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ESCUELA NORMAL SUPERIOR “JOSÉ MANUEL

ESTRADA”
CARRERA: PROFESORADO EN ENSEÑANZA PRIMARIA
ESPACIO CURRICULAR: SUJETOS DE LA EDUCACIÓN Y CONVIVENCIA
ESCOLAR
CURSO: 2°
ALUMNA: YAMILA ARIAS
TRABAJO PRÁCTICO N°5: ETNOGRAFÍA ESCOLAR

1. Analiza los textos de Elsie Rockwell y Carmen Álvarez; posteriormente


produce un texto considerando los siguientes interrogantes:

a. ¿Cómo se entiende a la etnografía escolar?


b. ¿Cuál ha sido su desarrollo histórico?
c. ¿Qué características presenta la etnografía escolar?
d. ¿Qué papel juega el investigador en los procesos de investigación
etnográfica?

2. Lee el texto de Rosana Guber “El salvaje metropolitano”, Cap. I, IV, VIII, X y
luego responde:
a. ¿Qué es el trabajo de campo? ¿Cuáles son las perspectivas?
b. ¿Qué significa trabajo y reflexividad?
c. ¿Cuáles pueden ser los estilos de trabajo de campo?
d. ¿En qué consiste la observación participante?
e. ¿Cómo se realiza la entrevista no directiva?

1. a. La etnografía escolar se refiere a un enfoque de investigación que se centra en


el estudio descriptivo y analítico de la cultura escolar en el ámbito educativo. Es una
práctica que ha sido abordada por diversos investigadores y se caracteriza por la
participación prolongada del etnógrafo en el contexto escolar, donde observa,
escucha y recopila datos sobre las interacciones y significados que se construyen
en ese entorno.
La etnografía escolar se basa en estrategias que proporcionan datos
fenomenológicos, es decir, se enfoca en comprender la concepción del
mundo de los participantes que están siendo investigados. Utiliza métodos
de investigación empíricos y naturalistas, como la observación participante y
no participante, para obtener datos de primera mano.
La participación prolongada del investigador en el campo de estudio es
fundamental en la etnografía escolar, ya que permite establecer relaciones
cercanas con los participantes y recopilar datos confiables. El etnógrafo
debe convivir con el grupo estudiado durante periodos de tiempo
continuados para comprender las interacciones sociales y los significados
que se generan en ese contexto.
La etnografía escolar también se caracteriza por la observación participante
del investigador como "nativo marginal", lo que significa que el etnógrafo no
es completamente parte del grupo estudiado, pero intenta integrarse lo más
posible para realizar su investigación adecuadamente.
Además, la etnografía escolar busca realizar una descripción reflexiva y
holista, relacionando a los individuos, grupos u organizaciones con su
entorno socioeconómico, físico y simbólico de manera integral. El etnógrafo
debe generar una "descripción densa" que destaque las principales
estructuras de significación y contextos teóricos relevantes para comprender
la realidad estudiada.

b. Según Elsie Rockwell, hubo condiciones históricas en las que se


desarrolló la etnografía, especialmente en el contexto de la confrontación
entre europeos y pueblos colonizados. En ese momento, la vertiente
funcionalista de la antropología surgió como una ruptura importante con el
evolucionismo lineal del siglo XIX y tuvo implicaciones ideológicas
significativas.
Una de las implicaciones ideológicas del funcionalismo fue la negación de la
historia, ocultando la tradición oral de los pueblos estudiados y la historia de
los cambios estructurales causados por la expansión del capitalismo. Sin
embargo, el funcionalismo marcó un cambio teórico y metodológico
relevante al respaldar una reconstrucción del desarrollo de las instituciones
humanas que culminaba en los modelos europeos.
El funcionalismo cuestionó la idea de una "evolución independiente" de las
diferentes instituciones sociales y buscó interrelaciones funcionales entre
ellas y las necesidades básicas universales del ser humano. También
cuestionó la validez de comparar rasgos aislados sin establecer su
significado dentro de una estructura y la inferencia de etapas evolutivas a
partir de la "distancia" entre europeos y sociedades "primitivas".
El desarrollo del trabajo de campo y la observación directa, así como el
aprendizaje de la lengua nativa, se convirtieron en herramientas
fundamentales de la etnografía. Se prestó atención a la cultura como nivel
de análisis específico, aunque no hubo consenso sobre su definición.
A lo largo de la historia de la antropología, se han generado múltiples
prácticas que reflejan la influencia de esta ruptura funcionalista. Estas
prácticas incluyen la realización de estudios integrales y la búsqueda de
relaciones entre fenómenos sociales de diferentes órdenes, la confrontación
entre la "visión de adentro" y la visión del etnógrafo, la atención a las formas
y ordenamientos diferentes a los europeos pero funcionales para las
necesidades humanas, y la suspensión de juicios evaluativos respecto al
"primitivismo" de los grupos sociales.
La antropología, como ciencia social, se ha involucrado tanto en prácticas
sociales y políticas de dominación como en denuncia y crítica. Además, ha
habido un traslado reciente de la investigación antropológica hacia las
sociedades de origen, lo que ha llevado a la transferencia de conceptos y
metodologías del estudio de realidades "primitivas" a las llamadas
"sociedades complejas".
Este traslado ha generado polémicas y debates con otras disciplinas
sociales. La etnografía se ha aliado con la tradición sociológica cualitativa,
cuestionando el uso de encuestas y la experimentación psicológica. También
ha criticado el análisis social e histórico basado en la información
documental existente, mostrando sus limitaciones y sesgos.
La etnografía se desarrolló en un contexto de confrontación colonial y se
distanció del evolucionismo lineal predominante en la antropología
decimonónica. A través del funcionalismo, se buscaron nuevas formas de
comprender las sociedades y se desarrollaron técnicas de trabajo de campo
que permitían un acceso más directo y profundo a la realidad de los grupos
estudiados. La etnografía ha generado conocimientos particulares sobre la
diversidad humana y ha establecido teorías que explican tanto esa
diversidad como la unidad básica de los seres humanos. Aunque ha habido
formas ideológicas de negar la historia y ocultar las relaciones de
dominación, la etnografía también ha permitido revelar realidades ocultas y
ha participado en prácticas de denuncia y crítica.

c. Las características y enfoques de la etnografía escolar como método de


investigación educativa. Según Goetz y Le Compte, la etnografía escolar se
caracteriza por tres notas fundamentales:

1. Proporcionar datos fenomenológicos: Las estrategias utilizadas en la


etnografía escolar buscan obtener datos que representen la concepción del
mundo de los participantes que están siendo investigados. Se busca
comprender cómo perciben y experimentan la realidad.

2. Enfoque empírico y naturalista: La investigación etnográfica en el contexto


escolar utiliza estrategias de observación participante y no participante para
obtener datos de primera mano. Se busca una comprensión profunda de los
fenómenos estudiados a través de una inmersión en el contexto escolar.

3. Carácter holista: La etnografía escolar busca construir descripciones de


fenómenos globales en sus diversos contextos. Se busca determinar las
complejas conexiones de causas y consecuencias que afectan el
comportamiento y las creencias relacionadas con dichos fenómenos.
Álvarez y Rocwell hablan de la etnografía escolar, la participación
prolongada del investigador en el contexto de estudio es fundamental. Esto
implica convivir con el grupo estudiado durante períodos de tiempo
continuados para comprender las interacciones y las relaciones sociales que
se producen. Esta participación prolongada favorece la recopilación de datos
fiables y la comprensión de las dinámicas culturales.
Además, se menciona la importancia de la observación participante del
investigador como "nativo marginal". Aunque el etnógrafo nunca es uno más
en el grupo estudiado, debe intentar integrarse lo más posible para realizar
adecuadamente su investigación. Debe vivir en dos mundos
simultáneamente: el de la participación y el de la investigación, manteniendo
cierta distancia y asumiendo su identidad de "nativo marginal".
La etnografía escolar también se caracteriza por la descripción reflexiva y
holista. El etnógrafo debe relacionar a los individuos, grupos u
organizaciones con su entorno socioeconómico, físico y simbólico de manera
integral. Se busca generar una "descripción densa" que aborde las
principales estructuras de significación y contextualice los casos estudiados,
con el objetivo de comprender las dinámicas culturales en juego.
 La etnografía escolar se enfoca en la comprensión fenomenológica del
mundo de los participantes, utiliza estrategias empíricas y naturalistas,
adopta un enfoque holista y requiere una participación prolongada del
investigador en el contexto estudiado. Se busca generar descripciones
densas que contextualicen y comprendan las dinámicas culturales
relevantes.
 La etnografía escolar tiene un importante aporte al campo de la
investigación educativa, ya que permite al investigador comprender las
dinámicas cotidianas de la escuela. A través de la observación
participante, los etnógrafos pueden recopilar información de primera mano
y vivir los procesos educativos en toda su complejidad, lo que resulta en
una comprensión más profunda de la realidad escolar.
 La etnografía escolar ha permitido abrir nuevos campos de estudio,
proporcionar descripciones detalladas, desarrollar modelos para
comprender la dinámica escolar y explorar las perspectivas, estrategias y
culturas de maestros y alumnos. Además, muchos estudios etnográficos
han contribuido a mejorar la práctica docente, ya que no se limitan a la
descripción, sino que también buscan intervenir pedagógicamente.
 La etnografía escolar tiene varias finalidades interrelacionadas, entre las
que se encuentran la descripción cultural, la interpretación de los datos
para su comprensión, la difusión de los hallazgos, la mejora de la realidad
educativa y la transformación del investigador. Al centrarse en el ámbito
escolar, la etnografía educativa busca descubrir lo que sucede
cotidianamente en las aulas, aportando datos significativos de forma
descriptiva para luego interpretarlos y poder intervenir de manera más
adecuada en ese entorno educativo.
 La etnografía escolar brinda al investigador la oportunidad de comprender
las dinámicas y realidades de la escuela a través de la observación
participante, y su aporte va más allá de la descripción, buscando la
comprensión, la intervención y la mejora de la práctica educativa.

d. El etnógrafo o investigador es responsable de seleccionar el tema a


investigar, adoptar una filosofía de estudio, obtener acceso al campo de
investigación, establecer relaciones con los sujetos estudiados, realizar
observaciones e interpretaciones, entre otras tareas.
Dos de las principales exigencias que se destacan son el "extrañamiento" y
el intento de "ser uno más" en el campo de estudio. El extrañamiento se
refiere a la capacidad del investigador de alejarse de su entorno habitual y
enfrentarse a situaciones desconocidas que deben ser comprendidas. Es
importante mantener una actitud de asombro y curiosidad ante cada
observación realizada, incluso si parece trivial o rutinaria, ya que puede tener
un significado importante para la investigación.
Además, debe esforzarse por integrarse parcialmente en la comunidad que
estudia. Esto implica familiarizarse con lo desconocido y extrañarse de lo
familiar. Para lograrlo, se requieren cualidades como intuición, reflexión y
empatía. La intuición puede guiar al etnógrafo en la formulación de hipótesis,
la reflexión permite cuestionar y construir nuevas ideas, y la empatía facilita
la comprensión y la generación de explicaciones.
Estas cualidades personales del etnógrafo son fundamentales y deben
cultivarse constantemente para lograr una penetración estratégica en la
cultura que se estudia. El desarrollo de habilidades como la curiosidad, la
intuición, la discreción, la paciencia, la decisión, el vigor, la memoria, el arte
de escuchar y observar son esenciales en el trabajo del etnógrafo.
El investigador para cumplir con su labor, debe mantener una actitud de
extrañamiento, enfrentarse a lo desconocido con curiosidad y asombro, así
como buscar la integración parcial en el campo de estudio mediante la
intuición, la reflexión y la empatía.

2.
a. El contexto intelectual y científico de mediados del siglo XIX en Europa en
relación con la antropología y la visión de la historia. En ese momento, la
perspectiva predominante era optimista y eurocéntrica, con la creencia de
que Europa representaba el pináculo de la civilización humana y que otras
sociedades y culturas eventualmente se asimilarían a este modelo.
En la era de la antropología científica emergente, los primeros
investigadores de sociedades "primitivas" buscaban incluir las prácticas y
costumbres consideradas aberrantes hasta entonces, como parte de la
historia universal de la humanidad. Estos estudios se vieron influenciados
por los avances en ciencias naturales, como los descubrimientos de Darwin,
Mendel y Virchow, así como por los avances en comunicaciones, transporte,
medicina, sociología y antropología.
Tanto el evolucionismo unilineal como la escuela histórico-cultural eran
enfoques predominantes en ese momento. El evolucionismo unilineal
postulaba que las sociedades progresaban en etapas de desarrollo desde
formas más simples hasta más complejas, con la sociedad europea
decimonónica como la cúspide de la civilización. Por otro lado, la escuela
histórico-cultural enfatizaba la difusión y el contacto cultural como factores
clave en la formación de las culturas, reconociendo similitudes y préstamos
culturales entre diferentes sociedades.
Aunque había diferencias entre estas dos escuelas, ambas compartían un
sentido de la historia que culminaba en el modelo de la sociedad occidental
europea. Los investigadores recolectaban información sobre sociedades
"primitivas" principalmente a través de fuentes secundarias, como relatos de
recolectores, conquistadores, funcionarios coloniales, misioneros y
comerciantes. Estas fuentes proporcionaban datos fragmentados y a
menudo sesgados, lo que llevó a la conciencia de la necesidad de realizar
investigaciones de campo más directas y obtener conocimiento empírico
confiable estando en contacto directo con las sociedades estudiadas.

El trabajo de campo antropológico se gestó en el contexto positivista, y uno


de los hitos importantes fue la expedición inglesa de la Universidad de
Cambridge al Estrecho de Torres en Melanesia en 1898. Esta expedición,
liderada por el zoólogo Alfred Cort Haddon, marcó el inicio de la presencia
directa de los investigadores en el campo y la recolección directa de
información.
En su primera visita al Estrecho de Torres en 1888, Haddon se centró en un
estudio típicamente darwiniano de la fauna y la formación de los atolones de
coral. Sin embargo, durante esta visita, llevó consigo un volumen de James
Frazer sobre las costumbres, creencias y lenguajes de los salvajes. Esta
experiencia despertó su interés por estudiar a los nativos de la región.
En 1898, Haddon organizó una segunda expedición a Melanesia, esta vez
con un equipo multidisciplinario compuesto por médicos, botánicos,
zoólogos, psicólogos y lingüistas. El objetivo de esta expedición fue realizar
un trabajo de relevamiento antropológico riguroso. El grupo recopiló datos
etnográficos, materiales culturales y fotografías de diferentes comunidades
en la región del Estrecho de Torres, como Mer, Mabuaig, Saibai y la
península de Cabo York.
Esta expedición se convirtió en un hito para el desarrollo del trabajo de
campo británico y sentó las bases para el enfoque intensivo y moderno de la
disciplina antropológica. La presencia directa de los investigadores en el
terreno se convirtió en un requisito fundamental para la antropología
británica. Se enfatizaba la necesidad de una presencia prolongada en el
campo, el estudio exhaustivo de áreas limitadas y la obtención de
conocimiento de primera mano.
Además de Haddon, otros antropólogos británicos prominentes, como
Bronislaw Malinowski, Edward Evan Evans-Pritchard, Raymond Firth, Daryll
Forde y Max Gluckman, siguieron este modelo de trabajo de campo
intensivo a lo largo del siglo XX.
El enfoque del trabajo de campo se basaba en evitar el etnocentrismo y la
proyección de categorías occidentales en el estudio de otras culturas. Los
investigadores debían liberarse de sus preconceptos y tratar de comprender
la racionalidad y los sentidos propios de las sociedades estudiadas. Se
buscaba obtener un conocimiento objetivo y evitar la distorsión etnocéntrica
en las descripciones y explicaciones de las sociedades estudiadas.

Perspectiva:
La perspectiva interpretativista es una crítica al positivismo en el ámbito de
las ciencias sociales, especialmente en antropología. Los teóricos
interpretativistas argumentan que los hechos humanos no pueden ser
explicados únicamente en términos de leyes causales y determinismo, como
propone el positivismo. En cambio, sostienen que los hechos sociales son
construcciones de significado y se rigen por las interpretaciones que los
individuos asignan a sus acciones.
Un ejemplo comúnmente citado para ilustrar esta perspectiva es el guiño de
un hombre. Desde una perspectiva positivista, se podría registrar este acto
como un movimiento mecánico y observable, sin atribuirle ningún significado.
Sin embargo, los interpretativistas argumentan que el guiño puede tener
diferentes significados en distintos contextos culturales. Podría interpretarse
como un gesto de invitación sexual, complicidad o comunicación en un juego
de naipes. Por lo tanto, los significados asignados a las acciones humanas
son sociales y varían según la cultura y el contexto en el que se producen.
Esto plantea la necesidad de adoptar enfoques diferentes para comprender y
aprehender estos significados sociales. Los interpretativistas defienden que
el trabajo de campo antropológico es fundamental para comprender las
culturas y significados de los sujetos estudiados. El investigador debe
sumergirse en la experiencia de los informantes, participar en sus
actividades y aprender a comprender y experimentar el mundo desde su
perspectiva.
Desde esta perspectiva, el trabajo de campo no se considera simplemente
una recopilación de datos objetivos, sino una experiencia personal en la que
el antropólogo organiza su conocimiento. A través de la participación y la
empatía, el investigador busca comprender los significados y las lógicas
propias de la cultura que estudia. La interacción cara a cara y la
intersubjetividad se consideran esenciales para una comunicación real y una
interpretación adecuada de los sentidos que guían a los sujetos de estudio.
La perspectiva interpretativista también plantea la importancia de la
traducción etnográfica. El antropólogo debe aprender a expresar en su
propio lenguaje y términos lo que ha aprendido y comprendido de la cultura
estudiada. La validez de esta traducción radica en que los indígenas
reconozcan y acepten la explicación e interpretación elaboradas por el
investigador.
Sin embargo, esta perspectiva interpretativista ha sido objeto de críticas. Se
argumenta que a menudo subestima los condicionamientos y sesgos del
propio investigador, al exigirle que se convierta en uno más de los
participantes o que descubra el ethos de la cultura simplemente por su
presencia. También se cuestiona si la similitud y la afinidad humana entre el
investigador y los informantes son suficientes para comprender plenamente
los sentimientos y prácticas sociales. Además, se reconoce que la
experiencia personal del investigador no es suficiente para hacer inteligible y
compartible el conocimiento alcanzado en el campo.
A pesar de las críticas, la perspectiva interpretativista ha aportado
características importantes al trabajo de campo antropológico, como la
incorporación de los aspectos subjetivos del investigador como herramientas
legítimas del conocimiento, la valoración de la experiencia personal y la
participación como medios para organizar el conocimiento, y la recuperación
del punto de vista de los informantes como relevante para el conocimiento
antropológico y social.

b. Gumber señala que el “campo” en la investigación antropológica no se


refiere simplemente a un espacio geográfico delimitado, sino que es una
construcción activa del investigador en relación con los actores y las
actividades que desea estudiar. Es el referente empírico de la investigación,
que incluye fenómenos observables y las significaciones que los actores les
otorgan. El campo abarca tanto las acciones y prácticas de los actores como
las nociones y representaciones que tienen sobre su entorno.
El acceso al campo implica desentrañar los sentidos y relaciones que
construyen la objetividad social, ya que el mundo social es preinterpretado
por los propios actores. El investigador recopila información en el campo,
que luego se transforma en datos significativos para la investigación. Es
importante entender que los datos no son simples hechos objetivos, sino una
elaboración del investigador sobre la realidad.
También menciona que si bien el trabajo de campo antropológico solía
implicar una presencia directa y prolongada del investigador en el lugar de
estudio, en la actualidad puede haber variaciones en la forma en que se
lleva a cabo el trabajo de campo debido a limitaciones de recursos y
demandas académicas. Sin embargo, la originalidad del trabajo de campo
antropológico radica en la concepción de “campo” y en la relación entre el
investigador y los informantes.

El trabajo de campo antropológico implica la reflexividad, que se refiere a la


interacción entre el investigador y los sujetos de estudio, así como a la
capacidad del investigador para reflexionar sobre su propio papel y
perspectiva en el proceso de investigación. La reflexividad implica que tanto
el investigador como los informantes son agentes activos en la construcción
del conocimiento y que sus experiencias, perspectivas y decisiones influyen
en el proceso de investigación.
El investigador no puede separar por completo sus propios intereses y
objetivos de la realidad social que desea conocer, pero debe tener cuidado
de no distorsionarla con sus propias preconcepciones. El objetivo de la
investigación antropológica es ampliar el conocimiento teórico y comprender
la lógica que estructura la vida social. Esto implica que el investigador debe
estar abierto al diálogo con los informantes y utilizar categorías y conceptos
teóricos como herramientas para interpretar el referente empírico, pero
también estar dispuesto a reevaluar y reformular su propio modelo teórico a
partir de la realidad concreta que encuentra en el campo.
La reflexividad también implica que tanto el investigador como los
informantes son seres reflexivos que actúan según sus propias expectativas,
motivos y propósitos. En el trabajo de campo, el investigador y los
informantes interactúan y toman decisiones en la situación de encuentro. El
investigador adopta actitudes y estrategias para acceder al mundo social de
los informantes, mientras que los informantes también actúan reflexivamente
en su interacción con el investigador.
Es importante reconocer que el investigador y los informantes provienen de
diferentes universos de significado y tienen perspectivas diferentes. En las
primeras etapas del trabajo de campo, puede haber perplejidad y dificultades
de comunicación entre el investigador y los informantes. Estas dificultades
pueden influir en las técnicas de recolección de datos, en la selección de
informantes y en la interpretación de los resultados.

C.
Cada uno de estos estilos, objetivos, instrumentos y perspectivas críticas
puede ser utilizado en la investigación cultural dependiendo del enfoque y
los propósitos del investigador. Es importante considerar las ventajas y
desventajas de cada enfoque, así como las implicaciones éticas y
epistemológicas que puedan surgir.

d. Gumber señala que la observación participante es una técnica que implica


una serie de actividades con diferentes grados de complejidad. Estas
actividades incluyen integrarse a la comunidad estudiada, residir en el lugar,
participar en actividades cotidianas, interactuar con los informantes y
presenciar eventos sociales. La observación participante se basa en la
premisa de que la presencia directa del investigador en los hechos de la vida
cotidiana de la población estudiada garantiza la confiabilidad de los datos
recogidos y el aprendizaje de los sentidos culturales subyacentes.
También discute la aparente dicotomía entre observar y participar. Menciona
que algunos enfoques positivistas plantean que cuanto más participa el
investigador, menos registra, y viceversa. Sin embargo, el autor argumenta
que ambas actividades proporcionan perspectivas diferentes y que el
investigador no puede ser completamente uno más entre los informantes ni
mantenerse completamente al margen como un observador neutral. Es
importante reconocer la incidencia del investigador y su reflexividad en el
trabajo de campo y en la interpretación de los datos recopilados.
La autora sugiere que la observación y la participación son actividades
complementarias y, aunque tienen peculiaridades y canales de acceso
distintos, no son necesariamente opuestas. En lugar de considerarlas como
actividades separadas, el autor busca fundamentar la unicidad y globalidad
de la observación participante.
Según los lineamientos del positivismo, se busca una observación neutra,
externa y desimplicada, que garantice la objetividad científica al aprehender
el objeto de conocimiento. Esta visión considera que el investigador debe
recoger el objeto tal cual es, evitando las distorsiones introducidas por
personas no capacitadas.
La observación directa es la herramienta principal del investigador positivista
y se asemeja a la forma en que un biólogo observa especies en su entorno
natural. En este sentido, el campo de estudio se considera el laboratorio del
antropólogo, y se prefiere observar a los informantes en sus contextos
naturales.
La participación, desde la perspectiva positivista, introduce obstáculos a la
objetividad y pone en riesgo la desimplicación del investigador. Existe el
temor de que el acercamiento personal a los informantes pueda afectar la
versión de lo observado y comprometer la pretendida objetividad. La
participación se justifica solo si los sujetos la demandan o si garantiza el
acceso a ciertos campos de la vida social.

En contraste con el positivismo, desde la perspectiva interpretativa, los


fenómenos socioculturales no pueden ser estudiados de la misma manera
que la conducta animal o los movimientos físicos. Cada acto y gesto, aunque
tengan una manifestación física, son fundamentalmente sociales y culturales
en la medida en que tienen sentido para otros miembros de la misma unidad
social. Por lo tanto, para acceder a esos significados que los sujetos
negocian e intercambian, se requiere vivir y experimentar esos sentidos, al
igual que lo hacen los individuos en su proceso de socialización.
Desde esta perspectiva, la participación se vuelve una condición esencial
para el conocimiento de un sistema cultural. El único medio para comprender
y acceder a los significados culturales es a través de la vivencia directa, los
órganos sensoriales y la afectividad. Estos aspectos no empañan el estudio,
sino que clarifican la dinámica cultural.
Por lo tanto, el investigador interpretativo debe sumergirse subjetivamente
en la cultura que estudia. En lugar de explicar la cultura, su objetivo es
comprenderla. El investigador busca comprender desde adentro a los
sujetos que estudia, adoptando el rol de participante-observador o
participante pleno en lugar de limitarse a ser un mero observador.
En resumen, desde la perspectiva interpretativa, la participación con
observación es fundamental para comprender un sistema cultural. El
investigador necesita vivir y experimentar los significados culturales en
primera persona, adoptando un enfoque comprensivo en lugar de
explicativo.

La relación entre la observación y la participación en la investigación social.


Se plantea que tradicionalmente se han considerado como actividades
mutuamente excluyentes: la observación como una actividad externa del
investigador y la participación como un desempeño interno desde la cultura
estudiada. Sin embargo, se argumenta que esta dicotomía no cuestiona las
bases epistemológicas que siguen siendo empíricas.
Se sostiene que el conocimiento siempre está enmarcado por la teoría, ya
sea en forma sistematizada o fragmentada en el sentido común. Si se
rechaza la concepción empirista de que la observación participante equivale
a una presencia directa y garantiza el conocimiento verdadero, se estaría
rechazando la técnica en sí misma. Aunque la presencia directa puede ser
útil para el conocimiento social, no garantiza un acceso neutro y una réplica
exacta de la realidad. Sin embargo, evita algunas mediaciones de terceros y
presenta la realidad en su complejidad al observador crítico y reflexivo.
El investigador inevitablemente se relaciona con el referente empírico a
través de los sentidos y los sentimientos, pero estos se moldean por su
aparato cognitivo, cargado de nociones de sentido común y teorías. Además,
la subjetividad del investigador juega un papel activo en el conocimiento. Sin
embargo, esta subjetividad no es una caja negra indiferenciada, sino que se
organiza siguiendo estructuras explicativas y teorías que tienen un carácter
social.
La reflexividad y la crítica de los supuestos, el sentido común y las
condiciones socioculturales son elementos esenciales en la observación y la
participación. Si se comparte un mismo modelo teórico y un objeto de
estudio afín, los datos recogidos y las conclusiones serán similares, aunque
pueden variar en términos de pintoresquismo. Por lo tanto, la actividad del
investigador no es solo aparente y superficial, sino que implica una reflexión
sobre cómo coproduce el conocimiento a través de sus nociones, actitudes y
supuestos.
En resumen, se argumenta que la observación participante no solo es una
herramienta para obtener información, sino también para producir y analizar
datos. A través de un proceso reflexivo entre los sujetos estudiados y el
investigador, la observación participante se convierte en un proceso de
conocimiento tanto de la realidad como del propio investigador. Además, se
destaca que el conocimiento que el investigador construye sobre los
informantes está intrínsecamente vinculado al conocimiento que produce de
sí mismo y al que los informantes producen de él.
En este fragmento se explora la diferencia entre la observación y la
participación en la investigación social, centrándose en un ejemplo
específico. Se argumenta que la observación y la participación son dos
formas de acceso complementarias a la realidad, diferenciadas por la
relación cognitiva que el investigador establece con los sujetos/informantes y
el nivel de involucramiento resultante.
En el ejemplo, el investigador comienza observando a un grupo de mujeres
llamadas “las bolivianas” en un mercado. Registra datos sobre su llegada,
sus mercaderías y sus interacciones. Luego, el investigador se acerca y
comienza a interactuar con ellas como comprador, estableciendo
conversaciones más allá de la transacción. Sin embargo, cuando el
investigador deja de hacer compras y solo conversa, las mujeres comienzan
a cuestionar sus motivos y sospechan que podría ser un inspector de
inmigración buscando inmigrantes ilegales.
En la observación desde el bar, el investigador no incide directamente en la
conducta de las mujeres observadas. Sin embargo, cuando la observación
se lleva a cabo estando dentro del radio visual de las vendedoras, se genera
una relación directa que puede provocar reacciones y expectativas en ellas.
Estas reacciones se manifiestan en la segunda instancia de relación, cuando
el investigador participa como “comprador conversador”. Las suposiciones y
expectativas de las vendedoras influyen en el investigador, quien percibe su
renuencia y se siente obligado a explicar su presencia y sus preguntas.
La explicación que el investigador brinda sobre su identidad y propósito de
investigación continúa influyendo en la interpretación y conducta de ambas
partes. Este ejemplo ilustra cómo la observación y la participación están
interconectadas y cómo las acciones del investigador generan expectativas y
reacciones en los sujetos estudiados.

e. Se aborda la entrevista como una técnica apropiada para acceder a las


significaciones y representaciones de los actores sociales. Se reconoce que
cierta información, como sistemas de representaciones, creencias, valores y
normas, no puede obtenerse únicamente a través de la observación, y la
entrevista se presenta como una herramienta complementaria para explorar
estos aspectos.
La entrevista se define como una relación social en la cual se obtienen
enunciados y verbalizaciones por parte del entrevistado. Además del
contenido discursivo, se considera relevante la información sobre el contexto
del entrevistado, sus características físicas y su conducta. Se menciona que
existen diferentes variantes de entrevistas, como las dirigidas,
semiestructuradas y clínicas, cada una con sus propios marcos, propósitos y
modalidades.
En particular, se enfoca en lo que algunos autores denominan “entrevista
antropológica o etnográfica”. Se destaca que esta forma de entrevista se
utiliza en la antropología para obtener conocimiento sobre otras sociedades
y culturas, con la premisa de evitar perspectivas etnocéntricas y
sociocéntricas. Se busca comprender las perspectivas de los sujetos dentro
de su propio contexto cultural, evitando prejuicios y estereotipos.
En resumen, se plantea que la entrevista es una técnica valiosa para
acceder a las significaciones y representaciones de los actores sociales, así
como a información sobre acciones pasadas o presentes. Se reconoce la
importancia de complementar la observación con la entrevista para obtener
una comprensión más completa de la realidad social, y se enfatiza la
necesidad de adoptar un enfoque culturalmente sensible en la aplicación de
la entrevista antropológica o etnográfica.
En el proceso de conocimiento, las preguntas y respuestas no deben
considerarse como bloques separados, sino como partes de una misma
reflexión y lógica. El investigador, al plantear sus preguntas, establece el
marco interpretativo en el cual las respuestas del informante adquieren
sentido para la investigación y la perspectiva del investigador.
El contexto y los términos utilizados en las preguntas del investigador
pueden influir en las respuestas del informante. Incluso cuando se utiliza un
cuestionario idéntico para todos los entrevistados, los supuestos y la lógica
del investigador pueden proyectarse en las respuestas, limitando el acceso
al universo de significados del actor entrevistado.
Es fundamental para comprender los términos y la perspectiva del actor
reconocer que el universo de los informantes es diferente del del
investigador. Esto implica que el investigador debe reconocer su propio
marco interpretativo y diferenciarlo, en la medida de lo posible, del marco de
los sujetos de estudio. De lo contrario, corre el riesgo de proyectar sus
propios conceptos y sentidos en las palabras del informante, reafirmando lo
que buscaba encontrar en lugar de descubrir nuevas relaciones y
significados.
La entrevista se presenta como una interacción temporal y espacialmente
situada en la cual el investigador obtiene información a través del discurso
del informante. Esta característica se basa en supuestos sociológicos y
epistemológicos, como la idea de que cada individuo puede expresar
patrones sociales y opiniones sobre su sociedad, y que las respuestas
individuales revelan opiniones personales.
Sin embargo, se plantea que la entrevista puede alterar los términos
habituales de interacción social y que la verbalización puede ser desigual
según el grupo social al que pertenezca el informante. Además, se destaca
que muchas veces las personas no solicitan ser entrevistadas para
investigaciones sociales, lo que puede resultar en respuestas apáticas, de
oposición o de desconocimiento.

Gumber señala la importancia de reconocer los sesgos y supuestos del


investigador en el proceso de entrevista, así como la necesidad de
comprender el contexto y la perspectiva del actor entrevistado. Se cuestiona
la neutralidad y objetividad de las entrevistas estructuradas y se destaca la
importancia de un enfoque que integre la perspectiva del actor desde los
propios actores, evitando proyectar los supuestos y la lógica del investigador
en las respuestas.

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