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Escalante, B. (2019). Curso de redacción para escritores y periodistas. Porrúa: México.

Redacción Especializada / Mtra. Alejandra López Beltrán

METONIMIA

Tanto en el lenguaje oral como en el escrito es común encontrarnos con frases como estas:
“Compré a Shakespeare en el supermercado”; “Dame un vaso de agua”; “Hay personas que
no tienen corazón”. Si dentro de diez siglos, un antropólogo carente de sentido común
pretendiera estudiar nuestra cultura a partir de estas oraciones, si las tomara al pie de la
letra para interpretar cómo fuimos, llegaría a la asombrosa certeza de que nuestra
civilización logró un gran desarrollo, pues nuestros vasos, violentando las leyes de la
materia, estaban hechos de agua y no de cristal o plástico, y el órgano denominado
“corazón” era ya tan prescindible como el apéndice; además, debido a la desesperada
situación económica de los artistas, cualquiera podía comprarlos en el mercado de esclavos
de la cultura.

En realidad, no es necesario que transcurran diez siglos; basta toparnos con un mesero de
mente obtusa, para que nos reprenda por pedir “un vaso de agua” y nos diga, convencido
de que es el dueño de la más decantada verdad, que no existen los vasos de agua sino los
vasos con agua. Pero nuestra petición es correcta, aunque haya gente incapaz de entender
esa clase de frases que se caracterizan porque el significado de una palabra se transfiere a
otra. No hay nadie, con un poco de sentido común, que no capte la expresión: “Mi hermano
vive persiguiendo faldas”, quiere decir: “Mi hermano vive persiguiendo mujeres”. O que,
cuando un político declara: “La mujer tiene derecho a desempeñar cargos de importancia en
las empresas públicas y privadas de México”, se esté refiriendo a todas mujeres, aunque
diga en singular “la mujer”y aunque solo sea un discurso de campaña. Y otro tanto ocurre
con la afirmación: “En África, el hombre lucha para que sus derechos sean reconocidos
jurídicamente”. En este ejemplo, el hombre no es individuo, es más que todos los individuos
de género masculino: incluye también a las mujeres.

Es importante señalar que la relación entre una palabra y aquella que la sustituye puede ser
de muy distintas clases. Por ejemplo, podemos reemplazar una obra por su autor: Leí a
Cervantes. (Leí un libro de Cervantes.) También como hemos visto es posible enunciar en
singular y que se comprenda que nos referimos a un plural: la mujer tiene derecho.. (Las
mujeres tienen derecho…) Podemos indicar asimismo el todo por una de sus partes: Voy a
pedir tu mano. (Voy a pedirte por esposa.) O destacar alguna parte o aspecto de un
individuo como se hace con los apodos: decirle El chino a alguien de piel amarilla o de pelo
rizado. O enunciar un sentimiento mediante el nombre del órgano o zona del cuerpo cuya
localización se le atribuye: Hay buenos cerebros en mi clase. (Hay personas inteligentes). O
un conjunto de individuos por la palabra que los agrupa: un término abstracto: la juventud
por los jóvenes: la juventud no tiene empleo. (Los jóvenes no tienen empleo).

Estas expresiones de sentido figurado -se caracterizan porque una palabra sustituye a otra
y es tomada como se expresara lo que la palabra omitida significa- invitan por sus
peculiaridades y diferencias a un minucioso análisis con miras a la clasificación: a
reflexionar acerca de si en una frase determinada se da la sustitución de la causa por el
efecto (metonimia) o de la parte por el todo (sinécdoque) o de si se usa un hombre común
como si fuera el genérico (antonomasia). Sin embargo, puesto que este no es un libro de
retórica sino un valor práctico adoptaremos con ánimo didáctico una perspectiva funcional y
Escalante, B. (2019). Curso de redacción para escritores y periodistas. Porrúa: México.

Redacción Especializada / Mtra. Alejandra López Beltrán


agrupamos todas estas expresiones bajo el nombre de metonimia, puesto que, finalmente la
sinécdoque puede ser considerada una metonimia de cantidad y la antonomasia, un tipo de
sinécdoque.

Para quienes desean contar con mayores recursos para expresarse, es suficiente
comprender que las palabras relacionadas entre sí en la metonimia (la que aparece en el
texto y la omitida) no se vinculan al azar: su fuerza radica en que pertenecen a un mismo
conjunto físico, o a que son parte de un conjunto cultural, referencial, ideológico o histórico
determinados. Por ejemplo, aunque la falda no es parte de la mujer (los escoceses la usan,
los griegos la usaban), en nuestro cultura la falda es un símbolo de la mujer.

La eficacia de una metonimia radica en su novedad y precisión: en la capacidad del escritor


para descubrir los nuevos referentes sociales y culturales aceptados y reconocidos por sus
contemporáneos. Si antes un escritor podía decirle a un militar: “La pluma de ganso es
superior a la espada”. Ahora, tal vez, tendría que decir: “El procesador de palabras es
superior a los misiles”.

Las principales relaciones implícitas que hay entre la palabra enunciada y la palabra omitida
son:

1. El autor por la obra:


Compré un Picasso. (Compré un cuadro de Picasso).

2. La causa por el efecto:


Tú eres mi felicidad. (Tú eres el motivo, la causa de mi felicidad.)

3. El efecto por la causa:


“Son de abril las aguas mil”: Antonio Machado. (Es de abril la lluvia)

4. El instrumento por la persona que lo maneja:


Mi primo es un gran contrabajo. (Mi primo es un gran ejecutante de contrabajo.)

5. El lugar por la persona que allí trabaja:


La Procuraduría General de la República nos pidió que tuviéramos paciencia. (Un agente o
funcionario de la Procuraduría nos pidió que tuviéramos paciencia.)

6. El lugar por el producto que de ahí procede:


Me gusta tomar oporto. (Me gusta tomar el licor que se produce en esa región de Portugal.)

7. Una zona del cuerpo por la capacidad o sentimiento que se supone reside allí:
Tu hermano reacciona con las vísceras. (Tu hermano reacciona con las pasiones, con el
instinto.)

8. El término abstracto por los seres concretos:


La vanidad pasea por las presentaciones de libros, congresos y escuelas de escritores. (Los
vanidosos pasean por las presentaciones de libros, congresos y escuelas de escritores.)
Escalante, B. (2019). Curso de redacción para escritores y periodistas. Porrúa: México.

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9. El símbolo por la cosa o actividad simbolizada:
La balanza siempre está a favor de los ricos. (La justicia siempre está a favor de los ricos.)

10. La materia de que algo está hecho por el nombre del objeto.
Hubo espléndidas acuarelas en la exposición del Museo Carrillo Gil. (Hubo espléndidos
cuadros pintados con acuarela en la exposición del Museo Carrillo Gil.)

11. El continente por el contenido:


¡Este es un lugar decente! (¡La gente que vive en este lugar es decente!)
Mis amigos se tomaron todas las botellas de vino, ¿bebes una taza de café? (Mis amigos se
tomaron el vino, ¿bebes café?)
Francia siempre ha tenido un espíritu libertario. (Los franceses siempre han tenido un
espíritu libertario.)

12. La parte por el todo:


Los ojos asesinos siguieron al político por la ciudad. (El asesino siguió al político por la
ciudad.)

13. El todo por la parte:


Cada que baila Pilar Medina, todo el mundo va a verla. (Cada que baila Pilar Medina,
muchas personas van a verla.)

14. El individuo por su grupo de iguales (singular por plural):


El 30 de abril es el Día del Niño. (El 30 de abril es el Día de los niños y las niñas).

15. El género por la especie:


¡El pescado está carísimo en cuaresma! (¡Los pescados y mariscos están carísimos en
Cuaresma!)

16. Un nombre propio como genérico:


¿Es cierto que te crees el Cervantes de tu generación? (¿Es cierto que te crees genial, el
mejor escritor de tu generación?)
Ya no soy amiga de Ernesto: ¡es un Judas! (Ya no soy amiga de Ernesto: ¡es un traidor!)

17. Un nombre común como propio:


Joaquín Fernández de Lizardi es el Pensador Mexicano.

18. Una cualidad o aspecto esencial por toda la persona:


El Chino Herrera vendrá a comer con nosotros.
La Chata Quevedo es amiga de mi mamá.

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