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com

(Viene de pág. 4) Niza, su seminario, sus escritos, para no de- rado corresponder al fin de su análisis con él. No se trata de un
cir aquí nada de su ser. fin de análisis, al menos no en el sentido de Lacan, sino de una
Comentando a Pausanias, Lacan usa el término “contribu- interrupción por sustracción del analista en posición de gran
ción”. Por allí se lee que lo que es donado es eso que se tiene, Otro. Así el amor intercambio perdurará, más allá de la muer-
lo que se refiere a su posición de sabio y de princesa. Élisabeth te de Lacan (que permanece en posición de gran Otro), luego
Geblesco y Lacan han jugado el juego de ese amor intercam- de la de Élisabeth Geblesco.
bio. Y las cosas, todavía hoy, permanecen allí. La publicación Ahora bien, si la historia ofrece diversas figuras del amor, tam-
treinta años más tarde, de las notas de Élisabeth Geblesco pro- bién atestigua de posibles metamorfosis del amor en otra figu-
longa esta relación de “provecho”7, él le conviene a ella y ella ra del amor. La actualidad parisina de octubre del 2009 testi-
a él de maneras diferentes. monia igualmente, de tales posibilidades.
Gounod, en Mireille, hace virar el amor, el amor que Mireille
La victoria de Pausanias. En los controles, en los análisis, la tiene respecto de un hombre en otra forma de amor, del cual
puesta en marcha de este amor intercambio, lejos de ser ex- el amado es ahora Dios, el amado primero, quedando el hom-
cepcional, como los partenaires pueden creerlo ¿No es más bre mal parado. Se capta, por así decirlo hondamente, cómo
bien, usual? ¿No está allí la trampa tendida por excelencia, a el amor intercambio, característico de la transferencia de Élisa-
todo análisis didáctico? ¿Pero qué es, entonces lo que en prin- beth Geblesco sobre Lacan y al cual se prestó largamente, no
cipio, permite que el ejercicio analítico adopte así el régimen pudo virar jamás en este otro amor, falible, temporalmente li-
del amor intercambio? mitado y no-exclusivo que hubiera vuelto posible y terminable
En esto también, los cuadernos de Élisabeth Geblesco son es- el análisis. Puede ser que simplemente hubiera faltado un cier-
clarecedores: el sabio y la princesa hacen causa común, consa- to tiempo. Cuando Lacan dijo a Élisabeth Glebesco “no es ne-
grarán todos sus esfuerzos, si no su ser, al psicoanálisis. O más cesario que pase algo” (p. 147) cuando incluso pasaba “algo”
exactamente, nada, viniendo del sabio psicoanalista, inocula al- que ninguna prohibición estaba en posición de reducir ¿No
guna duda en esta princesa que se presenta a él, al servicio de era, aún simplemente en su avanzada edad, sino en su muer-
esta causa, que ella supone ser igualmente la suya. te próxima que el pensaba? 
¿Dónde está el error? Consiste en una no-separación radical
del ejercicio analítico (análisis o control), de los problemas y Traducción: Graciela Graham [gracielagraham@yahoo.com]
de las apuestas institucionales. _________________
Bastante regularmente, el analista es cuestionado sobre ese 1. Sobre el libro de Élisabeth Geblesco. Un amor de transferencia. Diario
punto, de la forma más concreta. Por ejemplo: el analizante de mi control con Lacan (1974-1981), Paris, Epel, 2009.
quiere desplazar una sesión con el fin de participar de una ac- 2. «Fui criada como una princesa de Racine, tan antigua» (p. 103).
3. Pierre Michon, Les Onze, Lagrasse, Verdier, 2009, p. 32-33.
tividad propuesta por el grupo al que pertenece el analista. ¿A
4. Ella escribirá (p. 71) : «Salvo a Lacan creo que odio a todos los analistas».
qué analista va a dar la prioridad? ¿Al análisis? ¿A la actividad 5. Habla de «un campo nuevo que quería abrir con él: Estética y análisis»
elegida? O también ¿el analista va a tomar apoyo sobre el po- (p. 113). ¡Nada menos! O: «Creo que soy de hecho una informante de
der del que dispone el analizante (poder de abrirle el espacio la extraña tribu de las mujeres, y que escucha como tales» (p. 121).
de una conferencia, de proponerle realizar una presentación de 6. Cita tomada del discurso de Pausanias.
enfermos, de publicar un texto en una revista que él dirige, o 7. Lacan utiliza este término en su comentario sobre el discurso de Paus-
anias.
no sé qué otra cosa más), para empujar más adelante sus pro-
pios peones? ¿Va a instrumentalizar al analizante, por el moti-
vo de que este analizante está en posición de introducir el aná-
lisis en tal ciudad en tal país, por ejemplo?
Si Ud. vive en el Gran Buenos Aires
¿Qué sucede según la lógica de esta no-separación de las o en el interior del país puede comprar
apuestas del análisis y las del grupo analítico? Se puede, al res-
pecto, ir hasta casi formular una ley: más alguien se presenta a sus libros en LETRA VIVA
un analista (que, él mismo, no opera ese clivaje), muñido de un como si visitara nuestro local
poder (actual o en potencia), más la transferencia tendrá chance
de elegir esta figura del amor que es el amor intercambio. Utilice nuestro sistema de contra reembolso, la forma más
¿No está allí el régimen vuelto el más común del amor de rápida, económica y segura de recibir sus libros en su ho-
transferencia, ese al que el deceso de Lacan ha abierto larga- gar en un máximo de 72 hs. hábiles y abonándole la fac-
mente las compuertas? Es verdad que en otras partes, la cues-
tión ni si quiera se plantea, las entrevistas preliminares que su-
tura al cartero del Correo Argentino. Además conserva to-
puestamente deciden sobre el emprendimiento de un psicoa- dos los beneficios de comprar en nuestro local de Coronel
nálisis didáctico, anudan de entrada la apuesta analítica y la Díaz 1837, como el descuento acumulativo en su ficha
apuesta institucional. Si los grupos analíticos parecen gozar de de cliente y recibiendo junto a su pedido nuestra publica-
buena salud, ¿qué es de los análisis? ción mensual Imago Agenda. Puede hacer su pedido me-
Es posible precisar, aquello a lo que la empresa del amor in- diante nuestra página web: www.letraviva.elsigma.com
tercambio no ha dado lugar y que habría permitido que las se- donde encontrará más de 23.000 títulos especializados de
siones de Élisabeth Geblesco con Lacan advengan como se-
siones, hablando con propiedad, de análisis. Posible y desea-
todas las editoriales argentinas y extranjeras. O si lo pre-
ble, puesto que una gran confusión reina sobre ese punto, des- fiere por e-mail: letraviva@elsigma.com, teléfono o fax al
de que Élisabeth Geblesco habla de su transferencia a Lacan y (011) 4825-9034 (rotativas).
más aún, del “fin del análisis” con Lacan (p. 233). ¿Qué moti-
vo le atribuye a estas últimas palabras? Ella piensa que Lacan Av. Coronel Díaz 1837 / Ecuador 618 Tel. (011) 4825-9034
“no quiere ser más el Otro para mí”. e-mail: letraviva@elsigma.com / www.letraviva.elsigma.com
Escribe ésto el 5 de abril de 1980: el fin de Lacan es conside-

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Testimonios clínicos de Jacques Lacan

La práctica de Lacan*
militantes, ¿venía a redoblarles su alienación, o incluso a estable-
Escribe cerla de una vez por todas? Por mi parte lo que pude verificar con
el tiempo –no soy el único en haberlo experimentado– fue el aban-
Charles Melman dono por parte de sus primeros y mejores de alumnos, algunos en
melman@noos.fr quienes tenía puestas sus mayores esperanzas, y que se apartaron
de él con una argumentación que nunca quedó suficientemente
clara. Y debo decirles que siguió pasando todo el tiempo. Perso-

C
reo que estas Jornadas nos dan la oportunidad de compren- nalmente, creo que era normal. Normal, porque finalmente ¿por
der por fin quién era Lacan. qué los alumnos habrían compartido automáticamente esta suer-
Era el provocador que permitía a cada uno desplegar su te de voluntad subversiva con los riesgos que podía entrañar en
propia tontería, y medirla. El efecto podía ser el de suscitar, desde las distintas situaciones sociales que legítimamente podían espe-
luego, amor, porque nos reconocía verdaderamente en la intimi- rarse? Hoy, entre esos alumnos, hay testimonios de una cierta nos-
dad de nuestro ser, u odio, puesto que no es algo ni muy agrada- talgia por haberlo abandonado, referencias frecuentes y lo menos
ble ni muy atractivo. Ejemplo: ¿todos creen ser pequeños edipos, que puede decirse es que hay una transferencia que seguramen-
valientes y dispuestos a cualquier extremo? Pues bien, uno descu- te no ha sido resuelta y que parece dominar allí la complejidad de
bre, gracias a este provocador, que lo que le pedimos a papá es que sentimientos. En todo caso, para sus alumnos, al venir así a ocu-
nos quiera, que seamos su preferido. Para eso uno está dispuesto par el lugar de lo que sería a la vez el maestro, el ideal, el docen-
a todo, ¡incluso a feminizarse! ¿Ustedes creen que quieren ser li- te, el padre, no dejaba de suscitar, al mismo tiempo, en ellos la
bres? Les será demostrado que en realidad, lo que buscan, y lo que interrogación íntima de lo que constituía la relación de cada uno
aman es un amo, alguien que por fin les diga dónde ir, qué hacer, con esas diversas instancias; y, finalmente, tener que decidir según
cómo hacer, cómo arreglárselas; dicho de otro modo, el verdade- su entendimiento, lo que la gente no dejó de hacer. Dicho de otro
ro deseo de cada uno, el verdadero deseo es el de la servidumbre. modo, puedo por ejemplo decir: “al padre, finalmente, lo odio”.
¿Ustedes creen ser sabios, doctores? Descubren, con total clari- —¡Muy bien, de acuerdo! Pero entonces, ¿esto qué te aporta, qué
dad, gracias a este provocador, la dimensión de la propia ignoran- es lo que tenés, qué es lo que te abre? ¿De qué manera te ilumi-
cia ¿Ustedes creen ser un hombre? Y bien, terminan descubrien- na? ¿Cómo impulsa tu pensamiento? ¡El maestro, insoportable!
do cuán frágiles pueden ser las certezas en esta materia. ¿Ustedes ¡Yo quiero mi libertad de pensamiento! ¡No quiero que me adoc-
creen ser una mujer? Descubren la voracidad fálica. trinen!— ¡Muy bien! sos enteramente libre de pensar lo que quie-
Todo esto es muy atractivo. Es muy atractivo encontrarse por ras. ¿Qué pensás de eso? ¿Es interesante? Puede que no sea to-
fin con alguien que en nuestro espacio no busca curar, es decir, no talmente idiota, pero ¿es interesante? De ese modo, pues, lleva-
busca lo que exige la cultura, a saber, el olvido, la negación, la su- ba a cada uno, lo quisiera o no, a tomar efectivamente la rienda
tura de la creación –¡muy bueno, ese lapsus!– sino alguien que, de sus decisiones, de sus actos. A menudo lamentaba que las to-
en cambio, abre permanentemente esa castración, yendo así con- maran de esa manera. Pero hoy no se puede menos que compro-
tra todas las reglas de juego. Porque las reglas de juego, las reglas bar, para quienes se embarcaron en esta suerte de ruptura, que no
del juego social, las reglas del juego personal, íntimo, privado, las puede decirse que hayan obtenido el mejor beneficio. Por mi par-
reglas del juego del saber son realmente las de borrar esta castra- te, yo estaba muy atento al respecto. Como se sabe, de muchos
ción en nuestra cultura. Pues bien, hubo alguien, extraño, que les de estos hermanos mayores que queríamos, en quienes confiába-
daba la oportunidad, bruscamente, de descubrir todas esas cua- mos, con quienes eventualmente yo podía tener vínculos persona-
lidades que eran las propias y por lo tanto de conocerse hasta lo les, por quienes sentíamos afecto, yo esperaba ver lo que iba a re-
más recóndito de sí mismo. sultar de su ruptura. Pero cuando estaban por fin libres, no adoc-
Es indudable que Lacan, con esa energía tan singular que tenía, trinados, ¿acaso hicieron algún aporte a la enseñanza de Lacan,
porque era un entusiasta, estaba totalmente devorado por el cam- ya sea una oposición válida, ya sea un aporte interesante? Sería
po al que había entrado, tenía la certeza de haber sacado a la luz, difícil, creo, apuntar, recordar algo.
gracias a esa práctica tan reducida, tan sucinta que es la cura ana- Es indudable que él pensaba que una enseñanza era necesaria a
lítica, de haber sacado a la luz estructuras que eran esencialmente sus analizantes. Así lo recordó Adnan Houbballah en ocasión de su
subversivas respecto de nuestro confort, de nuestro letargo intelec- control, Lacan empezó diciéndole: “Al principio, seré didáctico”. Es
tual –con todas las consecuencias sociales que conocemos, tanto a necesaria una enseñanza, aunque más no sea para dar cuenta de
escala nacional como internacional–. Él tenía esa certeza. Y está cla- lo que no va en el sentido regular de nuestro inconsciente. Es ne-
ro que deseaba que sus alumnos fueran, a este respecto, «militan- cesaria una enseñanza a fin de lograr inscribir para el sujeto esa
tes». Este es un término que ya no se usa mucho, o que ya no tie- dimensión totalmente nueva que es la de tú puedes saber. Puesto
ne mucho peso, porque no hay militancia que no haya sido mere- que esto es exactamente lo que demuestra la mínima experiencia
cidamente recompensada con todas los desencantos que sabemos. analítica: no queremos saber, y el obstáculo es de estructura. Ese
Lacan esperaba de sus alumnos que fuesen militantes de ese proce- objeto a es lo que nos detiene, lo que nos repugna, es el límite in-
dimiento extraordinario que él actualizaba y que, por supuesto, lo soportable e intolerable. ¿De verdad, nosotros que nos creemos
apoyaran en esta subversión que él iba realizando con una intrepi- hombres o mujeres, vamos a revelarnos a nosotros mismos como
dez, un coraje y una soledad absolutamente notables. No podemos teniendo por ser un puro objeto, un nada de nada, un excremento,
olvidar que Lacan obró en momentos en que triunfaban el marxis- un residuo? Ese coso ¿es lo que me causa? Yo, que me creo el hijo
mo y el existencialismo en todos nuestros medios intelectuales, y de Dios ¡y eso es lo que me causa! ¿Eso? Reconozcamos que no se
que eran habituales las denuncias públicas al psicoanálisis, desde puede negar que era subversivo. Y no sólo eso es lo que me causa,
esas dos corrientes, desde esos dos ámbitos. Por otra parte, claro ese objeto, sino que encima me causa para nada, porque al Otro le
está, la Iglesia no iba a apoyarlo, aun cuando su discurso inaugu- importa un rábano, y lo que hay en el Otro, es la pura nada!
ral viniera de Roma (otra provocación). Por lo tanto, es realmente Hubo hace poco un coloquio al respecto con los responsables
en estado de soledad intelectual y moral, y en cierta medida con- de la IPA, para tratar justamente de ver si sobre este punto podía-
tra todos, que se comprometió en esta historia tan loca. mos entendernos. Porque cuando Lacan dice que es freudiano, no
Entonces, al esperar que sus alumnos funcionaran para él como deja de especificarlo: el pensamiento de Freud es el que estipula

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que lo que organiza la relación del individuo con el mundo es una ción de psicoanalistas que habrían sido reconocidos por un diplo-
pérdida fundamental, fundadora, esencial, organizadora, definiti- ma médico; no universitario, sino médico. Es por este proyecto que
va, irrecuperable, que es una falla lo que organiza nuestra relación Lacan, Dolto, Lagache, Favez, etc. y los principales alumnos de la
con el mundo y da origen a un sujeto que no sabe lo que quiere, Sociedad de París, cuyo presidente era entonces Lacan, se fueron,
no sabe lo que hace, no sabe lo que dice. Y es allí donde es freu- se separaron. En todo caso, por mi parte, puedo dar cuenta de que
diano, fundamentalmente freudiano, y realmente es lo que él re- en el momento crítico, el del final de su recorrido –momento par-
toma de Freud, lo que lo autoriza. ticularmente doloroso, difícil y por supuesto, completamente in-
Freud buscaba obstinadamente un predecesor, buscaba a alguien, esperado e imprevisto– puedo decir a este respecto que actué au-
un maestro, no se atrevía a presentarse como fundador, una posición torizándome de mí mismo. Al hacerlo, después de todo, no hacía
un tanto mezquina. Entonces evocaba constantemente a Breuer, a más que resolver el síntoma banal por el cual había ido a visitar-
sus maestros… Lacan, por su parte, tiene fundamentos para decir lo. Fue una situación trivial de examen, se llamaba el Concurso de
que él es freudiano y es lo esencial de Freud que reivindica. París (internat de Paris), durante el cual me había sorprendido al
No voy a extenderme demasiado. Sólo quisiera señalarles otro comprobar en mí algo que no conocía hasta ese momento: un ca-
punto. Esta formulación de Lacan: resolución de la transferencia lambre de los escritores. Tenía que redactar, en ese concurso, un
por la transferencia de trabajo; porque es efectivamente cierto que trabajo sobre un tema que yo conocía perfectamente, pero que te-
el neurótico, y es lo que lo caracteriza como tal, ese objeto no tiene nía el inconveniente de haber tenido que redactar la respuesta yo
ninguna intención de soltarlo. Se aferra a él, puesto que el Otro lo mismo, hacer de él mi propia respuesta autorizándome de mí mis-
quiere, al menos así lo cree, haría las delicias del Otro si se lo die- mo. Se trataba de una pregunta de fisiología, una pregunta de en-
ra. De modo que ni pensar en ceder algo tan valioso, ese agalma. Si docrinología a la que, como decía, había respondido autorizándo-
en el Otro no hay nadie, y yo creo que Lacan era lo suficientemen- me de mí mismo durante la preparación al concurso, porque to-
te excesivo en relación con sus analizantes como para que ellos pu- das las respuestas que había podido encontrar no me parecieron
dieran tomar realmente la medida. Si en el Otro no hay nadie, se- adecuadas. Entonces creí que yo mismo debía autorizarme de mi
guramente la transferencia de trabajo es el trabajo, la aceptación, propio saber, y la sorpresa fue comprobar que fue esa misma pre-
el compromiso de hacer circular ese objeto a, con la posibilidad de gunta que cayó en el concurso… y de encontrarme con la mayor
situar todas esas organizaciones formales que comandan el proce- dificultad, por el calambre, para redactar ese texto que, de resul-
so. Los remito, como de costumbre, a la introducción de los Escri- tas, fue muy breve… ¡y con el que obtuve dieciocho sobre veinte!
tos, a ese texto sobre “La carta robada”: no hay ahí un padre exi- Lo cual demostraba que efectivamente yo no me había equivoca-
giendo que ustedes cedan cosa alguna, es el juego del significante do en la redacción, y que el calambre vino al lugar de esa dificul-
lo que hace que haya pérdida, que haya agujero. A partir de esto, tad de no poder autorizarme de mí mismo. Sólo puedo decir que,
naturalmente ustedes deben tratar de organizarse. en esta circunstancia en que, debo decirlo por otra parte, no había
Desde mis comienzos en este medio, en 1960, cuando todavía mucha posibilidad de elegir, yo podía verificar que la cura con La-
era el ambiente simpático y agradable de la Société Française de can, en la que había tenido el “privilegio” de ser el objeto, (por el
Psychanalyse, un medio muy liberal en el que junto con Lacan y lugar que yo ocupaba con él) de recomendaciones y de sentimien-
Dolto había gente de la Universidad como Lagache, Anzieu, Fa- tos que no eran forzosamente amenos (que, en todo caso, me con-
vez-Boutonnier, etc., en este medio que me parecía muy simpáti- denaban a nunca, nunca poder comprender nada en el análisis ni
co, desgraciadamente, pude comprobar bastante pronto que pese poder salirme de él, etc.) yo podía verificar en todo caso que eso
a los compromisos con el análisis de unos y otros, lo que conta- no me había perjudicado demasiado.
ba en la institución era saber quién prevalecería, si la gente de la Estas son algunas observaciones sobre la extravagancia que nos
Universidad o Lacan y Dolto. ¡Finalmente era eso lo que estaba en habita, nuestra extravagancia, y de la cual Lacan no es más que
juego! Así estaban las cosas para un joven recién llegado, que po- la ocasión, el pretexto. Porque después de todo, para retomar un
día naturalmente sorprenderse de que los servidores de esa disci- ejemplo conocido, si soy sensible a un parpadeo suyo, la cuestión
plina, los que habían recibido la tonsura, hubieran reducido final- no es su parpadeo, sino simplemente que yo sea sensible, que me
mente todo a sus pequeños deseos privados, y narcisistas en parti- importe, que me ocupe, es de eso que realmente se trata, esa es
cular. Entonces esa fue evidentemente la primera sorpresa, el pri- realmente la cuestión. Si él da una cita a las seis de la mañana, y
mer aprendizaje, después de todo, así es cómo se aprende. Muy si el otro se precipita, como todos nos hemos precipitado, la cues-
pronto, en lo que a mí concierne, mis queridos compañeros no de- tión no es lo que era el trabajo efectivamente extenso, importan-
jaron de ponerme en claro que mi militancia era poco seria. Lacan te de Lacan, sino el hecho de que el otro se precipite contento de
me tenía completamente embaucado. ¡Pero, vamos! Todo eso era estar así, cuando aún es de noche, entre los primeros, entre aque-
mi inconsciente, yo me volvía la víctima, ¿verdad?, de una cura llos por quienes parece realmente interesarse tanto, que los coloca
que Lacan explotaba en provecho propio. Él necesitaba pequeños en un lugar de excepción. Si él llama por teléfono a las dos de la
soldados; si los tenía, la cosa andaba, y por lo demás, ¡que cada mañana, despertando sobresaltada a toda la familia, ¿a usted qué
uno se las arregle! Y sin embargo, en ese dispositivo, pude como le pasa? ¿Se pone a gritar “¡Un momento, déjeme dormir!”? ¿O
muchos apreciar su extraordinaria honestidad intelectual, su ma- están ahí, atendiendo el teléfono, diciéndose: Ah!, ¡él es realmen-
nera de no ceder, su manera de no comprometerse, su manera de te…! y luego se dan cuenta… y entonces es: Es a mí a quien…!?
no hacer trampas, y también la aceptación de esa posición desde Ustedes estaban todavía soñando, y en ese sueño, aparece el lla-
la que recibió todos los golpes, incluso de los más allegados. Pero mado de Lacan, a las dos de la matina… etc.
aparentemente era muy importante para él lo que esta práctica Pues bien, yo puedo decir una sola cosa, era una aventura ex-
le permitía descubrir y que consideraba no sin interés el tratar de cepcional. Y si hoy ella puede continuar, yo digo: ¡bravo!, digo
transmitirlo. Yo mismo lo escuché lamentarse de que finalmente “¡tanto mejor!”.
esto se haya hecho por medio del psicoanálisis, es decir, con todas Es todo. Gracias. 
las escorias precisamente transferenciales que esto acarrea, y la- _______________
mentaba no haber procedido como lo hicieron los maestros tradi- * Nota: este escrito cedido por su autor para la versión en español, se co-
cionales, es decir, por medio de la filosofía por ejemplo, y que su rresponde con la conferencia pronunciada el 16 de noviembre de 2003
acción habría sido quizá más pública y eficaz si hubiera optado por en el Amphithéatre Saint-Germain encabezando las Jornadas de la Fun-
ese medio. Desde luego, es difícil dar una respuesta… dación Europea para el Psicoanálisis
Para concluir, vuelvo a una cuestión que sigue siendo de actua-
lidad. En el ‘53, la escisión entre el grupo donde estaba Lacan y Traducción del francés: Bernard Capdevielle para Archivo Cero Traducciones
la Société Psychanalytique de Paris fue por una reglamentación del [patriciacohan@archivocero.com.ar]
psicoanálisis; la Société quería implementar un instituto de forma- Revisión de la traducción: Virginia Hasenbalg [vhsnblg@noos.fr]

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Testimonios clínicos de Jacques Lacan

De lo actual: ayer, París


omelette post-lacaniano. En un extremo, se encuentran los que
Escribe están desesperados por ser originales, entonces quieren decir-
nos que ellos encontraron que l’une bevue supera el concepto de
Isidoro Vegh
L’Unbewüsst, del inconsciente. ¿En qué lo supera? Es muy sim-
isidoro@vegh.com.ar ple, Lacan lo dice: “hoy se trata del inconsciente que yo presen-
to en mi nudo borromeo enlazado a lo Imaginario y a lo Real”.

A
comienzos de 1977 emprendí un viaje a Europa donde Y de lo que se trata es de recordar, una vez más, que no hay psi-
permanecí alrededor de cuatro meses. Un tiempo mayor cología de la profundidad, no hay “endo” ni “ecto”. Lo dice ex-
de esa estadía permanecí en París donde tuve la oportu- presamente. En el otro extremo del abanico tenemos a aquellos
nidad de asistir a unas cuantas clases del seminario que Lacan, que repiten frases lacanianas, algunos hasta con su estilo crípti-
por ese entonces, dictaba en la Facultad de Derecho, cerca del co, pero sin agregar ninguna sustancia, sin reflexión.
Panteón. El seminario se titulaba “L’insu que sait de l’une-bevue Es en este tiempo, entonces, en el que recuerdo algunas anéc-
s’aile a mourre”, homófono con “L’insuccés de l’Unbewüsst c’est dotas que podrían ser actuales. En ese entonces compartía la di-
l’amour”. Pude entonces presenciar un fenómeno del cual va- rección de la Escuela Freudiana de Buenos Aires, de la cual ha-
rias veces, y comprobé que con razón, Lacan había tomado sus bía sido fundador junto a otros, y a partir de una iniciativa de
distancias manifestando su disgusto. Cuando se abrían las puer- Oscar Masotta. Fui recibido en París junto a algunos colegas ar-
tas para el ingreso a esas clases que daba en los horarios del me- gentinos, unos que vivían allá, otros que también habían viaja-
diodía parisino, una multitud hacía irrupción desenfrenada para do, en casa de Christian Simatos que era en aquel entonces el
ocupar lugares; algunos tenían sus estrategias para alcanzar los secretario de la École Freudienne de París. Recuerdo que en esa
que parecían transformarse en sitiales. Me sorprendió y me hizo reunión habían venido, en un gesto realmente muy gentil, Oc-
ver que había allí claramente un fenómeno de masas. Comencé a tave y Maud Mannoni, Serge Leclaire, Solange Faladé, Charles
preguntarme cuántos de los que estaban podían seguir realmen- Melman, Ginette Raimbault, discípulos, en su mayoría, de los
te la enseñanza del maestro. Comprendí que no era casual que más renombrados de Jacques Lacan. Recuerdo que en esa re-
cuando al final de su charla, Lacan solicitaba preguntas –a veces unión Octave Mannoni se dirigió a nosotros, los argentinos que
lo hacía al comienzo– respondiera un silencio o una pregunta estábamos en ese momento siendo agasajados, y nos preguntó
desubicada y en raras ocasiones alguna pregunta pertinente. Re- qué hacíamos en París, para qué estábamos ahí, si en Argentina
cuerdo el epígrafe de “Televisión”, texto que publicado por Édi- había una tradición de psicoanálisis importante. Como era uno
tions du Seuil, luego se tradujo también al castellano, retomaba de los que mejor podía hablar en francés del citado grupo, me
una entrevista que se le hiciera a Lacan en el medio homónimo, atreví a responderle: “Estamos aquí, sin negar que hay una tra-
que decía “Quien me interroga, también sabe leerme”*. dición del psicoanálisis en la Argentina que tiene sus méritos,
Cuando Lacan vino a Caracas, siendo ya una persona anciana, porque reconocemos que hay una enseñanza que nos parece va-
dijo en su exposición que él se reconocía habiendo sido freudia- liosa”. Se dio una ardua discusión entre ellos, recuerdo especial-
no. “Queda en ustedes, dijo, si quieren, ser lacanianos”. ¿Cómo mente los tonos ríspidos con que se interrogaban y se contesta-
entiendo esa propuesta? Nos estaba diciendo que aprendamos de ban Maud Mannoni y Serge Leclaire. Al rato la ronda gira y Oc-
él cómo había llevado en acto su posición al reconocerse como tave, una vez más, vuelve a formular la misma pregunta: “Pero
discípulo de Freud: lo había leído en su lengua original, lo ha- por qué vienen ustedes acá, si tienen una tradición de grandes
bía leído atentamente, había sabido interrogarlo. ¿Por qué lo escritores que existe desde hace más de un siglo”. Le digo: “Sí,
digo? Este mismo seminario, escuchamos a veces en Buenos Ai- nosotros conocemos la historia de la literatura argentina. Este-
res quienes traducen su título diciendo “Lo no sabido que sabe ban Echeverría en los inicios trajo a la Argentina los ecos del ro-
de la una equivocación”. ¿De la una equivocación, existe eso en manticismo francés. Sabemos que tenemos una serie de gran-
la lengua castellana? Lacan, en el comienzo del seminario, en la des escritores, podemos nombrar a algunos: Sábato, Cortázar,
versión de Monique Chollet, la que he traído de París, la que cir- Borges. Pero nos parece que eso no se contradice, no excluye
culaba de mano en mano, aclara que es el partitivo francés. En el hecho de venir a escuchar una verdad allí donde ella se pre-
francés se dice “alcánzame del agua”, “dame del pan”. No así en senta, nos parece que la enseñanza de Lacan nos vuelve a hacer
castellano. Ahí tenemos una fórmula que llega al ridículo al re- presente la verdad freudiana, una verdad que también en Bue-
petir a Lacan sin decidirse a pensarlo. Esto ha llevado a que al- nos Aires ha tenido sus desvíos”. Sigue la charla en un ambiente
gunos discípulos prominentes en Francia quisieran hacer pasar muy amable, acompañada del rico champagne francés y los ca-
que había algo nuevo, algo que reemplazaba al L’Unbewüsst, al napés que Christian Simatos y su mujer se habían esmerado en
inconsciente. Hasta hicieron una revista en Francia que se lla- ofrecernos como agasajo. Al rato, por tercera vez, Octave vuelve
mó L’une bevue. Lacan aclara que hablar de l’une bevue es para a formular la misma pregunta: “No entiendo que hacen ustedes
ponerle un límite al deslizamiento, que siempre retorna, de que- acá, por qué vienen a buscar en otro lugar una enseñanza, ¿no
rer hacer de El inconsciente nada más que una cualidad: la in- es acaso una mentalidad de colonizados?” Ahí sí sentí que tenía
conciencia. Lo dice expresamente en los primeros párrafos de su que responder en otro tono y le dije: “Octave, me sorprende lo
seminario. En el seminario del año siguiente “Moment de con- que usted dice, usted sabe que en la Argentina estamos pasan-
clure” Lacan siguió hablando del Inconsciente. No habló nun- do un momento muy difícil con el gobierno militar, hay cosas
ca más de l’une bevue. muy graves que están sucediendo en nuestra sociedad, tenemos
¿Qué leo en este lamentable ejemplo?: uno de los extremos de un presidente de facto que dice que tenemos que respetar el ser
lo que hoy me animo a nombrar como “el omelette post-lacania- nacional y dejar de lado las ‘ideas foráneas’. Ya sé que usted no
no”. Así como Lacan se enfrentó, años después de la muerte de va a acordar con ese discurso pero extrañamente lo que usted
Freud al omelette post-freudiano, hoy nos encontramos con un está diciendo termina teniendo una lógica que (Cont. en pág. 28)

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(Viene de pág. 24) lo acerca a ese discurso chauvinista, sectario para el lazo social entre analistas y me he encontrado, a través
y hasta podríamos decir fascista. Cuando usted dice que somos de textos y de lo que he podido registrar aquí en París, que mu-
colonizados por venir acá me parece que, si no fuera usted, yo chos de los discípulos más cercanos a usted cuestionan lo que
pensaría que el que está en verdadera posición de colonialista ha formulado en la ‘Proposición del 9 de octubre’ en relación al
es usted, que cree que nosotros, como pobres colonizados, es- pase. Nosotros estamos dispuestos a hacer también en eso nues-
tas cosas no las hemos reflexionado y pensado antes de venir a tra apuesta siguiendo su enseñanza, pero quiero saber si usted
estas latitudes. En realidad, pienso, habiendo escuchado las dis- mantiene su posición o no”. Lacan, con una sonrisa pícara, me
cusiones que se dieron entre los colegas franceses, que los que empezó a preguntar si yo había ido a escuchar tal conferencia,
verdaderamente no saben cómo situarse ante la enseñanza del tal otra, si había estado en tal mesa redonda, si había leído tal
maestro para no sentirse colonizados son ustedes”. texto o tal otro de la revista Scilicet, lo que tenía que ver con el
Cuento esta anécdota para que se pueda apreciar que no era pase. Una vez que verificó que estaba al tanto de la cuestión, en
simple la relación entre analistas, ni entre los colegas franceses un tono calmo y también amable, respondió: “Quiero decirle que
en relación a la enseñanza de Lacan, ni en relación a nosotros. a pesar de todas las críticas mantengo lo que dije sobre el pase,
Nos recibieron amablemente pero el encuentro no fue sin porque ¿no le parece a usted que ganar dinero no es una razón
desencuentros y con discusiones tensas por momentos. suficiente para decir que uno quiere ser psicoanalista?” A partir
Tuve luego la oportunidad de acudir al consultorio de Lacan, a de ahí la entrevista siguió, duró como media hora, digo “como
quien le había pedido una entrevista, fui con un colega que tam- media hora” porque después charlando con otros colegas y ami-
bién estaba en ese momento en París. Cuando le pedí la entre- gos me contaron que era inusual que Lacan mantuviera una en-
vista le conté que era un psicoanalista argentino, que había sido trevista que durara tanto tiempo.
fundador de la Escuela Freudiana de Buenos Aires, que en esos Cuento estas anécdotas no como relato de una historia que
momentos estábamos en la dirección de la Escuela, y que que- fue sino por ser, más bien, cuestiones que siguen vigentes: qué
ríamos conversar con él por cuestiones que hacían a la apuesta significa consagrarse a la práctica del psicoanálisis, cómo crear
que nosotros hacíamos por su enseñanza. Nos recibió en su con- y recrear las instituciones psicoanalíticas para que no se conso-
sultorio, recuerdo la anécdota: estábamos en la sala de espera liden en una burocracia, cómo contribuir al desarrollo del psi-
donde Gloria, su secretaria, nos había dicho que esperáramos, coanálisis, tomando lo que los grandes maestros han produci-
de pronto apareció Lacan como una tromba diciéndonos en fran- do, no sólo Freud y Lacan, voy a incluir a otros grandes psicoa-
cés, pero en un tono un poco violento, por qué habíamos llega- nalistas como Ferenczi, Abraham, Jones, Melanie Klein, Winni-
do media hora tarde. Le contesté, con calma pero con firmeza, cott, y podemos seguir la serie; cómo hacerlo de un modo crea-
que de ningún modo habíamos llegado tarde, yo había habla- tivo que no desdiga de aquellos puntos nodales que definen a
do con él por teléfono y me acordaba muy bien que habíamos nuestra disciplina. Freud dijo que el núcleo de nuestro queha-
quedado que esa era la hora del encuentro, las 17.30 horas. Pi- cer es la hipótesis del inconsciente. Con Lacan decimos de un
dió disculpas, entramos a su consultorio. Por esa violencia con inconsciente enlazado a lo Imaginario y a lo Real que decide la
que nos había recibido me había quedado molesto, entonces un distribución de los goces.
poco picado por su tono le dije: “Acá estamos, quiero aclararle Ofrezco estas viñetas porque considero que sigue siendo actual
que soy médico, diploma de honor, psicoanalista, me he forma- la necesidad de conversar entre nosotros, ayudarnos para sos-
do con Pichón Rivière, y elegí no entrar a la Asociación Psicoa- tener la apuesta imposible –desde Freud sabemos que analizar
nalítica Argentina porque me he decidido a apostar por su en- es, junto con gobernar y educar, uno de los tres imposibles que
señanza. Quiero aclararle, entonces, que no lo vengo a ver a us- se encuentran en la cultura–. La historia demuestra que cuando
ted como deben hacer muchos, como si usted fuera una atrac- el analista se aísla es difícil que pueda sostenerse a la altura de
ción turística, como la torre Eiffel, estoy acá para hacerle una lo que su función y su deseo le reclaman. 
pregunta muy concreta. La apuesta a su enseñanza también im- _____________
plica una apuesta a lo que usted ha formulado como estructura *. Lacan, Jacques: “Telévision”, Éditions du Seuil, Paris, 1973, pág. 5.

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