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ARGENTINA
Introducción
La correlación entre el PBI, los precios de la energía, la asignación del gas local e importado, la
oferta y la demanda, la asignación de costos sobre los usuarios y la profundidad de los
subsidios, fuertemente dependiente de los gobiernos de turno, se comportan de manera
aleatoria, como si fuesen variables de probabilidad independiente entre sí y no hay correlación
entre ellas.
Por lo tanto, cualquier proyección de precios debe ser comprendida dentro de un marco
asociado a situaciones macroeconómicas similares.
1. MATRIZ ENERGETICA
Como se puede apreciar
2. GENERACION DEL SADI(CONVENCIONAL Y RENOVABLES).
3. TRANSPORTE DE ENERGIA ELECTRICA.
4. CONSECUENCIA PROBABLE EN LA OFERTA AL AÑO 2025.
5. GAS Y PETROLEO (NO CONVENCIONAL Y CONVENCIONAL).
6. CONCLUSIONES
POTENCIA INSTALADA 39268 (MW)
MWH
RENOVABLE 585
• DISMINUCION DEL
TOTAL 10843
CONSUMO DE
COMBUSTIBLES LIQUIDOS Y
CARBON EN LA GENERACION
TERMICA CON FUERTE
GENERACION (junio
2019) (2)PREDOMINIO
DEL GAS NATURAL
• GAS OIL -88,5%
• FUEL OIL -80.9%
• CARBON -73,5%
• INCREMENTO DE
RENOVABLES PERO POR
DEBAJO DE LO PREVISTO (5%)
• AMPLIACIONES A REALIZAR EN 500 KV
• 5832 MVA
• AMPLIACIONES EN CONSTRUCCION:
• RINCON-RESISTENCIA
• BAHIA BLANCA-VIVORATA
• SAN JUAN-RODEO
• 2018
2025
• TERMICA 64%
45%
• NUCLEAR 5%
6%
• HIDR0 29%
29%
• RENOV. 2%
20%
• Se deberían incorporar
3000MW en el lapso 2021-
2025.siempre y cuando se
cumplan con los resultados
de los llamados a
concursoIRRUPCION DE
RECURSOS DE GAS Y
PETROLEO NO
CONVENCIONALES
• FORMACION VACA MUERTA
SE CONSTITUYE EN EL
PRINCIPAL OBJETIVO DE
INVESTIGACION DESARROLLO
Y PRODUCCION
• LA SUPERFICIE DE VACA
MUERTA ES DE 30000 KM
CUADRADOS
• YPF Y ASOCIADOS SE
DESEMPEÑA EN 12000 KM
CUADRADOS
• CALIDAD DEL PETROLEO DE VACA MUERTA.
• Procurar lograr una penetración de las energías renovables del 20 % tal como exige la
ley, tanto por cuestiones ambientales como económicas.
• Para ello se debe priorizar las ampliaciones en extra alta tensión y en subtransmisión,
a los efectos de poder incorporar al SADI zonas cordilleranas y del noroeste argentino
con energías renovables (solar, solar térmica, eólica, etc.).
• Se debe mantener relaciones estrechas con los países vecinos e incentivar los
intercambios energéticos que sin duda redundara en beneficio para las partes, al igual
que llevar adelante obras comunes
• GENERAL Y ENERGETICA.
ENRIC GONZÁLEZ
Buenos Aires - 27 FEB 2021 - 20:30Actualizado:28 FEB 2021 -
11:07 ART
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La actividad económica en Argentina se derrumbó durante el año fatídico de 2020. Los
datos oficiales marcan una contracción del 10%, la más grave del continente junto con
la de Perú si se deja al margen la catástrofe venezolana. En 2002, cuando Argentina
colapsó, la caída fue sólo un poco superior: 10,9%. La inflación es muy elevada (38,5%
en los últimos doce meses y repuntando), la moneda no deja de devaluarse, las reservas
del Banco Central no llegan a 3.000 millones de dólares y cuatro de cada diez
argentinos viven en la pobreza. El cuadro macroeconómico resulta muy alarmante.
El otro frente parecía aún más complejo: ¿cómo subsidiar a empresas y ciudadanos
afectados por el parón del coronavirus? Sin acceso a los mercados de crédito, Martín
Guzmán tuvo que recurrir a la pura fabricación de dinero. El Banco Central emitió
durante 2020 más de 1,2 billones de pesos (fueron contratadas imprentas en Brasil y
España porque las dos fábricas argentinas de moneda ya trabajaban las 24 horas), con el
riesgo de que la inflación se agravara. Como parece estar sucediendo. En enero pasado,
los precios subieron un 4%.
Un local en alquiler en
el barrio Retiro de Buenos Aires, Argentina.ENRIQUE GARCÍA MEDINA
El país, pese a todo, sigue funcionando. Un buen ejemplo de continuidad frente a todas
las dificultades pasadas y presentes lo ofrece Galfione y Cía, una empresa de hilaturas
fundada por Hugo Galfione en 1947 bajo la presidencia de Juan Domingo Perón. El
nieto de Hugo, Luciano Galfione, es hoy el director. La familia Galfione ha superado
circunstancias casi impensables, como la hiperinflación o la fase de trueque posterior a
2001. Luciano Galfione paga mensualmente 150 nóminas, dirige tres factorías a pleno
rendimiento y vive gracias al mercado interno.
La del mercado interno es una de las claves de la dificultad argentina para mantener un
crecimiento sostenido, y explica en parte la formidable presión inflacionista: su
economía está poco conectada con el comercio internacional. Una comparación con
Chile, un país con 19 millones de habitantes frente a los 44 de Argentina, basta para
reflejar el fenómeno. Chile exporta por un importe cercano a los 70.000 millones de
dólares y sus importaciones rondan los 59.000 millones; Argentina exporta por poco
más de 60.000 millones de dólares, básicamente granos y carne, e importa por una
cantidad semejante. El empresario Galfione se permite bromear: “Mirá lo rico que será
el país, que resiste a los argentinos”. En 1984, cuando Argentina salía de su dictadura
más tétrica, el premio Nobel de Economía Paul Samuelson (1915-2009) expresó sin
bromear una idea parecida: “Argentina es el clásico ejemplo de una economía cuyo
estancamiento relativo no parece ser consecuencia del clima, las divisiones raciales, la
pobreza malthusiana o el atraso tecnológico. Es su sociedad, no su economía, la que
parece estar enferma”.
“Es una suma de crisis”, dice Diego Sánchez-Ancochea, profesor de Economía Política
para el Desarrollo en la Universidad de Oxford. “Argentina nunca termina de salir de
sus crisis: aumentó su deuda en los ochenta, en los noventa trató de resolver el problema
por la vía de las privatizaciones, luego llegó la crisis de 2001 y 2002 por la vía del tipo
de cambio. Se crean espacios de tranquilidad, pero no se resuelven nunca los problemas
estructurales. Las crisis regresan porque nunca se fueron”.
Una crisis endémica es la del peso. Las décadas de alta inflación y de erosión de la
moneda, unidas al trauma del “corralito” de 2001-2002 (los argentinos no pudieron
acceder a sus depósitos bancarios durante casi un año, y cuando pudieron hacerlo
encontraron que sus ahorros en dólares se habían transformado en pesos devaluados),
han hecho de Argentina un país bimonetario. Los precios del mercado inmobiliario, por
ejemplo, se fijan en dólares.
ARGENTINA DÓLAR
“El dólar no es una variable más, sino un termómetro que refleja cómo van la economía
y la política, además de un instrumento de ahorro”, señala Marina Luzzi, coautora junto
a Ariel Wilkis del libro El dólar, historia de una moneda argentina. Argentina nunca
consigue generar tantos dólares como necesita, por lo que, según Luzzi, los controles
cambiarios (los particulares no pueden comprar más de 200 dólares por mes) son una
necesidad. La desaparición del turismo ha agravado la falta de billetes verdes. El
problema es tan grave que se ha prohibido la importación de automóviles de alta gama y
de destilados caros.
El empresario Galfione tiene su propia visión sobre el asunto. “Mi abuelo Hugo, el
fundador de la empresa, tenía campos en Santa Fe, en Recreo, la zona más cara y con
mayores rendimientos, el polo sojero de Argentina. El tipo en 1947 va y dice que el
futuro es la industria, vende todos sus campos en Santa Fe y se viene a Buenos Aires a
poner una fábrica de medias. Si veo hoy a mi abuelo le pego cinco tiros. Pero hablando
en serio, no estaba mal orientado, porque no existe país desarrollado que no sea potencia
industrial”.
El problema radica en que Argentina nunca llegó a ser potencia industrial. Apostó a
fondo por la política de sustitución de importaciones y desde mediados del siglo XX
empezó a producir artículos de todo tipo para no tener que comprarlos fuera. Esa era la
fórmula que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(Cepal), dependiente de Naciones Unidas, recomendaba al conjunto del continente para
desarrollar la economía y equilibrar las balanzas comerciales y de cuenta corriente. La
industria argentina fue fomentada y protegida hasta que la dictadura de 1976 rompió
con esa política. “La lógica industrial muere con los milicos”, dice Luciano Galfione.
Suele considerarse que los años ochenta fueron la “década perdida” para la economía
argentina. Terminó la dictadura y con Raúl Alfonsín llegó la democracia, pero también
la hiperinflación. En 1989, los precios subieron más del 3.000%. En la fábrica de
hilaturas, el padre de Luciano Galfione no hacía los balances en pesos, sino en kilos,
porque era imposible saber el valor del producto. Pero, considerando la evolución
macroeconómica y pese al dinero fácil de los noventa, cuando, con el presidente Carlos
Menem, un peso equivalía a un dólar, y pese a los años dorados de Néstor Kirchner
(2003-2007), en los que gracias al brutal saneamiento forzado por el colapso de 2001-
2002 y al alza de los precios de la soja se logró crecer mucho con poca inflación,
Argentina lleva muchas décadas perdidas.
El economista Martín Rapetti estima que, en términos reales, el producto bruto por
habitante en Argentina es hoy casi el mismo que en 1974. Con el agravante de que la
desigualdad entre ricos y pobres es mucho mayor. Casi medio siglo perdido. Ripetti,
entrevistado por el diario Clarín, hace un pronóstico sombrío: contando con que la
economía argentina crezca un 6% en 2021 y luego siga creciendo a un ritmo
ininterrumpido del 4,5% anual, algo bastante improbable, no se recuperará el nivel de
vida de 2011 hasta 2027.
Los bulbos del tulipán se convirtieron en un valor especulativo que todo el mundo quería
poseer. Uno de ellos podía llegar a valer 3.000 florines (más de 50.000 euros actuales). Unos
pocos inversores se retiraron. Se creó el pánico. Lo precios cayeron y miles de personas se
arruinaron.
En Inglaterra se creaba la Compañía de Los Mares del Sur y en Francia la Banque Royale para
poder absorber y comercializar la deuda pública de los dos Estados y sus empresas. Quebraron
y arrastraron a toda Europa a una gran recesión.
Una burbuja de suelo en Estados Unidos estalla ese año. El Parlamento británico elimina la
obligatoriedad de que el Banco de Inglaterra tenga que convertir los billetes en oro. Esto se
suma a una retirada masiva de depositantes de bancos británicos que temían una invasión
francesa por parte de Napoleón. Miles de deudores arruinados fueron encarcelados.
Los bancos estatales de Estados Unidos emitieron moneda para dar préstamos a agricultores
que querían comprar tierras, lo que fomentó una burbuja especulativa de estas. Cuando el US
Bank congeló el crédito y reclamó que los bancos estatales devolvieran sus deudas, muchos
quebraron.
Los bancos norteamericanos dejaron de hacer sus pagos en oro y plata. El presidente Andrew
Jackson rehusó renovar los estatutos jurídicos del Second Bank of the United States, lo cual
significaba la retirada de los fondos del gobierno de ese banco. La crisis duró cinco años.
El Reino Unido se salta su propia ley para mantener las mismas reservas de oro y plata que de
billetes en circulación. La quiebra de la Ohio Life Insurance and Trust Company, una crisis del
sector ferroviario norteamericano y el hundimiento de un barco cargado de oro camino de
Nueva York provocaron la primera crisis económica a nivel mundial.
Las entidades financieras Grant and Ward, Marine National Bank de Nueva York y el Penn Bank
de Pittsburgh quebraron y provocaron un efecto dominó en Wall Street. La crisis se pudo
contener en Nueva York y varios bancos tuvieron que ser rescatados, pero más de 10.000
empresas quebraron.
El primer crack de la bolsa de Nueva York fue causado por una lucha entre E. H. Harriman,
Jacob Schiff y J. P. Morgan/James J. Hill por el control financiero del Ferrocarril del Pacífico
Norte. Los grandes banqueros acabaron por llegar a un acuerdo, pero miles de pequeños
inversores se arruinaron.
Varios bancos de Nueva York retiraron liquidez del mercado. Los depositantes perdieron la
confianza en los bancos porque no había un prestamista de última instancia y por la falta de
regulación. En esta ocasión, J. P. Morgan convenció a varios grandes banqueros para mantener
el sistema a flote a base de inyectar capital.
La mayor crisis, la más larga y la que afectó a un mayor número de países en todo el siglo XX.
Los grandes márgenes y beneficios que daba la especulación bursátil desde 1925 se truncaron
con los desplomes del 24 de octubre, el “jueves negro”, y cinco días más tarde, el “martes
negro”. El contagio hizo temblar las bolsas de todo el planeta. La recesión se sintió hasta
finales de la II Guerra Mundial.
En 1933, la economía y el empleo norteamericanos se habían recuperado del crack del 29. El
presidente Franklin D. Roosevelt creía que era momento de retirar los estímulos, como reducir
el gasto público y las políticas monetarias expansivas. Pero la economía estaba más débil y
asistida de lo que pensaban y en el 37 volvió a caer la bolsa y a crecer el desempleo.
La Organización de Países Árabes Exportadores de Petróleo cerró el grifo del petróleo a los
países que habían apoyado a Israel durante la guerra de Yom Kippur, que enfrentaba a Israel
con Siria y Egipto. Especialmente a Estados Unidos y los Países Bajos. Dos años antes, Nixon
había abandonado el patrón oro y el dólar se devaluó varias veces. La subida del precio del
crudo llevó a la economía global a una recesión durante 1974.
El lunes 19 de octubre de 1987 hubo un desplome en las bolsas de todo el mundo sin ningún
motivo aparente más que el pánico. Arrancó en Hong Kong, se propagó a las bolsas europeas
cuando estas abrieron y por último llegó a Estados Unidos. Warren Buffett perdió cerca de 350
millones de dólares en un solo día. Bill Gates más de 250 millones.
El 1 de enero de 1994 entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN) entre México, Estados Unidos y Canadá. Los gobiernos mexicanos se endeudaron con
bonos referidos al dólar para mejorar infraestructuras y atraer la inversión. Cuando el peso se
hundió, la deuda se hizo impagable y arrastró la economía. Bill Clinton tuvo que inyectar
20.000 millones de dólares en la divisa mexicana para reflotarla y que no arrastrara a otros
países.
Lo que hasta el momento se había llamado el “milagro económico asiático” se derrumbó, entre
otras cosas, por la debilidad de sus monedas frente al dólar. La devaluación de la moneda
tailandesa fue la primera. Le siguieron Malasia, Indonesia y Filipinas. El contagio se notó en
casi todos los países de Asia y en las bolsas de todo el globo, lo que llevó a llamarla la “primera
gran crisis de la globalización”.
Rusia fue una de las naciones más afectadas por la Crisis Asiática, gracias al declive de los
precios de las materias primas a nivel internacional. En ese tiempo, correspondía a más del 80
por ciento de las exportaciones rusas.
Las tasas de interés brasileñas aumentaron más de un 30 por ciento en 12 meses, ocasionando
que su ostentosa deuda interna se elevará a niveles insospechados.
Atraídos por las nuevas empresas de internet y la economía digital, los inversores encontraron
en esta nueva industria el lugar perfecto para invertir. Los grandes movimientos especulativos
convirtieron rápidamente este mercado en una burbuja. Al no dar los resultados esperados, los
inversores huyeron y en el año 2000 empezaron a caer. El NASDAQ, bolsa de empresas
electrónicas, pasó de cotizar por encima de los 5.000 puntos en el año 2000 a 1.300 en octubre
de 2002. Cerca de 5.000 empresas puntocom cerraron.
https://www.elsaltodiario.com/crisis-financiera/cronologia-de-crisis-y-burbujas-financieras-
del-capitalismo
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https://www.caixabankresearch.com/es/economia-y-mercados/mercados-financieros/crisis-
financiera-turca-tiempo-descuento
Desde el día 1 de agosto, la lira turca se ha depreciado
alrededor de un 20%, lo que la sitúa como la segunda divisa
emergente que más ha sufrido tras el peso argentino. En lo
que va de año, la depreciación acumulada es de
aproximadamente el 40%, solo superada, de nuevo, por la
del peso. Asimismo, y también desde principios de año, el
tipo de interés del bono a 10 años ha subido cerca de 900 p.
b., situándose en el 20,3%. Se trata, en definitiva, de una
crisis cambiaria en toda regla y que tiene por delante una
evolución incierta. ¿Cómo ha llegado Turquía a esta
situación? ¿Qué alternativas de futuro se abren?