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EL AGUILA Y LOS TRES CONEJOS

Había una vez un águila que llevaba varios días sin comer y que tenía mucha hambre. Tanta,
que hasta había empezado a dolerle la cabeza. Apenas se movía de su nido para no malgastar
las pocas energías que le quedaban cuando de repente vio algo:
- ¿Qué es eso? Parece un... digo dos, no, no, ¡son tres conejos!
Efectivamente, se trataba de una familia de tres conejitos que no hacía mucho que se habían
mudado a aquel bosque.
- ¿Qué les pasa? Parece que están discutiendo - dijo el águila tratando de agudizar el oído.
Y así era:
- ¡No me gusta esta madriguera! ¡La que teníamos antes era mucho más grande! - dijo
enfadado el pequeño conejito.
- Vamos hijo, ya te acostumbrarás. Esta no está tan mal - contestó con dulzura mamá coneja.
- Hay que reconocer que esta madriguera es bastante pequeña… y que no hay mucha comida
por aquí - añadió papá conejo mientras recibía una mirada de reprobación de mamá coneja.
El águila siguió observándolos durante varios días. Todas las mañanas cuando salían de su
madriguera a por comida comenzaban a discutir. Sin duda era el momento perfecto para que
emprendiera el vuelo y los cazara por sorpresa. ¡Con el hambre que tenía le iban a sentar de
rechupete!
Así que el águila al día siguiente se acercó sigilosa a la madriguera de los conejos y se ocultó
tras unas ramas antes de atacar. El pequeño conejito escuchó un ruido raro, pero mamá y papá
conejo no hacían más que discutir.
- Mamá, creo que he oído algo…
- ¡Calla un momento hijo! - contestó enfadada su mamá.

- Pero es importante… Papá es que…

- Ya has oído a tu madre, ¡¿o no ves que estamos ocupados?!

El pobre conejito se retiró a un lado sin decir nada más, dejando que sus padres continuaran
discutiendo. Al rato volvió a escuchar otro ruido y vio perfectamente cómo lo que había detrás
de las ramas era… ¡un águila! A pesar del miedo que le entró, consiguió mantener la calma y
no ponerse a gritar como un loco porque sabía que si lo hacía el águila se abalanzaría sobre
ellos.

De modo que decidió trazar un plan. Le diría a su mamá al oído lo que estaba pasando y
entraría raudo y veloz a la madriguera, su mamá avisaría a su papá y entraría ella rápidamente,
y por último papá conejo entraría en la madriguera cerrando fuertemente la puerta para que no
entrase el águila. No sería fácil, porque las águilas son unos animales muy rápidos, pero si
lograban coordinarse y trabajar en equipo sin discutir su plan podía funcionar. Además no
tenían ninguna una opción mejor…

Así que el pequeño conejo así lo hizo y su plan funcionó a las mil maravillas.

El águila se quedó con la puerta en las narices, o mejor dicho, en el pico, y los tres conejitos se
convirtieron en una familia feliz que no perdía el tiempo discutiendo a todas horas.
LA CIUDAD VACIA

Érase una vez una ciudad en donde las calles estaban vacías porque la gente estaba todo el
día en su casa aprovechando las nuevas tecnologías.
Sin embargo a Luisa le seguía gustando salir a dar un paseo por la ciudad aunque no fuera
acompañada. Le gustaba recorrer todo lo bueno que tenía aquel lugar y observarlo todo con
sus ojos aunque por otro lado le daba mucha pena ver como la biblioteca, el museo, el parque
o las cafeterías estaban totalmente vacías.
¿Por qué los todo el mundo había decidido no disfrutar de la realidad? Pensaba una y otra vez
en cada uno de sus paseos. Un buen día se encontró a una señora sentada en un banco y ésta
se asustó mucho al verla:
- ¡Pero jovencita! ¿Qué haces tú por aquí?
- Solo paseaba... ¿Le parece raro?- contestó Luisa acercándose a ella-
- Sí, porque apenas me encuentro con gente y la poca gente ya mayor, que recuerda lo bonito
que fueron todos estos sitios antes de que estuvieran vacíos. Ahora la gente joven preferís
hablar por internet y mandaros fotos, hablar a través del móvil y divertiros desde casa.
- Tiene razón. Yo solo tengo 13 años pero me gustaría volver a conocer todo aquello. ¿Qué
podría hacer? ¿Le gustaría ayudarme?…sería divertido – dijo Luisa a la señora entusiasmada -
La señora se llamaba Josefina y le explicó a Luisa que hacía unos años trabajaba organizando
todas las fiestas de la ciudad.
- Podría ayudarte a organizar una gran fiesta para que la gente salga de sus casas pero
necesito mucha imaginación y esto supondrá mucho esfuerzo.
- ¡Llamaré a todos mis amigos Josefina! Y entre todos pensaremos algo para recuperar
devolver a la realidad a nuestros vecinos – dijo Luisa mientras sonreía feliz -
- Está bien Luisa. Si la semana que viene consigues reunir a tus amigos y que dejen en casa
sus móviles, ipads y ordenadores…nos veremos justo en este banco al lado del roble y yo os
ayudaré en lo que pueda – dijo Josefina levantándose para marcharse.
Durante toda la semana Luisa se dedicó a contar a todos sus amigos, en el recreo del colegio,
la conversación con Josefina. Algunos preferían jugar y ni siquiera se paraban a escucharla.
Entonces Luisa tuvo la idea de hacer carteles en su casa con fotos de cómo habían sido
aquellos lugares que ella quería recuperar y dos días después de tener todos sus carteles
hechos, los pegó en el recreo.
La ciudad vacía Los niños se quedaron sorprendidos de todas las cosas divertidas que se
podían hacer en su ciudad y al llegar a casa hablaron con sus padres y les dijeron que tenían
que recuperar la ciudad.
Una vez cumplido el plazo Luisa apareció a la hora indicada en el banco, al lado del roble y
cuando Josefina llegó vio asombrada como Luisa estaba acompañada por todos los vecinos.
La fiesta fue un gran éxito. Los vecinos comprobaron cómo podían disfrutar mucho haciendo
actividades juntos sin necesidad de usar teléfonos, ni ordenadores ni ninguna clase de
tecnología y las calles y lugares de aquella ciudad nunca más volvieron a estar vacías.
EL LEÓN EXTRAVIADO
En una lejana sabana africana, andaba perdido un león. Llevaba más de veinte
días alejado de su territorio y la sed y el hambre lo devoraban. Por suerte,
encontró un lago de aguas frescas y cristalinas. Raudo, corrió veloz a beber de
ellas para así, apaliar su sed y salvar su vida.
Al acercarse, vio su rostro reflejado en esas aguas calmadas.
– ¡Vaya! el lago pertenece a otro león – Pensó y aterrorizado, huyó sin llegar a
beber.
La sed cada vez era mayor y él sabía que de no beber, moriría. A la mañana
siguiente, armado de valor, se acercó de nuevo a lago. Igual que el día anterior,
volvió a ver su rostro reflejado y de nuevo, presa del pánico, retrocedió sin
beber.
Y así pasaron los días con el mismo resultado. Por fin, en uno de esos días
comprendió que sería el último si no se enfrentaba a su rival. Tomó finalmente
la decisión de beber agua del lago pasara lo que pasara. Se acercó con
decisión al lago, nada le importaba ya. Metió la cabeza para beber … y su rival,
el temido león ¡desapareció!
Muchos de nuestros temores son imaginarios. Sólo cuando los enfrentamos,
desaparecen. No dejes que tu imaginación descontrolada usurpe el lugar de la
realidad ni te pierdas en las creaciones y reflejos de tu propia mente.
Ya sabes que tus sueños, tus anhelos, están justo detrás de tus miedos y la
única forma de vencerlos es enfrentándolos. ¿Qué harás para enfrentarlos?
¿Cuál es el costo real que estás pagando por no enfrentarlos, por no
vencerlos? ¿Qué es lo peor que te puede pasar si lo haces?. Reflexiona y
verás que distorsionados están algunos de tus miedos. Ellos son los que no te
dejan avanzar, los que te bloquean.
Recuerda que “El Mundo está en las manos de aquellos que tienen el coraje de
soñar y correr el riesgo de vivir sus sueños”.
EL GURU DEL EXITO
Un día, uno de esos días cualquiera de otoño, un hombre, cansado ya de su triste vida, decidió
dar solución a sus problemas. Él se sentía solo y desamparado y decidió encontrar ayuda.
Buscó y buscó y por fin, en Internet, encontró un artículo del que se decía que era la persona
que más sabía sobre el éxito.
Decidió que quería conocer personalmente al Gurú y viajó hacía donde éste vivía. Una vez allí,
supo que el Gurú impartía una conferencia cerca de donde él se hospedaba.
Asistió como un participante más y una vez finalizada la sesión, decidió hablar directamente
con él. Le esperó a la salida y allí mantuvo una corta pero gratificante conversación:
– Señor Gurú del éxito. Usted es la persona más exitosa de mundo. Usted sabe todo lo que hay
que saber sobre el éxito. Yo, al igual que usted, también quiero ser exitoso.
– ¿Cuánto deseas el éxito? – Preguntó el Gurú, mirándole directamente a los ojos.
– ¡Más que nada en el mundo! – Contestó apresuradamente.
– Si es así, quiero verte mañana al amanecer en la playa.- Y sin mediar más palabras, terminó
la conversación.
Esa noche, nuestro protagonista, no durmió. Permaneció en vela pensando en cómo su suerte
iba a cambiar definitivamente y como se convertiría en una persona tremendamente exitosa.
Al día siguiente, como ambos habían acordado, se vieron en la playa. Allí, antes de que el Sol
despuntara, esperaba El Gurú con las manos cruzadas a que su nuevo pupilo se encontrara
con él.
– Desnúdate y acompáñame hasta el centro del mar- Le pidió el Gurú sin ni siquiera darle los
buenos días.
Extrañado pero sumiso, nuestro protagonista obedeció y ambos nadaron mar adentro. Media
hora después, el hombre muy contrariado decidió parar aquella farsa.
– Señor Gurú de éxito. No dudo de sus conocimientos y valía pero yo no he venido aquí a
aprender a nadar. He venido aquí para aprender a ser exitoso.
Con su última palabra, El Gurú del éxito agarró fuertemente su cabeza y la sumergió con
energía bajo el agua. Y así lo mantuvo un minuto.. un minuto y medio … dos minutos … dos
minutos y medio. El hombre forcejeaba y trataba en vano de liberarse de su opresor. Después
de tres minutos y al borde del desfallecimiento, el Gurú, por fin, lo soltó.
Él respiró y respiró agónicamente. Cuando pudo de nuevo recuperar el habla y secuestrado por
su irá, gritó al Gurú. – Está loco, casi me mata. Lo denunciaré a las autoridades.
El Gurú, impertérrito, le preguntó – ¿En qué pensabas ahí abajo?
– En respirar, solo en respirar – Contesto colérico nuestro protagonista.
– Cuándo pienses en el éxito como en el aire ahí abajo, comenzarás a tener éxito.
Y tú … ¿cuánto deseas el éxito?¿Cuánto precio estás dispuesto a pagar para cumplir aquello
que deseas?¿Cómo será tu vida si decides no pagar el precio?¿Qué te impide no dar el
siguiente paso?

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