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Tabla de contenido
GENERALIDADES ....................................................................................................................................... 2
INTRODUCCIÓN .........................................................................................................................................3
LA REVELACION DE DIOS ......................................................................................................................... 1
LA PALABRA DE DIOS ........................................................................................................................... 4
LA BIBLIA INSPIRADA POR DIOS......................................................................................................... 5
RESTRICCIONES DE LA INSPIRACION ................................................................................................ 7
LA INERRANCIA DE LAS ESCRITURAS ..................................................................................................... 1
LOS PRIMEROS DIECISÉIS SIGLOS ....................................................................................................... 1
PERSPECTIVAS LUEGO DE LA REFORMA ............................................................................................ 1
ALGUNAS CONSIDERACIONES ............................................................................................................ 2
EL CANON DE LAS ESCRITURAS.............................................................................................................. 4
¿QUE LIBROS PERTENECEN A LA BIBLIA? ......................................................................................... 4
EL ANTIGUO TESTAMENTO................................................................................................................. 5
EL NUEVO TESTAMENTO ..................................................................................................................... 11
LA CUATRO CARACTERISTICAS DE LAS ESCRITURAS ........................................................................ 14
NECESIDAD............................................................................................................................................ 14
AUTORIDAD .......................................................................................................................................... 18
CLARIDAD ............................................................................................................................................. 20
SUFICIENCIA.......................................................................................................................................... 23
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Bibliología ¿Es la Biblia la verdad?”
GENERALIDADES
METODOLOGÍA DEL CURSO
Se trabajará principalmente con un enfoque de tipo expositivo – participativo, es decir, que durante
las clases, se pretende generar un ambiente interactivo con intercambio de conocimientos a fin de
promover el enriquecimiento de los temas a desarrollar.
Sin embargo, también se incluirán la investigación y exposición como métodos que se orientan hacia
el afiance del conocimiento adquirido y paralelamente impulsar al nuevo adepto hacia un interés
particular y más profundo en temas o aspectos que la hora clase no puede complementar.
La evaluación abarcará asistencia, exámenes y tareas ex – aula, llevando cada uno de estos aspectos
una ponderación con los siguientes porcentajes:
Asistencia 20%
Examen 30%
Tareas (3) 50%
Para lograr el porcentaje por asistencia, será necesario cumplir con todas las horas clase; con una
ausencia baja el porcentaje a 10% y 2 ausencias pierde el porcentaje. La entrega de tareas será en
formato digital.
Las clases serán desarrolladas entre los meses de junio y Julio, en horario de 7:30 – 8:45 PM, y en las
fechas de acuerdo al programa que se detalla
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Bibliología ¿Es la Biblia la verdad?”
INTRODUCCIÓN
DEFINICION: La bibliología, en ocasiones llamada doctrina de la Biblia, es un término que se forma
de dos voces griegas: "Biblos" y "Logos" las que tienen como significado el tratado o estudio acerca de
la Biblia.
La bibliología está inmersa y a la vez soporta a la teología, que es una ciencia bien desarrollada. La
teología es normalmente dividida en cinco ramas: T. bíblica, T. sistemática, T. práctica, T. histórica, y
T. filosófica. La primera estudia la Biblia en sus relaciones históricas. Aquí encontramos las ciencias de
exégesis y hermenéutica. La segunda estudia la Biblia sistemáticamente según sus temas principales.
La tercera estudia la Biblia en cuanto a sus aplicaciones prácticas. Es aquí que ubicamos estudios
como la homilética, el evangelismo, la consejería pastoral, y la misiología. La cuarta estudia la historia
de la iglesia en cuanto al desarrollo de la doctrina y su crecimiento mundial. La quinta estudia a Dios
según su revelación en la creación
Alguien preguntaría cual es la relación entre la teología y la doctrina: son dos términos bien
relacionados. Pero por lo general, la teología se refiere al proceso del estudio de Dios y sus propósitos
en el mundo; mientras la doctrina se refiere más bien al producto de este estudio, que se representa
en formulaciones específicas de puntos teológicos.
KEVAN, Ernest Frederick escribe que la Teología Bíblica aporta los materiales para la construcción, la
Teología Histórica los pule y la Teología Sistemática levanta el edificio. Podríamos añadir que, luego,
la Teología Práctica enseña cómo vivir en dicho edificio.
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Bibliología ¿Es la Biblia la verdad?”
Si consultamos a Strong, nos dirá que los grandes temas de la Teología Sistemática son los siguientes:
Louis Berkhof sigue, casi en el mismo orden, igual temario, con la sorprendente omisión de la Biblia
como Revelación; algo que no resta mérito al valor de su obra pero que sí la hace incompleta. Sólo
trata de la Biblia como medio de gracia en la sección dedicada a los sacramentos. Strong es mucho
más completo en su temario y también cabe mencionar la excelente obra de Charles Hodge.
Con base en lo anterior, podemos decir que hay mucho consenso entre los teólogos de la actualidad
en cuanto a que el tratado sobre la revelación, inspiración y autoridad de las Escrituras debería ser el
primer capítulo de teología sistemática, dado que ésta es posible única y exclusivamente porque la
Revelación es un hecho. Viendo hacia los siglos pasados, notaremos que la revelación como tal, tuvo
poco velo de duda; no obstante, en el contexto de este mundo moderno, su sistema gana terreno de
tal forma que voces se alzan en total oposición, señalando que la Biblia sólo es un libro más y que aún,
ha sido manipulado para seguir oprimiendo la mente del hombre y su potencial. Por lo tanto, Hemos
de empezar, pues, por lo que es el fundamento y la justificación de la labor teológica que es la Biblia y
ampliando el temario a cubrir con el fin de presentar una respuesta acorde a nuestros tiempos.
2 Timoteo 2: 15
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Bibliología ¿Es la Biblia la verdad?”
LA REVELACION DE DIOS
La luz de la razón y la naturaleza dan a los hombres la capacidad de descubrir muchos secretos del
universo, pero no los capacita para resolver los problemas más profundos de su existencia, tales como:
su relación con Dios, el propósito de la existencia, y el destino futuro del hombre. Que son
precisamente las preguntas que se han planteado desde los tiempos de los padres de la filosofía. Estas
cosas no pueden ser conocidas sin una revelación especial del creador.
En un "sketch" realizado por el comediante alemán Karl Vallentin podemos encontrar una excelente
representación de lo que podría ser esa búsqueda:
El cómico entraba al escenario que estaba sólo iluminado por un pequeño círculo de luz. Caminaba
dando vueltas alrededor de ese círculo con cara de preocupación. Buscaba algo. Al cabo de un tiempo
un policía se le acercaba y le preguntaba qué había perdido.
“He perdido las llaves de mi casa”, respondía Vallentin. El policía se le unía en la búsqueda, pero ésta
parecía resultar infructuosa. “¿Está usted seguro de que la perdió aquí?”, preguntaba el policía.
“¡No!”, le decía Vallentin, y al mismo tiempo señalaba una esquina en la oscuridad. “Fue allí”.
“Y entonces, ¿por qué no está buscando allí?”; el cómico contestaba “No hay luz allí”.
Teologia
propia
Biblio Pneuma
logia tologia
Antropo Eclesio
logia logia
Escato Cristo
logia logia
Y qué tal si Dios existe, pero no lo podemos conocer por su culpa, entonces la búsqueda del
conocimiento sería muy similar a la búsqueda del comediante alemán. Donde debería realizarse la
búsqueda, no hay luz; y donde hay luz, la búsqueda no tiene sentido. Pero, ¿es este el caso? La Biblia
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Bibliología ¿Es la Biblia la verdad?”
“Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que
detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo
manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde
la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.
Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se
envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se
hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible, en semejanza de imagen de hombre
corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.” (Ro. 1: 18-23)
Vemos aquí tres ideas fundamentales. Primero, la ira de Dios se despliega contra el hombre natural.
Segundo, el hombre ha rechazado a Dios deliberadamente. Tercero, este rechazo ha tenido lugar a
pesar de que toda persona posee naturalmente una conciencia de Dios. Porque aquí vemos que,
aunque nadie conoce a Dios naturalmente, nuestro fracaso en conocer a Dios es culpa nuestra. Él se
ha revelado a sí mismo y todos tenemos esta revelación.
El primer aspecto es la revelación de Dios en la naturaleza. Por supuesto, debemos admitir que
este conocimiento es limitado. Pablo lo define como consistiendo sólo de dos cosas: el eterno poder
de Dios y su deidad. Pero Dios existe, y los seres humanos lo saben. Este es el argumento. Pero hay un
segundo aspecto a tomar en cuenta; y esa es la revelación interior; Toda persona, alrededor del
mundo, tiene un sentido profundo e interno de que Dios existe, cuando los hombres y las mujeres
luego se niegan a reconocer y adorar a Dios, la culpa no está en la falta de evidencia sino en su
determinación irracional y resuelta de no conocerle.
Ahora, sin ahondar más en estos aspectos y tratando de avanzar hacia el tema central que nos atañe,
obviamente surge una interrogante ¿Por qué hacemos esto? Y vemos, la verdadera fuente del
problema. La humanidad ha rechazado el principio del conocimiento de Dios por razones morales y
psicológicas. Pero todavía son criaturas divinas y en
su carácter intelectual y moral tienen necesidad de
“Los cielos cuentan la gloria de Dios (o de algo semejante). Es ahí donde, sustituyen
al Dios verdadero por otros dioses que pueden ser los
Dios, y el firmamento anuncia la
dioses griegos y romanos, las imágenes bestiales y
obra de sus manos. Un día emite depravadas del paganismo, o las sofisticadas leyes
palabra a otro día, y una noche a científicas de nuestra cultura.
otra noche declara sabiduría.” La universalidad de la religión en este planeta no se
debe a que la humanidad esté buscando a Dios. En
Sal. 19: 1-2 realidad, se debe a que rechazan a Dios, y en
sustitución, buscan algo que ocupe ese lugar. Esto es
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Bibliología ¿Es la Biblia la verdad?”
EL SUEÑO. Este medio fue usado por Dios desde Génesis hasta Hechos para dar a conocer su
voluntad. Aún no creyentes recibieron sueños revelatorios, como faraón o Nabucodonosor. Cualquier
estudio de los sueños desde una perspectiva simbólica o psicológica no está relacionado con la
revelación especial.
LA VISIÓN. Con frecuencia los sueños revelatorios y las visiones están muy relacionadas. La visión
puede ocurrir mientras se duerme o mientras se está despierto. Hay que distinguir entre visión y
teofanía.
LA TEOFANÍA. Una teofanía es una manifestación visible de Dios. A la luz de pasajes como Jn. 1:18 y
Mi. 5:2, es seguro concluir que toda teofanía es una manifestación de la segunda persona de la
Trinidad. La más destacada es el Ángel de Jehová, a quien se le identifica con Jehová (Ex. 3; Jue. 6) y se
le distingue de Jehová (Zc. 1)
LOS ÁNGELES. Como espíritus ministradores enviados para servicio de los que serán herederos de la
salvación (He. 1:14), los ángeles están con frecuencia asociados a la revelación especial en su función
de mensajeros.
MILAGROS Y LAS SEÑALES. Los milagros aparecen agrupados en la Biblia en tres períodos muy
definidos. Durante la época de Moisés y su sucesor Josué; durante la época de Elías y su sucesor Eliseo,
y durante la época del Señor Jesús y sus sucesores los apóstoles. Durante estos períodos y las pocas
ocurrencias registradas en la Biblia fuera de ellos, los milagros más que como medios directos de
revelación, aparecen como señales confirmatorias de la misma.
LA BIBLIA. Mucho de la revelación que vino en el pasado oral y aun físicamente en la persona de
Jesucristo, ha quedado consignada en las páginas de las Escrituras. Tenemos en ellas la revelación que
Dios ha considerado suficiente para dar apoyo a nuestra fe, pero no tanta como para hacer la fe
innecesaria. La revelación contenida en la Biblia es salvadora (2 Ti. 3:15), selectiva (Dt. 29:29; Jn. 21:35),
progresiva (Jn. 16:12, 13), efectiva (He. 4:12), permanente (1 P. 1:23), final (Jd. 3) y fidedigna (2 Ti. 3:16).
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LA PALABRA DE DIOS
Después de lo que ya hemos dicho, y teniendo presente que la humanidad no puede hacer nada por sí
sola, resulta de gran consuelo las buenas nuevas de la religión cristiana; porque aunque no podemos
hacer nada, Dios ya ha hecho lo que había de hacerse. Se ha comunicado con nosotros. Además de la
revelación general en la naturaleza, y la revelación interior, Dios ha provisto una revelación especial
con el propósito de conducir a los que no le conocen, hacia un conocimiento salvador, esta revelación
es la “Palabra de Dios”. Dios escogió a hombres para escribir de una manera permanente esa
revelación. (II Ped. 1:21; Ex. 17:14, 34:27; Isa. 8:1; Hab. 2:2; Heb. 1:1-2).
Muchos apelan a las Escrituras para defender doctrinas básicas: como la Cristología, soteriología, la
naturaleza de la iglesia, el juicio final y otros puntos teológicos. Y está bien que así lo hagan. Pero si la
Biblia tiene autoridad y exactitud en estos temas no existe ningún motivo por el cual no tenga
autoridad y exactitud cuando habla sobre sí misma.
En la Biblia podemos notar que el uso de la frase “palabra de Dios” puede tener diferentes
connotaciones las cuales intentaremos aclarar a continuación:
A. Jesucristo «El Verbo de Dios» como Persona: En ocasiones la Biblia se refiere al Hijo de Dios
como «el Verbo de Dios». En Apocalipsis 19:13 Juan
ve al Señor Jesús resucitado en cielo y dice: «y su
nombre es "el Verbo de Dios"». De modo similar, al “Porque nunca la profecía fue
principio del Evangelio de Juan leemos: «En el
traída por voluntad humana, sino
principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con
Dios, y el Verbo era Dios», así que entre los que los santos hombres de Dios
miembros de la Trinidad es especialmente Dios hablaron siendo inspirados por el
Hijo quién en su persona tanto como en sus Espíritu Santo”
palabras tiene el papel de comunicarnos el carácter
y la voluntad de Dios. 2ª Pedro 1: 1
B. «La Palabra de Dios como discurso
1. Decretos de Dios. A veces las palabras de Dios toman forma de poderosos decretos que hacen que
sucedan eventos o incluso hacen que las cosas lleguen a existir. «y dijo Dios: "¡Que exista la luz!" Y la
luz llegó a existir» (Gn 1:3). A estas palabras poderosas y creativas de Dios a menudo se les llama los
decretos de Dios. Un decreto de Dios es una palabra de Dios que hace que algo suceda. Estos decretos
de Dios incluyen no sólo los eventos de la creación original sino también la existencia continuada de
las cosas, porque Hebreos 1:3 nos dice que Cristo continuamente es «el que sostiene todas las cosas
con su palabra poderosa).
2. Palabras de Dios de comunicación personal. A veces Dios se comunica con personas en la tierra
hablándoles directamente. A estas se les puede llamar palabras de Dios de comunicación personal. Se
hallan ejemplos en toda la Biblia. Al mismo principio de la creación Dios habla con Adán: «Y mandó
Jehová Dios al hombre, diciendo: "De todo árbol del huerto podrás comer…"» (Gn 2:16). En el Nuevo
Testamento, en el bautismo de Jesús, Dios Padre habló con una voz del cielo, diciendo: «Éste es mi
Hijo amado; en quien tengo complacencia» (Mt 3:17).
3. Palabras de Dios como discurso pronunciadas por labios humanos. Frecuentemente en la Biblia
Dios levanta profetas por medio de los cuales habla. De nuevo, es evidente que aunque son palabras
humanas, la autoridad y veracidad de estas palabras de ninguna manera queda disminuida; siguen
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Moisés escribió esta ley y se la entregó a los sacerdotes levitas que transportaban el arca del pacto del
Señor, y a todos los ancianos de Israel. Más adelante se hizo otras adiciones a este libro de las palabras
de Dios. ]osué «los registró en el libro de la ley de Dios» (Jos 24:26). Dios le ordenó a Isaías: «Anda,
pues, delante de ellos, y grábalo en una tablilla. Escríbelo en un rollo de cuero, para que en los días
venideros quede como un testimonio eterno» (Is 30:8). De nuevo, Dios le dijo a Jeremías: «"Escribe en
un libro todas las palabras que te he dicho» (Jer 30:2) En el Nuevo Testamento, Jesús les promete a sus
discípulos que el Espíritu Santo les hará recordar las palabras que él había dicho Gn 14:26; cf. 16:12-13).
Claramente se debe notar que estas palabras se consideran con todo ser palabras del mismo Dios,
aunque son escritas en su mayoría por seres humanos y en lenguaje humano.
Varios beneficios resultan de poner por escrito las palabras de Dios. Primero, hay una preservación
mucho más precisa de las palabras de Dios para generaciones subsiguientes. Segundo, la oportunidad
de inspeccionar repetidamente las palabras que constan por escrito permite estudio y debate
cuidadoso, l0 que conduce a una mejor comprensión y obediencia más completa. Tercero, las palabras
de Dios por escrito están accesibles a muchas más personas que cuando se preservan meramente
mediante la memoria y repetición oral. Puede inspeccionarlas en cualquier momento cualquier
persona y no están limitadas en accesibilidad a los que las han memorizado y los que pueden estar
presentes cuando se repiten oralmente. Sin embargo, no hay ninguna indicación de que se disminuya
su autoridad o veracidad. Las otras formas de la palabra de Dios no son apropiadas como base
primaria para el estudio.
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descrita con la inspiración de los poetas, pintores o los músicos; eso es un don natural que Dios da a
ciertas personas; la inspiración de los autores sagrados no fue natural sino sobrenatural, milagrosa.
“Toda la Escritura en inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir
en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto enteramente preparado para toda buena obra” 2ª
Tim. 3: 16-17
Tratando de definir el término, diremos que la inspiración bíblica es aquella influencia sobrenatural
del Espíritu Santo sobre ciertos hombres escogidos, por Dios, sin anular su personalidad, para escribir
la revelación del carácter y Su voluntad, que los guardaba de error en la comunicación de todo lo que
debía constituir una parte de esa revelación.
En esta parte es crucial establecer la diferencia entre los términos revelación, inspiración e
iluminación. La revelación implica algo que le es manifestado al hombre y que antes no sabía, la
inspiración tiene que ver con escribir con fidelidad acerca de esta revelación, y la iluminación es
aquello que da luz, explicación o entendimiento
Esta teoría es a veces conocida como la teoría natural. Hoy más que nunca hay muchas personas que
creen que la Biblia es un producto de la mente humana. Creen que la Biblia debe estimarse por su
antigüedad, por contener datos históricos de mucho valor y por haber sido el libro que más influencia
moral ha ejercido sobre la humanidad. Por supuesto, circunscribir el valor de la Biblia a sólo esto, es
negar su inspiración.
Es conocida a veces como la inspiración mecánica. Los que así creen sostienen que Dios dictó la Biblia
palabra por palabra según aparece en los idiomas originales. Según esta teoría los autores fueron
meras máquinas que escribieron aún sin sentir lo que escribían. Esto sería un atropello de las
facultades humanas y una violación de la personalidad, lo que Dios nunca haría. La primera teoría
descarta a Dios y da el énfasis al hombre; esta por el contrario, descarta al hombre y le da el énfasis a
Dios. La primera teoría carece de fundamento porque el mismo libro reclama ser inspirado y la
segunda, porque está a la vista el rastro del hombre, cada uno con su propio estilo literario y con sus
propias palabras.
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Bibliología ¿Es la Biblia la verdad?”
Los siguientes versículos dan énfasis a las "palabras", I Cor 2:13 “lo cual también hablamos, no con
palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu…” otros ejemplos son
Juan 17:8, y Ex. 20:1.
Unas personas dicen que en partes son más inspiradas que en otras. Por ejemplo, que las palabras de
Cristo en los Evangelios valen más que los escritos de Pablo o que las cartas de Pablo so más
inspiradas que el Antiguo Testamento. Señalan que ciertas porciones de la escritura son cuentos que
Dios utilizó para enseñar una verdad espiritual. Según este punto de vista la Biblia no tiene errores
cuando habla de verdades religiosas o morales, pero si los hay cuando habla de ciencia o historia
debido a que los escritores bíblicos fueron limitados por su época, cultura, etc.
En los manuscritos originales, el Espíritu Santo guio en el escogimiento de las palabras usadas. El
Espíritu Santo usó el estilo de cada uno de los autores para cumplir cierto propósito pero sin error.
También quiere decir que la inspiración incluye todo, que la Biblia es en todo infalible según la verdad
y final como la autoridad divina. Esto se respalda en los testimonios siguientes:
− Moisés – “Y Jehová dijo a Moisés: Escribe tú estas palabras; porque conforme a estas palabras
he hecho pacto contigo y con Israel” Ex. 34:27
− Isaías – “Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré?, y quién irá por nosotros?
Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí” Isa. 6:8
− Cristo - Mat. 8:17; Juan 8:47, 12:48, “No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las
palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí
él hace las obras” Juan 14:10
RESTRICCIONES DE LA INSPIRACION
1. La inspiración no implica una influencia sobrenatural en la preservación de las Escrituras, sino sólo
en la primera comunicación de su contenido.
2. La inspiración no implica que los escritores fueran impecables, sino que como instrumentos de Dios
en la revelación divina estaban exentos de error en todo lo que debía constituir parte de esa
revelación.
3. Como se explicó antes, la inspiración no implica que los autores escribieran maquinalmente
mientras Dios dictaba. Por el contrario, cada uno conserva su personalidad, su propio estilo y forma,
lo que puede comprobarse en la lectura de los libros, con más o menos claridad.
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Bibliología ¿Es la Biblia la verdad?”
Ireneo, que vivió y escribió en Lyons, a principio del siglo segundo, escribió que debíamos estar
"convencidos que las Escritura son perfectas, ya que fueron habladas por la Palabra de Dios y su
Espíritu." Cirilo de Jerusalén, en el siglo cuarto, dijo que "no debemos pronunciar ni la afirmación
más casual sin las Sagradas Escrituras; ni nos debemos dejar desviar por ninguna probabilidad o
artificio oral... Porque la salvación en la que creemos no depende de un razonamiento ingenioso, sino
de la demostración de las Sagradas Escrituras".
Agustín, en una carta a Jerónimo, el traductor de la Vulgata Latina, dice: "Yo... creo con certeza que
ninguno de los autores se ha equivocado al escribirlos. Cuando encuentro algo en los libros que
parece contradecir la verdad, concluyo que los textos son corruptos o que el traductor no tradujo
fielmente lo que decía, o que yo no he podido comprenderlo... Los libros canónicos están libres de
cualquier falsedad”
Juan Wesley dice lo mismo. "La Escritura, entonces, es una regla suficiente en sí misma, entregada al
mundo por hombres divinamente inspirados". "Si llegaran a haber errores en la Biblia, podrían haber
miles. Si hubiera una falsedad en ese libro, no provino de la verdad de Dios".
Es una gloria de la iglesia de los primeros dieciséis o diecisiete siglos que los cristianos de todo lugar,
por encima de sus diferencias de opinión sobre teología o en cuestiones relativas al orden eclesial,
exhibieron al menos una alianza mental con la Biblia como la autoridad suprema e infalible para el
cristiano. Podría ser descuidada; podría haber desacuerdos sobre sus enseñanzas; hasta podría ser
contradicha; pero era la Palabra de Dios. Era la única regla infalible en este periodo.
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teoría, la Biblia seguía siendo infalible, al menos para grandes sectores del catolicismo. Pero la
profunda preferencia humana por las tradiciones en desmedro de la Palabra absoluta e infalible hizo
que la autoridad de la Palabra de Dios cada vez pesara menos.
Hoy en día los cristianos que tradicionalmente han insistido en la inerrancia de la Palabra de Dios
parecen moverse en una dirección más liberal, desplegando una actitud ambivalente con respecto a la
inerrancia e infalibilidad. Debemos ser extremadamente cuidadosos en este punto.
Existe la posibilidad de cuestionar lo que significa "inerrancia", que no es lo mismo que rechazarla.
Por ejemplo, algunos académicos muy conservadores se han preguntado si inerrancia es el mejor
término para usar con referencia a la Biblia, ya que demandaría una precisión de detalles tan estricta
que debería incluir hasta una gramática perfecta, la
que no existe. En su lugar han preferido usar el
término infalibilidad.
En algunos círculos evangélicos, “infalible” se usa para la Biblia cuando se quiere hacer referencia a
una inspiración parcial. “Infalible” en estos círculos significa que la Biblia puede tener errores en
aquellos temas que no tienen que ver con la fe, como puede ser la historia, la geografía, la ciencia. Es
por eso que el término inerrante es preferible. Que la Biblia es inerrante quiere decir que la Biblia
siempre dice la verdad. Esta definición afirma que lo que dice en cuanto a cualquier tema es verdad. Y
la verdad no tiene por qué estar exenta de aproximaciones, citas libres, lenguaje fenomenológico, y
relatos de un mismo asunto desde puntos de vista complementarios o suplementarios.
ALGUNAS CONSIDERACIONES
La Biblia puede ser inerrante y con todo hablar en el lenguaje ordinario. Esto es especialmente
cierto en las descripciones «científicas» o «históricas» de hechos o acontecimientos. La Biblia puede
hablar de que el sol se levanta y la lluvia cae porque desde la perspectiva del que escribe eso es
exactamente lo que sucede; el sol en efecto se levanta y la lluvia en efecto cae, y estas son
descripciones perfectamente verdaderas de los fenómenos naturales observados. Una consideración
similar se aplica a los números cuando se usan para medidas o conteos. Por ejemplo, en Génesis 15:13
dice que la esclavitud de Israel en Egipto fue de cuatrocientos años, pero en Éxodo 12:41, dice que fue
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Bibliología ¿Es la Biblia la verdad?”
de cuatrocientos treinta años. Algunos detalles en los relatos paralelos a veces discrepan como en el
número de ángeles en el sepulcro de Cristo luego de su resurrección
También debemos notar que el lenguaje puede hacer afirmaciones vagas o imprecisas sin ser falsedad;
Las afirmaciones bíblicas pueden ser imprecisas y sin embargo totalmente ciertas. La inerrancia tiene
que ver con la veracidad y no con el grado de precisión con que se informan los acontecimientos.
La Biblia puede ser inerrante y con todo incluir citas libres o aproximadas. El método para citar
las palabras de otro, varía de cultura a cultura. En las culturas estadounidense y británica se
acostumbra a citar las palabras exactas de otros encerrándolas entre comillas (a esto se llama cita
directa). Pero cuando usamos citas indirectas (sin comillas) sólo esperamos la sustancia de la
afirmación. Considere esta oración: «Elliot dijo que vendría enseguida a casa para cenar». La oración
no cita directamente a Elliot, pero es un informe aceptable y veraz de su afirmación: «Llegaré a casa
para cenar en dos minutos», aunque la cita indirecta no incluyó ninguna de las palabras originales del
que habla.
El griego escrito de tiempos del Nuevo Testamento no tenía comillas ni signos de puntuación que
fueran equivalentes, y una cita correcta de otro necesitaba incluir sólo una idea correcta del contenido
de lo que la persona dijo (como nuestras citas indirectas); no se esperaba que se citara exactamente
cada palabra. Entonces, la inerrancia es compatible con citas libres y aproximadas del Antiguo
Testamento o de las palabras de Jesús, en tanto y en cuanto el contenido exprese lo que se dijo
originalmente. El escritor original ordinariamente no implicaba que estaba usando las palabras
exactas del que citaba y sólo esas, ni tampoco los oyentes originales esperaban al pie de la letra que así
fuera. Compare Marcos 2:25 con 1ª Samuel 21: 1-6 / Juan 3: 14 con Números 21: 9.
Finalmente, una perspectiva histórica de este asunto es útil. En realidad no hay ningún problema
«nuevo» en la Biblia. La Biblia en su totalidad tiene más de 1900 años, y los supuestos «textos
problema» han estado allí todo el tiempo. Sin embargo, en toda la historia de la iglesia ha habido una
firme creencia en la inerrancia de las Escrituras en el sentido en que se define en este capítulo. Es más,
por cientos de años eruditos bíblicos altamente competentes han leído y estudiado esos textos
problema y con todo no han hallado dificultad en sostener la inerrancia. Esto debe damos confianza
de que hay disponibles soluciones a estos problemas y que la creencia en la inerrancia es enteramente
congruente con toda una vida de atención detallada al texto de la Biblia.
Para terminar, ¿Existen errores comprobados? En algunos lugares hay dificultades. Nadie cuestiona
eso. Pero, ¿demuestra eso que los libros de la Biblia son falibles y que por ende fueron escritos sólo
por hombres? En ninguna manera; Hubo un tiempo, no hace mucho, cuando afirmaciones tales como
esta eran expresadas por personas influyentes, sin ningún tapujo.
Hace unos años casi todos los académicos y teólogos bíblicos hablaban de determinados resultados o
hallazgos que se suponía habrían de acabar con el concepto ortodoxo de la Biblia para siempre. Hoy,
sin embargo, como cualquiera que haya tenido la oportunidad de analizar en profundidad estas
cuestiones lo sabe, estas aseveraciones no ocurren con tanta frecuencia. En realidad, casi no ocurren
en absoluto. ¿Por qué? Sencillamente porque, como resultado de los avances de las investigaciones
arqueológicas y bíblicas, dichos resultados que se decían ser irrefutables han sido destruidos en las
propias narices de quienes los sostenían.
En 2a Reyes 15:29 hay una referencia a un rey de Asiria llamado Tiglat-pileser. Se nos dice que había
conquistado a los israelitas del reino del norte y había llevado a muchos cautivos. Hace sólo una
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Bibliología ¿Es la Biblia la verdad?”
El hecho de que la erudición, cada vez se levanta y lanza sus argumentos en contra de la Biblia
intentando desacreditarla, debe animarnos, pues la misma ciencia con sus hallazgos confirma la Biblia
y así aquellos argumentos se vuelven polvo al chocar con la inamovible Palabra de Dios. Esto debería
impulsar a la iglesia para regresar a su postura original. Sin embargo, esto no parece estar sucediendo.
No se debe subestimar la importancia de este asunto. Las palabras de las Escrituras son las palabras
por las cuales nutrimos nuestra vida espiritual. Así que podemos reafirmar el comentario de Moisés al
pueblo de Israel en referencia a las palabras de la ley de Dios:
«Porque no son palabras vanas para ustedes, sino que de ellas depende su vida; por ellas vivirán mucho
tiempo en el territorio que van a poseer al otro lado del Jordán» (Dt 32:47).
Añadir o sustraer de las palabras de Dios sería impedir que el pueblo de Dios le obedezca plenamente,
porque los mandamientos que se sustrajeran no los conocería el pueblo, y las palabras que se
añadieran tal vez exigirían del pueblo cosas adicionales que Dios no ha ordenado (Dt. 4: 2 / Ap 22: 18-
19). De modo que la determinación precisa del alcance del canon de la Biblia es por consiguiente de
suprema importancia. Si hubiera alguna sección de la Biblia respecto a la cual tendríamos duda de que
sean palabras de Dios, no consideraríamos que tienen autoridad divina absoluta y no confiaremos en
ellas tanto como confiaremos en Dios mismo.
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Bibliología ¿Es la Biblia la verdad?”
En los primeros libros del Antiguo Testamento, Dios establece un pacto con Noé y sus descendientes
(Génesis 9: 8-17) y luego con Abraham y sus descendientes (Génesis 15: 18; 17: 1-4). Más adelante, Tras
dejar Egipto bajo el liderazgo de Moisés, los hebreos se constituyeron como nación en el desierto de
Sinaí. Su constitución nacional tomó la forma de un pacto en el cual el Dios de sus padres entró con
ellos, dándose a conocer a ellos por medio de su nombre: Yahvéh. Los términos de este pacto eran
muy simples: Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo.
Este relato se resume en el Nuevo Testamento, en Hebreos 9: 18-20, donde el pacto así ratificado se
califica como “el primer pacto”; posteriormente “Al decir Nuevo pacto ha dado por viejo al primero” en
Hebreos 8:13 asegura a sus lectores de que el nuevo pacto ya ha sido establecido, ratificado no por la
sangre de animales sacrificados sino por la sangre de Cristo.
La interpretación del nuevo pacto concuerda plenamente con las palabras de Jesús. Previo a su
muerte, sentado con sus discípulos a la mesa de la cena, les dio pan y vino en memoria suya, de
acuerdo al relato de Marcos 14: 24. Difícilmente se puede pasar por alto el eco de las palabras de
Moisés: he aquí la sangre del pacto... Se sobreentiende que el pacto asociado a la sangre de Jesús (su
ofrenda voluntaria de sí mismo a Dios) es el nuevo
pacto profetizado en Jeremías 31: 31-34; la
Éxodo 24: 4-8 consecuencia se explica en el relato de Pablo: Esta
copa es el nuevo pacto en mi sangre (1 Corintios 11:25).
“He aquí la sangre del pacto” Cada uno de estos pactos —el antiguo pacto del Sinaí
y el nuevo pacto inaugurado por Jesús— originó un
Marcos 14: 24
gran movimiento espiritual; dando lugar a un cuerpo
especial de literatura y ambos llegaron a ser conocidos
en la iglesia cristiana como “los libros del antiguo
pacto” y “los libros del nuevo pacto”. Ya a finales del siglo II d.C., las dos colecciones comenzaron a
describirse, en pocas palabras, como el Antiguo Pacto (o Testamento) y el Nuevo Pacto (o
Testamento). De estos breves títulos hay testimonios casi simultáneos, tanto en griego en las obras de
Clemente de Alejandría; como en latín en las de Tertuliano de Cartago.
Retomando el lenguaje que hace referencia a no añadir ni quitar nada de las escrituras, se debe
señalar que tal afirmación se hace en partes concretas de ambos testamentos (Dt. 4: 2 / Ap 22: 18-19).
Al margen del significado en su contexto, se puede inferir que nos brinda ciertamente una clara
indicación del principio de un canon cerrado. En confirmación de esto podemos mencionar al autor
de la Didajé (antiguo manual acerca del orden eclesiástico) se hace eco de la advertencia de
Deuteronomio; y Josefo utiliza un lenguaje similar acerca de las Escrituras hebreas.
EL ANTIGUO TESTAMENTO
¿Dónde empezó la idea de un canon, es decir, la idea de que el pueblo de Israel debía preservar una
colección de las palabras escritas de Dios? La misma Biblia da testimonio del desarrollo histórico del
canon. La colección más temprana de palabras de Dios escritas fueron los Diez Mandamientos. De
este modo, forman el principio del canon bíblico. Dios mismo escribió en dos tablas de piedra las
palabras que ordenó a su pueblo:
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«y cuando terminó de hablar con Moisés en el monte Sinaí, le dio las dos tablas de la ley, que eran dos
lajas escritas por el dedo mismo de Dios» (Éx 31: 18).
Después leemos: «Tanto las tablas como la escritura grabada en ellas eran obra de Dios» (Éx 32: 16; cf.
Dt 4: 13; 10:4). Las tablas de la ley fueron depositadas en el arca del pacto (Dt 10:5) y constituían los
términos del pacto entre Dios y el pueblo.
El contenido de las escrituras continuó creciendo hasta el tiempo del fin del proceso de escribir. Si
fechamos a Hageo en 520 a.C., Zacarías en el 520-518 a.C. (tal vez con más material añadido después
de 480 a.C.), y Malaquías alrededor de 435 a.C., tenemos una idea de las fechas aproximadas de los
últimos profetas del Antiguo Testamento. Así que aproximadamente después de 435 a.C. no hubo más
adiciones a las escrituras.
Para los judíos, las escrituras o libro sagrado es la Biblia hebrea, que comprende la Ley, los Profetas y
los Escritos (debido a las iniciales de estas tres divisiones de la Biblia hebrea, los judíos suelen referirse
a ella como la “TeNaKh”
En los escritos de la vida de Jesucristo no tenemos ningún registro de disputa entre Él y los líderes
religiosos sobre la extensión o límite de las escrituras. Sus diferencias de opinión surgían con base en
la interpretación y su aplicación; Evidentemente había pleno acuerdo entre Jesús y sus discípulos, por
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un lado, y los dirigentes judíos y el pueblo judío, por otro, de que las adiciones a las escrituras habían
cesado. Hecho confirmado por las citas que hacen Jesús y sus apóstoles. Las que aproximadamente
suman 295 veces, este hecho afirma su autoría divina.
Cuando hablaban de “las escrituras” sabían qué escritos tenían en mente y podían diferenciarlos de
otros escritos que no estaban incluidos en las escrituras Una de las menciones más claras y antiguas
de estas tres divisiones y sus respectivos contenidos aparece en una “baraitha” (una tradición del
período que va del año 70 al 200 d.C.) citada en el Talmud babilónico, Esta postura asigna autores
inspirados para los 24 libros de la “TeNaKh”
Josefo, el historiador judío, en el primer volumen de su tratado Contra Apión, escrito en la última
década del primer siglo d.C., menciona una división tripartita de los mismos libros un tanto diferente.
No tenemos miles de libros discordantes y contradictorios entre sí, sino sólo veintidós que contienen el
relato de lo acontecido en todos los tiempos y que están bien acreditados.
De éstos, cinco son los libros de Moisés que contienen las leyes y la historia desde la creación del género
humano hasta su propia muerte. Este período abarca un poco menos de tres mil años. Desde la muerte
de Moisés hasta el reinado de Artajerjes, quien fue rey de Persia después de Jerges, los profetas que
sucedieron a Moisés escribieron en trece libros los hechos que tuvieron lugar en su tiempo. El resto de
los libros contienen himnos en honor a Dios y preceptos para la vida de los seres humanos.
Desde Artajerjes hasta nuestro tiempo se ha ido poniendo por escrito todo de forma detallada, pero estos
relatos no se han considerado dignos de igual crédito que los anteriores porque desde entonces no ha
sido bien establecida la sucesión exacta de los profetas.
Cuando Josefo habla de veintidós libros, probablemente se refiera exactamente a los mismos
veinticuatro documentos reconocidos por los judíos tradicionales, contando Rut como un apéndice de
Jueces y Lamentaciones como parte de Jeremías. Sus tres secciones se pueden denominar la Ley, los
Profetas y los Escritos.
− Su primera sección comprende los mismos cinco libros que la primera sección tradicional.
− Su segunda sección incluye trece libros, no ocho, quizá por haberle añadido Job, Ester, Daniel,
Crónicas y Esdras-Nehemías.
− La tercera sección serían entonces cuatro libros Salmos, Proverbios, Eclesiastés y Cantares.
Si bien es cierto, que no especifica textualmente los libros que incluye en las tres secciones uno por
uno, sí respalda con claridad la triple división ya conocida. Es probable que la clasificación que Josefo
hizo de los libros la hubiera aprendido en el círculo sacerdotal en el que había nacido o bien entre los
fariseos, a cuyo partido estuvo asociado cuando era joven. Otra posición es que el total de 22 fuera
concertado para que coincidiera con el número de letras del alfabeto hebreo.
Del mismo período de Josefo y los debates de Jamnia tenemos otra referencia a veinticuatro como el
número de libros de las santas Escrituras. El Apocalipsis de Esdras (denominado en otros lugares 4
Esdras y 2 Esdras) fue escrito tras la destrucción del templo en el año 70 d.C.,
Y cuando habían concluido los cuarenta días, el Altísimo me habló diciendo: Haz públicos los
veinticuatro libros que escribiste primero y permite que los dignos y los indignos los lean; pero guarda
los setenta que fueron escritos después para dárselos a los sabios entre tu pueblo (4 Esdras 14:45ss.)
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Los veinticuatro libros accesibles al público parecen ser los veinticuatro libros de la Biblia hebrea; los
otros setenta eran obras esotéricas o apocalípticas a cuyo significado oculto sólo tenía acceso un
reducido círculo secreto (como, por ejemplo, la comunidad de Qumrán).
Los descubrimientos hechos en Qumrán, al noroeste del Mar Muerto, en los años que siguieron a
1947, han aumentado grandemente nuestro conocimiento de la historia de las Escrituras hebreas,
estos manuscritos bíblicos son de entre 200 A. C. hasta 68 D. C. Los textos descubiertos y estudiados
parecen representar documentos separados de unos quinientos años y alrededor de cien de ellos son
copias de libros de la Biblia hebrea “TeNaKh” (algunos libros en concreto están representados por
varias copias). Algunas de estas copias están materialmente completas, pero la mayoría son
fragmentos. Todos los libros de la Biblia hebrea están representados entre ellos, con excepción de
Ester. Esta excepción puede ser accidental o significativa: hay evidencia de cierta duda entre los
judíos, como posteriormente entre los cristianos, acerca de la condición de Ester.
Los más antiguos manuscritos que se conservan eran de 900 D. C. en adelante. ¿De qué modo
podíamos asegurarnos de su exacta transmisión desde el tiempo de Cristo en el año 32 d.C.? Ahora lo
sabemos, gracias a la arqueología y a los Rollos del Mar Muerto. Uno de los rollos que se hallaron era
un manuscrito completo del texto hebreo de Isaías los paleógrafos le asignan fecha de alrededor de 125
a.C. Este manuscrito resulta así más de 1000 años más antiguo que cualquier otro manuscrito que
poseíamos anteriormente.
El impacto de este descubrimiento consiste en la exactitud del rollo Isaías (125 a.C.) con el texto
masorético de Isaías (916 d.C.) que es 1000 años posterior. Esto demuestra la desacostumbrada
precisión de los copistas de la Escritura durante un período de más de mil años. “De las 166 palabras
de Isaías 53, hay solamente diecisiete letras cuestionadas. Diez de estas letras son una simple cuestión
de deletreo, lo que no afecta el sentido. Otras cuatro letras son cambios menores de estilo, como es el
caso de conjunciones. Las tres letras restantes comprenden la palabra ‘luz,’ que se añade en el
versículo 11 y que no afecta grandemente el significado. Además, esta palabra está apoyada por la LXX.
De este modo, en un capitulo de 166 palabras, hay solamente una palabra en cuestión (tres letras)
después de mil años de transmisión - y esta palabra no cambia drásticamente el significado de pasaje.
Fenton John Anthony Hort, que ha trabajado toda su vida con los manuscritos y que es aceptado
comúnmente como un erudito, dice: “La proporción de palabras que están virtualmente aceptadas
como exentas de toda duda es muy grande, no menor, en un cálculo aproximado, a los siete octavos
del total”. Por consiguiente, el octavo restante, que está formado en su mayor parte por cambios de
orden y por otras trivialidades comparativas,
constituye la zona a la cual dedica su atención la
crítica.
“La proporción de palabras que
La Septuaginta: El Canon Griego
están virtualmente aceptadas
Uno de los resultados del cautiverio de Israel en como exentas de toda duda es
Babilonia fue el desarrollo de comunidades judías en muy grande, no menor, en un
diversas regiones del mundo conocido. Por ejemplo el
proceso de asentamiento judío en Alejandría, fue
cálculo aproximado, a los 7/8
facilitado por el hecho de que, hasta el año 198 a.C., del total”
Judea formó parte del reino de los Ptolomeos, quienes
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Una leyenda judía, de la cual existen varias versiones, indica que desde Jerusalén se llevaron a setenta
y dos ancianos hasta Alejandría para traducir el texto hebreo al griego. La carta de Aristeo. El autor
se presenta como un alto dignatario de la corte de Egipto, y como un gentil. Escribe a un amigo
(Filócrates) para relatarle el origen de la versión griega de la Biblia (LXX): «El rey Ptolomeo II
Filadelfo escribió al sumo sacerdote Eleazar para conseguir una traducción de la Ley de los judíos.
Eleazar envió a Ptolomeo seis doctores de cada tribu (72). Después de haber cautivado al rey con su
sabiduría durante un banquete en la corte, los doctores fueron instalados en la isla de Faros, y se
pusieron a trabajar. Dedicaban ocho horas diarias a ello, mientras que Demetrio de Falero, curador de
la célebre biblioteca de Alejandría, consignaba por escrito la traducción de la Biblia en la que los
setenta y dos doctores mostraron una total unanimidad. La tarea quedó finalizada en setenta y dos
días.». Se dijo además que habían estado aislados entre sí en celdas separadas durante todo el tiempo
y habían producido setenta y dos versiones idénticas, ¡lo cual era una prueba concluyente de la
inspiración divina de la obra! Filón, el filósofo judío de Alejandría, relata cómo los traductores
trabajaron aislados los unos de los otros pero escribieron el mismo texto palabra por palabra como si
les hubiera sido dictado a cada uno p o r un apuntador invisible^ pero tanto él como Josefo
confirman que los ancianos sólo tradujeron los libros de la Ley. Fueron escritores cristianos quienes
ampliaron la obra de traducción al resto del Antiguo Testamento.
Además, del beneficio a los judíos grecoparlantes, el texto griego dio la oportunidad a grupos gentiles
de estudiar las Escrituras hebreas (Hch 8: 26–40). La iglesia cristiana se benefició sustancialmente de
la traducción de la Septuaginta: la utilizó como su libro santo y le llamó «Antiguo Testamento». El
texto en griego dio la oportunidad a los cristianos de relacionar el mensaje de Jesús con pasajes de
importancia mesiánica (Hch 7; 8); les brindó recursos literarios para citar textos del canon hebreo en
las discusiones con los judíos (Hch 13: 17–37; 17: 2–3); y jugó un papel fundamental en la predicación
del evangelio a los gentiles (Hch 14: 8–18; 17: 16–32). El orden de los libros en los manuscritos de la
Septuaginta difiere del que se presenta en las Escrituras hebreas. (ver Anexo 1)
La historia posterior del pueblo judío se anotó en otros escritos, tales como los libros de Macabeos,
pero no ameritaban que se les incluyera con las colecciones de las palabras de Dios de años anteriores.
Cuando pasamos a esta literatura judía, vemos que la creencia de que las palabras debidamente
autoritativas de Dios habían cesado queda atestiguada claramente en varios trozos de esta literatura.
En 1 Macabeos (alrededor de 100 a.C.) el autor escribe del altar profanado: «Así pues, demolieron el
altar y colocaron las piedras en la colina del templo, en lugar apropiado, hasta que viniera un profeta
que les indicara lo que debían hacer con ellas» (1 Mac 4:45-46, VP). Al parecer sabían que nadie podía
hablar con la autoridad de Dios como lo habían hecho los profetas del Antiguo Testamento.
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sección de la Septuaginta como «apócrifos». La iglesia católica los conoce como «deuterocanónicos».
Para la comunidad católica, «apócrifos», son los libros que no se incluyeron ni en el canon hebreo ni
en el griego. Los protestantes identifican los libros que no se incorporaron en ninguno de los cánones
como seudoepígrafos.
Los libros deuterocanónicos o apócrifos son los siguientes: Tobías, Judit, Sabiduría, Eclesiástico
(Sabiduría de Jesús ben Sira), Baruc, 1 y 2 Macabeos, Daniel 3: 24–90; 13; 14 y Ester 10: 4–16, 24. La
mayoría de estos textos se conservan solo en manuscritos griegos.
¿Qué diremos entonces en cuanto a los apócrifos? Los judíos nunca aceptaron estos libros como
Escrituras, pero en toda la historia temprana de la iglesia hubo una opinión dividida en cuanto a si
deberían ser parte de las Escrituras o no. Ciertamente, la evidencia cristiana más temprana va
decididamente en contra de considerar a la apócrifa como Escrituras, pero el uso de los apócrifos
gradualmente aumentó en algunas partes de la iglesia hasta el tiempo de la Reforma. El hecho de que
Jerónimo incluyó estos libros en la Vulgata latina (terminada en el 404 d.C.) dio respaldo a su
inclusión, aunque el mismo Jerónimo dijo que no eran «libros del canon» sino meramente «libros de
la iglesia» eran útiles y provechosos para los creyentes. El amplio uso de la Vulgata latina en siglos
subsiguientes garantizó su continua disponibilidad, pero el hecho de que no tuvieron original hebreo
que los respaldara, y su exclusión del canon judío, así como la falta de citas de ellos en el Nuevo
Testamento, llevó a muchos a verlos con suspicacia o a rechazar su autoridad. Por ejemplo, la lista
cristiana más antigua de libros del Antiguo Testamento que existe hoy es la compilada por Melitón,
obispo de Sardis, quien escribió alrededor de 170 d.C.
Cuando vine al este y llegué al lugar en donde estas cosas se predicaban y hacían, y aprendí con
precisión los libros del Antiguo Testamento, anoté los hechos y se los envíe. Estos son sus nombres:
cinco libros de Moisés: Génesis, Éxodo, Números, Levítico, Deuteronomio, Josué hijo de Nun, Jueces,
Rut, cuatro libros de reinos, dos libros de Crónicas, los Salmos de David, los Proverbios de Salomón y su
sabiduría, ll Eclesiastés, el Cantar de los Cantares, Job, los profetas Isaías, Jeremías, los Doce en un solo
libro, Daniel, Ezequiel, Esdras
Es digno de notarse aquí que Melitón no menciona ninguno de los libros apócrifos, pero sí incluye
todos los libros de nuestros libros del Antiguo Testamento actual excepto Ester. Eusebio también cita
a Orígenes respaldando la mayoría de los libros de nuestro presente canon del Antiguo Testamento
(incluyendo Ester), pero no presenta ningún libro de los apócrifos como canónico, y de los libros de
los Macabeos explícitamente se dice que están «fuera de estos [libros canónicos]»
No fue sino hasta 1546, en el concilio de Trento, que la Iglesia Católica Romana oficialmente declaró
que los apócrifos eran parte del canon (con excepción de 1 y 2 Esdras, y la Oración de Manasés). Es
significativo que el concilio de Trento fue la respuesta de la Iglesia Católica Romana a las enseñanzas
de Martín Lutero y la Reforma Protestante que se extendía rápidamente, y los libros de la Apócrifa
contenían respaldo para la enseñanza católica de las oraciones por los muertos y la justificación por fe
más obras, y no por fe sola. Al ratificar a los apócrifos como dentro del canon, los católicos romanos
podían sostener que la iglesia tiene la autoridad de declarar una obra literaria como «Escrituras», en
tanto que los protestantes habían sostenido que la iglesia no puede hacer que algo se considere
palabra.
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EL NUEVO TESTAMENTO
2 P 3: 16 El desarrollo del canon del Nuevo Testamento empieza
con los escritos de los apóstoles. Hay que recordar que
Pedro cita a Pablo la escritura de las Escrituras primordialmente ocurre en
conexión con los grandes actos de Dios en la historia de
1 Ti 5: 17-18 la redención. Por eso el Nuevo Testamento consiste de
los escritos de los apóstoles. Precisamente fue Jesús
Pablo cita a Lucas quien les prometió a sus discípulos este poder (a los que
se les llamó apóstoles después de la resurrección):
«Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las
cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho» Juan 14:26
Si bien Jesús no escribió libro alguno, lo que dijo fue atesorado y repetido por ellos que le vieron y
escucharon y a su vez por aquellos que les oyeron. Para aquellos que le confesaban como Señor, sus
palabras tenían autoridad y por tanto fueron transmitidas como el elemento más importante de la
“tradición” del cristianismo primitivo, junto con el relato de sus obras, muerte y resurrección. Fue
primordialmente a los apóstoles a quienes el Espíritu Santo les dio la capacidad de recordar con
precisión la vida de Jesucristo, e interpretarla correctamente para las generaciones subsiguientes. Los
apóstoles, entonces, tenían autoridad para escribir palabras que son palabras del mismo Dios, igual en
estatus de verdad y autoridad a las palabras de las Escrituras del Antiguo Testamento.
No debería sorprendernos, por consiguiente, hallar algunos de los escritos del Nuevo Testamento
siendo equiparadas con las Escrituras del Antiguo Testamento. En el último de los documentos del
Nuevo Testamento se hace referencia a los escritos de Pablo. En 2 Pedro 3: 16, Pedro muestra no sólo
que está consciente de la existencia de los escritos de Pablo, sino que también está claramente
dispuesto a clasificar las cartas de Pablo con “Las demás Escrituras”, El otro caso sería donde Pablo
está aparentemente citando una porción del Evangelio de Lucas y llamándola «Escritura», es decir, en
estos dos pasajes (2 P 3:16 y 1 Ti 5:17-18) vemos evidencia de que muy temprano en la historia de la
iglesia se empezó a aceptar los escritos del Nuevo Testamento con el mismo nivel de autoridad.
− Designa a un miembro del grupo de los doce que Jesucristo seleccionó para ser de
manera especial sus compañeros constantes y los pregoneros iniciales del mensaje del reino de
Dios (Mt 10: 1–8; Mc 3: 14; 6: 13–19, 30; Lc 6: 12–16; Hch 1: 26; Ap 21: 14).
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Pedro nos amplía el concepto en Hch 1: 21-22 y detalla los requisitos que se había de cumplir para ser
apóstol; primero haber sido compañero de Jesús durante su ministerio terrenal y segundo haber sido
testigo de su resurrección.
En la homilía del segundo siglo denominada Segunda Epístola de Clemente se hacen posteriores
referencias a los escritos del Evangelio como “Escrituras”. En un lugar se cita Isaías 54: 1 y casi de
inmediato cita Mateo 9: 13. En otra porción cita Mateo 10: 32, y a continuación cita Isaías 29: 13
Bastante anterior a esta homilía es La Epístola de Bernabé, que utiliza la frase como está escrito para
introducir la cita siguiente: Muchos son llamados, y pocos escogidos Mateo 22: 14. Policarpo, obispo
de Esmirna, escribiendo a la iglesia de Filipo entre el año 110 y el 120 d.C., recuerda a sus lectores,
quienes eran bien versados en las sagradas cartas, que se dice en estas Escrituras: “Temblad, y no
pequéis” “no se ponga el sol sobre vuestro enojo” La primera frase procede del Salmo 4:4, pero se cita en
Efesios 4:26. Aproximadamente al mismo tiempo, el cristiano palestino Hegesipo pudo informar tras
sus viajes por las iglesias mediterráneas acerca de que “en cada sucesión episcopal y en cada ciudad, se
obedece fielmente lo que predican la Ley, los Profetas y el Señor”
Estas citas no son evidencia de un canon del Nuevo Testamento; pero son hechos históricos que nos
demuestran que la autoridad del Señor y sus apóstoles era reconocida como equivalente a la de la Ley
y los Profetas. La autoridad precede a la canonicidad; si las palabras del Señor y de sus apóstoles no
hubieran gozado de una autoridad suprema, el relato escrito de sus palabras nunca se habría incluido.
El semi gnóstico Marción es la primera persona que publicó una colección definida de lo que
podríamos denominar libros del Nuevo Testamento; su colección tenía el propósito de ser una Biblia
completa. Rompió con la iglesia en Roma (150 d.C.); repudiaba el Antiguo Testamento con su «Dios
vengador de la justicia» y quería sustituirlo por «el Dios de Jesucristo» y un nuevo canon en dos
partes: un Evangelio (Lucas, mutilado) y diez cartas paulinas (se excluyeron las pastorales).
Aunque Marción es la primera persona conocida para nosotros que publicó una colección bien
definida de lo que posteriormente se denominó Nuevo Testamento, sigue pendiente la cuestión de si
fue realmente el primero en hacerlo o ya existía algo parecido. Una cita de Tertuliano puede arrojar
alguna lu2 sobre esta cuestión. Él dice que hay dos formas de anular las Escrituras. En primer lugar la
de Marción, que utilizó el cuchillo para quitar de las Escrituras todo aquello que no se conformaba a
su propia opinión. En segundo lugar la de Valentino, quien parece utilizar todo el instrumentum
(que aquí quiere decir Nuevo Testamento), pero pervierte su significado interpretándolo mal.
Esta acción por parte de herejes aceleró la formación del canon eclesiástico, En la primera mitad del
siglo II, ya iban tomando forma colecciones de escritos cristianos que merecían un rango canónico,
especialmente el Evangelio de Mateo y la colección de cartas de Pablo. Hacia 160–180 d.C. las iglesias
corrigieron la lista, añadiéndole los otros tres Evangelios de uso popular, y Hechos y Apocalipsis; así
llegaron a trece las cartas paulinas. Taciano, el
discípulo de Justino; después del martirio de su
Diatessaron maestro (165 d.C.), regreso a su Asiria natal y allí
presento lo que sería durante siglos una edición de
(Concordancias) los Evangelios que tuvo mucha influencia; su
Diatesaron. Esta palabra es un término musical que
Término musical que significa significa “armonía de cuatro voces”, lo que indica
“armonía de cuatro voces” claramente como era aquella edición. Se trataba de
una narración del Evangelio continua, producida por
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medio de descoser las unidades de los cuatro Evangelios individuales y volverlas a coser juntas en lo
que se consideró su orden cronológico.
Debido a que los apóstoles, en virtud de su oficio apostólico, tuvieron autoridad para escribir palabras
de las Escrituras, la iglesia primitiva las aceptó sin dudar como parte del canon. Con esto en mente,
tenemos la mayor parte del Nuevo Testamento dentro del canon debido a la autoría directa de los
apóstoles. Esto incluiría Mateo, Juan, Romanos a Filemón (todas las Epístolas paulinas), Santiago; 1 y 2
de Pedro; 1, 2 y 3 de Juan, y Apocalipsis. A pesar de ello, el evangelio de Juan tardo más tiempo que los
demás en conseguir la aceptación universal entre los cristianos católicos porque (casi desde su
primera publicación) algunas escuelas gnósticas lo trataron como si apoyara sus posturas. La primera
cita conocida de Juan procede del escritor gnóstico Basilides; el primer comentario conocido fue
escrito por el gnóstico Heracleon; Pero aquellos que, como Justino Martir, lo leyeron más
detenidamente descubrieron que proporcionaba argumentos más eficaces contra el gnosticismo que
ningún otro libro del Nuevo Testamento.
Los cinco libros restantes: Marcos, Lucas, Hechos, Hebreos y Judas, tuvieron un proceso histórico
lento para llegar a formar parte de las Escrituras, pero Marcos, Lucas y Hechos se reconocieron muy
temprano, probablemente debido a la íntima asociación de Marcos con el apóstol Pedro, y de Lucas
(el autor de Lucas y Hechos) con el apóstol Pablo. De modo similar, se aceptó Judas evidentemente
porque su autor era hermano con Santiago (vea Jud 1) Y el hecho de que tenían parentesco con Jesús.
Finalmente el libro de Hebreos hasta la fecha es anónimo, pero se promueve su canonicidad en base a
las cualidades intrínsecas del libro; es decir, que la gloria majestuosa de Cristo brilla en las páginas de
la Epístola a los Hebreos tan refulgente que ningún creyente que la lee con seriedad podrá cuestionar
su lugar en el canon.
En el 367 d.C. la trigésima novena carta pascual de Atanasio contenía una lista exacta de los veintisiete
libros del Nuevo Testamento que tenemos hoy. Esta era la lista de libros aceptados por las iglesias en
la parte oriental del mundo mediterráneo. Treinta años más tarde, en el 397 d.C., el concilio de
Cartago, representando a las iglesias en la parte occidental del mundo mediterráneo, concordó con las
iglesias orientales respecto a la misma lista. Estas son las listas finales más tempranas de nuestro
canon en el presente. La inclusión en el canon de ciertos documentos solo representó el
reconocimiento eclesiástico de una autoridad ya inherente a ellos. En este sentido, la Iglesia no
«formó» el canon; simplemente lo descubrió. Existieron tres criterios de canonicidad:
1) Autoridad apostólica. Puesto que Jesús no dejó personalmente nada por escrito, los escritos
con mayor autoridad al alcance de la Iglesia eran aquellos que procedían de sus apóstoles;
Hubo excepciones. Por ejemplo, Marcos y Lucas, pero se aceptaron como autores íntimamente
asociados con los apóstoles.
2) Inspiración. (2 Timoteo 3: 15-17). Cuando los escritos del Nuevo Testamento fueron incluidos
posteriormente con el Antiguo Testamento como parte de toda la Escritura, fue natural llegar
a la conclusión de que ellos también eran “inspirados por Dios”. No se niega que eran (y son)
inspirados, pero la mayoría de los escritores del Nuevo Testamento no basan su autoridad en
la inspiración divina.
3) Uso eclesiástico (tradicional), Lo que siempre se ha creído (o practicado) es el factor más
potente en la conservación de la tradición. o sea, reconocido por una iglesia prominente o por
una mayoría de iglesias.
4) Ortodoxia (sana doctrina); En otras palabras, recurrían al criterio de la ortodoxia. Por
“ortodoxia” entendían la fe apostólica, la fe establecida en los escritos apostólicos
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incuestionables y mantenida en las iglesias que habían sido fundadas por apóstoles. Un en
ejemplo es el caso del Evangelio de Pedro. Cuando Serapión descubrió que este documento se
leía en la iglesia de Rosón, no le molestó; pero tampoco lo examinó (como habría hecho
Dionisio de Alejandría), cuando descubrió que su relato de la muerte del Señor tenía
influencia del docetismo (dando a entender que no sufrió verdaderamente), entonces decidió
que la iglesia de Rosón requería una visita pastoral para asegurarse de que no se habían
desviado.
¿Deberíamos esperar que se añada algún otro escrito al canon? La frase que abre Hebreos pone en la
perspectiva apropiada, la historia de la redención:
«Dios, que muchas veces y de varias maneras habló a nuestros antepasados en otras épocas por medio
de los profetas, en estos días finales nos ha hablado por medio de su Hijo. A éste lo designó heredero de
todo, y por medio de él hizo el universo» Hebreos 1: 1-2
El contraste entre el hablar anterior y el reciente hablar sugiere que el hablar de Dios a nosotros por
su Hijo es la culminación de su hablar a la humanidad y es la revelación más grande y final en este
período de la historia de la redención. La grandeza excepcional de la revelación que viene por el Hijo
excede con mucho cualquier revelación del
antiguo pacto, y se recalca vez tras vez en los
capítulos 1 y 2 de Hebreos.
«Dios, que muchas veces y de varias
¿Cómo sabemos, entonces, que tenemos los
maneras habló a nuestros libros que debemos tener en el canon de las
antepasados en otras épocas por Escrituras? La pregunta se puede contestar de
dos maneras diferentes:
medio de los profetas, en estos días
En primer lugar, nuestra confianza se basa en
finales nos ha hablado por medio de
la fidelidad de Dios. Sabemos que Dios ama a
su Hijo» su pueblo, y es de suprema importancia que su
pueblo tenga las propias palabras de Dios,
Hebreos 1: 1-2 porque son nuestra vida (Dt 32:47; Mt 4:4).
Así como Dios obró en la creación, el llamado
del pueblo de Israel, en la vida, muerte y
resurrección de Cristo, y en la obra inicial y escritos de los apóstoles, Dios obró en la preservación y
compilación de los libros de las Escrituras para beneficio de su pueblo por toda la edad de la iglesia.
En segundo lugar, de una manera algo diferente. Podemos querer enfocarnos en el proceso por el
cual nos hemos persuadido de que los libros que tenemos ahora en el canon son los precisos. En este
proceso dos factores intervienen: la actividad del Espíritu Santo que nos convence al leer las
Escrituras por nosotros mismos, y la información histórica que tenemos disponible para nuestra
consideración. Adicional se puede señalar que hoy no existe ningún candidato fuerte para añadirse al
canon ni ninguna objeción fuerte contra algún libro que ya está en el mismo.
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Bibliología ¿Es la Biblia la verdad?”
nuestra vida? Preguntas como estas son las que una investigación de la necesidad de la Biblia intenta
contestar. Tener necesidad de la Biblia quiere decir que necesitamos la Biblia para conocer el
evangelio, para mantener la vida espiritual y para conocer la voluntad de Dios, pero no la necesitamos
para saber que Dios existe ni para saber algo en cuanto al carácter de Dios y sus leyes morales.
“Porque «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo». Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en
quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les
predique? ... Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de
Cristo”
Este pasaje es uno de los varios que muestran que la salvación eterna viene sólo mediante la creencia
en Cristo y no hay otro camino. Juan 3: 18 «El que cree en él no es condenado, pero el que no cree ya está
condenado por no haber creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios». De manera similar, en Juan 14:
6 Jesús dice: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie llega al Padre sino por mí». Pedro, cuando lo
llevaron ante el sanedrín, dijo: «En ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre
dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos» (Hch 4: 12). Por supuesto, la exclusividad de
la salvación por Cristo se debe a que Jesús es el único que murió por nuestros pecados y el único que
pudo haberlo hecho. No hay otra manera, de reconciliarnos con Dios que por medio de Cristo, porque
no hay otra manera de lidiar con la culpa de nuestros pecados ante un Dios santo.
Pero si las personas solo pueden salvarse por fe en Cristo, alguien pudiera preguntar cómo los
creyentes bajo el antiguo pacto podían salvarse. La respuesta debe ser que los que se salvaron bajo el
antiguo pacto también se salvaron mediante la fe en Cristo, aunque su fe fue una fe que miraba hacia
adelante basada en la Palabra de Dios que prometía el advenimiento de un Mesías o un Redentor.
Hablando de creyentes del Antiguo Testamento como Abel, Enoc, Noé, Abraham y Sara, el autor de
Hebreos dice: «Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más
bien, las reconocieron a lo lejos ... » (Heb 11:13). Incluso en la vida de Adán y Eva hay palabras de Dios
que señalan hacia una salvación futura; en Génesis 3:15la maldición a la serpiente incluye una promesa
de que la simiente de la mujer (uno de sus descendientes) aplastaría la cabeza de la serpiente pero él
mismo caería herido en el proceso, promesa que un día se cumplió en Cristo.
Así que, aunque más adelante se argumentará que aparte de la Biblia las personas pueden saber que
Dios existe y pueden saber algo de sus leyes, parece que no hay posibilidad de llegar a tener una fe que
salva aparte del conocimiento específico de las palabras de la promesa de Dios.
Jesús dijo en Mateo 4:4 (citando Dt 8:3): «No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale
de la boca de Dios». Aquí Jesús indica que nuestra vida espiritual se mantiene mediante la
alimentación diaria con la Palabra de Dios, tal como nuestra vida física se mantiene por la nutrición
diaria con alimento físico. Descuidar la lectura regular de la palabra de Dios es perjudicial para la
salud del alma, así como descuidar el alimento físico es perjudicial para la salud de nuestro cuerpo.
De modo similar, Moisés le dice al pueblo de Israel la importancia de las palabras de Dios para la vida:
«Porque no son palabras vanas para ustedes, sino que de ellas depende su vida; por ellas vivirán mucho
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Bibliología ¿Es la Biblia la verdad?”
tiempo en el territorio que van a poseer al otro lado del Jordán» (Dt 32: 47); y Pedro anima a los
creyentes a quienes les escribe diciéndoles: «Deseen con ansias la leche pura de la palabra, como niños
recién nacidos. Así, por medio de ella, crecerán en su salvación» (1 P 2:2). La «leche pura de la palabra»
en este contexto se debe referir a la Palabra de Dios de la cual Pedro ha estado hablando (vea 1 P 1:23-
25). La Biblia, entonces, es necesaria para mantener la vida espiritual y para el crecimiento en la vida
cristiana.
Toda persona tiene algún conocimiento de la voluntad de Dios mediante su conciencia. Pero este
conocimiento a menudo es indistinto y no puede dar certeza. A decir verdad, si no hubiera palabra de
Dios escrita, no podríamos tener certeza en cuanto a la voluntad de Dios por otros medios tales como
la conciencia, el consejo de otros, el testimonio interno del Espíritu Santo, circunstancias cambiantes,
y el uso de razonamiento santificado y sentido común. Todo esto puede darnos una aproximación a la
voluntad de Dios en maneras más o menos confiables, pero de estos medios por sí solos no se puede
lograr ninguna certeza en cuanto a la voluntad de Dios, por lo menos en un mundo caído en donde el
pecado distorsiona nuestra percepción del bien y el mal, inserta razonamiento defectuoso en nuestro
proceso de pensamiento, y nos hace suprimir de tiempo en tiempo el testimonio de nuestra
conciencia (cf. Jer 17: 9; Ro 2: 14-15; 1 Co 8: 10; Heb 5: 14; 10: 22; también 1 Ti 4: 2; Tit 1: 15).
En la Biblia, sin embargo, tenemos afirmaciones claras y definitivas en cuanto a la voluntad de Dios.
Dios no nos ha revelado todas las cosas, pero sí nos ha revelado lo suficiente para que sepamos su
voluntad: «Lo secreto le pertenece al Señor nuestro Dios, pero lo revelado nos pertenece a nosotros y
a nuestros hijos para siempre, para que obedezcamos todas las palabras de esta ley» (Dt 29:29). Como
fue en el tiempo de Moisés, así lo mismo con nosotros ahora: Dios nos ha revelado sus palabras para
que podamos obedecer sus leyes y por consiguiente hacer su voluntad. Por tanto, Para tener
conocimiento cierto de la voluntad de Dios, entonces, debemos procurarlo mediante el estudio de la
Biblia. De hecho, es apropiado que tengamos más certeza en cuanto a las verdades que leemos en la
Biblia que en cuanto a cualquier otro conocimiento que tengamos. Si vamos a hablar de grados de
certeza del conocimiento que tenemos, el conocimiento que obtenemos de la Biblia tendría el grado
más alto de certeza; si la palabra «cierto» se puede aplicar a alguna clase de conocimiento humano, se
puede aplicar a este conocimiento.
Cuando afirmamos que los que no creen pueden saber algo en cuanto a Dios partiendo de la
revelación general que se ve en el mundo que los rodea, estamos manifestando que la necesidad de
una revelación especial para interpretar correctamente la revelación general.
Los seres humanos pueden obtener cierto conocimiento de que Dios existe y cierto conocimiento de
algunos de sus atributos simplemente observándose a sí mismos y el mundo que los rodea. David
dice: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos» (Sal 19:1).
Mirar el firmamento es ver evidencia del poder infinito, sabiduría e incluso belleza de Dios; es
observar un testigo majestuoso de la gloria de Dios. De manera similar, Bernabé y Pablo les hablaron a
los habitantes griegos de Listra en cuanto al Dios viviente que hizo los cielos y la tierra:
«En épocas pasadas él permitió que todas las naciones siguieran su propio camino. Sin embargo, no ha
dejado de dar testimonio de sí mismo haciendo el bien, dándoles lluvias del cielo y estaciones fructíferas,
proporcionándoles comida y alegría de corazón» (Hch 14: 16-17).
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Bibliología ¿Es la Biblia la verdad?”
Las lluvias y las estaciones fructíferas, la comida que produce la tierra, y la alegría de corazón de las
personas dan todas testimonio del hecho de que su Creador es un Dios de misericordia, de amor e
incluso de alegría. Estas evidencias de Dios están en toda la creación que nos rodea para que las vean
los que están dispuestos a verla.
Incluso aquellos que en su maldad suprimen la verdad no pueden evadir las evidencias de la
existencia y naturaleza de Dios en el orden creado (Ro 1:19-21) Este pasaje nos permite decir que toda
persona, incluso la más perversa, tiene algún conocimiento interno o percepción de que Dios existe y
de que es un Creador poderoso. Este conocimiento se ve «a través de lo que él creó», frase que se
refiere a toda la creación. Así que, incluso sin la Biblia, todas las personas que han existido han tenido
evidencia en la creación de que Dios existe, que es el Creador y ellas son sus criaturas, y también han
tenido alguna evidencia del carácter de Dios. Como resultado, ellas mismos han sabido algo en cuanto
a Dios partiendo de esta evidencia (aunque nunca se dice que este sea un conocimiento que pueda
llevarlos a la salvación).
Pablo pasa a mostrar que incluso los que no creen que no tienen registro escrito de las leyes de Dios
tienen en la conciencia algún entendimiento de las demandas morales de Dios. Hablando de una larga
lista de pecados (envidia, homicidios, contiendas, engaños), Pablo dice que los malos que las
practican «Saben bien que, según el justo decreto de Dios, quienes practican tales cosas merecen la
muerte; sin embargo, no sólo siguen practicándolas sino que incluso aprueban a quienes las
practican» (Ro 1:32). Los malos saben que su pecado es un mal, por lo menos en gran medida. Pablo
entonces habla de la actividad de la conciencia en los gentiles que no tienen la ley escrita:
De hecho, cuando los gentiles, que no tienen la ley, cumplen por naturaleza lo que la ley exige, ellos son
ley para sí mismos, aunque no tengan la ley. Éstos muestran que llevan escrito en el corazón lo que la ley
exige, como lo atestigua su conciencia, pues sus propios pensamientos algunas veces los acusan y otras
veces los excusan (Ro 2: 14-15)
La conciencia de los que no creen les da testimonio de las normas morales de Dios, pero a veces esta
evidencia de la ley de Dios en el corazón de los que no creen es distorsionada o se suprime
El conocimiento de las leyes de Dios derivado de tales fuentes nunca es perfecto, pero es suficiente
para dar conciencia de las demandas morales de Dios a toda la humanidad. (Es sobre esta base que
Pablo afirma que todo ser humano es culpable ante Dios por el pecado, incluso los que no tienen las
leyes de Dios escritas en la Biblia.). El conocimiento de las leyes de Dios derivado de tales fuentes
nunca es perfecto, pero es suficiente para dar conciencia de las demandas morales de Dios a toda la
humanidad. (Es sobre esta base que Pablo afirma que todo ser humano es culpable ante Dios por el
pecado, incluso los que no tienen las leyes de Dios escritas en la Biblia.) El conocimiento de la
existencia, carácter y ley moral de Dios, que viene por creación a toda la humanidad, a menudo se
llama «revelación general» (porque viene a toda persona en general).8 La revelación general viene al
observar la naturaleza, al ver a Dios influyendo directamente en la historia, y mediante el sentido
interno de la existencia de Dios y sus leyes que él ha colocado dentro de todo ser humano. La
revelación general es distinta de la «revelación especial» que se refiere a las palabras de Dios dirigidas
a personas específicas, tales como las palabras de la Biblia.
La verdad de que toda persona sabe algo de las leyes morales de Dios es una gran bendición para la
sociedad, porque si no las supieran no habría ningún freno social para el mal que las personas harían y
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Bibliología ¿Es la Biblia la verdad?”
ningún freno de parte de su conciencia. Sin embargo, se debe martillar que la Biblia en ninguna parte
indica que alguien pueda conocer el evangelio, o saber el camino de salvación, mediante la revelación
general. Las personas pueden saber que Dios existe, que es su Creador, que le deben obediencia, y que
han pecado contra él. A pesar de ello, algunos pueden razonar que Dios no sólo es santo y justo sino
también de un Dios amoroso y perdonador. Pero la reconciliación entre la santidad - justicia de Dios y
su disposición para perdonar pecados es la solución que nos brinda la revelación en la Biblia.
Es la gran maravilla de nuestra redención que Dios mismo ha provisto el camino de salvación al enviar
a su propio Hijo, que es a la vez Dios y hombre, para que sea nuestro representante y lleve la pena de
nuestro pecado, combinando así la justicia y el amor de Dios en un acto infinitamente sabio y de
gracia asombrosa. Este hecho, que parece tan común al oído cristiano, no debe perder su asombro
para nosotros; jamás podría haberlo concebido el hombre aparte de la revelación especial y verbal de
Dios.
AUTORIDAD
La causa primaria de la confusión existente dentro de la iglesia cristiana del presente es la ausencia de
una autoridad válida. Han habido intentos de proveer esta autoridad mediante la realización de
pronunciamientos por parte de concilios eclesiásticos, encuentros existenciales con una "palabra" de
Dios intangible y por otros medios. Pero ninguno de estos enfoques puede afirmar que ha sido muy
exitoso. ¿Qué es lo que está mal? ¿Cuál es la fuente de la autoridad cristiana?
La respuesta protestante clásica a esta pregunta es la Palabra de Dios revelada, la Biblia. La Biblia
tiene autoridad porque no son solamente las palabras de unos simples humanos, aunque humanos
fueron los canales a través de los que nos llegó, sino que es el resultado de la "exhalación" de Dios. Es
su producto. Pero existe otro nivel donde puede surgir la cuestión de la autoridad. Este tiene que ver
con la forma en que nos convencemos de la autoridad de la Biblia. ¿Qué es lo que tiene la Biblia o el
estudio de la Biblia que debería convencernos que se trata en realidad de la Palabra de Dios?
El aspecto humano de esta cuestión de la autoridad nos lleva un poco más a fondo en lo que
queremos significar cuando decimos que la Biblia es la Palabra de Dios; porque el significado cabal de
dicha afirmación no es sólo que Dios ha hablado al darnos la Biblia, sino que también continúa
hablando a través de ella a cada individuo. En otras palabras, cuando como individuos estudiamos la
Biblia, Dios nos habla en nuestro estudio y las verdades que allí encontramos nos transforman. Se da
un encuentro directo entre el creyente individual y Dios. Es a lo que Lutero se refería cuando declaró
en la Dieta de Worms: "Mi conciencia ha sido cautivada por la palabra de Dios". Es a lo que Calvino se
refería cuando declaró que "la Escritura se auto auténtica".1
Sólo la experiencia directa convencerá a alguien que las palabras de la Biblia son auténticas y que son
las únicas palabras de Dios que tienen autoridad. Como dijo Calvino: "El mismo espíritu, entonces,
que habló por boca de los profetas debe introducirse en nuestros corazones para persuadirnos que
ellos proclama ron con fidelidad lo que se les había encomendado."2
La Biblia es algo más que un cuerpo de verdades reveladas, una colección de libros verbalmente
inspirados por Dios. Se trata también de la voz viviente de Dios. El Dios vivo nos habla en sus páginas.
Por lo tanto, no debe ser valorada como un objeto sagrado para ser colocado en una repisa y olvidado,
sino como un lugar santo, donde los corazones y las mentes de las personas puedan entrar en un
contacto vital con el Dios vivo, lleno de gracia y perturbador. Para poder tener una perspectiva
adecuada de las Escrituras y una comprensión válida de la revelación deben conjugarse
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Bibliología ¿Es la Biblia la verdad?”
constantemente tres factores: una Palabra infalible y con autoridad, la obra del Espíritu Santo
interpretando y aplicando esa Palabra, y un corazón humano receptivo. El conocimiento verdadero de
Dios no podrá tener lugar si no se dan estos tres elementos.
SOLA SCRIPTURA
Fue la seguridad de que Dios les había hablado directamente a través de su santa Escritura lo que les
dio a los reformadores su osadía. La creación de esa verdad teológica fue el elemento nuevo
fundamental en la Reforma.
El grito de batalla de la Reforma fue sola Scriptura, "sólo la Escritura". Pero para los reformadores sola
Scriptura significaba algo más que el hecho que Dios se hubiera revelado a sí mismo en las
proposiciones de la Biblia. El elemento nuevo no era que la Biblia, al haber sido dada por Dios,
hablaba con autoridad divina. La Iglesia Católica se adhería a esa proposición tanto como los
reformadores. El elemento nuevo, como lo señala Packer,
era la creencia, a la que habían arribado los reformadores por su propia experiencia del estudio de la
Biblia, que los fieles pueden interpretar la Escritura desde su interior -la Escritura es su propio
intérprete, Scriptura su¡ ipsius interpres, en las palabras de Lutero-; por lo cual no son necesarios ni
los Papas, ni los Concilios, para decirnos, como proviniendo de Dios, lo que ella significa; en realidad
puede oponerse a los pronunciamientos papales y conciliares, convencerlos de que no son ni divinos,
ni verdaderos, y requerir de los fieles que se aparten de su compañía... Como la Escritura era la única
fuente donde los pecadores podían obtener el conocimiento verdadero de Dios y la santidad, la
Escritura era el único juez de lo que la iglesia se había aventurado a pronunciar en el nombre de su
Señor.
Hay detalles de la vida, la muerte y la resurrección de Cristo en los libros de los profetas -en Isaías,
Daniel, Jeremías, Ezequiel, Oseas, Zacarías y otros. Los temas cruciales de la Biblia son el Señor
Jesucristo y su obra. La obra del Espíritu Santo es revelarlo. Cuando tiene lugar esta revelación la
Biblia se torna comprensible, la Escritura testimonia sobre la Escritura, y sentimos cómo el poder del
Dios viviente surge a través de sus páginas.
PALABRA Y ESPÍRITU
La clave para la doctrina cristiana del conocimiento de Dios está en la combi nación de esta
revelación, escrita y objetiva, con la interpr etación subjetiva que el Espíritu Santo realiza en el
individuo. Esta combinación nos evita caer en dos errores.
El primer error es sobre espiritualizar la revelación. Este fue el error que enredó a los "entusiastas"
anabaptistas en los días de Calvino y que ha conti nuado atrapando a muchos de sus seguidores. Los
entusiastas justificaban sus decisiones y conductas apelando a las revelaciones privadas, dadas por el
Espíritu. Pero estas revelaciones fueron varias veces contrarias a la enseñanza expresa de la palabra de
Dios, como, por ejemplo, cuando decidían ocasionalmente dejar de trabajar para reunirse para la
venida anticipada del Señor. Sin la revelación objetiva no había manera de juzgar dichas
"revelaciones" o mantener a los individuos libres de ser atrapados en este error. Calvino escribió con
referencia a este dilema:
El Espíritu Santo es tan inherente a su verdad, como la expresa en la Escritura, que sólo cuando la
Palabra recibe la reverencia y dignidad debida, puede el Espíritu Santo mostrar su po der... Los hijos
de Dios... sin el Espíritu Santo, se ven a sí mismos, dejados sin la iluminación de la verdad; y por lo
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tanto, saben que la Palabra es el instrumento por el cual el Señor ilumina con su Espíritu a los fieles.
Porque ellos saben que no hay otro Espíritu que aquel que moró y habló por los apóstoles, y cuyo
oráculo constantemente les recuerda escuchar la Palabra.7
Por otro lado, la combinación de una Escritura objetiva y la aplicación subjetiva de esa palabra por
medio del Espíritu Santo nos libra del error de sobre intelectualizar la verdad divina. Este error era
evidente en los hábitos diligentes de estudio bíblico de los escribas y fariseos durante el tiempo de
Jesús. Los escribas y los fariseos no eran estudiantes flojos. Eran meticulosos cuando perseguían el
conocimiento bíblico, hasta el punto de contar cada una de las letras de los libros de la Biblia. Sin
embargo, Jesús les reprendió, diciéndoles: "Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que
en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí" (Jn. 5:39).
Para conocer a Dios, el Espíritu Santo nos tiene que enseñar por medio de la Biblia. Sólo entonces
tendremos una conciencia plena de la naturaleza de la Biblia y tendremos la certeza de su autoridad
en nuestras mentes y corazones; y nosotros nos encontramos ahora afirmando con resolución esa
revelación tan apreciada.
CLARIDAD
Cualquiera que ha empezado a leer la Biblia en serio se dará cuenta de que algunas partes se pueden
entender muy fácilmente en tanto que otras partes parecen un acertijo. A decir verdad, muy temprano
en la historia de la iglesia Pedro les recordó a sus lectores que algunas partes de las Epístolas de Pablo
eran difíciles de entender:
«Tengan presente que la paciencia de nuestro Señor significa salvación, tal como les escribió también
nuestro querido hermano Pablo, con la sabiduría que Dios le dio. En todas sus cartas se refiere a estos
mismos temas. Hay en ellas algunos puntos difíciles de entender, que los ignorantes e inconstantes
tergiversan, como lo hacen también con las demás Escrituras, para su propia perdición» (2 P 3: 15-16).
Debemos reconocer, por consiguiente, que no toda la Biblia es fácil de entender. Pero sería un error
pensar que la mayoría de la Biblia o que la Biblia en general es difícil de entender. De hecho, el
Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento frecuentemente afirman que la Biblia está escrita de tal
manera que sus enseñanzas puede entenderlas cualquier creyente regular. Incluso en la afirmación de
Pedro que acabamos de citar, el contexto es una apelación a las enseñanzas de la carta de Pablo, que
los lectores de Pedro habían leído y entendido (2 P 3:15). Es más, Pedro asigna algo de la culpa moral a
los que tergiversan estos pasajes «para su propia perdición». Tampoco dice que haya cosas imposibles
de entender, sino sólo que son difíciles de entender.
Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos.
Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te
levantes (Dt 6:6-7).
Se esperaba que todo el pueblo de Israel fuera capaz de entender las palabras de la Biblia lo suficiente
para poder «inculcárselas continuamente» a sus hijos. Esta enseñanza no consistía solo en la
memorización sin entendimiento, porque el pueblo de Israel debía hablar de las palabras de la Biblia
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durante sus actividades en la casa, caminar, irse a la cama o levantarse por la mañana. Dios espera que
todo su pueblo sepa y pueda hablar de su Palabra, con la aplicación apropiada a situaciones ordinarias
de la vida.
Hoy en día es común que algunos nos digan que es difícil interpretar correctamente la Biblia, Es
cuando debemos recordar que ni una sola vez en los Evangelios oímos a Jesús diciendo: «Veo de dónde
viene su problema; las Escrituras no son claras en cuanto a ese tema». Sino que al hablar con eruditos o
personas comunes, sus respuestas siempre dan por sentado que ellos entendieron mal o no aceptaron
lo que está escrito. Cada respuesta que brindó se acompaña de un «No han leído...» (Mt 12: 3, 5; 19: 14;
22: 31), «No han leído en las Escrituras...» (Mt 21: 41), o incluso: «Ustedes andan equivocados porque
desconocen las Escrituras y el poder de Dios» (Mt 22: 29; Mt 9: 13; 12: 7; 15: 3; 21: 13; Jn 3: 10).
Por otro lado, no podemos pensar que comprender la Biblia de alguna manera era más fácil para los
creyentes del primer siglo que para nosotros, es importante darnos cuenta de que en muchos casos las
Epístolas del Nuevo Testamento fueron escritas a iglesias que tenían una proporción nutrida de
creyentes gentiles. Eran creyentes relativamente nuevos que no tenían ningún trasfondo previo en
ninguna clase de sociedad cristiana, y que tenían escaso o ningún entendimiento de la historia y
cultura de Israel. No obstante, los autores del Nuevo Testamento no vacilan en esperar que estos
creyentes gentiles puedan leer una traducción del Antiguo Testamento en su propio idioma y
entenderlo apropiadamente (Ro 4: 1-25; 15: 4; 1 Ca 10: 1-11; 2 Ti 3: 16-17).
Los escritores del Nuevo Testamento con frecuencia afirman que la capacidad de entender la Biblia
correctamente es más capacidad moral y espiritual que intelectual: «El que no tiene el Espíritu no
acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo, porque hay que
discernirlo espiritualmente» (1 Co 2: 14; cf. 1: 18-3:4; 2 Co 3: 14-16; 4: 3-4, 6; Heb 5: 14; Stg 1: 5-6; 2 P 3: 5;
cf. Mr 4: 11-12; Jn 7: 17; 8: 43). Así que aunque los autores del Nuevo Testamento afirman que la Biblia
en sí misma está escrita con claridad, también afirman que no la podrán entender correctamente los
que no están dispuestos a recibir sus enseñanzas. La Biblia la pueden entender todos los que no son
creyentes que la lean con sinceridad en busca de salvación, y todos los creyentes que la lean buscando
la ayuda de Dios para entenderla. Esto se debe a que en ambos casos el Espíritu Santo obra para
superar los efectos del pecado, que de otra manera harían que la verdad pareciera tontería (1 Co 2: 14;
1: 18-25; Stg 1: 5-6, 22-25).
Podemos afirmar que la Biblia está escrita de tal manera que todas las cosas necesarias para nuestra
salvación y para nuestra vida y crecimiento cristiano están expresadas muy claramente en la Biblia.
Aunque los teólogos a veces han definido la claridad de la Biblia en forma más estrecha (diciendo, por
ejemplo, sólo que la Biblia es clara en su enseñanza del camino de salvación), los muchos pasajes
citados arriba se aplican a muchos aspectos diferentes de la enseñanza bíblica y no parecen respaldar
ninguna de tales limitaciones en los aspectos respecto a los cuales se puede decir que la Biblia habla
claramente. Parece ser más fiel a estos pasajes bíblicos definir la claridad de la Biblia como sigue:
La claridad de la Biblia quiere decir que la Biblia está escrita de tal manera que sus enseñanzas pueden
entenderlas todos los que la leen buscando la ayuda de Dios y estando dispuestos a seguirlas.
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Una vez que hemos declarado esto, debemos también reconocer que muchos, incluso del pueblo de
Dios, en efecto entienden mal la Biblia. Durante la vida de Jesús, sus propios discípulos a veces no
entendían el Antiguo Testamento y las propias enseñanzas de Jesús (vea Mt 15: 16; Mr 4: 10-13; 6: 52; 8:
14-21; 9: 32; Lc 18: 34; Jn 8: 27; 10: 6). Aunque a veces esto se debió al hecho de que ellos simplemente
necesitaban esperar acontecimientos ulteriores en la historia de la redención, y especialmente en la
vida de Cristo mismo (vea Jn 12: 16; 13: 7; cf. Jn 2: 22), Todavía más, hubo ocasiones en la iglesia
primitiva cuando los creyentes no entendieron ni estuvieron de acuerdo respecto a alguna enseñanza
de los apóstoles; nótese el proceso de crecimiento en la comprensión respecto a la inclusión de los
gentiles en la iglesia (que culminó en «mucho debate» [Hch 15: 17] en el concilio de Jerusalén), o los
frecuentes asuntos doctrinales y éticos que tuvieron que ser corregidos por Pablo. De hecho, en toda
la historia de la iglesia los desacuerdos doctrinales han sido muchos, y el progreso en resolverlas a
menudo ha sido lento.
A fin de ayudar a las personas a evitar cometer errores al interpretar la Biblia, muchos profesores
bíblicos han desarrollado «principios de interpretación», o pautas para estimular el desarrollo del arte
de la interpretación apropiada. La palabra hermenéutica (del griego jermeneúo, «interpretar») es el
término más técnico para este campo de estudio: la hermenéutica es el estudio de los métodos
correctos de interpretación (especialmente interpretación de la Biblia). Otro término técnico que a
menudo acompaña la interpretación bíblica es «exégesis», término que se refiere más a la práctica
misma de interpretar la Biblia. Consecuentemente, estudiar los principios de interpretación, es
hermenéutica, pero aplicar esos principios y empezar a explicar un pasaje bíblico, es «exégesis.
Esto nos dice algo muy importante: que el problema siempre está en nosotros, y no en la Biblia.
Afirmamos que todas las enseñanzas de la Biblia son claras y se pueden entender, pero también
reconocemos que las personas a menudo (debido a sus propias limitaciones) entienden mal lo que
está escrito claramente en la Biblia.
¿Tienen algún papel para los eruditos bíblicos o los que tienen conocimiento especializado del hebreo
(para el Antiguo Testamento) y del griego (para el Nuevo Testamento)? ciertamente, hay un papel
para ellos por lo menos en cuatro cosas:
1. Pueden enseñar la Biblia con claridad y comunicar su contenido a otros, cumpliendo así el
oficio de «maestro» mencionado en el Nuevo Testamento (1 Co 12: 28; Ef 4: 11).
2. Pueden explorar nuevas esferas de comprensión de las enseñanzas de la Biblia. Esta
exploración incluirá la aplicación de la Biblia a nuevos aspectos de la vida, el responder a
preguntas difíciles, y la continua actividad de refinar y hacer más precisa la comprensión en
asuntos de doctrina o ética. Aunque la Biblia puede parecer pequeña comparada a la vasta
literatura del mundo, es un tesoro rico de sabiduría de Dios que supera en valor a todos los
demás libros escritos El proceso de relacionar sus varias enseñanzas entre sí, sintetizarlas, y
aplicarlas a cada nueva generación, es una tarea grandemente satisfactoria que jamás quedará
completa en esta edad. Todo erudito que ama profundamente la palabra de Dios pronto se
dará cuenta de que hay en la Biblia mucho más de lo que se puede aprender en toda una vida.
3. Pueden defender las enseñanzas de la Biblia contra ataques de parte de otros eruditos o de los
que tienen educación técnica especializada. El papel de enseñar la Palabra de Dios a veces
también incluye corregir falsas enseñanzas. Uno debe poder no sólo «exhortar a otros con la
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sana doctrina» sino también «refutar a los que se opongan» (Tit 1: 9; cf 2 Ti 2: 25;
«humildemente, debe corregir a los adversarios»; y Tit 2: 7-8).
Pueden suplementar el estudio de la Biblia para beneficio de la iglesia. Los eruditos bíblicos a menudo
tienen educación que los capacita para relacionar las enseñanzas de la Biblia con la rica historia de la
iglesia, y hacer la interpretación de la Biblia más precisa y su significado más vívido con mayor
conocimiento de los idiomas y culturas en que fue escrita.
SUFICIENCIA
Podemos definir la suficiencia de la Biblia como sigue: La suficiencia de la Biblia quiere decir que la
Biblia contiene todas las palabras de Dios que él quería que su pueblo tuviera en cada etapa de la
historia de la redención, y que ahora contiene todo lo que necesitamos que Dios nos diga para
salvación, para confiar en él y obedecerle perfectamente.
Esta definición hace énfasis en que solo en la Biblia es donde debemos buscar las palabras de Dios
para nosotros. También nos recuerda que Dios considera que lo dicho en la Biblia es suficiente para
nosotros, y que debemos regocijarnos en esta revelación. Significativo respaldo bíblico se halla en las
palabras de Pablo a Timoteo:
«Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la
salvación por la fe que es en Cristo Jesús» (2 Ti 3: 15).
El contexto muestra que «las Sagradas Escrituras» aquí significan las palabras escritas de la Biblia.
Esto es una indicación de que las palabras de Dios que tenemos en la Biblia son todas las palabras que
necesitamos a fin de ser salvos; estas palabras pueden hacernos sabios «para la salvación». Esto lo
confirman otros pasajes que hablan de las palabras de la Biblia como los medios que Dios usa para
llevarnos a la salvación (Stg 1: 18; 1 P 1: 23).
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otras palabras a las que Dios ya ha dicho. Este punto es importante, porque nos ayuda a entender
cómo Dios pudo decirle a su pueblo que sus palabras para ellos eran suficientes en muchos puntos
diferentes en la historia de la redención, y cómo él pudo no obstante añadir otras palabras más
adelante. Por ejemplo, en Deuteronomio 29:29 Moisés dice: «Lo secreto le pertenece al Señor nuestro
Dios, pero lo revelado nos pertenece a nosotros ya nuestros hijos para siempre, para que obedezcamos
todas las palabras de esta ley». Este versículo nos recuerda que Dios siempre ha tomado la iniciativa
para revelamos cosas. Él ha decidido qué revelar y qué no revelar. En cada etapa de la historia de la
redención, lo que Dios había revelado era para su pueblo en ese tiempo, y ellos debían estudiar, creer
y obedecer esas cosas.
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* Deuterocanónicos o Apócrifos
** Pseudoepigráficos
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