Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Recorridos II: desde la comunicación comunitaria / Jaime Correa ... [et al.]. -
1a edición para el alumno - Ciudad Autónoma de Buenos Aires :
Universidad de Buenos Aires. Facultad de Ciencias Sociales, 2016.
Libro digital, PDF
2
Presentación de l@s autor@s
Jaime Correa (Jaime Carlos Alberto Jouanne): Seminarista y licenciado en Filosofía. Posgrado
en Educación en la Universidad Católica de Chile. Docente entre 1988 y 2000 de las cátedras:
Taller de Comunicación Comunitaria, Taller anual de la orientación en comunicación comunitaria
y Promoción de las actividades comunitarias de la Carrera de Ciencias de la Comunicación,
Facultad de Ciencias Sociales (UBA).
Nelson Cardoso: Es docente titular del Taller de Comunicación Comunitaria y adjunto del Taller
Anual de la Orientación en Comunicación y Promoción Comunitaria. Facultad de Ciencias
Sociales (UBA). Jefe de Trabajos Prácticos en Comunicación Comunitaria, Depto. Humanidades
(UNLaM). Lic. en Ciencias de la Comunicación (UBA). Co-director de EDUPAS, asociación civil
de Educación y Comunicación.
Ianina Lois: Es docente adjunta del Taller de Comunicación Comunitaria y del Seminario de
Comunicación e Intervención en lo Social (UBA); Doctoranda en Sociología (IDAES-UNSAM),
Mg. en Género, Sociedad y Políticas (FLACSO); Lic. Ciencias de la Comunicación (UBA).
Mirta Amati: Docente Adjunta a cargo de la materia Promoción de las Actividades Comunitarias;
Dra. en Ciencias Sociales, Mg. en Comunicación y Cultura; Lic. en Cs. De la Comunicación
(UBA).
Diego Jaimes: Fue Docente del Taller Anual de Políticas y Planificación de la Comunicación. Es
licenciado en Ciencias de la Comunicación de la UBA.
3
Índice
6-Prólogo
Diego De Charras
Gladys Cean
74-Etnografías Comunitarias.
Juan Isella; Pablo Miotti
90-Comunicación e incomunicación.
Jaime Correa
4
5
Prólogo
Bajo un sesgo liberador
Diego De Charras
Director de la Carrera de Cs. de la Comunicación
FSOC- UBA
6
7
Intervenciones desde el Taller de Comunicación
Comunitaria,
20 años de diálogo entre la Universidad y las
organizaciones sociales
Nelson Cardoso
Para la exposición elegí los siguientes ejes propuestos por los organizadores:
Comunicación comunitaria ¿Qué cambios experimentaron estas nociones en
las dos últimas décadas? ¿Qué acontecimientos y procesos históricos fueron
determinantes en esa evolución a nivel nacional y regional?
4. Desafíos a futuro.
Desde que existe el taller (primera cursada de la cual fui un integrante, año
1989), con su titular de aquel entonces Jaime Correa quien fuera también el
titular del TAO de Comunitarias y coordinador de la Orientación, se desarrolla
esta experiencia práctica que significa la columna vertebral del taller.
El Trabajo de Campo es obligatorio y se realiza en equipos de estudiantes
guiados por un docente.
La selección de las organizaciones donde realizar las prácticas son en
algunos casos sugeridas por la cátedra (producto de acuerdos previamente
hechos) y también propuestas por los mismos alumnos.
El taller es teórico/práctico. El objetivo no solamente es realizar una práctica
comunicacional novedosa y por fuera de la Universidad, sino también
conceptualizar dicha práctica. Es decir ir a la teoría desde la propia práctica.
Desarrollar competencias analíticas de acuerdo a los procesos
comunicacionales que presentan las organizaciones.
En el taller estudiamos acerca de la conformación del campo de la
Comunicación Comunitaria, la metodología de intervención desde el marco de
9
la Investigación Acción, el Diagnóstico Social y Comunicacional, la
sistematización, la Planificación de proyectos de comunicación de manera
participativa, el grupo, la Educación Popular y técnicas Participativas
grupales, entre otros trayectos conceptuales.
Existe una profunda valoración de los estudiantes por este espacio y por la
oportunidad que presenta de realizar una práctica en un contexto real y
concreto: “salir de la burbuja universitaria al mundo”. Es una posibilidad o
ejercicio de salir de la Universidad y posicionarse como comunicadores ante
extraños por primera vez.
Contexto:
Contexto:
Contexto
14
-Proyectos de radios y canales de TV comunitarias impulsadas por
asociaciones y centros culturales.
Resultados alcanzados…
-Valoración por parte de los estudiantes del taller porque permite “salir de la
academia y enfrentarse a los contextos reales”. Los estudiantes de
Comunicación luego de cursar durante varios años materias teóricas,
encuentran que el Taller les ofrece la posibilidad de salir de la burbuja
universitaria y la oportunidad de encontrar otro sentido al campo de un futuro
profesional de la comunicación.
El decir el Taller rompe, con lo que denomino “síndrome de la “claustrofobia
académica”. Este es un aspecto novedoso y por todos/as valorado.
Algunas conclusiones…
4. Desafíos a futuro
-La nueva Ley de Medios de SCA, es el piso desde donde tenemos que
pararnos para promover una cultura democrática, pluralista y participativa; y
no que reproduzcamos los mismos vicios (individualismo, monopolios,
“sálvese quien pueda”, intereses mezquinos) desde el viejo decreto de Ley,
pero ahora amparados por una normativa de avanzada y progresista.
17
Bibliografía
18
19
30 años de Comunicación Comunitaria: algunas memorias y
varios horizontes
20
aunque no siempre ni del mismo modo “tomen la palabra”, aunque muchas
veces sus voces sean “murmullos” que luchan por constituirse en palabras
(sumado a que a veces nuestras voces “tapaban” las de ellos). También se ve
como superada la discusión sobre si los medios comunitarios deben ser o no
masivos, si bien se trata de “otra comunicación”, opuesta a la hegemónica, si
no busca la masividad no va a lograr sus objetivos, no va a instalar agendas o
temas ni visibilizar voces y actores. Del mismo modo, se criticó aquellas
posiciones que comprenden a la comunicación como un espacio neutro que
impulsa y produce relaciones transparentes y racionales en los grupos y las
organizaciones, dado que como sostiene Jorge Huergo (2004: 5). “la
comunicación está atravesada por la confusión, el malentendido, la
desigualdad, la agresión y la violencia”.
Si bien se puede sostener que hay acciones comunitarias desde siempre:
desde que existen las comunidades, se trata de un término que emergió
históricamente y que fue cambiando a través del tiempo. Como recién
señalamos, hay una historia que fue configurando distintas modalidades y
tradiciones de comunicación comunitaria.
Así, en esa historia y en el contexto latinoamericano, se sistematizaron
algunas experiencias fundacionales del campo de la educación popular y la
comunicación alternativa que resignificaron lo comunitario. Formas de
desarrollar proyectos basados en la relación interpersonal y el conocimiento
mutuo, la cohesión, el compromiso, el afecto… con una mirada crítica, de
denuncia ante las injusticias del mundo, provengan de los gobiernos, de las
instituciones, de los sectores económicos, los medios masivos o la cultura
hegemónica. Una apelación al activismo y la militancia en general microsocial
ya sea barrial, local, sindical, un tipo de acción social directa, vinculada al
territorio, que los mismos sujetos pueden producir (y no sólo reproducir), que
busca articular diferentes propuestas locales; trabajar en red; ampliar sus
horizontes.
Dentro de esa historia de la comunicación comunitaria, de la búsqueda de
nuevos horizontes para lograr modificar las lógicas comunicativas
dominantes, podemos considerar la creación de nuestra carrera. Por un lado,
porque se trata de una comunidad, la universitaria; por el otro, porque desde
su inicio tuvo en cuenta “lo comunitario”: el vínculo con las organizaciones y
movimientos sociales. Respecto del primer aspecto, nuestra carrera se creó
en el contexto democrático, la reciente salida del periodo dictatorial hizo que
se alentaran propuestas y proyectos de disciplinas que habían sido
desplazadas durante la dictadura, incluida la creación de la Facultad de
Ciencias Sociales, tres años más tarde. Muchos docentes volvieron del exilio
y pudieron proponer temáticas y métodos que buscaban recomponer los lazos
sociales que el golpe había cortado y que, en ese contexto, eran necesarios
para la transición democrática.
21
Por otra parte, los recuerdos fundacionales dan cuenta de un relato que –si
bien mítico- refiere a un proyecto y deseo colectivo que por la propia acción
logra institucionalizarse: varios alumnos hicieron el CBC para sociología (unos
200 en el año 1985) pero al enterarse de la posibilidad de la nueva carrera
reclamaron la apertura de la misma que efectivamente se creó el 15 de abril
de 1986, bajo la dependencia del rectorado y sin edificio ni lugar propio (hay
varios testimonios al respecto en Sternik: 2006, como los de Guillermo
Mastrini, uno de los primeros tres graduados y Director de la carrera en dicho
año, en que le realizaron la entrevista, y de Eduardo Vizer, primer Director).
Un proceso similar se dio con Ciencias Políticas y Trabajo Social.
De este modo, la creación de nuestra carrera se da como consumación de
proyectos y de una historia social de la comunicación en Argentina. La
primera está ligada a prácticas de oficios: en general ligadas a la prensa y el
periodismo.2 La segunda, aparece ligada a investigaciones “pioneras” sobre la
comunicación (cultura de masas y cultura popular, industrias culturales,
procesos comunicacionales latinoamericanos…) realizados desde otras
disciplinas y carreras (sociología, semiología, crítica literaria, estudios
culturales…). Aquí aparece una tradición de prácticas u oficios –que con la
nueva carrera se profesionalizaron- y otra, de investigación científica y
académica –que se planteaba la necesidad de repensar teorías, métodos y
problemas hasta ese momento pasados por alto, muchas de las cuales tenían
que ver con la realidad latinoamericana-. Entre esos dos extremos, ¿dónde se
ubicaba la comunicación comunitaria? Si bien tiene un fundamento filosófico y
epistemológico que la constituye como científica y académica (como lo
demuestran los trabajos de Paulo Freire y los de Jesús Martín Barbero, entre
otros) la impronta práctica de la investigación-acción y de la intervención
siempre fue su mayor característica. Sin embargo, se trataba de una práctica
muy distinta al “oficio del periodismo” y muy distante al “cientificismo y
academicismo” (aunque no abandona estos espacios, como lo demuestra la
producción y el trabajo en universidades de los referentes antedichos).
Así, en el decreto de fundación de 1985, la carrera se propone el siguiente
objetivo:
“(…) brindar un escenario de análisis y estudio, de experimentación y
formación para aquellos que quieren participar en el noble ejercicio de ayudar
a mejorar la calidad de la información, y el nivel de comunicación humana,
institucional y masiva, sin las cuales ningún valor humano y ninguna sociedad
auténticamente democrática podrá ser viable. Sin información no hay
sociedad posible.” (VVAA 1995: 25)
2
Fue en la década del ’30 que se crearon la Escuela Argentina de Periodismo y el
Instituto Grafotécnico en la Capital Federal, la Escuela de periodismo en la Plata, a las
que se sumaron –en los ’60 y ‘70- las Escuelas de Publicidad y Relaciones Públicas de
la Universidad del Salvador y la de Lomas de Zamora.
22
A diez años de la creación de la carrera en la UBA, la revista Causas y
Azares (VVAA: 1995), le dedica un número especial. Allí se plantea que en
ese objetivo fundacional podemos ver la huella del contexto político de
creación: la creencia en la transformación del “desnivel informativo” a través
de la formación de “cuadros” y el reconocimiento desde esa etapa inicial de
una concepción de la comunicación que no se restringe a los medios
masivos. Por eso refiere a “la comunicación institucional y humana” que se
“lee como interpersonal y grupal” a pesar de considerarla como “una buena
intención nunca confirmada por la carrera y su diseño curricular” por lo menos
en esa primera década de vida. Aunque sólo fuese un reconocimiento tardío y
formal, “coronaba el trabajo de la comunicología argentina de más de 20
años” y una “preocupación por conectarse con movimientos sociales y
organizaciones afines”.
Como todo proceso de institucionalización, la creación de la carrera supuso
incorporar y clasificar, es decir “disciplinar” un campo de conocimiento y de
intervención sobre lo real. Las orientaciones dan cuenta del ordenamiento de
ese campo, ya que están pensadas más que como “especialización” como
“orientación” es decir “apertura” a ciertas temáticas y métodos, lo que no
excluye articulaciones entre ellas.3 De hecho en 1994 se fusionaron las
orientaciones de Comunicación Comunitaria y Políticas y Planificación, entre
otras cuestiones por el escaso número de alumnos en un contexto de
privatización y la escasa participación frente al impacto de la política
neoliberal (VVAA 1995: 38). Según Jaime Correa, hasta un tiempo antes
coordinador de la orientación, el Comunicador Comunitario se definía por la
capacidad de “organizar una campaña de prevención en salud en cualquier
ámbito” o “dirigir la elaboración de materiales específicos adecuados a las
características socioculturales de la comunidad a la que está destinada”
(VVAA 1995:41). Para esto, la carrera necesitaba más trabajo de campo,
prácticas profesionales, contactos institucionales, redes; en fin: “crear
enclaves en la comunidad orientados al desarrollo”. Correa también
encontraba esa característica al interior de nuestra institución, carente de
equipos o redes que trasciendan las cátedras y con un fuerte énfasis en “lo
3
La carrera cuenta con 5 orientaciones: Periodismo, Procesos Educativos, Opinión
pública y publicidad, Políticas y Planificación y Comunicación y Procesos
Comunitarios. Varias materias son comunes y otras específicas: en el caso de la
orientación en Comunicación Comunitaria se cursa el “Taller cuatrimestral”, el Taller
Anual de la Orientación (TAO) y las materias Metodología del Planeamiento,
Promoción de las Actividades Comunitarias (PAC), Análisis Institucional,
Comunicación y Educación y una optativa de las demás orientaciones o de los
Seminarios optativos (ver http://www.uba.ar/download/academicos/carreras/lic-
cscomunicacionsocial.pdf (consultado el 28 de mayo de 2015).
23
mediático masivo y lo teórico puro”.
En líneas generales, las materias que abordaron la comunicación comunitaria
partieron de una perspectiva teórico-práctica que problematiza las formas en
que los sectores populares, sus organizaciones, grupos y comunidades
(trabajadores, campesinos, vecinos/as de los barrios, integrantes de
organizaciones y movimientos sociales y de base territorial, pueblos
originarios, sindicatos, cooperativas, entre muchos otros) despliegan
estrategias de comunicación que intentan producir sentidos propios, en el
marco de situaciones desiguales de poder. Una perspectiva que entiende que
la comunicación es una dimensión indispensable para el desarrollo de
cualquier actividad comunitaria, social o política en el territorio. Las
organizaciones sociales y comunitarias, como así también los organismos
estatales, precisan desplegar acciones para construir y fortalecer su identidad
organizacional, generar y disputar sentidos sobre las temáticas que les son
propias en el espacio público, consolidar y fortalecer su imagen pública, hacer
visibles sus reclamos, optimizar la organización interna y mejorar los vínculos
con la comunidad y con otras organizaciones.
No son tantas las universidades (a nivel nacional, estatal o privado) que
incorporan dentro de la carrera de comunicación la perspectiva de
comunicación comunitaria, como una dimensión del desarrollo profesional. De
esta manera, con esta orientación, la carrera ofrece un perfil de egresado
distinto al tradicional (más ligado al periodismo y a los medios masivos de
comunicación). La posibilidad de realizar trabajos de campo, como una forma
de intervención social desde una perspectiva comunicacional, constituido por
un proceso de síntesis entre la teoría y la práctica en organizaciones sociales,
es una de las prácticas altamente valoradas por los estudiantes. 4 En estas
evaluaciones se resalta el valor y riqueza de las diferentes intervenciones
realizadas por los estudiantes, sobre todo por la posibilidad de reflexionar al
interior de las mismas organizaciones y repensarse en sus propios procesos
cotidianos. Se valoriza la coproducción del conocimiento, la instancia de
producir en conjunto acciones de planificación, cuestión que se señalan como
superadoras de la mera extensión, del “venir a hacer algo y/o dejar algo en
los grupos donde se interviene”. Se destaca la capacidad de transformar y ser
transformado a medida que avanzan los trabajos de campo. Estos
desplazamientos posibilitan no solamente que se produzcan articulaciones
educativas allí donde no se habían pensado, sino que se producen
emergentes que deben ser rescatados como parte del trabajo realizado.
Pero también –en estas historias/memorias de los 30 años de la carrera- hay
críticas, tanto de los mismos alumnos y docentes como de las organizaciones.
4
Según surge, por ejemplo, de las evaluaciones regulares y sistemáticas realizadas al
finalizar la cursada del Taller Cuatrimestral de Comunicación Comunitaria, cátedra
Cardoso.
24
En el 2009, un grupo de estudiantes5 que estaban cursando la orientación
plantearon al entonces director de la carrera, Alejandro Kaufman, una “serie
de disconformidades” ante las cuales los docentes de la orientación se
reunieron para elaborar lo que en la actualidad son modificaciones del plan de
estudios. Entre las críticas, se encontraban las siguientes:
“Si bien las materias de la orientación exigen la lectura de una buena cantidad
de material bibliográfico, el nivel de sus contenidos teóricos son de escasa
profundidad, no acordes al nivel de estudiantes próximos a terminar una
carrera universitaria. En muchos casos, en lugar de darle una importancia
central a la realización práctica de la comunicación comunitaria, se reiteran de
manera superficial planteos ya trabajados en materias del tronco común. A
esto se le agrega que las materias están desarticuladas, provocando que sus
contenidos se repitan en lugar de complementarse (…) [y que] falta de un
espacio de reflexión sobre las posibilidades reales y concretas de salida
profesional. En algunos casos incluso parecería considerarse a la
comunicación comunitaria como un voluntariado, quedando fuera de la
cursada la discusión respecto a las formas y los medios para conseguir
financiamiento para los proyectos. ”
Propuestas extracurriculares
8
Ver http://eci.sociales.uba.ar/2011/06/20/intervenir-para-transformar-primeras-
jornadas-de-comunicacion-e-intervencion-social-y-politica/ (consultado el 28 de mayo
de 2015)
28
de la Ley 26.522 coordinando acciones con los representantes de las
universidades en el Consejo Federal de Comunicación Audiovisual y con los
medios del sector sin fines de lucro.9
El otro eje concreto de intervención tuvo que ver con generar una publicación
que abordara estas cuestiones a través de artículos, entrevistas y ensayos.
Es así que surgió Territorio, cuyo número 3 se encuentra en preparación. En
su número inicial se planteaba:
32
Bibliografía
Bráncoli, J. (2010): Donde hay una necesidad nace una organización. Buenos
Aires: Ediciones CICCUS.
Cardoso, N., I. Lois, I.; Hurovich, I.; D. Cabrera; I. Campo; M. Gómez; J. Isella.
(2009): Apunte general del Taller de Comunicación Comunitaria disponible en
(consultado el 28 de mayo de 2015)
34
35
Trayectorias comunitarias, experiencias y aprendizajes de
los estudiantes de comunicación a partir del trabajo en
campo.
36
pocos años después (1991)11. Este hecho, además de brindarle un marco
institucional a numerosas experiencias, que desde distintos ámbitos se
desarrollan, también impone la tarea de pensar y repensar el campo mismo
de la Comunicación Comunitaria y, derivado de esto, el perfil profesional del
comunicador (Escobar, 2011).
15
FREIRE, Paulo;(1970). Pedagogía del Oprimido, Siglo XXI, México.
16
Gall, Emanuel y Fontdevila, Eva (2008) “ABROJOS”. Manual de Periodismo y Comunicación
para el trabajo Comunitario. 1ra. Edición. Tucumán. pág.9.
38
consolidar esta etapa17.Una vez que el grupo considera que agotó las
instancias de conocimiento mutuo (diagnóstico de situación) se da paso a un
segundo momento, el de acuerdo o formulación del proyecto. Es en esta
etapa en la que se decide qué es lo que se va a hacer en base a una
problemática en el aspecto comunicacional, que puede ser abordada y
trabajada por los y las estudiantes que será traducida (enunciada) en un
proyecto comunicacional. Es en la instancia de implementación (tercera
etapa) en que todo lo anteriormente enunciado, se pone en práctica: cada
quien (estudiantes e integrantes de la organización), conociendo la tarea que
le toca, pone todo lo mejor de sí para el cumplimiento de los objetivos
planteados. En estos años de Taller, se han implementado una variedad
importante de proyectos: talleres educativos, dinámicas grupales,
diagnósticos participativos, grupos de reflexión y discusión, asambleas,
talleres de expresión, actividades terapéuticas, encuestas; producciones
gráficas, sonoras y audiovisuales (boletines, revistas, carteleras, periódicos,
murales, gacetillas, materiales didácticos; música y canciones, entrevistas,
programas de radio; videos documentales, institucionales o ficcionales);
planificación y gestión de la comunicación interna y/o externa en
organizaciones y redes sociales (ámbitos comunitarios, institucionales, del
espacio público o productivos); etc.18
Teniendo en cuenta que los pilares o “las patas” que sostienen nuestro campo,
el de la comunicación comunitaria, son la educación popular y la investigación-
acción, una de las herramientas que utilizamos en nuestros encuentros con los
estudiantes y que sugerimos que utilicen en alguna instancia de su trabajo de
campo, es la utilización de técnicas participativas. Siguiendo a Laura Vargas
(1984)19 entendemos que las mismas permiten desarrollar un proceso colectivo
de discusión y reflexión, colectivizar el conocimiento individual, enriquecerlo y
potenciarlo, desarrollar una experiencia de reflexión educativa común y por lo
tanto, la creación colectiva del conocimiento. Como ejemplo de esto, cabe
mencionar que en algunas comisiones se trabaja el primer contacto entre los
grupos y las organizaciones -momento que por lo general aparece como crucial
ya que genera muchas incertidumbres, expectativas y, hasta miedo- con una
dinámica de roles en donde invitamos a los grupos a representar situaciones
hipotéticas de presentación ante referentes de organizaciones sociales
actuados. Esta propuesta ayuda a los mismos a repensar la situación y a
desdramatizarla en concreto, evaluando al mismo tiempo, las formas verbales
propicias para presentar la idea de intervención a los referentes de las
instituciones que pronto visitarán.
19
VARGAS, Laura; "¿Por qué técnicas participativas en Educación Popular?" en Técnicas
Participativas para la Educación Popular, Tomo I, Cedepo-Humanitas, Bs. As., 1984.
40
comunidad implicada; “es un intento de aproximación a lo macrosocial desde
los espacios microsociales” (Carballeda: 2002: 104).
20
L. Islas, C. García, A. Valle, D. Vergani Realizaron un taller de radio en el MOI durante el
Segundo cuatrimestre de 2014, comisión 4.
21
A. Gómez L. Lerner, N. Yujra Medina y P. Hansen realizaron un intervención en el programa de
Mesas Barriales del Municipio de Moreno en el Primer cuatrimestre de 2012, comisión 1.
41
horizontes de comunicación. Y que dicha experiencia tiene como finalidad que
tanto estudiantes como integrantes de la organización puedan co - participar
de un intercambio mutuo de conocimientos y aprendizajes. Donde se “pone
el acento en la participación conjunta y en la producción de sentidos
compartidos”
42
El equipo que realizó la intervención en el Movimiento de Ocupantes e
Inquilinos (MOI)22 lo expresaba de la siguiente manera: “Si bien al comienzo
pensábamos hacer un folleto conciso -la falta de tiempo nos asustaba para
consumar el proyecto radial-, el programa de radio se realizó: bajar a la
realidad la utopía fue posible con el apoyo y las ganas de todo el grupo del
MOI, vinculado a nuestra mediación académica” 23. (L. Islas, C. García,A.
Valle, D. Vergani; 2014:3).
22
El MOI – Movimiento de Ocupantes e Inquilinos es una organización social, política y territorial
que pelea desde los ‘80 por la vivienda, el hábitat popular y el derecho a la ciudad. Más
información disponible en: http://moi.org.ar/
23
L. Islas, C. García,A. Valle, D. Vergani Realizaron un taller de radio en el MOI durante el
Segundo cuatrimestre de 2014, comisión 4.
43
Desde estas palabras vemos cómo el proyecto de comunicación emprendido
con la organización no se reduce al taller radial realizado por las
estudiantes de comunicación en el MOI durante un mes, sino que excede
esas instancias y se convierte en un proceso que implica “producción de
sentidos compartidos” donde la producción del medio está al servicio de un
desarrollo comunitario y transformador de la comunidad, constituyéndose en
“ un verdadero proceso educativo para todos” (Prieto Castillo;1990:67). De
alguna manera el espacio del taller operó en la redefinición de los vínculos
entre equipo de comunicadoras y comunidad, favoreciendo aprendizajes
mutuos.
44
promueve a partir de una práctica tallerística un espacio colectivo que facilitó
la comunicación interna en y con la organización y generó un espacio
participativo y de aprendizaje de vida colectiva. A su vez en el MOI se
apropiaron de dicho espacio como herramienta de comunicación para
encarar las tareas y o problemáticas colectivas.
Sin embargo, aun cuando en la trayectoria realizada por los equipos no sea
posible andamiar espacios de mayor intercambio y participación, se producen
otros aprendizajes y reflexiones en los estudiantes. Es el caso de la
intervención realizada en el comedor comunitario “El rey Jesús”. 24 El grupo de
estudiantes tuvo un comienzo de cursada con grandes dificultades de
organización y comunicación interna, les llevo un tiempo consolidarse como
equipo de trabajo y seleccionar una organización. Realizaron su entrada al
campo tardíamente, priorizaron un lugar de intervención que fuera cercano a
la facultad debido a los distintos puntos de residencia de cada uno pero no
tomaron en consideración algunos criterios que se ofrecen en el taller para
la selección de las organizaciones y que tienden a caracterizar elementos
organizacionales que permiten una intervención acorde a la propuesta
participativa que planteamos desde la materia.
24
Borgo. T; Flores. E; Marchessi. O; Olivieri. J; Torres. F. Diseñaron e imprimieron folletos para
los destinatarios al comedor. Intervención realizada en el 1er cuatrimestre de 2015, comisión 4.
45
“cuestión religiosa” no sólo al interior del equipo sino en la clase misma.
Discusión que permitió reflexionar sobre la diferencia en cuanto al
posicionamiento del “otro” en una práctica de comunicación comunitaria y en
una que promueve el asistencialismo, pero a su vez permitió pensar en la
dimensión afectiva del lenguaje. Retomando a Kaplún M:
“(...) durante los primeros encuentros, quizás, hubo una especie de rechazo
por esa importancia de lo religioso en la organización del comedor
comunitario. Pero estos prejuicios, fuimos dejándolos de lado a medida que
avanzamos en nuestra intervención. Comprender el origen social y cultural de
los colaboradores, como de los que acudían al centro, nos dio la capacidad
de adoptar una actitud más comprensiva sobre sus representaciones y sus
creencias. (...) Y nos sirvió para comprender que no podemos ponernos en
cierta actitud pedante o de intelectualista escéptico que critique a la religión y
todo lo surgido de ella, sin tener en cuenta las identidades, las significaciones,
la circulación de lo simbólico de todas las personas con las que trabajamos.”
3- Reflexiones
47
posibilidades de seguir generando praxis que involucre a la sociedad en su
conjunto. ”
Por otro lado, los estudiantes realizan una experiencia pre profesional que no
se agota en la incorporación práctica de herramientas metodológicas “a
secas”, sino que se trata, como hemos dicho, de un aprendizaje que permite
reflexionar las prácticas y el trabajo técnico desde una dimensión
comunicacional y dialógica. Porque en el campo de la comunicación
comunitaria, entendido desde una perspectiva pedagógico-política, la
comunicación no se reduce a nuestras estrategias e instrumentos, sino que
tiene que ver con mediaciones.25
25
Tal como señala Jorge Huergo (2004) haciendo referencia al conocido concepto de Jesús
Martín-Barbero.
49
intervención resulta en un aporte significativo para ellos, no sólo a nivel de de
la incorporación y aplicación de herramientas y metodologías de trabajo
comunitario, sino también como experiencia personal y colectiva en sí misma,
como parte de un aprendizaje de vida y de un posible posicionamiento
profesional a futuro: se trata de experiencias movilizantes en la gran mayoría
de los casos.
50
Bibliografía
- Burin D, Karl I, Levin L (1996):“La participación y el poder en hacia una gestión participativa y
eficaz. Manual para organizaciones sociales.”. Apunte de cátedra. Ciccus: Buenos Aires.
- Carballeda, Alfredo (2002). “La intervención” en La intervención en lo social, Cap. 4 y 5,
Paidós:Buenos Aires.
- Cardoso, N., Lois, I., Cuberli, M, Isella, J., Campo, Y., Gomez, M (2015) Recorridos desde la
comunicación comunitaria. Publicación del equipo de cátedra del Taller de Comunicación
Comunitaria. Ed Carrera Cs de la Comunicación (FCS-UBA) 30 años 1985-2015: Buenos Aires.
- Cuberli, Milca (2015): En busca de la comunidad perdida: pasado y presente de una necesidad
“social”. En:Recorridos desde la comunicación comunitaria. Publicación del equipo de cátedra del
Taller de Comunicación Comunitaria. Ed Carrera Cs de la Comunicación (FCS-UBA) 30 años
1985-2015: Bs As.
- Escobar, Viviana (2011): El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para
la construcción de una identidad, - Apunte de cátedra Taller de la Orientación en Comunicación
Comunitaria, carrera de Cs. de la Comunicación, Facultad de Ciencias Sociales UBA: Buenos
Aires.
- Freire, Paulo; (1970): Pedagogía del Oprimido, Siglo XXI:México.
- Gall, Emanuel y Fontdevila, Eva (2008) “ABROJOS”. Manual de Periodismo y Comunicación
para el trabajo Comunitario. 1ra. Edición. Tucumán. pág.9.
- Huergo, Jorge (2004): Interrogantes sobre comunicación popular y comunitaria: Desafíos
políticos-culturales, Montevideo, Univ.de la república.
- Kaplún Mario (1996): El comunicador Popular. Lumen Humanitas: Buenos Aires.
- Kejval, Larisa (2008): Truchas. Los proyectos políticos-culturales de las radios comunitarias,
alternativas y populares argentinas. Prometeo Libros y Carrera de Ciencias de la Comunicación
Universidad de Buenos Aires: Buenos Aires.
- Lavandera, Paola; Maglioni, Carolina; (2010): Donde hay una necesidad, nace una
organización. Caracterización de las organizaciones, Cap. 4, Ediciones CICCUS y Facultad de
Cs. Sociales, UBA, Buenos Aires.
- Livingston, Rodolfo (2004): Cirugía de Casas. 12va Ed. CP 67 Editorial: Buenos Aires.
- Magarola, O. (2014): “Intervención Social, Comunicación y Conocimiento Situado” - Revista
Territorio, Año 2 Nro. 2: Buenos Aires.
- Prieto Castillo, D. (1990): Diagnóstico de la comunicación. CIESPAL Ecuador.
- Svampa, Maristella (2007):“¿Hacia un nuevo modelo de intelectual?”- Revista Ñ, 29/07/07, s/d:
Buenos Aires.
- Vargas, Laura (1984):"¿Por qué técnicas participativas en Educación Popular?" en Técnicas
Participativas para la Educación Popular, Tomo I, Cedepo-Humanitas:Bs. As.
- Vizer E. A., (2003): Cap. V “Investigación-acción. Aportes y reflexiones”.EN: La trama invisible
de la vida social: comunicación, sentido y realidad libro, Ed. La Crujía: Buenos Aires.
- Programa Taller de Comunicación Comunitaria (2015), Carrera Ciencias de la comunicación.
Fsoc. UBA.
51
Apuntes desde la práctica educativa de tutoría
Gladys M. Cean
“Todos nosotros sabemos algo. Todos nosotros ignoramos algo. Por eso,
aprendemos siempre.”
Paulo Freire.
26
Para mayor información sobre este tema puede consultar:
Nivel medio : http://www.me.gov.ar/construccion/pdf_coord/aportes_tut_conviven.pdf
Nivel superior no universitario: http://ieseccleston.buenosaires.edu.ar/RevistaN11-
Coppayotros.pdf
52
A partir de estos insumos y desde mi práctica docente intentaré reflexionar en
primer lugar sobre las características distintivas del espacio de tutoría, su
potencialidad en tanto recurso dialógico y espacio de evaluación de proceso, y
finalmente abordar las posibilidades y límites del espacio y del rol del tutor.
Esta situación de poder contar con un espacio que permita, al tutor, trabajar
desde las expectativas, recorridos y experiencias previas de cada uno de los
integrantes del equipo es lo que le otorga al espacio de tutoría una identidad
distintiva y complementaria respecto del dispositivo áulico. El docente tutor
cuenta, por un lado, con la posibilidad de recuperar estos conocimientos previos
que traen los estudiantes y, por otro, tiene a lo largo de todo el proceso de
cursada información directa para intervenir en el desarrollo de situaciones
particulares que se presenten durante la práctica en campo.
Pero de alguna manera el espacio de tutoría, a diferencia del áulico, tiene como
fortaleza una mayor flexibilidad para atender a lo emergente de cada caso o
situación particular o colectiva y potenciar procesos de enseñanza y aprendizaje
que involucren una construcción conjunta de conocimientos, atendiendo a las
particularidades de cada uno de los estudiantes que integran un equipo y a sus
propios recorridos tanto académicos como de campo.
31
Agustina M. cursó el taller en el primer cuatrimestre de 2014 en la comisión 4. Con su equipo
realizaron la intervención en la organización La Poderosa en el barrio de Zavaleta.
56
Con ello, el tutor al mismo tiempo que acompaña el proceso de inicio en campo,
tiene la posibilidad de realizar lecturas y señalamientos sobre cómo funciona la
comunicación interna del equipo y visibilizar sus fortalezas y obstáculos
realizando intervenciones que tiendan a la consolidación del equipo como grupo
operativo.
32
Pilar A. cursó el taller en el primer cuatrimestre de 2014, en la comisión 4. Realizaron su
intervención en la organización La Poderosa en el barrio de Zavaleta
33
Entendiendo por este término un proceso constante donde se dan avances y retrocesos a lo
largo de la configuración grupal.
57
bancaria34 que estimulan una participación más simbólica que real 35 están
siempre presentes. Algo notable, sobre todo al comienzo de cursada, cuando
incluso en el aula lleva varias clases y repeticiones para que se dispongan en
semicírculo durante el desarrollo de la clase. En este sentido, el espacio de
tutoría a lo largo de la cursada permite gestionar un vínculo de mayor confianza
tutor-estudiantes donde se promueven situaciones para el establecimiento de
prácticas que propicien espacios más democráticos y donde se sostenga una
“asimetría que permita educar”36, término que utiliza Débora Kantor (2008:67)
cuando propone redefinir el rol adulto (en este caso, el rol docente) y construir
una autoridad que se legitime en el trabajo cotidiano con el otro y no únicamente
por portación de credencial. Ésta es otra de las fortalezas del espacio de tutoría
ya que propone una legitimidad desde el vínculo con el otro y no únicamente
desde el lugar de saber-poder.
34
En el sentido que utiliza el autor Mario Kaplún, una educación centrada en los contenidos o
efectos y no en el proceso. O bien, citando a Freire: “La educación bancaria dicta ideas, no hay
intercambio de ideas. No debate o discute temas. Trabaja sobre el educando. Le impone un
orden que él no comparte, a la cual sólo se acomoda. No le ofrece medios para pensar
auténticamente, porque al recibir las fórmulas dadas, simplemente las guarda. No las incorpora,
porque la incorporación es el resultado de la búsqueda, de algo que exige de parte de quien lo
intenta, un esfuerzo de re-creación, de invención”.
35
Estos conceptos los tomamos de la autora María T. Sirvent, quien entiende por participación
simbólica acciones a través de las cuales no se ejerce influencia en la gestión institucional, o se
la ejerce en grado mínimo; genera en los individuos y grupos la ilusión de ejercer un poder
inexistente, son un “como si”. En el caso de la participación real, ocurre cuando los miembros de
una institución o grupo, a través de sus acciones inciden efectivamente en todos los procesos de
la vida institucional y en la naturaleza de las decisiones.
36
Débora Kantor, “Variaciones para educar adolescentes y jóvenes”, Del estante. 2008
37
El taller se promociona con 6 (seis) y para su aprobación se considera la producción de dos
informes: de avance y final, donde por equipo cuentan y recuperan la práctica de intervención
realizada.
58
acreditación cubre un papel social, institucional y personal que luego será
utilizado para valorar a los sujetos.
38
Elena Gregori llama así “al conjunto de pruebas escritas o exámenes que el profesor plantea a
sus alumnos durante un curso escolar para que sean resueltas (…) en clase”. En La evaluación
escrita del aprendizaje: la evaluación como escenario educativo. Parte 2. Pág.176.
39
Susana Celman utiliza el concepto para hacer referencia al tipo de evaluación que toma el error
como indicador de las representaciones que hace el alumno de la tarea y las estrategias, o
procedimiento que utiliza. En La evaluación de los aprendizajes en el debate didáctico
contemporáneo.
59
Otro de los aspectos que atraviesan al espacio de tutoría y se vinculan con la
evaluación de proceso son los contenidos académicos. En este caso, el recorrido
temático que propone el taller se aborda y desarrolla en clase. Y en el espacio de
tutoría, lo académico acompaña al equipo señalando el encuadre de la materia y
reforzando la postura metodológica desde la práctica misma. Se trata de
profundizar los contenidos generales de la materia y configurar un dispositivo
didáctico que permita transformar esos contenidos en aprendizajes o los propicie
intencionadamente siempre tomando en cuenta el proceso o las experiencias
previas de cada equipo y el particular desarrollo en el campo.
En la devolución que realizó Marie 41 sobre el rol del tutor señaló: “En mi
apreciación personal, el rol del tutor fue muy acertado. En algunos casos
causaba incertidumbre la ausencia de respuestas concretas diciendo qué hacer o
qué no, pero creo que en un punto es parte del proceso donde cada grupo vaya
descubriendo por dónde caminar”.
40
Lucia A. cursó el taller en el segundo cuatrimestre de 2014, en la comisión 4. Realizaron su
intervención en la organización MOI en el barrio de Barracas.
41
Marie B. cursó el taller en el segundo cuatrimestre de 2014, en la comisión 4. Realizaron su
intervención en la organización Che Barracas del barrio de Barracas, que depende del MTD
Darío Santillán.
60
En esta respuesta aparece concentrada una de las tensiones constantes del
espacio de tutoría entre la incertidumbre y la certeza, entre la transmisión y
construcción, entre teoría y práctica, entre lo planificado y lo emergente: el tutor
más que ofrecer respuestas genera espacios para la pregunta.
¿Por qué es importante que el tutor realice intervenciones al interior del equipo?
Porque la desorganización e incomunicación en su interior tiene su correlato y
traslado al trabajo de campo. Esto no quiere decir que no pueda existir disenso
en el equipo sino que debe estar en función de potenciar la intervención que
realizan en la institución, además de que el equipo pueda ser el sostén ante las
dificultades que surjan tanto en el campo como en su interior o en vinculación
con la tarea académica.
Entiendo el rol del tutor como multifacético, es decir, involucra una cantidad de
funciones que imprimirán un estilo o distintos énfasis a la tarea, a veces como
facilitador de acuerdos, otras como mediador de tensiones, planificador-
coordinador de espacios de intercambio. Pero el conflicto es parte de su trabajo y
en su caja de herramientas cuenta con la comunicación comunitaria entendida
como “un desafío que rescata distintas características (...) entre ellas el diálogo,
62
las emociones, los procesos grupales y personales, la cercanía, el intercambio, la
participación, el ’otro‘ como un legítimo interlocutor, el saber escuchar, el hacer
hincapié en el lenguaje” (Cardoso, 2009:16).
Reflexiones
Tampoco la idea es oponer ámbito áulico y tutoría sino entrever ambos espacios
como complementarios en la medida que permiten dinamizar la currícula e
incorporarle tiempos y espacios más cotidianos, situaciones emergentes y
saberes previos, y andamiar evaluaciones de proceso y espacios dialógicos.
Pensar el espacio de tutoría como dispositivo que permite flexibilizar los tiempos
de lo áulico y los espacios de intercambio es pensar en la posibilidad de un modo
de intervención en el proceso pedagógico para trabajar sobre la base de las
problemáticas que se dan en cada equipo y en cada vínculo con las
organizaciones y atender a las demandas de la práctica en contexto. Atender la
particularidad de cada caso y construir a cada momento estrategias que permitan
potenciar experiencias enriquecedoras y formativas a la vez.
Por un lado, tratar que la tutoría funcione como espacio de debate, reflexión y
producción conjunta de ideas para elaborar proyectos en forma colaborativa
63
entre estudiantes y docentes, y donde el rol docente sea principalmente de
acompañamiento y problematización de aquellos conocimiento previos que
presentan obstáculos para avanzar en nuevas adquisiciones y el estudiante
posea un andamiaje para la práctica, búsqueda y exploración del rol del
comunicador. Por otro, andamiar un espacio de evaluación de proceso que no
pretenda aportar respuestas pero posibilite ensayar errores y realizar
reformulaciones.
Asimismo, sin intención de delinear una figura ideal de tutor pero sí de aportar a
la construcción de un horizonte para la acción, se podría esbozar un perfil
inherente a la práctica realizada en el marco de la materia, y considerar aquellos
compromisos ineludibles a los que todo tutor debería atender.
43
Freire, Paulo, “La práctica docente crítica encierra el movimiento dinámico, dialéctico, entre el
hacer y el pensar sobre el hacer”, En pedagogía de la autonomía. Cap. 1.
64
“Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del
subdesarrollo, no socializan los medios de producción y de cambio, no
expropian las cuevas de Alí Babá.
Eduardo Galeano.
65
Bibliografía
66
- Sanjurjo, L y M T Vera (1998): Aprendizaje significativo y enseñanza en
los niveles medio y superior, Rosario, Homo Sapiens.
- Sirvent, MT (1984): "Estilos Participativos, sueños o realidades" en
Revista Argentina de Educación, Año 3 Nº 5, Bs. As.
- Souto M. y JM Barbier (1999): Grupos y dispositivos de Formación. Bs.
As.: Novedades Educativas.
67
Notas sobre la emancipación y la comunicación popular –
comunitaria. Una mirada desde los escenarios actuales.
Ianina Lois
I
La pregunta por la emancipación está presente en los debates de congresos,
seminarios y encuentros enmarcados en la comunicación popular y
comunitaria. Es una pregunta que incluye no solo a los marcos teóricos y
conceptuales, sino que comprende la preocupación por el tipo de prácticas
que puedan encarnar estos procesos.
Este texto recoge algunas reflexiones previas nacidas en diferentes ámbitos,
en intercambios entre colegas y en apuntes de lecturas diversas. Dada la
extensión del documento no se buscará la exhaustividad, sino que se
intentará acercar algunas preocupaciones sobre esta cuestión. Es un texto
para la discusión que responde a una exploración –muchas veces vacilante-
por diferentes dimensiones de la comunicación popular y comunitaria.
No interesa –en esta oportunidad- la indagación en torno a las diferencias que
se presentan entre los términos de comunitario y popular. Sin negar la
distancia entre los conceptos, se dirá que su énfasis corresponde a la forma
en que las experiencias de comunicación no hegemónicas –emancipatorias,
subalternas, plebeyas- deciden nombrarse y a las genealogías en que –sobre
todo desde las instituciones académicas- optan por inscribirse. Se usarán
ambos significantes a la hora de dar cuenta de aquellas prácticas de
comunicación que refieren a los actores populares y comunitarios -con sus
disputas, complejidades y contradicciones. Como sostiene María Cristina
Mata (2011), estas experiencias son una forma de manifestación de proyectos
emancipatorios, de cambio social y liberación de aquellos sectores que sufren
cualquier tipo de dominación. Más allá de sus diferentes orígenes y
perspectivas, constituyen uno de los modos que distintos colectivos,
instituciones, organizaciones y movimientos desarrollan para transformar las
lógicas del poder que son también las lógicas de la comunicación
hegemónica. Como planteó tempranamente Barbero (1983), decir
comunicación popular es decir básicamente el conflicto, el conflicto histórico a
través del cual lo popular se define en cuanto movimiento de resistencia, de
68
impugnación de la dominación estructural en nuestra sociedad.
En estas páginas, se realizará un muy breve recorrido por los marcos
generales de esta perspectiva, se esbozarán algunas ideas críticas en torno
aciertas referencias teóricas y se plantearán una serie de actualizaciones que
se considera pueden aportar mayor riqueza analítica en los contextos
regionales de estos tiempos. Otros escenarios requieren de otras preguntas y
otras respuestas. Así, el documento se ubica en la memoria colectiva de
aquellas experiencias y desarrollos teóricos emancipatorios que fueron
detenidos por las dictaduras cívico-militares de la región y por los procesos
neoliberales de alcance global, y que hoy se ven re-interpelados por el
contexto de América Latina, tanto por las cada vez más numerosas y
vigorosas prácticas comunicacionales dinamizadas por actores populares y
comunitarios -en una multiplicidad de contextos y con objetivos variados-,
como por marcos jurídico-normativos y políticas públicas que los reivindican y
los colocan en su misma matriz.
La comunicación popular y comunitaria no tiene un significado único ni
consensuado. Es producto de una praxis, de distintas experiencias culturales,
sociales y políticas en torno a una comunicación cuyo horizonte es la
producción de un tipo de relacionamiento comunitario cuyo objetivo es la
transformación social -en un sentido muy amplio y desde escalas diversas. Se
trata de experiencias de resistencia y crítica de sentidos y proyectos
hegemónicos; de proposición o profundización de un modo de comunicación
popular, contra-hegemónico o alternativo, que se enmarca en procesos
mucho más amplios. Si bien se trata de un campo caracterizado por la
polisemia, la complejidad y la pluralidad, la comunicación popular y
comunitaria se define -no por su estatuto epistemológico- sino por una praxis
histórica: una historia social y política de <intervención, investigación-acción y
reflexión> que tradicionalmente se dio por fuera de la institucionalidad
académica y de las disciplinas científicas (Amati, Jaimes y Lois, 2015).
Estas experiencias suelen basarse en una concepción de la comunicación
que supone la construcción de sentidos de la vida social: procesos de
producción, intercambio, disputa y negociación de significados y formas
simbólicas, a partir de los cuales los sujetos pueden reconocerse a sí mismos,
dar cuenta de su pasado, de su lugar en la sociedad y de sus expectativas
para el futuro. Es una mirada de la comunicación que se expresa en prácticas
muy variadas que van desde las relaciones cotidianas entre las personas, los
modelos de organizaciones sociales y políticas, así como los enfoques
generales en torno a la sociedad y la cultura.
Esta perspectiva da cuenta de los escenarios sociohistóricos en los cuales se
desarrollan las prácticas comunicacionales. Una mirada comunicacional que
69
se ubica en el reconocimiento de las negociaciones-disputas-imposiciones de
sentido que suceden en el espacio de las relaciones entre sujetos,
enmarcados en contextos sociales, históricos y culturales. Es una definición
que requiere alejarse de las perspectivas que ponen el acento exclusivamente
en los instrumentos, las estrategias y los medios. No significa que se adopte
una posición dicotómica que postule “procesos versus instrumentos”, sino una
posición que no reduce la comunicación a ellos.
Reconoce que las prácticas de comunicación que no son impulsadas por los
grupos dominantes no tienen aseguradas ventajas epistémicas y políticas ni
pueden dar por descontada la legitimidad y autenticidad de sus ideas, así
como asegurados sus modos de circulación. Un reconocimiento de las
posibilidades diferenciales –la asimetría- en el acceso al poder sobre la
imagen y sobre el lenguaje, el poder de nombrar (Rivera Cusicanqui, 2010),
que, por lo tanto, confiere desiguales capacidades de ratificar y legitimar los
hechos mediante los procesos comunicacionales.
Se plantea como una perspectiva situada, es decir comprende que los
contextos establecen los límites de lo posible, así como instituyen
modalidades hegemónicas de confrontación. Lo situado da cuenta de la
relación de la significación con la organización de la vida económica y las
prácticas políticas. En este marco y volviendo a la pregunta por la
comunicación, se dirá que ésta se encuentra necesariamente tramada por los
escenarios actuales, los contextos socio históricos y protagonizada por
unos/as actores específicos. La comunicación, en tanto práctica social de
producción-reproducción-intercambio-negociación-disputa-imposición de
formas simbólicas en las cuales se genera conocimiento y se pone en juego
la acción política, se encuentra irremediablemente situada y tiene efectos
constitutivos en el mundo.
Se va a sostener la necesidad de primero explicitar y luego abandonar los
supuestos racionalistas y universalistas de la comunicación que atraviesan
escalas, prácticas y perspectivas en apariencia disímiles.
Por un lado, desmantelar los argumentos racionalistas que restringen la
comunicación a su planificación ordenada y racional. Posición que supone
que la comunicación no es un “modelo” prefigurado, pre armado y predefinido.
Tampoco es un estado al que llegar, sino -sobre todo- un proceso, la mayoría
de las veces dinámico y simultáneo con otros procesos económicos, sociales,
políticos. Un proceso atravesado por tensiones permanentes, sin
reciprocidad, ni en condiciones libres e igualitarias de acceso, diálogo y
participación entre los sujetos que intervienen. Postular que la comunicación
no es un a priori a la experiencia, sino un concepto se realiza en la práctica,
incluye una crítica a aquellas posiciones que comprenden a la comunicación
70
como un espacio neutro que impulsa y produce relaciones transparentes y
racionales en los grupos y las organizaciones, dado que como sostiene Jorge
Huergo (2004: 5). “la comunicación está atravesada por la confusión, el
malentendido, la desigualdad, la agresión y la violencia”.
La pretensión de universalidad respecto de la capacidad comunicativa en el
espacio público –en tanto expresión de la voz y la palabra- muestra su
artificialidad ante la no aplicación de la regla en los grupos de población
ubicados en posiciones subalternas. La búsqueda de una comunicación
emancipadora requiere como uno de sus puntos de partida desarmar la
afirmación que sostiene la igualdad en el acceso al ejercicio de la voz pública.
Poner en evidencia la falsa neutralidad de estos supuestos, mostrar su
contingencia y exhibir la forma en que habían sido presentados como una
disposición natural (Chakrabarty, 2008). Una actividad crítica que implica
considerar las bases que la constituyen y las prácticas que la sostienen.
La no universalidad requiere dar cuenta del lugar de enunciación que ese
discurso –mensaje, imagen, contenido- representa, legitima, habla por.
Desmontarlo. Y este modo de comprender la comunicación incluye
transformar las formas de nombrar, de decir y de conceptualizar nuestras
prácticas. El nombrar está atravesado por las lógicas del poder, de inclusión y
exclusión, de legitimidad. Están también los cimientos sobre los que se
constituyen las desigualdades contemporáneas, las estrategias históricas de
diferenciación y producción de asimetrías.
Estas formas racionalistas y universalistas de concebir la comunicación
contienen un texto oculto (Scott, 1990). Mientras que el texto público enfatiza
la posibilidad de que a partir de la implementación de estrategias de
comunicación -planificadas racionalmente- es posible superar obstáculos
comunicacionales de diferente escala -como puede ser la poca visibilidad de
un proyecto político o la falta de diálogo en una organización o grupo- el texto
oculto incluye la jerarquización y clasificación de las prácticas comunicativas
en torno a ejes adecuados e inadecuados, aceptables o no, pero que no se
configuran en torno a indicadores, objetivos o resultados comunicacionales
sino que suelen organizarse en función de prácticas de los actores sociales
que los encarnan.
En esta crítica a la universalidad, neutralidad y racionalidad de muchos de los
proyectos y desarrollos teóricos en torno a la comunicación, tiene como
trasfondo una concepción de la modernidad como un proyecto civilizatorio
que fue respaldado por la ciencia y el capitalismo, presentados como los
motores del progreso humano. Un proyecto que llevaría a la civilización y el
desarrollo, los cuales se alcanzarían una vez derrotado el atraso, la barbarie y
lo primitivo. En este proyecto, la comunicación sería un instrumento puesto al
71
servicio de estos objetivos.
Entonces, ni la búsqueda de una neutralidad cientificista que postule una
mirada de la comunicación entendida como el intercambio de información e
ideas entre iguales, ni una idealización ingenua de las prácticas de
comunicación popular y comunitaria donde las relaciones comunicacionales
son reducidas a una relación asimétrica entre dos instancias cerradas y
coherentes y en donde se ocultan las contradicciones de los propios sujetos
populares.
IV
Algunas ideas sueltas para el final.
No alcanza solamente con revisar categorías y herramientas desde las cuales
dar cuenta de la dimensión comunicacional de los procesos sociales y
políticos en los que estamos inmersos y en los cuales intervenimos. No es
posible centrarse analítica ni prácticamente sólo en lo micro o sólo en lo
macro, sino reconocer las necesarias relaciones entre las escalas. Es preciso
generar puntos de apoyo desde donde situarnos para hacer y reflexionar
sobre la comunicación. Dentro de estos puntos de apoyo, uno de los ejes
tiene que ser el de las escalas –de lo macro a lo micro y viceversa-, imaginar
los procesos intermedios.
El paso de la colonialidad a la emancipación, de la dependencia a la
autonomía –siempre contingente- no serán directos ni automáticos. No hay
tabula rasa. La historia está presente –sin linealidad ni perspectiva
evolucionista – en nuestra forma de pensar el presente –sus límites y sus
posibilidades- y la forma de configurar los posibles futuros. El pasado va a
estar ahí, alrededor, y aquello que llamemos emancipación contendrá –
integrará- los rastros de ese pasado. Será –es- una re-creación.
72
Bibliografía
SCOTT, J. (1990): “El género: una categoría útil para el análisis histórico” en
Amelang, J. y Nash, M.(ed.): Historia y género, Las mujeres en la Europa
Moderna y Contemporánea. Valencia: Alfons el Magnanim.
73
Etnografías Comunitarias
¿Qué es la Etnografía?
La profesora Nidia Nolla Cao (1997) la define como el análisis del modo de
vida de un grupo de personas, mediante la observación y descripción de lo
que la gente hace, cómo se comportan y cómo interactúan entre sí, describir
sus creencias, valores, motivaciones, perspectivas y cómo éstos pueden
variar en diferentes momentos y circunstancias; podríamos decir que describe
las múltiples formas de vida que se desarrollan en nuestras comunidades.
Rosana Guber (2001) plantea que debemos pensar la etnografía desde tres
acepciones: de enfoque, método y texto. Desde el enfoque la etnografía
permite comprender los fenómenos sociales desde las perspectivas de los
actores sociales.
Para Guber (2001) se observan tres niveles de comprensión: el nivel primario
o “reporte” es lo que se informa que ha ocurrido (el “qué”); la “explicación o
comprensión secundaria alude a sus causas (el “por qué'): y la “descripción” o
comprensión terciaria se ocupa de lo que ocurrió para sus agentes (el “cómo
es” para ellos).
Como técnica la etnografía nos posibilita que nos pongamos en diálogo con
los actores, en contacto con la realidad social tratando de no realizar
interpretaciones etnocentristas. Desarrollar una lectura crítica, analítica y
reflexiva de lo que nos rodea, ahí está el horizonte de la etnografía, que nos
permitirá registrar, analizar y describir a ese otro/a que queremos conocer y
decir algo pero principalmente desde la mirada de los actores sociales que
realizan la actividad.
74
aspectos de la cultura propia sean superiores a los de otras culturas. Lo
contrario no implica abandonar nuestra postura sino reconocer la otra y
dialogar con ella.
Por lo que verán, estos son algunos de los interrogantes que podemos
hacernos en nuestro borrador etnográfico para tratar de elucidar la
“multiplicidad de estructuras de significación” complejas, extrañas, irregulares
y no explícitas con las que nos vamos a encontrar en nuestras experiencias
de campo como comunicadores comunitarios (Geertz, 1992).
Porque como las caracterizan las Licenciadas en comunicación social Paola
Lavandera y Carolina Maglioni (2010) las organizaciones de la sociedad civil
se conforman y nacen de acuerdo a un contexto socioeconómico -y también
político y cultural- que las determina, las define y las clasifica. Es por lo cual,
nuestra mirada atenta tiene que partir de comprender cuál es ese contexto
77
histórico que llevó a la conformación de ese espacio que estoy analizando. Y
muchas de esas preguntas, más otras que surjan en cada experiencia propia,
podrán guiarme hacía ese objetivo.
Sin olvidar que abordar la comunicación desde una perspectiva comunitaria
implica pensarla a partir de relaciones complejas que se desarrollan por
múltiples vías y donde el conflicto es inherente (Lois, 2015).
Como plantea la cita de autoridad que abre nuestro trabajo, el relato
etnográfico es el costado artesanal que debe incorporar un comunicador
comunitario al momento de poner en palabras todo eso que queremos
comprender y analizar del universo de los actores y espacios sociales.
Desde este lugar, vamos a definir a la entrevista etnográfica como una forma
especial de conversación entre dos personas, dirigida y registrada -por el
comunicador en nuestro caso- con el propósito de favorecer un discurso
conversacional continuo y que nos permita conocer las perspectivas que
tienen los actores sobre su cotidianidad en las organizaciones o
movilizaciones sociales en las cuáles participa.
Sauto (1999) define a este tipo de entrevista a partir de las siguientes
características:
80
Acceder a las situaciones investigadas en toda su complejidad y en el
momento en que los acontecimiento suceden, sin artificios ni
simplificaciones. Para nuestro trabajo como comunicador comunitario
adquiere vital importancia este primer punto. Los preparativos de una
movilización y su desarrollo nos permiten ver las prácticas
informativas y comunicativas que las generan. También, sus
dificultades, aciertos y roles de los organizadores en forma directa sin
mediaciones.
Acceder a los puntos de vistas -perspectiva del actor- de los actores
sociales. Elemento importante para comprender las motivaciones y
representaciones para participar en la organización social, su mirada
sobre el otro/a, lo comunitario y los sentidos comunes que circulan
por la vía pública y privada.
Etnografías comunitarias
Más adelante, comienzan a presentar las prácticas culturales que le van a dar
identidad a la organización y se confunden sus propias percepciones con los
discursos de los organizadores.
“Nos invitan a colaborar con los últimos retoques, así que nos
arremangamos y elegimos nuestro pincel. El taller, los libros, las
prendas de Miriam y ahora nuestras manos torpes, están
repletas de manchones de acrílico y colores llamativos”.
”De modo que el aporte de Eloísa Cartonera a la comunidad no
sólo se restringe a la edición de libros o a darles una mano a los
cartoneros (actos, en sí mismos, sumamente valiosos), sino que
va un poco más allá: Eloísa crea conciencia y despierta el
85
espíritu colectivo. Entonces, reafirmamos esa frase que impactó
nuestra retina en la primera visita y gritamos: ¡mucho más que
libros!”.
Indudablemente estos puntos son los primeros que tenemos que comenzar a
discutir. Tengamos en cuenta que ciertas premisas autoritarias, estáticas y
verticalistas heredadas desde el positivismo todavía sobreviven en las
prácticas actuales como investigadores sociales.
Intento de síntesis
87
Bibliografía
89
Comunicación e incomunicación 46
Jaime Correa
De qué se trata
Este trabajo ha sido especialmente preparado para los alumnos del T.A.O. en
Comunicación Comunitaria.
Texto que formaba parte del programa del Taller Anual de la Orientación en
46
92
La permanente renovación teórica y la diversificación de las
teorías, permitiéndonos echar mano a un mundo cada vez más
enriquecido para interactuar.
El abrir nuestro campo de interés a la comunicación como fenómeno
esencial al ser humano y a las organizaciones sociales; rompiendo
el enclaustramiento de los medios, aunque sin cerrarnos a los
mismos.
Estos tres niveles son dinámicamente inseparables y cada una de ellos tiene
su propia densidad. Pero en el trabajo sólo me referiré al segundo nivel,
encontrándose parte del mismo en preparación, para irse completando con el
tiempo.
Comenzaremos desarrollando en líneas generales los soportes teórico-
filosóficos de nuestra rama disciplinara, e introduciendo a los principales
autores que irán siendo objeto de estudio de este taller.
La pregunta sobre la comunicación nos lleva a otras preguntas: la del
lenguaje, la del conocimiento y la reflexión, la del la realidad, la de la acción,
la de la conciencia y la emoción… Preguntas todas estas que pertenecen al
dominio filosófico. Es interesante observar que muchos pensadores han
incursionado en estos terrenos proviniendo de otras disciplinas, como la
biología, la antropología, la física, la sociología, la ingeniería… todos los
cuales se dieron al estudio de filósofos. Existe hoy un interés generalizado
por la filosofía, como veremos.
La pregunta por la comunicación “alternativa” confunde y da por supuesta
una comprensión adquirida a cerca de la comunicación. Y por ello es falaz.
La contradicción “Comunicación alternativa v/s Comunicación dominadora”
carece de sentido, porque donde hay comunicación, no puede haber
explotación, ni dominación, ni manipulación.
Si utilizo la radio, la TV o cualquier otro medio para amenazar a la gente,
estaré amenazando a la gente y no comunicándome con ella, mediante una
“comunicación amenazante”. Si alguien me dice: “en mi familia estamos
sufriendo porque hemos perdido la comunicación, nadie puede escuchar al
otro”, por ejemplo, debo entender que ellos sufren porque están
incomunicados, no porque carecen de una comunicación “alternativa al no
escucharse”. En fin, hay que volver al sentido de las palabras.
De ahí el título de este trabajo: Comunicación e Incomunicación. Este es el
asunto.
93
El Concepto de paradigma de base
Vivimos como lanzados hacia cambios veloces y sin rumbo. Todos sabemos
que el mañana inmediato será diferente, pero nadie puede dibujar un boceto
de ese mañana.
En la historia ocurrieron períodos de grandes transformaciones y sin
embargo, a pesar de sus magnitudes, se mantuvo en el tiempo una misma y
fundamental matriz de sentido. Pero en el transcurrir del siglo XX nuestra
cultura se ha venido hundiendo en una crisis de sentido y estamos próximos a
un giro radical en la comprensión del sentido de nuestra existencia.
Rafael Echeverría nos propone el concepto de “paradigma de base” para
comprender este proceso por el que transita nuestra cultura. Se trata de una
extrapolación del concepto de “paradigma”, propuesto por Theodore Kuhn
para referirse a ese núcleo central de definiciones y reglas, al interior de cada
disciplina.
Podemos advertir en cada cultura una matriz de distinciones primarias, por la
que se definen cuestiones fundamentales, como por ejemplo: lo que es real,
la capacidad de conocimiento de los seres humanos, los criterios de validez
argumental, el sentido de la existencia y las posibilidades de la acción
humana, entre otras.
Para el caso de la cultura moderna, esta matriz de distinciones primarias es
muy anterior a los paradigmas disciplinarios de los que nos habla Kuhn, y en
ella se define la misma posibilidad y el carácter del quehacer científico. Tal es
el paradigma de base.
Ahora bien, se ha alcanzado un quiebre en el paradigma de base de la
Modernidad.
En un primer nivel, podemos localizar este quiebre en el dominio de la
filosofía. Más adelante precisaremos algunos puntos de su fractura; por
ahora, bástenos con llamar la atención de que muchos vuelven su mirada a la
filosofía, hoy, en estos tiempos de crisis cultural y de sentido. Existe un
sentimiento cada vez más generalizado de que el debate filosófico no puede
permanecer cautivo en el ámbito de los especialistas, porque a todos nos
compete y por tanto, podemos participar con la misma legitimidad con que
discutimos sobre la salud, la justicia, el medio ambiente…
Pero en un nivel mucho más importante, esta matriz de distinciones básicas
nos remite a la estructura del sentido común. En el transcurso de las
conversaciones cotidianas de la comunidad, se va estructurando nuestro
sentido común en un proceso que a todos nos involucra, desde que
comenzamos a operar en el lenguaje. El sentido común es base
94
indispensable para la comunicación y el entendimiento entre los miembros de
una sociedad y de una cultura.
Luego la filosofía sistematiza y elabora, todo aquello que recoge del sentido
común. Este último es primario: aquella, en cambio, es derivativa.
Bien cabe recordar aquí los diálogos de Sócrates, que manifiestan la
proximidad entre el sentido común y la filosofía, en la sociedad ateniense de
ese entonces. Mediante sus reflexiones dialógicas, el maestro nos asombra
con su capacidad para articularse con el sentido común de sus interlocutores
y desplegar sus explicaciones filosóficas, en medio del fluir de aquellas
conversaciones. Sorprendentemente aquel diálogo registrado por Platón en el
Menon, cuando Sócrates se propone explicar su teoría de las ideas innatas:
mediante sucesivas preguntas, demuestra que un muchacho esclavo (sin
instrucción alguna) puede llegar a formular teoremas de geometría. Por
último, debemos tener presente que Sócrates – vehemente opositor de la
escritura – es de los últimos exponentes de la tradición oralista entre los
filósofos griegos. Y que más tarde, con la tradición escritural, las
conversaciones filosóficas se van distanciando del hombre común.
En períodos de consolidación cultural, filosofía y sentido común pueden
desarrollarse de un modo relativamente autónomo, poniéndose de manifiesto
una reciproca afinidad, ya que ambos comulgan de los mismos principios. Sin
embargo esta afirmación puede ser cuestionada, argumentándose que la
filosofía socava el sentido común y las creencias comunes. Tal
cuestionamiento es en cierto modo razonable, si tomamos en cuenta que el
sentido común no es coherente ni sistemático, mientras que la filosofía se
esmera en serlo. Y en tales circunstancias, la filosofía desafía al sentido
común. Pero aún siendo así, este desafío está siempre acotado por los límites
que el sentido común le impone a todo el pensar de una cultura.
La filosofía está obligada a hacer sentido y ello implica sometimiento al
sentido común. Pero tampoco es un sometimiento pasivo ya que a su vez, la
filosofía seduce al sentido común y lo invita a desplazarse, a transformarse.
Según Echeverría, si bien la filosofía es capaz de modificar al sentido común,
la historia nos demuestra que es más frecuente la relación inversa. Es decir,
que son las condiciones de existencia de la sociedad, las que presionan sobre
la filosofía y la obligan a transformarse.
Pero en períodos de crisis de sentido, la filosofía se vuelve hacia el sentido
común y busca en él, las garantías de estabilidad y las condiciones de
validación.
En síntesis, filosofía y sentido común parecen nutrirse mutuamente y ambos
95
constituyen los niveles donde se expresan más nítidamente la localización de
este núcleo de distinciones primarias que es el paradigma de base.
Lanzados, como estamos, a cambios veloces y globales, nos encontramos en
la antesala de un gran giro filosófico: la modificación del paradigma de base
de la modernidad. Pero también, y por todo lo dicho, estamos próximos a una
modificación de nuestro sentido común, y por tanto, del sentido que le
asignamos a nuestra existencia y a nuestra acción.
Ahora bien, estos cambios no se acotan a la filosofía y al sentido común, ellos
se proyectan hacia gran parte de los dominios de la actividad humana. Pero
una mejor comprensión de la encrucijada filosófica nos dispondrá más
lúcidamente para advertir los cambios paradigmáticos en el dominio que nos
interesa: la comunicación.
96
La idea de progreso hace que la historia adquiera una especial importancia.
Mientras en la Edad Media se vivía con una fuerte dependencia hacia las
tradiciones del pasado, la Modernidad vive el presente, ante todo, como la
antesala del futuro. Es decir, se ha modificado profundamente la concepción y
la vivencia del tiempo. El tiempo es también la condición de posibilidad del
progreso.
El concepto de espacio fue fuertemente modificado. En la cultura medioeval
las relaciones espaciales eran símbolos y expresiones de valores: lo alto
estaba más cerca de Dios y lo bajo más lejos. Arriba se situaba el bien, abajo
el mal. En toda distribución del espacio se buscaba la presencia de Dios y la
correspondencia con las enseñanzas de la Iglesia. También el tamaño es
considerado indicador de importancia, el artista medioeval no representa a los
personajes según su tamaño real sino de acuerdo a su importancia. Esta
situación se altera a partir del siglo XIV donde el espacio se empieza a
considerar desde la perspectiva de un sistema de magnitudes. Se descubren
las leyes de la perspectiva y el tamaño ya no indicará importancia, sino
distancia. Los objetos se representan a escala, estableciendo una relación
entre la representación pictórica y las imágenes de la realidad.
El eje de la organización económica se va desplazando desde lo agrario hacia
lo industrial, acompañado de un importante desarrollo urbano. A la economía
feudal sucede la economía capitalista; el mercado pasa a ser,
progresivamente, la instancia de regulación económica donde el dinero es el
medio generalizado del intercambio mercantil.
Sobre los nuevos principios de regulación económica (libertad, igualdad,
propiedad…) se buscara organizar política y socialmente a las diferencias
sociedades.
Otro elemento importante de la Modernidad es el desarrollo de las
tecnologías. Pasos elementales como el reloj mecánico, del de bolsillo y la
máquina a vapor, imprimen al trabajo humano un aumento prodigioso de su
productividad.
También se manifiesta un cambio profundo en las diferentes sensibilidades
estéticas. Tan sólo en el campo literario (dejando de lado las otras artes,
como la música y la plástica) se pasa del género de la gesta ética o del relato
de las vidas ejemplares, al nacimiento de la novela. En esta los personajes se
construyen a partir del hombre común y sus problemas cotidianos y se
establece una relación de distancia entre el autor y sus personajes. En la
narrativa moderna, son desplazados el héroe y el santo, por el hombre y la
mujer de todos los días.
Estos y otros principios constitutivos de la nueva cultura, se plasma
97
en una visión del hombre y del mundo y en un modo de existencia peculiar,
que designamos con el nombre de “modernidad”. Si bien ésta tiene su origen
en Europa, se fue extendiendo hacia otros continentes para ser asimilada por
otras culturas, de distintas maneras. La Modernidad llegó a constituirse en un
fenómeno universal sin perjuicio de que muchas culturas, aun permanezcan
ajenas a ella.
99
reconocimiento de algunas de las restricciones básicas del pensamiento
moderno.
Para Echeverría sólo con una fundamental rectificación en la relación
establecida entre conciencia y lenguaje, se avanzará hacia una efectiva
superación de los parámetros que caracterizan a la modernidad.
* El conocimiento como representación nos indica otra fractura
filosófica de la modernidad, la cual no puede dar cuenta del propio fenómeno
del conocimiento.
La epistemología se convierte en una reiterada pesadilla. La duda, el
escepticismo, que originariamente representaron recursos de fortaleza para
acceder a la verdad, a la certeza o la objetividad del conocimiento,
progresivamente se van apoderando del “espíritu” de la modernidad. El
escepticismo se le vuelca en su contra y termina devorando el pensamiento
moderno.
El dualismo, a la vez que hace del conocimiento la actividad preponderante lo
convierte en un enigma prácticamente insoluble. La pretensión de un
conocimiento objetivo alcanzado mediante el despliegue de la acción de la
conciencia, no encuentra donde fundarse. El pensamiento moderno padece la
permanente tensión entre variantes racionalistas, empiristas e intentos de
conciliación.
Este recurrente problema epistemológico termina por imponer una
interpretación del conocimiento como “representación” o “modelo” de la
realidad objetiva y el hacer de su capacidad de “representarla”, su garantía de
objetividad. Pero el problema reside en cómo fundar, desde la separación
dualista entre conciencia y mundo objetivo, la capacidad de la conciencia para
representar ese tal mundo objetivo.
* El lenguaje queda acotado a su dimensión asertiva en la filosofía
moderna, cosa que no nos puede extrañar. Si la fusión del lenguaje es la de
ser instrumento de expresión de la conciencia, y si la conciencia tienen la
función de “representar” la realidad, obviamente que la función más relevante
del lenguaje estará relacionada con el “dar cuenta de”. Y por lo tanto, lo que
interesa fundamentalmente en la efectividad de este “dar cuenta” de la
realidad, o sea, la verdad o falsedad de que el lenguaje sea portador.
Este sobredimensionamiento de la función constatativa o notarial del lenguaje
será criticada por Austin como “la falacia descriptiva”. En la medida en que
desarrollos filosóficos ulteriores tiendan, por un lado a poner el énfasis en la
acción y, por otro, a reconocer el carácter activo y constituyente del lenguaje,
se tendrá a un giro importante.
100
* Cabe mencionar, por último, el predominio de la opción analítica en
el pensamiento moderno. Se postula que el conocimiento requiere dividir todo
problema en sus componentes simples, en el entendido de que tal división no
afecta a la naturaleza de lo analizado. Es necesario aclarar que se habla de
un predominio (y no de un franco dominio) de la perspectiva analítica dentro
de la filosofía moderna.
Tal predominio del análisis es resultado de la estrecha relación que mantiene
el pensamiento moderno con ciertas disciplinas, como son las físicas y las
matemáticas. Pero el desarrollo de otros dominios del conocimiento, como por
ejemplo los socio-históricos y los biológicos, han generado orientaciones que,
por su parte, contribuirán a la superación de los parámetros de la modernidad.
Todos estos puntos de ruptura que exhibe la filosofía moderna permiten
sustentar un diagnóstico de profunda crisis de la Modernidad.
Una resolución de esta crisis requiere que estos puntos de ruptura converjan
en una nueva síntesis cultural y en la constitución de un nuevo paradigma de
base, capaz de reestructurar nuestras distinciones primarias y de transformar
la estructura de nuestro sentido común.
101
Lenguaje y comunicación comunitaria47
Jaime Correa
I. El Lenguaje
Todos nosotros hemos nacido biológicamente y genéticamente constituidos
como “homo sapiens sapiens” pero nuestro proceso de humanización se ha
realizado a través de una historia protagonizada en una comunidad. Una
comunidad pequeña primero que es la familia y que luego se va ampliando al
barrio, a otras personas, la escuela, otras instituciones, etc. Sin esa
participación en la comunidad nosotros no habríamos accedido al lenguaje y
tampoco hubiera sido posible que nos constituyéramos como seres humanos.
Nuestros padres, nuestros abuelos, aquellos adultos que participaron en
nuestros primeros cuidados, aquellos que nos hablaron nos contaron cuentos
en nuestra infancia más tierna, nos han dado el fundamento de nuestra vida
intelectual y espiritual, nos han permitido recorrer un camino y hacer una
historia de humanización.
Esto que ocurre en nuestra vida individual se repite en nuestra filogenia, en
Texto que formaba parte del programa del Taller Anual de la Orientación en
47
102
nuestra especie. En efecto sabemos que la especie humana aparece en la
historia evolutiva hace casi aproximadamente unos 4 millones de años. Bajo
la forma de pequeños grupos de unas 20 personas más o menos establecen
una modificación con el medio a la cual se constituye la especie humana; esta
modificación consiste en un conjunto de nuevas relaciones con el medio y
nuevas relaciones entre los miembros del grupo homínido que van
permitiendo la formación la formación del lenguaje, que es aquello que nos
caracteriza como seres humanos.
Los cambios de relación con el medio surgen a partir del andar bi-pedal de los
seres humanos que pasan de un caminar cuadrúpedo a caminar erecto. Los
cambios de relaciones entre los miembros se caracterizan por una
convivencia que lleva a compartir los alimentos, a compartir entre machos y
hembras el cuidado de los chicos. Una relación sexual frontal y que no se
limita a los ciclos menstruales, una relación donde la sensualidad ocupa un
lugar permanente. Todo esto va creando un convivir diferente y propio de esta
nueva especie a diferencia de otros mamíferos donde se da una relación muy
estrecha entre madres e hijos ya sea en el compartir los alimentos como en la
sensualidad en el contacto físico, en la caricia, pero que después se
interrumpe cuando el cachorro ya entra a tener condiciones de
autosuficiencia.
En el caso del hombre esta dependencia del grupo, esta dependencia del
individua hacia los otros individuos, esta práctica de compartir los alimentos,
la sensualidad y la vida en general se expande por el resto de la vida del
adulto.
En este contexto de convivencia muy estrecha, de cooperación recíproca y
aceptación, es que surge el lenguaje. El cual se manifiesta a nuestra
observación como un “fluir de coordinaciones consensuales” donde las
coordinaciones surgen de un consenso y los consensos del mismo convivir.
Comparto plenamente la hipótesis explicativa de Humberto Maturana en el
sentido de que no es posible imaginar el surgimiento del lenguaje a partir de
una relación sostenida en la competencia, en la lucha y en el afán de dominio,
sino que el lenguaje es un típico resultado de una convivencia sostenida en la
cooperación y sobre todo en la aceptación recíproca de unos y otros en el
convivir, donde el otro aparece como un-legítimo-otro en esa convivencia.
Sólo de ésta manera pudo haber surgido esta coordinación de coordinaciones
consensuales.
El conflicto en este contexto es algo que siempre se habrá dado y siempre se
103
dio y siempre se dará; pero una cosa es cuando los conflictos y los
enfrentamientos son sucesos episódicos y aislados dentro del convivir de una
comunidad y otra cosa es cuando el conflicto forma parte de la estructura
misma de las relaciones y está asumido como algo completamente natural, tal
como nos ocurre a nosotros en este momento.
Es oportuno señalar aquí que durante siglos, yo diría durante milenios, se
consideró que lo más esencial del ser humano (es una consideración
occidental), reside en su racionalidad y es eso lo que lo diferencia del resto
del mundo animal. Esto arranca fuerte desde Aristóteles, se exacerba con
Descartes en los inicios de la modernidad, se prolonga por toda la etapa de la
filosofía moderna y persiste fuertemente entre nosotros en nuestros días. De
que la racionalidad es lo que caracteriza a los seres humanos.
Sin embargo hoy sabemos que esto no es así. Y que esto nos ha desviado y
nos ha desorientado profundamente en cuanto a la imagen que nosotros
tenemos de nosotros mismos como seres humanos. Hoy sabemos que
gracias a los aportes de la antropología, de la fenomenología y de la filosofía
del lenguaje, que lo más “esencial” del ser humano no es su racionalidad sino
que es el lenguaje con sus características peculiares. El hombre se distingue
del resto del mundo animal por su lenguaje; más todavía, nosotros vivimos
inmersos en un mundo construido colectivamente en el lenguaje.
Otra deformación que nos ha dejado el culto a la razón, es que mantuvo en la
sombra la realidad de nuestras emociones y nos ha engañado haciéndonos
pensar de que con nuestra racionalidad nosotros podemos controlar y
dominar por completo nuestras emociones, las cuales nos identifican con el
mundo animal. Todo esto ha tenido graves consecuencias en nuestra manera
de entendernos a nosotros mismos y de entender cuál debe ser nuestra
convivencia. Como asimismo de entender también el problema del conflicto.
Entonces, insistimos, lo esencial de nosotros como seres humanos no es
nuestra racionalidad sino nuestro lenguaje, y el lenguaje está constituido
entrelazadamente por la reflexión y la emoción. No podemos separar emoción
y reflexión en todas nuestras acciones, incluida en nuestra acción de hablar.
104
Normalmente hemos pensado que con el lenguaje nosotros tenemos una
herramienta para transmitir nuestros conocimientos, nuestras ideas, nuestros
sentimientos. Que disponemos de un sistema de símbolos y de signos para
poder dar cuenta de nuestras observaciones en un mundo que se supone
objetivo.
1) Esta función transmitiva del lenguaje, esta función asertiva de dar cuenta
de lo que nosotros sabemos, observamos y sentimos nos ha ocultado una
parte muy importante del lenguaje que es su función constructiva y esto es
particularmente importante para una comunicación comunitaria.
En efecto, nosotros decimos que vivimos en un mundo construido en el
lenguaje. ¿Qué significa esto? De que el mundo que estamos nosotros
compartiendo no es un mundo objetivo, con características comunes a todos
los observadores. En realidad, nosotros no sabemos cómo las cosas son,
sólo sabemos cómo las observamos y sólo conocemos las descripciones e
interpretaciones acerca de esas observaciones.
Después nosotros cotejamos esas observaciones que describimos con
nuestro lenguaje y vamos consensuando las características de la realidad que
compartimos; entonces, eso significa que el lenguaje tiene una función
fundamental de construir. Nosotros construimos un mundo en el lenguaje y
como los que participamos de una misma cultura tenemos observaciones
‘parecidas’ y utilizamos términos ‘parecidos’ para describir esas
observaciones llegamos a convencernos de que el mundo es objetiva y
universalmente así.
Pero la experiencia y reflexión nos enseñan que esas construcciones, esas
interpretaciones del mundo que cada hombre hace y cada cultura realizan
están profundamente atadas a una historia social, cultural, política y
económica que hace que los mundos sean diferentes y que nosotros no
vivamos en un universo, es decir, en un mundo único. Vivimos en un
multiuniverso, es decir, en una multitud y gran variedad de mundos que los
hombres, las comunidades, las naciones y las culturas construyen a `partir de
sus propias historias.
De ahí que los diagnósticos que pueda hacer una comunidad sobre su propia
situación pueden dar cuenta y construir un mundo con importantes diferencias
a los diagnósticos que haga un equipo técnico acerca de ese mismo mundo.
Cómo nos cuenta, cómo nos dan cuenta y cómo nos explican el mundo del
campo los productores agropecuarios - de esos que hoy reclaman por una
105
situación más justa- es muy diferente del diagnostico que hacen los equipos
de economistas de los ministerios que ven el mundo a través de sus
computadoras, sin perjuicio de que puedan hacer aportes importantes en la
construcción colectiva de un diagnostico, pero completamente insuficientes.
Entonces hemos señalado hasta ahora dos características del lenguaje así
entendido como una coordinación de coordinaciones consensuales. La
primera de ellas es que el lenguaje es un entrelazamiento entre emoción y
reflexión. La segunda es que el lenguaje tiene una función constructiva, una
función primaria por lo tanto y no una función meramente transmitiva.
2) La segunda cuestión que podemos señalar del lenguaje es que “el lenguaje
es acción” y esto está muy relacionado con el punto anterior.
Fue el filósofo inglés John Austin quien ya en 1939 marcó con gran claridad y
energía esta característica del lenguaje como acción. Si yo juro “por Dios y
por la Patria y estos Santos Evangelios defender el bien común la justicia,
etc., etc.” al hacerme cargo de un Ministerio, ese juramento no es solamente
un decir, estoy ahí realizando una promesa… y realizar una promesa es una
acción. Una acción que está diferida hacia el futuro inmediato, pero no es
solamente un decir, es realizar una promesa, es prometer algo.
Cuando en un tribunal un testigo jura decir: “la verdad, sólo la verdad, y nada
más que la verdad” no está solamente diciendo cosas, está realizando una
promesa bajo la forma de un juramento.
De ahí que la filosofía moderna al restringir la función del lenguaje –como ya
lo dijimos- a una función transmitiva, asertiva, notarial, dejo de lado toda esta
dimensión axiológica del lenguaje. Para la filosofía moderna entonces la
función del lenguaje era hablar sobre algo con propiedad siguiendo las reglas
de la lógica del pensamiento correcto y verdadero, y eso que se decía luego
de un análisis pasaba a ser algo verdadero o falso. Pero cuando pronuncio
una promesa y por lo tanto realizo una acción de prometer, mis palabras no
pueden ser juzgadas como verdaderas o falsas. Si yo cumplo esa promesa o
no la cumplo no tiene nada que ver como verdad o falsedad de lo que yo he
pronunciado, sino que tiene consecuencias directamente en la acción y en las
relaciones (lo que se llama cuando no cumplimos una promesa, los
infortunios).
Todo el mundo jurídico-político está lleno de palabras que, pronunciadas en el
contexto adecuado y respetando normativas determinadas, tienen
consecuencias para la acción. Y son acciones, aunque diferidas en el tiempo
106
pero igualmente acciones.
Otro filósofo inglés, contemporáneo y discípulo de Austin, llamado John
Searle dio una nueva vuelta de tuerca por así decirlo en esto del lenguaje
como acción, al demostrar que todo acto de esta como atravesado de
compromiso y que en realidad no es posible hablar de ninguna manera sin
establecer algún tipo de compromiso con otro u otros. Searle realizó un
minucioso trabajo donde estableció cuál era esa estructura de compromisos
que nosotros generamos cuando hablamos; y así distinguió los “actos de
habla” en función de los compromisos que ellos generan.
Estos compromisos él los sintetizó en cinco tipos de habla que son los
directivos, los asertivos, los comisivos, los declarativos y los expresivos. Estos
cinco tipos de habla los encontramos en todos los idiomas cualquiera sea su
cultura o el tiempo o la geografía de la comunidad de que se trate, entonces,
esto nos permite tener una visión mucho más precisa y mucho mas dramática
de la ligazón entre el lenguaje y la acción. Cuando hablamos en un lenguaje
directivo tenemos la intención de que alguien haga algo, realice algo en un
futuro; cuando hablamos en un lenguaje comisivo, nos comprometemos
nosotros mismos a realizar algo en un futuro; cuando escuchamos a alguien
hablar en un lenguaje declarativo, ese alguien está estableciendo una
modificación en el mundo de quienes comparten esas conversaciones;
cuando hablamos en un lenguaje asertivo nos estamos comprometiendo al
hecho de que eso que decimos tiene correspondencia con la realidad; y
cuando hablamos en un lenguaje expresivo –para Searle- estamos haciendo
mención a la sinceridad de nuestras propias emociones.
Esta construcción teórica nos demuestra que el mundo funciona a través del
lenguaje y que esto no puede ser de otra manera. Quizás, una síntesis de
todo esto podemos encontrarlo en el relato bíblico de la Torre de Babel,
cuando los descendientes de Noé deciden construir una torre que llegue
hasta el cielo. Esto provoca el enojo de Dios –según la biblia- que podría
haber abortado este proyecto de mil maneras con terremotos, con huracanes
y otros fenómenos naturales, pero decide simplemente enviar confusión de
lenguas y con ello hacer imposible la interacción entre los constructores y el
establecimiento de una acción colectiva coordinada.
3) Hasta ahora hemos hablado del lenguaje desde el punto de vista del
hablar, pero el lenguaje no se limita solamente a los actos del habla, tan
importante como estos lo constituye el escuchar; porque si no escuchamos y
107
si no escuchamos bien, tampoco podríamos operar el lenguaje.
Diferenciamos aquí entre escuchar y oír. Oír es el fenómeno biofísico por el
cual las ondas sonoras llegan a nuestro cerebro y podemos acceder a
algunos sonidos y ruidos. El escuchar en cambio es otra cosa, el escuchar
acá tiene un connotación interpretativa muy importante; es decir, ser capaces
de entender lo que el otro me esta diciendo o me esta queriendo decir lo cual
implica que yo tenga un conocimiento de su contexto, de su trasfondo cultural
desde donde me habla y que yo también sea consciente desde qué trasfondo
cultural yo escucho lo que escucho. Este interpretativo es pues la base de
nuestro escuchar.
Vimos que nosotros no sabemos cómo las cosas son, que sólo sabemos
cómo las observamos y que luego sólo sabemos cómo interpretamos esas
observaciones –o por lo menos lo intentamos-; en ese sentido nuestro
escuchar apunta a nuestra capacidad de entender desde qué trasfondo
cultural, histórico, cultural, personal, nos habla el otro o los otros, y tiene una
particular importancia para nuestro entendimiento reciproco: descubrir qué es
lo que me ésta queriendo decir el otro, cual es esa inquietud básica que esta
detrás del discurso del otro, esa inquietud que determina su discurso, que
inspira todas las historias del otro me cuenta en su interpretación. En esto del
arte de escuchar debemos reconocer los aportes de la hermenéutica, los
aportes de la fenomenología de Husserl y finalmente los aportes de
Heidegger –que está profundamente influenciado por Husserl.
Y es oportuno señalar aquí al autor Fernando Flores, filosofo del lenguaje,
quien propuso una teoría unificada entre los aportes de Austin y de Searle por
una parte y la hermenéutica de Heidegger por la otra. Esta teoría unificada le
permitió a Flores proponer a las organizaciones en general como redes de
conversaciones; ya sean las comunidades, ya sean los colegios, las
instituciones de salud, una cooperativa, un taller, una empresa, etc., pueden
ser interpretadas desde una perspectiva lingüística como redes de
compromisos que ha contraído con la comunidad o con sectores de la
comunidad y los miembros de ellas establecen conversaciones de
cooperación para dar cumplimiento a esos compromisos.
A su vez Flores, echando pie a otros autores como Karl Dreyfus, nos señala
que en el transcurso de una vida organizacional de cualquier tipo podemos
distinguir lo que él llama los “quiebres lingüísticos”. El término que abre acá
esta sacado de Heidegger y es definido como una interrupción en el suceder
casi inadvertido de la acción; y en este caso las conversaciones de
108
cooperación en el seno de una comunidad o de una organización cualquiera,
las conversaciones de cooperación, pueden ser interrumpidas por quiebres
que Flores los sintetiza en cuatro.
El primer quiebre se refiere a la inteligibilidad del discurso de quienes hablan,
y ello ocurre cuando uno de los miembros declara que no le resulta
comprensible algún o algunos contenidos del orador lo que plantea
naturalmente un quiebre porque la conversación necesariamente se
interrumpe; el segundo quiebre se refiere a la verdad de lo que se esta
diciendo, y ello ocurre cuando alguien declara que lo que esta diciendo el
orador no corresponde a la verdad, es un error, y entonces habrá que superar
esta dificultad para que la conversación pueda continuar; el tercer quiebre se
refiere a la sinceridad y ocurre cuando alguien afirma que el orador esta
mintiendo, esta fingiendo y que por lo tanto le niega crédito a sus palabras; y
por último el cuarto quiebre hace referencia a la legitimidad de quien habla y
ello ocurre cuando alguien cuestiona las palabras del orador porque considera
que de alguna manera no tiene la legitimidad necesaria para decir lo que está
diciendo. Todos estos quiebres son susceptibles de ser subsanados, en el
momento que ocurren, subsanados siempre que existan las bases para
hacerlo; y el comunicador puede también preveer la posibilidad de quiebres
en un diálogo, habida cuenta de las características de los interlocutores, del
contexto y de los trasfondos culturales.
112