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MITO

Carlos Esteban Tellez Pineda

Hace mucho tiempo, en lo profundo de la selva, tres tribus indígenas vivían en armonía
con la naturaleza. Cada tribu tenía sus propias costumbres, creencias y líderes, pero
compartían el respeto por la tierra y sus misterios. Un día, una oscura sombra se cernió
sobre ellos cuando cuatro terribles demonios comenzaron a acechar la región.

Estos demonios eran criaturas malévolas que surgieron de las profundidades de la


oscuridad, con la intención de sembrar caos y destrucción entre las tribus. Los líderes
de los pueblos se dieron cuenta de que enfrentarían una batalla sin igual y decidieron
unirse para luchar contra esta amenaza común.

Durante días y noches, las tribus se prepararon para la inminente confrontación.


Invocaron a los dioses, realizaron rituales ancestrales y forjaron alianzas entre ellas.
Los chamanes de cada tribu compartieron sus conocimientos sobre la naturaleza y la
magia, buscando una manera de derrotar a los demonios.

Fue entonces cuando el sabio taita de una de las tribus tuvo una visión. En sus sueños,
vio mariposas resplandecientes que llevaban en sus alas los rostros de los demonios.
Convocó a los líderes de las tribus y les relató su visión, proponiendo que las mariposas
podían ser la clave para sellar a los demonios.

Las tribus, confiando en la sabiduría de la anciana, idearon un plan. Realizaron un ritual


poderoso que convocó a las mariposas más hermosas y místicas de la selva. Estas
criaturas, imbuidas de la magia de las tribus unidas, se transformaron en guardianes de
la luz y volaron hacia los demonios.

En una épica batalla entre la luz y la oscuridad, las mariposas envolvieron a los
demonios con sus alas resplandecientes. La magia de la unión de las tribus se
materializó en las alas de las mariposas, encerrando a los demonios en un cautiverio
eterno. Aunque los demonios gritaron en derrota, sus rostros quedaron impresos en
las alas de las mariposas, recordando a las tribus la importancia de permanecer unidas
ante cualquier amenaza.

Con la victoria, las tribus celebraron su triunfo y agradecieron a las mariposas


guardianas que protegían la selva. Las mariposas, ahora conocidas como las polillas
ancestrales, continuaron su vuelo eterno llevando consigo los rostros de los demonios
derrotados. Este mito pasó a ser una leyenda transmitida de generación en generación,
recordando a las tribus que la unión y la magia de la naturaleza eran más fuertes que
cualquier oscuridad que pudiera amenazar su tierra.
Ahora las almas renacidas que recuerdan la temible lucha contra los demonios,
recuerdan aquellos rostros y ven con terror a las polillas, aunque ellas sean fruto de
una de las hazañas más grandes de la naturaleza: derrotar a la oscuridad.

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