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Paso del Fierro

Doña María de la Encarnación Bazán viuda de Pascual


Jiménez, vecina de Paso del Fierro, acusada de
abigeato, fue víctima de un complot orquestado entre
integrantes del Tribunal de la Acordada y autoridades
de Cotaxtla para mantenerla en presidio durante cuatro
meses y despojarla de su hato ganadero, cosechas de
ajonjolí, frijol y maíz; la hacienda y sus enseres; y un
sembradío de caña de azúcar que estaba pronta para
entrar a la molienda.
No sólo fue afectada y vejada en el contexto de una
sociedad rural machista, voraz y misógina, sino como
ahora, por un aparato de justicia incapaz de resolver
los conflictos de una manera rápida y expedita.
Ocurrió en el lejano año de 1780, en el desorden y los
estertores del gobierno virreinal de Carlos III y el
vacío de poder en el gobierno de Veracruz que dejó la
muerte del virrey de la Nueva España, don Antonio
María de Bucarelli y Ursúa, ocurrida un año antes de
estos hechos, en 1779, y el arribo del nuevo virrey
Bernardo de Gálvez, quien ocupó el cargo hasta 1785.
El argumento principal para el embargo de sus bienes
fue que compró ganado robado para el consumo de los
trabajadores de su hacienda aunque, en la queja que
interpuso ante el procurador del virrey, detalló los
nombres de los productores de ganado de haciendas
cercanas a quienes les adquirió lícitamente el
producto.
La viuda de Pascual Jiménez, administradora de los
bienes de sus tres hijos “y de dos doncellas”, recorrió
un largo peregrinaje, por más de dos décadas, en
defensa de su patrimonio en los tribunales de justicia
del virreinato.
En primera instancia, recién salida de prisión, no
encontró respuesta en el “gobernador” de Veracruz y
tuvo que trasladarse a la Ciudad de México para
denunciar el atropello de que fue objeto: “para que
tomaran conocimiento de esta solicitud”.
El recurso de queja, divulgado en original por el
Archivo General de la Nación. puede ser consultado de
manera libre en formato digital en el sitio web
https://memoricamexico.gob.mx/.
Título: expediente 12; Forma parte de: Acordada;
Nota de tiempo: 1782; Descripción: Sobre un embargo
injusto que en Cotaxtla, jurisdicción de Veracruz, hizo
el cabo de la Acordada Miguel Valdés a María de la
Encarnación Bazán viuda de Jiménez. Procedencia:
Archivo General de la Nación; Licencia de uso: para
uso educativo, sin fines de lucro.
En la transcripción que hice del original, aclaro, deber
haber algunos errores de interpretación tomando en
cuesta que el documento fue redactado con el lenguaje
y la sintaxis de hace 243 años, además de que en
algunas partes el texto no es muy legible pero
contenido sustancial de la historia se sostiene.
El 13 de febrero de 1782, en la ahora Ciudad de
México, dos años después de los hechos, la afectada se
presentó ante la autoridad para dar testimonio del
atropello de que fue objeto con la anuncia del
“gobernador Yndio de Cotaxtla Thomas María”, como
reza en el original. Su caso se resguarda en el
expediente No. 227 F 187 en documento oficial con el sello del
rey Carlos III.
En su denuncia, acusó
directamente al “cuadrillero”
Miguel Baldés (sic) quien por órdenes del Cabo de la
Comisaría de la Acordada, don Ramón Santa María, le
embargó violentamente todos los bienes que
administraba como tutora de sus hijos “por motivo de
no haber querido condescender a una repetida súplica
(que pasaba a molestia) de don Baldés que era que le
vendiera media res que tenía destinada a repartir entre
los operarios de mi rancho denominado Paso del
Fierro”.
En el texto, transcrito del original y adaptado al
lenguaje actual para una mayor comprensión, fechado
el 13 de febrero de 1782, compareció ante “XE (Sic) Dios
que su recta justificación se ha de servir, tomar el correspondiente
conocimiento en la injuria y acusación gravísima”.
Argumentó que le negó la venta de la carne ya que era
para gasto de su propia casa. En respuesta el tal Baldés
la denunció ante el Yndio Gobernador del mencionado
pueblo de Cotaxtla, acusándola de abigeato; dijo que
“yo compraba reses hurtadas”.
Con la anuncia del alcalde o el gobernador como lo
llama la quejosa en la redacción con un lenguaje de la
ápoca, el tal Baldés, a la media noche de ese mismo
día, allanó el rancho “con dos hombres del gobierno”
quienes revisaron los cuartos de la hacienda hasta
encontrar la media res que solicitaban y, a la sazón, se
la llevaron consigo; asimismo apresaron a dos
trabajadores o “dos infelices operarios” con tanto
atropellamiento que, en resultas, a uno de ellos le
sobrevino la muerte y al otro lo liberaron hasta el
siguiente día.
En la diligencia expone que la vaca no era robada; se
lo compró a un criador de ganado mayor cuyo nombre
no es legible en texto original, “como también he
hecho lo mismo, en otras varias ocasiones, a Joaquín
Escamilla, mayoral de la hacienda de Santa Lucía”.
Pero como ya estaba determinado por Baldés y el
alcalde de Cotaxtla, éstos redactaron un escrito “cuyo
contenido hasta el día de hoy ignoro”, para don
Ventura de la Fuente, titular del Tribunal de la
Acordada, quien comisionó al Cabo don Joaquín Santa
María, para el seguimiento de las diligencias.
Muchos años antes, alrededor de 1710, el
gobierno virreinal había creado en la Nueva
España con el nombre de La Acordada una
organización destinada a la persecución y
juzgamiento de diversos delitos de orden común.
Acordada era también el nombre de la cárcel en
que eran custodiados los señados de cometer
delitos.
Derivado de ello, doña María Encarnación Bazán
viuda de Pascual Jiménez, fue arrestada en su
hacienda de Paso del Fierro y recluida en presidio
durante cuatro meses sin que se le fincaran
siquiera cargos, en tanto, los autores materiales e
intelectuales del arresto, embargaban y se
repartían sus bienes.
A los 15 días de su arresto procedieron a la
incautación y a la venta de las cosechas de
diversos cultivos que la denunciante clasifica
como “semillas” que debieron ser ajonjolí, maíz y
frijol, con un valor de mil pesos; once
caballerías, una superficie considerable de caña
de azúcar que tenía sembrada ya casi lista para
entrar a la próxima molienda que estimo con un
valor de “de seiscientos pesos”.
Asimismo, el rancho o hacienda y los enseres,
fueron adjudicados por Baldés y su hermano
Gregorio, “quienes son declarados enemigos”, ya
que, previo a los hechos que se denuncian,
también le robaron a su hijo Faustino Jiménez,
“Onze cavesas de ganado” y cuando el afectado
se apersonó a cobrárselos, con lujo de alevosía,
violencia y prepotencia, le contestaron que le
pagarían con un balazo en la frente.
En la investigación personal que realizó el
afectado, encontró tres pieles de los animales
enterrados en el monte y el resto de la carne
salada en la casa de los denunciantes, con lo que
se deriva que, para no pagar la deuda, con ayuda
de las autoridades, urdieron un plan para acusarla
de abigeato y “quitarnos de en medio”.
La viuda concluye en su denuncia, “y para no
cansar la atención de V.E. (Virrey de la Nueva
España) concluyo disiendo (sic) que cuánto (sic)
expongo en este escrito estoy pronta a probar
cómo el de los malos procedimientos de Baldés
que por ello he sufrido la pena de precidio”.
Asimismo, solicita que el Virrey se sirva mandar
a que el Gobernador de Veracruz reciba atender
“a los testigos que presentaré para probar lo que
llevo expresado” y que notifique a don Ventura y
a Santa María en el acto para que “se me
devuelvan mis bienes y pido contra Baldés” la
aplicación estricta de la ley.
En el expediente hay una extensión de la
denuncia de su hijo don Pascual Faustino
Jiménez, originario de “San Pedro Cotaxtla” en
donde agrega más detalles del pleito y
averiguación por la pérdida de sus 11 cabezas de
ganado a manos del “cuadrillero” Miguel Baldés,
hecho ocurridos en el año ochenta (1780).
Coincide en que se encontraron las pieles en el
monte y la cane salada en la casa de Baldés y
reitera que se les cobró de buena manera sin que
el denunciado haya procedido de buena fe, por el
contrario, se mostró violento.
Por último hay una ampliación de la declaración
de la viuda rendida en un tribunal de Veracruz en
el año de 1800, o sea, 20 años después de
ocurridos los hechos, en donde continúa con el
litigio para tratar de recuperar sus bienes.
En el documento consta que ya es vecina de la
Ciudad de Veracruz. “Excelentísimo Señor.
Ante la piedad de Usted V.E (Virrey), con todo
rendimiento expongo: que hace poco más o
menos cuatro meses, obtuve un decreto para que
el Gobernador de esta plaza me hiciera entrega
del importe del rancho llamado Paso del Fierro, a
nueve leguas de aquí, que es donde tenía mi
vecindad y estancia, se embargó por indicios mal
fundados y a pesar de que con testimonios y
pruebas revertí las acusaciones que se me
hicieron hasta el momento no se le ha dado el
merecido cumplimiento ni me han entregado el
importe de lo que con la mayor injusticia me
corresponde”, señala a transcripción del
documento original ajustado al lenguaje actual.
Hasta esa fecha los bienes de los hijos de la viuda
se mantenían embargados debido a la tardanza en
la aplicación de la ley y algunos artilugios
leguleyos de los abogados de la época como el
argumento de las autoridades de la Acorda en el
sentido de que se había perdido o extraviado el
expediente o documento original de la queja o
que lo habían remitido a otro Capitán de
Acordada.
Ya en un lenguaje más firme la viuda exige que,
“sin frívolos pretextos” se cumpla el Decreto
Superior de que le sean resarcidos sus bienes y se
concrete la justicia que le asiste.
Aquí termina la historia en el expediente del
Archivo General de la Nación; no sabemos si la
viuda recuperó el patrimonio de sus hijos. Lo
más seguro es que no. Diez años después de su
última queja inició la revuelta de la
Independencia de México que dio al traste con
todas las instituciones de Virreinato pero este
joya de documento, resguardo por el Archivo
General de la Nación (AGN) , nos da un claro
ejemplo de la dilatación de la justicia, tal como
ahora, en lo que fue el Real Tribunal de la
Acorda.
Paso del Fierro II.
Acudo a Paso del Fierro a seguir las huellas de
doña María de la Encarnación Bazán viuda de
Pascual Jiménez. Se ubica alrededor de diez a
doce kilómetros de la Carretera Federal Veracruz-
Córdoba entrando por la comunidad del Bosque y
luego el ejido el Jícaro o Mecayucan el cual es su
nombre oficial; luce una bien cuidad carretera
pavimentada protegida por cercas vivas de palo
mulato y palo de cocuite para proteger el ganado;
hay un puente que comunica el Jícaro con la
Cebadilla y luego la ruta hacia Cruz de Quintero.
Aquí se acaba la carretera pavimentada.
Lo que sigue es una terracería en buen estado con
rumbo al norte, hacia el colindante municipio de
Jamapa.
Es el mes de mayo y el calor es intenso; veo
ganado de registro pastando, extensos cultivos de
caña, maíz y frijol, como en la época en que vivió
aquí doña María de la Encarnación Bazán viuda
de Pascual Jiménez.
Llego a la bifurcación de un camino; al sur
conduce a la comunidad de Brillante, al norte, al
ejido ya perteneciente al municipio de Jamapa;
diviso a un kilómetro la autopista Veracruz-
Córdoba, el camino que condujo a los a los
primeros españoles al Altiplano y que
seguramente fue la ruta de los primeros
pobladores de estas tierras hacia Veracruz y
viceversa.
Actualmente Paso del Fierro es una serie de
ranchos privado y es el nombre de una
congregación de Cotaxtla donde opera una
agencia municipal con jurisdicción en: Cruz de
Quintero, La Burrera, Piedra Sentada, Veladero,
Rincón Quemado, la Cebadilla, Santa Rita, Paso
Aguirre y se extiende hasta Loma de los Hoyos y
Mata Catarina.
En su declaración la viuda de Pascual Jiménez
dijo que su rancho, Paso del Fierro, se ubicaba a
siete leguas del puerto de Veracruz y acertó,
estamos alrededor de 40 kilómetros de la costa.
Actualmente los ranchos de Paso del Fierro están
fraccionados en diversos predios de propiedad
privada. Ricos ganaderos y herméticos
agricultores, desconfiados de los intrusos por la
experiencia histórica de tracciones, tensiones y
conflictos.
Voy en busca de un vestigio de lo que fue la
hacienda de la viuda pero no encuentro nada. Un
lugareño me dijo, “en aquella loma había
cimientos de una construcción muy antigua; un
día de aguaceros torrenciales los vecinos
escarbaron los cimientos, los trituraron para
rellenar los hoyancos del camino”.
Tal vez fue fueron los cimientos de lo que fue la
hacienda de don Pascual Jiménez y que heredaron
sus hijos y administró con mano firme hasta 1780
doña María Encarnación Bazán viuda de Pascual
Jiménez cuyo expediente de queja obra en el
Archivo General de la Nación.

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