslo y
mostrando su espalda. Sus generosas caderas se acentúan con buen gusto e incluso
estoy bastante segura que se está congelando a pesar de la cálida noche de
primavera, estoy un poco celosa de su apariencia.
Por otro lado, me convenció para ponerme uno de sus vestidos. No quería
hacerlo, por supuesto, pero cumplí cuando me dio una mirada; la mirada de
cachorrito. Realmente domina esta. Así que ahora estoy apenas caliente como para
no tener mis dientes castañeando gracias al vestido negro hasta las rodillas.
Mostrar mis piernas ya es difícil, pero mostrar mi escote lo hace pero para mí. No
puedo cruzar mis brazos sobre mi pecho; eso acentúa mi pecho incluso más. Esa es
la única parte generosa de mi cuerpo y justo ahora estoy deseando uno de mis
suéteres de gran tamaño.
Hago una mueca cuando empiezo a caminar junto a Kate. Sus zapatos de
tacón negro van a ser mi muerte.
—No deberías caminar así por la calle —dice, extendiendo un brazo hacia mí.
Sé que se está congelando pero es su culpa—. No te olvides de lo que te dije. Derek
es más grande y me pone nerviosa. Duke y tú contaran posibles momentos
aburridos y luego seré capaz de llegar a conocerlo mejor.
Toda esta semana Derek, Kate, Duke y yo tomamos un café juntos. Desde la
fiesta, formamos una especia de pequeño grupo y es bastante divertido incluso si
me siento fuera de mi zona de control cuando se trata de interacciones sociales. Así
que, toda la semana Kate y Derek hablaron e incluso parecieron olvidar que
estábamos allí de vez en cuando. Nunca vi un momento aburrido entre ellos, pero si
vi a Kate ruborizarse un par de veces. Es nuevo y estoy bastante segura que eso es
lo que realmente la está molestando. Por una vez, un tipo es más complicado de
tener y ella está más interesada de lo usual. Es un coctel embriagador.
—¿Por qué no debería caminar? —le pregunto, haciendo caso omiso de sus
preocupaciones acerca de su noche con Derek, con Duke y yo como chaperones. Es
raro cuando se pone así.
—Porque te podrían preguntar cuál es tu precio para la noche. —Ella se ríe y
camino a ella y le doy una palmada a su brazo desnudo juguetonamente.
—¿Realmente parezco una... ¿ya sabes? —Frunzo el ceño y bajo la mirada de
nuevo, mis ojos viendo solo mi escote. Desde aquí, incluso puedo ver el sujetador
de encaje negro que compré ayer.
Se ríe más y niega con la cabeza.
—Estás loca. Estás hermosa. Ahora cálmate, que ya vienen.
Me doy la vuelta y casi me caigo. Malditos tacones. Las cejas de Duke
desaparecen detrás de unos mechones de cabello que caen en sus ojos. Su mirada
se desplaza de mis pies y mis piernas que se ven más largas que cuando estoy en
jeans, y para un segundo más en mi escote antes de que se asiente en mi cara. Se
sonroja. Quiero decir, Duke, el AT caliente con una impresionante lista de chicas
con las que ha tenido relaciones sexuales, está sonrojándose.
—Estás... —Comienza, pero no logra terminar la frase. Él mira hacia el gorila
pidiendo identificaciones en la entrada—. Quédate cerca de mí o algún otro tipo va
a ponerte las manos encima.
Pongo los ojos en blanco y me encojo de hombros. Como si eso fuera a
suceder. Apenas puedo hablar con otras personas a aparte de Derek, Kate, y Duke,
por lo que un completo extraño...
Hablando de Derek y Kate, los dos ya se encuentran en su propia burbuja con
Derek sonriéndole, con una mano en su espalda desnuda. Ella está sonrojándose y
riendo en voz baja. Están coqueteando abiertamente, pero es bonito de ver. Espero
que Kate no se escape cuando se dé cuenta de que se preocupa por él mucho más
que por solo una o dos noches. Su repulsión hacia las relaciones me pone algo
ansiosa.
—Chicos, me estoy congelando. Entremos —dice Duke, capturando su
atención. Ellos están de acuerdo y se abren camino antes de volver a hablar de
quién sabe qué. Duke sacude la cabeza con una sonrisa divertida tirando de sus
labios sensuales. Pone una mano sobre mis hombros y me apoyo en él sin pensar.
Se está haciendo casi automático ahora.
—No estoy segura de que nos necesiten —le susurro cuando estamos
esperando nuestro turno para entrar. Hay tres grupos de personas en frente de
nosotros, nada importante.
—Estoy bastante seguro de que estaremos por nuestra cuenta esta noche. —
Está de acuerdo, apretando mis hombros y jugando con mi cabello, que no quise
poner en un moño desordenado como Kate quería que lo hiciera.
—¿Es que te molesta? —le pregunto, de repente preocupada de que le moleste
pasar más tiempo a solas conmigo. Después de todo, nos vemos todos los días, nos
mandamos mensajes de texto, principalmente para saber si vi Sean o no, y
tomamos café juntos todos los días, también.
Frunce el ceño.
—No. ¿A ti? —pregunta, con la voz cortada.
—¡Por supuesto que no!
—Entonces, ¿qué te pasa?
Me encojo de hombros y tomo dos pasos con Duke aún pegado a mí. Kate y
Derek están riendo en voz alta.
—Voy a enloquecer dentro y tendrás que calmarme, otra vez. Se está haciendo
viejo, ¿no te parece?
Él se inclina hacia mi oído, y su chiva me roza la piel delgada.
—Besarte no se está poniendo viejo. —El movimiento de sus labios formando
las palabras envía un escalofrío por mi espalda. Inundando de calor mis mejillas.
—¿Quién habló de los besos?
—Esa es nuestra nueva cosa para calmar el uno al otro. La otra noche que
funcionó bien en mí —responde con picardía, su deslumbrante sonrisa hace que un
grupo de chicas se rían detrás de nosotros. Incluso oigo a una de ellas afirmar que
Duke está “tan caliente que está a punto de mojar sus bragas”.
La chica no es tan discreta y Duke y yo empezamos a reír como locos,
incapaces de decir nada más, apenas somos capaces de mostrar nuestras
identificaciones —la mía falsa— al gorila que frunce el ceño con nosotros antes de
dejarnos entrar de mala gana.
Tan pronto como estamos dentro, la música me asalta, casi derribándome.
Cuando pensé que las fiestas de los otros estudiantes eran ruidosas, me doy cuenta
que no son nada comparadas con esto. Estoy bastante segura de que mañana voy a
estar sorda. Duke saca su brazo alrededor de mis hombros y agarra una de mis
manos y nos lleva al bar. Ya hemos perdido a Kate y Derek.
La gente se está moliendo el uno contra el otro con fervor en la pista de baile y
es difícil hacer mi camino entre los cuerpos en movimiento. No me siento muy bien
con todo el tacto, pero me las arreglo para mantener la calma. No estoy corriendo y
gritando todavía.
En el bar, varios chicos y chicas están gritando sus órdenes a los camareros
que trabajan de manera eficiente, usando estas o esas botellas. Ellos ya están
sudorosos y la noche es aún joven. No sé cómo pueden hacer esto.
—No te sueltes de mi mano. No quiero perderte entre estas personas. Me
pondría frenético tratando de encontrarte —me grita, para estar seguro de que lo
oigo sobre la bulla de la música que puedo sentir latiendo en mi pecho.
Asiento y aprieto su agarre para confirmarlo. Él asiente de regreso y nos
empuja a través de dos chicos para dar su orden a la única muchacha en el bar. Sus
movimientos bien acertados se detienen y ella lo mira antes de sonreírle y darle su
orden. Tal vez tener un mejor amigo caliente viene muy bien a veces.
Él se vuelve hacia mí sin dejar caer mi mano y me da una botella de cerveza
fría. Se queda con la otra y toma un sorbo.
—Tomaremos una sola cerveza. No hay necesidad de dejarse llevar —me dice
al oído, su aliento ya huele un poco a la cerveza.
—No te preocupes, nunca tomo más de una cerveza —respondo antes de tirar
de su mano para encontrar un lugar menos concurrido. Al pasar por la pista de
baile en busca de una mesa libre, apunto a una pareja bailando cerca. Derek y Kate.
—Creo que podemos imaginar cómo va a terminar.
Él sigue la dirección que señalo y sacude la cabeza.
—Derek no dormirá con ella. A él le gusta, pero no es el tipo de persona de
dormir con una chica después de la primera cita.
Inclino mi cabeza y me apoyo en una pared, con Duke frente a mí. Tomo un
sorbo de mi cerveza y empiezo a calmarme. Aquí, la gente no está chocándome y no
me siento tan claustrofóbica. Además, tener a Duke delante de mí en lugar de todas
las personas amontonadas en una habitación demasiado pequeña para mi gusto es
mejor. Y más que un espectáculo con sus tatuajes luciendo más oscuros bajo las
luces estroboscópicas y sus ojos que a menudo van por mi escote. Sabiendo que le
gusta lo que ve aumenta mi ego, que es curioso, porque cada vez que otro hombre
me da la mismo mirada lo odio y quiero simplemente esconderme en algún lugar
lejano. Me siento normal con Duke.
—Vas a bailar conmigo tan pronto como hayas terminado con tu cerveza. —Él
quita su botella y me la muestra para hacerme saber que su botella está vacía.
Niego y abro mis ojos.
—¡No! No, no, no. ¡No voy a ir al medio de... esto! —exclamo, señalando a la
pista de baile abarrotada donde los extraños están chocándose entre sí y las parejas
están prácticamente follando. No sé bailar y no me siento lo suficientemente bien
en mi propia piel como para intentarlo.
—Confía en mí.
—¡Esto no es una cuestión de confianza, Duke! —Aprieto mis manos en la
botella y como una idiota lo termino en un gran sorbo. No es que secretamente
quiera bailar, pero necesito una distracción. Duke arquea las cejas y asiente hacia
mi botella—. Sabes que me voy a asustar en el medio de este frenesí.
Toma mi botella y pone ambas cervezas vacías en la mesa más cercana, donde
un grupo de chicos y chicas que no se dan cuenta de la intrusión.
—Entonces voy a estar encantado de darte un beso sin sentido hasta que te
quedes sin aliento y no puedas pensar en nada aparte de lo que estamos haciendo y
no acerca de dónde estamos.
Lo miro boquiabierta y lo dejo agarrar mi mano.
—¿Siempre dices lo que está en tu cabeza?
Se encoge de hombros y camina hacia la pista de baile, pero no en el medio.
—Es hablar claro. Tiendo a ser así cuando quiero algo tan desesperadamente
—responde en mi oído y tiemblo. Él se ríe de mi reacción y pone sus manos en mi
cintura baja, casi encima de mi culo.
Trago saliva y miro a nuestro alrededor, haciendo una mueca a un hombre
imitando movimientos sexuales con una chica que espero que sea su novia. Llevo
mis manos a los anchos hombros de Duke y le permito que nos mueva. No estamos
exactamente en ritmo. De hecho, es como si nos estuviéramos moviendo a nuestro
propio ritmo, más lento, más tranquilo pero increíblemente sensual. No se está
moliendo contra mí, sino moviendo ligeramente sus caderas contra las mías,
mientras tengo dos piernas entre las suyas, mi piel desnuda tocando la tela de sus
jeans negros.
En un momento, tal vez después de tres canciones, nos detiene y se inclina
hacia mi cara, con los ojos fijos en mis labios y nunca mirando hacia otra parte.
Hablaba en serio, determinado y el bulto en sus pantalones me permite saber que
está en el borde. Inclino mi rostro y abro la boca tan pronto como sus labios suaves
se ponen en contacto con los míos.
A pesar de que nuestros cuerpos no se están moviendo en la pista de baile
entre los otros cuerpos ondulantes que nos rodean, nuestras lenguas y labios se
mueven en ritmo de los fuerte bump-bump de la música. Sorprendiéndonos a
ambos, soy la que se frota contra él y gime en mi boca. Es primitivo, embriagador y
gimo de regreso, con mis manos tirando de su cabello desgreñado.
—Vamos —dice, rompiendo el beso de repente.
No puedo hablar sino asentir de inmediato, sin pensar dos veces. De hecho,
solo estoy escuchando el mensaje que mi cuerpo está enviando y está gritando:
quiero conseguir un poco más de un sudoroso Duke. Realmente no sé lo que
significa o lo lejos que estoy a punto de ir, pero lo único que quiero es sentirlo más
cerca y sentirlo tocándome. Quiero sus grandes manos sobre mi piel, y no quiero
pensar en otra cosa.
Capitulo 15

M is manos se deslizan sobre su espalda desnuda hasta llegar a su nuca y


a los mechones ondulados curvándose allí. Tiro de algunos y
mordisqueo su labio inferior. Su gemido hace eco en mi boca y él
profundiza el beso, sus manos más frenéticas en mis pechos. Mi respiración se está
volviendo más pesada.
Su mano izquierda se desplaza hacia abajo a mi vientre desnudo. Contraigo
apenas mis abdominales y me congelo cuando empieza a jugar con el dobladillo de
mi ropa interior. Rompe el beso, pero mantiene su mano en mi ropa interior
mientras la otra apoya la mayor parte de su peso para no aplastarme.
Es lo más lejos que hemos llegado alguna vez, aquí en nuestra ropa interior a
punto de tener sexo. Sin embargo, ahora no estoy tan segura. Puedo sentir su duro
deseo contra mi cadera, puedo oír su respiración escalonada y puedo sentir sus
manos temblar ligeramente. Mi respiración está volviendo a su lentitud normal
acostumbrada y mis manos están cayendo hacia atrás contra mi cuerpo.
—No puedo —susurro, mis ojos suplicantes para que no se enoje. Quiero
decir, he hecho que el tipo esté casi frenético por tener sexo conmigo y ahora solo
estoy... diciendo que no.
Suspira y pone algo de distancia entre nosotros, yaciendo junto a mí con su
hombro contra el mío. Puedo sentirlo moviéndose al ritmo de su respiración
trabajosa. Miro el techo y considero agarrar mi ropa y regresar a mi dormitorio.
Odio este silencio y pensar que probablemente está enojado conmigo.
—Está bien —dice finalmente, con la voz todavía ronca a pesar de que su
deseo está desapareciendo rápidamente. No puedo detener a mis ojos de volver a
bajar ahí.
—¿Quieres que me vaya?
No responde enseguida y me muerdo la lengua. Es la primera vez que no
responde a esta pregunta en un santiamén.
—No. Quédate —responde después de aclararse la garganta, pero no suena
como si realmente lo deseara.
Puedo irme, podría decirle algún tipo de mierda sobre tener que irme, pero no
quiero hacerlo. Me siento muy mal porque realmente lo quería, todavía lo hago y
aparte de temer lo que pueda pensar de mí después, estoy muerta de miedo por lo
que siento cuando estoy en sus brazos. Es ya demasiado poderoso para el sexo y eso
cambiaría las cosas. Es un hecho, el sexo cambia las cosas entre las personas y
ninguno de nosotros quiere que nada cambie en nuestra amistad, que ya de por sí
es un poco demasiado co-dependiente.
—Yo…
—No digas una palabra —Me corta antes de que pueda pedir disculpas. Se da
vuelta sobre su costado, no hacia mí sino hacia la pared de enfrente—. Ve a dormir.
***
—¿Dónde está Duke? —me pregunta Kate cuando vamos a la casa de café
donde nos encontramos con Derek—. Es como el tercer día consecutivo que no se
muestra. —Ajusta su bolsa de diseñador en su hombro y saluda a una chica que
acaba de llamarla. Se ve radiante desde nuestra noche de fiesta con los chicos. El
pequeño vislumbres de Derek y ella me dejan saber que están lentamente cada vez
más cerca. Derek está ganando sobre ella, aunque Kate piensa que sigue siendo
inmune al amor o las relaciones.
Me encojo de hombros y cierro la cremallera de mi chaqueta de cuero sobre la
sudadera con capucha de la universidad. He conseguido una en mi tamaño al fin.
No la compré, sino Kate.
—No sé —miento porque estoy bastante segura de que sé dónde está. Después
de todo, cada vez que pasa algo malo, está ahí.
—Es raro. Desde el sábado que no ha estado saliendo mucho con nosotros o
contigo. —Tira de mi brazo hacia delante y nos detiene en la acera, por lo que un
chico y una chica nos maldicen. No puedo culparlos—. ¿Estás segura de que no
dormiste con él?
A pesar de mí misma, a pesar de la angustia que siento por el comportamiento
de Duke, me río.
—¿Crees que habría olvidado una cosa así?
Ríe y se engancha de mi antebrazo.
—Tienes razón. No olvidarte de terminar toda sudada con un hermoso
ejemplar de hombre como ese.
—Solo tú puedes ponerlo así. A veces es como si estuvieras hablando de un
pedazo de carne. Eres peor que los chicos.
Me empuja y rueda sus ojos.
—No es como si hiciera nada con él.
—Pero con Derek... —digo, contenta de tener algo de qué hablar para aliviar
mi mente.
—Es diferente. ¿Te das cuenta de que todavía no me besó? Quiero decir,
salimos todos los días, nos enviamos textos, salimos la otra noche y estaba bastante
caliente, pero él no me besó.
Abrimos la puerta de nuestro edificio de dormitorios y subimos por las
escaleras.
—No es el idiota de costumbre, eso seguro. El hombre quiere una relación real
contigo y apuesto a que siente que solo estás buscando sexo.
Kate pesca la llave de un bolsillo exterior de su bolso enorme y abre la puerta.
Frunciendo el ceño, seria de repente. Me encojo de hombros fuera de mi chaqueta,
la pongo en la cama y me siento, esperando porque ella haga lo mismo. Vamos a
tener una charla de chicas sobre cosas importantes.
—¿Y qué si, tal vez, estoy sintiendo algo más? —Agarra un puñado de M&M
esperándola en su mesta de noche y comienza a masticarlos.
—Entonces creo que no podrías encontrar un hombre mejor.
Niega con la cabeza, sus ojos hipnotizados por los dulces de colores en su
mano izquierda.
—No estoy hecha para las relaciones.
Ruedo los ojos y arrebato mi almohada para ponerla en mis rodillas.
—Crees que no, pero eso es porque estás asustada. Créeme, sé de lo que estoy
hablando —le digo con cierta amargura—. Derek quiere algo más contigo, es obvio,
y es un tipo serio. No va a salirte con nada y siempre te ha respetado.
Comiendo su M&M, se pone de pie para encender la radio. Balancea sus
caderas durante un par de segundos y vuelve a su cama, frente a mí, con una
pequeña sonrisa en su rostro.
—¿Y si me rompe el corazón?
—Entonces voy a darle un rodillazo a su precioso paquete y te daré a ti un
hombro sobre el que llorar —le contesto sin perder el ritmo. Hablo en serio,
también. Estuvo allí para mí cuando la necesité y se lo debo. Además, es algo más
que una amiga o una compañera de piso. Es mi mejor amiga y tengo la intención de
no perderla.
Se ríe y asiente hacia mí antes de tomar su teléfono de su bolso. Sé que va a
enviarle a Derek un mensaje de texto para coquetear un poco más. Espero que lo
deje entrar en su corazón. Ellos dos se lo merecen. Mi teléfono suena en mi bolsillo
de los jeans. Agarrándolo, veo que es mi madre.
—Oye, Mamá —le digo sin entusiasmo porque sé exactamente cuáles serán
sus siguientes dos preguntas.
—Hola, cariño. ¿Cómo estás hoy? —pregunta, con una sonrisa en su voz a
pesar de la tensión que sé que hay.
—Estoy bien.
—¿Y Duke?
Golpeo mi almohada y Kate me da una mirada divertida.
—Está probablemente muy bien, mamá.
Kate regresa a su teléfono cuando oye un pitido indicando un nuevo mensaje
de texto. Lleva una mano a su boca, sonriendo. Mi madre hace un sonido de
chaqueo en el teléfono y respingo mi nariz.
—¿Ustedes dos pelearon de nuevo?
Me levanto y me apoyo contra la ventana, mirando hacia afuera, donde el sol
es brillante pero no muy caliente todavía.
—No exactamente, pero él está... evitándome —respondo, demasiado
consciente de la presencia de Kate en la habitación como para sentirme libre de
hablar sobre Duke. Además, no estoy segura de que alguna vez me sienta libre de
hablar de Duke y de mí, siquiera.
—Cariño, no puedes dejar que ese chico se te escape.
—¿Uh? —No soy muy habladora, pero de pronto estoy un poco desconcertada
por lo que mi madre está diciendo. Oigo una puerta que se cierra a su lado. Al
parecer, está con mi padre, pero lo deja fuera. Dios, si da una charla de chicos voy a
tener pesadillas.
—Tiene ojos muy traviesos —dice y se ríe como una niña de escuela.
Alejo el teléfono de mi oído, mirándolo como si fuera a morderme, y lo traigo
de vuelta.
—¡Mamá! —Niego con la cabeza. Esto es demasiado raro.
—Oh, puedo hacer una observación objetiva, cariño —dice más en serio.
Puedo oír la puerta de la nevera abrirse cerca—. Sé que no quieres hablar acerca de
lo que está pasando entre tú y este joven, pero no debes dejar que ponga esta
distancia entre los dos. Alcánzalo.
¿Alcanzarlo? Es fácil decirlo cuando no sabes dónde está, pero yo sí sé dónde
está y me da miedo. Duele, también.
—Tal vez no quiera que lo haga —le contesto, no queriendo reconocer que
existe, en efecto, algo entre Duke y yo.
Mi madre suspira un poco. Suena casi feliz de saber que hay algo entre él y yo.
Probablemente piensa que me estoy recuperando mejor de lo que pensaba si soy
capaz de tener una relación con un chico, pero esa es la cosa. No tengo una,
aunque... Nada. Aunque nada en absoluto.
—Te alcanzó cuando tú no lo querías.
Y esas son las palabras que me hacen agarrar mi chaqueta y encogerme de
hombros dentro de ella.
—Adiós, mamá. —Cuelgo con el sonido de su risa. Por lo menos hay alguien
que piensa que mi vida es divertida.
Las cejas de Kate se disparan y me hace una seña.
—¿Vas en busca del tipo caliente?
Asiento y salgo, decidida a verlo y hablar con él. Por una vez, no hablaremos
con términos porque yo sea una gallina y él esté atormentado, o porque estemos
teniendo una pelea. Es un progreso. O al menos de esa manera quiero verlo.
***
No está en su habitación. Sabía que no estaría allí, pero me detuve para
asegurarme de ello. Y ahora estoy en el mismo lugar que estaba hace meses,
mirando a Duke. Está sentado junto a la lápida de Juliet, sus ojos alternando entre
el mármol y la vista al lago Washington.
Me alegro de poder comprenderlo lo suficiente como para saber su escondite,
pero también me aplasta para saber que está buscando un poco de consuelo aquí,
en el cementerio. Todavía recurre a Juliet, aun cuando ella no está aquí.
Cepillo lejos mi cabello revuelto y camino hacia él, evitando a una niña
saltando y corriendo mientras su madre está poniendo algunas flores blancas sobre
la tumba de sus padres. Le doy una sonrisa tensa a la niña y reanudo mi caminar.
Duke mira alrededor y frunce el ceño cuando me ve, pero no parece molesto o
enojado. Me detengo a varios metros, echando un vistazo a la lápida y mirando
hacia otro lado rápidamente. Es inquietante saber que alguien que amas está
profundamente enterrado justo allí. Mis ojos se centran en el Space Needle, no muy
grande desde aquí.
—Sabía que vendrías a buscarme aquí en algún momento —dice, rompiendo el
silencio. Su voz no revela ninguno de sus sentimientos.
Lo miro y me siento. No puedo hablar de pie cuando está en el suelo.
—¿Querías que te encontrara aquí?
Toma una respiración profunda y se encoge de hombros. No tira de su cabello,
no corre una mano por su perilla, o agarra un cigarrillo. Solo está sentado allí, con
los ojos centrados ahora en los rasguños de la piedra.
Es tan difícil hablar con él cuando parece que hubiera alguien entre nosotros.
Su presencia es persistente entre nosotros, en gran medida. Me aclaro la garganta.
—Duke, no deberías evitarnos a todos.
Me mira y estoy congelada por su mirada intensa. No va a evitar una
confrontación. No fue eso lo que esperaba en mi camino aquí en el auto de Kate.
—Y tú no deberías dejar que Sean dictara lo que quieres.
Mi respiración se atasca.
—Está bien, dime eso que tanto quieres decirme. Después de todo, es verdad,
esconderse aquí es la mejor manera de tener una charla —me burlo, molesta y
dolida por su brusquedad. ¿Dónde está el chico que es tan paciente? ¿Es realmente
porque me negué a tener sexo la otra noche?
—Tú no te enfrentas a la profundidad de tus impulsos cuando estás conmigo
—responde fríamente, sus ojos viajan desde mis Converse púrpuras hasta mi
cabello salvaje.
—¿Cómo mi impulso actual de noquearte? —Detengo mis propias palabras
con una mano en mi boca, que todavía está abierta.
Duke arquea una ceja, pero no hace ni un comentario a mi diarrea verbal.
—Tienes miedo de tus propios deseos y no puedes seguir adelante hasta que te
ocupes de ellos, pero prefieres esconderte detrás de tus problemas en lugar de eso.
Cierro la boca con fuerza, mis dientes chocando unos contra otros. Mi mano
vuelve a caer en mi rodilla.
—¿Y tú? Corres aquí cada vez que algo es difícil. Tienes la fecha de su muerte
tatuada sobre tu corazón, todavía usas su collar. —Suspiro, mi ira disminuyendo
rápidamente—. No puedo competir con tu novia muerta.
Mira de vuelta hacia la tumba, tocando el collar que brilla en el sol.
—¿Qué me estás diciendo? ¿Quieres parar, salir corriendo de nuevo?
—No estoy huyendo, Duke.
Sus ojos estallan y se arrodilla frente a mí, con las rodillas casi tocando mis
piernas.
—Has estado huyendo de mí desde el primer día. Cada vez que se pone difícil
o tienes miedo, te escapas. Ni siquiera nos diste una oportunidad de estar juntos.
Niego con la cabeza y trato de respirar de manera uniforme aunque la
invasión de mi espacio personal es a la vez aterradora y estimulante. Como siempre
cuando se trata de Duke.
—Puedes tener relaciones sexuales con cualquiera.
Se ríe con amargura y mira el cielo azul claro, visible entre las ramas de los
árboles que rodean el cementerio.
—Ni siquiera te enfrentaste al hecho de que hay algo más.
Araño mis muslos y no digo nada. Sus ojos son un infierno revuelto de
sentimientos contradictorios. Veo el deseo, el arrepentimiento, el miedo, la ira, la
lujuria, el apego, y algo que yo diría es cariño.
—¿Qué quieres decir?
—No me digas que solo es sobre sexo, Skye —gime y tira de su cabello—.
¡Joder! Va más allá de eso y creo que ha sido así desde hace bastante tiempo. Nos
hemos estado engañando a nosotros mismos, pero es tiempo de hacerle frente a la
música.
Sacudo la cabeza y aclaro mi garganta, incapaz de abrirle las puestas a esto.
No puedo.
—Para.
—¡Oh, no! Tú viniste aquí, diciéndome que estoy ocultándome y evitándote,
pero no me detendré en este momento. —Agarra mis manos entre las suyas,
calentando rápidamente las mías—. No puedo dejar ir a Juliet, y me asusta como
no tienes idea tener todos estos sentimientos por ti. Nunca sentí la necesidad de
proteger tanto a alguien, querer tanto a alguien. Con Juliet todo era fácil. Todo
pasaba con facilidad. Cuando estoy contigo, tengo que luchar contra ti, contra mí
mismo, y contra nuestro pasado y presente. Contigo, es como si me hicieras sentir
de nuevo cuando no quiero, como si hicieras que mi corazón latiera más fuerte y
más rápido solo por estar allí. Nada es fácil y es por eso que se siente tan verdadero,
tan real. No es un cuento de hadas, no es todo corazones y flores. Es duro, brusco,
fuerte y apasionado y no puedo hacer que mi mente lo entienda.
Siento que mis ojos se amplían, que mi respiración se incrementa. Mis labios
cosquillean, mis brazos se sienten como si pesaran una tonelada y mi cerebro se
queda en blanco. Creo que estoy parpadeando como una idiota.
—Y ya ves, me está rompiendo sentir todo esto. Me siento más culpable que
nunca —añade casi para sí mismo.
Chasqueo de vuelta al presente.
—¿Por qué te sientes culpable? —pregunto en voz baja, con los ojos llorosos.
Sus manos aprietan las mías.
—Porque yo estaba en el auto cuando Juliet tuvo el accidente.
Aprieto sus manos, conteniendo mi primer instinto de abrazarlo fuertemente.
Nunca pensé que hubiera estado con ella cuando sucedió, nunca me imaginé algo
así. Una lágrima cae por él, por ella, por su dolor que todavía está allí, y por las
palabras hermosas que usa para describir lo que él verdaderamente siente por mí.
—¿Te heriste?
Niega con la cabeza, sus ojos atormentados. El fuego en ellos se desvanece.
—Solo un par de costillas rotas a causa del cinturón y algunos rasguños y
cortes. Era el que suponía que conducía esa noche, pero estaba cansado después de
mi partido de fútbol. —Suspira, sus ojos ahora perdidos en el pasado, en esa noche
terrible—. Trabajé mucho por ganar ese partido y asegurar mi futuro con los
reclutadores que iban allí a verme. Así que Juliet me dijo que nos llevaría de vuelta
a casa. No objeté y luego, a un kilómetro de distancia de nuestro instituto, un
conductor ebrio se desvió del camino y golpeó el costado del auto. No murió de
inmediato. —Traga saliva, su nuez de Adán subiendo y bajando rápidamente. Está
al borde del colapso—. Tuve tiempo de llamar a una ambulancia y sostenerla en mis
brazos antes de que muriera con una última mirada hacia mí. Estaba tan asustada,
Skye. —Sus ojos vuelven al presente, con lágrimas en ellos. Las deja caer—. No se
fue en paz, no dijo una palabra, pero tenía miedo y yo no hice nada. No hice nada.
Un sollozo lo sacude. Libera mis manos y no pierdo un segundo para tirarlo a
mis brazos, besando su sien, pero sin decir nada. Estoy agitada como él, incapaz de
ser la fuerza que necesite que sea. Sus brazos se envuelven a mí alrededor
apretadamente.
Ahora entiendo por qué se siente tan culpable, incluso si es irracional. Es el
síndrome del sobreviviente en todo su sórdido esplendor. Pero ponerle un nombre
no hará que desaparezca. Está allí, en su corazón, en su cabeza, llevándolo de
regreso a esa noche una y otra vez.
—Estoy aquí para ti si me necesitas —le susurro, su oído cerca de mi boca.
Levanta la cabeza, frente a mí, con sus mejillas húmedas y sus ojos inyectados
en sangre. Es desgarrador ver a un tipo fuerte como Duke tan perdido en el dolor.
—¿Y si te pierdo a ti también?
Trago fuerte. Secando su rostro con una mano, sonrío suavemente, sin saber a
dónde vamos pero con una sensación de calor por conocer sus sentimientos.
—No lo harás.
—No puedes hacer esa promesa —responde tercamente, una línea de
preocupación visible entre sus cejas.
Dirijo mi pulgar sobre ella, mi mirada siguiendo el movimiento antes de
bloquear los ojos con los suyos angustiados. Dios, nunca pensé que lo vería así una
vez que se abriera a mí. Siente todo tan fuerte, tan desesperadamente. Es más
valiente que yo, pero no estoy sorprendida por eso.
—Tienes razón, pero hemos sobrevivido a cosas terribles. Podemos desafiar
las probabilidades ahora. —Nunca me he escuchado a mí misma tan tranquila, tan
segura de algo en los últimos tres años.
Pone su frente contra la mía y toma una respiración profunda.
—Ahora dime que sientes lo mismo por mí, Skye. Dime cómo te sientes.
Cierro los ojos, deleitándome en la sensación de su suave frente contra la mía,
su espeso cabello rozando mi piel, y sus manos yendo arriba y abajo por mi espalda.
—Tengo miedo de muchas cosas con y acerca de ti, pero sobre todo, me estoy
enamorando de ti.
Se estremece y aprieto mis manos sobre él, no dispuesta a romper este
contacto, este momento. Realmente es un lugar extraño para reconocer nuestros
sentimientos por el otro, nunca pensé que tendría una charla como esta en un
cementerio y al lado de la tumba de Juliet, pero mi mente está a kilómetros de
distancia de aquí. Está en la posibilidad, en lo que tengamos delante de nosotros
juntos. Está en la esperanza que tengo en nosotros, en la fe que me hace marear.
—No huyas de nuevo.
—Y tú no te escondas de nuevo. Cuando tengas que venir aquí, dímelo.
Asiente y se aleja para sonreírme, una paz temporal en sus ojos. Sé que sus
problemas no han desaparecido, pero ahora les hace frente en lugar de ocultarlos.
No pienso que solo porque queramos probar una relación juntos y porque estemos
enamorándonos, todos nuestros problemas vayan a desaparecer. El amor no lo
conquista todo, sino que es una poderosa herramienta para superar todo, porque
eso significa que no estás solo.
—¿Estás listo para irnos o necesitas más tiempo? —pregunto tentativamente,
no segura de cómo debería reaccionar ante todo esto. Después de todo, si soy
honesta y a pesar de sus revelaciones acerca de su muerte, estoy celosa de una chica
muerta que nunca conocí. Nunca voy a tener esa parte de su corazón y es difícil
para mí aceptarlo.
—Estoy dispuesto a seguirte —responde, su voz un poco temblorosa, pero sus
ojos constantes. Se aleja, pone una mano en la piedra y se pone de pie, extendiendo
la otra para ayudarme a levantarme.
La agarro y entrelazo mis dedos con los suyos. Solo espero que no nos
rompamos el uno al otro.
Tan pronto como salimos de las puertas del cementerio, aplasta su cuerpo
contra el mío y me besa profundamente. Estoy temblando por la intensidad y la
desesperación de su beso, pero me deleito en él, devolviéndoselo con todo lo que
tengo, buscando con mi lengua la suya, dándole mordiscos con mis labios. Nos
detenemos en esta ocasión y es mucho más que antes. Es nuestro primer beso
adecuado.
***
—¿Quieres pasar la noche? —me pregunta Duke después de empujar a un lado
su cenicero y tirarme contra él.
Estamos en su cama y en su mayoría tranquilos, perdidos en nuestros
pensamientos y disfrutando de la paz que sabemos no durará mucho tiempo. El
momento que hemos compartido en el cementerio nos ha dejado drenados a los
dos y fuimos a su habitación, después de que fuera a dejarle las llaves a Kate y le
dijera en unas pocas palabras todo lo que había sucedido, lo que la hizo chillar en
mis oídos durante lo que pareció una eternidad y nos comimos una pizza.
Me acurruco más cerca y beso su cuello.
—Me gustaría, si es que quieres que lo haga.
Sonríe y besa la parte superior de mi cabeza.
—No te lo preguntaría sino quisiera tenerte en mis brazos toda la noche.
No sé si es posible encontrar a un tipo más digno de desmayo. Es increíble y
todavía me pregunto qué hice para merecerlo. Mi autoestima baja todavía está
aquí, mostrando a veces su feo rostro y haciendo que mis pensamientos duden de
todo, pero puedo poner eso a un lado esta noche. Quiero ser capaz de disfrutar esta
dicha, esta novedad de nosotros siendo así.
Levanto la mirada, mi cabeza todavía en su pecho. Mis ojos se deleitan en esos
labios que tanto amo y que amo aún más contra los míos y sobre mi piel. Bajo mi
oído, su corazón late más fuerte, más rápido. El mío lo sigue inmediatamente.
Paso los dedos por encima de su caja torácica, trazando las líneas de sus
músculos apenas visibles bajo su camiseta. Su pecho se mueve más rápido cuando
su respiración se acelera. Pone una mano sobre la mía, asegurándola sobre su
corazón.
Empujo su pecho y con la otra mano en el colchón me cierno sobre él, mis
ojos absorbiéndolo. Sus ojos parecen hablar un lenguaje que va directamente a mi
núcleo, sus labios tan convincentes, su perilla tan deliciosamente tortuosa, su
mandíbula cuadrada tan intimidante y atractiva, su cabello que está pidiéndome
que pase mis dedos a través de él. Todo en él está llamándome y creo que estoy lista
para escucharlo.
Me muerdo suavemente la parte interior de la mejilla y bajo, mis labios
apenas rozando los suyos. No está moviéndose, probablemente ansioso por no
asustarme y hacerme huir de nuevo. Pero no esta vez.
—Te deseo —digo claramente, mis ojos nunca dejando los suyos y mis labios
rozando ligeramente su boca cuando la mía forma las palabras que sellan el
momento. Es mucho más aterrador que cuando perdí mi virginidad.
La mano que está encarcelando las mías tiene espasmos sobre su pecho. Su
aliento da tirones. Con su mano libre, él baja mi cabeza hasta que nuestras bocas se
aplastan ferozmente. No pierde ni un segundo en profundizar el beso, su lengua
juguetona con la mía, tentando y explorando.
Mordisquea mi labio inferior antes de empujar su lengua de nuevo, trazando
el borde de la mía y deslizándome en su contra, volviéndome loca de deseo. Bajo mi
cuerpo y disfruto de la sensación de su cuerpo firme contra el mío.
Suelta mi mano y, tomándome por sorpresa, nos da la vuelta. Está encima de
mí ahora, pisando sobre hielo delgado, cambiando quien tiene el poder. Me congelo
por un segundo y luego llevo ambas manos a su espalda, los dedos arañándolo para
que esté más cerca.
Deslizo mis manos bajo su camisa y lentamente tiro de ella hacia arriba, mis
dedos deleitándose en la sensación de su piel suave y caliente. Dirijo mis uñas
ligeramente a lo largo del camino. Se estremece y gimo en su boca. Se sienta y se
despoja de su camiseta, lanzándola a través del cuarto. Mis ojos se desplazan a lo
largo del sendero negro de vello corriendo de sus jeans hasta su ombligo, pasando
por sus definidos abdominales y llegando hasta sus pectorales, donde el collar se
balancea y el tatuaje se asienta sobre su corazón. Sus brazos están llenos de colores,
llenos de tatuajes que se arremolinan y chocan unos con otros, encendiéndome
cada vez que tomo una ojeada de ellos. Se sonroja. Debe estar realmente ruborizado
si puedo verlo a pesar de su piel bronceada naturalmente.
Tiro de sus brazos, mirando los tatuajes y de nuevo a su cara. Vuelve a bajar,
sin cuidado de aplastarme con su peso.
—Dime cuando quieras parar —dice, su voz profunda y ronca enviando un
escalofrío por mi espalda que llega hasta mis dedos de los pies, que se enroscan en
los calcetines.
Por primera vez en mi vida, me encanta la sensación de un cuerpo masculino
fuerte, alto por encima de mí, haciéndome sentir pequeña, femenina y deseada.
Paso la mano hasta sus brazos, peligrosamente lento. Tiene la mandíbula tensa, sus
ojos arden y soy recompensada con un gruñido primitivo que me hace sentir
poderosa por darle un poco de placer.
—No vamos a parar —le digo, atrayendo su boca abajo cerca de la mía, mi
respiración arrastrándose por su cuello, mi voz grave.
Me besa en el cuello y la clavícula, empujando el borde de la sudadera con
capucha a un lado.
—¿Te das cuenta de lo sexy que suenas y de lo que eso me hace?
Gimo, sintiendo sus labios moviéndose sobre mi piel caliente y sensible, su
perilla mejorando cada movimiento de su boca experta. Inclino mi pierna,
sacándola hacia su costado, mi pie cepillando la parte posterior de su pierna vestida
en jean, obligándole a molerse en mí. Necesito sentir cómo se endurece. Necesito
saber que me desea como yo lo deseo a él. Tengo que ver que no debo estar
asustada de nuestro deseo.
Ejecuta mi demanda en silencio y garro su espalda y cabello, mis movimientos
más frenéticos de repente. Me desea, no hay duda de eso allí.
—Creo que tengo una idea bastante buena ahora —replico entre sus jeans.
Muele su erección entre mis piernas abiertas y suspiro en silencio,
sorprendida por el intenso placer que surge a través de mí a pesar de que todavía
estamos vestidos. Gime de nuevo en mi oído y creo que estoy a punto de perder el
último vestigio de mi control, así como el suyo se le escapa. Se muele contra mí de
nuevo, más fuerte, con más intención. Mis piernas se contraen alrededor de su
cintura.
—Joder, Skye —murmura sin aliento.
—Bésame ahora —le ruego, mi voz primitiva con el deseo y mis ojos llenos de
lágrimas de alivio. No estoy completamente rota. Y podemos hacer esto. Quiero
hacer esto como nunca he deseado nada en mi vida.
Me besa, su barba raspando maravillosamente mi cara. Puedo sentir su mano
deslizándose por mi costado, sus dedos burlándose de la parte inferior de mi seno
derecho a través de la tela de mi sudadera con capucha. Muerdo duro su labio
inferior y se queja, ahora su mano está sobre mi pecho, masajeando, pellizcando mi
pezón duro. Pero quiero sentirlo piel contra piel. No más barreras entre nosotros.
No más muros.
Lo empujo lejos y sonríe con fuerza hacia mí, de rodillas entre mis piernas.
—Lo siento, me dejé llevar, pero...
—No quiero parar. —Mi mano derecha está en su estómago, sudorosa contra
sus abdominales, que se contraen ante mi tacto—. Quiero sentirte sobre mi piel.
Quiero sentir tus manos sobre mi piel desnuda —agrego en un susurro, mi cara
ardiendo por mis propias palabras descaradas. Es nuevo para mí hablar de lo que
quiero en el departamento de las relaciones sexuales, pero de alguna manera me
devuelve algo de energía. Ya no siento como si estuviera atrapada en la
misericordia de Duke. Siento como si estuviéramos haciendo algo maravilloso
junto.
Me siento y quito mi sudadera. Quedo en sujetador y jeans, y tengo que luchar
contra el impulso de cruzar los brazos sobre mi pecho. Ya me ha visto en sujetador
y bragas, pero eso no significa que no me sienta tímida cuando sus ojos hacen un
itinerario por encima de mi cuerpo.
—Eres tan condenadamente hermosa —dice en voz baja antes de poner sus
manos en mi hombro y trazar con sus dedos los tirantes de mi sencillo sujetador.
Muerde con fuerza su labio inferior y desliza las correas por mis brazos, sus dedos
trazando patrones suaves a lo largo del camino—. Si quieres parar, dímelo. —Pero
bajo sus dulces palabras, le oigo suplicando, rogando porque no nos detenga, no
pare nunca.
Mi única respuesta es llevar mis manos detrás de mi espalda y desabrochar el
sujetador, dejándolo caer entre nosotros en la pequeña cama. Mantengo mis ojos
en el pequeño pedazo de ropa interior ahora en mis muslos. No puedo mirarlo.
Siento sus ojos en mis grandes pechos, los pezones duros, y me estremezco. Quiero
que me toque, quiero que me bese por todas partes, pero tengo la lengua atada
ahora que estoy medio desnuda delante de él.
Puedo escuchar su respiración errática. Trae una mano a mi barbilla y me
obliga a mirarlo. Una sonrisa, casi como de lobo, se enrosca en sus labios. Sus ojos
están calientes, chisporrotean.
—Por nuestra primera vez, iremos poco a poco, pero después de esto todas las
apuestas estarán echadas. Me das ideas perversas —dice con su voz profunda
mezclada con tanta pasión y deseo que mi timidez desaparece. Solo así.
Me acuesto de nuevo y utilizo uno de mis pies para tirar de él encima de mí.
Utiliza sus antebrazos para soportar su peso y comienza a masajear mi pecho
izquierdo. Su palma cálida calienta mi vientre, me enciende aún más. Luego, sus
dedos índice y pulgar entran en el partido, jugando con mi pezón, tirando de él
mientras sus ojos van de mi pecho a mi cara.
Cierro los ojos y me dejo liberar el profundo gemido que he estado
construyendo dentro de mí. Agarro su nuca y lo beso con toda la necesidad, el
deseo y los sentimientos que tengo por él. No me satisface antes de romper el beso
y besar mi mandíbula y cuello, su aliento poniéndome en llamas.
Muevo mis caderas contra las suyas, ni siquiera dándome cuenta de lo que
estoy haciendo hasta que su erección se incrusta en mí a través de nuestros jeans.
Ambos gemimos. Tira de mi pezón y de repente su boca está sobre él, aliviando el
ligero dolor. Lo siento en todas partes, pero sobre todo en mi bajo vientre y entre
mis piernas abiertas.
Mi respiración sale en jadeos, pero no me preocupa. Estoy demasiado lejos
como para estar autoconsciente.
—Duke —digo en un suspiro cuando siento sus dientes alrededor de mi pezón
hipersensible. Luego lo libera, arrebata el otro con la misma intensidad y creo que
me voy a venir. Solo por eso.
Pero se detiene y vuelve a subir a besarme profundamente, moliendo sus
caderas una y otra vez entre mis muslos. Estoy segura de que estoy haciéndole
daño, pero no puedo parar de pasar mis uñas por su espalda.
—Te necesito desnuda. Ahora —dice entre jadeos, sentándose y
desabrochando sus pantalones con manos temblorosas. Su erección está
empujándose contra sus bóxer negros. Dios, es hermoso. Y sexy.
Lo enfrento y me quito mis jeans. Es más rápido que yo. Sus pantalones ya
están en el suelo, mientras que yo todavía estoy luchando por pasar los míos más
allá de mis rodillas. Ferozmente, todo el control largamente olvidado, los jala hacia
abajo en un movimiento rápido, tirándolos cerca de la puerta cerrada.
Sin esperar más, se muele contra mí y tiemblo, curvando los dedos de los pies
por la sensación de él, de su deseo contra mí, ahora solo separados por mis bragas y
sus calzoncillos. Me besa, su lengua lucha contra la mía antes de bailar
lánguidamente con ella.
Corro mis manos por su espalda fuerte, debajo de sus bóxer y agarrando su
duro culo, y lo empujo contra mí, haciéndolo gruñir. Sus manos están en mi ropa
interior, jugando con el dobladillo, pidiendo permiso silenciosamente para
quitarlas de encima.
Respondo tirando sus calzoncillos bóxer abajo. Los quita, me despoja de mi
ropa interior y vuelve sobre mí. Ahora su erección se cepilla contra mí, carne contra
carne.
—Todavía podemos parar, Skye. Solo tienes que decir la palabra —susurra en
mi rostro, sus ojos todavía caliente por el deseo pero ahora también suaves con
preocupación.
Sacudo la cabeza y un mechón de mi salvaje cabello rizado cae sobre mi cara.
Lo aparta.
—Quiero sentirlo todo de ti —le susurro, mi mano derecha yendo desde su
espeso cabello oscuro a los labios bien definidos, rojos e hinchados por nuestros
besos.
Asiente y abre su mesita de noche, agarrando un condón. Miro todos sus
movimientos mientras se pone el condón y se posiciona entre mis muslos. Me besa
y se empuja dentro, lenta pero decididamente. Mi respiración se atasca en mi
garganta y cierro los ojos con fuerza. Se siente increíble. Nos sentimos increíbles
juntos. Llevo una mano a su espalda baja.
—Skye, nena, abre los ojos —me pide con la voz temblorosa.
Puedo sentir sus músculos de la espalda tensos por el control que tiene que
reunir para no moverse. Abro los ojos y miramos el uno en los del otro, la
admiración visible. Es mucho más de lo que pensé que sería.
Me muerdo el labio inferior y muevo mis caderas. Una vez. Dos veces. Y
entonces se mueve lentamente, a ritmo. Es exasperantemente lento y siento
rápidamente cómo se construye mi orgasmo. Estoy jadeando, sudando o tal vez él
está sudando, pero no me importa. Solo siento su piel rozar la mía, solo escucho su
respiración fuerte y cada vez más errática con cada embestida. Pone su cabeza en el
hueco de mi cuello, acelerando solo un poco sus embestidas, y gimo, murmurando
su nombre incoherentemente.
—Skye... joder... —gruñe entre embestidas más profundas, su ritmo más
frenético, siguiéndolo después de que mis muslos se tensan alrededor de su cintura.
—Duke, no pares —ruego, sintiéndome caer, mi aliento atascándose y mis
gemidos cada vez más fuertes.
Mi cabeza cae hacia atrás y grito su nombre, viniéndome más fuerte que
nunca. Con dos golpes más, se corre, mi nombre en sus labios. Jadeante, con
alguna dificultad para tomar aliento, cae junto a mí. Rodando sobre su espalda, me
tira en el hueco de su brazo, mi cabeza en su pecho, escuchando su corazón aun
latiendo con un ritmo salvaje.
—¿Algún arrepentimiento? —me pregunta Duke después de un momento, su
mano trazando patrones suaves en mi cadera.
Niego con la cabeza y beso el tatuaje con la fecha de muerte de Juliet. Juego
con su collar entre mis dedos, no puedo hacer caso omiso de lo incómoda que este
collar me hace sentir. De alguna manera, no puedo evitarlo. Saber que nunca voy a
tener esa parte de él, que todavía esté suspirando por ella, saber que nunca estaría
conmigo si ella estuviera viva, duele como el infierno. Pero tengo que dejarlo ir.
—No puedo lamentarnos a nosotros —digo en su pecho, liberando el collar y
cerrando los ojos. El sueño está ganando.
—Y yo nunca nos cambiaría por nada —responde en un bostezo, sus brazos
apretados a mí alrededor.
Nos habría cambiado en un latido del corazón por Juliet. Incluso daría su vida
por Juliet. Supongo que es mezquino de mi parte sentir celos y dolor ahora, pero no
puedo evitarlo. ¿Qué pasa si no somos lo suficientemente fuertes juntos?
¿Realmente puedo dejarlo ir después de que compartimos esto? Fue mucho más
que sexo y pasión. Dejamos de lado todo y a todos en este momento para estar
juntos. Solos.
Capitulo 16

—T e he estado buscando.
Sobresaltada, levanto la vista de un libro de texto pesado y
veo a Derek de pie delante del final de la larga mesa de madera
donde estoy sentada. Arqueo una ceja, sorprendida y un poco atónita de que quiera
hablar conmigo. Lo primero que me viene a la mente es un nombre. Sean. Después
de todo, es válido el pensar que se trata de mi ex ya que Derek es el presidente de
su fraternidad.
—¿Qué está pasando? —pregunto, poniendo mi pluma al lado de mi cuaderno
abierto en el que he estado escribiendo el último par de horas. Trato de no mostrar
lo nerviosa que estoy y en su lugar actúo el papel de una estudiante tranquila y
serena, dispuesta a escuchar a su amigo. Hasta el día en que comience a sentirse
natural, simplemente lo fingiré.
—¿Has hablado con Kate? —me pregunta, tomando la silla frente a mí sin
prestar atención al fuerte ruido que está haciendo con las patas de la silla arañando
el suelo.
Varias personas se giran hacia nosotros y estrechan sus ojos, obviamente
molestas por ser distraídas de su trabajo. Puedo relacionar. Sonrío débilmente a los
demás alumnos y me centró en Derek, que no parece tan tranquilo y sereno como
estoy acostumbrada a verlo. Sus ojos están un poco demacrados, incapaces de
centrarse en una cosa, sus manos están jugueteando con su ropa y luego con una
esquina de mi cuaderno.
—Un poco, pero ha estado ocupada. ¿Por qué?
Kate y yo tuvimos una charla de chicas sobre mí y Duke. Estaba más allá de
vértigo cuando le dije que tuve relaciones sexuales con él, aún más de lo que yo
estaba, lo que es simplemente extraño y sin embargo reconfortante, tener una
amiga tan solidaria y un poco excéntrica. Me pidió detalles que no quería darle,
pero la tranquilicé con palabras tales como “él es maravilloso, fue maravilloso,
nunca me sentí así” y así sucesivamente. Aunque, también hablamos un poco sobre
Derek y fue muy discreta, por una vez, y ahora parece que hay algo que va mal entre
ellos. Me estremezco un poco ante la idea.
—Me está evitando —suspira y se aclara la garganta. No está acostumbrado a
hablar de cosas como esta, puedo decirlo, pero está desesperado—. La llamé, pero
apenas murmuró dos palabras. Le envié mensajes de texto y sus respuestas son
tan... ¡genéricas! Quiero decir, nosotros... Así que pensé que sería... —Golpea la
mesa, atrayendo una vez más las miradas de los otros estudiantes, pero esta vez no
me importa en absoluto—. Soy tan idiota.
—No es de mi incumbencia, y créeme no es el tipo de conversación dónde me
siento... cómoda teniendo, pero tengo que preguntarte algo. —Le hago una seña
hacia mí para continuar—. ¿Tuvieron ustedes dos sexo? —Siento mis mejillas
ponerse calientes y mis palmas todas sudadas, pero no veo otra manera de
preguntar esto. Necesito entender el problema.
Él asiente, con las mejillas un poco de color rosa debajo de su tez clara. Es
lindo cuando un chico se sonroja. Al menos, eso creo.
—Sí, y pensé que queríamos lo mismo, pero ahora... —Se calla, angustiado.
El calor en mis mejillas se aleja lentamente. Frunzo el ceño y maldigo a Kate
por su comportamiento. Pensé que sería diferente con Derek, no es como si yo no
viera cómo de enamorada está del chico.
—¿Hablaron sobre su familia? —le pregunto, un poco insegura si es que esto
rompe algún tipo de código al hablar de esto con él.
—¿Por qué? ¿Algo está mal en Chicago? ¿Es por eso que ella es distante? —Él
está suplicando con sus ojos que le dé respuestas que no puedo dar. Sé lo que está
pasando, entiendo cómo las cosas de Kate pueden plagar su vida actual, pero
también sé que es ella la que debería de decirle lo que está pasando en su cabeza, si
quiere tener una vida mejor.
Empiezo a jugar con un mechón de cabello.
—No hay nada nuevo en Chicago, pero deberías dejar que ella te hable de su
familia. Entonces, vas a entender sus problemas sobre estar en una relación.
Sus hombros se desploman.
—¿Así que no quiere estar en una relación?
Dios, nunca pensé que los chicos podrían ser quejumbrosos e inseguros como
las chicas. Sería divertido si esto no se tratara de mis amigos.
—Puedo decirte que si hay alguien capaz de sacudir su mundo, eres tú. No te
rindas.
Él asiente, se ajusta el abrigo negro, y se levanta. Puedo ver una nueva
determinación en sus ojos. Tal vez solo necesitaba que alguien lo animara un poco.
Tal vez no soy tan mala en ayudar a la gente. Sonrío un poco y él me devuelve la
sonrisa.
—No voy a rendirme. No sé cómo puedo abrir sus ojos, pero no voy a dejarla ir
así como así.
—Eso es bueno. —Miro mi teléfono para ver la hora y contengo una risa—. De
hecho, si quieres comenzar ahora mismo, sé que ella va a estar en nuestro
dormitorio como en veinte minutos. Más o menos.
Su sonrisa es brillante y estoy bastante segura de que si no tuviera todavía
miedo cuando la gente me toca, él estaría abrazándome a la muerte en estos
momentos.
—Eres la mejor.
Me río entre dientes, con cuidado de no perturbar la tranquilidad de la
biblioteca aún más.
—Por cierto. —Empiezo, mi sonrisa y buen humor desapareciendo para dejar
que la incertidumbre tome lugar—. ¿Cómo está Duke?
—Está bien. ¿Por qué?
Me encojo de hombros y nivelo mi mirada hacia abajo a mi libro de texto.
—Simplemente no tuve ninguna noticia los últimos días. Eso es todo —
murmuro, ahora lista para ver abrirse la tierra y que me trague.
—¿Por qué no lo llamas entonces?
Me aclaro la garganta, el nudo allí volviéndose un poco molesto. ¿Por qué es
tan difícil ahora actuar como si todo está bien, como que no me importa? No fue
hace tanto tiempo que podía interpretar el papel.
—Porque él no me llama, tampoco.
Frunce el ceño y me mira como si fuera una especie de extraterrestre. Estoy
bastante segura de que es la primera vez que me está viendo ser tan... como una
chica.
—Supongo que es lógico para ti. —De repente, el entendimiento ensancha sus
ojos—. ¡Oh! Ustedes dos... ustedes dos.
Asiento, mi cara tan caliente que podría hornear algo en ella, y esta silla es tan
condenadamente incómoda. Me muevo nerviosamente, mis pies dando golpecitos
en el suelo.
—Tú llamaste a Kate después, ¿no?
—Lo hice, pero mira dónde estoy ahora. —Ondea ante él y se ríe de sí mismo.
—Pero ¿por qué él no llamó o mandó un mensaje? Después de todo, él sabe lo
que quiero —le digo, sin importarme que estoy hablando con un chico de mi vida
amorosa, o que estamos en una biblioteca rodeada de la gente enfocada en sus
estudios y nada más. De hecho, teniendo el punto de vista de un chico puede
ayudarme a entender, incluso si Duke y yo no somos el mejor ejemplo de una
relación.
—¿Realmente él lo sabe? —Se sienta frente a mí, esta vez con cuidado de no
hacer demasiado ruido—. Quiero decir, y no lo tomes a mal, pero huyes de él cada
vez que las cosas se pusieron más intensas o complicadas.
—Lo sé, pero hablamos de eso —le respondo, cerrando mi cuaderno y libro de
texto con enojo—. Le dije lo que quería y pensaba que él sabía y escuchó.
—Lo conozco desde nuestro primer año en la escuela secundaria. ¿Sabías eso?
Giro rápidamente mi cabeza hacia atrás y lo veo con otra luz. Pensé que
conoció a Duke en la universidad, pero nunca imaginé lo lejos que su amistad iba.
Él es el único, junto a su familia, que conocía y que lo conoce desde antes de la
muerte de Juliet. Él conoce a ambos Dukes.
—Él nunca me lo dijo.
Niega con la cabeza.
—Sí, bueno, lo conozco lo suficiente como para saber cuándo tiene miedo y
está tratando de protegerse a sí mismo. Cuando Juliet murió él estaba rebelde,
triste, enojado, culpable, y no lo estaba pasando bien. Bebía mucho, hizo algo de
drogas, y estaba siempre consiguiendo nuevos tatuajes, pensando en nuevas
maneras de sabotear su vida. Todos pensábamos que nunca llegaría a ver su
cumpleaños 21. Y, sin embargo, luchó y aprendió a crear una nueva vida para él, la
cual no fue perfecta ni saludable, con todas las putas con las que dormía
simplemente para distraerse, pero estaba mejorando. Y entonces, aquí entras en su
vida y lo despiertas. Ustedes dos juntos son un montón de trabajo, pero él te ama y
sé que lo está aterrando porque es diferente a lo que él había tenido con Juliet. Es
más maduro, más difícil y más apasionado. No estoy diciendo que sea más fuerte,
pero está volviendo su mundo al revés y él tiene miedo de salir lastimado otra vez.
Mis ojos se humedecen, y trato de calmarme.
—No soy muy buena en tranquilizarlo. Estoy tan inestable con mis
sentimientos que en realidad él no sabe si lo que le dije hoy será lo mismo mañana.
—Esa es mi suposición, pero puedo estar equivocado. Él no es el tipo de
abrirse fácilmente. Nunca hablamos de Juliet o sus días oscuros, como yo y su
familia los llamamos.
Eso lo sé. Abro delante de él, algo que no sabía que era incluso posible.
—Supongo que tengo que localizarlo. Estos días hemos cambiado lugares.
Derek sonríe y se levanta de nuevo.
—Esto significa que los dos están listos para compromisos y se preocupan lo
suficiente por el otro para luchar por ello.
Mi corazón se llena de la idea. Sonrío y me despido de Derek ondeando la
mano cuando él se aleja, sus pasos determinados. Hoy, todos estamos poniendo
nuestras relaciones de nuevo en marcha. Antes de hacerlo, tengo que terminar este
trabajo. Entonces voy a volver a mi habitación para mimarme un poco y voy a ver a
Duke para meter algún sentido en él. Incluso aunque tengo un poco de miedo de
hacer algo así. Esta vez, vamos a resolverlo de una vez por todas. ¡Maldita sea!
***
—¡Skye!
Me doy la vuelta y veo a la hermana de Duke subir corriendo las escaleras
hacia mí, su bonita cara enrojecida por el esfuerzo. Puede mezclarse entre la
población estudiantil con facilidad con sus jeans viejos y simple sudadera negra.
Espero con mi llave en la mano, a medio camino de la cerradura, para que me
alcance. Estoy sorprendida de verla aquí, sabiendo que me está buscando. ¡Estoy
muy demandada hoy por lo que parece! Le sonrío, pero no puedo aligerar el ceño
en mi cara.
—Hola Alana. —Pongo la llave en la cerradura, abro la puerta para encontrar
que Kate no está aquí. Con suerte, está con Derek y están solucionando las cosas.
Camino a mi cama y pongo mi bolso en ella, suspirando cuando el peso sale de mi
espalda dolorida—. ¿Quieres algo de beber? No tenemos mucho, pero sí tenemos
agua y Coca-Cola —le digo, un poco insegura de cómo debo reaccionar con ella
aquí. Todavía estoy aprendiendo a adaptarme cuando sucede algo fuera de lo
normal. Es difícil cuando todavía estoy luchando incluso con las aburridas cosas
cotidianas.
Veo su mirada oscura absorber mi lado desnudo y comparándolo con el vivaz
de Kate. Ella sabe lo que me ha pasado, pero aun así es difícil tener las señales
desplegadas frente a ti. No dice una palabra o muestra nada y estoy agradecida por
ello.
—Siento molestarte, pero no tengo tu número de modo que no podía
localizarte —se disculpa cuando le doy una botella de agua después de que me
pidiera una. Ella la abre y toma un sorbo, sus dedos jugueteando con la parte
superior de plástico—. Tengo que hablar contigo. Espero que estés bien.
No puedo decir que no. Por otra parte, sé que se trata de Duke, y no puedo
evitar la preocupación de su familia. Sé que sus padres parecían entusiasmados
ante la idea de que algo pasara entre nosotros, pero vi en los ojos de su hermana
que estaba preocupada. No puedo culparla. Mis padres no estarán tan emocionados
cuando les diga a pesar de que les gusta Duke. Las familias siempre están cuidando
de sus niños, y cuando están rotos, tienden a ser demasiado cautelosos acerca de
cualquier cosa que pudiera hacerles daño si salía mal.
—Por supuesto —le contesto con una sonrisa tensa, tirando de las mangas de
mi suéter sobre mis manos.
Alana sigue el movimiento y la tristeza invade sus ojos. Ella toma otro sorbo
de agua antes de que le ponga la tapa de nuevo y la coloca en el suelo junto a sus
pies cubiertos con botas de cuero planas.
—Hablé con mi hermano por teléfono ayer por la noche.
Trato de no mostrar ninguna emoción en la cara, pero a sabiendas que ella ha
tenido contacto con él cuando han sido casi cuarenta y ocho horas desde que yo lo
hice, es un poco difícil de asimilar. Sin embargo, es su hermana, así que supongo
que no debería sentirme amargada.
—¿Y? —Pruebo, un poco ansiosa por saber lo que ocurrió para tenerla aquí en
mi dormitorio. Me aparto algunos de mis rizos salvajes y cruzo los brazos sobre mi
pecho, mis manos temblorosas y húmedas ocultos en mi top.
Ajusta su cola de caballo, alisando su cabello oscuro sobre su cabeza sin
necesidad.
—Ustedes dos están juntos, ¿verdad?
Me aclaro la garganta y siento mis mejillas ardiendo. Experimentando un
destello de mí y su hermano teniendo el sexo más intenso que he experimentado no
está ayudando a relajarme. De hecho, me siento muy avergonzada.
—Uh, sí.
Frunce el ceño y junta las manos delante de ella, en sus muslos.
—Me gustas, Skye, y creo que ustedes dos serían una gran pareja, pero tú
sabes sobre su pasado.
Asiento, la comprensión despejando la niebla en mi cerebro. Por supuesto,
tiene miedo que voy a arruinar a su hermano pequeño. Tiene miedo que no quede
por aquí y simplemente deje un desastre en mi estela. La cosa es que no quiero ver
a Duke fuera de mi vida en algún momento pronto. Solo tengo que encontrar una
manera de decirle eso y luchar contra mis instintos que siguen gritándome algunas
veces que me aleje y permanezca por mi cuenta para no ser decepcionada o herida
por nadie. Lo que es diferente, sin embargo, es que ahora sé que nunca sería una
vida. Y eso no es lo que realmente quiero.
—Sé que él se siente culpable por la muerte de Juliet y sé que ella no solo era
su novia, sino también su mejor amiga. Me dijo todo —le contesto, mi voz cargando
la tristeza que aún siento cada vez que pienso en ella. Puede que esté todavía un
poco celosa de ella, pero también me siento triste por ella y Duke. Es trágico.
Asiente, ahora sonriendo con alivio. Estoy segura que él nunca habla de esta
parte de su vida, pero lo hace conmigo. Es difícil y viene poco a poco, pero se está
abriendo a mí.
—¿Te dijo acerca de la culpa que siente?
Asiento y descruzando mis brazos, colocando los codos sobre mis rodillas.
—Lo hizo, pero sigue siendo muy discreto sobre su período autodestructivo
después. Me dijo que todos pensaron que nunca lo lograría a su cumpleaños 21, sin
embargo.
Tiembla y sus ojos se inundan. Dios, todavía sufre por su hermano. Extiendo
mi mano y doy palmaditas en su rodilla torpemente. Es tan claro que no soy el tipo
de persona demasiado emotiva, pero su amplia sonrisa me hace saber que aprecia
el gesto. Eso es lo más importante.
—Fue un período difícil, y todavía no estoy segura de que esté salvado de él. —
Suspira y toma la botella de agua para tomar un sorbo—. Nuestros padres quieren
pensar que está perfectamente bien y todo eso, pero no estoy tan segura. Es por eso
que estoy aquí. Eres una chica maravillosa y estas tratando con cosas horribles
también, por lo que necesitas a alguien estable para apoyarte. ¿Y si mi hermano no
puede ser esa persona?
—¡Nunca le haría daño a Duke! —exclamo, con los ojos abiertos ampliamente
por la idea misma de una cosa así. No puedo hacerle daño a nadie. Solo de pensar
que pueda ser la razón de cualquier tipo de dolor me asfixia.
Levanta las manos.
—Ya lo sé, pero ¿estás segura que estás lista para una relación? Mi hermano
está loco por ti. Nunca le oí hablar de una chica así. Alguna vez. Él quiere estar allí
para ti, quiere pelear con las probabilidades, pero quiero estar segura que tú estás
en la misma página. Ni siquiera sabes qué tipo de poder tienes sobre Duke. Él actúa
al tipo grande y todo, pero él siempre ha sido un niño sensible. Podrías aplastarlo.
Tú eres la única cosa que podría curarlo o matar sus últimas esperanzas.
Es difícil respirar ahora. Trago saliva con dificultad. El nudo en mi garganta
se siente grueso y creciendo, pero sé que es todo en mi cabeza. Siempre imaginé a
Duke siendo el tipo de persona que podría superar cualquier cosa, que es lo
suficientemente fuerte como para soportar no importa qué, pero su hermana me
está abriendo los ojos más de lo que quería. No soy la única poniéndome entre sus
manos. Es en ambos sentidos y es aterrador. Pero también es hermoso saber que él
realmente se preocupa por mí lo suficiente como para arriesgar todo.
—No sé qué va a pasar entre Duke y yo, y no te puedo prometer nada. No te
puedo asegurar que nunca le haré daño ni él puede asegurarme lo mismo. Las
relaciones son simplemente impredecibles como la vida. Sin embargo, te puedo
decir que nunca pensé que sería posible para mí conocer a alguien como él, alguien
capaz de ver a través de mí y simplemente hacer que mi corazón lata
frenéticamente de sentimientos y no de miedo. No puedo permanecer lejos de él.
Asiente, pero todavía puedo ver el miedo en sus ojos. No puedo prometerle
nada, porque no sabemos que pueda pasar. Después de todo, no sabemos lo que el
mañana traerá y es lo mismo para mi relación con su hermano. La vida es
impredecible, pero estoy dispuesta a asumir ciertos riesgos, porque lo que tengo
con Duke vale la pena, y ambos lo merecemos.
—Tiene miedo de perderte, ¿lo sabes?
—Me dijo —le digo, mi voz débil—, pero no voy a ninguna parte.
—Eso es lo que quería escuchar —dice con una sonrisa que casi hace
desaparecer el temor de sus ojos. Ella es su hermana mayor, quiere cuidar de su
hermano. Es la belleza de una familia unida. Es debido a que su familia se preocupa
tanto que él es capaz de vivir su vida de nuevo, incluso después de que su mundo y
su futuro parecían perdidos.
***
¿Estás en tu habitación?
Golpeo enviar y muerdo mi labio. Su hermana se fue hace media hora y ahora
me muero por verlo. Al diablo con mis temores de dejarle saber que no voy a
cambiar de opinión en cualquier momento pronto. Lo quiero y aunque es
aterrador, incluso sí, puede que no esté completamente lista para una relación,
pero lo quiero. Ahora... y mañana, y todos los días siguientes.
Sí. ¿Vas a venir?
Sonrío y me pongo mi chaqueta de cuero en un apuro por su respuesta. No
estamos enviando mensajes de texto con palabritas dulces o poner XO al final de
nuestros textos, pero eso no quiere decir que no estamos sintiendo nada. Estamos
pisando con cuidado incluso si los dos estamos en la misma página. Es casi
divertido. O tal vez soy solo yo siendo toda atolondrada, ridícula y también un poco
loca por falta de sueño.
Estoy en camino.
Cierro y aseguro la puerta detrás de mí, sintiéndome más ligera sabiendo que
está listo para verme y tal vez incluso ansioso por hablar de nosotros. Quiero que
las cosas se aclaren, quiero simplemente disfrutar de nuestro tiempo juntos. Por
una vez, estoy dispuesta a olvidarme sobre mi control, mi necesidad de cosas
predecibles. Solo quiero vivir y sentir. Quiero aprender a ser feliz con él.
Corro por los tres tramos de escaleras e inhalo el aire de la primavera. Es
bueno no sentirse sola, saber que otras personas se preocupan por ti, además de tu
familia. También es increíble pensar acerca de cómo empezó todo. Casi podríamos
pensar que fue desde una mala comedia romántica. Me río de mí misma.
—¿Feliz de haber conseguido acostarte con ese desecho?
Me detengo. Estoy a mitad de camino de mi edificio al de Duke. Miro a mi
alrededor, sin ver a nadie, excepto el ceño fruncido en el rostro de Sean. Niego con
la cabeza, pensando que por algún milagro había desaparecido, que es solo mi
mente jugando algún tipo de truco en mí porque finalmente estoy realmente feliz.
Por desgracia, él está realmente aquí, delante de mí, y está sosteniendo un cuchillo
en la mano derecha.
—Vas a seguirme a mi auto sin hacer ruido. Vas a escucharme con atención o
de lo contrario vas a morir aquí sola. ¿He sido claro?
Asiento, mi cabello volando en el viento ligero, distrayéndome de la vista del
cuchillo. No es gran cosa, pero la forma mortal y el agarre que Sean tiene en él dice
lo suficiente. Nunca fui propensa a temer cuchillos y tal, pero ahora es otra historia.
Ni siquiera puedo encontrar suficiente oxígeno en la respiración inestable para no
desmayarme, o gritar... soy pasiva como cada vez que me enfrento con Sean.
¿Cuándo voy a aprender a hacer algo en contra de él? ¿Cuándo?
—Perfecto. —Señala su auto no muy lejos de nosotros. No puedo creer que no
lo vi antes. Es un infierno de un recordatorio que debería tener más cuidado de lo
que me rodeaba. No puedo creer que me olvidé de esa regla—. Ahora entra.
Sigo sus instrucciones como un zombie y me siento atrapada cuando cierra la
puerta del auto detrás de mí. Ha sido mucho tiempo, o así se siente, desde que me
sentía así. Mi respiración es ruidosa en el pequeño espacio, me tiemblan las manos
y mi mente me está diciendo lo idiota que soy por haber colocado mi teléfono en
mi bolso en lugar de mantenerlo en la mano.
Sean sube detrás del volante y extiende su mano libre, transfiriendo su
cuchillo de su mano derecha a la izquierda.
—¿El teléfono? No vas a estar llamando a tu héroe tatuado a tu rescate. No
esta vez. Esta vez, eres toda mía, por los viejos tiempos.
No puedo moverme, mi lado derecho está pegado a la puerta cerrada.
—¿Qué me vas a hacer? —susurro, mi voz quebrándose a la mitad de la frase.
Sus fosas nasales se abren, su sonrisa me da un puñetazo en el estómago, y su
mirada me desgarra desnuda.
—Ya lo verás, pero no te preocupes... cuando haya terminado contigo nunca le
darás a tu idiota tatuada la hora del día. Estarás demasiado rota para él. O
cualquier persona.
Las lágrimas comienzan a caer silenciosamente mientras el motor vuelve a la
vida, conduciéndome lejos. Mientras me enfoqué en ser feliz, se me olvidó por un
breve momento de dónde vengo. Ese fue mi primer error. Estoy temblando de la
cabeza a los dedos de los pies, y respirando tan fuerte que apenas puedo escuchar el
ruido del motor. Escondo mis manos en mis mangas, mis dedos agarrando
fuertemente la delgada tela. Dios, ¿qué es lo que va a hacer conmigo?
Capitulo 17

N o sé dónde estoy. En algún punto durante el viaje, traté de virar el auto


fuera del camino pero no sirvió de nada. Solo conseguí golpear los
arboles tres veces antes de caer inconsciente.
No puedo ver nada; debe ser tarde. A través de la media destruida ventana,
demasiado alto como para ver por el pequeño espacio entre las tablas de madera,
las luces de la calle rompían la oscuridad con puntos de amarillo y naranja. El olor
es almizclado y saturado de suciedad. Toso, el sonido haciendo eco en el espacio
vacío. Mis ojos pican por la suciedad, pero también por el dolor en mi rostro. El
miedo está haciendo que mi corazón lata tan duro y rápido que puedo sentirlo en
mis orejas, ahogando cualquier otro sonido que pudiese salir de donde estoy.
Me recuesto contra la pared cercana y toco el lado izquierdo de mi rostro
donde Sean me golpeó. Mientras gimoteo, lagrimas caen por mi rostro. Estoy tan
fría; todo mi cuerpo está temblando pero no estoy segura de sí la noche está tan
fría. Estoy en shock.
Mis dedos capturan un rastro de sangre en mi sien y me doblo del dolor. ¡El
bastardo me golpeó hasta que sangré! Dios, si hizo esto significa que no está
asustado de las consecuencias de dejarme una marca. Mi respiración se traba. ¿Qué
va a hacerme? Oh Dios. Me asqueo, jadeando atontada. Debo mantenerme
concentrada.
Duke debe saber que algo va mal. Después de todo, le escribí justo antes de
que Sean me secuestrara; sabe que iba en camino a verlo, y eso fue hace varias
horas. Debe saber que algo me pasó y habrá llamado a Kate y Derek. Estoy segura
que la policía debe estar buscándome e investigaran la única posibilidad. Sean. Me
encontraran. Tienen que hacerlo. Por favor, alguien debe venir.
Desafortunadamente, ya no soy una menor. ¿Esperaran 24 horas antes de
hacer algo? Estoy entrando en pánico. Mi imaginación corre desbocada. ¡Dios! No
puedo estar aquí tanto tiempo. ¡Con él! No puedo. Él podría hacer mucho. Mucho
más. Demasiado.
Tengo que refrenar un grito que se está formando dentro de mí. Si ha habido
un momento en mi vida en el cual debo permanecer calmada, es ahora.
Un escalofrío correo por mi espina y me sacude. Moviéndome lentamente por
la pared, mi suéter se engancha en algo. Jalo y puedo oír la tela rasgándose. El aire
frío penetra en mi piel a través de un hueco en la tela. Apoyándome contra la pared
para ayudarme en la oscuridad, mis ardientes músculos están gritando. Tomo una
profunda respiración y me enderezo, lista para buscar una posible ruta de escape.
Ciega, camino junto al muro, la palma de mi temblorosa mano derecha
arañando contra el muro y las telarañas, atrapándola entre mis dedos. Nada. No
hay nada aparte de suciedad, telarañas y lo que creo que es madera vieja dispersa
en el piso. Casi caigo varias veces debido a eso.
—¿Dónde está la maldita puerta? —Mi inestable voz suena minúscula, casi
cómo infantil en este hostil ambiente. Nuevas lágrimas caen, más desesperadas.
En el otro muro, mis manos finalmente encuentran algo que me hace sonreír
a través de las lágrimas. Madera, pero en esta oportunidad es una puerta. Empujo,
jalo, golpeo con todo el peso de mi cuerpo pero no parece moverse. No sé cómo la
tiene asegurada, pero no seré capaz de abrirla por mí misma. No hay ni siquiera un
picaporte o una cerradura. Mis nudillos se raspan y sangran por el ataque a la
maldita cosa.
Grito enfurecida. Solo una vez. Me dejo perder en esto solo una vez porque no
ha terminado. No puedo rendirme. No en esta oportunidad.
Mis dedos palpitan pero no me importa en qué estado se encuentran. Ya estoy
pensando en otra forma de salir de este agujero infernal, pero solo hay otra
posibilidad. Debo esperar que Sean regrese y abra la puerta. Tal vez pueda correr,
pero no sé si podre correr de él. Si quiero volver a ver a mis amigos y padres de
nuevo, no creo que tenga otra opción porque sé a dónde se dirige. Lo vi en sus ojos
estos pocos meses pasados, pero ignoré las señales. El no planea liberarme hasta
que esté dañada más allá de poder ser reparada. ¡Si es que me libera! Ese es el por
qué no le importa que las heridas sean visibles y no escondidas bajo mi ropa. Él es
listo, seguro tiene todo preparado y ya tiene pensada una coartada.
Usualmente es más cuidadoso con sus deseos, ¿por qué ahora está siendo más
impulsivo? Trato de secar mi rostro. Vamos, no puedo rendirme. No cuando he
encontrado muchas cosas que quiero hacer, muchas cosas que quiero decirle a mis
padres y a Duke. No puedo dejarlo ganar cuando tengo una vida esperándome, una
vida por la que he trabajado. El trata de arruinarme, trata de asustarme de por
vida, pero no lo hará de nuevo, no en esta oportunidad. Necesito ver a Duke y
decirle que lo amo y quiero estar con él. Necesito ver a Kate y decirle que Derek
vale la pena. Necesito ver a mis padres y decirles que los amo y que finalmente
encontré la felicidad de nuevo. Necesito verlo aun si es por una última vez.
De repente la puerta se abre y una linterna me ciega, haciendo que más
lagrimas caigan por mis ya húmedas mejillas. Llevo ambas manos a mi rostro,
puedo oírlo viniendo hacia mí, sus pasos haciendo eco en la gran habitación. No
puedo ver nada; no puedo moverme.
Cuando el agarra mi brazo izquierdo, sus dedos se hunden tan fuerte en mi
piel que lloriqueo.
—Ahora que estoy de regreso, vamos a divertirnos —dice en mi oreja. Su
aliento huele como si hubiese bebido una botella completa de algún líquido fuerte,
y siento que voy a vomitar. El jala mi cabello… duro. Mi cabeza cae hacia atrás,
exponiendo mi cuello hacia él. Me golpea detrás de la cabeza con la linterna.
Pequeñas manchas de color salpican mi visión pero mis ojos siguen viendo. Vi la
cara de Sean ir hacia mi cuello y justo antes de que cerrara mis ojos, sus firmes
labios tocaron mi piel. Su lengua se dispara hacia afuera y prueba mi piel y
lloriqueo de nuevo. Al escucharme, muerde duro la curva de mi cuello—. Tú. Eres.
Mía —dice entre besos con la boca abierta.
Luego, me deja libre de repente. Escasamente puedo sostenerme contra la
pared antes de que golpee el otro lado de mi cabeza. Esta vez, me caigo. No hago
sonidos; el dolor me hace enmudecer. Mi respiración es más sonora y peleo por
mantenerme consiente, no puedo imaginarme lo que él haría si me desmayo, así
que me concentro en la línea de luz de su linterna el cual apunta al suelo junto a sus
zapatos.
Me patea en el estómago. Una. Dos. Tres. Cuatro. Cinco veces. Y con cada
golpe, gruñe. Creo que dejo salir mi primer grito en la tercera patada. ¿O fue en la
segunda? No lo sé. En este punto, solo siento dolor y mi cerebro está bloqueado. No
pienso en correr porque en todo lo que puedo pensar es en lo mucho que duele.
Me agarra del cabello, enredando sus gruesos dedos en mis mechones, y me
jala hacia su rostro, su otra mano está levantando la linterna para que podamos
vernos. Sus ojos son chiflados pero determinados. El pequeño musculo en su
mandíbula está saltando más que de costumbre y no sé qué es lo que está viendo en
mi rostro, pero le gusta. Sonríe diabólicamente; sus dientes destellan en la luz. En
verdad parece un monstruo.
—Sigues asustada de mí porque sabes lo que puedo hacerte. —Trae la linterna
fuerte contra mi rostro. Mi labio inferior se abre y sangre rueda por mi mentón,
fluyendo dentro de mi boca. Trago el metálico sabor, peleando con mi visión
desenfocada—. Sigues siendo la misma perra sin valor. —Estira duro mi cabello
pero no puedo concentrarme en el ardiente dolor en mi cuero cabelludo.
»¿Creíste que te había dejado ir con la sabandija tatuada cuando eres mía?
Porque lo eres, Skye. ¡Eres mía! —Mis oídos pitan por su grito—. Te tuve primero, y
no tendrás a nadie más. Nadie.
Me golpea de nuevo con la linterna y tengo un momento muy duro tratando
de concentrarme en su rostro. Ahora hay sangre rebosando de mi ceja derecha.
Cuando me empuja hacia el suelo, caigo hecha un montón. Mi cuerpo débil.
Mis músculos y cada parte de mi cuerpo están tratando de pelear con el dolor que
me ha infringido y no tengo la fuerza para levantarme por mi misma.
—¿No tienes nada que decir? —se burla y escucho el sonido de la cremallera
de mis jeans. Querido Dios. No. ¡Oh no, no, no, no! ¡No hará esto! ¡No puede
hacerme esto a mí!
—Por favor, Sean. Déjame ir —ruego con mi voz más débil y patética. Estoy
avergonzada de este momento de debilidad, incapaz de seguir luchando. Estoy
igual de disgustada con él y conmigo. Me apoyo en mi manos, sintiendo pequeños
pedazos de vidrio lacerar mi piel. ¡Él no puede hacerme esto! No está sucediendo.
No puede estar sucediendo.
Oigo sus jeans caer alrededor de sus tobillos. Bilis aumentando en mi boca.
Sacudo mi cabeza violentamente, solo consiguiendo marearme más. Trayendo mis
piernas hacia mi pecho, enrollo mi cuerpo en una pequeña bola.
—No importa lo que hagas, Skye, no puedes alejarte de mí. Voy a hacerte mía
—se burla, bajando la linterna lo suficiente como para que vea que esta duro y
pierdo el control. Vomito cerca de sus pies, mis lágrimas mezclándose con el
vómito.
Agarra mi garganta y me obliga a recostarme de nuevo. Es demasiado fuerte.
Siento sus uñas perforar la delgada piel de mi garganta. Por primera vez, estoy
peleando pero es inútil. Es demasiado tarde. Eso parece excitarlo más mientras se
frota contra mí, gruñendo cerca de mi oído izquierdo, susurrando cosas que
prefiero bloquear. Me golpea de nuevo en mi sien izquierda y estoy atontada. Mis
brazos cuelgan a mis lados, y soy como una marioneta en sus rudas y violentas
manos. Rasga mi suéter, desgarrándolo al abrirlo y masajea duro mis senos. Todo
lo que puedo oír es su fuerte respiración, sus gruñidos, el sonido de la piel
golpeando la mía, y el ruido de mi ropa cayendo de mi cuerpo. Lloriqueo por su
ataque, el dolor palpitante por sus dedos dejando moretones en mi piel. Sus cortas
uñas picando una y otra vez, sonsacando pequeñas gotas de sangre de mis
maltratados senos.
Rompe mi jean abriéndolo y comienza a bajarlo y me atraganto con un grito.
Pataleo de nuevo, meneando salvajemente mi piernas para hacérselo más difícil,
tratando de ganar algo de tiempo. Desafortunadamente me golpea en el estómago y
grito de nuevo, y por un momento estoy paralizada. Mi garganta está en carne viva
por los gritos pero nadie puede oírme. Estoy aquí sola con él y está a punto de
hacerme la única cosa que pensé que nunca me haría. ¿Quién es este monstruo?
Sus dedos obligan a mis piernas a separarse, mi fuerza no es nada comparada
con la de él. Sé lo que está por hacer pero no puedo detenerlo. Los músculos de mis
muslos están ardiendo pero él no da marcha atrás. Ni un poco. Es como si sus
largos dedos estuvieran convirtiéndose en garras, presionándose en mis muslos
hasta que grito de dolor y no puedo luchar cuando me abre las piernas. No quiero
sentir sus dedos entre mis muslos, no puedo dejarle hacer esto.
—¡Sean! ¡No! ¡Por favor, no! —grito mientras el desgarra mis bragas y me toca
bruscamente, gruñendo mi nombre. Esto está sucediendo. Está pasando.
Puedo sentir dos de sus dedos reclamándome con fuerza, lastimándome
dentro y fuera. Y no se detiene. No se detiene. Ya no sé si incluso sigo gritando. No
sé si los gritos de agonía están solo en mi mente, tratando de ahogar la presencia de
Sean. O tal vez son para distraerme del movimiento de sus dedos, dentro y fuera.
Dentro y fuera.
Grito de nuevo, su toque lastimándome alrededor de mis muñecas
aprisionadas en su mano mientras la otra está lastimándome física y
psicológicamente. Puedo sentir su erección contra mi cadera; siento su movimiento
contra mí, tomando un placer animal al escucharme gritar y comienza a dejar de
tocarme mientras se restriega contra mí, más y más rápido.
—¡Manos arriba! ¡Ahora! —grita una voz masculina con autoridad, rompiendo
la niebla oscura de mis pensamientos y deteniendo mis ensordecedores gritos.
Sean me libera de repente y se arrodilla con sus manos cerca de la cabeza.
Alivió me recorre, mis gemidos sacudiéndome tan violentamente que me enrosco
por el dolor. Este simple movimiento hace que destelle el dolor entre mis muslos,
causando que llore incontrolablemente, meciéndome continuamente.
—¿Señorita, puede oírme? —me pregunta la voz de una oficial de policía
mientras pone una manta tibia sobre mí, ocultando mi cuerpo desnudo de los ojos
de los otros policías. Todos ellos son hombres y se están haciendo cargo de un
enojado y desnudo Sean, quien está diciendo obscenidades de mí, culpándome de
todo. Solo que esta vez sé que está equivocado. No es mi culpa que él sea un
abusivo psicópata. No es mi culpa que tenga tan jodida la mente que necesite ser mi
dueño y hacerme lo que le gusta. En esta oportunidad sé que no queda nada en él
para salvar.
Asiento hacia la mujer y me siento, apretando la manta a mí alrededor. No
puedo mirar su rostro; no quiero ver lastima en sus ojos. No estoy lista para
enfrentar la mirada de otros, pero estoy lista para saber cómo me encontraron tan
rápido que Sean no alcanzó a violarme antes de que llegaran. Lo sé. No estoy
segura de por qué necesito saber o por qué es tan importante ahora mismo, pero lo
es. Para mi es importante entender cómo llegaron tan rápido aquí.
—¿Cómo me encontraron? —pregunto, mi voz herida por todos los gritos y el
llanto. Me duele hablar. Duele darme cuenta de lo que acaba de pasar y que podría
haber sido mucho peor. Duele saber que debí haber hecho algo antes de que todo
fuera tan mal. Duele tener a estar personas presenciándolo.
—Tu novio, Duke Ashdown. Llamó a tus padres para que atestiguaran que
fuiste perseguida por tu abusivo ex novio. Esto aceleró la demora que normalmente
tenemos que esperar para buscar a un adulto —dice, ayudándome a levantar y
sosteniendo la mayoría de mi peso cuando mis piernas decidieron no colaborar—.
De todas formas, antes de hablar de lo que sucedió necesitamos llevarte al hospital.
Me doblo del dolor, lo siento en todas partes y no solo donde Sean me había
golpeado. Mi cabeza está martilleando y sé que tengo una contusión. Esto es mucho
pero que a lo que estoy acostumbrada.
—¿Mis padres? ¿Están aquí? —No quiero que me vean así. No pueden verme
así.
—No, Skye, pero están en camino. Aunque Duke está afuera. Estoy segura que
quieres verlo tanto como el necesita verte —me dice con una ligera sonrisa en su
voz. Está tratando de relajar mis nervios.
Levanto la mirada y su sonrisa flaquea. Sé que debo lucir mal con toda la
sangre y moretones que Sean me hizo, pero lo que no esperaba es que no haya ni un
indicio de lástima. Todo lo que veo es compasión y eso me anima. Sostengo más
fuerte mi cabeza y tomo una profunda respiración. No me voy a ocultar porque no
tengo nada que esconder. No debo ser quien se avergüence, y sé que Duke no
quiere que lo haga. Cierro la manta más fuerte, asegurándome que me cubra. No
estoy lista para decirle a Duke lo que Sean me hizo; no estoy lista para ver a Duke
entristecerse cuando sepa que Sean estuvo a punto de violarme.
Cojeo contra ella pero finalmente dejamos el edificio, y la voz de Duke me
hace caminar más rápido.
—¡Maldición! Tienen al bastardo aquí, ¿por qué no puedo ver a mi novia?
¡Necesito saber que está bien! ¡Diablos, déjenme ir!
—Duke —digo, mi voz suena herida y dura, pero es mi voz y el la reconoce
inmediatamente.
Mira más allá del joven policía y sus oscuros ojos se enfocan en mi rostro.
Ellos se ensanchan y brillan. Realmente debo lucir tan mal como me siento. El hace
una mueca de dolor y empuja al policía, quien lo deja pasar. Duke corre hacia mí
pero se detiene a un suspiro de mi lesionado cuerpo. Aún estoy recostada contra la
oficial de policía, mis piernas más inseguras ahora que Duke está aquí frente a mí.
Nuevas lágrimas caen.
—Gracias —murmullo entre sollozos. La oficial me suelta dentro de la
seguridad de los brazos de Duke. Su cuerpo no se siente peligroso y amenazante
como el de Sean hace unos momentos. El abrazo de Duke se siente como ir a casa—
. Me salvaste —balbuceo contra su pecho donde su corazón está latiendo
sonoramente. En verdad se acabó esta vez.
—Pensé que te había perdido —me susurra, su voz rota—. Te escuché gritar.
Aprieto mis brazos alrededor de su angosta cintura y sacudo mi cabeza contra
su pecho.
—Nunca. Te dije que nunca me perderías. Ahora guarda silencio.
—Pero casi lo hice. —Besa mi coronilla—. No te imaginas lo que es pensar que
también te había perdido. —Él está temblando contra mí, sus músculos
moviéndose contra mi mejilla mientras trata de controlar sus emociones—. Fue
como si hubiese muerto, Skye, esto me habría matado.
Beso el lugar donde su corazón late bajo su camiseta verde oscura ahora
cubierta de mi sangre.
—No creo que entiendas lo mucho que significas para mí. No me perderás
porque eres uno de los que me dan la fuerza para luchar. —Y eso era verdad. Peleé
contra Sean. Si hubiese actuado como lo hacía antes de Duke, el habría tenido
tiempo de violarme en incluso de matarme. Peleé con él, e incluso aunque no fui
capaz de liberarme, le di tiempo a la policía de llegar a rescatarme antes que Sean
robara otra parte de mí.
—¡Oh Dios, Skye!
Duke me libera con un susto y se mueve a mi izquierda para sostener mi peso.
Veo a Kate en los brazos de Derek, llorando. Su maquillaje arruinado por las
lágrimas, sus ojos verdes inyectados en sangre, y está temblando como una hoja.
Derek esta pálido aun cuando él no es tan expresivo como Kate, puedo ver lo
asustado que está. Todos mis amigos están aquí y mis padres llegaran pronto.
—Estoy bien. —Tengo cuidado de mantener la manta a mi alrededor para no
mostrar mi ropa arruinada. No necesitan saber lo lejos que llegaron las cosas aquí.
Les diré luego, pero no necesitan preocuparse por nada más ahora mismo.
La boca de Derek se abre y Kate llora con más fuerza. Los brazos de Duke se
aprietan a mí alrededor y lloriqueo de manera casi imperceptible pero lo suficiente
para que él se dé cuenta. Se disculpa avergonzado.
—No trates de suavizar lo que te sucedió. No quiero que juegues a estar bien
cuando estas en shock. No me excluyas de nuevo. —Sus oscuros y expresivos ojos
están suplicando, rogándome y diciéndome lo mucho que me necesita.
Sacudo la cabeza y sonrío cuando veo oficiales indicando en mi dirección a los
paramédicos.
—No lo hago, pero no quiero que todos se enloquezcan. Al final, el solo tenía
tiempo para golpear. —Más o menos.
—¿Solo? ¿Qué…
—Disculpe, señorita, pero tenemos que comprobar sus lesiones. Tenemos que
llevarla al hospital antes de que puedas darles tu declaración a los oficiales —
interrumpe un hombre de mediana edad a Duke con una sonrisa tranquilizadora.
Miro a la ambulancia y suspiro. Mientras asiento, Duke me acompaña a ella
sin decir una palabra, seguido de una Kate llorando y un Derek mudo. Todos
estamos conmocionados, pero todavía tengo que entender todo lo que pasó.
***
Una vez en el hospital, no tengo un segundo a solas con mis amigos. Varios
médicos comprueban mis lesiones, haciendo declaraciones de que no había sido
violada, pero fui asaltada sexualmente. La misma policía que me dio la manta toma
varias fotos de todas mis lesiones. Incluso si tuviera que estar desnuda delante de
una mujer era difícil y añádele humillación. Dejar que alguien que ni siquiera
conozco vea el alcance de mis lesiones en mis pechos oscurecidos por contusiones
ya un morado intenso y de mis muslos, donde las uñas de Sean perforaron mi piel...
es muy duro y me siento sola, débil y rota. Lloro, pero no digo nada. Tengo que
hacer esto para acabar con Sean. Tengo que hacer esto por mí y para otras mujeres
que podrían ser sus víctimas en el futuro. Y tengo que hacer esto por mis amigos y
familia. Quiero demostrarles que puedo ser fuerte con todo esto y que no estoy
dispuesto a poner fin a toda lucha. Soy una sobreviviente. Ahora lo sé. Y me doy
cuenta de que debería haber hecho esto antes en lugar de actuar como si solo lo
pudiera olvidar y seguir con mi vida.
Estoy sola en una habitación estéril con suero inyectado en mi brazo. El cielo
es menos oscuro mientras los minutos fluyen y me empiezo a sentir cansada. Sé
que mis padres están fuera hablando con el oficial a cargo de este caso y Duke, Kate
y Derek tienen que estar con ellos. Por lo menos sé que no voy a tener que hablar de
lo que Sean me hizo. El oficial lo hará por mí.
Me acurruco más profundamente en la almohada firme. Extraño a mi
almohada, mi cama y mi ropa. Ajusto la fina manta por encima de mi cuerpo solo
cubierto con la bata de hospital. Debería cerrar los ojos y dejar que gane el sueño,
pero tengo miedo de las pesadillas. Solía tener pesadillas todas las noches debido a
Sean y él nunca lo hizo tan duro como lo hizo esta noche. No sé cómo voy a sanar
de todo esto, pero necesito hablar con un psicólogo. No puedo arriesgarme a perder
la vida que estaba construyendo antes de mi secuestro y solo la ayuda profesional
puede ser capaz de hacerlo.
Es difícil respirar, como si tuviera algo pesado sobre mi pecho, pero sé que es
solo el shock después de todo. Soy consciente de lo que pasó y lo que pudo haber
sucedido, pero no estoy segura de que me doy cuenta por completo. En cierto
modo, es como si estuviera mirando a través de los ojos de otro, porque nunca
pensé que algo así podría ocurrirme. Después de todo, cada vez que oímos hablar
de una mujer o una adolescente secuestrada o violada o ambos, siempre pensamos
que nunca podría pasarnos a nosotros. Pero sí puede.
—Dulzura.
Miro a la puerta y me encuentro con los ojos devastados de mi madre. Ha
estado llorando durante mucho tiempo, sus ojos están tan enrojecidos e hinchados.
Ella trata de decir algo más, pero solo salen sollozos escapando de su boca.
Mi padre camina detrás de ella, una mano tranquilizadora sobre su delgado
hombro inestable. Él está más tranquilo, pero es como que hubiese envejecido diez
años. Sus arrugas son más visibles, las mejillas no están en su usual rosado
saludable, y sus ojos grises-azules tienen problemas para concentrarse en mi
rostro.
Sé lo que están viendo. Me vi a mí misma en un espejo hace una media hora
después de que insistí. Una dulce, joven enfermera sostuvo un espejo frente a mi
golpeada cara y tuve un tiempo difícil en reconocerme. Estoy en varios tonos de
púrpura, azul, negro, e incluso un toque de amarillo. No soy su Skye. Solo soy una
víctima.
—Vinimos tan pronto como pudimos —dice mi padre, su voz extrañamente
débil, algo que nunca he oído hablar de él. Incluso cuando le dije la verdad sobre
Sean, no se veía débil.
Asiento y hago una mueca de dolor. Dios, incluso el más mínimo movimiento
es doloroso a pesar de la medicación que me dieron.
—Lo sé, y me alegro de verlos. —Mi voz es todavía cruda de todos los gritos
ensordecedores que se me escaparon antes.
Mi madre llora más fuerte y se acurruca en el pecho de mi padre. Sus ojos se
empañan. Ellos saben por qué mi voz suena así. Una disculpa casi se escapa de mis
labios, pero me callo. No tengo que disculparme por la locura de Sean. Lo sé, y
ahora tengo que actuar como tal.
—Nos dijeron que Sean no... que no tuvo tiempo de... pero... —Escuchar que
mi padre no pudo terminar la frase es inquietante. No se ve cómo un soldado bien
entrenado, sino que simplemente se parece a un hombre que se enfrenta a uno de
sus peores temores.
—No. —Tomo una respiración profunda e ignoro el dolor punzante de mis
costillas—. Todavía no sé por qué la policía actuó de manera rápida. Deberían
haber esperado ya que no soy un menor de edad.
Mis padres finalmente caminan hacia mi cama y ambos se sientan en un lado,
los sollozos de mi madre se suavizan pero todavía está agarrando el brazo de mi
padre. Les sonrío y ambos sonríen a cambio. Todos sabemos que es una sonrisa
falsa, pero es bueno probar y es reconfortante, también.
—Todos tenemos que darle las gracias a Duke. —La voz diminuta de mi madre
suena en la habitación callada. Endereza mi sábana con una mano temblorosa.
Frunzo el ceño y maldigo cuando tiro de los tres puntos de sutura justo por
encima de la ceja izquierda. Hace que mi padre sonría y a mi madre fruncir los
labios. Solo estas reacciones normales a mis maldiciones me hacen sentir mejor.
—¿Qué ha hecho?
—Después de que él esperó por casi una hora y no contestaste el teléfono,
llamó a Kate y su otro amigo... uh, ¿Derek? —En mi visto bueno, mi madre reanuda
su explicación—. Cuando Duke se dio cuenta de que nadie sabía dónde estabas,
pensó de inmediato en Sean. Él fue a la policía, pero no querían hacer nada, porque
eras un adulto. —La voz de mi madre se quiebra y una nueva ronda de lágrimas
caen sobre su rostro. No me puedo imaginarme lo terrible que fue para ellos
cuando recibieron una llamada para decirles que estaba perdida.
Mi padre besa la parte superior de la cabeza.
—Entonces, él les habló de lo que Sean te hizo y la forma en que todavía
estaba tratando de acercarse a ti. Cuando todavía no querían hacer nada, por lo que
el oficial nos dijo, se puso loco. —Papá se ríe, pero sus ojos aún se ve muy triste por
sus palabras—. Entonces llamó a la base y me alcanzó. Él estaba frenético y me lo
contó todo. Hablé con el oficial y hasta saqué un par de ventajas gracias a General
Mason. La versión corta, se apresuraron en buscarte.
Echo un vistazo a mi derecha, donde mis nudillos están envueltos en una gasa
blanca.
—Pero, ¿cómo me encontraron? Estábamos en un barrio abandonado —
murmuro más para mí misma que mis padres.
Mi madre toma mi mano lesionada en las suyas temblorosas. Sus dedos están
fríos.
—Un vendedor joven vio a Sean llevándote al edificio. Dudó en llamar a la
policía, pero finalmente lo hizo y con la descripción del auto, sabían que era Sean
contigo.
Asiento y me río. Mis padres intercambian una mirada preocupada y eso me
hace reír más fuerte. Sacudo la cabeza y me compongo. Los estoy asustando. Y me
estoy asustando a mí misma, también.
—Lo siento, pero es tan... loco. Y estoy tan cansada.
—Entendemos, dulzura —dice mi madre con una voz suave. Escuchar a mi
madre hablándome así hace que sea difícil combatir las lágrimas que amenazaban
con salir de mí. Pero no puedo. Ellos tienen suficiente en su plato—. Los padres de
Sean están en camino, pero les dijeron que se mantengan alejado de ti.
—¿Esta su madre todavía con él?
Mi padre asiente, su más oscura expresión.
—No tienes que preocuparte por ella. Vamos a tratar de ayudarla, pero no
tenemos que verla ni pensar en ello. No deberías tener que pensar en estas
personas más.
Me encojo de hombros.
—Siempre voy a pensar en ello. Es una parte de mí y haciendo caso omiso no
hará que sea más fácil. —Sería ridículo de mi parte hacer caso omiso de las terribles
imágenes de Sean desnudo encima de mí, tocándome, repitiéndose en mi cabeza.
Tengo que lidiar con ellos, no ignorarlos. Sería peor.
—Teníamos tanto miedo, cariño —dice mi padre, sus ojos se centran en la
cama y no en mí. Se seca una lágrima cayendo de sus ojos—. Nunca sentí tanto
miedo en mi vida.
Tomo las manos de ambos y les doy un apretón. Es la única cosa que sé que
puedo hacer sin despertar el dolor en mi cuerpo dolorido.
—Saben que los amo tanto, ¿verdad?
—Nosotros también te amamos. Eres nuestra niña —dice mi madre entre
sollozos, con una pequeña sonrisa en sus labios.
Mi padre lleva mi mano a sus labios y la besa suavemente, como solía hacer
cuando tenía cinco años y me dijo que era su princesa. Dios, los amo mucho. Los
echaba de menos. Sonrío, pero se siente agridulce.
Mis padres me sonríen y caminan hacia la puerta. Mientras se van, Duke
estalla hacia adentro. Él no parece feliz de tener que esperar afuera. Le sonrío a su
ceño fruncido que desaparece tan pronto como sus ojos se posan sobre mí. En
serio, ¿cómo iba a parecer tan feliz de verme cuando me veo como un saco de arena
humano?
—Eso llevó mucho tiempo. Sé que querían tener un poco de intimidad
contigo, pero ya era demasiado maldito tiempo —dice, en el pie de mi cama y se
sienta en el borde, su cadera contra la mía.
Con cuidado, lleva una mano a mi mejilla y me roza la piel con sus dedos.
Apenas lo siento pero es bueno sentir su piel contra la mía. Quería verlo tanto
cuando estuve encerrada en ese edificio. No, tenía que verlo.
—Creo que salvaste mi vida —le susurro, no queriendo oír el sonido crudo de
mi voz que hace a todo el mundo una mueca de dolor, incluso a mí.
Él se ríe.
—Quizás. —Se encoge de hombros y sus ojos pierden la luz feliz en ellos. Se
oscurecen y esta vez sé que no es porque él está pensando en Juliet. Es por mi
culpa—. Podría haberlo matado, ya sabes. Nunca fui el tipo violento, incluso
cuando era menor. Bebía demasiado, era demasiado imprudente y actué como un
pedazo de mierda rebelde, pero nunca luché. Sin embargo, desde que me dijiste
acerca de este tipo, he querido matarlo. —Sus puños se aprietan firmemente en su
regazo—. Cuando pienso en él tocándote…
—Cállate, Duke. —Pongo mis manos sobre las suyas y las obligo a abrirse,
entrelazando nuestros dedos—. Estoy bien. —No quiero que piense acerca de esto.
No quiero que este tan disgustado que no quiera volver a tocarme porque Sean me
contaminó.
—No estás bien, Skye.
Me estremezco ante su tono, pero entiendo por qué es tan duro. Él todavía
está corriendo en lo alto de su miedo.
—Tienes razón. No lo estoy, pero lo voy a estar. —Me encojo de hombros y
cierro mis ojos con los suyos. Es difícil concentrarse en algo con mi conmoción y el
dolor de cabeza intenso, pero sostengo la mirada—. Está fuera de mi vida y estoy
construyéndome una nueva, un futuro. Tengo a mis padres, Kate, Derek y a ti —
exhalo y dudo—. Te tengo, ¿no?
—Me tuviste desde el día en que chocaste contra mí en la clase de Psicología —
dice en una risa que sacude mi cama. Me uno pero es interrumpido cuando mis
costillas rotas traen lágrimas a mis ojos—. Es por eso que era tan difícil de
reconocer lo que siento. —Él acuna mis mejillas en sus grandes manos, con cuidado
de no tocar mis moretones—. Nada va a ser fácil para nosotros. Todavía tenemos
problemas por recuperar. La vida, la cual puede ser un verdadero dolor en el culo,
pero te quiero. No sabemos cuánto tiempo vamos a durar o incluso si se trata de un
error, pero te amo y no quiero pasar por alto lo mucho que significas para mí. No
quiero perder ni un minuto de distancia de ti. Ya no más. Nunca más. —Toma una
respiración profunda, sus ojos escrutando mi rostro magullado—. Al oír tus gritos
cuando estaba fuera de ese edificio y no poder hacer nada, no ser capaz de llegar a
ti, era lo peor para mí. Me perseguirá.
—Estoy aquí ahora. Vamos a luchar juntos. Eso es lo que quiero.
—Créeme, no voy a dejar que me empujes de nuevo. Te amo demasiado.
—¿Sabes qué? —Tomo una respiración profunda, una sonrisa tirando de la
división de mi labio inferior—. Creo que amo tu terquedad.
Se ríe y niega con la cabeza.
—Por favor, dime que me amas a mí y no solo mi terquedad.
Trazo su boca bien definida con mis dedos. No podemos besarnos a causa de
mis heridas y mi labio inferior golpeado, pero necesito sentir sus labios contra mi
piel. Paso los dedos más allá de sus deliciosos labios sobre su barba de y sonrío al
recordarlo contra el hueco de mi cuello y en mi cara cuando me besa.
—Creo que era obvio la primera vez que te encontré en el cementerio —le
susurro con una sonrisa agridulce.
Él lo ve y me pone tan bien que él sepa lo que está en mi mente.
—Todavía es difícil haber perdido a Juliet, pero cuando te dije que nunca
renunciaría a nosotros, era la verdad. Tú eres mi futuro y no te amo menos que
Juliet. Contigo todo se siente diferente y más emocionante. Juliet era mi mejor
amiga, la chica de la que sabía todo; sabíamos dónde estábamos. Contigo, es cómo
que tengo una nueva vida y estoy loco por ti. Nunca dudes de eso. Por favor, nunca
dudes de mí.
Mi corazón late con fuerza en mi pecho. Nunca pensé que chocar con alguien
podría cambiar la vida, pero es posible. Golpeó el límite esta noche, he
experimentado una verdadera pesadilla, pero sé que pasó. No tengo que vivir con el
temor de ver a Sean de nuevo. Puedo centrarme en este tipo increíble, este chico lo
suficientemente fuerte como para abrir su corazón de nuevo. Él es lo
suficientemente fuerte como para enamorarse de nuevo y enamorarse de una chica
asustada y quebrada como yo. A su vez, él me salvó la vida una y otra vez. Él incluso
me salvó de la cáscara que construí para mí.
—Dilo de nuevo.
Él me sonríe suavemente, sus ojos nunca vacilan de mi cara magullada. Se
muerde una vez el labio inferior y lo suaviza con la punta de su lengua.
—Te amo, Skye. Estás en mi corazón, en mi cabeza, debajo de mi piel. Eres mi
presente y mi futuro.
Suspiro y siento mis ojos llenándose. Mis emociones están por todo el lugar,
pero mi corazón está caliente. Por primera vez en mucho tiempo, siento que una
nueva paz se apodera de mí. No solo me siento segura, me siento en paz, también.
—Nunca pensé que era posible amar tanto a alguien que pueda hacerte olvidar
todas las cosas malas que pasaron.
Él se acerca, su suave aliento abanicando mi cara caliente con el dolor y la
explosión de todos mis sentimientos hacia él.
—Así que, ¿realmente me amas?
En lugar de decir algo, traigo su cabeza a la mía y lo beso. Al diablo mis
lesiones. Me encanta este hombre. Tenemos tiempo para remendar nuestras vidas
ahora. Juntos.
POV 1
Duke

E ste maldito dolor de cabeza no se va. Supongo que es el precio que pagas
cuando has pasado la mayor parte de la noche de fiesta y luego follando
a una chica cualquiera cuyo nombre ni siquiera puedes recordar.
Entrando en la gran sala donde voy a ser un AT para una clase de Psicología este
semestre, cierro los ojos esperando que eso vaya a aliviar un poco el dolor.
Me encanta la Psicología, tal vez porque yo sería un caso de estudio perfecto
de un bastardo afligido, pero la mejor parte es saber cómo, de hecho, la mayoría de
las heridas mentales pueden ser curadas. No del todo, sino la mayoría y es algo
esperanzador que lo quiera recordar y mantener en mi mente cuando algunos días
son más difíciles que otros, cuando estoy tratando de encontrarla, a Juliet, en una
multitud. Aun tres años después.
Doy otro paso dentro de la habitación y justo cuando abro los ojos, choco con
alguien. Una persona bajita y delgada, con curvas muy femeninas. Rápido, agarro
su antebrazo antes de que se caiga.
Bajo mi mano, siento todo su cuerpo tenso y su inspiración es tan fuerte que
me llama la atención. Normalmente, no me molestaría en notar a alguien del sexo
opuesto fuera de una fiesta, tan grosero como suena, desde hace bastante tiempo,
soy más del tipo de chico que las folla y las deja. No soy tan malo, realmente, pero
para mí el sexo es una manera de olvidar solo por un ratito. Ni siquiera es acerca de
la lujuria, es solo sencillo, la manera más fácil que conozco para seguir adelante con
mi vida por un poco más de tiempo. Pero ésta no es una chica normal.
Libera su brazo de un tirón de mis manos, sin ni siquiera mirarme una vez.
Mantiene la mirada baja y sus manos están ocultas debajo de las mangas
demasiado largas. De hecho, el jersey es demasiado grande para su cuerpo delgado.
¿Qué es eso? No sé por qué, pero hay algo en la boca de mi estómago, algo que me
dice que hay algo malo en ella.
—¿Estás bien? —le pregunto con una voz tranquila, tratando de aliviarla un
poco, se tensa tanto que me pregunto cómo es capaz de funcionar.
Respira profundamente y empieza a mirar hacia arriba lentamente, sus ojos
me miran de a poco, como si mirarme de vez sería demasiado para ella. Y,
finalmente, puedo ver su cara. Es hermosa. Pero son sus grandes ojos grises
azulados los que me llaman. Son de un color tan inusual que me los quedo mirando
como un idiota. La desolación y la precaución en esos ojos me convencen de que
realmente hay algo malo en ella.
—Estoy bien —contesta con una voz extrañamente distante, como si estuviera
tratando demasiado duro para restarle importancia. Para el ojo inexperto sería
convincente, pero para mí no lo es. Sé muy bien lo que se siente tener dolor y hacer
todo lo posible para ocultarlo. Lo hago yendo a fiestas, follando y haciéndome
tatuajes, mientras que otros lo hacen cerrándose al mundo.
—Hmm... Bueno —digo y frunzo el ceño. No quiero hacerla sentir aún más
fuera de lugar de lo que se debe sentir, pero es difícil mantener la calma. Por una
vez, por primera vez en años, estoy preocupado por alguien más. Es difícil tomarlo
y hacerle frente a todos estos pensamientos agitados dentro de mi cabeza. Después
de todo, ni siquiera conozco a la chica, nunca la he visto antes, pero de repente me
siento como si tuviera que romper las barreras que tiene arriba. ¿Quién soy yo para
pensar que debería, o incluso podría hacerlo?
De repente, cruza sus brazos con fuerza sobre su pecho como si quisiera
protegerse de mí, de permitirme realmente verla, y se aleja hacia un asiento
disponible cerca de la puerta, sin mirarme ni una vez. No puedo evitar mirarla
mientras enciende su MacBook y mantiene sus ojos fijos allí, sin mirar a su
alrededor mientras espera a Dills. No está tratando de hacer amigos o encontrar
amigos entre los estudiantes que ya están aquí. Ella es tan cerrada que es invisible
para la mayoría de la gente aquí, pero yo la veo. Puedo verla con su cabello salvaje,
su cara hermosa y elegante, cuerpo diminuto y aun así muy femenino bajo las capas
de ropa demasiado grandes. La puedo ver mucho más de lo que he visto a nadie
desde hace mucho tiempo. Y me está volviendo loco.
—¡Oye, Duke! —me llama alguien. Me doy la vuelta y veo a uno de los otros
AT haciéndome señas hacia el escritorio del Dr. Dills, si es que llega.
Justo cuando me doy la mano con el otro chico y sonrío a las dos chicas que
también ayudan a Dills, el hombre mencionado entra, con toda su gloria
apresurada.
—Lo sé, lo sé, llego tarde, pero enciendan sus ordenadores portátiles. Vamos a
comenzar nuestra primera clase del semestre. Gracias —dice con su voz de barítono
que llena la gran sala. Nos da, a sus AT, un montón de papeles para dárselos a los
estudiantes. Sin ni siquiera mirar lo que tengo en mis manos, camino rápido a la
esquina donde la chica extraña está. Ella se tensa de nuevo al verme acercándome y
se concentra en mis manos en lugar de mi cara. Me siento fruncir el ceño mientras
le doy los papeles, pero ella es muy cuidadosa de no tocarme, solo a los papeles.
Qué extraño.
—¿Mal primer día? —le pregunto, tratando de hacerla hablar. Para ser
honesto, tiene una de las voces más calientes que he oído nunca, pero eso no es por
qué quiero que hable. Yo solo... ni siquiera la conozco. Me confunde.
Las chicas sentadas cerca de ella están más interesadas en nuestra
conversación que ella y es bastante frustrante. No estoy acostumbrado a ser
ignorado o alejado. Con mis tatuajes, mi apariencia exótica y mis vibraciones
“peligrosas”, las chicas frecuentemente hablan y coquetean conmigo. Pero no ella y
es muy obvio. Ni siquiera tiene que decir “vete a la mierda” para saber qué es lo que
quiere.
—¿Y?
Su fría voz me toma por sorpresa, sin embargo. Abro mi boca y la cierro antes
de finalmente encontrar mi voz de nuevo. No estoy preparado.
—Hum... Nada. Es solo que...
—Lo siento, pero el Dr. Dills está a punto de comenzar su clase del día.
Cómo cerrarse en una clase. Joder, es buena. Mira hacia arriba y nuestros ojos
se encuentran de nuevo, su color gris azulado contra mi color marrón oscuro, se
sonroja, una linda tonalidad rosada invadiendo sus altos pómulos. Inclino mi
cabeza hacia un lado, tomándola, evaluándola, tratando de encontrar una grieta en
su armadura, pero es muy difícil cuando ni siquiera conoces el nombre de esa
persona.
Su mirada libera la mía y respiro de nuevo. No sé cuándo dejé de respirar,
pero llegó a mí por alguna razón. Sus ojos comienzan lentamente a bajar y luego se
detienen en mi collar. De repente, es como si la plata me está quemando, como si
estuviera ardiendo mi piel y mis huesos bajo su mirada penetrante y me recuerda
quién soy, qué llevo dentro, a quién le fallé. Y me duele de nuevo.
Me aclaro la garganta, y llevo una mano al símbolo del infinito en el extremo
del collar. No quiero que lo mire. De hecho, no quiero hablar más. Soy de los que
hablan de curación cuando todo lo que todavía estoy haciendo es autodestruirme al
actuar como un idiota con las chicas sin nombre y sin rostro. Por supuesto, es
mucho mejor que lo que solía hacer, pero aun así. No es lo suficientemente bueno
para ayudar a alguien más.
Asiento hacia ella y doy la vuelta, caminando hacia a la esquina donde los
demás AT ya están sentados. Pero cuando tomo el último asiento y pongo mis
manos en mi regazo, están temblando. Un nudo se forma en mi garganta y tengo
que esforzarme para no mirarla. Solo dura los primeros diez minutos antes de que
no pueda mantener más mis ojos en el Dr. Dills. ¿Qué me está pasando?
Vuelvo la cabeza ligeramente hacia la derecha e inmediatamente la encuentro.
Es muy fácil con su cabello rizado salvaje. Incluso desde aquí puedo ver lo centrada
que está. Sus finos dedos parecen volar sobre el teclado de su ordenador portátil.
Sus ojos van de Dills y de vuelta a su pantalla con una intensidad tal que me
permite ver la grieta en el escudo que estaba buscando. La vida dentro de ella está
cerca, a punto de estallar y es inspirador. No sé cuál es su asunto, por lo que pasó y
por qué se está escondiendo, pero quiero averiguarlo. Quiero pensar que es porque
soy un hombre entrometido, pero si cavo más profundo, es algo más, algo parecido
a la esperanza para mí. Por primera vez en los últimos tres años, quiero sentir más
y no solo fingir.
Tal vez ayudando a otra persona en lugar de centrarme en mi propio dolor, es
la clave. O tal vez no, pero cuando pongo mi mente en algo, no me echo atrás
fácilmente. A menos de que sea demasiado doloroso.
POV 2
Duke

N
o puedo recordar mi sueño, pero me siento caliente y genial mientras
estoy empezando a despertar. Un peso en mis brazos me hace sentir
cómodo y bien, como solo un cuerpo blando puede. Me quejo y me
muevo ligeramente y el cuerpo se pone rígido. Me tenso y empiezo a orientarme.
No solo el cuerpo caliente en mis brazos no es una aventura de una noche, sino su
cabello rizado rozando mi cara y sus labios delata su identidad. No completamente
consciente de lo que estoy haciendo aprieto mi agarre por un segundo antes de
liberarla lentamente, renuentemente. Ella se siente tan bien cerca de mí, justo aquí
conmigo. Su perfume dulce y suave pone mis sentidos a toda marcha. Sus ligeras
curvas presionadas contra mí, no están ayudando al flujo de sangre en mis venas,
un flujo dirigiéndose directamente al sur.
Ya no puedo mantener mi respiración lenta y calmada. No cuando mi cuerpo
está respondiendo tanto a su presencia. No debería sentirse así, no debería
sentirme tan excitado por ella, pero no puedo negarlo. Ella está realmente
afectándome. Me muevo de nuevo, tratando de ocultar mi reacción a su cercanía,
para no asustarla. Ella no se relaja.
—¿Estás despierta? —le pregunto en voz baja, mi voz todavía áspera del
sueño. Ella tiembla y es un golpe directamente para mi entrepierna. Tengo que
morderme los labios para detener un gruñido escapando de ellos. Los asuntos de
una sola noche son más fáciles de tratar. Por lo menos, no tienes que preocuparte
porque la chica no tiene ninguna importancia. Pero Skye es importante. Ella es tan
jodidamente importante y eso es todo el problema.
—Sí.
Su voz es más profunda de lo habitual, goteando el sexo sin ni siquiera ser
consciente de ello. Su voz debería ser ilegal. Aprieto los dientes y cierro mis
párpados con más fuerza. Pongo más presión sobre su estómago, donde mi mano
está en reposo, sintiendo su estómago plano y la protuberancia del hueso de su
cadera. Odio esa camisa que lleva puesta y, sin embargo, estoy agradecido de que
no se le levantará por la noche. De lo contrario, no estoy seguro de cómo iba a
reaccionar. En mi cabeza ya es un desastre el sentir ese tipo de deseo por ella, sin
necesidad de añadirle nada.
Reuniendo la clase de fuerza que no sabía que tenía, me aparto y me siento
con un suspiro. Tal vez dormir en la misma cama no fue tan buena idea, porque
ahora echo de menos su cercanía. Quiero su cercanía aún más. Corro una mano a
través de mi barba de candado y rastrojo, los diminutos pelos picando mis dedos y
siento sus ojos en mí, absorbiendo cada detalle de mi cara. En la esquina de mi ojo
veo su sonrisa y no puedo detenerme de devolverla.
—No te rías de mí. Tu cabello no es mejor —digo con remordimiento y tiro
algunos de los mechones de mi cabello para tratar de domarlo. Para ser honesto, no
me importa una mierda sobre cómo me veo en este momento, pero es una
distracción bienvenida de mirar su hermoso rostro, relajado por una vez. Ella tiene
una belleza cautivadora cuando se despierta, cabello y todo. Simple y aun así
refinada. Sí, claro. Tal vez no debería tratar de ser espiritual cuando mi cerebro está
todavía medio dormido.
Me mira y quiero reírme de ella. Es malditamente linda. Estoy jodido.
—Siempre un caballero. —Comienza a poner su cabello salvaje en algún tipo
de orden, pero eso no cambia nada.
—Tu cabello es un poco lindo y un poco caliente. ¿Está eso mejor? —No puedo
contener la risa construyéndose dentro de mí, pero se queda atrapada en la
garganta cuando mis ojos aterrizan en sus labios entreabiertos, rosados y llenos,
tan demasiado tentadores. Es condenadamente difícil apartar la mirada, pero fijo
mis ojos en los de ella.
Se sonroja y mi pulso se acelera, dando tumbos en mi pecho. Sus pómulos
altos se vuelven de un color rosa claro y sus ojos comienzan a mostrar un creciente
pánico. Sé que ella va a cerrarse, pero no quiero que lo haga. De hecho, como que
quiero agarrarla y recostarme de nuevo hacia abajo con ella apretada contra mí.
—Esta es mi señal para salir.
Ella se pone de pie y la sigo, no preparado para dejarla ir.
—Puedes quedarte. —Pongo una mano en su antebrazo, con cuidado para no
asustarla y enviar su “en su camino” aún más rápido. Tengo que ser inteligente
sobre esto. Me deja sostenerla en la cama y es un gran paso para ella.
No trata de escapar, no se aparta y me dan ganas de tirar de ella más cerca de
mí. Mantiene sus ojos en mi pecho, probablemente centrada en mi collar. Me pone
incómodo pensar en ese collar cuando estoy con Skye, cada vez que despierta todos
estos... sentimientos. Lucho contra el impulso de esconderlo de nuevo bajo mi
camisa.
—Tengo una clase en un par de horas —dice suavemente, con timidez.
Trago, de repente tan tímido como ella lo está, pero no voy a dejar que me
dictamine. Tengo que llevarlo a cabo, necesito saber lo que está pasando, necesito
saber cómo se siente. Cierro el espacio entre nosotros, pero aún mantiene una
brecha entre nuestro cuerpo.
—¿Es esa la única razón?
No responde inmediatamente. Levanta la vista y pierde el aliento. No estoy
seguro de si soy capaz de cualquier tipo de reacción en estos momentos. Solo estoy
concentrado en ella, en sus increíbles ojos llenos de miedo, pero también deseo.
Ella puede luchar contra ello todo lo que quiera, pero estábamos en el mismo
barco, un barco en medio de un océano salvaje, pero todavía en el mismo.
—No hagas esto Duke —su susurro es una caricia para mis oídos. A pesar de
que está rogando con sus palabras, su cuerpo y el hecho de que no está alejándose,
me dice algo más. Eso es todo lo que quiero pensar en estos momentos. También lo
quiere y esta vez no voy a alejarme.
Cierro el espacio entre nosotros y me detengo solo cuando mis dedos de los
pies desnudos tocan sus zapatos. Estoy tan cerca de ella que mi pecho roza sus
pechos. Me endurezco inmediatamente, empujando dolorosamente contra la
cremallera de mis jeans. No puedo apartar la mirada de sus labios entreabiertos
mientras toma en una gran respiración. Esta vez, es la que se mueve aún más cerca,
trayendo su rubor corporal al mío.
Siseo bajo mi aliento. Deslizo mi mano desde su antebrazo, por su brazo hasta
que acuno su mejilla. Estoy temblando y no puedo controlarlo. Está haciéndome
cosas que había olvidado. Está haciéndome cosas que no estoy seguro que alguna
vez he sentido. Es aterrador.
Me muerdo el labio inferior para tratar de mantener la compostura pero ella
no está ayudando. Cuando sus ojos aterrizan en mi boca y sus ojos se oscurecen
considerablemente, estoy listo para correr y poner fin a esta anticipación
construyéndose, pero no lo hago. Llevo mi otra mano a su cadera. Quiero más
contacto.
—Por favor, Skye. —La súplica se me escapa en la derrota. Así es como me
siento. He luchado contra la atracción y ahora mismo no estoy peleando más. Me
rindo.
Entonces hace algo que es casi mi perdición. Lleva ambas manos a mis
hombros. Mis músculos saltan de la sensación, solo ese pequeño jodido toque me
hace eso. Sus pequeñas manos en mí sobre mi camiseta son muy inocentes, pero
sostienen el poder pecaminoso traído a la vida en mi mente por mi imaginación
demasiado ansiosa. Pero no se detiene allí. Una de sus manos se mueve de mi
hombro a mi cuello donde comienza a jugar con mi cabello, suavemente, dudando y
eso es lo que me lleva mis rodillas.
Cierro los ojos por un segundo. En mi interior, soy un horno a punto de
explotar. Cada tipo de escenario pasa por mi mente, de forma rápida. Va desde el
tipo dulce hasta el tipo muy perverso, que sé asustaría a la mayoría de las personas.
Respiro hondo y abro de nuevo mis ojos. Inclino mi cabeza, inseguro de cómo
proceder, porque si ella se aleja eso simplemente me mataría. Necesito una
probada de ella. Necesito sentir sus labios carnosos en los míos. Necesito saber si
va a ser dócil cuando la bese o no. Quiero sentir la forma en que su lengua juega
con la mía.
Poco a poco, lo suficientemente lento como para darle tiempo de retroceder,
llevo mi cabeza hacia abajo, más cerca a la de ella, más cerca de sus labios. Y no se
aparta. De hecho, inclina su cabeza y cierra los ojos. Me paso la lengua por mi labio
inferior y, finalmente, acaricio mis labios contra los suyos. Solo por un segundo.
Pero ese segundo es el tiempo suficiente para enviar un escalofrío por mi
columna, el tiempo suficiente para hacer que mi corazón lata más rápido. Es
suficiente largo para hacerme olvidar todo, incluso a Juliet. Incluso olvidar cómo
debería sentirme, o tal vez no debería.
Abro los ojos y la veo hacer lo mismo. El deseo está ahí, pidiendo por más y
me obligo, provocado cuando clava sus uñas en mi hombro y cuello.
Esta vez no me detengo, no le doy el tiempo necesario para cambiar de
opinión. Llevo mi boca contra la de ella y juego con su labio inferior antes de
mordisquear su labio superior. Pero sigue siendo inocente mientras no estoy
profundizándolo. Tengo que explorar la forma de sus labios, labios en los que soñé
durante días, semanas incluso.
Cuando sus labios se sepultan en mi mente, muerdo suavemente su labio
inferior y dejo escapar el gemido que he estado tratando de mantener a raya. La
suavidad de su piel y su olor es simplemente demasiado. Aprieto mis brazos
alrededor de ella, uno escabulléndose a la parte baja de su espalda y dejo que mi
otra mano ahonde en su cabello indómito, algo que he querido hacer desde hace un
tiempo, incluso si apenas me lo he reconocido a mí mismo.
Tira de mi cabello y abre la boca, pidiendo más, rogando por ello. Joder, va a
arruinarme. No pierdo un segundo y deslizo mi lengua en su boca, saboreándola,
por primera vez. Cuando su gemido golpea mis oídos, intensifico el beso, dejándolo
ir. Pero para lo que no estaba preparado es para la forma en que me responde, la
forma en que su lengua baila con la mía, con la misma intensidad, la misma
aplastante necesidad por más, siempre más.
Joder, me está arruinando con ese único beso y estoy aún más perdido que
antes.
Sobre Stephanie Witter
Stephanie Witter es una soñadora francesa. Comenzó a
aprender inglés a los tres años, y se enamoró de la lengua.
Siempre con un libro, o dos cerca, empezó a leer en inglés
cuando no pudo esperar más para que Harry Potter fuera
traducido en francés. Después de un tiempo, la lectura no fue
suficiente. Empezó a escribir Young/New Adult y Patch Up es
su primera novela.

También podría gustarte