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"Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico,

sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores."


Mar. 2: 17.
Jamás maestro alguno honró de tal manera al hombre como lo hizo
nuestro Señor. Se lo conoció como "amigo de publicanos y pecadores".
Aquellos a quienes Dios ha confiado su verdad deben ordenar de tal
manera su relación con el mundo como para asegurarse una paz
tranquila y santificada, tanto para conseguir un conocimiento muy
completo acerca de cómo enfrentar los prejuicios de los hombres
donde éstos se manifiesten, y administrarles la luz, el consuelo y la paz
que se encuentran en la aceptación de la verdad de Dios. Deberían
tomar como modelo y como fuente de autoridad la inspiradora vida
social de Cristo. Deberían cultivar el mismo espíritu benéfico que él
manifestaba, y deberían trazar los mismos amplios planes de acción.
"Por tanto, el prudente en tal tiempo calla, porque el tiempo es malo."
Amós 5: 13.
Todos los que creen la verdad deberían ejercer precaución con
oración. Delante de nosotros se extienden decenas de pruebas, y
necesitamos ejercer gran precaución, y guardar la puerta de nuestros
labios mientras los impíos están delante de nosotros. En nuestra
experiencia nos vamos a encontrar con hombres impulsados por un
celo fanático que provocarán a los que aborrecen la verdad y será
necesario conservar la calma y no revelar todo lo que sabemos,
porque se causarán impresiones sobre las mentes humanas que, bajo
la influencia de Satanás, crecerán exageradamente. Es necesario que
velemos en oración. Los males que enfrentaremos hace ya tiempo que
se han ido reuniendo y, como una tempestad, caerán sobre muchos
cuando menos lo esperan.
"Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz cada día, y sígame." Luc. 9: 23.
Al principio muchos combaten bien contra los deseos egoístas de
obtener satisfacciones y comodidad. Son sinceros y fervorosos, pero se
cansan del agotador esfuerzo de morir cada día, y de la constante
lucha de resistir las tentaciones de Satanás, de manera que la
indolencia les resulta tentadora, la muerte al yo repulsiva, y cierran los
ojos somnolientos y se rinden a la tentación en lugar de resistirla. Los
pecados de moda, y el orgullo de la vida, no parecen tan repulsivos. La
Palabra de Dios no transige con los que se conforman con el mundo.
Los seguidores de Cristo debemos avanzar iluminados por la luz de su
glorioso ejemplos y aunque tengamos que sacrificar la comodidad o la
complacencia egoísta, no importa cuánto tengamos que trabajar o
sufrir, debemos continuar guerreando contra el yo…
"Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del
Hijo de Dios, aun varón perfecto, a la medida de la estatura de la
plenitud de Cristo." Efe. 4: 13.
El autor de esta vida espiritual es invisible, y está más allá del poder
de la filosofía humana explicar mediante qué métodos se imparte esta
vida y se la sostiene. No obstante, la obra del Espíritu está siempre en
armonía con la Palabra escrita. Lo que ocurre en el mundo natural
acontece también en el espiritual. El poder divino sostiene a cada
momento la vida natural; no obstante, ello no ocurre debido a un
milagro directo, sino mediante la aplicación de las bendiciones puestas
a nuestro alcance. Del mismo modo la vida espiritual se sostiene
mediante el empleo de los medios proporcionados por la Providencia.
Si el seguidor de Cristo ha de crecer "hasta… un varón perfecto, debe
alimentarse con el pan de vida y beber el agua de la salvación.
"Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno
recibirá su recompensa conforme a su labor." 1 Cor. 3: 8.
Cuando Cristo llamó a sus discípulos y los íntimo a dejar sus redes, les
dijo que haría de ellos pescadores de hombres. Con estas palabras
quería decir que debían trabajar. Al comunicar la verdad a los demás,
debían dejar caer las redes al lado derecho del barco. Con esto quería
decir que debían trabajar con fe para salvar almas. Y al obrar en favor
de los individuos, gracias a la providencia de Dios, lo harían también
por las comunidades. No debían pisar que cada uno de ellos constituía
un elemento distinto en la obra, sino como las hebras individuales de
un gran conjunto, inseparablemente unido; como los eslabones de una
cadena, relacionados con sus semejantes y con Dios. A medida que
continuemos fielmente la obra, tendremos la elevada aspiración de
lograr justicia y santidad, y un perfecto conocimiento de Dios.
"Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los mansos su
carrera." Sal. 25: 9.
Dios trabajará con los que quieren escuchar su voz. La Palabra de Dios
debiera ser nuestra consejera, y debiera guiarnos en nuestra
experiencia. Las lecciones de la historia del Antiguo Testamento, si se
las estudia con fidelidad, nos mostrarán cómo se puede lograr esto.
Cristo, envuelto en una columna de nube de día y en una columna de
fuego de noche, era el Guía y la Luz de los hijos de Israel mientras
peregrinaban por el desierto. Tenían un Guía infalible. Mediante todas
sus vicisitudes, Dios estaba enseñándoles a obedecer a su Guía
celestial, y a que tuvieran fe en su poder libertados. Su liberación de
las aflicciones de Egipto, y su paso a través del Mar Rojo, les
manifestaron su poder para salvar. Cuando se revelaban contra él y
desobedecían su voluntad, Dios los castigaba.
"JAH, si mirares a los pecados, ¿quién, oh Señor, podrá mantenerse?
Pero en ti hay perdón, para que seas reverenciado." Sal. 130: 3, 4.
Para aquellos que se han desviado del camino el Señor ofrece
palabras de ánimo. Aceptará sus oraciones si se arrepienten y
convierten. Por medio del infinito sacrificio de Cristo y por fe en su
nombre pueden beneficiarse con el cumplimiento de las promesas de
Dios. Los hijos de Adán pueden llegar a ser hijos de Dios. ¡Oh, cuán
agradecidos debiéramos estar de que al asumir Cristo la naturaleza
humana, los hombres caídos puedan recibir una segunda oportunidad!
Cristo los ubica en terreno ventajoso. Al relacionarse con él pueden ser
colaboradores de Dios. Por medio de la gracia que cada día les da
Cristo, pueden ser elevados y ennoblecidos hasta llegar a ser hijos e
hijas de Dios. Tal amor no tiene parangón. Jesús pide perfecta
obediencia. Debe hacerse una obra cabal y práctica.

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