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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE NUEVO LEÓN

FACULTAD DE DERECHO Y CRIMINOLOGÍA

TESIS

LA MOTIVACIÓN DE LAS SENTENCIAS FUNDADAS EN TESIS DE


JURISPRUDENCIA DE LOS TRIBUNALES EN MATERIA ADMINISTRATIVA”

PRESENTA
SAMUEL ORLANDO GARCÍA VILLARREAL

COMO REQUISITO PARA OBTENER EL GRADO DE DOCTOR CON


ORIENTACIÓN EN DERECHO PROCESAL

DIRECTOR DE TESIS
Dr. ALFREDO HERNÁNDEZ LUNA

Ciudad Universitaria, San Nicolás de los Garza, Nuevo León, 2023.


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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE NUEVO LEÓN

FACULTAD DE DERECHO Y CRIMINOLOGÍA

DIVISIÓN DE ESTUDIOS DE POSGRADO

PROGRAMA DOCTORAL

TESIS

LA MOTIVACIÓN DE LAS SENTENCIAS FUNDADAS EN TESIS DE


JURISPRUDENCIA DE LOS TRIBUNALES EN MATERIA ADMINISTRATIVA”

PRESENTA
SAMUEL ORLANDO GARCÍA VILLARREAL

COMO REQUISITO PARA OBTENER EL GRADO DE DOCTOR CON


ORIENTACIÓN EN DERECHO PROCESAL

DIRECTOR DE TESIS
Dr. ALFREDO HERNÁNDEZ LUNA

Ciudad Universitaria, San Nicolás de los Garza, Nuevo León, 2023.


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Declaración de autenticidad

DECLARO QUE:

1. El presente trabajo de investigación es original y es presentado para la obtención


del título de Doctor, siendo el resultado de mi trabajo personal, el cual no he
copiado de otro trabajo de investigación.

2. En el caso de ideas, fórmulas, citas completas, ilustraciones diversas; obtenidas


de cualquier tesis, obra, artículo, memoria, en versión digital o impresa, se
menciona de forma clara y exacta su fuente de origen.

3. Declaro que el trabajo de investigación que pongo en consideración para


evaluación no ha sido presentado anteriormente para obtener algún grado
académico o título, ni ha sido publicado en otro sitio alguno.

4. Soy consciente de que el hecho de no respetar los derechos de autor y hacer


plagio, es objeto de sanciones universitarias y/o legales, por lo que, asumo
cualquier responsabilidad que pudiera derivarse de irregularidades en la tesis, así
como de los derechos sobre la obra presentada.

5. De identificarse falsificación, plagio, fraude, o que el trabajo de investigación haya


sido publicado anteriormente; asumo las consecuencias y sanciones que de mi
acción deriven, responsabilizándose por todas las cargas pecuniarias o legales
que deriven de ello sometiéndose a las normas establecidas y vigentes de la
UANL.

AUTOR: MTRO. SAMUEL ORLANDO GARCÍA VILLARREAL


FECHA: FEBRERO DE 2023

FIRMA: ________________________________
4

Agradecimientos

A mi madre
A mis padres
A mis hermanos

Estoy muy feliz por concluir una etapa más de vida académica, desde que
comencé con este proyecto tuve la visión de contribuir al mundo académico y
estoy seguro de que al fin lo he logrado.

Tomo esta página para agradecer infinitamente a mis seres queridos, a mi


familia que ha sido parte esencial de mis logros y que me acompaña siempre. Este
trabajo es fruto de sus valores y enseñanzas.

A mi madre que desde el cielo me manda sus bendiciones, y que el mejor


regalo que me ha dado es la vida, una vida que he aprovechado en todos los
aspectos. Le agradezco a ella infinitamente su amor que siempre me acompaña,
hasta en momentos como este, en la finalización de mi Doctorado.

A mi padre, quien con su humildad ha permeado mi corazón y que con su


sabiduría ha iluminado mis pasos en distintos ámbitos de mi vida.

A mis hermanas y hermanos, les quiero dar las gracias por siempre estar
ahí, en las buenas y en las malas. Les deseo siempre lo mejor.

Agradezco el gran apoyo de mis maestros y mentores de la Universidad


Autónoma de Nuevo León, su paciencia y consejos han logrado que este sueño se
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finalice. De igual manera, doy gracias a los Directivos de la Facultad de Derecho y


Criminología.

A mis amigos, Selene Cruz Pacheco y Pablo Toscano que han estado al
pendiente y atentos a escucharme cuando les he platicado del Doctorado.

Finalmente, agradezco infinitamente a Dios por la vida y por todas las


oportunidades que me da para ser cada día una mejor persona, desde lo
profesional, lo espiritual y lo académico.

Muchas gracias.
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“Cuando las leyes no alcanzan el bien, tampoco alcanzan lo justo y la ley.”

Sócrates en el diálogo "Hipias Mayor"

“Permitir una injusticia significa abrir el camino a todas las que siguen.”

Willy Brandt

“Una injusticia hecha al individuo es una amenaza hecha a toda la sociedad.”

Montesquieu

“Sé justo antes de ser generoso; sé humano antes de ser justo.”

Fernán Caballero
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Resumen
A mediados de la novena época, el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación aprobó la tesis de jurisprudencia por contradicción con el número de tesis: P./J.
88/2000 bajo el rubro de: “JURISPRUDENCIA. SU TRANSCRIPCIÓN POR LOS
ÓRGANOS JURISDICCIONALES EN SUS RESOLUCIONES, PUEDE SER APTA PARA
FUNDARLAS Y MOTIVARLAS, A CONDICIÓN DE QUE SE DEMUESTRE SU
APLICACIÓN AL CASO”. Dicha tesis de jurisprudencia resolvería el curso de la acción de
los juzgadores al emplear tesis de jurisprudencia en sus resoluciones, por cuanto a
motivación se refiere. Lo cierto es que lejos de este resultado, lo que quedó en evidencia
con la emisión de dicho criterio es la precariedad del desarrollo que ha tenido esta figura
como fuente de Derecho en nuestro país, incluso a nivel del Tribunal Constitucional
mexicano, la instancia de mayor jerarquía en nuestro país.

En la práctica del litigio en México y especialmente en la materia administrativa,


resulta frecuente encontrar sentencias y resoluciones jurisdiccionales donde las "tesis de
jurisprudencia” aparecen citadas sin que se exprese ningún razonamiento que justifique el
propósito de la cita mientras que en otras, el criterio contenido en las tesis citadas no
corresponde con lo sentenciado ni con los presupuestos lógico-jurídicos que deberían
acompañar al resultado que se alcanza o se alcanzaría con su aplicación, es decir, que
simplemente no corresponden al caso.

Buscando explicaciones de este fenómeno se encuentran causas que se


relacionan con la propia jurisprudencia. Tanto con los criterios surgidos de ella respecto a
la fundamentación y la motivación de las sentencias a partir de la novena época, como
con las características propias de este sistema de jurisprudencia por tesis.

Se encontró que el Derecho mexicano padece un grave déficit de claridad en


cuanto a las bases constitucionales de este sistema de jurisprudencia donde los jueces
redactan normas qué, si bien "no son Leyes ni sustituyen a las Leyes", sí son obligatorias
e impiden que la Ley sea aplicada en forma distinta, incluso si ocurriera que la
interpretación jurisprudencial fuera abiertamente contraria al recto sentido de la
disposición legal.
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Este déficit en el entendimiento del Derecho mexicano dista mucho de ser un


problema meramente teórico, filosófico o académico. Por el contrario, se materializa con
efectos nocivos en la práctica forense y en el caso de la materia administrativa, en
perjuicio de los gobernados administrados. La gran mayoría de las veces, se traduce en
un doble perjuicio para estos, por parte del Estado, en principio, derivado de la afectación
sufrida con motivo del acto de autoridad en contra del que acude a promover tan solo para
ser agraviado nuevamente, con resoluciones jurisdiccionales supuestamente sustentadas
en el criterio de una determinada tesis de jurisprudencia que al tribunal administrativo de
la causa le es vinculante, sin más explicación que el hecho de que el tribunal está
obligado a acatarlo, esto es, sin expresar cómo o porqué la considera aplicable al caso, o
sin que exista correspondencia entre su contenido y los hechos del caso presentado por
afectado, o entre aquel y el resultado del fallo, donde, a dicho del juzgador, tuvo lugar su
aplicación.

Y es que el universo de posibilidades y formas en que esta problemática llega a


manifestarse en el plano de los hechos es sumamente vasto; las interrogantes que
pudiera llegar a plantear al investigador el estudio de esta en un contexto que sea
propicio, alcanzan los más altos niveles de complejidad, niveles en los que suelen
originarse las ideas de vanguardia. Preguntas tales como: ¿Debiera estimarse aplicada
una tesis superada por contradicción cuando en la resolución se reproduzcan en forma
exacta los razonamientos contenidos en aquélla sin hacer cita ni mención alguna del
criterio superado? o bien, ¿Esto debiera ser valorado con la misma gravedad con que se
calificaría un caso típico donde un tribunal insistiese en aplicar un criterio superado por
contradicción en un procedimiento disciplinario ventilado ante el Consejo de la Judicatura
Federal?

Sin embargo, a pesar de que, interrogantes como ésta resultan, no solo


interesantes, sino altamente relevantes y trascendentes, ocuparse de ellas en el contexto
del Derecho mexicano podría, más que fácil, ser justificadamente calificado como
“problemas del primer mundo”, esto es, problemas de los que solo resultaría posible
ocuparse o de los que solo tendría sentido ocuparse una vez que se haya dado solución a
una o más cuestiones de previo y especial pronunciamiento; problemas cuya existencia
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misma supone que están resueltas otras necesidades mucho más apremiantes, pues, de
no ser así, no sería posible obtener provecho o disfrute alguno de su solución.

Se afirma que “justificadamente” porque en la realidad actual del Derecho


mexicano, a la par de los avances en los Derechos de las minorías, se dan retrocesos no
menos importantes a los avances de otras épocas a los Derechos de “las mayorías”. De
ahí que, en lugar de una evolución lineal y ascendente en el nivel de protección del que
gozan las personas; lo único que impide poder afirmar que hay un estancamiento es el
hecho de que la Corte, respecto a ciertos temas, funciona como una bomba de
recirculación de debates y discusiones viejas, algunas que incluso se originaron en la
quinta época, por lo que, los litigantes están en la necesidad de seguir peleando las
mismas batallas de siempre, mientras que el Derecho sigue una suerte similar a la del
Sudario de Laertes.1

Por ejemplo, desde la Novena Época, “la fundamentación”, entendida como la


mención expresa o la cita textual de la norma habilitante2 dejó de ser exigida en las
sentencias y resoluciones jurisdiccionales, lo que, a su vez se tradujo en la
imposibilidad de establecer como requisito una motivación, definida como la expresión
de razonamientos por los cuales el juzgador estima que la norma que ha elegido
para la resolución de la controversia resulta aplicable al caso.

A partir de realidades como ésta y en virtud de que, no es posible aterrizar de


lleno en el tema de la hipótesis central, puesto que no existe una sólida base teórica
general que justifique la jurisprudencia (elemento de la hipótesis) de manera
satisfactoria la naturaleza jurídica ni el sustento constitucional de los aspectos mínimos

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En “La Odisea”, mientras Odiseo está ausente, Penélope es pretendida por varios hombres,
quienes se instalan en el palacio y ventajosamente consumen su hacienda en banquetes, mientras
esperan que la reina elija a alguno para volver a casarse. Para ganar tiempo, Penélope dice a los
pretendientes que aceptará un nuevo esposo cuando termine de tejer un sudario para el
rey Laertes, padre de Odiseo. Con el fin de prolongar el mayor tiempo posible la espera, Penélope
desteje por la noche lo que teje de día;
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En esta investigación, se puede ver esto mismo referido como la “norma fundante”, término que
estimamos adecuado precisamente para evitar que se desnaturalice el concepto de
fundamentación. para referirnos a la norma con base en la cual el juzgador decidirá el sentido del
fallo o resolverá la cuestión o las cuestiones a las que se contrae la resolución, ya sea de trámite,
de fondo o incidental.
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indispensables para entender lo que son las tesis jurisprudenciales, qué lugar tienen en la
jerarquía de las normas y qué función o que funciones cumplen en las sentencias, por lo
que fue necesario elaborar de manera completa dichas bases teóricas, para poder
referirnos a la hipótesis a partir de bases confiables.
Se evita incurrir en las fallas del Pleno con su criterio jurisprudencial número P./J.
88/2000 (cuyas afirmaciones no están todas encadenadas en sus premisas a otros
conceptos jurídicos consolidados, dando la sensación de ser flotante y dogmático en
ciertos puntos) y comenzamos el estudio con la búsqueda del fundamento constitucional
original que justifique la presencia de esta fuente de Derecho en una determinación
judicial, pues, antes de responder que ver a qué tribunales obliga y quién puede
producirla, debe estar garantizado de forma incuestionable que, de hecho, las tesis de
jurisprudencia pueden válidamente figurar en ella y sobre todo, en calidad de qué pueden
hacer, para lo cual se hace necesario emprender distintos análisis como el de determinar
la naturaleza jurídica que corresponde a las tesis de jurisprudencia emitidas por los
tribunales de Amparo (pues solo las normas generales pueden fundar actos de autoridad
como lo son las sentencias) y, la forma en que dicha naturaleza ha sido entendida a lo
largo del tiempo por los Tribunales desde la quinta hasta los inicios de la actual onceava
época; esto, con el fin determinar qué dificultades son las que ha encontrado la
elaboración de dicha teoría en el pasado y las inconsistencias en que terminó incurriendo
y que fueron motivo de su fracaso, resolverlas y sentar sobre la experiencia adquirida, las
soluciones y la realidad y la razón, proporcionando así una teoría que sobreviva, cuando
menos, a un análisis sistemático de constitucionalidad.

Un tema que ocupa una buena parte de la investigación es la accidentada relación


que ha existido y de la que poco se habla en la doctrina y menos aún en la jurisprudencia,
entre la obligatoriedad de las referidas tesis, el principio constitucional de legalidad y la
obligación de fundar y motivar a cargo de todas las autoridades. A este respecto, se da
solución proponiendo una interpretación con la que este problema quedaría resuelto en
forma pacífica, esto es, sin eliminar o renunciar a este sistema tan arraigado en nuestro
Derecho, ni a la exigencia de legalidad en detrimento de la seguridad jurídica, se habla de
una verdadera interpretación conforme.
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Asimismo, se analiza la función que a dichas tesis se les ha reconocido y sí se


apegan a la verdad material o en qué proporción lo hacen, lo que permitirá determinar
cuáles funciones válidamente pueden tener en una resolución jurisdiccional, todo esto
dentro de una teoría con vocación de permanencia.
Así pues, se revisan diversas teorías construidas a partir de los criterios interpretativos de
los tribunales de amparo respecto a la naturaleza de las tesis de jurisprudencia, así como
una interpretación sistemática e histórica de los artículos 14, 16, 94 y 107 de la Carta
Magna, teniendo en cuenta el contexto histórico y los cambios que tuvieron lugar
alrededor de la promulgación de la Constitución de 1917 y, las reformas constitucionales
de 1951, entre los que destaca la aparición de las primeras tesis de jurisprudencia y la
incorporación del término jurisprudencia en el texto supremo.

Por lo anterior, se propone una construcción jurídico-metodológica a la que


denomina “teoría de los usos impropios de las normas”. En ella se explica, desde una
visión del Derecho como un sistema normativo que guarda congruencia o que debe
guardarla, la existencia de la una regla o código no escrito conforme al cual ocurre una
especie de colaboración solidaria entre las distintas disposiciones del orden jurídico
nacional, y en particular de las que convergen en la elaboración del tema en que se
pronuncia la resolución jurisdiccional. A partir de ésta, se redefine, aumenta y divide el
concepto de la eficacia jurídica de las normas ideado por el jurista austríaco Hans
Kelsen, en eficacia por usos propios y usos impropios, siendo estos últimos de los
que toma el nombre la teoría desarrollada en esta investigación relativa al tema de las
funciones que puede cumplir la norma jurisprudencial en las sentencias, teoría que
además de la justificación, aporta una fórmula sencilla y verificable objetivamente, para
determinar, según los usos a los que sirva la cita de un criterio. Es decir, sí el juzgador se
encuentra obligado o no a motivar específicamente la invocación de una tesis de
jurisprudencia y analizar con unidad metodológica, sin menoscabo alguno de la total
libertad valorativa, o sí la resolución se encuentra debidamente motivada, por cuanto al
uso de tal o cual tesis citada en ella. Dicha fórmula es llevada al terreno de la práctica en
el capítulo cuarto, en el que se analizan autos y sentencias de casos reales de la práctica.

La investigación concluye, tras la comprobación de las hipótesis y tras responder a


las preguntas de la investigación, proponiendo distintas acciones, algunas urgentes y
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otras a mediano plazo que darán certeza en el desarrollo de la labor jurídica tanto en la
impartición de justicia como en el acceso a la justicia por parte de los litigantes, junto con
algunas reflexiones en general para el jurista de esta época y de las próximas
generaciones.
Palabras clave: sentencias, jurisprudencia por tesis, motivación, fundamentación, teoría
de los usos impropios, ley de los jueces
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CONTENIDO

RESUMEN vii
INTRODUCCIÓN 1
I. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA 1
II. PREGUNTAS DE LA INVESTIGACIÓN 2
III. DELIMITACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN 2
IV. JUSTIFICACIÓN 2
V. OBJETIVOS 3
VI. HIPÓTESIS 4
VII. COMPROBACIÓN DE HIPÓTESIS 5
VIII. METODOLOGÍA 5
IX. LÓGICA Y ESTRUCTURA 6

CAPÍTULO PRIMERO.
DE LAS SENTENCIAS.
Introducción capítulo primero 10
1.1 Concepto 13
1.2 De los Principios Generales de Derecho Aplicables a las Sentencias 20
1.3 Principio De Congruencia 23
1.4. Principio De Exhaustividad 33
1.5 Principio De Legalidad 40
1.7 Principio Pro Personae 51
1.8 Progresividad (No Regresividad) 63
Conclusión Capítulo Primero 74
14

CAPÍTULO SEGUNDO.
GENERALIDADES Y NOCIONES REGULARMENTE ACEPTADAS SOBRE LA
JURISPRUDENCIA.
Introducción Capítulo Segundo 79
2.1 Concepto de Jurisprudencia 79
2.2 Teorías y Escuelas de la Interpretación de las Normas 80
2.3 Acciones ante la Falta de Norma; Lagunas vs Vacíos e Integración Jurídica 84
Conclusiones Capítulo Segundo 91

CAPÍTULO TERCERO.
¿QUÉ HACEN LAS LLAMADAS “TESIS DE JURISPRUDENCIA” EN LAS
SENTENCIAS Y RESOLUCIONES JURISDICCIONALES DEL DERECHO
ADMINISTRATIVO?
Introducción Capítulo Tercero 98
3.1 La Negación de un Gran Problema 102
3.2 Jurisprudencia y Legalidad en la Constitución de 1917 105
3.3 La Arraigada Interpretación “Letrista” del 14 Constitucional 110
3.4 El Verdadero Alcance (limitado) del Artículo 94 Constitucional. 115
3.5 Teorías Ensayadas por la jurisprudencia, unificadas 118
3.5.1 Teoría de la Motivación Aplicable 118
3.5.2 Teoría de los Sistemas Ajenos 123
3.5.3 Tesis Complaciente 149
3.6 Jurisprudencia como Norma General 153
3.6.1 Rasgos Normativos Específicos 165
3.6.2 Principio de Jerarquía Legada de las Tesis de jurisprudencia 167
3.6.3 Interpretabilidad de la Jurisprudencia y el Problema de la “Reinterpretación” 168
3.7 Replanteamiento Interpretativo Acudiendo a la Interpretación Sistemática e Histórica
del Artículo 14 Constitucional que se Propone. 171
3.8 La Teoría de los Usos Propios e Impropios de las Normas Generales como Criterio
para Determinar la Función que Cumple la Cita de una Determinada Tesis de
Jurisprudencia en una Determinada Resolución Jurisdiccional. 182
3.9 El Indescifrable Criterio Plenario Derivado de la Contradicción de Tesis 17/98 191
Conclusión Capítulo Tercero 200
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CAPÍTULO CUARTO.
TALLER DE ANÁLISIS DE SENTENCIAS
Introducción Capítulo Cuarto 209
4.1 Limitaciones Razonables en la Comprobación de la Hipótesis Central 210
4.2 Recapitulación 210
4.3 Caso 1. Insuficiente Fundamentación es Falta De Fundamentación 213
4.3.1 Análisis 214
4.4 Caso 2. Incoincidencias son Inconsistencias 216
4.4.1 Análisis Extracto “A” 218
4.4.2 Análisis Extracto “B” 222
4.4.3 Análisis Extracto “C” 224
4.5 Caso 3. Aplicación de la Norma Jurisprudencial Tergiversando y Desnaturalizando su
Contenido 225
4.5.1 Análisis Extracto “A” 227
4.6 Caso 4. Falta de Coincidencia entre el Caso Concreto y los Presupuestos de Hecho
Señalados en la Jurisprudencia Aplicada 231
Conclusión Capítulo Cuarto 249

CONCLUSIONES GENERALES 250


BIBLIOGRAFÍA 281
16

INTRODUCCIÓN

Las tesis de jurisprudencia en México y especialmente las que provienen de la


Suprema Corte de Justicia de la Nación constituyen una de las fuentes formales más
importantes en el Derecho mexicano; quizá la más importante, si no formalmente, al
menos en el plano material de los hechos. Se habla entonces, del máximo Tribunal
interpretando el máximo ordenamiento, en instancia terminal, por excelencia, definitiva e
inatacable, conocida en el Derecho Procesal Mexicano, que es la revisión del Juicio de
Amparo Indirecto, el Amparo Directo y la excepcional, Revisión de Amparo Directo. Tanto
para el jurista como para el litigante mexicano, no hay algo que diga mejor “autoridad” que
una tesis de Jurisprudencia.

A pesar de que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos dispuso


en 1951 que correspondería al Congreso y a la Ley establecer los términos y las
condiciones de obligatoriedad de la Jurisprudencia, texto que hoy se ubica en su artículo
94; la realidad es que esto nunca ha sucedido realmente, ni antes, ni a partir de 1951, a
lo mucho se han establecido algunas reglas para su fijación y ni siquiera éstas han regido
con eficacia esta facultad sui generis del Poder Judicial de la Federación.

I. Planteamiento del Problema


Nuestra Constitución impone la obligación de fundar y motivar sus
determinaciones a todas las autoridades, y esto, naturalmente incluye a las
jurisdiccionales. Sin embargo, tratándose de la invocación de tesis de jurisprudencia, es
frecuente advertir en la práctica del litigio, especialmente en materia administrativa, que
los tribunales, más allá de apoyar sus resoluciones, se basan en ellas, y que esto no
siempre va acompañado de la motivación mínima aceptable o incluso siquiera de un
esbozo de ésta, lo que resulta en sentencias incoherentes o indescifrables o en la
aplicación incorrecta de las referidas tesis. Como resultado de lo anterior, se produce un
menoscabo a la capacidad de defensa del afectado, pero también la oportunidad para que
el juzgador mismo advierta la existencia de inconsistencias en su razonamiento y pueda
enmendarlo, a fin de producir el resultado que, conforme a Derecho, corresponde.
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Esto, al final del día, debilita dos de los valores fundamentales que justifican la
existencia misma del Derecho, que son Certeza y la Seguridad Jurídica, elementos
también inexcusables de la forma de gobierno concebida bajo la voz de “Estado de
Derecho”.

II. Preguntas de la Investigación

1. ¿Los juzgadores están obligados a motivar el uso de las tesis de jurisprudencia


que invocan en sus sentencias y resoluciones?
2. ¿Es válido a nivel Constitucional en nuestro Derecho que los tribunales dicten
resoluciones y sentencias fundadas únicamente en jurisprudencia? y si lo es
¿cómo y por qué?
3. ¿De qué manera coexiste nuestra “jurisprudencia” con el mandato Constitucional
conocido como “principio de legalidad”?
4. ¿Qué función cumplen las tesis de jurisprudencia que los tribunales citan en sus
sentencias?
5. ¿Cuál es la naturaleza jurídica de las tesis jurisprudencia?

III. Delimitación de la investigación

En México, la lógica global no aplica. La jurisprudencia no es sentencia ni está en


las sentencias, pero sí es obligatoria. A esto podría haberle sido asignada la
denominación de “Jurisprudencia” pero, dicho apelativo debe ser tomado con las todas las
reservas de una prudente cautela, teniéndolo meramente como el nombre propio que se
le quiso dar y concentrarse en sus características, no en su denominación, pues es factor
de sesgo.

Por esta razón, la investigación se concentra en el fenómeno o figura jurídica a la


que el Derecho Mexicano asignó la denominación de “jurisprudencia” y su aplicación por
nuestros tribunales, absteniéndose de acudir a material sobre Derecho extranjero, pues, a
pesar de existir algo con el mismo nombre o su traducción en el Derecho de otras
naciones, ninguna figura se corresponde con las características de la “jurisprudencia por
tesis” de nuestro país.
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IV. Justificación
En un Estado de Derecho, toda decisión y toda actuación del poder público, debe
ser, con mucha o poca interpretación, el resultado de la aplicación de algún tipo de norma
preexistente.

La aplicación de toda norma, por lógica, exige la demostración de su aplicabilidad


y esa demostración no puede estar incluida en la propia, no recae en el órgano que
expide la norma ni es posible de hacerla en el acto mismo de emisión de la norma, por el
contrario, su cumplimiento corresponde al sujeto que aplica la norma en cada caso que
ésta se aplique. Al cumplimiento de esta exigencia lógico-jurídica se le conoce de forma
generalizada bajo el nombre de “motivación”. La motivación es un requisito
constitucionalmente exigido de todas las autoridades de todos los niveles y para todos los
actos que sean susceptibles, como mínimo, de generar molestia a los gobernados y a
mayoría de razón cuando se trata de actos de privación.

Las anteriores parecieran obviedades, algo que debería considerarse “de


explorado Derecho”. Sin embargo, en la práctica forense, los tribunales mexicanos
frecuentemente ignoran estas “obviedades” cuando se trata de un tipo muy peculiar de
norma, endémica de nuestro Derecho, uno que se conoce bajo la denominación de “tesis
de jurisprudencia”.

Y si bien resulta inadmisible que los jueces omitan la motivación al aplicar


cualquier tipo de norma, más grave aún sería que ello fuera permitido, que la obligación
de hacerlo no estuviera claramente establecida a falta de una base teórica estable y
completa sobre dicha supuesta fuente formal, exclusiva del Derecho mexicano. Sin
embargo, este último, parece ser el caso.

De ahí que se estime imperioso emprender un estudio sobre la problemática y las


causas de que, a más de un siglo de asimilarlas como fuente formal de Derecho aplicable,
aun no se ha generado una base teórica completa, estable y unánimemente aceptada
sobre si pueden y si deben o no motivarse, si pueden o no fungir como la norma fundante
19

en las determinaciones jurisdiccionales de nuestros tribunales, el sustento constitucional


que autoriza su existencia y uso desde 1917, la función cumplen o las que pueden cumplir
en las resoluciones en donde se invocan y citan, esto es, si pertenecen al campo de la
fundamentación o al de la motivación o si la cita de éstas puede fundarlas y motivarlas, a
condición que se demuestre su aplicabilidad al caso, tal como se afirma en el rubro de la
tesis de la jurisprudencia plenaria con número 88/2000.

Con una doctrina nacional tímida y adoctrinada por una Suprema Corte que no
admite razón ni concede mérito a ideas producidas fuera de ella, se justifica más que
nunca una investigación capaz de aportar reglas con las que cualquier profesional del
Derecho (Juez o no) pueda verificar el cumplimiento de la debida motivación de una
sentencia en la que se invoquen tesis de jurisprudencia, siendo éste el caso de esta
investigación.

V. Objetivos
Este trabajo de investigación, no solo pretende demostrar las fallas en el sistema a
las que se remiten las hipótesis, sino también identifica en sus propósitos el descubrir las
causas más profundas que condujeron a nuestro Derecho a colocarse en la situación
actual (a este respecto), así como el proporcionar el soporte argumentativo completo del
que actualmente no dispone, uno que subsane las carencias principales que impiden el
desarrollo de una teoría completa e incluso casuística al detalle sobre las tesis de
jurisprudencia, la o las funciones que cumple la cita de éstas en las resoluciones de
nuestros tribunales y las exigencias que esto conlleva para el juzgador.

VI. Hipótesis

1. Los tribunales competentes en materia administrativa no suelen motivar la cita de


las tesis de jurisprudencia que invocan en sus sentencias o no lo hacen
correctamente.

2. Nuestro Derecho no cuenta con una base teórica completa sobre las tesis de
jurisprudencia y las implicaciones de hacer cita de estas en las resoluciones
jurisdiccionales.
20

3. No existe, en el texto Constitucional de nuestro país, una norma que imponga la


obligación expresa, literal, categórica y específica, a cargo de toda autoridad
jurisdiccional de motivar debidamente todas sus sentencias y determinaciones.

4. No existe un manual metodológico obligatorio homologado que indique a los


juzgadores la metodología que deben implementar en sus sentencias y
resoluciones.

VII. Comprobación de Hipótesis


Para esta hipótesis se eligió un acercamiento empleando un razonamiento lógico
deductivo escalonado por etapas, analizando los requisitos lógicos y jurídicos que cada
una de dichas etapas exige y de ser factible conforme a Derecho, tenerla por cumplida y
avanzar a la siguiente. De esta manera se recorrería el camino identificando la
problemática jurídica que este tema presenta:
En primer término, para hablar de la motivación de las sentencias fundadas en
tesis de jurisprudencia, sería en principio necesario establecer que el presupuesto del que
está partiendo la hipótesis sea posible, esto es:

Que las tesis de jurisprudencia pueden ser empleadas como el fundamento en las
sentencias.

Y para determinar si este presupuesto se cumple o puede cumplirse, es necesario


responder las interrogantes expuestas enseguida, desde distintos ángulos, tanto lógicos
como propiamente jurídicos, las cuales se expresarían como:

1. ¿Qué se entiende por fundamentación y en qué ha de recaer?


a. La expresión de la disposición/norma habilitante. Recae
necesariamente en una norma.
2. ¿Dispone algo nuestra Constitución en cuanto a cómo o en qué deberán estar
fundadas las sentencias?
21

a. Sí. Artículo 14 4º párrafo: Que deben ser conforme a la Letra o la


Interpretación Jurídica de la Ley y a falta de ésta, se fundará en los
principios generales.
3. ¿La respuesta anterior incluye o excluye a las tesis de jurisprudencia?
a. No existe una respuesta sencilla.
b. Si el 14.4p sigue entendiéndose como hasta ahora, las excluye.
c. Puede incluirlas si y solo si se entiende que la intención del
constituyente en el 14 4º
4. ¿En qué sentido se ha pronunciado la jurisprudencia sobre este particular?
a. Sobre el “interpretación jurídica de la Ley” no lo entiende como una
referencia directa a las tesis de jurisprudencia. (Criterio dominante de la
6ª a 9ª Época, en la novena se dejó de mencionar el 4º párrafo del
artículo 14 al hablar de la fundamentación de las sentencias.)
b. Incluso, ha dicho también que el constituyente de 1917, al estar tan
atareado estableciendo garantías individuales olvidó incluir a la
jurisprudencia en el texto constitucional y que esta situación prevaleció
desde 1917 hasta la reforma de 1951.
c. La tesis complaciente puede ser interpretada como que autoriza que las
tesis funden, mas no que motiven las sentencias, pero nuevamente
esto depende de la interpretación, y tiene argumentos en contra,
particularmente al repudiarse en sus consideraciones a la tesis derivada
del AD 368/92 del 2º TCC4, en la que se afirma la sentencia se tenga
por FUNDADA si en ella se cita una tesis.
d. En cuanto a que las tesis sean normas generales, ha mostrado una
tendencia a la inconsistencia, llegando a pronunciarse un día afirmando
que no lo son y al día siguiente que sí lo son, y en muy pocas
ocasiones un pronunciamiento ha considerado al anterior o a los
demás, de ahí que, si bien al momento de investigar este punto la
última respuesta decía que sí, no hay garantías ni seguridades de que
al finalizar esta investigación no hubiera variado ya nuevamente el
criterio de la Corte.
22

Las respuestas a estas interrogantes fueron obtenidas del análisis concatenado de


los diversos criterios encontrados en la Jurisprudencia de nuestro país, a fin de descubrir
el resultado que la suma de los que se suponen vigentes arroja al momento de efectuar
dicho análisis, el cual es conducido en una franca actitud crítica, aplicando como método y
herramienta principal, a la que constituye el contrapeso natural del argumento de
autoridad, esto es, el uso de la lógica deductiva.

Por cuanto a fuentes se acude exclusivamente al Derecho positivo de nuestro país


y, de éste, casi enteramente a las tesis y criterios jurisprudenciales e interpretativos
aislados de nuestros tribunales de Amparo, no porque se piense que éstas contengan los
razonamientos más sofisticados ni las construcciones lógicas más atinadas, sólidas o
completas, sino única y exclusivamente porque son éstos tribunales que las producen, los
que tienen la última palabra sobre cualquier tema de Derecho que halla de terminar en
litigio.

A partir de las respuestas a estas 4 preguntas, y de las preguntas que derivan de


esas respuestas y de las respuestas a esas preguntas supervenientes, se obtuvo la
comprobación de las primeras dos hipótesis, mientras que, a la tercera y cuarta, se
comprueban del análisis del artículo 14 constitucional realizado tanto en la exposición de
la problemática, de las soluciones propuestas en este trabajo y del contexto.

VIII. Metodología
La metodología de la presente tesis doctoral es cualitativa bajo la perspectiva del
estudio formal deductivo – inductivo. Dado ello, la investigación documental abarca no
solo literatura jurídica, sino también comunicados, artículos noticiosos, relatos contenidos
en fuentes diversas con el fin de tener una mayor comprensión del contexto histórico-
social en el que se desarrollaron hechos con alta relevancia para esta tesis doctoral, por
ejemplo: la promulgación de la Carta Magna y sus reformas, los hechos relacionados a la
Suprema Corte de Justicia de la Nación y al Consejo de la Judicatura Federal.

En materia estrictamente jurídica, se analizaron ejecutorias de amparo


relacionadas a temas que se consideraron decisivos en la investigación, como la
23

naturaleza normativa de las tesis de jurisprudencia. Por la importancia y enorme


relevancia, se empleó un enfoque altamente crítico de las consideraciones valoradas en
esas ejecutorias.

Con respecto a la tardía aparición del término “jurisprudencia” en la Constitución


Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917 se aplicó un análisis de tipo histórico,
crítico y lógico deductivo cuestionando aparentes inconsistencias en una la versión
histórica oficial contada, con una versión poco plausible, a partir de la evidencia material
y documental relacionada con la transición de “jurisprudencia como criterios obtenidos
directamente de las ejecutorias” a “jurisprudencia contenida en tesis elaboradas con
criterios supuestamente contenidos en ejecutorias”.

Y finalmente un enfoque cualitativo tanto deductivo como inductivo basado en la


etnometodología3 a fin de desentrañar la mentalidad de los ministros de la quinta a la
onceava época con relación al tema en estudio y sus verdaderas razones tras algunos
criterios.

IX. Lógica y estructura


Se optó por una estructura clásica silogística deductiva comenzando en el Capítulo
I con el marco teórico compuesto por los principios generales de las sentencias,
expuestos según conforme a la doctrina más ortodoxa y convencional de tipo explicativa,
procurando un acercamiento pacífico y cauto, limitando la crítica solo a aquellos aspectos
donde ésta resultaría indispensable.

En el capítulo II se explica la jurisprudencia a partir de las concepciones que


tradicionalmente son aceptadas en la doctrina, persiguiendo los mismos propósitos que
en el capítulo I. En el capítulo III se libera el pensamiento y la visión crítica, sacando a

3
La Etnometodología pretende describir el mundo social tal y como se está continuamente
construyendo, emergiendo como realidad objetiva, ordenada, inteligible y familiar. Desde este
punto de vista, la etnometodología recomienda no tratar los hechos sociales como cosas, sino
considerar su objetividad como una realización social. Considera, además, que esta
autoorganización del mundo social no se sitúa en el Estado, la política o cualquier superestructura
abstracta sino en las actividades prácticas de la vida cotidiana de los miembros de la sociedad.
Estas actividades se realizan conjuntamente en las interacciones; y la gente las realiza
ateniéndose a los presupuestos y a los tipos de conocimiento propios de la "actitud natural". Para
mayor información veáse: Diccionario Critico de Ciencias Sociales. (s/f). Etnometodología.
https://webs.ucm.es/info/eurotheo/diccionario/E/etnometodologia.htm
24

relucir la problemática encontrada entre el principio de legalidad y la jurisprudencia, la


vacuidad del artículo 94 Constitucional en lo que respecta a la jurisprudencia e incluso,
cómo la rigidez interpretativa de la jurisprudencia acabó por poner en entredicho su
legitimidad en nuestro orden jurídico.

A través del pensamiento sistemático, que se considera el más preciso de los


sistemas interpretativos en una ciencia de normas (lato sensu) de las normas en Derecho,
se elaboran teorías completas que recogen y armonizan todos los razonamientos
contenidos en las distintas tesis encontradas sobre el tema reflejando. La idea general
que la jurisprudencia entiende de sí misma, un tipo de razonamiento compatible,
generando dos teorías en las que se hacen patentes algunas ideas cuestionables que
ésta da por sentadas.

Finalmente se propone una nueva interpretación del artículo 14 Constitucional que


sería suficiente para darle un lugar propio y seguro a las tesis de jurisprudencia desde la
propia Constitución y qué, debería bastar para poder prescindir de aquellas ideas
cuestionables que emergentemente tuvo que emplear la Corte para “salvar” su carta más
fuerte que es la capacidad de producir normas jurisprudenciales.

Además, se produce la teoría de los usos impropios de las normas, con las que se
explica con argumentos lógicos la forma de operar de la jurisprudencia y las formas en
que puede verificarse su eficacia y principalmente, la mecánica para identificar las dos
funciones que puede tener en las sentencias, esto es, la de fundar o la de motivar. Con
esto, se responde la mayoría de las preguntas de la investigación y se propone un método
práctico y sencillo para definir cómo y cuándo el Juzgador queda obligado a motivar el uso
de la jurisprudencia.

En el capítulo IV se profundiza sobre los pormenores del método y sobre la teoría


de los usos impropios de las normas y se analizan algunos casos prácticos reales en los
que, aplicando el método propuesto se detectan errores de motivación que trascienden al
resultado o a los efectos de la sentencia. En la mayoría de los casos se aprecia cómo el
juzgador, aun sin tener clara esta metodología en forma instintiva busca motivar las
jurisprudencias que según el método propuesto deben ser motivadas. No obstante,
25

también se revelan los inconvenientes de esta adolescencia metodológica y del exceso de


libertad en la elaboración de sus fallos, que incluso, acaban por jugarle en contra a los
propios juzgadores, en la medida que propicia o permite la incorporación de elementos
ociosos e innecesarios, como la cita de tesis y argumentaciones en las sentencias que en
realidad no cumplen función alguna; lo que se considera ineficiente y contrario a la
seguridad jurídica y a los parámetros de excelencia.

En el apartado de conclusiones, además de la comprobación de las hipótesis, se


incluyen algunas reflexiones sobre hallazgos encontrados en el desarrollo de esta
investigación y se proponen acciones que se estiman urgentes e inmediatas si se desea
que las tesis de jurisprudencia sigan siendo una herramienta útil.

Asimismo, se invita a la reflexión sobre la obligatoriedad relativa de las tesis de los


tribunales colegiados, que, desde mi personal punto de vista, no son verdaderamente
obligatorias ni tienen una verdadera utilidad, pues lejos de propiciar certeza, ocasionan
desconcierto y caos, confunden a los justiciables al igual que a los jueces.

De igual manera, se acusa la necesidad de llevar a cabo procesos de depuración


en los que, se identifiquen las tesis que ya no podrían estar vigentes a pesar de no haber
pasado por el proceso que marca la Ley, sino que se sustituyeron de facto. También se
recomienda aceptar la participación del gremio de los abogados ajenos al poder judicial,
en la identificación de criterios que deban ser depurados, pues en el tiempo que lleva el
sistema actual que les niega participación la misma Corte ha probado su incapacidad para
cubrir esta titánica labor. Esto no mancilla en modo alguno la independencia judicial, pues
la jurisprudencia no es producto de la función jurisdiccional, sino de una facultad
reglamentaria sui géneris de la que está provista la Corte y algunos tribunales del Poder
Judicial Federal.

Capítulo Primero. De las Sentencias.

Introducción capítulo primero


26

Durante el siglo XX se desató en la doctrina germano-románica una auténtica


guerra intercontinental de teorías en la que participaron nombres de la talla de Ugo
Rocco, Carnelluti, León Duguit, Pierre Lampué, Carré de Malberg, Medina Lima, Briseño
Sierra e incluso Hans Kelsen, quien más que ayudar a solucionar la cuestión, podría
decirse que tuvo el mérito de provocarlo. El objetivo inicial era encontrar los caracteres
propios de las tres funciones en que se divide el Estado conforme a la concepción
tripartita atribuida a Montesquieu.

Es aquí donde tiene lugar una afirmación del jurista austríaco que desataría una de
las discusiones más prolongadas y nutridas en la historia del derecho procesal. Kelsen
afirma que la función legislativa puede fácilmente identificarse y separarse de las demás,
por lo que, para la función administrativa y jurisdiccional, aquello resultaba
conceptualmente imposible en tanto que las dos eran en esencia idénticas o la misma
cosa en la medida que su objeto era en ambos casos la aplicación de la Ley. Y la
reacción no se hizo esperar en la doctrina. La temeraria afirmación Kelseniana para la
academia fue como un emplazamiento a juicio de intestado.

La reseña del desarrollo de esta interesante sucesión de teoremas puede


encontrarse expuesta en el trabajo de Claudia Ortega Medina 4. Por lo que, el interés se
centra en una de las aportaciones más sencillas, pero sobre todo más exactas en ese
debate, que corresponde al ius administrativista mexicano, Gabino Fraga Magaña.

Mientras Medina Lima se enredaba en complicaciones al pretender atribuirle la


naturaleza jurisdiccional5 a todos y cada uno de los actos desarrollados ya sea por el
juzgador o por los secretarios, actuarios, responsables del archivo, oficiales de partes,
entre otros auxiliares con el objetivo de llegar a la resolución del conflicto; Fraga Magaña
demostró su gran capacidad de abstracción al refutar a Lima y afirmar que, lo cierto era
que la sentencia es el acto jurisdiccional. A esto, sin embargo, agregaremos las demás
resoluciones dictadas durante el proceso, pues si bien entendemos que entre autos y,

4
Para mayor información véase: Ortega, C. (s.f). La función jurisdiccional del Estado. Biblioteca
Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. https://revistas-
colaboracion.juridicas.unam.mx/index.php/rev-facultad-derecho-mx/article/download/27831/25151
5
Para Fraga Magaña, los actos previos referidos en la tesis de Medina Lima solo son condiciones
para desarrollar el proceso, pero en ella necesariamente intervienen la acción de las partes en
defensa de sus pretensiones.
27

sentencias llámese interlocutoria, definitiva, ejecutoria e incluso las resoluciones


posteriores a ésta como las aclaratorias de sentencia; existen diferencias entre su objeto y
alcances. Todas ellas son producto del ejercicio de la potestad jurisdiccional del Estado,
están sujetas a preclusión y tienen consecuencias de Derecho sobre la materia litigiosa e
incluso más allá de ésta en algunos casos. Por lo que, no podemos desconocerles la
calidad de actos jurisdiccionales, sin que ello llegue al extremo de atribuirle la misma
naturaleza a los actos internos o a las notificaciones, aunque sí a los pronunciamientos
del titular del órgano jurisdiccional que las tengan por hechas.

Así pues, en este capítulo se comprenderá y analizará la sentencia a través de un


recorrido en sus distintas y variadas formas como han sido definidas por fuentes primarias
y confiables que permitirán un acercamiento a sus raíces etimológicas en el latín, el cual
señala la naturaleza jurídica del origen de este término y la profundidad conceptual de
este mismo, lo que dará a luz a la definición que fundamenta el Diccionario de la Real
Academia Española que pone de manifiesto la connotación moral implícita. Así también,
se analizará su significado en los textos especializados en Derecho, acudiendo a un
diccionario jurídico privado, a la comisión de Derechos Humanos, a la doctrina nacional y
a la extranjera, buscando de esta forma, enfoques diferentes para tener un acercamiento
más amplio y mejor versado, rompiendo con algunos paradigmas que solo propician una
visión equivocada de la jurisdicción, al tiempo que presentamos nuestra perspectiva,
misma que abona a la seguridad jurídica, eslabón más débil en las teorías de la
argumentación en auge.

Posteriormente, se esbozan los conceptos básicos, históricos y filosóficos respecto


a los principios generales del Derecho, la posición sobre su naturaleza y origen en el
iusnaturalismo y en el iuspositivismo, para analizar luego, los principios que rigen las
sentencias, siendo aquellos que la doctrina ha tenido como clásicos: congruencia,
exhaustividad y legalidad. A estos agregamos dos que son producto de la segunda
reforma constitucional en materia de Derechos Humanos derivado de la importancia que
revisten en el dictado de las sentencias: el principio pro persona y el de progresividad.

Se abordará el estudio de los principios de las sentencias antes referidos,


haciendo énfasis en sus principales atributos y se analizará con ojo crítico el desarrollo
28

jurisprudencial que han experimentado. Se dará razón de las diferentes facetas del
principio de congruencia y sus alcances con relación a los elementos con los que debe
guardar proporción la sentencia.

A partir de un enfoque analítico, explicaremos el principio de exhaustividad en su


sentido y alcances originales, dando cuenta de la teoría del “abanico de posibilidades”
frente a la idea encontrada en las tesis de sexta y séptima época de la Tercera Sala y de
los Colegiados del Cuarto Circuito, respectivamente, que obligan a combatir cada
argumento de la sentencia y que en cuyo caso, resultan ser conceptos inoperantes de la
violación en amparo directo y dan a luz a la inequidad procesal en la Ley de Amparo, que
este principio pone de relieve.

Se estudiará el principio legalidad en su doble aspecto como obligación de


fundamentar en la Ley y de motivar la aplicación de esta, en contraste con la concepción
actual que desplaza a la Ley fuera del ámbito de la sentencia, así como el deber de fundar
en la Ley de forma expresa las sentencias, en términos de la jurisprudencia vigente y de
los criterios más recientes en la materia.

Se emprenderá un análisis del Principio Pro Persona como herramienta


Constitucional obligatoria de interpretación a partir de la segunda reforma Constitucional
de junio de 2011 y distintas disquisiciones doctrinales al respecto.

Por último, se estudiará el principio de progresividad y principalmente, en lo


referido a su faceta de no regresividad dando a lugar al análisis de los criterios
interpretativos aislados y jurisprudenciales que las Salas de la Corte y algunos tribunales
colegiados de Circuito han sostenido al respecto.

1.1 Acercamiento conceptual


29

Etimológicamente, el concepto de sentencia se deriva del latín “sententia” formada


con el sufijo compuesto -entia (-nt- + -ia, cualidad de un agente), sobre la raíz del precioso
verbo latino sentire.

Sentire, que originariamente procede de una raíz indoeuropea *sent- que indica la
acción de tomar una dirección después de haberse orientado, es un verbo que
expresa un completo proceso perceptivo-intelectivo, pues significa a la vez
sentir y pensar, propiamente percibir bien por los sentidos todos los matices de
una realidad y obtener un pensamiento, reflexión o juicio que constituye una
opinión bien fundamentada, de donde también su valor de opinar con
fundamento y buen criterio. Es así como la sentencia, igual puede referirse a
una frase que recoge una verdad acendrada por una larga tradición de
sabiduría y experiencia de la realidad, que la decisión bien fundamentada de
un juez tras haber percibido todos los aspectos de un problema y
reflexionado bien sobre ellos, y en todo caso a una opinión obtenida de la
percepción, el sentimiento y el pensamiento racional a la vez. Muchas
palabras se relacionan con sentire, como sentido, sensorial, consenso,
sentimiento, asentir, disentir, presentir, sensato, seso, contrasentido o centinela
(del italiano sentinella, que también procede del latín sentire). (Etimologías, 2021)6

Se trata pues, de uno de los vocablos de origen latino que reflejan desde su base
etimológica, una adecuación precisa y detallada con su significado actual, para no decir
“atemporal”. En nuestro idioma, por otra parte, el DRAE (2021)7 define sentencia como:

1. f. Dictamen o parecer que alguien tiene o sigue.


2. f. Dicho grave y sucinto que encierra doctrina o moralidad.
3. f. Declaración del juicio y resolución del juez.
4. f. Decisión de cualquier controversia o disputa extrajudicial, que da la
persona a quien se ha hecho árbitro de ella para que la juzgue o componga8.
5. f. Ling. Oración gramatical.

6
Etimologías. (2021). Sentencia. http://etimologias.dechile.net/?sentencia
7
Diccionario de la Real Academia Española. (2021). Sentencia. https://dle.rae.es/sentencia?
m=form
8
En el Derecho mexicano, esto se denomina “Laudo”.
30

sentencia definitiva
1. f. Der. sentencia en que el juzgador, concluido el juicio, resuelve finalmente
sobre el asunto principal, declarando, condenando o absolviendo.
2. f. Der. sentencia que termina el asunto o impide la continuación del juicio,
aunque contra ella sea admisible recurso extraordinario.

Resulta evidente de lo anterior que “sentencia” es un término que se origina en el


seno de lo jurídico, a diferencia de muchos otros conceptos ahora jurídicos que vienen al
Derecho como una importación desde alguna otra ciencia, de otra disciplina o bien,
conceptos genéricos de uso común en la vida. Aunque sí se contempla en la connotación
quinta un uso similar al “sentence” (del idioma inglés, oración), en México tiene poco uso,
a diferencia de su símil anglosajón, que es de uso regular en ese idioma.

Es de notar que la segunda connotación referida en la definición del DRAE tiene


parecido al concepto de “refrán” con cierta carga moral; sin embargo, se define como: “1.
M. Dicho agudo y sentencioso de uso común.”, mientras que por “sentencioso” se
entiende como:

1. adj. Dicho de un texto o del modo de expresión: que encierra sentencias


morales o doctrinales o presenta características propias de estas.
2. adj. Dicho de una persona: Que habla con cierta afectada gravedad, como si
cuanto dice fuera una sentencia. (DRAE, 2021)9

De lo anterior puede desprenderse que, el término sentencia es intrínsecamente


jurídico y qué, en nuestro idioma se vincula a la moral, lo cual no es un contrasentido en sí
mismo ya que la separación entre Derecho y moral es relativamente más nueva que el
Derecho en sí mismo o que en la existencia de sentencias. Mucho tiempo antes del
apogeo de la Teoría Pura del Derecho de Hans Kelsen, los términos “Derecho” y
“Sentencia” eran entendidos como no desprovistos de cierta carga moral como lo siguen
siendo ahora; que, para algunos incluso después de que las tesis del iuspositivismo se
volvieran la norma de aprendizaje de cualquier academia seria de Derecho, quienes en
tiempos recientes han emprendido una fuerte campaña en contra del iuspositivismo del
9
Diccionario de la Real Academia Española. (2021). Sentencioso. https://dle.rae.es/sentencioso?
m=form
31

siglo XVII o del iuspositivismo decimonónico, reviviendo con distinto nombre y pequeños
matices, los razonamientos propios del iusnaturalismo anterior, incluso al positivismo que
tildan de anacrónico, siendo una mención obligada la del “Objetivismo Moral” tan
defendida y difundida por el jurista contemporáneo Manuel Atienza.

En algún momento nos referiremos a estas autoproclamadas “nuevas” corrientes


jurídicas que han buscado introducirse a nuestro sistema con el pretexto de los Derechos
Humanos, y que tanta acogida han tenido en el discurso de la judicatura, en la medida
que la temática de este trabajo lo permita, siendo por ahora el punto que, una
interpretación gramatical del término “sentencia” refleja desde luego, la resolución de un
conflicto, en cuyo proceso interviene el uso del pensamiento racional, la percepción de los
sentidos así como la moral.

En la misma línea de la terminología, ya en la zona de especialización en la


materia del Derecho, se observan algunas definiciones desde diversas perspectivas.
Enciclopedia Jurídica (2020)10 define el vocablo “sentencia” como:

Resolución judicial que decide definitivamente un proceso o una causa o recurso o


cuando la legislación procesal lo establezca. Las sentencias, después de un
encabezamiento, deben expresar en párrafos separados los antecedentes de
hecho, los hechos que han sido probados, los fundamentos de Derecho y el fallo.
Deben ir firmadas por el Juez, Magistrado o Magistrados. Asimismo, pueden ser
dictadas de viva voz cuando lo prevea expresamente la legislación procesal
aplicable. (2020)

Por su parte, la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (2011, pág.
11
46) , la sentencia la define como:

10
Enciclopedia Jurídica. (2020). Sentencia.
http://www.enciclopedia-juridica.com/d/sentencia/sentencia.htm
11
Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal. (2011). Guía para la educación en
derechos humanos. Acceso a la justicia y derechos humanos.
https://piensadh.cdhdf.org.mx/images/publicaciones/guia_para_la_educacion_en_derechos_human
os/2011_Acceso_justicia.pdf
32

Resolución dictada por un juez u órgano judicial o administrativo que resuelve el


fondo de un asunto que le es planteado. Normalmente, la sentencia da fin al
proceso (este tipo de resoluciones en materia laboral son denominadas “laudos”).
Las sentencias tienen carácter obligatorio para las partes involucradas en el
proceso y dependerá de la jerarquía del órgano que la emite si es o no posible
objetarla ante una instancia superior.
Es importante resaltar que la interpretación e integración de las normas jurídicas
que se hace a través de las sentencias puede llegar a ser de obligatoria ampliación
para los mismos órganos del Poder Judicial (véase Jurisprudencia nacional).
Normalmente, las sentencias contienen los siguientes elementos: a) datos de las
partes y del juez o Tribunal que la dicta; b) relación sucinta de los hechos y las
cuestiones planteadas durante el proceso; c) valoración de las pruebas ofrecidas;
d) consideraciones de derecho (fundamentación y motivación) y e) resolución de
los puntos sujetos a consideración del juez o Tribunal (fijando en su caso el
término en que debe cumplirse).
Dependiendo del órgano que las emita y el asunto tramitado en el proceso, las
sentencias pueden: declarar la nulidad, ilegalidad o inconstitucionalidad de un acto
o norma jurídica; reconocer la validez de determinados actos; determinar
responsabilidad de particulares o autoridades públicas; declarar la existencia de un
derecho subjetivo, etcétera.
Se dice que una sentencia “causa ejecutoria” o que es firme cuando no admite
recurso alguno o admitiéndolo no fuera recurrida, se haya desistido de ello o hayan
transcurrido los plazos fijados por la ley. También cuando la sentencia ha sido
consentida expresamente por las partes.

En doctrina extranjera, el jurista español Cesáreo Rodríguez Aguilera (1974)12,


define la sentencia como:

Un acto personal del juez (o del magistrado ponente), pero no es un acto


personalista. No es un acto libérrimo, sino condicionado por la función que se
desempeña, y por la finalidad del propio acto, que, en esencia, es decidir
definitivamente a las cuestiones del pleito. En este sentido, la sentencia es una

12
Rodríguez-Aguilera, C. (1974). La Sentencia. Casa Editorial Bosch.
33

respuesta y un mandato. Pero su formulación ha de ir precedida de una compleja


operación mental, en la que intervienen la sensibilidad, la inteligencia y la
cultura del juez. Cierto que también interviene la voluntad, pero esta voluntad no
es la pura y libre del juez, sino que aparece subordinada al proceso que resuelve y
al Derecho objetivo.

Zoraida García Castillo y José A. Santiago Jiménez (2004) 13, refieren en relación
con este punto que:

Por su naturaleza y por su finalidad, la sentencia es, y seguirá siendo, una


actividad humana. Sería utópico pensar que con el tiempo se utilicen cerebros
electrónicos para proporcionar justicia, para dar la solución exacta de los litigios,
como algunos novelistas modernos han llegado a proponer. Cierto es que el
hombre en su trayectoria ha cometido errores al aplicar la justicia, algunos muy
graves, apoyándose en la religión o como expectativa de una vida mejor, pero esta
contradicción constituye la esencia humana de la actividad y si tratáramos de
escapar a ella caeríamos en peores aberraciones como una justicia
predeterminada. (pág. 87)

Rumoroso Rodríguez (2013)14 coincide en buena medida con Gabino Fraga, en su


visión de la sentencia dentro del ámbito de la función jurisdiccional:

Por sentencia debe entenderse el juicio lógico de los hechos en las normas
jurídicas y la conclusión de los resolutivos que contienen la verdad legal.
(…)
Desde un punto de vista lógico, la sentencia, constituye un silogismo compuesto
por una premisa mayor (ley), una premisa menor (el caso) y una conclusión o
proposición (aplicación de la norma al caso concreto); el silogismo es una
argumentación deductiva, un raciocinio en el cual por supuestas

13
García, Z. y Santiago, J. (2004). Generalidades sobre la técnica jurídica para la elaboración de
sentencias. Revista de la Facultad de Derecho de México, 54(241).
http://www.revistas.unam.mx/index.php/rfdm/article/view/61466
14
Rumoroso, J. (2013). Las sentencias. Praxis de la Justicia Fiscal y Administrativa. Filosofía del
Derecho, 1(12). https://www.tfja.gob.mx/investigaciones/historico/pdf/lassentencias.pdf
34

proposiciones o premisas se llega a una nueva proposición, calificándosele


como la expresión perfecta del raciocinio perfecto, por lo que el acto procesal
más importante de cualquier órgano jurisdiccional es la sentencia, la cual
constituye la resolución de la litis planteada sometida a la consideración del
juez.
Constituye el punto culminante de todo proceso, que consiste en aplicar el
derecho al caso sometido a la consideración de los órganos encargados de la
misma, es la decisión que corresponda en la relación procesal, y constituye el
resultado entre la acción intentada que dará satisfacción en su caso a la
pretensión del juicio. (pág. 2-3)

Como lo encontramos recurrentemente en las definiciones anteriores de sentencia, todas


coinciden en que se trata de un acto mediante el que se pone fin a una controversia, que
corresponde su emisión a un juez o tribunal, aunque su dictado no es el reflejo de su
voluntad arbitraria.

Esto no impide admitir (negarlo sería inocuo) que, invariablemente, las


convicciones morales del juzgador tendrán alguna intervención a nivel “fuero interno” del
juzgador, donde se llevan a cabo algunas de las etapas críticas de la resolución, las
cuales no quedan plasmadas en la sentencia; y qué, difícilmente conocerán a ciencia
cierta las partes e incluso el propio juez. Si bien, esto para muchos es inaceptable, lo
cierto es que, además de ser inevitable, es bastante más aceptable que sea así en
comparación con lo que sería sí quedará plasmado en la motivación de la sentencia; esto
definitivamente sería una atrocidad, tanto para el propio juez como para las partes, ya sea
la vencedora o la vencida e inclusos a sus respectivos abogados, cuyos derechos y
trabajo quedarán suprimidos15.

Pero también, objetivamente, puede razonarse la impropiedad de una sentencia


jurisdiccional apoyada en justificaciones de esa naturaleza: “quien acude ante la potestad
del Juez demandando, la solución de lo que a su parecer representa una situación de
conflicto de naturaleza jurídica, su exigencia de solución no está dirigida a la persona del

15
Aludiendo a esta idea: “la sentencia claramente menciona que el Juez optó por conceder a la
actora la custodia de los menores “porque su apariencia y tono de voz le recordaba mucho a su
prima Katy que lo cuidaba de niño y era muy buena con él”
35

Juez, sino a la persona del Estado y su respuesta es la que realmente le interesa, pues
solo el Estado podrá satisfacer la pretensión deducida sin que con ello se cometiera un
delito. Entonces, la sentencia que en su momento llegue a dictar el Juez no será una
respuesta a título personal, sino la respuesta que el Estado ha pronunciado a través de él,
con relación a la situación que el demandante dijo estimar conflictiva en uso de su
derecho de acción.

Esto rompe con un paradigma pseudo jurídico que suele escucharse en algunos
espacios académicos, recogido en una pretensiosa frase que reza: “los jueces hablan por
sus sentencias”. Tal paradoja representa la incomprensión del Derecho convertida en
dogma con aspiración a principio; aspiración quimérica e inasequible en un Estado
Constitucional de Derecho. Las sentencias no son la voz de los jueces, sino la voz del
Estado16.

Al hablar de fundar y motivar, en los sistemas que aspiran a constituir un “Estado


de Derecho”, como lo ha sido históricamente el Estado Mexicano, se ha de entender
referido a un elemento de procedencia externa al juzgador y concretamente en nuestro
Derecho, dicho elemento ha de ser predominantemente la Ley, según los artículos 14 y 16
Constitucionales.

De ser necesario se aclara que “predominantemente” debe entenderse, no como


una pequeña rendija entre la puerta y el marco que mediante el uso de ganzúas
argumentativas, se entienda como una puerta abierta en las consideraciones de las
sentencias a las convicciones personales del juzgador, sino que, ésta se funde
“predominantemente” en la Ley (suprema y ordinaria) stricto sensu (acto legislativo del
legislativo); y si acaso, de manera complementaria, en Ley lato sensu (principios
generales de Derecho, disposiciones generales, reglamentarias y criterios interpretativos).
Se insiste que esto tiene su fundamento Constitucional en el artículo 14 Constitucional del
cual se deriva la garantía más importante no solo de nuestro Derecho, sino de todo el
Derecho; la garantía de seguridad jurídica.

16
Esto daría pie a que: acudir ante los tribunales y recibir la respuesta del Juez según sus
convicciones, es como que cobrar un cheque y que el cajero te diga que olvidó su cartera.
36

Por ende, la sentencia no puede depender, ni en parte ni en todo, de la moral o las


convicciones personales del juzgador; debe poder sostenerse por sí misma prescindiendo
de estos elementos, si es que de algún modo o por alguna razón fuera posible hallarlos,
extraerlos o advertirlos directa o indirectamente del texto de las consideraciones de la
sentencia.

1.2 De los Principios Generales de Derecho Aplicables a las Sentencias


Para comprender jurídicamente la sentencia, es necesario ubicarla en el ámbito
del Derecho, y a este segundo, fundamentalmente como una ciencia de normas. El
artículo 14 Constitucional hace referencia a tres diferentes manifestaciones de Derecho a
las que puede acudir el juzgador para resolver un asunto no penal, a saber; las Leyes, la
interpretación jurídica de las leyes y los principios generales. Estos últimos serán el objeto
de estudio en lo que resta al presente capítulo.

Alejandro Covarrubias (2019, pág. 456-457)17 define los principios generales de


Derecho como:

Los criterios normativos que rigen la elaboración de las leyes son el fundamento y
la esencia de todo el sistema jurídico; asimismo, proporcionan auxilio al intérprete
de la norma jurídica en aquellos casos en que determinada situación no se
encuentra contemplada en las mismas, por lo que son de aplicación supletoria; es
por ello que su estudio reviste gran importancia, revisando para ello las opiniones
de distintos autores.

La definición anterior refleja la afiliación del autor con una de las dos corrientes
más dominantes en toda la historia del Derecho, la más antigua de todas, para ser
preciso, que explica el Derecho escrito como la derivación de un derecho natural,
preexistente, inmutable, perfecto e inalterable. Los inicios de esta ideología no se conocen
con total precisión, pero la concepción generalizada hasta nuestros días es que se
remonta como mínimo a la Gracia antigua del siglo V. Entre los seguidores del
iusnaturalismo figuran bustos de Bronce como para agregarle otro nivel al Sumaya:
Callicles, Trasímaco, Carneade, Sócrates, Hipías y Sófocles (y los sofistas) Aristóteles,
17
Covarrubias, A. (2019). Análisis e Interpretación de las Leyes Fiscales en México: Aportes para
un Modelo Teórico. Instituto Mexicanos de Contadores Públicos.
37

los estoicos, Hipias, Marco Tulio Cicerón, San Justino, San Ireneo, Clemente de
Alejandría, Orígenes, Eusebio de Césarea, San Gregorio de Nazianzo, San Basilio, San
Gregorio de Nissa, San Juan Crisóstomo, Tertuliano, San Cipriano, Lactancio, San
Ambrosio, San Jerónimo y San Agustín de Hipon, Teodero de Ciro, Santo Tomás de
Aquino, Hugo Grocio, Hobbes, Spinoza, Wolff, John Locke, Montesquieu, Hume,
Rousseau, Habermas, Weber y en épocas recientes Robert Alexy, Manuel Atienza, Miguel
Carbonell y quienes se autodenominan neo constitucionalistas. Los citados son, por
supuesto, solo algunos filósofos cuyas ideas los identifican con la doctrina del “derecho
natural”.

La otra corriente dominante no conocería la luz sino hasta el siglo XVIII. Esta
corriente rechaza la idea de un “Derecho Natural” preexistente al derecho escrito y qué,
las leyes escritas se originan a partir de éste. Esta ideología es conocida como ius
positivismo:

El positivismo jurídico como posición filosófica consiste básicamente en distinguir


entre la descripción del derecho positivo y su valoración como justo o injusto. Esto
implica reconocer que la palabra “derecho” no es un término laudatorio y los
órdenes jurídicos, siendo productos de la actividad humana, pueden ser buenos o
malos, justos o injustos. Pero para poder valorar y criticar el derecho hay que
conocerlo: el conocimiento de un objeto es lógicamente previo a su valoración. Así
lo han entendido todos los grandes positivistas jurídicos: desde Bentham y Austin
hasta Kelsen, Alf Ross, Hart y Bobbio. Sostener que un Derecho injusto no es
Derecho, como ocurre con la famosa fórmula de Radbruch, se reduce en el fondo
a una mera propuesta de cambio de nombre: en vez de llamar “derecho” a las
normas injustas, las llamamos de otro modo, pero el cambio de nombre no cambia
las cosas y no elimina las injusticias. (Bulygin, 2008, pág. 3211) 18

El positivismo cuenta con una lista bastante menos nutrida de filósofos o teóricos
adeptos y dentro de ellos figuran: Jeremy Bentham, Augusto Comte, García Maynez,
Rudolph Stammler, Alf Ross, Herbert Hart, Norberto Bobbio, Joseph Raz, Hans Kelsen,
18
Bulygin, E. (2008). Discurso pronunciado por el Dr. Eugenio Bulygin con motivo de su investidura
como doctor dhonoris causa por la Universidad de Alicante. Academia. 6(12), 319-324.
http://www.derecho.uba.ar/publicaciones/rev_academia/revistas/12/discurso-pronunciado-por-el-dr-
eugenio-bulygin.pdf
38

siendo este último su principal exponente. Entre los más recientes, se encuentran
Eugenio Bulygin y Juan Antonio García Amado.

La naturaleza jurídica de los principios generales del Derecho ha sido, quizá, el


coliseo romano de las interminables batallas teóricas a lo largo de la historia, entre
iusnaturalistas e iuspositivistas. Los primeros sostienen que los principios preexisten a los
ordenamientos jurídicos y que estos se originan en aquellos mientras que los segundos
entienden como principios solo a aquellos que se hallen plasmados en el Derecho
Positivo.

En esa batalla no es posible declarar un claro vencedor, pero esto no es porque


ninguno tenga la razón, sino porque ambos tienen una parte de ésta. En ese sentido,
coincidimos con Bustamante (2008), cuando refiere que: “Los principios pueden ser
descritos como preceptos morales que pasaron por un proceso de incorporación por el
derecho” (pág. 206)19.

Más allá de esta discusión sobre su origen, hoy en día Bizantina 20, por lo que hace
a su forma, es la tesis más aceptada es que éstos adquieren la forma de normas o
enunciados normativos, los cuales reflejan el mayor grado de generalidad, o como lo
sostuvo Norberto Bobbio, normas generalísimas, las más generales de todo el
ordenamiento. Finalmente, en cuanto a su objeto, se coincide también con Goyes Moreno
(2010), al sostener que: “los principios generales pueden ser entendidos tanto fuente
normativa y también como máximas útiles para sistematizar y organizar el sistema
jurídico” (pág.,10)21.

19
Bustamente, T. (2010). Principios, reglas y derrotabilidad. El problema de las decisiones contra
legem. Teoría del derecho y decisión judicial. España.
http://biblioteca.usac.edu.gt/tesis/04/04_12843.pdf
20
Miguel Carbonell, citando a Bobbio, menciona que no viene al caso ya, fundamentar los
Derechos Humanos porque ya están ahí, por lo que el asunto ya no es filosófico, sino político; lo
que corresponde es aplicarlos. Esta misma reflexión sirve para los principios generales del
Derecho, al menos para los reconocidos por el Derecho Mexicano en Leyes, en la Carta Magna,
Tratados, tesis de jurisprudencia y criterios interpretativos aislados. Para mayor información véase:
https://www.youtube.com/watch?v=OkMi8Mop7Wk&t=1s
21
Goyes, I. (2010). Memorias del IV Congreso Nacional y II Internacional de Derecho
Constitucional, “Los Principios en el Constitucionalismo Moderno. Universidad de Nariño,
Colombia: Edinar.
39

Al hablar de principios que rigen las sentencias, nos estamos refiriendo a los
principios generales del Derecho, particularmente a aquellos que se refieren a los
presupuestos, requisitos o características que debe reunir toda sentencia o una
determinada clasificación de éstas, así como a sus efectos o cualquier otro aspecto
aplicable al dictado y producción de sentencias.

Ya en materia, García y Santiago (2004) se refieren a estos en los siguientes


términos:

En la sentencia se distinguen dos tipos de requisitos: los externos, también


llamados formales, y los requisitos internos o sustanciales. Estos
últimos son considerados invariablemente principios de la sentencia.
La mayoría de los autores que se refieren al tema de los principios de
sentencia, están de acuerdo en afirmar que existen tres principios con-
tenidos en este documento: congruencia, motivación y exhaustividad. (pág.,
89)22

En cuanto a los principios formales, cada legislación no solo por estado sino
también por fuero y materia, podrá variar el contenido de estos principios. Por ejemplo, en
el caso del juicio de amparo, es un requisito formal que la sentencia sea dictada en el
mismo acto de la audiencia constitucional, lo cual no ocurre en el juicio de nulidad. Esto
no significa que diversas legislaciones no puedan compartir algún requisito formal, siendo
el más común y hasta donde tenemos conocimiento, aplica a todas las materias y a todas
las sentencias, es el requisito de firma, autógrafa o electrónica del juzgador.

Para efectos de este capítulo nos concentraremos en los requisitos que García y
Santiago (2004) denominan como sustanciales. Como lo mencionan dichos autores, la
mayoría en la doctrina nacional coincide en señalar que dichos principios son
congruencia, exhaustividad y motivación. Por nuestra parte, tomando en cuenta la reforma
al artículo 1 Constitucional del 10 de junio de 2011, se considera necesario agregar el
principio pro persona y el de progresividad.

22
García, Z. y Santiago, J. (2004). Generalidades sobre la técnica jurídica para la elaboración de
sentencias. Revista de la Facultad de Derecho de México, 54 (241).
http://www.revistas.unam.mx/index.php/rfdm/article/view/61466
40

1.3 Principio De Congruencia


Consiste en que la autoridad resuelva sobre todas y cada una de las cuestiones
oportunamente sometidas a su consideración. De esta manera, no es jurídicamente
factible que en el fallo se tomen en cuenta hechos qué, aun cuando aparezcan probados,
no fueron alegados oportunamente por las partes. Este principio se subdivide en:

1. Congruencia interna: la sentencia debe ser congruente consigo misma, no debe


contener razonamientos contradictorios entre sí, ni contradicciones entre los
considerativos y los resolutivos.
2. Congruencia externa: la decisión en la sentencia debe ser proporcional a la
pretensión deducida o petitio; atento a lo cual, él no puede omitir analizar aspectos
planteados por las partes ni rebasar el límite que la propia acción ejercitada le
determina, en otras palabras, debe guardar congruencia con la Litis.
Un aspecto importante a señalar es que, así como el juzgador debe analizar todos
los aspectos planteados hechos valer por las partes, ello no implica que sea lo
correcto que el juzgador incorpore a los razonamientos del fallo todo aquello que
hayan expuesto las partes. De hecho, el juzgador deberá ser cuidadoso, sobre
todo respecto a los hechos, y discernir de entre los hechos expuestos por las
partes, entre aquellos jurídicamente relevantes y aquellos que no lo sean, y
abstenerse de incorporar a estos últimos en los razonamientos del fallo, porque, si
la sentencia se apoya en la valoración de hechos jurídicamente irrelevantes para
efectos de la acción efectivamente intentada, se alejaría de la Litis y en esa
medida la sentencia sería incongruente, aun cuando hayan sido hechos valer por
las partes.

En este segundo aspecto “externo” de la sentencia, se encuentra inmerso el


principio iura novit curia (el juzgador conoce el Derecho) o da mihi facta, dabo tibi ius
implícito de la función jurisdiccional. Dispone que el juzgador esté conminado a conocer el
Derecho y a resolver los asuntos sometidos a su consideración, de conformidad con las
disposiciones, principios, entre otros e incluso cuando la parte actora no les invoque de
manera expresa.
41

Tomás Hutchinson (1990, pág. 28) justifica de forma clara, concisa y contundente,
la validez implícita del principio general de Derecho derivado del aludido brocardo latino,
en su artículo el principio iura novit curia en el proceso administrativo, mismo que
menciona:

Para el juez es un deber el conocimiento del Derecho indispensable para su


aplicación en su deber de juzgar, para el ciudadano es una necesidad el
cumplimiento independientemente de que lo conozca o no.
(…)
Contempla la facultad del juzgador para determinar libremente la norma de
Derecho que (sic) como premisa mayor, ha de integrar en el silogismo jurídico
que toda sentencia supone. Las partes deben aportar los hechos, pero el juez
aporta la ley.
Como intérprete y aplicador del derecho, (el juzgador) estudia y busca la norma
jurídica dentro de la pretensión planteada por las partes y de las fuentes del
Derecho.
El juez podrá fallar apoyándose en un fundamento jurídico distinto al alegado por
las partes sin incurrir en incongruencia.23

Aun cuando el autor en cita pertenece a la doctrina de derecho argentino, sus


consideraciones acerca de este principio son un fiel reflejo del orden jurídico mexicano,
como puede comprobarse con las tesis de jurisprudencia y aisladas citadas enseguida, lo
que refuerza la idea de que estamos ante un auténtico principio general de Derecho,
propio de nuestro sistema y de manera específica en la materia administrativa:

Suprema Corte de Justicia de la Nación


Registro digital: 164590
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Novena Época
Materias(s): Común
Tesis: VI.2o.C. J/318

23
Hutchinson, T. (1990). El principio curia novit iura en el proceso Administrativo. Revista Jurídica,
(28), 27.
42

Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XXXI, Mayo de


2010, página 1833
Tipo: Jurisprudencia
FUNDAMENTACIÓN Y MOTIVACIÓN. PARA CUMPLIR CON ESTAS
GARANTÍAS, EL JUEZ DEBE RESOLVER CON BASE EN EL SUSTENTO
LEGAL CORRECTO, AUN CUANDO EXISTA ERROR U OMISIÓN EN LA CITA
DEL PRECEPTO O LEGISLACIÓN APLICABLE, ATRIBUIBLE AL
PROMOVENTE DEL JUICIO.
La inexacta invocación de los preceptos legales aplicables en un asunto o
pretensión deducida ante la autoridad jurisdiccional, es una situación similar
a la que acontece ante la falta de citación del fundamento aplicable, pues en
ambas hipótesis resulta irrelevante tal acontecer, ya que si del contenido del
escrito o instancia respectivos se pueden deducir con claridad los hechos que la
motivan y el objeto que persigue el promovente, es correcto que el Juez reconozca
el error del particular en su resolución, pero decida la cuestión debatida con base
en la legislación efectivamente aplicable; esto es, si las partes olvidan o equivocan
las disposiciones aplicables al caso, la autoridad jurisdiccional está obligada a
conocer el derecho y a aplicar en forma correcta la ley, en virtud de que su
función de impartir justicia implica resolver los hechos que se someten a su
competencia y consideración con base en los principios generales del derecho:
iura novit curia y da mihi factum, dabo tibi ius, conforme a los cuales, a los
tribunales y sólo a ellos compete la elección y decisión de la institución
jurídica o los fundamentos que dan lugar al sentido del fallo que dicten, por lo
que no puede sostenerse que ante el error u omisión en la cita de un precepto
legal o cuerpo normativo, el juzgador pueda soslayar la recta interpretación y
aplicación de los preceptos que se adecuan al caso concreto, máxime que la
satisfacción de tal deber conlleva el acatamiento del imperativo de
fundamentación y motivación contenido en el artículo 14 constitucional.
(Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, 2010)24

24
Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta. Tomo XXXI, Mayo de 2010, página 1833, Jurisprudencia, VI.2o.C. J/318, 164590.
https://www.catalogoderechoshumanos.com/164590-2/#:~:text=FUNDAMENTACI%C3%93N%20Y
%20MOTIVACI%C3%93N.,ATRIBUIBLE%20AL%20PROMOVENTE%20DEL
%20JUICIO.&text=SEGUNDO%20TRIBUNAL%20COLEGIADO%20EN%20MATERIA%20CIVIL
%20DEL%20SEXTO%20CIRCUITO.
43

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL SEXTO CIRCUITO.


Registro digital: 161514
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Novena Época
Materias(s): Administrativa
Tesis: I.4o.A.747 A
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XXXIV, Julio de
2011, página 2161
Tipo: Aislada
PRINCIPIO IURA NOVIT CURIA. SUS ALCANCES EN EL JUICIO
CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO FEDERAL.
Cuando en el juicio contencioso administrativo se cuestiona la resolución mediante
la cual se desecha un recurso de revisión y la Sala del conocimiento advierte que
dicha resolución está fundada en diversos preceptos de la Ley Federal de
Procedimiento Administrativo que no guardan correspondencia con las
circunstancias de hecho y, no obstante ello, traslada a la actora la carga de probar
cuáles preceptos debieron aplicarse o se aplicaron indebidamente, tal
determinación resulta errónea, pues es obligación de la juzgadora constatar la
oportuna aplicación de los artículos citados en la resolución impugnada, dado que
es la que conoce el derecho, sin importar si la actora hubiera o no realizado el
señalamiento correcto o incorrecto de qué normas, a su juicio, no fueron aplicados
en su favor, o bien, fueron aplicadas indebida o insuficientemente, pues de
conformidad con el principio iura novit curia, el Juez conoce el derecho,
siendo innecesaria la referencia expresa de la parte actora respecto de los
numerales que en su caso debieron aplicarse o no se aplicaron, ya que para
cumplir con la exigencia de fundamentación prevista en el artículo 16 de la
Constitución Política de los Estados Mexicanos, no basta que un acto
administrativo se funde en diversos preceptos legales que le den sustento, sino
que es necesario que guarden correspondencia con los antecedentes fácticos o
circunstancias de hecho que permitan colegir con claridad que sí procedía
44

aplicarlos y, consecuentemente, que justifiquen con plenitud que la autoridad actuó


en determinado sentido y no en otro.25

CUARTO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA ADMINISTRATIVA DEL


PRIMER CIRCUITO.
Registro digital: 239791
Instancia: Tercera Sala
Séptima Época
Materias(s): Común
Fuente: Semanario Judicial de la Federación. Volumen 217-228, Cuarta Parte,
página 302
Tipo: Aislada
SENTENCIAS. PRINCIPIO DE CONGRUENCIA NO SE VIOLA CUANDO EL
JUEZ DECLARA EL DERECHO APLICABLE, SIN APARTARSE DE LO
CONTROVERTIDO.
El principio de la congruencia de la sentencia no resulta vulnerado por el
Juez cuando examina los elementos de la acción de acuerdo con las normas
jurídicas aplicables, siempre que no tome en cuenta hechos que no hayan sido
materia del juicio ni rebase las actitudes asumidas por las partes en los escritos
que fijan la litis. Por el contrario cuando el Juez declara el derecho en los casos
que ante él se controvierten no hace sino desarrollar la función jurisdiccional
para los altos fines que justifican su atribución a un órgano del Estado.26

De tal suerte que, iura novit curiae es consubstancial a la función jurisdiccional y


obliga a un entendimiento profundo del Derecho aplicable en el Juzgador,
independientemente que las partes lo hayan o no invocado, lo que implica
necesariamente el conocimiento de la acción y de sus elementos, lo mismo que en las
excepciones, más allá incluso de la forma como se denomine a la acción en la demanda o
la naturaleza, alcances y carga probatoria de las excepciones opuestas; como se explica
en los criterios siguientes:

25
Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta. Tomo XXXIV, Julio de 2011, página 2161, Aislada, Tesis: I.4o.A.747 A, 161514.
26
Séptima Época, Semanario Judicial de la Federación. Volumen 217-228, Cuarta Parte, página
302, Aislada, 239791.
45

Registro digital: 241405


Instancia: Tercera Sala
Séptima Época
Materias(s): Civil
Fuente: Semanario Judicial de la Federación. Volumen 79, Cuarta Parte, página 13
Tipo: Aislada
ACCION, PROCEDENCIA DE LA, QUE SE DESIGNA CON NOMBRE
EQUIVOCADO (LEGISLACIONES DEL DISTRITO FEDERAL Y DEL ESTADO
DE TAMAULIPAS).
De acuerdo con lo previsto en el artículo 229 del Código de Procedimientos Civiles
para el Estado de Tamaulipas, similar al artículo 2o. del Código de Procedimientos
Civiles para el Distrito y Territorios Federales, se requiere para saber qué acción
es la realmente deducida, que se atienda no a la denominación dada por el
actor, sino a la naturaleza de las prestaciones reclamadas y a la causa de
pedir, porque sucede con frecuencia que en la demanda se designe con un
nombre equivocado a la acción que se deduce y que ese error se repita en la
sentencia. Para ambas situaciones, cabe expresar que no por variarse el nombre
de la acción, deba considerarse distinta su naturaleza y esencia, porque la acción
se hace valer esencialmente aportando hechos y precisando la prestación
que se exige del demandado. En consecuencia, si la parte actora hizo una
narración de hechos que no deja lugar a duda de cual es la clase de
prestación que se exige, y que aclara también cuál es la causa o título de la
acción, debe considerarse que es el juzgador a quien compete aplicar el
derecho.27

Registro digital: 2001917


Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Décima Época
Materias(s): Civil
Tesis: XXXI.6 C (10a.)

27
Séptima Época, Semanario Judicial de la Federación. Volumen 79, Cuarta Parte, página 13,
Aislada, 241405.
46

Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Libro XIII, Octubre de


2012, Tomo 4, página 2529
Tipo: Aislada
EXCEPCIONES DILATORIAS Y PERENTORIAS. SU DISTINCIÓN NO DEBE
APOYARSE SÓLO EN LA DENOMINACIÓN QUE LAS PARTES LES
OTORGUEN, SINO EN SU NATURALEZA JURÍDICA.
La distinción entre excepción dilatoria y perentoria no debe apoyarse sólo en la
denominación que las partes le den en sus escritos de contestación, sino que, por
ser el rector del proceso, le corresponde al juzgador determinar su naturaleza
jurídica, ya que ésta trasciende a la forma en que el mismo abordará el
asunto sujeto a su consideración, pues si se trata de la primera, en principio
deberá verificar que realmente su naturaleza sea dilatoria, es decir, que
únicamente retrasan el conocimiento del asunto principal controvertido y ello sólo
lo puede determinar con un análisis del caso concreto a la luz de las pruebas que
obren en autos pues, de confirmarse dicha naturaleza, no se podrá entrar al
estudio del fondo del asunto; en cambio la perentoria, como está destinada a
destruir la propia acción, obliga al Juez a realizar un pronunciamiento sobre el
fondo mismo de la controversia, analizar no sólo la procedencia o improcedencia
de la acción, sino a valorar las pruebas exhibidas por las partes en el juicio para
determinar si dicha excepción destruye por completo la acción o no.28

TRIBUNAL COLEGIADO DEL TRIGÉSIMO PRIMER CIRCUITO.


Registro digital: 2020821
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Décima Época
Materias(s): Civil
Tesis: I.15o.C.46 C (10a.)
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 71, Octubre de
2019, Tomo IV, página 3425
Tipo: Aislada
ACCIÓN EN EL PROCEDIMIENTO CIVIL. CUANDO SE ADVIERTA UN ERROR
EN SU DENOMINACIÓN, EL JUEZ DEBE PREVENIR AL ACTOR PARA QUE
28
Décima Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Libro XIII, Octubre de 2012,
Tomo 4, página 2529, Aislada, Tesis: XXXI.6 C (10a.), 2001917.
47

LA ACLARE, ATENTO AL PRINCIPIO DE IGUALDAD PROCESAL


(LEGISLACIÓN APLICABLE PARA LA CIUDAD DE MÉXICO).
El artículo 17 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que
consagra el derecho humano de acceso a la justicia, impone la obligación a
las autoridades jurisdiccionales para que siempre que no se afecte la igualdad
entre las partes, el debido proceso u otros derechos en los juicios o
procedimientos seguidos en forma de juicio, se privilegie la solución del
conflicto sobre los formalismos procedimentales. Por su parte, en
concordancia con el derecho de tutela judicial efectiva el artículo 2 del Código de
Procedimientos Civiles para el Distrito Federal, aplicable para la Ciudad de México,
establece que la acción procede en juicio, aun cuando no se exprese su
nombre, con tal de que se determine con claridad la clase de prestación que
se exija del demandado y el título o causa de la acción. De igual modo, la
Tercera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en la tesis aislada de
rubro: "ACCIÓN. PROCEDENCIA DE LA, QUE SE DESIGNA CON NOMBRE
EQUIVOCADO (LEGISLACIONES DEL DISTRITO FEDERAL Y DEL ESTADO DE
TAMAULIPAS)." estableció que la acción procede en juicio aunque se designe con
el nombre equivocado, pues basta que de acuerdo con la naturaleza de las
prestaciones reclamadas y a la causa de pedir, se expresen los hechos que
dan origen a la prestación que se exige del demandado, para que el juzgador
se encuentre obligado a aplicar el derecho. Criterio interpretativo que guarda
concordancia con el principio general del derecho que dispone da mihi factum,
dabo tibi ius, es decir, dame los hechos que yo te daré el derecho. Así, cuando en
un juicio ordinario civil el actor manifieste que ejerce en contra del demandado una
acción reivindicatoria, pero en realidad de la lectura de los hechos de la demanda
y de las prestaciones que fueron reclamadas se desprende que la causa de pedir
o relación jurídica que lo vincula con la parte demandada corresponde a una
acción personal, el Juez debe prevenir al actor para que aclare el tipo de acción
que desea ejercer. Ello, porque la denominación de la acción es una cuestión
de derecho que atañe a la naturaleza y función de los hechos narrados, los
documentos base de la acción, en armonía con las pretensiones respectivas;
sin que ello implique la facultad de alterar la litis y cambiar la clase de pretensión y
los hechos narrados. Entonces, para no dejar en estado de indefensión al
48

demandado ni romper con el principio de igualdad procesal y las reglas de


admisión y desahogo de las pruebas que deben ser idóneas y pertinentes en
relación con la litis, cuando se advierta un error en la denominación de la acción
que se ejerce, el Juez del conocimiento debe prevenir al actor para que la aclare, a
efecto de que, una vez aclarada la demanda, las partes puedan ejercer su defensa
acorde con los hechos materia de la litis, en la acción correcta.
DÉCIMO QUINTO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER
CIRCUITO.29

Lo anterior es también aplicable al juicio contencioso administrativo del que


conocen las salas del Tribunal de Justicia Administrativa del Estado de Nuevo León (visto
desde la óptica del deber ser), como lo evidencian los artículos 45 y 87 de la Ley de
Justicia Administrativa para el Estado y los Municipios de Nuevo León (2020) 30, que en su
literalidad relevante disponen:

Artículo 45.- (…)


En la demanda deberá expresarse lo siguiente:
(…)
Tratándose de la redacción de los agravios, no será necesario emplear formalismo
alguno, basta tan solo que se cite la causa de pedir.
(…)
Artículo 87. Las sentencias deberán ser debidamente fundadas y motivadas,
congruentes y exhaustivas.
Su redacción contendrá:
(…) Los Magistrados podrán corregir los errores u omisiones que adviertan en
la cita de los preceptos que se consideren violados. (Ley de Justicia
Administrativa para el Estado y los Municipios de Nuevo León, 2020).

29
Décima Época, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 71, Octubre de 2019,
Tomo IV, página 3425, Aislada, Tesis: I.15o.C.46 C (10a.), 2020821.
30
H. Congreso del Estado de Nuevo León. (2020). Ley de Justicia Administrativa para el Estado y
municipios de Nuevo León.
http://www.hcnl.gob.mx/trabajo_legislativo/leyes/leyes/ley_de_justicia_administrativa_para_el_esta
do_de_nuevo_leon/
49

Entonces, recapitulemos que:

● El principio de congruencia interna obliga a no contradecirse consigo misma.

● La congruencia externa lleva implícitos los principios “iura novit curia”, y “da mihi

factum, dabo tibi ius” según los cuales, el conocimiento cabal del Derecho es una
obligación inherente a la función jurisdiccional independientemente de que lo
propongan o no las partes.

Esto implica que para hacer una correcta apreciación de la Litis el Juzgador
deberá examinar los elementos de la acción de acuerdo con las normas jurídicas
aplicables, sin que ello implique la facultad de alterar la Litis, de cambiar la clase de
pretensión ni los hechos narrados.

Que para llegar al conocimiento de la acción que efectivamente se intenta, el


juzgador debe atender al escrito de demanda, la naturaleza y función de los hechos
narrados, así como a los documentos base de la acción, apreciados en armonía con las
pretensiones respectivas; y deberá prescindir de los hechos que resulten irrelevantes para
efectos de la acción que se intenta, aun cuando estos sean alegados por las partes, pues
si el fallo se pronuncia en determinado sentido a partir de factores inconducentes, en esa
medida se habrá apartado de la Litis, resultando en una sentencia incongruente. Sin que
ello implique que el juez deba guardar silencio al respecto, pero sí separarlo de los
razonamientos empleados para concluir en el resultado alcanzado, y en todo caso, si se
advierte una verdadera causa de pedir, el juzgador deberá pronunciarse en el sentido de
que aquello no obsta para resolver en uno u otro sentido, pues no se relaciona con
ninguno de los elementos de la acción, brindando así plena certeza respecto a la cuestión
sometida a la consideración de la potestad jurisdiccional del Estado, aunque esto último
se relaciona más con el principio de exhaustividad que con el de congruencia, según se
verá enseguida.

El principio de congruencia proscribe la emisión de sentencias que rebasen las


pretensiones de las partes, entendidas en función de los hechos y la acción que se
intenta. Esto es, puede el Juez conceder más de lo expresamente pedido por el actor
50

cuando sea un efecto natural e indisoluble del resultado alcanzado. En el caso en que se
reclame la declaratoria de interdicción en virtud de la cual se recluyó a una paciente en
contra de su voluntad en un centro hospitalario y, que por la razón que fuera, no se
hubiera solicitado la puesta en libertad de la paciente. En este caso, si el juzgador dejara
sin efectos la declaratoria de interdicción, pero no ordena la libertad de la persona recluida
contra su voluntad o incluso, decreta que la misma permanezca recluida contra su
voluntad en el hospital, evidentemente dicha sentencia resultaría incongruente, pues
estaría admitiendo la privación de la libertad de una persona sin causa legal alguna y de
ningún modo pudiera escudarse en que ello no fue solicitado en la demanda.

Este ejemplo pone de manifiesto que la Litis debe observarse en toda sentencia.
De ahí que, desde que el juez determina cuál es la causa de pedir, es imperativo que
tenga muy en claro cuál es la acción intentada, cuáles son sus efectos y cuáles serían los
efectos en caso de fueran acreditados estos.

Por lo que, el principio de congruencia externa también debe entenderse referido


con relación a lo que obra en autos y más en concreto, con las pruebas. Todo lo anterior
brinda una clara idea de qué tan amplio y qué tan importante es el principio de
congruencia de las sentencias, habida cuenta que exige congruencia para consigo misma,
con la Litis y, por ende, con el proceso.

1.4. Principio De Exhaustividad


Este principio suele ser referido casi siempre en conjunto con el de congruencia;
sin embargo, pueden apreciarse en forma independiente.

Una sentencia será exhaustiva en cuanto haya tratado todas y cada una de las
cuestiones planteadas por las partes, sin dejar de considerar ninguna. Es decir, el
tribunal al sentenciar debe agotar todos los puntos aducidos por las partes y
referirse a todas y cada una de las pruebas rendidas. La sentencia no será
exhaustiva cuando deje de referirse a algún punto, a alguna argumentación, a
alguna prueba; en otras palabras, al dictarse una sentencia, debe tenerse mucho
cuidado en examinar, agotando todos los puntos relativos a las afirmaciones y
51

argumentaciones de las partes y a las pruebas rendidas 31. (García y Santiago,


2004)

Esto, en principio es exacto lisa y llanamente. Sin embargo, eventualmente la


reacción, probablemente merecida, no se hizo esperar y los tribunales de amparo
emitieron criterios que atenuaron esta obligación de los juzgadores:

Registro digital: 187528


Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Novena Época
Materias(s): Común
Tesis: VI.3o.A. J/13
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XV, Marzo de
2002, página 1187
Tipo: Jurisprudencia
GARANTÍA DE DEFENSA Y PRINCIPIO DE EXHAUSTIVIDAD Y
CONGRUENCIA. ALCANCES.
La garantía de defensa y el principio de exhaustividad y congruencia de los fallos
que consagra el artículo 17 constitucional, no deben llegar al extremo de
permitir al impetrante plantear una serie de argumentos tendentes a contar
con un abanico de posibilidades para ver cuál de ellos le prospera, a pesar de
que muchos entrañen puntos definidos plenamente, mientras que, por otro lado, el
propio numeral 17 exige de los tribunales una administración de justicia pronta y
expedita, propósito que se ve afectado con reclamos como el comentado, pues en
aras de atender todas las proposiciones, deben dictarse resoluciones en simetría
longitudinal a la de las promociones de las partes, en demérito del estudio y
reflexión de otros asuntos donde los planteamientos verdaderamente exigen la
máxima atención y acuciosidad judicial para su correcta decisión. Así pues, debe
establecerse que el alcance de la garantía de defensa en relación con el
principio de exhaustividad y congruencia, no llega al extremo de obligar a los

31
García, Z y Santiago, J. (2004). Generalidades sobre la técnica jurídica para la elaboración de
sentencias. Revista de la Facultad de Derecho de México, 54 (241).
http://www.revistas.unam.mx/index.php/rfdm/article/view/61466/54172
52

órganos jurisdiccionales a referirse expresamente en sus fallos, renglón a


renglón, punto a punto, a todos los cuestionamientos, aunque para decidir
deba obviamente estudiarse en su integridad el problema, sino a atender
todos aquellos que revelen una defensa concreta con ánimo de demostrar la
razón que asiste, pero no, se reitera, a los diversos argumentos que más que
demostrar defensa alguna, revela la reiteración de ideas ya expresadas.32

Registro digital: 178560


Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Novena Época
Materias(s): Común
Tesis: VIII.4o.16 K
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XXI, Mayo de
2005, página 1397
Tipo: Aislada
ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA. CUMPLIMIENTO DE LOS PRINCIPIOS DE
EXHAUSTIVIDAD Y CONGRUENCIA CORRELATIVOS A ESE DERECHO
PÚBLICO SUBJETIVO PREVISTO EN EL ARTÍCULO 17 DE LA
CONSTITUCIÓN FEDERAL.
La administración de justicia que como derecho público subjetivo establece el
artículo 17 constitucional, se ve cada vez más distante por los siguientes motivos:
A. El gran cúmulo de asuntos que día con día ingresan para su resolución a los
tribunales del Poder Judicial de la Federación; B. Los extensos planteamientos que
formulan las partes, apoyadas por la modernidad de las computadoras, que si bien
han venido a representar herramientas valiosas de trabajo, generan el
inconveniente de que esa facilidad se utilice para prolongar textos que abultan
tales planteamientos, y que deben atenderse ya sin facilidad, pues con las
transcripciones que el estilo de las sentencias exige, y con la dificultad que implica
dar respuesta a esa extensa diversidad de alegaciones, se provoca que también
los fallos se tornen extensos; C. La tendencia a convertir las resoluciones
judiciales en tratados teóricos de derecho, olvidando que la academia (la teoría)
corresponde a las universidades, mientras que la función propia de los órganos del
32
Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XV, Marzo de 2002,
página 1187, Jurisprudencia, Tesis: VI.3o.A. J/13, 187528.
53

Estado encargados de la administración de justicia es precisamente esa, la de


administrar justicia, donde la técnica debe estar al servicio de ésta; D. La
exigencia de que se trate de manera expresa absolutamente todos los
tópicos plasmados por las partes, renglón a renglón, punto a punto, a pesar
de que muchos de ellos no revelen una seria intención de defensa, sino abrir
un abanico de posibilidades para ver cuál prospera, con el grave riesgo para
el juzgador de incurrir en alguna omisión que potencialmente puede generar
la promoción de queja administrativa ante el Consejo de la Judicatura
Federal, cuya rendición de informe y atención genera a su vez más carga de
trabajo y consumo de tiempo, factor fatal que se vuelve en contra. Por lo tanto,
las partes en sus planteamientos y los tribunales en sus sentencias deben
dar las pautas para buscar el valor justicia, es decir, no debe caerse en el
extremo de que absolutamente todo quede escrito, sin mayor esfuerzo del
intelecto para llegar al punto final, pues como lo apuntó el ilustre Barón de
Montesquieu, no se trata de hacer leer sino de hacer pensar [recurrir a la "retórica"
en su sentido fino (argumentar para justificar y convencer) y no peyorativo (hablar
por hablar o escribir por escribir)], lo que implica entonces, que los fallos deben
dictarse para resolver litigios, hacer justicia, atender los planteamientos serios de
las partes, razonar para justificar y convencer, y para hacer pensar, no para hacer
leer, de manera que agotando esos extremos, pueda afirmarse que se cumplen a
cabalidad los principios de exhaustividad y congruencia correlativos a la
satisfacción del servicio público de administración de justicia.33

Si bien, esto podría en cierto modo beneficiar tanto a los juzgadores como a los
litigantes, si fuera una ideología homologada y unánime en nuestros tribunales; uno de los
graves problemas que tiene nuestro sistema jurisprudencial consiste en la posibilidad de
que los criterios se contradigan o confundan. ¿De qué puede quejarse el Estado Juez?
¿Con qué legitimidad expresa lo que parece un justo reclamo, si al mismo tiempo
mantiene la obligatoriedad del diverso criterio jurisprudencial siguiente?:

Registro digital: 178786


Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
33
Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XXI, Mayo de 2005,
página 1397. Aislada. Tesis: VIII.4o.16 K, 178560.
54

Novena Época
Materias(s): Común
Tesis: IV.3o.A. J/4
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XXI, Abril de
2005, página 1138
Tipo: Jurisprudencia
CONCEPTOS DE VIOLACIÓN. RESULTAN INOPERANTES POR
INSUFICIENTES SI NO ATACAN TODOS LOS ARGUMENTOS QUE
SUSTENTAN EL SENTIDO DE LA SENTENCIA COMBATIDA.
Resultan inoperantes los conceptos de violación expuestos en la demanda
de amparo directo que no controvierten todas las consideraciones y
fundamentos torales del fallo reclamado, cuando, por sí solos, pueden
sustentar el sentido de aquél, por lo que al no haberse controvertido y, por ende,
no demostrarse su ilegalidad, éstos continúan rigiendo el sentido de la resolución
combatida en el juicio constitucional. De ahí que los conceptos de violación
resulten inoperantes por insuficientes, pues aún de resultar fundados no
podrían conducir a conceder la protección constitucional solicitada.34

Registro digital: 917574


Instancia: Tercera Sala
Sexta Época
Materias(s): Común
Tesis: 40
Fuente: Apéndice 2000. Tomo VI, Común, Jurisprudencia SCJN, página 32
Tipo: Jurisprudencia
AMPARO CONTRA SENTENCIA. -
Cuando hay considerandos esenciales que rigen los puntos resolutivos del
fallo reclamado, que no se atacan en los conceptos de violación, es ocioso el
estudio de los alegados en la demanda de garantías, porque aun cuando sean
fundados, resultan inoperantes, dado que no bastan para determinar el
otorgamiento del amparo.35

34
Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XXI, Abril de 2005,
página 1138, Jurisprudencia, Tesis: IV.3o.A. J/4, 178786.
55

Más preguntas surgen del texto de los dos criterios trasuntos. Por ejemplo: ¿Por
qué una sentencia tendría considerandos que no sean esenciales? Y si se contestara
esto: ¿Cómo distinguir unos de otros? ¿Y cómo se espera que distinga quién, de entrada,
considera que ninguno de ellos separadamente ni en conjunto sirven para sustentar el
sentido alcanzado?

Por otra parte, teniendo en cuenta que los jueces, en básicamente todo foro del
Derecho Mexicano, no tienen un término fatal para dictar sentencia, aunque las leyes
dispongan un plazo en particular, estos rara vez o nunca se cumplen; y que ello en
ocasiones permite a los juzgadores dictar amplias sentencias con un sinnúmero de
reiteraciones con levísimas variaciones qué, además resultan auténticos jeroglíficos y
muchas veces, no por lo técnico del lenguaje sino por lo abigarrado de su lógica o por la
ausencia total de una, se puede volver excesivamente pesado elaborar una contestación
simétrica de sus argumentos, especialmente cuando los mismos Colegiados se han
encargado de meterle en la cabeza a los litigantes que no es suficiente limitarse a decir
“aquello es un disparate y carece de todo fundamento y sentido” aun en aquellos casos en
que lo sea. Otra pregunta que surge es: ¿Dónde está el equilibrio procesal de otorgar diez
días hábiles, para estudiar y contestar en proporcionalidad simétrica una sentencia cuyo
estudio, reflexión y redacción le tomó diez meses a la Sala responsable?

Esto resulta particularmente notorio en los casos que se concede un amparo


directo para efectos y es motivo de un eventual segundo amparo, donde en el
cumplimiento, la Sala responsable cuenta con “un plazo razonable” mientras que, para los
particulares, el plazo es fijo independientemente de lo complejo que haya sido la
estimación cuando se otorgó la prórroga para cumplir a la Sala36.

35
Sexta Época, Apéndice 2000. Tomo VI, Común, Jurisprudencia SCJN, página 32,
Jurisprudencia, Tesis: 40, 917574.
36
Este desequilibrio procesal es donde debería notarse y no se nota este supuesto espíritu
garantista al que apelan los juzgadores para no estar sujetos a las Leyes, para echar abajo las
instituciones que apenas comenzaban a pasar del terreno de la teoría al de la práctica y que son el
pilar central de democracias como la de Finlandia, Dinamarca o Suecia, que detentan las
calificaciones más altas de consolidación del Estado de Derecho, como el principio de separación
de poderes, al que la Corte y el Consejo de la Judicatura, objeto de continuos ataques en la
jurisprudencia y en publicaciones “académicas” generadas y difundidas en sus aparatos de
comunicación social.
56

Si la tesis con el número de registro 178560 (antes citada, en la que se exhorta a


las partes a hacer pensar en vez de hacer leer con sus planteamientos) implica una
muestra de buena voluntad por parte del Estado-Juez para emprender de la mano de los
gobernados y los verdaderos garantes de sus Derechos Fundamentales, entiéndase, los
litigantes, un auténtico cambio de paradigma por una jurisdicción más dinámica, más
inteligible, auténticamente garantista, capaz de brindar certeza y seguridad jurídica, en el
que los mexicanos podemos sentirnos respaldados o se trata de una trampa procesal en
el laberinto al que nos tiene acostumbrados, para confundir al gobernado y poder dictar un
mayor número de sobreseimientos o inoperancias (equivalente al sobreseimiento en el
amparo directo, pues con ello se evita el Tribunal Colegiado entrar al estudio de los
conceptos de violación, pues a nada se llegaría), es algo que, al igual que muchas otras
cosas que suceden en la opacidad del garante de la Constitución, difícilmente lleguemos
a saber. Entre tanto, sigue siendo obligatorio para el ejercicio de la potestad jurisdiccional
dictar sentencias exhaustivas, resolviendo todas y cada una de las acciones, excepciones
y defensas oportunamente deducidas, sin omitir nada ni abordar cuestiones no hechas
valer.

Por último, es importante mencionar que no debe confundirse el principio de


exhaustividad, con el de completitud, pues mientras éste es de naturaleza
predominantemente procesal y está referido específicamente a las sentencias; el de
completitud, aun cuando corresponde más a la dogmática de la impartición de justicia, en
donde acompaña al principio de justicia expedita, al de imparcialidad, entre otros, resultan
ser una aspiración aún no realizada en el sistema mexicano.

Sin que sea el caso mencionarlo en forma separada, sí es el caso referir que
implícito en los dos anteriores se encuentra el principio de unidad, según el cual la
sentencia debe verse como un todo indivisible:

Toda sentencia, como acto jurídico, consiste en la declaración que hace el


juzgador respecto a determinada solución, por lo que debe considerarse como
unidad, lo que trae como consecuencia la eficacia vinculatoria de las
57

consideraciones del fallo, implicando elementos fundamentales para determinar el


alcance de la decisión37. (Seminario Judicial de la Federación, 1990, pág. 638)

1.5 Principio De Legalidad


El Estado está obligado a que las decisiones de sus tribunales se encuentren
jurídicamente sustentadas tanto interna como externamente. Los Juzgadores en general,
como depositarios de la potestad jurisdiccional del Estado, se encuentran investidos del
carácter de autoridad y, dado que sus determinaciones son susceptibles de modificar o
extinguir derechos y obligaciones de las personas, los actos jurisdiccionales 38, como los
de cualquier autoridad tienen como requisito estar debidamente fundados y motivados.
Esta obligación de fundar y motivar indistintamente se ha conocido bajo la denominación
de “principio de legalidad”39.

Se ha entendido como “fundar”, el incluir la cita del precepto legal aplicable, y por
“motivar” las razones por las que éste se ajusta al caso concreto y existe una importante
cantidad de precedentes en ese sentido.

Registro digital: 203143


Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Novena Época
Materias(s): Común
Tesis: VI.2o. J/43
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo III, Marzo de
1996, página 769
Tipo: Jurisprudencia
FUNDAMENTACIÓN Y MOTIVACIÓN.

37
Octava Época, Semanario Judicial de la Federación. Tomo V, Segunda Parte-2, Enero-Junio de
1990, página 638, Aislada, 226404. https://sjf2.scjn.gob.mx/detalle/tesis/226404
38
Recordemos que para efectos de este trabajo, al referirnos al acto jurisdiccional solo nos
referimos a las sentencias, aunque partimos de la pertinente aportación de Gabino Fraga,
agregamos las resoluciones que dicta el juzgador durante el desarrollo del proceso, de ahí que las
referencias hechas a las sentencias, entiéndase por regla general extensivas a las demás
resoluciones.
39
Algunos autores lo refieren como principio de motivación, denominación que nos parece
incompleta según será expuesto.
58

La debida fundamentación y motivación legal deben entenderse, por lo primero,


la cita del precepto legal aplicable al caso, y por lo segundo, las razones,
motivos o circunstancias especiales que llevaron a la autoridad a concluir que el
caso particular encuadra en el supuesto previsto por la norma legal invocada como
fundamento.40

Sin embargo, la jurisprudencia de los tribunales de amparo de nuestro país ha


establecido que así no debe entenderse respecto de los actos jurisdiccionales, y que en
estos es innecesaria la cita del precepto aplicable. Básicamente, se afirma en dichas tesis
que la fundamentación de la resolución está en el análisis exhaustivo de los puntos que
integran la Litis, es decir, el estudio de las acciones y excepciones del debate, sin que se
requiera de la formalidad que debe prevalecer en los actos administrativos, toda vez que
dentro del citado análisis se dan razonamientos que involucran las disposiciones en que
se funda la resolución, aun sin citarlas de forma expresa. En otras palabras y para efectos
prácticos, basta que el juzgador se pronuncie sobre las acciones, excepciones y pruebas,
exponiendo argumentos suficientes con los que demuestre que actuó en estricta
observancia de un precepto misterioso que las partes deben de inferir por intuición, a
pesar de no ser profesionales del Derecho.

Evidentemente, desde un punto de vista lógico está lejos de ser la construcción


jurídica más afortunada que haya elaborado la jurisprudencia mexicana; sin embargo,
este es el criterio que a la fecha sostiene el Tribunal Pleno de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación:

Registro digital: 191358


Instancia: Pleno
Novena Época
Materias(s): Constitucional, Común
Tesis: P. CXVI/2000
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XII, Agosto de
2000, página 143
Tipo: Aislada
40
Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo III, Marzo de 1996,
página 769, Jurisprudencia, Tesis: VI.2o. J/43, 203143.
59

“FUNDAMENTACIÓN Y MOTIVACIÓN. EL CUMPLIMIENTO A DICHA


GARANTÍA TRATÁNDOSE DE RESOLUCIONES JURISDICCIONALES SE
VERIFICA SIN QUE SE INVOQUEN DE MANERA EXPRESA SUS
FUNDAMENTOS, CUANDO LOS RAZONAMIENTOS DE ÉSTAS CONDUZCAN
A LAS NORMAS APLICADAS.
La garantía de legalidad consagrada en el artículo 16 de la Constitución Federal
consiste en la obligación que tiene la autoridad de fundar y motivar todo acto de
molestia que se dirija a los particulares, pero su cumplimiento se verifica de
manera distinta tratándose de actos administrativos y de resoluciones
jurisdiccionales. Lo anterior es así, porque en el acto administrativo que afecta de
manera unilateral los intereses del gobernado, se debe cumplir con la formalidad
de invocar de manera precisa los fundamentos del mismo, a efecto de que esté en
posibilidad de conocer el sustento jurídico del acto que le afecta, mientras que la
resolución jurisdiccional presupone el debido proceso legal en que se
plantea un conflicto o una litis entre las partes, en el cual el actor establece
sus pretensiones apoyándose en un derecho y el demandado lo objeta
mediante defensas y excepciones, constituyendo la fundamentación de la
resolución el análisis exhaustivo de los puntos que integran la litis, es decir,
el estudio de las acciones y excepciones del debate, sin que se requiera de la
formalidad que debe prevalecer en los actos administrativos, toda vez que
dentro del citado análisis se dan razonamientos que involucran las
disposiciones en que se funda la resolución, aun sin citarlas de forma
expresa. En consecuencia, aun cuando POR REGLA GENERAL LA
AUTORIDAD EMISORA DE UNA RESOLUCIÓN jurisdiccional está OBLIGADA
A FUNDAR TAL ACTO CITANDO LOS PRECEPTOS con los que se cumpla
esa exigencia, excepcionalmente, si los razonamientos de la resolución
conducen a la norma aplicada, la falta de formalidad puede dispensarse, de
ahí que las resoluciones jurisdiccionales cumplen con la garantía constitucional de
referencia sin necesidad de invocar de manera expresa el o los preceptos que las
fundan, cuando de la resolución se advierte con claridad el artículo en que se
basa.
60

Amparo directo en revisión 1936/95. Industrias Peredia, S.A. de C.V. 22 de mayo


de 2000. Once votos. Ponente: Olga Sánchez Cordero de García Villegas.
Secretaria: Ana Carolina Cienfuegos Posada.
El Tribunal Pleno, en su sesión privada celebrada hoy once de julio en curso,
aprobó, con el número CXVI/2000, la tesis aislada que antecede; y determinó que
la votación es idónea para integrar tesis jurisprudencial. México, Distrito Federal, a
once de julio de dos mil.41

No es posible afirmar que el criterio citado establezca una verdadera regla


mediante la cual se pueda aplicar la supuesta excepción ahí contenida, y para ello basta
tener en cuenta que, sin conceder la validez de un supuesto en el que no fuera obligatoria
la invocación o incluso la cita del precepto, lo cierto es que lo que en términos de la tesis
plenaria sería la condición determinante para estimar exigible o inexigible la cita del
precepto, no es lo que se pretende ninguna condicionante ni un criterio disyuntivo, lo que
se describe ahí no es otra cosa que el requisito de motivación, expresado en una
redacción ligeramente modificada, de la siguiente forma: “Que los razonamientos de la
resolución conduzcan a la norma aplicada”. Lo que vendría a significar lo mismo que
cuando se dice: “Las razones, motivos o circunstancias especiales que llevaron a la
autoridad a concluir que el caso particular encuadra en el supuesto previsto por la norma
legal invocada como fundamento”.

De tal suerte que, admitir este criterio como algo válido, equivaldría a afirmar que
las autoridades administrativas estén obligadas a fundamentar y motivar mientras que las
jurisdiccionales solo lo estén a fundamentar o motivar, pues esto llevaría implícito que los
actos de la autoridad administrativa respondan a un mayor estándar de diligencia que las
sentencias de las autoridades jurisdiccionales, pues en ese caso, sería el ejecutivo quien
ejerciera el control constitucional sobre los jueces.

Ahora bien, previo a este criterio, durante la octava época, el Quinto Tribunal
Colegiado Civil del Primer Circuito sostuvo el mismo resultado, pero desde distinta
justificación:

41
Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XII, Agosto de 2000,
página 143, Aislada, Tesis: P. CXVI/2000, 191358.
61

Lo anterior tiene su explicación porque en materia civil, las leyes gozan de unidad
en sus ordenamientos, de sistematización en su materia, y de una mayor
permanencia en sus instituciones, que permite a los afectados defenderse
apropiadamente, aunque el acto respectivo no contenga la cita de los preceptos
aplicables, a diferencia de los actos emitidos por las autoridades administrativas,
en los cuales tiene aplicación más estricta la garantía de fundamentación legal,
debido a que en esta materia son múltiples y variadas las disposiciones que se
afirman42. (Seminario Judicial de la Federación, 1991, pág. 136)

Esta tesis no fue invocada como antecedente de apoyo en la ejecutoria del Pleno,
pero lo fue por el Quinto Tribunal Colegiado en Materia Civil, pues fue este mismo tribunal
el que se ocupó del amparo directo que, en revisión, conoció el Pleno y es en dicha
revisión que surge el criterio antes mencionado.

En cambio, la tesis que invocó el tribunal Pleno en apoyo a sus consideraciones


fue emitida por la Tercera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de la quinta
época, según se advierte de la ejecutoria del Amparo Directo en Revisión 1936/95
resuelto por el Pleno en el sentido de negar el amparo a Industrias Peredia, S.A. de C.V.,
una empresa dedicada a la reparación de barcos, en Ensenada, Baja California, derivado
de una reclamación a Seguros Tepeyac.

Cabe señalar que la referida Tercera Sala, en ese momento histórico produjo
algunos criterios de lógica cuestionable:

Registro digital: 353948


Instancia: Tercera Sala
Quinta Época
Materias(s): Civil
Fuente: Semanario Judicial de la Federación. Tomo LXVII, página 728
Tipo: Aislada
SENTENCIAS, FUNDAMENTO DE LAS.

42
Octava Época, Semanario Judicial de la Federación. Tomo VIII, Diciembre de 1991, página 136.
Jurisprudencia. Tesis: I.5o.C. J/18, 220978. https://sjf2.scjn.gob.mx/detalle/tesis/220978
62

No existe la violación del artículo 81 del Código de Procedimientos Civiles,


que se haga consistir en que el sentenciador pronunció su fallo sin tener a la
vista la demanda, la contestación, las pruebas y los alegatos presentados en
el juicio, por falta de remisión oportuna al tribunal, del juicio relativo, si aquél
asevera que consultó el expediente en el juzgado en que se encontraba, mientras
éste hacía la remisión que ya se había solicitado.
Amparo civil directo 2875/38. Banco Nacional de Crédito Agrícola, S. A. 30 de
enero de 1941. Unanimidad de cuatro votos. Ausente: Francisco Barba. La
publicación no menciona el nombre del ponente.43

Que el Magistrado diga que sí vio el expediente y que trasladó al juzgado a


consultarlo, no podría ser en modo alguno la regla para determinar si realmente tuvo a la
vista la demanda, contestación, pruebas y alegatos. En todo caso pudiera ser el hecho de
que su sentencia sea el reflejo que efectivamente así lo hizo, refiriendo detalles que no se
contengan en el escrito de agravios o en general asentando su propia visión sobre el
mismo. Por otro lado, avala un proceder como el que soslayó en este diverso criterio:

Registro digital: 359388


Instancia: Tercera Sala
Quinta Época
Materias(s): Común
Fuente: Semanario Judicial de la Federación. Tomo XLVI, página 4265
Tipo: Aislada
SENTENCIAS, FUNDAMENTO DE LAS.
No es forzoso que la autoridad cite precisamente al final de su sentencia, los
artículos de la ley que sirven de apoyo a sus conclusiones, ya que basta con que
haga suyas las consideraciones legales de algunos de las partes, para que el
fallo reconozca como sus propios fundamentos, los que en esas consideraciones
se citan.
Amparo civil directo 2096/34. “La Merced”, S. C. L. 22 de noviembre de 1935.
Unanimidad de cinco votos. La publicación no menciona el nombre del ponente.44

43
Quinta Época, Semanario Judicial de la Federación. Tomo LXVII, página 728, Aislada, 353948.
44
Tercera Sala, Semanario Judicial de la Federación. Tomo XLVI, página 4265, Aislada, 359388.
63

Una de las bondades de la lógica racional es que la aplicación de una regla válida
puede coexistir con tantas reglas válidas en tanto no sean excluyentes o contradictorias.
Esa es justamente la base del imperativo categórico de Kant. En este caso, reunir los
razonamientos de ambas tesis en un solo caso, arrojaría un resultado terrible, pues
básicamente sería lanzar un volado para dictar sentencia. El juzgador podría fallar el caso
a ciegas y sería válido, aunque realmente desconozca éste. De ningún modo puede
reputarse como un sistema confiable.

Por ahora, lo cierto es que en cuanto a este principio estamos en tierra de nadie y
mientras no sea esto definido como una obligación ineludible el fundarlas de forma
expresa señalando la norma aplicable, el principio de legalidad seguirá siendo una
moneda en el aire, tratándose de sentencias, porque, si bien al menos se reconoce la
existencia de una regla que “obliga” a expresar el fundamento legal (fundar) y los
razonamientos por los cuales se estima aplicable (motivar), también lo es que “la regla
puede aplicarse o no aplicarse” sin que podamos realmente hablar de una excepción clara
o de supuestos de excepción. Parece más bien que, la Corte se guarda una más de esas
cartas comodín para hacer “justicia o gracia” según el caso del que se trate, a cuyo
género pertenecen, por mencionar los más claros ejemplos, la facultad de atracción y la
revisión de Amparo Directo.

Cabe mencionar que, algunos años después del desafortunado criterio plenario, la
Primera Sala emitió la tesis de jurisprudencia 139/2005, nuevamente de un proyecto de la
misma ponencia de la Ministra Olga María Sánchez Cordero:

Registro digital: 176546


Instancia: Primera Sala
Novena Época
Materias(s): Común
Tesis: 1a./J. 139/2005
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XXII, Diciembre
de 2005, página 162
Tipo: Jurisprudencia
64

FUNDAMENTACIÓN Y MOTIVACIÓN DE LAS RESOLUCIONES


JURISDICCIONALES, DEBEN ANALIZARSE A LA LUZ DE LOS ARTÍCULOS 14
Y 16 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS
MEXICANOS, RESPECTIVAMENTE.
Entre las diversas garantías contenidas en el segundo párrafo del artículo 14 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, sustento de la garantía de
audiencia, está la relativa al respeto de las formalidades esenciales del
procedimiento, también conocida como de debido proceso legal, la cual se refiere
al cumplimiento de las condiciones fundamentales que deben satisfacerse en el
procedimiento jurisdiccional que concluye con el dictado de una resolución que
dirime las cuestiones debatidas. Esta garantía obliga al juzgador a decidir las
controversias sometidas a su conocimiento, considerando todos y cada uno
de los argumentos aducidos en la demanda, en su contestación, así como
las demás pretensiones deducidas oportunamente en el pleito, de tal forma
que se condene o absuelva al demandado, resolviendo sobre todos los
puntos litigiosos materia del debate. Sin embargo, esta determinación del
juzgador no debe desvincularse de lo dispuesto por el primer párrafo del
artículo 16 constitucional, que impone a las autoridades la obligación de
fundar y motivar debidamente los actos que emitan, esto es, que se expresen
las razones de derecho y los motivos de hecho considerados para su dictado,
los cuales deberán ser reales, ciertos e investidos de la fuerza legal suficiente para
provocar el acto de autoridad. Ahora bien, como a las garantías individuales
previstas en la Carta Magna les son aplicables las consideraciones sobre la
supremacía constitucional en términos de su artículo 133, es indudable que las
resoluciones que emitan deben cumplir con las garantías de debido proceso legal
y de legalidad contenidas en los artículos 14 y 16 de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos. Así, la fundamentación y motivación de una
resolución jurisdiccional se encuentra en el análisis exhaustivo de los
puntos que integran la litis, es decir, en el estudio de las acciones y excepciones
del debate, apoyándose en el o los preceptos jurídicos que permiten expedirla y
que establezcan la hipótesis que genere su emisión, así como en la exposición
concreta de las circunstancias especiales, razones particulares o causas
inmediatas tomadas en consideración para la emisión del acto, siendo necesario,
65

además, que exista adecuación entre los motivos aducidos y las normas aplicables
al caso.
Contradicción de tesis 133/2004-PS. Entre las sustentadas por el Segundo
Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito y el Tercer Tribunal
Colegiado del Décimo Circuito. 31 de agosto de 2005. Cinco votos. Ponente: Olga
Sánchez Cordero de García Villegas. Secretaria: Beatriz Joaquina Jaimes Ramos.
Tesis de jurisprudencia 139/2005. Aprobada por la Primera Sala de este Alto
Tribunal, en sesión de fecha veintiocho de septiembre de dos mil cinco.
Nota: Esta tesis fue objeto de la denuncia relativa a la contradicción de tesis
377/2017 del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, desechada por
notoriamente improcedente, mediante acuerdo de 31 de octubre de 2017.45

Ahí se dispuso que esta garantía, para el caso de las resoluciones jurisdiccionales,
debía llevarse a cabo en los términos que fijan los artículos 14 y 16 Constitucionales,
precisando los elementos que deben contener y las características que deben revestir
dichos elementos para tenerla por cumplida; lo que parecería intentar reivindicar el rumbo
tras el precedente aislado que emergió de su ponencia en el Pleno. Sin embargo, la
terminología utilizada en la tesis es engañosa y no exactamente refleja lo que contiene la
ejecutoria, pues, mientras en la tesis se menciona “apoyándose en la Ley”, ello, según lo
que puede concluirse de su ejecutoria, no implica siquiera medio paso hacia atrás al
criterio alcanzado años atrás en el Pleno. La ejecutoria, de hecho, cita, recoge y avala
todas y cada una de las consideraciones de la tesis plenaria, de ahí que “apoyarse” no
significa dejarlo expresado en la sentencia, sino un mero “estar de acuerdo”, como un
apoyo tácito, ideológico, pero para lo que importa, no un apoyo expreso.

Entonces, el juzgador, habrá de exponer de manera concreta las circunstancias


especiales, razones particulares o causas inmediatas tomadas en consideración para
orientar el sentido, siendo necesario que exista adecuación entre las normas aplicables y
los motivos aducidos, los cuales deberán ser reales, ciertos e investidos de fuerza legal
suficiente para provocar el fallo; sin embargo, insistimos que todo esto resultaría
irrealizable de no invocarse el precepto aplicable en forma expresa.

45
Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XXII, Diciembre de
2005, página 162, Jurisprudencia, 176546.
66

Finalmente puede confirmarse esto en el criterio más reciente de la 10ª época,


emitido por el Cuarto Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito, a
este respecto:

Registro digital: 2018204


Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Décima Época
Materias(s): Administrativa, Común
Tesis: I.4o.A.39 K (10a.)
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 59, Octubre de
2018, Tomo III, página 2481
Tipo: Aislada
RESOLUCIONES JURISDICCIONALES. CARACTERÍSTICAS QUE
DETERMINAN SI CUMPLEN CON UNA ADECUADA FUNDAMENTACIÓN Y
MOTIVACIÓN.
Dentro de los diversos derechos y garantías consagrados por la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, destaca la garantía de legalidad,
prevista en su artículo 16, la cual consiste en la obligación que tiene la autoridad
de fundar y motivar todo acto de molestia que se dirija a los particulares. En este
sentido, la Suprema Corte de Justicia de la Nación sostiene que el cumplimiento
de aquélla se verifica de manera distinta tratándose de actos administrativos y de
resoluciones jurisdiccionales, pues éstas la observan sin necesidad de invocar
expresamente el o los preceptos que las fundan, cuando de ellas se advierte
con claridad el artículo en que se basa la decisión. Como complemento de lo
anterior, debe tenerse en cuenta que las resoluciones jurisdiccionales presuponen
un conflicto o litis entre las partes, en el cual el demandante establece sus
pretensiones, apoyándose en determinados hechos o circunstancias y razones de
derecho, y el demandado lo objeta mediante defensas y excepciones, lo que obliga
al juzgador a decidir las controversias sometidas a su conocimiento, analizando
todos y cada uno de los argumentos aducidos por las partes, de forma que se
condene o absuelva al demandado. Para llegar a esta conclusión, el juzgador
debe motivar su determinación expresando las razones normativas que
informen de lo decidido –ratio decidendi–, es decir, el razonamiento o principio
67

normativo aplicable al caso que da respuesta a la quaestio iuris, en el entendido de


que el razonamiento jurídico-práctico, pretende dar respuestas a preguntas o
problemas acerca de lo que, en un caso determinado es debido hacer u omitir, con
base en lo que dispone el ordenamiento jurídico. Por otra parte, la obligación a
cargo de los órganos jurisdiccionales de motivar sus resoluciones no
únicamente implica expresar argumentos explicativos del porqué se llegó a
una decisión concreta, sino también demostrar que esa decisión no es
arbitraria, al incorporar en ella el marco normativo aplicable, los problemas
jurídicos planteados, la exposición concreta de los hechos jurídicamente
relevantes, probados y las circunstancias particulares consideradas para
resolver. Consecuentemente, para determinar si una resolución jurisdiccional
cumple con una adecuada fundamentación y motivación, los razonamientos
judiciales utilizados deben justificar la racionalidad de la decisión, con el fin
de dar certeza a los gobernados a quienes se dirigen del porqué se llegó a una
conclusión y la razón por la cual es la más acertada, en tanto: (i) permiten
resolver el problema planteado, (ii) responden a los elementos de hecho y de
derecho relevantes para el caso, y (iii) muestran si la decisión es consistente
respecto de las premisas dadas, con argumentos razonables.
CUARTO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA ADMINISTRATIVA DEL
PRIMER CIRCUITO.
Amparo directo 67/2018. José Roig Morán. 12 de julio de 2018. Unanimidad de
votos. Ponente: Jean Claude Tron Petit. Secretaria: Aideé Pineda Núñez.
Nota: En relación con el alcance de la presente tesis, destacan las diversas
jurisprudencial 1a./J. 139/2005 y aislada P. CXVI/2000, de rubros:
"FUNDAMENTACIÓN Y MOTIVACIÓN DE LAS RESOLUCIONES
JURISDICCIONALES, DEBEN ANALIZARSE A LA LUZ DE LOS ARTÍCULOS 14
Y 16 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS
MEXICANOS, RESPECTIVAMENTE." y "FUNDAMENTACIÓN Y MOTIVACIÓN.
EL CUMPLIMIENTO A DICHA GARANTÍA TRATÁNDOSE DE RESOLUCIONES
JURISDICCIONALES SE VERIFICA SIN QUE SE INVOQUEN DE MANERA
EXPRESA SUS FUNDAMENTOS, CUANDO LOS RAZONAMIENTOS DE ÉSTAS
CONDUZCAN A LAS NORMAS APLICADAS.", publicadas en el Semanario
68

Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomos XXII, diciembre de


2005, página 162 y XII, agosto de 2000, página 143, respectivamente.46

Esta tesis es peligrosa por donde se mire, tanto en lo que dice como en lo que se
omite en ella, porque a pesar de que se parece mucho a la tesis plenaria, aquí la regla
general pasó al olvido (deber citar) y la excepción (innecesario citar) se convirtió en la
regla general.

En efecto, aquí la exigencia de la fundamentación exhala frente a nuestros ojos su


último aliento, y queda como un elemento más de la diversa obligación de motivar que en
realidad es su par y que de hecho también es o era su presupuesto lógico, al afirmar que
el juzgador está obligado expresa la motivación, en la que se incorporan el “marco
normativo aplicable”, los problemas jurídicos planteados, la exposición concreta de los
hechos jurídicamente relevantes, probados y; las circunstancias particulares consideradas
para resolver.

De esta manera se diluye el papel y la participación del contenido de la Ley en la


resolución de los casos. Lo que antes fuera un maridaje más o menos balanceado entre el
congreso y la judicatura, se vuelve ahora el matriarcado de la “motivación”, y esto ha
obligado a redefinirla desde su nueva postura de control total; ahora ésta ya no es la
expresión de los razonamientos en virtud de los cuales se demuestra la aplicación de la
norma expresa citada en el caso concreto, porque ya no se cita la norma (esto es lo que
nos dice) sino que radica en el análisis exhaustivo de la materia litigiosa, es decir, el
estudio de las acciones y excepciones del debate, “apoyándose” en “razones normativas”,
y éstas a su vez, se elaborarían a partir de los preceptos que le dan la competencia para
resolver y las hipótesis para su ejercicio.

1.7 Principio Pro Personae


Nacido con motivo de la segunda reforma constitucional de junio de 2011,
específicamente, al artículo primero; el principio pro persona es un principio interpretativo
conforme al cual, en materia de Derechos Humanos, siempre deberá aplicarse la norma

46
Décima Época, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 59, Octubre de 2018,
Tomo III, página 2481, Aislada, Tesis: I.4o.A.39 K (10a.), 2018204.
69

que reconozca el mayor derecho de la persona o la que lo restrinja menos, ya sea en la


disyuntiva entre dos interpretaciones o entre dos preceptos.

Existen trabajos extensos y donde se analiza de forma exhaustiva y minuciosa el


principio pro personae. Generalmente los encontraremos publicados por el Consejo de la
Judicatura Federal, y serán de autoría de alguno de sus miembros, Magistrado,
Secretario, Juez de Distrito, por lo general. Sus análisis coinciden casi todos en tomar
como base o referente de la intelección del principio pro personae, la definición de éste
concebida y expuesta por la jurista Mónica Pinto (1997), en su obra El principio pro
homine. Criterios de hermenéutica y pautas para la regulación de los derechos humanos,
en términos de la cual lo entiende como:

Un criterio hermenéutico que informa todo el derecho de los derechos humanos,


en virtud del cual se debe acudir a la norma más amplia, o a la interpretación más
extensiva, cuando se trata de reconocer derechos protegidos e, inversamente, a la
norma o a la interpretación más restringida cuando se trata de establecer
restricciones permanentes al ejercicio de los derechos o su suspensión
extraordinaria.47

La anterior definición incluso fue acogida por los Tribunales de amparo en México,
en la tesis de rubro: Principio Pro Homine. Su Aplicación, que, según Mireya Castañeda
(2014) en su obra El Principio Pro Persona, es la primera emitida en nuestro país sobre
este tema48:

Época: Novena Época


Registro: 180294
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Tipo de Tesis: Aislada
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta

47
Pinto, M. (1997). El principio pro homine. Criterios de hermenéutica y pautas para la regulación
de los derechos humanos. La aplicación de los tratados sobre derechos humanos por los
tribunales locales. Editores del Puerto. https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=2557
48
Castañeda, M. (2014). El principio pro persona. Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
México.
70

Tomo XX, Octubre de 2004


Materia(s): Administrativa
Tesis: I.4o.A.441 A
Página: 2385
PRINCIPIO PRO HOMINE. SU APLICACIÓN.
El principio pro homine, incorporado en múltiples tratados internacionales, es un
criterio hermenéutico que coincide con el rasgo fundamental de los derechos
humanos, por virtud del cual debe estarse siempre a favor del hombre e
implica que debe acudirse a la norma más amplia o a la interpretación
extensiva cuando se trata de derechos protegidos y, por el contrario, a la
norma o a la interpretación más restringida, cuando se trata de establecer
límites a su ejercicio.
CUARTO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA ADMINISTRATIVA DEL
PRIMER CIRCUITO.
Amparo en revisión 799/2003. Ismael González Sánchez y otros. 21 de abril de
2004. Unanimidad de votos. Ponente: Hilario Bárcenas Chávez. Secretaria: Mariza
Arellano Pompa.49

Esta definición, como bien lo apunta la referida jurista Mireya Castañeda: “aborda dos
supuestos diversos (…) elección de normas y (…) la interpretación de las mismas, en dos
direcciones: la protección y la restricción de derechos humanos” (2014). No obstante,
debe señalarse que originalmente, las dos direcciones más bien deben atribuirse al Juez
la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Rodolfo E. Piza Escalante, al resolver la
opinión consultiva 7/86, al establecer que en principio pro persona, el cual: “obliga a
interpretar extensivamente las normas que los consagran (los derechos humanos) y
restrictivamente aquellas que los limitan” (Castañeda, 2017) 50.

49
Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta Tomo XX, Octubre de 2004,
Aislada, Tesis: I.4o.A.441 A, 180294.
50
Castañeda, M. (2017). El principio pro persona ante la ponderación de derechos. Comisión
Nacional de los Derechos Humanos. https://www.cndh.org.mx/sites/default/files/documentos/2019-
05/61_Principio_pro_persona_2018_.
71

En cuanto a los dos supuestos, Carpio mencionado en Carbonell (2004)51 señala la


existencia de dos variantes del principio pro persona, a saber:

● Preferencia interpretativa: la cual cuestiona ¿qué interpretación de la norma debe

elegirse? Y la respuesta que otorga el principio pro personae alude a que habrá
que elegir aquella interpretación que resulte más extensiva o generosa cuando se
trate de determinar el alcance protector de una norma que prevé un derecho
humano o aquella que resulte más restrictiva cuando se trate de una norma que
limite la protección de los derechos humanos.

● Preferencia de normas: responde, en un escenario donde coexisten dos normas

distintas que aportan solución a una misma problemática, a la pregunta: ¿cuál de


ellas debe elegirse? En este caso, la respuesta hace hincapié a que debe elegirse
aquella norma que resulte en una protección más amplia del derecho humano en
cuestión o aquella que resulte más restrictiva cuando se trate de una norma que
limite la protección que otorgan el derecho humano en cuestión.

Sobre el origen del principio pro personae, la mayoría de los autores coincide en
que si bien puede encontrarse textualmente inserto en diversos tratados internacionales
en materia de Derechos Humanos, como el artículo 29 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, artículo 5 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; 1.1
de la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o
Degradantes; artículo 41 de la Convención sobre los Derechos del Niño, en realidad se
trata de un principio que es connatural a la existencia misma del protección de los
Derechos Humanos.

Por su parte, Zlata Drnas de Clément (2015, pág. 108) comenta en La


Complejidad del Principio Pro Homine, en relación a la naturaleza del Principio Pro
Homine, algunas de sus particularidades según su apreciación:

51
Carbonell, M. (2004). La Interpretación de los Derechos Fundamentales. Ius et Praxis, 10(1),
409-417. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-00122004000100012
72

El PPH se ha expandido desde la base convencional hacia la consuetudinaria y la


principia lista. Inicialmente, los tribunales y doctrinarios sustentaron la existencia
del PPH en contenidos preceptúales de instrumentos convencionales.
(…)
En materia de derechos humanos, tiene naturaleza sui generis, ya que posee
connotaciones propias. Su perfil excede la tradicional concepción del PPH, el que
desde hace más de un siglo se completa en su formulación en los ámbitos del
derecho laboral, penal, constitucional, de la seguridad social y otros, con la
expresión “in dubio, pro persona”. En materia de derechos humanos, el requisito
“in dubio” se va esfumando y la máxima “in claris non fit interpretatio” queda
debilitada, atento a la reconocida progresividad de los contenidos de los derechos
humanos (tanto en lo sustantivo como en lo procesal) con base en un flexible
manejo del alcance del objeto y fin de los convenios y de todo el sistema.
(…)
Informa todo el derecho de los derechos humanos, cualquiera sea su ámbito de
aplicación. Es connatural a la existencia misma del sistema de protección de los
derechos humanos. Suele señalarse que subyace a todo el ordenamiento, que
“irradia” en forma integral todo el sistema, incorporándose a la comprensión de los
instrumentos internacionales.
(…)
Es autónomo, tiene entidad propia a pesar de su interactuación con los principios
de progresividad, no regresividad, integralidad. Rechaza cualquier encasillamiento,
oponiéndose al textualismo y a sus lazos, fortaleciéndose a la luz del objeto y fin
de los instrumentos internacionales y de todo el Derecho de los Derechos
Humanos.
(…)
No es absoluto, es relativo, no admitiendo una aplicación lineal. Los tribunales
nacionales e internacionales, al aplicar el principio, deben buscar simetrías, de
modo que su pronunciamiento a favor de la víctima no vaya en detrimento del
derecho de otros. Más aún, maximice las posibilidades de realización del conjunto
de derechos que conforman el sistema de protección de los derechos humanos.52

52
Drnas, Z. (2015). La complejidad del principio pro homine. Corte Internacional de los Derechos
Humanos, (12), 98-111. https://www.corteidh.or.cr/tablas/r33496.pdf
73

Si bien, se puede estar de acuerdo con algunas de las características anteriores,


vistas por separado, juntas, todas, conllevan un riesgo que consideramos inaceptable.
Pasar de una base convencionista al mundo de los principios y la costumbre se puede
pensar que es posible. Para el Ius Constitucionalista, el mundo de los principios generales
de Derecho no resulta para nada ajeno, de hecho, bajo este sistema, se obtienen
respuestas muy bien estructuradas e interconectadas entre sí con todas sus partes. Sin
embargo, su desarrollo debe quedar siempre documentado y estos documentos en todo
caso ser vinculantes para los Estados.

El problema, que se puede fácilmente advertir de tomar al pie de la letra como


verdades todas las características referidas por la autora, consiste en que llegaríamos a
un grado tal de indeterminación que volvería inaplicables y, por tal motivo nugatorios en
su contenido los derechos humanos, quedando estos y los particulares a expensas de la
buena voluntad de los tribunales, pudiendo llegarse al extremo de que estos contaran una
nueva versión de los derechos fundamentales en cada sentencia, lo cual se prestaría a
injusticias e inequidades.

Es cierto y así se sostuvo en la introducción de la presente investigación qué,


pasar de un sistema de garantías individuales a uno de Derechos Humanos, conlleva el
pasar a un sistema mucho más dinámico donde el alcance de los Derechos Humanos
vaya siempre a la par de las nuevas realidades de nuestra sociedad. Pero para hacerlo
dinámico, no puede ser una puerta giratoria ni un péndulo que va de un lado al otro. Es
aquí donde intervienen dos principios adicionados también al artículo primero
constitucional. Nos referimos a progresividad y no regresión, que son esenciales para la
correcta aplicación del principio pro persona.

Entonces, los principios no pueden estar completamente autónomos unos de los


otros, sino que deben ser formar entre sí lazos de interdependencia dentro de los cuales
obedezcan a una misma lógica y se orienten en un sentido. Ese sentido debe ser
precisamente el de proteger al individuo, identificándose a la persona con el individuo que
solicita la protección, pues solo en esta forma es que tiene sentido la existencia de este
principio. Si la aplicación del principio pro persona pudiera resultar en la protección más
amplia del Estado o de la colectividad (generalmente representada por el Estado) frente a
74

los del individuo en una determinada contienda jurisdiccional, evidentemente se


desnaturalizaría el espíritu mismo de los Derechos Humanos, pues en lugar de buscar la
equidad, abonaría a ensanchar las desigualdades ya de por sí existentes
innecesariamente, porque el Estado no requiere protección en contra de los excesos de
los particulares, sino al revés, son los particulares los que en todo caso requerirían de
garantías en contra de los excesos del Estado.

En las anteriores consideraciones, estimamos un completo desatino que, el


principio pro persona deba entenderse como “la norma o la interpretación más favorable
para la colectividad”, como lo afirma la autora en cita:

En algunos fallos y en parte de la doctrina se ha indicado que esa mejor protección


de la persona humana se refiere al “individuo víctima”. Creemos que esa
percepción es muy cerrada y no coherente con el objeto y fin de la protección de
los derechos humanos y todo el sistema jurídico desarrollado en pos de ello. El
beneficiario de la aplicación del principio es el “ser humano”. Así, Ferrajoli ha
señalado que los derechos fundamentales son todos aquellos derechos subjetivos
que corresponden universalmente a “todos” los seres humanos en cuanto dotados
del estatus de personas, de ciudadanos o de personas con capacidad de obrar 53.
(Drnas, 2015, pág. 109)

Entenderlo así sería básicamente colocar en el ataúd del desuso a los Derechos
Humanos porque ya no estaríamos frente a nada nuevo. Esto, de hecho, nos llevaría a los
inicios del Derecho mismo y del Estado, pues estos inventos del hombre obedecieron,
desde un principio, a esa misma finalidad, la cual, por experiencia ya sabemos que es por
sí misma demasiado ambigua, tanto que, a la fecha, aún no ha sido posible establecer
una definición unívoca e infalible o siquiera aceptable universalmente de los conceptos de
“orden público” e “interés social”. Se supone, al menos teóricamente, que las decisiones
del Estado siempre estarán orientadas a la finalidad del mayor beneficio a la colectividad y
justamente los medios individuales de defensa de los Derechos Fundamentales lo que
buscan es proteger los intereses del individuo frente a los del Estado.

53
Drnas, Z. (2015). La complejidad del principio pro homine. Corte Internacional de los Derechos
Humanos, (12), 98-111. https://www.corteidh.or.cr/tablas/r33496.pdf
75

Por eso, en el concepto presentado, al referirse en el principio pro persona a la


interpretación y/o la norma más favorable o más benéfica a la persona, evidentemente se
debe identificar a la persona humana o jurídica de índole particular que solicita la
protección, como individuo.

Esto se explica de manera bastante científica a partir del principio de relatividad de


las sentencias (no solo de amparo sino de todas, como regla general, salvo las que
recaen a interpretaciones in abstracto), principio que en nuestro Derecho ha sido
malentendido por un orgullo nacionalista que se tuvo en un tiempo respecto a la “fórmula
Otero”, como si se tratara de una aportación mexicana a ciencia jurídica en el mundo.

Sin embargo, llamarle “fórmula Otero” a la relatividad de las sentencias resulta tan
impreciso como llamarle “fórmula Otero” al Derecho de acción. El hecho de que las
sentencias sean relativas y solo se circunscriban al caso particular o a la esfera jurídica de
quien promueve el amparo sin hacer una declaración general es una consecuencia lógica
y natural del principio de legitimación activa en la causa.

Según este principio, el actor solamente podrá deducir ante tribunales, acciones
sobre los derechos de los que sea titular o tenga derecho a ejercer por ministerio de Ley o
los de aquel a quien legalmente represente. En el amparo, el quejoso acude a deducir su
acción en defensa de sus derechos fundamentales, de los cuales es titular, no puede
acudir a defender in abstracto los derechos fundamentales de todas las personas,
sencillamente porque no tiene la titularidad más que de los suyos o en todo caso, de los
de quienes demuestre tener la representación legal, a nombre de quienes acude a
promover el amparo, pero no puede acudir a deducir los derechos de todos los mexicanos
o de toda la sociedad.

Luego, al momento de dictarse la sentencia, intervienen otros dos principios


íntimamente ligados al de legitimación activa en la causa, pero aplicables a la sentencia, a
saber, los de congruencia y exhaustividad que ya explicamos, se refieren a no extenderse
más allá de la propia materia litigiosa ni quedarse corta en ella.
76

En ese orden de ideas, es lógico que las sentencias de amparo solamente puedan
versar sobre el respeto a las garantías individuales o a los Derechos Fundamentales de la
persona que promueve el juicio, porque solo estos y no los de toda la sociedad, son los
que conforman la Litis del juicio y, por ende, está fuera de toda proporción que en la
sentencia se hiciera un pronunciamiento que abarque las garantías individuales de
personas que no formaron parte en el juicio. Es como si un determinado individuo
promueve el juicio de divorcio y en la sentencia se decretará el divorcio de todos los
mexicanos. La regla es que si formó parte de la Litis debe formar parte de la sentencia, y
si no formó parte de la Litis, tampoco debe hacerlo en la sentencia.

Entonces, podemos llamarle o no “Fórmula Otero”, pero lo cierto es que con o sin
Otero, las sentencias están sujetas a la materia litigiosa, y la Litis solo puede estar
conformada por aquellos derechos sobre los que el actor esté legitimado a deducir ante
tribunales, por lo que en el juicio de amparo, al igual que en cualquier otro juicio (salvo las
acciones de inconstitucionalidad), las sentencias siempre son relativas y únicamente
abarcan los derechos sometidos a la potestad del tribunal por aquellos a quienes la Ley
autoriza incitar la actuación de los tribunales sobre ellos. Por lo que, se ha considerado
que no hay verdaderamente algo a lo que llamarle “fórmula Otero” que no existiera antes
del surgimiento de la llamada “fórmula Otero”.

Esto finalmente lo vino a reconocer la Corte, ahora que puede hacer declaratorias
de inconstitucionalidad generales, en el criterio Jurisprudencial de 2016, emitido por el
Tribunal Pleno al resolver la contradicción de tesis 58/2015:

Época: Décima Época


Registro: 2012228
Instancia: Pleno
Tipo de Tesis: Jurisprudencia
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 33, Agosto de
2016, Tomo I.
Materia(s): Constitucional, Común
Tesis: P./J. 5/2016 (10a.)
Página: 11
77

DERECHOS HUMANOS. LA OBLIGACIÓN DEL ÓRGANO DE AMPARO DE


PROMOVERLOS, RESPETARLOS, PROTEGERLOS Y GARANTIZARLOS,
PREVISTA EN EL ARTÍCULO 1o. DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS
ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, SÓLO SE ACTUALIZA EN EL ÁMBITO DE SU
COMPETENCIA, POR LO QUE CARECE DE ATRIBUCIONES PARA
PRONUNCIARSE RESPECTO DE VIOLACIONES A LOS QUE NO FORMEN
PARTE DE LA LITIS CONSTITUCIONAL.
Si bien del precepto constitucional referido deriva la obligación de todas las
autoridades de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de
conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y
progresividad, lo cierto es que ese compromiso se limita a que se ejerza dentro de
la competencia de cada autoridad en particular. Así, un órgano de amparo sólo
puede conocer de las violaciones a los derechos humanos que le sean planteadas
como controversia conforme a los artículos 103 y 107 de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos, las cuales deberá resolver en atención a lo
previsto en los aludidos preceptos y en los que resulten aplicables de su Ley
Reglamentaria. Por tanto, si durante el trámite o resolución de un juicio de amparo
se advierte la posible violación de un derecho humano en perjuicio del quejoso, del
tercero interesado o de cualquier otra persona, en relación con un acto distinto del
señalado como reclamado y, en su caso, por parte de autoridades que no
necesariamente hayan sido designadas como responsables, el órgano de amparo
está impedido para pronunciarse al respecto pues, de lo contrario, modificaría la
litis constitucional, desnaturalizaría el fin último del juicio, afectando los principios
que le rigen, entre otros, el de instancia de parte, y vulneraría distintos derechos
inherentes a quienes resultaren afectados por el pronunciamiento que así se
hiciera, como pudieran ser los derechos afines al principio de congruencia, al de
debido proceso y al de legalidad, reconocidos por los artículos 14, 16 y 17
constitucionales. Por tanto, cuando se advierta una violación a derechos humanos
ajena a la controversia esencial que es materia del juicio, el órgano de amparo
debe denunciar, dar vista o poner en conocimiento de la autoridad que resulte
competente de investigar los hechos correspondientes, o que sea directamente
responsable de promover, respetar, proteger y garantizar dichos derechos,
teniendo especial cuidado de que, con ese actuar, no incluya pronunciamiento
78

alguno sobre la determinación de existencia de aquella violación, que sólo debe


tratarse como probable. A la vez, tampoco debe emitirse al respecto condena,
recomendación o incluso sugerencia de carácter vinculatorio en relación con las
consecuencias de la probable violación ni a la forma de restituir el derecho que se
advierta posiblemente violado, sin que ello descarte la posibilidad de que a la
denuncia, vista o puesta en conocimiento, se acompañen elementos técnicos que
permitan a la autoridad competente apreciar objetivamente la posible violación a
derechos humanos, las razones que lo sustenten e incluso, los aspectos que se
considere habrían posiblemente evitado que se incurriera en la citada violación; lo
anterior, precisamente porque las sentencias de amparo tienen un peso jurídico, e
incluso moral que, de no tenerse el especial cuidado expresado, podrían hacer
vinculatorios determinados pronunciamientos sin que se emitan en un juicio o
procedimiento en el que las partes involucradas tengan la oportunidad de hacer
valer los argumentos y pruebas y demás defensas que fuesen procedentes en
cada caso. Así, aunque se advierta una evidente violación a los derechos
humanos, lo correcto es que la autoridad competente la valore en su propia
dimensión y en términos del procedimiento de ley que resulte aplicable. Con este
proceder, los órganos de amparo, sin desnaturalizar el juicio, ni excederse en sus
facultades, reafirman su compromiso en materia de derechos humanos.
Contradicción de tesis 58/2015. Entre las sustentadas por los Tribunales
Colegiados Tercero del Vigésimo Séptimo Circuito y Cuarto en Materias Penal y de
Trabajo del Séptimo Circuito, actualmente Segundo en Materia de Trabajo del
Séptimo Circuito. 26 de abril de 2016. Mayoría de siete votos de los Ministros
Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, José Ramón Cossío Díaz, Margarita Beatriz Luna
Ramos, salvo por lo que se refiere a la parte relativa a la obligación del juzgador
de dar vista si advierte un acto que pueda resultar violatorio de derechos humanos,
así como ponerlo en conocimiento de la autoridad que resulte competente,
consideraciones respecto de las cuales votó en contra, Jorge Mario Pardo
Rebolledo, Javier Laynez Potisek, Alberto Pérez Dayán y Luis María Aguilar
Morales; votaron en contra: José Fernando Franco González Salas, Arturo
Zaldívar Lelo de Larrea, Norma Lucía Piña Hernández y Eduardo Medina Mora I.
Ponente: Jorge Mario Pardo Rebolledo. Secretario: Guillermo Pablo López
Andrade.
79

Tesis y/o criterios contendientes:


Tesis XXVII.3o. J/20 (10a.), de título y subtítulo: "DERECHOS HUMANOS Y SUS
GARANTÍAS. SI DEL ANÁLISIS DE LAS CONSTANCIAS DEL JUICIO DE
AMPARO, SE ADVIERTE QUE POR ACTOS DIVERSOS AL RECLAMADO,
AQUÉLLOS SE VULNERARON EN PERJUICIO DEL TERCERO INTERESADO O
DE UNA PERSONA AJENA A LA LITIS CONSTITUCIONAL, LOS ÓRGANOS DE
AMPARO, EN CUMPLIMIENTO AL ARTÍCULO 1o., PÁRRAFO TERCERO, DE LA
CONSTITUCIÓN, ESTÁN FACULTADOS PARA DAR VISTA CON LOS HECHOS
A LAS AUTORIDADES QUE DIRECTAMENTE, DE ACUERDO A SU
COMPETENCIA, TENGAN LA OBLIGACIÓN DE RESPETAR, PROTEGER,
GARANTIZAR O PROMOVER EL DERECHO QUE SE ESTIMÓ VIOLADO.",
aprobada por el Tercer Tribunal Colegiado del Vigésimo Séptimo Circuito y
publicada en el Semanario Judicial de la Federación del viernes 20 de febrero de
2015 a las 9:30 horas y en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación,
Décima Época, Libro 15, Tomo III, febrero de 2015, página 2258, y
Tesis VII.4o.P.T. J/5 (10a.), de título y subtítulo: "SENTENCIAS DE AMPARO.
CONFORME AL PRINCIPIO DE CONGRUENCIA, EL JUEZ DE DISTRITO
CARECE DE LEGITIMACIÓN PARA CONDENAR, EN ABSTRACTO, A QUIENES
NO FIGURARON COMO AUTORIDADES RESPONSABLES, A EMPRENDER
DETERMINADAS ACCIONES CON EL FIN DE PROMOVER, RESPETAR,
PROTEGER Y GARANTIZAR DERECHOS HUMANOS, DE QUIEN NO ES EL
QUEJOSO.", aprobada por el Cuarto Tribunal Colegiado en Materias Penal y de
Trabajo del Séptimo Circuito y publicada en el Semanario Judicial de la Federación
del viernes 6 de febrero de 2015 a las 9:00 horas y en la Gaceta del Semanario
Judicial de la Federación, Décima Época, Libro 15, Tomo III, febrero de 2015,
página 2384.
El Tribunal Pleno, el veintitrés de junio en curso, aprobó, con el número 5/2016
(10a.), la tesis jurisprudencial que antecede. Ciudad de México, a veintitrés de
junio de dos mil dieciséis.
Esta tesis se publicó el viernes 12 de agosto de 2016 a las 10:20 horas en el
Semanario Judicial de la Federación y, por ende, se considera de aplicación
80

obligatoria a partir del lunes 15 de agosto de 2016, para los efectos previstos en el
punto séptimo del Acuerdo General Plenario 19/2013. 54

Con base en estas mismas consideraciones, reiteramos como un completo


desatino entender que la aplicación del principio pro persona deba resultar en la
interpretación más favorable a la sociedad, porque la sociedad no promovió el juicio, y sí
lo es, el individuo determinado que aduce resentir una afectación a sus derechos
fundamentales. Partiendo desde este punto, y entendiendo que el principio pro persona es
inherente e inseparable de los derechos humanos, entonces podríamos válidamente
acudir al principio pro persona para resolver su alcance y, sí hubiera que elegir cuál
interpretación resultaría más favorable al promovente del juicio, evidentemente le
resultará más favorable aquella que busca su beneficio pro indiviso que aquella en la que
probablemente se vean diluidos sus beneficios individuales a favor de una colectividad.

En conclusión, podemos afirmar que el principio pro persona crea en el juzgador,


la obligación de que, ante un posible o aparente conflicto de normas, o ante dos posibles
interpretaciones de una misma norma, elija siempre aquella que le otorgue una protección
más amplia al individuo cuyos derechos humanos se encuentran en juego.

1.8 Progresividad (No Regresividad)


La eficacia del principio pro persona, de las reformas constitucionales de junio de
2011 o de los Derechos Humanos en general involucra necesariamente la observancia del
principio de progresividad:

En sentido positivo, del principio de progresividad derivan para el legislador (sea


formal o material) la obligación de ampliar el alcance y la tutela de los
derechos humanos; y para el aplicador, el deber de interpretar las normas de
manera que se amplíen, en lo posible jurídicamente, esos aspectos de los
derechos. En sentido negativo, impone una prohibición de regresividad: el
legislador tiene prohibido, en principio, emitir actos legislativos que limiten,
restrinjan, eliminen o desconozcan el alcance y la tutela que en determinado
momento ya se reconocía a los derechos humanos, y el aplicador tiene
54
Décima Época. Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 33, Agosto de 2016, Tomo
I, pág. 11. Jurisprudencia, Tesis: P./J. 5/2016 (10a.), 2012228.
81

prohibido interpretar las normas sobre derechos humanos de manera


regresiva, esto es, atribuyéndoles un sentido que implique desconocer la
extensión de los derechos humanos y su nivel de tutela admitido
previamente.
(Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2016)55

En un principio, existió cierta confusión en relación al mismo, incluso se emitieron


tesis en donde esto se hace patente, cual es el caso de la emitida tempranamente en
octubre de 2011 por el Cuarto Tribunal Colegiado de Circuito del Centro Auxiliar de la
Tercera Región con residencia en Guadalajara, Jalisco, que en su sentido es correcta; sin
embargo, el principio que describe es el principio pro persona y no específicamente al
principio de progresividad:

Suprema Corte de Justicia de la Nación


Registro digital: 2000129
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Décima Época
Materias(s): Constitucional, Común
Tesis: III.4o.(III Región) 4 K (10a.)
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Libro IV, Enero de 2012,
Tomo 5, página 4580
Tipo: Aislada
PROGRESIVIDAD. CÓMO DEBE INTERPRETARSE DICHO PRINCIPIO POR
LAS AUTORIDADES A PARTIR DE LA REFORMA QUE SUFRIÓ EL ARTÍCULO
1o. DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL, PUBLICADA EN EL DIARIO OFICIAL DE
LA FEDERACIÓN EL 10 DE JUNIO DE 2011.
El principio de progresividad persigue, esencialmente, la aplicación preferente de
aquel ordenamiento que contemple un mayor beneficio al gobernado respecto de
sus derechos humanos, por ello las autoridades deben estar atentas a la evolución
de éstos, especialmente en los tratados internacionales, pues puede suceder que
55
Décima Época, Semanario Judicial de la Federación, Aislada, 1a. CCXCI/2016 (10a.), 2013216.
https://sjf.scjn.gob.mx/SJFSem/paginas/Reportes/ReporteDE.aspx?
idius=2013216&Tipo=1#:~:text=En%20sentido%20positivo%2C%20del%20principio,esos
%20aspectos%20de%20los%20derechos.
82

exista contraposición entre un derecho humano que consagra la Constitución


Política de los Estados Unidos Mexicanos y el previsto en el tratado, en cuyo caso,
si éste es de mayor beneficio para la persona, es el que debe aplicarse, en
observancia al referido principio y acorde con los fines de justicia, equidad y
solidaridad social perseguidos por el Constituyente Permanente a partir de la
reforma al artículo 1o. de la Constitución Federal, publicada en el Diario Oficial de
la Federación el 10 de junio de 2011.
CUARTO TRIBUNAL COLEGIADO DE CIRCUITO DEL CENTRO AUXILIAR DE
LA TERCERA REGIÓN, CON RESIDENCIA EN GUADALAJARA, JALISCO.
Amparo directo 633/2011. Pedro Rodríguez Alcántara. 20 de octubre de 2011.
Unanimidad de votos. Ponente: Jorge Humberto Benítez Pimienta. Secretario:
Nicolás Alvarado Ramírez.56

Sin embargo, no puede restársele mérito alguno a esta tesis de ser una de las
primeras en el tema, a pesar de provenir de un Colegiado Auxiliar, pues demuestra un
compromiso de proveer la observancia de la Constitución, sin una actitud reactiva o
conservadora, aplicando el menor beneficio o aduciendo un caso de excepción, como
suelen hacerlo los tribunales, hasta que sea la Corte quien diga cómo interpretar para
seguirla, sino que adopta una actitud proactiva y protectora.

Otro criterio errado y posteriormente desmentido fue el de identificar progresividad


con gradualidad y en un ámbito exclusivamente concerniente a los Derechos económicos
y sociales:

Registro digital: 2003350


Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Décima Época
Materias(s): Constitucional, Común
Tesis: I.4o.A.9 K (10a.)
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Libro XIX, Abril de 2013,
Tomo 3, página 2254

56
Décima Época. Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Libro IV, Enero de 2012, Tomo
5, página 4580. Aislada. Tesis: III.4o.(III Región) 4 K (10a.), 2000129.
83

Tipo: Aislada
PRINCIPIOS DE UNIVERSALIDAD, INTERDEPENDENCIA, INDIVISIBILIDAD Y
PROGRESIVIDAD DE LOS DERECHOS HUMANOS. EN QUÉ CONSISTEN.
El tercer párrafo del artículo 1o. de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos dispone, entre otras cuestiones, que todas las autoridades, en el
ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, respetar, proteger
y garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de
universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad, los que consisten
en lo siguiente: … y iii) progresividad: constituye el compromiso de los
Estados para adoptar providencias, tanto a nivel interno como mediante la
cooperación internacional, especialmente económica y técnica, para lograr
progresivamente la plena efectividad de los derechos que se derivan de las
normas económicas, sociales y sobre educación, ciencia y cultura, principio
que no puede entenderse en el sentido de que los gobiernos no tengan la
obligación inmediata de empeñarse por lograr la realización íntegra de tales
derechos, sino en la posibilidad de ir avanzando gradual y constantemente
hacia su más completa realización, en función de sus recursos materiales;
así, este principio exige que a medida que mejora el nivel de desarrollo de un
Estado, mejore el nivel de compromiso de garantizar los derechos
económicos, sociales y culturales.
CUARTO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA ADMINISTRATIVA DEL
PRIMER CIRCUITO.
Amparo en revisión 184/2012. Margarita Quezada Labra. 16 de agosto de 2012.
Unanimidad de votos. Ponente: Jean Claude Tron Petit. Secretaria: Aideé Pineda
Núñez.57

Registro digital: 2015306


Instancia: Primera Sala
Décima Época
Materias(s): Constitucional
Tesis: 1a./J. 86/2017 (10a.)

57
Décima Época. Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Libro XIX, Abril de 2013, Tomo
3, página 2254. Aislada. Tesis: I.4o.A.9 K (10a.), 2003350.
84

Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 47, Octubre de


2017, Tomo I, página 191
Tipo: Jurisprudencia
PRINCIPIO DE PROGRESIVIDAD. ES APLICABLE A TODOS LOS DERECHOS
HUMANOS Y NO SÓLO A LOS LLAMADOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y
CULTURALES.
El principio de progresividad estuvo originalmente vinculado a los -así
llamados- derechos económicos, sociales y culturales, porque se estimaba
que éstos imponían a los Estados, sobre todo, obligaciones positivas de
actuación que implicaban el suministro de recursos económicos y que su
plena realización estaba condicionada por las circunstancias económicas,
políticas y jurídicas de cada país. Así, en los primeros instrumentos
internacionales que reconocieron estos derechos, se incluyó el principio de
progresividad con la finalidad de hacer patente que esos derechos no constituyen
meros "objetivos programáticos", sino genuinos derechos humanos que imponen
obligaciones de cumplimiento inmediato a los Estados, como la de garantizar
niveles mínimos en el disfrute de esos derechos, garantizar su ejercicio sin
discriminación, y la obligación de tomar medidas deliberadas, concretas y
orientadas a su satisfacción; así como obligaciones de cumplimiento mediato que
deben ser acometidas progresivamente en función de las circunstancias
específicas de cada país. Ahora bien, esta Primera Sala considera que, a pesar
de su génesis histórica, el principio de progresividad en nuestro sistema
jurídico es aplicable a todos los derechos humanos y no sólo a los
económicos, sociales y culturales. En primer lugar, porque el artículo 1o.
constitucional no hace distinción alguna al respecto, pues establece, llanamente,
que todas las autoridades del país, en el ámbito de sus competencias, están
obligadas a proteger, garantizar, promover y respetar los derechos humanos de
conformidad, entre otros, con el principio de progresividad. En segundo lugar,
porque ésa fue la intención del Constituyente Permanente, como se advierte del
proceso legislativo. Pero además, porque la diferente denominación que
tradicionalmente se ha empleado para referirse a los derechos civiles y políticos y
distinguirlos de los económicos, sociales y culturales, no implica que exista una
diferencia sustancial entre ambos grupos, ni en su máxima relevancia moral,
85

porque todos ellos tutelan bienes básicos derivados de los principios


fundamentales de autonomía, igualdad y dignidad; ni en la índole de las
obligaciones que imponen, específicamente, al Estado, pues para proteger
cualquiera de esos derechos no sólo se requieren abstenciones, sino, en todos los
casos, es precisa la provisión de garantías normativas y de garantías
institucionales como la existencia de órganos legislativos que dicten normas y de
órganos aplicativos e instituciones que aseguren su vigencia, lo que implica, en
definitiva, la provisión de recursos económicos por parte del Estado y de la
sociedad.
Tesis de jurisprudencia 86/2017 (10a.). Aprobada por la Primera Sala de este Alto
Tribunal, en sesión de cuatro de octubre de dos mil diecisiete.
Esta tesis se publicó el viernes 20 de octubre de 2017 a las 10:30 horas en el
Semanario Judicial de la Federación y, por ende, se considera de aplicación
obligatoria a partir del lunes 23 de octubre de 2017, para los efectos previstos en el
punto séptimo del Acuerdo General Plenario 19/2013.58

Por otra parte, la progresividad implica que el disfrute de los derechos siempre
debe mejorar, lo que prohíbe legislar o interpretar de forma tal que implique retrocesos; es
decir que, terreno avanzado, es terreno ganado.

Así fue concebido en la ponencia de la Ministra Olga María Sánchez Cordero, en


una de las primeras tesis emitidas en la décima época por la Suprema Corte de Justicia
de la Nación, en las que aparece referido el principio de progresividad:

Suprema Corte de Justicia de la Nación


Registro digital: 160073
Instancia: Primera Sala
Décima Época
Materias(s): Constitucional
Tesis: 1a. XVIII/2012 (9a.)
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Libro IX, Junio de 2012,
Tomo 1, página 257
58
Décima Época, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 47, Octubre de 2017,
Tomo I, página 191, Jurisprudencia, Tesis: 1a./J. 86/2017 (10a.), 2015306.
86

Tipo: Aislada
DERECHOS HUMANOS. OBLIGACIONES CONSTITUCIONALES DE LAS
AUTORIDADES EN LA MATERIA.
Mediante decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación el 10 de junio de
2011, vigente a partir del día siguiente de su publicación, se reformó y adicionó el
artículo 1o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, para
establecer diversas obligaciones a las autoridades, entre ellas, que las normas
relativas a derechos humanos se interpretarán conforme a la Constitución y a los
tratados internacionales en la materia, favoreciendo en todo tiempo a las personas
la protección más amplia, es decir, que los derechos humanos son los reconocidos
por la Ley Fundamental y los tratados internacionales suscritos por México, y que
la interpretación de aquélla y de las disposiciones de derechos humanos
contenidas en instrumentos internacionales y en las leyes, siempre debe ser en las
mejores condiciones para las personas. Asimismo, del párrafo tercero de dicho
precepto destaca que todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias,
deben promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos, conforme
a los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad,
y que, en consecuencia, el Estado debe prevenir, investigar, sancionar y reparar
las violaciones a los derechos humanos en los términos que establezca la ley, lo
cual conlleva a que las autoridades actúen atendiendo a todas las personas por
igual, con una visión interdependiente, ya que el ejercicio de un derecho humano
implica necesariamente que se respeten y protejan múltiples derechos vinculados,
los cuales no podrán dividirse, y todo habrá de ser de manera progresiva,
prohibiendo cualquier retroceso en los medios establecidos para el ejercicio,
tutela, reparación y efectividad de aquéllos.
Amparo en revisión 531/2011. Mie Nillu Mazateco, A.C. 24 de agosto de 2011.
Cinco votos. Ponente: Olga Sánchez Cordero de García Villegas. Secretario:
Ignacio Valdés Barreiro.59

El punto más alto de protección de este principio, jurisprudencialmente se ubica en


los criterios de 2012 y 2016, cuando la “no regresividad” era entendida así, como una
auténtica prohibición, antes de ser relativizada y reducida a la exigencia de una
59
Décima Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Libro IX, Junio de 2012, Tomo
1, página 257, Aislada, Tesis: 1a. XVIII/2012 (9a.), 160073.
87

motivación robustecida, esto es, como regresividad justificada, o incluso hasta la


posibilidad de considerarla como algo beneficioso, como sucedió en los criterios de 2017
y 2019.

El criterio de 2016 contiene, en su parte final un razonamiento interpretativo que


resulta igualmente aplicable a todos los Derechos Fundamentales, uno justamente es que
la jurisprudencia debería tener presente cada vez que emite criterios con los que define o
redefine, (muchas veces innecesariamente) los alcances de estos derechos:

Registro digital: 2015305


Instancia: Primera Sala
Décima Época
Materias(s): Constitucional
Tesis: 1a./J. 85/2017 (10a.)
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 47, Octubre de
2017, Tomo I, página 189
Tipo: Jurisprudencia
PRINCIPIO DE PROGRESIVIDAD DE LOS DERECHOS HUMANOS. SU
CONCEPTO Y EXIGENCIAS POSITIVAS Y NEGATIVAS.
El principio de progresividad está previsto en el artículo 1o. constitucional y en
diversos tratados internacionales ratificados por México. Dicho principio, en
términos generales, ordena ampliar el alcance y la protección de los derechos
humanos en la mayor medida posible hasta lograr su plena efectividad, de acuerdo
con las circunstancias fácticas y jurídicas. Es posible diseccionar este principio en
varias exigencias de carácter tanto positivo como negativo, dirigidas a los
creadores de las normas jurídicas y a sus aplicadores, con independencia del
carácter formal de las autoridades respectivas, ya sean legislativas, administrativas
o judiciales. En sentido positivo, del principio de progresividad derivan para el
legislador (sea formal o material) la obligación de ampliar el alcance y la tutela de
los derechos humanos; y para el aplicador, el deber de interpretar las normas de
manera que se amplíen, en lo posible jurídicamente, esos aspectos de los
derechos. En sentido negativo, impone una prohibición de regresividad: el
legislador tiene prohibido, en principio, emitir actos legislativos que limiten,
88

restrinjan, eliminen o desconozcan el alcance y la tutela que en determinado


momento ya se reconocía a los derechos humanos, y el aplicador tiene prohibido
interpretar las normas sobre derechos humanos de manera regresiva, esto es,
atribuyéndoles un sentido que implique desconocer la extensión de los derechos
humanos y su nivel de tutela admitido previamente. en congruencia con este
principio, el alcance y nivel de protección reconocidos a los derechos
humanos tanto por la constitución como por los tratados internacionales,
DEBEN SER CONCEBIDOS COMO UN MÍNIMO que el estado mexicano tiene
la obligación inmediata de respetar (no regresividad) Y, A LA VEZ, EL PUNTO
DE PARTIDA para su desarrollo gradual (deber positivo de progresar).60

Acertadamente, esta tesis de jurisprudencia está dando la lectura correcta que se


debe dar a los Derechos Humanos. El texto del ordenamiento que los contenga debe ser
considerado un piso, un mínimo. El papel de la jurisprudencia no es atenuar los Derechos
Humanos, sino ampliarlos. A la Corte le corresponde fortalecerlos y no dedicarse a
generar excepciones que de hecho los vuelven menos eficaces, diga quien diga lo que
quiera decir, así exponga los argumentos más coloridos, lo cierto, es que la jurisprudencia
que limita y distingue lo que en la Constitución o en el Tratado se lee sin distingo, es
contraria a la mayor protección de las personas.

Tal cual, sucedió en el caso del principio de progresividad, irónicamente, su


protección disminuyó y para 2018 ya se incluía en el criterio, esa “salvedad” que
transforma la certeza en incertidumbre:

Registro digital: 2014218


Instancia: Segunda Sala
Décima Época
Materias(s): Constitucional, Común
Tesis: 2a./J. 41/2017 (10a.)
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 42, Mayo de 2017,
Tomo I, página 634
Tipo: Jurisprudencia
60
Décima Época, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 47, Octubre de 2017,
Tomo I, página 189, Jurisprudencia, Tesis: 1a./J. 85/2017 (10a.), 2015305.
89

PROGRESIVIDAD DE LOS DERECHOS HUMANOS. CRITERIOS PARA


DETERMINAR SI LA LIMITACIÓN AL EJERCICIO DE UN DERECHO HUMANO
DERIVA EN LA VIOLACIÓN DE AQUEL PRINCIPIO.
El principio de progresividad de los derechos humanos tutelado en el artículo 1o.
de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, es indispensable
para consolidar la garantía de protección de la dignidad humana, porque su
observancia exige, por un lado, que todas las autoridades del Estado mexicano, en
el ámbito de su competencia, incrementen gradualmente la promoción, respeto,
protección y garantía de los derechos humanos y, por otro, les impide, en virtud de
su expresión de no regresividad, adoptar medidas que disminuyan su nivel de
protección. Respecto de esta última expresión, debe puntualizarse que la
limitación en el ejercicio de un derecho humano no necesariamente es sinónimo de
vulneración al principio referido, pues para determinar si una medida lo respeta, es
necesario analizar si: (I) dicha disminución tiene como finalidad esencial
incrementar el grado de tutela de un derecho humano; y (II) genera un
equilibrio razonable entre los derechos fundamentales en juego, sin afectar de
manera desmedida la eficacia de alguno de ellos. En ese sentido, para determinar
si la limitación al ejercicio de un derecho humano viola el principio de progresividad
de los derechos humanos, el operador jurídico debe realizar un análisis conjunto
de la afectación individual de un derecho en relación con las implicaciones
colectivas de la medida, a efecto de establecer si se encuentra justificada.
Contradicción de tesis 291/2015. Entre las sustentadas por los Tribunales
Colegiados Décimo Sexto del Primer Circuito, Primero del Décimo Sexto Circuito,
ambos en Materia de Trabajo y Primero del Décimo Noveno Circuito. 20 de enero
de 2016. Mayoría de tres votos de los Ministros Eduardo Medina Mora I., José
Fernando Franco González Salas y Alberto Pérez Dayán; unanimidad de votos en
relación con el criterio contenido en esta tesis. Disidentes: Javier Laynez Potisek y
Margarita Beatriz Luna Ramos. Ponente: Margarita Beatriz Luna Ramos.
Secretaria: Teresa Sánchez Medellín.
Tesis de jurisprudencia 41/2017 (10a.). Aprobada por la Segunda Sala de este Alto
Tribunal, en sesión privada del veintiséis de abril de dos mil diecisiete.
Esta tesis se publicó el viernes 12 de mayo de 2017 a las 10:17 horas en el
Semanario Judicial de la Federación y, por ende, se considera de aplicación
90

obligatoria a partir del lunes 15 de mayo de 2017, para los efectos previstos en el
punto séptimo del Acuerdo General Plenario 19/2013.61

Registro digital: 2019325


Instancia: Segunda Sala
Décima Época
Materias(s): Constitucional, Común
Tesis: 2a./J. 35/2019 (10a.)
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 63, Febrero de
2019, Tomo I, página 980
Tipo: Jurisprudencia
PRINCIPIO DE PROGRESIVIDAD DE LOS DERECHOS HUMANOS. SU
NATURALEZA Y FUNCIÓN EN EL ESTADO MEXICANO.
El principio de progresividad que rige en materia de los derechos humanos implica
tanto gradualidad como progreso. La gradualidad se refiere a que, generalmente,
la efectividad de los derechos humanos no se logra de manera inmediata, sino que
conlleva todo un proceso que supone definir metas a corto, mediano y largo
plazos. Por su parte, el progreso implica que el disfrute de los derechos siempre
debe mejorar. En tal sentido, el principio de progresividad de los derechos
humanos se relaciona no sólo con la prohibición de regresividad del disfrute de los
derechos fundamentales, sino también con la obligación positiva de promoverlos
de manera progresiva y gradual, pues como lo señaló el Constituyente
Permanente, el Estado mexicano tiene el mandato constitucional de realizar todos
los cambios y transformaciones necesarias en la estructura económica, social,
política y cultural del país, de manera que se garantice que todas las personas
puedan disfrutar de sus derechos humanos. Por tanto, el principio aludido exige a
todas las autoridades del Estado mexicano, en el ámbito de su competencia,
incrementar el grado de tutela en la promoción, respeto, protección y garantía de
los derechos humanos y también les impide, en virtud de su expresión de no
regresividad, adoptar medidas que SIN PLENA JUSTIFICACIÓN
CONSTITUCIONAL disminuyan el nivel de la protección a los derechos
humanos de quienes se someten al orden jurídico del Estado mexicano.
61
Décima Época, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 42, Mayo de 2017, Tomo
I, página 634, Jurisprudencia, Tesis: 2a./J. 41/2017 (10a.), 2014218.
91

Tesis de jurisprudencia 35/2019 (10a.). Aprobada por la Segunda Sala de este Alto
Tribunal, en sesión privada del seis de febrero de dos mil diecinueve.
Esta tesis se publicó el viernes 15 de febrero de 2019 a las 10:17 horas en el
Semanario Judicial de la Federación y, por ende, se considera de aplicación
obligatoria a partir del lunes 18 de febrero de 2019, para los efectos previstos en el
punto séptimo del Acuerdo General Plenario 19/2013.62

Esto pone sobre la mesa uno de los aspectos por los que más se ha criticado
fundadamente al sistema de jurisprudencia de nuestro país, abonando un nuevo inciso a
la lista de oportunidades de mejora.

Se refiere a la jurisprudencia por contradicción, así como a las implicaciones de


contemplarla, es decir, que en nuestro País, por un lado, la jurisprudencia tiene carácter obligatorio
y por el otro, puede coexistir durante un período determinado por lo que es obligatorio resolver que
A=B y al mismo tiempo lo sea que A≠B.

Sin embargo, la inclusión en Constitución del principio de progresividad resolvería


una buena parte de los inconvenientes que facilitan criterios de vaivén, al imponer una
limitante para esta aparente “libertad” de los Colegiados, las Salas. Limitación que
alcanza incluso al propio Tribunal Pleno.

Dicha limitante radica justamente en la no regresividad, donde la evolución de


criterios debe ser eso, una evolución, esto es, que si una Sala o un Colegiado ha emitido
ya un criterio jurisprudencial obligatorio con determinados alcances favorables para la
persona que solicita el amparo no es posible para otra Sala o para un Tribunal Colegiado,
incluso de mayor jerarquía, emitir otro que reduzca los alcances más favorables, en modo
alguno. Así, sería el criterio de la propia Constitución el que se imponga, sin que a la Sala
se le vincule categóricamente “apegarse al criterio de la otra y no opinar sobre el tema”
(obedecer y callar), únicamente le exige un estándar mínimo de protección, el de no poder
reducir lo que ya se ha dado. Podría no aplicarlo por no serle obligatorio o bien, fijar un
nuevo parámetro, elevando la protección con un criterio más garantista.

62
Décima Época, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 63, Febrero de 2019,
Tomo I, página 980, Jurisprudencia, Tesis: 2a./J. 35/2019 (10a.), 2019325.
92

Este tema está infra estudiado y si bien, no es el tema de este trabajo, se cuenta
con la seguridad que se debe atender ahora que están sucediendo cambios en el sistema
jurisprudencial. Entendiéndolo así, la Segunda Sala habría encontrado un impedimento
para echar por tierra el avance en materia de protección de Derechos y seguridad jurídica
en los criterios de 2012 y 2016.

Conclusión Capítulo Primero

En este capítulo se estableció que la sentencia es el acto jurisdiccional por


excelencia, producto de la potestad jurisdiccional del Estado, ejercida por los funcionarios
facultados por éste, en el que se resuelven jurídicamente las pretensiones de las partes,
conforme a las normas previamente establecidas o reconocidas por el mismo, en un
pronunciamiento fundado expresando la norma aplicable y; motivado en cuanto a la
actualización de la hipótesis normativa, pronunciamiento que estará precedido por un
proceso que haya dado oportunidad a las partes de expresar, probar y alegar su derecho,
el cual se rige mediante normas procesales emitidas también previamente por el Estado.

Así también, que la sentencia no es propiamente la voz de los jueces sino la del
Estado y debe reflejar antes la posición de éste respecto al conflicto presentado que la
postura individual del juzgador, pues, aunque se acepte, por resultar inevitable desde la
raíz etimológica misma del vocablo, que la sentencia no podría quedar exenta de ser
permeada por la moral o las convicciones personales del juzgador, ello debe quedar fuera
del texto expreso o de la justificación de la sentencia por las razones que fueron
señaladas.

Se explicó también que los principios generales del Derecho no son un mérito
exclusivo del iusnaturalismo ni del iuspositivismo, sino de ambos. Incluso, que la pugna
entre ambas escuelas es justamente la que ha hecho posible que su estudio haya
derivado en el desarrollo y perfeccionamiento continuo de figuras e instituciones como las
que hoy conocemos. En cuanto a las sentencias, les son aplicables los principios de
93

congruencia, exhaustividad, legalidad, pro persona y progresividad, los cuales explicamos


a partir del desarrollo jurisprudencial que han tenido en nuestro país.

Así pues, explicamos el principio de congruencia, en sus facetas interna y externa,


donde la primera alude a la prohibición de que la sentencia contenga razonamientos
contradictorios entre sí, mientras que la segunda obliga al juzgador a resolver con apego
a la Litis e implícitamente a respetar los principios iura novit curia, y da mihi factum, dabo
tibi ius, según los cuales, el juzgador debe resolver conforme al que sea realmente el
aplicable, independientemente de que lo propongan o no las partes, lo cual exige de éste
un profundo conocimiento y entendimiento del Derecho.

De ahí que, la correcta apreciación de la Litis implique para el Juzgador, la


obligación de encontrar los elementos de la acción efectivamente intentada de acuerdo
con las normas jurídicas aplicables, sin que ello implique la facultad de alterar la Litis, esto
es, que no debe y ni puede llegar al extremo de cambiar la pretensión ni los hechos
narrados. Que para llegar al conocimiento de la acción que efectivamente se intenta, el
juez debe atender al escrito de demanda, la naturaleza y función de los hechos narrados,
así como a los documentos base de la acción, apreciados en armonía con las
pretensiones respectivas debiendo prescindir de los hechos que resulten irrelevantes para
efectos de la acción que se intenta, aun cuando sean alegados por las partes, pues si el
fallo se pronuncia en determinado sentido a partir de factores inconducentes, en esa
medida se habrá apartado de la Litis y en contravención, al principio de congruencia, sin
que por ello, deba ser omiso en pronunciarse de todo aquello que entrañe una causa de
pedir, aunque no sea relevante para la acción que se ventila, debiendo separarlo de los
razonamientos empleados para concluir en el resultado de la acción alcanzado.

En cuanto al principio de exhaustividad se estableció que originalmente se había


dispuesto que éste se cumple cuando la sentencia ha tratado todas y cada una de las
cuestiones planteadas por las partes sin omitir nada. Asimismo, analizamos cómo
posteriormente se establecieron lineamientos con los que se buscó mitigar los excesos y
abusos a dicho principio en los casos en que se optaba por hacer valer argumentos
tendentes al contar con un abanico de posibilidades para ver cuál de ellos le prospera, a
pesar de que muchos entrañen puntos definidos plenamente y un criterio aislado en el
94

mismo sentido, pero que expresa, también, un propósito que muchos compartimos; hacer
de la impartición de justicia, algo dinámico y expedito. Sin embargo, encontramos al
mismo tiempo un Poder Judicial de la Federación indispuesto a que ello se convierta en
una realidad, en la medida que mantiene la vigencia de criterios que, con la “inoperancia”
como amenazante espada de Damócles balanceándose sobre los Derechos de sus
representados, el litigante se ve forzado a elaborar demandas con argumentaciones
reiterativas, en el afán de se tengan por combatidos todos los “argumentos” de la
sentencia que se pretenda impugnar.

Se explicó, el principio de legalidad como aquel que obliga indistintamente a todas


las autoridades tanto administrativas como jurisdiccionales, a fundar y motivar sus actos,
cuando estos puedan resultar en una molestia o, a mayoría de razón, en privación de la
vida, libertad, patrimonio y cualquier otro derecho como la propiedad o la posesión, por
mencionar algunos.

Que se entienda por fundamentar, la cita o la referencia expresa de la disposición


legal aplicable y por motivación, los razonamientos que justifican la aplicación del
precepto que lo fundamenta. Sin embargo, nos encontramos distintos criterios aislados
que, como tales, se mantuvieron también desde la quinta época, en los cuales se plasmó
bajo razonamientos muy distintos, más semejantes a excusas, qué tratándose de actos
jurisdiccionales, ni siquiera la falta total de fundamentación expresa implica una violación
al principio de legalidad. Es decir, que las sentencias podrían válidamente no expresar
ningún fundamento legal, ni referir una sola disposición para orientar el sentido alcanzado.

Esto llegó a un punto crítico en la recta final de la Novena Época donde ya no fue
un Colegiado o una Sala, sino el Tribunal Pleno el que sostuvo ese mismo criterio, aunque
manejado como la excepción a la regla, aunque realmente resultara difícil obtener un
supuesto claramente distinto al de una sentencia que sí requiriera estar fundada en Ley y,
cómo pocos años después, aun en la Novena Época se emite jurisprudencia cuyo texto
induce al error pues aparenta exigir fundamentación pero en su ejecutoria se advierte que
sus razonamientos están basados en la tesis aislada del Pleno. Finalmente, cómo en el
más reciente criterio sobre el tema emitido por los Tribunales Colegiados, la regla general
pasó a desaparecer y la excepción se convirtió en la regla, una regla que merma la
95

seguridad jurídica en perjuicio de toda la sociedad, al quedar expuesta no solo a


desconocer la causa legal y carecer de certeza sobre si la afectación que le causa la
sentencia, o incluso su beneficio, es realmente el resultado de la aplicación de la Ley, sino
que se extiende sobre todos los ámbitos de su vida sobre los que puede recaer una
sentencia que ya no estará limitada al texto de la Ley, sino que cualquier aspecto de su
vida estará a merced de “las buenas razones” generadas bajo la idea de lo que, en el
mejor de los casos, el Juzgador entiende de la Ley.

Se expusieron también los pormenores del principio pro personae y se hizo un


recorrido sobre las principales aportaciones, concluyendo que se trata de un principio de
interpretación que exige preferir en todo momento, ante una disyuntiva interpretativa o un
conflicto de leyes, la norma o la interpretación que ofrezca una protección más amplia a
los Derechos Humanos de la persona, o la que menos restrinja sus libertades. Asimismo,
que al referirse a “la persona”, este concepto debe entenderse como a la persona del
solicitante y no a la sociedad, al orden público ni al interés social, en la medida que
generalmente vienen representados por el Estado mismo y al ser un destinatario
indeterminado acabaría por resultar en beneficio del Estado ensanchando así, la brecha
de la disparidad y el desequilibrio de poder entre el Estado y cualquier particular.

Por último, dimos cuenta del Principio de Progresividad y más específicamente, del
de “no regresividad”, el cual proscribe que el Estado desconozca el alcance o nivel de
tutela que en determinado momento ya se hubiera reconocido a los Derechos Humanos.
En este punto destacamos la incomprensión inicial de este principio, que llevó a un
Tribunal Colegiado a emitir un criterio aislado en el que bajo esta denominación describe
en realidad al principio pro personae, sin demeritar la atinada forma de entender aquel y la
intención de hacer efectivos los Derechos Humanos, algo que con toda seguridad, más de
uno desearía ver en los integrantes del Pleno de nuestro máximo tribunal. En contraste
con esto e incluso, con el espíritu que subyace al principio apuntado, se encontró que la
observancia de este principio era más amplia en los criterios de 2012, en comparación
con los del 2019. En 2012, era inadmisible cualquier disminución al nivel de protección
alcanzado para cualquiera de los tres poderes, mientras que en 2019, se agregó un “sin
que se justifique plenamente”, habida cuenta que en 2016, otro de los criterios aislados de
la primera Sala establecía que el alcance y nivel de protección reconocidos ante los
96

Derechos Humanos tanto por la Constitución como por los tratados internacionales deben
ser concebidos como un mínimo que el Estado Mexicano tiene la obligación inmediata de
respetar (no regresividad) y, a la vez, el punto de partida para su desarrollo gradual (deber
positivo de progresar).

Al explicar y analizar el desarrollo jurisprudencial que han experimentado los


principios generales de las sentencias, además de ilustrar sobre su contenido, se ha
puesto de manifiesto los primeros elementos de comprobación de la primera hipótesis,
misma que consiste en que la aplicación de jurisprudencia en las resoluciones y
sentencias de los tribunales mexicanos competentes en materia administrativa, y
específicamente hasta este punto, refiriéndonos a los que también crean esta
jurisprudencia, no reflejan una interpretación conforme al nuevo paradigma de los
Derechos Humanos, con motivo de las reformas constitucionales de 2011 particularmente,
del artículo 1ero de la Carta Magna.

Capítulo Segundo. Generalidades y Nociones Regularmente Aceptadas sobre la


Jurisprudencia.

Introducción Capítulo Segundo

En este capítulo se provee un acercamiento a la noción generalizada del concepto


de jurisprudencia, a partir de las opiniones de distintos autores sobre el concepto de ésta
y su función en el orden jurídico. Entre los puntos que serán abordados estarán el
concepto de generalidad y abstracción, la función interpretadora, integradora y creadora
de Derecho, así como las diferentes concepciones de acuerdo con las distintas escuelas o
ideologías del Derecho en las distintas épocas y corrientes que han tenido lugar en el
97

desarrollo del Derecho de nuestro país y del Derecho en general. Entre los autores cuyas
opiniones e ideas figuran en este capítulo están Miguel Carbonell, Ricardo Guastini,
Eugenio Bulygin, Canales Porras y Solís Rodríguez.

En cuanto a las escuelas o corrientes interpretativas referidas están en un


extremo, la escuela “Clásica” para la cual, la interpretación es un acto de descubrimiento
del significado de la norma, y, por otro lado, la corriente “escuela” genovesa (realismo de
Tarello) para la cual, la interpretación es un proceso creativo en la que el intérprete es
quien dota de sentido a la norma. Se discute también si la integración y la interpretación
son una misma cosa o algo distinto y finalmente, si el presupuesto para dar entrada a la
jurisprudencia es la existencia o la falta de norma.

El objetivo de este capítulo no es otro que el dar al lector un panorama general de


los temas en los que se ha concentrado el estudio de la jurisprudencia, lo cual facilitará
posteriormente comprender por qué nuestro país no cuenta con una verdadera teoría
sólida que explique los pormenores realmente útiles de esta singular figura, exclusiva de
nuestro Derecho.

2.1 Concepto de Jurisprudencia


Carbonell, luego de un repaso por las opiniones de distintos autores sobre el
concepto de jurisprudencia, termina por definirla como “la norma general y abstracta,
emitida en principio por los órganos del Poder Judicial de Federal” (1996); sin embargo,
aclara que no es regla que deba la jurisprudencia ser muy general o muy abstracta, podría
serlo muy poco en este proceso, pero no puede ser una norma concreta e individualizada
o no estar presente, y si lo estuvieran, pueden serlo en mayor o menor medida, esto es,
que no podría dirigirse únicamente a determinados sujetos, ni agotarse con su
aplicación63.

Con respecto a sus objetivos, menciona que su fin inmediato “es interpretar e
integrar el ordenamiento jurídico” (Carbonell, 1996). La interpretación jurídica es una parte
fundamental del procedimiento de aplicación del orden jurídico y se resume como el

63
Carbonell, M. (1996). Sobre el concepto de jurisprudencia en el sistema jurídico mexicano.
Boletín Mexicano de Derecho Comparado, 1(87).
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/derecho-comparado/article/view/3445/4050
98

desentrañar el sentido de una norma, atribuirle un significado. En general, la


interpretación, de acuerdo con Carbonell, consiste en "el proceso de atribución de un
sentido a un enunciado lingüístico que es la norma” (Carbonell, 1996).

Si bien en principio esto parece simple, en realidad está muy lejos de serlo, como
lo advierte Canales Porras (2012)64:

Puede consistir en descubrir el significado de los textos normativos (si


consideramos que el significado existe previamente a la labor interpretativa), o
decidir cuál es ese significado (si entendemos que los textos jurídicos no tienen un
significado previo a la interpretación). Esto es materia de discusión en la Doctrina.

2.2 Teorías y Escuelas de la Interpretación de las Normas


En efecto, la doctrina jurídica se divide en esta dicotomía de si la norma tiene o no
un significado anterior al ejercicio interpretativo y es a partir de ahí que han surgido
distintas teorías a través de las cuales se ha pretendido conceptualizar la interpretación
jurídica, como lo refiere el autor en cita, quien las clasifica, divide y explica de la siguiente
forma:

Teoría Clásica. - La interpretación jurídica es una actividad de investigación,


averiguación o descubrimiento del significado de los textos normativos (…) supone
que los textos jurídicos tienen un significado previo a la actividad interpretativa y
que la labor del intérprete consiste en averiguar y declarar dicho significado.
(Canales, 2012)65

Esto se traduce en concebir al orden jurídico como algo preciso y conocible de tal
suerte que todo problema jurídico tiene una única solución, por lo que la labor
interpretativa tiene por objetivo descubrir dicha solución única y aplicarla al caso concreto.

64
Canales, O. (2012). La interpretación jurídica según Riccardo Guastini. DECIR Revista de la
Facultad de Derecho, Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Tecnológica
del Perú. 1, 141-152.
https://www.researchgate.net/publication/261913361_LA_INTERPRETACION_JURIDICA_SEGUN
_RICCARDO_GUASTINI
65
Op Cit.
99

A esta teoría suele atribuírsele su origen en las ideas de la Revolución Francesa,


al relacionarse con la teoría de los jueces autómatas, la cual sugería que el papel del
juzgador, como intérprete del Derecho, debería reducirse a la aplicación mecánica de las
soluciones legales, a los casos concretos que se les presenten. Lo cierto es que
seguramente el concebir la Ley como un enunciado normativo provisto de significado
debe ser un concepto muy anterior a la revolución francesa. Una buena parte de los
juristas mexicanos de la actualidad, entre ellos el propio Carbonell rechazan
categóricamente esta teoría y afirman que no solamente no es deseable, sino que incluso
es imposible su implementación.

Teoría Cognitiva Contemporánea.- Está Inspirada en la diversa Teoría del


Desarrollo Cognitivo de Jean Piaget, desarrollada para el campo de la psicología,
según la cual, el desarrollo cognitivo de los seres humanos es una reorganización
progresiva de los procesos mentales resultantes de la maduración biológica y la
experiencia ambiental, donde los seres humanos, desde la niñez, van
construyendo una concepción del mundo que los rodea, experimentando,
discrepancias entre lo que saben y lo que descubren en su entorno, ajustando
luego sus ideas en consecuencia de estas construcciones.
(…)
Siguiendo la misma lógica sostiene que el orden jurídico es parcialmente
indeterminado, esto a causa, fundamentalmente, de la vaguedad del lenguaje
jurídico.
(…)
Así, los textos normativos poseen un significado cuyo ámbito de aplicación es
impreciso, pudiendo distinguirse un “núcleo” y una “zona de penumbra” en el
significado de todo texto jurídico.
(…)
De un lado, el contenido del “núcleo” es claro, y por ello es posible identificar los
supuestos de hecho que caen en él; de otro lado, el contenido de la “zona de
penumbra” es dudoso, y por eso no es posible identificar los supuestos de hecho
que caen en él.
(…)
100

Los supuestos que recaen en el núcleo se denominan “casos fáciles”, mientras


que los supuestos que recaen en la zona de penumbra se llaman “casos difíciles”.
(…)
De acuerdo a esta teoría, cuando el intérprete se encuentra frente a un caso “fácil”,
se limita a describir el significado preexistente del texto normativo y aplica dicho
significado al caso concreto. Por el contrario, cuando se halla frente a un caso
“difícil”, el intérprete decide el significado del texto normativo, y por lo tanto, decide
su aplicación al caso concreto.” (Canales, 2012)

Por su parte, la teoría escéptica sostiene que la interpretación jurídica es un


ejercicio de valoración y decisión, no un ejercicio cognitivo. Se mencionó anteriormente
que una parte de la doctrina sostiene que las normas carecen de un significado propio,
sino que éste lo adquieren una vez que han sido interpretadas. Canales (2012) comenta:

El intérprete no se limita a describir el significado del texto normativo, sino que


valora y decide sus posibles significados. La teoría parte del supuesto de que los
textos jurídicos no tienen un significado propio, previo a la actividad interpretativa,
y que, por lo tanto, es el intérprete quien produce los posibles significados de un
determinado texto jurídico. Cuando el texto normativo tiene varios significados
posibles, el intérprete elige uno de ellos para resolver un caso concreto; su
elección no puede ser catalogada de “verdadera” o “falsa”, ni de “correcta” o
“incorrecta”. En determinadas condiciones, cualquiera de los significados creados
por el intérprete podría ser utilizado para resolver un caso concreto.

Para los escépticos, el Derecho nace totalmente indeterminado, ergo, no existen


las respuestas correctas, por lo que a esta escuela o teoría concierne, no debe “perderse
tiempo” tratando de hallarlas. En todo caso, cualquier interpretación que no provenga de
la autoridad judicial al pronunciarse sobre el caso concreto, resultaría, según Moreso y
Vilajosana (2004), en “enunciados interpretativos no proposicionales, carentes de valores
de verdad”66.

66
Moreso, J. y Vilajosana, M. (2004). Introducción a la teoría del derecho. Marcial Pons.
101

El escepticismo se remonta a los tiempos del realismo jurídico americano de la


primera mitad del siglo XX y actualmente subsisten tres escuelas que mantienen con
mínimas variantes las ideas del escepticismo jurídico, siendo estas: la norteamericana, la
escandinava y la tristemente célebre escuela genovesa, cuna del igualmente célebre
“Riccardo Guastini”.

Cabe mencionar que, el propio Guastini citado en Canales (2012) reconoce que
existen límites para interpretación jurídica, y los clasifica en:

1. Límites legales: son impuestos por la ley, cuando ésta indica la forma en que
debe realizarse la labor interpretativa, estableciendo una preferencia entre los
métodos interpretativos, o la manera en que los métodos deben aplicarse a los
textos normativos. V.g. Recordemos en nuestro Derecho, un límite más que legal,
constitucional se encuentra dado en el artículo 1 de la Constitución, que, a partir
de las reformas de 2011 obliga que la interpretación dé mayor protección a las
personas.
2. Límites naturales o factuales: se obtienen partiendo de la premisa de que “existe
un número máximo de significados atribuibles a las palabras de un texto jurídico,
de acuerdo al lenguaje ordinario y a la dogmática jurídica del ambiente cultural del
intérprete, así como las interpretaciones ya consolidadas de los textos jurídicos”.

También refiere Guastini que no es posible interpretar de forma que no pueda


sostenerse adecuadamente el resultado con “argumentos convincentes”, por lo que se
considera que Guastini descalificó la postura escéptica al reconocer límites a la
interpretación. Es decir, sí, a fin de cuentas el justipreciador debe interpretar la Ley de
forma que sea convincente y debe ajustarse a los límites del lenguaje ordinario, la
dogmática del lugar y lo que ya constituye interpretación consolidada, implícitamente está
reconociendo qué, de principio, la Ley sí tiene un significado y éste puede encontrarse
antes de que el juzgador se pronuncie al respecto, no siendo, en cambio, un listado de
proposiciones vacías esperando que el juzgador sea quien le imprima un contenido.
102

Más allá de esto, consideramos que las ideas de esta “escuela” resultan más un
peligro que una solución. Si bien es cierto que el positivismo y la forma de aplicarlo se
ganaron algunas merecidas críticas, también lo es que movimientos reaccionarios como
éste resultan en un peligro mucho mayor, principalmente porque atentan contra uno de los
pilares que justifican y explican la existencia misma del Derecho: La seguridad jurídica.

2.3 Acciones ante la Falta de Norma; Lagunas vs Vacíos e Integración Jurídica


La integración, por otra parte, ocurre cuando el juzgador, a falta de disposición
explícita en la Ley67 con relación a un determinado supuesto, echando mano de la
interpretación sistemática de las disposiciones relacionadas, obtiene la respuesta y
construye la disposición que la Ley no incluye textualmente en su articulado y con ello,
resuelve la disputa sometida a su jurisdicción. En otras palabras, integrar consiste en dar
significado a los huecos en la normativa haciendo explícito aquello que únicamente se
encuentra implícito en la Ley, clarificando su sentido y resolviendo la controversia
conforme a la misma aun en los casos en que ésta no previera textualmente esa situación
concreta. Sin embargo, no todo supuesto para el que no exista disposición en la Ley
conduce necesariamente al uso de la integración.

La ausencia de norma puede ser clasificada, dependiendo de su necesidad de ser


subsanada, en lagunas de Derecho y vacíos de Derecho. Existe una laguna de Derecho
cuando, para determinado suceso, no existe una norma jurídica aplicable pero tal suceso
debiera estar regulado por el ordenamiento jurídico. Así, se verificará una laguna de
derecho:

1. Cuando para el hecho que carece de una norma que lo regule, existe una norma
con una ratio legis sustantivamente igual a la norma que se necesitaría para darle
solución;
2. Cuando el hecho o conflicto, de no recibir una solución o respuesta jurídica, iría en
contra de los principios generales del Derecho; o

67
Para algunos autores, esto que nosotros entendemos como falta de explicitud, lo entienden e
identifican como “falta de norma”, nosotros disentimos de esta concepción ya que en última
instancia, la creación de normas propiamente dichas, solo puede llevarla a cabo el congreso a
través de la Ley (formal y material).
103

3. Cuando hay norma genérica (vigente) que requiere una normatividad


reglamentaria aún no promulgada para entrar en vigencia (las llamadas lagunas
técnicas).

Por otro lado, existe un vacío de Derecho cuando, para determinado suceso, no
existe norma jurídica aplicable, pero tampoco es necesario que el mismo sea regulado por
el Derecho. Todos estos supuestos resultan de la aplicación de los principios que
establecen que nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda, y que sólo se está
obligado a aquello que está expresamente establecido por las normas (Facultad de
Derecho, 2020)68.

El juzgador, en ausencia de Ley, no puede sustituir al Legislador y dictar una


norma cuando se trata de un supuesto no regulado. Esto es así, entre otras razones,
porque sería contrario al principio de separación de poderes establecido en la propia
Constitución, donde se proscribe la reunión de dos o más poderes en una corporación y
también que el legislativo se concentre en un solo individuo. Entonces, al menos en
México, es así, y reviste especial importancia en el Derecho Administrativo, pues, cuando
la actuación de la autoridad no está fundada expresamente en la Ley, el juzgador no tiene
permitido crear la norma que faculte a la autoridad a realizar esa conducta.

En el campo de la práctica, particularmente en el Amparo Administrativo indirecto,


el Juez habitualmente recurre a dudosos métodos formalmente interpretativos, que,
materialmente, van mucho más allá del texto de la Ley, o incluso contra su literalidad que
pareciera estar obviamente dispuesto. Siendo en, estos casos, factible afirmar que se
trata de un verdadero acto innovador, y creador de Derecho, lo cual constituye, desde
nuestra perspectiva, un fraude a la separación de poderes y a las normas orgánicas
establecidas en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Bulygin en su ensayo “Los jueces, ¿crean Derecho?” sostiene que los jueces sí
crean Derecho en situaciones muy especiales, a saber: cuando se encuentra resolviendo
un conflicto de leyes, o frente a un caso respecto al que la Ley tiene una laguna,
incluyendo a las llamadas lagunas axiológicas. En estos casos, afirma, los jueces crean
68
Facultad de Derecho. (2020). Integración jurídica.
https://lafacultad.info/areas/general/integracion.ph
104

normas generales, a las cuales acudir para que su fallo no resulte arbitrario 69; sin
embargo, reconoce que estos casos son la excepción y casi no se presentan.

La doctrina del Derecho reconoce de manera unánime, como métodos de


integración jurídica a:

1. Analogía: consiste en aplicar la consecuencia de una norma jurídica a un


supuesto de hecho distinto de aquel supuesto previsto en dicha norma jurídica, por
ser semejante en su ratio legis.
2. Argumento a mayoría de razón: basado en el argumento ab maioris ad minus,
según el cual “quien puede lo más, puede lo menos”.
3. A sentido contrario: es usado cuando existen supuestos claramente
diferenciados y tiene como función negar el uso de la analogía como forma de
solucionar una cuestión jurídica, impidiendo que la norma se extienda en su
aplicación.

En el fondo es difícil diferenciar interpretación e integración, pues esta última


depende de que se realice la primera, en cuanto a la legislación que sí existe. De nueva
cuenta, y sin que sea el caso de analizar aquí los elementos del acto legislativo o sus
características, sí conviene apuntar que ni el Ejecutivo ni el Judicial, son poderes con la
autoridad para innovar el Derecho. Solo los congresos, a través de la emisión y reforma
de leyes pueden establecer nuevas obligaciones o nuevos Derechos para las personas,
así como establecer nuevas o restarles atribuciones a los sujetos oficiales.

Siendo así, necesariamente debemos aceptar que la jurisprudencia no hace más


que interpretar la Ley, y que la integración no es sino uno de los tantos fines que se le
puede dar al resultado de un ejercicio de interpretación de la Ley.

De hecho, semánticamente, el término “jurisprudencia” en sí mismo, es más


cercano al concepto de interpretación que al de integración; es probable que su origen
etimológico sea los iurisprudentes del Derecho Romano (que eran “intérpretes” del

69
Bulygin, E. (2003). Los jueces ¿crean derecho?. Isonomía, 18.
http://www.scielo.org.mx/pdf/is/n18/n18a1.pdf
105

Derecho). Sin embargo, en la práctica mexicana de la actualidad difícilmente alguien


cuestionaría el rol integrador de la jurisprudencia y no estaría en un error. En cierto modo,
la integración, podría decirse que es una variante o de interpretación, pues, al integrar el
juez no debe hacerlo desde su propia subjetividad, ni prescindiendo del contenido de la
Ley.

Al respecto cabe citar la tesis de jurisprudencia plenaria siguiente:

Época: Novena Época


Registro: 190663
Instancia: Pleno
Tipo de Tesis: Jurisprudencia
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XII, Diciembre de
2000
Materia(s): Constitucional, Común
Tesis: P./J. 145/2000
Página: 16

JURISPRUDENCIA. SU APLICACIÓN NO VIOLA LA GARANTÍA DE


IRRETROACTIVIDAD DE LA LEY.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación y los Tribunales Colegiados de Circuito,
al sentar jurisprudencia, no sólo interpretan la ley y estudian los aspectos que el
legislador no precisó, sino que integran a la norma los alcances que, sin estar
contemplados claramente en ella, se producen en una determinada situación; sin
embargo, esta "conformación o integración judicial" no constituye una norma
jurídica de carácter general, aunque en ocasiones llene las lagunas de ésta,
fundándose para ello, no en el arbitrio del Juez, sino en el espíritu de otras
disposiciones legales, que estructuran (como unidad) situaciones jurídicas,
creando en casos excepcionales normas jurídicas individualizadas, de
acuerdo a los principios generales del derecho, de conformidad con lo previsto
en el último párrafo del artículo 14 constitucional; tal y como se reconoce en el
artículo 94, párrafo sexto, de la Constitución Federal, así como en los numerales
192 y 197 de la Ley de Amparo, en los que se contempla a la interpretación de las
106

normas como materia de la jurisprudencia. Ahora bien, tomando en consideración


que la jurisprudencia es la interpretación que los referidos tribunales hacen de la
ley, y que aquélla no constituye una norma jurídica nueva equiparable a la
ley, ya que no cumple con las características de generalidad, obligatoriedad
y abstracción, es inconcuso que, al aplicarse, no viola el principio de
irretroactividad, consagrado en el artículo 14 constitucional”.70

Por su parte, Solís Rodríguez revela sobre la naturaleza y trato del factor creativo
de la jurisprudencia en los sistemas romano-germánicos:

En la familia romano-germánica la jurisprudencia se prohíbe a sí misma la creación


de normas jurídicas porque, según los jueces, tal tarea es de la sola incumbencia
del legislador. A este respecto debemos precisar la diferencia entre las actividades
del juez y del legislador; así, la tarea de aquél consiste en moverse dentro de los
cuadros jurídicos establecidos por el legislador, mientras que la actividad de éste
se constriñe precisamente a formular esos cuadros o normas; en este orden de
ideas el alcance de la jurisprudencia es, por esa circunstancia, limitado, pues se
trata de una situación totalmente distinta e incluso podría considerarse opuesta a
la que se presenta en la tradición jurídica del Common Law, en países como
Estados Unidos o Inglaterra. Así las cosas, podemos advertir que la jurisprudencia,
a la que no pocos consideran analógicamente como ley por la fuerza que tiene, no
goza de la misma autoridad que las elaboradas por el legislador.
(…)
La jurisprudencia encuentra como límite a la ley, ya que prevalece el sistema de
derecho escrito, por lo que el principal criterio son las leyes, pero por muy
casuísticas que sean, éstas no pueden prever todas las circunstancias en que se
deben aplicar.
(…)
En cualquiera de los supuestos, los tribunales enriquecen integrando o
interpretando al sistema normativo jurídico, y en esta forma son fuente formal del
derecho. De todo lo anterior, tenemos que sólo puede determinarse la importancia
de la jurisprudencia en los países de tradición romano-germánica si la
70
Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XII, Diciembre de 2000,
Jurisprudencia, Tesis: P./J. 145/2000, 190663.
107

consideramos con relación a la ley. Dada la propensión de los jueces que


pertenecen a esta tradición a fundamentar todas sus resoluciones en un texto
legal, el papel de la jurisprudencia queda siempre disimulado tras la apariencia de
una interpretación de la ley. Con relación al papel que desempeña esta última
creemos que constituye un obstáculo en no pocas ocasiones para la solución de
conflictos, pues las partes, o mejor dicho, el juez se encuentra aprisionado por el
texto de la norma, viéndose obligado a realizar, como señalábamos,
interpretaciones por demás forzadas e incluso integraciones para dirimir algún
litigio; circunstancia distinta a lo que ocurre en los países de la tradición del
Common Law, en donde su sistema se puede considerar como abierto o flexible, y
esto se comprende claramente por la situación en que se encontraban los
tribunales en las primeras etapas de formación del Common Law, pues siempre se
buscó (y pensamos que es la misma inspiración que continúa hasta nuestros días)
la solución procesal, por lo que no importó la definición de las instituciones, ya que
era más importante obtener el mecanismo procesal, destinado a conseguir la
decisión. (Solís, 2005) 71

Complementando lo anterior, Carbonell (2011) señala que:

Se puede entender que en aquellas materias en que la Constitución establece una


reserva de ley (penal y fiscal), la jurisprudencia únicamente podrá desempeñar un
papel interpretativo y no integrador como sucede con aquellas otras materias a las
que la Constitución agrupa bajo el rubro de "derecho civil en sentido amplio" a las
que ya se ha hecho referencia y en las que el juez puede realizar una labor
integradora por el uso de los principios generales del derecho, entre otros
mecanismos. No se entra por ahora al problema de que, en realidad, cualquier
resultado de la función jurisdiccional es necesariamente creador en alguna
medida.
Sin embargo, esta restricción afecta únicamente a la parte "nuclear" de las
materias reservadas (por ejemplo, la determinación de los supuestos típicos en
materia penal), no a sectores "periféricos" de las mismas en donde la

71
Solís, J. (2005). La jurisprudencia en las tradiciones jurídicas. Universidad Nacional Autónoma de
México, Instituto de Investigaciones Jurídicas.
https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/4/1624/15.pdf
108

jurisprudencia puede desenvolverse sin las restricciones de la reserva de ley. Los


sectores "periféricos" deben determinarse caso por caso y no se pueden definir a
priori, pero puede decirse que, por ejemplo, en materia penal, no todos los
preceptos del Código Penal contienen normas que prevean conductas delictivas o
que señalen penas o medidas de seguridad para tales conductas, por lo que no se
ven afectados por la reserva de ley.72

Respetuosa pero obligadamente disentiremos parcialmente de la opinión de


Carbonell en este último señalamiento pues se trata de un criterio que choca de manera
frontal con algunas nociones básicas que hemos ido señalando. Empezando por la
función jurisdiccional que es necesariamente creadora en cierta medida, este enunciado
podría resultar cierto sí y solo sí lo refiere como “creador” lo sea de cualquier cosa,
excepto Derecho.

La creación del Derecho corresponde al Legislativo y el Legislativo no puede


depositarse en un solo individuo. Esto excluye a la gran mayoría de órganos
jurisdiccionales del país. La otra parte (los tribunales multipersonales, vg. Los Colegiados
de Circuito, Salas Colegiadas de Apelación en el fuero común, la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, la Sala Superior del Tribunal de Justicia Administrativa del Estado
de Nuevo León, Plenos de Circuito, entre otros) queda excluida con la otra regla de la
división de poderes de nuestra constitución, la que reza que “no podrán reunirse dos o
más poderes en una misma persona o corporación”.

Asimismo, se ha señalado que la integración no es más que uno de los usos que
se le puede dar al resultado del ejercicio interpretativo, de ahí que nos parece ociosa la
distinción de aquellos casos donde solo se puede interpretar, con los que permiten
integrar, puesto que, en sí, ambos solo son y solo pueden ser interpretación.

En sí, de nuestra postura podemos concluir que la Jurisprudencia, es por


definición, una forma de interpretación jurídica que llevan a cabo los tribunales 73. En
72
Carbonell, M. (2011). Sobre el Concepto de Jurisprudencia en el Sistema Jurídico Mexicano.
Boletín Mexicano de Derecho Comparado. https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/derecho-
comparado/article/view/3445/4049
73
Incluso así lo determinó la Primera Sala de la Suprema Corte como se puede advertir en el
precedente aislado localizable con los siguiente datos: Semanario Judicial de la Federación.
109

ese entendido, la jurisprudencia está condicionada a la existencia de una Ley, más que a
la ausencia de norma.

Conclusiones Capítulo Segundo


Luego de conocer las distintas posturas de los diversos autores y escuelas
reseñadas, concluimos que la jurisprudencia, en un hipotético “deber ser” no puede ni
debe crear Derecho, aunque pueda crear normas y solo puede destruirlas cuando la litis
versa en concreto sobre la constitucionalidad de una disposición que se haya combatido.
También puede desaplicarlas vía control difuso, pero en ningún caso puede
desconocerlas y la desaplicación, sobre todo la oficiosa, debe estar soportada con una
argumentación robusta y exhaustiva.

En todo caso, la existencia de la jurisprudencia está condicionada, lo mismo que


su sentido, a que éste obtenga interpretando normas emitidas por los otros poderes. En
otras palabras, la jurisprudencia no debería válidamente fundamentar a otra
jurisprudencia, pues se corre el riesgo de que el Poder Judicial de la Federación,
desconozca o se desentienda de observar y cumplir las Leyes emanadas por el Congreso
de la Unión en cualquier caso que cuando no esté de acuerdo con ellas.

Este no es un supuesto meramente hipotético. De hecho, responde a diversos


casos que se dieron con motivo de la entrada en vigor de la “nueva” Ley de Amparo de
2013, y específicamente con algunos cambios que incluyeron disposiciones más justas y
favorables al quejoso, especialmente en materia administrativa. Cambios que solo
quedaron como una prueba de cuál es resultado que puede esperarse en un sistema que
admite poderes cuyos actos estén eximios de todo cuestionamiento de un sistema en
donde los frenos y los contrapesos no garantizan la realidad como lo demuestran, por
ejemplo, los siguientes criterios jurisprudenciales:

Registro digital: 2013689

Volumen XLIX, Segunda Parte, 58. Nota: Amparo directo 2349/61. Miguel Yapor Farías. 24 de julio
de 1961. Unanimidad de cuatro
votos. Ponente: Juan José González Bustamante.
110

Jurisprudencia
Materias(s): Común
Décima Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación Tomo: Libro 39, Febrero
de 2017 Tomo III
Tesis: (I Región)8o. J/2 (10a.)
Página: 1809

“ALEGATOS EN EL JUICIO DE AMPARO. FORMA DE ANALIZARLOS


CONFORME AL ARTÍCULO 181 DE LA LEY DE LA MATERIA.

Si bien es cierto que, conforme a la Ley de Amparo vigente hasta el 2 de abril de


2013, el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación emitió la
jurisprudencia P./J. 27/94, publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de la
Federación, Octava Época, Número 80, agosto de 1994, página 14, de rubro:
"ALEGATOS. NO FORMAN PARTE DE LA LITIS EN EL JUICIO DE AMPARO.",
en la que consideró que no podía constituir una obligación para el juzgador entrar
al estudio de los razonamientos expresados en los alegatos, toda vez que no
había sido esa la intención del legislador, también lo es que, acorde con la
redacción del artículo 181 de la Ley de Amparo vigente, al admitir la demanda, el
presidente del Tribunal Colegiado de Circuito ordenará notificar a las partes el
acuerdo relativo, para que en el plazo de quince días presenten los alegatos
respectivos o promuevan amparo adhesivo. Por tanto, en el nuevo ámbito
temporal de la legislación de la materia, la intención del legislador fue incluir
la figura jurídica de los alegatos dentro del juicio de amparo directo como un
derecho procesal de las partes, con la finalidad de brindar una mayor
concentración, en aras de lograr una justicia completa para cada uno de los
involucrados en ese juicio y así respetar el derecho fundamental de acceso a la
impartición de justicia, previsto en el artículo 17, primero y segundo párrafos, de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y dar oportunidad a las
partes de fortalecer su punto de vista, por lo que el órgano colegiado, al emitir la
sentencia respectiva, debe pronunciarse respecto de los alegatos, bajo ciertas
111

reglas, pues soslayarlo iría en contra de la naturaleza del artículo 181 citado. En
ese orden de ideas, si el alegante obtiene una resolución a su favor, serán
inatendibles sus planteamientos, ya que por el sentido alcanzado en el fallo, es
innecesario pronunciarse al respecto; lo mismo ocurrirá si en aquéllos se
introducen aspectos en los que pretenda mejorar o alcanzar un beneficio
mayor al ya obtenido, pues para ello debe promoverse el medio de impugnación
idóneo; pero deberán tomarse en cuenta cuando aludan a causales de
improcedencia, ya sea para desestimarlas o para declararlas fundadas pues,
además, ese aspecto es una cuestión de orden público y estudio preferente, lo
hagan valer o no las partes. Finalmente, cuando quien promueva los alegatos
no obtenga una sentencia favorable o no se ubique en los supuestos
anteriores, el tribunal podrá desestimarlos, remitiéndose a las
consideraciones de la propia ejecutoria, o bien, mediante un pronunciamiento
concreto al respecto.”
OCTAVO TRIBUNAL COLEGIADO DE CIRCUITO DEL CENTRO AUXILIAR DE
LA PRIMERA REGIÓN, CON RESIDENCIA EN NAUCALPAN DE JUÁREZ,
ESTADO DE MÉXICO.74

Este es un claro ejemplo de cómo, sin apego ni apoyo en la Ley, o, mejor dicho, en
contra del texto expreso, a pesar de que reconoce que se trata de una adición consciente
del legislador, emite un criterio en el que hace nugatoria la voluntad del legislativo. Su
único “apoyo” en Derecho, es en realidad una diversa tesis que, a su vez, en otra época
también hizo nugatorio el derecho a presentar alegatos, al que, obviamente, debe
entenderse implícito el derecho a que se estudien y tomen en cuenta independientemente
de su contenido.

En el texto, el jurisprudente contempla cuatro escenarios posibles. En tres de ellos,


aduce que el órgano Juzgador podrá desestimarlos sin pronunciamiento alguno. En el
único restante refiere (alegato sobre improcedencia), afirma que sí deben estudiarse. Sin
embargo, ese es un criterio que data de la novena época, esto es, anterior a la entrada en
vigor de la Ley de Amparo actual, en donde se encuentra la adición legislativa en el
sentido de introducir los alegatos al juicio de amparo directo, lo que antes no estaba
74
Décima Época, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación Tomo: Libro 39, Febrero de 2017
Tomo III, Jurisprudencia, Tesis: (I Región) 8o. J/2 (10a.), 2013689.
112

contemplado en la Ley; sin embargo, se aceptaba su introducción a la Litis, tanto en


amparo indirecto como en directo, cuando en ellos se hiciera valer la improcedencia.

Es decir, el Poder Judicial con el apoyo de sus propios actos y reflexiones


reconoce la intención del Legislador y sin siquiera formar parte de la Litis, expide un
criterio donde, sin mayor dificultad, retrotrae las cosas al estado anterior a la reforma,
atentando no solo contra la separación de poderes, sino también contra la democracia y la
voluntad popular, reflejada en la elección de sus legisladores.

Los siguientes ejemplos, obedecen a la misma lógica, como puede advertirse de


su sola lectura:

Registro digital: 2011251


Jurisprudencia
Materias(s): Común
Décima Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Tomo: Libro 28, Marzo
de 2016 Tomo II
Tesis: (IV Región) 1o. J/11 (10a.)
Página: 1652

IMPROCEDENCIA EN EL AMPARO. PARA NO CONTRAVENIR EL DERECHO


DE ACCESO EFECTIVO A LA JUSTICIA, ES INNECESARIO OTORGAR LA
VISTA CONTENIDA EN EL ARTÍCULO 64, PÁRRAFO SEGUNDO, DE LA LEY
DE LA MATERIA, SI EL QUEJOSO NO TIENE POSIBILIDAD DE DESVIRTUAR
LA CAUSA RELATIVA ADVERTIDA DE OFICIO, POR ACTUALIZARSE DE
FORMA MANIFIESTA E INDUDABLE.

El artículo citado establece la obligación para los Tribunales Colegiados de Circuito


de dar vista al quejoso por el término de tres días con la finalidad de que
manifieste lo que a su derecho convenga cuando, de oficio, se advierta actualizada
alguna de las causas de improcedencia previstas por el artículo 61 de la Ley
113

Amparo no alegada por alguna de las partes ni analizada por un órgano


jurisdiccional inferior. Sin embargo, dicho supuesto no se produce si el quejoso no
tiene posibilidad de desvirtuar la causa de improcedencia advertida de oficio, por
actualizarse de forma manifiesta e indudable; por ende, aunque se le concediera
la vista, ello no le beneficiaría, pues se retrasaría en su perjuicio la solución
definitiva del asunto en contravención al artículo 17 de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos que tutela el derecho fundamental de acceso
efectivo a la justicia y que ésta sea expedita, toda vez que él no podría
desvirtuar la causa de improcedencia destacada, si de las constancias que
integran el juicio de amparo se advierte, de manera patente, su existencia; de ahí
que sea innecesario darle vista al quejoso por no traerle beneficio alguno”.75

Registro digital: 2019458


Jurisprudencia
Materias(s): Común, Administrativa
Décima Época
Instancia: Plenos de Circuito
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Tomo: Libro 64, Marzo
de 2019 Tomo III
Tesis: PC.XVI.A. J/24 A (10a.)
Página: 2209
LITISPENDENCIA EN EL AMPARO CONTRA LEYES. LA COMPETENCIA
PARA CONOCER DE LOS JUICIOS PROMOVIDOS POR EL MISMO QUEJOSO,
CONTRA LAS MISMAS AUTORIDADES Y NORMAS GENERALES PERO CON
MOTIVO DE ACTOS DE AUTOAPLICACIÓN DISTINTOS, SE SURTE A FAVOR
DEL JUEZ QUE CONOCIÓ DEL PRIMERO.
Para los juicios con identidad de quejosos, autoridades y actos reclamados, la Ley
de Amparo dispone en su artículo 49 un procedimiento por virtud del cual los
asuntos en cuestión deben ser conocidos por un solo Juez de Distrito, quien
deberá analizar y valorar con precisión en cuál de los dos expedientes idénticos
debe sobreseerse por litispendencia, y a cuál le corresponde superar esta causal
para pronunciarse sobre el fondo. En correspondencia, el artículo 61, fracción
75
Décima Época, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Tomo: Libro 28, Marzo de 2016
Tomo II, Página: 1652, Jurisprudencia, Tesis: (IV Región) 1o. J/11 (10a.), 2011251.
114

X, de la propia ley, establece la causal de improcedencia de los juicios de


amparo por litispendencia, la cual se actualiza cuando sean promovidos por
el mismo quejoso, contra las mismas autoridades y por las mismas normas
generales reclamadas, aunque los actos de aplicación sean distintos,
siempre que no se impugnen por vicios propios. Ahora, si conforme a la
jurisprudencia 2a./J. 153/2007, de la Segunda Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, la autoliquidación de una contribución no tiene el carácter de
acto de autoridad, de manera que no puede reclamarse por vicios propios, la
litispendencia se configura en amparos contra leyes promovidos con motivo de
actos de auto aplicación distintos, por lo que el Juez que conozca del primero,
debe proceder conforme a la regla prevista en el artículo 49 referido.76

Es importante notar la profunda disparidad entre lo que la tesis afirma y lo que


dispone la fracción X del artículo 61 de la Ley de Amparo (2021):

X. Contra normas generales o actos que sean materia de otro juicio de amparo
pendiente de resolución promovido por el mismo quejoso, contra las mismas
autoridades y por el propio acto reclamado, aunque las violaciones
constitucionales sean diversas, salvo que se trate de normas generales
impugnadas con motivo de actos de aplicación distintos. En este último caso,
solamente se actualizará esta causal cuando se dicte sentencia firme en alguno de
los juicios en la que se analice la constitucionalidad de las normas generales; si se
declara la constitucionalidad de la norma general, esta causal no se actualiza
respecto de los actos de aplicación, si fueron impugnados por vicios propios.77

Tan profundas son las discrepancias que pudiera incluso sostenerse que son
posturas opuestas. Pero el rasgo de interés vuelve a ser cómo el Poder Judicial nulifica un
importante avance en materia de técnica legislativa procesal que favorece de protección
de los Derechos Fundamentales, al permitir que se avance de forma independiente el
juicio que se promueva por el segundo acto de aplicación y que el primero en resolverse
76
Décima Época, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Tomo: Libro 64, Marzo de 2019
Tomo III, Página: 2209, Jurisprudencia, Tesis: PC.XVI.A. J/24 A (10a.), 2019458.
77
Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión. (2021). Ley de amparo, reglamentaría de los
artículos 103 y 107 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
https://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LAmp.pdf.
115

sea efectivamente el que dicte la pauta, de modo que sí se privilegie la impartición de


justicia expedita, pues nada garantiza que el primer asunto sea el que se resuelva
primero, máxime al encontrarse al índice de distintos órganos con distinto personal y
diferente manera de abordar el procedimiento.

En esta tesis de jurisprudencia, el Pleno de Circuito pasó por encima de la


voluntad del legislativo, que es el órgano representativo de la voluntad popular por
excelencia y que, en el presente caso daba solución a un problema de inequidad en la
aplicación de la Ley anterior, que indebidamente privilegiara el falso valor de “la
facilidad” o “del menor esfuerzo”, bajo panaceas irrealizables o de realización
contingente, quedando el quejoso en incontables ocasiones indefenso, arrastrado hacia la
bondad del atacante, y esto con cierta frecuencia combate leyes administrativas en
Amparo; Los Jueces de Distrito tribunales suelen ser renuentes a conceder la suspensión
respecto a los efectos de una ley, partiendo de una inexistente y dogmática premisa de
que la suspensión contra leyes debe en principio negarse base en una situación en nula
certidumbre. Evidentemente, buscó establecer una excepción y un nuevo sistema a la
improcedencia por litispendencia de amparos contra leyes; y, al Pleno de Circuito no le
bastó más que hacer como si no existiera la reforma, hizo ojos ciegos a la excepción en la
fracción X del artículo 61 y el criterio se elevó a Jurisprudencia. Se dio reversa en el Poder
Judicial a una reforma pasada ante el Legislativo. Algo inaceptable.
Capítulo Tercero. ¿Qué Hacen las Llamadas “Tesis de Jurisprudencia”78 en las
Sentencias y Resoluciones Jurisdiccionales del Derecho Administrativo?

Introducción Capítulo Tercero

En este capítulo se explicará, con un análisis sistemático e integrador, la función


que cumplen las tesis de jurisprudencia en las resoluciones jurisdiccionales en el marco
de las exigencias de fundar y de motivar. Para ello, se abordará como cuestión previa
necesaria la accidentada, compleja y mal entendida relación entre el principio de legalidad
y nuestro sistema jurisprudencial, algo que la jurisprudencia ha tratado con más discreción
que interpretación conforme, volviéndose un problema cada vez más complejo, en la
medida que, como lo señalan fuertes indicios encontrados durante esta investigación, la

78
Del Derecho Mexicano.
116

Corte rehúye éste y otros temas relacionados y a causa de ello termina por emitir
pronunciamientos y resoluciones que acaban rayando el absurdo.
Se verá también con detalle la relación entre la jurisprudencia y los artículos 16 y el 14 de
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, básicos en la seguridad
jurídica, a partir de la quinta época. Se verá cómo influye la mecánica como las ideas que
están nuestra cultura jurídica sobre el artículo 14, con respecto al dictado de las
sentencias. Se analizará también el artículo 94 Constitucional hasta su actualidad en
cuanto se refiere a la Jurisprudencia, desde sus inicios, cuando esa porción normativa se
introdujo en el artículo 107.

En la segunda parte, desciframos el pensamiento de nuestros jueces en distintas


épocas, a partir de los criterios aislados y obligatorios que se relacionan con la temática, e
intentaremos construir con ellos dos teorías que revelarían un panorama más amplio de
cómo razonaban con respecto a este tema y los motivos por los que tales ideas
fracasaron como solución que arroje luz en cuanto a la función que cumplen las tesis de
jurisprudencia en el marco de la fundamentación y motivación de las sentencias que las
invocan.

Se observarán las idas y vueltas de criterio en la jurisprudencia de la Corte y los


Colegiados, en cuanto al reconocimiento de las tesis como normas generales y los
criterios pendulares que han frenado su avance, y cómo esto se encuentra íntimamente
vinculado con el tema central. Daremos un recorrido a las ejecutorias, desde la octava
hasta la época jurisprudencial actual, donde se podrá observar la crisis de identidad que
ha padecido ésta figura así como los argumentos participantes en ese vaivén de posturas
oficiales entre la aceptación y la negación de su naturaleza normativa.

Finalmente, veremos algunas de las principales causas de esta problemática, en la


inexactitud con la que, durante años, se ha interpretado el artículo 14 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, y las principales incongruencias e
incompatibilidades que esa interpretación derrama sobre el resto de la norma y sobre
otras disposiciones de la misma carta política, dificultando su cabal cumplimiento.
117

Como aportaciones a este estudio, propondremos lo que consideramos la


interpretación correcta del 14 constitucional, específicamente en su párrafo cuarto, en el
que se armoniza y justifica el sistema como uno solo. De igual manera, se abordará la
paradoja de la reinterpretación respecto a la jurisprudencia de interpretación en diferentes
variables, bajo el criterio de que si es una respuesta jurídicamente razonada a la pregunta
de: “es o no jurídicamente válido interpretar la jurisprudencia” y si lo fue con anterioridad a
las reformas constitucionales de 2011, cuando se abrió la interpretación materia de la
jurisprudencia a toda norma general”.

Se propondrá una versión distinta más lógica para explicar la historia del cuarto
párrafo y de las tesis de jurisprudencia en el proyecto de Constitución de 1917, misma
que podría echar por tierra la explicación ofrecida por Acosta Romero y Pérez Fonseca 79,
acogida por la Corte, en la que sugieren que dicho sistema no estuvo considerado en el
proyecto ni en la publicación original de la Constitución de 1917, y que ello se debió a un
descuido del constituyente, que, al estar tan concentrado elaborando las garantías
sociales, olvidó incluir lo relativo a lo que ahora se concibe como jurisprudencia, versión
que resulta un tanto inverosímil.

Con base en todos los elementos se culmina resolviendo y explicando qué lugar
ocupa la Jurisprudencia en el cumplimiento de la exigencia Constitucional a cargo de los
juzgadores, de fundar y motivar sus resoluciones. Ofreceremos la visión estructural de
una teoría completa sobre el qué son formal y no solo materialmente las tesis de
jurisprudencia y la función que desempeñan o que pueden desempeñar en las sentencias.
Incluso presentaremos una fórmula o test con el cual se podrá apoyar tanto el juzgador al
emitir la sentencia y como el litigante que pretendiera elaborar un concepto de agravio por
falta o indebida motivación de las tesis invocadas, con el que podría tomar una decisión
mejor soportada de seguir esa línea impugnativa o elegir un argumento de revocabilidad
diverso.

Asimismo, abordaremos cuáles son los elementos que el juzgador tendría que
valorar para dar cumplimiento a la exigencia de motivar la aplicación de un criterio
jurisprudencial en sus sentencias y resoluciones.

79
Acosta, M., y Pérez, A. (2000). Derecho jurisprudencial mexicano. Editorial Porrúa: México.
118

A partir de estos elementos y de colocarlos como premisa mayor, estaríamos en


aptitud de pronunciarnos sobre la hipótesis sostenida en el sentido de que nuestros
tribunales no suelen motivar debidamente sus sentencias;

Si bien, pareciera una cuestión sencilla, de sentido común, que la aplicación de


una tesis de jurisprudencia tendría que motivarse, jurídicamente una afirmación de
cualquier tamaño requiere estar justificada en Derecho y aunque la propia jurisprudencia
se ha encargado de complicar esa tarea, nos es posible producir una respuesta.

Sin embargo, si hemos de partir desde una premisa fáctica de sentencias


fundadas en tesis de jurisprudencia, debemos al menos probar, en primer término, que la
jurisprudencia puede lógica y constitucionalmente fundamentar una sentencia, más allá de
que esto se ordene o afirme desde la autoridad de una tesis de jurisprudencia, de forma
dogmática e irreflexiva, pues esto sería tanto como ver al ejército de Roma esperando
recibir órdenes de Incitato para lanzarse a la invasión de Britania 80. Nadie habría dudado
de la autoridad del emperador Cayo Julio, sin embargo, es altamente improbable que un
caballo de carreras, dirigiera un ejército en una campaña militar, por más que se le
hubiera nombrado Cónsul. Hay zonas donde ni el poder de la autoridad ni autoridad del
poder, son suficientes. El Estado de Derecho es una de esas zonas.

Hay que tener en cuenta que en todo Estado de Derecho existe una regla general
que dispone que la Ley y no las mismas autoridades sea la que les fije a éstas sus
facultades y los alcances de sus actos. Así ocurre claramente en el caso del ejecutivo y
en esto coincide la jurisprudencia:

Suprema Corte de Justicia de la Nación


Registro digital: 166612
Instancia: Pleno
Novena Época
Materias(s): Constitucional, Administrativa

80
El ejemplo es meramente hipotético, porque, muy a pesar de los deseos de Gaius Iulius, mejor
conocido como “Calígula”, Incitato nunca llegó a recibir el tan anunciado nombramiento de Cónsul,
lo mismo que su anhelada invasión a Britania, que tampoco se materializó.
119

Tesis: P./J. 102/2009


Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XXX, Agosto de
2009, página 1069
Tipo: Jurisprudencia
“ÓRGANOS ADMINISTRATIVOS. LOS QUE AFECTAN LA ESFERA DE LOS
PARTICULARES DEBEN SER CREADOS POR LEY O MEDIANTE ACTO DEL
EJECUTIVO EN EJERCICIO DE FACULTADES ESPECÍFICAS ATRIBUIDAS
LEGISLATIVAMENTE, SALVO QUE SE TRATE DE ENTES CUYA ACTIVIDAD
SÓLO TRASCIENDA AL INTERIOR DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA.
De la interpretación de los artículos 8o. y 17 de la Ley Orgánica de la
Administración Pública Federal, en relación con las tesis 2a./J. 68/97 y P. CLII/97,
de rubros: "REGLAMENTOS. LA FACULTAD DE EXPEDIRLOS INCLUYE LA DE
CREAR AUTORIDADES Y DETERMINAR SU COMPETENCIA." y "FACULTAD
REGLAMENTARIA. EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA NO LA EXCEDE AL
CREAR UNA AUTORIDAD, SI SE AJUSTA A LA LEY."; se advierte que, por regla
general, las autoridades del Estado que afectan la esfera de los gobernados
deben ser creadas a través de una ley con el objeto de evitar la proliferación
de entidades creadas caprichosamente por diversa autoridad administrativa
instituida legalmente, pues de lo contrario ello justificaría la generación de
verdaderas autoridades "de facto", las cuales, desde luego y en principio
tendrían un origen inconstitucional por no gozar de un reconocimiento
legislativo, además de que esas prácticas materialmente permitirían que la
estructura de la administración pública se modificara con relativa facilidad y
con ocasión de perjuicios para la seguridad jurídica de los gobernados. Sin
embargo, esa regla puede admitir excepciones, una de las cuales es precisamente
cuando el propio Poder Legislativo faculta a la autoridad administrativa para crear,
a través de un acto administrativo, a nuevas autoridades; en estos supuestos el
acto de creación deberá publicitarse mediante actos administrativos de carácter
general (como pueden ser los reglamentos o incluso los acuerdos publicados en
los medios de difusión oficial) y a condición de que la actuación del nuevo ente
autoritario tenga las facultades específicas que se le determinen en cada
caso conforme a las disposiciones legales aplicables. Pero también debe
reconocerse que cuando un organismo administrativo dentro de la administración
120

pública centralizada no actúa hacia el exterior y únicamente ejerce funciones


internas de asistencia, asesoría, apoyo técnico o coordinación, su creación no
tendrá más límites que la determinación del titular de la dependencia de acuerdo
con el presupuesto asignado”.
Controversia constitucional 97/2004. Cámara de Diputados del Congreso de la
Unión. 22 de enero de 2007. Unanimidad de diez votos. Ausente: Mariano Azuela
Güitrón. Ponente: Olga Sánchez Cordero de García Villegas. Secretarios: Beatriz
J. Jaimes Ramos, Heriberto Pérez Reyes y Emmanuel G. Rosales Guerrero.
El Tribunal Pleno, el primero de julio en curso, aprobó, con el número 102/2009, la
tesis jurisprudencial que antecede. México, Distrito Federal, a primero de julio de
dos mil nueve.
Nota: Las tesis 2a./J. 68/97 y P. CLII/97 citadas, aparecen publicadas en el
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomos VII,
enero de 1998 y VI, noviembre de 1997, páginas 390 y 76, respectivamente.81

De acuerdo con esta misma lógica, la jurisprudencia se consideraría impedida para


disponer de sus propios alcances, o en general para dictar previsiones en relación a sí
misma, tanto desde el punto de vista formal, dado el obvio conflicto de intereses, como en
el aspecto material, por la falta de objetividad, palpable en las no pocas ocasiones en que
la jurisprudencia se ha dado licencia de ignorar esa regla, produciendo criterios alejados
de la realidad, privados de sensatez, insuficientemente razonados o con explicaciones en
las que se omiten razonamientos indispensables para llegar de A a B, lo que favorece que
no sean comprendidas ni por las partes ni por los propios jueces a cargo de aplicarlas. Y
el tema con el que abrimos este capítulo, de ninguna manera podría ser la excepción.

3.1 La Negación de un Gran Problema; a Tener en Cuenta.


A medida que nuestro compendio jurisprudencial se va ensanchando, que el
Consejo de la Judicatura Federal crea nuevos órganos jurisdiccionales, que las reformas
a la Ley y a la Constitución misma introducen nuevas formas de creación y nuevas
instancias facultadas para producir tesis de jurisprudencia; se vuelve más y más probable
que, materialmente sean las tesis de jurisprudencia, las que definan el sentido de las

81
Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XXX, Agosto de 2009,
página 1069, Jurisprudencia, Tesis: P./J. 102/2009, 166612.
121

resoluciones jurisdiccionales que recaigan a los asuntos sometidos a la potestad de los


tribunales mexicanos.

Esta es la parte del resultado que puede explicarse acudiendo a la obligatoriedad


de la jurisprudencia en términos de la Ley de Amparo, (artículos 215 a 229, donde se
dispone, en términos muy generales, para quiénes es obligatoria, quiénes pueden
integrarla, el contenido que debe reflejar la tesis, las condiciones de su formación y de las
de su interrupción) y es la que puede identificarse como el aspecto material de la
participación de las tesis en las sentencias, pues dispone que serán obligatorias, es decir,
hablan de una parte del resultado material que éstas producen (obligar al tribunal
destinatario de su contenido). Y es en este único aspecto donde se ha concentrado toda
la atención tanto a nivel académico como en la práctica litigiosa y jurisprudencial. Incluso,
para muchos este aspecto de la jurisprudencia es el único que conocen y no hay algo más
allá de eso.82
Sin embargo, cuando hablamos de motivación en general, tanto el aspecto
material como el formal trascienden al resultado y a la capacidad de comprender e incluso
impugnar la sentencia y este último; el formal, por lo que se refiere a la jurisprudencia se
ha omitido o evitado en forma deliberada en la jurisprudencia, provocando en el largo
plazo la ausencia de una base teórica, o una llena de huecos, sumamente limitada y
defectuosa, algo que podrá advertir el lector a medida que irán desahogándose los
distintos temas que integran este capítulo.

En el capítulo primero se explicó cuáles son los principios generales de Derecho


que rigen o deberían regir el dictado de la sentencia, entre los cuales se encuentra el de
legalidad, que precisamente se refiere a la fundamentación y motivación. Mencionamos
que, de la forma como se ha entendido y se sigue entendiendo el llamado “principio de
legalidad”, exige de las autoridades expresar el fundamento legal específico (fundar) y
justificar su aplicación razonadamente (motivar) y aunque esto parecería bastante
sencillo, se observó que en las tesis de jurisprudencia solo es visto con esa claridad
82
Esto en parte puede explicarse teniendo en cuenta que, en este tema, dependemos en exclusiva
de lo que produzca la doctrina nacional; con este sistema de Derecho escrito codificado de corte
germánico romano, con una jurisprudencia por tesis de observancia obligatoria, (jurisprudencia
como fuente formal de Derecho) estamos solos en este planeta. Y si nosotros mismos no somos
capaces de comprenderlo cabalmente desde su médula como conocemos otros aspectos del
Derecho, difícilmente podríamos esperar que la doctrina del extranjero, en donde esto no existe, lo
haga por nosotros.
122

respecto de los actos de la autoridad administrativa, a los cuales lo entiende de cómoda


aplicación y qué, por el contrario, en una buena cantidad de las producidas desde la
quinta época sobre el mismo principio, aplicado a los actos jurisdiccionales se pone de
manifiesto la gran resistencia de los Tribunales Colegiados y la Corte hacia su
acatamiento, alegando para ello razones tan dispares como poco objetivas y poco
convincentes, las cuales parecieran tan solo coincidir en el resultado.

La verdadera razón, no podemos y no vamos a encontrarla en los razonamientos


expresados en las tesis de jurisprudencia, porque las tesis de jurisprudencia, son en sí
mismas la respuesta o al menos una buena parte de ésta. No es en su contenido, sino en
su existencia misma donde se origina la problemática. De acuerdo con indicios
encontrados durante esta investigación realizada, la verdadera razón está en que, tener
una “jurisprudencia por tesis” (algo exclusivo de nuestro país), dotadas de obligatoriedad y
reconocidas como “fuente formal de Derecho”, parece entrar en conflicto con el principio
constitucional de legalidad (al menos, de la manera en que la jurisprudencia lo ha
entendido).

No es de extrañar por qué la jurisprudencia de la Primera Sala, vigente a la fecha,


al pronunciarse sobre la aplicabilidad del principio de legalidad en las resoluciones
jurisdiccionales (en teoría, el único ámbito en el que la jurisprudencia es obligatoria),
busca darle a su criterio una apariencia de conformidad con el principio de legalidad,
comenzando por el rubro: “FUNDAMENTACIÓN Y MOTIVACIÓN DE LAS
RESOLUCIONES JURISDICCIONALES, DEBEN ANALIZARSE A LA LUZ DE LOS
ARTÍCULOS 14 Y 16 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS
MEXICANOS, RESPECTIVAMENTE”, sin decir que, en realidad, se busca una
manipulación del artículo 16 donde se suprimiría deliberadamente la obligación de fundar.
Y lo mismo cuando se trata de someter a la jurisprudencia a control de constitucionalidad
o de convencionalidad. Esto es algo que debe tenerse muy presente en este capítulo, por
ello lo anunciamos en esta parte y, una vez precisado lo anterior, es momento de entrar
en materia.

Nuestra hipótesis central plantea que, en nuestro país, los tribunales no suelen
motivar debidamente sus sentencias, cuando éstas se fundan en tesis de jurisprudencia.
123

Thomas Alva Édison dijo una vez: “no fracasé, solo descubrí las 999 formas de cómo no
hacer una bombilla”. Sin embargo, es muy probable que, haber descubierto antes la
correcta le habría salvado algo de tiempo. Aprendiendo de su experiencia, se estima un
buen acercamiento establecer primero, lo que debe tenerse como “la forma correcta de
motivar una sentencia fundada en tesis”. Sin embargo, antes de llegar a ese punto,
debemos determinar con el mayor grado de certeza posible, la viabilidad de la premisa o
presupuesto de hecho del que parte la hipótesis, lo que se reduce a una primera
pregunta, una de la mayor relevancia:

¿Pueden las tesis de jurisprudencia, fundamentar sentencias y resoluciones


jurisdiccionales? ¿Qué dice nuestra Constitución a ese respecto?

3.2 Jurisprudencia y Legalidad en la Constitución de 191783


La Constitución exige que los actos de autoridad incluyendo resoluciones
jurisdiccionales estén debidamente fundados y motivados, obligación que, en principio, se
ubica en el artículo 16 de la Carta Magna y que se traduce en identificar y expresar con
toda claridad en la redacción del acto la disposición de la Ley que justifica el proceder de
la autoridad y expresar razonamientos conforme a los cuales esa disposición legal resulta
aplicable al caso.

Mientras que con actos administrativos esto nunca presentó un verdadero


problema, respecto de los jurisdiccionales, las opiniones desde la quinta época, una de
las primeras, se basó en que el artículo 16 no contempla los actos jurisdiccionales, según
se advierte, lo sostuvo la Tercera Sala:

Registro digital: 361079


Instancia: Tercera Sala
Quinta Época
Materias(s): Civil
Fuente: Semanario Judicial de la Federación. Tomo XLI, página 3409
Tipo: Aislada

83
Anatomía y evolución de una relación de normas en conflicto.
124

“ARTÍCULO 16 CONSTITUCIONAL, INTERPRETACIÓN DEL, (SENTENCIAS


CIVILES).
El artículo 16 constitucional determina que nadie puede ser molestado en su
persona, familia, domicilio, papeles y posesiones, sino en virtud de mandamiento
escrito de la autoridad competente, que funde y motive la causa legal del
procedimiento, y que no podrá librarse ninguna orden de aprehensión, ni
practicarse un cateo, sino en los casos en que se cumplan los requisitos que dicho
precepto establece; así es que no puede violarse ese precepto constitucional
con una sentencia definitiva pronunciada en un juicio civil, puesto que no se
trata de alguno de los casos previstos en el propio precepto legal.”
Amparo civil directo 5175/33. Cantón Gamboa Federico. 20 de agosto de 1934.
Mayoría de tres votos. El Ministro Francisco Díaz Lombardo no intervino, por las
razones que expresa el acta del día. Disidente: Joaquín Ortega. La publicación no
menciona el nombre del ponente.84

La postura contraria se dejó ver algunos años después y provino de la Segunda


Sala, la cual no hizo distingo, y los tomó como requisitos de todo acto de autoridad, algo
que resulta bastante lógico. Asimismo, se dio a la tarea de definir en qué consiste el uno y
el otro. Esa definición perdura hasta nuestros días, aunque con recientes matices:

Registro digital: 324700


Instancia: Segunda Sala
Quinta Época
Materias(s): Administrativa
Fuente: Semanario Judicial de la Federación. Tomo LXXVII, página 6674
Tipo: Aislada
“TRIBUNAL FISCAL, SOBRESEIMIENTO MAL FUNDADO POR EL, CON
MOTIVO DE LA SOLICITUD DE DEVOLUCION DE CANTIDADES PAGADAS
INDEBIDAMENTE POR CONCEPTO DE AFORO DE MERCANCIAS.
Si la resolución de sobreseimiento dictada por el Tribunal Fiscal, se limita a decir:
"La Sala ha sentado el criterio de que tratándose de prestaciones fiscales,
cuando el causante hace el pago liso y llano, implica un consentimiento con la

84
Quinta Época, Semanario Judicial de la Federación. Tomo XLI, página 3409, Aislada, 361079.
125

resolución correspondiente y por tanto, deja sin materia el juicio de nulidad


promovido ante ese tribunal, por lo que es procedente acordar de conformidad el
sobreseimiento solicitado ... ... ...", debe decirse que no funda ni motiva su
resolución, ya que no cita las disposiciones legales aplicables al caso, ni
expone las razones por las cuales debe sobreseerse, debiendo agregarse, que
la resolución reclamada, no se ajusta a los mandamientos categóricos del
artículo 16 de la Constitución Federal. Por otra parte, debe apoyarse en
alguna prescripción legal que establezca el consentimiento tácito a que se
refiere, tal cuestión debe ser materia de fondo, no meramente procesal; y como
omite el estudio de las cuestiones de fondo controvertidas, es decir, de si el pago
fue o no, indebido y si debe o no devolverse la cantidad pagada por ilegal, en
virtud, se dice, de que cuando fue hecho, aún no regía la ley que sirvió de
apoyo a la exacción fiscal, es claro que la Sala responsable infringió los
artículos 160 y 203 del Código Fiscal de la Federación, por ser de su
competencia la resolución, en cuanto al fondo, de tales controversias, que se
susciten contra resoluciones dictadas contra la negativa de una autoridad
competente, para ordenar la devolución de un impuesto, derecho o
aprovechamiento ilegalmente percibido; y sus fallos deben examinar todos y
cada uno de los puntos controvertidos, fundarse y concluir con la anulación
o declaración de validez de la resolución impugnada.”
Amparo administrativo en revisión 8876/42. Sisniega Otero Manuel. 23 de
septiembre de 1943. Unanimidad de cuatro votos. Ausente: Franco Carreño. La
publicación no menciona el nombre del ponente.85

Suprema Corte de Justicia de la Nación


Registro digital: 324385
Instancia: Segunda Sala
Quinta Época
Materias(s): Constitucional
Fuente: Semanario Judicial de la Federación. Tomo LXXVII, página 262
Tipo: Aislada
“ACTO RECLAMADO, FUNDAMENTACION Y MOTIVACION DEL.
85
Quinta Época, Semanario Judicial de la Federación. Tomo LXXVII, página 6674, Aislada,
324700.
126

Según criterio constante de la Segunda Sala de la Suprema Corte, para que se


surtan los extremos del artículo 16 constitucional, es menester que las
autoridades funden y motiven, en forma debida, la causa legal del
procedimiento, que den a conocer a los interesados los preceptos legales en
que se apoyen sus órdenes, con objeto de que puedan impugnarlas
adecuadamente, si las estiman lesivas, no siendo admisible que hagan tal cosa
hasta su informe justificado, porque ello equivaldría a dejar sin defensa a los
quejosos.”
Tomo LXXVII, página 7399. Indice Alfabético. Amparo en revisión 8171/42.
Sánchez Alfonso. 13 de agosto de 1943. Unanimidad de cinco votos. Ponente:
Octavio Mendoza González.
Tomo LXXVII, página 262. Amparo administrativo en revisión 1314/43. Sociedad
Cooperativa Limitada, denominada "Valladolid". 2 de julio de 1943. Unanimidad de
cinco votos. Relator: Octavio Mendoza González.86

La Tercera Sala fue inconstante, en algunas tesis se muestra convencida de que


los tribunales deben fundamentar y motivar sus sentencias como lo sostuvo la Segunda
Sala, en otras, refleja una postura esquiva y renuente a que los jueces debieran dar
cuenta de sus decisiones. En uno de esos criterios, introduce la idea de que fundar y
motivar no es indispensable si ello puede obviarse, esto pese a que la Segunda Sala fue
prolífica de criterios evolutivos sobre el tema, resolviendo incluso la cuestión inicial
relacionada con la interpretación del artículo 16 Constitucional, al incluir en el argumento
la interpretación conjunta con el artículo 14, creando un vínculo prácticamente indisoluble
entre ambas disposiciones que subsiste hasta nuestros días extendiendo el requisito de
“fundamento de Ley” hacia los actos de los tribunales, tratándolos igual que a los actos
administrativos.

Registro digital: 339240


Instancia: Tercera Sala
Quinta Época
Materias(s): Común
Fuente: Semanario Judicial de la Federación. Tomo CXXIX, página 577

86
Quinta Época, Semanario Judicial de la Federación. Tomo LXXVII, página 262, Aislada, 324385.
127

Tipo: Aislada
ACTOS RECLAMADOS, MOTIVACION Y FUNDAMENTACION DE LOS.
No es necesario que la responsable, al hacer sus consideraciones, mencione
las disposiciones de la ley por virtud de las cuales ejerce jurisdicción y está
facultada para decidir si en su concepto está acreditada o no tal o cual
causal de divorcio. La garantía constitucional en virtud de la cual las autoridades
deben motivar y fundar sus actos, tiende a evitar que los particulares queden
indefensos por ignorar si hay o no una ley que permita determinado acto, pero no
en aquellos casos en que es manifiesto que el sentenciado no quedó en
estado de indefensión.87
Amparo directo 2310/56. Juan Gutiérrez Welsh. 22 de agosto de 1956.
Unanimidad de cinco votos. Ponente: Gilberto Valenzuela.
Registro digital: 315919
Instancia: Segunda Sala
Quinta Época
Materias(s): Administrativa
Fuente: Semanario Judicial de la Federación. Tomo CXXXI, página 471
Tipo: Aislada
MOTIVACION Y FUNDAMENTACION DE LOS ACTOS DE AUTORIDAD.
Aun cuando se concediera valor probatorio pleno a lo expuesto en el oficio que
contiene el acto reclamado, no obstante que conforme a la jurisprudencia
establecida, lo afirmado por las responsables, sin la prueba correspondiente, no
tiene más valor que el dicho de cualquiera de las partes, y se admitiera que el
quejoso tiene un aserradero y carece de la licencia respectiva y de derechos en
materia forestal, tales circunstancias de ningún modo justifican la violación de las
garantías que consignan los artículos 14 y 16 constitucionales, que obligan
indudablemente a todas las autoridades a fundar legalmente y motivar los
actos que impliquen molestias para las personas, sus familiares, papeles o
posesiones, y a oírlas en defensa previamente a la privación de lo que puede
pertenecerles, todo ello aunque las personas de quienes se trate carezcan de
los derechos que a su favor invoquen.

87
Quinta Época, Semanario Judicial de la Federación. Tomo CXXIX, página 577, Aislada, 339240.
128

Amparo en revisión 3869/56. Pedro Borges Díaz. 1o. de marzo de 1957.


Unanimidad de cinco votos. Ponente: Octavio Mendoza González.88

De este modo, la discusión se concentró en el capricho de “citar o no la ley


aplicable” y al tiempo enfrascarse en ella, comprometían el sustento constitucional de la
jurisprudencia como fuente formal de Derecho y su observancia en las resoluciones
jurisdiccionales.

3.3 La Arraigada Interpretación “Letrista” del 14 Constitucional


En cuanto al artículo 14 Constitucional, éste por sí solo se ha entendido como un
diagrama de flujo en el que se distinguen tres pasos, en los cuales, para resolver la
controversia, el juzgador deberá acudir, en principio a:

1. La letra exacta de la Ley. Esto básicamente es adoptar el principio contenido


el brocardo latino in claris no fit interpretatio. Si conforme a la letra del texto
legal no hubiera subsunción, debiera pasar al:
2. La Ley con el uso de algún método o herramienta interpretativa. Partiendo
de un precepto legal genérico o cuyo texto no fuera del todo claro por estar
redactado sin la mejor técnica legislativa o incluso que no fuera aplicable al
supuesto en cuestión, pero sí a uno que comparta determinados rasgos y que
dicha similitud resulte jurídicamente relevante y apta para resolver la
controversia, con ayuda de la o las herramientas de interpretación que el
juzgador requiriera y fueran permitidas se encontraría la norma cuyo texto no
pudo subsumir en un primer término de modo que genera una norma jurídica
individualizada que le sirva para resolver el asunto frente al que se encuentra.
Pero si esto tampoco fuera posible, es decir, “a falta de Ley que interpretar”,
entonces acudir a:
3. Los principios generales del Derecho. Donde intervendría la jurisprudencia
al ser la fuente formal escrita donde pueden encontrarse tangiblemente los
principios generales de Derecho, aunado a que la jurisprudencia es a menudo
identificada como el resultado de la función integradora del Derecho, que
complementa a la Ley, cuyo presupuesto fáctico es “a falta de Ley”.
88
Quinta Época, Semanario Judicial de la Federación. Tomo CXXXI, página 471, Aislada, 315919.
129

La Corte pudo haber favorecido esta interpretación ante lo improbable de que el


texto exacto de la Ley sea capaz de resolver una controversia 89, en la medida que su
discrecionalidad aumenta su poder y mejora su posición frente a los otros dos poderes.

Bajo la convicción de que la jurisprudencia es la norma emergente en ese tercer


paso, a partir de otra frase sacramental que identifica también al principio de legalidad:
“las autoridades, solo pueden hacer aquello a lo que la Ley expresamente les faculte”,
esto implicaría para los jueces de rango inferior, estar imposibilitados para interpretar las
tesis de la jurisprudencia y aplicarlas ante el menor indicio de que pudieran cobrar
aplicación, pues así interpretado, el artículo 14 Constitucional únicamente autoriza la
interpretación jurídica de la Ley, de modo que, agotados los pasos 1 y 2, ya en el 3 habría
fenecido la oportunidad y el momento de interpretar, por lo que solo le restaría aplicar los
principios recogidos por la jurisprudencia. De ahí que, la Corte llegue a mostrar el exceso
de confianza suficiente para sostener como lo ha hecho en recientes asuntos, que su
jurisprudencia no puede cuestionarla nadie, excepto las once personas que la integran.

En todo caso, los criterios siguientes resultan ilustrativos de que los tribunales de
amparo han entendido esta Magna disposición de esa forma:

Registro digital: 366654


Instancia: Cuarta Sala
Quinta Época
Materias(s): Común
Fuente: Semanario Judicial de la Federación. Tomo CXXVI, página 73
Tipo: Aislada
INTERPRETACION DE LA LEY.
Las leyes deben ser interpretadas en los casos en que su sentido es oscuro,
lo que obliga al juzgador a desentrañar su significado haciendo uso de los
distintos sistemas de interpretación que la doctrina ha elaborado, pero no es
procedente pretender que deban interpretarse aquellas normas cuyo sentido
es absolutamente claro, pues a ello se opone la garantía establecida en el

89
Fuera de la materia penal.
130

cuarto párrafo del artículo 14 constitucional, que manda que las sentencias
deben ser conforme a la letra de la ley, ya que lo contrario lleva al juzgador a
desempeñar el papel de legislador creando nuevas normas a pretexto de
interpretar las existentes, lo que carece de todo fundamento legal.
Amparo directo 6230/54. Jefe del Departamento del Distrito Federal. 5 de octubre
de 1955. Unanimidad de cinco votos. Ponente: Arturo Martínez Adame.90

Registro digital: 366433


Instancia: Cuarta Sala
Quinta Época
Materias(s): Laboral
Fuente: Semanario Judicial de la Federación. Tomo CXXVIII, página 231
Tipo: Aislada
LEY, INTERPRETACION DE LA, EN LAS SENTENCIAS.
De conformidad con el párrafo cuarto del artículo 14 Constitucional y el artículo 19
del Código Civil Federal, de aplicación supletoria en materia laboral, las sentencias
definitivas deben efectuarse conforme a la letra de la ley o a su interpretación
jurídica. Es decir, las leyes deben ser aplicadas, en primer término, según la letra
de su texto y, solamente que éste sea confuso o ambiguo, deberá llevarse a
cabo la interpretación del precepto, mediante las reglas de hermenéutica jurídica
correspondientes.
Amparo directo 5267/55. Ferrocarriles Nacionales de México. 20 de abril de 1956.
Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Mario G. Rebolledo F.91

Registro digital: 241486


Instancia: Tercera Sala
Séptima Época
Materias(s): Civil
Fuente: Semanario Judicial de la Federación. Volumen 75, Cuarta Parte, página 39
Tipo: Aislada
SENTENCIAS, CITA DE PRECEPTOS LEGALES EN LAS.

90
Quinta Época, Semanario Judicial de la Federación. Tomo CXXVI, página 73, Aislada, 366654.

91
Quinta Época, Semanario Judicial de la Federación. Tomo CXXVIII, página 231, Aislada, 366433.
131

La cita de preceptos legales en la sentencia que resuelve un juicio, no puede por sí


sola estimarse como ilegal, ya que su mención o incorporación en el cuerpo de la
sentencia, se deriva de la indefectible obligación que tiene todo juzgador de fundar
en ley sus decisiones o resoluciones, ya que de lo contrario se incurría en violación
de los artículos 14 y 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, que obligan a dichas autoridades en los juicios del orden civil, a emitir
su sentencia definitiva conforme a la letra o interpretación jurídica de la ley y a
fundar y motivar la causa legal del procedimiento. Por consiguiente, todo tribunal
está en la necesidad de invocar aun de oficio en su fallo los artículos de ley
que sean aplicables a la controversia, de acuerdo con sus puntos litigiosos y
solución propuesta, máxime que la aplicación del derecho es propia y natural
del juzgador.
Amparo directo 1320/74. Jaime Licona Ceballos. 3 de marzo de 1975. Unanimidad
de cuatro votos. Ponente: Enrique Martínez Ulloa.92

Registro digital: 170012


Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Novena Época
Materias(s): Civil
Tesis: I.3o.C.672 C
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XXVII, Marzo de
2008, página 1820
Tipo: Aislada
SENTENCIAS EN MATERIA CIVIL. EL ANÁLISIS DIRECTO DE SU
CONSTITUCIONALIDAD SE DEBE REALIZAR ÚNICAMENTE A TRAVÉS DE
LAS GARANTÍAS ESTABLECIDAS EN LOS ARTÍCULOS 14, 16 Y 17 DE LA
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS.
La sentencia es el acto a través del cual el Estado, mediante su facultad de
administración de justicia, aplica la ley a un caso concreto y determina la
protección a un determinado derecho cuando existen intereses en conflicto; esto
es, a través de la sentencia, el juzgador individualiza las diversas hipótesis
que el legislador establece en la ley a efecto de resolver el conflicto de intereses
92
Séptima Época, Semanario Judicial de la Federación. Volumen 75, Cuarta Parte, página 39,
Aislada, 241486.
132

que es sometido a su conocimiento, de tal manera que su actividad se constriñe a


la aplicación o interpretación de la ley adjetiva (en el caso de las normas que rigen
el procedimiento a efecto de que se constituya debidamente la relación procesal
que le permita pronunciarse en relación con lo pedido) o sustantiva (relativa a la
pertenencia o no del derecho subyacente en la pretensión). Por ende, si se
reclama de manera directa la inconstitucionalidad de una sentencia, ésta sólo se
puede actualizar en virtud de las infracciones que se hubieran cometido en
relación con los actos que preparan su dictado (procesales) o al momento en que
se emitió la misma (formales y de fondo). En el aspecto procesal, previo a su
dictado se deben observar las formalidades esenciales del procedimiento, esto es,
las condiciones necesarias a efecto de que la relación procesal se encuentre
debidamente constituida para con ello otorgar una oportunidad de defensa
razonable a las partes que intervengan en el mismo (artículo 14, párrafo segundo
de la Carta Magna). En el aspecto formal, la sentencia debe dictarse de manera
completa, esto es, en concordancia con lo planteado por las partes cuestión que
se conoce como congruencia externa y con razonamientos que no resulten
contradictorios entre sí para lograr ser congruente internamente (artículo 17,
segundo párrafo de la Carta Magna). Por lo que toca al aspecto de fondo, las
sentencias deben dictarse conforme a la letra de la ley emitida con
anterioridad al hecho a juzgar (irretroactividad), su interpretación o, a falta de
ambas, en atención a los principios generales del derecho, para lo cual deben
citar el precepto legal con sustento en el cual fueron emitidas y las razones por
las cuales se considera aplicable el mismo, requisitos que se conocen como
fundamentación y motivación (artículos 14, párrafo cuarto y 16, párrafo
primero, de la Constitución Federal). De tal manera que, si la determinación del
juzgador a través de una sentencia definitiva presupone estar fundamentada en la
voluntad del legislador, esa determinación no puede afectar de manera directa
derechos fundamentales diversos a los artículos 14, 16 y 17 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, por cuanto hace a la materia civil, ya
que, en todo caso, por su naturaleza intrínseca, es a través de la aplicación de la
ley que una sentencia tiene sus efectos privativos.
TERCER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER CIRCUITO.
133

Amparo directo 115/2007. María de Jesús Butrón Hernández. 4 de octubre de


2007. Unanimidad de votos. Ponente: Víctor Francisco Mota Cienfuegos.
Secretario: Salvador Andrés González Bárcena.93

3.4 El Verdadero Alcance (limitado) del Artículo 94 Constitucional.


La Ley de Amparo, a diferencia de los artículos 14 y 16 de la Constitución, sí
contempla esta supuesta fuente formal de Derecho que son las tesis de
de nuestro país, porque no se conocerá el número de expediente del
jurisprudencia. En sus artículos del 215 al 229, la referida Ley de Amparo dispone, en
términos muy escuetos y superficiales que se reducen básicamente a que quienes
pueden establecerla, qué tribunales deben considerarla vinculante, en la versión actual se
introduce un nuevo formato de tesis:
Artículo 218. Cuando la Suprema Corte de Justicia de la Nación, los plenos
regionales o los tribunales colegiados de circuito establezcan un criterio relevante,
se elaborará la tesis respectiva en la que se recojan las razones de la decisión,
esto es, los hechos relevantes, el criterio jurídico que resuelve el problema
abordado en la sentencia y una síntesis de la justificación expuesta por el tribunal
para adoptar ese criterio.
De esta manera la tesis deberá contener los siguientes apartados:
I. Rubro: mediante el cual se identificará el tema abordado en la tesis;
II. Narración de los hechos: en este apartado se describirán de manera muy breve
los hechos relevantes que dieron lugar al criterio adoptado por el tribunal para
resolver el caso;
III. Criterio jurídico: en el que se reflejará la respuesta jurídica adoptada para
resolver el problema jurídico que se le planteaba al órgano jurisdiccional;
IV. Justificación: se expondrán de manera sucinta los argumentos expuestos por el
órgano jurisdiccional en la sentencia para sostener el criterio jurídico adoptado en
la resolución, y
V. Datos de identificación del asunto: comprenderán el número de tesis, el órgano
jurisdiccional que la dictó y las votaciones emitidas al aprobar el asunto y, en su
caso, en relación con el criterio sustentado en la tesis.

93
Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XXVII, Marzo de 2008,
página 1820, Aislada, Tesis: I.3o.C.672 C, 170012.
134

Además de los elementos señalados en las fracciones anteriores, la jurisprudencia


emitida por contradicción de criterios deberá contener, según sea el caso, los
datos de identificación de las tesis que contiendan en la contradicción, el órgano
que las emitió, así como la votación emitida durante las sesiones en que tales
contradicciones se resuelvan. Las cuestiones de hecho y de derecho que no sean
necesarias para justificar la decisión, en ningún caso deberán incluirse en la tesis.

Nótese, en el énfasis subrayado, que la versión actual la “jurisprudencia queda


desvinculada de la sentencia o de sus ejecutorias, al grado que resulta imposible,
conforme a esta nueva legislación, poner los ojos en las sentencias, que es donde se
ubica la Jurisprudencia, según el significado de dicho vocablo en todo el mundo, con
excepción asunto del que derive, salvo que pertenezcas al Poder Judicial de la
Federación y aún así, existe la amenaza de ser “sorprendido” husmeando en las
sentencias de las que y quedar sujeto a una investigación del Consejo. Esto es un secreto
a voces del que difícilmente algún empleado del Poder Judicial quiera hablar abierta y
públicamente. Sin embargo, lo cierto es que si las sentencias producen jurisprudencia y la
jurisprudencia es fuente formal y obligatoria, ¿tiene alguna justificación esta opacidad?
¿Acaso no es esto equivalente a que se mantuvieran ocultos como al Minotauro los
debates legislativos del Congreso o las iniciativas de Leyes y Reformas? ¿Qué tan fea
tiene que ser la verdad escrita en estas resoluciones que esos nobles justicieros se ven
en la necesidad de proteger de sus horrores a un pueblo como el mexicano que lo ha
visto todo? ¿O serán tan graves sus indiscreciones como aquella cometida por Pasífae?
Algo seguro es que esta “jurisprudencia” no le hace mucha justicia a su nombre.

Independientemente, está en la Ley de Amparo y ello es un requisito para su


obligatoriedad, no como una concesión graciosa del legislador para los Tribunales del
Poder Judicial de la Federación, sino del propio constituyente. Su designio, según la
interpretación más difundida, la norma suprema que la Ley de Amparo desarrolla en este
punto, se encuentra en el párrafo décimo y undécimo del artículo 94 Constitucional; éste
contiene la versión más reciente de la redacción original, en la que fue introducida al
Magno cuerpo de normas, la factibilidad de una jurisprudencia obligatoria, habiendo
previamente recorrido y sufrido la ruta y modificaciones siguientes:
135

● 1951. La primera aparición tiene lugar en la adición de la fracción XIII del artículo

107, que hasta entonces llegaba hasta la fracción XII. La versión originalmente
introducida decía “jurisdicción” en lugar de “jurisprudencia” pero fue corregida vía
fe de erratas el mes siguiente: quedando de la siguiente forma: “La ley determinará
los términos y casos en que sea obligatoria la jurisprudencia de los Tribunales del
Poder Judicial de la Federación, así como los requisitos para su modificación”.

● 1967. Dicha porción normativa, pasa a formar parte del artículo 94 Constitucional

en los siguientes términos:


o La Ley fijará los términos en que sea obligatoria la jurisprudencia que
establezcan los Tribunales del Poder Judicial de la Federación sobre
interpretación de leyes y reglamentos federales o locales y tratados
internacionales celebrados por el Estado Mexicano, así como los
requisitos para su interrupción y modificación.

● 2011. Se modifica el texto quedando en los siguientes términos:

o La ley fijará los términos en que sea obligatoria la jurisprudencia que


establezcan los Tribunales del Poder Judicial de la Federación y los
Plenos de Circuito sobre la interpretación de la Constitución y normas
generales, así como los requisitos para su interrupción y sustitución.

● 2021. Se introduce el sistema de precedente (stare decisis) para las resoluciones

de la Corte y se elimina jurisprudencia por sustitución quedando el texto que


actualmente conserva:
o La ley fijará los términos en que sea obligatoria la jurisprudencia que
establezcan los Tribunales del Poder Judicial de la Federación sobre la
interpretación de la Constitución y normas generales, así como los
requisitos para su interrupción. Las razones que justifiquen las decisiones
contenidas en las sentencias dictadas por el Pleno de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación por mayoría de ocho votos, y por las Salas, por
mayoría de cuatro votos, serán obligatorias para todas las autoridades
jurisdiccionales de la Federación y de las entidades federativas.
136

(SCJN, 2017)94

Se concluye que, solo a partir de la reforma de 2021, la más reciente, la


jurisprudencia tiene un sustento constitucional completo, que establece el qué, cómo,
cuándo y el quién de la norma. Previo a esa fecha, ya sea durante la vigencia del primer
párrafo de la fracción XIII del artículo 107 Constitucional que contenía dicha porción
normativa, su reubicación y hasta la versión anterior a la actual del artículo 94. Lo único
que justificaba la obligatoriedad de la jurisprudencia en la Carta Magna era una especie
de anuencia del constituyente en el sentido de que la jurisprudencia podría válidamente
adquirir obligatoriedad lo que, al igual que las reglas para su modificación o interrupción,
quedaría sujeto a los términos que el Legislativo fije o determine.

Esto, desde luego, no puede entenderse como una patente de Corso, ni como un
cheque en blanco para que la Ley establezca los términos en forma irrestricta por encima
de la propia Carta Magna. Al contrario, lleva implícita la condición que tendría cualquier
otra Ley; que los términos establecidos respeten las normas constitucionales, y que, de
ninguna manera podría implicar que la jurisprudencia quedara fuera del alcance de todo
control Constitucional.

Por lo anterior y conforme a la interpretación que la propia Corte ha dado a los


artículos 14 y 16 Constitucionales, especialmente en el segundo de estos, la cual ha sido
aceptada en la comunidad jurídica durante años, haría que, en estricto sentido, la Ley de
Amparo, específicamente en las disposiciones que establecen la obligatoriedad de la
jurisprudencia fuera inconstitucional tanto en la norma como en el acto de aplicación, lo
que implicaría que las tesis de jurisprudencia dejaran de ser vinculantes de fondo, ya que
la Constitución autoriza que tenga obligatoriedad siempre que el sistema no la
contravenga o rebase.

Dicho lo anterior, es claro que esta respuesta a ningún sitio conduciría, por
razones irrebatibles como el que “no existe un órgano capacitado para hacer tal
declaración y hacerla cumplir”, pues el único actualmente que podría estar facultado para

94
Suprema Corte de Justicia de Nación. (2017). Constitución Política de Estados Unidos
Mexicanos. https://www.scjn.gob.mx/sites/default/files/cpeum/documento/2017-03/CPEUM-094.pdf
137

hacer ese pronunciamiento es el mismo que estableció que la jurisprudencia es


inderrotable e incasable, y que ni siquiera puede cuestionarse su Constitucionalidad.

Otra forma en que pudiera pretender salvarse este contrapunto consistiría en


argumentar que la obligatoriedad de la jurisprudencia deriva del 94 Constitucional (antes
primer párrafo del 107 Constitucional fracción XIII), y que este es un caso especial en que
la Ley ordinaria debería situarse en la misma posición de una disposición Constitucional,
es decir, que se entienda la Ley de Amparo como la excepción a la regla del artículo 14
de la Carta Magna y/o que, con solo estar avalada en blanco en el 94 (anterior a la última
reforma) ya debería tenerse como norma Constitucional a la Ley de Amparo, una solución
similar a la que en su momento ya dio la Corte para “encontrar conformidad” con el
artículo 16 negando la obligación de fundar expresamente las resoluciones
jurisdiccionales.

En este último escenario subsistiría un pequeño gran hueco en la respuesta ya


que ni en el artículo 94 Constitucional ni en el primer párrafo de la fracción XIII del 107
Constitucional se mencionaba la jurisprudencia, lo que se incluyó hasta 1951; sin
embargo, la primera de las tesis que actualmente aplican y citan nuestros tribunales como
Derecho formal se remonta a 1917, el mismo año de promulgación de la Constitución
vigente. Entonces, aun así, se tendría un saldo rojo de aproximadamente 100,000 tesis
que han sido aplicadas como Derecho formal en un sinnúmero de sentencias y que se
siguen aplicando, de las que tendría que admitirse una calidad de Derecho inexplicable.

Una cosa es segura, un principio de legalidad como se ha concebido y una


interpretación como la que se ha dado o aceptado del artículo 14 Constitucional
constituyen realidades incompatibles e irreconciliables, algo que ni siquiera el artículo 94
Constitucional (salvo la actual, pero no retroactivamente), resultaría suficiente para
explicar y menos aún, para conciliarlos o justificar la presencia, la obligatoriedad y la
superioridad incluso, de la jurisprudencia en las sentencias de los tribunales mexicanos,
figura que, no obstante, nuestro sistema concibe como vinculante y reconoce su
obligatoriedad.
138

3.5 La Postura Contraria y los Motivos de su Fracaso


Mal que bien, o mejor dicho, bastante más mal que bien, los tribunales de amparo
desde la sexta época se han llegado a ver en la necesidad de emitir algún
pronunciamiento sobre esta problemática de si debe considerarse una exigencia a cargo
del tribunal, el plasmar una motivación específica respecto al uso de la o de las tesis de
jurisprudencia con base en la o las cuales, los Tribunales deciden el sentido de la
sentencia.
Habiendo realizado una búsqueda exhaustiva en las tesis publicadas en el
Semanario Judicial de la Federación desde la Quinta hasta la Onceava Época, logramos
identificar, en esencia dos resultados opuestos y tres aproximaciones diferentes para
llegar a ellos; Hemos comenzado afirmando que, sobre este particular, la práctica forense
del Derecho mexicano se condujo “…bastante más mal que bien”, y no inmerecidamente;
de las tres aproximaciones identificadas en la genealogía jurisprudencial analizada, dos
de ellas condujeron a resolver que no es necesario u obligatorio que en las sentencias
se motive la cita de la tesis de jurisprudencia a partir de la cual se defina el sentido
del fallo, que con ello no se afecta o se incumple requisito alguno en la sentencia.
En congruencia con la pretensión científica que se buscó imprimir a esta
investigación, se consideró necesario, en este punto, presentar de la forma más seria y
más completa posible cada uno de estos dos acercamientos encontrados en los criterios
de los tribunales, en plena consciencia del riesgo que esto supone, el de facilitar al
lector, la percepción de que estemos argumentando en contra de nuestras propias
hipótesis y contra la idea que subyace a las mismas 95, se asume el riesgo por la sencilla
razón de que, de hecho es precisamente lo que nos proponemos hacer,
momentáneamente.
Como resultado de este ejercicio de búsqueda, selección, abstracción y
perspectiva con unidad sistemática, produjimos dos teorías que no representan la postura
propia que viene expresándose a lo largo de este trabajo, únicamente sistematizamos las
ideas ajenas para proveer al lector un panorama más o menos completo de sus
implicaciones, empleando en su construcción los muy escasos criterios jurisprudenciales
producidos sobre el tema (que, a decir verdad, nos parecen más similares a malos
pretextos que a verdaderas construcciones lógico jurídicas), con el apoyo y complemento

95
que la cita de la tesis con base en la cual se define el resultado exige, en todos los casos, de ir
acompañada de una motivación específica y diferenciada.
139

de algunas otras tesis, que no necesariamente rechazamos pero que, empleadas aquí, se
encontrarían mal encausadas, cuya selección obedeció a criterios como:
- la forma de razonar: aunque se trate sobre diversa temática
- una temática relacionada con la que nos ocupa.
- que en ella se sienten individualmente las premisas de las tesis que abordan este
tema.

Precisado lo anterior, presento a Usted, en los dos siguientes subapartados, 3.5.1 y


3.5.2, basadas en razonamientos de los tribunales de amparo de nuestro país, recogidos
de diversas ejecutorias y de las tesis que derivaron de ellas, dos teorías impresentables a
las que hemos denominado de la “Motivación Aplicable” y de los “Sistemas Ajenos”:

3.5.1 Teoría de la Motivación Aplicable

Según esta primera teoría:


- Las tesis de jurisprudencia no fundan las resoluciones jurisdiccionales.
- Cuando ésta se aplica lo que se aplica en realidad es la Ley interpretada en la
tesis.
- En ese sentido, la jurisprudencia no funge como la norma aplicada porque no es
Ley, sino la interpretación de ésta.
- De tal suerte, su obligatoriedad no tiene lugar en calidad de norma.
- De hecho, para esta teoría, las tesis no son normas generales.

Estas premisas podemos verlas en los criterios (tesis) que a continuación se


transcriben:

Registro digital: 807021


Instancia: Primera Sala
Sexta Época
Materias(s): Penal
Fuente: Semanario Judicial de la Federación. Volumen LXIII, Segunda Parte,
página 42
Tipo: Aislada
140

JURISPRUDENCIA, APLICACION RETROACTIVA DE LA.


Es inexacto que al aplicarse jurisprudencia surgida con posterioridad a la comisión
del delito, se viole en perjuicio del acusado el principio de irretroactividad, pues la
jurisprudencia sólo es la obligatoria interpretación y determinación del sentido de la
ley, de tal suerte que su aplicación no es sino la aplicación misma de la ley
vigente en la época de realización de los hechos que activaron el proceso penal.
Amparo directo 2771/61. Amado García Nava. 7 de septiembre de 1962.
Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Manuel Rivera Silva.
Sexta Epoca, Segunda Parte:
Volumen LXII, página 41. Amparo directo 3486/62. Leandro Barriopedro Jiménez.
24 de agosto de 1962. Cinco votos. Ponente: Juan José González Bustamante.

Registro digital: 186921


Instancia: Segunda Sala
Novena Época
Materias(s): Común
Tesis: 2a./J. 38/2002
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XV, Mayo de
2002, página 175
Tipo: Jurisprudencia

JURISPRUDENCIA SOBRE INCONSTITUCIONALIDAD DE LEYES. LAS


AUTORIDADES ADMINISTRATIVAS NO ESTÁN OBLIGADAS A APLICARLA AL
CUMPLIR CON LA GARANTÍA DE FUNDAR Y MOTIVAR SUS ACTOS.

La obligación de las autoridades administrativas de fundar y motivar sus actos


consiste en citar de manera específica la ley exactamente aplicable al caso, así
como en expresar las circunstancias especiales, razones particulares o causas
inmediatas que se hayan tenido en consideración para la emisión del acto y la
adecuación entre los motivos aducidos y las normas aplicables y no, en citar
también la jurisprudencia respectiva, esto es, la obligación de fundar los actos
en la ley, no implica hacerlo en la forma en que haya sido interpretada por
los órganos competentes del Poder Judicial de la Federación, dado que la
141

jurisprudencia tiene notables diferencias con la ley y no puede ser equiparable a


ésta, principalmente porque la jurisprudencia es obra de los órganos
jurisdiccionales y la ley del órgano legislativo, es decir, la jurisprudencia no es
una norma general y sólo se aplica a casos particulares, conforme al principio de
relatividad de las sentencias que rige al juicio de garantías, por lo que resulta
erróneo sostener que los actos de las autoridades administrativas sean violatorios
del artículo 16 constitucional por no apoyarse en la jurisprudencia que declare la
inconstitucionalidad de una ley, habida cuenta que por remisión del octavo párrafo
del artículo 94 de la Constitución Federal, los preceptos 192 y 193 de la Ley de
Amparo, establecen con precisión que la jurisprudencia obliga solamente a los
órganos jurisdiccionales.

Contradicción de tesis 40/2001-PL. Entre las sustentadas por el Tercer Tribunal


Colegiado en Materia Administrativa del Sexto Circuito y el Primer Tribunal
Colegiado del Décimo Cuarto Circuito. 26 de abril de 2002. Cinco votos. Ponente:
Mariano Azuela Güitrón. Secretario: José Antonio Abel Aguilar.

Tesis de jurisprudencia 38/2002. Aprobada por la Segunda Sala de este Alto


Tribunal, en sesión privada del tres de mayo de dos mil dos.

Nota: Esta tesis fue objeto de la denuncia relativa a la contradicción de tesis


190/2017 del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, desechada por
notoriamente improcedente, mediante acuerdo de 22 de mayo de 2017.

Registro digital: 366278


Instancia: Cuarta Sala
Quinta Época
Materias(s): Administrativa, Constitucional
Fuente: Semanario Judicial de la Federación. Tomo CXXX, página 482
Tipo: Aislada
JURISPRUDENCIA, APLICACION RETROACTIVA DE LA.
El artículo 14 constitucional prohíbe únicamente la aplicación retroactiva de
las leyes, pero no la aplicación de ejecutorias o jurisprudencia a casos que
142

tuvieron realización bajo la existencia de una jurisprudencia y se resuelven bajo la


existencia de distinta jurisprudencia o cuando por nuevas ejecutorias ha variado el
criterio que se venía sustentando, porque la última interpretación que la
Suprema Corte dé a un precepto legal es la que debe tenerse como correcta,
siempre que se trate de aplicarlo en los fallos que se pronuncien y que se refieran
a actos regidos por tal precepto en el tiempo en que se realizaron.
Amparo directo 3638/56. Secretario de Educación Pública. 14 de noviembre de
1956. Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Mario G. Rebolledo F.96

Registro digital: 807021


Instancia: Primera Sala
Sexta Época
Materias(s): Penal
Fuente: Semanario Judicial de la Federación. Volumen LXIII, Segunda Parte,
página 42
Tipo: Aislada
JURISPRUDENCIA, APLICACIÓN RETROACTIVA DE LA.
Es inexacto que al aplicarse jurisprudencia surgida con posterioridad a la comisión
del delito, se viole en perjuicio del acusado el principio de irretroactividad, pues la
jurisprudencia sólo es la obligatoria interpretación y determinación del sentido de la
ley, de tal suerte que su aplicación no es sino la aplicación misma de la ley
vigente en la época de realización de los hechos que activaron el proceso penal.
Amparo directo 2771/61. Amado García Nava. 7 de septiembre de 1962.
Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Manuel Rivera Silva.
Sexta Epoca, Segunda Parte:
Volumen LXII, página 41. Amparo directo 3486/62. Leandro Barriopedro Jiménez.
24 de agosto de 1962. Cinco votos. Ponente: Juan José González Bustamante.
Volumen LX, página 58. Amparo directo 5075/61. Amador Román Berúmen. 23 de
marzo de 1962. Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Juan José González
Bustamante.
Nota:

96
Quinta Época, Semanario Judicial de la Federación. Tomo CXXX, página 482, Aislada, 366278.
143

En el Volumen LXII, página 41, esta tesis aparece bajo el rubro


"JURISPRUDENCIA SU VARIACION NO IMPLICA APLICACION RETROACTIVA
DE LA LEY.".
En el Volumen LX, página 58, esta tesis aparece bajo el rubro "JURISPRUDENCIA
SU VARIACION NO IMPLICA APLICACION RETROACTIVA DE LA LEY”.97

Registro digital: 274159


Instancia: Cuarta Sala
Sexta Época
Materias(s): Común
Fuente: Semanario Judicial de la Federación. Volumen LXXIV, Quinta Parte,
página 28
Tipo: Aislada
JURISPRUDENCIA DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA, APLICACION
RETROACTIVA DE LA.
La aplicación de la jurisprudencia de la Suprema Corte, o de las Salas que la
integran, no puede ser considerada, en ningún caso, como retroactiva. La
jurisprudencia no es una norma legislativa, en estricto sentido, sino que es la
interpretación autorizada y que en nuestro régimen jurídico está prevista por el
derecho vigente. Es así que, como tal interpretación, nunca puede ser aplicada
retroactivamente, pues la interpretación del precepto legal, cuando se han
cumplido los requisitos para que sea obligatoria, rige para todo tiempo y
lugar, siempre que el precepto legal interpretado, se encuentra vigente.
Amparo directo 960/59. Secretario de Hacienda y Crédito Público. 9 de agosto de
1963. Cinco votos. Ponente: Agapito Pozo.
Amparo directo 6048/58. Secretario de Hacienda y Crédito Público. 1o. de agosto
de 1963. Cinco votos. Ponente: Agapito Pozo.98

Registro digital: 259803


Instancia: Primera Sala

97
Sexta Época, Semanario Judicial de la Federación. Volumen LXIII, Segunda Parte, página 42,
Aislada, 807021.
98
Sexta Época, Semanario Judicial de la Federación. Volumen LXXIV, Quinta Parte, página 28,
Aislada, 274159.
144

Sexta Época
Materias(s): Común
Fuente: Semanario Judicial de la Federación. Volumen LXXVI, Segunda Parte,
página 25
Tipo: Aislada
JURISPRUDENCIA, APLICACION RETROACTIVA DE LA.
La jurisprudencia no crea una norma nueva, sino que únicamente interpreta
una ya existente y es por ello que no puede afirmarse que aun en el caso de
aplicarse un criterio jurisprudencial no mantenido en la época de ejecución del acto
sobre el que se juzga, se está aplicando por ello la ley retroactivamente en
perjuicio del acusado; lo que hace la interpretación jurisprudencial es decidir
cuál es el sentido y la voluntad de la ley y si la norma que se interpreta estaba
vigente en la época en que se ejecutó la conducta, obviamente no puede hablarse
de aplicación retroactiva de la ley.
Amparo directo 8489/62. Luis J. Arredondo Contreras. 2 de octubre de 1963.
Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Juan José González Bustamante.
Sexta Epoca, Segunda Parte:
Volumen LXIX, página 13. Amparo directo 8131/62. Salomón Birch Cohen. 14 de
marzo de 1963. Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Juan José González
Bustamante.
Volumen LXIII, página 42. Amparo directo 2771/61. Amado García Nava. 7 de
septiembre de 1962. Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Manuel Rivera Silva.
Volumen LXII, página 41. Amparo directo 3486/62. Leandro Barriopedro Jiménez.
24 de agosto de 1962. Cinco votos. Ponente: Juan José González Bustamante.
Volumen LX, página 58. Amparo directo 5075/61. Amador Román Berúmen. 23 de
marzo de 1962. Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Juan José González
Bustamante.
Véase: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Epoca, Tomo
XII, diciembre de 2000, página 16, tesis P./J. 145/2000, de rubro
"JURISPRUDENCIA. SU APLICACION NO VIOLA LA GARANTIA DE
IRRETROACTIVIDAD DE LA LEY.".
Nota:
145

En el Volumen LXIX, página 13, esta tesis aparece bajo el rubro


"JURISPRUDENCIA E IRRETROACTIVIDAD.".
En el Volumen LXIII, página 42, esta tesis aparece bajo el rubro
"JURISPRUDENCIA, APLICACION RETROACTIVA DE LA.".
En el Volumen LXII, página 41, esta tesis aparece bajo el
rubro"JURISPRUDENCIA, SU VARIACION NO IMPLICA APLICACION
RETROACTIVA DE LA LEY.".
En el Volumen LX, página 58, esta tesis aparece bajo el rubro
"JURISPRUDENCIA, SU VARIACION NO IMPLICA APLICACION RETROACTIVA
DE LA LEY".99

Y, si esto es así, entonces ¿en calidad de qué participa?

Partiendo de que el artículo 16 Constitucional refiere dos componentes que son o


deben ser parte de todo acto de autoridad, jurisdiccional, administrativo, e incluso
legislativo (esto último según la jurisprudencia, aunque, a decir verdad, no haya tenido
hasta el momento alguna utilidad práctica). Estos dos componentes son: fundamentación
y motivación.
Si la fundamentación recae en la norma elegida (o las normas, si fueran varias)
conforme a la que considera, se ha de definir el sentido de la contienda, y la motivación es
el razonamiento (o los razonamientos) que el juzgador está obligado a expresar a fin de
justificar que esa (o esas) y no otra es la norma aplicable, conforme a la que debe
decidirse la contienda, entonces resulta claro que, estos dos elementos juntos,
constituyen el universo que compone la parte considerativa de una sentencia.
Es decir, que todo aquello que forme parte de las consideraciones del fallo, o es la
expresión de la norma fundante (fundamentación) o forma parte de los razonamientos
para demostrar la aplicabilidad de aquella (motivación). Si no es fundamentación y
tampoco es motivación, no tendría razón de ser en la parte considerativa de la sentencia,
o más aun, no debería tenerse como elemento de ella.

99
Sexta Época, Semanario Judicial de la Federación. Volumen LXXVI, Segunda Parte, página 25,
Aislada, 259803.
146

Hemos dicho que esta teoría tiene como premisa que la jurisprudencia no es
norma general, y que la norma aplicada cuando “se aplica la jurisprudencia” no es ésta
sino la Ley interpretada en ella.

Por otra parte, el concepto de fundamentación se refiere a la norma aplicable, por


lo que si la tesis de jurisprudencia no tiene ese carácter, como lo afirma esta teoría,
entonces la jurisprudencia no podría fundamentar ni ser fundamentación.

Afirma que la jurisprudencia es la interpretación de la norma, aunque no es norma


pero al mismo tiempo es obligatoria lo que implica que debe trascender al fallo. Por
eliminación, esto dejaría solo una opción: que la jurisprudencia cumple su función como
parte de la motivación de la sentencia pues la fundamentación únicamente podría estar en
la Ley o en los principios generales del Derecho

Registro digital: 196537


Instancia: Pleno
Novena Época
Materias(s): Constitucional
Tesis: P. XXVIII/98
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo VII, Abril de 1998,
página 117
Tipo: Aislada

INTERPRETACIÓN DE LA CONSTITUCIÓN. ANTE LA OSCURIDAD O


INSUFICIENCIA DE SU LETRA DEBE ACUDIRSE A LOS MECANISMOS QUE
PERMITAN CONOCER LOS VALORES O INSTITUCIONES QUE SE
PRETENDIERON SALVAGUARDAR POR EL CONSTITUYENTE O EL PODER
REVISOR.

El propio artículo 14 de la Constitución Política de los Estados Unidos


Mexicanos autoriza, frente a la insuficiencia u oscuridad de la letra de la ley,
utilizar mecanismos de interpretación jurídica. Al desentrañar el sentido y
alcance de un mandato constitucional deben privilegiarse aquellos que permitan
147

conocer los valores o instituciones que se quisieron salvaguardar por el


Constituyente o el Poder Revisor. Así, el método genético-teleológico permite, al
analizar la exposición de motivos de determinada iniciativa de reforma
constitucional, los dictámenes de las Comisiones del Congreso de la Unión y el
propio debate, descubrir las causas que generaron determinada enmienda al
Código Político, así como la finalidad de su inclusión, lo que constituye un método
que puede utilizarse al analizar un artículo de la Constitución, ya que en ella se
cristalizan los más altos principios y valores de la vida democrática y republicana
reconocidos en nuestro sistema jurídico.

Amparo en revisión 2639/96. Fernando Arreola Vega. 27 de enero de 1998.


Unanimidad de nueve votos en relación con el criterio contenido en esta tesis.
Ausentes: Juventino V. Castro y Castro y Humberto Román Palacios. Ponente:
Mariano Azuela Güitrón. Secretario: Ariel Alberto Rojas Caballero.

El Tribunal Pleno, en su sesión privada celebrada el veintitrés de marzo en curso,


aprobó, con el número XXVIII/1998, la tesis aislada que antecede; y determinó que
la votación es idónea para integrar tesis jurisprudencial. México, Distrito Federal, a
veintitrés de marzo de mil novecientos noventa y ocho.

Así, para esta teoría, identificar la función de la jurisprudencia con la motivación


cobra sentido, máxime teniendo en cuenta que, si la jurisprudencia no es más que la
interpretación de la Ley y las sentencias solo aplican la Ley, la jurisprudencia, como
interpretación, funge como el hilo conductor, el medio que hace posible la aplicación del
supuesto general y abstracto al caso concreto y esto es justo lo que se ha venido
entendiendo por motivar.

Siguiendo esta línea interpretativa donde la jurisprudencia no es norma general, y


que opera, en los casos en que sea invocada, dentro de la motivación, hablar de
motivación de la jurisprudencia estaría totalmente fuera de lugar, pues, sería tanto como
afirmar que la “motivación deba motivarse”, lo que, en tratándose de razones estas
podrían sucederse interminablemente y si debiera motivarse toda razón cada sentencia
sería una explicación interminable.
148

Criterios jurisprudenciales en esta línea de pensamiento, los encontramos


principalmente desde la quinta hasta la novena época, (una buena cantidad de ellos ya
fueron como los citados a lo largo de la exposición de esta teoría, en este subapartado
3.5.1) aunque no concentrados como lo hemos explicado aquí, sino dispersos tratando
una arista en uno, otra en otro y así sucesivamente. El mérito aquí, si hay alguno, es el de
unificarlos bajo una misma teoría, independientemente de que resulte en una teoría poco
plausible, pues esta investigación, en este punto, que no pretende más que exponer lo
que sería uno de los contraargumentos a nuestra postura.
En principio, debe decirse que, por cuanto hace a la exigencia de motivar, la sola
cita de un criterio o tesis de jurisprudencia en una sentencia no es suficiente,
independientemente de lo que pueda decirse respecto a la de fundamentar.

La motivación debida exigirá siempre y en todos los casos de un razonamiento


jurídico y particularmente, en tratándose del razonamiento jurídico de una decisión
jurisdiccional, mínimamente exige llevar a cabo:

a) Un primer asomo a los hechos jurídicamente relevantes de la controversia.


b) La elección de las normas aplicables;
c) Interpretación de las mismas;
d) La subsunción de éstas a los hechos;
e) Toma de conciencia del sentido o resultado al que conduce la solución
alcanzada conforme al orden jurídico seleccionado;
f) Emisión, comunicación y justificación del fallo.

Por el contrario, estimar suficiente la cita de un criterio jurisprudencial para tener


por motivada una sentencia, sería desconocer el elemento fáctico, de consideración
indispensable en toda determinación jurisdiccional. Sería atender tan solo al elemento
fáctico, el equivalente en el razonamiento formalista, a estimar completo un silogismo,
tomando en cuenta, única y exclusivamente, la premisa mayor, o bien manteniendo el
juzgador, en el secreto de su fuero interno, los razonamientos de subsunción del Derecho
o interpretación dirigido a los hechos del caso. Si se colmara el requisito de motivar
exclusivamente citando tesis, ello traería consigo indefectiblemente la frustración de los
149

objetivos que persigue la motivación de los fallos, objetivos de los que no puede
sustraerse su cabal cumplimiento, so pena de desnaturalizar la esencia misma de la
exigencia, objetivos como el de hacer posible el ejercicio de algún tipo de control jurídico
sobre la sentencia, la comunicación completa a las partes respecto a los razonamientos
que condujeron al juzgador, al convencimiento de que ese resultado es el que
corresponde sentenciar en el caso, de manera que en todo caso pudiera, idealmente
traducirse este también en el convencimiento de las partes sobre la idoneidad de dicho
resultado.
Formalmente esta teoría resulta desatinada por cuanto desconoce el carácter de
norma general de las tesis de jurisprudencia, pero solo en la parte que ello implica una
carga al juzgador en beneficio del afectado por la resolución pero se lo reconoce en lo que
ello le facilita la solución con un menor esfuerzo.
En un esquema congruente cabría preguntar y esperar la respuesta a que, “si la
jurisprudencia no se entiende como norma general, ¿en calidad de qué se podría
entender “aplicada”? Si se trata de una interpretación que resulta obligatoria, los efectos
que esto produce no son otros que los de una norma jurídica general.
En otras palabras, lo que esta teoría propone es una interpretación
inmerecidamente cómoda y conveniente, pues aún diciendo que no es, (norma general) la
acepta con todos las implicaciones de una norma general, con sus características y
consiente que tenga los efectos, de norma general, entre otros, el que provea una
solución en abstracto a una problemática en concreto, sin embargo, al momento de que,
como en el caso de la aplicación de cualquier norma, se deba motivar su aplicación, ya no
se lo reconoce, para librarse de la carga de motivarla.
Esto sencillamente es inaceptable, tanto como quien presta dinero y
religiosamente o antes del plazo incluso, ya cobrando y con mala actitud, no obstante,
cuando pide prestado, adopta una actitud totalmente relajada, no cumple con el pago en
la fecha acordada e incluso reacciona con su misma mala actitud tildando a su acreedor
de “fijado”. Se trata de un nivel de incongruencia que raya en el cinismo, y esto no es
admisible en una disciplina como el Derecho y menos aún, en un país con un palmarés de
desigualdades como el nuestro; porque en este contexto, aceptar esta dinámica de “cara
gano, cruz pierdes” como sistema tolerable, no puede ser otra cosa que una sentencia de
injusticia, en la que se condena al menos favorecido a una situación aún menos favorable
ensanchando y agravando la desigualdad de por sí ya existente.
150

3.5.2 Teoría de los Sistemas Ajenos


La segunda teoría, que denominamos de la subordinación o de los sistemas
ajenos, insistiendo cuantas veces sea necesario, que esto no representa el criterio del
autor, sino el de los tribunales en las tesis de las que se obtuvo, y que la postura del autor
difiere, e incluso condena que este tipo de justicia la que se imparte en nuestros
tribunales.

En esta teoría, se busca la paz de la jurisprudencia en la distancia respecto al


principio de legalidad, extrayéndola del mismo. Visualiza ambos como la esencia de dos
sistemas paralelos, aplicables en la resolución de controversias jurisdiccionales, a partir
de un supuesto disyuntivo, a saber, si sobre el tema sobre el que versa la contienda y del
que dependerá el sentido de la resolución se ha fijado ya jurisprudencia.

De tal suerte, si no hay jurisprudencia obligatoria sobre el tema, la sentencia se


dictará conforme al sistema dispuesto en el artículo 14 Constitucional, apoyándose en el
16 Constitucional (con la obligación genérica de fundar y motivar). Será fundada en la
letra de la Ley y de no haber Ley exactamente aplicable, acudirá a las herramientas de
interpretación, que aplicará a la Ley, y si ni siquiera de esta forma puede llegarse a una
solución, decidirá aplicar los principios generales del Derecho, de lo que podrá o no
derivar en un nuevo precedente de jurisprudencia.

En los dos primeros supuestos, el uso del precepto, interpretado o no, deberá
motivarse, pues según el artículo 16 Constitucional, se deberá fundar y motivar siempre y
cuando la resolución provenga de “causa legal”, si la causa no está en la Ley, sino en los
principios generales, fundar no sería ya el concepto apropiado, pues, según la definición
que se ha hecho de éste y la que naturaleza de los principios generales, no podría citarse
el precepto, pues de ser así, se estaría resolviendo conforme a la Ley, la Constitución o
los Tratados, y se estaría en cualquiera de los supuestos previos en la prelación de
fuentes en el artículo 14 Constitucional.

Luego, sin fundamentación, la motivación resulta también imposible, pues ¿cómo


demostrar que el precepto es aplicable cuando no hay precepto? Se está ante una
151

imposibilidad de una lógica de lo más elemental. Así pues, al aplicar los principios
generales no es posible hablar de motivación o bien resulta innecesaria al tratarse
siempre del mismo hecho negativo (la falta de Ley aplicable) y éste deviene implícito en el
fundamento, cuando éste deriva no de la norma tangible, sino de los principios generales.
Esto es, el sentido de la sentencia no se obtiene de una disposición legal, sino de un
principio general de Derecho, en la sentencia debe entenderse implícitamente dicho que
no existe Ley aplicable.

Por el contrario, en caso de que ya exista pronunciada jurisprudencia sobre el


tema del que dependa el sentido de la resolución, ésta ya no quedará regida por los
artículos 14 y 16 Constitucionales sino por el diverso sistema previsto en el artículo 94,
undécimo y duodécimo párrafos del Acto Supremo y sus disposiciones reglamentarias en
la Ley de Amparo.

En estos casos, toda la justificación de la sentencia estará en la jurisprudencia


misma y su carácter obligatorio y el Juez no tendrá la obligación de fundar y motivar ni
podrá hacerlo, como cuando resuelve conforme a los principios generales, aunque por
razones muy distintas. En esta teoría lo anterior se explica porque al existir jurisprudencia
en el tema sobre el que versa la contienda, el Juez queda despojado de toda su
autonomía deliberativa, quedando ésta substituida por la obligación que sobre sí ejerce la
existencia del precedente obligatorio, quedando vinculado por el mismo, como lo señala el
artículo 94 párrafo décimo (y undécimo ahora) de la Constitución, que al estar a mismo
rango que el artículo 14 Constitucional por figurar ambos en la Carta Suprema, hacen que
la Ley de Amparo constituya un caso excepcional de Ley, cuasi constitucional cuyas
instituciones sobre ese particular son capaces de producir normas con los mismos
alcances que una norma constitucional, lo que a su vez se confirma con el hecho de que
las sentencias de Amparo están sujetas a un régimen constitucional propio 100 y pueden
incluso volverse obligatorias más allá de la litis, de tal suerte que en estos casos, no sea
necesario fundar o motivar puesto que ninguna eficacia práctica podría tener aquello,
tanto desde la óptica del afectado como desde la del juzgador.

100
Contenido en el artículo 107 Constitucional.
152

Eso en atención a que, como lo ha establecido la jurisprudencia, el objetivo final de


la obligación de fundar y motivar consiste en posibilitar la defensa a quien se considere
afectado por la resolución:

Suprema Corte de Justicia de la Nación


Registro digital: 175082
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Novena Época
Materias(s): Común
Tesis: I.4o.A. J/43
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XXIII, Mayo de
2006, página 1531
Tipo: Jurisprudencia
“FUNDAMENTACIÓN Y MOTIVACIÓN. EL ASPECTO FORMAL DE LA
GARANTÍA Y SU FINALIDAD SE TRADUCEN EN EXPLICAR, JUSTIFICAR,
POSIBILITAR LA DEFENSA Y COMUNICAR LA DECISIÓN.
El contenido formal de la garantía de legalidad prevista en el artículo 16
constitucional relativa a la fundamentación y motivación tiene como propósito
primordial y ratio que el justiciable conozca el "para qué" de la conducta de la
autoridad, lo que se traduce en darle a conocer en detalle y de manera completa la
esencia de todas las circunstancias y condiciones que determinaron el acto de
voluntad, de manera que sea evidente y muy claro para el afectado poder
cuestionar y controvertir el mérito de la decisión, permitiéndole una real y
auténtica defensa. Por tanto, no basta que el acto de autoridad apenas observe
una motivación pro forma pero de una manera incongruente, insuficiente o
imprecisa, que impida la finalidad del conocimiento, comprobación y defensa
pertinente, ni es válido exigirle una amplitud o abundancia superflua, pues es
suficiente la expresión de lo estrictamente necesario para explicar, justificar y
posibilitar la defensa, así como para comunicar la decisión a efecto de que se
considere debidamente fundado y motivado, exponiendo los hechos relevantes
para decidir, citando la norma habilitante y un argumento mínimo pero suficiente
para acreditar el razonamiento del que se deduzca la relación de pertenencia
lógica de los hechos al derecho invocado, que es la subsunción.
153

CUARTO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA ADMINISTRATIVA DEL


PRIMER CIRCUITO.
Amparo directo 447/2005. Bruno López Castro. 1o. de febrero de 2006.
Unanimidad de votos. Ponente: Jean Claude Tron Petit. Secretaria: Claudia
Patricia Peraza Espinoza.
Amparo en revisión 631/2005. Jesús Guillermo Mosqueda Martínez. 1o. de febrero
de 2006. Unanimidad de votos. Ponente: Jean Claude Tron Petit. Secretaria: Alma
Margarita Flores Rodríguez.
Amparo directo 400/2005. Pemex Exploración y Producción. 9 de febrero de 2006.
Unanimidad de votos. Ponente: Jesús Antonio Nazar Sevilla. Secretaria: Ángela
Alvarado Morales.
Amparo directo 27/2006. Arturo Alarcón Carrillo. 15 de febrero de 2006.
Unanimidad de votos. Ponente: Hilario Bárcenas Chávez. Secretaria: Karla
Mariana Márquez Velasco.
Amparo en revisión 78/2006. Juan Alcántara Gutiérrez. 1o. de marzo de 2006.
Unanimidad de votos. Ponente: Hilario Bárcenas Chávez. Secretaria: Mariza
Arellano Pompa.101

Con respecto a lo anterior, los casos en que corresponda resolver conforme con el
sistema dispuesto en el artículo 94 Constitucional y sus disposiciones reglamentarias en
la Ley de Amparo, exigir del juzgador la expresión de fundamentación y motivación más
allá de la cita de la tesis de jurisprudencia obligatoria que le vincula a resolver de la forma
en que lo hace, resultaría completamente superfluo y solo retardaría la administración de
justicia al arrojar una carga adicional al Juzgador sin que a fin práctico esto pudiera servir,
en virtud de que la Legislación de nuestro país no contempla un mecanismo accesible a
los particulares, que les permita cuestionar, combatir o defenderse de una tesis de
jurisprudencia, y esto no es ninguna novedad y ningún secreto, pues siempre ha sido de
este modo.

Incluso con las recientes reformas en las que se abrió a los particulares la
legitimación para denunciar una contradicción de tesis ante la Suprema Corte de Justicia
de la Nación, la reforma en ese sentido fue cuidadosa que ello no pueda reportarle
101
Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XXIII, Mayo de 2006,
página 1531, Jurisprudencia, Tesis: I.4o.A. J/43, 175082.
154

beneficio alguno al particular, de ahí que solo pueda ser ejercido una vez que el asunto
esté fallado, total e irremediablemente concluido.

De esta forma, su habilitación no genera en el gobernado una motivación para su


ejercicio previniéndolo de involucrarse de más en la labor de administrar justicia, que
corresponde de forma exclusiva a los jueces sin injerencia directa de los otros poderes, y
al margen de cualquier intervención de particulares, e incluso de la opinión de la sociedad.

Lo mismo desde el punto de vista del juzgador, teniendo en cuenta que, en estos
casos, éste no necesariamente estaría de acuerdo con la determinación alcanzada en la
sentencia ni con el criterio sustentado en la tesis de jurisprudencia, no obstante ello no lo
relevaría de acatarla y resolver de conforme a su contenido ya que sería un contrasentido
y un atentado a la dignidad del juzgador el exigirle construir un argumento en el cual
sostener un criterio con el que ni siquiera coincide, esto en cuanto a su dignidad. Y sería
un contrasentido, dado que implicaría al mismo tiempo exigirle algo que por principio de
cuentas le estaría vedado; interpretar la jurisprudencia.

Fundar y, sobre todo motivar requiere dos presupuestos que no se cumplen ni


pueden cumplirse bajo este sistema, pues se requiere una norma y efectuar sobre ella un
ejercicio de interpretación. Ya sea que por esto se entienda indagar el sentido de la norma
o desentrañar la voluntad del legislador102. Resulta claro que la aplicación de toda norma
requiere estar precedida en menor o mayor medida de un ejercicio de interpretación, así
fuera para confirmar que la norma es lo suficientemente clara y su comprensión no
precisa de mayores esfuerzos, es decir que igual se requiere de un ejercicio de
interpretación para afirmar que no se requiere de interpretación.

Registro digital: 260866


Instancia: Primera Sala
Sexta Época
Materias(s): Común

102
La interpretación entendida según Guastini, como “Asignarle significado a la norma”, resulta de
ninguna utilidad más allá de la doctrina y, en todo caso, correspondería a un acción diferente a la
de interpretar.
155

Fuente: Semanario Judicial de la Federación. Volumen XLIX, Segunda Parte,


página 58
Tipo: Aislada
“INTERPRETACION Y JURISPRUDENCIA.
Interpretar la ley es desentrañar su sentido y por ello la jurisprudencia es una
forma de interpretación judicial, la de mayor importancia, que tiene fuerza
obligatoria según lo determinan los artículos 193 y 193 bis de la Ley de
Amparo reformada en vigor, según se trate de jurisprudencia establecida por la
Suprema Corte de Justicia funcionando en Pleno o a través de sus Salas. En
síntesis: la jurisprudencia es la obligatoria interpretación y determinación del
sentido de la ley, debiendo acatarse, la que se encuentra vigente en el momento
de aplicar aquella a los casos concretos, resulta absurdo pretender que en el
período de validez de una cierta jurisprudencia se juzguen algunos casos con
interpretaciones ya superados y modificados por ella que es la única aplicable.”
Amparo directo 2349/61. Miguel Yapor Farías. 24 de julio de 1961. Unanimidad de
cuatro votos. Ponente: Juan José González Bustamante.103

Entendida como lo que es, un proceso de investigación analítica que lleva a


descubrir el sentido de una disposición queda claro que se trata de un acto que pertenece
al ámbito científico. Incluso ahora que el Derecho es propenso a elaborar conceptos no
precisamente fieles a su significado textual o a la realidad, sino más bien orientados a un
propósito104, en su forma menos objetiva, lo que hoy se conoce como “interpretación
conforme”, acepta aunque como último recurso que toda norma fuera de la Constitución y
de los tratados internacionales en materia de Derechos Humanos, podría y habría que
verla en su realidad y actuar sobre ella como en Derecho corresponde, de modo que, sí
es contraria a la Constitución y no existe forma de interpretarla en el sentido que no
contravenga al ordenamiento supremo, es posible para el particular reclamar su
inconstitucionalidad y para los jueces ejercer control difuso e inaplicarla en el caso que
ante ellos se ventile.

103
Sexta Época, Semanario Judicial de la Federación. Volumen XLIX, Segunda Parte, página 58,
Aislada, 260866.
104
Como la “violencia de género”, que exclusivamente concibe como tal la que es ejercida por el
varón en contra de la mujer o el “racismo”.
156

En un ámbito de esa naturaleza, es posible, admisible y bastante humano llegar a


la interpretación con alguna predisposición a favor de un determinado resultado. Lo que
no es aceptable es pretender que se conduce una investigación con una mentalidad de
negación absoluta, rechazando prima facie alguno de los posibles resultados, si resultara
ser éste el que arrojara la indagatoria.

En el concepto que se tenía previo a la era neoconstitucionalista de “interpretación


conforme”, se trataba de una herramienta de uso exclusivo para interpretar los preceptos
constitucionales cuando éstos colisionaban, tras una primera interpretación.

Se recurriría ex post a la “interpretación conforme”, pero con conocimiento de


causa y plena consciencia de que el propósito sería crear una ficción para resolver un
problema que, de cualquier otra forma en resultado sería inadmisible, pues se llegaría al
sacrificio de una norma y la eficacia de otra, cuando ambas fueran en estricto sentido
formal, constitucionales.

Sin embargo y precisamente por eso se sostiene que, desde la perspectiva y


visión del Juzgador, tampoco tendría sentido alguno, exigirle fundar o motivar la
resolución dictada bajo la pauta del sistema contenido en el artículo 94 Constitucional,
entiéndase, cuando existe jurisprudencia sobre el tema, ya que, en ese caso, al Juez no le
estaría permitido adoptar otra conducta que no sea la de obedecerle la jurisprudencia y
hacerla cumplir.

Un argumento adicional que bajo esta teoría impide interpretar la jurisprudencia


deriva también de su carácter obligatorio, y es que, de lo contrario, se correría el riesgo
para el orden Constitucional de que, los juzgadores, so pretexto de su interpretación,
terminaran inaplicándola o desnaturalizando su sentido y empleándola en uno adverso al
resultado al que marca la tesis y que textualmente se desprendería para la inteligencia
157

jurídica promedio105, eludiendo así la obligación de acatarla en términos de lo dispuesto en


la Ley de Amparo.

Esto, por supuesto, con excepción hecha de los en su momento Plenos de


Circuito, los Plenos Regionales, las Salas y en última instancia, el Pleno de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, respecto de las jurisprudencias emitidas por los Tribunales
Colegiados y Salas sobre las que pueden ejercer su control de regularidad, esto es, el
control para decidir de entre dos criterios contradictorios, ambos perfectamente
Constitucionales, cuál debe subsistir, sin que ello implique que el criterio despreciado sea
contrario a la Constitución. Este criterio formó parte de la discusión en la que se resolvió
la contradicción de tesis 299/2013 en el Tribunal Pleno.

Esto no le impide qué, si su criterio coincide con el que está plasmando en su


sentencia, o si desea hacerlo, pueda incluir los razonamientos complementarios a favor
del criterio contenido en la tesis de jurisprudencia conforme a la que haya de resolver,
con tal que sean a favor del criterio, pues de lo contrario violentaría el principio de
congruencia interna, esto, por las razones ya indicadas, no alcanzaría para ser
considerada propiamente una interpretación y mucho menos una motivación, que además
aquí, queda fuera de contexto. Y en todo caso, esto resultaría opcional, pues bajo este
sistema de resolución basada en jurisprudencia, le bastará al juzgador con expresar, en la
parte considerativa de la sentencia, el sentido en el que resuelve y justificarlo ante las
partes, con la cita de la tesis jurisprudencial, y la mención de que la misma es vinculante
para el suyo y para todos los demás órganos jurisdiccionales del país.

Por lo demás, (nótese aquí un perfecto ejemplo del modelo o sistema


“reduccionista” que venimos criticando a lo largo y ancho de esta investigación, sistema
105
Hay que mencionar que parte importante de la propaganda que se ha venido dando con gran
insistencia a la Teoría de la Argumentación, en la que la Corte y el Consejo han participado de
manera activa conjuntamente con el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, con el que
mantienen incluso una relación contractual de colaboración general, está compuesta por las ideas
de Guastini y su idea de realismo jurídico y que a su vez, una parte importante de estas ideas
sostiene este tipo de interpretación representa ningún problema cuando se trata de la Ley, lo que
constituye una clara incitación a llevar a cabo este tipo de interpretación. Sin embargo, Guastini,
formado en el Derecho Italiano, nada dice sobre las normas jurisprudenciales que son exclusivas
de nuestro país, pero sería interesante ver qué cantidad de propaganda sufragaría la Corte si se
pronunciara en el mismo sentido sobre estas otras normas. Esto podría explicar los cambios de
humor respecto a la naturaleza de “norma general” en la jurisprudencia que se verá más adelante
en este mismo capítulo.
158

que, considera el autor, debe ser expulsado, desterrado para siempre de nuestro sistema
de impartición de justicia) si el afectado deseara conocer o comprender con mayor detalle
los razonamientos jurídicos por los cuales la sentencia tuvo ese desenlace, los podrá
obtener del criterio jurisprudencial y de su ejecutoria, conjuntamente con los resultandos
de la sentencia y, en caso de haberlos, de los razonamientos complementarios contenidos
la sentencia expuestos por el juzgador, que, de ninguna manera pueden tenerse como
una verdadera interpretación, en tanto que le está prohibido averiguar científicamente la
incorrección o la inconstitucionalidad del criterio, aunque fuera el caso.

Esto no debiera significar perjuicio a la parte que no beneficia el sentido de la


resolución, pues aunque el juzgador se tomara el tiempo y se diera a la tarea para
explicarle con todo detalle su caso específico, en realidad no le reportaría ninguna
diferencia a su situación, pues, de cualquier modo no posibilitaría su defensa, ya que,
como es de explorado Derecho, la jurisprudencia es un mandamiento inderrotable, con
características de generalidad y abstracción que, por destino, no puede considerarse
norma ya que no puede ser tratada como tal, pues no puede ser interpretada, no puede
ser inaplicada, no puede ser cuestionada, combatida, ni sujeta a control Constitucional,
actividades que deben poder hacerse con todas las normas y como con la jurisprudencia
eso no es posible, entonces, se insiste, no es norma. Sin embargo, no por eso podría
decirse que es una norma autoritaria, porque solamente es obligatoria para los tribunales,
no así para el poder legislativo (sino cuando se emite una declaratoria de
inconstitucionalidad) ni para el ejecutivo (sino exclusivamente en los casos particulares a
los que se refieran las sentencias en las que sea aplicado el criterio jurisprudencial, donde
la obligatoriedad no deviene del mandato jurisprudencial sino de la autoridad de cosa
juzgada producto de la sentencia).

Registro digital: 186921


Instancia: Segunda Sala
Novena Época
Materias(s): Común
Tesis: 2a./J. 38/2002
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XV, Mayo de
2002, página 175
159

Tipo: Jurisprudencia
“JURISPRUDENCIA SOBRE INCONSTITUCIONALIDAD DE LEYES. LAS
AUTORIDADES ADMINISTRATIVAS NO ESTÁN OBLIGADAS A APLICARLA
AL CUMPLIR CON LA GARANTÍA DE FUNDAR Y MOTIVAR SUS ACTOS.
La obligación de las autoridades administrativas de fundar y motivar sus actos
consiste en citar de manera específica la ley exactamente aplicable al caso, así
como en expresar las circunstancias especiales, razones particulares o causas
inmediatas que se hayan tenido en consideración para la emisión del acto y la
adecuación entre los motivos aducidos y las normas aplicables y no, en citar
también la jurisprudencia respectiva, esto es, la obligación de fundar los
actos en la ley, no implica hacerlo en la forma en que haya sido interpretada
por los órganos competentes del Poder Judicial de la Federación, dado que la
jurisprudencia tiene notables diferencias con la ley y no puede ser equiparable a
ésta, principalmente porque la jurisprudencia es obra de los órganos
jurisdiccionales y la ley del órgano legislativo, es decir, la jurisprudencia no es
una norma general y sólo se aplica a casos particulares, conforme al principio de
relatividad de las sentencias que rige al juicio de garantías, por lo que resulta
erróneo sostener que los actos de las autoridades administrativas sean violatorios
del artículo 16 constitucional por no apoyarse en la jurisprudencia que declare la
inconstitucionalidad de una ley, habida cuenta que por remisión del octavo
párrafo del artículo 94 de la Constitución Federal, los preceptos 192 y 193 de
la Ley de Amparo, establecen con precisión que la jurisprudencia obliga
solamente a los órganos jurisdiccionales.”
Contradicción de tesis 40/2001-PL. Entre las sustentadas por el Tercer Tribunal
Colegiado en Materia Administrativa del Sexto Circuito y el Primer Tribunal
Colegiado del Décimo Cuarto Circuito. 26 de abril de 2002. Cinco votos. Ponente:
Mariano Azuela Güitrón. Secretario: José Antonio Abel Aguilar.
Tesis de jurisprudencia 38/2002. Aprobada por la Segunda Sala de este Alto
Tribunal, en sesión privada del tres de mayo de dos mil dos.
Nota: Esta tesis fue objeto de la denuncia relativa a la contradicción de tesis
190/2017 del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, desechada por
notoriamente improcedente, mediante acuerdo de 22 de mayo de 2017.106
106
Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XV, Mayo de 2002,
página 175, Jurisprudencia, Tesis: 2a./J. 38/2002, 186921.
160

Registro digital: 182162


Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Novena Época
Materias(s): Administrativa
Tesis: XVII.1o.P.A.27 A
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XIX, Febrero de
2004, página 1080
Tipo: Aislada
“JURISPRUDENCIA. LA AUTORIDAD ADMINISTRATIVA ESTÁ OBLIGADA A
ACATARLA CUANDO SEA FUNDAMENTO DE UNA RESOLUCIÓN DE LA
SALA FISCAL, POR VIRTUD DEL PRINCIPIO DE AUTORIDAD DE COSA
JUZGADA.
Es verdad que la autoridad administrativa no se encuentra obligada a aplicar la
jurisprudencia que dicten los órganos jurisdiccionales de la Federación para
cumplir con la garantía de fundamentación y motivación que todo acto de autoridad
debe contener, porque la jurisprudencia tiene notables diferencias con la ley y no
puede ser equiparable a ésta, tal como lo ha establecido la Segunda Sala de
nuestro Máximo Tribunal al establecer la jurisprudencia 2a./J. 38/2002, de rubro:
"JURISPRUDENCIA SOBRE INCONSTITUCIONALIDAD DE LEYES. LAS
AUTORIDADES ADMINISTRATIVAS NO ESTÁN OBLIGADAS A APLICARLA AL
CUMPLIR CON LA GARANTÍA DE FUNDAR Y MOTIVAR SUS ACTOS.", ya que
ella es obligatoria únicamente para los tribunales, en términos de lo
dispuesto en los artículos 94, octavo párrafo, de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos, 192 y 193 de la Ley de Amparo. Sin embargo,
en los casos en que los actos de las autoridades administrativas sean
impugnados y resulten anulados por resolución de un órgano jurisdiccional
en la que se aplique o acate cualquier criterio de jurisprudencia, entonces
tales autoridades deben cumplir con los lineamientos contenidos en la nueva
determinación cuando alcance la calidad de sentencia firme o ejecutoria,
porque a ello sí les obliga el principio de autoridad (imperium) de la cosa
juzgada y en caso de no hacerlo, incurrirán en responsabilidad que es sancionada
por las leyes de la materia. Por ello, cuando una Sala Fiscal aplique en una
161

sentencia una jurisprudencia y en ella apoye su determinación, la obligatoriedad


de su observancia por las autoridades administrativas dimana del atributo de
imperio de que están dotadas o investidas las resoluciones del Tribunal
Federal de Justicia Fiscal y Administrativa, lo que hace exigible su cumplimiento
cuando las autoridades de referencia emitan el nuevo acto administrativo.”
PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIAS PENAL Y ADMINISTRATIVA
DEL DÉCIMO SÉPTIMO CIRCUITO.
Revisión fiscal 56/2003. Administrador Local Jurídico de Chihuahua y otros. 19 de
noviembre de 2003. Unanimidad de votos. Ponente: Jaime Uriel Torres
Hernández. Secretario: David Fernando Rodríguez Pateén.
Nota: La jurisprudencia citada aparece publicada en el Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XV, mayo de 2002, página 175.107

Esta segunda postura expuesta ha sido elaborada de modo que refleje en forma
sistematizada los criterios jurisprudenciales citados durante su exposición:

Registro digital: 254552


Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Séptima Época
Materias(s): Común
Fuente: Semanario Judicial de la Federación. Volumen 78, Sexta Parte, página 45
Tipo: Aislada
JURISPRUDENCIA, CITA DE. FUNDAMENTACION.
La jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia y de los Tribunales Colegiados
de Circuito puede ser obligatoria para los demás tribunales, en términos de los
artículos 193 y 193 bis de la Ley de Amparo. En consecuencia, cuando la
sentencia reclamada funde el sentido de sus resolutivos en jurisprudencia
que le resulta obligatoria, no puede incurrir en falta de fundamentación y
motivación, puesto que no hace sino acatar un criterio legal que la obliga. Y
cuando un tribunal funda su fallo en tesis de la Suprema Corte o de Tribunales
Colegiados que sostienen un criterio legal fundado en derecho, aunque dichas
tesis no obliguen al tribunal primeramente mencionado, no puede decirse que haya
107
Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XIX, Febrero de 2004,
página 1080, Aislada, Tesis: XVII.1o.P.A.27 A, 182162.
162

incurrido en falta de fundamentación, aunque no haya agregado razonamientos ni


mención de preceptos legales a los que ya contenía la tesis en que se apoyó.
PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA ADMINISTRATIVA DEL PRIMER
CIRCUITO. Amparo directo 264/75. José Garabana, S. de R.L. 24 de junio de
1975. Unanimidad de votos. Ponente: Guillermo Guzmán Orozco.108

Registro digital: 2012726


Instancia: Segunda Sala
Décima Época
Materias(s): Común
Tesis: 2a. CII/2016 (10a.)
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 35, Octubre de
2016, Tomo I, página 928
Tipo: Aislada
JURISPRUDENCIA EMITIDA POR LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA
NACIÓN. NO ES SUSCEPTIBLE DE SUJETARSE A CONTROL
CONSTITUCIONAL.
Si bien la institución de la jurisprudencia prevista en el décimo párrafo del
artículo 94 de la Constitución Federal supone que su aplicación y vigencia es
inmutable hasta en tanto no se sustituya el supuesto normativo al que se refiere
por uno nuevo, lo cierto es que ello no conlleva desconocer la jerarquía
existente entre los diversos órganos del Poder Judicial de la Federación, que
están legitimados para emitir jurisprudencia, en el cual la Suprema Corte de
Justicia de la Nación se encuentra en la cúspide. Bajo este orden, concebida la
jurisprudencia como el resultado de la función y desempeño de la labor
interpretativa y jurisdiccional del Alto Tribunal, sus decisiones y sentencias
no pueden sujetarse a control constitucional, ya que estimar lo contrario
implicaría contrariar la naturaleza de sus resoluciones como "definitivas e
inatacables", lo que resultaría adverso al artículo 61, fracción II, de la Ley de
Amparo. En este sentido, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, como
máximo órgano de control de la regularidad constitucional y convencional de los
actos emitidos por las autoridades en el ejercicio de sus atribuciones y como
108
Séptima Época, Semanario Judicial de la Federación. Volumen 78, Sexta Parte, página 45,
Aislada, 254552.
163

garante primordial del texto de la Constitución Política de los Estados Unidos


Mexicanos, no es susceptible de sujetarse a control constitucional;
desconocer lo anterior significaría ejercitar un medio de control de regularidad
sobre otro más, esto es, si a través de un juicio de amparo o de un recurso de
revisión se plantea la inconstitucionalidad de una jurisprudencia emitida por el Alto
Tribunal, ello implicaría un contrasentido, ya que con el pretexto de analizar su
supuesta inconstitucionalidad lo que en realidad se pretende es modificar
una decisión ejecutoriada, la cual goza además de las características de ser
definitiva e inatacable. Aunado a lo anterior, permitir que los quejosos
impugnen la constitucionalidad de un criterio jurisprudencial del Máximo
Tribunal, implicaría también una violación a los principios de certeza y
seguridad jurídica, ya que lejos de dar congruencia y claridad al contenido
de la Ley de Amparo, se contravendría su mandato, generando una
sensación de inestabilidad e incertidumbre para los justiciables, pues los
órganos jurisdiccionales obligados a aplicarla podrían, incluso, desconocer
su contenido ante la inexistencia de una resolución definitiva e inatacable,
circunstancia que además fue definida por el Pleno de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación en la jurisprudencia P./J. 64/2014 (10a.) 109, en el sentido de
que la jurisprudencia que emita no es susceptible de someterse a control de
constitucionalidad y/o convencionalidad ex oficio, por órganos jurisdiccionales de
menor jerarquía. Por tanto, la Suprema Corte de Justicia de la Nación deberá
potencializar la aplicación de la interpretación más favorable a las personas,
sin que ello signifique el desconocimiento de sus atribuciones como máximo
intérprete del texto constitucional, ni de las reglas de admisibilidad o de
procedencia del juicio de amparo y de los recursos respectivos.”
Amparo directo en revisión 7/2015. Alianza Regiomontana de Vivienda, S.C. de
R.L. de C.V. 12 de agosto de 2015. Unanimidad de cuatro votos de los Ministros
Eduardo Medina Mora I., Juan N. Silva Meza, José Fernando Franco González

109
La tesis de jurisprudencia P./J. 64/2014 (10a.) citada, aparece publicada en el Semanario
Judicial de la Federación del viernes 12 de diciembre de 2014 a las 9:35 horas y en la Gaceta del
Semanario Judicial de la Federación, Décima Época, Libro 13, Tomo I, diciembre de 2014, página
8, con el título y subtítulo: "JURISPRUDENCIA DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA
NACIÓN. NO ES SUSCEPTIBLE DE SOMETERSE A CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
Y/O CONVENCIONALIDAD EX OFFICIO POR ÓRGANOS JURISDICCIONALES DE MENOR
JERARQUÍA". Esta tesis se publicó el viernes 07 de octubre de 2016 a las 10:17 horas en el
Semanario Judicial de la Federación.
164

Salas y Alberto Pérez Dayán; votó con salvedad José Fernando Franco González
Salas. Ausente: Margarita Beatriz Luna Ramos. Ponente: Alberto Pérez Dayán.
Secretario: Jorge Jannu Lizárraga Delgado.110

Registro digital: 2012725


Instancia: Segunda Sala
Décima Época
Materias(s): Constitucional, Común
Tesis: 2a. CIII/2016 (10a.)
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 35, Octubre de
2016, Tomo I, página 927
Tipo: Aislada
“JURISPRUDENCIA EMITIDA POR LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA
NACIÓN. LA IMPOSIBILIDAD DE IMPUGNARLA A TRAVÉS DEL RECURSO DE
REVISIÓN RESULTA ACORDE CON EL TEXTO CONSTITUCIONAL
(CONSTITUCIONALIDAD DEL ARTÍCULO 81, FRACCIÓN II, DE LA LEY DE
AMPARO).
La jurisprudencia es una institución de carácter dinámico, lo que significa que debe
ajustarse al contexto jurídico, social, político y económico, siendo esta la razón por
la que se prevé un sistema en los artículos 228 a 230 de la Ley de Amparo
para que pueda interrumpirse, modificarse e incluso sustituirse. Sin embargo,
la posibilidad de analizar la constitucionalidad de la jurisprudencia emitida
por la Suprema Corte de Justicia de la Nación a través del recurso de
revisión, implicaría estudiar la legalidad de la o las resoluciones que la
originaron, lo que no es jurídicamente posible, pues las sentencias del Alto
Tribunal son definitivas e inatacables, sin que ello signifique la imposibilidad de
modificar o revocar algún criterio jurisprudencial que eventualmente pudiera no ser
acorde con el marco regulatorio de alguna situación jurídica actual y concreta, ya
que el legislador ha establecido un sistema que permite modificar o incluso
sustituir dicho criterio por uno nuevo, atendiendo al "dinamismo" que
caracteriza a la jurisprudencia, observando, por supuesto al momento de
modificarla o sustituirla, la interpretación que le resulte más favorable a la
110
Décima Época, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 35, Octubre de 2016,
Tomo I, página 928, Aislada, Tesis: 2a. CII/2016 (10a.), 2012726.
165

persona, sin llegar a desconocer las restricciones constitucionales expresas


en el texto de la Carta Fundamental. Por tanto, el artículo 81, fracción II, de la
Ley de Amparo es acorde con el texto constitucional, pues el hecho de que no
permita a las personas impugnar el texto de alguna jurisprudencia a través
del recurso de revisión que, a su parecer, resulte inconstitucional o inconvencional,
obedece a que las resoluciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
son definitivas e inatacables, pues lo contrario implicaría aplicar un control
constitucional sobre otro previo, circunstancia que es inadmisible, pues se
atentaría contra los principios de seguridad y certeza jurídica.”
Amparo directo en revisión 7/2015. Alianza Regiomontana de Vivienda, S.C. de
R.L. de C.V. 12 de agosto de 2015. Unanimidad de cuatro votos de los Ministros
Eduardo Medina Mora I., Juan N. Silva Meza, José Fernando Franco González
Salas y Alberto Pérez Dayán; votó con salvedad José Fernando Franco González
Salas. Ausente: Margarita Beatriz Luna Ramos. Ponente: Alberto Pérez Dayán.
Secretario: Jorge Jannu Lizárraga Delgado. Esta tesis se publicó el viernes 07 de
octubre de 2016 a las 10:17 horas en el Semanario Judicial de la Federación.111

Registro digital: 2008148


Instancia: Pleno
Décima Época
Materias(s): Común
Tesis: P./J. 64/2014 (10a.)
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 13, Diciembre de
2014, Tomo I, página 8
Tipo: Jurisprudencia
“JURISPRUDENCIA DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN.
NO ES SUSCEPTIBLE DE SOMETERSE A CONTROL DE
CONSTITUCIONALIDAD Y/O CONVENCIONALIDAD EX OFFICIO POR
ÓRGANOS JURISDICCIONALES DE MENOR JERARQUÍA.
La obligación de las autoridades jurisdiccionales contenida en los artículos 1o. y
133 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, de realizar un
control de constitucionalidad y/o convencionalidad ex officio en materia de
111
Décima Época, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 35, Octubre de 2016,
Tomo I, página 927, Aislada, Tesis: 2a. CIII/2016 (10a.), 2012725.
166

derechos humanos y dar preferencia a los contenidos en la propia Ley Suprema y


en los tratados internacionales, aun a pesar de las disposiciones en contrario
contenidas en cualquier norma inferior, no contempla a la jurisprudencia
emitida por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, porque el artículo 94
constitucional establece que será obligatoria para todos los órganos
jurisdiccionales de conformidad con lo que disponga la ley y, en este caso, la
Ley de Amparo así lo indica tanto en la abrogada como en el artículo 217 de la
vigente; de ahí que no privan las mismas razones que se toman en cuenta
para inaplicar una disposición emitida por el legislador cuando viola
derechos humanos de fuente constitucional o convencional. Cabe precisar
que en los casos en los que se pudiera advertir que una jurisprudencia del
Alto Tribunal desatiende o contradice un derecho humano, cualquiera que
sea su origen, existen los medios legales para que se subsane ese aspecto.
En conclusión, aun partiendo del nuevo modelo de interpretación constitucional, no
es posible determinar que la jurisprudencia del Máximo Tribunal del país
pueda ser objeto de la decisión de un órgano de menor grado que tienda a
inaplicarla, como resultado del ejercicio de control de convencionalidad ex officio,
porque permitirlo daría como resultado que perdiera su carácter de
obligatoria, ocasionando falta de certeza y seguridad jurídica.”
Contradicción de tesis 299/2013. Entre las sustentadas por el Octavo Tribunal
Colegiado de Circuito del Centro Auxiliar de la Tercera Región, con residencia en
Guadalajara, Jalisco, y el Tribunal Colegiado del Vigésimo Quinto Circuito. 14 de
octubre de 2014. Mayoría de siete votos de los Ministros Margarita Beatriz Luna
Ramos, José Fernando Franco González Salas, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea,
Jorge Mario Pardo Rebolledo, Luis María Aguilar Morales, Olga Sánchez Cordero
de García Villegas y Alberto Pérez Dayán; Arturo Zaldívar Lelo de Larrea votó
contra consideraciones; votaron en contra: José Ramón Cossío Díaz y Juan N.
Silva Meza. Ausentes: Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y Sergio A. Valls Hernández.
Ponente: Jorge Mario Pardo Rebolledo. Secretario: Alfonso Francisco Trenado
Ríos.
Tesis y/o criterios contendientes:
El sustentado por el Octavo Tribunal Colegiado de Circuito del Centro Auxiliar de la
Tercera Región, con residencia en Guadalajara, Jalisco, al resolver el amparo
167

directo 122/2013, y el diverso sustentado por el Tribunal Colegiado del Vigésimo


Quinto Circuito, al resolver el amparo directo 210/2013.
El Tribunal Pleno, el primero de diciembre en curso, aprobó, con el número
64/2014 (10a.), la tesis jurisprudencial que antecede. México, Distrito Federal, a
primero de diciembre de dos mil catorce.
Esta tesis se publicó el viernes 12 de diciembre de 2014 a las 09:35 horas en el
Semanario Judicial de la Federación y, por ende, se considera de aplicación
obligatoria a partir del lunes 15 de diciembre de 2014, para los efectos previstos en
el punto séptimo del Acuerdo General Plenario 19/2013.112

Registro digital: 2011479


Instancia: Primera Sala
Décima Época
Materias(s): Común
Tesis: 1ª. CXVII/2016 (10ª.)
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 29, Abril de 2016,
Tomo II, página 1124
Tipo: Aislada
“JURISPRUDENCIA DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN.
CONSECUENCIAS DE SU OBLIGATORIEDAD.
El carácter obligatorio de la jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación no se agota con la transcripción o síntesis del criterio de que se trate,
sino que es necesario que el asunto de que conozcan los tribunales
obligados a aplicarla se resuelva tomando en cuenta el criterio que contiene.
Máxime que los tribunales que conocen de los juicios de amparo son órganos de
control constitucional, cuya finalidad radica en verificar que a los gobernados se
les respeten sus derechos fundamentales, evitando las actuaciones arbitrarias de
la autoridad.”
Amparo directo en revisión 2451/2015. 28 de octubre de 2015. Unanimidad de
cinco votos de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, José Ramón Cossío
Díaz, Jorge Mario Pardo Rebolledo, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y

112
Décima Época, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 13, Diciembre de 2014,
Tomo I, página 8, Jurisprudencia, Tesis: P./J. 64/2014 (10a.), 2008148.
168

Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Ponente: Jorge Mario Pardo Rebolledo. Secretaria:
Rosa María Rojas Vértiz Contreras.
Esta tesis se publicó el viernes 22 de abril de 2016 a las 10:22 horas en el
Semanario Judicial de la Federación.113

Registro digital: 160553


Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Décima Época
Materias(s): Común
Tesis: XXVII.1º.(VIII Región) 6 K (9ª.)
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Libro III, Diciembre de
2011, Tomo 5, página 3772
Tipo: Aislada
“IMPROCEDENCIA DEL AMPARO. ES MOTIVO MANIFIESTO E INDUDABLE
DE ÉSTA, LA EXISTENCIA DE JURISPRUDENCIA EXACTAMENTE
APLICABLE AL CASO, EN LA QUE SE DEFINE CIERTO ASPECTO QUE
DIRECTAMENTE DA LUGAR A LA ACTUALIZACIÓN DE UNA CAUSA DE
IMPROCEDENCIA.
La Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en la tesis 2ª.
LXXI/2002, publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,
Novena Época, Tomo XVI, julio de 2002, página 448, de rubro: “DEMANDA DE
AMPARO. DE NO EXISTIR CAUSA DE IMPROCEDENCIA NOTORIA E
INDUDABLE, O DE TENER DUDA DE SU OPERANCIA, EL JUEZ DE DISTRITO
DEBE ADMITIRLA A TRÁMITE Y NO DESECHARLA DE PLANO.”, definió que un
motivo manifiesto e indudable de improcedencia del juicio de amparo es aquel que
está plenamente demostrado, toda vez que se ha advertido en forma patente y
absolutamente clara de la lectura de la demanda, de los escritos aclaratorios o de
los documentos que se anexan a esas promociones, de manera que aun en el
supuesto de admitirse la demanda y sustanciarse el procedimiento, sería imposible
arribar a una convicción diversa, independientemente de los elementos que
pudieran allegar las partes. Sobre esa base, será motivo manifiesto e indudable

113
Décima Época, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 29, Abril de 2016, Tomo
II, página 1124, Aislada, Tesis: 1ª. CXVII/2016 (10ª.), 2011479.
169

de improcedencia la existencia de jurisprudencia exactamente aplicable al


caso, en la que se define cierto aspecto que directamente da lugar a la
actualización de una causa de improcedencia de ese medio de control
constitucional, no desvirtuarle con posterioridad a la admisión de la demanda,
porque si la aplicación de la jurisprudencia, la cual es obligatoria en términos
de los artículos 192 y 193 de la ley de la materia, presupone el examen de su
adecuación concreta al asunto que mediante ella pretende fundamentarse o
directamente resolver, entonces, es precisamente ese solo ejercicio de
subsunción el que dará pie a que el juzgador de amparo advierta de manera
clara y evidente que, por sus elementos, la pretensión que se somete a su
potestad tiene las mismas características que el asunto que originó la
formación de la jurisprudencia, de suerte que si en ésta se dilucida un
aspecto que directamente produce la improcedencia del juicio, para efectos
del desechamiento de la demanda, tal hipótesis debe considerarse como
manifiesta e indudable respecto del caso concreto.”
PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DE CIRCUITO DEL CENTRO AUXILIAR DE LA
OCTAVA REGIÓN.
Amparo en revisión 600/2011. María Graciela Sarmiento Pérez. 29 de agosto de
2011. Unanimidad de votos. Ponente: José Ybraín Hernández Lima. Secretario:
Juan Carlos Corona Torres.114

Registro digital: 181226


Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Novena Época
Materias(s): Común
Tesis: VIII.4o. J/4
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XX, Julio de
2004, página 1331
Tipo: Jurisprudencia
“AMPARO CONTRA LEYES. REPOSICIÓN DEL PROCEDIMIENTO POR FALTA
DE EMPLAZAMIENTO DE UNA AUTORIDAD RESPONSABLE. ES

114
Décima Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Libro III, Diciembre de 2011,
Tomo 5, página 3772, Aislada, Tesis: XXVII.1º.(VIII Región) 6 K (9ª.), 160553.
170

INNECESARIO CUANDO EXISTE JURISPRUDENCIA QUE DEFINE EL TEMA


DEL ASUNTO EN TRATO.
En los juicios de amparo en los que se reclama la constitucionalidad de una ley o
norma general, es innecesario ordenar la reposición del procedimiento en el caso
de que no se hubiese emplazado a una autoridad responsable, cuando el asunto
respectivo deba resolverse en términos de una jurisprudencia de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación y, por tanto, en nada variaría el sentido del fallo con la
participación de la autoridad cuyo emplazamiento se omitió, pues los
planteamientos de fondo que pudiera llegar a formular resultarían
inoperantes, ya que en todo caso, con la aplicación de la jurisprudencia se
da respuesta en forma integral al tema respectivo; incluso, en el supuesto de
que se adujera la restricción del derecho para plantear causales de improcedencia,
lo cierto es que como el estudio de éstas es oficioso y de orden público, en
términos del último párrafo del artículo 73 de la Ley de Amparo, aun ante la falta
de planteamiento, si el órgano de control constitucional advierte alguna, tendrá que
pronunciarse al respecto.”
CUARTO TRIBUNAL COLEGIADO DEL OCTAVO CIRCUITO115.
Amparo en revisión 95/2004. Subprocurador Fiscal Federal de Amparos, por
ausencia del Secretario de Hacienda y Crédito Público, de los Subsecretarios de
Hacienda y Crédito Público, de Ingresos, de Egresos, del Oficial Mayor y del
Procurador Fiscal de la Federación, en representación del Presidente de la
República. 3 de junio de 2004. Unanimidad de votos. Ponente: Ramón Raúl Arias
Martínez. Secretario: Fernando Sustaita Rojas.
Amparo en revisión 162/2004. Subprocurador Fiscal Federal de Amparos, por
ausencia del Secretario de Hacienda y Crédito Público, de los Subsecretarios de
Hacienda y Crédito Público, de Ingresos, de Egresos, del Oficial Mayor y del

115
Notas: Esta tesis contendió en la contradicción 3/2005-PL resuelta por el Tribunal Pleno, de la
que derivó la tesis P./J. 126/2005, que aparece publicada en el Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XXII, octubre de 2005, página 5, con el rubro:
"AMPARO CONTRA LEYES. DEBE ORDENARSE LA REPOSICIÓN DEL PROCEDIMIENTO SI
NO SE LLAMÓ A JUICIO A UNA DE LAS CÁMARAS DEL CONGRESO DE LA UNIÓN, AUN
CUANDO EXISTA JURISPRUDENCIA DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN
SOBRE LA INCONSTITUCIONALIDAD DE LA NORMA RECLAMADA."
Por ejecutoria de fecha 27 de octubre de 2004, la Primera Sala declaró inexistente la contradicción
de tesis 138/2004-PS en que participó el presente criterio.
Por ejecutoria de fecha 26 de noviembre de 2004, la Segunda Sala declaró inexistente la
contradicción de tesis 155/2004-SS en que participó el presente criterio.
171

Procurador Fiscal de la Federación, en representación del Presidente de la


República. 3 de junio de 2004. Unanimidad de votos. Ponente: Fernando Estrada
Vásquez. Secretaria: Ruth Ochoa Medina.
Amparo en revisión 204/2004. Subprocurador Fiscal Federal de Amparos, por
ausencia del Secretario de Hacienda y Crédito Público, de los Subsecretarios de
Hacienda y Crédito Público, de Ingresos, de Egresos, del Oficial Mayor y del
Procurador Fiscal de la Federación, en representación del Presidente de la
República. 3 de junio de 2004. Unanimidad de votos. Ponente: Víctor Antonio
Pescador Cano. Secretario: Ángel Rodríguez Maldonado.
Amparo en revisión 305/2004. Subprocurador Fiscal Federal de Amparos, por
ausencia del Secretario de Hacienda y Crédito Público, de los Subsecretarios de
Hacienda y Crédito Público, de Ingresos, de Egresos, del Oficial Mayor y del
Procurador Fiscal de la Federación, en representación del Presidente de la
República. 3 de junio de 2004. Unanimidad de votos. Ponente: Víctor Antonio
Pescador Cano. Secretario: Ángel Rodríguez Maldonado.
Amparo en revisión 357/2004. Subprocurador Fiscal Federal de Amparos, por
ausencia del Secretario de Hacienda y Crédito Público, de los Subsecretarios de
Hacienda y Crédito Público, de Ingresos, de Egresos, del Oficial Mayor y del
Procurador Fiscal de la Federación, en representación del Presidente de la
República. 3 de junio de 2004. Unanimidad de votos. Ponente: Ramón Raúl Arias
Martínez. Secretario: Ángel Torres Zamarrón.
Véase: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo
XIX, abril de 2004, página 265, tesis 1a./J. 11/2004, de rubro: "AMPARO CONTRA
LEYES. AUN CUANDO EL HECHO DE NO LLAMAR A JUICIO A ALGUNA DE
LAS CÁMARAS QUE INTEGRAN EL CONGRESO DE LA UNIÓN CONSTITUYA
UNA VIOLACIÓN PROCESAL, RESULTA INNECESARIO ORDENAR LA
REPOSICIÓN DEL PROCEDIMIENTO SI LO QUE PROCEDE ES NEGAR EL
AMPARO O SOBRESEER EN EL JUICIO." y Semanario Judicial de la Federación,
Séptima Época, Volúmenes 163-168, Cuarta Parte, página 63, tesis de rubro:
"LEYES, AMPARO CONTRA. SUPLENCIA DE LA QUEJA CUANDO EXISTE
JURISPRUDENCIA."116

116
Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XX, Julio de 2004,
página 1331, Tesis: VIII.4o. J/4, 181226.
172

Registro digital: 2020102


Instancia: Segunda Sala
Décima Época
Materias(s): Común
Tesis: 2a./J. 84/2019 (10a.)
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 67, Junio de 2019,
Tomo III, página 1978
Tipo: Jurisprudencia
REVISIÓN EN AMPARO DIRECTO. ES INOPERANTE EL AGRAVIO TENDENTE
A CUESTIONAR EL CRITERIO CONTENIDO EN LA JURISPRUDENCIA
EMITIDA POR LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN, EN EL
QUE SE SUSTENTÓ LA SENTENCIA RECURRIDA EN CUANTO AL TEMA DE
CONSTITUCIONALIDAD.
Conforme a los artículos 107, fracción IX, de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos y 83 de la Ley de Amparo, en el recurso de revisión en
amparo directo, competencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sólo
pueden analizarse cuestiones propiamente constitucionales. En ese sentido,
cuando el agravio propuesto en amparo directo en revisión tenga como objeto
impugnar un criterio jurisprudencial emitido por el Máximo Tribunal, en el cual, el
Tribunal Colegiado de Circuito sustentó su determinación sobre la cuestión de
constitucionalidad sometida a su consideración, es inoperante por ser un aspecto
ajeno a la materia de este medio de impugnación.
Amparo directo en revisión 918/2014. Teresa Hernández García. 7 de mayo de
2014. Unanimidad de cuatro votos de los Ministros Alberto Pérez Dayán, José
Fernando Franco González Salas, Margarita Beatriz Luna Ramos y Luis María
Aguilar Morales; Margarita Beatriz Luna Ramos votó con salvedades. Ausente:

Notas: Esta tesis contendió en la contradicción 3/2005-PL resuelta por el Tribunal Pleno, de la que
derivó la tesis P./J. 126/2005, que aparece publicada en el Semanario Judicial de la Federación y
su Gaceta, Novena Época, Tomo XXII, octubre de 2005, página 5, con el rubro: "AMPARO
CONTRA LEYES. DEBE ORDENARSE LA REPOSICIÓN DEL PROCEDIMIENTO SI NO SE
LLAMÓ A JUICIO A UNA DE LAS CÁMARAS DEL CONGRESO DE LA UNIÓN, AUN CUANDO
EXISTA JURISPRUDENCIA DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN SOBRE LA
INCONSTITUCIONALIDAD DE LA NORMA RECLAMADA."
Por ejecutoria de fecha 27 de octubre de 2004, la Primera Sala declaró inexistente la contradicción
de tesis 138/2004-PS en que participó el presente criterio.
Por ejecutoria de fecha 26 de noviembre de 2004, la Segunda Sala declaró inexistente la
contradicción de tesis 155/2004-SS en que participó el presente criterio.
173

Sergio A. Valls Hernández. Ponente: Margarita Beatriz Luna Ramos. Secretaria:


Teresa Sánchez Medellín.
Amparo directo en revisión 2222/2014. María Isabel Figueroa Pérez. 20 de agosto
de 2014. Unanimidad de cuatro votos de los Ministros Alberto Pérez Dayán, José
Fernando Franco González Salas, Margarita Beatriz Luna Ramos y Luis María
Aguilar Morales; votó con salvedad José Fernando Franco González Salas.
Ponente: Sergio A. Valls Hernández; en su ausencia hizo suyo el asunto Margarita
Beatriz Luna Ramos. Secretario: Miguel Ángel Burguete García.
Amparo directo en revisión 5769/2014. Noé Villanueva Ramos y otros. 11 de
marzo de 2015. Cuatro votos de los Ministros Juan N. Silva Meza, José Fernando
Franco González Salas, Margarita Beatriz Luna Ramos y Alberto Pérez Dayán;
votó con salvedad José Fernando Franco González Salas. Ponente: Alberto Pérez
Dayán. Secretaria: Irma Gómez Rodríguez.
Amparo directo en revisión 5624/2014. Lioba Patricia Ochoa Colín. 25 de marzo de
2015. Mayoría de cuatro votos de los Ministros Eduardo Medina Mora I., Juan N.
Silva Meza, José Fernando Franco González Salas y Alberto Pérez Dayán; votó
con salvedad Juan N. Silva Meza. Disidente: Margarita Beatriz Luna Ramos.
Ponente: José Fernando Franco González Salas. Secretaria: Jocelyn Montserrat
Mendizábal Ferreyro.
Recurso de reclamación 98/2019. Importadora y Comercializadora Durán, S.A. de
C.V. 30 de abril de 2019. Unanimidad de cuatro votos de los Ministros Alberto
Pérez Dayán, José Fernando Franco González Salas, Margarita Beatriz Luna
Ramos y Javier Laynez Potisek. Ponente: Eduardo Medina Mora I.; en su ausencia
hizo suyo el asunto Javier Laynez Potisek. Secretario: Juvenal Carbajal Díaz.
Tesis de jurisprudencia 84/2019 (10a.). Aprobada por la Segunda Sala de este Alto
Tribunal, en sesión privada del 29 de mayo de dos mil diecinueve.
Esta tesis se publicó el viernes 14 de junio de 2019 a las 10:20 horas en el
Semanario Judicial de la Federación y, por ende, se considera de aplicación
obligatoria a partir del lunes 17 de junio de 2019, para los efectos previstos en el
punto séptimo del Acuerdo General Plenario 19/2013.117

117
Décima Época, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 67, Junio de 2019, Tomo
III, página 1978, Jurisprudencia, Tesis: 2a./J. 84/2019 (10a.), 2020102.
174

Con todo y que esta última teoría responde a la gran mayoría si no es que a todas
las variables en juego y que, podría decirse, refleja fielmente la postura de los tribunales
de amparo capacitados para producir jurisprudencia, a juzgar por los criterios que han
elaborado por separado a lo largo del tiempo, queda en evidencia una actitud que no
corresponde a la de un Tribunal Constitucional, ni a la del garante y guardián de la
Constitución y de los Derechos Humanos.

Parecería más bien reflejar un poder autoritario que no escucha ni entiende


razones que no sean las suyas, que se visualiza a sí mismo como dueño de la verdad
absoluta, en un plano de superioridad con respecto a las personas, a las Leyes, a los
otros poderes e incluso a los Tratados y la Constitución misma.

Entenderlo y aceptarlo como válido sería tanto como admitir que los juzgadores o
los tribunales fueran como más una especie de secta, que una rama del servicio público y
esto, desde luego, es inadmisible. El ex Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, José Ramón Cossío ha expresado su desaprobación hacia esta actitud del
máximo tribunal, en su coautoría del ensayo citado enseguida:

¿Por qué la Suprema Corte podría escapar de ese control? Insistimos: salvo que
se la crea epistémicamente superior o que se admita que su jurisprudencia es
infalible, no vemos ninguna razón válida que permita pensar que la Corte está
exenta del principio pro persona. Si se admite esa exención, entonces se estaría
aceptando implícitamente que la Corte sencillamente no puede violar derechos
humanos mediante sus criterios (es, pues, infalible en ese aspecto), o bien que,
aunque se admitiese que pudiera violarlos, no son los Jueces ordinarios quienes
puedan advertirlo y resolverlo, sino ella misma a través de los medios previstos en
el sistema, como el de la sustitución de la jurisprudencia, según se pregona en la
tesis negativa. Ninguno de estos dos escenarios es constitucionalmente
admisible, pues ni los Ministros son infalibles –y nada extraordinario hay en ello–,
ni podemos consentir una actitud de soberbia institucional al considerar que la
Corte sólo se corrige a sí misma, ya que ello implicaría desconocer el alcance del
principio pro persona118.
118
Cossío, J., y Lara, R. (2021). ¿Qué hacer con la jurisprudencia que viola derechos humanos?.
Revista del Centro de Estudios Constitucionales. 1, (169-191). https://pjenlinea3.poder-
175

Esta “soberbia institucional”, a la que se refiere el Ministro Cossío, es el punto


débil más franco en esta teoría, antes bien, no el único, pero constituye el motivo principal
por el que no se puede estar de acuerdo con ella, al menos no como la pauta a seguir ni
como una postura que válidamente explique el deber ser del funcionamiento y
entendimiento del fenómeno analizado. Eso sí, pudiera ser útil y revelador en referencia a
cómo funciona actualmente el acontecer jurisdiccional y la jurisprudencia en él. De hecho,
lo inaceptable en esta concepción autoritaria, casi despótica de la jurisprudencia, dentro
de esta teoría es al mismo tiempo lo que hace de ella una explicación plausible de nuestra
realidad y sin este rasgo, muchos de su contenidos y postulados, sencillamente carecen
de explicación y de sentido si pudiera afirmarse que lo tuvo.

Por ejemplo, la idea de un doble sistema para resolver carecería de sentido si no


hubiera en verdad un sistema distinto y ciertamente no se encuentra una verdadera razón
que justifique la necesidad de dos sistemas. La sola existencia de jurisprudencia en el
tema no es razón suficiente para someter a un sistema diametralmente opuesto a
cualquier idea sobre rendición de cuentas, donde el derecho de audiencia es
prácticamente ilusorio, porque la controversia tiene la suerte echada desde el principio si
existe jurisprudencia.

Por otra parte, negar el carácter de norma general a las tesis de jurisprudencia, y
sin embargo seguir empleándola con todos los efectos y todas las características de una
norma, salvo por la no sujeción a control alguno es una burda “petición de principio”,
falacia similar a aquella en la que incurrió Alexy en su distinción entre “reglas y
principios”119.

El reconocimiento de la naturaleza normativa de la jurisprudencia no solo es una


realidad difícil de ocultar a partir de la quinta época y hasta nuestros días. También y
principalmente, constituye la única base firme y seria sobre la que puede construirse una
teoría sobre el uso de este concepto atípico de jurisprudencia, al menos de la forma como
se ha venido entendiendo y como se utiliza en México; Insistir en la negación de su
judicial.go.cr/biblioteca/uploads/Archivos/Articulo/que%20hacer%20con%20la
%20jurisprudencia.pdf
119
Donde la misma norma puede ser principio o regla, según la conducta que frente a ella asuma el
intérprete.
176

naturaleza normativa en nuestra ciencia, sería como volver al terraplenismo en la


astrofísica, a menos que se asumieron todas las consecuencias no reconocerles tal
carácter; eso supondría un cambio de proporciones épicas.

Por ahora, a punto de cierre de este subapartado, debe notarse, que con todo y
que ambas teorías al final rechazan que la jurisprudencia sea norma general, eso no
significa que coincidan; de hecho no lo hacen.

Su rechazo a dicha naturaleza obedece a motivos totalmente diferentes; puede


fácilmente advertirse que las dos impresentables teorías anteriormente expuestas, la
conciben de modos diametralmente opuestos.

De la misma manera, el reconocimiento estable de esta naturaleza específica no


debería pensarse que resolverá ipso jure ni ipso facto toda esta problemática, pues, así
como desde la negación puede surgir más de una teoría (incluso alguna pudiera ser
plausible, aunque menos probable), desde la postura opuesta puede suceder lo mismo y
si se está abordando el Derecho con vocación y pretensión de ciencia, no se debería
admitir más de una respuesta correcta al mismo tiempo, pues ello debilita seriamente la
seguridad jurídica.

3.5.3 Tesis Complaciente


En la novena época, sin una comprensión cabal sobre del tema, el Tribunal Pleno
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación produjo, en la segunda mitad del 2000, un
criterio de jurisprudencia cuyo rubro y texto son del tenor siguiente:

Registro digital: 191112


Instancia: Pleno
Novena Época
Materias(s): Común
Tesis: P./J. 88/2000
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XII, Septiembre
de 2000, página 8
Tipo: Jurisprudencia
177

JURISPRUDENCIA. SU TRANSCRIPCIÓN POR LOS ÓRGANOS


JURISDICCIONALES EN SUS RESOLUCIONES, PUEDE SER APTA PARA
FUNDARLAS Y MOTIVARLAS, A CONDICIÓN DE QUE SE DEMUESTRE SU
APLICACIÓN AL CASO.
Las tesis jurisprudenciales emitidas por la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
funcionando en Pleno o en Salas, y las que dictan los Tribunales Colegiados de
Circuito, dentro de sus respectivas competencias, son el resultado de la
interpretación de las normas de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, así como de los tratados internacionales, leyes federales, locales y
disposiciones reglamentarias y, al mismo tiempo constituyen normas de
carácter positivo obligatorias para los tribunales judiciales o
jurisdiccionales, en términos de lo dispuesto en los artículos 192 y 193 de la Ley
de Amparo, y 177 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación. Sin
embargo, como el artículo 16 constitucional obliga a toda autoridad a fundar
y motivar sus resoluciones, debe estimarse que la sola transcripción de las
tesis jurisprudenciales no es suficiente para cumplir con la exigencia
constitucional, sino que es necesario que el órgano jurisdiccional asiente las
consideraciones lógicas que demuestren, cuando menos, su aplicabilidad al
caso concreto independientemente de que, de ser necesario, el juzgador
complemente la aplicación de los criterios jurisprudenciales en que se
apoye, con razonamientos adicionales que aseguren el cumplimiento de la
referida garantía constitucional.
Contradicción de tesis 17/98. Entre las sustentadas por el Primer Tribunal
Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito y el Segundo Tribunal
Colegiado del Cuarto Circuito y el criterio sostenido por el Cuarto Tribunal
Colegiado en Materia de Trabajo del Primer Circuito. 12 de junio de 2000. Once
votos. Ponente: Juan Díaz Romero. Secretario: Raúl García Ramos.
El Tribunal Pleno, en su sesión privada celebrada hoy cinco de septiembre en
curso, aprobó, con el número 88/2000, la tesis jurisprudencial que antecede.
México, Distrito Federal, a cinco de septiembre de dos mil.120

120
Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XII, Septiembre de
2000, página 8, Jurisprudencia, Tesis: P./J. 88/2000, 191112.
178

Como puede apreciarse de la transcripción, la tesis omite pronunciamiento sobre


las premisas en las que se apoya y no se trata de aspectos que puedan considerarse de
explorado Derecho; o de los que la doctrina o la jurisprudencia misma tuviera un
entendimiento claro y consolidado. Entre dichas premisas está reconocer el carácter de
norma general de las tesis de jurisprudencia, lo cual, se insiste, no justifica con
suficiencia.

Sin embargo, donde sí fue categóricamente omisa, es en atender la aparente


antinomia entre la jurisprudencia y el artículo 14 Constitucional, ya que, nuevamente, se
privilegió la discreción sobre la solución y ni siquiera se menciona este dispositivo. Solo se
aborda el tema de legalidad conforme al artículo 16 del magno ordenamiento. El criterio
jurisprudencial al que se hace referencia es el siguiente:

No obstante el mismo aparece como formalmente vigente, verle citado en una


sentencia no es un frecuente, y menos aún, obedecido. Esto no sorprende, pues en dicho
criterio se advierten al menos 4 partes en conflicto que explican las dificultades para
comprenderse y por ende para darle eficacia real:

1. Inicialmente, si se atiende al rubro: “PUEDE SER APTA PARA FUNDARLAS


Y MOTIVARLAS, A CONDICIÓN DE QUE SE DEMUESTRE SU APLICACIÓN
AL CASO” daría lugar a entender que la sola transcripción puede hacer
innecesario fundar y motivar, porque ello quedaría cubierto con la sola
transcripción de la tesis, máxime si tenemos en cuenta que, según la tesis que
permite una fundamentación tácita de las resoluciones jurisdiccionales, tesis
que a la fecha constituye el criterio vigente, la “conformidad” con la Ley, se
verifica en un ejercicio posterior a la sentencia, realizado por el tribunal de
alzada o incluso en amparo directo, de modo que no es necesario que esté
contenido en la misma sentencia. De tal suerte, la condición de “se demuestre
su aplicación al caso”, bien pudiera entenderse que tampoco debiera estar
necesariamente contenida en la sentencia, sino que sería motivo de
pronunciamiento por el tribunal de alzada, quedando en total libertad de decidir
utilizar los argumentos que mejor considere para estimar aplicable la tesis
invocada por el A Quo, e incluso acudir a fundamentos diversos a los del A
179

Quo, atento a que “la cita del precepto aplicable de cualquier manera no es
necesaria”.
2. Luego, en el texto se observa que: “son el resultado de la interpretación de las
normas de la Constitución y disposiciones reglamentarias y, al mismo tiempo,
constituyen normas de carácter positivo obligatorias para los tribunales
judiciales o jurisdiccionales (…)” lo que permite asumir que ubica la
jurisprudencia en la fundamentación, contra lo que se desprende del rubro, en
los ambiguos términos en que fue redactado, afirmando que “puede ser apta
(la trascripción) para fundarlas y motivarlas”.
3. Más adelante dice que la transcripción: “…no es suficiente para cumplir con
la exigencia constitucional, sino que es necesario que el órgano
jurisdiccional asiente las consideraciones lógicas que demuestren, cuando
menos, su aplicabilidad al caso concreto”, también contradice al rubro
(donde dice que puede ser apta no solo para fundarlas sino para fundarlas y
motivarlas) pero coincide con lo anterior, confirmando entonces que la tesis
sería el fundamento y el juzgador debería motivar la aplicabilidad del
precedente con argumentos específicos al respecto, que es como debería
estar redactado el rubro.
4. Es importante tener en cuenta que esta tesis fue aprobada en septiembre de
2000, pero el octubre del mismo año, el mismo Tribunal Pleno aprueba otro
criterio también obligatorio en el que sostiene que: “la jurisprudencia … no
constituye una norma jurídica (…) ya que no cumple con las
características de generalidad, obligatoriedad y abstracción" y con esto
resultaría imposible que las tesis fundaran las resoluciones, de modo que la
afirmación que quedaría viva del rubro sería precisamente la que está
equivocada y que contradice a la médula de la tesis, esto es, que la sola
transcripción no es apta para motivarlas sino que deben expresase
razonamientos para demostrar su aplicabilidad.
5. Al final, esta misma falta de claridad y determinación de forma clara y
contundente, pudiera entenderse que vuelve a lo que textualmente dice el
rubro: “ (…) de ser necesario, el juzgador complemente la aplicación de
los criterios jurisprudenciales en que se apoye, con razonamientos
adicionales que aseguren el cumplimiento de la referida garantía
180

constitucional”, cuando, en realidad, al decir adicionales no se refiere a otra


cosa que a que sean adicionales a los razonamientos que demuestran su
aplicabilidad (que son obligatorios y con los que estaría completo el
cumplimiento), no a la sola transcripción (que por sí sola es insuficiente pues
necesita de los razonamientos que demuestren su aplicabilidad), y, entendido
así, lo que contradiría a la afirmación inmediata anterior, es decir, como
refiriéndose a la motivación como si fueran razonamientos “ADICIONALES”, a
la nuda aplicación de la tesis, y esto, si acaso fuera necesario, lo que, con una
interpretación artificiosa y mal intencionada, pudiera aprovechar el error dejado
en el rubro y así avalar en un futuro asunto que la transcripción por sí sola sí
fuera apta para fundamentar y motivar.

En todo caso, esta jurisprudencia quedó corta respecto a la dimensión real del
problema jurídico que pretendía resolver. El tema de cómo es que la jurisprudencia puede
emplearse para cumplir el requisito de fundamentación y el cómo con el de motivación
quedó lejos de ser resuelto.

Sin embargo, es de reconocerse que, así haya sido de manera dogmática, al


menos sí es atinada en transmitir el mensaje que motivar las sentencias aun si se fundan
en tesis es un requisito, aduciendo el artículo 16 Constitucional; sin embargo, no toma por
los cuernos al problema real que en todo caso sería el artículo 14 Constitucional por lo
que, esta tesis no podría emplearse para resolver un planteamiento de
inconstitucionalidad en contra de que la sentencia se funde en tesis, basado en este
último.

Tampoco puede decirse que derive de una profunda interpretación del artículo 16
Constitucional. Lo que sí es posible, es afirmar que esta tesis aportó las afirmaciones en
el sentido correcto, aunque quedó a deber en los razonamientos, lo que le restó
comprensibilidad y probablemente ello sea motivo de que sea infrecuente verla invocada
en alguna resolución jurisdiccional.

Esto, sumado al errático parecer de la Corte sobre la naturaleza normativa de la


jurisprudencia, premisa en la que descansa, pudo haber sofocado en gran medida su
181

aplicación, dejándolo en una especie de limbo jurídico, aunque, formalmente debe


entenderse como criterio vigente, sin embargo, las tesis que más delante insistieron en
negar nuevamente el carácter de norma general a las tesis, no nos permiten despojarnos
de este estado de incertidumbre.

Por otra parte, repasando su proceso de creación (en la ejecutoria de la


contradicción de tesis) podemos ver que, de alguna manera, durante las séptima y octava
épocas se tenía, al menos, una noción de esta teoría y estas conclusiones a las que
hemos arribado, aunque sin una visión integral como es presentada en este trabajo,
particularmente en este capítulo, de lo que, más allá de la demagogia y el argumento de
autoridad podía hacer la jurisprudencia y sus distintas funciones en las sentencias, a
juzgar por el contenido de unos pocos precedentes como el del Primer Tribunal Colegiado
en Materia Administrativa del Primer Circuito, al resolver el Amparo Directo 264/75, bajo la
ponencia del Magistrado Guillermo Guzmán Orozco, de cuya ejecutoria derivó la tesis
aislada siguiente:

Registro digital: 254552


Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Séptima Época
Materias(s): Común
Fuente: Semanario Judicial de la Federación. Volumen 78, Sexta Parte, página 45
Tipo: Aislada
JURISPRUDENCIA, CITA DE. FUNDAMENTACION.
La jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia y de los Tribunales Colegiados
de Circuito puede ser obligatoria para los demás tribunales, en términos de los
artículos 193 y 193 bis de la Ley de Amparo. En consecuencia, cuando la
sentencia reclamada funde el sentido de sus resolutivos en jurisprudencia
que le resulta obligatoria, no puede incurrir en falta de fundamentación y
motivación, puesto que no hace sino acatar un criterio legal que la obliga. Y
cuando un tribunal funda su fallo en tesis de la Suprema Corte o de Tribunales
Colegiados que sostienen un criterio legal fundado en derecho, aunque dichas
tesis no obliguen al tribunal primeramente mencionado, no puede decirse que haya
incurrido en falta de fundamentación, aunque no haya agregado razonamientos
182

ni mención de preceptos legales a los que ya contenía la tesis en que se


apoyó.121 122

A pesar de no ser la redacción más clara o afortunada, el criterio parece correcto,


si se parte de que solamente se refiere a la fundamentación y no a la motivación.

Si bien podría ser engañosa la parte donde refiere “aunque no haya agregado
razonamientos ni mención de preceptos legales”, bajo la teoría de conjuntos se desprende
que tanto los razonamientos como la mención no agregados, se refieren ambos a
preceptos legales y no a la total omisión de argumento o razonamiento alguno, pues de
entenderse así sería totalmente absurdo ya que así la sentencia no guardaría diferencia
alguna con la tesis citada por el juzgador y una sentencia así difícilmente podría ser
considerada una sentencia. Recordemos que, en el rubro, la tesis indica el tema sobre el
que trata y en este caso, la tesis habla de fundamentación, y para ello no se requieren los
razonamientos sino las normas.123 Los razonamientos sí son requeridos, pero en la
motivación y no en la fundamentación.

Más adelante, en la octava época, con una mejor redacción, este criterio fue
adoptado por el entonces Segundo Tribunal Colegiado del Cuarto Circuito, en el criterio
aislado que a continuación se transcribe:

Registro digital: 218186


Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Octava Época

121
Séptima Época, Semanario Judicial de la Federación. Volumen 78, Sexta Parte, página 45,
Aislada, 254552.
122
PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA ADMINISTRATIVA DEL PRIMER CIRCUITO.
Amparo directo 264/75. José Garabana, S. de R.L. 24 de junio de 1975. Unanimidad de votos.
Ponente: Guillermo Guzmán Orozco.
123
Aunque muy probablemente la intención del tribunal fuera efectivamente sostener que la sola
trascripción hace todo el trabajo (intención que fue fuera evidenciada en la teoría de los sistemas
ajenos), también es probable que este tribunal haya tenido la noción correcta en mente y que
simplemente lo tenía tan claro como lo tenemos ahora en este trabajo, y por ende no haya atinado
en expresar la idea de manera clara o incluso que haya pecado de tibia para no confrontar a algún
radical en la Corte y no meterse en problemas, lo cierto es que en la norma jurisprudencial no es
relevante sino lo que expresa la propia norma. En las Leyes es distinto, ya que el legislativo es un
poder electo democrática y directamente en las urnas, un respaldo del que carecen los Ministros y
los Magistrados.
183

Materias(s): Común
Fuente: Semanario Judicial de la Federación. Tomo X, Octubre de 1992, página
341
Tipo: Aislada
“FUNDAMENTACION DEL ACTO RECLAMADO, SE SATISFACE CON LA CITA
DE LA JURISPRUDENCIA.
Si el mandamiento que se impugna se encuentra apoyado en alguna tesis de
jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el requisito
constitucional de legal fundamentación del acto de autoridad debe estimarse
satisfecho, pues la jurisprudencia es la interpretación de la ley que el máximo
Tribunal del país efectúa en determinado sentido, cuya observancia es obligatoria
de conformidad con el artículo 192 de la Ley de Amparo, por lo que su aplicación
de parte de la autoridad responsable lleva concomitante la de la ley
interpretada.124 125

Esta tesis perfecciona la de la séptima época con una mejor redacción, cuidando
que la terminología no diera pie a invadir el campo de la motivación. De hecho,
atendiendo a la forma en que se resolvió este asunto que derivó en ese criterio aislado
(AD. 368/92 del Segundo Colegiado del Cuarto Circuito, Ponencia del Magistrado Leandro
Fernández Castillo) y a la litis en el mismo (esto puede encontrarse en la ejecutoria de la
contradicción que derivó en la tesis complaciente) se obtiene que efectivamente el único
tema sobre el que se pronunciaba ahí era fundamentación, porque se habían expresado
razonamientos para justificar la aplicación de los criterios y del sentido alcanzado:

"Sustanciado el juicio el siete de junio de mil novecientos noventa y uno el Juez


del conocimiento dictó sentencia mediante la cual declaró procedente el juicio
sumario de desahucio, condenando a la demandada respecto de todas y cada
una de las prestaciones exigidas, e inconforme con esta determinación dicha
parte reo interpuso recurso de apelación del que correspondió conocer al

124
Octava Época, Semanario Judicial de la Federación. Tomo X, Octubre de 1992, página 341,
Aislada, 218186.
125
SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL CUARTO CIRCUITO. Amparo directo 368/92. Idalia
Sánchez viuda de Ramón. 12 de agosto de 1992. Unanimidad de votos. Ponente: Leandro
Fernández Castillo. Secretario: Juan Manuel Rodríguez Gámez.
184

Magistrado de la Primera Sala del Tribunal Superior de Justicia del Estado, quien
el veintisiete de abril de mil novecientos noventa y dos dictó la sentencia
definitiva que en el caso a estudio constituye el acto reclamado, al tenor de los
siguientes puntos resolutivos: ‘PRIMERO: Son improcedentes los agravios
formulados con motivo del recurso de apelación hecho valer por la señora Idalia
Sánchez viuda de Ramón dentro del presente juicio, por tanto; SEGUNDO: Se
confirma en todas y cada una de sus partes la sentencia definitiva de fecha siete
de junio de mil novecientos noventa y uno, pronunciada por el ciudadano Juez
Cuarto de lo Civil del Primer Distrito Judicial en el Estado, dentro del expediente
número 285/91, relativo al juicio sumario de desahucio promovido por la señora
María Leticia Chapa de Villarreal, por sus propios derechos, en contra de la
mencionada recurrente señora Idalia Sánchez de Ramón, y cuyos puntos
resolutivos quedaron precisados en el resultando único de la presente resolución;
TERCERO: Se condena a la demandada recurrente a pagar a su contraparte los
gastos y costas originados con motivo de la tramitación de ambas instancias en
este juicio; CUARTO: Notifíquese personalmente.’.

"Dicha sentencia se apoya en las siguientes consideraciones: ‘TERCERO.-Para


el efecto de resolver en relación a los agravios que tiene manifestados la
demandada recurrente señora Idalia Sánchez viuda de Ramón y después de
haber llevado a cabo el examen de los motivos de inconformidad expuestos por
ésta, y de haber relacionado lo argumentado por la misma, con las constancias
procesales conducentes, el suscrito Magistrado se encuentra en posibilidad de
determinar que devienen improcedentes los agravios hechos valer en la especie.
En efecto, y en relación al primer motivo de inconformidad expresado por la
recurrente resulta improcedente, ya que al argumentar que el contrato base de la
acción lo firmó únicamente como testigo y que precisamente por esa razón
reconoció la firma estampada por ella en el documento base de la acción, está
introduciendo una nueva excepción a la litis que no procede conforme a las
reglas jurídico-procesales que regulan este recurso de apelación, pues no
habiendo aducido dicha circunstancia durante la primera instancia, es
improcedente hacerla valer en este recurso, ya que no pueden agregarse nuevos
elementos a la litis por establecerlo así la propia ley, ya que en concordancia con
el artículo 449 del código procesal civil vigente en el Estado, el superior tribunal
185

sólo tiene como función examinar el procedimiento del inferior, para decidir si la
sentencia por éste pronunciada estima debidamente el derecho. Es así que la
circunstancia a la que alude la recurrente de haber firmado el contrato base de la
acción únicamente en calidad de testigo, se considera por esta autoridad como
una nueva excepción, ya que en ningún momento ni en su contestación ni
durante la secuela del juicio en la primera instancia adujo dicha circunstancia, por
lo que resulta improcedente su pretensión de hacerla valer en este recurso. Para
robustecer lo anterior se transcribe ejecutoria de la Corte que establece:
«AGRAVIOS EN LA APELACIÓN.-El tribunal de apelación no puede resolver
cuestiones que no llegaron a ser planteadas en la litis de primera instancia,
puesto que el Juez a quo no estuvo en condiciones de tomarlas en cuenta al
dictar resolución.» AD. 5950/73. 3a. Sala. Séptima Época. Volumen 69. Cuarta
Parte. Pág. 13.-Igualmente y dentro del primer agravio expresado por la apelante
y que ahora se estudia, se declara improcedente el motivo de inconformidad
hecho valer en el sentido de que el a quo debió declarar procedentes sus
excepciones, ya que al contrario (sic) base de la acción le falta la firma del
arrendatario. Al respecto esta Sala considera que lo expresado por la
apelante en los términos expuestos no puede considerarse propiamente
como agravio, ya que la apelante sólo se limita a reproducir un argumento
de los que hizo valer en primera instancia y que fue estudiado y resuelto
por el Juez de origen y en virtud de que no combate en manera alguna las
consideraciones que el a quo utiliza como base para su sentencia y en
especial las que le sirvieran de fundamento para resolver el punto
específico al que alude, deviene desestimar dicho motivo de inconformidad
por no constituir propiamente un agravio; así lo ha establecido la Suprema
Corte de Justicia de la Nación en jurisprudencia definitiva, que a la letra dice:
«AGRAVIOS. NO LO SON LAS AFIRMACIONES QUE NO RAZONAN CONTRA
LOS FUNDAMENTOS DEL FALLO QUE ATACAN.-No puede considerarse
como agravio la simple manifestación u opinión del recurrente de inconformidad
con el sentido de la sentencia recurrida por considerarla ilegal, ya que el mismo
debe impugnar con razonamientos, los que la hayan fundado.». Jurisprudencia
322, Séptima Época, Pág. 539, 2a. Sala, Tercera Parte, Apéndice 1917-1975.’.

"...
186

"TERCERO.-Se hacen valer los siguientes conceptos de violación: ‘Primero: La


sentencia dictada por el Magistrado responsable y que ahora se combate, viola
en mi perjuicio las garantías de certeza, seguridad jurídica y legalidad,
consagradas en el párrafo cuarto del artículo 14 así como el artículo 16 de la
Constitución General de la República al hacer una inexacta aplicación de
diversas disposiciones legales y omitir otras tantas, que más adelante se
señalarán, así como también al no fundar y motivar la resolución que me lesiona.
En efecto, el fallo que se combate conculca el artículo 14 constitucional al
no fundar ni motivar el Magistrado que lo emitió ninguno de sus
considerandos, puesto que únicamente se limita a citar algunas
jurisprudencias y en la única ocasión en que menciona normas jurídicas lo
hace reiterando lo que manifestó el a quo (parte final del segundo párrafo
de la hoja 6), con lo cual es patente la violación a las garantías que me
otorga la norma jurídica señalada con anterioridad. 2. Otra violación a las
garantías de seguridad jurídica y legalidad ...’.

"CUARTO.- El primero de los conceptos de violación, en el que se alega la falta


de fundamentación y motivación de la sentencia reclamada, es infundado.

"En lo que ve al requisito de fundamentación, debe estimarse satisfecho


con las jurisprudencias de los rubros: ‘AGRAVIOS EN LA APELACIÓN.’,
‘AGRAVIOS. NO LO SON LAS AFIRMACIONES QUE NO RAZONAN CONTRA
LOS FUNDAMENTOS DEL FALLO QUE ATACAN.’, ‘AGRAVIO. CASOS EN
QUE LO OCASIONAN LOS RAZONAMIENTOS FORMULADOS A MAYOR
ABUNDAMIENTO.’, invocadas por el Magistrado responsable para apoyar su
decisión de desestimar parcialmente los agravios propuestos en la apelación,
pues al ser la jurisprudencia la interpretación de la ley que la Suprema Corte de
Justicia de la Nación efectúa en determinado sentido, y que resulta obligatoria
por ordenarlo así el artículo 192 de la Ley de Amparo, su aplicación de parte de
la autoridad responsable lleva concomitante la de la ley que interpreta, por lo que
es concluyente que en el caso concreto sí se expresaron los fundamentos
legales aplicables al caso, como lo exige el artículo 16 constitucional para
considerar que un acto de autoridad está adecuada y suficientemente fundado. Y
en relación al requisito de motivación, SE ENCUENTRA CUBIERTO CON
LAS RAZONES que dio el Magistrado responsable para concluir que los
187

agravios expresados en la apelación eran inoperantes en términos de las


referidas tesis jurisprudenciales.

"El segundo de los conceptos de violación es inoperante ..."

Como consecuencia de la ejecutoria en cuestión, el propio Tribunal Colegiado


dictó la tesis que aparece publicada en la página 341, Tomo X, octubre, Octava
Época, del Semanario Judicial de la Federación, que dice:

"FUNDAMENTACIÓN DEL ACTO RECLAMADO, SE SATISFACE CON LA CITA


DE LA JURISPRUDENCIA.-Si el mandamiento que se impugna se encuentra
apoyado en alguna tesis de jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, el requisito constitucional de legal fundamentación del acto de autoridad
debe estimarse satisfecho, pues la jurisprudencia es la interpretación de la ley
que el Máximo Tribunal del país efectúa en determinado sentido, cuya
observancia es obligatoria de conformidad con el artículo 192 de la Ley de
Amparo, por lo que su aplicación de parte de la autoridad responsable lleva
concomitante la de la ley interpretada."

Siendo así, no podríamos, sino estar de acuerdo con la tesis, ya que únicamente
se refiere a la fundamentación y no a la motivación, lo que apuntaría más o menos
en el sentido de nuestra postura.

Más tarde, en la novena época, el Cuarto Tribunal Colegiado en materia del


Trabajo del Primer Circuito produjo, el criterio siguiente:

Registro digital: 196297


Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Novena Época
Materias(s): Común
Tesis: I.4o.T.19 K
188

Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo VII, Mayo de


1998, página 1021
Tipo: Aislada
“FUNDAMENTACIÓN Y MOTIVACIÓN. NO PUEDEN OMITIRSE POR LA
SIMPLE CITA DE JURISPRUDENCIA.
Aunque la jurisprudencia es una importantísima fuente del derecho en nuestro
sistema jurídico, tal circunstancia no entraña que, so pretexto de su aplicación, se
dé la omnímoda posibilidad de que se ignore o margine el imperativo constitucional
(artículo 16 de la Máxima Ley) de que todo acto de autoridad dirigido a inferir una
molestia al gobernado, cuente con la debida fundamentación y motivación,
aspectos insoslayables en la conducta del juzgador; de suerte que la sola cita de
una tesis jurisprudencial, sin precederle la consiguiente motivación, implica
violación de garantías”.126 127

Nuevamente, esta última viene a complementar el mismo criterio que se observa


en los dos anteriores, en la medida que, en este caso, se refiere a la motivación y no a la
fundamentación. En este punto, es de advertirse que los criterios no están en
contradicción sino que apuntan en la misma dirección y en todo caso, están de acuerdo
en lo mismo, dicho desde diferente perspectiva, unos dicen “fundamentación sí” y los
otros dicen “motivación no”, esto es, que sí es posible tener por cubierta la
fundamentación del acto con la cita o transcripción de una tesis jurisprudencial y por la
otra, que la sola cita de la tesis, sin la debida motivación no puede tener por cumplido el
requisito del artículo 16 Constitucional, que exige que todo acto esté debidamente
fundado y motivado, entendido lo primero (fundamentación) por la cita de la norma
aplicable al caso y por lo segundo (motivación) los razonamientos en virtud de los cuales,
la norma resulta aplicable a la materia litigiosa.

Lo que significa que la jurisprudencia, cuando funda no puede motivar.

126
Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo VII, Mayo de 1998,
página 1021, Aislada, Tesis: I.4o.T.19 K, 196297.
127
CUARTO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA DE TRABAJO DEL PRIMER CIRCUITO.
Amparo directo 75/97. Petróleos Mexicanos. 24 de febrero de 1997. Unanimidad de votos.
Ponente: Isaías Corona Ortiz. Secretario: Enrique Munguía Padilla.
Amparo directo 804/92. Felipe Arellano Arellano y otros. 18 de marzo de 1992. Unanimidad de
votos. Ponente: Fortino Valencia Sandoval. Secretario: Leonardo A. López Taboada.
189

Ciertamente, si en un caso concreto, el acto no está fundado y no está motivado,


incumple con la garantía de legalidad, pero igual incumple faltando uno solo de esos
elementos; es decir, que para no cumplir es suficiente que no esté fundado o que no esté
motivado, aun estando fundado, para tener por no cumplidas las exigencias de esta
garantía.

Más no por ello dejan de ser, la fundamentación y la motivación del acto de


autoridad, dos exigencias diferentes que se cumplen de forma distinta pudiendo bien
darse el caso que el acto esté fundado, pero no motivado e incluso también pudiera en
muy limitados casos el acto contener solo la motivación y no la fundamentación, y ambos
resultarían en una sentencia defectuosa.

Sin embargo, a pesar de coincidir los criterios transcritos, sorprendentemente el


Pleno de trámite la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en el expediente de
Contradicción de Tesis 17/98, determinó que existía contradicción entre las mencionadas,
como se advierte de la ejecutoria en dicho asunto, de la cual fueron obtenidos los
extractos siguientes:

QUINTO.- Atento a los antecedentes relatados y con el fin de dilucidar si en el


caso existe la contradicción de tesis denunciada, se toma en consideración que
dichos tribunales contendientes se pronunciaron sobre cuestiones jurídicas
iguales, esto es, sobre el alcance legal que tiene la sola cita de
la jurisprudencia por la autoridad judicial o jurisdiccional en las resoluciones
emitidas con motivo de sus funciones. Ante tal planteamiento, los referidos
tribunales de que se trata establecen criterios divergentes, pues mientras el
Primer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito y el
Segundo Tribunal Colegiado del Cuarto Circuito, coinciden en sostener que
basta la cita de la jurisprudencia que le resulte obligatoria al órgano judicial
o jurisdiccional emisor de la resolución cuyo dictado le competa, para que
satisfaga los requisitos de fundamentación y motivación de la misma, sin que
resulte necesario agregar razonamientos ni mencionar preceptos legales a los que
haga referencia la jurisprudencia en que se apoya, lo cual se sostiene en las tesis
190

ya transcritas, consultables bajo los rubros: "JURISPRUDENCIA, CITA DE.


FUNDAMENTACIÓN." y "FUNDAMENTACIÓN DEL ACTO RECLAMADO, SE
SATISFACE CON LA CITA DE LA JURISPRUDENCIA.", el Cuarto Tribunal del
Primer Circuito, sostiene que no obstante la jurisprudencia como fuente de
derecho, su sola cita por la autoridad resolutora, sin precederle la
correspondiente motivación, implica violación al imperativo contenido en el
artículo 16 constitucional que impone la obligación de fundar y motivar todo
acto autoritario.128

Basta la sola lectura de lo anterior en comparación con el verdadero contenido de


las tesis contendientes para advertir el error en el que incurre el Máximo Tribunal, al
estimar que existe contradicción entre las referidas tesis cuando, lejos de ello, coinciden y
se complementan, lo que en modo alguno daría lugar resolver una contradicción de tesis,
precisamente porque no existe contradicción que resolver, ni siquiera una falta de
correspondencia; y que, al entrar en materia, la ejecutoria no hace sino introducir cierta
dosis de ambigüedad produciendo un argumento sin la suficiente claridad, aunque
orientado en la dirección correcta, cito:

Es cierto que la jurisprudencia es el producto de la interpretación de normas


jurídicas de cualquier jerarquía (…) pero también es cierto que la sola cita de
criterios jurisprudenciales (…) no es suficiente para fundar las resoluciones …
de la función pública jurisdiccional, pues no obstante que pueden considerarse
normas positivas de acatamiento estricto, la obligación constitucional de fundar
y motivar las resoluciones conlleva la de que los órganos jurisdiccionales
asienten las consideraciones lógicas que demuestren, cuando menos, la
aplicabilidad de la tesis jurisprudencial al caso concreto con el propósito de
justificar que la norma general, que es la jurisprudencia, puede regir en la litis
planteada, generando la norma individual que resuelva el conflicto,
independientemente de que, si es necesario, el juzgador complemente la
aplicación del criterio jurisprudencial en que se apoye, con los
razonamientos adicionales que aseguren el cumplimiento de la garantía
constitucional de mérito.

128
Pleno de trámite la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Contradicción de Tesis 17/98.
191

Algo que será abordado con mayor detalle más adelante, es que, en México
resulta inaplicable la teoría de la norma individual, porque lo prohíbe el artículo 14
Constitucional en su segundo párrafo. De ahí que la referencia de complementar la
aplicación del criterio con razonamientos adicionales se presta a las malas
interpretaciones con las cuales podría evadirse o decirse que “eso no fue lo que se quiso
decir”, cuando se encontrara en la situación “apropiada” para ello, argumentando, por
ejemplo, que “si son adicionales es porque se entiende que la sola cita sí es suficiente,
como se indica en el rubro al decir que la transcripción “puede ser apta” para fundar y
motivar.

Generalmente, cuando se intenta reparar algo que no estaba roto, se acaba


rompiéndolo. Y éste fue el precio que pagó la seguridad jurídica por ver esto elevado a
jurisprudencia obligatoria, pues, al menos en los criterios aislados participantes, parecía
tenerse claro el concepto, mientras que ahora, como jurisprudencia obligatoria, quedó a
deber en esa claridad.

Aparte de lo expuesto sobre los espacios cedidos a la ambigüedad, se concluye


que, en cuanto al objetivo de solidificar y concertar un criterio unificado, ciertamente no
convenció y esto se puede atribuir a que no brindó una base teórica sólida, pudiendo
hacerlo, aprovechando la ocasión para construir certeza y un Derecho más sólido para los
mexicanos. En este rubro señalamos a guisa de reproche que:

1. No reconoce ni razona la existencia de distintos tipos de jurisprudencia.


2. No justifica constitucionalmente la obligatoriedad de la jurisprudencia que no es de
interpretación de leyes u ordenamientos superiores a la ley ordinaria, ni tampoco el
cómo puede convivir lo dispuesto en la jurisprudencia con el artículo 14
constitucional.
3. Únicamente analiza la problemática a partir de una interpretación superficial al
artículo 16 Constitucional, y dogmáticamente afirma que cualquier jurisprudencia
puede fungir como la norma que resuelva un asunto jurisdiccional así se trate de
jurisprudencia de interpretación de Ley o de disposiciones reglamentarias. Sin
embargo, no justifica ni razona el paso de “la causa legal” a “la causa normativa”
192

algo que, a nuestro parecer, no sería posible obtener del artículo 16 pues rompería
con el principio de separación de poderes implícito tanto en el 14 como en el 16, lo
que incorrectamente ha sido denominado principio de legalidad, en realidad es una
manifestación distinta del principio de frenos y contrapesos en la división de
poderes.

No lo explica a pesar de que ésta es la médula de la “solución” en este criterio, sin


este “paso de la muerte”, se vendría abajo la construcción jurídica pretendida.
4. En la misma línea que el punto anterior, se hace notar que tampoco explica cómo
hacerlo sin violentar el cuarto párrafo del artículo 14 Constitucional, cuyo texto ha
sido interpretado conforme al principio de legalidad, es decir, conforme a la
exigencia de que las sentencias no penales, se resuelvan conforme a la letra de la
Ley, y a falta de ésta, en los principios del Derecho, en donde tendría lugar la
jurisprudencia, pero no la de interpretación.
5. De hecho, ni siquiera menciona el artículo 14 constitucional.
6. No razona una diferencia entre la fundamentación y la motivación de las
sentencias, las entiende en términos idénticos. Existiendo esto ya como un tema
en otras tesis, debió hacer mención expresa y no solo producir criterios dispersos
contradictorios.
7. Desconoce el criterio que para el momento ya existía en diversas tesis, sobre la
fundamentación tácita, sin expresión o cita de la disposición legal en que se basa
el fallo en las resoluciones jurisdiccionales, lo que merece la misma crítica
expresada en el inciso anterior.
8. No aclara en modo alguno cuándo y cómo puede fundarse, ni cuándo ni cómo
puede motivar una sentencia con tesis de jurisprudencia, si es que realmente
quiso decir lo que afirma en el rubro al sostener que pueden ser aptas para fundar
y motivar, ni si es posible que se hagan las dos cosas, esto es, si una misma tesis
puede cumplir ambas funciones. Esto último, es quizá lo más grave, teniendo en
cuenta las consideraciones hechas en el primer subapartado 3.6.1.

Si algún mérito se tuviera que reconocerle a esta tesis, sería el de conciliar la


naturaleza normativa de la jurisprudencia, con el hecho de que su objeto sea el de
interpretar las normas Constitucionales, convencionales y secundarias, lo que en otros
193

criterios es abordado como argumento antagonista, aunque en realidad no lo sea. En


cuanto al intento de establecer un criterio obligatorio en el sentido de que los jueces
estén obligados a motivar sus sentencias y a proporcionar la debida justificación sobre
la aplicabilidad de los criterios jurisprudenciales aplicados en ellas, también resulta
meritorio. Independientemente de ello, ese mérito pudiera verse opacado en la medida
de que no fue sino la misma Corte, quien se encargó de poner en tela de duda algo
que incluso ya había figurado como disposición expresa de la legislación secundaria
en la vigencia de constituciones anteriores a la de 1917, en el artículo 788 del Código
Federal de Procedimientos Civiles de 1908, disposición que, desafortunadamente, no
fue incorporada posteriormente y esto fue tomado por los Tribunales de Amparo, como
base para desconocer una obligación prevista en algún momento en la Ley.

“Artículo 788.- Cuando las partes en el juicio de amparo invoquen la


jurisprudencia de la Corte, lo harán por escrito, expresando el sentido de
aquella, y designando con precisión las ejecutorias que la hayan formado;
En este caso la Corte se ocupará en el estudio del punto relativo a la
jurisprudencia. En la discusión del negocio en lo principal, y en la sentencia
que se dicte, se hará mención de los motivos o razones que haya habido
para admitir o rechazar la mencionada jurisprudencia.”

Independientemente, esta jurisprudencia quedó a deber una justificación


debidamente razonada de esas conclusiones, algo que resulta en serios
inconvenientes si se trata al Derecho como ciencia jurídica, cuyas disposiciones
constituyen un verdadero sistema normativo.

De aquí que resulte válido preguntarse o considerar la necesidad de que una


norma constitucional disponga expresamente una obligación que de cualquier modo
ya existe, aunque genérica respecto a todos los actos de autoridad.

Esto ya que, a la fecha no existe una disposición constitucional que establezca


en forma unívoca y categórica, la obligación de motivar de la forma debida,
específicamente a cargo de todas las autoridades jurisdiccionales del país al aplicar
tesis de jurisprudencia en sus resoluciones y sentencias, esto es, a motivar con
194

suficiencia sus determinaciones, razonando en ellas el derecho e individualizando su


aplicación a los hechos y circunstancias relevantes del caso, a las pruebas rendidas y
a la comprobación puntual de la concurrencia fáctica de los presupuestos de los que
se compone la hipótesis normativa de la o de las normas fundantes, lo que en
tratándose de una norma jurisprudencial, la hipótesis no es ni puede ser abstracta sino
acotada a una situación calificada y específica, a que los hechos se realicen de cierta
manera, que los sujetos que intervienen tengan tales o cuales características o
calidades específicas, lo cual estará en todo caso determinado por el caso del que se
derive el precedente para lo cual es indispensable poner a disposición del público en
general, para libre consulta, no solo las tesis sino toda la ejecutoria, y si esto no fuera
posible, eliminar del semanario aquellos criterios de los que no se cuente ya con la
ejecutoria o esta no pueda ponerse a disposición del público (lo que en realidad no
podría justificarse con las debidas reservas en materia de protección de datos
personales).

Evidentemente una disposición como ésta que hemos referido inexistente en


nuestra constitución, resolvería muchas fallas estructurales de nuestro sistema,
máxime si se complementa con un manual homologado de observancia obligatoria
para la elaboración de resoluciones jurisdiccionales, aplicable en toda la república
cuya inobservancia sea motivo de responsabilidad administrativa e indemnización por
error judicial a favor del afectado, independientemente de la posibilidad de recurrir solo
para ese efecto, y en el caso de ser fundada presentarle opciones al afectado sin
menoscabo de la certeza jurídica generada en la solución del caso.

3.6 Jurisprudencia como Norma General


La jurisprudencia mexicana no ha sido precisamente consistente sobre su propia
naturaleza jurídica, de hecho, ha sido más bien esquiva y voluble. Tampoco ha sido
constante en los razonamientos que da para sostener una determinada posición al
respecto, excepción hecha quizá de su inderogabilidad. Con respecto a su naturaleza
normativa, la referida al final del apartado anterior, no es la única ocasión que han
sucedido cambios de parecer intempestivos ni ha sido el cambio de criterio más pronto,
repentino y abrupto sobre el tema, con todo y que sucedió a tan solo un mes de producir
jurisprudencia en el sentido opuesto.
195

Basta revisar el historial de criterios en torno al tema, acudir al texto de las tesis y
de sus respectivas ejecutorias, emitidas por la Suprema Corte de Justicia de la Nación y
los Tribunales Colegiados desde la novena época hasta los días presentes (inicios de la
undécima), para encontrar, no una evolución unidireccional hacia la protección más
amplia, sino un vaivén de posiciones en contrapunto. Dicha aportación se visualizó en el
capítulo anterior y vendría a ser resuelto con el principio de progresividad, sin que esto
sea todavía una realidad.

Para constatar haremos un recorrido que comenzará con un precedente a finales


de la década de los 80’s, que, si bien pertenece a la octava época, aparece referido en el
criterio enseguida trasunto, de 1996, esto es, en la novena época:

Registro digital: 202997


Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Novena Época
Materias(s): Común
Tesis: VI.4o.1 K
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo III, Marzo de
1996, página 964
Tipo: Aislada
JURISPRUDENCIA. ES LA CREACION DE UNA NORMA GENERAL, PUEDE
APLICARSE RETROACTIVAMENTE EN BENEFICIO DE ALGUNA PERSONA
EN TERMINOS DEL ARTICULO 14 CONSTITUCIONAL.
Las entonces Primera y Cuarta Salas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
establecieron las tesis jurisprudenciales números 1062 y 1063, consultables en las
páginas 1695, 1696 y 1698, Segunda Parte, Salas y Tesis del Apéndice al
Semanario Judicial de la Federación 1917-1988, ambas con el rubro:
"JURISPRUDENCIA, CONCEPTO DE LA, SU APLICACION NO ES
RETROACTIVA", en cuyo texto se sostiene que la jurisprudencia no
constituye legislación nueva ni diferente, sino sólo es la interpretación de la ley,
es decir, que la jurisprudencia no crea una norma nueva, sino únicamente fija el
contenido de una norma positiva y que su aplicación no es sino la misma de la
196

ley vigente en la época de realización de los hechos que motivaron el juicio del
que emana el acto reclamado y que es inexacto que al aplicarse la jurisprudencia
formada con posterioridad a la fecha del acto reclamado en el juicio de garantías, y
que interpreta la ley que rige a dicho acto, se viole en perjuicio del quejoso el
principio contenido en el artículo 14 constitucional en el sentido de prohibir la
aplicación retroactiva de la ley. Sin embargo, el entonces tribunal en pleno del
más alto tribunal de la Nación al resolver el amparo en revisión número
1711/88, fallado el veintidós de agosto de mil novecientos ochenta y nueve,
por unanimidad de veinte votos, sostuvo el criterio en torno a la naturaleza de
la jurisprudencia que se opone al que informan las aludidas tesis
jurisprudenciales de la Primera y Cuarta Salas, al sostener que el
establecimiento de una jurisprudencia es la creación de una norma general y
que esta norma general es la que determina el carácter obligatorio del criterio
sustentado, pues se trata de una norma positiva, ya que ha cumplido con los
requisitos formales que la Ley de Amparo establece como proceso de creación de
la norma jurisprudencial. En consecuencia si la jurisprudencia que establecen los
órganos facultados del Poder Judicial de la Federación, es la creación de una
norma general, es decir, una norma positiva, resulta ineludible el que deba
equipararse a una ley y, por ende es lógico sostener que se encuentra
condicionada por la garantía prevista en el primer párrafo del artículo 14
constitucional. En este sentido, si se aplica la jurisprudencia formada con
posterioridad a la fecha del acto reclamado en el juicio de amparo, época en la que
existía distinta jurisprudencia, y que interpreta la ley que rige a dicho acto, tal
aplicación sería retroactiva; empero, si por lo que hace a la ley, la doctrina y la
jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia han admitido su aplicación
retroactiva, cuando ésta se hace en beneficio de persona alguna, así también la
jurisprudencia puede aplicarse retroactivamente si se hace dicha aplicación en
beneficio y no en perjuicio de una persona, al tenor de lo que establece el
invocado artículo 14 constitucional.
CUARTO TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEXTO CIRCUITO.
Amparo en revisión 346/95. Raúl Tecuapetla Tecuatl. 8 de diciembre de 1995.
Unanimidad de votos. Ponente: Juan Manuel Martínez Martínez. Secretaria: Leticia
Mena Cardeña.
197

Nota: Esta tesis contendió en la contradicción 3/2001-PS que fue declarada sin
materia por la Primera Sala, toda vez que sobre el tema tratado existe la tesis P./J.
145/2000, que aparece publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta, Novena Época, Tomo XII, diciembre de 2000, página 16, con el rubro:
"JURISPRUDENCIA. SU APLICACIÓN NO VIOLA LA GARANTÍA DE
IRRETROACTIVIDAD DE LA LEY”.129
Del contexto aquí reseñado se obtiene que:

1. Al menos en el período inmediato anterior a 1989 las tesis de jurisprudencia no


eran consideradas normas generales. En los casos en donde se resolvía con
base en lo dispuesto en una tesis, se consideraba aplicada, no la tesis sino la
ley interpretada en la tesis.
2. En 1989 las tesis fueron consideradas lo que son, es decir, normas generales.
3. Pudiera presumirse que de 1989 a 1996 se habría mantenido este como el
criterio prevaleciente, sin embargo, la resolución de 1989 referida no generó
tesis y dado que aún al día de hoy, en nuestro país no hay un modelo operativo
y claramente definido de transparencia en el ámbito jurisdiccional que permita
a cualquier persona consultar libremente la versión pública de cualquier
sentencia, es difícil saber cuál fue el criterio predominante en ese intervalo, por
lo que, lo único cierto es que en 1989 y de nuevo en 1996, según esta tesis, se
consideró que las tesis son normas generales.

Más adelante se produce la tesis plenaria 88/2000 (La Tesis Complaciente) en


donde se establece que la transcripción de una tesis puede ser apta para fundar y motivar
las resoluciones jurisdiccionales, a condición de que se demuestre su aplicación al caso.
En ella se sostiene que la jurisprudencia es norma general y que posee los atributos y
características de generalidad y abstracción.

Registro digital: 191112


Instancia: Pleno
Novena Época
Materias(s): Común
129
Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo III, Marzo de 1996,
página 964, Aislada, Tesis: VI.4o.1 K, 202997.
198

Tesis: P./J. 88/2000


Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XII, Septiembre
de 2000, página 8
Tipo: Jurisprudencia
JURISPRUDENCIA. SU TRANSCRIPCIÓN POR LOS ÓRGANOS
JURISDICCIONALES EN SUS RESOLUCIONES, PUEDE SER APTA PARA
FUNDARLAS Y MOTIVARLAS, A CONDICIÓN DE QUE SE DEMUESTRE SU
APLICACIÓN AL CASO.
Las tesis jurisprudenciales emitidas por la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
funcionando en Pleno o en Salas, y las que dictan los Tribunales Colegiados de
Circuito, dentro de sus respectivas competencias, son el resultado de la
interpretación de las normas de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, así como de los tratados internacionales, leyes federales, locales y
disposiciones reglamentarias y, al mismo tiempo constituyen normas de
carácter positivo obligatorias para los tribunales judiciales o
jurisdiccionales, en términos de lo dispuesto en los artículos 192 y 193 de la Ley
de Amparo, y 177 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación. Sin
embargo, como el artículo 16 constitucional obliga a toda autoridad a fundar
y motivar sus resoluciones, debe estimarse que la sola transcripción de las
tesis jurisprudenciales no es suficiente para cumplir con la exigencia
constitucional, sino que es necesario que el órgano jurisdiccional asiente las
consideraciones lógicas que demuestren, cuando menos, su aplicabilidad al
caso concreto independientemente de que, de ser necesario, el juzgador
complemente la aplicación de los criterios jurisprudenciales en que se
apoye, con razonamientos adicionales que aseguren el cumplimiento de la
referida garantía constitucional.
Contradicción de tesis 17/98. Entre las sustentadas por el Primer Tribunal
Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito y el Segundo Tribunal
Colegiado del Cuarto Circuito y el criterio sostenido por el Cuarto Tribunal
Colegiado en Materia de Trabajo del Primer Circuito. 12 de junio de 2000. Once
votos. Ponente: Juan Díaz Romero. Secretario: Raúl García Ramos.
199

El Tribunal Pleno, en su sesión privada celebrada hoy cinco de septiembre en


curso, aprobó, con el número 88/2000, la tesis jurisprudencial que antecede.
México, Distrito Federal, a cinco de septiembre de dos mil.130

Luego, en octubre del mismo año 2000, nuevamente el Pleno resuelve la


contradicción de tesis 145/2000 y con ello sobreviene un cambio radical de criterio:

Registro digital: 190663


Instancia: Pleno
Novena Época
Materias(s): Constitucional, Común
Tesis: P./J. 145/2000
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XII, Diciembre de
2000, página 16
Tipo: Jurisprudencia
JURISPRUDENCIA. SU APLICACIÓN NO VIOLA LA GARANTÍA DE
IRRETROACTIVIDAD DE LA LEY.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación y los Tribunales Colegiados de Circuito,
al sentar jurisprudencia, no sólo interpretan la ley y estudian los aspectos que el
legislador no precisó, sino que integran a la norma los alcances que, sin estar
contemplados claramente en ella, se producen en una determinada situación; sin
embargo, esta "conformación o integración judicial" no constituye una
norma jurídica de carácter general, aunque en ocasiones llene las lagunas de
ésta, fundándose para ello, no en el arbitrio del Juez, sino en el espíritu de
otras disposiciones legales, que estructuran (como unidad) situaciones
jurídicas, creando en casos excepcionales normas jurídicas individualizadas,
de acuerdo a los principios generales del derecho, de conformidad con lo
previsto en el último párrafo del artículo 14 constitucional; tal y como se reconoce
en el artículo 94, párrafo sexto, de la Constitución Federal, así como en los
numerales 192 y 197 de la Ley de Amparo, en los que se contempla a la
interpretación de las normas como materia de la jurisprudencia. Ahora bien,
tomando en consideración que la jurisprudencia es la interpretación que los
130
Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XII, Septiembre de
2000, página 8, Jurisprudencia, Tesis: P./J. 88/2000, 191112.
200

referidos tribunales hacen de la ley, y que aquélla no constituye una norma jurídica
nueva equiparable a la ley, ya que no cumple con las características de
generalidad, obligatoriedad y abstracción, es inconcuso que al aplicarse, no
viola el principio de irretroactividad, consagrado en el artículo 14 constitucional.
Contradicción de tesis 5/97. Entre las sustentadas por el Tercer Tribunal Colegiado
en Materia Administrativa del Primer Circuito y el Cuarto Tribunal Colegiado del
Sexto Circuito. 10 de octubre de 2000. Unanimidad de diez votos. Ausente: José
de Jesús Gudiño Pelayo. Ponente: Olga Sánchez Cordero de García Villegas.
Secretario: Carlos Mena Adame.
El Tribunal Pleno, en su sesión privada celebrada hoy veintisiete de noviembre en
curso, aprobó, con el número 145/2000, la tesis jurisprudencial que antecede.
México, Distrito Federal, a veintisiete de noviembre de dos mil.131

Lo anterior significa que el 10 de octubre del 2000 deja de ser considerada norma
general porque, según afirma esta tesis, no goza de las características de generalidad
y abstracción. Con este criterio, el Pleno, bajo la ponencia de Sánchez Cordero, aprueba
una involución hacia la postura ya superada según la cual las tesis no son normas
generales.

Posteriormente, el 11 de octubre del 2000 (entiéndase “posteriormente” al día


siguiente), la Segunda Sala, aprueba en sesión privada por unanimidad de 5 votos la
siguiente tesis de jurisprudencia:

Registro digital: 190917


Instancia: Segunda Sala
Novena Época
Materias(s): Común
Tesis: 2a./J. 94/2000
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XII, Noviembre de
2000, página 319
Tipo: Jurisprudencia

131
Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XII, Diciembre de 2000,
página 16, Jurisprudencia, Tesis: P./J. 145/2000, 190663.
201

“CONTRADICCIÓN DE TESIS. SU EXISTENCIA REQUIERE DE CRITERIOS


DIVERGENTES PLASMADOS EN DIVERSAS EJECUTORIAS, A PESAR DE
QUE NO SE HAYAN REDACTADO NI PUBLICADO EN LA FORMA
ESTABLECIDA POR LA LEY.
Los artículos 107, fracción XIII, de la Constitución General de la República, 197 y
197-A de la Ley de Amparo, regulan la contradicción de tesis sobre una misma
cuestión jurídica como forma o sistema de integración de jurisprudencia,
desprendiéndose que la tesis a que se refieren es el criterio jurídico
sustentado por un órgano jurisdiccional al examinar un punto concreto de
derecho, cuya hipótesis, CON CARACTERÍSTICAS DE GENERALIDAD Y
ABSTRACCIÓN, puede actualizarse en otros asuntos; criterio que, además, en
términos de lo establecido en el artículo 195 de la citada legislación, debe
redactarse de manera sintética, controlarse y difundirse, formalidad que de no
cumplirse no le priva del carácter de tesis, en tanto que ESTA INVESTIDURA
LA ADQUIERE POR EL SOLO HECHO DE REUNIR LOS REQUISITOS
INICIALMENTE ENUNCIADOS DE GENERALIDAD Y ABSTRACCIÓN. Por
consiguiente, puede afirmarse que no existe tesis sin ejecutoria, pero que ya
existiendo ésta, hay tesis a pesar de que no se haya redactado en la forma
establecida ni publicado y, en tales condiciones, es susceptible de formar parte de
la contradicción que establecen los preceptos citados.”
(…)
Tesis de jurisprudencia 94/2000. Aprobada por la Segunda Sala de este Alto
Tribunal, en sesión privada del once de octubre del año dos mil.
Nota: Las ejecutorias relativas a las contradicciones de tesis 6/98 y 75/99-SS,
aparecen publicadas en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,
Novena Época, Tomo VIII, julio de 1998, página 217 y Tomo XI, mayo de 2000,
página 60, respectivamente.132

Así las cosas, la Segunda Sala vota en sesión privada por unanimidad una
redacción en sentido contrario a como lo hizo en el Pleno el día inmediato anterior y de
esta manera, la jurisprudencia vuelve a gozar de los atributos de generalidad y
abstracción, lo que significa que vuelve a ser norma general en opinión de esos 5
132
Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XII, Noviembre de
2000, página 319, Jurisprudencia, Tesis: 2a./J. 94/2000, 190917.
202

ministros que integraban la Segunda Sala, por separado, mas, si se les hubiera
preguntado integrando el Pleno, frente a los otros 6 Ministros, ¿su respuesta seguiría
siendo que no, como lo fue el día anterior? Aquí nuevamente volvemos tener que
quedarnos en el misterio, pues la aprobación de esta tesis se llevó a cabo en sesión
privada, de ahí que no exista forma de saber si se tocó este tema, o simplemente se
aprobó en modo autómata.

Más tarde. en 2002, la Segunda Sala vuelve al criterio que votó en el Pleno el 10
de octubre de 2000 en la tesis jurisprudencial en el tema de vinculatoriedad para las
autoridades administrativas y de nueva cuenta sostiene que las tesis de jurisprudencia no
revisten características de generalidad y abstracción, por lo que en la contradicción de
tesis 40/2000 una vez más las tesis de la jurisprudencia mexicana dejan de ser normas
generales:

Registro digital: 186921


Instancia: Segunda Sala
Novena Época
Materias(s): Común
Tesis: 2a./J. 38/2002
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XV, Mayo de
2002, página 175
Tipo: Jurisprudencia
“JURISPRUDENCIA SOBRE INCONSTITUCIONALIDAD DE LEYES. LAS
AUTORIDADES ADMINISTRATIVAS NO ESTÁN OBLIGADAS A APLICARLA
AL CUMPLIR CON LA GARANTÍA DE FUNDAR Y MOTIVAR SUS ACTOS.
La obligación de las autoridades administrativas de fundar y motivar sus actos
consiste en citar de manera específica la ley exactamente aplicable al caso, así
como en expresar las circunstancias especiales, razones particulares o causas
inmediatas que se hayan tenido en consideración para la emisión del acto y la
adecuación entre los motivos aducidos y las normas aplicables y no, en citar
también la jurisprudencia respectiva, esto es, la obligación de fundar los
actos en la ley, no implica hacerlo en la forma en que haya sido interpretada
por los órganos competentes del Poder Judicial de la Federación, dado que la
203

jurisprudencia tiene notables diferencias con la ley y no puede ser equiparable a


ésta, principalmente porque la jurisprudencia es obra de los órganos
jurisdiccionales y la ley del órgano legislativo, es decir, la jurisprudencia no es
una norma general y sólo se aplica a casos particulares, conforme al
principio de relatividad de las sentencias que rige al juicio de garantías, por lo
que resulta erróneo sostener que los actos de las autoridades administrativas sean
violatorios del artículo 16 constitucional por no apoyarse en la jurisprudencia que
declare la inconstitucionalidad de una ley, habida cuenta que por remisión del
octavo párrafo del artículo 94 de la Constitución Federal, los preceptos 192 y 193
de la Ley de Amparo, establecen con precisión que la jurisprudencia obliga
solamente a los órganos jurisdiccionales.”
Contradicción de tesis 40/2001-PL. Entre las sustentadas por el Tercer Tribunal
Colegiado en Materia Administrativa del Sexto Circuito y el Primer Tribunal
Colegiado del Décimo Cuarto Circuito. 26 de abril de 2002. Cinco votos. Ponente:
Mariano Azuela Güitrón. Secretario: José Antonio Abel Aguilar.
Tesis de jurisprudencia 38/2002. Aprobada por la Segunda Sala de este Alto
Tribunal, en sesión privada del tres de mayo de dos mil dos.
Nota: Esta tesis fue objeto de la denuncia relativa a la contradicción de tesis
190/2017 del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, desechada por
notoriamente improcedente, mediante acuerdo de 22 de mayo de 2017.133

Ya en la Décima Época, surgen diversos criterios, destacando el derivado del


Amparo Directo en Revisión 5157/2014 nuevamente de la Segunda Sala en cuya
ejecutoria. Una vez más, las tesis de jurisprudencia recuperan su carácter de normas
generales:

Si bien se ha sostenido que ‘la jurisprudencia judicial es la interpretación e


integración de la ley firme’, lo cierto es que no se limita al entendimiento o
integración de la ley, sino que se sustenta en los principios y valores jurídicos
perseguidos por el Derecho, a fin de obtener la respuesta que conduzca a su
máximo desarrollo posible y que permita aportar una visión real y completa del
sistema jurídico… la jurisprudencia adquiere el carácter de una norma general, en
133
Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XV, Mayo de 2002,
página 175, Jurisprudencia, Tesis: 2a./J. 38/2002, 186921.
204

tanto constituye una fuente relevante para el Derecho, en virtud de que, como se
ha precisado, permite tanto a gobernantes como gobernados, conocer la forma
en que opera el sistema jurídico a través del entendimiento no sólo de las reglas
relevantes, sino de los principios implicados y perseguidos por el Derecho y
determinando qué resolución los desarrolla en mayor medida, esto es, se erige
como una norma jurídica que impacta en todo el Derecho a efecto de aportar
una visión real o completa del mismo.134

Este criterio es tomado como base para la tesis de jurisprudencia citada


enseguida, emitida por el Pleno del Trabajo del Cuarto Circuito, que es la perfecta
culminación de esta lista, pues en su ejecutoria se afirma tanto una cosa como la otra, sin
reparo alguno ni definición, al menos clara, de si finalmente habría que entenderse que
las tesis son normas generales o que no lo son:

Registro digital: 2011703


Instancia: Plenos de Circuito
Décima Época
Materias(s): Común
Tesis: PC.IV.L. J/3 K (10a.)
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 30, mayo de 2016,
Tomo III, página 2094
Tipo: Jurisprudencia
JURISPRUDENCIA. SU APLICACIÓN RETROACTIVA.
El artículo 217, último párrafo, de la Ley de Amparo prevé que la jurisprudencia en
ningún caso tendrá efecto retroactivo en perjuicio de persona alguna. Por su parte,
la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en el amparo
directo en revisión 5157/2014, del cual derivó la tesis aislada 2a. XCII/2015 (10a.),
de título y subtítulo: "JURISPRUDENCIA. ALCANCE DEL PRINCIPIO DE
IRRETROACTIVIDAD DE AQUÉLLA TUTELADO EN EL ARTÍCULO 217,
PÁRRAFO ÚLTIMO, DE LA LEY DE AMPARO.", sostuvo que la jurisprudencia
tiene el carácter de una norma general, porque constituye una fuente
relevante para el derecho, en virtud de que permite tanto a gobernantes
134
Amparo Directo en Revisión 5157/2014, Contradicción de Tesis 244/2019, Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación.
205

como a gobernados, conocer la forma en que opera el sistema jurídico a


través del entendimiento no sólo de reglas relevantes, sino de los principios
implicados y perseguidos por el derecho. Ahora, de los artículos 94, párrafo
décimo y 107, fracción XIII, de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, en relación con los numerales 215 a 224 de la Ley de Amparo, se
advierte que la jurisprudencia constituye una fuente formal del derecho, ya
que a través de ella se refleja un criterio uniforme de interpretación y
aplicación de las normas jurídicas, esto es, por regla general tiene como fin
establecer el alcance o significado de la ley o norma general, pero no es una
norma nueva, sino que sólo establece el verdadero alcance de una norma
previamente existente. Asimismo, una vez que una tesis de jurisprudencia se
considera de aplicación obligatoria, los órganos jurisdiccionales deben ceñirse
a su sentido, sin que puedan cuestionar su contenido o proceso de
integración, pues ello es propio del órgano que emitió el criterio vinculante. De
ese modo, se concluye que para que se genere la aplicación retroactiva de la
jurisprudencia, debe existir una jurisprudencia anterior de la cual derive el derecho
adquirido de manera previa a la aplicación de la nueva, sin que pueda admitirse
que el hecho de afectar simples expectativas de derecho se traduzca en perjuicio
para el justiciable; de ahí que su aplicación puede realizarse a hechos originados
antes o después de su surgimiento, en tanto haya acontecido durante la vigencia
de la norma o no exista una interpretación contraria a la aplicada.
PLENO EN MATERIA DE TRABAJO DEL CUARTO CIRCUITO.
Contradicción de tesis 3/2015. Entre las sustentadas por los Tribunales Colegiados
Segundo y Cuarto, ambos en Materia de Trabajo del Cuarto Circuito. 29 de marzo
de 2016. Mayoría de dos votos de los Magistrados José Luis Torres Lagunas y
Guillermo Erik Silva González, con ejercicio de voto de calidad del primero de los
nombrados en su carácter de presidente. Disidentes: Alfredo Gómez Molina y
Alejandro Alberto Albores Castañón. Ponente: José Luis Torres Lagunas.
Secretaria: Angélica Lucio Rosales.
Criterios contendientes:
El sustentado por el Segundo Tribunal Colegiado en Materia de Trabajo del Cuarto
Circuito, al resolver el amparo directo 1265/2014, y el diverso sustentado por el
206

Cuarto Tribunal Colegiado en Materia de Trabajo del Cuarto Circuito, al resolver el


amparo directo 18/2015.
Nota: La tesis aislada 2a. XCII/2015 (10a.) citada, aparece publicada en el
Semanario Judicial de la Federación del viernes 25 de septiembre de 2015 a las
10:30 horas y en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Décima
Época, Libro 22, Tomo I, septiembre de 2015, página 691.
Por ejecutoria del 16 de octubre de 2019, la Primera Sala declaró improcedente la
contradicción de tesis 244/2019 derivada de la denuncia de la que fue objeto el
criterio contenido en esta tesis, al considerar que la oposición se suscitó
materialmente entre Tribunales Colegiados y una Sala de esta Suprema Corte de
Justicia de la Nación, lo que legalmente no es válido.
Esta tesis se publicó el viernes 27 de mayo de 2016 a las 10:27 horas en el
Semanario Judicial de la Federación y, por ende, se considera de aplicación
obligatoria a partir del lunes 30 de mayo de 2016, para los efectos previstos en el
punto séptimo del Acuerdo General Plenario 19/2013.135

Por lo anterior, se presentan a continuación extractos de la Ejecutoria del 16 de


octubre de 2019, la Primera Sala declaró improcedente la contradicción de tesis
244/2019:

40. Ahora, el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ha sostenido


que al sentar jurisprudencia, los órganos facultados para ello no sólo interpretan la
ley y estudian los aspectos que el legislador no precisó, sino que integran a la
norma los alcances que, sin estar contemplados claramente en ella, se producen
en una determinada situación; sin que dicha interpretación constituya una norma
jurídica de carácter general, por lo que al no constituir una norma jurídica nueva
equiparable a la ley, sino que su fin es sólo establecer el alcance o significado de
la ley, el cual será obligatorio para que los Jueces lo apliquen conforme al
verdadero alcance que quiso dar el legislador a la norma, y al realizarlo, no se
viole el principio de irretroactividad de la ley, consagrado en el artículo 14
Constitucional.

135
Décima Época, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 30, mayo de 2016, Tomo
III, página 2094, Jurisprudencia, Tesis: PC.IV.L. J/3 K (10a.), 2011703.
207

41. Ciertamente, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha establecido que la


jurisprudencia, al no ser una ley, sino sólo su interpretación, no viola la garantía de
irretroactividad de la ley cuando es aplicada, pues es la misma ley vigente la que
se aplica, interpretada de manera distinta. En otras palabras, que la jurisprudencia
no crea una norma nueva, sino que fija el contenido de una norma preexistente.
Dicha postura se identifica en los siguientes criterios sustentados por la Suprema
Corte de Justicia de la Nación:
‘JURISPRUDENCIA. SU APLICACIÓN NO VIOLA LA GARANTÍA DE
IRRETROACTIVIDAD DE LA LEY.-‘
(…)
63. Dicho en otras palabras, si bien la jurisprudencia no constituye propiamente
una norma legal nueva, ya que no cumple con las características de generalidad,
obligatoriedad y abstracción, sino que es la interpretación que los tribunales
facultados para emitirla hacen de la ley, a partir del examen de un caso concreto
pretérito, no puede pasarse por alto que, en términos de las consideraciones de la
Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, antes aludidas, tiene
como función el delimitar el ámbito de aplicación del derecho y con ello garantizar
seguridad y certeza jurídicas a los gobernados, convirtiéndose así en "norma
general", que tiene como alcance, únicamente, suplir la laguna de la ley, con la
finalidad de que se observe para todos los supuestos de hecho surgidos durante la
vigencia de la norma interpretada o integrada con el criterio que en ella se ha
plasmado; de ahí que su aplicación puede realizarse tanto a hechos originados
antes, como después de su surgimiento, en tanto haya acontecido durante la
vigencia de la norma, o no exista una interpretación jurisprudencial que le hubiese
dado un sentido contrario al que se aplica, dado que de ser así, se actualizaría el
supuesto abordado al resolverse la solicitud de modificación de la jurisprudencia
5/2012, mencionada párrafos atrás.
(…)
71. Conclusión que se obtiene porque, aun cuando la jurisprudencia como
interpretación jurisdiccional de la ley, al estudiar los aspectos que el legislador no
precisó; integra o complementa a la norma en relación con los alcances que, sin
estar contemplados claramente en ella, se producen en una determinada situación
y, que de acuerdo a lo resuelto por la Segunda Sala de la Suprema Corte de
208

Justicia de la Nación, dicha conformación constituye una norma general, en


tanto delimita la aplicación del derecho y garantiza la seguridad y certeza jurídica
de los gobernados, al determinar el verdadero sentido obligatorio de la ley, nada
impide su aplicación inmediata, incluso a casos iniciados con anterioridad a su
entrada en vigor, en virtud de que esa aplicación no puede considerarse violatoria
del principio de irretroactividad, porque el hecho que va a regular, o situación
procesal que va a resolver, sea posterior a la vigencia de la ley, al no existir
previamente, un criterio jurisprudencial que hubiese interpretado el mismo
precepto, en sentido contrario, al nuevo que pretenda aplicarse.136

Por cuanto a la citada emitida por el Pleno del Trabajo del Cuarto Circuito, a pesar
de su ambigüedad, (en cuanto a que “no es una norma nueva, sino que sólo establece el
verdadero alcance de una norma previamente existente” lo cual en cierto modo parece
volver a 1988 y las ideas de la motivación aplicable y de hecho en la ejecutoria establece
que el criterio de la jurisprudencia 145/2000 no puede entenderse superado), el hecho de
citar un criterio de la Corte en donde se afirma eso sin poder contradecirlo 137 solo puede
interpretarse que lo acepta, aunque aparentemente lo haga a regañadientes y no
precisamente convencidos de que así sea.

A pesar de ello, pudiera decirse que en la nueva Ley de Amparo (2013), al


establecer la prohibición de retroactividad perniciosa de la Jurisprudencia en el artículo
217, necesariamente se estará reconociendo ya en la Ley, la naturaleza de norma general
a las tesis de jurisprudencia, pues esta característica es incompatible con la naturaleza de
las sentencias, que invariablemente serán retroactivas en perjuicio de una de las partes, a
no ser que juzguen hechos jurídicos que aún no ocurren, lo cual representaría un serio
desafío lógico para otra ocasión.
Artículo 217.- (…)
(…)
La jurisprudencia en ningún caso tendrá efecto retroactivo en perjuicio de persona
alguna.
136
Suprema Corte de Justicia de la Nación. Sentencias, contradicción de tesis 244/2019.
https://www.scjn.gob.mx/gw/#/sistema-de-consulta?
q=244%2F2019&subquery=&text=&page=1&size=10&sort=date,asc
137
Que, para no poder hacerlo, lo hace bastante bien. Este apunte es indispensable a efecto de no
confundir más al lector, no obstante, si ese era su deseo, puede leer la ejecutoria completa
209

Esto no debe confundirse con el hecho de que los efectos de las sentencias se
proyecten hacia el futuro y la situación que en adelante deberán guardar los Derechos
materia del litigio, pues una cosa es la litis y otra los efectos. Ahora bien, no basta con
decir “ya se decidió y sí es norma general, todos vuelvan a sus casas”, el reconocimiento
es un presupuesto necesario para elaborar una teoría clarificadora del tema original que
nos ocupa. La estabilidad de este reconocimiento resultará muy positiva, porque permite
iniciar libremente el desarrollo de una teoría que depure la problemática con bases
ciertas, sólidas, confiables y duraderas, así como al desarrollo evolutivo de conceptos
que, en las idas y vueltas a los mismos criterios polarizados citados anteriormente,
sencillamente no es posible. Con todo y la inclusión de la prohibición de irretroactividad en
la nueva Ley, no sería descabellado pensar que el día de mañana pudiera emitirse un
criterio que afirmara todo lo contrario, ni que un día después regresaran al que hoy
prevalece. Algo bastante lamentable.

3.6.1 La Negación del Carácter de Norma y la Verdad sobre sus Efectos.

Retomando la exposición de la problemática objeto de la presente investigación, al


revelar, explicar y justificar la lógica subyacente a la línea trazada por esta investigación y
los temas que consideramos necesario abordar con mayor detalle, referimos enfrentarnos
a 4 interrogantes iniciales a las que sería necesario dar respuesta, a fin de tener claras la
realidad de la premisa marcada como punto de partida de la investigación o, en su
defecto, la realidad sobre una problemática situación de hecho asumida como de
Derecho, sobre la cual se ha edificado toda una costumbre a pesar de no contar con un
auténtico soporte constitucional, algo que, más que problemático, pudiera resultar caótico
incluso, dado el esmero, recursos materiales, intelectuales, dogmáticos y humanos, las
consecuencias y situaciones jurídicas que han sido resueltas, cuya solvencia jurídica se
vería comprometida gravemente al poner en entredicho la firmeza de resoluciones que
dieron lugar a consolidar derechos adquiridos y otras situaciones de derecho que fueron
resueltas en forma definitiva y elevadas a la calidad de cosa juzgada, lo que, por
definición, no podrían ser desconocidas ni revertidas
210

No obstante, a pesar de la fuerza con la que pesa la costumbre y las dificultades


que supone fomentar establecer una nueva costumbre y en sustitución de una que tiene
más de 100 años de camino recorrido; una costumbre de más de 100 años no puede ni
debe subestimarse.

Más, no por eso es imposible ni es soslaya la negligencia que supondría continuar


en un sistema que demuestra su ineficacia tras más de 100 años de oportunidades para
corregir sus errores y vicios, evolucionar, subsanar sus carencias de origen y generarse
una solidez basal, de hacer todo lo que no hizo.

Tan simple como la afirmación de sobra conocida en Derecho Mexicano: “La


Jurisprudencia es una fuente formal de Derecho”. Si lo fuera, debería poder, por sí misma,
soportar el peso de la fundamentación del acto de autoridad, pero… ¿Puede hacerlo? En
este trabajo se encontró que, incluso para llegar al punto de partida donde inicia la
investigación, un camino que en cualquier otra Constitución orientada a la instauración de
un Estado de Derecho, debería ser llano, sin dificultades ni contratiempos, ha resultado
todo un desafío, un laberinto de Creta, donde para cada posible salida o solución existen
dos nuevos inconvenientes, cortesía de once ministros trazando nuevas trampas o
reciclando las de siempre. El único peso que descansa sobre la Jurisprudencia casi
enteramente, es el de que no pueda afirmarse que ésta pueda fundamentar el sentido de
las sentencias. “Casi”, porque hay un porcentaje de culpa en la falta de claridad en el
artículo 14 constitucional, en el evento de que se interpretara como lo sugiere esta
investigación, aunque contra ello serviría de ejemplo la interpretación que la Corte le dio al
artículo 133, reservándose para sí el Control Constitucional en contra del texto expreso en
la Norma.

Es precisamente a causa de la Corte y de su afición por hacer cosas que no


debería poder hacer (como legislar)138, que la Jurisprudencia, no pueda fundamentar
sentencias. Sin embargo, esto tiene una implicación de la que se ha hecho poco caso y es

138
Ya sea elaborando iniciativas, haciendo “lobbing” a reformas de su interés o directamente,
emitiendo mandamientos generales en forma de norma general, con efectos de norma general,
capaces de modificar los efectos o la vigencia de las normas generales, para, posteriormente
negarles la calidad de normas, selectivamente, según sea para que todo lo puedan, o para que,
como cualquier otra norma quede sujeta a control constitucional y convencional y por un ente
externo.
211

que, si no puede fundamentar, esto no es solo para que no aparezca como la norma
aplicada, sino que tampoco sea capaz de obligar un contenido específico en las Leyes,
sobre las que no hay debate respecto a su carácter de normas generales. Si, son normas
especiales, dirigidas únicamente hacia los tribunales y que solo los obligan a ellos, el 13
constitucional impediría que éstas puedan aplicarse o trascender hacia los gobernados,
de modo que la jurisprudencia así, debería no ser más bien algo que, de hecho, no existe
y que bastante falta hace en nuestro país, un manual metodológico para homologar en
todos los tribunales, la forma en que deben elaborarse las sentencias y la
metodología que deberían emplear todos los tribunales de nuestro país para
interpretar las normas que se involucren en las decisiones jurisdiccionales, algo que
resulta bastante más congruente con el texto constitucional, con el principio de separación
de poderes, con el principio de legalidad, con una sana lógica entendida y aplicada a la
función que desempeñan los tribunales y los jueces, o mejor dicho, a la que deben
desempeñar. ¿Y, cuál es ésta?

Decíamos en el capítulo primero que


<<quien acude ante la potestad del Juez demandando, la solución de lo que, a su
parecer, representa una situación de conflicto de naturaleza jurídica, su exigencia
de solución no está dirigida a la persona del Juez, sino a la persona del Estado y
su respuesta (la del Estado) es la que realmente le interesa, pues solo el Estado
podrá satisfacer la pretensión deducida sin que con ello se cometiera un delito.
Entonces, la sentencia que en su momento llegue a dictar el Juez no será una
respuesta a título personal, sino la respuesta que el Estado ha pronunciado a
través de él, con relación a la situación que el demandante dijo estimar conflictiva
en uso de su derecho de acción.>>

De lo que concluimos que ese aforismo de que: “los jueces hablan por sus
sentencias” es una visión romántica y quijotesca del Derecho y que, independientemente
de ello, es falsa. Sostuvimos ahí que las sentencias no son la voz de los jueces, sino la
voz del Estado.

Y es al Estado y no a los jueces al que las personas encomendaron la potestad


jurisdiccional, para lo cual el Estado crea Tribunales y para que éstos funcionen, emplea
212

el trabajo de los jueces. La función jurisdiccional es la que se satisface mediante el


establecimiento de Tribunales, que, idealmente, deberían producir la misma justicia para
cada uno de los que ejercen su competencia en la misma materia, independientemente de
la persona en la que recaiga la titularidad del Tribunal. El Tribunal debe hacer cumplir el
orden, jurídico, la Constitución, que es la justificación misma del Estado y al resolver debe
hacerlo desde la perspectiva del Estado, pues su función es justamente proveer la
respuesta que los particulares solicitan al Estado cuando solicitan su intervención para
resolver una controversia y el Estado como tal, carece de emociones y anhelos, en lugar
de ello, cuenta con un orden jurídico.

Así, sin romanticismos, objetivamente lo que puede y debe decirse de la potestad


de los tribunales a cargo de los jueces es la de pronunciar el Derecho aplicable y dirimir
las controversias al interior del Estado, incluso las suscitadas entre los gobernados y el
Estado, asumiendo el papel de éste, no para pensar por él, sino para hablar lo que éste
respondería en cada caso, no conforme a sentimientos o emociones, sino a las Leyes,
que son el lenguaje a través del cual el Estado expresa su voluntad, sus convicciones, su
ideología, etc…

De acuerdo con Silveira139, el juzgador, ante el caso en concreto, se verá en la


necesidad de proceder conforme a una de estas opciones:

1. Aplicación mecánica de la ley, cuando se trata de una norma rígida, cuya


naturaleza expondremos en breve. En tal caso, se produce una conexión lógico-
formal o silogística, entre la ley y el caso concreto;
2. Adaptación de la ley al caso concreto, el cual se da en la inmensa mayoría de las
veces. Esta adaptación no es arbitraria, sino se verifica según ciertas directrices
(…), las cuales tienen como trazo común la separación del rigor lógico-formal, e
implican, casi siempre, un desenvolvimiento vivo de la norma legal.
3. Creación o producción de nuevas reglas, la que podrá darse frente a los casos
concretos que representan lagunas insolubles por medio de la analogía, de la
costumbre y de los principios generales de derecho.
139
SILVEIRA, A. El juzgador frente al caso concreto. Revista de la Facultad de Derecho de México
No. 28. México: Biblioteca virtual del Instituto de Investigaciones Jurídica de la UNAM. 1957, 62.
Recuperado de: https://revistas-colaboracion.juridicas.unam.mx/index.php/rev-facultad-derecho-
mx/article/view/25594/22992
213

En nuestra visión del Derecho y del Estado, todo se reduce a la segunda. La


primera es parte de la segunda, una parte que conforme a sus propias reglas no puede
sino aplicarse de ese modo y en la tercera se verá únicamente quien no tenga una
verdadera noción de cómo funciona la ciencia del Derecho, la separación de poderes y
todos los demás principios interconectados que participan de ésta.

Ahora bien, el resultado no es la absoluta certeza de que no puedan fundarlas, ni


de que puedan hacerlo, sin embargo, por cuanto a la obligación de motivar debidamente
las sentencias, el resultado sería tan laborioso, si pudieran funda y fundaran, como si no
pudieran hacerlo, y, dado que esto no ese trabajo “laborioso” es justo el que no hacen
nuestros tribunales, entonces, en ambos casos quedaría acreditado que en nuestro país
no se cumplen con la exigencia de motivar debidamente sus resoluciones cuando éstas
involucran aplicación de tesis de jurisprudencia. Para ello es menester desarrollar, ambos
escenarios:

En un primer caso, concediendo la razón a favor de quienes sostienen que las


jurisprudencias no pueden fungir como la norma fundante de una sentencia, no significa,
como sugiere la teoría de la motivación aplicable, que entonces la norma simplemente se
traslade hacia la motivación y desde ahí obligue al juzgador.

Esta solución no es sino la viva esencia del mismo reduccionismo disfuncional y


pernicioso que abarata el Derecho, sustituyendo Ciencia Jurídica por Alquimia, filosofía
del Derecho por pensamiento mágico y lógica jurídica por opinología, razón objetiva por
fama. Por el contrario, que las tesis no puedan fundamentar una sentencia, esto tiene
consecuencias mucho más profundas, porque en Derecho, todo está conectado con todo.
De tal suerte, puede afirmarse que:

1.- Si no puede fundamentar, entonces tampoco puede tener efecto material propio
de una norma, al menos vinculante y determinante sobre el contenido del Derecho
aplicable (pues eso también es fundar). La teoría de la motivación aplicable, pretende
reubicar a las tesis hacia la motivación, pero solo de nombre, pues, para efectos prácticos
seguiría fundamentando, lo que la revela como una mera defraudación al texto
214

constitucional al reubicarla solo para no estar obligado a motivar su aplicación, una burda
falacia; reduccionismo 101.

En realidad, si no puede fundamentar, ni ser fundamentación, tampoco podría ser


vinculante, y esto no es para rasgarse las vestiduras, más que para la tradición mexicana,
ciertamente así ocurre en los sistemas jurídicos más avanzados que comparten con
México una raíz Romano Germánica, como el Español, donde la jurisprudencia ni es
fuente formal ni es obligatoria, pero sí orientadora y esto es una realidad. Pero la fuerza
de su influencia radica no en su imposición forzada a los demás jueces y tribunales, sino
por la pulcritud de sus razonamientos y la exactitud de sus conclusiones, es decir, que
obliga por las buenas, convence. En otras palabras, que la Jurisprudencia obliga y obtiene
de los tribunales revisados, el respeto y que se gana y deja de hacerlo en el momento que
deja de merecerlo. No es de extrañarse que estos conceptos como el de “merecer”, rara
vez se mencionan relacionados a la actividad de los tribunales, más bien se habla de
“requerir”, “exigir” o “necesitar”, más no de tener que ganarse algo.

2- Que tampoco pueden ser empleadas como lo han sido, esto es, como
argumentos de autoridad equiparables a las leyes. Y en este caso tendríamos que
coincidir parcialmente con aquellos criterios en los que se ha sostenido que las tesis de
jurisprudencia no gozan de abstracción, parcialmente porque esta afirmación suele ir
acompañada de la afirmación categórica de no ser normas generales, envolviendo
generalidad y abstracción en un mismo envase cuando no tendría que ser ni es así.

3- Es cierto, como lo sostiene la tesis de jurisprudencia 44/2002, que no puedan


equipararse a la Ley, en cuanto a sus orígenes; cierto, aunque irrelevante. Eso no es
precisamente el que debería ser foco de atención. La relevancia se ubica no en su origen
sino en el destino que puede dárseles, pues mientras las Leyes, en cuya esencia se ubica
la generalidad y la abstracción, a su manera son actos de aplicación de la Constitución y
de los Tratados, como los reglamentos lo son de las Leyes, entonces debe aceptarse que,
a su manera, las Leyes también son actos de interpretación como lo son las tesis.
Entonces ¿qué las distingue o por qué no serían normas si ambas se aplican e interpretan
a su modo, y ambas suponen la existencia de una norma primaria?
215

La respuesta está en el “a su modo”. La Ley “aplica e interpreta” simultáneamente


en abstracto, pues se trata de una “aplicación impropiamente dicha”, ya que la única
manifestación en la que se traduce esa forma de aplicación, es la norma en sí, no requirió
de hechos concretos sobre los cuales pronunciarse, prescinde de ellos, no los necesita, y
tampoco modifica la esfera jurídica de persona específica alguna, excepto de aquellos
que ya se ubican de manera inmediata en el supuesto siendo autoaplicativas, aunque
esto de hecho es una ficción, pues hasta en tanto no se aplique, materialmente no hay
afectación, es decir, nada cambia para la persona en el plano material exterior, si bien
internamente puede traducirse en que el individuo se vea internamente motivado a
cumplir la norma, o viva con el temor a las consecuencias, al no tener intención de
cumplirla, esto al fin escapa del tema.
Por el contrario, con las tesis de jurisprudencia, en el paso que nos interesa se da
primero la aplicación140 y en un siguiente paso, la interpretación, misma que, en este
caso, no es ni puede ser únicamente una interpretación en el supuesto de la Ley y
menos aún podría serlo “in abstracto”.

Se trata de una INTERPRETACIÓN de la LEY APLICADA, en DETERMINADAS


Y ESPECÍFICAS: CONDICIONES, CIRCUNSTANCIAS, ÁMBITO TEMPORAL,
RÉGIMEN JURÍDICO VIGENTE, entre otros factores jurídicamente relevantes,
susceptibles de hacer de ese acto de aplicación, un evento único, lo cual no implica que
sea imposible juris et de jure que se produzca otro evento y que se diera el caso, si no de
replicarse en forma idéntica todos los pormenores como si se tratara de un “glitch”
espacio-tiempo o un deja-vú, al menos sí unas características donde resultara justificado
aplicar la misma lógica o el mismo razonamiento aplicado a las circunstancias del caso
presente, con el que se resolvió previamente otro en aplicación de esa misma Ley, pues,
en efecto habría que aceptar que esto pudiera ocurrir, es una realidad. Lo que no sería en
modo alguno aceptable es que tal identidad se presuma, pues ello sería contrario al
principio ontológico que rige en materia de distribución de las cargas probatorias, según el
cual, lo ordinario y no lo extraordinario será aquello que la presunción habrá de favorecer,
y en este caso, la concurrencia de Ley aplicable, contexto, derechos en juego, en
condiciones análogas a un caso inconexo que ya tuvo lugar sería lo excepcional no el
parámetro de regularidad.
140
Que si bien supone una interpretación previa, no es la que nos interesa aquí, esa solo interesa a
las partes del caso que origina el precedente.
216

Pero, regresando al tema tras este paréntesis, párrafos atrás mencionamos que
las tesis no podrían ser Leyes, ni equiparadas a ésta, incluso, que no son normas
equivalentes o equiparables a Leyes, sino únicamente interpretaciones de la ley aplicada
en determinado contexto, y bajo ciertas condiciones, de las que no es posible desvincular,
pues su existencia no podría explicarse de distinta manera, sin esas “determinadas
condiciones”.
Siendo así, y teniendo en cuenta que no fue posible la demostración de que las
tesis de jurisprudencia estén autorizadas o reconocidas en la por Constitución como
una fuente de Derecho apta para constituir la fundamentación de las resoluciones
de los tribunales, como sí lo están, en forma expresa, la Ley y los principios
generales… ¿entonces en qué podría traducirse la obligatoriedad de éstas, entendidas
como interpretaciones y cómo no podrían ser aplicadas, o más específico, cómo se podría
manifestar su obligatoriedad?

Las respuestas pueden hallarse en el siguiente esquema:

Variable Modo No permitido Modo Permitido

Carácter calidad Como la norma habilitante


en la que el que
Como un ejemplo o modelo de
interviene
razonamiento aplicado en un caso
diferente, que involucra unos
hechos distintos, ocurridos en su
propio contexto, donde se aplicó
la misma Ley o una equivalente, o
parecida o no, de cuyo análisis
comparativo pudiera obtenerse o
no el grado de similitud o
equivalencia exigidos según el
217

caso, para que, a pesar de ser el


criterio de un asunto diferente,
pueda tomarse como un modelo
de solución, en cuyo caso
resultaría obligatoria su aplicación
al caso.

Ser entendido Una forma ya ensayada en que


como la un asunto aparentemente similar,
representación aunque con sus características
de: propias (que podría o no abordar
El deber ser, una la misma problemática) pudo ser
manifestación de la potestad llevado a alguna conclusión con la
soberana del Estado. que se resolvió el conflicto
(entendido esto resolver como
dejar de existir una litis que
resolver o un conflicto que
ventilar).

Ejercicio que Subsunción.


debe emprender
Verificar si las características Comparación
el juzgador para
del caso concreto por resolver
valorar su Confrontar un caso concreto
permiten ubicar a éste último
aplicabilidad. (resuelto) contra otro caso
dentro del supuesto abstracto
concreto (por resolver), y
y por lo general ubica dentro
determinar si ambos se ubican
del supuesto amplio
ante una misma problemática, en
contemplado en la Ley.
una situación idéntica, análoga o
con un nivel de similitud que
justifique aplicar misma solución
con que se resolvió el primero al
segundo.
La suficiencia de similitud que
actualice la aplicabilidad de una
interpretación jurisprudencial
218

obligatoria, en cualquier caso


deberá quedar plenamente
demostrada y justificada, en un
razonamiento o los necesarios,
los cuales deberán constar en
forma expresa en el cuerpo de la
resolución.

Cuando el juzgador determine


que se debe resolver empleando
una interpretación jurisprudencial
obligatoria, deberá transportar el
Citar la tesis jurisprudencial razonamiento contenido en la
como norma fundante. tesis de jurisprudencia y el
precedente del que se deriva a los
Aplicación
hechos y características, contexto
Motivar con la transcripción de y circunstancias específicas del
la tesis jurisprudencial caso concreto por resolver,
invocando el fundamento legal
que corresponda al caso concreto
y motivando la aplicación de esos
fundamentos.

De esta manera y solo así, como un ejemplo que robustece un razonamiento ya


completo y ya plasmado, y no citándolas e invocándolas como el fundamento legal ni
como la norma aplicada, incluso no apareciendo o haciéndolo sin desempeñar función
alguna, si acaso como un óbiter dicta, siendo por tanto, indispensable, la
reproducción, adaptación y justificación de los razonamientos que se hicieran en el
precedente, trasladados parte por parte a las circunstancias y características del
caso concreto al que pretenda aplicarse, esto si y sólo si esa operación fuera
posible, esto a partir del criterio de similitud bastante conduciendo al mismo
219

resultado sin variarla en su composición, sin importarla parcialmente ni agregarle


elementos y en todo caso, justificando puntualmente estos razonamientos y el
resultado alcanzado tal como se hiciera en el precedente, lo que implica ya por sí
sola, la imposibilidad de invocar el precedente como fundamento pues en el precedente,
el precedente no existía y esto sería alterar la reproducción precisa de la operación en el
razonamiento aplicado.

Solo en esta forma, insistimos, podría entenderse una fuerza vinculante del
precedente, entendido no como la norma aplicada sino como “interpretación
obligatoria de la Ley que solo obliga a los tribunales”, y que como tal, no requeriría
motivación, pues únicamente tendría lugar en las operaciones ocurridas en el fuero
interno del juzgador, o en sus apuntes, pero fuera de la sentencia, pues en ella se
tendría que plasmar no el precedente sino el razonamiento empleado en el precedente,
aplicado al caso con su fundamentación y su motivación propia, esto es, que la
sentencia sería no una evocación sino una réplica paso a paso del razonamiento,
donde las premisas, los sujetos, la problemática y en general todos los elementos
del precedente serían reemplazados por los sus contrapartes en el caso por
resolver.

De tal suerte, ni siquiera en esta forma, resultaría aceptable que la sola cita de una
tesis jurisprudencial o de su ejecutoria sea suficiente para tener por cabalmente satisfecha
la exigencia a cargo de tribunales de motivar debidamente sus sentencias y resoluciones.
Con esto quedaría demostrado que no existe manera, ni siendo fundamentación, ni no
siéndole, que una tesis pueda, por sí misma, con su mera transcripción, aceptarse y
tenerse como el cumplimiento cabal a la exigencia de motivar debidamente la sentencia.

Previo a las reformas de 2011, la Constitución solo admitía que la Ley determinará
su obligatoriedad cuando versará sobre la interpretación de Leyes, de Tratados, de
Reglamentos, y de la Constitución misma, lo que dejaría fuera a las propias tesis
jurisprudenciales al no estar incluidas en la lista; sin embargo, en la práctica esa
redacción no impidió que se generarán tesis de interpretación de otras jurisprudencias,
mismas que subsisten a la fecha y obran en el Semanario Judicial. De cualquier modo,
220

con las reformas de 2011, este problema, si es que lo fue alguna vez y no parece que lo
haya sido, dejó de serlo.

3.6.2 Rasgos Normativos Específicos

No obstante, concluimos que, por el momento y hasta nuevo aviso (que podría
llegar en cualquier momento), las tesis son normas generales como lo son las leyes o los
reglamentos, en esa característica de la generalidad, sin embargo, más allá de eso
¿cuáles serían sus rasgos específicos, los que les separan, distingue de otras normas?

En principio, hay que partir de que las consideraciones expuestas en el


subapartado anterior, son igualmente válidas si se les ha de considerar norma general,
pues en la medida que la lógica Kantiana es gnoseológica y no ontológica, el hecho de
que el sujeto las considere normas o acepte que las considera normas, o “cierre los ojos
para que nadie lo vea”, no les cambia a las tesis su origen, ni su forma, ni su materia varía
en función de tal apreciación.
Operaría, decimos, la misma lógica expuesta en el punto anterior, con la única
diferencia que aquí ya no estaríamos hablando de una mera interpretación de ley u otro
tipo de norma aplicada, sino de una norma de interpretación de ley aplicada en casos
específicos ya sucedidos, lo que parecería tener bastante más sentido si se observa cómo
están formuladas las “tesis de jurisprudencia” y si entendemos el vocablo “norma”, de
entendimiento general, liso, llano y sin artificios, esto es léxico, no “aléxico”141.

Esta característica la distingue de las Leyes y los Reglamentos, para efectos


prácticos, se traduce en que las que la regulación se produce no en forma abstracta sino
que en su hipótesis normativa estará presente:

- Un marco normativo que, en comparación con el de la norma interpretada, será


de espectro más reducido. La Ley, por ejemplo, será de mayor espectro aunque
no necesariamente de amplio, pues eso lo determina el legislador y varía en
función de la norma, pero, invariablemente, la ley abarcará un campo de influencia
141
Robert Alexy, propuso distinguir entre norma y disposición, pero en el uso irreprochable del
idioma español, tal distinción no existe; son pues, sinónimos.
221

más amplio, mientras que la jurisprudencia de interpretación va precedida de un


caso de su aplicación real o inminente en el caso de que derivara de amparos
contra leyes autoaplicativas, lo que no impide ni demerita en su concreción, que
será ponderado en la misma forma y medida que el de la calificación del interés
legítimo o jurídico de los casos en los precedentes, su concreción probable la Ley
aplicada, esto en virtud de ser normas in abstracto y;
- Un marco fáctico con características relativamente concretas, en
comparación a las más amplias determinadas en la norma primaria interpretada, lo
que se explica en función de haberse producido en el seno de un acto concreto de
aplicación, en determinadas circunstancias que no serían sino una de las más
opciones que presenta la norma, salvo que la norma sólo pueda producirse en un
solo escenario posible, lo cual parecería difícil mas no imposible, y de ser el caso,
tendría que aceptarse la norma sería el tope en cuanto a la posibilidad de amplitud
del marco fáctico de aplicabilidad. Admitir que fuera mayor, dejaría en entredicho
la legitimidad del método interpretativo empleado en ella, pues sería básicamente
una interpretación ultra legem.

Por otra parte, se trata de normas secundarias o derivadas, pues, al igual que en
el caso de los reglamentos, que requieren de una ley sobre la cual proveer en la esfera
administrativa su exacta observancia, por lo que no se consideran de existencia
autónoma, (excepción hecha de los reglamentos autónomos que derivan de un mandato
constitucional directo) ni son autosuficientes, como las emitidas por el poder legislativo
federal o por sus símiles de las entidades federativas. No pueden atentar ni sobrepasar el
contenido de la norma interpretada, ni contradecirla. Esto parecería un contrasentido
cuando pensamos en la jurisprudencia que declara la inconstitucionalidad de leyes
federales y/o locales, sin embargo, en estos casos la norma interpretada no es la ley
sobre cuya inconstitucionalidad se pronuncian… la norma interpretada es la Constitución
y es a partir de ésta que se determina la inconstitucionalidad de un precepto legal, inferior
y subordinado a la Constitución.
Esto nos conduce a un principio con el que resolvemos una cuestión, a menudo
evadida en la doctrina, y por supuesto, también en la jurisprudencia (lo que hasta cierto
punto es correcto, pues ésta debería evitar pronunciarse sobre temas donde tiene un
conflicto de interés). Se trata de la posición jerárquica de las tesis de jurisprudencia, al
222

amparo de la teoría de la pirámide jerarquizada de normas ideada por Hans Kelsen. Este
principio lo denominamos:

3.6.3 Principio de Jerarquía Legada de las Tesis de jurisprudencia

Observando el comportamiento de la jurisprudencia de interpretación de normas


generales, se considera que, si bien parece compartir rasgos con el reglamento o con la
Ley, en realidad no se acerca más o menos a uno que a la otra.

Uno de los hallazgos de este análisis consiste en que la jurisprudencia de


interpretación goza, toma y pasa a detentar la misma jerarquía que le corresponde a la
norma interpretada, al tiempo que adquiere también algunos de sus atributos, esto es, que
adquiere las propiedades de norma de ese nivel jerárquico a la norma que interpreta, pero
sin convertirse en ella. Lo que es particularmente importante tratándose de la
Constitución.

Es decir, que, cuando interpreta un reglamento, ese criterio jurisprudencial gozará


de la misma jerarquía que detenta el reglamento interpretado y por más que sea
jurisprudencia, no podría invocarse como norma violentada en el planteamiento de
inconstitucionalidad en contra de algún precepto legislativo, aunque si la interpretación de
grado jurisprudencial de un reglamento revela que lo dispuesto en él es acorde con la
norma legislativa habilitante, pero no con la Constitución o algún tratado, entonces sí
podría desencadenar la inconstitucionalidad de aquella Ley, pero no sería el precepto
violentado. Igualmente, si la jurisprudencia interpreta la Ley, tendrá la jerarquía de la Ley,
pero eso no la hace Ley, conserva su carácter de “interpretación jurídica”, en forma de
construcción normativa.

En el caso de la Constitución, como norma interpretada, este principio explica la


ociosidad de establecer jurisprudencia de “constitucionalidad” en lugar de únicamente la
de “inconstitucionalidad” de leyes. Esto carece de sentido por las siguientes razones:
1.- La constitucionalidad de todas las leyes, ya goza de una presunción juris
tantum a su favor.
223

2.- La jurisprudencia de “constitucionalidad” es alterar genéticamente normas


ordinarias ya de por sí conflictivas y convertirlas en aberraciones monstruosas dotadas de
atributos de los que solo están provistas las normas constitucionales. Esto es algo para
quitarle el sueño a cualquiera que entienda un mínimo de Derecho Constitucional y la
pregunta que sobreviene es sencilla ¿Quién y cómo va a detenerlas? ¿Qué clase de
estropicios podrá hacer en la esfera jurídica de los gobernados un ejecutivo “en
esteroides”, que disponga de la aplicación de una norma tal? y ¿qué precedente se va a
generar cuando esto ocurra? Esto desquicia el Derecho Constitucional.

Por esta razón, es que la jurisprudencia de “constitucionalidad” es un auténtico


despropósito y esto es algo que deben corregirse o asegurarse en la legislación en la
primera oportunidad. Las sentencias que resuelvan infundado un determinado
planteamiento de inconstitucionalidad deben, en todo caso, pronunciarse sobre dicho
planteamiento y en lugar de declarar la constitucionalidad del precepto, pues esto
evidentemente, con anulación del criterio individual que la Corte y su brazo armado, el
Consejo inoculan en la mentalidad de sus jueces y magistrados cuando se trata de la
jurisprudencia (muy a lo “sistemas ajenos”), lógicamente resultará en negativas
dogmáticas de amparo, por motivos ajenos a la litis planteada, y esto es, nuevamente,
otra de las múltiples formas en que se manifiesta en la realidad este fenómeno al que nos
venimos refiriendo como “motivación indebida de las sentencias fundadas en tesis de
jurisprudencia”. Y, entre tanto, sepa el lector que, lo único que la jurisprudencia puede y
debe declarar jurisprudencia vinculante, es la Inconstitucionalidad y no la
constitucionalidad en los amparos contra normas generales.

Sin embargo, una característica que no se traslada a la jurisprudencia es el


carácter autoaplicativo en el caso que la norma interpretada lo posea. La jurisprudencia
siempre será de carácter heteroaplicativo y esto es así porque, únicamente es aplicable
por los jueces y estos no pueden actuar de motu proprio iniciando instancias a nombre de
otro en contra de su voluntad.

En efecto, dado que la jurisprudencia sólo es, hasta el momento, vinculante para
los jueces y juzgadores, su contexto sólo puede ocurrir dentro de un procedimiento
224

jurisdiccional y dependerá siempre de que el rector del proceso la aplique. Con estos
caracteres no puede ser sino una norma heteroaplicativa.

En otras palabras, las tesis de jurisprudencia son una fuente formal del Derecho
Mexicano que se manifiesta en forma de normas de hipótesis concreta y espectro
reducido a un contexto específico y determinado, a cargo de los tribunales facultados para
producirlas, cuyo objeto es la interpretación de normas generales aplicadas.

Registro digital: 800967


Instancia: Primera Sala
Sexta Época
Materias(s): Común
Fuente: Semanario Judicial de la Federación. Volumen LII, Segunda Parte, página
53
Tipo: Aislada

JURISPRUDENCIA, NO ES LEY SINO INTERPRETACION DE LA LEY.

La jurisprudencia no es ley en sentido estricto, sino que constituye la interpretación


que hace la Suprema Corte de Justicia desde el punto de vista gramatical, lógico e
histórico a través de cinco decisiones ininterrumpidas y pronunciadas en casos
concretos con relación a sujetos de derecho determinados, integrada así la
nueva jurisprudencia; pero si razonamientos posteriores sustentan otro nuevo
criterio de interpretación de la ley, descartan la anterior jurisprudencia, de acuerdo
con el artículo 194 de la Ley de Amparo, ello no implica retroactividad de nueva
jurisprudencia y por tanto no conculca garantías.

Amparo directo 2079/61. Carlos Penedo y de León. 26 de octubre de 1961.


Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Agustín Mercado Alarcón.

Sexta Epoca, Segunda Parte:


225

Volúmen LI, página 68. Amparo directo 155/61. Amado Zazueta y Zazueta. 11 de
septiembre de 1961. Cinco votos. Ponente: Juan José González Bustamante.

Nota: En el Volumen LI, página 68, esta tesis aparece bajo el rubro
"JURISPRUDENCIA, NO ES LEY EN SENTIDO ESTRICTO.".

3.6.4 Interpretabilidad de la Jurisprudencia y el Problema de la “Reinterpretación”

Tratándose de la Ley o del reglamento, el colocar a la jurisprudencia como la


interpretación de una o del otro, no representa mayor problema. No hay duda que si una
norma tiene como objeto ordenar la conducta de los seres humanos o proveer la exacta
observancia de la Ley en la esfera administrativa, esa norma pueda ser interpretada.

Sin embargo, la jurisprudencia en sí misma ya es interpretación, por lo que, a


primera vista, interpretarla, es decir “interpretar la interpretación”, no parece ser la
construcción lógica más virtuosa; y, no solo por lo redundante que suena, sino porque no
es lo mismo hablar de la interpretación de la Ley, que de la interpretación de la
interpretación de la Ley. En el plano de los hechos, una y la otra pueden llevar a
conclusiones muy diferentes, e incluso, mediante el uso de sofismas, conducir a
resultados diametralmente opuestos; permitirlo pudiera, en las manos equivocadas, burlar
la voluntad del legislador que, si bien algunos han sostenido que no es relevante al
interpretar, ello es del todo exacto, pues equivale a desconocer la legitimidad política con
la que cuenta la Ley, al ser un reflejo de la voluntad de la gente expresada en los
procesos democráticos donde se eligen a los legisladores.

Estos son factores que, si bien corresponden en gran parte al ámbito de la política,
no son ajenos al Derecho, dependen de éste y el Derecho de aquellos; ésta es la esencia
del Estado Democrático de Derecho. De ahí que surja y es muy válido que lo haga, la
interrogante de si más allá del argumento de autoridad que concibe la jurisprudencia
como norma inderrotable (característica que produciría indirectamente la imposibilidad de
interpretar la jurisprudencia) ¿Es viable desde un punto de vista formal, fundar una
sentencia en la interpretación de una tesis de jurisprudencia de interpretación de la Ley?
Y, si lo es, ¿hasta qué punto? Es decir, ¿Cuántos eslabones de sobre interpretación es
226

válido agregar a la cadena?, habida cuenta que cada uno nos aleja un poco más del
objeto encadenado, en este caso, la Ley.

El argumento en contra, como se mencionó, es que facilitaría que, vía el empleo


de sofismas, simular que se aplicó la Ley, cuando en realidad, con la primera
interpretación ya se situó a la Ley en segundo plano, de modo que al resolver conforme a
una reinterpretación, en estricto sentido, el juzgador/intérprete podría estar resolviendo
enteramente conforme a sus propias ideas, y no conforme a lo dispuesto en la Ley,
teniendo en cuenta que con cada reinterpretación, el resultado se aleja otro tanto del
sentido que motivó originalmente al legislador a estudiar y aprobar la iniciativa o reforma
de que se trate.

Como bien se comentó anteriormente, la forma en que históricamente ha sido


entendido el artículo 14 Constitucional, es de manera literal o “letrista”, peyorativamente
dicho, una que descansa en el significado burdo los términos en que está redactado, lo
que conduce a entenderlo como un sistema escalonado en tres niveles, donde, para
resolver, primero ha de acudirse a:

1. La letra exacta de la Ley y si esto no fuera posible, acudir (en consonancia al


brocardo latino in claris no fit interpretatio) a:
2. La interpretación jurídica de la Ley, cuando su sentido no es claro o definitivo,
partiendo de un precepto legal genérico o no claramente aplicable o no
aplicable, y con ayuda de herramientas de interpretación encontrar el modo
que resulte viable su aplicación. Si esto tampoco fuera posible, es decir, “a falta
de Ley que interpretar”, entonces acudir a:
3. Los principios generales del Derecho y hasta este momento interviene la
jurisprudencia, por ser la fuente formal escrita donde pueden encontrarse
tangiblemente los principios generales de Derecho, aunado a la función
integradora de la jurisprudencia, cuyo presupuesto fáctico se expresa como “a
falta de Ley”.

No obstante, los Tribunales Colegiados de Circuito no solamente han interpretado


la jurisprudencia en algunos de sus fallos, sino que incluso, han establecido jurisprudencia
227

de interpretación de otras tesis de jurisprudencia, y lo hacen desde antes de que fuera


reformado el artículo 94 Constitucional que ahora contempla la interpretación de “normas
generales”, cuando el texto especificaba que la jurisprudencia versaba sobre
interpretación de la Constitución, los Tratados, Leyes y reglamentos. Estas tesis son
claramente identificables desde el rubro, a manera de ejemplo: “NOTIFICACIONES
FISCALES. EL CITATORIO QUE LAS PRECEDE ES LEGAL SI CONTIENE LA HORA EN
QUE INICIÓ LA DILIGENCIA DE ENTREGA (INTERPRETACIÓN DE LA
JURISPRUDENCIA 2a./J. 75/98)” . O en su caso, como: “CONTRADICCIÓN DE TESIS.
142

EXISTE CUANDO DERIVA DE LA INTERPRETACIÓN DE LA JURISPRUDENCIA”.143

Esto no es nuevo, a pesar de que fuera hasta 2011 que la Constitución lo


contempla, en realidad la Suprema Corte viene interpretando su propia jurisprudencia y
generando normas de reinterpretación desde la quinta época, pero sin explicar la validez
de tal proceder, lo cual no implica que no fuera posible hacerlo utilizando la ciencia del
Derecho, siempre y cuando se considere que las tesis de jurisprudencia son normas
generales, pues de lo contrario, justificar aquello enfrentaría serias y quizá infranqueables
dificultades, que dejarían a la Corte en la necesidad de apelar a la fuerza bruta de la
jerarquía máxima de sus determinaciones, recurso que de ninguna manera le es ajeno al
más alto tribunal de la Unión.

3.7 Replanteamiento Interpretativo Acudiendo a la Interpretación Sistemática e


Histórica del Artículo 14 Constitucional que se Propone.
Retomando la pregunta original ¿Qué hacen y qué pueden hacer las tesis de
jurisprudencia en las sentencias? desde un punto de vista constitucional, a la luz del
mandato de fundar y motivar. Se ha visto que el principio de legalidad, que no es otra
cosa que la interpretación de los artículos 14 y 16 Constitucionales que se ha aceptado
hasta el momento, parece excluir la posibilidad de que las sentencias se funden en tesis
de jurisprudencia. Sin embargo, una ley ordinaria dispone que la jurisprudencia será
obligatoria para los tribunales mexicanos. Por otra parte, tenemos que las tesis de
jurisprudencia están redactadas en el formato de las normas.

142
Para mayor información, véase: https://sjf2.scjn.gob.mx/detalle/tesis/176225
143
Para mayor información, véase: https://sjf2.scjn.gob.mx/detalle/tesis/193748
228

El amplio número de intentos fallidos, los repentinos cambios de idea de la Corte


apilados uno sobre otro y todos vigentes, los criterios con efecto péndulo y la falta de una
respuesta satisfactoria en el poco más de un siglo de ensayo, prueba, error y cubrir los
errores con errores más grandes, sugieren que probablemente algo “se ha” estado
haciendo mal. Es evidente que esta jurisprudencia que no se encuentra en las sentencias,
sino en “tesis” (que bien podrían llamarse “postulados”, “criterios”, “poemas” o “artículos”),
que supuestamente proviene de las sentencias dictadas, obligatoria “aunque solo para los
jueces”, y redactada como cualquier otra norma jurídica general, entra en conflicto con la
forma en que ha sido interpretado el artículo 14 de la constitución, lo que conjuntamente
con la interpretación del diverso 16 Constitucional, constituye lo que llamamos “principio
de legalidad”.

Consideramos que, hasta este día, no se ha desarrollado una teoría sólida y


robusta sobre la función que cumplen las tesis de jurisprudencia en las resoluciones
judiciales, y que la comprensión de éstas generalmente empieza y termina con que la Ley
de Amparo establece cómo se crea y que es obligatoria.

Coincidimos con los adeptos a corriente neoconstitucionalista cuando sostienen


que los preceptos más elementales de nuestro orden normativo, particularmente, de
nuestra Constitución, han sido interpretados de la forma equivocada, con una visión
limitada y reduccionista.

No obstante, para el tema que nos ocupa sí encontramos que uno de los
principales desaciertos que ha ralentizado el desarrollo de una teoría plausible radica por
una parte en esa visión anquilosada que “se tiene” del artículo 14 Constitucional, que lejos
de interpretar diviniza el texto, desdeñando factores como el histórico, elemento
imprescindible en una interpretación sistemática, altamente relevante para descubrir su
sentido original.

Esa misma apoteosis se observa en la obligatoriedad de la jurisprudencia. Resulta


difícil de concebir la escasísima cantidad de precedentes que aborden cuestionamientos
directos a la obligatoriedad de ésta, y mayor sorpresa aún es que si acaso uno, que se
pronuncia de manera expresa en esta aparente disonancia entre el sistema contemplado
229

en la Ley de Amparo y los artículos 14 y 16 constitucionales, (principalmente del 14) como


si se tratara de un tema tabú en la jurisprudencia, algo que ni siquiera se observa con
relación al principio de separación de poderes, que incluso en el plano internacional sigue
siendo el bastión constitucional de los países con sistemas de impartición de justicia con
mucho mejor reputación que el nuestro, como Noruega, Finlandia, Suiza, por mencionar
algunos, lo que pudiera en sí mismo inhibir cuestionamientos al respecto.

Si sumamos la visión divinizada de un artículo, una arraigada tradición formalista


(más que positivista), un tema tabú y una Corte que privilegia discreción sobre solución no
resulta difícil comprender por qué este asunto no ha visto la luz en el poco más de un
siglo de vida de nuestra Constitución.

Pero, específicamente, ¿cuál es esta visión equivocada? Y, principalmente, ¿cuál


es, entonces, la visión correcta del artículo 14 constitucional, en la que quedaría
contemplada la jurisprudencia, de manera racional, responsable, funcional y sensata? ¿Es
esto siquiera posible?

Nosotros sostenemos que sí y que una interpretación verdaderamente sistemática


e histórica de los párrafos, primero, segundo y cuarto del artículo 14 en relación al diverso
107, todos de la misma Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, desde la
versión original publicada en 1917, tomando en cuenta el significado que en la época y
desde la Constitución de 1857 tenía la terminología utilizada en el párrafo cuarto, lleva a
concluir que, cuando el constituyente dispuso que las sentencias deberán ser
conforme a la letra o a “la interpretación jurídica de la Ley”, no estaba hablando del
uso de herramientas interpretativas aplicadas al texto de la Ley por las partes, o por
el juez de la causa, al momento de resolver la controversia, sino a normas
generales de interpretación de la Ley, que serían emitidas por la Corte.

Recordemos que sólo en México conocemos las “tesis de jurisprudencia”, a las


que finalmente les terminamos por llamar “jurisprudencias”, pero en sí, la Jurisprudencia,
en el resto del planeta, conceptualmente define algo muy distinto, bastante más de lo que
parece a simple vista y esto se aprecia desde el punto en que, en ese concepto (mundial)
ni siquiera es apropiado hablar de “las jurisprudencias” (salvo que nos refiramos a la de
230

un país y la de otro, o la de una región, materia), pues el concepto únicamente admite ser
entendido como unidad nominal de una multiplicidad de reglas, así sean miles de criterios
(en el sentido amplio de la palabra criterio, no como tesis porque no las hay fuera de
México), todo ese conocimiento o el conocimiento de todos ellos integra “la
jurisprudencia”, y si se elimina la mitad de esos criterios, los que quedan seguirán siendo
“la jurisprudencia”, algo así como hablar de “la probidad”, la “decencia”, conceptos
integrados por una serie de elementos que denotan una determinada cualidad en una
determinada época o contexto, no hay una probidad y otra probidad, ni ésta decencia o
aquella según cada acto decente que se produzca.

En 1917, antes de la promulgación y entrada en vigor de la Constitución actual, e


inicio de la quinta época, la jurisprudencia se identificaba con sentencias, no existían las
tesis que hacen de la jurisprudencia lo que hoy conocemos, donde el Poder Judicial
escribe sus normas y éstas se vuelven obligatorias. De ahí que, con toda seguridad, ese
formato fuera ideado previa o simultáneamente a la elaboración del proyecto de
Constitución y, en la inteligencia de que la Jurisprudencia, en el México de esa época, era
entendida como para el resto del mundo, como un conjunto indeterminado e intangible de
criterios, razonamientos, interpretaciones, procesos deductivos, reglas y principios no
compilados ni extraídos ni plasmados como norma general, a los que se llegaba mediante
la lectura comprensiva y reflexiva de las sentencias pronunciadas por los jueces dentro de
un determinado contexto, o bien, al conocimiento y dominio del razonamiento jurídico, así
como el uso y entendimiento de las leyes, principios y procesos propios de la ciencia
jurídica.

De ahí que en la primera versión no estén referidas bajo esa denominación de


“jurisprudencia” estas normas de interpretación impuestas por el máximo tribunal a los
jueces inferiores en forma vertical, indicándose qué sentido deberían de dar a las leyes en
el ejercicio de sus funciones jurisdiccionales.

Lo que sí es altamente probable es que este sistema de jurisprudencia normativa


(el que actualmente nos rige) ya estuviera contemplado en la Constitución de 1917 y que,
durante su puesta en marcha, adquirieron el nombre con el que hasta la fecha las
conocemos, como “tesis de jurisprudencia”.
231

Esta historia de la Constitución tendría bastante más verosimilitud y sentido que la


que se acepta en la actualidad, teniendo en cuenta que, por una parte, desde la primera
versión de 1917 y hasta 1951 existe ninguna referencia en la Constitución al término
“jurisprudencia” y por la otra, que la primera tesis aparece fechada el mismo año 1917,
como lo habíamos ya mencionado cuando buscábamos establecer el fundamento
constitucional de las tesis de jurisprudencia. Asimismo, en el Código Federal de
Procedimientos Civiles de 1908 la jurisprudencia es igualmente identificada con
sentencias.

La “soberbia institucional” no es el único error en la segunda de las teorías con las


que se buscó armonizar la jurisprudencia y el artículo 14 Constitucional (teoría de los
sistemas ajenos). Uno de los “otros” desatinos o inconsistencias a las que nos referíamos
en aquel momento era precisamente esto que, si se busca entender a la jurisprudencia
como un sistema que se basa enteramente en el artículo 94 (antes fracción XIII del 107),
tendríamos cerca de 100,000 tesis emitidas entre 1917 y 1951 que no podrían explicarse.

Es de señalarse que, si bien existen cuatro épocas anteriores a 1917, también lo


es que, en éstas, no se produjeron tesis como las que conocemos ahora; si se consulta la
Jurisprudencia de aquellas épocas, de la primera hasta la cuarta y última, lo que se
encontrarán son sentencias144, como en el resto del mundo. El paso de estar la
jurisprudencia mexicana en las consideraciones de las sentencias a constituir “tesis”
(normas, para fines prácticos) con una redacción propia con las características de
generalidad y abstracción como cualquier otra norma, es un tema esquivo en la literatura
jurídica. En todo caso, parece irreversible.

Más allá de que la historia haya sido una o la otra, en el plano estrictamente
hermenéutico, esta interpretación devolvería la congruencia a la totalidad del artículo 14,
una de la que bajo la intelección actual carece para consigo misma y la exigencia de
resolver conforme a “leyes expedidas con anterioridad al hecho” que, si aceptamos la
teoría de la norma individualizada de Bullygin, eso no sería posible.
144
El sitio de la Corte, al momento de elaborar este trabajo, contiene un apartado en el que puede
consultarse la “jurisprudencia histórica”, que es como se denomina a la que se produjo en las
primeras cuatro épocas. Una búsqueda en este apartado revela que la Jurisprudencia de esos
años sí coincidía con lo que en el resto del mundo se concibe bajo esa denominación.
232

El primer párrafo del artículo 14 señalado, al referir que a ninguna ley se dará
aplicación retroactiva en perjuicio, invariablemente sería violentado si tomamos como
fundamento la interpretación jurídica como ejercicio interpretativo, al menos en los litigios
civiles en todas sus subramas y en los administrativos donde hay tercero. Esto vendría a
echar por tierra, al menos en Derecho Mexicano, la tesis de Bullygin de que el Juez, a
falta de norma, el Juez crea la norma que necesita, para luego fundar en ella y así
resolver el conflicto de forma “no arbitraria” 145. Esto, conforme al artículo 14 constitucional
no sería admisible, pues no basta con que la resolución esté fundada en una norma de
Derecho, sino que es necesario que ésta sea anterior.

Ahora bien, ¿De dónde se obtiene que la “interpretación jurídica de la ley” deba
entenderse referida a los enunciados interpretativos llevados a cabo por los tribunales en
asuntos anteriores?

La respuesta está en el contexto y época en que se redactó la Constitución de


1917, donde el concepto de “lo jurídico” es empleado como referencia a un foro y un
método de solución para un tema, conflicto o diferencia que la requiera, donde ésta
quedaba a cargo de un tribunal. Así, “lo jurídico” se utiliza en contraste, como el antónimo
de “lo político”, el otro mecanismo para las soluciones, donde la respuesta sería producida
o tomada ya sea por el ejecutivo directa o indirectamente, haciéndola dictar por el
legislativo que en sí era controlado por el ejecutivo. Esta interpretación se aprecia
claramente en el artículo 107 de la Carta Magna en su redacción original,
específicamente, del párrafo inicial del artículo 107 Constitucional, en la versión vigente
desde 1917 hasta la primera de las reformas de junio de 2011, donde fue eliminada esa
porción sin mediar discusión al respecto, o al menos, sin que ésta conste en las actas del
proceso legislativo en la iniciativa o ninguna parte. En esta versión establecía al tenor lo
siguiente: “107. Todas las controversias de que habla el artículo 103, se seguirán a
instancia de la parte agraviada por medio de los procedimientos y formas del orden
jurídico que determinará una ley que se ajustará a las siguientes bases”.

145
Bulygin, E. (2003). Los jueces ¿crean derecho?. Isonomía, (18), 7-25.
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-
02182003000100001&lng=es&tlng=es.
233

Aquí y en diversos apartados de la misma Constitución, así como en otros textos


en el mismo contexto material y temporal, la mención de “formas del orden jurídico” era
entendido así, como algo que habría de ventilarse o resolverse por los tribunales o ante
los tribunales, y no por o ante el legislativo y/o el ejecutivo, en cuyo caso serían las formas
del orden político. La obra literaria jurídica más conocida en la que se aborda este tema
es “El Juicio de Amparo” del ilustre Ignacio Burgoa Orihuela; sin embargo, él no es el
único autor que hace esta referencia, también coinciden en señalar la misma
interpretación de este o en otros textos de la época y anteriores como el artículo 102 del
proyecto de la Constitución de 1857, equivalente o antecesor del 107 en la Constitución
actual en el que se refería: “una sentencia y de procedimientos y formas del orden
jurídico, ya por los Tribunales de la Federación exclusivamente, ya por estos juntamente
con los de los Estados” De ahí que resulte lógico inferir qué, si lo jurídico se identificaba
en esos ayeres con aquello llevado a cabo en sede judicial, al referirse la redacción del
artículo 14 a la interpretación “jurídica” de la Ley, se estaría en realidad refiriendo a las
normas interpretativas hechas por los tribunales a las que inexactamente hoy
denominamos jurisprudencia, máxime cuando el mismo artículo precisa que la norma
deberá ser anterior a los hechos, lo que constituye una parte importante de la esencia de
esta disposición, que no sería cumplida si se entendiera como la norma producto de la
interpretación del juzgador llevada a cabo al momento del dictar la sentencia, lo que
invariablemente estaría produciendo la norma una vez ocurridos los hechos.

El Magistrado Guillermo Baltazar Alvear, en un criterio aislado producido durante la


segunda mitad de la novena época, algo adelantado a su tiempo, sostuvo un
razonamiento erguido, en lo medular, sobre las mismas bases:

Registro digital: 183029


Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Novena Época
Materias(s): Común
Tesis: IX.1o.71 K
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XVIII, Octubre de
2003, página 1039
Tipo: Aislada
234

JURISPRUDENCIA. CONCEPTO, CLASES Y FINES.


La jurisprudencia es la interpretación de la ley, de observancia obligatoria, que
emana de las ejecutorias que pronuncia la Suprema Corte de Justicia de la Nación
funcionando en Pleno o en Salas, y por los Tribunales Colegiados de Circuito.
Doctrinariamente la jurisprudencia puede ser confirmatoria de la ley, supletoria e
interpretativa. Mediante la primera, las sentencias ratifican lo preceptuado por la
ley; la supletoria colma los vacíos de la ley, creando una norma que la
complementa; mientras que la interpretativa explica el sentido del precepto
legal y pone de manifiesto el pensamiento del legislador. La jurisprudencia
interpretativa está contemplada en el artículo 14 de la Constitución Federal,
en tanto previene que en los juicios del orden civil la sentencia definitiva
deberá ser conforme a la letra o a la interpretación jurídica de la ley; y la
jurisprudencia tiene una función reguladora consistente en mantener la
exacta observancia de la ley y unificar su interpretación, y como tal, es decir,
en tanto constituye la interpretación de la ley, la jurisprudencia será válida
mientras esté vigente la norma que interpreta.
PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DEL NOVENO CIRCUITO.
Amparo en revisión 299/2003. Funerales la Ascención, S.A. de C.V. 3 de julio de
2003. Unanimidad de votos. Ponente: F. Guillermo Baltazar Alvear. Secretario:
Esteban Oviedo Rangel.146

Por acertado y adelantado que resulte el criterio trasunto, la cuestión quedaría aún
inconclusa e incompleta, pues no responde: ¿Dónde quedaría entonces la interpretación
como ejercicio de desentrañar la voluntad del legislador dentro o no del artículo 14
Constitucional? En respuesta es necesario apelar a un conocimiento unánimemente
admitido en la actualidad; que la interpretación (como ejercicio interpretativo) es inherente
a la función jurisdiccional del Estado y en específico cuando se trata de la aplicación de
toda clase de normas; un requisito sine qua non de realización previa a la aplicación del
Derecho en cualquier ámbito y cualesquiera que fuera su naturaleza, por lo que resultaría
inocuo e innecesario prohibir o permitir el uso de la interpretación en sentido amplio, pues
toda norma es en principio interpretable, incluso aquellas tan claras como para ser
alcanzadas por el brocardo latino in claris non fit interpretatio pues, incluso para llegar al
146
Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XVIII, Octubre de 2003,
página 1039, Aislada, Tesis: IX.1o.71 K, 183029.
235

conocimiento de que la norma goza de una claridad tal, es necesario primero haber
acudido a algún método interpretativo.

Del mismo modo que no es necesario que en la Constitución se establezca que el


Estado deberá proveer a todo juzgador de un espacio público, papel y material para
escribir o que dispongan de personal que le auxilie en el despacho de los asuntos que le
toque resolver, así también resulta innecesario que una norma constitucional contemple
obviedades tales como que los Juzgadores puedan y deban interpretar para comprender
cualquier norma de Derecho antes de aplicarla, de no aplicarla o de concluir que no existe
norma aplicable, pues en todos estos casos, se trata de herramientas indispensables para
el cumplimiento de la función jurisdiccional encomendada por el Estado.

Si la Constitución tuviera que abordar este tipo de aspectos, se volvería impráctica


y disfuncional, sería un documento con cientos de miles de artículos, una lectura sosa,
tediosa e indigesta que llevaría toda una vida leer y estaría en reformas todo el tiempo, no
sería lo que conocemos, sin embargo, a juzgar por lo que ha sido la práctica de nuestros
tribunales, requieren una disposición específica que les ordene desde la Carta Magna,
que las sentencias deben motivarse, aún si se fundan en tesis de jurisprudencia.

Ahora bien, el hecho de que, en términos del artículo 14 Constitucional no se


proscriba interpretar la jurisprudencia en los razonamientos de las sentencias, no significa
que dicho artículo no imponga del todo reglas que el juzgador debe observar en sus
resoluciones. Sin embargo, el factor determinante no se encuentra en el número de
reinterpretaciones posibles, que, como hemos visto, la Corte no ha visto problema en que
sean emitidas tesis reinterpretativas y que éstas a su vez sean también interpretadas e
incluso, que esa interpretación dé paso a un nuevo criterio reinterpretativo de la Ley y que
esto ocurra varias veces una sobre otra.

Lo que, en términos de la referida disposición, está vedado a los jueces es que sus
sentencias se funden entera o primordialmente (fundar stricto sensu) en normas que no
sean Leyes (o la Constitución o algún Tratado suscrito por el Estado mexicano) o
Jurisprudencia de interpretación de la Ley o de una norma superior a la Ley (de la
236

Constitución o de algún Tratado suscrito por el Estado mexicano), debidamente


interpretadas.

Lo anterior salvo que no exista forma de resolver la controversia mediante la


aplicación de alguna disposición en la Ley o de alguna tesis de Jurisprudencia de
Interpretación de la Ley (ya sea de la común o de la Ley Suprema), ni siquiera haciendo
uso de las herramientas interpretativas válidamente utilizables, ya sea porque tuviera que
desnaturalizarse el sentido original de la norma legal o jurisprudencial o bien porque la
materia de la litis no admitiera o limitará el uso de tales herramientas, pues, de ser éste el
caso, el juzgador gozará de un holgado margen de libertad para valerse de los elementos
argumentativos jurídicos que estime necesarios (dentro de un parámetro de razonabilidad)
a fin de demostrar y/o explicar la existencia y contenido de un determinado principio
general de Derecho que estime adecuado para dar solución a la problemática, ante su
potestad, sometida, a condición de dicho principio sea efectivamente eso, lo que implica
que debería existir previo a los hechos sometidos a juicio.

Es importante señalar que, en la interpretación propuesta, el sistema escalonado


del artículo 14, ya no estaría compuesto de 3 niveles, sino solo de dos: En el primero, la
letra de la Ley (con interpretación) y la Jurisprudencia de interpretación (igualmente, con
su debida interpretación) se encuentran en el mismo plano sin que, constitucionalmente
debiera existir un orden de prelación en las mismas, en el caso de que ambas fueran una
posibilidad, habida cuenta que si ese fuera el caso, teóricamente el resultado material
sería el mismo, pero bien se dan casos en que indebidamente se ha dado una
interpretación jurisprudencial contra legem, en cuyo caso el Juez debería poder acudir a la
Ley o a la jurisprudencia y de entenderse más allá de esto a las normas que regulan en la
Ley de Amparo el uso y la obligatoriedad de la jurisprudencia, tendríamos que decir que
esas normas resultarían inconstitucionales.

Si no fuera posible resolver conforme a la Ley o a una tesis de jurisprudencia de


interpretación (en el mismo plano), esto conduciría al segundo nivel, en donde el juzgador
resolvería aplicando los principios generales del Derecho.
237

Partiendo de todo lo anterior, es posible concluir que el artículo 14 exige del


juzgador, que la resolución de los asuntos sometidos a su consideración, estén fundadas
en por lo menos una de las siguientes categorías de normas:

● Ley ordinaria (federal, local, general, nacional, etc.), propiamente dicha, en sentido

formal y material.

● Ordenamiento de mayor jerarquía que la Ley ordinaria (Constitución, Tratados).

● Tesis de jurisprudencia de interpretación de por lo menos una o de las dos

anteriores clases de normas.

Y solo a falta de las anteriores o cuando ello no fuera posible, resolverá con
fundamento en un cuarto tipo de norma:

● Los principios generales del Derecho.

Cualquiera de los anteriores, deberá ir precedido de su correspondiente ejercicio


de interpretación, lo que resulta inherente a la función jurisdiccional.

Constitucionalmente, en esta interpretación no se advierte preferencia alguna en el


orden de aplicación de la Ley o la Jurisprudencia, y que incluso en un tiempo se llegó a
interpretar como si debiera seguirse el orden de aparición en la norma, esto es, primero la
letra de la Ley y luego la Ley acompañada del ejercicio de interpretación si no resultara
claro el sentido de la norma, lo cierto es que esta interpretación por sí sola no exige un
orden de prelación entre ambas, por lo que pareciera que el juzgador estaría en
posibilidad de elegir una u otra indistintamente, considerando que las opciones Ley e
Interpretación Jurídica de la Ley (es decir “tesis de Jurisprudencia”) aparecen unidas
mediante el conector lógico disyuntivo “o”, de lo que se obtendría que, en el caso que
ambas pudieran resolver la litis, el juzgador estaría en aptitud de optar por una o la otra
según su criterio.
238

Sin embargo, ha sido la propia jurisprudencia la encargada de darle un sentido


distinto al que parece derivar de su texto. En la muy peculiar interpretación dada por la
Jurisprudencia, de concurrir estas condiciones de poder resolver con una o la otra, el
juzgador se verá obligado a aplicar la norma jurisprudencial e impedido para acudir al
texto expreso de la norma interpretada o interpretarla de acuerdo con su criterio, salvo
que éste coincidiera con el sentido de la interpretación jurisprudencial. De modo que,
como resultado de la forma en que la jurisprudencia entiende la jurisprudencia, la
redacción del cuarto párrafo del artículo 14 sería más o menos la siguiente:

Artículo 14.- En los juicios de índole no penal, la sentencia definitiva deberá ser
conforme a la jurisprudencia de interpretación de la Ley, si sobre el tema de la litis
la hubiera, en caso contrario el juzgador acudirá a la interpretación de la Ley, o la
aplicará a la letra si fuera lo suficientemente clara. A falta de Ley, se fundará en los
principios generales del Derecho.147

Así las cosas, incluso la propia Ley queda ubicada en un segundo plano, solo para
aquellos casos en los que la jurisprudencia no se haya pronunciado ya, donde aún no
haya fijado una postura, donde no haya producido ya su propia norma. Esto tiene serias
implicaciones en otros aspectos de alto impacto jurídico los cuales abordaremos más
adelante, y en ese punto retomaremos las consideraciones aquí expuestas.

Volviendo al contenido de las sentencias y en particular, al de las distintas


clasificaciones de normas que pueden figurar en la fundamentación de éstas,
establecimos que dichas normas serían: Ley ordinaria, Ley Suprema, Jurisprudencia de
interpretación de las dos anteriores y, a falta de éstas, los principios generales del
Derecho.

Ahora bien, esto no implica, como se había adelantado ya, que quede proscrito o
vedado para el juzgador, invocar en la argumentación de sus sentencias a normas de
naturaleza distinta como pudieran ser los reglamentos administrativos, circulares, entre
otros, pues dichas normas son admitidas en las sentencias a las que se refiere el cuarto
párrafo del artículo 14 Constitucional, lo que incluso es congruente con el hecho de que

147
Está es una propuesta del nuevo artículo.
239

los juzgadores pueden y deben valerse de los métodos interpretativos que tenga
expeditos. Lo que no está permitido es que el sentido de la sentencia se funde en ellas, o
que éstas tengan un papel determinante sobre los efectos específicos del fallo, pues
dichas normas solamente pueden figurar en forma complementaria o argumental en la
resolución, apoyando la aplicación de la norma decisiva elegida por el Juzgador.

3.8 La Teoría de los Usos Propios e Impropios de las Normas Generales como
Criterio para Determinar la Función que Cumple la Cita de una Determinada Tesis
de Jurisprudencia en una Determinada Resolución Jurisdiccional.
El juzgador, al resolver, debe fundar el sentido de su determinación ya sea en la
Ley o en Jurisprudencia de Interpretación de la Ley (o de normas de mayor jerarquía), la
que, como hemos visto, adquiere la jerarquía de la Ley o de la norma que interpreta (a
excepción de la Constitución y de cualquier norma a la par de ésta) sin que esto signifique
que la jurisprudencia se vuelva Ley y menos aún, que se vuelva norma Constitucional o
Ley Suprema, aunque en cuanto al contenido de la norma pueda estimarse que, atender a
lo dispuesto en una norma jurisprudencial de interpretación de la Ley, es atender a la Ley
y hacia abajo debe operar igual, no hacia arriba, aunque en este caso, ello es
consecuencia de la naturaleza de la Constitución y los Tratados, no de la de la
Jurisprudencia.

Con esto quedaría cubierto lo relativo a la obligación de fundar. Sin embargo, la


sentencia en este punto no estaría completa, pues es necesario que, adicionalmente el
juzgador deje plasmados en la resolución los razonamientos que lo han llevado a la
conclusión de que la aplicación de determinada norma (Ley o tesis de jurisprudencia) es
lo procedente en el caso y que de la aplicación de ésta se desprenda que se debe
resolver en la forma y sentido que lo hace. En épocas recientes, a esto se le ha
denominado “argumentación de la sentencia”; sin embargo, no es más que una forma
novedosa de referirse a la motivación. Argumentar o motivar, son, la misma acción; de
una a otra lo que cambia es que el sujeto que la lleva a cabo, pues al litigante
corresponde argumentar mientras que a la autoridad encargada de aplicar la norma, en
este caso, el juzgador, corresponde motivar148, pero en esencia, estamos frente al mismo
148
En ese sentido, disentimos con esta parte de la llamada “teoría de la argumentación” en cuanto
sostiene que a los jueces corresponde el deber de argumentar con buenas razones en sus
240

ejercicio de demostrar mediante la expresión de razonamientos jurídicos que ante las


circunstancias presentes en el caso concreto, debe aplicarse determinada norma,
conforme a la o las cual(es) habrá de producirse un determinado resultado previsto en
ella(s).

Para cumplir con esta obligación de motivar (término constitucionalmente


adecuado) suele resultar útil e incluso necesario acudir a normas distintas a la que se
estima aplicable, para justificar que otra sí lo es y, en este objetivo, los límites únicamente
los fija la propia materia, como en el caso del Derecho Penal y el Administrativo
Sancionador, en donde opera el principio de tipicidad, quedando prohibida la imposición
de penas si la infracción no está expresamente establecida en la normativa aplicable, o el
Derecho Tributario, donde los elementos de la contribución son de aplicación estricta,
pero por regla general, estando claramente identificada la fundamentación, el juzgador no
está limitado a justificar su aplicabilidad mediante elementos específicos, sino que puede
echar mano de cualquiera y esto incluye a otras normas, sin importar su jerarquía.

Incluso el juzgador podría emplear para propósitos de dicha explicación, normas


que aún no lo sean, que dejaron de serlo, por razón de tiempo, o las que no lo son en
nuestro Derecho, pero lo son en otro, aunque en estos casos, no estaríamos hablando de
normas, propiamente dichas, sino de meras referencias, que, desde luego, tampoco
podrían fundar una resolución jurisdiccional, (salvo los casos específicos según las reglas

sentencias, para convencer a las partes de que el resultado alcanzado es el que corresponde
conforme a Derecho y especialmente a la parte que perjudica la sentencia. Convencer o crear
convicción en las partes escapa con facilidad a función jurisdiccional, cuya labor consiste en
resolver, explicar cómo llegó a esa conclusión, lo que en esencia se cumple expresando la norma
aplicable y los razonamientos que demuestren que esa es la norma que resulta aplicable a las
circunstancias específicas que presenta el caso. Y la labor del litigante es esta misma, pero desde
su perspectiva en la que se propone la salida del litigante, por más que su planteamiento presente
una solución, no estará motivando, pues carece de autoridad para dictar determinaciones, que son
a las que recae la motivación. Asimismo, hablar de argumentar cuando la determinación ya está
tomada, resulta intrínsecamente ocioso. Finalmente, la realidad habla por sí sola; la parte no
favorecida con la resolución recurre la sentencia cuando puede hacerlo y cuando no lo hace, rara
vez es así porque la sentencia le dio buenas razones para no exigir aquello a lo que sintió tener
derecho, lo suficiente como para enfrascarse en una batalla legal. El beneficio que recibe la parte
cuando el juez cumple con su deber de motivar es entender la resolución, no para convencerse y
dejarse morir, sino para estar en aptitud de combatirla eficientemente o y solo en el caso de que
nada no sea recurrible, entonces pudiera ayudarle a entender cómo funciona el Derecho, en qué
condiciones sería procedente conceder la pretensión que dedujo, cuales son los verdaderos
alcances de su derecho, ante quién debe ejercer esa acción o ante quién no hacerlo, en esos
casos cualquier enseñanza es buena, pero, si en última instancia ninguna encuentra el afectado, la
sentencia igual cumplió su objetivo primario y el único que está obligada a servir.
241

de los conflictos de normas en el tiempo y por foro) pero sí podrían figurar en los
razonamientos demostrativos, siempre que la cita sea relevante, conduzca a la
demostración de la aplicabilidad de la norma que se estima aplicable y que, en todo caso
se identifique con claridad cuál es la norma aplicada.

A las que sí tengan la calidad de norma de Derecho, distintas de la Ley (ordinaria o


suprema) y de la jurisprudencia de interpretación de Ley (ordinaria o suprema) las
denominamos como “complementarias” para efectos de las resoluciones jurisdiccionales,
porque no poseen los atributos ni la jerarquía requeridas para aportar el sentido de la
determinación, aunque sí pueden ser utilizadas con una función “argumental”,
participando en la explicación que justifique la elección de norma aplicable hecha por el
juzgador, de entre aquellas que sí son aptas para ese propósito.

Y lo mismo ocurre en el caso de la ley ordinaria o suprema y tesis de interpretación


de ley ordinaria o suprema, distintas a la norma elegida por el juzgador para definir el
resultado, atendiendo al principio general de Derecho “qui potest plus, potest minus”
(quien puede lo más puede lo menos), por lo que también pueden figurar como
complementarias en una sentencia, siempre que no sea de las normas aplicadas, es
decir, que no se trate de las normas que fundan el sentido de la resolución.

De ahí que, no por el hecho de que en la resolución aparece citada una tesis de
jurisprudencia significa que el juzgador esté aplicándola o que la resolución se encuentre
fundada en dicha tesis.

Cierto es que la vocación natural de toda norma jurídica radica en ser obedecida
y/o aplicada, de manera que cuando las autoridades las aplican o los particulares las
obedecen de forma espontánea, se puede decir que la norma sirve a los usos propios que
corresponden a las normas de índole jurídica. De hecho, estas dos acciones son la forma
en que tradicionalmente suele explicarse la eficacia de las normas jurídicas.

En nuestra concepción, estas acciones únicamente describen los usos propios de


las normas de Derecho mas no se agotan en ellas las maneras de medir su eficacia, pues
ésta puede verificarse por usos impropios. Pero ¿a qué nos referimos con los “usos
242

impropios” de las normas de Derecho? Bien, en principio debe aclararse que esto nada
tiene que ver con los “usos alternativos del Derecho” referidos generalmente en los
trabajos sobre las distintas técnicas de interpretación jurídica, en donde son identificados
con el objetivo nivelador de las leyes tutelares como la Ley Federal del Trabajo.

Para definir eso a lo que sí nos referimos, debemos partir del concepto
generalizado de la eficacia jurídica, que por nuestra parte identificamos con lo que debe
entenderse por “usos propios” de las normas:

1. Ser obedecidas. Asumir voluntariamente la conducta debida según la norma


por la sociedad y los individuos particulares que la componen, cuya esfera de
derechos y obligaciones habrá de impactar en forma mediata o inmediata todo
ordenamiento y toda norma.
2. Ser aplicadas. La o las autoridades, como mandatarios del Estado Nación,
mediante el ejercicio de las atribuciones que corresponden a éste y en su
representación, ordena y/o ejecuta actos en los que individualiza y concretiza
el mandato general contenido en la norma en la esfera jurídica de uno o más
individuos determinados, alterando unilateralmente sus derechos o sus
obligaciones. En esta noción, la unilateralidad no debe ser entendida en el
sentido de que intervenga o no la voluntad del individuo en el mundo de los
hechos y menos aún en su fuero interno, sino del hecho de que, para efectos
de la alteración a su esfera jurídica, su voluntad o su participación es la causa
eficiente ni puede serlo porque, como particular su participación en la
aplicación de la Ley, es siempre como sujeto pasivo y no como sujeto activo
pues aquella, en el contrato social entre las personas y el Estado, estará
siempre adscrita al Estado.149
149
Esta regla es categórica e infalible. Incluso cuando, en términos de una Ley, un reglamento, o
cualesquier disposición de cualquier índole, se convoca a la sociedad (mal llamada “ciudadanía”) a
integrar “consejos ciudadanos”, “órganos consultivos”, “mesas de trabajo legislativo” o cualquiera
que sea su denominación, como requisito para llevar a cabo adquisiciones o verter su opinión
técnica, aportar ideas, o proponer proyectos para el ejercicio del “presupuesto participativo” en ella
o cuando se faculta a un particular para llevar a cabo funciones propias de la autoridad, pues en el
primer caso, quien aplica la Ley en realidad es la autoridad que convoca y tiene por satisfecho el
requisito o la autoridad de finanzas encargada de liberar y administrar los fondos asignados al
proyecto, o los legisladores cuando toman en cuenta (o no) las opiniones expresadas por los
órganos de consulta y en el segundo, cuando el particular es investido con las facultades para
aplicar la Ley, el particular no está actuando en consecuencia de sus atributos de particular, sino
de un mandato conferido por el Estado, en auxilio y con la venia de éste, luego entonces, cuando
243

A lo largo de una resolución jurisdiccional y especialmente de una sentencia, es


común que aparezcan citadas una buena cantidad de disposiciones, pero no todas habrán
sido verdaderamente aplicadas; solo estarán aquellas con base en las cuales se define el
sentido final de la resolución o bien se toma una determinación contenida en ella si son
varias, como es el caso más frecuente; y, como nos adelantamos al explicar la
interpretación correcta del artículo 14 Constitucional, también encontraremos normas que
aparezcan citadas en la sentencia o resolución jurisdiccional en general, cuya
consecuencia no podremos advertir reflejada en el resultado alcanzado por el juzgador, ni
en los efectos de la sentencia, incluso tratándose de normas que sí prevean una
consecuencia.

Esto podrá ocurrir en dos escenarios:

1. Que no sea posible hallar un verdadero nexo de utilidad para la resolución del
asunto (en el caso de sentencias), o de la petición (en una resolución de trámite u
otra) vg. Acreditar un extremo que no forma parte de la litis.
2. Que la cita o referencia a la norma sea para explicar la aplicabilidad de la(s)
diversa(s) normas con fundamento en la(s) cual(es) se pronuncia sobre en la
materia de la resolución.

Este segundo supuesto es donde la norma también puede medir su eficacia,


aunque lo sea por los usos propios para los que existen las normas, ser acatadas o
aplicadas, lo que importaría la realización de la norma, al implicar el cumplimiento del
objetivo de su existencia. Sin embargo, las normas no pueden ni deben ser entendidas
como entidades separatistas, individuales y alienadas entre sí, ni siquiera las tesis de
jurisprudencia, pues, aunque no sean Derecho codificado, sí deben guardar congruencia
en conjunto con el Derecho constituyente, convencional, legislativo y reglamentario, lo
cual es uno de los objetivos de nuestra versión de la Jurisprudencia, esto sin mencionar
los procedimiento de creación de tesis que surgen a partir de la contradicción de criterios,

ejerce esas facultades que son propias del Estado, tiene el carácter de autoridad. Si lleva a cabo
esas acciones sin gozar de esa representación parcial y específica conferida por el Estado, muy
probablemente lo que hace se denomine con mayor exactitud “delincuencia” antes que “acto de
aplicación de la Ley”.
244

cuyo objetivo es también dotar de coherencia, certidumbre y dirección al orden jurídico


aplicable por los Tribunales del país.

Con esta visión del catálogo de disposiciones como sistema normativo se afirma
que una norma prueba su eficacia no solo cuando es acatada voluntariamente por la
sociedad o cuando es aplicada por la autoridad competente, esto es, cuando obtiene su
propia realización sirviendo a usos propios, sino también cuando, sirve por usos
impropios, dando lugar a “la realización” de una norma diversa, al ser tomada,
interpretada y empleada por el juzgador como elemento en la construcción de un
razonamiento plausible con el que justifica la aplicación de una norma diversa que estima,
es la que resulta aplicable al caso.

De esta manera, a la luz de la teoría de los usos propios e impropios, aparte de


proporcionar un nuevo criterio a tomar en consideración al momento de valorar si las
normas jurídicas gozan de eficacia en un momento específico, también enciende nuevas
pautas para en el descubrimiento de la función o mejor dicho las funciones que cumplen y
pueden cumplir las normas del Derecho judicial producidas por nuestros tribunales de
Amparo, sobre las resoluciones jurisdiccionales, en cuyo dictado y conforme a reglas
jerarquizadas, nuestro Derecho considera vinculantes. Dichas funciones pueden ser
descritas en la forma y términos siguientes:

1. El derecho jurisprudencial mexicano, si bien se encuentra expresado en forma de


enunciados normativos generales y abstractos, su ámbito de aplicación se
encuentra limitado al ámbito y contexto jurisdiccional, es decir, a las resoluciones
de los tribunales. Formalmente no pueden ser cumplidas voluntariamente por los
particulares ni aplicadas por autoridades que ejerzan funciones no jurisdiccionales,
porque están dirigidas a los propios juzgadores, por tratarse de normas de
interpretación de otras normas y su propósito no es regir directamente la conducta
de las personas, sino orientar la aplicación del Derecho en los casos sujetos a la
potestad de los tribunales.
Luego, si hablamos de los usos propios del Derecho jurisprudencial, estaremos
hablando de sentencias y resoluciones jurisdiccionales que encuentran, en una
tesis de jurisprudencia, la solución de la cuestión planteada. Cuando el resultado
245

de la sentencia o resolución está basada en la existencia de un criterio


jurisprudencial que prevé que para determinadas circunstancias debe resolverse
en determinado sentido y en ese sentido se pronuncia la resolución, estaremos
frente a un caso de aplicación de un criterio jurisprudencial. En estos casos, la
jurisprudencia estaría cumpliendo la función de fundamentar.

2. Si la tesis aparece citada, pero de la lectura de la sentencia se obtiene que con la


cita de ésta, el juzgador la utiliza para construir su argumento en el sentido de que
una distinta tesis o disposición legal es la norma aplicable, y en la sentencia no se
aprecia aplicada la consecuencia a la que se alcanzaría con la aplicación de la
tesis, estaríamos un caso de tesis empleada para usos impropios, pues no estaría
siendo aplicada sino facilitando la aplicación de una norma diversa que podría ser
ya una tesis o una disposición legal, constitucional o convencional. En este caso,
la jurisprudencia estaría desempeñándose como parte de la motivación, sin
que esto implique que pueda por sí misma, acaparar o cumplir la totalidad
del requisito de la debida motivación, sino exclusivamente que su función se
ubica en la parte correspondiente a la motivación.

3. Podría también darse el caso que no haga una ni otra cosa, aquí estaríamos en el
supuesto referido con el inciso 1 antes expuesto, donde no es posible advertir un
nexo de utilidad entre la tesis citada y lo resuelto por el juez a la materia de la
determinación o la demostración de aplicabilidad de la diversa norma con
fundamento en la cual resuelve. Lamentablemente esto es más común de lo que
podría sugerir la sana lógica, y aunque las Leyes no lo autorizan expresamente,
tampoco lo prohíben. Esto, a pesar de ir en contra de la seguridad jurídica que
toda manifestación del poder del Estado le debe a los gobernados, ha sido
entendido en la jurisprudencia e incluso en algunos sectores de la Doctrina como
un derecho a favor de los jueces, de forma similar a las libertades de los
particulares. De modo que éstos se han concedido a sí mismos, la libertad de
introducir afirmaciones irrelevantes, innecesarias e inconducentes a la sentencia,
sin que esto afecte la validez del acto, siempre y cuando efectivamente sean
irrelevantes e inconducentes, es decir, que no produzcan ningún efecto pernicioso
personal y directo a ninguna de las partes.
246

Un ejemplo insigne de esta práctica, lo encontramos en la cita de una o unas tesis


que figuran, si no en todas, en una inmensa mayoría de las resoluciones de
amparo y juicio de nulidad desde la novena época, sin ninguna razón, sin ningún
beneficio y sin ningún punto litigioso que verse sobre ello, las cuales llevan los
siguientes rubros: “CONCEPTOS DE VIOLACIÓN O AGRAVIOS. PARA CUMPLIR
CON LOS PRINCIPIOS DE CONGRUENCIA Y EXHAUSTIVIDAD EN LAS
SENTENCIAS DE AMPARO ES INNECESARIA SU TRANSCRIPCIÓN”,
“CONCEPTOS DE VIOLACIÓN. EL JUEZ NO ESTÁ OBLIGADO A
TRANSCRIBIRLOS”, y otras con rubros similares referidas a la misma temática.
Solo para darle una denominación seria a este fenómeno que facilite aludirlo en
futuras referencias, podemos decir que cumple la función de “apunte razonado”.

Al encontrar la cita o la referencia a un criterio o tesis de jurisprudencia en una


resolución jurisdiccional, invariablemente estará cumpliendo alguna de estas 3 funciones,
independientemente de que se trate de un auto, una sentencia o una interlocutoria. De
éstas, únicamente la de fundamentación, exigirá del Tribunal una motivación expresa y
específica que justifique su aplicabilidad. Si, por el contrario, se encuentra motivando la
sentencia, entonces la norma cuya aplicación deberá ser motivada es justamente aquella
cuya aplicabilidad se pretende demostrar mediante usos impropios de la tesis no
fundante.

Esto es así, porque resultaría imposible y contrario a la sana lógica que debiera
motivarse la motivación misma, lo que, si bien pareciera ser el mismo caso que al hablar
de “interpretar la interpretación” de las tesis de jurisprudencia, lo cierto es que no es así,
porque la interpretación sí recae sobre toda norma, y las tesis de jurisprudencia tienen
esta naturaleza normativa. En cambio, la motivación recae, no a la norma, sino a la
aplicación de ésta, de tal suerte que, es válido afirmar que la fundamentación es un
requisito sine qua non, un presupuesto fáctico essentialis para cumplir con la motivación,
pues es a ésta, a la fundamentación y no a la norma en sí, ni a la decisión jurisdiccional
por sí sola, a lo que recae la motivación. Este criterio ya fue expresado en tesis emitida
por el entonces Tribunal Colegiado del Décimo Tercer Circuito.

Suprema Corte de Justicia de la Nación


247

Registro digital: 231062


Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Octava Época
Materias(s): Común
Fuente: Semanario Judicial de la Federación. Tomo I, Segunda Parte-1, Enero
Junio de 1988, página 146
Tipo: Aislada
“AUTORIDADES, FUNDAMENTACION Y MOTIVACION DE LOS ACTOS DE
LAS.
Si conforme a los artículos 14 y 16 de la Constitución Federal nadie puede ser
molestado en sus propiedades y posesiones, sin mandamiento escrito que funde y
motive adecuadamente las causas legales del procedimiento, es claro que lo que
se está exigiendo a las autoridades no es simplemente que se apeguen según su
criterio personal a una ley, sino que se conozca de qué ley se trata y los preceptos
de ella que sirvan de apoyo al mandamiento relativo, de manera que si el acto
autoritario no se encuentra apoyado en ninguna disposición legal, no puede
admitirse que contenga motivación, puesto que no se adecua a ningún precepto
legal, por lo que resulta violatorio de garantías individuales en perjuicio del
quejoso.”150151

Hemos visto entonces que, por tratarse de normas generales que recogen la
interpretación que de la Ley se ha producido siguiendo las formas del orden jurídico,
entiéndase, la que han producido los tribunales en sede jurisdiccional, mediante en los
procedimientos ante ellos ventilados, es constitucionalmente válido que las tesis de
jurisprudencia constituyan la fundamentación en las resoluciones judiciales, de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 14 Constitucional, pues en su correcta
interpretación, la referencia a la “interpretación jurídica” debe entenderse respecto a estas
normas producidas por los tribunales de Amparo facultados para ello de ahí que sí se

150
Octava Época, Semanario Judicial de la Federación. Tomo I, Segunda Parte-1, Enero Junio de
1988, página 146, Aislada, 231062.
151
TRIBUNAL COLEGIADO DEL DECIMO TERCER CIRCUITO. Amparo en revisión 618/87.
Sabino Ordaz Pacheco. 28 de enero de 1988. Unanimidad de votos. Ponente: Robustiano Ruiz
Martínez. Secretaria: Rosalía Moreno Ruiz. Véase: Jurisprudencia 373, página 636, Segunda Sala,
Apéndice 1917- 85.
248

encontraban contempladas en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos


desde el proyecto original circulado por Venustiano Carranza en 1916.

El papel en las resoluciones jurisdiccionales es, por usos propios, el mismo que
corresponde a la Ley Suprema u ordinaria, el de proveer fundamentación y siempre que
aparezcan cumpliendo esta finalidad deberán entenderse aplicadas, lo que genera como
consecuencia el requisito que obliga al juzgador a motivar la aplicación de cualquier
norma, esto es, de proveer una explicación razonable y suficiente del por qué en el caso
concreto procede resolver conforme a la tesis que estimó aplicable.

Asimismo, por usos impropios, las tesis de jurisprudencia de interpretación de


leyes ordinarias o supremas y las tesis que interpreten otro tipo de disposiciones, junto
con las normas infra legales, pueden ser citadas o referidas en forma argumental, para
justificar la aplicabilidad de la norma que propiamente funde la resolución. Cuando éste
sea el caso su lugar corresponderá a la motivación y no al de la fundamentación, al que
pertenecerá la norma (legal o jurisprudencial) cuya aplicación justifique la tesis.

Esto implica que, en ningún caso, la misma tesis u otra que sostenga lo mismo,
podrá figurar como fundamentación y como motivación a la vez, las tesis de jurisprudencia
individualmente concebidas, al ser aplicadas, no puede motivarse a sí mismas, pero sí
pueden participar en la motivación de la o las otras que se apliquen.

Conclusión Capítulo Tercero


En este capítulo se ha demostrado que, al introducirse la obligatoriedad de las
tesis de jurisprudencia al tiempo de otorgarle la calidad de fuente formal de Derecho, sin
ajustar la interpretación del artículo 14 Constitucional, se generó una incompatibilidad
entre la jurisprudencia y el principio de legalidad. Que tal incompatibilidad se vio agravada
por la negativa a reconocer a las tesis de jurisprudencia el carácter de normas generales
que evidentemente les asiste dada su naturaleza y sus características.

Derivado de lo anterior, tenemos un principio de legalidad incómodo e insuficiente


para explicar el cumplimiento de las obligaciones de fundar y motivar a cargo de los
juzgadores, en cuanto a uso de las tesis de jurisprudencia y por ende, no se cuente con
249

una teoría general que defina claramente con un razonamiento sólido y robusto que la
aplicación de tesis de aisladas o de jurisprudencia en las sentencias deba motivarse en la
misma forma en que se debe hacer con los preceptos de la Ley según el principio de
legalidad. Esto nos obliga a reevaluar nuestra posición con respecto a la polémica
afirmación de Kelsen, en el sentido de que no es posible diferenciar el acto o la función
jurisdiccional del acto de la función administrativa del Estado, que en principio pareciera
disparatada, en tanto que sí existen diferencias, algunas de ellas muy notorias. Sin
embargo, desde la perspectiva de una “teoría pura”, y apelando a la lógica subyacente en
ésta, la de sustraer del Derecho todas aquellas valoraciones que no pertenecen
estrictamente al ámbito jurídico, limitándose a la estimación de los elementos
“jurídicamente relevantes”, encontramos que la afirmación del austríaco no es
desacertada para efectos del cumplimiento de la obligación de fundar y motivar sus
determinaciones el Estado, tanto cuando aplica la Ley por conducto del ejecutivo como
cuando lo hace por medio de la rama jurisdiccional, resolviendo conflictos entre partes
beligerantes.

En un estado de Derecho, tanto los órganos jurisdiccionales como los


administrativos se encuentran obligados a resolver con base en lo que las Leyes
dispongan y solo están facultados para actuar dentro del ámbito que las leyes autoricen,
sea en forma explícita o mediante reglas y principios generales que les otorguen menor o
mayor discrecionalidad. Esto significa que, con independencia del grado de interpretación
que se haya dado a la norma para llegar al resultado alcanzado, lo cierto es que la norma
aplicada debe preexistir a los hechos y a la resolución en la que se aplica, para efectos de
respetar el artículo 14 Constitucional, de tal suerte que no existe diferencia jurídicamente
relevante entre el acto administrativo y el acto jurisdiccional, para justificar o eximir de la
obligación de mencionar en forma expresa en la determinación cuál es la norma aplicada
(fundar) o de justificar con los razonamientos suficientes el por qué dicha norma resulta
aplicable y cómo es que a partir de ésta se llega a concluir en la determinación tomada.
Es decir que, si bien, existen diferencias operativas y fáctico-materiales entre la función
jurisdiccional y la ejecutiva, ninguna de ellas es suficiente para justificar que las
sentencias no requieren fundamentación expresa de la norma aplicada o motivación de su
aplicabilidad, así se trate de una norma jurisprudencial o una disposición legal.
250

También, que más allá de los motivos que haya tenido la Corte para emitir criterios
unánimes de ida, de vuelta y de regreso sobre la aceptación o negación de la naturaleza
jurídica normativa de la jurisprudencia, lo cierto es que si se pretende dar una respuesta
congruente y estable que valide y sostenga la posición de la jurisprudencia como fuente
de Derecho en las sentencias, no puede sino aceptarse que las tesis de jurisprudencia
poseen las mismas características de generalidad y abstracción que poseen las Leyes, y
que, para todo efecto, deben ser consideradas como lo que son, normas generales.

En el camino a la elaboración de nuestra teoría, demostramos que, dentro de su


naturaleza normativa, las tesis de jurisprudencia interpretativa heredan la jerarquía y
algunas otras características de las leyes que interpreta (teoría de la jerarquía legada de
las tesis jurisprudenciales), excepción hecha de la Constitución y los Tratados, a los que
debe entenderse subordinada al igual que cualquier otra norma general y del carácter
autoaplicativo en los casos en que se interpreta una norma de esa naturaleza, pues las
tesis de jurisprudencia invariablemente pertenecerán a la categoría de norma
heteroaplicativa, lo que obedece a la naturaleza de la función jurisdiccional, en donde la
aplicación de la jurisprudencia tiene lugar, función que únicamente puede ser ejercida a
petición de parte y nunca de oficio.

También que la introducción de la porción normativa que hoy ocupa los párrafos
undécimo y duodécimo del artículo 94 Constitucional, introducida en principio como primer
párrafo de la fracción XIII del artículo 107 Constitucional, incorporada al texto de la Carta
Magna en 1951, no es la norma habilitante original de las normas generales de
interpretación judicial de la Ley, que llamamos “jurisprudencias”, “tesis de jurisprudencia”
como una forma válida para fundar las resoluciones jurisdiccionales, que si así se
entendiera, quedarían fuera de norma, más de 30 años de producción de criterios, lo que
suma aproximadamente 100,000 tesis.

Encontramos que la concepción tradicional del cuarto párrafo del artículo 14


Constitucional no ha sido la correcta, en la medida que tácitamente rechaza la
fundamentación jurisprudencial, y limita el uso de esta importante figura, forzando acudir a
teorías que obligan a renunciar a la lógica.
251

Desmentimos la utilidad en el Derecho mexicano de la teoría de la norma jurídica


individualizada, porque si la interpretación que hace el juez al tener el asunto en sus
manos, con el propósito de resolverlo, es la norma conforme a la cual se orientará el
sentido del fallo, entonces se estaría violentando el 14º constitucional con lo dispuesto en
el párrafo segundo, que dispone que la Ley deberá ser anterior a los hechos y no
posterior como sería el caso en que el Juzgador, a partir de interpretaciones produzca la
norma en la que funde la resolución.

Expusimos que en la correcta interpretación del artículo 14 Constitucional, la


referencia a la interpretación jurídica de la ley, es la referencia directa a lo que ahora
denominamos “tesis de jurisprudencia” y no a la aplicación de herramientas de
interpretación sobre las leyes y que bajo esa idea, la jurisprudencia, constitucionalmente
en términos del artículo 14, se encontraría en un plano de igualdad frente a la Ley y que
ante la falta de ésta (ley ordinaria o suprema) o de jurisprudencia de interpretación (de
leyes ordinaria o suprema), entonces debe acudirse a los principios generales, los cuales
también podrán constar u obtenerse de cualquier fuente aceptada en por el Derecho
mexicano. De esta forma se justifica la validez de la jurisprudencia desde 1917, mientras
que la porción normativa que constituyó el primer párrafo de la fracción XIII del artículo
107, introducida en 1951 (actualmente ubicada en el artículo 94, undécimo y duodécimo
párrafo) lo que hizo en realidad fue supeditar al legislador de forma expresa en la
Constitución, a los términos y los requisitos para que fuera obligatoria la jurisprudencia.

Finalmente, se dio una respuesta razonada a la pregunta con la que se inició el


presente capítulo en los siguientes términos:

Teniendo en cuenta que las tesis de jurisprudencia tienen el carácter de normas


generales en las que se contiene la interpretación jurídica de la Ley (entiéndase la llevada
a cabo en sede judicial por los tribunales), sí estuvo contemplada en la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos desde la primera versión en 1917, su lugar está
en las resoluciones jurisdiccionales según lo dispone el artículo 14 cuarto párrafo,
independientemente de que el día de mañana se les dé otra denominación como en algún
momento se les designó con una denominación que no se corresponde con el significado
252

del vocablo empleado, seguirán teniendo un lugar en las resoluciones jurisdiccionales,


hasta en tanto no se modifique el cuarto párrafo del artículo 14 Constitucional.

Y su papel en las resoluciones jurisdiccionales es, en principio, el mismo que


corresponde a la Ley suprema u ordinaria, el de proveer fundamentación, y cuando
cumplen esta finalidad se entenderán aplicadas, lo que, a su vez, genera la consecuencia
de activar el requisito que obligaría al juzgador a motivar su aplicación, esto es, de
proveer una explicación razonable y suficiente del por qué en el caso concreto esa tesis
resulta aplicable.

Por usos impropios, las tesis de jurisprudencia de interpretación de Ley ordinaria o


suprema y todas las demás variedades, entre ellas, la de inconstitucionalidad pueden ser
citadas o referidas de forma argumental, para justificar la aplicabilidad de la norma que
propiamente dicho funde la sentencia.

En ningún caso, la misma tesis u otra que sostenga lo mismo, podrá figurar como
fundamentación y como motivación a la vez, las tesis de jurisprudencia individualmente
concebidas, al ser aplicadas, no puede motivarse a sí mismas, pero si pueden participar
en la motivación de la o las que se apliquen, ni será exigible motivar las tesis cuando
éstas aparezcan citadas, pero no aplicadas sino por usos impropios, como parte de la
motivación.
Esto de ninguna manera limita la posibilidad de que el juzgador utilice las
herramientas de interpretación para desentrañar la intención del legislador, del
constituyente, o del emisor o suscriptor del tratado o el sentido correcto del criterio
jurisprudencial o aislado de que se trate. Por el contrario, esa facultad de interpretar las
leyes y cualquier otra clase de normas generales es una condición sine qua non, y un
atributo inalienable de la función jurisdiccional que llevan a cabo los tribunales, por lo que,
su inclusión en una norma Constitucional carecería de justificación del mismo modo que
establezca que podrá usar plumas o libretas para hacer apuntes, o una que obligara a las
personas a respirar o a parpadear.

Estas tesis, en los términos del referido artículo 14 Constitucional se encuentran


en un mismo plano y al mismo nivel que las leyes. Estas tesis en caso que el juzgador se
253

encuentre en la opción de resolver conforme a la letra de la Ley o una tesis de


jurisprudencia de interpretación de la Ley, constitucionalmente podría elegir cualquiera de
estas sin sujetarse a una preferencia preestablecida, partiendo de que, en teoría el
resultado sería el mismo, pero jurisprudencialmente estará obligado a preferir la
jurisprudencia por encima de la Ley, lo cual deriva de un mero argumento de autoridad sin
una válida justificación lógica o jurídica.

Las tesis que versan sobre disposiciones administrativas inferiores a la Ley, y las
que interpretan otras tesis de jurisprudencia, no están prohibidas en la segunda fase, una
vez que se ha determinado que no existe disposición legal o jurisprudencia de
interpretación de Ley aplicable al caso, y en la primera fase, están permitidas pero no
pueden fundar enteramente ni determinar el contenido de la resolución, sino que
únicamente podrán tener un carácter complementario y/o argumental, para fortalecer la
aplicación de la norma en que se funde la resolución, es decir, en la motivación.

Así también, se pueden considerar otras conclusiones:

1. El comportamiento errático de la Corte en cuanto a la naturaleza de norma general


de la Jurisprudencia y la permanencia en el sistema de tesis contradictorias sin un
señalamiento claro de cuál y de qué está vigente pone de manifiesto la necesidad
de modificaciones a la Ley de Amparo. Siendo una labor tan delicada pero a la vez
tan extensa y siendo evidente que la Corte no ha podido llevarla a cabo y que a las
demás autoridades a las que se les permite participar en realidad no tendrían
razones para hacerlo, salvo que ellas mismas resultaron afectadas (lo que reduce
a un mínimo posibilidad de que ejerzan esa atribución), conduce a la necesidad de
que sea prevista una instancia administrativa de libre concurrencia, que permita a
cualquier persona denunciar no solo la contradicción de criterios en estricto
sentido sino también aquellos de los Colegiados que sean dictados en franca
contravención a otros de mayor jerarquía en sus conclusiones o en sus
razonamientos, para señalar aquellos que deban pasar a los criterios no vigentes
por existir uno posterior del mismo órgano u otro de mayor jerarquía que haya
sostenido en sus conclusiones o en sus razonamientos una postura contraria a la
254

sustentada en aquella o alguna que suponga un grado menor de protección del


alcanzado en otra previamente.
2. De igual manera, la creación de un órgano preferentemente ciudadanizado y
profesional que, sin tener autoridad en otras materias, tenga competencia
exclusivamente para discutir en debate público la constitucionalidad de las tesis de
jurisprudencia. Más conservador, sería admitir control difuso por parte de los
Colegiados, siempre que sea en beneficio del quejoso. No sería admisible
tratándose de leyes declaradas inconstitucionales, mediante declaratoria general o
sentencia en general.
3. Bajo la misma línea y objetivo, la ausencia de reglas verdaderamente obligatorias
que determinen límites sanos a lo que la jurisprudencia puede y no puede abarcar
es inaceptable, como lo es también que los jueces no motiven sus sentencias, con
independencia de que el fundamento sea tesis o cualquier otro tipo de norma.
4. Es necesario que esta actividad, al igual que toda norma, las leyes están sujetas
en su producción a reglas claramente establecidas de en qué casos se puede, en
qué casos es obligatorio y qué casos no puedan ser objeto de jurisprudencia. En
este último bloque deberán quedar incluidos todos aquellos que impliquen el
regreso a un criterio anterior que sea menos favorable al particular en cualquier
forma y cuando verse sobre la idoneidad o derrotabilidad de los propios actos de la
Corte y en especial, de la Jurisprudencia.
5. Asimismo, debe quedar claramente establecido que la jurisprudencia se encuentra
por debajo de la Constitución y prever los mecanismos necesarios para garantizar
que ninguna autoridad escape al escrutinio de constitucionalidad externo.
6. Es necesario y urgente que se lleve a cabo, como lo hizo en su momento el
Tribunal Electoral, una depuración de tesis, que, sin eliminarlas de la búsqueda sí
reincorporar en el sistema de búsqueda de tesis y criterios de jurisprudencia el
señalamiento de “superada por contradicción”.

En cuanto a la comprobación de hipótesis, podemos observar:

1. El principio de legalidad como se ha concebido desde la quinta época, si bien


puede explicar con bastante amplio para explicar el régimen al que queda sujeta la
255

producción de actos administrativos es insuficiente por cuanto a las resoluciones


jurisdiccionales en nuestro país.
2. Las resoluciones jurisdiccionales pueden fundarse en las llamadas “tesis de
jurisprudencia” e incluso en las tesis aisladas, en tanto son reconocidas en la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos desde la primera versión
de 1917, al estar mencionadas, aunque no con esa denominación, en el texto del
artículo 14 Constitucional, como un fundamento válido de las resoluciones
jurisdiccionales y al mismo nivel de las leyes.
3. En las resoluciones jurisdiccionales, una tesis de interpretación aislada u
obligatoria puede aparecer en la fundamentación o en la motivación, pero no
puede la misma tesis hacer ambas cosas. Si la tesis fundamenta la resolución, se
entenderá aplicada y esto obliga al juzgador a motivar en forma expresa y
suficiente la aplicabilidad de ésta.
4. Todos los casos en que aparezca citada una tesis de jurisprudencia en una
resolución jurisdiccional, como la norma habilitante requerirá de una motivación
expresa.
5. Para determinar si la tesis citada fue aplicada o solo sirvió a usos impropios debe
verificarse si el resultado en alguna de las determinaciones o de los
pronunciamientos en la resolución se identifica en forma directa con los contenidos
de la sentencia. Si lo es entonces fue aplicada y si más bien únicamente derivó en
la aplicación de otra aparece por medios impropios.
256

Capítulo Cuarto. Taller de Análisis de Sentencias

Introducción Capítulo Cuarto

En este capítulo abordaremos con un enfoque práctico, mediante el análisis de


sentencias y resoluciones jurisdiccionales reales, los vicios técnicos que padece nuestro
sistema de impartición de justicia que resultan en la incorrecta, ausente, insuficiente, o
indebida motivación del uso de jurisprudencia por parte de los tribunales mexicanos con
competencia en materia administrativa, así como las distintas formas en que puede
resultar incumplida la obligación de fundamentarse y motivarse debidamente las
resoluciones jurisdiccionales en relación con el uso de las tesis de interpretación, aisladas
u obligatorias que conocemos en México como “jurisprudencia”.

En este punto ya hemos elaborado teorías a partir de las cuales podemos tasar y
determinar sí una sentencia por cuanto al empleo de tesis jurisprudenciales puede
estimarse en principio apegada a nuestra constitución y los parámetros para determinar
en cada caso si la invocación de dichas tesis requeriría o no ser motivada, al tiempo que
hemos visto los problemas surgidos en la práctica a causa de la falta de una base teórica
sólida y estable. Derribamos mitos, vencimos tabúes, reparamos concepciones erróneas,
consolidamos la constitucionalidad de nuestro muy sui generis modelo jurisprudencial,
aportaciones de sumo valiosas en el hoy infravalorado ámbito teórico. Suficiente con la
teoría, ahora es momento de ponerlas a prueba, y descubrir si funcionan para un efecto
sobre el que, hoy en día no ha sido elaborada una teoría sólida; justamente una que sirva
para determinar cuándo y cómo el juzgador ha colmado satisfactoriamente su obligación
de fundar y motivar sus resoluciones, específicamente por lo que respecta al uso de tesis
de jurisprudencia.

Con esto como el objetivo trazado, en el presente capítulo nos trasladamos al


terreno de la práctica, donde abordaremos el estudio de sentencias y resoluciones
jurisdiccionales a través de las teorías que hemos elaborado y conocimientos alcanzados
hasta este punto, a fin de identificar el ámbito al que pertenece la invocación de las tesis
en ellas insertas.
257

Y más allá de eso, buscaremos demostrar nuestras hipótesis relacionadas con


algunas prácticas indeseables relacionadas con la falta de o incorrecta motivación del uso
de jurisprudencia en las resoluciones de los tribunales mexicanos competentes en materia
administrativa, para lo cual resultaba necesario en principio demostrar que, y por qué
debían motivar el uso de las mismas, pues en la ciencia un dogma no puede subsanarse
con otro.

4.1 Limitaciones Razonables en la Comprobación de la Hipótesis Central


Se hace la aclaración, quizá innecesaria mas no estorba mencionar que debe
entenderse la hipótesis expuesta en ese sentido dentro de los límites de lo razonable,
pues sería imposible demostrar de manera categórica que los tribunales administrativos o
de amparo no motivan debida y correctamente cuando aplican jurisprudencia para
fundamentar sus fallos. A lo mucho habremos de probar que, en los casos aquí
presentados ha sucedido así. Sin embargo, podremos generar un indicio que el propio
litigante e incluso el propio impartidor de justicia podrá ver reflejado en su práctica, tanto
la pasada como la que esté por ocurrir, y de este modo confirmar desde su propia
experiencia si la hipótesis la estima comprobada o no.

Esto ante la imposibilidad de analizar aquí o en cualquier otro estudio, todas y


cada una de las sentencias administrativas que se dicten o hayan dictado en nuestro país,
habida cuenta que ni siquiera teniendo los recursos humanos, materiales e intangibles
como el tiempo para hacerlo, burocrática y administrativamente resultaría imposible, pues,
en México, una de las cosas que no permiten el conocimiento de una jurisprudencia como
la hay en otras partes del mundo radica en la secrecía, el oscurantismo y la opacidad con
que operan nuestros tribunales de Amparo y todos en general, al grado que, a pesar de
existir “versiones públicas” de todas las sentencias, dichas versiones públicas no son
verdaderamente públicas; no hay un libre acceso hacia ellas y no existe una verdadera y
válida justificación para ello.

4.2 Recapitulación
En el capítulo anterior establecimos que los juzgadores pueden emplear tesis de
jurisprudencia en sus resoluciones, ya sea que se trate de sentencias o de resoluciones
dictadas durante el trámite de los asuntos sujetos ante su potestad, que esto es
258

perfectamente válido pues así lo establece el artículo 14 Constitucional, al hacer


referencia a que las sentencias serán dictadas conforme a la Ley o a la interpretación
jurídica de ésta, y que en ausencia de los anterior se fundará en los principios generales
del Derecho. Que esa “interpretación jurídica de la Ley” es donde el constituyente alude a
las normas generales emitidas por los tribunales de amparo que establecen criterios de
interpretación de la Ley, que en nuestro país conocemos con el nombre de “tesis de
jurisprudencia”.

Hemos visto que, aun cuando nuestros tribunales han hecho extensiva la actividad
jurisprudencial a la interpretación de normas derivadas de la Ley como los reglamentos o
las propias tesis de jurisprudencia, sólo la jurisprudencia de interpretación de las leyes, de
la Constitución o de los Tratados Internacionales puede válidamente fundamentar una
resolución jurisdiccional. Las demás también pueden llegar a figurar en las sentencias,
pero únicamente en el ámbito de la motivación, esto es, para justificar la aplicabilidad de
otra norma apta para fundar la sentencia, pero no constituir el fundamento por sí mismas,
fenómeno que explicamos bajo la teoría de los usos impropios de las normas.

Explicamos con este fenómeno, la positividad de las disposiciones, cuando


cumplen funciones argumentativas, a pesar de que, en estricto sentido nunca se apliquen,
bien por no darse el caso para que surta efecto en el mundo material la consecuencia
jurídica establecida en ellas o porque de hecho no establecen ninguna, sin que por esa
razón deban entenderse como normas imperfectas como lo sugiriera Kelsen en su
clasificación de las normas jurídicas. La norma que desde su nacimiento no ha tenido otra
intención que la de habilitar la aplicabilidad de otra norma que sí establezca una
consecuencia, ya para su observancia (normas penales que establecen delitos) o para su
inobservancia (disposiciones de las leyes de lo contencioso administrativo) pueden ser
perfectas para cumplir aquello para lo que fueron creadas, aunque aquello sea un uso
impropio de las normas jurídicas, pues lo propio es que la norma jurídica sea aplicada o
cumplida. Sin embargo, habrá ocasiones en que resulte conveniente o incluso necesario
complementar en el mismo ordenamiento o fuera de éste con disposiciones de carácter
instrumental que faciliten su intelección u orienten al aplicador o al juzgador la labor a que
la consecuencia de la norma se produzca como, donde y cuando deba producirse según
fue previsto por el legislador. Estas normas no podrían entenderse aplicadas en estricto
259

sentido, pues no contemplan en sí mismas una consecuencia, pero facilitan la aplicación


de otras normas aun siendo de la misma jerarquía.

Por último, establecimos que cuando se emplea una tesis de interpretación como
fundamento de la resolución jurisdiccional, se entenderá que la tesis de interpretación ha
sido aplicada y cuando esto ocurre, requerirá que el juzgador motive su aplicación
expresando los razonamientos correspondientes con los que justifique que la misma
resulta aplicable al caso concreto por lo que debe producirse el resultado previsto en ella
y usualmente el propio juzgador, para facilitar la inteligibilidad de sus determinaciones,
hará una clara referencia ésta como la norma fundamental de la determinación, utilizando
conectores lógicos de causa – efecto antes o después de aquella, como: “con fundamento
en”, “por lo anterior” o similares. Y que, por el contrario, sí la tesis figura en la parte
argumentativa y no como la norma aplicable ni como factor determinante del sentido de la
resolución o sus efectos entonces, no requerirá de motivación pues la tesis en sí misma
estará desempeñando esa función. En esa medida, dejamos sentado que la misma tesis
no puede cumplir ambas funciones (fundamentación y motivación), o cumple una o
cumple la otra. Es común que el juzgador las utilice como la confirmación de alguna de las
premisas que darán pie a la aplicación de la norma fundamento. Cuando el juzgador es
diligente y actúa de buena fe, regularmente será fácil distinguir si una disposición legal o
una tesis en el cuerpo de la resolución cumplen una función argumental o fundamental.
Pero este no siempre será el caso y las causas humanas de esto pudieran ser tan
variadas como pueda pensarse.

De manera que, el hecho de que el juzgador lo facilite o expresamente señale


directamente una de las tesis o disposiciones, (para efectos del presente trabajo nos
estamos enfocando en las tesis) como parte del fundamento no puede ser el criterio para
distinguir uno y otro caso. Vaya, queremos decir que esto no puede quedar a la
subjetividad del juzgador al aplicarla, pues estaríamos dejándolo elegir si motiva o no su
aplicación, cuando ello en realidad constituye una obligación que la Constitución impone a
todas las autoridades. Tampoco podemos concluir diciendo, como es la costumbre
últimamente, decir que “deberá analizarse en cada caso”, pues, si bien es obvio que así
debe ser, la respuesta estaría tan incompleta como inútil a la ciencia del Derecho.
260

Lo cierto es que no puede válidamente justificarse en la propia resolución, ni a


posteriori, que el juzgador no haya expresado motivación al aplicar una tesis invocada
bajo el pretexto de que lo hizo como parte de la motivación y no como fundamento,
cuando el resultado alcanzado en la resolución refleje otra cosa, pues pudiera resultar
tentador al juzgador que no desee motivar adecuadamente el uso de fundamento
jurisprudencial, justificarse en esa forma.

4.3 Caso 1. Caso Límite. Auto de trámite, que niega acceso al expediente
electrónico, invocando como fundamento un “criterio” de la SCJN del que no se
proporcionan datos que lo identifiquen, ni se transcribe y tampoco se motiva.

En el capítulo primero nos manifestamos en el sentido de que la fundamentación


legal debe ser siempre explícita y no tácita como lo establecería en sus tiempos la extinta
Tercera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, reclamado de su eterno
descanso en las páginas de la infamia por el Tribunal Pleno y que actualmente constituye
el criterio predominante sobre el tema.

La misma consideración nuestra merecería la fundamentación jurisprudencial, y


buenas razones hay para ello, como se muestra con el primero de los casos en análisis,
un ejemplo real de lo que sería un caso extremo de incumplimiento a estos deberes del
órgano jurisdiccional:

Recurso de Queja (concluido) derivado de amparo indirecto.


Núm. de Expediente: 71/2020
Fecha del Auto: 10/09/2021
Fecha de publicación: 13/09/2021
Preámbulo:
En un recurso de queja ya tramitado y concluido en contra del desechamiento de
una ampliación de demanda de amparo indirecto, el abogado autorizado del
quejoso solicita mediante su usuario electrónico, se le conceda el acceso al
expediente electrónico en el recurso, habida cuenta que ya había sido autorizado
el acceso al expediente electrónico en el juicio principal.
Extracto.
261

“Agréguese el escrito presentado de manera electrónica por el abogado autorizado


de la quejosa por medio del cual solicita se le autorice la consulta del expediente
electrónico al usuario que refiere. No es el caso tener como autorizado al usuario
de referencia para que pueda realizar las consultas conducentes mediante el
sistema electrónico de seguimiento de expedientes, en virtud de que comparece
con el carácter de abogado autorizado y al respecto la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, ya ha establecido criterio al respecto, en el sentido de
que las partes en los juicios, por sí o por conducto de sus representantes
legales (no así de los autorizados), podrán solicitar autorización de acceso al
expediente electrónico, siempre que cuenten con firma electrónica en términos
de la normatividad aplicable.”152

4.3.1 Análisis
En este auto de trámite, encontramos que, en respuesta a la petición del
autorizado de la parte quejosa, recae una respuesta en sentido negativo en la que no se
observa ningún elemento de los que hemos establecido con anterioridad, pues no se
invoca la Ley o una Jurisprudencia de Interpretación de la Ley, y tampoco se aplican los
principios generales del Derecho. Solo hace referencia a que “la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, ya ha establecido criterio”.

Independientemente de si el fondo de la determinación esté o no en lo correcto, lo


cierto es que nos encontramos ante un caso de insuficiente fundamentación. Es claro que
el Tribunal Colegiado intenta basarse en un criterio de la Corte, pero no aporta el más
mínimo dato para su localización. Si bien hay un intento o un principio de fundamentación,
no es la suficiente como para estimar fundado el acuerdo y, como lo hemos venido
sosteniendo en distintos sitios de este trabajo, sin fundamentación, la motivación resulta
imposible, en la medida que el objeto de ésta es aportar razonamientos por los cuales la
norma aplicada es también la norma aplicable, de ahí que nos encontramos ante un caso
de falta de fundamentación y falta de motivación, en contra del cual procedería el recurso
de reclamación, por tratarse de un auto de trámite cuya resolución es competencia del
Magistrado Presidente del Tribunal Colegiado, si bien sería bastante más práctico y

152
Suprema Corte de Justicia de la Nación. (2021). Recurso de Queja (concluido) derivado de
amparo indirecto. Expediente: 71/2020.
262

bastante más rápido solicitar al cliente la firma y promover la solicitud a su nombre, pero,
si esto no fuera posible, el recurso procedente sería el mencionado.

Para efectos prácticos, lo relevante es que al no ser siquiera posible determinar a


qué clase de criterio de la Corte se refiere, si es una tesis aislada, una tesis de
jurisprudencia obligatoria, un acuerdo general o un par de resoluciones a partir que quien
elaboró el auto concluyó la existencia de lo que propiamente sería un criterio, si bien se
aprecia el intento por referir una norma de apoyo, esto no lo suficiente como para poder
calificar si el fundamento es el debido o indebido, y si esto no es posible, es decir, ante
una fundamentación insuficiente, no podemos hablar de una indebida fundamentación
sino de la falta total de fundamentación de la misma forma que sería un acuerdo o una
sentencia que pretenda fundarse argumentando que “así lo dispone la Ley”, sin mencionar
el ordenamiento, el número de artículo y en su caso, la fracción, inciso o párrafo
correspondiente si establece diversos mandatos o distintos supuestos.

Pero, si suponemos que el criterio al que trata de aludir el auto, está contenido en
una tesis de jurisprudencia, aislada u obligatoria y si la misma hubiera sido transcrita en el
cuerpo de la resolución, evidentemente, al coincidir con el resultado alcanzado en la
resolución, estaríamos en el caso de una tesis que figura como fundamentación y no
como motivación y por lo tanto requeriría de una motivación expresa, la cual
probablemente ya esté hecha en el auto, pero no es posible afirmarlo con certeza pues,
es imposible determinar si la resolución está motivada si no se ha expresado el
fundamento, en la medida que la motivación implica justificar o acreditar la subsunción de
los hechos a la norma, de modo que a falta de expresión de la norma, no es posible hacer
o verificar subsunción alguna.

Aunque, como ya lo hemos dicho, el fondo de la resolución no es el tema, solo a


guisa de corolario es el caso referir que, apenas un par de días atrás, el mismo Tribunal
Colegiado, había resuelto de conformidad una solicitud idéntica, en las mismas
circunstancias, por el mismo autorizado de la misma parte representada en un distinto
asunto, como se muestra enseguida:
263

Se tiene al ocursante por realizando diversas manifestaciones. Por otra parte, se


tiene como autorizado a fin de consultar el expediente electrónico en el
presente amparo en revisión al usuario ".-.-.-.-.-.-.-.-.-", lo anterior en virtud de
que dicho usuario fue autorizado en el juicio de amparo de origen 104/2020,
por el Juzgado Segundo de Distrito en Materia Administrativa en el Estado de
Nuevo León. Finalmente, y toda vez que mediante proveído de seis de abril de dos
mil veintiuno, el presente amparo en revisión 9/2021, fue enviado al Primer
Tribunal Colegiado de Circuito del Centro Auxiliar de la Decimoprimera Región, a
fin del dictado de la resolución correspondiente previa copia certificada que se deje
en autos del cuaderno de antecedentes, remítasele los originales de los escritos
de cuenta, lo anterior para los efectos legales correspondientes.

4.4 Caso 2. Falta de coincidencia

PRIMERA SALA REGIONAL DE OCCIDENTE.


SUMARIO TRADICIONAL.
EXPEDIENTE: 9769/17-07-01-6
Preámbulo:
En el caso, el gobernado acude ante el TFJA a solicitar la nulidad de una multa por
omisión de obligaciones que le fuera impuesta en términos de la Ley Federal de
Prevención de Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita, alegando
indebida fundamentación y motivación, bajo el argumento de que la autoridad
omitió demostrar que las actividades realizadas por el infraccionado se
encontraran dentro las que caen dentro del ámbito de aplicación de dicha Ley, de
modo que pudiera efectivamente ser considerado como obligado a realizar la
conducta cuya omisión provocó, a juicio de la autoridad, que se hiciera acreedor a
la sanción que se le impuso. Dicho argumento lo estima fundado la Sala Regional,
sin embargo, al momento de definir los efectos de la sentencia, establece que ésta
no llegaba al extremo de impedir a la autoridad a ejercer sus facultades
sancionadoras sugiriendo que incluso podría hacerlo respecto a la misma
conducta, pero que si decidía llevarlo a cabo debería hacerlo fundando y
motivando debidamente.
264

Extracto “A”:
“De lo que se colige que, la motivación y fundamentación vertida por la
demandada a efecto de imponer la multa relativa no se ajusta a derecho, tomando
en cuenta que no se invocó el precepto legal que establezca las operaciones que,
calificadas como vulnerables, dan origen a la obligación de presentar los avisos a
que alude la Ley Federal para la Prevención e Identificación de Operaciones con
Recursos de Procedencia Ilícita, para efecto de considerar que el incumplimiento
que se le imputa a la actora con motivo del requerimiento formulado con la
finalidad de que procediera a la presentación de los mismos, configuraba la
infracción prevista en el artículo 53, primer párrafo, de la Ley Federal para la
Prevención e Identificación de Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita y,
por tanto, generaba la sanción contemplada en el diverso 54, primer párrafo,
fracción I, del mismo Ordenamiento. Así, la omisión de mérito conlleva que el acto
de autoridad impugnado adolezca del requisito de la debida fundamentación y
motivación, establecido en los artículos 16 de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos y 3°, de la Ley Federal de Procedimiento
Administrativo, en tanto que para efectos de considerar que la promovente incurrió
en el incumplimiento que se le atribuye, a saber, en la omisión de atender el
requerimiento con número de control V1AV031700321R, notificado el 8 de agosto
de 2017, resultaba necesario que la demandada precisara, además de los
elementos que le permitieron concluir que incurrió en la conducta infractora, los
dispositivos legales de cuyo contenido se advierta que estaba sujeta a la
presentación de los avisos a que alude el artículo 18 de la Ley Federal para la
Prevención e Identificación de Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita,
por los cuales se giró el requerimiento cuyo incumplimiento originó que a la
posterioridad fuera sancionada con la imposición de la multa combatida, en el
entendido de que no puede sancionársele por la presentación de una obligación
de la cual no se acreditó fehacientemente que tuviera la carga de atender, lo que
genera que la fundamentación y motivación plasmada en la resolución
controvertida sea insuficiente para sustentar la legalidad de la multa cuestionada la
que, por tratarse de una sanción, debe basarse en el principio de tipicidad de la
conducta infractora para determinar la responsabilidad correspondiente, lo que no
acontece en la especie, al no haberse circunstanciado los hechos que tuvo en
265

cuenta la autoridad para emitirla, que al encuadrar en los supuestos normativos de


los preceptos señalados, den como resultado la adecuación entre las
circunstancias del caso concreto y la fundamentación legal. En relación a la
fundamentación y motivación que debe contener todo acto de autoridad, resulta
aplicable, la tesis III-TASS- 6 1995, del Pleno de la Sala Superior de este Órgano
Colegiado, que aparece en la Revista Oficial Nº 35 de noviembre de 1990, Año III,
Tercera Época, página 44, que establece:

“FUNDAMENTACION Y MOTIVACION.- De acuerdo con el artículo 16


Constitucional, todo acto de autoridad debe estar adecuada y suficientemente
fundado y motivado, entendiéndose por lo primero, que ha de expresar con
precisión el precepto legal aplicable al caso y, por lo segundo, indicar con
exactitud las circunstancias especiales, razones particulares o causas inmediatas
que se hayan tomado en consideración para la emisión del acto, siendo necesario,
además, que exista adecuación entre los motivos aducidos y las normas
aplicables, es decir, que en el caso concreto se configuren las hipótesis
normativas.(49)”.
Igualmente se invoca, en apoyo de lo sentenciado, la tesis de Jurisprudencia P./J.
100/2006, del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, consultable en
el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, XXIV, agosto
de 2006, página 1667, que establece:
“TIPICIDAD. EL PRINCIPIO RELATIVO, NORMALMENTE REFERIDO A LA
MATERIA PENAL, ES APLICABLE A LAS INFRACCIONES Y SANCIONES
ADMINISTRATIVAS.- El principio de tipicidad, que junto con el de reserva de ley
integran el núcleo duro del principio de legalidad en materia de sanciones, se
manifiesta como una exigencia de predeterminación normativa clara y precisa de
las conductas ilícitas y de las sanciones correspondientes. En otras palabras,
dicho principio se cumple cuando consta en la norma una predeterminación
inteligible de la infracción y de la sanción; supone en todo caso la presencia de
una lex certa que permita predecir con suficiente grado de seguridad las conductas
infractoras y las sanciones.
266

4.4.1 Análisis Extracto “A”


Precisando que, en sentido estricto, el primero de los dos criterios no corresponde
a una tesis de jurisprudencia en términos de la Ley de Amparo, que son las hemos venido
refiriendo a lo largo de esta investigación, vamos a tratarla como si lo fuera, pues para
efectos prácticos aquí se comporta de la misma manera y está redactada y dispuesta en
observando la misma metodología que las tesis de los tribunales del Poder Judicial de la
Federación.

Bien, en este primer segmento encontramos la cita de dos tesis de interpretación,


empleadas por el Tribunal en la modalidad que en nuestra teoría hemos denominado
como “por usos impropios”. Lo anterior dado que no en este contexto no aparece
directamente como la norma decisiva en el resultado del fallo, sino como presupuesto
para las premisas en las que se dicta el fallo.

Hasta este punto, el juzgador ha procedido correctamente en cuanto al empleo y


manejo de los criterios jurisprudenciales invocados en la resolución, pues cuando son
usados en esta forma no requieren de motivación, pues a ésta pertenecen, no a la
fundamentación.

Posteriormente, en el extracto correspondiente al segmento B de este caso, puede


advertirse que el fundamento central de esta resolución no está en una tesis de
jurisprudencia sino en una disposición legal, a saber, la fracción IV del artículo 51 de la
Ley Federal del Procedimiento Contencioso Administrativo153:

Extracto “B”
Ahora bien, toda vez que el derecho administrativo sancionador y el derecho penal
son manifestaciones de la potestad punitiva del Estado y dada la unidad de ésta,
en la interpretación constitucional de los principios del derecho administrativo
sancionador debe acudirse al aducido principio de tipicidad, normalmente referido
a la materia penal, haciéndolo extensivo a las infracciones y sanciones
administrativas, de modo tal que si cierta disposición administrativa establece una

153
Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión. (2017). Ley Federal de Procedimiento
Contencioso Administrativo. https://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LFPCA_270117.pdf
267

sanción por alguna infracción, la conducta realizada por el afectado debe


encuadrar exactamente en la hipótesis normativa previamente establecida, sin que
sea lícito ampliar ésta por analogía o por mayoría de razón.” En consecuencia, en
virtud de que la tipificación de la infracción sancionada, contemplada en el
artículo 53, primer párrafo, de la Ley Federal para la Prevención e
Identificación de Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita, se
sustenta en el incumplimiento a una obligación que no se demostró que
fuera atribuible a la promovente, deviene en que la imposición de la multa
controvertida es improcedente, constatando esta Instructora que la
actuación de la demandada, en cuanto a la imposición de la multa de mérito,
no está fundada y motivada en términos de lo dispuesto por el artículo 3°,
fracción V, de la Ley Federal de Procedimiento Administrativo, por lo que al
no considerarlo de esta forma en la resolución impugnada, deriva en que la
autoridad apreció en forma equivocada los hechos que fueron sometidos a
su consideración, dictándola en contravención de las disposiciones legales
aplicadas, dejando de aplicar las debidas, lo que actualiza la causal de
anulación prevista por el artículo 51, fracción IV, de la Ley Federal de
Procedimiento Contencioso Administrativo, por lo que con fundamento en lo
dispuesto por el artículo 52, fracción II, del Ordenamiento Legal citado,
procede declarar y se declara su nulidad, sin que con esta forma de
sentenciar se obligue o se le impida a la autoridad demandada, a que ejerza
sus atribuciones revisoras y sancionadoras, toda vez que corresponde al
ejercicio de sus facultades cuya naturaleza es discrecional, pero de hacerlo,
deberá dictar la nueva resolución debidamente fundada y motivada,
precisando los elementos fehacientes que le permitieron concluir que la
actora incurrió en la conducta infractora que se le imputa e invocando los
dispositivos legales de cuyo contenido se advierta la existencia de la
obligación por cuyo incumplimiento deba ser sancionada pecuniariamente.
En apoyo a lo resuelto, se invoca la tesis III-PS-II-33, sustentada por la Segunda
Sección de la Sala Superior de este Tribunal, tercera época, publicada en la
Revista del Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa, año IX, número
104, de agosto de 1996, página 85, que señala:
268

NULIDAD LISA Y LLANA DE LA RESOLUCIÓN.- PROCEDE CUANDO EL


SANCIONADO NO COMETE LA INFRACCIÓN POR LA QUE SE LE IMPONE LA
MULTA COMBATIDA.- Si la Sala A quo al resolver la litis planteada considera
que la autoridad al sancionar al particular tomó en consideración hechos que
fueron distintos a los que se prevén en la hipótesis normativa del precepto
fundatorio, es claro que la nulidad que se decrete no puede ser para efectos,
en virtud de que al ser otras las conductas realizadas por el sancionado y
que no actualizan la hipótesis del precepto en el que se fundó la autoridad,
que no cometió la infracción por la que se pretende sancionar, razón por la
cual procede declarar la nulidad lisa y llana de la resolución y no para
efectos.

No son óbice para lo sentenciado, las aseveraciones vertidas por la autoridad


demandada con motivo del oficio de contestación, en el sentido de que el artículo 17 de
la Ley Federal para la Prevención e Identificación de Operaciones con Recursos de
Procedencia Ilícita, el cual prevé las operaciones que se consideran actividades
vulnerables, fue citado en el requerimiento que precedió la emisión del acto
impugnado en la presente instancia contenciosa administrativa; toda vez que, la
fundamentación y motivación que originan la emisión del acto de molestia, debe
constar en el texto mismo de éste y no en uno diverso, siendo que de conformidad
con lo dispuesto por el artículo 22, de la Ley Federal de Procedimiento Contencioso
Administrativo, existe impedimento para que la demandada mejore los fundamentos
de derecho de la resolución impugnada al formular su contestación. En apoyo de lo
sentenciado, se invoca por analogía y en lo conducente, la tesis de Jurisprudencia,
publicada en el informe rendido por el Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación en el año de 1989, en su Tercera Parte, Volumen II, Página 1037, que modifica la
Jurisprudencia 76 de este Tribunal, cuyo texto queda en los siguientes términos:

COMPETENCIA. ES NECESARIO FUNDARLA EN EL TEXTO MISMO DEL ACTO


DE MOLESTIA.- La garantía del artículo 16 Constitucional, consiste en que todo
mandamiento de autoridad de emita por autoridad competente, cumpliéndose las
formalidades esenciales que les den eficacia jurídica, lo que significa que todo acto
de autoridad necesariamente debe emitirse por quien está legitimado para ello,
269

expresándose en el texto del mismo, el dispositivo, acuerdo o decreto que le


otorgue tal legitimación, pues en caso contrario, se dejaría al afectado en estado
de indefensión para examinar si la actuación de la autoridad se encuentra dentro
del ámbito competencial respectivo, eso es, si tiene facultad o no para emitirlo.154

También es aplicable al caso, la tesis V-TA-2aS-70, sustentada por la Segunda


Sección de la Sala Superior de este Tribunal Federal de Justicia Administrativa,
consultable en la Revista Oficial número 48, Quinta Época, Año IV, diciembre de
2004, página 311, que establece:

FUNDAMENTACIÓN DE LA RESOLUCIÓN IMPUGNADA.- NO PUEDE


MEJORARSE EN LA CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA.-El artículo 215 del
Código Fiscal de la Federación, establece que en la contestación de la demanda
de nulidad no podrán cambiarse los fundamentos de derecho de la resolución
impugnada. En ese tenor, no es dable para este Tribunal analizar los nuevos
fundamentos introducidos por la autoridad en la contestación de demanda, sino
que debe constreñirse a estudiar si es legal o no la fundamentación y motivación
expresamente señalada en el acto combatido, pues la autoridad no puede
jurídicamente mejorar la fundamentación y motivación que consta en el acto
impugnado.155

4.4.2 Análisis Extracto “B”


En este caso sí nos encontramos frente al uso de tesis en la función fundamental
pues con cierta claridad es posible advertir que el juzgador ha pretendido extraer de ellas
las conclusiones a las que acababa de llegar en el discurrir de la resolución, objetivo que
logra en el caso de la segunda y tercera, pues claramente se observa que el contenido de
éstas coincide con la respuesta dada a la excepción opuesta por la autoridad demandada.

154
Suprema Corte de Justicia de la Nación. (1989). Competencia. Es Necesario Fundarla en el
Texto Mismo del Acto de Molestia. Tercera Parte, Volumen II, Página 1037.

155
Quinta Época. FUNDAMENTACIÓN DE LA RESOLUCIÓN IMPUGNADA.- NO PUEDE
MEJORARSE EN LA CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA. Revista Oficial número 48, Tribunal
Federal de Justicia Administrativa. Año IV, diciembre de 2004, página 311.
270

Sin embargo, en el caso de la primera, en modo alguno puede ésta soportar los
efectos dados por el tribunal a la nulidad decretada, esto es, dejar a la autoridad en la
libertad de insistir en imponer o no sanción respecto a los mismos hechos, en principio
porque la tesis se refiere a un supuesto diferente al del caso, pero incluso, si se
considerara aplicable por analogía, el resultado debió haber sido que se impidiera a
la autoridad a insistir en una sanción por los mismos hechos, pues este es el sentido
de la jurisprudencia de ahí que no tenga mucho sentido invocarla en el sentido que
lo hace el juzgador, si la conclusión a la que arriba es la diametralmente opuesta.

De cualquier modo, el juzgador omite expresar la motivación que explique


cómo es que dicha tesis resultaría aplicable, lo que resulta trascendental y, según
asentamos en el capítulo anterior e inicio del presente, principalmente obligatorio, sobre
todo considerando que el supuesto al que se refiere la tesis es diferente al en que se
ubica el caso y sobre todo teniendo en consideración que le está adjudicando una
conclusión contraria a la que se refiere la tesis.

Para el caso de esta tesis en este contexto y en esta sentencia, podría ser
expresado como:

● Falta de motivación. En la medida que el juzgador es omiso en justificar por

qué esta tesis resultaría aplicable o cómo es que la misma favorece su


argumento.

● Indebida fundamentación. Al resultar inaplicable por tratar un supuesto distinto

y ante la falta de argumentos del juzgador para apoyar su aplicabilidad.

● Indebida motivación. Toda vez que esta tesis no favorece su planteamiento.

● Falta de fundamentación. Partiendo del hecho de que esta tesis no soporta ese

argumento y de que ésta sería el único sostén invocado por el juzgador, el


argumento devendría dogmático y carente de fundamento.

● Violación al principio de congruencia interna. Dada la contradicción entre la

fundamentación y la motivación, solo por cuanto hace a este efecto en


específico.
271

Extracto “C”
En consecuencia, al resultar fundada la causal de impugnación analizada, esta
Instrucción considera innecesario entrar al estudio de los restantes conceptos de
anulación, toda vez que cualquiera que fuera el resultado, no variaría el sentido del
presente fallo, lo que es acorde a la Jurisprudencia I.2o.A. J/23, emitida por el Segundo
Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito, consultable en el
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, tomo X, agosto de mil
novecientos noventa y nueve, página 647, que prescribe lo siguiente:

CONCEPTOS DE ANULACIÓN. LA EXIGENCIA DE EXAMINARLOS


EXHAUSTIVAMENTE DEBE PONDERARSE A LA LUZ DE CADA
CONTROVERSIA EN PARTICULAR. La exigencia de examinar exhaustivamente
los conceptos de anulación en el procedimiento contencioso administrativo, debe
ponderarse a la luz de cada controversia en particular, a fin de establecer el
perjuicio real que a la actora puede ocasionar la falta de pronunciamiento sobre
algún argumento, de manera tal que si por la naturaleza de la litis apareciera
inocuo el examen de dicho argumento, pues cualquiera que fuera el resultado
en nada afectaría la decisión del asunto, debe estimarse que la omisión no causa
agravio y en cambio, obligar a la juzgadora a pronunciarse sobre el tema, sólo
propiciaría la dilación de la justicia.156

4.4.3 Análisis Extracto “C”


Nuevamente nos encontramos ante un caso en donde el juzgador pretende
fundamentar extremos diversos o más allá del alcance, los supuestos, o la temática de la
tesis invocada, de modo que ésta resulte, al menos por sí sola, inconducente para los
fines que se pretende.

Véase que la tesis refiere que debe ponderarse en cada caso, atendiendo a la
naturaleza de la litis, para estimar el perjuicio real que pudiera ocasionarse a la actora
con la falta de estudio del resto de los argumentos a fin de determinar si ésta resultaría o
no inocua. De modo que, la debida aplicación de esta tesis requeriría cuando menos una
156
Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, tomo X, agosto de mil
novecientos noventa y nueve, página 647, I.2o.A. J/23.
272

ponderación, así fuera mínima de por qué en este caso y con ésta litis, sería inocuo entrar
al estudio de los demás conceptos pero de ninguna manera puede suplirse éste con la
mera transcripción de la tesis, habida cuenta que en el caso de ésta en particular, se trata
de una fórmula vacía que no se refiere solo a uno sino a dos casos y dos escenarios
posibles y la única solución univoca dada en la misma, es justamente la necesidad de
llevar a cabo esa estimación de la litis para poder con elementos, determinar que,
efectivamente, a ningún resultado práctico podría conducir el análisis de los conceptos
restantes.

Para el caso de esta tesis en este contexto y en esta sentencia, podría ser
expresado como:

● Indebida motivación. En tanto lo resuelto no se ajusta a la norma invocada ni

favorece su argumento.

● Violación al principio de congruencia interna. Dada la contradicción entre la

fundamentación y la motivación, solo por cuanto hace a este efecto en


específico.

El solo hecho de que se haya determinado que la sentencia no impediría a la


autoridad el ejercicio de sus facultades de comprobación, sugiriendo que podría incluso
volver a sancionar por los mismos hechos, siempre que lo hiciera fundando correcta y
suficientemente su determinación, permite concluir que no se está obteniendo el resultado
más favorable al que pudiera aspirar el gobernado con la interposición de su demanda,
circunstancia que necesariamente el Tribunal debía de haber considerado el A quo entre
los factores a tener en cuenta al realizar la estimativa de la litis, lo que pone en evidencia
que esa omisión trascendió al fallo pues descartó elementos reales y tangibles que debió
sopesar previo a establecer de manera dogmática e irreflexiva que no sería necesario
estudiarlos.

4.5 Caso 3. Aplicación de la Norma Jurisprudencial Tergiversando y


Desnaturalizando su Contenido
Amparo Directo 687/2016
Preámbulo
273

El particular es empresario y ha enterado la cuota del concepto “gastos médicos


de pensionados”, en los artículos 25 y 281 de la Ley del Seguro Social.
Posteriormente cae en cuenta que este es un pago que no tendría que estar
haciendo al no resultarle aplicable por lo que solicita la devolución, misma que es
negada, contra dicha negativa ocurre en vía contencioso administrativo, el Tribunal
le niega la razón y en contra de esta determinación ocurre en amparo directo,
planteando, entre otras cosas, la inconstitucionalidad de dichos preceptos.

Extracto “A”
“Efectivamente, en los conceptos de violación segundo y sexto hace valer la
inconstitucionalidad de los artículos 25, párrafo segundo, y 281 de la Ley del
Seguro Social, por violar el principio de proporcionalidad tributaria, así como el de
legalidad, previstos por el artículo 31, fracción IV, de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos.

Ahora, como la impetrante argumenta cuestiones de constitucionalidad en los


conceptos de violación de mérito, se impone analizar primero si se reúnen las
condiciones necesarias para emprender el estudio de los mismos.
Para que en el juicio de amparo directo sea procedente el examen de los
argumentos propuestos para demostrar la inconstitucionalidad de normas
generales, es necesario verificar:

a) Si la situación abstracta prevista por aquéllas efectivamente se concretó;


b) Si respecto de esas disposiciones, en caso de que se tratara de un amparo
indirecto, el juicio resultaría procedente;
c) Si la eventual concesión del amparo contra la sentencia por la aplicación de las
normas controvertidas, en caso de que resultaran inconstitucionales,
efectivamente trascenderá en el acto impugnado de origen; y,
d) La aptitud o eficiencia de los conceptos de violación para hacer el examen de
constitucionalidad de leyes que se proponga.

Sólo la concomitancia de esos presupuestos permitirá que el tribunal de amparo


haga el estudio respectivo y llegue a la determinación que corresponda.
274

Resulta aplicable, por el criterio que informa, la jurisprudencia 2a./J. 53/2005 de la


Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de rubro siguiente:
AMPARO DIRECTO CONTRA LEYES. REQUISITOS PARA QUE PROCEDA
ANALIZAR SU CONSTITUCIONALIDAD, CUANDO SE IMPUGNEN POR SU
APLICACIÓN EN EL ACTO O RESOLUCIÓN DE ORIGEN Y NO SE ACTUALICE
LA HIPÓTESIS DE SUPLENCIA DE LA QUEJA PREVISTA EN EL ARTÍCULO 76
BIS, FRACCIÓN I, DE LA LEY DE AMPARO. (MATERIA ADMINISTRATIVA).
(Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XXI,
mayo de 2005, página 478).” (Nota: La sentencia omite transcribir el texto de esta
última tesis).157

4.5.1 Análisis Extracto “A”

Estamos claramente ante un caso donde la tesis sirve a usos propios, hay
correspondencia entre la consecuencia prevista en la norma con una de las
determinaciones en la sentencia, específicamente, la de no proceder al estudio de los
planteamientos de inconstitucionalidad de normas generales hecho por la parte quejosa.
Esto conduce a que sí hay aplicación de la tesis, y por ende, ésta forma parte de la
fundamentación, siendo así no puede cumplir la función de motivar, sino que exige del
juzgador una motivación específica en el fallo.

Se advierte al menos, la existencia de razonamientos tendientes a justificar la


aplicabilidad de la tesis, subsistiendo hasta este punto, si los razonamientos son
apropiados o no para tal objetivo.
En ese orden de ideas, para determinar si es correcta o no la aplicación de la tesis
invocada como fundamento, esto es, para establecer si la sentencia motiva correctamente
el uso de dicha jurisprudencia, en principio es necesario traer a la vista la tesis completa
(o tan completa sea posible según disponibilidad), esto en virtud de que en la sentencia
únicamente se transcribe el rubro, lo cual ya sería un probable indicio que se intente
disimular alguna inconsistencia entre la tesis y su aplicación, o algo distinto, en todo caso
no es una señal que deba ignorarse, sobre todo considerando que, si la intención fuera en
157
Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXI, mayo de 2005,
página 478, 2a./J. 53/2005.
275

todo momento ahorrar texto ocioso, antes que omitir aspectos jurídicos determinantes
específicos del caso para la cabal comprensión de lo sentenciado, se omitiría, por
ejemplo, la justificación sobre la no transcripción de los conceptos de violación, que
resulta absolutamente ociosa, máxime considerando que ningún alegato refirió la
sentencia estar hecho valer a ese respecto en la demanda, por lo que ello resulta
totalmente ajeno a la litis.
El texto completo de la tesis es el siguiente:

Suprema Corte de Justicia de la Nación


Registro digital: 178539
Instancia: Segunda Sala
Novena Época
Materias(s): Administrativa
Tesis: 2a./J. 53/2005
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XXI, Mayo de
2005, página 478
Tipo: Jurisprudencia
“AMPARO DIRECTO CONTRA LEYES. REQUISITOS PARA QUE PROCEDA
ANALIZAR SU CONSTITUCIONALIDAD, CUANDO SE IMPUGNEN POR SU
APLICACIÓN EN EL ACTO O RESOLUCIÓN DE ORIGEN Y NO SE ACTUALICE
LA HIPÓTESIS DE SUPLENCIA DE LA QUEJA PREVISTA EN EL ARTÍCULO
76 BIS, FRACCIÓN I, DE LA LEY DE AMPARO (MATERIA ADMINISTRATIVA).
Cuando el juicio de amparo directo derive de un juicio de nulidad en el que se
controvierta un acto o resolución en que se hubiesen aplicado las normas
generales controvertidas en los conceptos de violación, y no se actualice el
supuesto de suplencia de la queja previsto en el artículo 76 bis, fracción I, de la
Ley de Amparo, para que proceda el estudio de su constitucionalidad, es
necesario que se satisfagan los siguientes requisitos: 1. Que se haya
aplicado la norma controvertida; 2. Que cause perjuicio directo y actual a la
esfera jurídica del quejoso; 3. Que ese acto de aplicación sea el primero, o uno
posterior, distinto de las aplicaciones que realice la autoridad jurisdiccional
durante el procedimiento natural, siempre que no exista consentimiento, por
aplicaciones anteriores a la emisión de la resolución o acto impugnado en el
276

juicio de nulidad, pues de lo contrario serían inoperantes los argumentos


relativos, aun bajo la premisa de que la norma reclamada se hubiese
aplicado nuevamente durante el juicio natural.158
Tesis de jurisprudencia 53/2005. Aprobada por la Segunda Sala de este Alto
Tribunal, en sesión privada del quince de abril de dos mil cinco.

De lo que se obtiene que este criterio de jurisprudencia, se establecen tres


requisitos:

1. Que se haya aplicado la norma controvertida;


2. Que cause perjuicio directo y actual a la esfera jurídica del quejoso;
3. Que ese acto de aplicación sea el primero, o uno posterior, distinto de las
aplicaciones que realice la autoridad jurisdiccional durante el procedimiento
natural, siempre que no exista consentimiento, por aplicaciones anteriores a
la emisión de la resolución o acto impugnado en el juicio de nulidad.

Esto resulta distinto a lo sostenido en la sentencia, misma qué, de entrada,


menciona cuatro reglas y no tres como lo hace la tesis. Además, las tres referidas
tampoco están de forma expresa, aunque pudieran estar incluidos en los que señala la
sentencia, al igual que muchas otras algunas posibilidades adicionales, según se advierte
de la lectura de su transcripción siguiente, lo que resulta en ampliar lo que sería un
equivalente a causales de improcedencia, pero bajo la denominación de “agravio
inoperante”, que a efectos prácticos produce el mismo resultado

Para que en el juicio de amparo directo sea procedente el examen de los


argumentos propuestos para demostrar la inconstitucionalidad de normas
generales, es necesario verificar:
a) Si la situación abstracta prevista por aquéllas efectivamente se concretó;
b) Si respecto de esas disposiciones, en caso de que se tratara de un amparo
indirecto, el juicio resultaría procedente;
c) Si la eventual concesión del amparo contra la sentencia por la aplicación de las
normas controvertidas, en caso de que resultaran inconstitucionales,
158
Segunda Sala, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XXI, Mayo de 2005,
página 478, Jurisprudencia, Tesis: 2a./J. 53/2005, 178539.
277

efectivamente trascenderá en el acto impugnado de origen; y,


d) La aptitud o eficiencia de los conceptos de violación para hacer el examen
de constitucionalidad de leyes que se proponga.

Nótese cómo el Tribunal básicamente toma el rubro de la tesis invocada para


fundamentar algo totalmente distinto, algo equivalente a sostener que: “en las audiencias
los quejosos deberán levitar frente al Juez de Amparo, tal como lo disponen los artículos
200 y 202 de la Ley de Amparo”; los artículos existen, pero no se establece en ellos la
carga procesal de levitar frente al Juzgador.

Esto demuestra que, efectivamente, la suspicacia levantada en la deliberada


omisión de citar el texto de la tesis jurisprudencial resultó atinada, ya que de la lectura de
la misma se advierte con toda claridad que los requisitos contenidos en aquella difieren de
los expresados en la sentencia, de ahí que no se esté frente a una correcta aplicación de
ésta, pues en realidad se está “aplicando” es en todo caso, una comprensión
desnaturalizada y tergiversada de la misma, de lo que se sigue que ese argumento de la
sentencia estaría falto de fundamento que lo soporte, mientras que la motivación en la
aplicación de la tesis resultaría indebida, en tanto se endereza respecto de extremos
distintos a los referidos en ella.

Los “requisitos” manejados en la sentencia, a diferencia de los de la tesis, resultan


tendenciosos e insidiosos, específicamente, el referido en el inciso “a” estaría allanando el
camino para descartar conceptos de violación enderezados contra la indebida
fundamentación al imponer como premisa para el estudio de constitucionalidad, no el
hecho de que el artículo haya sido aplicado, sino que, de hecho se haya verificado el
supuesto de la norma, como si el quejoso estuviera obligado a sacrificar un argumento o
el otro, cuando, en modo alguno, resultan excluyentes la inconstitucionalidad de la norma
y su aplicación indebida.

En cuanto al inciso “b”, además de exigir entrar en terreno especulativo sin ningún
provecho, el amparo indirecto y el directo tienen una mecánica distinta, tan es así que en
el caso del segundo, el acto reclamado no es la Ley sino la sentencia y, si bien, algunas
causales de improcedencia se han tomado del indirecto para la inoperancia en el Directo,
278

esto no implica que, ex profeso pueda generalizarse en una regla absoluta ni extenderse
hacia todas las posibles causas de improcedencia en el indirecto contra leyes y normas
generales.

En el caso de la “c” y la “d”, resultan en una “contradictio in adjecto” en la medida


que exigen como requisito “para que sea procedente el examen de los conceptos de
violación” aspectos que involucran el examen mismo de los conceptos de violación, sin
que pueda establecerse “prima facie” cuál será en el caso concreto el efecto que tendría
sobre el acto administrativo inicial, aunado a que esto desnaturaliza la esencia del amparo
directo, dado que, por otra parte, los argumentos que se hicieran valer en contra del acto
inicial y no de la resolución del tribunal administrativo reclamada en el amparo directo
serían inatendibles, mientras que el último de estos “presupuestos procesales” absurdos
en sí mismos se refieren a la materia de fondo.

4.6 Caso 4. Falta de Coincidencia entre el Caso Concreto y los Presupuestos de


Hecho Señalados en la Jurisprudencia Aplicada159

Juicio de Amparo Indirecto 104/2020


Preámbulo:
La paraestatal encargada del servicio de suministro de agua potable en Nuevo
León, Servicios de Agua y Drenaje de Monterrey, I.P.D. comunica a una persona
moral usuaria de un crédito fiscal por concepto de ajuste de cuota de aportación
para infraestructura, en uno de sus hoteles. El mes siguiente, aparece dicho cargo
en el recibo-factura lo que actualiza la posibilidad de combatir las normas que lo
contemplan y contra dicho recibo-factura como primer acto de aplicación, y
presenta demanda de amparo, la cual se turna al Juzgado Segundo de Distrito en
Materia Administrativa en el Estado de Nuevo León y radica bajo el número de
expediente 1479/2019. En una primera audiencia se niega la suspensión definitiva
y difiere respecto algunas autoridades. La quejosa, entre tanto, solo paga la parte
correspondiente al consumo de agua, dejando pendiente el saldo correspondiente
a la contribución de infraestructura. Con el cambio de mes, llega el nuevo recibo

159
Inaplicabilidad stricto sensu
279

factura donde la autoridad insiste en el cobro, obligando a la quejosa a promover


nuevamente contra dicho RF vía ampliación de demanda y nuevamente solicita la
suspensión. Tras dos prevenciones, el Juzgado Segundo desecha la ampliación
de demanda, argumentando que la litis se encontraba cerrada, por haberse ya
rendido el informe de la autoridad. En contra de esta determinación la quejosa
promueve recurso de queja y ante la presión y continuas amenazas de suspender
el servicio y retirar el medidor, a pesar de encontrarse al corriente en el pago de
ese servicio, la quejosa, bajo los efectos de la coacción se ve en la necesidad de
realizar el pago del tributo y combatir nuevamente. Teniendo en cuenta la
determinación que desechó la anterior ampliación y las razones aducidas por dicho
Juzgador, combate la recepción del pago vía demanda de amparo por oficina
común y en esta ocasión es turnada al Juzgado Primero de Distrito en Materia
Administrativa en el Estado de Nuevo León, radicándose bajo el expediente
104/2020, no se solicitó la suspensión dado que el pago fue cubierto, para ser
impugnado. Se hicieron valer vicios propios en el acto de recepción, expresándose
conceptos de violación al respecto. En este segundo juicio, una vez agotadas las
etapas del proceso, se dicta la sentencia motivo de análisis. La demanda no hizo
mención alguna de la existencia del amparo 1479/2019 en el J2, al considerar que
en la Ley de Amparo se establezca una carga procesal en ese sentido, que el trato
que conforme a ésta correspondería dar hace prescindible esta información y bajo
la estimación de que lo no esencial resulta ajeno a la litis.160

Extracto “A”:

QUINTO. Causas de improcedencia. Este órgano jurisdiccional advierte que se


actualiza la causal de improcedencia prevista por el artículo 61, fracción X de la
Ley de Amparo, toda vez que existe un juicio de amparo previo promovido por la
propia parte quejosa, contra las mismas autoridades responsables, además el acto
aquí reclamado es consecuencia del señalado en el diverso juicio.

La fracción X del artículo 61 de la Ley de Amparo establece que, el juicio de


amparo es improcedente cuando se promuevan contra normas generales o actos
160
Juzgado Segundo de Distrito en Materia Administrativa en el Estado de Nuevo León, expediente
1479/2019.
280

que sean materia de otro juicio de amparo pendiente de resolución promovido por
el mismo quejoso, contra las mismas autoridades y por el propio acto reclamado,
aunque las violaciones constitucionales sean diversas.

Lo anterior salvo que se trate de normas generales impugnadas con motivo de


actos de aplicación distintos, entonces solamente se actualizará esta causal
cuando se dicte sentencia firme en alguno de los juicios en la que se analice la
constitucionalidad de las normas generales.

Conforme lo expuesto, para que el juicio de amparo sea improcedente en términos


de la fracción invocada cuando exista un juicio de amparo en trámite o pendiente
de resolución –en primera, segunda o única instancia-, y se promueva una
segunda o ulterior demanda de amparo:
a) Por el mismo quejoso;
b) Contra las mismas autoridades responsables; y
c) Por el mismo acto o norma general.

Debe destacarse que la premisa sobre la que descansa la hipótesis legal que se
comenta es el principio de preclusión que rige al juicio de amparo, conforme al
cual, la inconstitucionalidad de un acto sólo puede impugnarse una sola
ocasión, por lo que no es válido que el quejoso pretenda perfeccionar su
acción constitucional con la presentación de una segunda demanda o más.
Para ello durante la vigencia de la Ley de Amparo abrogada, la jurisprudencia de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación previó la figura de la ampliación de la
demanda, la cual, no obstante, se sujetaba a ciertos requisitos ahora previstos en
el artículo 111 de la ley de la materia vigente.

El Alto Tribunal ha sustentado que esta causa de improcedencia también se


actualiza cuando en una segunda demanda de amparo se combaten actos que, sin
ser los mismos que los reclamados en la demanda presentada en primer término,
realmente sólo constituyen las consecuencias legales de los reclamados en ésta.
Lo anterior encuentra sustento en la tesis de la extinta Tercera Sala de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, de rubro y texto:
281

“AMPARO IMPROCEDENTE CONTRA ACTOS QUE SON


CONSECUENCIAS LEGALES DE LOS RECLAMADOS EN UN JUICIO
DE GARANTÍAS ANTERIOR. Si los actos que se reclaman en el amparo
son de los derivados o consecuencias legales de los combatidos en el juicio
de garantías anterior, que se encuentre pendiente de resolución, el caso se
halla comprendido en la causal de improcedencia que establece la fracción
III del artículo 73, de la ley orgánica respectiva, lo que determina el
sobreseimiento, de acuerdo con la fracción III del artículo 74 de la misma
ley; improcedencia que comprende tanto a los interesados en el juicio de
donde deriva el acto reclamado, como a los extraños al mismo.” 161

De esa manera no está permitido que el quejoso presente cuantas demandas


estime necesarias si, desde un primer momento, estuvo en plena aptitud de
reclamar en una misma demanda todos los actos que se encuentren relacionados
con un acto principal, pues en todo caso y sólo si se satisfacen los requisitos
previstos en el artículo 111 de la Ley de Amparo, lo conducente será, en su caso,
promover la ampliación de la demanda, pues los fines de ésta son la concentración
de la acción en un solo asunto a fin de evitar el dictado de sentencias
contradictorias.

En ese contexto, el quejoso sólo podrá presentar una segunda demanda de


amparo contra actos que son una consecuencia legal de los reclamados en la
primera demanda, si tuvo conocimiento de aquellos con posterioridad de los
originalmente reclamados y ya no estuvo en aptitud de ampliar su demanda por
haberse celebrado la audiencia constitucional. Si no se cumplen con estos últimos
requisitos, la demanda de amparo contra actos que no son sino la consecuencia
legal de otro que se encuentra en trámite será improcedente.
Las anteriores consideraciones están sustentadas en la tesis I.11o.C.31 K (10a.)13
del Décimo Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, de rubro
y texto:

161
Quinta Época, Suprema Corte de Justicia de la Nación. Tomo CIII, página 2899, 310391.
282

“LITISPENDENCIA. CASOS EN QUE SE ACTUALIZA ESTA CAUSA DE


IMPROCEDENCIA PREVISTA EN EL ARTÍCULO 61, FRACCIÓN X, DE
LA LEY DE AMPARO. La causa de improcedencia prevista en la fracción X
del artículo 61 de la Ley de Amparo, lo que comúnmente se conoce como
litispendencia, pretende evitar que se emitan sentencias contradictorias
sobre la misma controversia, pues no es posible que en varios juicios se
examine el mismo acto, ya que su constitucionalidad sólo puede juzgarse
una vez, de manera que su actualización depende, necesariamente, de que
exista identidad en el quejoso, las autoridades responsables y el acto
reclamado pero, sobre todo, que al momento de presentar la demanda de
amparo exista otro juicio constitucional que se encuentre pendiente de
resolución. Esto es, el juicio de amparo será improcedente por
litispendencia, cuando exista otro juicio en trámite o pendiente de
resolución –en primera o segunda instancia–, y se promueva una segunda
o ulterior demanda de amparo: por el mismo quejoso, contra las mismas
autoridades responsables y por el mismo acto o norma general. En este
caso, basta que se reúnan los anteriores requisitos para que el amparo sea
improcedente aunque las violaciones que se aduzcan sean distintas. Esto
es, no constituye un requisito indispensable que se trate de demandas de
amparo idénticas. Entendiéndose por juicio de amparo en trámite, aquel
asunto que ya ha sido promovido y que no se ha resuelto, en definitiva, o si
se trata de un juicio de amparo cuya sentencia admita la procedencia del
recurso de revisión, se encuentre transcurriendo el plazo para su
interposición, o bien, que ya se haya interpuesto dicho recurso y no haya
sido resuelto a la fecha de presentación de la segunda o ulterior demanda
con las características señaladas. También puede actualizarse esta causa
de improcedencia, aunque al señalarse autoridades ejecutoras, éstas sean
distintas a las designadas en el amparo anterior; ello, siempre que los actos
reclamados a dichas ejecutoras sólo se impugnen como consecuencia de
los actos que se atribuyen a la autoridad ordenadora y no por vicios propios
pues, en caso contrario, respecto de los actos de ejecución no operaría la
hipótesis legal relativa. Un aspecto importante a destacar lo constituye el
hecho de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha sustentado que
283

esta causa de improcedencia también se actualiza cuando en una segunda


demanda de amparo se combaten actos que, sin ser los mismos que los
reclamados en la demanda presentada en primer término, realmente sólo
constituyen las consecuencias legales de los reclamados en ésta. En este
contexto, sólo podrá presentarse una segunda demanda de amparo contra
actos que son una consecuencia legal de los reclamados en la primera
demanda, si se tuvo conocimiento de aquéllos con posterioridad de los
originalmente reclamados y ya no se pudo ampliar la demanda por haberse
celebrado la audiencia constitucional. Por tanto, si no se cumplen estos
últimos requisitos, la demanda de amparo contra actos que no son sino la
consecuencia legal de otro que se encuentra en trámite será
improcedente.” 162

En el caso, el primero de los requisitos se encuentra satisfecho porque constituye


un hecho notorio para este Juzgado Federal que, la parte quejosa del sumario
1479/2019 del índice del Juzgado Segundo de Distrito en Materia Administrativa
en este Estado, es la misma quien promovió la demanda registrada con el número
104/2020 y que ahora se resuelve, es decir, “-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.” S.A. de C.V.

Existe identidad entre las autoridades responsables -segundo de los requisitos-


pues en ambas demandas se señalaron las siguientes autoridades:
1. Gobernador del Estado de Nuevo León;
2. Congreso del Estado de Nuevo León;
3. Servicios de Agua y Drenaje;
4. Consejo de Administración de Servicios de Agua y Drenaje;
5. Director General de Servicios de Agua y Drenaje;
6. Director Comercial de Servicios de Agua y Drenaje; y
7. Jefe de cuentas especiales de Servicios de Agua y Drenaje.

Lo anterior se corrobora con el oficio y copias de traslado de la demanda y escrito


aclaratorio exhibidos por Servicios de Agua y Drenaje de Monterrey, documental

162
Décima Época, Suprema Corte de Justicia de la Nación y su Gaceta, Libro 63, Tomo III, Página
3029, 2019187.
284

que merece valor probatorio en términos de los numerales 129, 197 y 202 del
Código Federal de Procedimientos Civiles, de aplicación supletoria a la Ley de
Amparo según su numeral 2o, cuyo alcance demostrativo acredita los actos
reclamados y las autoridades responsables señalados por la parte quejosa en la
demanda que dio origen al juicio de amparo 1479/2019 radicado en el Juzgado
Segundo de Distrito en Materia Administrativa en el Estado de Nuevo León. En
cuanto al tercero de los requisitos para actualizar la causa de improcedencia
(reclamar los mismos actos o normas), es posible apreciar en la siguiente tabla los
actos reclamados en ambos juicios de amparo:

Actos reclamados en la demanda del juicio de Actos reclamados en la demanda del juicio de
amparo 104/2020 del Juzgado Primero de amparo 1479/2019 del Juzgado Segundo de
Distrito en Materia Administrativa en el Estado Distrito en Materia Administrativa en el
de Nuevo León Estado de Nuevo León

Acuerdo administrativo de tarifa 2003 publicado


el 30 de abril de

La recepción del pago de la cuota de aportación La determinación de una cuota de aportación


determinada en el Aviso-comunicado SADM- efectuada en el Aviso comunicado SADM-
COM0974-19 de treinta de septiembre de dos COM-0974-19 de treinta de septiembre de
mil diecinueve. dos mil diecinueve.

Reglamento para la prestación del Servicio de Reglamento para la prestación del Servicio
Agua y Drenaje, artículos 6, 16, 17 y 18. de Agua y Drenaje, artículos 6, 16, 17 y 18

Acuerdo de Tarifa 2003 y su fe de erratas Acuerdo de Tarifa 2003 y su fe de erratas


publicado el 26 y 27 de febrero de 2003, publicado el 26 y 27 de febrero de 2003.
artículos 1, 2, 3, 6 y 7.

Acuerdo administrativo de tarifa 2003 publicado Acuerdo administrativo de tarifa 2003


el 30 de abril de 2003, artículos 1 a 9. publicado el 30 de abril de 2003.

El Acuerdo por el cual se aprueba la reforma por El Acuerdo por el cual se aprueba la reforma
modificación al artículo primero del acuerdo por modificación al artículo primero del
administrativo de tarifa 2003, para la zona acuerdo administrativo de tarifa 2003, para la
conurbada del área metropolitana de Monterrey zona conurbada del área metropolitana de
y al artículo Primero del acuerdo administrativo Monterrey y al artículo Primero del acuerdo
de tarifa 2003, publicado el 28 de diciembre de administrativo de tarifa 2003, publicado el 28
2007, artículos 1 a 4. de diciembre de 2007.

Acuerdo Administrativo en que se Reforma el Acuerdo Administrativo en que se Reforma el


Artículo Tercero del Acuerdo Administrativo de Artículo Tercero del Acuerdo Administrativo
Tarifa que se Indica sobre el Ajuste en el Precio de Tarifa que se Indica sobre el Ajuste en el
de la Cuota de Aportación para Obras de Precio de la Cuota de Aportación para Obras
Infraestructura para la Prestación de los de Infraestructura para la Prestación de los
Servicios de Agua Potable, Drenaje Sanitario y Servicios de Agua Potable, Drenaje Sanitario
Saneamiento publicado el 31 de diciembre de y Saneamiento publicado el 31 de diciembre
285

2008, artículos, 1, 2 y 3. de 2008.

Las Bases Generales o Lineamientos de las Las Bases Generales o Lineamientos de las
Cuotas de Aportación para Infraestructura Cuotas de Aportación para Infraestructura
determinadas por el Consejo de Administración determinadas por el Consejo de
de Servicios de Agua y Drenaje de Monterrey, Administración de Servicios de Agua y
párrafo 2.3 Locales Comerciales e Industriales. Drenaje de Monterrey, párrafo 2.3 Locales
Además, su inclusión en la cláusula quinta del Comerciales e Industriales. Además, su
contrato de adhesión. inclusión en la cláusula quinta del contrato de
adhesión.

Ley que crea una Institución Pública Ley que crea una Institución Pública
Descentralizada con Personalidad Jurídica Descentralizada con Personalidad Jurídica
Propia y con domicilio en la ciudad de Propia y con domicilio en la ciudad de
Monterrey que se denominará Servicios de Monterrey que se denominará Servicios de
Agua y Drenaje de Monterrey; artículos 10, 17, 3 Agua y Drenaje de Monterrey; artículos 10 y
incisos d), e) y f). 17.

Ley de Agua Potable y Saneamiento del Estado Ley de Agua Potable y Saneamiento del
de Nuevo León, artículos 43, fracción III, 44 y Estado de Nuevo León, artículo 43 fracción
transitorio quinto III.

Fuente: Juzgado Segundo de Distrito en Materia Administrativa en el Estado de


Nuevo León, juicio de amparo 1479/2019.

De esa manera, el motivo de improcedencia examinado se actualiza aun cuando


los actos reclamados no son idénticos, puesto que, es evidente que la pretensión
de la parte quejosa en el primer amparo que promovió (1479/2019 del Juzgado
Segundo de Distrito en Materia Administrativa en el Estado de Nuevo León) fue
que se ejerciera un control de constitucionalidad sobre el cobro determinado en su
contra en el Aviso-comunicado SADM-COM-0974-19 de treinta de septiembre de
dos mil diecinueve, así como de las disposiciones normativas que sustentan ese
acto.
Ello revela que, en el amparo que ahora se resuelve (104/2020 de este órgano
jurisdiccional) la amparista pretende ejercitar una segunda acción constitucional,
en la que no reclama la determinación de la cuota de aportación sino la recepción
del pago; sin embargo, el acto aquí reclamado es una consecuencia directa del
diverso controvertido en el amparo 1479/2019.
Por lo expuesto, la determinación de la cuota de aportación y su pago a las
autoridades responsables no pueden considerarse como actos distintos de
aplicación de las normas impugnadas, por tanto, no se actualiza la excepción
prevista en el artículo 61, fracción X de la Ley de Amparo.
286

Aunado a lo anterior, al momento en que se dicta la presente resolución, no se ha


celebrado la audiencia constitucional en el amparo 1479/2019 pues está
programada para las nueve horas con treinta minutos del trece de octubre de dos
mil veinte, por tanto, la parte quejosa no estaba imposibilitada para ampliar aquella
demanda respecto el acto aquí reclamado, es decir, la recepción del pago de la
“Cuota de Aportación”.
En tales circunstancias, si el amparo 1479/2019 se promovió el tres de diciembre
de dos mil diecinueve, mientras que el libelo inicial de este juicio (104/2020) se
presentó el cuatro de febrero del año en curso, además, se trata de la misma
quejosa, autoridades y actos reclamados, como se anticipó se actualiza la causal
de improcedencia prevista en la fracción X de la Ley de Amparo, por tanto, de
conformidad con el numeral 63, fracción V del citado ordenamiento legal, lo
procedente es sobreseer en el juicio.
Sobre esa perspectiva, este Juzgado se encuentra jurídicamente imposibilitado
para realizar el estudio de los conceptos de violación planteados en la demanda de
amparo, pues la simple actualización de algún motivo que haga improcedente el
juicio constitucional impide al juzgador para pronunciarse sobre cualquier cuestión
que ataña al fondo de la litis constitucional, ya que la consecuencia del
sobreseimiento es precisamente poner fin al juicio sin resolver la cuestión de
fondo.
Tiene aplicación al caso la jurisprudencia registrada con el número VI. 1o. J/2316,
del entonces Primer Tribunal Colegiado del Sexto Circuito, de rubro:
“SOBRESEIMIENTO. NO PERMITE ENTRAR AL ESTUDIO DE LAS
CUESTIONES DE FONDO.” Por lo expuesto y fundado, se
R E S U E L V E: ÚNICO. Se sobresee en el presente juicio de amparo.163

4.6.1 Análisis Extracto “A”


En el presente caso específicamente habremos de referirnos a la aplicación de las
tesis de rubro que son de referidas al amparo improcedente contra actos que son
consecuencias legales de los reclamados en un juicio de garantías anterior y también al
amparo improcedente contra actos que son consecuencias legales de los reclamados en
un juicio de garantías anterior.
163
Juzgado Segundo de Distrito en Materia Administrativa en el Estado de Nuevo León, expediente
1479/2019.
287

En primer término, es el caso señalar que éstas se encuentran en el ámbito de la


fundamentación, tal como lo sugiere el hecho de que estemos hablando de su aplicación,
recordemos que pueden aparecer en la resolución sin haber sido aplicadas y en ese caso,
estaríamos ante un caso de uso impropio de la jurisprudencia. Pertenece a la
fundamentación dado que se observa que la determinación alcanzada y los motivos
aducidos para llegar a ella en la sentencia son los referidos en dichas tesis. De hecho,
puede advertirse qué, básicamente, la sentencia está construida a partir del segundo de
los precedentes, el cual contiene al primero entre sus consideraciones, de lo que se
concluye que, éstas efectivamente fueron aplicadas y, por lo tanto, es requerida la
motivación correspondiente.

Ahora bien, ¿en qué radica el hecho de que se trate de una motivación indebida?
En primer término, debe decirse que quien elaboró esta resolución, en muchos sentidos
hizo un buen trabajo. No estamos ante una falta de motivación sino ante un error en cierta
medida inducido por la autoridad responsable, pero que termina siendo imputable al
juzgador que emite la sentencia, al no verificar los detalles y la completitud de la
información que parcialmente le presentó aquella.

Pero sí puede observarse un esfuerzo del juzgador por demostrar la subsunción


del caso con la hipótesis referida en el segundo de los criterios aplicados, tan es así que
se dio a la tarea de abordar individualmente las tres condiciones mencionadas en la
primera parte del texto, y demostrar que las tres se encontraban reunidas.

Es evidente que buscó demostrar la aplicabilidad de la tesis (aunque no lo logró


del todo) y encuadrar los hechos en la hipótesis, tanto que perdió de vista los aspectos
por los que propios de la realidad que la hacían inaplicable.

Al abocarse a la apreciación del hecho notorio consistente en el diverso


expediente del juicio de amparo 1479/2019, no lo hizo buscando la verdad, sino con un
propósito muy específico, habiendo llegado previamente o con la preconcebida conclusión
de que se daba la improcedencia por litispendencia, por lo que únicamente se dedicó a
buscar aquello que soportara ese propósito en vez de ver, sin siquiera considerar
288

cualquier otra conclusión a la que podría llegar de su apreciación, empezando por la de


que pudiera estarse en uno o más casos de excepción.

En la tesis, se contemplan dos excepciones:

● Primera excepción. También puede actualizarse esta causa de improcedencia,

aunque al señalarse autoridades ejecutoras, éstas sean distintas a las designadas


en el amparo anterior; ello, siempre que los actos reclamados a dichas ejecutoras
sólo se impugnen como consecuencia de los actos que se atribuyen a la autoridad
ordenadora y no por vicios propios pues, en caso contrario, respecto de los actos
de ejecución no operaría la hipótesis legal relativa

● Segunda excepción. En este contexto, sólo podrá presentarse una segunda

demanda de amparo contra actos que son una consecuencia legal de los
reclamados en la primera demanda, si se tuvo conocimiento de aquéllos con
posterioridad de los originalmente reclamados y ya no se pudo ampliar la demanda
por haberse celebrado la audiencia constitucional.

En este punto, independientemente que la exégesis de la fracción X del artículo 61


hecha en la tesis resulte bastante desafortunada, sí hace mención, aunque muy orientada
hacia el amparo civil, de la excepción contenida en la norma respecto a que se hagan
valer vicios propios en el acto de aplicación (incorrectamente referidos como actos de
ejecución), punto que pasa de largo en la sentencia, a pesar de que admite acudir a las
constancias del mismo y que refiera datos específicos como la redacción de los actos
reclamados en la demanda.

En cuanto a la segunda excepción, aquí el error es en buena parte atribuible al


propio Tribunal Colegiado que emitió el criterio aislado, pero también es atribuible al
propio Juzgador, que no hace una correcta interpretación del precedente aislado, sino que
lo toma como única y absoluta verdad, algo de lo que se encuentra mucho muy alejado.

En efecto, es falso e inexacto, asumir como una única imposibilidad de ampliar, el


que se haya celebrado la audiencia constitucional. Ciertamente esta sería la única razón
válida por la que pudiera rechazarse una ampliación respecto de un acto impugnable en
289

amparo, diverso pero relacionado con los reclamados; sin embargo, no es la única que
puede presentarse en el plano de los hechos, pues pero no agota todas las causas por las
que de hecho podría darse el caso que no fuera posible ampliar y justamente se presenta
en este caso en el que, indebidamente había determinado el juez de distrito desechar una
ampliación bajo el argumento de que no podía modificarse la litis porque ya estaba
cerrada. Esto en sí mismo representa un impedimento para ampliar en ese juicio, al
menos hasta tanto se resolviera el recurso de queja promovido en contra de esa
determinación.

Lo cierto es que no se advierte en modo alguno que la sentencia siquiera advirtiera


del desechamiento de la ampliación, pues únicamente procedió a verificar que la
audiencia no se había celebrado y de ahí asumió gratuitamente que se estuvo en
posibilidad de ampliar en el juicio, lo que finalmente no tendría por qué hacer una
diferencia de cualquier modo.

En cuanto al primero de los precedentes, el error empieza con la


descontextualización del precedente, lo que conduce a conclusiones que no corresponden
a la realidad jurídica.

Se puede observar en la sentencia la intención de justificar el sentido del fallo


explicando lo que, según su interpretación constituye el nacimiento, la evolución y la
naturaleza jurídica de las figuras procesales de la litispendencia y de la ampliación de
demanda, interpretación que resulta errada pues falsea, tergiversa y desnaturaliza el
orden cronológico en que realmente tuvieron lugar los elementos que refiere, forzando un
vínculo imposible entre criterio aislado de materia civil emitido en el año 1949 (Registro
344392) y la figura de la ampliación de demanda como está prevista actualmente en el
artículo 111 de la Ley de Amparo en vigor, es decir, como si hubiera sido emitido
pensando en que el quejoso debería optar por la ampliación de demanda.

Nuevamente encontramos en la omisión de detalles, el asiento vacío para


introducir alguna inconsistencia jurídica en la sentencia, en este caso, al omitir mencionar
tanto la fecha o contexto temporal de la institucionalización de la ampliación de demanda
en el amparo, ya en los términos del actual artículo 111 y también omitir mencionar en el
290

texto mismo de la resolución, la fecha o época en que se emitiera el primero de los


criterios en los que pretende justificar su criterio.

Lo cierto es que su coexistencia no hubiera sido posible ni podría sostenerse, pues


en la época del precedente (año 1949), la realidad es que no existía consenso sobre
“cuándo y cómo sería procedente ampliar la demanda de amparo”.

La inclusión jurisprudencial que refiere el Juez sí ocurrió, pero hasta 2003, cuando
finalmente la Corte alcanzó consenso en cuanto a los términos para la procedencia de la
ampliación, mismos que se incorporaron a la Ley de Amparo actual, y que resultan muy
distintos a los de 1949 como se observa en este precedente de la Quinta Época.
Recordemos, a propósito, que en dicha época no podrían haberse producido tesis de
jurisprudencia obligatorias, solo tesis aisladas, lo que pone de relieve la inexactitud
contextual señalada:

Época: Quinta Época


Registro: 369225
Instancia: Cuarta Sala
Tipo de Tesis: Aislada
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo CV
Materia(s): Común
Tesis:
Página: 1833
“AMPLIACION DE LA DEMANDA DE AMPARO. La lite en el amparo se
establece cuando la autoridad responsable rinde su informe con justificación, y por
tanto, mientras tal informe no se rinde, el agraviado puede ampliar su demanda o
modificarla en cuanto a sus derechos convenga, siempre que esté dentro del
término legal para pedir amparo.”
Amparo en revisión en materia de trabajo 7761/49. Sindicato de Reparadores de
Automóviles y Similares. 25 de agosto de 1950.
Unanimidad de cuatro votos. Ausente: Emilio Pardo Aspe.
La publicación no menciona el nombre del ponente.
291

Nota: Sobre el tema tratado, el Tribunal Pleno resolvió la contradicción de tesis


2/99-PL, de la que derivó la tesis P./J. 15/2003, que aparece publicada en el
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XVIII,
julio de 2003, página 12, con el rubro: "AMPLIACION DE LA DEMANDA DE
AMPARO INDIRECTO. SUPUESTOS EN LOS QUE PROCEDE”.164

La pérdida de contexto temporal de las tesis es uno de los errores más comunes
cuando se trata de aplicación de éstas y en ello la propia Suprema Corte de Justicia de la
Nación lleva también una buena dosis de responsabilidad dada la continua acumulación
compulsiva de criterios por un lado y por el otro, la falta de mecanismos periódicos de
revisión y depuración o por lo menos, de señalamiento de cuáles criterios han quedado en
la obsolescencia, por motivos diversos a la contradicción de tesis. De hecho, el criterio de
la Corte es que la jurisprudencia conserva su obligatoriedad a pesar de haberse emitido
sin observar los presupuestos que dispone la Ley de Amparo, pero no puede observarse
si no ha cumplido el requisito y el procedimiento que la Ley dispone para estimarla
superada, lo que resulta no solo dispar a lo establecido en el 94 Constitucional, sino que
lo contradice diametralmente.

Incluso a la fecha, para saber si un criterio en específico ha quedado superado por


contradicción es necesario utilizar una herramienta distinta fuera del sistema tradicional de
búsqueda en el que únicamente aparecen los criterios que han sufrido modificaciones, a
diferencia de la versión anterior del buscador en la que con una sola búsqueda, al
desplegar la información de la tesis, aparecía la indicación de “superada por
contradicción” en los casos que así fuera, sin embargo, existe una buena cantidad de
criterios sobre los que existe ya uno diferente emitido ya sea por las Salas o por el Pleno
que, consciente o inconscientemente abordaron un tema que ya había sido materia de un
anterior precedente y sin embargo, ninguna indicación de ello se observa tanto en el
nuevo, como en el o los anteriores, lo que podría indicar que ni siquiera fueron
considerados y simplemente se pronuncia nuevamente y en distinto sentido sobre el
mismo tema y se agrega a los anales de la jurisprudencia, provocando que a la postre
tengamos una situación caótica como la hallada en el capítulo anterior al abordar el tema
sobre la naturaleza normativa de la jurisprudencia.

164
Quinta Época, Semanario Judicial de la Federación, Tomo CV, Página: 1833, Aislada, 369225.
292

Este mismo desaseo evidencia una gravedad mayor cuando se admite en la


compilación del semanario la inclusión de criterios aislados de órganos inferiores que
contradicen abiertamente a los de tribunales de mayor jerarquía, incluso aquellos que en
su momento agotaron todas las etapas para convertirse en jurisprudencia obligatoria, algo
que habla terriblemente mal de la labor de la unidad de compilación y sistematización de
tesis y de toda la Corte en sí.

Esto nos lleva a una última parte del análisis de la indebida aplicación de la
jurisprudencia en la sentencia que nos encontramos analizando. La indebida motivación
en la aplicación de jurisprudencia no solo puede presentarse en forma de actos positivos,
sino también bajo la modalidad de la omisión, esto es, cuando, existiendo jurisprudencia
vinculante en un determinado aspecto que deba ser abordado o que simplemente se
aborde en la sentencia, éste sea ignorado, pasado por alto o incluso contradicho
expresamente empleando un criterio no vinculante o de menor jerarquía, o incluso sin
expresión de un fundamento en sí, sino meramente actuando en contra como lo
determina el precedente obligatorio en cuestión.

En este caso, tenemos que el juez se convence de aplicar el segundo de los


criterios citados en la sentencia y construir sobre éste la estructura de la sentencia en su
parte medular. Hemos visto que una de las consideraciones que hace dicho precedente,
es la de que:

Sólo podrá presentarse una segunda demanda de amparo contra actos que
son una consecuencia legal de los reclamados en la primera demanda, si se tuvo
conocimiento de aquéllos con posterioridad de los originalmente reclamados
y ya no se pudo ampliar la demanda por haberse celebrado la audiencia
constitucional.

Esto se traduce en que es mandatorio acudir a la vía de la ampliación como regla


general y solo en el evento de que esto no fuera posible, entonces tendría permitido
hacerlo promoviendo. Recordemos que este es un criterio aislado de un Colegiado en
Materia Civil del Primer Circuito, producido en 2019.
293

Sin embargo, este criterio ni siquiera debería existir; nunca debió siquiera
publicarse, pues dicho precedente entra en franco conflicto tanto con la Ley de Amparo
como con la jurisprudencia de la Segunda Sala, producida previamente, durante la misma
10ª época:

Época: Décima Época


Registro: 2012990
Instancia: Segunda Sala
Tipo de Tesis: Jurisprudencia
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación Libro 36, Noviembre de
2016, Tomo II Materia(s): Común
Tesis: 2a./J. 121/2016 (10a.)
Página: 1324
“DEMANDA DE AMPARO INDIRECTO. PROCEDE SU AMPLIACIÓN PARA
COMBATIR, MEDIANTE NUEVOS CONCEPTOS DE VIOLACIÓN, LOS VICIOS
PROPIOS DE LOS ACTOS NOVEDOSOS VINCULADOS CON LOS
RECLAMADOS INICIALMENTE.
La ampliación de demanda de amparo indirecto constituye un medio para
salvaguardar derechos fundamentales y resulta acorde con diversos
principios. Aunado a ello, el artículo 111 de la Ley de Amparo condiciona su
procedencia, por lo que hace a los actos novedosos vinculados con los
reclamados inicialmente, a que se presente dentro de los plazos legales y a que no
se haya celebrado la audiencia constitucional y, PARALELAMENTE, OTORGA
AL QUEJOSO LA PRERROGATIVA DE OPTAR POR PROMOVER UNA NUEVA
DEMANDA, EN CASO DE NO AMPLIARLA. Por tanto, decretar la improcedencia
de la ampliación de la demanda, con base en que esos nuevos actos se reclamen
por vicios propios, a pesar de que no sea uno de los requisitos aludidos, equivale a
imponer en su perjuicio una restricción y una obligación que ese ordenamiento
jurídico no contempla. Además, el hecho de que dichos actos se combatan por
vicios propios no justifica la inexistencia de la vinculación entre ellos, pues: a) ésta
depende de los hechos del caso, y no de la manera en que se controviertan; b)
una vez admitida la ampliación, nada impide que el análisis de constitucionalidad
294

se realice respecto de cada uno de ellos de manera independiente; y, c) se trata


de una cuestión que, en tanto influye en el estudio de fondo, no debe impactar en
la fijación de la litis. Finalmente, como el artículo citado no establece restricción
alguna para formular nuevos conceptos de violación en relación con los actos
novedosos objeto de la ampliación, no existe impedimento legal alguno para
hacerlo.
Contradicción de tesis 155/2016. Entre las sustentadas por los Tribunales
Colegiados Primero en Materias Penal y Administrativa del Vigésimo Primer
Circuito y Noveno en Materia Administrativa del Primer Circuito. 31 de agosto de
2016. Unanimidad de cuatro votos de los Ministros Eduardo Medina Mora I., Javier
Laynez Potisek, José Fernando Franco González Salas y Alberto Pérez Dayán.
Ausente: Margarita Beatriz Luna Ramos. Ponente: José Fernando Franco
González Salas. Secretario: Jonathan Bass Herrera.
Tesis y criterio contendientes: Tesis I.9o.A.1 K (10a.), de rubro: "AMPLIACIÓN DE
LA DEMANDA DE AMPARO INDIRECTO. ES IMPROCEDENTE CUANDO
PRETENDEN IMPUGNARSE NUEVOS ACTOS POR CONSIDERARLOS
DIRECTAMENTE VINCULADOS CON EL SEÑALADO INICIALMENTE, PERO SE
RECLAMAN POR VICIOS PROPIOS.", aprobada por el Noveno Tribunal Colegido
en Materia Administrativa del Primer Circuito y publicada en el Semanario Judicial
de la Federación y su Gaceta, Décima Época, Libro 15, Tomo 2, diciembre de
2012, página 1283, y
El sustentado por el Primer Tribunal Colegiado en Materias Penal y Administrativa
del Vigésimo Primer Circuito, al resolver la queja 162/2015.
Tesis de jurisprudencia 121/2016 (10a.). Aprobada por la Segunda Sala de este
Alto Tribunal, en sesión privada del veintiuno de septiembre de dos mil dieciséis.
Esta tesis se publicó el viernes 11 de noviembre de 2016 a las 10:22 horas en el
Semanario Judicial de la Federación y, por ende, se considera de aplicación
obligatoria a partir del lunes 14 de noviembre de 2016, para los efectos
previstos en el punto séptimo del Acuerdo General Plenario 19/2013. 165

Independientemente de que este desatino sea principalmente imputable al


Colegiado que lo produjo, como a la Dirección General de la Coordinación de Compilación
165
Décima Época, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación Libro 36, Noviembre de
2016, Tomo II, Página: 1324, Jurisprudencia, Tesis: 2a./J. 121/2016 (10a.). 2012990.
295

y Sistematización de Tesis de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, no puede


pasarse por alto que su acogida en la sentencia no deja de ser una responsabilidad
exclusiva del juzgador que la hace suya. Recordemos que todo juzgador y particularmente
el de Amparo, está obligado a resolver con apego a la Constitución por encima de
cualquier otra norma derivada, que, a diferencia de los precedentes aislados, tanto la Ley
como las tesis de jurisprudencia son de observancia obligatoria para todos los tribunales
de los Estados Unidos Mexicanos y que emitir deliberadamente sentencia “contra legem”
es causa de responsabilidad administrativa, según el criterio número 2, de los Criterios en
Materia Disciplinaria del Consejo de la Judicatura Federal:

ABUSO EN EL EJERCICIO DEL CARGO. INCURRE EL FUNCIONARIO


JUDICIAL QUE EMITE EN FORMA DELIBERADA UNA SENTENCIA CONTRA
LEGEM.
Los artículos 113 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y el
diverso 47, fracción I, de la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores
Públicos, establecen como obligación de todo servidor público, desempeñar
el cargo que le haya sido encomendado, apegándose en todo momento a la
ley, y conduciéndose en forma honesta, leal, imparcial y eficiente. En
congruencia con lo anterior, abusar de un cargo significa ejercerlo,
extralimitándose en el uso de las facultades que le son inherentes; esto es,
actuando más allá de lo legalmente permisible. Luego, si un funcionario
emite en forma deliberada una sentencia contra legem, es evidente que
infringe lo dispuesto en las citadas disposiciones legales, pues al actuar así
lesiona el recto ejercicio de la función pública y, por tanto, al incurrir en
responsabilidad, debe ser sancionado.
Queja administrativa 149/99. Mariano Herrán Salvatti. Pleno del Consejo de la
Judicatura Federal. 13 de octubre de 1999. Unanimidad de votos. Ponente: Jaime
Manuel Marroquín Zaleta. Secretario: Jaime Aurelio Serret Álvarez.
Nota: El artículo 47, fracción I, de la Ley Federal de Responsabilidades de los
Servidores Públicos, estuvo vigente hasta el 13 de marzo de 2002, por lo que
respecta al ámbito Federal.
El artículo 8 de la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los
Servidores Públicos, vigente a partir del 14 de marzo de 2002, dispone que: Todo
296

servidor público tendrá las siguientes obligaciones: I. Cumplir el servicio que le sea
encomendado y abstenerse de cualquier acto u omisión que cause la suspensión o
deficiencia en dicho servicio o implique abuso o ejercicio indebido de un empleo
cargo o comisión.166

Lo anterior teniéndose en cuenta que cargo de juzgador de Amparo, conlleva la


presunción pero también la responsabilidad inexcusable de ser un funcionario altamente
calificado conocedor del Derecho, un verdadero experto en la materia de especialización
a la que resulte asignado, de ahí que pudiera ser un alegato plausible que, en tratándose
de uno de ellos, toda resolución contra legem debiera presumirse deliberada, lo que
resultaría perfectamente compatible con los principios generales de Derecho aplicables,
como el nemo auditur propriam turpitudinem allegans.

En el expediente de amparo en revisión 09/2021 del índice del Tercer Tribunal


Colegiado en Materia Administrativa del Cuarto Circuito, el Tribunal Colegiado Auxiliar al
que tocó conocer y resolver materialmente, el recurso resolvió, bajo los parámetros de
estricto Derecho que rigen en la materia administrativa, revocar la sentencia analizada en
este caso, al declararse fundados los agravios expuestos por la parte afectada, mismos
que contienen, entre otras, las consideraciones expuestas en el presente análisis y
ordenó reponer el procedimiento.

4.7 Comisión Federal de Electricidad y el recurso de reclamación


Se destaca como primer ejemplo, la sentencia que resuelve el amparo directo 1/2016, del
veinte de mayo de dos mil dieciséis, en el cual el Primer Tribunal Colegiado de Circuito
del Centro Auxiliar de la Décima Región, analiza de fondo la sentencia dictada en recurso
de reclamación, que se presentó en contra del auto que desechó demanda de nulidad
ante la Sala Regional del Norte Centro III y la cuarta Sala Auxiliar del entonces Tribunal
Federal de Justicia Fiscal y Administrativa, con residencia en la Ciudad de Victoria
Durango, autoridad señalada como responsable.

166
Consejo de la Judicatura Federal (CJF). (2022). Criterios en Materia Disciplinaria del CJF.
https://www.cjf.gob.mx/apps/criteriossed/PDFCriterioNum?NumeroCriterio=2
297

Sirve de base para el estudio de esta, tener en cuenta que la relación contractual que
nace del suministro y uso de energía eléctrica, entre la Comisión Federal de Electricidad y
el particular, históricamente se ha clasificado como de naturaleza administrativa, por el
hecho de ser la Comisión un ente del gobierno que fondea sus actividades, de control,
generación, transmisión y comercialización de energía, con los recursos públicos que el
mismo Estado destina a ella para su funcionamiento. A pesar de ello, en dos mil diecisiete
a través de reforma Constitucional se reformó la naturaleza jurídica de la misma y se le
denominó empresa productiva del estado, representando un nuevo paradigma en materia
energética en el país.

En el caso concreto, el desechamiento de la demanda de nulidad que dictó la Sala


Regional del Norte Centro III fue basada en la tesis aislada 2a.XLII/2015 (10a) emitida por
la Segunda Sala del Alto Tribunal de la Nación, misma que fuera publicada el diecinueve
de junio de dos mil quince, que a la letra contiene:

COMISIÓN FEDERAL DE ELECTRICIDAD. LAS CONTROVERSIAS


DERIVADAS DE LOS DERECHOS Y OBLIGACIONES GENERADOS EN EL
MARCO DEL CONTRATO DE SUMINISTRO DE ENERGÍA ELÉCTRICA SON
IMPUGNABLES EN LA VÍA ORDINARIA MERCANTIL.

La Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en criterio


mayoritario, determinó en la tesis aludida que los contratos de suministro de
energía eléctrica son de naturaleza administrativa. Sin embargo, una nueva
reflexión sobre el tema conduce a interrumpir dicho criterio, para determinar que
de la interpretación de los artículos 1049 y 75, fracciones V y XXV, del Código de
Comercio, se advierte que las cuestiones inherentes a los derechos y obligaciones
derivados del suministro de energía eléctrica proporcionado por la Comisión
Federal de Electricidad a los particulares, son de naturaleza comercial y, en
consecuencia, las controversias suscitadas entre las partes derivadas de los
derechos y obligaciones generados en el marco del contrato de suministro
respectivo o con motivo de éste, deben decidirse en la vía ordinaria mercantil,
conforme al numeral 104, fracción II, de la Constitución Política de los Estados
298

Unidos Mexicanos, que prevé la competencia de los tribunales de la Federación


para conocer de todas las controversias del orden civil o mercantil sobre el
cumplimiento y aplicación de leyes federales, así como que cuando sólo se
afecten intereses particulares, a elección del actor, podrán conocer de aquéllas los
Jueces y tribunales del orden común 167 .

El hecho que funge como eje central de la indebida aplicación de jurisprudencia, al


generalizar que cualquier controversia derivada de los derechos y obligaciones que se
desprenden del contrato de suministro de energía eléctrica, debería ventilarse su
impugnación en la vía ordinaria mercantil. Sin embargo, solo se refiere a aquellas en las
que se niegue la devolución de pagos que deriven del suministro de energía, el cual no es
el caso de la controversia.

Se suma a favor de la admisión de demanda, la consideración de la fecha en que


se presentó la demanda de nulidad, la cual fue presentada el día doce de junio de dos mil
quince. Por lo tanto, imperaba el criterio de señalaba que los contratos de suministro de
energía deberían considerarse como verdaderos contratos administrativos. Al no existir un
plano de igualdad entre el suministrador y el usuario, ya que ninguna de las partes
interviene, ni sugiere cambios o modificaciones en dicho contrato, que es regulado por la
Ley y Reglamentos de la materia.

La autoridad responsable hace uso de un criterio que, si bien tenía relación directa
y vinculante con las pretensiones del accionante, no debía de aplicarse en forma
retroactiva, en total perjuicio del justiciable. Al corresponder a un criterio que fue publicado
con posterioridad a la presentación de la demanda de nulidad. Considerando que el
criterio que prevalecía por temporalidad y por consistir en el criterio más favorecedor para
la parte actora, era la tesis que contiene lo siguiente:

COMISIÓN FEDERAL DE ELECTRICIDAD. LOS CONTRATOS DE


SUMINISTRO DE ENERGÍA ELÉCTRICA NO DEBEN CONSIDERARSE COMO

167
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN. Segunda Sala. Décima Época. 2009410. 2a.
XLII/2015 (10a.). Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 19, Junio de 2015, 1071.
299

CELEBRADOS ENTRE PARTICULARES, SINO COMO VERDADEROS


CONTRATOS ADMINISTRATIVOS.

Conforme a los artículos 30 de la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica


abrogada y 43 de su Reglamento, así como de la disposición general cuarta del
Manual de disposiciones relativas al suministro y venta de energía eléctrica
destinada al servicio público, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 6 de
marzo de 2013, en la suscripción del contrato de suministro de energía eléctrica
no existe un plano de igualdad y, por tanto, no se genera una relación de
coordinación. Lo anterior es así, si se toma en consideración que los formatos de
contratos señalados son aprobados por la Secretaría de Economía, con visto
bueno de la de Energía, dependencias de la Administración Pública Federal
centralizada que disponen y ordenan su contenido, sin que puedan modificarse ni
alterarse; que las obligaciones derivadas de la contratación, como lo relativo a
facturación, prepago de energía eléctrica, medición, contenido del aviso-recibo,
periodos de consumo y demás conceptos relacionados con la venta de energía
eléctrica, estarán contemplados en el Manual citado, sin que el usuario pueda
sugerir alguna modificación; y que los aspectos relacionados con la tarifa
aplicable, garantías de duración de contrato, fecha límite de pago, horario de
suministro, casos de suspensión, requisitos para la reanudación del servicio,
responsabilidades del suministrador por interrupción del servicio, causas de
modificación o terminación del contrato, y la autorización expresa del usuario para
que se realicen revisiones y verificaciones, constituyen condiciones del contrato
que derivan, no de la voluntad de la Comisión Federal de Electricidad, ni del
usuario, sino de la Ley mencionada y de su Reglamento. En ese tenor, si en la
suscripción del contrato de suministro de energía eléctrica el usuario se somete a
las condiciones dictadas por la Secretaría de Economía, con visto bueno de la de
Energía, y que derivan de la ley, sin posibilidad de negociación, se concluye que
dichos contratos deben considerarse como verdaderos contratos
administrativos168.
168
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN. Segunda Sala. Décima Época. 2007679. 2a.
CVII/2014 (10a.). Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 11, Octubre de 2014,
1095.
300

Incluso, ni siquiera la presentación de demanda debería considerarse el punto de


referencia para determinar el estatuto legal vigente, sino que incluso debería haberse
tomado el referente de época en que tuvo lugar la causación del pasivo, ya sea que se
tratare de un consumo o de un hecho imponible. Esto revelaría incluso una fecha anterior,
e independientemente, si a la fecha de presentación de la demanda con los elementos
acreditados hasta ese momento, no era posible determinar cuál era el origen legal,
normativo o fáctico que diera lugar a esos pagos indebidamente cobrados y recibidos por
parte de la empresa productiva del Estado, resulta a todas luces palmario que, al menos
hasta en tanto contase con una certeza de que fuera aplicable la nueva tesis y no la
anterior que los consideraba auténticos actos administrativos la obligación del Magistrado
de Sala era admitir la demanda, en atención a los principios, pro persona, pro actione y y
solo al tener plena certeza sobre si los cobros provenían de actos derivados del contrato
de suministro, resolver como mejor lo considerara, pero en una situación de absoluta
certeza. Así, el desechamiento derivó exclusivamente de la aplicación gratuita y
dogmática de un supuesto precedente, que en realidad no lo era respecto de las
particularidades del caso, pues no se advierte que la Sala haya realizado una verdadero
ejercicio valorativo respecto del contexto en el que tuvo lugar el acto reclamado, en el que
se habrían involucrado factores como la naturaleza del hecho generador y la época en
que se haya verificado, o la fecha de presentación de la solicitud de devolución, o de la
demanda, concatenado al derecho vigente entonces, o la naturaleza misma de la
reclamación, más bien pareciera que dogmática y gratuitamente el tribunal únicamente
procedió de en modo autómata y reduccionista a establecer que dado que era un asunto
en contra de la CFE, entonces debía resolverse conforme al cambio de criterio de la
Corte… y ya. Lo que, desde luego, resultó por demás, violatorio e incongruente. No se
puede arrojar sobre el gobernado la carga de adivinar que se le aplicará y juzgara con
fundamento en un criterio hasta ese momento inexistente, por el contrario, debe poder
saber a qué atenerse con si realiza tal o cual conducta u otra , ni se debe esperar que la
estrategia jurídica del gobernado incluya tenga contemplado un disposición jurisprudencia.
que, insistimos, aún no se publicaba.

En esta situación en particular, se comprueba lo planteado en la presente tesis, por


consistir en resoluciones en las que los juzgadores aplican tesis aisladas, no obligatorias,
301

para justificar sus decisiones. Dando como resultado, fallos tendientes a impugnarse por
la falta de adecuada fundamentación y motivación de criterios, que dejaron a un lado la
norma que más protegía al gobernado. En eso es puntual la Ley de Amparo al determinar
los casos en que las tesis aisladas son aptas para constituir jurisprudencia por reiteración
de criterios, y éste no era el caso de las tesis aisladas aplicadas, en ese preciso
momento, por no haber alcanzado la cantidad de votos que exige la norma, ni haber
constatado en cinco sentencias interrumpidas sustentando el mismo criterio.

Esto es lo que llamaría Ezquiaga Ganuzas 169, como los errores en la


sistematización del derecho, que derivan del razonamiento y la interpretación de la cual se
vale el juzgador para justificar su fallo, lo inconveniente en este caso, es que la
fundamentación del juzgador perjudica al gobernado, orillando a buscar esa anhelada
oración, “La Justicia de la Unión AMPARA Y PROTEGE”, que permita que la autoridad
demandada realice el estudio de fondo de su demanda. Habida cuenta que no se hubiera
tenido la necesidad de recurrir hasta la última instancia, si tan solo el Tribunal hubiese
admitido a trámite el juicio de nulidad, como era debido.

Se escudriñe esta primera sentencia, por la verdad jurídica que impera en ella, al valer
como última instancia que contaba con la facultad de resolver sobre la indebida aplicación
y ausencia de interpretación, de la jurisprudencia que se usó como fundamento para
desechar la demanda de nulidad interpuesta ante el entonces llamado Tribunal Federal de
Justicia Fiscal y Administrativa, aunado a las características propias de la jurisprudencia
por lo que se aterriza toda aquella información, en el caso concreto.

4.8 Sentencia interlocutoria y el recurso de reclamación


Es momento de analizar la sentencia interlocutoria dictada por la Segunda Sala Regional
del Noreste del entonces Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa, en la cual se
declara procedente recurso de reclamación para efectos de dar trámite a la demanda de
nulidad, en cumplimiento de ejecutoria resuelta por el Primer Tribunal Colegiado en
Materia Administrativa del Cuarto Circuito en amparo directo expediente 395/2015.

En el caso concreto, en una primera instancia se desechó la demanda de nulidad


planteada por el justiciable, con el argumento de que los actos derivados del suministro de
energía eléctrica por la Comisión Federal de Electricidad se deberían controvertir en la vía

169
EZQUIAGA, F en MALEM, J. El error judicial. La formación de los jueces. Fundación Coloquio
Jurídico Europeo. Madrid, 2009
302

mercantil, determinando que no constituía una resolución definitiva susceptible de ser


impugnada a través del juicio contenciosos administrativo federal de conformidad con el
artículo 14 de la Ley Orgánica del Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa.

Ahora bien, el Tribunal Colegiado realizó un análisis de fondo adecuado al acto de


autoridad en cuestión, por lo que no dejó otra opción a la sala que tomar las
consideraciones y fundamentos planteados por el Tribunal y hacerlos suyos para
sustentar el fallo de la sentencia interlocutoria, del cual es trascendente transcribir el
criterio del Tribunal Colegiado:

El H. Primer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Cuarto Circuito, al


momento de emitir la ejecutoria con número de juicio de amparo 359/2015 que se
atiende, resolvió que los actos de la Comisión Federal de Electricidad relacionados
con su obligación constitucional de prestar el servicio público de energía eléctrica,
son actos administrativos, toda vez que ese organismo si tiene la naturaleza de
autoridad porque sus actos derivan de potestad constitucional y legal cuyo
ejercicio es irrenunciable, incluso obligatorio, por lo que resulta indudable que la
resolución mediante la cual se le requirió́ a la quejosa el pago por ajuste de
facturación por concepto de “uso y aprovechamiento indebido de energía eléctrica
no facturada”, emitida dentro de esa relación contractual, sí constituye un acto de
autoridad impugnable a través del recurso de revisión o juicio de nulidad.

Por tanto, deja expuesto claramente la indebida aplicación de jurisprudencia al


momento de desechar la demanda de nulidad, pues en ese momento el juzgador no entró
al estudio del fondo del asunto, y aplicó una jurisprudencia que entraba en los supuestos
conforme a la misma jurisprudencia. Además, se dejó de lado el principio que sostiene
que se deberá acudir a la norma más amplia, es decir, aquella que permita una
interpretación más extensiva, en aras de reconocer derechos protegidos, de lo contrario,
no se estaría tomando en consideración criterios vinculantes de respeto a derechos
humanos, como lo es el artículo 25 de la Convención Americana de Derechos Humanos,
estatuto clave del principio pro persona.
303

Conclusión Capítulo Cuarto

El método propuesto es apto para detectar e identificar el uso de la jurisprudencia


en cada caso, así como para dilucidar en cada caso donde aparece citada una tesis de
jurisprudencia en una determinada sentencia, si la misma requiere o no de una motivación
propia con la que se justifique su aplicabilidad.

Al aplicarlo se revela que los juzgadores tienen una noción de cuándo deben
motivar, sin embargo, la falta de un método que específicamente les oriente con
seguridad genera la tentación de sobre argumentar, e incluso, protegerse
innecesariamente de contraargumentos futuros, lo que, si se mantuviera como un
estándar volvería un tanto más tediosa la labor de producir sentencias, como la de leerlas
y combatirlas, por lo que un método como el propuesto, concentraría los esmeros de
magistrados, jueces y secretarios en los aspectos donde se requieren, produciendo
sentencias concisas y que fácilmente pueda una instancia superior ya sea confirmar o
revocar.

Se observa también la necesidad de que la fundamentación sea de forma expresa


y no tácita o sobreentendida, lo que resulta tanto más conveniente para el juzgador como
para el justiciable en la medida que, si no se fundamenta expresamente, entonces
tendrían que darse explicaciones más largas y complicadas para que se sobreentendiera
la aplicación de tal o cual disposición. Independientemente, no se debe partir de la
equivocada premisa de que todos los justiciables conocen tan bien la Ley como los
tribunales, por lo que para efectos de una mayor claridad debe incluirse la cita expresa de
la disposición normativa o jurisprudencial aplicable.

En cuanto a las conclusiones de cada caso, se encuentran incluidas al final de


cada uno, por lo que en obvio de ociosas repeticiones hago relación a las mismas sin que
sea el caso reinsertarse nuevamente aquí.

Finalmente, resulta palmario que los no existe una guía ni una disposición en la
Ley como la que existía en su momento, en la que se conminaba al juzgador a
pronunciarse y justificar la aplicabilidad de los precedentes jurisprudenciales que invoquen
304

en sus determinaciones, de lo que se sigue que la hipótesis central se tenga por


demostrada. Lo más cercano a una disposición que obligue al juzgador a realizar dicha
tarea resulta ambigua, y no proporciona ninguna guía ni ningún método de modo que
resulta insuficiente por sí sola para que pueda tomarla como procedimiento estándar.

Sin embargo, la obligación existe, desde la constitución y pese a que la


jurisprudencia de la Corte haya emitido criterios que merman la claridad y la verificabilidad
de esa obligación, el Juzgador está obligado en primer término a hacer cumplir y a cumplir
con lo que ordena la Carta Magna, por encima de cualquier disposición derivada.

Conclusiones Generales

A manera de conclusiones generales del presente trabajo de investigación de


Doctorado que lleva el nombre de la motivación de las sentencias fundadas en tesis de
jurisprudencia de los tribunales en materia administrativa y cuya hipótesis principal
consistió en que los tribunales competentes en materia administrativa, al emplear tesis de
jurisprudencia en la solución de los asuntos ante sí ventilados, en sus resoluciones y
principalmente en sus sentencias, no cumplen su obligación de motivar o lo hacen en
forma deficiente. A su vez, este trabajo contó con una hipótesis complementaria que
consistió en que en nuestra cultura jurídica, a pesar de estar tan acostumbrados a ellas, a
invocarlas e incluso, de producirlas, no contamos con una verdadera comprensión clara,
sólida, coherente y congruente de las tesis de jurisprudencia, desde algo tan
aparentemente simple como el qué son, cómo se explican, cuál es y hasta qué
profundidad se halla su fundamento jurídico, a qué lógica obedece su existencia, su
naturaleza jurídica, sus límites y su clasificación en la jerarquía dentro de la categoría de
fenómenos jurídicos a la que pertenece, incluso de esto último, por lo que, a continuación
se enlistan las principales conclusiones de esta investigación.
305

1. Necesidad de recapacitar sobre el sistema de jurisprudencia de nuestro país y


evaluar la necesidad de homologarse con el resto del mundo.
Con base en los hallazgos que han sido revelados en esta investigación sobre la
naturaleza jurídica del sistema de jurisprudencia mexicana por tesis, puede definirse la
tesis de jurisprudencia como aquella norma general exenta de control constitucional,
derivada de la Ley, producida por los órganos del Poder Judicial de la Federación que y
como lo determine la Constitución y la Ley, que tiene por objeto la interpretación de otra u
otras normas generales, que resulta vinculante para aquellos órganos jurisdiccionales
cuyas determinaciones están potencialmente sujetas a la potestad revisora del que emite
la tesis y potestativa para todos los demás, con las que se puede construir la motivación
que justifique la aplicabilidad de cualquier otra norma o incluso fundamentar las
resoluciones jurisdiccionales, aunque para esto último se requiera que la norma cuya
interpretación realice la tesis tenga el carácter de Ley local, federal, general, nacional y
cualesquier otra que lo sea en sentido formal y material, de tratado internacional, o de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Esto es en el ámbito de los
hechos; en el mundo del ser.

Ahora bien, en el mundo del “deber ser” ¿Qué tan apropiado resulta en un orden
jurídico, contar con una jurisprudencia con estas características exorbitantes? Tomando
en cuenta de que somos el único Estado Nación con una jurisprudencia con estos
atributos, la anterior es una pregunta sobre cuya respuesta estamos obligados a
reflexionar los profesionales que hacemos la praxis del Derecho mexicano.

Al mismo tiempo, es una pregunta susceptible de generar respuestas en un


sentido y en otro, lo cual es perfectamente aceptable teniendo en cuenta que se trata de
una pregunta que pudiera ser clasificada como “de opinión”, por robustas que pudiera
resultar la argumentación tanto para pronunciarse a favor como para hacerlo en contra,
pues, en cualquier caso, una opinión no deja de ser eso, una opinión, lo que, por
definición, no trae aparejada una pretensión de obligatoriedad.
306

Esto constituye la antesala perfecta al primer título en la lista de los inconvenientes


que consideramos más problemáticos derivados de este sistema de jurisprudencia. Exige
de la sociedad, resignación a vivir en un nivel importante de incertidumbre.

A pesar de los mecanismos para unificar criterios discordantes o diametralmente


opuestos contenidos que pueden tener lugar entre tesis sostenidas por dos o más
tribunales de entre los facultados para producir jurisprudencia vinculante, y de los intentos
por atender esta problemática, como el establecimiento de los “Plenos de Circuito”
durante su fugaz existencia, o de la incierta entrada en operación de los “Plenos
Regionales”, la realidad es que esto, más que solucionar, no hicieron sino profundizar y
agravar el problema de fondo, que se genera con la existencia de una variedad de normas
que conducen a distintos resultados ante un mismo escenario.

Nada soluciona, por cuanto, a seguridad jurídica, establecer Plenos de Circuito


para los casos en que diversos Tribunales Colegiados de Circuito produzcan criterios
potencialmente obligatorios, contradictorios entre sí, si éstos a su vez pueden producir
criterios obligatorios contradictorios entre sí, de los cuales conocerán las Salas de la
Corte, las que, a su vez, también producirían criterios discordantes de los cuales acabaría
conociendo el Pleno.

Basta con extender un poco más esta lógica sin sentido, donde, suponiendo que
algún día efectivamente llegaran a entrar en funciones los Plenos Regionales, lo que
seguiría sería instalar Plenos Cardinales, para el Sur, Norte, Este y Oeste y así
sucesivamente, dando lugar a una proliferación cada vez mayor de “verdades legales” y
de normas “obligatorias”, alejando cada vez más al problema de la solución definitiva,
ensanchando el intervalo temporal y con ello el número de asuntos con una tramitación
angustiosa para ambas partes o solo para el particular en materia administrativa, al no
poder anticipar en qué sentido podrá resolverse, si la sentencia se dictará antes o
después de que la Corte resuelva si ya está planteada la contradicción de criterios o si
acaso alguno de los sujetos (todos públicos) tendrá la bondad de denunciarla, sabiendo
que la única manera en que se le permitiera hacerlo, sería cuando ya sea demasiado
tarde para que le alcance siquiera una mínima porción de esa justicia, es decir, cuando su
propio asunto haya sido fallado y se convierta en uno de los criterios contendientes.
307

¿Qué beneficio se obtiene de la jurisprudencia de los Tribunales Colegiados?


Pongamos un hipotético ejemplo en Nuevo León, Cuarto Circuito, donde tenemos tres
colegiados en materia administrativa. Digamos que uno de ellos produce en los primeros
5 asuntos que se resuelven, una tesis de jurisprudencia en contra de una determinada
regla contenida en la resolución miscelánea, contra la cual se promovieron 600 amparos
que la reclaman como autoaplicativa en el Estado.

Dicha tesis será “obligatoria” solo para los 3 juzgados de distrito con jurisdicción en
el Circuito, sin embargo, como bien lo sabemos, la autoridad responsable interpondrá una
revisión en contra de la sentencia donde se aplique dicha tesis. Es aquí donde queda
patente la verdadera utilidad de dicha jurisprudencia, pues la misma no gozará de
obligatoriedad para los otros dos colegiados e incluso, tampoco será vinculante para el
mismo que la produjo.

Supongamos que uno de los otros dos Colegiados hace una interpretación
diferente y llega a la conclusión de que la misma regla es constitucional, y resuelve cinco
asuntos en ese sentido. Así los juzgados de Distrito en esas condiciones tendrán dos tesis
“obligatorias” que le ordenan lo contrario. De manera que alguien finalmente decide
denunciar la contradicción ante el Pleno de Circuito. Para cuando éste resuelva, habrán
transcurrido como mínimo dos años y para ese momento, ya estarán en trámite
probablemente otros 600 amparos contra el primer acto de aplicación.

En otro circuito ocurre lo mismo y su pleno resuelve en sentido diverso, así que el
asunto llega a la Corte y probablemente dentro de 5 años ésta resolverá una cosa o la
otra, realmente no interesa porque la “verdad legal” pues habrá para entonces
transcurrido 7 años, lo que habrá provocado que una buena parte de esos negocios a los
que perjudica esa regla de la miscelánea, simplemente habrán cerrado sus operaciones al
resultar incosteable su viabilidad.

¿Cuántos de los 1200 asuntos se habrán resuelto conforme a la Jurisprudencia del


colegiado que inicialmente la produjo? La respuesta es un sólido “no lo sabemos”, no es
308

posible anticiparlo, porque no es definitiva ni obligatoria sino para un estado intermedio


del procedimiento de amparo. Esto ¿a quién le sirve? A nadie.

¿Qué finalidad cumplió esta tesis de jurisprudencia “obligatoria”? ninguna en


realidad. Es necesario ser un poco ignorante del Derecho para encontrar alguna calma en
el criterio jurisprudencial de un Colegiado, tanto si se trata de un circuito como Nuevo
León en donde solo vincula a 3 juzgados de Distrito, como en Ciudad de México, pues si
bien el número de juzgados es mucho mayor, también lo es el número de colegiados y las
posibilidades de que éstos produzcan un criterio distinto, además que finalmente el criterio
no es verdaderamente vinculante.

Para que la jurisprudencia de los Colegiados tenga una utilidad, es necesario que
la parte a la que no le favorezca la aplicación de la tesis, se resigne a perder y acepte
como “buen mártir” su derrota en última instancia.

Es común escuchar desde el Consejo de la Judicatura el reclamo de que los


litigantes son los culpables de que la justicia en nuestro país sea lenta, pues promueven y
recurren toda determinación recurrible. La pregunta es ¿qué clase de abogado hay que
ser? para decirle al cliente:

Gracias por encomendarme la defensa de sus intereses, bien, siéntese y escuche,


el juez determinó que Usted lo pierde todo y en contra de esta determinación
procede el recurso de revisión, pero no lo promoveremos para no saturar la carga
de trabajo de los tribunales, en lugar de ello le comparto estas “buenas razones”
que nos dieron en la sentencia, no es lo que dice la ley, pero la argumentación es
robusta. El resto de la junta lo dejaré con mi socio, no es abogado, es nuestro
tanatólogo y es muy bueno, le ayudará a asimilar su pérdida, con su permiso.

¿Cuántos recursos materiales, cuántas horas de trabajo de cuántas personas se


desperdician elaborando, votando, publicando y compilando tesis de jurisprudencia de los
tribunales colegiados, que no gozan de la obligatoriedad suficiente para dar la certeza de
que, salvo una cuestión extraordinaria (que la Corte ejerza la facultad de atracción) el
asunto debiera resolverse en el sentido que ahí se establece?
309

¿Otorgan alguna certeza estas tesis de jurisprudencia o de hecho generan mayor


confusión? Al resolver el amparo directo en revisión 5157/2014, la Segunda Sala
determinó, en lo que interesa, que la jurisprudencia es una norma general que impacta en
todo el derecho a efecto de aportar una visión completa del mismo, así como de su
cometido deóntico -lo cual, la constituye como una fuente relevante del derecho-, es decir,
se constituye como una determinación judicial que permite la operatividad adecuada y
funcional del sistema jurídico y, por ende, delimita lo que es el derecho.

Asimismo, reconoció que la aplicación jurisprudencial puede ser controlada a


través de los medios que se encuentren previstos en ley y que ordenen a los juzgadores a
que observen determinados requisitos para la aplicación de los criterios jurisdiccionales al
momento de resolver los casos que se les presenten, a fin de salvaguardar la seguridad
jurídica de los justiciables.

Esto, sin duda resulta altamente cuestionable por cuanto a la jurisprudencia de los
colegiados. Estas mismas consideraciones valen para las tesis aisladas, que son otro
despropósito que en nada abona a la certeza que, se supone, es uno de los principales
fines que persigue nuestra jurisprudencia.

¿Permitir que los jueces produzcan normas abstractas, es institucionalizar el caos?


La labor de legislar corresponde a los congresos, no solo por la legitimidad representativa
de la que están investidos, sino por la forma en que están organizados para producir
cuerpos normativos en un solo sentido, aunque extraordinariamente puedan producirse
antinomias o conflictos de leyes, estas serían resueltas por los tribunales. La certeza que
producen las leyes queda nulificada cuando se dan facultades ultra legislativas a los
jueces, máxime cuando ni siquiera se requiere una calificación para que éstos abandonen
sus propios criterios.

¿Por qué los congresos, que son lo que emiten Leyes, no funcionan de manera
que cada Diputado tenga la facultad de promulgar las leyes (obligatorias por supuesto)
que considere necesarias, sin perjuicio de que otro diputado promulgue una en distinto
sentido, para que luego una comisión determine, durante la vigencia de éstas, cuál debe
310

subsistir, y posteriormente el Congreso o la Comisión permanente con una estimación de


los daños ocasionados a la sociedad con una y con otra determine que ninguna de ellas
debe subsistir, sino una distinta que se produce en ese momento y que será la que rija
para las personas y bienes que aun queden en pie?

2. Reconocimiento e inconvenientes del sistema de jurisprudencia por tesis de


nuestro país. Incompatibilidad con un sistema de stare decisis. Salida en falso,
nueva reflexión o elaborado engaño de la Corte en la reforma “ante, para, por,
contra, de, desde y en el Poder Judicial de la Federación”.

Si bien, en el muy particular caso de México, la jurisprudencia se expresa


mediante la creación de “normas” que antes no existían, dichas normas son meramente
un enunciados interpretativos, es decir son actos de revelación de un Derecho que ya
existía, similar a lo que ocurre con el reglamento, que no es sino un acto aplicador de la
Ley, la jurisprudencia es orientadora, teniendo ambos en común el que requieren la
existencia previa de una Ley, salvo para el reglamento que deriva del mandato directo de
la Constitución, o cuando se interpreta la Constitución misma en cuyo caso se requiere la
existencia previa de la norma constitucional. El punto es que la jurisprudencia no debe
tener ni pretender tener la vocación creadora de Derecho, atributo que corresponde al
poder legislativo, no al judicial.

Ciertamente, el hecho de que en México la jurisprudencia se encuentre en un lugar


distinto de una sentencia es un tema que ha provocado no pocas confusiones,
ambigüedades, críticas, debates, abusos, injusticias, errores, e incluso absurdos entre
otras tantas consecuencias que poco abonan a la grandeza del sistema judicial y jurídico
de un país. Éste es un tema demasiado complejo y extenso como abordarse cabalmente
en esta investigación, pero, si estamos hablando de la “Jurisprudencia en el Deber Ser” es
menester intentar simplificarlo y acortarlo para ocuparnos de él, habida cuenta de su
repercusión en la correcta o incorrecta fundamentación y motivación de las sentencias.

3. En México no hay Jurisprudencia; Relación entre la Jurisprudencia y la sentencia


o precedente del cual emana
311

Fuera de México, la jurisprudencia está en las sentencias, no en todas las


sentencias y cada sistema tiene sus propias reglas al respecto según el país del que se
trate, pero es una realidad más o menos uniforme que la búsqueda de jurisprudencia de
un Estado determinado nos llevará necesariamente a sentencias dictadas en casos
anteriores donde se haya resuelto el tema de nuestro interés.

Los conocimientos especializados del profesional del Derecho, le permitirán a éste


comprender cabalmente y extraer de las mismas, los razonamientos empleados por el
juzgador, y en atención a las circunstancias en que hubieran tenido lugar los hechos
relevantes del caso resuelto en las sentencias bajo análisis, determinarán los argumentos
y lo más seguro, también la réplica que probablemente hará valer la parte contraria, para
desestimar la aplicabilidad o la relevancia de los razonamientos empleados al resolver el
precedente al que se hace referencia.

Esos razonamientos que se encuentran en las sentencias, a partir de los cuales el


tribunal en cuestión resolvió en determinado sentido un determinado asunto y que pueden
invocarse como argumento en otro caso distinto que esté en proceso de resolverse, son lo
que, en cualquier otra parte del mundo, se conoce como jurisprudencia. Otra acepción
del término puede también referirse en términos más generales, al conocimiento
profesional del Derecho como ciencia, de sus principios, su historia, su evolución, entre
otros, ésta última no excluye a la anterior, sino que la incluye por ser más general pero no
se opone ni propicia confusión.

En cambio, si hablamos de la jurisprudencia como fuente de Derecho, la


jurisprudencia es lo que se hubo razonado por el o los juzgadores de determinados
Tribunales en las sentencias dictadas en asuntos previos, con características tales que
resultan relevantes o incluso obligatorias a un juzgador inferior sobre la forma en que
debería resolver o para anticipar con cierto margen de acierto, el resultado que pudiera
tener una determinada contienda en trámite o incluso en intención.

Entonces, la Jurisprudencia se obtiene acudiendo directamente a las sentencias


excepto en México, donde no solo se le asignó deliberadamente un significado
“alternativo” al concepto, sino que incluso se vuelve imposible conocer la Jurisprudencia
312

de nuestro país, como sería entendida en otras partes del mundo, pues, salvo que
pertenezcas al Consejo de la Judicatura Federal, no es posible consultar libremente ni
siquiera la totalidad de las sentencias que los propios órganos califican como relevantes,
ya que las que, de entrada, pudieran servir de apoyo para beneficio de un quejoso al
elaborar un planteamiento en una demanda de amparo nueva, (ejemplo, en materia
administrativa, las que conceden amparo contra normas generales), no pueden
consultarse libremente a pesar de ya encontrarse capturadas. Para estas y muchas otras
se necesita elevar una solicitud al Consejo de la Judicatura Federal y hacer un trámite
que, al final del día carece de justificación válida, máxime considerando que, cuando se
da respuesta a la petición en sentido positivo, lo que se entrega es una versión con datos
personales suprimidos, lo que el propio Consejo de la Judicatura Federal denomina
“versión pública”, que irónicamente no es pública, pues está sujeto a aprobación (y sobre
ello no tampoco hay reglas claras y uniformes).

Entonces si no es posible consultar las sentencias de amparo, ¿esto quiere decir


que en México no hay “Jurisprudencia” como se conoce en el resto del mundo? Sí, así es.
En lugar de la Jurisprudencia, en México lo que tenemos son “tesis de jurisprudencia”,
que son proposiciones o enunciados en forma de normas impersonales con
características de generalidad y abstracción que dictan los tribunales colegiados de
circuito, los plenos de circuito, las salas y el Tribunal Pleno de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, a partir de su experiencia en el ejercicio de la facultad jurisdiccional
constitucional, y que, actualmente están definidas y apenas sub reguladas en un acuerdo
general del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (Acuerdo 5/2003). Al
respecto, Eduardo Román González (2021) señala lo siguiente:

En el Título Segundo de dicho acuerdo se indica que por “tesis” debe entenderse
“la expresión por escrito, en forma abstracta, de un criterio jurídico establecido al
resolver un caso concreto” (cursivas nuestras), lo cual implica que la tesis “no es
un extracto, una síntesis o un resumen de la resolución”. Es decir que las tesis son
redactadas extrayendo de las sentencias un criterio jurídico que se considere
relevante, pero que, en sentido estricto, puede no corresponder con la redacción
exacta contenida en la sentencia, aunque, desde luego, sí debe recoger la esencia
de dicho criterio.
313

De acuerdo con el mismo título del Acuerdo, estas tesis se compondrán de tres
elementos: rubro, texto y precedente. El “rubro” es definido como “el enunciado
gramatical que identifica al criterio interpretativo plasmado en la tesis” y que tiene
como objeto “reflejar con toda concisión, congruencia y claridad la esencia de
dicho criterio y facilitar su localización, proporcionando una idea cierta del mismo”.

En cuanto al “texto” de la tesis se establecen algunas reglas que implican una


desvinculación absoluta del criterio con los elementos fácticos de los casos de los
cuales se extraen. En efecto, si bien se dice que el texto de la tesis deberá
“derivarse en su integridad de la parte considerativa fundamental de la resolución
correspondiente”, inmediatamente después se indica que deberá redactarse con
claridad, “de modo que pueda ser entendido cabalmente sin recurrir a la resolución
correspondiente y no deberá formularse con la sola transcripción de una parte de
esta o de un precepto legal”.

Finalmente se establece que el texto no deberá contener “datos concretos


(nombres de personas, cantidades, objetos, etc.) de carácter eventual, particular o
contingente, sino exclusivamente los de naturaleza general y abstracta”. Es decir,
que el texto de las tesis de jurisprudencia debe ser redactado con absoluta
abstracción de los hechos y circunstancias de los casos de cuyas resoluciones se
derivan.

La elaboración de tesis en abstracto desvinculadas de los elementos fácticos de


los casos de los que se extraen constituye un elemento clave para entender el
sistema mexicano de jurisprudencia. Se trata de una característica del sistema que
ha sido fuertemente cuestionada por algún sector de la doctrina mexicana, con la
cual coincidimos.

Por un lado, se cuestiona que esta desvinculación permite la emisión de tesis de


jurisprudencia sumamente generales y hasta dogmáticas, que desde su sola
redacción serían aplicables a una multiplicidad de supuestos de hecho que
pudieran no tener demasiado que ver con aquellos de los cuales se derivaron
314

dichas tesis. Esto incentiva la utilización incorrecta de las tesis, las cuales en
algunos casos son argumentadas por las partes y aplicadas por los jueces a
situaciones fácticas muy distintas de las que se derivó el criterio obligatorio.

Lo anterior, no se salva con el hecho de que en ocasiones, además de las tesis, se


publique en el Semanario Judicial de la Federación un extracto o los
considerandos de las sentencias más relevantes pues, como recuerda Góngora,
“(o)frecer al lector del precedente únicamente los considerandos de una sentencia
y, generalmente un brevísimo sumario de los mismos, es no sólo amputarle a la
sentencia lo más sustancial de ella –el litigio planteado y su decisión–, sino
también, y por ello mismo, contribuir a hacerla todavía más ininteligible”.

Esta regla desnaturaliza por completo el sistema de jurisprudencia que exige la


aplicación de parámetros normativos fijados en casos previos a casos posteriores
similares. En efecto, si la publicación de las tesis se realiza en forma aislada a las
sentencias que le dan origen, no se garantiza que la aplicación de aquellas se de
en casos similares, pues el juez podrá aplicarla sin necesidad de verificar la
identidad fáctica entre el caso del que se desprende la tesis y el caso al que
pretende aplicarla. Es decir, la identidad fáctica pasa a un segundo plano de
importancia, pues lo determinante para la aplicación de la tesis será si el criterio
contenido en ésta puede servir en algo (por ejemplo, definiendo algún concepto)
para reforzar el argumento de la sentencia en la cual se aplique. Esto contrasta
significativamente con el modelo norteamericano (y seguramente con muchos
otros) en el cual la identidad fáctica entre el caso del cual es extraído un
precedente y aquél en que pretende aplicarse es tan fundamental que de ello
depende, entre otras cosas, el grado de vinculación que el juez tendrá respecto de
dicho precedente: a mayor identidad, mayor vinculación y viceversa.

Finalmente, el Acuerdo señala que la parte de la tesis que denomina “precedentes”


son los datos de identificación de las sentencias en las cuales ha sido reiterado
dicho criterio.
315

Ahora bien, el propio Acuerdo establece que la labor de identificación del criterio y
la redacción del proyecto de tesis les corresponde en principio a los secretarios
que participen en la redacción de los proyectos de sentencia respectivos. Dichos
proyectos de tesis deben ser aprobados por el Ministro o Magistrado
correspondiente y una vez esto serán puestos a consideración de los demás
integrantes del órgano jurisdiccional a través de su Secretaría General. En el caso
de la Suprema Corte, el Acuerdo también habilita a un área de la Corte
denominada “Coordinación General de Sistematización y Compilación de Tesis”
para someter a consideración de los Ministros los proyectos de tesis “que estime
convenientes”. Una vez presentados los proyectos de tesis, los Ministros de la
Corte y los Magistrados de Tribunales Colegiados deberán realizar una sesión
privada para aprobar dichos proyectos y, si es el caso, ordenar su publicación en
el Semanario Judicial de la Federación.

Es decir que, en definitiva, para la emisión de una tesis de jurisprudencia por el


método de reiteración son necesarios tres pasos: primero, la emisión del número
requerido de sentencias en las cuales se reitere el mismo criterio y que deben ser
aprobadas en algunos casos por las mayorías o unanimidad antes señaladas;
segundo, la elaboración por parte de los secretarios –con aprobación del Ministro o
Magistrado correspondiente–, o bien por parte de la Coordinación de General de
Sistematización y Compilación de Tesis (en el caso de la Corte) o de la
Coordinación de Jurisprudencia y Estadística Judicial (en el caso del Tribunal
Electoral) de los proyectos de tesis y, tercero, la celebración de una sesión privada
del órgano jurisdiccional para aprobar los proyectos de tesis presentados y ordenar
su publicación en el órgano oficial de publicación.

(…)

En cualquier caso, el hecho de que sea necesaria una doble aprobación (de la
sentencia primero y de la tesis después) puede derivar en resultados absurdos,
pero nada descabellados. Por ejemplo, si la Corte o un Tribunal Colegiado de
Circuito sostienen un mismo criterio en cinco o más sentencias aprobadas cada
una de ellas por unanimidad pero, posteriormente, no se logran poner de acuerdo
316

los Ministros o Magistrados, no sobre la sustancia del criterio reiterado, sino sobre
la redacción de la tesis que debería contenerlo, dicho criterio por más reiterado
que esté y por más apoyo que tenga de los integrantes del órgano jurisdiccional
correspondiente, no llegará a constituir un criterio obligatorio para otras
autoridades, por una simple discrepancia de redacción. Si la naturaleza de un
sistema de jurisprudencia implica que deban seguirse los parámetros normativos
establecidos en casos previos similares, lo anterior contribuye a la
desnaturalización del sistema, toda vez que puede llegar a impedir que un criterio
sostenido reiteradamente por un tribunal –así fuese por unanimidad– no sirva
como precedente obligatorio, por una discrepancia intrascendente en cuanto a la
redacción de la tesis en la que forzosamente tiene que estar contenido para ser
obligatorio.170

Nuestro sistema de jurisprudencia, tal como lo señala Román González, contrasta


con el sistema norteamericano y no solo con este sino con muchos otros sistemas de
jurisprudencia respetados a nivel global, en la medida que las circunstancias específicas
de los casos de las que se obtienen son desvinculadas del criterio y esto permite su
utilización hacia casos que poco o nada tienen que ver con aquel del que proviene, que es
lo que caracteriza al sistema de precedentes.

Sin embargo, afirmar que ello pueda identificarse como una “incorrecta utilización”
de la jurisprudencia, esto es, que la aplicación de un criterio fijado en un asunto con
determinadas características, en la sentencia de un asunto con características
completamente distintas pueda identificarse como una “indebida motivación” de esta
última sentencia en cuanto al uso de la jurisprudencia, sería desatinado, al menos en
nuestro sistema, precisamente porque está construido para funcionar de esta manera.

El citado Román González (2021), comenta a este respecto que:

Es necesario reconocer que, aunque sería deseable buscar esquemas de


regulación de la jurisprudencia que no desvinculen fácticamente las tesis de los

170
Román, E. y Martínez, C. (Marzo, 2021). Reglas que desnaturalizan y desalientan. Sobre el
sistema de jurisprudencia en México.
317

casos en los cuales surgen, ello implicaría una reforma al sistema tan profunda y
compleja que pudiese despertar poco entusiasmo. Por ello, quizá sea una solución
más plausible en el corto plazo exigir a los jueces, como mínimo, una labor más
crítica en la utilización de la jurisprudencia, dejando de lado la salida fácil que el
sistema incentivo y asumiendo con plena responsabilidad la verificación fáctica
entre los casos de los cuales surge la tesis y aquellos en los cuales pretenda
aplicarlos171.

Sin embargo, tenemos que disentir de lo señalado por el autor en cita, pues, en
realidad, cuando la aplicación del criterio contenido en una tesis de jurisprudencia en un
caso con características distintas a las de los casos resueltos en las ejecutorias de las
cuales deriva la tesis de jurisprudencia que contiene el referido criterio, tiene un resultado
indeseable o uno que se aleja de la ratio decidendi con el establecimiento del criterio
jurisprudencial, pero conforme al rubro y texto de la tesis aplicada, entonces no estamos
ante un caso de indebida motivación en el uso de la jurisprudencia en la sentencia que lo
aplica.

En realidad, estamos ante una tesis que presenta errores e inconsistencias en su


elaboración y no podemos esperar que esto sea resuelto por el juez de Distrito o incluso
por el de primera o la sala en segunda instancia del fuero común, para quienes la
jurisprudencia (que no es la sentencia) tiene el carácter de obligatoria. Incluso esto podría
perjudicar seriamente a dicho juez.

Por otra parte, aunque no fuera así, lo que acabaría por suceder sería
probablemente algo igualmente indeseable; que en la mayoría de los casos (los menos
importantes) la jurisprudencia se aplique por obligatoria, mientras que en algunos “casos
especiales” donde los jueces sientan la exigencia de hacer “una labor más crítica en la
utilización de la jurisprudencia” no se aplique y esta no aplicación termine avalándose por
una instancia definitiva como la Corte o un Tribunal Colegiado que con anterioridad haya
avalado su aplicación o incluso o aún peor, que su inaplicación termine por ser avalada
por el propio órgano jurisdiccional que emitiera originalmente la jurisprudencia inaplicada y

171
Román, E. y Martínez, C. (Marzo, 2021). Reglas que desnaturalizan y desalientan. Sobre el
sistema de jurisprudencia en México.
318

que a pesar de ello haga nada por enmendar el error en la redacción de su tesis de
jurisprudencia.

Un caso típico de Jurisprudencia vista lo que no es, como una expresión de norma
abstracta idéntico a una norma del legislativo, compuesta exclusivamente de un supuesto
amplísimo y abstracto, desprovisto de todo contexto, como una norma reglamentaria pero
con capacidad de crear Derecho, lo podremos encontrar en el ejemplo que a
continuación se presenta:

Un claro ejemplo de una tesis de jurisprudencia que difiere diametralmente del


precedente ampliando descomunalmente sus alcances, podemos hallarlo en la Tesis
Plenaria P./J. 92/2001, que en el Semanario Judicial de la Federación aparece en los
siguientes términos:

Registro digital: 189353


Instancia: Pleno
Novena Época
Materias(s): Constitucional
Tesis: P./J. 92/2001
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XIV, Julio de
2001, página 693
Tipo: Jurisprudencia
AGUA POTABLE. CUANDO EL ESTADO PRESTA EL SERVICIO MEDIANTE
CONTRATOS ADMINISTRATIVOS DE ADHESIÓN, LA RELACIÓN JURÍDICA
ENTRE LAS PARTES NO CORRESPONDE A LA DE SUPRA A
SUBORDINACIÓN QUE EXISTE ENTRE UNA AUTORIDAD Y UN
GOBERNADO, SINO A UNA RELACIÓN DE COORDINACIÓN VOLUNTARIA
ENTRE EL PRESTADOR DEL SERVICIO Y EL PARTICULAR.
Al constituir el suministro de agua potable la prestación de un servicio público por
el Estado como medio para la realización de un fin, que es el interés general y que
se lleva a cabo mediante la celebración de un contrato administrativo de adhesión,
319

en el que se estipulan las obligaciones y contraprestaciones entre las partes,


donde el prestador de servicios y el beneficiario adquieren derechos y
obligaciones recíprocos, bajo condiciones que fija el proveedor, la relación jurídica
existente entre el prestador y el usuario del servicio no corresponde a la que
supone la garantía consagrada en el artículo 14 de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, esto es, a la existente entre una autoridad y un
gobernado, sino a la de coordinación voluntaria y de correspondencia entre el
interés del prestador del servicio de suministro de agua y el particular, y aun
cuando la prestación del mencionado servicio público está sujeta a una
contraprestación, consistente en el pago de una cantidad de dinero proporcional al
servicio recibido, cuando aquél no se cubre, dará lugar a que el prestador del
mismo ejerza la facultad legal de suspenderlo, acto que, al ser consecuencia del
incumplimiento, no exige que deba cumplirse con la garantía de legalidad a que se
refiere el artículo 16 de la propia Constitución Federal, pues la suspensión del
servicio no es un acto de autoridad que deba estar fundado y motivado, sino que
resulta del ejercicio de una facultad que se ejerce cuando se surte el
incumplimiento del contrato. En estas condiciones, resulta inconcuso que el
ejercicio de la facultad del prestador de servicios para suspender el suministro de
agua potable a los usuarios, previo apercibimiento en los casos de falta de pago, o
cuando se comprueben derivaciones no autorizadas o un uso distinto al convenido,
de acuerdo con lo estipulado en el contrato de prestación de servicios, no implica
que se prive al usuario de la vida, de la libertad, propiedades, posesiones o
derechos, pues lo que acontece es una consecuencia lógica y jurídica del
incumplimiento de un contrato de suministro de agua; de ahí que el prestador del
servicio no tenga que acudir a los tribunales para exigir el cumplimiento del
contrato, ya que, por regla general, en este tipo de relaciones jurídicas de
adhesión se establece que si no se cubre el pago por el servicio, éste se
suspenderá, previa oportunidad de cumplimiento de pago por el usuario, cuando
se le aperciba de que se encuentra en los casos de suspensión. Además, si bien la
falta de pago o la desviación, o uso indebido del agua, traen como consecuencia la
suspensión del servicio, ello no se puede equiparar a la hipótesis de hacerse
justicia por propia mano o de ejercer violencia para reclamar un derecho, prohibida
en el numeral 17 de la Carta Magna, toda vez que dicha suspensión deriva del
320

incumplimiento del contrato de suministro y adhesión y encuentra su fundamento


en la ley relativa a la que esté sujeto.
Acción de inconstitucionalidad 9/2000. Diputados integrantes de la Quincuagésima
Séptima Legislatura del Estado de Aguascalientes. 7 de mayo de 2001.
Unanimidad de diez votos. Ausente: José Vicente Aguinaco Alemán. Ponente:
Juan N. Silva Meza. Secretario: Pedro Alberto Nava Malagón.
El Tribunal Pleno, en su sesión privada celebrada el tres de julio en curso, aprobó,
con el número 92/2001, la tesis jurisprudencial que antecede. México, Distrito
Federal, a tres de julio de dos mil uno.172

Causa cierta sorpresa descubrir en la ejecutoria, que en el caso no se realizó un


pronunciamiento general que incluyera indistintamente a todos los casos en que el Estado
prestara el servicio mediante contratos de adhesión, sino únicamente a aquellos que no
fueran para consumo doméstico. También se señala que podrá proceder a la suspensión
del servicio en los casos que fija la Ley, mientras que la tesis lo hace ver como si el
contrato pudiera establecer libremente los supuestos. Finalmente, de la ejecutoria puede
advertirse claramente que la Litis versaba exclusivamente respecto la validez de la Ley
de Agua para el Estado de Aguascalientes, concretamente el título segundo, capítulo
único, que comprenden los artículos del 4o. al 12; el capítulo tercero, sección tercera, que
comprende los artículos del 46 al 64 y 104, y que las consideraciones hechas en la
resolución fueron efectuadas a partir del contenido de dichas disposiciones, sobre las que
nada se dice en la tesis, como si, prima facie, pudiera determinarse independientemente
de los preceptos legales que regulen la prestación del servicio de agua potable, que la
sola existencia de un contrato de suministro excluye toda posibilidad de relaciones de
supra a subordinación entre el prestador del servicio y los usuarios.

Pese a las apuntadas diferencias entre la Litis del asunto de origen y la tesis de
jurisprudencia emitida por la Corte, lo cierto es que fue necesaria una reforma
constitucional para que el Pleno de Circuito de Aguascalientes pudiera emitir
jurisprudencia apartándose de la malograda tesis plenaria de 2001, misma que se
reproduce enseguida:
172
Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XIV, Julio de 2001,
página 693, Jurisprudencia, Tesis: P./J. 92/2001, 189353.
321

Registro digital: 2012408


Instancia: Plenos de Circuito
Décima Época
Materias(s): Común, Administrativa
Tesis: PC.XXX. J/15 A (10a.)
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 33, Agosto de
2016, Tomo III, página 2190
Tipo: Jurisprudencia
“SERVICIO PÚBLICO DE AGUA POTABLE. LA RELACIÓN JURÍDICA ENTRE
EL CONCESIONARIO Y LOS USUARIOS DOMÉSTICOS, SE UBICA EN UN
PLANO DE SUPRA A SUBORDINACIÓN, RESPECTO DE LOS ACTOS
REALIZADOS POR AQUÉL RELACIONADOS CON EL COBRO Y SUSPENSIÓN
DEL SUMINISTRO (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE AGUASCALIENTES).
El artículo 4o., sexto párrafo, de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, adicionado mediante decreto publicado en el Diario Oficial de la
Federación el 8 de febrero de 2012, reconoce el derecho de toda persona al
acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico
en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible, así como la obligación del
Estado de garantizarlo, el cual, en el ámbito local del Estado de Aguascalientes, se
reglamenta en la Ley de Agua para esta entidad; de ahí que los actos emitidos
por la concesionaria, que se subrogó en las obligaciones del ente del Estado
para prestar el servicio y cumplir con ese derecho fundamental a favor de los
particulares, se rigen por la normativa referida, que es la que debe
prevalecer, y no por lo que pudiera fijarse en el contrato de adhesión por
voluntad de las partes, como si se tratara de un acto de comercio. Por tanto,
como los actos realizados por la concesionaria con motivo de la prestación del
servicio de agua para consumo personal y doméstico, relacionados con el cobro y
suspensión del suministro, se rigen por la legislación local, en particular, por sus
artículos 20, 46, fracción I, 47, 96, 102 y 104, que regulan su actividad y fijan sus
límites, es claro que gozan de unilateralidad y obligatoriedad, al estar investidos de
potestad pública cuyo ejercicio es irrenunciable, en la medida en que con las
condiciones y funcionamiento de la prestación del servicio, se crean, modifican o
322

extinguen derechos de los usuarios y, por ende, se consideran emitidos en un


plano de supra a subordinación, toda vez que el derecho humano de acceso al
agua, garantizado para todas las personas mediante la prestación del servicio
público de agua potable, está fuera del alcance de la voluntad contractual y, por
tanto, se encuentra excluido del régimen del derecho privado, por lo que con
independencia de que exista un contrato administrativo de adhesión, éste no
puede prevalecer sobre lo que señalan la Constitución y la legislación
mencionada; sin que resulte aplicable la jurisprudencia P./J. 92/2001, del
Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicada en el Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XIV, julio de 2001,
página 693, con el rubro: "AGUA POTABLE. CUANDO EL ESTADO PRESTA EL
SERVICIO MEDIANTE CONTRATOS ADMINISTRATIVOS DE ADHESIÓN, LA
RELACIÓN JURÍDICA ENTRE LAS PARTES NO CORRESPONDE A LA DE
SUPRA A SUBORDINACIÓN QUE EXISTE ENTRE UNA AUTORIDAD Y UN
GOBERNADO, SINO A UNA RELACIÓN DE COORDINACIÓN VOLUNTARIA
ENTRE EL PRESTADOR DEL SERVICIO Y EL PARTICULAR.", toda vez que
ésta surgió antes de la mencionada adición constitucional y tomando como
base que el suministro de agua sólo dependía del acuerdo de voluntades
expresadas en el contrato administrativo de adhesión, sin considerar que la
prestación de ese servicio obedece a un derecho humano que el Estado debe
garantizar a los particulares”.173 174
173
Décima Época, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación. Libro 33, Agosto de
2016, Tomo III, página 2190, Tesis: PC.XXX. J/15 A (10a.), 2012408.
174
PLENO DEL TRIGÉSIMO CIRCUITO. Contradicción de tesis 3/2016. Entre las sustentadas por
el Primer Tribunal Colegiado del Trigésimo Circuito y el Cuarto Tribunal Colegiado de Circuito del
Centro Auxiliar de la Tercera Región, con residencia en Guadalajara, Jalisco. 24 de junio de 2016.
Unanimidad de seis votos de los Magistrados Miguel Ángel Alvarado Servín, Álvaro Ovalle Álvarez,
Silverio Rodríguez Carrillo, José Luis Rodríguez Santillán, Luis Enrique Vizcarra González y
Esteban Álvarez Troncoso. Ponente: Álvaro Ovalle Álvarez. Secretario: Víctor Cisneros Castillo.
Criterios contendientes:
El sustentado por el Primer Tribunal Colegiado del Trigésimo Circuito, al resolver el amparo en
revisión administrativo 697/2015, y el diverso sustentado por el Cuarto Tribunal Colegiado de
Circuito del Centro Auxiliar de la Tercera Región, con residencia en Guadalajara, Jalisco, al
resolver el amparo en revisión 853/2015 (cuaderno auxiliar 91/2016).
Nota: Por ejecutoria del 13 de febrero de 2019, la Segunda Sala declaró improcedente la
contradicción de tesis 316/2018 derivada de la denuncia de la que fue objeto el criterio contenido
en esta tesis, al estimarse que uno de los criterios en contradicción solamente constituye la
aplicación de una jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Esta tesis se publicó el viernes 26 de agosto de 2016 a las 10:34 horas en el Semanario Judicial de
la Federación y, por ende, se considera de aplicación obligatoria a partir del lunes 29 de agosto de
2016, para los efectos previstos en el punto séptimo del Acuerdo General Plenario 19/2013.
323

Cabe señalar, que, en la redacción de esta tesis, alcanza a percibirse una


intención crítica más allá de una mera separación del criterio plenario a causa de la
reforma constitucional. Por el contrario, destaca los puntos de la tesis plenaria en los que
más profunda era su equivocación, dejando en claro que aun cuando esos inaceptables
argumentos pudieron haber sido obligatorios e incuestionables, pero de ninguna forma
pudo estar de acuerdo con ellos sin dejarle el más pequeño hueco para escapar a una
salida airosa. Insistimos en que, con eso y todo, no fue sino hasta mucho después de que
se introdujera el Derecho al Agua en el texto del artículo 4º constitucional que ahora sí,
algunos Tribunales se atrevieran a apartarse del criterio obtuso emitido en 2001 por el
Pleno.

Otro ejemplo es en su artículo titulado “La derrotabilidad del precedente”, Rodrigo


Camarena González refiere lo sucedido en la contradicción de tesis C.T.2126/2012 del
índice de la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en relación al
juicio de amparo 76/2012 resuelto por el Primer Tribunal Colegiado en Materia
Administrativa del Cuarto Circuito, donde los magistrados votaron a favor un proyecto en
que se inaplicó la tesis de jurisprudencia derivada de la contradicción de tesis 61/2011 de
la Segunda Sala. Esta anécdota pone de manifiesto las consecuencias que puede
acarrear a un Tribunal Colegiado, la inaplicación de una jurisprudencia obligatoria de la
Corte:

En otro asunto previo a la C.T.299/2013, la Segunda Sala revocó una sentencia de


un tribunal colegiado que inaplicó un precedente de dicha Sala por inconstitucional
e inconvencional. El tribunal inaplicó un precedente obligatorio de la Sala que
sostuvo que la ley federal del trabajo no es aplicable supletoriamente a casos de
despido injustificado de policías o personal del ministerio público. El colegiado
inaplicó la jurisprudencia al considerar que violaba el derecho a la igualdad de los
trabajadores, y aplicó supletoriamente la ley federal de trabajo que otorga mayores
beneficios que la Constitución y las leyes, para equiparar a los trabajadores de
seguridad pública con los privados. La Sala condenó enérgicamente esta práctica
de inaplicar precedentes. La Sala no solo revocó la sentencia del inferior, sino que
324

ordenó que se suprimiera la publicación del precedente del Semanario Judicial de


la Federación y le dio vista al Consejo de la Judicatura para que, de ser
procedente, iniciara un procedimiento administrativo en contra de los magistrados.
En esta ocasión, la Sala defendió la obligación absoluta de seguir el precedente
que después sería refrendada por el Pleno, pero cuestionada por los disidentes.
(Camarena, 2013)175

En cualquiera de los casos que hemos referido, ¿acaso sería una exigencia válida
a, digamos, los Jueces de Distrito, que “asuman una labor más crítica” en la
jurisprudencia de su literalidad en referencia a su redacción, que no procedan a su
aplicación en automático, como si se tratara de normas abstractas para las cuales, los
elementos fácticos de los asuntos de los que provienen tuvieran ninguna o casi ninguna
relevancia y que, en cambio verifique las circunstancias donde se originó la jurisprudencia
en cada caso? Partiendo de la premisa que estamos en el contexto de derecho mexicano.
¿De qué lado está el “deber ser” en este particular?

En nuestra opinión, quienes sostienen que desvincular el texto o rubro del


precedente y sus circunstancias, es ocasión para llegar a sentencias indebidamente
fundadas y motivadas al aplicar jurisprudencia, lo hacen porque pretenden acomodar en
una mecánica impropia a nuestro sistema de jurisprudencia, que es diferente y no
funciona conforme a las reglas del sistema norteamericano, ni conforme a los sistemas de
jurisprudencia europeos, ni, responde a las reglas de ningún otro sistema de
jurisprudencia conocidos como tradicionales, los cuales con algunos rasgos que les
distinguen entre sí, son sistemas cuya lógica es la que las consideraciones de una
determinada sentencia, se sirvan en la resolución de “casos similares”, donde las
similitudes no son apreciadas estrictamente desde una perspectiva jurídica abstracta, sino
también en función de los circunstancias y características físicas y materiales.

Causa cierta extrañeza que el jurista en cita, Román González, haya advertido y
descrito con tanta certeza las diferencias del sistema mexicano para con los demás
sistemas que se basan en la relevancia del precedente y que, por otro lado, proponga una
solución que más bien pareciera una trampa para tener causa de sancionar a jueces
175
Camarena, R. (2013). La derrotabilidad del precedente constitucional a propósito de la C.T.
299/2013. Revista del Centro de Estudios Constitucionales, (4), 313 y 314.
325

“diligentes”. De cualquier modo, si queremos entender cómo funciona el sistema de


jurisprudencia mexicano, debemos hacerlo teniendo en mente algunas premisas.

● Ya lo hemos dicho unas cuantas veces en este apartado, y esto obedece a que no

es una verdad menor. Lo que en México entendemos por “Jurisprudencia”,


sólo aquí lo conocemos porque fuera de México no existe una
“Jurisprudencia” como la nuestra, o al menos no en los sistemas ortodoxos.

● Las definiciones que identifican en Derecho mexicano a la jurisprudencia con “los

criterios interpretativos contenidos en las resoluciones judiciales” 176 están


equivocadas. En su intento por encontrar las características de una en la otra se
pierden la esencia verdadera de nuestro sistema y con ello valiosas oportunidades
para conocerlo y comprenderlo, o bien, para cambiarlo, que probablemente sería
lo más conveniente y lo más improbable que llegue a suceder.

● En el Derecho Mexicano, y esto debe decirse con todas sus letras, al establecer

los tribunales una tesis de Jurisprudencia ello no es una manifestación


propiamente derivada de la función jurisdiccional, sino el ejercicio de una facultad
reglamentaria sui generis, y, por lo tanto, no debe entenderse dentro del ámbito
protegido por la independencia judicial. Debe ser tratada como cualquier otra
norma en cuanto a su impugnabilidad, debe existir la posibilidad de admitir cuando
estuvo errada materialmente, aunque no lo haya estado formalmente por ser
instancia terminal.

La jurisprudencia mexicana, ha estado desde el inicio de la quinta época, orientada


hacia la abstracción y la desvinculación total de los elementos accidentales que
contengan sus precedentes. De modo que, el Juzgador que cediera ante exigencias como
las de un Eduardo Román González, adoptando “una actitud más crítica” en el uso de la

176
Por increíble que parezca, esta definición, que difícilmente podría encontrarse más alejada de la
realidad, proviene de una Doctora en Derecho del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
UNAM, y es la definición con la que inicia lo que llama una “cápsula informativa” cuyo tema es
precisamente la jurisprudencia en México. https://www.youtube.com/watch?v=FghedW_lViI Abril
2021.
326

jurisprudencia poniendo más atención en los elementos fácticos de la ejecutoria, y, de


esta manera, cerciorarse de que en realidad aquella cuyo texto pareciera ser aplicable al
caso concreto no estaría resolviendo congruentemente, “según lo pudo constatar al
analizar los precedentes en los que fue gestando el proyecto”, iría contra la esencia de
nuestro sistema, como se demuestra en las tesis de jurisprudencia:

CONTRADICCIÓN DE TESIS. EXISTE CUANDO LAS SALAS DE LA SUPREMA


CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN O LOS TRIBUNALES COLEGIADOS DE
CIRCUITO ADOPTAN EN SUS SENTENCIAS CRITERIOS
JURÍDICOS DISCREPANTES SOBRE UN MISMO PUNTO DE
DERECHO, INDEPENDIENTEMENTE DE QUE
LAS CUESTIONES FÁCTICAS QUE LO RODEAN NO SEAN EXACTAMENTE
IGUALES.

De los artículos 107, fracción XIII, de la Constitución Política de los Estados


Unidos Mexicanos, 197 y 197-A de la Ley de Amparo, se advierte que la
existencia de la contradicción de criterios está condicionada a que las Salas de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación o los Tribunales Colegiados de Circuito en
las sentencias que pronuncien sostengan "tesis contradictorias", entendiéndose
por "tesis" el criterio adoptado por el juzgador a través de argumentaciones lógico-
jurídicas para justificar su decisión en una controversia, lo que determina que la
contradicción de tesis se actualiza cuando dos o más órganos jurisdiccionales
terminales adoptan criterios jurídicos discrepantes sobre un mismo punto de
derecho, independientemente de que las cuestiones fácticas que lo rodean no
sean exactamente iguales, pues la práctica judicial demuestra la dificultad de que
existan dos o más asuntos idénticos, tanto en los problemas de derecho como en
los de hecho, de ahí que considerar que la contradicción se actualiza únicamente
cuando los asuntos son exactamente iguales constituye un criterio rigorista que
impide resolver la discrepancia de criterios jurídicos, lo que conlleva a que el
esfuerzo judicial se centre en detectar las diferencias entre los asuntos y no en
solucionar la discrepancia. Además, las cuestiones fácticas que en ocasiones
rodean el problema jurídico respecto del cual se sostienen criterios opuestos y,
consecuentemente, se denuncian como contradictorios, generalmente
327

son cuestiones secundarias o accidentales y, por tanto, no inciden en la naturaleza


de los problemas jurídicos resueltos. Es por ello que este Alto Tribunal interrumpió
la jurisprudencia P./J. 26/2001 de rubro: "CONTRADICCIÓN DE TESIS DE
TRIBUNALES COLEGIADOS DE CIRCUITO. REQUISITOS PARA SU
EXISTENCIA.", al resolver la contradicción de tesis 36/2007-PL, pues al
establecer que la contradicción se actualiza siempre que "al resolver los negocios
jurídicos se examinen cuestiones jurídicas esencialmente iguales y se adopten
posiciones o criterios jurídicos discrepantes" se impedía el estudio del tema
jurídico materia de la contradicción con base en "diferencias" fácticas que desde
el punto de vista estrictamente jurídico no deberían obstaculizar el análisis de
fondo de la contradicción planteada, lo que es contrario a la lógica del sistema
de jurisprudencia establecido en la Ley de Amparo, pues al sujetarse su
existencia al cumplimiento del indicado requisito disminuye el número de
contradicciones que se resuelven en detrimento de la seguridad jurídica que
debe salvaguardarse ante criterios jurídicos claramente opuestos. De lo
anterior se sigue que la existencia de una contradicción de tesis deriva de la
discrepancia de criterios jurídicos, es decir, de la oposición en la solución de temas
jurídicos que se extraen de asuntos que pueden válidamente ser diferentes en
sus cuestiones fácticas, lo cual es congruente con la finalidad establecida tanto en
la Constitución General de la República como en la Ley de Amparo para las
contradicciones de tesis, pues permite que cumplan el propósito para el que fueron
creadas y que no se desvirtúe buscando las diferencias de detalle que
impiden su resolución.177 178

177
Novena Época, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXXII, agosto
de 2010, P./J.72/2010, 164120.
178
Contradicción de tesis 36/2007-PL. Entre las sustentadas por la Primera y la Segunda Salas de
la Suprema Corte de Justicia de la Nación. 30 de abril de 2009. Unanimidad de diez votos.
Ausente: Sergio Salvador Aguirre Anguiano. Ponente: Margarita Beatriz Luna Ramos. Secretario:
Alfredo Villeda Ayala.
Contradicción de tesis 34/2007-PL. Entre las sustentadas por la Primera y la Segunda Salas de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación. 5 de enero de 2010. Once votos. Ponente: Olga Sánchez
Cordero de García Villegas. Secretaria: Constanza Tort San Román.
Contradicción de tesis 37/2007-PL. Entre las sustentadas por la Primera y la Segunda Salas de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación. 5 de enero de 2010. Once votos. Ponente: Sergio A. Valls
Hernández. Secretaria: Paola Yaber Coronado.
Contradicción de tesis 45/2007-PL. Entre las sustentadas por la Primera y la Segunda Salas de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación. 5 de enero de 2010. Once votos. Ponente: José Ramón
Cossío Díaz. Secretario: Julio Veredín Sena Velázquez.
328

Entonces, ¿Cómo elevar la calidad de nuestras sentencias en relación con la


aplicación de la jurisprudencia en ellas? Atinadamente sostiene Román González que
modificar el sistema de jurisprudencia (o mejor dicho, de tesis jurisprudenciales) y
abandonar este modelo cuestionable de tipo normativo abstracto en el que el Poder
Judicial asume un rol similar al de un órgano legislador, y emite normas generales
desvinculadas del precedente y por ende, del ejercicio de la función jurisdiccional que es
la que de hecho le corresponde, implicaría un cambio tan profundo que despertaría poco
entusiasmo en el propio Poder Judicial. Lo cierto es que, lo mismo pudiera decirse de casi
cualquier cambio, excepto que se trate de más beneficios a sus integrantes, menos
responsabilidades o facultades discrecionales más amplias; el Poder Judicial no es el más
entusiasta cuando se trata de cambiar y proporcionar un servicio jurisdiccional de mejor
calidad, por duro que suene, esto es real.

El ejemplo más claro y más reciente que hay de esto, es precisamente la última
“reforma de gran calado” que presentó en una simulación en fraude claro al texto
constitucional, la Suprema Corte de Justicia de la Nación al C. Presidente de la República
para que éste la hiciera suya.

Fue presumido en forma pública insistentemente que se trataba de la reforma más


importante a nuestro sistema de jurisprudencia, y causó gran expectativa la introducción
del sistema de precedente, donde ahora serían jurisprudencia obligatoria las
consideraciones sostenidas en todas las sentencias de la Corte, es decir, que, por una
parte, se elimina el requisito de que fueran 5 criterios ininterrumpidos, pero también se
daba un paso hacia afuera de este sistema en el que los Tribunales también emiten
normas generales y abstractas supuestamente a partir de sus sentencias (lo que ni es
exigible, ni puede su inobservancia socavar la obligatoriedad de la tesis), al fin la
jurisprudencia estaría ubicada en las sentencias, de donde quizá nunca debió de salir.

Contradicción de tesis 6/2007-PL. Entre las sustentadas por la Primera y la Segunda Salas de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación. 11 de marzo de 2010. Mayoría de nueve votos en relación
con los puntos resolutivos de la sentencia respectiva; votaron en contra: Sergio Salvador Aguirre
Anguiano y Sergio A. Valls Hernández; unanimidad de once votos en relación con el criterio
contenido en esta tesis. Ponente: Luis María Aguilar Morales. Secretario: Francisco Gorka Migoni
Goslinga.
329

Sin embargo, apenas fue aprobada, la Suprema Corte de Justicia de la Nación


emitió el ACUERDO GENERAL NÚMERO 1/2021, DE OCHO DE ABRIL DE DOS MIL
VEINTIUNO, DEL PLENO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN,
POR EL QUE SE DETERMINA EL INICIO DE LA UNDÉCIMA ÉPOCA DEL
SEMANARIO JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN, Y SE ESTABLECEN SUS BASES, en
el que con singular alegría se desentiende de esta parte de la reforma, según se advierte
de su “considerando”, que no es sino una forma de no llamarle por su nombre a lo que
en realidad es el punto de acuerdo, para después, discretamente hacer relación al
mismo en el “punto de acuerdo” segundo, que mucho menos que un acuerdo, tiene la
forma de una mera referencia cruzada al “considerando” noveno:

NOVENO. Tomando en cuenta que en términos de lo previsto en el artículo 94,


párrafo décimo segundo, de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos las razones que justifiquen las decisiones contenidas en las
sentencias dictadas por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
por mayoría de ocho votos y por las Salas, por mayoría de cuatro votos, en todos
los asuntos de su competencia, son obligatorias para todas las autoridades
jurisdiccionales de la Federación y de las entidades federativas, así como las
ventajas de la nueva (sic “nueva”* comillas incluidas)179 metodología para la
elaboración de las tesis que permiten su difusión, se estima conveniente que la
divulgación de los criterios aprobados en los asuntos resueltos por este Alto
Tribunal, diversos a los derivados de los que se rigen por lo previsto en la Ley
Reglamentaria de las Fracciones I y II del artículo 105 de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos, se continúe realizando mediante la
redacción de las tesis respectivas.
(…)
SEGUNDO. Las razones que justifiquen las decisiones contenidas en las sentencias
dictadas a partir de la entrada en vigor de este Acuerdo General, por el Pleno de la

179
No puede hablarse de una “nueva metodología” cuando es anterior a la reforma que
supuestamente se cumplimenta en el acuerdo. En un considerando anterior se menciona que dicha
“nueva” metodología se estableció en noviembre de 2019 y consiste en que: “(…) La tesis hace
referencia al criterio jurídico para un caso concreto. La tesis debe ser redactada con
estructura de una regla, compuesta por un supuesto de hecho que describa las
circunstancias fácticas que constituyen el campo de aplicación de la regla y una
consecuencia jurídica donde se establezca la solución normativa. (…)”. Esto en realidad no es
diferente a los criterios que se producían ya en la quinta época.
330

Suprema Corte de Justicia de la Nación por mayoría de ocho votos, y por las Salas, por
mayoría de cuatro votos, en la totalidad de los asuntos de su competencia, serán
obligatorias para todas las autoridades jurisdiccionales de la Federación y de las
entidades federativas, en los términos precisados en el Punto Noveno del presente
180
Acuerdo General.

1. Comprobación positiva de las hipótesis

1.1 Los tribunales mexicanos no motivan debidamente sus sentencias cuando,


aplican en ellas tesis de jurisprudencia, pues las emplean como si se tratara de Leyes de
interpretación en abstracto, y no como normas de interpretación de leyes aplicadas en un
caso determinado con circunstancias y hechos específicos que forman parte de un
supuesto que, si bien es general, ya que no se agota con su aplicación ni está limitada a
un número determinado de aplicaciones.

Los tribunales mexicanos no cuentan con reglas ni métodos de trabajo que


estandarice la función jurisdiccional y en concreto el uso y la aplicación de las tesis de
jurisprudencia al fundar y motivar sus resoluciones. Sin embargo, la obligación existe, y
está constitucionalmente previsto que las autoridades, de cualquier ámbito ya sea que
funden y motiven sus determinaciones. Si bien, la Corte ha tratado de atenuar esta
obligación, nunca han establecido un criterio que sancione o revoque una determinación
por estar fundada expresamente y motivada exhaustivamente. De ahí que, honrando la
protesta que hicieron al asumir el cargo, deben cumplir cabalmente con esa obligación y
eso debiera ser suficiente para que deseen hacerlo. Ahora bien, entendiendo que, a lo
imposible nadie está obligado, debe facilitarse a los juzgadores, una metodología clara
que les permita hacer más eficiente el cumplimiento del servicio público que les fuera
encomendado.

180
Diario Oficial de la Federación. (2021). ACUERDO General número 1/2021, de ocho de abril de
dos mil veintiuno, del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por el que se determina
el inicio de la Undécima Época del Semanario Judicial de la Federación, y se establecen sus
bases. Secretaría de Gobernación. https://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?
codigo=5615937&fecha=15/04/2021#gsc.tab=0
331

Una pauta y una metodología estandarizada resolvería una gran parte del rezago
que existe actualmente en los tribunales de la unión. El argumento en contra que se suele
emplear para esto es que se afecta la libertad de criterio y resolutiva de los juzgadores y
tribunales, apelando a una independencia judicial concebida de forma muy peculiar y
cuestionable. Si en realidad se desea defender a capa y espada la independencia judicial
de todos los jueces, la lucha debiera empezar con la abolición del sistema actual y pasar
a un sistema de jurisprudencia tradicional, en donde los tribunales no crean disposiciones
abstractas, y abren el contenido de todos sus debates, todas sus deliberaciones y todas
sus sentencias, y que sea predicando con el ejemplo y por imitación que la legitimidad de
sus fallos y no su autoridad sea el origen de su fuerza vinculante.

El negarse a adoptar una metodología estandarizada en el dictado de sentencias


por una parte, apelando a la independencia judicial y a la libertad de criterio y por la otra
imponer a los jueces inferiores la aceptación de una interpretación de la ley que no
comparten e incluso “solicitar al Consejo” iniciar una investigación en contra de aquellos
magistrados que se nieguen a aplicar un criterio jurisprudencial del máximo tribunal, por
considerarlo inconstitucional, nos habla de un doble discurso, que resulta intolerable
cuando la pretensión del Poder Judicial es legitimarse ante la sociedad. Esto nos dice
claramente que, el formalismo que tanto se ataca en el discurso público, en realidad sigue
bien enraizado en el sistema judicial y que solo se busca una mayor liberalidad para
extender las posibilidades de actuar discrecionalmente, lo que, desde luego se pagará por
los más débiles que, en este caso, somos los particulares.

La libertad de criterio ni se afecta proporcionando un método estándar para la


elaboración de sentencias y los requisitos formales de la justificación de los fallos ni se
respeta imponiendo interpretaciones y sancionando a los jueces que no compartan una
interpretación que les parece, violentan la propia Constitución.

2. Tesis de jurisprudencia son normas generales y pueden fundar


sentencias y resoluciones jurisdiccionales.
En las condiciones actuales, no existe razón válida para negar que las tesis de
jurisprudencia son normas generales por lo que formal y materialmente pueden
332

fundamentar las resoluciones jurisdiccionales, siempre que versen sobre la interpretación


de leyes, tratados o de la constitución.

3. Compatibilidad con el artículo 14 Constitucional.


El fundamento constitucional de las normas de interpretación llamadas tesis de
jurisprudencia está en el propio artículo 14, interpretado como lo sugiere esta
investigación.

4. Obligatoriedad relativa de la jurisprudencia; el paso verdaderamente


decisivo hacia el realismo genovés o hacia su desistimiento,
dependiendo de que se acepte o se rechace.
Bajo las consideraciones expuestas, la jurisprudencia y toda norma general debe
reconocerse como eficaz siempre que sirva para algún propósito en las resoluciones
jurisdiccionales, ya sea por usos propios o por usos impropios. Esto agrega la teoría de la
eficacia de la norma de Hans Kelsen y en esa medida la contradice.

La eficacia de la norma es finalmente la que debe valorarse para estimar que se


cumple con su obligatoriedad, lo que no significa en todo caso, que los jueces estén
obligados a coincidir con el criterio contenido en ellas. Si conforme al “nuevo paradigma
de los Derechos Humanos”, las normas carecen de contenido hasta que el juzgador se lo
asigna, la misma lógica opera hacia las tesis de jurisprudencia. Por lo que, su
obligatoriedad es tan relativa como la de las leyes, es decir, que se cumple desde el
momento en que el juez la toma en cuenta al emitir el fallo, ya sea que las reconozca
como están escritas o les asigne un contenido y un significado más apropiado para la
época y las circunstancias de la sociedad a la que se dirige.

5. Irretroactividad de la jurisprudencia a partir de la relación entre la


Jurisprudencia de interpretación y la norma interpretada. Rechazo a la
conclusión alcanzada por la Corte en ese particular.

Un tema que guarda íntima relación con los hallazgos en esta investigación es el
de la retroactividad de la jurisprudencia, considerando que la gran mayoría de los
precedentes de los que se obtuvo la estimación respecto a la naturaleza de la
333

jurisprudencia, (si debe o no considerarse norma general) se abocaban no a resolver “per


se” este tema (probablemente por ello se contradijeron una y otra vez con esa facilidad),
por esta razón, se estima oportuno hacer esta aportación, pues, su relación con el tema
está íntimamente conectada al mismo eje toral.

Resulta incorrecta la solución alcanzada por la Corte, al concluir que para que
tenga lugar la aplicación retroactiva que prohíbe la Ley de Amparo, sea necesario que
previamente hubiera una tesis de jurisprudencia en el sentido contrario y que la nueva
venga a substituir a aquella, configurándose así la lesión a un derecho adquirido y no a
una mera expectativa cuando no existiera previamente un criterio en sentido contrario.

La razón para considerar inexacta esta apreciación se basa en que con ella se
desconoce la mecánica de la relación que se da entre la jurisprudencia de interpretación y
la norma interpretada, para lo cual procedo a explicarla como una extensión
complementaria a la exégesis del artículo 14 Constitucional, en relación a su segundo
párrafo, en los siguientes términos:

Por lo que se refiere al requisito de anterioridad al hecho de la norma fundante de


la sentencia, debe partirse de la base de que las tesis de jurisprudencia tienen el
carácter de normas generales obligatorias de interpretación de otras normas
generales, entre ellas la Ley y que, en este caso, de ser posible resolver el asunto
aplicando la norma legal o la jurisprudencia, la jurisprudencia ha determinado que
debe preferirse por encima de la disposición legal.

Entonces, si la jurisprudencia no es solo una interpretación entre tantas posibles


que puede elegir empleando su criterio, sino obligatoria (entendiéndose su
obligatoriedad en términos absolutos y no relativos como lo pretenden aplicar a la
ley apelando a la “escuela” genovesa), tanto, que le impide incluso aplicarla en su
literalidad (si difieren su sentido obvio y el que le diera la interpretación
jurisprudencial que vincula al juzgador en esta situación), se sigue que la tesis de
jurisprudencia de carácter obligatorio, más que interpretar, lo que hace es
secuestrar e impersonar a la norma interpretada, convirtiéndose en una
especie de licencia legislativa a favor de la jurisprudencia en donde ésta, de ahí en
334

adelante, será la que determine el contenido de aquella, pudiendo modificar dicho


contenido mediante los procedimientos que la Ley vigente establezca para ello,
pero siempre circunscrita al objeto de la norma interpretada y a que ésta se
mantenga vigente.

Esto implica que una vez que la jurisprudencia interpreta una Ley, ocurre algo muy
cercano a una sustitución, aunque sin llegar a este grado, pues la norma
interpretada no se extingue ni desaparece, pues si lo hiciera, la Jurisprudencia se
extinguiría con ella, al carecer de objeto. Algo muy cercano a esta mecánica, pero
en materia de contratos administrativos se le conoce como subrogación.

En esta forma de subrogación de normas, la jurisprudencia requiere que la Ley


interpretada se mantenga vigente, pero esa vigencia será solo ya formal, pues
materialmente no tendrá vigencia ni podrá aplicarse atendiendo a su sentido
original, ni podrá interpretarse en forma contraria, salvo por el mismo órgano que
emitió la jurisprudencia en primer término o por contradicción. Lo cierto es que
nunca volverá a su estado natural. Una vez que la jurisprudencia obligatoria se
pronuncia sobre el sentido de una determinada disposición en determinadas
circunstancias o en forma general (lo que dependerá de la norma y su ámbito de
aplicación), perderá su vigencia material y en su lugar, la norma aplicable a los
casos que se entendían regulados en la disposición legal interpretada, habrán de
regirse por la norma jurisprudencial creada con motivo de su interpretación, o por
la tesis que la supere en contradicción, lo que pudiera denominarse “adquisición
jurisprudencial”.

En tales condiciones, la irretroactividad de la jurisprudencia, elevada a disposición


legal a partir de la promulgación de la nueva Ley de Amparo de 2013, debe
entenderse en los mismos términos que operan respecto de las Leyes, lo cual
implica que la tesis de jurisprudencia debe carecer de obligatoriedad sobre hechos
ocurridos con anterioridad a su vigencia, ya sea que existiera una tesis de
jurisprudencia anterior en distinto sentido, en cuyo caso ésta sería la norma
aplicable de forma obligatoria o bien, que sobre el tema no se hubiera pronunciado
jurisprudencia y en este caso, el juzgador estará en libertad para interpretar la
335

disposición legal en el sentido que considere, pudiendo aplicarla en su sentido


literal o coincidir con la tesis jurisprudencial que se hubiera fijado con posterioridad
a los hechos, sin embargo en esos casos la norma aplicada no sería la
jurisprudencia posterior sino la propia disposición legal interpretada y el juzgador
debería tener cuidado de aclarar este punto para seguridad jurídica del
administrado.

Esto es así, porque, si se aceptara que la tesis de jurisprudencia puede tener


vigencia a hechos anteriores a su emisión, ello sería un atentado contra la
seguridad jurídica, pues no podría decirse que la persona pudo obrar sabiendo a
qué atenerse, con independencia de que previamente existiera una tesis
jurisprudencial en sentido diverso y que de ello derivara el derecho adquirido
protegido por la regla que prohíbe la aplicación retroactiva perniciosa, ya que si
bien la jurisprudencia no tiene el alcance de generar derechos, pues ese atributo
solo lo tiene la Ley, lo cierto es que la norma como tal no existía, solo existía
formalmente pero ello no es suficiente para estimarla previsible, pues no podría
haber sido conocida por las personas ni podría haber sido prevista en sus
decisiones y dado que la seguridad jurídica y la certeza tienen el objetivo de que
las personas sepan a qué atenerse con sus acciones, aplicar una norma
jurisprudencial a hechos ocurridos con anterioridad a su existencia, en perjuicio de
persona alguna, resultaría inconstitucional.181

Bibliografía
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181
Suprema Corte de Justicia de Nación. (2017). Constitución Política de Estados Unidos
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336

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