Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Traductoras: Correctoras:
Nelly Vanessa bibliotecaria70
Agus901 Pachi15
Mokona flor212
Pachi15 maggiih
nElshIA laurence15
laura soto cereziito24
Malu_12
Shari Bo
Axcia
rawrr
MaryLuna
Nayelii
Cereziito24
Niki26
Recopilacion y Revision:
Sttefanye
Diseno:
Aria
Sinopsis Capitulo 11
Capitulo 1 Capitulo 12
Capitulo 2 Capitulo 13
Capitulo 3 Capitulo 14
Capitulo 4 Capitulo 15
Capitulo 5 Capitulo 16
Capitulo 6 Capitulo 17
Capitulo 7 POV 1
Capitulo 8 POV 2
Capitulo 9 Sobre la autora
Capitulo 10
Skye siguió a su novio de mucho tiempo a Seattle para su primer año de
universidad, pero él la abandonó después de solo una semana. La relación llevó
únicamente dolor y destrucción a la vida de Skye, y sin embargo, no puede abrirse a
los demás y vivir su vida.
¿Qué pasa si ya estoy rota en pedazos?
Odia ser tocada, se oculta bajo sus camisas demasiado grandes y detrás de su
salvaje cabello rizado. Incluso su alegre compañera de cuarto no puede llegar a ella.
Y aun así...
Soy el chico que sabe cómo te puede doler tanto que tus adentros se sienten
cortados y sangrando.
El alto, guapo y tatuado profesor ayudante de su clase de psicología cambia
todo cuanto literalmente choca con ella y la confronta. Por primera vez en mucho
tiempo, quiere intentar abrirse a este chico cuyos intensos ojos oscuros no pueden
ocultar su propio dolor a pesar de la cegadora sonrisa que le da.
Sin embargo, justo cuando está empezando a vivir de nuevo, su ex novio
vuelve, rompiéndola una y otra vez, haciendo todo más complicado.
Quiere luchar por sí misma y por esta cosa construyéndose con el profesor
ayudante, incluso cuando él la rechaza, pero, ¿pueden dos personas rotas hacer las
paces?
Nunca pensé que chocar con alguien podría cambiar vidas, pero es posible.
Capitulo 1
O
dio el invierno. Incluso con mis Converse de color rojo en los pies y
pasos cuidadosos, encuentro una manera de quedar fuera de los
dormitorios. Ahora mi trasero me duele, y todavía puedo oír las risas de
un par de docenas de testigos en mi cabeza.
Después de todo, no estoy tan sorprendida de que mi segundo semestre en la
universidad haya comenzado así. Ni siquiera estoy enojada o avergonzada, solo no
me importa mucho más. No muchas cosas me molestan en estos días. De hecho,
solo lo hacen dos cosas: los chistes malos sobre mi nombre y mis calificaciones
académicas, que quiero perfectas.
Soplo aliento al aire helado que crea bocanadas de humo blanco. Echo un
vistazo a mi teléfono y me doy cuenta de que tengo solo diez minutos antes de que
comience mi clase de psicología. No puedo llegar tarde. Mis pies libran en medio
del terreno cubierto por la vía rápida derritiendo la nieve. Ya estoy sin aliento,
aunque no soy fumadora, o deportista para el caso.
Con los ojos en el suelo, no veo al grupo de estudiantes que vienen en mi
dirección. Me estremezco cuando escucho risas. Ajustando mi bufanda verde
oscura alrededor de mi cuello, echo un vistazo hacia ellos. De repente, no me siento
como si mi trasero todavía me doliera, mientras mis fríos jeans húmedos se aferran
a mi espalda, o cómo mi bolsa es demasiado pesada en mi hombro derecho. Mi
corazón late más fuerte, casi dolorosamente en mi pecho. Mi respiración se
tambalea y mis ojos se detienen fríos en él.
Ordenados jeans azules, abrigo negro y bufanda azul de noche alrededor de su
cuello grueso. Por desgracia, sus ojos azul bebé no brillaban con reconocimiento ni
nada. Sus finos labios eran una línea recta y su nariz ligeramente torcida era de
color rojo por el aire helado.
Por el contrario, los otros dos chicos parecían contentos de verme. Camino
más rápido, haciendo caso omiso de ellos. No puedo mirarlo por más tiempo, no
después de... simplemente no puedo.
—Oí que la Fuerza no estuvo contigo esta mañana, pequeña Skywalker —dice
uno de los chicos, casi incapaz de murmurar una palabra a causa de su risa
sacudiéndole.
Dos chicos levantan los cinco, pero él no dice nada. Ni siquiera está siguiendo
lo que sus amigos están haciendo. Solo se centra en la chica que debe ser su última
puesta. Camino delante de ellos y abro la puerta del edificio donde mi clase de
psicología se lleva a cabo e inhalo profundamente. Me tiemblan las manos en los
bolsillos de mi abrigo de cuero negro. Me encantaría pensar que es por el frío, pero
sé que es porque lo vi. ¿Cuándo podré ignorarlo como él hace conmigo? ¿Cuándo
voy a olvidarlo? Esa es la cosa. No puedo olvidarlo.
Sigo la corriente de los últimos estudiantes que caminan en la enorme sala de
mi curso, Introducción a la Psicología. Indiscutiblemente, esta clase es mi favorita.
La habitación ya está llena, así que echo humo porque no puedo ir y sentarme en
medio y mezclarme con los otros estudiantes.
Sin prestar atención a lo que me rodea, me dirijo a mi izquierda para caminar
hacia la fila más cerca de la puerta donde hay un asiento disponible. Doy un paso y
choco con un cuerpo duro, casi girándome sobre el suelo por segunda vez en menos
de una hora. Una mano fuerte me agarra firmemente por el antebrazo. Mi cuerpo
se pone rígido y mi respiración queda atrapada en mi garganta. Es como si no me
pudiera mover, además de zafar mi brazo sin levantar la vista para ver con quién
había chocado.
—¿Estás bien? —me pregunta con voz profunda y tranquila.
Mis ojos se pierden de mis Converse rojos a sus botas oscuras. Tengo que
calmarme. Estoy haciendo el ridículo.
Cálmate. Respiro hondo y miro hacia arriba lentamente. Largas, musculosas
piernas se mueven en jeans de color azul oscuro, una vieja chaqueta de cuero negro
abierta sobre un suéter en cuello V de color gris oscuro exhibe un impresionante
cuerpo alto con amplios hombros y finalmente, un cabello bastante largo y
desordenado negro, nariz recta perfecta, labios carnosos, altos pómulos y
expresivos ojos oscuros suaves que se bloquean con los míos azul grisáceos. Parece
mayor con su barbilla perfectamente recortada. Un lío caliente perfecto para
muchas chicas diría. Solo estoy intimidada por este extraño, sin embargo.
—Estoy bien —le contesto, mi voz es plana. Alejo algunos de mis cabellos
indomables y maldigo a mi rizado cabello castaño que siempre está por todo el
lugar.
—Hmm... Bueno —dice él, frunciendo el ceño ante mi comportamiento.
Sé que no soy una persona social. No, eso no es del todo cierto. Solía ser muy
sociable, pero parece hace tanto tiempo que es casi como los recuerdos de otra
persona. Cruzo los brazos con fuerza sobre mi pecho y me aparto, reanudando mi
búsqueda de un asiento en la clase.
No miro hacia atrás, ni pierdo ni un segundo con este tipo, que es obviamente
mayor. Por otra parte, sus ojos se sienten como si pudieran ver a través de mi
escudo, un escudo que he perfeccionado a lo largo de los tres últimos años.
Enciendo mi MacBook Air y suspiro. El ruido en la habitación es
ensordecedor por toda la gente charlando con entusiasmo acerca de sus vacaciones
de Navidad. Masajeo mis sienes y mantengo los ojos pegados a la pieza en blanco
en la pantalla. No me gusta esperar, y darme cuenta de cuán fuera de lugar es que
esté en medio de todo esto fuera de las personas que disfrutan charlar sobre
tonterías.
A mi lado, dos chicas que me califican como nerd están hablando de un chico,
riendo con furia. Me estremezco.
Qué terrible sonido, debería estar prohibido hacerlo en terrenos públicos. Una
vez más, suspiro, sintiéndome cada vez más inquieta mientras los minutos pasan
sin el Dr. Dills aquí para comenzar la conferencia. No quiero tener este tiempo libre
para analizar exageradamente mi encuentro con él, mi ex.
***
Me duele pensar que después de casi tres años en una relación él ni siquiera
reconozca mi existencia. Es como si no fuera nada y me duele como el infierno. Me
corta, como si me abrieran desde adentro, reviviendo nuestra ruptura una y otra
vez, a pesar de que ocurrió hace meses recuerdo el día perfectamente. Estaba
encantada después de nuestra primera semana en Seattle. Decidí seguirle hasta en
su elección de universidad, y disfruté de la semana de orientación. De repente, todo
terminó en un abrir y cerrar de ojos. Él vino a mi dormitorio cuando mi compañera
de cuarto estaba ya fuera en una cita. Estaba mimándome —lo que significaba
cambiarme mi gran camisa por una recién lavada— para una fiesta en una
residencia de estudiantes en la que él estaba interesado. Fue entonces cuando él
rió, llamándome una idiota co-dependiente, una doña nadie y una chica molesta
que no podía siquiera pensar en besar más. Me dijo que quería tener sexo con otra
chica, que quería divertirse otra vez y que yo no podía salir en la foto. Lo patético
de todo esto era que estaba con la boca abierta o con sordina, y dejé que se fuera. Ni
siquiera llegué a decirle lo que pensaba acerca de sus problemas y cómo me dolía
muchas veces, pero me lo chupé porque pensaba que el amor debería y podría ser
suficiente. Ridículo e ingenuo.
Por supuesto, el amor no podía conquistarlo todo. El amor duele y eso es todo
lo que recuerdo. Sentir mariposas en mi vientre no vale la pena todo este dolor
porque sin importar qué, esas famosas mariposas desaparecen en algún punto
dejando solo una sensación de vacío en su estela. Eso es lo que el amor estaba a
punto de hacer y no soy una chica inocente. Se acabó.
—Lo sé, lo sé, llego tarde, pero por favor enciendan sus ordenadores
portátiles. Vamos a comenzar nuestra primera clase del segundo semestre. Gracias
—dice el Dr. Dills con voz de barítono mientras daba unos papeles a sus cuatro
asistentes técnicos
Uno de ellos es el tipo con el que choqué.
El tipo alto, viene a mí, por supuesto. A decir verdad, estoy sentada en la
primera fila, así que es normal que uno de los profesores adjuntos venga y me dé
un montón de papeles para pasar a mi compañera, pero ¿por qué este individuo
precisamente?
No miro su cara. Mis ojos se centran en sus manos grandes y fuertes. Tiene un
anillo simple en su dedo índice derecho. Tomo la pila de papeles con movimientos
espasmódicos, cuidando de no rozar su piel.
—¿Primer mal día? —me pregunta amablemente. A mi lado, las chicas dejan
de hablar para comerse con los ojos al chico. Puedo entender por qué su voz
profunda atrae su atención, pero son demasiado obvias. Sin embargo, ¿qué sé yo de
cómo son esos tipos? Si lo supiera, volvería a estar con mi ex, quien todavía podría
mantener la pretensión de mi felicidad. ¿Qué patético es eso?
—¿Y? —replico con voz fría reservada para casi todo el mundo que trata de
hacer una pequeña charla conmigo y que no preguntan algo con algún tipo de
importancia. Realmente no sé qué hacer con la pequeña charla.
—Hum... Nada. Es solo que...
—Lo siento, pero el Dr. Dills está a punto de comenzar su conferencia del día.
Miro hacia arriba y siento que me sonrojo ligeramente. No recuerdo la última
vez que sentí calor en mis mejillas y no me gusta. Su cabello oscuro cae en su cara,
pero no lo empuja. Ladea la cabeza hacia un lado, como si me evaluara y me
retuerzo incómoda en la silla. Mis ojos caen lentamente y hago una pausa en su
collar, apenas visible en la V del cuello de su suéter gris. Es de plata y un pequeño
colgante de lo que creo es el símbolo del infinito.
Él se aclara la garganta y lleva una mano al collar, ocultándolo de mi vista.
Asiente y vuelve a una mesa en un rincón de la habitación donde los demás
ayudantes están. No sé lo que es este collar para él, pero es algo significativo.
Me concentro en la voz del Dr. Dills y me introduzco en cada palabra suya.
Eso es lo que me gusta, centrarme en mis clases, en mis deberes, en hechos que son
fáciles de entender. Los libros de texto son predecibles y la psicología es una
manera de comprender y predecir el comportamiento de la gente, e incluso
ayudarles. Eso es lo mío. Porque necesito entender a la gente.
***
De vuelta en mi habitación, la calma no dura mucho tiempo. Una rubia
curvilínea pequeña con ojos verdes claros y pecas en la esquina de su ojo izquierdo
y otra debajo de la esquina del lado derecho de su boca entra, sus altas botas
marrones de tacón hacen click en el suelo. No entiendo cómo no está helada hasta
la muerte. De acuerdo, lleva puesto un vestido de lana, pero sus piernas todavía
están mal vestidas en mi opinión. Kate Andrews es todo lo que no soy. Es coqueta y
no lo oculta. Es glamurosa, cada pedacito de ella es femenino y odia los pantalones.
Los chicos la aman y ella adora la atención, incluso si no está decidida a encontrar
uno para establecerse. Simplemente disfruta de su vida y lo que la universidad
puede ofrecerle.
—Bueno, estás aquí —dice sin aliento, pateando sus zapatos a su rincón de
nuestra pequeña habitación. Pone el bolso de cuero marrón en la cama y saca un
pesado libro de texto de él—. Te necesito para el viernes por la noche.
Suspiro. No es la primera vez que Kate trata de obligarme a ir a una fiesta con
ella. La cosa es que no soy más de fiestas. Tengo casi diecinueve años y no veo
diversión en estar cansada y luego resacosa durante el fin de semana. Por otra
parte, no me gustan los lugares concurridos donde todo el mundo te está
empujando para tener un poco de espacio. Me hacen sentir claustrofobia.
—No iré a una fiesta contigo. Ya tuvimos esta conversación —le contesto
distraídamente, mi atención se centra en mi libro de texto de psicología del que el
Dr. Dills nos dio un capítulo para leer y es bastante fascinante.
—¿Por favor, Skye? Tienes que salir de esta habitación y me quieres contigo —
se queja Kate mientras se empuja en su cama, levantando sus pies, que estoy segura
están congelándose, bajo el edredón rojo.
—Dime una cosa. —Cierro mi libro y cruzo los brazos sobre mi pecho. No es
que no me guste Kate, porque es una chica dulce, a pesar de su comportamiento
que no entiendo muy bien, pero no soy cercana a ella. No tenemos nada de qué
hablar y está bien para mí, pero no con ella al parecer—. ¿Tienes a un tipo que
quieres conocer allí?
Ella se aclara la garganta, se sonroja un poco y se ríe.
—Sí, pero no veo lo que eso tiene que ver con algo.
—Mi punto es que pasarás la noche con este tipo, y ni siquiera verás que no
estoy contigo.
—Ni siquiera lo conozco, es de mi clase Econ. Es lindo, pero tal vez es
aburrido. O un asesino en serie.
—¿Así que soy tu plan de respaldo? Bonito —murmuro más para mí que para
ella. No estoy herida por eso, me tendría que importar más o desear conectarme
con ella.
—¿Sabes qué? —Ella se pone de pie y camina hacia su tocador, donde recoge
una bolsa medio vacía de chocolate—. Nunca has experimentado lo testaruda que
soy, pero si quieres jugar duro, estoy de acuerdo con eso. Te lo digo, esta fiesta de la
fraternidad es en tres días y vendrás conmigo. Tengo tres días para convertirme en
tu pesadilla hasta que te comprometas a venir conmigo.
La miro fijamente y no veo ninguna duda en su rostro suave y perfectamente
maquillado con maquillaje caro. Esta chica conoce a un montón de gente, a chicos y
a chicas, y sin embargo, está empeñada en ser amiga mía. Debo decirle que no
quiero ningún tipo de amistad ni nada con otros estudiantes, pero no quiero que
me vea como más que una fanática como estoy segura me ve. Es demasiado
entrometida para su propio bien.
—Solo déjame estudiar e iré. Sin embargo, no voy a quedarme mucho tiempo
—le advierto, con mi aburrimiento perfectamente audible en mi voz cuando abro
mi libro de texto de psicología para reanudar mi tarea.
Ella chilla y mastica con entusiasmo sus chocolates. No puedo evitar la
sonrisa que aparece en mi cara, así que la oculto detrás del grueso libro y fuerzo mi
cara a volver a poner la máscara en blanco que uso la mayor parte del tiempo. Mis
mejillas me duelen un poco, porque ya no sonrío a menudo.
***
—¡Skye! Tengo toneladas de ropa que puedo prestarte —dice Kate con una
sonrisa alentadora. Sus labios rubí captan la luz de la lámpara de la habitación. Es
hermosa y probablemente será el centro de la atención masculina en esta casa de
fraternidad.
Miro su atuendo. Lleva pantalones negros debajo de una falda corta de color
rojo que fluye y una blusa color crema que creo que es de seda. Está impresionante
sin nada sobre su top.
Rápidamente me miro a mí misma y me encojo de hombros. Estoy usando
jeans con un agujero en el lado izquierdo del muslo y otro en la rodilla derecha, un
gran jersey de cuello alto negro con mangas muy largas que llegan sobre mis dedos
delgados, y mis pies tienen mis Converse rojos. Es mi tipo de traje de todos los días
y me siento cómoda, segura, y casi invisible. No veo el punto para vestirme si no
tengo planes de encontrar a un hombre con quien pasar la noche de fiesta o en su
habitación. No, muchas gracias.
—Estoy bien así.
Kate rezonga algo en voz baja y toma las llaves del auto. No va a beber, que es
algo que me inquieta de ella. Me dijo que nunca bebe y nunca la he visto con resaca
hasta ahora. Es gracioso viniendo de una chica fiestera como ella.
Estaciona fuera de una enorme casa de estilo señorial y trago. Un par de
chicos ya están borrachos delante de la casa, riéndose de algo que es
probablemente ridículo. La música alta puede ser escuchada por el camino, cuando
nos las arreglamos para encontrar un espacio entre los otros autos estacionados sin
orden ni concierto. Salgo del auto y veo el BMW negro. Espero que Kate encuentre
su auto de una sola pieza con todos los borrachos aquí esta noche.
—Kate, no puedo ir contigo —le digo con una voz que apenas reconozco. Es
demasiado aguda y asustada para mi gusto. Me odio a mí misma en ese momento.
—¿Qué? —dice con incredulidad. Mira de la casa a mí y frunce el ceño—. ¿Por
qué?
Mi respiración se acelera, mi cabeza late, y me tiemblan las manos en los
bolsillos de mi chaqueta de cuero. No debería tener que justificarme. No debería
estar aquí en primer lugar.
—Esta casa de fraternidad...
—¿Tienes algo en contra de la fraternidad? Sabías que era una fiesta de
fraternidad.
Sí, lo sabía, pero no sabía en qué casa sería. Aprieto los labios y casi arremeto
contra ella, pero no es su culpa. No lo sabe porque nunca quise decirle nada.
—Es la casa de la fraternidad de mi ex novio —murmuro, mis ojos arden con
lágrimas que están listas para caer. ¡Cómo odio esto!
No soy el tipo de chica que llora con facilidad, ni soy una persona que no
pueda hacerle frente a su pasado. ¿Cierto?
—Oh. —Camina hacia mí, pone su pequeña mano en mi antebrazo, y se
muerde el labio inferior perfecto—. No sabía que era un chico de la fraternidad.
¿Cómo iba a saberlo? Ella se reunió con él algo así como dos veces la primera
semana del semestre pasado y nunca intercambiaron palabras además del habitual
“hola”. Y todo terminó antes de que él accediera a inscribirse en esta fraternidad.
—Así que ahora ya sabes por qué no quiero ir allí. —Jugueteo con las mangas
de mi suéter bajo mi chaqueta. No me gusta este momento de unión, no me gusta
depender de nadie, incluso si se trata de un estúpido partido o del transporte.
Aclarándome la garganta, me obligo a mirarla y a caminar lejos, rompiendo el
contacto de su mano sobre mí.
—¿No lo superaste? Quiero decir, ya pasaron meses.
—Ya lo superé, pero no quiero verlo. Es raro cuando cruzo su camino. Ni
siquiera me dice hola.
—Qué idiota —dice ella con veneno en su voz, sus ojos verde claro se
oscurecen de repente.
A pesar de mí misma, me río bajo. Esta chica que no sabe nada acerca de mí y
defiende mi honor.
—Puedo acomodarte con un tipo para que le puedas mostrar lo que se perdió.
—¿Estás loca? No soy así. No puedo conectarme con un chico que ni siquiera
conozco.
—No es como si te fueras a casar con el hombre, Skye —responde ella con
desdén, sonriendo a mi escandalizada cara.
—Solo quiero volver a nuestro dormitorio.
Toma mi mano y me obliga a caminar hacia la casa. No sé cómo se las arregla
para caminar así de rápido en tacones, de un kilómetro de alto, pero es casi difícil
seguirle—. Es una gran fiesta. Ni siquiera lo verás.
Me alejo del ataque de pánico listo para hacerse cargo de la calma restante
que puedo reunir. Por supuesto que voy a verlo. Siempre lo puedo detectar en una
habitación, aunque sea en una atiborrada.
En la casa, la fiesta se ve fuera de la mano, pero sé por algunas de las historias
de Kate que es una fiesta típica de la fraternidad. Los barriles están en todas las
habitaciones, vasos rojos y azules vacíos están en cada superficie y en el suelo,
cuerpos sudorosos están moviéndose uno contra el otro con la optimista música y
la risa está en todas partes.
Toso varias veces, y no solo por el olor a humo de cigarrillo de costumbre. Es
un caos y sé que me va a dar un dolor de cabeza enorme.
Kate le hace señas a un hombre y camina hacia él, liberándome de su abrazo
de muerte. Debe ser el tipo que la invitó. Mi compañera de cuarto desaparece a
través de la masa de cuerpos y me quedo sola, sintiéndome como una idiota. Me
quito el cabello, demasiado rizado para mi gusto, y me dirijo hacia uno de los
barriles. Espero mi turno. La cerveza está fría, pero no tiene un sabor tan bueno.
Soy más del tipo de Coca-Cola y ron, pero es más seguro tomar solo un vaso de
cerveza fría del barril donde nadie puede poner nada en ella.
Camino hacia el borde de la sala principal que creo que es normalmente la
sala de estar, pero me detengo en seco cuando una mano me agarra de la parte
superior del brazo con un apretón de muerte que me congela y me hace temblar. Mi
corazón pierde varios latidos, y sudor frío corre por mi espina.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Una voz masculina gruñe en mi oído, una voz
que reconozco tanto como el agarre de muerte en mi brazo, que probablemente
dejará una marca azul mañana. Su aliento sopla en mi mejilla y huele a tequila.
Mi cuerpo se pone rígido, mi corazón late más fuerte, y gimo. No puedo decir
una palabra, no puedo mirarlo. No quiero ver sus llameantes ojos azules asesinos
en mí. Tengo bastantes pesadillas así.
—Vine con mi compañera de cuarto —le digo con una voz temblorosa que
detesto. Trato de sacar mi brazo de su apretado agarre, pero él solo aprieta su mano
alrededor de él. Mis dedos ya están perdiendo su sensación.
—¿Crees que puedes traer tu pequeño trasero aquí y beber nuestra cerveza?
¿Crees que eres digna de mí? ¿Crees que quiero que vuelvas? Eres tan patética. —
Sacudo la cabeza con vehemencia, tanto para decir que no y porque no puedo creer
lo que está diciendo—. Vete ahora o de lo contrario... —me amenaza.
Luego suelta su agarre y se aleja, pero no antes de que vea su mirada asesina y
veo una sonrisa de satisfacción plasmada en su rostro. Le encanta este pseudo
poder que tiene sobre mí. Trago fuerte y débilmente masajeo mi brazo. Duele y
despierta viejas cicatrices. Estoy desesperada por enterrar todo dentro de mí. Doy
un paso tentativo, pero solo logro tropezar con la alfombra y mi vaso medio vacío
vuela de mi temblorosa mano.
Por supuesto, en lugar de caer al suelo, cae en el regazo de un hombre. Un
chico obviamente coqueteando con una chica rubia con grandes senos y una mini
falda micro que no deja nada a la imaginación. La chica grita y me mira antes de
dirigirse hacia lo que supongo es el cuarto de baño para limpiar su brazo desnudo
ligeramente húmedo de cerveza.
Me estoy sonrojando furiosamente, y por una vez me alegro de que mi cabello
indómito pueda esconderme un poco en estos momentos.
El chico se levanta y me enfrenta, pero no levanto la vista. Sus jeans están
húmedos de cerveza y estoy esperando oírle gritar hacia mí o algo así, pero nada
llega.
Su mano viene hacia mi cara y salto lejos. No me puede tocar en estos
momentos. No otra vez. Simplemente no puedo.
Su mano cae contra su cuerpo. Respiro hondo y miro hacia arriba, con los ojos
cerrándose con unos muy expresivos irises negros. Demasiado expresivos. Es el
ayudante de mi clase de psicología. Grandioso.
—¿Me reconoces? Soy el asistente técnico del profesor —dice con una sonrisa,
sin preocuparse por la cerveza en su ropa o el hecho de que la chica con la que
estaba hablando, y, probablemente, pensando en acostarse, desapareció.
—Lo sé. Siento eso —murmuro, haciendo señas a su entrepierna, donde la
mayoría de la cerveza aterrizó. Parece que se orinó en sus jeans. Estoy mortificada.
¿Cómo puedo siempre ser tan torpe alrededor del mismo tipo? Ah sí, porque mi ex
me puso un nudo en mí un momento antes. Tengo que volver a mi habitación. Fue
un error venir a este lugar. ¡Lo sabía!
Distraídamente, froto mi brazo y hago una mueca de dolor. Ya se está
formando un hematoma.
—¿Estás lastimada o algo así? —me pregunta, sus ojos oscuros siguen mis
movimientos. Dejo caer mi brazo contra mi cuerpo y enderezo la espalda.
—No —le contesto con voz cortante, demasiado a la defensiva para no llamar
la atención.
Él frunce el ceño y juega con su collar. Las mangas del suéter marrón que
lleva puesto se enrollan en sus antebrazos, mostrando un tatuaje complicado y
colorido fuera de la manga en el brazo izquierdo y un tatuaje de dos plumas de
indios americanos en su antebrazo derecho. No soy gran fan de los tatuajes, pero de
alguna manera funcionan en él. Funcionan muy bien.
—Yo lo llamo una mierda —dice serio, elevándose por encima de mí,
haciéndome sentir claustrofobia de repente.
No puedo lidiar con esto, con él. No puedo aguantar más mierda de otro chico
esta noche. Ni nunca. Quiero caminar lejos... huir, calmarme y respirar de nuevo.
Es como si mi corazón estuviera a punto de explotar, y mi cerebro se expandiera en
mi cabeza tanto que me duele solo por obligarme a respirar con la mayor
normalidad que puedo. Todo lo que pienso es en cómo mi ex todavía tiene algún
tipo de poder sobre mí, cómo todavía tengo miedo.
Me vuelvo, mirando frenéticamente alrededor de la habitación, en busca de
Kate. La encuentro entusiasmada besando al tipo que la invitó a venir. Paso a
parejas bailando o besándose y acariciándose mutuamente, la toco en su hombro.
Ella viene a tomar aire y me mira con ojos brillantes de la lujuria, si supongo
correctamente.
—¿Qué pasa?
Una lágrima cae por mi mejilla antes de que pueda ocultarla y Kate viene a
mí, abrazándome fuertemente.
—Necesito ir a casa —murmuro débilmente en su oído.
Ella asiente, habla rápidamente con el tipo obviamente enfadado con ella por
haberlo dejado cuando estaban a punto de subir las escaleras para tener un poco
más de diversión, y toma mi mano para caminar fuera. Hace una breve pausa.
—¿Viste a ese hombre alto, de cabello oscuro? El tipo más caliente que he
visto en mi vida. Creo que estaba tratando de venir tras nosotras.
—Vámonos, por favor. —Sé de quién está hablando, lo vi saludándome, pero
no quiero verlo, enfrentar sus intensos ojos que buscan una parte de mí que quiero
desesperadamente ocultar.
Ella no me cuestiona y caminamos a su auto de la mano. Por una vez, no
quiero dejar de lado este confort. Necesito algún tipo de contacto, un contacto que
no me haga sentir tanto miedo que esté sudando como si solo hubiera corrido una
maratón. Kate no me pregunta, no me pregunta quién es el chico guapo, o qué
sucedió y estoy agradecida. Ella nunca dudó un segundo para dejar la fiesta y al
chico con el que estaba teniendo un buen rato. Me siguió. Tal vez me equivoqué, tal
vez necesito una amiga, pero no sé cómo hacer eso. Ni siquiera sé si estoy
preparada para esto.
Hay una cosa que sí sé. Ahora estoy temiendo la próxima clase de Psicología y
al asistente técnico tatuado que, estoy segura, no me dejará en paz.
Capitulo 2
E l fin de semana pasó en un borrón. Estaba demasiado atrapada en mis
estudios para pensar en otra cosa. Es mi manera de hacerle frente
incluso si soy consciente de que solo retrasa los efectos después de mi
enfrentamiento con mi ex y la cosa con el asistente técnico que se mantiene en el
anonimato.
Kate intentó varias veces obligarme a abrirme, pero finalmente decidió
dejarme en paz después de que perdí los estribos y rompí mi lámpara de noche solo
para detener el flujo de preguntas. No me gusta la violencia. La detesto, realmente.
A veces, no reconozco a esta chica en que me he convertido, hundiéndome
lentamente y sin embargo, sosteniendo todo junto... ¡apenas!
Y ahora es lunes y estoy de vuelta en mi clase de psicología. De alguna
manera, estoy de vuelta en el mismo asiento que la última vez, en la parte
delantera, cerca de la puerta. Jugueteo con mis largas mangas blancas y no miro
arriba de mi MacBook Air. Incluso si no hago caso a todo el mundo, puedo oír a
algunos de ellos riendo y haciendo malas referencias de Star Wars con mis nombres
y malas imitaciones de Yoda. ¿Qué pasó por la cabeza de mis padres cuando me
nombraron Skye? ¿En serio? Me encanta mi nombre, pero cuando tu apellido es
Walker, es demasiado fácil ser blanco de los chistes malos sobre la Fuerza y toda
esa mierda.
¿Skyewalker, en serio?
Lo gracioso es que, cuando era niña oía estas bromas, lo que significaba que
no quería ver las películas. Mi padre trató, y sigue tratando de convencerme de
verlas con él, pero no quiero.
Retrocedo aún más en mi silla, tratando de hacerme desaparecer incluso si mi
metro con sesenta y dos centímetros no pueden desaparecer tan fácilmente. Bueno,
estoy bastante segura de que es ese cabello salvaje lo que me hace visible en el mar
de estudiantes.
—¡Hola! ¿Cuál es la cosa con Star Wars?
Miro a mi lado y me doy cuenta que no hay nadie en los asientos, sin
embargo, así que levanto la vista. El asistente técnico de nuevo. Hoy está vistiendo
una camiseta negra sobre una camisa blanca de manga larga y jeans tan arrastrados
que hasta los agujeros comienzan a aparecer por sí mismos. El collar plateado está
probablemente bajo su ropa, oculto a la vista.
Me aclaro la garganta, mis ojos vagan entre él y la puerta justo detrás de su
eminente figura. Por primera vez este año, estoy pensando en saltarme esta clase.
Ya sabes, ¿huir o instinto de lucha? Es psicología básica. Bueno, nunca llegué a
dominar el instinto de lucha, siempre caía en la categoría de huir.
Esta vez no era la excepción.
—Ni siquiera pienses en ello —me advierte con diversión en su profunda voz.
Mis ojos se vuelven a su cara y miro sus chispeantes ojos. No puedo creerlo.
Mis mejillas están calientes.
¿Cuál es el problema con este tipo? Hago una mueca y cruzo mis brazos sobre
mi pecho, molesta de que sepa lo que estoy pensando hacer.
—¿Qué quieres? —Mi voz suena más estable de lo que estoy. Mi corazón está
en un frenesí y no es porque me sienta atraída por este tipo... es puro miedo.
¿Cuándo voy a dejar de sentir tanto miedo todo el tiempo?
—Para empezar, me gustaría entender esto de la guerra de las galaxias. ¿Eres
fan o algo así? —pregunta, apoyándose en el pequeño escritorio al lado mío, sus
largos y fuertes brazos cruzados sobre su ancho pecho. Parece inquietante, incluso
si está tratando de jugar al simpático conmigo. Por desgracia, a menudo no
reacciono como gente normal. Soy demasiado neurótica para esto.
Echo un vistazo a los otros estudiantes hablando animadamente sobre su fin
de semana y ya haciendo planes para el siguiente. Terminaron de hablar de Star
Wars, o tal vez es por ver al AT hablar conmigo que los impresionó o algo. Después
de todo, este tipo alto está ayudando al Dr. Dills a calificar nuestros papeles. En el
fondo hay una gran parte mía enterrada bajo toneladas de capas de inseguridades,
pero en este momento solo estoy regodeándome ante la posibilidad de que este AT
los haya impresionado.
—Es ridículo, e igual que al nivel de la escuela media —contesto con un gesto
desdeñoso de mi mano.
Los demás AT nos miran con sonrisas que conozco demasiado bien. Piensan
que voy a acostarme con este tipo. Perfecto.
—¿Y?
—¿Sabes lo molesto que eres? —replico con los dientes apretados, mirándolo.
Su sonrisa se ensancha, mostrando sus dientes perfectamente blancos en
sorprendente contraste con su piel bronceada natural.
—Por lo general califico como un tipo encantador, pero puedo aceptar
molesto.
Frunzo el ceño y me encojo de hombros.
—Mi nombre es Skye Walker.
Me mira un segundo, y luego a los otros estudiantes. Una de sus cejas se
dispara. Se muerde el bien definido labio inferior, tratando de no ceder ante la risa
creciente que estoy segura está por venir. Predecible.
—¿Y eso es todo?
Asiento lentamente, esperando a que se ría en mi cara e incluso tal vez se una
a una partida de referencias aburridas de Star Wars, pero no sale nada. Se pasa la
mano por su cabello oscuro. Algunos rizos se atascan en la parte superior de su
cabeza, pero se ve bien, por alguna razón.
—Te dije que era ridículo.
—Sí, y patético. ¿Te das cuenta de que estos chicos tienen que haber pasado
horas y horas delante de su televisor para ver las películas si pueden hacer chistes
una y otra vez? ¿Y esas imitaciones sosas de una cosa verde extraña y arrugada?
A pesar de mí misma, una pequeña risa se me escapa antes de que ponga una
mano delante de mi boca para contenerla. Los ojos del AT brillan aún más. Ladea la
cabeza hacia un lado antes de inclinarse hacia mi cara.
—¿Sabes que sé que hay algo realmente malo? —dice en voz baja, su voz
profunda envía escalofríos por mi espina, tanto por la intensidad de su voz como
por el significado de sus palabras.
—No sé a lo que te refieres. —Hacerse el tonto es la táctica más frívola para
desviar la atención de alguien curioso. Si no lo conociera mejor, pensaría que
quiero a alguien que sepa y esté interesado en lo que está sucediendo.
—Yo creo que sí. —Sus ojos oscuros nunca dejan los míos. Ni siquiera
parpadea—. No sé lo que está pasando, pero no olvides que estás en una clase de
Psicología y yo soy un AT, lo que significa que no soy un completo novato en
Psicología.
—Por favor, sigue —le animo con una sonrisa falsa, como si me entretuviera
con sus ideas. No tanto. Mi aliento se atora y no me gusta. Es un claro indicativo de
que está en lo cierto.
—Hay varios marcadores de alguien deprimido. —Su mirada se mueve arriba
y abajo de mi parte superior del cuerpo, la única parte de mí misma visible sobre el
pequeño escritorio—. Tus mangas siempre están cubriendo tus manos.
—Siempre me estoy congelando y es invierno —replico con calma, no
apresurando mis palabras.
—A menudo, si no siempre, te ocultas detrás de tu cabello.
—Si tuvieras mi cabello, entenderías que no puedo hacer nada para
domesticarlo.
—Siempre ves al suelo.
—No quiero resbalar y caer en el hielo.
—Nunca sonríes.
—Estoy aquí para estudiar.
—Nunca hablas con nadie.
—Estuve en una fiesta con mi compañera de cuarto.
Él suspira y se encoge de hombros. Descruzo los brazos, comenzando a
relajarme. Sé cómo reaccionar ante esas observaciones.
No es la primera persona que trata de demostrar algo sobre mí.
—Entonces dime, si estoy tan equivocado, ¿por qué estás tan tensa y decidida
en evitarme?
—Tal vez porque no me caes bien.
—Una vez más, lo llamo una mierda. Es curioso, sabes, yo era como tú hace
unos años. No quería reconocer que estaba deprimido y no quería ningún tipo de
ayuda, pero... —Deja el final de su oración fuera de pista, sus ojos me sondean por
algo para decir. Sin embargo, mantengo mi boca cerrada—. Estás pasando por algo
en lo que no quieres pensar y eso es lo que me preocupa, porque cuando te veas
obligada a enfrentar esta cosa, si estás sola no terminarás en una sola pieza.
Sus palabras pican. Nivelo mis ojos y mantengo las manos en el teclado de mi
portátil. Mi cabeza se mueve hacia arriba. Se me forma un nudo en la garganta, por
lo que es difícil tragar.
—¿Qué pasa si ya estoy rota en pedazos?
No puedo creer que haya dicho eso. No puedo creer que haya dicho eso en un
aula llena de estudiantes. No puedo creer que le haya dicho esto a un chico del que
ni siquiera sé su nombre. Pero es la única persona que insiste siempre, que siempre
duda de mis palabras cuando le digo que todo está bien. Incluso mis padres de los
que soy cercana, o solía ser, no son conscientes de lo infeliz que soy, de cómo las
cosas están tan mal en mi vida.
—Todavía estás arriba, aún funcionas. Eres fuerte, y significa que tienes más
piezas juntas de lo que piensas —responde en un susurro.
—No me conoces.
—¿Es un reto? Porque me encantan los retos —dice en broma, con la voz más
fuerte que segundos antes.
Entorno los ojos hacia él y niego.
—No lo es. No quiero tratar con tu mierda.
—Lo siento, Skye, pero me diste tu nombre completo. Ahora puedo localizarte
y te verás obligada a hacerme frente.
—No eres un acosador —respondo, casi divertida por las líneas obstinadas que
aparecen en su frente, la mitad oculta por gruesos mechones de cabello azabache.
—No me conoces bien. Tal vez soy un tipo raro al que le gusta seguir a las
chicas de primer año hasta que confiesan todo.
—Pero no lo haré. Todo el mundo tiene que lidiar con su mierda, eso no
quiere decir que hay algo más que eso.
—El hecho de que estás tan concentrada en huir de mí me hace creer que estás
ocultando algo enorme y no puedo ignorarlo. Cuando te dije que me recuerdas a
mí, es cierto. No estoy en psicología por nada.
Suspiro y alejo un poco mi cabello. Su mirada sigue el movimiento con
cuidadosa atención. Me mira como si fuera una especie de rompecabezas con
piezas perdidas que está tratando de encontrar. Es inquietante, y, sin embargo, algo
en él me intriga también, porque cuando habla de su pasado, algo crudo e intenso
pasa en sus ojos y rostro, endureciendo sus facciones. No sé lo que ha tenido que
enfrentar, pero una cosa es segura, que no ha terminado todavía, no importa lo que
quiera creer o reclame.
—Así que, ¿qué quieres? —pregunto mientras el Dr. Dills camina en la sala, el
ceño fruncido en su rostro hace que me dé cuenta de que la clase no será tan
divertida. Cuando este profesor está de mal humor, no se toma su tiempo para
explicar todos los conceptos, lo que significa que pasaré más tiempo en la
biblioteca. Me desplomo en mi silla, ya agotada.
—Pasar tiempo contigo... con un café.
Arrugo la nariz.
—Tengo una clase justo después de ésta.
—Yo también. ¿Y mañana a las cinco?
Ni siquiera sé por qué, pero asiento. Es solo un café después de todo, no es
como si tuviera que confesarle todos mis sucios pequeños secretos a este tipo, sobre
todo porque todavía no sé su nombre.
—Por cierto, me llamo Duke Ashdown —dice sobre su hombro mientras está
caminando al escritorio del Dr. Dills con los otros AT ya esperando.
Duke Ashdown. Un nombre interesante e interesantes etnias mixtas. Él me
mira, y me da una sonrisa deslumbrante que me deja estupefacta en mi silla. No me
gusta eso. No quiero conectarme con nadie, y no quiero que meta su perfecta recta
nariz en mis cosas. Me pondría en un punto débil y no estoy lista para esto. No
puedo abrirme, y este chico es demasiado peligroso para una chica rota como yo.
No iré a tomar un café. Mi opción está hecha.
***
—¿Cómo está papá? —le pregunto a mi mamá mientras estoy doblando la
ropa limpia y poniéndola en mi tocador. Mi teléfono está en altavoz en mi cama.
Llamar a mis padres no es fácil. Los quiero y tenemos una gran relación, pero
en los últimos tres años las cosas cambiaron. No puedo hablar con ellos como antes
y no quiero que estén preocupados por mí. Así que todo lo que tengo que hacer es
ser demasiado feliz en el teléfono, que es lo mismo que mentir.
—Ya lo conoces. Está encantado de mostrarles a los nuevos soldados la
manera de pilotar. A veces me pregunto si es adulto cuando lo oigo hablar de
aviones.
Me río y es genuino. Mi padre es instructor de la Fuerza Aérea de EE.UU.
Solía ser piloto, enviado a guerras en todo el mundo, pero cuando tenía alrededor
de cinco años, decidió aceptar un puesto como instructor y pasar más tiempo con
su familia. Se le conoce como un tipo duro en su campo y siempre es divertido verlo
en casa, tan obediente con mi madre y un verdadero oso de peluche conmigo. Es la
antítesis de lo que la gente tiene en mente cuando piensan en un militar.
—Es papá. —Puse mi último suéter en la cómoda y me siento en mi cama, con
los ojos vagando al lado contrario de la habitación donde el lado de Kate está
decorado en diferentes tonos de rojo. No necesito preguntarle cuál es su color
favorito.
—Suenas cansada, cariño. ¿Todo está bien? ¿Hablaste con Sean?
Mis manos se aprietan en mi edredón verde. Sean, mi ex. Ella nunca pregunta
nada de él. Tomo una profunda respiración en silencio y trato de relajar los
músculos tensos de mi espalda.
—Lo vi en una fiesta el fin de semana pasado, pero no hablé con él.
—¿Estás bien con eso?
¿Qué pasa con todo el mundo en estos días? Kate, este tipo Duke, y ahora mi
madre. Es indignante.
—¿Por qué? Se acabó, pasaron meses y ya lo superé.
—¿Así que conociste a alguien? —¿Soy yo, o suena esperanzada? Hago una
mueca y me acuesto en mi cama.
¿Es tan extraño concentrarme en mis clases y no buscar un reemplazo para
Sean? Furtivamente, la cara de Duke me viene a la mente, pero la empujo lejos
rápidamente. No es que me enviara ninguna vibración de, interés, después de todo,
él es precioso y yo... no. Y él no me importa, aunque sé que es probable que esté
esperando por mí en este momento. De alguna manera, me siento incómoda de pie
con un tipo que parece genuinamente preocupado por mí, pero no quiero correr el
riesgo de ser confrontada por sus interminables preguntas y enfrentar la
posibilidad de que me quiera engañar para que me acueste con él. Porque, seamos
sinceros, este tipo debe ser un jugador con su buena apariencia y confianza en sí
mismo.
—No, no lo he hecho, mamá. Estoy ocupada —suspiro en respuesta, incapaz
de ocultar mi enfado.
—Cariño, tal vez deberías salir más. Ya sabes, puedes tomar un descanso de
vez en cuando. La universidad también es para divertirse —dice en voz baja, como
si estuviera tratando de domar a un animal salvaje.
Mi garganta se cierra. ¿Se siente tan preocupada por mí? ¿Realmente ve a
través de mi escudo? Pensé que había hecho un gran trabajo durante las vacaciones
de Navidad, cuando estaba en casa. Me eché a reír, incluso si no estaba en el estado
de ánimo, hablé con ellos, sobre todo acerca de mis clases, y traté de comportarme
como he hecho en años anteriores.
—Siento si no soy de las que se dejan los zapatos puestos por gente que no
conozco —murmuro oscuramente en el celular.
—Oh, cariño... —Comienza ella antes de ser interrumpida por varios fuertes
golpes en la puerta—. ¿Hay alguien en tu puerta?
¿Es raro escuchar a tu propia madre más emocionada ante la perspectiva de
tener a un visitante que tú?
Porque en este momento, creo que es un dolor en el trasero tener que
ponerme de pie y salir de la posición horizontal que mi cama ofrece. Me quejo.
—Al parecer. Debe ser para Kate. —Algún tipo que está herido por mi
compañera de cuarto, pero al que ella no le da más la hora del día. Pobre chico—.
Espera un segundo. —Me pongo de pie, tomo mi teléfono en mi mano, y abro la
puerta, frunciendo el ceño en mi cara.
Frente a mí, con una sonrisa maliciosa pegada en su cara, está mi propio dolor
en el trasero. Duke. Sacudo la cabeza y cierro los ojos por un instante. Grandioso.
—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Cómo te enteraste de mi habitación?
—Sí que sabes cómo saludar a alguien, Skye —dice con una risa ahogada que
me molesta aún más.
—¿Cariño? ¿Qué está pasando? —La voz de mi madre viene desde el teléfono
todavía en mi mano.
La sonrisa de Duke no decae. De hecho, parece decidido a esperar a que diga
algo. Miro desde su rostro a mi teléfono y de nuevo a su cara antes de darme cuenta
de que no solo es mi madre prácticamente una testigo de esto, sino también las
varias personas que nos están comiendo con los ojos en nuestra dirección. A veces
me pregunto si tienen una vida fuera de los chismes y de las fiestas. ¡Váyanse a
estudiar gente!
—Nada, mamá. Es solo... un amigo —le digo con entusiasmo falso que suena
tan dulce que me hace fruncir el ceño. Por suerte mi madre lo compra, como
siempre.
—¡Oh, bueno! Ten una velada agradable, cariño. Papá te llamará en un par de
días.
—Está bien, mamá. Adiós, y dile hola a papá por mí. —Cuelgo antes de que
ella añada algo más. Tira de mi corazón escuchar lo feliz que le hace saber que
tengo algún tipo de vida social. No debí mentirle a mis padres, pero no quiero tener
que responder a ninguna pregunta, o ver a mi padre volverse balístico si sabe lo que
realmente sucedió con Sean. Además, mis padres son como sus padres. Sería un
gran lío.
Miro a Duke, pero me ablando cuando veo los cafés en sus manos. Reflexivo y
lindo son las palabras que vienen a mi mente, pero la reacción de mi cuerpo es algo
completamente distinto. La rigidez en mis músculos grita peligro. Trago con
dificultad y los ojos oscuros de Duke no se pierden nada.
—Sabía que no vendrías al café, así que traje el café para ti. —Tiene una taza e
intenta una dulce sonrisa para aliviar mis nervios. No está funcionando. La única
cosa que me ayudaría es si se va ahora.
—No puedes entrar.
—¿Por qué? ¿Por qué tu compañera de cuarto está aquí?
—Porque no está aquí —le contesto, lista para cerrar la puerta, pero él es más
rápido que yo. Pone una pesada bota negra en la puerta y se mantiene firme.
Suspiro y trato de ignorar el miedo abrumador mientras el último rayo de control
se me escapa. Estoy a su merced. Estoy indefensa. Mi respiración se tambalea.
—Es solo un café, Skye. Quiero hablar un poco contigo. Digamos, diez
minutos. Solo dame diez minutos e incluso podemos dejar la puerta abierta. —Él
sostiene un café para mí y lo tomo, mi cerebro está sobre marchando, o tal vez es el
cierre.
A veces, la mayor parte del tiempo, me convierto en un espectador de lo que
sucede a mí alrededor cuando hay demasiado. Con Sean, a menudo era solo un
cascarón vacío, esperando a que estas cosas pasaran, a la espera de cosas para
establecer antes de que me recuperara e ignorara lo que pasó... y lo que va a
suceder de nuevo.
Con el café en la mano, me vuelvo a mi cama y me siento. Tengo la espalda
recta, las manos entrelazadas con fuerza alrededor de la taza, y mis ojos se centran
firmemente en el suelo, aunque realmente no lo veo.
Solo estoy esperando que este momento pase, a la espera de tener un poco de
control de nuevo.
—Guau, Skye. —Él se arrodilla frente a mí, listo para poner una de sus
grandes y fuertes manos en mis rodillas. Retrocedo repentinamente antes de
sorprenderme. Alguien normal no reacciona así ante la mera posibilidad de un
toque inocente—. Está bien, me voy a sentar en la cama de tu amiga. —Hace eso,
sus ojos se encuentran con los míos. Tengo la sensación de que estoy atrapada y no
me gusta. No quiero sentirme así de nuevo.
—Deberías irte —le digo, mi voz está temblorosa y apenas es un susurro.
Toma un sorbo de su café distraídamente, sus ojos nunca dejan mi cara. No
bebo el mío. Ni siquiera siento la taza entre mis manos. No siento nada además del
martilleo de mi corazón, en mi pecho. Estoy teniendo dificultad para respirar, y mi
frente y cuello están sudorosos bajo mi cabello.
—¿Puedo decir algo antes de irme? —me pregunta en voz más calmada de lo
que debería sentir si tomaba en cuenta su puño cerrado y el temblor de la mano
que sostiene la taza de café. Asiento, sin estar segura de sí soy capaz de murmurar
una palabra a través del nudo en mi garganta—. No soy el enemigo. No soy el tipo
de persona que trataría de hacerte daño más cuando sé que ya estás lastimándote,
sino que soy alguien dispuesto a escucharte y entenderte. Quiero ser capaz de
ayudar.
—No necesito ninguna ayuda —digo, finalmente capaz de salir de este estado
extraño de miedo catatónico. Prefiero estar enojada. Es mucho más fácil enfrente a
todo y parecer normal—. No te quiero ver ni hablar contigo de nuevo.
—Puedes actuar todo lo que quieras en torno a tus padres, que quieren creer
que su hija es feliz, pero yo no soy un miembro de tu familia ni incluso un amigo al
que le resulta más fácil pensar que eres feliz. Soy alguien que fue aplastado
suficientemente como para que su familia no esté segura si su hijo y hermano
llegaría a su vigésimo primer cumpleaños. Soy un tipo que sabe lo que es sentirse
fuera de control con todo, desde su estado de ánimo a su propia personalidad. Soy
el tipo que sabe cómo puede afectarte tanto que tus entrañas se sienten como si
estuvieran cortadas y sangrado. Que sufres tanto que es como si te estuvieras
muriendo, y sin embargo, no deseas que el dolor desaparezca, porque eso es lo
único que, con miedo, todavía puedes sentir.
Es imposible apartar la mirada de su rostro. Sus oscuros ojos se pierden en
sus propios pensamientos, su boca establece una línea recta, y su ceño acentúa la
intensidad en su rostro. Es increíble ver a alguien capaz de dejarse perder en sus
emociones y solo abrirse a alguien que apenas conoce. Ni siquiera puedo hacer eso
con mis padres que me importan profundamente, por lo que con alguien que
conozco casi nada, es simplemente imposible.
Esto no quiere decir que no estoy conmovida por este tipo alto e intimidante,
y que no estoy locamente curiosa.
La curiosidad es nueva para mí. En estos últimos meses, y tal vez años, nunca
sentí ni un poquitín de curiosidad hacia otra persona.
—¿Qué te pasó? —le pregunto en voz baja, consciente de las voces agudas de
las chicas fuera de mi habitación y de la profunda risa de los chicos que ensucian
alrededor en la habitación de al lado.
Su atención se ajusta de nuevo al presente, a mí. Su mirada no es suave, como
de costumbre, no es distante tampoco, como si pusiera todo alrededor de sus
paredes para protegerlo como lo hago yo. Sus ojos están casi enojados, del tipo de
enojado que sientes hacia el mundo entero, del tipo que viene de la desesperación.
Mi corazón late más fuerte, mis ojos dan un pequeño hormigueo. No le soy
indiferente.
—Está en el pasado. Solo quería mostrarte que no solo soy un entrometido
psicólogo AT.
Sacudo la cabeza y sonrío con tristeza.
—¿Y quieres que confíe en ti cuando esquivas la primer pregunta que te hago?
Una pequeña sonrisa tira de sus labios bien definidos, pero no llega
exactamente a sus ojos.
—Veo tu punto, pero no estoy aquí para hablar de mí mismo.
—No quiero hablar de mí tampoco. —Cruzo los brazos sobre mi pecho,
empeñada en no decir nada.
En algún lugar, muy dentro de mí, una parte de mí quiere simplemente sacar
todo porque está de más tener todo esto embotellado. Sin embargo, haciendo caso
omiso de esto es lo único que estoy seguro me ayudará a ir siempre hacia adelante y
no simplemente a derrumbarme al suelo con lágrimas cayendo de mis ojos sin fin
cerniéndose sobre mí. No se puede vivir en el pasado.
—Entonces, ¿qué pasa si nos convertimos en amigos y vemos si un día quieres
hablar de lo que te come desde el interior? —dice, poniendo su taza vacía sobre la
mesita de noche de Kate, sus ojos apenas dejan los míos.
—No estoy buscando un amigo, Duke. —Decir su nombre en voz alta por
primera vez, se siente raro. Es como si una de mis paredes ya estuviera abajo, y me
hubiera dejado un poco más vulnerable... no soy vulnerable.
—¿Qué pasa si quiero ser tu amigo?
—Buena suerte con eso.
Él se ríe y se pasa la mano por su cabello negro ondulado. Luego, la misma
mano cae a su cuello, jugando con el collar de plata con el símbolo de infinito. Mis
ojos siguen el movimiento. Sus nudillos se vuelven blancos alrededor del collar. No
es tan seguro de sí mismo como quiere que yo crea, y de alguna manera alivia mis
nervios ligeramente. No siento tanta presión, de repente.
—Puedo entender que no quieres hablar de lo que te pasó, pero no veo por
qué rechazas una nueva amistad. —Él libera el agarre de su collar y entrelaza los
dedos, poniendo sus antebrazos en las rodillas.
—No te necesito como amigo, siempre al acecho y tratando de atraerme para
derramar todos mis secretos ——replico, un dolor de cabeza toma residencia
rápidamente.
Es bastante cómico cuando piensas en ello. Este chico guapo, más brillante,
sin duda, está en mi habitación casi mendigando ser mi amigo. Sé que algunas
personas han tenido que lidiar con cosas dolorosas y tienden a pensar que tienen o
necesitan salvar a otras personas deprimidas, pero no soy alguien que necesite ser
salvada. Estoy bien. Funciono.
—¿Y si te prometo que no voy a tratar de hacer que hables de tus problemas,
sino solo de cosas normales?
Sus ojos me sondean y su sonrisita lo dice todo. Me tiene aquí. Soy un sistema
tan muerto para decirle que estoy bien, que no debería alejar una oportunidad para
una amistad fácil si eso es cierto. Alguien que está bien y que no tiene algunas
dificultades para simplemente estar con otras personas debería estar lista para
iniciar una nueva amistad.
No quiero estar cerca de Duke, no quiero sentir sus ojos demasiado intensos
todos sobre mí, pero si la idea de él es exacta, no es el tipo de hombre que se aleja al
principio, no. Es el tipo que lo intenta una y otra vez hasta que consigue lo que
quiere.
Mi miedo me aqueja. No sabía que sería tan difícil simplemente abrir una
simple amistad y sin embargo, aquí estoy, tratando de simplemente aceptarlo en mi
vida aburrida. Mis ojos se llenan de agua muy ligeramente. Parpadeo varias veces y
asiento una vez.
—Si insistes.
Él sonríe, una sonrisa genuina que llega a sus ojos esta vez, por lo que brillan
con una vida teñida de sombras oscuras. Puede ser mejor actor que yo, pero una
persona rota siempre se puede reconocer a otra igual.
Un sonido en la puerta rompe nuestro concurso de miradas. Ambos miramos
hacia arriba para ver a una Kate enrojecida, cuya nariz está lindamente roja por el
exterior frío. Incluso congelada esta chica es hermosa.
Mi compañera de cuarto se detiene en la puerta de entrada, con los ojos
verdes viajando desde mí y Duke. No me gusta la divertida sonrisa en su rostro,
como si implicara algo que nunca va a suceder por varias razones. Sacudo la cabeza
con vehemencia y me pongo de pie de repente, haciéndome casi marear.
Tanto Duke como Kate me miran como si tuviera otra cabeza brotando de mi
cuerpo. No solo mis emociones casi me asfixian hasta la muerte, cuando he tenido
un férreo control sobre ellas durante tanto tiempo, sino que ahora también hice un
trasero de mí misma.
—Duke estaba a punto de salir —le digo, mi voz es más firme de lo que estoy
sintiendo. Mi estómago está haciendo volteretas en mi vientre y no es una buena
sensación. No, en absoluto.
—¿Lo hacía? —pregunta en voz incrédula, y si no me equivoco también puedo
escuchar un toque de diversión.
—Lo hacías en verdad. Te veré en la clase del Dr. Dills. —Muevo mi mano en
dirección a la puerta. La pequeña habitación está demasiado llena de gente, no
tenemos suficiente espacio aquí. Mi respiración se acelera, y estoy bastante segura
de que mi cara está perdiendo todo su color.
Sus ojos oscuros dan un buen vistazo de mí y asiente. Nada se le escapa. ¡Es
muy molesto!
—Nos vemos mañana, Skye. Buenas tardes, señoritas. —Mira rápidamente a
Kate en reconocimiento y sale de la habitación en dos pasos con sus largas y
delgadas piernas.
Vuelvo a caer en mi cama, mi respiración al instante ralentiza su ritmo
normal. Kate se sienta junto a mí, sus caderas curvilíneas tocan mi delgado muslo.
Un escalofrío me recorre la espalda, y me aclaro la garganta para desviar su
atención de parte de la reacción de mi cuerpo.
—¿No era el tipo de la fiesta de la otra noche? —me pregunta Kate con voz
suave, como si estuviera tratando de que no me rompiera o algo. Cuando me
acuerdo de mi arrebato, el otro día, cuando rompí la lámpara, creo que tal vez tiene
más miedo de otros posibles brotes de violencia. Un agujero aparece en mi vientre.
—Sí, es un AT en mi clase de psicología —murmuro, mis ojos en la pared
desnuda. Es triste ver cómo mi lado de la habitación es tan desnudo, tan
impersonal. Es aún peor cuando echo un vistazo al lado de Kate y lo mucho que
muestra su personalidad. Bueno, tal vez esa es la cosa. Yo no tengo personalidad,
porque la mía fue arrancada. O tal vez nunca tuve una para empezar.
—El AT es sexy. ¿Estás interesada en él?
Me puse rígida.
—Puedes salir con él. No me importa, y tal vez entonces no sea tan molesto
como es en este momento.
—No voy a ir a por él, tonta. Es tuyo.
Me siento y miro a Kate. Ella retrocede un poco, sorprendida por mi reacción.
—No es mío, ¿de acuerdo? ¡No quiero salir con nadie! Incluso si quisiera, él es
demasiado... entrometido y no es mi tipo.
Ella levanta sus manos y sonríe suavemente, sin intimidarse por mi enfado.
—En mi opinión, él es el tipo de casi todas.
Me encojo de hombros. Ella se levanta y enciende la radio, Sail, de
Awolnation está sonando. Me relajo un poco y pienso de nuevo en lo que dijo Duke.
Tener a alguien tan decidido a romper mi escudo es lo más terrible que he
experimentado. No quiero que él ni a nadie vea bajo mi autoestima en estos
momentos. Es mejor ser una perra fría y distante que un accidente que no puedas
cuidar de ti misma. Y, sin embargo, a pesar de mi comportamiento, hice un nuevo
amigo y es el ejemplo perfecto de cómo los humanos son impredecibles e
intimidantes. Fascinantes, también.
Capitulo 3
E s viernes por la noche y ya es tarde. Por primera vez desde que conocí a
Kate, no está de parranda. En lugar de ello, está en su cama todavía
completamente vestida en su lindo vestido color marrón de cachemira
crema que abraza perfectamente sus generosas curvas. Sus pies descalzos con las
uñas pintadas de color rojo están inquietos, lo cual en realidad no es su estilo.
La semana había sido difícil. No era que alguna cosa realmente hubiera
sucedido, además de los idiotas de siempre burlándose de mi nombre y de Sean, a
quien veía varias veces desde lejos dándome ataques de pánico, pero ha sido difícil
de alguna manera. Todo se sentía diez veces más difícil de tomar. Sabía que confiar
en Duke sería un gran error, pero pensé que podía manejar la inevitable caída. Al
parecer no.
No sé cuántas veces leí esta página ya. Es una especie de romance entre un
rockero y su ex novia que cruzan sus caminos de nuevo varios años después. Kate
me lo prestó después de que lo leyó, obligándome a leerlo porque al parecer es
caliente y necesito un poco de picor en mi vida desde que Duke no está por ahí. Es
dulce de su parte pensar en mí, e incluso podría disfrutar de su libro si estuviera en
mejor estado de ánimo, pero lo único que puedo pensar es en cómo mi compañera
de cuarto puede ser un dolor en el trasero a veces.
Desafortunadamente, ella está encariñándose conmigo y no encuentro la
forma de ahuyentarla.
—Deja de fingir que estás leyendo. Ha pasado media hora desde que diste
vuelta una página. —Kate suspira dramáticamente. Pone su cabello rubio y
brillante en un moño desordenado, sitúa las manos en sus caderas, y me mira.
Cierro el libro y me incorporo, gimiendo por dentro. Ella está a punto de
entablar un monólogo, el cual será el cuarto de la semana, y cada uno de ellos es
sobre Duke y la razón por la que debería ponerme en contacto con él.
Obediente, cruzo mis piernas, me apoyo en la pared, y pongo la almohada
sobre mis rodillas. Sé que tienes que estar sentada cómodamente cuando estás en
ese estado de ánimo.
—¿Sabes que me estás volviendo loca? —No asiento, ni parpadeo. Es una
pregunta retórica, pero me pone incómoda. Sé que no soy una estudiante típica, y
es probablemente molesto que tenga que soportar a alguien que obviamente tiene
problemas y, sin embargo, nunca me ha obligado a decirle por qué soy de la forma
en que soy—. Eres una chica hosca, lo entiendo, pero desde tu pelea con Duke eres
como diez veces peor. O tal vez es a causa de tu ex novio, pero el punto es que si no
quieres hablar de eso puedo aceptarlo, pero lo que no voy a aceptar es verte aún
más cerrada de lo que eras antes de conocer a tu ayudante técnico —dice todo esto
con el ceño fruncido, caminando en nuestra pequeña habitación—. No confías en
mí lo suficiente como para decirme tu historia, y está bien, incluso si duele, pero no
voy a tolerar respuestas de una palabra y que evites cualquier tipo de contacto con
los ojos o ver que dejas que esos idiotas te intimiden sin una respuesta inteligente.
No eres tú.
Aprieto los dientes. Por primera vez desde el lunes y mi confrontación con
Duke, siento una oleada de ira. Lo cual me calienta, lo que es un poco raro, pero me
resulta reconfortante, también.
—No me conoces, Kate. No digas que mi comportamiento actual no soy yo,
porque no sabes qué tipo de persona soy.
No puedo soportar que alguien piense que sabe qué tipo de persona soy.
Seamos realistas, nadie imaginaría que soy, de hecho, una cobarde que ni siquiera
puede defenderse a sí misma en su vida privada. Nadie pensaría en algo así de
nadie. No puedes decir que conoces a alguien, incluso si esa persona está en tu vida
durante años. Igual que no me imaginaba que Sean pudiera hacerme daño una y
otra vez. Igual que no podía imaginarme a mí misma siendo una víctima silenciosa
de una relación abusiva.
No sé lo que ve en mi cara o en mis ojos, pero viene a sentarse a mi lado y
pone una mano vacilante en mi puño cerrado. Su piel es suave, más suave que la
mía, y el calor de su toque me asusta. No puedo dejar que me toque, pero sigue
siendo difícil. Todavía odio el contacto físico.
Sin embargo, trato de mantener la calma.
—Lo siento, Skye —dice ella, su ceño lentamente desaparece, lo que suaviza
las líneas de forma de corazón de su cara—. Me siento mal cuando te veo tan triste.
Y es difícil no preguntar lo que sucede.
Relajo mi mano y dejo que me acaricie a la ligera.
—¿No crees que todavía estoy involucrada con Sean? —pregunto en un
chillido, dándome cuenta de que está más cerca de la verdad de lo que pensaba.
Después de todo, no debería sorprenderme; ella no es tonta, ni siquiera cerca.
—Por favor —responde, frunciendo los labios antes de sacudir la cabeza con
desdén—. No sé lo que realmente sucedió la semana pasada en la fiesta con él, pero
vi tu cara y estabas completamente aterrorizada. No es exactamente la reacción que
tendrías si todavía estuvieras con ese pendejo.
Saco mi mano y aprieto la almohada contra mi pecho. Si solo pudiera ser un
escudo que me envolviera en conjunto, que escondiera esa vida que no es la que
pensé que sería. Cuando era niña me imaginaba mi vida universitaria como una
aventura en la que conocería a un montón de gente increíble con la que me gustaría
salir de fiesta, reír, pasar el rato y salir en citas. Me imaginaba una vida donde la
felicidad sería el centro del escenario. En lugar de ello, todo se siente solo, hiriente
y es tan duro. A veces, la mayoría de las veces, se siente demasiado duro.
Entonces, recuerdo mi objetivo principal. Me encanta tanto la psicología.
Trabajo duro, no solo porque me ayuda a ocuparme de todo, sino porque quiero
llegar a ser psiquiatra y ayudar a la gente. También tengo que entender por qué
tengo que lidiar con Sean como lo hice y por qué es violento. Quiero respuestas, y
un día las tendré.
—Déjalo. —Cierro mis ojos ante su ensanchamiento de ojos. Siento el músculo
de mi mandíbula latir rápidamente.
Todo en mí está gritando para que corra lo más lejos y rápido que pueda.
Ella no aparta la vista. Solo asiente y algo pasa allí, algo que parece dolor. Mi
estómago se aprieta. Odio lastimar los sentimientos de la gente, pero no quiero que
nadie más sepa de mi pequeño y sucio secreto, no después de la forma en que Duke
me rechazó. ¡Nunca más!
—¿Sabes por qué nunca bebo alcohol? —me pregunta de repente,
sorprendiéndome con el cambio de tema. No digo nada, pero me relajo un poco—.
No me importa si a mis amigos les gusta emborracharse, yo simplemente no puedo
soportar la idea de beber alcohol. —Baja la mirada y juega con mi edredón, con el
rostro perdido en sus pensamientos. Se ve muy diferente de repente. En este
momento, no es mi compañera de cuarto burbujeante a quien le encanta coquetear
con todos—. Sabes que mi familia tiene dinero. Mi padre tiene mucho éxito en su
trabajo. Se le considera el mejor abogado de Chicago y trabaja muy duro. Siempre
me pareció inspirador y es por eso que quiero hacerlo sentir orgulloso, es por eso
que estoy estudiando Derecho. —Respira profundamente y veo sus manos temblar
un poco—. Mi madre es ama de casa, pero es una esposa trofeo. Parece fácil y todo,
pero cuando tenía nueve años me di cuenta de que tenía un verdadero problema
con la bebida. Al crecer, mi papá tuvo que ocultar su debilidad y enviarla a
rehabilitación solo para verla beber de nuevo dentro de un mes o menos cuando
estaba de vuelta en la casa. —Aspira y una lágrima cae de sus atormentados ojos
verdes—. Así que sí, el alcohol no es lo mío. Probé la cerveza y el vino una vez, pero
casi vomité tan pronto como tocó mi lengua. —Se encoge de hombros como si nada,
pero ahora me doy cuenta de que eso lo explica todo.
¿Qué debo decir? ¿Qué hay que decir cuando alguien te confiesa una historia a
ti? No es como que sé lo que es tener problemas parentales. Mis padres son
impresionantes, cuidadosos y estables. No puedo relacionarme con su historia y su
dolor, y sin embargo, entiendo cómo debe haber sido crecer así. Sin importar qué,
ella siempre tendrá cicatrices, pero parece lidiar con ellas mucho mejor de lo que yo
estoy tratando con las mías. Y me da vergüenza parecer incapaz de tener una vida
real, incluso ahora que puedo.
—¿Por qué me dices esto? —susurro, incapaz de ignorar el enorme nudo en mi
garganta.
—Porque ahora que sabes mi secreto, tal vez un día confíes en mí lo suficiente
como para decirme el tuyo. —Me sonríe con dulzura, su bondad está presente en
toda su cara. Me debería convencer, pero quiero callarlo aún más.
—No estoy segura, pero tal vez —miento. Me siento culpable por ser así
después de que ella confió en mí confesándome algo tan personal.
Ella suspira y libera su cabello que cae rápidamente por todo su rostro.
—Entonces dime. —Pone su barbilla en su mano, con los ojos todavía en mí—.
¿Hablaste con Duke?
Nunca va a dejar eso. No sé lo que Duke le hizo a ella, pero es molesto cuando
todo lo que estoy tratando de hacer es olvidarme de él y cómo ha vuelto mi vida aún
más al revés. No mirarlo en mi clase de psicología es bastante difícil, pero cuando
Kate sigue trayéndolo a la conversación es peor.
—No.
—¿Incluso si te digo que sé que no se siente bien?
Vuelvo mi atención hacia ella de nuevo. Me tiene ahora. A pesar de la rabia
que tengo hacia él, a pesar del hecho de que me decepcionó a lo grande, todavía
estoy ansiosa por él. Después de lo que me dijo acerca de su novia, no puedo evitar
sentirme nerviosa de que tal vez su depresión no ha desaparecido del todo como lo
está asegurando.
—¿Qué quieres decir? —Mi indiferencia falsa es ridícula, pero Kate no me dice
nada. En cambio, se encoge de hombros, se levanta, y enciende la radio.
—Me encontré con él hoy y apenas murmuró una palabra. Estaba todo
extraño y me dijo que tenía cosas que hacer.
—¿Y a eso es lo que llamas no sentirse bien? Estaba probablemente en un
apuro —le contesto, molesta. Juego con las mangas de mi suéter negro. Mis manos
están heladas, como siempre cuando estoy fuera de mi zona de confort, lo que es
bastante a menudo.
—No viste la mirada en su rostro. Era como si toda su familia se hubiera
muerto o algo así.
Mi corazón pierde el ritmo. Me aclaro la garganta, con mi malestar volviendo.
Kate se vuelve hacia mí y alza sus cejas.
—No me mires así —le advierto con tristeza. Sin ninguna palabra, sabe que sé
cuál es su problema, y por la expresión de su cara, quiere que haga algo al
respecto—. Hablaré con él mañana si lo veo.
—¿No tienes su número?
—No. —Es extraño cuando se piensa en lo mucho que nos confiamos el uno al
otro, pero nunca pensamos en darnos nuestro número de teléfono. Tal vez sea una
señal de que ninguno de los dos, a pesar de lo que queríamos, quería tener nada
más allá de un confidente temporal. Tal vez debería aguantar y ver cómo le va. No
podría mirarme en el espejo si la depresión se apodera de él.
—Entonces, ¿irás a su casa o algo así?
Ni siquiera sé si vive en el campus. Dios mío, es tan raro darse cuenta de lo
poco que sé de su vida y, sin embargo, sé algo tan alterante sobre su vida.
—Creo que sé dónde encontrarlo mañana.
—¿Dónde?
—Es... me dijo algo sobre su pasado y estoy bastante segura de que estará allí
si se siente deprimido.
—¿Tan críptico? —Saca otra novela romance de su mesilla de noche y se mete
a sí misma en su cama, aún con la ropa puesta.
***
Me pregunto que estoy haciendo aquí. El sol es brillante hoy, pero no puedo
sentir su calor. Todavía tengo mucho frío, lo que no es tan sorprendente porque
todavía es invierno. La mayoría de los árboles están desnudos y es un poco
escalofriante con las tumbas esparcidas por todas partes.
Algunas personas están de visita y una pareja que parecen turistas están
tomando fotos de la vista de Seattle y del lago de Washington. El paisaje es
extrañamente sereno y, sin embargo, mi corazón está martillando en mi pecho y la
pesadez se asienta en mi estómago.
Ajusto mi bufanda contra la brisa. Jalo las largas mangas de mi suéter y
escondo mis manos y fríos dedos en ellas. Sin moverme, mis ojos miran alrededor a
la gente. Algunos se ven como si estuvieran listos para doblarse y llorar, pero la
mayoría tienen una sonrisa agridulce en su cara enrojecida por el clima de invierno.
Estoy lista para volver a mi dormitorio —quiero escapar del cementerio—
cuando mi mirada se posa sobre una alta y musculosa figura a quien estoy
empezando a conocer bien.
Él está de pie delante de una piedra gris oscura que brilla en los suaves rayos
del sol. Su cabeza está baja, profundamente ensimismado en su pensamiento, y sus
oscuros ojos nunca dejan la lápida. Sus anchos hombros están desplomados hacia
abajo, sin estar rectos ni feroces, como de costumbre, y es ese último detalle lo que
me convence de caminar hacia él.
Está de pie, inmóvil, con las manos en los bolsillos de su chaqueta, es más
intimidante que nunca. Parece tan intocable, más de lo que yo alguna vez fui con él.
Mis botas crujen en la tierra pero no se voltea. Tal vez no me oye caminar hacia él
ni me siente a su lado.
Jugueteo con mis mangas debajo de mi chaqueta de cuero, incapaz de romper
el silencio. De alguna manera, se siente mal interrumpir su momento con su novia
muerta, lo que parece una locura en mi cabeza debido a que ni siquiera creo en
Dios o en una vida futura. Pero eso no quiere decir que no respete las creencias de
los demás y en este momento esto debería ser privado.
Por alguna razón, mis ojos se llenan de lágrimas. Parpadeo varias veces para
hacerlas desaparecer. No es tiempo de llorar, no se trata de mí o de lo mucho que
me duele estar al lado de él después de que me dejó. No se trata de mí.
Se trata de él.
—¿Qué estás haciendo aquí? —me pregunta, con voz ronca, como si no
hubiera hablado en horas.
No se fija en mí. Sus ojos están fijos en las secuencias de comandos en la
piedra en frente de él. Su rostro está pálido, incluso con su tez bronceada natural.
Sus ojos son huecos y los anillos oscuros me dicen que probablemente no ha podido
dormir mucho durante toda la semana.
Leí las escrituras en la tumba y el nudo en mi garganta se siente peor.
Bajo tierra, hay alguien a quien muchas personas amaban. Justo aquí, hay
alguien cuya muerte arruinó muchas vidas. Solo en un abrir y cerrar de ojos.
Juliet Trenton
04 de marzo 1991-17 de abril 2009
Siempre te amaremos, extrañaremos, y pensaremos en ti.
—Quería ver cómo estás —digo con voz entrecortada, lo que me hace sonrojar.
No debería dejar pasar esto así. No está ayudando.
—¿O quieres regodearte al ver que, de hecho, estoy más estropeado de lo que
te dije? —Suena tan duro.
Sacudo la cabeza y me contengo. Está haciendo exactamente lo que hice con
él. Está tratando de alejarme porque está muy debilitado para encarar o interactuar
con alguien, pero parece olvidar con quién está hablando. No soy una estudiante
fácil de sacudir.
—No te preocupes. No estoy aquí para comparar puntuaciones. —Miro lejos
de la tumba y veo la vista de Seattle—. Kate me dijo que no pareces estar
sintiéndote tan bien, y sabía dónde estarías, así que...
—¿Así que pensaste que venir aquí fue una buena idea? —Se ríe con dureza,
los músculos de su mandíbula cuadrada se contraen y relajan—. Déjame en paz,
Skye.
Tal vez debería irme, pero no lo hago. Probablemente no es la mejor manera
de ayudarlo, ni soy la mejor persona para hacerlo, ya que no puedo pasar por alto
incluso mi propio pasado, pero no puedo apartarme y dejar que se ahogue en su
tristeza. Es difícil ser testigo, y me está matando por dentro.
Me duele verlo sufrir así. Él no se ve como el Duke que conocí hace apenas
unas semanas, el molesto ayudante que no aceptaba un no por respuesta. Ahora es
mi turno de no aceptar un no por respuesta.
—Ven a tomar un café conmigo.
Finalmente, me mira y sus ojos me congelan. Si no hubiera estado preparada,
habría dado un par de pasos de distancia de él. Está enojado y listo para romperse
pero no le muestro lo mucho que eso me asusta. Puedo jugar este juego. Pude
esconder de Sean lo mucho que me dolió o cuánto miedo tuve cuando me golpeó,
así que los ojos oscuros de Duke no me alejarán. Además, aunque tengo miedo, sé
que no me va a golpear. No es ese tipo de persona.
—¿Por qué crees que querría tomar un poco de café contigo? —se burla,
mirándome de arriba a abajo con una disgustada expresión de su rostro. Me
estremezco—. No tienes nada que hacer aquí. Déjame. Malditamente. Solo.
Tragar es difícil de repente. Él no es el tipo que conocí. Se ha consumido por
su dolor y su ira. Su cara que suele ser guapa está solo hecha de líneas duras y
planos huecos en este cementerio. La tumba de su novia está pesando mucho más
entre nosotros de lo que pensé que haría. Después de todo, no sé nada acerca de
perder a un ser querido a causa de la muerte. No sé cómo murió.
—No te diste por vencido cuando traté de alejarte —le contesto en voz baja,
consciente de que no estamos solos aquí, incluso si nadie está escuchando o lo
suficientemente cerca como para hacerlo. Pero tener este tipo de charla al aire libre
y no detrás de cuatro paredes es inquietante y me pone bastante incómoda.
—Una pérdida de tiempo.
Trago fuerte. Un puñetazo en el estómago no sería menos doloroso. Una
pérdida de tiempo. Un desperdicio. Soy una pérdida de tiempo para todos. Después
de todo, soy una doña nadie, alguien que no es nada ni nadie, excepto para mis
padres. Las medias palabras de Sean vienen de vuelta a mi cabeza. Idiota.
Dependiente. Bruja. Ridícula. Fea. Aburrida. Doña nadie. Nadie te quiere. Nadie
te echará de menos. No eres sexy.
Las lágrimas se asoman a mis ojos, por lo que mi visión se vuelve borrosa. El
rostro de Duke desaparece detrás de mis lágrimas y es lo mejor. El mundo entero
está desapareciendo detrás de mis lágrimas. Me doy la vuelta, sin decir una
palabra, y me voy, dejando que mis lágrimas caigan sobre mis mejillas frías. Estoy
tan helada que ni siquiera las siento caer. Al no ver donde estoy caminando, casi
me tropiezo en una lápida. Pongo las dos manos sobre el mármol helado y un
sollozo se me escapa. Sacudiendo la cabeza, me seco los ojos, muerdo el interior de
la mejilla derecha y frunzo el ceño.
No ahora. Tengo que regresar a mi dormitorio. Tengo tarea que hacer. Tareas,
clases y eso es todo.
Eso es lo que realmente necesito.
***
Estoy de vuelta en mi clase de Psicología después de un fin de semana que
espero nunca vivir de nuevo. Después de que volví del cementerio, me lancé a mi
tarea para olvidar todo lo demás a mí alrededor, apenas hablando con Kate. Estoy
bastante segura de que mis ojos hinchados y rojos hablaron mucho de lo que pasó
con Duke. Ella no me presionó ni nada y dejó que me encargara de ello a mi
manera, lo que significó que me cerrara de nuevo.
Soy invisible entre los otros estudiantes en la sala que ya está llena. Los
ayudantes están hablando junto a la mesa del profesor. A pesar de mi buen juicio,
mis ojos miran a Duke. Está con los demás ayudantes, pero no está participando en
la conversación. Está buscando en los estudiantes, sus ojos oscuros recorren la
parte superior de la habitación y poco a poco hacen su camino hacia el fondo. En
mi interior sé que está buscando por mí.
Frunzo el ceño y me concentro en mi portátil, leyendo mis notas por quinta
vez desde la última clase de Psicología. Casi me sé palabra por palabra la
conferencia, pero es mejor que insistir en Duke después de lo sucedido. La única
vez, que ni siquiera recuerdo cuándo, que quiero ayudar a alguien porque me
importa fui echada a la acera. Es suficiente para mí. No soy masoquista y no quiero
ser lastimada por alguien de nuevo. Él tiene que superar toda su mierda, pero no
voy a estar aquí para ayudarle.
El Dr. Dills camina en la habitación, apenas mira dónde está caminando. Sus
ojos están pegados en su teléfono moderno, escribiendo un correo electrónico o un
texto. Luego intercambia unas palabras con sus ayudantes y les da un montón de
papeles. Es nuestro primer ensayo del segundo semestre. Oh Dios.
Aprieto mis manos en mis rodillas y mi respiración se vuelve loca. Mis manos
están sudorosas mientras los ayudantes comienzan a entregarles los documentos a
los estudiantes. Algunos están satisfechos con su calificación, otros están
derrotados y yo estoy totalmente enloqueciendo. Necesito una buena calificación.
No es que mi promedio esté sufriendo ni nada, para nada en absoluto, pero la
Psicología es lo mío. Quiero que sea lo mío.
Estoy tan concentrada en los demás ayudantes diciendo nombres, con
cuidado de no perder el mío, que ni siquiera me doy cuenta de que alguien está de
pie junto a mí.
—Bien hecho.
Salto en mi asiento, chocando con la chica junto a mí que me mira. Quiero
poner los ojos en ella; no es como si la lastimé ni nada. Miro hacia arriba y veo a
Duke con mi papel en su gran mano. En el papel una pequeña A es visible en rojo.
Exhalo, sintiendo toda la tensión en mi cuerpo dejándome a la vez, dejándome
agotada y gastada.
Con las yemas de mis delgados dedos, tomo el papel y lo pongo en el teclado
de mi portátil, sin gastar un segundo más de mi atención en Duke. Él murmura y
reanuda su tarea, alejándose.
Casi resoplo. Si pensaba que estaría a sus pies, o que lo reconocería, está muy
equivocado. Él arruinó lo poco de mí misma que estaba a punto de volver y eso es
todo en lo que puedo pensar ahora. No es porque él esté herido que puede decir ese
tipo de cosas cuando sabe cómo me había hecho daño e incluso me había aplastado.
Pero también es mi culpa, le di el poder de hacerme daño.
Tan pronto como la conferencia termina, el Dr. Dills empaca sus cosas y se va
del salón de clases.
A lo mejor tiene una reunión o algo así, pero es raro ver a un hombre muy
sereno y serio como él en tal frenesí por irse. Sacudo la cabeza y apago mi
MacBook. Miro de nuevo mi trabajo y sonrío para mis adentros. Mi trabajo está
dando sus frutos y es lo más satisfactorio en mi vida ahora mismo.
Me pongo de pie, envolviéndome en mi bufanda y chaqueta de cuero. Con un
suspiro y un ceño oigo el ruido de las conversaciones de los otros estudiantes que
están muy animados, caminamos hacia la salida.
Alguien me agarra del hombro. Gimo y salto lejos, mi corazón late en mi
pecho tan rápido que me lastima. No puedo respirar y manchas oscuras aparecen
en mi visión.
—Soy yo, cálmate —dice Duke en un tono calmante que realmente me irrita.
Con los dientes apretados lo encaro, mis brazos cruzados sobre el pecho y mis
ojos perforando un agujero en su cara. Los anillos bajo sus ojos me dicen lo
cansado que está, pero ni siquiera me importa si no puede dormir.
—No me toques.
Él asiente y levanta sus manos en un gesto de rendición que me ayuda a
calmarme lo suficiente para que mis latidos vayan de nuevo a un ritmo normal
medio.
—Se me olvidó. Lo siento.
Echo un vistazo a la circulación de los estudiantes que salen de la habitación.
Por una vez, quiero estar en una multitud.
—¿Qué quieres?
Él pesca sus cigarrillos del bolsillo de su chaqueta y juega con uno entre sus
largos dedos. Es más fácil que mire sus dedos que sus ojos expresivos que hacen
que mi interior haga cosas divertidas.
—Leí tu artículo. Es muy bueno.
Resoplo y niego. Increíble. Quiere hablar de mi papel.
—Escucha, ve a hablar de Psicología con otra persona. La clase terminó y
tengo cosas que hacer. —La última parte es una mentira, pero no tiene que saber
eso.
—¿Cómo qué? ¿Tarea?
—Déjame en paz, Duke —respondo, mis ojos se cierran con los suyos. Me
quejo en mi mente. Conozco esa luz en sus ojos. Es terco.
—Quiero pedirte disculpas por mi comportamiento del sábado —dice. Su
sinceridad me abraza, pero no lo suficiente como para olvidarme el dolor de sus
palabras y la forma en que despertó cosas que estoy tratando tan duro de mantener
en el pasado.
—No importa.
Da un paso más cerca de mí, una mano casi toca mi antebrazo pero salto lejos,
mi aliento se queda de nuevo atrapado en mi garganta. No puedo dejar que me
toque. No otra vez. Mi guardia está de vuelta y más fuerte que nunca.
Aprendí de mi error.
—Importa —dice en un tono de súplica que no reconozco en su voz profunda.
Maldice bajo su respiración y se mueve el cabello negro salvaje—. Cuando cierro los
ojos, veo tu cara tan herida debido a mí y me está matando.
Cierro los ojos por unos segundos, refrenando el miedo y el dolor. No
entiendo por qué todavía puede llegar a mí, incluso ahora. Sin embargo, aquí está,
haciéndome débil por alguna razón.
—No importa, Duke. —Alejo un poco de cabello muy rizado y suspiro. Tirando
de mis mangas largas nerviosamente sobre mis dedos tensos—. No puedo hacer
esto.
—¿Qué? ¿Qué es lo que no puedes hacer? —me pregunta. La mano en su
cabello se congela y el cigarrillo en la otra cae al suelo sin que se dé cuenta.
—¡Esto! ¡Esta cosa contigo! —Ajusto mi bolso en mi hombro y miro hacia la
salida, pero su enorme cuerpo está bloqueando mi partida.
—Perdóname, Skye. Puedo explicarlo…
—¡Alto! —lo interrumpo furiosamente—. No quiero oír nada más. No se trata
de perdonarte, es acerca de mí cuidándome. No quiero ser lastimada de nuevo,
Duke, y eso es todo. Vuelve a tu vida y olvídate de mí.
Él tira de nuevo de su cabello y pasa la misma mano por encima de su chiva.
—¿Ni siquiera quieres escucharme?
—No. —Doy un buen vistazo de él, mi corazón es un hueco por el agotamiento
visible de su cara y de sus hombros encorvados que suelen ser tan rectos y fuertes—
. Adiós, Duke.
Lo rodeo y me alejo, sin volverme hacia él. Me duele dejarlo, pero es lo mejor.
No lo necesito en mi vida, y desde luego él no me necesita en la suya. Después de
todo, no soy nada y no puedo traer ningún valor a su vida. Ni siquiera pude llegar a
él en el cementerio cuando tenía que compartir su dolor y confiar en alguien. Es lo
mejor.
Capitulo 6
—¿P or qué no? Un café suena bien para mí —dice Kate con una
risita dulce que atrae a los ojos del chico de labios de rubí,
brillando bajo las luces artificiales de la lavandería del
sótano, y las pequeñas pecas en la esquina de su boca que parecen volverlos locos a
todos.
—¿Nos encontramos dentro de diez minutos? —Su sonrisa torcida no es algo
de lo que me fíe, pero parece que funciona en Kate, quien está de acuerdo con su
entusiasmo mientras el hombre sale de la habitación con la ropa recién lavada.
Durante los últimos diez minutos fui invisible y es relajante. Cuando Kate y
este hombre comenzaron a hablar y a coquetear un poco, me callé y me concentré
en mi montaña de ropa sucia. Tuve que hacer dos viajes para llevar
todo a la planta baja de la lavandería. Sigo sin entender por qué siempre espero
hasta que ni siquiera tengo calcetines limpios antes de lavar mi ropa. Odio esa tarea
doméstica, pero si la hiciera más a menudo, no sería tan difícil.
Mientras Kate toma la última prenda de su ropa limpia y la pone en su canasta, sus
movimientos son más ligeros. Es tan coqueta. Niego y disfruto de la calma. Nadie
está aquí, junto a nosotras, y en un par de minutos tendré el lugar para hacer mi
segunda ronda de lavandería.
—¿Estarás bien con estar aquí sola? —pregunta Kate, repentinamente
insegura de sí misma.
Pongo los ojos en blanco y le hago una seña de que se aleje.
—No necesito niñera, Kate —le contesto con voz cortante, la misma voz que he
tenido desde mi confrontación con Duke hace tres días.
Una vez más, quiero poner algo de distancia entre nosotras. Incluso si puedo
ver el dolor en sus ojos verdes, no quiero ponerme en la posición en la que pueda
lastimarme si lo desea o no.
Ella asiente y se va sin decir una palabra. Creo que me está dejando ir. Es lo
mejor. Una chica como ella con su burbujeante personalidad debe tener amigos que
no estén revolcándose en sus propios asuntos. Yo no puedo ser la
amiga que necesita o quiere, y eso es un hecho.
Mientras mi segunda ronda de lavandería está en la máquina, doblo mi ropa
limpia y río con amargura hacia ella. Estoy aburrida de la ropa interior de algodón
blanca y negra, de los pantalones vaqueros que son de mi primer año en la
secundaria y por supuesto, de mis grandes suéteres. Enrollo las mangas del suéter
negro que llevo puesto. Recuerdo exactamente cuándo lo compré. Fue después de
la primera vez que Sean me golpeó. Quería algo cómodo, algo que no se ajustara a
mi forma, algo en lo que pudiera desaparecer por completo.
—¿Por fin solos?
Tiro y me doy la vuelta rápidamente. Mis manos se aprietan inmediatamente.
Es una pesadilla. ¡Estoy sola, aquí, con él! ¿Por qué dejé que Kate se fuera? ¿Qué
hace él aquí? ¡Oh, Dios mío! El músculo de su mandíbula está saltando.
—¿Qué estás haciendo aquí? —le pregunto con voz tranquila que no refleja en
absoluto lo que siento en estos momentos.
Mi corazón late tan rápido que es doloroso solo respirar. Un gigantesco nudo
se forma en mi garganta y me arden los ojos, pero no voy a llorar... sin importar
qué. Las lágrimas lo hacen peor.
—¿No estás contenta de verme? —me pregunta y ríe mientras camina hacia
mí. Sus ojos azules son tan fríos que envían un escalofrío por mi espalda.
No me muevo. Me quedo quieta, sabiendo perfectamente bien a dónde va a ir.
Siempre será el mismo, incluso ahora que continuó con su vida.
—No veo por qué estás aquí, eso es todo.
Él se eleva por encima de mí, a pocos centímetros. Puedo sentir su aliento en
mi cara, oler el ligero aroma de la cerveza en él. No está borracho, sin embargo.
Puedo ver cada cabello de su barba arena del día. Incluso puedo ver las pequeñas
pecas plateadas en los ojos que solían volverme loca cuando lo conocí.
—¿Tienes miedo porque tu mascota no está aquí para protegerte? —susurra
en mi oído, su voz es espeluznante.
Está disfrutando de mi miedo y está tomando el poder que tiene sobre mí. Es
una locura, está loco. Y estoy más loca solo de quedarme así sin una palabra, sin
siquiera tratar de salir de la sala de lavandería. Una vez más, solo estoy dejando
que corra el espectáculo.
Y ese pensamiento me hace enojar. No voy a simplemente a mantener la boca
cerrada y ser la frágil Skye tan enamorada que no hace ni dice nada a este tipo de
abuso. Cierro mis ojos con los suyos, mi cabeza está en alto.
—No es asunto tuyo, Sean.
Sin siquiera verla llegar, me da una bofetada dura. Vuelvo la cabeza, mi
cabello muy rizado me esconde de su vista, de la máscara de enojo en su rostro que
podría parecer tan suave y dulce de lo contrario. Cómo pude haberme engañando.
Mi mejilla está caliente por el dolor, escociendo lo suficiente para provocar
lágrimas en mis ojos. Ninguna de ellas cae, sino que muerdo el interior de mi labio
inferior. Todo mi cuerpo se tensa como antes. Apago mis emociones y
espero. Conozco el dolor físico, conozco ese sentimiento de apagarse. Es siempre el
mismo, incluso después de todos estos meses.
Él agarra mis hombros, sus dedos me aprietan. Probablemente tendré
moretones allí mañana. Me sacude y me empuja violentamente contra la pared
detrás de mí. La fuerza del impacto vibra por mis pulmones. Mi cadera izquierda
me está matando, pero no hago ruido. Mis ojos están pegados al concreto del suelo.
Ni siquiera miro sus zapatos.
—¿Crees que puedes desafiarme? ¿Crees que eres mejor que yo? ¿Crees que
eres tan lista? Deja que te refresque la memoria.
De pronto perfora mis brazos, mi estómago, patea mis piernas, y cuando estoy
en el suelo jadeando, por el dolor, cruza los brazos sobre el pecho y se ríe. Y
simplemente así deja la lavandería. Sus pasos suenan a paso ligero y está incluso
silbando. Sí, recuerdo perfectamente lo mucho que mi cuerpo puede doler.
Recuerdo de dónde vengo y dónde todavía estoy atrapada.
Poco a poco, apretando los dientes para no gemir, me pongo de pie y tiro de
las mangas todavía rodando sobre mis antebrazos. Escondo mis dedos en ellas y
miro mis Converses púrpura. Fue ilusorio pensar que no era la misma frágil Skye.
Pero una cosa es diferente, no voy a llorar.
***
Aprieto los dientes. No puedo hacer muecas de dolor, incluso si duele como el
infierno. Siempre duele como el infierno a la mañana siguiente.
Afortunadamente, mi mejilla ya no está hinchada, pero cuando la toco, está
sensible. Me aclaro la garganta para ocultar mi mueca de dolor cuando me pongo
de pie.
—No te ves bien, Skye. ¿Estás enferma o algo así? —La preocupación de Kate
por mí casi lleva nuevas lágrimas a mis ojos, las mismas que no dejé caer anoche.
—Estoy bien —le contesto con voz cortante antes de tirar tímidamente de mis
largas mangas, temerosa de que pueda ver un moretón o algo así—. Me dirijo al
baño.
Sin esperar su respuesta, agarro mis artículos de tocador y voy de cabeza
hacia el cuarto de baño. Es como si me estuviera ahogando en nuestra habitación.
No puedo tomar su preocupación ni sus ojos perspicaces. En el pasillo, suspiro
profundamente. Me apoyo en la pared y cierro los ojos, disfrutando de la
tranquilidad del edificio. Es demasiado temprano para la mayoría de los
estudiantes que prefieren las clases más tardes en lugar de las de la madrugada.
Con los ojos cerrados, oigo pasos subiendo las escaleras y viniendo en mi
dirección. Con un sobresalto, abro mis ojos y enfrento a la persona que viene. No
me puedo quedar igual, arriesgándome a una sorpresa. Sé que no puede ser Sean,
es demasiado temprano para él, pero mi dolorido cuerpo se estremece sin embargo.
—¿Duke? —digo con incredulidad antes de tirar con más fuerza de mis
mangas. No lo puedo enfrentar, no después de anoche con Sean. Estoy segura de
que verá a través de mí. Lo sabrá. Mis ojos se mueven entre los baños
al final del pasillo y la puerta de mi habitación a pocos metros de mí.
—No vas a escapar esta vez —dice con determinación, con los ojos de color
marrón oscuro ardiendo en mi cara.
Me congelo y cruzo los brazos con fuerza sobre mi pecho, ignorando el rabioso
dolor que causa ese simple movimiento en mí. Él frunce el ceño más
profundamente y ladea la cabeza hacia un lado.
—No veo qué más tenemos que decirnos.
Mi voz tiembla y siento que me sonrojo de vergüenza. Es como si estuviera de
vuelta a la primera vez que lo conocí cuando escondía mis secretos.
—¿Qué pasó? —Él da un paso más cerca de mí, pero retrocedo contra la pared
antes de que pueda sorprenderme.
El color sale de su rostro y sus labios carnosos bien definidos se extienden en
una línea recta.
—Nada. Simplemente vete, por favor —le digo en un ruego, no puedo
ponerme frente a él. Sabe cómo es Sean realmente y tal vez por eso no puedo actuar
como si todo estuviera bien, como lo hago con Kate, pero no puedo tomar la mirada
en sus ojos.
No intenta tocarme, pero sus ojos vagan sobre mí, de arriba a abajo, en busca
de algo, de alguna respuesta que no le quiero dar.
—Skye, háblame. —Su profunda voz me sacude demasiado y me rompe.
El primer sollozo me sacude con tanta violencia que me quejo. Esta vez no
vacila. Pone sus grandes manos en mis hombros, pero me estremezco. Es
exactamente donde Sean puso las manos ayer, e incluso aunque el toque de Duke
es ligero como-una-pluma en comparación, los moretones están demasiado frescos.
—Dios, no. No me digas que... —dice en un gruñido, sin terminar la frase—.
Necesito saber, Skye. Cuéntame.
Me seco la cara y llevo mis ojos hasta los suaves de él. Podía perderme en
ellos, perder la ventaja que me da fuerza, pero mis emociones están demasiado por
todo el lugar para realmente dejar que me ablande. No otra vez.
—¿Por qué? ¿Para que puedas huir y ser un idiota otra vez? ¿Crees que no
tengo suficientes cosas pasando? —Mi voz es dura, más dura de lo que pensé que
podría estar considerando el sentirme tan perdida y rota.
—Es importante, Skye. ¿Sean vino aquí? —Tira de su cabello tan fuerte que
debe ser doloroso.
Respiro profundo, con la esperanza de poder encontrar algún tipo de calma o
alejar todo esto. ¿Por qué está Duke aquí haciéndome preguntas que no quiero
responder? No es como si fuéramos algo el uno del otro.
—Realmente no quiero hablar contigo, Duke —contesto con voz fría, sin
sacudirme esta vez. Ahora que la sorpresa por su presencia aquí está
desapareciendo, pongo mi mejor cara de nuevo.
—No me dejes fuera. Dime si vino aquí y te hizo algo. —Me presiona, sus
manos en los bolsillos. Sus ojos son tan expresivos que sé que sabe la respuesta,
pero quiere escucharla de mí. Está enfadado, incluso si está tratando de ocultarlo.
—Vete al infierno —le digo en voz baja, pero mis palabras quedan entre
nosotros en el pasillo en silencio.
Él da un paso como si le hubiera dado una bofetada. Sacude la cabeza y mira
brevemente al techo, donde las luces fluorescentes están zumbando.
—Y pensé que no querías ser la misma chica que solía estar con él. Supongo
que estaba equivocado.
Sé lo que está haciendo y está funcionando. La ira empuja lejos el dolor que
siento, tanto el dolor físico como el mental y trabo mis ojos de nuevo con los suyos.
A pesar de que sé que está tratando de manipularme, no puedo evitarlo, quiero
demostrarle que está equivocado. No soy la misma Skye, no del todo, al menos.
—Sean entró en el cuarto de lavado ayer por la tarde cuando estaba allí sola.
Duke asiente y traga audiblemente. No se siente tan bien con todo esto y de
alguna manera, aunque esté realmente jodida, eso me calienta. Él se aclara la
garganta.
—¿Él... te hizo algo?
Resoplo.
—¿Quieres un juego por juego?
Él se pasa la mano por encima de su perfecta barbilla y murmura algo para sí
mismo que no capto.
—No juegues este juego, Skye.
Pero no es un juego. Es muy cierto, muy familiar. Vivirlo una vez ya es
horrible, pero hablar de ello y describírselo sería horrible para mí. Sin embargo, sé
que no me dejará en paz hasta que derrame los detalles de lo ocurrido. Suspiro,
usando la indiferencia, incluso si no es en absoluto lo que estoy sintiendo.
Mi corazón late en mi pecho.
—Tengo moretones en los hombros, brazos y piernas. Nada demasiado
grande, sin embargo.
Él se queja, viene de muy dentro de él y sus ojos se entrecierran.
—¿Nada demasiado grande? ¡Nada demasiado grande!
Se aleja y pone ambas manos con las palmas hacia abajo contra la pared e
inhala profundamente.
—Él te golpeó.
Su voz es vacilante, casi suplicante conmigo para que lo contradiga, pero no
puedo. No quiero mentirle, incluso si quiero estar tan lejos de esa parte de mi vida
como sea posible.
Le doy tirón a mis mangas, de nuevo, y asiento. No es que haya nada más que
decir. Simplemente sucedió.
Una vez más. Me estremezco y miro la puerta del baño por cuarta vez.
Necesito que se vaya antes de dejarme atraer por él.
—¿Le dijiste algo a tu compañera de cuarto?
—¡Por supuesto que no! —Muevo la mano hacia la escalera—. Deberías irte,
ahora que tu curiosidad está satisfecha.
—¿Crees que es por eso quiero saber lo que te hizo? —Con mi silencio él
camina hacia mí, dejando unos centímetros entre nosotros—. La cagué en el
cementerio, y sé que te lastimé y que no quieres ser mi amiga ahora, pero no voy a
renunciar. Este chico necesita a alguien para ponerlo en su lugar.
Me estremezco al oír sus palabras. Duke no es del tipo violento, para nada,
pero ahora estoy bastante segura de que está listo para derribar a Sean en un
santiamén.
—Por favor, no vayas a hablar con él. —Hago hincapié. Mi respiración se
tambalea.
No quiero verlo herido. Y si derrota a Sean, seré el foco de su venganza y nada
se resolverá así. Me duele la cabeza. No estoy segura de cuánto más de su
preocupación puedo tener en estos momentos. Verlo tan nervioso sobre lo que mi
ex me hizo me hace vulnerable. Me estremezco.
—No vas a ir a la policía para denunciar esto, y no puedes tener miedo a verlo
nunca más, por lo que alguien tiene que ir a hablar con él. Me ofrezco de voluntario
—afirma. Con los brazos cruzados sobre su ancho pecho y sus ojos oscuros sin
vacilar, es la imagen de la determinación. No lo conozco tan bien, pero incluso yo
veo que es inútil tratar de razonar con él si no le muestro como realmente me
siento.
—No es tan malo, Duke —digo con voz temblorosa. Él se ríe sin alegría con mi
pobre intento de difundir su ira—. En realidad, son solo pequeñas contusiones.
Una vez más tira de su cabello.
—¿No ves que está mal? —Empieza a caminar delante de mí, con sus pesadas
botas haciendo ruidos bajos sobre el suelo desnudo—. Estás jugando con lo que
pasó como si ni siquiera fueras
consciente de lo malo que es.
Mi ira se enciende de repente, haciéndome temblar. Agarro su fuerte
antebrazo y tiro, lo que le obliga a encararme. Abre la boca para decir algo, pero no
murmura ni una palabra cuando se enfrenta a mi cara, la que estoy bastante segura
es de color rojo por la ira.
—¿Quién te crees que eres? —Me gustan mis uñas en su antebrazo, pero a
través de la piel de su vieja chaqueta probablemente ni siquiera las siente así que
libero mi agarre—. Sé lo que es. Sé cómo duele. Sé lo que es no hacer ruido y solo
esperar a que los golpes se detengan. Tú eres el que no sabe ni una cosa, pero
piensa que tiene derecho a ser el héroe de esta historia. Olvídate de eso.
—No puedo —susurra, sus ojos ahora se dirigen hacia abajo a sus pies. Debo
haberlo oído mal. Aprieto los dientes y no digo nada. No me puedo mover, ni puedo
mirar a ningún otro lugar—. No puedo dar la vuelta y olvidarme de esto ni de ti.
Mis ojos se llenan de lágrimas al instante que caen en mis mejillas y en mi
cuello antes de que desaparezcan en mi gran suéter. Puedo sentir todas y cada una
de ellas, humedeciendo mi cara. No trato de ocultar mis sentimientos. Tengo toda
esta ira, dolor y decepción que siento en Duke y estoy demasiado cansada para
esconderme detrás de una máscara que estoy acostumbrada a tener.
—¿Por qué? —le pregunto con voz ronca que me hace estremecer ligeramente.
Toma un vistazo rápido a la apertura de la puerta al final del pasillo, donde
una chica todavía media dormida camina en modo zombie al baño sin siquiera
mirar en nuestra dirección. No estoy segura de que es consciente aún de su
entorno ahora mismo.
—Porque incluso si quiero ignorarlo, estamos conectados. Te rechacé porque
es... digamos que está complicado en mi cabeza ahora mismo, pero no puedo
imaginar que no seas parte de mi vida.
Me seco la cara y dejo que mi cabello caiga del moño desordenado en el que lo
había puesto en la noche, y no me importa lo que debe parecer. Sé que mi
indomable cabello muy rizado está en todas partes, pero no es momento de dar un
bledo por cómo me veo.
—La lástima no se ajusta a ti. —Mi frialdad está de vuelta y me hace sentir
mejor, más en mi zona de confort, de nuevo en control.
—No es lástima, Skye. —Sacude la cabeza y suspira. Quiero decir, él es el
único que me está molestando en la mañana temprano con eso, ¡pero es el único
suspirando por mí!—. ¡No puedo explicar lo que es!
La impaciencia en su voz me sobresalta. De hecho, me encojo ante el sonido
de su voz, que es de repente más fuerte. Él sonríe con tristeza por mi reacción,
pidiendo disculpas en silencio. Me encojo de hombros como si no significara nada,
pero los dos sabemos que no es la verdad. Solo ese pequeño movimiento muestra
cómo este nuevo encuentro con Sean arruinó la evolución que hice. Reconozco que
es un proceso lento, pero me estaba sintiendo mejor. Y solo porque no tuve cuidado
con mi entorno durante unos minutos, él arruinó todo de nuevo. Solo en unos
pocos minutos. El tiempo es algo muy poderoso cuando se piensa en ello.
—Quería ayudarte en el cementerio. —Finalmente rompo el silencio,
abordando otro tema tenso—. Quería estar ahí para ti como tu estuviste ahí para
mí, a pesar de que te escapaste tan pronto como supiste de Sean. —No puedo
ocultar el dolor que todavía está dentro de mí al pensar en su comportamiento
hacia mí. No quiero que se sienta mal por ello, en absoluto, pero tiene que entender
por qué quiero mantenerlo a la longitud de mi brazo de ahora en adelante.
Él da un paso hacia mí lentamente, casi como si estuviera dudando, y sube su
mano derecha a mi cara, trazado mi mejilla con sus dedos. Casi no lo siento, pero el
cosquilleo que deja atrás no garantiza que sepa que no estoy alucinando. Inclino mi
cabeza para mirar su cara y mi respiración se atora en mi garganta. Es demasiado,
pero no puedo explicar por qué. Se siente demasiado.
—Lo sé —dice, su voz es profunda y envía un escalofrío por mi espalda que no
se le escapa, con sus ojos oscureciéndose—. Cuando estoy en el cementerio soy
como alguien completamente diferente. No es una excusa, pero... —No termina la
frase. Su mirada está buscando algo en mi cara, comprensión probablemente, pero
la mantengo en blanco.
—Tú no eres como otra persona, Duke —digo, sacudiendo la cabeza—. Todavía
eres tú, pero sin la fachada detrás de la que te escondes.
Él contiene su aliento y da un paso lejos, devolviéndome mi espacio personal.
—Y sabes de lo qué estás hablando, ¿hum?
Trago lentamente, todavía no acostumbrada a que alguien conozca mis
secretos y hable abiertamente de ellos, sobre mí.
—Se podría decir que sí.
Sus ojos se mueven por encima de mí, de arriba a abajo y retrocede. Me
muevo, cambiando mi peso de un pie al otro. Bajo su escrutinio me pregunto lo que
sus ojos están viendo y lo que está pensando. Es la primera persona en mi vida que
me hace lamentar que leer la mente de otra persona no sea posible.
—¿Y ahora qué? —me pregunta en voz baja.
¿Y ahora qué? Realmente no lo sé, pero parece que tengo que lidiar con él en
mi vida de una manera u otra.
Tener un aliado no suena tan mal, pero estoy bastante segura de que Duke ya
tiene las municiones para matar lo poco que me queda de mi misma. Abrirte a
alguien es peligroso, pero Duke hace que suene atractivo. Además, no puedo evitar
la pequeña agitación que siento cada vez que él está cerca y cuando está mostrando
incluso el más leve dolor que siente.
—Si no vas y ves a Sean, podemos ver si esta amistad puede sobrevivir un
poco más.
Sus labios bien definidos se mueven un poco en el nombre de Sean pero
asiente. Lo extraño es que la rigidez en su cambio no me convence de la verdad de
su acuerdo, pero lo dejo ir, tratando con esta cosa de fe a la que todo el mundo
parece tan propenso.
Capitulo 7
—E
de lo que realmente es.
s pequeña. No sabía que era tan pequeña —dice mi madre
con algún tipo de extraña fascinación que no puede explicar.
Con mis padres en la habitación, se siente aún más pequeña
N o importa lo que traté de hacer para ocultar los ojos rojos, nada ayudó.
Una mirada de mí y mis padres sabrán que he estado llorando. Quería
cancelar esta noche, pero estaré de vuelta en un avión mañana por la
tarde y no voy a verlos otra vez durante meses, por lo que no cancelo.
Ahora me estoy escondiendo detrás del menú, esperando ansiosamente por la
camarera para tomar nuestro pedido y conseguir la noche terminada así puedo
volver a mi habitación y finalmente dormir. Mi estómago sigue doliendo cada vez
que tomo una respiración profunda o cuando me muevo demasiado enérgicamente.
Por desgracia, el maldito menú no puede protegerme de los ojos itinerantes de mis
padres sobre mí, como si pudieran ver a través de mi fachada, ni tampoco puede
aliviar mis nervios. Me seco la mano derecha en mis jeans sin atreverme a mirar a
otro lado de la lista de los platos.
De repente, mi padre cierra su menú y lo lanza en su mantel individual vacío.
Sorprendida, miro hacia él por encima de mi menú y me estremezco ante su mirada
dura y decidida. Siento que todo el aire abandona mis pulmones. ¿Cuándo
terminará este día? Creo que jamás he vivido un día tan largo. Alguna vez.
—¿Por qué has estado llorando? —pregunta mi padre, sin importarle si es
demasiado abrupto. Está en una misión. Es una especie de hombre sin-tonterías
después de todo y ahora lo odio. Y odio sentirme atrapada.
—¡Michael! —le susurra-grita mi madre, sus delgados dedos arañando sus
antebrazos firmes.
Sé que no tengo suficiente tiempo para pensar en algo para cubrir la verdad,
pero no puedo decirles esto aquí, en un restaurante. Me aclaro la garganta, rogando
que mi voz no se agite como mis manos lo están debajo de la mesa.
—Vi a Sean cuando volví a mi habitación —respondo, sin mostrar lo nerviosa
que estoy o cómo quiero hablar de cualquier cosa menos de esto, no cuando lo que
dijo Duke sigue haciendo eco en mi mente. Porque es la verdad. Solo estoy
esperando la próxima vez que Sean me golpeará de nuevo. Solo estoy esperándolo y
es patético.
Mi madre comienza a jugar con el cuchillo, dándole vuelta una y otra vez
entre sus dedos delgados. Ella odia cuando hay tensión y obviamente hay una
buena cantidad alrededor de nuestra mesa.
Mi padre asiente con rigidez, al parecer satisfecho de que he respondido con
veracidad, pero puedo ver que está triste, incluso si él lo está escondiendo. Mi
madre deja el cuchillo y cruza sus brazos delgados sobre su pecho.
—No puedes estar suspirando por él, Skye. Sabía que tenían una larga
relación, pero debes olvidarlo, cariño —dice ella con una expresión seria, lista a
lado con mi padre en esta pequeña charla que realmente no necesito en estos
momentos.
—¿Ha dicho algo para hacerte llorar? —La voz de mi padre es un contraste
extraño después de la inclinación suave de mi madre.
Uso el menú como un escudo que obviamente es inútil. Lo dejo, todavía
abierto delante de mí.
—Sí.
—Oh, cariño —dice mi madre con tristeza en su voz, tratando de alcanzar una
de mis manos, pero retrocedo en mi silla. Ella frunce el ceño a mi movimiento y me
muerdo la lengua para ayudar a juntar el suficiente control para no venirme abajo
delante de mis padres en un restaurante lleno de vida y entusiasmo—. Si pensó que
necesitaba conocer nuevas chicas, él claramente no te merece.
Le sonrío, divertida al ver esta charla de mamá perfecta. No creo que
mereciera estar en una relación abusiva, pero no creo merecer algo más ya que no
lo hice y todavía no hago nada para detenerlo. Incluso lo seguí hasta Seattle,
¡maldita sea!
—¿Qué pasó, Skye? Porque no quiero pretender más que no veo nada. —Sus
manos sobre el mantel rojo están temblando ligeramente, algo que nunca vi antes
de hoy.
Lo miro de regreso, mis ojos saltones y mi mano temblando demasiado sobre
la mesa. Niego con la cabeza.
—¿Qué quieres decir?
Aprieta su mano grande y no deja mis ojos siquiera parpadear, pero la tensión
está irradiando de él.
—Cuando estabas en la escuela secundaria tenías los ojos rojos todos los días
y cambiaste mucho. Antes pensábamos que era porque estabas creciendo, todas
esas cosas de adolescentes, pero todavía estás llorando por Sean y ahora necesito
respuestas.
—Michael.
—¡No, Tessa! No quiero ver esa mirada en mi hija nunca más.
Silencio cae sobre nosotros, una burbuja de inquietud en el medio de un
restaurante donde el buen estado de ánimo parece ser un requisito. Bajo los ojos y
pienso de nuevo en Duke. El dolor se dispara a través de mí y una lágrima cae de mi
ojo derecho. No la limpio. Mi madre la ve y oigo su lucha contra sus propias
lágrimas. Ella es increíblemente emocional. Mi padre no se mueve, pero su rostro
se suaviza inmediatamente. Odia cuando lloro. Cuando era una niña y lloraba por
alguna razón ridícula, siempre estaba tratando de animarme.
Miro a nuestro alrededor, a toda esta gente, más o menos disfrutando de su
noche fuera. Quiero esto, también así que, ¿por qué debería lamentar y disfrutar
todas estas cosas de mierda sin tomar mi vida en mis propias manos? Miro de
nuevo a mi padre, el miedo arañando mis entrañas, haciéndome casi ahogarme en
mi respiración y mantengo sus ojos.
—Sean solía decirme que soy una idiota, un don nadie y aburrida entre otras
cosas. Me golpeó, también.
Mi madre rompe en sollozos, sacudiendo la cabeza violentamente. Mi padre
se tensa y aprieta su mandíbula. Sus ojos azul grisáceo muestran una rabia ciega
que nunca he visto antes. Pero lo que realmente me mata es ver el dolor en los ojos
de mis padres. Niego con la cabeza y me levanto, el menú cae sobre el suelo. No
puedo ver nada a través de las lágrimas a punto de caer de mis ojos. Apenas puedo
oír a la gente hablando en voz alta y riendo a través de los latidos fuertes de mi
corazón golpeando en mis oídos. Realmente no sé si estoy caminando o corriendo,
pero es como que respiro por primera vez en horas una vez que el aire fresco me
golpea. En esta parte de Seattle, los restaurantes están llenos, pero las calles tienen
pocas personas que deambulan a esta hora. Sin embargo, hay gente que me mira
respirando con dificultad a medida que más lágrimas caen de mis ojos. No me
importa, sin embargo. No me importa si mi ligero maquillaje se arruina. No me
importa si parece que estoy a punto de derrumbarme en el suelo, porque lo estoy.
Me apoyo en la pared junto a la puerta del restaurante e ignoro la picadura del
viento o que los clientes en el interior probablemente me puedan ver. Detrás de mis
párpados todavía puedo verlos ante mis palabras y es aún más difícil de lo que
esperaba. Respiro profundamente, tratando de calmarme y hacer que el mareo que
siento desde casi hiperventilando desaparezca. Estoy temblando, pero aprieto los
dientes. Lo hice a través de todo y sé que puedo hacerlo a través de esto, también.
Tengo que hacerlo.
La puerta del restaurante se abre y mis padres caminan fuera. Mi madre
todavía está llorando, sus sollozos amortiguados por sus delgadas manos sobre su
boca. Ella se inclina en contra de mi padre, su ancla. El brazo de mi padre es firme
alrededor de los hombros de mi madre, pero sus hombros no son rectos y fuertes
buscando más. Su mirada está perdida, pero sus ojos están ardiendo con ira y
tristeza. Nunca lo había visto tan al borde de perderlo.
—¿Por cuánto tiempo? —Su voz es apenas audible con los autos que pasan y
los taxis.
Me seco la cara con las mangas largas bajo el escrutinio de mi padre.
—Todo comenzó tres meses después de que empecé a salir con él. —Y sin
embargo, me quedé con él. En este punto, no es porque era ingenua. Estaba débil y
cobarde—. No es un buen tipo y todavía está tratando de romperme. Necesita tener
poder sobre mí, necesita pensar que no tengo nada y nadie en mi vida. —No sé de
dónde está viniendo esa fuerza o por qué todavía estoy dispuesta a hablar. Tal vez
he tenido suficiente, o tal vez Duke me despertó, pero ahora está al descubierto. Las
personas más importantes en mi vida lo saben todo, ellos saben la verdad. Aunque
me está matando por dentro ver el dolor y la culpa en sus caras y en sus ojos, se
siente más fácil para hacer frente a lo que me pasó, reconocerlo e incluso aceptar
que soy en verdad una víctima, incluso si no me gusta la idea.
Mi padre mira al cielo, las estrellas invisibles con las luces de la ciudad. Solo
la luna es clara y grande entre los dos edificios, pero sé que él no está realmente
viendo.
—Nunca dijiste nada. Nunca vimos nada —murmura mi padre más para sí que
para mí o para mi madre que está llorando en silencio. No puede decir ni una
palabra, ni puede realmente verme con sus ojos llenos de lágrimas.
—Es por eso que realmente me hice amiga de Duke. Vio algo en mí y me
obligó a decirle lo que pasó. —Cuando digo el nombre de Duke, el agujero en mi
corazón se abre, más invasivo que nunca, porque sé que dije cosas que nunca voy a
ser capaz de tomar de nuevo. Rompí nuestra amistad. Me abrazo a mí misma
firmemente pero no trae ningún consuelo.
—¿Le dijiste a tu amigo antes que nosotros? —Niega con la cabeza. Nunca he
visto a mi padre tan roto antes, ni siquiera cuando ha perdido soldados que
respetaba. Es obvio que él está luchando contra sus propias lágrimas—. Podríamos
haber ayudado. Deberíamos haberlo hecho.
Suspiro y una ola de calma se asienta sobre mí, me ayuda a respirar con más
facilidad y darme la fuerza suficiente para detener las lágrimas que caen sin
descanso. Nunca me di cuenta que necesitaba hablar con mis padres acerca de todo
esto. No elimina el dolor de perder a Duke por mi propia estupidez, pero esta
charla ha ayudado.
—Lo sé, pero tenía miedo. No sabía qué decirles o cómo explicarlo. Era
demasiado complicado en mi cabeza.
Una bocina en la distancia hace que mi madre salte.
—¿Dónde está?
Frunzo el ceño y le doy a mi madre un pañuelo para secarse el rostro, el flujo
de sus lágrimas ahora bajo control. Mi padre pone un pesado brazo alrededor de
sus hombros temblorosos.
—Tengo que lidiar con ello por mí misma.
—No, Skye. Este pedazo de mierda necesita que le enseñen una lección y yo
necesito hacer algo.
Me llevo mis manos a la cara e inhalo profundamente antes de mirar a la cara
decidida de mi padre.
—No, papá —digo con fuerza. Soy terca, también. En el fondo sé que tengo
que hacer esto por mi cuenta si quiero volver a poner las piezas de mí misma de
nuevo juntas. Tratar con Sean es algo que tengo que hacer a mi propio ritmo y por
mi propia cuenta. Soy un adulto, una chica responsable y es hora de que lo me
demuestre a mí misma—. Voy a ir a hablar con el presidente de su fraternidad.
Créeme, ahora sé que puedo hacer algo. —Y esa es la verdad. Un par de horas antes,
cuando estaba acostada en mi cama, sola en la oscuridad no lo sabía. Todavía no lo
sabía cuándo Duke me pidió que abriera mis ojos o incluso cuando entré en el
restaurante para cenar con mis padres, pero ahora que me he abierto para ellos y
puedo ver el amor que sienten por mí y el proteccionismo que tienen hacia mí, me
da la fuerza que tan desesperadamente necesitaba para luchar por mí misma.
—Pero…
—No, mamá. —Doy un paso más cerca de la puerta del restaurante, lista para
comer y poner esta charla detrás de mí. Ahora solo necesito un poco de
normalidad—. Estaré bien. Tengan fe en mí.
Asiente a regañadientes, pero asiente. Mi padre no es tan obediente como mi
madre, pero no es ninguna sorpresa.
—Voy a llamar al decano de la Universidad mañana.
Es lo mejor que puedo esperar. Supongo que ya es una enorme concesión por
su parte. Al mismo tiempo que abro la puerta y soy agredida por las risas de las
diferentes mesas esparcidas por la habitación, me acuerdo de algo y tiemblo.
—No llamen a los padres de Sean.
—¿Por qué? ¡Ellos deben saber que su hijo es un monstruo! —me sisea mi
madre, su ceño tan profundo que es un milagro que todavía se pueda ver bien.
—Porque su padre golpea a su madre y lo usaba para golpearlo a veces,
cuando él era un niño. —Ignoro la fuerte inhalación de mi madre y las maldiciones
de mi padre—. No es una excusa por su comportamiento y su necesidad de poder
sobre mí, pero no va a ser bueno para la madre de Sean, si ustedes le dicen a su
padre.
Ambos asienten e intercambian una mirada larga, el tipo de mirada de mucho
tiempo que las parejas casadas tienen para comunicarse sin palabras. No estoy
segura de que me escucharan o si van a hacer algo para ayudar a la madre de Sean,
conociéndolos probablemente harán exactamente eso, pero estoy segura de que
esto está lejos de ser la última charla sobre lo que pasó entre Sean y yo.
***
—¿Duke no está contigo? —pregunta mi madre, mirando alrededor de mi
habitación como si el alto y musculoso Duke podría estar escondido en algún lugar
de aquí. Me parece de lo más cómico si todavía estaba en los términos de hablar
con él.
—No. Él tiene un montón de trabajo entre sus clases y ser un AT —contesto,
porque no quiero romper su pequeña burbuja donde piensan que Duke todavía
estará aquí para protegerme.
Mi padre asiente con admiración al retrato de un estudiante impulsivo.
—Es un joven serio, eso es bueno. —Mi padre lo aprueba, ajustando la bolsa
de color caqui sobre su hombro y tomando el equipaje de mi madre en su mano
libre.
—Cariño, por favor piensa acerca de lo que hablamos. La terapia sería una
buena cosa para ti —dice mi madre por tercera vez ya.
Irónicamente, realmente no quiero ir a ver a un psiquiatra. Es curioso
teniendo en cuenta que es exactamente lo que quiero hacer como un trabajo, pero
la idea de ser “achicada” me está de alterando, más aún ahora que sé más sobre la
psicología desde que empecé la universidad.
—Déjala en paz, Tessa. Tenemos que ir al aeropuerto o vamos a perder
nuestro vuelo. Y estoy seguro que tendrás un montón de tiempo en el teléfono para
convencerla de ver a un psiquiatra —dice mi padre con tristeza dándome un fuerte
abrazo y besando la parte superior de mi cabeza.
Mi madre me abraza, también, su delgado cuerpo temblando contra el mío.
Está tratando de ocultar sus ojos llenos de lágrimas, pero sé que tan pronto como
estén fuera de mi habitación, se va a descomponer y mi padre no va a estar mejor.
—Llámenme cuando estén de vuelta a casa —digo, sintiéndome ya toda
nostálgica.
Saludan y caminan fuera de mi habitación. Cierro la puerta tras ellos y me
apoyo en ella. Mi respiración es superficial. Es más difícil dejarlos salir de lo que
pensé que sería, ahora que lo saben todo.
Hablamos sobre Sean, lo que sentí y sigo sintiendo, y fue bueno poder
compartir todo esto con ellos, para volver a conectar. Era difícil, también, pero
necesario. Tengo que agradecer a Duke por esto, él realmente me empujó a hacerlo,
pero no puedo ir a su casa y decir gracias. Le dije cosas horribles, aunque creo que
él se siente culpable por la muerte de su novia y ayudándome está suavizando esa
culpa. Lo que pasa es que no entiendo por qué se siente culpable por la muerte de
Juliet. Murió en un accidente de auto, no es como si pudiera haberlo impedido.
Tomo una buena mirada a la habitación vacía, Kate está en un grupo de
estudio y capto mi lado frío y vacío. Refleja lo que sentía y lo que aún es persistente
dentro de mí, pero el calor está tomando poco a poco más agarre. Solo espero ser
capaz de curarme y no estar tan rota. Y creo que va a ser sin Duke. Este único
pensamiento aniquila el calor.
—¿No vas a ir a tu clase de psicología? —me pregunta Kate con falsa
preocupación que me hizo sonreír, la primera sonrisa desde que mis padres se
fueron el sábado por la noche.
—Todos necesitan un descanso algún momento. No he faltado ninguna clase
desde que comenzó el año —respondo y encojo mis hombros. Aunque es difícil
porque nunca me falto a clases si no estoy realmente enferma, pero hoy
simplemente era imposible para mí reunir fuerzas para ir a mi clase de lunes y ver a
Duke. Incluso verlo desde lejos era tan malditamente difícil ahora.
—Todos menos tú. —Kate rebusca en el desorden de su escritorio y toma el
trabajo en el que pasó todo el domingo terminando.
—Entonces tal vez estoy actuando como todos los demás. —Me acurruco
cómodamente en mi cama y suspiro.
Camina hacia la puerta, sus tacones altos resonando en cada uno de sus
energéticos pasos, y se da la vuelta abruptamente, su rostro decidido.
—¿Planeas llamar al presidente de la fraternidad de ese imbécil?
Fue tan fácil. Estaba esperando a que me lo dijera en la mañana tan pronto
saliera de su estado zombie, pero no dijo nada. Pensé que estaba fuera de su radar.
Lindo pensamiento de mi parte.
Tomo la novela romántica sobre un rockero de mi lado. La misma novela que
Kate me prestó hace semanas y lo abro.
—Lo llamaré.
Cruza sus brazos sobre sus generosos pechos ocultos en un abrigo rojo.
—Sé que no lo llamarás. Solo dices eso para asegurarles a tus padres.
—En serio, Kate, sabes que no me escuchará. En una fraternidad todos se
apoyan entre sí. —Escuché suficientes cosas para saber que era verdad. Muchos de
ellos ya me dieron momentos difíciles cuando cruzamos caminos, así que si llamo
sería peor y no puedo soportar algo peor.
—No caigas por el cliché. Tengo un primo que está en una fraternidad y me
dijo cuán serio se lo toman cuando hay cualquier problema con un miembro de la
fraternidad.
—¿Y que si no me cree? —respondo con verdadero miedo. Es horrible
demostrar todos mis miedos así, pero necesito hacer esto sí quiero mejorar y si es
que quiero darle una verdadera probada a mi nueva amistad con Kate. Ella es
increíble, mucho más sensible de lo que pensé.
—Entonces es un idiota y estaré encantada de patear su trasero como nadie lo
hizo antes —responde seriamente, sin perder el pulso.
Me río y niego con la cabeza. Esta chica es realmente loca algunas veces, y es
refrescante. Realmente refrescante en la oscuridad que no me deja respirar. Cierro
el libro, lo dejo a un lado de la cama y busco mi celular en mi bolso. Incluso si no
quería llamar al presidente de la fraternidad, programo su número en mi teléfono,
solo por si acaso.
—Lo haré, pero necesito estar sola.
Asiente y abre la puerta.
—Tengo una clase. Si me necesitas, mándame un mensaje y estaré de vuelta.
Me despido de ella, simulando una sonrisa solo para su beneficio. Está
asustada de dejarme sola ahora que ella sabe la verdad y como he sufrido de esto
con Duke. Es difícil. Se despide de mí y se aleja.
El silencio en la habitación es perturbador. Me pongo de pie y prendo la radio.
Odio cuando esta todo tan tranquilo; es como que no puedo respirar. Con mi
teléfono todavía en mi mano, respiro profundamente y empiezo a caminar mientras
el teléfono suena. Quiero que él me responda pero también estoy aterrorizada al
mismo tiempo. Es tan agotador sentirse tan fuera de mi profundidad. Mi mano está
temblando. Aprieto mi agarre para calmarme, pero no ayuda. Estoy destrozada y
tengo que aceptarlo.
En la tercer timbrada, él responde
—¿Hola? —Suena sin aliento pero serio. Hay fuertes ruidos de gente hablando
alrededor de él. Estoy agarrándome para no colgar.
—Hola. ¿Eres Derek Williamson? —Mi voz suena tan pequeña, acentuando
mis respiraciones como siempre hago cuando hablo.
—Hmm, sí, y ¿tú eres? —Ahora suena cauteloso. Dios, tal vez está
acostumbrado a tener chicas raras llamándolo a su celular ya que su número está
disponible en todas partes por su fraternidad.
—No nos conocemos, pero necesito hablar contigo sobre uno de tus chicos de
fraternidad —digo hablando una kilómetro por minuto. Estoy feliz de que no me
pueda ver porque estoy sonrojándome.
Sigo caminando de la puerta a la ventana y de vuelta otra vez, no realmente
prestando atención a lo que me rodea.
—Es… está bien. —Luego el aclara su garganta. Tal vez no le importa o no
quiere escuchar lo que tengo que decir—. Supongo que no quiere hacer esto por
teléfono así que, ¿quieres que nos encontremos en algún lado?
El único lugar en el que me veo hablando sobre Sean es aquí en mi habitación.
No quiero romperme enfrente de un montón de gente.
—¿Puedes venir a mi dormitorio? ¿En unas cuantas horas?
—Uh, claro. ¿Dónde vives?
Jugueteo con las largas mangas de mi camisa y le doy mi dirección. Ahora sí
que no puedo retroceder. Respiro para no hiperventilar, pero aprieto mis dientes,
cuelgo y exhalo. Estoy mareada. Pensé que iba a ser por teléfono y no cara a cara.
Dios, y ¿qué si alguien de su fraternidad lo ve venir y le dice a Sean? Me tiro sobre
la cama y me encojo un poco. Mi estómago sigue doliendo un poco pero ya está
mejor. Quiero defenderme, pero es tan difícil. Tengo que pasar esto por mí pero
también por mis padres y Kate. Ellos cuentan conmigo. Y Duke, también.
Un toque en la fina madera de la puerta me hace saltar. No es como que
estaba mirando el reloj a lado de mi cama casi contando los segundos en mi cabeza
mientras esperaba a este chico Derek, pero ahora que sé que está aquí es diferente.
Niego con la cabeza y abro la puerta.
Parado en frente de mí, está un chico que no es muy alto pero si fornido. Debe
hacer mucho ejercicio para compensar su falta de altura.
—¿Tú eres Derek?
Asiente, sonríe y frunce el ceño un poco al mismo tiempo.
—¿Tú eres?
Me pongo inquieta y vuelvo a entra para sentarme en mi cama.
—Soy Skye. —Hago una señal a la cama de Kate para que se siente. Obedece
pero no se quita su abrigo café oscuro.
—¿Eres la ex chica de Sean, cierto? —dice, rompiendo el silencio de la peor
manera que esperaba.
Me vio con Sean una vez, ¿cómo puede recordar quién soy? frunzo el ceño y
asiento de nuevo.
—Estoy sorprendida que sepas quién soy.
Encoge sus hombros y mira la bolsa de m&m vacía de Kate. Su cabello café,
corto y alborotado, le da una seriedad que no asocio con las fraternidades. Sus ojos
cafés con gotas verdes se ven suaves y no me está mirando como si lo molestara.
Solo se ve curioso. Y cauteloso.
—Sean hablaba de ti.
—Supongo que nada muy halagador —respondo sombríamente, mi mano
aprieta mi rodilla. Mis uñas me están lastimando atravesando la tela clara del jean,
pero no me importa—. No puedo decir que estoy sorprendida.
Inclina su cabeza a un lado, como si estuviera evaluándome o algo. Tal vez
esperaba que estuviese loca. Ni siquiera puedo pensar en cómo Sean me ha
descrito. Probablemente nada bonito. Prefiero no saber, aunque la curiosidad me
está matando.
—¿Rompimiento duro?
Me río amargamente.
—Más bien un largo tiempo desde que rompimos.
Asiente y mira mi escritorio perfectamente ordenado con papeles en la
esquina derecha, mis textos a la izquierda y mi laptop apagada en el medio. El chico
no es para nada lo que esperaba. No es engreído, no se está distanciando de mí y es
paciente. También parece ser una persona amable.
—No te voy a apurar, y no te voy a juzgar por nada que tengas que decirme
sobre uno de mis chicos. Sé que algunos de ellos te dan momentos difíciles y ya he
hablado con ellos. Si siguen detrás de ti, me puedes decir.
—¿Cómo sabes sobre eso? —le pregunto, sorprendida de saber que escuchó
sobre las malas bromas y referencias de la película Star Wars. Y ahora que lo
pienso, ellos no vinieron detrás de mí por un tiempo.
—Tenemos un amigo en común. ¿Duke?
No puedo creerlo. Duke me ayudó sin decírmelo. Incluso ahora me está
siguiendo.
—No es sobre eso, pero sí, me dejaron de molestar. Gracias, supongo.
—Bien —dice con una pequeña sonrisa, obviamente aliviado de que su
pequeña charla tuviera efecto en los chicos.
Aclaro mi garganta, tratando de aliviar el nudo que se forma. Me estoy
ahogando porque no quiero romperme y mostrar mi debilidad en frente de un
chico que domina el estoicismo. Es tan difícil decirle a alguien que ni siquiera
conoces sobre algo personal. No puedo simplemente empezar con Oye, ¿conoces a
Sean? Bueno, me está pegando. Es tan raro.
—Es sobre Sean.
—Estoy escuchando —responde inmediatamente, sus manos en sus fuertes
muslos, sus ojos en mi rostro y su atención solamente en mí. Es intimidante, pero
saber que es atento me convence a decirle todo.
Tomo un respiro profundo y le digo que Sean empezó a golpearme en la
secundaria y que sigue tratando de tener un par de minutos a solas conmigo para
terminar sus golpes. Le digo sobre cómo Sean estuvo en mi habitación la anterior
semana y lo que hizo. Cuando termino, no miro abajo. Mantengo mi mentón en
alto, mi mirada atrapada en la suya y espero. Lagrimas silenciosas caen pero me
mantengo firme. Tengo que recordar que no fue tan difícil como lo fue con mis
padres.
Derek finalmente pestañea y suspira. Pasa su mano sobre su fresco cabello
alborotado y muerde su labio inferior.
—Mierda —susurra—. Lo siento tanto, Skye. No sé lo que puedo hacer ahora
para ayudarte pero puedes estar segura que haré lo que pueda para sacarlo de la
fraternidad. No quiero un hijo de puta como él en mi fraternidad. Ya lo odiaba,
pero ahora... Dios, quisiera darle un buen gancho.
—¿Uh?
—Soy boxeador —clarifica y aprieta sus puños. No es el mismo chico calmado
de antes. Se ve como un boxeador real a punto de ir a la primera ronda, y me asusta
un poco.
—Gracias, Derek. Aprecio que me creas.
Su cabeza vuelve hacia mí.
—Claro que te creo. No eres del tipo que miente sobre eso y Duke me dijo que
mantuviera un ojo sobre Sean. Ahora sé porque lo dijo.
Siento que me sonrojo porque es lindo que Duke trate de protegerme, pero
también es un poco debilitador tener a alguien tomando un cargo como ese a mis
espaldas. Supongo que no importa desde ahora.
—Bueno, gracias por tu tiempo. ¿Tienes mi número si tienes algún problema?
—Sí, lo tengo. Te dejaré saber si algo pasa. Si necesitas hablar, siéntete libre.
Sonaba tan serio que me sorprendo asintiendo mientras me pongo de pie y
camino con él fuera de mi habitación después de rápidamente limpiar mis
lágrimas. Lo veo irse, asintiendo a diferentes chicos en el pasillo. Por primera vez
viendo a esa gente riendo y simplemente disfrutando su vida, se aclara mi cabeza.
Fue difícil, pero no tanto como pensé. No voy a llorar más. Estoy empezando a
darme cuenta, así que no me juzguen, pero juzgarán a Sean.
—No sabía que conocías Derek. —Una profunda voz viene de mi lado,
sorprendiéndome y enviando escalofríos confortantes por mi cuerpo. Escucho sus
pesadas botas negras sobre el suelo, deteniéndose a mi lado.
—Acabo de conocerlo por primera vez —respondo débilmente, perturbada de
hablar con Duke cuándo pensé que no volvería ni a mirarme de nuevo. Está
distante, sí. Pero me está hablando. Es él que vino a mí. Veo de dónde viene y noto
a una chica mirándome. Cabello sexy, mejillas sonrojadas, y ropas atrevidas que me
dejan saber más de lo que quiero. Duele. Es como un golpe directo en el estómago.
—¿Es por qué tuviste una cita con él que no viniste a clases hoy? —pregunta
en una voz entre cortada que sonaba demasiado extraña para venir de él.
Sigo sin mirarlo. Estamos hombro con hombro y aparentemente es más fácil
para nosotros hablar así. Mantiene alguna clase de pared entre nosotros y es lo que
necesito. Necesito espacio o sino sabré que diré algo sobre esta chica que sigue
mirándonos, con sus brazos cruzados sobre su generoso pecho.
—Sabes que no salgo en citas, no como tú —respondo con más de una pisca de
sarcasmo. Su respiración es audible incluso en el alborotado pasillo. En la esquina
de mis ojos veo a Duke girarse hacia mí con una cara en blanco, pero son sus ojos lo
que lo delatan. Están brillando y creo que es porque lo sorprendí. Me hace sentir
orgullosa en algún modo.
—¿Le dijiste? —pregunta por una confirmación, su voz apenas en un susurro
como si no quisiera asustarme.
—Y les dije a mis padres anoche en el restaurante —añado, una oscura parte
de mi quiere probarle que él estaba mal. Tal vez es por eso que les conté a mis
padres, y a Derek, tal vez es porque me duele como Duke me vio todo el tiempo. En
alguna parte, tal vez en un nivel de su conciencia, quería probarle que él estaba mal
incluso si nunca lo supo. Soy así de complicada.
—Eso es sorprendente —dice con una voz más suave, un tono de culpa
subraya sus palabras.
Lo miro con el ceño fruncido, pero duele más mirarlo. Sus ropas están
arrugadas y sus labios están hinchados. Siento un hueco entre nosotros, veo la
distancia en sus ojos, y duele. Recuerdo las cosas que le tiré a su cara, pero tengo
que ignorar este dolor así que encojo mis hombros con rápido y eficientes
movimientos y me hago un moño con mi cabello. Sigo sin darle un segundo
pensamiento a mi apariencia, no estoy segura si cambiaré algún día.
—Supongo que estoy de vuelta al juego. —Dios, todo sonaba tan vacío, tan
ridículo. Realmente hice un lio de todo.
—Pero deberías ser cuidadosa. Sean es…
—Sé quién es. Duke. Muchas gracias. —Lo detengo con una voz dura que hizo
tensar su rostro.
—Sí, bueno, supongo que no me necesitas —dice, dando unos pasos lejos de
mí, pero sigue mirándome—. La próxima, Skye, no faltes a clases.
—Eres el ayudante del profesor, no el verdadero profesor. —Le devuelvo con
enojo. Pensé que quería tenerlo de vuelta en mi vida, pero todo lo que soy capaz de
hacer es gritarle y ser una verdadera perra, pero en parte es porque estoy dolida de
su pequeño escape sexual.
—Lindo. —Se da la vuelta y se aleja con paso rápido, como si no caminara lo
suficientemente rápido para escapar de mi presencia. Mis ojos se quedan pegados
en su espalda, en los tensos músculos de sus hombros y su cabello oscuro. ¿Por qué
no soy capaz de mantenerlo en mi vida? Es el primero que realmente me ayuda en
romper mi cascarón. Cuando Duke desaparece por las escaleras, vuelvo a mi
habitación como un alma desolada. Tal vez Duke era la clase de persona que no
mantenías en tu vida, pero de las personas que si cambiaban tu vida para siempre,
se quedan en tu corazón para nunca irse. Al final, soy la única culpable por no
tenerlo como amigo otra vez y me odio por eso. Realmente me odio.
Capitulo 10
P
ensé que decirles a mis padres y advertirle a Derek acerca de Sean haría
las cosas mejor, pero no. Todo era más difícil, como salir de la cama por
la mañana para ir a clase o solo centrarme en algo que no sea el techo de
mi dormitorio. Sé sin siquiera contar cuántas grietas hay por encima de mi cabeza,
y debería ser suficiente advertencia cuan bajo me siento, pero nada puede llegar a
mí.
Cuando mis padres me llaman, que es todos los días, reúno todas mis fuerzas
y actuó como la hija perfectamente normal solo para esconderme debajo de mis
cubiertas tan pronto como cuelgo. Cuando Kate intenta hablar conmigo, trata de
hacer que me dé cuenta de cómo esta ruptura está ganando, le restó importancia y
le digo que solo necesito tiempo para adaptarme. Y trato de creer lo que le digo,
aunque en el fondo sé que todo solo es una mierda.
La cosa es que, después de luchar todos los días durante tres años, no quiero
luchar más y realmente no veo por qué debo hacerlo. No tengo nada más que
ocultar. Ahora, soy solo una cáscara vacía.
—¿Estás dormida Skye ? —pregunta en un susurro Kate cuando entra en la
habitación oscura. Estaba fuera, es viernes por la noche, después de todo, y no
estaba esperando que regresara tan temprano. Los números de color rojo brillante
en mi reloj de alarma junto a mi cabeza en la mesa de noche muestran que es casi
medianoche.
Giro y la enfrento. Es solo visible gracias a la luz de la luna. Se ve agotada y no
es por sus exigentes estudios. Sé que soy una fuente de su angustia.
—No estoy durmiendo. Pensé que tenías una cita —respondo, mi voz plana y
carente de algún real interés. No es que no me preocupe por Kate, pero no estoy
interesada en nada. Estoy demasiado envuelta en una especie de niebla. Es mejor
que los momentos intensos de odio que tengo hacia mí misma. En general, es
después de la clase de psicología en la que tengo que ser testigo de Duke
ignorándome por completo, pero sin pasar por alto todas las chicas de piernas
largas que caminan junto a él.
Suspira y se encoge de hombros. Rápidamente se quita sus ropas y se pone en
una sudadera demasiado grande con capucha en la que Chicago está escrito en
negro con letras en negrita. ¿Siente nostalgia por su ciudad natal? No puedo
culparla, estando atascada con una compañera de cuarto como yo en su primer año
en la universidad no es la mejor experiencia.
—Él era aburrido. Bastante lindo, pero en un momento, incluso mirando su
cara o su cuerpo asesino, era aburrido, demasiado. No sabía que los chicos en la
escuela de medicina podrían ser tan irritantes.
—Encontrarás a alguien más. —Giro sobre mi espalda, mi posición favorita en
la cama, mirada perdida en el techo oculto en la oscuridad y mis brazos extendidos
a lo largo de mi cuerpo.
Oigo a Kate subirse a la cama. Quizás debería hablar más con ella, pero no
tengo nada que decir. Después de todo, mi vida se puede resumir en dos palabras:
cama y clases. Ni siquiera paso mucho tiempo con mi tarea estos días, y ha estado
pasando desde hace dos semanas.
—Vi a Duke esta noche.
Mi atención regresa de golpe a ella, la niebla abandonándome. Mi corazón
comienza a latir más fuerte y más rápido de lo que lo ha hecho en las últimas dos
semanas. Mis palmas están sudorosas y estoy luchando por mantener la rabia que
tengo conmigo misma a raya. Enojada, no solo por lo que hice para apartarlo, pero
también porque todavía estoy por todo el lugar cada vez que oigo su nombre. Ayer
tuve el impulso furioso de darle un puñetazo a una chica que ni siquiera conocía
porque estaba siendo efusiva sobre lo sexy que es y que quería lamer cada
centímetro de su cuerpo. Vi rojo y tuve que correr, literalmente, antes de que
hiciera algo de lo que me arrepentiría.
—¿Y? —Pruebo con indiferencia, y por una vez sueno convincente.
—Estaba con una chica rubia. Estaban tomando un trago cuando me fui —
dice en voz baja, al parecer esperando una reacción.
En mi cabeza me imagino a una de piernas largas, linda exactamente como
una chica rubia, riendo y sonriéndole tímidamente a Duke y me siento enferma. Sé
que me siento atraída físicamente a él, pero no quiero tener una relación con él,
incluso si estuviera emocionalmente disponible. Sin embargo, sabiendo que otra
chica puede afirmar que es de él, incluso por una hora o dos, es más de lo que
puedo decir y eso es lo que más me duele.
—Me alegro por él. —¡No fue tan convincente!
Kate se sienta enfocándose en mí y no me gusta en absoluto, porque ahora
mismo mi máscara se desliza y verá a través de mí. Duke es el único que todavía me
alcanza a través de la niebla que me rodea.
—Estás siendo ridícula. ¡Si te importa, ve a verlo, habla las cosas con él! —Su
voz no es el suave susurro de antes. Está lleno de bordes y está molesta por mí,
frustrada también, y no puedo culparla.
—No sé lo que quieres decir. No es como que estoy enamorada de él.
—No, pero estoy bastante segura de que lo deseas y no sabes qué hacer al
respecto —responde con aire de suficiencia. Casi da miedo ahora mismo con su
cabello desordenado y la mirada de determinación en su rostro.
—Creo que tienes que dormir un poco —digo, tratando de no reírme de ello.
Girando hacia mi costado, enfrento la pared. Es más seguro.
—Y tienes que tener sexo.
Me levanto y me siento, y enciendo mi lámpara, parpadeando varias veces, me
duelen mis ojos por el brillo repentino después de estar en la oscuridad tanto
tiempo. La miro.
—No acabas de decir eso.
Empuja hacia atrás sus cobertores, se levanta y viene a mi cama. Sin
preguntar, se sienta y pone una de sus pequeñas y delicadas manos en mi hombro
delgado.
—Lo hice, y es la verdad.
—¿Así que tengo que echar un polvo? Esa es tu respuesta para todo, ¿verdad?
—No todo, pero en tu caso no podría lastimar. Han pasado meses desde la
última vez que tuviste relaciones sexuales y fue con un idiota abusivo. Duke es un
tipo increíble con el que conectaste de inmediato. Vi cómo lo mirabas. Casi me
hiciste sonrojar.
Río entre dientes y la empujo en broma.
—Cállate, Kate. —Siento el calor aumentando en mis mejillas y ella riéndose
de mí no ayuda.
—¿Tienes miedo de tener una aventura de una noche con él o tener algo más?
—Está seria de nuevo, obviamente decidida a deshacerse de la distancia que puse
entre nosotras y ayudarme.
—Nunca he tenido una aventura de una noche, y es de Duke que estamos
hablando.
—¿Qué quieres decir? ¡Es muy, muy caliente y dulce y sexy y tiene tatuajes!
Tiene el look perfecto de chico malo sin mala actitud. Quiero decir, si no estabas
aquí le hubiera arrancado la ropa en ese momento. Y ustedes dos ya son cercanos.
Estoy bastante segura de que mi boca está abierta. Nunca nadie habló así
conmigo antes y esta visión de la mente de Kate es... bueno, a decir verdad, me está
volviendo loca. Es mucho más abierta con su sexualidad como nunca lo seré. No
soy una mojigata, no lo creo, pero no puedo decir las cosas como ella lo hace. De
alguna manera, envidio su franqueza. Es mucho más fuerte que yo.
—Apostaría a que tienes más suerte con él que yo. —Finalmente encuentro mi
voz, pero es débil y un poco triste. No me gusta sentirme tan sentimental
súbitamente. Estamos hablando de sexo, no sobre compromiso.
—Por favor, estás delirando. —Niega con su cabeza y su boca peculiarmente
hacia arriba—. Deberías haber visto lo aburrido que se veía con esa chica esta
noche. Ni siquiera estoy segura de que él estaba escuchando nada de lo que sea que
ella estaba balbuceando. En un momento sonó su teléfono y él la dejó atrás, sin ni
siquiera un par de palabras y el dinero por las bebidas.
Me apoyo en la pared y no trato de ocultar mi sonrisa al pensar en él
dejándola atrás en el bar. Sé que eso no quiere decir que él no fue a reunirse con
otra chica, pero es bueno, sin embargo.
—No se trata solo sobre mí siendo caliente, Kate. —Alejo algunos mechones
que han caído desde el moño desordenado en la parte superior de mi cabeza—.
Echo de menos a mi amigo y todo es mi culpa.
Atrae sus piernas contra su pecho y las abraza. Colocando su barbilla sobre
sus rodillas, me mira con una sonrisa indulgente.
—Estabas herida, Skye. No sabía nada acerca de su novia, pero no creo que
estuvieras tan fuera de lugar. Tiene más que ver con la forma en que te expresaste.
Asiento y golpeo mi almohada. Es mejor que la pared.
—Lo sé. Estaba siendo una verdadera perra y lo sabía, pero solo... no podía
parar.
—No tienes que explicar nada. No te estoy juzgando, pero también perdí a mi
amiga ese día. Te extraño —dice con una voz suave. Oigo el dolor allí y me siento
culpable porque sé que tiendo a empujar lejos a todo el mundo cada vez que me
siento mal o hacia abajo o con dolor. Odio cuando alguien me ve así y me parece
más fácil simplemente alejarlas. Puede ser más fácil al principio, pero cuando las
cosas se ponen mejor solo hay un enorme desorden dejado atrás.
—Lo siento, Kate. —No puedo mirarla. Me siento tan avergonzada ahora que
la niebla se ha desaparecido. Sabe cada cosa horrible sobre mí y mi vida y aun así,
sigue aquí confortándome y diciéndome que me extraña. No estoy segura de
merecer a alguien como ella, no cuando siento que me he perdido a mí misma.
—Simplemente no me dejes fuera de nuevo y cuando tengas sexo
calientemente sudoroso y loco con Duke. Quiero todos los detalles —dice con
picardía que me hace reír una carcajada natural y ronca que por una vez no soy
consciente de ella.
—Estás loca. Nunca sucederá nada con Duke. Si es que me habla de nuevo,
será una gran mejoría ya.
—Pero si tu…
—¡Muy bien! —Corté a la mitad de su frase con una risa—. Si duermo con él,
te diré si es igual de caliente sin su ropa.
Chilla y rebota hacia arriba y hacia abajo mientras está sentada en mi cama. Y
entonces, es como si estas dos últimas semanas nunca sucedieron, poniéndome al
día sobre sus tres últimas citas, dos de los cuales no estaban tan mal, y sobre su
última discusión con su padre, que cree que está aquí solo de fiesta y no está
realmente estudiando hasta su culo para poder unirse a su firma en un par de años.
Si esto es lo que se siente al tener un cierre real, entonces no voy a dejar que
salga de mi vida. Dejé que Sean tuviera el poder de dictar mi vida, arruinando todo
tipo de relaciones en mi vida solo porque lo dejé hacerme creer que no soy digna.
Es su elección si quiere ser mi amiga y debe significar algo. No son idiotas. Puede
ser demasiado tarde para Duke, pero no voy a torturarme más.
***
El resto del fin de semana fue bueno entre ponerme al día con mi tarea, y Kate
y yo devorando dos enormes potes de helado, mientras que hablábamos de todas
las citas desastrosas que ha tenido desde que empezó a salir a los quince años.
Pero ahora, es lunes y estoy esperando a que los AT y el Dr. Dills entren. Estoy
inquieta y no me siento tan tranquila. Tomé la decisión de ir a hablar con Duke
después de que la clase termine para ver dónde estamos, y si tengo alguna
posibilidad de conseguir a mi amigo de vuelta.
Finjo estar absorta en un mensaje de texto en mi teléfono cuando en realidad,
estoy leyendo un mensaje que Kate me ha enviado media hora antes como una
charla para ayudarme a encontrar en mí misma la suficiente confianza y enfrentar a
Duke. Ya leí este texto, por supuesto, pero es mejor volver a leerlo en lugar de mirar
como si estuviera esperándolo en la puerta.
Después de leer el mismo mensaje de solo tres líneas, por novena vez, miro
hacia arriba y miro boquiabierta. Duke entra. Apenas asiente a las personas que lo
llaman por su nombre o hablando con él, y camina a su mesa en una esquina y se
sienta. Sin embargo, no es él caminando lo que me hizo congelar, es su cara
magullada lo que hizo eso.
Uno de sus ojos apenas está abierto, demasiado inflamado como para ver
nada. El color morado oscuro no deja nada a la imaginación. Alguien le dio un
puñetazo en el ojo, y su boca tiene un profundo corte en el labio superior. Dios,
¿qué fue lo que hizo el fin de semana?
Justo cuando estoy a punto de levantarme para ir hacia abajo y preguntarle
qué pasó, el Dr. Dills entra y casi lanza un montón de papeles sobre sus AT
mientras comienza su conferencia. Va a ser una clase larga y mi imaginación está
desbocada. Cuando lo veo encogerse de pie, llevando una de sus grandes y fuertes
manos a su lado derecho, mi preocupación se profundiza.
—Lean el capítulo diecinueve de Anna O., una de las pacientes más conocida
de Freud. Investiguen también sus otros pacientes, y no se olviden de usar sus
cerebros —dice Dills y se despide de nuestra clase con un gesto exagerado que no
encuentro ni medio tan divertido como él lo hace.
No pierdo ni un segundo más y apago mi computadora portátil, la guardo en
mi bolso, y camino hacia Duke antes de que incluso tenga tiempo para poner sus
notas en otra parte. Levanta su vista y su ceño acentúa sus magulladuras. Nos
miramos el uno al otro, mientras que la enorme sala se hace más y más tranquila,
ya que los últimos estudiantes se van. Todavía está en su asiento y aún estoy de pie
frente a su escritorio. Ninguno de nosotros rompe el silencio.
Mis ojos viajan desde su ojo amoratado hacia su labio y tiemblo. Va a pasar un
tiempo antes de que se desvanezcan. Se ve doloroso en demasiados niveles para mí
para pensar ahora mismo que tengo que hablar con él. Pero primero, tengo que
saber lo que pasó porque sé que no es el tipo de persona de entrar en una pelea.
—¿Qué te pasó ? —pregunto, mi voz resuena en la gran sala vacía. Aparto la
mirada de él a los cientos de asientos vacíos y regreso a él cuando no responde.
Pongo mi bolso a mis pies y cruzo mis brazos. No lo voy a dejar en paz a menos que
me lo diga todo ahora.
Se pone de pie lentamente, demasiado lentamente para ser natural. Está con
mucho dolor y yo, obviamente, no estoy hablando de su rostro. Ha sido golpeado
muy mal por el aspecto de la misma. Tal vez alguien le robó el auto, o tal vez fue
atacado por su billetera. Siento el color desaparecer de mi rostro.
—No es asunto tuyo —espeta y comienza a colocar sus notas en su bolso con
sus manos temblorosas, por el dolor o la ira, no lo sé.
Resoplo y el sonido lo detuvo en seco. Sus ojos oscuros no son del todo
acogedores y en ese momento, sé que estoy en una nueva ronda de discusiones en
lugar de reconciliarme con él. Me da pena, pero no puedo ignorar sus moretones y
la forma en que se mueve con tanta cautela como si tuviera una o dos costillas
agrietadas.
—Como no era tu asunto cuando me preguntabas lo que me pasó.
Sube el cierre de su bolso, pero no se mueve para tomarla. En cambio, su
mirada fría me congela hasta la médula.
—Nosotros éramos amigos entonces.
Me río sin humor, tratando torpemente de ocultar lo fácil que es lastimarme.
Parece que sabe cómo golpearme donde más me duele y va a matar. Es experto.
—No al principio —replico con altivez y dejo que mis ojos se pierdan en sus
costillas del lado derecho donde su camisa a rayas de mangas largas los oculta—.
¿Tienes algunas costillas rotas?
Sacude la cabeza y ladea hacia un lado.
—No lo creo.
—¿No fuiste al hospital? ¿Estás loco? —exclamo. Mi voz ruge fuerte en la
habitación vacía, haciéndome saltar por mi propio arrebato. No estoy
acostumbrada a ser tan emocional. Es aún más inquietante después de mi
comportamiento zombie del último par de semanas.
—Sería inútil. No me duele cuando respiro y... —Se pasa la mano por encima
de su barba bien recortada y suspira—. Ni siquiera sé por qué te estoy contestando.
—Muéstrame tu lado derecho —ordeno tercamente, mi barbilla elevada hacia
arriba, mis ojos fijos en su rostro magullado. Mis brazos todavía están cruzados
sobre mi pecho con mis manos tragadas por mis largas mangas.
Sus cejas se disparan, facilitando las líneas entre sus ojos.
—¿Quieres que me quite la camisa?
—Me pediste que me desnudara hasta mi ropa interior, una vez.
—A causa de tus heridas y lo haces sonar... no lo sé. ¿Travieso? —Su voz no es
cálida, pero está perdiendo poco a poco algo de la frialdad de los últimos minutos.
—Y tu lado derecho no está herido, ¿eh?
Ahora estira su cabello, desordenándolo distraídamente.
—Vamos a ver si lo entiendo. —Se endereza, se encoge ligeramente y levanta
el dobladillo de su camiseta, como si quisiera asegurarse. No voy a rasgar su ropa.
Dios, si él cree que soy una ninfómana, realmente no me conoce en lo absoluto.
Todavía no estoy segura de que pueda conseguir estar físicamente con un chico sin
ahogarme en busca de aire y no en una especie de manera de jadear sexy, pero
porque estoy demasiado asustada—. ¿Quieres que me quite la camisa en esta sala?
—¿Prefieres tu habitación? —Arqueo una ceja, algo que recuerdo hacer mucho
antes de que Sean estuviera en la foto. Una característica que tendía volver loco a
todo el mundo de alguna manera u otra.
—¿Qué te pasa? ¿Por qué quieres ver mi caja torácica?
—¡Oh, por favor, Duke! —digo molesta, mi timidez olvidada. Me seco mis
manos sudorosas en mis jeans—. No tienes tetas, así que no veo por qué no puedas
quitarte la camisa. —Y ahora me estoy sonrojando.
Abre y cierra su boca. Estoy deseando saber lo que quiere decir, pero en su
lugar, mi cerebro negro va fuera cuando estira el dobladillo de su camisa con ambas
manos y tira de ella hasta justo por encima de sus impresionantes pectorales. Mi
boca se seca ante la vista de su pecho desnudo. Es bien musculoso y sus
abdominales están bien definidas, con la cosa V que desaparece en sus pantalones
jeans de color azul oscuro que cuelgan casualmente de sus estrechas caderas. Mis
ojos siguen el rastro de vello oscuro entre sus jeans y su ombligo y luego derivan
hacia su lado izquierdo y hasta donde está su corazón bajo su piel oh tan deliciosa y
bronceada natural. Allí, en las líneas negras finas, una escritura que me asusta y
duele ver. Hay una fecha en letras completas con una lágrima roja de sangre al
lado. Es la fecha de la muerte de Juliet. Me muerdo mi lengua y me obligo a mirar
al otro lado dónde ya debo estar centrada.
No creo que tenga una costilla rota, pero las contusiones son desagradables.
Debe doler como el infierno. Si no me equivoco, no son patadas las que las
causaron, como pensé, pero son golpes. Dios, ¿qué le pasó? Cierro mis ojos. Detrás
de mis párpados cerrados, otras imágenes vienen de vuelta a mi mente. ¿Cuántas
veces me miré en frente de mi alto espejo para evaluar el daño a mi cuerpo?
Demasiadas. De muchas maneras.
—Se ve peor de lo que se siente. —Su voz gruesa me alcanza y me aleja de
estos recuerdos sombríos en los que no necesito profundizar.
Abro mis ojos y asiento.
—Lo sé —digo débilmente y consigo sonreír hasta que me duelen mis mejillas.
Deja caer su camisa en su lugar y asiente. Sabe lo que quiero decir sin tener
que ponerlo en palabras. Esa es la cosa con Duke, que no siempre necesitamos
palabras y cuando hacemos uso de ellas, es más a menudo para lastimarnos el uno
al otro en lugar de aliviar la tensión.
Agarra su bolso con la mano izquierda y da un paso hacia la puerta, cuidando
de no caminar cerca de mí. Está a punto de salir, sin siquiera decir adiós o nos
vemos. ¿Es tan fácil para él darme la espalda?
—No me contaste lo que pasó.
Se detiene, pero no me mira. Odio cuando esconde su rostro de mí.
—Y no necesitas saberlo. No tendría que haberte mostrado mis moretones.
—Es que... —Me detengo y tomo una respiración profunda—. Solo quiero
saber si alguien te atacó y por qué.
Finalmente, se da la vuelta y relaja sus hombros. Baja su cabeza durante un
par de segundos y luego me mira a los ojos. El calor en ellos, de rabia y nada más,
es a la vez aterrador y estimulante. ¿Qué me están diciendo?
—Un hijo de perra necesitaba una lección. Él está en peor estado, créeme.
Debería estar repelida por sus palabras, por la violencia de ellas, pero no lo
estoy. En cambio, estoy intrigada y más curiosa. Duke tiene un lado oscuro, más
oscuro de lo que pensaba, pero nunca lo he vinculado con el tipo de lucha.
—¿Quién es y por qué te peleaste con él? En realidad no suena a ti.
Se ríe sin ganas y me mira de arriba abajo y viceversa.
—Realmente no sabes muy bien de lo que soy capaz de hacer, y no sabes lo
que podría hacerle a algún hijo de puta que derrama una mierda por alguien que
me importa.
Jadeo, muevo mi cabeza, llevo mi mano a mi boca, y camino hacia él. Me
detengo a pocos centímetros de él y agarro fuerte su antebrazo izquierdo.
—¿Sean? ¿Te metiste en una pelea con Sean? ¿Cuándo? ¿Por qué?
Aprieta sus labios y se encoge cuando el corte en su labio superior comienza a
sangrar. Maldice y lame la sangre lejos. Mis ojos siguen el movimiento de su
lengua, y no es porque estoy enfocada en sus heridas.
—Viernes por la noche. Escucha, realmente no quiero hablar de eso.
—¿Por favor? No quieres hablar conmigo. —Sé que estoy jugando con fuego y
colocándome en una zona de guerra sin ningún tipo de protección, pero sí quiero
reconectar con él, no creo que tenga otra opción. Y estoy desesperada.
Además, saber que se deshizo de su cita el viernes por la noche, la chica rubia
guapa con la que podría haber pasado la noche para ir a defenderme en contra de
Sean; está haciendo cosas raras tanto en mi cabeza y mi estómago.
—No veo qué tenemos que decirnos el uno al otro, Skye.
Nivelo mis ojos, avergonzada.
—Pero peleaste por mí, Duke. Significa algo, ¿no?
Hace algo que no me esperaba, no cuando estamos pisando en aguas
peligrosas. Pone su mano caliente debajo de mi barbilla y atrae mi cabeza para
mirarlo. Su cara está más suave, sus ojos más cálidos, pero todavía llenos de
oscuridad.
—Entre tú y yo, no sé lo que significa algo. Estamos empujándonos el uno al
otro lejos y sin embargo, me parece que no soy capaz de dejarte ir.
—¿Y si te digo que no quiero que me dejes ir? —Trago, mi corazón latiendo
furiosamente en mis sienes y mis manos temblando junto con mi cuerpo.
No aleja su mano de mi barbilla y su pulgar roza sobre mi piel muy
suavemente. Estoy bastante segura de que tengo piel de gallina por todas las partes
de mi cuerpo, pero no puedo sentir nada más aparte de su mano en mi cara y sus
ojos quemando en los míos. Estoy impotente, pero se siente muy bien.
—Entonces te pediré que no me empujes lejos la próxima vez que estés
sufriendo. No puedo lidiar con eso otra vez. No soy el tipo fuerte que pensé que era,
y soy más frágil de lo que me gusta pensar.
Es increíble ver a un chico tan fuerte viéndose tan abiertamente vulnerable.
Estira mi propio dolor y mi propio tormento.
—No me empujes lejos tampoco —susurro, sin parpadear por miedo a romper
el vínculo entre nosotros.
Asiente y sus ojos recorren mi cara, dejando un hormigueo en la estela de su
mirada. Entonces, suelta mi barbilla.
—¿Café?
Sonrío y lidero el camino. Tal vez debería estar más esperanzada con más
frecuencia. Todavía estamos en un terreno inestable, todavía vamos a tener
problemas de confianza para enfrentar, pero está de vuelta en mi vida y el futuro
parece más brillante de lo que lo ha hecho durante los últimos tres años. Sin
embargo, todavía tengo una cosa que me molesta. ¿Qué pasará la próxima vez que
Duke o yo nos crucemos con Sean? Porque si una cosa sé sobre mi ex novio, es que
no va a dejar las cosas así. Tomará represalias y no será bonito.
Capitulo 11
—¿A sí que Duke y tú son amigos otra vez? —me pregunta Kate
esa misma noche, mi buen humor es obvio y no puedo
ocultar mi sonrisa.
—Es un poco incómodo, pero tomamos un café juntos —le respondo,
encogiéndome de hombros en mi chaqueta.
Ella se extiende en su cama. Esta chica nunca hace los deberes en su
escritorio, solo lo utiliza para poner sus libros de texto, documentos y ordenador
portátil. No tengo ni idea de cómo sabe dónde está todo considerando la falta de
orden.
—¿Qué has hecho para ganarlo tan rápido? —me pregunta sin levantar la vista
de su portátil, su cara tensa con la concentración.
—Le hice quitarse su camisa —le contesto con diversión en la voz.
Su cabeza se sacude para arriba, las preguntas brillando en sus ojos. Su boca
cuelga abierta y su portátil empieza a deslizarse de sus rodillas, pero ella lo agarra
rápidamente.
—¿Qué? ¿Por qué? ¿Y qué pasó?
Me río y niego con la cabeza, pero luego recuerdo el rostro magullado de
Duke y mis sonrisa se desvanece. No puedo ser tan displicente con todo lo que está
pasando y va a suceder. Por supuesto, estoy mareada por volver a conectar con
Duke y eufórica que salió de su camino para defenderme, pero eso no quiere decir
que no me doy cuenta de lo equivocado que es.
—No es tan divertido cuando sabes toda la historia. —Tranquilamente le
cuento todo. Cuando le he contado la historia, puedo ver su emoción aparecer y
desaparecer.
—Y no me creíste cuando te dije que había algo más que amistad entre Duke y
tú.
—¿Por qué, porque golpeó la mierda de Sean? —le digo, abriendo mi libro de
texto de psicología para leer el capítulo Eneldos, no para estudiar.
—No, por lo que te dijo. Hay algo sucediente y estoy esperando ansiosamente
el día en que voy a ser capaz de decirte “te lo dije”. Tenlo en cuenta —dice ella, con
la barbilla más alta en el aire.
—Sí, claro. —Descarto sus palabras con un gesto de la mano—. No estoy
dispuesta a llegar tan cerca de un hombre. Es demasiado...
—¿Aterrador? —Termina para mí, la comprensión y la tristeza ahora en su
voz. Odio cuando veo, cómo lo que me hizo Sean afecta a las personas que me
importan, y no solo a mí.
—Sí, aterrador. —Mi visión se torna borrosa y ni siquiera sé por qué mis ojos
se están volviendo aguados. Es tan ridículo—. Ni siquiera estoy segura, de que
alguna vez podré dejar que algún tipo me toque otra vez.
Viene y se sienta a mi lado, poniendo un brazo alrededor de mis hombros
tentativamente, pero suspirando cuando no retrocedo. Estoy mejorando en este
tipo de contacto con ella. No me asusto tanto.
—Tienes tiempo. No tienes que apresurar las cosas. —Aprieta mi hombro
brevemente—. ¡Y mírame a mí! Ni siquiera le doy una oportunidad a los chicos con
los que salgo o duermo, solo porque tengo miedo de caer en el amor. La lujuria la
conozco, el amor lo detesto.
—Eres más fuerte que yo, o tu madre, Kate. Si estarías enamorada de un
hombre, pero la relación te estaría haciendo daño, sé que serias lo suficientemente
valiente para decir adiós.
Pone su cabeza contra la mía y suspira.
—Espero que sí, pero no estoy dispuesta a correr el riesgo. —Entonces se
levanta de nuevo y se ríe con picardía—. Ahora dime, ¿tiene otros tatuajes en su
cuerpo?
Me río y asiento.
―Sí, pero no es... es un poco triste.
—¿Por qué? ¿Qué tiene, un cráneo o algo así? —pregunta, arrugando su
pequeña nariz.
—Más bien como la fecha de cuando murió su novia justo donde está su
corazón —le contesto en voz baja, el humor ligero volando lejos de nuestra
habitación.
—Es algo romántico. Él realmente la amaba.
—Creo que todavía la ama. —Recuerdo su cara en el cementerio. Es increíble y
aterrador ver lo que puede hacer el amor a la persona que queda atrás. También
está rompiendo mi corazón por presenciar el dolor crudo de Duke y el amor
imposible.
—¿No crees que es más sobre el hecho de que no puede dejarla ir, más que el
amor?
Me encojo de hombros, porque realmente no lo sé. No estoy en su cabeza y él
no me deja tener acceso a sus pensamientos y sentimientos. Todo lo encierra,
aunque sé que él se abre un poco para mí.
—Quizás. —Pongo mi cabello en un moño y aparto algunos mechones que
caen hacia abajo sobre mi cara—. Pero estoy decidida a comprender por qué se
siente tan culpable por su muerte. Él no puede seguir así o va a romperse un día.
—¿Quieres ayudarlo cómo él lo hizo? —señala, sentándose en la cama y
poniendo su computadora portátil en sus piernas.
—Eso, y odio ver el dolor en sus ojos. Él merece ser feliz, y no solo pretender
serlo.
***
—¿Cómo están tus heridas? —pregunto, señalando con mi pluma su lado
derecho dónde sé que sus heridas se están desvaneciendo lentamente debajo de su
camisa de color gris claro.
Levanta la vista de su libro de ingeniería, que bien podría ser en chino para
todo lo que entiendo, y sonríe suavemente. Estamos los dos en la cama, más o
menos tendidos sobre ella. Sin embargo, logramos no tocarnos entre sí.
—Está bien, pero no me pidas que me desnude de nuevo o me voy a preguntar
cuáles son tus intenciones en realidad.
Sé que me está tomando el pelo, pero no me impide ruborizarme como una
adolescente. Es tan vergonzoso. Él se ríe de mi malestar evidente y vuelve a su
trabajo. Si supiera que soñé anoche sobre su torso desnudo, probablemente no
sería tan propenso a hacerme bromas como esa. No era un sueño erótico, pero era
un poco más atrevido de lo que estoy acostumbrada. Kate lloró de risa esta mañana
cuando le describí mi sueño. No resulta tan divertido para mí, con mi corazón
latiendo salvajemente cuando estoy a solas con él o cuando se bloquean sus ojos
con los míos. Es bastante patético, cuando pienso en ello.
Mis ojos se pierden en su rostro, con una parada en el medio cerrado corte del
labio superior. Su ojo está aún púrpura, pero ya no cerrado debido a la inflamación.
Sus heridas me recuerdan un poco demasiado a Sean para mi gusto y me hace
sentir incomoda. No lo he visto desde la última vez que me golpeó, pero cada vez
que salgo de mi habitación, estoy muy consciente de mi entorno, siempre
esperando a que Sean me arrastre a un lugar apartado para golpearme de nuevo y
romper lo poco de vida que he metido de nuevo en mí.
—Deja de pensar demasiado, Skye —fice, sobresaltándome y trayéndome de
vuelta al presente y lejos de mis pensamientos de Sean. Él siempre sabe cuándo no
estoy en un lugar feliz.
—Dios, ni siquiera me mirabas. ¿Cómo haces eso? —Pido y empujo mi cabello
lejos de la cara.
Él sonríe y me ayuda con mi cabello loco, empujando un mechón detrás de la
oreja. Afortunadamente, he anticipado el temblor que su gesto produciría y me
muevo un poco para ajustar mi posición en la cama, inclinándome más hacia la
pared. Cada vez que su piel está en contacto directo con la mía, se me pone la piel
de gallina y no puedo dejar de temblar.
—Tu cuerpo se tensa cuando estás perdida en tus pensamientos. —Sus ojos
oscuros se centran en mi cara y hace que me retuerza un poco. Agarrando sus
cigarrillos de su lado, enciende uno. Kate y yo estamos acostumbrándonos al olor a
humo, incluso si no es muy atractivo. Aunque las dos estábamos de acuerdo, que
observar fumar a Duke, es todo un espectáculo. Cuando sus labios bien definidos
chupan la colilla del cigarrillo es material para fantasías.
—Que revelador —murmuro y cierro mi libro de texto. Hemos estado
trabajando durante casi tres horas y necesito un descanso. Bostezo, cerrando los
ojos. Estoy cansada y solo son las nueve de la noche.
Se mueve en la cama, su duro muslo y su cadera tocando la mía. Mi
respiración se tambalea. Abro los ojos y tomo una respiración profunda. El
consumo de aire es alto en la habitación tranquila. Su rostro está más cerca de lo
que pensaba. Su aliento huele a humo y chocolate de las galletas que comimos
antes. Él trae el cigarrillo a su boca, da una calada y mantiene el humo un par de
segundos antes de exhalar suavemente lejos de mí, con los ojos cerrados con los
míos, ilegibles.
Me muerdo el labio inferior y sus ojos bajan allí, siguiendo el movimiento
absortamente. Hace un segundo, mordía mi labio, porque no sabía qué hacer
conmigo misma y ahora me siento mareada por su atención y la mirada de sus ojos.
Ellos no se ríen, no son dulces, son encapuchados, oscuros, y fascinantes. Y no
puedo desviar la mirada.
Su mirada vuelve a subir a la mía muy lentamente, haciéndome sonrojar
ligeramente. Se inclina hacia mí, con el ceño fruncido. No me muevo. Estoy
congelada en el lugar en la cama, incapaz de entender y disfrutar de lo que está
pasando con él, con nosotros. ¿Estoy confundiendo este chisporroteo de atracción
que está sucediendo? ¿Es posible que Kate tenga razón cuando me dijo que estaba
atraído físicamente por mí también? Y si lo está, ¿qué debo hacer?
Y entonces, sin más, el momento se arruina. Las cosas se ponen un poco raras
cuando suena su teléfono, sonando Addicted Saving de Abel. Cuando pienso en la
letra de la canción, me sonrojo más que nunca.
Maldice, pone el cigarrillo en la boca, y pesca el teléfono del bolsillo de sus
jeans.
—Mierda —maldice después de leer el identificador de llamadas.
—¿Qué pasa? —le pido en voz baja, todavía temblando de nuestro momento
que-debe-permanecer-en-el-pasado.
—Es mi madre —me contesta, sacudiendo la cabeza. Esperemos que sea para
despejar su mente, porque él esta tan perturbado como yo. Ilusiones realmente,
porque él está más acostumbrado a este tipo de atracción sexual que yo. Toma una
respiración profunda y presiona el botón verde para contestar la llamada justo
antes de que se vaya al correo de voz.
»Oye, mamá. —Él rueda los ojos en algo que ella dice—. Estoy trabajando con
un amigo. —Se aclara la garganta y me mira rápidamente—. No, ella está en la clase
de psicología, donde asisto. —Se ríe y pone la colilla en el cenicero negro que me
compré un par de días antes.
»Sí, mi amigo es una chica. —Frunce el ceño y tira de su cabello—. No es como
eso. Escucha, ella está a mi lado y es raro hablar de ella cuando está aquí. —Inclina
la cabeza contra la pared, como si le pesara una tonelada.
»¿Quieres que la lleve el domingo para el almuerzo? —pregunta con
incredulidad—. Espera un segundo, mamá.
Saca su teléfono de su oreja y me sonríe, avergonzado.
—¿Almuerzo con tu familia? —susurro, con miedo de que su madre me pueda
oír, lo cual es ridículo ya que ella sabe que estoy aquí.
—Lo sé, pero es terca —suspira, derrotado.
—Creo que sé de dónde lo obtuviste entonces —le contesto con una sonrisa.
Él se ríe y vuelve a su llamada con su madre, diciéndole que estaremos allí el
próximo domingo para el almuerzo con su familia. De lo que he entendido por su
comportamiento y el ligero rubor en sus mejillas bronceadas, su madre piensa que
somos una pareja. Va a ser un almuerzo muy raro.
—Lo siento por eso. No estaba preparado —me dice, poniendo su teléfono en
el bolsillo. Tose y se pasa la mano por encima de su barba.
—Eso está bien. Solo tiene curiosidad por saber de tus amigos, como eran mis
padres cuando llegaron aquí —digo desdeñosamente, tratando de aliviar la tensión
que se siente. Y para tratar de lavar la atracción loca de la que nos salvó la llamada
telefónica.
—Sí, bueno, supongo que va a ser interesante.
—Interesante, ¿cómo?
—Vamos a ver —responde, siempre tan críptico. Es frustrante y sin embargo
creo que es por eso que quiero tanto desentrañar todos sus misterios.
***
No puedo creer que esté a punto de hacer esto. Conocer gente nueva no es mi
cosa favorita, y sabiendo que es la familia de Duke empeora las cosas, porque
quiero hacer una buena primera impresión. No quiero que vean mi yo roto, sino la
verdadera amiga que quiero ser para Duke.
Mi pie izquierdo está rebotando en el suelo del auto junto a una taza vacía de
café. Él definitivamente no es un maniático del orden con su auto. Por el rabillo del
ojo lo veo sonreírme, divertido por la crisis nerviosa que estoy experimentando.
—¡Oh, vas a parar! —le digo, empujándole ligeramente en el hombro con una
de mis manos, pero aun cuidando de no molestarlo mientras conduce. No quiero
que este día sea peor.
Él se ríe y baja la radio para que no tengamos que gritar para hacernos oír por
encima de la música.
—No estoy haciendo nada.
—Estás disfrutando de ver que me retuerzo. No te entiendo. —Hago pucheros.
Quiero decir, ni siquiera recuerdo la última vez que hice un puchero.
—No te van a comer. Lo peor que puede pasar es que no escuchen cuando les
digamos que no hay nada entre nosotros, más que amistad. —Su sonrisa es
deslumbrante y empieza a tranquilizarme. Después de todo, no puedo cambiar lo
que soy y si Kate y Duke pueden ser mis amigos y ver más allá de lo quebrantado de
mí, ¿por qué ellos no?
—No quiero que piensen que soy rara. Sabes que no soy buena con la gente. —
Me trago el nudo que apareció un par de kilómetros atrás y exhalo cuando Duke
apaga el auto delante de una casa blanca en un barrio tranquilo. La casa es una
perfecta de dos pisos, que emite las vibraciones de un hogar y no solo de una casa.
Veo un movimiento de la cortina dentro de una de las ventanas de la planta baja
antes de que salgamos del auto.
—Te has ganado a Derek y él no es el tipo de persona fácilmente
impresionable por cualquiera —señala Duke, su sonrisa disminuyendo un poco.
Debe recordar la razón por la que conocí a su amigo Derek. Ojalá no tuviéramos
tantos recuerdos desagradables entre nosotros, sería más fácil.
—Porque me compadece —respondo, apagando su agitación y caminando
junto a él hacia la puerta principal de color verde oscuro. Mis manos están
sudorosas. Espero que nadie vaya a tratar de darme la mano. Las seco tímidamente
en mis jeans negros.
—Estás siendo ridícula si piensas eso. —Llama a la puerta y golpea su hombro
contra el mío juguetonamente al tiempo que mi aliento se atrapa en mi garganta—.
Si no te sientes bien, me lo dices y ya se me ocurrirá algo para rescatarte.
Antes de que se lo pueda agradecer se abre la puerta, y una mujer de aspecto
suave con los mismos ojos exactos de Duke, pero sin el dolor, aparece. Sin duda, es
su madre. Es de altura media, quizás un poco más baja que yo, con un corte Bob de
cabello castaño claro. Su hijo la envuelve por completo en un abrazo de oso con su
cuerpo alto y fuerte.
—Es bueno verte, cariño —dice con una voz brillante. Ella es verdaderamente
feliz de verlo y trae una sonrisa sincera en la cara. Esta mujer me recuerda a mi
madre y el vínculo que teníamos antes de que Sean me arruinase y pusiera tanta
distancia entre nosotras.
Libera a su hijo de mala gana y me centro en su rostro. Las líneas de
expresión alrededor de sus ojos me hacen pensar acerca de su vida, obviamente
pasa mucho tiempo compartiendo su hermosa sonrisa con el mundo. Es evidente
que había heredado su piel bronceada de ella. Puedo estar equivocada, pero creo
que en parte es nativa-americana. Ahora entiendo por qué Duke se ve tan
bellamente exótico.
Me mira y su interés aumenta, y empiezo a jugar con el dobladillo de la
chaqueta de cuero. Da un paso hacia mí y viene a abrazarme. No retrocedo, pero
me congelo. Duke comienza a abrir la boca para detener a su madre, con una
expresión de preocupación hacia mí, pero le paro haciendo algo que no he hecho en
mucho tiempo. Doy un paso hacia ella, cerrando la última brecha entre nosotras, e
inicio el abrazo. Por supuesto, no es fácil y soy un poco torpe, pero me obligo a
hacer algo de lo que no sabía que era capaz de hacer. Mi corazón se acelera, mis
nervios están destrozados, y mis manos están temblando a pesar de que fue un
breve abrazo, pero es un primer paso.
Los ojos de Duke se ensanchan, pero una sonrisa de orgullo se extiende por la
cara, relajando sus rasgos perfectamente. Discretamente, choca el hombro contra el
mío, dejándome saber que es un gran paso y un gran trato y él entiende eso.
—Tú debes ser Skye. Me alegro mucho de que hayas podido venir aquí con
nosotros —dice ella, su voz es más profunda de lo que se espera en una mujer. Me
gusta su voz. Suena fuerte, pero tranquilizadora.
—¿Teníamos otra opción? —reflexiona Duke maliciosamente.
Su madre le da una palmada juguetona en su pecho y niega con la cabeza.
―Nunca vienes a vernos y no tienes excusas. Así que, si tengo que pedir
reunirme con tu amiga para verte, no lo voy a pensar dos veces.
Me río y encojo los hombros en mi chaqueta; Duke pone la suya en el
perchero de detrás de la puerta. Coloco la mía junto a la suya y me doy la vuelta,
chocando con sus ojos oscuros que se centran en mí. Cruzando los brazos sobre mi
pecho, me sonrojo. Sé por qué me mira así, como si él me estuviese viendo por
primera vez. Kate me convenció de ponerme una camisa suya de manga larga de
color gris claro. Sobre ella está abrazando su cuerpo, pero en el mío no es tan
atrevida. Es más ajustada a mi cuerpo de lo que estoy acostumbrada, mostrando
algo de escote y de mis estrechas caderas.
Niego con la cabeza, haciéndole saber que no diga ni una palabra. Él se ríe y
levanta sus manos antes de entrar en la sala de estar. Su madre había seguido
nuestro intercambio silencioso y aunque ella no sabía de qué se trataba, vio que en
efecto somos cercanos. Fuerzo una sonrisa y la sigo a la sala de estar después de
Duke.
El salón es simple y los muebles no son caros, y hay una enorme pantalla
plana en ESPN. En el sofá gris se sienta un hombre que solo puedo suponer es el
padre de Duke. Tiene el cabello del mismo tono y los mismos labios bien definidos.
Si Duke se parece a su padre a la misma edad, todavía va a tener buena pinta.
Dos sillones del mismo gris a cada lado completan el arreglo de la habitación.
En uno de los sillones, una mujer un poco mayor que Duke está sentada,
mirándonos entrar, con una pequeña sonrisa en sus labios delgados. Lleva más de
la madre de Duke que del padre, pero no hay duda de que ella es la hermana mayor
de Duke.
En la mesa de café, las flores que no puedo identificar dan un toque de color
con la variedad de amarillo, blanco y verde. Sobre la repisa de la chimenea, las
fotos de la familia le dan un toque personal. Son claramente felices de verme
aunque parecen un poco inseguros de cómo reaccionar. Es curioso, no soy la única
que se siente incómoda. Me ayuda a relajarme y la sonrisa en mi cara es real y no
falsa, de lo que Duke se da cuenta en un segundo.
—Alana, ella es Skye. Skye, te presento a mi hermana, Alana —dice Duke
después de que él le da a su hermana un abrazo de oso. Es más alta de lo que
pensaba. Mucho más alta que yo. Camino hacia ella y extiendo mi mano. La sacude.
—Me alegro de conocerte, Skye. Mi hermano no debe ser conservado para él
solo.
Me sonrojo de nuevo y miro a sus ojos. Él los rueda y tira de su cabello y me
río con su vergüenza.
—Bueno, no parece que conozcas a todos sus amigos —le respondo, tratando
de enviar un mensaje claro de que solo somos amigos, pero no parece llegar a la
familia de Duke por sus sonrisas.
—Creo que te puedes detener, Skye —dice Duke, abrazando a su padre que le
da una palmada afectuosa en la espalda—. No van a escucharnos. Ellos piensan que
saben lo que está pasando más que nosotros.
—Te conocemos, hijo —dice el padre de Duke y viene a darme la mano. Su
agarre es fuerte, pero no tengo miedo. Este hombre se ve tranquilizador a pesar de
su aparente fortaleza, al igual que mi padre.
—Déjenla en paz —dice la madre de Duke, guiñándome un ojo cómo si
compartiríamos un secreto. Frunzo el ceño y miro hacia atrás a Duke, quién se
encoge de hombros sin remedio—. Vamos a comer o la comida se enfría.
Todos nos sentamos alrededor de la mesa de madera oscura en la que podrían
sentarse ocho personas y espero a que la madre de Duke traiga la comida de olor
celestial. A medida que empezamos a comer, Alana rompe el silencio, su voz serena
y relajante.
—Por lo tanto, ¿estás estudiando Psicología?
Bebo de mi vaso de agua y muevo mi cabeza.
—Sí, pero soy una estudiante de primer año, así que no tengo la especialidad
aún. Quiero llegar a ser una Psiquiatra.
—¡Eso es maravilloso! —La madre de Duke brota con entusiasmo, haciendo
que Duke se ría y casi se ahogue con sus patatas—. Duke dudó antes de elegir la
ingeniería, pero me alegro de que él tenga dos especialidades. Sería triste que
abandone algo que le gusta, como la Psicología.
El padre de Duke no parece ser el tipo de hombre que habla mucho, pero él
asiente al oír las palabras de su esposa. Sus padres son un gran apoyo y es
maravilloso presenciarlo. Es raro tener esa unidad en una familia y compartirla
juntos.
—La Psicología es realmente fascinante. Ayuda a entender la gente a un nivel
totalmente distinto y abre la mente. Pero lo más importante, lo que realmente
quiero, es ayudar a la gente.
—Es raro tener tal creencia tan joven —señala Alana, tomando un sorbo de
vino tinto—. ¿Alguien en tu familia tiene una enfermedad mental?
—¡Alana! —chasquea Duke, sorprendiendo a todos nosotros en la mesa. Su
cuerpo está tenso y casi temblando de ira. Mis ojos se abren con su
comportamiento que supongo que es porque me quiere proteger de la inquisición
familiar. Pongo una mano en su brazo y aprieto. Baja los ojos y finalmente me mira.
—Es solo una pregunta. ¿Qué te ha pasado?
—Está tratando de protegerme —le digo con una sonrisa de disculpa,
avergonzada por ser la razón de la tensión. Me aclaro la garganta—. No tengo un
familiar con una enfermedad mental, no que yo sepa, al menos, pero algo me pasó a
mí y todavía me estoy recuperando.
—¿Estás bien, cariño? —me pregunta la madre de Duke con preocupación, sus
delgadas cejas bajadas.
—Estoy mejorando, pero no soy esquizofrénica ni nada de eso, si eso es lo que
me estás preguntando. Es...
—No les tienes que explicar —me interrumpe Duke, poniendo un brazo
alrededor de mis hombros. Tres pares de ojos concentrados en su gesto y siento mis
mejillas enrojecerse, pero no me alejo. En cambio, me acurruco un poco más cerca.
—Está bien. Después de todo, un paso es reconocer lo que pasó y no
simplemente ignorarlo u ocultarlo. —Le doy una sonrisa tranquilizadora a pesar de
lo mal que estoy temblando. Él debe ser capaz de sentirlo ahora que mi cuerpo está
tan cerca de él. Su brazo se aprieta alrededor de mí y me besa la parte superior de
mi cabeza. Su madre y su hermana suspiran con agrado. Su padre asiente con
orgullo. Pobre de ellos, piensan que ha sanado de la muerte de Juliet y se está
moviendo adelante con su vida amorosa. Tal vez una vez que entiendan mi pasado
verán por qué no somos una pareja y nunca lo seremos. Me aclaro la garganta.
»Estaba en una relación abusiva hasta el comienzo del año, cuando mi novio
rompió conmigo. Solía golpearme y humillarme cuando estábamos solos. Él me
dejó sola durante varios meses, pero en cuanto empecé a ir a fiestas y a pasar el
rato con Duke, volvió y me golpeó de nuevo varias veces. Duke entendía lo que
estaba pasando y así fue como nos hicimos amigos.
La madre de Duke se lleva una mano a la boca formando una gran “O”. Su
hermana parpadea varias veces. Su padre aprieta los puños y mira a su hijo. Estoy
segura que no esperaban esto cuando le pidieron conocerme. Me río amargamente;
no del todo segura de que fuese una buena idea revelar la verdad. Después de todo,
quería que me viesen a mí y no como mi versión rota. Lo cual es ridículo porque
estoy rota.
Mis ojos se llenan de lágrimas y mi visión se vuelve demasiado borrosa para
ver hasta mi plato. Mis hombros se desploman, y Duke trae su mano debajo de mi
barbilla y me obliga a mirarlo a los ojos, pero no lo puedo ver a través de mis
lágrimas no derramadas.
—Discúlpennos, pero creo que tenemos que conseguir un poco de aire fresco
—dice, ayudándome a ponerme de pie.
—Por supuesto. Tómense su tiempo —dice su madre, su voz no es tan brillante
como antes. Realmente maté el estado de ánimo.
—Vamos —me susurra, acercándome a la puerta de entrada y salida. Él agarra
mi mano en la suya grande y me lleva a su auto. Me apoyo en él y suelto la
respiración que ni siquiera estaba consciente de haber estado sosteniendo. Se pone
de pie frente a mí, bloqueando mi vista de la casa.
—Lo siento mucho. Tal vez era demasiado pronto para ser tan honesta —le
digo débilmente, me tiembla la voz, junto con mi cuerpo.
—Recuerda lo que te dije. Nunca te disculpes por el hijo de tu puta de tu ex —
dice, ni siquiera tratando de reunir una sonrisa que ambos sabemos sería tan falsa
como yo tratando de enfriarme cuando le dije a su familia sobre Sean. Él acaricia
mi mejilla con su mano y seca las lágrimas que comienzan a caer en silencio. El
contacto de su piel envía un escalofrió contra la mía, pero casi se pierde entre el
temblor que todavía estoy experimentando.
—No todo es culpa suya, Duke. Soy la que no puede dejar de llorar cuando
hablo de él. Soy la que apenas es capaz de reconocer lo que pasó. Soy la que odia
ver cómo cambia la expresión en el rostro de la gente cuando saben sobre ello. Soy
responsable, también. —Mi voz es cada vez más fuerte, más alta. Mis ojos no dejan
los de él.
Su mano en mi mejilla se desliza detrás de mi cabeza, en mi cabello salvaje, y
en la nuca.
—Ya lo sé, pero estás en esta situación a causa de él. Estas tratando con él a tu
propio ritmo y no creo que te des cuenta de lo increíblemente bien que lo estás
haciendo. Eres valiente y fuerte. Ya no solo escuchas a tus temores. Estás luchando,
y es increíble verlo.
Me río con amargura, pero paro cuando se inclina hacia mí, su aliento
rozando mi cara con delicadeza, la suave brisa que nos rodea desaparece. Sus labios
se acercan a los míos y no sé qué hacer o qué pensar. No soy realmente capaz de
pensar, de hecho. Mi respiración se tambalea, mi mano se aprieta contra mi cuerpo
y mis lágrimas se detienen. Mis ojos se mantienen concentrados en sus labios bien
definidos, solo ligeramente humedecidos y me besa... mi frente. Él besa mi frente.
Todo lo que me he imaginado porque él se inclinaba para besar mi frente para
consolarme. Estoy siendo ridícula imaginando cosas como sus ojos oscurecidos de
deseo, cuando es probable que sea preocupación y restos de la ira hacia Sean. ¡Soy
una idiota!
—Eres mucho más que el crédito que te das a ti misma. —Él me inhala y me
estremezco violentamente. Me aprieta el hombro con la mano libre y creo que él
sabe que no es por mi revelación a su familia, sino debido a su cercanía—.
Significas para mí, más de lo que crees —añade más bajo, casi como un susurro
cerca de mi oreja. Su aliento se desplaza hacia abajo sobe mi cuello y escote
expuestos. Me estremezco de nuevo y esta vez para su respiración. No es mi
imaginación, estoy segura.
Su apretón en el hombro se acrecienta. Su otra mano detrás de mi cabeza me
acaricia suavemente y suspiro.
—Tócame, Skye. —Su voz es áspera, casi suena como un gemido.
Mis brazos parecen pesar una tonelada. O tal vez es porque me siento
entumecida y sin embargo, tan extremadamente conscientes de Duke contra mí, su
cuerpo a un suspiro del mío. Poco a poco, llevo mis brazos hacia arriba y pongo mis
manos sobre su pecho. Puedo sentir su corazón latiendo con fuerza bajo mis manos
y mis ojos se quedan allí, sorprendidos de que no soy la única afectada. No muevo
mis manos, sino que permanecen en el tejido blando de su sudadera con capucha
de color azul marino.
Él libera una respiración profunda y se apoya en mí, su cuerpo al ras contra el
mío, solo separados por la ropa y las manos. Él baja la cabeza y pone su barbilla
contra el hueco de mi cuello y me inhala de nuevo. Su mano en mi hombro se
desplaza lentamente, enloquecedoramente a la parte baja de mi espalda,
extendiendo sus dedos allí.
Sin ni siquiera darme cuenta de lo que estoy haciendo, muevo mis manos y lo
abrazo más cerca de mí, sintiendo su duro pecho contra mi cuerpo. Mis manos
están extendidas en su ancha espalda, sin atreverme a apretarle con las manos,
pero siendo más atrevida de lo que pensaba que podía ser. Es más convincente para
mí que las cuestiones que todavía tratan de derribarme.
Trae su cabeza hacia atrás, por encima de mí con toda su altura, no
liberándome de su abrazo. Sus manos están todavía en mi espalda baja y en el
cuello. Estoy atrapada entre él y su auto, pero no me siento intimidada. Estoy...
¡creo que excitada!
Con el pensamiento, mis ojos se posan en sus labios entreabiertos.
—No me mires así, Skye —gruñe, su mano en mi espalda, obligándome a estar
incluso más cerca de él. No sabía que era posible, pero ahora sintiendo la hebilla de
su cinturón contra mi estómago y la definición de sus músculos, sé que estaba
equivocada.
—¿Así cómo? —Mi voz es ronca, más que de costumbre. Mi deseo es tan
audible que me hace sonrojar.
Su ceño se profundiza y se muerde el labio inferior. Duro. Dios, ¿qué estamos
haciendo?
—Mierda. Tu voz es tan sexy —susurra, sus ojos caen sobre mi boca. Él se
inclina, y esta vez estoy segura de que no estoy imaginándome sus intenciones.
Su cabeza está viniendo hacia mi cara lentamente, construyendo el
entusiasmo y la impaciencia en mí. Es una provocación real y no me sorprende.
Está acostumbrado a este juego con todas las chicas que ha tenido, tratando de
olvidar Juliet.
—Espera —le digo, mis brazos cayendo contra mi cuerpo, sin fuerzas. El
vuelve de nuevo a sus sentidos y salta lejos de mí como si lo estuviera quemando.
—No sé lo que se ha metido en mi —dice, parpadeando varias veces como si
estuviera tratando de ahuyentar un mal sueño—. Tenemos que volver a entrar.
Asiento y tiro de las mangas de la camisa de Kate, ya segura de haberla
arruinado, pero no pudiendo evitarlo. Una cosa es darme cuenta de que ha sido un
error, pero otra cosa completamente distinta es cuando él actúa como si hubiese
sido horrible. Ni siquiera se atreve a mirarme. Es tan humillante. Trato de aliviar
mi ceño fruncido y adoptar una expresión más serena cuando caminamos de
regreso al comedor y tomamos nuestro asiento. Incluso me las arreglo para iniciar
una conversación, rompiendo la pesada atmósfera y hablando de lo que he de
visitar en Seattle, ya que no soy de aquí. Hablamos de Boston, mi ciudad natal.
Duke se mantiene en silencio todo el tiempo, con los ojos bajos. Sus padres y su
hermana echan un rápido vistazo a él varias veces, con sus rostros preocupados. No
parecen sorprendidos por su comportamiento.
Capitulo 12
A hora que estamos aquí, estoy menos segura de esto. La fiesta está en
pleno apogeo con gente completamente destrozada. A penas Kate y yo
caminamos por la puerta 10 minutos antes, vimos a una chica
plenamente borracha vomitando sobre la camisa de algún chico.
Kate me da un vaso lleno de cerveza de barril y tomo un sorbo; no está
siquiera fría. Pongo una cara de desagrado pero no hago ningún comentario. Kate
rebota al ritmo de la música y sus ojos están escaneando el lugar. Está buscando su
próxima víctima consentida.
—No nos quedaremos demasiado, no te preocupes —grita cerca de mi oído
para que la escuche sobre la música.
Me encojo de hombros.
—Está bien —le respondo del mismo modo, moviéndome lejos de un chico
que se dirige al barril cuándo es obvio que él está en camino de emborracharse.
Ella sacude su cabeza.
—Esta fiesta se está saliendo de control. No sabía que sería tan alocada.
Sabe más sobre estas cosas que yo, pero estoy segura que si no estuviera con
ella se quedaría mucho más tiempo, no importándole si la fiesta se sale de las
manos, sea lo que sea que signifique. Me siento culpable de que ella tenga que ser
mi chaperona, cuidando a la pobre y pequeña Skye y siendo incapaz de festejar
como todos los demás. Debería ser capaz de divertirse como lo haría si no estuviera
conmigo.
Sus ojos se amplían y mira detrás de mí, congelada. Frunzo el ceño y me doy
vuelta para ver qué está pasando y me congelo, también. Esto no es bueno. Sean
está viniendo hacia nosotras, sus ojos azules viéndose oscuros en la poca iluminada
habitación. Tengo 2 opciones: puedo correr o puedo quedarme aquí con la gente
alrededor proveyéndome mucha más seguridad como fuera posible.
—Aquí está tu pequeña compañera de cuarto. Kylie, ¿cierto? —dice él, capaz
de ser oído sobre la música sin gritar como Kate y yo tuvimos que hacer para ser
oídas. Es espeluznante.
—Es Kate. —Frunce el ceño, tomando mi mano en las suyas, y apretándola.
No sé si es para tranquilizarse ella o a mí, creo. A ambas probablemente, desde que
estamos temblando.
Él se despide de ella con la mano y se enfoca en mí.
—¿Saliendo de fiesta otra vez?
Asiento rígidamente, no mirando a otro lado. Es mejor mantenerlo en mi
campo de visión.
—Nosotras solo paramos por una cerveza, pero no nos estamos quedando —le
respondo lentamente, no gritando sobre la música. Sé que puede oírme.
Da un paso más cerca y retrocedo, empujando a Kate en el proceso. No puedo
ayudar con la reacción que el provoca en mí. Soy una bola de nervios cada vez que
tengo que verlo. Es como si todo lo que hizo volviera en una avalancha a mi cabeza,
dejándome temblando y temiendo lo peor.
—No te estás quedando. Vete jodidamente lejos de aquí —se burla en mi cara,
sus ojos quemando un hoyo en mí.
Trato de decir algo, cualquier cosa, pero ninguna palabra deja mis labios.
Estoy muda y mi mirada está pegada a su difícil rostro que una vez había
encontrado juvenilmente lindo.
—¡Déjala en paz!
Kate y yo saltamos mientras ella estruja mi brazo… fuerte. Tal vez tenga un
moretón mañana pero no me importa en absoluto. En vez de eso, estoy mirando a
Duke andando hacia nosotros con una mirada amenazadora en su rostro, seguido
de cerca por Derek, quién luce calmado pero sus puños tensos dicen otra historia.
Recuerdo que él había empezado a boxear. Bien, va a ser desagradable y rápido.
Duke se detiene en frente de Sean, elevándose amenazadoramente sobre él,
sus ojos en llamas. Está cabreado. Derek se queda a su lado, pero él está mirando
fijamente a Duke, no a Sean. El probablemente siente que Duke está a punto de
explotar. Algunas personas alrededor nuestro empiezan a ver que algo está
pasando. Los chicos se ven interesados, casi expectantes, probablemente algunos
de los amigos de Sean, mientras que las chicas se ven desconcertadas de que yo sea
la razón de la tensión. Lo sé, soy una del montón y no debería estar en este dilema,
pero aquí estoy. Ya no siento el agarre de Kate y eso que sigue sujetando mi brazo.
—Hombre, realmente deberías caminar lejos si tú piensas que ella es buena en
la cama. Frígida es su segundo nombre —dice Sean, tensando a Duke, quien se
mueve para lanzarse a sí mismo pero el fiero agarre de Derek lo detiene. Boxear
probablemente le dio algún autocontrol, que a Duke parece faltarle.
—¡No le hables jodidamente así! —grita Duke a todo pulmón, haciéndome
tomar un paso hacia atrás contra el pequeño cuerpo de Kate quien me abraza
inmediatamente. Está temblando como una hoja, también.
—Vete, Sean —dice Derek fríamente, sus ligeros ojos marrones mostrando su
autoridad de presidente de fraternidad.
Sean frunce el ceño y cruza sus brazos sobre su pecho. El músculo en su
quijada salta y suelto un quejido. Kate me mira, con preguntas escritas en su rostro,
pero no puedo decirle que conozco esa expresión facial y lo que va a pasar si las
cosas no se calman ahora.
—No soy el que está haciendo una escena. Tu amigo sí.
Duke gruñe y sacude la sujeción de Derek, escapando de su agarre. Pone su
antebrazo alrededor de Sean, presionándolo hasta que él está atrapado contra la
pared. El antebrazo de Duke es sudoroso, su respiración audible incluso sobre la
música, y su pecho esta duro debajo de su camisa negra. Los músculos en sus
brazos están jugando bajo sus tatuajes, haciendo una danza en su piel.
Los ojos de Sean están amplios y por primera vez en mi vida, veo miedo en
ellos, el mismo miedo con el que tuve que vivir los últimos 3 años. Esta hecho
mierda, pero es bueno verlo en esta posición, completamente indefenso bajo la
fuerza de alguien más.
—Tú, hijo de perra, eres patético. Me quieres lejos de Skye porque tú ya no la
tienes y no quieres que nadie más la tenga. No eres digno de ella. ¿La última vez no
fue suficiente para ti? Está bien para mí. Puedo pegarte otra vez, enviarte devuelta
al hospital si tú siquiera le hablas otra vez. ¿Lo captas?
Sean trata de moverse pero sin ningún éxito. Duke es mucho más alto y fuerte
que Sean y él está ciego de rabia.
—Ella no saldrá por ti, estás perdiendo tu tiempo. —La voz de Sean es
entrecortada, pero la maldad sigue estando en sus ojos.
—No creo que tú la tengas. Incluso si no duermo con ella, siempre la tendré en
mi vida cuando tú… —Sonríe Duke y se ve peligroso—. Tú, estarás solo por el resto
de tu jodida vida, lejos mientras ella tendrá una maravillosa vida. Te olvidará,
nunca pensará siquiera en ti dos veces. Y luego, encontraras otra víctima para
hacerte sentir como un hombre. Pero ¿sabes qué? Tú no eres un hombre; eres un
pedazo de mierda.
Veo hacia Derek, temiendo que las cosas se le estén yendo fuera de las manos.
No me gusta oír a Duke tan calmado de repente. No es una buena cosa cuando su
cuerpo está temblando de rabia y su respiración sigue siendo laboriosa. Derek no
está lejos, analizando a Duke más que a Sean, listo para el primer signo de que
Duke está por perder el control. Eso no ayuda mucho a relajarme, tampoco.
—Oh. Mi. Dios —dice Kate a mi lado, su aliento rozando alrededor de mi
clavícula. Sus ojos están alternando entre Duke, Sean y Derek, boquiabierta.
La multitud a nuestro alrededor cayó en silencio y todos los ojos están puestos
en los tres chicos. Algunos de los amigos de fraternidad de Sean le gritan para que
agarre a Duke, pero él no puede moverse. Duke no va a dejarlo ir.
—¿Entonces qué? Tú nunca serás capaz de tomar su virginidad. Nunca
tendrás esa parte de ella. Y nunca te dirá que te ama. Y yo gano al final —devuelve
Sean difícilmente, escupiendo en la camisa de Duke.
No sé cuándo esto se convirtió en un quién tendrá más de mí que el otro, pero
me hace sentir incomoda y como un objeto en vez de un ser humano. Entiendo que
Duke trató de minimizar el impacto de Sean en mi vida en gran parte, pero él está
dejando al gusano de mi ex en otro tipo de discusión y Duke es demasiado ciego
para verlo. Conozco demasiado bien a Sean cómo para saber adónde ir para hacer
que las cosas se vuelvan locas de forma fea.
Sacudo mi mano hacia Derek para llamar su atención pero él levanta una
mano y me muerdo la lengua.
—Duke sabe lo que está haciendo, no te preocupes —dice Kate en mi oído, su
voz un poco débil.
Sacudo mi cabeza.
—Esa es la cosa, él no sabe. No conoce a Sean como yo.
Ella aprieta su brazo sobre mis hombros y la dejo hacerlo. Se suponía que
sería una noche para relajarnos, pero supongo que no puedo planear nada. Todo
siempre se derrumba.
Duke pone su antebrazo alrededor de la garganta de Sea mientras su otro
antebrazo sujeta su hombro firmemente. Los nudillos de Duke se tornan blancos.
—Pero siempre tendré su respeto y una conexión con ella que tú nunca
experimentaras. No es tuya —ruge en la cara de Sean, su nariz casi tocando la nariz
algo torcida de mi ex.
—Tampoco es tuya.
Luego Duke se endereza sin soltar a Sean y sonríe, sin alcanzar sus ojos que
siguen ardiendo con enojo.
—Pero no estoy buscando poseerla. Ella se pertenece a sí misma.
Mis hombros se relajan y calor se difunde a través de mi cuerpo. El realmente
me tiene. Mis ojos se humedecen pero de ellos no caen lágrimas. Cruzo mis brazos
alrededor de mí, lista para la próxima ronda de Sean, pero el permanece en
silencio, sus ojos ahora clavados en mí. Ellos están resplandecientes.
—Duke? —Mi voz es débil, insegura, pero capta la atención de Duke. El suelta
a Sean instantáneamente y camina hacia mí mientras Derek dice algo en un tono
callado a mi ex quién me da una última mirada difícil antes de caminar lejos.
—¿Qué te dijo? ¿Estás bien? —me pregunta Duke, su respiración aun
dificultosa y demasiado rápida. No se va a calmar en un tiempo cercano.
Kate se aleja y camina hacia Derek, y ellos intercambian unas pocas palabras
mientras trato de encontrar mi voz.
—Estoy bien. ¿Y tú?
Duke aleja mi salvaje cabello de mi cara, sus dedos temblando cuando ellos
rozan sobre mi nuca caliente.
—No te preocupes por mí. —No suena calmado o él mismo, realmente. Es
como si está por matar a alguien o arrojar algo a la pared. Es como una bomba
sonando pero no estoy asustada. No siento necesidad de correr lejos, poner
distancia entre nosotros. En vez de eso, todo en lo que puedo pensar es abrazarme
a él, escuchar su corazón volviendo a su lento y normal ritmo.
—Siempre me preocupo por ti —balbuceo con el ceño fruncido. Es difícil no
agarrar sus brazos desnudos cuando sus tatuajes están burlándose de mí. Es
realmente difícil no abrazarlo y olvidar nuestras discusiones. Se ven tan
insignificantes ahora.
—¿Cómo yo lo hago? —me pregunta él más lento mientras la gente a nuestro
alrededor empieza a volver a la fiesta como si nada raro hubiese pasado minutos
antes.
—Quizás más.
Sacude su cabeza, su ceño fruncido nunca aliviándose, su respiración nunca
calmándose. Sigue con la rabia dentro de él.
—Imposible.
Bajo la mirada a sus botas negras y sus viejos jeans con hoyos en sus rodillas.
—Se acabó, Duke. Cálmate. —Veo su rostro pero mis palabras no cambian
nada.
—Vámonos —dice de repente, tomando mi mano fuertemente, pero se
detiene. Sostengo su mano, dejándole saber sin palabras que estoy bien con él
haciéndose cargo. Puedo dejarlo hacer esto bien ahora—. Nos estamos yendo.
¿Puedes mantener un ojo en Kate? —le dice a Derek quien sigue hablando con
Kate. Si no me equivoco, a Kate le gusta lo que ve en Derek. No puedo contener mi
entretenida sonrisa y ella me guiña.
—No hay problema, hombre. —Asiente Derek y se despide de mí con una seria
mirada en su rostro—. Aunque no deberías manejar.
Duke se tensa aún más y frunce su boca. Su mano sacude la mía.
—Puedo manejar mi propio auto.
Derek choca su mano en alto y no dice una palabra, aunque su cara habla por
él. Todos podemos ver como lo lleva Duke.
Duke se despide y me dirige a su auto estacionado no muy lejos de la casa. No
sé cómo encontró tan buen lugar cuando Kate y yo tuvimos que estacionar el auto a
2 cuadras.
Me lleva a la puerta del pasajero, la abre, pero no suelta su agarre en mi
mano. No puedo saltar a él así pero no sé si debería apartarme o solo esperar. La
reacción intensa de Duke con Sean me inquieta sin asustarme.
Suspira, pero no lo ayuda a relajarse.
—Sé que tenemos que hablar y todo —comienza con una voz entrecortada—,
pero creo que estoy por explotar y necesito tu ayuda.
Me enderezo y clavo mis ojos con los suyos. Incluso en la oscuridad de la
noche puedo reconocer sus ojos. Están tan encendidos e intensos como para ser
ignorados.
—Dime qué hacer —susurro, incapaz de hablar tan alto como él.
Suelta mi mano pero cierra la distancia entre nuestros cuerpos. Su calor
invade cada pequeño centímetro de mi ser y mi corazón pierde un latido. Su pecho
pesado bajo el mío se siente asombroso. Pongo mis manos en sus amplios
hombros. Sus músculos juegan y saltan bajo mis palmas y finalmente empiezan a
relajarse. Su respiración sube, pero no estoy segura si aún sigue siendo por enojo.
—Creo que lo tienes —masculla antes de chocar sus labios contra los míos.
Este beso no es como el último, que fue riguroso. Este es demandante
preguntando por reconfirmación, y sencillamente caliente. Mis labios se deslizan
sobre los suyos, su barbilla cepillando mi piel en la forma más deliciosa. Sus manos
encuentran su camino alrededor de mi cintura. Se deslizan hacia arriba,
lentamente, haciendo una parada en mis costillas, sus largos, fuertes dedos
rozando sensualmente mi pecho izquierdo. Creo que gimo, pero en este punto no
estoy siquiera segura si soy yo o es él.
Clavo una mano en su cabello y tiro de algunas hebras sin piedad, elevándome
en las puntas de mis pies para acercarnos, para intensificar el beso. Gruñe bajo en
su garganta y dejo que me levante contra el auto, su cadera ahora contra la mía. Su
deseo contra mi estómago me aterra como sabía que iba hacerlo, pero eso incluso
enciende un fuego dentro de mí que olvidé por tanto tiempo.
Rompe el beso y creo que va a poner algo de distancia entre nosotros, pero de
repente, baja su cabeza y besa debajo de mi oreja derecha y desliza su suave,
húmeda lengua, bajando por mi garganta para besarme el hueco entre mi hombro y
mi cuello. Tiemblo. Eso me estremece hasta los pies, pasando por mi vientre. Roza
sus labios a lo largo de mi clavícula, estirando mi gran camisa en el lado derecho.
Su barbilla trazando un camino de fuego en mi piel derretida del asalto de sus
labios y lengua caliente.
—Duke… —Estoy sin aliento, jadeante, olvidando dónde estamos. Incluso
ignoro el miedo insistente en mi interior. Se siente tan bien; él se siente tan bien.
—Lo sé, voy a parar. —Respira y me besa otra vez debajo de mi oreja y
alrededor de mi mandíbula. Su boca se siente impresionante. Su cuerpo contra el
mío es increíble. Dejo mis manos deambular en su fuerte espalda—. Mierda. No
quiero parar —gruñe en mi oído antes de besarme otra vez en los labios. Gimo
ruidosamente y agarro sus caderas con ambas manos. No puedo alejarlo.
Él muerde mi labio inferior y suaviza la mordida con su lengua sedosa,
cayendo dentro de mi boca y jugando con la mía. Me estremezco de nuevo y él
rompe el beso, sus ojos ahora encendidos de deseo y no de ira.
—Pasa la noche conmigo. —No es una pregunta.
Mi temor despierta más ahora que su boca no está en mí y sus manos están
castas en mi estrecha cintura.
—Yo... No estoy segura. —El deseo está haciendo mi voz entrecortada como
nunca y el cierra los ojos por un instante, su aliento subiendo antes de exhalar
entre sus dientes. Él muerde duro su labio inferior.
—No trataré nada —implora, su voz sonando más normal.
Asiento y siento frío cuando da un paso lejos para dejarme subir a su auto. No
estoy segura que estoy siendo sabia, porque después de un beso así, la lujuria en el
aire permanece entre nosotros. No creo que él es el único que debe tener cuidado.
En teoría, querer dormir con él en este momento es bueno, pero pensando en
después, no estoy segura de que esté lista. Todavía tengo miedo a dejar que me vea,
dejarme rendirme ante él, dejarme perder el poco control que tengo solo por
placer. Todavía se siente demasiado riesgo.
***
—Tu compañero de habitación nunca está aquí ―digo, solo para romper el
silencio. No me preocupo en absoluto por su compañero de habitación. En
absoluto.
Se encoge de hombros y tira lejos un suéter desechado que estaba tirado en su
cama. Sentándose, lanza sus botas debajo de su cama, probablemente demasiado
bajo para agarrarlas fácilmente la mañana siguiente.
—Él está completamente enamorado de su novia, pero sus padres no quieren
que ella viva con él antes de que se gradúe.
Asiento como si estuviera cautivada, pero en realidad los dos sabemos que es
solo para detener la charla inminente. No es porque él tomó defensa contra Sean
por mí, o porque nos besamos como personas enloquecidas por sexo, o que
podemos ignorar el hecho de que tuvimos una discusión ayer.
Caminando hacia su cama, me siento a su lado y lo encaro, una pierna
levantada contra mi pecho.
—Tengo algo que preguntarte y... —Miro su collar y una punzada de dolor se
dispara a través de mí—. Necesito que seas sincero.
Se aclara la garganta, toma un cigarrillo de su bolsillo, y agarra un encendedor
de su mesita de noche. El humo asalta mi nariz y me hace sentir un poco mareada,
nunca me acostumbraría a eso.
—Dispara.
Apunto su collar y su aliento queda atrapado en su garganta antes de volver a
la normalidad en un instante.
—¿Cuál es la historia detrás del collar?
Toma una bocanada de su cigarrillo, mantiene el humo más tiempo del
necesario en sus pulmones, y exhala lentamente.
—Se lo di en nuestro primer aniversario. Después de que murió, sus padres
me lo dieron.
No tiene que decirme de quién está hablando. Juliet. Todavía odia hablar
sobre ella o su muerte, y es difícil para mí simplemente rendirme cuando se lo que
hay en su corazón. Una aventura de una noche no es acerca de los sentimientos o el
compromiso, lo sé, pero con mi pasado y mis problemas necesito alguien realmente
aquí conmigo. Duke no está aquí conmigo, no totalmente.
—Todavía lo usas.
Él tira de su cabello con la mano libre y trae la otra a su boca, el cigarrillo ya
casi terminado.
—Era mi mejor amiga.
Frunzo el ceño, no estoy segura de que oí su susurro bien, pero sus ojos miran
lejos y sé que está a punto de entregar otra parte de él. Pongo mis brazos alrededor
de mi rodilla doblada y espero, temo que si murmuro una sola palabra el momento
habrá terminado.
—Nuestras madres eran amigas desde la secundaria y crecimos juntos. ―
Suspira y una triste sonrisa aparece en su rostro antes de desvanecerse
rápidamente—. No estuve siempre enamorado de ella, tampoco. No fuimos las
personas más románticas o algo así, pero un día después de que un chico rompió su
corazón, la encontré llorando en su cama y abrí mis ojos. Lentamente nos volvimos
cercanos y nos convertimos en pareja. —Pone su cigarrillo en el cenicero de la
mesita de noche y cruza los brazos sobre el pecho, su cabeza cuelga entre sus
hombros.
Fue su mejor amiga. Ella estuvo siempre ahí. Fue siempre una de las personas
más importantes en su vida. Lo vio crecer, cometer errores, y vio el increíble chico
en el que se estaba convirtiendo. Dios, debió haber sido tan difícil perder a alguien
tan cercano.
—¿Ves a sus padres a menudo? —pregunto porque ahora quiero saber si su
vida todavía está enredada con su pesar de que ella ya no está aquí.
Niega con la cabeza, todavía sin mirarme. Sus rodillas parecen tener toda su
atención.
—Se mudaron a Texas un par de meses después de que murió.
No sé qué pensar de eso. De alguna manera, el día del accidente, perdió a su
mejor amiga, su amante, una parte de su futuro y su segunda familia. Dios, no
puedo ni imaginar cuán mal debe haber estado después de todo eso. Es como si
todas sus anclas desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos. No se puede arreglar
eso fácilmente, nunca te podrías recuperar.
Puse una mano en su hombro y aprieto suavemente, incapaz de encontrar el
tipo de palabras que pudieran ayudar, si aún existen tales palabras. No sé lo que se
siente al enfrentarse a una cosa así. Todo lo que puedo entender y relacionar es su
dolor.
—No quiero tu compasión, Skye. —Su voz es más segura, menos triste y
mucho más dura de lo que esperaba.
Casi retrocedo, mi corazón latiendo con fuerza, pero me aferro y no me
muevo. Su mirada aún es baja, y sé que él no quiere que vea sus emociones
batiendo en sus expresivos ojos oscuros.
—Mírame. —No se mueve. Llevo mi mano de su hombro a su barbilla y fuerzo
su cabeza. Sus ojos son de color rojo, pero no hay rastro de lágrimas en ellos. Él no
va a dejarse ir en frente de mí. Mantengo mi mano en su barbilla, mis ojos en los
suyos—. No te compadezco. Nunca voy a hacerte eso.
Aprieta los dientes y asiente.
—Pero ahora me ves diferente —dice tranquilamente, su tono más suave.
Arqueo una ceja.
—Bueno, veo tus tatuajes diferentes.
Se ríe entre dientes y mira sus brazos. Suelto su rostro, pero el agarra mi
mano libre y entrelaza nuestros dedos. Las puntas de sus dedos están frías.
—Los obtuve cuatro meses después de su muerte. Algún tipo de “rebelión”. —
Se ríe entre dientes otra vez y me dejo sonreír—. Además, el dolor me ayudó a lidiar
con el que está carcomiendo mi interior. El dolor físico es más fácil de soportar que
eso.
Asiento, estamos en la misma página sobre esto. A veces el dolor físico es de
hecho más fácil de tratar que el mental. También distrae.
—No es tan rudo ahora, sabes —digo con una risa, haciendo que el humor raro
desaparezca.
El aprieta mis dedos con sus manos y se ríe conmigo, pero no es la graciosa
risa profunda que conozco. No puedo pedir demasiado.
—Debe ser decepcionante para ti. Conozco chicas buenas que de hecho aman
a los tipo con tatuajes rudos.
Ruedo mis ojos y golpeo su hombro con el mío.
—No soy tan trasparente.
Y el silencio cae de vuelta entre nosotros, pero esta vez no es uno incómodo.
Es pacífico y bueno. Tiro un poquito de su mano y lo animo a poner su espalda
contra la pared detrás de su cama. Igual que la mía. Apoyamos nuestras espaldas
contra la fría pared y cierro mis ojos.
Siento la cama moverse. Tengo que tratar de tener la confianza suficiente en
Duke para bajar mi guardia. Estoy tensa ahora, pero no abro mis ojos. Ni siquiera
cuando los dedos de su mano libre acarician suavemente mi rostro desde mi sien
izquierda y hacia abajo por el lado izquierdo de mi mandíbula.
—Amaría que vieras cuan hermosa eres, justo como me gusta verte —susurra
cerca de mi rostro, su respiración abanicando mi mejilla y tiemblo, mis dedos
apretando su mano más fuerte cuando su pulgar está trazando pequeños círculos.
Abro mis ojos y los trabo con los de él. Está más cerca de lo que pensaba. Hay
una línea de preocupación entre sus gruesas cejas pero sus ojos no muestran
ninguna preocupación. Solo muestran la necesidad y la lujuria. Él está tratando de
encontrar algo de consuelo, y el sexo es un modo de olvidar todo. Se eso acerca de
él y puedo entenderlo incluso si no visualizo el sexo de la misma manera. A pesar
de que quiero darle algo de consuelo, no puedo dárselo en el modo que está
buscando. No quiero que pase solo porque este molesto y triste. No debería ser así
entre nosotros.
Pero hay algo en él que me obliga, algo que me lleva al borde de la
imprudencia. No me alejo.
—No soy nada especial —susurro de vuelta, y sonrío un poco cuando lo veo
temblar mientas mi aliento lo golpea.
Está tan afectado como yo lo estoy y es bueno para mi débil ego.
—Puedo mostrarte cuan hermosa eres. Podría hacerte sentir hermosa —
susurra otra vez, pero su voz tiene un acento urgente. También, es más profunda y
viaja directo a mi vientre.
Dios, el realmente sabe lo que está haciendo. Solo con esas palabras puede
excitarme. Estoy parpadeando como una idiota, casi incapaz de reunir una cuarta
parte de mi IQ. Es extraño como las hormonas pueden hacerte un lio. Justo cuando
estoy por responder, sus labios están en los míos y estoy en blanco de nuevo.
Se apoya más contra mí, nunca sacando sus labios de los míos. Lo dejo
guiarme así que estoy acostada en la cama, Duke sobre mí. Está soportando la
mayoría de su peso con sus codos mientas sus manos acarician mi cabello y cara
suavemente. Su estómago, caderas y piernas están contra mi cuerpo y es
emocionante pero me pone nerviosa.
Mis manos se mueven de su cabello hacia su espalda pero realmente no sé qué
hacer. Justo ahora, soy peor que cuando era virgen. Quizás Sean tenía razón.
Quizás soy frígida. Quizás Duke me comparará con todas las otras chicas con las
que estuvo, y estaría decepcionado.
Rompo el beso y respiro pesadamente en el cuello de Duke. Él está a punto de
darme un beso en el hueco de mi cuello cuando se aleja, ahora sosteniéndose con
sus manos y no con sus codos, poniendo algo de espacio entre nuestros cuerpos.
—¿Hay algo mal? —Sus ojos están mirando mi rostro, prestando atención a mi
mirada y labios tensos.
—Es demasiado —digo, mi voz más fría de lo que pretendía.
Duke se sienta de repente y pasa ambas manos por su cara y barba. Murmura
algo que suena como una disculpa y mira al piso. No soy tan inocente para saber lo
que está haciendo. Está tratando de calmarse y hacer desaparecer el bulto en sus
pantalones. ¿Es normal sentirse culpable?
***
—¿Dime otra vez por qué acepté? —le pregunto a Kate mientras estamos
esperando fuera del club Trinity.
Kate esta impresionante con su vestido verde oscuro, a mitad del muslo y
mostrando su espalda. Sus generosas caderas se acentúan con buen gusto e incluso
estoy bastante segura que se está congelando a pesar de la cálida noche de
primavera, estoy un poco celosa de su apariencia.
Por otro lado, me convenció para ponerme uno de sus vestidos. No quería
hacerlo, por supuesto, pero cumplí cuando me dio una mirada; la mirada de
cachorrito. Realmente domina esta. Así que ahora estoy apenas caliente como para
no tener mis dientes castañeando gracias al vestido negro hasta las rodillas.
Mostrar mis piernas ya es difícil, pero mostrar mi escote lo hace pero para mí. No
puedo cruzar mis brazos sobre mi pecho; eso acentúa mi pecho incluso más. Esa es
la única parte generosa de mi cuerpo y justo ahora estoy deseando uno de mis
suéteres de gran tamaño.
Hago una mueca cuando empiezo a caminar junto a Kate. Sus zapatos de
tacón negro van a ser mi muerte.
—No deberías caminar así por la calle —dice, extendiendo un brazo hacia mí.
Sé que se está congelando pero es su culpa—. No te olvides de lo que te dije. Derek
es más grande y me pone nerviosa. Duke y tú contaran posibles momentos
aburridos y luego seré capaz de llegar a conocerlo mejor.
Toda esta semana Derek, Kate, Duke y yo tomamos un café juntos. Desde la
fiesta, formamos una especia de pequeño grupo y es bastante divertido incluso si
me siento fuera de mi zona de control cuando se trata de interacciones sociales. Así
que, toda la semana Kate y Derek hablaron e incluso parecieron olvidar que
estábamos allí de vez en cuando. Nunca vi un momento aburrido entre ellos, pero si
vi a Kate ruborizarse un par de veces. Es nuevo y estoy bastante segura que eso es
lo que realmente la está molestando. Por una vez, un tipo es más complicado de
tener y ella está más interesada de lo usual. Es un coctel embriagador.
—¿Por qué no debería caminar? —le pregunto, haciendo caso omiso de sus
preocupaciones acerca de su noche con Derek, con Duke y yo como chaperones. Es
raro cuando se pone así.
—Porque te podrían preguntar cuál es tu precio para la noche. —Ella se ríe y
camino a ella y le doy una palmada a su brazo desnudo juguetonamente.
—¿Realmente parezco una... ¿ya sabes? —Frunzo el ceño y bajo la mirada de
nuevo, mis ojos viendo solo mi escote. Desde aquí, incluso puedo ver el sujetador
de encaje negro que compré ayer.
Se ríe más y niega con la cabeza.
—Estás loca. Estás hermosa. Ahora cálmate, que ya vienen.
Me doy la vuelta y casi me caigo. Malditos tacones. Las cejas de Duke
desaparecen detrás de unos mechones de cabello que caen en sus ojos. Su mirada
se desplaza de mis pies y mis piernas que se ven más largas que cuando estoy en
jeans, y para un segundo más en mi escote antes de que se asiente en mi cara. Se
sonroja. Quiero decir, Duke, el AT caliente con una impresionante lista de chicas
con las que ha tenido relaciones sexuales, está sonrojándose.
—Estás... —Comienza, pero no logra terminar la frase. Él mira hacia el gorila
pidiendo identificaciones en la entrada—. Quédate cerca de mí o algún otro tipo va
a ponerte las manos encima.
Pongo los ojos en blanco y me encojo de hombros. Como si eso fuera a
suceder. Apenas puedo hablar con otras personas a aparte de Derek, Kate, y Duke,
por lo que un completo extraño...
Hablando de Derek y Kate, los dos ya se encuentran en su propia burbuja con
Derek sonriéndole, con una mano en su espalda desnuda. Ella está sonrojándose y
riendo en voz baja. Están coqueteando abiertamente, pero es bonito de ver. Espero
que Kate no se escape cuando se dé cuenta de que se preocupa por él mucho más
que por solo una o dos noches. Su repulsión hacia las relaciones me pone algo
ansiosa.
—Chicos, me estoy congelando. Entremos —dice Duke, capturando su
atención. Ellos están de acuerdo y se abren camino antes de volver a hablar de
quién sabe qué. Duke sacude la cabeza con una sonrisa divertida tirando de sus
labios sensuales. Pone una mano sobre mis hombros y me apoyo en él sin pensar.
Se está haciendo casi automático ahora.
—No estoy segura de que nos necesiten —le susurro cuando estamos
esperando nuestro turno para entrar. Hay tres grupos de personas en frente de
nosotros, nada importante.
—Estoy bastante seguro de que estaremos por nuestra cuenta esta noche. —
Está de acuerdo, apretando mis hombros y jugando con mi cabello, que no quise
poner en un moño desordenado como Kate quería que lo hiciera.
—¿Es que te molesta? —le pregunto, de repente preocupada de que le moleste
pasar más tiempo a solas conmigo. Después de todo, nos vemos todos los días, nos
mandamos mensajes de texto, principalmente para saber si vi Sean o no, y
tomamos café juntos todos los días, también.
Frunce el ceño.
—No. ¿A ti? —pregunta, con la voz cortada.
—¡Por supuesto que no!
—Entonces, ¿qué te pasa?
Me encojo de hombros y tomo dos pasos con Duke aún pegado a mí. Kate y
Derek están riendo en voz alta.
—Voy a enloquecer dentro y tendrás que calmarme, otra vez. Se está haciendo
viejo, ¿no te parece?
Él se inclina hacia mi oído, y su chiva me roza la piel delgada.
—Besarte no se está poniendo viejo. —El movimiento de sus labios formando
las palabras envía un escalofrío por mi espalda. Inundando de calor mis mejillas.
—¿Quién habló de los besos?
—Esa es nuestra nueva cosa para calmar el uno al otro. La otra noche que
funcionó bien en mí —responde con picardía, su deslumbrante sonrisa hace que un
grupo de chicas se rían detrás de nosotros. Incluso oigo a una de ellas afirmar que
Duke está “tan caliente que está a punto de mojar sus bragas”.
La chica no es tan discreta y Duke y yo empezamos a reír como locos,
incapaces de decir nada más, apenas somos capaces de mostrar nuestras
identificaciones —la mía falsa— al gorila que frunce el ceño con nosotros antes de
dejarnos entrar de mala gana.
Tan pronto como estamos dentro, la música me asalta, casi derribándome.
Cuando pensé que las fiestas de los otros estudiantes eran ruidosas, me doy cuenta
que no son nada comparadas con esto. Estoy bastante segura de que mañana voy a
estar sorda. Duke saca su brazo alrededor de mis hombros y agarra una de mis
manos y nos lleva al bar. Ya hemos perdido a Kate y Derek.
La gente se está moliendo el uno contra el otro con fervor en la pista de baile y
es difícil hacer mi camino entre los cuerpos en movimiento. No me siento muy bien
con todo el tacto, pero me las arreglo para mantener la calma. No estoy corriendo y
gritando todavía.
En el bar, varios chicos y chicas están gritando sus órdenes a los camareros
que trabajan de manera eficiente, usando estas o esas botellas. Ellos ya están
sudorosos y la noche es aún joven. No sé cómo pueden hacer esto.
—No te sueltes de mi mano. No quiero perderte entre estas personas. Me
pondría frenético tratando de encontrarte —me grita, para estar seguro de que lo
oigo sobre la bulla de la música que puedo sentir latiendo en mi pecho.
Asiento y aprieto su agarre para confirmarlo. Él asiente de regreso y nos
empuja a través de dos chicos para dar su orden a la única muchacha en el bar. Sus
movimientos bien acertados se detienen y ella lo mira antes de sonreírle y darle su
orden. Tal vez tener un mejor amigo caliente viene muy bien a veces.
Él se vuelve hacia mí sin dejar caer mi mano y me da una botella de cerveza
fría. Se queda con la otra y toma un sorbo.
—Tomaremos una sola cerveza. No hay necesidad de dejarse llevar —me dice
al oído, su aliento ya huele un poco a la cerveza.
—No te preocupes, nunca tomo más de una cerveza —respondo antes de tirar
de su mano para encontrar un lugar menos concurrido. Al pasar por la pista de
baile en busca de una mesa libre, apunto a una pareja bailando cerca. Derek y Kate.
—Creo que podemos imaginar cómo va a terminar.
Él sigue la dirección que señalo y sacude la cabeza.
—Derek no dormirá con ella. A él le gusta, pero no es el tipo de persona de
dormir con una chica después de la primera cita.
Inclino mi cabeza y me apoyo en una pared, con Duke frente a mí. Tomo un
sorbo de mi cerveza y empiezo a calmarme. Aquí, la gente no está chocándome y no
me siento tan claustrofóbica. Además, tener a Duke delante de mí en lugar de todas
las personas amontonadas en una habitación demasiado pequeña para mi gusto es
mejor. Y más que un espectáculo con sus tatuajes luciendo más oscuros bajo las
luces estroboscópicas y sus ojos que a menudo van por mi escote. Sabiendo que le
gusta lo que ve aumenta mi ego, que es curioso, porque cada vez que otro hombre
me da la mismo mirada lo odio y quiero simplemente esconderme en algún lugar
lejano. Me siento normal con Duke.
—Vas a bailar conmigo tan pronto como hayas terminado con tu cerveza. —Él
quita su botella y me la muestra para hacerme saber que su botella está vacía.
Niego y abro mis ojos.
—¡No! No, no, no. ¡No voy a ir al medio de... esto! —exclamo, señalando a la
pista de baile abarrotada donde los extraños están chocándose entre sí y las parejas
están prácticamente follando. No sé bailar y no me siento lo suficientemente bien
en mi propia piel como para intentarlo.
—Confía en mí.
—¡Esto no es una cuestión de confianza, Duke! —Aprieto mis manos en la
botella y como una idiota lo termino en un gran sorbo. No es que secretamente
quiera bailar, pero necesito una distracción. Duke arquea las cejas y asiente hacia
mi botella—. Sabes que me voy a asustar en el medio de este frenesí.
Toma mi botella y pone ambas cervezas vacías en la mesa más cercana, donde
un grupo de chicos y chicas que no se dan cuenta de la intrusión.
—Entonces voy a estar encantado de darte un beso sin sentido hasta que te
quedes sin aliento y no puedas pensar en nada aparte de lo que estamos haciendo y
no acerca de dónde estamos.
Lo miro boquiabierta y lo dejo agarrar mi mano.
—¿Siempre dices lo que está en tu cabeza?
Se encoge de hombros y camina hacia la pista de baile, pero no en el medio.
—Es hablar claro. Tiendo a ser así cuando quiero algo tan desesperadamente
—responde en mi oído y tiemblo. Él se ríe de mi reacción y pone sus manos en mi
cintura baja, casi encima de mi culo.
Trago saliva y miro a nuestro alrededor, haciendo una mueca a un hombre
imitando movimientos sexuales con una chica que espero que sea su novia. Llevo
mis manos a los anchos hombros de Duke y le permito que nos mueva. No estamos
exactamente en ritmo. De hecho, es como si nos estuviéramos moviendo a nuestro
propio ritmo, más lento, más tranquilo pero increíblemente sensual. No se está
moliendo contra mí, sino moviendo ligeramente sus caderas contra las mías,
mientras tengo dos piernas entre las suyas, mi piel desnuda tocando la tela de sus
jeans negros.
En un momento, tal vez después de tres canciones, nos detiene y se inclina
hacia mi cara, con los ojos fijos en mis labios y nunca mirando hacia otra parte.
Hablaba en serio, determinado y el bulto en sus pantalones me permite saber que
está en el borde. Inclino mi rostro y abro la boca tan pronto como sus labios suaves
se ponen en contacto con los míos.
A pesar de que nuestros cuerpos no se están moviendo en la pista de baile
entre los otros cuerpos ondulantes que nos rodean, nuestras lenguas y labios se
mueven en ritmo de los fuerte bump-bump de la música. Sorprendiéndonos a
ambos, soy la que se frota contra él y gime en mi boca. Es primitivo, embriagador y
gimo de regreso, con mis manos tirando de su cabello desgreñado.
—Vamos —dice, rompiendo el beso de repente.
No puedo hablar sino asentir de inmediato, sin pensar dos veces. De hecho,
solo estoy escuchando el mensaje que mi cuerpo está enviando y está gritando:
quiero conseguir un poco más de un sudoroso Duke. Realmente no sé lo que
significa o lo lejos que estoy a punto de ir, pero lo único que quiero es sentirlo más
cerca y sentirlo tocándome. Quiero sus grandes manos sobre mi piel, y no quiero
pensar en otra cosa.
Capitulo 15
—T e he estado buscando.
Sobresaltada, levanto la vista de un libro de texto pesado y
veo a Derek de pie delante del final de la larga mesa de madera
donde estoy sentada. Arqueo una ceja, sorprendida y un poco atónita de que quiera
hablar conmigo. Lo primero que me viene a la mente es un nombre. Sean. Después
de todo, es válido el pensar que se trata de mi ex ya que Derek es el presidente de
su fraternidad.
—¿Qué está pasando? —pregunto, poniendo mi pluma al lado de mi cuaderno
abierto en el que he estado escribiendo el último par de horas. Trato de no mostrar
lo nerviosa que estoy y en su lugar actúo el papel de una estudiante tranquila y
serena, dispuesta a escuchar a su amigo. Hasta el día en que comience a sentirse
natural, simplemente lo fingiré.
—¿Has hablado con Kate? —me pregunta, tomando la silla frente a mí sin
prestar atención al fuerte ruido que está haciendo con las patas de la silla arañando
el suelo.
Varias personas se giran hacia nosotros y estrechan sus ojos, obviamente
molestas por ser distraídas de su trabajo. Puedo relacionar. Sonrío débilmente a los
demás alumnos y me centró en Derek, que no parece tan tranquilo y sereno como
estoy acostumbrada a verlo. Sus ojos están un poco demacrados, incapaces de
centrarse en una cosa, sus manos están jugueteando con su ropa y luego con una
esquina de mi cuaderno.
—Un poco, pero ha estado ocupada. ¿Por qué?
Kate y yo tuvimos una charla de chicas sobre mí y Duke. Estaba más allá de
vértigo cuando le dije que tuve relaciones sexuales con él, aún más de lo que yo
estaba, lo que es simplemente extraño y sin embargo reconfortante, tener una
amiga tan solidaria y un poco excéntrica. Me pidió detalles que no quería darle,
pero la tranquilicé con palabras tales como “él es maravilloso, fue maravilloso,
nunca me sentí así” y así sucesivamente. Aunque, también hablamos un poco sobre
Derek y fue muy discreta, por una vez, y ahora parece que hay algo que va mal entre
ellos. Me estremezco un poco ante la idea.
—Me está evitando —suspira y se aclara la garganta. No está acostumbrado a
hablar de cosas como esta, puedo decirlo, pero está desesperado—. La llamé, pero
apenas murmuró dos palabras. Le envié mensajes de texto y sus respuestas son
tan... ¡genéricas! Quiero decir, nosotros... Así que pensé que sería... —Golpea la
mesa, atrayendo una vez más las miradas de los otros estudiantes, pero esta vez no
me importa en absoluto—. Soy tan idiota.
—No es de mi incumbencia, y créeme no es el tipo de conversación dónde me
siento... cómoda teniendo, pero tengo que preguntarte algo. —Le hago una seña
hacia mí para continuar—. ¿Tuvieron ustedes dos sexo? —Siento mis mejillas
ponerse calientes y mis palmas todas sudadas, pero no veo otra manera de
preguntar esto. Necesito entender el problema.
Él asiente, con las mejillas un poco de color rosa debajo de su tez clara. Es
lindo cuando un chico se sonroja. Al menos, eso creo.
—Sí, y pensé que queríamos lo mismo, pero ahora... —Se calla, angustiado.
El calor en mis mejillas se aleja lentamente. Frunzo el ceño y maldigo a Kate
por su comportamiento. Pensé que sería diferente con Derek, no es como si yo no
viera cómo de enamorada está del chico.
—¿Hablaron sobre su familia? —le pregunto, un poco insegura si es que esto
rompe algún tipo de código al hablar de esto con él.
—¿Por qué? ¿Algo está mal en Chicago? ¿Es por eso que ella es distante? —Él
está suplicando con sus ojos que le dé respuestas que no puedo dar. Sé lo que está
pasando, entiendo cómo las cosas de Kate pueden plagar su vida actual, pero
también sé que es ella la que debería de decirle lo que está pasando en su cabeza, si
quiere tener una vida mejor.
Empiezo a jugar con un mechón de cabello.
—No hay nada nuevo en Chicago, pero deberías dejar que ella te hable de su
familia. Entonces, vas a entender sus problemas sobre estar en una relación.
Sus hombros se desploman.
—¿Así que no quiere estar en una relación?
Dios, nunca pensé que los chicos podrían ser quejumbrosos e inseguros como
las chicas. Sería divertido si esto no se tratara de mis amigos.
—Puedo decirte que si hay alguien capaz de sacudir su mundo, eres tú. No te
rindas.
Él asiente, se ajusta el abrigo negro, y se levanta. Puedo ver una nueva
determinación en sus ojos. Tal vez solo necesitaba que alguien lo animara un poco.
Tal vez no soy tan mala en ayudar a la gente. Sonrío un poco y él me devuelve la
sonrisa.
—No voy a rendirme. No sé cómo puedo abrir sus ojos, pero no voy a dejarla ir
así como así.
—Eso es bueno. —Miro mi teléfono para ver la hora y contengo una risa—. De
hecho, si quieres comenzar ahora mismo, sé que ella va a estar en nuestro
dormitorio como en veinte minutos. Más o menos.
Su sonrisa es brillante y estoy bastante segura de que si no tuviera todavía
miedo cuando la gente me toca, él estaría abrazándome a la muerte en estos
momentos.
—Eres la mejor.
Me río entre dientes, con cuidado de no perturbar la tranquilidad de la
biblioteca aún más.
—Por cierto. —Empiezo, mi sonrisa y buen humor desapareciendo para dejar
que la incertidumbre tome lugar—. ¿Cómo está Duke?
—Está bien. ¿Por qué?
Me encojo de hombros y nivelo mi mirada hacia abajo a mi libro de texto.
—Simplemente no tuve ninguna noticia los últimos días. Eso es todo —
murmuro, ahora lista para ver abrirse la tierra y que me trague.
—¿Por qué no lo llamas entonces?
Me aclaro la garganta, el nudo allí volviéndose un poco molesto. ¿Por qué es
tan difícil ahora actuar como si todo está bien, como que no me importa? No fue
hace tanto tiempo que podía interpretar el papel.
—Porque él no me llama, tampoco.
Frunce el ceño y me mira como si fuera una especie de extraterrestre. Estoy
bastante segura de que es la primera vez que me está viendo ser tan... como una
chica.
—Supongo que es lógico para ti. —De repente, el entendimiento ensancha sus
ojos—. ¡Oh! Ustedes dos... ustedes dos.
Asiento, mi cara tan caliente que podría hornear algo en ella, y esta silla es tan
condenadamente incómoda. Me muevo nerviosamente, mis pies dando golpecitos
en el suelo.
—Tú llamaste a Kate después, ¿no?
—Lo hice, pero mira dónde estoy ahora. —Ondea ante él y se ríe de sí mismo.
—Pero ¿por qué él no llamó o mandó un mensaje? Después de todo, él sabe lo
que quiero —le digo, sin importarme que estoy hablando con un chico de mi vida
amorosa, o que estamos en una biblioteca rodeada de la gente enfocada en sus
estudios y nada más. De hecho, teniendo el punto de vista de un chico puede
ayudarme a entender, incluso si Duke y yo no somos el mejor ejemplo de una
relación.
—¿Realmente él lo sabe? —Se sienta frente a mí, esta vez con cuidado de no
hacer demasiado ruido—. Quiero decir, y no lo tomes a mal, pero huyes de él cada
vez que las cosas se pusieron más intensas o complicadas.
—Lo sé, pero hablamos de eso —le respondo, cerrando mi cuaderno y libro de
texto con enojo—. Le dije lo que quería y pensaba que él sabía y escuchó.
—Lo conozco desde nuestro primer año en la escuela secundaria. ¿Sabías eso?
Giro rápidamente mi cabeza hacia atrás y lo veo con otra luz. Pensé que
conoció a Duke en la universidad, pero nunca imaginé lo lejos que su amistad iba.
Él es el único, junto a su familia, que conocía y que lo conoce desde antes de la
muerte de Juliet. Él conoce a ambos Dukes.
—Él nunca me lo dijo.
Niega con la cabeza.
—Sí, bueno, lo conozco lo suficiente como para saber cuándo tiene miedo y
está tratando de protegerse a sí mismo. Cuando Juliet murió él estaba rebelde,
triste, enojado, culpable, y no lo estaba pasando bien. Bebía mucho, hizo algo de
drogas, y estaba siempre consiguiendo nuevos tatuajes, pensando en nuevas
maneras de sabotear su vida. Todos pensábamos que nunca llegaría a ver su
cumpleaños 21. Y, sin embargo, luchó y aprendió a crear una nueva vida para él, la
cual no fue perfecta ni saludable, con todas las putas con las que dormía
simplemente para distraerse, pero estaba mejorando. Y entonces, aquí entras en su
vida y lo despiertas. Ustedes dos juntos son un montón de trabajo, pero él te ama y
sé que lo está aterrando porque es diferente a lo que él había tenido con Juliet. Es
más maduro, más difícil y más apasionado. No estoy diciendo que sea más fuerte,
pero está volviendo su mundo al revés y él tiene miedo de salir lastimado otra vez.
Mis ojos se humedecen, y trato de calmarme.
—No soy muy buena en tranquilizarlo. Estoy tan inestable con mis
sentimientos que en realidad él no sabe si lo que le dije hoy será lo mismo mañana.
—Esa es mi suposición, pero puedo estar equivocado. Él no es el tipo de
abrirse fácilmente. Nunca hablamos de Juliet o sus días oscuros, como yo y su
familia los llamamos.
Eso lo sé. Abro delante de él, algo que no sabía que era incluso posible.
—Supongo que tengo que localizarlo. Estos días hemos cambiado lugares.
Derek sonríe y se levanta de nuevo.
—Esto significa que los dos están listos para compromisos y se preocupan lo
suficiente por el otro para luchar por ello.
Mi corazón se llena de la idea. Sonrío y me despido de Derek ondeando la
mano cuando él se aleja, sus pasos determinados. Hoy, todos estamos poniendo
nuestras relaciones de nuevo en marcha. Antes de hacerlo, tengo que terminar este
trabajo. Entonces voy a volver a mi habitación para mimarme un poco y voy a ver a
Duke para meter algún sentido en él. Incluso aunque tengo un poco de miedo de
hacer algo así. Esta vez, vamos a resolverlo de una vez por todas. ¡Maldita sea!
***
—¡Skye!
Me doy la vuelta y veo a la hermana de Duke subir corriendo las escaleras
hacia mí, su bonita cara enrojecida por el esfuerzo. Puede mezclarse entre la
población estudiantil con facilidad con sus jeans viejos y simple sudadera negra.
Espero con mi llave en la mano, a medio camino de la cerradura, para que me
alcance. Estoy sorprendida de verla aquí, sabiendo que me está buscando. ¡Estoy
muy demandada hoy por lo que parece! Le sonrío, pero no puedo aligerar el ceño
en mi cara.
—Hola Alana. —Pongo la llave en la cerradura, abro la puerta para encontrar
que Kate no está aquí. Con suerte, está con Derek y están solucionando las cosas.
Camino a mi cama y pongo mi bolso en ella, suspirando cuando el peso sale de mi
espalda dolorida—. ¿Quieres algo de beber? No tenemos mucho, pero sí tenemos
agua y Coca-Cola —le digo, un poco insegura de cómo debo reaccionar con ella
aquí. Todavía estoy aprendiendo a adaptarme cuando sucede algo fuera de lo
normal. Es difícil cuando todavía estoy luchando incluso con las aburridas cosas
cotidianas.
Veo su mirada oscura absorber mi lado desnudo y comparándolo con el vivaz
de Kate. Ella sabe lo que me ha pasado, pero aun así es difícil tener las señales
desplegadas frente a ti. No dice una palabra o muestra nada y estoy agradecida por
ello.
—Siento molestarte, pero no tengo tu número de modo que no podía
localizarte —se disculpa cuando le doy una botella de agua después de que me
pidiera una. Ella la abre y toma un sorbo, sus dedos jugueteando con la parte
superior de plástico—. Tengo que hablar contigo. Espero que estés bien.
No puedo decir que no. Por otra parte, sé que se trata de Duke, y no puedo
evitar la preocupación de su familia. Sé que sus padres parecían entusiasmados
ante la idea de que algo pasara entre nosotros, pero vi en los ojos de su hermana
que estaba preocupada. No puedo culparla. Mis padres no estarán tan emocionados
cuando les diga a pesar de que les gusta Duke. Las familias siempre están cuidando
de sus niños, y cuando están rotos, tienden a ser demasiado cautelosos acerca de
cualquier cosa que pudiera hacerles daño si salía mal.
—Por supuesto —le contesto con una sonrisa tensa, tirando de las mangas de
mi suéter sobre mis manos.
Alana sigue el movimiento y la tristeza invade sus ojos. Ella toma otro sorbo
de agua antes de que le ponga la tapa de nuevo y la coloca en el suelo junto a sus
pies cubiertos con botas de cuero planas.
—Hablé con mi hermano por teléfono ayer por la noche.
Trato de no mostrar ninguna emoción en la cara, pero a sabiendas que ella ha
tenido contacto con él cuando han sido casi cuarenta y ocho horas desde que yo lo
hice, es un poco difícil de asimilar. Sin embargo, es su hermana, así que supongo
que no debería sentirme amargada.
—¿Y? —Pruebo, un poco ansiosa por saber lo que ocurrió para tenerla aquí en
mi dormitorio. Me aparto algunos de mis rizos salvajes y cruzo los brazos sobre mi
pecho, mis manos temblorosas y húmedas ocultos en mi top.
Ajusta su cola de caballo, alisando su cabello oscuro sobre su cabeza sin
necesidad.
—Ustedes dos están juntos, ¿verdad?
Me aclaro la garganta y siento mis mejillas ardiendo. Experimentando un
destello de mí y su hermano teniendo el sexo más intenso que he experimentado no
está ayudando a relajarme. De hecho, me siento muy avergonzada.
—Uh, sí.
Frunce el ceño y junta las manos delante de ella, en sus muslos.
—Me gustas, Skye, y creo que ustedes dos serían una gran pareja, pero tú
sabes sobre su pasado.
Asiento, la comprensión despejando la niebla en mi cerebro. Por supuesto,
tiene miedo que voy a arruinar a su hermano pequeño. Tiene miedo que no quede
por aquí y simplemente deje un desastre en mi estela. La cosa es que no quiero ver
a Duke fuera de mi vida en algún momento pronto. Solo tengo que encontrar una
manera de decirle eso y luchar contra mis instintos que siguen gritándome algunas
veces que me aleje y permanezca por mi cuenta para no ser decepcionada o herida
por nadie. Lo que es diferente, sin embargo, es que ahora sé que nunca sería una
vida. Y eso no es lo que realmente quiero.
—Sé que él se siente culpable por la muerte de Juliet y sé que ella no solo era
su novia, sino también su mejor amiga. Me dijo todo —le contesto, mi voz cargando
la tristeza que aún siento cada vez que pienso en ella. Puede que esté todavía un
poco celosa de ella, pero también me siento triste por ella y Duke. Es trágico.
Asiente, ahora sonriendo con alivio. Estoy segura que él nunca habla de esta
parte de su vida, pero lo hace conmigo. Es difícil y viene poco a poco, pero se está
abriendo a mí.
—¿Te dijo acerca de la culpa que siente?
Asiento y descruzando mis brazos, colocando los codos sobre mis rodillas.
—Lo hizo, pero sigue siendo muy discreto sobre su período autodestructivo
después. Me dijo que todos pensaron que nunca lo lograría a su cumpleaños 21, sin
embargo.
Tiembla y sus ojos se inundan. Dios, todavía sufre por su hermano. Extiendo
mi mano y doy palmaditas en su rodilla torpemente. Es tan claro que no soy el tipo
de persona demasiado emotiva, pero su amplia sonrisa me hace saber que aprecia
el gesto. Eso es lo más importante.
—Fue un período difícil, y todavía no estoy segura de que esté salvado de él. —
Suspira y toma la botella de agua para tomar un sorbo—. Nuestros padres quieren
pensar que está perfectamente bien y todo eso, pero no estoy tan segura. Es por eso
que estoy aquí. Eres una chica maravillosa y estas tratando con cosas horribles
también, por lo que necesitas a alguien estable para apoyarte. ¿Y si mi hermano no
puede ser esa persona?
—¡Nunca le haría daño a Duke! —exclamo, con los ojos abiertos ampliamente
por la idea misma de una cosa así. No puedo hacerle daño a nadie. Solo de pensar
que pueda ser la razón de cualquier tipo de dolor me asfixia.
Levanta las manos.
—Ya lo sé, pero ¿estás segura que estás lista para una relación? Mi hermano
está loco por ti. Nunca le oí hablar de una chica así. Alguna vez. Él quiere estar allí
para ti, quiere pelear con las probabilidades, pero quiero estar segura que tú estás
en la misma página. Ni siquiera sabes qué tipo de poder tienes sobre Duke. Él actúa
al tipo grande y todo, pero él siempre ha sido un niño sensible. Podrías aplastarlo.
Tú eres la única cosa que podría curarlo o matar sus últimas esperanzas.
Es difícil respirar ahora. Trago saliva con dificultad. El nudo en mi garganta
se siente grueso y creciendo, pero sé que es todo en mi cabeza. Siempre imaginé a
Duke siendo el tipo de persona que podría superar cualquier cosa, que es lo
suficientemente fuerte como para soportar no importa qué, pero su hermana me
está abriendo los ojos más de lo que quería. No soy la única poniéndome entre sus
manos. Es en ambos sentidos y es aterrador. Pero también es hermoso saber que él
realmente se preocupa por mí lo suficiente como para arriesgar todo.
—No sé qué va a pasar entre Duke y yo, y no te puedo prometer nada. No te
puedo asegurar que nunca le haré daño ni él puede asegurarme lo mismo. Las
relaciones son simplemente impredecibles como la vida. Sin embargo, te puedo
decir que nunca pensé que sería posible para mí conocer a alguien como él, alguien
capaz de ver a través de mí y simplemente hacer que mi corazón lata
frenéticamente de sentimientos y no de miedo. No puedo permanecer lejos de él.
Asiente, pero todavía puedo ver el miedo en sus ojos. No puedo prometerle
nada, porque no sabemos que pueda pasar. Después de todo, no sabemos lo que el
mañana traerá y es lo mismo para mi relación con su hermano. La vida es
impredecible, pero estoy dispuesta a asumir ciertos riesgos, porque lo que tengo
con Duke vale la pena, y ambos lo merecemos.
—Tiene miedo de perderte, ¿lo sabes?
—Me dijo —le digo, mi voz débil—, pero no voy a ninguna parte.
—Eso es lo que quería escuchar —dice con una sonrisa que casi hace
desaparecer el temor de sus ojos. Ella es su hermana mayor, quiere cuidar de su
hermano. Es la belleza de una familia unida. Es debido a que su familia se preocupa
tanto que él es capaz de vivir su vida de nuevo, incluso después de que su mundo y
su futuro parecían perdidos.
***
¿Estás en tu habitación?
Golpeo enviar y muerdo mi labio. Su hermana se fue hace media hora y ahora
me muero por verlo. Al diablo con mis temores de dejarle saber que no voy a
cambiar de opinión en cualquier momento pronto. Lo quiero y aunque es
aterrador, incluso sí, puede que no esté completamente lista para una relación,
pero lo quiero. Ahora... y mañana, y todos los días siguientes.
Sí. ¿Vas a venir?
Sonrío y me pongo mi chaqueta de cuero en un apuro por su respuesta. No
estamos enviando mensajes de texto con palabritas dulces o poner XO al final de
nuestros textos, pero eso no quiere decir que no estamos sintiendo nada. Estamos
pisando con cuidado incluso si los dos estamos en la misma página. Es casi
divertido. O tal vez soy solo yo siendo toda atolondrada, ridícula y también un poco
loca por falta de sueño.
Estoy en camino.
Cierro y aseguro la puerta detrás de mí, sintiéndome más ligera sabiendo que
está listo para verme y tal vez incluso ansioso por hablar de nosotros. Quiero que
las cosas se aclaren, quiero simplemente disfrutar de nuestro tiempo juntos. Por
una vez, estoy dispuesta a olvidarme sobre mi control, mi necesidad de cosas
predecibles. Solo quiero vivir y sentir. Quiero aprender a ser feliz con él.
Corro por los tres tramos de escaleras e inhalo el aire de la primavera. Es
bueno no sentirse sola, saber que otras personas se preocupan por ti, además de tu
familia. También es increíble pensar acerca de cómo empezó todo. Casi podríamos
pensar que fue desde una mala comedia romántica. Me río de mí misma.
—¿Feliz de haber conseguido acostarte con ese desecho?
Me detengo. Estoy a mitad de camino de mi edificio al de Duke. Miro a mi
alrededor, sin ver a nadie, excepto el ceño fruncido en el rostro de Sean. Niego con
la cabeza, pensando que por algún milagro había desaparecido, que es solo mi
mente jugando algún tipo de truco en mí porque finalmente estoy realmente feliz.
Por desgracia, él está realmente aquí, delante de mí, y está sosteniendo un cuchillo
en la mano derecha.
—Vas a seguirme a mi auto sin hacer ruido. Vas a escucharme con atención o
de lo contrario vas a morir aquí sola. ¿He sido claro?
Asiento, mi cabello volando en el viento ligero, distrayéndome de la vista del
cuchillo. No es gran cosa, pero la forma mortal y el agarre que Sean tiene en él dice
lo suficiente. Nunca fui propensa a temer cuchillos y tal, pero ahora es otra historia.
Ni siquiera puedo encontrar suficiente oxígeno en la respiración inestable para no
desmayarme, o gritar... soy pasiva como cada vez que me enfrento con Sean.
¿Cuándo voy a aprender a hacer algo en contra de él? ¿Cuándo?
—Perfecto. —Señala su auto no muy lejos de nosotros. No puedo creer que no
lo vi antes. Es un infierno de un recordatorio que debería tener más cuidado de lo
que me rodeaba. No puedo creer que me olvidé de esa regla—. Ahora entra.
Sigo sus instrucciones como un zombie y me siento atrapada cuando cierra la
puerta del auto detrás de mí. Ha sido mucho tiempo, o así se siente, desde que me
sentía así. Mi respiración es ruidosa en el pequeño espacio, me tiemblan las manos
y mi mente me está diciendo lo idiota que soy por haber colocado mi teléfono en
mi bolso en lugar de mantenerlo en la mano.
Sean sube detrás del volante y extiende su mano libre, transfiriendo su
cuchillo de su mano derecha a la izquierda.
—¿El teléfono? No vas a estar llamando a tu héroe tatuado a tu rescate. No
esta vez. Esta vez, eres toda mía, por los viejos tiempos.
No puedo moverme, mi lado derecho está pegado a la puerta cerrada.
—¿Qué me vas a hacer? —susurro, mi voz quebrándose a la mitad de la frase.
Sus fosas nasales se abren, su sonrisa me da un puñetazo en el estómago, y su
mirada me desgarra desnuda.
—Ya lo verás, pero no te preocupes... cuando haya terminado contigo nunca le
darás a tu idiota tatuada la hora del día. Estarás demasiado rota para él. O
cualquier persona.
Las lágrimas comienzan a caer silenciosamente mientras el motor vuelve a la
vida, conduciéndome lejos. Mientras me enfoqué en ser feliz, se me olvidó por un
breve momento de dónde vengo. Ese fue mi primer error. Estoy temblando de la
cabeza a los dedos de los pies, y respirando tan fuerte que apenas puedo escuchar el
ruido del motor. Escondo mis manos en mis mangas, mis dedos agarrando
fuertemente la delgada tela. Dios, ¿qué es lo que va a hacer conmigo?
Capitulo 17
E ste maldito dolor de cabeza no se va. Supongo que es el precio que pagas
cuando has pasado la mayor parte de la noche de fiesta y luego follando
a una chica cualquiera cuyo nombre ni siquiera puedes recordar.
Entrando en la gran sala donde voy a ser un AT para una clase de Psicología este
semestre, cierro los ojos esperando que eso vaya a aliviar un poco el dolor.
Me encanta la Psicología, tal vez porque yo sería un caso de estudio perfecto
de un bastardo afligido, pero la mejor parte es saber cómo, de hecho, la mayoría de
las heridas mentales pueden ser curadas. No del todo, sino la mayoría y es algo
esperanzador que lo quiera recordar y mantener en mi mente cuando algunos días
son más difíciles que otros, cuando estoy tratando de encontrarla, a Juliet, en una
multitud. Aun tres años después.
Doy otro paso dentro de la habitación y justo cuando abro los ojos, choco con
alguien. Una persona bajita y delgada, con curvas muy femeninas. Rápido, agarro
su antebrazo antes de que se caiga.
Bajo mi mano, siento todo su cuerpo tenso y su inspiración es tan fuerte que
me llama la atención. Normalmente, no me molestaría en notar a alguien del sexo
opuesto fuera de una fiesta, tan grosero como suena, desde hace bastante tiempo,
soy más del tipo de chico que las folla y las deja. No soy tan malo, realmente, pero
para mí el sexo es una manera de olvidar solo por un ratito. Ni siquiera es acerca de
la lujuria, es solo sencillo, la manera más fácil que conozco para seguir adelante con
mi vida por un poco más de tiempo. Pero ésta no es una chica normal.
Libera su brazo de un tirón de mis manos, sin ni siquiera mirarme una vez.
Mantiene la mirada baja y sus manos están ocultas debajo de las mangas
demasiado largas. De hecho, el jersey es demasiado grande para su cuerpo delgado.
¿Qué es eso? No sé por qué, pero hay algo en la boca de mi estómago, algo que me
dice que hay algo malo en ella.
—¿Estás bien? —le pregunto con una voz tranquila, tratando de aliviarla un
poco, se tensa tanto que me pregunto cómo es capaz de funcionar.
Respira profundamente y empieza a mirar hacia arriba lentamente, sus ojos
me miran de a poco, como si mirarme de vez sería demasiado para ella. Y,
finalmente, puedo ver su cara. Es hermosa. Pero son sus grandes ojos grises
azulados los que me llaman. Son de un color tan inusual que me los quedo mirando
como un idiota. La desolación y la precaución en esos ojos me convencen de que
realmente hay algo malo en ella.
—Estoy bien —contesta con una voz extrañamente distante, como si estuviera
tratando demasiado duro para restarle importancia. Para el ojo inexperto sería
convincente, pero para mí no lo es. Sé muy bien lo que se siente tener dolor y hacer
todo lo posible para ocultarlo. Lo hago yendo a fiestas, follando y haciéndome
tatuajes, mientras que otros lo hacen cerrándose al mundo.
—Hmm... Bueno —digo y frunzo el ceño. No quiero hacerla sentir aún más
fuera de lugar de lo que se debe sentir, pero es difícil mantener la calma. Por una
vez, por primera vez en años, estoy preocupado por alguien más. Es difícil tomarlo
y hacerle frente a todos estos pensamientos agitados dentro de mi cabeza. Después
de todo, ni siquiera conozco a la chica, nunca la he visto antes, pero de repente me
siento como si tuviera que romper las barreras que tiene arriba. ¿Quién soy yo para
pensar que debería, o incluso podría hacerlo?
De repente, cruza sus brazos con fuerza sobre su pecho como si quisiera
protegerse de mí, de permitirme realmente verla, y se aleja hacia un asiento
disponible cerca de la puerta, sin mirarme ni una vez. No puedo evitar mirarla
mientras enciende su MacBook y mantiene sus ojos fijos allí, sin mirar a su
alrededor mientras espera a Dills. No está tratando de hacer amigos o encontrar
amigos entre los estudiantes que ya están aquí. Ella es tan cerrada que es invisible
para la mayoría de la gente aquí, pero yo la veo. Puedo verla con su cabello salvaje,
su cara hermosa y elegante, cuerpo diminuto y aun así muy femenino bajo las capas
de ropa demasiado grandes. La puedo ver mucho más de lo que he visto a nadie
desde hace mucho tiempo. Y me está volviendo loco.
—¡Oye, Duke! —me llama alguien. Me doy la vuelta y veo a uno de los otros
AT haciéndome señas hacia el escritorio del Dr. Dills, si es que llega.
Justo cuando me doy la mano con el otro chico y sonrío a las dos chicas que
también ayudan a Dills, el hombre mencionado entra, con toda su gloria
apresurada.
—Lo sé, lo sé, llego tarde, pero enciendan sus ordenadores portátiles. Vamos a
comenzar nuestra primera clase del semestre. Gracias —dice con su voz de barítono
que llena la gran sala. Nos da, a sus AT, un montón de papeles para dárselos a los
estudiantes. Sin ni siquiera mirar lo que tengo en mis manos, camino rápido a la
esquina donde la chica extraña está. Ella se tensa de nuevo al verme acercándome y
se concentra en mis manos en lugar de mi cara. Me siento fruncir el ceño mientras
le doy los papeles, pero ella es muy cuidadosa de no tocarme, solo a los papeles.
Qué extraño.
—¿Mal primer día? —le pregunto, tratando de hacerla hablar. Para ser
honesto, tiene una de las voces más calientes que he oído nunca, pero eso no es por
qué quiero que hable. Yo solo... ni siquiera la conozco. Me confunde.
Las chicas sentadas cerca de ella están más interesadas en nuestra
conversación que ella y es bastante frustrante. No estoy acostumbrado a ser
ignorado o alejado. Con mis tatuajes, mi apariencia exótica y mis vibraciones
“peligrosas”, las chicas frecuentemente hablan y coquetean conmigo. Pero no ella y
es muy obvio. Ni siquiera tiene que decir “vete a la mierda” para saber qué es lo que
quiere.
—¿Y?
Su fría voz me toma por sorpresa, sin embargo. Abro mi boca y la cierro antes
de finalmente encontrar mi voz de nuevo. No estoy preparado.
—Hum... Nada. Es solo que...
—Lo siento, pero el Dr. Dills está a punto de comenzar su clase del día.
Cómo cerrarse en una clase. Joder, es buena. Mira hacia arriba y nuestros ojos
se encuentran de nuevo, su color gris azulado contra mi color marrón oscuro, se
sonroja, una linda tonalidad rosada invadiendo sus altos pómulos. Inclino mi
cabeza hacia un lado, tomándola, evaluándola, tratando de encontrar una grieta en
su armadura, pero es muy difícil cuando ni siquiera conoces el nombre de esa
persona.
Su mirada libera la mía y respiro de nuevo. No sé cuándo dejé de respirar,
pero llegó a mí por alguna razón. Sus ojos comienzan lentamente a bajar y luego se
detienen en mi collar. De repente, es como si la plata me está quemando, como si
estuviera ardiendo mi piel y mis huesos bajo su mirada penetrante y me recuerda
quién soy, qué llevo dentro, a quién le fallé. Y me duele de nuevo.
Me aclaro la garganta, y llevo una mano al símbolo del infinito en el extremo
del collar. No quiero que lo mire. De hecho, no quiero hablar más. Soy de los que
hablan de curación cuando todo lo que todavía estoy haciendo es autodestruirme al
actuar como un idiota con las chicas sin nombre y sin rostro. Por supuesto, es
mucho mejor que lo que solía hacer, pero aun así. No es lo suficientemente bueno
para ayudar a alguien más.
Asiento hacia ella y doy la vuelta, caminando hacia a la esquina donde los
demás AT ya están sentados. Pero cuando tomo el último asiento y pongo mis
manos en mi regazo, están temblando. Un nudo se forma en mi garganta y tengo
que esforzarme para no mirarla. Solo dura los primeros diez minutos antes de que
no pueda mantener más mis ojos en el Dr. Dills. ¿Qué me está pasando?
Vuelvo la cabeza ligeramente hacia la derecha e inmediatamente la encuentro.
Es muy fácil con su cabello rizado salvaje. Incluso desde aquí puedo ver lo centrada
que está. Sus finos dedos parecen volar sobre el teclado de su ordenador portátil.
Sus ojos van de Dills y de vuelta a su pantalla con una intensidad tal que me
permite ver la grieta en el escudo que estaba buscando. La vida dentro de ella está
cerca, a punto de estallar y es inspirador. No sé cuál es su asunto, por lo que pasó y
por qué se está escondiendo, pero quiero averiguarlo. Quiero pensar que es porque
soy un hombre entrometido, pero si cavo más profundo, es algo más, algo parecido
a la esperanza para mí. Por primera vez en los últimos tres años, quiero sentir más
y no solo fingir.
Tal vez ayudando a otra persona en lugar de centrarme en mi propio dolor, es
la clave. O tal vez no, pero cuando pongo mi mente en algo, no me echo atrás
fácilmente. A menos de que sea demasiado doloroso.
POV 2
Duke
N
o puedo recordar mi sueño, pero me siento caliente y genial mientras
estoy empezando a despertar. Un peso en mis brazos me hace sentir
cómodo y bien, como solo un cuerpo blando puede. Me quejo y me
muevo ligeramente y el cuerpo se pone rígido. Me tenso y empiezo a orientarme.
No solo el cuerpo caliente en mis brazos no es una aventura de una noche, sino su
cabello rizado rozando mi cara y sus labios delata su identidad. No completamente
consciente de lo que estoy haciendo aprieto mi agarre por un segundo antes de
liberarla lentamente, renuentemente. Ella se siente tan bien cerca de mí, justo aquí
conmigo. Su perfume dulce y suave pone mis sentidos a toda marcha. Sus ligeras
curvas presionadas contra mí, no están ayudando al flujo de sangre en mis venas,
un flujo dirigiéndose directamente al sur.
Ya no puedo mantener mi respiración lenta y calmada. No cuando mi cuerpo
está respondiendo tanto a su presencia. No debería sentirse así, no debería
sentirme tan excitado por ella, pero no puedo negarlo. Ella está realmente
afectándome. Me muevo de nuevo, tratando de ocultar mi reacción a su cercanía,
para no asustarla. Ella no se relaja.
—¿Estás despierta? —le pregunto en voz baja, mi voz todavía áspera del
sueño. Ella tiembla y es un golpe directamente para mi entrepierna. Tengo que
morderme los labios para detener un gruñido escapando de ellos. Los asuntos de
una sola noche son más fáciles de tratar. Por lo menos, no tienes que preocuparte
porque la chica no tiene ninguna importancia. Pero Skye es importante. Ella es tan
jodidamente importante y eso es todo el problema.
—Sí.
Su voz es más profunda de lo habitual, goteando el sexo sin ni siquiera ser
consciente de ello. Su voz debería ser ilegal. Aprieto los dientes y cierro mis
párpados con más fuerza. Pongo más presión sobre su estómago, donde mi mano
está en reposo, sintiendo su estómago plano y la protuberancia del hueso de su
cadera. Odio esa camisa que lleva puesta y, sin embargo, estoy agradecido de que
no se le levantará por la noche. De lo contrario, no estoy seguro de cómo iba a
reaccionar. En mi cabeza ya es un desastre el sentir ese tipo de deseo por ella, sin
necesidad de añadirle nada.
Reuniendo la clase de fuerza que no sabía que tenía, me aparto y me siento
con un suspiro. Tal vez dormir en la misma cama no fue tan buena idea, porque
ahora echo de menos su cercanía. Quiero su cercanía aún más. Corro una mano a
través de mi barba de candado y rastrojo, los diminutos pelos picando mis dedos y
siento sus ojos en mí, absorbiendo cada detalle de mi cara. En la esquina de mi ojo
veo su sonrisa y no puedo detenerme de devolverla.
—No te rías de mí. Tu cabello no es mejor —digo con remordimiento y tiro
algunos de los mechones de mi cabello para tratar de domarlo. Para ser honesto, no
me importa una mierda sobre cómo me veo en este momento, pero es una
distracción bienvenida de mirar su hermoso rostro, relajado por una vez. Ella tiene
una belleza cautivadora cuando se despierta, cabello y todo. Simple y aun así
refinada. Sí, claro. Tal vez no debería tratar de ser espiritual cuando mi cerebro está
todavía medio dormido.
Me mira y quiero reírme de ella. Es malditamente linda. Estoy jodido.
—Siempre un caballero. —Comienza a poner su cabello salvaje en algún tipo
de orden, pero eso no cambia nada.
—Tu cabello es un poco lindo y un poco caliente. ¿Está eso mejor? —No puedo
contener la risa construyéndose dentro de mí, pero se queda atrapada en la
garganta cuando mis ojos aterrizan en sus labios entreabiertos, rosados y llenos,
tan demasiado tentadores. Es condenadamente difícil apartar la mirada, pero fijo
mis ojos en los de ella.
Se sonroja y mi pulso se acelera, dando tumbos en mi pecho. Sus pómulos
altos se vuelven de un color rosa claro y sus ojos comienzan a mostrar un creciente
pánico. Sé que ella va a cerrarse, pero no quiero que lo haga. De hecho, como que
quiero agarrarla y recostarme de nuevo hacia abajo con ella apretada contra mí.
—Esta es mi señal para salir.
Ella se pone de pie y la sigo, no preparado para dejarla ir.
—Puedes quedarte. —Pongo una mano en su antebrazo, con cuidado para no
asustarla y enviar su “en su camino” aún más rápido. Tengo que ser inteligente
sobre esto. Me deja sostenerla en la cama y es un gran paso para ella.
No trata de escapar, no se aparta y me dan ganas de tirar de ella más cerca de
mí. Mantiene sus ojos en mi pecho, probablemente centrada en mi collar. Me pone
incómodo pensar en ese collar cuando estoy con Skye, cada vez que despierta todos
estos... sentimientos. Lucho contra el impulso de esconderlo de nuevo bajo mi
camisa.
—Tengo una clase en un par de horas —dice suavemente, con timidez.
Trago, de repente tan tímido como ella lo está, pero no voy a dejar que me
dictamine. Tengo que llevarlo a cabo, necesito saber lo que está pasando, necesito
saber cómo se siente. Cierro el espacio entre nosotros, pero aún mantiene una
brecha entre nuestro cuerpo.
—¿Es esa la única razón?
No responde inmediatamente. Levanta la vista y pierde el aliento. No estoy
seguro de si soy capaz de cualquier tipo de reacción en estos momentos. Solo estoy
concentrado en ella, en sus increíbles ojos llenos de miedo, pero también deseo.
Ella puede luchar contra ello todo lo que quiera, pero estábamos en el mismo
barco, un barco en medio de un océano salvaje, pero todavía en el mismo.
—No hagas esto Duke —su susurro es una caricia para mis oídos. A pesar de
que está rogando con sus palabras, su cuerpo y el hecho de que no está alejándose,
me dice algo más. Eso es todo lo que quiero pensar en estos momentos. También lo
quiere y esta vez no voy a alejarme.
Cierro el espacio entre nosotros y me detengo solo cuando mis dedos de los
pies desnudos tocan sus zapatos. Estoy tan cerca de ella que mi pecho roza sus
pechos. Me endurezco inmediatamente, empujando dolorosamente contra la
cremallera de mis jeans. No puedo apartar la mirada de sus labios entreabiertos
mientras toma en una gran respiración. Esta vez, es la que se mueve aún más cerca,
trayendo su rubor corporal al mío.
Siseo bajo mi aliento. Deslizo mi mano desde su antebrazo, por su brazo hasta
que acuno su mejilla. Estoy temblando y no puedo controlarlo. Está haciéndome
cosas que había olvidado. Está haciéndome cosas que no estoy seguro que alguna
vez he sentido. Es aterrador.
Me muerdo el labio inferior para tratar de mantener la compostura pero ella
no está ayudando. Cuando sus ojos aterrizan en mi boca y sus ojos se oscurecen
considerablemente, estoy listo para correr y poner fin a esta anticipación
construyéndose, pero no lo hago. Llevo mi otra mano a su cadera. Quiero más
contacto.
—Por favor, Skye. —La súplica se me escapa en la derrota. Así es como me
siento. He luchado contra la atracción y ahora mismo no estoy peleando más. Me
rindo.
Entonces hace algo que es casi mi perdición. Lleva ambas manos a mis
hombros. Mis músculos saltan de la sensación, solo ese pequeño jodido toque me
hace eso. Sus pequeñas manos en mí sobre mi camiseta son muy inocentes, pero
sostienen el poder pecaminoso traído a la vida en mi mente por mi imaginación
demasiado ansiosa. Pero no se detiene allí. Una de sus manos se mueve de mi
hombro a mi cuello donde comienza a jugar con mi cabello, suavemente, dudando y
eso es lo que me lleva mis rodillas.
Cierro los ojos por un segundo. En mi interior, soy un horno a punto de
explotar. Cada tipo de escenario pasa por mi mente, de forma rápida. Va desde el
tipo dulce hasta el tipo muy perverso, que sé asustaría a la mayoría de las personas.
Respiro hondo y abro de nuevo mis ojos. Inclino mi cabeza, inseguro de cómo
proceder, porque si ella se aleja eso simplemente me mataría. Necesito una
probada de ella. Necesito sentir sus labios carnosos en los míos. Necesito saber si
va a ser dócil cuando la bese o no. Quiero sentir la forma en que su lengua juega
con la mía.
Poco a poco, lo suficientemente lento como para darle tiempo de retroceder,
llevo mi cabeza hacia abajo, más cerca a la de ella, más cerca de sus labios. Y no se
aparta. De hecho, inclina su cabeza y cierra los ojos. Me paso la lengua por mi labio
inferior y, finalmente, acaricio mis labios contra los suyos. Solo por un segundo.
Pero ese segundo es el tiempo suficiente para enviar un escalofrío por mi
columna, el tiempo suficiente para hacer que mi corazón lata más rápido. Es
suficiente largo para hacerme olvidar todo, incluso a Juliet. Incluso olvidar cómo
debería sentirme, o tal vez no debería.
Abro los ojos y la veo hacer lo mismo. El deseo está ahí, pidiendo por más y
me obligo, provocado cuando clava sus uñas en mi hombro y cuello.
Esta vez no me detengo, no le doy el tiempo necesario para cambiar de
opinión. Llevo mi boca contra la de ella y juego con su labio inferior antes de
mordisquear su labio superior. Pero sigue siendo inocente mientras no estoy
profundizándolo. Tengo que explorar la forma de sus labios, labios en los que soñé
durante días, semanas incluso.
Cuando sus labios se sepultan en mi mente, muerdo suavemente su labio
inferior y dejo escapar el gemido que he estado tratando de mantener a raya. La
suavidad de su piel y su olor es simplemente demasiado. Aprieto mis brazos
alrededor de ella, uno escabulléndose a la parte baja de su espalda y dejo que mi
otra mano ahonde en su cabello indómito, algo que he querido hacer desde hace un
tiempo, incluso si apenas me lo he reconocido a mí mismo.
Tira de mi cabello y abre la boca, pidiendo más, rogando por ello. Joder, va a
arruinarme. No pierdo un segundo y deslizo mi lengua en su boca, saboreándola,
por primera vez. Cuando su gemido golpea mis oídos, intensifico el beso, dejándolo
ir. Pero para lo que no estaba preparado es para la forma en que me responde, la
forma en que su lengua baila con la mía, con la misma intensidad, la misma
aplastante necesidad por más, siempre más.
Joder, me está arruinando con ese único beso y estoy aún más perdido que
antes.
Sobre Stephanie Witter
Stephanie Witter es una soñadora francesa. Comenzó a
aprender inglés a los tres años, y se enamoró de la lengua.
Siempre con un libro, o dos cerca, empezó a leer en inglés
cuando no pudo esperar más para que Harry Potter fuera
traducido en francés. Después de un tiempo, la lectura no fue
suficiente. Empezó a escribir Young/New Adult y Patch Up es
su primera novela.