Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
a. Prólogo
La Crismación es un sacramento que es administrado sólo al bautizado.
Se efectúa al ungirlo con el santo Crisma, es decir, al sellarlo con el sello del
Espíritu Santo: así gozará el don divino. Este don hace que la vida nueva
recibida por el Bautismo crezca y se dirija hacia la perfección.
En el Santo Sacramento de la Crismación, recibimos “el sello del don del
Espíritu Santo.” (Ver Hechos 19: 1-10; Romanos 8; I Corintios 6; II Corintios 1:
21-22) Si el Bautismo es nuestra participación personal en la Pascua - en la
muerte y resurrección de Jesucristo - la Crismación es nuestra
participación personal en Pentecostés – es decir, en la venida del Espíritu
Santo. En el Bautismo el hombre es sepultado y resucita con Cristo; en el
Sacramento de la Crismación se hace digno del don del Espíritu Santo. De esta
forma el milagro de Pentecostés se repite y se renueva constantemente en la
Iglesia.
En la Iglesia Ortodoxa, el sacramento de la Crismación siempre se
realiza junto al Bautismo. Tal como la Pascua de Resurrección carece de
1
Seminario Ortodoxo de Formación para Iberoamérica
Instituto de Teología San Juan Damasceno
significado pleno para el mundo sin Pentecostés, así también el Bautismo carece
de significado para el cristiano sin la Crismación.
b. Definición general
“Crisma” es una palabra de origen griego que significa «la unción»;
indica el aceite aromático que se usa en el sacramento. El aceite, en general,
ocupó un lugar significativo en la antigüedad: los romanos se ungieron con él,
en preparación para sus fiestas, siendo un símbolo de la alegría. Con los
hebreos, también tuvo su función importante por su propiedad penetrante en el
cuerpo, se usaba en las fiestas (Am 6: 6), y se derramaba a los visitantes en
gesto de generosidad y de respeto (Sal 23: 5), hay también que exaltar su
importancia en la unción de reyes y sacerdotes, pues como el aceite penetra en
el cuerpo y se adentra en los miembros, así el Espíritu de Dios penetra en las
almas de los escogidos «El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha
ungido para anunciar a los pobres la Buena Noticia» (Isa 61:1).
La mezcla del Crisma contiene aceite de olivo, vino puro de uvas y treinta
y cinco esencias y perfumes naturales, entre ellas bálsamo y almizcle. «Tal
como Cristo asumió un cuerpo terrenal y es el Sacerdote para siempre ante el
Padre, también nosotros recibimos nuestra función sacerdotal de la esencia de
las perfumes de la tierra; a fin de que, habiendo recibido esta unción real,
seamos dignos de participar con el Señor en su obra redentora de la creación
entera», dice san Atanasio.
Este Crisma, también conocido como Santo Myron, es preparado por los
Patriarcas de la Iglesia en el día del Jueves Santo. Su utilización en la
Crismación resalta el hecho que el don del Espíritu en los orígenes era
transmitido a los seres humanos mediante los apóstoles de Cristo, cuyos
2
Seminario Ortodoxo de Formación para Iberoamérica
Instituto de Teología San Juan Damasceno
sucesores formales en el mundo son los obispos de la Iglesia (ver Hechos 8: 14;
19: 1-7).
El sacerdote toma el Crisma, y se sirve de ello para ungir varias partes del
cuerpo del candidato, marcándolas con la señal de la Cruz: se empieza por la
frente, luego los ojos, la nariz, la boca, las orejas, el pecho, las manos, y los
pies1. Según va marcando cada parte, va diciendo ‘El sello del don del Espíritu
Santo’. El niño, incorporado en Cristo por el Bautismo, recibe ahora la
Crismación como don del Espíritu Santo, convirtiéndose en laïkos (laico),
miembro pleno del laos (pueblo) de Dios.
La Crismación es la extensión de Pentecostés: el mismo Espíritu que
descendió sobre los Apóstoles de modo visible en forma de lenguas de fuego,
desciende ahora sobre el recién bautizado de modo invisible pero con la misma
vigencia y poder. Por medio de la Crismación, todo miembro de la Iglesia se
convierte en profeta, y toma parte del sacerdocio real de Cristo: todos los
cristianos iguales, al ser crismados, son llamados a testimoniar en plena
conciencia la Verdad. “Vosotros habéis recibido la unción que viene del Santo,
y todos tenéis la creencia” (1 Juan 2: 20).
3
Seminario Ortodoxo de Formación para Iberoamérica
Instituto de Teología San Juan Damasceno
2
En occidente suele ser el obispo quien confiere la Confirmación; en oriente, la Crismación es administrada por
un sacerdote, pero el Crisma del que se sirve debe bendecirse primero por un obispo. (Según el uso ortodoxo
corriente, solamente los obispos que sean dirigentes de Iglesias Autocéfalas tienen derecho a bendecir el
Crisma). De manera que tanto en oriente como en occidente participa el obispo en el segundo sacramento de
iniciación cristiana, de modo directo en occidente, e indirecto en oriente.
5
Seminario Ortodoxo de Formación para Iberoamérica
Instituto de Teología San Juan Damasceno
g. Crismación y Pentecostés
- Pentecostés: el descenso del Espíritu Santo:
«Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos unidos (la
Iglesia) […] quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en
otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse» (Hechos 2:1-4). Pues
el mismo Espíritu Santo era otorgado a los apóstoles como don, mientras los
carismas - es decir, las fuerzas y capacidades que los apóstoles tuvieron
enseguida - son consecuencias del misterio realizado; pues, mientras los
apóstoles recibieron al Espíritu Santo, Él les concedió hablar en otras lenguas.
7
Seminario Ortodoxo de Formación para Iberoamérica
Instituto de Teología San Juan Damasceno
8
Seminario Ortodoxo de Formación para Iberoamérica
Instituto de Teología San Juan Damasceno
personal no tiene imagen sino que revela todo lo que pertenece a Cristo, pero
«todo se vuelve icono o imagen suyo (del Espíritu Santo) cuando viene y hace
su morada en nosotros» (Alexander Schmemann); Cristo mismo en su diálogo
con Nicodemo habla de esta presencia dinámica del Espíritu Santo: «el viento
sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a donde va.
Así es todo el que nace del Espíritu» (Juan 3: 8). Se trata, entonces, de una
experiencia personal inexpresable por el vocabulario humano.
Obteniendo al Espíritu Santo por la Santa Crismación, la santidad es el
nuevo contenido y objeto de nuestra vida: «Si vivimos según el Espíritu,
obremos también según el Espíritu» (Gálatas 5: 25).
h. Consagración a Dios
En este Sacramento se anuncia la consagración entera del bautizado a
Dios. Por eso, el sacerdote unge con la señal de la cruz todos los miembros del
cuerpo, pues esta consagración es un obsequio de Dios, que el hombre es
incapaz de obtener salvo por la asistencia de Espíritu de Dios. San Cirilo de
Jerusalén explica a los recién iluminados la importancia de la unción de las
diferentes partes del cuerpo: «Fuisteis ungidos en primer lugar en la frente,
para ser liberados de la vergüenza que el primer hombre que pecó exhibía por
todas partes y para que, a cara descubierta contempléis la gloria del Señor
como en un espejo. Después en los oídos, para que pudieseis oír los divinos
misterios, de los que Isaías decía: “Mañana tras mañana despierta mi oído,
para escuchar como los discípulos” (Is 50: 4); […] Luego fuisteis ungidos en la
nariz, para que, al recibir el divino ungüento, dijeseis: “Somos para Dios el
buen olor de Cristo entre los que se salven” (2 Cor 2: 15). También fuisteis
ungidos en el pecho, para que “revestidos de la justicia como coraza”
pudieseis resistir a las asechanzas de Diablo” (Ef 6: 14, 11)» (San Cirilo de
Jerusalén, Catequesis, Desclée de Brouwer, Bilbao 1991, Pág. 514)
9
Seminario Ortodoxo de Formación para Iberoamérica
Instituto de Teología San Juan Damasceno
j. Oración de la Crismación
Bendito eres, Señor Dios todopoderoso. Fuente de todo bien, Sol de
justicia, que hiciste resplandecer sobre los que estaban en las tinieblas la luz de
la salvación con la manifestación de tu Hijo Unigénito y nuestro Dios, que nos
diste, aunque indignos, bendita purificación en el agua santa y divina
santificación en la Crismación vivificante, que también ahora te dignaste
regenerar a este tu servidor (esta tu sierva) que ha recibido iluminación por el
agua y el Espíritu y le concedes remisión de sus pecados voluntarios e
involuntarios. Tú mismo, Señor, compasivo Rey de reyes, concédele también el
sello del don de tu Santo Espíritu todopoderoso y adorado, y participación del
santo Cuerpo y de la preciosa Sangre de tu Cristo, consérvale en tu santidad,
afírmale en la Fe Ortodoxa, líbrale del maligno y de todas sus asechanzas.
Conserva su alma en pureza y rectitud, por tu temor salvador, para que te agrade
en todo hecho y palabra, y que sea hijo y heredero de tu Reino celestial. Porque
Tú eres nuestro Dios, Dios de misericordia y salvación, y te glorificamos, a ti,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Amén.
l. Epílogo
Si los Sacramentos Eclesiásticos son una verdadera Presencia Divina en
la vida de la Iglesia y de los creyentes, la Santa Crismación es una presencia del
3
Antimensio es una tela que lleva impreso el icono de la sepultura del Señor, firmada por el obispo local y
puesta sobre el santo Altar. Durante la liturgia, iniciando la parte de los fieles, el sacerdote desdobla el
antimensio, y sobre él coloca la ofrenda. En caso de celebrar la Divina Liturgia fuera del templo es
indispensable el uso de un antimensio consagrado que, en este caso, sustituye el santo Altar.
10
Seminario Ortodoxo de Formación para Iberoamérica
Instituto de Teología San Juan Damasceno
Espíritu Santo, presencia que sella su vida para siempre. Pero el amor divino
nunca elimina la libertad del hombre, el cual tiene que escoger entre «sí» o «no»
para que el Sacramento actúe en él; si se encuentra «vaso de elección», su vida
resplandece con una santidad del «Santo» que mora en él, y será un icono de
Quien no tiene imagen.
11