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El 

acodo o amorgonamiento es un método artificial de propagación vegetal, que consiste en hacer posible la aparición
de raíces, por medio del calor, de la humedad, de la tierra preparada y de incisiones o ligaduras en las ramas acodadas,
formando nuevos individuos. Como en toda reproducción vegetativa, los nuevos individuos son similares
genéticamente al progenitor.1
Las ramas acodadas enraízan más fácilmente cuanto más efectiva sea la detención de la savia. Todas las operaciones
de acodadura se dirigen a detener y dirigir la savia a la parte de la rama o ramas que se han de enraizar.
Aun cuando el acodo se practica en todas las épocas del año, el momento más adecuado depende de la especie y,
sobre todo, del clima del lugar. El momento en que la planta está en pleno desarrollo es el mejor, ya que entonces la
savia está en movimiento y promueve las hormonas que inducen la formación del callo de donde han de brotar las
raíces. La tierra con la cual se hace el acodo debe ser ligera y ha de conservar la humedad, para lo cual puede cubrirse
con mantillo u otra materia.
Acodo aéreo
Cuando se trata de acodar ramas muy gruesas y demasiado altas para poderse encorvar se acude a
otros procedimientos más complicados, ya sea deteniendo con ligaduras el curso de la savia, ya
dañando o quitando parte de la corteza de la planta con el fi n de facilitar la formación de mamilas
que echan raíces. Por lo común, se hacen estos acodos al aire en cestos, sacos o ti estos llamados de
acodar de modo que la rama atraviese y sobresalga por arriba y por abajo.
Con las plantas de tallos leñosos el acodo consiste en raspar una rama joven, para luego ser
espolvoreada con hormonas, formadores de raíces y musgo húmedo, al generarse raíces se corta la
rama y se trasplanta.
La clase de acodo debe elegirse teniendo en cuenta la planta en la que se realiza el acodo, la edad del
tallo o brote, y la estación.

El acodo o amorgonamiento es un método artificial de propagación vegetal, que consiste en hacer posible la aparición
de raíces, por medio del calor, de la humedad, de la tierra preparada y de incisiones o ligaduras en las ramas acodadas,
formando nuevos individuos. Como en toda reproducción vegetativa, los nuevos individuos son similares
genéticamente al progenitor.1
Las ramas acodadas enraízan más fácilmente cuanto más efectiva sea la detención de la savia. Todas las operaciones
de acodadura se dirigen a detener y dirigir la savia a la parte de la rama o ramas que se han de enraizar.
Aun cuando el acodo se practica en todas las épocas del año, el momento más adecuado depende de la especie y,
sobre todo, del clima del lugar. El momento en que la planta está en pleno desarrollo es el mejor, ya que entonces la
savia está en movimiento y promueve las hormonas que inducen la formación del callo de donde han de brotar las
raíces. La tierra con la cual se hace el acodo debe ser ligera y ha de conservar la humedad, para lo cual puede cubrirse
con mantillo u otra materia.
Acodo aéreo
Cuando se trata de acodar ramas muy gruesas y demasiado altas para poderse encorvar se acude a
otros procedimientos más complicados, ya sea deteniendo con ligaduras el curso de la savia, ya
dañando o quitando parte de la corteza de la planta con el fi n de facilitar la formación de mamilas
que echan raíces. Por lo común, se hacen estos acodos al aire en cestos, sacos o ti estos llamados de
acodar de modo que la rama atraviese y sobresalga por arriba y por abajo.
Con las plantas de tallos leñosos el acodo consiste en raspar una rama joven, para luego ser
espolvoreada con hormonas, formadores de raíces y musgo húmedo, al generarse raíces se corta la
rama y se trasplanta.
La clase de acodo debe elegirse teniendo en cuenta la planta en la que se realiza el acodo, la edad del
tallo o brote, y la estación.

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