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campo agrícola
mexicano
INTRODUCCIÓN ........................................................................................................................................ 3
OBJETIVOS ................................................................................................................................................. 3
CONTENIDO
CONCLUSIÓN ........................................................................................................................................... 20
BIBLIOGRAFÍA ......................................................................................................................................... 21
ÍNDICE DE GRÁFICAS
GRÁFICA 1 ................................................................................................................................................ 14
GRÁFICA 2 ................................................................................................................................................ 19
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INTRODUCCIÓN
Las mujeres que viven en las zonas rurales en México son el sector más vulnerable de la población, por
consecuencia; desde que nacen se desarrollan en condiciones de pobreza, sus posibilidades de acceder a
oportunidades, a niveles de estudio o puestos laborales son muy bajas y hasta nulas.
De la población total de indígenas en el país, por ejemplo, 74.9% de ellos son pobres, de los cuales 35.6%
viven en condiciones de pobreza extrema. En tanto que 39.4% de la población no indígena era pobre y
5.6% presenta pobreza extrema.
Las mujeres mexicanas también tienen niveles de pobreza más elevados que los hombres, los datos del
Coneval señalan que, en 2018, 42.4% de la población femenina era pobre y 7.4% pobres extremas; en
tanto que 41.4% de los hombres que viven en el país son pobres y 7.5% presentan condiciones de pobreza
extrema.
Pero la pobreza no es la única barrera para las mujeres indígenas, que por su tono de piel y pertenencia
a un grupo étnico-racial tienen menores oportunidades laborales, tienden a acceder a un nivel menor de
estudios y perciben menores ingresos.
En el campo agrícola mexicano, el trabajo de las mujeres solo es limitado a los trabajos del hogar, la
crianza de los hijos, a la recolección de ciertos vegetales, al cuidado de los animales, la preparación de
alimentos, entre otras actividades. Sin embargo, la aportación que brindan a la economía del país
mediante el trabajo agrícola y pecuarios es prueba evidente de la importancia del trabajo laboral de la
mujer e incluso son la clave para la seguridad alimentaria.
OBJETIVOS GENERALES
Reconocer la participación de la mujer en actividades del sector económico-agrícola en México.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
Analizar e identificar con enfoque de género, las problemáticas que viven las mujeres en el campo.
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I. MUJERES EN LA AGRICULTURA
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II. EL TRABAJO DE LAS MUJERES RURALES EN MÉXICO
Las mujeres contribuyen de forma sustancial a las actividades económicas agrícolas y rurales en todas las
regiones de los países en desarrollo. Sus funciones varían considerablemente de una región a otra y dentro
de cada una de ellas, y están cambiando rápidamente en muchos lugares del mundo en los que las fuerzas
económicas y sociales están transformando el sector agrícola. La aparición de la agricultura por contrato
y las modernas cadenas de suministro de productos agrícolas de valor elevado, por ejemplo, suponen
desafíos y oportunidades distintas para las mujeres y los hombres. Estas diferencias tienen su origen en
las distintas funciones y responsabilidades de las mujeres y en las limitaciones a que tienen que hacer
frente.
Las mujeres rurales administran a menudo hogares complejos y adoptan múltiples estrategias de
subsistencia. Sus actividades incluyen normalmente la producción de cultivos agrícolas, el cuidado de los
animales, la elaboración y preparación de alimentos, el trabajo asalariado en agroempresas u otras
empresas rurales, la recolección de combustible y agua, la participación en el comercio y la
comercialización, el cuidado de los miembros de la familia y el mantenimiento de sus hogares.
A menudo las mujeres tienen dificultades específicamente relacionadas con el género para participar
plenamente en la fuerza laboral, que pueden requerir la adopción de políticas que van más allá de las
destinadas a promover el crecimiento económico y la eficiencia de los mercados de trabajo rural. Las
políticas pueden influir en los incentivos económicos y las normas sociales que determinan si las mujeres
trabajan, los tipos de trabajo que realizan y si estos se consideran una actividad económica, la cantidad
de capital humano que acumulan y los niveles salariales que reciben. El aumento de la participación
femenina en la fuerza laboral tiene consecuencias positivas en el crecimiento económico.
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III. LA MUJER RURAL EN LA . AGRICULTURA
EN MÉXICO
Actualmente, las mujeres rurales constituyen una cuarta parte de la población mundial. En México, de los
61.5 millones de mujeres, 23 por ciento habitan en localidades rurales. También. representan el 34 por
ciento de la fuerza laboral, por lo que esta población es responsable de más del 50 por ciento de la
producción de alimentos en México.
Sin embargo, es una realidad que las mujeres y niñas rurales enfrentan particularidades y mayores
obstáculos para ejercer sus derechos. Esto significa que las vidas de poco más de 10 millones de mujeres
están determinadas por un territorio, condicionamientos culturales y redes de dependencia de producción
y supervivencia radicalmente diferentes a las mujeres que viven en zonas urbanas.
A pesar de que las mujeres desempeñan papeles cruciales en las economías rurales donde es más urgente
la lucha contra el hambre y la pobreza, enfrentan importantes limitaciones de género, particularmente
en el acceso a recursos productivos, servicios y oportunidades económicas que frenan su pleno potencial,
debilitan el sector agrícola y socavan el desarrollo rural y la posibilidad de lograr la seguridad alimentaria.
Las mujeres rurales, que representan el 43 por ciento de la mano de obra en las actividades agrícolas son
las encargadas de labrar la tierra y plantar las semillas que alimentan naciones enteras. Además,
garantizan la seguridad alimentaria de sus poblaciones y ayudan a preparar a sus comunidades frente al
cambio climático.
En México:
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- 22.7% por ciento de las mujeres mexicanas habitan en localidades rurales
- De las mujeres hablantes de lengua indígena: 60.5% vive en el medio rural (2.3 millones)
- Representan el 34 por ciento de la fuerza laboral, por lo que esta población es responsable
de más del 50 por ciento de la producción de alimentos en México.
- Son 778 mil mujeres en México las que trabajan en el sector primario:
- 78.7% en Agricultura
- 17.8% en Ganadería
- 1.4% en Pesca
- 2.1% en otras actividades, como aprovechamiento forestal; caza y captura; servicios
relacionados con las actividades agropecuarias y forestales.
Dado el papel fundamental de la mujer en la producción y suministro de alimentos, toda estrategia para
lograr la seguridad alimentaria sostenible debe necesariamente abordar el problema su limitado acceso
a los recursos productivos.
Las mujeres trabajan en la agricultura como agricultoras por cuenta propia, trabajadoras no
remuneradas en las explotaciones familiares y trabajadoras, remuneradas o no, en otras explotaciones y
empresas agrícolas. Intervienen en la producción agrícola y ganadera de subsistencia y comercial.
Producen alimentos y cultivos comerciales y gestionan operaciones mixtas agrícolas en las que a menudo
se combinan cultivos, ganadería y piscicultura. Todas estas mujeres se consideran parte de la fuerza
laboral agrícola.
De acuerdo con datos nacionales, 6 de cada 10 mujeres rurales viven en pobreza, la expresión más
lacerante de la desigualdad. En materia de educación, las mujeres rurales mayores de 15 años han
estudiado en promedio solo 6.6 años, cifra que a nivel nacional es de 9 años.
Respecto al acceso a los servicios de salud, en 2015, solo 13 por ciento de las mujeres rurales tenía
cobertura de salud, y dos de cada tres muertes maternas que carecieron de atención médica ocurrieron
en localidades rurales.
A pesar de que las mujeres agricultoras producen la mitad de los alimentos, la tenencia de la tierra
representa una de sus mayores dificultades. De acuerdo con datos del Registro Agrario Nacional, del
padrón de 4.9 millones de personas que poseen núcleos agrarios en todo el país, más de 3.6 millones son
hombres. En otras palabras, de cada 10 personas con derechos sobre la tierra, ni siquiera tres son mujeres.
Las mujeres rurales-una cuarta parte de la población mundial- trabajan como agricultoras, asalariadas y
empresarias. Labran la tierra y plantan las semillas que alimentan naciones enteras. Además, garantizan
la seguridad alimentaria de sus poblaciones y ayudan a preparar a sus comunidades frente al cambio
climático.
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Sin embargo, la ONU señala que, las mujeres, las campesinas sufren de manera desproporcionada los
múltiples aspectos de la pobreza y pese a ser tan productivas y buenas gestoras como sus homólogos
masculinos, no disponen del mismo acceso a la tierra, créditos, materiales agrícolas, mercados o cadenas
de productos cultivados de alto valor. Tampoco disfrutan de un acceso equitativo a servicios públicos,
como la educación y la asistencia sanitaria, ni a infraestructuras, como el agua y saneamiento.
Las barreras estructurales y las normas sociales discriminatorias continúan limitando el poder de las
mujeres rurales en la participación política dentro de sus comunidades y hogares. Su labor es invisible y
no remunerada, a pesar de que las tareas aumentan y se endurecen debido a la migración de los hombres.
Mundialmente, con pocas excepciones, todos los indicadores de género y desarrollo muestran que las
campesinas se encuentran en peores condiciones que los hombres del campo y que las mujeres urbanas.
Durante la sesión virtual titulada “Acciones afirmativas desde la política pública hacia las jornaleras
agrícolas”, Lina Pohl, representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura (FAO) en México, destacó que en el país sólo 30 por ciento de las mujeres tienen derecho sobre
la tierra y sólo tres de cada 10 mujeres recibe un salario por su trabajo.
Añadió que la mayoría de las mujeres trabajadoras del campo tiene educación primaria incompleta y 31
por ciento de las localidades rurales carecen de algún establecimiento médico en la comunidad.
En 2020 se calcula que más de tres millones de mujeres ocupadas, “sean subordinadas en el sector
primario, y de estas mujeres, 85 por ciento está sin acceso a la seguridad social».
Sobre este tema, el boletín estadístico «Mujeres y Acceso a la Tierra» del Instituto Nacional de las Mujeres
(INMUJERES) de mayo de 2020, da a conocer que, en las localidades rurales, la reproducción de la vida
está fuertemente vinculada con el trabajo de la tierra. No obstante, uno de los mayores obstáculos que
enfrentan las mujeres es la falta de seguridad en materia de propiedad o tenencia de la tierra, hecho que,
a la par, les impide acceder a apoyos públicos y a la toma de decisiones.
En México hay 61.5 millones de mujeres, de ellas, 23 por ciento habitan en localidades rurales,
representan 34 por ciento de la fuerza laboral y se estima que son responsables de más de la mitad de la
producción de alimentos en el país.
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En las localidades rurales, la reproducción de la vida está fuertemente vinculada con el trabajo de la tierra.
No obstante, uno de los mayores obstáculos que enfrentan las mujeres es la falta de seguridad en materia
de propiedad o tenencia de la tierra, hecho que, a la par, les impide acceder a apoyos públicos y a la toma
de decisiones.
Sin acceso a la propiedad de la tierra, la comunidad relega a las mujeres en la toma de decisiones que
impactan directamente en la vida de ellas y sus familias, incluso, en numerosas comunidades rurales e
indígenas del país, cuando los hombres emigran, las mujeres son las que trabajan las tierras, pero no se
les reconocen derechos sobre ellas, aun si los dueños no regresan.
En este escenario, tener un título de ejidataria o comunera provee la oportunidad de presidir a los órganos
que rigen las decisiones de organización que se toman sobre la tierra. Sin embargo, de los 14.6 mil ejidos
y comunidades con órganos de representantes, sólo 7.4% fue presidido por una mujer en 2019. Esto tiene
un patrón desigual entre las entidades del país donde las presidencias a cargo de las mujeres van del 2.2
por ciento a un máximo de 20 por ciento. Sólo 25.9% de las personas que poseen un certificado parcelario
que las acredita como emisarias o comuneras son mujeres.
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Por esta razón, las mujeres al no ser propietarias de la tierra no pueden ser beneficiarias de subsidios, créditos y
equipamiento.
El limitado acceso de la mujer a los recursos y su insuficiente poder adquisitivo derivan de factores
sociales, económicos y culturales, todos interrelacionados, que le relegan a un papel subordinado, en
detrimento de su propio desarrollo y el de la sociedad en su totalidad.
En la mayor parte de las áreas rurales, las dos actividades que más consumen el tiempo de las mujeres
son la recolección del agua y de la leña. La vasta deforestación y desertificación convierten estas tareas
en cargas cada vez más pesadas e impiden a la mujer dedicar más tiempo a labores productivas y
generadoras de ingreso. En algunos casos, las mujeres pasan parte de esta carga a sus hijos, y en general
a las hijas. Aminorar este trabajo de recolección de agua y leña y elaboración de alimentos, permitiría a
las mujeres disponer de más tiempo para el trabajo productivo y brindaría a sus hijas e hijos la posibilidad
de acudir a la escuela.
Sin embargo, es una realidad que las mujeres y niñas rurales enfrentan particularidades y mayores
obstáculos para ejercer sus derechos. Esto significa que las vidas de poco más de 10 millones de mujeres
están determinadas por un territorio, condicionamientos culturales y redes de dependencia de
producción y supervivencia radicalmente diferentes a las mujeres que viven en zonas urbanas.
De acuerdo con datos nacionales, 6 de cada 10 mujeres rurales viven en pobreza, la expresión más
lacerante de la desigualdad. En materia de educación, las mujeres rurales mayores de 15 años han
estudiado en promedio solo 6.6 años, cifra que a nivel nacional es de 9 años.
Ante esta situación, el Gobierno de México ha implementado diversos programas para contribuir al
bienestar y restituir los derechos de las mujeres que viven en zonas indígenas y rurales. Por ejemplo, se
ha eliminado el requisito de solicitar que sean ejidatarias o propietarias para acceder a los programas,
pero falta mucho por hacer como mejorar las condiciones de salud, vivienda e ingresos, especialmente
con jefatura femenina y población indígena. Otro de los puntos tratados es promover el acceso de las
mujeres a la propiedad de la tierra, el agua, la tecnología y la información de mercados.
El Día Internacional de las Mujeres Rurales fue establecido por la Organización de las Naciones Unidas
(ONU) el 15 de octubre de 2008, en la víspera del Día Mundial de la Alimentación para destacar el rol de
las mujeres rurales en la producción de alimentos y la seguridad alimentaria. Ambos días preceden al Día
Internacional para la Erradicación de la Pobreza que se conmemora el 17 de octubre.
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V. PANORAMA DE LA SITUACIÓN ACTUAL DE
LA MUJER RURAL
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- Productoras no intensivas: no trabajan procesamiento y empaque de fruta
la tierra directamente, pero compran de exportación, flores, y en algunos
insumos, cuidan los huertos familiares casos de subproductos de la pesca.
y la ganadería mayor. Fenómeno en aumento desde la
- Productoras intensivas: realizan las década de los 80. Pueden vivir o no
tareas anteriormente señaladas, pero en zonas rurales.
además trabajan en el predio y toman - Artesanas: trabajan en la
decisiones como jefa de explotación o producción y comercialización de
como familiar no remunerado. artesanías (textiles, alfarería,
- Habitantes rurales: no tienen tierra y cestería, etc.).
venden su fuerza de trabajo - Microempresarias: participan en
generalmente en la rama de servicios. forma individual o asociada en la
- Mujeres vinculadas a la pesca: realizan producción y comercialización de
tareas asociadas a la pesca y a la productos de procesamiento
recolección de algas, en forma agroindustrial
asalariada (temporeras o (mermeladas, conservas, etc).
permanentes) o en forma - Recolectoras: dependiendo de las
independiente. zonas geográficas, se dedican a la
- Asalariadas agrícolas permanentes: recolección y venta de frutos o
venden su fuerza de trabajo en forma productos que crecen en forma
permanente. silvestre (hongos, moras, etc).
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FUENTE: Panorama Agroalimentario 2019. Secretaría de Agricultura y Desarrollo
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Rural.
CONCLUSIÓN
Como cada día en México, las mujeres sufren de abusos, maltratos, insultos, denigración, golpes,
marginación, desigualdad por el simple hecho de ser mujeres. Es un hecho que en México el machismo se
a tornado como un comportamiento de total “naturalidad” o de simple “cotidianidad”.
El sector más vulnerable de mujeres es aquellos que se localizan en las zonas rurales de México, en donde
se les limita en su participación en cualquier sector que implique trabajos que son considerados “solo
para hombres”; las mujeres rurales son consideradas como las encargadas de la casa (de la limpieza, de
la cocina, de la crianza de los hijos, de complacer al hombre). Sin embargo, su participación en el sector
agrícola va más allá de ser recolectoras o madres de casa.
Las mujeres contribuyen en gran medida a la producción agrícola en México, sin embargo, su papel en la
contribución de las actividades agrícolas y agropecuarias no han sido reconocidas con importancia, de
hecho, su papel se ha empezado a tomar recientemente. Un hecho que demuestra que las actividades de
las mujeres no se han tomado con importancia desde el transcurso de la historia de México.
A pesar de que la contribución de la mujer a la economía agrícola en México se ha “reconocido”, aun son
muy grandes las brechas de desigualdad que hay entre hombre y mujeres. Las mujeres no reciben un
salario justo e inclusive la mayor parte de mujeres rurales no cuenta con uno, el apoyo por parte del
gobierno es muy escaso o inexistente, no cuentan con servicios de salud adecuados, el acceso a la
educación se ha vuelto un privilegio de demasiado costo e imposible de alcanzar para las mujeres rurales.
El machismo es omnipresente en la vida de los mexicanos, se ha vuelto cada vez más difícil de erradicar.
Es una de las principales causas de las brechas de desigualdad entre mujeres y hombres. Es la razón por
la que muchas mujeres no pueden ni siquiera alzar la voz, no pueden ser reconocidas como debe de ser.
Es como si tratara de ocultar el hecho de que las mujeres son grandes contribuyentes al campo agrícola
en México, y no solo en ese sector, si no, en muchos otros.
Debemos tener presente que la participación de la mujer va más allá de tareas domésticas, debemos
reconocer su importancia, su voz, su trabajo, su esfuerzo para México.
Como mujer, estoy lista para alzar la voz y poder ayudar a aquellas que lo necesiten…
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BIBLIOGRAFÍA
Archivo AmecoPress. (15 de octubre de 2019). Mujer rural, el futuro del agro. Recuperado de:
https://amecopress.net/Mujer-rural-el-futuro-del-agro
Boletín estadístico «Mujeres y Acceso a la Tierra» del Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) de
mayo de 2020. Recuperado de: https://www.inforural.com.mx/panorama-de-la-situacion-dela-
mujer-rural/
Gobierno de México. (2020). Mujeres rurales, incesante motor de desarrollo. Secretaría de Agricultura
y Desarrollo Rural. Recuperado de: https://www.gob.mx/agricultura/articulos/mujeres-
ruralesincesante-motor-de-desarrollo?idiom=es
Gobierno de México. (2029). Las mujeres rurales producen más del 50% de la producción de alimentos
en México. Instituto Nacional de las Mujeres. Recuperado de:
https://www.gob.mx/inmujeres/articulos/las-mujeres-rurales-agentes-clave-para-eldesarrollo-
sostenible
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