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EL MES DE SAN JOSÉ

PARA HONRAR
CADA DÍA DEL MES DE MARZO

AL
GLORIOSO PATRIARCA SAN JOSÉ

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EL MES DE SAN JOSÉ

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EL MES DE SAN JOSÉ

BREVE EJERCICIO

PARA HONRAR CADA DÍA DEL MES DE MARZO


AL GLORIOSO PATRIARCA SAN JOSÉ

Por la señal, etc.


ORACIÓN AL DIVINO JESÚS

Dulcísimo Jesús mío: por lo mucho que amasteis en la tierra y


obsequiasteis en la tierra al que os hizo en ella veces de padre, y por lo mucho
que le glorificáis en el cielo, dignaos aceptar estas súplicas y alabanzas con que
nos dirigimos a él sus devotos en este su bendito mes. Y pues es honraros a Vos,
honrar a quien tanto Vos amasteis, recibid bondadoso y para vuestra mayor
gloria este obsequio, y haced que él sea para nosotros medio de santificación y
gracia. Amén.

Os saludo, glorioso san José, como padre legal de Jesús.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Soberana Reina de los cielos, Madre de nuestro Divino salvador y


Esposa castísima del gran Patriarca, a la consideración de cuyas grandezas y
virtudes dedicamos este mes: ayudadnos, Señora, pues tan de cerca os toca lo
que se refiere al honor y culto de vuestro virginal Esposo. Haced que le
reverenciemos con aquel amor y respetuosa familiaridad con que le tratasteis
Vos en la tierra, para que por su intercesión y meritos, unidos a los vuestros y a
los infinitos de vuestro Hijo y Redentor nuestro, Jesús, merezcamos participar
de su gloria en el cielo. Amén.

Os saludo, amable San José, como esposo de maría Santísima.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

AL PATRIARCA, SEÑOR SAN JOSÉ

Poderosísimo José, esposo de María, ayo y padre legal de Jesús,


protector y amparo de la Iglesia Católica y de todos vuestros devotos:
arrodillados a vuestros pies os pedimos humildemente nos alcancéis del Señor
gracia para estudiar, en este mes, con mayor perfección vuestros gloriosos
ejemplos, y por medio de ellos reformar nuestra vida, purificar nuestra alma,
prevenir nuestra muerte y asegurarnos dichosa eternidad. Vos sabéis, Santo sin
igual, cuáles son las necesidades de nuestra pobre alma, los estorbos y tropiezos
que la detienen en el camino de virtud, las pasiones que la combaten, los

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EL MES DE SAN JOSÉ

enemigos que la rodean, los pecados que la detienen tal vez en desgracia de
Dios. ¿A quién podemos acudir más confiadamente que a Vos, en cuyas manos
ha puesto el Eterno sus más ricos tesoros, al confiarle el mayor de todos, su
Unigénito Hijo? Haced, pues, Santo glorioso, brillar en nosotros la eficacia de
vuestro valimiento y la bondad de vuestro Misericordiosísimo corazón. Oíd
nuestras súplicas y alcanzadnos por ellas, de este Niño Dios que traéis en
brazos, cuanto necesitamos y muy en particular la gracia a cuya consecución
dirigimos especialmente estos devotos ejercicios. Amén.

Récense en seguida en honor y recuerdo de las siete alegrías y tristezas de la


Sagrada Familia, siete Padrenuestros, Avemarías y Gloria Patri (como se ve a
continuación), pidiendo al Santo Patriarca nos alcance la gracia que deseamos
conseguir.

ALEGRIAS Y TRISTEZAS

1° Perplejidad y temores de san José; el ángel le revela el misterio de la


Encarnación. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

2° El nacimiento de Jesús en medio de tanta pobreza; adoraciones de los


pastores y de los Reyes. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

3° La dolorosa circuncisión del Niño; el gloriosísimo nombre de Jesús.


Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

4° La profecía del santo Simeón; la que traería la salvación al mundo.


Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

5° La penosa marcha para Egipto; la destrucción de las falsas divinidades.


Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

6°Los recelos que tuvo al regresar de Egipto; los consuelos que le dio el ángel.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

7° La sensible pérdida del Niño; su encuentro en el templo.


Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

OFRECIMIENTO

Del fondo de nuestro corazón os ofrecemos, oh Jesús, María y José


estos siete Padrenuestros, Avemarías y Gloria Patri, como humilde ramillete de
suplicas y salutaciones las más gratas a vuestros bondadosísimos Corazones.
En vuestras manos quedan como memorial que os recuerde nuestras
necesidades y nos alcance para ellas el remedio que hemos menester. Bondadoso
José, poned este memorial en manos de vuestra dulce Esposa: divina Señora,
ponedlo Vos en las de vuestro tiernísimo Jesús: dulce Jesús, tomadlo Vos de tan
poderosos valedores como os lo recomiendan y apoyan en nuestro favor: no
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EL MES DE SAN JOSÉ

negaréis al empeño de estos vuestros amigos a quienes tanto debéis, lo que


podríais muy justamente negar a nuestra indignidad y falta de merecimientos.
Y a la gracia especial que por tan poderosa mediación os hemos pedido, dignaos
añadir, Jesús dulcísimo, la del triunfo de la Iglesia sobre todos sus enemigos,
libertad de nuestro Santísimo Padre el Papa, aumento de la fe, destrucción de
las sectas y conversión de los pecadores, a fin de que con Vos, en unión del
Padre y del Espíritu Santo y de María y de José, sea muy presto colmada
nuestra felicidad en la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

DÍA 1°. ─ NACIMIENTO DE SAN JOSÉ.

José nació en Belén, ciudad de Judá, o según otros, en Nazaret,


miserable población de Galilea. Príncipe de sangre real, descendiente de la
noble casa de David, era sin embargo pobre y se veía obligado a ganar el pan
cotidiano con el oficio de carpintero.

Vivió tranquilamente en esta humilde condición, ayudado en el obrador por el


Niño Jesús que hacía de pequeño aprendiz.
¡Singular principio de un hombre a quien la Providencia predestinaba a
tan sublime ministerio! ¡Qué contraste y que lección! Origen ilustre… condición
inferior… posición precaria… Y no se ha dicho en ninguna parte que José se
haya quejado alguna vez. Nosotros, por el contrario, descontentos con mucha
frecuencia de nuestra suerte, murmuramos sin cesar contra el cielo. Es raro, en
el mundo, amar su profesión, por poco humilde que sea, cuando se cree sobre
todo tener cualidades que permitirían elevarse a mayor altura. Conformémonos
con la parte que el buen Dios nos ha destinado en este valle de lágrimas; es la
parte providencial; nuestra vocación debe conformarse con ella.

Práctica.- Tomemos con empeño el tener tierna devoción a san José.


Repitamos a menudo este bendito nombre. Señalemos cada día del mes con un
esfuerzo sobre nosotros mismos o con un pequeño sacrificio, lo que será
muestra de amor y de reconocimiento a José, hijo de David, esposo de la Virgen
María y padre adoptivo de Jesús.

DÍA 2°. ─ BODAS DE SAN JOSÉ.


(Todo como el primer día)

Escuchad una piadosa leyenda: El Señor había declarado que el esposo


de María sería aquel, cuya vara de almendro seca floreciese y sobre la cabeza del
cual bajaría una paloma del cielo. Los jóvenes reunidos en el templo se pusieron
a orar con ardientes deseos y dulce esperanza. José conocía las sublimes
virtudes de María; penetrado de profunda veneración, no se atrevía a pedir a
Dios que le concediese semejante honor. Llevado de un sentimiento de
humildad, ocultó su vara en lugar de imitar a sus compañeros y de depositarla
en el altar. El Señor supo bien encontrar al hombre que había elegido.

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EL MES DE SAN JOSÉ

Dijo al Sumo sacerdote que él elegido debía ser aquel que no había
presentado su vara. Así fue encontrado el hijo de David. Y cuando José retiró de
su escondite la vara seca, se la vio reverdecer y florecer entre sus manos. Una
blanca paloma bajó en seguida del cielo y descansó en la cabeza de José, después
sobre la flor divinamente abierta.

Práctica.- Consagrémonos a María, por mediación de San José. La vara verde,


la blanca flor, la paloma del cielo, son los gratuitos símbolos de la esperanza, de
la inocencia y de la oración que deben florecer en nuestro corazón. Que nuestra
oración, semejante a la de José, sea humilde y ferviente, y se abrirán en nosotros
las flores divinas de la piedad, de la inocencia y del sacrificio.

DÍA 3° . ─ SAN JOSÉ, JEFE DE LA SANTA FAMILIA.


(Todo como el primer día)

Vamos a Nazaret y entremos en la tienda del carpintero. Encuéntranse


en ella tres personas; un pobre artesano que gana el pan con el sudor de su
frente. Es José, el dueño de la casa; en un rincón, sentada, una mujer modesta,
que compone algunos vestidos, o que va y viene, arreglando la casa: es María,
esposa de José; un pequeño aprendiz que trabaja a su lado: es el hijo de Dios,
Jesús.
¿Por qué se halla allí el hijo de Dios? Escuchemos. Dios dijo un día a
José, que era un hombre justo: « ¡Recibe a mi Verbo, tómale, y aliméntamele; es
mi obra maestra, mi gloria, mi amor infinito; guárdamele, tú, José el
carpintero!...» Y desde este momento, José fue declarado jefe de la santa Familia
y guardián del divino Niño… A fin de no perderlo nunca, ¿sabéis el medio que
emplea José? Le da a Jesús todo el amor de que es capaz su corazón. Y Jesús, en
cambio, le dio a José, ¡Oh misterio incomprensible! «Sumisión y obediencia.»

Práctica.- «Dad, dice el Evangelio, y se os dará.» Por mediación de San José,


confiemos a Jesús nuestro corazón, que Él nos confiará el suyo. ¡Jesús con
nosotros! Coloquemos nuestro amor en torno de tan precioso depósito. Jesús
nos dará ciento por uno, como también «Sumisión y obediencia». Jesús está
sometido a nosotros, ¡qué fuerza y qué apoyo!

DÍA 4°. ─ LA SANTA CASA DE LORETO.


(Todo como el primer día)

Corría el año de 1294 cuando una noche, en Italia, unos pastores que
velaban cuidando sus rebaños, notaron, como en otra ocasión los pastores de
Belén, un vívido resplandor que iluminaba el bosque a través de los árboles.
Aproximáronse temerosos, y ¡cuál no fue su admiración al ver una casa vieja, de
mezquina apariencia, situada en un paraje donde nunca habían visto el más
mínimo edificio! Estas buenas gentes se arrodillaron en el umbral, después
penetraron en el recinto y dirigieron preces a la Santísima Virgen, al Niño Jesús
y a San José, como si hubieran tenido en la sencillez de su alma vaga intuición
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de la verdad, verdad que fue muy pronto conocida. La casa de José y de María
había sido trasportada tres años antes por los ángeles desde Galilea a una colina
de Dalmacia. El 1° de diciembre de 1294, la Santa Casa abandonaba este nuevo
país y venía a colocar sus paredes en la Marca de Ancona, en medio del bosque
de laureles que pertenecía a una rica y piadosa señora llamada Loreta. Este
nombre, que es conocido con el de Loreto, iba a hacerse inmortal uniéndose al
santuario.
Desde hace seis siglos el Loreto ha venido a ser una de las más famosas
peregrinaciones de la Cristiandad (Catolicidad).

Práctica. - Enviemos con el pensamiento, a la Santa Casa de Loreto el


homenaje de nuestra respetuosa veneración, y tomemos la costumbre de honrar
todo lo que recuerde de lejos o de cerca a la santa Familia de Nazaret.

DÍA 5°. ─ LOS TESOROS DE NAZARET.


LA ORACIÓN
(Todo como el primer día)

Nazaret es la casa de la oración. ¡Qué santuario ha sido nunca más


favorable al comercio del alma con Dios! El silencio reina en él, una atmosfera
de humildad lo circunda y lo separa del mundo, la inocencia hace de él un
encanto, y Jesús… Jesús, foco de amor, Jesús que es la gracia, Jesús que es todo,
habita en él. ¡Qué culto, qué adoraciones, qué alabanzas, qué acciones de gracias,
qué respetos, qué reparaciones y cuántas peticiones! El amor no cesa de subir y
de bajar: el alma cristiana (católica) implora la gracia del cielo y la gracia baja
para sostener al alma católica y aumentar en ella la justicia.
El carácter particular de la oración en Nazaret era el silencio; oración
íntima, sin ruido y completamente interior. No conservamos ninguna palabra
pronunciada por José; apenas si el Evangelio nos cita una palabra de Jesús
durante su vida oculta; y el Espíritu Santo nos dice de María: «que conservaba y
meditaba todas las cosas en su corazón.» En Nazaret, Jesús, María y José
hablaban pues muy poco. Su vida era una oración continua.

Práctica.- Notemos, para penetrarnos de ello, las condiciones, las cualidades y


el carácter de la vida de oración que reinaba en Nazaret: un medio silencioso, la
humildad, el estado de gracia y la presencia de Jesús; pidamos a San José que
inicie nuestro corazón en esa vida y que nos enseñe a orar como es preciso y
necesario.

DÍA 6°. ─LOS TESOROS DE NAZARET.


LA OBEDIENCIA
(Todo como el primer día)

Nazaret es especialmente un lugar de obediencia. Las tres obras


maestras, Jesús, María y José, que abriga este piadoso santuario, son muy
particularmente obras maestras de obediencia. Una palabra caracteriza a Jesús
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EL MES DE SAN JOSÉ

durante su vida oculta: «les estaba sometido»-sumisión de un Dios; una palabra


demuestra la obediencia de María: «Cúmplase vuestra voluntad»- Conformidad
con la voluntad divina; con respecto a José, es la obediencia completa, silenciosa
y confiada, que no razona ni se inquieta de nada, ni se queja jamás. El ángel le
dice que cuide de María, y José cuida de María, su esposa; el ángel le ordena que
marche a Egipto, y José se levanta y parte; que regrese, y José regresa; que se
establezca sin temor en Nazaret, y José fija su hogar en Nazaret.
¡Oh pronta y perfecta obediencia! Día llagará en que condenaréis
nuestras resistencias a las ordenes de Dios, nuestras murmuraciones y todos los
vanos pretextos que nos sirven para ocultar nuestra cobardía y encubrir
nuestras prevaricaciones.
Escuchemos las promesas del Evangelio: «Aquel que cumpla la
voluntad de mi Padre celestial, dijo Jesús, ese es mi padre, mi madre, mi
hermano, mi hermana.» ¿Por qué hacemos tan pocos esfuerzos para adquirir tan
preciosa virtud?

Práctica.- Busquemos en todo y por todo la voluntad de Dios. Sacrifiquemos


nuestra propia voluntad. Sobre todo, nada de murmuraciones cuando se nos
prescriba algo. Imitemos la sumisión de San José y su ciega obediencia a la
voluntad divina.

DÍA 7°. ─LOS TESOROS DE NAZARET.


EL TRABAJO
(Todo como el primer día)

Nazaret es el taller del trabajo. La santa Familia es una familia de


obreros. San José se dedica a un oficio y gana penosamente su vida; la Virgen
María trabaja también; y cuando el niño Jesús esta en edad de ayudar a su padre
adoptivo, también trabaja Él con sus manos. Así se cumplía desde el principio la
palabra del Salmista que Jesús, María y José podían aplicarse: «Desde mi
juventud he estado en los trabajos.»
«Se apodera de mi la admiración a esta palabra, dice Bossuet: ¿en
dónde están los que se quejan y los que murmuran, cuando los empleos no
corresponden a su capacidad, aun digamos, a su orgullo? Que vengan a la casa
de José y de María y que vean trabajar a Jesucristo… Orgullo humano, ven a
bajar la cabeza y sé confundido en vista de este espectáculo. ¡Jesús hijo de un
carpintero, carpintero también él, conocido por este oficio, sin que se hable de
ningún otro empleo, ni de ninguna otra acción!» Recordábanse en la Iglesia
paciente (primitiva) los arados que había hecho y la tradición los ha conservado
en los autores más antiguos. Que los que vivan con el trabajo de sus manos se
consuelen y se regocijen: Jesucristo pertenece a su corporación; que aprendan al
mismo tiempo que trabajan, a alabar a Dios… Su trabajo será bendito y se
hallarán ante el Padre que está en los cielos como otros Jesucristos.

Práctica.- No perdamos de ningún modo nuestro tiempo; no tenemos derecho


para ello. El tiempo es de Dios y no de nosotros; Daremos cuenta de su empleo.

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DÍA 8°. ─REVELACIÓN DE LOS SIETE DOLORES


Y DE LOS SIETE GOZOS
(Todo como el primer día)

Se cuenta que san José se apareció un día a dos santos religiosos que le
eran devotos y que se preocupaban de demostrarle su reconocimiento: «Si
queréis hacer algo que me sea agradable, les dijo, no dejad pasar ningún día sin
rezar devotamente algunas oraciones en memoria de los siete dolores con que
fue afligida mi alma y de los siete gozos con que mi corazón fue soberanamente
consolado durante los días que pasé sobre la tierra en compañía de Jesús y de
María.»
Pío VII ha concedido numerosas indulgencias por cada día, cada
miércoles, cada mes, etc., que se recen las oraciones propias a esta devoción.
La vida católica es una alternativa de dolores y de alegrías, de reveses y
de triunfos. Si el dolor santifica, puede también desanimar y perder un alma; la
alegría consuela a menudo y recompensa; pero ¡cuántas veces también envanece,
ilusiona, embriaga la imaginación del hombre y lo extravía! Los dolores y gozos
de San José, meditados con frecuencia, nos harán apreciar los verdaderos
dolores y los verdaderos gozos del católico.

Práctica.- ¿Estamos tan ocupados que no podamos dedicar algunos minutos a


San José, a sus dolores y a sus gozos? Los intereses de la tierra existen siempre
para seducirnos, y encontramos tiempo para ellos; debemos y podemos, sin
descuidar los deberes de nuestro estado, pensar en los intereses de la eternidad.

DÍA 9°. ─Primer dolor


AGONIAS Y ANSIEDADES DE SAN JOSÉ
(Todo como el primer día)

Las almas más santas son por lo general las que más sufren. No hay
nada que forme un corazón católico y que lo madure tanto más para el cielo
como el crisol de las penas, de las agonías, de los sufrimientos.
¡Qué dolorosa sorpresa, que cruel inquietud debió sentir San José,
cuando, completamente seguro de la virtud de su casta esposa, algunas señales
ciertas, cuyo misterio no se explicaba, vinieron a sorprender sus miradas! María,
por humildad, no había descubierto a José la insigne merced de que era objeto.
¡Oh justo y fiel servidor de Dios, derramad las lágrimas de vuestra alma en el
seno de este Dios! De ahí recibiréis luz, consejo e inspiración. Y efectivamente,
la luz iluminó su espíritu, el ángel vino a revelarle el misterio de Jesús, la acción
del Espíritu divino, la cooperación de María, y el papel protector que él, José
desempeñaría; y a José tocaba entonces bendecir la augusta Bondad y la
misericordiosa Providencia y adorar y glorificar a Dios.

Práctica.- Cuando suframos, recurramos a Dios, y no al mundo; veamos bajo el


aguijón que nos pica, la mano de Dios que hiere y el beso de Jesús que cicatriza.
Dios está tanto más cerca de nosotros cuanto más sufrimos. No lo olvidemos.
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¡Cuántas almas hay en el cielo por haber sufrido en la tierra! ¡Cuántas almas
perdidas por haberles faltado el sufrimiento en este mundo!

DÍA 10°. ─ Primer gozo


REVELACIÓN DE LA MATERNIDAD DIVINA
(Todo como el primer día)

«José, hijo de David, dijo el ángel al santo Patriarca, no temas el


guardar a tu lado a María, tu esposa. Ha concebido bajo la sombra del Espíritu
Santo un niño que llamarás Jesús. Él es el que está destinado a salvar a su
pueblo. ¡Qué gozo debió inundar el alma de José! María era verdaderamente un
tesoro de virtudes, María era la madre del Mesías, Salvador de los hombres. Y
él, José era el legítimo esposo de María, el padre adoptivo y el guardián de Dios
hecho hombre.
Bendito seáis, ¡oh! José y regocijaos, porque el niño que va a nacer es
realmente nuestro Dios y merecéis que le llaméis vuestro hijo. ¿Quién, pues, ha
tenido nunca en la tierra semejante honor? ¿Qué mortal en la sucesión de los
tiempos ha podido nunca decirse al estrechar un niño en sus brazos y cubrirlo
con sus besos y caricias: «Estrecho a Dios contra mi corazón, beso a mí Dios y
prodigo a mí Dios afectuosas caricias señales todas del amor que le tengo»? «
¡Cuán necesario era, nos dice San Francisco de Sales, que San José fuese bueno y
recto de corazón, puesto que le fue concedido que poseyese a la vez a la Madre y
al Hijo de Dios!»

Práctica.- Los hombres gustan de poder justificarse ante sus semejantes. La


justificación ante Dios es la que se debe buscar antes que nada, pues ella es la
sola cosa necesaria. Nuestra mejor justificación es la posesión de Jesús en
nosotros, por medio de la santa comunión. Pidamos a San José que prepare
nuestro corazón para recibir a su divino Hijo.

DÍA 11°. ─Segundo dolor


POBREZA DEL PESEBRE EN BELÉN
(Todo como el primer día)

José y María llegan a Belén. En ninguna parte los acogen. La noche se


aproxima, y con tinieblas se extiende sobre la tierra húmeda y helada atmósfera.
¡La opulenta ciudad de David cerraba sus puertas a Jesús! Imagen del alma
católica más culpable que Belén, que demasiado llena de las vanidades del siglo,
no tiene el más mínimo lugar para Jesús y le cierra la entrada de su corazón.
Cerca de la ciudad se hallaba un establo, abierto a todos los vientos y
casi abandonado; José y María se guarecen en él, y a la hora marcada por los
decretos eternos, «María da a luz su hijo primogénito, y envolviéndole en
pañales lo acuesta en un pesebre». ¡Qué pobreza! Con José y María, adoremos al
Salvador, compadezcamos su miseria, bendigamos su misericordia y
abandonémosle nuestros corazones. ¡Oh Belén, «la casa del pan», cuán propio es
tu nombre! Tú has venido a ser el tabernáculo del Dios vivo, el copón del pan de
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vida, de Jesús en la Eucaristía. Tu establo, es la pobreza, es la sencillez, es la


tranquilidad y la paz. Ahí vienen los ángeles, ahí están José y María, ahí se ora,
se adora y se ama. Así deben ser nuestras almas, para que Jesús nazca en ellas.
Entonces nos convertiremos en un nuevo Belén y permaneceremos siendo la
«casa del pan». De la Eucaristía, la morada de Jesús. Eso será nuestra salvación.

Práctica.- Comulguemos a menudo y dediquemos a San José una parte de


nuestra preparación y de nuestra acción de gracias, a fin de que él mismo
disponga nuestro corazón y sea el guardián de nuestra perseverancia.

Día 12°. ─Segundo gozo


CONCIERTO DE LOS ÁNGELES AL NACER JESUCRISTO
(Todo como el primer día)

A corta distancia del establo en donde nacía el salvador, velaban, día y


noche guardando numerosos rebaños, unos pobres y sencillos pastores. De
repente se les apareció un ángel resplandeciente de vividos resplandores. «No
temáis nada, les dijo, vengo del cielo para anunciaros una buena nueva que será
para vosotros motivo de grande alegría: Os ha nacido un salvador en la ciudad
de David. Ved aquí las señales por las cuales lo reconoceréis: veréis a un niño en
un pesebre en el interior de un establo; cerca de él, un sencillo obrero, una
virgen pobre y algunos animales del campo.»─Inmediatamente después, un
numeroso coro de espíritus celestiales se unieron al ángel mensajero y por todo
el contorno se repitió a porfía este alegre canto: «Gloria Dios en las alturas, y
paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.»
Después vieron los pastores a los magos que traían al rey del mundo
sus simbólicos presentes. José y María se habían regocijado al oír las armonías
celestiales, y ver que los pobres pastores fueron los primeros convocados para
adorar a Dios hecho Hombre; ¡Cuánto debieron también conmoverse de alegría
viendo a los infieles venir del oriente a saludar al rey de reyes y reconocer su
soberanía.

Práctica.- Las almas que aceptan y comunican más fácilmente la verdad, son las
almas sencillas y rectas. Aceptemos a Jesús y hagámosle participe en torno
nuestro por medio del apostolado de la oración, del ejemplo y de la palabra; que
nuestra devoción a San José nos haga apóstoles de Jesús.

Día 13°. ─Tercer dolor


LA CIRCUNCISION DE JESUS
(Todo como el primer día)

El octavo día después del nacimiento de Jesús, María y José llevaron el


Niño al templo de Jerusalén para que fuese circuncidado.
Primera efusión de la sangre redentora, calvario preparatorio del Niño Jesús.
Entregando su carne virginal al cuchillo, el hijo de Dios hizo acto de obediencia
a las leyes religiosas de su país; no era esto bastante, puesto que tenía por punto

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de mira una ley más terrible para Él en sus consecuencias, cuál era la de
constituirse con respecto a su Padre y a su justicia, pecador público, único,
universal y victima expiatoria del género humano. En tanto que el pontífice le
marca con la incisión legal, Jesús abre su corazón a la acción del sacerdote
eterno y le suplica que grabe en Él la ley terrible pero consoladora del rescate
del género humano.
¡Cuánto debió oprimirse el corazón de José al ver los primeros
sufrimientos de este querido Niño cuyo divino origen conocía!; no obstante,
sometido a la voluntad de Dios, no vacila; se le pide su hijo y lo entrega con
admirable y valerosa resignación.
Jesús os da las primicias de su sangre; dadle las primicias de vuestro
corazón. Jesús quiere de vosotros un corazón limpio, un corazón inmolado, un
corazón pronto para todos los sacrificios. Imitemos a José y demos a Jesús el
corazón que pide.

Práctica.- Privémonos algunas veces de los placeres legítimos, a fin de que


seamos más intrépidos en la práctica de la virtud la cual no vive sino de
sacrificios. San José nos ayudará.

DIA 14°. ─Tercer gozo


IMPOSICIÓN DEL NOMBRE JESÚS
(Todo como el primer día)

Cuando, en el día de la circuncisión, el cuchillo del sacrificador hubo


tocado la carne del divino Niño, parece que Dios quiso cicatrizar la llaga de la
víctima imponiéndole este nombre de Jesús como un bálsamo lleno de dulzura y
de unción. Nombre que procedía del cielo: fue el ángel quien lo designo a San
José. Y solo él, abrió sus labios para decir y repetir ese nombre tan corto y sin
embargo tan lleno de cosas: ¡Jesús¡ a cuyo nombre todos se arrodillan en el cielo
, en la tierra y en los infiernos; ¡Jesús¡ delicia de los ángeles; ¡Jesús! panal de
miel en boca de los ancianos.
Seamos firmes en la fe: tenemos por protector a Jesús. Jesús es nuestra
divisa y nuestro estandarte. Encierra en sí todas las señales ciertas de victoria
contra los enemigos de nuestra salvación.
¡Cuántas veces, en Nazaret , ha debido repetir José este nombre Jesús ,
unido al de María¡ ¿Por qué no han de ser ambos nombres unidos al de José
nuestras tres palabras predilectas? Todo hombre habla de lo que abunda en su
corazón; que nuestro corazón sea para Jesús, María y José y nuestros labios se
lo consagrarán por siempre jamás.

Práctica.-Digamos todas las mañanas, todas las tardes, con frecuencia durante
el día y sobre todo en la hora del peligro o en la tentación: «Jesús, María y José,
os consagro mi corazón, mi cuerpo, mi alma, mi espíritu y mi vida.»

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DÍA 15°. ─ Cuarto dolor


LA PROFECIA DEL ANCIANO SIMEON
(Todo como el primer día)

El santo anciano Simeón esperaba la llegada del Salvador cuya venida


próxima le había hecho presentir el cielo. El Espíritu de Dios le informo que por
fin había llegado el día que esperaba; corre entonces al templo y lo adorna
amorosamente como para una gran solemnidad: «El Señor se acerca, y dice,
apresurémonos; preciso es recibirlo con los mayores honores.»
Venerable amigo de Jesús, ¡que hermoso ejemplo nos dais! ¡Que fe! ¡que
amor! ¡que esperanza! En fin, he aquí a María que trae al Niño, luego José y
algunos parientes. Desde que el Señor se los ha mostrado, se conmueve de
emoción, se apresura a ir al encuentro del deseado de las naciones y acepta la
ofrenda de las dos tórtolas para el rescate del Niño; se inmolan las aves , la
sangre corre por el altar, sacrificio simbólico del futuro sacrificio del Calvario;
María no puede disimular su dolor José siente su corazón desfallecer y de los
labios de Simeón se escapa este oráculo profético: « ¡Este niño lo manda Dios al
mundo para la ruina y resurrección de muchos en Israel, y vos, oh, Madre, una
espada de dolor atravesará vuestra alma!»
Unámonos al dolor de José doblemente afligido con los sufrimientos
que se reservan al Hijo de Dios y a María.

Práctica.-Recibamos a Jesús como Simeón le recibió en el templo de Jerusalén.


Jesús será para nosotros un principio de alegría y de tranquilidad e
indudablemente también de tristeza y de dolor; sepamos aceptar estos variados
frutos de la vida cristiana, y pidamos a San José la resignación.

Día 16°. ─ Cuarto gozo


SALUTACIÓN AL NOMBRE JESÚS.
(Todo como el primer día)

Al terminarse cada una de las jornadas de Nazaret cansado José, se


aproximaba a la mesa de familia y decía a Jesús: «Sentaos a mi derecha hijo mío
como lo estaréis eternamente junto al padre celestial; puesto que os habéis
revestido de una carne mortal hay que sostener vuestro cuerpo: tomad y comed
el pan que yo he ganado. Hoy he trabajado mañana trabajaré aún y todos los
días de mi vida a fin de alimentaros a Vos y a María.»
Y Jesús aceptaba este pan fruto de los sudores de San José y crecía en
fuerza, en sabiduría, y en gracia ante Dios y ante los hombres para la salvación
y la resurrección de gran número de pecadores.
José se encontraba feliz cooperando a nuestra salvación. Con el duro y
penoso trabajo del laborioso carpintero, Jesús llego a adquirir esa estatura de
hombre necesaria para cumplir su misión en este mundo y José puede ser
considerado como un admirable escultor que con el fruto de sus trabajos ha
preparado en Jesús el cuerpo crucificado del Gólgota; por consiguiente, ha sido
también un salvador de almas en el silencio y la obscuridad de su vida oculta.
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EL MES DE SAN JOSÉ

Práctica.-Pidamos a San José que conserve en nuestras almas la vida de Dios


por medio de oraciones más fervientes de confesiones más sinceras y de
comuniones más frecuentes.

Día 17°. ─ Quinto gozo


HUIDA A EGIPTO
(Todo como el primer día)

Apenas hacia algunos días que la santa familia había llegado a Belén
cuando un príncipe envidioso ordenaba que degollasen a todos los niños de la
comarca que no hubiesen llegado a los dos años. José se despierta sobresaltado
al decirle el ángel de Dios: «la flor de la vara de Jesé está en peligro el
estruendo de la tempestad se aproxima y amenaza; José hijo de David toma a la
madre y al niño huye a Egipto y permanece allí hasta que el Señor te llame.» No
bien había Dios hablado cuando José se puso en camino a fin de sustraer a su
divina flor de los furores de la tempestad.
¡Cuán largo y penoso viaje! El hijo de Dios reposaba sobre el seno de
María; la Virgen sentada en su cabalgadura confiaba al cuidado de la
providencia la guarda de su hijo; José con el bastón en la mano guiaba la marcha
de los augustos fugitivos.
¡Que numerosos son hoy los Herodes que odian a los amigos de Cristo
y altos niños cristianos (católicos)! Tenemos el pecado, las malas influencias, las
compañías perniciosas, los libros prohibidos, las impiedades bajo las formas más
capciosas… las escuelas sin Dios. Tenemos también otro Herodes más malo aun
para nosotros, un tirano que reina en lo interior de nuestro corazón: la pasión
favorita dominante, el defecto que fomenta nuestra cobardía que se desarrolla
en nosotros y que aumenta día en día.

Práctica.- supliquemos a San José que nos ayude contra los ataques de los
enemigos de nuestra alma y pongamos al abrigo de sus persecuciones por medio
de las prácticas de la vida cristiana (católica), nuestro corazón y el corazón de
los que Dios nos ha confiado.

Día 18°. ─ Quinto gozo


GOZO DE JOSÉ POR VIVIR CON JESÚS EN SU DESTIERRO
(Todo como el primer día)

En seguida que José pisó la tierra de Egipto, su pecho se dilató y se


tranquilizó su corazón. Jesús y María se hallaban fuera de los alcances del
enemigo y libres de peligro: estaban salvados. Su primera acción fue una
oración de reconocimiento: dieron gracias a la providencia que los había
salvado.
El Egipto pertenecía al demonio, Jesús toma posesión del territorio
porque la tierra es su imperio, de modo que no bien hubo pisado el polvo,
cuando el infierno se conmovió y bramó, la serpiente sintió el pie de la Virgen y
los ídolos cayeron de sus altares. La santa familia permaneció siete años en
14
EL MES DE SAN JOSÉ

Egipto; siete años del más íntimo y del más agradable trato familiar; siete años
de buenos ejemplos en el exterior y de apostolado; siete años de trabajo material
y espiritual: debía no solo ganar en él el pan que alimenta el cuerpo, sino
también ganar almas.
El supremo gozo de José fue vivir con Jesús, pues Jesús era todo para
José; le bastaba ampliamente. Vivir con Jesús, era para estar unido a los
pensamientos, a los sentimientos, a las palabras y a los actos de Jesús. Vivir con
Jesús, era convertirse en otro Jesús, haciendo como Él conocer y amar a Dios.

Práctica.-Para que podamos crear en nuestro derredor el reino de Dios,


pidamos a san José que lo haga reinar primero en nosotros mismos, y
prometámonos ayudar a ello por medio de la lectura cotidiana, de algunas
prácticas de piedad, que repetiremos a Dios y nos harán conocer mejor nuestros
deberes.

Día 19°. — Sexto dolor


TEMORES DE JOSÉ A SU REGRESO DE EGIPTO
(Todo como el primer día)

«Levántate, toma al Niño y a su madre y regresa al país de Israel, pues


los que aborrecían al Niño han muerto.»
El gozo que esta orden causó a san José no está exento de disgusto.
Apenas estaba en camino supo que Arquelao, príncipe no menos cruel que su
padre, había heredado el puesto de Herodes. Temiendo nuevas desgracias, José
no se atrevió a ir más allá de Nazaret; porque comprendía el valor del depósito
que la providencia le había confiado y trataba de preservarlo del peligro a toda
costa.
¡Oh bienaventurado Patriarca! Admiramos vuestra delicadeza y
vuestras precauciones; concedednos que no olvidemos que Jesús nos ha sido
también confiado y que en cada momento de la noche o del día podemos
perderle; algunas veces el enemigo es rechazado, momentáneamente vencido;
pero está siempre alerta, y por lo tanto debemos siempre estar aviso. ¡Cuán
felices seriamos si por vuestra intercesión pudiésemos seguir generosamente las
inspiraciones del ángel que Dios ha colocado a nuestro lado, permanecer
obedientes a las leyes de la Iglesia, a los consejos de nuestros superiores y de los
que se hallan encargados de gobernarnos y conducirnos!

Práctica.-Pongamos nuestra vida confiadamente bajo la protección de San José,


y pidámosle que nos ayude a arreglar nuestra conducta conforme a sus
inspiraciones, a los consejos de nuestro confesor y de aquellos quienes nos ha
confiado a Dios. Nuestra obediencia apartará de nosotros el escrúpulo, nos dará
la fuerza necesaria para vencernos y más gracias para luchar.

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EL MES DE SAN JOSÉ

Día 20°. — Sexto gozo


EL ÁNGEL CONSUELA A JOSÉ, RESPECTO DE ARQUELAO
(Todo como el primer día)

Sabiendo que Arquelao reinaba en Judea, José no se atrevía a ir allá,


pero el ángel de Dios le advirtió en sueños que nada temiera y que se retirase a
Galilea, yendo pues á habitar Nazaret.
Así se cumpliría la palabra del profeta respecto a Jesús: «Se le llamará
Nazareno» Sigamos a nuestros Santos viajeros: libres de toda preocupación, se
dan prisa y aceleran su viaje para volver a una ciudad que abundaba para ellos
en religiosos recuerdos. Nazaret fue la primera morada de la santa familia;
Nazaret fue el teatro de la anunciación; en Nazaret fue donde el verbo fue
concebido por el espíritu Santo; en Nazaret fue donde el ángel descendió tantas
veces. María y José regresan allí y se repiten uno a otro estas maravillas del
pasado. Van a encontrar allí su querida habitación, sus amigos, más aun, su vida
de silencio, de oración, de trabajo. El Nazaret de nosotros, es el cielo, la Iglesia
y la familia cristiana (católico), ─Nazaret es todo paraje en que hagamos vida de
oración, de silencio, de trabajo y de obediencia; la vida de Jesús de María y de
José.

Práctica.-Deseemos el cielo, unámonos a la Iglesia y santifiquemos nuestra


alma: una corta mortificación diariamente, por insignificante que sea, es de gran
importancia en la balanza de la justicia eterna; roguemos a San José que nos
ayude a ofrecer a dios tan ligero sacrificio.

Día 21°. — Séptimo dolor


JESÚS PERDIDO DURANTE TRES DIAS
(Todo como el primer día)

El mayor martirio de José fue la perdida de Jesús. La Santa Familia


había ido a Jerusalén para celebrar las fiestas de pascua. Al volver, a gran
distancia de la ciudad, notó José que Jesús no iba con él ni con los que
acompañaban a María, ni entre los otros parientes y amigos. ¡Que dolor! ¡Haber
perdido el depósito confiado, el hijo de Dios! José no quiere que se le hable de
descanso hasta tanto no encuentre a su hijo. Las almas que aman sinceramente a
Jesús son las únicas que pueden comprender cuan doloroso es verse separado de
Dios, aun cuando no sea más que un instante. Este martirio de José duró tres
días. A los primeros resplandores del tercero, agobiados de cansancio y de
pesar, José y María vuelven a tomar otra vez el camino de la ciudad Santa; se
informan por todas partes en donde hallarían a Jesús, y lo encuentran por fin en
el templo.
A veces parece como que Jesús se retira de un alma, y sin embargo
nunca está más cerca de ella: es que quiere probarla; quiere experimentar,
purificar, excitar nuestros deseos y despertar nuestro amor. Lo importante y
principal, cuando no se siente en si a Jesús es no turbarse. Volveremos a
encontrarle en el tabernáculo. Pidamos San José que sea nuestro guía.
16
EL MES DE SAN JOSÉ

Práctica.- Suframos con paciencia las desolaciones, las arideces y las


sequedades de nuestra pobre alma. No pretendamos consuelos espirituales, ni
piedad demasiado sensible, sino supliquemos a San José que nos haga fieles a la
vista cotidiana del Santísimo Sacramento.

Día 22°. — Séptimo gozo


SE ENCUENTRA A JESÚS EN EL TEMPLO
(Todo como el primer día)

Menos que un reproche, es un suspiro de alivio el que se escapa del


pecho de María cuando encuentra a su hijo Jesús: «Tu padre y yo, dice, con el
alma afligida, te buscábamos, hijo mío.» José, silencioso, deja a María el cuidado
de expresar los pensamientos de su alma y saborea en su interior las delicias de
poseer a Jesús. No existen en la vida cristiana dolores sin recompensa ni
tristezas sin consuelo. Estáis afligido, hijo mío, Jesús parece hallarse lejos de
vos: ¡paciencia y confianza! Corred en su busca. Llamadle con toda la fuerza de
vuestra fe; tened vivísimo deseo de poseerle. ¿Adónde iréis a buscar a Jesús? ¿A
través del mundo? No, ahí es donde le habéis perdido. Id a la Iglesia, arrodillaos
cerca del tabernáculo, y después esperad, escuchad, importunad si es preciso.
Jesús está allí, allí es donde lo encontrareis. «¡Oh Jesús! estoy a vuestras plantas:
yo, vuestra alma, que os ha perdido por mi falta. No me he preocupado de
vuestra presencia, y vos me habéis abandonado. Perdón Jesús, perdón por José y
María.»

Práctica.- La felicidad está en Jesús, María y José ¿Queremos saber si


poseemos a Jesús o si le hemos perdido? Hagamos por la mañana el examen de
previsión, hacia el mediodía el examen particular concerniente a nuestro defecto
dominante y por la tarde el examen de conciencia de todo el día.

Día 23°. ─ MUERTE DE SAN JOSÉ.


(Todo como el primer día)

Semejante al viajero que después de larga carrera llega al termino de


sus fatigas y al lugar de su descanso, así el santo Patriarca José, cargado más de
méritos que de años, se tiende sobre su pobre lecho, se recoge en sí mismo, y
lleno de confianza en Dios, sostenido por Jesús y María, espera tranquilo y
paciente la hora de la grande y definitiva partida.
Jesús está a la derecha del moribundo, María a su izquierda. La Virgen
se inclina, desolada, hacia el lecho donde expira el guardián de su virginidad y
enjuga el frio sudor que baña su rostro. Jesús le fortifica con palabras de vida
eterna, y José, fijando la mirada unas veces en Jesús, otras en María, no hace
otra cosa que balbucir con voz casi apagada los nombres de su amadísimo hijo y
de su virginal esposa: Jesús, María;… María, Jesús…. Ellos fueron su último
aliento.

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EL MES DE SAN JOSÉ

En el instante en que expiró San José, la habitación se iluminaría con


celestiales resplandores y se llenaría de innumerables ángeles que llevarían en
seguida a Dios el alma del santo Patriarca.

Práctica.- La muerte de San José es el modelo de la muerte del justo.


Aprendamos a vivir como él para morir como él. Pidámosle la gracia de una
santa muerte. Todas las noches antes de dormirnos, digamos: «San José
asistidme en mi última enfermedad, sostenedme en mi agonía rogad por mí en
la hora de mi muerte.»

Día 24°. ─ Culto de San José, sus devotos servidores.


(Todo como el primer día)

La devoción a San José no es de ningún modo nueva en la Iglesia.


Hállanse sus vestigios en los primeros siglos. San Crisóstomo, San Agustín, san
Jerónimo, y san Bernardo, entre otros muchos padres y doctores, podrían
apoyarnos con sus testimonios. Sin embargo, hasta el siglo XV, el culto de San
José ha sido sobre todo un culto privado; apenas se manifestó sino en el
momento en que el cisma amenazaba el occidente. Por la protección con que nos
favoreció entonces, San José preludio al título y a la función de patrón de la
Iglesia universal, que cuatro siglos después debía concederle el papado. A partir
de este momento, los príncipes, las ciudades y los pueblos rivalizaron en su
culto a San José; se le levantaron en unas partes estatuas, en otras capillas y por
todas partes monumentos que demostraban la piedad general. Los órdenes
religiosos fueron los servidores privilegiados de San José. El Carmelo se
distinguió entre todos, desde su origen, por las prácticas de particular devoción;
fue el primero que tuvo un oficio propio en honor del santo. Santa Teresa, que
es tal vez el alma que más se haya consagrado a San José en este mundo, le
dedicó sus iglesias y monasterios, e hizo de él el confidente de sus pensamientos:
solo Dios sabe con qué fecunda moneda fue pagada, y con qué largueza fue
colmada.

Práctica.- San José es el protector de todas las almas, de todas las familias y de
todos los pueblos afligidos. Recurramos a él. Diariamente, con una invocación,
recordémosle sus títulos, y recordemos nosotros al mismo tiempo nuestras
obligaciones.

Día 25°. ─LA IGLESIA ESTABLECE LAS FIESTAS DE SAN JOSÉ.


(Todo como el primer día)

Por los tiempos del Concilio de Constancia fue cuando el piadoso


Gerson, canciller de París, hizo cuanto pudo para que se rindiesen en la Iglesia
a San José homenajes públicos y oficiales. Fecunda simiente que produjo los
más felices frutos. La Iglesia prudente y sabia desarrolló en lo sucesivo, a través
de los siglos y según las necesidades de las almas, el rico tesoro que forma el
culto de nuestro glorioso Patriarca.
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EL MES DE SAN JOSÉ

Benditos sean los numerosos pontífices, apóstoles de San José: Sixto IV,
fundador de la fiesta del 19 de Marzo; Inocencio VIII, que la elevó al rito doble;
Urbano VIII que la hizo de precepto; Clemente XI, autor de himnos y de un
oficio propio en su honor; Benedicto XIII, que insertó el nombre de San José en
las letanías de los Santos y en la recomendación del alma; y en fin Pío IX, Papa
de la inmaculada María y del casto José que fijó una fiesta de su patronato;
después, el 8 de diciembre de 1870, proclamó solemnemente a San José «Patrón
de la Iglesia Universal», y exaltó su fiesta al rito doble de primera clase.
¡Honor al papado que ha comprendido los auxilios que necesitaban
nuestros corazones! La Iglesia nos ha dado a José: ¡Que José proteja a la Iglesia
y a sus amantes devotos!

Práctica.- Nobleza obliga: San José es nuestro patrón, nosotros somos sus
fieles. Vayamos, pues, a José. Ofrezcámosle anualmente una novena
preparatoria el día de su fiesta, y terminémosla el 19 de marzo comulgando
fervorosamente.

Día 26°. ─LAS RELIQUIAS DE SAN JOSÉ.


(Todo como el primer día)

El sir de Joinville, en Francia al volver de la tierra santa, trajo con él el


cíngulo de San José, que entregó con gran devoción y rodeado de todos sus
caballeros a la capilla de San Lorenzo. Ha sido pues a Italia, a Roma-Italia, a
quien San José ha legado su despojo de viajero, su bastón y su manto, que se
guardan en la Iglesia de santa Anastasia. Perusa conserva su anillo nupcial.
Debemos honrar con la oración las reliquias de los santos; ¿Hay alguna
que sea más tierna que esta del Ven. P. Eudes?
¡Os saludo, José! Sois bendito entre todos los hombres; ─ y
bienaventurados vuestros ojos, que han visto lo que Vos habéis visto; ─ y
bienaventurados vuestros oídos, que han oído lo que Vos habéis oído; ─ y
bienaventuradas vuestras manos, que han tocado al verbo encarnado; ─ y
bienaventurados vuestros brazos, que han tenido a aquel que tiene todas las
cosas; ─ y bienaventurado vuestro pecho, sobre el que tantas veces ha
descansado el Hijo de Dios; ─ y bienaventurado vuestro corazón abrasado de
ardentísimo amor.
Y bendito sea el padre eterno que os ha escogido;
Y bendito sea el hijo que os ha amado;
Y bendito sea el Espíritu Santo que os ha santificado;
Y bienaventurada sea María vuestra esposa que os ha querido como un esposo
y como un hermano;
Y bendito sea el ángel que os ha guardado
Y benditos sean eternamente aquellos que os bendicen y os aman. Así sea.

Práctica.- Recemos esta oración todas las noches.

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EL MES DE SAN JOSÉ

Día 27°. ─VARIAS DEVOCIONES A SAN JOSÉ.


(Todo como el primer día)

¡Madre! Decía un niño, ¿Qué haré para tener contento a mi padre? –


Quiérele mucho.
─Sí, le amo pero yo quisiera probárselo.
─Pues bien hijo mío: tu padre tiene sus voluntades, sus deseos, sus costumbres,
sus preferencias, sele dócil y sumiso, lleno de cariño y de delicadas atenciones, y
le serás agradable, se considerará el más dichoso de los hombres y tu afectuosa
conducta no quedará indudablemente sin recompensa.»
José es nuestro padre, nosotros queremos ser sus hijos. Decirle que le
amamos, está bien; pero es mejor probárselo con buenas obras y con piadosas
prácticas. San José tiene sus preferencias; son estas las devociones que la Iglesia
ha establecido para honrarlo: el cordón, el Rosario, y el Acordaos. El cordón es
fácil de llevar; pequeño de dimensión, debe ser blanco, de lana; hilo o algodón, y
terminar en uno de sus extremos por siete nudos que recuerdan los siete
dolores y los siete gozos. Se le lleva como un cinturón con objeto de obtener la
pureza del alma, la perseverancia cristiana y especial asistencia en la hora de la
muerte. Debe ser bendecido por un sacerdote que tenga la autoridad para
ponerlo. Una oración diaria a San José basta para ganar las indulgencias.

Práctica.- Digamos el Acordaos de San José todos los días y recemos de tiempo
en tiempo el Rosario de San José. Las prácticas cortas e insignificantes a los
ojos del mundo suelen ser las más preciosas a los ojos de Dios.

Día 28°. ─ Letanías de San José


(Todo como el primer día)

Dos oraciones se hallan invariablemente en todos los labios católicos;


el rosario y las Letanías. ¡Las letanias nos dicen tantas cosas, evocan tan
piadosos sentimientos, nos traen a la memoria tan gran número de recuerdos,
que el alma no puede menos de sentirse conmovida! Nos cantan la vida gloriosa
de sus héroes bajo todos aspectos; en cada uno de sus caracteres, y con sus
múltiples invocaciones tan variadas y siempre tan apropiadas a nuestras
necesidades, hacen bajar sobre los menores detalles de nuestra existencia las
más saludables bendiciones del cielo. Piadosas y tiernas rogativas del corazón
humano, su objeto es diferente según se dirijan ellas a Jesús, a María, o a
algunos santos o santas. Su antigüedad remonta el origen de la Iglesia, y esta
oración se usaba aun en el antiguo testamento. Sea como fuere, hay muy pocos
santos populares que no tengan hoy sus letanias. La Iglesia, bien que no las
acepte siempre para el culto oficial y público, las favorece y las fomenta para la
piedad privada de los fieles. ¿Quién de entre nosotros no conoce y no reza a
menudo las letanías de la Virgen? También podemos nosotros subir
sucesivamente como por grados, gracias a las tiernas invocaciones de las
letanías, la piadosa escala de nuestra fiel devoción al venerable Patriarca de
Nazaret.
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EL MES DE SAN JOSÉ

Práctica.─ Recemos al menos el miércoles de cada semana las letanías de San


José.

LETANÍAS DE SAN JOSÉ

Kýrie, eléison, Señor, ten misericordia de nosotros.


Christe eléison Cristo, ten misericordia de nosotros.
Kýrie, eléison. Señor, ten misericordia de nosotros.
Christe audi nos Cristo óyenos.
Christe Exáudi nos Cristo escúchanos.
Pater de cælis Deus Dios Padre celestial,
R. Miserére nobis Ten misericordia de nosotros.
Fíli, Redémptor mundi, Deus, Dios Hijo redentor del mundo,
R. Miserére nobis. Ten misericordia de nosotros.
Spíritus Sancte, Deus, Dios Espíritu Santo,
R. Miserére nobis. Ten misericordia de nosotros.
Sancta Trínitas, unus Deus, Santísima Trinidad, que eres un solo
Dios,
R. Miserére nobis. Ten misericordia de nosotros.
Sancta María * Ora pro nobis Santa María* Ruega por nosotros.
San Joseph. San José,
Proles David Ínclyta, Ilustre descendiente de David,
Lumen Patriarchárum, Luz de los Patriarcas,
Dei Genitrícis sponse, Esposo de la Madre de Dios,
Custos pudíce Vírginis, Custodio casto de la Virgen,
Fílii Dei nutrítie, Ayo del Hijo de Dios,
Christi defénsor sédule, Activo defensor de Cristo,
Almæ Famíliæ præses, Jefe de la Sagrada Familia,
Joseph justíssime, José justísimo,
Joseph castíssime, José castísimo,
Joseph prudentíssime, José prudentísimo,
Joseph fortíssime, José fortísimo,
Joseph obedientíssime, José obedientísimo,
Joseph fidelíssime, José fidelísimo,
Spéculum patiéntiæ, Espejo de paciencia,
Amátor paupertátis, Amante de la pobreza,
Exémplar opíficum, Modelo de trabajadores,
Domésticæ vitæ decus, Gloria de la vida doméstica,
Custos vírginum, Custodio de las vírgenes,
Familiárum cólumen, Protección de las familias,
Solátium miserórum, Consuelo de los desdichados,

*Desde aquí, Ora pro nobis ─ Ruega por nosotros.

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EL MES DE SAN JOSÉ

Spes ægrotántium, Esperanza de los enfermos,


Patróne moriéntium, Patrono de los moribundos,
Terror dæmonum, Terror de los demonios,
Protéctor sanctæ Ecclésiæ, Protector de la Santa Iglesia,
Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi. Cordero de Dios que quitas el
pecado del mundo,
R. Parce nobis, Dómine. Perdónanos, Señor.
Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi. Cordero de Dios que quitas el
pecado del mundo,
R. Exáudi nos, Dómine. Escúchanos, Señor.
Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi. Cordero de Dios que quitas el
pecado del mundo,
R. Miserére nobis. Ten misericordia de nosotros.

Constítuit eum dóminum domus suæ. Lo constituyo señor de su casa.


R. Et príncipem omnis possessiónis R. Y príncipe de todas sus
suæ. posesiones.

Orémus. Deus, qui ineffábili Oremos. Oh Dios, que con


providéntia beátum Joseph sanctíssime inefable providencia te dignaste
Genitrícis tuæ Sponsum elígere digná- elegir a San José como esposo de
tus es: præsta, quǽsumus; ut, quem tu santísima Madre; te pedimos
protectórem venerámur in terris, nos concedas que merezcamos
intercessórem mereámur in cælis: Qui tener por intercesor en el cielo al
vivis et regnas in sǽcula sæculórum. que veneramos como protector en
Amen. la tierra. Tú que vives y reinas por
los siglos de los siglos. Amén.

Día 29°. ─ San José, patrón de los círculos católicos.


(Todo como el primer día)

La gran cuestión del día es la cuestión obrera. El obrero necesita que se


le ayude, se le sostenga, se le dirija, se le anime y se le consuele. De ahí ha
procedido la obra de los círculos católicos de obreros. Ningún patrón conviene
mejor a los círculos que San José. En efecto, él es el patrón nato del obrero;
obrero el también, es el tipo resignado del hombre contento con su suerte, del
hombre que vive con poco, del hombre de la vida oculta, del hombre de trabajo.
El obrero necesita de un amigo y de un protector. ¡Quién puede satisfacer mejor
este doble título que el carpintero de Nazaret! Vosotros todos trabajadores con
el pensamiento o trabajadores con vuestras manos, id pues a san José; rogadle,
llamadle en vuestra ayuda, considerad su taller, sus instrumentos de trabajo, la
paz de su alma, su resignación y entrad en vuestros talleres o volved a vuestros
estudios más fuertes y más animosos. Hijos de José, servidores de José, ¡Cuánto
más suave y bendito encontrareis vuestro trabajo! Aceptareis mejor la
obscuridad de vuestra vida y vuestras tareas os serán menos tristes.

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EL MES DE SAN JOSÉ

¿Acaso no nos presenta Nazaret un modelo perfecto del círculo


católico, un tipo consumado de la unión de la familia por medio de la unidad de
relaciones que existen entre Jesús, María y José? ¡Qué subordinación la del hijo
adoptivo y de la esposa! ¡Cuánta deferencia para con Jesús!

Práctica.- Favorezcamos y ayudemos las obras obreras. Roguemos


especialmente y ofrezcamos nuestras buenas obras y nuestros sacrificios por la
regeneración del obrero y la salvación del género humano. Tomemos a San José
por intercesor.

Día 30°. ─ SAN JOSÉ, PATRÓN DE LA BUENA MUERTE.


(Todo como el primer día)

El acto más decisivo y el más irrevocable de la vida cristiana, es la


muerte. El árbol permanece hacia el lado donde cae, dicen las Escrituras. La muerte
decidirá de nuestra eternidad. ¡Cuán importante es una buena y santa muerte!
¿Cuál será nuestra muerte? ¿Moriremos en la paz del señor, o en su eterna
desgracia? Cruel incertidumbre que es el tormento de las almas más santas.
Hay motivo para temblar, pero no hay que tener miedo. Si la
perseverancia depende de Dios, también depende de nosotros. Dios no nos
condenará a pesar de nosotros. Tengamos buena voluntad para salvarnos y
tomemos en consecuencia las medidas necesarias. Que san José sea el patrón de
nuestra muerte. El murió en los brazos de Jesús y de María. Con semejante
compañía, no hay que temer los fantasmas funestos, las ilusiones satánicas, los
ardides engañosos; no, es la fe, la esperanza, el amor y la confianza lo que
preside el último viaje. José nunca que se pierda ni uno solo de sus servidores e
implorará su perdón cerca de su divino Hijo, que será el juez de las almas. Con
sus ruegos detendrá el brazo vengador que está preparado a herir, vendrá junto
a nuestro lecho de dolor si le hemos invocado; sugerirá en nuestro corazón y
dictará a nuestros labios el acto de verdadera contrición.

Práctica.- Preparémonos para la muerte, y digamos todas las noches: ¡Oh San
José! Patrón de la buena muerte, somos vuestros hijos; asistidnos en esta hora
suprema, y preservadnos de muerte súbita e imprevista.

Día 31°. ─ CONSAGRACIÓN A SAN JOSÉ.


(Todo como el primer día)

¡Glorioso San José, castísimo esposo de la Madre de Dios, dignísimo


bienhechor del Niño Jesús, y el fidelísimo protector de los que confían en vos!
Yo N… en presencia de la muy adorable Trinidad, de Jesucristo, vuestro hijo
presuntivo y mi verdadero salvador, de la bienaventurada Virgen, vuestra
Esposa y mi honorabilísima Madre, de mi ángel de la guarda y de todos los
santos habitantes del cielo, os escojo hoy por mi padre, mi señor y mi primer
patrón cerca de Jesús y María, y me propongo amaros, honraros y serviros
como ellos tanto como pueda. Os ofrezco los que ya les pertenece, mi alma, mi
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EL MES DE SAN JOSÉ

cuerpo, mis designios, mis obras y mi vida, a fin de que también os pertenezcan
y que os dignéis presentarles todo lo que soy y seré eternamente. Os suplico de
todo corazón, por los méritos de ambos, que os sirváis aun de ponerme bajo
vuestra guardia particular, conservarme en vuestra santa amistad, y socorrerme
en todo cuanto necesite mi cuerpo y mi alma, ahora y en la hora de mi muerte.
Así sea.

Práctica.- En recuerdo de este mes y para obtener de San José que sea nuestro
apoyo en la tierra y nuestro sostén en la hora de nuestra muerte, tomemos la
resolución de rezar diariamente una oración en su honor y hacer de todos los
miércoles una obra de caridad, que atraerá sobre nosotros la protección del
padre adoptivo de Jesús.

ORACION PARA TERMINAR

¡Oh bendito San José, que, asociado a María en sus gloriosos


privilegios, tuvisteis, como ella, vuestro corazón atravesado con siete espadas de
dolor, las cuales son como estaciones de vía dolorosa que recorristeis en
compañía de Jesús! Haced que nosotros padezcamos asociados a Vos, que
sufristeis en vuestro corazón un martirio continuo; martirio que, en ciertas
circunstancias, redoblaba su intensidad por los motivos de dolor que teníais
ante vuestros ojos; pero endulzado siempre por vuestra completa sumisión a los
divinos decretos, aumentábase vuestro mérito. Alcance de Jesús y María, por
estas vuestras virtudes, una perfecta resignación en los sufrimientos, y la gracia
de abrazar con amor las cruces y trabajos que el Señor nos envíe.

Amén.

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