Está en la página 1de 314

1

2
MODERADORA
Fatima85 & Yvonne

Traductoras
Brisamar58 Mimi
Caro Mir
Clau Mona
Cjuli2516zc Nelly Vanessa
JandraNda Rosaluce
Kath Yiany
3
Maria_clio88

Correctoras
Caronin85
Karens
Kath
Pochita
Maria_clio88

Revisión Final
Kath

Diseño
Cecilia
Sinopsis Capítulo 20
Capítulo 1 Capítulo 21
Capítulo 2 Capítulo 22
Capítulo 3 Capítulo 23
Capítulo 4 Capítulo 24
Capítulo 5 Capítulo 25
Capítulo 6 Capítulo 26
Capítulo 7 Capítulo 27
Capítulo 8 Capítulo 28
4 Capítulo 9 Capítulo 29
Capítulo 10 Capítulo 30
Capítulo 11 Capítulo 31
Capítulo 12 Capítulo 32
Capítulo 13 Capítulo 33
Capítulo 14 Capítulo 34
Capítulo 15 Capítulo 35
Capítulo 16 Capítulo 36
Capítulo 17 Capítulo 37
Capítulo 18 Próximo Libro
Capítulo 19 Sobre la autora
Ella siempre ha jugado a lo seguro…
La estudiante universitaria Lucy Washington cumple con una regla: evitar los
riesgos a toda costa. Es cautelosa en todos los aspectos de su vida, desde su salud
hasta su equipo de juicio simulado, hasta los tipos aburridos con los que sale.
Cuando un atleta impetuoso y espléndido entra a la cafetería del campus y
enciende su coqueteo, Lucy queda aturdida por la fuerza de la atracción. Por
primera vez, está dispuesta a salir de su zona de confort, pero ¿realmente puede
confiar en el tipo que está decidido a sacarla?
Él siempre ha jugado…
Al ingresar a su último año de elegibilidad para la universidad, el defensa
Matthew "Matty" Iverson tiene la capitanía del equipo en su punto de mira. Y es
suya para tomar, si puede convencer a su mariscal de campo Ace Anderson a
5
renunciar a la posición de titular. Afortunadamente, Matty ya tiene una ventaja, el
bombón que está deseando resulta ser la mejor amiga de la infancia de Ace. ¿Poner
a Lucy de lado y en su cama? Demonios sí. Matty está más que seguro que puede
tener ambas cosas, pero cuando se enamora de Lucy, es hora de un nuevo plan de
juego: convencer a la mujer de sus sueños que no se está acostando con el enemigo.
LUCY
Enero
Vuelvo a girar mi pluma alrededor de mi pulgar mientras contemplo mi caso
de juicio simulado. ¿Deberíamos incluir al experto en formación de hielo o al
compañero de trabajo? Giro. Randall quiere ir con el experto porque siempre
puntúan bien con los jueces, pero todos sabemos que el hielo es resbaladizo. Giro.
Un compañero de trabajo que testifique sobre lo mucho que trabaja nuestro cliente
nos ayudaría mucho a ganar. Giro.
Sin mencionar que un testigo laico versus un testigo experto sería mucho más
fácil de sacar adelante para nuestra nueva compañera de equipo Heather. Giro.
6 Ugh. Heather. La práctica de antes fue un maldito desastre. Esta es mi
pesadilla de primer año otra vez. La recién llegada deja boquiabiertos a los jueces
con un cierre preparado que practicó todo el verano, y luego la recién llegada
termina arruinando al equipo porque no puede ejecutarlo bajo presión.
Esa recién llegada fui yo una vez. Odio que mi equipo vuelva a sufrir esto y
haré todo lo posible por evitarlo, incluso si tengo que escribir cada pregunta de
cada examen y cada palabra de cada argumento.
Reviso la hoja de puntaje nuevamente, pero los números no cambian. Exhalo
con fuerza. Randall tiene razón. Históricamente, un testigo experto obtiene al
menos dos puntos más que un testigo ordinario. Giro.
Vuelvo a girar la pluma, frustrada porque parece que no puedo llegar a una
solución. Soy una chica de soluciones. Esto es lo mío. Evalúo situaciones, mido
riesgos y aconsejo el mejor curso de acción. Pero el mejor curso en este caso no está
claro para mí. Me paso la mano por el cabello y estudio el caso de prueba simulado
una vez más. No importa que sea una prueba simulada; para mí es lo más serio
posible.
Mientras le doy la vuelta a la tabulación ejemplar, un paquete de aspirinas
cae junto a mi mano. Dejo caer la pluma y tomo el paquete de medicamentos. Alzo
la vista, compruebo si están lloviendo aspirinas o si alguien estaba jugando hockey
de mesa y anotó el gol accidentalmente del otro lado de la habitación, pero solo
veo las luces del techo y las cabezas inclinadas de las pocas personas en la sala.
—Me preocupa que, si vuelves a suspirar, se forme un tornado. Esas han sido
bocanadas pesadas —dice una voz profunda detrás de mí.
Me giro para ver a un chico del tamaño de un auto pequeño que
empequeñece la silla tapizada junto a la chimenea. Para la mayoría de las personas,
esa silla es demasiado grande. Él llena cada centímetro. Incluso debajo de su
camiseta gris de manga larga, puedo ver la definición en sus brazos y pecho. Me
permito unos segundos para mirar boquiabierta en secreto. Tengo que poner mis
emociones donde puedo.
—Tal vez tengo asma.
—Entonces no tendrás suerte porque no tengo un inhalador. Solo la aspirina.
—Triste. No eres para nada un farmacéutico viajero, ¿verdad?
Sonríe, y tengo que sujetarme al costado de mi asiento para asegurarme de no
caerme de la silla por el brillo de la misma. Algunas personas, como mi compañera
de cuarto, Sutton, son bendecidas con una cantidad irreal de belleza. Este chico es
7 una de esas personas. Incluso sus gafas de plástico negro lo hacen parecerse al
modelo estudioso de un anuncio de Abercrombie.
Tiene unos ojos tan azules que se me forman arrugas al escanearlos en busca
de una lente reveladora, pero parecen ser reales.
El único inconveniente real en este tipo es que tiene el aspecto de una rata de
gimnasio. Grandes brazos, hombros anchos, torso en forma de V, todo grita que es
un tipo que pasa mucho tiempo mirándose en el espejo. Esos tipos simplemente no
me interesan. Son bonitos a la vista, pero un gran dolor de cabeza con el que lidiar.
—Tendrás que culpar a mi madre. Es pediatra y tiene una extraña propensión
a meter esas cosas en todos mis bolsillos.
—Gracias, pero mi dolor de cabeza es inducido por mi tarea. No creo que un
par de aspirinas sean de ayuda. —Le devuelvo el paquete, pero lo rechaza con una
seña.
—Es la segunda semana del semestre. ¿No es demasiado pronto para que la
tarea le cause estrés a alguien? —Mira alrededor de la habitación—. De hecho, me
sorprende la cantidad de gente aquí. ¿Todos aquí están estudiando? ¿No es
miércoles? ¿La gente estudia los miércoles?
Creo que la última pregunta es una broma, pero no estoy del todo segura.
—¿Es tu primera vez en el Brew House?
Me hace un gesto para que me acerque, como si fuera a decirme un secreto.
—No se lo digas a nadie, pero no soy fanático del café —susurra tras una
pantalla formada por una mano lo suficientemente grande como para hacer que un
gran danés parezca un caniche de juguete.
—Entonces, ¿por qué estás aquí? —Me encuentro susurrando en contra de mi
mejor juicio, atrapada en su coqueteo.
—No quería ir a un bar. No quería estar en la biblioteca. No quería estar en
casa. Caminé y encontré este lugar. —Mueve su mano por la habitación—. Pero
ahora estoy preocupado porque siento que debería estar haciendo algo serio en
lugar de hacer esto.
Levanta su tableta para mostrarme lo que está jugando.
—Supongo que al menos la mitad de la sala está jugando ese juego. Se vendió
por mil millones de dólares hace un par de semanas.
—Prefiero aprender cómo haces ese truco. —Inclina la cabeza hacia mi mano.
Atrapo mi bolígrafo por reflejo, sin siquiera notar que le estoy dando vueltas.
—Es un mal hábito.
8
—Nah, es genial. —Se levanta y llega a mi mesa en dos pasos—. Matthew.
Extiende su mano. Cuando la estrecho, me sorprende lo áspera que es, como
si hiciera algo más con sus manos que presionar un teclado o sostener un bolígrafo.
—Lucy.
—Encantado de conocerte, Lucy. Entonces, ¿cuál es el truco para esto? —
Balancea uno de mis resaltadores en su mano.
—No hay un verdadero truco. Toco el lado largo de mi bolígrafo con el dedo
medio y dejo que el impulso lo lleve alrededor de mi pulgar. Así. —Y repito la
acción, atrapándolo entre mi pulgar e índice.
Matthew lo intenta, pero el resaltador sale volando de sus dedos y se desliza
sobre la mesa.
—Mierda.
Oculto mi risa mientras se mueve para recoger el marcador. Lo intenta de
nuevo y el marcador salta dos mesas más allá.
—Tal vez no con tanta fuerza la próxima vez. No estás lanzando un cohete al
espacio —le aconsejo.
—Creo que has hecho un pacto con el diablo —dice después de volver a
intentarlo.
—Si tuviera que hacer un pacto con el diablo, ¿realmente crees que éste es el
don que pediría? —Giro el bolígrafo—. Hay al menos un millón de cosas mejores
que un truco de girar la pluma.
—Buen punto. ¿Qué pedirías? —Levanta mi taza y huele, haciendo una
mueca cuando el aroma del café le golpea la nariz. ¿Ni siquiera le gusta el olor del
café? Supongo que tiene que tener algunos defectos.
—¿Es un intercambio convencional, en el que pasaré mi vida eterna en el
infierno a cambio de algo grandioso en la tierra?
—Supongo que sí. ¿El diablo haría otra clase de pactos? —Se recuesta para
agarrar su Gatorade del suelo junto a la silla en la que ya no está sentado. Sus
brazos son tan largos que ni siquiera tiene que levantarse de su asiento. Su camisa
se sale de los vaqueros, y vislumbro unos abdominales bien definidos.
Desvío la mirada cuando se da vuelta, para que no me encuentre mirando su
cuerpo como una loca enfermiza. Una mirada está bien, dos y definitivamente he
cruzado al mal comportamiento.
—No tengo ninguna experiencia directa con el diablo, pero trataría de hacer
un pacto que no incluyera el infierno eterno. No estoy hecha para ese tipo de
9 castigo.
Sus labios se curvan.
—Sí, pareces... dulce.
—¿Al diablo no le gustan las cosas dulces? —Las palabras salen antes que mi
cerebro alcance a mi boca.
Los labios de Matthew pasan de media hasta una sonrisa completa.
—Es posible. Pero creo que, si tuviese la opción, preferiría picante en vez de
dulce. —Sus seductores ojos azules me recorren—. No te preocupes, también tienes
la parte picante cubierta.
Esta vez es mi pluma la que vuela sobre la mesa. Riéndose, Matthew la atrapa
en el aire.
—Buenos reflejos —murmuro. Mis mejillas se sienten como llamas. No me he
involucrado en este tipo de coqueteo desde... bueno, no puedo recordar la última
vez. ¿Y con este tipo? Está totalmente fuera de lugar.
—Soy bueno en algo. —Me guiña un ojo y me entrega el bolígrafo.
Nuestros ojos se encuentran, y la conexión entre nosotros va de ida y vuelta,
calentándome tanto como la llama del fuego que está a metro y medio de distancia.
La caja registradora suena detrás de mí, recordándome por qué no he tenido
relaciones sexuales durante tanto tiempo. Keith, mi compañero de trabajo en el
Brew House, fue la última persona con quien tuve relaciones sexuales. Fue sexo sin
inspiración, tan aburrido que creo que ambos nos quedamos dormidos antes que la
acción siquiera estuviera hecha. Tampoco podía culparlo a él.
Ambos estábamos distraídos, él por un proyecto biográfico serio y yo por el
caso de juicio simulado. Keith lo hizo mejor que yo. Obtuvo una "A" en su proyecto
mientras que mi equipo no logró salir de los regionales por segundo año
consecutivo. Esa vez no fue completamente mi culpa. Simplemente no estábamos
inspirados, razón por la cual Heather Bell ahora es parte del equipo de Western
State. Estuvo a punto de hacer llorar a todos en la sala con su declaración de cierre
preparada durante las pruebas. El problema es que no sabe nada sobre cómo
funciona un verdadero juicio a pesar de ser hija de un abogado superestrella
especialista en juicios.
Tan hermoso como es este tipo Matthew, y tan halagador como es tener su
atención, mi prioridad es salir de las semifinales este año. Dos años de haber sido
vencida en algo en lo que se supone que debo ser buena está destruyendo mi
confianza. Renunciar sería algo que mi madre haría. Renunciar y salir trotando con
el chico guapo sería su plan. Así lo ha hecho durante toda mi vida.
10
Ganar en un juicio simulado no garantiza que no termine como mi madre,
viviendo de un novio a otro, terminando relaciones cuando aparece un poco de
tribulación en el horizonte, pero el éxito me probaría a mí misma que soy su polo
opuesto.
Tomo mis comodidades donde puedo encontrarlas. Y además, realmente
disfruto el simulacro de juicios. No todos sus aspectos. ¿Quién ama todo sobre
algo? Pero, en general, disfruto de elaborar las preguntas, la atmósfera de la corte,
todo eso.
Con la escuela, el trabajo y el juicio simulado, no tengo mucho tiempo para
actividades externas. Además, no estoy segura de cómo manejaría a un tipo como
él. La energía sexual que irradia es emocionante, pero no puedo negar que también
es un poco aterradora. No tengo un tipo, exactamente, pero si tuviera que agrupar
a los tipos con los que he salido en el pasado en una categoría, supongo que diría...
¿seguros, serios? Definitivamente no del tipo sexy para restregártelo en la cara, eso
es seguro. Más como... bueno, Keith. No demasiado alto, no demasiado bajo. No
demasiado atractivo, no poco atractivo. Encajo con esos tipos. Me siento cómoda
con ellos. Nada sobre este delicioso macho me hace sentir cómoda.
—Estás suspirando otra vez —interrumpe Matthew.
—No lo estoy. —Si lo estaba haciendo, no fue mi intención.
—Está bien, estás respirando pesadamente. —Arquea una ceja—. O tu asma
está empeorando.
—Afortunadamente, el asma es una dolencia que no tengo. Pero suspirar es
claramente un problema. ¿Tu madre hace visitas a domicilio?
—Nop. Pero puedo prescribirte el remedio perfecto para el estrés.
Levanto mi mano.
—No digas sexo.
Se ríe.
—Iba a decir ejercicio, pero el sexo también es bueno. —Esos ojos azules
hacen otro recorrido de mi rostro, luego se detienen brevemente en mi pecho.
Estoy usando un suéter de cuello redondo negro, manga larga, pero por la forma
en que su mirada arde, pensarías que estaba en topless.
Hay algo familiar en él, como si lo hubiera visto antes. Tal vez sea modelo,
aunque es un poco ancho de hombros para eso. Pero aun así...
—¿Nos hemos visto antes? —pregunto cautelosamente.
Un destello de algo, irritación, posiblemente, salta a través de su rostro... Tal
11
vez le hacen mucho esa pregunta.
—Probablemente me has visto en el campus y te dijiste, ¿quién es ese chico
del lindo trasero y cómo consigo su número? Pero éramos como puertas
corredizas, una conexión perdida. Leo Craigslist. Debiste haberte acercado.
Sí, estaba cansado de esa pregunta.
—Bonita historia. Suenas como un estudiante de literatura.
—Sociología en realidad. ¿Tú?
—Ciencias Políticas.
—¿Qué planeas hacer con eso? ¿Aprender cómo conquistar el mundo?
—Si tuviera la responsabilidad del mundo sobre mis hombros, ¿podrías
imaginar los suspiros que esa clase de estrés generaría? Serían como vientos
huracanados.
—Buen punto.
Matthew estira sus largas piernas a cada lado de mi propia silla. Si cayera
hacia adelante, aterrizaría en su regazo.
¿Y eso es algo malo porque...?
Aparto el pensamiento travieso. Si quisiera algo de tiempo en un regazo, hay
otros tipos menos magnéticos a los que podría recurrir para…
¿Menos magnético? Necesitas ayuda, amiga.
La voz exasperada tiene un punto. También podría haber venido de mi
compañera de habitación, quien constantemente me está molestando acerca de mi
actitud segura para con los hombres. Pero tener cuidado va conmigo.
—Pareces menos tensa ahora —señala. Estudia mi rostro otra vez y el peso de
su mirada es casi como algo tangible—. Quizás deberías tenerme cerca.
—¿Dónde haría eso? Mi contrato de alquiler solo permite tres personas, y no
estoy segura de ganar lo suficiente aquí en el Brew House como para alimentarte
regularmente —digo a la ligera. Este tipo es demasiado atractivo para mí. Tengo la
sensación de que el coqueteo es su configuración predeterminada. Lo cual está bien.
No tiene nada de malo, pero significa que no puedo, y no debo, tomarlo en serio.
—Soy bastante tranquilo. No creo que me notaras.
Levanto una ceja incrédula.
—Eso ni siquiera está cerca de la veracidad.
12 —Puedo ser tranquilo. —Levanta dos dedos—. Palabra de honor de
explorador. —Ambos miramos sus dedos—. Era explorador pero me retiré a los
quince.
—¿Qué pasó a los quince? —pregunto, casi en contra de mi voluntad. Quiero
abandonar la conversación, pero sigo permitiendo ser arrastrada de nuevo. ¿Ven?
Esta es una mierda practicada.
—Crecí. Era un niño escuálido con una salud cuestionable, pero entre los
catorce y los quince años mi cuerpo dijo “al diablo con eso, seamos grandes y
fuertes”.
—¿Y los exploradores quedaron atrás? Pobres muchachos.
—Era un explorador de mierda. Estaba muy por detrás en mi adquisición de
medallas. Realmente fue una bendición para la tropa cuando me fui. Creo que
podrían haber organizado una fiesta.
No puedo evitar que la risa se me escape.
—Tu tropa de exploradores estaba aturdida por el alivio de que te fueras,
¿pero todavía crees que yo debería conservarte?
—Sé cocinar y, en algunos momentos de mi vida, utilicé una plancha. —
Marca cada habilidad en un dedo—. Siempre traigo el buen trago cuando me
invitan a una fiesta y tiendo la cama por la mañana.
—Me tuviste en “sé cocinar". —A decir verdad, todas esas cosas suenan como
las características de una persona bastante responsable. Seguro incluso ¿pero un
tipo tan guapo, que sabe cocinar, soltero y que me coquetea en una cafetería antes
de la hora para llamar un polvo asegurado? Es muy extraño. Y no tengo el tiempo
o la energía para resolver esto.
—Increíble. Entonces, ¿cuándo debería mudarme? —Sus ojos brillan
juguetones.
Pretendo considerarlo de nuevo.
—Creo que tengo que decir que nunca. Pero te deseo suerte en tu búsqueda
de compañero de cuarto.
No se inmuta. Tengo la sensación que nada lo desconcierta.
—¿Qué tal si me invitas a ir un rato, entonces? Prometo llevar el buen alcohol.
—Cuando dudo, cambia de velocidad rápidamente—. O mejor salimos. Vamos por
algo de cenar.
—Oh. Gracias por la oferta, pero realmente no tengo tiempo. —Estiro mi
brazo y tiro el medicamento en la parte superior de su mochila. No voy a mentir y
13 decir que no disfruté esta sesión de coqueteo, ¿pero una cita? Eso no encaja en mi
plan. Este año ganaré el campeonato de juicio simulado, y no me voy a distraer.
Pasé todas las vacaciones de invierno trazando el plan de juego de este semestre.
En ninguna parte de ese calendario de eventos se incluye arriesgarse con un tipo
como Matthew.
Algo sobre él me pone nerviosa. No nervios como “va a despellejarte”, sino
m{s bien en la forma “no me gusta que sus ojos vivos y sus sonrisas f{ciles hagan
que mi corazón palpite”. Siento la necesidad de sacar mi herramienta de medición
de glucosa para asegurarme que una liberación inesperada de la hormona no cause
estragos en mi cuerpo.
Inclina la cabeza. Luego se frota la barbilla. Luego aparta su cabello de su
rostro.
—Esto es nuevo —murmura para sí mismo. Me da una sonrisa tensa—.
¿Puedo pedir prestado tu bolígrafo?
Se lo entrego con cautela, con la esperanza que no pase el resto de la noche
tratando de girar el bolígrafo mientras simultáneamente intenta convencerme de
cambiar de opinión, pero no lo hace. En su lugar, tira del libro de reglas hacia él y
anota siete dígitos.
—Este es mi número. Si encuentras algo de tiempo extra, llámame.
MATTY
Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que me rechazaron. No había
venido al Brew House con la intención de levantarme a una chica. Me estaba
volviendo loco en casa, y ninguno de mis compañeros estaba cerca para hablar, así
que decidí salir a caminar. Este lugar estaba en el extremo más alejado del campus
y nunca había puesto un pie dentro, lo cual significaba que era un punto tan
seguro como cualquier otro.
Luego ella entró, su largo cabello rubio cayendo por su espalda como cintas
brillantes. Se sentó y comenzó a mover la pluma y suspirar tan fuerte que pensé
que podría salir volando de la silla.
Hubiera sido un crimen no ofrecerle un oído. Y cuando me miró con sus
14
grandes ojos marrones, no pude dejar de mirarla. La invitación salió de mi boca
porque... bueno, eso es lo que hacen los chicos con las chicas guapas. Las invitan a
salir. Y supongo que también son rechazados.
No soy un vago en el departamento académico. Obtuve buenas calificaciones
y he sido un académico All-American1 todos los años desde que fui elegible, pero
nadie que conozco comienza a estudiar hasta una semana antes de los exámenes
parciales.
Estudiar, como una razón para el rechazo, se encuentra en algún punto
intermedio entre el no puedo porque mi madre murió y no puedo porque me estoy
cortando las uñas de los pies. Al menos parecía arrepentida de rechazarme, como si
deseara poder llevarme a dar un paseo, pero no se atrevía a pasar su pierna sobre
la silla de montar.
Cualquier otra noche, tal vez habría insistido más. O simplemente me habría
sacudido el rechazo, chasqueado los dedos y esperado a que apareciera
mágicamente una chica dispuesta a calmar el dolor. Lo cual no es exactamente
exagerado: Cuando juegas fútbol para Western, no hay escasez de chicas
dispuestas a tu disposición. Pero no estoy de humor esta noche.

1 Académico All-American: Es un reconocimiento entregado a los estudiantes-deportistas


destacados de cada temporada.
No estoy seguro por qué. No es porque entré al cuarto de mi amigo Masters
esta tarde y estaba leyendo un libro mientras Ellie estaba en su computadora.
Parecían domésticos y aburridos. La pequeña punzada en mi pecho era
probablemente acidez de los tres cuencos de burrito que comí en el almuerzo. No
era... envidia.
A mitad de camino a casa, mi teléfono vibra en mi bolsillo. Al sacarlo, veo un
mensaje de texto de Stella Lowe, una de las directoras del equipo.
Stella: El entrenador quiere verte.
Me pregunto si soy el único que piensa que es raro que Stella llame a su
padre entrenador. El reloj digital dice 8:05 p.m. Ha pasado una semana desde el
juego del Campeonato Nacional. Uno pensaría que estaría disfrutando de R&R2. El
tipo ciertamente se lo merece.
He aprovechado al máximo la pausa post-campeonato. No hay un bar en la
ciudad que no tenga un barril sin fondo para un jugador de los Warriors. Ni una
chica en el campus, o fuera de él, que no se muerda un poquito el labio por
mordisquearme un poco.
Bueno, tal vez hay una chica que no está interesada, pero en su mayoría,
15 estoy sentado en la cima de la montaña de la vida. Otras personas están luchando.
Otras personas están suspirando en la cafetería. ¿Yo? Cualquier cosa que quiera es
mía con solo pedirlo. Podría entrar en cualquier bar de la ciudad y la gente se
pisotearía por comprarme una bebida. En el Gas Station, hay estudiantes que me
harían mamadas debajo de la mesa mientras veo los titulares de SportsCenter.
La vida es buena. Tan buena que ni siquiera me importa que me hayan
rechazado. ¿Y qué, si una chica tensa, que pasa el miércoles de la segunda semana
del semestre estudiando tanto que le duele la cabeza, me rechazó una cita? Solo me
da más tiempo para disfrutar de mi post temporada, lo poco que me asignan. La
temporada de primavera estará aquí lo suficientemente pronto, y tendré que
defenderme de los estudiantes de primer y segundo año que piensan que deberían
estar por delante en la tabla de posiciones.
Hasta entonces, estoy planeando pasar las clases durante el día, tomar una
siesta hasta bien entrada la tarde y disfrutar hasta tarde las maravillas de la noche.
Bueno, y al parecer una reunión al azar con el entrenador.
Ya voy. Tecleo como respuesta.

2 R&R: Rest and Recuperation. Una abreviación para Relajación y Recuperación.


—¿Quería verme, entrenador? —Asomo la cabeza por una esquina de la
oficina del entrenador Lowe quien está al teléfono, pero hace un gesto para que
entre. Supongo que está reclutando. El día oficial de fichajes3 comienza en unas
cuatro semanas.
A nadie le gusta entrar a la oficina del entrenador. Las reuniones en el campo,
dentro del camerino, durante la revisión de grabaciones; ya sabes de qué se tratan.
Cuando te convocan a su oficina, literalmente te jalan las orejas.
Entro cautelosamente y me abro paso entre la estatua del grueso guerrero
azul de Western State y la cabeza con casco de nuestra mascota tejida en dorado,
negro y blanco, para quedar de pie junto a una de las pesadas sillas de cuero
situadas frente a un gran escritorio de madera oscura.
—Siéntate, Matthew. —Hace un gesto hacia una silla frente a él. El
entrenador Lowe no parece un entrenador de fútbol. Es pequeño, por debajo del
metro ochenta y es delgado. Nunca jugó fúbol en la universidad, pero eso no lo
lastimó. Tiene dos campeonatos nacionales en su haber en menos de diez años. Eso
es suficiente para despertar susurros de “dinastía”.
El entrenador Lowe alza sus dedos y se inclina hacia adelante, descansando
16 sus muñecas sobre algunos recortes de prensa. ¿Leyendo buenas noticias sobre sí
mismo? Yo también lo haría, si fuera él.
Posiciono mis manos de la misma manera y espero pacientemente. El reflejo
es una buena técnica para tranquilizar a alguien, según la clase de sociología que
estoy tomando sobre interacción humana este semestre.
El entrenador Lowe examina algo en su escritorio antes de dirigir su atención
hacia mí.
—¿Disfrutas de tu post temporada, hijo?
No es la pregunta que estaba esperando.
—Está yendo bien. —Ha sido jodidamente increíble, gracias.
—Me gustaría ganar otro Campeonato Nacional el próximo año. ¿Qué hay de
ti?
—Sí, señor. También lo quiero. —Mi interés se despierta. He querido hablar
de proyectos de selección, combinar invitaciones y visitas de exploración, pero
pensé que eso no tendría lugar hasta la primavera o los campamentos de verano.
Probablemente es por eso que he estado inquieto hoy, la razón por la que no quise
ir a el Gas Station para echar un polvo, la razón por la que el rechazo de Lucy en la

3 Día Oficial de Fichaje: Signing Day. Es la fecha en que los alumnos de último año de secundaria
firman un acuerdo para asistir a alguna universidad miembro de la asociación deportiva nacional.
cafetería se quedara en mi mente más tiempo del que debía, o por qué el ver a mi
amigo Masters y su esposa, Ellie, me hizo sentir como si me estuviera perdiendo
algo.
Lo que realmente quiero escuchar es que los cazatalentos están babeando por
mí y que el entrenador Lowe les está diciendo que tengo que ir arriba en la lista de
reclutamiento.
—¿Sigues hambriento por ganar? Porque algunos chicos ganan una vez y
sacan el pie del acelerador. Dejan de entrenar tan duro. Permiten que el mundo
exterior se convierta en una distracción. Pierden el enfoque y luego pierden los
juegos. —Echa un vistazo a las fotos debajo de sus muñecas.
Mi buen humor se evapora. Por lo poco que puedo ver, esas imágenes no
contienen nada bueno. Si estoy aquí para hablar con el entrenador sobre eso, será
mejor que me prepare para un castigo con la lengua, y no del tipo sexy que recibí
hace un par de días de una linda pelirroja de Delta Gamma en el baño del Gas
Station.
—Quiero ganar —repito lentamente—. Nada será más importante en otoño
que asegurarnos que el trofeo del BCS se quede aquí en Western State.
17 —Mmmm —gruñe el entrenador.
Ah. ¿No es la respuesta que estaba buscando?
—Esta es mi preocupación. Sin Masters presionándote a cada segundo, ¿el
escuadrón defensivo será tan rudo o tenaz? ¿Vas a ser capaz, física y mentalmente
de llevar al equipo al Campeonato Nacional? —Toma las fotos y las arroja hacia
mí.
Miro los papeles de colores y me estremezco por dentro. Después del juego
de campeonato, es seguro decir que nos volvimos un poco locos. La gente nos
trataba como dioses y hubo un embudo interminable de alcohol esa noche. Y
mujeres. Santa mierda, estaban en todas partes, y venían por pares y más. Todas
eran dieces. Quizás onces.
No pude contar mucho esa noche. No tengo que mirar las fotografías para
saber qué contienen. Habían estado en internet pocas horas después del último
pitazo del juego. Hammer, el defensa de línea y yo nos estábamos emborrachando,
haciendo chupitos de crema batida en el cuerpo de varias estudiantes.
Hay una fotografía peor que no veo en la pila. Esa en la que estoy acostado
sobre una barra con la cabeza de una chica entre las piernas, mientras Hammer
finge azotarla por el culo. Otra chica se inclina sobre mi boca dándome un chupito.
Mi madre ha estado obsesionada con esa foto. Mi excusa de “tenía los pantalones
puestos, mam{” no funcionó con ella, y sospecho que sería igual con el entrenador.
—Esto fue después que terminó la temporada —señalo.
Toca con un dedo la foto superior.
—¿Dónde está tu capitán en estas fotos?
Knox Masters estaba follando a su nueva esposa, la chica a la que usted le prohibió
tener contacto con el equipo, es lo que quiero responder, pero sé que eso sería como
un globo de plomo. Además, no estoy arrojando a mi compañero de equipo bajo el
autobús, incluso si técnicamente ya no es un Western State Warrior.
—En su hotel.
—Correcto. —Da un último golpe y retrocede. El movimiento hace que las
fotos salgan volando del escritorio hacia el suelo, y veo que la última en la pila es
de hecho la imagen del cuarteto. Jodidamente fantástico—. Tu capitán estaba en el
hotel, evitando a la prensa y asegurándose que la reputación de los Western State
Warriors permaneciera intacta mientras tú y el resto de tu equipo estaban afuera
haciéndonos parecer un grupo de niños de escuela secundaria que nunca antes
habían visto un par de tetas. ¿Sabes lo difícil que es asegurarle a una mamá
preocupada que cuidaremos bien a su hijo y no le permitiremos que peque durante
toda su vida en la universidad, cuando estas imágenes están en todas partes?
18
—No, señor. —Puede que a la madre no le guste, pero estoy seguro como la mierda
que al hijo sí. Guardo eso para mí.
Me clava con una mirada dura.
—Es un talento excelente, señor Iverson. Sin duda, será reclutado, pero lo
lejos que llegue depende mucho de las cualidades fuera del campo que muestre.
Sus informes de exploración dicen que su potencial de liderazgo es desconocido.
Ser capitán de la defensa podría ser de gran ayuda para mejorar sus intangibles.
¿Capitán? Eso no es algo a lo que haya apuntado alguna vez. Me encanta
jugar porque esa mierda es divertida, y todo el trabajo duro que dedico, desde
comer los alimentos adecuados hasta entrenar horas al día y estudiar grabaciones
de juegos, me ayuda a hacer lo que amo en un alto nivel. ¿Pero capitanía?
¿Liderazgo? Eso suena como un montón de mierda que realmente no me interesa
llevar sobre mis hombros, pero realmente no puedo decírselo al entrenador.
Si él pregunta, la respuesta adecuada siempre es “sí”, porque si dices que no,
te vuelve loco para que lo hagas de todos modos. Podría ser agradable. El camino
de menor resistencia y todo eso.
—Si eso es lo que el equipo quiere de mí, eso es lo que quiero darle al equipo.
El entrenador Lowe no da ninguna indicación que mi falta de entusiasmo lo
moleste.
—Con Masters fuera, alguien necesita mantener la defensa bajo control. No
quiero ver más de esto. —Hace un gesto hacia las fotos que he recogido
torpemente en mi regazo.
—No hay problema.
—Si se convierte en un problema... —Su amenaza cuelga tácita en el aire. Ni
siquiera olfateé el campo durante mi primer año detrás del primer defensa All-
American del equipo que fue reclutado en la tercera ronda por los Niners. Ya no
está en la liga, pero cuando entré al campus, él era uno de los hombres grandes y
yo su suplente.
Desde mi segundo año, mantuve esa posición de defensa interno contra todos
los retadores y no me voy a rendir ahora, no importa cuántos reclutas y respaldos
de primera estén ansiosos por ocupar mi lugar.
—No lo será.
—Bien. —Se recuesta en su silla y se gira, por lo que está mirando por la
ventana hacia el campo de prácticas—. Creo que serías un buen capitán, Matthew.
A tus compañeros les agradas y, lo que es más importante, te escuchan. —La nota
seca en su voz dice que en este momento están escuchando todas las cosas
19 equivocadas—. Pero tomar la dirección hacia esto —pasa una palma sobre los
recortes—, es un camino fácil. Debes demostrarme que puedes guiarlos hacia algo
más.
—Absolutamente. —Me enderezo en mi silla. Siempre obtuve buenas
calificaciones, y no tengo problemas para reducir el consumo de alcohol y las
chicas. A los tipos de la defensa no les importa tener a alguien más a cargo. Entre
Hammer y yo, lo tendremos cubierto—. ¿Qué necesita?
—No más fotos con chicas. No más fiestas en exceso. —Alza un dedo con
cada orden—. Y convencer a Anderson que estaría mejor como defensa de fondo.
Asiento. No chicas. No alcohol. Hacer que Ace…
—¿Qué? —Mi chillido es lo suficientemente alto como para confundirlo con
el de una adolescente, y creo que mi audición sufrió un cortocircuito. JR “Ace”
Anderson es nuestro mariscal de campo. Con el que ganamos el Campeonato
Nacional. El entrenador sabe todo esto, así que debo haberlo escuchado mal. Lo
único que se me ocurre decir es—: Estoy en defensa.
El entrenador Lowe ni siquiera me mira.
—Tengo un compromiso con Remington Barr de Texas. Vendrá si puede
comenzar. Ese chico ganó cuatro campeonatos consecutivos en Texas State High
School. Lo quiero. Será la clave de mi futuro aquí. Ace es atlético, pero ambos
sabemos que no es lo suficientemente bueno para jugar en el siguiente nivel. Así
que convences a Ace para que se mueva a un lugar seguro y la C es tuya. —Me
empuja un parche.
El parche circular en dorado y azul, con una gran “C” en el centro, está cosido
en una camiseta de capitán. Es un honor usar el parche, pero para ser dueño de
esta letra, ¿tengo que decirle a mi mariscal de campo, el que acaba de ayudarnos a
ganar un título nacional, que su tiempo en la aclamada posición de mariscal de
campo ha terminado?
Trago con fuerza. No solo juego en el lado opuesto de la pelota con respecto a
Ace, sino que el tiempo que paso con él generalmente consiste en pasar corriendo a
su lado durante la práctica, ya que se considera fuera de límites incluso cuando
llevamos almohadillas. No somos los mejores amigos a pesar que jugamos en el
mismo equipo.
—Yo... estoy en defensa. —Sueno como un disco rayado—. Quiero decir, no
tengo ninguna clase con Ace. No pasamos juntos tiempo. Nunca he tenido una
conversación significativa con el chico más allá de animarlo a jugar bien. Creo que
mi influencia sobre Ace es casi la misma que tendría sobre una manada de gatos.
20 Ahí. Eso suena razonable y sensato, a diferencia del extraño pedido del
entrenador.
—No te he pedido que andes con una manada de gatos. Además, no tienes
que convencer a Ace directamente. Eres libre de hablar con el resto del equipo. Si
no cuenta con el apoyo del equipo, se moverá solo.
¿Hay alguna manera de decirle a tu entrenador que suena como si ha sacado
demasiadas tuercas de la tubería? ¿Que está hablando por el culo? Porque esta
mierda me parece desagradable. ¿No debería ser él quien hablara con Ace y se
dirigiera al equipo? ¿Por qué yo? Intento otra táctica.
—No tengo problemas para jugar al monje por el resto de mi mandato aquí…
—¿Hijo? —interrumpe el entrenador Lowe, con tono suave como si no
acabara de lanzar napalm4 en su oficina.
—¿Sí, entrenador?
—Te puedes retirar.
Bien entonces. Me levanto de la silla y camino hacia la puerta. Tal vez si doy
la vuelta y regreso, la conversación será completamente diferente.

4 Napalm: Sustancia explosiva.


—Señor Iverson —me llama. Doy vuelta justo a tiempo para ver el parche
volando por la habitación. Lo atrapo por reflejo—. Olvido algo.

21
LUCY
Cuando llego a casa, encuentro a mis dos compañeras de cuarto instaladas
frente a la televisión comiendo helado y mirando Say Yes to the Dress. Aunque
ninguna de nosotras está teniendo citas, parecemos curiosamente adictas al
espectáculo. Creo que es porque tenemos relaciones de mierda con nuestras
madres y este espectáculo se trata del drama entre mamá e hija.
—Dime que quedan dos litros de eso. —No espero una respuesta, pero tiro
mi mochila en la silla y comienzo a hurgar en el congelador. Si alguna vez hubo
una noche de crema, azúcar, mantequilla y huevos, era esta noche. Necesitaba un
poco de alivio después de hablar con Matt Iverson. Su número se implantó en mi
cabeza seguido de las palabras llámame.
22
Pero no puedo comer azúcar a menos que quiera arriesgarme a un coma
diabético, así que me resigno al yogur congelado sin azúcar y sin grasa, que me
digo que es igual de bueno. Igual que rechazar a Matt fue la elección correcta. Miro
mi contenedor de yogurt congelado frunciendo el ceño.
—Iba a preguntar cómo fue tu práctica del juicio simulado, pero como te estás
atiborrando de yogur helado como si mañana fuera el último día en la tierra,
supongo que fue una mierda. —Sutton apoya su barbilla puntiaguda en el borde
del sofá. Su cabello violeta veteado choca contra el rico terciopelo rojo del
almohadón.
—Mierda es una palabra demasiado agradable para describir lo mal que
salió. —Me tiro en una de las dos sillas Papasan con las que Sutton contribuyó a la
decoración y cavo en el yogur. La acidez glacial golpea mi lengua, y algo de mi
agitación se derrite—. Pero es pronto. Todavía tenemos mucho tiempo. —Las
regionales están justo antes de las vacaciones de primavera, así que hay casi dos
meses completos para organizarnos.
—No te pongas demasiado cómoda —me informa Charity, mi otra
compañera de cuarto.
Hago una pausa, con mi cuchara a medio camino a mi boca, y entorno los
ojos.
—¿Por qué no?
—¿Recuerdas que 1C se quejaba de las cucarachas?
—¿Y ahora qué? —1C es un departamento habitado por dos esposas
Stepford5 en proceso, ambas rubias con cabello lacio y de forma idéntica. Cada vez
que las he visto, llevan cintas en la cabeza. ¿Quién mayor de once años todavía usa
diademas? Incluso si sus peinados coincidentes no me recordaran a las mujeres de
plástico de la infame novela, las miradas robóticas en sus rostros y las sonrisas
falsas que usan ponen incomodos a todos.
Pero la razón principal por la que no nos gusta el 1C es porque se quejan todo
el tiempo, y regularmente recorren el complejo de apartamentos para que otros
firmen sus quejas. Se han quejado de todo, desde el ruido (es un maldito complejo
universitario de apartamentos) a la basura (demasiadas cajas de pizza tiradas por
el vertedero), a visitantes no residentes después de las diez (otra vez, somos
malditos estudiantes universitarios).
—Consiguieron suficientes personas para firmar su petición de
mantenimiento, por lo que un equipo de exterminadores vendrá el próximo
martes. Puedes guardar tus cosas aquí, pero tendrás que encontrar un lugar para
23 quedarte.
Hago un cálculo rápido en mi cabeza. Cinco días. Ni siquiera estoy
convencida que hayan visto una cucaracha. No me gustan los cambios en mi
rutina. Ya puedo sentir que mi ansiedad aumenta. El cambio no es mi cosa favorita
en el mundo. Vivo según mi rutina. Demonios, mi salud depende de ello.
—Eso es una mierda.
—Lo sé —dice Charity con tristeza—. Me quedaré en casa. Pregunté si podías
venir, pero son muy estrictos. Todavía estamos en modo prueba, así que solo las
hermanas completas pueden quedarse. —Charity pertenece a la hermandad Alpha
Phi, mientras que Sutton y yo somos esas malditas independientes o GDI6 como
Charity nos llama cariñosamente. Habría comprado una casa si no costara un
brazo y una pierna. Tengo que guardar esas extremidades para pagar la escuela de
postgrado.
—¿Dónde te vas a quedar? —le pregunto a Sutton.

5 Esposas Stepford: Es un término tomado del libro con el mismo nombre, en el que la protagonista
cree que las esposas perfectas en su vecindario son robots manipulados por sus esposos. Se usa
para referirse a esposas sumisas y dedicadas únicamente a las labores del hogar.
6 GDI: Siglas en inglés para “God Damn Independent”, en español sería como “Jodidamente

Independiente”, es un término para referirse a los estudiantes universitarios que no pertenecen a


fraternidades o hermandades.
—Decidí que Luke vale la pena una segunda noche —admite—. Básicamente
lo acoso sexualmente, así tengo un lugar para quedarme. Esperemos que no quiera
una tercera vez porque si mañana es algo parecido al sábado por la noche, tendré
que arreglármelas para tener un orgasmo una vez que se duerma.
—Creo que prefiero quedarme aquí y ser exterminada. —Hago una mueca—.
Supongo que puedo quedarme con JR. Estará de regreso para entonces y hay
tantas habitaciones en su casa que al menos una estará libre.
—Hablando de nuestros aclamados Western State Warriors, adivina quién
apareció finalmente en mi clase de Seguridad Pública. —Charity mueve las cejas.
Al parecer alguien atractivo y sexy.
—No sé. ¿El entrenador Lowe? —me burlo.
—¡No! Matt Iverson.
—¿Quién es ese? —Sutton no sabe nada sobre fútbol. Se quedó dormida
durante el único juego que vimos juntas aquí en nuestro departamento. ¿Y los
juegos en vivo? Olvídenlos. Se fue después del primer cuarto. Charity a veces
asiste con sus hermanas si es parte de una fiesta de intercambio de fraternidades,
24 pero de lo contrario, no tienen ningún interés en el juego. ¿Los jugadores, por otro
lado? Son interesantes, pero JR o “Ace”, como todos los que están aquí en Western
lo llaman, y yo hicimos un pacto. No mear en la piscina del otro. No salgo con
jugadores de fútbol y él no se mete con mis compañeras de cuarto.
—Es defensa —le explico—. Es linebacker. Será profesional después de su
último año. —Miro mi cuchara y luego hacia el cartón de yogur helado medio
vacío. Probablemente debería parar.
—Es una gran montaña de dulce carne masculina —comparte Charity con
Sutton—. Tiene este cabello largo y negro que le llega por aquí. —Agita sus manos
bajo su barbilla—. Y los ojos más azules. Juro que son falsos. ¿Lo son? —La
pregunta está dirigida a mí.
Arrastro mi atención de la golosina helada a mis dos compañeras de cuarto
que me están viendo con intenso interés.
—No tengo idea. Nunca he hablado con él. Ace pasa el rato con la ofensiva,
principalmente con Ahmed y Jack Cameron más recientemente. —Ahmed es el
corredor, y Jack Cameron es un tipo nuevo, un ala cerrada con manos mágicas que
nunca parecen dejar pasar un pase y con pies pegajosos que de alguna manera
siempre logran mantenerse dentro de los límites—. Creo que Iverson es el mejor
amigo de Hammer Wright y Knox Masters. Según Ace, de todos modos. No salgo
con sus compañeros de equipo.
Bueno, lo hice una vez. Las palabras claves son una vez. La única vez que fui
al Gas Station, el lugar favorito del equipo de fútbol americano, Ace fue devorado
por los simpatizantes. Olvidó que estaba allí, y tenía poco interés en ser empujada
por la masa de gente que intentaba darle una palmada en la espalda.
Se disculpó al día siguiente, pero no salí con él otra vez. Cuando pasábamos
el rato, por lo general era aquí, aunque fui a su casa varias veces. Trato de evitar
eso porque nueve de cada diez veces, alguien está teniendo sexo en la sala de estar
o en la cocina. JR, quiero decir Ace, dice que es porque el sexo es una actividad
atlética, similar a levantar pesas o a correr.
—Ohhhhh. —Exhala Sutton—. Tuve Introducción a Comunicaciones con
Hammer Wright el primer semestre del segundo año.
—Sutton, ¿te estás sonrojando? —exclama Charity. Sutton no es de las que se
sonrojan. Puede decir la declaración más obscena como si estuviera de pie en la
iglesia recitando el Padre Nuestro, por lo que este ligero enrojecimiento de sus
mejillas es muy inusual—. ¡Lo estás haciendo! ¿Qué hicieron Hammer y tú?
—Nada. —Sutton sonríe tristemente—. Desafortunadamente. Me lancé sobre
él varias veces, pero nunca lo notó.
25 —Es un perro. Estás mejor sin él —le ofrezco de manera reconfortante. No
conozco bien a la defensa, pero la mayoría de los solteros, incluido Ace, participan
libremente de lo que ofrece su elevado estatus social: Una línea interminable de
chicas universitarias que desean saber cómo es acostarse con una estrella. Es la
razón por la que nunca saldría con un jugador de fútbol. No saben cómo apretar el
botón “apagar” una vez que ya no est{n en el campo. Para ellos, la vida es un juego
enorme y las chicas son solo objetos que se mueven en el tablero.
—Uno caliente —admite Sutton.
—Y su perro caliente probablemente ha sido lamido tantas veces que está en
la lista de enfermedades peligrosas de la OMS —le respondo.
Charity agita sus manos, la multitud de brazaletes tintinea alegremente uno
contra el otro. Charity nunca podría acercarse sigilosamente a nadie. Usa
demasiadas joyas.
—¿A quién le importa? No puedo dejar de mirar a Matt. Siempre usa camisas
de manga corta, sin importar qué tan frío esté afuera, y cuando toma notas, el
músculo de su bíceps se dobla. Juro que la habitación se pone diez grados más
cálida cuando entra. Me encantaría darle un pequeño paseo.
—Solo sería por una noche —advierto.
Charity se encoge de hombros.
—De nuevo, ¿a quién le importa?
Sutton no está de acuerdo.
—Aquí está mi teoría. Creo que los chicos tienen rollos de una noche porque
sus egos no pueden soportar los golpes que un segundo encuentro más sobrio
podría ofrecer. No quieren escuchar que son malos en la cama, por lo que hacen
eventos únicos.
—¿Cuál es nuestra excusa para nuestra falta de compañía regular? —bromeo.
Ninguna de nosotras ha tenido una relación decente desde que llegamos a la
universidad. Rompí con mi novio de la secundaria un mes después de entrar en mi
primer año. Sutton ha intentado salir con chicos de vez en cuando, pero cuando
ninguna de esas relaciones resultó, se conformó con relaciones ocasionales con
tipos como Luke. Charity estaba locamente enamorada de uno de los jugadores de
baloncesto de Western, pero se graduó en diciembre y no la ha llamado desde
entonces, confirmando así mi predisposición anti-atletas.
—Estamos buscando al unicornio —dice Charity—. El tipo que es un buen
polvo y decente fuera de la cama.

26 —Una vez tuve un buen polvo —nos informa Sutton—. Hace dos años.
Vacaciones de primavera. Grecia. —Dispara detalles como si fueran balas de una
pistola—. Ese tipo de Filipinas tenía una lengua como una serpiente.
—Es una visión terrible. —Me estremezco.
Sutton no se inmuta.
—Se sintió increíble. Lamió lugares que ni siquiera sabía que tenían
terminaciones nerviosas.
—¿Hace dos años fue tu última buena experiencia sexual? —pregunta
Charity con genuina preocupación.
Sutton asiente.
—Con un compañero. Puedo masturbarme, pero son dos minutos y después
¿qué?
Asiento. Dice la verdad. Extraño tener sexo con un chico por el que tenga
sentimientos. Creo que es por eso que mis relaciones aquí en Western han fallado.
No puedo reunir el requisito... pasión por ningún hombre. Lo sigo intentando.
Keith es el cuarto tipo con el que lo intenté, pero el sexo es tan insulso que me
conviene más masturbarme. Sola.
Charity se encoge de hombros.
—He tenido buen sexo con compañeros. Aunque tienes que ser más explícita
y tomar las riendas. La mayoría de estos chicos piensan que con solo clavártelo, lo
conseguirás. Por no mencionar el extremo opuesto del espectro, donde piensan que
son increíbles y quieren mostrar sus increíbles movimientos.
—No, lo peor es el pene whisky donde siguen y siguen, y estás dispuesta a
hacer lo que sea para que se vengan o se larguen —interrumpe Sutton.
—Jesús, estamos hastiadas. —Tal vez debería empezar a mirar el sexo como
un ejercicio. Dios sabe que con el aumento del estrés en mi vida por el juicio
simulado, mis niveles de glucosa estarán completamente fuera de control. Voy a
tener que hacer algo además de comer bien para controlar mis niveles de azúcar en
la sangre. Y engullir un bote lleno de yogurt congelado no es la forma de hacerlo.
Me levanto y vuelvo a meter el contenedor casi vacío en el congelador.
—Todo es parte de crecer. Bienvenida a la edad adulta —bromea Sutton.
Lamentablemente, creo que no está demasiado lejos de la realidad, lo cual es
otra razón por la cual rechazar al chico guapo de Brew House fue una buena idea,
independientemente de lo sensuales que parecían sus labios al formar mi nombre o
cómo sus ásperas manos rozaban mi piel más suave y tierna. Tengo la sensación
27 que es bueno en la cama. Hay algo en su cuerpo, grácil a pesar del tamaño, que
decía que estaba cómodo con su propia piel.
—¿En qué piensas ahora? —pregunta Sutton.
Me doy una pequeña sacudida. Realmente necesito dejar de pensar en ese
tipo sin importar cuán azul... Oh, Dios. Me vuelvo hacia mis compañeras de cuarto.
—Un tipo coqueteó conmigo en el Brew House —digo lentamente mientras
las piezas del rompecabezas se unen. Ojos azules. Cabello negro azabache.
Músculos tan agradables que excitarían a una monja.
—¿Jon Cryer o Charlie Sheen? —Sutton se especializa en cine.
Hago una mueva.
—¿Qué tal ninguno?
—Bien, elige tu propio actor parecido.
—Qué tal, si en lugar de un actor, elijo un jugador de fútbol de Western State.
No lo reconocí anoche sin el ojo negro y el casco. Además, llevaba gafas.
Sutton se ríe a carcajadas.
—¡Te engañó al estilo Clark Kent!
Tintineo. Tintineo. Charity le hace señas a Sutton para que deje de reír.
—En serio, ¿Matt Iverson coqueteó contigo anoche? ¿Qué dijiste? ¿Vas a salir
con él?
Sutton se inmiscuye.
—Sé exactamente lo que dijo. No es mi tipo. —Se vuelve hacia mí—. ¿Tengo
razón?
Me encojo de hombros.
—Y qué si tengo un tipo. Demándenme. No creo que preferir un cierto sabor
de yogurt sin endulzar sea algo malo.
—Claro, si estás comiendo yogurt. —Charity grita de consternación—. Pero
esta es excelente carne masculina tipo A.
—Necesitamos realizar una intervención. —Sutton suspira—. ¿Cuál fue la
excusa que diste?
Le hago una mueca a Sutton, que en respuesta, me saca la lengua. Bien, sí le
di una excusa.
—Que estaba trabajando en mis juicios simulados. Además, parece que le
tomaría un gran esfuerzo. Ahora no importa. Ace y yo tenemos un pacto. No hay
28 jugadores de fútbol para mí.
—Hay ochenta hombres en ese equipo. ¿A quién le importa lo que Ace
piense? —Los largos pendientes de aro de Charity se balancean mientras mueve la
cabeza con indignación.
—Estoy de acuerdo. Además, Ace se inventó ese estúpido pacto solo para
poder mantenerte para él solo.
Busco algo en el armario para que Sutton no me vea poner los ojos en blanco.
He escuchado su teoría antes, sobre el enamoramiento de Ace conmigo. Parece que
todavía se aferra a esta, a pesar del número de veces que Ace ha estado en este
mismo departamento hablando de las chicas con que se ha acostado.
Charity está fuera de sí por la desilusión.
—Aparte de tus actividades extracurriculares, dieciséis horas de escuela y
veinte horas de trabajo, seguramente podías dedicarle tiempo a alguien que se vea
así. Yo me lo comería completo.
—Entonces llámalo. Aquí está su número. —Me acerco a mi bolso, saco el
papel en el que garabateó su número y lo empujó hacia ella.
—¿Te dio su número? —dice Sutton con incredulidad.
—Síp.
—Me doy por vencida contigo. —Se da vuelta y se cruza de brazos con
disgusto.
—Eres la que dijo que los hombres guapos probablemente son malos en la
cama —le recuerdo, ignorando esa voz de anciana que grita: ¡Mentirosa!—.
Además, la mayoría de los jugadores de fútbol pasan por las mujeres como
pañuelos. Mira a Ace. —Me siento gratificada cuando mis dos compañeras de
cuarto dan asentimientos reacios de comprensión—. Matt simplemente emite esta
vibra de alguien cuya forma predeterminada hacia las mujeres siempre está
“encendido”. Probablemente coquetearía con un {rbol si supiera que era mujer.
—¿Cómo sabes eso? —me desafía Sutton.
—Él coqueteó conmigo. En el Brew House.
—Lo dices como si el Brew House fuera el santuario de una monja. Sé con
certeza que tú y Keith se enrollaron allí.
—Primero, no nos enrollamos allí. Trabajamos allí. Y porque trabajamos
juntos y pasamos juntos mucho tiempo, era natural que nos acostáramos. Pero,
¿tengo que recordarte lo aburrido que fue? ¿Cómo casi me quedé dormida cuando
estábamos teniendo sexo? Si esa no es una razón para alejarse de los hombres
29 excitados por el olor a café, no sé qué lo sería.
Charity hace una mueca.
—Supongo. Aun así, creo que Matt Iverson valdría al menos un revolcón.
Podrías hacerlo por mí. Por el sexo femenino. Podrías probar la teoría de si en
realidad los hombres realmente guapos saben cómo satisfacer a una mujer.
Informar en cuanto a si es un fiasco o un semental.
Semental. El atractivo cuerpo de Matt Iverson parece que podría soportar un poco de
abuso. Guardo ese pensamiento para mí, no sea que Charity se lance hacia mí con
frustración.
—Oh claro, déjame ir y sacrificar mi noche por ti. —Me saca la lengua—.
¿Qué tal esto? —digo apaciguadora—. Voy a fantasear con él. Probablemente
tendré un mejor orgasmo sola, materializándolo con él.
—Es cierto —dice Charity con tristeza—. Si realmente fuera bueno en la
cama, sería el unicornio, y luego nos preguntaríamos por qué estaba soltero. Como,
¿qué tiene de malo que esté fuera buscando en cafeterías por compañía? Debería
poder ir al Gas Station, aplaudir y tener una docena de chicas a sus pies.
—Gracias. Mi punto exactamente. —Pero estar en lo cierto no me hace sentir
mejor.
MATTY
Me encuentro en el Brew House la noche siguiente. Cuando Josie Weeks
anunció que estaba formando un grupo de estudio para nuestra clase de Práctica
Criminal y Procedimientos, no estuve interesado. Cuando dijo que se reunirían en
el Brew House a las siete, no pude poner mi nombre en la lista lo suficientemente
rápido.
Me digo que es porque necesito estudiar, pero en el momento en que entro y
pongo los ojos en el largo cabello rubio de Lucy, admito que es porque quiero
volver a verla. A pesar de su rechazo, todavía estoy caliente por ella de una
manera que no recuerdo haberme sentido hacia otra chica.
Además, centrarme en Lucy, incluso si me rechazó, es mil veces mejor que
30
pensar en la ridícula tarea que el entrenador quiere que haga. Es el entrenador. Si
quiere que un jugador se mueva, mueve al jugador. No va a un linebacker con esa
solicitud. Lo estoy ignorando por ahora. Lo ignoro y, en cambio, aplico mis
energías en una dirección diferente y mejor: Convencer a la dulce Lucy para que
salga conmigo.
En la mesa de Josie, hay dos sillas y ella está sentada en una. O todos los
demás llegarán tarde o solo seremos nosotros dos. Ignoro la forma en que está
acariciando la silla junto a ella y arrastro una para poder sentarme de cara al
mostrador. Esto es definitivamente matar dos pájaros, con una piedra.
—¿Asusté a todos o sólo seremos nosotros? —pregunto, quitándome mis
gafas y abriendo el libro de texto. Lucy está casi bloqueada por las máquinas, las
registradoras y las vitrinas que muestran carbohidratos azucarados, pero sé que
me vio cuando entré. Le hice un ademán y frunció el ceño. Me reconoce. Lo tomo
como una señal de aliento.
—No, solo seremos nosotros. ¿No es agradable? —Las palabras de Josie
rompen mi inspección.
Ups. Olvidé por qué estaba aquí por un minuto. Rápidamente proceso la
respuesta de Josie.
—Definitivamente necesito un grupo de estudio —respondo
diplomáticamente.
Su sonrisa se atenúa un vatio o dos, pero no desaparece por completo.
—Me alegro de poder estar aquí para ti.
El semestre de primavera siempre es un poco más difícil para mí mantenerme
concentrado. Solo tengo unas semanas de juegos en la primavera, pero el resto del
tiempo, mi agenda está abierta. La mayoría de los problemas en que nos metemos
los jugadores es cuando no tenemos un entrenador respirándonos en el cuello y
tenemos prácticas a las siete de la mañana.
De mi limitado estudio de Josie, no sé si está interesada en acostarse conmigo
o simplemente empacarme, etiquetarme y colgarme como un trofeo en la casa de
su hermandad. En años anteriores, me habría acostado con ella en un abrir y cerrar
de ojos. Hoy en día, he aprendido a ser más exigente. Si estuviéramos en el Gas
Station o en una fiesta posterior a un juego, las reglas serían bastante claras. ¿Aquí?
Podría estar buscando algo más de lo que estoy interesado en darle.
Las cazadoras de jersey7 son muy comunes, siempre dispuestas a dar un
paseo por el lado del fútbol, pero debes tener cuidado con las que son demasiado
31 ansiosas, las que no solo están tratando de convertirte en un trofeo, sino en un
jodido premio al Logro de toda una vida. Como haciéndole agujeros a los
condones y sorpresa, eres el papi de un bebé. No sé si Josie cae en esa última
categoría, pero está un poco ansiosa para mi gusto.
¿Demasiado ansiosa? ¿Desde cuándo me quejo por la ansiedad?
Una risa profunda atrae mis ojos al mostrador de nuevo. Oh claro. Desde que
la atractiva rubia me rechazó. Ella hace que mi pene se mueva. Me inclino hacia
adelante, queriendo ser parte de lo que sea que la está haciendo sonreír. Josie sigue
mi mirada. Sus ojos se estrechan con concentración láser.
—¿Conoces a Lucy Watson?
—Nah, no soy muy bebedor de café. —No menciono mi teoría sobre el agua
impregnada de sudor. Mi bebida preferida es el Gatorade, seguido de Gatorade y
vodka pasado con cerveza, razón por la cual puse un pie en el Brew House tal vez
media docena de veces desde que comencé a asistir a Western.
—No estoy segura de cuál es su carrera. Comunicaciones, ¿Ciencias Políticas?
Algo como eso. Es muy extraña.

7La expresión hace referencia a las chicas que persiguen a los jugadores de fútbol americano
buscando algún tipo de relación casual o seria.
Me giro hacia Josie, sorprendido por su comentario malicioso. Por lo general,
cuando las chicas atropellan a otras chicas frente a mí, tienen más finura. Es más
como, “se vería mucho mejor con un vestido diferente”, y no tanto como, “es una
perra fea, aléjate”, porque incluso la gente absorta en sí misma se da cuenta en
algún momento que ese tipo de comentarios son desagradables.
—¿En qué manera?
—¿Por qué quieres saberlo? —Frunce el ceño.
He pasado suficiente tiempo con las mujeres para reconocer el peligro cuando
lo veo. Josie es lo suficientemente intuitiva como para sentir que tiene competencia.
En realidad, la competencia está en su cabeza, pero eso sigue siendo un problema.
Intencionalmente aparto su atención de Lucy tocando mi libro.
—¿Por qué no comenzamos con el fruto de la doctrina del árbol venenoso?
Esto parece funcionar ya que la atención de Josie se desvía. Lucy es salvada y
ni siquiera lo sabe. Josie y yo nos ponemos a trabajar diez minutos antes que Josie
salte hacia su teléfono.
—¿Qué piensas de esta foto? —Voltea su teléfono hacia mí. La pantalla está
32 llena de ella y tres amigas con diminutos trajes de baño—. Fue el año pasado en St.
Thomas. Estábamos pensando en volver allí este año.
—Se ve bien —le digo obedientemente. Soy gran fan de Instagram. Y de
Twitter. Y de Snapchat. Todas esas cosas han hecho que sea extremadamente fácil
encontrar mujeres de ideas afines, mujeres que quieran una buena noche y nada
más. Pero quiero estudiar ahora, y es una lucha evitar la irritación de mi voz.
Mi cumplido no efusivo no detiene a Josie. En su lugar, hojea más fotos y
vuelve a mostrarme el teléfono. Esta vez lleva un vestido brillante y está junto a
otra chica con un vestido radiante. Apenas puedo distinguirlas. Ociosamente, me
pregunto si servirían como una bola de discoteca si las colocásemos en el techo.
Quizás solo necesitemos los vestidos.
—Esto fue en el otoño formal del año pasado. Creo que me veo pesada en este
vestido. ¿Qué piensas?
Entorné los ojos. Parece que comió una dieta de zanahorias y apio durante
dos años.
—Creo que te ves bien.
Esta vez, frunce el ceño.
—¿Bien?
—Sí. Bien. Bonita. Estupenda. —Continúo dándole adjetivos con la esperanza
de encontrar el correcto, pero no inyecto suficiente entusiasmo en mi voz. Y mis
esfuerzos a medias de felicitarla mataron su deseo de estudiar, si alguna vez lo
tuvo en primer lugar. Entierra su nariz en el teléfono y después de unos cinco
minutos de silencio, decido que estoy sediento.
Mientras espero en la fila, miro la pizarra preguntándome cuál es el mejor
café para alguien que no le gusta el café. Un tueste oscuro queda descartado. ¿Tal
vez tueste ligero? ¿Eso es como un bistec? Los granos de café están ligeramente
tostados, por lo que todavía saben a lo que sabe un grano de café crudo.
—¿Puedo ayudarte? —Lucy ladea la cabeza hacia un lado. Su largo cabello
rubio está recogido en una cola de caballo, de esas que me gusta envolver
alrededor de mi puño mientras...
Interrumpo mi línea de pensamiento cuando se aclara la garganta y me
dedica una mirada bien mezclada de desdén y desprecio, como si supiera en qué
estaba pensando ahora y se diera cuenta que no soy muy bueno para nada más.
¿Sus ojos eran tan grandes anoche? ¿Eran así de... suaves? Se ven como los ojos de
un cachorro. Marrones, cálidos y entrañables. Si el cachorro pensara que era un
33 idiota, así.
—Estoy tratando de decidir cuál es el mejor café para mí.
—Pensé que no bebías café.
—No lo hago. —Me encojo de hombros. ¿Puedo ser más obvio? No lo creo.
Desafortunadamente, Lucy no muerde el anzuelo. Otra chica estaría apoyada
contra el mostrador, tal vez girando su cabello alrededor de su dedo. Lucy parece
aburrida. Eso debería molestarme más, pero en su lugar me siento un poco
animado por su desdén. Es seguro como el infierno diferente—. No usaste mi
número.
—Estaba estudiando. Tenemos ocho tipos diferentes de té.
—Tengo el mismo problema con el té que con el café. ¿Algo más?
Abre la boca para preguntarme cuál es mi problema, luego la cierra de golpe
casi de inmediato. Mmm. Tal vez estoy rompiendo su barrera un poco.
—¿Qué tal una sidra con especias?
Me animé.
—¿Puedes hacer eso? —Es enero y es tan frío como el trasero de un pingüino,
por lo que la sidra especiada suena genial.
—Síp. —Garabatea algo en la taza. Supongo que no es su número de teléfono
porque la vaga sonrisa que dirige en mi dirección es la misma que le dio a los dos
estudiantes antes que yo y, sin duda, al próximo que vendrá detrás de mí.
No debería sentir una punzada de desilusión, pero la siento.
—¿Algo más? —pregunta tentativamente.
Porque, como un idiota, todavía la estoy mirando. Me muevo a la vitrina.
—Podría tener un streusel de manzana.
Mañana tendré que dedicar diez minutos más a los trineos 8 para perder eso,
pero qué demonios. Acabamos de ganar el campeonato. Tengo tres semanas hasta
que comience la primavera. Si quiero comer un pedazo de pastel, este es el
momento.
—Lo hacemos fresco todos los días. —Recita la frase con suficiente
aburrimiento como para decir que está cansada de decirla. Cuando se estira dentro
de la vitrina con un par de pinzas y elige la porción más grande, pregunta—: ¿Te
gustaría que la calentara?
—No sé, ¿me gustaría? —Las palabras se deslizan, roncas y provocativas, y
34 totalmente involuntarias.
Sus ojos se abren.
—Ah, a la mayoría de la gente le gusta así. —Me mira con irritación y se va
para calentar mi pastel mientras me siento como un completo idiota. Desde sexto
grado no he sido tan maleducado con una chica.
Mi teléfono suena.
Hammer: ¿Dónde estás? Las chicas en el Gas Station están buenas esta noche. Es
como si el invierno no existiera para ellas. Dios bendiga vestidos de curas.
Yo: De tirantes.
Hammer: Es igual. ¡¿Dónde estás?! ¿Crees que las vacaciones de Navidad hacen que
estas chicas de Western sean más atractivas? No recuerdo que estuvieran tan bien el último
semestre.
Yo: ¿Cuánto has bebido? Solo son las 8.
Hammer: ¿Dónde estás?
Suspiro. Si no le respondo, probablemente saldrá corriendo del Gas Station y
comenzará a gritar mi nombre como el tipo que grita “¡Stella!” en esa película que
tanto le gusta a mi madre. Eh. Me pregunto si es por eso que el entrenador le puso

8 Hace referencia a un armazón de arrastre que usan los futbolistas para ejercitarse.
a su hija así. Me doy una bofetada mental por caer en ese agujero de conejo en
particular y le doy una respuesta a Hammer.
Yo: En el Brew. Siendo rechazado.
Hammer: Noooooo.
Con suerte, Hammer está bebiendo con un amigo esta noche.
Mi teléfono vibra nuevamente, pero esta vez la pantalla muestra el número
cincuenta y cinco. Es Masters. Maldita sea, voy a extrañar a ese bastardo cuando
abandone la escuela a fines de este año.
Masters: Hammer me envió un mensaje de texto. Parece que necesitas ayuda.
Pongo los ojos en blanco. ¿Qué dijo Hammer?
Masters: Tomó una captura de pantalla a la conversación con lo que pudo entrar en
una foto.
Yo: Hammer está conmocionado al descubrir que hay mujeres afuera del Gas Station.
Peor aún, que tienen la palabra no en su vocabulario.
Masters: La situación parece terrible. Mira alrededor. ¿Ves algún adulto?
35 Miro a Lucy, quien está hablando con su compañera de trabajo y evitándome
a toda costa. Creo que es una buena señal.
Yo: El tamaño de mis pelotas indican que soy el más adulto aquí.
El microondas suena y ella saca el streusel. Esa no es una buena señal. Ya no
tengo excusa para perder el tiempo aquí en el mostrador. Señalo lo primero que
veo.
—Tomaré uno de esos también.
—Es pastel de café. Esta versión está hecha con café de verdad. —Ni siquiera
tengo que mirarla para saber que su expresión se cierne entre este tipo es un idiota y
cuándo va a tomar su mierda y volver a su mesa.
—Sí, dame una gran rebanada.
Claramente piensa que soy retrasado. Ni idea qué pensará de mí de lo
contrario.
Yo: No me han rechazado tan fuerte desde que traté de bloquear el despeje en ese
juego contra OSU el último semestre.
Masters: Mi esposa dice que el rechazo es bueno para ti. Te hace mentalmente duro.
Yo: Te encanta decir esa frase “mi esposa”.
Masters: Apuesta tu trasero gordo a que sí.
Yo: ¿No crees que es completamente extraño que tengas 21 años y actúes como una
canción de Taylor Swift?
Masters: Hermano, lamento que te sientas excluido. Pasaré más tarde y te daré un
abrazo.
Yo: Que te jodan.
Masters: Tengo a MI ESPOSA para hacer eso por mí. Gracias, sin embargo. El
abrazo sigue en pie. Incluso te dejaré olerme. MI ESPOSA dice que huelo delicioso.
Yo: Te he olido antes, y por eso no estoy seguro de cómo convenciste a Ellie para que
se casara contigo. Debe tener sentidos olfativos defectuosos.
Masters: MI ESPOSA defectuosa y yo lo haremos esta noche. Mientras tú solo tienes
a Rosa Palma.
Yo: No te preocupes. Tengo mucha variedad. Laura la zurda a veces se une.
Masters: Escuché que saliste con Josie Weeks. Ten cuidado. Come pequeños
linebackers como tú para el desayuno.
Y el hecho que ni siquiera responder con un comentario sexual me dice
exactamente cómo me siento con respecto a Josie. Espero que no le importe ser solo
36 compañeros de estudio.
—Aquí está tu streusel de manzana y tu pastel de café.
Guardo el teléfono en mi bolsillo. Las mejillas de Lucy volvieron a su color
normal, y su sonrisa es una que dice que cualquier flirteo futuro de parte mía es
tan bienvenido como la visita nocturna de una araña.
—¿Alguna vez vas a usar ese número de teléfono?
—Ya lo hice. —Inclina la cabeza hacia el final del mostrador—. Puedes
recoger tu sidra allí.
Abro la boca para decir algo extremadamente ingenioso cuando su
compañero de trabajo comienza a gritar mi número de teléfono. Entonces eso es lo
que escribió en la taza. Toda la cafetería mira al tipo flaco e inconformista con su
cabello lleno de gel peinado tan inmaculadamente que en realidad podría ser un
muñeco Ken que cobró vida. Lucy me mira de reojo bajo sus pestañas, y no puedo
evitar reírme.
Me inclino hacia adelante.
—Me gusta que lo hayas memorizado.
Se sonroja, y camino de regreso a la mesa de Josie, cargado de golosinas y del
dulce conocimiento que en realidad gané una pequeña ronda contra la formidable
Lucy Watson.
—Sabes que es drogadicta, ¿verdad? —Josie resopla cuando me siento y
empiezo a comer.
—¿Quién? —Meto lo último del streusel en mi boca y cavo en el pastel de
café, con la esperanza que haya suficiente mantequilla y azúcar para superar el
verdadero sabor del café. Después del primer bocado, me doy cuenta que soy un
idiota porque el pastel es asqueroso. Tomo otro gran mordisco y paso todo el
desastre con un gran trago de Gatorade.
—¡Lucy Watson!
Retrocedo.
—¿Lucy? ¿La chica de la cafetería?
—Sí. Una de mis hermanas vivía en el mismo dormitorio que ella y la vio
inyectarse en su primer año. ¡Justo antes que se sentara a comer!
No puedo evitar quedar impresionado.
—Eso es serio. ¿De verdad crees que se estaría inyectando drogas en medio
de la cafetería de la universidad?
—¿Por qué? ¿Quieres un poco? —dice Josie con disgusto.
37
Obviamente, mi falta de consternación por la supuesta adicción a las drogas
de Lucy es una señal de depravación moral. Estoy bien con eso. Termino el pastel
de café antes de contestar.
—No. Me hacen pruebas de drogas al azar y no podría jugar si diera positivo,
entonces no. —Hay tipos que fuman marihuana para ayudar con el dolor. También
tenemos muchos tipos en Adderall. Los médicos del equipo reparten analgésicos
como dulces, pero trato de evitarlos todo lo que puedo. Una vez que sigues ese
camino, creo que es difícil no apoyarse demasiado en ellos—. Pero cualquiera que
sea tan adicto a las drogas que se inyectara en un lugar público no puede funcionar
como ella.
—¿Así que la conoces?
Dios, ¿qué pasa con la jodida inquisición?
—Sí, nos estamos viendo —miento. Me imagino que Josie no va a
confrontarla sobre esto, así que mi mentira es la más segura que he pronunciado.
Josie se queda boquiabierta.
—¿Por qué viniste esta noche, si ya estás saliendo con alguien?
Ahora es mi turno de ofenderme.
—Dijiste que era un grupo de estudio.
—¿Y me creíste?
—¿Por qué no habría de hacerlo? —Demonios, tal vez no debería
aventurarme fuera del Gas Station. Es muy complejo aquí—. Esto es la
universidad, y existen grupos de estudio. Muchos. La universidad a los grupos de
estudio como las bibliotecas a los libros. Van juntos.
—Pero eres jugador de fútbol. Titular, ¿verdad?
—¿Y?
—Entonces no necesitas estudiar.
—Tal vez no, pero eso es porque soy inteligente, no porque me den un pase
por ser jugador de fútbol.
—Pensé… —Se detiene y mira sus papeles con frustración.
La ayudo.
—¿Pensaste que era un atleta idiota y que te agradecería tu atención?
Frunce los labios. Eso es exactamente lo que pensó.
—Puedo compartir las notas de mi hermandad contigo. —Me empuja un
38 juego de papeles.
—Gracias, pero realmente no lo necesito. Todos nosotros, los tontos
deportistas, recibimos tutoría gratis.
Josie levanta su teléfono y presiona algo en la pantalla. Lo gira para
enfrentarme. Con una sonrisa plástica, dice:
—¿Qué te parece esto?
Es una foto de Snapchat de mí mirando a Lucy como si fuera la golosina más
sabrosa de todo el lugar. La superposición de texto dice: Matty Iverson puede ganar
en el fútbol, pero pierde en la vida.
—Gracias por tomar la foto desde la derecha. —Es aparente que debería
ofenderme, pero el juego de Josie es demasiado obvio. Cualquiera leerá eso y sabrá
que ella fue la rechazada—. Es mi mejor lado.
Lanza uno de esos gritos silenciosos, del tipo de los que se traga la mayor
parte del sonido, pero todavía sabes que está gritando a todo pulmón. Su bolso
está lleno en segundos, y se va con tanta prisa que su cabello me golpea en el
rostro.
—Olvidaste tu sidra —dice Lucy—. Aunque parece que te vendría mejor una
cerveza. Vendemos eso también.
—Solo estábamos estudiando.
Lucy se da vuelta para mirar en la dirección de Josie.
—Es una compañera de estudio infeliz la que tienes allí.
—Tuvimos un malentendido. Pensó que esta era una cita y yo pensé que era
un grupo de estudio.
—¿Entonces no estás perdiendo en la vida?
Al parecer el Snapchat se está extendiendo más rápido que una ETS en una
casa de fraternidad.
—Cuando se trata de ti, aparentemente lo hago.
Frota un nudillo debajo de su barbilla.
—Terminaré en quince minutos y necesito comer algo. Puedes unirte a mí si
quieres.
Me alegro.
—¿De verdad?
Mi obvio entusiasmo me hace fruncir el ceño.
—No te hagas ninguna idea. No es una invitación para nada más que sentarte
39 al otro lado de la mesa mientras como.
Esta es una cita incluso si no lo admite.
—¿Puedo comer también, o simplemente me siento y observo?
Sus cejas se juntan de una manera bastante adorable.
—Comiste pastel de café y el streusel de manzana.
—Soy un pozo sin fondo, o eso me dice mi mamá. —Mi mano se posa en mi
estómago, y sus ojos me siguen de una manera gratificante. Tal vez no estoy en
huelga porque la forma en que su mirada me está devorando ahora me dice que le
gustaría una porción de Matty con su comida.
—Estupendo. Encuéntrame en el frente en quince. —Entonces gira y vuelve a
apresurarse detrás del mostrador. Como si ni siquiera estuviera aquí.
O demonios, tal vez me invite a cenar para decirme exactamente cuánto no
quiere volver a verme. Eso sería un poco loco, lo que significa que debería irme,
pero me tiene bien enganchado. Tan bien que, en este punto, casi seguiría su bonito
trasero a cualquier parte.
LUCY
—¿Está bien si vamos a Crowerly's? —pregunto cuando me encuentro con
Matt afuera del Brew House. Para su crédito, no hace una mueca cuando sugiero el
restaurante vegano. O no tiene idea de qué sirven.
—La elección de la señorita. —Estira una mano, indicando que debo guiar el
camino.
—Es vegano —le digo.
—Mejor. Ambos sabemos que esta noche tuve suficiente azúcar y
carbohidratos como para provocar convulsiones en un niño pequeño. ¿Estás
segura que no me diste dos trozos de pastel de café? —Acusa.
40 —Cerraremos en una hora —admito—. Hubiera sido tirado si no se vendía.
Además, no esperaba que te lo comieras todo.
—Mírame. —Extiende sus brazos ampliamente—. ¿Me veo como un tipo que
rechazaría pastel?
No puedo evitar mirarlo. Tiene la clásica forma de V con hombros anchos y
cintura estrecha. Nada en él dice “como pastel de café”. Más bien como pollo
simple y un montón de verduras. Por supuesto se ejercita dos horas o más al día,
así que tal vez pueda comer todo el pastel que quiera.
¿Y por qué me importa?
—Supongo que no.
Crowerly's está solo a dos cuadras de distancia, y ninguno dice una palabra
más hasta que estamos sentados uno frente al otro en la mesa.
—¿Viniste al Brew House esta noche por mí? —Mi tono es más cortante de lo
que pretendía, pero no parece insultado. En todo caso, se ve divertido.
—No. Te lo dije, pensé que venía a un grupo de estudio.
Su expresión es muy inocente para mi gusto. Y maldita sea, es demasiado
hermoso para mi comodidad. De alguna manera, en el lapso de veinticuatro horas
logré olvidarme lo jodidamente sexy que es este tipo. Ahora puedo ver por qué
Charity estaba babeando cuando mencionó su nombre.
—Correcto. Tu grupo de estudio. —Le muestro con mis ojos cuánto le creo.
Lo cual es nada—. Y supongo que saber que trabajo allí no tuvo nada que ver con
tu proceso de pensamiento.
—Te das demasiado crédito, Luce. Mis estudios son mi prioridad número
uno. —Sonríe dulcemente.
—En primer lugar, ¿Luce?
—Síp. Estamos sobre una base de apodos ahora. Eres Luce, y yo soy Matty. —
Sus labios se curvan ligeramente—. A menos que quieras elegir un apodo diferente
para mí. Algo así como... mmm... ¿Precioso? Respondería a eso.
Me trago la risa y agarro el menú. Le doy un vistazo rápido justo cuando la
camarera aparece para tomar nuestros pedidos. Pido un cuenco de sopa de
calabaza y un café, y cuando Matt se estremece, miro a la mesera y agrego:
—Si pudieras traer toda la cafetera y dejarla aquí, sería estupendo. Mi amigo
ama el olor del café recién hecho.
Me mira.
La camarera parece confundida.
41 —Oh lo siento. No podemos hacer eso. Pero puedo traerles los vasos jumbo.
—Mira, desconcertada, a Matt—. ¿Le parece bien?
Matt suspira.
Una vez que se va, se dirige hacia mí con exasperación.
—¿De verdad? ¿Ahora me estás castigando? ¿Por atreverme a invitarte a
salir?
No puedo evitar sonreír.
—No, eso fue demasiado divertido para resistirlo. —Me vuelvo a poner
seria—. En cuanto a la parte de “invitarme”, ya te dije, no estoy interesada.
Sus ojos azules son presumidos.
—Entonces, ¿por qué cenamos juntos?
—No lo hacemos.
—Estás ordenando comida. Voy a pedir algo cuando regrese después que
hablemos de este menú...
—Pide las papas fritas de tofu y el yogurt —lo interrumpo—. Son deliciosos.
De hecho, pide dos órdenes y comeré lo que sea que no quieras.
Sus labios se levantan de nuevo, como si no estuviera para nada irritado
porque lo interrumpiera.
—Bien, dos órdenes de papas fritas de tofu y luego estaremos comiendo.
Juntos. Sabes lo que significa juntos ¿verdad? Cerca o próximo a otra persona.
—Muy bien, señor Diccionario.
Dobla los brazos sobre la mesa y se inclina. Es tan alto, y las mesas en
Crowerly's son tan pequeñas que prácticamente me toca.
—Soy tu hombre si necesitas algunas palabras del SAT9 para tus trabajos. —
Una sonrisa traviesa se extiende por su rostro—. Soy un tipo verbal. Me gusta decir
cosas casi tanto como me gusta hacerlas.
No define explícitamente qué son esas “cosas”, pero tendría que ser una
novata total para no entender su sentido. Está hablando de cosas sexuales. De
cosas sucias. De cosas sexys. ¿La imagen de este tipo inclinado sobre mí
susurrando exactamente cómo me va a tocar, a sentirme, a estar conmigo? Voy a
necesitar una jarra de agua, no una taza de café. La idea de Matt, demonios
¿realmente lo llamo Matty ahora?, está en mi cabeza, y necesito expulsarlo.
—¿Cómo es eso siquiera verdad? —dije con escepticismo. No hay forma que
le guste hablar tanto como le gusta tener sexo con una chica

42 —¿Nunca disfrutaste de una charla sucia durante tu diversión? —Se ve


decepcionado.
—No es que sea de tu incumbencia, pero creo que hablar está sobrevalorado.
Tal vez deberías practicar un aspecto, como el físico, antes de agregar otro
componente —digo en mi tono más clínico y represivo, pero incluso mientras
pronuncio esas palabras, sé lo que va a decir. El problema aquí es que Matt podría
probablemente volver cualquier cosa en una insinuación sexual.
—Soy gran partidario de “la pr{ctica hace al maestro” y mis sentimientos no
se ofenden con las críticas, por lo que debes probar mis habilidades tanto físicas
como verbales. ¿Digamos, mañana por la noche?
Me salvan de responder cuando aparece la mesera con nuestras dos grandes
tazas de café. Matt empuja la suya a un lado y hace su pedido de papas fritas y
salsa, la versión Crowerly al menos, y un vaso de agua. El agua aparece momentos
después, como si la camarera no soportara estar lejos de él ni por un segundo.
—Estoy ocupada mañana por la noche. Tengo una práctica de juicio
simulada.
—Bien. Me gusta eso. Una verdadera excusa. Ayuda a suavizar la punzada.
—Se frota el pecho con fingido dolor, y tengo que esforzarme para no mirar lo bien
definidos que se ven sus músculos incluso debajo de su camiseta.

9 SAT: Examen de admisión.


A ti no te gustan los músculos, me recuerdo.
—Volvamos a esta experiencia de falta de charlas sucias. ¿Con qué tipo de
chicos estás saliendo?
—Con los buenos.
—Soy un buen tipo, y me encanta la charla sucia. Si te sientas en mi regazo en
este momento, podría decir algo como “He estado esperando todo el día para tener
tu trasero en mis manos”, y podrías responder con “Matty, eres tan grande”. —Su
voz aguda me hace reír a regañadientes—. Me gustan los adjetivos grande, atractivo
y fuerte. Solo para que sepas. Y luego te acercaría para poder acariciarte el cuello y
decirte…
La campana suena cuando la puerta del restaurante se abre y entran cuatro
chicas. Tomo el agua de Matty y la trago. Su pequeña muestra de charla sucia me
hizo sentir incómodamente excitada. Esta es exactamente la razón por la que no
salgo con hombres como él. Tendría que tomar una dosis extra de glucosa todos los
días solo para mantener el ritmo.
Las chicas deben haber visto a Matt porque pasan por alto tres mesas vacías
para caminar junto a la nuestra. A medida que pasan, hay un concurso de quién
43 puede mover su cabello sobre su hombro con más fuerza. Juro que las dos últimas
hojean tan descaradamente, que me sorprende lleguen a su propia mesa en
posición vertical.
Para su crédito, él está más interesado en el yogurt y en el tofu que entregó la
camarera.
—¿Esto es tofu? —pregunta con entusiasmo entre grandes bocados. Solo se
necesitan dos para que todo desaparezca en su boca. Se la limpia antes de
decirme—: Tom Brady come muchos platos veganos durante la temporada. Dice
que lo mantienen saludable. Debería probar más de esto. No me di cuenta que
sabía tan bien.
En parte me siento aliviada que la comida lo haya distraído de su discurso
sobre hablar sucio, pero también estoy parcialmente decepcionada. Es… bueno,
maldita sea, divertido hablar con él. Ugh. ¿Por qué? ¿Por qué no puedo unir a
Keith y a Matt? ¿La personalidad de Matty con el atractivo seguro y silencioso de
Keith?
Como mi sopa, que de alguna manera sabe mejor que nunca antes, y sé que
no es porque haya un nuevo chef. Es porque me estoy divirtiendo mucho.
Él come todas menos dos de las papas fritas y empuja el plato hacia mi lado
de la mesa.
—Cambiemos. Quiero ver si me gusta la sopa de calabaza porque suena
desagradable y se parece un poco a la mierda de zanahoria en puré que tuve que
comer de bebé.
Intercambiamos platos, pero no como nada. En cambio, miro mientras usa mi
cuchara para probar la sopa. Saca la cuchara de su boca haciendo ruido, y juro que
todo mi cuerpo comienza a hormiguear.
—Mmm. Bueno. Con un poco de especias y un poco dulce. Sin embargo, no
sé cuánto de eso eres tú y cuánto la sopa.
Esto es como un juego previo. Voy a tener que empaparme en un vaso de
agua. Debajo de la mesa, aprieto los muslos, pero ese movimiento solo sirve para
recordarme la poca acción que he tenido allá abajo. Entre él lamiendo la cuchara y
diciéndome que quiere probarme, estoy más excitada de lo que puedo recordar
haber estado. Lo que de verdad, de verdad apesta.
—¿Por qué estás coqueteando conmigo?
Me mira como diciendo que no puedo ser tan tonta, pero aparentemente lo
soy. Lo culpo a él.

44 —Porque eres malditamente atractiva y me gustaría probarte directamente


del grifo. —Deja la cuchara—. La mejor pregunta es, ¿por qué no sales conmigo?
No me estoy jactando porque hay algo entre nosotros.
—¿Por dónde empiezo?
Se ríe. Realmente se ríe de eso.
—Dios, hay tantas razones. Espera un segundo. Necesito ponerme los
pantalones de chico grande.
Pongo los ojos en blanco.
—¿Qué tal si respondes una pregunta mía?
—Por supuesto. Dispara.
—¿Por qué te estás esforzando tanto?
—¿Honestamente? Porque es divertido.
Levanto una ceja en fingida confusión, pero sé exactamente a qué se refiere.
—¿Divertido?
Alegremente, come más sopa, todavía usando mi cuchara, antes de contestar.
—No había tenido que esforzarme tanto en años. Nuevamente, no presumo.
Es solo la verdad. No necesito esforzarme por esto. Las chicas vienen a mí.
—Claro, no estás presumiendo para nada.
—No lo hago. —Se encoge de hombros—. Así es como es. —Hace una
pausa—. Juego fútbol.
—Lo sé. —Sus ojos se iluminan, y sé lo que está pensando. Levanto mi
mano—. No pregunté sobre ti. Te reconocí después que te fuiste anoche. ¿Por qué
no me dijiste que jugabas fútbol?
—No parecía importante.
—Tonterías. Ser un Western State Warrior es algo importante en el campus.
Las chicas se tropiezan consigo mismas para estar contigo.
—Claro, pero ¿es ese el tipo de hombre que crees que soy? O tal vez la mejor
pregunta es si eres el tipo de chica que está impresionada por eso. Porque no me
parece. —Arquea una ceja.
Me tiene allí.
—No estoy impresionada por esas cosas. Es al revés, en realidad.
Por primera vez esta noche, frunce el ceño.
—¿Es por eso que no sales conmigo?
—Podrías convencer a cualquier de salir contigo. Probablemente puedas
45
venderle hielo a un oso polar.
—Si eso es cierto, ¿por qué sigues resistiéndote?
Pienso en mi trato con JR, que hasta ahora no era problema. Prometer
alejarme de los jugadores de fútbol no fue exactamente un sacrificio de mi parte;
no tengo nada en común con los compañeros de equipo de Ace, y sus estilos de
vida no se mezclan con los míos. No soy una mojigata ni nada, aunque Ace me ha
acusado de ser una de vez en cuando. Tener sexo en público no es lo mío. Tampoco
me pongo tan borracha que no puedo recordar con quién me acosté anoche. No
soy una chica fiestera. Y no me interesan los chicos fiesteros.
Matthew Iverson, tan atractivo y tentador como es, definitivamente cae en la
categoría de chico fiestero. O al menos creo que así es. Quiero decir, juega para
Western, tiene que ser un tipo fiestero, ¿verdad?
También está esperando una respuesta. Me decido por una.
—No eres mi tipo.
Por la forma en que sus cejas se alzan, puedo ver que lo sorprendí.
—¿Eres anti fútbol o anti atletas?
—Nunca he salido con ninguno, así que no puedo decírtelo.
—No es justo que seas anti jugadores de fútbol. Es discriminatorio. Voy a
necesitar hablar con el Consejo de Honores sobre esto —bromea—. ¿Quién es tu
tipo?
Jugueteo con la última papa de tofu.
—Salí con Keith, mi compañero de trabajo en el Brew House.
—¿Keith? —La frente de Matt se arruga mientras trata de recordar al poco
notable Keith—. Se parece a un muñeco Ken. Su cabello es todo… —Matt frota su
mano sobre sus propios mechones negros perfectamente despeinados.
—Utiliza mucho producto —admito.
—¿Así que te gustan metrosexuales?
—No. —Nunca se me ocurrió que Keith fuera metrosexual, pero sí tenía más
productos en el baño que yo—. Creo que pensé que era… —No tengo una palabra
mejor, así que solo la digo—. Seguro.
Estoy avergonzada de cuán débil es mi razonamiento. No suena bien en alto.
Siento que mis mejillas comienzan a arder. Moviéndome, intento articular algunas
excusas mejores.
46 —Eres divertido y atractivo y cualquier otra chica estaría encantada de estar
sentada donde estoy ahora. —Inclino mi cabeza hacia la mesa de cuatro chicas que
aún no pueden apartar los ojos de Matty—. Pero estoy ocupada, parece que
requieres de mucho esfuerzo, y no creo que seas un buen riesgo.
Mueve la cabeza mientras considera mi defensa.
—Esas son todas buenas razones, pero en realidad no se aplican a mí. Lo de
ocupada puedo creérmelo, demonios, lo he usado yo mismo. Pero ¿parece que
requiero mucho esfuerzo? ¿Y no soy un buen riesgo? ¿Qué demonios significa eso?
Suspiro.
—Eres como un bolso de diseñador realmente caro. Lo quiero pero sé que a)
No puedo pagarlo y b) Incluso si pudiera, sería tan obsesiva con conservar su
condición que ni siquiera lo disfrutaría. Además, todas las demás querrían tocarlo,
sostenerlo. Alguien podría incluso querer robarlo, y ese sería un cierto tipo de
estrés con el que no quisiera lidiar.
—Estás pensando demasiado, Luce.
—No dudo que lo haga. Miro las cosas desde todos los ángulos. Cada.
Ángulo. Quizás sea extraño, pero eso es lo que hago. —Lo que tengo que hacer.
Toda mi vida es acerca de la evaluación de riesgos. ¿Puedo comer este nuevo
alimento o ese nuevo alimento? ¿Puedo tomar una bebida o dos esta noche?
¿Descansé lo suficiente? ¿Ya es suficiente caminata por hoy? ¿Esta noche será la
noche en que mis niveles de glucosa se descontrolen y mis compañeras de cuarto
tengan que llamar al 911 porque estoy en un coma? No quiero explicarle eso a
Matt, entonces elijo una historia diferente—. Soy así sobre todas las decisiones de
mi vida, incluso las más pequeñas. Tuve problemas el año pasado debido a mi
champú, así que necesité cambiarlo. Pasé una semana investigando docenas de
diferentes marcas. Después de bajar la lista a diez, hice una matriz que enumeraba
todos los ingredientes, su función, y la calificación comedogénica antes de
decidirme por uno que todavía podía comprar en la farmacia, pero que no me
perjudicara. El proceso tomó tres semanas.
Matt parece un poco desconcertado por mi ejemplo, así que lo golpeé con
otro.
—¿Recuerdas el calor que estuvo haciendo el otoño pasado? —Asiente. Estoy
segura que lo hace. Ace maldijo al respecto todos los días, diciendo que preferiría
jugar para un equipo de clima frío que para uno caliente—. Mis compañeras de
cuarto y yo fuimos al lago Wanachakee. Hay un pequeño abrevadero privado en el
lado norte. Mis compañeras de cuarto, Sutton y Charity, deciden desnudarse e irse
a nadar desnudas a pesar del gran letrero blanco que dice: “No se permite nadar
47 desnudo, penado con una multa de hasta $500”. Me gritaron que entrara mientras
consideraba todo los escenarios de ser arrestadas, de ser arrastrada por la playa sin
ropa, de cuántas serpientes había en el agua. Leí un artículo sobre una mujer que
tuvo sanguijuelas en sus partes femeninas. —Matt palidece ante eso como lo haría
cualquier persona en su sano juicio—. Y como no estaba clorada, ¿cuántas personas
habrían orinado en ella? Pero hacía tanto calor, y el agua se veía tan bien.
—¿Lo hiciste al final? —pregunta, pero probablemente sepa la respuesta.
Niego.
—Para cuando decidí quitarme la ropa, Sutton y Charity tenían frío y
salieron.
Suspira.
—Parece que tus evaluaciones de riesgos te impiden divertirte en lugar de
mantenerte a salvo.
—No lo veo de esa manera. Las probabilidades están a mi favor. El
comportamiento arriesgado se etiqueta como riesgoso porque existe la posibilidad
que alguien se lastime. No hay nada negativo en querer evitar herir o lastimar a
alguien que te importa. —Me encuentro explicando mi razonamiento con detalles
minuciosos. ¿Es porque parece interesado? Desearía poder callarme.
—¿No te arrepientes de no haber nadado con tus amigas? Porque suena como
que tú sí. Hubo una nota melancólica cuando dijiste que el agua se veía muy bien.
—Se inclina hacia mí otra vez—. Qué tal esto. Tomaré todos los riesgos y tú solo
vendrás y disfrutarás el momento.
—Matt, salir no es el riesgo. Tú eres el riesgo. —Dejo unos billetes por mi
comida—. No estoy descontenta con la forma en que vivo ahora. No hay nada de
malo en tomar decisiones medidas y en sopesar los riesgos frente a los beneficios.
Me mira mientras me pongo el abrigo.
—Tienes razón en que no hay nada de malo en cómo estás viviendo. No estoy
juzgando eso. Solo digo que tal vez tu vida podría ser más feliz. Y que a veces
arriesgarse te da grandes recompensas.
—¿Y eres esa gran recompensa?
Sonríe ampliamente.
—No lo sabrás a menos que des una oportunidad.

48
MATTY
—¿Qué trepó y se murió en tus pantalones? —Hammer irrumpe en mi
habitación a la mañana siguiente. No está contento porque hubiera evitado salir
con él.
Giro en la silla de mi escritorio, esperando que mi cabeza bloquee el monitor
de la computadora tras de mí.
—¿Me extrañas cuando vas a los bares? ¿Es difícil conseguir chicas cuando no
estoy cerca? Te dije que debes dejar de usar la línea sobre ser un columnista de
consejos. Esa mierda no es atractiva.
—¿Estás estudiando? —pregunta incrédulo, ignorando mis insultos. Son las
49 tres de la tarde, y puedo oler el alcohol en él a pesar que está a tres metros de
distancia. De acuerdo, es viernes, y los viernes fuera de temporada son días de
borrachera y pereza—. ¿Es por la chica que te rechazó?
—No. Solo trato de no llamar la atención. —Miento. Dios. Estoy mintiendo al
azar y a mis mejores amigos. La única persona con la que soy completamente
sincero es Lucy, y ella no quiere tener nada que ver conmigo.
Pero me llevé algo más que el rechazo de la cena de anoche. El enfoque de
Lucy sobre asumir riesgos es una gran locura, ¿quién hace una amplia lista de pros
y contras sobre el champú?, pero una cosa que ella había dicho se había quedado
grabada en mi mente.
Lo miro desde todos los ángulos. Cada. Ángulo.
Yo, soy un chico de un ángulo. Como en, la opción más fácil disponible para
mí. El camino de menor resistencia.
Este problema en particular necesita más sutileza. El entrenador quiere que
convenza a Ace de renunciar a la posición de mariscal de campo, por el amor de
Dios. Y persuadir a los muchachos, incluida la ofensiva, que son rabiosamente
leales a su mariscal de campo, para que respalden este curso de acción. Dicen que
no se puede hacer un omelette sin romper algunos huevos, pero en este caso, estoy
destrozando todo el jodido cartón. No hay forma de hacer esto sin molestar a
algunos, si no es a todos, mis compañeros de equipo.
Y en serio, ¿cuándo me convertí en el chef de omelet en este escenario? No
estoy seguro de querer ser capitán, maldita sea. La responsabilidad hace que me
pique la nuca. Prefiero ser una de las ovejas felices e inconscientes, que el pastor
estresado que tiene que guiarlas.
Excepto que... el caso es que no puedo decir que no, no cuando se trata de
fútbol. Este deporte está en mi sangre. Lo vivo y lo respiro. Soy bueno en eso. Y,
tan cursi como suena, creo que estaba destinado a ello.
No se suponía que alguna vez jugara fútbol. Había nacido prematuramente,
con un corazón débil, después de haberme nutrido durante las últimas veinte
semanas en el útero con solo una pequeña placenta. El resto se había desprendido
de la pared uterina. Tuve la suerte de estar vivo.
Mi mamá me mimó, y mi papá me miró con ojos preocupados. No parecía
que pudiera correr un kilómetro, y mucho menos dar un golpe con fuerza, hasta
que cumplí los quince años.
En algún punto, me disparé como maleza incontrolada. Gané peso. Empecé a
levantar pesas y me dediqué al fútbol como si fuera alimentado con Gatorade y
balones.
50 Una razón por la que soy tan bueno en el campo de fútbol es mi instinto
extraño de saber exactamente qué debilidad puedo explotar de la manera más fácil
y eficiente, asegurando que mis golpes al final del juego sean tan fuertes como los
del principio. Parte de ello proviene de horas de estudio de las grabaciones, lo que
me ayuda a reconocer inmediatamente qué jugada se va a ejecutar en función de la
posición de los jugadores ofensivos. La otra parte es talento otorgado por Dios.
Opero de la misma manera fuera del campo. No tengo que analizar ni pensar
demasiado sobre el dilema, solo elegir la solución que hace que el problema
desaparezca más rápido. No hay estudios de grabaciones en la vida. O si las hay,
no las he encontrado.
Es por eso que, durante las últimas cuatro horas, he estado viendo videos del
señor Texas. El parche de capitán, actualmente está quemando un agujero en el
cajón de mi escritorio, pero no quiero la capitanía tanto como para molestar a mi
mariscal de campo. Puede que no siempre me guste lo que hace Ace en el campo.
Hubo algunos juegos en los que la ofensiva no pudo generar más de trece puntos e
hizo que la carga en la defensa fuera jodidamente pesada. Y a pesar que ganamos
esos juegos, algunos de nosotros nos quejamos en voz baja. Pero pensar que te
gustaría patear a tu mariscal de campo en el culo es una cosa; hacerlo es
completamente diferente.
Hammer me estudia y llega a una conclusión que requiere que arrastre mi
silla de lectura desde la ventana hacia el escritorio.
Dobla sus manos y me mira seriamente.
—¿Tienes una maldita prueba o algo? No puedes estar reprobando ninguna
clase todavía. El semestre recién comenzó hace dos semanas.
—No estoy reprobando nada. Hueles como si te hubieras bañado en una tina
de vodka, Hammer. —Agito una mano frente a mi nariz—. ¿Dónde estabas?
Levanta su camisa y huele.
—Mierda, no puedo oler nada. ¿Realmente apesto?, porque una chica viene
en… —revisa su teléfono—… noventa minutos.
—Entonces será mejor que te bañes. —Diría cualquier cosa para sacarlo de
aquí.
—No, quiero decir, si tienes un problema, hermano, entonces me puedo
reunir con esta chica más tarde. —Digita algo en su teléfono y me mira con los ojos
nublados.
Maldición, es un buen amigo y, francamente, necesito a alguien con quien
51 compartir esta mierda. Tan pronto como este recluta firme sus papeles de
intención, de todos modos estará en todas las noticias. Pero... prefiero hablar con
un sobrio Hammer. Es difícil de decir con él. Su capacidad para el alcohol es algo
impactante.
—¿Cuánto de tu hedor es por beber y cuánto es solo por rodar por el piso de
la casa de Tau Omega?
Pone sus talla cuarenta y ocho sobre el escritorio, y los empujo.
—Me tomé cuatro tragos.
Cuatro tragos significa sobriedad para Hammer. Me alejo del escritorio y doy
la vuelta.
—Ven acá.
Se inclina, apoyando una mano contra el escritorio.
—Por favor, dime que vamos a ver porno.
—¿Contigo sobre mí como una madre en su primera visita de reclutamiento?
Ni siquiera voy a ver un video de cocina contigo tan cerca.
—Mmm. Sabes que me encanta Giada De Laurentiis10. Esa chica es una
maldita diosa.

10 Chef y personalidad de la televisión.


—Lo juro por Dios, si tocas tu polla en este momento te voy a golpear en las
pelotas. —Hago clic en mi lista de videos reproducidos anteriormente y elijo uno
en el cual el señor Texas jugó peor. Solo pasó 240 yardas ese juego, y su equipo
solo ganó con veintidós puntos. Solamente.
Hammer gruñe de fastidio cuando el video comienza a reproducirse.
—Mierda, hijo, ¿estás tan aburrido durante la post temporada que has
recurrido a ver los mejores momentos de la secundaria North Arlington? ¿Esto es
por lo que no saliste conmigo? Por masturbarte con un jugador de la escuela
secundaria en Texas… —Deja de hablar cuando el mariscal de campo se desliza
fuera del agarre del defensor, entra a la zona de protección y suelta un disparo a
treinta yardas sobre su pie trasero—. Espera, ¿qué acabo de ver?
Levanto mi mano e intento masajear algo de la tensión de mi cuello. La
tensión apareció a mitad del sermón del entrenador Lowe y no me ha dejado desde
entonces.
—No somos exploradores, Hammer. Jugamos el juego que alguien más ha
inventado. Tomamos el libro de jugadas, estudiamos a nuestros oponentes y luego
tratamos de hacerlos llorar los sábados. Esa es toda la extensión de lo que se
52 supone que debemos hacer, ¿verdad?
—¿Supongo? —dice con cautela—. Quiero decir, estudiamos las grabaciones,
de alguna manera estamos explorando al oponente. —Mira por encima de mi
hombro de nuevo para mirar la pantalla. El olor a vodka agrio es demasiado, así
que me alejo del escritorio y comienzo a caminar.
Hammer comienza a revisar los videos. Después de cinco minutos de silencio
total, se pone de pie de un tirón.
—Traigamos a Darryl y Masters aquí.
—Masters ya no está en el equipo —señalo. La declaración temprana de
Masters para el reclutamiento lo hace inelegible para jugar, así que el afortunado
bastardo no tiene que lidiar con esto. En cambio, está entrenando como un
demonio para arrasar en las pruebas para ingresar a la liga en abril.
—Sí, pero como dijiste, no somos cazatalentos. Pongamos más ojos en esto.
No tiene sentido protestar porque Hammer ya está en la puerta con su última
palabra, gritando para que Masters y Darryl, nuestro defensa frontal, aparezcan.
Masters aparece primero. Su nueva esposa debe estar ocupada porque
usualmente están en el piso de arriba de Masters tratando de romper algún tipo de
récord por la mayor cantidad de sexo en un período de veinticuatro horas. Masters
era virgen antes que él y Ellie se engancharan, y ahora está tratando de compensar
todos esos años perdidos. Es un milagro que Ellie pueda caminar.
Masters aplaude.
—Oí que has estado encerrado en tu dormitorio por dos noches seguidas, así
que o bien tus tuberías están averiadas o tienes a una chica escondida debajo de la
cama. Y tengo que decirte que el tipo de chica dispuesta a vivir debajo de tu cama
durante días a la vez es del tipo que te matará mientras duermes.
—¿Esto es por experiencia personal? Si es así, quiero ser el primero en decirte
que fue lindo conocerte y espero que estés de acuerdo con que consuele a Ellie
después de tu desafortunado fallecimiento.
Masters me da una mirada de muerte.
—Voy a matarte ahora, imbécil. Ahora mismo.
—Espera —dice Hammer desde la puerta—. Nada de matar hasta después de
ver estos videos.
—¿Qué pasa? ¿Jugamos un juego? —Aparece Darryl, con los ojos inyectados
en sangre y los pies temblorosos.
53 Sí, se llama sacarle el corazón a tu mariscal de campo titular.
Masters señala a cada uno de nosotros.
—Me parece que si acabo con todos ustedes, puedo evitar mirar videos y
subir con...
—Mi esposa —decimos todos al unísono.
Es adicto a llamar a Ellie su esposa. Es levemente irritante, pero a Masters le
importa una mierda. Siempre marcha al ritmo de su propio tambor.
—¿Qué estamos viendo?
—Esto. —Comienzo a reproducir los videos. Los muchachos se agolpan
alrededor del monitor mientras los miro. Sus expresiones pasan de aburrimiento
leve a interés a este chico, es lo mejor desde que Joe Montana bebió su sopa de fideos de pollo
en el medio tiempo y salió y anotó tres touchdowns. Un video se reproduce tras otro,
cada uno mostrando los pases perfectos del señor Texas, su sentido del área de
protección, su brazo de cohete y su habilidad para eludir la defensa.
—¿Fue eso un pase de ochenta yardas? —pregunta Hammer.
—¿Acaba de pasar por cinco defensas? —Se pregunta Masters—. Sé que es
fútbol americano de secundaria, pero ese acto de Houdini suyo es ridículo.
—Esa carrera me puso duro —gruñe Darryl.
—A mí también. —Hammer está de acuerdo.
—Tengo la polla en la mano —confirma Masters.
Finalmente, Hammer se aleja.
—Alguien que apague esa pornografía. No puedo ponerme tan erecto.
Se derrumba en la cama y mira el techo. Darryl parece confundido, pero
Masters se da cuenta de inmediato.
—¿El entrenador está reclutando a este niño? —Mueve un dedo hacia la
pantalla de la computadora.
—Lo ha reclutado. Tiene un compromiso. Quiere que le abra camino.
—¿Qué pasa con Ace? —pregunta Darryl. No es el crayón más brillante de la
caja, pero es uno de los mejores corredores del país.
Masters se acaricia la barbilla.
—El recluta tiene un brazo mejor que Ace. Toma decisiones decentes en el
campo. La habilidad principal de Ace es no cometer errores, mantener la cabeza
fría y ver la opción rápida en el campo.
54 El año pasado, los pocos pases explosivos y grandiosos fueron cortesía de
nuestro corredor, Ahmed Strong, quien promedió once yardas después de la
atrapada, lo que significa que atrapó pases cortos y se abrió paso por el campo por
una tonelada de yardas adicionales.
—No habríamos ganado el título nacional sin Ace. —Siento la necesidad de
defenderlo. Él es nuestro mariscal de campo, después de todo—. Es inteligente y
solo tuvo algunos balones sueltos y un puñado de intercepciones.
—Pero la fuerza del equipo Warrior está en este cuarto —señala Masters—. Y
perdiste a dos lineros ofensivos titulares que están siendo reemplazados por
estudiantes de segundo y primer año.
Todos callamos. El equipo del año pasado tenía siete titulares galardonados,
seis de los cuales estaban en la defensa. Ahmed era el único jugador ofensivo
condecorado. La nueva línea ofensiva podría ser aún peor de lo que fue este año.
Pero ganamos el año pasado porque nuestra defensa no permitió que la gente
anotara. Éramos grandes, malos y duros desde el principio, por lo que Ace no
necesitaba ser una superestrella. Necesitábamos que él se aferrara a la pelota, no la
perdiera demasiado a menudo, y consiguiera algunas oportunidades. Él hizo todo
eso.
Introducir una ofensiva de alto octanaje puede cambiar nuestra dinámica,
cambiar toda la estructura de nuestro equipo. No estoy seguro que sea el
movimiento correcto.
—¿Qué tiene que ver esto contigo? —pregunta Darryl.
Intercambio una mirada sombría con Masters. Me mira con simpatía, pero
guarda silencio, sus ojos me dicen que este es mi espectáculo ahora.
La unidad defensiva opera sin problemas porque estamos tan sintonizados el
uno con el otro. Cuando una persona no está sincronizada, como la vez en la que
Masters y Ellie estaban peleados y jugaba como una mierda, luchamos. Si
queremos repetir como ganadores del Campeonato Nacional el próximo año,
tenemos que trabajar como una unidad.
Eso significa que todos deben apoyar la elección del mariscal de campo.
Doy un último apretón a mi cuello y luego dejo caer las manos a los lados.
—El entrenador hará este cambio independientemente de si estamos de
acuerdo o no, pero quiere que lo apoyemos. Creo que si el equipo defendiera a
Ace, el entrenador no haría titular a este tipo. Dejaría jugar a Ace hasta que
55 perdiéramos. Y cuando perdamos, la pérdida estará sobre nuestros hombros y no
sobre los suyos. —Masters asiente. Continúo por Darryl y Hammer, en caso que no
hayan entendido por completo en qué espectáculo de mierda podría convertirse
nuestro equipo—. El entrenador quiere que convenza a Ace para que se cambie, de
modo que el cambio de él al nuevo no tenga problemas. No hay rumores anónimos
e infelices; no hay publicaciones en el foro de marionetas; no hay rumores de
disensión en el camerino.
—¿Por qué no mover a Ace como respaldo? —pregunta Hammer.
Suspiro porque no estoy seguro.
—El entrenador no compartió su razonamiento conmigo, pero si tuviera que
adivinar, esta es una forma de ser bueno con Ace. Todavía puede jugar, además se
posiciona mejor para el reclutamiento. Nadie va a reclutar a Ace en la posición de
mariscal.
Todos callan porque, aunque todos sabemos que es verdad, no es el tipo de
cosas que nos gusta decir en voz alta.
—En el momento en que el señor Texas sea anunciado, todos esos chicos de
deportes van a estar hablando de lo que esto significa para nuestro futuro de todos
modos —señala Darryl, finalmente entendiendo.
—No, si Ace está dispuesto a cambiarse. Sin controversia, solo una
celebración. —Que es lo que el entrenador quiere. A pesar que la pantalla se ha
oscurecido, las jugadas que el mariscal de campo de la secundaria hizo siguen
corriendo por mi mente. Hago un último esfuerzo para convencer a mis amigos
que el señor Texas no es el niño de oro—. Vimos un gran jugador de secundaria,
pero ¿y qué? Cada titular en Western fue el mejor jugador de secundaria de su
división. Las buenas estadísticas en la secundaria significan nada en la
universidad.
Todos intercambian miradas y Hammer habla primero.
—Tienes que hacerlo, hombre. Un brazo así, incluso en un verdadero
estudiante de primer año, podría ser la diferencia entre una temporada perfecta y
una temporada de una sola pérdida. Con nuestra defensa y un mariscal de campo
impresionante, seríamos invencibles.
Darryl asiente lentamente. La idea de tener un poco menos de presión sobre
la defensa es atractiva.
—Al menos deberíamos darle una oportunidad. Haz que compitan en el
verano.
—¿Una competencia de mariscal de campo? —Hammer se muestra reacio—.
¿Quién eres, Rex Ryan11?
56
—El escándalo sería una locura. La prensa se pondría en contacto con ustedes
sin parar, sobre qué mariscal de campo apoyaron. Correos electrónicos. Mensajes.
No quieren esa clase de distracción —dice Masters. Se vuelve hacia mí—. Eres
quien da las señales para la defensa ahora. Debes encargarte de esto.
—El entrenador no ha dicho que esa será mi responsabilidad —objeto. Ni
siquiera he decidido que sea mi responsabilidad, independientemente de lo que
Masters intente proyectar silenciosamente.
Los videos han comenzado a reproducirse, pero he visto tanto al señor Texas
como puedo soportar. Me acerco y apago la computadora.
—Tengo que irme a cagar y ducharme —anuncia Hammer y saca su fétido
cuerpo de mi cama—. Soy una abeja obrera. Dime qué objetivo destruir y se irá.
Pero voy por el señor Texas. Ace lo entenderá. —En la puerta, hace una pausa—.
De cualquier manera, te apoyo.
—Lo mismo —declara Darryl y desaparece con Hammer. Solo Masters se
queda.
—Sabes que tienes que hacer esto —me dice.

11 Es el entrenador en jefe de los Buffalo Bills de la Liga Nacional.


—No, no sé nada. —Encuentro mi billetera y la meto en mi bolsillo trasero. La
habitación es sofocante Necesito salir de aquí.
—Matty, tienes que ser el líder aquí.
—¿Por qué?
Masters me da una mirada perturbada.
—En segundo año jugamos contra Penn. Estábamos listos para una jugada
múltiple, pero terminé interceptando la pelota. ¿Por qué?
—Cuando llegamos a la línea, la ofensiva estaba lista para abrirse paso en el
medio por el receptor. Una jugada múltiple habría puesto a nuestros muchachos
fuera de posición.
—Claro. Te acercaste a mí y lo cambiamos. Teníamos a cuatro hombres sobre
el mariscal. Retrocedí, y la pelota cayó en mis manos.
—Corriste para un touchdown. —Sonrío. Esa fue una buena jugada.
—Porque reconociste la jugada ofensiva. Yo no lo hice. Tengo un gran talento
natural, pero tú memorizas el juego. Nos sentamos a ver las grabaciones y la ves
una vez y queda impresa en tu cabeza. Es por eso que la defensa te seguirá.
57
—No quiero eso. No quiero ese tipo de responsabilidad.
—Qué mal —dice sin compasión.
—Esto ni siquiera es liderazgo. —Frunzo el ceño—. Es un motín.
Masters intenta un rumbo diferente.
—Una vez me dijiste que el personaje favorito de tu serie favorita era el malo
que había hecho una acción atroz porque ayudó a salvar el mundo.
Me detengo con un brazo metido en mi abrigo de invierno y miro a mi amigo.
—Eso es malditamente bajo, Masters. Realmente bajo. Estaba jodidamente
borracho cuando te conté esa historia.
—Lo sé —dice sin arrepentirse—. Sin embargo, no cambia los hechos.
LUCY
—¿Tomaste el volante mientras arrancaba la máquina pulidora de hielo? —
pregunta Heather Bell, con voz incrédula.
En la silla, que designamos como el asiento del testigo, Emily Hartwig asiente
con aparente cautela y probablemente una confusión muy real ya que se supone
que Heather no debe interrogarla.
—¿Eso es un sí? —murmuro en voz baja. Sin embargo, Heather no ve su
señal, y se pone en pie, olvidando que todas las respuestas no verbales deben ser
verbalizadas o que no forman parte del registro apelable. Es algo en lo que nos
puntúan específicamente en las competiciones. Contengo la respiración. Por favor
dime que no se va a acercar sin...
58
—Permítame mostrarle lo que ha dicho en su declaración —dice Heather y
recorre el falso piso del tribunal.
A mi lado, Randall gime. Heather se da vuelta con una mirada lo
suficientemente cálida como para hacer que los papeles frente a nosotros se
prendan en llamas.
—¿Qué hice mal esta vez, señor Perfecto?
Randall apoya sus puños contra la superficie de la mesa, pareciendo listo
para saltar de su silla y lanzarse hacia Heather.
—Cuánto tiempo tenemos, porque toda esa línea de preguntas es
completamente descabellada. Emily es nuestro cliente. No interrogamos a nuestro
propio cliente.
—Randall, es nueva —le recuerdo. Lo último que necesitamos es que Heather
se enfade también. En las cuatro prácticas que hemos tenido desde que comenzó el
semestre, estos dos han estado en la garganta del otro, haciendo que todo el equipo
se ponga tenso e incómodo. Las regionales son a mediados de marzo, justo antes
de las vacaciones de primavera, y ninguno de nosotros llegará al torneo a este
ritmo. Nos habremos matado a arañazos mucho antes de eso. Será nuestra propia
versión de la Matanza de San Valentín.
—¿Estás segura que eres la hija de Paul Bell? Seguramente él te habría
enseñado algo —comenta Randall sarcásticamente. Lo pateo debajo de la mesa, y
eso me hace ganar una mirada descontenta.
En el improvisado estrado de los testigos, el cabello castaño de Emily, una
vez alegre, yace inerte alrededor de su rostro. Está usando la misma expresión que
todos estamos mostrando, cansada y derrotada. Ha estado allí durante los últimos
treinta minutos, mientras que Heather ha intentado abrirse camino a través de un
examen directo, algo que se le pedirá que complete sin errores en menos de ocho
minutos en la competencia.
El resto de nuestro equipo de simulacro se mueve impacientemente detrás de
nosotros. Es hora de terminar por esta noche aunque no hayamos logrado nada
productivo.
Me pongo de pie.
—Hemos estado en esto durante dos horas. ¿Por qué no lo suspendemos por
esta noche y lo retomaremos en dos días?
—Con suerte, la señorita Bell practicará en esos dos días. ¿Tal vez lea algunos
de nuestros materiales sobre cómo realizar un interrogatorio? —se burla Randall.
59
La respuesta de Heather es predeciblemente agria en retribución.
—Al menos, realmente traigo algo de emoción a esta habitación muerta. Tu
apertura fue tan monótona que cinco minutos parecieron cinco años. Además,
¿tienes alguna ropa que no grite ordinario? Pongo a Dios de testigo, que he visto
maniquíes en el Ejército de Salvación vestidos con mejores ropas que las que llevas
puestas.
Bajo su piel oscura, Randall palidece y se vuelve como la ceniza. Heather es
buena para repartir insultos como este. Y Randall, un estudiante becado como yo,
muerde el anzuelo.
—Si tan solo hubieras heredado alguna habilidad real de tu padre en lugar de
solo su billetera.
Cuando Heather abre la boca para pronunciar otro comentario cortante,
intervengo.
—Está bien. No necesitamos insultarnos el uno al otro. Creo que estamos
cansados, hambrientos y solo necesitamos un descanso. Heather, si pudieras, hay
un conjunto de preguntas de ejemplo en el paquete original que muestran la
diferencia entre un contrainterrogatorio y un interrogatorio directo. Puedo volver a
enviártelas por correo electrónico si quieres. —Diablos, escribiría todo el
interrogatorio si aceptara memorizarlo y leerlo, pero cada vez que insinué ofrecerle
ayuda, hizo oídos sordos—. Randall, Heather es nueva en esto. Tenemos diez
semanas, y estoy segura que vamos a cometer errores entre ahora y las Regionales,
así que démonos espacio para hacerlos. Paciencia. —Les doy a los dos una sonrisa.
Randall es un abogado estelar en entrenamiento. Es ingeniosamente
ocurrente, ágil de mente y puede ofrecer una discusión emocionante. Lo
necesitamos. Pero también necesitamos a Heather, porque a pesar de su
inexperiencia, su prueba fue la mejor que hemos visto desde... bueno, nuestro
primer año. Una vez que la sangre de Randall deje de rugir en sus oídos, recordará
por qué elegimos a Heather en primer lugar.
Hice una amplia hoja de cálculo de evaluación de riesgos, incluso teniendo en
cuenta que Heather no tenía experiencia, y Randall había estado de acuerdo con
cada elemento de la lista. Sin embargo, supongo que ponderé demasiado la
influencia de su padre.
—Empaquemos —le digo al resto del equipo, que agradecidamente meten
sus materiales en sus mochilas y salen del aula prestada.
—Gracias —murmura Emily mientras pasa por los escritorios. Randall y yo
nos juntamos para formar nuestra mesa de abogados—. Me estaba muriendo allí
60 arriba.
—No hay problema. Lo hiciste bien. Lucías vulnerable y victimizada. Los
jueces te amarán.
Nuestros juicios simulados son juzgados por un panel de tres personas,
generalmente abogados de la comunidad donde se lleva a cabo la competencia.
Ellos nos puntúan en todo, desde el correcto procedimiento en el tribunal hasta el
comportamiento y la verosimilitud de los testigos. Después de dos años
consecutivos de perder en las Regionales contra Central, Randall y yo estábamos
decididos a alinear un equipo ganador.
Reclutamos estudiantes del departamento de teatro para interpretar a
nuestros testigos, e íbamos a pedirle a Riley Hart, un estudiante de pregrado de
Ciencias Políticas para que fuera nuestro tercer abogado, pero entonces Heather
hizo la prueba y el argumento final que pronunció en las pruebas casi llevó a la
entrenadora Jensen a las lágrimas.
Después que Heather explicó que tenía mucha experiencia con la ley y que su
padre era el famoso Paul Bell, no había duda de quién iba a ocupar el tercer puesto
de abogado.
Bell es un abogado de defensa criminal contratado por atletas, políticos y
actores cada vez que los acusan de hacer algo malo. De hecho, sacó a un atleta de
un cargo de robo alegando que el equipo de fútbol lo había coaccionado y que
estaba bajo coerción indebida. Pude haber estado un poco impresionada cuando
Heather me habló. Sí, definitivamente le puse demasiado peso a toda la cosa de
“hija de Paul Bell”.
Me detengo mientras guardo mis cosas. ¿Es posible que mi evaluación de
riesgos hacia Matty, quiero decir Matt, porque no estamos en términos de apodos;
también incluya elementos ponderados incorrectamente? No todos los jugadores
de fútbol son unos perros pervertidos. Ahmed, uno de los amigos más cercanos de
Ace en el equipo, está seriamente dedicado a su novia. ¿Y uno de los Warriors no
se casó el mes pasado? Eso es algo de serio material de adultos.
—¿Olvidaste algo? —pregunta Randall mientras empuja una de las mesas
hacia su posición.
Miro hacia arriba con leve sorpresa. Había olvidado dónde estaba por un
momento.
—No. Déjame ayudarte con eso. —Tengo que sacar a Matt Iverson de mi
cabeza.
Terminamos de ordenar la habitación, colocando todos los escritorios y sillas
en sus filas uniformes mientras Heather inspecciona sus uñas junto a la puerta.
61 Intento no dejar que eso me irrite. Randall, ¿por otro lado? Resopla y suspira todo
el tiempo, lo cual es molesto a su manera.
Una vez que terminamos y he sentido un desafortunado sudor debajo de mi
camisa abotonada, Heather se pasea para pasar un dedo por un escritorio.
—Creo que este no está del todo derecho. —Lo empuja ligeramente con la
cadera.
Randall suelta un gruñido desde el fondo de su garganta mientras me trago
una réplica sarcástica. Tomando una respiración profunda, intento de nuevo jugar
a ser la pacificadora.
—¿Necesitabas algo, Heather? —No estoy segura de por qué está esperando.
Se encoge de hombros, un movimiento delicado. Heather es muy bonita. De
hecho, si no estuviera tan decidida a ser abogada, habría hecho un gran trabajo
como nuestra víctima que cruzó imprudentemente y fue atropellada por un
automóvil.
—No particularmente. Sin embargo, me preguntaba, ¿cómo se decidió que
estarías a cargo, Lucinda?
Compongo mis rasgos en una expresión impasible, sin querer que sepa que
odio que me llamen por mi nombre completo. Le he dicho, al menos dos veces, que
prefiero que me llamen Lucy, pero como sigue llamándome Lucinda, supongo que
está intentando meterse hasta donde pueda.
—No estoy a cargo. La entrenadora Jensen es quien está a cargo. —La
entrenadora Jensen es una abogada litigante local que ofrece su tiempo como
voluntaria para entrenarnos.
—Pero tú reuniste al equipo. Eras la persona de contacto en la hoja de
inscripción para esta clase optativa. —Frota su dedo a lo largo del escritorio, con
aspecto dulce e inocente, pero he pasado dos semanas con esta chica y han sido
suficientes como para darme cuenta que dulce e inocente es un acto que Heather
adopta cuando quiere algo.
—Randall perdió su teléfono celular por lo que tenía sentido poner el mío allí
mientras lo estaba reemplazando —le explico.
—Eso es conveniente para ti, ¿no?
Miro a Randall porque no tengo idea de a dónde va con esto. La expresión de
Randall también es de confusión.
—No sé si diría que fue conveniente. Tuve que responder un centenar de
62 llamadas y alrededor de un cuarto de ellas eran de las raritas que me preguntaban
si la prueba era para mi trasero.
Heather sonríe con suficiencia.
—Todavía estás a cargo. Los otros en el grupo te escuchan.
—Ninguno de nosotros está a cargo. Todos estamos trabajando juntos hacia el
mismo objetivo. Me lo dijiste el otoño pasado cuando probaste que querías unirte
para ayudarnos a derrotar a Central y ojalá continuemos y ganemos las Nacionales
—le recuerdo.
—Mira, por eso estoy preocupada.
—¿Sobre qué? —Tiro mi mochila sobre mi hombro, deseando haber escapado
con el resto del equipo, pero eso significaría dejar solos a Randall y a Heather, y
temía que si eso sucedía, solo uno quedaría vivo para nuestra próxima práctica.
—Me pregunto si hemos reunido las piezas correctas para el equipo. Eres
buena como punto administrativo. Ya sabes, inscribiéndonos, entregándonos el
cronograma, repartiendo los materiales, pero realmente no tienes el instinto
asesino que necesita un abogado. —Ouch. Pero su capacidad de golpear con
precisión todas nuestras inseguridades después de poco tiempo significa que será
muy buena en la competencia, me recuerdo. Heather continúa—: Voy a pedirle a
mi padre que venga y evalúe el talento. Él puede coordinar con la señora Jensen.
Pertenecen al mismo club.
—Ya hemos establecido las asignaciones. ¿Por qué deberíamos cambiarlo
ahora?
—Para que podamos ganar —dice las palabras como si la respuesta fuera
obvia.
Aprieto los dientes, pero Randall ya tuvo suficiente.
—Lucy es la mejor abogada de nuestro equipo.
Ella arquea una ceja perfectamente formada.
—Si Lucinda es tan increíble, ¿por qué no está haciendo la apertura o el
cierre? ¿Por qué soy yo, alguien que dices que no tiene experiencia ni habilidad,
quien hace el cierre? ¿No es ese el papel más importante de todo el equipo?
Podemos ocultar el eslabón débil entre nosotros dos. —Arrastra sus ojos por el
atuendo perfecto de Randall una vez más—. Pero si no te vistes mejor, nadie nos
toma en serio.
Con esa última flecha, gira sobre sus talones y se aleja.
—Puedo comprar un traje, pero tú no puedes comprarte clase —le grita
Randall.
63 —Puede que quieras refrescar tus insultos —dice Heather casualmente sobre
su hombro—. Ese es más viejo que tus zapatos.
—Conseguí estos zapatos el año pasado.
—¿De Goodwill?
Me levanto frente a Randall mientras se lanza hacia la puerta por la que
Heather acaba de salir.
—No vale la pena —le digo.
—No podemos tenerla en el equipo. Es un cáncer. —Randall se enfurece,
alejándose de mí y enderezando su suéter con un bufido—. ¿No te importa que
básicamente te haya llamado incompetente?
Me muevo incómoda porque, a pesar que las palabras de Heather escocieron,
no sé si estaba completamente equivocada. Quiero decir, no soy incompetente,
¿pero no es parte de la competencia conocer tus límites?
—Pensé que estabas sentado justo a mi lado cuando me estrellé e incendié
nuestro primer año.
Randall chasquea la lengua en señal de simpatía.
—Fue un error. Te congelaste. Todos hemos tenido una experiencia similar
una vez en nuestras vidas. Cuando estaba en la clase de oratoria de octavo grado,
no pude sacar más de dos palabras en rebatimiento.
—¿Randall?
—¿Sí? —Sonríe alegremente.
—No estás ayudando. —Le aprieto el hombro—. No me gusta la forma en
que ella lo dice, pero ambos sabemos dónde se encuentran mis habilidades y no es
con la exposición sobre la marcha necesaria para un buen argumento final. Y odias
hacer refutaciones, así que necesitábamos un cerrador. Todos estuvimos de
acuerdo en que ella era la mejor de todas las que hicieron la prueba.
Hace una mueca.
—Podrías hacerlo si quisieras.
—Entonces creo que mi respuesta es que no quiero. —Prefiero sufrir un
centenar de insultos antes de tener que levantarme y hablar durante diez minutos
seguidos mientras todo el mundo sentado entre el público desmenuza cada
palabra que he dicho mal. He estado allí, hecho eso, y he fallado épicamente.
64 —Necesitas mantener a esa perra bajo control —dice Randall. Se pone su
abrigo de invierno con movimientos bruscos y exagerados. No quiere que me
pierda que está enojado. Como si no fuera obvio. Pero, supongo que su
dramatismo es en parte el por qué es tan encantador.
—Estará bien —calmo—. Una vez que tome el truco de las cosas, estarás
encantado.
—Más le vale —dice ominosamente.
—¿O qué? —pregunto, perdiendo la paciencia—. ¿Vas a renunciar?
—Tal vez. —Levanta su nariz en el aire, luciendo cada centímetro como
Heather mientras camina hacia la puerta. Debería grabarlo en video la próxima vez
para que vea exactamente cuán similares son. Quiero arrojarle un lápiz a la cabeza.
Entre el estrés del juicio simulado y el enigma de Matt Iverson, voy a
terminar muriendo joven. ¿Podría una cosa salir a mi manera? ¿Solo una?

Todavía estoy preocupada por ambos temas cuando me presento a mi turno


en el Brew House al día siguiente. Al menos con el juicio simulado, tenemos
semanas de práctica para resolver los problemas. Con Matt, me temo que la única
forma de exorcizarlo es mudarme a la otra punta del país y entrar en un convento
de monjas. Está apareciendo en mis fantasías sucias con demasiada frecuencia. Esta
mañana me levanté temprano porque temía que si me quedaba un minuto más en
la cama, lo llamaría y le suplicaría que viniera a ayudarme a aliviar mi tensión.
Por eso llegué treinta minutos antes al trabajo. Descubro rápidamente que
esto es algo bueno, porque una figura familiar me está esperando cuando entro.
JR “Ace” Anderson se levanta de su mesa y me saluda con su sonrisa
registrada del hombre de las damas.
—Hola, Lucy.
Me apresuro y le doy un gran abrazo.
—¿Cuándo volviste?
—Justo esta mañana.
Ace no tiene vacaciones, así que después del juego de campeonato, voló a
casa de su padre en Massachusetts durante una semana. Sus padres han estado
divorciados desde que tenía diez años. Todavía recuerdo cuando se enteró.
Apareció en mi puerta después de la escuela y no se fue hasta que mi papá lo dejó
65 entrar. Yo estaba en la práctica de la banda. Cuando llegué a casa, Ace estaba
acostado en mi cama y tenía la cara húmeda por el llanto.
No dije una palabra, solo recogí mi casco de bicicleta. Él me siguió y
anduvimos en bicicleta durante dos horas por la ciudad. Nunca lo he visto llorar
de nuevo.
Ace y yo estamos unidos por nuestra historia familiar. No es bonito y,
durante un tiempo, las únicas personas en las que tuvimos que apoyarnos fuimos
el uno al otro. Además de mi padre, Ace es la única constante en mi vida, así que
aunque lo encuentro exasperante y un poco arrogante hoy en día, todavía me
importa el gran idiota.
—¿Cómo está tu papá?
—Igual que siempre. —Ambos tienen una relación difícil, pero al menos
hablan, a diferencia de mi madre y yo. Ace afirma que la única razón por la que su
padre quiere conectarse ahora es porque cree que Ace va a ser un jugador rico de la
NFL. No creo que Ace esté del todo equivocado—. Tuve algunas entrevistas con
las estaciones locales de Boston. Una especie de “el chico de la ciudad lo ha
logrado”.
—No creciste en Boston —señalo.
—¿A quién le importa? Fue divertido.
Realmente está amando la atención después de ganar.
—Tuve que dar mis predicciones para el Super Bowl de la NFL. Hablamos
del reclutamiento.
—¿Tu papá estaba allí?
—Síp. Era como un niño en Navidad.
Lo apuesto.
—¿Todo lo demás va bien? ¿Nadie te dijo una mierda por perderte una
semana de clases?
—Lucy —reprende Ace—. Acabo de ganar el Campeonato Nacional. Nadie
me está dando mierda por nada.
—Bien. Porque necesito aprovechar tu buen humor.
—Por supuesto. ¿Que necesitas?
—Me echan de mi apartamento el martes. ¿Te importa si me quedo en tu
casa? Puedo dormir en el sofá.
—No hay problema. —Sus ojos se calientan mientras saca un pequeño regalo
66 envuelto—. Feliz Navidad atrasada.
—Ya me diste un regalo —objeto. Intercambiamos regalos en Nochebuena en
la casa de mi padre. Papá y yo nos juntamos para regalarle a Ace un buen par de
gafas de sol. Se había estado quejando todo el otoño de que los que tenía eran
ordinarios y de baja calidad. La escuela le proporciona un sinfín de equipos
deportivos, todas las zapatillas que quiere, y obtuvo algunos agradables obsequios
para ir al juego el año anterior, pero no un par de gafas de sol.
Ace me dio un par de aretes de oro. Creo que su madre los eligió, pero eran
lindos. Ojalá los hubiera usado hoy.
—No pagué por esto, así que realmente no cuenta. —El trabajo de Ace es el
fútbol, por lo que no tiene mucho efectivo extra, lo que me da mucha curiosidad
sobre el regalo. Deslizo una uña debajo de la cinta y la abro, con cuidado de no
romper el papel.
—Vamos, Lucy. Es solo periódico —regaña.
—No puedo evitarlo. —Es un periódico viejo pero todavía es envoltorio.
Cuando levanto el papel, jadeo sorprendida. Es un par de auriculares inalámbricos;
un par muy costoso. Lo sé porque era una selección en un catálogo de artículos que
uno de los patrocinadores del tazón12 permitió obsequiar a los jugadores como
agradecimiento por jugar este—. Ace, ¿qué es esto?
Sonríe.
—Sé que estabas diciendo que odias usar tus auriculares porque los cables se
enredan en tu cabello.
—Deberías haber elegido algo para ti. —La generosidad de este regalo me
inquieta. El eco de la voz burlona de Sutton me hace cosquillas en el fondo de mi
cerebro. Además, Ace se inventó ese estúpido pacto solo para poder mantenerte para él
solo. Entonces me burlé de ella, pero ahora no me siento tan segura.
—Lo hice. Elegí el mismo par. El cupón fue suficiente para obtener dos pares.
—Pensé que pedirías un televisor. —En realidad discutimos esto. Me mostró
el folleto, señaló la pantalla plana de 42 pulgadas y dijo que quedaría genial en su
habitación. Estuve de acuerdo.
—Hay muchos tipos con televisores en la casa. —Se encoge de hombros—.
No es retornable, así que no hagas un gran problema de esto, ¿sí?
Veo que también se siente incómodo, así que guardo los auriculares en mi
67 bolso y me inclino para besarlo en la mejilla. A mitad de camino, lo pienso mejor y
lo alcanzo y le aprieto el brazo.
—Gracias.
Ace me da una sonrisa torcida como si supiera que cambié de opinión a
mitad del camino, pero afortunadamente no me pregunta al respecto.
Probablemente esté aliviado.
—Entonces, ¿cómo va el juicio simulado?
Tomo el cambio de tema y le sigo la corriente.
—No va. Apestamos en este momento. Esa nueva chica, Heather, nos está
matando. Estaba segura que tendría algunos trucos de los procedimientos de
prueba de su padre, pero es como si ni siquiera supiera que él es abogado. Siento
que hice un trato con el diablo. No puedo manejarla, y Randall está furioso con casi
todo lo que sale de su boca.
—Tan mal, ¿eh?
—No tienes idea.
—Envíala a la casa de campo. La azotaremos hasta corregirla. Aunque… —
Ace se detiene, luciendo momentáneamente preocupado.

12 Se refiere el Superbowl o Supertazón, el campeonato de fútbol americano.


—¿Aunque qué? —le pregunto.
—El entrenador está actuando un poco raro. Entré allí para hacer algunos sets
antes de la clase y me encontré con él. Medio me saludo entre dientes y se fue.
Hago un ruido comprensivo. Ace siempre se ha quejado porque su relación
con el entrenador no era lo que él deseaba que fuera. Le dije que tal vez no debería
acostarse con Stella Lowe, la hija del entrenador. Ace le restó importancia, diciendo
que nadie lo sabía.
Dadas las veces que yo los veía juntos, y ni siquiera pasaba el rato en el Gas
Station o donde vive Ace, pensaba que estaba equivocado, pero Ace es tan cabeza
dura. No puedes lograr que cambie de parecer una vez que está convencido que
tiene razón sobre algo. Incluso si le pones todos los hechos del mundo en la cara, él
todavía creerá lo que quiere creer.
—El entrenador probablemente no sabe qué hacer consigo mismo ahora que
no puede gritarles que hagan flexiones.
—¿Es eso lo que crees que hacemos en la práctica? —se burla—. ¿Infinitas
cantidades de flexiones?

68 —¿Quién sabe? Te pregunto qué estás haciendo durante la temporada y la


respuesta siempre es “ejercitando” o “levantando”.
—Muy bien. —Sonríe—. ¿Qué más ha pasado contigo además de odiar el
juicio simulado? Ya sabes, puedes dejar de hacer las cosas que no disfrutas.
—A veces odias el fútbol y no veo que lo dejes de hacer.
Ace levanta una ceja.
—Nunca he odiado el fútbol.
—Sí, bueno, yo tampoco odio el juicio simulado. Me encanta. —Me encanta
juntar las piezas del rompecabezas y redactar los argumentos, las preguntas y las
respuestas. Es la parte improvisada de hablar con la que lucho—. Incluso si no me
gustara, mi beca depende de que sea parte del equipo. Y si voy a ser parte del
equipo, vamos a ser buenos.
Ace asiente. Una de las cosas que ambos disfrutamos es ganar, y es por eso
que los últimos años han sido una decepción para mí. Quizás es por eso que estoy
tan interesada en Matt Iverson.
Es divertido estar con él y cuando estoy con él, no me preocupo en cuán malo
es mi juicio simulado o cómo me tengo que inyectar insulina dos veces al día
porque mi cuerpo no lo hace, o cómo me vi obligada a pasar la Navidad con mi
madre y su novio actual. Era el tercer tipo con quien había salido este año. No me
di cuenta de cuántos hombres mayores de cuarenta había allí afuera. Aunque, mi
madre no se limita a hombres solteros. Eso sería muy tonto.
Así que no es una gran sorpresa que me encuentre preguntándole a Ace sobre
Matt, aunque sé que el tema generará una gran cantidad de ceños fruncidos y
sermones. Pero su número de teléfono me está quemando un agujero en la cabeza,
y me temo que si no lo uso, podría sufrir algún trauma cerebral permanente.
—Me encontré con uno de tus compañeros el otro día. Estaba aquí. ¿Estás
difundiendo la noticia de nuestro gran café?
—Diablos no. Guardo este lugar en secreto. —Ace se ve casi serio, casi...
cabreado porque uno de los jugadores de fútbol de los Warriors se ha atrevido a
pisar el Brew House—. ¿Cuál?
Con la mayor despreocupación posible, digo:
—Matt Iverson.
Decir su nombre en voz alta evoca todos los sentimientos de estremecimiento
que despertó en mí. Fue muy divertido hablar con él, y su oferta para mostrarme
riesgos, tomar todos los riesgos para que yo simplemente disfrutara el momento…
69 Dios, quiero poner a prueba sus habilidades verbales. Espero no estar
sonrojándome.
—¿Ese acosador? Espero que no te haya dicho nada. Ives no puede pasar
junto a una vagina sin querer probarla —dice Ace groseramente. Me tomó un
segundo darme cuenta que llama a Matt por el sobrenombre Ives. Estos chicos y
sus constantes apodos. ¿Qué hay de malo con sus nombres de pila?
—Me invitó a salir —admito.
—Y lo rechazaste, por supuesto. —Sonríe—. No debería preocuparme. Sé que
puedes cuidarte sola.
Ignoro el cumplido y me aferro al, por supuesto.
—¿Por supuesto? ¿Por qué, por supuesto?
Primero Sutton y Charity ¿y ahora Ace? ¿Soy tan predecible? En realidad, sí,
soy así de predecible. Y eso solía estar bien. ¿Por qué me molesta ahora?
—Porque hay reglas, Lucy. Hay una regla de camerino de no salir con novias
o hermanas.
—Pero no soy tu novia o tu hermana —objeto.
—Pero lo suficientemente cerca. —Agita su mano como si la semántica no
fuera importante aquí, y supongo que Ace y yo hemos sido amigos por tanto
tiempo que somos tan cercanos como hermanos—. Además, incluso si no hubiera
una regla de camerino, que la hay, hicimos un trato.
—¿Realmente sería un gran problema si lo rompiera? —No sé por qué
pregunto, porque no tengo intención de usar el número de Matt, no importa
cuántas veces lo haya marcado en el teclado para borrarlo—. No es que quiera —le
digo, no estoy segura si mis palabras están destinadas a tranquilizar a Ace o a mí
misma—. Solo estoy preguntando por curiosidad.
—Absolutamente —dice firmemente con el ceño fruncido—. Porque si
salieras con uno de ellos, tendría que matarlos.
—¿Por qué? Siempre dices que recibirías una bala por tus compañeros de
equipo.
—Sí, lo haría. ¿Pero si uno de ellos rompiera el corazón de mi mejor amiga?
Yo sería el que estaría apretando el gatillo. —Se inclina hacia adelante—. ¿Cuántas
veces te he dicho? Los muchachos del equipo no son buenos.
—No pueden ser del todo malos.
Mi falta de acuerdo solo hace que Ace frunza el ceño más profundo.
70 —Eres una buena chica. No pasas el rato en el Gas Station y no eres una
cazadora de jerseys. No estás hecha para los revolcones de una noche que esas
chicas están buscando.
—No hay nada de malo en los revolcones de una noche. Las chicas lindas
tienen muchos revolcones de una noche —objeto—. Los he tenido y no son mejores
ni peores que el sexo en una relación a largo plazo.
Ace hace una mueca.
—¿Podemos no hablar de tu vida sexual?
Si es posible, sus líneas de expresión se vuelven aún más prominentes, lo que
me hace reír.
—Me encanta cómo de repente te vuelves mojigato cuando el tema es que yo
tenga sexo. No soy virgen.
—Si tú lo dices. —Frunce el ceño, haciéndome reír aún más—. Mira, Lucy,
solo por el hecho que los muchachos sean buenos compañeros de equipo, eso no
los convierte en buenos novios. A estos muchachos se les ofrece tanto coño que no
saben cómo tratar bien a una chica. No tienen que hacerlo. Solo necesitan sacarse
su polla y las chicas están luchando para ser las que salten sobre ella.
Ahora estoy haciendo una mueca porque esa es una imagen fea de los chicos
y las chicas involucrados. Pero de alguna manera tengo la sensación que Ace está
hablando por experiencia propia, por lo que me siento aún más disgustada. El caso
es que Matt no actuó de esa manera. Como señaló, no jugó la tarjeta del fútbol
cuando podía fácilmente haberlo hecho, cuando tuvo tan buenos resultados en el
pasado.
—Iverson no parecía un perro. Fue amable.
Ace resopla.
—Sí, es muy bueno. Ven, déjame mostrarte lo agradable que es con las chicas.
Mi corazón se tambalea, porque no me gusta el disgusto en los ojos de Ace. Y
estoy preocupada cuando saca su teléfono. Se desplaza a través de un hashtag
#VictoriaWarriors, y mientras hay fotos de los jugadores celebrando un
touchdown, también hay muchas imágenes que muestran a Matt Iverson besando
a muchas, muchas, muchas chicas. Tantas diferentes que empiezo a marearme.
#VictoriaWarriors claramente tiene más de un significado para los fieles de los
Warriors.
—Está completamente vestido —señalo, pero es un intento débil de hacer que
lo que estoy viendo sea menos... sórdido, supongo. Pero maldición, no obtuve la
vibra sórdida de él en absoluto. No miró a otras chicas en el restaurante ni una sola
71 vez. La camarera prácticamente trató de frotarle las tetas en la nariz, pero su
atención se centró únicamente en mí.
La imagen de Matt construida a partir de mi interacción con él es
completamente diferente a la que Ace está pintando, pero sinceramente, ¿no creía
realmente, en el fondo, que el interés de Matt por mí era superficial y no duraría
más de una noche, tal vez dos? Es por eso que tiene tantas marcas en la columna de
riesgo. Agrego otra allí, solo para estar segura.
Ace tira de un mechón de mi cabello.
—Mantente alejada de Iverson, Lucy. Prométeme eso. No quiero pasar la post
temporada preocupándome por ti.
—Lo haré. —Las palabras me suenan poco convincentes, pero Ace parece
tranquilo.
Interiormente, me preocupa que vaya a romper promesas por todos lados. A
Ace, y lo más importante, a mí misma.
MATTY
El fin de semana se fue a la mierda. No tengo interés en fumar hierba, beber
hasta el coma, tener sexo y terminar dando largas caminatas alrededor del campus.
Me encuentro fuera del Brew House varias veces y mirando diferentes complejos
de apartamentos preguntándome si Lucy está dentro.
Por alguna razón, no pude obtener su número. Por alguna razón, todavía lo
quiero. Nunca he perseguido a una chica en mi vida, y ni siquiera sé si este es el
momento para comenzar, especialmente con toda la mierda sucediendo en el
equipo.
¿Qué sé yo de esta chica, aparte que come tofu, trabaja en una cafetería y
tiene ojos de cachorro que sigo viendo cuando cierro los míos? Y no le gustan los
72
riesgos.
Necesito algunas de sus habilidades de análisis en este momento. Podríamos
hacer una evaluación de pros y contras sobre Ace cambiándose o de meter mi nariz
en todo el desastre como me ordenó el entrenador. Y luego, después de haberlo
resuelto en papel, podríamos liberar algo de tensión entre las sábanas.
Tengo mucha tensión acumulada. El entrenador y yo intercambiamos
palabras breves sobre mi acondicionamiento el sábado, lo cual es una completa y
total mierda porque trabajo más en la sala de pesas que nadie en la defensa. Estoy
allí todos los días de la semana, incluso durante la post temporada, por jodido
placer. El entrenador Benson, el entrenador de linebackers, tuvo que venir y
llevarme lejos antes que dijera algo estúpido.
Las palabras del entrenador no tienen nada que ver con mi entrenamiento y
todo que ver con el hecho que no he convencido a Ace para cambiarse a defensa de
fondo. Mierda, ha pasado menos de una semana. Sé que el Día Nacional del
Fichaje, el día en que todos los reclutados más importantes anuncian sus elecciones
universitarias, está a unas semanas, pero podrían darme un respiro.
Fui al Gas Station con Hammer el viernes y sábado por la noche, solo para
tranquilizarlo y así poder informarle al entrenador que al menos llevé a cabo parte
de sus instrucciones. Con los brazos cruzados, me paré en el medio del bar y miré a
todos mis compañeros de equipo.
Hammer me dijo que escogiera a una chica y me fuera porque estaba
deprimiendo a todos. Pero el punto era ser la mano dura.
Y nadie hizo nada estúpido bajo mi vigilancia esa noche. Nada de sexo en el
baño. Nada de acción manual debajo de la mesa. Sin desafíos para beber. El equipo
terminó yendo a casa temprano, llevándose la fiesta (y las mujeres) con ellos.
También fui, pero solo, porque no había ni una sola chica en el lugar que
hiciera mover mi pene. Aparentemente, a mi pene le gusta el rechazo porque se
pone duro cuando pienso en Lucy, cuando estoy afuera del Brew House, pero no
cuando chicas sexys usando vestidos listos para follar están batiéndome sus
pestañas.
Lo juro por Dios, el aroma del café que Hammer estaba preparando esta
mañana me tenía soñando con ella. Masturbarme por una chica con la que
intercambié unas palabras en una cafetería es algo nuevo para mí.
Lo único que se puede hacer es hablar con ella de nuevo. Puedo admitir
cuando estoy colgado de algo. Después de todo, no tengo problemas para admitir
que amo el fútbol, y realmente no tengo ningún problema con estar atraído por
una chica en particular. El único problema es que ella me ve como un riesgo grave.
73 Entonces, ¿cómo voy a superar eso?
Mi humor agrio me sigue hasta la sala de pesas y luego se desploma a mis
pies cuando veo a Ace haciendo ejercicio.
Solo hay algunas personas incluso tan temprano un domingo. Algunos están
en la iglesia, pero la mayoría tienen resaca o incluso están ebrios de los festejos de
la noche anterior. Me gusta que seamos privados, así no tengo que andar por un
desorden de cuerpos, latas de cerveza y cajas de pizza. Ningún policía nos va
arrestar por beber en nuestra propia casa, y habrá menos chicos que crean que
probarán su hombría peleando con algún jugador de Western. Hacemos que las
chicas dejen sus teléfonos en un cubo al entrar, resolviendo todo el problema de las
fotos.
En general, mantener a los muchachos a raya era una tarea que no era
particularmente difícil. Es el problema de Ace lo que roe mi vientre como un perro
con un hueso.
Mascullo un saludo a Ace y Jack Cameron, el estudiante universitario de
primer año transferido, con manos de pegamento y un mal problema académico.
Esperemos que lo solucione este año. Necesitamos que esté en su mejor estado
para jugar. Es uno de los muchachos a los que Ace lanza de forma consistente, y
según lo que vi el año pasado, están desarrollando una buena química.
Me detengo justo dentro de la puerta, y miro a los dos molestarse entre sí. Un
nuevo mariscal de campo puede no tener la misma relación con el ofensor de línea
o los receptores, así que no importa cuán bueno sea en los videos, podría ser un
gran error meterlo en la alineación titular. No entiendo por qué el entrenador no
deja que el señor Texas mire el juego por un año. Eso es lo que hice, y fue de gran
ventaja.
Más allá en las esteras al final de la habitación, Masters está arrastrándose al
estilo militar13. Él es todo lo opuesto. Un monstruo físico de la naturaleza, Masters
entró en el campo a los dieciocho años y dominó hombres que tenían tres años y, a
veces, cuatro más que él. Ha entrado antes al reclutamiento y ahora está
entrenando para las pruebas de la Liga Nacional de Fútbol Americano: Una sesión
de entrenamiento a fines de febrero donde los equipos profesionales reúnen a 355
jugadores universitarios y les hacen diferentes pruebas, como qué tan rápido
puedes hacer la carrera de las cuarenta yardas, qué tan alto es tu salto vertical, qué
tanto puedes levantar en la banca de pesas. El hombre quiere romper récords
cuando haga las pruebas para los equipos profesionales, y no tengo duda que lo
hará.
Me dirijo a un banco de pesas libre. Lo bueno de ser una de las aves
74 madrugadoras, es que el lugar no apesta a sudor agrio y axilas sin afeitar. Alguien
más respirará mi hedor hoy.
Llevo quince minutos en mi rutina y estoy sudando bastante. Normalmente
estaría montando esa ola de endorfina, pero cualquier buen sentimiento es negado
por la presencia de Ace en la habitación. Me paso una toalla áspera sobre el rostro
mientras Ace realiza otro ejercicio de hombro.
Hay un total de cuatro tipos aquí esforzándose en un día en que no cuenta, y
uno de ellos es Ace. No puedo hacerle esto. No puedo ir a sus espaldas y fomentar
alguna clase de rebelión contra él. La defensa seguiría mi liderazgo. Sé que lo
harían, pero ¿en qué tipo de compañero de equipo me convertiría?
Golpeo mi toalla en el banco y me levanto. Masters justo parece estar
tomando un descanso, y apunto con mi cabeza hacia Cameron. Él tiene que irse.
Masters asiente.
—Oye, Jack, estaba pensando en comprarle a Ellie una chaqueta. ¿Te
importaría echarle un vistazo?
Jack es el cuñado de Masters.

13Es un ejercicio en que la persona hace una plancha en el piso y se desplaza arrastrándose solo con
la fuerza de sus brazos.
—Claro, ¿qué tienes? —Jack se levanta de la máquina para piernas y camina
hacia Masters.
—Está en mi bolso.
Espero hasta que la puerta se cierra detrás de Masters y Cameron antes de
volverme hacia Ace.
—¿Tienes un minuto?
Levanta la barbilla en señal de reconocimiento y espero a que termine sus
repeticiones.
—¿Qué pasa, Ives? —pregunta, dejando caer sus pesas al suelo.
Me froto la barbilla.
—No hay una manera fácil de decir esto, pero el señor Texas firmará con los
Warriors.
Ace no parece impresionado.
—¿Y? Supuse que lo haría. Fui parte del equipo de reclutamiento y sé que ese
niño no tendría mejor desempeño en ningún otro campus aparte de este.
75 Los viajes de reclutamiento son una leyenda en Western. El entrenador Lowe
recoge personalmente a cada chico del aeropuerto. Les dan una escolta policial
hasta la escuela. Una vez que llegas al campus, el escuadrón de animadoras está
allí para saludarte a ti y a tus padres. Los adultos son llevados a un lado. Reciben
una cena de primera clase en el campus y un recorrido por las instalaciones
deportivas, que son más lujosas que las de algunos equipos profesionales, con sus
casilleros de caoba, suelos de moqueta, duchas individuales, salas de
entrenamiento, saunas, jacuzzis, y una sala de pesas reservadas para solo el equipo
de fútbol.
Después de la cena, se le presenta al posible jugador a unos pocos
compañeros de equipo, generalmente aquellos que juegan en la misma posición, lo
cual es extraño si lo piensas bien. Los jugadores existentes están ahí para persuadir
al potencial jugador para que entre a Western. Pero si ese viaje es exitoso, el mismo
chico al que le diste el momento de su vida podría quitarte tu posición.
Y eso es exactamente lo que sucedió aquí. Ace y nuestros otros mariscales de
campo y probablemente Ahmed salieron con este chico, lo emborracharon y le
consiguieron sexo. El señor Texas decidió que, entre la educación de primer nivel,
la instalación deportiva de lujo, la cantidad de veces que estamos en la televisión
nacional y las chicas candentes que voluntariamente y con entusiasmo servían
cada capricho, Western era la universidad para él.
—Tal vez hiciste que se divirtiera demasiado —respondo—. La cosa es que el
entrenador Lowe tiene metido en la cabeza que el señor Texas será titular.
Ace se ríe de esto. Simplemente abre la boca y se carcajea, largo y fuerte hasta
que se da cuenta que no estoy sonriendo en absoluto.
—¿Qué mierda, Ives?
—Quiere que te cambies a defensa de fondo.
—¿Hablas en serio? —Ace me mira con incredulidad, los ojos muy abiertos.
—Nunca bromearía sobre una mierda así.
¿La mirada en el rostro de Ace? No quiero volver a ver ese tipo de
devastación nunca más. Tropieza, y ambos pretendemos que no lo noto. Al
estabilizarse con una mano en un estante de pesas cercano, Ace se las arregla para
decir:
—¿Cómo lo sabes? ¿Ya se sabe?
Quiere decir si alguien fuera de nuestro equipo lo sabe. ¿Los blogs lo saben?
¿Está en Twitter? ¿Comenzará a recibir llamadas telefónicas y correos electrónicos
preguntándole cómo se siente al ser reemplazado? Mi garganta se tensa en
76 simpatía.
—El entrenador Lowe me dijo, y no, no se sabe. —El ciclo de noticias se
centra en las eliminatorias de los profesionales. La charla del Super Bowl se está
calentando, y nuestro campeonato universitario es noticia de ayer. En este
momento, eso es algo realmente bueno. No necesitamos estar en el punto de mira
mientras trabajamos en este tema.
—¿Cuánto falta para el Día del Fichaje? —preguntó finalmente Ace.
—Cuatro semanas más o menos. —Cuatro semanas antes que todos los
estudiantes del último año de secundaria tengan que declarar a qué escuela
asisten.
Ace se endereza.
—Así que tengo alrededor de treinta días para convencer al entrenador Lowe
que merezco ser titular el próximo año. Si quiere cuatro años de este estudiante de
primer año, entonces tendrá que tenerlo un año fuera de competencia. —Golpea mi
pecho con su toalla húmeda y sudorosa y se va. Llevo la toalla al ducto de la
lavandería y retomo mi rutina. Con suerte, el entrenador se dará cuenta que esto
debe resolverse con Ace antes que el resto del equipo se involucre.
No consigo hacer más que dos repeticiones de pesas cuando Hammer
irrumpe por la puerta.
—¡Mira esto! —Agita su teléfono con entusiasmo.
—No puedo ver nada, a menos que dejes de mover el brazo —gruño y
levanto la mano para tomar el teléfono de su mano, pero Hammer es de mi
estatura y pesa unos cuatro kilos más que yo. Además, estoy sentado, así que no
tengo apoyo. Él sostiene el teléfono lejos de mi agarre.
—Veo que te despertaste con el pie izquierdo.
No. Me desperté con el pie derecho con un sabor a un sueño de Lucy todavía
en mi boca. Me desperté bastante feliz con una considerable tienda de campaña
que masturbé en la ducha antes de venir aquí. Nada de eso se lo digo a Hammer.
—Solo dame el maldito teléfono —gruño.
—Tendrás que comprarme una cena esta noche para compensar tu mala
actitud. —Me entrega el teléfono.
Lo ignoro y trato de acercar la imagen, que parece ser un tipo alto y de
cabello castaño parado junto a una chica de cabello rubio. Por un segundo, me
pregunto si es Lucy, seguido rápidamente por el deseo de arrancarle el brazo al
tipo, o incluso todo su cuerpo si no se aleja. Me doy una bofetada mental por ese
77 tipo de estupidez y acerco la imagen, pero no puedo distinguir nada.
—¿Tomaste esta foto con tu teléfono o con una papa?
—Ah, mierda. —Toma el teléfono de vuelta—. Está oscuro allí, y escuché que
venía gente.
—Y “allí” hay… —Le hago un gesto para que complete el espacio en blanco.
Empuja el teléfono en su bolsillo.
—Ace tiene dos fotos en su casillero. En una está con sus padres, pero la otra
es Ace y esta chica.
—¿Ace tiene una chica? —Ace no es conocido por tomar todas las ofertas
posibles de las chicas cazadoras de jerseys, pero no pasa muchas noches solo.
Aunque durante la temporada del año pasado, fue un secreto bastante abierto que
estaba cogiéndose a Stella Lowe.
—Debe ser, ¿cierto? Porque no tienes una imagen de un polvo casual en tu
casillero. Eso es una mierda de novia y esposa.
—Bien, pero ¿qué tiene que ver que Ace tenga una novia con esto? Dado que
no la reconociste, es su novia de la secundaria o irá a otra universidad. ¿Va a venir
aquí y se volverá loca cuando se entere que Ace est{ siendo… —me detengo para
elegir alguna otra palabra que signifique una degradación—… movido a la
posición de defensa?
Hammer agita su dedo en mi rostro.
—Nunca dije que no la reconocí. Esta chica va a Western. La he visto. Creo
que trabaja en un restaurante. O una panadería o algo así. La recuerdo a ella y al
café, por eso no la conoces, con tu aversión al néctar de los dioses.
—Básicamente estás bebiendo el sudor de los granos de café, así que no,
gracias. —¿Por qué las personas no pueden obtener su dosis de cafeína de Red Bull
y/o gaseosa?
Las piezas finalmente se suman para mí. Bueno, no todas las piezas, pero
Hammer debe pensar que podríamos convencer a esta chica y conseguir su ayuda
para convencer a Ace que el mariscal de campo no es su posición innata.
—Te lo digo por milésima vez, no es sudor —insiste Hammer.
—Los granos están molidos, empapados en agua caliente y luego bebes la
humedad con sabor a grano. Eso es sudor del grano, amigo.
Hammer parece frustrado.
—La forma en que hablas sobre el café no es natural. ¿Sabes qué más no es
natural? —Me inclino para levantar la barra con pesas y reanudo el levantamiento,
78 pero Hammer continúa de todos modos—. Pasar dos semanas sin sexo. Vas a
olvidar cómo se siente el coño, y eso sería una puta tragedia.
—La tragedia es que estés siguiendo mi vida sexual y escribiendo para la
revista femenina. Sin embargo, aquí estás, dos artículos hechos y el mundo no ha
dejado de girar. —El año pasado, a Hammer se le ocurrió que debería ser un
columnista de consejos, ofreciendo sus sombríos consejos sobre los hombres a las
mujeres. Subió un par de artículos y fue publicado en línea. Ahora cree que es
Emily jodida Post14 o algo así.
—Estaba investigando para mi próximo artículo. Es sobre sexo tántrico. ¿Has
oído hablar de eso? —También tiene la capacidad de atención de un mosquito.
—No. El sexo regular es suficiente para mí.
Hammer continúa como si no hubiera dicho una palabra.
—De acuerdo con estos gurús del sexo tántrico, puedes hacer que una chica
se venga simplemente respirándole.
Levanto una ceja, escéptico.
—¿Respirando? No creo que ninguna mujer vaya a tener un orgasmo, incluso
si le soplo vientos de tornado en su coño.

14 Emily Post: Escritora y columnista americana.


—No, con esa actitud no lo harás.
No puedo decir si está bromeando o no. Desde que comenzó a escribir para
Monologue, ha alcanzado nuevos niveles de rareza. Culpo a la llamada
investigación que está haciendo para estos artículos.
—Mira, el sexo tántrico se trata de estar en sintonía con tu pareja. Primero
eliminas todas las distracciones. Apagan sus teléfonos, computadoras, televisores.
Luego la sientas en tu regazo, con las piernas alrededor de la cintura. —Hammer
demuestra la posición de las piernas en el espejo. Resoplo mientras hago dos
levantamientos más y él continua—: Se miran el uno al otro y cada vez que respira,
se supone que debe mecerse contra ti. Muy pronto, estás combinando tu
respiración con la de ella. —Mi mente comienza a coincidir con las palabras de
Hammer con imágenes de Lucy y yo en mi habitación. Sus largas y sensuales
piernas se colocan a cada lado de mis caderas, moviendo su coño mojado contra…
Dejo caer la barra con un ruido.
—¿Te puedes callar? No puedo levantar doscientos kilos con una erección.
Hammer sonríe.

79 —No se puede tener un orgasmo solo con respirar, ¿eh? —Le enseño mi dedo
medio—. Ves, esta es la prueba que necesitas tener sexo. Es por eso que estás en la
universidad, amigo. Es por eso que jugamos fútbol. Por el coño de primera
categoría.
Suspiro.
—¿Podemos volver con la chica en el casillero de Ace? ¿La conoces?
Hammer se siente aliviado de alejarse del terror de las citas y responde de
inmediato.
—Es rubia y sexy. ¿Necesito saber más sobre ella?
—¿Eso es todo lo que tienes?
—Su nombre es Lucy.
Me giro hacia él, mi boca cae abierta.
—¿Qué?
No puede ser. Tiro mi toalla en el cesto y salgo corriendo de la sala de pesas.
Hay un pequeño grupo en el vestuario. Me dirijo hacia el casillero de Ace y le echo
a un lado su camiseta. Efectivamente, pegada con cinta adhesiva en la parte de
atrás de su casillero hay una foto de Lucy, su brazo alrededor de la cintura de Ace,
mirando a la cámara y sonriendo como si acabara de reírse. Y Ace está mirándola
como si le acabara de decir que va a jugar en la NFL.
Oh, esto está tan jodido en tantos niveles que ni siquiera puedo comenzar a
contarlos.

80
MATTY
La noticia de la situación de Ace se extiende por todo el equipo como un
horrible virus. Ace no bajó la voz cuando confrontó al entrenador Lowe, y para el
mediodía, todos conocían la esencia general del problema, porque las habladurías
de camerino van rápido. Los entrenadores asistentes fueron enviados para
asegurarse que cada jugador entendiera que, si una sola palabra sobre la situación
del mariscal de campo se filtraba de este vestuario, la beca de ese jugador se
retiraría de inmediato, sin fútbol, sin educación universitaria, solo un puntapié en
el culo, pateándote lo más lejos posible de los Warriors.
Ningún asistente vino a mí. No, recibí una patada particular del entrenador
Lowe por manejar mi parte del trato sin ningún tipo de delicadeza.
81
—Este es un procedimiento quirúrgico, no un maldito trabajo con un hacha
—bramó mientras se cernía sobre mí. El entrenador Lowe se aseguró que estuviera
sentado, así que cuando las palabras cubiertas de saliva llovieron de su boca, mi
cabeza estaba en una buena posición para recibirlo todo. Pasó unos buenos treinta
minutos despotricando sobre lo inepto que era y cómo conseguiría la capitanía tan
pronto como su culo se volviera verde.
Reprimí alguna réplica estúpida sobre cómo su régimen no afectaría mi juego
en el campo, y simplemente me doblegué y tomé lo que tenía que darme. Él es mi
entrenador, después de todo. Su palabra es ley y sus golpes verbales son del tipo
en el que simplemente te acuestas en una posición incómoda y esperas a que se
sienta raro mientras te jode.
Después que se calmó, me envió a reforzar el mensaje de los entrenadores
asistentes, solo. Sin Hammer, Masters o Darryl. Por mi cuenta, busqué y hablé con
todos los jugadores defensivos, los treinta y ocho, incluso los jugadores de reserva.
Me llevó cinco horas.
Para cuando llego a casa, estoy agotado y enojado y no estoy de humor para
que Hammer esté sentado en mi habitación. Antes, podía ir al apartamento de
Masters (tiene un estudio arriba en el desván), pero ahora que está casado, Ellie
está allí y la puerta siempre está cerrada porque están follando.
No hay maldita privacidad en esta casa.
—¿Qué pasa? —pregunto secamente, tirándome en la silla de mi escritorio.
—Necesitas una cerveza. —Me lanza una.
No me echo a llorar al ver la cerveza fría, pero estoy a un pelo. Giro para abrir
la tapa y drenar la mitad de la botella.
—Mierda, sabe bien.
—¿Dónde estabas? Te hemos estado buscando.
Le doy una mirada de; “me estás jodiendo”.
—El entrenador me envió con todos los jugadores defensivos para recordarles
que deben guardar silencio sobre esto. ¿Recuerdas? —Primero hablé con Hammer
porque estaba merodeando en el vestuario esperándome.
—¿Acabas de regresar?
Asiento y tomo otro largo trago.
—Atrapé a uno de los idiotas publicando un mensaje pretendiendo ser un
refuerzo anónimo.
—Ah demonios. ¿Qué hiciste?
82 —Le dije que incluso cuando no se encuentra en el campo, todavía es un
Warrior y un miembro del equipo. No estaríamos en el banquillo del equipo
contrario contándoles todos nuestros secretos durante el juego y tampoco después.
Hammer hace una pausa con su cerveza en los labios.
—Mierda, amigo, eso está bien.
—También le dije que, si volvía a fastidiarlo, le haríamos hacer ejercicio
suicida15 desnudo en el patio hasta que vomitara.
—Una llamada a su conexión emocional con el equipo seguido de una
amenaza de humillación pública. Me gusta. —Hammer inclina su botella hacia la
mía—. Mientras estabas fuera haciendo el trabajo sucio del entrenador, Darryl,
Masters y yo compilamos esto.
Él me da una carpeta.
—¿Más cosas sobre el señor Texas? —pregunto. Dejo mi botella y abro la
carpeta. Contiene un horario de clase, un horario de trabajo y un par de hojas de
cuaderno con información meticulosamente impresa. Las notas manuscritas tenían
que venir de Darryl, nuestro estudiante en ingeniería.

15 Se trata de ejercitarse corriendo de ida y vuelta sobre una superficie determinada.


—Es todo lo que necesitas saber de Lucy Watson. Ella trabaja en el Brew
House, toma dieciséis horas, es una estudiante especializada en política pública
que le gusta pasar su tiempo libre haciendo algo llamado juicio simulado. Vive con
otras dos chicas, dos bombones, y extrañamente no ha tenido un novio serio desde
que ha estado en Western. —Hammer recita la autobiografía de Lucy como si fuera
un narrador en History Channel—. Ahmed dijo que rompió con su novio de la
escuela secundaria antes de la semana de los padres en su primer año y que tuvo
una serie de aventuras, la mayoría con algunos chicos de fraternidad que su
compañera de habitación Charity le presentó, junto con algunos compañeros de
clase. Hay una lista allí. —Asiente hacia la carpeta.
El último pedazo de papel es una nota adhesiva con siete líneas, que deben
ser nombres, pero no puedo descifrar la letra de Ahmed. Cierro cuidadosamente la
carpeta para no ceder a la tentación de romper el post-it amarillo en pequeños
pedazos.
—¿Cómo la conoce Ahmed? —Intento que mi voz sea la más desinteresada
posible.
Hammer abre los brazos con un ademán de incredulidad, la botella de
83 cerveza colgando precariamente entre el índice y el dedo medio.
—Él dice que Ace y ella son amigos. Amigos de la infancia. No lo podía creer
porque ella es sexy y no hay manera que puedas ser amigo de alguien tan sexy,
incluso si eres Ace, ¿verdad?
Asiento porque Hammer está diciendo la verdad. No hay forma que solo
pueda ser amigo de Lucy.
—¿Así que él simplemente te vomitó esta información?
—No exactamente. Su novia estaba allí cuando le pregunté sobre la foto en el
casillero de Ace. Ella medio me contó todo. Ahmed simplemente lo anotó.
Tomo la carpeta sobre el escritorio, sintiéndome culpable y un poco sucio de
saber esto sobre Lucy. Ni siquiera pregunto de dónde sacaron la otra información.
Siempre hay alguien por ahí que está dispuesto a doblegar las reglas cuando hay
un Warrior en la ecuación.
LUCY
Para el martes, estoy en un lío de nervios y no puedo culpar a mi diabetes. La
triste realidad es que no puedo sacar a Matt Iverson de mi cabeza. Está dominando
mis pensamientos cuando debería enfocarme en el juicio simulado y descubrir
cómo arreglaré nuestra terrible dinámica de equipo.
Durante el fin de semana, creé algunas hojas de instrucciones para Heather,
una lista de procedimientos judiciales junto con una lista detallada de las
objeciones que podría hacer. Solo necesita hacer un par para que los jueces le den
una buena puntuación. Esta noche voy a trabajar en la elaboración de un estricto
interrogatorio.
Ella puede no quererlos, pero lo voy hacer de todos modos.
84
Pero el juicio simulado no me interesa lo suficiente, y Matt vuelve a entrar. Sé
que tengo razón sobre él; es una mala noticia para mí. Él podría ser el tipo más
dulce del mundo para la chica adecuada, pero yo no soy ella. Mi madre podría ser
fácilmente transformada por una hermosa cabeza, pero no soy ella, sin importar
cuán poderoso sea el atractivo sexual de Matt. Es como un desastre de Exxon
Mobile, derramando sus feromonas en todo el océano de las buenas intenciones
femeninas.
El buen sexo no es motivo para salir con nadie. ¿Para tener algo de solo una
noche? Sí. ¿Para salir? No.
Entonces ten algo de una sola noche, sugiere una voz interna.
Porque el buen sexo lleva a querer más, y la única vibra que no obtengo de
Matt, es que sea un tipo de segundo y tercer round. Hay demasiadas marcas en la
columna de riesgo y muy pocos en la columna de recompensas.
Mientras me pongo el abrigo, se me ocurre lo peor. ¿Qué pasa si me ve ir a la
casa de Ace y piensa que lo estoy acechando? Apresuradamente agarro el abrigo
de lana de Sutton y me pongo una gorra negra sobre la cabeza, con la esperanza
que sea suficiente para hacerme irreconocible.
En las pocas veces que he estado en casa de Ace, nunca he visto a Matt, pero
hoy sería el día para eso, ¿no? Puedo verlo diciendo: “Oye, Luce”, y por supuesto
sería “Luce” porque mi apodo de dos sílabas es demasiado para Matt, “Oye, Luce,
no me di cuenta que querías mi dirección en lugar de mi número de teléfono. Pero
entra, mi pene está listo para ti”.
En realidad, mi cerebro privado de sexo añadió esa exquisitez. Él
probablemente no me diría eso, énfasis en el probablemente.
Toda mi preocupación es para nada, porque para cuando llego al Patio de
Recreo, no hay señales de él. La puerta de entrada a la casa de Ace está abierta, así
que solo entro. Afortunadamente, solo Ahmed y Jack están sentados en la sala de
estar.
Jack lanza una mirada preocupada en dirección a Ahmed, pero Ahmed agita
su mano.
—Es solo Lucy. A ella no le importa, ¿verdad, Lucy?
—Nop.
Aparentemente, Ace tiene una chica en su habitación. Reviso mi reloj. Son las
tres de la tarde. Juro por Dios que Ace no puede estar un período de doce horas sin
tener relaciones sexuales. Debido a que los muchachos se miran unos a otros
85 religiosamente, si estuviera saliendo con Ace, no me permitirían subir hasta que
terminara con su aventura actual, Stella.
Solo que no es Stella parada en la puerta del dormitorio de Ace. Es una rubia
delgada y tetona vestida con el atuendo tradicional de todas las chicas de
hermandad del medio oeste de invierno: Pantalones ajustados de yoga, botas Ugg
y un lindo abrigo con una bufanda infinita. Tal vez los dos estaban practicando
posturas de yoga, aunque eso no explicaría por qué su lengua está explorando la
parte posterior de su garganta por lo que presumo que es amigdalitis.
—Mmm. —Aclaro mi garganta. La cabeza de Ace se levanta perezosamente
para mirar en mi dirección mientras su compañera hace un sonido gutural de
decepción—. ¿Debería esperar abajo?
Me pregunto si tendrían sexo en el sofá y si puedo encontrar un par de
sábanas limpias en este lugar. Una de las ventajas de vivir en el Patio de Recreo, un
conjunto de ocho casas compradas por un impulsador para albergar a los
principiantes, son los servicios de lavandería y limpieza. Es algo bueno, porque de
lo contrario este lugar podría oler a bolas y esperma.
La primera vez que vine aquí, un tipo se estaba acariciando casualmente en el
sofá. Hay más mujeres dentro y fuera de las habitaciones, baños y salas de juegos
que en el mostrador de MAC en Macy's en un Viernes Negro. Menos de la mitad
de los muchachos en el equipo tienen novias, e incluso los que están en relaciones
tienen una ligera idea de fidelidad.
Si no fuera amiga de Ace desde hace tanto tiempo, si él no fuera como un
hermano para mí, probablemente me resultaría difícil pasar tiempo con ellos. Tal
como están las cosas, cierro un ojo a sus indiscreciones y me recuerdo que,
mientras no sea yo quien ponga mi corazón en peligro, el equipo está lleno de
buenos muchachos.
Cuando llegué al campus como estudiante de primer año, Ace y sus amigos
ya se habían mudado al campamento de verano, estaban allí para llevar todo,
desde el camión de mi padre en tres viajes hasta mi dormitorio. Tres semanas más
tarde, cuando mi novio de cuatro años de la secundaria decidió que nunca
funcionaríamos a larga distancia, me sacaron, me llenaron de vodka y jugo de
naranja (y se aseguraron que no terminara en coma), y procedieron a decirme lo
bonita que era y cuán despreciable era el infeliz. Ace y su alegre banda de linieros,
receptores y corredores son adorables, siempre y cuando no te enamores de
ninguno de ellos.
Ace me está dando un ejemplo de alta definición de por qué Matt es un riesgo
muy grande. Lo acepto y seré simplemente una más de una larga lista de chicas
que se han enamorado de un Warrior solo para tener lastimados sus sentimientos.

86 Además, el tipo no ha mostrado su rostro en el Brew House desde el jueves


pasado. Sabe que trabajo allí y se presentó dos días seguidos, pero después de
Crowerly, ha habido un silencio total. Si pensaba que ser vegano era malo, lo cual
no es cierto, solo aguarda hasta que se entere de mi diabetes. Es una molestia y
algunos chicos se vuelven realmente impacientes con mis estrictos hábitos
alimenticios. Una vez más, los chicos bonitos son propensos a escapar. Ellos, como
mi madre, no se quedan cuando las cosas se ponen difíciles.
Simplemente demuestra que los jugadores de fútbol dirán cualquier cosa
para echarse un polvo. ¿Todas esas cosas sobre cuán divertido fue tener que
esforzarse tanto con una chica, haciéndome pensar que él realmente se tomaba en
serio el trabajo para ganarme? ¡Ah! Tal vez Matt hizo su propia evaluación de
riesgos y decidió que yo no era una recompensa lo suficientemente grande.
No es que me importe. Quiero que deje de perseguirme. Hace que sea mucho
más fácil sacarlo de mi cabeza.
Has pasado todo el día pensando en él, estúpida. ¡Él está en tu cabeza!
Bien, eso es verdad. Pero comenzando ahora mismo, ya no puedo pensar en
él.
Me apoyo contra la pared y veo a Ace acariciar el cabello de la rubia, sin duda
diciéndole que la verá más tarde, aunque si lo hiciera, probablemente la evitaría.
Ella se ríe y levanta su rostro para otro beso. Ace le planta uno en la frente, que no
es lo que ella quería, luego la gira hacia las escaleras y le da una palmadita
amistosa en el culo.
Frunce el ceño cuando me ve, así que antes que ella asuma incorrectamente
que estoy aquí para ser el segundo plato, miento.
—Soy su hermana.
El rostro de la chica se ilumina inmediatamente, pero cae cuando Ace
interviene.
—En realidad, más como primos que se besan.
—Ace se cayó de cabeza cuando era bebé, así que la mayoría de las veces lo
que sale de su boca no tiene sentido —le aseguro a su amiga.
Desliza su mirada de Ace hacia mí, y por la forma en que las líneas alrededor
de su boca se relajan, puedo ver que me categoriza como no amenazante. Podría
ser porque mi cabello yace inerte sobre mi rostro sudoroso. Maldita sea, el abrigo
de Sutton es caliente. También podría deberse a que llevo puestos unos vaqueros
viejos y un par de botas que parecen estar yendo a un sitio de construcción, pero es
Ace. No tengo que vestirme para impresionarlo.
87 Ella me da una sonrisa condescendiente y se vuelve hacia Ace.
—Entonces, ¿te veré esta noche en el Gas Station?
Él levanta una mano.
—Estaré allí.
Apenas me abstengo de poner los ojos en blanco por su forma evasiva de
despedirla. Es suficiente para la chica, porque le sopla un beso y baja ligeramente
las escaleras.
—¿Ni siquiera vas a acompañarla hasta la puerta? —pregunto mientras paso
a su lado hacia la habitación.
—Eso implica que la invité aquí, lo que no hice. Apareció, se quitó la ropa y
me dijo que hoy tenía ganas de celebrar con un ganador porque había recibido
buenas noticias. Tenía algo de tiempo que matar antes de salir esta noche.
Bien entonces.
Huele a sexo, pero su cama está perfectamente hecha. Me recuerdo poner una
manta en el sofá si decido sentarme en él. Me acerco a las ventanas y abro una. Ace
se ríe, pero enciende una varita de incienso.
—Gracias por dejarme dormir aquí esta noche. —Dejo mi mochila al lado de
la cama y trepo a un lado cautelosamente.
—No es problema. ¿Así que tu apartamento está siendo exterminado? —Ace
se tira en la esquina del sofá.
—Las chicas del 1C convencieron a la gerencia que teníamos una infestación
de insectos y que demandarían si algo no se hacía. Luego fueron por ahí y
consiguieron que un grupo de residentes firmara alguna petición anti bichos.
Ace entrecierra los ojos.
—1C. ¿Esas son las gemelas Stepford?
Asiento. Estoy segura que me he quejado de ellas antes con Ace.
Él tiene una mirada distante en sus ojos.
—Creo que me acosté con ellas el último semestre.
—Ace —gemí—. ¿Por qué?
—Se ofrecieron a hacérmelo juntas. ¿Quién rechaza eso?
Gente normal.
—Sabes que no puedo soportarlas.
Se encoge de hombros.
88
—No estoy saliendo con ellas. Me acosté con ellas.
Le tiro una almohada al rostro.
—Eres terrible.
La arroja de vuelta.
—No fueron tan buenas en realidad. Pensé que estarían todas sobre la otra,
pero una miraba mientras yo se lo hacía a la otra. De hecho, fue un poco raro. Oye,
compré soda de dieta para ti y recogí una bolsa llena de Splenda si quieres hornear
esta noche.
Este es Ace en pocas palabras. Un perro pervertido que logra apartar la
atención de su propia polla el tiempo suficiente para ser un buen amigo.
—Te gusta este asunto del mariscal de campo estrella. —Incluso en la escuela
secundaria, la temporada de Ace como mariscal de campo fue eclipsada por un
corredor estrella. Vino aquí sin muchas esperanzas de comenzar, pero las lesiones
le abrieron un espacio el año pasado. Lo aprovechó al máximo, y estoy encantada
por él.
—Es la bomba, niña Lucy. Todas las mujeres que quiera. Todos hacen lo
posible por darme un pase. Incluso mis profesores chocan los cinco conmigo y el
Tribunal de Arbitraje Deportivo sugirió que puedo tomarlo con calma. No es nada
como la escuela secundaria, eso es seguro. —Estira las piernas y dobla los brazos
detrás de la cabeza. Su mirada petulante me recuerda de nuevo lo que estaba
haciendo antes de llegar. ¿O debería decir mientras estaba llegando?
Lo cual me recuerda:
—¿Voy a necesitar un juego de sábanas para el sofá?
—Duerme en la cama. Marissa y yo no lo hicimos en la cama. —Sus palabras
tienen tanta emoción como una piedra. Pobre Marissa. Como para enfatizar su
desinterés en el tema de Marissa y su polvo, pone Family Feud. Steve Harvey
pregunta cuáles son las cinco respuestas principales para la pregunta "algo que la
gente hace cuando est{ cansada”.
—Beber cafeína. —Adivino.
—Tomar una siesta. —Es la respuesta de Ace, luego pregunta
displicentemente—: ¿Quieres venir al Gas Station con nosotros esta noche?
—No. —Pateo mi mochila—. Estoy trabajando en algunas cosas para el
equipo de juicio simulado.
—Puedo ir y golpearla —sugiere.
—Realmente no puedes, porque estoy segura que eso sería motivo de
89 suspensión. Puedo ver los titulares ahora. “Mariscal del Campeonato Nacional
arrestado por asalto y agresión”. —Pero me conmueve su defensa instantánea.
Ace echa la cabeza hacia atrás y bebe su botella. Toma la siguiente, la abre y
la vierte por su garganta antes de responder.
—Mejor que: “Ex jugador del Campeonato Nacional es degradado a favor de
un reclutado de primer año” —dice con amargura.
Parpadeo, sorprendida por su rápido cambio de humor. Hace un momento,
estaba complaciente y satisfecho de sí mismo y ahora ¿está enojado? ¿Qué me
perdí?
—¿De qué estás hablando?
El rostro de Ace se oscurece. Termina la segunda botella y abre una tercera.
—Nada. No es nada.
De vez en cuando, se pone en modo odio a todos, así que supongo que iré a comer
gusanos. Privadamente me refiero a esto como síndrome premenstrual masculino,
pero no debería sorprenderme porque el mal humor de Ace generalmente ocurre
fuera de temporada.
Durante la temporada, él está concentrado y determinado, y rara vez se enoja.
Estos pequeños fragmentos de tiempo en los que generalmente puede ignorar la
escuela y concentrarse en beber y follarse a las chicas todo el día, es cuando se
vuelve sentimental e insoportable.
Uno pensaría que estaría más molesto durante la temporada. Leo los blogs de
deportes, a veces. No puedo pasar mucho tiempo allí porque me enojo en nombre
de Ace, pero nadie habla que sea un mariscal de campo de la NFL. De hecho, nadie
habla realmente de él jugando más allá de la universidad. Cuando hablan de él, es
casi como si fuera una responsabilidad para el equipo, uno que la alardeada
defensa logra superar partido tras partido.
Pero no, es el tiempo de inactividad lo que le afecta. Irónicamente, ahí es
cuando paso la mayor parte del tiempo con él porque no está levantándose al
amanecer para practicar y acostándose temprano debido al toque de queda. Y en
este estado de ánimo, no va a compartir nada a menos que esté listo, así que trato
de cambiar el tema, pero él me gana.
—¿Viste a Matt Iverson otra vez? —El tono de Ace es despreocupado, pero no
me pierdo la ligera crispación en su tono.
—No. ¿Por qué?
Se encoge de hombros, sin apartar los ojos del programa de juegos.
90
—Solo me pregunto si todavía te está molestando.
—Nunca me estaba molestando para empezar. Te lo dije, fue agradable. —
Este nuevo tema es tan malo como el anterior.
—Y te lo dije, él es un perro. No estás en el camerino, Lucy. Todos son perros.
O quizás desearían serlo, porque si pudieran lamer sus propias pelotas como un
perro, nunca dejarían sus habitaciones.
Matt Iverson es treinta centímetros más alto que yo, definido como una
estatua de piedra, y lo suficientemente grande como para romperme por la mitad.
Casi me trago la lengua ante la imagen del tipo grande agachado, chupando su
propia polla porque está un poco caliente. Sabiamente, no comparto este
pensamiento con Ace.
—Los tipos como Ives pasan horas en Instagram antes de los partidos fuera
de casa, buscando im{genes de hermandades o “talento” local, como lo llaman.
Luego, envían mensajes privados a esas chicas y establecen citas sexuales. En cada
uno de los partidos fuera de casa —enfatiza.
De acuerdo, eso es desagradable y asqueroso cuando Ace lo pone de esa
manera, pero algo me impulsa a poner otra defensa de Matt.
—Son jóvenes y solteros, ¿verdad? Y mientras no lastimen a nadie, entonces
no es de mi incumbencia.
—Hammer, el mejor amigo de Ives, estuvo a punto de no jugar un partido el
año pasado porque su novia lo había lastimado. Fue a un juego fuera de casa,
enrollándose con una local. Su novia llegó para sorprenderlo.
Hice una mueca.
—Puedo suponer lo que pasó después.
—Realmente no. Él convenció a su amante para esconderse en su bolsa de
gimnasia. Entra la novia, comienza a besarse con Hammer, su polla aún húmeda
por su anterior paseo. —Odio cuando Ace se pone así, pero yo comencé, así que
tengo que sentarme y dejar que lo que le molesta salga de su sistema—. Pero hace
calor en la bolsa del gimnasio, así que la amante sale y trata de irse. Casi lo hace
antes que la novia vea que algo se mueve por la periferia de su ojo. Los dos entran
en una gran pelea. Hammer se golpea en la frente con una lámpara. Ese es el mejor
amigo de Ives.
No menciono que la historia es sobre el mejor amigo y no sobre Matt, pero
entiendo el punto de Ace. Matt es exactamente ese bolso caro. Renuncio a
presentar excusas por él, me doy una palmada en la espalda por relegarlo a la
columna de cosas malas para mí, junto con los carbohidratos y demasiado licor.
91 —Hablando de novias, ¿qué pasa contigo y Stella? Pensaría que ella no
estaría emocionada con la rubia en tu habitación.
—Eh. —Se encoge de hombros descuidadamente—. Stella siempre está
descontenta con algo. ¿Por qué crees que se está acostando conmigo?
—No lo sé. ¿Porque se gustan?
Me mira con incredulidad.
—¿Qué? —Levanto mis manos—. ¿Por qué es una afirmación tan estúpida?
—Stella y yo nos enrollamos porque ella vive para molestar a su padre, tiene
un fetiche extraño por los mariscales de campo, y sabe que no va a romper mi
corazón cuando termine conmigo… —abro la boca—, o viceversa —termina.
Cierro mi boca. Aparentemente tienen un arreglo de enemigos con beneficios.
Quiero decir…
—Dilo. —Suspira y hace un gesto hacia mí para que empiece a hablar.
—¡Lo siento! Pero pensé que tenías verdaderos sentimientos por ella. Esa
noche llegamos a ese club nuevo que está por East River el último semestre, Stella
pasó toda la noche hablando con el jugador de básquetbol y te fuiste a casa de mal
humor.
—Mi madre me llamó para decirme que Rascal estaba enfermo, ¿recuerdas?
Rascal era el perro de Ace. Falleció poco después de esa llamada.
Asiento, pero le recuerdo.
—Te veías más enojado que afligido por la pena.
—¿Podemos simplemente dejarlo? Quiero hablar sobre cómo tú e Ives se
enrollaron.
—¡No me enrollé con él! —protesto, pero siento volverme de un tono rojo
alarmante porque anoche tuve un sueño bastante sucio.
—Entonces, ¿por qué estás haciendo preguntas sobre él y defendiéndolo?
Aprieto mis manos en puños para no ceder a mi impulso de darle una
bofetada a Ace.
—¡Tú eres el que lo mencionó! Te dije que no lo había visto, y luego decidiste
contarme una historia horrible sobre dos de tus compañeros de equipo. ¿Qué está
pasando, Ace?
—Te dije que no era nada —dice de manera cortante. Ante mi ceño fruncido,
murmura una disculpa y se pone en pie—. Voy a ducharme y alistarme. —Huele
su camisa—. Apesto. Escoge algo para que me ponga, ¿quieres?
92
Supongo que hemos terminado con Stella y Matt. Con los labios apretados,
hago lo que me pide. No tiene sentido presionarlo porque no va a decir nada hasta
que esté absolutamente listo. Rebusco entre las cosas de Ace y encuentro unos
vaqueros limpios y una camiseta de manga larga azul marino con una textura de
gofre. Después de arrojar la ropa dentro del baño, desempaco mis cosas.
Ace sale, se viste con la ropa que escogí, su húmedo cabello marrón se ve más
oscuro de lo normal.
Se detiene junto a la cama y traza las letras en relieve sobre el paquete del
juicio simulado.
—Ni siquiera te gustan los jugadores de fútbol. Una vez me dijiste que salir
con un jugador de fútbol parecía tan emocionante como salir con un pedazo de
queso.
—¿Aún sigues con eso? —Me froto las sienes. Puedo sentir un dolor de
cabeza viniendo—. No voy a salir con él y tienes razón. Encuentro que la mayoría
de los jugadores de fútbol son aburridos. Todos ustedes tienen tendencia a hablar
de una sola cosa, que se vuelve aburrida después de un tiempo. —Excepto que las
dos noches que hablamos, Matt no dijo una palabra sobre fútbol. Fui yo quien lo
mencionó. Dios, ¿alguna vez voy a sacarlo de mi cabeza? Detente, me ordeno y me
vuelvo a enfocar en Ace—. Te amo, Ace. Y amo a todos tus amigos, pero lo que
hacen cuando se juntan es hablar sobre el juego. Diferentes rutas. Lanzar el balón
por la línea16. ¿La línea? ¿En serio? ¿Quién piensa en estos nombres? Todos son tan
sexuales.
—Los chicos piensan en ello. Es por eso que son sexuales. Y si crees que
estamos mal, deberías ver algo de lucha libre. Tienen movimientos como "llegar
por detrás" y "estrangulamiento por detr{s" y la “llave del camello”. “Correr por la
línea" es inocente en comparación con toda esa mierda. Además, los muchachos
solo tienen una cosa en mente. —Me señala con el dedo—. Recuerda eso.
Me abstengo de poner los ojos en blanco. He recibido este sermón de Ace una
vez al semestre desde que descubrió el sexo.
—¿Qué hay de la comida? ¿No es importante la comida?
—Solo en el contexto de obtener más sexo. Proteínas para mantener el ritmo.
—Ewww. ¿Podemos no hablar de pollas y erecciones? —Me estremezco. Lo
golpeo con una almohada, que arranca fácilmente de mi mano. Tal vez sea solo el
mariscal de campo, pero todavía es muy fuerte.
—¿Has tomado tu medicina? —Mueve su barbilla hacia su escritorio donde
descansa mi caja de agujas, medicación y el comprobador de análisis de sangre.
93 —Todavía no, papá. Pero gracias por el recordatorio. No he hecho esto
durante los últimos diez años ni nada por mi cuenta.
Se encoge de hombros desestimando mi irritabilidad.
—Sólo me estoy asegurando. —De manera abrupta y sabiamente, pasa a un
tema diferente—. ¿Estás segura que no quieres que le diga algo a esa chica
Heather?
—¿Y decir qué?
Me da una palmadita en la cabeza.
—No sé. Deja de hacer la vida de mi mejor amiga miserable. Sé que no eres
una fanática del conflicto.
Le doy un abrazo y me doy cuenta que solo está cuidando de mí.
—No, es muy tarde. Ya hemos gastado el dinero en el registro. ¿Todo en la
vida es tan caro?
Ace no tiene una respuesta porque no hay respuesta. Ambos crecimos en
familias modestas. Estamos en ese punto dulce donde nuestros padres hacen
demasiado dinero para muy buenas subvenciones, pero no lo suficiente como para
pagar nuestra educación. Ace tiene una beca completa debido a su brazo y tengo

16Seam: Palabra en inglés que se refiere a la línea del campo y también se usa de forma vulgar para
hablar de la vagina, de ahí el juego de palabras.
una beca de media matricula, pero ninguno de nosotros tiene mucho dinero extra
para gastar.
—Creo que no deberías haber renunciado a tu posición de cierre —me dice
mientras guarda en su bolsillo su identificación.
Sin dinero para Ace. Él no necesita comprar una bebida en este campus.
Todos los demás están felices de comprarlo para él.
—Ella es mejor que yo. —O al menos eso es lo que creí después de escuchar
su audición. Estoy teniendo dudas.
—Meh, eres más inteligente que ella.
—Ni siquiera la has visto en acción. —Y más inteligente no significa mejor. La
debacle de mi primer año demuestra que soy una mierda para el argumento
final—. Además, fue una condición para que ella se uniera al equipo. A veces
tienes que hacer sacrificios por el bien del equipo.
Resopla.
—Hacer sacrificios desinteresados significa que te quedas atrás.
Clásico de Ace. Siempre cuidando de sí mismo, pero tal vez debería tomar
94 una página de su libro de jugadas. Después de todo, mi equipo de juicio simulado
no puede salir de los Regionales y Ace llevó a su equipo al juego del Campeonato
Nacional.
—Bien, con esa nota deprimente, deberías irte o mi inspirador argumento de
cierre que estoy escribiendo para Heather estará lleno de negatividad, y dudo que
ganemos ningún punto por eso.
Afortunadamente Ace acepta eso.
—¿Todavía estamos en pie para la película este jueves? —pregunta.
—¿Qué película es esa?
—The Expendables 3.
Hago una mueca ¿Un montón de viejas estrellas de acción corriendo haciendo
bromas que no entiendo porque nunca vi las películas originales para entender las
referencias? No.
—Cierro el Brew House el jueves.
—No pasa nada. La película termina a las cuatro y cuarenta y cinco. Además,
lo prometiste —me recuerda.
—Estoy segura que estaba borracha.
—Borracha o sobria, dijiste que irías. Te veré el jueves a las dos de la tarde en
punto. —Con la mano en la puerta, Ace vuelve a llamar—. Aléjate de Iverson. Él es
problemático.
—No tengo ningún motivo para verlo —le aseguro a Ace.

95
MATTY
—¡Hijo de puta! —Las palabras de maldición me saludan cuando abro la
puerta del departamento de Jack Cameron. Flash, como nos gusta llamarlo, nos
ofreció una botella de whisky medio llena cuando nos quedamos sin alcohol en
nuestra casa.
Jugamos piedra, papel o tijera y perdí, por eso corrí tres casas para buscar el
licor. El agradable zumbido que había comenzado en el Gas Station estaba
desapareciendo, y eso debe remediarse lo más rápido posible.
Jack dijo que el alcohol está en un gabinete al lado del refrigerador y voy
directo allí.
96 —Cariño estoy en casa —grito por si alguien se está divirtiendo en la cocina.
En estas casas, nunca se sabe. Ser atleta en un equipo que se espera que compita
por el título nacional cada año conlleva mucho estrés. La mayoría de nosotros
renunciamos al consumo excesivo de alcohol durante la temporada, lo que nos deja
pocas opciones como salida para el estrés reprimido. El sexo es la forma más fácil y
divertida de quemar esa presión mental.
No encuentro a nadie besuqueándose en la cocina. En cambio, encuentro algo
mejor: Lucy Watson, completada con un delantal atado a su cintura. ¿Su cabello
está atado y con el delantal puesto? Parece una página de las fábulas que mi madre
me leía cuando era pequeño. Ricitos de oro. Desafortunadamente, Ricitos de Oro
ha tenido un accidente y si realmente consigue sacar la envoltura de la mantequilla
de sus dedos, solo empeorará la quemadura.
Mi pantalón se aprieta cuando mi polla intenta levantarse y saludarla. ¿Por
qué tiene que tener las piernas largas, además de lindos senos? ¿Por qué? Le digo a
mi traidor equipo que se tranquilice mientras camino al fregadero de la cocina.
Ella gira, sus labios forman una perfecta “O” de sorpresa.
—¡Matty!... eh, Matt… Matthew —balbucea e intento no reírme. El hecho que
usara el apodo primero dice mucho—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Vine a buscar alcohol. —Giro el grifo. Con el agua fría al máximo, le pido a
Ricitos que se acerque.
—Pensé que se suponía que debías poner mantequilla en las quemaduras —
dice con cautela.
—Cuento de viejas. —La acerco al fregadero y sumerjo sus dedos bajo el
agua.
Se estremece ante la conmoción del frío, y rápidamente paso mis dedos sobre
los de ella en un esfuerzo por calentarla un poco. O al menos mi intención es ser
rápido, pero en el momento en que hago contacto con ella, mi toque se ralentiza.
Sus dedos son delgados, elegantes. El dedo medio tiene un ligero callo como
si su bolígrafo o lápiz hubiera sido presionado allí demasiadas veces. Froto la
punta de mi dedo sobre él una y otra vez. Tengo mis propios callos por levantar
pesas, por derribar el maniquí de tacleo cien veces a la derecha, y luego cien veces
a la izquierda y repetir. Mis callos dicen que las manos son mis armas. Su callo
muestra que su habilidad es con el bolígrafo.
Ella no hace un sonido. Ni una queja de que el agua está demasiado fría o de
que estoy demasiado cerca. Nuestros rostros están a solo centímetros de distancia.
Si me inclinara justo a mi derecha, podría frotar mi mejilla contra la de ella, como
un gran gato buscando una caricia detrás de sus orejas, entre otros lugares.
97 Intento concentrarme en el agua, pero no la veo. Todo en lo que puedo
enfocarme es su mano en la mía. Todo lo que puedo escuchar es cómo ha
cambiado su respiración. Cómo la atrapa y libera más rápido de lo normal.
Froto sus dedos otra vez, aún más despacio. Mi dedo traza las curvas entre
cada dedo. Desciendo por el pequeño valle y trepo hasta la punta solo para hacer
el mismo viaje emocionante de nuevo. La almohadilla de su palma me hace
imaginar otros lugares tiernos y regordetes en su cuerpo.
Giro mi cabeza y sus ojos se enfocan sobre los míos. Sus labios están
ligeramente separados y me mira con incredulidad. No puedo creerlo tampoco.
—¿Cómo te sientes? —Mi voz sale ronca. Jesús, estoy duro como una roca
solo por tocar sus dedos. Bajo agua fría.
—Como le estás dando un baño de hielo a mis dedos, en realidad no siento
nada. —Está mintiendo y deliberadamente rompe nuestra conexión. Sacando su
mano de la mía, levanta sus dedos para inspeccionar el daño.
—Entonces no están quemados —le digo con poca sensibilidad porque estoy
exasperado por cómo sigue negando esto entre nosotros. Empujo sus dedos de
nuevo bajo el agua. La dejo en el fregadero mientras recojo la bandeja para hornear
ya fría.
—Puedo hacer eso —protesta mientras me arrodillo y barro con una mano los
restos de galletas quemadas en una pila.
—No tengo dudas de que puedes, pero sorpresa, yo también. —Y de esta
manera no estoy mirando la forma en que tus pezones empujan contra la camiseta de Harry
Potter que llamas un camisón o el hecho que tienes calcetines de hombre doblados alrededor
de tus tobillos. Estoy, estúpidamente, molesto por ese hecho. Parece íntimo e
incorrecto, principalmente porque no son mis calcetines. Apuesto a que son de
Ace.
—Si estás buscando a Ace y a los muchachos, están en el Gas Station esta
noche —me informa, como si pudiera leer mi mente.
—Lo sé. Acabo de estar allí. Te lo dije, vine a buscar un poco de alcohol. —
Frunce el ceño ante la brusquedad de mi voz. Y, francamente, no sé por qué estoy
enojado. O, para ser más precisos, no quiero reconocer por qué mi borrachera se ha
extinguido y estoy dando vueltas como un niño al que le quitaron un juguete. Lo
que sí sé es que la deseo. Desesperadamente. Quiero besarla, tocarla y follarla
y…—. ¿El cubo de basura? —Me obligo a preguntar.
—No creo que tengan uno.
98 —Correcto. —Porque las hadas de limpieza vienen una vez a la semana.
Arrastro el bote de basura más cerca de las galletas y recojo el desorden lo mejor
que puedo. Detrás de mí, Ricitos de Oro hace un ruido frustrado. Reviso mi reloj—.
Probablemente estés bien para sacarlos ahora.
—Gracias a Dios. Me estoy convirtiendo en Elsa. —Se limpia las manos con
una toalla. Su voz no se ve afectada, pero sus piernas están temblorosas mientras
camina hacia un gabinete al lado del refrigerador y saca una botella medio llena de
Jack Daniels. Al menos no soy el único afectado por esto. Eso apestaría—. ¿Esto es
lo que estás buscando?
Comienzo a tomar la botella, pero me doy cuenta que si la agarro, he
terminado aquí. Y no estoy listo para terminar. Ni por asomo. No estoy seguro de
cuál es su resistencia, pero estoy empezando a pensar que podría ser Ace.
Hay un montón de galletas horneadas en el mostrador cerca del refrigerador.
Mi estómago retumba al verlas.
—¿Qué tengo que hacer para conseguir una de esas? —Hago un gesto detrás
de ella.
Se da vuelta para mirar las galletas.
—Siéntete libre de agarrar una o diez. Pero no tienen azúcar.
Mi mano se detiene sobre la pila.
—¿Cuál es el punto? —No puedo evitar volver a mirarla. Está muy bien
equilibrada por todas partes. Caderas, tetas, rostro. Me gusta todo. Es como si
sacudiera una bolsa con todas mis preferencias y la sacara a ella.
Luce simplemente se encoge de hombros.
—Me gustan de esa manera.
Demonios. Una galleta es una galleta.
—Suena delicioso.
—Y tú suenas dudoso. —Se ríe, completamente sin molestia—. Ve a sentarte
y te traeré un plato. ¿Quieres leche?
—¿A Elmo le gusta que le hagan cosquillas? —Agarro una silla y la miro
moverse por todas partes preparándome un plato de galletas y leche.
—En realidad, no sé si le gusta. ¿Qué pasa si odia que le hagan cosquillas,
pero todos lo hacen de todos modos solo para escucharlo reír?
—Pero se ríe —señalo.
—Claro, pero podría ser una reacción nerviosa. Como alguien que se ríe en
un funeral cuando en realidad están súper tristes.
99
—Estás arruinando mi infancia con tus teorías —digo con un remedo de
severidad.
Aprieta los labios para no reírse.
—No te tomé por un amante de Elmo. —El plato de galletas se desliza a la
vista.
—¿Estás insultando mi virilidad ahora? —Recojo una de las galletas y doy un
mordisco. Est{… bastante buena. Le digo eso—. ¿Estas no tienen azúcar? Siento
que estás llena de mentiras.
—Completamente sin azúcar —declara y toma asiento a mi lado.
Finjo un grito de asombro.
—¿Estás sentada? ¿En la misma mesa que yo? ¿El tipo con el que es
demasiado arriesgado salir?
Se sonroja.
—Sólo estaba...
—¿Solo qué? ¿Siendo cortés? —Arqueo una ceja—. ¿Siendo una buena
anfitriona? —Una sonrisa se libera—. Solo admítelo, te gusto. Te gusta hablar
conmigo, y te gusta estar cerca de mí.
Suspira.
—Prometo que mantendré tu secreto, no te preocupes.
Acabo el resto de las galletas y la leche y me reclino, empujando al Jack
Daniels detrás de mí. No tengo prisa por ir a ningún lado.
—Entonces, ¿por qué estás jugando a la anfitriona? —pregunto con
curiosidad—. ¿Y cómo es que estás aquí sola? —Abre la boca, pero levanto una
mano—. Espera, déjame adivinar. Voy a suponer que estás aquí porque tu
compañera de cuarto está celebrando su sexta semana de aniversario con su nuevo
amigo. Necesitabas un lugar donde dormir y recorriste el campus hasta que
encontraste esta casa. Conociendo a los chicos, la puerta estaba desbloqueada y
pensaste que, con todas las habitaciones y camas vacías, este debe ser un lugar
seguro designado por el campus para mujeres jóvenes, temporalmente sin hogar,
como tú.
Sonríe, casi a pesar de sí misma.
—¿Y por qué no estoy en la cama?
—Porque, como Ricitos de Oro, no podías encontrar una cama lo
100 suficientemente cómoda. Sugerencia, estás en la casa equivocada.
—Mi complejo de apartamentos está siendo exterminado por supuestas
cucarachas. Ace dijo que podría dormir en su habitación.
—Hmmm.
—¿Qué significa ese ruido? —Me empuja el pie con la punta de su pie.
—Entonces tú y Ace son... —Dejo que la pregunta cuelgue entre nosotros,
deseando que llene los espacios en blanco.
—Amigos —termina.
Eso no suena bien para mí. En realidad, suena perfecto, pero no creo que
confíe en mi juicio. Ella está aquí, sola en su casa, vistiendo pijama y lo que creo
son sus medias. He tenido chicas que roban mis camisetas, prueban mis camisetas,
pero nunca mis calcetines. Esta es una verdadera intimidad. Mi escepticismo
incrementa el silencio que se cierne entre nosotros.
Ella resopla.
—No me digas que eres uno de esos tipos que cree que las chicas y los chicos
no pueden ser amigos.
—Claro que no —miento.
Una ceja delicada se arquea con incredulidad.
—Somos amigos. Nos conocimos en la enfermería en tercer grado.
—¿Por qué no saliste con él? Quiero decir, soy un tipo, pero confío lo
suficiente en mi masculinidad para decir que Ace es atractivo. Además, él es el
mariscal de campo, y entiendo por las chicas que la posición automáticamente
agrega un par de puntos a su cuenta.
—¿Y qué? Quiero decir, hay docenas de tipos guapos por aquí, pero no estoy
interesada en salir con ellos. ¿Estás interesado en salir con cada chica atractiva que
ves?
—No —respondo con sinceridad. Las citas no me interesan. ¿Dormir con
ellas? ¿Al menos una vez? Podría estar de acuerdo con eso—. Aunque te invité a
salir. Si me rechazaste porque persigues a Ace, lo entiendo.
No me gusta, pero no me tiene que gustar.
—Somos amigos. Una vez lo vi comerse un gusano. —Se estremece—. Fue
asqueroso. No puedes salir con un tipo al que ves comiendo invertebrados.
—Está bien. —Hago una pausa pensativamente—. Entonces, si Ace no está en
la escena, creo que esto nos lleva de vuelta a tu creencia infundada de que soy un
101 “riesgo”. —Hago comillas en el aire con la palabra, y sus ojos marrones parpadean
con resignación.
—Crees que estoy loca —dice ella—. Lo entiendo. Sé que puedo ser
quisquillosa17 acerca de...
Me río disimuladamente. Sí. Tengo trece años, al parecer.
Lucy parece que está luchando contra la risa.
—¿En serio? No puedes escuchar la palabra quisquillosa sin...
Otra risa. Maldita sea. Normalmente soy mucho más relajado que esto.
—Bien, me rindo. No lo vuelvo a decir.
Saco mi cabeza de esas ideas sucias y la arreglo con una mirada seria.
—De todos modos, sobre esta cosa del riesgo. ¿Sabes lo que pienso?
—No, pero apuesto a que voy a saberlo en los próximos cinco segundos.
Parece resignada, pero el hecho que todavía está aquí, ¿hablándome,
dándome de comer? Todo me da ánimo.
—Prepárate para ser ilustrada. Siento que no me has dado un análisis de
riesgo adecuado. Tal vez ponderaste incorrectamente las cosas o no identificaste

17Anal en inglés, la connotación doble sentido se pierde en la traducción.


con precisión todos los beneficios. Si me rechazas frente a nuestra clara atracción
mutua, merezco ver la evaluación.
—Mmm, déjame pensar. —Golpetea su mejilla con un dedo—. Y no.
—Sé que tienes "jugador de fútbol" en la columna de los contras, pero tienes
mayor resistencia, capacidad para sostenerte con un brazo para que mi otra mano
pueda hacer muchas cosas como...
—No. —Me empuja advirtiéndome con su pie cubierto por calcetines para
decirme que no debería terminar mi ejemplo. Realmente odio ese calcetín.
Agarro su pie y lo pongo en mi regazo.
—Hagamos una prueba de riesgo/beneficio.
—No lo hagamos. —Pero su pie no se mueve.
Le masajeo el pie debajo del calcetín, presionando con fuerza contra el tercio
superior de su pie y luego cavando en el arco. Suelta un pequeño gemido, y su
cabeza cae hacia atrás en un movimiento sexy que me endurece la polla. Jooooder. Si
así es como me siento por solo tocar la mano y el pie de esta chica, ¿qué sería estar
entre sus piernas, chupar sus tetas, sentir su coño pulsando alrededor de mi polla?
102 Mareado e increíblemente excitado, casi me caigo de la silla.
Tengo que enfocarme. Si alguna vez voy a pasar del pie y la mano, tengo que
convencerla que la recompensa conmigo sería increíble.
Aclarando mi garganta, sigo frotando su pie.
—Tener tu pie en mi regazo, eso es un riesgo, ¿verdad? Pero estás
disfrutando el masaje. Ese es un riesgo que vale la recompensa.
—Sigue frotando y deja de hablar —ordena. Sus ojos están cerrados.
Está bien, pero no voy a tocar el calcetín de otro tipo, particularmente del tipo
en cuya cama está durmiendo. No sé si comprendo por completo su explicación de
“solo amigos” con Ace. Él tiene su foto en su casillero. Ella está usando sus
calcetines. A pesar de todo, él está en el Gas Station, montando en seco a Kappa y
Lucy está sola en casa. Le quito el calcetín y lo echo a un lado y miro sus pies.
—Tu esmalte de uñas es azul. —¿Desde cuándo pensaba que los dedos de los
pies eran sexys?
Los mueve.
—Sí, en ambos pies. Eres muy observador. ¿Nunca antes has visto los dedos
de una chica?
—Estoy seguro que sí. —Simplemente no los recuerdo. Tengo esta extraña
sensación de que recordaré los de ella, sin embargo.
Dirijo una ligera caricia sobre el tobillo, bajando por el tendón de Aquiles, y
alrededor del borde de su empeine.
Su respiración se traba, tan silenciosa y tan suave, que podría haberlo
imaginado.
—¿Qué estás haciendo? —Sus palabras son un susurro ronco, y mi cuerpo
responde de la misma manera. Mis testículos se tensan, y mi polla está tan dura
que me preocupa que se rompa a la mitad, pero no puedo llegar a mis vaqueros
para reajustarme o la asustaré.
—Estamos probando tu evaluación de riesgos. —Y volviéndome loco.
—Deberías parar.
—No puedo. —Muevo mi mano por su tobillo para ahuecar su delgada
pantorrilla—. ¿Se siente bien? ¿Vale la pena el riesgo?
—No estoy segura.
Es una invitación si alguna vez escuché una.
¿Es posible correrse con solo frotar la pierna de una chica? Podría probar esa
teoría.
103
—¿Y ahora? —Mis dedos encuentran el tierno hueco detrás de su rodilla. Su
pulso late rápidamente contra mi palma. Está tan excitada como yo y ni siquiera he
llegado a las partes buenas.
—Se siente más arriesgado —bromea.
Sí, porque muy pronto mi mano estará sobre tu muslo, y no sé cómo voy a detenerme
allí.
Sus dedos se vuelven blancos mientras se agarra a los lados de su silla. ¿Se
está conteniendo? ¿O manteniéndose allí?
Joder, quiero tanto besarla. Quiero besar sus labios, pero me conformaría con
los dedos de sus pies o su rodilla o lo que sea, si todo lo que me permite es que
toque la punta de sus dedos, estaría bien con eso. Necesito probarla. Estoy
muriendo por probarla.
Desesperadamente, le suplico:
—¿Estás segura que no quieres arriesgarte? Realmente no voy a ocupar
mucho tiempo. Soy discreto, bastante poco exigente. Soy el bolso de ganga. Tengo
todo el material del bolso caro, pero soy más barato. Traigo mi propio licor,
¿recuerdas?
No sé quién se mueve primero. Más tarde ella diría que fui yo. Podría estar
en lo cierto. He querido besarla desde que la descubrí aquí. Desde que la vi en la
cafetería. Posiblemente incluso antes que nos conociéramos.
Paso mis dedos por su largo cabello rubio y la atraigo sobre mi regazo donde
sus partes blandas se encuentran con mis partes duras y doloridas. Sus manos
agarran mi cabeza y nuestras lenguas convergen en una colisión húmeda y
caliente.
Ella sabe tan dulce como parece. Como el más decadente producto horneado
de todos los tiempos.
Mi pobre polla está ansiosa por sentir su piel desnuda contra ella. Quiero
quitarle la ropa hasta que el calor de ella caliente mi fría piel. He tenido ganas de
moldear sus tetas en mis palmas, lamer el punto del pulso de su cuello.
Mi madre podría entrar y preguntarme mi nombre y no tendría una
respuesta. Estoy lleno de Luce. Su dulce sabor, el calor de su toque, el olor a
vainilla de las galletas.
Se retuerce, tratando de encontrar el lugar más duro para aliviar el dolor
entre sus piernas. Mi mano baja para encontrar la suave piel de su muslo, desnuda
104 donde ha subido su pijama. Engancho su pierna más arriba.
Suspira con alivio y gime de placer cuando presiono mi peso contra ella. Casi
lloro. Se siente tan bien.
Quiero besarla hasta que salga el sol y arrojarla sobre la primera superficie
que pueda encontrar. Maldita sea, hombre, ¿quién necesita una superficie plana?
Agarro ambas caderas y la arrastro lentamente por mi polla. Su cabeza
lentamente se inclina hacia atrás, exponiendo su hermosa y suave garganta. Sus
dedos están enredados en mi cabello, y los tirones agudos me impiden ir al
extremo, impidiéndome quitar la parte superior de su pijama para niños y quitar el
pantalón de seda hasta que esté completamente desnuda.
Juro que está lista para mí, que está mojada entre sus piernas. Sus pies se
enganchan en el reposapiés de la silla y comienza a montarme. Coloco una mano
alrededor de su cuello y la acerco para que pueda arrasar esa piel de porcelana con
mis dientes y mi lengua.
Debería ser cuidadoso. Esta es mi primera oportunidad de demostrarle que la
recompensa vale cualquier riesgo, pero es muy difícil.
Ella huele como el primer estallido de primavera. Los recortes de un genuino
campo de hierba. Real, honesta... mía. Siento que podría vivir únicamente solo del
sabor de Luce. Que ella es todo el sustento que necesitaré, lo que me emociona y
me asusta al mismo tiempo.
Es una sensación loca y estimulante, y realmente no puedo conseguir
suficiente. Arrastro su boca hacia la mía para poder beber directamente de la
fuente. Maldición, este beso es mejor que cualquier sexo que haya tenido. Su boca
está caliente y húmeda, y ella me devuelve el beso como si estuviera hambrienta y
yo fuera la primera comida que ha visto en días.
Es voraz, y cada necesidad en ella provoca un deseo de respuesta en mí.
Quiero darle lo que sea necesario, todo. Quiero besar su boca hasta que los dos nos
droguemos demasiado para hacer cualquier cosa que no sea tumbarnos en el suelo
y contar nuestras respiraciones. Quiero…
La puerta se abre de golpe. Los ruidos estallan en mi tímpano. Mi nombre es
llamado. Una, dos, una docena de veces. No lo escucho, pero Lucy sí.
Me empuja lejos.
—Yo... debería irme. —Y luego sale corriendo. Con mi polla tratando de
abrirse camino a través de mis vaqueros y lo que suena como todo el jodido equipo
en el pasillo, realmente no puedo hacer mucho al respecto. Me estoy
105 reorganizando torpemente así que no parezco completamente obsceno cuando
Hammer entra.
—¿Qué diablos fue eso? —Hammer pregunta—. ¿Esa no es la chica de Ace?
Paso una mano por mi cabello. Mi mundo ha sido volteado al revés con ese
beso.
—No lo sé, Hammer. Simplemente no lo sé.
LUCY
Colapso en la seguridad de la cama de Ace. Señor, Matt Iverson es poderoso.
No, es peligroso. Casi estallé en llamas cuando esas manos grandes y poderosas
estuvieron sobre mi pie. Mis piernas Mi sexo. Si no hubiéramos sido
interrumpidos… Dios, habría tenido sexo con él. Justo en la cocina de Ace, donde
cualquiera podría haber entrado y encontrarnos. Así de profundo es el hechizo en
que me tenía.
Froto mis mejillas calientes e intento ignorar la sensación aún más caliente
entre mis piernas. Estaba frotándome contra él como si estuviera en audiciones
para ser una chica web cam. Nunca antes me había sentido así con un chico. Tal
vez es porque no he tenido relaciones sexuales desde el año pasado. Un año es
106 realmente mucho tiempo para estar sin sexo. Solo estoy experimentando un… re-
despertar sexual. Es así como cuando se te duerme una extremidad y cuando la
despiertas, estás lleno de un intenso dolor y un zumbido hasta que desaparece.
Solo necesito que desaparezca. La próxima vez que me encuentre a Matt,
estaré preparada.
¿La próxima vez? Oh, Dios, ¿ya estoy anticipando una próxima vez? ¿Qué tal
nunca más? Y mierda, le prometí a Ace que me mantendría alejada de él. Pero no
tengo que acostarme con Matt. Podría simplemente… ¿qué?
¡Hablar! Eso es lo que haremos. Hablaremos de eso. Comeremos algo, nos
tomaremos algo, cerveza para él, soda de dieta para mí, y ambos nos reiremos y
nos daremos cuenta que estamos mejor como amigos.
Intento obligarme a dormir, pero mi mente gira en círculos. Necesito
mantenerme lejos. Pero no puedo contenerme. Pero él no es bueno. ¡Pero es
gracioso! Me hace reír y, mierda, el tamaño del monstruo en su pantalón. ¡No!
¿Recuerdas esas fotos de Instagram? ¿De verdad quieres ser el próximo miembro del desfile
de bragas en la cama de Matt? Pero tendría que estar muerta para no apreciar el
perfecto espécimen de masculinidad que es. ¡Cómo estaba ardiendo solo por
tocarme el maldito tobillo!
Y el ciclo sigue y sigue. Doy vueltas hasta que la puerta de Ace se abre de
golpe. Me levanto rápidamente preguntándome dónde es el incendio solo para
retroceder inmediatamente cuando veo dos figuras luchando por entrar, medio
riéndose, medio intentando descubrir que cenó la otra persona.
Me aclaro la garganta cuando los dos tropiezan y caen en el sofá.
—Ejem —digo un poco más fuerte.
Ace mira por encima del hombro de la rubia y sus ojos parpadean
recordando algo.
—Oh, Luce. Olvidé que estabas aquí. —Está borracho, así que las palabras se
mezclan, pero capto la esencia.
—Estoy aquí —le recuerdo.
—¿Puedes…? —Gira su dedo en un círculo rápido.
Estoy boquiabierta.
—¿De verdad? ¿Solo quieres que me cubra la cabeza y pretenda que no estás
aquí?
—No. Vamos a fingir que tú no estás aquí —replica la chica. No reconozco a
esta. No es la rubia de antes, y no es Stella.
107 Ace me mira con los ojos vidriosos.
—No te importa, ¿verdad? —Su mano recorre la espalda de su compañera, y
ella responde frotando su pecho sobre él.
Los miro a los dos con incredulidad. ¿Quiere que finja que no está teniendo
sexo en el sofá? Me tomo demasiado tiempo para responder porque mi inhabilidad
para formar palabras es tomada como un consentimiento por la chica. Ella procede
a besar ruidosamente el cuello de Ace, sonando para todo el mundo como un pez
que se revuelca en un muelle.
Él debe estar muy borracho que no la escucha o tan cachondo que no le
importa. Tal vez las dos cosas.
—Sí me importa, en realidad.
—No seas una bloquea-pollas —dice la chica, su boca parcialmente
amortiguada contra el cuello de Ace.
—Sería una bloquea-zorra —corregí con impaciencia—. No tienes una polla.
—¿Acabas de llamarme zorra, perra?
Me dirijo a Ace.
—Sí que sabes cómo elegirlas.
—No estoy juzgando su coeficiente intelectual, solo la calidad de su agarre —
responde con crudeza.
¿Y la chica? Ni siquiera se inmuta. En todo caso, creo que su expresión se
hace victoriosa.
—Bien, Ace. Muy bien.
—Lucy, danos… —Mira a la chica y vuelve a mirarme—. Veinte minutos.
—¿Veinte minutos? —Su amiga chilla—. Quiero pasar la noche aquí.
—Claro, realmente no hago pijamadas —le dice Ace y comienza a levantarse.
—¡Tienes a alguien en tu cama! —Me señala. Sin embargo, mi presencia, no la
desanima.
—Es solo Lucy. Ella no importa.
Sé que está borracho, pero eso fue grosero. Y aquí estaba yo sintiéndome
culpable por haber besado a su compañero de equipo. ¡Después de esto, debería
tener el derecho de besar a todo el maldito equipo! Salgo de la cama, encuentro mis
calcetines y tomo mi mochila. Ace se estirar para tomar mi mano cuando salgo.
—No te vayas. Solo espera abajo. Será media hora. Máximo una hora.
108
—No, no lo harás. —La chica toma el rostro de Ace entre sus manos—. Voy a
sacudir tu mundo. No la necesitas.
Sin esperar ninguna respuesta, tira de la mano de Ace entre sus piernas y
comienza a balancearse. Oh. Mi. Dios. Ace realmente está mal. Salgo de ahí
rápidamente antes que los contenidos de mi cena decoren sus ropas rápidamente
descartadas.
Fuera de la habitación de Ace, me pongo los calcetines y vuelvo a mirar la
habitación. Los dos están haciéndolo en el mismo sofá en el que él se folló a otra
chica hace unas horas antes.
Paso una mano por mi cabello. No sé qué está pasando con Ace. Por lo
general, no es así. Sí, sé que tiene sexo, y sé que tiene muchas chicas tras de él en el
campus, pero podría haber jurado que tenía un interés real en Stella el pasado
semestre. Ahora está actuando como un mujeriego sin conciencia, y así no es él.
Algo está mal con Ace, pero a menos que entre allí y le quite la chica de
encima, no puedo abordar el tema con él esta noche. O, supongo, esta mañana.
Saco mi teléfono para ver la hora. Son casi las dos de la mañana. Tengo una clase a
las diez en punto. Me ocuparé de Ace mañana, ¿pero por ahora? Solo quiero un
maldito lugar para dormir.
Si mi apartamento no estuviera siendo fumigado y si respirar pesticidas no
me matara, me iría a casa. Pero estoy atrapada aquí. En algún lugar de esta casa
debe haber un lugar donde pueda pasar la noche.
Bajo y encuentro la sala de estar vacía. No es mi primera opción, y la mitad de
la casa aún está de fiesta, lo que significa que podría dormirme solo para ser
despertada varias veces por los compañeros de Ace cuando entren a la casa, pero
no tengo muchas opciones.
Un par de voces que vienen del porche captan mi atención. Me acerco
silenciosamente a la puerta de entrada para ver quién está discutiendo, solo para
retroceder como un personaje de una mala película de espías cuando veo a Matt y
Jack.
Mierda. No estoy en absoluto preparada para lidiar con Matt tan pronto. La
huella de su cuerpo está fresca en mi mente. Todavía podría estar un poco
borracha por su beso. Necesito tiempo y distancia para construir una inmunidad
contra él para poder mirarlo y no querer arrancar mi ropa y la suya.
Echo un vistazo a través de la ventana lateral. Cualquier cosa que Matt esté
diciéndole, Jack no se lo está creyendo. Sus brazos están cruzados y su mandíbula
109 está en una línea dura e infeliz.
¿Qué dijo Ace esta mañana? Mejor que ex jugador del Campeonato Nacional
siendo degradado a favor de reclutado de primer año.
¿Seguramente no se estaba refiriendo a sí mismo? Seguramente… abrí la
puerta rápidamente y los dos se callaron al momento en que me vieron.
—¿Qué estás haciendo aquí? —le acuso.
—Vivo aquí —dice Jack con una sonrisa. Es una sonrisa falsa. Hay líneas de
preocupación alrededor de sus ojos. El meollo sospechoso que se formó cuando los
vi a los dos peleando comienza a tomar forma.
—Esto es sobre Ace, ¿no es así? —Cuando los dos no responden, extiendo la
mano y pincho mi dedo en el pecho de Jack—. Su mariscal de campo está mal. Está
borracho, follando a chicas al azar y actúa como una adolescente con su primer
ataque de síndrome premenstrual.
Jack levanta sus manos.
—Estoy demasiado borracho para lidiar con esto en este momento. —¡Qué
maldita excusa más patética! Jack está tan sobrio como un juez un lunes en la
mañana—. Buenas noches, Lucy. —Se inclina y me da un beso en la sien—. Bonito
pijama.
Miro hacia abajo a mi blusa de pijama de Harry Potter y pantalones cortos a
juego.
—Sí son bonitos —le grito a su espalda. Dirijo mi irritación hacia Matt—.
¿Qué pasa con mi pijama?
—No pasa nada con tu pijama, Ricitos, pero definitivamente no soy fan de tus
calcetines. ¿De dónde sacaste esos?
—¿Ricitos? ¿Qué le pasó a Luce? ¿Un apodo no es lo suficientemente bueno
para ti?
—Parecías un hada de cuento de hadas esta noche con tu cabello así. —Matt
mueve su dedo a mi cabeza—. ¿Estás tratando de evitar mi pregunta sobre tus
calcetines?
—¿Cuál es tu obsesión con mis calcetines? —Levanto un pie—. Estos son de
mi padre.
—Entonces tus calcetines están bien. —Hay un calor en sus ojos que hace que
sea difícil para mí mirarlos sin sonrojarme.
—Hablando de Ace…
110 —En realidad no estaba hablando de Ace —interrumpe Matt—. Estaba
hablando de nosotros. Tú y yo, y cómo estabas realmente desconsolada por haber
sido interrumpidos antes que pudiéramos arriesgarnos un poco más. Yo también.
—Su voz se espesa seductoramente. Da un paso adelante, y doy un paso atrás,
porque son ciento diez kilos de hombre acercándose a mí, y sigue avanzando hasta
que la puerta se cierra tras él—. Pero podemos arreglar nuestros corazones heridos
viéndonos mañana por la noche.
—Estoy ocupada. —Cruzo los brazos, en parte para protegerme de su
encanto y en parte para evitar agarrar su camisa y subirla por encima de su cabeza.
—Sí, el estudio, pero no se puede estudiar todo el tiempo, y no estás
estudiando ahora. —Tira suavemente de mis brazos cruzados, arrastrándome por
el suelo de madera hasta que difícilmente hay aire entre nosotros—. ¿Cómo estuvo
la recompensa, Ricitos? Y no me digas que no existió porque estarías mintiendo. Yo
estaba allí. Te sentí. Me tragué tus pequeños jadeos, y sentí que te apretabas…
—¡Está bien! —Le pongo una mano en la boca—. Sentí algo. Algo bueno. —
Sus ojos brillan en la noche. Él es como este gran gato esperando para devorarme,
¿y peor? Quiero ser devorada—. Pero es tarde y mi cabeza está confusa. No puedo
pensar ni dormir.
Sé que acabo de admitir que no puedo dejar de pensar en él, que de verdad
me está manteniendo despierta en las noches, pero las palabras se me salen. Y una
vez que están fuera, tengo una cierta sensación de alivio. La tensión se había estado
construyendo y construyendo, y tenía que salir.
Todo su rostro se suaviza bajo mi mano. Presiona un pequeño beso en la
palma y luego la retira suavemente de su boca.
Todavía sosteniendo mi mano, pregunta:
—¿Por qué no estás en la cama, Ricitos?
—Sabes por qué. —Es embarazoso—. Porque Ace trajo a una chica a casa.
Sus ojos miran mi rostro, buscando dolor, supongo. No estoy dolida. Estoy
enojada y cansada.
—Creo que olvidó que dijo que podía quedarme.
Los labios de Matt se tensan en desaprobación.
—No puedes dormir aquí abajo. La mitad de la ofensa sigue en el Gas Station.
—Lo sé. No estaba planeando dormir mucho.
Sus ojos van al sofá donde dejé mi mochila.
—Vienes conmigo. —Me suelta para ir y ponerse mi mochila al hombro. Se
111 detiene junto a la puerta de entrada y observa todos los abrigos al azar que cuelgan
en los ganchos—. ¿Dónde está tu abrigo?
—Arriba. ¿Por qué? —pregunto con creciente sospecha.
—Supongo que no lo necesitas. —Estira una mano—. Adelante. Vamos.
—No. —Oh no. No me iré a casa con él ni dormiré en su cama. No nací ayer.
—Mira, Ricitos, a pesar de toda la evidencia de lo contrario, creo que eres una
mujer de principios. Si me haces un juramento y prometes mantener las manos
quietas y no aprovecharte de mí, te creeré. —Mueve su meñique en mi dirección.
Ni siquiera puedo jurar con el meñique porque no sé si puedo mantener mis
manos alejadas de él. Después de lo que sucedió en la cocina, tendrá suerte de
llegar a su casa sin ser manoseado. ¿Pasar una noche entera con él a mi lado? Va a
necesitar un cinturón de castidad.
Ante mi vacilación, señala hacia arriba.
—O puedes subir y disfrutar del espectáculo del piso de Ace.
Me digo que estoy de acuerdo en ir con él porque es la única buena opción
que me queda.
—Bien. —Agarro uno de los abrigos del pasillo y me lo pongo. Pero no hay
manera que compartamos una cama. Absolutamente no hay manera—. Dormirás
en el piso.

112
LUCY
—¿Realmente me estás haciendo dormir en el piso? —Matt yace sobre cuatro
esteras de yoga pegadas con cinta adhesiva mientras estoy instalada en su cómoda
cama. Su habitación es aproximadamente del mismo tamaño que la de Ace, con
una pequeña nevera, un escritorio y una silla situada junto a la ventana que da a la
parte posterior de la casa y al área común que comparten todas las casas. Es por
eso que llaman a este conjunto particular de viviendas para estudiantes el Patio de
Recreo. Los chicos van de fiesta allí durante el clima más cálido y tiran bolas de
nieve durante el clima más frío, o eso me dice Ace.
Hay una puerta situada ligeramente detrás de la silla que conduce al baño.
Todas las habitaciones tienen sus propios baños. Qué bueno para ellos. Qué
113 horrible para el equipo de limpieza.
Matt también tiene una linda cama grande, más grande que mi individual,
pero en lugar de un sofá contra la pared en el extremo como en el dormitorio de
Ace, están las colchonetas de yoga.
Su cama huele bien, como cítricos y… bueno, él. Por supuesto, me gusta, ya
que parece que me gusta todo sobre él, y subrepticiamente tomo otra profunda
olida. Voy a tener que comprar una naranja y frotarla en Heather para que el olor
comience a tener una connotación negativa. De lo contrario, me voy a excitar en el
desayuno todas las mañanas.
¿Quiere un zumo de naranja?
No, señora. Me hace tener un orgasmo. No puedo beber jugo de naranja en público
ahora.
—Sí, te estoy haciendo dormir en el piso. ¿Por qué tienes las esteras allí de
todos modos? Si tuvieras un sofá, podrías dormir en eso en lugar de las esteras.
—Porque me gusta estirarme. Un buen estiramiento equivale a menos
lesiones. Pero estas esteras están hechas para estirarse, no para dormir.
—Sé que no tienes práctica mañana y que no tienes práctica por tres semanas,
así que no me importa. —Miro fijamente el techo para poder evitar mirar hacia
Matt. Se desvistió en el baño, pero salió con pantalones de franela y sin camisa. Y
esos pantalones de dormir están en algún lugar en el piso entre nosotros. Se los
había quitado bajo la fina manta que lo cubría.
Casi me tragué la lengua al ver a Matt sin camisa, así que me acurruqué bajo
las sábanas, con las manos juntas, ejerciendo todo el control que pude para no
lanzarme contra él.
—Tú eres la razón por la que tengo que dormir aquí de todos modos. Si tú y
el resto del equipo no hubieran hecho miserable a Ace, él no habría venido a casa
con una mujer y esencialmente me habría echado de mi habitación.
—¿Por qué estabas allí otra vez? —pregunta.
Puedo escuchar el escepticismo en su voz. Es tan típicamente masculino de su
parte pensar que los sexos opuestos no pueden ser amigos. Ace y yo hemos tratado
de explicarlo. La mayoría de mis amigas lo entienden. Los amigos de Ace suponen
que dormimos juntos y cuando Ace me mudó a la zona de amigos, continué a su
lado esperando que se diera cuenta del premio que realmente yo era.
—Porque Ace es mi mejor amigo. Lo ha sido desde tercer grado. Nos
conocimos en la enfermería. Ace tenía asma infantil, sabes.

114 —No, no sabía —admite—. ¿Por qué estabas allí?


Doy evasivas, no estoy dispuesta a meterme en toda la cosa de diabetes esta
noche.
—No me sentía bien.
Se mueve nuevamente en las esteras. No puede ser cómodo allí abajo. Puedo
sentirme debilitarme.
—¿Y si nos acostamos con las almohadas entre nosotros como hacían los
puritanos? —sugiere.
No puedo evitar reír. Él tiene una idea fija.
—¿Tomaste esa clase también?
—Puedes apostar tu trasero que lo hice. ¿Quién sabía que los puritanos eran
tan cachondos?
—No creo que fueran los puritanos los que estaban cachondos. Creo que era
la profesora Collinsworth. —La profesora Collinsworth es una mujer diminuta que
luce como una pasa con cabello blanco. Su clase, Principios de la Historia
Americana, tiene que ver con el sexo y la violencia durante el período colonial.
—¿Cuándo tomaste esa clase? ¿Estábamos en esa clase juntos? —Hay más
crujidos, y no puedo evitar mirar de refilón en dirección a Matt. Lo encuentro
acostado de costado, apoyado en un codo, su pecho dorado, perfectamente
formado resaltado por la luna.
—Sí, pero no hasta el último semestre. No sabía de ello hasta que mi
compañera de cuarto, Charity, me dijo que es una gran clase de relleno. —Una
clase para rellenar tu promedio.
—Ahh, mi asesor estudiantil me inscribió para el segundo semestre de
segundo año.
—Tienes Seguridad Pública con ella.
—Descríbela para mí. —Su cabeza cae sobre su mano como si se estuviera
preparando para una bonita y larga conversación. Hay algo irresistible en un
hombre que quiere escuchar sobre nada y todo. Mentalmente lo agrego a la
columna de recompensa, que se hace cada vez más larga cuanto más tiempo paso
con él.
—Es treinta centímetros más baja que tú con cabello castaño ondulado. Tiene
un estilo pinup de los años 50. Usa muchas pulseras de plata en ambos brazos.
Tintinea como un árbol de Navidad. Muy atractiva.

115 Matt entrecierra los ojos como si tratara de imaginarla.


—No la veo.
Ninguno de nosotros parece interesado en dormir. Es como la primera noche
que pasamos juntos, cuando todo lo que queríamos hacer era hablar.
—Si te acostaste con ella, ¿la recordarías?
—Sí, ¿por qué no? —Se encoge de hombros. En realidad, su hombro resalta
sus músculos, levantando los pectorales hacia la luz y luego hacia las sombras—.
No he dormido con tantas mujeres.
—¿Así que podrías nombrarlas a todas? —La aparentemente interminable
lista de victorias que aparecieron en el hashtag se desplaza por mi mente. Esa parte
pesa mucho en la columna de riesgo.
Él suspira profundamente.
—Probablemente no. ¿Importa, sin embargo? Las mujeres con las que he
dormido han querido lo mismo. Liberación simple y fácil. No hay vergüenza en el
ligue. No para la chica o el chico, siempre y cuando todos estén en la misma
página. —Se pone de espaldas, llevándose el espectáculo.
Él me tiene allí, y francamente, no quiero saber su lista de conquistas pasadas.
No sé por qué lo mencioné en primer lugar, aparte de que necesito una razón para
que no me guste. Necesito recordarme que él es un riesgo con una “R” mayúscula,
porque mis defensas hacia él son tan débiles en este momento.
Juego mi última carta de defensa.
—¿Realmente no vas a decirme qué está pasando con Ace? ¿Qué hizo que
Jack y tú discutieran antes?
—No.
Se mueve de nuevo sobre las esteras, pero no se invita a la cama, aunque
estoy bastante segura que quiere hacerlo. Él no es el único.
Finalmente, cedo, porque soy débil y es tan condenadamente atractivo.
—Puedes dormir conmigo en la cama, pero te juro que si tratas de
manosearme esta noche, te cortaré la mano.
Él está levantado y en la cama antes que termine.
Sonriéndome, me dice:
—Como que necesito mis manos. ¿Considerarías cortar un dedo? ¿O tres?
Porque aparentemente todavía puedes ser un maldito buen defensa con solo unos
pocos dedos.
116
—Depende de la infracción. —Me dirijo hacia el otro lado de la cama. Matt se
sube a mi lado.
—Me gustas, Ricitos. Y tu insistencia en etiquetarme como riesgoso no me
gusta menos —dice alegremente y pone las manos debajo de la almohada. Su codo
aterriza lo suficientemente cerca de mi cabeza que, si simplemente girara mi
mejilla, podría besarla.
Me obligo a quedarme quieta.
—No sé lo que eso significa —le digo.
—Significa que no he terminado contigo.
Arrugo la frente.
—No puedes decidir eso.
—Nop. No puedes evitar que me gustes. Es solo una cosa. Como el sol
saliendo y las mareas entrando.
—Estás aburrido, ¿verdad? Eres un tipo obsesivo, y sin el objeto de tu
obsesión, también conocido como fútbol, para distraerte, te has aferrado a mí por
alguna razón. ¿Es eso?
—Si ese argumento te hace sentir más segura, ve con eso. —La sonrisa
todavía está en su rostro. Puedo escucharlo en su voz—. Lo que pasa es que,
Ricitos, si no te acuestas conmigo ahora, será este remordimiento que tendrás toda
tu vida. Tendr{s treinta y cinco años y en el día de tu boda…
—¿No me casaré hasta los treinta y cinco?
—Cállate. Esta es mi historia. De todos modos, estás en el día de tu boda. La
marcha nupcial comienza. Las puertas dobles se abren. Al final del pasillo se
encuentra un novio de rostro pálido por el que te has decidido. En el fondo de tu
mente, piensas, me pregunto cómo era Matty Iverson en la cama. Y luego no
podrás caminar por ese pasillo. Estás obsesionada por esta falta de conocimiento.
Das media vuelta y corres. En última instancia, arruinas la vida de este pobre
infeliz, haces enemigos con toda su familia y gastas una mierda de dinero que
nunca recuperarás porque no aprovechaste esta oportunidad cuando la tenías.
—Esa es toda una línea.
—Es la verdad.
Me doy la vuelta y trato de olvidar que estoy acostada junto al primer chico
que me ha atraído en mucho tiempo. Matt no tiene ese problema. Sus suaves
ronquidos llenan el aire minutos más tarde. Es una noche larga y frustrante para
mí.
117
LUCY
Esa noche tengo un sueño muy sucio. Consiste en las muy grandes manos de
Matt tirando las mantas a un lado y luego recorriendo todo mi cuerpo. Gimo tan
fuerte cuando sus dedos se hunden entre mis piernas, que me despierto. Solo para
encontrarlo durmiendo a mi lado como un bebé.
Pongo mi mano sobre mi corazón galopante y suspiro de alivio porque no lo
he despertado y no he hecho lo que le advertí que no hiciera: Arrastrarse en la
mitad de la noche.
Matt todavía está durmiendo y no se ha movido ni un centímetro desde la
noche anterior.
118 Me doy un momento para mirarlo embobada. Tiene un cuerpo duro y sexy
que, al parecer, no necesita ninguna cobertura porque la sábana y la manta han
sido pateadas hasta sus muslos, revelando una extensión de piel dorada que se
extiende sobre hombros musculosos, pecho y abdominales. Él es un atleta, me
recuerdo. Todos ellos tienen cuerpos duros. Pero, aunque me digo que no es mi
tipo, no puedo seguir mintiendo en mi cabeza el tiempo suficiente para ser
convincente.
En mis sueños, él era exactamente mi tipo. Probablemente mi único tipo. Me
estremezco y trato de librarme de la visión de él tocándome, besándome.
Su brazo derecho está colocado sobre su frente y su izquierdo descansa sobre
su abdomen. Las yemas de sus dedos están tocando la pretina de su ropa interior y
no puedo evitar que mis ojos se desvíen hacia abajo, donde una impresionante
erección matutina apenas está sujeta dentro de la tela elástica. Mis dedos quieren
estirarse y palmear esa protuberancia.
Santo infierno, me siento mareada esta mañana.
Me permito diez segundos más de comerlo con los ojos antes de ponerme de
pie, solo para volver a caer de inmediato. Supongo que mi debilidad se debe más a
un nivel bajo de azúcar en la sangre que a mi incapacidad para controlar la
respuesta de mi cuerpo a Matt. O tal vez es solo mi cuerpo traicionándome por
completo en todos los niveles.
El golpe sirve para despertar a Matt de su sueño. Parpadea, lentamente,
ganando gradualmente conciencia. Desvío la mirada cuando su mano baja para
ahuecarse a sí mismo. Se detiene a mitad de camino, como si de pronto recordara
mi presencia en su cama.
Él gira su cabeza perezosamente hacia mí.
—Hola.
—Buenos días. —Trato de sonreír, pero incluso eso parece demasiado
esfuerzo. ¿Es de extrañar que sea cautelosa? Porque aquí estoy en la cama de un
tipo precioso, y tengo que decirle que no estoy lo suficientemente sana para irme.
Lucho con mi vergüenza.
—Lo siento por eso. —Hace un gesto con la cabeza hacia su entrepierna—.
Hábito.
—No te preocupes —respondo como si ver a un chico acariciarse a sí mismo
fuera algo habitual en mi vida—. Aunque tengo que pedirte un favor.
—Por supuesto. ¿Qué necesitas? —Se da vuelta y se apoya en un codo.
—¿Puedes tomar mi mochila? Hay una caja de acrílico negro, del tamaño de
119 un lápiz. Necesito eso.
Se inclina hacia delante, con la preocupación grabada en su rostro fuerte y
sexy.
—¿Estás bien?
—Soy... —Respiro porque incluso después de todos estos años, odio decirle a
la gente que soy diabética, pero va a abrir la caja y mirar las agujas y preguntarse si
soy una drogadicta. Además, ¿qué importa lo que Matt Iverson piense de mí?
Importa porque te gusta más de lo que debería. Dejo a un lado esa voz y digo de manera
uniforme—: Mi nivel de glucosa en sangre se siente bajo, pero necesito verificarlo.
Él no vacila. En un momento está en la cama y al momento siguiente tiene mi
caja en la mano. Jugueteo con el pestillo. Sin decir una palabra, él abre la caja y
levanta el glucómetro.
—Dime qué hacer.
—¿Estás seguro?
—Ricitos, trato con esta mierda todo el día. Siempre nos están inyectando
algo. Cortisona, inyecciones de plaquetas. No puedes ser un jugador de fútbol y
tener miedo de una aguja.
Busco en su rostro para ver si está ocultando cualquier disgusto o
consternación, pero todo lo que puedo encontrar es que está listo. Esto es normal
para él, y la lista de riesgos a la que he estado añadiendo, la que tiene todas las
imágenes de sus aventuras pasadas, la que garabateé con las advertencias de Ace,
comienza a parecer mal equilibrada.
—Pincha mi dedo y presiona la tira contra la sangre. —Me muerdo el labio—.
No tengo enfermedades contagiosas, pero es posible que desees ponerte guantes.
—Nah, confío en ti. —Maneja el equipo con facilidad, saca una lanceta, toma
la muestra y luego empuja la tira con facilidad en el lector del medidor—.
Entonces, ¿qué significa GS? Supongo que no es “gran sujeto”.
—Glucosa en la sangre. Eres bueno en esto —observo—. Si lo del fútbol no
funciona para ti, puedes entrar en medicina. Volverte enfermero.
—¿Qué quieres decir si esto no funciona? Soy un dios del fútbol —guiña un
ojo—, con “d” minúscula.
Lo creo. A pesar del pequeño número de jugadores universitarios que se
convierten en profesionales, Western ha enviado más jugadores a la NFL que
cualquier otra universidad en el país. Es por eso que Ace vino aquí a pesar que
sabía que no le garantizaban una posición de titular.

120 —¿Qué hay después del fútbol?


—Bien después de mis quince años de dominar en la posición de linebacker,
me retiraré de los profesionales y concentraré mi tiempo en aterrorizar a los
amigos de mis hijos.
El medidor de glucosa emite un pitido y gira la pantalla para que pueda ver
la lectura. Hago una mueca. Es más bajo de lo que debería estar.
—¿Dos chicos para que sigan tus pasos de dios del fútbol con “d” minúscula?
—Nah. Quiero tener fiestas de té y una razón para vestirme tontamente y
publicar fotos en Instagram que se volverán virales y que todos digan lo buen
padre que soy.
—Has pensado mucho en esto. —Compruebo el medidor nuevamente, pero
la lectura no ha cambiado. Hago una mueca—. ¿Puedo pedirte otro favor?
—Síp, y no necesitas pedir permiso tampoco.
—Necesito un vaso de jugo de naranja o leche descremada.
—Tenemos zumo de naranja seguro. Sin embargo, probablemente no leche
descremada. —Se palmea el estómago firme—. Niños en crecimiento y todo eso.
Mis ojos permanecen allí demasiado tiempo para ser educado. Cuando
finalmente alejo mi mirada de su torso rasgado, lo encuentro sonriéndome. Hay
algo diabólico en la punta de su lengua.
No me decepciona.
—Soy bonito para mirar, ¿no?
—Sí, sí lo eres. —Me río con alivio que no le importe que lo estuviera
totalmente mirando de forma pervertida.
—Quédate aquí y piensa en lo increíble que soy mientras voy a buscar tu
jugo. —Se va, sin importarle que aún luce un poco erecto en sus pantalones cortos.
Supongo que así es como realmente es vivir en una casa llena de muchachos.
Regresa en poco tiempo, trayendo un plato de huevos, tostadas, un enorme
montículo de tocino, un vaso de jugo de naranja y un Gatorade.
—Solo te fuiste un par de minutos —digo con desconfianza mientras lucho
por sentarme. Deja caer el plato en un lado de la cama y me arrastra hacia arriba,
deslizando una almohada detrás de mi espalda antes de tomar asiento a mi lado.
Me da un vaso.
—Lo robé de Hammer. —Me retira el cabello del rostro mientras sorbo el jugo
de naranja—. ¿Estás bien?
El primer indicio de preocupación aparece. Fue tan indiferente antes, como si
121 tener una chica en su cama con un problema médico no fuera gran cosa, pero por
la preocupación en sus ojos ahora puedo ver que estaba tratando de
tranquilizarme.
Mi evaluación de riesgos sufre otro golpe.
—Te dejaré en paz en quince minutos.
—No hay prisa. —Se arropa como un gato gigante en la mitad inferior de mi
cuerpo, alcanza el plato y lo coloca entre ambos. No trata de alimentarme o
tratarme como un bebé. En cambio, me mira con estudiada informalidad mientras
me como los huevos, de vez en cuando roba una rebanada de tocino mientras me
trago el desayuno que le robó a su compañero de cuarto.
No puedo recordar la última vez que fui mimada así. Si este es el tipo de
tratamiento que reciben las mujeres después de una noche con Matt, puedo ver por
qué es tan popular.
—Puedo ver por la cara triste, que estás pensando en algo que no es bueno, y
debo decir que la regla de esta cama no incluye malos pensamientos —declara
mientras toma su Gatorade y procede a beber una cuarta parte.
—¿Tienes reglas en la cama? —Me encuentro fascinada con el movimiento de
su manzana de Adán. Incluso el acto de beber es de alguna manera sexy y fuerte.
Me doy una bofetada mental. Contrólate, Luce. Oh Cristo. Ahora me refiero a mí
misma con su apodo.
—Solo una: Todos lo pasan bien.
Mi mente galopa hacia todas las imágenes interesantes que implica un buen
momento. Su cabeza entre mis piernas. Sus manos ahuecando mis pechos. Su boca
moviéndose por todos lados.
—Esos huevos deben ser realmente buenos —observa Matt.
—¿Por qué dices eso? —pregunto tan inocentemente cómo es posible.
Seguramente no podría notar en qué estaba pensando.
Sonríe.
—Gemiste un poco.
—No lo hice. —¿Gemí? Si lo hice, quiero morir. Realmente solo quiero
arrastrarme debajo de las mantas y esperar que la tierra me trague.
—Bien, tal vez no lo hiciste.
Lo evalúo suspicazmente, pero decido que la mejor manera de avanzar es
negarlo por completo. Tengo la sensación que, si revelo que soy receptiva de
alguna manera hacia él, me tendría de espaldas y sin ropa más rápido de lo que
puedo decir hut hut18.
122
Como si eso fuera algo malo, la malvada criatura en el fondo de mi mente gime.
La empujo a un lado y termino de comer mi desayuno.
—¿Estás pensando en Ace o en cualquier cosa grande por la que hayas estado
suspirando la otra noche? —pregunta.
En ninguno de los dos. Estaba pensando en ti y en tu cuerpo sexy. ¿Te importa
ponerte una camisa?
—Ambos temas violan tus reglas de cama.
Lanza un gran suspiro.
—Mira, estoy tratando de ignorar que estás casi desnuda y que me encantaría
explorar toda esa piel cremosa, pero supongo que eso está fuera de discusión, así
que estoy tratando de cambiar de tema.
Intento recordar por qué no estamos haciendo las cosas que sugiere, pero
luego recuerdo mi estúpida evaluación de riesgos.
—Oh.
—Sí, oh.
Cambiar el tema es una excelente idea. Me aclaro la garganta.

18 Hut-hut: Es un grito que usan los jugadores de fútbol americano cuando van a iniciar una jugada.
—¿Así que tienes clase hoy?
Toma una respiración profunda y mira más allá de mi cabeza por la ventana.
—Sí, tengo Seguridad Pública con tu amiga sexy.
Su referencia a Charity como sexy me molesta muchísimo. Principalmente
porque no hay ningún impedimento para que ellos dos tengan algo. Y la idea que
Matt le dé el desayuno a Charity en la cama, a pesar que Charity es una de mis
mejores amigas, me hace querer a aplastar como Hulk este plato de desayuno.
—¿Crees que Charity es sexy? Pensé que no la conocías.
—Tú dijiste que era sexy. Solo estoy repitiendo tu descripción. Aunque… —
Hace una pausa para tomar otro sorbo de su Gatorade—. La definición de sexy de
una chica es diferente a la definición de un chico.
—Bueno, por favor, ilumíname. —Doblo los brazos.
—Está bien, pero voy a ser crudo. Como ahora somos mejores amigos, creo
que está bien.
—¿Cómo que somos mejores amigos?
—¿Qué? ¿Tienes fiestas de pijamas con personas que no son tus mejores
123
amigos? —Golpea su pecho desnudo con una mano de forma teatral, y mis ojos,
involuntariamente, vuelven a caer en esa hermosa obra de arte.
—Matt... —digo en tono de advertencia.
Sonríe a su botella, para nada escarmentado. Es probable que se necesite un
grupo de monjas para hacer que se comporte y tal vez ni siquiera así.
—Sexy es una palabra que se usa para describir cualquier cosa que nos
endurezca la polla. Podrían ser labios rojos o un vistazo de piel entre la cinturilla
de los vaqueros de una chica y la parte superior de su camiseta. Podría ser,
demonios, un olor. Sexy no es lo mismo que bonito, atractivo, interesante ni
agradable. Es solo, mierda, eso me pone duro. Las chicas lo usan para describir a los
tipos a los que quieren follar. —Cierra la boca mientras se le ocurren pensamientos.
Por el brillo travieso en sus ojos, sé exactamente a dónde fue su mente sucia—.
¿Eso significa que quieres follar a Charity? Porque, Ricitos, apoyaría tanto eso.
Pongo los ojos en blanco.
—Eso es negativo en la evaluación de riesgos.
—Oh, solo estaba bromeando. —Ante mi ceja levantada de incredulidad,
aclara—. De acuerdo, admito que verte con otra chica sería sexy. Pero la verdad es
que verte en cualquier tipo de situación sexual me excitaría. Estuve en el Gas
Station durante el fin de semana. Hay mujeres dispuestas cada dos centímetros,
pero no hallé sexy a ninguna de ellas a pesar que, objetivamente, estoy seguro que
otras personas sí lo harían. No es la otra chica en la fantasía del trío. Eres tú.
Y mierda. Eso es positivo en la evaluación de riesgos. La forma en que dice tú,
como si lo dijera en serio, como si yo fuera la única que ahora encuentra sexy, es
muy tentador.
Me agito como una víctima que se está ahogando buscando un salvavidas.
—Ace dice que eres un mujeriego y que me romperías el corazón.

124
MATTY
—¿Eso dijo? —Ese imbécil. No puedo creer que esté rompiendo el código del
camerino. Quizás sea solo amistad con Luce, pero Ace no ha captado el mensaje.
Jack no es así con su hermana, Ellie, y Hammer ha estado tratando de deshacerse
de su hermana con cualquier compañero de equipo dispuesto, a pesar de la regla
no escrita del camerino sobre nada de hermanas ni novias. Ninguno de nosotros ha
aceptado la oferta. Su hermanita es jodidamente aterradora.
Ella se encoge de hombros levemente y de forma evasiva, como si estuviera
un poco avergonzada de haberlo mencionado, pero ahora que lo ha dicho, quiero
abordarlo. Al menos sé cuáles son algunas de las cosas en su columna de contras.
—No sé si me gustan el sexo sin compromiso más o menos que a cualquier
125
otro tipo —digo diplomáticamente. ¿Pero qué diablos se supone que debo decir?
He tenido mi parte de aventuras, pero ¿qué chico universitario no?
Emite un ruido de zumbido, que no suena como aprobación o desacuerdo.
—Quiero decir, no soy virgen, y no creo en todo el mito que el sexo mina tu
energía.
Murmura de nuevo. Cristo, ¿podría decir algunas palabras? Me estoy
muriendo aquí. Si tuviera un collar, estaría tirando de él.
—Me aseguro que todos la pasen bien. ¿Recuerdas la regla número uno? —
Asiente, otro gesto sin palabras—. Puedes venir aquí en cualquier momento.
Lucy traga y sonríe de una forma perversa.
—No, estaba disfrutando el espectáculo.
—Pequeña traviesa. —Agarro su rodilla y la aprieto entre las mantas. Ni
siquiera se inmuta.
Toma otro sorbo de su jugo de naranja.
—¿Puedo hacerte otra pregunta? No quiero que te ofendas.
—Bueno, somos mejores amigos… —Le hago un gesto para que continúe.
—¿Por qué tantos de ustedes, los atletas, son tan… bueno, mujeriegos? Ace
me mostró ese historial de Instagram. Estoy de acuerdo en que tener aventuras de
una noche no son malas. He tenido algunas propias, ¿pero tantas?
Mi primera reacción es gruñir ante la idea que ha tenido a algún hombre y no
a mí, pero luego me doy cuenta de lo malditamente hipócrita que es eso. Nunca se
me ocurrió que la cantidad de veces que me tomé una foto con una chica linda me
fuera a lanzar a la categoría de riesgoso.
Me rasco la cabeza, tratando de pensar en la forma menos ofensiva de
explicar esto. Porque decir que simplemente tomo lo que se me ofrece sin parar no
me ganará puntos. No con esta chica. Demonios, probablemente con ninguna chica
con la que quisiera tener una relación.
¿Y es eso lo que quiero? ¿Una relación?
Supongo que sí, porque no estaría persiguiendo tanto a Lucy si lo único que
quisiera fuera un revolcón. Sabía dónde conseguir eso, cómo se siente tener esa
conexión no emocional. En algún punto, tal vez después de oírla suspirar por
segunda vez en el café, pensé quiero ser el que haga suspirar a esta chica de felicidad, no
de frustración. Luego ella me mató con sus ojos suaves y su sonrisa y sus divertidas
126 ideas de evaluación de riesgos.
Necesito encontrar las palabras correctas para hacerle entender que
pertenezco a la columna de premiación.
—El fútbol es difícil —empiezo—. Para ser un atleta universitario en este
nivel, el fútbol es tu enfoque número uno. Claro que decimos que somos
estudiantes atletas, pero pasamos seis horas al día haciendo basura de fútbol y dos
horas haciendo tareas escolares. Nuestro trabajo está en el campo. Para eso nos
pagan. Vamos a la práctica, viajamos a los juegos, trabajamos con los entrenadores,
vemos grabaciones, y cuando no estamos haciendo esas cosas, tenemos que estar
levantando pesas, por lo que no hay suficiente tiempo para desarrollar una
relación.
—Pero suceden. Quiero decir, Ahmed ha estado saliendo con alguien desde
que está aquí.
—La novia de Ahmed es alguien con quien ha estado desde la escuela
secundaria. De hecho, la mayoría de las novias son preuniversitarias. O tal vez el
chico conoció a su novia durante una temporada de aplazamiento19, donde no
viajaba y no estaba jugando todos los fines de semana.

19Año de aplazamiento: Conocido en inglés como Redshirt, en los deportes universitarios, es un año
de aplazamiento o de suspensión para los estudiantes en su participación en el equipo.
Su cabeza se inclina hacia un lado mientras considera mis palabras.
—¿Entonces estás diciendo que es más fácil acostarte con varias personas?
¿Por qué no la misma una y otra vez?
—Porque duermes con alguien más de unas pocas veces y se vuelve un
desastre. Los sentimientos comienzan a desarrollarse y luego todos terminan
infelices.
Su voz es baja, suave cuando dice lo siguiente.
—Parece que estás hablando por experiencia personal.
Trago saliva y aparto la vista de ella. Sus palabras despiertan algunos
recuerdos incómodos. Pero de alguna manera me encuentro diciéndolos. Mi boca
se abre, y las palabras salen, como si necesitara que supiera que me esforcé por ser
alguien más aparte del estereotípico atleta universitario.
—Salí con una chica durante mi año de aplazamiento. No haces mucho en el
aplazamiento porque no ves ni una oportunidad de arrojar la pelota en el campo.
La tarea más importante es la fuerza, el acondicionamiento y aprender el libro de
jugadas, pero no es lo mismo que jugar en realidad. Ella era una chica divertida y
127 la cosa de la relación parecía factible. Luego fui titular en el segundo juego durante
mi aplazamiento en el primer año después que Donovan Highsmith se lesionara.
Nunca devolví la posición. El entrenador me notó y me dijo que tenía posibilidades
reales de convertirme en profesional, pero tuve que dar todo.
—¿Y tu novia no entendió?
—Ella… sí, esa es una buena forma de decirlo. —Megan, mi única novia
universitaria, había pasado de ser una chica dulce y divertida a ser una infeliz y
exigente. Nunca podía pasar tiempo suficiente con ella.
Ella quería salir y yo quería acostarme a las nueve para poder estar alerta y
con energía para correr a las 6 a.m. Las únicas veces que bebía eran los sábados
después de un juego. Nunca antes. Mis clases fueron diseñadas para acomodar mi
práctica de fútbol y el calendario de juego. Megan quería que tomara clases con
ella.
Al final, ella pasaba más tiempo gritando por lo horrible que era como novio
que por tener relaciones sexuales.
—La decepcioné mucho. No quería hacer eso de nuevo. Era un novio de
mierda —concluyo. Y eso no fue lo peor, pero Luce no necesita saber los detalles
de mi fracaso.
—No puedo creer que esté diciendo esto, pero creo que tu filosofía no solo
tiene sentido, sino que es algo honorable. —Su mano se arrastra sobre las sábanas
para tocar la mía.
Sus palabras levantan algo dentro que no me había dado cuenta que había
estado cargando por un tiempo. Mi ruptura con Megan no se había sentido
honorable en ese momento, pero, mirando hacia atrás, fue lo mejor para los dos.
Curvo mis dedos alrededor de los de Luce, esperando no estar apretando
demasiado. Esperando que no se dé cuenta de cómo me gustaría tener su mano en
la mía durante el futuro previsible.
—Entonces, ¿dónde está tu ex ahora?
Me encojo de hombros.
—No tengo idea. Se graduó. Era un año mayor que yo y estoy en cuarto año.
Supongo que tiene un trabajo y está en algún lugar viviendo una vida adulta y
responsable, saliendo con ejecutivos y gerentes. —Al menos espero que sí—. ¿Qué
hay de ti? ¿Hay algún tipo andando deprimido por el campus porque le rompiste
el corazón?
—No. —Se mete el último bocado de la tostada seca en la boca antes de
128 contestar—. Mi único novio fue en la escuela secundaria y rompió conmigo la
tercera semana de clases. Él va a Cal Poly y decidió que no quería probar la
relación a larga distancia.
—Eso apesta —le digo, pero en realidad estoy encantado.
—Te ves destrozado por eso —dice con sarcasmo.
¿He mencionado lo mucho que disfruto cuando me molesta? Porque lo hago.
Sonrío sin arrepentimiento.
—Lamento que hayas sido herida, pero no siento que estés soltera.
—Eso es honesto, al menos. —Tira de sus dedos, y de mala gana la libero. El
plato está vacío, y es obvio que se está inquietando. Supongo que no puedo
mantener a Ricitos aquí si quiere irse, sin importar cuánto me gustaría—.
Realmente no importa si eres un mujeriego o un monje —dice.
—¿Hemos vuelto a la evaluación de riesgos?
—Parcialmente. Dime qué más te interesa además del fútbol. Porque Ace,
Ahmed, Jack, de lo único que hablan es del fútbol.
—Oye, no es mi problema que la ofensiva esté llena de tipos que son
unidimensionales. Tengo otros intereses —protesto y me levanto.
—¿Cómo qué?
Ni siquiera me mira. Bajo su desinterés, mi casi desnudez se siente incómoda
y embarazosa. Recojo los pantalones de dormir de franela del piso y meto mis
piernas dentro de ellos.
—Me gusta… —Joder, ¿cuál es la última cosa que no sea fútbol que he hecho
además de beber y follar?— Me gustan las películas.
—¿Como en dar tu opinión? ¿Estudiarlas? ¿Escribir artículos sobre estas?
—Creo que esa mierda mueve las películas de la columna divertida a la
columna de trabajo. —Hago un inventario mental del baño. No hay toallas en el
piso. No hay condones. No hay ropa interior tirada. Decidiendo que es seguro, se
lo ofrezco a Luce—. ¿Necesitas el baño?
—Eso sería genial. —Entra y cierra la puerta.
Sé que me oirá hablar porque la puerta es tan delgada como dos cuadernos
presionados.
—Me gusta el baloncesto.
—Eso es un deporte. Cae bajo la misma rúbrica que el fútbol.
Mierda. Más o menos es así. Mis ojos se posan en la silla junto a la ventana.
129
—Leer. Me gusta leer.
El crujido dentro del baño se detiene. Ajá. Le gusta eso. Debería haber ido allí
primero. Por supuesto, piensa que leer es una habilidad importante. A las chicas
les gustan los chicos que leen. Hay todo un historial de Instagram para eso, lo sé
porque Hammer y yo estábamos en él y hemos conseguido más de un revolcón
fuera de la ciudad por eso. El año pasado, durante nuestra carrera por el
campeonato, un periódico hizo una artículo sobre las vidas secretas del equipo de
fútbol de los Warriors.
Hammer y yo estábamos en la misma clase de Literatura, y casualmente
estábamos leyendo Moby Dick. Llevábamos ese libro con nosotros a todas partes,
no porque fuera una gran lectura, sino porque era tan jodidamente aburrido.
Tuvimos que obligarnos a terminarlo. El entrenador nos sorprendió un día y
arrastró a la persona de relaciones públicas dentro.
Nos dijeron que usáramos nuestros pantalones de fútbol y camisetas de
entrenamiento para el artículo para que el mundo exterior creyera que éramos algo
más que deportistas tontos. Como si nos sentáramos en el camerino con los
pantalones puestos. ¡Qué tontería!
—¿Cuál es tu libro favorito? —pregunta.
—No tengo un libro favorito. —Trato de mantener el triunfo fuera de mi
tono. No sé qué tanto éxito tengo.
—Nombra uno y no seas tan presumido.
No demasiado exitoso.
—Es una serie. Harry Potter. Crecí leyendo esa serie.
—¿Cuál es tu Patronus?
—Ah ah ah —digo—. No harás que te lo diga. No estoy lo suficientemente
borracho. —¿Decirle el animal espiritual que escogí a la edad de ocho años? No.
—Trabajo en el Brew House. Si me dices cuál es, haré tu patronus con la
espuma.
—Es tentador, pero aun así no. —Me apoyo contra la puerta, pensando que
esta es probablemente la conversación menos sexual, pero la más interesante que
he tenido en mi habitación—. ¿Realmente puedes hacer eso? Hacer dibujos con la
leche.
La puerta se abre y aparece Lucy con unos vaqueros ajustados y un suéter
blanco de gran tamaño que oculta todas las partes buenas, incluido su trasero. Pero
130 todavía se ve sexy como el infierno. Es como el envoltorio de un regalo. No puedo
esperar para quitárselo.
—En realidad no. Lo máximo que puedo hacer es una hoja y un corazón. —
Deja caer su pijama doblada en su bolso y recoge su caja de insulina—. Ya no te
estoy interrogando, así que no tienes que responder si no quieres, ¿pero el
personaje favorito de la serie?
—Snape —respondo de inmediato.
—¿De verdad?
—¿Creíste que iba a decir Ron? —Estoy un poco ofendido.
Se ríe.
—No. No creo que Ron sea el personaje favorito de nadie. ¿Pero a la mayoría
de los chicos no les gusta Harry o Draco supongo?
—No, Snape fue el mejor. Tenía un gran corazón y fue valiente.
Muerde la esquina de su labio.
—También un bravucón, pero puedo ver de dónde sacas las otras
características. —Ligeramente, mueve su maletín de una mano a la otra—.
Entonces, ¿no hay clases para ti hoy?
Niego.
—No. Asistí la semana pasada. No quiero que mis profesores se queden en
estado de conmoción yendo con demasiada frecuencia. Además, este es mi
descanso. No tengo un descanso de otoño, un descanso de Acción de Gracias y
solo tres días libres en Navidad. Incluso las vacaciones de primavera ya no están
disponibles porque estamos en el medio de la temporada primaveral, por lo que no
voy a clase a tiempo completo hasta después del Día del Fichaje. Todos los
profesores lo saben y lo solucionan. —Es una ventaja de estar en el equipo ganador
del campeonato, y la aprovecho al máximo—. ¿Qué tienes?
—Ley y prosa, que se trata de escribir trabajos legislativos persuasivos.
—¿Estás interesada en la política20? —pregunto sorprendido, deteniéndome
en medio de limpiar la mierda del desayuno. Simplemente no parecía el tipo, no es
que realmente sepa cuál sería ese tipo.
—No, estoy interesado en la ley. Me gustaría conseguir un trabajo con un
grupo de expertos y solo escribir todo el día. Ese sería el trabajo de mis sueños. Es
una de las cosas que me gusta de los litigios simulados. Te obliga a mirar un
problema de ambos lados. Tenemos que presentar los argumentos de defensa y
parte demandante del caso.
131 —Genial. —Necesitamos personas inteligentes que escriban nuestras leyes.
Su estuche negro me llama la atención—. ¿Tienes que ponerte una inyección?
Supongo que puedes hacerlo tú misma, pero estoy aquí para ayudarte si lo
necesitas.
—Sí, pero preferiría no hacerlo mientras estés aquí.
—Entendido. Llevaré estas cosas abajo. ¿Tienes todo lo que necesitas antes de
irnos?
—¿Antes de irnos a dónde? —Su frente se arruga.
—Antes de irnos a clase.
—Pensé que no ibas a clase.
—No voy. Te acompaño a la clase.
Cuando salgo, todavía está farfullando.

20Política: Es una confusión de términos. Policy y Politics. La primera habla de leyes y legislaciones,
la segunda sobre política como tal.
MATTY
Al final, la dejo ir sola. Sé muy bien que ella no quiere que la vean conmigo
por Ace. ¿No es eso una sorpresa? Nunca tuve problema con que alguien, chica o
chico, quisiera ser visto conmigo. ¿Dónde demonios pensaba él que ella iba a
dormir? Mierda, que la echara y no se asegurara que tuviera un lugar seguro
anoche realmente me sacó de quicio.
Incluso si tuviera una amiga como Luce a quien no habría intentado follarme
de mil maneras diferentes, no la habría hecho dormir en la sala de una casa que
veía más acción que un burdel en Reno.
—¿Quieres decirme qué demonios fue eso? —pregunta Hammer cuando se
cierra la puerta—. Cuando te dimos toda esa información, pensé que la usarías
132
para persuadirla que ayudara a nuestra causa. No para que entrara en tu cama. —
Se detiene y me mira—. ¿Estás tratando de usar tu pene para convencerla que Ace
necesita moverse?
—No sé si sentirme contento o perturbado que pienses que mi polla es tan
poderosa. —Me rasco el pecho, debatiendo si quiero ir a la instalación deportiva
para comer algo o simplemente prepararme un bocadillo de media mañana aquí.
Cinco piezas de tocino y una tostada no son suficientes para mantener vivo a un
pájaro.
—En serio, hombre. ¿Dormir con ella? Eso es bajo, amigo. —Hammer me
sigue a la cocina.
—No lo estoy haciendo. O sí dormí con ella, pero eso es todo lo que hicimos.
Dormir. —El refrigerador está alarmantemente vacío. Durante la temporada, casi
siempre comemos en el centro deportivo. Las cenas son en el campus. Pero
estamos en ese extraño período sin práctica y sin juegos. Solo hay un
entrenamiento de pesas por la mañana al que no se nos requiere oficialmente
asistir todos los días, así que comemos más en casa. Tanto es así que solo tenemos
dos litros de jugo de naranja, una caja de cervezas y lo que parece un ladrillo de
queso mohoso. Hammer debe haber usado lo último de nuestra comida para
preparar el desayuno.
—Hermano, puedes decirme. Solo te juzgaré por hoy.
—No te estoy mintiendo. Mierda, no puedo creer que esté tratando de
convencerte que no dormí con una chica. —Lanzo mis manos hacia arriba—. ¿Por
qué no tenemos comida?
—¿Porque ir a la tienda de comestibles es más doloroso que un enema? —
sugiere Hammer—. Mira, te creo. ¿Pero cómo sucedió eso? ¿Ella simplemente se
tropezó y cayó en tu cama? ¿Se desmayó de camino a la clase y tú te la llevaste a
casa?
—¿Qué tal que fumigaban su departamento, se suponía que ella se quedaría
en la habitación de Ace, él llevó a casa una cazadora de jerseys y ella estaba
atrapada durmiendo en un sofá en su sala de estar?
La boca de Hammer se abre.
—Me estás jodiendo.
—Nop.
—Amigooo.
—Lo sé. —Me dirijo a mi habitación y comienzo a vestirme. Necesitamos
comida y probablemente algunos suministros básicos. Reviso la pasta de dientes
133 en mi baño. Síp. Casi terminada.
—¿Qué le pasa a ese tipo? —pregunta Hammer. Él tiene tres hermanas y
desde su travesura con su ex, ha cambiado a una nueva página. Ha estado
empujando a sus hermanas con sus compañeros de equipo porque nos ama y sabe
que a pesar de nuestra propensión ocasional a ser perros, somos seres humanos
decentes y seríamos buenos compañeros... con el tiempo. En realidad, si hay un
tipo que debería estar aconsejando en una revista para mujeres, probablemente es
Hammer. Él dice que es un hombre reformado.
—Esto está jodiendo con la cabeza de Ace.
—No lo sé, hombre. No tratas a un amigo así —dice Hammer con dudas.
—No me hagas defenderlo más. Me dijo ayer que no se está moviendo.
—Los chicos de defensa ya están mirando al chico en YouTube. El defensa
trasero estaba hablando de él en la casa de Bish y estaban más emocionados de lo
que estarían si todo un montón de prostitutas fueran dejadas ahí.
Bishop Green es el encargado de la defensa trasera: El capitán de los defensas
de fondo, de esquinas y defensas traseros.
—Fantástico —digo en un tono que transmite que es todo menos genial.
Después de meter mis pies en unas botas, agarro mis llaves—. Vamos.
Necesitamos algo de comida. Una vez que tengamos algo para comer, podremos
pensar con más claridad.
Pienso en Luce y su diabetes. Me pregunto qué tipo tiene. No es extraño que
haya hecho galletas sin azúcar. Probablemente tenga que vigilar cada bocado que
ingrese en su boca. Qué fastidio.
—Y necesito llamar a mi mamá.
—¿Para qué? ¿Estás enfermo?
—No. Tengo una pregunta médica para ella. —Le hago un gesto para que se
ponga calcetines y zapatos—. Te veré abajo en diez.
Hammer me mira con sospecha, pero se va sin discutir.
Mamá responde en el segundo tono.
—Hola, Matthew —dice con su actitud enérgica. Un extraño puede asumir
que es fría. Estaría equivocado. A pesar que es una pediatra muy ocupada, siempre
ha hecho tiempo para mí y ha llegado a una sorprendente cantidad de juegos—.
¿Qué puedo hacer por ti?
—¿Qué tipo de comida puedo comprar para un diabético?
134
—Verduras —responde de inmediato—. Mantente alejado del maíz. Hay un
alto contenido de azúcar en eso. Esencialmente cosas verdes. La fruta está bien,
pero no es genial porque, de nuevo, tiene azúcar. Las manzanas son buenas porque
son ricas en fibra. El pescado es bajo en grasas saturadas. Hablando de grasas, los
alimentos grasos no son necesariamente malos. Deberías llevarla a comer sushi —
sugiere mamá—. Esto es sobre una chica, ¿cierto?
Lo es, aunque no estoy seguro de por qué estoy considerando las necesidades
dietéticas de Lucy en mi planificación de comestibles. O, al menos, no es algo que
esté listo para examinar muy de cerca. El beso de la otra noche sacudió mi mundo
de una manera inesperada.
—Una amiga mía tiene. Solo quiero ser cuidadoso.
—Puedo enviarte una lista. Podrías comprarle algunos productos sin azúcar
como sorpresa. Solo con moderación, por supuesto. —Pongo los ojos en blanco, lo
cual, si lo hiciera en persona, me haría ganarme una bofetada en la oreja—. Los
alcoholes de azúcar como el sorbitol están bien. ¿Ella tiene del tipo 1 o tipo 2?
—No tengo ni idea. —Al igual que no tengo idea de qué es el sorbitol21—. ¿Es
eso importante?
—No para ti, querido. Tengo que irme ahora.
La atrapé entre pacientes, me doy cuenta.
—Está bien, gracias.
—Te amo, cariño.
Ella cuelga antes que yo pueda responder del mismo modo.
Hammer está en la puerta de entrada, tecleando algo en su teléfono. Desliza
el dispositivo en su bolsillo cuando me ve. La culpa está en todo su rostro.
—¿A quién le estás enviando mensajes?
—A nadie —dice inocentemente. Ante mi mirada firme, cede—. Está bien,
Bish. Era Bish, ¿está bien? Tuvo una buena idea.
—¿Cuál? —No tiene sentido no preguntar. Hammer, bueno, martilleará22 esta
idea suya hasta que la oiga.
—Ella está en juicio simulado, ¿verdad? —Ante mi asentimiento, gana
135 entusiasmo—. Necesitas presentar esto ante ella como un caso.
—No estoy estudiando para ser abogado —le recuerdo. La conversación se
pone en pausa hasta que ambos subimos a mi Rover.
—Eres lo más cercano que tenemos. Los únicos otros que se acercan son Jay,
que es psiquiatra, y Eggers, que estudia humanidades.
Jay es un defensa suplente y Eggers es un defensa lateral.
—Nunca he entendido qué es una carrera en humanidades.
—A la mierda si lo sé. —Hammer se encoge de hombros—. El punto es que tú
eres el capitán de la defensa ahora que Masters se ha declarado para el
reclutamiento, por lo que incluso si no estuvieras en leyes como no lo estás,
todavía serías la persona para hacerlo. Y ella durmió en tu cama anoche.
Maldita sea. ¿Desde cu{ndo tengo que ser el “líder” de este equipo? No me
importa armar las jugadas en el campo. Esa mierda es divertida. Incluso ir al centro
del campo e intentar intimidar al mariscal del equipo contrario durante el
lanzamiento de la moneda es muy importante en mi lista de estupideces y risitas.

21 Sorbitol: Es un azúcar que se encuentra de forma natural en las algas rojas y en las hojas y frutos
de las plantas de la familia rosaceae como son las peras, manzanas, ciruelas, membrillos,
melocotones o albaricoques.
22 Juego de palabras con el hombre del personaje ya que Hammer puede ser traducido como

martillo o martillar.
¿Pero dictar qué es correcto o incorrecto para nuestro equipo? Ese es el trabajo del
jodido entrenador, no el mío.
—Hammer. —Le disparo una mirada rápida—. No le dijiste a Bishop que ella
se quedó anoche.
Hammer mira con aire culpable el teléfono que sacó del bolsillo de su
pantalón.
—La vio salir de la casa, y podría haberle dicho algo acerca de cómo puede
que tengas una posición ventajosa con ella.
Respiro hondo y cuento hasta diez para no ceder a la tentación de detenerme,
arrancarle el brazo a Hammer y golpearlo con él.
—¿Qué dijiste exactamente?
—Que tenías una posición ventajosa.
—Pensé que estabas indignado porque la estuviera usando. —Piso el freno
con un poco de fuerza en el semáforo—. Y ahora le estamos diciendo a todo el
equipo que Luce y yo estamos follando.
—De ninguna manera, hermano. Le conté a Bish toda la historia acerca de
136 que la echaron de su apartamento y luego Ace llevó a una chica a su casa desde el
Gas Station. —Mueve una mano despreocupado—. Bish ya lo sabía porque
aparentemente, Ace tuvo sexo con la chica en el armario de almacenamiento antes
que se fueran.
—Esta es la razón por la que tenemos que estar bebiendo en el Patio de
Recreo y no de un lado para otro —digo entre dientes. Los chicos me habían
convencido que ir a un bar el martes por la noche estaría bien porque no habría
mucha gente fuera. Pero una vez que se supo que el equipo estaba allí, todo el
mundo se presentó. Arrastré a los muchachos de la defensa a casa conmigo cuando
el bar comenzó a llenarse—. Será mejor que no estén hablando mierdas sobre Luce
—advierto.
—No. Está todo bien —me asegura—. ¿Entonces vas a hacerlo o qué? Porque
si alguien puede convencer a Ace de hacerse a un lado para el señor Texas, es su
mejor amiga.
Dudo. Hammer no se equivoca en eso. Ace y Luce tienen algún tipo de
relación, incluso si prefiero negar que existe. Pero es lo suficientemente fuerte
como para ponerme en la columna de riesgo incluso después de anoche. Ella aún
se estaba conteniendo esta mañana.
Pero si pudiera presentárselo de alguna manera... Demonios, me haría la vida
mucho más fácil. Si ella convenciera a Ace de moverse a la defensa, entonces el
entrenador estaría feliz, los chicos de la defensa serían felices, y la ofensa tendría
que aceptarlo.
La potencial desventaja más importante de esto es si la molesto por sacar el
tema. Anoche, ella estaba enojada cuando pensó que Jack y yo estábamos hablando
de Ace. Ella claramente sabe algo, ¿y si cree que estoy tratando de usarla? Mi polla
y mis bolas serían cortadas y llenarían mi garganta antes que pudiera parpadear
dos veces en busca de ayuda.
Incluso yo me pondría en evaluación de riesgos por eso. Pero tal vez si lo
expusiera para ella... como Hammer sugirió. Como si estuviese defendiendo a Ace,
y ella podría decidir por sí misma si tenía sentido hacerlo moverse hacia un lado o
el otro.
—Lo pensaré. —Pero la sensación de malestar en el estómago me dice que no
es una buena solución. Obviamente, Ace le está susurrando al oído al modo Iago23,
que el equipo de fútbol está lleno de tipos de mierda. Si ella se toma esto mal, no
hay vuelta atrás.
Además, no me gusta cómo Ace es tan influyente con Lucy. Por otro lado, tal
vez ella sea influyente con él. Pero usarla sería horrible.
137 Me dirijo al estacionamiento de la tienda de comestibles. Hammer se une a mí
dentro de la tienda. Recojo una canasta. Intercambiamos una mirada y ambos
negamos con la cabeza. Devuelvo la canasta y agarro un carro.
—Busquemos nuestra mierda y larguémonos. —Hammer se dirige hacia el
pasillo de los aperitivos mientras merodeo por la sección de productos agrícolas.
Arrojo unos contenedores plásticos de verduras en el carro y luego voy a buscar
pescado congelado.
—¿Qué mierda estás comprando? —pregunta Hammer mientras llevo el
carro hacia el pasillo de las cajas registradoras—. ¿Recibiste un correo del
entrenador? —Me mira con preocupación—. Mierda, ¿tenemos que empezar antes
este año?
—No, no recibí ningún correo. Esto es solo… —Me froto la nuca con timidez
porque estoy comprando comida para una mujer con la que ni siquiera me he
acostado. La estoy cortejando con cabezas de brócoli y manzanas.
—¿Solo qué? —pregunta Hammer.

Iago: es un personaje ficticio creado por Walt Disney. Pertenece originalmente a la película
23

Aladdín y su nombre se basa en un personaje de William Shakespeare (Iago de Otelo). Este loro
desgraciado es considerado un peligroso villano, envidioso, cruel y traicionero.
—Solo estoy pensando que debería comer mejor. Dar un buen ejemplo —
improviso.
—Entonces creo que esto es todo para mí. —El bastardo sacude su bolsa de
Doritos.
Me obligo a alejarme antes de empezar a babear.
—Eso sería sesenta y ocho cincuenta —dice la empleada. Ella nos sonríe
bellamente.
Hammer se inclina hacia adelante.
—Eres hermosa, cariño. ¿Cuál es tu nombre?
—Tiene dieciséis —dice el chico que está metiendo los comestibles en bolsas.
La chica le lanza una mirada sucia al chico. Alguien no tendrá sexo. Él se
encoge de hombros filosóficamente.
—No quería que un Warrior fuera suspendido por perseguir a una menor de
edad.
Hammer extiende la mano y choca el puño con el empaquetador.
138 —Mi hombre, tienes razón.
—No hay problema. ¿Quieres que lleve esto fuera por ti? —Levanta las bolsas
de plástico.
—Nosotros nos encargamos —le digo antes que Hammer pueda adoptar al
niño lleno de granos y lo lleve a casa con nosotros.
—Felicitaciones, por cierto —dice el chico detrás de nosotros.
—Escapamos por los pelos. —Hammer se pasa una mano por la frente.
—¿Realmente estabas pensando en levantarte a la chica de la caja? —
pregunto incrédulo. Tal vez sí tenemos mucho sexo casual. Hammer se encoge de
hombros levemente.
—Era linda. No hace daño coquetear. Tal vez conseguir su número. Las
lugareñas son buenas para un poco de variedad, ¿cierto?
—Cierto —digo débilmente.
En el camino de regreso a casa, Hammer expone el plan que él y Bishop han
preparado, la chica de la caja ya es un recuerdo lejano, tan lejano que ni siquiera
recuerda haberla visto en el espejo retrovisor.
De alguna manera, no creo que reunir una lista de todos los mariscales de
campo que nunca llegaron al siguiente nivel sea muy convincente. Por otro lado,
no puedo salir y decir: “Oye, tu amigo Ace ya no puede ser mariscal de campo.
¿Quieres ayudarme a convencerlo que pasar a defensa de fondo es la decisión
correcta? Y, por cierto, creo que eres sexy como el infierno. ¿Puedes presentarme a
tu colchón antes de arruinar la vida de tu mejor amigo?”.
Creo que será mejor que me acostumbre a comer brócoli en lugar de papas
fritas durante las próximas semanas.

139
LUCY
—Así que, cuando lo estabas besando, ¿te sentiste aburrida y extraña, como si
la lengua de este tipo se sintiese como un pedazo de carne sin cocinar? O era más
como, demonios, o deberíamos crear una caseta de beso nacional porque este tipo
podría eliminar la deuda de este país en un día —pregunta Sutton mientras damos
nuestro paseo de media tarde.
Odio el ejercicio, pero necesito algún tipo de ejercicio regular diario o mis
niveles de azúcar en sangre se descontrolarían como esta mañana. A veces, no
importa lo cuidadoso que seas, un diabético puede caer en niveles muy elevados o
muy bajos de azúcar en la sangre. O a veces, como yo, bebes demasiado en tu
primer año de estudiante y tus compañeras de cuarto llaman a la seguridad del
140 campus porque no pueden despertarte de tu coma hipoglucémico y tu padre
termina teniendo que pagar una enorme factura de ambulancia que no puede
afrontar.
—Definitivamente lo último. Fue tan bueno que estoy considerando
renunciar al sexo el resto de mi vida porque todo en adelante será decepcionante.
—Chica, ¿por qué no tuviste sexo con él?
—Honestamente, porque al principio no era mi tipo. —Antes que Sutton
pueda expresar su disgustado estupor, alzo una mano—. Sí, lo sé. Es tan guapo
que probablemente es el tipo de la madre Teresa, pero cada tipo por el que he
estado atraída en el pasado ha sido muy diferente a Matty.
Sutton arqueó las cejas.
—¿Matty? Tienes un apodo en diminutivo para él.
—Todo el mundo lo llama así —protesto. Aunque… Ace lo llama Ives.
Escondo mis mejillas dentro del cuello de mi abrigo en caso que me esté
sonrojando. No necesito que Sutton lo vea y lo use en mi contra.
—Está bien, ¿cuáles son tus otras razones, señorita Aversión al Riesgo?
—Es un mujeriego. Hay muchas imágenes de él con el brazo alrededor de
una chica en Instagram, me cansé de deslizar la pantalla. Ace dice que la polla de
Matty ha visto tantas vaginas que ahora está escribiendo artículos para OB GYN
Today.
—Compruébalos dos veces. —Sutton se encoge de hombros—. ¿Y cuál es el
maldito problema de Ace? Él tampoco es un ángel. No puedo creer que llevara a
una chica a casa y esperara que tú lo observaras.
—No estoy contenta con eso, ¿pero la advertencia de Ace no es incluso más
significativa? Porque claramente sabe de qué está hablando. Como tú siendo una
cineasta, así que respeto tu opinión sobre las películas. Ace obviamente está
consiguiendo su título en folladas al azar.
Una de las chicas de mi clase de PoliProsa se nos acerca. Sutton espera a que
la chica pase antes de girarse hacia mí.
—Sé que no me crees, pero creo que Ace está realmente colgado de ti. —Está
vez es su turno de levantar un dedo para pedirme que espere—. Espérame. Tu cosa
de los juicios simulados es grande en los supuestos, ¿cierto? Siempre te escucho
practicando con Randall, “asume que el cielo es verde y la hierba es azul. Eso lo
haría todo lo contrario, ¿cierto?”.
—Haces una buena imitación. Tal vez el año que viene puedes estar en el
141 equipo de juicios.
—Te quiero, Lucy, pero ni en un millón de años. Lo encuentro realmente
aburrido.
—Lo sé. No me importa.
—Que es la razón por la que somos amigas, pero volvamos a Ace, dejémoslo
en hipotético, ¿de acuerdo?
—Adelante. —No es como si pudiese decir que no. De todos modos Sutton
me perseguiría hasta que la escuchara, incluso si necesitaba subirse a mi cama por
la noche y susurrármelo al oído.
—Asumamos que Ace está enamorado de ti, pero sabe que tú no lo amas a él.
Decide que esperará. Algún día te despertarás y verás lo increíble que es. —Me
ignora cuando pongo los ojos en blanco—. Hasta entonces tiene que alejar
cualquier pretendiente potencial. Hace esto de dos formas. Primero le dice al
equipo que estás fuera de los límites porque él es cercano a ti. Él te ha “pedido”,
por así decirlo.
—Porque somos propiedades y por lo tanto se nos puede reclamar.
—Cierto. —Sutton asiente, ignorando mi sarcasmo—. Después de advertir al
equipo, evita cualquier desliz potencial al asegurarse que tienes una mala opinión
de sus compañeros de equipo. Estos son todos los principales y atractivos hombres
alfa. Algunas chicas acuden en masa hacia ellos, pero algunas chicas, como tú y yo,
basan el atractivo en la personalidad. Así que si creemos que son unos imbéciles
estúpidos capaces de engañar, no importa lo guapos que sean. Tú, especialmente,
vas a colocar a esos jugadores en la columna de “no”.
—Tu hipótesis no funciona porque Ace y yo no tenemos sentimientos el uno
por el otro aparte de amistad. He conocido a Ace desde que era un mocoso de ocho
años. Cualquier romance potencial entre nosotros murió hace mucho tiempo,
enterrado bajo una gran pila de ropa maloliente. —Marco una lista de razones de
por qué no—. Ace no conoció el desodorante hasta que pasó de largo la pubertad.
Cuando pienso en Ace, no pienso en el hombre soñado, pienso en sus pedos
constantes en quinto grado. Pensó que era hilarante apuntar su cañón de gas en mi
rostro. —Sutton arruga la nariz—. Exacto, gracias. Tuve que quejarme a su madre
antes que se detuviera. Además, tiene un gusto horrible en películas. ¿Sabes qué
quiere ver este miércoles?
—No. Aunque estoy asustada. —Se ve alarmada.
—Deberías. Expendables 3. ¿Necesito decir más?
—Está bien, pero estas son razones por las que no estás enamorada de Ace, lo
142 que creo completamente porque no siento vibración de ti hacia él, lo que es la
razón de que en parte acepte tu comentario de “Matty no es mi tipo”. Pero ninguna
de esas son razones son por las que Ace no está enamorado de ti.
—¿Un chico que está enamorado de alguien lleva a una chica a casa y trata de
follarla frente a dicho interés amoroso?
Sutton niega.
—Me parece justo. Pero tal vez él es uno de esos héroes torturados, héroes de
Byron que no pueden dejar de hacer daño a todo el mundo a su alrededor porque
él mismo está demasiado herido.
—Oh, Dios, Sutton. Definitivamente piensas con las partes creativas de tu
cerebro. —Levanto las manos—. Estás conjurando un escenario que no existe.
—¿Cómo es eso diferente de lo que estás haciendo con Matty? Todas tus
excusas para no tener una cita con él involucran cosas que no han sucedido. No
tienes pruebas que haya engañado a nadie. Él disfruta de las mujeres. Gran cosa.
De hecho, ¿no dijiste que él salía con alguien su primer año y rompieron porque no
le prestó demasiada atención a ella? Eso no es lo mismo que él engañándola. No es
como si quisieses a un chico respirándote en el cuello. Has tenido suficiente mierda
en tu plato. Sería un alivio salir con alguien que esté tan ajetreado como tú —
discute Sutton—. Además, pasaste la noche con él y ni siquiera hizo un
movimiento. Eso no indica un jugador para mí. Es totalmente respetable según tus
límites. Sé que te gusta jugar por seguro, ¿pero ahora mismo, cariño? Estás siendo
una cobarde.
Tiene razón. Hay una diferencia entre ser cautelosa y ser una cobarde. Me
agarro la cabeza.
—Sigo dándole más y más vueltas a esto en mi mente. Tienes razón. Él no
resultó como un tipo que solo quiere meterse en las bragas de una chica.
—Así que, ¿por qué te estás resistiendo? ¿Por qué te estás castigando?
Sutton prácticamente está imitando las palabras de Matty. Suena a que tus
evaluaciones de riesgos evitan que te diviertas en lugar de mantenerte a salvo.
—Pareces estresada, Ricitos.
Levanto la cabeza de golpe y ahí está Matty de pie fuera de la pequeña
librería de la universidad en el extremo sur del campus. Sutton y yo hemos
caminado casi tres kilómetros y cuarto discutiendo sobre Matty y solo ahora me
estoy dando cuenta de ello.
—Esta es una maldita señal —me susurra Sutton al oído—. No puedes
escapar de esto, Lucy. Un poder superior está conspirando para que los dos estén
143 desnudos. Cede o el apocalipsis va a llegar. —Se aleja sin tan siquiera presentarse a
Matty—. Voy a culparte si llegan los zombis —grita y comienza a correr en la otra
dirección.
Se lleva su camiseta a la nariz.
—¿Huelo mal?
—No. Sutton tenía una emergencia. —Una emergencia de entrometerse.
—Tu compañera de cuarto —identifica él—. ¿No con la que voy a clase sino
la otra? ¿Cuál está tomando mi lugar en tu contrato de arrendamiento?
Curvo los labios. Apenas puedo creer que recuerde de lo que hablamos
nuestra primera noche juntos. Pero solo fue hace una semana. Aun así, ¿cuántos
chicos recuerdan sus flirteos con tanto detalle?
—Esa sería Sutton. Charity y yo teníamos una clase en nuestro primer año y
conocimos a Sutton en el otoño. Ella tenía problemas con su compañera de cuarto y
un apartamento en Oak quedó libre.
—Buena elección. —Asiente de forma aprobatoria—. He escuchado que Oak
es un buen lugar.
—¿Estabas consiguiendo ayuda para el estudio? —Inclino la cabeza hacia la
librería.
—No. Comprando algo de porno. —Levanta el último thriller de Ludlum.
Bajo la pretensión de inspeccionar el libro, me embebo de él. Se ve como un James
Dean moderno. Un abrigo de cuero negro desabrochado sobre una camiseta azul
de los Warriors. Sus ojos son tan azules como un mar turquesa. Los pantalones
apenas contienen sus perfectas piernas. Las botas negras terminan con su aspecto
de chico malo.
No ayuda a nadie que su largo cabello esté despeinado por el gorro de lana
que está colgando del bolsillo derecho del abrigo.
Y en parte odio que mi corazón cante y suspire al verlo. Pero he acabado de
pelear contra mi atracción por él. ¿Cuál es el punto? Estoy en la universidad. Se
supone que tengo que divertirme. Él no es la clase de mal como beber cinco
chupitos de tequila en una fiesta de la universidad. Puede que él se sienta igual de
pesado, puede hacerme igual de imprudente, pero no voy a entrar en ningún coma
después de tener sexo con él.
Además, el sexo sería un buen ejercicio. En realidad, sería saludable para mí
dormir con él. Sería bueno para mi mente y mi cuerpo. Si lo hacía solo una vez,
solo estaría tomando un pequeño riesgo. El más pequeño. El mínimo. Casi ni
144 siquiera es un riesgo estar con él una vez.
A menos que te vuelvas adicta, susurra mi avisador de riesgo interno. Le ordeno
que cierre la maldita boca.
—Tal vez no necesites ese libro esta noche. —Doy un atrevido paso adelante
y se lo quito de las manos.
MATTY
No sé qué decir. Ella literalmente me dejó sin habla.
—¿Solo por esta noche? —Logro gruñir cuando su mirada de confianza
comienza a vacilar bajo mi estúpido, muy estúpido silencio.
—¿Qué más quieres?
Joder, muchísimo, Ricitos, pienso, pero para no asustarla, le digo:
—Me gustaría salir contigo.
—Me dijiste antes que eras un novio de mierda.
No soy un genio con las palabras como ella. Quiero exponer mis verdaderos
145 sentimientos lo mejor que pueda, pero nunca tuve que decir algo como esto. Ni
siquiera a Megan le expresé mis sentimientos, pero mirando hacia atrás eso es
probablemente porque no tenía muchos, ella es una buena chica y un buen polvo.
He tenido mucho sexo desde entonces, pero nada como el beso en la cocina.
Nada como Lucy. Su cabello dorado brilla con su propia luz, y no puedo evitar
enroscar un mechón rebelde alrededor de mi dedo.
—Sí, reconozco que antes apestaba con eso de ser novio, y tienes muchos
motivos para pensar que no lo voy a lograr, pero estoy entrando en mi último año.
Llevo tres años haciendo lo de las prácticas, la escuela y el juego. Creo que puedo
agregar una novia a la mezcla sin echar todo a perder.
—No lo sé. —Duda—. ¿Una cita?
—Síp. Película. Cena. Largas caminatas por las aceras cubiertas de nieve, ya
que estamos en el medio oeste y no en la costa y es invierno.
Está en silencio demasiado tiempo, y no tengo la mínima idea de lo que está
pasando por su cabeza. Tengo la esperanza que diga que sí, pero cuanto más
tiempo paso sin conseguir nada, más me preocupo.
—Admítelo. Estás curiosa. Nuestro beso fue caliente la otra noche —le
recuerdo. Tan caliente que he estado pensando en eso sin parar.
—Sutton, mi amiga, dice que los jugadores como tú solo tienen rollos de una
noche porque tu enorme ego no puede manejar el saber que no eres bueno en la
cama.
—Tu amiga Sutton nunca se ha acostado conmigo.
—Ella es una de las pocas entonces.
Caí en la trampa.
—Pues te debes a ti misma darme una noche y ver si valgo la pena. Una
noche para ver si somos incluso compatibles. ¿Qué hay sobre eso?
Si ella no acepta una cita, entonces tendré que usar esta noche para
convencerla que cualquier grado de riesgo que me ha atribuido se ve compensado
por las ventajas que puedo ofrecerle.
El atardecer se asienta, y las luces recién encendidas del campus le regalan un
resplandor mágico. Ricitos de oro, vas a dormir en la cama adecuada esta noche. Sus ojos
se fijan en mi rostro, y me estudia durante al menos dos largas respiraciones.
Termina su inspección con un firme asentimiento.
Su rostro sombrío cambia instantáneamente, y me da una sonrisa brillante.
146 —Bien.
—¿Bien qué?
—Bien, una noche.
Ella toma la iniciativa, avanzando enérgicamente hacia su apartamento.
—¿Tienes condones? —pregunta—. Porque yo no.
—Si digo que sí, ¿estás poniendo una marca en la columna de los contras? —
pregunto cautelosamente.
—No, nos ahorraría tiempo. De lo contrario, tendremos que parar en alguna
parte.
—Tal vez deberíamos detenernos de todos modos —sugiero porque solo
tengo uno. He llevado un condón en mi billetera desde que tenía doce años. Mi
madre me dio el primero después que tuve mi primer sueño embarazoso y
húmedo, y me encontró metiendo mis sábanas en la lavadora.
—¿Por qué? ¿No tienes ninguno? —pregunta.
—Solo tengo uno. —Enfatizo en el número. Abre los ojos como platos.
—¿Crees que vamos a necesitar más de uno? —Se ríe.
Las pelotas de algunos chicos podrían haberse encogido. Veo esto como un
desafío.
—Ricitos, vamos a necesitar por lo menos tres.
—De ninguna manera —se burla, pero cuando se da cuenta que no estoy
bromeando ni un poco, su risa se convierte en escepticismo—. ¿De verdad?
Me resisto a frotarme las manos.
—Puedes llevar la cuenta.
Nos detenemos en la tienda y compramos una caja de condones. El empleado
sonríe con complicidad y empieza a hacer un comentario tonto, pero entre la
mirada fulminante de Lucy y la mía de advertencia, sabiamente nos cobra sin decir
palabra y guarda la caja en una bolsa de papel marrón.
—A veces, me olvido que eres un atleta de renombre —menciona mientras
subimos los escalones de su apartamento—. Y que el sexo es un evento deportivo.
Sabes, Paul Brown creía que las mujeres no deberían andar cerca de su equipo de
Cleveland, porque mermaban la energía de los jugadores.
—Primero, el único evento deportivo en el que me he involucrado durante las
últimas semanas ha sido ver cuánto puedo beber en una noche, y segundo, por
favor, quiero que agotes mi energía. Quiero que me drenes hasta que me quede
147 seco.
—Puedes parar ahora —dice de forma represiva—. Lo entiendo.
Creo que mis habilidades de hablar sucio necesitan trabajo. Nos detenemos
en su puerta. Mientras mete la llave en la cerradura, dice:
—Tengo compañeras de habitación, así que tendrás que hacer silencio.
Paso un dedo por mis labios.
—Hecho.
Lucy realmente no lo entiende, no aún por lo menos. Pero la deseo lo
suficiente para disfrazarme de mujer si con eso consiguiera quitarle la ropa y
meternos en su cama.
A pesar de toda su preocupación, el departamento está en silencio cuando
abre la puerta. Sus compañeras de habitación se esconden en sus dormitorios o
están cenando. Dada la tranquilidad en el departamento, supongo que cenando.
Ayudo a Lucy a quitarse el abrigo, luego me quito el mío y me lo cuelgo en el
brazo. No estoy seguro de dónde quiere que ponga mis cosas.
—¿Puedes colgar tu chaqueta y, mmm, quitarte las botas? —Es más una
pregunta que una orden.
Me gusta que no esté segura qué hacer conmigo que, este encuentro no sea lo
suficiente familiar como para que haya una rutina practicada de dónde van el
abrigo y los zapatos del visitante. Me quito las botas y cuelgo mi chaqueta encima
de la suya.
—¿Vemos la tele un poco? —pregunto, tratando de darle una salida y
esperando desesperadamente que no la tome.
—No. No quiero eso, ¿tú sí?
—No. —Me inclino y rozo mis labios con los suyos porque ha pasado un
tiempo desde que la besé y necesito sentir su dulzura contra mí. Ella se acerca, su
cuerpo me dice todo lo que necesito saber—. Dirige el camino —digo contra su
boca.
—Primera puerta.
Una lámpara de pie se enciende cuando toca un interruptor. Su habitación es
pequeña y blanca, y me siento como Gulliver entre los liliputienses.
—Tu cama es realmente pequeña —digo estúpidamente.
—Tal vez eres demasiado grande —sugiere ella.
Le doy un guiño descarado.
—Ningún chico jamás lo ha dicho.
148
Afortunadamente, ella se ríe.
—¿Quieres algo de beber?
—No. —¿Mi necesidad de alimento de agua o fútbol? Parecen deseos
distantes frente al dolor feroz que tengo por ella. Siento que he querido tocarla por
siempre, aunque la conozco dese hace solo unos días. Cuando comienza a quitarse
el suéter por la cabeza, la detengo. Me siento en la silla de su escritorio, que se
siente en miniatura. Acaricio mi pierna—. Me gustaría que vinieras aquí.
Ella se acerca y se detiene frente a mí. La ubico entre mis piernas y recuesto
mi cabeza contra su pecho, escuchando el latido de su corazón. Revolotea,
emocionado y nervioso contra mi oído. El mío golpeteando como una manada de
caballos en una estampida está tratando de escapar de mi pecho.
Con dedos temblorosos, deslizo su suéter por encima de su cabeza. Debajo
ella usa una cosa fina y sedosa y sin sujetador. Sus pezones erguidos empujan
contra la tela. Paso las manos por debajo del material, trazando las protuberancias
en su espina dorsal, el relieve de sus omóplatos. Sus párpados se cierran cuando
llego a la base sensible en la parte posterior de su cuello.
No quiero apresurar esto. Quizás no tenga otra oportunidad de tocarla de
nuevo.
El fino tirante de su top se desliza por su hombro, la tela se engancha en un
pico erecto. Se me hace la boca agua, y no puedo esperar un segundo más sin
poner mi boca contra su piel desnuda. Empujo la tela hacia abajo con mi barbilla.
Ella me ayuda sacando sus brazos de los tirantes, primero uno y luego el otro.
Tomo otro momento para contemplarla.
—Eres hermosa —digo, incapaz de mantener la reverencia en mi voz—. Tan
hermosa.
Sus dedos encuentran su camino hacia mi cuero cabelludo, arañando y
escarbando entre los mechones y luego empujándome ligeramente hacia adelante.
Soplo aire caliente contra un pezón y luego otro. Ella se estremece, y es como
un cable de alimentación eléctrica que corre de su cuerpo al mío.
Maldita sea, pero la quiero tan condenadamente tanto.
Tomo una suculenta punta en mi boca y cubro la otra con la mano. Ella es
más pequeña de lo que esperaba, pero dos veces más deliciosa, y mientras agito mi
lengua alrededor de su pezón, no puedo evitar pensar que fue hecha a la
perfección para mí.
149 Sus dedos se hunden en mi cuero cabelludo, acercándome más. Ambos nos
desplazamos un poco. Me deslizo hasta el borde de la silla; ella se encuentra a
horcajadas sobre mí. Sigo chupando, y ella sigue presionándome cada vez más
cerca.
Hay un gemido que llena el aire, un sonido gutural de necesidad y deseo. No
sé si es mío o de ella. Probablemente es mío. En mi vida, no recuerdo haber
querido nada tanto como la quiero.
Anhelaba victorias en el campo, campeonatos, éxito, pero nunca a una
persona. No hasta Luce.
LUCY
La succión en mis pezones me está mareando. No puedo recordar si alguna
vez sentí tanto placer al dejar que me chuparan los senos. Juro que puedo sentirlo
entre mis piernas con cada tirón profundo.
Nunca dudé que fuera bueno en la cama. Él sabe muy bien cómo usar su
cuerpo para maximizar su habilidad atlética. Y el sexo es un evento deportivo.
Pero los chicos pueden ser egoístas, y no importa lo bien que conozcan sus propios
cuerpos, eso no significa que les importe saber cómo trabajar el cuerpo de los
demás.
Pero Matt no es egoísta de ninguna manera. Es increíblemente generoso, y
disfruto ser una receptora de esa benevolencia en este momento. Cualquier otro
150
tipo me tendría en la cama, mis vaqueros alrededor de mis tobillos y mis bragas a
un lado. Lo que no quiere decir que no quiera hacer eso con Matt, pero su actitud
pausada es una sorpresa bienvenida.
Que bese mis pechos no es un paso hacia un buen polvo. Es simplemente
agradable y maravilloso en sí mismo. Como nuestro primer beso. Como estar
sentados en su cama y hablar. Saborea cada momento.
Y puedo decir por la presión de su erección contra mi estómago que está
disfrutando muchísimo de esto. Me balanceo contra él, saboreando la presión de su
pene, incluso a través de las capas de mezclilla y algodón.
Retrocede, y el aire frío contra mi piel húmeda es en sí un tipo de sensación
erótica.
Estirándose sobre su hombro, agarra mi caja de insulina.
—¿Qué está pasando? —pregunto con curiosidad.
—Me sentiría como una mierda si te desmayas en medio de nosotros
teniendo sexo. Eso definitivamente sería una marca negra en la columna de riesgo.
Entonces, ¿qué tal si analizamos tu nivel de azúcar en la sangre?
Esa es a la vez una de las cosas más dulces, pero también una de las menos
sexys que se han dicho durante el juego previo. Enrollo mis dedos en mis manos
para no tener que tomar la prueba.
—¿Y si está demasiado baja?
—Entonces te conseguimos algo de comer si lo necesitas y dormimos.
—¿Y olvidamos que esto pasó? —Estoy empezando a enojarme.
Ladea la cabeza. No sé si escucha la leve amargura en mi tono.
—Espero que no. —Desliza una mano desde mi hombro hacia abajo sobre mi
pecho para detenerse justo en el borde de mi cintura. Todo mi cuerpo se tensa y se
apoya en la caricia—. Quiero una noche contigo. Una noche completa Si eso es
todo lo que me darás.
La solicitud tácita de más cuelga entre nosotros. No sé lo que le puedo dar,
así que le dejo tomar la medida de azúcar en la sangre.
—¿Con qué frecuencia tienes que hacer esto? —pregunta mientras pincho mi
dedo y lo presiono contra la tira reactiva. Todavía me siento en su regazo, a
horcajadas sobre él. Mi mano roza su pecho cubierto con una camiseta mientras
trabajo. Los músculos saltan y se tensan de una manera gratificante ante mi toque
accidental. Hay algo embriagador en cómo responde a mí. Qué tan fácil se excita
por todo sobre mí
151 —De diez a doce veces.
—¿A la semana?
Le brindo una mirada fulminante.
—Al día.
Se pasa el dorso de la mano por la boca.
—Cristo.
—Sí, así que no me digas sobre las cosas que dominan tu vida. Lo sé todo
acerca de eso.
—Supongo que sí.
Esperamos hasta que la medición parpadea en la pantalla. Dice 84.
—¿Eso es bueno? —pregunta.
—Sí. Debería estar entre 70 y 99 a menos que haya comido y entonces debe
estar debajo de 140.
Me estiró más allá de él y vuelvo a colocar el kit en el escritorio.
—¿Algo más que quieras probar?
Sus dedos se deslizan en mi cintura, debajo de mis bragas.
—Sí. —Sus ojos se oscurecen y está claro que ya no se está refiriendo a mi
nivel de glucemia—. Pero no te preocupes. Voy a hacer todo el trabajo.
—Lo harás, ¿eh?
—Sí. —Se pone en pie y en dos pasos deja caer mi trasero sobre la cama. Se
desnuda muy rápido. La camisa vuela de su cabeza y sus jeans y ropa interior caen
al piso en poco tiempo. Se para frente a mí como el dios con “d minúscula” como
se nombró en broma.
Su cuerpo está perfectamente formado, un testimonio de una dieta cuidadosa
y entrenamientos sin parar. Tiene vello en el pecho, una ligera capa de polvo sobre
sus pectorales y un rastro más oscuro que lleva hasta su pene. Se inclina hacia
adelante, su eje colgando pesado entre nosotros, y planta una mano a cada lado de
mi cintura.
—No puedo esperar para poner mi boca sobre ti y probar lo bien que sabes.
Me levanta con una mano y de alguna manera arrastra mis jeans con la otra
hasta que estoy usando nada más que mi camisola alrededor de mi cintura y un
par de bragas lavandas de encaje húmedas.

152 —No puedo esperar para sentirte y probar cuán mojada estás.
—Matthew —le advierto.
—¿Qué? ¿La conversación sucia te avergüenza? —Desliza un dedo entre mis
piernas—. Te dije que me gusta hablar durante el sexo. Además, incluso si te estás
poniendo más roja que los uniformes de Oklahoma, te excita. Voy a chupar tu
clítoris aquí. —Frota mi clítoris, y no puedo negar la avalancha de emoción que me
inunda—. Y luego follar con la lengua tu dulce coño hasta que te corras en mi
rostro.
Cada vez me pongo más y más roja con cada palabra.
—Matt, cállate.
Se ríe y me acaricia nuevamente sobre mis bragas.
—Sabes que este es el beso australiano. Porque te lo estoy haciendo abajo.
—¡Cállate! —Repito con un medio gemido, medio risa.
—No sé si puedo. Tal vez tengas alguna idea sobre lo que puedo hacer con mi
boca. —Su tono es suave pero su mirada es caliente y hambrienta. Otro dedo se
presiona contra mi adolorido centro, luego esos dos dedos quitan mis bragas para
tocar mi piel desnuda.
Pero el toque es enloquecedoramente ligero. Me mira, esperando.
Me rindo porque quiero esto demasiado.
—Deberías ponerte de rodillas y poner tu boca sobre mi… coño. —Empujo la
palabra más allá de mis labios.
Sus ojos se iluminan con malicia.
—Sí, señora.
Hace lo que pedí. Cae de rodillas y saca el resto de mi ropa. Y como lo hizo
con mis pechos, se toma su tiempo.
Primero mira y me dice lo preciosa que soy. Luego roza la áspera yema de su
dedo sobre cada pico y valle. Creo que debería avergonzarme por lo expuesta que
estoy, pero no lo permite. Puedo escuchar el obvio placer y deleite que siente al
mirarme, y cuando finalmente coloca sus labios y su lengua contra mí, es como si
nunca hubiera hecho algo tan maravilloso en su vida. Es una locura lo bien que se
siente esto.
Me recuesto, cierro los ojos y me entrego a Matt. Sus manos se clavan en mi
trasero, simultáneamente me amasan y me acercan. En su fuerte agarre, no necesito
tener cuidado porque está ahí para atraparme, para cargarme, para abrazarme. Y
por muy regresivo que sea, se siente maravilloso.

153 La liberación comienza en mis dedos de los pies y asciende, se tuerce y se


encrespa hasta que estoy jadeando por aire. Tironeo de su cabeza, queriendo que
suelte, pero me sacude y profundiza. Su lengua se clava en mí, tirando de la
tensión tan fuerte que es ceder o explotar. Me vengo tan fuerte que casi me
desmayo.
Me abraza mientras tiemblo, todavía bebiéndome como si no pudiera obtener
suficiente. Solo cuando me he calmado lo suficiente como para abrir los ojos,
retrocede. Su boca brilla con la evidencia de mi placer.
Unos segundos más tarde y está en la cama, condón en la mano.
—¿Cómo va la evaluación de riesgo/recompensa?
—Estoy quitando puntos si sigues mencionando eso —le advierto.
—Me parece justo. ¿Quién de nosotros va a poner esto en el chico grande? —
Sonríe, pero hay una tensión detrás de esa sonrisa, una necesidad salvaje que está
tratando de ocultar para no asustarme.
Levanto mi mano, y deja el condón en mi palma.
—Por supuesto que lo llamas grande.
Coloco una esquina del envoltorio entre mis dientes y lo rasgo.
—Incluso si tuviera una pequeña polla, diría que es grande. Me mentiría a mí
mismo hasta que lo creyera. Ningún hombre puede caminar con confianza si cree
que su polla es demasiado pequeña.
—No parece que te falte confianza, eso es seguro. —Se siente completamente
cómodo en su desnudez.
—Porque soy grande. —Incluso se inclina para acariciar su polla, que es,
como él describe, grande. Y en realidad algo hermosa. La cabeza en forma de
hongo tiene un color rojo encendido, y las venas empujan prominentemente contra
la piel. Se ve… viril y varonil y lo opuesto a mí. Y a pesar que no soy una que
admire la desnudez masculina, verlo en mi cama, desnudo y erguido, es delicioso.
Posiciono el condón sobre la cabeza rojiza de su pene y comienzo a bajarlo.
No paso mucho de la cabeza antes que él extienda una mano para detenerme.
—Espera —dice, y retira mi mano. La mantiene a un lado mientras termina
de cubrirse con el condón.
—¿Qué?
Cierra los ojos por un momento, y cuando los abre de golpe, el hambre
154 desnuda ya no está protegida.
—Estoy demasiado cerca del límite y me gustaría estar dentro de ti por lo
menos un par de segundos antes de explotar.
Intenta sonreír, pero hay demasiadas ganas para disfrazarlas, e infunde
confianza en mí, una garantía, que nunca antes tuve con un hombre. Curvo mi
dedo llamándolo.
—Me imagino que eres bueno para otra ronda. Porque compraste toda una
caja.
—Lo hice, ¿no es así? —Se lanza hacia mí.
Puede que esté mojada, pero sigo siendo apretada. En parte porque no he
tenido relaciones sexuales por un tiempo y en parte porque es grande. Su pene es
proporcional al resto de él. Manos grandes, pies grandes, hombros anchos.
Apoyado sobre mí, con una mano en mi hombro y la otra guiando la ancha cabeza
más allá de mi entrada, todo lo que puedo ver es a él.
Se mete centímetro a centímetro. La sensación de él al interior es más
embriagadora de lo que recuerdo. Hay algo exquisito en el peso de un cuerpo
sobre el tuyo. La forma en que un cuerpo como el de Matt te empuja hacia el
colchón. Cómo todos tus sentidos se ven envueltos porque no puedes ver, oír o
sentir nada más que a él.
No hay nada en mi cabeza excepto la aspereza de sus piernas cubiertas de
vello contra las mías y el olor de su aroma a especias cítricas que succiono en mis
pulmones. Debajo de mis dedos, los músculos de sus hombros se tensan mientras
lucha por el control para darme todo lo que necesito.
Dura más de un par de segundos, mucho más. Aprieta los dientes, murmura
números en voz baja y mira a lo lejos mientras bombea sus caderas en un ritmo
constante y perfecto contra mí. Siento cada arrastre de su cabeza regordeta a lo
largo de mis tejidos sensibles mientras se retira y la feroz posesión mientras
avanza. Es más maravilloso, más erótico de lo que podría haber imaginado, de lo
que incluso puedo poner en palabras.
Y la forma en que está esforzándose tanto para controlarse el tiempo
suficiente para que disfrute de esta parte tanto como cuando estaba arrodillado a
mis pies, su boca chupando y lamiendo hasta que me deshice, hace que mi corazón
se contraiga. En este momento, con cada parte de su cuerpo y mente, está
argumentando que vale cada riesgo.
Sus duros ángulos rozan mis partes tiernas. Y no es solo mi cuerpo el que
responde a él. Mi corazón se abre.
155 Y sé que no debería sentir estas cosas con él, no por una noche. Sé que debería
envolver mis emociones en una bola apretada y simplemente disfrutar el aspecto
físico de esto. Pero entre el sexo realmente increíble y el toque cariñoso y casi
amoroso que Matt me da, parece que no puedo esconderlo, controlarlo.
Dejo que su calor se filtre en cada poro.
Se inclina, sus fuertes brazos sostienen su cuerpo en el ángulo perfecto sobre
el mío, y toma mi boca. Su lengua me hace el amor con el mismo ritmo paciente
que su cuerpo. Nos chupamos las lenguas el uno al otro. Me cuelgo de sus
hombros, envolviéndome alrededor de él, brazos y piernas, hasta que somos un ser
medido y palpitante que se mueve en perfecta sincronía.
¿Por qué querría controlarlo? ¿Por qué no dejarlo ir?
Se extiende entre nosotros, una mano encuentra mi clítoris.
—¿Aquí? —pregunta.
—Sí, allí —le digo.
Sonríe contra mi boca y presiona y pellizca y saca el segundo orgasmo de mí.
Apenas soy consciente que se tensa y amortigua un grito contra mi hombro. Y
cuando su gran peso me empuja más profundamente en el colchón, solo tengo
suficiente energía para envolver mis brazos alrededor de su torso. Ni siquiera me
importa que apenas pueda respirar.
Descansa en mi abrazo por la cuenta de diez respiraciones, tal vez más, antes
de levantarse a un lado.
Gimo mi desilusión, y eso le arranca una risa débil.
—Mujer, déjame recuperar.
—Te abofetearía si no estuviera tan débil.
Mete una mano debajo de mí y, en un movimiento, me pone de costado.
—¿He mencionado lo pequeña que es tu cama?
—Es posible que te hayas quejado una o tres veces.
Gruñe y me arrastra contra su pecho. Sus rodillas encajan en la parte
posterior de mis rodillas. Un brazo fuerte está debajo de mi cabeza y el otro está
alrededor de mi cintura. Su pulgar acaricia distraídamente un camino desde mis
pechos hasta mi ombligo. Es al mismo tiempo calmante y excitante. La dualidad
del toque resume al mismo Matt. Es un tipo que ha tenido innumerables parejas en
el pasado pero que de alguna forma logra que la chica con la que está se sienta
especial.
No me siento, de ninguna manera, como si fuera una de las multitudes
156 anónimas. Debería estar preocupada por eso, por cómo ya estoy borrando la
imagen que Ace había esbozado y estoy rellenando mi propia imagen, pero es
demasiado tarde. Es una cosa hecha. Matt se ha convertido en mi Matty, un tipo
desinteresado que parece querer solo hacerme feliz, tanto en la cama como fuera
de ella.
—Toma una siesta. Tenemos que prepararnos para la tercera ronda. —Su
aliento roza contra la parte posterior de mi cuello.
Le dije que una noche, y parece que quiere meterse en la mayor cantidad de
acción posible.
—No. No hay ronda tres. No soy una atleta. Soy una flor delicada.
Se inclina hacia adelante y presiona su boca contra mi cuello, justo debajo de
mi lóbulo. Mierda, ese es un punto sensible.
—¿Qué te dije? Voy a hacer todo el trabajo.
Mientras me duermo en el capullo del cuerpo de Matty, me pregunto cómo
voy a estar satisfecha con una noche.
LUCY
—No estoy tratando de ser molesta, pero tengo que preguntar. ¿Cómo fue? —
dice Sutton mientras la puerta de nuestro departamento se cierra detrás de
nosotras.
—Él es el unicornio —admito malhumorada.
—Mierda. —Sutton coloca las manos en los bolsillos, y comenzamos a
caminar.
Le doy puntos extra por esperar tanto tiempo. Después que Matty se fue esta
mañana, Sutton y Charity golpearon en mi puerta y me gritaron para que fuera a la
sala donde sería objeto de un interrogatorio completo.
157 Pretendí dormir y me escondí, no porque estuviera avergonzada, sino porque
no estaba segura qué significaba todo esto.
Sutton llevaba su abrigo, sombrero, guantes, y botas cuando llegué de las
clases. No más escapar de ella. La hice esperar mientras me probaba la glucosa.
Estaba asquerosamente normal, así que me encogí de hombros en mi saco de
dormir de abrigo y ahora vamos a caminar, o a interrogarme.
La nieve esta removida hacia los lados de la acera donde la quitanieves la
empujo hace unos días. El sol está afuera y no hace viento, lo que significa que
muchas personas salieron para respirar aire fresco. Sutton espera hasta que
estamos relativamente a solas para llenarme de preguntas.
—¿Cuándo lo volverás a ver?
—No lo sé.
—¿Te dijo que te llamaría?
—No puedo recordarlo.
Se detiene.
—¿Qué significa eso?
—Significa… —Dios, ¿cómo digo esto de manera delicada?—. Estaba
demasiado agotada esta mañana como para recordar mi propio nombre. Él susurró
algo en mi oído, pero yo solo quería dormir. —Sí que habíamos usado esa caja de
condones.
Su boca se abre sorprendida.
—Mierda —dice finalmente—. Por favor dime que lo vas a ver de nuevo. O si
ya terminaste con él, puedo intentarlo.
Cada vello en mi cuerpo se levanta en protesta. ¿Matty con Sutton? Mi
estómago da un vuelco. ¿Matty apoyándose sobre un brazo sobre el sexy cuerpo de
Sutton? Hago mis manos puño. ¿Matty susurrándole en su oído que quiere que
ella termine en su polla hasta que no quede nada en el cuerpo de ella? Casi le
gruño. Sutton sabe inmediatamente, sin que diga una palabra, que no me gusta la
idea de Matty con alguien que no sea yo, y ella se inclina en una carcajada.
—Cállate —digo, pero no existe ira en mi orden. Es más, un lamento.
Espero hasta que deja de jadear por aire para reiniciar nuestra caminata.
—¿Así que cuál es tu plan? —dice cuando me alcanza unos minutos más
tarde, lágrimas de risa todavía saliendo de sus ojos—. Porque si me sintiera así de
posesiva sobre un chico, no lo dejaría ir a la mañana siguiente sin una segunda cita
158 cincelada en la acera frente a la unión de estudiantes.
—¿Por qué detenernos ahí? —digo sarcásticamente—. ¿Qué te parece si lo
marco? Poner mis iniciales en su trasero.
—No —Sutton no está de acuerdo—. Si vas a marcarlo, tiene que ser en un
lugar donde todos puedan verlo. Como su muñeca. Quizás sus nudillos.
—¿Hablas en serio?
—Un poco. —Mueve su dedo índice y pulgar en un gesto de medida.
—Ves, por eso estoy preocupada. Se va por mucho tiempo, y cuando esté
cerca y yo esté ocupada, él se va a aburrir y se va a ir. —Pero cuando me escucho
criticando a Matty, sé de inmediato que es injusto. Él me dijo que no quería que se
repitiera su romance fallido de primer año. No debería de insultarlo al dudar de él
cuando no me ha dado nada de qué preocuparme.
—Él no es tu mamá. —Sutton me regaña gentilmente.
—Quieres decir que yo no soy mi mamá. —Espero que no. He pasado toda
mi vida tratando de no ser ella.
—No. Quise decir lo que dije. Te da miedo que cada chico sexy, y atractivo
chico sea tu mamá, que terminará dejándote con tus pantalones en tus tobillos y
una pequeña niña que criar.
Realmente tengo que dejar de hablar con Sutton sobre mi pasado.
—Yo… —No sé realmente qué decir, pero no tengo que hacerlo porque
Sutton no ha terminado.
—No eres tu mamá. Nunca lo fuiste. Simplemente no estás hecha de esa
forma. Lo que temes es enamorarte de alguien como tu mamá, frívola,
irresponsable. Así que sales con personas que percibes como tú. Si tuvieras miedo
de ser tu mamá, te mantendrías alejada de personas que se sienten como espejos.
Bajo el cierre para que algo del aire frío entre en mi ahora demasiado caliente
abrigo, pero no discuto la teoría de Sutton. Siempre he elegido a los chicos que
eran cuidadosos y cautelosos. Tipos que no me preocuparan. Unos que asumía
eran muy aburridos o flojos para cansarse de mí y seguir adelante cuando, en
realidad, la relación nunca despegaba por su abrumador aburrimiento.
Ninguno había sido voluble ni tonto. Matt tampoco, pero es intrépido y eso
es sorprendente para mi cuidadosa y planeada existencia. Lentamente, comienzo a
poner palabras en mis enredados pensamientos.
—Asumamos que todo lo que dijiste es verdad…
—Lo es. Siempre. Por siempre —dice confiada.

159 La ignoro.
—Asumamos que lo que dijiste es verdad. Eso aún significa que Matt y yo
somos opuestos, y aunque se dice que los opuestos se atraen, ¿qué sucede después
que han colisionado? —Golpeo mis dos manos juntas—. Mis padres eran opuestos.
Mi papá es alguien que trabaja mucho, mi mamá es frívola. Ellos no tienen nada en
común, y eso llevó a mucho dolor para los dos. —Para mí también, si es que
importa—. Es difícil para mí poder ver a dos personas que son opuestas
permanecer juntas.
Sutton piensa por un momento.
—No veo a Matt y a ti como opuestos. Son más parecidos de lo que crees.
Ambos aman ser parte de un equipo. Ambos quieren ser los mejores en lo que
hacen. Realmente la única diferencia es que tiendes a ser más cuidadosa cuando
enfrentas las cosas, y Matt parece ser el chico que da el primer paso.
—¿No crees que eso sea una gran diferencia? —¿O no lo es? ¿O estoy
haciendo un montón de montañas donde no necesita ni existir una colina?
—Solo si tú quieres que lo sea.
MATTY
—Come mierda, idiota. —Mi pulgar presiona el control a la derecha mientras
activo el mecanismo de patear.
—Demasiado tarde, imbécil. Yo tengo esto. —Y mierda si Hammer no
bloquea mi disparo.
—Mierda. —Bajo el control. No puedo concentrarme ni mierda esta noche.
—¿Estás pensando en esa chica? —Hammer adivina de inmediato que estoy
preocupado con Luce, pero no puede creerlo. Pregunta sorprendido—. ¿Cómo
puedes extrañarla? ¿No pasaste toda la noche sacudiendo sus cenizas?
—¿Sacudiendo sus cenizas? —Muevo la cabeza. Hammer se está volviendo
cada vez más extraño.
—¿No bueno24? —Saca su teléfono.

160 Muevo la cabeza.


—Suena como si estuviera sucia por dentro.
—Hmmm. No quiero eso.
—¿Por qué estás preguntando? ¿No es bueno para ti joder, sexo, acostarse y
coger?
—Estoy escribiendo mi siguiente artículo sobre eufemismos sexuales
desconocidos.
—¿Cómo demonios decidiste escribir eso?
Sonríe.
—Aparentemente, la revista hace muchas investigaciones en ese tema, así que
estamos optimizando nuestro motor de búsqueda al escribir sobre temas en que las
personas estén interesadas. ¿Qué te parece garabatear el alfabeto?
—Solo si es oral, pero ¿realmente garabateas? Quiero decir, si lo estás
haciendo bien, deberías de aplicar verdadera presión ahí abajo.
—Joder hombre, ¿desde cuándo requieres que tus términos de sexo sucio
sean tan precisos? —Presiona borrar en su celular un poco más fuerte de lo
necesario.

24 Español en el original.
—No lo sé. —Tomo mi cerveza. Esta conversación requiere que esté mucho
más borracho de lo que estoy ahora—. Tú pediste mi opinión y te la di.
—Sí. Sí. ¿Qué te parece envainar la espada?
—No suena demasiado desconocido. Eso ha existido desde la Edad Media. —
Bebo media botella. Si me pongo lo suficientemente ebrio, podré ignorar a
Hammer y olvidar a Lucy. En realidad, no, si me emborracho demasiado,
probablemente termine fuera del departamento de Lucy.
Acepté solo una noche.
¿O no lo hice?
Quiero decir, ella dijo una noche, pero no recuerdo hacer ninguna promesa
explicita que me mantendría alejado.
—¿Qué te parece resanar la tina?
Levanto la mano.
—¿Resanar la tina?
Sonríe.
161 —Es blanco. Pegajoso. Lo esparces por todas partes.
Quiero molestarlo, pero tiene algo de razón.
—¿Esta lista es para trabajadores de construcción o mujeres?
Hace una mueca.
—Buen punto. ¿Fue bueno?
Normalmente, no tenía problemas para compartir detalles con Hammer.
Demonios, incluso habíamos hecho equipo con una chica o con chicas de vez en
cuando. Así que, ¿por qué la idea que supiera sobre cualquier parte del cuerpo de
Lucy, sus deliciosos gemidos, su inclinación a follar con sus labios ligeramente
separados y sus ojos cerrados hace que le quiera golpear el rostro?
—¿Qué? ¿No vas a decirme? —Se sienta con una sonrisa—. ¿Estás enamorado?
¿Debería desempolvar mi traje del almacén? Recién acabo de colgar la cosa
después de la boda de Masters.
—Me gusta. Lidia con ello. —Hago un sonido y vuelvo a levantar el control.
¿Cómo esta post temporada se volvió tan jodidamente complicada? Un minuto
estaba siendo bañado en champaña y el siguiente me está estresando el equipo y
ahora una chica.
—No estás jugando con ella, ¿verdad? —La preocupación de Hammer hacia
Lucy debería de fastidiarme, pero es Hammer.
—¿Cómo es que Masters no tuvo este sermón?
—Porque era virgen. Era obvio que estaba enamorado de Ellie o no se la
hubiera dado.
—¿Tú crees que soy un perro falto de moral? Tú querías que saliera con tu
hermana, por el amor de Dios. —Está bien, ahora estaba comenzando a
molestarme. Hammer había hecho sus cosas sucias si hablamos de chicas—.
¿Quieres que mencione a la chica de la maleta?
—Hombre, no. —Se sonrojo bajo su piel oscura, y siento un poco de culpa por
mencionarlo. Hammer siempre dice que esa noche fue su momento más bajo—.
Mira, eres un buen tipo y un extraordinario compañero de equipo, pero todo ese
asunto de “chica escondida en la maleta” es exactamente por lo que estoy
preocupado. Ambos hemos hecho mierda de la que ninguno de nosotros se siente
particularmente orgulloso.
El sexo casual había sido nuestro modus operandi desde que terminé con
Megan a inicios de mi segundo año. Hammer nunca había sido capaz de
permanecer con una chica, no importaba lo mucho que lo intentaba, así que
pensamos que lo mejor era tener una o dos noches con chicas que quisieran lo
162 mismo, sin ataduras y diversión en la cama. O en el baño. O en el rincón junto a la
máquina de hielo en un hotel. Las chicas fuera de la ciudad eran absolutamente las
mejores. Ellas sabían que solo estarías por una noche y no esperaban nada más que
pasarla bien.
Fui excelente en cada ocasión. Lucy quería lo mismo, ¿entonces porque no se
sentía bien?
Hammer sí escribe para una revista de mujeres. Él tiene hermanas. De todos
mis amigos, él es el más calificado para dar consejos… creo. A la mierda. ¿Qué
puedo perder al tener otro punto de opinión aquí?
—Lucy era quien quería solo una noche. ¿Crees que lo diga en serio?
—No lo sé. ¿Por qué no le envías un mensaje y lo averiguas?
¿Por qué no solo enviarle un mensaje? Al menos me dio su teléfono anoche
antes de correrme. Quiero golpearme en la frente. Y le dije a Luce que dejara de
pensar tanto las cosas.
Saco el teléfono y comienzo a digitar.
—¿Qué te parece surfear la curva? —Hammer dice.
Mis dedos se detienen en la pantalla mientras mi mente se toma un minuto en
descubrir exactamente a qué demonios se refiere Hammer.
—Creo que eso lo leí en el hashtag de Black Twitter.
—Mierda. Creo que también yo. —Presiona la tecla de borrar en su teléfono.
Negando, le envió un mensaje a Lucy.
Yo: ¿Qué estás haciendo?
Luce: Terminando mi simulacro de juicio. Quizás no llegue a casa. Fue tan terrible
que quizás cometa haraquiri25.
Yo: ¿No puede esperar hasta mañana? Me gustaría volver a verte.
Luce: Planeo ver un drama psicológico con mis compañeras de cuarto. ¿Tú?
Yo: Perdiendo terriblemente en Fútbol FIFA contra Hammer.
—¿Qué te parece recostar la madera?
Levanto la mirada y comparto una sonrisa con Hammer. Un comentarista de
fútbol americano constantemente usa una variación de “recostar la madera” o
“recostar el tronco” cuando se refiere a un golpe fuerte. ¿Por qué? Ninguno de
nosotros logra descifrarlo, pero nos reímos como chicos de primaria siempre que lo
dice. Lo dice demasiado.
—Absolutamente, necesitas incluir ese —le informo a Hammer antes de
regresar a mis mensajes.
163
Luce: Suena emocionante.
Yo: ¿Qué tan seria fue esa regla de solo una noche?
Hay una larga pausa, y los estúpidos puntos suspensivos comienzan a
moverse de una esquina a la otra mientras observo la pantalla como Moisés
esperando a que los diez mandamientos se escribieran en la roca. Quien sea el que
creo eso debería de ser disparado.
Finalmente, el mensaje aparece.
Luce: No lo sé. Supongo que puedes venir.
Me levanto en el segundo que termino de leer el mensaje. Hammer agarra
mis pantalones.
—¿Qué demonios? Estamos a mitad de juego.
—Me rindo.
—¿Vas a ir a casa de Lucy? ¿Ya le has hablado de Ace?
—Lo estoy manejando. —Frunzo el ceño. Vaya manera de arruinar el buen
humor, Hammer.

25Haraquiri: Un ritual de suicidio cometido con una espada, practicado en Japón por los samuráis
como una forma alternativa honorable a la desgracia o ejecución.
—¿Manejándolo cómo? Porque estuve hablando con Bish el otro día y dice
que Ace no ha mostrado interés de unirse a la parte trasera del campo con él.
Además, dijo que alguno de los chicos de la línea ofensiva están molestos al
respecto y están esperando los desafíos de la post temporada. La situación se va a
salir de control si no haces algo.
—Genial. ¿Por qué no vas y le dices a Bish que se preocupe por poner en
forma a la defensa de fondo con los chicos que tiene? Yo me preocuparé por Ace.
—Esta chica Lucy tiene algo de influencia sobre Ace. Quiero decir, mira a
Masters y Ellie. Ella lo tiene enredado en su dedo. Si ella le pidiera que se moviera
a defensa de fondo, haría las pruebas con Bish mañana —Hammer insiste.
—Me está cansando y enfermando que las personas estén juntando a Lucy y
Ace. No son una jodida pareja.
—Oye, hombre. Quizás no en la cabeza de Lucy, pero él tiene su fotografía en
su casillero.
—¿Y a mí que jodidos me importa? —Jesús, estoy siendo reducido a ser el
amigo celoso de una chica. Eso no me gusta sobre mí, pero no puedo negar la
verdad. Cada vez que pienso en Ace y Lucy juntos, hace que quiera romper objetos
164 en pequeñas y diminutas partículas.
Hammer retrocede.
—Por qué no bajas tus pistolas. No tenemos que hablar de ello en este
momento. Podemos hacerlo más tarde. —Miro hacia abajo y veo mis manos hechas
puños—. Aunque tengo un consejo sobre Lucy. Primero, deberías de admitir tus
sentimientos hacia ella. Las chicas aman los sentimientos. Ellas aman hablar sobre
sus sentimientos. Así que dile que te hace pensar en aves y flores.
—¿Aves y flores? —Lo observo boquiabierto. Lo último que quiero pensar
cuando se trata de Lucy es en aves y flores. Palabras grandes, largo cabello rubio,
sí. ¿Delicadas cosas revoltosas? No.
—Segundo —continua como si no estuviera aquí. De hecho, ¿está grabándose
en su teléfono?—. Ni siquiera menciones que has tenido sexo en el pasado. Es
bueno tener experiencia, pero no demasiada. Quieres ser un caballero en las calles,
pero un chico que pueda sacar su lado loco, porque lo has leído en un libro, en las
sábanas. Tercero…
Levanto la mano antes que Hammer pueda continuar.
—No, lo lamento. No escucharé más tus consejos.
Se ve herido.
—¿Por qué no? Soy profesional.
—Tus artículos consisten en cómo reconocer que tu tipo es un imbécil y qué hacer
después y cómo disfrutar de ti misma cuando tu pareja es egoísta, lo que no tiene nada
que ver con las citas.
—Tiene todo que ver con salir —Hammer protesta.
—Si tienes una vagina, lo que no es el caso. Voy a preguntarle a Masters.
—Espera un segundo. ¿Masters? El tipo era virgen hace seis meses.
—Y ahora está casado.
Corro hacia el departamento del tercer piso y golpeo la puerta. Se abre un
minuto más tarde, Ellie sale, sonrojada.
—Adiós, cariño.
Masters esta justo detrás de ella con ojos adormilados y una sonrisa. Acaban
de tener sexo.
—Ellie, justo la persona con la que quería hablar. Voy a ir a casa de una chica.
¿Debería de llevar algo?
—No lo sé. ¿Cuál es el contexto?
165 —Solo vamos a pasar el rato. —Con suerte también tener sexo más tarde para
así poder tener la misma jodida sonrisa.
—Sí, definitivamente llevaría algo. Quizás algo para beber. Incluso una
botana. Si tienes hambre, lleva algo para ti.
Sé exactamente qué voy a llevar.
—Gracias.
Hammer está en la base de las escaleras con una mirada ofendida.
—Pude haberte dado el mismo consejo.
—Amigo, está bien. La próxima vez que necesite consejos sobre frases
desconocidas para el sexo, iré contigo. Ahora apártate. Necesito ponerme algo e ir
al Brew House.

—Hola, señoritas.
Dos chicas, una con cabello morado a quien vi caminar con Luce el otro día y
una castaña, están afuera de la entrada del departamento de Luce. Ambas con una
mirada de escepticismo, como si abrir la puerta un poco más pudiera dejar entrar
una horda de demonios, no solo a un tipo.
—Soy Sutton, ella es Charity. —La chica con cabello morado mueve la cabeza
hacia la castaña.
—Encantado de conocerlas. Traje café. —Levanto el contenedor de las
bebidas—. No estaba seguro qué querían ustedes, pero en el Brew House dijeron
que Lucy usualmente bebe una mocha de menta sin azúcar. Traje lo mismo para
todas.
—¿Fuiste al Brew House y preguntaste qué le gustaba beber? —Las cejas de
Sutton llegan a su frente.
Mierda, ¿he cometido algún error aquí? ¿Debí de sonar más casual?
—¿Demasiado acosador?
—Demasiado increíble. —Sutton me lleva hacia adentro y cierra la puerta.
—¿Qué más trajiste? —La chica con suficientes anillos en sus dedos para abrir
una joyería pregunta. Toma las bebidas, y Sutton comienza a buscar en la bolsa
bajo mi brazo.
166 —Trajo helado sin azúcar —anuncia Sutton.
Las dos me miran como si tuviera dos cabezas.
—¿Qué? ¿Por qué me están mirando así? —pregunto un poco alarmado. Miro
hacia abajo para revisar que mi cierre no este abajo. Síp, la puerta de la granja está
cerrada.
—¿Realmente trajiste un bote de helado sin azúcar y un late desnatado sin
azúcar?
Tomo un sorbo.
—Sabe bien. —Mierda, el café es asqueroso, pero es por Luce, así que lo
aceptaré.
—¿Qué eres?
—¿Eres de verdad?
Su escepticismo es desconcertante.
—Creo que la verdadera pregunta es, con qué clase de chicos han salido para
que esto sea un fenómeno en lugar de algo ordinario.
Afortunadamente, Luce aparece antes que me puedan diseccionar más.
—Toma. —Le pongo la bebida en las manos—. Para ti.
—Gracias. —Le da un gran sorbo y me regresa la bebida junto con su
mochila.
—¿Cómo estuvo el simulacro de juicio? —Sutton pregunta.
—Horrible. Heather parece haber olvidado todo. No estaba en mi elemento y
seguía perdiendo objeciones. Emily estaba confundida y Randall tuvo que salir de
la habitación cuatro veces para no gritarnos. No entiendo a Heather. Es como dos
personas diferentes. Un día hace una actuación increíble y dos días más tarde es
como si no recordara que está en el equipo.
—Quizás es una gemela. Mi antiguo compañero Masters, tiene un gemelo
idéntico. Solían hacer cambios de gemelos todo el tiempo. —Tomo el abrigo de
Lucy y lo cuelgo en el gancho, colocando el mío arriba del suyo. Listo. Es mi
chaqueta la que cubre la suya. No la de Ace. No la del muñeco Ken de la cafetería.
La mía.
Mía. Mía. Mía. Mía.
Soy hijo único. No me gusta compartir. No comparto. No creo en compartir.
Lucy se estremece.
167 —¿Gemelo? El mundo no merece a dos Heather. ¿Pero sabes? No quiero
hablar de eso. Encendamos la televisión.
—¿Estás seguro que quieres ver ese programa? —Sutton pregunta en modo
de susurro.
—¿Por qué no deberíamos de verlo? —responde Luce molesta.
Sutton sacude la cabeza hacia mí.
—Porque él está aquí.
—No cambien sus planes por mí. —Levanto ambas manos.
Su versión de drama psicológico es un programa sobre vestidos de novia.
Durante los créditos iniciales, mi teléfono suena. Lo ignoro. Lucy solo está sentada
a medio cojín de mí y estoy planeando en eliminar la distancia. Con sus dos
compañeras observando todos mis movimientos, no hago mucho progreso.
En contra de mi voluntad, me veo arrastrado hacia la triste historia de dos
mujeres que no pueden ponerse en contra de sus madres y de lo desesperadas que
están por obtener solo una sonrisa de las mujeres mayores. Supongo que, sí es un
drama psicológico, pero demonios, vería una docena de programas de chicas, si
eso significaba que estaría a corta distancia de Lucy. A mitad del segundo, ella
empujó su pie descalzo bajo mi muslo. Para que lo caliente, me informó. Puedes
decirme cualquier excusa, Ricitos. Estoy aquí para calentar todo desde tus dedos a tu coño a
tu deliciosa boca. Mi teléfono vuelve a sonar.
—Puedes responder —dice Lucy.
—¿Estás segura? No quiero ser grosero. —Realmente no sé los detalles de
cómo salir con alguien. Sé que responder mi teléfono cuando estaba saliendo con
Megan era algo que le frustraba demasiado.
—Sí, quiero decir, el programa es bastante repetitivo. Charity está en su
teléfono y Sutton haciendo tarea.
Saco mi teléfono.
—Es Hammer. —Le muestro la pantalla para que pueda leer el ¿Qué pasa?
Yo: Viendo televisión.
Hammer: ¿Qué te parece día de spa?
Yo: ¿Adivino?
Hammer: Pregunta a tu panel de expertos.
Yo: ¿Panel de qué?
168 Hammer: Lucy y sus amigas. Pregúntales.
Oh, por el amor de Dios. Me giro hacia Lucy.
—Mi compañero Hammer, escribe consejos de hombres en una columna para
una revista de mujeres. Él quiere que les consulte si su lista de eufemismo para
sexo es buena. Siéntanse libres de decir que no.
Charity se golpea el rostro con las manos.
—Dios mío. ¿Es Harry Wright Jr., tu compañero? —Al asentir, gira hacia
Sutton y Lucy—. Harry escribe “Con mis tres ojos” en Monologue.
—¿Tres ojos? ¿De verdad? —No tenía idea cómo se llamaba la columna de
Hammer.
—Es descarado. Sabemos lo que significa. —Pone los ojos en blanco a mi
sorpresa.
¿Descarado? Suena vulgar. Me doy cuenta que lo que asumía de las mujeres
estaba mal, pero es mi maldita culpa por no pasar más tiempo con ellas cuando
tienen la ropa puesta.
—Amo “Tres Ojos” —Sutton exclama—. ¡No tenía idea que fuera un jugador,
o que estuviera en Western!
—Quiere saber si puede venir. —Vuelvo a girar el teléfono hacia Lucy para
que pueda leer su mensaje, sabiendo que va a apreciarlo. Estoy disponible para
conocer a mi nuevo grupo de admiradoras. Dime cuándo y dónde.
—Seguro, ¿por qué no?
—Dile que nos traiga algo —declara Sutton—. ¿Qué queremos?
—Ya no tenemos palomitas de microondas.
—De inmediato —les digo.
Yo: El precio de admisión es palomitas. Somos cinco.
Hammer: Que sean seis. Masters esta aburrido ahora que Ellie está en el trabajo.
—¿Está bien que venga mi amigo Masters? Su esposa está trabajando.
—Seguro. Entre más mejor, pero alguien tendrá que sentarse en el suelo.
—Hammer puede. Está acostumbrado a ello. Tiene tres hermanas.
No sé si está acostumbrado a sentarse en el suelo, pero él va a hacerlo y le va
a gustar porque no voy a mover mi trasero del sillón de Lucy hasta que físicamente
me saque de este.
169 Soy parte de su vida ahora. No se va a deshacer de mí.
LUCY
Matty es demasiado malditamente encantador para su propio bien, lo decido
a la mañana siguiente.
Y no es su tamaño, cuerpo o rostro lo que me excita. Es él. Su naturaleza
despreocupada, su disposición a responder a cualquier cosa que se ponga delante
de él, la forma en que se burla de sí mismo. Es muy fácil estar cerca de él. Anoche
me trajo golosinas sin azúcar, vimos cuatro episodios de Say Yes to the Dress y nos
reímos tontamente de la lista de Hammer.
Se fue con sus amigos, pero no sin antes darme un largo abrazo, uno que no
me dejó ninguna duda de si le hubiera gustado pasar la noche. Tanto Charity como
Sutton me hicieron pasar un mal rato, diciendo que era una tonta por no tomar lo
170
que me ofrecían en bandeja de plata.
Abro mi lata de sopa y considero toda la cosa de evaluación de riesgos.
Sutton tiene razón. Él no parece ser un gran riesgo, o no es un riesgo mayor que
cualquier otro tipo con el que haya salido antes. ¿Y las recompensas? Santo
infierno, las recompensas son como tener un millón de dólares al fin de un salto de
bungee. Tengo el estómago en la garganta, pero vale la pena.
Mientras vuelco la lata en el tazón, suena el teléfono de la pared. Lo recojo,
esperando que sea Matty. Si es así, sé lo que tengo justo después del almuerzo. Me
sonrío a mí misma.
Mi felicidad se desvanece cuando escucho la voz.
—Soy yo. Déjame subir —dice Ace con impaciencia.
Envió mensajes de texto varias veces desde el debacle del martes por la
noche, pero no lo he perdonado del todo. Fue una tontería de hacer, y ninguno de
sus mensajes ha sido una disculpa. Supongo que piensa que iré a la película con él
esta noche. No lo haré. Programé una práctica con Heather y Randall.
Siento una punzada de culpa por romper mi pacto con Ace: Él se mantendría
alejado de mis compañeras de habitación y yo me mantendría alejada del equipo
de fútbol.
Fue fácil hasta que conocí a Matty. Después de todo, duré casi tres años poco
impresionada e impasible por todo el equipo. Y no es que no hubiera
oportunidades, pero ninguna de ellas me interesaba. Si voy a salir con Matt, tendré
que decírselo a Ace. Él se lo merece.
Sin embargo, Ace actuando como un imbécil no significa en realidad que ya
no seamos amigos. En algún momento, vamos a tener que resolver este problema
para seguir siendo amigos. Presiono “9” en el teléfono durante unos segundos para
soltar la puerta del vestíbulo y dejarlo entrar.
—Oye, Sutton. Ace está aquí y creo que quiere hablar de algo.
—¿Quieres que desaparezca en el dormitorio? —pregunta desde el sofá
donde ha estado vegetando los últimos cuarenta y cinco minutos.
—¿Te importa?
—Nah, puedo trabajar en mi tarea de historia romana. ¿Debo salir y salvarte
en, digamos, veinte minutos? —Apaga la televisión y se levanta del sofá.
—Ojalá no.
Un golpe en la puerta señala su llegada. Sutton articula que debo gritar si la
171 necesito.
Abro la puerta para encontrar a Ace apoyándose con una mano contra la
pared. Se ve agotado y cansado.
—¿Todavía estás borracho de la semana pasada?
—Ojalá. —Levanta sus gafas de sol para que pueda ver bien sus ojos
inyectados en sangre—. Lo siento por la otra noche.
Finalmente, una disculpa. Lo perdono inmediatamente. No tiene sentido
guardar rencor, pero con suerte me dirá qué pasa. Aun así, le digo exactamente lo
que pienso de su comportamiento.
—Fue horrible, pero estás perdonado.
Después de todo, puse pasar la noche con Matt, sin importar cuán casta fuera.
Y desde entonces he tenido mi “día de spa” con él. No, el día del spa no funciona.
La noche pasada con Matty no estuvo llena de momentos zen ni de campanillas de
viento tintineantes, sino de excitación caliente, necesitada y sudorosa. Tendré que
informarle a Hammer que día de spa como un eufemismo para tener sexo no sirve.
—Entra.
Ace entra arrastrándose, caminando pesadamente como si le dolieran las
articulaciones. Se deja caer en la silla de la cocina con un ruido sordo y se inclina
hacía atrás en dos patas.
El set de cocina es mi mueble favorito en todo el departamento. Charity,
Sutton y yo habíamos conducido a Chicago durante las vacaciones de primavera
porque eso es todo lo que Sutton y yo podíamos permitirnos. A mitad de camino
nos detuvimos a almorzar en un restaurante de una pequeña ciudad y
descubrimos que estaban renovando el lugar, deshaciéndose de sus viejas mesas
con borde de metal y sillas cubiertas de vinilo, las que tenían la tela brillante debajo
del revestimiento de plástico. Nos enamoramos de ellos de inmediato y los padres
de Charity pagaron para enviarlos de vuelta a nuestro apartamento.
El set será de Charity cuando nos graduemos, y no quiero que Ace rompa la
pata de una silla antes de eso. Lo golpeo en la parte posterior de su cabeza en mi
camino hacia el microondas.
—¡Ay! ¿Por qué diablos fue eso? —grita. La silla, sin embargo, está segura de
nuevo en las cuatro patas.
—Estabas inclinándote en la silla. —Pongo mi plato de sopa en el microondas
y pongo el tiempo. Dando la vuelta, apoyo mi trasero contra el mostrador y espero
que Ace me diga por qué está aquí. Aparte de disculparse.
Suelta un suspiro.
172 —Supongo que me merezco eso.
—¿Quieres decirme qué está pasando? Primero, eres un completo idiota el
martes. Si no querías que me quedara en tu casa, deberías haberme dicho. —
Cuento sus pecados en cada dedo—. En segundo lugar, me mandas mensajes de
texto patéticos como “qué tal” cuando sabes que deberías estar disculpándote. Si
no empiezas a hablar, llamaré a tu madre.
—¿Tienes más sopa? —pregunta, ignorando mi pregunta.
—En tercer lugar, me estás ignorando a pesar que estás a punto de comer mi
comida, que es tan grosero que probablemente haya una foto tuya junto a la
palabra en el diccionario en este momento.
Agita sus manos en señal de rendición.
—Sí. Bien, responderé lo que quieras, solo... necesito algo de comida.
El microondas suena, y le llevo la sopa.
—Empieza a hablar.
Revuelve el estofado de carne unas cuantas veces, como si pudiera encontrar
la respuesta a su problema cuando las papas y las zanahorias están en la posición
correcta.
—¿Es porque tu entrenador quiere reemplazarte con un nuevo jugador?
Su cabeza se mueve bruscamente.
—Cristo, ¿ya se sabe?
Mi corazón se aprieta ante el dolor en su voz
—No. No se sabe. Supuse basándome en lo que dijiste la otra noche. —Traga
saliva, y la expresión de su rostro me recuerda la vez que apareció en mi puerta
cuando teníamos diez años para decirme que su papá se estaba mudando. Digo lo
más suavemente posible—: Come tu sopa, Ace.
Me giro y me ocupo de la rutina del almuerzo. Todos los ruidos de preparar
comida, abrir la lata de sopa, verterla en el cuenco, abrir el microondas el sonido es
muy ruidoso cuando hay un completo silencio detrás de mí.
Cuando Ace habla, su voz es tensa y dura.
—Los Warriors están firmando un recluta de cinco estrellas, clasificado
número tres en el país. Es un mariscal de campo.
—¿Y? —Llevo mi sopa caliente a la mesa—. Ganaste el Campeonato
Nacional. Él puede comenzar después que te gradúes.
—El entrenador dice que puedo pasar a defensa de fondo o jugar de reserva.
173 —Su boca se retuerce en una línea amarga. Cierra los ojos, probablemente
queriendo que esto sea un mal sueño del que despertará.
Me acerco y le aprieto la mano.
—¿Qué quieres hacer?
Sus párpados se abren.
—Soy el mariscal de campo. Quiero quedarme como mariscal de campo.
—Pero si no te mueves, entonces serás enviado a la banca, ¿es así?
Suelta una risa áspera.
—¿Sabes qué es tan irónico? En el fútbol, el banco es para titulares. Tienes
que ganarte ese lugar en el banco. Ningún reserva, ningún agente con sus carpetas,
se atreve a sentarse allí. No sé por qué lo llaman la banca en el fútbol.
Lo dejo desahogarse. Si ha venido aquí en busca de consejo, no sé qué decirle
ni qué decir. Lo único que puedo ofrecer es un oído comprensivo.
—¿Qué dice el resto de tu equipo?
—¿Como Iverson? —pregunta sarcásticamente.
Dejo cuidadosamente mi cuchara junto a mi tazón y me recuerdo que Ace es
como un lobo con el pie en una trampa; herido y enojado.
—Como Iverson. Como Jack. Como Ahmed. Como todos ellos, Ace. Son un
equipo. No es golf. No puedes ir por tu cuenta, anotar un montón de puntos, y
luego ser aclamado como ganador. Tienes que jugar con otras veintiuna personas
para prevalecer.
—¿De qué lado estás? —Sus manos se posan sobre la mesa. Él no está
escuchando nada de lo que estoy diciendo.
—Del tuyo, por supuesto.
—¿En serio? —Me mira fijamente como si de alguna manera pudiera adivinar
todos los pensamientos sucios que tengo sobre Matty en mi cabeza. Se inclina hacia
adelante, y hay una mirada, una expresión, que no me gusta.
—Ace… —digo en tono de advertencia.
Me ignora. La parte enojada del animal herido está tomando el control.
—Estoy seguro que crees que estás capacitada para darme consejos sobre el
sacrificio y el bien mayor porque estás demasiado asustada como para salir de la
pequeña caja que has construido para ti, pero quiero algo más grande para mí.
Me esfuerzo por calmarme. Ace está atacando, diciendo algo de lo que se
174 arrepentirá y se disculpará mañana. Esto no es nada.
—Sé que estás dolido, JR, pero…
—Joder. —Se levanta de la mesa tan rápido que la silla se vuelca y la sopa
salpica sobre los bordes del tazón—. No sé por qué vine aquí. Tú no entiendes.
Nunca entenderás.
Golpea la puerta con tanta fuerza que mi chaqueta se cae del gancho.
Sutton asoma la cabeza tan pronto como la puerta del apartamento se cierra
de golpe.
—¿A qué se debió todo eso?
—Ace está pasando por un momento difícil —evado. En el fregadero, agarro
una esponja y comienzo a limpiar el desorden—. Él y el entrenador están teniendo
un desacuerdo.
—¿Acaso Ace no acaba de ganarles un campeonato? —Sutton ayuda sin
preguntar. La miro con gratitud mientras sostiene los tazones para que yo pueda
limpiar debajo de ellos.
—Eso es lo que dije, pero creo que el entrenador está pensando en una nueva
dirección. Ya. Y Ace no lo está tomando bien.
—Apuesto a que también está enojado por la cosa de Matty Iverson.
—Ni siquiera mencioné eso —admito—. Ace estaba demasiado enojado, y se
fue de aquí hecho una furia antes que pudiera mencionarlo.
—No sé por qué lo soportas —murmura Sutton.
—¿Ahora mismo? Yo tampoco. —Mi amistad con Ace comenzó hace tanto
tiempo que apenas puedo recordar un momento en que no fuera parte de mi vida,
pero incluso los lazos de la infancia pueden ponerse tan tensos que se rompen.
—Al menos dime que todavía estás pensando en Matty.
Levanto mis ojos tristes a los suyos.
—No puedo dejar de hacerlo.

175
MATTY
Dos días más tarde, agregué un segundo entrenamiento a mi rutina para
eliminar algo de la tensión que no follar está creando. Masturbarme en casa
mientras fantaseo con Lucy no funciona para mí. Sé lo que es estar dentro de ella, y
mi pene está tratando mi mano como si estuviera traicionándolo. Me recuerdo que
debo ser paciente. Ella entrará en razón.
Después de ver un programa de bodas una noche, me invitó a una segunda
ronda de programas, esta vez una competencia de cocina. No importaba lo que
estuviera en la televisión. Podríamos haber estado viendo Sesame Street y hubiera
sido feliz.
Los ojos de Lucy casi nunca se alejan de mí. Siento que está a punto de tomar
176
una decisión y, en función de la cantidad de veces que me invitó, supongo que la
fortuna caerá de mi lado de la balanza. Hasta entonces, planeo cansar mi cuerpo
tanto como pueda.
A juzgar por la sala abarrotada, parece que algunos miembros del equipo se
sienten un poco ansiosos por el próximo Día de Fichaje. Se ofrecen doce becas, y la
calidad de los reclutas que recibimos en Western es cada año mejor. ¿Este año?
¿Después que acabamos de ganar el Campeonato Nacional? ¿Después que Masters
apareciera en la portada de Sports Illustrated? Los medios nacionales nos están
mirando, y para un chico que quiere jugar en el siguiente nivel, eso es una mierda
influyente. Todos quieren ser un Warrior.
—Maldita sea, Fozzy, mira por dónde vas —regañó Hammer cuando
Fozworth Royce, nuestro centro pelirrojo de ciento treinta kilos, pasa junto a él
mientras Hammer baja su barra de pesas.
—¿Por qué no sales del maldito pasillo? —murmura Fozzy.
—Estoy parado en el medio de la estera, Foz. —Hammer señala sus pies, que
están, para su crédito, plantados en el centro de una de las esteras grandes que
recubren el piso frente a la pared de espejos.
—Ahora lo estás —le responde con hosquedad mientras se aleja.
El sonido de "Seen It All" de Jeezy suena en el fondo, puntuado por los
gruñidos de unos cuarenta chicos. Tenemos una semana para el Día de Fichaje y
luego nuestros traseros tienen que volver a la práctica.
Veo a Ace y a Jack en la esquina, lanzándose una pelota terapéutica entre
ellos. Bishop y un par de sus muchachos están haciendo saltos de caja. Me vuelvo
hacia Hammer, quien aún mira con furia la espalda de Fozzy.
—Haz lo de Taylor Swift, hombre —ordeno.
—¿Qué demonios significa eso?
Sacudo mis dos manos.
—Shake it off26.
—Estás pasando demasiado tiempo con el escuadrón de chicas. —Hammer se
inclina para comenzar otra repetición de sentadillas.
Me recuesto en el banco y continúo mis ejercicios.
—Dios, sentarme en el hedor de gases y cerveza amarga o ver la televisión
con tres chicas que huelen como una tienda de dulces y se ven mejor que un desfile
de Vicky's Secret. No puedo imaginar por qué estoy saliendo con Luce y sus
177 compañeras de cuarto. Admítelo, hermano. Estás amargado porque no te han
vuelto a invitar.
—Creo que estás siendo egoísta, guardándolas para ti —se queja—. Tengo
otra lista que quiero hacer con ellas. Esta vez estoy trabajando en los diez mejores
alimentos que parecen consoladores.
—No. No va a pasar.
—Bueno. ¿Qué tal una lista sobre los eufemismos para la vagina de una
chica? Supongo que envoltura de salchichas quedaría fuera. Ya puedo ver a la
morena arrugando su pequeña nariz. Dime, ¿está saliendo con alguien?
—¿Charity? Nah, no lo creo.
—Debes engancharme con ella.
—¿Quién va a enganchar a quién? —pregunta Darryl.
—La novia de Matty tiene dos compañeras de cuarto sexys. Creo que una de
ellas debería estar haciéndomelo. —Hammer toma un descanso y se traga medio
galón de agua.

26Shake it off: En español traduciría “quítatelo de encima” letra de una canción de Taylor Swift que
habla de no dejar que los problemas te afecten.
—Matty, hermano, no sabía que estabas saliendo con alguien —dice Darryl.
Se inclina contra la barra sobre el banco mientras miro a Hammer. Él va a arruinar
todo el trato.
—Todavía estamos en las primeras etapas.
—¿Es Masters contagioso o algo así? —pregunta Darryl con cautela—. Nunca
pensé que vería el día en que estarías saliendo con alguien. Supongo que eso
significa más en el Gas Station para mí.
Dolido, repito:
—No soy un mujeriego incorregible. No he salido con nadie últimamente
porque no había conocido a nadie con quien valiera la pena salir.
—Entonces preséntanos.
—De ninguna manera. —Me limpio la frente con una toalla. Estoy tratando
de convencer a Lucy que soy un tipo decente por el que vale la pena arriesgar su
tiempo y energía. Traigo estas bestias a la fiesta y aunque lo quieran decir por
amor, ya me estoy avergonzando de los tipos de historias embarazosas y
desagradables que saldrán a la luz en un esfuerzo por impresionarla con su
178 ingenio no tan grandioso.
—¿Qué diablos, Foz? Tengo agua en mi puta nariz —aúlla Hammer. Cuando
miro hacia arriba, el resto de la jarra de agua de Hammer se ha vaciado sobre su
rostro y su pecho—. ¡Maldición, mira por dónde vas!
Deduzco por el agua y la posición de Foz en el codo de Hammer que Fozzy
debe haber golpeado a Hammer mientras bebía y el agua salpicó por todos lados.
Espero que Fozzy se disculpe, pero no lo hace. En cambio, toma la jarra casi
vacía, camina tranquilamente hacia mí y arroja el resto del contenido sobre mi
cabeza. Le arranco la jarra de plástico de la mano y me limpio, contando
silenciosamente hasta diez, antes de decir con ira.
—¿Cuál es tu problema hoy? ¿Tu suspensorio está un poco apretado después
de demasiadas galletas de mamá en Navidad?
—Malditos jugadores defensivos. Creen que son los mejores. Que ganaron el
Campeonato el año pasado. —Fozzy se acerca más, tan cerca que puedo oler la
carne que comió para almorzar y no está bien. Me alejo. Él me sigue como un
jodido acosador—. Ese juego que perdimos el año pasado. Fue porque ustedes lo
arruinaron. La ofensiva anotó treinta y cinco puntos. Todo lo que ustedes tenían
que hacer era detenerlos, pero en su lugar, permitieron que el equipo marcara. Un
equipo que avergonzamos el año anterior. Si alguien necesita ser reemplazado en
este equipo, no es Ace.
Miro más allá de él a Ace, que está de pie en su rincón, luciendo presumido
como el demonio. ¿No entiende que esto es malo para el equipo? Pase lo que pase,
no podemos pelear así.
—Fozzy, somos un equipo. No somos ofensa ni defensa. Somos un equipo, y
ganamos y perdemos basándonos en el esfuerzo del equipo. —Busco paciencia,
preguntándome cómo diablos hemos llegado a este punto. Ni una vez durante el
año pasado, ni siquiera durante los juegos en que la ofensiva solo logró un par de
anotaciones, nuestra defensa se quejó de la ofensiva. Todos trabajamos duro y eso
era lo que importaba. ¿Qué pasaba con tomar en cuenta eso? Hago señas con la
mano hacia Jack—. Demonios, Jack es casi parte de la defensa, con su hermana y
Masters casándose. Un equipo, Foz. —Me levanto y le golpeo en el hombro. No tan
duro como quiero, pero lo suficientemente duro como para que sepa que no
aprecié mi baño sorpresa—. Ahorra agua para tu panza la próxima vez.
—Si realmente somos un solo equipo, ¿por qué no defiendes a nuestro chico
Ace? —Mueve el pulgar sobre su hombro. Ahora Ace está apoyado contra la
pared, con los brazos cruzados, mirándome.
Toda la habitación me está mirando. Maldición. Esto es exactamente lo que
179 no quería que sucediera. ¿No puede este equipo continuar como lo hizo el año
pasado? ¿Qué diferencia había en quien metiera las manos debajo del culo de
Fozzy? Es la maldita defensa lo que carga a este jodido equipo. Respiro
profundamente antes de arrojar toda mi mierda al piso de la sala de pesas.
Expresar estos sentimientos podría ganarme el favor de la defensa, pero las cosas
que le dije a Foz eran ciertas. Nos levantamos y caemos como uno.
—Estoy defendiendo al equipo —le digo a Foz. Les digo a todos—. Los
Warrior permanecen juntos. Pelean juntos O perdemos... juntos. No se trata de un
jugador. Se trata de todos nosotros.
—Entonces no respaldas a Ace. Bueno, vete a la mierda entonces. —Foz
escupe en mis zapatos.
Hammer ha tenido suficiente. Se lanza contra Foz. No puedo levantarme del
banco lo suficientemente rápido como para detener el enfrentamiento. Foz lanza
un golpe a Hammer. Hammer baja y lo tira hacia atrás. Darryl se mete a la pelea y
pronto, es defensas contra la ofensiva. Hay embestidas, empujones y puños están
volando.
Bishop corre desde el otro lado de la sala y se lanza, al estilo Iron Man, sobre
la espalda de Fozzy. Fozzy comienza a balancear al hombre más pequeño como
una capa. Las visiones de los bancos de pesas y los bastidores volcándose y
causando lesiones graves aparecen ante mis ojos como una especie de pesadilla en
Elm Street, versión gimnasio.
Me meto y empiezo a tirar a los muchachos a un lado.
Finalmente hago un avance a través de la masa de cuerpos cuando el puño de
alguien me atina en la barbilla, y tengo que tomarme un momento extra para evitar
introducir mi puño en el rostro de otra persona. En el espacio de ese momento,
todo se va al infierno otra vez hasta que el entrenador entra.
Hace sonar el silbato largo y fuerte, y como los animales entrenados que
somos, nos ponemos en alerta.
—¿Qué demonios sucede aquí?
Empujo a Roberson lejos de mi pecho y me pongo de pie tambaleándome.
Nadie responde al entrenador. Mira a Ace, cuyo cabello está revuelto, pero
aparte de eso parece que no lo tocaron. No sé si me impresionó que la ofensiva
hiciera su trabajo protegiéndolo incluso en la sala de pesas o cabreado porque su
cara de niño bonito no tenga un rasguño en ella.
—Anderson, ¿cuéntame por qué demonios la mitad de tu línea está en el
suelo, como si estuvieran a punto de organizar una maldita orgía griega?
Ace cruza los brazos sobre su pecho.
180 El entrenador se vuelve hacia mí.
—¿Y tú, Iverson? ¿Tienes algo que decir por tu parte?
Nada que le gustaría escuchar. Paso una mano por mi boca. Sale manchada de
sangre.
Escupe en el piso con disgusto.
—Los dos son unos payasos. —Se da la vuelta y observa a todos los jugadores
en la sala—. Tal vez debería reemplazar a todos. Ninguno de ustedes tiene becas
garantizadas. Muchachos, mejor pónganse en forma rápidamente o estarán
pagando el resto de su carrera universitaria en lugar de disfrutar del viaje gratis
que Western brinda tan amablemente.
Qué mentira. Western obtiene millones de dólares de nosotros. Nuestros
juegos de campeonato financian becas académicas y mierda de música y arte que
no tiene nada que ver con el fútbol. ¿Y el entrenador? No disfrutaría de sus tres
millones al año si no fuera por nosotros y por nuestros esfuerzos agotadores. Me
duele la garganta por tener que tragarme todos esos pensamientos.
Todavía nadie lo enfrenta porque es el entrenador.
—Ace, eres el mariscal celebridad. Refrena a tus chicos. Iverson. —Se vuelve
hacia mí.
—¿Sí? —Sé que lo que sea que diga no me va a gustar.
—Tienes mucho que probar este año, y hasta ahora parece que tus pantalones
están alrededor de tus tobillos. Tal vez la defensa fue buena porque Knox Masters
era el líder en el camerino. Supongo que veremos este año, ¿no?
No me han avergonzado en mucho tiempo. No de esta forma. Ahora me
arden las mejillas por la forma en que me regañó, implicando que solo era bueno
gracias a Masters. ¿Qué pasa con mi promedio de trece tacleos por año? ¿O los
dieciséis en el juego de campeonato junto con el tacleo al mariscal al final? Esos
cuentan para una mierda, ¿eh?
Voy a necesitar ver a un dentista con todo el rechinar de dientes que estoy
haciendo en este momento.
El entrenador ni siquiera ha terminado.
—Es jodidamente vergonzoso encontrar esta mierda. ¿Qué pasa si tengo un
recluta conmigo? Ustedes dos comienzan a trabajar juntos o los dos estarán
sujetando un portapapeles este otoño. Y eso va para el resto de ustedes, bestias.
Hagan pesas. Esto no es un retiro, hijos de puta. Este es el hogar de los malditos
Western State Warriors. Comiencen a actuar como los campeones en repetición o
váyanse a la mierda.
181 Sale hecho una furia, dando un portazo detrás de él. La habitación está en
silencio. Ni siquiera me había dado cuenta antes, pero alguien apagó la música a
mitad de la diatriba del entrenador.
Toma un momento sacar su bota de nuestros traseros, pero uno por uno
volvemos a nuestras tareas. Le echo un vistazo a Ace que me mira con el ceño
fruncido como si fuera el culpable de todo esto.
Hammer me da un codazo.
—Amigo, tienes que arreglar esto. Eres el único que puede.
Y por mí, se refiere a Lucy.
Que me jodan, pero creo que tiene razón.
LUCY
Después de años de nunca verlo, Matty ha estado en todas partes. Pasaba el
rato en el apartamento, viendo nuestros programas sin quejarse. Se sentaba en el
Brew House, bebiendo sidra caliente y estudiando. A veces, su amigo Hammer iba
con él, pero la mayoría de las veces, Matty estaba solo. Dijo que el olor a café
estaba empezando a gustarle. Hammer susurró ruidosamente que su gusto por el
café no era lo único que estaba creciendo.
Supongo que se refería a mí y no a una terrible infección por hongos.
Matty a menudo esperaba hasta que terminara mi turno y salía al mismo
tiempo. Me abría la puerta y preguntaba qué tal estuvo mi día, si había comido y
cómo me sentía.
182
Murmuraba algún tipo de respuesta en voz baja, pero corría como la cobarde
que juraba que no era. Pero tengo miedo de hablar con él, temerosa de que si miro
en sus ojos azules, perderé todo mi autocontrol. Porque cada vez que cierro los
ojos, lo veo.
Cada noche lo siento moverse dentro de mí, sobre mí, debajo de mí. La huella
de sus manos sobre mi piel, su boca contra mis labios, me persigue. ¿Una noche?
No sé cómo una mujer puede estar bien teniendo una sola noche con Matthew
Iverson.
Durante los últimos tres días, he meditado. Pero he terminado con eso. Voy a
saltar del acantilado y espero que me atrape porque ahora está en mi sangre.
Puede ser tonto e imprudente, pero sé exactamente qué tipo de recompensa hay en
el fondo del cañón.
—¡Lucinda!
Mi cabeza se levanta para ver las caras de la mitad de mi equipo de simulacro
de juicio frunciéndome el ceño. Me toma un momento serenarme porque he
pasado los últimos diez minutos mirando por la ventana soñando despierta con
Matty.
—No entendí eso. —Fingí que estaba prestando atención todo el tiempo.
—Me gustaría reservar el tiempo restante para la refutación. ¿Está bien? —
pregunta Heather.
—Sí, ese es el lenguaje correcto.
Randall, actuando como juez de nuevo, asiente majestuosamente. Heather se
dirige a las sillas que hemos establecido como nuestro jurado simulado. Esta noche
nuestro grupo de práctica consiste simplemente en Heather, Randall y yo, estamos
practicando exámenes cruzados y argumentos. Randall ya dio una declaración de
apertura realmente sorprendente, pero Heather ha estado luchando.
Esta es la tercera vez que lo intenta y cada intento sucesivo es más aburrido y
más pedante que el anterior. Cuando termina después de solo usar cinco minutos
de sus ocho asignados, la cabeza de Randall está sobre el escritorio y está
roncando. No me extraña que se haya quedado dormido. Me muevo ansiosamente
en mi silla. No puedo esperar para salir de aquí y decirle a Matt que estoy lista.
Con suerte, la oferta aún está abierta.
—¿Qué pasa ahora? —exclama Heather—. Dijiste que el cierre debe incluir
una lista de todas las pruebas.
—No tenemos tiempo para que listes toda la evidencia, solo los puntos
183 importantes. Pero más importante aún, esto es una alegación —insisto, tratando de
apurar a Heather—. Tienes que ser convincente y persuasiva.
—¡Por qué no lo haces si es tan fácil! —Heather pasa junto a la mesa del
abogado y se deja caer en la silla del escritorio.
—Heather, vuelve. Lo siento si fui demasiado crítica. —¿Qué tal si dejas de ser
tan sensible? Quiero decirle, pero me muerdo la lengua. Ella parece estar al borde
de las lágrimas, y lo último que quiero hacer es destruir su confianza.
—¿Por qué no le muestras? —sugiere Randall—. Solo haz un cierre rápido.
—No hago cierres —le recuerdo.
—Pero bien que estás criticando hasta el infierno el mío —grita Heather.
Cierro los ojos y cuento hasta diez para no saltar de mi silla y estrangularla.
Puedo hacer un cierre si eso es lo que ella necesita. Los hago en mis sueños.
Simplemente no puedo hacerlos en una competencia.
—Vamos —insiste Randall.
—Bien. —Me levanto y tomo el lugar abandonado de Heather frente a las
sillas. Si hago esto, todos podemos irnos—. Con el permiso de la Corte. —Hago un
gesto hacia Randall—. Abogado opositor —finjo que Heather es la abogada de la
otra parte, lo cual es fácil porque siento que estamos a océanos de distancia en el
concepto de un cierre efectivo—. Miembros del jurado. —Me enfrento a las sillas—.
Les hemos pedido que sacrifiquen un día de su vida, y su sacrificio no pasa
desapercibido. Una de las mayores fortalezas de nuestro sistema legal es que
podemos presentar nuestras diferencias ante un jurado de nuestros pares. No
importa cuán delgadas sean nuestras billeteras, sin importar nuestra posición en la
sociedad, bajo los ojos de la señora Justicia, todos somos iguales. Les agradecemos
por lo que han hecho hoy y lo que harán en nombre de nuestro cliente, Emily
Hartog.
—¿Realmente tengo que repasar todo eso? —interrumpe Heather—. Porque
yo podría agradecer a todos en una oración. Oigan, gente, gracias por su atención.
Aquí está por lo que deberían fallar a nuestro favor.
Aprieto los dientes.
—No, Heather. No tienes que repasar todo eso. Hazlo a tu manera. Haz lo
tuyo, pero vende al jurado el hecho que estás realmente agradecida por su
presencia aquí. No queremos que se enojen.
—Bien. —Agita imperiosamente su varita—. Adelante.
Randall golpea su lápiz contra el escritorio.

184 —Proceda, abogada.


—Gracias. —Les frunzo el ceño a los dos. Respiro profundamente, ordeno
mis pensamientos y continúo donde lo dejé—. En el Antiguo Testamento, al
pueblo judío se le exigía sacrificar un cordero por sus pecados cada año. Pero el
cordero que se elegía era especial. Tenía que ser un cordero con la mejor lana, las
pezuñas más bonitas, los ojos más claros y el paso más fuerte. Después de todo, era
un sustituto del Señor y, por lo tanto, debía ser tan perfecto como podría ser un
cordero criado por humano.
Randall y Heather están observando cada uno de mis movimientos ahora,
pendientes de cada palabra. Escondo una sonrisa de confianza. Esta historia atrae a
la gente siempre.
—Los líderes estaban encargados de elegir el cordero, y una vez elegido, la
tribu arrojaría sus pecados sobre la espalda de ese cordero, esa criatura perfecta.
Confesarían sus trampas, su envidia, sus blasfemias, y luego los líderes
conducirían a ese cordero inocente al desierto. Es a partir de esa práctica que
deriva la palabra “chivo expiatorio”.
Heather respira hondo y le doy un asentimiento de reconocimiento. Así es
como lo haces. Un movimiento en la parte posterior de la sala me llama la atención.
Mis ojos se abren al ver a Matty. Con un movimiento de cabeza, pregunta
silenciosamente si está bien que él esté aquí. ¿Lo está?, me pregunto. ¿Por qué no?
No es como si me fuera a juzgar.
Me vuelvo hacia el falso jurado, pero mi atención todavía está en el fondo de
la sala. Puedo sentir sus ojos en mí mientras extiendo mis manos y una vez más
abogo por mi cliente.
—La señora Hartog es el chivo expiatorio de IMC. Diseñaron, produjeron y
ensamblaron una máquina de repavimentación de hielo defectuosa. En lugar de
aceptar la responsabilidad por esto, quieren echarle la culpa a la señora Hartog,
citando la falla del operador, pero la evidencia muestra claramente que incluso si
la señora Hartog operara perfectamente la máquina, aun así los frenos no
funcionarían correctamente, aun así habría salido herida, y todavía estaríamos aquí
hoy pidiendo lo mismo, que IMC sea llevado ante la justicia. Al comienzo del
juicio, mi abogado adjunto les dijo que probaríamos estas tres cosas. —Levanté la
ayuda demostrativa que identifica los elementos de nuestro cargo—. Y lo hicimos.
Permítame volver a visitar algunos de los aspectos más destacados.
Anoto cada elemento, recordando al jurado falso los fragmentos clave de
testimonios y pruebas documentales, como el compañero de trabajo que describió
los problemas anteriores con la máquina, el papeleo de la compañía que reveló
inquietudes internas sobre el mecanismo de frenado. Randall comienza hacer el
movimiento para que termine. Diablos, ocho minutos pasan tan rápido cuando te
185 estás divirtiendo.
—Emily Hartog llegó a ustedes en pedazos. Se rompió una pierna, perdió su
trabajo, su casa. Su carro fue embargado. No pueden hacer que esté
completamente bien otra vez. Siempre tendrá esa cojera. Pero fallar a su favor,
puede darle nuevas alas. Gracias.
Hay unos ruidosos y lentos aplausos desde la parte posterior de la habitación.
Agacho la cabeza con ligera vergüenza, pero estoy orgullosa de lo que hice. Se
sintió bien también.
Me detengo en mi mesa y me dirijo a Heather.
—Entonces, algo así. Comienza con una apertura atrapante, recita los
elementos de la ley. Resalta los puntos clave de nuestro caso y cierra con un
atractivo emocional.
—Entiendo —responde Heather con los ojos muy abiertos.
Me pongo a trabajar con los papeles sobre la mesa para ocultar lo contenta
que estoy porque finalmente me mira como si no fuera el eslabón más débil de este
grupo, que realmente puedo contribuir.
—Creo que hemos terminado. —La voz de Randall es amable, pero llena de
afecto. Él sabe cuánto significa esto para mí.
Agradecidamente, recojo mis cosas y vuelo a Matty.
—El jurado encuentra a la acusada inocente —dice al instante.
Sonrío estúpidamente.
—No es ese tipo de juicio, pero gracias.
Me abraza y se inclina para darme un suave beso en los labios.
—¿Qué tal si celebramos el veredicto con algo de comida?
¿Qué tal si celebramos con algo de ti? Me trago las palabras traviesas. En su
lugar, digo:
—Eso suena maravilloso.

186
MATTY
Después de ver a Lucy hacer el alegato final, estoy convencido de dos cosas.
Primero, no existe nadie mejor que ella para convencer a Ace de cambiarse a
defensa de fondo. Y segundo, ¿por qué demonios está dándole esa tarea a Heather?
El otro chico tenía razón. Esa chica Heather es buena en curar el insomnio, pero
nada más.
—Jesús, eso fue bueno. Creo que podrías vender pelotas de béisbol o un
manager de fútbol americano. Tome, estas pelotas redondas son mucho más
rápidas que esas bolas ovaladas de piel de cerdo que usan. —Levanto la mano,
pretendiendo enseñarle una pelota.
—Además, no existirán problemas con la sospecha de pelotas desinfladas. —
187
Luce sonríe.
Resopló.
—¿Por qué no estás haciendo esto por tu equipo? Quiero decir, si esto era la
práctica, solo un argumento improvisado, debes ser impresionante en
competiciones.
Su sonrisa de inmediato se desvanece, y sus hombros caen.
—En realidad es lo opuesto. Soy buena en la práctica, buena donde no
importa, ¿pero en competencias? ¿Cuando alguien está en juego? Apesto de
verdad.
—No me lo imagino. Después de verte ahí. —Muevo la cabeza hacia la
habitación de práctica—. No puedo imaginarte de otro modo que no seas buena.
Hammer tiene razón. Luce es mi mejor opción.
—Gracias, pero es verdad. —Respira profundamente—. El verano antes de
entrar a la universidad, me preparé para los juicios de prueba. Quería ser abogada.
Había pasado cuatro años en la secundaria haciendo juicios falsos. Tenía mi
camino hacia pre-leyes frente a mí. Logré superar la prueba.
—¿Imagino que la historia no termina felizmente? —Tomo su mano y la meto
en el bolsillo de mi chaqueta mientras salimos de la habitación.
—En los quince años de historia del club de juicio simulado aquí en Western,
nunca habían tenido un equipo ganador. Nunca habíamos llegado a las regionales,
menos al torneo nacional. Después de mi prueba, todos estaban convencidos que
yo era quien buscaban para el argumento final. Así que ahí estamos en las
regionales y estamos arrasando. Randall presento una increíble apertura, y yo
atrapé a su experto. Lo atrapé inventando hechos que no estaban en el paquete.
Estaba tan emocionada por mi argumento. Tan emocionada.
Sus ojos están brillando con nostalgia, pero sé que no va a terminar bien, así
que me preparo. Por lo que ha revelado antes, no es difícil adivinar que va a pasar
después.
—Cuando me levanto para dar mi discurso de cierre, no puedo recordar
nada. Abro la boca y nada sale. Son ocho minutos de silencio total. ¿Sabes a qué
suena? ¿Cómo se siente? Suena como la muerte y se siente peor. —Se ve pálida,
como si su mente, y su confianza, estuvieran de regreso en el juicio simulado,
sofocándola en silencio—. Los cierres no son para mí —dice con voz temblorosa.
Y tampoco los riesgos. Lo entiendo ahora, mejor que antes. Estar con Luce
estas últimas semanas, me ha mostrado lo rígido que tiene que cuidarse. Qué
188 come, qué bebe. No la culpo por tener cuidado. La única vez que dio un paso fuera
de su zona de confort, fue humillada. Quedó grabado en su mente.
El éxito en los deportes es completamente mental. Los mejores mariscales
tienen una terrible memoria de corto plazo. Tienes que olvidar tus errores o quedar
paralizado por ellos. Luce no ha podido superarlo. Aun así… se dice demasiado de
ella por no haber renunciado por completo al equipo.
—Eres fuerte. Cualquier otra persona hubiera renunciado y huido.
—Lo amo demasiado —admite— Como tú amas el fútbol.
—Lo hago. —Dudo, tragando pesadamente.
—¿Qué sucede?
Aprieto fuertemente su mano. Tengo miedo por cómo va a reaccionar y a
sentirse, quizás es tonto, que si todavía la sostengo hasta el final, estaremos bien.
—Odio venir contigo así. Realmente lo hago, pero eres mi última esperanza.
¿Realmente lo es? Mi conciencia me cuestiona. Realmente no has hecho nada para
hablar de esto con el equipo. Pero Luce claramente está hecha para persuadir a las
personas. Está en su sangre. Quizás no sea capaz de hacerlo en competencia, pero
¿uno a uno? Debería de ser capaz de persuadir a alguien. Y demonios, quizás
querría hacer esto. Después de todo, Ace es su amigo. Quiere que tenga éxito,
¿verdad?
—Realmente creo que eres la única que puede hacer esto.
—¿Qué? —pregunta cuidadosamente.
Hemos llegado a su departamento. La muevo a un costado, lejos del camino y
hacia el estacionamiento vacío.
—Hubo una pelea en la práctica de hoy.
—Oh no. ¿Ahí fue donde te lastimaste el labio? —Sus dedos se acercan a tocar
la esquina de mi boca—. Ace no fue un imbécil contigo, ¿verdad? Él está pasando
por algo en este momento.
Asiento sobriamente.
—Estoy bien. Ace está bien. Físicamente, de todos modos.
Su rostro se desmorona.
—¿Físicamente? ¿El entrenador volvió a hablar con él?
—¿Entonces lo sabes? ¿Te dijo sobre el asunto del mariscal?
—Sí.
—Se suponía que no debíamos decirle a nadie fuera del equipo —respondo,
189 pero, aunque se supone que Ace debió mantener la boca cerrada, me alegra saber
que sabe lo general en la situación.
Se encoje de hombros.
—Ace no cree que las reglas realmente apliquen para él, además, no es como
si fuera a ir a ESPN con esto o algo parecido.
—Cierto. —Exhalo pesadamente—. La situación es grave. Tengo que decirte
algo, preguntarte algo realmente importante.
Su rostro palidece bajo el reflejo de las luces de los apartamentos.
—No me va a gustar esto, ¿verdad?
Intento pensar en la situación más positiva que pueda sacar de esto.
—Solo estoy hablando de esto contigo porque creo que está bien. —Aunque
no sé qué esté bien si nuestro equipo sigue discutiendo como lo hizo esta tarde,
seremos un caso perdido este otoño, y tendremos suerte de ganar la mitad de
nuestros partidos, aún más de volver a ganar el título—. Puedes decir que no, y
comprendería si no quieres escuchar esto, pero… me gustaría que convencieras a
Ace de pasar a defensa de fondo.
—No —dice casi de inmediato y da la vuelta, no sin antes ver su mirada
herida.
Mi estómago cae en algún lugar en mis botas, pero ya he iniciado el camino y
quizás tenga que recorrerlo hasta el final.
—¿Y si te dijera que quiero que Ace tenga éxito? —pregunto.
—¿Y?
—Y esto no se trata sobre querer ganar otro título. Quiero eso, pero tengo que
admitir que no estoy tan hambriento por eso como antes. Repetirlo sería genial,
pero mis metas y sueños son diferentes ahora, y apuesto que es igual para Ace.
Solo que por ahora no lo está viendo claramente porque todo lo que ve es la
vergüenza de perder su posición.
—Realmente no me importa. —Se vuelve alejar. Fuertemente, y finalmente la
dejo ir.
No me gusta que este tan lejos de mí, pero tengo miedo que si me acerco a
ella, correrá hacia adentro y será el final. Tomo la parte trasera de mi cuello, pero
mi ansiedad no disminuye.
—¿Sabes lo que es el Heisman, verdad?
Asiente.
190 —El trofeo que se le da al mejor jugador universitario cada año.
—¿Sabes cuántos ganadores del Heisman que son mariscales no llegan a la
NFL o ni siquiera son reclutados? Han existido 77 ganadores y un tercio han sido
mariscales. Combinados, no tienen un récord ganador en la NFL. El éxito en la
universidad no se traduce como éxito en las profesionales para la mayoría de ellos.
Ace ganó con nosotros, pero fue un trabajo en equipo. En los profesionales, estará
expuesto. Si me dijeran que soy muy pequeño, muy lento para mi posición, pero
que tendría una oportunidad en los profesionales si cambiara de posición, me
movería de inmediato. ¿Qué crees que Ace quiera?
Ace quiere jugar con los profesionales, sin duda.
—Tú sabes qué quiere.
Sí, ella lo conoce.
—Correcto. Lo hago. ¿Has escuchado hablar de Scott Frost?
—No, no me suena.
Doy un paso hacia ella. Uno pequeño. No estoy intentado intimidarla; quiero
convencerla que esto es lo correcto para todos.
—El guio a su equipo de Nebraska a ganar un título nacional superando a
Peyton Manning y a los Volunteers de Tennessee. Tenía el récord de 24 a 2 cuando
se graduó. A pesar de su éxito en la universidad como mariscal, fue reclutado en la
tercera ronda y jugó como defensa de fondo en la NFL. Has escuchado de Tim
Tebow, ¿verdad?
—¿Quién no?
Sus respuestas son breves, pero todavía está aquí, así que prosigo.
—Todos dicen que Tebow hubiera jugado en la NFL si solo se hubiera
movido a ala cerrada. Es grande y atlético, pero tiene un brazo de mierda y un
lanzamiento de mierda.
No como alguien más que conozco. No digo el nombre de Ace, pero ambos
sabemos de quién estoy hablando.
—Pero Tebow no se cambió. Era demasiado obstinado. Era mariscal o nada.
¿Y para él? Fue nada. Nunca jugará en la NFL de nuevo. Julian Edelman con los
Patriotas fue un mariscal en la universidad. Eric Crouch ganó el trofeo Heisman en
2001 como mariscal para Nebraska. Jugó como defensa de fondo y receptor abierto
en la NFL, pero como quería jugar como mariscal, terminó en la liga de fútbol
americano de Canadá. Nunca regresó a la NFL.
—Estás diciendo que Ace tiene mejor oportunidad como profesional si
191 cambia de posición —resume sin emoción.
—Es lo que estoy diciendo. —Asiento aliviado, sintiendo que he logrado algo.
—Aun así, es un no.
Mi alivio se desvanece.
—¿No vas a considerarlo?
Las cejas de Lucy se levantan en frustración.
—No, no lo haré. Porque no importa lo sólido que sea tu caso, o lo bien
investigados que sean tus hechos. Déjame preguntarte esto, si estuvieras
defendiendo al sospechoso de un asesinato y necesitaras a un testigo clave en el
estrado, ¿llamarías a la hermana del chico por el que tu cliente está siendo acusado
de asesinato?
Ya veo a dónde quiere llegar con esto, pero ni siquiera me da una
oportunidad de responder.
—¡Por supuesto que no! Porque sabes dónde está la lealtad de tu testigo. —
Lucy toma aire—. Ace puede ser un imbécil. Me vuelve loca a veces. Pero es como
un hermano para mí, y siempre lo apoyaré. Si quiere seguir jugando como
mariscal, entonces no sería una buena amiga si no apoyara su decisión, aunque no
fuera la correcta.
—Luce…
—Te dije, Matty. Es. Un. No. —Se da la vuelta.
Está bien. Es un no. Sabía que sería un no. Siempre lo supe, es por eso por lo
que lo había evitado, pero después de hoy, tenía que intentarlo. ¿Qué más podía
hacer?
—¿A dónde vas? —pregunto, apresurándome para alcanzarla.
Se detiene abruptamente.
—No voy a hacerlo.
—Te escuché. —Coloco una mano tentativamente sobre su espalda baja. A
través de su esponjoso abrigo, juro que puedo sentir el calor de su cuerpo—. Y
honestamente, lo respeto. Es raro encontrar esa clase de lealtad en estos días.
—¿Es un truco? —pregunta sospechosamente.
—No.
—¿Simplemente vas a aceptar mi no?
—Tengo que hacerlo, ¿no es así?
Lo reflexiona por un momento, sus cejas juntas ante la confusión.
192 —Entonces, ¿por qué tienes tu mano en mi abrigo?
Miró hacia ella incrédulamente. ¿Realmente no tiene idea? Bajo el calor de mi
mirada, se sonroja.
—Tenía que sacar lo de Ace de en medio. Te hubiera molestado como una
piedra en el zapato si no lo hacía. —No estoy seguro de eso, pero su conexión
realmente me molesta.
Luce arruga la nariz.
—No realmente. Creo que hubiera podido estar un largo tiempo sin escuchar
tu letanía sobre los mariscales fracasados.
—Lo dudo. Como un extra, la próxima vez que juegues trivia en el bar,
tendrás algunas respuestas desconocidas.
Apenas y puedo ver su cuerpo en esa esponjosa monstruosidad, pero aun así
la quiero.
—Porque eso es lo que hago en mi tiempo en el bar, jugar trivias de deportes.
—¿Qué haces en el bar?
Se encoje de hombros.
—Beber, hablar, bailar.
—Pregúntame el segundo motivo por el que fui a tu práctica esta noche.
Sus ojos se encuentran con los míos, y en esta ocasión no existe ni una pizca
de confusión o vergüenza o timidez. Una calidez calienta mi sangre.
—¿Por qué fuiste a mi practica de esta noche?
—Porque no puedo dejar de pensar en ti. Sigo saboreándote en mi lengua.
Sigo sintiéndote bajo mis manos. Te miro junto a mí en el sofá cuando vemos la
televisión y apenas puedo contenerme de atacarte.
—¿Crees que soy una persona fácil de convencer? —pregunta
inesperadamente.
—Por supuesto que no. —Resopló con una pequeña risa. La mujer tiene una
memoria perfecta y no le molesta decirme las cosas en la cara. ¿Realmente cree que
es fácil de convencer? Está lejos de serlo, me sorprende que la palabra exista en su
vocabulario—. No vas a ir a casa de Ace para decirle que cambie.
—Correcto. —Suena sorprendida—. Dije que no, ¿verdad?
—Lo hiciste.
—No vuelvas a hablar sobre Ace de nuevo —me dice—. O no podré hacer
esto entre nosotros.
193 —Lo juro. —Hago una cruz sobre mi pecho.
—Entonces vamos a arriba.
Casi me caigo de rodillas del alivio. Luego me arriesgo, porque quiero estar
con ella toda la noche.
—¿Qué te parece mi casa? Tu cama no es suficiente para los dos. Me gustaría
que pasaras la noche.
Es un riesgo que vale la pena porque dice que sí.
Hablamos de nada de camino a mi casa. El clima. Creo que está
razonablemente cálido. Ella está envuelta en su saco de dormir que jura es un
abrigo. Bajo nuestra platica inocente, la tensión aumenta.
Estoy duro por los roces casuales de su brazo contra el mío. Comienzo a
respirar pesadamente cuando peina su cabello con sus dedos. Hago un puño con
mi mano dentro de mis bolsillos para no arrastrarla a la esquina más cercana y
hacerlo justo ahí.
—¿Quieres algo de comer? ¿Beber? ¿Tu glucosa está bien? —pregunto cuando
llegamos a la casa.
—Estoy bien. ¿Tienes hambre? ¿Te sientes mal? —pregunta con el más ligero
tono de burla.
Está bien, lo entiendo. No hay que hablar de su diabetes. Pero no puedo
evitarlo. Me preocupa esta chica. Me preocupa, pero intentaré mantener mis
preocupaciones para mí.
—Tengo hambre. Estoy famélico en realidad. —Sé qué quiero comer y no se
encuentra en la cocina.
—Yo, también.
Cierro los ojos y agradezco a Dios. Lucy deja escapar una pequeña risa, y ante
ese feliz sonido, no puedo más. La cargo entre mis brazos y corro hacia mi
habitación. Es bueno que nadie salga de ningún cuarto, porque los hubiera
derribado.
Una vez dentro de mi habitación, dejo caer sus pies al suelo, pero no la dejo
ir. Nos arrancamos la ropa, demasiado ansiosos por estar piel con piel. Su abrigo
cae al suelo. Yo me saco la camisa. Ella se baja los pantalones; yo arranco los míos.
Entre cada pedazo de ropa que nos quitamos, nos besamos apasionadamente,
hasta que finalmente no queda nada entre nosotros. Es solo su suave piel perfecta
contra mi duro cuerpo.
—Dios, te necesito. —Muerdo su boca, beso su mejilla, lamo delicadamente el
194 lóbulo de su oreja, mientras acaricio cada curva, sus hombros, sus senos, su
delicioso trasero. Ese trasero.
Le doy la vuelta y me pongo de rodillas.
—Inclínate. —La orden sale más brusca de lo que quería, pero Luce no duda.
Se da la vuelta y se inclina descansando sus brazos en la superficie de mi escritorio.
—Dime la parte favorita de lo que hemos hecho hasta ahora. ¿Es la parte de
follar? ¿O te gusta cuando bajo?
Gime un poco, medio en vergüenza, medio en deseo.
—¿Por qué tienes que hablar tanto?
Sonrió para mí y paso mis manos sobre su delicioso trasero, sosteniéndolo
para poder clavar mis dientes en cada nalga. Esta vez el sonido que hace,
definitivamente es de lujuria.
—Porque me gusta, y creo que a ti también. Déjame decirte cómo va a
funcionar esto. Voy a comerte, luego me pondré un condón y te follaré hasta que
tengas un orgasmo tan fuerte que no vas a poder pararte. Tú hazme saber si existe
algo en este plan que no te guste.
Murmura algo, luego se retuerce un poco, pero no forma ninguna palabra de
desacuerdo. Abro un poco más sus piernas y me doy un festín, porque no estaba
mintiendo cuando le dije que estaba hambriento. Por días, he estado pensando en
tener su coño contra mi boca de nuevo.
Chilla de sorpresa y luego se pone de puntitas, como si tratara de escapar.
Aferro un brazo alrededor de su cintura y la sostengo contra mi asalto. Ella tiembla
como una hoja en una tormenta de otoño, sostenida en su lugar por mi brazo y
lengua.
Mi polla esta dura como una lanza, furiosa por quedar fuera de la fiesta, pero
el resto de mí está disfrutando demasiado devorarla como para detenerme. Existe
algo adictivo en ella. Sobre mí, Luce está haciendo cientos de diferentes gemidos y
suspiros, suplicas a Dios y para mí, detente, no, no te detengas, ahí, justo ahí, ahí. Ahí.
Muevo mi mano hacia el frente para poder tocar su sensible clítoris, haciendo
que se tense y luego pierda el control en sus piernas. La sostengo antes que caiga,
saliendo hacia adelante y clavándome en un simple y demandante movimiento.
Las vibraciones de su orgasmo se sienten salvajes contra mi polla, su miel
cubriendo cada parte de esta. El suave agarre de su coño es abrumador. Daría todo
por esto, por ella. El fútbol, la fama, la gloria, el dinero. Nada se puede comparar.
Su cabeza se mueve hacia atrás, esos largos y hermosos mechones de cabello
195 rubio cayendo hacia un costado de su rostro, cayendo en mi hombro. Tomo su
mandíbula hasta que nos estamos besando. El ángulo es incómodo, mis piernas
están jodidamente temblorosas, pero quiero esto también.
Envuelve un brazo alrededor de mi cuello y se aferra, como si fuera la única
cosa segura en un mundo salvaje y peligroso. Me aferro a ella igual, clavándome
con toda la fuerza que tengo en mis piernas, y me aseguro de que lo sienta, no solo
por hoy, sino por horas, días después. Cuando esté sentada en clase o parada en el
Brew House sirviendo café, las vibraciones todavía se sentirán en sus piernas.
Recordará mi lengua saboreando su boca, mis manos sobre sus senos, mi cuerpo
cubriendo su espalda.
—Esto se siente bien, ¿no es así, Ricitos? Tú temblando a mi alrededor. Estoy
tan duro ahora. Es difícil para mí no venirme. Quiero hacerlo, pero no lo voy a
hacer. No hasta que te sienta correrte sobre mi polla como lo hiciste en mi lengua.
Tiembla, pero no me dice que guarde silencio, como usualmente lo hace.
Deslizo mi mano por su cuello. Es delicada bajo mis ásperas manos, callosas por
las horas que he pasado levantando pesas, golpeando al muñeco de tacleo, dándole
una paliza a la línea ofensiva. Delicada, suave, blanda. Todas esas cosas que yo no
soy, y me hace sentir poderoso, como el dios con “d” minúscula que bromeo que
soy.
Pero ella no es débil. Se mueve contra mí, recordándome lo fácil que me ha
capturado y me hizo suyo. No importa qué tan grande y fuerte sea, soy arcilla en
sus manos. Una goma moldeable para que me dé la forma que desee, porque haría
cualquier cosa por ella.
Su cuerpo se tensa, y los movimientos de su coño señalan la llegada de su
orgasmo. Esto se siente diferente. Más caliente, profundo, más erótico.
La embisto cinco veces antes de darme cuenta por qué puedo sentir cada
movimiento de su coño. La estoy tomando desnudo. Mierda, no había tenido sexo
sin condón, nunca. Nunca he perdido tanto el control que olvidara ponerme uno,
no importaba lo ebrio o cachondo, nunca lo he hecho en el pasado.
Me congelo y comienzo a salir, pero gime su infelicidad.
—Ricitos, no estoy usando condón.
No me empuja, no mi cuidadosa niña. En su lugar se mueve hacia atrás,
empujando su trasero y golpeándolo contra mis muslos y mi polla.
—Solo… solo sácalo.
Estoy limpia, me dijo cuando le estaba haciendo la prueba de azúcar en su
196 sangre.
—Voy a cuidarte. Sin riesgos de mi parte tampoco —gruño en su oído.
Asiente débilmente y es todo el permiso que necesito.
Empujo hacia adelante y la cubro, empujando tan profundo y fuerte que tiene
que colocar una mano para no chocar con la pared. El escritorio de madera pesada
se arrastra contra el suelo mientras entro, una y otra vez. Ella solloza en el
escritorio, y cuando mi propio orgasmo se acerca, muevo la mano para encontrar
su clítoris, presionándolo y moviéndolo entre mis dedos hasta que se tensa y
explota alrededor de mí.
Casi pierdo el control, casi termino dentro de ella, pero logro salir y
esparcirme a través de todo su tembloroso y hermoso trasero. La he marcado y
ahora es mía. Con arrepentimiento y con lo poco que me queda de energía, tomo
mi camisa del suelo y la limpio. Tiembla cuando froto entre sus piernas, y quizás
he frotado algo de mi semen en su piel en lugar de limpiarlo por completo.
Lanzando la camisa a un lado, la tomo entre mis brazos y nos llevó a la cama.
—¿Qué estamos haciendo? —pregunta.
Coloco una cobija sobre nuestros cuerpos.
—Estamos disfrutando el uno del otro.
—¿Por cuánto tiempo?
Para siempre es un buen inicio, pero esta es mi chica precavida, y necesita
una respuesta cuidadosa.
—Por todo el tiempo que quieras.
Su respuesta es un suspiro contenido que me llena con una inexplicable
cantidad de satisfacción. Se me ocurre que no recuerdo haber sido tan feliz ni
cuando levanté el trofeo del campeonato, y eso no me molesta ni un poco.

197
LUCY
—No trabajas hoy, ¿verdad?
—Es viernes, ¿cierto? —Es difícil concentrarse en estos días.
—Todo el día, Ricitos.
Me estremezco cuando usa el apodo.
—Entonces no. No hasta mañana.
—Y tu última clase termina a la...
—Una —completé.
—Te veré afuera de tu apartamento a la una y media.
198
—¿Para qué?
—Es una sorpresa. Usa un abrigo. Tengo un Land Rover negro. Hasta
entonces.
Cuelga antes que pueda conseguir una respuesta. Alejo el teléfono de mi
oreja.
—Claro, me encantaría ir a tu pequeña sorpresa. Gracias por preguntar —le
digo al teléfono. ¿Pero me iba a negar? No, y Matty lo sabía.
Le envío un mensaje de texto a Sutton para avisarle que nuestra caminata está
cancelada.
Yo: No caminaremos hoy.
Sutton: ??
Yo: Voy a algún lado con Matty.
Sutton: !!
Puedo verla chocando los cinco consigo misma.
Sutton: Charity y yo estábamos a punto de enviarte al 1C para una terapia de shock.
Yo: Gracias por nada.
Sutton: De nada. Somos las mejores compañeras de cuarto de todos los tiempos.
Yo: Son mis únicas compañeras de cuarto.
Sutton: También las mejores.
Yo: Si tú lo dices.
Pero estoy sonriendo cuando guardo mi teléfono en el bolsillo porque tiene
razón. Tengo las mejores compañeras de habitación de todos los tiempos.
Usa un abrigo, había dicho. Dado que todavía es invierno, creo que estaremos
haciendo algo afuera. Encuentro unos pantalones de yoga ajustados, una camisa
térmica de manga larga y un top con un suéter. Mi abrigo largo me mantendrá las
piernas calientes y cuando salgo corriendo de mi apartamento a la 1:30 p.m. Matty
ya está allí, apoyado en su gran camioneta negra, piernas y brazos cruzados, con
un aspecto delicioso. No soy la única que piensa eso. Las chicas del 1C están
caminando a casa de clase y no pueden quitarle los ojos de encima.
Pero Matty no les da una mirada. Cuando me ve, se aparta de la camioneta y
se acerca para abrazarme. No solo me abraza, sino que acuna mi cabeza y me da
un beso profundo y hambriento en los labios que me deja sin aliento y necesitada.
—Vamos arriba y contemos cuántos condones quedan —le digo cuando me
199 deja ir.
Sonríe, pero niega.
—No. Vamos a montar trineo. Haremos lo del condón más tarde.
—¿Trineo?
—Sí, nieve, colina, rectángulo de plástico. —Hace un gesto hacia abajo con su
mano que supongo simula un trineo—. Vamos. —Me empuja hacia adelante con
entusiasmo.
—No he estado en un trineo desde que era una niña —admito después que
nos hemos puesto el cinturón. Matty dirige el todoterreno hacia el lado este de la
ciudad.
—Entonces esto será divertido. Incluso pagaré por chocolate caliente.
—Eres un gran derrochador.
Guiña un ojo.
—Tú sabes.
—¿Por qué trineo?
—Es menos riesgoso… —Detiene sus palabras. Nuestros ojos se encuentran,
los míos se llenan de humor y los suyos con sorpresa. Se aclara la garganta—.
Menos riesgoso que esquiar. No quiero romperme una pierna y arruinar mi
temporada.
Sonrío.
—Así que sopesando los riesgos. Es algo bueno de hacer. Supongo que no soy
tan rara, después de todo.
Matty sacude la cabeza, pero no puede evitar que su propia sonrisa se filtre.
—Nunca pensé que fueras rara, Ricitos. —Se acerca y toma mi mano y la
coloca en su muslo.
Nos demoramos veinte minutos en llegar al parque atracciones.
—Pensé que este lugar estaba cerrado durante el invierno. —Miro por la
ventana donde veo una colina iluminada y un grupo de personas que deben estar
montando en trineos en una pendiente muy grande.
—Todas las atracciones lo están, pero tienen una gran colina que no es lo
suficientemente alta como para esquiar, pero la convierte perfecta para un trineo.
Gira cuidadosamente en un espacio de estacionamiento cerca de la acera y
salta fuera. Toma mi mano de nuevo, y caminamos hacia la cabina de alquiler para
200 pagar la entrada y nuestro trineo.
—Solo uno —le dice al asistente—. Va a ser más divertido ir juntos. —El
asistente se da vuelta para tomar nuestro trineo—. Menos riesgoso —me susurra
Matty al oído.
No estoy segura que sea menos arriesgado. El peso extra de Matty en la parte
delantera hace que el trineo se deslice más rápido; algo sobre el impulso y la
aceleración que jura haber aprendido con los chicos exploradores construyendo
vehículos de carreras improvisados. Además, sirve como cortavientos natural. Más
tarde, cambiamos de posición conmigo entre sus piernas con sus brazos a los lados.
Estoy en un nido de estilo Matty.
Y lleva el trineo hacia arriba todo el tiempo.
Pasamos dos horas en la ladera hasta el anochecer y nuestros estómagos
comienzan a retumbar. Finalmente, decidimos finalizar la tarde.
—Andando, vamos a conseguir algo para que te calientes, Ricitos —dice
después de devolver el trineo.
En el pequeño puesto de venta, nos compra perritos calientes y chocolate
caliente. No hay ninguna mesa, por lo que deambulamos hacia una zona boscosa y
nos instalamos lejos del viento que se levanta. Lo miro engullendo al perrito
caliente en tres bocados antes de preguntar:
—¿Qué pasa con los apodos?
—Los apodos son importantes. Siéntete libre de elegir uno para mí. Puedo
proporcionar una lista de sugerencias. Gran chico. Dios. Maestro. Maestro
Increíble.
Termina el perrito caliente y va a pagar por otro, así que no me ve poner los
ojos en blanco.
—¿Qué te parece ego desmesurado? —ofrezco cuando regresa.
—No es mi favorito. Bromas aparte, los nombres revelan mucho. Tu primer
nombre dice algo acerca de tus padres. ¿Cómo se les ocurrió Lucinda? —Echa salsa
de tomate en su perrito caliente. Como un bocado del mío antes de responder.
—Es un nombre familiar. Era ese o Maude.
—Igual. Matthew es el nombre de mi abuelo.
Son más parecidos de lo que crees, me había dicho Sutton.
—¿Quién comenzó a llamarte Matty?
—No puedo recordar. Probablemente mi mamá Algunos de los muchachos
del equipo me llaman Ives, pero mis amigos más cercanos me llaman Matty.
201
Quiero preguntarle cómo se presenta a las chicas que acaba de conocer, pero
supongo que lo sé. Se presentaba como Matthew. Y ahora... ahora es Matty para
mí.
—Entonces, ¿qué más revelan los nombres?
—Los profesores quieren que usemos sus apellidos para crear distancia y
autoridad. Los apodos implican cierta cercanía o familiaridad. También puedes
usar el nombre de una persona como arma para implicar que estás en una posición
de poder.
Puedo sentir mi boca abrirse ligeramente por sorpresa.
—Esto es algo bastante interesante. ¿Eso está en una clase?
Mira hacia abajo a su bota e incluso a la luz tenue, puedo ver un leve toque de
rosa en la parte superior de sus mejillas que no es debido al viento.
—Lo aprendí en un libro.
—¿Un libro de Ludlum?
Patea el talón de su bota contra el suelo como tratando de sacudirse la nieve,
pero puedo ver que está un poco avergonzado.
—Nah, leí cosas sobre los perfiles. Cuando termine en la NFL, me gustaría
unirme a los federales.
—¿FBI?
Asiente.
—Eso es genial.
Está realmente sonrojado ahora, y se ve más que lindo. No sé por qué. Tener
planes para después del fútbol me parece inteligente, pero tal vez este sueño es
algo sobre lo que no se siente cómodo hablando. Estoy bastante emocionada que lo
esté compartiendo conmigo.
—¿Cuándo crees que habrás terminado con el fútbol?
—¿Diez? Quince años si tengo mucha suerte. Como que veo mi vida en dos
etapas. El fútbol es la primera etapa. Tengo que ser cuidadoso. —Compartimos
una sonrisa cuando usa esa palabra, una de las mías—. Cuidar lo que como, hacer
ejercicio y pasar tiempo por fuera. Recibir mucho abuso físico. La segunda etapa es
donde no necesariamente cuido lo que como, ejercito menos, recibo solo un poco
de abuso físico y uso más mi cerebro.
Oh, Sutton, tenías razón. Matt y yo no somos tan diferentes, después de todo. Él
hace sus propias evaluaciones de riesgo. Es cuidadoso a su manera. No se parece
202 en nada a mi madre. Es su propia persona. Una persona maravillosa, genuina,
inteligente y sexy como el infierno. Le sonrío, los bordes de esa curva son tan altos
que las comisuras de mis labios se sienten como si fueran hasta mis ojos. Me gusta
mucho.
—¿Estás seguro que serás reclutado?
—Sí. —No hay falsa modestia aquí, solo confianza genuina—. No tantas
como mi amigo Masters, pero creo que para la segunda ronda. Y una vez que esté
en el equipo, no voy a ceder mi puesto a nadie.
—Te creo.
—¿Sí? —Se acerca y toma mi mano.
Lo aprieto de vuelta.
—Sí.
—¿Y qué hay de ti?
—¿Después de la universidad? —Mi mano todavía está en la suya mientras
tomamos nuestras bebidas. Ninguno de nosotros tiene prisa por soltarse.
—Pensé que eras de pre-leyes o algo así y que querías ser abogada, ¿pero
estás haciendo esto de política pública?
Una pequeña punzada me pincha el corazón, pero la ignoro. Lo hecho, hecho
está.
—Pensé que quería serlo, también, pero soy un poco mala en algo en lo que
los abogados deben sobresalir.
—¿Qué es eso? —Parece confundido, como si no pudiera imaginarme mala
en nada.
—No soy buena improvisando. Tiendo a congelarme, y eso me mueve
bastante fuera del marco legal.
—Parecías bastante increíble la otra noche.
—Es porque todo eso estaba preparado. Tengo una muy buena memoria. Lo
escucho una vez y puedo repetirlo, ¿pero en una audiencia? No. —Una vez más, la
nube oscura se cuela, amenazando mi buen humor—. De todos modos, cambié mi
enfoque con la ayuda de mi asesor. Todavía puedo hacer una gran cantidad de
revisión de hechos y luego reorganizarlos en trozos de información.
—¿Así que ya no puedes ir a la escuela de leyes?
—Oh no, podría. Pre-leyes es solo un camino. Podrías tener cualquier título,
incluso sociología.
—La escuela de leyes no me interesa, y si ya no te interesa, es genial. Pero,
203 para que conste, creo que fuiste condenadamente increíble en tu juicio simulado.
Mis mejillas se calientan por su halago.
Se desliza más cerca, hasta que una pierna larga se presiona contra la mía. Ya
no puedo sentir el frío.
—Se me ocurre que usé tus evaluaciones de riesgo con más frecuencia de lo
que pensaba en el pasado.
—¿Cómo es eso?
—Solía pensar que una relación era un riesgo. Que me alejaría del fútbol o
acabaría por tratar mal a alguien.
—¿Qué te hizo cambiar de opinión?
—Tú. Creo que la recompensa por ti vale la pena el riesgo.
Mi corazón da una voltereta y luego vitorea mientras su boca desciende sobre
la mía. Nos besamos despacio, como si fuera verano y estuviéramos en la playa y
el sol nos estuviera calentando en la arena. Es un beso caliente y perezoso y nos
calienta mejor que cualquier sol de verano. Cuando finalmente nos separamos, me
sorprende ver que la nieve no se ha derretido completamente a nuestro alrededor.
—Estoy listo para contar los condones en esa caja ahora —dice roncamente.
—Yo también. —Luego salto y corro hacia el Rover con Matty pisándome los
talones.
Enciende el motor, y luego tenemos que sentarnos por un minuto para que el
auto se caliente. Tiene las mejillas sonrojadas, y su cabello se ve salvaje y
desordenado, no muy diferente de como se ve cuando se despierta por la mañana.
Me desabrocho el cinturón de seguridad y me inclino en la consola central.
—¿Por qué eres tan malditamente atractivo?
—¿Lo siento? —Sonríe, claramente sin disculparse.
—Cállate y bésame.
Todavía está sonriendo cuando coloca su mano alrededor de mi cabeza y me
empuja contra él. Puedo sentir la curva de sus labios mientras se suavizan, se
separan y luego se abren para mí.
Esta vez soy yo quien lo está devorando. Sabe fresco y limpio, como la nieve
recién caída. Su mano cae sobre mi culo y me arrastra hacia su asiento para que
podamos obtener un ángulo mejor y más profundo para besarnos. Su lengua y sus
labios me obligan a abrirme más ampliamente para él. Me besa profundo y duro
204 hasta que lo siento en todas partes. Su beso está en el latido entre mis piernas, en el
hormigueo de mis dedos, en la rigidez de mi piel.
Le arranco la camiseta, sacándola de sus vaqueros. Su piel es cálida contra el
frío de mis palmas. Sus pequeños pezones se tensan cuando los rozo. Les doy un
pequeño pellizco como él me hace a mí. Se ríe entre dientes y luego sus manos se
deslizan bajo mi suéter y top para soltar la hebilla de mi sostén y agarrar mis
pechos doloridos en sus manos.
A horcajadas sobre él, me aprieto para encontrar la presión adecuada y aliviar
el dolor entre mis piernas, pero es difícil porque tenemos muchas capas entre
nosotros. Eso no me impide tratar de encontrar alivio contra su cuerpo.
Gimo porque mi necesidad es muy fuerte.
Matty me hace callar.
—Está bien, Ricitos, te tengo.
Con la mano en mi espalda, se desliza bajo mis licras, mi ropa térmica. Su
palma áspera recorre la curva de mi trasero, y sus largos dedos perforan mi
dolorido sexo con un único y satisfactorio movimiento. El frío es una sorpresa para
mi sistema. No puedo evitar soltar un grito.
Matty baja la cabeza y se agarra a un pezón. Aprieto su cabeza contra mi
pecho y monto sus dedos. Gracias a Dios que tiene manos grandes porque esos
dedos gruesos dentro de mí son casi tan buenos como su gran polla caliente.
Y si no es suficiente, este sexo ilegal en un auto en el rincón oscuro del
estacionamiento del parque de diversiones, comienza a hablar.
—Estás tan mojada y jugosa. —Sus dedos me penetran. Los dedos de mis pies
se curvan. Es un cara y sello entre si quiero montarlos o simplemente sentarme y
disfrutar de la plenitud de esto—. Me encanta estar dentro de ti. Es tan bueno,
Ricitos. Te sientes muy bien. —Se mueve al otro pezón, dejando al abandonado
mojado y sensible—. Uno de estos días, estaremos jodidamente frente al espejo
porque necesitas ver lo hermosa que te ves en este momento.
Tira de un mechón de mi cabello.
—Inclínate y dame tu boca. Necesito probarte.
Caigo hacia adelante y reclamo su boca, chupando su lengua como si fuera su
pene.
Me destroza. No hay otra palabra para eso. Su boca tira de la mía. No puedo
205 respirar. No puedo pensar. Olvidé dónde estoy. Solo existe Matty y la sensación de
sus dedos trabajando mi sexo, su mano agarrando mi cintura demasiado fuerte, su
gran cuerpo rodeándome y manteniéndome a salvo.
—Quiero que te vengas tan duro que estés temblando. Que ni siquiera
puedas respirar —dice, empujándome hacia atrás otra vez—. Me encanta sentir
cómo te aferras a mis dedos. Tu coño es muy apretado. ¿Sabes eso? ¿Tienes alguna
idea de lo bien que se siente?
—Es bueno —jadeo—. Tan bueno.
—Ojalá tuviéramos clase juntos. Nos sentaríamos en la parte de atrás, y
levantaría tu falda y jugaría un poco hasta que tus bragas estuvieran empapadas.
Tomaría mi dedo índice y frotaría lentamente tus labios hasta que quedaran
bonitos e hinchados. —Se retira y me muestra—. No me apuraría. —Dios, por qué
no, pienso. No puedo estar más al límite de lo que estoy ahora.
—De vuelta adentro —grito la orden—. Necesito tus dedos dentro de mí.
—¿Te gusta esto? —Los empuja con fuerza, esta vez son tres. Grito por puro
placer.
Agrega un pulgar en la parte delantera de mis pantalones, y me vengo como
un cohete. Cuando vuelvo desde las nubes, a la tierra, me doy cuenta que tengo
dos trozos del pelo de Matty en cada mano, y lo estoy sofocando contra mi pecho.
Lentamente me obligo a soltarlo, peinando suavemente su cabello en su lugar y
reorganizando el desastre que hice de su ropa. Él sonríe todo el tiempo.
—¿Te gustó eso?
Asiento.
—El mejor viaje en trineo de todos los tiempos. —Me acerco para tomar su
gigantesca erección—. Volvamos a casa para poder cuidar de ti.
Se lame el labio inferior.
—Ahora sigue el mejor viaje después del trineo.

206
LUCY
El siguiente viernes me desperté con el sonido de la ducha. Matty se ha ido,
pero la cama todavía está caliente. Las sábanas son un verdadero desastre, y no sé
cómo me quedé dormida en ellas porque esa clase de desastre me vuelve loca.
Oh, cierto, Matty me folló hasta dejarme inconsciente.
Me estiro un poco y disfruto del dolor de mis músculos rara vez usados. Al
menos hoy no tendré que hacer mi caminata diaria porque he tenido el suficiente
ejercicio para los siguientes tres días.
Sutton y Charity han declarado que Matty es bueno para mí, y no negaré que
nunca he estado más feliz. Estas pasadas semanas han sido una revelación. Pensé
207 que salir con Matty sería duro, pero no lo es. A pesar de la escuela, el trabajo y los
simulacros de juicios, siempre hay tiempo para el otro. Y es un alivio que él esté
tan ocupado como yo.
De hecho, empezando el próximo martes estará más ocupado porque
empiezan los entrenamientos de primavera. Cuando dijo que él hará todo el
trabajo y yo solo tendré que disfrutar de la recompensa no estaba bromeando.
El único problema es Ace. Finalmente se disculpó, pero lo hizo vía mensaje.
Lo siento por él, pero no voy a ser su saco de boxeo. Cuando esté preparado para
ser un adulto, hablaré con él. Hasta entonces, que se las arregle solo.
Debería levantarme y comprobar mis niveles de azúcar, pero no quiero
hacerlo. Quiero permanecer aquí en la cama, arropada en el calor del cuerpo de
Matty y la esencia de nosotros juntos. De hecho, si cierro los ojos lo suficientemente
fuerte, incluso puedo conjurar una reproducción a cámara lenta de mis partes
favoritas de anoche. Creo que puede haber sido en el escritorio donde me inclinó y
me tomó por detrás, todo mientras me susurraba cosas sucias al oído.
Dios, ese chico tiene toda una boca en él.
—Esa es una sexy sonrisa engreída si alguna vez he visto una.
Abro los ojos para ver a Matty saliendo del baño usando la toalla para secarse
el cabello. Su polla cuelga libre entre sus piernas pareciendo bastante deliciosa.
Le doy una sonrisa perezosa mientras se pone unos pantalones de pijama.
—No te preocupes, cariño. Estás interpretando un papel protagonista en mis
fantasías.
—Estaría preocupado si no fuera así, porque eso significaría que no estoy
haciendo un buen trabajo con la regla número uno, lo cual es asegurarme que
pases el mejor momento.
—Si la pasara mejor, puede que no estuviera consciente.
La preocupación inmediatamente se mostró en su rostro.
—¿Te sientes bien?
—Me estoy sintiendo bastante increíble, gracias.
—Bien. —Apoya una rodilla a un lado de la cama—. Voy abajo a conseguir
algo de comer. —Hago un gesto para moverme, pero me vuelve a tumbar—. Yo
me ocupo de esto.
Le permito irse, luego salgo de la cama. El kit de monitoreo está en mi
mochila, que voló sobre el escritorio de Matty. Hay un sobre, una libreta y algunos
papeles esparcidos por el suelo. Debemos haberlos tirado al suelo en nuestra prisa
208 por desvestirnos.
Me agacho y lo recojo todo. La libreta está parcialmente abierta y echo un
rápido vistazo. Hay una lista de jugadas. Varios esquemas ofensivos. Me río un
poco. Matty es un estudiante serio, pero su tema número uno es el fútbol. Lo que
tiene sentido. Todos estamos estudiando así podemos tener un trabajo en el mundo
real, y Matty está trabajando hacia un trabajo potencial de millones de dólares tras
la universidad. No debería sorprenderme que su foco central sea el fútbol.
Apilo los papeles sueltos sobre la libreta y recojo el sobre. Lo levanto por el
extremo equivocado y el contenido cae al suelo.
—Mierda. —Estoy haciendo un lío más grande que cuando comencé.
Mientras estoy recogiendo las cosas, veo mi nombre en uno de los papeles. Una
asquerosa sensación comienza a quemarme en el estómago. Con dedos
temblorosos levanto el papel. Dos hojas de libreta con marcas de precisión, el tipo
que ves en los dibujos de arquitectura, está encabezado con mi nombre en letras de
imprenta. Lo escaneo. Hay una lista de mis asignaturas, dónde trabajo. Que tengo
dos compañeras de cuarto.
Solo te menciono esto porque creo que es correcto.
Mi horario de trabajo en el Brew House está impreso. Miércoles y jueves, de
cinco a cierre. Sábados, de apertura al mediodía. También todas mis clases están
apuntadas.
LUCY WATSON, primer año.
Carrera: Política pública.
Trabajo: Brew House
Extracurricular: Simulacro de juicio

Abro el sobre, pero lo único que hay dentro es una nota adhesiva con siete
nombres garabateados. Casi vomito cuando me doy cuenta del primero. Es un tipo
de la fraternidad Sigma Chi con el que me enredé en mi primer año. Otros cuatro
nombres son de novios que tuve o con los que tuve sexo. Dos no los conozco.
Bajo la mirada a mi cuerpo con horror. Estoy vistiendo la camiseta de Matty.
La camiseta de algún tipo que ha pasado semanas ligando conmigo por ninguna
razón aparente. Solo que de repente, un tipo que odia el café, aparece en una
cafetería. Liga conmigo. Me sigue.
Me arranco la camiseta, mis lágrimas humedecen la tela mientras lucho por
quitármela. No puedo dejar de llorar. Las lágrimas se deslizan de mis ojos y caen
209 sobre el papel, emborronando la tinta azul pero las palabras están grabadas en mi
mente.
En todos los diferentes escenarios de peligro que había imaginado en mi
mente, ninguna ha incluido jamás una traición como esta. ¿Que pudiera
engañarme? Sí. ¿Que pudiera olvidarme? También.
Pero esos eran normales. Que cualquiera puede superar. ¿Pero esto? El dolor
me atraviesa. Me rodeo la cintura con los brazos y me inclino para aferrarla, para
sostenerme.
¿Cómo pudo hacerme esto? ¿Cómo pudo ser tan dulce? ¿Debería haberlo
supuesto de algún modo? ¿No era realmente extraño cómo se había sentado a
través de esos programas de bodas sin quejarse? Ace no haría eso y habíamos sido
amigos durante una década. ¿Y cómo era tan paciente conmigo? ¿Cómo no se rio
de mi inocencia?
Tiro de mi mochila del escritorio al suelo porque todavía no tengo la fuerza
de levantarme. Las manos me están temblando tanto que es duro abrir la
cremallera, y me lleva un par de intentos. Meto mi dossier en ella. Matty no va a
mantener esto. No va a conseguir quedarse con nada de esto.
Busco mi ropa. Mis bragas están colgando obscenamente en el medio del
suelo, burlándose de mí. Las tomo y las meto también en la mochila. Dios tengo
que vestirme y salir de aquí. ¡Vamos!, me grito. ¡Deja de lloriquear y sal de este
infierno!
Débilmente, puedo escucharme hacer sonidos horribles. Me llevo una mano a
la boca para silenciar los gemidos antes que alguien pueda escucharme. Tengo que
salir de aquí. Tengo que irme.
Matty entra en la habitación y se apresura a mí.
—¿Qué sucede, Ricitos? ¿Te caíste y te hiciste daño?
¿Caerme y hacerme daño? Sí, supongo que lo hice. Me estremezco cuando me
rodea los hombros con el brazo. No puedo soportar su toque. Me pone enferma.
—¿Estás herida? —dice con preocupación, intentando girarme así puede
inspeccionarme.
Y de repente estoy enfurecida. Está preocupado porque no vaya a hacer su
trabajo sucio.
—¿Simplemente vas a aceptar mí no?
—Tengo que hacerlo, ¿no es así?
Cierto. Simplemente va a aceptar mi no. Sabía que sonaba como un truco
210
cuando lo dijo, pero quería que fuese verdad, así que lo acepté. No escuché a mi
sistema interno de advertencia. Lancé a un lado todas mis evaluaciones
cuidadosas, y, ¿qué sucedió? Dejé que Matty me destrozase. No podía haber hecho
un mejor trabajo destrozándome si hubiese lanzado mi corazón a una cortadora de
madera.
—No me toques —espeto y me alejo. Meto las piernas a mis pantalones. Los
Subo sobre mi regazo. Detrás de mí hay una sábana y también quiero envolverme
con ella. Si tuviese que arrancar una cortina también lo haría. Cualquier cosa para
cubrirme.
—¿Qué sucede, Luce?
Matty tiene una expresión completamente desconcertada, como si no tuviese
ni idea qué estaba sucediendo. Como si él y su pequeño equipo no escarbase en
cada faceta de mi vida. Yo simplemente era otro reto que conquistar para ellos.
—¿Cómo fuiste elegido? —pregunto—. ¿Sacaste la pajita corta? ¿Fue difícil
abstenerse de follar a una chica diferente cada noche o lo hiciste de todos modos
mientras mentías sobre estar únicamente excitado por mí?
Dios, todas las frases, todas las cosas por las que me enamoré. No podía estar
más humillada aunque tuviese que atravesar el Campus desnuda. ¿Esos ocho
minutos de silencio que experimenté mi primer año? Incluso eso no me hacía sentir
tan baja, sucia y asquerosa como ahora.
—¿De qué estás hablando? —exclama y entonces, como si se diese cuenta de
que se suponía que fuese amable conmigo, me da una sonrisa tensa—. Lo siento,
pero ahora mismo estoy a ciegas. Sé que estás enfadada, pero no sé por qué. ¿Es
por lo de Ace? Porque parecías estar bien con ello.
—¿Parecía estar? —menciono. Para mi disgusto mis palabras salen agudas y
temblorosas—. Antes de hoy no sabía cuánto tiempo llevabas planeando esto.
Cómo y quién estaba involucrado y realizó una verificación de antecedentes mejor
que el FBI. ¿Cuándo averiguaste que Ace y yo éramos amigos? ¿Fue esa la primera
noche que viniste al Brew House? ¿Fue antes de entonces? ¿Después? ¿Cuándo? —
Al final estoy chillando. Gritando literalmente. Me levanto y comienzo a vestirme.
No importa qué responda. No voy a creerlo.
No puedo creer que me acostara con él. No puedo creer que dejara bajar
todas mis defensas. No puedo creer que no me escuchara a mí misma. Sabía que
era un riesgo. Lo sabía. Lo sabía. Lo sabía.
Pero le permití llevarme a la cama. Demonios, salté a la cama con él. Le dije
211 que era por una noche y después volvió por segundas y terceras. ¡Habíamos estado
con esta farsa durante casi tres semanas! Él era malditamente inteligente.
—¡No sé de qué demonios estás hablando! —grita Matty—. Si me lo dijeras,
te daría una explicación. Demonios, me disculparía, ¡pero no sé qué demonios está
pasando! —Se lleva la mano a la nuca. Un signo clásico de Matty de frustración.
Lucho para ponerme la camiseta y luego me dirijo a la mochila y saco el
archivo. Se lo lanzo a las manos.
—Esto. Esto es de lo que estoy hablando. Sabías mis horarios de clase, dónde
trabajaba. Que estaba en el juicio simulado. ¡Incluso tienes una lista de con quién
follé! Estoy sorprendida que no tengas mis malditos registros médicos aquí. ¿O ya
sabías que era diabética y también estabas planeando usarlo contra mí?
El rostro de Matty palidece. Abre el sobre que está vacío excepto por la nota
adhesiva. La alcanza y la arruga. Luego el sobre de manila se arruga cuando cierra
el puño.
—Maldición, no. No usé nada de esta mierda. Ni siquiera sabía que tú y
Ace… —Se interrumpe—. Joder, odio decir sus nombres juntos en una frase. Estoy
tan perdido contigo que me pongo irracionalmente celoso cuando sus nombres
están ligados juntos porque no perteneces a Ace. Me perteneces a mí.
—No le pertenezco a nadie. ¡Mucho menos a ti! —Lo golpeo en el pecho.
Eso fue un error. Me sujeta la mano y me lleva a sus brazos, fijando sus
músculos, huesos y tejido a mi alrededor como una fuerte soga. Peleo, pero no me
libera. Parecemos ridículos. Como un villano y una dama de una película en
blanco y negro muda.
—¿Cuándo lo supiste? —digo ahogadamente—. ¿Cuándo lo supiste? ¿Me
buscaste intencionadamente? ¿Te acostaste conmigo para persuadirme de hablar
con Ace? ¿Lo hiciste? —Le golpeo el pecho con los puños, y él permanece allí y lo
acepta. Golpeo una y otra vez, y chillo y lloro, hasta que estoy demasiado agotada
para hacer nada más que colapsar en sus brazos.
Me levanta y me lleva hasta su silla junto a la ventana.
—No lo sabía —dice con voz tensa. Sus brazos se aflojan a mi alrededor pero
se tensa en todo lo demás. Preparado, supongo, para capturarme si intento irme de
nuevo. Ahora mismo estoy agotada—, no lo supe hasta un día o dos antes que
fueras a quedarte en casa de Ace.
—Antes que tuviéramos sexo —murmuro en su pecho. Cuando consiga
recuperar fuerzas, voy a levantarme e irme.
—Sí, antes que tuviéramos sexo.
212
—Así que me usaste —comento débilmente.
—No, maldición. No. Yo te… no…
—¿Qué ibas a decir? —Me siento como si hubiera escuchado de todo a este
punto y no creo nada. Nada que no vea con mis propios ojos, al menos.
Se queda callado por un largo momento. Su pecho sube y baja mientras toma
grandes respiraciones, como si se estuviera preparando para algo grande. Mejor
que me diga la verdad. Espero que lo que esté haciendo sea reuniendo valor para
hacerlo.
—Creo que me estoy enamorando de ti. Así que, no… no hice ninguna de
esas cosas que dices que hice. Pero no te culpo por pensarlo. No pedí que se hiciera
eso, y siento que así fuera. Pero no siento conocerte. No siento que hiciéramos el
amor.
—¿Amor? —Ahora la cabeza me está dando vueltas. Es algo bueno que esté
sentada, incluso si es en el regazo de Matty, porque estoy seriamente confusa.
—Sí. Quiero decir, ¿sé lo que es el amor? Probablemente no, pero no puedo
dejar de pensar en ti. Sonrío en momentos extraños a lo largo del día como un
maldito tonto cuando recuerdo algo que dijiste o hiciste. El sexo contigo es algo
fuera de serie, increíble. Besarte. Solo besarte me pone increíblemente cachondo.
Otras mujeres pasan a mi lado, y sé que en el pasado, antes de Lucy, me sentiría
atraído, pero ahora son como harina de avena para mí. Sosas y poco interesantes.
Tú eres el azúcar en mi vida. Así que sí, me estoy enamorando de ti.
No tengo respuesta a eso. No nos hemos conocido por tanto tiempo. Solo
unas pocas semanas. No tiene sentido para mí.
—Sé que es una locura, ¿cierto? —susurra en mi cabello—. Pero Masters, dijo
que fue inmediato. La primera vez que vio a Evie, su esposa, me dijo que la tierra
se movió. No me di cuenta que la tierra se estaba moviendo cuando te vi la
primera vez. No me di cuenta que todo en mi vida estaba cambiando, porque pasó
poco a poco. Una comida, una conversación, un beso a la vez.
Mis mejillas están húmedas de nuevo. Nunca había tenido a alguien
diciéndome algo así. No sé si es falso. No se siente falso. ¿Pero puedo seguir
confiando en mis instintos?
Suspira de nuevo, y el aire remueve mi cabello. Hundo el rostro en su pecho
porque no quiero hablar. No tengo palabras para lo que estoy sintiendo ahora
mismo. Feliz, enfadada, triste, confusa, eufórica. Todo está dentro de mí, luchando
por dominar. La mezcla de emociones fuertes me está mareando y debilitándome.
Matty me frota los brazos lentamente.
213
—Te juro sobre una pila de Biblias, la tumba de mi abuela Betty, y el Trofeo
Outland que gané la pasada temporada, que no sabía quién eras cuando nos
conocimos en el Brew House o cuando comí contigo en Crowerly’s. Supe quién
eras cuando te encontré preparando galletas esa noche en casa de Ace. Odio que
tengas una relación con Ace. Me pone jodidamente celoso. Y no estoy
entusiasmado de estar en esta posición con Ace, pero el entrenador me lo dejó a
mí.
Por alguna razón, esto pone en marcha mi medidor de sandeces. Me alejo de
él, así puedo mirar su rostro.
—¿El entrenador te lo dijo? —pregunto con escepticismo—. ¿Y simplemente
lo hiciste?
Matty arquea las cejas.
—Supongo que tus juicios simulados establecen algo un poco diferente, pero
en el fútbol el entrenador es tu padre, la Santa Trinidad y el presidente de los
Estados Unidos, todo reunido en un cuerpo. Si te pide que mates a alguien,
respondes con un, “¿Debería usar cuchillo o pistola?”.
—Eso suena razonable —digo sarcásticamente.
—Es la forma en que es —admite—. Pero nos tiene durante cuatro años, o en
mi caso cinco ya que tuve un año de aplazamiento, pero durante el tiempo que
estemos aquí, le pertenecemos. Somos sus peones en el gran campo. —Matty se
reclina contra el cojín y mira el techo—. Creo que es por eso que los entrenadores
universitarios apestan como entrenadores profesionales. Aquí hacemos todo lo que
él dice, pero una vez que estás fuera y haciendo dinero, no tiene tanto control.
Matty inclina la cabeza y dirige sus brillantes ojos azules directamente a mí.
—No voy a mentirte. Me senté al fondo de esa habitación cuando hiciste el
cierre pensando que eras la persona perfecta para darle el mensaje a Ace, porque
eres increíble. Si vienes a mí con un argumento tan apasionado y razonable como
el que hiciste, haría cualquier cosa. Así que sí, con toda honestidad, te use, pero no
en el modo en que me estás acusando.
Me mordisqueo los labios.
—Estoy muy confusa. No sé qué pensar o hacer ahora mismo.
—No tienes que tomar ninguna decisión, pero me gustaría una oportunidad
para demostrártelo. —No le tiembla la mirada, y no puedo ver nada más que
sinceridad en sus ojos.
—¿Cómo?
214 —No sacaré de nuevo el tema de Ace. —Niega lentamente—. Seré honesto.
Me siento como si estuviera fuera de tu liga. No solo me gustaría que fueras mi
abogada, pero no estoy seguro de ser suficiente para ser tu novio.
—¿Es lo que eres? —pregunto. El corazón pidiéndome que lo crea. He vivido
toda mi vida siendo cautelosa. ¿Quiero ser cautelosa de nuevo? Pienso de nuevo en
la agonía que sentí cuando creí que me había traicionado. ¿Pensé? ¿En pasado? ¿Lo
he perdonado? ¿Hay algo que perdonar?—. ¿Mi novio?
—Claro que lo soy. —Me aprieta—. Voy a comprar una chaqueta deportiva y
vas a ponértela.
Me río contra mi voluntad. Matty es demasiado bueno encontrando las
grietas en mi armadura… como si tuviera una armadura contra él.
—No tienen chaquetas deportivas en Western.
—Es la era de internet. Estoy seguro que puedo encontrar a algún vendedor
en alguna parte para conseguir una. Tendremos chaquetas iguales. La mía puede
decir “Propiedad de Lucy Watson” y la tuya “Propiedad de Matty Iverson”. —Se
echa hacia atrás y mira a la distancia como si nos imaginara en alguna extraña
producción de Grease vistiendo su versión de anillos de compromiso—. Me gusta.
¿Crees que estarías dispuesta a hacerte un tatuaje en el trasero con mi nombre?
—No. No. Y también no —digo con firmeza.
—Sí. También pensé que era demasiado. Pero voy a conseguirte esa chaqueta,
vas a ponértela y va a gustarte.
—¿Lo haré, verdad?
—Sí. —Baja la mirada sobre mí pensativamente, su sonrisa desapareciendo—.
Lo siento mucho por hacerte daño. Esto entre tú y… —No dice el nombre de Ace, y
de algún modo sus celos, no importa lo malo que sean, suavizan mi orgullo
golpeado—. Es un enredo, pero no significa que no tenga sentimientos verdaderos
por ti o que no podamos estar juntos.
—Cuando vi mi nombre y todo eso, me sentí violada. No quiero sentirme así
otra vez.
—Fue una mierda. Sin excusas.
—No me hagas daño. No te burles de mí.
—No lo haré. No estoy jugando. No eres un juego para mí.
Tomo una respiración temblorosa. No me di cuenta de cuánto necesitaba
escucharlo hasta que esas palabras salieron de su boca.
Acerca mi cuerpo tenso al suyo y me sostiene durante un largo momento
215 hasta que me relajo. No hace ningún movimiento para quitarme la ropa, besarme o
intentar usar mi atracción por él contra mí, y eso suaviza aún más mi dolor de lo
que lo hicieron sus palabras.
—¿El Trofeo Outland? ¿Por qué no el Campeonato Nacional?
—Porque el Trofeo Outland es un trofeo individual. No puedo jurar sobre un
logro del equipo, Luce.
Bueno, duh. Me río. Se ríe, y parece que hemos pasado la tormenta.
LUCY
Matty me convence para no ir a clases, lo cual rara vez hago, pero solo tengo
dos hoy, y soy responsable todos días del año. Estoy destrozada emocionalmente
desde esta mañana y no podría prestar atención de todos modos.
Hay algunos chicos de defensa que no conocía antes, y Matty me los presenta.
Hammer prueba algunas listas web en las que está trabajando después de decirle
que “día de spa” como un eufemismo para el sexo no sirve.
—Estoy trabajando en un artículo sobre los diez mejores alimentos que
parecen consoladores —dice mientras usa el control para anotar. Lo bloqueo
fácilmente. Jugué mucho con Ace a esto cuando estábamos en la escuela media y
secundaria. No he olvidado mis habilidades.
216
—Ugh, no. No voy a meter un pepino en mi pasaje femenino. —Paso junto a
él, rompo algunos tobillos de jugadores y anoto.
—¿Salchichas cubiertas?
—Es asqueroso.
—Mierda. ¿Cómo eres tan buena en esto? —Mira a Matty—. No es justo. ¿Has
traído a tu doble a nuestra casa para pisotearme?
Matty se encoge de hombros y se mete una zanahoria en la boca. Su
refrigerador está sorprendentemente lleno de cosas que puedo comer sin mucha
preocupación. Muchas verduras sin azúcar. Un poco de salsa vegana. Es realmente
impresionante. No tengo mucho dinero extra para mantener mi refrigerador lleno
de golosinas frescas como esa. Matty incluso me echó de la cocina y me dijo que
fuera a jugar con Hammer mientras preparaba todo.
Estoy disfrutando de ser mimada. Tal vez este es un día de spa.
—Cambiemos cosas —sugiere Hammer—. ¿Qué tal “palacio perfumado”?
—Mejor. —Me llevo una rebanada de pepino a la boca.
—¿Caverna perfumada?
—Caverna suena tosco. —Muevo el pulgar sobre la palanca del control de
juegos y robo la pelota.
—¿Qué piensas de “jardín secreto”?
—Es una manera de arruinar mi libro favorito de la infancia. —La pelota se
dirige hacia la esquina. Hammer y yo corremos para conseguirla.
—Oh no, chica, no necesitas preocuparte por nada —entona Matty.
Dejé mi control.
—¿Qué fue eso?
—Acento de Yorkshire —dice con una falsa ofensa.
—Sonaba como un acento sureño con un toque de canadiense. En otras
palabras, no de Yorkshire.
—Entonces, ¿no te gusta que hable sucio con acento?
—No.
—Ohh, ¿ustedes hablan sucio? —se jacta Matty—. Ese sería un gran artículo.
Di algunas frases para mí —ordena.
—¡No! —le dirijo a Matty una mirada severa que dice que si abre la boca en
este momento, le tiro toda la bandeja de verduras.
217 Cierra la boca.
—Lo siento, Hammer. No se puede.
—Hombre, amigos antes que chicas —murmura Hammer.
Más tarde vemos una película. Durante una escena caliente, Matty se levanta
bruscamente y me lleva a la habitación. Podría haber estado frotando su polla
debajo de la manta.
—Vas a pagar por todas esas provocaciones. —Me tira sobre la cama y separa
mis pies. De la manera que imagino que sería si me arrestaran. De repente, la
imagen de Matty con un uniforme de policía en la puerta de mi departamento
aparece en mi cabeza. Me excito un poco. De acuerdo, mucho.
Matty lo nota.
—¿Qué es lo que te ha puesto así?
Frota una mano sobre mi trasero.
—No te preocupes —bromeo—. Estoy fantaseando contigo.
—¿Sí? Bueno, háblame de eso para que pueda hacerlo bien.
Y me doy cuenta que una de las razones por las que estoy tan dispuesta a
perdonarlo es porque asume todo el riesgo. No tengo vergüenza en decirle lo que
quiero, porque él también lo quiere.
Él está realmente en esto. En nosotros.
—Estaba pensando que esta posición me hace imaginarte como un policía
sexy. ¿No dijiste que querías estar en el FBI? —Me dijo eso después que fuimos a
andar en trineos, cuando estábamos hablando sobre después de la NFL y qué otra
cosa haría además de sus fiestas de té de Instagram.
Se ríe y lo siento en mi estómago.
—¿Qué estoy investigando?
—Um, robo de secretos de estado. —Digo lo primero que se me viene a la
mente.
—Está bien, señorita Watson, voy a tener que revisarla ahora. No se mueva.
Muevo mi trasero.
—¿No debería una mujer estar haciendo esto?
Me golpea ligeramente.
—¿Quiere ir a prisión? ¿O quiere que este problema desaparezca?
—Que desaparezca —digo con un temblor forzado en mi voz.
218 Se pone de rodillas.
—Entonces va a hacer exactamente lo que digo, cuando lo diga, ¿no?
Esta vez cuando hablo, el temblor es completamente real.
—Sí.
Separa aún más mis piernas.
—Tiene que mantenerse muy quieta y en silencio mientras como su coño. De
lo contrario, mi compañero la escuchará. —Se inclina hacia adelante y frota su
lengua a lo largo de todo mi sexo—. Y si él la escucha, va a entrar a esta habitación
y luego voy a tener que compartirla. No quiero eso, ¿y usted?
Trago saliva.
—No.
—Y si no está callada ni quieta, voy a terminar en mis pantalones. Los dos
sabemos que me quiere en su boca, ¿verdad? —Me lame una y otra y otra vez.
Escondo mi rostro en el edredón y jadeo. Sí, Dios, sí, lo quiero en mi boca otra vez.
El gran peso de él en mi lengua, la forma en que me mira como si fuera la única luz
en un lugar oscuro, la forma en que gime mientras lo enloquezco por completo.
—Sí.
—Entonces reciba su castigo como una buena chica.
Haré lo mejor que pueda, oficial. Lo juro.

—Tengo que irme. —A regañadientes, me desenredo del abrazo de Matty. El


reloj dice que el sol saldrá pronto y que debería llegar a casa. He pasado
demasiado tiempo con Matty esta semana. Este será un día difícil para Ace. Tan
pronto como Remington Barr anuncie sus intenciones de ir a Western, Ace se verá
inundado de preguntas, y aunque no hemos hablado mucho últimamente, no
quiero frotar más las heridas.
Matt está triste porque me voy. Lo veo en la línea recta de sus labios y la
tensión en su gran cuerpo. No dice nada mientras arroja las sábanas y se levanta de
la cama. Mi aliento se detiene ante el ágil movimiento de su cuerpo. Para ser un
hombre grande, es ágil.
Se pone unos pantalones de chándal y luego hurga en una cómoda por
calcetines.
219 Dejo de abrocharme los pantalones.
—No tienes que llevarme a casa.
Me mira como si estuviera loca.
—Sí, eso no está sucediendo.
—Está bien. Ya casi es de día. —Miro a través de los listones de sus persianas.
Se inclina para atar sus botas.
—Podrías quedarte, pero no lo harás, ¿verdad? ¿Porque no quieres que Ace
sepa que duermes conmigo?
Dejo que las persianas vuelvan a su lugar.
—Me quedé algunas noches —señalo, pero, sí, no puedo negar que parte de
mi decisión se relaciona con Ace—. Él está sufriendo en este momento. No quiero
enterrar más el cuchillo.
La mandíbula de Matt se aprieta, pero está en la línea floja desde que
encontré mi expediente, así que cualesquiera que sean sus pensamientos celosos se
los guarda para sí mismo. En lugar de eso, se acerca a mí, deteniéndose lo
suficiente como para inclinar mi cabeza hacia atrás para mirarlo.
—¿Quieres que hable con él?
—Sin ánimo de ofender, pero no creo que te escuche. —Aunque, si esta
situación en el equipo se resuelve, Ace, Matt y todos van a tener que hablar y
escucharse entre ellos.
—Probablemente tengas razón. —Me empuja contra él y respiro
profundamente, disfrutando del olor del cálido y sexy Matt por un momento más.
—No puedo quedarme esta noche. Mañana… hoy —me corrijo—. Hoy va a
ser difícil para él, y necesito estar allí. Él estaría allí para mí.
Un destello de infelicidad pasa a través de sus ojos al recordar mi cercanía
con Ace, pero luego su naturaleza tranquila se abre paso y me da una sonrisa triste.
—No puedo creer que esté tratando de convencer a una mujer para que pase
la noche conmigo.
Es mi turno de mirar hacia abajo para ocultar el pinchazo de su comentario.
Lo dice como un cumplido, pero es un recordatorio de cuántas chicas han entrado
y salido de esta habitación.
—Oye, tú. —Inclina mi barbilla hacia arriba—. Nadie más está pasando
tiempo aquí solo porque no estás cerca. Espero que lo sepas.
220 Alejo la duda y me aferro a esas palabras.

Ace está frente al televisor, sus manos pálidas agarradas entre sus piernas,
luciendo tan enojado como nunca lo he visto. Inmediatamente envío un mensaje a
Sutton y a Charity y les digo que se tomen un largo tiempo en la cena.
Mis pensamientos vuelven a Matty. Nunca pensé en preguntarle si estaba
preocupado. Probablemente no esté en peligro de ser reemplazado, pero tampoco
pregunté… estuve demasiado atrapada en mi propio drama. Le digo a Ace que
necesito ir al baño y me escabullo para enviar unos mensajes rápidos.
Yo: ¿El día va bien para ti?
Matty: Todo está bien. Gracias por preguntar. ¿Tú?
Yo: Estoy bien. Preocupada por, no quiero mencionar a Ace otra vez, así que
solo escribo, mis amigos.
Matty: Entiendo. Llámame si quieres hablar o reunirte. Estaré despierto hasta tarde.
Yo: Probablemente estaré ocupada.
Matty: La práctica comienza mañana. Lo solucionaremos
Cuando salgo, Ace está caminando.
—¿Has decidido lo que vas a hacer?
—Soy el mariscal de campo, Lucy, ¿o tu amante te ha convencido de lo
contrario?
—Ace, te apoyo. No importa con quién esté saliendo.
Resopla una risa fea.
—¿Se siente bien ser la actual pieza sexual de Ives?
Aprieto los dientes para evitar una disputa.
—Si vas a ser un idiota, puedes irte.
Ace pasa una mano por su cabello corto.
—¿Qué es lo que ves en él?
—Es amable. —Recuerdo cómo me hizo el desayuno, su consideración al
tomar mis mediciones de glucosa.
—Está trabajando para poner al equipo en mi contra. Todo el escuadrón
defensivo lo sigue. Si me apoyara, el equipo lo haría también. Si no lo tengo de mi
221 lado, ya valí.
Me froto los labios. No me gusta a dónde va esto. No me gustó cuando Matt
me presentó su lado de la discusión y definitivamente no me gusta que Ace trate
de aprovechar nuestra amistad.
—No tengo influencia sobre él, al igual que no tengo ninguna influencia sobre
ti.
La mandíbula de Ace se tensa furiosamente mientras sostiene cualquier
horrible insulto que quisiera decirme. Finalmente, fija su atención en la televisión y
vemos el programa en silencio. Por dos horas insoportables. Estoy tan estresada
que termino revisando mis niveles de glucosa cinco veces. Abro la boca para
pedirle que se vaya justo cuando el programa cambia del estudio a la cámara en la
casa de Remington Barr.
Si pensaba que Ace estaba enojado antes, no es nada comparado a la furia que
lo consume ahora. Aprieta el control remoto con tanta fuerza que la tapa de
plástico de la batería se agrieta en sus manos.
Me levanto y voy a la cocina porque la tensión en la sala es sofocante. El
teléfono suena y me asusto. Miro el mío, pero me doy cuenta que no es el que
suena. Es el de Ace. Suena y suena hasta que el correo de voz interviene.
Luego hay una serie de sonidos que indican una entrada de mensajes de texto
o correos electrónicos. Ace se sienta allí como una estatua. Me siento estúpida e
inútil. ¿Debo responder las preguntas por él? ¿No hacer ningún comentario?
¿Bloquearlos? O demonios, solo apaga la estúpida cosa.
—Ace, cariño, ¿puedo ayudarte?
No responde.
Busco a tientas mi teléfono y le envía un mensaje a Matty.
Ace está congelado y su teléfono está explotando. ¿Qué debería hacer?
El teléfono suena inmediatamente. La cabeza de Ace se inclina levemente
hacia un lado, como si registrara que al menos no es su teléfono.
—¿Hola?
Mi corazón salta y mi estómago se revuelve al mismo tiempo.
—¿Estás bien? —pregunta Matty.
—Hola —respondo vagamente no queriendo echarle leña al temperamento
ya desencadenado de Ace.
222 —¿Está sentado a tu lado?
—Cerca.
—Mierda.
La animosidad entre los dos está creciendo, y no puedo evitar sentir que es
mi culpa. Me alejo de Ace y susurro en el teléfono.
—Está en un mal lugar en este momento.
Matty suspira.
—¿Quieres que vaya?
Aprieto el teléfono en mi mano.
—No. Lo empeoraría.
Hay una pausa larga al otro lado de la línea. Sé que a él no le gusta esto, pero
Ace es mi amigo y no puedo abandonarlo ahora, por muy mal que haya estado
últimamente. Matty finalmente suspira.
—Llámame si necesitas algo. En cualquier momento, ¿de acuerdo?
—De acuerdo —digo con alivio.
Comienza a decir algo, pero decide no hacerlo, y después que nos
despedimos, colgamos.
—¿Era él con quien estabas hablando por teléfono? —pregunta Ace de
inmediato. Aparentemente, no está muerto en mi sofá.
Casi miento, pero luego decido que Ace merece la verdad tanto como
merezco ver a Matty si quiero.
—Sí.
Ace respira.
—¿Estás saliendo con él?
La incredulidad en su voz rechina fuerte.
—Sí —suelto.
—¿Qué te hace pensar que eres material de relación para él?
—Yo... yo... —La pregunta es tan sorprendente, tan insultante, que apenas sé
cómo responder—. ¿No lo soy? ¿Sabes algo de mí que me impida ser, eh, material
de relación?
—Sí, porque eres demasiado buena. La universidad es un pozo negro de
personas que están jodidas, Lucy. Crees que los conoces en un minuto, pero no es
así. No sé en qué pensaba Masters al casarse con una chica que conoció durante el
223
lapso de un semestre, pero todos sabemos que se va a divorciar antes de recibir su
bonificación por firmar. —Hace una pausa—. No, después, porque la chica tomará
su dinero y se escapará, luego de follar a todos sus compañeros de equipo.
—Ace, ¿de qué estás hablando?
—Estoy hablando del hecho que estás cometiendo un gran error. Quieres
sobrevivir con tu pequeño corazón intacto, entonces espabila. Te dije una y otra
vez que los chicos aquí solo quieren una cosa. ¿Crees que de algún modo tu coño
es el elegido que de repente aleja a Ives de todos los coños gratis a los que tiene
acceso?
Me estremezco.
—No, eres una novedad. Él piensa que la persecución es genial, pero una vez
que dejes de correr, se aburrirá y pasará al siguiente bocado sabroso del menú.
¿Cuánto tiempo pasó tu papá mirando el fondo de la botella esperando que tu
mamá dejara de follar a mi papá?
Retrocedo, sintiendo sus palabras como un golpe físico.
Se pasa una mano temblorosa por el rostro.
—Para chicos como nosotros. Como mi viejo. Como Matty. Las mujeres son
solo una conveniencia. Están ahí para tomar. Están ahí todo el tiempo. Lo único
que podemos hacer para minimizar el daño que causamos es formar parejas con
mujeres que quieren lo mismo que queremos. No quieren amor o romance. No
requieren devoción. Ellos dan sus cuerpos. Te quitan, y los dos están bien. Pero no
es así como estás hecha, Lucy.
Apenas sé qué decir porque tiene razón. Probé esa ruta después que mi novio
de la escuela me dejara. Y no fue satisfactorio, así que traté de salir con novios
seguros. Esos tampoco tuvieron éxito. Intenté una noche con Matty, pero no pude
seguir porque era demasiado encantador, demasiado divertido, demasiado
maravilloso en la cama y fuera de ella. Pero sí requiero lealtad, fidelidad y una
cierta cantidad de devoción. Matty ya admitió que ha sido un novio de mierda con
una chica.
—Tal vez he cambiado —me las arreglo para decir. La mentira sabe amarga
en mi lengua.
—¿Cuándo empezaste a follar con él? ¿Lo has sabido todo el tiempo? ¿Te has
estado riendo de esta mierda a mis espaldas? —Las venas en el cuello de Ace se
abultan contra su piel. Su rostro se pone rojo, y algunas de sus palabras están
húmedas, mezcladas con saliva y veneno.
Puedo sentir un pico de estrés jugando con mi sistema.
224 —Dormí en casa de Matthew Iverson la noche en que mi departamento fue
fumigado —digo lo más uniformemente posible.
—¿Te acostaste con Iverson hace cuatro semanas? —grita Ace como una
virgen indignada.
Mi propio temperamento se dispara. Él no es la parte lastimada en este
escenario. Golpeo mi cuchara de nuevo.
—Sí, porque estabas follando en el sofá, y no quería ver el espectáculo porno,
¿está bien? Matt me ofreció un lugar para quedarme.
—Oh, apuesto a que lo hizo.
Lo miro confundida.
—Sí, lo hizo. Y fue un perfecto caballero. No intentó nada. Me hizo el
desayuno y me dejó ir. Nos juntamos más tarde y tuvimos sexo.
Frunce su rostro.
—¿Sabes qué? Ve a dar un pequeño paseo por la miseria con Iverson. Pero no
vengas a mi casa llorando porque te ha roto el corazón y con una ETS.
Retrocedo como si me hubiera abofeteado.
—No es justo.
—Bienvenida a la vida, Lucy. Nada es jodidamente justo —escupe.
—Ace. —Intento suavizar mi tono, pero es difícil. Sus palabras hirientes están
marcadas en mi mente, haciendo temblar mis manos—. Esto no tiene nada que ver
contigo. Te lo prometo. Estoy de tu lado. La posición en que quieres jugar, lo que
quiere Matty, no importa.
Nada de lo que digo penetra la furia de Ace. Toma sus lentes de sol de la
mesa y está en la puerta en cuatro zancadas largas. Con la mano en el pomo de la
puerta, se da vuelta.
—Te vas a arrepentir de esto. Cuando él siga adelante, y lo hará, y terminarás
siendo humillada después que decenas de imágenes estén pegadas en la web con él
y alguna seguidora, realmente te sentirás bien, ¿verdad?
—Por favor, vete. —Mi garganta está tensa. No puedo creer que me esté
diciendo estas cosas.
—Te lo digo porque eres demasiado blanda para Matty Iverson. Si tienes
alguna duda sobre lo que estoy diciendo, busca su maldito nombre en Google. Hay
muchísimas más imágenes de las que te mostré.
Trato de tragar, pero hay un gran nudo en la garganta.

225 —Lo que Matty hizo antes de mí no hace ninguna diferencia.


Ace me mira como si fuera la chica más tonta del planeta.
—Diviértete follándolo esta noche. —Y con eso, se va.
En el ordenador, dudo. Cierro la tapa del portátil y luego camino. Vuelvo a
mi escritorio y la abro.
Tecleo su nombre. La mayoría de las imágenes son de él en uniforme, en el
campo. Hay un enlace en la segunda página de él inclinándose, sus anchos
hombros entre las piernas de otra chica. Ella usa jeans pero no camisa. No sé lo que
está haciendo allí.
Hay otras fotos de él y otra chica. Él, Hammer y dos chicas. Todas fueron
tomadas la misma noche.
Mi corazón se retuerce cuando las miro. Las fechas de las fotos me informan
que fueron tomadas la noche posterior al campeonato. Solo unas semanas antes
que viniera al Brew House. Solo unas semanas antes tenía mi propia imagen
personal de Matty entre mis piernas.
Sabía exactamente cómo se sentía que estuviera allí, lamiéndome, chupando y
acariciándome de una manera que hacía que mi sexo se apretara solo por pensarlo.
Me mata saber que hay otras mujeres que han experimentado ese mismo placer.
No es un sentimiento racional, pero está ahí y no puedo hacer que
desaparezca.
¿Puede cambiar? Ace dice que no.
Pero entonces Ace tiene sus propios problemas, sus propios demonios con los
que Matty no tiene que lidiar. Cierro mi laptop y la alejo.
Así que Matty tuvo sexo en el pasado. Gran cosa. Me lo repito cien veces,
pero Ace ha despertado el miedo que creía haber dejado atrás.

226
MATTY
Guardo mi teléfono y trato de controlar mi impaciencia. Desear que Ace y
Luce no fueran amigos es un ejercicio infructuoso. Lo son, y voy a tener que lidiar
con eso. Sigo pensando que Ace es la serpiente en mi jardín porque no hay forma
que cuelgue la foto de Luce en su casillero sin tener sentimientos más fuertes que
amistad por ella. Pero… no tiene sentido hablar de eso con Luce.
Ella piensa que son amigos, lo trata como a un amigo. Han tenido tiempo de
sobra para tener sexo en el pasado y no lo han hecho. Entonces, debo confiar en
que sean cuales sean los sentimientos involucrados, no existen de parte de Lucy.
—¿Dónde están todos los demás? —pregunto a Hammer mientras deambulo
por la sala de estar. Temprano tuvimos la mitad de la defensa aquí viendo el
227
especial del Día del Fichaje en ESPN, y ahora solo está Hammer.
—La mayoría de los muchachos fueron al Gas Station. Algunos fueron a
entrenar.
Probablemente los chicos que juegan las mismas posiciones que los
estudiantes reclutados que anunciaron hoy.
—¿Piensas en los tipos a los que reemplazaste el Día del Fichaje? —pregunto.
Sé que no lo hice. Estaba demasiado emocionado por llegar y mostrarles a todos
que era el hombre.
—Joder no. Estaba pensando en cómo no podía esperar hasta que llegara el
otoño y cómo podría presumir mis cosas en la televisión nacional. Estaba
practicando mi movimiento de martillo. —Baja su brazo en un golpe abrupto.
—Sí, yo también. Quería reemplazar a esos tipos. Joder, fui una mierda
terrible. Ni siquiera me importaba que me hicieran novatadas. Me sentí invencible,
incluso cuando estaba corriendo por el estadio con solo mi suspensorio puesto.
—Buenos tiempos. —Hammer saca su puño y golpea el mío—. ¿Hablaste con
Lucy sobre Ace?
—Sí, la semana pasada. No fue bien. No va a hablar con él.
—Ah, demonios. —Suspira Hammer—. ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Tal vez si lo
mencionas más tarde? Después del sexo tal vez, cuando la hayas suavizado.
Y tal vez alguien me vaya a acuchillar porque así me sentí cuando subí y la vi,
desnuda, agachada en el piso llorando como si acabara de ver morir a su padre
frente a ella.
—No.
Retrocede ante la dureza de mi voz.
—Hermano, no es como si te pidiera que la folles en el patio.
—Hammer, amigo, te quiero, pero Luce es mi novia, y me gustaría que
comiences a tratarla con respeto. —Lo miro fijamente. Duro.
Parpadea un par de veces y asiente en reconocimiento.
—Eso es genial. Sin embargo, ¿qué pasa con Ace?
Aprieto los dientes al escuchar su nombre.
—¿Qué hay de él?
—Si Lucy no va a hablar con él, ¿vas a ir a verlo de nuevo?
228 Pasé una mano agitada por mi cabello.
—Va a aclararse solo. El entrenador trabajará con los dos muchachos durante
el campamento de verano. Deja que las fichas caigan donde deban. En el campo,
como siempre se supone que debe suceder.
Hammer resopla.
—¿Qué? —pregunto con exasperación.
—Ambos sabemos que si el entrenador no te quiere, todo el talento del
mundo no te mantendrá en el campo. Y si no estás en el campo, no hay lugar para
probarte. Tus habilidades se atrofian y mueren.
¿Mi respuesta? Levantar el control remoto y subir el volumen. Es infantil,
pero no estoy jodidamente listo para esta conversación. Principalmente porque
Hammer tiene razón y no tengo una buena respuesta.
Un poco después, mi teléfono emite un pitido pero no es Lucy. Ella todavía
está lidiando con la reina del drama. Es Stella Lowe, diciéndome que el entrenador
me quiere en su oficina en los próximos diez minutos.
—El entrenador quiere verme.
—Lo siento, hijo. —Hammer alza los pulgares y sonríe de forma compasiva.
Él puede sonreír porque no es su culo el que va a la oficina del entrenador. De
nuevo.

El entrenador Lowe está detrás de su escritorio. La televisión está encendida


y ESPN está entregando calificaciones de pretemporada según nuestra clase de
reclutamiento.
—Están diciendo que Western va a dominar por otros cuatro años —me
informa el entrenador mientras me acomodo en una silla.
—Felicidades. —Intento mantener el sarcasmo fuera de mi voz.
—¿Qué tipo de progreso estás haciendo con Ace?
Me lanzo a la discusión que ideé en mi camino.
—No quiere renunciar a la posición de mariscal de campo. Y sabe que es un
jugador inteligente. Nos llevó donde Wilson Rogers no lo hizo, y todos sabemos
que Rogers va a ser nuestro próximo presidente negro. —Sonrío, pero el
229
entrenador simplemente me mira como si fuera un idiota. Aun así, Rogers, el
mariscal de campo que se graduó la primavera pasada y casi nos llevó a un título
nacional en mi segundo año, conocía a todos los jugadores en la nómina de
ochenta hombres y probablemente podría decir los nombres de sus madres y los de
sus novias. Ese hombre llegaría lejos, aunque no a la NFL. Está en la escuela de
posgrado ahora y va a gobernar el mundo algún día. Me animo—. Sé que Ace no
tiene el brazo más preciso, pero toma buenas decisiones en su mayor parte. Este
nuevo tipo entrará en bruto. Nunca ha jugado en el nivel universitario…
—¿Te convertiste en entrenador cuando no estaba mirando?
Me estremezco y lucho contra el impulso de encogerme en la silla.
—No, señor.
—Entonces puedes mantener tus informes de exploración amateur para ti
mismo. Estás aquí para jugar el juego mientras te diga que juegues, dentro y fuera
del campo. Remington Barr va a ser nuestro mariscal de campo titular el próximo
año. Aunque si tenemos un equipo unido va a depender de ti. Y te digo algo, hijo,
si no puedes convencer a un montón de muchachos desaliñados para que te sigan
en este campo, no hay forma que vayas a jugar en el siguiente nivel.
¿Qué le dije a Luce? ¿Que el entrenador es el señor de tu universo? Supongo
que no le dije que puedes odiar al que está a cargo incluso cuando juegas duro
para ganar. Porque no estabas jugando para él. Estabas jugando para el otro.
—Ace va sostener el portapapeles en la línea lateral toda la temporada o
estará en el campo como defensa de fondo. Tu trabajo es asegurarte que todos se
pongan detrás de nuestro nuevo mariscal de campo.
—Sí, señor —digo las palabras a pesar que son peores que tragar un montón
de navajas de afeitar. Si hay un Monte Rushmore para entrenadores de mierda, el
entrenador Lowe está obteniendo mi primera nominación. Me quedo allí sentado
echando humo mientras el entrenador finge que no estoy sentado en la silla a un
metro de él. Finalmente, cuando el equipo universitario de ESPN corta para
comerciales, se gira hacia mí.
—¿Sigues aquí?
Sí, cabeza hueca, todavía estoy sentado aquí como un buen soldado
esperando ser despedido. Cuando Masters dijo que estaba declarando temprano,
no lo envidié un poco. Me estaba divirtiendo demasiado. El mundo real podría
esperar otro año. No sabía que el entrenador iba a pasar todo el año cagando en mi
230 garganta mientras me ordenaba que sonriera mientras lo hacía.
—Puedes retirarte. —Agita una mano, despidiéndome como si fuera un
molesto e irritante mosquito.
Un año más, me recuerdo mientras me levanto rígidamente de la silla y salgo.
Diez minutos más tarde, Stella me encuentra en la sala de pesas golpeando un
muñeco de tacleo.
—Matty, necesito hablar contigo.
Dios, no necesito esto. Estoy demasiado ocupado fingiendo que el entrenador
Lowe está parado frente a mí. Conseguí tres buenos golpes, pero todavía me duele
el proverbial puño que el entrenador me dio en la cara mientras estaba en su
oficina. Dicho esto, no puedo alejarme y fingir que no puedo oírla, ¿o sí?
—¿Qué pasa? —digo abruptamente.
—No importa lo que digas o hagas, Ace va a ser enviado a la banca o
trasladado.
La cautela aumenta.
—¿Que sabes?
—Mi papá… se enteró de nosotros —admite—. Me sorprendió saliendo de la
habitación de Ace el año pasado. ¿La noche que terminamos quedándonos en
Wisconsin por el mal tiempo?
—Lo recuerdo. —Follé a una chica local y Masters entró. Lo invité a quedarse.
No recuerdo el rostro de la mujer o incluso si el sexo era bueno. Solo que invité a
Masters a unirse a nosotros y apenas se dio cuenta de lo que estaba pasando. En
ese momento, recuerdo haber pensado, Pobre Masters. Todavía guardando su
virginidad. Estaba cortejando a Ellie. No entendí en ese momento cómo una persona
podía transformar tu vida.
—Ha tenido esto contra Ace desde entonces. Buscó a Barr. Ni siquiera quería
reclutarlo. Tenía su ojo en otro mariscal de campo de Utah. Aunque pensaban en
poner algunos representantes durante este año. De todos modos, cuando supo de
Ace y yo, me dijo que disfrutara de Ace este año porque sería el último.
—Stella —digo con una mezcla de desilusión y consternación.
Deja caer la cabeza y me siento como una mierda. No es su culpa que su
padre sea un imbécil de primera. Debería poder dormir con quien sea que quiera.
—Lo sé. Discutí y supliqué y le dije que rompería con Ace. Me dijo que
231 siguiera adelante. Así que lo hice. Le dije a Ace que habíamos terminado y él se rio.
Dijo que no le importaba lo que el entrenador me hiciera decir. Entonces le dije que
me acosté con Dayton Carter.
Dayton Carter, alero del equipo de baloncesto de Western State Warriors.
Ahora me siento peor. Por ella. Por Ace. Por todos nosotros.
—Oh, joder, Stella.
Asiente con tristeza.
—Ace… me dijo que era un agujero conveniente y que no le importaba con
quién me acostaba, solo que pensaba que debería hacerse revisar dado que yo era
tan zorra. —Su boca se retuerce de dolor.
Miro furtivamente a la puerta, deseando por todo el mundo que alguien
viniera a salvarme, pero no sirve de nada.
Solo somos Stella, su incómoda confesión y yo.
—Ace probablemente estaba… —Mierda, no tengo idea de lo que Ace estaba
sintiendo, pero por el bien de Stella, invento algo—. Destrozado y… —¿Qué haría
si Luce me dijera que se acostó con otra persona? Iría a patearle el culo a él y luego
le preguntaría a ella qué diablos pasaba. Y entonces, supongo, ¿tal vez me iría a
dormir con una docena de chicas para hacerme sentir mejor? Porque
aparentemente es así como Ace lidió con su desamor—. No lo tomó bien.
Resopla. Al menos no está llorando.
—Creo que lo tomó muy bien. —Traga saliva un par de veces—. El
entrenador... quiere quedarse aquí con los Warriors. Está asustado por el despido
del entrenador de Chattanooga. Diez temporadas ganadoras pero solo un título,
por lo que el tipo es despedido.
El año pasado fue un baño de sangre para los entrenadores universitarios. En
las trincheras, no le presto mucha atención a eso. Quién está entrenando qué
equipo solo importa cuando estás haciendo tu compromiso universitario con una
escuela.
—Así que Remington Barr es un dos por uno. Se venga de Ace por abusar de
su preciosa hija y con suerte asegura su futuro.
—Así es. El entrenador nunca va a permitir que Ace vuelva al centro mientras
Barr esté saludable, y aun así… —Se encoge de hombros—. Creo que incluso
entonces el tercer suplente probablemente sea convocado. Ace está acabado, y
alguien tiene que convencerlo de eso. De todos modos, solo quería que supieras
que no puedes hacer nada para cambiar la forma de pensar de papá. Lo decidió
hace meses. —Camina hacia la puerta.
232 —Deberías decirle a Ace —le digo.
—Lo he intentado. Muchas veces. —Luego se fue.
Paso una hora más trabajando con los muñecos de tacleos, los trineos, y
finalmente me doy por vencido y me voy a golpear la bolsa, pero la nube de terror
nunca me abandona. Se cierne sobre mí, como la espada de Damocles. Solo estoy
esperando que caiga y me apuñale a través del cráneo.

—Aléjate de Lucy.
Sin saludo. Sin preámbulo. Ace simplemente entra corriendo a mi habitación
antes de la cena, sus ojos estaban lívidos y sus mejillas rojas.
Casi me gustaría haber guardado esta confrontación para más tarde. Al
menos hasta que pudiera poner algún tipo de plan en marcha. Todo lo que tengo
en este momento es la vaga idea de persuadir a Ace usando el mismo caso que le
presenté a Luce. Sería bueno para su futuro. Tan pocos mariscales de campo hacen
la transición. Más defensas de fondo, defensas traseros y defensas de esquina lo
logran que mariscales de campo. Sin embargo, me metería por ahí, agradable y
lento.
—Claro, pasa, Ace. Qué bueno verte. Es bueno que puedas golpear —digo
sarcásticamente, lanzando mi teléfono sobre la cama—. ¿Cerveza? —Le ofrezco
porque eso es todo lo que tengo en mi habitación y por la mirada salvaje y tensa en
sus ojos, necesita alrededor de cinco de esas seguidas de un whisky.
—Las hermanas y las novias están fuera de los límites. —Ace ignora mi
oferta, prefiere pararse y mirarme ceñudo. He tenido suficiente de gente
gritándome enojada. Me pongo de pie, cruzo los brazos sobre el pecho y le
devuelvo la mirada.
—Y Lucy Watson no es ni hermana, ni novia, hasta donde sé. —Ace había
estado enredado con Stella todo el semestre pasado, cogiéndose todo lo que tenía
una falda, ¿y ahora está tratando de bloquearme? Voy a tener que desaparecer a
este imbécil.
Los labios de Ace se tensan en una línea infeliz.
—Lucy es mi amiga.
—Como dije, ni novia, ni hermana. Así que la regla del camerino… —tan
estúpida como es y nadie realmente la acata—, no se aplica.

233 —Lo hace si se invoca, y la estoy invocando en este momento.


Me rasco la sien y busco algo de paciencia a pesar que ese rasgo de carácter ni
siquiera está en mi lista de fortalezas. Vive en algún lugar alrededor de mis pies
junto con el control de los impulsos y la moderación.
—Ya no estamos en la escuela primaria. No podemos invocar nuevas reglas
en el campo.
—Lucy no es una cazadora de jersey —masculla—. No es del tipo que está
interesada en los encuentros de una sola noche y los polvos casuales, lo cual es
probablemente difícil de entender, dado que eso es todo lo que haces.
Jesús. Si este tipo ya no tuvieras líos en el campo de fútbol, estaría besando
mis nudillos.
—Está bien, hombre, tienes que dar un paso atrás. —Puede que haya tenido
problemas en el pasado, pero tengo veintidós. Estaba soltero y había mujeres
arrojándose sobre mí. Que haya aceptado algunas, o varias, de esas invitaciones no
me convierte en un imbécil—. Me parece que estamos cortados con la misma tijera,
hermano. No era Stella Lowe quien estaba chupando tu pene en la fiesta en
Phoenix después del juego del Campeonato Nacional hace dos semanas. A menos
que a Stella de repente le creciera pelo rojo y tenga una gemela que no conocemos.
Y podría haber jurado que estabas cogiéndote una Kappa en el baño del Gas
Station el lunes por la noche.
—Ese es mi punto exactamente —resopla—. Los dos sabemos que estamos
aquí para jugar al fútbol, ante todo. Todo lo demás, incluidas las mujeres, llega en
un distante segundo lugar, así que deja de jugar con Lucy. Solo estás tratando de
usarla para llegar a mí, y no va a funcionar.
Eso me molesta en nombre de Luce.
—Saca la cabeza de tu culo por un momento y deja de pensar en Ace
Anderson, amigo. Me gusta Lucy porque es sexy e interesante. Yo le gusto porque
soy… bueno, soy increíble. No tiene nada que ver contigo.
—Así que no estás cogiéndotela para probar un punto.
—No es que sea de tu incumbencia, pero no me la estoy cogiendo. Es mi novia,
y si bien eso puede hacer que te molestes porque has estado ocultando un
enamoramiento por ella durante mucho tiempo, eso es demasiado malo. No es tu
novia. No es tu hermana. No puedes etiquetar a todas las chicas solteras en el
campus porque tal vez quieras decir algún día que están fuera de los límites. No
funciona de esa manera.
—¿Y qué? ¿Quieres quitarme mi posición en el equipo y quitarme también a
mi mejor amiga? —dice amargamente.
234
Aprieto la mandíbula, lo miro con frustración.
—No quiero hacer ninguna de las dos cosas.
—Pero harás ambas cosas si quieres, ¿es eso lo que dices? —se burla—.
Aléjate de ella, Iverson. Es demasiado buena para ti. —Pisotea hacia la puerta.
Cuando llega, se da vuelta—. Y no me estoy retirando de mariscal de campo. Me
gané esa maldita posición, y el entrenador Lowe tendrá que sacarme de allí con
una retroexcavadora. Puedes extender eso alrededor de la defensa junto con todos
tus otros mensajes.
Cierra la puerta con fuerza detrás de él, su salida es como de telenovela. Los
mariscales de campo y sus malditas actitudes de prima donna. Dejo caer mi cabeza
en mis manos. Hasta acá llego el tomar una ruta fácil y agradable con Ace.
Podría hacer un mejor trabajo arruinando mi vida, pero no por mucho. Al
menos tengo a Luce. Me aferro a eso.
LUCY
—¿Tienes tiempo para ir al centro comercial conmigo? —pregunta Matty,
cuando contesta el teléfono. Me envió un mensaje de texto y me pidió que lo
llamara cuando tuviera la oportunidad, y la primera ocasión que tuve en todo el
día fue en mi descanso de media tarde durante mi turno en el Brew House.
—Claro, ¿te quedaste sin camisas y pantalones de Under Armour?
—Ja ja. Nunca te escuché quejarte.
—Estoy más interesada en lo que tienes debajo de tu ropa —bromeo.
—Dime más.
Inclino mi cabeza contra la pared exterior de Brew House y evoco una visión
235
de Matty, sentado en la silla de su escritorio con los pies en alto, vestido con un
pantalón de chándal y una ajustada camisa de entrenamiento que se adhiere a
todos sus músculos.
—No. Me estoy tomando un descanso y no quiero excitarme.
—Mmm. Esto es como un desafío. ¿Crees que podría hacer que te corras, solo
hablando contigo? Por ejemplo, diciéndote que si estuviera allí estaría de rodillas,
besando tu coño hasta que te vengas sobre mí.
—Matthew Justin Iverson, debes callarte ahora mismo. —Me pongo lo
suficientemente caliente como para derretir la nieve.
Se ríe.
—Estás sacando la artillería pesada.
—Matthew...
Se traga su siguiente risa y trata de calmarme.
—Te prometo no hablaremos más de tu dulce coño y mi polla dura.
—Ahora voy a colgar. —Mis bragas ya están incómodamente húmedas.
—En serio. Me callo. El cumpleaños de mi madre es en una semana y necesito
comprarle un regalo. ¿Te unes?
—Sí. —Creo que esa es la única respuesta que le doy en estos días.
—Estupendo. Te recogeré en tu apartamento a eso de las cinco y podremos
cenar en el centro comercial. Hay un restaurante vegano no muy lejos.
Ahora mi corazón se está derritiendo.
—Saldré en dos horas.
—Genial. —Hace una pausa.
—¿Qué?
—Te amo, Ricitos.
Cuelga antes que pueda responder. Él es diabólico. Y eso me encanta. Y él.
Me recoge justo a tiempo. Le traigo una sidra con especias del Brew House y
le doy un beso largo y profundo.
—Entonces, ¿me estás diciendo que no quieres ir al centro comercial? —
bromea después que lo dejo ir.
—No, eso es mi beso de “también te amo”.
Sus ojos brillan con calidez.
—Me gustan esos besos.
236
—Hay más de donde vino ese.
—¿Sí? ¿Cuántos condones nos quedan?
—Estamos peligrosamente cortos —le digo—. Deberíamos hacer una parada
esta noche.
—¿Una parada? Demonios, será nuestra primera parada.
—Antes de irnos, toma esto. —Presento el regalo en el que he estado
trabajando la semana pasada.
—¿Qué es esto? —Se inclina contra el panel de la puerta y levanta el paquete
envuelto en papel dorado para inspeccionarlo.
—Es para ti. Alguien me dijo que era tu cumpleaños. —Me acerco
furtivamente para mirar el regalo.
Matty voltea el paquete con ambas manos mientras me mira divertido.
—Es a finales de octubre.
Me encojo de hombros.
—Me perdí el día de San Valentín.
—Hmm —reflexiona—. Eso fue la semana pasada, ¿no? Hammer
fanfarroneaba acerca de estar escribiendo sobre cómo dar la mejor mamada de San
Valentín, pero pensé que estaba escribiendo con antelación.
Me apresuro a asegurarle que no estoy molesta porque no lo estoy. No
esperaba ningún regalo de San Valentín.
—Odio esas festividades inventadas. Estoy tan contenta que no hayamos
hecho nada.
—¿Estás segura?
¿Está bromeando? No podría tener un novio más atento. Sí, no hacemos
juntos un millón de cosas porque ambos estamos ocupados, pero él está allí
cuando lo necesito. Me escucha desahogarme acerca del juicio simulado, del estrés
de los exámenes parciales, de mi madre. Sostiene mi mano cuando confieso que
tengo miedo de la próxima competencia y no se burla de mí por ser demasiado
cautelosa.
Y, lo más importante, a pesar que sale con sus chicos de vez en cuando, no he
visto ninguna foto de él con los brazos alrededor de otra chica, lo que hace que me
sienta un poco tonta por tener alguna preocupación sobre él para empezar.
Me levanto de puntillas para darle un beso en la mejilla.
—Completamente. Ahora abre esto para que podamos comer. Estoy
237 hambrienta.
Eso lo pone en movimiento. En estos días es más cuidadoso con lo que como
que yo. Siempre está buscando lugares veganos, a pesar que le he asegurado un
millón de veces que como carne. Eso siempre lo hace reír como un colegial. Tal vez
solo me arrastra a esos lugares para escucharme decir las palabras, como carne.
Arranca el papel. Lo toma con una mano y rompe la envoltura justo en el
medio y luego echa un vistazo. Me mira. Luego vuelve al marco para mirarlo un
poco más.
Es un marco cuadrado y adentro está su camiseta del juego de campeonato
que jugó y ganó ese segundo fin de semana de enero justo antes que nos
conociéramos. Hammer la encontró metida en el cajón inferior del tocador de
Matty. En un recuadro insertado en la parte inferior, que me costó tres intentos y
cinco esteras arruinadas antes de conseguirlo, se enumeran sus estadísticas en el
juego junto con el Trofeo Outland del que estaba tan orgulloso.
—Es todo un regalo —murmura, casi para sí mismo. Admira cada parte del
obsequio, desde el marco hecho de madera oscura, hasta la cubierta de vidrio
mate, y la estera blanca que rodea el jersey azul y dorado, el escudo del bowl game27
en relieve. Estamos fuera bajo la luz que mengua rápidamente. Debería tener frío,
pero hay algo en la forma en que está sonriendo que me calienta por dentro.

27 Es uno de los juegos de post temporada.


Finalmente, después de varios minutos con los estudiantes que nos lanzan
miradas de curiosidad, Matty termina de inspeccionar el regalo y presiona el
control remoto para levantar la puerta de atrás. Cuidadosamente, guarda la
camiseta enmarcada debajo de una red atada al suelo del maletero y luego empuja
la puerta para cerrarla.
Me ayuda a entrar al lado del pasajero y luego rodea el frente. El interior del
auto está tibio. De camino al centro comercial, se mete en el estacionamiento de
una farmacia.
—Pensé que lo habías olvidado —digo entretenida.
Arquea una ceja.
—¿Estás bromeando? Después de esa cosa allá atrás, estoy pensando en
saltarme el centro comercial y llevarte de vuelta a la casa para darte las gracias
adecuadamente. Quédate aquí mientras corro dentro.
Es la tercera caja que necesitamos desde que empezamos a salir hace un mes.
Matty está lleno de cantidades interminables de energía. Aunque la práctica
está en pleno apogeo, no hay un día que pase sin una llamada telefónica, una visita
238 personal o un mensaje de texto. Por lo general, todos incluyen algún tipo de
insinuación sexual y los días que no nos vemos son solo un largo período de juegos
previos que lo hace aún más emocionante cuando finalmente nos ponemos las
manos encima.
Vuelve a aparecer y me lanza la caja a mi regazo. Le doy vueltas entre mis
manos, pensando en la única vez que Matty olvidó el condón y lo sexy que fue. Se
la lanzo de regreso.
—¿Quieres dejar de usar esto?
Se sobresalta, su mano se desliza fuera de la palanca de cambios para
colisionar con el tablero. Toma una respiración profunda y luego otra antes de
girar la cabeza hacia mí, su cabello negro casi oculta su rostro. Extiendo la mano y
coloco los mechones detrás de su oreja.
El calor en sus ojos casi quema mis dedos.
—Si no querías comprar, deberías haberme dicho —finalmente dice—.
Porque en este momento, no hay forma de que pueda salir de este vehículo sin ser
arrestado por indecencia pública.
—Lo tomaré como un sí.
Se endereza y luego acuna mi cabeza, acercándome a sus labios.
—Es un sí.
Después de besarme hasta dejarme sin sentido, vuelve a su asiento y
enciende el Rover. Me organizo, tirando de mi sujetador que había subido junto
con mi suéter y me abotono los vaqueros que ni siquiera me había dado cuenta que
me había abierto.
—Háblame —ordena mientras mira por el espejo retrovisor y luego rodea los
otros autos antes de entrar en la corriente de tráfico.
—¿Sobre qué? —Todavía estoy un poco aturdida por el beso.
—La cosa menos sexy que se te pueda ocurrir.
—¿Cómo está Ace?
Matty me lanza una mirada oscura.
—Eso servirá. —Suspira, echa la cabeza hacia atrás y se relaja contra el
asiento—. Está bien. El entrenador no lo ha movido todavía.
—¿Cuándo crees que vaya a suceder?
—Cuando Barr llegue aquí en el verano. —Me mira furtivamente otra vez—.
¿Siguen pasando tiempo juntos?
—En realidad no. Me envió un mensaje de texto, pero nosotros… no creo que
239
esté contento. —Ace no ha dicho nada desde que salió de mi departamento el día
de la firma. Aparte de unos pocos mensajes, nuestra comunicación ha sido breve.
No ha venido a la casa, y no lo he invitado. Es triste, como si me hubieran cortado
la última parte de mi infancia, pero no puedo renunciar a Matty solo para aplacar
la petulancia de Ace.
—¿Sobre nosotros?
—Sobre todo.
—¿Hablamos de otra cosa? ¿Del simulacro de juicio? —Se gira mientras hago
una mueca y un sonido infeliz—. Está bien, sacaremos el juicio simulado de la lista.
—¿Qué estás pensando en comprarle a tu madre?
—No sé. Es por eso que estás aquí. Eras tú o Hammer, y no quería escuchar
otra de sus listas.
Sofoco una sonrisa.
—¿Cuáles son algunos de sus pasatiempos?
—Mmm. Le gusta leer, pero ya se compra todo lo que quiere, así que tengo
que ser creativo.
Matty y yo decidimos ir de compras primero. Pasamos por una joyería.
—¿Cuánto quieres gastarte?
Se encoge de hombros.
—¿Menos de cinco?
Señalo un par de collares, deteniéndome sobre uno que tiene un círculo con
una pequeña perla en el medio. Es delicado y encantador.
—Vamos a ver ese —dice Matty.
—Esta es una hermosa pieza. —La vendedora abre un estuche de terciopelo
negro y coloca el collar de oro.
—Creo que necesito verlo puesto. —Lo levanta y hace un gesto para que me
dé la vuelta.
—Tu madre es diez centímetros más alta que yo —protesto, preocupada de
que, si lo veo alrededor de mi cuello, querré quedármelo.
—¿Y? Ambas tienen cuello, ¿no?
No puedo discutir con eso. Levanto mi cabello y Matty cierra el broche
detrás. El oro brilla en la tienda intensamente iluminada.
—Lo llevaremos. —Le entrega la tarjeta a la empleada de la tienda. Empiezo a
quitármelo, pero Matty me agarra del brazo—. Alguien me ha dicho que era tu
240
cumpleaños. —Su sonrisa es brillante, sus palabras son un eco de las mías.
—En mayo.
Me quita la mano del cuello y curva sus dedos alrededor de los míos, así que
no puedo quitarme el collar. Le hace un gesto con la barbilla a la empleada que se
escabulle para cobrar de la tarjeta de crédito de Matty antes que podamos cambiar
de opinión.
—¿Qué hay de tu madre? —pregunto, mi mano aún en la suya.
—Ya le compré un Fitbit28. Sé que me olvidé del Día de San Valentín.
—Matthew...
Se ríe y me captura en un fuerte abrazo. Baja la cabeza y besa mi cuello,
atrapando tanto la cadena como la carne bajo sus labios.
—Me he perdido todos tus anteriores cumpleaños, Navidades y San Valentín,
así que esto es algo pequeño. No me digas que no lo quieres porque vas a herir mis
sentimientos.
—Lo dudo mucho, pero gracias. Es demasiado. —Vi el precio, y esto es
definitivamente lo más costoso que he tenido, además de la computadora portátil
con la que mi padre me sorprendió cuando me gradué.

28 Es un reloj inteligente que permite monitorear las actividades diarias de una persona.
—Quería hacerlo. —Me besa de nuevo, esta vez en los labios.
¿Alguna vez pensé que Matty era un riesgo? Realmente fui una chica tonta.

241
MATTY
—Va a venir un reclutado —anuncia el entrenador. Marzo llegó y estamos a
mitad del entrenamiento de primavera. Estoy ansioso porque termine porque eso
significará que tendré más tiempo con Luce. Estoy esperando con ansias este
verano, particularmente agradecido porque sea de esta ciudad y estará conmigo,
ya que me estoy cansando de toda la mierda del entrenador. Esto está terminando
mi amor por el juego—. Tú y Ace van a hacerle pasar un buen tiempo.
He pasado más tiempo en la oficina del entrenador desde el juego del
campeonato nacional de lo que había estado en cuatro años. Me estoy cansando de
las sillas de cuero, de la linda alfombra y francamente, de su jodido rostro.
—¿El chico no es un defensa? —pregunta Ace sarcásticamente—. El señor
242
Texas todavía no está aquí.
La actitud de Ace hacia el entrenador está al borde de la insubordinación. Es
definitivamente insolente, pero ¿qué demonios? No es como si Ace tuviera mucho
que perder. Siento lastima por él. Realmente lo hago, pero luego pienso en toda la
mierda que me dijo hace unas semanas. Todavía no puedo convencer a Luce que
pase la noche conmigo. Ella no quiere herir los pequeños sentimientos de Ace,
aunque también siento una distancia enorme entre ellos dos.
Adivino que Ace le dijo también cosas, así como a mí. Y como yo, ella no se lo
tomó bien. A diferencia de mí, a ella medio le importa.
Existe algo realmente irónico sobre el hecho que básicamente le estoy
suplicando que se quede conmigo, pero sigue negándose. Si quiero dormir con
ella, tengo que hacerlo en su departamento, en su pequeña cama que es tan
cómoda como dormir en mis tapetes de yoga. Lo que quiere decir es, para nada
cómodo. Solo lo hacemos cuando estoy desesperado. Así que, como unas tres,
cuatro veces a la semana.
—Ustedes dos necesitan comenzar a trabajar juntos. Su equipo se está
desmoronando y quiero que lo arreglen. Iniciando con este reclutado.
Medio creo que Ace le va a decir al entrenador que el nuevo recluta puede
irse a la mierda, pero no lo hace.
En su lugar, llevamos a Lucious Deakins, de verdad, ese es su nombre, el
nuevo recluta a cenar. Es grande, y tiene que perder como trece kilos de grasa y
cambiarlo por veintidós kilos de músculos. ¿Lo peor? Tiene una gran boca y no
estoy hablando de tamaño. El chico tiene una cuenta de Twitter, de Facebook,
Instagram, y una jodida cuenta en Pinterest, donde taggea imágenes de comida.
Odio usar la palabra taggear. Puedo sentir mi testosterona disminuyendo cada
segundo que paso en ese sitio en la computadora.
Su cuenta de Twitter es la peor. Ha estado documentando cada cosa asociada
con el viaje de reclutamiento, desde las botanas que recibió en el avión, hasta las
grietas en la acera afuera de cada estadio.
Oh, sí, y no se calla.
—¿Qué vamos a hacer más tarde? —pregunta.
Dos segundos después.
—¿Van a traerme desnudistas?
Antes que pueda volver a respirar.
—¿Van a saltar de un pastel? Siempre he querido un pastel con desnudistas.
243
Jesús, ¿acaso cree que estamos montando una especie de carnaval para él?
—No —digo cortante.
—Que tal alcohol. Puedo beber de un bong de cerveza. —Díganme Lucious
porque ese es mi nombre se frota sus manos.
Comparto otra larga mirada de sufrimiento con Ace, que me sonríe. Él lo está
disfrutando.
—Tienes dieciocho. No podemos darte alcohol —le digo.
—Pero… ¿entonces por qué me han traído aquí?
—Para que puedas tener una idea de lo que es el campus. ¿Quieres que
violemos algunas reglas de la NCAA29 y hacer imposible que obtengas una beca
deportiva aquí?
—Eh, no —tartamudea, mostrando algo de sentido por primera vez en todo
el viaje. La verdad es, que si nos gustara, si pensáramos que es un completo
desastre, entonces le estaríamos dando trato especial de Warrior. Pero este chico no
vale la pena el esfuerzo. Este es nuestro castigo.
—Bien, entonces sígueme, no bebas, y no toques a nadie.

29 Asociación Nacional Atlética Universitaria.


—¿Y si me tocan?
Cierro los ojos.
—Eso está bien. Si te tocan primero, siéntete libre de tocar de regreso, pero
por el amor de dios, no te ofrezcas a pagarles nada. Son estudiantes, no prostitutas.
Ace oculta una risa detrás de su mano. Le doy instrucciones explícitas a los
cantineros en el Gas Station que este es un recluta menor de edad y muy hablador.
Ellos asienten y le sirven Coca-Cola cuando la pide. Yo pido un trago de whiskey
porque la única manera en que podré terminar esta noche es con los sentidos
adormecidos. Entumecidos, en realidad.
Hay muchas mujeres en el Gas Station para poder compensar la falta de
alcohol. Le digo a una de las chicas que pretenda que va a ponerle licor a su bebida
mientras en realidad le sirve refresco. Un par de jugadores aparecen y lo sacan de
mi camino por una hora para jugar billar.
Ace se inclina en la mesa hacia mí, y me mira con ojos asesinos.
Hago un gesto de cansancio.
—Lo que sea que tengas que decir, escúpelo ahora.
244 —¿Por qué no me estás respaldando con esto? —pregunta Ace—. ¿Realmente
crees que soy un mariscal de mierda?
Suspiro. No sé si he odiado realmente a alguien antes, pero me estoy
acercando con el entrenador.
—No. Eres un buen mariscal y me enorgullece llevar los mismos colores.
—Pero no soy estupendo.
—No necesitamos que seas estupendo. —Presiono la parte trasera de mi
cuello—. Mira, no importa lo que piense. El entrenador ya lo ha decidido. Ese chico
va a venir y lo va a poner de titular. A él… no le caes muy bien.
—Por Stella.
—Sí. —Suspiro aliviado. Finalmente estamos llegando a algo—. Por Stella.
Ace niega.
—Dejamos de follar hace tiempo. Apenas estábamos en la temporada. ¿Qué
fue? ¿La semana cuatro?
—¿Cuánto tiempo lo llevaban haciendo?
—Desde el verano. Era algo casual. La buena vida se estaba volviendo
aburrida en ese punto de todos modos. Supongo que continuaré siendo la espina
de su costado.
—¿Por qué? Eres realmente atlético. Tienes manos increíbles. ¿Por qué no
intentar ser defensa de fondo? —Me lanzó a mi perorata de que existen más
oportunidades para él en la NFL más que en la estúpida posición de mariscal. ¿A
quién le importa esa posición de todos modos?
—No quiero jugar esa posición. Tengo un año más para probar que valgo la
pena para ser elegido o al menos para hacer una prueba o dos.
—Pero si no estás en el campo, no puedes probar nada más que verte bien
sosteniendo un portapapeles.
—Sabes que el jugador favorito en el estadio es el mariscal suplente —
responde Ace seguro—. Ese niño nuevo viene y le dan su primer golpe, va a llegar
arrastrándose a la banca y estaré ahí para salvar el día.
Me tomo otro trago porque es la única manera en que voy a poder pasar la
noche entre el nuevo recluta que está determinado en emborracharse y follar a
tantas chicas universitarias como pueda, y las grandes ilusiones de Ace.
—No crees que pueda hacerlo, ¿verdad?
—No sé qué es lo que va a ocurrir este otoño —le digo francamente—. Quiero
245 ganar de nuevo. Quiero disfrutar nuestro último año. Quiero saber que hicimos
todo lo posible para repetir otra victoria. Pero no sé qué va a suceder. Quizás es
justo como lo dices. O quizás el señor Texas viene y juega lo suficientemente bien
para mantener la titularidad y no verás el campo y te volverás un comentarista
deportivo sobre el fútbol de los Warriors. Y no quiero eso para ti, hombre. Eres un
muy buen atleta. Un muy buen jugador de fútbol.
Ace considera mis palabras por un minuto luego se inclina hacia adelante,
colocando sus manos sobre la mesa.
—Te diré que, dejas de ver a Lucy. Le dices que terminaste con ella y me
cambiaré a defensa de fondo.
Me ahogo con el trago de vodka. Ace se levanta y me golpea en la espalda,
demasiado fuerte para ser amigable, pero en este momento lo necesito.
—¿Qué acabas de decir? —demando.
—Me escuchaste.
—Escuché palabras, pero creo que no las entendí.
—No, me escuchaste claramente. Te lo haré más fácil para ti, para el equipo.
Para el entrenador. Para todos. Pero a cambio, tú me regresas a Lucy.
Entrecierro los ojos. Algo no está bien aquí.
—Tú y Lucy son amigos.
—No, no realmente. Ella piensa que somos amigos, pero siempre estuvimos
destinados a estar juntos.
Solo he tomado tres tragos, pero me siento mareado. Él había estado negando
que no eran más que amigos, pero ¿ahora está dispuesto a intercambiar su
preciada posición de mariscal por ella? ¿Como si fuera un pedazo de propiedad
sobre el que yo tuviera poder?
—Ace, hermano. Por cuatro años hemos sido compañeros de equipo, has
follado tu parte de rubias, pero ninguna de ellas fue Lucy. Y has insistido que tú y
Luce son solo amigos. Me siento confundido aquí.
—¿Sabes con cuántos chicos ha dormido Lucy?
No puedo decir realmente que no sé porque tengo la lista de Ahmed, pero no
creo que tenga que admitir eso. A Ace no le importa.
—Yo sí. Son seis. Tú, el perdedor de su novio de la secundaria y algunos
chicos en medio. ¿Sabes cuántos años tenía cuando perdió su último diente de
leche?
Así que Ahmed estaba equivocado. Lo bueno es que no los perseguí y les
246 saqué los ojos por haber visto a Luce desnuda.
—No.
—Trece. Tuvo que usar frenillos después de eso. ¿Sabes qué usó en su baile
de graduación?
—¿Un vestido? —Me estoy cansando de este juego bastante rápido.
—Equivocado de nuevo. Usó pantalones. Una de nuestras amigas había dicho
que era lesbiana y no quería usar un vestido, así que Lucy usó un traje en
solidaridad.
Eso suena muy de Luce.
—Está bien.
—Mi punto es que no sabes ni mierda sobre Lucy, y no has pasado el tiempo
intentando descubrir este tipo de cosas.
—¿Por qué importa cuándo perdió su ultimo diente de leche? —Tamborileo
los dedos sobre la mesa impacientemente. Ace me estaba comenzando a frustrar
un poco. No sé todas estas cosas, pero puedo aprender. No significa que no
estamos hechos el uno para el otro. No significa que Ace pueda reclamarla. Esa
idea es ridícula, y si Luce estuviera aquí, le golpearía la cara.
—La conozco. Ella me conoce. Estamos destinados a estar juntos. Así que
hazte a un lado y deja que encuentre su camino a mí.
—No.
Los dedos de Ace se vuelven puño, y me mira como si estuviera a punto de
lanzarse sobre la mesa. Pero algo le hace cambiar de parecer. O quizás es el hecho
que estamos en el jodido Gas Station, un lugar público, mete sentido en su
pequeño cerebro. Cualquiera que sea la razón, se sienta, mueve los hombros y
pretende relajarse.
—Está bien.
—¿Eso es todo? —digo secamente.
—No realmente. Ya que estás determinado a joder mi vida, lo menos que
puedes hacer es beber unos tragos conmigo.
¿Esta es su ofrenda de paz? La acepto.
—Suena bien.

247 —No m{s…


—Puedes tomar uno más —insiste Ace.
—No. No puedo. —Apenas y puedo sentarme—. ¿Dónde está nuestro
recluta?
—Sarah y Lara se ofrecieron para llevarlo a casa.
Parpadeo hacia las dos rubias. Una está usando un vestido rojo y la otra uno
azul, y los vestidos son tan cortos que creerías que estamos en el trópico y no con
nieve que llega a las rodillas. Son de una fraternidad, pero no puedo recordar el
nombre.
—Es muy amable de su parte. Muy amable. —Muevo la cabeza y sigue
moviéndose, como uno de esos muñecos de cabeza móvil. Coloco una mano en mi
frente para detener a mi cabeza.
—Vamos a tomar unas fotos para que el chico tenga recuerdos que pueda
llevar a casa y de los que pueda presumir con sus amigos.
Eso es justo. Ambos sabemos que no va a regresar aquí. Lucious salta
entusiasmado y toma a ambas rubias de la cintura. Ace toma algunas fotografías
mientras yo saco mi celular y le envío un mensaje a Hammer y Masters.
Yo: Amigos. Estoy brorracho. Brorracho. Mierda. Brorracho. Mierda. Ya saben lo que
intento decir. Tenemos un recluta. Asegúrense que llegue a casa. Gas Station.
Guardo el teléfono.
—Ven a que te tome una foto.
—Nah.
—Lucious la quiere —dice Ace.
Girando la cabeza hacia Lucious es tan fácil como mover un cráneo, pero lo
logro.
—Está bien. Está bien. —Todo lo que sea para que las chicas dejen de chillar.
Muevo mi ebrio trasero a su lado y me inclino.
—Más cerca. —Ace hace una señal—. No puedo ponerlos a todos en la misma
toma.
—Amigo, apenas y puedo mantenerme de pie.
—Sostenlo Sarah —ordena Ace.
Sarah desliza su mano alrededor de mi cintura. Muevo mi mano detrás de su
espalda y descanso mi mano en el hombro de Lucious. Nada de esto se siente bien,
pero no puedo decir exactamente lo que me molesta. La rubia descansa su mejilla
sobre mi hombro.
248
—Matty —dice suavemente—. Escuché que estás saliendo con alguien. ¿Es
verdad?
Miro hacia abajo, pensando en lo mucho que me gustaría que Luce estuviera
aquí, sosteniéndome y mirándome con sus grandes ojos marrones. Puedo sentir mi
rostro suavizarse.
—Sí, es verdad. Realmente me gusta esta chica. Es inteligente e interesante. —
Y jodidamente ardiente. Puedo sentir mis jeans ajustándose con solo pensar en ella.
—Ahh, eso es dulce. —La chica se pone de puntas y me besa. Justo en los
labios. ¡Hija de puta!
—No, no. Nada de besos de nadie más. —La dejo ir y muevo mi dedo hacia
ella—. No está bien, Sarah.
—No seas tan anticuado, Matty. Fue solo un beso —responde la chica.
—Es mejor que llevemos al recluta a casa —le digo a Ace.
—Las chicas lo van a llevar a casa —protesta.
—No, es nuestra responsabilidad. Vamos. —Aparto a Lucious de los labios
de la del vestido azul.
Se escucha un coro de sonidos de decepción, pero de algún modo logro llevar
a Lucious afuera y comenzar a llevarlo a rastras al Patio de Recreo.
—No queremos decepcionar al entrenador Lowe —le digo.
—Sí, ya lo sé. —El aire frío debió de hacer que reaccionara.
Hammer y Masters nos encuentran a mitad de camino y Ace se va a su casa.
—¿Cómo va todo? —Masters pregunta, su mirada precavida en la figura de
Ace alejándose.
—¿Con Ace? —digo—. Tan bien como puede esperarse.
Y luego me voy a tropezones a casa, envío unos mensajes incoherentes a
Luce, y caigo dormido.

249
LUCY
Cuando me despierto veo que Matt me envió mensajes. Es extraño y la hora
dice las dos de la mañana.
Matty: Estoy brracho t extaño.
Matty: Plc Matty wtns t.
Matty: t mo.
¿Plc? ¿Policía Matty? ¿Por favor Matty? ¿T mo? Creo que eso es te amo. No
puedo descifrar lo otro. Aparentemente un ebrio Matty no sabe dónde están las
vocales. Le envió un mensaje.
Yo: Ya es mañana. ¿Necesitas una inyección de mi insulina?
250
Me sorprende cuando la respuesta es inmediata.
Matty: No, pero sí te extraño. Todavía estoy en la cama.
Yo: En la escala del uno al diez, ¿qué tan ebrio estás ahora?
Matty: Dos. Sigo eructando los tragos de anoche.
Yo: Eso es súper asqueroso. Gracias por compartir.
Matty: Sin problema.
Yo: ¿Necesitas que vaya y te frote la espalda?
Creía que estaría de acuerdo por los mensajes que me envió anoche,
ebriamente pidiéndome que nos viéramos en el Gas Station donde él estaba
entreteniendo al recluta con Ace.
Matty: No. Apesto y mi cabeza duele. Podría emborracharte con los humos que salen.
Nunca me dijiste que Ace puede beber galones de alcohol sin daño.
Yo: Siempre tuvo cabeza dura.
Ace podría vencer bebiendo a todo el equipo.
Matty: Necesito dormir ahora. Te llamaré más tarde.
De hecho, el siguiente mensaje que recibo es de Ace. Quiero disculparme
contigo. En persona. ¿Puedo ir?
¿Ace merece una oportunidad para disculparse? Supongo que sí. Pero siento
que es algo de último minuto. Él no puede seguir haciendo esto una y otra vez, sin
importar el tiempo que llevamos siendo amigos.
Seguro, respondo al mensaje. Pero espero que tu disculpa sea buena.
Ace: Ábreme.
Hago una cara. Su demanda es presuntuosa, pero como sea. Lo mejor será
terminar con esto. Él necesita entender que Matty y yo estamos saliendo y que
todos podemos llevarnos bien.
Abro la puerta cuando toca. Él se endereza en el marco, mirándome
sorpresivamente con los ojos limpios.
—Me sorprende que estés despierto. Matty me envió un mensaje esta mañana
y dijo que estaba demasiado ebrio como para moverse.
—Sí, quería hablar contigo sobre Ives, pero antes que lo hagamos quiero
disculparme —lo dice mientras pasa de lado. Se sienta en la cocina y acomoda la
otra silla para que este incómodamente cerca de él. Es decir, justo entre sus piernas,
cerca de él.
251 Tomo la silla y la muevo a un metro de distancia y me siento.
—¿Tú crees?
Tiene la decencia de verse un poco avergonzado.
—No sé qué se apoderó de mí. Me importas mucho, y supongo que no quería
verte lastimada.
—Tampoco quiero salir lastimada. Tú sabes lo cuidadosa que soy con mi vida
y me doy cuenta que salir con Matty es un riesgo. Pero… no puedo vivir mi vida
como si no pudiera recibir ni un golpe. Tú fuiste el que me acuso de estar sentada
en mi pequeña caja de seguridad, sin tomar oportunidades.
Hace una mueca.
—Por favor, no me digas que mis comentarios te llevaron a la cama de Ives.
—No, pero tienes razón. Tengo la tendencia de ser demasiado cuidadosa. De
cierto modo, tengo que hacerlo, de lo contrario sería peligroso para mi salud, pero
casi tengo veintidós. Me gradúo en un año. En mi futuro tendré fracasos y
corazones rotos, ya sea en forma de perder un empleo o a una persona. Parte de ser
adulto es aprender a cómo lidiar con eso. —Me inclino y le doy un sorbo al té que
preparé para el desayuno—. Matty me hace sentir realmente increíble.
La expresión de Ace se pone más enferma. Muevo la mano.
—Oh, detén esa expresión de asco. No estoy hablando de nada físico.
Aunque, en privado, sonrío para mí misma, porque Matty me ha hecho sentir
maravillosamente de forma física, más de lo que hubiera imaginado.
—Estoy hablado del hecho que me hace reír, que me hace sentir bien por
dentro. Él está interesado en hablar. Lee. Arriesgarme con Matty me hace pensar
que puedo tomar otros riesgos.
Los ojos de Ace recorren mi rostro.
—Estás cambiando.
—Quizás lo estoy haciendo.
—No para bien —dice.
Me erizo.
—Pensé que venias a disculparte, no a decir mierda de mí.
—La verdad no es decirte mierda, Luce.
El apodo que Matty usa suena tan raro y extraño saliendo de la boca de Ace,
como si estuviera intentando reclamar una conexión que no le pertenece.
—Sí, lo es.
252 Junta los labios.
—Todos estos años, dijiste que no saldrías con un atleta. Que ese tipo de
hombres no te interesaban.
—No lo hacían —insisto—. Matty es diferente. Hablamos de diferentes cosas.
Libros que ha leído, películas, cosas que suceden en el mundo.
—Nosotros hablamos de cosas así. —Ace dice esas palabras mirando al suelo
donde está mirando fijamente el baldosín.
Una incómoda sensación se apodera de mí.
Ace tiene sentimientos por ti, puedo escuchar la voz de Sutton de fondo.
Lentamente, Ace levanta la mirada del suelo, y hay tanta angustia, toda la
humedad de mis labios se seca. Mi mano sale dispara a mis labios.
—Oh, Ace —digo entre mis dedos. Oh Ace, no abras la boca. Por favor no digas lo
que creo que vas a decir, por favor, suplico silenciosamente. Nuestra relación va a
cambiar irrevocablemente.
Pero no capta la advertencia en mis ojos.
—Lucy, siempre pensé que seriamos tú y yo. Siempre —dice secamente, sus
ojos brillantes.
Su declaración me pone furiosa. Furiosa porque está cambiando la dinámica
de nuestra relación a algo para lo que no estoy preparada. Quiero colocar mis
manos sobre mis oídos y decir que no lo escucho, pero le acabo de decir que estaba
creciendo. Así que tengo que actuar como la adulta que digo ser.
—Nunca actuaste así. Siempre tuviste tantas novias. Y cuando no tenías
novias, estabas constantemente acostándote con alguien más. —Sin mencionar las
veces en las que se juntaban—. Prácticamente follaste a chicas frente a mí. Esas no
son las acciones de alguien que cree que soy la indicada.
—Lo sé. —Mueve la mano a través de su cabello corto—. Quería disfrutar ser
joven y jugar en el campo mientras pudiera. Algo así como sacar toda esta mierda
de mi sistema para que cuando sentara cabeza, no tuviera esa necesidad. Pero
siempre supe que tú y yo terminaríamos juntos.
Lo dice de nuevo, como si al repetirlo se volviera verdad. Es lo más loco que
he escuchado, y le digo eso.
—Eso es una locura. No puedes hacer eso y esperar que te vea como algo más
que una amistad. De hecho, tienes suerte que te haya conocido por tanto tiempo.
He dejado pasar muchas cosas que hiciste porque hemos sido amigos desde tercer
253 año, pero yo… nunca podría amarte. —Me duele decirle esas palabras, pero él me
obligo a decirlas.
Ace retrocede como si le hubiera dado una bofetada. Me mira con ojos
heridos que me llenan de culpa.
—Pero, Lucy, hemos sido amigos de toda la vida. Sé todo lo que se tiene que
saber de ti.
—Lo lamento Ace, pero no es así. —Esto es difícil. Desearía no ser una adulta.
Desearía que pudiera correr de esta habitación y esconder mi cabeza bajo la
almohada y pretender que esto no estaba sucediendo. Pero me obligo a aceptarlo,
sabiendo que terminará. Lamentaré la perdida de esta relación, pero dentro de mí,
debí saber que se estaba acercando porque no estoy sorprendida. Frustrada,
resignada, molesta. Pero no sorprendida. Solo que nunca quise aceptarlo.
—Si realmente supieras todo lo que se tiene que saber de mí, no me hubieras
tratado de esta manera. Si realmente me amaras, tú nunca me hubieras tratado de
esta manera. O así es como tratas a las personas que amas, bueno —trago antes de
decir otra dolorosa verdad—, eso no va a ser suficiente para cualquier chica.
Froto mis secos labios. Él se queda sentado como piedra. No sé qué está
pensando. ¿Reevaluando su definición de amor? ¿Deseando que nunca hubiera
aparecido? Si soy honesta, Ace y yo habíamos comenzado a distanciarnos por un
tiempo antes que Matty llegara a mi vida. Me convencí que estaba ocupado con el
fútbol y que mi camino me llevaba a la dirección opuesta, pero la realidad es que
teníamos menos cosas en común conforme fuimos creciendo.
No sé si decirle esto a Ace le ayudaría, pero lo intento.
—No somos las mismas personas que éramos en tercer año. No hay forma de
que pudiéramos ser. Si el destino hubiera querido que estuviéramos juntos, lo
hubiéramos estado hace tiempo, pero nunca me sentí de esa forma contigo. Tú no
me amas, Ace. No soy la indicada para ti. Soy tu… opción segura. —Eso se sintió
bien cuando lo dije. Incluso está ahí en sus palabras. Soy su plan de reserva. Quizás
él está usando su llamado amor hacia mí para mantenerse emocionalmente alejado
de las chicas con las que ha estado. Pero nunca me amó—. Te lo juro, tú nunca
actuarías de esta manera con la chica que amas.
Sus ojos pasan del dolor a la ira, e intento prepararme para lo que sea que va
a salir de su boca, que va a ser horrible. Estoy aprendiendo que Ace tiene una boca
horrible.
—¿Y tú crees que Matty te ama? —Ace se burla fríamente—. Que nunca te
engañaría. Que nunca miraría a otra chica con… lujuria en sus ojos.
¿Y esa sensación de incomodidad que tenía antes? Aumenta en mi garganta.
254 Observo con horror como Ace saca su teléfono. No quiero verlo. Quiero cerrar los
ojos y pretender que lo que sea que va a mostrarme no existe. Lo que sea que
sucedió anoche no existe. Si no lo veo, puedo ir a mi pequeño mundo y creer que
Matty vale la pena el riesgo.
Ace coloca el teléfono en la mesa y la imagen es tan clara y grande que no
puedo no verla. Me muerdo el labio mientras Ace mueve el dedo. Es una
presentación de mis peores miedos.
—Todos estos años que me has tenido en la zona del amigo. —Su voz es
tranquila. Casi siniestra.
—Nunca te puse en la zona de amigos. Éramos amigos. Somos amigos —
corrijo cuando sus ojos se entrecierran al hablar en pasado—. De los verdaderos —
murmuro casi ausente mientras miro las imágenes.
La voz de Ace se vuelve un susurro.
—Tú te enamoraste de Matty Iverson. Un estúpido. Su mejor amigo es un
chico llamado Hammer. Su cosa favorita es emborracharse y cogerse a las
cazadoras de jersey. Sus pasatiempos incluyen darle me gusta a las publicaciones
de chicas de afuera de la ciudad cuando vamos a jugar. Él es un idiota.
—Lee a Harry Potter. —Lo defiendo, casi por instinto.
—Gran cosa, leyó un maldito libro al año hasta que se graduó.
Matty tiene a mujeres en cada lado. En otra foto de ellos están besando su
mejilla. Ace vuelve a mover el dedo. Matty está mirando con adoración a la chica
rubia. Cambio. La rubia lo está besando en los labios. Cambio. La mano de Matty es
extendida para evitar que le tomen la foto, pero esta esa sonrisa en su rostro, y
todavía está mirando a la rubia.
Los dedos de Ace caen en la mesa.
—No importa qué te prometa, esto es lo que hace. No sé qué sucedió anoche.
No sé si ella todavía esté ahí esta mañana.
Vuelvo a tragar, pero no tengo nada en mi garganta. Está seca, y cada vez que
trago es como pasar arena. Pequeños pedazos que raspan y rompen mis entrañas
que se vuelven más y más grandes, hasta que cada parte de mí está rota, solo
sostenida por una pequeña capa de piel.
Ace es despiadado.
—¿Cómo es que no estás ahí ahora? Sé que cuando estoy ebrio estoy
jodidamente caliente. ¿Sabes si está solo?
Me pongo de pie, le doy a Ace su teléfono, y rezo para que no caigan mis
255 lágrimas. No hasta que Ace se vaya.
—No lo sé —digo en una voz muy baja—. Pero sea lo que ocurra entre Matty
y yo no es asunto tuyo. Necesitas irte ahora.
Estiro el brazo y señalo la puerta. No tiembla, y por eso, estoy agradecida.
Aceptaré cualquier victoria en este momento.
Ace se levanta también, pero no se va.
—¿De qué estás hablando? —protesta—. Te acabo de mostrar qué clase de
perro es Matty. —¿Como si las imágenes transformaran mágicamente a Matty en
una rana y a Ace en un príncipe? Además de ser cruel, no me había dado cuenta de
lo delirante que se había vuelto.
—Vete. —Mi brazo se está volviendo pesado.
—Te estoy ahorrando el corazón roto aquí.
—¡Vete! —grito—. Vete. Vete. Vete. ¡Vete!
Lo empujo hasta que comienza a moverse, y sigo empujando y golpeando y
repitiendo en voz aguda mis demandas hasta que está del otro lado.
—No me llames. No me envíes mensajes. Terminamos. —Azoto la puerta.
—Estás disparándole al mensajero —grita al otro lado de la puerta cerrada.
Lo ignoro, y tomo mi teléfono con manos temblorosas.
Voy para allá, logro escribir, pero no lo envío. No. Eso le daría tiempo de meter
a la chica en alguna clase de maleta.

256
LUCY
Me vestí deprisa. Afortunadamente Ace se ha ido. Juro que si lo veo, le
patearía en las pelotas. Dos veces.
Y luego en el rostro. A pesar de la distancia entre la casa de Matty y mi
apartamento, el tiempo vuela. O más bien, lo hago yo mientras corro al Patio de
Recreo. La nieve cruje bajo mis botas. Casi me caigo en el patio porque alguien
olvidó echar sal en un pequeño trozo de hielo. Pero logro llegar a su casa de una
pieza.
Jadeando, ni siquiera me detengo para llamar a la puerta. Oh no. La abro de
golpe porque estos imbéciles nunca cierran su puerta.
257 Hammer está sentado en el sofá.
—Hola, Lucy. —Me saluda con la mano.
—Será mejor que le des a tu chico una advertencia de diez segundos, porque
voy a entrar —grito mientras corro escaleras arriba.
Lo último que veo antes de alcanzar la puerta de Matty es la expresión
sorprendida y confusa de Hammer. Giro el pomo y abro la puerta de golpe. Choca
con la pared. El bulto en la cama apenas se mueve.
Me acerco apresuradamente a la cama y aparto r{pidamente las mantas…
para revelar a un Matty con resaca vistiendo la ropa de la noche anterior. Puedo
afirmar que es la misma ropa porque es claramente obvio que durmió con ella.
La camiseta está prácticamente envuelta alrededor de su cuello. Su pantalón
vaquero está lo suficientemente bajado que puedo ver al menos mitad de la ropa
interior cubriendo su trasero. Tiene el pie izquierdo descalzo, pero del derecho está
colgando un calcetín. Parece que logró quitarse uno y lo hizo a medias con el otro
antes de rendirse.
Me tambaleo hacia atrás, casi mareada del alivio.
Levanta la cabeza y tiene una arruga en la mejilla por la sábana.
—Ricitos. —Sonríe felizmente y toca la cama junto a su cuerpo—. Justo estaba
soñando contigo.
Ignoro su invitación y me dirijo al escritorio, dejándome caer en la silla con
ruedas situada frente a este. El corazón me está latiendo tan deprisa que temo que
vaya a salirse y saltar en el suelo como un pez muriéndose.
—Es demasiado para mí. Eres demasiado para mí —digo sin aliento.
Matty lucha para sentarse y me da una sonrisa torcida.
—¿Demasiada qué? ¿Grandeza?
Por una vez su provocación no resulta tan divertida, sino irritantemente
arrogante.
—No puedo seguir haciendo esto. —Me inclino y coloco la cabeza entre las
piernas, intentando recuperar el aliento. No puedo recordar la última vez que medí
mi nivel de glucosa. Me siento débil y pegajosa. Caliente y sudada. O estoy
teniendo una crisis, o estoy experimentando los síntomas físicos de un corazón
roto. Tal vez es una combinación peligrosa de ambas.
—¿Hacer qué? —pregunta con desconcierto.
—No puedo seguir tomando este riesgo contigo. Mi corazón no puede
soportarlo. —Me froto el pecho, como si pudiese erradicar el dolor frotando lo
258 suficiente.
No sé si el dolor se está formando por romper con Matty o salir con él en
primer lugar. Siempre supe que este día iba a llegar. Va a hacerte daño era el número
uno del análisis de riesgos. Pero estúpidamente, tontamente, había seguido
disminuyendo el peso que había concedido en ese punto particular de la lista.
La verdad es que realmente no puedes prepararte para lo que se siente,
porque nunca sabes cuánto duele algo hasta que la herida está hecha. Hasta que el
cuchillo está en tu estómago.
Si permanezco con él, solo me hará más daño. Justo como mi madre le hizo
daño a mi padre una y otra vez.
Me siento y lo miro, en sus preciosos ojos azules que sé que voy a estar
mirando durante años en mis sueños. Cuando simplemente esté sentada bebiendo
café, los veré. En ese nubloso espacio justo antes de que me quede dormida y justo
antes de que me despierte, lo veré. Va a llevar mucho tiempo superarlo. Un largo
tiempo.
Aunque, ¿qué esperaba? Así es como saldría todo esto. Oh, cierto, no tenía el
escenario correcto, pero terminaba igual. La seguridad puede ser aburrida, pero
está muy claro que no es dolorosa.
—Tú y yo, Matty. Hemos terminado.
—Qué… ¿qué sucedió? Te lo dije —balbucea. Su cerebro no está funcionando
completamente y le lleva un momento, o cinco, ponerse al día—. Te dije que no
volvería a hablar contigo de Ace.
Todavía no me entiende. Se lo dejo tan claro como puedo.
—Ace tomó unas fotografías de ti besando a una chica anoche.
Su rostro pasa de la confusión, a la comprensión y finalmente a la furia.
—Ricitos, anoche estaba increíblemente borracho.
El comentario descuidado, la acusación que se esconde tras sus palabras de
que yo soy la irracional aquí, solo alimenta mi rabia. Me siento temblar, y en este
momento sé que no es porque mis niveles de azúcar estén descontrolados. Es por
él. Porque le di una oportunidad y se suponía que entendiera esto. Se suponía que
actuara como si le importara.
—¡No me importa que estuvieras borracho! Si yo estuviera borracha no
estaría besando a otra persona y dejaría me sacaran una fotografía. Eso nunca me
pasó en todos mis años en Western, en todos mis años bebiendo. —Estiro el
brazo—. Incluso en mi primer año que bebí tanto que Sutton tuvo que llamar al 911
259 porque entré en coma, eso no sucedió. Bailé. Bebí. Me quedé inconsciente. ¡No
apoyé mis labios contra alguna persona al azar!
—No le pedí que me besara. No quería que me besara —insiste. Pasa sus
largas y poderosas piernas sobre un lado del colchón, y por un momento estoy
distraída. Su camiseta todavía está torcida, enmarcando sus abdominales bien
definidos como una elaborada cortina. Mis ojos están pegados al ligero vello que
señala de su estómago a su entrepierna.
Se me seca la boca por otra razón.
Es tan sexy, y por un momento, mi resolución se diluye. Me cubro los ojos, así
no puedo seguir siendo tentada. Un poco de auto desprecio llega a mezclarse en el
cóctel de emociones revueltas, y de repente, simplemente estoy cansada. Quiero
acabar esto. Me levanto y fuerzo mi explicación.
—Sé que no lo hiciste, pero el punto de importancia, Matty, es que tu estilo de
vida va a ponerse peor cuando llegues a la NFL. Simplemente va a haber más
mujeres, más partidos, más momentos para que esté preocupada. Cada blog de
deportes, cada foro, cada periódico está lleno de historias de atletas profesionales
engañando a sus mujeres y novias. No quiero que esa sea mi vida, y realmente,
mereces a alguien que sea m{s fuerte que yo… que no tenga miedo de los riesgos
como yo. —Termino con tristeza, estoy disgustada conmigo misma. Con Matty.
Con Ace. Es una fea realidad la que estoy enfrentando.
—Así que estás haciendo esto por mi bien, ¿eso es lo que estás diciendo? —La
propia furia de Matty está comenzando.
He ardido en el enfado y ahora me estoy ahogando en el arrepentimiento.
—Puedes tomarlo como quieras.
—Qué generoso —masculla—. Esto que estás escupiendo es la mierda más
grande que he escuchado jamás. Si no quieres estar conmigo, entonces ten las
pelotas de decirlo claramente. No seas evasiva.
Apenas puedo pronunciar las palabras, pero las digo.
—No quiero estar contigo.
Entonces Matty se levanta, un gigante en su habitación cerniéndose sobre mí.
El enfado es una palabra muy suave para lo que muestra su rostro. Nunca lo he
visto así.
Sus palabras salen fuertes, como un cuchillo, y heladas.
—Sal inmediatamente de mi habitación.
A diferencia de Ace, no me lo tiene que decir dos veces. Salgo de ahí tan
rápido que estoy corriendo cuando llego al primer piso. Hammer está de pie al
260
fondo de las escaleras, pero ni siquiera puedo murmurar un adiós amable.
LUCY
Parece que mis entrañas han sido extraídas con una cuchara para melones y
rellenadas de ácido. Me voy a casa y me pongo a llorar.
—Esto requiere helado de verdad —dice sombríamente Sutton.
Charity sostiene mi cabeza contra su pecho mientras me pongo dos
inyecciones de insulina. Eso es malo, lo sé, pero soy un desastre.
Ninguna de las dos me juzga. Ninguna me dice que soy una tonta por romper
con Matty, sin importar que llore tanto que me deshidrate. Sutton incluso corre a la
tienda y compra un poco de agua que les dan a los bebés porque tiene electrolitos
adicionales.
261 Pasan dos semanas, pero mi teléfono permanece en silencio. No tengo idea si
Ace sigue llamando o enviando mensajes de texto porque he bloqueado su
número. No bloqueo a Matty porque todavía quiero que me llame y me convenza
que estaba equivocada en mi evaluación de riesgos, pero nunca lo hace.
Es difícil creer que en dos cortos meses, Matty haya tenido un gran impacto
en mi vida. Era como un meteoro, un destello de placer seguido de un enorme
cráter de destrucción.
Me dedico al juicio simulado, pero no me consume como lo hizo en el pasado.
Cada vez que entro a la sala de práctica, todavía puedo sentir a Matty en la
espalda, sus ojos brillando con orgullo.
Heather volvió a ser horrible, pero no puedo convocar la energía para
corregirla a pesar que solo tenemos dos prácticas antes de las regionales.
Cuando se para por tercera vez y se acerca a Emily en el estrado de los
testigos sin permiso, me temo que la cabeza de Randall saldrá despedida.
Intento evitar la explosión inminente.
—Esto es como un juego de “Randall dice”, pero en lugar de “Capit{n,
puedo”, dices: “Con el permiso de la corte”. —Me levanto y le demuestro—. Con el
permiso de la corte.
Randall asiente con aire de suficiencia en su banco improvisado.
Heather pone los ojos en blanco.
—Con el permiso de la corte —repite.
—Puede continuar, señora Bell —entona Randall. Está disfrutando esto
demasiado. Dirijo una mirada a Heather, que está poniendo los ojos en blanco. Eso
es mejor que su ansiedad por golpear a Randall, así que me recuesto.
—Con el permiso de la corte, ¿puedo acercarme al testigo? —dice Heather.
Me estremezco ante el fraseo incómodo.
—No —interrumpe Randall en voz alta—. Di “¿Puedo acercarme al testigo,
su señoría?”.
Heather golpea su mano en el lado de la mesa.
—Me acaban de decir que diga “Con el permiso de la corte” todo el tiempo —
susurra entre dientes.
—No, te dijimos que pidieras permiso. —Randall le lanza una mirada—. Es
redundante cuando dices “Con el permiso de la corte, con su permiso puedo
acercarme.
—¡Esto es jodidamente estúpido! —grita Heather y se va.
262
Dejo caer mi cabeza en el escritorio y me pregunto si puedo ir a dormir ahora
y despertar en algún momento después de haberme graduado.
—¿Podemos tomar un descanso? —pregunta Emily.
—Sí. Tómate un descanso —murmuro contra la mesa.
—Ni siquiera deberíamos ir a las regionales —comenta Randall mientras se
desliza en el asiento a mi lado. Es en una semana. No me molesto en levantar la
cabeza, lo que Randall toma como permiso para seguir quejándose—. No sé por
qué le pediste que se una a nosotros —dice.
Finalmente, levanto la cabeza para mirarlo.
—Tú estabas ahí. No trates de fingir que no. Tuvo el mejor cierre de todos los
que se presentaron. Era jodidamente conmovedora. Creo que estabas cerca de las
lágrimas.
Desvía su rostro.
—No lo estaba.
—Mentiroso.
Suspira y se gira para mirarme.
—Podrías haberlo hecho. Podrías cerrar tan bien como cualquiera.
—No realmente. —Esta vez es mi turno de mirar hacia otro lado. Arreglo mi
pila de papeles ya pulcra y los toco para que sus bordes sean perfectos.
—¿Sabes cuál es tu problema?
—Dios mío, Randall, esa pregunta es muy divertida de escuchar y de
contestar. Aunque tengo tantas fallas, pero estaríamos aquí toda la noche
enumerándolas todas juntas. —Enrollo los bordes de los papeles y fantaseo con
golpear a Randall en el rostro con ellos.
—Tu problema es que no te arriesgas lo suficiente.
Mi estómago se aprieta ante su acusación.
—Me arriesgué con Heather.
Se burla.
—Eso no es arriesgarse. Esa eres tú escondiéndote otra vez.
El equipo ingresa antes que pueda responder, pero su crítica arde tan caliente
como si tuviera una llama debajo de mi silla. Mientras veo a todos ocupar su lugar:
Emily en el estrado de los testigos, Randall detrás de los dos escritorios que
preparamos para ser el banco del juez, Heather en la mesa frente a mí, me
263 pregunto si Randall tiene razón.
¿Es eso lo que estoy haciendo? ¿Ocultarme detrás de Heather? ¿Detrás de
Ace? ¿Utilizo todas estas excusas para no lastimarme? ¿Así no voy a fallar? ¿Tomo
el camino más fácil? ¿Y pretendo que eso me hace feliz?
—Ejem. —Heather se aclara la garganta a mi lado—. ¿Vamos a hacer esto? —
Gesticula hacia Emily.
—Sí. —Trato de deshacerme de las palabras hirientes de Randall—. Sí, vamos
a hacer esto.
El resto del equipo comienza a trabajar, y lo hacemos durante toda la prueba
sin parar. Ninguno de nosotros corrige los errores de Heather, ni los nuestros.
Dejamos que todo se deslice. Estoy demasiado cansada, todavía aguijoneada por la
reprimenda de Randall, y demasiado desconsolada como para preocuparme
realmente.
—Tomaremos un descanso de diez minutos y cerraremos —digo después de
terminar con la última examinación. A mi lado, Heather luce fresca y vigorizada
como si las últimas dos horas no hubieran sido completamente agotadoras—.
Heather, tengo algunas notas que escribí…
—No, gracias —me interrumpe—. Tengo esto. De hecho, podemos comenzar
ahora si quieres.
Randall mueve sus cejas hacia mí, pero aún estoy enojada con él para
participar en cualquiera de sus juegos.
—Claro. —Me desplomo contra mi silla. Cualquier cosa para que esta
práctica termine.
Se levanta y avanza con paso seguro hacia el espacio abierto frente al estrado
falso del jurado. Extiende una mano hacia Randall.
—¿Con el permiso de la corte? ¿Abogada opositora? —La otra mano flota
hacia mí—. Mujeres y hombres del jurado. En nombre de mi cliente y mi abogado
adjunto, le agradecemos su tiempo. El derecho a un juicio por jurado es tan
fundamental para este país como poseer un arma de fuego o el derecho a votar o el
derecho a practicar la propia religión. Está en las enmiendas 6ª y 7ª de la
Constitución. Al sentarse aquí hoy, están defendiendo el mismo documento que
creó este país.
Su referencia a la Constitución es inteligente. Escribo una nota para
asegurarme que la incluya todo el tiempo. Heather procede a decirle a la sala llena
de estudiantes cansados exactamente por qué su cliente fue víctima de una
corporación insensible que busca ganancias por encima de la seguridad.
264 Su voz rica, sin prisas, teje la historia de un trabajador duro, aprovechado por
un producto mal diseñado que inevitablemente iba a lastimar a alguien. En este
caso, ese alguien era nuestro cliente.
Al final, estamos sentados allí con la boca abierta, y yo, pretendiendo ser el
abogado del fabricante, quiero ponerme a sus pies y pedir perdón.
Después de su último agradecimiento, toda la habitación se queda en silencio
hasta que Randall lanza un asombrado.
—Demonios.
Y lo sigue repitiendo mientras nuestros compañeros de equipo saltan de sus
asientos y se apresuran a Heather. Aplauden, sonríen y la abrazan. Cada error que
ha cometido, cada palabra insultante que ha dicho, todo está olvidado.
Y ver a todo mi equipo abrazarla me hace sentir peor que cuando pensé que
íbamos a enviar otro equipo perdedor a las regionales.
Tal vez he sido muy dura con Ace.
—¿Qué? —demanda Heather—. ¿Por qué me miras así? ¿Lo volví a joder?
—No. Todo fue perfecto. —Y así fue. Todos actuaron impecablemente.
Heather recordó pedir permiso a la corte. No lancé ninguna pregunta directa.
Todos los testigos parecían inteligentes o vulnerables o, en el caso de Emily,
ambos.
—Está conmocionada —bromea Randall—. ¿Quieres volver a repasarlo?
—No. —Quedan treinta minutos en nuestro tiempo de práctica, pero quiero
irme con una nota alta—. Vamos a terminar temprano.
El equipo grita de alegría. Incluso Randall, que normalmente quiere quedarse
más tiempo, está emocionado. Se inclina para darme un rápido abrazo de
despedida y le da a Heather un beso en la mejilla. Ella lo aleja y pronto estamos
solas.
—¿Necesitas algo? —pregunto mientras reúno los materiales. Evidentemente,
quiere hablar y si alguna vez hubo un momento en que no quisiera lidiar con la
mierda de Heather, sería ahora.
Estoy emocionalmente agotada. Como que solo quiero volver a mi
departamento, cubrirme la cabeza con una almohada y llorar durante unas horas,
como lo he hecho casi todas las noches desde que rompí con Matt.
—Sí. Quiero saber qué hice mal esta noche. No me has dicho más de dos
palabras. Quiero saber si lo estoy jodiendo. —Alza su mentón agresivamente,
como si se estuviera preparando físicamente para que le pegue un puñetazo en la
barbilla.
265
—No lo estás jodiendo.
—Sé que no establecí ese interrogatorio bien. Que no conseguí que admitiera
que estaba bajo juramento antes de pedirle que leyera la declaración.
—Sí, está bien, sin embargo. Eso es un pequeño error. ¿Quieres revisarlo
ahora mismo? —Saco la declaración.
Heather la toma de mi mano y la pone detrás de ella.
—No, quiero saber por qué no me dijiste esa mierda durante la práctica. Lo
habrías hecho otra noche.
—Estabas en la rutina, y no tenía sentido interrumpirte. —Decido que
Heather puede conservar esa copia. Puedo imprimir una nueva. Meto todo lo
demás en mi mochila, pero antes que pueda cerrarla, la mano de Heather se
extiende y me arranca la bolsa de la mano.
—Algo está mal. —Si fuera otra persona, diría que había preocupación en su
voz. Pero es Heather. A pesar de algunas pruebas de lo contrario, Heather se centra
solo en ella misma. De alguna manera, realmente admiro eso. Es una estudiante de
segundo año, un año más joven que yo, pero tiene el impulso, la determinación y
la dirección que le falta a las personas diez años mayores.
Tomó el bolso, pero lo empuja debajo del escritorio y planta su trasero en el
asiento. Tendré que arrastrarme debajo de ella para conseguirlo, lo que suena tan
atractivo como correr desnuda frente al Patio de Recreo.
Pierdo los estribos.
—Durante las últimas diez semanas, me has tratado como una molestia en el
mejor de los casos y como un demonio que te odia en el peor. Cada vez que he
dado una sugerencia sobre cómo mejorar, me has gritado. ¿Ahora quieres que
confíe en ti?
Heather mueve su mano con desdén, como si las últimas semanas de
polémica no hubieran sucedido.
—No quiero ser tu amiga, pero quiero ganar esta competencia, y sé que si no
estás al cien por ciento, no vamos a ganar, así que si hablarlo va a ayudarte a sacar
la cabeza del culo, entonces soy toda oídos.
—Cielos, Heather, con ese tipo de invitación, no sé por qué no te expongo
todo mi drama emocional —le dije con sarcasmo.
—¡Ajá! Entonces algo está mal —dice como si hubiera ganado algo. ¿Pero no
266 es así? Negué que algo estuviera mal. Siguió presionando hasta que perdí la calma.
No puedo contener mi risa de sorpresa.
—¿Ajá? Sí, señora Perry Mason, ese fue un interrogatorio bastante perfecto.
Heather se sonroja.
—Estoy agarrándole el truco a la cosa, ¿no?
—Sí. Sí, así es —estoy de acuerdo—. Por eso no te corregí a pesar que no le
preguntaste a Emily si estaba bajo juramento en el momento de su deposición tal
como estaba bajo juramento ahora.
—Ahh, esa es la frase. —Heather chasquea los dedos—. Pido acercarme al
testigo, espero el permiso y luego le pregunto a la testigo si cuando testificó
previamente estaba bajo juramento.
—Correcto. De esa forma lograrás que ella reconozca sutilmente que estaba
mintiendo entonces o mintiendo ahora.
—¿Y cuántos puntos obtengo por acusar al testigo? —pregunta.
—Al menos un punto completo, y ellos perderán puntos, así que es un
ganar/ganar para nosotros.
—¿Eso pasa a menudo?
—Raramente.
—Demonios. —Hace un mohín.
—En el lado positivo, ya sabes cómo hacerlo ahora. —Extiendo mi mano—.
¿Puedo recuperar mi bolso?
—No. No hasta que me hayas dicho lo que está mal.
—Puedo pelear por el bolso.
—Pero no lo harás porque crees en ser paciente y amable. —Toca la mochila
con la base de su pie.
—No me gustas mucho en este momento. —La miro con frustración. Heather
no se ve afectada por mi creciente irritación.
—Como si eso fuera diferente de cualquier otro momento.
Oh infiernos, por qué no. Me quito el abrigo y me siento frente a ella.
—Recuerdas a Matty, ¿verdad? —Había venido a algunas prácticas.
—¿Sufrí amnesia? Por supuesto, recuerdo al follador.
Me levanto.
—Hemos terminado ahora.
267
—No, vamos, siéntate —suplica Heather—. Sé que soy mala en esto. Dame
otra oportunidad. —No me muevo—. Por favor —dice.
—¿Qué sucede contigo?
Heather se encoge de hombros.
—No lo sé. No tengo filtro. Mi padre no se anda con tonterías, y no tolera
ningún filtro en casa, así que soy una perra. —Se ríe, pero es una risa amarga—.
Pero lo irónico es que él sale con estos... bebés, que hablan como bebés y actúan
como bebés y todo lo que sale de sus bocas es falso e infantil, pero es a mí la que
odia. Estoy haciendo todo esto para demostrarle que soy exactamente lo que hizo
de mí.
Jesús, eso sonó horrible. Me siento.
—Así que es un problema de chicos —reflexiona.
Asiento lentamente.
—Sí. Es un problema de chicos. —Hace un movimiento sinuoso con la mano.
Suspiro—. Tengo un amigo y estaba enojado porque había estado viendo a Matty.
Interrumpe.
—¿Podemos tener nombres o marcas de identificación?
—¿Marcas de identificación? —consulto.
—Sí, como este tipo con el que dormí tenía un lunar en el cuello, así que lo
llamaría Spot y este otro con el que dormí tenía una cabeza cuadrada, así que lo
llamaría Frank.
—¿Abreviatura de Frankenstein? —supongo.
—Exactamente. ¿Entonces tienes a Matt y a quién?
—JR. O Ace. Todos lo llaman Ace. Ace y yo hemos sido amigos por mucho
tiempo. Y solo mencionó la acusación de la zona de amigos cuando se enteró que
he estado durmiendo con Matty. Pero Matty aparentemente no puede mantener
sus manos para sí mismo. Ace tomó fotos de Matty estando borracho y
manoseándose con otra chica.
La última acusación es un poco injusta para Matty, pero hay algo de verdad
en eso. No confío en él. Realmente nunca lo hice, mirando hacia atrás. Cuando dijo
que se estaba enamorando de mí, tuve demasiado miedo de darle la misma
respuesta a cambio, aunque sabía que estaba bajo su hechizo desde el momento en
que me arrojó el paquete de aspirinas.
Aun así, sé que no me engañó, y aunque no está aquí, me siento impulsada a
aclarar las cosas.
268
—Está bien, eso no es justo. No me engañó. Estaba borracho y otra chica lo
besó. Se tomaron fotos y me sentí como una tonta cuando las vi.
Inclina la cabeza hacia un lado y luego hacia el otro, como evaluando la
calidad de mi razonamiento.
—¿Estás diciendo que no te respetó?
Lo pienso.
—No. Es realmente su vida. Es súper atractivo. Literalmente es uno de esos
tipos que todo hombre quiere ser y con los que toda mujer quiere estar. Cuando
sale a un bar, las mujeres caen sobre él. E incluso si les dice que está
comprometido, todavía se pegan contra él, con la esperanza de convencerlo de lo
contrario.
—¿Cómo es ese su problema? Quiero decir, aparte que puede hacer un mejor
trabajo al proyectar su estado de “comprometido”.
Niego.
—No es su problema —admito—. Es mío. Le dije que era mi problema.
—Entonces no rompiste con él por nada de lo que hizo. Terminaste con él
porque eres débil. —Heather me pone de rodillas con unas pocas palabras
objetivas.
Pero no está equivocada.
—Sí.
Se encoge de hombros de forma dramática.
—Entonces eres débil. Al menos lo admites.
Es la descripción más fea que alguna vez me haya aplicado, pero no puedo
descartarla. Es la verdad. No creía en mí más de lo que no creía en Matty.
—Tu falta de confianza es el por qué no puedes hacer un cierre. Lo sabes,
¿verdad? —dice.
—Sí, lo sé. —No puedo cerrar porque mi garganta se cierra—. Es una versión
del miedo escénico.
—Lo que podrías vencer si realmente crees un poco en ti. Aprende de mí. Si
no crees en ti, nadie lo hará. ¿Crees que estoy parada aquí porque mi papá es un
gran defensor? Diablos no. Quería que me casara con uno de sus socios menores.
—Mi boca se abre en estado de conmoción—. Sí, tu héroe, Paul Bell, es un
verdadero misógino idiota. Entonces, si hiciera lo que mi padre siempre quiso,
estaría casada, con dos hijos, sin educación, preguntándome con qué collar de
269 perlas me ahogaría antes que mi esposo llegue a casa oliendo a su secretaria. Creo
que soy mejor que eso. Mejor que la mayoría de la gente, francamente.
Alcanza debajo de la silla y saca mi mochila.
—Serías mucho mejor en todo si dijeras, “A la mierda lo que alguien más
piense de mí”, y simplemente hicieras lo que te dé la gana.
—No funciono de esa manera. —Las palabras suenan como tonterías
mojigatas en el momento en que salen de mi boca—. Joder, está bien. —Froto las
dos manos en mi rostro, pero el desprecio en la expresión de Heather no cambia—.
Sé que carezco de confianza y es por eso que no hago los cierres. Me atengo a las
cosas en las que soy buena. Eso no es ser cobarde.
—¿Entonces, saber que eres una gallina de mierda es una buena excusa?
Prefiero arruinar algo y seguir intentando que simplemente renunciar.
Me descontrolo. Me pongo de pie y la señalo con un dedo acusador.
—No soy una desertora. Me quedé con este equipo incluso después de
estrellarme y quemarme. Nunca renuncié a nadie.
—¿Oh en serio? Apuesto a que Matty no estaría de acuerdo. —Arroja la
mochila a mi pecho.
MATTY
No estoy muy orgulloso de cómo me manejé con Luce, pero ¿qué se supone
que debe hacer un tipo después de dejar al descubierto su corazón y que la chica lo
pisotee con sus tacones afilados y puntiagudos? Me dijo que no me quería y estaba
cansado de intentar convencerla de lo contrario.
No soy un masoquista. No quiero el dolor sin recompensa. Cristo, estoy
empezando a pensar como ella.
En el pasado, cada vez que he tenido estrés en mi vida, lo he superado con el
alcohol, la hierba y chicas. Durante la temporada, es casi exclusivamente chicas
debido a las pruebas aleatorias de drogas, y porque a diferencia de Hammer y Ace,
no puedo beber como un tonto y aun así levantarme al día siguiente y hacer
270
cincuenta flexiones sin vomitar a la mitad del equipo.
Aprendí esa lección el primer año.
Entonces eso es lo que hago de nuevo. Parece el antídoto perfecto después de
que me digan que no valgo el tiempo de una chica neurótica.
Hammer y yo paseamos por los bares de la ciudad, alejándonos del Gas
Station, con la inestable premisa que estoy cansado de las estudiantes de Western.
Hammer sabiamente no dice nada mientras escojo y descarto mujer tras mujer.
He montado esta atracción del parque de diversiones durante tres años y la
emoción se ha ido por completo. No es solo que mi polla esté muerta en mis
pantalones, sino que ni siquiera puedo hacer sonreír a estas mujeres bonitas.
—Si sigues gruñendo a estas damas, no puedo salir más contigo —declara
Hammer—. Eres un compañero de mierda y tus habilidades conversacionales son
deficientes. Me divertiría más con una papa.
—Sí, sí —murmuro y bebo otro trago.
Hammer me mira con precaución.
—Es posible que desees reducir la velocidad allí, hermano. Ese es el cuarto
trago que tienes en menos de dos minutos.
Giro el vaso vacío en mi mano, preguntándome cómo mi vida perfecta se fue
a la mierda en menos de dos meses.
—¿Preocupado de que vomite tus zapatos nuevos? Prometo que lo guardaré
para toda la línea ofensiva mañana.
—No, estoy preocupado por tu hígado. Has bebido lo suficiente la semana
pasada para pasar del encurtido a la momificación. —Hace un gesto al cantinero,
que se acerca rápidamente. Es un fan. Tantos admiradores aquí. Y ¿la única
persona que quiero sea fan? No lo es, por supuesto. Porque así es como la vida
aparentemente funciona para mí ahora.
El equipo que amo está en ruinas. No podemos trabajar al mismo tiempo
ahora porque la mitad de nosotros odia a la otra mitad.
La chica que pensé que amaba arrojó mi declaración, algo que nunca le había
dicho a ninguna mujer que no fuera mi mamá, en mi cara.
Mi racha de semestres académicos All-American podría estar en peligro
porque no puedo concentrarme una mierda. Y porque estoy demasiado resacoso
para arrastrarme a clase. En enero, los profesores fueron indulgentes. Acabábamos
de ganar el título nacional. ¿En marzo? Aparentemente les importa si te presentas
271 treinta minutos tarde a una conferencia de cincuenta minutos.
Estos últimos meses me han mostrado una cosa. El éxito es fugaz. Disfrútalo
mientras puedas.
Un vaso de agua aparece como magia frente a mí. Miro hacia arriba con el
ceño fruncido.
—Esto no es alcohol.
Hammer me palmea la espalda lo suficientemente fuerte como para que mi
pecho choque contra el borde de la barra de caoba.
—Hijo de puta, eso dolió. —Me masajeo el pecho, deseando que el dolor en el
interior pudiera ser tan fácilmente borrado.
—Bueno. Me preocupaba que estuvieras demasiado entumecido por esto. —
Alarga la mano y me da una palmada en la cara. No es un golpe duro. Mi cabeza
apenas se mueve cuando hace contacto, ¿pero el impacto? ¿El sonido de carne
golpeando carne? Salto, olvidando momentáneamente dónde estoy y quién acaba
de golpearme. Mis puños se levantan por instinto. Definitivamente, lucha al cien
por cien.
Lanzo un golpe, y entonces una sensación o Dios o algo me atraviesa y me
detengo a centímetros del rostro sin remordimientos de Hammer.
Dejo caer mi brazo a mi lado.
—¿Qué demonios?
—Tienes que despertar —dice simplemente.
—No tengo ni puta idea de lo que estás hablando. —Me vuelvo a deslizar en
el taburete de la barra y aprieto el vaso de agua entre mis manos, así tengo algo
que hacer aparte de noquear a Hammer. Uno de mis mejores amigos. Dejo caer mi
cabeza. ¿Qué está mal conmigo?
—¿No has tenido suficiente? —Hammer se estira y toca los bordes de todos
mis vasos vacíos. Los once de ellos. Los bebí dos segundos después de ordenarlos,
el tercero para cuando Hammer ordenó su bebida y luego cuatro más en rápida
sucesión. No estaba pagando por ellos. Seguían apareciendo frente a mí como una
versión de dibujos animados de tragos donde no hay fondo para el alcohol y los
vasos se multiplican mágicamente. Entonces me los bebí.
—No lo sé. ¿Por qué no me pasas el que está al final lleno y veremos si aún
estoy en posición vertical? —Indiqué hacia el final de la fila.
—¿Beber realmente te hace sentir mejor? Porque hemos bebido todas las
noches esta semana y estoy empezando a sentirme sobrecargado. Algo así como
que tus pantalones están demasiado apretados justo cuando el segundo juego de la
272 NFL comienza el día de acción de gracias.
—¿Debido a que tengo un pene, no se me permite estar triste por algo? —
espeto. Alguien comienza a tocar Aleluya de Buckley, el más triste lamento acerca
de cómo el amor puede dejarte roto y frío. Genial. Agarro el último vaso de
chupito y me bebo el contenido. Mi garganta está tan entumecida que ni siquiera
puedo sentir el ardor mientras el licor se desliza por mi garganta. Voy a tener que
cambiar a whisky.
—No estás triste. Te sientes mal contigo mismo. Estás abatido como si alguien
se llevara tu fútbol. En el campo, eres increíble, Matty, pero ¿fuera de él? Estás
dejando que todo se desmorone. No sé exactamente qué sucedió entre ustedes dos,
pero puedo adivinar. Y ella puede ser una perra fría como una piedra y estarás
mejor lejos de ella. Pero en algún momento, tienes que ponerte de pie y trabajar
por algo fuera del campo.
Se pasa una mano por el rostro.
—No sé por qué estoy tratando de tener una conversación contigo.
Es la desilusión en su voz la que finalmente penetra mi grueso y tonto cráneo.
—El fútbol te devuelve lo que le das. El resto, como dice Buckley. —Agito mi
mano en la dirección general de lo que creo que podría ser la máquina de discos,
aunque también podría tratarse de un montón de cajas de botellas de cerveza
vacías inundadas de neón—. El amor simplemente te arruina.
—Tonterías.
—¿Qué?
Este es Hammer. Quien ama el fútbol. Cuyo vestuario completo consiste en
camisetas de los Warriors, pantalones cortos y equipo de entrenamiento. Él sangra
azul y dorado. Golpeo mi mano contra mi oreja. Acaba de llamar tonterías a lo
único real y confiable de nuestras vidas, el fútbol lo es todo.
—Ambos sabemos que no voy a ser profesional. La mayoría de los
muchachos que juegan en Western ni siquiera llegarán a oler el césped en un
estadio profesional a menos que paguen por estar allí. Es por eso que tomé este
trabajo escribiendo artículos para una revista para mujeres. Piensas que es gracioso
como el infierno, pero esto me va a dar un buen trabajo cuando me gradúe.
Hammer agarra mi hombro y me obliga a mirarlo.
—¿Esto con Ace? Ya no se trata de ganar. Es si vamos a disfrutar jugando
juntos. Matty, joder, este es nuestro último año. No quiero salir preguntándome
273 qué pasaría si y lamentando el tiempo que desperdicié. Incluso si no ganamos otro
título, aún quiero saber que di todo lo que tenía porque estaba jugando con los
mejores hijos de puta del mundo. No me gusta decir esto, pero necesitas una
llamada de atención. ¿Es posible que ella tuviera una razón para dejar tu culo?
No eres un buen riesgo.
Ella lo sabía desde el principio, y me había reído. Porque en el campo, soy tan
confiable como se puede ser. Fuera de él, rehuí cualquier cosa cercana a la
responsabilidad. No es que me moleste un desafío. Los desafíos son divertidos.
Pero conquistar un desafío no es lo mismo que empujar a un par de pueblerinos y
meterse en las trincheras en un lio desordenado, sucio e incómodo.
La noche que sacamos a Lucious, me emborraché en lugar de seguir mis
propias reglas de no beber, y nada de chicas.
No estaba pensando en Luce esa noche. Estaba pensando en mí mismo.
Era un buen amante porque se reflejaba bien en mí.
Seguí a Luce porque fue divertido, para mí.
Siempre ha sido sobre mí. Incluso cuando rompió conmigo, no vi las cosas
desde su punto de vista.
Estábamos incluso en este antro aleatorio a treinta y dos kilómetros del
campus porque no quería estar cerca de Luce.
Me siento enfermo, y no es por el licor. El ácido del desprecio se mezcla con
todo ese alcohol, y puedo sentirlo subir.
—Necesito el baño. ¿Dónde está?
Hammer evalúa la situación de inmediato y comienza a arrastrarme entre la
multitud. La gente se dispersa tras su forma de noventa kilos hasta que mi culo
borracho está en el baño. Vomité los tragos que había estado bebiendo desde que
llegué, como si estuviera participando en algún concurso barato de las vacaciones
de primavera. El tipo que bebe más en dos minutos obtiene una jarra de cerveza
gratis y una tarjeta con el número local de ambulancias.
Me limpio el rostro con papel higiénico. Enjuago tres veces y luego sumerjo
mi cabeza en el lavabo. Después de lavar cualquier residuo y con suerte algunas de
mis tonterías, tomo un puñado de toallas de papel y las paso por mi cabello.
—¿Qué quieres hacer?
—¿Yo? —Hammer se señala.
—Sí, hemos estado haciendo mi mierda toda la semana. ¿Qué quieres tú?
Reflexiona sobre esto.
274 —Hay una pelirroja que ha estado follándome con la mirada. No me
importaría hacerlo con ella.
Está bien.
—¿Aquí o en casa?
—Aquí. Definitivamente aquí.
Así es como me encuentro sentado en el lúgubre bar, alejando a la gente del
baño de hombres durante treinta minutos mientras Hammer y la pelirroja
disfrutan de un interludio enérgico y, a veces, ruidoso.

A la mañana siguiente, recibimos algunas noticias desagradables. Debido a


nuestra incapacidad para llevarnos bien, de acuerdo con el entrenador Lowe,
estamos saliendo para un “retiro”. Nos envían a casa para empacar nuestras
maletas, lo que significa que no puedo ir a la casa de Luce como necesito. Como
quiero.
Me debato si enviarle un mensaje de texto, pero ese es un movimiento de
clase baja y uno que no tiene muchas posibilidades de éxito de todos modos. Por
teléfono, a través de un mensaje de texto, es fácil ignorarme.
Si me voy a disculpar, necesito hacerlo en persona.
La tensión en el camerino es alta a medida que reunimos nuestra mierda. Los
jugadores están cantando el uno al otro y no de una manera divertida, amigable y
de broma. Fozzy le dice a Darryl que es más lento que la melaza en el bloqueo y
pregunta sarcásticamente si Carter Hunt, el nuevo estudiante de primer año, va a
reemplazarlo. Los dos se meten en una pelea justo delante de Ace, quien se reclina
y observa la interacción como si fuera una maldita comedia.
El equipo se está cayendo a pedazos.
Sí, es verdad. Y Ace no va a salvarlo. Masters ya no está aquí. Entonces soy yo
o nadie. Hammer lanza una mirada que dice qué vas a hacer con este lío. Hago una
mueca porque una vez que me levante, eso significa que no puedo derribar a Ace
en la pequeña bola de polvo a la que debería verse reducido.
La responsabilidad apesta bastante, y es por eso que probablemente la evité
por tanto tiempo.
275
Lanzando una última mirada molesta en dirección a Hammer, quien me
enseña dos irritantes pulgares arriba, me levanto y camino hacia donde Fuzzy y
Darryl tienen sus brazos entrelazados como dos luchadores en un combate de la
WWE. Solo necesitamos que Bish venga volando con una silla.
—¿Ustedes dos piensan que esta es una clase de baile? —grito. La cabeza de
Darryl se da vuelta porque no está acostumbrado a esto de mí. Fozzy intenta
aprovechar la falta de atención de Darryl, pero soy capaz de separarlos—. Estoy
harto y cansado de que todos peleen por esto. Somos un maldito equipo. Actuemos
como tal. —Me vuelvo hacia Ace—. Hermano, lo siento. Lo que pasa contigo
apesta. Pero estás equivocado. Nunca le dije al entrenador que creyera que
deberías ser cualquier cosa menos nuestro mariscal de campo. Pero no importa. No
importa lo que diga. Lo que haga. —Me pregunto cuántas personas sabrán que
estoy hablando más que de fútbol—. El entrenador ha pasado página. Podemos
luchar entre nosotros o luchar juntos. La primera opción significa que ponemos
huevos en el campo. Perdemos y perdemos y perdemos. No me va a gustar mucho,
y tampoco creo que a ninguno de ustedes le gustará.
»La segunda significa dejar de lado nuestros sentimientos sobre lo que está
pasando con Ace y seguir adelante. No tenemos idea de cómo será Remington
Barr. Quizás apeste. Todos sabemos de estrellas de secundaria eliminados en la
universidad porque todos los que conocen en el campo eran estrellas de
secundaria. Tal vez sea increíble. No lo sé. Para veinte de nosotros, la próxima
temporada es la última. Podemos mirar hacia atrás como una temporada perdida,
avergonzados por cómo salimos, o podemos mirar hacia atrás con... —Busco la
palabra correcta.
—Alegría —ofrece Hammer.
—Sí, alegría. Gracias, hombre. —Chocamos los puños.
Me guiña un ojo y me saluda con el pulgar hacia arriba.
Me acerco a Ace. Ninguno de estos tipos sabe cómo me ofendió, pero hay un
extraño parentesco entre nosotros, creado por el hecho de que Luce nos rompió el
corazón.
—Te perdono, hermano. —Los ojos de Ace se ensanchan con sorpresa
mientras mira mi mano extendida. La extiendo aún más—. Por el bien de este
equipo, te perdono.
La mano de Ace se levanta lentamente, como si realmente no quisiera
estrecharme la mano, pero algo profundo y decente dentro de él, lo que fuera que
Luce llamaba “amigo” durante todos esos años, la levanta, centímetro a
276 centímetro, hasta que la palma está contra la mía. Nuestro apretón de manos es
breve. Nunca seremos amigos, pero la triste verdad es que Luce tenía razón.
Nadie forzó todos esos tragos por mi garganta. No tenía que emborracharme
tanto. No tenía que estar de pie tan cerca que podía sentir la línea de la ropa
interior de la chica presionar contra mi pierna vestida con vaqueros.
Si hubiera visto a Luce besando a un tipo, sus ojos vidriosos con alcohol, y
sus brazos alrededor de su cuerpo, me habría enfurecido. Y tal vez si hubiera
tenido el mismo pasado que el suyo, los mismos miedos, también habría
terminado.
Así que perdono a Ace por quemar el cordón que nos unía a Luce y a mí
porque yo encendí el fósforo.
Dejo a Ace entonces, me dirijo a Fozzy y le tiendo mi mano. La jala y me
levanta en sus brazos.
—Te amo, hermano —grita. Mis oídos pitan por horas. Hay una ronda de
apretones de manos y palmadas rompe huesos en la espalda e incluso algunos
abrazos más antes que volvamos a lo básico del fútbol: La fuerza y el
acondicionamiento.
En el viaje hasta el hotel en un pueblito en Illinois, a una hora al oeste de
Chicago, Hammer me molesta con preguntas sobre Luce. Dice que es porque está
preocupado. En privado, creo que está investigando para otro artículo.
—¿Cómo vas a abordar esto? Como, ¿vas a pedir perdón primero o vas a
hacer que ella lo diga?
—¿Qué crees que debería hacer? —Paro porque no tengo ni puta idea de qué
hacer. Nunca he estado en esta situación antes: Persiguiendo a una chica que me ha
rechazado más veces de lo que dijo que sí.
—¿Qué quiere ella?
—Joder si lo sé.
—Entonces no la estás recuperando.
Gracias por nada Hammer.
—Le dije que la amaba.
—Ahí está tu problema.
—¿Cuál es mi problema?
—Tu cinturón debe coincidir con tus zapatos —dice Hammer.
—¿Qué diablos significa eso? —Me detengo y pongo mis manos en mis
caderas.
277 —Significa que tus acciones deben alinearse con tus palabras. Tienes que
hacer cosas amorosas si lo dices en serio.
—¿Lo leíste en tu revista de mujeres? —pregunto sospechosamente.
—No. —Se anima— ¿Crees que es un artículo que debería sugerir? ¿Las diez
mejores maneras de demostrarle que la amas?
Mis labios se levantan en una media sonrisa.
—Sí, ese es probablemente un artículo bastante bueno.
—Mierda, debería haberlo escrito para el día de San Valentín en lugar de “las
mejores maneras de dar una mamada el día de San Valentín”. —Hammer me da
una fuerte palmada en la espalda—. No te preocupes. Sé que la recuperarás.
Y la fe de Hammer en mí realmente me llena de alivio. Voy a arreglar esto. Lo
hice con el equipo, y puedo hacerlo con ella también.
El fracaso no es una opción aquí.
LUCY
—Siento un resfriado llegando —dice Heather ominosamente mientras se
detiene en el estacionamiento del hotel después de la cena. A pesar que odia a su
viejo, no le molestan las cosas que le compra. El Mercedes coupé es tan lujoso que
casi lloré cuando tomé asiento la primera vez.
—Dile al resfriado que se mantenga lejos. Cree y se irá, Heather.
—Te burlas, pero en el fondo sabes que tengo razón. Fuimos increíbles hoy.
Fuimos increíbles hoy. Hemos estado increíbles todo el fin de semana y ahora
nos queda un solo enfrentamiento antes que podamos coronarnos como
campeones regionales del Medio Oeste y reclamar nuestro lugar en el torneo
278 nacional el próximo mes.
—Fuimos bastante geniales —admito. Giro mi cuello de un hombro al otro. A
pesar de nuestras victorias, todavía estoy tensa. Habrías pensado que estaría
eufórica ahora, pero no lo estoy.
Heather estaciona el auto y luego baja el espejo para inspeccionar su rostro.
—¿Me veo pálida? —Se vuelve hacia mí.
—No, pero si no te sientes bien, deberías acostarte.
—Me siento enferma.
—Se llaman nervios —le explico con ironía. Es algo alentador que Heather
tenga algo. Durante un tiempo, sentí como si fuera impermeable, una cáscara
endurecida construida como una defensa contra el descuido negligente de su
padre—. Mañana es la ronda final del campeonato, y estás sintiendo lo que los
plebeyos llaman ansiedad.
—Podría ser. —Parece dudosa—. Creo que deberíamos hacer algo para
realmente prepararnos para el gran encuentro.
—¿Acabas de decir que sentías venir un resfrío? ¿No debería ser suficiente
una buena noche de descanso? —Ya sonaba como una madre de cincuenta años.
Debería haber comprado un par de plantillas ortopédicas en la farmacia junto con
algunos medicamentos para la menopausia.
—No, porque estamos en Chicago, duh. O... —Chasquea los dedos y sonríe
brillantemente, casi malvada. Estrecho mis ojos con sospecha—. Podríamos hacer
un viaje por carretera.
Sé de inmediato de lo que está hablando.
—No.
—Escuché que cierto equipo de fútbol tiene un retiro a una hora de distancia.
—No. —Excepto que esta vez mi “no”, no es tan firme porque extraño mucho
a Matty. Quiero verlo, pero pensé que sacaría el torneo del camino y luego me
arrodillaría a sus pies y le rogaría que me aceptara de nuevo.
No estoy segura de cómo sería recibida, y no quería sufrir un aplastante “no”
justo antes que comenzara la competencia. Si me falta confianza, esa no sería la
forma de obtener más.
Pero, como Heather sabe, porque Hammer me esperó fuera de nuestra última
práctica, ¿todos conocen mi agenda?, Hammer cree que Matt me perdonaría en un
abrir y cerrar de ojos. Desde entonces, Hammer me ha estado enviando mensajes
de texto.
279 Hammer: Matty es un buen tipo.
Hammer: Yo estaba allí. Él no tocó a esas chicas.
Y
Hammer: Luuuucy. No digo que te extraña, pero si no vienes pronto, se convertirá
en un encurtido.
¿Encurtido? Supongo que eso se debe al consumo excesivo de alcohol. Pero
independientemente de su estado en conserva, Matt no me envió un mensaje de
texto ni una vez. O llamó. O apareció en cualquier lugar donde se haya presentado
antes. Incluso Keith lo notó en el Brew House, preguntando dónde estaba el
esquipo de atletas. Fingí que estaba demasiado ocupada haciendo ángeles de
espuma para responder.
—Vamos, Luce —insiste—. Sabes que quieres. Además, volver a estar con
Matty te haría elevarte mañana.
—Elevarse no es una cosa. Elevarse es lo que le sucede a tu cerebro en un
éxtasis de calidad, no de enfrentar a su ex.
—Hammer es su mejor amigo. No te enviaría mensajes de texto si no creyera
que tienes una oportunidad.
—Quizás Hammer está planeando una estrategia y esta es la venganza de
Matt. Hacerme aparecer y luego enfrentarme a una orgía completa en la sala de
estar. Hammer salta, “¡Sorpresa, perra! Nadie aquí realmente te echa de menos,
pero si quieres un pedazo de Matty, puedes hacer fila detrás de la perra número
dos”.
Heather sofoca una carcajada.
—¿Siempre saltas a los peores escenarios?
Probablemente. Eso es lo que haces cuando toda tu vida es una evaluación de
riesgos tras otra.
—Incluso si quisiera ir, estoy segura que es algo cerrado, solo para jugadores.
Solo hacen estos retiros cuando hay problemas reales y quieren que todos sigan el
mismo camino.
—Me pregunto si hay alguien en tu lista de contactos que pueda ayudarte.
Pensemos, mmm. —Toca la esquina de su boca con fingida consideración.
—No voy a llamar a Ace.
—Hmmm.
—O Matty.
—Mmmmhmmm.
280
—Esto es totalmente irresponsable —digo mientras saco mi teléfono.
—Mmmm.
Yo: Hammer, es Lucy Watson. Estoy a una hora de distancia. ¿Me vería Matty?
Hammer responde antes que Heather pueda tararear de nuevo. Gracia al
jodido Dios. Estaba buscando en Google “cómo realizar una intervención”, y esa mierda no
suena nada divertida. Cero diversión, Lucy.
Yo: ¿Qué hay de sus entrenadores?
Hammer: Trae tu culo aquí. Me preocuparé por los entrenadores.
Miro el teléfono por un minuto mientras Heather marca el ritmo de "Can’t
Hardly Wait de The Replacements.
—Entonces, ¿vamos o estamos pasando esta noche deseando estar en otro
lado? —pregunta con impaciencia.
Puse el teléfono boca abajo.
—Vamos.
Enciende el motor y sale del estacionamiento.
—¿No te gustaría que fuera verano y tuviéramos un convertible? —dice
Heather mientras acelera hacia Matty.
—¿Y usáramos bufandas y Brad Pitt estaría sin camisa en la parte posterior y
luego conduciríamos hacia el acantilado y moriríamos? —agrego sarcásticamente.
—Te entendí hasta el acantilado.

—¿Lucy? —La expresión de Matty es de sorpresa y no la de júbilo de has


alegrado mi semana, sino más de qué demonios estás haciendo aquí.
—Estoy… —Aquí para disculparme, para admitir que reaccioné de manera
exagerada y que estoy tratando de tomar todos los riesgos que sigo diciendo que tomaré pero
nunca lo hago, pero ya me siento tan vulnerable y estúpida escondida en su
armario, no puedo obligarme a decir nada de esas cosas emotivas. Me conformé
con—: Estoy aquí para verte.
—Es una práctica cerrada —dice. La práctica no es lo único que está cerrado.
Su rostro es una pared sólida de nada. No puedo leer si está contento de verme,
enojado o molesto, pero estoy cansada de esconderme bajo las perchas del armario.
281 Gesticulo detrás de él.
—¿Te importaría dejarme salir?
Se hace a un lado, pero no cambia su expresión. Salgo del armario con la
mayor dignidad posible. La pequeña habitación de hotel no me ofrece muchas
opciones, pero estoy demasiado insegura de mi bienvenida para sentarme en su
cama y temer lo que pensará si me siento en la cama de Ace. No puedo creer que
los dos estén siendo forzados a estar juntos.
Opto por la pequeña e incómoda silla de escritorio.
—¿Te importa si me siento?
Exhala lentamente, y mi corazón da un vuelco infelizmente mientras
reflexiona sobre mi pedido. No está seguro si quiere que esté aquí el tiempo
suficiente para que me siente. Planto mi culo de todos modos.
—En mi cabeza, esto iba mucho más fácil —ofrezco.
—¿Cómo?
—Mmm, supongo que alzo mis brazos y digo “sorpresa”, y dices, “Ricitos,
eres un espectáculo para la vista”, y luego respondo con “tú también”. Después
que dejamos esos incómodos, saludos triviales fuera del camino, me tomas en tus
brazos y me das un beso de estrella de cine. Pretendemos que llueve y que estamos
al final de una película de Nicholas Sparks y juras tu devoción eterna.
—Según mi madre, todo el mundo muere al final de una película de Sparks,
por lo que mi devoción parece ser de corta duración.
—Es cierto, pero el amor prometido es eterno, por lo que incluso después que
los latidos cedan, la devoción perdura.
Juro que veo que sus labios se contraen, pero se tranquiliza rápidamente y
responde:
—Creo que tienes mucha devoción eterna en tus inmediaciones.
—¿Esto es sobre Ace? —pregunto.
No responde directamente la pregunta.
—¿Dónde está mi maravilloso compañero de habitación? y ¿sabe que estás
aquí?
El rostro de Ace estaba congelado cuando Jack y Hammer le presentaron el
trato. Dejó con un manotazo la llave en la mano de Jack y se fue. Incómodo es una
subestimación, pero si quiero a Matty, y lo hago, entonces enfrentar las miradas
heladas de Ace va a ser algo con lo que tendré que lidiar.
—Está con Jack y sí, ¿cómo crees que entré aquí?
282
Matty levanta sus cejas y todas las otras veces que ha regresado a la
habitación de un hotel con una chica desnuda corren por mi cabeza.
—No respondas eso. —Me apresuro y coloco mis dedos contra sus labios.
He escuchado estas historias de Ace, y no pintan una imagen bonita de mi
género. O de él, francamente.
Por un segundo puedo sentir sus labios presionar contra mis dedos, pero
retrocede.
—Creo que antes de ir más allá, tenemos que hablar.
Sabes que es malo cuando el chico dice esas palabras.
—¿Puedo hablar primero?
—Está bien. —Inclina la cabeza y espera.
Esto no debería ser tan difícil. ¿No fue lo difícil venir aquí? Respiro hondo y
lo dejo salir lentamente. La mirada de Matty es constante, no acogedora pero
tampoco helada.
—Nunca te dije por qué soy tan reacia al riesgo.
Arquea una ceja.
—Pensé que era por tu diabetes.
—Lo es y no lo es. No creo que te lo haya contado alguna vez, pero vivo aquí
en la ciudad. No en esta ciudad, sino en Western.
—Lo sé.
Dios, no me está haciendo esto fácil.
—¿Oh?
—Sí. —Finalmente decide que ha terminado de permanecer de pie y apoya
un hombro contra la pared—. Ace es local, y tú y él son amigos desde niños.
—Buen razonamiento deductivo.
—Estás dando rodeos. —Sus palabras son escuetas, su cuerpo está tenso.
Necesito continuar con mi historia.
Froto mis sudorosas palmas. Al dar una apertura o un cierre, la parte más
persuasiva de tu argumento son los hechos. Dicho llanamente, sin lujos. Voy por
esa ruta.
—Mi padre, Ron, trabaja en la línea en una planta de fabricación de
neumáticos. Cuando regreso a casa, voy a la casa de mi padre a pesar que mi
madre vive a solo veinte minutos. Hablo con ella una vez al año, como máximo.
283 Papá me hace ir a su casa en Navidad. Sus padres murieron cuando yo era bebé y
su único pariente, mi tío, vive en el estado de Washington. Entonces, a menos que
yo la visite, está sola. —Agarro la botella de agua que tiene una etiqueta que dice
que cuesta $2. La abro de todos modos. Vale la pena. Siento que me estoy
muriendo aquí bajo su mirada impasible—. Siempre es incómodo como el infierno.
Hacemos una pequeña charla.
»Casi siempre tiene un tipo nuevo a su lado. La mayoría de las veces ni
siquiera me molesto en aprender sus nombres porque son temporales. Me dijo una
vez que se ve a sí misma como una mariposa. Estoy segura que quiso que
interpretara eso como si fuera hermosa, pero seguí pensando en cómo no puede
quedarse con un tipo. —Trago saliva—. De alguna manera arruinó a mi padre por
un tiempo. Tiende a arruinar muchas cosas, como la familia de Ace.
Algo como la comprensión comienza a parpadear detrás de sus ojos.
—¿Tengo que sentarme para el resto de esta historia?
—No lo sé. ¿Ves muchas telenovelas? Quizás puedas adivinarlo. —Intento
sonreír, pero hablar de esto siempre es muy doloroso. La mayoría de las veces trato
de olvidarlo.
Se aparta de la pared y se sienta en el colchón más cercano a mí. Sus largas
manos cuelgan entre sus muslos. Desearía poder arrastrarme en su regazo, pero
inyecto algo de acero en mi columna vertebral y avanzo rápidamente a las partes
pertinentes.
—Después que Ace y yo nos conocimos en la enfermería, nuestras familias se
conocieron. Mi mamá y su papá, en particular. Cuando la mamá de Ace los
confrontó, su padre simplemente se encogió de hombros. La fidelidad es para
tontos, creo, son las palabras exactas que le dijo a Ace. Mis padres no se
divorciaron, pero se separaron. Mamá ha vivido en una casa diferente a la mía
desde que tenía diez años. Su hogar es una puerta giratoria de infelicidad. —
Exhalo profundamente—. Perder a mamá es una excusa vieja, pero creo que es por
eso que tenía miedo.
—Cristo —dice después de un largo silencio—. Eso es jodido.
—Sí, realmente, realmente jodido. —La distancia es demasiado para mí.
Arruina mi coraje y camino hacia él. Una vez allí, me tiro al suelo entre sus
rodillas, coloco una mano a cada lado de sus muslos y miro con pesar en mis ojos y
mi corazón en mi garganta—. Lo siento, te dije que no me importabas. Me
importas. Tanto, y me aterroriza, pero si me das otra oportunidad, te demostraré
que valgo la pena el riesgo.
284 Sus ojos se cierran. Un grito ahogado se me escapa cuando el dolor del
rechazo comienza a salir en espiral de mi centro. Pero antes que pueda tomar otro
aliento, me toma en sus brazos.
—Oh Cristo, Luce. Pensé que nunca llegarías aquí.
—¿Sabías que venía? —Mi voz queda amortiguada por su pecho, pero me
escucha.
—Hammer lo insinuó. Traté de no levantar mis esperanzas.
—Idiota. —Me alejo y le doy una palmada, me duelen los dedos cuando
aterrizan sobre pectorales duros—. No puedo creer que me hayas dejado colgando
allí.
—Lo necesitaba —admitió—. No estoy orgulloso de eso, pero necesitaba
saber de ti que me querías tanto como yo a ti. Pero, sinceramente, si no hubieras
actuado, te habría perseguido.
—¿Por qué la actuación de tipo duro?
—Estaba nervioso. ¿Estás realmente enojada porque no te perseguí?
—No. —Niego con alivio—. Hice la ruptura. Era quien tenía que volver a
hacer la unión.
—Para ser sincero, en mi cabeza, cuando saltas y me sorprendes, estás usando
mucho menos y hay un pastel falso a tu alrededor.
Esbozo una sonrisa.
—¿De verdad? ¿Un pastel y un traje de cumpleaños?
—Soy un hombre simple, Ricitos. —Su sonrisa se desvanece un poco—. Mi
turno.
Mi frente se arruga en confusión.
—¿Tu turno de qué? —Si me ha perdonado, estoy lista para el sexo de
reconciliación.
—Me toca pedir disculpas. Tenías toda la razón, no debí ponerme tan
borracho para verme en esa situación. Tienes razón en que hubiera estado furioso
si te hubiera visto borracha y a un tipo tocando estas curvas. —Sus manos corren
bruscamente por mis costados, como si estuviera imaginando la escena y no le
gustara demasiado—. Desearía que no hubieras roto conmigo. Las últimas
semanas han sido cero divertidas.
—Para mí también.
Su mano viene a tomar la parte de atrás de mi cabeza.
—Pero no te equivocaste al hacerlo, así que no hay nada por lo que pedir
285 perdón. Habiendo dicho eso, estoy dispuesto a interpretar a la parte herida que
necesita que todas sus heridas sean besadas y lamidas.
—Está bien. —No necesito que me lo pida dos veces.
Se inclina para agarrar el dobladillo de mi camisa y tira de ella por mi cabeza.
Levanto mis brazos para que pueda quitarla por completo. Retrocede hasta que se
inclina contra la cabecera.
—Sube aquí. —Acaricia su regazo.
Pongo una rodilla en el borde de la cama, pero extiende su mano.
—Espera, quítate los pantalones primero.
Mientras me quito los vaqueros tirando de mis bragas con ellos, sus ojos se
entornan. Extiende la mano hasta que se curva alrededor de mi trasero. Sus cálidas
yemas se hunden ligeramente en las nalgas mientras su pulgar recorre la cadera
hasta el pliegue donde se unen el tronco y la pierna.
—Eres un espectáculo para la vista —dice con voz ronca.
Dejo que los pantalones caigan al suelo y los pateo. Luego, con la confianza
nacida de su lujuria no disimulada, me siento a horcajadas sobre él. Me quito el
pelo de los hombros con ambas manos y tomo mis pechos.
—¿Esto va a compensar la falta de un pastel?
Sus ojos azules brillan.
—Puedes apostar tu culo que lo hará.
—¿Qué tienes preparado para mí?
—¿Cuánto tiempo tenemos? —Sus grandes y ásperas manos dibujan círculos
alrededor de mi espalda, acercándome con cada pasada.
Lucho por recordar los detalles.
—La competencia comienza mañana a la una. Debería estar fuera de aquí a
las nueve.
Se inclina hacia adelante y muerde mi hombro antes de decir:
—Vas a necesitar dormir un poco. Quiero que patees su culo mañana, así que
seré más suave contigo. Pero en el momento en que vuelvas al campus, te quiero
en mi cama durante unas sólidas veinticuatro horas.
—No —le ruego—, por favor muy duro.
Ambos nos reímos de mi broma juvenil hasta que alcanzo entre nosotros para
tocar su duro eje. El sonido de su aliento atrapado mientras lo acaricio a través del
pantalón de sudadera me pone una sonrisa malvada en el rostro.
286
Sus ojos son meras rendijas llenas de lujuria.
—Vas a tener que hacer el trabajo duro porque mis costillas están doloridas
por la práctica.
—¿Demasiado dolorido? ¿Podría solo masturbarte?
Pone los ojos en blanco.
—Eso es lo más ridículo que ha salido de tu boca.
Sé lo que quiere el hombre, y quiero dárselo. Quiero definitivamente
estremecer su mundo.

MATTY
Se aleja de mi agarre, pero antes que pueda protestar, está de rodillas,
sacando mi polla de mis pantalones. Inclino la cabeza hacia atrás y cierro los ojos
porque verla allí abajo hace que quiera correrme antes que su boca esté sobre mi
pene.
Entonces su boca me rodea, y con los ojos cerrados, la sensación de calor y
humedad es lo único en mi cabeza. Mis bolas se tensan y me pellizco la nariz con
frustración. No quiero venirme ahora mismo. Quiero disfrutar esto por solo un
segundo más. Por favor, por el amor de Dios, ¿dónde está mi autocontrol?
Su cálida y húmeda boca se aleja.
—¿Pasa algo? —pregunta—. ¿Lo estoy haciendo mal?
—Oh, Ricitos, no —gimo—. Es tan jodidamente bueno, tengo miedo que voy
a venirme en los próximos diez segundos y quiero que dure. No como horas, pero
incluso un par de minutos más sería increíble.
Mis incoherentes divagaciones la hacen reír.
—Tal vez deberías recostarte. —Toma mi polla con una mano y acuna mis
bolas con la otra—. Porque esta va a ser la mejor mamada que jamás hayas tenido.
—¿Y perderme el espectáculo? —Peino su cabello hacia atrás—. De ninguna
manera.
—Tienes una hermosa polla —murmura y frota su rostro a lo largo de mi
miembro. Practico ejercicios de respiración profunda.
287 —¿Tienes un gran marco de referencia? —digo con dificultad.
—No. Simplemente me gusta el aspecto y, en general, creo que los penes son
asquerosos, pero el tuyo es... —Hace una pausa para acariciarlo, con una mano en
la parte inferior sosteniéndolo mientras la otra mano acaricia ligeramente la parte
superior. Este es un nuevo tipo de tortura, creo, pero me encanta—. Es fuerte e
interesante. Tan duro y tan suave al mismo tiempo. —Su yema corre a lo largo del
borde del capuchón, y mis ojos ruedan.
Pero eso no es nada para la sensación que recorre mi cuerpo cuando su boca
vuelve a mí. Frota mi miembro a lo largo de su paladar, acunando mi polla con su
lengua mientras se desliza hacia la parte posterior de su apretada garganta. Su
mano suave me agarra los testículos, haciéndolos rodar suavemente, perfectamente
en su palma.
Agarro el costado de la silla y mis dedos se curvan en el piso alfombrado.
Cada pasada de su boca es más erótica que la anterior. Tararea, y las vibraciones
hacen que todo mi cuerpo tiemble. Estoy más duro que los escalones de concreto
del estadio. Entre la succión de su boca, su traviesa y perversa lengua, y sus hábiles
dedos, no tengo defensa. Un eunuco habría estallado en su boca hace un minuto.
Sudando y temblando, la aparto. Gime en protesta, pero niego. Tironeo
torpemente de su sujetador, mientras me paso una mano por mi dolorida erección.
Sus ojos se abren, pero entiende lo que quiero y se quita la camisa. Sus pechos
cremosos están unidos en un modelo de encaje de aspecto dulce.
Le envío una palabra de disculpa silenciosa, y con tres sacudidas rápidas dejo
mi semen sobre su pecho. La semilla blanca lechosa se derrama sobre su delicada
clavícula y se acumula en el valle entre sus tetas. Verlo me pone duro otra vez.
—Me lo hubiera tragado —dice en un tono ligeramente resentido.
—Lo sé, Ricitos. —Suspiro. Me quito mi propia camiseta y, lamentablemente,
limpio el semen—. Pero no sé cuál es el contenido de carbohidratos de mi cosa, y
no quería joder tus mediciones de glucosa.
Una risa aguda y sorprendida brota de ella.
—¿En serio? ¿Por eso te retiraste?
Asiento con confusión.
—¿Por qué más?
—No lo sé. —Se ríe de nuevo—. Nunca lo había pensado.
La levanto del suelo y sobre mi regazo.
288 —Bueno, también fue caliente como el infierno venirme sobre ti, así que ahí
está.
—Creo que tu semen estaría bien. Está lleno de proteínas, ¿verdad? —Me
encojo de hombros. No tengo idea sobre el contenido nutricional del esperma—.
De todos modos, creo que podría ser la cosa más dulce que alguien haya hecho por
mí.
Si fuera un hombre que se sonroja, probablemente estaría con la cara roja,
pero tal como está, estoy demasiado caliente para concentrarme en cualquier cosa
excepto en quitarle a Lucy su ropa y ponerla en mi cama.
—Hablando de una buena nutrición —le digo—, voy a consumirme si no
pongo mi boca en ti.
Se sonroja.
—¿Es cierto?
—Nunca he dicho algo más cierto —declaro.
La llevo al escritorio. Siento su bonito culo en el borde de la estructura de la
habitación de mierda del hotel, extiendo sus piernas y devoro ese delicioso coño
hasta que las marcas de sus uñas llegan a mi cráneo.
—Eres demasiado bueno en esto —gime, y chupo su clítoris como el caramelo
dulce que es, disfrutando del gemido entrecortado que escapa de sus labios hasta
que sus gemidos se convierten en súplicas y luego se intensifican en agudos gritos
intermitentes mientras su esencia cubre toda mi lengua
Me pongo de pie y luego estoy dentro de ella, deslizándome entre sus
temblorosos muslos, en el agarre caliente de su sexo hasta que estoy
completamente dentro. Agarro una nalga en cada mano y la sostengo, suspendida
sobre el escritorio, mientras la penetro con fuerza, firme, largo y duro.
Pone una mano en la pared detrás de ella y coloca la otra en el escritorio y
encuentra cada empuje con los suyos.
—Te a…
—No lo digas —ordeno con los dientes apretados—. Lo dices y no voy a
durar lo suficiente para que te corras, y sabes que me encanta cuando te corres.
¿Sabes lo bien que se siente cuando te corres en mi polla? Puedo sentir cada
ondulación, cada aleteo. Es el maldito abrazo más sexy que un hombre puede
tener.
Sus ojos brillan, y veo su boca formar esas palabras de nuevo. Las que no
pensé que volvería a escuchar. Y porque son lo que necesito y es tan hermosa e
irresistible, me inclino un poco para escucharlas, aunque sé que me van a hacer
289 estallar.
—Te amo, Matthew Justin Iverson. —Su sonrisa es amplia y alegre cuando lo
dice, mientras me empuja hacia el límite.
—Joder. También te amo. —Incluso cuando el orgasmo baja por mi polla y los
fuegos artificiales detonan en mi cerebro, sigo bombeando y milagrosamente, ella
también se viene, jadeando, agarrándose y amándome todo el camino hacía el
mismo maravilloso límite.
MATTY
—Al fin. —Me froto la nuca mientras el último rezagado sale y lanza la
mochila a la parte trasera del auto y sube al asiento trasero.
Nos llevó a Ace y a mí cuarenta minutos reunir a todos. Peor que criar gatos.
Doce tipos olvidando algo en sus habitaciones. Gracias a Dios por Lucy, porque
ayudó, contando cabezas y generalmente apresurando a todos.
No podíamos encontrar a Getty, que había estado sentado en el inodoro de
uno de los baños junto a las salas de conferencia donde se mantenían nuestras
reuniones de equipo que yo ni siquiera sabía que existían. Por la peste proveniente
del baño, era fácil averiguar por qué no era usado por nadie más que Getty.
290 Ocho chicos dejaron sus libros de jugadas en sus habitaciones y tres habían
olvidado la equipación en el campo. Stoltzy tenía una chica en su habitación. Él ni
siquiera podía recordar su nombre y ella tardó unos diez minutos en encontrar su
teléfono y vestido.
Ella probablemente pensó que estaba siendo linda mientras se movía
alrededor con su tanga y la camiseta de Stoltzy envuelta como una bufanda
alrededor de su cuello, pero Ace y yo solo queríamos que se largara. Para cuando
habíamos acabado de recriminarle a Stoltzy que rompiera otra regla, este también
estaba cansado de la actuación de ella.
Pero aquí estamos, los treinta metidos en ocho autos, camionetas y
furgonetas, y preparados para irnos.
Me pongo al volante y enciendo el Rover. ¿Esto es de lo que se trata la
capitanía? ¿Guiar a un grupo de futbolistas universitarios que creen que están por
encima de las normas? Suspiro cuando me doy cuenta que solía ser uno de ellos.
Cuando Masters estaba a cargo, la jodí más que ninguno.
Tuve chicas en mi habitación cuando se suponía que no lo hiciera, como
Stoltzy. Siempre estaba olvidando algo, ya sea la coquilla, los calcetines o el
teléfono móvil. Pensaba que al aparecer en la práctica y poniendo todo el corazón
en el partido del sábado, había cumplido completamente con todo lo que se
esperaba de mí.
Menudo imbécil fui al asumir que podía ser el primero en el campo sin
preocuparme por las cosas fuera del campo. Hay una enorme diferencia entre ser
uno del equipo y ser el líder.
—Uh, Matty, tenemos un problema —dice preocupadamente Hammer desde
el asiento trasero.
—¿Qué es? —Levanto la mirada hacia el espejo retrovisor.
Alza una funda negra.
—Creo que tomé el kit de insulina de Luce por error.
Echo la cabeza hacia atrás tan rápido que casi me parto el cuello.
—¿Qué? ¿Dónde lo obtuviste? —Nuestras miradas chocan con sorpresa e
incredulidad.
—No lo sé. Esta mañana fui a conseguir mi libro de jugadas y debe haberse
metido en mi mochila.
—Mierda.
—Déjame ver. —Ace se estira y arranca la funda de manos de Hammer. Ace
lo abre y está muy claro, su monitor digital de glucosa y varios dosificadores de
291
insulina descansan contra el relleno de su estuche de insulina. Maldice y golpea el
tablero con la mano—. ¡Maldición, Hammer!
—Lo sé. —Suena miserable y en el espejo retrovisor puedo verlo sujetándose
la cabeza con ambas manos.
—Mierda —repito—. ¿Qué hora es?
—Las diez —contesta Jack. Es el único calmado en el vehículo. Los dos chicos
en la parte de atrás, Darryl y Jesse, sabiamente permanecen en silencio.
Hago algunos cálculos rápidos en mi cabeza. Nos marchamos a las ocho.
Chicago está a tres horas en la dirección opuesta y tenemos cinco horas para llegar
a Western. El toque de queda es a las diez de esta noche. Si conduzco a Chicago
desde aquí, son tres horas hasta allí y luego once horas de vuelta a casa. Nunca
llegaré a tiempo para el toque de queda, ni siquiera si tomara un vuelo. Alcanzo la
consola y le lanzo mi teléfono a Hammer.
—Busca el lugar de alquiler de autos más cercano. —Señalo a Ace—. Envíale
un mensaje a Luce ahora mismo y averigua si tiene alguno extra.
—No lo tiene —asegura Ace—. Solo tiene un kit. Es este.
—Envíale un mensaje de todos modos. —Porque necesitamos saberlo.
—Hammer, ¿cuál es el lugar? —grito. Quito el pie del acelerador y me cambio
al carril derecho, así no molesto a nadie con mi repentino paso de caracol.
—Hombre, el lugar de alquiler más cercano está a dos horas. —
Intercambiamos miradas disgustadas en el espejo retrovisor. Cada kilómetro que
avanzo es un kilómetro más lejos de Luce.
Ella condujo todo el camino hasta mí cuando la necesitaba y por eso, ¿va a
sufrir? De ningún modo. No mientras yo esté.
—Llámalos. Alquila un auto.
—¿Sería más rápido volar? —pregunta Jack.
—No, el aeropuerto más cercano está a cuatro horas al norte. Estaría de
vuelta en Western para cuando tomara un avión. —Esto viene por parte de Darryl
en la parte trasera. Todos deben tener sus teléfonos en mano ahora.
—Dice que se siente bien. Que no necesitará inyectarse insulina hasta después
de la competición.
—¿Cómo lo sabrá? ¿Puede comprarse otro monitor de sangre? ¡Tiene que
hacerlo cada hora! —Los kilómetros pasan y cada uno pone más distancia entre
292 Luce y su bienestar.
Ace y yo intercambiamos una mirada seria. Ambos sabemos que Luce no
tiene un excesivo montón de ahorros.
—Heather tiene que llamar a su padre para que les envíe dinero —contesta
Ace. Así que el monitor debe ser muy caro. Apuesto a que Luce se está retorciendo
de vergüenza.
—Pensé que esa chica tenía un montón de dinero —comenta Jack.
—Su padre le canceló las tarjetas de crédito hace una semana —le digo—.
Obtuvo una B en su examen de mediados de trimestre en Cálculo.
—¿La dejó sin dinero porque sacó una B? —Jack se queda boquiabierto—.
¿Qué tipo de mierda es esa?
—El tipo que te convierte en una chica como Heather —indica Ace. Levanta
su teléfono—. Luce va a beber un poco de zumo de naranja y a recostarse.
—Ese equipo tiene menos dinero que mi taza de café —mascullo. Solo hay un
modo de resolver esto para Luce y es llevarle su kit. Puedo estar allí en tres
horas—. Hammer, ¿cómo vas consiguiéndome ese auto de alquiler?
—Nunca lo lograrás. El primer enfrentamiento de Luce es a la una. Ya
pasaron quince minutos. Para cuando consigas el auto alquilado y te pongas en
camino, serán como las dos o las tres. No tendrás tiempo.
—Lo tendré si acelero.
—Tienes que estar de vuelta para el toque de queda esta noche. —Tenemos
toque de queda a las diez de la noche por el partido de primavera de mañana. Es
un evento televisado. Habrá un montón de patrocinadores, y podía hacer una gran
diferencia en cuál sería nuestro ranking antes del partido en otoño.
—Y lo lograré. Iré, dejaré el kit, daré la vuelta y volveré.
—Eso no te dejará tiempo para dormir y jugarás fatal —señala Ace.
—Entonces jugaré fatal. ¿Tienes una solución mejor?
Hammer se detiene y levanto la mirada al espejo retrovisor. Todos los chicos
mirándome.
—Si das la vuelta ahora mismo, llegarás a Luce antes de su competición.
—¿Y qué? ¿Harán autostop hasta Western? —mascullo.
—No. Vamos todos contigo. —Hammer estira su gran brazo sobre el asiento
hacia el parabrisas. Frente a mí, la caravana de vehículos llevando a los titulares y
los suplentes, al fondo las señales marcan la izquierda para salir de la rampa.
—¿Qué demonios, Hammer? —Vuelvo a dirigir la mirada al espejo
293
retrovisor.
Levanta el teléfono para indicar que se mensajeó con los otros autos.
—Necesitar ir con Luce. Ella corrió esta mañana, llamando a las puertas,
levantando a todo el mundo. Cuando Stoltzy olvidó su libro de jugadas, ella volvió
y lo recuperó del hotel. Además, eres nuestro capitán. Nuestro barco flota o se
hunde contigo.
Miro a Ace, que está mirando por la ventana. No nos movemos sin él.
Todavía está enfadado con Luce. No ha superado el hecho que Luce me eligió. Que
no fuera que los atletas no fueran su tipo, sino que Ace no lo fuera. Puede que
hubiera sido capaz de tenerla si no hubiera tratado a todas las mujeres en su vida
como basura.
Pero lo hizo. Ella lo vio. Aunque ella lo quería como amigo, no podía amarlo
como él quería, como me ama a mí.
Parte de él quiere dejarla a su suerte. Puedo verlo en su rostro.
—¿Sigo adelante o tomo esta salida? —pregunto con tono grave.
Hammer no le da la oportunidad de responder.
—Toma la salida. Ace y Jack pueden volver a Western —comenta con
completo disgusto.
—De ningún modo. Yo voy con el equipo —protesta Jack.
—¿Y tú, Ace? ¿Con el equipo? —pregunto suavemente.
Espera un largo momento y luego suspira.
—Sí, estoy con el equipo.

LUCY
—Mierda, tengo la garganta seca. —Heather flexiona la mandíbula. La
ronquera en su voz hace que me estremezca.
—No deberíamos haber ido anoche. —Ahora que la droga que es Matty
Iverson ha pasado, veo la estupidez de mi decisión.
—Deja de apalearte por ello. —Heather me frunce el ceño—. El viaje no me
puso enferma. Ha estado sucediendo toda la semana.
—Deberías descansar.
294 Pone los ojos en blanco.
—Descansé. Estuve durmiendo mientras tú follabas con Matty. Si no
hubiéramos ido, tú habrías sido inútil. Al menos ahora puedes concertarte en el
caso.
—Cierto. —Paseo con nerviosismo. A pesar de mi insulina de la mañana,
estoy floja y débil. Saco el zumo de naranja que compré en la máquina
expendedora y tomo un pequeño sorbo. No tengo ni idea de mis niveles de azúcar
porque no me los he medido en tres horas.
Mis palmas sudorosas, mi corazón palpitante y mi mareo podía ser porque
estoy nerviosa. Podía ser porque mis niveles de azúcar en sangre están
inestablemente salvajes en este momento. Con la boca seca, tomo otro sorbo de
zumo.
—Tengo que ir al baño.
—Jesús, es como la tercera vez en una hora —se queja Heather. Aunque ha
perdido su voz todavía logra hacer un comentario malvado. La clásica Heather. Le
enseño el dedo medio y me dirijo lentamente al cuarto de baño de chicas.
Nada sale cuando me siento. Tiro de la cadena, me levanto y casi caigo en la
taza. Voy a tener que decírselo a Randall, Heather y al equipo.
¿Randall sería capaz de continuar? ¿Tendrían que abandonar? Dios, eso solo
me hace querer vomitar y llorar. Estamos tan cerca.
Pero no hay tiempo para conducir hasta la tienda para conseguir la insulina.
Lo busqué en Google y la más cercana está a veinticinco minutos. El empleado de
la gasolinera con el que hablé al otro lado de la calle ni siquiera sabía que se podía
comprar insulina en el mercado. Insistió en que necesitaría ir a la farmacia. Incluso
si pudiésemos lograrlo, no tenía el dinero. Tuve que ir a Heather y pedirle ayuda.
Ella llamó a su padre inmediatamente, pero nadie creía que el dinero llegara a
tiempo.
Salgo del cubículo, ignorando el temblor de mi mano. Me limpio, seco, tomo
otro sorbo de zumo y voy a encontrar a Randall y a Heather.
—No sé si voy a lograrlo —admito cuando los encuentro.
—Tomaste una dosis esta mañana, ¿cierto? —pregunta Randall. Su piel
normalmente oscura se ve alarmantemente pálida.
—Antes del desayuno. —Como es mi costumbre, aunque me lo he saltado a
veces cuando me quedaba con Matty.

295 —Entonces, probablemente te estás sintiendo como una mierda por los
nervios.
Heather coincide con Randall.
—Necesitas hacerlo.
—No puedo.
—Tienes que hacerlo. —Me sujeta mi mano húmeda—. Conoces este caso
mejor que nadie. Escribiste todos los detalles. Nadie está mejor preparado para
esto que tú. Simplemente levántate allí y apodérate del juzgado. Piensa que eres
mejor y que lo que sucedió en tu primer año no sucederá de nuevo.
—¿Es esta alguna mierda de Campanita? ¿Creer? —me burlo.
—Oye, esa perra está ganando billones en regalías qué, ¿cien años después de
su creación? Deberías retirar tus críticas. Podría ser básica, pero sabe qué es qué.
Randall y yo nos miramos por un momento y luego estallamos en risas. Solo
Heather llamaría a un hada que puede hacer volar a la gente básica. Reímos hasta
que no podemos estar de pie, apoyándonos uno contra el otro hasta que
terminamos en el suelo sobre nuestros culos.
Y es cuando Matty y lo que parece todo el equipo de fútbol, nos encuentran,
en el suelo polvoriento de la escuela que celebra la competición, riendo como un
par de bobos mientras Heather se cierne sobre nosotros, golpeteando su costoso
pie calzado cerca de nuestras cabezas.
—Matty, ¿qué haces aquí? —Sin palabras, me entrega la caja de mi insulina—.
¿Condujiste hasta aquí para traerme esto?
—Por supuesto que lo hizo —interviene Heather con exasperación—. ¿Cómo
más llegaría aquí?
—¿Esa perra básica de Campanita? —sugiere Randall y empiezo a reírme de
nuevo porque esta situación parece completamente absurda.
Matty baja las manos y me pone de pie. Sobre su hombro, dice:
—Creo que está mareada.
Hammer asiente.
—Mejor hazle una prueba.
Matty toma la caja de mis manos laxas y eficientemente hace la prueba antes
que pueda protestar. El monitor pita y la lectura dice que estoy perfectamente
normal.
—Cuál es el veredicto —pregunta Randall lentamente, como si temiera la
296
respuesta, pero soy la que está llena de miedo.
—Es normal.
Heather sonríe.
—El espectáculo debe continuar.
—Es bueno que estés enferma o podría tener que darte un puñetazo en el
rostro.
Heather bate sus alas y Matty me aleja como si pensara que hablo en serio.
—Creo que necesito volver a tomar la prueba —me quejo cuando me deja a
una corta distancia de la multitud.
—Claro —dice, demasiado agradable. Ambos sabemos que la segunda
prueba mostrará los mismos resultados.
Me estoy sintiendo horrible porque mis nervios están a punto de superarme,
los mismos que le sugerí a Heather que sufría desde ayer. Oh, la soberbia.
—Vas a hacerlo bien —asegura, frotando mis brazos.
—No me des un discurso inspirador de medio tiempo —ordeno. La última
cosa que necesito es un poco de ánimo para dar lo mejor de mí.
—Claro. Podemos ir al baño y follar para alejar tu nerviosismo.
Le doy un puñetazo en broma, pero no puedo decir que la idea no tenga
atractivo. Tal vez pasaríamos demasiado tiempo allí y entonces Heather será
obligada a continuar con Randall. Los jueces se sentirán mal por nosotros porque
Heather está tan obviamente enferma y…
—En realidad estaba bromeando. —Matty detiene de golpe el proceso de mi
tren de pensamiento.
—¿Y si abro la boca y no puedo recordar nada? De nuevo.
Se encoge de hombros.
—¿Y qué? Ya pasaste por eso. Sobreviviste. Si sucede de nuevo, entonces
sabes que no estás hecha para este tipo de cosas. Pero si no lo intentas, entonces
siempre te lo preguntarás. Ese tipo de arrepentimiento nostálgico no es algo que
quieras sufrir.
La entrega objetiva de su valoración de riesgo ayuda a calmar mis nervios. Y
francamente, no es que tenga opción, ya que Randall no puede hacer esto por su
cuenta y Heather claramente está demasiado enferma para hacerlo. O puedo
intentarlo o puedo sentarme aquí en el pasillo y odiarme para siempre por ser una
cobarde.
297
Ayer, cuando me estaba escondiendo en el armario, había una docena de
diferentes resultados que siguieron dando vueltas por mi cabeza, desde Matty
literalmente tirándome al pasillo hasta él uniéndose a mí en ese pequeño espacio.
La última es ridícula porque no solo es demasiado grande para encajar en ese
armario, sino porque, ¿por qué tendríamos sexo en un armario cuando la cama
estaba a unos metros de distancia? Pero atascada en un espacio cerrado durante
media hora da mucho tiempo para inventar escenarios tontos.
A pesar del horroroso momento en el principio cuando no me sonreía, el
resto de la noche fue una de dichosa recompensa. Me aferro a eso por valor.
Matty dobla sus rodillas hasta que está a la altura de mis ojos.
—¿Qué estás pensando?
—Ese riesgo de anoche valió la pena la recompensa.
—Esa es mi chica. —Se inclina hacia mí y me da otra recompensa… una larga,
caliente y húmeda.

MATTY
—¿Cómo funciona esto? —susurra Hammer en mi oído.
—Realmente no lo sé. —Solo he comprendido pedazos de observar a Luce—.
Hay abogados, hay testigos y algo llamado argumentos orales.
—Oral. —Hammer ríe entre dientes en su mano. Darryl le da un codazo y
quiere saber qué es tan malditamente divertido. Hammer susurra algo detrás de su
mano y muy pronto todo el lado está riendo disimuladamente.
Luce se vuelve desde la mesa y me fulmina con la mirada. Alzo mis manos
para mostrarle que soy inocente, pero Cristo, somos un grupo de chicos. La palabra
oral nos activa un poco. Deslizo mi mano delante de mi garganta y los chicos
intentan recomponerse.
—Todos en pie, la honorable Cristal Cain está presidiendo.
Tres personas salen de una puerta lateral y toman asiento en la parte
delantera de la sala, detrás de una barrera. ¿El equipo de simulacro del juicio va a
apresurarlos o algo? Supongo que parece oficial. Como una versión pequeña y
barata del juzgado de la juez Judy.
Por suerte para todos, tenemos suerte de que podemos sentarnos. Me tomo
298 un momento para comerme con la mirada el culo de Luce mientras pasa sus manos
por la parte trasera de su falda cuando toma asiento.
Entonces noto a Hammer mirándolo fijamente también. Le doy un duro
codazo en su costado.
Responde con una indefensa mirada que dice: Es sexy y está ahí.
Mi mirada de respuesta dice: Sigue mirándole el culo y mi puño será lo siguiente
que veas.
Simplemente se encoge de hombros.
—Cuánto público tenemos hoy —menciona la juez Cain.
—¿Crees que es una verdadera juez?
—No —susurro en respuesta—. No lleva la bata negra.
—¿Pero lo haría para una competición?
Buena pregunta.
—Ni idea.
Un papel cae a mis pies. Me inclino para recogerlo. Lo desdoblo.
¡CÁLLENSE!
Se lo enseño a Hammer. Se lo entrega a Darryl y la nota viaja alrededor de la
parte trasera de la habitación.
La juez Cain explica cómo se desarrolla la competición. El demandante, esa es
la parte de Luce, va primero con sus tres testigos. Habrá un breve descanso y luego
los demandados, rivales de Central, una universidad con un equipo de fútbol de
mierda, van después. Las dos partes harán entonces los argumentos finales.
—Pensé que dijiste que era un argumento oral —susurra Hammer.
—Supongo que lo confundí —susurro por el lado de mi boca. Juro que usó
esa palabra una o dos veces.
—¿Se va a presentar el equipo de Western?
Randall, el tipo de cabello oscuro, se levanta y dice:
—Sí, su señoría. Soy Randall James. —Extiende su mano hacia Luce, que está
sentada en medio entre él y la chica que Luce no puede soportar… Heather. A
pesar que no puede hablar, va a sentarse a la mesa y tomar notas y alguna mierda
así—. Y junto con mi co-abogada Lucy Watson y Heather…
Todos empezamos a animar y silbar. En la parte de atrás, alguien empieza a
cantar. Lucy. Lucy. Lucy. ¿Debe ser Ahmed? ¿Jack, tal vez?
La juez Cain golpea su martillo sobre el escritorio.
299 —¡Orden! ¡Orden!
—¡Orden! —exclama Hammer—. Mierda, esto es como en televisión. —Se
remueve en su silla para ponerse más cómodo. Y como en televisión, parece que
vamos a recibir una amonestación.
La juez se inclina hacia delante y, no completamente desagradable, pero
definitivamente con una cierta cantidad de severidad, dice:
—Esto no es un evento deportivo y no permitimos animar. Al menos no hasta
que el evento termine. Si alguien cree que tendrá dificultad soportando eso, por
favor, siéntanse libres de usar las puertas de salida en la parte de atrás.
Hay unas pocas toses junto con algunos murmullos. Me levanto y me
encuentro mirando a Ace, que está de pie también. Mira a la ofensiva y miro a la
defensa hasta que hay completo silencio.
Entonces ambos nos sentamos.
—Muy bien. Gracias, caballeros. Pueden proceder.
Randall presenta a Heather de nuevo y luego a su cliente y se sienta. El otro
equipo hace lo mismo.
Después, Randall es instruido para ir adelante y dar el argumento de
apertura. Hammer abre la boca de nuevo, pero niego realmente lento hasta que se
calla.
El caso que Randy presenta es bastante simple. Su cliente, Emily, dirige una
pista de hielo local. Tienen una pulidora de hielo o Zamboni, aunque la suya fue
manufacturada por ICE y no la compañía Zamboni. ¿Quién sabía que Zamboni era
el nombre de una marca? Aprendí algo y ni siquiera estoy en clase.
Emily estaba trabajando y uno de sus subordinados; Randy lo llama
empleado, estaba conduciendo la pulidora cuando se paró. Emily fue a revisar las
cosas y la pulidora salió disparada sobre ella. Intentó detenerla colgándose de la
máquina. Fue capaz de dirigirla a una barrera, pero terminó rompiéndose la
pierna. ICE tenía documentos que mostraban que el embrague de la máquina tenía
tendencia a deslizarse de punto muerto a marcha y la máquina se movería incluso
cuando el freno estaba puesto.
Un “ooooh” se oyó desde el equipo de fútbol ante la mención de esos
documentos. Un golpe del martillo nos tuvo a todos cerrando nuestras bocas.
Randall dice a la sala que la vida de Emily se fue a la mierda y que quiere
algo de dinero para poder reemplazar todo lo que perdió.
Lo cual apesta. Mucho. ¿Y si hubiera sido una atleta trabajando a tiempo
parcial? Quiero que ICE escriba un cheque para el momento en que Randall se
300 sienta.
La otra parte se levanta y explica que el asunto de la pierna rota fue triste y
desafortunado, pero que los jurados se suponen que decidan sobre hechos y no
emociones. Buena suerte con eso. La gente es conducida por la emoción. Es por lo
que tenemos frases inspiradoras en las paredes del vestuario. Para motivarnos para
aplastar a nuestros oponentes.
Los abogados de ICE nos dicen que Emily causó su propio accidente por usar
la máquina que sabía era defectuosa. Además, fue irresponsable con su dinero,
comprando una casa, un nuevo auto, y no ahorrando nada. Ese es un buen punto.
Para el momento en que el abogado de ICE termina de hablar, no estoy
seguro de cómo sentirme. Y por la manera en que Hammer y el resto de los chicos
están inclinándose hacia delante, sienten el mismo conflicto.
Ambas partes presentan pruebas. Ambas partes son bastante malditamente
buenas. Mientras nos acercamos al final, puedo ver a Luce dejando que la tensión
le afecte. Está agarrando su bolígrafo tan fuerte que sus nudillos se están volviendo
blancos y estoy empezando a preocuparme de que en realidad vaya a romperse su
espina dorsal si se tensa más.
La última prueba es ofrecida y la defensa “descansa”, lo cual supongo que
significa que han terminado porque la juez empieza a decir a todos que hay un
descanso de cinco minutos antes de que los argumentos finales empiecen.
Muchos de los chicos toman la oportunidad para orinar. Me siento detrás de
Luce mientras permanece ante la mesa, la cabeza gacha, absorbiendo las palabras
que va a levantarse a decir.
Desearía poder ayudarla. Me recuerda a un pateador alineándose para hacer
el gol de campo de último minuto desde la línea de cincuenta yardas para ganar el
juego. Nadie habla con los pateadores antes de estos estresantes momentos, y no la
molestaré ahora.
Sin embargo, hago lo mismo que hago con esos pateadores. Le envío todas las
olas de positividad que tengo. Hammer me codea y hace un pequeño movimiento
de pateo con su dedo. Sí, todos estamos en la misma página aquí.
—Puede proceder, abogada —ordena la juez Cain cuando todos estamos
situados en nuestros lugares.
Luce respira hondo y luego se levanta. Camina calmadamente hacia el centro
de la sala, agradece a todos y luego se vuelve hacia el jurado. Hay un largo
momento de silencio. Uno largo. Uno incómodo. Uno que me hace preguntarme si
debería saltar la barandilla, recogerla y alejarla de aquí.
Puedes hacerlo, Ricitos. Sé que puedes.
301
Respira profundamente. Y luego de nuevo. Y entonces:
—Hay una antigua tradición judía…
Un colectivo zumbido llena la sala cuando todos en la parte trasera y tal vez
alguno en la mesa de los abogados, soltamos nuestros alientos. La voz de Luce,
baja al principio, aumenta de volumen con cada palabra. Todos estamos fascinados
y después de que termina, no puedo evitar soltar un silbido.
Lo cual fue estúpido porque todos empiezan a vitorear entonces. Luce baja su
cabeza y se apresura a su silla. La juez Cain golpea su martillo varias veces hasta
que dejamos de alborotar.
—Su señoría, necesitamos una consulta —dice uno de los chicos vestido en
traje azul del otro equipo.
Una consulta al parecer es cuando los abogados se reúnen con el juez y
susurran cosas. La acústica de la sala es tal que podemos oírlos bastante bien.
—Esa exhibición es completamente inapropiada, juez Cain —sisea el
trajeado—. Western debería ser penalizado.
Luce objeta de inmediato.
—No tengo control sobre eso. Sería completamente injusto penalizarnos por
algo que la audiencia hizo.
Comparto una mirada de vergüenza con Hammer. Mierda, nunca se me
ocurrió que animar resultaría en Luce perdiendo esta competición. Me siento un
poco enfermo.
—No voy a penalizar a Western por las excentricidades de la multitud
porque el jurado no decide quién gana este caso, nosotros lo hacemos. —La juez
Cain señala a las dos personas sentadas a su lado—. Y estoy segura que no cree
que seremos influenciados por cualquier aplauso, ¿no es así? —Desdén gotea de su
voz. No está impresionada por la queja del tipo.
—No, señora. —Traje Azul mira a sus zapatos.
—Entonces terminemos con los argumentos finales, ¿podemos?
Extiendo mi mano y Hammer la choca mientras celebramos que nuestra chica
no está siendo penalizada. Nuestra felicidad es breve cuando la juez Cain se dirige
a la sala.
—Como declaré antes, no hay aplausos o vítores que sean permitidos durante
la competición. Otro estallido resultará en dos minutos de penalización para
Western.

302 Luce vuelve a la mesa, fulminándonos con la mirada.


Ni siquiera me atrevo a hacer el gesto de cerrar la boca. El molesto Traje Azul
se levanta y hace un muy apasionado argumento sobre responsabilidad personal
que parece tener la atención de los jueces. Están asintiendo. Diablos, incluso la juez
está asintiendo. Creo que suena como un gato en celo, con sus altas demandas para
que el jurado haga que el cliente de Luce acepte su responsabilidad por sus pobres
decisiones. Al final, golpea la barandilla que separa al jurado y a él, diciéndoles
que sabe que tomarán la decisión correcta.
Uno de los jurados aplaude un poco hasta que capta el ceño de la juez Cain.
Heather y Randall intercambian una mirada de preocupación mientras Luce está
garabateando algo furiosamente en su cuaderno.
—Tiene refutación, abogada —entona la juez Cain.
Esta vez no hay vacilación. Luce se levanta.
—Sí, su señoría. —Camina con confianza al centro de la sala, se vuelve hacia
el jurado y en un tono frío—: Cuando tienes los hechos de tu lado, perseveras en
los hechos. Cuando tienes la ley de tu lado, perseveras en la ley. Cuando no tienes
ninguno… —Hace una pausa dramática. Todos miran al lado opuesto, que está
fulminando con la mirada tan duro a Luce ahora mismo que me hace querer reír.
Todos excepto Luce lo miran, eso es. Todavía está mirando al jurado. Suavemente,
porque no necesita volumen cuando cada persona en la sala está pendiente de sus
palabras, repite—: Y cuando no tienes ninguna, golpeas el banquillo.
Luce baja la cabeza, se vuelve, luego camina directa hacia la mesa y se sienta.
Me mata no ser capaz de aplaudir eso. Jodidamente mata.

La juez Cain nos deja aplaudir después de anunciar que el equipo de Luce es
el ganador.
—Estuviste asombrosa —digo cuando finalmente se aparta de todos los que
quieren abrazarla y felicitarla. Incluso Ace se adelantó. Se dieron un incómodo
abrazo, y ni siquiera sentí la necesidad de golpear a Ace por tocarla. Me siento tan
evolucionado.
—¡Gracias! —Me abraza fuerte, su rostro presionado en el lado de mi pecho—
. Estuve muy bien, ¿no es así?
Su alardeo poco característico me provoca una sobresaltada carcajada. Esa es
303
mi chica.
—La mejor —concuerdo.
—Vamos. —Suelta mi cintura, pero agarra mi mano.
La sigo dispuestamente. Mientras que ambos sabemos que la seguiría a
cualquier parte, pregunto:
—¿Dónde vamos?
—Necesito un beso de victoria.
Mis pasos aceleran. Igual que los suyos.
—¿Oh, sí? ¿Algún lugar en particular que quieras que bese?
—Tenemos que ser rápidos, así que los labios, pero espero que otras partes de
mi cuerpo consigan acción de tus otras partes.
Ahora estoy casi corriendo. Había un baño por aquí que localicé cuando
llegamos. Por la dirección de los pies de Luce, nos dirigimos al mismo lugar.
Abro la puerta con la palma de mi mano y le doy la vuelta para que su
espalda esté contra la misma. Es la mejor manera de evitar que cualquiera nos
interrumpa.
Estoy sobre ella antes que pueda tomar otro aliento. No sé cuánto tiempo
tenemos, pero mientras sostengo su mandíbula en el lugar con mi mano, follo su
boca tan salvajemente como me permite. Me saluda con un furioso y salvaje beso
en respuesta. Chupando y lamiéndome como la campeona que es.
Pronto, no es suficiente besarla. Todo mi cuerpo está temblando con la
necesidad de entrar en ella, ser parte de ella. Tiro con fuerza de su ajustada falda
de traje y meto un gran muslo entre sus piernas.
—Dime que vamos a hacer más que besar —susurro roncamente mientras
dejo besos a lo largo de su delicada mejilla, su fuerte mandíbula y la tierna piel de
su cuello.
—Vamos a hacer más que besar —confirma. Sus manos ocupadas
desabrochan mis vaqueros. Otro segundo después, mis pantalones están alrededor
de mis muslos y mi gruesa y dolorida polla está en sus manos.
—Joder, sí. —Subo más su falda y bajo sus bragas, empujándolas al suelo con
la punta de mi bota. Ninguno se detiene, incluso cuando oímos esas bragas
desgarrarse o el desplazamiento de pies al otro lado de la puerta.
Estamos demasiado ansiosos por el otro, demasiado hambrientos para
304 preocuparnos por bragas rotas, desnudez, o gente afuera.
Levanto sus piernas para que pueda montar mi cintura a horcajadas y tomo
mi polla en mi mano. Sus ojos se cierran con un aleteo mientras deslizo la amplia
cabeza entre los húmedos pliegues desde su coño hasta su clítoris, pero no
podemos pasar demasiado tiempo jugando, y por la manera en que sus uñas se
clavan en mis hombros, no creo que quiera esperar.
—Ahora —ordena. Sí. Sin espera para ella.
Guío la punta roma hacia su abertura y la deslizo dentro, lento y suave para
no herirla. Sus paredes desnudas me aprietan con fuerza, mermando mi control. El
impulso de embestir en su interior hasta que la parte de atrás de mi cabeza explote,
se apodera de mí. Mis caderas empiezan a empujar mientras me introduzco en su
caliente canal.
—Lo siento. Joder. —Murmuro frases incompletas, esperando que entienda
que simplemente es tan jodidamente sexy que no puedo detenerme.
Se ríe, un tipo de risa entrecortada, y agarra mi rostro con sus manos. Sus ojos
marrones están llenos de felicidad y amor. Desnuda sus dientes y aprieta su coño
tan duro que casi me desmayo.
—Te deseo. Quiero que me folles tan duro y rápido como puedas, Matty.
Oh, Dios. Su permiso me vuelve salvaje. Sujeto una nalga con cada mano y
hago exactamente lo que me dijo porque, como es mi chica, soy total, completa,
irrevocablemente suyo.

Nuestra follada de victoria no dura ni de cerca lo bastante. Tan pronto como


salimos del baño, desarreglados, pero felices; Hammer me asalta.
—Tenemos que irnos, hermano.
De mala gana asiento. Habían pasado horas del toque de queda y todos
íbamos a estar jodidos para el juego de mañana.
—Te veré en Western, Ricitos. Te amo.
—También te amo. —Se pone de puntillas para darme otro beso, pero
Hammer me aleja antes de que ocurra.
—La besas de nuevo y volverán a ese baño por otros quince minutos —se
queja con su gran mano sobre mi hombro, dirigiéndome en dirección contraria a
305
Luce.
No se equivoca.
Resulta que ni siquiera jugamos porque cuando llegamos al Patio de Recreo,
todo el equipo de entrenadores está alineado en la acera esperándonos.
El entrenador Lowe no pierde el tiempo en pronunciar su dictamen.
—Todos están siete horas tarde del toque de queda. Ninguno de ustedes
jugará mañana. Están todos en el banquillo. Tú y tú —nos señala a Ace y a mí—,
están suspendidos para el primer juego de la temporada. Este es mi equipo. —Se
pasea delante de nosotros—. No suyo. Mío. —Se detiene delante de Ace—. ¿Has
tomado una decisión ya?
La implicación es que más vale que Ace haya tomado una decisión y mejor
que sea la correcta.
Ace no tiene sentido de supervivencia.
—Lo sabré al principio del campamento de verano.
El entrenador mueve sus ojos entrecerrados en mi dirección.
—Y tú… ¿dónde te posicionas en esto?
Doy un paso junto a Ace y pongo mi mano en su hombro.
—Con mi mariscal. Jugamos, señor, por el otro. Usted dice las jugadas. Nos
ayuda a entrenar. Nos mantiene en forma. Nuestras mentes agudas. Pero hacemos
todo esto por nuestros hermanos. Cuando estamos en el campo, la gente a nuestro
lado son esos llevando cascos y hombreras. Ace es nuestro compañero. Barr aún
tiene que ganarse el dorado y el azul. Tal vez lo hará. Definitivamente le daremos
una oportunidad, pero por ahora, Ace es nuestro mariscal.
Hay un silencio mortal mientras el entrenador Lowe asimila la pérdida de su
equipo. Podríamos haber sido su equipo al final de la temporada, pero nos perdió
en su búsqueda de venganza o asegurando su trabajo. No sé qué está pasando este
otoño, pero cuando salgamos al campo, no será con Lowe en nuestras mentes. Lo
haremos los unos por los otros.
Eso se siente correcto, sin importar por cuántos juegos decida suspenderme.

306
MATTY
Junio
—¿Vienes, Matty?
—No, creo que me quedaré aquí.
—Que se joda eso. ¿Ella tiene tus pelotas en bolsa ahora? —se burla Hank
Coleman, el defensa de segundo año.
Me sujeto.
—No. Siguen aquí. Puedes arrodillarte y comprobarlo si no estás seguro.
Hammer golpea a Coleman en la parte trasera de la cabeza.
307 —Ve a llamar al taxi por nosotros, novato.
—No soy un novato —protesta Coleman.
—¿Tu primer año? Suenas como un novato para mí. —Empuja a Coleman
hacia la puerta. Bishop aparece detrás de mí.
—Vigilaremos por ti —dice Bish en voz baja—. Sin fotos. Sin zorras al azar.
No fueron las fotos lo que me metió en problemas antes, pero es difícil
explicarle a Bish, o incluso a Hammer, ya que aún están en el modo folla-cualquier-
cosa-que-se-mueva, lo cual está bien. Respeto eso totalmente. Disfruté ese tiempo
en mi vida, pero no lo extraño. Ni un poco.
—No, estoy bien. —Esta noche es la primera del campamento de verano.
Estamos refugiados en algún monasterio a cinco horas al norte del campus de
Western. La ciudad es pequeña, pero hay unos pocos bares. Tengo cero interés en
salir.
Bish inclina la cabeza.
—Entre Masters y tú, me pregunto si me estoy perdiendo algo.
—¿Qué puedo decir? —Extiendo mis manos—. Es bueno.
Ha sido mejor que bueno. Las clases terminaron y Luce y yo pasamos un mes
simplemente pasando el rato antes que tuviera que volver para la escuela de
verano. Trabajó y conocí a su padre. Le gusta jugar al golf en su tiempo libre, lo
cual es genial. No se me da bien el golf, pero fue un tutor paciente y no me dio un
momento difícil por ser el novio de Luce.
Incluso conocí a su madre, quien resultó triste más que nada. Preguntó por el
padre de Ace, y Luce y yo nos fuimos poco después. La llevé a casa en Colorado
Springs para conocer a mis padres. Hicimos senderismo en Pike’s Peak donde le di
a Luce mi segundo regalo.
No era una pieza de joyería esta vez. Era un monitor de glucosa de
veinticuatro horas. La cosa era más costosa que un diamante, pero las
características son asombrosas. A través de una pequeña aguja metida en su
estómago o brazo, monitorea constantemente el nivel de azúcar en su sangre y
transmite la información a una aplicación en su teléfono. Si los números son malos,
recibirá una alerta.
De acuerdo, así que tal vez el regalo era tanto para mí como para ella, pero
sus ojos brillaron tan relucientes, pensé que podría explotar. Es seguro decir que le
encantó. Más que cualquier pieza de joyería, en mi opinión, aunque me gusta ver
mi collar alrededor de su cuello. Cada vez que lo miro, pienso: Le compré eso. Es
mía.
308 Los chicos salen en busca de diversión, y regreso al hotel.
—Vamos. —Ahmed tira de mí hacia la sala de conferencias.
—¿Qué mierda es esto? —Dentro de las puertas dobles hay unos pocos
entrenadores alrededor de ocho televisores y varias consolas de juego. Veo un
número de chicos allí… Jesse me empuja a uno de los cojines y me entrega un
mando.
—¿Quién quieres ser?
Reviso mis opciones.
—La Princesa Daisy.
—Está bien. —Elige a Bowser.
—¿Qué es esto? —pregunto.
—Mario Kart. —Me da una mirada de eres un idiota.
—Sé qué juego es, pero, ¿qué es esto? —Agito el mando alrededor de la
habitación—. ¿Y cómo no lo supe antes?
—No querías saberlo antes.
Y se me ocurre que esto es por lo que los chicos que tienen parejas serias no
están siendo fotografiados con un montón de chicas colgando de ellos. Me encojo
de hombros y me acomodo para un duro juego de Mario Kart, y me divierto tanto
en el campamento de verano como puedo recordar.

LUCY
—Hola, Ace. —Solo abro la puerta un poco cuando lo veo en el porche
delantero. Matt está atrás en la parrilla y realmente no quiero que mi Cuatro de
Julio sea arruinado por una pelea entre ellos. Papá está trabajando hoy para recibir
el doble de pago, pero estará en casa esta noche para los fuegos artificiales.
—¿Podemos hablar? —Me recuerda tanto a ese triste niño pequeño que
encontré en mis escalones llorando porque su padre se fue. Todo lo que sabía en el
momento era que mi mamá lo puso triste, y yo no iba a herirlo como lo hizo mi
mamá.
Pero tanto tiempo y tantas cosas han pasado desde entonces, no estoy segura
qué tipo de amistad puedo tener con él ya. Aun así, no puedo cerrarle la puerta en
el rostro.

309 —Claro. —Salgo al porche.


—Yo… quiero disculparme por lo que sucedió entre nosotros.
Un poco de tensión desaparece.
—Gracias.
—No voy a verte mucho.
—¿Oh?
—¿Has oído de MU?
Niego.
—No, no puedo decir que lo haya hecho.
—Es una escuela de fútbol en Kentucky. El hermano de Knox Masters va allí.
Juega como extremo defensivo. —Ahí va Ace de nuevo, entrando en los detalles de
la charla de fútbol. Intento no dejar que mis ojos se vidrien—. Bueno, su mariscal
se lesionó la última temporada. Se rompió su ligamento cruzado anterior y anunció
que no iba a volver. Supongo que es un estudiante de medicina y decidió que
había tenido suficiente. Me han contactado y ofrecido una beca. Sin garantías al
principio, pero puedo competir por el puesto.
—Oh, Ace. Estoy feliz por ti. —Extiendo mi mano y agarro la suya.
—Sé que podría ser una decisión estúpida. Que podría estar tirando una
oportunidad para los profesionales por no ir a lo seguro, pero siempre lamentaría
no intentar seguir mi sueño, particularmente cuando uno de ellos acabó aquí.
No sé si está hablando de mí o del equipo, pero no pregunto. Es una cuestión
que no necesita ser hecha. Pero después de este pasado semestre, completamente
creo en la filosofía de “Inténtalo, qué es lo peor que podría pasar”, porque, oh, Señor,
las recompensas son tan buenas.
—Voy a extrañarte, pero si este es tu sueño, te apoyo totalmente.
—Gracias.
—¿Abrazo?
—Sí.
Rodeo con mis brazos su sólida cintura y lo aprieto con fuerza. Me sostiene
en respuesta. Quiero a este chico como el hermano que nunca tuve e intento
expresar eso en mi abrazo. Me da un beso en la frente y luego me suelta para
caminar por la acera y fuera de mi vida.
Algunas lágrimas caen cuando vuelvo a entrar en mi casa. Matt está justo al
310 otro lado de la puerta.
—¿Te contó?
—Sí. —Le doy una sonrisa llorosa.
—¿Estás bien? —Me atrae a sus brazos y coloca sus labios en el mismo lugar
que Ace besó.
—Lo estoy. Voy a extrañarlo. Ha sido una gran parte de mi vida.
—¿Sí?
Hay un poco de tono defensivo en esa palabra. Me inclino hacia atrás y
acaricio la mejilla de Matt, la cual está más tensa de lo normal.
—Sí, pero mi corazón no se va con él. Está aquí contigo.
Se relaja.
—Sabía eso.
—Por supuesto que sí.
Matty me rodea el hombro con su brazo.
—Volverá a ti de mejor forma.
—Eso espero.
—¿Qué es eso? —Matty se inclina sobre la mesa y toma la aplicación para el
examen para la escuela de leyes.
—Estoy aplicando para la escuela de leyes.
—¿Todavía puedes hacer eso? —pregunta con entusiasmo.
Mis ojos brillan con regocijo.
—Puedo.
—Eso es jodidamente impresionante, Lucy.
—Lo sé.
Me rodea con ambos brazos.
—¿Dónde vas a ir?
—No lo sé. Parte de ello depende de dónde mi novio sea reclutado. Me
gustaría estar cerca de él.
Si es posible, la sonrisa de Matty crece incluso más.
—Tienes los mejores planes para el futuro, Ricitos.
—Tengo uno bueno para el presente también.
311
—Por favor, dime que involucra desnudez y posiblemente un poco de crema
batida.
—Estaba pensando más en sirope de chocolate y cuerda, pero puedo añadir
crema batida. La desnudez se da por hecho.
Matty ya está quitándose la camiseta para el momento en que mis últimas
palabras salen. Mira sobre su hombro desnudo, la acción haciendo que sus
músculos se tensen en la espalda. ¿De verdad una vez dije que no me iban mucho
los músculos? Debí haber estado drogada con algo serio.
—¿Vienes?
—Eso espero. En serio, en serio eso espero.
Entonces corro hacia delante y salto sobre su espalda, y vamos a mi
habitación, quitando la ropa del otro y besándonos como si no nos hubiéramos
tocado en semanas.
Matty podría haber sido mi mayor riesgo, pero seguro como el infierno que
es la mejor recompensa que una chica podría tener jamás.

FIN
(GRIDIRON #3)
Él es el chico que no le cae bien a nadie…
A pesar de ganar dos campeonatos
nacionales, JR “Ace” Anderson fue sacado de su
antigua escuela después de perder la confianza de
su entrenador. En Southern U, tiene una segunda
oportunidad para demostrar que su legado
universitario no es un libertinaje sin fin y egoísmo.
Pero su reputación lo precede, y sus compañeros de
equipo ofrecen una bienvenida fría en el camerino.
312 La única persona que está dispuesta a aceptarlo es
la misma mujer de la que debe mantenerse alejado:
La hija de su nuevo entrenador.
Ella es la chica que todos aman...
La única meta de Bryant Johnson en la vida es
hacer felices a los demás, incluso a su costa. Una
mirada al nuevo mariscal de campo estrella de su
padre, y sabe que Ace es su próximo proyecto. Con
una reputación de ser un “gran imbécil”, Bryant ha
pasado sus últimos tres años en la universidad reformando el mal comportamiento
y convirtiendo a los chicos malos en los mejores novios de la historia. En Ace, sin
embargo, se encontró con una resistencia hosca y una atracción chispeante que no
espera. Reformar a este guerrero herido será su mayor desafío hasta el momento.
No enamorarse de él será aún más difícil.
Entre el gran corazón de ella y el dañado de él, una batalla se produce. En
este juego de amor, cada defensa se derrumbará.
JEN FREDERICK
Jen Frederick es la autora best seller de USA Today de Unspoken, parte de la
serie Woodlands, y Sacked, parte de la serie Gridiron. También es la autora de
Charlotte Chronicles y ha tenido varios libros en la lista del Top 100 de Kindle.
Vive en el medio oeste con un esposo que hace un seguimiento de los detalles de la
vida mientras ella escribe, una hija que entiende cuando mamá desaparece en su
oficina por horas y un perro travieso que no hace ninguna de las dos cosas.

313
314

También podría gustarte