Está en la página 1de 21

DOCUMENTOS ADMINISTRATIVOS: TIPOS Y

CARACTERÍSTICAS

Unidad 3

Lenguaje y estilo administrativo

Abril 2020
Documentos administrativos: Tipos y características IAAP
Lenguaje y estilo administrativo

Índice:

0. Introducción

1. La necesidad de que el lenguaje administrativo sea


comprensible

2. El estilo del lenguaje administrativo tradicional: errores y


recomendaciones.

3. Usos gramaticales.

4. Topónimos.

5. Siglas, acrónimos y abreviaturas

Material elaborado por el


Instituto Asturiano de Administración Pública “Adolfo Posada”
Autor: Luis Canal Fernández
Depósito legal: AS 01045-2020

© Gobierno del Principado de Asturias - IAAP


www.asturias.es/iaap

Abril 2020 Página 2 de 21


Documentos administrativos: Tipos y características IAAP
Lenguaje y estilo administrativo

Competencias a adquirir:

Conocimientos

Conocer y analizar las especiales exigencias que demanda el uso del lenguaje en la confección
de los documentos administrativos con el propósito de que, además de ser técnica y
lingüísticamente correctos, resulten comprensibles para sus destinatarios.

Habilidades

Manejar correctamente el lenguaje en la elaboración de documentos administrativos,


especialmente tratándose de documentos dirigidos a los ciudadanos.

Actitudes

Potenciar una cultura administrativa que propicie una utilización del lenguaje en los
documentos administrativos que, sin menoscabo de su corrección, facilite su comprensión por
la ciudadanía.

Introducción

El estilo administrativo es el reflejo que tiene en la lengua la actividad administrativa que, de


este modo, adquiere rasgos y características específicas. Ocurre que siendo la ciudadanía la
principal destinataria de los documentos emitidos por las Administraciones Públicas, no se
trata tan solo de procurar la mayor exactitud técnica sino, además, de hacerlo en términos que
suficientemente comprensibles, evitando que el lenguaje empleado acabe por erigirse en un
obstáculo que entorpezca el ejercicio de sus derechos y, en último término, la efectiva
realización de la sociedad democrática avanzada que propugna nuestra Constitución.

1.- La necesidad de que el lenguaje administrativo sea comprensible

«La comunicación escrita es el cordón umbilical, aunque no el único, que conecta a la ciudadanía
con la Administración. Aunque las actividades informativas presencial y telefónica son importantes,
pues suponen un primer contacto directo e inmediato con el ciudadano, es, sin embargo, mediante el
documento escrito como se transmiten y comunican los actos administrativos, actos que producen
efectos de gran trascendencia individual o colectiva, promulgación de normas, regulación de
actividades, sanciones, autorizaciones, reconocimiento de derechos, etc. »

FERNANDO SÁNCHEZ ALONSO

Es por ello que lo que se ha venido en denominar «Administración Abierta» debe


comenzar por utilizar un lenguaje claro y, sobre todo, comprensible para los
ciudadanos que, acompañado de la simplificación de procedimientos y de la superación de la
tradicional carga consistente en que sean ellos quienes deban acreditar documentalmente
datos o circunstancia ya obrantes en los archivos y registros administrativos, les permita
desenvolverse con naturalidad en su relaciones ordinarias, facilitándoles el ejercicio de sus
derechos y el cumplimiento de sus obligaciones. El premio obel I dec a ue “el
arma m s fuerte de una dictadura es el secretismo mientras ue el arma más fuerte de la
democracia es la apertura”.

Abril 2020 Página 3 de 21


Documentos administrativos: Tipos y características IAAP
Lenguaje y estilo administrativo

Ahora bien, ¿de qué vale la apuesta por la transparencia si ésta se manifiesta en un
formato incomprensible para la ciudadanía?

Se habla con frecuencia del riesgo que supone la brecha digital en el proceso de tránsito que
actualmente estamos viviendo hacia la Administración Electrónica pero ¿acaso no corremos ya
antes un riesgo de distanciamiento mayor cuando obviamos que el lenguaje empleado cumpla
su primera función que no es otra que la de resultar comprensible para las ciudadanas y
ciudadanos? No se trata por tanto de su corrección (tanto en términos lingüísticos como
jurídicos), que también, sino de facilitar mediante el lenguaje el imprescindible carácter
bidireccional propio de una sociedad que parte del concepto prioritario de que las instituciones
están al servicio a los ciudadanos, resultando expresiva la previsión de la Ley 40/2015, de 1 de
octubre, de Régimen Jurídico del Sector Público, según la cual las Administraciones Públicas,
sin excepción, habrán de regirse en su actuación y relaciones por los principios de servicio
efectivo a los ciudadanos y de simplicidad, claridad y proximidad a ellos (letras a) y b) de su
art. 3). Ello sin perder de vista la especial atención que demandan determinados colectivos y
sin la cual los poderes públicos estarían desconociendo la obligación constitucionalmente
impuesta de que remover los obstáculos que entorpezcan o dificulten su plena integración.

Dice la Dra. CASTELLÓN ALCALÁ (Castellón Alcalá, 1998: 34):

«Es bien sabido que la más rancia tradición burocrática producía engendros lingüísticos, del todo
alejados de la comprensión común, del buen sentido y de la exigencia expresiva a que un documento
público nunca debiera renunciar; pero los nuevos aires de los ochenta y sobre todo los noventa
sentaron las bases para que los redactores de la Administración abordaran con una nueva
perspectiva, más respetuosa con los ciudadanos, la elaboración de los textos. El conjunto de
herramientas —manuales, folletos, etc.— que la Administración pone a punto en los noventa parte
de nuevos principios, cuya plasmación más notoria será el Manual de estilo de lenguaje
administrativo (MELA)», que como recuerda ella misma «responde en todo a los criterios expresivos
de precisión, eficacia comunicativa, sencillez. Es la primera obra de preceptiva que aborda los textos
con criterios comunicativos de actualización y funcionalidad lo cual se ve en multitud de propuestas
discursivas»

Era toda una declaración de intenciones la cita de Juan de Valdés (1509-1541) con la que se
abría la obra:

«Sin afectación ninguna escrivo como hablo, solamente tengo cuidado de usar de vocablos que
signifiquen bien lo que quiero dezir, y dígolo quanto más llanamente me es posible, porque a mi
parecer en ninguna lengua está bien afectación».

A partir de aquí se produce un significativo paso adelante en el propósito de hacer


comprensible del lenguaje utilizado por las Administraciones Públicas al que contribuye, no solo
la mentalidad de sus nuevos responsables, sino además y al amparo de ella, la aparición de
nuevas herramientas de consulta, guías, manuales....

Esa idea central de servicio a los ciudadanos estaba también presente en el Libro blanco
para la mejora de los servicios públicos (2000), en el que se afirmaba:

Abril 2020 Página 4 de 21


Documentos administrativos: Tipos y características IAAP
Lenguaje y estilo administrativo

«Tanto por el origen de los recursos que se distribuyen como por la propia justificación de la
Administración pública en una sociedad democrática, su evolución pasa, necesariamente, por una
orientación hacia el ciudadano, por una mayor receptividad ante sus expectativas y por una clara
apertura a su participación. La articulación cabal de diferentes formas de cooperación y de diálogo
entre la Administración y los ciudadanos constituye uno de los desafíos, en el plano político, con los
que se enfrentan todas las sociedades maduras en este tiempo histórico finisecular. Esa
aproximación dialogal de la Administración en el desarrollo de su actividad, ha de articularse en
políticas, procedimientos de gestión e iniciativas legislativas que permitan institucionalizar las
diferentes formas de comunicación entre la Administración y los ciudadanos y promover sus efectos
benéficos. Esta comunicación ha de tener un carácter bidireccional»

En esta línea, la Carta de Derechos del Ciudadano ante la Justicia, aprobada por
unanimidad por el Pleno del Congreso de los Diputados el 16 de abril de 2002, hizo de la
claridad del derecho una política pública y reconoció a la ciudadanía el «derecho a
comprender»:

«El ciudadano tiene derecho a que las notificaciones, citaciones, emplazamientos y requerimientos
contengan términos sencillos y comprensibles, evitándose el uso de elementos intimidatorios
innecesarios.

El ciudadano tiene derecho a que en las vistas y comparecencias se utilice un lenguaje que,
respetando las exigencias técnicas necesarias, resulte comprensible para los ciudadanos que no sean
especialistas en derecho.

El ciudadano tiene derecho a que en las sentencias y demás resoluciones judiciales se redacten de tal
forma que sean comprensibles por sus destinatarios, empleando una sintaxis y estructura sencillas,
sin perjuicio de su rigor técnico.»

La ciudadanía tiene por tanto derecho a comprender, sin la mediación de una especie de
traductor, las comunicaciones verbales o escritas de los profesionales del derecho. Un mal uso
del lenguaje por parte de estos genera inseguridad jurídica e incide negativamente en la
solución de los conflictos sociales.

Por ello, el Plan de Transparencia Judicial, aprobado por Acuerdo del Consejo de Ministros
de 21 de octubre de 2005, incluía entre sus objetivos obtener una justicia comprensible, tanto
en las vistas o comparecencias como en las comunicaciones escritas y en las propias
resoluciones judiciales.

En el año 2009 se crea la Comisión de Modernización del Lenguaje Jurídico por parte del
Ministerio de Justicia. Esta comisión encarga una serie de trabajos de campo en diferentes
áreas, entre ellas, el discurso escrito, con el fin de analizar diferentes documentos judiciales y
proponer mejoras. El grupo encargado de estudiar el discurso escrito, a partir del trabajo de
campo realizado, elabora el Informe sobre el discurso jurídico escrito español (2010)
para la redacción de documentos judiciales en lenguaje claro. Los trabajos constatan la
existencia de un conjunto de prácticas asentadas que dificultan la comprensión, así como
algunas reiteradas incorrecciones sintácticas y gramaticales en la expresión oral y escrita de
los profesionales del derecho. Entre sus propuestas de recomendaciones generales se
encuentra la siguiente relacionada con la poca comprensión de los textos jurídicos:

Abril 2020 Página 5 de 21


Documentos administrativos: Tipos y características IAAP
Lenguaje y estilo administrativo

«(...) el alargamiento sintáctico inusual de la prosa jurídica provoca:


1.1. Que los ciudadanos en general, la sientan como “extraña”, anticuada, rebuscada y oscura.
1.2. Que, con mucha frecuencia, se produzcan fallos sintácticos en la elaboración de las oraciones
(esto es, que se produzcan anacolutos). Los anacolutos dificultan de manera importante la
comprensión de los textos jurídicos.
1.3. Que resulte de lectura y comprensión más compleja. La memoria a corto plazo no retiene el
contenido de lo leído más allá de tres líneas.»

A partir del estudio anterior y el de los otros grupos de trabajo (discurso oral, comunicaciones,
formación...), se publica en el año 2011 el Informe de la Comisión de Modernización del
Lenguaje Jurídico que entrega una serie de recomendaciones para acercar la justicia a los
ciudadanos. En su introducción sostiene:

«A menudo, las personas que acuden ante un tribunal no entienden bien la razón por la que han
sido llamadas y, muchas veces, salen sin comprender el significado del acto en el que han
participado o las consecuencias del mismo. Sin embargo, no hay algo tan complejo en el ámbito
jurídico como para que el ciudadano de a pie no pueda comprenderlo si se le explica con claridad.»

Existe además una organización que promueve una iniciativa denominada «Lectura fácil»
que tiene por objetivo promover la accesibilidad de la información escrita por parte de la
ciudadanía, pero con énfasis en las personas en situación de riesgo o de exclusión social
(adultos mayores, personas con discapacidad intelectual, etc.):

«Se puede considerar, como un método para crear entornos comprensibles para todos, eliminando
las barreras para la comprensión, fomentando el aprendizaje y la participación».

Según esto, su público sería más específico que lo que contempla el lenguaje claro, donde el
destinatario es amplio como todos los ciudadanos que deben entender, por ejemplo, un
formulario de solicitud de asistencia social o una ley.

Al mismo nivel de la importancia que la claridad en el lenguaje administrativo, hemos de situar


el uso de un lenguaje no sexista. Se dice que lo genérico, lo neutro, lo universal, es
patrimonio de todos y sobre esta premisa se asume que el masculino gramatical engloba a las
mujeres. Pero como muy bien dice la doctora en filología románica y profesora de la
Universidad Complutense de Madrid, que fuera antes Directora del Instituto Cervantes en
Roma, Fanny Rubio: “ a lengua ser neutra pero no es neutral”.

Sabemos que el sexismo lingüístico se manifiesta básicamente a través del ocultamiento, tras
el uso del genérico. Se trata pues de otro atributo del lenguaje al que no debemos ni podemos
renunciar en nuestro empleo diario y que debemos tener también muy presente en nuestra
guía de estilo.

2.- El estilo del lenguaje administrativo tradicional: errores y


recomendaciones

La necesidad de adaptar el lenguaje tradicionalmente utilizado en los documentos


administrativos a la nueva concepción de las relaciones entre la Administración y la ciudadanía

Abril 2020 Página 6 de 21


Documentos administrativos: Tipos y características IAAP
Lenguaje y estilo administrativo

viene condicionada por una serie de características que responden a una concepción
trasnochada, a saber:

1.- El sesgo autoritario y trasnochado de la terminología empleada derivado del


recurso frecuente a fórmulas y expresiones tributarias de una concepción esencialmente
pasiva de la posición jurídica de sus destinatarios, que primero fueron súbditos y luego
administrados, pero que han conseguido ser percibidos finalmente como ciudadanos.
Una terminología que expresa el reforzamiento de su posición frente a la Administración
y que evidencia el ramillete de derechos que, hoy, la Ley 39/2015 predica ya de
«todos».

2.- La despersonalización del lenguaje, recurriendo con frecuencia a la pasiva


refleja para enfatizar la objetividad de la actuación. Ello propicia una sensación de
lejanía y desafección.

3.- La utilización de tecnicismos cuyo verdadero significado y alcance requeriría que


el destinatario contara con conocimientos jurídicos. Y no solo porque se trate de
términos carentes de empleo fuera del ámbito administrativo o judicial sino porque, aún
siendo de uso generalizado, son empleados en este ámbito con acepciones tan
infrecuentes fuera de él que algunas veces ni siquiera llegan a tener reflejo en los
diccionarios (P. Ej. las «penalidades» por incumplimientos contractuales).

Como dice CASTELLÓN ALCALÁ:

«Uno de los riesgos que siempre ha corrido el mensaje que emana de los órganos del poder
es el ocultamiento, esto es, encubrir los conceptos con engorrosas envolturas que entorpecen
y retrasan, cuando no imposibilitan, su comprensión. A esta tentación sucumben fácilmente
los enunciadores administrativos...»

Pues bien, para facilitar la comprensibilidad del mensaje es recomendable que cuando
se empleen términos técnicos, dotados de significado propio se añadan descripciones
que los aclaren:

Por ejemplo: “…se debe adjuntar copia del aval debidamente diligenciada por la
Tesorer a”.

Mejor decir: “…se debe adjuntar copia del aval debidamente diligenciada es decir
tramitada, por la Tesorería”.

4.- El abandono de cualquier esfuerzo tendente a justificar en términos


comprensibles para el ciudadano que el acto a que se refiere el documento es
el resultado de aplicar al caso concreto las correspondientes disposiciones
normativas. Es por ello que resultan reprochables las nada infrecuentes resoluciones
cuyas consideraciones jurídicas se reducen a la mera reproducción literal de artículos,
esto es, sin hacer el más mínimo esfuerzo argumental para justificar los efectos que se
extraen de su proyección al supuesto concreto.

5.- El empleo de un lenguaje «burocrático» en tanto que plagado de fórmulas y


términos arcaicos y de salutaciones (saludos solemnes) y fórmulas de reverente
gravedad, genuflexiones y sobreactuaciones difícilmente conciliables con una
Administración que, por imperativo constitucional, encuentra su última razón de ser en
el servicio a los ciudadanos. Este carácter del l ico utili ado dificulta adem s la
comprensión, propicia la monotonía y la percepción de distancia y despierta la antipatía
en el receptor.

Abril 2020 Página 7 de 21


Documentos administrativos: Tipos y características IAAP
Lenguaje y estilo administrativo

6.- La existencia de pretensiones literarias tras el lenguaje utilizado que, en no


pocas ocasiones, hacen que la Administración incurra en una retórica cursi, barroca y
afectada.

Como principales defectos en que el lenguaje administrativo incurre suelen citarse los
siguientes:

1. Excesiva longitud de oraciones y párrafos. La oración o enunciado es la unidad de


comunicación que posee sentido completo y que aparece enmarcada por puntos (en la
escritura) o por pausas (en el habla). Este carácter de «unidad comunicativa» le confiere una
enorme importancia, no sólo en la estructura del texto, sino también en su claridad. En el
lenguaje administrativo es característico el empleo de frases innecesariamente largas y de
construcciones gramaticales complejas y repletas de frases subordinadas.

Ello propicia la existencia de párrafos desmesuradamente extensos y abigarrados que dificultan


su comprensión al lector. Por ello deben evitarse en la medida de lo posible los párrafos
«unioracionales», formados por concatenaciones de frases coordinadas y subordinadas, llenas
de incisos poco relevantes, de dudosa necesidad y difícilmente comprensibles. Para no incurrir
en ellos, se prefiere el uso de frases claras, cortas y concisas, ordenando correctamente las
palabras en oraciones y respetando en su construcción las sintaxis del castellano y cuidando la
corrección de los tiempos verbales.

Paralelamente, con el objeto de expresar de forma más clara la relación que media entre las
distintas partes de un párrafo o entre párrafos sucesivos deben utilizarse marcadores y
conectores que ordenen el discurso:

-marcadores : «en primer lugar», «por último»...


-conectores: «además», «sin embargo», «no obstante», «en consecuencia», «por
tanto», «así pues»...

Abril 2020 Página 8 de 21


Documentos administrativos: Tipos y características IAAP
Lenguaje y estilo administrativo

En los párrafos que incluyan enumeraciones relativamente largas, es conveniente destacar


tipográficamente en líneas distintas, ordenadas en lista, con el fin de facilitar la comprensión.

Es finalmente recomendable manejar correctamente los signos de puntuación para poder


dosificar así la información contenida en los párrafos, procurando que las cuestiones que se
aborden en cada uno sean mínimamente homogéneas ya que, además de estar separados por
un punto y aparte, los párrafos deben responder a una unidad temática.

2. Uso de terminología difícilmente comprensible por parte del destinatario. El


lenguaje empleado en los documentos administrativos suele ser considerado por la ciudadanía
difícil de comprender, oscuro, enigmático e incluso altivo. El empleo de formas lingüísticas
arcaicas, ancladas en otras épocas, o el uso de locuciones latinas sin aportar traducción,
refuerza esta percepción social.

El repertorio léxico empleado debe ser común (que no es lo mismo que vulgar) haciendo, eso
sí, un esfuerzo por adaptarse al destinatario de modo que, no tratándose de juristas, deben
evitarse las expresiones oscuras y explicar el significado de los t rminos t cnicos utili ados
cuando no quede más remedido que recurrir a ellos. Si están dotados de significado propio se
recomienda que se usen descripciones que los aclaren y que se utilicen en todo el documento
con el mismo sentido, con el propósito de aclarar, en vez de que acabemos confundiendo.

Las propuestas para mejorar la claridad de los términos y expresiones empleadas se plantean
por los estudiosos del tema desde un triple enfoque:

a) Arca smos es decir palabras o e presiones ue resultan anticuadas o cu o uso


est en declive . e recomienda sustituirlos por palabras del lenguaje común o
en su caso e plicarlos a continuación del t rmino o e presión.

b) Locuciones latinas (expresiones en latín que se utilizan en el español con un


significado cercano al original . e aconseja la sustitución por su significado en
castellano o en su defecto incorporar su traducción entre par ntesis.

c) Terminología técnica. Se considera adecuado explicar la terminología cuando sea


posible, máxime si es previsible que sea desconocida para el interesado.

Ahora bien, la deseable sencillez de los escritos administrativos no debe llevar a renunciar a un
mínimo decoro lingüístico, a cuidar la propiedad y a huir de la pobreza de expresión. Se incurre
en ella cuando se opta por verbos de sentido muy general («hacer» un informe, «echar» una
instancia… o cuando se abusa de comodines l icos difundidos «pa uete» de medidas por
conjunto de medidas… .

3. Uso recurrente de muletillas y frases hechas. A costa de repetirse acaban


convirtiéndose en meras fórmulas de fácil aplicación a cualquier clase de documentos, como si
fueran simples plantillas («adjunto remito», «de conformidad con lo preceptuado en la
normativa»; «vistos los preceptos legales de general y pertinente aplicación al caso», y en
particular, «lo que se le comunica para su conocimiento y efectos oportunos».... ¿qué efectos
son esos y acaso debe conocerlos el destinatario?).

Su abuso provoca un empobrecimiento del lenguaje y una rigidez que no propicia


precisamente que la ciudadanía perciba que se esté prestando la más mínima atención a su
situación concreta. Es por ello que deben evitarse este tipo de fórmulas, intentando dotar al
documento de mayor singularidad. En la mayor parte de los casos se trata de expresiones
redundantes y superfluas, por lo que su supresión no comporta ninguna merma en el texto: es
más, se gana en concisión y accesibilidad.

Abril 2020 Página 9 de 21


Documentos administrativos: Tipos y características IAAP
Lenguaje y estilo administrativo

4. Sustantivación del lenguaje. El vocabulario utilizado suele ser ya de por sí abundante en


sustantivos con alto grado de abstracción, lo que no es extraño tratándose de un lenguaje que
inevitablemente se asienta en conceptos jurídicos.

El problema es que, además, existe una acentuada tendencia a la sustantivación en


construcciones: verbo + sustantivo, que dan lugar a perífrasis superfluas:

«dar aviso» en vez de avisar

«prestar declaración» en lugar de declarar

«hacer entrega» por entregar

«introducir modificaciones» por modificar

«tomar conocimiento» por conocer,

«ser de aplicación» por aplicarse...

Paralelamente, los sustantivos suelen utilizarse acompañados de adjetivos innecesarios:

«norma aplicable» ¿qué sentido tendría si no resultara de aplicación?

«legislación vigente» ¿acaso se iba a citar la norma si hubiera sido ya derogada?

«efectos oportunos» ¿podrían no serlo?

«autoridad competente»...

Todo ello disminuye la comprensibilidad del mensaje y le dota de un rigor y una solemnidad
que se compadece muchas veces mal con la sencillez del trámite. Por ello es preferible utilizar
verbos simples y eludir sobrecargar el texto con epítetos triviales ("fiel" en fiel reflejo, "claro"
en claro exponente). Debe huirse también de sinónimos léxicos o sintácticos (una actitud clara
y manifiesta; exhibió e hizo ostentación).

5. Exceso de locuciones, nexos y enlaces. Las locuciones como «a efectos de», «con el
objeto de», «a la vista de», «a tenor de», «en tanto en cuanto», «a mayor abundamiento» o
«por cuanto», obedecen a la pretensión de matizar y precisar la expresión, pero al suplantar
otras posibilidades ling sticamente m s sencillas alargan innecesariamente el te to le dotan
de una solemnidad innecesaria. Por ello debe intentar restringirse su uso, lo cual no resulta
difícil ya que son normalmente sustituibles por expresiones más sencillas. Por ejemplo:

«a efectos de» y «con el objeto de» por «para»

«a la vista de» «a tenor de» por «según»

«en tanto en cuanto» por «mientras»

«a mayor abundamiento» por «además»

«por cuanto» por «porque».

Y así sucesivamente.

Abril 2020 Página 10 de 21


Documentos administrativos: Tipos y características IAAP
Lenguaje y estilo administrativo

6. Uso reiterativo de formas verbales impersonales. Expresiones que en la lengua común


se construyen corrientemente en voz activa («dispongo»), en el lenguaje administrativo suelen
expresarse con formas impersonales (oración pasiva, «ha sido dispuesto» o pasiva refleja, «se
dispone» con omisión del sujeto agente de la acción, que, generalmente suele ser la propia
Administración. En realidad, no se trata de expresiones incorrectas, pero sí debe huirse de
saturar las frases con este tipo de recursos gramaticales que, además de hacer pesado el
discurso, propician en el destinatario una percepción de distanciamiento. Para evitarlo, debe
evitarse el uso de formas de pasiva para aquellos casos en que el español tiene en las
oraciones activas o en la pasiva refleja (con «se») su forma más adecuada de expresión. Si es
posible, se debe personalizar la acción:

«acuerdo que...» en lugar de «esta Dirección General ha acordado que...»

«lo que le notifico...» en lugar de «lo que se le notifica...»

Al fin y al cabo, la titularidad del órgano recae siempre sobre una persona.

7. Abuso de construcciones con infinitivo, participio o gerundio. Estas construcciones


son formas no personales del verbo, que tienen distintas funciones en la frase. En la práctica,
suponen una sobrecarga en el contenido del texto que normalmente le hace caer en una
especie de vanilocuencia. Por ello, se debe intentar sustituir estas formas verbales por otras
más expeditivas y directas. Es reprochable el abuso del gerundio, ya que es muy frecuente el
recurso a él como empalme o con valor de adjetivo especificativo:

«... se solicitar el certificado de usuario debiendo personarse en cualesquiera de las


entidades asociadas para acreditar su identidad (gerundio empalme o de posterioridad).
Fórmula que bien podría ser sustituida por «y se deberá personar...».

Otro ejemplo: «... se ha recibido escrito solicitando la renuncia por parte del titular (gerundio
en función impropia de adjetivo, denominado «gerundio del BOE»)», cuando resultaría más
sencillo referirse a un «escrito por el que el titular renuncia...» o un «escrito de renuncia del
titular...».

8. Uso improcedente de tratamientos honoríficos. La utilización de fórmulas honoríficas


tiene su origen principalmente en los siglos XV y XVI y, a pesar de su arraigo, tiende a ir
desapareciendo progresivamente de los documentos administrativos, por evidentes razones
tanto sociológicas como incluso normativas. Se recomienda la supresión de todo tipo de
tratamientos y fórmulas honoríficas en el texto y cuerpo de los documentos así como sus
abreviaturas (V.I., V.E., Ilmo. Excmo.), manteniendo únicamente los más corrientes
“don/doña” señor/señora” cuando se utilicen delante de cargos ra. Directora General r.
Jefe de Sección) o nombres y apellidos (D. Sergio Robledo), dado que se trata de un uso que,
al menos de forma implícita, transmite la idea de estricta profesionalidad.

El Código de Buen Gobierno (BOE del 7 de marzo de 2005), en el punto 8 del apartado
tercero, Principios de conducta, dice que

«El tratamiento oficial de carácter protocolario de los miembros del Gobierno y de los altos
cargos será el de señor/señora, seguido de la denominación del cargo, empleo o rango
correspondiente.»

El uso de los tratamientos en los documentos es en cualquier caso una mera regla de protocolo
que únicamente rige en el ámbito interno por lo que no procede que se haga uso de ellos, ni

Abril 2020 Página 11 de 21


Documentos administrativos: Tipos y características IAAP
Lenguaje y estilo administrativo

en las resoluciones (V. Gr. «La presentante resolución se dicta por delegación de la Ilma. Sra.
Consejera») ni en las comunicaciones y notificaciones dirigidas a los ciudadanos (P. Ej. «Con
esta fecha el Ilmo. Sr. Consejero ha dictado la siguiente resolución...»), ni que se condicione al
uso de los mismos la admisión o la validez de los documentos presentados por los ciudadanos.
Cuando procedan, figurarán delante del destinatario con independencia del lugar del
documento (cabecera o pie) en que se sitúe éste.

Debe quedar claro que no se trata de apear a las autoridades del tratamiento que en cada caso
tuvieran reconocido sino de delimitar su uso.

9. Tono imperativo. La Administración aparece no pocas veces investida de un carácter de


superioridad ante los ciudadanos. Cuando se exige el cumplimiento de trámites u obligaciones
se recurre a expresiones como el imperativo, la construcción deber + infinitivo, tener que +
infinitivo o el futuro de obligación. Debe evitarse el tono imperativo, a menos que sea
necesario. Es preferible, solicitar, sugerir, pedir...

10. Uso no sexista del lenguaje. El lenguaje administrativo, como lenguaje que emana de
instituciones públicas, debe evitar cualquier discriminación; por ello es necesario eliminar
aquellas expresiones que verdaderamente atenten contra la igualdad de los sexos. Por
ejemplo:
a) En las menciones a cargos o profesiones desempeñados por mujeres, puede
emplearse el femenino. Así, es gramaticalmente admisible decir:

La jefa de servicio, abogada, médica, arquitecta, jueza, consejera o


concejala.

Aún producen reticencias expresiones como la fiscala, la gerenta. Para estos casos,
puede mantenerse el sustantivo invariable y ajustar la concordancia con el sexo de la
persona a la que nos referimos por medio de los determinativos (artículos,
demostrativos, etc.):

La gerente, la fiscal, como se hace con otras expresiones parecidas: la


representante, la agente...

b) En las referencias a un grupo indiferenciado de mujeres y hombres existe una


concordancia gramatical a favor del género masculino que no es en principio expresivo
de un car cter discriminatorio. Su uso puede alternarse con otras expresiones como
sustantivos no marcados o desdoblamientos de género. sta última fórmula es
aceptable en los textos breves y siempre que su aparición sea espaciada; no obstante,
es el hablante quien debe ponderar en cada caso la oportunidad de una u otra solución.

Por su especificidad, nos remitimos llegados a este punto al Manual de estilo sobre la
utilización del lenguaje no sexista del IAAP Adolfo Posada.

Ideas clave
El estilo del lenguaje administrativo debe reunir las siguientes características:
1. Claridad, para facilitar la comprensión rápida y eficaz de su contenido.
2. Sencillez, mediante la naturalidad en la expresión, sin pretensiones retóricas o de
falsa elegancia.
3. Precisión y concisión, para que le información transmitida se limite a lo esencial,
eliminando todo lo superfluo.
4. Corrección lingüística, para respetar las normas que regulan los usos gramaticales
y ortográficos de nuestra lengua.

Abril 2020 Página 12 de 21


Documentos administrativos: Tipos y características IAAP
Lenguaje y estilo administrativo

A los usos gramaticales nos referimos en el siguiente apartado.

3. Usos gramaticales

La redacción de todo documento administrativo debe atenerse a las normas gramaticales y


ortográficas de la Real Academia Española y su Diccionario. Las dudas que puedan presentarse
deben resolverse de acuerdo con lo establecido en el Diccionario panhispánico de dudas, que la
Academia Española.

Además, en 2016 vio la luz el Diccionario del español jurídico. Elaborado gracias a un convenio
entre dicho Consejo y la Real academia Española, aporta la novedad, frente a los tradicionales
del género, de estar hecho con la misma metodología y criterios lexicográficos con que se
hacen los diccionarios de la lengua.

 Se puede acceder a consultar el Diccionario del español jurídico


en la siguiente dirección:

https://dej.rae.es/

De la aplicación de las normas gramaticales y ortográficas de la RAE podemos extraer las


siguientes pautas básicas:

1. Los escritos administrativos deben acentuarse gráficamente de acuerdo con las reglas
ortográficas de acentuación ordinarias, no debiendo omitirse la tilde por el hecho de que la
letra que deba llevarla esté escrita en mayúscula.

2. La función primordial de la mayúscula en español es la de distinguir el nombre propio del


nombre común.

3. En todo caso, se escribe con mayúscula:

a) La primera letra de las palabras situadas después de un punto y de las que siguen a
un signo de interrogación o de exclamación siempre que entre ellas no se interponga
una coma.

b) La primera letra de las palabras que componen nombres propios, títulos y nombres de
dignidades, sobrenombres y apodos, tratamientos personales cuando van en
abreviatura, nombres y adjetivos que integran la denominación de una institución o
corporación y denominaciones de servicios públicos, salvo (en todos los casos) el
artículo que los acompaña. Ejemplo: Isabel la Católica.

c) Los números romanos.

3. Por el contrario, se escriben con minúscula los nombres de los días de la semana, de los
meses y de las estaciones del año.

4. Además:

a) Las calles se escriben con minúscula y su nombre con mayúscula.

b) Derecho se escribe con minúscula, salvo en ámbitos académicos o cuando de nombre


a congresos, seminarios, jornadas, conferencias o reuniones científicas (licenciado en
Derecho, aprobado en Derecho, Jornadas de Derecho Administrativo).

c) Los cargos se escriben en minúsculas, tanto si van solos como si acompañan al


nombre de la persona que ocupa el cargo:

Abril 2020 Página 13 de 21


Documentos administrativos: Tipos y características IAAP
Lenguaje y estilo administrativo

- alcalde, papa, princesa, infanta, coronel, cabo, rey, cónsul, general, cabo,
ministro, consejero, secretario general técnico, presidente o jefe de
negociado…

- rey de España, presidente del Gobierno, etc.

5. Debe procurar evitarse el uso de extranjerismos cuando se disponga de un equivalente en


castellano, la utilización de palabras y construcciones lingüísticas inusuales, así como la
españolización de términos extranjeros cuando en nuestro idioma tienen otro significado.

6. En cuanto a la cita de normas, las Directrices de técnica normativa (Resolución de 28 de


julio de 2005, BOE del 29) contienen las siguientes reglas que, aunque referidas a textos
legislativos, resultan de aplicación a los documentos administrativos:

a) Se escribirá con mayúscula inicial el tipo de disposición cuando sea citada como tal y
con su denominación oficial completa o abreviada:

«... de acuerdo con lo dispuesto en la Ley de Enjuiciamiento Criminal...»

«Acuerdo del Consejo de Ministros, de 8 de febrero de 2002, por el que no


se admite a trámite la solicitud, formulada por don......., de revisión de oficio
del proceso selectivo convocado por Orden del Ministerio del Interior, de _ de
____ de ____, por la que se convocó concurso para la contratación temporal
de personal laboral en el ámbito de la Subsecretaría del departamento».

b) Correlativamente, no se escribirá con inicial mayúscula cuando en el texto de la


disposición se haga referencia a la propia norma o a una clase genérica de
disposición:

«El presente real decreto entrará en vigor...»

«... tal y como se dispone en el artículo 4 de esta ley...».

c) Como regla general, se propone que los títulos de las disposiciones normativas (leyes,
reales decretos, decretos… se escriban en minúscula, aunque se admitirán
excepciones cuando se valore la existencia de las siguientes circunstancias:

1.ª Breve extensión del título:

Ley 17/2001, de 7 de diciembre, de Marcas

2.ª Regulación completa de la materia:

Ley 14/1986, de 25 de abril, General de Sanidad).

Abril 2020 Página 14 de 21


Documentos administrativos: Tipos y características IAAP
Lenguaje y estilo administrativo

3.ª Regulación de órganos constitucionales y grandes referentes legislativos:

Ley Orgánica 5/1985, de 19 de julio, de Régimen Electoral General,


Ley 39/2015, de 1 de octubre, del Procedimiento Administrativo
Común de las Administraciones Públicas o Ley 40/2015, de 1 de
octubre, de Régimen Jurídico del Sector Público).

d) La parte de la norma se escribe en minúscula:

… artículo, apartado, párrafo, disposición final primera, capítulo, sección,


título, libro.

7. La concisión en el texto no justifica la omisión de los complementos y artículos


gramaticalmente exigibles.

«Adjunto remito expediente para su preceptiva fiscalización» debe reemplazarse por


«Adjunto le remito el expediente para su preceptiva fiscalización».

8. Debe evitarse la supresión de la conjunción «que» (queismo) cuando su empleo resulte


lingüísticamente adecuado para la construcción de la oración. Y así, debiera decirse:

«Le ruego que me remita una copia compulsada del documento original» en vez de
«Le ruego me remita copia compulsada del documento original».

9. El hecho de que el sustantivo femenino comience por «a» no impide que deba utilizarse la
forma «esta» para precederlo. Por tanto ha de escribirse (y decirse) «Esta acta» en vez de
«Este acta».

10. No deben usarse los términos «el mismo» y «la misma» con el único propósito de
engordar las frases sin aportar ninguna información adicional al mensaje:

en vez de «una vez firmada la resolución se notificó la misma al interesado» se dirá


«una vez firmada la resolución se le notificó al interesado».

4. Topónimos

Los topónimos son un tipo de sustantivos que se usan para designar nombres propios de
lugares geográficos: pa ses regiones ciudades…

Comenzando por los primeros, la cita de un país debe hacerse mediante su denominación
usual (Alemania, Francia, Reino Unido, China, España) o mediante la denominación oficial,
cuando proceda (República Federal de Alemania, República Francesa, Reino Unido de Gran
Bretaña e Irlanda del Norte, República Popular de China, Reino de España).

Son en cualquier caso frecuentes las dudas que se plantean a la hora de escribir el nombre de
un país o ciudad extranjera cuya denominación en su lugar de origen es distinta del término
existente en castellano para identificarlo. El Diccionario Panhispánico de Dudas de la RAE se

Abril 2020 Página 15 de 21


Documentos administrativos: Tipos y características IAAP
Lenguaje y estilo administrativo

ocupa del léxico toponímico, recogiendo el término a emplear para referirse a cada país y a su
capital, respondiendo su elección a la siguiente clasificación:

1. Topónimos con forma tradicional plenamente vigente en español, que, no


obstante, aparecen con cierta frecuencia en los medios de comunicación con nombres
o grafías propios de otras lenguas. En este caso, se prefiere la forma española, a no
ser que haya caído en desuso o se haya producido un cambio de denominación.

Reino Unido (no United Kingdom), Alemania (no Germany), Francia (no France),
Milán (no Milano) o Nueva York (no New York).

2. Topónimos que carecen de forma adaptada al español y se emplean


tradicionalmente con la grafía propia de la lengua local o con la grafía correspondiente
a una lengua puente. Se respetan estas grafías, incluso en lo concerniente a su
acentuación, por tratarse de formas ya asentadas en el uso.

Canterbury, Ottawa, Washington o Copenhague (del inglés Copenhagen, en danés


København

3. Topónimos cuya forma tradicional en español ha caído en desuso. Se da


primacía a la forma local:

Ankara (antes Angora), Bremen (antes Brema) o Maastricht (antes Mastrique).

4. Topónimos con cambio de denominación oficial en favor de la forma local,


pero que cuentan con una forma tradicional española plenamente vigente. Se
prefiere la forma española:

Calcuta (no Kolkata), Moldavia (no Moldova), Bombay (no Mumbai) o Esmirna (no
Izmir).

Solo en aquellos casos en que se ha producido un verdadero cambio de nombre (y no


una mera reivindicación de las formas locales de este) la RAE recomienda la nueva
denominación, que debe sustituir a la anterior: Burkina Faso (antiguo Alto Volta) o Sri
Lanka (antiguo Ceilán).

5. Topónimos que se emplean a menudo con grafías que responden a la


transliteración o representación en otras lenguas (normalmente el inglés o
francés) del nombre local, perteneciente este, por lo general, a lenguas que utilizan
alfabetos no latinos o que carecen de escritura. En este caso la RAE propone la
adaptación de esas formas al sistema gráfico del español de acuerdo con la
pronunciación más generalizada entre los hispanohablantes:

Zimbabue (no Zimbabwe), Punyab (no Punjab) o Buriatia (no Buryatia).

6. En el caso de topónimos pertenecientes a lenguas que utilizan alfabetos no


latinos, se recomienda la forma gráfica que resulta de aplicar las normas de
transliteración de esos alfabetos al español y se reconocen, si las hay, otras grafías
asentadas (1); las formas transcritas se acentúan gráficamente de acuerdo con las

Abril 2020 Página 16 de 21


Documentos administrativos: Tipos y características IAAP
Lenguaje y estilo administrativo

normas ortográficas del español (2); en cuanto a los topónimos que responden al
estándar «pinyin», se prefiere, si la hay, la forma tradicional española (3):

(1) Qatar o Iraq (también Irak).

(2) Shanghái o Taipéi.

(3) Pekín (no Beijing), Cantón (no Guangdong [provincia] ni Guangzhou [capital])
o Nankín (no Nanjing).

En el Diccionario Panhispánico de Dudas se recogen las grafías recomendadas en español de


los nombres de los países reconocidos por la Organización de las Naciones Unidas y de sus
capitales resultado de la aplicación de las anteriores reglas.

 El listado de países, con sus capitales y sus gentilicios, puede


encontrarse en la dirección siguiente:

https://www.rae.es/dpd/ayuda/paises-y-capitales-con-sus-
gentilicios

Del Diccionario Panhispánico de Dudas de la RAE resulta que, tratándose de Comunidades y


Ciudades Autónomas o Provincias y de documentos administrativos redactados en
castellano, habremos de acudir a su denominación oficial que, en el caso de las primeras
(CCAA), no es otra que la que figura de los respectivos Estatutos de Autonomía. De ellos
resultan las denominaciones oficiales siguientes:

1. Comunidad del País Vasco o de Euskadi.


2. Comunidad Autónoma de Cataluña (que no «Catalunya»).
3. Comunidad Autónoma de Galicia (que no «Galiza»).
4. Comunidad Autónoma de Andalucía.
5. Comunidad Autónoma del Principado de Asturias (que no «Asturias»).
6. Comunidad Autónoma de Cantabria.
7. Comunidad Autónoma de La Rioja.
8. Comunidad Autónoma de la Región de Murcia.
9. Comunidad Valenciana (que no «Valencia»).
10. Comunidad Autónoma de Aragón.
11. Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha (que no «Castilla y La Mancha»).
12. Comunidad Autónoma de Canarias (que no «Islas Canarias».
13. Comunidad Foral de Navarra (que no «Navarra»).
14. Comunidad Autónoma de Extremadura.
15. Comunidad Autónoma de las Illes Balears (que no «Islas Baleares»).
16. Comunidad de Madrid (que no «Madrid»).
17. Comunidad de Castilla y León (que no Castilla-León).
18. Ciudad de Ceuta.
19. Ciudad de Melilla.

Las provincias españolas deberán ser citadas con la denominación oficial que el ordenamiento
jurídico determina. Atendiendo a los casos que pueden generar más confusión, se citan los
siguientes:

A Coruña; Ourense; Asturias (no Principado de Asturias); Illes Balears; Las Palmas;
Santa Cruz de Tenerife; Cantabria; Girona; Lleida; Alacant/Alicante; Castelló/Castellón;

Abril 2020 Página 17 de 21


Documentos administrativos: Tipos y características IAAP
Lenguaje y estilo administrativo

València/Valencia (que deberán citarse con ambas denominaciones unidas mediante


barra inclinada); Madrid; Murcia; Navarra; La Rioja.

Las tres provincias vascas conservan su denominación oficial en castellano como tales
provincias, pero cuando se hace referencia a ellas en tanto que Territorios Históricos de la
Comunidad Autónoma del País Vasco, sus denominaciones son:

Álava o Araba, Bizkaia y Gipuzkoa.

En el caso de nuestra Comunidad Autónoma, con la Ley 1/1983, de 5 de abril, sobre cambio de
denominación de la actual Provincia de Oviedo por la de Provincia de Asturias, se cumplió con
la Disposición Transitoria Octava de nuestro Estatuto de Autonomía, cambiándose su anterior
nombre de Oviedo por el actual:

Asturias (que no «Principado de Asturias»).

Por su parte, las islas se agrupan a efectos administrativos en las unidades siguientes:

a) En la provincia de las Illes Balears, tres islas: Mallorca, Menorca e «Ibiza y


Formentera».
b) En la provincia de Las Palmas, tres islas: Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura.

c) En la provincia de Santa Cruz de Tenerife, cuatro islas: Tenerife, La Palma, La Gomera


y El Hierro.

Respecto de los municipios, hemos de distinguir entre los de nuestra Comunidad Autónoma
(denominados «concejos» en el Estatuto de Autonomía) y los de las restantes.

Respecto de los primeros, la Consejería de Cultura creó la Junta Asesora de Toponimia en


1985, y le encargó un estudio pormenorizado de los topónimos tradicionales asturianos. Tras
dos años de trabajo se publicó una relación de nombres de lugar que, sin embargo, no recibió
sanción legal alguna. La situación siguió sin cambios hasta la promulgación de la Ley
autonómica 1/1998 de Uso y Promoción del Bable/Asturiano, vigente hoy en día y cuyo artículo
15.1 establece:

«Los topónimos de la Comunidad Autónoma del Principado de Asturias tendrán la


denominación oficial en su forma tradicional. Cuando un topónimo tenga uso
generalizado en su forma tradicional y en castellano, la denominación podrá ser bilingüe.

De acuerdo con los procedimientos que reglamentariamente se determinen, corresponde al


Consejo de Gobierno, previo dictamen de la Junta de Toponimia del Principado de Asturias,
y sin perjuicio de las competencias municipales y estatales, determinar los topónimos de la
Comunidad Autónoma.»

Haciendo uso de esta atribución legal, el Consejo de Gobierno aprobó dos decretos que
desarrollaban la Ley de Uso en materia de toponimia: El Decreto 38/2002, por el que se regula

Abril 2020 Página 18 de 21


Documentos administrativos: Tipos y características IAAP
Lenguaje y estilo administrativo

la Junta de Toponimia del Principado de Asturias, y el Decreto 98/2002, por el que se establece
el procedimiento de recuperación y fijación de la toponimia asturiana. A su amparo se han
aprobado los distintos decretos en los que figura la toponimia oficial que habrá de ser por
tanto la que empleemos en los documentos administrativos.

Respecto de los municipios de otras Comunidades Autónomas, estaremos a lo que disponga su


legislación respectiva, si bien el artículo 14.1 de la Ley 7/1985, de 2 de abril, reguladora de las
Bases de Régimen Local establece: «Los cambios de denominación de los Municipios sólo
tendrán carácter oficial cuando, tras haber sido anotados en un Registro creado por la
Administración del Estado para la inscripción de todas las entidades a que se refiere la
presente Ley, se publiquen en el «Boletín Oficial del Estado.»

 La actual denominación, tanto de las Provincias como de


los Municipios, figura en el Registro de Entidades Locales
regulado por Real Decreto 382/1986, de 10 de febrero al
que puede accederse en la dirección siguiente:

https://ssweb.seap.minhap.es/REL/frontend/inicio/index

5. Siglas, acrónimos y abreviaturas

Las siglas son palabras formadas por el conjunto de letras iniciales de una expresión compleja
y se escriben siempre en mayúsculas. Tanto el lenguaje administrativo como el científico-
técnico tienen una enorme tendencia a su empleo para aligerar los textos. El problema es que,
al igual que sucede con las abreviaturas o los símbolos, el abuso de las siglas o la falta de
expresión de su significado contribuye a oscurecer el mensaje. Para evitarlo, deben tenerse en
cuenta algunas reglas sencillas:

1. Se escriben sin puntos ni espacios de separación: NIF, sí; N.I.F., no. IRPF, sí;
I.R.P.F., no. Esta regla es válida también cuando las siglas se integran en textos

escritos enteramente en mayúsculas: «CALENDARIO FISCAL PARA EL PAGO DEL


IRPF».

2. Cuando aparezcan por primera vez en un texto es recomendable explicar entre


paréntesis lo que significan: MAP (Ministerio de Administraciones Públicas).

3. Las siglas no tienen plural por escribirse todo en mayúsculas: Varias ONG, los

D I algunos PC. s incorrecto G’s D I’s PC’s.

4. No llevan nunca tilde (CIA).

5. No pueden partirse por medio de un guion al final de línea (PSO-E, I-VA, C-SIC).

6. En la formación de siglas pueden intervenir cifras u otros signos. En esos casos


no es necesario incluir un guion: 11M (por el 11 de marzo de 2004), 3D (tres
dimensiones), M19 (Movimiento 19 de abril), G8 (Grupo de los ocho países más
industrializados), o I+D (investigación y desarrollo).

7. El desarrollo de una sigla solo debe tener mayúsculas iniciales si se trata de un


nombre propio: UNE (Unión de Editoriales Universitarias Españolas). Si es un
nombre común, su desarrollo es en minúsculas: TDT (televisión digital terrestre,
y no Televisión Digital Terrestre), PIB (producto interior bruto, y no Producto

Abril 2020 Página 19 de 21


Documentos administrativos: Tipos y características IAAP
Lenguaje y estilo administrativo

Interior Bruto).

8. Las siglas conservan el género que les corresponde: la CGT, la COPE, el ISBN, el
INAP.

Estas reglas tienen excepciones tratándose de acrónimos, es decir, de siglas cuya


configuración permite su lectura como palabras (UNICEF, MUFACE, SERIDA). En estos casos, si
tienen más de cuatro letras y se trata de nombres propios, pueden escribirse solo con
mayúscula inicial: Unicef, Muface, Serida, Sespa. Si se tratara de nombres comunes como UTE
(unión temporal de empresas) o TAC (tomografía axial computarizada), pueden escribirse
enteramente en minúsculas: ute, tac.

Los acrónimos, cuando se escriban en minúsculas, llevarán tilde cuando lo exija la norma:
Ecofín. De la misma manera, los acrónimos sí parten con guion al final de línea (ra-dar, Unes-
co) y también se pluralizan para los nombres comunes conforme a las reglas generales: opas,
radares, ovnis).

Una abreviatura es la representación de una palabra mediante su escritura con una o varias
de sus letras que mantienen el mismo orden que figura en la palabra abreviada. Por ejemplo
Admón. por Administración o pág. por página. Su uso se rige por las siguientes reglas:

1. Solo terminan en vocal si se trata de la última letra de la palabra.

2. Acaban en punto siempre que no se utilice la llamada «letra volada», en cuyo


caso irá después de él (D.ª por Doña), S.ª por Señora.

3. Tampoco llevarán punto si detrás va una barra (s/n por sin número).

4. El plural se forma:

(a) Duplicando la letra si la sigla solo tuviera una (ss. por siguientes).

(b) Añadiendo al final una s si la abreviatura cuenta con varias letras (Cías. por
Compañías).

5. Se debe conservar en la abreviatura la tilde que llevara la palabra completa (pág.


por página).

 Una lista con las abreviaturas convencionales más


usuales y con las reglas básicas para su empleo
puede encontrarse en el siguiente enlace de la RAE:

https://www.rae.es/dpd/ayuda/abreviaturas

Abril 2020 Página 20 de 21


Documentos administrativos: Tipos y características IAAP
Lenguaje y estilo administrativo

Bibliografía:

Manual de Documentos Administrativos. Ministerio de Administraciones Públicas. Tercera


edición. Ed. Tecnos.

Diccionario Panhispánico de Dudas de la Real Academia Española.

Manual del curso EFIAP 2017. Fernando Sánchez Alonso. Lenguaje y estilo administrativo.

Empleos actuales del lenguaje administrativo. Enfoques recientes del estudio. Heráclita
Castellón Alcal . evista de lengua i Dret núm. .

Webgrafía:

Lenguaje administrativo. Contra el lenguaje oscuro. https://lenguajeadministrativo.com

Abril 2020 Página 21 de 21

También podría gustarte