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| UNIVERSIDAD CATÓLICA DE HONDURAS

“NUESTRA SEÑORA REINA DE LA PAZ”


CAMPUS VIRTUAL

Asignatura: El Hombre Frente A La Vida 1602A

Alumnos:
1. - Lissie Daniela Madrid (0510-2004-00419)
2. Lesly Consuelo Serrano (0405-2004-00140)
3. Lizzy Layevska López (1709-2005-00705)
4. Lizzie Gabriela Mejía (1415-2006-00078)
5. -Libny Alexandra Pineda (1001-2004-00048)
6. Lesmy Gisselle Benítez (1004-1977-00294)
7. -Lilian Estenia Gomez (1318-1987-00020)
8. Linda Maria Corea Mejia (1301-2005-00545)
9. Leonardo José Romero (0704-2005-00564)
10. Margie Soad Solis Quiroz (1709-2004-00430)
11. -Marissa Isabelle Alvarado (0101-2012-05443)
12. Mario Roldan Cruz (0107-2005-00002)
13. Mario José García Santamaría (1413-2006-00528)
14. Maicol Alexander Mendoza (0801-2006-07135)
15. Mariangelica Diaz Morales (1807-2004-01457)
16. María José Ochoa Lagos (0703-2001-02775)
17. Marvin Snielenguer Pereira (1709-2005-00356)

GRUPO No. 4
Signos del rito de la confirmación

Catedrático: Ivis Ordoñez


LOS SIGNOS DEL RITO DE LA CONFIRMACIÓN

La Confirmación complementa el bautismo al sellar y fortalecer al creyente

para que viva como un hijo de Dios, a través del poder del Espíritu Santo.

El ministro ordinario del sacramento es un obispo que, mediante la

"imposición de manos" y la "unción con aceite de crisma", invoca la presencia

del Espíritu Santo en la persona bautizada. ¡En este poderoso encuentro con

Dios, experimentamos nuevamente la gracia de Pentecostés cuando el Espíritu

Santo descendió sobre María y los Apóstoles!

Este sacramento tiene dos signos principales: la imposición de manos por

parte del obispo y la unción con aceite perfumado llamado crisma. Desde los

primeros días de la Iglesia, los apóstoles conferieron este sacramento a los

recién bautizados. Por ejemplo:

"Ahora, cuando los apóstoles en Jerusalén escucharon que Sama'ria había

recibido la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan, que descendieron y

oraron por ellos para que pudieran recibir el Espíritu Santo; porque aún no

había caído sobre ninguno de ellos, pero solo habían sido bautizados ..."

- Hechos 8:14-16

En la Iglesia Primitiva, encontramos testimonio de este sacramento, como

cuando Teófilo de Antioquía (181 dC) escribió:


"¿No estás dispuesto a ser ungido con el aceite de Dios? Es por eso que nos

llaman cristianos: porque estamos ungidos con el aceite de Dios."

- A Autolycus

Otro ejemplo es cuando Hipólito (215 dC) escribió:

"El obispo, imponiendo su mano sobre ellos, hará una invocación, diciendo:

'Oh Señor Dios, que los hiciste dignos de la remisión de los pecados a través

del lavado del Espíritu Santo para renacer, envíales tu gracia para que puedan

servirte. según tu voluntad, porque hay gloria para ti, para el Padre y el Hijo

con el Espíritu Santo, en la santa Iglesia, tanto ahora como a través de los

siglos de los siglos. Amén. Luego, vertiendo el aceite consagrado en su mano e

imponiéndolo sobre la cabeza de los bautizados, él dirá: 'Te ungiré con aceite

santo en el Señor, el Padre Todopoderoso, y Cristo Jesús y el Espíritu Santo'.

Firmándolos en la frente, los besará y dirá: 'El Señor esté contigo'. El que ha

sido firmado dirá: "Y con tu espíritu". Así hará a cada uno."

- La tradición apostólica

Con el tiempo, se desarrollaron dos tradiciones en la administración de la

Confirmación en la Iglesia Católica. En los Ritos Orientales de la Iglesia

Católica, el sacramento se da en el momento del bautismo, ya sea que se trate de


un niño o un adulto ... ¡incluso a los recién nacidos! A menudo, esto lo hace un

sacerdote usando el aceite consagrado por el obispo.

En Occidente (en el Rito Latino de la Iglesia Católica), el obispo administra el

sacramento en algún momento después de la edad de la razón. Cuando los niños

se bautizan como bebés, reciben la confirmación en un momento posterior. Los

adultos que participan en el "Derecho de Iniciación Cristiana de los Adultos"

siempre reciben confirmación inmediatamente después del bautismo por parte

de su pastor. En el caso de un bautismo cuando uno está en peligro de muerte,

cualquier sacerdote tiene la autoridad de conferir la Confirmación después del

bautismo, siempre que tenga el aceite de crisma apropiado disponible en el

momento del bautismo. Este es el caso tanto de adultos como de bebés.

Este sacramento proporciona un aumento y una profundización de la gracia

del Bautismo que aumenta los dones del Espíritu Santo recibidos en el

Bautismo.

LA UNCIÓN DEL SANTO CRISMA

La unción del Santo Crisma significa consagración, y por eso se impone en el

Bautismo, en la Confirmación y en la Ordenación ya que invita a los cristianos a

participar en la misión de Jesucristo en la plenitud del Espíritu Santo.


Crisma es uno de los aceites santos usados en la Iglesia católica tanto romana,

como ortodoxa, y en las Iglesias orientales en determinadas ceremonias. El

término procede del latín chrisma, y este del griego myron (χρῖσμα). En el

catolicismo representa directamente la transmisión del Espíritu Santo: Esta

unción ilustra el nombre de "cristiano" que significa "ungido" y que tiene su

origen en el nombre de Cristo, al que "Dios ungió con el Espíritu Santo"

(Hch 10,38).

Santo Crisma: representa la gracia del Espíritu Santo. Se trata de un ungüento

aromático hecho de la mezcla de aceites y perfumes, por lo que desprende «el

olor de cristo», que nos conduce dentro de su Iglesia. Este destaca entre los otros

dos por la brillantez que los perfumes le dan al ungüento.

Composición:

Está compuesto por aceite de oliva (que representa la fortaleza) al que se

añade una pequeña cantidad de bálsamo (cuyo aroma representa el suave olor de

la vida cristiana)

Usos:

Es usado en el sacramentos que imprimen carácter del bautismo haciendo una

cruz en la frente y así como en la confirmación También en la ordenación

de presbíteros ungiendo las manos (no de diáconos) y de obispos en la cabeza.

En la dedicación de las nuevas iglesias se consagran 12 columnas y del

nuevo altar, que tiene que ser fijo y preferentemente de piedra, también para la
consagración de las campanas. La unción con el crisma representa la plena

difusión de la gracia.

Consagración:

Los ritos empleados en la consagración del santo crisma demuestran que es

una ceremonia de la mayor importancia. Este debe ser bendecido durante la

Misa solemne del Jueves Santo (Cf. Decr. S.C.R., ed. Gardellini, n. 2475). Para

la totalidad de la ceremonia el obispo consagrante debe estar asistido por su

clero de sacerdotes y diáconos.

El catesismo expresa su importancia en la tradición:

La liturgia de Antioquía expresa así la epíclesis de la consagración del santo

crisma (myron): « [Padre (...) envía tu Espíritu Santo] sobre nosotros y sobre

este aceite que está delante de nosotros y conságralo, de modo que sea para

todos los que sean ungidos y marcados con él, myron santo, myron sacerdotal,

myron real, unción de alegría, vestidura de la luz, manto de salvación, don

espiritual, santificación de las almas y de los cuerpos, dicha imperecedera,

sello indeleble, escudo de la fe y casco terrible contra todas las obras del

Adversario» (Pontificale iuxta ritum Ecclesiae Syrorum Occidentalium id est

Antiochiae, Pars I, Versión latina).

El aceite y el bálsamo, que se preparan en la sacristía de antemano, son

llevados en procesión solemne hasta el presbiterio después de la Comunión, y se

colocan sobre una mesa. A continuación, se bendice el bálsamo, que se mantiene


en una bandeja de plata, y del mismo modo que el aceite de oliva, que se reserva

en un envase de plata. Después de esto el bálsamo se mezcla con el aceite.

Entonces, el crisma, perfeccionado con una oración final, recibe el homenaje de

todos los ministros sagrados presentes, haciendo cada una triple genuflexión

hacia él, y diciendo cada vez las palabras “ave crisma sagrado”. Después de la

ceremonia se lleva de nuevo a la sacristía, y se distribuye entre los sacerdotes

que se lo llevan en los vasos de plata comúnmente llamados reservas de aceite;

el que queda se guarda segura y reverentemente bajo llave.

Bendicion.

Para que el crisma sea apropiado y legítimo es necesaria la bendición de un

obispo y, probablemente también, tal bendición que sea peculiar a él solo. Hay

certeza de que el obispo es el ministro ordinario de esta bendición. Esto es

ampliamente reconocido en todos los escritos de los primeros siglos, por los

primeros concilios (cf. Constituciones Apostólicas, VII, 42; el Segundo Concilio

de Cartago de 390, y el Tercer Concilio de Braga, 572), y por todos los teólogos

modernos (cf. Frassen, XI, 440). Pero si un sacerdote puede ser el ministro

extraordinario de esta bendición, y, en caso afirmativo, en qué circunstancias, es

una pregunta que es discutida más o menos libremente. Parece haber acuerdo en

que el Papa puede delegar a un sacerdote para este propósito, pero no está tan

claro que los obispos puedan conceder la misma autoridad delegada ex jure

ordinario. Parece que ellos ejercieron esta prerrogativa en tiempos antiguos en


Oriente, pero del poder de delegar en los sacerdotes la bendición del crisma está

ahora reservada estrictamente a la Santa Sede en la Iglesia Occidental (cf.

Perrone, Prael. Theol., III, 135.).

EL SANTO CRISMA

El Santo Crisma es un sacramento utilizado en la Iglesia católica, así como en

algunas denominaciones cristianas ortodoxas y anglicanas. También se le

conoce como óleo santo o aceite de la unción.

El Crisma se utiliza en varios rituales religiosos, siendo más comúnmente

asociado con la Confirmación y la Ordenación sacerdotal. Es un aceite

consagrado por un obispo en una ceremonia especial conocida como la Misa

Crismal, que generalmente se celebra durante la Semana Santa.

El proceso de preparación del Santo Crisma es riguroso y está sujeto a ciertas

normas litúrgicas. El aceite de oliva puro es mezclado con bálsamo, que

representa la fragancia de Cristo. El obispo consagra este aceite mediante una

oración especial, invocando la bendición y la presencia del Espíritu Santo.

El uso del Crisma simboliza la acción del Espíritu Santo y la gracia divina

que se derrama sobre aquellos que reciben el sacramento de la Confirmación o

son ordenados al sacerdocio. En el caso de la Confirmación, el Crisma se aplica


en la frente del confirmando mientras el obispo pronuncia las palabras de

consagración. En la Ordenación sacerdotal, se unge las manos del ordenado.

El Santo Crisma es considerado un elemento sagrado y se almacena en un

recipiente especial llamado "crismatorio" dentro de la iglesia. El Crisma se

utiliza también en otros rituales, como el bautismo y la dedicación de iglesias y

altares.

UNCIÓN CON LA IMPOSICIÓN DE LA MANO

UNCIÓN CON ACEITE PERFUMANDO LLAMADO CRISMA

Óleo y aromas constituyen el crisma. Y con él se ungen personas y cosas. Así

se unge la cabeza de la persona bautizada, la frente de la persona confirmada, la

cabeza del obispo y las manos de los presbíteros, y finalmente, el altar y las

paredes del edificio de la iglesia dedicada.

El sentido y la finalidad del santo crisma se indican en las dos bendiciones

propuestas. En la primera, en su parte anamnética,

donde se recuerda la historia de la salvación, se menciona el olivo, «que ahora

nos suministra el aceite» con el que se prepara el santo crisma, también se

menciona la paloma, «signo de la gracia futura», que anuncia «con un ramo de

olivo la restauración de la paz entre los hombres». Y se afirma que el crisma,


«después que el agua bautismal lava los pecados», «consagra nuestros cuerpos y

da paz y alegría a nuestros rostros». La parte anamnética de la segunda

bendición, para las personas renacidas por el agua bautismal, pide que «reciban

fortaleza en la unción del Espíritu» y, hechas «a imagen de Cristo, tu Cristo,

participen de su misión profética, sacerdotal y real». Y en la parte epiclética de

esta segunda bendición, al invocarse el Espíritu sobre el óleo perfumado, se

aclara que, con el santo crisma, pueden ungirse personas, lugares y objetos. En

efecto:

Te pedimos, Señor, que mediante el poder de tu gracia hagas que esta mezcla

de aceite y perfume sea para

nosotros instrumento y signo de tus bendiciones; derrama sobre nuestros

hermanos, cuando sean ungidos con este crisma, la abundancia de los dones del

Espíritu Santo, y que los lugares y objetos consagrados por este óleo sean para

tu pueblo motivo de santificación. Pero ante todo, Señor, te suplicamos que por

medio del sacramento del crisma hagas crecer a tu Iglesia en el número y

santidad de sus hijos, hasta que, según la medida de Cristo, alcance aquella

plenitud en la que tú, en el esplendor de tu gloria, junto con tu Hijo y en la

unidad del Espíritu Santo, lo serás todos en todos por los siglos de los siglos.

Amén.

El núm. 16 de la introducción al
Ritual de la Dedicación de iglesias y de altares apunta el sentido y significado

de la unción del altar y de las paredes de la iglesia con el santo crisma. Así el

altar se convierte en signo de Cristo y la iglesia, signo de la ciudad santa de la

Jerusalén celestial. En efecto:

En virtud de la unción con el crisma, el altar se convierte en símbolo de

Cristo, que es llamado y es, por excelencia, el Ungido, puesto que el Padre lo

ungió con el Espíritu Santo y lo constituyó sumo Sacerdote para que, en el altar

de su cuerpo, ofreciera el sacrificio de su vida por la salvación de todos.

La unción de la iglesia significa que ella está dedicada toda entera y para

siempre al culto cristiano. Se hacen doce unciones, según la

tradición litúrgica, o cuatro, según las circunstancias, para significar que la

iglesia es una imagen de la ciudad santa de Jerusalén.

SALUDO DE PAZ

El saludo de la paz o el beso de la paz es un rito litúrgico que se realiza

durante las celebraciones de la Eucaristía en iglesias cristianas.

Al parecer un texto de los romanos se refiere a este rito:

Saludaos los unos a los otros con el beso santo

Rm 16,16
Bien pronto se introdujo en la liturgia, aunque con diversas modalidades y en

distintos momentos de las celebraciones. 

Esta forma también fue usada en la iglesia de Roma en los primeros siglos:

así atestigua, por ejemplo, Justino: «Concluidas las oraciones, nos saludamos

con el beso». También es llamada por Tertuliano signaculum orationisqueriendo

indicar con ello que el gesto debía ser la conclusión de las oraciones comunes.

Dado que se trataba de un símbolo que denota alegría, el beso de la paz se

suprimía los días de ayuno. E Hipólito de Roma en su Tradición apostólica,

comenta la situación de los catecúmenos:

Cuando ha terminado la oración (después de la instrucción) los catecúmenos

no deben darse el ósculo de paz porque su beso no es aún puro; los bautizados,

en cambio, deben saludarse unos a otros, los hombres a los hombres y las

mujeres a las mujeres, pero los hombres no deben saludar a las mujeres.

En tiempos de Inocencio I (a inicios del siglo V) se cambió el lugar del

saludo. Se trasladó al momento tras el Padrenuestro y se limitó solo a quienes

podían recibir la comunión.[5] La realización del gesto inmediatamente antes de

la comunión, tras la mencionada reforma, está confirmada por diversos misales

como el Sacramentario de Ratoldo (del siglo X) que afirma:


Y el obispo dé la comunión a los presbíteros y a los diáconos con el ósculo de

la paz

PL 78, 245

Dada la creciente disminución de la práctica de comulgar, en algunos lugares

el gesto fue sustituyendo progresivamente a la comunión. Sin embargo, con el

tiempo y hasta la última reforma litúrgica se fue abandonando progresivamente.

Quedó sí para las ocasiones más solemnes, un saludo de paz que se daban los

presbíteros entre sí o con el obispo y una forma de «transportar» el saludo a los

fieles a través de un portapaz, relicario que podía contener también alguna

imagen sagrada.
CONCLUSION:

La Confirmación es uno de los sacramentos de la Iglesia que, junto al

Bautismo y la Eucaristía, constituye el conjunto de los sacramentos de la

iniciación cristiana, es decir, sacramentos cuya recepción es necesaria para la

plenitud de la gracia que recibimos en el Bautismo.

La palabra “Confirmación” significa “unción”. En el Sacramento de la

Confirmación, la persona es ungida con óleo, siendo así formado en el poder del

Espíritu, según Jesucristo, el único verdadero ungido. De esta forma, el

sacramento de la Confirmación permite a la persona que lo recibe acoger al

Espíritu Santo en el corazón y recibir sus siete dones: la sabiduría, la

inteligencia, el consejo, la fortaleza, la ciencia, la piedad y el temor de Dios.

¿Qué implica el sacramento de la Confirmación?

Si en el Bautismo somos presentado ante Dios y la Iglesia, en la

Confirmación se refuerza y reafirma esa unión introduciéndonos aún más en la

filiación divina, uniéndonos firmemente a Dios. Además, nos concede los dones

del Espíritu Santo para difundir y defender la Fe.

Siguiendo las palabras del Papa Francisco, con el sacramento de la

Confirmación recibimos al Espíritu Santo en nuestros corazones y lo dejamos

actuar; "a través de nosotros, será él quien orará, perdonará, infundirá esperanza

y consuelo, servirá a los hermanos, estará cerca de los necesitados y de los

últimos, creará comunión y sembrará la paz".


Para preparar a los jóvenes para recibir el sacramento de la Confirmación es

fundamental ofrecerles una buena formación que les lleve a una adhesión

personal de su Fe y despertar en ellos el sentido de pertenencia a la Iglesia.

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