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Modelo de la mujer

La historia de las mujeres y de los feminismos (en sus comienzos) está orientada en dos
corrientes. Una corriente externa caracterizada por la mirada de los historiadores, de lo
que ellos describieron de las mujeres (según su propia identidad de hombres). Y una
corriente interna perteneciente a la propia potencia de las mujeres, no explicadas por
ellas mismas (ya que no tenían voz), relacionada con el poder de la naturaleza.
Recorrido histórico:
→ Épocas de Diosas (poder del misterio femenino) En las primeras civilizaciones se
rendían cultos a la Gran Diosa centrados en el conjunto de mujer-luna-agua. Su poder
germinativo de la luna y su incidencia sobre el agua, su aspecto cambiante fue para el
hombre arcaico fenómenos similares al útero de la mujer. La mujer se la representaba
con la luna para diferenciarla del hombre y también porque sus ciclos duraban lo
mismo. Luego se pasa de la creencia de la suprema madre a ésta como la esposa del
Dios/Rey, que empieza a surgir.
Se dio un cambio de creencia y de valor, se transformó a la diosa en demonio –
serpiente (o dragón) a la que había que matar. Las creencias comenzaron a
centralizarse en la deidad masculina como portadora de luz y a la femenina como
representación de oscuridad.
Es importante el análisis de la cultura greco-romana, ya que son fundacionales. Esto
quiere decir que están en la base de las creencias y los valores con los que se formó la
cultura occidental. Ellos marcaron el “qué, cómo, cuándo y dónde acerca de la mujer”.
Marcaron los principios fundamentales, mostrando en sus relatos cuál es su naturaleza
y su deber ser. La mujer, por su posibilidad biológica de “dar vida” es asimilada con lo
misterioso y temible de lo sagrado. En la sociedades griegas lo sagrado une lo puro y lo
impuro, entonces es la mujer la única que puede encargarse en la intermediaria
natural. Es por eso por lo que las mujeres eran quienes realizaban las preparaciones
para la muerte (rituales) y la vida (comadronas). Estos fenómenos (la vida y la muerte)
eran temidos ya que escapan a lo previsible y controlable.
Es aquí donde se estructura la dinámica social en el que a la mujer se le adjudican el
ámbito de lo doméstico, privado, no público. Y al hombre, el ámbito público, exterior y
de acción.
Se construye la imagen de la mujer mediante la dominación falocéntrica. Esta
construcción está dada, entre otras cosas, por el triple mandato bíblico: la inmaculada
concepción, la Madre de Dios, virgen y sexualmente aséptica, esclava del señor que
ofrece el sacrificio de su hijo al padre. Se instalan los mitos en torno a la mujer: la
pasividad erótica, el amor romántico (afectivamente dependiente y necesitada de la
protección masculina) y la mujer=madre (valiosa en tanto madre).
→ La edad media y la caza de brujas: La caza de brujas trató de destruir el control
que las mujeres habían ejercido sobre su función reproductiva y que sirvió para allanar
el camino del desarrollo de un régimen patriarcal más opresivo. Las feministas han
sacado a la luz y han denunciado las estrategias y la violencia por medio de las cuales
los sistemas de explotación, centrados en los hombres, han intentado disciplinar y
apropiarse del cuerpo femenino
En las sociedades de la primera etapa del medio evo, las relaciones colectivas
prevalecían sobre las familiares (privadas) y la mayoría de las tareas (realizadas por
mujeres) eran realizadas en forma cooperativa (comunidad). En la ciudad, las mujeres
ya podían vivir solas o como cabezas de familia con sus hijos, o podían formar nuevas
comunidades. Con el tiempo las mujeres ganaron acceso a muchas de las actividades u
ocupaciones que luego se reconocen como trabajos masculinos (herrería, carnicería,
panadería, comerciantes, etc.). Hacia el siglo XIV las mujeres comenzaron a ser
maestras, doctoras, cirujanas y así comenzaron también a competir con los hombres
con formación, obteniendo así una alta reputación. Doctoras, parteras y sagge femmes,
predominaban en la obstetricia.
Con la aparición de la peste negra que afectaba principalmente a los pobres, mujeres y
las infancias se empieza a tomar medidas para controlar la natalidad. Se atacaban a las
mujeres que tenían control sobre su cuerpo y se impusieron formas de vigilancias para
que las mujeres no terminaran antes con su embarazo por ejemplo se sentenciaban a
muerte a las mujeres que se les morían los hijos antes del bautismo o después del
parto a escondidas. Con estas medidas salieron afectadas muchas parteras dando
entrada a los doctores masculinos a las salas de parto. Las mujeres empezaron a perder
control sobre su procreación, su papel era menor y ellos eran considerados los
verdaderos dadores de vida. Se les obligaba a las parteras a espiar a las mujeres y a los
nacimientos, que averiguaran los padres de los niños que eran fuera del matrimonio,
que examinaran a las mujeres sospechosas de haber dado a luz en secreto y también
examinaban a las mujeres para ver si había signos de lactancia cuando se entregaban
niños en las iglesias. Esto llevó a la esclavización de las mujeres a la procreación. El
cuerpo femenino fue transformado en instrumento para la reproducción y producción
del trabajo, y la expansión de la fuente de fuerza del trabajo.
Bajo este contexto se implementa la caza de brujas. Las eran las mujeres que
desafiaban estas nuevas estructuras de poder. La caza de brujas ahondó las divisiones
entre hombres y mujeres, inculcó a los hombres el miedo al poder de las mujeres y
destruyó un universo de prácticas, creencias y sujetos sociales cuya existencia era
incompatible con la disciplina. Las mujeres eran llamadas brujas también (y acusadas)
por evitar la concepción. La caza de brujas destruyó los métodos que las mujeres
habían utilizado para controlar la procreación, al señalarlas como instrumentos
diabólicos. La caza fue un intento de degradar, demonizar y destruir el poder social de
las mujeres.
→ Industrialización: La Revolución Industrial fue un proceso de profundas
transformaciones económicas, sociales, culturales y tecnológicas que se desarrolló
entre 1760 y 1840, y tuvo su origen en Inglaterra. El invento de la máquina a vapor y con
ello la tecnología fundante de las fábricas produjo en la sociedad el éxodo rural. Fue
importante la existencia de una abundante mano de obra. Las innovaciones que se
produjeron en el campo permitieron un aumento de productividad que significó la
producción de más alimentos. Este proceso se conoció como la revolución agrícola,
dando como resultado un aumento de la población. Las mujeres empezaron a
incorporarse en el mundo laboral. Sin embargo, no tenían las mismas condiciones:
cobraban menos que los hombres y no tenían los mismos derechos laborales. Hubo
una incorporación de las mujeres y de las infancias en el mundo industrial.
La mujer trabajadora alcanzó notable relevancia durante el siglo XIX. Fue un producto
de la revolución industrial y se convirtió en una figura problemática. Este problema
implicaba el verdadero significado de la feminidad y de la compatibilidad entre
feminidad y trabajo asalariado. . En consecuencia, se sostenía que la mujer solo podría
trabajar unos periodos cortos de su vida, para retirarse del empleo remunerado
después de casarse o de haber tenido hijos y volver a trabajar luego únicamente en el
caso de que el marido no pudiera mantener a la familia.
A mediados del siglo pasado, cada vez trabajaban más mujeres en las fábricas, sobre
todo a causa de los conflictos bélicos. Durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial,
los hombres fueron a luchar al campo de batalla y las mujeres les sustituyeron en las
fábricas para no perder la producción.
→ Del “ni voz ni voto” al voto femenino: El movimiento internacional por la
reivindicación del derecho al sufragio femenino es alentado y desarrollado por las
mujeres sufragistas. Es un movimiento reformista social, económico y político que
promovía la extensión del sufragio (el derecho a votar) a las mujeres. El feminismo
incrementó sus objetivos incluyendo los siguientes: la incorporación de la mujer al
trabajo durante la I Guerra Mundial, derecho de voto, la mejora de la educación, la
capacitación profesional y la apertura de nuevos horizontes laborales, la equiparación
de sexos en la familia como medio de evitar la subordinación de la mujer y la doble
moral sexual.
A principios del siglo XIX, la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas reclamaba
el derecho a voto para las mujeres, mientras las trabajadoras de las fábricas de Estados
Unidos se declaraban en huelga para conseguir mejoras laborales
→ Revolución sexual. Estudios feministas del rol de la mujer: El objetivo de la teoría
feminista surgida en los años 70 fue sacar a luz que las tareas asignadas históricamente
a las mujeres no tienen su origen en la naturaleza, sino en la sociedad. La primera
denuncia de la teoría feminista es el sesgo androcéntrico y patriarcal de los discursos
elaborados desde la perspectiva privilegiada y distorsionada del varón. Esta ideología
patriarcal que conceptualiza a la mujer como toda Naturaleza sin individualización y al
varón como individuo cultural. Al poder patriarcal no le interesa que la mujer sea
individualizada. El patriarcado ha mantenido a las mujeres apartadas del poder. El
feminismo es un movimiento para acabar con el sexismo, la explotación sexista y la
opresión. No implica tomar a los hombres como enemigos.
Los estudios de género introducen la variable “sexo” como una nueva categoría de
análisis. Una sociedad dividida simbólica y empíricamente en dos géneros significa que
su estratificación económica y política y el reparto de sus roles responda a esta visión
(únicamente dos géneros). Estas creencias de los dos sexos diferentes constituyen las
creencias sobre los estereotipos sexuales.
Las definiciones sociales son creencias, valores, estereotipos y normas ampliamente
compartidos por los miembros de la sociedad. Estas creencias son las que definen
tareas específicas para cada sexo. La toma de conciencia feminista enfatiza la
importancia de aprender sobre el patriarcado como sistema de dominación, saber
cómo llegó a institucionalizarse y saber cómo se perpetúa y se mantiene.
Por otro lado, la diferencia anatómica se interpreta como una diferencia sustantiva que
marcará el destino de las personas. Todavía hoy se mantiene la idea de que la
diferencia biológica justifica la opresión de la mujer. Tomar la biología como
diferenciación de los sexos (y su posterior endoculturación) es un error. No hay
comportamientos o características de personalidad exclusivas de un sexo/género.
Roles de género:
Los roles de género aluden a los comportamientos, actividades construidos social y
culturalmente sobre diferencias (entendidas como) sexuales. Hace referencia a una
serie de representaciones y valoraciones sobre las llamadas divisiones sexuales o de
género, las normas que regulan su comportamiento, las atribuciones y la división del
trabajo, que, a la vez, constituyen modos de significar relaciones de poder y de
estructurar relaciones sociales en sus planos simbólicos, normativos, institucionales, así
como la subjetividad individual. Las principales instituciones que colaboran con las
construcciones de géneros son la familia, la escuela, los medios de comunicación, el
estado y el mercado de trabajo.
En el rol intervienen las distintas maneras de pensar, sentir y actuar que cada cultura
establece como propio de la masculinidad y de la femineidad en una sociedad dada y la
forma y medida en que las personas nos apropiamos de ellas; abarca aspectos como la
forma de vestirnos, las actitudes que tenemos, la manera de relacionarnos con
nosotros/as mismos y con las demás personas, la manera en que expresamos nuestras
emociones y sentimiento, etc.
El género da cuenta de los roles que se asignan y adoptan mujeres y varones, así como
de los ámbitos de ejecución de dichos roles. De ellos se desprende, a su vez, una
valoración diferente de lo femenino y de lo masculino.
El sistema de creencias que valora al género masculino por sobre el femenino se
denomina machismo, y permea la mentalidad tanto de varones como de mujeres.
También se denomina patriarcado, y se define como la forma de organización política,
económica, religiosa y social basada en la idea de autoridad y liderazgo del varón, en la
que se da el predominio de los varones sobre las mujeres, el marido sobre la esposa,
del padre sobre la madre y los hijos e hijas, y de la línea de descendencia paterna sobre
la materna. Esto configura relaciones de poder asimétricas que favorecen a los varones
y que están social y culturalmente convalidadas.
Las prácticas sociales concretas en los distintos espacios y sectores se ven organizadas
de acuerdo, a lo que llamamos una división sexual del trabajo. Se crean espacios, roles
y posiciones, para mujeres y varones. El espacio público y productivo para los varones, y
el espacio privado, de la reproducción biológica y social, para las mujeres.
El sistema de género binario es un sistema de creencias “naturalizado” que ordena la
sociedad atribuyendo espacios y roles diferenciados a varones y mujeres. Todas las
personas vivencian los géneros de un modo singular. Hay múltiples maneras de
identificarse con ellos y/o expresarlos. La singularidad de cada expresión e identidad de
género es inalienable y debe ser respetada

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