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Cartagena, 25 de octubre del 2022

Integrantes:
Programa de Talento e Inclusión

CARTA DE RECOMENDACIÓN

Soy una joven de la quinta región, nacida en Santiago. Me mudé a Cartagena en el año
2018, cuando cursaba octavo básico, dejando atrás a mis compañeras de mi antiguo
colegio, a mi ciudad y a mi familia. Sin duda, una decisión muy dura de tomar, pero que
hoy en día agradezco.
Una experiencia que quiero mencionar, que ha sido significativa en mi vida, es mi
operación de hace un año atrás. En el 2021, fui sometida a una complicada cirugía de
escoliosis idiopática, la cual marcó y cambió mi vida. Estuve hospitalizada durante cinco
días, los cuales los pasé muy mal. Siendo sincera, nunca había sentido tanto dolor y de
esa magnitud, había días en los que ni siquiera los bolos de morfina me hacían efecto, en
las noches con suerte lograba dormir una hora o dos. Una experiencia que no le
recomiendo pasar a nadie, pero que me hizo valorar cosas tan cotidianas como el poder
pararme de la cama sola, bañarme, ir al baño, sentarme o vestirme sola. Esta cirugía me
enseñó a valorar estas pequeñas acciones que todos hacemos en nuestro diario vivir.
Este procedimiento no me afectó solo físicamente, sino también, mentalmente. El hecho
de haber estado semipostrada algunos meses y depender completamente de mi mamá,
me hizo sentirme muy inútil y a la vez una carga. Sentí que volvía a ser un bebé. Sumado
a lo anterior, me vi también afectada en el ámbito escolar, ya que no pude realizar de
manera normal mi segundo semestre de tercero medio, lo que dificultó mi formación
académica. Fue un proceso muy largo y lento, sentí dolor todos los días durante 7 meses
aproximadamente, pero que, gracias a mi perseverancia y a mi mamá, la cual fue
fundamental en todo el proceso, logré superar. Hubo momentos en los que sentía que ya
no podía más y días en los que el dolor me superaba, pero nunca tiré la toalla y ahora
estoy aquí. Hace poco cumplí un año y tres meses de mi operación, ahora mi espalda
tiene dos de barras de metal y 24 tornillos alrededor de mis vertebras y, lamentablemente,
no puedo hacer ningún tipo de deporte. A pesar de que aún no me dan el alta, ya puedo
hacer todo lo que anteriormente me limitaba totalmente sola y mi vida volvió a la
normalidad a la que estaba acostumbrada.
Mi primera y única preferencia de carrera, es medicina, pero ¿cuáles son mis
motivaciones para ingresar a esta carrera? Hace mucho tiempo decidí que quiero estudiar
medicina, para ser exacta, fue en el 2019 cuando ingresé a la enseñanza media. Mis
motivaciones para ingresar a esta carrera son diversas. Una de estas se debe a malos
diagnósticos que he recibido y al hecho de tener que enfrentarme con doctores que no
describiría como buenos profesionales. Éstos me hicieron darme cuenta que en nuestro
país y, en especial en la salud pública, se necesitan médicos comprometidos, no tan solo
con su trabajo, sino también con sus pacientes y sus diagnósticos, ya que pueden
cambiar la vida de sus usuarios. Quiero ser una médica comprometida consigo misma y
con su entorno, una profesional ética. Definitivamente quiero aportar en el futuro con mi
granito de arena.
Sumado a lo anterior, otra de mis motivaciones es mi misma operación. Estando
hospitalizada, pude darme cuenta de cómo funciona todo al interior de un hospital y cómo
cada personal de la salud, ahí presentes, son necesarios. Ahí terminé por darme cuenta
que quiero ser parte de ese mundo y sentirme realizada al poder ayudar y acompañar en
sus tratamientos a mis futuros pacientes.
Por último, pero no menos importante, es una razón mucho más personal. Quiero sacar
adelante a mi mamá y papá, pero con mayor énfasis a la primera. A lo largo de mi vida he
visto cómo mi madre depende económicamente de mi papá y cómo ha tenido que
aguantar muchas humillaciones debido a esto. Cuando logré ser consciente de esta
situación me di cuenta que no quería lo mismo para mí en un futuro. No quiero depender
de un hombre, aunque no lo veo como algo malo ya que es una realidad de muchas
mujeres, sí considero que cortaría mis alas en muchos sentidos. Sé que estudiando
medicina recibiré un buen sueldo, también entra en mis motivaciones, pero más
importante aún, sé que con ese dinero podré sacar a mi mamá de su actual situación.
Quiero darle la vida que se merece, devolverle todo lo que he hecho por mí en estos 18
años. Es por esto y muchas razones más que quiero estudiar medicina, pero que resumo
en estas tres motivaciones, ya que solo tengo dos planas y, si me sigo explayando,
necesitaría muchas más, porque estudiar medicina es mi sueño y un sueño no se reduce
a dicha cantidad.
Finalmente, pero lo más importante ¿por qué seleccionarme a mí dentro de todos y todas
las postulantes a esta carrera? Seré directa. Deben seleccionarme porque me merezco
esta oportunidad. En primero medio, año que cursé en el 2019, me decidí por estudiar
medicina y desde ese momento no he dejado de trabajar por ello. Empecé a implementar
un método de estudio, el cual no es muy extraordinario, ya que en un principio consistió
en aprender a tomar apuntes de manera correcta, lo cual hasta el día de hoy me sirve
para extraer la información importante y no anotar todo lo que dice mi docente. Esto me
permite tomar mucha más atención en clases e identificar qué me cuesta más, y ¿qué
hago con lo que me cuesta? Busco otras maneras de hacerme entender bien el tema. Me
encargo de buscar otros recursos, como internet, libros, profesores, preuniversitario, etc. y
así lograr comprender y a la vez complementar mis estudios. Nunca me quedo solo con lo
que me dan. Soy una persona que cumple con los compromisos que toma, busco hasta el
último recurso para cumplir lo que me propongo. Por ejemplo, este año me propuse
entender química, una materia que, a pesar de ser de mi agrado, se me hace muy difícil
porque en mi colegio prácticamente no tuve esta materia. Así, apliqué lo que mencioné
anteriormente y logré entender química.
Soy una persona autoexigente, y eso se ve reflejado en mi rendimiento académico.
Obtuve el primer lugar en primero, segundo y tercero medio, y sé que lo obtendré en
cuarto. A pesar de esto, soy consciente que, al entrar a la educación superior, tendré que
esforzarme el triple, porque sé lo diferente que es el colegio a la universidad y sus
exigencias. Lo bueno es que soy una persona flexible, que se adapta fácilmente a nuevas
situaciones. Sé llevar la presión y el estrés, ya que tengo presente que, en una carrera
como medicina, me tendré que enfrentar a ello, pero eso no me frena. No solo me adapto,
sino que también me motivo vivir nuevas experiencias. Cuento con un gran espíritu de
superación, quiero superarme en la vida y no conformarme con cualquier cosa. Como dije
anteriormente, quiero ser una mujer independiente.
Soy empática y preocupada por mi entorno, esto se ve reflejado en mi preocupación por
mis pares y la buena relación que tengo con ellos. En mi vida cotidiana intento siempre
hacer las cosas de la mejor manera posible, dar lo mejor de mí, pues así me lo
enseñaron. Por último, soy una persona capaz de reflexionar sobre sus aciertos, pero aún
más difícil, sobre sus errores. Soy consciente de que como toda persona tengo defectos y
a lo largo de mi vida he cometido muchos errores, pero de ellos me gusta aprender y
superarme, o intentarlo, porque los errores son necesarios. No nacemos sabiendo todo,
hay que equivocarse para aprender, ya que éstos nos hacen mejores personas. Por eso
destaco eso en mí, soy alguien que saca cosas buenas de sus equivocaciones y que no
se queda con lo malo.
Para terminar, debería ser una de las seleccionadas, ya que soy consciente que mis
padres no cuentan con los recursos económicos para costearme una carrera. Deben
seleccionarme, porque si me dan la oportunidad, no la desaprovecharé y seré un aporte a
la universidad y a la sociedad.
Con esto me despido de los integrantes del Programa de Talento e Inclusión de la
Pontificia Universidad Católica de Chile. Muchas gracias por leerme.

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