Camila Alarcón Sáez. Docente: Ana María Arias Díaz. Fecha: 27.06.2023 En este ensayo se debe conocer primero el término de Inteligencia Emocional, que se define a las habilidades de percibir, asimilar, comprender, y regular las emociones de cada individuo y las de los demás. Según Goleman, la inteligencia Emocional tiene dos distintas áreas: La Inteligencia intrapersonal: que es la capacidad de llevar un modelo preciso de uno mismo, tomando en cuenta los propios sentimientos, y como estos lo usamos de guía hacia nuestras conductas. En cuanto a la inteligencia Interpersonal: es la capacidad de comprender y tolerar a los demás (esto entorno a sus actitudes, relaciones, humor, temperamento y emociones de los demás). Por otra parte, Mayer, Salovey y Caruso (2000) exponen cómo se puede concebir la inteligencia emocional; como mínimo de tres formas: como movimiento cultural, como rasgo de personalidad y como habilidad mental. Con respecto la inteligencia emocional, nos permite poder ser conscientes de nuestras emociones, poder responder ante las propias necesidades, nos brinda un apoyo crítico y aprensivos. Considerando estos conceptos principales de Inteligencia Emocional, podemos plantear lo siguiente: ¿Los docentes refuerzan las habilidades de Inteligencia Emocional? Se sabe que implementar la Inteligencia Emocional en los estudiantes se ha convertido en una labor necesaria en el ámbito educativo, para poder potenciar el desarrollo socio emocional de los alumnos. Para que el alumno aprenda y fomente las habilidades afectivas, emocionales relacionadas con el uso inteligente de sus emociones, necesita de un mediador, en este caso un educador emocional, ya que, se conoce que el alumno pasa el mayor parte de su infancia y adolescencia en las aulas educativas, lazo de tiempo en la cual el niño desarrolla un afecto hacia el maestro, convirtiendo en sí, términos importantes hacia sus actitudes, comportamientos, emociones y sentimientos. El docente es un agente de desarrollo afectivo, que debe utilizar las habilidades en su trabajo, ya que para el alumno son una figura que les permite razonar frente a la vida. Valles y Valles (2003) declara que la educación emocional debería estar inserta en las áreas curriculares, no en su enseñanza, aprendizaje como contenido de esta área, sino como estilo educativo del docente, que debe transmitir modelos emocionales adecuados cuando el profesor y alumno conviven en el aula. Para finalizar verificamos la necesidad y los efectos del desarrollo de las habilidades sobre la inteligencia emocional de los maestros y alumnos, implicando cómo se responsabilizan con su impacto. Demostrando que el maestro es un modelo representativo de los cuales los estudiantes aprenden a razonar para su proceso de aprendizaje en el aula. Al mismo tiempo reforzando al maestro en adquirir más habilidades de afrontamiento. En definitiva, quien trabaje la inteligencia emocional obtiene de los recursos necesarios para poder afrontar y manejar adecuadamente las respuestas emocionales negativas de las relaciones cotidianas de cada uno. Bibliografía
Leal, A., TUTORIAL, O Y. A. (2011). La inteligencia emocional. Digital innovación y