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En ambas instituciones, los niños eran recibidos junto con sus madres. Aunque
influida por los trabajos de Melanie Klein; Mahler se inspiro primero en la teoría de
René Spitz, y después en la de Donald Woods Winnicott. Siguió fiel a la corriente
Annafreudiana y a las tesis de la Ego Psychology (psicología del YO), es decir, a
la tradición vienesa del psicoanálisis, reprochándoles a los Kleinianos su
dogmatismo y su exceso de imaginación, que los llevaban -decía- a "inventar" una
vida fantasmática del lactante.
No ofrece una bonita foto de Margaret como persona. Era egoísta, egocéntrica y
manipuladora, respetuosa y agradecida con sus superiores y compañeros,
mientras que insensible, rencorosa y cruel con sus empleados. Ella se casó más
tarde en la vida y no tuvo hijos. El matrimonio terminó en un divorcio.
Durante sus años más productivos, fue respetada por la comunidad psicoanalista.
Más tarde su trabajo fue rechazado por nuevas teorías, ahora es estudiado para
mostrar el crecimiento del campo de estudio.
El autor refiere haber trabajado para Mahler y que en un principio se llevaba bien
con ella, especialmente al trabajar como ayudante no remunerado, pero también
menciona una pelea en la cual quedo muy dolida por Margaret misma que la
obligo a alejarse de ella. Según la autora, Margaret murió solo, sin muchos amigos
a consecuencia de su mala relación con los demás. Hecho que mucha gente
confirma ya que en su testamento, ella le dio la mayor parte de su herencia a los
Gray Panther haciendo mención que no había nadie más a su lado.
Alma Bond es una destacada escritora con 13 libros en su haber. El libro está bien
documentado y bien editado, se encuentra en los mejores de audiencia en las
personas interesadas en la historia de la psicología infantil, las primeras feministas
en el campo de la medicina, y los interesados en las historias de los sobrevivientes
del Holocausto.
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finalista del Premio Año
Margaret Mahler proporciona un enfoque peculiar del desarrollo precoz, que tiene
numerosos puntos de coincidencia con el pensamiento de Erich Fromm. Esta
investigadora eligió una metodología de estudio complementaria. Consciente de
las limitaciones del modelo de reconstrucción transferencial, Mahler diseñó un
estudio de seguimiento de la relación madre-hijo a lo largo de los dos primeros
años de vida. Ella y su equipo de colaboradores privilegiaron la observación de
todo el espectro de conductas motoras, partiendo del supuesto de que, durante el
período pre verbal, la tarea de comunicación de los eventos intrapsíquicos recae
sobre las esferas mimética, motriz y gestual. Mahler piensa que la observación de
estas conductas permite inferir fenómenos que en estadios posteriores se
manifiestan verbalmente. En su enfoque, al igual que en el de Spitz, prima la
observación sobre la escucha y reconstrucción psicoanalítica. Esto le permite
llegar a una hipótesis general que puede resumirse muy bien con sus propias
palabras:
Este proceso se inicia con dos fases previas, que reseñaremos brevemente. La
primera de ellas es abusivamente denominada fase de autismo normal o
fisiológico. Su duración se extiende hasta el primero o segundo mes de vida
extrauterina. Está caracterizada por una relativa ausencia de catexia de los
estímulos externos, y corresponde, a grandes rasgos, al narcisismo primario de
Freud y al estadio anobjetal de Spitz. Se interpreta que en ella el niño está
defendido de los estímulos del mundo externo por la barrera que Freud había
postulado, fundándose en el discutido principio de Nirvana.
Poco a poco el niño sería sacado de este aislamiento primario por la maternación,
que obtiene el desplazamiento libidinal desde el interior del cuerpo hacia su
superficie y luego hacia el mundo exterior (el pasaje de lo intero a lo exteroceptivo
de Spitz). Como se ha dicho en la primera parte, no resulta pensable que un solo
estímulo externo, por privilegiado que sea, logre éxito oponiéndose a una
supuesta tendencia básica de la materia: la de volver a lo inerte. Aquel estímulo
podría ser efectivo sólo si la respuesta se sustentase en otra tendencia natural, de
dirección diametralmente opuesta a la de la pulsión de muerte. Esto es lo que
resulta lícito sospechar a partir de la afirmación de la autora, en el sentido de que
el niño nace con un equipo reflejo revelado por conductas adaptativas muy
precoces. Como quiera que sea, desde este sí-mismo psicofisiológico primario,
autista según Mahler (y al que podríamos considerar como un equivalente
ontogenético de la bioconciencia de Teilhard), comienza a desarrollarse, a partir
del segundo mes de vida, "una oscura conciencia del objeto que satisface las
necesidades" (Mahler, 1975). Este hecho marca el comienzo de la fase siguiente,
denominada por nuestra autora "fase simbiótica", en la que el bebé y su madre
constituyen una unidad que, desde el punto de vista del niño, se supone
omnipotente.
1. Fase autística normal (Primeras semanas)
Primeras semanas de vida intrauterina, durante las cuales el neonato o el infante pequeño parece
ser un organismo casi puramente biológico, con respuestas instintivas a los estímulos que son
reflejas y ocurren en el nivel del hipotálamo. Durante esta fase sólo podemos hablar de aparatos
primitivos y no integrados del yo y de mecanismos de defensa puramente somáticos, que consisten
en reacciones de desbordamiento y descarga, cuyo fin es el mantenimiento del equilibrio
homeostático.
Narcisismo primario.- "Estado que prevalece durante la primera semana de vida, en que la
satisfacción de necesidades no se percibe como proveniente del exterior, y en que no hay ninguna
conciencia de que exista un agente maternante. Es afín a la 'omnipotencia infantil absoluta' de
Ferenczi. Este estadio va seguido por otro de oscura conciencia de que uno mismo no puede
proveer a la satisfacción de las necesidades".
Psicosis autística infantil.- "En el síndrome de autismo infantil hay una fijación o una regresión a
la fase autística de la más temprana infancia, es decir, el niño no parece percibir en absoluto a su
madre como representativa del mundo exterior. Hay un muro helado entre el niño autista y el
ambiente humano. El autismo psicótico constituye un intento de lograr la diferenciación y la
deanimación; sirve para contrarrestar las múltiples complejidades de los estímulos externos y las
excitaciones internas que amenazan aniquilar al yo rudimentario del niño autista. El mantenimiento
de la mismidad es el rasgo cardinal del síndrome de la psicosis autística".
La simbiosis normal se anuncia por el levantamiento de la fuerte barrera innata contra los estímulos
que protegió al infante pequeño de los estímulos internos y externos, hasta la tercera o cuarta
semana de vida. Puesto que en el infante humano está atrofiado el instinto de autoconservación, el
yo tiene que asumir el papel de manejar la adaptación del ser humano a la realidad. Sin embargo,
el yo rudimentario del infante pequeño no es adecuado para la tarea de organizar sus estímulos
internos y externos de manera de asegurar su supervivencia; la vinculación psicobiológica entre la
madre que cría y el bebé es lo que complementa el yo indiferenciado del infante. En circunstancias
normales, la empatía por parte de la madre es el sustituto, entre los seres humanos, de los
instintos en que se apoya para su supervivencia el animal altricial. La simbiosis normal se
desarrolla en forma concomitante con el descenso de la barrera innata contra los estímulos, a raíz
de la experiencia que se repite de una manera predecible, en que un agente maternante exterior
alivia las necesidades, el hambre y la tensión que viene de dentro, es decir, funciona como yo
auxiliar (Spitz)".
Unidad dual.- "Unidad simbiótica entre la madre y el niño, imbuida por el niño de cualidades
omnipotentes, en la cual existe un vago sentimiento de la mitad simbiótica del sí-mismo (el 'yo
externo' de Spitz)".
Ruptura del cascarón.- "Proceso de salida del estado simbiótico de unidad con la madre, en el
sentido intrapsíquico. Es la 'segunda' experiencia de nacimiento, el nacimiento psicológico, el
proceso por el cual comienza a ser catexiado el mundo de 'lo otro que no es la madre'. El infante
que ha eclosionado ya abandonó el vago estado crepuscular de simbiosis y está más
permanentemente alerta y receptivo para los estímulos de su ambiente, mas bien que sólo para
sus propias sensaciones corporales, o para las que emanan de dentro de la órbita simbiótica".
Psicosis simbiótica infantil.- Aquí, "se ha alcanzado la fase simbiótica del desarrollo, aunque
fuertemente distorsionada; el niño trata a la madre como si esta fuera parte de él mismo, es decir,
no existe exterior a su sí-mismo sino fusionada con él. El niño es incapaz de integrar una imagen
de la madre como un objeto distinto y totalmente externo, y en cambio parece mantener imágenes
(introyectos) fragmentadas buenas y malas del objeto. Alterna entre el deseo de incorporar y de
expulsar. Si no se administra terapia, se produce una interferencia insuperable en cualquier
progreso hacia la separación- individuación, es decir, existe una fijación o regresión a la fase de la
simbiosis patológica. Los mecanismos de restitución que crean la variada sintomatología
constituyen intentos de restablecer y perpetuar una unidad simbiótica madre-hijo de carácter
delusional y omnipotente; debido a los continuos estados abismales y al pánico que producen, el
paciente se ve forzado a recurrir a una retirada secundaria que le permite refugiarse en un autismo
(secundario), casi estabilizador. Los 'berrinches', así como una conducta autoagresiva, dominan
muy a menudo el cuadro clínico".
La fase de separación-individuación, que consta de cuatro subfases perfectamente
distinguibles entre sí, comienza aproximadamente a los cuatro o cinco meses con
lo que Mahler define como "ruptura del cascarón", es decir, la salida de la ilusión
de un límite común con la madre y el comienzo de la diferenciación de ésta.
En este sentido sostiene que "el proceso de ruptura del cascarón es, a nuestro
parecer, una evolución ontogénica gradual del sensorio -el sistema perceptual
consciente-, que permite al infante tener un sensorio más permanentemente alerta
cuando está despierto" (Mahler, 1975). Con esta postura, se atribuye a la
maduración fisiológica un papel también relevante en dicho paso.
Durante este lapso, que aproximadamente va desde los seis a los dieciocho
meses de edad, se invisten libidinalmente las diversas habilidades motrices, y
simultáneamente va resultando cada vez más placentero el evitar ser reabsorbido
por la madre en lo que sería una restauración de la simbiosis. Tal parece ser la
causa de los juegos de huida, en los que el niño se aleja aunque sin embargo
espera siempre que la madre lo persiga y lo atrape. Esto se debe a que el
resultado del avance evolutivo que estamos describiendo es el conflicto
ambivalente entre libertad y seguridad, que Fromm (1941) describiera e
interpretara brillantemente.
El desarrollo de esta subfase puede verse dificultado por una madre omnipotente
e infantilizadora, capaz de privar al niño de la posibilidad de ejercitación, o bien por
un desarrollo locomotor prematuro, llegado cuando el niño aún no está
emocionalmente preparado para la separación.
La subfase de acercamiento.-
Una etapa como ésta, que ha sido considerada como el apogeo del proceso de
separación-individuación, y que se caracteriza por el derrumbe definitivo de la
omnipotencia simbiótica, no puede sino manifestarse por un significativo temor a
perder el amor del objeto.
Objetal emocional.-
Mientras tanto, el mundo exterior se ha vuelto cada vez menos caótico al lograrse
la comprensión de la persistencia del objeto más allá del control sensorial. Ello
permite a quien está entrando en el tercer año de vida, un sentimiento estable del
mundo y de su propia entidad en él (límites del Yo).
Para finalizar, Mahler piensa que este período no es una subfase del proceso de
separación-individuación en el mismo sentido que las anteriores "puesto que tiene
su extremo abierto por el lado de la mayor edad". Estos logros se siguen
perfeccionando durante toda la vida.
Fase del desarrollo normal que comienza alrededor de 4 a 5 meses de edad, en el apogeo de la
simbiosis y superponiéndose con ésta. El infante muestra una creciente capacidad de reconocer a
su madre como una persona especial, de catexia a inspeccionar el mundo no materno, y de
apartarse muy levemente, y más tarde muy decididamente, de la madre. Es una fase del desarrollo
que dura de los 5 meses a los 2 y medio años, y sigue dos carriles separados pero intervinculados:
uno es el de la separación, que lleva a la conciencia intrapsíquica de la separación, y otro es el de
la individuación, que lleva a la adquisición de una individualidad distinta y única. Se han
identificado cuatro subfases del proceso de separación-individuación. Aunque estas se
superponen, cada subfase tiene sus propias agrupaciones características de conductas, que la
distinguen de la precedente y de las siguientes. Las cuatro subfases son: 1) Diferenciación, 2)
Ejercitación, 3) Acercamiento, y 4) Consolidación de la individualidad y comienzo de la constancia
objetal emocional.
Se manifiesta de los 5 a los 9 meses de edad. Comienza a disminuir la dependencia corporal total
de la madre, a medida que la maduración de funciones locomotrices parciales produce el primer
intento de apartarse de ella. Las conductas características que posibilitan la demarcación del yo
respecto del no-yo son la exploración visual y táctil del rostro y el cuerpo de la madre; el apartar el
cuerpo del de la madre para explorar un mundo más amplio y poder mirarla; la verificación entre la
madre y otros. El placer que producen las incipientes funciones del yo y el mundo exterior se
expresa en estrecha proximidad con la madre. Al mismo tiempo, parece ocurrir la diferenciación de
una imagen corporal primitiva, pero distinta.
Reacciones ante extraños.- "Una variedad de reacciones ante personas que no son la madre,
particularmente acentuadas durante la subfase de diferenciación, cuando ya se ha establecido
firmemente una relación especial con la madre, como lo evidencia la sonrisa especial que el niño le
dirige. Las reacciones ante extraños incluyen la curiosidad y el interés, y también la cautela y una
ansiedad leve o incluso fuerte. Esa ansiedad se calma al comienzo del periodo de ejercitación,
pero reaparece en diversos momentos a lo largo del proceso de separación- individuación".
Dura desde los 9 meses hasta los 14 meses de edad. Durante este periodo el infante es capaz de
alejarse activamente de la madre y volver a ella, primero gateando y más tarde por el dominio de la
locomoción vertical. Es un periodo en el cual la exploración del ambiente, animado e inanimado, y
la ejercitación de capacidades locomotrices, están muy investidas de energía libidinal.
Dura desde los 14 o 15 meses hasta más o menos 24 meses de edad e incluso más tiempo. Se
caracteriza por un redescubrimiento de la madre, que es ahora un individuo separado, y por una
vuelta a ella después de las correrías obligatorias del periodo de ejercitación. Al deambulador le
agrada compartir sus experiencias y posesiones con la madre, a la que percibe ya más claramente
como separada y exterior. La inflación narcisística de la subfase de ejercitación va siendo
paulatinamente reemplazada por una creciente comprensión de la separación, y, junto con ella, de
la vulnerabilidad. Son comunes las reacciones adversas ante separaciones breves, y ya no se
puede sustituir fácilmente a la madre, ni siquiera por adultos familiares al niño. Esto culmina a
menudo eran una crisis de acercamiento más o menos transitoria, que es de gran significación
evolutiva.
Crisis de acercamiento.- "Periodo que ocurre durante la subfase de acercamiento en todos los
niños, pero con gran intensidad en algunos; en él se agudiza la comprensión del estado de
separación. La creencia del deambulador en su omnipotencia se ve fuertemente amenazada y éste
ejerce coerción sobre el ambiente mientras trata de restablecer el status quo, cosa que es
imposible. La ambitendencia, que se transforma a menudo en ambivalencia, es en general intensa;
el deambulador desea estar unido con la madre, y al mismo tiempo separado de ella. Alcanzan su
apogeo los berrinches, quejar y humor triste, y se producen fuertes reacciones a la separación".
Comienza hacia el final del segundo año y es de extremo abierto. Durante este periodo se logra un
cierto grado de constancia objetal, y se establece en medida suficiente la separación de la
representación del yo y del objeto. La madre se percibe claramente como una persona separada y
ubicada en el mundo exterior, y al mismo tiempo tiene existencia en el mundo interno
representacional del niño.
Fase autista (0-1 mes)
• Sensorio-física.
Ante todo sabemos que durante el embarazo el feto y la madre conforman una
sólida unidad simbiótica. Es por ello que parece justificado denominar a todo ese
período, etapa simbiótica primaria. El hecho traumático del parto rompe esta
estructura dual sólidamente afianzada, de manera que el llamado autismo normal
bien podría ser pensado como una inhibición "catastrófica" transitoria del proceso
evolutivo, resultante del brusco cambio en las condiciones del medio, con la
aparición de una multitud de nuevos estímulos internos y externos que el bebé
debe aprender a procesar.
De manera que el nacimiento puede considerarse como una crisis evolutiva más,
en el sentido en que las hemos definido en la primera parte, porque implica una
serie de cambios acelerados al servicio de la continuidad del desarrollo, que
conducen a un nivel de organización más complejo. Los cambios corresponden a
la interrupción de la etapa simbiótica primaria, y consisten en las reacciones de
adaptación a las nuevas circunstancias vitales que supone la pérdida de aquélla.
Como hemos dicho, el niño nace con un poderoso impulso a abrirse al mundo,
para cuyo logro cuenta con instrumentos tan incipientes como eficaces, que han
sido designados por Hartmann como equipo de autonomía primaria y por Piaget
como ejercicios reflejos. Pero el parto implica un cambio tan profundo y extenso en
las condiciones vitales, que dichos instrumentos resultan transitoriamente
inhibidos.