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El planeta nos recuerda continuamente, y cada vez de forma más recurrente, que
si alteramos su equilibrio, las consecuencias son devastadoras a través de
sequías, mega incendios, inundaciones, pérdida de la biodiversidad y desastres
naturales cada vez más feroces. El cambio climático ya es una realidad y miles de
personas, animales y plantas sufren sus efectos.
La contaminación no es más que un aliciente que hace que la crisis climática
avance sin control. Nos referimos a contaminación ambiental al ingreso de
sustancias químicas nocivas en un entorno determinado. Este fenómeno repercute
en el equilibrio de dicho entorno y lo convierte en un ambiente inseguro.
El medio ambiente y sus ecosistemas sufren de manera directa los perjudiciales
efectos. Y es que la contaminación ambiental es una alternación negativa del
estado natural de los seres vivos que habitan el planeta. Las causas de este tipo
de contaminación dependen de varios agentes que varían según el ecosistema al
que afecten.
Actualmente el término de impacto ambiental se emplea mucho debido a la
preocupación por el medio ambiente. A pesar de esto, su uso es muchas veces de
forma indiscriminada y coloquial, cambiando su significado según el contexto y el
enfoque supuesto por el emisor para describir una gran variedad de conceptos
que pueden ser a primera vista iguales pero que en realidad guardan una
significativa distancia conceptual. El término de impacto ambiental se encuentra
conceptualizado y fundamentado teóricamente desde las ciencias ambientales,
Las fuentes antropogénicas que generan mayor contaminación ambiental son las
siguientes:
Tala excesiva de árboles.
Emisiones y vertidos industriales a la atmósfera y a la hidrosfera.
Extracción, procesamiento y refinamiento de combustibles fósiles (petróleo,
carbón y gas natural).
Producción de energía con combustibles fósiles y otras fuentes no
renovables.
Uso excesivo de automóviles y otros medios de transporte impulsados por
gasolina o diésel.
Uso indiscriminado de plásticos y otros materiales derivados del petróleo.
Liberación de plásticos y objetos no biodegradables en espacios naturales.
LA LLUVIA ÁCIDA
es una de las consecuencias de la contaminación atmosférica. Los gases
procedentes de la quema de combustibles reaccionan con el oxígeno del aire y el
vapor de agua, transformándose en ácidos que se depositan sobre la superficie
terrestre a través de las precipitaciones. Esta acidificación del suelo y de las aguas
superficiales tiene efectos devastadores sobre los ecosistemas y supone un grave
peligro para los seres vivos.
¿POR QUÉ SE PRODUCE LA LLUVIA ÁCIDA?
Las erupciones volcánicas, los terremotos, los incendios naturales, los relámpagos
y algunos procesos microbianos liberan dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno a
la atmósfera. No obstante, es la acción humana la causante de la mayor parte de
las emisiones de dióxido de azufre como consecuencia de la quema de
combustibles en la industria y las centrales energéticas, así como de la mitad de
las emisiones de óxidos de nitrógeno debido a los gases producidos por
los vehículos a motor. Asimismo —y aunque en menor medida—, las
explotaciones ganaderas intensivas producen amoníaco a partir de la
descomposición de la materia orgánica.
Estos tres contaminantes, que pueden ser transportados a grandes distancias
desde sus focos de origen, se oxidan en contacto con la atmósfera y dan lugar a la
formación de ácido sulfúrico y ácido nítrico. Dichos ácidos se disuelven en las
gotas de agua de las nubes y caen a la superficie terrestre mediante la
denominada lluvia ácida, que puede presentarse también en forma de nieve o
niebla.