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Escuadrón en el que un grupo de piqueros es flanqueado en sus esquinas delanteras por dos
mangas de arcabucería, usualmente bastante grandes (el 50% de las tropas eran piqueros,
25% una manga, 25% otra manga sería lo ideal, aunque pocas veces era así). Las picas
resguardaban a los arcabuceros del ataque de la caballería y se mantenían detrás para dar la
puntilla final al enemigo, mientras los arcabuces realizaban la principal potencia ofensiva.
Las mangas podían desgajarse del escuadrón para actuar por su cuenta. En la práctica, era la
forma de escuadronar más común en los tercios españoles.
La formación de castillo es la que suele asociarse más a los tercios, sin embargo,
normalmente sólo se utilizaba al principio de la batalla o para mantenerse a la
defensiva si había peligro de ser rodeado. Consiste en un escuadrón central de
picas en cuadro de gente (idealmente compuesto por un 60% de las tropas), con lo
que tendría una ligera forma de columna; seguido de cuatro mangas de
arcabucería o mosquetería, cada una en una esquina de la formación, usualmente
formando estas en cuadro de gente o doble frente. Esto permitía enfrentarse de
manera similar al enemigo por los cuatro costados. A la ofensiva, normalmente las
dos mangas de arcabuceros delanteras se separaban para atacar por su cuenta, y
las dos traseras se adelantaban para colocarse al frente.