La noción de cultura tiene varias acepciones. En primer lugar se la entiende en el
sentido antropológico como las maneras de hacer, sentir y pensar de las personas en tanto miembros de la sociedad. Esta concepción marca una primera distinción con respecto a la naturaleza: cultura es todo aquello que compete al ámbito humano, a todo o que se adquiere, construye y transmite. En este sentido la cultura es la base de las identidades, de las representaciones sociales, de las conductas y hábitos: funda las colectividades en torno a los elementos identitarios y culturales.
El sentido corriente o vulgar de la noción de cultura es aquella que se refiere al cúmulo de
conocimientos, símbolos, hábitos y conductas específicas del tipo científico, artístico, literario, etc. En esta dimensión la cultura funciona como mecanismo de oposición y distinción entre sujetos: se construyen las identidades “cultas” y las “incultas”. Se trata de una cultura cosificada que puede ser adquirida, desechada, acumulada, conservada, incrementada. En esta dimensión de la cultura son los medios masivos de comunicación y las industrias culturales quienes se encargan de la difusión de los elementos culturales en boga, y son las élites culturales quienes determinan los elementos culturales que constituirán la “alta cultura”.
El sentido sociológico de la cultura es aquel que corresponde al “conjunto de valores, normas y
prácticas adquiridas y compartidas por una pluralidad de personas”. Esta definición abandona la determinación antropológica del binomio naturaleza/cultura. Esta definición sociológica de cultura engloba diferentes acepciones, desde los correspondientes a los llamados bienes culturales, como las prácticas sociales de colectivos o grupos sociales que comparten rasgos culturales en común.
Pierre Bourdieu, aunque parece no haberlo reconocido explícitamente, comparte la postura
marxista de la hegemonía de las élites en la imposición de los patrones y símbolos culturales en las sociedades. En este sentido, a lo largo de su trabajo encontramos con insistencia llamados de atención a la lucha simbólica entre las clases por la imposición de sus valores culturales. La cultura dominante supone un trabajo arduo de legitimación de sus valores para que puedan ser apropiados por las culturas subalternas, lo que permite la reproducción de la cultura elite.