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No se las pierdan.
Mírenla bien.
¿Saben cuándo se tomó esa foto? Les daré una pista: el pasado mes de
febrero se cumplieron 75 años.
Para ilustrarlo, en Canadá —de donde soy—, los inviernos son muy fríos, y,
para ahorrar, mucha gente usa estufas de leña.
Así que en el exterior de las casas es común ver leños de madera apilados de
forma muy ordenada.
Incluso hay quienes, en su afán de que la casa se vea bonita, forman unas
torres de leños que parecen verdaderas obras de arte.
Más bien, la apilan, es decir: colocan los leños uno sobre el otro con mucho
cuidado.
Pero ¿qué era exactamente ese majano de testimonio? ¿Por qué se lo llamó
así originalmente? ¿Qué propósito cumplió? ¿Y qué tiene que ver todo eso
con ustedes, que están a punto de graduarse? Pues mucho.
Está en Génesis, capítulo 31. Repito: Génesis, capítulo 31. Pero antes les daré
el contexto.
Y es que, como indican las Escrituras, Labán era un hombre muy tramposo,
alguien a quien ninguno de nosotros le compraría un auto usado, por
ejemplo.
Así que Jacob se cansó de tanto engaño y tomó a sus esposas y a sus hijos y
se los llevó. Entonces, Labán se fue tras él.
Cada vez que alguien pasara por allí y viera esa señal —ese majano de
testimonio—, recordaría la importancia de conservar la unidad.
Había trabajado 14 años por sus esposas, y Labán le había cambiado el salario
10 veces.
De modo que Labán no tenía derecho a decir que todo era suyo.
Y Jacob pudo haberse puesto a discutir, pero se mordió la lengua.
Ellos han estado suplicando a las naciones que se reconcilien con Jehová.
También han ayudado a las nuevas sucursales a formar un fuerte vínculo con
las oficinas centrales, pues comprenden cómo funciona la sede mundial.
Somos “un solo rebaño” con “un solo pastor”. Tengan cuidado: no vayan a
lastimar a ninguna ovejita; fomenten la paz.
No será fácil.
Queremos hacer todo lo posible para que la paz del Reino prevalezca en la
organización de Jehová. Bueno, pensemos de nuevo en la primera clase de
Galaad.
Están las peticiones; le pedimos a Dios que nos dé lo que necesitamos, y las
oraciones de agradecimiento, porque tenemos tanto que agradecerle.
Sin embargo, hoy me gustaría que grabaran en su mente, sobre todo ahora
que van a sus asignaciones, la importancia de hacer ruegos: oraciones
intensas, llenas de sentimiento.
Solo hay que pensar en sus últimos días, sus últimas horas.
.. las lágrimas.
.. las súplicas.
Ese es el modelo que nos dejó, y Jehová quiere que lo imitemos, y más ahora
que se acerca el fin.
Lucas, capítulo 21. Leeremos el versículo 36, pero antes, en el versículo 34, se
nos recuerda que debemos prestar mucha atención para nunca estar
“cargados debido a comer con exceso y beber con exceso, y por las
inquietudes de la vida”, cosas que pudieran entramparnos.
No, lo que quiso decir Jesús es algo así: “¿Quieren que les vaya bien como a
mí? Pues tienen que hacer ruegos en todo tiempo”. No hay atajos.
Y, mientras más cerca estemos del fin, más importante es que lo hagamos.
Todos tenemos que seguir haciendo ruegos, y no por lo que pudiera ocurrir,
sino por lo que sin duda va a ocurrir.
Es una realidad.
Aunque eso está bien, y es lo que Jehová espera que hagamos, queremos
que recuerden, ahora que van a su nueva asignación, que también se espera
que hagamos ruegos por otro motivo.
.. por algo que yo también debo recordar, algo de suma importancia para
Jehová. Es algo muy básico.
Venga tu reino.
¡Es terrible! Por eso, roguémosle a Jehová que termine con esta situación
que tanto nos duele.
Eso lo va a conmover.
Esto tiene que ver con rogarle a Jehová que haga su voluntad y que limpie su
reputación, o vindique su nombre (recuerden que sí se puede decir así). Y yo
sé que ustedes sienten lo mismo que yo.
¡Ya estoy harto de que pasen tantas cosas malas! Es cierto que hay que estar
al tanto de las noticias, pero, a veces, ya no puedo más.
Hay muchos asuntos sobre los que podemos rogar, sabiendo que el Reino
pondrá fin a toda la maldad.
Aquí se habla de los enemigos de Jehová, esa gente arrogante que lo odia y
que persigue a su pueblo.
Son personas perversas, crueles.
Llama mucho la atención que en la segunda parte del versículo 5 se diga que
los enemigos de Dios celebraron un pacto contra él.
Sí, las naciones se aliaron contra el pueblo que porta el nombre de Jehová.
¿Qué nos recuerda eso? La realidad es que seguir rogando a Jehová en todo
tiempo nos prepara para la gran tribulación.
Y, como deseas ayudarla, te preguntas: “¿Qué puedo hacer para que ella se
dé cuenta de que Jehová no la ha abandonado, de que le está tendiendo una
mano?”. Para encontrar la respuesta, analizaremos algunos versículos del
libro de Rut, que narra la conmovedora historia de Noemí, Rut y Boaz.
Fíjense en lo que dijo en Rut, capítulo 1, versículo 13, hacia el final del
versículo: “Me es muy amargo el que la mano de Jehová haya salido contra
mí”. Ahora leamos la parte final del versículo 20: “El Todopoderoso me ha
hecho muy amarga la situación”. Y en las últimas palabras del 21 añade: “Es
Jehová quien me ha humillado, y el Todopoderoso quien me ha causado
calamidad”. ¡Cuánta amargura hay en esas palabras! Por supuesto, nada de
eso era cierto: Jehová no estaba en contra de Noemí ni era la causa de su
sufrimiento.
No, más bien, se valió de Rut y de Boaz para tenderle una mano a Noemí y
ayudarla con cariño a salir de la tristeza.
Y en el auditorio hay miles de hermanos que también son como Rut y Boaz.
Puesto que ayudar a los demás no siempre es tan fácil, lo que debe
motivarnos es el amor.
¿En qué sentido? Pues, miren, el amor es más o menos como el café. ¿Como
el café? Sí. Como saben, uno puede ordenar distintos tipos de café, por
ejemplo café con leche, con chocolate, capuchino.
Está el amor por la familia, el amor por los hermanos o el amor basado en
principios, entre otros.
¿Saben cuál es? Veámoslo en el capítulo 1, versículo 8: “Noemí dijo a sus dos
nueras: ‘Anden, vuélvanse, cada una a la casa de su madre.
Que Jehová ejerza bondad amorosa para con ustedes, así como ustedes la
han ejercido para con los hombres ya muertos y para conmigo’”. La bondad
amorosa, o amor leal, es una clase de amor muy intenso; digamos que es
como un expreso doble, uno bien cargadito.
Es un amor que te da fuerzas y te impulsa a adherirte a alguien y ayudarlo
hasta que pueda salir de su tristeza.
La primera reacción de Noemí fue rechazar la ayuda que Rut le ofreció. Pero,
debido al amor leal que sentía por su suegra, Rut no se dio por vencida.
¿Cuál fue el resultado? El capítulo 1, versículo 18, dice: “Cuando ella [Noemí]
llegó a ver que persistía en ir con ella, entonces dejó de hablarle”. De manera
similar, es posible que, al principio, un hermano que tiene problemas rechace
nuestra ayuda.
Aun así, el amor leal nos impulsará a permanecer a su lado con la esperanza
de que en algún momento acepte que lo ayudemos.
.. Y ahora Noemí, ahí con Rut a su lado, se atreve a decir: “Con las manos
vacías Jehová me ha hecho volver”. Parece que, cuando dijo eso, no le
importó que Rut estuviera presente.
Rut se dio cuenta de que Noemí estaba tan desanimada que no tenía ganas
de hacer nada.
¿Recuerdan qué hizo Rut? Vayamos al capítulo 2, versículo 2: “Rut [...] dijo a
Noemí: ‘Por favor, déjame ir al campo y rebuscar entre las espigas, siguiendo
detrás de cualquiera a cuyos ojos halle favor’”. Nosotros tal vez veamos que
algún hermano no tiene las fuerzas para atender sus obligaciones del día a
día.
Busquen el capítulo 2, versículo 12, para leer las palabras que Boaz le dirigió
a Rut: “Que Jehová recompense tu manera de obrar, y que llegue a haber
para ti un salario perfecto procedente de Jehová el Dios de Israel, bajo cuyas
alas has venido a buscar refugio”. Después de haber escuchado tantos
comentarios negativos, ¿se imaginan cuánto debió de animar a Rut lo que
Boaz le dijo? En el versículo 13, Rut le responde: “Me has consolado [...;] has
hablado de modo tranquilizador a tu sierva”. Las bondadosas palabras de
Boaz fueron justo lo que Rut necesitaba escuchar para recuperar las fuerzas.
En resumen, ¿qué dio las fuerzas a Rut y a Boaz para sacar a Noemí de su
tristeza? El amor leal, ese intenso amor que solemos mostrar, no a la gente
en general, sino a nuestros hermanos, sobre todo a los que están sufriendo.
Por lo tanto, queridos miembros de la clase 144, que son como Rut o como
Boaz, esperamos de todo corazón que usen la valiosa capacitación que han
recibido en Galaad para que otros vean la mano de Jehová gracias a ustedes.
Eso estuvo mucho mejor que un expreso doble, ¿no creen? A continuación,
un ayudante del Comité de Enseñanza nos presentará un discurso que ha
titulado “Sean como una quilla”... qui-lla.
Usted podría estar disfrutando de la vida, sin problemas, como un velero que
navega tranquilamente en mar abierto cuando, de repente, podría venirle
encima una situación muy difícil, una tormenta, algo que le sacude con fuerza
el barco, por así decirlo.
Lo que dijo la revista The Watchtower del 1 de marzo de 1896 es muy cierto,
dijo lo siguiente: “La vida sacrificada del cristiano no es fácil, no es como un
viaje tranquilo y pacífico en velero.
Los hermanos necesitan ahora, más que nunca, que se les fortalezca.
Vayamos a Hechos, capítulo 18, y leeremos desde el versículo 24. Ahí dice:
“Ahora bien, cierto judío de nombre Apolos, natural de Alejandría, —y fíjense
ahora en lo que dice— varón elocuente, llegó a Éfeso; y estaba bien versado
en las Escrituras”. Había sido instruido oralmente en el camino de Jehová y,
como estaba fulgurante con el espíritu, hablaba y enseñaba con exactitud las
cosas acerca de Jesús.
“Pero conocía solamente el bautismo de Juan.
Él tenía sus puntos fuertes, pero, como todos nosotros, también tenía sus
puntos débiles.
Sabía que tenía que ser humilde y que necesitaba ayuda, más conocimiento.
¿Ya está? ¿Se acaba ahí? ¿Ya lo han aprendido todo? No, claro que no.
De hecho, eso es lo que dice 1 Pedro, capítulo 5, versículo 10. Ahí, en 1 Pedro
5:10, Jehová promete que “terminará él mismo el entrenamiento de
ustedes”. ¿Cómo lo hará? El versículo sigue diciendo que ese entrenamiento
constante “los hará firmes”, “los hará fuertes”. Así que, igual que una quilla
tiene que pesar mucho para mantener el barco estable y derecho, Jehová
promete que les dará a ustedes su poderoso espíritu santo para fortalecerlos
y estabilizarlos, y para que ayuden a los demás a hacer lo mismo, a estar
firmes.
Apolos fue humilde y aceptó la ayuda que le dieron y, gracias a eso, Jehová y
su organización pudieron usarlo mucho.
O como lo vierte otra traducción, “los fortaleció mucho”. Así que aprovechó
bien el entrenamiento que había recibido y lo puso en práctica.
Usó las Escrituras que tenía a su disposición para demostrar lo que predicaba.
¿Y cómo hablaba? El versículo 28 dice que lo hacía “con intensidad”. Así que
podríamos decir que Apolos era una quilla con mucho entusiasmo.
Sin embargo, la quilla no se ve, porque está bajo el agua, en la parte de abajo
del barco, pero está ahí, cumpliendo su objetivo, manteniendo el barco
derecho y estable.
Ojalá que me dieran un puesto más importante, que se viera más, como una
vela.
Ustedes, estudiantes de Galaad, también harán muchas cosas que nadie verá.
Pero saben que Jehová lo ve todo y él se dará cuenta de los esfuerzos que
hagan por estabilizar a sus valiosas ovejas.
Sin duda, a lo largo de los años, ustedes también tuvieron amigos que fueron
como una quilla, que les dieron estabilidad y equilibrio cuando más lo
necesitaban.
Por cierto, se me olvidó decirles que el hermano que acaba de hablar es Ron
Curzan, por si no lo conocían.
Todos conocemos personas que tienen lo que hace falta para ser felices, pero
no lo son.
Abran sus biblias, por favor, en Deuteronomio, capítulo 16. Jehová quería
que los israelitas celebraran tres fiestas anuales, y aquí se habla de una de
ellas.
¿Qué efecto tenía en los israelitas el que ellos pausaran y reiniciaran? En una
palabra: gratitud.
¿Saben lo que pasa cuando uno siente gratitud? Que uno se siente feliz.
¿Recuerdan las palabras de Jehová: “Nada sino gozoso tendrás que llegar a
estar”? Jehová sabe que la felicidad es un resultado de la gratitud.
¿Cómo nos ayuda hoy en día este ejemplo del pasado? Bueno, la vida en este
viejo sistema está llena de dificultades.
Nos recuerda que Dios es bueno con nosotros hasta cuando pasamos por los
peores momentos de la vida.
“El gozo de Jehová” puede ser nuestra “plaza fuerte”. Pero depende de
nosotros.
Porque la gratitud es más que un simple sentimiento, hermanos; es un modo
de pensar, es una actitud, algo que elegimos.
Lo único que tenemos que hacer es apartar tiempo para fijarnos en ellas.
Los ojos solo ven imágenes, los oídos solo oyen sonidos, pero un corazón
lleno de gratitud capta el sentido.
Percibimos que Jehová creó todas esas cosas y nos las dio como un regalo.
¿Por qué razón? Para que la vida sin fin no fuera solo especial, sino
asombrosa, magnífica, una fuente de felicidad constante.
Dirige nuestra atención a algo seguro, permanente, a algo más que nosotros.
Un espíritu agradecido nos ayudará a amar más, a perdonar más, a tener más
empatía y a ser más considerados.
Expresemos nuestra gratitud, que fluya desde nuestro interior hacia los
demás.
Hará que seamos una influencia positiva en la vida de quienes nos rodean.
Esta palabra se refiere a algo de valor que uno deja o transmite a los que
vienen después.
Sin embargo, a los ojos de Jehová, son muy valiosos, y él nunca los olvidará.
Excavemos un poco para desenterrar el legado de los quenitas.
Fíjense en lo que dijo cuando se enteró de que Jehová había liberado a los
israelitas de Egipto.
Jehová estaba usando a Moisés para dirigir a una nación de unos tres
millones de personas.
Así que Jetró pensó: “¿Cómo puedo ayudar?”. Él quería apoyar a Moisés,
apoyarlo.
¿Por qué? Para que Moisés pudiera seguir con el trabajo que Jehová le había
mandado.
Quería ayudarlo en lo que pudiera.
¿Quién te crees que eres para dirigir a tres millones de personas? Si antes
eras un pastor y trabajabas para mí”. No, no hizo eso.
Más bien, pensó: “Quiero ayudar”. El apoyo de este quenita fue muy valioso
tanto para Moisés como para la nación que Jehová había escogido.
Aquí viene la primera lección: al igual que Jetró, busquen maneras de ayudar
a los demás desinteresadamente.
Podemos leerlo en Números, capítulo 10, Números 10:31. Allí, Moisés le dice
a Hobab: “Por favor, no nos dejes, porque, a causa de que conoces bien
dónde podemos acampar en el desierto, tienes que servirnos de ojos”, es
decir, de guía.
¿Por qué? Bueno, porque él conocía bien el terreno, sabía dónde encontrar
agua, dónde había pastos.
“Hobab, ven con nosotros; sé nuestros ojos; usa lo que sabes para guiar al
pueblo.
.. ¿Por qué dejarlo todo para irme por ahí con tres millones de personas?
No tengo ni idea de lo que les va a pasar”. Pero él fue.
Hobab, sin esperar nada a cambio, usó su conocimiento para guiar a la nación
en su viaje hacia la Tierra Prometida.
Por ejemplo, si alguien está pasando por una crisis de fe, seguramente le
resulte difícil viajar a través de ese terreno desconocido.
Es su responsabilidad.
Ellos capacitarán a otros dos, y estos, a otros dos, y esos, a otros dos.
Ese es su deber.
Jehonadab vivió durante el reinado de Jehú. Jehová le mandó a este rey que
acabara con la adoración a Baal.
Háganlo hoy, mañana, la próxima semana, el mes siguiente, el año que viene.
Como habían sido leales, les dijo que se fueran para poder salvarse.
Y Jehová los recompensó. En los días de Jeremías, Jehová hizo un pacto con
los descendientes de Jehonadab, los recabitas, pues, durante décadas,
habían mostrado una lealtad inquebrantable.
O puede que, como sucedía con los quenitas, su trabajo pase desapercibido.
A veces pudieran sentir que se les pasa por alto, que no se les valora lo
suficiente, que se les ignora.
Su Padre celestial valora mucho todo lo que hacen y nunca olvidará su fiel
servicio, como tampoco olvidó a los quenitas.
El ejemplo de los quenitas nos enseña lo que tenemos que hacer, lo que
ustedes y yo tenemos que hacer, si queremos que Jehová nos apruebe.
No se trata de que otros nos vean, sino de ser firmes y aguantar sin llamar la
atención.
¿Qué harán con él? Sean como Jetró. Demuestren que el Reino y los
hermanos son más importantes para ustedes que cualquier puesto.
No importa la asignación.
Así, el legado de este pueblo seguirá vivo gracias a ustedes, y la lealtad que
ellos mostraron, aunque ignorada por muchos, siempre será recordada.
Para finales de 1989, cuando la caída del comunismo sacudió el país, había
menos de 50 publicadores en toda Bulgaria.
Pero en 1991 llegaron los primeros misioneros de Galaad, y hoy hay más de
2.500 publicadores.
También cuentan con la ayuda de hermanos que han llegado de otros países
de Europa.
Hace un par de años, los hermanos de Vratsa podían recibir una multa
simplemente por predicar, y algunos incluso fueron acosados por la policía.