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Comportamiento Político

Tema 4.
La participación electoral

Eva Anduiza y Agusti Bosch


Índice

Introducción ..........................................................................................................3
Objetivos ...............................................................................................................4

1. La participación electoral en España y en Europa occidental .......................5


1.1. Cómo medir la participación electoral...................................... ..................5
1.1. Diferencias entre países y evolución de la participación
en elecciones generales....................................................................................7
1.2. La participación electoral en España .......................................................11
1.3. La participación en distintos tipos de elecciones .....................................13
1.3.1. Elecciones europeas .........................................................................13
1.3.2. Elecciones locales .............................................................................14
1.3.3. Elecciones autonómicas y regionales................................................16
1.3.4. La abstención diferencial y la participación electoral en Cataluña ....18

2. ¿Es realmente importante el nivel de participación electoral?........................21

3. Las explicaciones de la participación electoral ...............................................26


3.1. Posición social y participación electoral ...................................................26
3.1.1. Recursos socioeconómicos ...............................................................26
3.1.2. Integración social y lugar de residencia.............................................29
3.2. Actitudes políticas y participación electoral ..............................................31
3.2.1. Interés por la política..........................................................................32
3.2.2. Politización y cercanía a un partido ...................................................33
3.2.3. Satisfacción con la democracia y las instituciones ............................34
3.3. Contexto político y participación...............................................................35
3.3.1. El contexto institucional .....................................................................36
3.3.2. Las características del sistema de partidos .......................................38
3.3.3. Los incentivos directos a la participación ..........................................41

4. Las consecuencias de la participación electoral .............................................42

5. El descenso de la participación y las estrategias movilizadoras ....................45


5.1. Las explicaciones del descenso en la participación electoral ..................45
5.2. ¿Tiene remedio este descenso de la participación? ................................47

Resumen.............................................................................................................49
Glosario...............................................................................................................50
Bibliografía ..........................................................................................................51

2
Introducción

La participación electoral es una forma de participación política especialmente


importante, cuyo carácter distintivo ha justificado el que se analice siempre de
manera independiente con respecto a otras formas de participación política.

Desde una perspectiva empírica, se trata de la forma de participación política


más ejercida, como veíamos en el tema 1. La participación electoral supone
menos costes que otras formas de participación política más exigentes (como la
participación en organizaciones políticas o el ejercicio de la protesta política) y
necesariamente se da dentro de un contexto político altamente movilizador (las
elecciones).

Desde una perspectiva normativa, la participación electoral incorpora un ele-


mento igualitario que no está presente en otras formas de participación. En los
sistemas democráticos el acceso al voto es igual y universal para todos los ciu-
dadanos (como veíamos en el tema 2), mientras que en otras formas de partici-
pación política la influencia de cada persona es variable, en función de su capa-
cidad y de su disposición.

Desde el punto de vista político, el nivel de movilización y el perfil de los electo-


res participantes son elementos que pueden incidir en los resultados de la elec-
ción, y por lo tanto muy importantes en nuestro análisis

Por estas tres razones, desde el momento de la implantación del sufragio uni-
versal los politólogos se han interesado por la participación electoral, constatan-
do importantes diferencias en los niveles de abstención a través de los distintos
sistemas políticos democráticos, así como diferencias entre los electores votan-
tes y los abstencionistas. Recientemente además se detecta un descenso en los
niveles de participación electoral que ha acrecentado el interés por esta dimen-
sión del comportamiento electoral.

Este tema comienza con un análisis descriptivo de la participación electoral en


Europa occidental con especial énfasis en España y Cataluña. Se analizan las
tasas de participación electoral en distintos tipos de convocatorias y se trazan
pautas de evolución a lo largo del tiempo. El apartado 2 se centra en las razones
que hacen importante la participación electoral desde el punto de vista normati-
vo. El apartado 3 analiza distintas explicaciones de la participación electoral,
articulándolas en factores relativos a la posición social, las actitudes políticas y
el contexto político. El apartado 4 examina algunas de las implicaciones políti-
cas de la participación electoral, y finalmente el tema se cierra con una discusión
en torno al descenso en la participación electoral y las posibles estrategias mo-
vilizadoras.
3
Objetivos

Reflexionar sobre las peculiaridades de la participación electoral frente a


otras formas de participación política.
Analizar la evolución de la participación electoral en las democracias con-
temporáneas y las diferencias entre sistemas políticos y tipos de elección.
Conocer los principales modelos explicativos de la participación electoral.
Reflexionar sobre las consecuencias políticas de la participación electoral,
las implicaciones de su descenso, y las posibles soluciones a este proble-
ma.

4
1) La participación electoral en España y en Europa occidental

1.1. Cómo medir la participación electoral

En la mayor parte de los países occidentales existen cifras oficiales sobre el


número de votos emitidos, el número de electores registrados, y la población en
edad de votar. Con esta información es posible medir el nivel de participación
electoral, aunque la exactitud y fiabilidad de estos datos varía dependiendo del
país, sobre todo en lo referente al censo electoral. A partir de estos datos la
participación electoral puede definirse operativamente de distintas maneras.

Porcentaje de personas que votan con respecto al electorado registrado:


Cómo corregir
sub-estimaciones
P= (número de votos / número de electores censados) * 100
Rose propone un sistema para
corregir las tasas de
participación electoral que
tiene en cuenta el tiempo
Esta suele ser la opción más frecuente. Si se utiliza, es importante tener en desde la compilación del
censo hasta la elección, los
cuenta que los procedimientos de revisión y depuración del censo son funda- ciudadanos no registrados, los
mentales a la hora de determinar el grado de sub-estimación de la participación. electores registrados dos
veces, los electores fallecidos
Si el censo contiene un número importante de ciudadanos fallecidos o duplica- y los electores que se han
mudado. R. Rose (1974).
ciones debido a cambios de domicilio se sobre-estima el número de votantes “Britain: simple abstractions
and complex realities”. En R.
potenciales (muchos de los inscritos en realidad no están en condiciones de Rose (ed.). Electoral Behavior.
votar) y por tanto también el nivel de abstención. Nueva York: Free Press.

Porcentaje de personas que votan con respecto a la población en edad de


votar:

P = (número de votos / número de personas en edad de votar) * 100

Esta forma de operacionalización es más apropiada para comparar los niveles


de participación en sistemas con distintos tipos de registro (por ejemplo registros
voluntarios como el de Estados Unidos con registros de oficio como los propios
de la mayoría de los países de Europa). En este caso el denominador del por-
centaje incluye a personas sin derecho de voto (por no estar registradas o por
otras razones), lo que necesariamente hace que la participación estimada sea
menor de lo que resulta si se calcula con relación al electorado registrado.

Algunos problemas con el denominador...

Algunas discrepancias en los datos censales son realmente importantes. En Grecia, por
ejemplo, las cifras oficiales muestran casi nueve millones de electores potenciales a finales
de los años ochenta. Sin embargo, según las estimaciones de la OCDE la población mayor
de quince años es de ¡ocho millones y medio! En Portugal, parte del importante aumento de
5
la abstención que se observa puede ser debido también a un problema en la depuración del
censo electoral.

... y discrepancias con el numerador.

En algunos casos sólo se incluye en el numerador el número de votos válidos o incluso el


número de votos a candidaturas. Pese a que el porcentaje de votos en blanco o no válidos
normalmente es pequeño, éste ha adquirido una importancia creciente, sobre todo en los
países en los que el voto es obligatorio. En la definición de la participación electoral no tiene
por qué tenerse en cuenta el contenido del voto, si es blanco o nulo, sino únicamente si el
elector lo ha emitido o no.

Algunos autores (sobre todo en la literatura francesa, italiana y española, pero raramente en
la anglosajona) analizan con mayor frecuencia la tasa de abstencionistas (y no de votantes)
sobre el total de electores o la población en edad de votar. Hablar de participación o de
abstención es una cuestión formal, sin implicaciones para los análisis.

Si medir la participación a partir del censo y los resultados electorales puede


hacernos subestimar la participación real, cuando la medimos a partir de datos
de encuesta el problema es el inverso: los porcentajes de participación en en-
cuestas son siempre sistemáticamente superiores a los que ofrecen los datos
oficiales. No es infrecuente encontrar diferencias incluso superiores a los 10
puntos porcentuales. Junto a la posibilidad ya mencionada de que el censo esté
hasta cierto punto “inflado”, hay dos elementos que también pueden explicar
estas diferencias.

En primer lugar, algunos ciudadanos no reconocen su comportamiento absten-


cionista. La participación en las elecciones es un comportamiento socialmente
reconocido, y el sentimiento de deber cívico no cumplido puede hacer que los
abstencionistas no quieran admitir su “falta”, contestando que votaron o evitando
responder a la pregunta. Para evitar este tipo de “error” es muy importante cui-
dar la redacción de la pregunta, de manera que el encuestado no encuentre
ningún problema en reconocer el comportamiento abstencionista.

Redacción del cuestionario y abstención reconocida

En algunos Eurobarómetros se pregunta “¿A qué partido votó Ud. en las últimas elecciones
generales?” y se ofrece como una de las posibles respuestas “No votó”. Este formato de
redacción produce una importante subestimación de la abstención y un gran porcentaje de
no respuesta.

En el cuestionario postelectoral estándar del CIS la redacción de la pregunta es muy


diferente: “Como Ud. sabe, votar es un derecho que tenemos todos, pero nadie está
obligado a votar si no puede o no quiere hacerlo. ¿En las elecciones a las Cortes
Generales, al Congreso y al Senado, del pasado 12 de marzo, Ud. fue a votar y votó, fue a
votar, pero no pudo hacerlo, no fue a votar porque no pudo o prefirió no votar?” Este tipo de
formulación de la pregunta “legitima” el comportamiento abstencionista, de manera que la
gente tiene menos problemas en reconocerlo. Aún así los porcentajes de participación son
muy superiores a las cifras oficiales.

En segundo lugar, los ciudadanos abstencionistas están subrepresentados en la


muestra. Aunque idealmente la selección de individuos para formar parte de una El problema de la
muestra debe hacerse de acuerdo con criterios aleatorios, parte de los indivi- subrerpresentación de los
abstencionistas en las
duos seleccionados al azar no están localizables, o simplemente se niegan a muestras ya lo hemos visto
con carácter general en el
contestar a la encuesta. Es muy probable que las mismas razones que hacen subapartado 2.3 del tema 2
que una persona se abstenga de votar (por ejemplo la falta de interés) hagan “Elecciones y comportamiento
electoral”.
también que rechace o no llegue a contestar al cuestionario.
6
A pesar de estos errores de sesgo, hasta cierto punto inevitables, las encuestas
son fundamentales para analizar las características individuales que facilitan la
participación, aspecto que trataremos en el apartado 3 de este tema.

1.1. Diferencias entre países y evolución de la participación en elecciones


generales

Comenzaremos por ofrecer un panorama general del fenómeno en el ámbito de


las elecciones legislativas, consideradas las más importantes y también las más
participativas, en Europa occidental. En este caso utilizamos como indicador de
participación el porcentaje de votantes sobre el total del electorado registrado,
que es lo más habitual.

Entre los países más participativos se encuentran Austria y Bélgica, con


niveles de participación electoral media entre 1945 y 2002 superiores al
90% sobre el total de electores censados. Italia, Holanda, Dinamarca,
Suecia y Alemania son también países con niveles de participación por
encima de la media europea, entre el 85 y el 90%. Noruega, Grecia, Fin-
landia, Francia, Portugal y Reino Unido muestran niveles de participación
ligeramente por debajo de la media europea, entre el 75 y el 80%. Espa-
ña e Irlanda se sitúan por debajo del 75% y a mucha distancia Suiza des-
taca con una participación media del 57%.

Tabla 3.1 Participación electoral media en Europa occidental

País Media Desviación N Media


1945-2002 típica últimas
elecciones

Suiza 56,5 11,0 14 42,2


Irlanda 72,7 4,0 17 68,5
España 73,5 4,6 8 77,4
Reino Unido 75,2 5,5 16 77,7
Portugal 75,7 10,4 11 66,3
Francia 75,7 7,0 17 67,9
Finlandia 76,0 5,8 16 68,6
Grecia 79,8 3,5 17 78,2
Noruega 80,0 3,2 15 75,8

Media 80,8 10,2 252 75,5

Alemania 85,0 4,5 15 79,0


Suecia 85,7 4,7 18 86,8
Dinamarca 85,7 2,5 23 84,3
Países Bajos 87,0 7,5 17 78,8
Italia 89,9 3,9 15 82,9
Austria 91,9 4,1 16 81,9
Bélgica 92,7 1,6 17 91,1
7
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de International IDEA www.idea.int

Estos niveles medios no permiten ver la variación a lo largo del tiempo, que
cada vez resulta más importante. Como se observa en la tabla 3.1, los niveles
¿Por qué la participación
de participación en las últimas elecciones de cada país son inferiores a los nive- supera el 90% en Austria o
Bélgica, y no alcanza el 60%
les medios, salvo en los casos de Suecia, España y Reino Unido, lo que refleja
en Suiza? De las posibles
el descenso en los niveles de participación. respuestas a preguntas como
ésta nos ocuparemos en el
apartado 3 de este tema.

Hasta los años ochenta la variación más notable se encontraba entre los
países, por lo que la atención se centró inicialmente en intentar explicar
qué elementos del contexto político influían sobre esta dimensión del
comportamiento electoral. El análisis de la evolución temporal de la parti-
cipación permaneció en un segundo plano, ya que las tasas presentaban
en general una cierta estabilidad a lo largo del tiempo. Sólo en el caso de
Estados Unidos la acusada tendencia decreciente generó un cierto núme-
ro de tentativas de explicación. Pero en los últimos años ha comenzado a
detectarse también en Europa un descenso generalizado de la participa-
ción, de intensidad variable según los casos, que trae consigo nuevos in-
terrogantes. El gráfico siguiente refleja la evolución a lo largo del tiempo
de la participación electoral.

Gráfico 3.1 Evolución de la participación electoral en Europa occidental

¿Descenso pronunciado o
descenso moderado?

Los dos gráficos presentan los


mismos datos, pero utilizando
escalas distintas. El primero
parece reflejar un descenso
muy notable de la
participación (la escala que se
utiliza tiene un rango de 70 a
85). Si utilizamos una escala
de 0 a 100 como en el
segundo, el descenso parece
mucho menor.

8
85
83,0
84,0 83,8
82,3
80 80,4

75 75,4

72,5
70
1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000

100

80 82,3 83,8
84,0 83,0 80,4
75,4 72,5
60

40

20

0
1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000

Fuente: Elaboración propia a partid de datos de International Idea.

El gráfico refleja cómo la participación media ha descendido del 84% en


la década de los años sesenta al 75% en la de los años noventa. Las
elecciones celebradas en lo que ha transcurrido de la década actual aún
son escasas (12) pero parecen confirmar la tendencia decreciente.

Analizando cada país separadamente se pueden distinguir algunas diferencias.


Bélgica es el único país que presenta niveles de participación electoral superio-
res al 90% incluso en la década de los años noventa, y por lo tanto en este caso
la participación se mantiene estable. También en Dinamarca la pauta es de
estabilidad, he incluso se ha incrementado la participación en las últimas elec-
ciones generales celebradas en 2001 con respecto a la registrada en las dos
décadas anteriores. En todos los demás casos sin embargo la pauta de evolu-
ción es de descenso.

En Austria la participación se ha mantenido por encima del 90% hasta la década Lectura recomendada
de los noventa, cuando se reduce al 85%. En Italia el descenso comienza en los
R. Topf (1998). “Electoral
años ochenta y en las últimas elecciones se ha alcanzado el mínimo histórico participation”. En H.D.
Klingemann y D. Fuchs.
del 81%. En los Países Bajos la participación supera el 90% hasta los años se- Citizens and the State. Oxford:
Oxford University Press.
senta y se reduce progresivamente hasta situarse en torno al 75% en la década
pasada.
9
Gráfico 3.2 Descenso de la participación electoral en algunos países de Europa

100

90
P
80
I

70 Ne
Fi
60 Ir
CH
50
Fr

40
1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000

Fuente: Elaboración propia a partir de Anduiza (1999) e International Idea.

Alemania y Suecia reflejan una pauta curvilínea muy parecida. A partir de los
años cuarenta la participación media crece hasta alcanzar su nivel máximo,
superior al 90%, en los años setenta. A partir de entonces desciende hasta si-
tuarse en el 80%. En Reino Unido hay una pauta de estabilidad en torno al
75%, que encubre bastantes variaciones entre elecciones. En este país las dos
últimas convocatorias han supuesto dos mínimos históricos; la participación en
las últimas elecciones legislativas, celebradas en 2001, no alcanzó el 60% del
electorado.

Lectura complementaria
Finlandia, Francia e Irlanda presentan una pauta decreciente particularmente
acentuada: el nivel de participación electoral no supera el 70% de media en la
J. Font y R. Virós (eds.)
década de los noventa. Portugal es un caso de impresionante descenso en las (1995). Electoral Abstention in
Europe. Barcelona: ICPS
tasas de participación, que, de más del 85% en los años setenta, pasan a me-
nos del 70% en la última década.

No deja de ser curioso el que dos de los países que en ocasiones se citan como
ejemplo de democracias presentan niveles de participación extremadamente
reducidos y con una decidida tendencia decreciente. Se trata de Suiza y Estados
Unidos. En los años cuarenta la tasa de participación en Suiza era superior al
70%, mientras que en los años noventa no alcanza el 45%.

Participación electoral en Suiza

Las características del sistema político suizo que pueden citarse como explicación de esta
escasísima participación electoral son varias. En primer lugar la democracia directa que
caracteriza al sistema político suizo otorga al electorado la posibilidad de decidir sobre
numerosas cuestiones que en otros sistemas serían tratadas en el Parlamento. En Suiza,
paralelamente a las elecciones, las votaciones sobre cuestiones concretas ofrecen otra
posibilidad más valorada de influir en la política. Las elecciones son juzgadas como
secundarias: sólo el 17% de los electores las considera más importantes que los
referendos. Además, desde 1956 el gobierno suizo se construye sobre la base de la
denominada ‘fórmula mágica’, que reparte las carteras ministeriales entre los cuatro
10
principales partidos de acuerdo con criterios preestablecidos y, hasta el momento,
invariables. Los elecciones no se asocian con ningún tipo de alternancia o cambio político, y
en consecuencia existen pocos incentivos para que los electores acudan a las urnas o para
que los principales partidos traten de movilizarlos. Por consiguiente, Suiza es un caso de
limitada importancia institucional del Parlamento, tanto en lo que se refiere a la toma de
decisiones, como en lo relativo a la formación del gobierno.

Por otro lado, el sufragio universal femenino existe en este país tan sólo desde 1970 y en
algunos cantones las mujeres adquieren el derecho a votar en 1989. Uno de los efectos de
la tardía incorporación de las mujeres al electorado ha sido el descenso en las tasas de
participación electoral; habiendo estado excluidas hasta una fecha tan reciente, su nivel de
participación electoral es muy inferior al de los hombres y su incorporación a la actividad
política se produce poco a poco y en parte gracias al cambio generacional.

Estados Unidos es otro ejemplo de escasa y descendente participación electo-


ral. Si en los años sesenta la participación en elecciones presidenciales supera-
ba el 60% sobre la población en edad de votar, en la década de los noventa no
alcanza el 50% y en las elecciones al Congreso la cifra ha caído por debajo del
40%.

Participación electoral en los EE.UU.

En este caso las razones de la reducida participación electoral son muy distintas al caso
suizo. Contrariamente a lo que sucede en la mayoría de las democracias citadas hasta el
momento, en Estados Unidos corresponde al ciudadano inscribirse voluntariamente en el
censo electoral. Así, sobre una población en edad de votar de alrededor de 200 millones, al
menos 50 están excluidos del censo electoral. De los electores inscritos, el 63% acudió a
votar en las elecciones presidenciales de 1996. En las elecciones presidenciales de 2000,
muy competitivas, este porcentaje aumentó hasta el 67%. Pero sobre la población en edad
de votar estos porcentajes se reducen al 47 y 49% respectivamente. En los últimos años se
han puesto en práctica políticas tendentes a facilitar la inscripción electoral. La Motor Voter
Act establece que la inscripción en el censo electoral pueda hacerse en los mismos lugares
en los que se tramita el permiso de conducción. Sin embargo parece que estas facilidades
son utilizadas sobre todo por los que se inscriben en cualquier caso, y no por los sectores
de la población más marginados y con mayor subrepresentación en el registro electoral.

Otra razón que explica la reducida participación media en elecciones presidenciales y


legislativas es el número de ocasiones en las que los norteamericanos están llamados a las
urnas, lo que puede producir un cierto cansancio entre los electores. Entre 1995 y 2000 un
elector catalán habría podido votar en 7 ocasiones (dos municipales, dos generales, dos
autonómicas y unas europeas) mientras que un elector californíano habría sido convocado
en 15 ocasiones.

1.2. La participación electoral en España

En España la participación media se sitúa en el 75%, pero esta tasa fluctúa de


una manera importante entre una elección y otra. Posiblemente la breve expe-
riencia democrática hace que los factores que en otros países permiten una
movilización relativamente constante del electorado (a través de vínculos fuertes
con partidos políticos por ejemplo) jueguen un papel menos importante y por
tanto dejen más espacio para que los elementos coyunturales específicos de
cada elección influyan en la tasa de participación.

En el caso español es posible distinguir elecciones generales en las que Sobre elecciones
excepcionales y elecciones de
se ha producido una movilización importante del electorado (en torno al
continuidad véase el apartado
80%) en razón de su carácter ‘excepcional’ (1977, 1982) y otras, llamadas 3.3 del tema 2 “Elecciones y
comportamiento electoral”.
de continuidad o ‘normales’ en las que la participación ha sido menor al-
11
rededor del 70% (1979, 1986, 1989, 2000). Las últimas convocatorias
electorales (1993 y 1996) están marcadas por la vuelta de la competitivi-
dad electoral, reducida desde que en 1982 se abrió un período de hege-
monía socialista, que se ha reflejado en un aumento de la participación
electoral con respecto a la segunda mitad de los años ochenta, sin llegar
a alcanzar el umbral del 80%.

Gráfico 3.3 Participación electoral en España (elecciones generales)

100

90
79,1 79,8 78,1
80 76,4
70,6 69,7 68,9
68,3
70

60

50
1977 1979 1982 1986 1989 1993 1996 2000

Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Ministerio del Interior

Lectura complementaria
Pero como suele suceder, estos niveles medios de participación escon-
M. Justel. 1993. La abstención
den diferencias territoriales importantes. Las comunidades de la periferia electoral en España 1977-
1993. Madrid: CIS.
geográfica del estado (sobre todo Galicia, País Vasco, Canarias, Baleares
y Cataluña) presentan niveles de participación inferiores a las del centro.
Estas diferencias territoriales se han ido reduciendo a lo largo del tiempo,
por lo que se puede hablar de una pauta de convergencia u homogenei-
zación (Justel 1993). Algunas comunidades que hace dos décadas regis-
traban niveles muy elevados de participación como Madrid hoy son me-
nos participativas, mientras que algunas con una baja participación inicial
como Galicia hoy registran mayores niveles de movilización. Las distintas
comunidades y provincias suelen responder de manera parecida a la co-
yuntura política de la elección, ya que las fluctuaciones en los niveles de
participación se suelen registrar en todo el territorio.

En resumen, la participación electoral en elecciones generales en España


fluctúa entre el 69 y el 80% del electorado. Hay por lo tanto una notable
variación entre convocatorias, de lo que se deduce que el contexto políti-
co influye claramente sobre el nivel de movilización del electorado. Tam-
12
bién hay una notable variación en los niveles de participación entre pro-
vincias y comunidades autónomas, que sin embargo reaccionan al uníso-
no a los cambios a nivel estatal y tienden a converger.

1.3. La participación en distintos tipos de elecciones

Los datos del apartado anterior se refieren a elecciones generales, pero los
ciudadanos votan no sólo para elegir a sus representantes a nivel estatal, sino
también en elecciones locales, regionales y europeas. En términos generales
este tipo de elecciones registran unos niveles de participación electoral inferio-
res al de las elecciones legislativas y presidenciales, por lo que algunos autores
se han referido a ellas (especialmente en el caso de las europeas) como elec-
ciones de “segundo orden”.

1.3.1. Elecciones europeas

En las elecciones al Parlamento Europeo celebradas en junio de 1999 acudieron Lectura complementaria
a depositar su voto tan sólo dos de cada diez británicos, tres de cada diez
La expresión second order
holandeses, y cuatro de cada diez suecos. La participación media en los quince elections es acuñada con
referencia a las elecciones
países de la Unión no superó el 50%, una cifra sin precedentes en la ya ante- europeas, por K. Reif y H.
Schmitt (1980). “Nine second
riormente poco participativa historia electoral del Parlamento de Estrasburgo. El order elections”. European
porcentaje de electores que participan en elecciones europeas ha caído en pi- Journal of Political Research
(vol. 8, págs. 3-44).
cado desde 1979. La evolución no es la misma en todos los países, pero la caí-
da es muy clara en casos como el holandés (del 58% en 1979 a tan sólo el 30%
en 1999), el portugués (del 72% en 1987 al 40% en 1999) o el francés (del 61%
en las primeras elecciones al Parlamento Europeo al 30% en las últimas). Las
elecciones europeas son quizá el ámbito que mejor refleja un fenómeno que se
abre a múltiples interpretaciones: el descenso de la participación electoral en las
democracias occidentales.
Lectura complementaria
Hasta el momento se han celebrado cuatro convocatorias para la elección dire-
M. Méndez y A. Martínez
cta de los miembros del Parlamento Europeo: 1979 (1981 en Grecia), 1984 (1999). Las elecciones
europeas de 1999 en España.
(1987 en España y Portugal), 1989, 1994 (1995 en el caso de las últimas incor- Valencia: Tirant lo Blanch.
poraciones, Austria, Finlandia y Suecia) y 1999. Las tasas medias de participa-
ción electoral han descendido desde el 67% en 1979 al 52% en 1999. La baja
participación registrada en los nuevos países miembros de la Unión (sobre todo
Suecia y Finlandia) no ha contribuido a modificar esta tendencia. Incluso Austria,
un país en el que 9 de cada 10 electores participan en las elecciones legislati-
vas, presenta una participación inferior al 50% en las últimas elecciones euro-
peas. Curiosamente en España la evolución del porcentaje de participación en
elecciones europeas no es decreciente, sino que entre 1989 y 1999 pasa del 55
al 64%, en parte por el efecto de arrastre que se produce al celebrarse conjun-

13
tamente con las elecciones autonómicas en 13 comunidades autónomas y loca-
les en todo el territorio.

Tabla 3.2 Participación en elecciones europeas

1979* 1984** 1989 1994*** 1999 Media


Alemania 65,7 56,8 62,3 60,0 45,2 58,0
Austria 67,7 49,0 58,4
Bélgica 91,4 92,2 90,7 90,7 90,0 91,0
Dinamarca 47,8 52,3 46,2 52,9 50,4 49,9
España 68,5 54,7 59,1 64,3 61,7
Finlandia 57,4 30,1 43,8
Francia 60,7 56,7 48,7 52,7 46,8 53,1
Grecia 78,6 77,2 79,9 71,2 70,2 75,4
Irlanda 63,6 47,6 68,3 44,0 50,5 54,8
Italia 84,9 83,4 81,5 74,8 70,8 79,1
Luxemburgo 88,9 88,8 87,4 88,5 85,8 87,9
Países Bajos 57,8 50,5 47,2 35,6 29,9 44,2
Portugal 72,4 51,2 35,5 40,4 49,9
Suecia 41,6 38,3 40,0
Reino Unido 32,3 32,6 36,2 36,4 24,0 32,3

Media 67,2 64,9 62,9 57,9 52,4 58,6


1981 en Grecia ** 1987 en España y Portugal *** 1995 en Austria, Finlandia y Suecia
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Parlamento Europeo.

En resumen, en las elecciones europeas el nivel de participación es muy


inferior al de las elecciones generales y se aprecia una clara tendencia a
la baja. La participación media en este tipo de convocatoria oscila entre el
32% del Reino Unido y el 91% de Bélgica.

1.3.2. Elecciones locales

Desde una perspectiva comparada resulta difícil analizar la participación electo- Lectura complementaria
ral en elecciones locales debido a la dispersión de los datos. En Europa existen
I. Delgado (1997). El
diferencias significativas en la participación que se registra en las elecciones comportamiento electoral
municipal español 1979-1995.
municipales, de la misma manera que existen diferencias importantes en las Madrid: CIS
características de sus gobiernos locales. El porcentaje de participación electoral
en elecciones locales y regionales se suele situar en un nivel intermedio entre
las elecciones generales y las elecciones europeas, tanto en el caso de España
como en el de la mayoría de los países de Europa. Según el gráfico 3.4 la parti-
cipación es elevada y sólo ligeramente inferior a la registrada en las elecciones
generales en Bélgica, Italia y Francia. En los Países Bajos la participación en
elecciones locales es prácticamente 20 puntos inferior a la registrada en las
elecciones legislativas, mientras que en el Reino Unido esta diferencia supera
los 30 puntos. La evolución a lo largo del tiempo muestra pautas paralelas a las
que observamos en las elecciones generales, es decir, de descenso, especial-
mente en los casos de Holanda y Alemania.
14
Gráfico 3.4 Participación electoral en elecciones locales y generales

100
90
80
70
60
50
40
30
o

ia

ca

lia

a
da

a
ña

o
s
id

ci
jo

ci

rg

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an

Ita
ar
an

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G
Irl

Es

Fr

m
le
o

na
es
in

xe
Di
is
Re

Lu
Pa

Locales Generales

Fuente: I. Delgado. (1997). El comportamiento electoral municipal español, 1979-1995.


Madrid: CIS

¿Cuántas elecciones
En España la participación media en elecciones municipales ha sido del 66%, 8
muncipales?
puntos inferior a la participación en las elecciones generales, y 4 puntos superior
Para ser exactos tendríamos
a las elecciones europeas. También aquí se detectan oscilaciones entre convo- que analizar los resultados de
los más de 8.000 municipios
catorias, entre un escaso 63% en 1979, hasta casi el 70% en las elecciones de que hay en España en las 7
1995. En el análisis de las elecciones municipales es muy importante tener en convocatoiras celebradas
hasta el momento... Estos
cuenta las variaciones territoriales, ya que se trata del tipo de convocatoria elec- datos están recogidos en la
página web del Ministerio del
toral donde más influencia pueden tener los factores locales. Sin embargo la Interior:
participación en elecciones municipales también refleja en gran medida las www.elecciones.mir.es

mismas características que en elecciones generales: la periferia geográfica del


estado aparece como el territorio donde la participación es menor (Canarias,
Cataluña, Baleares, País Vasco), mientras que comunidades como La Rioja,
Extremadura, Castilla la Mancha o la Comunidad Valenciana son las que pre-
sentan mayores niveles de participación.

Las variaciones en la participación media (representada en la tabla 3.4) también


se suelen reflejar en las distintas comunidades. Por otro lado la pauta conver-
gente que se encontraba en el caso de las variaciones territoriales de la partici-
pación en elecciones generales también se encuentra en el caso de las munici-
pales: las provincias más abstencionistas lo van siendo menos, y en las más
participativas se va reduciendo la participación. Esto puede interpretarse como
un creciente “nacionalización” del comportamiento electoral de los españoles
también en el ámbito municipal (Justel 1993:104).

En resumen, la participación en elecciones locales suele situarse entre


los niveles de las elecciones generales y las elecciones europeas. En el
caso de España la participación en estas convocatorias ha oscilado entre
el 63 y el 70% y refleja las mismas características de distribución territo-
rial que se dan en las elecciones generales.
15
Gráfico 3.5 Participación en elecciones municipales en España

100

90

80
69,4 69,9
70 67,7 67,4
62,6 62,8 64,0

60

50
1979 1983 1987 1991 1995 1999 2003

Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Ministerio del Interior

1.3.3. Elecciones autonómicas y regionales

La participación en elecciones autonómicas tiene un promedio del 70% en las 13


comunidades autónomas que las celebran simultáneamente, ligeramente por
encima de la participación que se registra en las elecciones municipales. La
participación ha sido superior a la media en 1987, 1995 y 2003, e inferior en
1983, 1991 y 1999. Estas oscilaciones se reflejan en los niveles de participación
de las distintas comunidades, confirmando la reacción común a la coyuntura
política del país que se daba también en el caso de las elecciones generales y
municipales. Las diferencias entre comunidades se mantienen e incluso se in-
crementan ligeramente. Entre las comunidades menos participativas destacan
de nuevo Canarias, Baleares, y Asturias, a las que se añade Madrid, con una
participación muy inferior a la media especialmente en 1991. La tasa de partici-
pación es mayor en Castilla La Mancha, Cantabria, Castilla León y Extremadura.

Tabla 3.3 Participación en elecciones autonómicas

1983 1987 1991 1995 1999 2003 Media


Aragón 66,7 69,7 64,6 71,1 65,8 71,4 68,2
Canarias 60,5 65,4 61,7 64,2 62,7 66,5 63,5
Cantabria 73,6 76,3 72,3 74,0 68,8 75,5 73,4
Castilla la Mancha 73,3 75,4 72,5 78,8 74,9 77,1 75,3
Castilla León 70,0 73,2 67,6 74,4 69,4 74,7 71,6
Navarra 70,9 72,9 66,7 68,4 66,2 72,3 69,6
C. Valenciana 67,9 74,5 69,2 76,0 67,8 72,4 71,3
Extremadura 71,9 74,4 71,0 78,3 73,4 77,0 74,3
Baleares 64,8 66,7 60,4 63,6 57,5 63,4 62,7
La Rioja 70,2 72,5 69,0 76,2 68,7 76,4 72,2
Madrid 69,7 69,9 58,8 70,4 60,9 71,0 66,8
Asturias 65,0 66,8 58,7 69,1 63,6 65,6 64,8
Murcia 68,5 73,0 67,2 76,0 67,7 67,7 70,0

Media 68,7 71,6 66,1 72,3 66,7 71,6 69,5


Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Ministerio del Interior.
16
Cuatro comunidades celebran sus elecciones de acuerdo con un calendario
independiente (Cataluña, País Vasco, Andalucía y Galicia). La participación
media en éstas se sitúa por debajo de la media de las otras trece: es del 69% en
Andalucía, 67% en el País Vasco, 62% en Cataluña y 58% en Galicia. En estos
cuatro casos las pautas de evolución son muy distintas. En Galicia la participa-
ción ha ido incrementándose en la línea de una mayor convergencia con los
niveles de participación medios del estado, pasando del 43 al 60% entre 1981 y
2001, aunque con un ligero descenso en las últimas dos elecciones. En el País
Vasco se registra un pauta relativamente irregular marcada por el aumento de la
participación en las tres últimas convocatorias, en las que la participación as-
ciende del 60 al 80%. En Andalucía también se encuentra un incremento de la
participación desde principios de los años noventa en que ésta se situaba en el
55%, hasta el 78% de las últimas elecciones.

En las elecciones autonómicas la evolución de la participación electoral


se caracteriza por:
1) Una pauta fluctuante en las 13 comunidades que celebran sus elec-
ciones simultáneamente, que se presenta de manera homogénea en
todas ellas: la participación es elevada en 1987, 1995 y 2003 y relati-
vamente baja en 1983, 1991 y 1999. Esta relativa homogeneidad en
la evolución es lógica en la medida en que estas elecciones se cele-
bran de manera simultánea a las locales, y por lo tanto se enmarcan
en un proceso electoral estatal, ya que las locales se celebran a la
vez en toda España.
2) Una pauta también irregular pero con una cierta tendencia al alza en
al menos 3 de las 4 comunidades que tienen su propio calendario po-
lítico (Galicia, Andalucía y País Vasco). En este caso las elecciones
se celebran de manera independiente, aunque las elecciones anda-
luzas se han celebrado junto con las generales en varias ocasiones,
lo que en parte explica su mayor nivel de participación.

17
Tabla 3.4. Evolución de la participación en elecciones autonómicas en Galicia, Andalucía,
País Vasco y Cataluña

Andalucía Galicia País Vas- Cataluña


co
1980 59,8 61,4
1981 46,3
1982 66,2
1984 69,1 64,3
1985 57,4
1986 70,7 69,6
1988 58,8
1989 59,5
1990 55,3 61,0
1992 55,0
1993 64,2
1994 67,3 59,7
1995 63,6
1996 77,9
1997 62,5
1998 70,0
1999 59,9
2000 78,1
2001 60,2 79,0

Media 69,3 58,4 66,9 60,5

En otros países europeos la participación en elecciones regionales se sitúa tam-


bién entre la que se registra en las elecciones generales y la participación en las
europeas. Parece que la importancia de las instituciones regionales (su magni-
tud, autonomía, volumen de competencias) no tiene ninguna relación con los
niveles de participación en elecciones regionales. Lo que sí parece ser una pau-
ta general nuevamente es el descenso en los niveles de participación en elec-
ciones regionales que se ha detectado en los últimos años.

1.3.4. La abstención diferencial y la participación electoral en Cataluña

La participación electoral en Cataluña muestra unas diferencias muy im-


portantes según el tipo de convocatoria y se sitúa siempre por debajo de
los promedios estatales. La participación más elevada, el 73% del electo-
rado, se registra en las elecciones generales; en las elecciones municipa-
les la participación media ha sido del 63%; en elecciones autonómicas
apenas supera el 60% y en elecciones europeas el porcentaje de votan-
tes es del 57%.

El gráfico 3.6 muestra con más detalle las diferencias entre elecciones incluyen-
do todas las convocatorias celebradas entre 1977 y junio de 2003. En eleccio-
nes generales, europeas y municipales la evolución sigue la pauta marcada por
18
los resultados a nivel estatal, que ya hemos presentado en los apartados ante-
riores. En elecciones autonómicas la participación oscila entre el 64% (en 1984
y 1995) y el 55% (en 1992).

Una de las preguntas que sugiere esta situación es la razón por la cual entre la Lectura complementaria
participación en elecciones legislativas y la participación en elecciones autonó-
J. Font, J. Contreras, G. Rico
micas se da una diferencia media de 13 puntos porcentuales a favor de las pri- (1998). L’abstenciò en les
eleccions al Parlament de
meras. A esta diferencia se le ha denominado abstención diferencial. La abs- Catalunya. Barcelona:
Mediterrània
tención diferencial se da también en otros casos, pero no con la misma
intensidad. Es también importante (superior a 8 puntos) en Asturias o Madrid, y
muy baja (inferior a 4 puntos porcentuales) en Extremadura o Cantabria. En
otros países europeos la abstención diferencial varía de manera notable, entre
un escaso punto porcentual en Italia, hasta más de 16 en Holanda (Font, Contre-
ras y Rico 1998:62).

La abstención diferencial en Cataluña afecta especialmente a las comar-


cas litorales, ciudades, y cinturones industriales, zonas que se caracteri-
zan por una presencia importante de electores de izquierdas y castella-
noparlantes. Como explicación de este fenómeno se han ofrecido dos
hipótesis principales. Una se centra en las características de los electo-
res, y especialmente en su grado de interés por la política catalana. La
otra se centra en las características de la oferta política propia de las elec-
ciones autonómicas catalanas, caracterizada hasta hace poco por una
cierta debilidad en los partidos políticos de oposición. Una combinación
de ambas explicaciones podría ser el hecho de que un sector del
electorado que se moviliza sobre la base del eje izquierda-derecha en-
contrara pocos incentivos para participar en unas elecciones autonómicas
escasamente centradas en cuestiones relativas a esta línea de conflicto.

Gráfico 3.6. Participación electoral en Cataluña

85
81
79
80 77
75
75
69 69 68
70 67 67 68
64 64 65 64
65 61
60 61
59 59
60 57
55 56 55
55 52 52

50
A 7

M 9

G 5

G 9
G 7

M 9

A 9

G 0

M 2

A 3

G 4

M 6
87

G 8
89

A 1

G 2

A 3

M 5
95

A 6

M 9
99

M 0
03
98

98

99

99
7

0
19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

20

20
E1

E1

E1

E1
G

Fuente: Elaboración propia a partir de datos del ICPS y Ministerio del Interior 19
En conclusión, a la luz de este breve retrato de la evolución de la partici-
pación electoral en una perspectiva comparada, se plantean varios inter-
rogantes. En primer lugar ¿es realmente tan importante conseguir un ele-
vado nivel de participación electoral? Quizá, como algunos autores han
argumentado, lo ideal para un sistema político sea un nivel de participa-
ción moderado o incluso reducido. Esta discusión se aborda en el si-
guiente apartado. A partir de esta consideración inicial se puede intentar
sistematizar el análisis de los factores que influyen en la participación
electoral: ¿por qué se abstienen de votar algunos ciudadanos? ¿por qué
la participación electoral es menor en determinados contextos? Estos in-
terrogantes se analizan en el apartado 3. El apartado 4 analiza las conse-
cuencias de distintos niveles de participación electoral. Sobre este dia-
gnóstico es posible afrontar la cuestión relativa a la evaluación de los
posibles remedios para resolver el problema de un creciente nivel de abs-
tención electoral, que se plantean en el apartado 5.

20
2. ¿Es realmente importante el nivel de participación electoral?

El voto es un forma singular de participación política. En él se conjugan tres


circunstancias que no están presentes en otras formas de participación. Dichas
circunstancias ya fueron analizadas más en detalle en el tema 2 “Elecciones y
comportamiento electoral”. A continuación, las recordamos brevemente.

1) En primer lugar, desde la implantación del sufragio universal, la ley


garantiza el acceso de todos los ciudadanos y ciudadanas mayores
de edad al voto, ciertamente el más importante y básico de los dere-
chos políticos. Esta universalidad de acceso se ve reforzada por el
hecho de que la participación electoral es la forma de participación
política más extendida, y para un gran número de ciudadanos, la úni-
ca ejercida con una cierta regularidad.
2) En segundo lugar, la influencia que cada ciudadano puede ejercer so-
bre su entorno político a través del voto es igual, independientemente
de su género, edad, condición social u orientación ideológica. El prin-
cipio de ‘una persona, un voto’ completa el proceso de extensión del
sufragio y constituye un principio democrático esencial. En otras for-
mas de participación como la colaboración con partidos, la asistencia
a manifestaciones o el contacto con políticos, la intensidad depende
de la capacidad o voluntad del ciudadano, mientras que en el caso de
la participación electoral se impone un elemento de naturaleza iguali-
taria.
3) En tercer lugar el ciudadano que participa en una elección es libre
frente a los demás en cuanto a la orientación de su voto. El sentido
del término irresponsabilidad tiene que ver en este caso con la abso-
luta libertad de la que debe gozar el individuo para elegir entre distin-
tas opciones políticas. Este anonimato, esa total libertad, no se da
tampoco en otras formas de participación política, que, al contrario de
lo que debe suceder con el sufragio, no son secretas.

Estas peculiaridades del voto no implican necesariamente que éste sea conside-
rado la más importante forma de participación política. Podría entenderse que la
participación electoral es una vinculación del ciudadano con el sistema político
demasiado esporádica para constituir la esencia de la democracia. Desde una
concepción participativa de la democracia, otras formas de participación más
exigentes y menos esporádicas que el voto son las verdaderamente importan-
tes. La participación electoral, por muy elevada que sea, nunca es suficiente
para garantizar el carácter democrático de un sistema político. Desde esta pers-
pectiva el ascenso de la abstención electoral no es un elemento especialmente
21
preocupante (aunque sí puede considerarse como un síntoma de desafección),
sino que la atención se centra fundamentalmente en la escasa frecuencia de
otras formas de participación política consideradas de mayor entidad, que son
las que dan verdadero talante democrático a un sistema político.

La participación electoral no es suficiente para asegurar el carácter de-


mocrático de un sistema político. Sin embargo, no conviene confundir lo
insuficiente con lo irrelevante; si la participación electoral no es ni debe
ser la única forma de participación política necesaria en democracia, sí es
absolutamente esencial, a la hora de garantizar la igualdad política, la le-
gitimidad del sistema político, la representatividad de los parlamentos, y
el control por parte de la ciudadanía en la formación de los gobiernos.

Para otros autores, la participación electoral es la única forma de participación


política verdaderamente imprescindible, ya que permite que se produzca la ne-
cesaria competición entre distintas opciones políticas. Es esta competición la
que constituye el núcleo central de la democracia y la participación electoral es
útil como medio para conseguirla. Desde esta perspectiva, que coincide con la
de la teoría elitista de la democracia que veíamos en el tema 1, no es necesaria
una participación masiva de todos los ciudadanos en las elecciones, sino que
basta con un nivel de participación moderado. Tasas elevadas de abstención no
se consideran un problema, sino el indicador de que los ciudadanos están en lo
esencial satisfechos con el funcionamiento del sistema político y se dedican a
sus asuntos particulares. Sin embargo, como veremos más adelante, no hay
evidencia empírica de que los abstencionistas están satisfechos con el sistema y
prefieren dedicarse a asuntos particulares.
Lectura complementaria

M.W.H. Jones (1954). "In


La importancia de la participación en las elecciones no puede entenderse Defence of Apathy. Some
Doubts on the Duty to Vote".
únicamente como medio para conseguir elecciones competitivas, sino Political Studies (vol. 2, núm.
1, págs. 25-37).
que el voto tiene un valor legitimador muy importante. Las tasas de parti-
cipación electoral son a menudo tenidas en cuenta a la hora de evaluar la
salud de un sistema democrático. La abstención hoy no puede conside-
rarse un indicador de satisfacción, sino más bien un síntoma de apatía,
desafección y alienación del ciudadano.

Por lo tanto, reducir al mínimo el nivel de abstención electoral es un objetivo


deseable por varias razones:

En primer lugar una participación elevada constituye un indicador de que los


ciudadanos se interesan por los asuntos políticos y se sienten vinculados a los
partidos y al propio sistema político. La abstención es la manifestación de un
desinterés o una distancia entre ciudadanos e instituciones y partidos que ame-
22
naza la esencia de la democracia. Ello no implica sin embargo, que el desinterés
o la alienación no puedan existir junto a niveles elevados de participación electo-
ral.

El caso italiano

El caso italiano ilustra bien esta situación, pues conjuga niveles muy reducidos de
abstención con valores elevados en algunos indicadores de alienación política como el
grado de satisfacción con la democracia o el interés por la política. Según datos de los
Eurobarómetros, en los años noventa, tan solo el 22% de los ciudadanos italianos
declaraban sentirse satisfechos con la forma en la que funciona la democracia en su país,
frente a una media europea del 46%. Sólo el 31% de los italianos se declaran interesados
en la política, frente a un 45% en el conjunto de los miembros de la Unión Europea.

También puede darse la situación opuesta, con niveles de participación electoral


muy reducidos en contextos democráticos con altos niveles de legitimidad.

El caso suizo

En Suiza, una reducida participación electoral se da acompañada de un nivel de confianza


en sus instituciones políticas superior al resto de los países de su entorno. Sin embargo,
como ya hemos visto, en este caso hay que tener en cuenta las peculiaridades del sistema
político suizo en el que los ciudadanos tienen ocasión de votar en referendos en múltiples
ocasiones, lo que hace descender la participación electoral registrada en las elecciones.

En segundo lugar, una elevada participación constituye un objetivo deseable en


sí mismo en la medida en que puede reforzar actitudes y competencias políticas
deseables en los ciudadanos. En este sentido la participación puede considerar-
se no sólo como un indicador del buen funcionamiento del sistema político, sino
como un elemento generador de virtudes cívicas en los ciudadanos. La partici-
pación política puede incrementar el interés por los asuntos públicos, y la inten-
sidad de los vínculos con el sistema político. También es probable que la partici-
pación favorezca el desarrollo de los sentimientos de eficacia política interna
(sentimiento de que el propio ciudadano puede influir en lo que sucede en el
sistema político) y externa (percepción de que el sistema político es susceptible
de ser modificado por los ciudadanos). Por todo ello, el incremento de la partici-
pación puede considerarse bueno en sí mismo, ya que contribuye a generalizar
actitudes democráticas positivas. En definitiva, a través de la participación no
sólo se consiguen beneficios en relación al funcionamiento del sistema político
(mayores niveles de legitimidad) sino que también se logra una mejor ciudada-
nía. La fuerza de este segundo argumento queda sin embargo matizada por la
escasez de análisis empíricos que lo contrasten y confirmen. Si que existe evi-
dencia clara en el caso de otras formas de participación más exigentes en tér-
minos de tiempo y recursos.

Un tercer argumento en defensa de un alto nivel de participación electoral parte


de la consideración de que cuanto mayor sea el nivel de abstención, mayor será
la parte de la ciudadanía excluida de la política. Precisamente la participación se
concibe como una forma de limitar las desigualdades socioeconómicas. El pro-
blema de la exclusión es tanto mayor cuanto mayores son las diferencias de
carácter social y político entre la población abstencionista y la participante.
23
Participación y exclusión

Tradicionalmente se ha relacionado el comportamiento abstencionista con un Un ejemplo de exclusión


determinado perfil sociodemográfico. Entre los abstencionistas se encontraban política se puede apreciar en
el caso de los ciudadanos
sobrerrepresentados sectores sociales como el de las mujeres, las personas con inmigrantes que no gozan de
plenos derechos políticos en el
bajos niveles de estudios e ingresos, los jóvenes, o los ancianos, es decir, per- país de acogida (salvo en el
sonas alejadas del ‘centro’ del sistema político que por su situación son más caso del sufragio en las
elecciones municipales para
proclives a presentar actitudes de desinterés o apatía hacia la política. Dado que los países con los que existen
acuerdos bilaterales y para los
estas personas pueden tener unas orientaciones políticas e ideológicas específi- ciudadanos comunitarios). En
gran medida esta exclusión
cas y quizá distintas de las de los votantes, es posible argumentar que la abs- política se sobrepone a la
tención tiene consecuencias no sólo en lo relativo a la marginación de determi- exclusión social.

nados grupos, sino también en los propios resultados de la elección. En el


supuesto de que todos los electores votaran desaparecerían estos problemas de
exclusión de algunos grupos sociales, y no cabría entender que los resultados
de las elecciones constituyeran un indicador sesgado de los intereses del con-
junto del electorado. Sobre esta cuestión volveremos en el apartado 4 a la hora
de hablar de las consecuencias de la participación.

Por lo tanto, desde el punto de vista normativo la participación electoral


es básica para favorecer:
1) La legitimidad democrática del sistema político: la participación indica
apoyo al sistema político.
2) La mejora de la ciudadanía: la participación es un indicador del interés
y la implicación de los ciudadanos por cuestiones políticas.
3) La igualdad política entre los ciudadanos: la participación universal si-
túa a todos los ciudadanos en la misma posición, independientemen-
te de sus recursos y de su clase social.

24
3. Las explicaciones de la participación electoral

Los intentos de explicar las diferencias en la participación electoral puede


hacerse con referencia a distintos aspectos y con distintos objetivos. Para orde-
nar la presentación analizaremos tres grupos de factores que pueden incidir
sobre la participación:
La posición social del elector: el género, la edad, el nivel de estudios, los
ingresos, o el lugar de residencia. Esta misma división en tres
Las actitudes políticas del elector: el interés, la politización o la valoración del grupos de factores es la que
se utiliza en los temas 4
sistema y las instituciones. “Posición social y voto”,
5”Valores políticos y voto” y 6
El contexto político de la elección: el sistema electoral, la competitividad “Contexto electoral y voto”
electoral, o los sistemas de incentivos institucionales. para explicar la orientación del
voto.

3.1. Posición social y participación electoral

En numerosos análisis se ha constatado que existe una relación entre la abs-


tención y características sociodemográficas de los electores como la edad, el
sexo, los estudios, los ingresos, el lugar de residencia, la clase social, el estado
civil, etcétera. La relación de la participación con estas variables sociodemográ-
ficas se interpreta habitualmente a través del siguiente argumento:

Las personas con una posición social privilegiada suelen votar más por-
que:
1) Disponen de más recursos individuales para asumir los costes de la
participación (conseguir y procesar la información, llegar a una deci-
sión, encontrar el tiempo para emitir el voto),
2) Tienen una mayor tendencia a desarrollar actitudes de interés por la
política, de identidad o cercanía con partidos e instituciones, y de sa-
tisfacción con el sistema político, que a su vez favorecen la participa-
ción.
3) Son más fácilmente alcanzables por los estímulos movilizadores de
partidos e instituciones.

3.1.1. Edad y recursos socioeconómicos

Quizá la relación más clara en todos los países sea la que se da entre
edad y participación; ésta es menor entre los electores más jóvenes, au-
menta con la edad hasta los 65 años aproximadamente, y a partir de en-
tonces desciende ligeramente. Según van cumpliendo años, los electores
© Universitat Oberta de Catalunya • Número de codi del mòdul 27 Títol del mòdul

adquieren recursos que les facilitan la participación: se familiarizan con


partidos y candidatos, conocen el proceso electoral y adquieren habilida-
des políticas, y se van integrando socialmente. También con el tiempo se
tienden a reforzar los vínculos con los partidos y a internalizar las ideolo-
gías más profundamente. Además, la edad, al menos hasta un cierto um-
bral, incrementa la intensidad de la integración y los contactos sociales y
por lo tanto la posibilidad de estar expuesto a estímulos políticos.

Este efecto de la edad sobre la participación se puede apreciar en el gráfico 3.7:


la participación se sitúa ligeramente por encima del 80% entre los más jóvenes,
aumenta hasta casi alcanzar el 95% en la categoría de 60 a 69 años, y descien-
de ligeramente entre los más mayores. Los datos son para el total de Europa
occidental, pero cada país individualmente considerado presenta una pauta
curvilínea muy similar.

Gráfico 3.7. Participación electoral según la edad en Europa occidental

100

90

80

70
18-29 30-39 40-49 50-59 60-69 70 o
más

Fuente: International IDEA (1999). Youth Voter Participation. Estocolmo (pág. 21).
Ciclo de vida, generación y
Las diferencias en la participación según niveles de edad pueden estar motivada período

también por diferencias generacionales. Es decir, las diferencias que se apre- El descenso en la
cian entre los distintos grupos de edad pueden deberse en realidad a que éstos participación electoral se
puede atribuir a un efecto de
pertenecen a distintas generaciones, socializadas en contextos políticos distin- período (el contexto político es
cada vez menos motivador),
tos que a su vez producen diferentes niveles de movilización. Para distinguir el un efecto generacional (las
llamado efecto generacional del efecto de ciclo de vida que se mencionaba ante- nuevas generaciones son
cada vez menos
riormente es necesario disponer de datos longitudinales, que permitan distinguir participativas), o a un efecto
de ciclo de vida (la distribución
el comportamiento de las generaciones a través de su ciclo de vida. de los grupos de edad ha
cambiado). Separar estos tres
efectos es complicado
metodológica-mente.

El nivel de estudios es otra de las variables que puede favorecer la parti-


cipación. A través de la educación se aprende a entender y a trabajar con
conceptos abstractos y complejos, y se accede con mayor facilidad a la
información política. La educación proporciona habilidades como la lectu-
ra o la capacidad de hablar en público y de participar en discusiones so-
bre política que a su vez pueden incrementar el interés por la política y la

27
© Universitat Oberta de Catalunya • Número de codi del mòdul 28 Títol del mòdul

participación electoral. Para algunos autores este factor es uno de los de-
terminantes de la participación política y electoral más importantes.

Sin embargo, los análisis empíricos no confirman este efecto en todos los casos
como muestra la tabla 3.5. La diferencia para el conjunto de los casos en los
niveles de participación entre los electores con niveles bajos y elevados de es-
tudios es de apenas tres puntos y en algunos países como España, Portugal,
Grecia, Finlandia, Francia, e Irlanda los electores con mayores niveles de estu-
dios participan incluso menos.

Es posible que la educación no sea un recurso tan importante para una forma de
participación relativamente poco costosa como la electoral, o que el incremento
en los niveles generales de estudios haya producido un descenso en el efecto
de esta variable. Pero en cualquier caso la educación no parece ser ya un factor
facilitador de la participación de manera generalizada, como sí sucede en el
caso de la edad.

Tabla 3.5. Participación por nivel de estudios e ingresos en Europa

Nivel de estudios Nivel de ingresos


Bajo Alto Primer cuartil Cuarto cuartil
Alemania 89 95 80 94
Bélgica 96 97 96 98
Dinamarca 90 95 87 97
España 87 84 92 86
Finlandia 91 89 87 92
Francia 85 82 73 89
Gran Bretaña 85 91 82 92
Grecia 98 96 96 98
Países Bajos 88 97 90 95
Irlanda 90 83 86 94
Italia 95 98 96 97
Noruega 83 91 80 92
Portugal 89 80 87 86
Suecia 92 97 89 97
Suiza 51 70 Nd Nd

Total 88 91 86 93
Fuente: Anduiza (1999, págs. 99 y 102).

El nivel de ingresos es otro de los recursos que pueden favorecer la par-


ticipación por varias razones. En primer lugar, los recursos económicos
permiten dedicar tiempo y energía a la actividad política, y entre otras co-
sas, a informarse y votar. Sin embargo, también es posible pensar que un
mayor nivel de ingresos puede suponer un mayor coste de oportunidad
para el individuo, que estaría ganando más dinero si continuara trabajan-
do que si dedica parte de su tiempo a informarse, reflexionar y votar. En
segundo lugar se puede pensar que las personas con mayores niveles de
recursos económicos se juegan más con cada elección, o al menos, per- 28
© Universitat Oberta de Catalunya • Número de codi del mòdul 29 Títol del mòdul

ciben sus intereses y la influencia que distintos partidos y políticas pue-


den tener en los mismos de manera más clara. Los más ricos suelen te-
ner más estudios y por lo tanto mayor facilidad para estar al tanto de
cuestiones políticas e identificar sus preferencias. En tercer lugar un ma-
yor nivel de ingresos también está relacionado con un entorno social y
profesional que favorece la participación electoral.

Entre el cuartil de personas con los ingresos más bajos, y el cuartil con mayores
ingresos hay una diferencia en los porcentajes de participación de 7 puntos.
Esta diferencia se mantiene en la mayor parte de los países, con la excepción de
España y Portugal, donde la participación de los que más ingresos tienen es
inferior a la de los más pobres.

3.1.2. Integración social y lugar de residencia

Lectura complementaria

Es bastante generalizada la tendencia a que el porcentaje de participa- P. Lazarsfeld, B. Berelson, H.


ción aumente según se incrementa el nivel de integración social. Desde Gaudet (1944). The People’s
Choice, Nueva York: Columbia
esta perspectiva la importancia de la posición social del individuo no resi- University Press. Este es uno
de los primeros estudios sobre
de en sus recursos, sino en la centralidad de la posición que este ocupa comportamiento electoral
con respecto a su entorno, y en los flujos de comunicación e interacción donde se presenta el modelo
de Columbia, que enfatiza
social en los que participa. Así, cuanto más central es la posición de un especialmente el papel de los
contactos personales sobre el
individuo, mayores serán sus contactos personales, y mayor su nivel de voto.
participación electoral.

Los contactos personales son muy importantes como factor de movilización, ya


que al no ser intencionales, suelen encontrar menor resistencia que otro tipo de
contactos específicamente movilizadores como los ejercidos por los partidos
políticos. Además los individuos con redes sociales densas suelen conocer
mejor a los candidatos, su posición ante cuestiones políticas relevantes, así
como los mecanismos para emitir el voto. Una mayor integración social genera
también sentimientos de responsabilidad cívica y mayor presión social hacia la
participación. Las personas que llevan poco tiempo en su lugar de residencia,
viven solas, no participan en actividades sociales, no son miembros de organi-
zaciones o asociaciones, y no acuden a servicios religiosos tienen un nivel de
integración social previsiblemente menor y por lo tanto unos niveles de partici-
pación electoral inferiores. Los análisis empíricos confirman ampliamente estos
datos.

Un elemento estrechamente relacionado con el grado de integración social es el


tamaño del municipio o hábitat en el que reside el elector. Sin embargo existen
interpretaciones alternativas acerca de la relación entre esta variable y la parti-
cipación electoral: 29
© Universitat Oberta de Catalunya • Número de codi del mòdul 30 Títol del mòdul

a) De acuerdo con las teorías de la modernización los entornos urbanos produ-


cen más estímulos para la participación política (como veíamos en el apar-
tado 4.2 del tema 1 “El comportamiento político”): mayores niveles de infor-
mación, mayores flujos de comunicación política, clases medias más
desarrolladas, redes de organizaciones y asociaciones más desarrolladas,
más facilidades para emitir el voto, etcétera. Ello debería conducir a una
participación electoral más elevada en contextos urbanos.

b) Una visión alternativa, que podríamos denominar el modelo comunitario,


postula que las comunidades de pequeño tamaño favorecen la integración
social de sus miembros, la creación de identidades políticas, y el control so-
cial sobre los comportamientos, incluido el político, elementos todos ellos
que favorecen la participación electoral. Por el contrario el anonimato propio
de los entornos urbanos reduce la implicación de los ciudadanos en los pro-
blemas sociales y políticos de su entorno. La política en la gran ciudad se
percibe como algo distante, impersonal y complicada, por lo que la partici-
pación electoral que se registra es menor.

En general los datos parecen confirmar más el segundo modelo que el primero,
y salvo algunas excepciones, la participación disminuye conforme aumenta el
tamaño del municipio. Una vez que los medios de comunicación permiten acce-
der a la información política en cualquier ámbito, parece que una localidad pe-
queña es un contexto más motivador para la participación que las aglomeracio-
nes urbanas.

En el caso de España y con referencia a las últimas elecciones generales la


relación parece adoptar una forma curvilínea, como se refleja en el gráfico 3.8.
El nivel máximo de participación se sitúa en las localidades de menos de 2.000
habitantes, y alanza el mínimo en las de ciudades entre 100.000 y 400.000 habi-
tantes. En ciudades de mayor tamaño la participación vuelve a incrementarse
ligeramente.

30
© Universitat Oberta de Catalunya • Número de codi del mòdul 31 Títol del mòdul

Gráfico 3.8. Participación por tamaño de hábitat en las elecciones generales de 2000

95%
91%
90%
86%
84% 85%
85% 83% 83%
80%
80%

75%

70%
Menos de 2.001 a 10.001 a 50.001 a 100.001 a 400.001 a Más de
2.000 10.000 50.000 100.000 400.000 1.000.000 1.000.000
habitantes habitantes habitantes habitantes habitantes habitantes habitantes

Fuente: Elaboración propia a partir del estudio 2.382 del CIS.

3.2. Actitudes políticas y participación electoral

Cuando el conjunto de los abstencionistas presenta un perfil sociodemo-


gráfico no muy distinto al de los votantes, es decir, cuando la posición so-
cial no ayuda a discriminar entre votantes y abstencionistas, la interpreta-
ción del problema cambia notablemente. Esta situación indica que
ciudadanos con suficientes recursos y niveles de integración social dejan
de participar. El problema ya no está tanto en el individuo, como en el fra-
caso del sistema político de proveer incentivos suficientes a la participa-
ción. Y ésta es precisamente la situación hacia la que se tiende. Las va-
riables sociodemográficas cada vez importan menos a la hora de explicar
el comportamiento electoral. Factores como el interés por la política o el
nivel de compromiso e implicación política a través de la identificación
con partidos, ideologías o el propio sistema político son las variables que
más aportan a la explicación del fenómeno (al menos en términos esta-
dísticos).

Siguiendo la distinción que presentábamos en el apartado 4.3 del tema 1 “El


comportamiento político” podemos distinguir distintos tipos de actitudes con
incidencia sobre la participación: interés, politización y satisfacción. A continua-
ción analizaremos sus efectos.

31
© Universitat Oberta de Catalunya • Número de codi del mòdul 32 Títol del mòdul

3.2.1. Interés por la política

Todos los análisis confirman que el interés por la política favorece la par-
ticipación electoral. Las personas que manifiestan interés por la política
suelen estar mejor informadas y tienen mayores motivaciones para su-
perar los costes de votar (por ejemplo, a través de una mayor conciencia
del deber cívico, o de un mayor grado de eficacia política).

Participación y eficacia política

Según veíamos en el apartado 4.3 del tema 1 “El comportamiento político”, la eficacia
política hace referencia a la percepción de que las propias acciones pueden incidir sobre el
sistema político. Esta variable parece incidir en la participación electoral en el caso español:
entre los que tienen una baja percepción de su eficacia política la participación es del 80%,
mientra que cuando la eficacia es máxima la participación asciende al 92%. Sin embargo si
mantenemos bajo control el efecto de otras variables (la edad, el interés por la política, la
cercanía a un partido) el efecto de esta variable desaparece. Por tanto, parece que el
interés y la politización inciden sobre la participación en parte a través de la de eficacia
política.

En la tabla 3.6 se observa como en todos los casos las personas con niveles
relativamente elevados de interés por la política participan casi 10 puntos por-
centuales más que aquellos que se interesan poco o nada. Las diferencias son
especialmente importantes en Suiza, Alemania, y el norte de Europa, mientras
que en España, Portugal e Italia son relativamente bajas.

Tabla 3.6. Participación electoral según interés por la política y politización

Interés por la política* Politización**


Bajo Alto Baja Alta
Alemania 85 97 85 94
Bélgica 96 98 96 98
Dinamarca 84 97 88 96
España 85 90 76 92
Finlandia 79 94 81 94
Francia 73 89 70 87
Grecia 95 98 95 99
Reino Unido 83 92 76 93
Irlanda 83 92 81 92
Italia 95 99 95 99
Noruega 80 93 78 92
Países Bajos 89 95 83 97
Portugal 85 86 76 90
Suecia 90 97 91 98
Suiza 46 88 49 79

Total 85 94 83 93
Fuente: Anduiza (1999, págs.115 y 118). * El índice de interés se construye a partir de
varios indicadores de interés (interés reconocido, conversaciones, lectura de información
política). **El índice de politización recoge información sobre la afiliación a partidos y
sindicatos, la cercanía a un partido y la autoubicación ideológica del elector (si se ubica o no
en la escala izquierda derecha).

32
© Universitat Oberta de Catalunya • Número de codi del mòdul 33 Títol del mòdul

El hecho de que el comportamiento abstencionista esté asociado con actitudes


de apatía y desafección no implica que deba interpretarse como un gesto de
protesta y rechazo activo al sistema político en general o a alguno de sus com-
ponentes como los partidos o los propios políticos. Los estudios centrados en el
análisis de los distintos tipos de abstención coinciden en señalar que la absten-
ción como comportamiento apático es mucho más frecuente que la abstención
como protesta. Por lo tanto, la ausencia de interés indica un distanciamiento
entre el mundo de la política y los electores, pero no necesariamente un rechazo
de éstos hacia la política.

3.2.2. Politización y cercanía a un partido

El grado en que los electores se identifican con diferentes opciones políti-


cas, partidistas o ideológicas, es otro de los factores que favorece la par-
ticipación electoral. La proximidad, cercanía o identificación con un parti-
do es, desde que en la década de los años cincuenta se desarrolla el Véase el apartado 3 del tema
6 “Valores políticos y voto” en
modelo de Michigan, una de las variables que más importancia ha tenido donde se realiza un análisis
más extenso del modelo de
en los estudios sobre participación electoral y todos los análisis muestran Michigan.
que las personas que se sienten cercanas a un partido participan más en
las elecciones. También, aunque de manera menos clara, parece que los
electores que se identifican ideológicamente (por ejemplo en la escala iz-
quierda-derecha) participan más que aquellos que no se ubican. En defi-
nitiva la politización tiene como consecuencia lógica una mayor participa-
ción electoral.

Según muestra la tabla 3.6 el efecto de la politización es muy parecido al del


interés por la política (incrementa la participación en unos 10 puntos porcentua-
les), pero en algunos países como Noruega, Portugal, España, los Países Bajos
o Gran Bretaña el efecto de esta variable es mucho mayor que el del interés por
la política.

Participación y autoubicación ideológica

No hay que confundir el lugar en el que se ubica ideológicamente el individuo (por ejemplo
en la escala izquierda-derecha) con el hecho de que el individuo se ubique o no en dicha
escala. El hecho de ser capaz de identificar nuestra posición ideológica indica un cierto
nivel de politización que viene asociado con mayores niveles de participación electoral: los
que no se ubican participan menos que los que sí se ubican. Sin embargo la relación entre
la participación y la posición en la que nos ubicamos es menos clara. Tradicionalmente se
ha asociado una mayor participación con las posiciones de derecha. Esto se ve confirmado
en algunos casos, pero no de manera sistemática. En España, por ejemplo, en las últimas
elecciones generales pasar de la extrema izquierda a la extrema derecha hace aumentar la
participación en 13 puntos porcentuales (gráfico 3.9). Sin embargo esta relación no se
mantiene cuando controlamos por otros factores, y tampoco se encuentra de manera
sistemática en otros países. La existencia o no de esta asociación entre autoubicación
ideológica es fundamental porque gran parte de la discusión en torno a la pregunta de “¿a
quién beneficia la abstención?” depende de ella. Si se abstienen más los que se ubican
ideológicamente a la izquierda, una mayor participación electoral beneficiaría

33
© Universitat Oberta de Catalunya • Número de codi del mòdul 34 Títol del mòdul

fundamentalmente a los partidos de izquierdas. Esta cuestión se trata en el apartado 4 de


este tema.

Gráfico 3.9. Participación por autoubicación ideológica en España

95%

90%

85%

80%

75%

70%
I D

Fuente: Elaboración propia a partir del estudio 2384 del CIS.

3.2.3. Satisfacción con la democracia y las instituciones

Un último grupo de actitudes políticas relevantes para la participación


electoral está constituido por aquellas orientaciones de naturaleza valora-
tiva, relacionadas con la satisfacción que los electores tienen respecto
con el sistema político y sus instituciones. La relación de estas actitudes
con la participación es importante, ya que la interpretación de la absten-
ción como fenómeno político es radicalmente distinta dependiendo de la
influencia de estos factores. Si la abstención es un fenómeno que denota
una satisfacción básica con el funcionamiento del sistema político, como
argumentan algunos autores, entonces los niveles de abstención deberí-
an ser mayores entre los más satisfechos. Si por el contrario la absten-
ción es un indicador de descontento e insatisfacción, en ese caso mayor
insatisfacción debe producir menor participación.

Esto último, es lo que los datos parecen mostrar: cuanto más satisfecha está
¡Atención!
una persona con el funcionamiento de la democracia en su país, mayor es el
No debe confundirse la
grado de participación electoral. En el caso de España los que no están nada valoración de los partidos
satisfechos participan en un 66%, mientras que entre los muy satisfechos la como instituciones políticas
con la cercanía a un partido
participación sube más de 20 puntos. político concreto. Aunque
puede haber una cierta
relación entre ambas
(posiblemente los que se
sienten cercanos a un partido
valoren el papel de estas
organizaciones más que los
que se sienten lejos de todos),
son conceptos distintos (uno
puede valorar positivamente
los partidos como instituciones
y no sentirse cercano a
34 ninguno de ellos).
© Universitat Oberta de Catalunya • Número de codi del mòdul 35 Títol del mòdul

Tabla 3.7. Participación política según actitudes políticas evaluativas (%)

Participación media
Satisfacción con el funcionamiento de la democracia
Nada satisfecho 66
Poco satisfecho 77
Bastante satisfecho 88
Muy satisfecho 88
Valoración de los partidos políticos *
Baja 70
Media 85
Alta 91

Fuente: Elaboración propia a partir de datos del estudio 2384 del CIS. * Índice de valoración
de los partidos políticos elaborado a partir del grado de acuerdo manifestado sobre los
siguientes indicadores: “Gracias a los partidos políticos, la gente puede participar en
política”; “Los partidos solo sirven para dividir a la gente”; “Sin partidos no puede haber
democracia”; “Los partidos se critican mucho entre sí pero en realidad son todos iguales”.
La valoración baja indica una visión negativa de los partidos políticos, mientras que la
valoración alta indica una visión positiva.

Lo mismo sucede con la valoración de los partidos políticos como elementos


centrales de la democracia. Las personas que tienen una visión positiva de los
partidos (creen que son un mecanismo de participación, y que son esenciales
para que haya democracia) participan más en las elecciones que aquellos que
consideran que los partidos sólo sirven para dividir a la gente o que “son todos
iguales”. A la luz de estos datos, por lo tanto, debemos aceptar que la absten-
ción es un comportamiento que no refleja satisfacción, sino más bien todo lo
contrario.

Las explicaciones de la participación electoral que apelan a las actitudes


políticas de los electores funcionan bien desde el punto de vista empírico
(aumentos en el nivel de interés, politización y satisfacción con las institu-
ciones democráticas producen incrementos en los niveles de participa-
ción electoral). Pero al mismo tiempo, son explicaciones poco satisfacto-
rias desde el punto de vista teórico, ya que desplazan la pregunta a otro
nivel: ¿por qué unos electores sienten mayor interés por la política que
otros? ¿por qué algunos ciudadanos se sienten cercanos a algún partido
político y otros no? ¿por qué algunos están satisfechos con el funciona-
miento de la democracia y otros no? Por lo tanto debemos seguir bus-
cando respuestas a estas preguntas centrándonos en otros aspectos que
también pueden influir en la participación electoral: las características del
contexto político.

3.3. Contexto político y participación

Dentro del contexto político podemos incluir muchos aspectos relacionados con
la participación. Para simplificar podemos establecer la distinción entre:
35
© Universitat Oberta de Catalunya • Número de codi del mòdul 36 Títol del mòdul

Contexto institucional (el tipo de elección, el sistema electoral y otras


características del sistema político en el que se lleva a cabo la elec-
ción)
Contexto partidista (el número de partidos que compiten, el grado de
polarización, el grado de competitividad, la fuerza de los anclajes so-
ciales de los partidos, el esfuerzo movilizador de los partidos).
Incentivos directos a la participación (como el voto obligatorio o las fa-
cilidades para votar).

Los efectos de estas variables son más difíciles de estimar ya que contamos con Lectura complementaria
menos casos que en el análisis individual (¡hay menos elecciones que electo-
res!). Además muchos de estos factores se correlacionan fuertemente entre sí Un análisis más amplio de
posibles medidas y
(es el caso de la proporcionalidad del sistema electoral y la fragmentación del propuestas para reducir la
abstención, principalmente en
sistema de partidos), lo que también dificulta el análisis. Aún así es indudable
las elecciones catalanas (por
que el contexto político e institucional incide sobre las decisiones de los electo- ejemplo, las campañas
institucionales o los esfuerzos
res, pues de otra manera no se producirían diferencias tan significativas entre de movilización por parte de
partidos y de la sociedad civil)
países y elecciones, como las que se destacaban en el apartado 1 de este tema. se encuentra en J. Font, A.
Bosch, J. Contreras y G. Rico
(1999) Participació i sistema
electoral. Propostes per al
3.3.1. El contexto institucional debat. Barcelona: Jaume Bofill
i Mediterrània.

Cuando la atención se centra en el contexto político de las elecciones, la


primera cosa que salta a la vista es la importancia del tipo de convocato-
ria como factor que influye en la tasa de participación: como ya hemos
visto en el primer apartado de este tema, los electores distinguen perfec-
tamente una elección ‘de primer orden’ (legislativa o presidencial) de una
elección secundaria (local, regional o europea), y la tasa de participación
es siempre más elevada en las primeras que en las segundas.

Participación y tipo de
En Estados Unidos la participación es más elevada en el caso de las elecciones elección

presidenciales que en las legislativas cuando ambas no se celebran simultá- Los detalles para el caso
neamente, reflejando la mayor visibilidad de la figura del Presidente sobre el español pueden encontrase
en el apartado 1.3 de este
Congreso. Las elecciones europeas suelen dar una tasa de participación unos tema.
20 puntos porcentuales por debajo del nivel de participación en las elecciones
generales. En algunos casos, como Suecia u Holanda, estas diferencias llegan a
alcanzar los 40 puntos porcentuales. La participación en elecciones locales se
sitúa por regla general entre la de las elecciones legislativas y la de las eleccio-
nes europeas, aunque hay notables variaciones en las diferencias entre países.

Las diferencias en los niveles de participación electoral reflejan que la re-


levancia política e institucional del órgano que se elige tiene un efecto
sobre la participación. Dentro de las elecciones legislativas también se 36
© Universitat Oberta de Catalunya • Número de codi del mòdul 37 Títol del mòdul

detectan algunas diferencias en las tasas de participación, dependiendo


de las características institucionales del sistema político.

En elecciones legislativas la participación suele ser mayor cuando el parlamento Lectura complementaria
es la única institución elegida a través de sufragio directo, y cuando las institu-
Jackman, R.W y R.A. Miller
ciones de democracia directa no ocupan un lugar preponderante en el sistema (1995). “Voter turnout in the
industrial democracies during
político. Sin embargo el hecho de que parte de las competencias estén descen- the 1990s”. Comparative
Political Studies (vol. 27,
tralizadas en entidades territoriales subestatales (lo que en principio reduce la núm.4, págs. 467-492).
relevancia del parlamento central) no parece traer consigo menores niveles de
participación.

Un segundo elemento institucional que influye sobre la participación es el


sistema electoral. Los sistemas proporcionales presentan un porcentaje
de participación mayor que los sistemas mayoritarios.

Los sistemas electorales mayoritarios ofrecen varios incentivos para la absten-


ción. En cada distrito electoral uninominal la representación no puede repartirse
entre varios partidos, sino que en el mejor de los casos únicamente los dos par-
tidos más votados tienen opción a conseguir el único escaño que elige la cir-
cunscripción. Todos los demás partidos, así como sus votantes potenciales,
saben que tienen la batalla perdida. Pero además, en una gran cantidad de
distritos, la distancia que separa al favorito del siguiente es tan grande, que hay
razones para la desmovilización para todos los gustos: los simpatizantes del
favorito por que saben que va a ganar, los simpatizantes de los demás partidos
porque saben que éstos no van a obtener representación, y los propios partidos
políticos por que saben que existen pocas posibilidades de que incrementen o
reduzcan su representación en esa circunscripción, y por lo tanto prefieren em-
plear sus recursos movilizadores en otros lugares cuyos escaños corren el ries-
go de perderse o pueden ganarse.

Los datos parecen confirmar el efecto positivo sobre la participación de los sis-
temas proporcionales, que muestran un porcentaje de participación 6 puntos
superior a los sistemas mayoritarios. Los sistemas mixtos, que combinan ele-
mentos proporcionales y mayoritarios (el alemán y el italiano) muestran la máxi-
ma participación, rozando el 85%.

Tabla 3.7. Participación electoral por tipo de sistema electoral en Europa occidental (1945-
2002)

Tipo de sistema electoral Media N Desviación típica


Proporcional 82,2 187 10,3
Mixto 84,8 16 4,8
Mayoritario 75,8 25 4,9

Total 81,7 228 9,8


Fuente: Elaboración propia a partir de Anduiza (1999) e International Idea.
37
© Universitat Oberta de Catalunya • Número de codi del mòdul 38 Títol del mòdul

Participación y
Dentro del grupo de sistemas electorales proporcionales hay, sin embargo, una proporcionalidad

gran variedad. Algunos tienen efectos de gran proporcionalidad (Suiza o los Existen varios índices de
Países Bajos, por ejemplo), mientras que otros, como el español, de corte pro- proporcionalidad del sistema
electoral. Gallagher hace una
porcional, tienen efectos mayoritarios importantes debidos fundamentalmente al discusión interesante de las
distintas alternativas.
reducido tamaño de sus distritos (y no tanto a la fórmula d’Hondt como habi- Gallagher, M. (1991).
tualmente se señala). Por ello conviene analizar no sólo la relación entre partici- "Proportionality,
Disproportionality and
pación y tipo de sistema electoral, sino también la relación entre participación y Electoral Systems". Electoral
Studies (vol.10, págs. 33-51).
grado de proporcionalidad del sistema electoral. Según nuestros datos, a mayor
proporcionalidad del sistema electoral se da un mayor nivel de participación.

La modalidad del voto es otro elemento del sistema electoral que ofrece al elec-
tor la posibilidad de introducir más información sobre sus preferencias políticas
en la papeleta, a través de la expresión de preferencias por uno o varios candi-
datos, o alterando el orden propuesto por el partido (listas desbloqueadas). Al-
gunos sistemas permiten incluso mezclar candidatos de distintas listas (listas
abiertas como en el Senado español). Esta variable podría incrementar la parti-
cipación, pero al mismo tiempo hace que el procedimiento de emisión del voto
sea más complicado, especialmente para la gente con menos recursos. Según
nuestros datos, este elemento del sistema electoral no parece tener un efecto
significativo sobre la participación.

3.3.2. Las características del sistema de partidos

Los partidos políticos son los principales agentes de movilización electo-


ral, y sus características, así como las del sistema de partidos que confi-
guran, influyen en los niveles de participación electoral. Sin embargo, hay
algunas controversias a propósito de la manera en la que éstos influyen
en sobre la participación. En principio podemos distinguir cuatro elemen-
tos del sistema de partidos que pueden tener un efecto sobre la participa-
ción:
1) El número de partidos que compiten por el voto
2) La polarización o distancia ideológica de estos partidos
3) La fuerza de los anclajes de los partidos políticos con la sociedad
4) El grado de competitividad electoral

La variedad y diversidad en la oferta política es otro de los factores que pueden Lectura complementaria
incrementar la participación electoral. Cuanto mayor sea el número de partidos
M. Crepaz (1990). “The impact
políticos existentes y cuanto mayor sea la distancia ideológica que los separa, of party polarization and
postmaterialism on voter
más diversa es la oferta política y por lo tanto mayor será la movilización. turnout”. European Journal of
Political Research (vol. 18,
págs. 183-205).
Sin embargo un número de partidos excesivamente elevado puede hacer que la
formación del gobierno dependa más directamente de acuerdos entre éstos que
del resultado electoral, lo que puede aumentar la abstención. Por lo tanto, tam-
38
© Universitat Oberta de Catalunya • Número de codi del mòdul 39 Títol del mòdul

bién es posible argumentar que un mayor número de partidos conduce a una


menor participación electoral. Esto es lo que los datos muestran, tanto en el
conjunto de Europa occidental desde 1945 como en el caso de España, como
refleja el gráfico 3.10. En el podemos ver la relación que existe entre el número
efectivo de partidos y el porcentaje de participación electoral en las elecciones
de 2000 para cada una de las 52 circunscripciones. En otras palabras, cada
punto representa una provincia, con su correspondiente número efectivo de
partidos y el porcentaje de participación. Como puede apreciarse, a medida que
aumenta el número de partidos se reduce la participación.

Gráfico 3.10. Porcentaje de participación por número efectivo de partidos en las


elecciones generales de 2000 en España

100

90

80

70

60

50
1,0 1,5 2,0 2,5 3,0 3,5 4,0 4,5 5,0
Número efectivo de partidos

Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Ministerio del Interior.

Por otro lado la polarización electoral sí parece incrementar el nivel de participa-


ción electoral.

Estimar los efectos del número de partidos sobre la participación puede ser
problemático por la estrecha relación de esta variable con el sistema electoral. Sobre el número efectivo de
Los sistemas electorales mayoritarios penalizan severamente a los pequeños partidos véase el apartado 3.2
del tema 2 “Elecciones y
partidos con un apoyo electoral territorialmente disperso, y por ello suelen dar comportamiento electoral”.
lugar a sistemas de partidos menos fragmentados que los sistemas electorales
de tipo proporcional, por ello, para comprobar el efecto de cada una de estas
dos variables deberíamos recurrir a un análisis multivariado.

Otra de las características del sistema de partidos relevante para la participación Lecturas complementarias
electoral es la fuerza de los anclajes de los partidos en la sociedad: donde estos
G. B. Powell (1980). "Voting
vínculos son fuertes y estables, proporcionan pistas a los electores sobre cómo turnout in thirty democracies:
partisan, legal and socio-
interpretar cuestiones políticas y escoger entre candidatos. Estos vínculos pue- economic influences" en R.
Rose (ed.) Electoral
den producirse a través de dos mecanismos. En algunos casos los partidos Participation. Londres: Sage.
representan segmentos sociales tradicionalmente muy definidos y cerrados (por
D. Denver y G. Hands (1985).
ejemplo partidos democristianos o socialistas en el caso de países como Bélgi- “Marginality and Turnout in
General Elections”, British
ca, Austria u Holanda), por lo que se habla de fuertes vínculos entre grupos Journal of Political Science
sociales y partidos. En otros casos existe una intensa penetración organizativa, (vol. 15, págs. 381-398).

es decir un elevado número de miembros entre los electores (como en el caso


39
© Universitat Oberta de Catalunya • Número de codi del mòdul 40 Títol del mòdul

de los países escandinavos). Sin tener en cuenta otras variables, parece que
ambos indicadores de la fuerza de los anclajes incrementan la participación
electoral.

El grado de competitividad electoral que se da entre partidos ha sido analizado


como otro de los posibles factores explicativos de la variación en las tasas de Sobre competición y
participación electoral. Cuanto menor es la distancia (en términos de intención competitividad véase el
apartado 3.3 del tema 2
de voto) que separa a los principales partidos o coaliciones que compiten por el “Elecciones y comportamiento
electoral”.
poder, y más incierto es el resultado de la elección, mayor es la participación
electoral, lo que posiblemente procede tanto del mayor interés del electorado,
como de mayores esfuerzos movilizadores por parte de los partidos. En el caso
de España ya hemos señalado que el carácter de ‘elección excepcional’, en las
que se percibía la posibilidad de cambio político, puede explicar los incrementos
en las tasas de participación de algunas convocatorias. En el caso de Estados
Unidos se ha comprobado que cuanto mayores son los gastos de campaña (un
claro indicador de movilización), mayor es la participación electoral.

Participación electoral y teoría de la elección racional


Lecturas complementarias
La competitividad electoral es uno de los elementos que la teoría de la elección racional
tiene en cuenta a la hora de explicar la participación electoral. Según el modelo elaborado
por Downs, una persona participará si los costes de participar son inferiores a los beneficios A. Downs (1973) Teoría
que el elector obtendría si ganara su partido favorito. En otras palabras si obtiene una económica de la democracia.
utilidad positiva según la siguiente ecuación: Madrid: Aguilar (págs. 281-
297). La literatura sobre
Utilidad de votar = P·B – C elección racional es muy
extensa, para un resumen
puede verse J. H. Aldrich
donde P es la probabilidad de que el propio voto determine el resultado de la elección, B es
(1993). "Rational Choice and
el beneficio que el elector obtiene si gana su partido favorito y C son los costes de votar. Turnout". American Journal of
Dado que normalmente el resultado de la elección depende del voto de millones de Political Science (vol. 37, núm.
electores, la probabilidad de que un voto determine el resultado de la elección es muy 1, págs. 246-278).
reducida. Esto significa que por muchos beneficios que el elector obtenga si gana su
partido favorito, casi nunca estará en su mano (o en su voto) determinar quién será el
ganador, por lo que no resulta racional votar: si participa, tendrá que soportar los costes de
votar, y posiblemente su acción sea irrelevante para el resultado final.

Pero si todos los electores razonaran de esta forma se abstendrían masivamente, lo que
haría aumentar la probabilidad de que un único voto fuera determinante para el resultado, y
la utilidad de votar podría hacerse positiva. Sin embargo, si todos los electores hacen esta
misma reflexión de nuevo todos se plantearían participar, con lo que volveríamos a la
situación anterior, y así indefinidamente.

Independientemente de en qué momento paremos este razonamiento circular, la teoría de


la elección racional no es muy útil para explicar la participación electoral, porque considera
que los costes superan a los beneficios que dependen del resultado. Por ello se introducen
nuevos elementos en el modelo que representan los beneficios que el elector obtiene de
participar independientemente del resultado de la elección, como por ejemplo, el
sentimiento de cumplir con un deber cívico (D).

Utilidad de votar = P·B – C + D

Esta modificación del modelo ha sido criticada por ser una solución demasiado “facil” (“Algo
debe hacer positiva la utilidad de votar, o de otro modo la gente no votaría tanto como lo
hace”). No puede decirse que la teoría de la elección racional haya sido un éxito para
explicar la participación, pero ha aportado algunos elementos muy importantes, como por
ejemplo, dirigir la atención hacia elementos del contexto político (reflejados en el término P
en el modelo) como la competitividad electoral. Cuanto mayor es la competitividad electoral
(es decir, cuanto menor es la distancia electoral que separa a los principales partidos o
candidatos), mayor probabilidad de que cada voto sea decisivo. A la inversa, cuanto menor
es la competitividad electoral, menor es la probabilidad de que un voto afecte al resultado.

40
© Universitat Oberta de Catalunya • Número de codi del mòdul 41 Títol del mòdul

3.3.3. Los incentivos directos a la participación

Si los factores mencionados hasta el momento componen el marco en el


que desarrollan las elecciones, difícilmente modificable si no es por con-
sideraciones distintas y ajenas a la de la participación electoral, existen
algunos elementos institucionales dirigidos expresamente a incentivar el
voto. El primero y más efectivo es el voto obligatorio.

La estimación de la influencia del voto obligatorio varía según los casos analiza- Lectura recomendada
dos, pero se sitúa en torno a los 10 puntos porcentuales. El caso holandés refle-
W. Hirczy (1994). "The Impact
ja claramente la influencia de esta variable. Antes de 1970, la tasa de absten- of Mandatory Voting Laws on
Turnout: A Quasi Experimental
ción oscilaba en torno al 5%; en el momento en el que los holandeses no se ven Approach". Electoral Studies
(vol. 13, núm.1, págs. 64-76).
obligados por ley a comparecer en el colegio electoral el día de las elecciones,
la abstención aumenta al 21%.

Otro tipo de incentivos a la participación son las facilidades para votar,


disposiciones que pueden hacer más sencillo el ejercicio del voto para al-
gunos electores. El voto por correo, anticipado, o a través de otra perso-
na; los horarios de apertura de los colegios electorales; la celebración de
elecciones en dos días o en día festivo; la instalación de urnas en hospita-
les, residencias de ancianos y otros lugares públicos; la contribución al
pago de los gastos de desplazamiento, etc. constituyen facilidades para
votar de distinta naturaleza, en ocasiones ciertamente polémica. Su efi-
cacia, en términos generales, es más reducida que la del voto obligatorio.

Conviene tener en cuenta que la influencia de todos estos elementos relaciona-


dos con el contexto de la elección no es necesariamente el mismo para todos
los electores.

Esto es particularmente evidente en el caso de las facilidades para votar, pues


cada facilidad va dirigida a un tipo de elector diferente: ancianos, personas en el
extranjero o lejos de su domicilio en el momento de la votación, trabajadores, Lectura complementaria

ciudadanos enfermos o con dificultades para desplazarse, marineros, etcétera.


Pero también sucede en el caso de otras variables contextuales. El voto obliga- E. Anduiza (1999). Individuos
o sistemas. Las razones de la
torio o las características del sistema electoral afectan más a los electores con abstención en Europa
occidental. Madrid: CIS (págs.
mayores recursos y motivaciones individuales, probablemente por que éstos son 224-233).
más conscientes de la presencia de estos incentivos contextuales. Los factores
relacionados con la importancia de la elección parecen afectar sobre todo a los
electores con menos recursos y motivaciones. Una elección decisiva moviliza
sobre todo a los electores con bajos niveles de recursos individuales, integra-
ción social y compromiso político (Anduiza 1999).
41
© Universitat Oberta de Catalunya • Número de codi del mòdul 42 Títol del mòdul

4. Las consecuencias de la participación electoral

La cuestión en torno a las consecuencias de la participación electoral


más relevante desde el punto de vista político es sencilla de formular y
muy difícil de contestar: ¿a quién beneficiaría el voto de los abstencionis-
tas?

Como ya hemos visto, en Cataluña la participación electoral en elecciones auto-


nómicas es notablemente inferior (unos 13 puntos porcentuales) a la participa-
ción en elecciones generales. Además, el resultado de ambas convocatorias es
distinto; mientras en las primeras ha resultado ganadora Convergència i Unió,
en las segundas el Partit dels Socialistas de Catalunya es el más votado. La
explicación de esta diferencia tiene que ver sin duda, con el llamado voto dual
(los ciudadanos pueden tener preferencias distintas para los distintos niveles de
gobierno y votar por diferentes partidos en los dos tipos de elecciones). Pero
también interviene el hecho de que en las elecciones generales se movilice un
segmento de las áreas periféricas de las grandes ciudades que no participa en
las elecciones autonómicas. Por lo tanto, a primera vista, podríamos concluir
que la participación electoral elevada beneficia al PSC.

La hipótesis tradicional entiende que, al ser los abstencionistas ciudada-


nos de recursos socioeconómicos inferiores a la media, y al existir una re-
lación entre esta variable y la orientación del voto, si los abstencionistas
participaran lo harían esencialmente a favor de fuerzas políticas de iz-
quierda.

Así, el caso catalán parece verificar esta teoría, ya que los partidos de izquierda
resultan más votados cuanto mayor es el nivel de participación. Sin embargo las
cosas son algo más complicadas. Cuando se analiza un mismo tipo de convoca-
toria electoral, la relación entre participación y voto a cualquiera de estos dos
partidos políticos desaparece.

42
© Universitat Oberta de Catalunya • Número de codi del mòdul 43 Títol del mòdul

En el caso americano existe cierta controversia. Algunas investigaciones han


corroborado la idea de que si existiera algo como el voto de los abstencionistas,
éste beneficiaría sobre todo al Partido Demócrata. Otras han llegado a aportar Lecturas complementarias
incluso evidencias sobre estrategias desmovilizadoras llevadas a cabo por el
Partido Republicano. Para otros analistas, votantes y abstencionistas no difieren Dos visiones distintas sobre
los efectos políticos de la
significativamente en sus preferencias políticas. En Gran Bretaña la población
participación:
abstencionista constituye, de acuerdo con algunos estudios, una muestra repre-
No tiene efectos significativos
sentativa del electorado británico también en lo que se refiere a orientaciones según B. Highton y R.
Wolfinger (2001). “The
ideológicas, y por consiguiente la participación de estos electores no implicaría political implications of higher
perjuicio ni beneficio para ningún partido en particular. turnout”. British Journal of
Political Science (vol.. 31, pág
179-223).

Beneficia al Partido
Demócrata según B. Radcliff
En general, si en el discurso político y periodístico es frecuente mencio-
(1994). “Turnout and the
nar la abstención como un factor determinante de los resultados, en las democratic vote”. American
Politics Quarterly (vol. 22,
investigaciones empíricas esta relación es mucho más dudosa. núm.3, págs. 259-276).

En España, existen claras diferencias entre votantes y abstencionistas, como


refleja la tabla 3.8. Los abstencionistas se sitúan más a la izquierda, y valoran
peor la situación política y económica que los votantes. El partido político al que
tienen una mayor probabilidad de votar es el PSOE, frente al PP de los votantes.
Sin embargo, estas diferencias son modestas, y antes de concluir que el voto de
los abstencionistas incide sobre el resultado, habría que comprobar que estas
diferencias se mantienen si los electores abstencionistas sufrieran un proceso
de cambio tal que les llevara a participar. En otras palabras, si los abstencionis-
tas se convirtieran en votantes, podrían cambiar también sus actitudes y sus
valoraciones.

Tabla 3.8. Perfil político de votantes y abstencionistas (valores medios) en España.

Votantes Abstencionistas

Ubicación ideológica (1-10) (a) 5.0 4.6


Valoración de la situación política (0-4 ) (b) 2.2 1.9
Valoración de la situación económica (0- 4) 2.2 2.0

Probabilidad media PP (0-10) (c) 4.9 3.3


Probabilidad media PSOE (0-10) (c) 4.6 3.5
Probabilidad media IU (0-10) (c) 2.8 2.7

Fuente: Elaboración propia con datos del estudio 2384 del CIS. (a) 1=extrema izquierda,
10=extrema derecha. (b) 0=muy negativa, 4=muy positiva. (c) 0=no le votaría nunca, 10=le
votaría con toda seguridad.

Pero estas diferencias entre votantes y abstencionistas, así como el nivel


medio de participación electoral no sólo tienen una influencia potencial
sobre los resultados electorales, sino sobre otros aspectos que mencio-
nábamos en el apartado 2 de este tema y que no conviene olvidar: la legi-
timidad y la igualdad política.

43
© Universitat Oberta de Catalunya • Número de codi del mòdul 44 Títol del mòdul

Si tenemos en cuenta lo que hemos visto en el apartado 3 sobre la relación en-


tre actitudes y participación electoral, la abstención se relaciona sobre todo con
desinterés y la apatía, y con la insatisfacción con el funcionamiento de la demo-
cracia y de sus instituciones. Por lo tanto, una elevada abstención trae consigo
el cuestionamiento de la legitimidad del sistema. En algunos sistemas políticos
incluso se llegan a fijar umbrales de participación mínima para dar por válidos
los resultados de una elección o de un referéndum.

Participación y estabilidad
Si junto a una elevada abstención electoral, aparecen grandes diferencias
en las características de votantes y abstencionistas, el riesgo afecta no En algún momento se llegó a
considerar que una elevada
sólo a la legitimidad del sistema político, sino también al principio de participación electoral podría
igualdad política que debe regir el funcionamiento de los sistemas demo- tener como consecuencia la
inestabilidad de los sistemas
cráticos. políticos. Sin embargo esta
hipótesis basada en
experiencias como la
República de Weimar o la IV
República Francesa ha sido
Si los votantes presentan un perfil de elevados recursos, interés, y satisfacción, sobradamente descartada por
los estudios empíricos.
mientras que los abstencionistas son los sectores más desfavorecidos y periféri-
cos de la sociedad, la participación política no funciona como un mecanismo por
el que los sectores sociales más desfavorecidos pueden actuar para compensar
las desigualdades sociales. Para evitar esta situación de exclusión de esta for-
ma básica de participación política lo ideal es incrementar al máximo el nivel de
participación.

44
© Universitat Oberta de Catalunya • Número de codi del mòdul 45 Títol del mòdul

5 El descenso de la participación y las estrategias movilizadoras

A pesar de los argumentos del apartado anterior, poca gente considera que la
democracia suiza esté en crisis por que presente niveles de abstención cerca-
nos al 50%. Tampoco el estado de las democracias austríaca e italiana parece
ideal, a pesar de sus elevados niveles de movilización. Pero el descenso gene-
ralizado de los niveles de participación, en ocasiones muy acusado, parece
indicar que algo va mal en las democracias occidentales. La relación entre el aPara un análisis más
detallado de esta evolución
nivel de participación y la salud y legitimidad de la democracia se intuye más véase el apartado 1 de este
tema.
claramente cuando se analiza el fenómeno desde una perspectiva diacrónica, es
decir, la evolución a lo largo del tiempo.

Comprender las razones de este descenso de la participación electoral es


una tarea complicada, sobre todo porque los cambios en la estructura so-
cial producidos en las últimas décadas habrían hecho esperar un aumen-
to, y no un descenso en los niveles de movilización. Nunca antes tuvieron
los ciudadanos de las democracias occidentales mayores niveles de es-
tudios e información política, y sin embargo, nunca antes fueron los nive-
les de participación tan reducidos.

5.1. Las explicaciones del descenso en la participación electoral


Lecturas complementarias

¿Qué motivos pueden explicar este descenso inesperado? La solución de A. Blais, E. Gidengil, N.
esta paradoja no puede buscarse en aspectos institucionales, ya que es- Nevitte y R. Nadeau (en
prensa). “Where does turnout
tos permanecen relativamente constantes a lo largo del tiempo. Podemos decline come from?” European
Journal of Political Research.
distinguir cuatro grupos de explicaciones del descenso de la participación
electoral: P. Corbetta y A. Parisi (1994).
“Smobilitazione partitica e
1) Cambios sociodemográficos en el electorado. astensionismo elettorale”.
Polis (vol. 8, págs. 423-443).
2) Cambios en las actitudes políticas de los electores.
3) Cambios en el contexto político. M. Gray y M. Caul (2000).
“Declining voter turnout in
4) Cambios en los agentes movilizadores: partidos y sindicatos. advanced industrial
democracies, 1950 to 1997”.
Comparative Political Studies
(vol.33, núm. 9, págs 1091-
1122).
A pesar de que los niveles de educación se hayan incrementado de manera
muy notable en las últimas décadas, hemos visto que la educación no es ya un
determinante tan importante de la participación electoral. Por ello, el hecho de
que más gente acceda a niveles de estudios superiores no es una garantía de
que vayan a votar. Otros cambios demográficos que se han producido sí pueden
tener un impacto negativo sobre la participación. Uno de ellos se refiere a 45
la
© Universitat Oberta de Catalunya • Número de codi del mòdul 46 Títol del mòdul

extensión del electorado. En algunos países la población en edad de votar se ha


incrementado de manera muy notable al reducirse la edad mínima para ejercer
el derecho al sufragio activo. En el caso de Suiza ya hemos visto que la incorpo-
ración de las mujeres al voto en las elecciones generales se hace a partir de los
años setenta. Esto puede producir una menor participación electoral en la medi-
da en que se incorporan nuevos electores potenciales poco informados y esca-
samente politizados. La estructura de edad también es un elemento a tener en
cuenta: las personas de más de 65 años reducen sus niveles de participación
política y electoral, y como es bien sabido se trata de un segmento de la socie-
dad que ha incrementado su peso, lo que a su vez puede estar incrementando
los niveles de abstención.

Otra explicación puede estar en los cambios que se hayan podido producir en
las actitudes políticas. Sin embargo, la evidencia empírica no confirma esta
hipótesis satisfactoriamente. La evolución de estas variables está lejos de expli-
car la totalidad del descenso en los niveles de participación electoral. En Euro-
pa, según datos de los Eurobarómetros, el nivel de satisfacción con el funcio-
namiento de la democracia desciende entre 1989 y 1993 para posteriormente
recuperarse ligeramente, mientras que el interés por la política y de identifica-
ción partidista se mantienen estables con una muy suave tendencia a la baja.

Seguramente estos indicadores sociodemográficos y actitudinales no mi-


den de manera adecuada el sentimiento de desafección y rechazo por lo
político que marca el ambiente de las llamadas democracias consolida-
das.

Lectura complementaria
Pero sobre todo, resulta muy difícil atrapar en un análisis empírico la forma en
P. Norris (1999). Critical
que cada vez más cuestiones públicas fundamentales salen del ámbito de deci- Citizens. Cambridge:
Cambridge University Press
sión que depende de las elecciones (los gobiernos y los parlamentos) para si- analiza el descontento de los
tuarse en otros en los que el control político democrático es escaso o inexisten- ciudadanos en las
democracias.
te.

Se extiende la sensación de que las elecciones son cada vez menos im-
portantes, tanto por las propias características de una oferta electoral que
no consigue llegar al elector (sobre todo al elector joven que no se ha so-
cializado en el contexto de la Guerra Fría) con proyectos diferenciados,
como por los constreñimientos externos a los que se someten los gobier-
nos fruto de su vinculación con entidades supraestatales o por intereses
económicos.

Finalmente, otra línea explicativa del descenso de la participación electoral enfa-


tiza la importancia de un proceso de desmovilización política: los partidos y los
sindicatos, agentes tradicionales de movilización, son cada vez menos eficaces
46
© Universitat Oberta de Catalunya • Número de codi del mòdul 47 Títol del mòdul

y activos en esta tarea. El descenso en los niveles de densidad organizativa


(número de miembros reales sobre miembros potenciales) de partidos y sindica-
tos explica una parte del descenso en la participación. Además, la desmoviliza-
ción en el ámbito de la izquierda (sindicatos y partidos socialdemócratas y co-
munistas) afecta especialmente al elector periférico, cuya participación depende
más de los recursos de grupo que de sus recursos individuales.

5.2. ¿Tiene remedio este descenso de la participación?

Las propuestas para incrementar la movilización del electorado pueden agru-


parse según dos principios.

Por un lado se encuentran aquellas propuestas que tienden a producir di-


rectamente cambios en el comportamiento, es decir, cuyo fin inmediato
es atraer votantes a las urnas.

Entre éstas pueden distinguirse las que se basan en la introducción de facilida-


des para votar, o las medidas que se basan en la creación de recompensas o
incentivos selectivos, es decir, gratificaciones dirigidas a los electores por el
hecho de acudir a votar, ciertamente polémicos y escasamente utilizados. Si las
facilidades para votar reducen el coste de participar, los incentivos selectivos
incrementan la utilidad del voto, independientemente de que gane el partido o
candidato favoritos del elector. También debe citarse aquí el voto obligatorio.

Voto obligatorio y motivaciones egocéntricas


Lectura recomendada
El voto obligatorio puede ser considerado como un remedio ‘sintomático’ de una
A. Lijphart (1997). "Unequal
participación electoral escasa basado en la aplicación de un principio de coerción. La
Participation: Democracy's
obligatoriedad del voto no incrementa la legitimidad del sistema político, pero sí moviliza a
Unresolved Dilemma".
una parte del electorado que de otro modo se quedaría en casa. Se trata de una estrategia American Political Science
de movilización centrada en los abstencionistas, que proporciona más motivaciones para Review (vol. 91, núm. 1, págs.
votar de las que necesita la mayoría de la gente, con el fin de lograr que muchos participen. 1-14).
Este tipo de incentivo puede introducir motivaciones egocéntricas e instrumentalistas (‘votar
para no ser castigado’), en lugar de otras no egocéntricas (‘votar por el interés que
despierta la elección’). Mientras las primeras aseguran la participación de una manera
condicional, las segundas lo hacen de una forma categórica. Lo ideal sería introducir
incentivos orientados a los votantes, es decir, ofrecer motivos para participar, mejorando la
calidad de la oferta y del debate político, o subrayando la importancia de lo que se decide
en el ámbito de las elecciones. Pero como lo ideal es enemigo de lo bueno, algunos autores
como Lijphart han defendido las virtudes que traería consigo la introducción del voto
obligatorio especialmente en relación al objetivo de garantizar una verdadera igualdad
política.

En segundo lugar se encuentran las iniciativas que pretenden aumentar


la movilización electoral a través de la creación de sentimientos y actitu-
des que favorezcan la participación. Es decir, el objetivo no se limita en
este caso a fomentar la participación sin más, sino que se extiende a la

47
© Universitat Oberta de Catalunya • Número de codi del mòdul 48 Títol del mòdul

obtención de una participación que se apoya en razones y motivos demo-


cráticos.

Estas motivaciones son de carácter racional cuando se centran en la utilidad


que el ciudadano puede obtener si vota: hacer oír su voz, que su partido preferi-
do obtenga representación, o incluso que gane las elecciones. Para que el elec-
tor se adscriba a este tipo de razonamiento y participe es esencial que perciba
las diferencias que existen entre las distintas opciones políticas.

Las motivaciones de naturaleza más altruista justifican el voto como un deber


cívico, con el que todo ciudadano debe cumplir como se cumple con otras mu-
chas obligaciones (por ejemplo las fiscales). En este caso, la importancia de una
educación cívica desde la infancia que subraye el valor de los principios demo-
cráticos es esencial.

Ambas estrategias constituyen dos formas distintas de enfrentarse al problema


del descenso en la participación electoral. La primera, aísla la cuestión de la
abstención de otro tipo de problemas relacionados con el funcionamiento y la
legitimidad de las democracias. La segunda es mucho más ambiciosa, porque
implica resolver algunas de las causas que dan lugar a la abstención con el fin
de convencer a los ciudadanos de que votar tiene sentido.

48
© Universitat Oberta de Catalunya • Número de codi del mòdul 49 Títol del mòdul

Resumen

En este tema se ha analizado la participación electoral como una forma espe-


cialmente importante de participación política. Su relevancia se puede argumen-
tar desde el punto de vista empírico (es la más habitual y para muchos ciudada-
nos la única forma de participación política que ejercen), normativo (por su
relación con el principio de igualdad política y con la legitimidad del sistema
político), y político (puede tener efectos sobre los resultados electorales).

Hemos visto que la participación electoral fluctúa en función de una serie de


características: el tipo de elección, el contexto político y el marco institucional.
También hemos observado que no todos los individuos tienen la misma probabi-
lidad de votar, sino que aquellos con más recursos socioeconómicos y sobre
todo con determinadas actitudes políticas votan en mayor medida.

Finalmente hemos analizado la tendencia descendente que marca la evolución


de la participación electoral en la última década, presentando algunas de sus
posibles causas, así como algunas soluciones tentativas.

49
© Universitat Oberta de Catalunya • Número de codi del mòdul 50 Títol del mòdul

Glosario

Abstención diferencial: Abstención que se registra en un tipo de convocatoria


(por ejemplo en las elecciones autonómicas) pero no en otro (por ejemplo en
las generales).
Ciclo de vida: La edad considerada como un indicador de la situación vital del
elector.
Densidad organizativa (de un partido, sindicato u organización): Porcentaje de
miembros afiliados sobre los miembros potenciales. Para un partido sería el
porcentaje de afiliados sobre electores. Para un sindicato sería el porcentaje
de afiliados sobre la mano de obra dependiente).
Desproporcionalidad (del sistema electoral): Diferencia entre el porcentaje de
votos y el porcentaje de escaños que se obtiene al aplicar un sistema electo-
ral a un resultado electoral.
Elecciones de segundo orden: Elecciones con un nivel de relevancia institucio-
nal secundaria (europeas, locales, regionales) frente a las elecciones gene-
rales (parlamentarias o presidenciales).
Generación: Conjunto de personas que nacen y siguen el proceso de socializa-
ción política en un mismo contexto y época histórica.
Incentivos directos a la participación: Elementos que reducen los costes o au-
mentan los beneficios de la participación independientemente de cual sea el
resultado de la elección. Por ejemplo, el voto obligatorio o las facilidades pa-
ra votar.
Integración social: Grado en el que un individuo se encuentra vinculado a su
entorno a través de contactos informales, relaciones personales, pertenencia
a asociaciones y organizaciones, etc.
Movilización política: En sentido estricto, la movilización política es el proceso a
través del cual instituciones, organizaciones o personas inducen a los ciuda-
danos a participar políticamente. En muchas ocasiones, y para desespera-
ción de Sartori, se utiliza como sinónimo de participación.
Participación electoral: Porcentaje de votantes sobre el número de electores
censados (o sobre la población en edad de votar).
Polarización: Espacio o distancia ideológica que separa a los partidos extremos
en un sistema de partidos.
Politización: Grado en el que un individuo toma posición con respecto a cuestio-
nes políticas conflictivas y se identifica con ideologías o partidos.
Segmentación cultural: Existencia de sectores o grupos sociales claramente
diferenciados en términos socioculturales y escasamente comunicados entre
sí.

50
© Universitat Oberta de Catalunya • Número de codi del mòdul 51 Títol del mòdul

Bibliografía

Bibliografía recomendada

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492).
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American Political Science Review (vol.91, núm.1, págs.1-14).
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Bibliografía complementaria y referencias bibliográficas

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vista Española de Ciencia Política (núm. 6, págs. 183-205).
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