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http://dx.doi.org/10.11606/issn.1984-5057.v11i2p28-39

SPOTIFY Y ME GUSTA EDIFICIO: A


BREVE ANÁLISIS DE LA OFERTA DE
LISTAS DE REPRODUCCIÓN PELA PLATAFORMA

Spotify y la construcción del gusto: un breve análisis sobre la


oferta de playlists de la plataforma artículo
Spotify y la construcción del gusto: un breve análisis sobre el
ofrecimiento de playlists por la plataforma

Carolina Dantas de Figueiredo


Universidad Federal de Pernambuco, Recife, Brasil.

Doctora en Comunicación, Magíster en Sociología. Profesor del Departamento de Comunicación

Social de la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE).

Correo electrónico: caroldanfig@gmail.com

Renata Regina Menezes de Oliveira Barbosa


Universidad Federal de Pernambuco, Recife, Brasil.
Estudiante de Maestría en Informática y Licenciatura en Publicidad de la UFPE.

Correo electrónico: renatamenezes.do@gmail.com

RESUMEN Este artículo tiene como objetivo discutir cómo las plataformas de transmisión de música
pueden contribuir al gusto de los usuarios al sugerir listas de reproducción. Para ello se toma como
referencia Spotify. Mediante la aplicación de cuestionarios se percibió que existe una percepción
idiosincrásica entre el consumo de música, la solicitud de sugerencias de otras personas y la aceptación
de las listas de reproducción indicadas por la plataforma por parte de los usuarios.

PALABRAS CLAVE Algoritmo, Gusto, Playlist, Spotify, Usuario.

RESUMEN Este artículo pretende discutir cómo las plataformas de streaming musical pueden contribuir
al gusto de los usuarios sugiriendo listas de reproducción. Para ello se toma como referencia Spotify.
Mediante la aplicación de cuestionarios, se percibió que existe una percepción idiosincrásica entre el
consumo de música, la solicitud de sugerencias de otras personas y la aceptación de las listas de
reproducción indicadas por la plataforma por parte de los usuarios.

PALABRAS CLAVE Algoritmo, Gusto, Playlist, Spotify, Usuario.

RESUMEN Este artículo pretende discutir cómo las plataformas de streaming musical pueden contribuir
al gusto de los usuarios a partir de una sugerencia de listas de reproducción. Para ello, se toma el Spotify
como referencia. Por medio de la aplicación de un cuestionario, se observó que hay una percepción
idiosincrática entre el consumo de música, la solicitud de sugerencias de otras personas y la aceptación
de playlists indicadas por la plataforma mediante los usuarios.

PALABRAS CLAVE Algoritmo, Gusto, Playlist, Spotify, Usuario.

Cómo citar este artículo:


FIGUEIREDO, CD; BARBOSA, RRMO Spotify y la construcción del gusto: un breve análisis de la oferta de playlists de la plataforma. Enviado: 2 de septiembre 2018
Señales de Consumo, São Paulo, v. 11, núm. 2, pág. 28-39, julio/diciembre 2019. Aprobado: 25 mar. 2019

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Spotify y la construcción del gusto: un breve análisis de la oferta de playlists de la plataforma

INTRODUCCIÓN

Las relaciones entre consumo, productos culturales y gusto han sido


discutidas extensamente de diferentes maneras en mayor o menor medida.
Adorno y Horkheimer (1985), al tratar de las Industrias Culturales, hablan de
la estandarización del gusto y de cómo la industrialización y el consumo de la
música son en sí mismos posibles gracias a la estandarización de la música
popular. Es sobre este lema que Bourdieu (2013) elabora sus discusiones
sobre la relación entre el consumo cultural y el estatus social a fines de la
década de 1970. Para el autor, los patrones de consumo se definen a través
de dos aspectos, siendo el primero la estructura social, en la que clasifica el
gusto en gusto legítimo , gusto medio y gusto popular, y habitus, principio
generador de prácticas sociales que, a la vez, es un esquema de clasificación de dichas prácticas.
En resumen, se entiende por habitus un “sistema de disposiciones
duraderas y transponibles que expresa, en forma de preferencias
sistemáticas, las necesidades objetivas de las que es producto” (BOURDIEU,
1976 apud ORTIZ, 1983, p. 82), algo construido a través de la relación
entre la experiencia de cada individuo y su entorno.
La popularización de los dispositivos digitales conectados a Internet en
las dos primeras décadas del siglo XXI, y el desarrollo de las plataformas de
consumo de música online y en streaming, han provocado cambios en la
forma de consumir música y, en teoría, una percepción diferente de este consumo. .
Esto se debe a que permiten al consumidor –aquí también llamado usuario–
dejar atrás una lógica pasiva y unilateral de recibir contenidos y elegir lo que
consume dando entradas (inputs) a sistemas algorítmicos (software),
permitiendo que estos sistemas de inteligencia artificial recolecten datos sobre
sí mismos, posibilitando no sólo la recepción de lo demandado, sino también
los nuevos contenidos que ofrece el algoritmo, definidos, en teoría, a) por el
consumo previo, b) por las elecciones individuales y c) por lo que consumen
los contactos en las redes sociales. relación para ese usuario.
Se trabaja aquí, sobre todo, en el campo de lo ideal o lo hipotético, de ahí el
uso del término “en teoría” en el apartado anterior. Primero, porque aún no se
sabe si estamos ante una forma de consumir música completamente distinta a las
anteriores. En cuanto a la forma, sin duda. No hay que cometer el craso error de
equiparar una plataforma de streaming con la radio o un disco, ya sea en vinilo o
CD, aunque el streaming permite emular la radio y el disco. La forma más común
de servir contenido musical en streaming es la lista de reproducción. Debido a
esto, también podríamos tener la tentación de comparar estas listas de
reproducción con las realizadas anteriormente por profesionales (Disk Jockeys -
DJ) y consumidores de música.
Sin embargo, la plataforma cambia no solo el modo de consumo sino la forma en
que la lista de reproducción llega al usuario e incluso cómo se produce. Cabe
preguntarse, entonces, qué es efectivamente nuevo y diferente en el consumo de
música vía streaming en relación a lo que se hacía anteriormente.
Nos dimos cuenta, a lo largo del estudio que culminó con la elaboración de
este artículo, que existen tanto continuidades como rupturas en relación al
consumo de música previo al streaming, que es la verdadera riqueza de las
nuevas plataformas. Sin embargo, no corresponde a un artículo agotar este tema.
El segundo “si no” establecido se refiere a que el algoritmo basa su oferta de
contenidos inéditos o repetidos en el consumo previo de cada usuario. Según
la utopía de las empresas de software, su juego es limpio. Si lo fuera,
podríamos confiar en que el algoritmo también lo es, que las indicaciones que
hace por él están siempre exentas, porque son meramente maquínicas y que
el software, dentro de una lógica actor-red (LATOUR, 2011), son

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eximir. Sin embargo, las empresas no están exentas. Son actores políticos,
sociales y económicos insertos en contextos específicos.
En términos generales, este artículo pretende introducir un acercamiento
introductorio al consumo de música a través de la plataforma Spotify. En términos
específicos, buscaremos responder la siguiente pregunta: ¿el consumidor entiende
que su gusto musical puede verse afectado por el sistema de indicaciones de
Spotify, es decir, por su algoritmo? Para ello haremos una pequeña introducción
sobre la plataforma y su funcionamiento, teniendo en cuenta que el sistema de
recomendación algorítmica se dice neutral, aunque hay acusaciones de que da
más visibilidad a determinados artistas en detrimento de otros, según su propios
intereses. Después de tratar con Spotify, traemos un cuestionario aplicado en la
primera mitad de 2018, para comprender cómo percibe el usuario la plataforma y
la indicación de las listas de reproducción. Finalmente, presentamos las
consideraciones finales, con lo que se pudo sistematizar a partir de la investigación.

SPOTIFY Y EL CONSUMO DE MÚSICA

Concebido por Daniel Ek y Martin Lorentzon, en la ciudad sueca de Estocolmo,


Spotify surge con el propósito de brindar una nueva forma de escuchar música.
Disponible para varios dispositivos, la plataforma brinda contenido a través de la
transmisión instantánea de datos de audio y video a través de redes, servicio
conocido como streaming.
Desde 2014, Spotify incluye algoritmos que permiten recomendaciones
personalizadas de contenido con el objetivo de mejorar constantemente la calidad
del servicio. Combinando diferentes técnicas como filtrado colaborativo, metadatos
y análisis de audio, la plataforma analiza el paso de cada usuario, recopila
información y, a través de agentes de inteligencia artificial presentes en su sistema
de recomendaciones, indica los artículos que cree que son demandados por el
público.
Para Resnick y Varian (1997, p. 57), los sistemas de recomendación son
aquellos que utilizan las opiniones de una comunidad de usuarios –y del propio
usuario como en el caso del servicio en cuestión– para ayudar a los individuos de
esa misma comunidad a identificar contenidos de interés en un conjunto de
opciones que podrían caracterizar una sobrecarga. Es a través de esta herramienta
que la plataforma se diferencia de los medios tradicionales, como la radio, ya que
la posibilidad de contenidos construidos exclusivamente para cada usuario hace
más interesante el streaming .
Hay dos formas de hacer uso de la aplicación: el plan Spotify Free y el plan
Spotify Premium. En Spotify Free, el anuncio se inserta en el intervalo entre las
pistas seleccionadas por el usuario y solo se puede acceder al contenido cuando
el usuario está conectado a Internet. Con Spotify Premium, la versión de pago del
servicio, el usuario se deshace de los anuncios y puede consumir contenidos
incluso sin conexión a la red. Con 170 millones de usuarios activos mensuales en
todo el mundo, el 22,8% de ellos entre 15 y 65 años, este es actualmente el
servicio de música más grande de Brasil en términos de alcance semanal1 .

Frith (1996, p. 67, nuestra traducción) ve en la relación entre el consumo de


música y el individuo una forma de construir la identidad personal a partir de la
conexión entre el afecto y el consumo: “La música construye nuestro sentido de identidad

1. “Spotify alcanza los 75 millones de suscriptores en el plan Premium”. Disponible en: http://bit. ly/
2HqRmX3. Consultado el: 5 de diciembre. 2018.

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a través de las experiencias directas que ofrece al cuerpo, el tiempo y


la sociabilidad, experiencias que nos permiten ubicarnos en narrativas
culturales imaginativas”.
En la contemporaneidad es cada vez más frecuente la creación de
herramientas que buscan aumentar el consumo a través de la seducción, ya que
“el hiperconsumidor ya no busca la posesión de las cosas para sí, sino, sobre
todo, la multiplicación de experiencias, el placer de la experiencia por la
experiencia, la embriaguez de nuevas sensaciones y emociones”
(LIPOVETSKY, 2007, p. 54), pasando a consumir productos elaborados a su
imagen. Así, Spotify parece la herramienta perfecta para un consumo
controlado ahora convertido en fetiche.
Considerada hoy una gran herramienta de marketing musical, Spotify ha
presentado nuevas canciones y artistas a millones de usuarios. Drew Lam
(GWYNN, 2017), miembro del equipo de Servicios para Artistas y Gerentes de
Spotify UK, dice que Spotify ha ayudado a impulsar el crecimiento de la industria
de la música. Los ingresos totales en la industria global se redujeron en un 36 %
entre 1999 y 2014, al pasar de 23ÿ800 millones de USD a 14ÿ300 millones de
USD. Entre 2015 y 2016, con la participación de Spotify y otras plataformas de
streaming , los valores aumentaron a US$ 15.700 millones, lo que representa una cierta recuperación.
Convencidos de la relevancia de la plataforma, más artistas se animan a
subir sus composiciones al sistema. Así, Spotify se ha convertido en un gran
escaparate. Para los artistas emergentes, participar en una lista de
reproducción oficial o muy visible en la plataforma significa ser reconocido.
Hay una gran lista de blogs orientados a enseñar a los artistas formas de
ingresar a las listas de reproducción de Spotify para aprovecharlas.
Mastrogiacomo (2018), en un artículo para el Blog de Sonicbids, entrevistó a
algunos artistas que lograron este reconocimiento. El artículo está dividido en
algunos puntos. En el primero, cuestiona cómo los artistas emergentes se ganan
su lugar en las listas de reproducción de Spotify . Ian Cunningham de la banda
Acid Tongue (con canciones en las listas de reproducción oficiales de Spotify
"Garage Jams" y "Fresh Finds: Six Strings") comparte que "tener éxito como
artista emergente es hacer malabares con muchos platos: giras, prensa, radio,
listas de reproducción, distribución, etc Y todas esas pequeñas victorias se alimentan entre sí”.
(MASTROGIACOMO, 2018, traducción nuestra). Muchos de los artistas
encuestados durante la encuesta informaron que el primer paso es ganar
espacio en pequeñas listas de reproducción, para demostrar que existe la
demanda de su música . Esta estrategia inicial con un trabajo duro bien
planificado y, en ocasiones, la suerte, según Mastrogiacomo (2018), son
instrumentos esenciales para el inicio del camino.
Sobre el segundo punto, cuestiona si la posibilidad de que artistas
emergentes ingresen a las listas de reproducción oficiales de Spotify es real.
La respuesta fue sí, pero hay que ser paciente, dedicado y tener una buena estrategia.
Demostrar que la gente realmente quiere escuchar tu música es uno de los
métodos, junto con una fuerte presencia en las redes sociales y la
presentación de espectáculos. Al igual que los productos, la gente necesita
conocer al artista para sentir la necesidad de consumir su música. Para eso
sirve insertar canciones en listas de reproducción orgánicas . Brian McLaughlin
de The Rare Occasions, quien logró llegar a las listas de reproducción "Fresh
Finds: Six Strings" e "Indie Songs for Slackers" , explicó cómo funcionó para
su banda:

Una cosa que hicimos en el año previo al lanzamiento fue tratar de


atraer a nuestros fans a la plataforma de Spotify y aumentar nuestra
audiencia allí. Hicimos esto publicando enlaces a nuestras pistas y también

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contactar a curadores de listas de reproducción de terceros y poner nuestras


canciones allí. Estas listas de reproducción no tienen la misma audiencia que las
oficiales de Spotify, pero en ese momento no teníamos muchos oyentes y creo
que el esfuerzo que pusimos para incentivar a nuestros oyentes y seguidores
también podría haber ayudado a que nuestra nueva música saliera adelante . El
radar de Spotify. (MASTROGIACOMO, 2018, traducción nuestra)

El último punto está reservado para tratar de entender si hay alguna forma
de acelerar este proceso de entrada. Con todos los ejemplos investigados por
ella, fue posible darse cuenta de que aunque muchos artistas han seguido el
mismo camino, hubo algunos sin apenas reconocimiento inicial que lograron
hacerse un lugar en la escena musical sin necesitar tanto esfuerzo, algo que
podría ser considerado “suerte”. .
Forde (2017) analiza cuánto modifican las listas de reproducción de Spotify
los procesos de composición musical en la actualidad. Las playlists de la
plataforma se están volviendo tan influyentes como lo fue la radio y el éxito de
listas categorizadas por estados de ánimo en lugar de géneros musicales –como
la lista “Afternoon Acoustic” con más de dos millones de seguidores– marcan
una transformación en la forma de clasificar la música. George Ergatoudis,
exjefe de música en Radio 1 y 1Xtra, que ahora trabaja en Spotify, explica a
Forde (2017) que: “La audiencia mayoritaria a menudo necesita más orientación
para ayudarlos a descubrir nueva música […]. Las listas de reproducción
cumplen bien esta función”.

Forde (2017) trae en su artículo la percepción de un nuevo tipo de


multiformato: mientras en décadas pasadas el foco estaba en una grabación
maestra para ser explorada en muchos medios (LP, CD, casetes, TV, radios,
etc.), hoy las mismas canciones pasan por alteraciones y arreglos diferentes
para alcanzar el máximo número de listas de reproducción. Las versiones
acústicas , los remixes, las asociaciones y las variaciones están diseñadas para
que la misma composición básica se pueda integrar en cualquier lista de reproducción que es
Ergatoudis afirma: “La industria se está volviendo mucho más inteligente en
la comprensión de la cartera de listas de reproducción de Spotify ”, y explica:
“Ahora hay lanzamientos para listas de reproducción específicas con más
frecuencia” (FORDE, 2017 ). El proyecto More Life del rapero Drake , por
ejemplo, ya no se considera un álbum sino una lista de reproducción. No hay
concepto ni uniformidad en las canciones de la obra, por lo que se configura un
disco en el sentido tradicional. More Life es una colección de composiciones
escogidas por el artista, en las que están presentes varias canciones, algunas
de las cuales ni siquiera el propio Drake forma parte.
Dado el poder de la plataforma, los miembros de Spotify creen que
son capaces de señalar a sus usuarios quién será el próximo gran
artista de la escena musical. Según el director comercial de Spotify,
Jeff Levick:

Una de las cosas para las que usamos los datos es para comprender
realmente, y creemos que nos hemos vuelto bastante buenos en esto, qué
artistas o qué canciones van a tener éxito. Ponemos mucha energía y tiempo
en estos artistas y canciones para promocionarlos. (LEVY, 2015, nuestra traducción)

Levick también informó que la compañía está interesada en el talento menos


conocido, acercándose a los gerentes de artistas que están muy involucrados
en Spotify con el objetivo de ayudarlos a crecer. Artistas como Lorde y Hozier
han sido citados como ejemplos de esto.

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Con la recopilación de millones de datos que evalúan el gusto musical


del usuario para extraer recomendaciones musicales, Spotify se ve como
una biblioteca neutral, en la que cada individuo recibe el contenido que
mejor se adapta a su gusto. Para Hwei (2015), con afirmaciones como las
de Levick, asumiendo que la compañía se interesa por artistas específicos
y que ella determina qué artista del momento o hit del año será, es posible
percibir su enorme poder dentro de la industria musical actual. Si tenemos
en cuenta la cantidad de datos recopilados sobre los hábitos musicales de
millones de usuarios, este poder adquiere enormes dimensiones.

ENFOQUE METODOLÓGICO Y RESULTADOS

Buscando indagar mejor en el objeto de estudio, se realizó una


investigación exploratoria mediante un cuestionario en línea con el fin de
identificar el perfil del consumidor de la plataforma Spotify y el tipo de
percepción que se elabora respecto al sistema de indicaciones que realiza
la plataforma. El cuestionario ayudó a comprender las características de
los usuarios de la plataforma y cómo se comportan al utilizar el servicio,
siendo de suma importancia para las consideraciones finales de la
investigación. Se pudo observar si el consumidor entiende que su gusto
musical puede verse afectado por el sistema de indicaciones de Spotify y
otros puntos relacionados con esto, como se verá más adelante.
Para este artículo se aplicaron 64 cuestionarios basados en un enfoque
basado en criterios de proximidad. La investigadora que originalmente
recopiló y tabuló los datos utilizó sus propias redes sociales como punto
de partida para invitar a voluntarios a responder y difundir el cuestionario.
En esta investigación no se utilizaron recursos económicos , lo que explica
la pregunta anterior. Esto hizo imposible estructurar criterios estadísticos
para el uso de cuestionarios en línea para un gran número de encuestados
(la plataforma utilizada, Google Forms, así como otras similares, se paga
cuando hay más encuestados o preguntas involucradas, entre otros
aspectos), como así como su divulgación y tabulación. Utilizando la lógica
de la proximidad, con la aproximación espontánea de los encuestados –
personas que vieron la publicidad de la encuesta y se ofrecieron
voluntariamente a contestarla– se contestaron íntegramente 64
cuestionarios.
Se sabe que esto hace que este trabajo sea frágil en términos
metodológicos, sin embargo, preferimos pensar de manera exploratoria.
Es decir, tanto considerando que la aplicación del cuestionario es en sí
mismo un paso exploratorio para este y otros estudios de similar naturaleza
y contenido, como teniendo en cuenta que, aun sin un adecuado
tratamiento estadístico, este abordaje demostró ser capaz de de señalar
respuestas a la pregunta planteada en la introducción de este artículo.
Optamos aquí por presentar algunos de los datos recogidos de forma
descriptiva y otros, más relevantes para los objetivos propuestos, en forma
de gráficos, de manera que se facilite su lectura.
De los encuestados, el 57,8% (37) se declaró mujer y el 42,2% (27)
hombre. Aislado y para esta investigación, este dato no trae impactos,
sirviendo únicamente para conocer la distribución por género entre los
entrevistados.
En cuanto al grupo de edad, el 89,06% (57) de los encuestados tiene entre
18 y 25 años; 9,37% (6) entre 26 y 35 años y 1,57% (1) es menor de 18 años.
Inicialmente se creyó que se trataba de un sesgo proporcionado por el

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enfoque metodológico por proximidad. Incluso con alternativas dirigidas a


un público mayor de 35 años, solo los usuarios menores de esta edad
respondieron el cuestionario, lo que podría reflejar la edad del investigador
que elaboró y aplicó el cuestionario. En detrimento de ello, la fuerte
presencia de personas pertenecientes a la generación millennial, formada
por individuos nacidos entre la década de 1980 y principios de la de 2000,
fue confirmada por datos difundidos en 2016 en los que este grupo
demográfico era responsable del 72% del total . Streams semanales de
Spotify (MCINTYRE, 2016).
En cuanto a los dispositivos de acceso y uso, el 73,4% (47) de los
usuarios dijeron que utilizan Spotify exclusivamente en teléfonos móviles,
el 18,7% (12) exclusivamente en ordenadores, el 4,7% (3) en ambos, el
1,6% (1) en el coche ( radios con salidas USB, bluetooth y similares) y el
1,6% (1) en otros dispositivos, como videojuegos. Esto corrobora con datos
que indican que el 25% de los millennials pasan más de 5 horas al día
usando su celular (SMARTPHONE…, 2017).
En cuanto al nivel educativo, el 53,1% (34) de los encuestados tiene
estudios superiores incompletos; el 25% (16) han completado la educación
superior ; el 6,3% (4) tienen título de posgrado; 14% (9), secundaria
completa; y 1.6% (1), bachillerato incompleto. Más de la mitad de los
encuestados son estudiantes universitarios, lo que se explica tanto por el
criterio de proximidad a partir del cual se ha desarrollado esta encuesta,
como por la existencia de un descuento del 50% sobre el precio total de la
suscripción Premium para estudiantes universitarios. En cuanto al tipo de
suscripciones, el 17,2% (11) de los usuarios tienen el tipo Universitario
Premium; 32,8% (21), Familia Premium; 34,4% (22) Gratis y 15,6% (10) Premium.
Entre los encuestados, el 29,7% (19) utiliza la plataforma desde
2017; 26,6% (17) lo utilizan desde 2016; 9,4% (6) no recuerda; 10,9%
(7) lo utilizan desde 2014; El 20,3% (13) lo usa desde 2015 y el 3,1%
(2) comenzó a usarlo en 2018. La siguiente pregunta se refiere a la
frecuencia diaria de uso de Spotify.

Gráfico 1. Contenido recomendado por conocidos.


Fuente: Elaborado por los autores.

El gráfico 1 muestra que el 43,8% (28) del total no pide recomendaciones


musicales a conocidos. Un poco más de la mitad de los encuestados de
alguna manera intentan conocer música nueva en la plataforma a través de

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recomendaciones de conocidos. Sorprendentemente, la mayoría de estas


recomendaciones son cara a cara y esto debería investigarse más a fondo
en el futuro. En cualquier caso, esto indica que los usuarios se inclinan a
aceptar sugerencias de actores que no son máquinas.

Gráfico 2. Recomendación de contenidos por plataforma.


Fuente: Elaborado por los autores.

En detrimento de lo dicho en la Gráfica 1, aquí el 62,5% (40) de los


encuestados indica recibir contenidos recomendados por la plataforma.
Se nota que, si en la pregunta anterior muchos usuarios manifestaron que no
pedían indicaciones a otros temas, aquí dicen que aceptan las indicaciones de
listas de reproducción que proporciona el algoritmo. Vale la pena señalar que
aceptar contenido dirigido es ideal para el correcto funcionamiento del sistema de referencia.
Las posibilidades de obtener contenido recomendado que agrade al usuario
son mayores a medida que se utiliza activamente la plataforma. Así, las
personas que no tienen la costumbre de consumir contenido recomendado
comprometen el buen funcionamiento del sistema de recomendación, que
no ofrecerá contenido adecuado para ese usuario. En este sentido, la
lógica actor-red (LATOUR, 2011) no logra consolidarse.

Gráfico 3. Consumo de artistas recomendados por la plataforma.


Fuente: Elaborado por los autores.

Por extensión, conocer nuevos artistas es una consecuencia natural de


aceptar contenidos recomendados por la plataforma. El usuario consume

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contenido recomendado y selecciona los artistas que prefieras. Cuanto


más consume, mayor es la posibilidad de que el contenido ofrecido le
agrade, porque el algoritmo de Spotify es un agente de inteligencia artificial
que aprende a través de las entradas proporcionadas por el usuario. En
cualquier caso, esto parece indicar un cambio de gusto. Solo el 17,2% (11)
de los encuestados se quedan escuchando solo artistas que consumían
antes de usar la plataforma. Los otros, en mayor o menor grado, incorporan
a su consumo musical a artistas que conocieron en la plataforma. Este
hecho es bastante similar en cuanto al género musical, como se verá a continuación.

Gráfico 4. Consumo de géneros musicales recomendados por la plataforma.


Fuente: Elaborado por los autores.

El gráfico 4, al igual que el 3, muestra los efectos de las acciones de la plataforma.


En lugar de artistas, aquí estamos hablando de géneros musicales, un
campo mucho más amplio en el que se insertan los propios artistas.
Aunque es significativo el número de encuestados que no han conocido
un género nuevo , el 68,75% (44) se introdujo a los géneros nuevos. Sin
embargo, cabe recordar que, con las listas de reproducción, la plataforma
cuestiona la definición misma de los géneros musicales y sus fronteras.

CONSIDERACIONES FINALES

No es posible decir con base en los datos recopilados si el uso de


Spotify es capaz de cambiar el gusto musical de los usuarios. Esto
requeriría, además de la investigación estadística real, un acercamiento
más cercano al usuario para comprender si el gusto, al menos en términos
de lo definido por Bourdieu, realmente se ha modificado. Al respecto, el
autor afirma que “no hay nada tan poderoso como el gusto musical para
clasificar a los individuos y por el cual somos clasificados
infaliblemente” (BOURDIEU, 2013). Sin embargo, la respuesta a la
pregunta “¿ Entiende el consumidor que su gusto musical puede verse
afectado por el sistema de indicación de Spotify, es decir, por su
algoritmo?”, postulada en la introducción, tiende a ser negativa, aunque se
le permite al usuario dejarse impregnar por el contenido que ofrece Spotify.
Esta idiosincrasia es en sí misma el principal hallazgo de esta investigación y se
sugiere que sirva de inspiración para trabajos futuros. El 62,5% de los usuarios
acepta las indicaciones realizadas por la plataforma (Gráfico 2). Entonces podemos
inferir que, como consecuencia, el 17,2% de los encuestados permanece escuchando solo

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artistas que consumían antes de ingresar a la plataforma, mientras que


todos los demás comenzaron a consumir nuevos artistas (Gráfico 3) y el
68,75% se introdujo a nuevos géneros musicales (Gráfico 4). Estos datos
son bastante significativos de la influencia potencial de Spotify en los usuarios.
Casi la mitad (43,8%) no pide recomendaciones musicales a conocidos,
dejándose llevar por lo que indica el algoritmo (Gráfico 1). Se puede decir
en resumen que el usuario de Spotify no parece entender en este
momento que el sistema de indicaciones de la plataforma afecta, si no a
su gusto, para no entrar en el concepto de gusto como lo postula
Bourdieu, sino en la forma en que la música se consume.
Se sabe que la identidad es un proceso continuo de construcción
personal y que la música, así como otras formas de arte, forman parte
de este proceso. Se entiende que es una forma de expresar ideas,
valores, estilos de vida y aún es capaz de incluirnos en grupos sociales
con los que nos identificamos. Por gusto musical logramos transmitir lo
que somos.

Lo que en la superficie parecen pequeños gestos aleatorios


(alguien que cambia de estación de radio, avanza rápidamente en las
pistas de un CD o expresa aversión por una canción en particular, por
ejemplo) resultan tener un impacto de vital importancia en nuestro
propio sentido del yo, así como como en la forma en que vivimos,
elegimos presentarnos al mundo. (WASHBURNE; DERNO, 2004, nuestra traducción)

Frith (1996) cree que esta visión expresivista de que los sonidos
deben de alguna manera “reflejar” o “representar” a las personas es
limitada y abierta a la crítica, ya que hace parecer que las personas y los
grupos tienen creencias e identidades fijas. Para él, la relación entre
música e identidad no debe resumirse sólo en “representación de lo que
somos” sino como un elemento esencial para el desarrollo de la identidad
personal, una fuerza que crea y configura la identidad del individuo. Un
ejemplo de esto es la investigación que muestra la importancia de la
música como un “contexto de autoexploración” para los adolescentes
que se encuentran en una fase de transición de la identidad infantil a una
identidad más autónoma (VOLGSTEN, 1999), mostrando que la identidad
es una cuestión práctica. dirigido a lo que hacemos y no a lo que somos,
lo que Frith (1996) llama “el yo en proceso” y que se incluye en un contexto social.
Esto tiene relación con la investigación en el sentido de que los
cuestionarios aplicados apuntan al consumo de nuevos artistas e incluso
géneros musicales a partir de los que presentan las playlists de Spotify .
Aceptar las indicaciones de la plataforma se limita a lo que hacemos. Al
mismo tiempo, y esto vale la pena investigarlo, existe una relación
idiosincrásica entre aceptar (o no) indicaciones musicales de actores
humanos y aceptar (casi siempre, como muestran los datos) las listas de
reproducción que ofrece Spotify. Aunque no piden sugerencias de la
plataforma, dando preferencia a las recomendaciones de personas que
conocen y afirmando favorecer los contactos sociales físicos sobre los
virtuales, los usuarios aceptan recibir indicaciones de listas de reproducción
de Spotify . Parece haber cierta distancia entre la percepción del uso que el
consumidor hace de la herramienta, es decir, la forma en que el individuo
cree consumir a través de Spotify, y lo que realmente ocurre en cuanto a la mecánica y funcionamiento de la platafo
La dinámica del actor-red se establece con bastante claridad, tal y
como propone Latour (2011), en la que los actores humanos o actantes
son los usuarios y los maquinistas, la plataforma, son el(los) algoritmo(s).

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Todos interactúan entre sí en complejos sistemas de retroalimentación,


en los que el actante maquínico aprende y se adapta a los humanos,
recopila datos sobre ellos (a partir de entradas proporcionadas por los
desarrolladores de software y por los propios usuarios) y ofrece salidas,
en el caso de Spotify, entre otros . cosas –y este es quizás el principal
servicio que ofrece la plataforma– segmentó la música según el gusto del
usuario y, eventualmente, sus redes de relación.
En la utopía del software libre, esto sería el cielo. Islas del gusto en
las que todo usuario puede refugiarse. Pero prácticamente desde Tron
(1982), el software libre debe ser tratado solo como una utopía. Tron
incluso habla del Master Control Program, un software que, a través de
procesos de aprendizaje, se vuelve más astuto que su creador y lo
golpea, iniciando una especie de revolución en la que las máquinas
controlan a los individuos. Spotify se vendió una vez como una especie
de revolución del gusto. Pero la exención, lo sabemos, no existe, y vale
la pena volver aquí a las acusaciones de que Spotify puede manipular
listas de reproducción para promocionar artistas y ocultar a otros.
También vale la pena preguntarse si las islas gustativas son siempre
positivas o si la compartimentación extrema haría que el gusto se marchitara.
De todos modos, aquí está la advertencia de la metáfora. Así como
los inadvertidos creadores de Tron desconocían el enorme poder que el
Master Control Program estaba ganando al acumular conocimientos, al
tratarse de un sistema de inteligencia artificial, los usuarios de Spotify
parecen utilizar la plataforma sin cuidado.
De ahí la clásica película de 1982 como metáfora. Sin embargo, es
poco probable que el software de Spotify intente controlar a los usuarios.
Sin embargo, se ha visto a lo largo de este texto que, si bien estamos
lejos de la distopía software propuesta por Tron, no estamos cerca de la
utopía software del buen gusto o, al menos, del gusto neutro.
Los usos de una plataforma del tamaño y rentabilidad de Spotify no
parecen estar exentos. Es necesario estar cada vez más atentos a las
formas de consumo mediadas por sistemas algorítmicos y sus
implicaciones para los actantes, ya sean empresas, proveedores de
servicios -en este caso, artistas- o consumidores.
Nos dimos cuenta, a lo largo del estudio que culminó con la
elaboración de este artículo, que existen tanto continuidades como
rupturas en relación al consumo de música previo al streaming, que es la
verdadera riqueza de las nuevas plataformas. Sin embargo, no
corresponde a un artículo agotar este tema. Preferimos pensar aquí de
manera exploratoria. Es decir, tanto considerando que la aplicación de
este cuestionario fue en sí mismo un paso exploratorio para este y otros
estudios de similar naturaleza y contenido, como teniendo en cuenta que,
aún sin un tratamiento estadístico adecuado, este enfoque demostró ser
capaz de señalar respuestas a la pregunta planteada en la introducción
de este artículo. Finalmente , se enfatiza que es necesario realizar
investigaciones más profundas y un seguimiento prolongado de diferentes
temas para que sea posible fortalecer la hipótesis aquí postulada de que
la plataforma influye efectivamente en la construcción del gusto musical de los usuario

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38 SIGNOS DE CONSUMO
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Spotify y la construcción del gusto: un breve análisis de la oferta de playlists de la plataforma

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