Está en la página 1de 12

II.

MARCO TEORICO Y ESTADO DEL


ARTE DEL CONOCIMIENTO SOBRE
TRABAJO, BIENESTAR/SALUD Y
SUBJETIVIDAD DOCENTE
“Había discursos teóricos e ideológicos sin
sujeto. El sujeto estaba ausente en el propio
discurso. Había solo predicado. Ya sabemos
que el predicado acepta todo, el Sujeto no”.

Hugo Zemelman.

“Hay más realidad entre dos disciplinas


científicas, que en dos ciencias por
separado”

Edgar Morin
A. CAPITALISMO FINANCIERO, TRANSFORMACIONES
SOCIOCULTURALES Y TRABAJO DOCENTE

1. ¿La docencia como Trabajo?: El trabajo como categoría de análisis.

El lugar del trabajo en la sociedad actual, y en la constitución de subjetividades, es


objeto de debate en las ciencias sociales. Algunos autores anuncian el fin del trabajo y
vuelven la mirada a la vida social y cultural para explicar problemas laborales y
subjetivos (Martínez, 2001). Otros lo siguen viendo como elemento central en la
cohesión social, la identidad y el vínculo humano (Dejours, 1998). Tal vez la
experiencia de estar sin trabajo, y sus profundas consecuencias sobre la totalidad del
sujeto –que van mucho más allá de la pérdida económica-, sea en sí misma la resolución
a esta controversia.

Lo cierto es que el trabajo, desde sus orígenes es portador de esa doble carga: el lugar
del despliegue de la fuerza humana transformadora que se constituye también a sí
misma y el lugar del sufrimiento1, como lo plantea Lima (2010):

“En cuanto ser activo, el hombre se humaniza por el trabajo y se deshumaniza en


el trabajo. ¿Por qué el trabajo, actividad por la cual el hombre se produce,
también los aliena de sí y de los otros?” (Lima, 2010, p. 1).

El trabajo implica siempre una confrontación con lo real, en términos físicos y en


términos de relaciones sociales. Su importancia radica en que se constituye como
fuente originaria de la realización del ser social.

Para Marx (1986), a quien muchos consideran uno de los fundadores del estudio
científico del trabajo, éste es esencialmente acción:

1
L’Huilier (2009) recuerda que el origen etimológico del término trabajo viene del latín tripalium, un
elemento de tortura de la antigüedad.
“…es la acción humana con vistas a la producción de valores de uso y la
apropiación de sustancias naturales para los requerimientos humanos…” (Marx,
1986, pp. 183-184).

El trabajo es una necesidad para el hombre, pero no solo como una forma de superar las
limitaciones que le impone la naturaleza, sino que como un vehículo de expresión de las
capacidades combinadas del ser humano (Ollman, 1971, p. 128). Al actuar sobre el
mundo externo y modificarlo, el hombre modifica su propia naturaleza, “desarrolla sus
poderes dormidos y los obliga a acatar su dominio” (Marx, 1986, p. 177).

El trabajo, en tanto transformación del mundo, demanda a los hombres un papel activo,
que no ponen en juego en ninguna otra esfera de su vida. Solo a través del trabajo
concreto el hombre desarrolla todas sus potencialidades, pero además solo a través del
trabajo concreto, el hombre se constituye como tal:

“…debemos tener de antemano una idea de lo que queremos hacer, saber como
hacerlo y poder concentrarnos en su producción. No hay ninguna otra actividad
que exija tanto” (Marx, 1960, p. 75).

La transformación de la naturaleza se da únicamente, a partir de una transformación que


podríamos llamar interior. Primero se piensa y se construye una representación interna,
después se actúa, materializando en el exterior esta representación interna2.

En el acto de producir y transformar, los seres humanos nos transformamos y nos


producimos a nosotros mismo. En tanto productores somos “producto” también del
trabajo. En ese sentido, el trabajo “funda” al hombre en todas las esferas de su vida, por
lo que puede ser considerado como la “vida de la especie”, la actividad vital del hombre
(Ollman, 1971).

La necesidad de transformar el medio es también una necesidad psicológica, en el


sentido de que es camino a través del cual se constituye su psiquismo, su subjetividad.
Lograr un objeto satisfactorio, de acuerdo a una representación previa, fortalece el yo de

2
Se trata de una temporalidad lógica, no hay que considerar esta afirmación desde una perspectiva de
temporalidad lineal, Marx es claro al respecto.
las personas (Mastrajt, 2002). Esta y otras dimensiones esenciales del psiquismo
humano son función de las múltiples relaciones que establece una persona en torno a su
trabajo. El trabajo supone otros, es un acto social de producción.

La paradoja centrla del trabajo radica en que, por un lado el ser humano está él mismo
en su objeto de producción, pues ninguna actividad humana se realiza sin que se
“desarrollen vínculos subjetivos entre el productor y su producto” (Lima, 2010, p.1).
Sin embargo, el producto de su trabajo le es ajeno, se vuelve exterior a él y se aleja. El
objeto, producido y libidinizado, es apropiado por otro, el dueño de la fuerza de trabajo
de quien lo produjo, dando lugar al proceso de alienación.

La alienación del trabajo.

La alienación del trabajo es un fenómeno multifacético y una determinación central de


la vida humana:

“La alienación del trabajo es un fenómeno objetivo y subjetivo al mismo


tiempo…..se manifiesta en todas las esferas y dimensiones de la vida individual
y social: es, al mismo tiempo, un fenómeno jurídico, político, económico, social,
cultural, psíquico y que también define la relación del individuo con su propio
cuerpo” (Lima, 2010, p. 1).

La alienación de la fuerza de trabajo “vendida” por los trabajadores conlleva a la


alienación del trabajador en relación a su producto de trabajo. En este proceso, se
produce la eliminación gradual, de las propiedades cualitativas, humanas e individuales
del trabajador (Lukacs, 1979). En este proceso ocupa un lugar central lo que Marx
(1986) denominó la “fetichización” de la mercancía.

La mercancía se vuelve un fetiche al ocupar el lugar de una relación entre personas. La


relación humana es cosificada y esta cosa (mercancía) termina anulando los términos
subjetivos que la componen, los seres humanos que se encuentran a cada extremo de
esta relación.
El trabajador es separado de su trabajo, no tiene injerencia respecto de lo que produce,
ni sobre la manera en que lo hace. La actividad vital humana por excelencia, queda
separada del hombre. La manifestación humana queda bajo el imperio de un poder
inhumano, la racionalidad de la producción capitalista (Marx, 1960).

Se produce una ruptura fundamental de elementos interconectados por definición: el


hombre y su actividad; el hombre y la naturaleza. Se separan las condiciones
inorgánicas de la existencia humana con respecto a su existencia activa, separación que
sólo se consuma, según Marx (1960) en la relación entre el trabajo asalariado y el
capital.

Marx lleva bastante lejos su análisis cuando afirma que, de esta forma, “...todo es en sí
mismo distinto de sí mismo…” (Marx, 1960, p. 126). Lo humano - el producto del
trabajo - se vuelve inhumano, y lo inhumano – la mercancía - toma las características de
lo humano.

La persona despojada de su trabajo es, para Marx, una “abstracción”, un “remedo”, un


factor aislado de la totalidad social. Los productos “abstractos” del trabajo también se
transforman: la industria, la propiedad, la religión “…a la larga cobran vida
independiente, crean necesidades que el individuo se ve obligado a satisfacer y queda
anulada por completo la conexión primitiva” (Ollman, 1971, p. 163).

Lo que es trabajo aparece como algo ajeno, externo y apropiado por otro. Ese otro es
quien define la forma que tomará el trabajo, su intensidad y duración, el tipo y número
de productos a realizar, las condiciones laborales y el tipo de relaciones sociales a
establecer en torno a la actividad del trabajo.

Marx define cuatro grandes formas de alienación del hombre: respecto de su producto,
respecto de su actividad productiva, respecto de otros hombres, respecto de la especie
humana. Nos referiremos brevemente a las dos primeras, por ser las más relevantes para
efectos de este análisis.
El hombre se relaciona con el producto de su trabajo, que es trabajo objetivado, como si
éste le fuera ajeno, no pudiendo disponer de él. Pese a que él mismo está en el objeto de
su producción, éste le resulta exterior, se le va.

Por otra parte, el producto ejerce poder sobre el trabajador, los productos controlan a
quienes los producen. Marx (1986) dirá, los medios de producción emplean al obrero.
La vida del trabajador es una forzada respuesta a las exigencias de los propios productos
creados por el hombre.

El trabajador es retribuido con lo mínimo necesario para que pueda seguir produciendo,
en función del valor cambio de su fuerza creadora en el mercado del trabajo, no en
función del valor de uso de aquello que produce con otros.

La alienación del hombre con respecto a su producto, es más difícil de ver, de apreciar,
en los trabajos abocados a la producción de servicios, a los trabajos inmateriales, como
la docencia3.

Por otra parte, el trabajador no tiene injerencia respecto de la forma en que se organizan
las relaciones sociales para realizar la producción. De esta forma, el trabajo se hace
externo al trabajador: no pertenece a su ser esencial. En palabras de Marx, el trabajador
solo se siente a sí mismo fuera del trabajo, y en su trabajo se siente fuera de sí mismo.

“…el trabajador solo se siente como ser libre y activo en sus funciones animales,
comer, beber y procrear…en sus funciones humanas solo se siente como animal.
Lo animal se torna humano y lo humano, animal” (Marx, 1960, p. 76).

El fundamento último de la alienación es la riqueza abstracta, la acumulación de la


riqueza por la riqueza. Para Marx, la libertad solo puede consistir en que el hombre
socializado regule racionalmente su intercambio de materias con la naturaleza, lo ponga
bajo su control común en vez de dejarse dominar por él como por un poder ciego, lo
lleve a cabo con el menor gasto posible de fuerzas y en las condiciones más adecuadas y
más dignas de su naturaleza humana (Antunes, 2005). Se abre un debate, tal vez sin
resolución. ¿Es posible desarrollar una actividad productiva no alienada al interior de un
3
La temática del “Trabajo inmaterial” es analizada en el capítulo 3.
trabajo alienado? Para Lima (2010) la alienación total eliminaría cualquier fuerza de
resistencia, pero no considerar la alienación como una condición objetiva de la
producción de valor implica “mantener el estado de cosas actual y satisfacerse con la
vida mezquina que el capital nos reserva” (Lima, 2010, p. 7).

¿Por qué utilizar la categoría trabajo para pensar la docencia?

La categoría trabajo permite una apertura a lo histórico-cultural, a lo complejo, a la


realidad como construcción social. Pensar la docencia desde los procesos de trabajo, es
centrar el análisis en los sujetos individuales y colectivos y en su relación con la
totalidad social.

La categoría trabajo docente convoca a investigadores provenientes de distintas


disciplinas y enfoques, como la pedagogía, la psicología, la sociología del trabajo, la
antropología, la medicina, la economía, etc. (Martínez, 2001). Como categoría permite
construir problemas de estudio ínter y transdisciplinarios, que trasciendan las fronteras
entre las disciplinas, que muchas veces terminan por “convertirse en condicionantes del
propio razonamiento frente a la realidad social” (Zemelman, 1992a, p. 31).

Pensar la docencia como trabajo permite referirla a la totalidad social, “totalidad que
cumple una función gnoseológica importante, no solamente como crítica a la división de
los campos disciplinarios, sino como fundamento para influir sobre la realidad”
(Zemelman, 1992a, p. 32).

Pese a su importancia, los estudios del trabajo docente son relativamente tardíos, en
comparación con otras actividades laborales (Martínez, 2007). Como veremos en los
próximos capítulos, cuesta ver a la docencia como un trabajo, cuesta ver los procesos y
los productos del trabajo docente, ya sea como potencial objeto de estudio o como
experiencia laboral, referida por los propios docentes.

En lo que debe ser el único estado del arte de los estudios del trabajo docente en
América Latina, Martínez (2001) plantea que ha habido tres grandes formas de entrar al
estudio del trabajo docente. La más antigua de ellas, el sufrimiento docente en el
trabajo, estudios motivados por las altas tasas de licencias de origen psiquiátrico que
presentaban los docentes, asunto que veremos en detalle en el capítulo 4 de este trabajo.

La segunda entrada ha sido el estudio de los procesos de trabajo docente, el que ha


tenido un doble foco, por un lado la reorganización global de los procesos productivos y
el lugar de la docencia en dicho ordenamiento, asunto al que nos referiremos en el
próximo capítulo. No ha pasado desapercibida, para muchos investigadores, la
intervención de los organismos financieros internacionales, como el Banco Mundial,
sobre los sistemas educativos, a nivel mundial y regional. Por otro lado, los procesos
institucionales locales del trabajo docente y su relación con los ordenamientos sociales
macro y con los sistemas burocráticos de la administración central, desde mediados de
los años ’80 está planteada la difícil pregunta acerca del grado de control de los
docentes sobre su propio trabajo (Apple, 1990b).

El control burocrático central sobre el proceso de trabajo se juega en la realidad de cada


escuela y de cada aula. Sin embargo aún permanece “oculto para la conciencia de
muchos trabajadores de la educación y de gran parte de la investigación educativa.
Visibilizarlo es un desafío teórico y político” (Martínez, 2001, p.5).

“En el trabajo docente (el proceso de trabajo) presenta un obstáculo


epistemológico difícil de superar, ya que es el trabajo en sí - conceptual y
metodológicamente - el que es necesario identificar para separarlo de la
organización escolar. Abrirlo y desplegarlo para poder pensarlo, presenta sus
dificultades” (Martínez, 2006, p. 49).

El proceso de trabajo docente, en su definición amplia, puede ser entendido como la


relación entre la fuerza de trabajo docente – su formación, sus regulaciones, sus
características humanas -, los medios e instrumentos de trabajo, el local de trabajo – la
institución escolar – y el producto del trabajo.

De inmediato salta a la vista la dificultad de definir con precisión las características de


los medios e instrumentos de trabajo - los procesos de trabajo en su definición
restringida -, así como las características del producto del trabajo. Debate que han
abordado los teóricos del trabajo inmaterial, al cual aludiremos en el capítulo 3 de este
trabajo.

La “materialización de su producto está lejos de la realidad laboral del docente de la


escuela pública” (Martínez, 2001, p. 12). Se trata además, ya dijimos, de un producto no
tangible, inmaterial y centrado en los afectos, que puede tener una definición social,
pero que termina de definirse en cada escuela, en cada equipo (o no equipo de trabajo).

La tercera entrada a los estudios del trabajo docente ha sido la escuela. Los procesos
organizacionales, afectivos e ideológicos (Loureau, 1973) que se dan en las escuelas,
como instituciones y que hacen que las regulaciones generales se vivan de manera
diferente en cada cotidianidad escolar.

La escuela sigue siendo un objeto parcialmente investigado y construido (Martínez,


2001). Se conoce más de las aulas que de las escuelas, del trabajo individual más que
del realizado colectivamente. Las escuelas no son una sumatoria de aulas. Encarnan una
o varias culturas, rutinas, imaginarios y formas de relación:

“El espacio y el tiempo escolar, ceñidos a un orden burocratizado, padecen de


una inercia importante y suelen tener un negativo efecto sobre la producción
cotidiana de alumnos y docentes” (Martínez, 2001, p.7).

Este factor inercial genera malestar, frustración, impotencia y descalificación de lo real


del trabajo realizado, lo real que cuesta mucho mirar, en medio de las regulaciones
externas y de la falta de trabajo colectivo que permita mirarlo. Lo real del trabajo, lo
real de la escuela fue objeto de sendas investigaciones en los años ’80, cuestión que
parece necesario retomar, a partir de las transformaciones socioculturales, que
abordaremos en el siguiente capítulo.

Los estudios del trabajo docente, en sus diferentes entradas, han permitido acceder a una
doble escisión, que permanecía oculta a los ojos de investigadores y trabajadores. Por
un lado, la distancia entre el trabajo prescrito y el trabajo real, presente en todos los
trabajos humanos, pero que en el caso de la docencia alcanza niveles mayores y
particulares. El problema de lo real en el trabajo lo abordaremos en el capítulo 8, el cual
dedicamos a los procesos del inconsciente en el trabajo. La distancia entre lo prescrito y
lo real aparecerá en varios capítulos, particularmente el capítulo 11, dedicado a revisar
investigaciones sobre subjetividad y trabajo docente en nuestro país.

Por otro lado, la escisión entre las condiciones y regulaciones del trabajo y la pedagogía
misma. Dos campos que prácticamente no se tocan, ni en los estudios, ni en las
legislaciones, ni en la palabra de los docentes. Como si la forma de trabajar no afectara
los aprendizajes de los estudiantes, como si las condiciones materiales y de
infraestructura no tuvieran que ver con la posibilidad de desencadenar procesos de
construcción de conocimiento.

También podría gustarte