Está en la página 1de 13

REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LA SEGURIDAD


UNES – MÉRIDA

SEGURIDAD Y SALUD
OCUPACIONAL

INTEGRANTE:
ROSA CORREA
C.I. 18.696.324
BRENDIS CORREA
C.I. 16.886.238

MÉRIDA
ACCIDENTES LABORALES Y ENFERMEDADES OCUPACIONALES

Los accidentes de trabajo y las enfermedades ocupaciones son un


concepto de contingencia profesional definido por la Seguridad Social. Las
situaciones que no quedan recogidas como contingencias profesionales, se
denominan contingencias comunes. Las diferencias entre los dos tipos de
contingencias, aparte de estar definidas por conceptos diferentes, tiene una
enorme importancia en el ámbito jurídico, además de que, si se reconoce
que una afección es causada por un determinado riesgo, conlleva para el
trabajador unas prestaciones económicas, sanitarias y preventivas diferentes
a las que se tendría si fuese una enfermedad común.
 
Accidente de trabajo:

La primera ley española que trató sobre los accidentes de trabajo se


desarrolló en el año 1900, la denominada ‘Ley Dato’, y que definía el
accidente de trabajo como ‘’toda lesión corporal que el trabajador sufra con
ocasión o por consecuencia del trabajo que ejecuta por cuenta ajena’’. Sin
embargo, no fue hasta el año 2002 cuando el accidente de trabajo se
extendió a los trabajadores por cuenta propia mediante la Ley 53/2002 del 31
de diciembre en su artículo 40.4, y no fue hasta la aprobación del Real
Decreto 1273/2003 del 10 de octubre, en la que se dio una nueva definición
de accidente para los trabajadores autónomos.

Las lesiones por los accidentes de trabajo siguen siendo uno de los
principales problemas en materia de salud laboral, a pesar de que en el año
1995 se aprobó la Ley de Prevención de Riesgos Laborales (LPRL).
La cuantificación del número de accidentes de trabajos ocurridos en
España es de una gran complejidad, dado que en el pasado no se
declaraban todos los que eran, y hoy se declaran algunos que no lo son.
Además, es difícil realizar comparaciones con otros países de la Unión
Europea (UE), ya que cada país posee diferentes conceptos de accidente de
trabajo, ya que, por ejemplo, el ‘in itinere’ es admitido por pocos países de la
UE.

Aún así, entre el periodo comprendido entre 1978 y 2010, se ha


pasado de los 670.002 accidentes ocurridos en 1987 (sin tener en cuenta los
accidentes in itinere) a los 1.392.267 accidentes ocurridos en 2009. En
cambio, en cuanto a la mortalidad, a partir de 2004 se logró reducir la cifra
del millar de fallecidos/año. Sin embargo, la reducción observada en España
no parece deberse a las actividades impulsadas tras la entrada en vigor de la
LPRL. En España, durante el año 2020, se registraron 505.528 accidentes de
trabajo con baja. El 88,3% durante la jornada laboral y, el resto, tuvieron
lugar durante el trayecto del domicilio al centro de trabajo o viceversa.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) destacó una serie de


características para que la acción fuera considerada accidente de trabajo,
diferenciándose así de otras enfermedades también ligadas al trabajo. Estas
características son:

 Por su origen: es imprevisto y repentino.


 Por su naturaleza: es variable y no se puede predecir su alcance, ni
las consecuencias que puedan derivarse.
 Por su patogenia: puede precisarse y medirse el momento en que se
produjo y cuándo se inició la lesión.
 La muerte y la lesión resultan de un hecho único: el traumatismo 1.
Factores de riesgo

Las incidencias no mortales en las diferentes actividades económicas,


son muy elevadas en las industrias de extracción (incidencia de 222,9 por
1000 afiliados), en la construcción (169,2 por 1000 afiliados) o en la industria
manufacturera (94,1 por 1000 afiliados). Además, otras actividades están por
encima de la media de incidencias, como lo son la pesca (124,2 incidencias
por 1000 afiliados), la hostelería (75,6 por 1000 afiliados), y el transporte,
almacenamiento y comunicaciones (65,3 por 1000 afiliados).

En el caso de las LAT mortales, la pesca, la industria extractiva, el


transporte y la construcción son las actividades económicas con más
mortalidad, con una incidencia de 103.3, 35.9, 25.5 y 19.8 por cada 100.000
trabajadores afiliados respectivamente.

En dependencia de las causas de los accidentes no mortales, se


observa que los sobreesfuerzos fueron la forma más frecuente de accidente
en el año 2002, si bien hasta el año 1997 la causa más frecuente eran los
choques y contragolpes por objetos, que ocupan en el año 2002 la segunda
causa de accidente. La tercera causa más frecuente de accidente es la
caída, aunque se ha producido una notoria disminución.
 
Existen diferencias en el número de accidentes laborales de los
trabajadores autóctonos con respecto a los extranjeros. Así, el riesgo relativo
de los accidentes de trabajo fue significativamente superior en los
trabajadores extranjeros, tanto en las lesiones mortales como en las no
mortales, aunque hay grandes diferencias en el análisis por comunidades
autónomas y actividades económicas. Así, hay nueve comunidades
autónomas (Aragón, Castilla La Mancha, Castilla León, Cataluña, Madrid,
Murcia, Navarra, el País Vasco y la Rioja) en las que el riesgo de accidentes
laborales no mortales fue mayor en los trabajadores extranjeros, siendo
Navarra y Aragón las comunidades autónomas donde el riesgo fue
especialmente elevado. En cuanto a las lesiones mortales, hay trece
comunidades autónomas, más Ceuta y Melilla, en las que hay un riesgo
relativo superior a los trabajadores autóctonos, aunque solo en tres
comunidades la diferencia fue estadísticamente significativa, entre las que
destacan Asturias y Aragón.

Los accidentes laborales considerados por la ley (artículo 115 Real


Decreto Legislativo 1/1994, Ley General de la Seguridad Social -LGSS-), son
los siguientes:

1. Los que sufra el trabajador al ir o volver del lugar de trabajo. Es el


denominado accidente ‘in itinere’.

Según la doctrina más comúnmente aceptada, la ida se iniciará


cuando los trabajadores están en la vía pública; pero para otros sería cuando
el trabajador sale de su propiedad privada y accede a la comunitaria. La
vuelta, se iniciaría cuando el trabajador está fuera del recinto de la empresa.

El camino recorrido debe ser el que habitualmente se utilice, o en el


caso de que no sea el habitual, debe de ser el adecuado sin añadir un riesgo
mayor al trayecto. Solo se acepta otro recorrido cuando: se acuda a cursos
de formación organizados por el trabajo o con permisos expresos de la
empresa; cuando se halle en ‘comisión del servicio’ (la empresa le manda a
otro lugar para realizar el trabajo, lo que provoca el accidente en misión); o
cuando acuda a un reconocimiento médico del servicio de prevención de
riesgos laborales.
En cuanto al medio para desplazarse, se puede aceptar cualquiera,
siempre que no esté expresamente prohibido por la empresa o sea un medio
no homologado para tal fin.

En cuanto a la interrupción voluntaria del trayecto que rompe el nexo


causal entre el trabajo y el accidente, la interpretación no es uniforme, ya que
como regla se admite que el inter no debe interrumpirse por una actividad
personal por respetable que sea y, en cualquier caso, se considerará
accidente de trabajo siempre que sobrevenga dentro del plazo prudencial
normalmente invertido en ese trayecto.

1. Los que sufre el trabajador con ocasión o como consecuencia del


desempeño de cargos electos de carácter sindical o de gobierno de
las Entidades Gestoras, así como los ocurridos al ir o al volver del
lugar donde se ejercitan las funciones propias de dichos cargos.
2. Las ocurridas con ocasión o por consecuencias de las tareas que, aun
siendo distintas a las de su categoría personal, el trabajador ejecuta
en cumplimiento de las órdenes del empresario o espontáneamente
en interés del buen funcionamiento de la empresa.
3. Los acaecidos en actos de salvamento y en otros de naturaleza
análoga, cuando unos y otros tengan conexión con el trabajo.
4. Enfermedades o defectos producidos con anterioridad por el
trabajador, que se agravan como consecuencia de la lesión
constitutiva del accidente.
5. Las consecuencias directas del accidente que resulten modificadas en
su naturaleza, duración, gravedad o terminación por enfermedades
intercurrentes, que constituyan complicaciones derivadas del proceso
patológico determinado por el accidente mismo, o que tengan su
origen en afecciones adquiridas en el nuevo centro donde se
encuentre el paciente para su curación.

Además, se considera también accidente de trabajo a:

 La imprudencia profesional, estando excluida la de tipo temeraria. Es


decir, se consideran las imprudencias simples del trabajador, fruto de
la confianza con el oficio.
 La concurrencia de culpabilidad civil o criminal del empresario, de un
compañero de trabajo del accidentado o de un tercero, salvo que no
guarde relación alguna con el trabajo. El elemento determinante es la
relación causa-efecto. Art. 155.5 b LGSS.

Por el contrario, no se considera accidente de trabajo:

 Los que sean debidos a fuerza mayor extraña al trabajo, es decir, que
sean de tal naturaleza que no guarden relación alguna con el trabajo
que se realiza en el momento del accidente. No constituyen supuestos
de fuerza mayor extraña la insolación, el rayo y otros fenómenos
análogos de la naturaleza. Por ejemplo, si el trabajo habitual es a la
intemperie sí que sería un accidente laboral, como podría ocurrirle a
un pastor que le cae un rayo en el campo. Art. 115.4 a LGSS.
 Los que sean debidos a dolo o imprudencia temeraria del trabajador
accidentado. Se considera que existe dolo cuando el trabajador
consciente, voluntaria y maliciosamente provoca un accidente para
obtener prestaciones que se derivan de la contingencia. La
imprudencia temeraria se considera cuando el accidentado ha actuado
de manera contraria a las normas, instrucciones y órdenes dadas por
el empresario de forma reiterada y notoria en materia de Seguridad e
Higiene. Si coinciden riesgo manifiesto, innecesario y grave, la
jurisprudencia viene entendiendo que existe imprudencia temeraria, si
no será una imprudencia profesional. Art. 115.4 b LGSS.
 
Enfermedades ocupaciones:

La enfermedad profesional se define en el artículo 116 de la LGSS


como ‘’la contraída a consecuencia del trabajo ejecutado por cuenta ajena en
las actividades que se especifican en el cuadro que se apruebe por las
disposiciones de aplicación y desarrollo de esta Ley, y siempre que la
enfermedad proceda por la acción de elementos o sustancias que en dicho
cuadro se indican para cada enfermedad profesional’’. Esta definición forma
parte del sistema mixto, en la que una lista de enfermedades profesionales
se completa con una definición abierta, que permite el reconocimiento de
enfermedades excluidas de la lista, si se prueba su origen laboral. Este
sistema lo tienen la mayoría de los países de la Unión Europea, y coinciden
también en denominar enfermedad profesional a aquella que no tenga un
origen exclusivamente laboral pero que haya sido agravada por el trabajo,
siempre y cuando esto último pueda probarse.

Sin embargo, la definición de enfermedad profesional no siempre ha


sido así. Antes se usaba una definición abierta, en la que la enfermedad
profesional era ‘toda aquella provocada por el trabajo’. Pero se trataba de
una definición muy restrictiva, dado que, para reconocer la enfermedad
profesional, primero había que probarse que el trabajador estaba enfermo,
que estaba expuesto a un agente causal de la enfermedad y que hubiera una
relación de causalidad entre ellas. Esto ha sido paulatinamente abandonado
desde la Organización Internacional del Trabajo en 1964, del Convenio 121.
Otra definición consiste en establecer una lista de enfermedades
profesionales asociadas, cada una de ellas, a la exposición a un agente
causal. Y aunque esta definición facilita el reconocimiento de las
enfermedades profesionales incluidas en la lista, cualquier enfermedad
excluida de la lista no será considerada como enfermedad profesional.

La importancia de que una enfermedad sea considerada laboral es


muy importante, ya que supone una evidencia de peligro entre el agente
causal y la enfermedad, y ello origina una mejora en la prevención mediante
la incorporación de medidas de protección, así como la incorporación de
controles más eficaces.

Sin embargo, parece ser que hay una infraestimación de las


enfermedades profesionales en España, ya que en comparación con los
países vecinos las cifras españolas son entre dos y diez veces menores a las
estimaciones de la mayoría de los países de la OCDE. Algunos autores
consideran que la compensación por enfermedad y por accidentes laborales
es menor del 10% de los casos de enfermedad profesional, siendo en la
mayoría de los casos de enfermedades leves, como la dermatitis.

Se estima que en España se diagnostican cerca de 90.000 casos de


enfermedades debidas a exposiciones laborales, y prácticamente 3 de cada
4 casos no serían reconocidos como enfermedades profesionales, afectando
especialmente a las enfermedades más graves.

En cuanto a la incidencia, las enfermedades osteomusculares serían


las de mayor frecuencia, seguidas de las enfermedades de la piel y las
pérdidas de audición a causa del ruido. En cuanto a la prevalencia, alrededor
de un millón de trabajadores sufren anualmente enfermedades y problemas
de salud relacionados con el trabajo. Casi la mitad de estas alteraciones, son
enfermedades osteomusculares, tanto en varones como en mujeres. Las
alteraciones del bienestar psicológico, son la segunda causa en frecuencia
de enfermedades laborales, y son más frecuentes en las mujeres.
 
Lista de enfermedades profesionales:

La existencia de la lista de enfermedades ocupaciones, recogida en el


Real Decreto 1299/2006, garantiza la concesión automática de las
prestaciones para todas las que aparecen en la lista ya que se reconoce su
origen profesional. Esta lista incorpora la Recomendación Europea de
enfermedades profesionales, que subdivide en dos bloques o anexos las
enfermedades profesionales en dependencia de la evidencia científica
disponible. El anexo I incluye la patología probada de causalidad laboral y,
en el anexo II, la patología susceptible de posible incorporación en un futuro,
es decir en las que se sospecha una etiología laboral no suficientemente
probada. Cada anexo, está estructurado en seis grupos de enfermedades en
dependencia de la tipología del agente causal y, a diferencia de la
recomendación europea, el apartado 6 es un grupo específico para cánceres
profesionales.

En el grupo 1, se incluyen las enfermedades ocupaciones causadas


por agentes químicos.

En el grupo 2, se incluyen las enfermedades ocupaciones causadas


por los agentes físicos.
En el grupo 3, se incluyen las enfermedades ocupaciones causadas
por agentes biológicos.

En el grupo 4, se incluyen las enfermedades ocupaciones causadas


por inhalación de sustancias y agentes no comprendidos en otros apartados.

En el grupo 5, se incluyen las enfermedades ocupaciones de la piel


causadas por sustancias y agentes no comprendidos en otros apartados.

En el grupo 6, se incluyen las enfermedades ocupaciones causadas


por agentes carcinogénicos.

Procedimiento de notificación de una enfermedad ocupacional:

Respecto al procedimiento de notificación de una enfermedad


profesional, si un trabajador sospecha que un problema de salud tiene
relación con su trabajo, puede dirigirse directamente a su mutua para que se
valore la patología y que se pueda comprobar la relación con su puesto de
trabajo. En el ámbito de la Seguridad Social, la enfermedad profesional se
comunica por medio de un parte electrónico. La elaboración y la tramitación
de dicho parte es responsabilidad de la Entidad Gestora o de la Mutua de
Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales de la Seguridad Social.

En el plazo de tres días hábiles desde el diagnóstico de la enfermedad


ocupacional, los servicios médicos de las empresas colaboradoras en la
gestión de las contingencias profesionales tienen que dar traslado a la
entidad gestora o a la mutua que corresponda. La cumplimentación y
transmisión del parte de enfermedad profesional se realiza únicamente por
vía electrónica, por medio de la aplicación informática CEPROSS
(Comunicación de Enfermedades Profesionales, Seguridad Social).

La comunicación inicial de parte ha de llevarse a cabo dentro de los 10


días hábiles siguientes a la fecha en que se haya producido el diagnóstico de
enfermedad profesional. En cualquier caso, la totalidad de los datos debe
transmitirse en el plazo máximo de los 5 días hábiles siguientes a la
comunicación inicial.
 
CONCLUSIÓN

Según los estudios consultados, existe una clara infra notificación de


las enfermedades ocupaciones, en el caso de las que se notifica, la mayor
parte son de leve gravedad. Por tanto, a los trabajadores se les está privando
de su derecho a las prestaciones sanitarias, económicas y preventivas al
tratarse de una contingencia profesional. Además, si no se conoce el impacto
ni la distribución de las enfermedades de origen laboral, apenas se puede
realizar una planificación mediante las estrategias preventivas y asistenciales
para minimizar el impacto negativo en la salud de los trabajadores.

También podría gustarte