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ALZHEIMER

La enfermedad de Alzheimer es un trastorno del cerebro que empeora con el tiempo.


Se caracteriza por cambios en el cerebro que derivan en depósitos de ciertas
proteínas. La enfermedad de Alzheimer hace que el cerebro se encoja y que las
neuronas cerebrales, a la larga, mueran. La enfermedad de Alzheimer es la causa más
común de demencia, un deterioro gradual en la memoria, el pensamiento, el
comportamiento y las habilidades sociales. Estos cambios afectan la capacidad de
funcionamiento de una persona.
Los signos tempranos de la enfermedad incluyen el olvido de eventos o conversaciones
recientes. Con el tiempo, avanza hasta convertirse en un problema grave de la
memoria y la pérdida de la capacidad para hacer las tareas cotidianas.
Los medicamentos pueden mejorar los síntomas o retardar su progresión. Los
programas y servicios pueden ayudar a brindar apoyo a las personas con enfermedad
de Alzheimer y a sus cuidadores.
No hay ningún tratamiento que cure la enfermedad de Alzheimer. En las etapas
avanzadas, la pérdida grave de la función cerebral puede provocar deshidratación,
desnutrición o infección. Estas complicaciones pueden provocar la muert
Síntomas
La pérdida de memoria es el síntoma clave de la enfermedad de Alzheimer. Los
primeros signos incluyen dificultad para recordar eventos o conversaciones recientes,
pero la memoria empeora y se desarrollan otros síntomas a medida que la enfermedad
avanza.
Al principio, es posible que alguien con la enfermedad reconozca problemas para
recordar las cosas y pensar con claridad. A medida que los síntomas empeoran, hay
más posibilidades de que un familiar o amigo note los problemas.
Los cambios que la enfermedad de Alzheimer produce en el cerebro generan
problemas cada vez mayores con lo siguiente:
Memoria
Todas las personas tienen lagunas mentales por momentos, pero la pérdida de la
memoria asociada con la enfermedad de Alzheimer persiste y empeora. Con el tiempo,
la pérdida de la memoria afecta la capacidad de la persona para desenvolverse en el
trabajo y en casa.
Las personas con enfermedad de Alzheimer podrían pasar por las siguientes
situaciones:
Repetir afirmaciones y preguntas una y otra vez.
Olvidar conversaciones, citas médicas o eventos.
Extraviar artículos y, a menudo, ponerlos en lugares en los que no tiene sentido
hacerlo.
Perderse en lugares que solían conocer bien.
Con el tiempo, olvidar los nombres de familiares y de objetos de uso cotidiano.
Tener problemas para encontrar el nombre adecuado de objetos, para expresar
pensamientos o para participar en conversaciones.
El pensamiento y el razonamiento
La enfermedad de Alzheimer dificulta concentrarse y pensar, en especial sobre
conceptos abstractos, como los números.
Hacer más de una tarea a la vez resulta especialmente difícil. Gestionar la economía,
poner al día las cuentas y pagar las facturas a tiempo puede ser complicado. A la larga,
es posible que una persona con la enfermedad de Alzheimer no sea capaz de
reconocer ni manejar los números.
Hacer valoraciones y tomar decisiones
La enfermedad de Alzheimer provoca un deterioro en la capacidad de tomar
decisiones y juicios razonables en situaciones cotidianas. Por ejemplo, la persona
puede tomar malas decisiones en ámbitos sociales o usar ropa que no es adecuada
para las condiciones climáticas. Puede que a algunos les resulte más difícil responder a
los problemas cotidianos. Por ejemplo, es posible que la persona no sepa manipular
alimentos que se están cocinando en una hornalla ni tomar decisiones al conducir un
vehículo.
Planificar y realizar actividades familiares
Las actividades rutinarias que requieren completar pasos en orden se convierten en un
problema. Esto puede incluir planear y elaborar una comida, o jugar un juego favorito.
Con el tiempo, las personas con enfermedad de Alzheimer avanzada se olvidan de
cómo hacer tareas básicas, como vestirse y bañarse.
Cambios en la personalidad y en la conducta
Los cambios que la enfermedad de Alzheimer produce en el cerebro pueden afectar el
estado de ánimo y el comportamiento. Los problemas pueden incluir lo siguiente:
Depresión.
Pérdida de interés por actividades.
Aislamiento social.
Cambios del estado de ánimo.
Desconfianza de otras personas.
Ira o agresividad.
Cambios en los hábitos de sueño.
Desorientación.
Desinhibición.
Delirios, como creer que le han robado algo.
Habilidades preservadas
A pesar de los cambios importantes en la memoria y las habilidades, las personas que
tienen la enfermedad de Alzheimer son capaces de conservar ciertas habilidades,
incluso cuando los síntomas empeoran. Entre las habilidades que se conservan pueden
estar leer o escuchar libros, contar historias, compartir recuerdos, cantar, escuchar
música, bailar, dibujar o hacer manualidades.
Estas habilidades pueden conservarse durante más tiempo porque las controlan partes
del cerebro que se ven afectadas con el avance de la enfermedad.
Cuándo debes consultar con un médico
Varias afecciones pueden llevar a pérdida de la memoria u otros síntomas de
demencia. Algunas de ellas pueden tratarse. Si estás preocupado por tu memoria u
otras habilidades del pensamiento, habla con un proveedor de atención médica.
Si te preocupan las habilidades del pensamiento que observas en un familiar o amigo,
habla acerca de tus inquietudes y pregunta si pueden asistir juntos a una cita con un
proveedor de atención médica.
Causas
Placas amiloides y ovillos neurofibrilares en el cerebro
Cerebro sano y cerebro con la enfermedad de Alzheimer
Las causas exactas de la enfermedad de Alzheimer no se comprenden en su totalidad.
Pero a un nivel básico, las proteínas del cerebro no funcionan de la forma habitual.
Esto interrumpe el trabajo de las células cerebrales, llamadas neuronas, y desencadena
una serie de eventos. Las neuronas se dañan y pierden las conexiones entre sí.
Eventualmente, mueren.
Los científicos creen que, en la mayoría de los casos, la enfermedad de Alzheimer es
consecuencia de una combinación de factores genéticos, ambientales y del estilo de
vida que afectan el cerebro a lo largo del tiempo. En menos del 1 % de los casos, la
enfermedad de Alzheimer ocurre por cambios genéticos específicos que prácticamente
garantizan que una persona tendrá la enfermedad. En estos casos, la enfermedad
generalmente comienza en la madurez.

El desarrollo de la enfermedad comienza años antes de que aparezcan los primeros


síntomas. El daño comienza más a menudo en la región del cerebro que controla la
memoria. La pérdida de neuronas se extiende en un patrón algo predecible a otras
regiones del cerebro. En la etapa avanzada de la enfermedad, el tejido cerebral está
considerablemente reducido.
Los investigadores que tratan de entender la causa de la enfermedad de Alzheimer se
centran en el papel de dos proteínas:
Placas. El beta amiloide es un fragmento de una proteína más grande. Cuando estos
fragmentos se agrupan, parecen tener un efecto tóxico en las neuronas e interrumpen
la comunicación entre las neuronas cerebrales. Estos grupos forman depósitos más
grandes llamados placas amiloides, que también incluyen otros desechos celulares.
Ovillos. Las proteínas tau juegan un papel en el sistema interno de apoyo y trasporte
de las neuronas cerebrales para trasportar nutrientes y otros materiales esenciales. En
la enfermedad de Alzheimer, las proteínas tau cambian de forma y se organizan en
estructuras llamadas ovillos neurofibrilares. Los ovillos interrumpen el sistema de
trasporte y provocan daños en las neuronas.
Factores de riesgo
Edad
La edad avanzada es el factor de riesgo más importante para la enfermedad de
Alzheimer. La enfermedad de Alzheimer no es parte del proceso normal de
envejecimiento. Pero, al envejecer, aumentan las probabilidades de desarrollarla.
Según un estudio, cada año hubo cuatro nuevos diagnósticos por cada 1000 personas
de 65 a 74 años. Entre las personas de 75 a 84 años, hubo 32 nuevos diagnósticos por
cada 1000 personas. Para las personas de 85 años o más, hubo 76 nuevos diagnósticos
por cada 1000 personas.
Antecedentes familiares y genética
El riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer es un poco más alto si un familiar
de primer grado (un padre, una madre o un hermano) tiene la enfermedad. Aún no se
sabe cómo los genes entre las familias influyen en el riesgo, y es probable que los
factores genéticos sean complejos.
Un factor genético más estudiado es una forma del gen apolipoproteína E (APOE). Una
forma del gen APOE e4 aumenta el riesgo de tener la enfermedad de Alzheimer.
Aproximadamente del 25 al 30 % de la población general es portadora de un alelo
APOE e4. Pero no todas las personas con esta forma del gen desarrollan la
enfermedad.

Los científicos han encontrado cambios poco frecuentes en tres genes que
prácticamente garantizan que una persona que hereda uno de ellos desarrollará la
enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, estos cambios representan menos del 1 % de
las personas con enfermedad de Alzheimer.
Síndrome de Down
Muchas personas con síndrome de Down desarrollan la enfermedad de Alzheimer.
Esto probablemente esté relacionado con tener tres copias del cromosoma 21. El
cromosoma 21 es el gen implicado en la producción de la proteína que lleva a la
creación de beta amiloide. Los fragmentos de beta amiloide pueden convertirse en
placas en el cerebro. Los síntomas suelen aparecer entre 10 y 20 años antes en las
personas con síndrome de Down en comparación con la población general.
Sexo
En general, hay más casos de mujeres con la enfermedad porque suelen vivir más que
los hombres.
Deterioro cognitivo leve
Alguien con deterioro cognitivo leve muestra un empeoramiento en la memoria u
otras habilidades de pensamiento que es mayor a lo normal para la edad de esa
persona, pero dicha pérdida no le impide desenvolverse en entornos sociales o
laborales.
Sin embargo, las personas con un deterioro cognitivo leve corren un riesgo significativo
de tener demencia. Cuando el deterioro cognitivo leve afecta principalmente la
memoria, es más probable que la afección avance hasta una demencia debida a la
enfermedad de Alzheimer. Un diagnóstico de deterioro cognitivo leve ofrece a las
personas la posibilidad de enfocarse más en hacer cambios para un estilo de vida
saludable y en crear estrategias para compensar la pérdida de memoria. También
pueden programar citas médicas periódicas para controlar los síntomas.
Traumatismo craneal
Varios estudios de gran magnitud hallaron que hubo un aumento en el riesgo de
demencia o enfermedad de Alzheimer en personas de 50 años o más que tuvieron una
lesión cerebral traumática. El riesgo es aún mayor en personas con lesiones cerebrales
traumáticas múltiples y de mayor gravedad. Algunos estudios demostraron que el
riesgo más alto puede darse dentro de los primeros seis meses a dos años después de
la lesión.
Contaminación del aire
Según los estudios hechos en animales, las partículas de la contaminación del aire
pueden acelerar la degeneración del sistema nervioso. Y, según los estudios en
humanos, la exposición a la contaminación del aire, especialmente por los gases de
escape del tráfico y la quema de madera, se relaciona con un mayor riesgo para
demencia.
Consumo excesivo de alcohol
Se sabe desde hace tiempo que el consumo de grandes cantidades de alcohol ocasiona
cambios en el cerebro. En varios estudios y revisiones grandes se determinó que los
trastornos por el consumo de alcohol estaban relacionados con más riesgo para
demencia, en particular, con la demencia de aparición temprana.
Patrones de sueño deficientes
Según las investigaciones, los patrones de sueño irregulares, como la dificultad para
conciliar el sueño o permanecer dormido, se asocian con más riesgo para la
enfermedad de Alzheimer.
Estilo de vida y salud del corazón
La investigación ha demostrado que los mismos factores de riesgo asociados con las
enfermedades cardíacas pueden aumentar el riesgo de tener demencia. No está claro
si estos factores aumentan el riesgo para demencia al empeorar los cambios de la
enfermedad de Alzheimer en el cerebro o al provocar cambios vasculares en el
cerebro. Entre estos, se incluyen los siguientes:
Falta de ejercicio
Obesidad
Fumar o estar expuesto al humo de segunda mano
Presión arterial alta
Colesterol alto
Diabetes tipo 2 mal controlada
Estos factores pueden modificarse. Por lo tanto, cambiar los hábitos del estilo de vida
puede alterar el riesgo en un determinado grado. Por ejemplo, hacer ejercicio
periódicamente y llevar una alimentación baja en grasas y rica en frutas y verduras se
relacionan con un menor riesgo de tener enfermedad de Alzheimer.
Educación permanente y participación en actividades sociales
Los estudios han demostrado que socializar y participar en actividades que estimulen
la mente a lo largo de la vida puede reducir el riesgo de la enfermedad de Alzheimer.
Los niveles educativos bajos, inferiores a la formación secundaria, parecen ser un
factor de riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.

Complicaciones
Los síntomas de la enfermedad de Alzheimer, como la pérdida de la memoria y del
lenguaje, el deterioro del juicio y otros cambios en el cerebro, pueden dificultar el
control de otras enfermedades. Es posible que una persona con la enfermedad de
Alzheimer no sea capaz de hacer lo siguiente:
Hacer saber a alguien que siente dolor.
Explicar los síntomas de otra enfermedad.
Seguir un plan de tratamiento.
Explicar los efectos secundarios de los medicamentos.
A medida que la enfermedad de Alzheimer avanza hacia las últimas etapas, los
cambios en el cerebro comienzan a afectar las funciones físicas. Estos cambios pueden
afectar la capacidad de tragar, de mantener el equilibrio y de controlar los
movimientos del intestino y de la vejiga. Dichos efectos pueden derivar en otros
problemas de salud, como los siguientes:
Inhalación de alimentos o líquidos hacia los pulmones.
Gripe, neumonía y otras infecciones.
Caídas.
Fracturas.
Escaras.
Malnutrición o deshidratación.
Estreñimiento o diarrea.
Problemas dentales como llagas en la boca o caries dentaria.
Prevención
La enfermedad de Alzheimer es una afección que no se puede prevenir. Sin embargo,
se pueden modificar varios factores de riesgo en el estilo de vida.
Existe evidencia de que tomar medidas para reducir el riesgo de enfermedades
cardiovasculares también puede disminuir el riesgo de demencia.
Estas son algunas opciones de un estilo de vida saludable para el corazón que se
pueden seguir para reducir el riesgo de demencia:
Hacer ejercicio con regularidad.
Llevar una alimentación de frutas y verduras frescas, aceites saludables y alimentos
bajos en grasas saturadas, como la dieta mediterránea.
Seguir las pautas de tratamiento para controlar la hipertensión arterial, la diabetes y el
colesterol alto.
Si fumas, pedirle al proveedor de atención médica que te ayude a dejar el hábito.
En un estudio grande y prolongado que se hizo en Finlandia, se descubrió que los
cambios en el estilo de vida ayudaban a reducir el deterioro cognitivo en personas que
corrían el riesgo de tener demencia. Se impartió a los sujetos del estudio sesiones
individuales y grupales centradas en alimentación, ejercicio y actividades sociales.
En otro estudio que se llevó a cabo en Australia, a quienes corrían el riesgo de tener
demencia les ofrecieron sesiones de asesoramiento sobre alimentación, ejercicio y
otros cambios en el estilo de vida. Obtuvieron mejores resultados en las pruebas
cognitivas después de uno, dos y tres años en comparación con quienes no recibieron
el asesoramiento.
Otros estudios han demostrado que comprometerse mental y socialmente ayuda a
conservar las habilidades de pensamiento en el futuro y disminuir el riesgo de la
enfermedad de Alzheimer. Esto incluye participar en eventos sociales, leer, bailar,
jugar juegos de mesa, realizar tareas artísticas, tocar un instrumento y otras
actividades.
Bibliografía: Mayo Clinic on Alzheimer's Disease (Mayo Clinic sobre la enfermedad de
Alzheimer)
DEMENCIA SENIL
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la demencia como "un síndrome -
generalmente de naturaleza crónica o progresisva- caracterizado por el deterioro de la
función cognitiva (es decir, la capacidad para procesar el pensamiento) más allá de lo
que podría considerarse una consecuencia del envejecimiento normal. Afecta a la
memoria, el pensmiento, la orientación, la comprensión, el cálculo, la capacidad de
aprendizaje, el lenguaje y el juicio.
El término demencia senil se considera actualmente erróneo, puesto que esta
enfermedad puede afectar a personas de cualquier edad.
La enfermedad de Alzheimer representa entre el 60 y el 80 por ciento de los casos de
demencia.
Prevalencia e incidencia
La demencia afecta en todo el mundo a unos 50 millones de personas y se estima que
cada año se registran en torno a 10 millones de casos nuevos.Se ha calculado que, si la
prevalencia de demencia actual se mantiene constante, en el año 2050 habrá
alrededor de 130 millones de personas afectadas.

Causas
En términos generales, la demencia suele ocurrir a partir de los 60 años. Por lo tanto,
el envejecimiento supone uno de los factores de riesgo más significativos. Está causada
por el daño o la pérdida de las células nerviosas y sus conexiones en el cerebro. En
función del área del cerebro afectada, el impacto puede ser distinto.
Puede deberse a diversas enfermedades y lesiones que afectan al cerebro de forma
primaria o secundaria. Entre las primarias, la más frecuente es la enfermedad de
Alzheimer, seguida de la demencia con cuerpos de Lewy y la demencia frontotemporal.
Las demencias secundarias son, según explica Ángel Martín, vocal del Grupo de Estudio
de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Nerurología (SEN), "aquellas que
se producen como consecuencia de otra circunstancia o enfermedad, siendo la más
frecuente la demencia vascular, aunque también encontramos otras formas como las
demencias infecciosas, postraumáticas, metabólicas, autoinmunes...".
Síntomas
Los síntomas de la demencia abarcan muchos aspectos de las funciones mentales del
paciente. En términos generales, se puede ver afectado el comportamiento emocional
o de la personalidad, el lenguaje, la memoria, la percepción y el pensamiento o juicio.
En las fases más incipientes de la enfermedad, la persona sufre un deterioro cognitivo
leve (DCL) que incluye la dificultad para realizar varias tareas a la vez, para resolver
problemas o para tomar decisiones.
Además, dificulta el recuerdo de hechos o conversaciones recientes y la agilidad
mental se ve disminuida.
A medida que el trastorno empeora, los síntomas se agravan y también pueden
aparecer:
Pérdida de habilidades sociales y cambios de personalidad, lo cual lleva a
comportamientos inapropiados en público y, a veces, agresivos.
Problemas para comunicarse, ya que el paciente presenta dificultad para recordar el
nombre de objetos familiares. A esto se une la pérdida del sentido de la orientación
por lo que la persona puede perderse con asiduidad y no encontrar objetos.
Aumento de la dificultad para memorizar o realizar actividades que requieran pensar.
El paciente pierde su capacidad de juicio y no es capaz de determinar la peligrosidad
de sus acciones.
Se producen cambios en el patrón del sueño, lo que aumenta el riesgo de sufrir
alucinaciones, delirios y es posible que este cuadro sintomático lleve a la depresión.
En los casos más graves, los pacientes con demencia ya no son capaces de realizar
actividades básicas, tales como comer, bañarse o vestirse. Es posible que sean
incapaces de reconocer a familiares cercanos o de entender el lenguaje.
Persona de edad avanzada que sufre demencia. La edad avanzada constituye uno de
los factores de riesgo más significativos.
Prevención
La mayoría de las enfermedades neurodegenerativas carecen de medidas preventivas
concretas. "En la actualidad, la mayoría de los estudios preventivos realizados señalan
que la mejor estrategia para retrasar el desarrollo de una demencia degenerativa es
actuar sobre los elementos modificables, como son los factores de riesgo vascular
(hipertensión arterial, diabetes mellitus, hipercolesterolemia, tabaquismo,
obesidad...)", señala Martín.
También se ha observado un beneficio significativo en el retrado del inicio de los
síntomas "fomentando la actividad física y cognitiva en edades medias de la vida".
Tipos
Aunque existen muchas clasificaciones de las demencias, la forma más habitual de
dividirlas es en degenerativas primarias y demencias secundarias.
Demencias degenerativas primarias
Enfermedad de Alzheimer. Es la principal causa de demencia. Cada año se diagnostican
en españa 40.000 nuevos casos.
Demencia con cuerpos de Lewy. Se caracteriza por la acumulación de una proteína en
determinas zonas del cerebro formando placas (cuerpos de Lewy) muy similares a las
que se pueden observar en pacientes con enfermedad de Alzheimer. Es muy difícil de
diagnosticar.
Demencia frontotemporal. Grupo de enfermedades caracterizadas por degeneración
de las células nerviosas y sus conexiones en los lóbulos frontal y temporal del cerebro.
Afecta fundamentalmente al comportamiento y al lenguaje.
Demencias secundarias
Demencia vascular. Es el segundo tipo más frecuente de demencia. Se produce por la
obstrucción de los vasos sanguíneos o lesiones que causan infartos o hemorragias en el
cerebro.
Demencias producidas por infecciones, tras un traumatismo craneoencefálico, por
problemas autoinmunes...
Demencia por enfermedad de Parkinson. Muchas personas con la enfermedad de
Parkinson presentan síntomas de demencia cuando la enfermedad evoluciona.
Diagnóstico
No existe ninguna prueba que diagnostique por sí sola la demencia. El diagnóstico se
basa tanto en la evaluación neuropsicológica como en pruebas de imagen. Se utilizan
las siguientes herramientas:
Evaluación neurológica
El neurólogo realiza una evaluación de la memoria, habla, equilibrio, movimiento,
reflejos, atención...
Pruebas cognitivas y neuropsicológicas
Diversas pruebas permiten las habilidades cognitivas, como la memoria, la orientación,
el razonamiento y el juicio, las habilidades del lenguaje y la atención.
Pruebas de imagen
La tomografía computarizada (TC) y resonancia magnética (RM) pueden ayudar a
comprobar la existencia de un ictus, hemorragia, hidrocefalia, etc.
Tomografía por emisión de positrones (PET). Muestra patrones de actividad cerebral y
si el cerebro presenta depósitos de proteína amiloide, característica de la enfermedad
de Alzheimer.
Análisis clínicos
Algunos análisis de sangre permiten detectar problemas físicos que pueden afectar a la
función cerebral, como la deficiencia de vitamina B-12 o la hipoactividad de una
glándula tiroidea. En determinados casos, se analiza el líquido cefalorraquídeo para
detectar signos de infección o inflamación, o bien marcadores de alguna enfermedad
degenerativa.
Evaluación psiquiátrica
Se recomienda descartar la depresión, revisar la medicación y valorar si el tratamiento
con psicofármacos está influyendo en la cognición.
Tratamientos
La mayoría de las demencias son irreversibles, pero hay diversos tratamientos que
permiten controlar sus síntomas y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Tratamiento farmacológico
Para mejorar temporalmente los síntomas de la demencia y retrasar su avance se
utilizan, entre otros, los siguientes fármacos:
Inhibidores de la colinesterasa. A esta familia pertenecen donepezilo, reivastigmina y
galantamina, que actúan elevando los niveles en el cerebro de una sustancia
(acetilcolina) relacionada con la función de la memoria. Aunque se usan
principalmente para el Alzheimer, también se recetan para otras demencias, como la
vascular, la que se produce por la enfermedad de Parkinson o la demencia con cuerpos
de Lewy.
Memantina. Este medicamento actúa regulando la actividad del glutamato, que es un
mensajero químico involucrado en funciones tan relevantes como el aprendizaje o la
memoria.
Otros medicamentos.También es frecuente recurrir a medicamentos específicos para
síntomas concretos que suelen presentarse en pacientes con demencia, como los
estados de confusión, las alteraciones del comportamiento, los trastornos del sueño, la
ansiedad, la depresión, las alucinaciones o la agresividad. Para ello, se emplean
antidepresivos, antipsicóticos, ansiolíticos, etc.
Tratamiento no farmacológico
Los pacientes con demencia pueden beneficiarse de tratamientos no farmacológicos
y medidas de estilo de vida encaminados a mejorar los problemas de comportamiento,
la ansiedad y otros síntomas. Entre ellos destacan los siguientes:
Terapia ocupacional para prevenir caídas, mejorar el comportamiento, etc.
Modificar el entorno. Reducir el desorden y los ruidos redunda en el bienestar de las
personas con demencia.
Fomentar el ejercicio físico.
Fomentar la participación del paciente en actividades diversas.
Otros datos
Algunas personas sufren un deterioro cognitivo leve pero que no llegan a padecer
ningún tipo de demencia
En los casos en los que sí se produce una evolución hacia la demencia, esta
enfermedad reduce considerablemente la calidad y la expectativa de vida.
La demencia tiene una repercusión social y económica muy significativa y un impacto
considerable en las familias y los cuidadores de los afectados.

PARKINZON
Descripción general
La enfermedad de Parkinson es un trastorno progresivo que afecta el sistema nervioso
y las partes del cuerpo controladas por los nervios. Los síntomas aparecen lentamente.
El primero puede ser un temblor apenas perceptible en una sola mano. Los temblores
son habituales, aunque el trastorno también puede causar rigidez o una disminución
del movimiento.
En las etapas iniciales de la enfermedad de Parkinson, el rostro puede tener una
expresión leve o nula. Es posible que los brazos no se balanceen cuando caminas. El
habla puede volverse suave o incomprensible. Los síntomas de la enfermedad de
Parkinson se agravan a medida que la afección evoluciona.
A pesar de que la enfermedad de Parkinson no tiene cura, los medicamentos podrían
mejorar notablemente los síntomas. En ocasiones, el proveedor de atención médica
puede sugerir una cirugía para regular determinadas zonas del cerebro y mejorar los
síntomas.
Síntomas
Los signos y síntomas de la enfermedad de Parkinson varían según la persona. Los
primeros signos pueden ser leves y pasar desapercibidos. Por lo general, los síntomas
se manifiestan en un lado del cuerpo y continúan empeorando en ese lado, incluso
cuando comienzan a afectar las extremidades de ambos lados.
Los signos y síntomas de la enfermedad de Parkinson pueden incluir los siguientes:
Temblores. Los temblores, o sacudidas rítmicas, generalmente comienzan en una
extremidad, como la mano o los dedos. Es posible que frotes el pulgar y el índice de
un lado a otro, lo que se conoce como “temblor de rodamiento de la píldora”. Puede
que te tiemble la mano mientras estás en reposo, y que el temblor disminuya cuando
lleves a cabo alguna tarea.
Movimientos lentos (bradicinesia). Con el tiempo, la enfermedad de Parkinson puede
retardar tus movimientos, y hacer que las tareas simples te resulten complicadas y te
lleven más tiempo. También es posible que des pasos más cortos cuando camines o
que te resulte más difícil levantarte de una silla. Además, puede que arrastres los pies
al intentar caminar.
Rigidez muscular. La rigidez muscular puede ocurrir en cualquier parte del cuerpo. Los
músculos rígidos pueden causarte dolor y limitar tu amplitud de movimiento.
Deterioro de la postura y el equilibrio. Es posible que adoptes una postura encorvada.
Además, podrías caerte o tener problemas de equilibrio como consecuencia de la
enfermedad de Parkinson.
Pérdida de los movimientos automáticos. Es posible que se reduzca tu capacidad para
realizar movimientos inconscientes, como parpadear, sonreír o mover los brazos al
caminar.
Cambios en el habla. Es posible que hables suavemente o rápidamente, insultes o
dudes antes de hablar. Además, tu discurso puede volverse más monótono en lugar de
seguir los patrones del habla habituales.
Cambios en la escritura. Es posible que te resulte difícil escribir y tu letra puede
parecer pequeña.
Cuándo debes consultar con un médico
Consulta a un proveedor de atención médica si presentas alguno de los síntomas
asociados con la enfermedad de Parkinson; no solo para que diagnostique la afección,
sino también para que descarte otras causas de tus síntomas.
Causas
En la enfermedad de Parkinson, algunas células nerviosas (neuronas) del cerebro se
degradan o mueren progresivamente. Muchos de los síntomas obedecen a una
pérdida de las neuronas que producen dopamina, un tipo de neurotrasmisor del
cerebro. Cuando los niveles de dopamina disminuyen, esto causa una actividad
cerebral anormal, lo genera trastornos del movimiento y otros síntomas de la
enfermedad de Parkinson.
Se desconoce la causa de la enfermedad de Parkinson, pero varios factores parecen
influir, como los siguientes:
Genes. Los investigadores han identificados cambios genéticos específicos que pueden
causar la enfermedad de Parkinson. Sin embargo, estas son poco comunes, salvo
algunos casos en que muchos miembros de la familia tienen enfermedad de Parkinson.
No obstante, ciertas variaciones genéticas parecen aumentar el riesgo de tener
enfermedad de Parkinson, pero con un riesgo relativamente menor de la enfermedad
de Parkinson para cada uno de estos marcadores genéticos.
Desencadenantes ambientales. La exposición a ciertas toxinas o factores ambientales
puede aumentar el riesgo de tener la enfermedad de Parkinson en el futuro, pero el
riesgo es pequeño.
Los investigadores también han observado que se producen muchos cambios en el
cerebro de las personas con la enfermedad de Parkinson, aunque no resulta claro por
qué ocurren estos cambios. Entre estos cambios, se incluyen los siguientes:
La presencia de cuerpos de Lewy. Las masas de sustancias específicas dentro de las
neuronas cerebrales son marcadores microscópicos de la enfermedad de Parkinson.
Estas masas se llaman cuerpos de Lewy, y los investigadores creen que estos cuerpos
de Lewy contienen un indicio importante sobre la causa de la enfermedad de
Parkinson.
Alfa-sinucleína que se encuentra dentro de los cuerpos de Lewy. Si bien se encuentran
muchas sustancias en los cuerpos de Lewy, los científicos creen que una sustancia
importante es la proteína natural y generalizada, llamada alfa-sinucleína (a-sinucleína).
Se encuentra en todos los cuerpos de Lewy en forma de una masa que las células no
pueden descomponer. Actualmente, esta sustancia es un foco importante entre los
investigadores de la enfermedad de Parkinson.
Factores de riesgo
Los factores de riesgo de la enfermedad de Parkinson incluyen los siguientes:
Edad. Es poco frecuente que los adultos jóvenes tengan la enfermedad de Parkinson.
Por lo general, comienza en la segunda mitad de la vida o en edad avanzada, y el riesgo
aumenta a medida que envejecemos. Las personas suelen contraer la enfermedad
aproximadamente a partir de los 60 años. Si una persona joven tiene enfermedad de
Parkinson, los servicios de consejería genética podrían ser útiles para tomar decisiones
de planificación familiar. El trabajo, las situaciones sociales y los efectos secundarios de
los medicamentos también son diferentes de los de una persona mayor con
enfermedad de Parkinson, por lo que requieren consideraciones especiales.
Herencia. Tener un familiar cercano con la enfermedad de Parkinson aumenta las
posibilidades de padecer este trastorno. Sin embargo, el riesgo sigue siendo bajo, a
menos que tengas muchos familiares con dicha enfermedad.
Sexo. Los hombres son más propensos a tener la enfermedad de Parkinson que las
mujeres.
Exposición a toxinas. La exposición continua a herbicidas y pesticidas puede aumentar
ligeramente el riesgo de tener la enfermedad de Parkinson.
Complicaciones
La enfermedad de Parkinson suele estar acompañada de estos problemas adicionales
(que pueden tratarse):
Dificultad para pensar. Es posible que tengas problemas cognitivos (demencia) y
dificultad para pensar. Esto suele suceder en las etapas más avanzadas de la
enfermedad de Parkinson. Por lo general, no resulta útil tomar medicamentos para
tratar estos problemas cognitivos.
Depresión y cambios emocionales. Es posible que tengas depresión, a veces en las
primeras etapas. El tratamiento para la depresión puede hacer que te resulte más fácil
lidiar con otras dificultades que ocasiona la enfermedad.
También es posible que experimentes otros cambios emocionales, como miedo,
ansiedad o pérdida de la motivación. Los proveedores de atención médica pueden
recetarte medicamentos para aliviar estos síntomas.
Problemas de deglución. Es posible que tengas dificultades para tragar a medida que
la afección avanza. Puede que se te acumule saliva en la boca porque tragas lento, lo
que hará que babees.
Problemas para masticar y comer. La enfermedad de Parkinson en etapa avanzada
afecta los músculos de la boca, lo que dificulta la masticación. Esto puede ocasionar
atragantamiento y mala nutrición.
Problemas para dormir y trastornos del sueño. Las personas con enfermedad de
Parkinson suelen tener problemas para dormir, lo que incluye despertarse
frecuentemente durante la noche, despertarse temprano o quedarse dormido durante
el día.
También es posible que presenten trastorno de conducta del sueño en fase MOR y
tengan sueños vívidos. Los medicamentos pueden ayudar a dormir mejor.
Problemas con la vejiga. La enfermedad de Parkinson puede ocasionar problemas en
la vejiga, como incapacidad para contener la orina o dificultad para orinar.
Estreñimiento. Muchas personas con enfermedad de Parkinson manifiestan
estreñimiento, principalmente porque el sistema digestivo funciona más lento.
Es posible que también sufras lo siguiente:
Cambios en la presión arterial. Quizás te sientas mareado o aturdido al ponerte de pie
debido a una disminución repentina de la presión arterial (hipotensión ortostática).
Disfunción del olfato. Es posible que tengas problemas con el sentido del olfato.
Quizás tengas dificultad para identificar o diferenciar algunos olores.
Fatiga. Muchas personas con enfermedad de Parkinson pierden energía y sienten
fatiga, en especial al final del día. En muchos casos, se desconoce el motivo.
Dolor. Algunos pacientes con enfermedad de Parkinson sienten dolor, ya sea en áreas
específicas o en todo el cuerpo.
Disfunción sexual. En algunos casos, los pacientes con enfermedad de Parkinson notan
una disminución del deseo o el rendimiento sexual.
Prevención
Debido a que se desconoce la causa de la enfermedad de Parkinson, no hay maneras
comprobadas para prevenirla.
En algunas investigaciones se demostró que el ejercicio aeróbico regular podría reducir
el riesgo de tener la enfermedad de Parkinson.
En algunas otras, se demostró que las personas que consumen cafeína (que se
encuentra en el café, el té y las bebidas cola) contraen la enfermedad de Parkinson con
menos frecuencia que aquellas que no la consumen. El té verde también está
relacionado con un riesgo menor de tener la enfermedad de Parkinson. Sin embargo,
aún se desconoce si la cafeína protege contra la enfermedad de Parkinson o si está
relacionada de alguna otra manera. En la actualidad, no existe evidencia suficiente
para indicar que el consumo de bebidas con cafeína tenga un efecto protector contra
la enfermedad de Parkinson.

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