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Capítulo 46—Las relaciones humanas

Ley de la dependencia mutua—Todos nosotros estamos entretejidos en la gran


tela de la humanidad, y todo cuanto hagamos para beneficiar y ayudar a nuestros
semejantes nos beneficiará también a nosotros mismos. La ley de la dependencia
mutua afecta e incluye a todas las clases sociales
Los seres humanos se necesitan mutuamente—En el plan de Dios, los seres
humanos han sido hechos necesarios unos a los otros. Si todos hicieran lo más posible
para ayudar a aquellos que necesitan su ayuda y su amor y simpatía desinteresados,
¡qué obra bendita podría hacerse! A cada uno Dios le ha concedido talentos. Estos
talentos debemos utilizarlos para ayudarnos mutuamente a andar en el camino
estrecho. En esta obra cada uno está relacionado con el otro, y todos estamos unidos
en Cristo. Aumentamos y perfeccionamos nuestros talentos con el servicio
Quien ayuda a los demás se ayuda a sí mismo—Muchos están en las tinieblas. Han
perdido el rumbo. No saben qué camino tomar. Los que están perplejos busquen a
otros que están en perplejidad, y háblenles palabras de esperanza y ánimo. Cuando
comiencen a hacer esta obra, la luz del cielo les revelará la senda que deben seguir.
Serán consolados ellos mismos por sus palabras de consuelo a los afligidos. Al ayudar
a otros ellos mismos serán ayudados a salir de sus dificultades. El gozo toma el lugar
del pesar y de la lobreguez; el corazón lleno del Espíritu de Dios brilla con cordialidad
para con cada prójimo. Todo el que haga esto no estará más en oscuridad, pues su
“oscuridad” será como “el mediodía
Influencia permanente—Sostenemos una relación sumamente solemne unos con
otros. Nuestra influencia se ejerce siempre ya sea en favor o en contra de la salvación
de las almas. O juntamos con Cristo, o desparramamos. Debemos caminar con
humildad y andar derechos, no sea que apartemos a otros de la senda recta. 2MCP89
447.1
Deberíamos mantener la más estricta castidad en pensamiento, palabra y conducta.
Recordemos que Dios despliega nuestros pecados secretos a la luz de su rostro. Hay
pensamientos y sentimientos sugeridos y fomentados por Satanás que molestan aun a
los mejores hombres; pero si no se los alberga, si se los rechaza por odiosos, el alma no
se contamina con la culpa y nadie recibe la mancha de su influencia. ¡Oh, si cada uno
de nosotros fuera un sabor de vida para vida para los que nos rodean
Efectos abarcantes de la influencia—Nunca sabremos, hasta el día del juicio, cuál
ha sido la influencia de una conducta amable y considerada hacia el inconsecuente,
irrazonable e indigno. Si después de la provocación y la injusticia cometidas por ellos,
Uds. los tratan como si fueran inocentes, y hasta se esfuerzan para hacerlos objeto de
especiales actos de amabilidad, estarán desempeñando el papel de cristianos;
entonces ellos se avergonzarán y se sorprenderán, y verán su conducta y su
mezquindad con más claridad que si en un reproche Uds. les hubieran expuesto sus
acciones injustas con toda claridad
Influencia de la falta de cortesía—Las buenas cualidades que muchos poseen
están ocultas, y en lugar de atraer las almas a Cristo, las repelen. Si estas personas
pudieran ver la influencia de sus modales descorteses y expresiones descomedidas
manifestadas ante los incrédulos, y pudieran comprender cuán ofensiva es esta
conducta ante la vista de Dios reformarían sus hábitos, porque la falta de cortesía es
una de las piedras de tropiezo más grandes para los pecadores. Los cristianos egoístas,
quejosos y amargados entorpecen el camino para que los pecadores no se interesen
en acercarse a Cristo
Sean amables—Que se vea a Cristo en todo lo que ustedes hacen. Que todos vean
que ustedes son epístolas vivientes de Jesucristo... Sean amables. Que sus vida ganen
los corazones de todos los que se ponen en contacto con ustedes. Se hace muy poco
con el fin de conseguir que la verdad resulte atractiva para los demás
Cada acción tiene su influencia—Cada palabra que pronuncian, cada acto que
llevan a cabo, tiene una influencia para bien o para mal sobre los que se relacionan con
ustedes; y ¡oh! cuán necesario es que Cristo more en sus corazones por la fe, de
manera que sus palabras sean palabras de vida, y sus obras, las obras del amor
Responsables por nuestra influencia personal—Dios considera que cada uno es
responsable por la influencia que rodea su alma, con respecto a sí mismo y a los
demás. Invita a los jóvenes y a las señoritas a ser estrictamente temperantes y
concienzudos en el empleo de las facultades de la mente y del cuerpo. Sus
capacidades podrán desarrollarse sólo mediante el uso diligente y la sabia dedicación
de sus facultades para la gloria de Dios y el beneficio de sus semejantes
Rodeados de una atmósfera de fe—Es de la mayor importancia para nosotros que
rodeemos el alma de la atmósfera de la fe. Cada día estamos decidiendo nuestro
propio destino eterno de acuerdo con la atmósfera que rodea al alma. Somos
individualmente responsables por la influencia que ejercemos, y algunas
consecuencias que no vemos serán el resultado de nuestras palabras y actos
Si Dios hubiera salvado a Sodoma por causa de diez justos, ¿cuál habría sido la
influencia para el bien que se hubiera manifestado como resultado de la fidelidad del
pueblo de Dios? Si todos los que profesan el nombre de Cristo estuvieran revestidos de
su justicia, ¿hasta dónde llegaría su influencia?
Si Dios pudo indicar cuál era la morada de Simón el curtidor, y mencionar su oficio, y
darle indicaciones directas al centurión para que pudiera encontrar su vivienda junto a
la playa, también nos conoce por nombre, sabe cuál es nuestro oficio o profesión,
dónde vivimos, y cuál es nuestra experiencia. Sabe si estamos limpiando el camino de
toda suciedad y escombros, de manera que pueda conducir nuestras almas hacia
adelante y hacia arriba, o si estamos llenando de basura la senda, poniendo obstáculos
en nuestro propio camino, y depositando piedras de tropiezo en el camino de los
pecadores para impedir la salvación de las preciosas almas por las cuales Cristo murió
Cómo tratar con diferentes disposiciones—El Señor quiere que estemos
santificados. Tendremos que tratar con personas de diferentes disposiciones, y
deberíamos estar en condiciones de saber cómo tratar con las mentes
humanas. Debemos pedirle a Cristo que nos dé palabras que sean de bendición. Y al
tratar así de ayudar a los demás, nosotros mismos seremos bendecidos
Una obra sumamente importante—Esta obra [la de reprender una mala acción] es
la más hermosa y difícil que haya sido confiada a los seres humanos. Requiere tacto y
sensibilidad delicadísimos, conocimiento de la naturaleza humana, fe y paciencia
divinas, dispuestas a obrar, velar y esperar. Nada puede ser más importante que esta
obra
Tratar con las mentes es tarea delicada—Es un asunto muy delicado tratar con las
mentes humanas. Ud. puede ponerse de pie enhiestamente, sin lograr jamás que sus
corazones [de otras personas] se suavicen; o puede acercarse al alma afligida, y con el
corazón lleno de amor sacarla del campo de batalla del enemigo. No hay que
conducirla allí y dejarla abandonada para que sea objeto de las tentaciones de Satanás
Todos tienen sus propias pruebas—No nos podemos permitir, de ninguna manera,
ser un obstáculo para los demás. Cada cual tiene sus propias tentaciones y pruebas
peculiares, y deberíamos estar en situación de ayudar y fortalecer a los tentados.
Debemos animar, y de ser posible, elevar a los que son débiles en la fe. Al hablar
acerca de las promesas de Dios, a veces podemos eliminar la depresión de las mentes
de los que están pasando por pruebas y dificultades
Consejo a una esposa respecto de las relaciones personales—El Señor me ha
instruido para decirle: “Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que
muchos procurarán entrar, y no podrán”. Lucas 13:24. El Señor le pide que se mantenga
junto a él [su esposo]. Hable y obre como él lo haría. No permita que nadie
introduzca prejuicios en su mente y la induzca a hablar en forma poco juiciosa.
Mantenga su propia alma pura y limpia y sus pensamientos elevados y santificados. No
alabe ni exalte a las personas para el propio perjuicio de ellas, ni se apresure a
condenar a los que Ud. supone que no están obrando sabiamente. Que todos vean que
Ud. ama a Jesús y confía en él. Déle a su esposo y a sus amigos, creyentes y no
creyentes, la evidencia de que Ud. desea que vean la belleza de la verdad. Pero no dé
evidencias de esa ansiedad penosa y preocupada que a menudo malogra una buena
obra
Comprensión cristiana—Los que saquen el máximo provecho de sus privilegios y
oportunidades serán, en el sentido bíblico, hombres talentosos y educados; no sólo
eruditos, sino educados en mente, en modales y en comportamiento. Serán refinados,
tiernos, compasivos, afectuosos. Esto es lo que el Señor me ha mostrado que él
requiere de su pueblo. Dios nos ha dado facultades que debemos usar, desarrollar y
fortalecer por medio de la educación. Deberíamos razonar y reflexionar, distinguiendo
cuidadosamente la relación que existe entre la causa y el efecto. Cuando esto se pone
en práctica, habrá de parte de muchos mayor reflexión y cuidado respecto de sus
palabras y acciones, de manera que puedan cumplir plenamente el propósito que tuvo
Dios al crearlos
La franqueza fomenta la confianza (consejo a un médico)—Si hubiera mucha más
franqueza y menos misterio, si se fomentara la confianza fraternal, si hubiera mucho
menos del yo y más del espíritu de Cristo, si Ud. tuviera una fe viviente en Dios, la nube
que ahora se difunde en la atmósfera de la mente gracias a la obra de Satanás, se
disiparía
Reformadores, no fanáticos—El objetivo que debe ser tenido en cuenta entre
nosotros es el de ser reformadores y no fanáticos. Al tratar con los no creyentes, no
manifestéis un despreciable espíritu de ruindad, porque si os detenéis a regatear por
una pequeña suma, perderéis al fin una suma mucho mayor. Ellos dirán: “Ese hombre
es un estafador; él lo defraudaría y lo despojaría a usted de sus derechos si pudiera
hacerlo, de manera que manténgase en guardia cuando tenga algo que tratar con él”.
Pero si en una transacción, una friolera que estaría a vuestro favor, es cedida a la
otra persona, ella tratará con vosotros de acuerdo con el mismo plan generoso. La
mezquindad engendra mezquindad, la tacañería engendra tacañería. Los que siguen
esta conducta no saben cuán mezquina les parece a los demás, especialmente a
aquellos que no son de nuestra fe; y la causa preciosa de la verdad queda marcada por
este defecto.
Sean rectos—En nuestro trato, doquiera estemos, debemos ser perfectamente
rectos. No nos podemos permitir el quebrantar uno solo de los Mandamientos de Dios
para obtener una ganancia mundanal. ¿Quiénes somos nosotros? Cristo le dijo a sus
discípulos: “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será
salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres”.
La honestidad es esencial—En todos los detalles de la vida deben mantenerse los
más estrictos principios de honestidad. Estos no son los principios que gobiernan
nuestro mundo, porque Satanás—engañador, mentiroso y opresor—es el amo, y sus
súbditos lo siguen y llevan a cabo sus propósitos. Pero los cristianos sirven bajo un
Amo diferente, y sus acciones deben ser llevadas a cabo en Dios, sin tomar en cuenta
para nada la ganancia egoísta
La desviación de la perfecta limpieza en las transacciones comerciales puede ser
poca cosa según algunos, pero nuestro Salvador no lo consideró así. Sus palabras en
relación con esto son claras y explícitas: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo
más es fiel”. Lucas 16:10. Si alguien se aprovecha de su vecino en cosas de poca monta,
se aprovechará en mayor medida cuando se le presente la tentación. Un falso
testimonio en un asunto de poca importancia es tan deshonesto a la vista de Dios
como una falsedad en algo mucho más importante.
En el mundo cristiano de la actualidad se práctica el fraude en una medida
alarmante. La gente que guarda los Mandamientos de Dios debería demostrar que está
por encima de estas cosas. Las prácticas deshonestas, que malogran los tratos del
hombre con sus semejantes, nunca deberían ser llevadas a cabo por alguien que
profesa creer la verdad presente. El pueblo de Dios le causa un gran daño a la verdad
cuando se aparta en lo más mínimo de la integridad.
Puede ser que la apariencia de alguien no sea muy agradable; puede ser que sea
deficiente en muchos sentidos, pero si tiene la reputación de ser recto y honesto, se lo
respetará. La estricta integridad cubre muchos rasgos objetables de carácter. La
persona que se aferre insistentemente a la verdad, ganará la confianza de todos. No
sólo confiarán en él sus hermanos en la fe; los incrédulos también se verán obligados a
reconocer que es un hombre de honor
La integridad sin dobleces es semejante al oro puro—Los siervos de Dios están
más o menos obligados a participar de las transacciones comerciales del mundo, pero
deberían comprar y vender sabiendo que el ojo de Dios está sobre ellos. No se deben
usar ni balanzas falsas ni pesas engañosas, porque son abominación para el Señor. En
cada transacción comercial el cristiano debe ser exactamente lo que él quiere que sus
hermanos crean que es. Su conducta tiene la dirección que le imprimen los principios
fundamentales. No traza planes engañosos; por lo tanto, no tiene nada que ocultar,
nada que disimular.
Se lo podrá criticar, se lo podrá someter a prueba, pero su integridad inquebrantable
resplandecerá como el oro puro. Es una bendición para todos los que se relacionan
con él, porque su palabra es digna de confianza. Es un hombre que no se aprovecha de
su prójimo. Es amigo y benefactor de todos, y sus semejantes confían en su consejo.
¿Emplea trabajadores para que le atiendan la cosecha? No les retiene
fraudulentamente el dinero que ganaron con tanto esfuerzo. ¿Tiene dinero que no
necesita usar inmediatamente? Alivia las necesidades de su hermano menos
afortunado. No trata de agrandar su propiedad o llenarse los bolsillos aprovechándose
de las lamentables circunstancias en que se encuentra su vecino. Su propósito consiste
en ayudar y bendecir a sus prójimos.
Un hombre verdaderamente honesto nunca se aprovechará de la debilidad o de la
incompetencia para llenar su propia bolsa. Acepta el justo equivalente de lo que
expende. Si hay defectos en los artículos que vende, lo dice francamente a su hermano
o vecino, aunque al hacerlo esté obrando en contra de sus propios intereses
pecuniarios
Hay que comprender a la humanidad—El que trata de transformar a la humanidad,
debe comprender a la humanidad. Sólo por la simpatía, la fe y el amor, pueden ser
alcanzados y elevados los hombres. En esto, Cristo se revela como el Maestro de los
maestros: De todos los que alguna vez vivieran en la tierra, él solo posee una perfecta
comprensión del alma humana
Hay una ciencia en el trato con los que parecen especialmente débiles. Si vamos a
enseñar a los demás, primero tenemos que aprender de Cristo nosotros mismos.
Necesitamos tener una visión amplia para poder hacer verdadera obra médico-
misionera y tener tacto en nuestro trato con las mentes.
Los que en realidad necesitan menos ayuda, son los que posiblemente reciban más
de nuestra atención. Pero necesitamos manifestar una sabiduría especial al tratar con
los que parecen desconsiderados e indiferentes. Algunos no entienden el carácter
sagrado de la obra de Dios. Los menos hábiles, los descuidados, e incluso los
indolentes requieren, en especial, de cuidadosa consideración con oración. Debemos
ejercer tacto con los que parecen ignorantes y desubicados. Mediante un esfuerzo
perseverante en su favor, podemos ayudarlos a convertirse en instrumentos útiles en la
obra de Dios. Reaccionarán rápidamente a un interés paciente, tierno y amante.
Debemos cooperar con el Señor Jesús en la restauración del ineficiente y
equivocado para conducirlo a la inteligencia y la pureza. Esta obra equivale en
importancia a la del ministerio evangélico. Hemos sido llamados por Dios para
manifestar un interés incansable y paciente en la salvación de los que necesitan
pulimiento divino
No discutamos acerca de agravios—“Bienaventurados los pacificadores, porque
ellos serán llamados hijos de Dios”. ¿Quién los llama así? Todas las inteligencias
celestiales. Por lo tanto, no animemos a ninguna alma tentada a que nos cuente sus
agravios respecto de un hermano o un amigo. Digámosle que no queremos oír sus
palabras de censura ni su maledicencia, porque nuestro consejero ha dicho en su
Palabra que, si dejamos de agitar la contienda y nos convertimos en pacificadores,
recibiremos una bendición. Digámosle que ésa es la bendición que anhelamos
conseguir
Por amor a Cristo no digamos ni pensemos nada malo. Quiera Dios ayudarnos para
que no sólo leamos la Biblia, sino que practiquemos sus enseñanzas. El instrumento
humano que es fiel en su tarea, que une la gentileza a su poder, la justicia a su amor,
produce regocijo entre las inteligencias celestiales, y glorifica a Dios. Luchemos
fervorosamente para ser buenos y hacer el bien y recibiremos la inmarcesible corona
de la vida
Trabajemos en favor de los demás, y con ellos—Cuando la luz brille en el alma,
algunos que parecían estar completamente entregados al pecado, se pondrán a
trabajar con éxito en favor de pecadores tales como eran ellos. Por medio de la fe en
Cristo, habrá quienes alcancen altos puestos de servicio, y se les encomendarán
responsabilidades en la obra de salvar almas. Saben dónde reside su propia flaqueza, y
se dan cuenta de la depravación de su naturaleza. Conocen la fuerza del pecado y el
poder de un hábito vicioso. Comprenden que son incapaces de vencer sin la ayuda de
Cristo, y su clamor continuo es: “A ti confío mi alma desvalida
Traten a los demás con gentileza—Tratemos de no consumirnos a nosotros
mismos ni de agotar a los demás, sino que dependamos del Espíritu Santo. Tratemos
con gentileza a los seres humanos. Con los corazones llenos de ternura espiritual,
abramos con calidez su camino hacia los corazones convencidos. Que nuestras
palabras estén embebidas en el aceite celestial que procede de las dos ramas del
olivo. Necesitamos que el dorado aceite se derrame en vasijas preparadas, para que
pueda ser comunicado a los que están buscando la verdad. Recordemos siempre que
“no con ejército ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”

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