Está en la página 1de 30

Museo Arqueológico Nacional

ROMA.
L A ROMANIZACION

J U A N CARLOS SANCHEZ SANTOS

MINISTERIO DE CULTURA
Dirección General de Bellas Artes y Archivos
DISEÑO Y MAQUETACION
Luis CARRILLO
RAÚL ARECES

FOTOGRAFIAS
E N R I Q U E S Á E N Z D E SAN P E D R O
SERVICIO FOTOGRÁFICO D E L M.A.N.

DIBUJOS
FERNANDO FERNÁNDEZ

COORDINACION G E N E R A L
ANGELA FRANCO M A T A

ISBN: 84-7483-856-X (Tomo II - Separata 1)


Ñ I P O : 301-91-057-8
D . L . : M-697-1991
Imprime: qrafoffet ¿I
ROMA. L A
ROMANIZACIÓN
Salas XXI-XXVI
JUAN CARLOS SANCHEZ SANTOS
XXII XXI

3 C J—n

ARQUEOLOGIA ROMANA

XXIII
XXI A L T O IMPERIO

XXII A L T O IMPERIO

XXIII A L T O IMPERIO

XXIV B A J O IMPERIO

XXV B A J O IMPERIO

XXVI B A J O IMPERIO

D C

XXV u
XXIV

3 ( \

XXVI
- 15

GUIA D E LAS SALAS R O M A N A S porque sus sistemas sociales y económicos


D E L MUSEO A R Q U E O L O G I C O chocaban abiertamente con los romanos y
NACIONAL eran difíciles de cambiar con rapidez. En el
segundo por dos razones fundamentales
muy ligadas entre sí. Una interna: Roma ju-
La incorporación de la Península Ibé- gó el papel de catalizador entre los diferen-
rica a la órbita de Roma no fue un rápido tes pueblos estabilizando sus relaciones y
proceso completado en unas cuantas cam- estableciendo y mejorando un comercio de
pañas militares. Tampoco fue el producto raíces arcanas que se ramificaba por todo
de una acción unitaria y rígida sobre todos el Mediterráneo y que, poco a poco, se irá
los pueblos y territorios que la conforma- ampliando a medida que Roma vaya for-
ban, es decir: Roma conquista, se impone jando su Imperio. Otra externa porque per-
y empieza el cambio, cambio que se tradu- mitió a esos pueblos de la "periferia" cos-
ce en una pérdida de lo autóctono. La vi- tera el acceso a las fuentes de riqueza, so-
sión que en la actualidad tenemos sobre la bre todo mineras, del interior y del norte
presencia de Roma en Hispania, y que se peninsular, para lo cual Roma revitalizó los
puede hacer extensiva a las demás zonas del centros de producción y las vías de co-
Imperio, viene marcada por las actitudes mercialización.
propias de los principales protagonistas:
Roma por un lado, que va dando respues- Este proceso de osmosis que supone la
tas a las nuevas necesidades con una acti- romanización y que comienza con el desem-
tud receptora y pragmática, potenciando barco de Cneo Escipión en Emporión (Am-
todo lo que cree útil, tanto a nivel econó- purias) en el 218 a. de C , dentro del marco
mico y técnico como social y cultural. Por de la Segunda Guerra Púnica, no se frena
ello, muestra un considerable respeto hacia con la conquista total de Hispania en tiem-
las tradiciones populares siempre y cuando pos de Augusto (Guerras Cántabras del
no socaven su poder. Por otro lado los pue- 29-19 a. de C ) . Es algo muchos más com-
blos autóctonos, cada uno con una dinámi- plejo, de lo que no hemos ofrecido más que
ca interna propia y con unas características una breve visión, que supuso un cambio
definidas que se plasmarán en una actitud profundo en aquellas zonas más romaniza-
diferenciada frente a Roma. Esta reacción das y una lenta transformación en las zo-
será de carácter bélico, en un primer mo- nas con un substrato indígena más fuerte.
mento, y conservador entre los pueblos de Todo esto quedará reflejado, de alguna ma-
la Meseta y el norte pero más abierto y per- nera, en las piezas que veremos a continua-
meable en el este y sur. En el primer caso ción en las salas romanas del Museo Ar-
16

queológico Nacional, con dos característi- De esta manera se concibe cómo Livia
cas muy definidas: novedad romana, here- pudo ser representada como Ceres portan-
dera en gran medida del mundo griego clá- do un cuerno de la abundancia, vestida con
sico y helenístico al que siempre imprime un chitón y cubierta con manto, en un es-
una personalidad propia sobre todo en el quema compositivo similar al de la diosa
arte, y pervivencia de las tradiciones prerro- griega Deméter. En esta escultura, hallada
manas que se manifestarán en el terreno ar- en el Cerro de Mingillar (Baena, Córdoba),
tístico relacionado, en mayor medida, con Livia está asumiendo el papel de diosa de
el mundo espiritual y religioso. la agricultura, de la cosecha y, por tanto,
de la civilización, en un símil de lo que Ro-
Entre los testimonios artísticos roma- ma está significando en esos momentos pa-
nos, la escultura ocupa un lugar preferente ra los distintos pueblos que conforman su
tanto por su valor estético como social. Es imperio.
uno de los mejores reflejos de su propio ca-
rácter y, a la vez, índice de una evolución De una forma parecida, concebida co-
interna en constante diálogo entre su pro- mo Juno o Ceres, podemos admirarla en
pia tradición y las influencias externas, ma- una estatua sedente encontrada por el mar-
yormente griegas y helenísticas. Podemos qués de Salamanca en las ruinas de una vi-
establecer tres grupos fundamentales: los lla de Paestum (1860, Italia) (Fig. 1). Los
retratos tanto del emperador como de los rasgos de Livia se dejan entever a pesar de
miembros de la familia imperial y de per- su evidente idealización y la sublimación de
sonajes anónimos; los dioses, divinidades y su expresión. Viste un doble chitón, envol-
personajes mitológicos, y, por último, los viéndose en un himatión que la cubre des-
relieves. de la cabeza, a modo de velo, hasta los pies.
Debió portar cetro y pátera en sus manos
La serie de retratos comienza con una izquierda y derecha. Una diadema imperial,
cabeza que en estos momentos se encuen- o una corona de espigas, rematarían su pei-
tra en las salas del mundo ibérico, en las vi- nado, a la manera de como aparece repre-
trinas dedicadas al yacimiento de Azaila sentada en un bronce de la misma Paestum.
(Teruel) por haberse encontrado en el lla-
mado "templo romano" de dicha ciudad. En esta misma villa, y junto a Livia,
Por los restos que la acompañaban parece se encontró la estatua sedente de Tiberio,
que se trataba de una escultura de cuerpo bastante mutilada. La cabeza esculpida in-
entero. Junto a ésta se encontró una cabe- dependientemente del cuerpo, refleja al per-
za femenina, también en bronce, que se ex- sonaje en su época juvenil con una expre-
pone a continuación. Ambas están hoy en sión fría y distante. El torso desnudo ape-
día muy cuestionadas, tanto en su adscrip- nas se cubre con el"paludamentum. El apa-
ción como en su cronología. Algunos inves- recer junto a Livia, ambos en actitud seden-
tigadores han querido ver en la cabeza mas- te, llevó a García y Bellido, insigne investi-
culina un retrato juvenil de Augusto, mien- gador del arte romano, a pensar en una aso-
tras que la femenina, mucho más difícil de ciación Hera-Juno-Livia y Zeus-Júpiter-Ti-
interpretar, se propuso como un retrato de berio, en una plasmación de las ideas polí-
Livia (Fig. 1), tercera mujer del emperador ticas y sociales antes comentadas.
con la que se casó en el año 38 a. de C. En
la actualidad, parece que estas dos atribu- Aunque con dudas, se puede tomar co-
ciones son bastante inconsistentes. Lo que mo de Tiberio (Fig. 2) otro retrato de bron-
sí se puede apreciar en el personaje mascu- ce que se expone en estas salas. Fue encon-
lino son los rasgos típicos de un estilo ini- trado durante unas excavaciones dirigidas
ciado por Julio César, que hunde sus raíces por N. Sentenach en 1912 en Tiermes (So-
en la Grecia clásica y que marcará los re- ria), en lo que son los restos de la antigua
tratos de la dinastía Julio-Claudia (hasta el Termancia. Debió formar parte de una es-
68 d. de C ) : tendencia a ofrecer una visión cultura ecuestre de tamaño mayor que el
idealizada de la familia imperial que se natural. Su difícil atribución hace pensar en
aparta de la tradición romano-republicana que se trataría, al igual que el supuesto Au-
de los retratos fisonómicos, fieles reflejos de gusto de Azaila, de una escultura realizada
la realidad. Este nuevo estilo responde a en un taller provincial copiando un mode-
una política que se gesta en el cambio de lo original, de ahí que sus rasgos no corres-
era, pensada para llegar a todos los confi- pondan con exactitud a los demás retratos
nes del Imperio a modo de propaganda. del emperador que se conservan. Junto a
Por eso no se representa a los personajes tal los restos de la estatua ecuestre se encontró
y como son, sabemos por Suetonio que Au- un pequeño bronce de 16 centímetros de al-
gusto no debió de ser físicamente muy afor- tura. Se representa un personaje coronado
Fig. 1 tunado, sino como Roma desea que se los con láurea que cubre sus hombros con un
Livia de Paestum. imagine. manto. No cabe duda de que se trata de la
17
18
19

efigie de un emperador del siglo I, aunque un verdadero retrato fisognómico, exento


su adscripción definitiva es difícil de esta- de la idealización y dulcificación de los ras-
blecer. Se han propuesto los nombres de gos típica del mundo griego que ya hemos
Germánico, Galba, Otón e incluso Tito. observado en los demás miembros de la fa-
García y Bellido pensó que podría tratarse milia imperial. No se intenta representar el
de Tiberio debido a alguna de sus facciones. mundo anímico del personaje mediante un
acercamiento meramente psicológico, se le
concibe tal y como es, con unos rasgos ve-
De la familia imperial Julio-Claudia
races completamente individualizados. De
también, y siguiendo las líneas marcadas
esta manera sigue el viejo camino del retra-
con anterioridad, se exponen los retratos en
to funerario romano, imagines maiorum o
mármol de Iulia Agripina y de un persona-
efigies de los antepasados, que no intenta-
je femenino, posiblemente Antonia Minor.
ba sino plasmar del personaje su realidad.
Las dos primeras pertenecieron a la colec-
Esta tradición propia, objetiva en su repro-
ción del marqués de Salamanca, mientras
ducción, siempre estará presente en el re-
que la última lo fue de la del marqués de
trato romano aunque no con igual intensi-
Monsalud. Sin una confirmación clara, pa-
dad. Como el Guadiana aparecerá donde la
rece ser que otro retrato que se expone en
tradición esté más arraigada y desaparece-
esta misma sala debió de pertenecer a An-
rá con la llegada de nuevas corrientes artís-
tonia Minor, madre del emperador Claudio.
ticas, sobre todo orientales. La primera mi-
Se supone que debió de sufrir una "restau-
tad del siglo I supuso que el platillo de la
ración" que modificó en parte su estado
balanza se inclinase en esta última direc-
originario. El peinado, con raya al medio
ción, pero pronto, con el advenimiento de
que separa dos aladares de suaves y amplias
una nueva dinastía, la Flavia (68-98 d. de
ondas, recogido por detrás por una trenza
C.) el sentido del arte romano dará un nue-
simple, es característico del primer tercio
vo giro buscando sus raíces, hasta que
del siglo I de nuestra era. E l retrato de Iu-
Adriano vuelva sus ojos hacia Grecia.
lia Agripina parece que procede de Mérida
(Badajoz) o sus alrededores. En la colección
del marqués de Monsalud fue expuesta co- De época del emperador Trajano
mo la cabeza del togado encontrado igual- (98-117 d. de C.) es un busto juvenil, proce-
mente en Mérida, error que fue subsanado dente de Atenas. En él observamos dos de
ya en 1930 cuando fue adquirido por el Mu- las principales características de la escultu-
seo Arqueológico Nacional, aunque se ad- ra de la época: prolongación del retrato que
mite que debió de formar parte de una es- no se limita a la cabeza, incluyéndose parte
tatua de cuerpo entero. En este busto de la del torso, y el peinado que puso en boga el
cuarta mujer de Claudio y madre de Nerón, emperador hispano, sencillo, aplastado,
podemos observar los rasgos idealizados de con unos largos mechones que caen casi
una mujer que tuvo fama de bella, ambicio- rectos sobre la frente. Podemos contrastar
sa y con pocos escrúpulos, presunta autora este retrato y los vistos anteriormente con
de la muerte de Claudio y víctima a su vez los modelos realizados por los sucesores de
de su propio hijo. Se la representa con la Adriano. De Antonio Pío (Fig. 3) (138-161
diadema imperial después de haber adqui- d. de C ) , conservamos uno procedente de
rido el título por su matrimonio en el año Puente Genil (Córdoba). El retrato del hijo
50 d. de C. Luce el peinado típico de la épo- adoptivo y sucesor de Adriano poco tiene
ca, con flequillo de volutas dividido simé- que ver con lo visto hasta ahora. Aparece
tricamente por una raya central, dos tren- barbado, siguiendo la tradición instaurada
zas cubriendo la parte superior de la oreja por su padre, el pelo ensortijado, aunque
que se recogen en la nuca en un moñete sin llegar al barroquismo exagerado de sus
anudado, de una manera similar a las re- retratos más juveniles, y que contrasta con
presentaciones que de ella se conservan en el escaso volumen de los emperadores an-
el Museo Laterano, Florencia, Parma o Ña- teriores. En el peto lleva la cabeza de una
póles. El mismo tipo de peinado podemos Gorgona, ser mitológico de carácter apo-
contemplarlo en el retrato de Vipsania, her- tropaico que desviaba las influencias malé-
mana mayor de Iulia Agripina y esposa de ficas, por lo que algunos investigadores
Germánico. piensan que esta escultura debió ser origi-
nalmente un busto o una estatua entera re-
presentando al emperador vestido con el
Hemos dejado para el final el retrato atuendo militar propio de su rango. De su
en bronce del emperador Claudio, porque sucesor, Lucio Vero, nieto por línea bastar-
en él podemos observar con mayor fideli- da de Adriano, se expone un retrato en
dad lo que es la esencia de la retratística mármol procedente, sin seguridad, de Ca-
"romana". Perteneció también a la colec- les (Calvi, cerca de Capua, Italia). En él po- ^ig. 2
ción Salamanca aunque su procedencia pu- demos ver acentuadas las características Tiberio de Tiermes
do ser española y no italiana. Se trata de técnicas de su antecesor, siendo incompren- (bronce).
20

Fig. 3
Antonio P í o ,
Puente Genil.

sible la falta del trépano en la realización tros de flecha, que en un principio era de la-
del pelo y la barba, por lo que da la impre- na pero que con el tiempo, y sobre todo en-
sión global de estar inacabada. tre las clases adineradas, se fue sustituyen-
do por lino. Primitivamente era llevada so-
La toga fue el vestido de gala utiliza- bre la piel, excepto un p a ñ o alrededor de la
do por los romanos, cuyos orígenes habría cintura, pero al adoptar los romanos la tú-
que buscarlos en Etruria. Se trataba de un nica de tipo griego se reservó para los ma-
manto casi semicircular de algo más de 5 gistrados y el lujo ciudadano, quedando su
metros de diámetro y poco menos de 2 me- uso reducido durante el Imperio a determi-
- 21 -

Fig. 4
Togado firmado de
Mérida.

nadas solemnidades como vestimenta cere- tos de personajes de elevado rango o posi-
monial, tal y como podemos observar en un ción social.
pequeño bronce en la vitrina dedicada al
derecho y a la administración. Se llama "to- En la calle Sagasta de Mérida, en las
gados" a las representaciones de varones proximidades de lo que fue el foro de la ciu-
vestidos con la toga. E n las salas de este dad, fueron encontrados en 1881 y 1894 dos
museo hay cuatro esculturas de togados. En togados de excepcional calidad técnica. E l
ninguna de ellas se conserva la cabeza, aun- primero (Fig. 4), tras permanecer en la co-
que sin duda se corresponderían con retra- lección Monsalud, fue adquirido por el Es-
22

tado a un anticuario en 1930. Por la dispo- mármol procedente de Medina Sidonia


sición de la toga y por su ejecución parece (Cádiz). Le faltan la cabeza y parte del an-
que se puede fechar en época flavia. A l tebrazo izquierdo. Viste una larga túnica
igual que su pareja, en la actualidad en el que sobresale por debajo del manto en su
Museo Arqueológico de Mérida, va firma- parte inferior. El manto o palla (parecido a
do pero esta vez en el muslo derecho con la toga masculina) se recoge con su mano
la inscripción EXOFICINAC*AULIFI, leí- derecha en un pliegue característico llama-
da como Ex Of(f)icina C(aii) Auli(i) Fi(lii) do balteus. Los pliegues, simétricos, caen
en la que se haría mención al lazo filial en- hacia la derecha en una posición ligeramen-
tre este autor y el del ejemplar emeritense te curva, salvo los que nacen del antebrazo
lo que explicaría la similitud entre ambos. que bajan rectos. Se trata de una buena
Por la buena factura de la obra, inusual en obra de taller.
Mérida y en toda la Lusitania, se ha llega-
do a atribuir un origen griego al artista. Otro de los conjuntos más numerosos
y mejor representados en estas salas dedi-
Próximo a él, se expone otro togado cadas al mundo romano lo componen las
procedente de Belo (Bolonia, Cádiz), reali- representaciones de las divinidades de su
zado en mármol blanco. Fue hallado en el panteón y demás personajes mitológicos ya
área del templo de Júpiter, durante las ex- sean propios o foráneos. Una de las carac-
cavaciones que Pierre Paris llevó a cabo en- terísticas ya señalada del mundo romano
tre 1917 y 1921. Sus dimensiones sobrepa- fue la capacidad que tuvo para asimilar y
san ligeramente las naturales. Junto a sus adoptar cultos de raíz y origen diferente a
pies una capsa o caja para guardar los vo- los suyos, actitud tolerante en ese mosaico
lúmenes o rollos que sirve, igualmente, co- de culturas y pueblos en que se convirtió el
mo apoyo de la propia figura. Su superfi- imperio y en el que se estableció una
cie no está terminada de pulir por lo que corriente múltiple de influencias entre la
da la impresión de no estar rematada en su metrópoli y sus provincias, permitiendo un
totalidad. continuo flujo de ideas que si, por un lado,
actuaron ampliando su horizonte cultural,
De tamaño superior al normal es tam- por otro, fueron minando su poder. Roma
bién el togado de Cales (Calvi, Italia), en- fue consciente del papel unificador que po-
contrado en el año 1865. Perteneció a la co- día jugar la religión, dentro de un marco
lección del marqués de Salamanca y, fue ex- político más amplio, justamente cuando se
puesto en un primer momento con la cabe- desataron las luchas por el poder. Se inten-
za de Lucio Vero. Le falta la mano izquier- tó volver a las antiguas creencias, quizás en
da, que probablemente portaría un volu- un esfuerzo por reforzar lo propiamente ro-
men o rollo, y parte del codo del mismo la- mano frente a un exterior amenazante, pe-
do. La toga se dispone sobre una túnica de ro la propia inercia de sus acciones demos-
largas mangas, pegándose en la parte infe- tró que sólo una religión fuertemente es-
rior sobre la pierna izquierda dejando tructurada y foránea, como el cristianismo,
translucir sus formas, a la manera de la téc- podía actuar como aglutinante, religión
nica de "paños mojados" griega. La toga que, curiosamente, en origen más se desta-
exigía un tipo de calzado especial que cu- có por su falta de ambición política y de
briese todo el pie. Entre los senadores se poder.
utilizaba un calceus especial de color rojo,
llamado calceus senatorius, con correas o En el Arenal de Pelegrina, cerca de Si-
corrigiae flexibles que se ataban a la altura güenza (Guadalajara), se encontró un bron-
de la parte inferior de la pierna, siendo uno ce bastante mutilado al que le falta la ca-
de los símbolos que más les enorgullecían beza, brazo izquierdo y parte del antebra-
pues recordemos que al mismo hecho de ac- zo derecho. Pese a sus carencias, es perfec-
ceder al rango de senador se le denomina- tamente distinguible la divinidad represen-
ba calceos mutare, cambiar de calzado. Es- tada, se trata de Minerva, asimilación de la
te tipo de zapato es el que se adivina en el Atenea griega. Minerva fue la diosa protec-
togado de Cales. Indudablemente estamos tora de la ciudad de Roma, al igual que
ante una pieza de gusto exquisito, realiza- Atenea lo había sido de Atenas, y junto a
da casi con seguridad en un taller de la mis- Juno y Júpiter formaba la tríada venerada
ma Italia a finales del siglo I o comienzos en el templo del Capitolio. En esta peque-
del II d. de C. Podemos contrastar la ele- ña escultura aparece vestida con el macizo
gancia de este conjunto con la tosquedad peplos dórico, siendo reconocible la égida,
técnica de la última estatua togada, halla- peto o coraza hecha con la piel de la cabra
da en Baena (Córdoba). de Amaltea y bordeado de serpientes que,
en este caso, nacen de los rebordes de la piel
Fig. 5 En estas salas dedicadas al mundo ro- y se dirigen al centro donde aparece la ca-
Apolo, Tiermes. mano se expone una estatua femenina de beza de la Gorgona Medusa, ser mitológi-
— 23 —

co que petrificaba a quienes osaban mirar-


la. Se la representa, por lo tanto, en actitud
bélica como defensora de la ciudad, por lo
que pensamos que en las partes que faltan
llevaría una lanza en la mano derecha, po-
siblemente un escudo en la izquierda y la
cabeza protegida por un casco, siguiendo el
modelo establecido ya por Fididas. Más
tosca y esquemática se representa Minerva
en un pondus (pesa) tardío de bronce de
procedencia desconocida. Es una pieza ex-
cepcional con un claro paralelo conservado
en el Museo de Sofía. L a diosa cubre su ca-
beza con un casco de visera rematado por
una larga cimera de plumas que se prolon-
ga por el cuello. De la cimera surge la ani-
lla para el agarre. L a cabeza y el busto es-
tán huecos, y se separan internamente por
medio de una lámina. E n este último pode-
mos observar la égida con la cabeza de la
Gorgona Medusa en su frente y un entra-
mado de escamas en el dorso. L a figura se
levanta sobre una especie de podio dividi-
do en dos frisos, con decoración vegetal.
Esta pieza se fecharía en el siglo I V , dentro
de una corriente artística provincial.

El Apolo (Fig. 5), encontrado en Tier-


mes (antigua Termancia, Soria), tuvo que
inspirarse en un modelo griego. Vemos aquí
al hijo de Zeus y Leto en una actitud típi-
camente praxiteliana, ausente de todo ro-
paje para que podamos admirar la plenitud
de un cuerpo que fue considerado como el
más bello de entre los dioses. De su herma-
na gemela, Diana, existe una escultura en
mármol blanco de t a m a ñ o inferior al natu-
ral, faltándole la cabeza y parte de los bra-
zos. Debió concebírsela en una actitud ca-
zadora, con la mano izquierda portando un
arco y la derecha intentando sacar una fle-
cha del carcaj. Viste un corto chitón que se
sujeta en la cintura por una correa, dejan-
do al aire las piernas desde la rodilla. C a l -
za el cothurnus o endromis, bota alta de ca-
zador. U n manto cubre sus hombros, ca-
yendo suavemente por su espalda, en un
gesto no muy normal en este tipo de repre-
sentaciones. E l manto se sujeta sobre el pe-
cho mediante una fíbula o broche circular,
tipo que empieza a documentarse en el si-
glo II sobre todo en época de los Antoni-
nos, por lo que quizás podríamos fechar es-
ta pieza en la segunda mitad de dicho siglo.

De Hermes, dios griego asimilado por


los romanos con el nombre de Mercurio, te-
nemos un pequeño retrato labrado sobre un
mármol cuadrado que tiene un gran interés
por ofrecer una doble cara, joven por un la-
do y anciana por otro. C o m o Jano, otro
dios de doble rostro, con una cara mira al
pasado y con otra al futuro, cierra un ciclo
y abre otro. N o podemos extrañarnos de
- 24 -

que, por esa razón, actúe como protector, Frigia y gozó de una gran aceptación en to-
entre otras cosas, de los lugares de tránsito do el imperio. Se enmarca dentro de los que
o paso, cruces de camino y todo aquello se viene denominando como cultos o reli-
que conlleve fin y comienzo. No es éste un giones mistéricas, por el secretismo con que
tipo iconográfico muy frecuente. Si en un se rodeaban parte de sus ritos y por las
principio era una representación misma de pruebas a las que voluntariamente se some-
la divinidad la que presidía estos lugares, tían sus adeptos. La figura que aquí se ex-
recordemos que el Hermes de Alcámenes pone responde al tipo más corriente de poí-
estaba colocado en un lugar preferentemen- nia theron o señora de los animales: divini-
te de los propíleos que daban acceso a la dad sentada en un trono flanqueado por
acrópolis de Atenas, poco a poco fueron dos leones. El conjunto aparece muy muti-
siendo sustituidas por un dios cualquiera o, lado, siendo la cabeza de Cibles un añadi-
como en este caso, por dos cabezas o retra- do moderno. Es claramente legible una ins-
tos adosados, tal y como vemos en otra pie- cripción con la dedicación de la estatua a
za de la misma vitrina. En ésta, existe tam- la divinidad, fruto de un voto o promesa.
bién una pequeña cabeza de Hermes Báqui- Su procedencia es desconocida, aunque por
co en la que se le representa de avanzada el tipo de inscripción y por el foco cultural
edad, con rasgos fáunicos, destacando la re- primigenio, pudiera venir de Frigia o Ana-
lación que mantenía con su hermano Baco, tolia. La cronología tampoco se puede pre-
tal y como aparece representado en un re- cisar, aunque parece que se centraría en los
lieve de este mismo museo. Hay otra ima- dos primeros siglos del imperio.
gen de Hermes. Se trata de un pequeño
bronce procedente de Elche (Alicante), en Asociado a Cibeles en los misterios fri-
el que aparece sentado, con una taenia o gios, aparece lafigurade Atis (Fig. 6), pas-
cinta sujetando sus cabellos y un ligero torcillo que fue abandonado de pequeño a
manto como única vestimenta. De su asi- orillas del río Sangallo (Galos), donde Ci-
milación romana, Mercurio, se exponen dos beles lo encontró y se enamoró de él. Enlo-
pequeñas piezas en bronce, con la iconogra- quecido por la persecución a que se veía so-
fía clásica de esta divinidad: de aspecto ju- metido por la diosa se emasculó. Esta, arre-
venil, con ligera túnica, tocado con sombre- pentida, le transformó en pino. Desde épo-
ro o petasos que puede tener alas o no, cal- ca de Claudio, este mito era recordado en
zado alado cuando lo tiene, caduceo que en Roma al inicio de la primavera en unas fíes-
los dos casos falta, y la bolsa de dinero o tas que duraban desde el 15 al 27 de mar-
marsupium en la mano en recuerdo de que zo. El ritual también se propagó por His-
esta divinidad fue en Roma, desde su ori- pania, sobre todo en las provincias roma-
gen, patrón del comercio y de los mercade- nizadas, Bética y Tarraconense, donde ha
res (merx, mercatura, mercancía es la etimo- aparecido la mayoría de las inscripciones, a
logía de Mercurio). las que hay que añadir, por su importan-
cia, el recinto ceremonial de la necrópolis
Eros fue otra divinidad mediadora en- de Carmona (Sevilla). Lafigurade Atis que
tre los dioses y los hombres, aunque siem- aquí se expone fue encontrada en Sancti Pe-
pre sea más recordada por las jugarretas tri, cerca de Cádiz, en las inmediaciones de
que gasta a los corazones humanos. La es- lo que debió de ser el famoso templo de
cultura que aquí contemplamos fue hallada Hércules mencionado en las Fuentes. Le
por Aureliano Ibarra en unas excavaciones faltan la cabeza, el pie y el tobillo derecho.
realizadas en Elche (Alicante). Se represen- Va vestido con un traje ceñido al cuerpo
ta a Eros durmiendo el sueño de la muerte, que deja al descubierto el pecho, y las bra-
tipo bastante corriente en la iconografía ro- gas orientales típicas de esta divinidad
mana del que se conocen numerosos ejem- abiertas hasta dejar ver sus infantiles órga-
plos. Recuesta su cabeza sobre las alas que, nos genitales. Con la mano derecha sosten-
a su vez se apoyan sobre una piel de león y dría una pandereta y con la izquierda un pe-
una clava, atributos de la fuerza y fogosi- dum o cayado de pastor. La cabeza iría to-
dad de Hércules que se manifiestan apaci- cada con el característico gorro frigio, sím-
guados durante este reposo. La antorcha, bolo de la fuerza divina. Esta escultura de
con la que inflama los corazones de los ena- bronce va decorada con nielado en plata y
morados, aparece caída en una clara alu- cobre, formando motivos geométricos y ve-
sión a la muerte, idea que se refuerza y ma- getales, tal y como se puede apreciar en la
tiza con la presencia del lagarto, reptil que actualidad una vez restaurada. De Atis po-
desaparece en el frío invierno para volver a demos contemplar también un pequeño
la vida con el primer calor de la primavera. busto de bronce que corona la parte supe-
rior de un pasarriendas de carro. Fue en-
El culto a la diosa Cibeles, también co- contrado en Muriel (Guadalajara), y es una
nocida entre los romanos como Magna Ma- obra perteneciente a un periodo tardío del
ter o Madre de los dioses, era originario de imperio, probablemente el siglo IV.
-25

Fig. 6
Atis, Sancti
Petri.

Siguiendo con el elenco de divinidades rodeándola de una auténtica veneración.


llamadas "clásicas", se expone un Baco Pasaron cuarenta años hasta que un hijo
procedente de Aldaya, a pocos kilómetros suyo encontró, arando en el mismo campo,
de Valencia (Fig. 7). Su descubrimiento to- los demás restos, con lo que toda la aureo-
tal es una de esas historias rocambolescas la de santidad desapareció, siendo vendida.
que tan frecuentemente pasan inadvertidas Ingresó en el museo en 1931. Podemos con-
para el público visitante. L a parte inferior templar a un Baco de aspecto juvenil, prác-
del conjunto, correspondiente a los pies y a ticamente desnudo salvo por la nebris ter-
la pantera, fue hallada por un campesino ciada sobre su pecho y por las sandalias o
cuando labraba sus tierras. Creyendo que crepidae que calza. E l pelo se ciñe con una
se trataba dé parte de una estatua de San taenia o cinta, y se adorna con una corona
Roque, como tal la guardó hasta su muerte de flores realizada en parte con trépano. E n
26

bos por lo que fue conocido también con el


nombre de Lupercus, y como tal fue vene-
rado en el Lupercal, templo levantado en
las faldas del monte Palatino de Roma. Se
le honraba con unas fiestas especiales, las
lupercales, que se celebraban el 15 de febre-
ro. C o n el tiempo su culto se dispersó en
una serie de divinidades menores llamadas
faunos. De estos faunos tenemos dos peque-
ñas representaciones, ambas en balsáma-
nos de bronce. U n o procede de Coria (Se-
villa) y el otro de Arenas de San Pedro
(Avila). E n el primero sus rasgos son per-
fectamente distinguibles: pelo alborotado,
pequeñas orejas puntiagudas, cuernos inci-
pientes y nébride o piel de cabra terciada so-
bre su pecho. E n el segundo caso, la pata
de cabra que asoma por su hombro nos in-
duce a pensar en dicha atribución. N o es ex-
t r a ñ o la utilización de b a l s á m a n o s , reci-
pientes contenedores de sustancias aromá-
ticas generalmente líquidas, para la repre-
sentación de esta divinidad que, además de
las atribuciones antes resaltadas, tenía un
carácter oracular o de adivinación. Se po-
ne de manifiesto, de esta manera, la impor-
tancia que tuvo el perfume y el aroma en
la Antigüedad a la hora de establecer un
puente de comunicación entre el hombre y
la esfera divina.

E l cortejo que rodeaba al dios del v i -


no se completaría con la probable represen-
tación de una bacante realizada en mármol
blanco hallada en H u é t o r (Granada). E n la
mitología, las bacantes eran mujeres que,
presas de un éxtasis báquico, abandonaban
sus hogares y ocupaciones para vagar por
los montes entre cánticos y danzas frenéti-
cas. E l paroxismo llegaba a su culmen con
la aparición del mismo Baco, momento en
el que las bacantes atrapaban a un amimal
y lo descuartizaban con sus manos para de-
vorarlo a continuación. Este mito era con-
memorado en las Bacanales, fiestas roma-
nas dedicadas a Baco. Su carácter orgiásti-
co y los frecuentes desmanes durante las ce-
lebraciones hicieron que el Senado romano
las prohibiese en el a ñ o 186 a. de C , aun-
que debido a su arraigo popular se mantu-
Fig. 7 su mano derecha sostiene una copa con la vieron durante largo tiempo. L a bacante
Baco, Aldaya que da de beber a la pantera, animal aso- que vemos en estas salas es de estilo arcai-
(mármol). ciado a la divinidad. En su mano izquierda zante, inspirada seguramente en alguna
portaría un tirso (bastón adornado con flo- obra griega, quizás en ciertas korai de la
res u hojas de hiedra y rematado por una Acrópolis. Viste un chitón largo ceñido so-
pina), hoy desaparecido. E l conjunto, falto bre la cintura, muy barroco en la parte su-
de la gracilidad y composición de las esta- perior y más "transparente" en la inferior
tuas labradas a partir de un modelo griego, donde se aprecia el contorno de las piernas.
parece que puede fecharse en el siglo II. Por debajo del chitón, perceptible en la par-
te inferior, se dispone una túnica. Sobre los
Fauno fue, desde sus más remotos orí- hombros, un manto que se anuda sobre el
genes laciales, una divinidad relacionada pecho. Desde el hombro derecho cruza, en
con la ganadería, protector de pastores y re- bandolera, una piel de alimaña hasta la ca-
baños sobre todo de los ataques de los lo- dera izquierda. Una guirnalda de frutos se
- 27 -

tercia desde el hombro izquierdo al muslo ficación de la fuerza e identificado con el


derecho. Debido a los huecos dispuestos en Heracles griego. Fue protector de los gim-
el lado izquierdo, podría sujetar con esta nasios, por lo que frecuentemente se le re-
mano un animal, mientras que lo que por- presenta como un auténtico atleta de mus-
taba la derecha podría ser un tirso. Esta culatura muy desarrollada, siguiendo un
obra se puede fechar en el siglo II, quizás modelo que ya aparece en Grecia en el si-
en época de Adriano, durante la cual fue- glol I V a. de C . y del que es un ejemplo el
ron frecuentes las imitaciones del arcaísmo Hércules Farnesio del Museo de Ñapóles.
maduro griego. E l Hércules (Fig. 8) encontrado en Alcalá
la Real (Jaén), es un copia o trasunto ro-
Mensajera alada de Júpiter y compa- mano de ese original griego, realizado en
ñera de Minerva, Victoria, versión romana mármol blanco. E n las partes perdidas lle-
de la Nike griega, era un personaje femeni- varía la clava o maza en la mano derecha
no alado encargado de portar la victoria, y, seguramente, en la izquierda la piel de
regalo siempre de los dioses. L a que pode- león colgando de un tronco de árbol. U n a
mos ver en estas salas, procede sin tener representación más completa la podemos
una certeza absoluta, de Itálica (Santipon- admirar en un pequeño bronce de estas sa-
ce, Sevilla). Es un pequeño bronce bella- las. Se le muestra de cuerpo entero, desnu-
mente trabajado al que le faltan el ala de- do, con la piel del león de Nemea sobre la
recha y el extremo de la izquierda. Se re- cabeza prolongándose por una gran parte
presenta a la Victoria en pleno vuelo, con de la espalda, la clava en la mano derecha
las alas desplegadas. Viste un ligero chitón y una bola en la izquierda. L a figura se le-
que, por efecto del viento, se ciñe al cuerpo vanta sobre un podio con volutas de tipo
en la parte superior y se abre hacia los la- jónico. E n otro pequeño bronce, se capta
dos en la inferior dejando al descubierto una de las muchas hazañas del héroe, su
prácticamente toda la pierna izquierda, que Fig. 8
combate con el centauro Neso, al que final- H é r c u l e s , Alcalá
permanece adelantada en el vuelo. Es una mente da muerte. Por último, se expone la Real.
buena obra, realizada seguramente en el
siglo I.

Los dioses Lares eran divinidades típi-


camente domésticas, relacionadas con el
hogar al que concedían su protección, de-
fensa y seguridad contra las fuerzas maléfi-
cas, tanto en lo relacionado con la econo-
mía de la casa como en lo referente a la sa-
lud de los integrantes de la familia. Su cul-
to se realizaba, en época imperial, en pe-
queñas capillas o lararia situadas en algu-
nas habitaciones, como por ejemplo la co-
cina. E l éxito de este culto doméstico llevó
a sustituir las originales imágenes de made-
ra por otras hechas en bronce en talleres es-
pecializados, lo que permitió una produc-
ción abundante. Una magnífica muestra de
este tipo de divinidades la tenemos en el Lar
procedente de L o r a del Río (Sevilla). Viste
chitón corto y, sobre él, un manto que tras
cubrir el hombro derecho y parte del pecho,
se anuda en la cintura dejando al aire sus
dos extremos. L a cabeza va ceñida por una
diadema de palmetas. E n la mano izquier-
da sujeta un cuerno de la abundancia reple-
to de frutos y en la derecha, perdido, segu-
ramente un rythón o vaso ceremonial, aun-
que también podría llevar una pátera (co-
mo podemos apreciar en el Lar). Los pies
van calzados con sandalias (crepida o so-
leae). E n estas capillas domésticas, junto a
los lares, también se exponían y veneraban
otras divinidades simbólicas como A b u n -
dancia y Mercurio.

Hércules fue considerado por los ro-


manos como un héroe o semidiós, personi-
28

también un pequeño busto de Hércules en bronce encontrado en 1821, al efectuar


bronce procedente de T á m a r a (Palencia), unas excavaciones en Santany (Mallorca),
de lo que debió ser una pieza de aplique. Se ingresando en este Museo en 1875. Se trata
le representa barbado, con una diadema de una figura varonil desnuda y de pie, po-
adornada con rosetas de la que cuelgan unas siblemente un atleta o, mejor, una figura
ínfulas que caen sobre los hombros. Una mitológica difícil de definir. Estamos ante
pequeña piel de león, su atributo más ca- un trasunto o copia adaptada romana de
racterístico, se apoya sobre el hombro iz- un original griego del siglo V , posiblemen-
quierdo. te de la escuela de Policleto en cuyo Dorip-
horos podemos ver bastantes rasgos con-
N o podemos concluir la visión icono- currentes. L a realización de estas copias
gráfica de Hércules en el M . A . N . sin acer- más o menos fieles por los artistas roma-
carnos al mosaico de Liria (Valencia), en el nos fue un hecho frecuente que no debe ser
que se desarrollan sus legendarios doce tra- tomado como negativo pues, en numerosas
bajos. A la muerte de Anfitrión, rey de Te- ocasiones, ha servido para conocer el origi-
bas, Hércules fue mandado llamar a la cor- nal griego desgraciadamente perdido.
te por su sucesor, Creón. E l Rey le dio en
Mención aparte, por su valor icono-
matrimonio a su hija Megara, con la cual
gráfico, merece la enseña o estandarte (Fig.
tuvo tres hijos. Hera, envidiosa de la felici-
9), procedente de Pollentia (La Alcudia,
dad del héroe y siempre dispuesta a perse-
Mallorca). Fue hallada en 1926, y posee un
guir con saña a los hijos que su esposo Zeus
rico repertorio iconográfico. E n la parte su-
no tuvo con ella, hizo caer a Hércules en
perior, en el centro, podemos contemplar la
una furiosa locura en la que acabó con su
figura de un Genius Iuventutis, identificado
mujer e hijos. Vuelto a la cordura, consul-
anteriormente con error como Abundantia
tó con el oráculo de Delfos sobre la mane-
o Serapis. Viste una túnica larga o hima-
ra de alcanzar el perdón y la paz. L a Pitia
tión. Sobre la cabeza sostiene un modius o
le recomendó entrar al servicio de Euristeo,
corona muralis. Porta un cuerno de la abun-
rey de Micenas, durante doce años. Este,
dancia en su mano izquierda, mientras que
instigado por Hera, le encomendó doce tra-
en la derecha sostiene una pátera que derra-
bajos imposibles con el fin de procurar la
ma un líquido o incienso sobre un "arula".
muerte del héroe: 1. Conseguir la piel del
De su cuello cuelga una bulla. L a enseña se
león de Nemea; 2. Matar a la hidra de Ler-
completa con las figuras de Isis (debajo a
na, monstruo de innumerables cabezas;
la izquierda), Fortuna (debajo a la derecha)
3. Coger vivo al ciervo de Arcadia; 4. Cap-
y Diana cazadora (debajo también a la
turar el jabalí de Erimanto; 5. Abatir a los
derecha).
monstruosos pájaros del lago Estinfalo,
creados por Marte; 6. Limpieza de los esta-
blos del rey Augias, de la Elida; 7. Captu-
rar el toro de Creta, que el rey Minos no ha-
bía sacrificado a Neptuno y que estaba cau-
sando grandes estragos en la isla; 8. Captu-
rar las yeguas del sanguinario rey Diome-
des, en cuya acción murió el monarca;
9. Conseguir el ceñidor de Hipólita, reina
de las amazonas; 10. Capturar el rebaño de
bueyes que poseía Gerión, monstruoso gi-
gante de tres cuerpos y tres cabezas que v i -
vía en una isla del extremo Occidente;
11. Conseguir las manzanas de oro del jar-
dín de las Hespérides, ninfas que vivían cer-
ca del monte Atlas; y 12. Capturar vivo al
perro Cerberos, can de tres cabezas que
guardaba las puertas del infierno. C o n la
realización satisfactoria de las doce prue-
bas, el héroe quedó libre de la sujeción del
rey Euristeo. E l mosaico se completa con
un tema central en el que es esclavizado por
la reina Onfalia. E l héroe vestido de mujer,
aparece ante la reina, que a su vez detenta
los atributos del esclavizado Hércules, con-
denado a trabajar en las tareas domésticas
Fig. 9 hasta conseguir la libertad.
Estandarte de

bronce, Pollentia. Fuera de todo conjunto se presenta un


— 29

Los relieves romanos se pueden clasi- en dimensiones y t a m a ñ o , así como en el te- Fig. 10
ficar, por su temática, en paganos y cristia- ma. De los otros dos laterales originales S a r c ó f a g o de
nos. Salvo el que muestra la infancia de Ba- que conformaban el sarcófago, uno se en- Orestes.
co, los demás servían para decorar las ca- cuentra en el Museo de Tarragona. En un
ras principales de los sarcófagos de las cla- principio fue tomado como una representa-
ses altas. E n el sarcógado de Husillos (Pa- ción de las guerras Cántabras. Posterior-
lencia) (Fig. 10), uno de los mejores y más mente se creyó que era una batalla entre
completos aparecidos en España, se narra griegos y amazonas, por el personaje mon-
la venganza de Orestes por la muerte de su tando a caballo de la derecha. Fue, en úl-
padre A g a m e n ó n , asesinado en una conju- tima instancia, García y Bellido quien lo in-
ra urdida por su propia mujer y madre del terpretó como una lucha entre griegos,
héroe, Klytaimnestra, y por el que será ma- aqueos contra troyanos, por las semejanzas
rido de ésta tras el asesinato, Aigisthos. E n encontradas con los sarcófagos áticos del
el frente principal, se muestran varios epi- " C i c l o Troyano", como los de Mazzara o
sodios de la venganza de manera continua- Venecia, y, en última instancia, con moti-
da. E n el centro Orestes y su amigo Pyla- vos similares como, por ejemplo, los del al-
des, de pies y con los cuchillos en la mano, tar de Zeus en Pérgamo. Los contendientes
dan muerte a Klytaimnestra y Aigisthos. A van vestidos con casco de cresta, himatión,
la derecha, las Furias o Erinyes escondidas coraza protegiendo el torso y faldellín de
tras las cortinas del salón en el que se efec- lambrequines, y van armados con espada
tuó la venganza, y horrorizadas ante el corta y escudo oval. Otros se representan
parricidio presenciado, juran persiguir eter- desnudos o vestidos con cortos chitones. E l
namente al héroe por su crimen. Una de esquema compositivo parte de un motivo
ellas acerca una serpiente al rostro de Ores- central, dos guerreros sojuzgando a otros
tes, que retrocede impresionado. U n escla- dos desnudos y arrodillados, que se va ex-
vo de la familia llora desconsolado bajo las tendiendo hacia los laterales mediante figu-
cortinas. En la escena de la izquierda, Ores- ras a pie y a caballo. Se aprecia un cierto
tes y la Furias descansan fatigados tras una ímpetu trágico, "a la griega", que domina
persecución que no es abandonada ni en toda la composición. Entre las característi-
sueños. E n la escena de la derecha, Orestes cas técnicas cabe resaltar el empleo del tré-
se somete al juicio de A p o l o . En los latera- pano, aunque de forma moderada. Por to-
les del sarcófago se recoge el momento en das las características señaladas, este sarcó-
que Atenea vota, una vez que Orestes deci- fago se fecharía a finales del siglo II o prin-
de presentarse a juicio en el Areópago de cipios del III d. de C.
Atenas, ante el tribunal de los Heliastas (iz-
quierda). En el derecho, Orestes y Pylades
El mosaico era la decoración lograda
son hechos prisioneros en la aventura del
por medio de piececillas que formaban mo-
Chersónesos Táurico, iniciada tras el juicio
tivos geométricos o figurados. Estas piezas
de Apolo. E l sarcófago parece que fue im-
pequeñas, que podían ser de piedra, terra-
portado, quizás de la misma Roma, hacia
cota, vidrio e incluso oro, eran llamadas
mediados del siglo II d. de C .
por los romanos tesserae, tesserulae o tes-
sellae. A l mosaísta se le llamaba tessellarius
En otro sarcófago pagano de mármol, o tessellatus, pues la palabra musivarius (el
se desarrolla un tema frecuente en el mun- que es inspirado por las Musas), era utili-
do clásico: batalla entre griegos. Consta de zada como un término más general que de-
dos piezas, una frontal conocida como "Re- finía el artista decorador de paredes, fuesen
lieve M o n t o l í u ? , en la que se aprecian res- o no mosaicos. E l origen remoto del mo-
tos de pintura anaranjada, y otra lateral, saico habría que buscarlo en Asia Menor y
mejor conservada y que coincide con ésta Mesopotamia, de donde pasó con posterio-
30 -

ridad al mundo griego. Era un tipo de mo- se han perdido en la mayoría de las oca-
saico realizado generalmente con guijarros siones.
coloreados, desconociéndose todavía la uti-
lización de teselas. No será hasta época he- Entre los mosaicos de temática figura-
lenística (siglo II a. de C.) cuando el mosai- tiva, son corrientes las representaciones de
co quedará configurado tal y como lo co- los ciclos temporales. Así sucede en el mo-
nocemos en el mundo romano. Cuando el saico de las Estaciones y de los Meses del
tamaño de las teselas es inferior a 1 cm de año de Hellín (Albacete). Consta de un
lado, se utiliza el término opus vermicula- gran cuadrado central, dividido en 16 octó-
tum, mientras que si es mayor se denomina gonos de lados cóncavos. En los cuatro cen-
opus tessellatum. Se entiende por emblema trales aparecen las alegorías de las cuatro
el mosaico central que decoraba un pavi- estaciones con sus nombres: Aestas (vera-
mento más amplio con la intención de mag- no), Autumnus (otoño), Hiems (invierno) y
nificarlo. Se ha supuesto que estos emblé- Ver (primavera). En los doce exteriores, las
mata se realizaban a partir de cuadros o alegorías de los doce meses del año del ca-
cartones pintados, pero hasta ahora no se lendario juliano, elaborado por el astróno-
tiene ninguna prueba documental de esta mo griego Socígenes de Alejandría y refor-
técnica. Lo que sí parece probable es la rea- mado por Julio César el año 46 a. de C , de
lización de estos emblemas en talleres espe- las cuales sólo quedan siete. Entre los lados
cializados, que posteriormente serían co- interiores de los octógonos se disponen mo-
mercializados, ya terminados, para su ins- tivos animales y campestres enmarcados en
talación in situ. nueve círculos, todo delimitado por cene-
fas. De similar temática es el mosaico de
En España, los mosaicos romanos más Medusa y las cuatro Estaciones, hallado en
antiguos documentados están realizados en Palencia. Las figuras principales aparecen
opus signinum, con piedras generalmente de enmarcadas también en octógonos, aunque
color blanco formando los motivos decora- aquí sean de lados rectos. En el central apa-
tivos e incrustadas en pavimentos de hor- rece la Gorgona Medusa con su caracterís-
migón de color ocre. Durante los dos pri- tico pelo ensortijado imitando serpientes.
meros siglos del Imperio, en Roma e Italia En el siguiente nivel aparecen diversos di-
en general predominó el mosaico en blan- versos pájaros enmarcados en hexágonos,
co y negro, abandonándose la tradición he- que dan paso a las estaciones que se dispo-
lenística del mosaico de colores que domi- nen en las esquinas. Los lados centrales de
nó, sobre todo en el norte de Africa y en los octógonos se unen por medio de cruces
Oriente. En la Península Ibérica se compa- de brazos iguales que enmarcan motivos ve-
ginaron las dos tradiciones, utilizando pre- getales también cruciformes. En el exterior,
ferentemente el color para las composicio- representación figurada alternando moti-
nes centrales (influencia de los emblemas) y vos vegetales estilizados, pájaros e hipo-
el blanco y negro para los motivos perifé- campos o caballos marinos. Este tipo de
ricos. Conforme fue avanzando el Imperio, mosaico recoge una rica iconografía que es
se fue imponiendo el mosaico de vivos co- fiel reflejo de un universo simbólico que se
lores de manera generalizada por todas las nos escapa en su mayoría. Terminaremos
provincias. este apartado temático con dos mosaicos.
El primero es un emblema de pequeñas di-
mensiones procedente de Quintana del
Los mosaicos que se exponen en estas
Marco (León), en el que se representa una
salas pertenecen, en su mayoría, a pavimen-
alegoría del invierno. El fondo es de color
tos que decoraban salas y habitaciones de
blanquecino, destacando la presencia de un
las villas rústicas (dedicadas a la explota-
árbol sin hojas. Como tema central, una fi-
ción agrícola) y pseudourbanas o de recreo.
gura femenina cubierta por un manto ne-
Estas villas tenían una tipología muy varia-
gro, a la manera de una dama enlutada, que
da y, a menudo, aparecen representadas en
es la representación misma del invierno. No
los mismos mosaicos, como podemos verlo
sabemos si el faisán y las tres perdices que
en el de las Musas y los maestros de Arró-
se exponen a su lado, pertenecerían al mis-
niz (Navarra). Es lo que se ha venido defi-
mo mosaico. Por las características técni-
niendo como "arte de los latifundio", el
cas, parece una obra tardoimperial que
cual, si en un principio parecía limitado a
puede fecharse en los siglos IV o V d. de C.
la zona norte, aparece hoy en día generali-
Por último, de Aranjuez (Madrid), procede
zado por toda la Península a medida que
este emblema con la alegoría de Vertumno
han ido saliendo a la luz nuevos hallazgos.
(Vertumnus o Vortumnos). Aunque era to-
Es muy difícil fijar la cronología de estos
mado como una divinidad que presidía el
mosaicos con precisión basándose exclusi-
cambio de las estaciones, fundamentalmen-
vamente en sus características técnicas, sin
te se la relacionaba con la Naturaleza (par-
tener en cuenta los datos arqueológicos
ques y jardines) y con la cosecha del ciclo
que, por las circunstancias de los hallazgos,
- 31 —

otoñal, y como tal aparece representado en ta a la divinidad con el tirso característico


este mosaico; el pelo ornado de frutos y en la mano derecha mientras que con la iz-
plantas, con un cuerno de la abundancia quierda sostiene las riendas de un carro ti-
apoyado en su hombro izquierdo. rado por tigres. A su lado, una victoria ala-
da con una palma simbólica, le corona las
Los temas mitológicos eran escogidos sienes (corona hecha con teselas de pasta vi-
con preferencia a la hora de decorar los mo- trea azules y verdes). El cortejo se comple-
saicos. Entre los que aquí se exponen so- ta con figuras de bacantes y faunillos. Es
bresale el mosaico de las Musas y los Maes- un tema desconocido en la Grecia clásica
tros de Arróniz (Navarra). Tiene forma oc- que se puso de moda tras las hazañas de
togonal y las teselas son de piedra caliza y Alejandro Magno por Oriente, pasando
pasta vitrea. El eje central de la composi- posteriormente al mundo romano. Se fecha
ción es un medallón perdido en gran medi- en el siglo II d. de C.
da. Se adivina un personaje masculino jun-
to a un caballo. Este personaje no puede El mosaico con la representación de la
ser, por la temática del mosaico, más que cabeza de Medusa en el medallón central,
Apolo, dios de la música y de la poesía, cu- es de procedencia desconocida. Se comple-
yas relaciones con algunas Musas fueron ta su decoración con motivos geométricos,
frecuentes (fruto de sus amores con Urania entre los que destacan los nudos salomóni-
nació Orfeo, y con Talía engendró a los Co- cos tan característicos de estos momentos
ribantes). El caballo sería Pegaso, también tardíos del imperio. De Elche (Alicante), es
relacionado con las Musas y que era consi- un pequeño mosaico muy fragmentado en
derado como el símbolo de la inspiración el que aparece Apolo tocando la lira.
poética. Alrededor de este gran medallón
central se disponen nueve polígonos irregu- Los masaicos en los que predominan
lares, debido a la dificultad que suponía las formas geométricas se combinan, fre-
adaptarse al espacio libre del octógono. En cuentemente, con motivos vegetales pu-
cada cuadro se representa una Musa y un diendo ser, incluso, una esquematización de
maestro famoso de la Antigüedad en el ar- ellos. Se completaría así una evolución ten-
te inspirado por su Musa. Estas eran nue- dente a la simplificación de formas. Esta
ve, de las que sólo cinco se conservan casi concepción artística la podemos ver en el
en su totalidad, y se representan desde el ex- mosaico procedente de la villa tardoimpe-
tremo central superior de la siguiente ma- rial de Soto del Ramalete (Tudela, Na-
nera: Erato, musa del amor, con una cíta- varra). El tema decorativo se forma con lí-
ra; Urania, de la astronomía, señalando con neas que se entrecruzan a modo de peltas o
el puntero a la esfera y un compás; Clío, de imbricaciones, y si observamos con aten-
los héroes y la historia; Terpsícore, de la ción no son más que guirnaldas de hojas.
danza, con una lira; Melpómene, de la tra- Los espacios libres se decoran con motivos
gedia, con la máscara trágica apoyada en vegetales e, incluso, un pez. Una de las ca-
una columna; Talía, de la comedia, con la racterísticas principales de este tipo de mo-
máscara cómica a modo de careta; Euter- saicos es el horror vacui, es decir, la proli-
pe, de la música, con una dobleflauta;Ca- feración de motivos por toda la superficie
líope, de los cantos heroicos, con unas ta- a decorar sin dejar espacios vacíos de con-
blillas y un estilete para escribir; y Polim- tenido, tal y como podemos ver en los mo-
nia, de la poesía lírica y los cantos sagra- saicos de la también villa tardía de Cuevas
dos, seguramente cubierta con un velo. To- de Soria y el encontrado en Clunia (Coru-
da la composición se decora con un trenza- ña del Conde, Burgos). Estas tendencias se
do simple entre los marcos y doble en el fri- empiezan a notar con intensidad desde el si-
so exterior. glo IV y afectan no sólo a los mosaicos,
muchos de los cuales conservan todavía el
Otro tema mitológico muy conocido gusto figurativista, sino también a la escul-
es el rapto de Europa, hija del rey Agenor tura decorativa y a otras facetas menores,
de Fenicia. En este mosaico se describe el que no menos importantes, del arte como
momento en que Zeus, bajo la apariencia las decoraciones cerámicas. De alguna ma-
de un toro, rapta a Europa mientras estaba nera, sin saber exactamente por qué, se es-
jugando con unas amigas en el campo, lle- tán sentando las bases de lo que será el ar-
vándosela a Creta donde tendrá con ella te paleocristiano y visigodo.
tres hijos: Minos, Radamantis y Sarpedón,
los cuales darán paso a la dinastía de reyes Hasta ahora hemos visto simples ma-
cretenses. La composición se completa con nifestaciones artísticas que han sido trata-
un eróte alado. Menos conocido, incluso das fuera de su contexto, como si en su ori-
entre los mosaicos de asunto báquico, es el gen romano hubiesen ocupado los mismos
Triunfo de Baco en la India, encontrado en pedestales y las mismas vitrinas en que se
la calle Alfonso I de Zaragoza. Se represen- exponen en este museo. Hemos aislado
32

unos cuantos objetos por su valor artístico


y cultural pero, al mismo tiempo, hemos
entrado en la senda peligrosa de la desper-
sonalización de la pieza al dejar de cumplir
ésta su función en la vida real y cotidiana,
tal y como la tuvieron en su momento. Pa-
ra paliar esta situación, trataremos de re-
construir el modo de vida romano con las
piezas que se exponen y con la ayuda de
nuestra imaginación.

Esta vida pudo desarrollarse en un edi-


ficio como el de Valdetorres de Jarama, en
la provincia de Madrid, aunque p o d í a m o s
haber elegido cualquiera de los representa-
dos en el mosaico de las Musas o alguno de
los muchos aparecidos en nuestro territo-
rio. Valdetorres tiene forma octogonal, con
un patio central al aire libre rodeado por
una galería cubierta (peristilo). Este peris-
tilo iría adornado con una serie de estatuas,
entre las que sobresalen el Esculapio en
mármol blanco y un Tritón. Quedan más
restos escultóricos, como la cabeza de pan-
tera, por lo que el conjunto debió de ser
más complejo y numeroso. Estos patios
fueron frecuentes en las casas romanas, tan-
to en las villas campestres como en las ur-
banas. Podían tener un estanque central,
más o menos grande según el espacio o el
nivel económico de los propietarios, que
servía tanto de elemento decorativo como
depósito de agua para las estaciones secas.
Estos patios y peristilos eran lugares apro-
piados para decorarlos con estatuas, si-
guiendo un modelo frecuente en el mundo con esos ricos mosaicos que ya hemos vis-
romano. to en otras villas romanas, lo que en un
principio llevó a pensar en que el edificio
En Valdetorres, a partir de ese patio no se llegó a terminar. Ahora bien, pudo te-
central se distribuía una serie de habitacio- ner un suelo de arena, del que quedaban
nes (oeci) rectangulares y triangulares. Cua- aún pruebas pero del que no podemos afir-
tro de ellas terminaban en un ábside semi- mar que fuese el original o el definitivo, o
circular, que en planta tendría una forma cualquier otro material poco duradero del
similar, aunque mayor, a la que podemos que no quedan huellas. Los escasos restos
apreciar en el mosaico de Clunia. Aquí, de mosaico que se documentaron, se loca-
sin embargo, los suelos no iban decorados lizaron en varias de las habitaciones trian-
gulares, pero decorarían las paredes y no
los suelos. Por los fragmentos encontrados,
un zócalo de estuco (mortero de cal) pinta-
do completaría esa decoración parietal.

Pero los restos más numerosos que se


encuentran al excavar cualquier yacimien-
to, y Valdetorres no fue una excepción, son
los utensilios. Para que la vida pueda de-
sarrollarse con normalidad es necesario
contar con una serie de útiles, tan variados
como sean las actividades que se realicen.
Algunos de estos útiles se dedicarán a sa-
tisfacer actividades básicas como el traba-
jo, la alimentación o el aseo personal, por
lo que lógicamente serán más frecuentes.
Fig. 11 Otros, en cambio, tendrán unos fines más
Colador de plata. en consonancia con el mundo anímico de
33 -

la persona, por lo que será menor su núme- nielada en plata. E n ocasiones, formaban Fig. 12
ro aunque, por regla general, estarán traba- un conjunto ritual, como la jarra, la patera S í t u l a (caldero) de
jados en materiales más preciados y valo- (fuente con mango) y el acetre (pequeño Bueña.
rados. Todos, desde el punto de vista ar- caldero), todos de cobre batido, encontra-
Fig. 13
queológico, tienen la misma importancia. dos en una tumba tardía en Fuentesprea- Botellita
das (Zamora), junto al resto de materiales cuadrada
Como en la actualidad, la vajilla ocu- que se expone en la vitrina. Por éstos, sa- de vidrio.
pa un lugar destacado entre los elementos bemos que la tumba perteneció a un domi-
domésticos. Dependiendo de su función es- nus o señor de la villa, que como paterfa- Fig. 14
pecífica se puede clasificar en: útiles de co- milias (cabeza de familia) ejercía de sacer- Urna
cina, vajilla de mesa y suntuaria, que po- dote en el culto doméstico a los Lares. globular de vidrio.
dría emplearse en determinadas ceremo-
nias. En ocasiones, es difícil poder distin- E l vidrio era otro material prestigioso.
guir entre una función y otra. L a calidad de Se conocía desde el III milenio a. de C , fa-
los materiales empleados en su realización bricado mediante moldeado. Otra técnica
dependerá del poder adquisitivo de sus pro- arcaica consistía en tallar la pasta vitrea co-
pietarios. Las de mayor lujo se trabajarían mo si fuese una piedra dura. De esta técni-
en metales preciosos, oro o plata, y aleacio- ca existe en el M A N un magnífico ejemplo
nes más pobres como el bronce. Existe una en el jarrito de la Aliseda, que se expone en
tipología muy variada, destacando la jarra la sala de Colonizaciones. L a técnica del
o urceus (41), la botella o lagoena muy pa- núcleo de arena para realización de piezas
recida a esta última, los frascos y botes o de boca estrecha está documentada desde el
ampullae, el cazo o trulla, el colador o co- II milenio a. de C . Mediante este proceso
lum (Fig. 11), el askos (41), el plato o cati- están fabricados los ungüentarios que se ex-
nus, la cuchara o lígula, etc. L a situla (Fig. ponen también en la citada sala. L a última
12) era un recipiente en forma de cubo que técnica descubierta es la del vidrio soplado,
podía utilizarse en ciertas ceremonias, tal y hecho acaecido en algún lugar de Oriente
como lo vemos representado en la proce- medio, quizás en la costa de Siria, en el si-
dente de Bueña (Teruel), con decoración glo I a. de C . Desde ese momento se fue im-
- 34 —

Fig. 15
Vaso de á g a t a ,
Mérida.

poniendo por su versatilidad frente a las de- tingue fácilmente por su aspecto exterior,
más, extendiéndose su uso por todo el Im- de color rojizo o anaranjado y brillante,
perio. C o n esta técnica se fabricó todo tipo fruto de la elección de las arcillas, de la
de piezas, como jarras, vasos, ungüentarios, composición de los engobes y pigmentos
e incluso urnas cinerarias (Figs. 13 y 14), aplicados en su superficie y de las distintas
tanto en época altoimperial como en la fases de cocción. L a primera conocida fue
tardorromanidad. De todas las piezas que la térra sigillata aretina, llamada así por la
se exponen destacan dos principalmente. ubicación de los centros de producción de
Una es el vaso de Palencia, realizado me- Arezzo (Toscana). Estas factorías empeza-
diante soplado sobre un molde con la de- ron a producir hacia el 30-25 a. de C , man-
coración en negativo, lo que permitía, el en- teniéndose en auge hasta los años 15-20
friarse, obtener en la superficie del vidrio la d. de C , a partir de los cuales empieza a de-
decoración en relieve. E n este vaso el tema caer debido a la competencia de la sigillata
representado es un combate entre gladiado- producida en otras factorías de la misma
res. E l otro es la diatreta de Tiermes (So- Italia y, sobre todo, de la Galia e Hispania.
ria), que pertenece al grupo de vasos o co- Parece que los talleres de Arezzo funciona-
pas talladas en relieve y decoradas con re- ron hasta la mitad del siglo I, y produjeron
tícula. Son considerados como el vidrio de dos tipos de cerámica, una minoritaria, de-
lujo de los siglos III y IV d. de C , sustitu- corada en molde, y otra mayoritaria, lisa y
yendo a los vidrios camafeos de los dos si- no decorada, que se centraba en la realiza-
glos anteriores. L a retícula se realiza me- ción de servicios compuestos de copa y pá-
diante el calado y vaciado de la superficie tera de variadas dimensiones.
del vaso y, por lo tanto, no es una decora-
ción añadida a posteriori. Dos son las características principales
de esta cerámica:
Pero lo hallazgos más frecuentes en
cualquier habitat son los cerámicos. L a ma- 1. Utilización del molde en la decora-
teria prima utilizada, arcilla, es muy abun- ción, técnica empleada con anterioridad en
dante en la Naturaleza por lo que resulta- la Grecia helenística (cuencos délicos, cerá-
ba más barata que el metal, al mismo tiem- mica megarense) e Italia (cerámica caleña).
po que poseía un grado de dureza cercano L a técnica consistía en realizar un molde
a éste y superior al vidrio. Otra ventaja que previo en arcilla imitando la forma a reali-
gozaba era que se adaptaba con facilidad a zar. Sobre la arcilla aún fresca, se realizaba
todo tipo de funciones, gustos y economías. en la pared interior una decoración en ne-
gativo por medio de la impresión con pun-
La cerámica de lujo romana de época zones de variados motivos y buriles. Una
imperial se denomina Ierra sigillata. Se dis- vez seco el molde, se aplicaba sobre su su-
- 35 -

Fig. 16
Tres jarros de
cerámica sudgálica.

perficie interior la pasta que, por presión, (Tricio, Bezares, etc.), aunque se documen-
al retirarse, salía con la decoración en re- tan talleres por todo el territorio, entre los
lieve. L a pieza se completaba con bordes y que destacan los de Solsona (Lérida), A n -
pies hechos con plantillas o con la ayuda dújar (Jaén), Bronchales (Teruel) y Grana-
del torno. 2. Fabricación en serie de esta ce- da. Las formas decoradas no son tan abun-
rámica, debido a la utilización de moldes y dantes como en la gálica, siendo caracterís-
plantillas, lo que a b a r a t ó los costes y per- ticas las decoraciones metopadas de los dos
mitió su penetración masiva en mercados primeros siglos. Mantuvo la decoración a
alejados de los centros de producción. Pa- molde en época tardía, en los siglos I V y V .
ra distinguir los alfareros y alfares, se mar- Son propios de este momento los motivos
caban las piezas con sellos (sigilla), general- de grandes ruedas o círculos.
mente en el fondo de la pieza.
Se denomina "térra sigillata africana"
La industrialización es un hecho evi- o "térra sigillata clara", a las cerámicas
dente con la sigillata fabricada en los talle- producidas en el norte de Africa, con pre-
res galos, sobre todo los establecidos en el ferencia en los alfares ubicados en el área
sur del país: Bram, Montans, Banassac y L a de Túnez. E l término " c l a r a " hace referen-
Graufesenque. L a "térra sigillata sudlgáli- cia al tono anaranjado que tiene, en vez del
ca" (Fig. 16) de L a Graufesenque empezó tono rojizo más oscuro de las demás varie-
hacia el 10 a. de C , imitando los productos dades. En un momento tardío, pudieron
itálicos. Su período de esplendor coincide imitarse en otras provincias del imperio, co-
con los reinados de Claudio y Nerón (40-60 mo en la misma Hispania, o influyeron en
d. de C.) y sus productos se caracterizan las producciones ya existentes. L a más an-
por un color rojizo brillante. E l mercado, tigua es de la del tipo A , d o c u m e n t á n d o s e
en esta época, se extiende desde el norte de ya a finales del siglo I d. de C . V a n hacién-
Europa por todo el continente hasta Africa dose con el mercado de la cerámica de lujo
del Norte y las costas mediterráneas de a partir del siglo II, con la decadencia de
Asia. A finales de siglo, su producción de- las demás sigillatas. Típica del siglo III es
cae manteniendo un mercado muy reduci- la Clara C , con un barniz anaranjado que
do hasta la mitad del siglo III. puede ser muy brillante y decoración apli-
cada en relieve. L a clara D se documenta
desde el siglo IV. Entre sus características
La "térra, sigillata hispánica" es la si- destaca el color, no tan vivo como en la C ,
gillata producida en nuestra península a y la decoración, realizada por estampación.
partir del siglo I de la Era. Los alfares más En estos dos últimos tipos es frecuente la
importantes se establecieron en L a Rioja aparición de motivos cristianos.
36 -

de Ariza, Zaragoza). Frente a decoraciones


metopadas, dispuestas de similar manera
que en la sigillata hispánica sin poder pre-
cisar cuál influye en cuál, se disponen otros
motivos alguno de ellos muy significativos,
como el templo y la representación de la di-
vinidad que cobija en su interior, hoy en día
desconocida. L a cerámica más utilizada es
la llamada común. Sus funciones abarca-
ban desde el almacenaje (dolium), pasando
por las cerámicas de cocina hasta el servi-
cio de mesa, cuando no se tenía un gran po-
der adquisitivo. Frecuentemente imitaban
las formas hechas en metal o en cerámicas
de lujo. Destacan por su utilidad las lám-
paras o lucernae (Fig. 17) hechas de arcilla,
casi siempre decoradas pero sin llegar a la
perfección artística de las realizadas en me-
tal. Las lucernas decoradas con volutas en
forma de espiral en el mechero son típicas
del siglo I. Estas se van sustituyendo por las
de canal y de disco, desde finales del I al
III. A partir de ese momento van aparecien-
do las lucernas con motivos cristianos. U n a
característica de esta última etapa es que las
asas, por lo general, se vuelven macizas.

Aparte de los objetos de metal, de v i -


drio y de cerámica, existen otros materiales
que se relacionan con mayor intensidad con
la vida anímica de la persona. A través de
ellos podemos explorar el mundo de la mu-
jer y del hombre romanos, acercarnos a su
trabajo cotidiano y a su idea del ocio y las
diversiones, y, por último, ver cómo afron-
taban el último paso, la muerte.

L a mujer romana, con independencia


de las labores relacionadas con la vida do-
méstica y familiar, tenía un gusto especial
por el cuidado de su persona. Hemos visto
Fig. 17 Se consideran también cerámica de lu- la profusión de trajes y de ropas (peplo, chi-
Lucerna. jo a la denominada "de paredes finas", lla- tón, himatión, atóla, palla, etc.) que utili-
madas así por la extrema delgadez de sus zaba a través de la escultura. Otra de sus
paredes, lo que no fue obstáculo para que máximas atenciones era el peinado, que cui-
a menudo estuviese decorada. Entre estas daban con gran exquisitez. Las modas, dic-
últimas destacan las de pared arenosa, y la tadas preferentemente por las mujeres de la
decorada a barbotina imitando hojas y pal- familia imperial, eran copiadas por las or-
metas de plantas acuáticas. L a cerámica v i - natrices (peinadoras o peluqueras) y se
driada era otra cerámica de prestigio, so- aceptaban entre las damas pudientes. Estas
bresaliendo entre las piezas expuestas un modas cambiaban con rapidez, tal y como
acetabulum (salsera) decorado a molde. vemos en los retratos femeninos, y podían
Ambos tipos se desarrollaron preferente- verse desde los más sencillos, como el de L i -
mente durante el siglo I d. de C . via, a los más complicados y espectacula-
res, como el llamado "nido de avispa", tan
L a cerámica pintada era conocida an- en boga en época flavia (68-98 d. de C ) .
tes de la presencia romana, sobre todo en Existía una gran variaedad de objetos de to-
el mundo ibérico. Durante el Imperio su cador: perfumes (ungüenta), cosméticos
producción, lejos de disminuir, aumenta, guardados en cajitas (capsulae) algunas be-
reflejando las particularidades propias del llamente decoradas, pinzas de depilación,
mundo a u t ó c t o n o y desempolvando viejos limpia-orejas (auriscalpium), strigiles para
motivos nunca olvidados. Estas caracterís- los aceites, peines (pectines), espejos de
ticas se aprecian en la cerámica encontrada bronce (specula), etc. Tampoco los objetos
en las excavaciones de Arcóbriga (Monreal de adorno tendrían que envidiar a los mo-
37

dernos: agujas para el pelo (acus crinalis),


peinetas (crínales), broches (fibulae), amu-
letos (amuleto) de la suerte (en forma de
pie) o de la fecundidad (priápicos, en for-
ma de falo), y joyas. Las más preciadas se
trabajaban en oro o plata, aunque también
se utilizaban las perlas y piedras preciosas
y semipreciosas como la malaquita (verde),
el lapislázuli (azul) y el ágata. Destacaban
los anillos (anuli), collares (torques y moni-
lia), brazaletes (armillae) y pendientes
(inaures).

Los ajuares de los hombres reflejaban


con mayor intensidad su posición dentro de
la sociedad así como el trabajo que realiza-
ba. Partiendo del ajuar de una tumba de
Fuentespreadas, fechada a comienzos del
siglo V d. de C , podemos reconstruir las
actividades desarrolladas en un fundus o ca-
sa de campo. Los objetos de uso personal
consistían en dos broches de cinturón, un
cuchillo de monte con su funda y una pun-
ta de lanza. Junto a éstos aparecieron dos
juegos de arreos de caballo (frenos, petre-
les y botones). C o n los restos de una caja
de madera, se encontraron diversas herra-
mientas: un hacha de doble filo (bipennis),
una azuela y un martillo (martiolus) para
trabajar la madera, diferentes clases de
hierros que pudieron servir como cinceles,
escoplos, gubias o formones (scalpra, tere-
brae y perforacula), una podadera (runco) y
una hoz (falcula), unas tijeras (forfices) y
varios cencerros (tintinnabula). Todas abar-
carían un marco muy amplio de activida-
des que irían desde la explotación de los
bosques, hasta la agricultura y ganadería,
pasando por la carpintería y herrería. E l
ajuar se completaba con los bronces ritua-
les ya comentados y con las cerámicas y v i -
como en tantas facetas, fueron grandes deu- Fig. 19
drios propios de una ofrenda funeraria.
dores de los griegos. E l instrumental em- Reloj, Baelo.
pleado estaba muy perfeccionado y conta-
Otros ajuares nos acercarían al cono- ba, entre otras cosas, con espejillos en for-
cimiento de profesiones más liberales, co- ma de larga cucharilla utilizados a modo de
mo la medicina, arte en el que los romanos, sondas (specilla), pinzas y tenazas (volse-
llae) o grandes (forcipis), bisturíes (scalpe-
lla), una tipología muy variada de specula
(rectal, vaginal), etc.

Entre las actividades dedicadas al ocio


destacaban la caza y los juegos. E n la caza
jugaban un papel primordial, el caballo y
las armas, como podemos verlo representa-
do en un aplique de carro del siglo III. E l
caballo sirvió en la Antigüedad no sólo co-
mo elemento lúdico, sino también como
fuerza de trabajo y de transporte, bien solo
bien formando parte de un vehículo. Exis-
tía una amplia variedad de estos vehículos:
transporte de m e r c a n c í a s (plaustrum,
carrus, benna), de viaje (raeda, essedum, ci-
sium), de lujo (carpentum, c arruca) y de Fig. 18
carrera (biga, quadriga entre los más fre- Sisto (bronce).
38

cuentes). Los caballos y carruajes se ador- de equiparar los estatutos de las distintas
naban con apliques y pasarriendas ricamen- ciudades y de sus habitantes.
te decorados, y muchos de ellos formaban
parte, por su prestigio, como en la tumba
E l funcionamiento de estas colonias y
de Fuentespreadas, del ajuar funerario.
municipios es conocido a través de sus le-
yes. En el Museo destacan los fragmentos
Las manifestaciones lúdicas más im-
en bronce de la Lex Ursoniensis, Malacita-
portantes eran los juegos (ludi), que tenían
na y Salpensana (Fig. 20). L a primera es la
lugar en la ciudad. En el anfiteatro se cele-
ley de fundación de la Colonia Inmunis Ge-
braban principalmente las luchas de fieras
nitiva Iulia Urbanorum Urso (actual Osuna),
y los combates de gladiadores. E n el circo,
creada en tiempos de Julio César con ciu-
sobre todo, las carreras de caballos. De es-
dadanos llegados de la misma Roma. Má-
tos dos últimos juegos tenemos varios mo-
laga y Salpensa (actual Ficialcázar, Sevilla),
saicos, procedentes de Roma, decorando el
eran dos ciudades ya existentes que alcan-
vestíbulo de entrada al museo. En algunos
zaron el estatuto de municipio en época de
se aprecia con nitidez el nombre de los con-
Domiciano (81-96 d. de C ) , como conse-
trincantes o gladiadores. De las venationes,
cuencia de la concesión de la ciudadanía la-
tenemos una magnífica representación en el
tina a toda Hispania en tiempos del empe-
missorium procedente de Atenas que, por su
rador Vespasiano (69-79 d. de C ) . Por ellas
forma redonda, recuerda la arena del an-
sabemos que en las colonias y los munici-
fiteatro.
pios existían dos órganos rectores funda-
mentales: el consejo de los decuriones (or-
La vida en la ciudad estaba regulada do decorionum o senatus), y la asamblea de
por medio de leyes. E l sistema jurídico-ad- ciudadanos. Las competencias del primero
ministrativo romano resultaba bastante eran muy amplias y podían ir desde la or-
complejo. Existían ciudades y pueblos que ganización defensiva hasta la administrati-
mantenían su organización en colonias y va y festiva.
municipios mediante un estatuto jurídico
romano. A u n en estos últimos, no todos go-
zaban de los mismos derechos pues se dis- Las del segundo eran más restringidas
tinguían entre los meros habitantes (inco- y estaban controladas en gran medida por
lae, sin derecho de ciudadanía) de los ciu- los decuriones. Las decisiones que adopta-
dadanos (cives o municipes) que disfrutaban ban estos dos organismos eran puestas en
plenamente del derecho romano o latino. práctica por los magistrados, entre los que
La política seguida por Roma durante el destacaban los dúo viri o dúo viri iure dicun-
Imperio, una vez pasada la fase de conquis- do, magistrados supremos que presidían las
ta y el primer impulso colonizador, fue la reuniones del consejo y de la asamblea.

Fig. 20
labia de bronce,
Osuna.
- 39 -

Fig. 21
Urna cineraria de
mármol.

Existían en las colonias unos magistrados por el cumplimiento de esas ceremonias.


con carácter religioso que, según la ley de Los sepulcros y objetos enterrados con el
Urso, se organizaban en dos colegios sacer- cadáver eran considerados como res religio-
dotales: el de los pontífices y el de los augu- sae, promulgándose disposiciones especia-
res, con tres miembros cada uno el cargo te- les para evitar los atentados contra las tum-
nía carácter vitalicio. L a organización ciu- bas. Estas, obligatoriamente, tenían que es-
dadana se completaba con un gran número tar fuera de la ciudad y se ubicaban princi-
de cargos de menor entidad que velaban palmente en los márgenes de las vías y cal-
por el cumplimiento de todas las funciones zadas, donde podían recibir el homenaje de
necesarias para el normal desenvolvimien- los transeúntes.
to de la ciudad.
Dos eran los principales ritos funera-
E l mundo funerario romano estaba do- rios: incineración e inhumación. Ambos te-
minado por la superstición y el simbolismo. nían su tradición, tanto en Roma como en
La muerte era considerada como algo ma- los pueblos anexionados al imperio. Para
léfico e impuro que contaminaba no sólo al proceder a cualquiera de los dos había que
muerto sino también a los que habían esta- realizar antes una inhumación simbólica. E l
do en contacto con él. Por eso había que primer paso consistía en santificar el lugar,
cumplir una serie de ceremonias, tanto en para lo cual se cortaba un dedo del muerto
la propia tumba como fuera de ella, con el y se enterraba. Se completaba con el ocul-
fin de que la personalidad del difunto no se tamiento del inhumado, o de la urna cine-
llegase a perder, y que, al mismo tiempo, su raria, en la tierra para protegerle de la luz.
familia pudiese purificarse. Existían corpo- L a tierra, como elemento simbólico, se po-
raciones (collegia funeratitia) que velaban día sustituir por una pared.
— 40 —

En el ritual de incineración, el cadáver Astorga), sino a los de los talleres de Bizan-


se quemaba en una pira (ustrinum) y las ce- cio, por lo que bien pudiera venir de allí di-
nizas, después de lavarse con vino, se depo- rectamente o a través de un modelo que
sitaban en una urna junto al ajuar (Fig. 21). fuese imitado en un taller español. En estos
Las urnas podían ser más o menos compli- sarcófagos de temática cristiana, que se ins-
cadas. Se utilizaban los más variados ma- piran en pasajes del Antiguo y del Nuevo
teriales como la cerámica, el vidrio y el Testamento, las escenas se desarrollan sin
bronce, como ya hemos visto. Las había en solución de continuidad, siendo difícil dis-
forma de casa (oikomorfas), algunas bella- tinguir unas de otras. Esta manera de ha-
mente trabajadas en mármol, que imitaban cer se ha denominado "estilo cristalino",
la casa habitada en vida. La incineración porque es como si sólo se separasen por un
fue el ritual más utilizado, aunque no el cristal invisible. Esto es perceptible, de ma-
único, en época republicana y durante el nera particular, en el sarcófago de Berja
primer siglo del Imperio. (Almería). En otras ocasiones, la simbolo-
gía cristiana se encuentra muy esquemati-
A partir del siglo II la mayoría de los zada, reducida principalmente a cruces y
enterramientos son inhumaciones. No están crismones, como podemos verlo en la tapa
claros los motivos que indujeron a tal cam- del sarcófago de plomo procedente de An-
bio, pero evidentemente tenían que tener dújar (Jaén), que por su decoración podría
unas bases económicas y sociales. La irrup- fecharse a finales del siglo IV o principios
ción del cristianismo, como se ha querido del V.
hacer ver, no es suficiente para explicar tal
fenómeno. Las personas pudientes utiliza- Desde el siglo IV, los restos cristianos
ban para sus inhumaciones sarcófagos be- se van haciendo más evidentes. Hasta ese
llamente decorados. Los que tenían una te- momento, pese a lo que nos dicen las Fuen-
mática pagana fueron siendo sustituidos tes, los testimonios culturales peninsulares
desde el siglo IV por los de temática cris- relacionados con el cristianismo no se co-
tiana, a medida que esta nueva religión se nocen. En este mundo tardorromano es
iba imponiendo sobre las demás. Destaca el donde se desarrollará esta nueva religión,
sarcófago de las Vegas de Pueblanueva (To- dejando un conjunto de manifestaciones
ledo), encontrado en la cripta de un mau- que se engloban dentro de un ambiente de-
soleo octogonal. No imita los sarcófagos finido como "cristiano antiguo" o "pa-
realizados en Roma (como los de Berja y leocristiano".

También podría gustarte