Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La obra se puede dividir en dos partes. La primera consta de ocho libros: los
libros I-IV tratan de la fe trinitaria según la doctrina de la Iglesia y el testimonio
de la Sagrada Escritura. Los libros V-VIII se esfuerzan en clarificar
conceptualmente el dogma. En la segunda parte, los libros VIII-XV tratan de
acercarse al misterio trinitario con analogías de la creación. En este contexto,
san Agustín intercala diversos temas y cuestiones que no tienen ninguna
conexión directa con la doctrina trinitaria. En su conjunto, la obra surge del
esfuerzo vital por comprender aproximadamente y formular con palabras el
misterio inefable del Dios trinitario.
3. Die ps ychologis che Trinitä ts lehre des hL Augus tinus (MBTh 11), Münster 1927, reimpresión 1966, 2.
Con esta finalidad espiritual, que trata de integrar en la vida religiosa el esfuerzo
intelectual del hombre debilitado por el pecado orginal, san Agustín se esfuerza
en hacer tan inteligible como pueda al Dios de la Antigua y de la Nueva Alianza,
que, aunque se ha revelado, permanece al mismo tiempo incomprensible. La
inteligencia así lograda debe ayudarle a él, como hombre creyente e intelectual,
que quiere aportar su propia experiencia espiritual, a un más profundo amor a
Dios.
Por el contrario, san Agustín quiere partir del Cristo terreno para, con él y desde
él, alcanzar la eterna sabiduría y, con ella, la visión de la verdad de Dios. «Así
pues, nuestra ciencia es Cristo; nuestra sabiduría es igualmente el mismo
Cristo. Él nos implanta la fe respecto a las cosas temporales; él nos
9. Civ. Dei VIII, 1; CChr 47, 216.
10. Tr in. XV, 28, 51; CChr 50 A, 534; BKV 2 II/14, 331s.
ofrece la verdad sobre las eternas. Por él avanzamos hacia él; por medio de la
ciencia tendemos a la sabiduría; pero sin apartarnos del único y mismo Cristo,
"en quien se hallan escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia"
(Col 2, 3)» 12.
3. El cristocentrismo paulino
14. Tr in. III, 17, 22; CChr 50 A, 413; BKV 2 II/14, 197.
En esta visión paulina del Dios que se despoja por amor, san Agustín ve la
expresión distintiva de la confesión cristiana de la Trinidad y la Redención
frente a la doctrina filosófica de Dios. La característica de la fe cristiana en Dios
y en la redención consiste en que, mediante la Encarnación y la Crucifixión de
Cristo, el Dios altísimo ha quitado al hombre el peso del pecado y se ha
presentado en forma de esclavo. Rebajado así hasta la muerte, Cristo nos
permite volver al Padre por un camino que «consiste en el amor y en la
búsqueda de la verdad» 18. Por el contrario, los filósofos buscan este camino
confiando sólo en sus propias fuerzas.
4. La dimensión pneumatológica
Después de adoptar (no sin reservas) esta definición intratrinitaria del Espíritu
Santo como vínculo de amor entre Padre e Hijo, san Agustín la concreta
ampliándola en el sentido de la historia de la salvación, y definiendo también al
Espíritu Santo como el don que Dios nos otorga. Existe una correspondencia
entre la definición intratrinitaria del Espíritu Santo, considerado en su eternidad,
con su definición como don salvador para los fieles, que se produce en el tiempo
y en la historia. «El Padre y el Hijo quieren fundar una comunidad entre nosotros
y con ellos, con lo que les es común; mediante aquel don que les une, quieren
llevarnos a nosotros a la unidad; es decir, mediante el Espíritu Santo que es Dios
y don de Dios; por él nos reconciliamos con Dios, y por él somos colmados de
gozo» 22.
21. Trin. V, 11, 12; CChr 50, 219s.; BKV' f1/13, 204.
Como don primordial de la gracia, el Espíritu Santo hace que Dios permanezca
en nosotros y nosotros en él; él enciende en nosotros el amor a Dios y al
prójimo. «Pues Dios Espíritu Santo, que procede de Dios, al ser dado al hombre,
enciende en él el amor a Dios y al prójimo; y él mismo es amor. Realmente,
ningún hombre puede amar a Dios, si no es por Dios» 26. Consecuentemente y, a
la inversa, según san Juan la práctica del amor a Dios y al prójimo es el signo
externo de nuestra comunión con Dios. «Si quieres saber si has recibido el
Espíritu Santo, pregunta a tu corazón, no sea que tal vez tengas el sacramento,
pero no su fuerza. Pregunta a tu corazón si hay amor al prójimo, y, entonces no
te preocupes. Pues el amor no puede existir sin el Espíritu de Dios» 27.
Si, por un lado, el Espíritu Santo anima al fiel cristiano para que éste siga el
camino del conocimiento de Dios, también actúa en la Iglesia. Pues ella es
templo del Dios trinitario que la obsequia con el Espíritu Santo, que la edifica
como comunión de amor. Transmitido por medio de Cristo crucificado y
resucitado 28,
23. De s piritu et linera I1I, 5; ed y 1rad. por A. For ster, Pader bor n, 1968, 11.
26. Trin. XV, 17, 31; CChr 50 A, 506; BKV' B/14, 301.
5. La doctrina de la relación
32. L. Sc heffc z yk: MySal II, 203; según M. Sc hmaus, Die Einheit des trinita ris chen Wirkens in der Os t-
und Wes tkirche: Renova do et Reforma do. FS L. Hödl, ed. por M. Ger wing-G. Ruper t, Münster, 1984,
71-79, en los c apadoc ios, el c onc epto de relac ión desempeña solo una impor tanc ia inc idental;
san Agustín fue el pr imero en transfor mar lo «en una realidad fundamental» en la c omprensión
de la Tr inidad (75s.).
37. Lehrbuch der Dogmenges chichte II, Dar mstadt 61%5, 159; M. Sc hmaus, Die ps ychologis che
Trinitä ts lehre, 136s.; L. Sc heffc z yk: MySal 11, 203.
38. Civ. Dei XI, 9, 10; CChr 48, 330.
Por eso, san Agustín elige el concepto de relación por un doble motivo. Por un
lado, porque (según él) la relación es algo inmutable y no un accidente 39; y, por
otro lado, porque los nombres trinitarios de Padre e Hijo son expresiones
relativas. «Pues ninguno de ellos es por sí mismo Padre o Hijo, sino que lo son el
uno para el otro» 40. Esta doble visión que distingue en Dios entre ser y relación,
la ofrece san Agustín en la fórmula que se hizo clásica: En Dios todo es uno,
«excepto lo que se dice de cada persona en relación a las otras» 41.
43. Cfr. Tr in. XV, 20, 38; CChr 50 A, 516, c omo posible referenc ia a Or. 29 del nac ianc eno. Cfr. B.
Altaner, Augus tinus , G regor v. Naz ianz und G regor v. Nys s a : RBen 61 (1951), 54-62.
45. A. Sc hindler, Wort und Ana logie in Augustinus Trinitä ts lehre (HUTh 4), Tübingen, 1965, 151s.
de la Trinidad, como ha sido definida por M. Schmaus 46. Para apoyar su doctrina
de las eternas relaciones intradivinas con argumentos que no sean filosóficos y
recordar al hombre que ha sido creado a imagen de Dios, él remite a analogías
tomadas de la experiencia humana; más exactamente, de la estructura triádica
de la vida espiritual del hombre. Entre las muchas imágenes creadas del Dios
trinitario, la más auténtica es precisamente la del hombre interior, dotado de
vida espiritual.
San Agustín invita al lector a ser consciente de que estas funciones lo mismo
constituyen una unidad indivisible que, a la vez, son distintas y, por ello se
pueden referir mutuamente. Pero, al desarrollar esta tríada, san Agustín
advierte que es limitada. Nadie debe creer que ha encontrado con estas
analogías aquello que es inmutable por encima de todas las cosas, «que es
inmutablemente, conoce inmutablemente y quiere inmutablemente» 48
El alcance de estas tríadas es doble, uno formal y otro de contenido. Por lo que
respecta al primero, con sus analogías, san Agustín pretende indicar formas de
unidad ontológica, que estén constituidas por aspectos diversos que se
condicionan mutuamente y que no sean intercambiables. Estas analogías
responden, en el fondo, a la pregunta característica de la teología trinitaria
occidental: cómo se puede entender que algo sea al mismo tiempo «uno» y
«tres».
46. Así tituló su tesis doc toral: Die ps ychologis che Trinitä ts lehre.
Por encima de este aspecto formal, en su contenido las analogías tienen como
punto de partida la fe trinitaria. Esto resulta especialmente reconocible en la
terna «mens-notitia-amor», en la que san Agustín trata de explicar «notitia»
como «proles» y «verbum»; para el tercer miembro de la terna, resulta
inmediatamente clara la referencia al Espíritu Santo.
Al igual que los citados Padres griegos y que Tertuliano, también san Agustín
parte de la doctrina eclesiástica. Sus diversos intentos sistemáticos de
mediación reciben de ella su certeza y tienen en ella su principio normativo. Por
eso él recomienda a sus lectores y oyentes, que no sean capaces de seguir sus
explicaciones, prestar su fe a la Sagrada Escritura y a su interpretación
magisterial 52. Los esfuerzos del conocimiento teológico están siempre
subordinados a la «auctoritas fidei» (cfr. 1 Co 13, 9 s.).
Junto con los Padres orientales citados, también san Agustín defiende la fe
trinitaria en un doble frente teológico; se trata de las formas tardías del
arrianismo y del sabelianismo, que adoptan posturas opuestas y, según san
Agustín, se anulan mutuamente; su vía sólo puede discurrir entre ambos
extremos. Como san Gregorio Nacianceno, también nuestro Padre de la Iglesia
remite, frente a Arrio, a la esencia intradivina. De ella participan, sin distinción, el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Por su simplicidad le corresponden todos los
atributos y perfecciones divinos; y así, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, son
Dios sin ninguna diferencia.
55. Cfr. J. Slipyi, Die Trinitä ts lehre des byza ntinis chen Pa tria rchen Photios : ZKTh 24 (1920), 538-562, (en
c onc reto 554s.); 25 (1921), 66-95; 370-404; Th de Régnon, Etudes I, 339s.; M. Sc hmaus, Die
ps ychologis che Trinitä ts lehre, 132.
BIBLIOGRAFÍA
J.L. Maier, Les missions devins selon samt Augustin, Par. 16, Freiburg, 1960.
F. Bourassa, Theologie trinitaire chez samt Augustin: Gr 58, 1977, 675-725; 59,
1978, 375-412.
B. Studer, Gott und unsere Erlösung im Glauben der Alten Kirche, Düsseldorf,
1985, 201-223.