Está en la página 1de 8

Tecnología y valores humanos

Juan José Sanguineti

1. El hombre como ser técnico

La técnica es una consecuencia de la naturaleza humana racional. Homo naturaliter


faber. Los animales superiores utilizan el medio y a veces pueden transformarlo en algunos
aspectos, pero lo hacen sólo instintivamente. El hombre objetiva las cosas y, captando la noción
de instrumento, medio-fin, planifica su trabajo con instrumentos adecuados, artificiales y no
naturales. La concreción profesional y científica de este trabajo es la ingeniería (de ingenio,
ingeniarse). El mundo técnico es una parte del mundo cultural y de la civilización. El mundo
técnico está constituído principalmente por artefactos de uso (por ej., ropa), habitación (una
casa), consumición (alimentos), observación (anteojos), comunicación (micrófono), trabajo
(utensilios, máquinas). Su fin es que el hombre no sólo viva, sino que viva bien.

Dios Creador ha puesto al hombre en el mundo para que lo trabaje. La naturaleza tiene
cierta incompletitud e indeterminación y eso permite que el hombre la trabaje. Con el trabajo
y la técnica el hombre supera ciertos límites, debilidades y vulnerabilidades de su naturaleza.
El dominio humano sobre la naturaleza es querido por Dios y es una expresión de la dignidad
humana. Con la técnica, el hombre participa del poder creador de Dios y lleva a la naturaleza
a un relativo acabamiento, de un modo indefinido y siempre abierto, nunca definitivo.

2. Variedad de las técnicas

El perfeccionamiento artificial de las cosas (praxis técnica) tiene que sujetarse a la


naturaleza y sus leyes. Pueden distinguirse tres ámbitos:

a) Creación de artefactos, aparatos, dispositivos, con la materia inanimada. Así


dominamos y controlamos la energía (máquinas tradicionales) y la información
(computadoras). El artefacto tiene una unidad que le viene de fuera, no de su naturaleza, y está
destinado a ser guiado de un modo u otro por el hombre para ser utilizado o rehecho.
Elaboramos también objetos para ser consumidos (comida).
2

b) Cultivo de vegetales, cría de animales, y en un grado mucho más importante,


asistencia de la vida humana con la medicina. El cuerpo orgánico tiene sus propios fines
naturales y el arte humano subsana sus defectos y puede potenciar sus fuerzas. El viviente es
activo por sí mismo. No es una máquina.

c) Objetos simbólicos, como un libro o una computadora. Se utilizan mediante


símbolos, lenguaje, y hacen posible actividades intelectivas (lectura, cálculo) u otras.

Hay otros sentidos de técnica o arte, siempre que el hombre despliega actividades
siguiendo ciertos procedimientos, como el arte, la decoración, el diseño, la limpieza, la higiene,
la política, la educación, el arte, la economía, etc. Otro campo es la creación de objetos
intencionales: ciencias, artes como la música, leyes, instituciones como un club, dinero.

3. La tecnología moderna

La artesanía antigua (que hoy existe también) y la técnica moderna son esencialmente
diferentes. La artesanía es restringida, manual, empírica, con lo que fácilmente adquiere un
valor humano, si bien siempre puede usarse para el mal. El artesano realiza directamente su
obra y por eso debe poseer especiales habilidades o virtudes técnicas. La técnica moderna sale
de su unión con la ciencia moderna y adquiere un dinamismo peculiar en la sociedad
industrializada. Se basa especialmente en la conceptualización matemática de la naturaleza,
gracias a la física moderna (sobre todo en la ingeniería). El obrero industrial debe seguir
estrictamente las reglas técnicas objetivas, para lo cual no sirven las virtudes artesanales. Su
trabajo es homogéneo al de cualquier otro y podría ser reemplazado por una maquinaria más
perfecta. Por otra parte, la ingeniería química, la bioquímica, la biología molecular, sintetizan
nuevos objetos y controlan la vida en sus bases físico-químicas, llegando al nivel genético.

La tecnología moderna (conjunto de procedimientos objetivos para la producción


técnica) apareció con ciertos rasgos característicos: crecimiento ilimitado, siempre que haya
recursos; búsqueda de eficiencia y rendimiento en el menor tiempo posible (optimización);
invasiva en la vida porque crea nuevos fines y necesidades en gran escala (por ej.,
comunicaciones); automatismo, aunque controlable por el hombre, pero muchas veces
desconociendo los efectos colaterales en otras dimensiones; explota recursos naturales a gran
escala (combustibles); muy transformativa (creación continua de objetos artificiales). Hace
posible la sociedad de masas y por eso en principio puede llegar a todo el mundo, si los precios
son accesibles.
3

La tecnología informática es más inmaterial que la basada en el maquinismo industrial.


Es más amable que las tecnologías de la primera y segunda revolución industrial, y permite
más creatividad. Pone más en comunicación a las personas y muchas veces puede emplearse
en cualquier sitio, es decir, ahorra tiempo e independiza en parte del espacio. Introducen en un
mundo mucho más amplio que el accesible en la vida ordinaria (Internet), abriendo
posibilidades inmensas. Implica nuevos condicionamientos al depender de los algoritmos de la
red y permitir así un nuevo tipo de dominio sobre las personas, gracias a la información que se
tiene del usuario, incluso en sus ámbitos privados y en las posibilidades que se le ofrecen a sus
decisiones. Crea así una fuerte dependencia objetiva (no nos referimos aquí a la dependencia
psicológica) de la que regímenes totalitarios o grandes empresas podrían abusar.

Los cambios tecnológicos de gran envergadura (revoluciones industriales) al inicio


pueden ser traumáticos (desempleo, ruptura de tradiciones y costumbres sociales). El hombre
puede aprender a adaptarse a esos cambios y tiene que adquirir virtudes para saber utilizar las
nuevas tecnologías. Por ejemplo, los celulares, Internet, ciertas aplicaciones, pueden provocar
adicciones por falta de virtudes al utilizarlos.

La tecnología de suyo es un gran valor humano y por tanto no se opone al humanismo.


Se vuelve inhumana cuando se utiliza para el mal (por ejemplo, con la carrera de armamentos,
o en tecnologías previstas para eliminar la vida humana o para pervertir la sexualidad), y
siempre será inhumana en contextos materialistas y naturalistas. También lo es cuando se pone
como un fin en sí mismo, por motivos económicos, y no permite espacios para otras
dimensiones humanas (religiosa, social, familiar, cultural). La razón instrumental (eficiencia
técnica) tiene que estar subordinada a la racionalidad ética y política. Esta subordinación opera
a nivel de virtudes personales, para saber usar las disponibilidades tecnológicas, y también a
opera (o debe hacerlo) nivel social y político.

Los abusos y desórdenes sociales provocados por la industrialización y el tecnologismo


a ultranza provocaron desde el siglo XIX reacciones sociales y políticas, como el socialismo,
el marxismo, el ecologismo en el siglo XX, por no hablar de las críticas de filósofos y
sociólogos (personalistas, humanistas, escuela de Frankfurt). La tecnologización a gran escala
provoca efectos colaterales que conviene prever seriamente para evitarlos de verdad. La
producción y usos tecnológicos suponen riesgos, debido a sus límites y a la complejidad social.
Los abusos no vienen de la técnica misma, sino de los hombres que la administran en función
4

de ciertos fines, sin buscar la promoción humana de todas las personas, sean de la propia nación
o de los demás pueblos.

La tecnología tiene límites variados:

a) metafísicos-naturales: la técnica no es una absoluta creación humana. No puede


sustituir a la naturaleza, y especialmente a la vida humana, la generación, la familia, las
relaciones humanas, los valores personales, los actos personales.

b) ecológicos: la técnica tiene que respetar el ambiente natural y no destruirlo, porque


acabaría dañando a la vida y al ecosistema que la hace posible. La tecnificación debe ser
equilibrada.

c) éticos-antropológicos: la prioridad de la razón tecnológica es la facilitación de la


vida personal y familiar de todos en el mundo. Si la prioridad es exclusivamente económica
(producir más para vender más, incondicionalmente), se vuelve antiética.

4. Propuestas de solución para evitar el tecnologismo materialista

A la vista de los riesgos, daños y abusos cometidos a lo largo de la historia por una mala
utilización de la tecnología moderna, ¿qué actitud tomar ante la técnica? Heidegger
recomendaba detenerse a pensar en la esencia de la técnica para no identificarse ciegamente
con ella, y tratar de ver a la naturaleza no de un modo puramente técnico (por ejemplo, con el
arte y la poesía). Marcuse proponía un rechazo absoluto de la sociedad tecnológica en que
vivimos, tratando de imaginar un nuevo modo de vivir en el mundo, para salirse del sistema.
Se han puesto límites éticos a ciertas experimentaciones. Salieron muchas normas nacionales
e internacionales para cuidar el ambiente y moderar la explotación de recursos y evitar la
destrucción de los ecosistemas y de la biodiversidad. Se puede proponer también una vida más
sobria, no radicalizada en el consumo y la continua adquisición de los nuevos productos que
va ofreciendo constantemente el mercado, salvo cuando son imprescindibles para el trabajo.

Estas respuestas son correctas en general, pero insuficientes, si no llevan a un cambio


profundo de actitud, es decir, a una reforma moral de las personas (economistas, empresarios,
productores, comerciantes, consumidores, trabajadores). Además es necesario plantearse el
problema con claridad y no desecharlo como algo poco relevante. Tengamos en cuenta que la
dependencia respecto a los aparatos electrónicos hoy va aumentando en la actual sociedad
5

digitalizada, de modo que ya es imposible prescindir de esos aparatos para vivir. El cambio de
actitud, por tanto, tiene que ser profundo, personal, y debe ser también social. No tenemos hoy
una respuesta acabada ante este problema, que es quizá el más importante de la sociedad
contemporánea. Pero el tecnologismo seguirá adelante, salvo catástrofes, si las personas no
cambian de actitud ante la técnica y la vida.

Dos pseudo-soluciones serían:

1) Condenar la tecnología moderna occidental como viciada de raíz y abocada a la auto-


destrucción del hombre. Proponer un freno del desarrollo técnico para pasar a un estilo de vida
diverso, más en contacto con la naturaleza, lo que exigiría una reducción drástica de la
población.

No se ve que esta postura sea factible, ni deseable. Además, la tecnología bien usada
trae enormes beneficios personales y sociales y puede solucionar grandes problemas actuales
de la humanidad: salud, seguridad, alimentación, educación, información, investigación,
trabajo profesional, llegar a toda la población.

2) Creer que ulteriores progresos de la tecnología serían la única vía posible para
superar los defectos del tecnologismo, viendo en cambio a las exigencias éticas como limitantes
y molestas (por ejemplo, porque limitarían la competitividad). Es verdad que muchas veces las
nuevas tecnologías corrigen defectos de las anteriores. La difusión, por ejemplo, de las
computadoras personales trajo una mayor convivialidad con el aparato técnico. Pero el
progreso tecnológico tiene que estar al servicio de los valores humanos y por eso el criterio
prioritario no puede ser nunca puramente económico.

5. Algunas pautas para tener en cuenta

La tecnología moderna es un fenómeno muy positivo, pero debe controlarse para que
sirva efectivamente al hombre y a la humanidad en su conjunto, en todas las áreas geográficas.
El control tiene muchos niveles (personal, familiar, político) y es necesario porque las
disponibilidades técnicas no constituyen la única dimensión humana y no resuelven todos los
problemas humanos, y si esto se ignora los problemas se agravan mucho más. No se trata de
limitarse a ver “hasta dónde podemos llegar” (visión minimalista, sólo normativa, que es
insuficiente), sino de situarla en la línea de las grandes finalidades de la vida humana tomadas
en armonía (felicidad, calidad de vida, desarrollo de capacidades cognitivas, matrimonio yu
6

familia, religiosidad, ciencia, arte, ayuda a los demás). Esas finalidades son también
necesidades, pero no tienen que ver con el consumismo y la pura búsqueda del confort (el
confort cerrado de grupos privilegiados empobrece a las personas y las encierra en el egoísmo).

En el nivel personal -del usuario o del consumidor- la utilización de los aparatos


electrónicos y las redes sociales, hoy siempre más disponibles, exige la virtud de la templanza,
para evitar la dependencia obsesiva que impide las relaciones humanas familiares y amistosas
presenciales, que son las más auténticas. Esa dependencia, cuya base es cerebral
(gratificaciones inmediatas) no ayuda a la formación personal y se acentúa mucho en el periodo
juvenil de la vida. Son vicios, por ejemplo, la búsqueda de puras diversiones individuales en
los espacios virtuales, el exceso de conexiones superficiales, la dispersión, la falta de atención
y cosas de este tipo, que pueden ir observándose a medida que la tecnología penetra en la vida
privada y familiar.

En el nivel social y político el enfoque adecuado privilegia la visión de conjunto, que


tiene en cuenta el cuidado de las personas, las familias, el ambiente, y no la pura eficiencia
tecnológica. Una tecnología que potencie la educación personal, la vida familiar, la creatividad,
la participación, es mucho más positiva que la que se plantea sólo como un negocio o cuyos
fines son sólo los resultados más veloces, eficientes y rentables. La subordinación de la
tecnología y la economía a la política no es una postura ideológica, pues es posible
implementarla en muchas formas políticas que se basen en el Derecho y en el respeto de la
libertad y los derechos humanos.

Entendemos por política la responsabilidad por el bien común en todos los que influyen
en la sociedad, y no sólo en los gobernantes, ya que podría darse también el fenómeno negativo
que instrumentaliza la tecnología para fines políticos ideológicos de dominio, como sucede en
sociedades totalitarias o en democracias corruptas (es decir, de personas corruptas, que buscan
sólo sus propios fines a costa de los demás). Además, en este sentido la política no es sólo el
Estado, porque toda empresa humana tiene que planificarse y ser llevada adelante usando una
razón no sólo técnico-instrumental, sino ética y política.

En el sentido aristotélico, que no está superado, la política está íntimamente ligada a la


ética y nunca es individualista. La expresión “ética social” es un pleonasmo. Toda ética es por
definición social, nunca es algo solamente individual. La primacía de la ética en la promoción
7

del bien común de los ciudadanos es compatible con la libertad, es más, la exige. La
desvinculación entre ética y política es fruto del positivismo jurídico.

Consideremos , en este sentido, los siguientes puntos a propósito de la tecnología:

1. Primacía de los actos personales. La tecnología tiene un valor humano cuando es


creada y usada buscando no sólo resultados técnicos, sino la promoción de actos personales en
las personas que la gestionan y en los usuarios o, al menos, no los impiden. Esos actos son,
según los casos, el aprendizaje personal, la formación, la responsabilidad, la generación, la vida
familiar, el cuidado de las personas, la iniciativa, la vida familiar, la amistad.

2. Contexto adecuado. Las tecnologías de las dos primeras revoluciones industriales


crearon ambientes de trabajo (las fábricas) desagradables y deshumanizantes. Esto no es culpa
de la tecnología, sino de los gestores del trabajo y se produce cuando lo que importa son los
resultados y no la promoción de las personas. La tecnología informática fue, en este sentido,
más amable, como dijimos, por ser más inmaterial, ocupando siempre menos espacio, y porque
a su modo ha permitido la apertura a contextos reales y virtuales amigables. La maquinaria y
el universo de los aparatos tienen que cuidarse como el cuerpo, porque en cierto modo son una
extensión del cuerpo. El ambiente externo en los sitios e instrumentos de trabajo tiene que ser
agradable y estar dotado de valores estéticos.

3. Renuncias. Todo desarrollo complejo implica una toma de decisiones y riesgos que
implican renuncias. No se llegará nunca a un óptimo absoluto. Cualquier adelanto tecnológico
trae consigo ventajas y algunas desventajas, que a veces pueden superarse de otro modo. El
avance tecnológico provoca un cambio cultural y hay cosas de la antigua cultura que se pierden,
si bien otras pueden mantenerse. Aunque sea bonito y romántico vivir en contacto con la
naturaleza o con la sencillez de culturas rústicas, eso ya no es posible en la ciudad moderna.
La cultura puede evolucionar respetando los valores antropológicos intangibles, como son el
valor de las personas, la importancia de la familia, la necesidad de tiempo libre de reposo y
reflexión, el culto religioso, los tiempos de la formación.

4. Globalidad. Unas áreas repercuten en otras y esto debe tenerse en cuenta. La


globalidad a la que aludimos no es sólo ecológica, sino personal y familiar, con relación a todos
los niveles sociales y atendiendo al bien de otros países y a todas las dimensiones humanas. La
empresa tecnológica que sólo está interesada en el éxito comercial y no considera el resto de
8

las necesidades humanas y sociales, cuando alcanza una envergadura nacional e internacional
acaba por ser nociva.

5. Adecuación prudencial. Esta característica vale siempre que se tengan que aplicar
procedimientos generales a la praxis concreta personal, adecuándose a las circunstancias,
modalidades de los destinatarios, tiempos, disponibilidades. Hay que contar con los tiempos de
maduración, con los posibles riesgos, con la debilidad de las personas. La pura aplicación
técnica se plantea para la producción de objetos físicos, pero cuando la técnica llega a las
personas o tiene que ver con tareas cuyos destinatarios son personas, si se desea emplear la
tecnología de un modo humano es necesario contar con la prudencia, que vuelve razonables y
no rígidos a los proyectos prácticos (en educación, medicina, enfermería, gestión de personal,
etc.).

6. Dignidad personal. El hombre que trabaja es persona y no puede ser tratado como
un instrumento útil, como sucedía en el antiguo esclavismo. El trabajo técnico somete a las
personas a las exigencias objetivas derivadas de su tarea (horarios, riesgos, fatiga, desgastes,
privaciones), pero no de un modo absoluto, como si las personas fueran un recurso laboral o
un material de uso. El trabajo es para el hombre y no el hombre para el trabajo.

Estos criterios y muchos otros que podrían explicitarse se apoyan en el principio general
de que la tecnología tiene que estar centrada en el servicio a las personas y no puede ponerse
como un fin en sí mismo. El universo tecnológico supone un conjunto de instrumentos y una
serie de rutinas. No se deshumaniza si no ahoga a la vida y a las personas, no de un modo
minimalista, sino promoviendo su dignidad, su calidad de vida, su expansión, su creatividad,
sus actos personales y los aspectos decisivos de su vida (su gestación, nacimiento, educación,
vejez, muerte).

De todo esto se concluye que la humanización de la tecnología es un punto central en


lo que podría llamarse la filosofía de la técnica. Esta es parte de la filosofía del trabajo, y ésta
a su vez es uno de los capítulos más importantes de la antropología.

También podría gustarte