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Facultad de Educación
Instituto Interdisciplinario en Pedagogía y Educación
Teoría de la Enseñanza
Por modelo didáctico (Reigeluth, 1983; Joyce y Weil, 1980) se entiende una
representación selectiva de los elementos esenciales del fenómeno didáctico, que nos
permite describirlo y explicarlo en profundidad. También se suele entender por modelo
didáctico una ordenación racional que interpreta, explica y dirige los fenómenos del aula,
desde una teoría subyacente (paradigmas conductual, cognitivo, contextual.. .). El modelo
didáctico es intermedio entre el paradigma o teoría y la forma de hacer práctica o método
didáctico.
En este caso, el modelo (en este caso, didáctico) consiste en la ordenación racional
de recursos (materiales, textos, objetos a utilizar en la enseñanza), técnicas (motivadoras,
individualizadoras, socializadoras...) y procedimientos (analíticos, sintéticos, inductivos,
deductivos, intuitivos...).
Por otro lado, hablamos de modelos didácticos como sistemas al entender cada
modelo como un conjunto de elementos que interactúan y tienden a unos objetivos.
Ningún elemento actúa por sí mismo. Su actividad influye y depende de los demás. Pero
no son sistemas cerrados, sino abiertos a nuevas perspectivas y dimensiones en función
del contexto de aula, centro y entorno. Entendemos la enseñanza como un ecosistema,
en el marco del paradigma Socio-cognitivo.
Los elementos, que se incluyen en todos los modelos son habitualmente estos:
evaluación inicial, objetivos, contenidos, metodología-actividades y evaluación.
Pero no todos estos elementos se entienden de la misma manera por los autores, ni
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su filosofía de fondo es la misma. Por tanto, desde su simple lectura resultan tan
ambiguos e incluso equívocos.
Para ampliar estas ideas pueden leerse las Obras de Escudero (1982, 1992), Joyce
(1985), Kemmis y Taggart (1988), Goodson (1988), Eisner (1993), Román y Diez
(1994,1999), entre otros.
Uno de los problemas principales que se puede plantear en relación con este
enfoque es la dificultad para relacionar las lógicas tan distintas del conocimiento científico
y del conocimiento de los alumnos; pero, de hecho, esto no llega a ser un problema para
esta perspectiva, ya que no tiene en cuenta el conocimiento de los alumnos ni como punto
de partida ni como obstáculo para la construcción de nuevos conocimientos. Otro
problema, conectado con el anterior, sería si se puede considerar el conocimiento científico
como el único referente epistemológico para el "conocimiento escolar".
Con la evolución social -aunque siempre con retraso- la escuela tradicional ha ido
dejando en el camino los aspectos más externos que simbolizaban "lo tradicional como
obsoleto" (Trilla, 1996): determinadas costumbres como el castigo físico, los modales
rancios y desfasados, los métodos de enseñanza acientíficos basados en el mero verbalismo
y la repetición, los libros con contenidos demasiado anticuados con respecto al desarrollo
científico, el mobiliario arcaico y el ambiente arquitectónico disfuncional... y, por
supuesto, los antiguos planes de estudio; y ha ido adecuándose, también externamente, a
los nuevos requerimientos de las sociedades industriales avanzadas, cambiando el
currículum, los edificios, los libros de texto, etc., etc., pero sin modificar sus verdaderas
funciones básicas, sin replantear a fondo su finalidad y -coherentemente- sin cambiar
tampoco en profundidad la formación de los enseñantes. Se ha buscado, por tanto, una
escuela más moderna, más técnica (Gimeno Sacristán, 1982), pero igualmente garante de
la función de reproducción social que la sociedad, supuestamente, espera de ella.
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Teoría de la Enseñanza
Modelo didáctico tecnológico
Hay que reconocer, en todo caso, que este modelo didáctico supone un avance, con
respecto al modelo tradicional, que va más allá de lo meramente formal, pues hay cambios
de fondo, aunque sean limitados e incompletos, visibles en aspectos (que hay que
interpretar desde la "ilusión eficientista") como los siguientes (Porlán y Rivero, 1998): se
incorpora la idea de programación como un instrumento profesional imprescindible; se
hace más explícito lo que se pretende conseguir (los objetivos), sin dejar que quede como
mero implícito; se "modernizan" los contenidos escolares tomando como referencia la
actualización disciplinar; se reivindica la idea de "actividad" de aprendizaje del alumno; se
pretende una evaluación "objetiva" (imparcial, basada en datos) del alumno, incorporando
cierta "medición" de procesos (pruebas iniciales y finales, por ejemplo)... Comparte, sin
embargo, este modelo con el tradicional un absolutismo epistemológico de fondo, según el
cual hay una realidad científica "superior" que constituye el núcleo del contenido que ha de
ser aprendido. Y ello constituye la base de la "racionalidad instrumental", cuyo uso
abusivo como principio universal explicativo de la realidad y rector de los
comportamientos ha sido duramente contestado desde la epistemología más reciente
(Porlán, 1993; Pérez Gómez, 1994).
Este modelo educativo hunde sus raíces, en definitiva, en las ideas roussonianas
acerca de la bondad natural del hombre y de las disposiciones naturales del individuo hacia
el aprendizaje. La escuela, en ese sentido, lo que tendría que hacer es facilitar lo más
posible el proceso de aprendizaje "natural" de los niños, por ello habría que respetar su
desarrollo espontáneo. En cierta manera es una pedagogía de la "no intervención", del
paidocentrismo, de la importancia del descubrimiento espontáneo y de la actividad del
alumno en general. El punto más débil de este enfoque es su carácter idealista, pues no
tiene en cuenta que el desarrollo del hombre, tanto individual como colectivamente, está
condicionado por la cultura; parece ignorar, asimismo, que vivimos en una sociedad de
clases y, por tanto, desigual social, económica y culturalmente, por lo que abandonar el
desarrollo del niño a un supuesto crecimiento espontáneo es "favorecer la reproducción de
las diferencias y desigualdades de origen" (Pérez Gómez, 1992c).
Habría que destacar, no obstante, que gran parte de los movimientos pedagógicos
renovadores de los siglos XIX y XX han bebido básicamente en la filosofía general
inspiradora de este modelo, cuyas aportaciones aún habrán de ser sopesadas más
serenamente, sobre todo en cuanto a su papel de caldo de cultivo de otras alternativas más
elaboradas, basadas en la idea de investigación escolar. Aparte del influjo básico de
Rousseau, esta corriente pedagógica se nutre de las aportaciones de Piaget. En efecto, al
interesarse casi exclusivamente por el carácter de aprendices de los niños y por sus
procesos de maduración espontánea, se presta una especial atención al desarrollo de las
destrezas formales del pensamiento, quedando en segundo término el contenido,
propiamente dicho, del pensamiento, lo que constituye, en todo caso, una interpretación
sesgada del enfoque piagetiano, pues el razonamiento y la capacidad de pensar no son
actividades formales independientes de los contenidos con que se ejercen, contenidos que
vienen mediados por la cultura. También tiene la filosofía espontaneísta una estrecha
relación con las pedagogías relacionadas con el entorno, especialmente las de Decroly y
Freinet.
Como puede apreciarse por esta escueta descripción, se trata no tanto de un modelo
identificable en la realidad escolar cuanto de un modelo deseable, que, en todo caso, es
considerado en el Proyecto IRES como una referencia-marco para el análisis del desarrollo
de la enseñanza y para la orientación de la intervención profesional. Así, pues, en relación
con la cuestión planteada al comienzo acerca de la necesidad de construir una "escuela
alternativa", asumo la hipótesis de que es posible la transformación de la escuela existente
(trabajando en el espacio dialéctico de la reproducción-producción) y de que esa
transformación puede ser orientada por un modelo didáctico alternativo, como el que acabo
de esbozar.
a).- Por los métodos deductivos se trata de acceder sobre todo a los contenidos
conceptuales, y la Escuela Clásica privilegia los contenidos sobre los métodos,
entendiendo el aprendizaje como un saber, sobre todo de tipo conceptual.
b).- En la Escuela Activa priman los métodos o formas de hacer sobre los
contenidos, entendiendo el aprendizaje más como un saber hacer. En la actualidad
ambas situaciones están sometidas a una profunda revisión, proponiendo un modelo de
escuela centrada sobre todo en el desarrollo de capacidades y valores, por medio de
contenidos y de métodos. De aquí que los contenidos y los métodos no sean fines en sí
mismos, sino medios para desarrollar la cognición y la personalidad.
Los métodos didácticos surgen cuando aparece la escuela (alguien pretende enseñar
algo a los demás) , tanto formal como informal, tanto espontánea como institucional. Los
sofistas (s. Va. C.) utilizaban técnicas didácticas propias. Su metodología estaba centrada
en la especulación y el raciocinio, partiendo de este axioma: "la medida de todas las cosas
es el hombre" (Protágoras). Su método consistía en el diálogo, el debate y la discusión, a
partir de la búsqueda y posible solución de contradicciones existentes en la realidad. La
plaza pública era su sede escolar y la palabra el recurso didáctico primordial.
La Escuela Activa (Escuela Nueva) surge en Europa a finales del siglo XIX, como
una clara confrontación con la Escuela Clásica. Se va ha privilegiar lo inductivo sobre lo
deductivo, los métodos o formas de hacer sobre los contenidos. Se considera prioritario el
saber hacer (pensar con los manos) desplazando el saber (conceptual) Se prioriza la
actividad práctica frente a la reflexión teórica.
Esta nueva metodología supone una auténtica revolución para la enseñanza de las
ciencias de la naturaleza en las universidad incluso en la escuela, y ello revolucionará la
metodología didáctica. Recordemos los problemas de Galileo con la Iglesia y la
Inquisición con una fuerte influencia social, de aquí que su metodología se desarrolle con
mucha lentitud.
Pero es Comenio quien en su Didáctica magna (1640) dará nuevos pasos a partir
de este principio: "todo el saber hay que enseñarlo a todos" (pansofía), concretado en estas
líneas metodológicas:
Intuición: Percepción inmediata del mundo físico y moral (educación a partir de los
sentidos).
. No son libros ni palabras lo que conviene a la sensibilidad de los niños. Desde que
comienzan a distinguir los objetos, se interesan por todos ellos y es conveniente que se les
muestren los más variados posible, con el propósito de estimular las operaciones infantiles;
las sensaciones se convierten en ideas y es importante que las primeras sean ricas y
abundantes. Por ello la enseñanza se ha de basar en la observación y la experimentación.
. El manejo de los objetos ayuda al niño a distinguir el yo del mundo que le rodea. La
idea de espacio, lugar y distancia la desarrollan y adquieren gracias al movimiento...
. La educación debe partir del interés de los niños. El interés actual es el gran móvil de
la pedagogía, el único que lleva lejos y con seguridad. La educación que no se base en el
interés está condenada al fracaso.
Dewey en el proceso experiencial distingue dos fases: la fase pasiva, por la que el
alumno experimenta el entorno, y la fase pasiva: en la que tras comprobar los efectos de la
prueba, llega al descubrimiento consciente de las consecuencias existentes en la misma:
"Aprender por experiencia es establecer una conexión hacia atrás hacia adelante entre lo
que nosotros hacemos a las cosas y lo que gozamos o sufrimos de las cosas, como
consecuencia. En tales condiciones, el hacer se convierte en el ensayar un experimento
con el mundo para averiguar cómo es y el sufrir se convierte en instrucción, en el
descubrimiento de la conexión de las cosas." (Dewey, Democracia y educación, 154.)
“La educación funcional es aquella que se funda sobre las necesidades de saber,
necesidad de buscar, necesidad de mirar, necesidad de trabajar. La necesidad, el interés
resultante de la misma, es el factor que hará de una reacción un acto verdadero." La
educación funcional es la base de la Escuela Activa.
. Ambiente natural: A partir de la vida misma, por medio del desarrollo de escuelas en el
campo.
. Educación individual en un espíritu comunitario: Se pretende desarrollar al alumno
como persona e individuo y como ciudadano participativo en la democracia.
Freinet reacciona frente a esta situación y liga la escuela a la vida, al medio social y
al entorno. La escuela para Freinet trata de ser una escuela viva pegada a los problemas
cotidianos del pueblo.
La Escuela Moderna quiere para sus alumnos actividades escolares vivas, ligadas
al interés profundo del niño. Y este interés ha de i ser sentido por él en las actividades que
realiza y ello generará dinamismo. Se trata de reforzar los impulsos vitales de los niños, de
preocuparse menos por la acumulación de conocimientos que por el' proceso de su
asimilación e integración.
El interés radical de los niños está en el trabajo y el juego o mejor aún en el trabajo
como juego. El origen de los conocimientos no es la razón sino la acción, la experiencia y
el ejercicio. Todo debe ser pasado por la experiencia de la vida y esta experiencia no puede
ser buscada sino en la acción. Y esta acción, para Freinet, se llama trabajo.
La educación por el trabajo constituye una ciencia emanada de los propios niños,
una ciencia hija de la experiencia, un pensamiento continuamente determinado por la
realidad y la acción. "El trabajo debe ser colocado en la base de nuestra educación." En
este contexto, Freinet habla unas veces del "trabajo juego" y otras del Juego-trabajo. Y
este trabajo se organiza en una serie de técnicas básicas denominadas habitualmente
Técnicas Freinet, cuya mayoría gira en torno a la imprenta escolar y los métodos
naturales: cooperativa escolar, texto colectivo, texto libre, huerto escolar, estudio del
medio local, la agenda escolar, ficheros autocorrectivos, intercambios escolares,
correspondencia escolar; dibujo libre, periódico mural, fichero escolar cooperativo,
biblioteca escolar, conferencias de los alumnos diccionario índice, talleres de trabajo,
teatro y títeres, cine, y radio, bancos de trabajo.