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GUÍA DE CAPACITACIÓN PARA LA INTERVENCIÓN EN SALUD MENTAL

COMUNITARIA

LECTURAS DE APOYO
MODULO III: TRABAJANDO CON LA COMUNIDAD, IDENTIFICANDO Y
PRIORIZANDO PROBLEMAS

LECTURA 1: DIAGNÓSTICO PARTICIPATIVO


Adaptación de Gaviria A y Gómez J ¿Con quienes trabajamos? Diagnóstico 2
participativo. Juntos es mejor. Módulos de metodologías participativas para la
gestión de organizaciones sociales. Módulo 2. 1999. Medellín.

LECTURA 2: LA ÉTICA DE LA INVESTIGACIÓN EN CIENCIAS SOCIALES EN EL 14


CONTEXTO DE LA GLOBALIZACIÓN: DE LA INVESTIGACIÓN
CUANTITATIVA A LA CUALITATIVA
Acta Bioethica 2004; 10(1). En: www.scielo.cl/scielo.php?pid=S1726-
569X2004000100008&script=sci_arttext - 27k 12 de feb 2007-

LECTURA 3: LA ÉTICA SOCIAL EN LA INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL Y


COMUNITARIA 16
Copyright 1987 © Papeles del Psicólogo. Diciembre, nº 32 , 1987. ISSN 0214 –
7823. En: http://www.cop.es/papeles/vernumero.asp?id=343. 12 de feb.2007

LECTURA 4: SALUD MENTAL Y VIOLENCIA ESTRUCTURAL EN VARONES


DE SECTORES URBANOS POBRES 19
Ramos M. Salud mental y violencia estructural en varones de sectores
urbanos pobres. Ponencia preparada para la Mesa sobre “Salud Mental
y Violencia Estructural” del VI Congreso Latinoamericano de Ciencias
Sociales y Salud. Lima, Junio de 2001. Consultado junio 2007. En
http://www.diassere.org.pe/docs/Ramos_2003.doc 12 de junio 2007

LECTURA 5: DOMESTICANDO LA VIOLENCIA: EL ALCOHOL Y LAS SECUELAS DE


LA GUERRA 29
Theidon K. “Domesticando la violencia: el alcohol y las secuelas de la guerra”
Lima: Ideele 120: 56-63

LECTURA 6: SECUELAS PSICOSOCIALES DE LA VIOLENCIA 36


Hatun Willakuy, Versión abreviada IF CVR. Capítulo 7: Secuelas de la
Violencia. Lima: CVR, 2003.

LECTURA 7: “CRIÁNDOSE  EN  EL  RINCÓN  DE  LOS  MUERTOS:   MANCHAS, 52


IDENTIDAD  Y  VIOLENCIA  EN  LOS  ANDES PERUANOS”
Strocka, C.  Growing  up  in  the  ‘Corner  of  the  Dead’:  youth  gangs,
identity  and  violence  in  the  Peruvian  Andes’.  Tesis  Doctoral,
Departamento  de  Desarrollo  Internacional  Queen  Elizabeth  House,
Universidad  de  Oxford. 2006.

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LECTURA 1: DIAGNÓSTICO PARTICIPATIVO1

I. DEFINICIÓN
El diagnostico rápido participativo es una metodología de trabajo para recopilar y analizar información
producida por diferentes grupos poblacionales, en un tiempo comparativamente corto frente a otros
métodos. Se caracteriza por que es
 Es una actividad realizada sobre el terreno enfocado a obtener información e hipótesis nuevas
sobre la cotidianidad de un grupo poblacional en forma rápida y eficiente.
 Es un medio para estimular y apoyar a los miembros de un grupo social en la exploración,
análisis y evaluación de sus limitaciones y potenciales de desarrollo, en un plazo razonable, para
tomar decisiones argumentadas y oportunas en relación con sus proyectos.
 Es un conjunto de instrumentos de análisis que le permite, a un grupo de personas, construir sus
puntos de vista en relación con un tema específico que les compete.
 Es un proceso que valora el consenso y el disenso como la manera óptima para obtener
información válida de la formulación, la ejecución y la evaluación de los proyectos.
 Es una metodología de consulta y de diagnóstico cualitativo que marca su mayor fortaleza en el
proceso de participación del grupo de población objetivo.

II. FINALIDAD Y VENTAJAS DEL DIAGNÓSTICO RÁPIDO Y PARTICIPATIVO.


El diagnostico participativo tiene como su máxima finalidad que los grupos poblacionales identifiquen
sus problemas e intereses, y fortalezcan sus capacidades de decisión y solución acerca de las
propias necesidades.
En esta medida, el diagnóstico participativo, a través de la sensibilización, capacitación y la
motivación de las poblaciones objetivo, pretende que éstos:
 Investiguen y analicen su situación.
 Definan sus prioridades.
 Compartan sus conocimientos y experiencias con otros
 Desarrollen las alternativas factibles para la solución de sus problemas.
 Propicien Arreglos institucionales para una planificación concertada.
 Establezcan metas e indicadores comunes

Las ventajas del método diagnóstico participativo son


 Valora el conocimiento local permitiendo un intercambio mutuo entre los participantes.
 Democratiza el saber. Los grupos de población objetivo analizan conjuntamente su realidad, y
son los dueños de los resultados.
 Promueve la autogestión. Las diversas responsabilidades se distribuyen en los grupos, sin estar
centralizadas en una o pocas personas.
 Relativiza el concepto de la investigación científica flexibilizando la noción de verdad y de ciencia
universal.
 Los facilitadores también aprenden y no tiene la última palabra. El diagnóstico participativo
fomenta una actitud diferente del agente externo en cuanto a su función en e diagnóstico, quien
asume un rol de facilitador y catalizador, y no de promotor del desarrollo.
 Es una metodología que facilita el aprendizaje con y a través de los miembros de los grupos
poblacionales y su desarrollo autónomo.
 El proceso de construcción es creativo y flexible, y permite la utilización de materiales conocidos
y que se encuentren disponibles en forma inmediata.
 El método posibilita la participación activa del grupo y su identificación con el trabajo, ya que la
información que se produce es continuamente visible para todos.

1
Adaptación de Gaviria A y Gómez J ¿Con quienes trabajamos? Diagnóstico participativo. Juntos es mejor.
Módulos de metodologías participativas para la gestión de organizaciones sociales. Módulo 2. 1999. Medellín.

2
III. PRINCIPIOS DEL DIAGNOSTICO RÁPIDO PARTICIPATIVO
Estos principios son:
 Triangulación entre diversos puntos de vista
 Aprender de la población objetivo
 Ignorancia óptima o enfocarse en lo esencial
 Flexibilidad
 Instrumentos apropiados
 Visualización compartida de los resultados
 Análisis y presentación en el lugar de trabajo
 Seguimiento

IV. TÉCNICAS PARA REALIZAR EL DIAGNÓSTICO PARTICIPATIVO


a. Entrevista
b. Técnicas de observación
c. Diagramas, mapas y modelos
d. Jerarquización y priorización
e. Diversas dinámicas grupales

a. Entrevista
 Su principal característica es permitir una comunicación directa con las fuentes de información.
 La entrevista semiestructurada, de la cual se vale el diagnóstico participativo, se caracteriza por:
o Utilizar un lenguaje cercano a las características de las fuentes de información
(edad, sexo, nivel escolar, expresiones locales).
o Trabajar con cuestionarios abiertos, utilizando una guía con temas claves.
o Adaptar flexiblemente el procedimiento y los temas de la entrevista, a las
necesidades de las personas entrevistadas.
o Pude ser individual o grupal
o Tratar sobre aspectos subjetivos ( cualitativos) o sobre aspectos cuantitativos

 Entre los tipos de entrevista encontramos:

a.1 Entrevistas de la comunidad Es un proceso de diálogo abierto consiste en darle la


oportunidad a la gente de expresar sus aspiraciones, para sensibilizar a la población y fomentar
el debate entre los líderes políticos. Se invita a todos los habitantes de una zona específica para
reunir información e ideas, por ejemplo, sobre la planificación, la implementación y a evaluación
de proyectos de desarrollo para la localidad.

a.2 Entrevistas de grupo. También denominada grupos focales. Pueden efectuarse con personas
elegidas al azar o con grupos sistemáticamente seleccionados, por razón de sexo, edad,
profesión, etc. El número de participantes debe limitarse a 8 o 10 como máximo, para dar a todos
la oportunidad de intervenir. Son dirigidas por un moderador a través de un guión de temas o
guía de entrevista. Se recomienda la participación de un observador que tomará nota de los
eventos y en general del desarrollo de la entrevista.

a.3 Entrevistas con grupos temáticos corresponden a una forma especial de la entrevista de
grupo en la que se enfoca directamente un tema concreto. El factor esencial de estas entrevistas
es el proceso de comunicación que se logra en la medida en que se cumplan algunas reglas
como:
o El grupo debe ser homogéneo, es decir, con características similares, integrado por 6 ó 10
personas máximo, sin relaciones de dependencia personal (líneas de autoridad). Es
recomendable que no estén mezclados los participantes, por ejemplo, alumnos y directivos
docentes, alumnos y padres de familia, empleados y directivos, niños y adultos.
 La participación de los integrantes es voluntaria.
 El lugar de discusión debe ser neutral.

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 El facilitador que orienta la entrevista se caracteriza por ser imparcial.
 La metodología incluye:
 Seleccionar grupo de personas con una característica determinada. Los
grupos se forman de manera aleatoria o al azar, mediante un informante
clave (una persona que conoce la comunidad puede ayudarnos a elegir a
los participantes) o combinando ambas formas.

 Es importante hacerse la siguiente pregunta ¿De que grupo de personas


queremos conocer sus opiniones y entre cuales de ellos queremos
comparar?.
 La composición interna de cada grupo focal dependerá del tema a tratar
(jóvenes, mujeres, varones).
 Centrar el problema o definir el tema.

a.4 Las entrevistas con informantes claves se hacen a determinadas personas que son
representativas o típicas de diferentes perspectivas y categorías (grupos, posiciones, funciones
con relación a las actividades del proyecto), para obtener la información necesaria sobre temas
concretos. Una secuencia de entrevistas abarca varias conversaciones sucesivas con personas
involucradas en diferentes etapas de un proceso.
La entrevista, en sus diversas modalidades, puede emplearse en todas las fases del diagnostico,
incluso puede ser la primera actividad después de haber identificado los temas sobre los cuales
se busca obtener información. Se emplea, además, con informantes claves que tienen
dificultades para participar de las actividades en las jornadas de campo, en las cuales se aplican
las técnicas de carácter grupal.2

o La entrevista se realiza con el consentimiento del/la entrevistado; a él o ella le toca expresar


si desea o no dar información, además de establecer cómo, cuándo, o dónde será
entrevistado. Durante ese contacto inicial, el entrevistador explicará sus intenciones, y de
esta manera se concertará el desarrollo de la entrevista; el entrevistador/a considerará al
entrevistado como auténtica fuente de conocimiento, sin poner en tela de juicio sus
declaraciones. Un aspecto ético de gran importancia es que el entrevistador guarde cierta
reserva sobre información de tipo íntimo que pueda surgir en la entrevista, pues el derecho
al uso público de ésta pertenece sobre todo al entrevistado.

o Cuando la entrevista es semiestructurada se debe utilizar una guía en la que se enuncian


entre 10 y 15 cuestiones claves. Las respuestas de los encuestados, que a su vez pueden
plantear preguntas, conducen a la formulación de nuevas cuestiones. Los temas se abordan
a medida que van surgiendo.

o En caso de que la entrevista se realice en forma verbal, el equipo de facilitadores estará


conformado por dos personas, una de las cuales se encargará, exclusivamente, de anotar la
información, y la otra, de hacer las preguntas.

o La entrevista debe empezar con las formas tradicionales de presentación y saludo de los
entrevistadores.

o Como orientación general, para hacer buenas entrevistas es necesario dominar las reglas
básicas de la comunicación como: escucha activa, manejo de los cuatro lados del mensaje,
la comunicación no verbal.

o El entrevistador debe mostrar que ha venido a aprender.

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Cfr. SCHONHUTH, Michael 1994.

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o Es importante saber preguntar. Redactar las preguntas en forma clara. Hacer preguntas
simples, concretas y abiertas. Formular las preguntas con los pronombres interrogativos
clásicos: quién, por qué, dónde, cuándo y cómo. En su mayoría, indagar por aspectos
cualitativos.

o Utilizar preguntas en las que el encuestado deba asumir un papel específico: “Suponga
que...”, “¿Qué haría usted en esas circunstancias?
o Verifica la manera como ha sido redactada y presentadas las preguntas para levantar la
información:
¿Cuántas alternativas de respuesta dejan al interlocutor?
¿Se trata de preguntas de introducción, de información técnica, informales, de control, o
preguntas sobre la persona y sus opiniones y sentimientos?
¿Que actitud se asume frente a las respuestas recibidas?

o Preguntarse: ¿cómo llegan las preguntas al interlocutor? ¿Cómo las entiende él?
o Saber escuchar. Mantener una actitud de credibilidad ante las respuestas, y utilizar, en caso
de confusión, la visualización como medio para documentar puntos claves abiertamente.
o Adaptar la misma pregunta según las características de la fuente de información.
o Evitar hacer propuestas para la respuesta, haciendo afirmaciones como: “no le parece
que...”.
o Documentar la mayor cantidad posible de la información dada y valorar si se trata de un
hecho, una opinión o un rumor. Por ejemplo: “lo que me está contado lo vivió, se lo
contaron...”.

b. Técnicas de observación
La observación es una técnica que se caracteriza porque:
 Es explorativa
 Considera aspectos nuevos y sorprendentes
 Toma en cuenta la vida normal y las rutinas diarias.
 Fomenta el entendimiento del contexto
 Requiere de pocas preguntas

La observación es un método útil para:


 Identificar nuevos temas a investigar, que no habían sido tenidos en cuenta antes.
 Levantar información cualitativa adicional.
 Controlar y corregir datos que han sido levantados a través de otras técnicas.

Esta técnica presenta las siguientes formas y dimensiones:


 Se hace de manera anónima o en forma abierta.
 Puede ser preparada con anticipación y orientada por una guía (sistemática) o
espontánea (no sistemática).
 Se realiza en situaciones naturales o situaciones de experimento.
 Pueden realizarla las propias fuentes de información (auto-observación), o puede ser
ejecutada por otros, quienes deberán elaborar previamente una guía y recibir la
suficiente capacitación para ello.
 Existe observación directa o participante.

La observación directa consiste en el registro minucioso y sistemático de los fenómenos


observados en su contexto real. Por regla general, la veracidad de los datos obtenidos mediante
observación directa debe comprobarse en las entrevistas con informantes claves. Puede
emplearse en cualquier momento del trabajo de campo.

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La observación directa debe efectuarse de la forma más discreta posible. Las grabadoras,
máquinas fotográficas y diarios de notas son herramientas útiles, pero sólo deben emplearse con
aprobación de los participantes, o bajo su dirección, en el caso de enfoques participativos.

El instrumento de documentación más importante en esta técnica es el diario de campo, en el


cual se registran todos los resultados de las conversaciones, observaciones e impresiones.

Puede emplearse en todas las fases, especialmente en aquellos momentos en los que las
decisiones deben basarse en una comprensión profunda de las condiciones sociales y culturales.

La organización de la información que ha resultado de las observaciones es sumamente


importante para los pasos de análisis y evaluación. Esto también posibilita la comparación, y
disminuye el peligro de subjetividad.

c. Diagrama, mapas y modelos


Las principales características de los diagramas, mapas y modelos son:
 Favorecen un diálogo y análisis participativo.
 Transmiten información importante en forma de imágenes o símbolos.
 Describen contenidos y procesos complejos, de un modo claro y fácil de comprender.
 Ofrecen, también a personas analfabetas, la oportunidad de participar.
 Producen resultados palpables, y así crean en el grupo el sentimiento de haber logrado
conjuntamente un éxito.
 Pueden ser aplicados en diversos casos y adaptados flexiblemente.
 Permiten a los miembros menos locuaces de los grupos, participar en la identificación de sus
problemas y en búsqueda de soluciones a los problemas.

En la aplicación de diagramas, mapas y modelos se deben tener en cuenta las siguientes


orientaciones:

 Utilizar material locales (tierra, piedras, hojas de árboles, palos). Los dibujos en la tierra son
tan útiles como los dibujos en el papel.
 Llevar preparados los croquis, y delimitado el lugar de trabajo.
 Improvisar y experimentar con dibujos.
 Mantener el diagrama apropiado a las personas a quienes está dirigido (tamaño, vocabulario,
símbolos).
 Probar el diagrama con un grupo pequeño antes de presentarlo en plenaria.
 Usar el mínimo de texto, en cuanto sea posible.
 Siempre mantener una copia del diagrama como referencia para el futuro.
 Explicar o pedir que se expliquen, cuidadosamente, el propósito y el significado del diagrama
cada vez que se usa.
 Visualizar y formular las preguntas en forma clara.
 Terminar los ejercicios con un momento de reflexión y análisis por parte del grupo.
 Solicitar a uno de los miembros del grupo consultado que presente los avances del equipo y
su resultado final.

Lo que se debe evitar en el uso de estas técnicas:


 Gastar demasiado tiempo en hacer un diagrama elegante
 Querer hacerlos técnicamente exactos.
 Usar muchas reglas. Ellas hacen que los que construyen el trabajo sean demasiado
cuidadosos y poco flexibles.
 Dar por sentado que los símbolos utilizados como convención son comprendidos por todo el
mundo.
 Confiarse en que los diagramas son el único medio de comunicación.

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 Llevarse el diagrama sin dejar una copia al grupo que lo ha elaborado.

Posteriormente, este conjunto de técnicas puede emplearse en diversos momentos:


 Puede servir como paso de entrada a la planificación participativa, y así formar la base para
la toma de decisiones.
 Sirve para la planificación, la discusión y el análisis de la información dentro del equipo o
conjuntamente con los miembros de la comunidad.

c.1 Diagrama
 Diagrama de pastel
o Este diagrama informa sobre proporciones relativas, no exactas, por ejemplo:
cantidad de niños, jóvenes, adultos, nivel escolar, proporción de cuántos han
cursado primaria, bachillerato, estudios universitarios.
o Se utiliza para el análisis de la situación para desarrollar y priorizar opciones.
o Es muy útil cuando es difícil obtener valores absolutos o cuando la cuantificación es
de una naturaleza sensible dentro del grupo.
o La información tiene un grado de incertidumbre y debería ser comprobada por otras
técnicas y otros informantes.

Un ejemplo de cómo utilizarlo?

Tema: Diagnóstico participación de los diferentes actores sociales en las acciones de


salud mental en la comunidad de xxx
Fuentes de información: personas de las cuales se va a recoger información y sus
características: profesores, policías, personal de salud, iglesia, ongs, ,
Pregunta de investigación: ¿Cuánta influencia tiene la iglesia en el desarrollo de
acciones de salud mental en la comunidad de xxx?

1. Convocar a representantes de los diferentes actores sociales de la comunidad de


xxxx
2. Dibujar en el suelo o en papel un circulo grande
3. Ubicar el grupo dentro del circulo
4. Escribir en tarjetas de diferentes colores el nombre de cada uno de los actores
sociales de la comunidad de xxxx.
5. Socializar entre los participantes la pregunta que guiará el trabajo, es decir,
¿cuánta influencia tiene cada uno de los actores en las acciones de salud mental
en la comunidad de xxxx?
6. Preguntar que porción del pastel le darían a cada uno de los actores según la
temática propuesta
7. Entregar los materiales con los cuáles cada uno de los actores caracterizara las
porciones asignadas.
8. Una vez finalizado, el grupo debe socializar lo expresado en su trabajo.

 Diagramas de flujos e interacciones


Muestran relaciones que existen entre temas, actividades y conceptos.

 Ayudan a estructurar y a reducir contenidos complejos


 Permiten elaborar árboles de problemas, de objetivos, de alternativas.
 Puede representar relaciones de causa efecto (árbol de problemas), relaciones
medio –fin (árbol de objetivos), etapas de un proceso , impactos positivos y
negativos
Una vez que las personas que participan en el diagnóstico han reconocido y
clasificado de acuerdo a su prioridad las dificultades y los problemas, es necesario

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discutir y analizar las causas exactas y repercusiones de dichos problemas con los
participantes de todos los niveles.
Para hacer este análisis es útil trazar un "árbol de problemas". Con este método, el
problema se considera como el tronco de un árbol; sus raíces equivalen a las causas,
mientras que las ramas representan las repercusiones. Los participantes en la discusión
elaboran el árbol, con ayuda del facilitador. Como en otros ejercicios, una vez terminado
el árbol se debe utilizar como base de una discusión a fondo3.
Cómo construir un diagrama de flujos e interacciones ( árbol de problemas)

Paso 1: Identificar los principales problemas con respecto a la situación en cuestión


Paso 2: Formular en pocas palabras el problema central
Paso 3: Anotar las causas del problema central
Paso 4: Anotar los efectos provocados por el problema central
Paso 5: Elaborar un esquema que muestre las relaciones de causa y efecto en forma de
un Árbol de Problemas
Paso 6: Revisar el esquema completo y verificar su lógica e integridad
A partir del árbol de problemas y sus relaciones de causas y efectos, la definición de las
soluciones y acciones pertinentes para superar la dificultad debería de resultar directa.
Los siguientes pasos deben seguirse en el análisis participativo del árbol de problemas:
 Convocar un taller que incluya a participantes directamente afectados por el
problema o que lo conozcan bien.
 Contar con un facilitador con experiencia en ejercicios de este tipo.
 Preparar medios visuales, en particular tarjetas u hojas adheribles, chinchetas,
pizarras, marcadores, etc.
 Comenzar con una sesión de trabajo intenso en la que los participantes escriban,
dibujen, (si la personas no saben leer podemos llevar dibujos o material de la zona)
en tarjetas distintas las causas o efectos del problema según los perciban; adherir
o sujetar con las chinchetas estas respuestas en la pizarra o en un muro; si hay
sobreposiciones o respuestas repetidas, agruparlas y resumir el tema en otra
tarjeta y quitar el grupo correspondiente.
 Si hubiera algunos participantes analfabetas en el taller, utilizar símbolos en vez
de palabras
 Reconocer junto con los participantes el problema central, asegurando que esta
parte del ejercicio tenga la mayor participación posible
 Discutir con los participantes las causas del problema central y establecer una
secuencia lógica
 Discutir con los participantes las formas posibles de hacer cargo del problema
central (las raíces del árbol del problema deben ofrecer pistas sobre las medidas
que pudieran tomarse al respecto)
 En las discusiones se deben determinar las causas que sea posible atender en el
ámbito local y las que haya que dirigir a los planos del distrito o regional. No hace
falta ocuparse de todas las causas simultáneamente, ni sería posible. Los
participantes tienen que reconocer las que es más fácil resolver con rapidez y las
que requieren de medidas en un plazo mucho más prolongado. En algunos casos,
resulta posible pasar por alto algún obstáculo.

d. Técnicas de priorización y jerarquizacioón .

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Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Métodos participativos de reconocimiento de
dificultades y posibles soluciones. En Guía para conducir el elemento del análisis de dificultades. Programa Especial de
Seguridad Alimentaria. PESA / Doc 18 serie de manuales Volumen II. 1998, Roma.

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Esta es una de las actividades más importantes dentro del diagnóstico participativo, pues de ello depende
la eficacia de la intervención que se diseñará posteriormente.
Nos permiten identificar cualitativamente problemas, preferencias, expectativas importantes,
compararlos y establecer un orden entre ellos. Son de utilidad para ayudar a los grupos de la
comunidad a.
 Expresar y visualizar sus prioridades de forma simple, clara y fácilmente entendible para
otros.
 Clarificar los criterios para decidir cuál o cuáles son los problemas sobre los cuáles podrán
incidir con sus intervenciones, estableciendo por consenso el orden en que se abordarán.
 Siempre que se usen estas técnicas debemos permitir que la comunidad o los
representantes, o los grupos de población con quienes trabajamos establezcan su propia
jerarquía.

Existen varias técnicas de jerarquización, entre las más usadas tenemos:

d.1 Técnicas de priorización simple.


Es la más rápida, fácil de realizar, de menor costo y se puede utilizar con todo tipo de grupos.
 Los problemas o áreas temáticas, expectativas en salud mental de la comunidad
identificadas en las entrevistas a informantes claves, se escriben en tarjetas, de
diferentes colores. Recordemos que si tenemos población analfabeta utilizaremos
símbolos o elementos de la propia comunidad para ayudar a reconocer los problemas.
Si no hemos hecho entrevistas podemos utilizar la lluvia o tormenta de ideas.
 Informamos a los participantes que en forma conjunta vamos a decidir el orden de
importancia de sus problemas, preferencias, expectativas, etc. hacemos hincapié que
para ello es necesario que reflexionen las implicancias que tendrá su decisión para la
comunidad, las familias o específicamente para el grupo de población objetivo.
 Establecemos una escala, por ejemplo del 1 a 10. 1 la menos importante y 10 la de
mayor. Si es necesario podemos dibujar una escalera en un papelote o en una pizarra.
 A cada participante le damos tantas tarjetas como el número de problemas o temas
que se van a priorizar, siempre conservando los colores que se asignaron previamente.
 Luego leemos o visualizamos cada una los temas, problemas, etc. que hemos
registrado en las tarjetas. Uno por vez y les pedimos que le asignen un puntaje. Cada
participante en forma individual debe asignar un puntaje. Si las personas no pueden
escribir se pueden usar macices, o frejoles y un recipiente en el cual colocarlos.
 Recogemos las tarjetas y realizamos el conteo invitándolos a colaborar, puede ser una
sumatoria simple de todos los puntajes asignados. Presentamos Una vez concluido
pasamos al siguiente problema o tema.
 Al final, presentamos los resultados totales en forma visual escrita o con símbolos.
 Les preguntamos que les parece o qué opinan.

V. LOS ROLES DEL FACILITADOR Y DEL OBSERVADOR


En el diagnostico participativo, la participación se manifiesta como un proceso interactivo basado en
el aprendizaje muto y recíproco.

Favorecer la participación en el grupo meta exige unas actitudes especiales del equipo, es decir, el
grupo conformado por el coordinador del diagnóstico, los facilitadores y los observadores:

 Aprender de y con los participantes


 Respeto hacia las personas con quienes se trabaja.
 Interés en lo que saben, dicen, muestran y hacen las personas. Estar interesado en lo que sabe,
dice, enseña y hace el grupo.
 Ser flexible en el proceso de consulta, si forzar ni presionar a los participantes para que lleguen a
resultados.

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 Valorar tanto las respuestas como los silencios del grupo. Ninguna respuesta, también es una
respuesta.
 Capacidad para escuchar y ser paciente.
 Franca modestia en cuanto al saber y los conocimientos propios.
 Utilizar métodos que alientan a los grupos a compartir sus conocimientos, a ampliarlos y a
analizarlos.
 Manejar en forma adecuada los poderes presentes en el grupo.
 Estar interesado en un procedimiento informal, experimental, creativo y abierto.

En el proceso de facilitar un diagnóstico rápido participativo, la visualización de los materiales, las


preguntas, los resultados del equipo y los procesos y temas de discusión, son fundamentales para que
sea realmente una actividad de carácter participativo.

 El facilitador se equivocaría si, en todas las situaciones


o No está capacitado
o No expresa sus ideas con claridad
o Deja que todos hablen y al final da como definitivas sus propias ideas,
o Participa demasiado en la toma de decisiones.

 El facilitador se equivocaría si algunas veces


o Convoca a los que manifestaron no querer estar en el proceso
o Desconoce antecedentes del grupo o del tema
o Se parcializa
o Impone sus reglas
o Improvisa
o No delega
 El facilitador se equivocaría menos si
o Lleva un programa ya montado.
o Sugiere respuestas y posiciones en los participantes

La participación de los miembros del grupo se favorece si:


 Siempre se usa la visualización.
 Se busca un símbolo de autoridad, por ejemplo, un palo, y se le entrega
oficialmente al grupo.
 Se repite que en el diagnostico participativo las informaciones y los conocimientos
de la comunidad o grupo con el se trabaja son más importantes que de los miembros del
equipo de facilitadores.
 Se tiene tiempo y espacio suficiente para que los grupos revisen, cambien y
completen los resultados al final del ejercicio.
 Se hacen firmar, todos los diagramas y modelos, por los miembros del grupo.
 Se pide siempre a un/una representante del grupo que presente los resultados
elaborados.
 Se organiza una exposición de los resultados para animar la discusión dentro del
grupo y para facilitar el aprendizaje de personas externas.
 Se hacen fotografías del trabajo para reforzar al grupo y para reflexionar sobre el
proceso.
 Se evalúan, en forma separada, los contenidos a los que llegó el grupo y el proceso
de trabajo.

VI PLANIFICACIÓN DEL DIAGNÓSTICO PARTICIPATIVO


Al iniciar la preparación de un diagnostico participativo es importante tener una visión completa
acerca de los diversos momentos que implica el proceso.

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 Aclarar y priorizar temas
 Elaborar el plan operativo del proceso
 Definir preguntas a investigar
 Definir fuentes de información
 Definir métodos y procedimientos
 Elaborar plan detallado del trabajo de campo y desarrollar herramientas precisas.
 Realizar prueba piloto
 Aplicar el diagnóstico
 Organizar la información recopilada
 Tabular, analizar e interpretar los datos
 Validar información con el grupo meta
 Elaborar el informe final
 Hacer seguimiento

 Primer paso: Conocer los antecedentes Recopilar las principales fuentes existentes sobre el
tema y leen la información disponible sobre el tema de interés y la población objetivo. Así, es
labor del coordinador del diagnóstico participativo recopilar la documentación antes de que
comience el trabajo de campo. En otros casos, se llevan a cabo entrevistas
semiestructuradas con informantes claves que sirven para definir con más detalles las tareas
a realizar, identificar los temas claves y obtener criterios para la selección del equipo y de las
técnicas a utilizar.

 Segundo paso: Identificación y priorización de temas.¿Sobre qué específicamente es el


diagnóstico participativo? ¿Cuáles son los aspectos que más interesan a los realizadores del
diagnóstico? ¡salud mental de los niños?,¿la salud mental de las mujeres? ¿salud mental en
la escuela? En el proceso de definición de los temas, puede ser de gran utilidad la
identificación del problema a resolver. En este sentido, es necesario conocer varios
existentes en el conocimiento de este problema con el fin de que el diagnóstico participativo
arroje información novedosa. Los problemas y temas principales de investigación se
identifican con la ayuda de preguntas claves.

 Tercer paso: Elaborar el plan operativo del proceso, detallando cada una de las actividades a
realizar desde el día primero de preparación del diagnóstico rápido participativo hasta la(s)
jornada(s) de seguimiento.

 Cuarto paso: Diseño del presupuesto de diagnóstico: en el aspecto de los costos de un


diagnóstico participativo existen demasiadas variables, según el problema y el lugar. Es posible
hacer algunas indicaciones sobre el tipo de costos que deben incluirse en el presupuesto, así
como el volumen de personal y el material que suele ser necesario.

La calidad del diagnostico rápido participativo es proporcional al volumen de las inversiones,


tanto financieras como de tiempo. No obstante, los costos nunca superan los de una
investigación de tipo cuantitativo o con otros enfoques metodológicos diferentes. Por otro lado,
las ventajas que conlleva un buen diagnóstico rparticipativo en cuanto a la solución de
problemas y conflictos y al fomento de la participación, justifican su inversión.
En el presupuesto considere:
- Personal (tiempo)
- Entrenamiento : Facilitador , refrigerios, materiales, movilidad
- Preparación: material, asesores.
- Ejecución: Personal, material, equipos, refrigerio, gastos de transporte,
servicios como fotocopias, fotografía.
- Análisis de la información: material, equipos

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- Elaboración del informe material, equipos. Considerar su presentación a la
comunidad que debe ser en una taller.

 Quinto paso: Elaborar la primera matriz de investigación. Después de haber definido los temas y
los subtemas, se elabora una versión inicial de matriz de investigación, que presente: el tema,
los subtemas, preguntas que se formula el equipo, de quiénes se espera obtener información
para cada pregunta (fuentes) e instrumentos propuestos.

 Sexto paso: Definir las fuentes de información. Después de tener una versión preliminar sobre
las preguntas, los instrumentos y las fuentes, identificamos las personas que serán invitadas
como informantes a participar en el proceso del diagnostico participativo.

De cualquier manera que se realice la selección, es importante que el grupo de personas


escogidas sea representativo, con el fin de posibilitar la generalización de los resultados
obtenidos.
En algunos casos, es conveniente que el grupo de personas sea elegido a través de una prueba
aleatoria. A veces es mejor utilizar un procedimiento de varios pasos y hacer una selección
orientada a los objetivos del diagnóstico.

 Séptimo paso. Definir métodos e instrumentos. Procedimientos. Implica decidir la técnica que se
van a emplear y los instrumentos. Las preguntas formuladas anteriormente en la matriz de
investigación (quinto paso) sirven para elaborar las guías de entrevistas u otros instrumentos que
consideremos importantes para el diagnóstico. Las preguntas deben ser claras y susceptibles de
ser contestadas por la población la cual trabajamos.

 Octavo paso. Describir el procedimiento y elaborar el plan de trabajo de campo. Describir en


detalle cómo se aplicarán las técnicas y los instrumentos.
Establecer las coordinaciones que se tendrán que realizar para llevar a cabo el diagnóstico. . .

 Noveno paso. Prueba piloto. Siempre es muy ventajoso probar los instrumentos y las técnicas
que vamos a utilizar en el diagnóstico. Se aplican a manera de ensayo en una población
parecida a aquella con quien trabajaremos. En este momento las respuestas del grupo no son
muy importantes, sino la claridad de las preguntas y la pertinencia de las técnicas. Al finalizar, y
de acuerdo a los resultados se harán los cambios necesarios.

 Décimo. Paso. Elaboración final de los instrumentos y revisión general del plan.

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LECTURA 2: LA ÉTICA DE LA INVESTIGACIÓN EN CIENCIAS SOCIALES EN EL
CONTEXTO DE LA GLOBALIZACIÓN: DE LA INVESTIGACIÓN CUANTITATIVA
A LA CUALITATIVA4
Lorenzo Agar Corbinos

Resumen: En las ciencias sociales existe un conjunto de cambios sociales y económicos, producto de la
globalización, que nos lleva a reflexionar sobre la elección de las metodologías de estudio. El desafío
consiste en reducir la brecha entre lo social, estudiado a través de las metodologías cuantitativas, y la
socialidad, marcada por las metodologías cualitativas.La ética surge de la cultura. Ésta nos dice sobre el
inconsciente colectivo de un pueblo. La investigación debe abordarlas formas apropiadas y validadas de
aprehender la realidad. He aquí la evidencia más estrecha de la trilogía: cultura/ética/investigación.
Actualmente, lo que surge desde las raíces de la vida en comunidad es una ética asociada con la
socialidad y por esto es importante repensar las metodologías de investigación en las ciencias sociales.
Palabras clave: ciencias sociales, socialidad, cultura, magia, investigación

La preocupación formal por la ética de la investigación científica tiene su hito en la promulgación del
Código de Nuremberg en 1947, surgido como reacción a los abusos cometidos por los investigadores
nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Por ser estas intervenciones de carácter biomédico, son
frecuentes las posturas que asocian el tema de la ética en mayor grado a esta clase de investigación que
a la relativa a las ciencias sociales. La idea central es que la investigación biomédica tiene un mayor
riesgo de daño que la que se realiza en ciencias sociales. Sabemos, sin embargo, que a pesar de que la
investigación social tiene en muchos casos bajo riesgo o riesgo mínimo, en otros puede implicar
probabilidades de riesgo similares a las de la investigación biomédica. Un caso paradigmático es el
estudio de Stanley Milgram sobre obediencia a la autoridad, realizado a fines de la década de los
sesenta1. Otros ejemplos remiten a los estudios que abordan conductas estigmatizadas tales como la
delincuencia, la homosexualidad, el consumo de drogas, enfermedades mentales, o los que inquieren
sobre el maltrato o abuso.

Diversos son los documentos que definen los requerimientos éticos de las investigaciones, resumidos
muy adecuadamente por Ezequiel Emmanuel2: valor social y científico, validez científica, justa selección
de los sujetos, positiva relación riesgo/beneficio, evaluación independiente, consentimiento informado, y
respeto por la autonomía y bienestar de los sujetos. Tales requisitos, aplicables a la investigación
biomédica y psicosocial, han sido consensuados internacionalmente y se ha dado una discusión extensa
al respecto. Para el caso de las ciencias sociales, sin embargo, existe un conjunto de cambios sociales y
económicos, que podemos denominar como la "era de la globalización", que invita a reflexionar sobre la
elección de las metodologías de estudio. Se trata, evidentemente, del respeto al requisito de la validez
científica: utilizar una metodología que sea validada y aceptada por la comunidad científica.

La paradoja que intentaremos ilustrar en esta reflexión dice relación, por un lado, con el avance de los
métodos de observación social y, por otro, con la escasa participación de la población en cuanto conjunto
de sujetos autónomos y activos de estas investigaciones. En rigor, se podría pensar que, en la medida
que aumenta la conciencia de la importancia de la participación de los sujetos, junto con el mejoramiento
de las técnicas de observación, debería ocurrir que las personas que son objeto de la investigación
tendrían mucho más que decir sobre la forma, para el caso de encuestas sociales por ejemplo, de
plantear las preguntas, el tipo de preguntas y de qué manera los resultados podrían ser útiles para los
fines originalmente perseguidos.

Veamos someramente algunos de los cambios sociales que están en la base de lo que estamos
señalando:
La mayor y más activa participación de las mujeres en la esfera de lo público ha traído consigo cambios
en las relaciones entre los sexos y la consideración de género. Las interrelaciones, por un lado, del sexo,
4
Acta Bioethica 2004; 10(1). En: www.scielo.cl/scielo.php?pid=S1726-569X2004000100008&script=sci_arttext - 27k 12 de feb
2007-

13
definido por un hecho biológico y, por otro, los principios arquetípicos de lo masculino y femenino
presentes en todo ser humano, están produciendo un cambio sustantivo en la apreciación de género,
cuya definición es cultural. Es decir, están produciendo un cambio en cómo la sociedad, los grupos o
microgrupos sociales perciben y reaccionan frente a los cambios en los múltiples roles del hombre y la
mujer, tanto entre ellos como de ellos frente a la sociedad. En este sentido es necesario preguntarse de
qué forma las encuestas o entrevistas a que son sometidos hombres y mujeres en una investigación
social dan cuenta de este nuevo hecho social. ¿Es necesario considerarlos? ¿Deben aplicarse métodos
diferenciados? ¿Deben recogerse estas diferencias en los resultados? ¿Cómo se puede objetivar esta
observación?

Estas son sólo algunas preguntas que, entre muchas otras, ya deberíamos hacernos respecto de los
profundos cambios culturales sobre la consideración de género, y que están ocurriendo sobre la base de
las nuevas relaciones entre la definición biológica del sexo y los principios arquetípicos. ¿Dionisio o
Apolo? La nueva mujer apolínea al frente de los asuntos públicos, versus el nuevo hombre dionisiaco que
se encarga de los asuntos privados o domésticos.

Visto de otra manera, se trata de reducir la distancia entre lo social, estudiado a través de las
metodologías cuantitativas, duras, apolíneas, masculinas, y la socialidad, marcada por las metodologías
cualitativas, blandas, dionisíacas, femeninas. Este acercamiento es, sin duda, uno de los signos de los
tiempos de la globalización o posmodernidad como otros quieren llamarlos. También son un signo, por
supuesto, las transformaciones que, en forma de sinastría 3, aparecen en las ciencias sociales junto con el
término de la guerra fría y el derrumbe de la llamada verificación de hipótesis sociales con las teorías
sociales respectivas y las recetas para un mundo mejor, cuyo precio experimental debieron sufrir las
sociedades totalitarias de distinto signo ideológico durante la segunda mitad del siglo XX.

Visto de otra manera, es la tensión entre lo social, que se intenta evaluar a través de indicadores
cuantificables, y la socialidad, ese estar con él o los otros sin un objetivo funcional, con una cierta
indolencia respecto de los fines y no adoptando una forma medible sencilla, sino a través de la
apreciación subjetiva de la propia forma y calidad de vida.

La ética de la investigación incluye el respeto por la cultura y el reconocimiento de las formas básicas de
la organización social. Esto, asociado ya no tanto ahora con la estructura social, con la metodología
llamada dura, sino con la mirada blanda, asociada con la socialidad. Y, en este caso, el respeto ético
debe centrarse mucho más en la formulación de un problema de investigación con sentido cultural, que
debiera ser resuelto con la participación de los actores, mucho más conscientes y vigilantes.

El impresionante aumento de la esperanza de vida, veinte años en los últimos cincuenta años, asociado
con la actual baja fecundidad, ha traído consigo un creciente envejecimiento en la estructura demográfica.
Así como antes hacíamos mención a los cambios culturales sobre el género, aquí también existen
transformaciones relativas a la consideración cultural de la edad biológica. El sexo es al concepto de
género como la edad al concepto de cronocultura. Ahora bien, vale la pena reflexionar acerca de cómo
los cambios en este concepto también afectan y pueden ser afectados por la investigación social. ¿Cómo
la investigación blanda y dura deben aliarse para mejor enfrentar estos cambios que están produciendo, a
su vez, transformaciones en las formas de relacionarse y en los roles familiares, la diversidad del
consumo y la educación permanente, entre otros?

La ética trata de las costumbres y modos de ser, con las obligaciones respectivas, del ser humano. Se
entiende que éste pone en funcionamiento su ética en el contexto de su cultura y en la relación con otras
personas. La investigación en ciencias sociales pretende comprender la forma en que los hombres y los
grupos humanos se relacionan y, sobre esa base, dar ideas y propuestas concretas para mejorar la
calidad relacional y material en la vida de las personas.

La ética surge de la cultura y, luego, la moldea. La cultura nos dice sobre el inconsciente colectivo de un
pueblo. La ética es la expresión consciente de aquella manifestación cultural. La investigación debe dar

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cuenta, desde los puntos de vista técnico y ético, de las formas apropiadas y validadas de aprehender la
realidad. He aquí la evidencia más estrecha de la trilogía: cultura/ética/investigación.
Se está pasando de la cultura paternalista hacia la cultura de la autonomía, o de la participación, que
incluye, asimismo, la responsabilización de los sujetos.

La calidad de vida es una apreciación subjetiva de la forma en que vivimos y que, por definición, tiene
carácter individual. Tratar de cuantificar la calidad a través de indicadores cuantitativos –por ejemplo, el
Índice de Desarrollo Humano (IDH)– es una tarea nada sencilla. Se usa –y se abusa– ya que los
parámetros modernos para evaluar así lo exigen. Pero sabemos muy bien que pueblos con bajos índices
de desarrollo viven más felices: se siente, se sabe, se vive y eso se comprueba al compartir las
emociones y apreciar cómo experimentan y disfrutan los momentos cotidianos. Son los conocidos valores
vivenciales de que nos habla Víctor Frankl, entre los que cabe mencionar los de "creación" y "actitud".
Frankl destaca, además, que estos valores dicen relación con la importancia que se puede prestar a la
belleza de la naturaleza o del arte, y que no se debe menospreciar la plenitud de sentido que esta clase
de valores puede dar a la vida humana4.

La calidad de vida podría definirse como aquella capacidad de los individuos –organizados en forma
espontánea, sin objetivo estructurado y con medios surgidos de su propia imaginación–, que permite vivir
momentos de gozo en compañía de otras personas. La calidad de vida se encuentra fuertemente
condicionada por el medio cultural y ligada a los valores de los individuos y de los grupos sociales.
Nos encontramos en presencia de una verdadera cultura de sentimientos. La cultura no es solamente un
punto de vista racional, más bien pone en juego afectos. Resulta difícil comprender un sentimiento aislado
de la cultura. Ambos forman parte de un engranaje afectivo de alta complejidad en el que intervienen las
creencias, valores, esperanzas y miedos de la sociedad y de los individuos. Frente al evidente regreso de
lo mágico, nuestra tarea como investigadores de las relaciones sociales es aprender a reflexionar sobre lo
impensable, sobre aquello que creíamos impenetrable y hacerlo desde lo noracional5, 6.

Lo que emerge desde las raíces de la vida en comunidad es la búsqueda de aquellos puntos de
encuentro que digan relación con un compartir ético de la socialidad por sobre la tradicional estructura
social.
La reflexión en las ciencias sociales debe tomar en consideración esta nueva realidad y reconocer que
nuevas formas de relación humana están surgiendo y que será necesario utilizar nuevos esquemas de
interpretación y modelos para la acción, considerando las emociones, las sensaciones y la intuición en un
lugar tanto o más destacado que el tradicional pensamiento empírico.
Notas
1 Milgram S. Obedience to Authority: An Experimental View. New York: Harper/Collins; 1983.
2 Emmanuel E, Wendler D, Grady C. What Makes Clinical Research Ethical? JAMA 2000; 283 (20).
3 Por ahora no discutiremos la causalidad entre estos fenómenos, pero el debate queda abierto.
4 Frankl VE. Psicoanálisis y Existencialismo: de la Psicoterapia a la Logoterapia . México: Breviarios del Fondo de
Cultura Económica; 1990.
5 Maffesoli M. Elogio de la razón sensible. Una visión intuitiva del mundo contemporáneo . Barcelona, Buenos Aires:
Paidós; 1997.
6 Maffessoli M, Agar L. El surgimiento de lo trágico y nuevas formas de insurrección social. Acta Bioethica 2002; 8
(1): 21-26.

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LECTURA 3: LA ÉTICA SOCIAL EN LA INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL Y
COMUNITARIA
Amalio Blanco 5
En un rapto de optimismo chauvinista hubo algún psicólogo social que llegó a insinuar hace una veintena
de años que el triunfo aliado en la Segunda Guerra Mundial le debía mucho a la investigación psicosocial.
Y si bien esta afirmación es muy probable que no se ajuste a la objetividad de los hechos, no lo es tanto
el que con motivo de la entrada en la contienda mundial de Estados Unidos, conocidos y prestigiosos
psicólogos sociales abandonaron las aulas para entrar a colaborar con el Ministerio de Defensa.
I. FINES NO PACÍFICOS DE UN CONOCIMIENTO
Traemos esto a colación no con ánimo critico, sino como soporte a una reflexión en torno a la utilización
del conocimiento científico para fines no pacíficos, en torno a la participación del psicólogo, como
profesional de las ciencias de la conducta, en quehaceres que, en principio, parecen muy lejos del
bienestar, la salud psíquica y la calidad de vida que, según el artículo 2.1. del Anteproyecto, deben
ordenar el ejercicio de nuestra profesión; y lo traemos a colación aún a sabiendas de que de este modo
de actuar se derivan legítimos intereses y compensaciones para los particulares.
Podríamos mencionar otros muchos hechos, algunos de naturaleza y dirección bien distinta y
especialmente pertinente en esta área de intervención. Podríamos recordar, por ejemplo, que en algunos
países latinoamericanos los psicólogos comunitarios están viendo dificultada su labor porque ella atenta,
se argumenta, contra el estatus quo, contra la estabilidad social cuando se habla de cambio social, un
concepto central en la Psicología Comunitaria; o porque arremete, se dice, contra algún principio de la
moral cuando se trata, por ejemplo, de planificación familiar; o simplemente porque pone en peligro los
intereses, sean estos legítimos o no, de personas particulares.
Aquí la reflexión adquiere unos matices notablemente diferentes del caso anterior; aquí lo que cabe
preguntarse es si el psicólogo en su quehacer profesional puede admitir como ético el que el bienestar, la
salud psíquica, la calidad de vida y la plenitud del desarrollo de las personas está supeditado a
imperativos morales de dudosa racionalidad, a leyes caprichosas o al pingüe interés particular.
Es cierto, y lo es prácticamente desde el siglo XVII, que nos encontramos dentro de la más pura filosofía
utilitarista, hedonista e individualista, y es muy probable, además, que lo estemos para bien (no obstante,
siempre conviene recordar que si bien todos somos iguales, hay unos que son o parecen más iguales que
otros y que el bienestar de algunos se consigue a costa de la miseria de no pocas). Ello no obstante, los
ejemplos anteriormente aducidos nos conducen a una serie de consideraciones generales especialmente
pertinentes desde la perspectiva psicosocial y comunitaria en que nos encontramos.
Conviene recordar, muy en primer lugar, que el adjetivo "social" y "comunitaria" que poseen las
Psicologías que aquí nos ocupan, no es un simple aditamento lingüístico, ni mucho menos se trata de un
adorno caprichoso; más bien, por el contrario, definen y delimitan la propia naturaleza de ambas
disciplinas y marcan la diferencia con otras aproximaciones igual de científicas y legítimas. Pero ambos a
dos adjetivos, "social" y "comunitaria", hacen directa y expresamente referencia al hecho de que, tanto la
Psicología Social como la Comunitaria, tienen que ver muy frecuentemente con entidades supra-
individuales; que el cliente, por utilizar un término muy común, no suele ser, las más de las veces, un solo
individuo, sino un grupo, una comunidad, un barrio, una institución, etc. lo social, en este sentido, se
diferencia siempre, y muchas veces se contrapone, de lo puramente individual y éste no es un hecho que
deba pasar precisamente desapercibido a la hora de elaborar un código deontológico para la profesión
del psicólogo.

II. BIENES SOCIALES E INDIVIDUALES


Desde este punto de vista, el bienestar, la salud y la calidad de vida son, en considerable medida, un bien
social, si bien su disfrute o su carencia hagan sentir su peso y su influencia en los individuos particulares.
Lo son en su origen, y lo son, asimismo, en su consecución e incluso en sus posibles consecuencias.
En su origen, porque a partir de la concepción de la salud de la OMS, a partir de teorías tan significativas
en la Psicología actual como la del "Locus of Control", o la indefensión aprendida, a partir de la Medicina
Conductual y de la Psicología Comunitaria, resulta extraordinariamente comprometido hacer de los
5
Copyright 1987 © Papeles del Psicólogo. Diciembre , nº 32 , 1987. ISSN 0214 – 7823. En:
http://www.cop.es/papeles/vernumero.asp?id=343. 12 de feb.2007

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factores intrapsíquicos los únicos responsables de la salud y el bienestar y, mucho menos, de la calidad
de vida. Pero es que, además, y por las mismas razones que defienden teorías anteriormente apuntadas,
la conquista de estas metas a las que, repetimos una vez más, debe ir encaminado el ejercicio profesional
del psicólogo, no siempre depende de las características y aptitudes del propio individuo, sino que la
mayoría de las veces se vincula a factores estructurales de orden social, político o económico, a unos
factores que superan con creces el nivel individual.
Es por ello por lo que una ética individualista, instalada en él utilitarismo subjetivo, defensora a ultranza de
la satisfacción de las necesidades, gustos, inclinaciones y preferencias de los miembros individuales de la
sociedad, difícilmente puede convertirse en principio de moralidad, en regente supremo del
comportamiento humano y, por consiguiente, de su traducción deontológica.
Frente a la inclinación, el deber; frente al principio de la felicidad, el principio de la moral; frente a la
empiria, la razón; frente al imperativo hipotético, el imperativo categórico; el placer, el interés o el dolor
subjetivo, añadía el filósofo de Konigsberg, nunca puede ser sustento de la ley moral.

III. DEONTOLÓGIA DE CARACTER SOCIAL


Por consiguiente, frente a una ética individualista, la intervención psicosocial y comunitaria defiende una
ética social que persigue el bienestar, la salud psíquica y la calidad de vida de grupos o comunidades de
personas, aún a costa de alguno de ellos, dentro de los límites del respeto y el derecho a la diferencia,
según el axioma de un conocido psicólogo comunitario. Frente a una deontología individualista, la
Psicología Social y Comunitaria, apostaría por una deontología de marcado carácter social que podría
traducirse en algunas consideraciones más particulares:
- El bienestar, la salud en general, la calidad de vida y la plenitud de desarrollo de las personas
es un quehacer y una meta en la que, además del individuo y mucho más que e1 en la mayoría
de los casos, asumen responsabilidades instancias socio-políticas y económicas.
- Por encima de los intereses, beneficios e incluso necesidades de las personas particulares, la
intervención comunitaria ha puesto el bienestar social para cuya consecución no ha dudado en
definir como uno de sus objetivos prioritarios el del cambio social, convirtiéndose el psicólogo
comunitario en su principal agente.
- Habida cuenta de que la Psicología es también, y en un lugar nada desdeñable, una ciencia
empírica (probablemente de distinta manera a como lo son otras ciencias empíricas), la
investigación se convierte en uno de sus imperativos prácticos más importantes. Así, "los
hechos" en Psicología no tienen como base valoraciones, creencias u opiniones personales y
subjetivas, sino la comprobación empírica y sobre ella habría que empezar a fundamentar el
imperativo ético en sentido weberiano.
- Si esto es así, la evidencia empírica debería prevalecer, desde una ética social, por encima de
creencias u opiniones personales o carentes de contrastación empírica. Desde este punto de
vista, la confirmación de hechos que atenten manifiestamente contra el bienestar de una
colectividad podría ser motivo suficiente para su difusión, aún cuando ello atentara contra
valores u opiniones y/o dañara intereses personales.
- Sería, por consiguiente, la comprobación de los hechos la que definiera la intervención
psicosocial y comunitaria; una intervención que debe ir prioritariamente encaminada a la mejora
del bienestar y la salud del ciudadano, evitando su manipulación con cualquier otro fin y
procurando que su utilización se haga dentro de los cauces más estrictos de la deontología
profesional.
- Se trata, asimismo, de una intervención para cuya puesta en práctica, a diferencia de lo que
ocurre en otros casos dentro incluso de nuestro ejercicio profesional, no debe ser requisito
imprescindible el consentimiento expreso de todos y cada uno de los miembros de la
colectividad; más aún, desde una ética social, sería perfectamente lícita su puesta en marcha
aún en contra de la opinión, creencias, valores o intereses particulares.
Desde los ámbitos de la Psicología Social y Comunitaria, pues, la elaboración de un código deontológico,
vale decir, de unas normas de comportamiento profesional, sería éticamente improcedente sojuzgar "lo
social" y "lo comunitario", y teóricamente impropio homologarlo con "lo individual". Por mucho que la
circunstancia histórica en la que nos encontramos esté sujeta al imperio del individualismo y del
utilitarismo hedonista, conviene de vez en cuando recordar aquello que escribiera Kant, precisamente
corno contrapartida a teorías morales profundamente individualistas: "Lo francamente contrarío al

17
principio de la moralidades cuando el principio de la felicidad propia se convierte en motivo determinante
de la voluntad".

18
LECTURA 4: SALUD MENTAL Y VIOLENCIA ESTRUCTURAL EN VARONES DE
SECTORES URBANOS POBRES
Miguel Angel Ramos Padilla

Este trabajo incluye una reflexión sobre la manera en que la pobreza y los problemas de empleo –como
expresiones de la violencia estructural- repercuten en la salud mental de los varones adultos, que viven
en diversos sectores urbanos populares del Perú. Discutiremos también como, en el contexto de
condiciones precarias de vida, los problemas de salud mental interactúan con otras dimensiones de la
salud, entre las que destaca la salud sexual, teniendo como trasfondo de las diversas interacciones, la
manera en que en nuestra sociedad se ha construido culturalmente al género masculino.
Presentaremos testimonios de los mismos varones de sectores populares de tres ciudades del Perú,
sobre el modo en que viven el rol socialmente asignado de proveedores, en condiciones de desempleo y
subempleo generalizado, y las consecuencias que perciben en su salud mental y en su desempeño en
todos los otros espacios en los que ellos desarrollan su vida.

Generalmente, cuando se habla de las consecuencias de la pobreza y las precarias condiciones de


empleo en la vida de las personas, se circunscribe la atención pública y privada a los problemas de
desnutrición, hambre, a la proliferación de enfermedades físicas, epidemias, etc., pero no así a las
secuelas en la salud mental, tan graves como las otras. Hay poco interés en enfrentar los problemas
de salud mental, incluyendo a muchos expertos internacionales en salud, que los excluyen de las
evaluaciones que realizan. Esto trae como consecuencia la disposición de recursos muy reducidos en los
presupuestos generales nacionales para prevenir y controlar esos problemas, sin considerar los riesgos
que representan. Las estadísticas nacionales e internacionales de salud no reflejan la enorme cuota de
sufrimiento impuesta por los trastornos mentales, en tanto estos no son la causa inmediata de mortalidad
(Desjarlais, R. 1997).

Se ha planteado como razón de esta actitud a la escasez de recursos fiscales y a la priorización del
gasto. Pero, en el fondo, se trataría del manejo de una concepción restringida y no integral de la salud,
de las necesidades y del bienestar humano.

Los aspectos sociales influyen de modo importante en el equilibrio psíquico, en el bienestar y en la


participación comunitaria del individuo; estos constituyen la esencia de la salud mental, entendida como
un estado de bienestar y no sólo como la ausencia de enfermedad. El hombre es un ser pensante; su
experiencia interior vinculada a la experiencia del grupo interpersonal –en otras palabras, la vida mental-
es lo que da valor a las vidas de las personas. Ser humano es pensar, sentir, aspirar, desear y conseguir,
y ser social. En consecuencia, el fomento de la salud no sólo ha de dirigirse a preservar el elemento
biológico del organismo humano, sino que además ha de ocuparse de estimular su vida mental (OPS,
1983).

El bienestar dependerá de las posibilidades que tengan las personas de satisfacer adecuadamente sus
necesidades humanas fundamentales, las cuales son finitas, pocas y clasificables. La persona es un ser
de necesidades múltiples e interdependientes. Por ello las necesidades humanas deben entenderse
como un sistema en que las mismas se interrelacionan e interactúan . Así, las necesidades de
subsistencia y protección, suponen entre otros aspectos, un estado de salud física y mental, lo cual exige
a la vez tener como satisfactores alimentación , abrigo y trabajo adecuados. Además, están las
necesidades de afecto, identidad, participación y libertad, entre otras señaladas. De esta manera, por
ejemplo, cuando la necesidad de subsistencia está poco satisfecha, toda otra necesidad queda
bloqueada. A la vez, la ausencia total de afecto o la pérdida de identidad puede llevar a las personas
hasta extremos de autoaniquilación, como veremos más adelante (Max Neef, 1986).

Docente de la Facultad de Salud Pública y Administración de la Universidad Peruana Cayetano Heredia
Ponencia preparada para la Mesa sobre “Salud Mental y Violencia Estructural” del VI Congreso
Latinoamericano de Ciencias Sociales y Salud. Lima, Junio de 2001.
http://www.diassere.org.pe/docs/Ramos_2003.doc

19
El desempleo prolongado perturbará totalmente el sistema de necesidades fundamentales de las
personas. Debido a los problemas de subsistencia, la persona se sentirá cada vez menos protegida; las
crisis familiares y los sentimientos de culpa pueden destruir las relaciones afectivas; la falta de
participación dará cabida a sentimientos de aislamiento y marginación y la disminución de la autoestima
puede fácilmente provocar crisis de identidad (Max Neef, 1986). De esta manera, enfrentar solo las
consecuencias más visibles e inmediatas de la pobreza y la salud , cuando éstas ya han producido
efectos más profundos en otras dimensiones humanas imposibilitando la participación sostenida de los
mismos sujetos en la búsqueda de salidas que resuelvan sus problemas, resultan paliativos y no
soluciones integrales.

Violencia estructural , pobreza y problemas de empleo

Una entrada teórica fundamental para la comprensión del estado de la salud mental de las personas es el
de la violencia en todas sus formas y sus consecuencias en el logro del bienestar. Se ha definido como
violencia a “una presión de naturaleza física, biológica o espiritual, ejercitada directa o indirectamente por
el ser humano sobre el ser humano que, pasado cierto umbral, disminuye a anula su potencial de
realización, tanto individual como colectivo, dentro de la sociedad de que se trate” (Mac Gregor, 1990).
La violencia daña al sujeto en cualquiera de sus dimensiones humanas con repercusiones en su
integralidad, en su salud física y en su salud mental.

Consideramos que quienes viven en situación de pobreza y específicamente carecen de empleo o no


tiene uno que les permita satisfacer sus diversas necesidades humanas, sufren violencia.

La actividad económica permite a una sociedad producir los bienes y servicios necesarios para la
satisfacción de necesidades sociales, familiares e individuales, y la participación en esa actividad
económica permite a cada persona, producir o tener capacidad de adquirir los bienes y servicios que
necesite. Por ello, entendemos como una situación violenta, desde el punto de vista de la economía,
aquella que excluye a las personas que necesitan o desean trabajar, la que priva o impide el acceso a
bienes y servicios y la que despoja a quien legítimamente detenta de los medios adecuados para
satisfacer sus necesidades o bien la que restringe o anula las posibilidades de procurárselas (Vega
Centeno, 1985). Existe violencia cuando algunos pueden ejercer el derecho de ser usuarios eficientes de
la propiedad de su fuerza de trabajo y otros están limitados o excluidos. En economía la violencia se
expresa en formas de privación, exclusión y despojo (Mac Gregor, 1990).

Si bien la violencia desde el ámbito económico -con sus características excluyentes y generadoras de
pobreza y desempleo- es producto de relaciones entre seres humanos, se hace difícil identificar un
actor que comete dicha violencia, ya que más bien es el sistema en su conjunto que la ejerce de manera
estructural. En este tipo de violencia, llamada estructural, la presión al ser humano emerge de las formas
cómo se relacionan los seres humanos entre sí, y de las reglas (aceptadas o no) que regulan dichas
relaciones.

Violencia estructural y relaciones de genero

Hay otro tipo de violencia que también emerge de las mismas estructuras de la sociedad y que forma
parte de nuestra actual cultura. Constituye deformación aceptada de la vida cotidiana, conducta social
legítima. Esto alude a que este tipo de violencia se halla internalizada como correcta en los sujetos que la
padecen. Por otro lado, no sólo resulta aceptable socialmente, sino también jurídicamente. Son
violencias socialmente pactadas, organizadas y reguladas, es decir, forman parte de la institucionalidad
de la sociedad (Mac Gregor, 1990). Las relaciones de género, social y culturalmente construidas, forman
parte de este tipo de violencia estructural institucionalizada, aceptadas socialmente, con efectos
profundos, en muchos casos invisibles, no evidentes de manera directa, en las potencialidades y en el
bienestar humano .

20
El género ha podido ser conceptualizado como una construcción simbólica que contiene el conjunto de
atributos asignados en nuestra sociedad a las personas a partir del sexo. Género no solamente es tener
determinado sexo, sino la valoración que social y culturalmente se le otorga a cada uno y, a través de esa
valoración se construye la desigualdad social. Las características asignadas al género son aprendidas y
todo lo que es ser mujer o ser hombre, es histórico. Cada criatura que nace se tiene que volver mujer o
varón. Nuestro sistema de géneros, agrupa a los sujetos como cuerpos sexuados en dos géneros, que
son el femenino y el masculino, y considera que la pertenencia a cualquiera de esas clasificaciones hace
a los sujetos absolutamente diferentes entre sí. La condición de género está organizada en torno a un eje
central que es la sexualidad, a partir del cual se construye en cada sujeto un conjunto de cualidades,
aptitudes, esquemas y destrezas diferenciadas. Así, las mujeres han sido especializadas en la
maternidad y la procreación, en la reproducción de otros seres. Mientras tanto, el varón, tendrá el rol de
proveedor del ámbito reproductivo, a través de actividades productivas en la esfera de lo público. Su
dominio de lo público, lo único socialmente considerado como creativo, le otorga poder frente a las
mujeres, seres especializados en la reproducción, en un mundo social y económicamente desvalorizado.
Las actividades reproductivas no son consideradas creaciones culturales, pues se considera que todo les
fue dado así por la naturaleza (Lagarde, M., 1992).

Los privilegios de los que han gozado los varones frente a las mujeres a lo largo de la historia, han sido
una fuente constante de violencia y de opresión femenina. Sin embargo, los varones también sufren de la
violencia estructural, a través de la manera misma en que se ha construido el género masculino, con
implicancias muy graves para su salud y bienestar en general. El modelo hegemónico de masculinidad
provoca incomodidad y molestia en algunos hombres y fuertes tensiones y conflictos a otros, por las
exigencias que impone. Si bien hay varones que tratarán de alejarse de este referente, esto no resulta
muy fácil dado que, así como representa una carga también les permite hacer uso del poder y gozar de
mejores posiciones en relación a las mujeres (Valdés y Olavarría, FLACSO, 1998). Según Kaufman,
existe en la vida de los hombres una extraña combinación de poder y privilegios, dolor y carencia de
poder (Kaufman, 1997)

La internalización del género masculino se iniciará desde el momento en que apenas identificado por sus
genitales como varón el recién nacido, la sociedad tratará de hacer de él lo que ésta entiende por varón.
Se trata de fomentarle unos comportamientos, de reprimirle otros y de transmitirle ciertas convicciones
sobre lo que significa ser varón (Marqués, J.V, 1997). El proceso de construcción social del género
masculino nunca termina, sino que implica el paso por una serie de “pruebas” , la mayoría de ellas
violentas (Kaufman, M., 1989), en las que hay que convencer al entorno, principalmente a otros hombres,
así como a sí mismo, que es lo suficientemente hombre, como un atributo que siempre está en peligro de
perderse.

Desde la adolescencia, la sexualidad es un campo privilegiado para explorar por donde va la “hombría” .
El adolescente que está aprendiendo a ser hombre, experimentan y se juzgan a sí mismos en el terreno
de la sexualidad, a partir de lo que fantasean ellos de lo que pudieran estar pensando de ellos, otros
hombres. Sus primeras experiencias están permeadas por la presencia de otro hombre que está
juzgando lo que hace o no hace. De la opinión de los demás en torno a su sexualidad, depende su
masculinidad (Hernández, 1995).

En el varón adulto se añade otro campo en este mismo proceso, el de tener la capacidad de ser
proveedor. El empleo y la capacidad de proveer le aseguran la condición de adulto al varón, lo cual
constituye el condicionante para poder establecer una familia y es la principal fuente de reconocimiento
social. El fracaso de conseguir un empleo que a los ojos de los pares sea adecuado, puede anular
cualquier otra forma de logro personal y convertirse, ante si mismo y ante los demás, en un “pobre
diablo”, es decir alguien sin valor social alguno. (Fuller, 1997). De esta forma, es la opinión de los pares
sobre su competencia en ambos campos la que formará su percepción sobre su masculinidad. Vamos a
referirnos sólo al segundo campo, es decir a la manera como viven los varones, en un contexto de
pobreza y extrema pobreza, su capacidad de ser proveedor y las interrelaciones que se desarrollan con
su salud en general y su salud mental en particular.

21
Una preocupación central en el varón adulto es su rol como proveedor, severamente afectada, desde
principios de la década del 80, por la grave situación económica por la que atraviesan los sectores
populares y principalmente por la falta de empleo y/o por la inestabilidad laboral. En la construcción
social del género masculino, y en especial en Latinoamérica, para el varón adulto con esposa e hijos es
más importante la capacidad de ser proveedor para demostrar su virilidad que el propio ejercicio de la
sexualidad. Un hombre adulto y sin trabajo se siente “menos hombre”, un “mantenido”, y el miedo al
ridículo frente a sus pares y la pérdida de autoridad frente a su mujer e hijos, lo persiguen y atormentan6.

Problemas de empleo y salud mental

Ya, anteriormente han habido diversos estudios sobre la relación del desempleo y/o las precarias
condiciones de empleo, con la salud mental, aunque sin incorporar la perspectiva de género que ayuda a
entender mejor el por qué de las profundas heridas que ésta situación produce en la salud mental de los
varones. Así, en una monografía preparada por Lazarsfeld en 1935 en un pequeño pueblo austriaco,
permitió poner en evidencia las consecuencias sociales y psicológicas del desempleo:

Estos sujetos declararon sufrir de ansiedad, insomnio, apatía, irritabilidad, mayor nerviosismo y se sentían
deprimidos. Finalmente, el desempleo provocaba tensiones familiares que tendieron a aumentar cuando
la compresión financiera era más importante.

Concluye el estudio que el desempleo es nefasto para la salud mental y aumenta los síntomas mentales
en un medio desfavorecido, De hecho, el desempleo parece influir en tres planos. Primero, trae consigo
una pérdida de seguridad material, limita los contactos sociales de los desempleados y afecta, de manera
importante, la salud mental: ocasiona aburrimiento, pérdida de autoestima, culpabilidad y vergüenza,
ansiedad, miedos, cólera, actitudes defensivas y depresión; puede llegar incluso hasta el abuso de
alcohol o drogas y al suicidio (Robichaud, J. B., 1994)

En el Perú también se han desarrollado algunas investigaciones sobre las consecuencias en la salud
mental de las situaciones de pobreza y desempleo. Así, por ejemplo, en un estudio elaborado en dos
barrios pobres del distrito de San Martín de Porres en la ciudad de Lima, se concluye que “el principal
estresor en las poblaciones donde se realizó el estudio (Lampa de Oro 53.4%; Jazmines de Palao
99.2%) está relacionado con la carencia material y la falta de empleo. (Jáuregui, H., 1996).

En otro estudio psicoanalítico realizado en zonas pobres del Perú, y en lo que se refiere específicamente
a los varones, se concluye que las condiciones extremadamente precarias bajo las cuales se realizan los
procesos de socialización acentúan aún más los rasgos psicosociales de la conducta masculina.
Hablamos de “la tendencia a la negación de los propios sentimientos y a descargar la agresión hacia
fuera, con las concomitantes proyecciones y la búsqueda de chivos expiatorios; de la incapacidad de
muchos varones de relacionarse empáticamente con los demás, y, finalmente, de su orientación por
valores (“masculinos”) como el éxito, la capacidad de logro social.... Las extremadamente escasas
posibilidades de realización personal de los pobladores conducen a que el intento de estar a la altura de
las exigencias internalizadas del sexo masculino, generalmente resulte condenado al fracaso. Esto
produce en los afectados un debilitamiento en las funciones ioicas y un acrecentamiento aún mayor de las
tendencias proyectivas” (Rodríguez Rabanal, C., 1995).

En una investigación que acabamos de concluir, que buscaba más bien explorar en las percepciones de
los hombres en pobreza y en extrema pobreza de tres ciudades peruanas –Callao, Huancayo e Iquitos –
sobre sus necesidades en el ámbito de la salud sexual y reproductiva, y sus estrategias para satisfacer
esas necesidades, los mismos participantes plantearon, entre sus problemas prioritarios, aspectos
vinculados a su salud mental (Ramos, M. et al. 2000). La exigencia de explorar la subjetividad de estos
varones –a través de sus opiniones, creencias, costumbres, lenguaje y sus valores socialmente

6
Estudios en Colombia (Viveros, 1998), en Chile (Valdés y Olavarria, 1998), en México (Vivas, 1993) confirman
esta característica de la masculinidad hegemónica y los sentimientos que en los varones adultos latinoamericanos
genera la posibilidad de no cumplir con su papel de proveedor.

22
compartidos – nos hizo optar por utilizar la técnica cualitativa de los grupos focales 7. Paralelamente, las
características socioeconómicas y demográficas (edad, escolaridad, situación laboral y conyugalidad
principalmente) fueron importantes tomarlas en cuenta porque nos plantean la diversidad de experiencias
que viven los varones. Para ello se diseñó una encuesta, la cual fue aplicada a una muestra
representativa de varones adultos de 22 a 50 años (342 encuestas) en las ciudades mencionadas.

En el gráfico siguiente podemos observar el alto nivel de desocupación en las zonas estudiadas, estando
ese 18% de desocupados muy por encima del promedio de desocupación urbana a nivel nacional que es
de 7.6%. Si a esa cifra añadimos a quienes no trabajan ni buscan trabajo, porque probablemente ya
perdieron la esperanza de hallarlo, nos encontramos con casi un cuarto del total de hombres adultos en
pobreza y en extrema pobreza que no son proveedores. Pero la situación del 57% de quienes declaran
estar ocupados es también precaria, pues se ubican en actividades informales, de muy baja rentabilidad,
malas condiciones de trabajo y de carácter temporal.

Los varones que participaron en todos los grupos focales manifestaron la conexión entre las
enfermedades de salud mental y su situación de falta de trabajo y/o inestabilidad laboral:

Al hombre le ataca la depresión cuando se encuentra sin trabajo, es una enfermedad tremenda que
ataca al hombre, entonces ahí viene la desestabilización del hombre porque por medio de ella
adquiere los vicios y por medio de los vicios adquiere las enfermedades (…) Todos los que son
casados (en el barrio) se enferman de la preocupación, mayormente paran pensando y de ahí
proviene el derrame cerebral (...) es bien común en el círculo que yo frecuento escuchar las
preocupaciones para que no falte la plata, que no falte trabajo, que la mujer, que los hijos (…)
Mayormente los hombres están con la pensadora, paran pensando, preocupados por el trabajo y de
ahí viene el derrame cerebral (GF, varones adultos, Callao).

Manifestaron, igualmente, la competencia laboral de un mercado que los excluye por su edad:

Digamos que de la edad de treintaicinco o cuarenta años para arriba, es un aspecto netamente
emocional, digamos psicológico porque pasa que estamos viendo la competencia por conseguir
trabajo y cuando por ejemplo uno lee los periódicos y dicen que buscan promedio de treinta
años, es como que ya estamos ancianos y he notado en mis compañeros de esta edad un stress
emocional, de preocupación, de qué será el futuro, el futuro de tu familia, y es un estado
emocional que te hace perder un poco ya esa salud (GF, varones adultos, Callao).

7
Se realizaron seis grupos focales, dos en cada una de las ciudades seleccionadas. El número de
participantes por grupo estuvo entre 8 y 10 varones.

23
También, es probable que muchos jóvenes de los sectores populares, que por primera vez intentan
insertarse en el mercado de trabajo, piensan que nunca podrán trabajar en su vida o de lo contrario sólo
trabajarán en forma precaria.

En la encuesta por muestreo en las tres ciudades estudiadas, precisamente se observa cómo el mayor
porcentaje de desempleo se ubica entre las edades más jóvenes y los de más de cuarenta años:

Estos varones perciben síntomas de estas enfermedades entre sus pares, las cuales se originan
principalmente por esta preocupación por no conseguir trabajo y/o por la inestabilidad laboral. Incluso
para algunos de ellos, estas enfermedades pueden deprimir de tal modo a los varones que los pueden
llevar a pensar en quitarse la vida. El fracaso en obtener un empleo que el grupo de pares considere
adecuado y prestigioso, puede anular cualquier otra forma de logro personal y convertir al varón en
alguien sin valor social alguno:

Una persona con la preocupación por la falta de empleo, se ve en la esquina todo cabizbajo no
(…) cuando uno se le busca conversación está desubicado, como en otro sitio, trata de buscar
un desfogue en el alcohol o en otras drogas (..) tenso, molesto, reniega (…) no te da hambre,
estas pensando todo el día, (GF, varones adultos, Callao);

La baja autoestima se considera como un factor de vulnerabilidad en salud mental. Las personas que
demuestran una baja autoestima se inclinan a tomar riesgos, a involucrarse en actividades peligrosas
para evadirse a sí mismos y a su entorno. La autoestima no cae del cielo. Está en función del medio y de
las condiciones de vida en las que evoluciona la persona (Robichaud, J. B., 1994).. Este es uno de los
factores importantes de la depresión que consideramos asociado con el alcoholismo, la toxicomanía, las
enfermedades mentales y el suicidio, como veremos en el siguiente testimonio:

24
Yo seguía y seguía buscando trabajo, pensando y pensando y me dio como una quemazón en la
nuca, quema la cabeza todo el día de pensar qué voy a hacer para salir adelante, no tenía
hambre (…) te preocupas por darle de comer a tus hijos, te da manía, los nervios, estas
cabizbajo, yo inclusive pensé en matarme (GF, varones adultos, Callao);

Durkheim, en su famoso trabajo sobre el suicidio, sostuvo que debía haber una correlación entre
desempleo y suicidio. Su predicción fue confirmada por las estadísticas de desempleo y las tasas de
suicidio registradas en países de Europa Occidental y Norteamérica, que revelaron una correlación
positiva entre los dos fenómenos (Desjarlais, R. et. al., 1997). En estudios que se han realizado en
México se ha determinado que de cada cuatro suicidios registrados, más de tres son masculinos
(Hernandez, H., 1989). Aunque el sentido común nos diga que este problema es más común en la mujer,
la realidad es que de cada cuatro intentos de suicidio 3 son por mujeres, mientras que de cada cuatro
suicidios consumados 3 de los difuntos son hombres. (De Keijzer, B. ,1994.) Es muy probable que una
de las causas más importantes de los suicidios masculinos sea el sentimiento de haber fracasado como
proveedores, lo cual significa no ser reconocido como verdaderos varones entre sus pares.

Las humillaciones cotidianas en medios desfavorecidos aumentan la vergüenza. Ahora bien, esto provoca
un sentimiento de inferioridad, de desvalorización, de rechazo que conduce a la pérdida de la autoestima,
de la dignidad, del respeto por sí mismo, del amor propio. Un ciclo de auto inhibición se inicia: la
vergüenza de no reaccionar confirma su propia nulidad, hace crecer la humillación y el sentimiento de que
se es merecedor de desprecio. Es en este retorno contra sí mismo de los efectos de la miseria que la
pobreza llega a ser una cuestión de salud mental . La miseria con frecuencia va acompañada de
exclusión a través de la repulsión que provoca: nos alejamos de aquello que nos es aprehensivo; esto
contribuye a reforzar los sentimientos de vergüenza, de baja autoestima y a comprometer más la salud
mental (Robichaud, J. B., 1994). La vergüenza, cumple un rol fundamental en la salud mental de los
varones y constituye una expresión clave del sentimiento de frustración por no alcanzar los estándares
exigidos por la norma en la conformación del género masculino:

Te sientes opacado, a veces ante las amistades también te da vergüenza por no poder cubrir lo
que otro hombre cubre, porque el otro tiene trabajo (GF, varones adultos, Iquitos).

Según el psiquiatra Willard Gaylin (citado por Kimmel. M. 1997), “los hombres se deprimen por la pérdida
de posición social y de poder en el mundo de los hombres. No es la pérdida de dinero, o de las ventajas
materiales que el dinero puede comprar lo que produce la desesperación que conduce a la
autodestrucción. Es la vergúenza, la humillación, el sentimiento de fracaso personal... Un hombre se
desespera cuando ha dejado de ser un hombre entre los hombres”. En un estudio se preguntó a mujeres
y hombres qué era lo que más temían. Mientras que las mujeres respondieron que a ser violadas y
asesinadas, los hombres contestaron que lo que más les asustaba era ser motivo de risa (Kimmel. M.
1997).

Problemas de empleo, salud sexual y mental

La pobreza y los problemas de empleo (desempleo y subempleo) con sus repercusiones en la salud
mental de los varones, tiene también implicancias en otros aspectos de la salud, como es el caso de la
salud sexual, el otro pilar clave de la masculinidad.

Tal como se vio anteriormente, la depresión y las preocupaciones laborales son problemas de salud muy
presentes entre los varones. Estos problemas se consideran causas muy importantes para la presencia
de las disfunciones, principalmente la impotencia:

Yo tengo entendido que (la impotencia) es por derrame, por estrés, por preocupación (GF,
varones jóvenes, Callao); a veces es por el problema de falta de trabajo ¿no?, tu pareja quiere
estar contigo, tu estás preocupado, tratas de complacerla pero no logras porque estás
preocupado (…) también te da cuando llegas cansado de buscar chamba, tratas de satisfacer a

25
tu pareja y te sientes impotente de no poder satisfacer por completo porque estás cansado y
preocupado (GF, varones adultos, Callao).

Estas situaciones de disfunción en general, son para estos varones, causa de profundas depresiones y
con implicancias negativas en la salud mental . Su presencia provoca el deterioro en las relaciones de
pareja, el incremento de la violencia contra la mujer y los hijos y, en general, moviliza inseguridades en
su salud y en su desempeño como hombre:

Uno se siente mal de tener una demora en la erección, son cosas que nos suceden naturalmente,
pero vamos a lo que nos sucede dentro de nosotros, en lo psicológico, me siento mal, me deprimo
(GF, varones adultos, Huancayo); también cómo afecta esto en lo familiar, ya no es lo mismo, no
tengo la misma conversación, de repente me convierto en una persona renegona, violenta, que no
quiero saber nada con nadie (GF, varones adultos, Callao).

En algunos estudios desarrollados en diversos lugares de América Latina se ha encontrado que los
contextos familiares de mayor violencia física eran aquellos en los que la mujer se hacía responsable de
la manutención del hogar, estando presente el marido. Al parecer, al sentirse fracasados en su papel de
proveedores, los maridos reafirmaban su autoridad utilizando la violencia como último recurso (García,
Brígida. 1995). Peor aún, cuando sienten que no funcionan como seres sexualmente activos y con
iniciativa permanente, la otra característica básica de la masculinidad, es muy probable que la espiral de
la violencia se eleve.

En términos generales, los varones consideran que las disfunciones sexuales con sus múltiples
causalidades, les ocasionan problemas que exceden el ámbito sexual para abarcar toda la vida del sujeto.
La presencia de cualquiera de estas situaciones es motivo de temor y angustia entre los varones. El no
poder cumplir con este desempeño sexual “correcto” del varón los descalifica como tales no sólo en la
intimidad sino en todos los otros espacios en los que el varón interactúe.

Conclusiones

Los hombres, en el estudio desarrollado por nosotros, han planteado sus necesidades de manera integral,
es decir su salud sexual y mental como un todo que se retroalimenta. Todo esto se sustenta en
condiciones materiales de vida y a la vez, cualquier dificultad en alguna de ellas repercute en el conjunto.

En nuestra realidad latinoamericana, donde los hombres tienen cada vez menos posibilidades de
insertarse adecuadamente en el mercado laboral, los varones se enfrentan a la crisis de poder afrontar
estas expectativas sociales, lo cual lleva a situaciones de frustración, depresión y vergüenza ante esto
que consideran un “fracaso personal” y que puede llevarlos a la violencia hacia los otros, principalmente
hacia sus parejas, e incluso a la autodestrucción (De Keijzer, B. 1994). El estado de depresión y estrés
que manifiestan los varones de los sectores populares -o en sus propias palabras con la “pensadora” por
no poder cumplir con estos imperativos de proveedor en un contexto de pobreza y extrema pobreza-
tiene profundas implicancias, según sus testimonios, en su sexualidad, en la manera como viven la
masculinidad, en su salud física y mental, y en conjunto en su bienestar. Con esto no se ha pretendido
hacer una relación de causa – efecto, pues el estado de salud sexual y mental es resultado de múltiples
condicionantes, sino explorar en la subjetividad de los varones, en el sentido y significado que ellos
asocian a sus conductas y problemas.

La violencia estructural es sufrida por lo varones de los sectores populares desde dos vertientes, la
pobreza y la manera como la sociedad ha organizado y legitimado en la conciencia social los roles por
género, los cuales se retroalimentan y componen un espiral destructivo de la salud mental masculina.
Mayormente, se ha evidenciado a la mujer como el sujeto que más sufre dicha violencia desde ambas
fuentes señaladas, incluyendo la violencia directa ejercida por los varones contra ellas, lo cual es muy
cierto. Pero, este mundo que entraña poder y privilegios relativos a los hombres, tiene un alto costo
también para ellos, causando dolor, aislamiento y alienación (Kaufman,M. 1997). Esta experiencia
contradictoria abre posibilidades de cambio mediante una educación, desde la primera niñez, de mayor

26
equidad entre hombres y mujeres, que cuestione lo asumido como natural y que enseñe a compartir roles
en todos los ámbitos de la vida pública y privada.

Mas, lo anterior por si solo no basta, pues el avanzar en relaciones más equitativas de género en un
contexto de pobreza, ayudaría ciertamente, en algunos casos a hacerla más llevadera y en otros a
enfrentarla en mejores condiciones, pero la subsistencia de condiciones precarias de vida limita el
ejercicio de derechos y en general el desarrollo humano, manteniéndose de esta forma como fuente de
constantes frustraciones.

Existe un reclamo, por parte de la mayoría de varones de sectores populares urbanos, de servicios de
atención integral de salud con prestadores especializados en resolver problemas de salud física y mental
propias de los varones (Ramos, M. et. al. 2000). Esta demanda es legítima, ya que no ha habido
preocupación del sector salud en atender a este segmento poblacional en sus necesidades específicas lo
que ayudará, sin duda, a paliar el grave problema de la salud mental .

Sin embargo, dadas las actuales circunstancias de crisis económica generalizada, es decir, dada la
magnitud del problema, no podemos seguir pensando sólo en patologías individuales. Debemos
necesariamente reconocer la existencia de patologías colectivas de la frustración producto de estructuras
sociales violentas, para las cuales los tratamientos individuales han resultado hasta ahora no del todo
eficaces. (Max Neef et. al , 1986).

Los problemas en la salud mental como consecuencia de la situación de pobreza, de desempleo y/o
subempleo, deberá ser enfrentada en sus raíces con modificaciones fundamentales en la estructura
socioeconómica. No obstante, los cambios individuales que se logren a través de transformaciones en
la manera de vivir la masculinidad, en las relaciones de género y en la atención integral en los servicios
de salud, podrán crear las condiciones para que quienes sufren la violencia estructural se transformen en
parte de la solución, mediante una participación más creativa, en las diversas organizaciones de la
sociedad civil e instituciones políticas, y contribuyan en los procesos de cambio social.

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27
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28
LECTURA 5: DOMESTICANDO LA VIOLENCIA: EL ALCOHOL Y LAS SECUELAS
DE LA GUERRA
Kimberly Theidon8

Pese a que su venta está prohibida para consumo humano, el alcohol metílico, sustancia destinada al uso industrial,
se sigue consumiendo de manera alarmante en muchas partes de la sierra peruana. Las cifras son aterradoras. Sólo
en Apurímac, un promedio de 32 mil botellas de dicho producto se consumen diariamente. ¿Cómo así se puede
seguir vendiendo un verdadero veneno para el organismo humano?

Pero, ¿qué hay detrás de este alarmante consumo de alcohol en la sierra peruana? ¿A qué problemas está
asociado dicho consumo? ¿Qué relación tiene con la violencia política y la doméstica? ¿Qué problemas sociales
trae? Tales son algunas de las preguntas que la antropóloga Kimberly Theidon responde en el siguiente artículo, en
el que presenta, en exclusiva para Ideele, un adelanto de una investigación de más de dos años en el
departamento de Ayacucho.

"Un análisis histórico de la embriaguez tropieza con la dificultad de separar una invariante cultural de su
condicionamiento coyuntural."
Thierry Saignes
 
En 1989, Thierry Saignes publicó en la Revista Andina1 un artículo sobre "las borracheras andinas" en el
que planteó que la embriaguez sirve como un vehículo que permite a los campesinos acercarse a los
seres espirituales y reafirmar su relación con lo sobrenatural y su identidad por medio de las memorias
colectivas reactivadas durante el consumo ritual. Lo que la autora pretendía era rescatar la borrachera de
la condenación colonial y eclesiástica por medio de una exploración de su lado positivo y creativo, capaz
de fomentar la cohesión grupal.
En este artículo intento tratar esta "invariante cultural" dentro del contexto contemporáneo ayacuchano.
Exploro la relación compleja entre el trauma psicosocial, la embriaguez y la violencia doméstica en
comunidades rurales afectadas por la violencia política que convulsionó la región por tres lustros.
Comparto con Saignes y otros (ob. cit.) la convicción de que el tomar es un acto social y que su sentido y
consecuencias dependen del contexto sociohistórico. De hecho, señalo la importancia de aproximar a una
teoría local del porqué se emborrachan ahora y con qué consecuencias.
Por supuesto, reconozco la centralidad de largo plazo del alcohol en estas comunidades serranas. No
niego que durante el proceso actual de la reconstrucción cultural el alcohol juega un papel en las fiestas
que están reinventando y la identidad colectiva que están elaborando. Sin embargo, caer en una lectura
"folclorizada" oscurece los otros contextos en los cuales toman; y toman bastante.
Si bien el alcohol y los rituales sirven como referentes para la identidad colectiva, la embriaguez
problemática es la diaria, aquella desarticulada del calendario festivo o agrícola. Hay una distinción
importante entre la "borrachera sagrada" y la borrachera cotidiana. Además, la chicha tradicional ha sido
mayormente remplazada por el alcohol industrial, un trago que es puro químico. Entonces, no solamente
han cambiado los patrones de la embriaguez sino también el medio de lograrla.
Nuevamente enfatizo que el consumo de alcohol no es una práctica que existe fuera del contexto
sociohistórico –un contexto obviamente alterado por la violencia política y los cambios culturales que la
guerra trajo consigo–. Si bien el alcohol y la llamada "borrachera andina" han estado presentes desde
hace siglos, ello no implica que tanto los motivos como el sentido de tomar no hayan cambiado.
Adicionalmente, como los ejes de género y generación han sido centrales en mis preocupaciones, mis
hallazgos permiten apreciar múltiples perspectivas sobre estos temas. Queda claro que dentro del

8
Institute on Violence, Culture and Survival at the Virginia Foundation for the Humanities.

29
autoentendimiento de muchos comuneros y comuneras entrevistados hay un problema con el alcohol y la
violencia, y una teoría local que vincula el alto consumo con la violencia que han sufrido y las memorias
horroríficas que no pueden olvidar.
METODOLOGÍA
La información que utilizo para este ensayo proviene de una investigación más amplia sobre los procesos
de recuperación individual y comunal en las comunidades rurales ayacuchanas. Mi objetivo ha sido utilizar
una heterodoxia de metodologías para explorar cómo los miembros de 18 comunidades rurales del
departamento de Ayacucho expresan sus experiencias de la guerra, y cómo la violencia prolongada altera
a una persona, una familia y una comunidad.
Por la brevedad del artículo, estoy "homogeneizando" mis hallazgos. Sin embargo, varias veces durante
mis investigaciones he tenido que reflexionar sobre una pregunta central: ¿por qué algunas comunidades
siguen tan aplastadas por la guerra, mientras que otras están recomponiéndose?
Entre las variables más relevantes que he detectado, señalo una tendencia pronunciada respecto al
trauma y el consumo de alcohol. En mi trabajo de campo he notado una predominancia de problemas
relacionados con el alto consumo de alcohol y la expresión más angustiada del trauma en las
comunidades donde la mayoría de los ataques y masacres fueron perpetrados por las Fuerzas Armadas y
no por Sendero Luminoso.
Aun siendo igualmente impactantes en términos de muertos, hay una trayectoria distinta. Planteo que el
espacio público, que es tan importante para procesar el sufrimiento de la guerra –es decir, elaborar
memorias tanto personales como colectivas y compartir el trauma con otros sobrevivientes– está muy
reducido en las comunidades víctimas de las Fuerzas Armadas. Si bien es aceptable hablar de la
brutalidad de SL y elaborar este sufrimiento en las historias oficiales que sirven como una catarsis
comunal, la presencia sostenida de los militares –y la relación frecuentemente tensa entre las Fuerzas
Armadas, las rondas y la población en general– no ofrece un espacio público para la elaboración y
procesamiento del sufrimiento producto de la presencia castrense.
Sin negar que estas poblaciones reclaman la presencia militar como defensa contra posibles represalias
senderistas, lo que caracteriza las relaciones entre civiles y militares es la tensión y la ambigüedad.
Sugiero que hay un silencio patológico que sigue distorsionando la vida cotidiana en varias de las
comunidades estudiadas –un silencio pesado que reduce el espacio y prácticas recuperativas que
desarrollan estas poblaciones, desplazando el proceso bloqueado del luto hacia, como ellos mismos
dicen, "el consumo desenfrenado"–.

"NO ESTAMOS BIEN ACÁ": TRAUMA Y SUFRIMIENTO SOCIAL


"No señora, no estamos bien. A mi esposo lo han matado. En el pueblo hemos quedado sonsos. Nuestros
niños han visto matar a sus padres. No estamos bien. Acá mataron no sólo a uno, pero a bastante han
matado. Nos quedamos muchas viudas. No estamos bien acá. Y ni mantener podemos a nuestros niños.
En el estudio también están atrasados. A mi esposo y mi papá les mataron ese mismo día. No estamos
bien. Tenemos pensamientos." (Entrevista con Marcelina, de una comunidad sureña.)
Realmente, "no estamos bien acá" resume mis hallazgos. Como parte del estudio aplicamos encuestas
en 12 comunidades ayacuchanas. En total, encuestamos a 99 varones, 112 mujeres y 91 niños. Además,
complementamos las encuestas con la observación de la vida cotidiana y entrevistas semiestructuradas
en otras comunidades del departamento.
De los adultos encuestados, 41,5% tiene pesadillas; de este porcentaje, 12,5% las tienen por motivos
referidos a la violencia y muerte vinculadas a la guerra; el temor al ataque personal o a la persecución
componen otro 13,2%. El temor del ataque personal toma varias formas, incluyendo amenazas de
terroristas, militares o borrachos.
Adicionalmente, 89% de los varones y 91% de las mujeres encuestadas dicen que sufren de tristeza. Las
causas centrales eran semejantes para ambos sexos, y son: i) extraña familiares (24%); ii) pobreza
(23%); y, iii) violencia o muerte vinculada a la guerra (17%). Es notable que la desintegración de la familia
y la pobreza del centrosur de Ayacucho que hemos investigado eclipsen en cada comunidad los efectos

30
directos de la guerra. Es obvio que estas poblaciones viven con un alto nivel de estresores múltiples, de
los cuales la violencia política suele ser la "última gota".
De los varones, 40% ha perdido un miembro de su familia durante la guerra; 52% se queja de
pensamientos que los atormentan; y 41% dice que toman más ahora que antes de la violencia. Las cifras
para las mujeres son semejantes: 58% tienen pensamientos que las atormentan; 35% toman más ahora
que antes de la violencia; y 43% perdió un miembro de su familia durante la guerra. Finalmente, es
llamativo que 91% de los varones y 97% de las mujeres digan que sería preferible olvidar lo que pasó
durante los "años difíciles"; sin embargo, un motivo que se repitió es la imposibilidad de lograr el olvido.
De hecho, las memorias dolorosas fueron una preocupación central en un grupo de enfoque con mujeres
al centrosur de Ayacucho. Nos contaron sus experiencias durante la guerra, proveyendo detalles gráficos
sobre la matanza de sus esposos. Enfatizaron que viven diariamente con estas imágenes horribles que
"se repiten en la mente como una televisión que una no puede apagar". Estas imágenes intrusivas las
impulsan a buscar calmantes en la posta; sin embargo, estaban de acuerdo en afirmar que "nos calman
pero solamente por algunas horas". Al concluir nuestro grupo, preguntamos qué servicios de salud más
necesitan ustedes aquí, y la respuesta fue "pastillas para olvidar".
De la misma manera, en un grupo de enfoque con varones al centrosur, se conversó acerca de los
problemas más serios en su comunidad, presentando una lista de preocupaciones en sucesión rápida:
"No hay control de las personas borrachas. Falta una manera para controlar los borrachos. Todos hemos
sido afectados por la violencia; nos quedamos agitados. Se desesperan los niños; en sus estudios son
muy bajos. Los niños se enferman porque sus padres toman y se pelean en sus casas. Los niños tienen
una baja alimentación. Vamos a la posta pero no pueden curar. En la posta nos dan pastillas blancas
para todo".
"Pastillas blancas para todo". Desafortunadamente, los problemas nombrados no encuentran una
solución tan sencilla. Con el dolor de mujeres traumatizadas, el alcoholismo desenfrenado y la
organización comunal desestructurada, debemos mirar más allá de una respuesta farmacéutica. Subrayo
que los mecanismos tradicionales para controlar a los borrachos y normalizar la vida han sido sumamente
desbaratados durante estos años, y esta disrupción está acompañada de un alto nivel de desorden
familiar y comunal producto de los ataques y el desplazamiento tanto geográfico como cultural.
Además, los temas de la memoria y el olvido surgen en la coyuntura actual. Saignes (ob. cit.) planteó que
estas poblaciones toman para activar la memoria colectiva durante las borracheras. Creo que la
coreografía entre la memoria y el olvido es más complicada, particularmente en un contexto posguerra,
cuando muchas memorias son agridulces.
Por ejemplo, reflexiono sobre la celebración de Todos los Santos que viví en una comunidad norteña.
Fuimos al cementerio bajo la llovizna con nuestras botellas de trago para tomar con los muertos y limpiar
los sepulcros. Tanto los adultos como los niños llevaron flores y velas para recordar a sus antepasados.
Sin embargo, los muertos producto de la guerra no están enterrados allí. Esos seres queridos no fueron ni
velados ni enterrados: como dicen, "durante los años difíciles, tuvimos que dejar los cuerpos donde sea.
Como animales tuvimos que dejar a nuestros familiares".
En ese día de conmemoración, pregunté: "¿Y cómo serán ellos, dónde estarán sus almas?". La respuesta
más común fue: "¿Cómo será? Da mucha pena pensar en ellos". Entonces, en vez de recordar,
nuevamente hay un deseo de olvidar el horror de seres queridos que se murieron "como animales" y
cuyas almas siguen caminando sin encontrar la paz. Por supuesto, uno desea recordar a la gente que ha
querido, pero también olvidar su muerte brutal.
En el intento por manejar la memoria recurren no solamente a las pastillas, sino que buscan otras
maneras de tranquilizarse frente a "las violencias"2. El deseo de bloquear el dolor incluye el uso de
pastillas y alcohol para tranquilizarse y "calmar" pensamientos tormentosos. Frente a memorias intrusivas,
un presente difícil y un futuro incierto, la búsqueda por la "botella mágica" –ya sea una botella de pastillas
o de alcohol industrial– forma parte de una estrategia para calmarse con cualquier recurso que uno tenga
a mano. Desafortunadamente, la tranquilidad que brindan estas botellas es fugaz.

31
ALCOHOL Y DOMESTICACIÓN DE LA VIOLENCIA
Hablar de la violencia de una manera periódica –comenzó el 18 de mayo en Chuschi y terminó en
septiembre de 1992 con la captura de Abimael Guzmán– es negar el temor palpable en muchas de estas
comunidades y la violencia cotidiana que sigue distorsionando las vidas de sus habitantes. En mi
exploración del consumo de alcohol y la violencia familiar, lo que surgió es la "domesticación" de la
violencia dentro del hogar. Ya no hay la violencia más visible de la guerra, cuando cadáveres en los
parajes formaron parte de un paisaje horrendo. Ahora la violencia ha sido "cotidianizada" –forma parte de
la realidad de la gran mayoría de los habitantes de estos pueblos–.
La relación entre alcohol y violencia ha sido sólidamente establecida, y esta relación es pronunciada en
mis investigaciones. Sesenta y siete por ciento de los niños y niñas dicen que sus padres se emborrachan
con frecuencia, y cuando están mareados les pegan todavía más. En las palabras de una madre, "sus
padres les pegan cuando están mareados como una persona que ha tomado pólvora. Sin control pegan a
sus niños".
Pero no solamente les pegan a sus niños. En cada grupo de enfoque con mujeres salió el tema del
maltrato. Una mujer de una comunidad centro-sureña de Ayacucho contó su experiencia con un marido
borracho y violento:
"Algunos toman por gusto. Debe haber remedios para ellos que toman. A veces toman y nos pegan.
Borrachos ya nos pegan. ¿Qué vamos a hacer, pues? No vamos a contestarlos. Y a veces escapamos.
Cuando nos escapamos, nos preguntan con quiénes estamos ocultándonos. Nos tapan el ojo, nos
patean".
"Mi esposo toma diario y todo lo que yo tengo se lo lleva para vender y tomar. Hasta los huevitos de mi
gallina los lleva para comprar trago y coca. Y enloquece cuando toma y nos hace sufrir a mí y a mi
suegra. Y nos bota tanto a mí y a mi suegra, hablando groserías. Toman y a veces ni se preocupan por
mantener sus hijos. Ya nos han abandonado".
"[Nos quejamos] Al juez, al presidente de la directiva comunal, aun así ya no hacen caso. A ninguna
autoridad obedece. Es de más ya".
"Es de más ya" es una frase que resonó en cada grupo de mujeres, pero solamente retrata parte de la
geografía social en estas comunidades. Según las encuestas, 77% de los varones y 48,6% de las
mujeres se emborrachan con frecuencia. De los varones que se emborrachan, 46% dijeron que
solamente toman en fiestas y compromisos, mientras que 29% de las mujeres que se emborrachan
dijeron que solamente toman en fiestas y compromisos.
Estas cifras son llamativas, porque invierten una tendencia sostenida en la literatura sobre el consumo de
alcohol y género. Normalmente el consumo del alcohol está más circunscrito para las mujeres que para
los varones; es decir, el patrón tradicional del consumo dicta que las mujeres pueden tomar durante las
fiestas y compromisos sin sanción, pero su consumo fuera de estos ámbitos definidos es considerado
más escandaloso. En contraste, los varones siempre han tomado con más libertad y más públicamente.
Estos hallazgos señalan un cambio importante en cuanto al consumo de alcohol, violencia y género.
Advierto que estamos viendo los resultados de un proceso de militarización y masculinización dentro de
estas comunidades. Viviendo en un estado de guerra por más de una década, podemos teorizar que
también las relaciones humanas y prácticas cotidianas han experimentado una distorsión. Parece que las
mujeres están adoptando un patrón "masculino" del consumo de alcohol, una estrategia de hacer frente a
los problemas que tradicionalmente estaba más disponible para los varones.
Además, los niños y las mujeres no dejan ninguna duda: las madres pegan –"pegan duro"–. En las
palabras de una mujer, "a veces pegan a algunas señoras sus maridos, pero también otras mujeres
pegan a sus hijos. A veces pegan más que sus maridos a sus hijos; golpean como a la vaca".
Entonces, si bien las mujeres han adoptado un patrón "masculino" del consumo, puede ser que también
hayan asumido una autoridad más rígida y abusiva en cuanto a sus niños. Sin negar que los castigos

32
corporales han sido parte de la vida familiar desde hace años, parece factible que con el aumento en el
consumo de alcohol y la relación estrecha entre alcohol y violencia, podemos hablar propiamente de la
interiorización de la violencia dentro del hogar.
Exploré este tema en cada grupo de enfoque con niños. Ciertamente, 65% de los niños reportaron que
sus padres y sus madres les pegan con correa, chicote, palo y chamberín. Es notable que 67% de los
niños encuestados dijeran que están tristes con frecuencia, particularmente cuando revisamos las
razones esgrimidas para su tristeza. Las tres causas principales son: soledad (25,8%), maltrato (21,4%) y
violencia o muerte vinculada a la guerra (7,8%). Señalo que la categoría "maltrato" refiere no solamente al
maltrato que sufre el niño o niña, sino también al maltrato que presencian entre sus padres y sus madres.
Es claro que ser testigo de la violencia familiar es ya, en sí misma, una forma de maltrato.
Nuevamente, reconozco el uso de largo plazo de los castigos corporales. Por ejemplo, la siguiente
conversación revela cómo la mayoría de los niños ven los castigos:
–¿Qué es lo que hacen los padres para que sus hijos crezcan derechos?
–Les pegan con chicote.
–¿Y si no les tiran con chicote?
–Entonces no son buenos. Cuando les pegan, saben saludar a la gente.
Queda claro que el uso de castigos corporales forma parte de lo que significa criar a "buenos hijos". Sin
embargo, planteo que una cosa es recibir castigos sabiendo que los padres están corrigiendo para que
uno crezca "derecho", y otra cosa es recibir castigos de padres borrachos que están pegando sin pensar
en enseñar buen comportamiento –más bien, pegando ciegamente porque están tan ebrios–.
Según mis entrevistas, los niños comparten con los adultos un marco conceptual que incluye los golpes
dentro de la definición de criar bien a los niños. Sin embargo, éstos distinguen entre los castigos
"educativos" y los golpes que sufren a manos de un padre o madre pegándoles en una borrachera. Es
distinto, tanto en términos como los niños y niñas entienden la práctica, cuanto en las consecuencias.
Por ejemplo, durante mi estada en una comunidad norteña tuve una vecina joven que se llamó Rufina.
Ella tenía 12 años y le gustaba pasar las noches en mi cuarto, conversando y dibujando. Sus dibujos
detallados sirvieron como un medio para expresar los conflictos familiares que la angustiaban. Su papá
había comenzado a tomar con frecuencia, y las peleas entre sus padres explotaron durante una
borrachera violenta. Su papá pegaba y pateaba a su mamá hasta que ésta cayó en un huaico y abortó
espontáneamente. Siguió con hemorragias durante varios meses, y las responsabilidades de la casa y
sus hermanitos cayeron en los hombros, literalmente, de Rufina. Tuvo que retirarse de la escuela para
asumir su cargo, un asunto que yo intentaba explorar delicadamente en conversaciones con su madre y
su abuela. Ambas mujeres me aseguraron que no fue problema que Rufina hubiera dejado de estudiar,
porque "tanto su papá le ha pegado en la cabeza con leña que realmente es medio tonta. ¿Cómo iba a
aprender, pues?".
He tenido que pensar bien el caso de Rufina y entender la complejidad de su situación. Es fácil denunciar
a su papá como el "malo de la película"; sin embargo, ¿cómo entender la postura de su madre y abuela?
¿Es la resignación? ¿La complicidad?
Retomando el debate de Saignes y otros (ob. cit.), quiero problematizar su argumento según el cual la
borrachera sirve como un acto de "resistencia indígena" frente al sistema dominador. Antes de esta
lectura, vale pensar mucho más en cómo los grupos dominados participan y reproducen frecuentemente
el mismo sistema que los oprime, aunque su participación sea inconsciente. No veo mucho para celebrar
como "resistencia" en esta tragedia familiar. Más bien, veo cómo el poder, el alcohol y la violencia
distorsionan las relaciones familiares.
De hecho, recuerdo un día que pasamos con niños y niñas en una comunidad centrosureña. Setenta y
ocho por ciento de los niños y niñas entrevistados dijeron que sus padres y madres se emborrachan, y la
mayoría se quejó de ser agredidos en la casa. Cuando preguntamos qué debemos hacer con los
borrachos, los niños gritaron: "¡Matamos los borrachos!". No podemos ignorar que estos borrachos que
quieren matar son los padres y las madres que se encuentran diariamente dentro de sus hogares.

33
CONSECUENCIAS INVISIBLES
Si bien hay múltiples consecuencias directas de la embriaguez, otras son menos visibles porque su
etiología se pierde de vista. Por ejemplo, en una comunidad centrosureña me puse a fichar las
estadísticas sobre la mortalidad infantil que manejan en la posta de salud. Como se ve en muchas zonas
rurales, el nivel estaba notablemente elevado respecto a las cifras departamentales globales que borran
la brecha urbano-rural.
Después tuve la oportunidad de conversar con las autoridades comunales sobre sus perspectivas
respecto a los problemas de salud más serios en su comunidad. Compartí mi preocupación por la
mortalidad infantil y la desnutrición, y el presidente me explicó un factor que contribuyó a la desnutrición
sin aparecer en los archivos.
Según el presidente comunal, entre los bebés que murieron de desnutrición el año anterior hubo dos
recién nacidos que literalmente se murieron de hambre porque sus madres estaban demasiado borrachas
para recordar darles el pecho. Como señaló, aunque la desnutrición apareció como la causa oficial de
muerte, si buscamos más allá vemos las consecuencias indirectas del alcohol.
Igualmente, en una comunidad norteña varios padres de familia murieron durante los meses lluviosos por
enfermedades de los bronquios y pulmonía. Algunos eran varones de solamente 25 a 30 años,
aparentemente vigorosos. Entrevistas con el personal de la posta de salud y sus familiares revelaron que
atrás de cada caso había una borrachera que terminó con un hombre desmayado en la noche helada de
la puna. Nuevamente, la causa fundamental de sus muertes no apareció en las estadísticas, donde los
fallecidos forman parte de la categoría "enfermedades respiratorias".
Finalmente, los efectos dañinos del alcohol no se limitan a los seres humanos ya nacidos, sino que hay
consecuencias intergeneracionales, literalmente. En los estudios sobre alcohol y otras drogas hay una
abundante literatura que ha identificado el Fetal Alcohol Syndrome (Síndrome Fetal de Alcohol) o FAS.
FAS es una mutación genética producida por el alto consumo de alcohol por mujeres gestantes, y el
impacto se magnifica con la mala alimentación materna. Estos niños nacen con defectos físicos y
mentales, y con una cara notoriamente deformada. Según el March of Dimes, una fundación
estadounidense que se dedica a la investigación y provisión de servicios para niños con defectos natales,
el consumo de alcohol es la principal causa prevenible de defectos natales.
CONCLUSIONES
No es mi objetivo contribuir a la idea de la gente serrana como "instrínsecamente violenta". Pace Vargas
Llosa. Más bien, he intentado explorar los contextos en los cuales se ponen violentos y por qué. Esta
exploración me llevó al alcohol. Retomando brevemente el debate que lanzó Saignes, surge una
"metapregunta": ¿cómo escribir contra los estereotipos racistas que han sido construidos respecto a la
gente de la sierra, para reconocer su humanidad y gran resistencia frente a múltiples desafíos?
Para Saignes y los autores que participaron en el debate, la respuesta fue tomar la postura del relativismo
cultural absoluto y rescatar la "borrachera andina" de la condenación, sea colonial, sea contemporánea.
Siendo antropóloga, tengo mucha simpatía por el relativismo cultural, por la afirmación de que no
podemos juzgar las prácticas culturales según un estándar universal abstracto, sino que hay que evaluar
las prácticas culturales dentro de su contexto. Es esto lo que he intentado hacer, notando que hay una
lectura "emic" que sugiere que tanto el consumo como la violencia han cambiado de una manera
problemática para los propios comuneros y comuneras.
Insisto: la información que recogimos varía según los ejes de género y generación. Cuando escuchamos
a varios sectores de la población, es éticamente imposible esconderse detrás del relativismo cultural e
ignorar el sufrimiento producto de la borrachera.
Como modo de concluir, quiero enfatizar que trabajar el tema de la embriaguez –ya identificada como un
problema por los mismos comuneros y comuneras– podría ser la puerta de entrada hacia los motivos que

34
subyacen al tomar. Como tales motivos son polifónicos, vale trabajar el tema en las comunidades y
elaborar cómo diferentes sectores entienden el consumo de alcohol y la violencia doméstica en la
coyuntura actual. Esto es lo que he hecho, e invito a otros a abordar el tema como una manera de
acercarnos a las secuelas psicosociales de la violencia política.
Según mis experiencias, estas poblaciones no utilizan un idioma psicológico para expresar la angustia
producto de la guerra. Más bien, hay un idioma de dolores corporales y referencias al deseo de
"calmarse" frente a las memorias dolorosas. Su creciente lectura sobre el "consumo desenfrenado"
vincula tal consumo con la guerra, y este autoentendimiento provee un camino para tocar las raíces de los
problemas que se manifiestan en la borrachera cotidiana y la domesticación de la violencia.

1
Saignes, Thierry y otros. "Borracheras andinas: ¿Por qué los indios ebrios hablan en español?", en Revista
Andina, año 7, Nº 1. Cusco: Centro Bartolomé de Las Casas, 1989, pp. 89-127.
2
En una conversación con un promotor de salud, insistió en el uso plural de "las violencias" para referirse tanto a
los ataques senderistas como a la desnutrición que impacta al 80% de los niños de su comunidad.

35
LECTURA 6: SECUELAS PSICOSOCIALES DE LA VIOLENCIA
Hatun Willakuy, Versión abreviada IF CVR. Capítulo 7: Secuelas de la Violencia. Lima: CVR,
2003.

CAPÍTULO 7

LAS SECUELAS DE LA VIOLENCIA

Las dos décadas de violencia reseñadas en este texto han causado numerosos y duraderos
perjuicios a decenas de miles de personas y a sus respectivas comunidades. La acción de las
organizaciones subversivas y de las fuerzas de seguridad del Estado dañó gravemente la
integridad física de muchos peruanos y, al mismo tiempo, debilitó e incluso destruyó
importantes recursos y formas de organización necesarios para la vida colectiva.
La CVR ha encontrado que las secuelas individuales y colectivas de la violencia fueron
principalmente de tres clases. Hubo daños en el ámbito psicológico que afectaron la identidad
de las personas y las formas de convivencia familiar y comunal. También hubo secuelas de
orden sociopolítico, expresadas en el debilitamiento de las comunidades y, a escala nacional, en
una descomposición del orden democrático que terminó por dar paso al regreso del
autoritarismo en el Perú. Finalmente, hubo secuelas económicas manifestadas en las grandes
pérdidas de infraestructura y de oportunidades en todo el país, así como en la destrucción de la
capacidad y los recursos productivos de las comunidades, en especial de aquéllas de carácter
rural situadas en los territorios donde el conflicto armado interno se desarrolló con mayor
intensidad.

36
7.1. LAS SECUELAS PSICOSOCIALES

Se han descrito en este informe las conductas de los diversos actores armados que dejaron un
saldo de decenas de miles de pérdidas humanas y de personas dañadas físicamente. Debe
señalarse, sin embargo, que los efectos de la violencia no terminan ahí; por el contrario, ellos se
prolongan en los sobrevivientes y testigos de esos hechos bajo la forma de hondos sufrimientos.
La CVR ha encontrado en sus investigaciones numerosos testimonios de experiencias
traumáticas que se agravaron por un obligado silencio de décadas que impidió a las víctimas
afrontar adecuadamente sus dolorosas vivencias.
El daño psicológico —individual y social— ocasionado por la violencia tiene múltiples
manifestaciones. La más difundida y evidente es el denso clima de miedo y desconfianza creado
por la conducta abusiva y criminal de los actores armados contra la población indefensa. Ese
temor gravita todavía como un obstáculo para la recuperación de las comunidades
perjudicadas. Además de ella, se debe tener en cuenta el agudo proceso de desintegración de las
familias y el abandono de las funciones de formación y protección que ellas desempeñan. Esta
pérdida se ha revelado como especialmente perniciosa para quienes eran niños cuando la
violencia golpeó sus familias y comunidades. Pero no fueron los únicos afectados; también los
que ya entonces eran adultos sobrellevan hoy las huellas psicológicas de los atropellos
cometidos contra ellos y sus familiares más cercanos, a quienes vieron morir en circunstancias
terribles sin que pudieran hacer nada para evitarlo o, cuando menos, para honrarlos
póstumamente de acuerdo con sus creencias religiosas.
Además del miedo y del deterioro de las familias ya mencionados, es imperativo señalar
como efecto dañino de la violencia los perjuicios a la identidad personal derivados de los
abusos y actos de humillación de que fueron víctimas miles de peruanos. «No somos los
mismos», han dicho algunos de ellos a la CVR al relatar su vida después de que la tragedia los
hubo alcanzado. Esa frase lacónica y rotunda habla suficientemente de la potencia destructiva
de la violencia sobre lo más íntimo de la existencia de un ser humano como es su noción de sí
mismo y su capacidad de desarrollar su vida con autonomía y posibilidades de
autorrealización.

7.1.1. MIEDO Y DESCONFIANZA

Para el PCP-SL, al igual que para las fuerzas de seguridad del Estado, el infundir miedo a la
población fue una táctica deliberada. La táctica fue exitosa, pues sus repercusiones se hallan
muy vivas todavía entre las víctimas directas e indirectas de la violencia.
El más poderoso generador de miedo de parte del PCP-SL fue el recurso a los asesinatos
públicos de manifiesta intención aleccionadora. Los pobladores lo recuerdan con terror:
Su cuello acá lo habían cortado, acá de su campanilla, su adentrito, señora, con cuchillo, con
cuchillo lo habían cortado. De igual forma, su mano atrás lo habían amarrado con soguilla, su pie
habían amarrado con soguilla, y así lo habían matado, tapándolo con su poncho y lo habían
dejado y hasta la sangre manaba, señora. ¿Acaso, señora, viendo eso seguro hasta te morirías?
Así, de miedo, temblaba mucho.9

Por su parte, las Fuerzas Armadas recurrían a amenazas y a la práctica de desapariciones


forzadas:
La persecución, la represión por parte del Ejército era terrible en ese tiempo. Basta que una
persona haya visto pasar a un subversivo, o en el supuesto caso que hayan llegado a su casa de
pasada los arrepentidos, o le hayan alcanzado algún plato de comida, algún vaso de agua, y si el
campesino le brindaba eso, era motivo suficiente para que las fuerzas del orden le persigan, lo

9
CVR. BDI-SM-P295. Testimonio 2002799, Ayacucho, 18 de noviembre 2002. Mujer, testigo Tiquihua,
mayo de 1983.

37
torturen. Muchos han sido desaparecidos entonces por ese temor; mucha gente, antes que sufran
una tortura, una desaparición, la gente prefería voluntariamente ir a manifestarse. 10

El miedo así suscitado dio lugar a una aguda sensación de vulnerabilidad. Cualquiera
podía ser víctima en las zonas afectadas por la violencia, o eso era, al menos, lo que hacía creer
la conducta de los actores armados. Ese temor, prolongado en el tiempo, se transformó en
angustia, esto es, en la percepción de un riesgo impreciso, pero siempre inminente, que
perturbaba la vida cotidiana.
La persistencia del miedo, incluso después de concluida la etapa de violencia más aguda, es
un rasgo habitual entre las personas que sufrieron pérdidas de familiares o que fueron víctimas
de tortura o de detención injusta. Estos últimos temen hoy que un hipotético rebrote de la
violencia los convierta en los primeros objetivos de arrestos u otras formas de intervención de
las fuerzas de seguridad del Estado.
El miedo al regreso de la violencia es frecuente también en ciertas colectividades, en
especial entre las comunidades asháninkas, asentadas en el valle del río Ene. Sojuzgados de la
manera más cruel por el PCP-SL entre fines de la década del 80 e inicios de la década del 90, los
pobladores asháninkas todavía se sienten desamparados por el Estado y temen el regreso de
los subversivos: «Yo digo que no está bien pacificado, que los enemigos están cerca. Como te
digo, de otros distritos cercanos se escucha que amanecen muertos, pero aquí todavía. Por eso
11
digo que no está bien pacificado, está al principio, pero va a regresar».
El miedo generalizado es un efecto de la violencia; pero, a su vez, genera otros perjuicios.
Uno de los más visibles es la desconfianza entre vecinos e incluso entre parientes, recelo que
procede, en diversos casos, de una experiencia previa de delación —fundada o arbitraria— por
parte de personas que se consideraban cercanas y leales. Esa desconfianza es, también, un
obstáculo vivo para las posibilidades de reconstrucción y recomposición de la vida comunal. En
un plano más general, la desconfianza afecta, también, la relación entre la población y las
instituciones del Estado que pocas veces mostraron celo en proteger a los ciudadanos afectados.

7.1.2. PÉRDIDA DEL AMPARO FAMILIAR

Más allá del miedo, la violencia produjo severos daños a la identidad personal de los
individuos privados súbitamente de las instancias que brindan seguridad y estabilidad como
son la familia y la comunidad, así como los referentes culturales y las organizaciones de la
sociedad local.
En primer lugar, se encuentra el deterioro de la familia que, al perder a alguno de sus
miembros adultos —padre o madre—, se hizo más pobres y dejó de cumplir parcial o
totalmente su función de formadora y protectora para los hijos menores. Se debe señalar que el
primer golpe sufrido por éstos y por los cónyuges fue, de hecho, el presenciar el asesinato con
crueldad de sus seres queridos. Al dolor de la pérdida se unió un sentimiento almacenado de
impotencia que a veces se tradujo en sensación de culpa. Para la identidad de los hijos menores
obligados a presenciar la muerte de sus padres, fue especialmente devastador el ver que la
figura que para ellos representaba la autoridad y la protección era sojuzgada, maltratada y
humillada por subversivos o por militares.
La repentina orfandad significó para los niños y niñas un profundo daño moral.
Los hijos menores se vieron privados de la figura que representa la autoridad y el
orden, y que brinda una vivencia de protección y orientación. Algunos testimoniantes
recordaron ante la CVR la privación de todo aquello que el padre, de estar vivo,
hubiera provisto: alimentación, ropa, útiles para el estudio, pero también consejos,
10
CVR. BDI-I-P281. Entrevista en Profundidad. Aucayacu, Huánuco, mayo de 2001. Hombre, autoridad
en los años 1993 y 1994; sobre la Ley del Arrepentimiento.
11
CVR. BDI-I. Estudios en Profundidad. Entrevista a una dirigente asháninka.

38
orientación, cariño, estímulo y aliento. Así, el desarrollo emocional de los hijos de las
víctimas fue alterado por ausencia de las figuras de identificación necesarias para la
construcción y afirmación de su identidad.
En la mayoría de casos, los hermanos o hermanas mayores tuvieron que asumir el papel de
alguno de los padres: trabajar en la chacra, cuidar a los animales, cuidar de los hermanos
menores o trabajar para mantenerlos. Esta responsabilidad, prematura en muchos casos, dio
lugar a niños o jóvenes sobreadaptados, obligados a madurar anticipadamente.
Al lado de la orfandad, se presentó el drama de la viudez. Ser viuda significó perder
derechos y estatus en la comunidad. Con el dolor a cuestas, las viudas tuvieron que enfrentar
solas la lucha por la sobrevivencia familiar y por labrar un futuro para sus hijos. Se vieron
obligadas a asumir nuevas tareas para las que no estaban, o no se sentían, preparadas, al mismo
tiempo que enfrentaban en ciertos casos el rechazo de la comunidad.
Padezco pues, papá. Sola no puedo, ¿cómo hacer? Soy madre sola y cualquier cosa hace falta. No,
pues, lo que hace un varón no puedo hacer y de día y de noche lloro, padezco, padezco de
cualquier cosa. No encuentro peón, [...] yo misma hago, volviéndome varón, volviéndome mujer.
De ese modo o de otro paso mi vida. La gente me odia, habla de mí, eso me duele; todo eso sufro
no estoy en buena vida [...]. Nuestros semejantes, papacito, me odian, cualquier cosa me dicen
[...]. Me ponen celos con sus esposos; me odian, papá [...].12

Del lado de los padres, la muerte de hijos e hijas, así como de los hermanos, resulta tan
dolorosa como desconcertante. Para los padres, es el fin de una esperanza y el inicio de un
nuevo temor sobre una futura vejez desamparada. Para los hermanos, se trata de la pérdida
definitiva de un compañero y eventual protector que queda idealizado en el recuerdo y en la
imaginación de lo que pudo llegar a ser de no haber muerto.
La violencia ocasionó la dispersión de muchas familias obligadas a huir desordenadamente
para sobrevivir. La adaptación en los lugares de llegada fue siempre penosa, pues a la
precariedad y a los maltratos se sumaba la añoranza del mundo perdido.
Para los niños adolescentes la distancia física del lugar de origen se convirtió también en
distancia afectiva respecto de su padres. Precisamente, cuando la integración familiar era más
necesaria para la protección de los hijos, las madres tuvieron que dedicarse con prioridad a
procurar el sustento familiar. Sobresale en los testimonios recabados por la CVR el lamento de
no haber podido dar o recibir la protección de los padres. Entre los hijos que perdieron a uno de
sus padres, fue frecuente la demanda ansiosa de la presencia del sobreviviente, quien,
precisamente, no podía dedicar todo su tiempo a acompañar a sus hijos.
Por otro lado, entre las familias que no quedaron dispersas, la convivencia se hizo difícil por
los rasgos de irritabilidad y depresión que afectaban a algunos de sus miembros. En muchas
ocasiones los adultos optaron por el silencio ante los hechos traumáticos. En esos casos, las
preguntas de los hijos pequeños subsistían como recordatorios perturbadores de que había una
desgracia por enfrentar y asumir plenamente.

7.1.3. PÉRDIDA DEL REFERENTE COMUNAL

El deterioro de la vida comunal en las zonas rurales afectadas por la violencia resultó tan
nocivo para el bienestar emocional de los pobladores como lo fue la descomposición familiar.
El hostigamiento e incluso las masacres perpetradas contra comunidades enteras, y los actos
de violencia que ellas mismas protagonizaron, debilitaron los lazos comunitarios, hicieron frágil
la organización social, alteraron las condiciones de convivencia, y socavaron valores y prácticas
comunitarias. En algunos casos, las comunidades optaron por la vigilancia; en otros, quizás en
la mayoría, la única opción disponible fue el desplazamiento. En cualquiera de las dos

12
CVR. BDI-SM-P11. Testimonio 203238.

39
circunstancias, la convivencia diaria resultó trastrocada y la comunidad perdió su fuerza como
espacio ordenador de las vidas individuales y familiares.
Los espacios de experiencia compartida, como las asambleas, comenzaron a ser
vistos como peligrosos, puesto que los agresores buscaban esas ocasiones para atacar.
Así, muchos pobladores prefirieron dejar de participar en actividades comunales y se
impuso la búsqueda individual de medios de sobrevivencia.
Ese tiempo, por estar de miedo, a los montes teníamos que ir y en los montes teníamos que
dormir. En donde no debíamos dormir, dormíamos, con todos mis hijitos llorando, como la lluvia
llorando. [...] De haber, había autoridad; pero con todos esos grandes temores ¿dónde se habrían
ido? Ellos también, de miedo se fueron. [...] En esa fecha muchos éramos [...]. De ahí los que
estuvieron, no sé a dónde se habrían ido. A Lima, a Ica... Se esparcieron; así como cuando la
madre perdiz vuela y se dispersan, lo mismo nosotros como la perdiz nos hemos dispersado, acá,
allá, nosotros estuvimos, tanto, tanto sufrimiento, papay, tuvimos. 13

La violencia también cambió el rostro a la calle y otros espacios públicos, que dejaron de ser
lugar acogedor y continuación de la comunidad para convertirse en fuente de hallazgos
horrorosos: cadáveres abandonados, cuerpos mutilados podían ser hallados en cualquier
momento y acentuaban el temor a las represalias en caso de que se buscara justicia. «En la
plazuela amanecía tanta gente, amanecían muertos; por eso ya mis vecinos también dijeron "no,
si le sigues proceso [...], de la venganza, así te puede matar" me han dicho. Entonces lo dejé en
nada jefe, de miedo».14
Muchos comuneros mencionan la extrañeza y desolación que les producía el ver sus
sembríos quemados, su casa derruida, sus animales robados o sacrificados sin su
consentimiento.
[...] ha quemado mi casa, todito mi casa, se ha comido los animales, todito y me ha hecho un
tremendo daño. Ciento cuarenta planchas tenía [...] Yo traía madera de allá para hacer mi casa, yo
era cafetalero, tenía platanal, cacahuales. Yo soy socio de la cooperativa [...] años y yo tengo
tendal de cacao, de café y he cosechado bastante maíz, [...] yo sacaba préstamos del banco […]. He
trabajado años, soy agricultor antiguo [...] he trabajado desde el año 1955 con el banco. [...] Todito
me ha quemado el Ejército, ahora no tengo ni calamina, ni hoja, […] soy viejito ya, no tengo cómo
15
hacer mi casa.

Otros bienes, en este caso simbólicos, afectados por el clima de temor fueron los rituales y
las fiestas comunales, ocasiones escogidas muchas veces por los agresores para atacar. El temor
a sufrir nuevos ataques, que en ciertos casos tuvieron ribetes de sacrilegio, condujo a que en
algunas zonas del país la población abandonara esas costumbres. En otras ocasiones, el PCP-SL
las proscribió.
Al cabo de los años, se puede constatar una pérdida cultural en ciertas zonas hostigadas por
los actores armados. En algunas localidades, según indican los testimonios brindados a la CVR,
los jóvenes ya no desean participar en las fiestas y han perdido el interés en las tradiciones de su
comunidad.
Ha sido impactante comprobar que la agresión a las comunidades fue practicada con
intensidad tanto por las organizaciones subversivas como por las fuerzas de seguridad del
Estado. La circunstancia de encontrarse «entre dos fuegos», sin posibilidad de acogerse a la
protección de alguno de los actores armados en particular, agravó la zozobra de la vida
cotidiana. «Los senderistas vienen diciendo “soplones”, la misma cosa, asesinando, asesinaba a
la gente sin asco. Se van los senderistas, vienen los ronderos, los militares: la misma cosa». 16
Para salvar la propia vida, los pobladores se veían obligados a colaborar, habitualmente con
13
CVR. Testimonio 201066. Ayacucho.
14
CVR. BDI-SM-P294. Testimonio 202735.
15
CVR BDI-SM-P101. Testimonio 430194.
16
CVR. Testimonio 100704.

40
comida o alojamiento, con el PCP-SL y con las fuerzas del orden. En muchos casos, estas
colaboraciones forzadas fueron castigadas con la muerte por la otra parte.
Toda la gente de esa zona ya no pudo vivir en paz nunca más, porque así como ellos mataban a
los soldados, empezaron también a matar pobladores de la zona porque decían que «por qué no
han avisado que venían los subversivos». Después, como llegaban así a diferentes lugares les
decían que los atiendan, prácticamente los obligaban y la población no podía hacer otra cosa más
que atenderlos. Después de un tiempo llegaban los subversivos y también hacían lo mismo;
mataban a la gente porque habían atendido a las fuerzas del orden y eso era un círculo vicioso;
iban, nos mataban entre ellos, y así prácticamente la gente iba sufriendo lo indecible, sin tener
culpa de nada. 17

Cuando concluyeron los años más duros de la violencia en los Andes rurales, los esfuerzos
por restituir la vida comunal se tropezaron con una gran dificultad: el rencor subsistente entre
vecinos que por diversas circunstancias resultaron enfrentados, como víctimas y como
perpetradores, durante aquellos años. Sentimientos de tristeza y resentimiento marcan la
convivencia entre quienes perdieron familiares o sufrieron despojos y quienes fueron cómplices
o autores materiales de los atropellos. Algunos de ellos se han reintegrado a la vida comunal
sin pagar sus culpas previamente e, incluso, con el correr de los años, han asumido puestos de
autoridad desde los cuales niegan sus actos pasados y eluden su responsabilidad.
Por otro lado, independientemente de los conflictos persistentes entre miembros de una
misma localidad, en diversos casos, la localidad en conjunto ha resultado perjudicada por la
imposición de un estigma. El caso más claro y amplio es el del departamento de Ayacucho,
nombre que en las décadas de los 80 y 90 se asociaba mecánicamente con terrorismo y violencia.
Muchos ayacuchanos han sufrido por esa abusiva asociación que hacía aun más dura la vida de
los desplazados en sus lugares de destino.
Lo mismo ocurre con diversas localidades que se hicieron conocidas a escala nacional por la
revelación de algún episodio de violencia. Especialmente significativo es el caso de la
comunidad de Uchuraccay, que quedó asociada solamente a la muerte de ocho periodistas
ocurrida ahí en 1983, sin que se diera a conocer la muerte de decenas de comuneros en los años
siguientes ni se reconociera el esfuerzo de reconstrucción realizado por sus pobladores.

Marcas personales del sufrimiento

La desintegración de la familia y el deterioro de la vida comunal han afectado severamente,


como se ha visto, el entorno social en que las personas pueden realizarse como tales. Ese daño,
sin embargo, solamente complementa otros perjuicios más hondos e íntimos derivados de la
vivencia personal del sufrimiento y la manera en que éste se ha impregnado en la identidad de
las víctimas y sus allegados. La inaudita crueldad de los perpetradores, fueran estos miembros
de las organizaciones subversivas o agentes de las fuerzas de seguridad del Estado, llegó al
extremo de prohibir a los deudos que honren a sus muertos y de pretender despojar a las
víctimas de su condición humana. Esa brutalidad ha dado a los atropellos una perversa
perdurabilidad: asesinatos, violaciones, golpizas, insultos siguen presentes en la memoria y en
la identidad de miles de ciudadanos del Perú.

Alteración del duelo

La falta de piedad y de respeto básico a los muertos constituyó uno de los rasgos de
conducta de los perpetradores que más profundamente marcaron a la población afectada. Ésta,
además de la pérdida de una padre, una madre, un hijo, un hermano, tuvo que sufrir la
alteración del duelo, esos rituales y costumbres a través de los cuales las personas procesan sus
pérdidas y se preparan para seguir adelante con sus vidas. El duelo es un proceso emocional
muy intenso que implica un cierto desequilibrio temporal y en el que las personas responden al

17
CVR Testimonio 100490.

41
dolor con sus recursos mentales y emocionales. Si éstos son sobrepasados, la persona queda
atrapada por esa pérdida, incapaz de responder a ella adecuadamente: queda prisionera del
dolor.
Los procesos de duelo de muchas personas que perdieron familiares en el contexto del
conflicto armado interno están vigentes hoy. No son «duelos patológicos», sino resultado de las
circunstancias particulares en las que ocurrieron esas pérdidas. Son, pues, «duelos especiales».
Un primer factor de esas alteraciones del duelo es la falta de certeza de que la muerte se
haya producido. En los años 80 y 90 en el Perú la detención y posterior desaparición de
personas se convirtió en una estrategia frecuentemente utilizada por los agentes del Estado. En
cada uno de los casos en los que el paradero de la persona detenida es todavía desconocido, sus
familiares se ven impedidos de acceder a evidencias sobre su condición actual. En tales
circunstancias, el duelo se vive como un proceso cargado de incertidumbre en el que se
combinan la necesidad de saber si el ser querido está vivo o muerto, con su búsqueda
interminable y la espera angustiosa de noticias sobre su paradero.
[llanto] Yo quisiera pedirles que, por favor, nos digan la verdad. Si está muerto o está vivo. Eso yo
quisiera saber también porque mis hijos también sienten bastante. A veces ellos paran diciendo,
ven alguna persona gordita que pasa dicen «allí viene creo mi papá» dicen ellos mirando a una
persona. 18

La incertidumbre deja abierta la posibilidad de imaginar, fantasear y negar la realidad. El


deudo aún imagina que por alguna razón su familiar pudo haber escapado de la muerte. La
CVR ha encontrado numerosas versiones de este proceso: a pesar de haber pasado quince o
veinte años, y de que todos los indicios indiquen que la persona fue ejecutada, los familiares
albergan un resquicio de esperanza: «quizá pudo escapar...», «de repente ha perdido la razón y
está vagando por otro pueblo lejano...», «alguien ha dicho que vio a una persona parecida a mi
papá en tal penal». El discurso oficial, que negaba la realidad y se oponía a la verdad, convirtió
al desaparecido en un fantasma. Y, de ese modo, una parte significativa de la vida de sus
familiares quedó en suspenso.
Sin embargo, el no saber no es el único impedimento para despedirse adecuadamente del
familiar perdido. También puede serlo el saber demasiado, el haber mirado de frente la
brutalidad de la muerte infligida al padre, la madre, el hijo o el hermano.
Muchas personas asumieron la penosa tarea de buscar, a veces durante varios días o
semanas, los restos de sus familiares. Con frecuencia, los cadáveres fueron hallados en estado
de descomposición, descuartizados o calcinados. En ocasiones, debieron ser rescatados de los
animales que amenazaban devorarlos. Abandonados en calles, alrededores, riberas, los cuerpos
revelaban la ferocidad del maltrato sufrido. «Lo han matado allá en el huayco y el perro se lo
estaba comiendo, la parte de su cara ya se lo había comido».19
Quince o veinte años después de la experiencia, los declarantes describían a la CVR con
detalle unas escenas que jamás han podido desalojar de sus memorias. «Así amarrado, cuando
amarrado lo encontré, señor, casi me volví loca, y eso nada más está en mis ojos y en las noches
también eso nada más está».20 En ciertas ocasiones, los cuerpos irreconocibles eran identificados
por sus ropas y sus pertenencias.
Mi marido, al encontrar, tuve que llevar a enterrar, que ya estaba hasta comido por el perro, sin
sangre, ni lengua tenía [...] sin lengua, sin nariz, sin ojos, sus cabellos y sus ropas estaban
podridos, bien blanqueado estaba su carne, sin piel, sus cabellos estaban a un lado podrido y los
tuve que hacer juntar para enterrarlos.21

18
CVR. Testimonio 435036. Mujer, esposa de desaparecido, detenido por efectivos militares en Aucayacu,
departamento de Huánuco, el 8 abril de 1990.
19
CVR. Testimonio 201804.
20
CVR. Testimonio 203731.
21
CVR. Testimonio 500620.

42
Con frecuencia, quienes recogieron a sus seres queridos de un simple botadero de cuerpos
tuvieron que añadir al dolor un agudo sentimiento de humillación: sus padres habían sido
tratados como animales. «Ahí lo mataron a mi papá, como oveja le cortaban la cabeza con
cuchillo, en pedacitos lo cortaron y lo quemaron, por eso el cuerpo de mi padre se volvió
carbón».22
La condición en que se hallaron los cuerpos —torturados, despedazados, desnudos—
suscita dolorosas imaginaciones sobre los vejámenes sufridos.
Lo primero que a veces a uno se le viene la memoria es sus padres, en el sentido qué fue de ellos,
cómo murieron, quiénes fueron. ¿Te das cuenta? Es un trauma muy grande, demasiado grande
para eso. Yo me acuerdo, después de años leí la autopsia que le hicieron, la forma tan criminal
como lo mataron. A veces yo digo: «Si lo hubiesen matado, lo hubiesen matado de un golpe
certero y no hubiese sufrido». Pero, lamentablemente, ellos lo mataron ha de cuenta que con un
pico araban la tierra, porque le dieron en la cabeza, malsanamente le cortaron la yugular y una
persona que se desangra yo creo que sufre mucho, mi padre vivió varias horas porque no lo
mataban. 23

Los vejámenes sufridos en vida se prolongaron en muchos casos póstumamente, para


mayor sufrimiento de los deudos a quienes los perpetradores prohibían, bajo amenaza de
drásticos castigos, rendir honras fúnebres a sus familiares asesinados.
Se debe considerar que las ceremonias de entierro son cruciales en un proceso de duelo.
Ellas permiten la expresión oportuna del dolor y favorecen la aceptación de la pérdida.
Además, son ocasión de que los deudos sientan la solidaridad de los miembros de la
comunidad. Cada pueblo posee ceremonias fúnebres cargadas de significado, las que se deben
realizar con respeto de los procedimientos y los plazos. Siguiendo escrupulosamente la
tradición, los deudos honran y hacen honrar a la persona fallecida y así garantizan su descanso,
que será, también, fuente de alivio para quienes la sobreviven.
Durante los años de violencia, en muchos lugares, como parte de la estrategia de terror, se
prohibió la realización de entierros. Los cuerpos sin vida debían quedar expuestos a la vista de
todos. Su deshonra póstuma era una lección —de sumisión y silencio— para la comunidad.
«“Así mueren los soplones”. Todos los que morían por el camino morían con su letrero. Y
decían que nadie tenía que recogerle, ni alzarle. Y se quedaba todos en el camino muerto».24
En ocasiones, los deudos desafiaron las amenazas y realizaron entierros con apremio y
desesperación sin los rituales indispensables como son el lavado de los cuerpos, el cambio de
ropas o el velatorio. En suma, se realizaron entierros precarios e inadecuados, malos entierros,
procesos incompletos que han dejado un legado de tristeza, malestar e intranquilidad que se
mantienen en la actualidad.
Hasta ahora decimos no vimos sus cuerpos, ni pudimos enterrarlos, hasta ahora cada vez que los
recordamos nos ponemos a llorar. Mi mamá recuerda a sus hijos y se pone muy triste. «Por lo
menos los hubiese enterrado para que esté tranquilo mi corazón» dice mi mamá, diciendo eso mi
mamá rompe en lágrimas.25

La precariedad del duelo tiene otras consecuencias. El deudo sufriente se vio privado de esa
condición, es decir, de mostrar signos externos de su dolor, como el luto, y ello le impidió
recibir muestras de consideración y solidaridad comunal. No fue posible vivir la pérdida y la
pena de manera colectiva. La comunidad, intimidada, demandaba entierros rápidos y discretos.
Los deudos vivieron solos su propia pena.
Como se ha explicado ya, la alteración de los procesos de duelo ha dejado en muchos casos
a los deudos prisioneros de la pérdida sufrida. Aunque un familiar perdido nunca es olvidado,
22
CVR. Testimonio 203858.
23
CVR. Testimonio 100557.
24
CVR. Testimonio 487551.
25
CVR. Testimonio 200670.

43
él es colocado en un lugar especial de la memoria que permite al sobreviviente rehacer su vida.
Para ello, es indispensable haber honrado debidamente al ser querido que ha muerto, tener la
seguridad de que se ha obrado piadosamente con él.
En algunos casos, estos procesos se encuentran todavía detenidos. La vida de los deudos
está fuertemente marcada por la presencia del familiar perdido. Las escenas de violencia que
provocaron su muerte se hacen más presentes que nunca en los pensamientos, los recuerdos y
los sueños de sus familiares.
Yo también, igual que mi hermana menor, yo siempre, a veces me sueño que lo están matando,
me dice a mí «por favor ayúdame, ayúdame». Yo sueño con mi padre y por eso sufro bastante. 26

Un elemento especialmente perturbador es el sentimiento de culpa. Muchos familiares se


siente parcialmente responsables de los hechos o se reprochan su impotencia para evitar la
muerte o desaparición de un ser querido.
Si mi hijo no hubiera venido..., porque nosotros vivíamos en Vinchos, ahí estaba estudiando mi
hijo [...] Ahí al frente estudiaba y mi esposo le dijo: «Tienes que ayudarme los sábados y
domingos a arar la chacra».27

La instalación del familiar perdido en un lugar de la memoria que permita seguir adelante
con la propia vida es especialmente difícil en los casos que atañen a personas desaparecidas.
Privados de la certidumbre de su muerte, los familiares de una víctima de desaparición se
mantienen esperanzados en su regreso. «Cuando mi perro ladra pienso que mi hija va tocar la
puerta así pienso, pienso siempre». 28 «Siento pena por su ausencia, llorando voy averiguando,
“de repente volverá, de repente volverá”. “De repente cualquiera de estas noches vuelve”, así
nomás paro pensando. Y no aparece».29
A la esperanza de un posible regreso se sumó con frecuencia una búsqueda de varios años.
En su recorrido, muy pocos encontraron respuesta; la mayoría sólo obtuvo silencio, mentiras y
maltratos. En algunos casos, la esperanza fue alimentada por historias sobre la reclusión de
desaparecidos en alguna prisión o alguna isla en medio de un río.
La demanda más frecuente de los familiares de personas desaparecidas es la
información veraz sobre el destino o paradero del ausente. Sólo con esa información
podrán seguir adelante con sus vidas.
Yo quiero que me dan una respuesta. Capaz puede estar vivo o de verdad lo mataron o lo han
desaparecido; quiero saber la verdad para tranquilizarme, para no estar esperanzada de él, eso
quiero yo. [...] Quiero decirle a mis hijos «tu papá ha muerto, ya no existe». Yo ya le puedo decir,
le puedo informar a mis hijos, ya para que no estén pensando en él. «Ya llegará, ya llegará,
cuando está vivo» dicen mis hijos también. Eso yo quiero, sí.30

Asociada con esa demanda se encuentra, naturalmente, el deseo de realizar los rituales
funerarios en honor del ser querido en caso de que se confirmase su muerte. «Nos
conformaríamos por lo menos de saber que lo enterramos y lo recordaríamos». 31
Solamente nos acercamos a la Comisión de la Verdad, quizás puedo recuperar por los menos los
huesos de mi hijo, quiero verlo enterrado y me olvidaré para siempre de mi hijo, si lo veo enterrar
me olvidaré para siempre.32

La tragedia de los desaparecidos y la demanda de verdad al respecto se encuentra


vinculada con otro legado terrible de la violencia: los miles de lugares de entierro clandestino —
26
CVR. Testimonio 500634.
27
CVR. Testimonio 203903.
28
CVR. Testimonio 200337.
29
CVR. Testimonio 500627.
30
CVR. Testimonio 400039.
31
CVR. Testimonio 201256.
32
CVR. Testimonio 201205.

44
fosas comunes, según la terminología difundida en las décadas pasadas— donde los deudos
presumen que pueden encontrarse los restos de sus seres queridos.
Una de las tareas cumplidas por la CVR fue el acopio de información certera sobre tales
sitios de entierro. Durante su trabajo, la CVR llegó a realizar conjuntamente con el Ministerio
Público algunas diligencias de exhumación de restos humanos. Esas pocas diligencias ofrecen
una medida de la extrema importancia de esas investigaciones para los familiares y de su alto
valor humanitario y justiciero.
La facilidad con que pudo realizarse dicha tarea en la primera fosa exhumada, Chuschi, que
concluyó en el reconocimiento y posteriores ritos de entierro de los cuerpos encontrados,
aumentó las expectativas de los familiares que esperaban se exhumaran las otras. De una de
ellas, los familiares, que habían sido quienes enterraron a prisa, esperaban tener la oportunidad
de realizar los ritos necesarios. Sin embargo, con la segunda fosa el trabajo se hizo
especialmente penoso pues las fosas habían sido removidas, alteradas por la intervención de
animales y factores climáticos.
Lo más saltante entre la reacción de los familiares fue la expectativa ansiosa, cargada de
dolor. ¿Qué se encontraría?, ¿cómo estaría el cuerpo de su familiar?, podrían reconocerlo? Las
personas son reconocidas por el recuerdo que tenemos de su apariencia física. Pero ante restos,
osamenta, pedazos de cuerpo mezclados con retazos de tela, gastados todos por el tiempo,
¿cómo reconocer?, ¿a quién reconocer en esos restos?
Quienes pudieron reconocer a su familiar asesinado, así como quienes tenían la certeza de
que allí se encontraba, tuvieron sosiego, mas no así quienes no supieron, no pudieron o se
resistieron a reconocerlos. Para alguno de ellos, desenterrar una fosa era oportunidad de
reencuentro con su familiar muerto. Una señora dolida sintió que fue fugaz el reencuentro y
comentó: «Te fuiste por tanto tiempo para ahora volver y pronto volverte a ir».

7.1.4. DAÑOS AL NOMBRE Y AL CUERPO

El nombre propio es una marca de nuestra identidad, nos identifica y singulariza. Con él
nos reconocemos y somos reconocidos por los otros. La violencia del conflicto y las condiciones
que impuso obligaron a mucha gente a alterar o negar su nombre o el de sus familiares para
salvarse y salvarlos. Con ello, también ocultaban sus vínculos familiares, sus lugares de
procedencia, sus roles, sus experiencias vividas, aspectos todos ellos importantes en la
identidad personal. Identificarse, darse a conocer, resultó para muchos peligroso, sobre todo
ante el riesgo de ser asociado o confundido con un «sospechoso». Algunas personas fueron
confundidas con otras por su nombre, y fueron castigadas o injustamente detenidas. Como ya
señalamos, el nombre de una comunidad, de una población o de una familia fue objeto de
estigmatización. A la larga, el ocultamiento o negación del nombre, o de otros aspectos de la
persona, su estigmatización, constituyeron una experiencia que conllevó cuestionamientos a su
identidad y a su autoestima, además de falta de reconocimiento y valoración por parte de otros.
Quienes hoy sufren secuelas físicas de actos violentos llevan en su cuerpo las huellas
visibles del horror. Rostros desfigurados al impacto de una bala, de la onda expansiva de una
bomba o de los métodos sofisticados de tortura; partes del cuerpo mutiladas o paralizadas,
generándoles discapacidad, entre otras cosas. Son marcas que modifican la autoimagen
corporal, que cuestionan o disminuyen la autoestima, especialmente porque en la mayoría de
casos afectan la capacidad de desenvolvimiento autónomo, de trabajo. Cuando un cuerpo es así
dañado los sentimientos de vulnerabilidad y pérdida afectan a toda la identidad de una
persona. Las personas que nos dieron su testimonio narran con indignación lo humilladas que
se sintieron cuando fueron obligadas a desnudarse o al ser despojadas violentamente de su
ropa. Se sintieron muy avergonzadas, indefensas, expuestas a miradas de burla, de desprecio o
de intrusión sexual. La desnudez obligada del cuerpo es vivida como preludio del despojo de
las defensas, de la protección. «Imagínese que te saquen así a media noche desnudo [...] Y los

45
policías que se reían de vérnosla, de vernos desnudos, así se reían. O sea algo humillante fue». 33
«No sé ni cómo describir toda esa sensación que uno pasa, sólo les decía que me alcancen mi
ropa y que quería ir a un sitio a cambiarme, y ellos me decían que no podía moverme, que tenía
que hacerlo ahí, me sentí muy humillada».34

7.1.5. LA VIOLENCIA SEXUAL

La violencia sexual, especialmente la violación, es de por sí un trauma, pues rebasa la


capacidad de respuesta de quien la sufre. Durante los años del proceso de violencia ella fue
utilizada como medio para someter o dominar a las personas. Las mujeres fueron las principales
víctimas de este tipo de abusos, sin embargo, no las únicas. También algunos hombres
detenidos fueron objeto de violencia y de violación sexual. La violación sexual deja, en quien la
sufre, huellas dolorosas en su autoimagen y daña su autoestima personal. Afecta la sexualidad
de las personas, como también su capacidad de relacionarse con otros y con el mundo al que
entonces sienten amenazante. Muchos fenómenos psicológicos concurren en la defensa de la
integridad emocional de quien sufre una violación sexual. Algunas de ellas comprometen la
cohesión del «sí mismo», dividen la unidad psicológica de la persona. Así, son frecuentes
vivencias de «dejar de sentir el cuerpo» o «verlo como ajeno», «desconectarse» o pensar «no me
está pasando esto a mí», o «esto es sólo una pesadilla». Después de haber sufrido violación
sexual, generalmente, la capacidad de intercambio afectivo se altera y se instala gran temor y
desconfianza en los nuevos vínculos. La soldadura, que produce una violación sexual, entre
sexualidad y tortura, es difícil de superar; la vida sexual y la capacidad de intimidad quedan
seriamente dañadas.
La CVR ha recogido testimonios de innumerables víctimas de violencia sexual; sin
embargo, estamos persuadidos de que las víctimas de este atropello son muchas más de las que
conocemos. Por la humillación y la vergüenza que acompañan estas heridas, por la enorme
necesidad defensiva de negar y desconocer tales hechos, las víctimas callan el abuso o prefieren
decir que se trata de «violencia sexual», sin precisar que sufrieron «violación sexual».
Con los años, el miedo, la rabia intensa y la profunda humillación se hicieron indignación,
dolor y reclamo de justicia. Para algunas de las víctimas, sin embargo, estos hechos se
mantienen en la penumbra de lo vivido que sólo quiere ser olvidado. En el momento de narrar
estos hechos, las víctimas mostraron su enorme dolor y su vergüenza, muchas de ellas no
pudieron hablar de ello antes, ni para compartir su humillación, ni para denunciarla. En más de
un caso, al narrar lo vivido, el lenguaje del cuerpo a través de temblores, sudoración, llanto
profuso, tensión extrema, daba noticias del trauma.

7.1.6. LA TORTURA
La tortura y el maltrato físico y psicológico constituyen otra forma de daño al cuerpo y a la
identidad, busca disminuir a la persona debilitando su cuerpo al límite. Es la violencia en su
rostro más brutal. No hay tortura o maltrato físico que no sea al mismo tiempo emocional,
psicológico; pues siempre es una experiencia de humillación y un ataque a la dignidad
personal. Es, al mismo tiempo, una relación de poder donde quien maltrata lo ejerce
destructivamente sobre el otro. La intencionalidad de la tortura está asociada a la pérdida de
sentido.
La mayoría de las víctimas de tortura fueron los detenidos en las cárceles, y dependencias
militares y policiales; aunque, en algunos casos, los maltratos empezaban ya en el momento de
la detención convirtiéndose en actos públicos cuyos testigos, a veces, fueron los propios hijos
33
CVR. BDI-P23. Testimonio 100444.
34
CVR. BDI-SM-P20. Testimonio 100188. Lima, mujer de 20 años detenida por la
policía.

46
del detenido.
No me dijeron «buenas noches señor», desde ese momento empezaron a meterme golpe delante
de mis hijos, delante de mi esposa, sin ninguna explicación. Inclusive yo dije «pero ¿por qué?». Yo
decía «pero ¿por qué? por favor». No había ido fiscal, solamente habían ido los policías. O sea, un
35
allanamiento de domicilio.

El análisis de testimonios de personas torturadas revela los intensos sentimientos de


desprotección, vulnerabilidad y humillación que experimentaron quienes fueron sometidos a
brutales maltratos. Los resultados indican que la experiencia misma de tortura suele ir
acompañada con mayor frecuencia de sentimientos de miedo intenso, desesperanza y
resignación, sensación de humillación, sentimientos de culpa y deseos de muerte, pérdida de la
función motora y alteración de los sentidos, así como de referencias a estados de «trauma» y de
«afectación psicológica» en general. Asociada a la experiencia de tortura aparece además la
utilización de estrategias y recursos de control y regulación de pensamientos y sentimientos a
través de los cuales las víctimas buscaban darse fuerzas para resistir a las golpizas.
Después trajo así una tina llena de agua entonces ahí también me metió la cabeza así, me
sumergió así, largo rato me tenía, entonces ya no podía ni hablar, «sí voy decir, sí voy decir»,
decía. «¡Ya siéntate, habla!», me decía, quería anotar lo que iba yo hablar, entonces yo siempre
decía que he venido solo. Después así largo rato varias veces [...] «¿Has pensado?», así venía a
cada rato, otra veces me pegaba [...] me puse nervioso ya, cuando venía, temía ya que me va dar
un golpe así [...] me dejó echado enmarrocado [...] hasta amanecer, pero yo estaba me dolía los
brazos, como estaba cansado, había dormido. Después de estar pensando qué voy hacer ahora,
por qué me hacen esto, diciendo, pensaba todo, hasta me he recordado de mi madre, todo ya
36
pues, ¿no?

El PCP-SL también utilizó el maltrato físico y emocional como castigo y amedrentamiento.


«Me amenazaron con matarme, pero si me dieron golpes, a puntapiés, como cualquier cosas,
como animal pues. Después me decían de que nunca más hable en contra del partido». 37 «A mi
amigo le habían dado un balazo, le rociaron gasolina y le prendieron fuego, otro colega sin ojos,
sin lengua, sin uñas».38
El torturador se presenta ante el torturado provisto de poder y capacidades ilimitadas,
afirma saber más de la víctima que él mismo y no acepta ninguna crítica. Exige solamente
sometimiento. Tiene en sus manos la vida de la víctima. Esta afrenta a la dignidad que significa
la tortura confiere al golpe o maltrato físico un carácter más destructivo de la identidad
personal. Las personas que nos cuentan al respecto nos hablan de haber recibido un trato «peor
que a animales», su condición de ser humano fue dejada de lado hasta la denigración.
Ahí me hicieron escuchar un radio transmisor con un casete que no percibía de qué se trataba
¿no? y me daban de golpes en la cabeza, en las orejas, es decir, me golpeaban en las partes vitales
de la columna vertebral, en la parte cervical, en la parte toráxico lumbar. Me daban de golpes y
decían «a este sinvergüenza hay que inutilizarlo». Me decían «áste es un desgraciado terrorista»,
«a éste debemos de matarlo, desaparecerlo de la faz de la tierra». De tal forma de que me he
desmayado dos veces, de las golpizas que estos me iban imprimiendo, y luego, usted sabe de que
39
en esas circunstancias donde te golpean, te vejan, te dicen mil barbaridades, ¿no?

7.1.7. DESPOJO DE LA CONDICIÓN HUMANA


Los perpetradores intentaron despojar a sus víctimas de su cualidad de ser humano.
35
CVR. BDI-SM-P23. Testimonio 100444.
36
CVR BDI-P124. Testimonio 200175.
37
CVR. BDI-SM-P238. Testimonio 301074.
38
CVR. Testimonio 10317, Lima, policía.
39
CVR. BDI-SM-P322. Testimonio 411276.

47
Muchas personas afirman que fueron tratadas «como animales», «peor que animales»; en casos
extremos de humillación alienante, las personas maltratadas llegan a decir que ellas mismas
dudaron de su humanidad. Todo esto evidencia el carácter destructivo de la dignidad de las
personas que tuvieron los actos de violencia.
[...] como no sabía nada y era inocente, en ese entonces no podía referir a las interrogantes que
me, que me realizaban, entonces lo único que opté por gritar, llorar, de una forma perdiendo la
vida, me recuerdo claramente como si fuera ahora que yo también les pedía claramente que me
maten, que ya no me torturen, hasta que perdí el conocimiento, a partir de eso, nuevamente me
habían vuelto a la misma base, donde casi al día siguiente yo estaba en vida, porque no quería
morir la verdad, porque tenía mis dos hijos, tiernos, pequeños y siempre en mi mente estaba
presente que yo tenía que seguir viviendo, hicieron que, me recuerdo que sentía un poco de agua
caliente, no se si era terma, o agua caliente que habrían hecho hervir, me recuerdo cuando volví
en sí dijeron, «este perro no ha muerto», porque habían estado queriendo enterrarme en [...],
40
bótenlo a [...] con la camioneta, porque ya murió este perro, bótenlo a [...].
41
Créame hermano que desde que pisamos la cárcel de [...] nos trataron como basura.

Huir asustados a los cerros y a las cuevas era una forma de «retroceder» a situaciones de
pobreza extrema, de desarraigo, porque sólo quien no tiene comunidad vive en cuevas de modo
que esa experiencia, aunque momentánea, lastimó su dignidad, les hizo sentir como animales.
[…] en esos años yo tenía otro hijito, otro menorcito varón, en el 91, y ya escapábamos a los
cerros, ya vivíamos en los cerros, como perros éramos, de noche y de día, vivíamos escapando
como dijeron que los sinchis se habían entablado ya en la tierrita, [...] cortes y cortes nos van a
matar, nos van a arruinar, escapábamos apurados, agarrar a mi hijita y al menorcito, lo ha soltado
[...] entonces a mi hijito le ha roto la cabeza, chancado hasta adentro, era como huevo, llorando,
así agarrando a mi bebé nos hemos ido para atrás del cerro a vivir, ahí hemos vivido todos los [...]
42
todo lo que tenía en la casa se han llevado.

Nosotros oiga usted no hemos dormido ni siquiera en las noches en nuestra casa, como venados,
como zorros, teníamos que ir a buscar cuevas yo todas las noches cargado de mi dos frazaditas,
tenía que salir durante tres, cuatro años así he andado, mi madre igual, mis hijos igual. Una vida
43
completamente desorganizada, atemorizada, ¿no? hasta ahora yo no puedo encontrar la calma.

Otra forma en que se afectó la dignidad de las personas fue mediante el dominio férreo y
arbitrario sobre sus vidas. El PCP-SL anunciaba a la gente su poder absoluto para hacer daño o
eliminar a quien le pareciese pertinente. Los miembros de las Fuerzas Armadas trataban con
desprecio a quienes tenían que proteger. Abundantes testimonios hablan de cómo quien tenía el
arma actuaba como el dueño de las vidas ajenas.
En general, el clima de terror tenía cara de muerte para los más afectados. Un poblador de
una comunidad lo dice: «[...]oprimidos éramos. Personas vivas, pero muertas, sin valor a nada».
Este mensaje destructivo de que la vida de las personas no vale nada es la afrenta mayor a la
dignidad y al amor propio.

7.1.8. LA SÚPLICA. DESESPERACIÓN Y SUMISIÓN

También lo es, desde luego, el tener que suplicar para seguir viviendo o para salvar la vida
de un ser querido. Algunos testimonios muestran cómo en ciertas ocasiones, al encontrarse a
merced de sus victimarios, sin capacidad de defenderse, impedidos de establecer cualquier
diálogo o de apelar a la razón, las personas debieron recurrir a la súplica. Se trató de una
respuesta desesperada, sentida en ocasiones como la única manera de escapar de una muerte
segura o de librarse de una detención cuyo desenlace, según se sabía, sería igualmente fatal.

40
CVR. BDI-SM-P376. Testimonio 100862.
41
CVR. BDI-SM-P23. Testimonio 100444.
42
CVR. BDI-SM-P221. Testimonio 301060.
43
CVR. BDI-SM-P232. Testimonio 510257.

48
Y cuando yo les supliqué por mis hijos a uno, yo me arrodillé levantándome de lo que me estaban
apuntando, yo me levanté, me arrodille ahí y les dije: «Por favor no hagan esto, ustedes también
son hijos de Dios». Les dije: «Y a ustedes también cualquier día les puede pasar a sus familiares».
Y ya uno se compadeció y me dijo: «Agarra a tus hijos y vete».44

Los testimonios revelan cómo, en medio de la desesperación, se ofrecieron animales y


dinero a cambio de salvar la vida. «Me están robando esa gentes; diciendo: “Aunque sea yo te
pagaría mis vacas, mis carneros, déjalo a mi esposo vivo, estoy rogando, aquí está lo que tengo
plata, eso todito te voy pagar”. Más bien se lleva, sin nada me ha dejado». 45
Con frecuencia, los ruegos no fueron escuchados. Por el contrario, alimentaron la
sensación de absoluto poder de los victimarios quienes respondieron con nuevos
maltratos y humillaciones.
Cuando me estaba escapando me han rodado y me han capturado y yo les he dicho, les he rogado
para que no me maten. «Yo no tengo nada, no me maten». Así he dicho. Había un alto que quería
46
que me maten, era un varón. «Quieres vivir, entonces baila en el suelo», así me dijo.

A ese Comandante llorando le rogaba bastante, entonces lloraba demasiado como la lluvia y el
caudal del río. Entonces el Comandante nos inculpó de «rateras». «Te voy a denunciar, a la cárcel
te voy a poner, qué cosa mujer terruca, vieja terruca, tú también eres una terruca porque eres su
hermana, ahorita te voy a meter a la cárcel como detenida», así me dijo. Cuando lloré ni me
consoló: «Anda, vete allá a llorar, anda por ahí al monte, al río y allí llora», así me dijo [...].
Entonces le mandó al militar diciendo: «A esta mujer llévale a donde sea, a esta mujer por allí a la
47
basura que vaya o a su casa y allí dentro que llore».

7.1.9. LA VIDA EN LA CÁRCEL

La violencia que se vivió en los centros penitenciarios, además de dar cuenta de la dinámica
que se estableció entre los representantes del Estado y los subversivos, también permite
comprender cómo el Estado intimidó, arrancó información y aniquiló a quienes suponía
subversivos o terroristas.
En muchos casos el régimen intimidante y cruel al que fueron sometidos los detenidos,
además de dañarlos, produjo efectos contrarios a los que se deseaba: muchos inocentes se
vincularon luego a los grupos de subversivos al encontrar en ellos un refugio protector frente a
los malos tratos y a las torturas de las que fueron objeto por parte del personal del penal. Esta
violencia brutal que se desplegó al interior de los penales es más fácil de reconocer en el cuerpo
de los presos, sin embargo la experiencia emocional de ella, la manera cómo ha impactado en su
subjetividad ha quedado guardada sin la posibilidad de ser nombrada. Este silenciamiento que
se recoge en los testimonios obedece, tanto a complejos procesos psicológicos que han
reprimido el sufrimiento y el dolor como defensa individual en busca de la restitución de un
equilibrio aunque fuese precario, como a una formación política que se sostiene en la represión
de los afectos, de las necesidades e intereses individuales, colocando por encima lo que llaman
«el interés general del pueblo».

7.1.10. REPRODUCCIÓN DE LA VIOLENCIA

Como resultado de la violencia sufrida, muchos de los afectados albergan todavía


emociones de dolor y rabia, exacerbada en algunos casos por el espectáculo de la impunidad
promovida por las propias autoridades.

44
CVR. Testimonio 415155.
45
CVR. Testimonio 202397.
46
CVR. Testimonio 201920.
47
CVR. Testimonio 203816.

49
Esos sentimientos de odio y rabia, así como los deseos de venganza, no se dirigen solamente
hacia aquéllos que infligieron el daño. Sentimientos de impotencia asociados a agresividad, que
en ocasiones desborda todo control, se dirigen hacia las personas más cercanas, incluso las más
queridas. Se hacen parte de la cotidianeidad. Quizá para alejar de sí la enorme impotencia y
rabia que ha dejado la violencia vivida en su ser, algunas personas recurren a sus propias
tendencias destructivas, orientándolas hacia aquéllos que perciben más débiles. Así, la violencia
se va reproduciendo, aún a pesar de quienes la sufrieron. Las manifestaciones agresivas van
desde un carácter irritable, intolerante, hasta conductas violentas, pasando por deseos de pegar
a otros, castigar severamente a los hijos, etcétera
No sé, siento miedo, a veces. O sea no me siento bien, a veces me acuerdo por eso y, quizás por
todo eso yo a veces a mis hijos los castigo, a veces [llanto] me afectado bastante a mí, soy un poca
ligera para esas, en cuanto eso me afectado bastante, a mis hijitos.

E: Y ¿por qué les pegas a tus hijitos?

D2: No se. Será que me he vuelto así al ver todo eso, agresiva, de repente no, porque desde niña
48
más o menos de la edad de los seis años habré visto esa violencia, así se veía así como.

En algunos casos, la agresividad se manifiesta en fantasías y deseos de matar, de manera


difusa como vemos en el testimonio de dos jóvenes desesperados:
E: Las secuelas, ¿quiénes tuvieron mayores daños en el caso de su padre que ha fallecido?
¿Quiénes son los que más han sufrido todo esto?

D: Yo, mayor parte no...

E: ¿Cuántos hermanos tiene?

D: Nosotros somos siete, pero de los siete. Yo me quedé solo en [HJUASAWASI] haciendo ronda,
hasta que tuve 22 años. Veintidós años me fui al cuartel, salí de veinticuatro años, pero hasta los
22 años hacía ronda y creo que, yo le puedo decir, no es que esté enfermo, sino tengo un trauma
porque lo que he visto a mi papá, lo que le han volado la cabeza, he recogido su seso, del piso a
su cabeza lo he envuelto con un trapo. En mi idea está pues, te voy a decir así, matar ¿no? No hay
otra cosa que matar. Si yo me peleo con alguien, mi meta de mío es pegarle y yo ya me voy, no,
49
matar, matar y matar es lo único.

Si porque, tanta violencia que yo he visto. Yo me siento tan violenta a veces en mi casa, cualquier
cosa a veces uno les pega. Y, como dice ¿no?, como digo he visto, he vivido en un barrio de
violencia, o sea ¡de violencia! ¿no? ¡Yo me siento violenta! tanto así que en cualquier momento me
desespero. Me desespero; no sé como solucionar una, un pequeño problema ¿no?, así un mundo.
50
Yo sí, me considero que necesito apoyo psicológico.

Lo que es feo ha sido, yo decía: «Cuando pasa años, un año, dos años, se olvidará todo». Pero es
peor, no hay ni un día que estoy sin recordarme, en mi mente se ha quedado grabado eso todo lo
que ha pasado. A veces no tengo ganas de hacer nada; cuando yo estaba en las clases también mi
mente estaba, vivía renegando. Decía: «Cómo yo no tengo arma para hacerle igual» cuando veía a
esa gente que le amenazaba a mi papá, veía en la calle, me encontraba. [llanto]. Ese rato llegaba a
mi casa […] pero no le contaba a nadie, sólo llegaba, lloraba a veces de noche también recordaba,
lloraba; pero no sé, no era tranquila mi vida. Y yo sé que a todos mis hermanos así les ha chocado;
porque de mí mi carácter es horrible; no sé, yo el día que a alguien le veo así […] de mi papá soy
51
capaz de hacerle igual.

La violencia sufrida ha dejado como huella intensos sentimientos de odio, que en ocasiones

48
CVR. BDI-SM-P149. Testimonio 400093, pobladora de Uchiza 1980-1990.
49
CVR. BDI-SM-P122. Testimonio 302728.
50
CVR. BDI-SM-P336. Testimonio 100959.
51
CVR. BDI-SM-P86. Testimonio 417023.

50
da lugar a conductas agresivas en la interacción con los hijos, con la pareja y, especialmente,
ante situaciones de impotencia. Algunas personas se percatan del incremento de agresividad en
sí mismos y en sus relaciones con los demás y manifiestan su preocupación y temor por no
saber cómo manejarla e incluso solicitan ayuda.
Además de la familia, otros espacios de la convivencia social registran el incremento de
conductas violentas. El amedrentamiento, el terror, como métodos de protestar, de imponer
ideas y suscitar respuestas sumisas, parece haberse instalado en el sentido común de muchos
peruanos. La violencia en distintos grados se ha convertido en un recurso a la mano para
enfrentar conflictos, para compensar sentimientos de impotencia, tanto al interior de la familia y
la escuela, como el barrio y la comunidad. El que todos los actores de la violencia política
recurrieran a iguales acciones y métodos transmitió la idea la población de que eran «posibles
de ser usados por todos». La insuficiente condena de los mismos hizo que el estilo terrorista y
violento se reprodujera en la vida social. Así, vemos que las amenazas se hicieron frecuentes en
distintos espacios: el control, la vigilancia, la desconfianza, la suspicacia extrema invadieron el
tejido social.

51
LECTURA 7: “CRIÁNDOSE  EN  EL  RINCÓN  DE  LOS  MUERTOS:   MANCHAS,  IDENTIDAD  Y
VIOLENCIA  EN  LOS  ANDES PERUANOS” 52
Strocka, C53.  Growing  up  in  the  ‘Corner  of  the  Dead’:  youth  gangs,  identity  and  violence
in  the  Peruvian  Andes’.  Tesis  Doctoral,  Departamento  de  Desarrollo  Internacional  Queen
Elizabeth  House,  Universidad  de  Oxford. 2006.

INTRODUCCIÓN

Este texto es un resumen de la tesis doctoral de la autora sobre las manchas juveniles

de la ciudad de Huamanga. El trabajo de campo se realizó entre setiembre 2003 y

diciembre 2004 en los distritos de Ayacucho (Maravillas, Yuraq Yuraq, ENACE, 11 de

Junio, Señor del Huerto), Carmen Alto (Pockras, Quicapata), Jesús Nazareno (Los

Mecánicos) y San Juan Bautista (Capillapata, Los Olivos). Se logró establecer una

relación de confianza mutua y trabajo constante con un promedio de cien jóvenes,

mayormente varones, integrantes de seis manchas provenientes de los siguientes

barrios urbanos y urbano-marginales: Maravillas, ENACE, 11 de Junio, Sr. del Huerto,

Yuraq Yuraq, Pockras y Quicapata. La mayoría de los participantes tenían entre 15 y 20

años de edad.

En los siguientes acápites se presentan los objetivos, el marco teórico, la metodología y

los hallazgos principales de la investigación. Además se brindan algunas

recomendaciones para futuros estudios y trabajos de prevención e intervención.

52
Para hacer referencia a este resumen de tesis, por favor citar el título original: Strocka,
Cordula (2006). Growing up in the ‘Corner of the Dead’: youth gangs, identity and violence in the
Peruvian Andes’. Tesis Doctoral, Departamento de Desarrollo Internacional Queen Elizabeth
House, Universidad de Oxford.
53
Cordula Strocka es Licenciada en Psícología de la Universidad de Jena en Alemania y Doctora
en Estudios de Desarrollo Internacional de la Universidad de Oxford, Inglaterra. Desde hace 14
años viene trabajando con niños, adolescentes y jóvenes en riesgo en Alemania, Bolivia y Perú.
A parte de su tesis doctoral sobre las manchas juveniles de Huamanga, ha realizado estudios
sobre niños y adolescentes trabajadores en Bolivia, jóvenes “Punks” en Alemania y jóvenes
afectados por conflictos armados internos en Papua Nueva Guinea y las Islas Salomón (Pacífico
del Sur). Actualmente está asesorando a la Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados,
Detenidos y Desaparecidos del Perú (ANFASEP) en la función de cooperante internacional del
Servicio Alemán de Cooperación Social-Técnica (DED). Correo electrónico:
cstrocka@yahoo.com, Teléfono: 066 317170.

52
JUSTIFICACIÓN Y OBJETIVOS

Las primeras “pandillas” o “manchas” 54 juveniles surgieron en Ayacucho durante el

periodo de la violencia política, a mediados de los años 80, y vinieron incrementándose

de manera significativa hacia la segunda mitad de los años 90. Sin embargo, en el 2003

cuando se inició la presente investigación aún existían muy pocos estudios a

profundidad sobre este fenómeno social.55 Por otro lado, abundan reportajes

sensacionalistas de los medios de comunicación locales y nacionales los cuales

transmiten una imagen estereotipada del “pandillero violento” y estimaciones

exageradas del número de pandillas activas en la ciudad. Hasta la fecha, el Estado ha

respondido al incremento de la violencia juvenil casi exclusivamente con medidas

represivas, mientras las instituciones públicas y privadas, en su mayoría, vienen

trabajando el abordaje del tema de manera desarticulada e improvisada.

Consecuentemente, en la población urbana y urbano-marginal está creciendo el miedo

y sentimiento de inseguridad frente al aumento de la violencia juvenil y la ausencia de

las fuerzas del orden. Se están incrementando las juntas vecinales y empresas de

seguridad privadas las que progresivamente van tomando la justicia por mano propia,

pagando el accionar violento de las manchas con la misma moneda.

Ante esta situación, la presente investigación busca brindar un análisis detallado de las

manchas juveniles, refutando algunos mitos y estereotipos, y examinando las

características y el accionar de estos grupos desde distintas perspectivas, tomando en

cuenta tanto las percepciones de la población afectada como los puntos de vista de las

y los mismos jóvenes mancheros.

La presente investigación es un estudio exploratorio y, por lo tanto, no se trató de

verificar (o refutar) hipótesis previamente formuladas. En lugar de eso se buscó

explorar las siguientes preguntas:

 ¿Qué características tienen las manchas y los y las jóvenes quienes las integran?

 ¿Por qué surgen las manchas?

54
Prefiero utilizar el término “mancha” en vez de “pandilla” porque es menos despreciativo.
Además las y los jóvenes que participaron en la investigación generalmente se referían a sí
mismos como “mancha” y rechazaban que se les diga “pandilla” o “pandilleros”.
55
Véase la bibliografía al final de este documento.

53
 ¿Qué es lo que atrae y empuja a los y las jóvenes hacia las manchas? ¿Qué

funciones sociales, emocionales y económicas cumple la mancha para sus

integrantes?

 ¿Cómo son percibidas por la población y los medios de comunicación y cómo

las y los mancheros se perciben y se presentan a si mismos?

 ¿Por qué y en qué contextos y situaciones los y las jóvenes mancheros recurren

a la violencia? ¿Existen normas que regulan y limitan el uso de la violencia?

 ¿Cómo están relacionadas las diferentes formas de violencia (estructural,

política, institucional, familiar y juvenil) existentes en la sociedad?

MARCO TEÓRICO

El marco teórico de la tesis consiste en una integración de varios conceptos y teorías

provenientes de la psicología social, antropología cultural y sociología. Se comienza

con una revisión crítica de la literatura sobre desarrollo psicosocial durante la

adolescencia, de estudios sobre pandillas juveniles e investigaciones sobre el impacto

de conflictos armados y desplazamiento forzado en niños y adolescentes. Se llega a la

conclusión de que las ciencias sociales tienden a considerar la adolescencia como un

periodo de rebelión, disturbios emocionales y conflictos intergeneracionales, a pesar de

que muchos estudios demuestran que la gran mayoría de adolescentes y jóvenes crecen

sin mayores conflictos y problemas emocionales o comportamentales.

Igualmente, investigaciones sobre pandillas juveniles en los EE.UU. y América Latina

tienden a enfocar principalmente los comportamientos violentos y delictivos y las

deficiencias psicosociales de las y los jóvenes involucrados en pandillas, dejando de

lado sus capacidades positivas. Asimismo, la mayoría de los estudios sobre niños y

adolescentes afectados por guerras y desplazamiento forzado investigan solamente las

secuelas psicológicas individuales como el estrés post-traumático, sin tomar en cuenta

otros tipos de secuelas (ruptura del tejido social, secuelas económicas, etc.). Estos

estudios también tienden a describir a los niños y adolescentes afectados como

víctimas pasivas y psicológicamente dañadas, ignorando el hecho de que muchos niños

54
y adolescentes demuestran una resiliencia considerable frente a experiencias adversas

como son la guerra y la migración forzada.

Considerando estas tendencias y lagunas de la literatura, se escogió la Teoría de la

Identidad Social (TIS) como enfoque teórico principal de la investigación. TIS fue

formulada originalmente por el psicólogo social Henri Tajfel. La teoría es bastante

ambiciosa y compleja y, por lo tanto, no puede ser descrita detalladamente en este

resumen. En dos palabras, la teoría plantea que los seres humanos aspiramos a una

identidad social positiva, es decir, queremos pertenecer a grupos que son reconocidos

positivamente y tienen un estatus superior. TIS propone una serie de estrategias

psicológicas y comportamentales que se aplican bajo ciertas circunstancias para

mejorar la identidad social. Una de estas estrategias es el conflicto intergrupal. La

teoría, luego, especifica las condiciones sociales e individuales que favorecen – o

dificultan – el surgimiento de conflictos intergrupales. 56

Se eligió TIS como enfoque teórico por la importancia que tiene la identidad social

durante la adolescencia y juventud. La adolescencia representa un periodo del

desarrollo individual, el cual es esencial para la formación de la identidad. Durante la

adolescencia, el individuo busca respuestas a preguntas como ¿quién soy? y ¿adónde

pertenezco? Además, durante la adolescencia el grupo de pares representa el principal

grupo de referencia al cual recurren los y las jóvenes para encontrar respuestas a esas

preguntas. En la cultura andina, la identidad social, quiere decir, la pertenencia a

grupos sociales - como, por ejemplo, la familia, la comunidad o el grupo de amigos –

juega un rol mucho más importante que la identidad individual. Por eso, se considera

TIS una teoría sumamente útil para analizar el fenómeno social de las manchas

juveniles en Huamanga.

56
Para mayor información véase Tajfel, H. (ed.) (1978). Differentiation between social groups:
studies in the social psychology of intergroup relations. London; New York: Academic Press.
Tajfel, H. & Turner, J. C. (1979). An integrative theory of intergroup conflict. In W. G. Austin &
S. Worchel (eds.), The social psychology of intergroup relations (pp.33-47). Monterey,
CA:Brooks/Cole.

55
METODOLOGÍA

Enfoques

La metodología de la investigación se basó en los siguientes enfoques:

- Enfoque interdisciplinario y pluri-metodológico: Se combinó e integró la

metodología de la psicología social con la de la antropología cultural, utilizando

métodos cuantitativos y cualitativos.

- Enfoque participativo: Los jóvenes integrantes de las manchas participaron

activamente en la recolección de datos y en el diseño de técnicas y actividades

de investigación. Dos ex líderes de las manchas fueron capacitados y trabajaron

como asistentes personales de la autora.

- Enfoque de género: Se investigaron las perspectivas y vivencias distintas de

mancheros y mancheras. Asimismo se examinó la cuestión si la participación de

un(a) joven en una mancha puede ser comprendida como una manera de

expresar su masculinidad o feminidad.

Métodos y técnicas

Durante los 15 meses de trabajo de campo se aplicó una secuencia de métodos

cuantitativos y cualitativos (vea el cuadro abajo). Primero, se estableció contacto con

varias manchas a través de ex líderes y líderes activos. Se tuvo reuniones con las

manchas, se les explicó los objetivos de la investigación y se les invitó a participar. Este

proceso de acercamiento duró varios meses, ya que los y las jóvenes al principio

estuvieron muy desconfiados. Por eso, durante los primeros meses de trabajo de

campo se aplicaba solamente la observación participante y se les acompañaba a las y

los jóvenes mancheros en sus actividades grupales.

Una vez que se logró un cierto nivel de confianza mutua se empezaron a utilizar

técnicas cualitativas participativas como, por ejemplo, el sociodrama, el psicodrama, la

fotografía, grupos focales, técnicas de mapeo, etc. Muchas veces, en los barrios donde

vivían los y las jóvenes no se pudo encontrar un espacio adecuado para estas

actividades participativas. Por lo tanto, se organizó paseos campestres durante los

cuales se realizaron las técnicas participativas mencionadas.

56
En base a los resultados de estas técnicas grupales se elaboró una guía semi-

estructurada para entrevistas individuales a profundidad, usando los conceptos y el

lenguaje utilizados por los y las jóvenes. Se realizaron 25 entrevistas a integrantes

activos y retirados (4 mujeres, 21 varones) de ocho manchas.

Luego, basándose en los datos cualitativos recolectados y con el apoyo de los asistentes
de investigación (integrantes de las manchas y estudiantes universitarios de la Escuela
de Servicio Social), se elaboraron y aplicaron dos instrumentos cuantitativos: una
encuesta a la población huamanguina sobre sus percepciones del “pandillaje juvenil” y
una entrevista estructurada para medir los efectos de un campamento con integrantes de
cuatro manchas enemigas. Este campamento se llevó a cabo a finales del trabajo de
campo. Participaron 25 integrantes varones de cuatro manchas. El objetivo del
campamento fue examinar si los conflictos violentos entre las manchas enemigas podían
ser reducidas a través de un contacto no-violento y cooperativo entre los grupos.

Observación
participante

Técnicas
participativas

Entrevistas
individuales

Elaboración de
instrumentos
cuantitativos

Encuesta

Campamento

Oct Nov Dic Ene Feb Mar Abr May Jun Jul Ago Set Oct Nov Dic
2003 2004 2004

Secuencia de métodos de investigación

Otras fuentes de datos

En el proceso de investigación, se examinaron también expedientes de la Comisaría de

la Policía Nacional y del Juzgado de la Familia de la Corte Superior de Justicia de

Ayacucho. Asimismo, se analizaron reportajes de diarios y canales de televisión locales

57
y nacionales, las letras de música chicha y publicaciones sobre violencia y culturas

juveniles a nivel de América Latina, entre otras.

HALLAZGOS PRINCIPALES

¿Qué características tienen las manchas y los y las jóvenes quienes las integran?

En noviembre 2004 existían 35 manchas juveniles activas en toda la ciudad de

Ayacucho, según un mapeo de territorios de las manchas realizado por la autora y sus

asistentes de investigación. El número de integrantes por mancha variaba entre 20 y

150 aproximadamente. En otras palabras, alrededor de 1 000 jóvenes estaban

involucrados en las manchas. Esta cifra corresponde al 3.5 por ciento de los jóvenes

residentes en la ciudad y al 0.7 por ciento de la población urbana en su conjunto.

Casi todas las manchas tienen un territorio delimitado que generalmente corresponde

con el territorio del barrio de residencia de sus integrantes. Son pocas las manchas que

reclutan sus miembros también de otros barrios.

La gran mayoría de los integrantes de las manchas juveniles son varones. Las

mancheras femeninas participan en manchas mixtas con integrantes varones y mujeres.

Durante el periodo de trabajo de campo no se logró identificar ninguna mancha activa

de puras jóvenes mujeres. Sin embargo, se tiene evidencia de que en años anteriores,

existieron algunas manchas femeninas.

Las edades de los y las integrantes varían entre 10 y 30 años, la mayoría tiene entre 15 y

20 años. La duración de pertenencia a la mancha también es diversa. Algunos

integrantes, mayormente varones, participan regularmente durante varios años,

mientras la participación de otros, sobre todo de las chicas, tiende a ser más corta e

irregular.

La jerarquía y el liderazgo de las manchas son diversos. Algunas manchas tienen un

solo líder o jefe, en otras, un grupo de miembros antiguos asume el liderazgo. Varía

también el nivel de participación de las y los mancheros. Algunos se reúnen

diariamente, otros participan solamente los fines de semana o feriados, y otros se

retiran temporalmente de la mancha por razones de trabajo, viaje o encarcelamiento.

También, existe bastante fluctuación en cuanto a la actividad manchera en general.

58
Mayormente, las manchas están más activas durante las fiestas más importantes como

la Semana Santa o Todos los Santos, mientras su actividad baja durante las vacaciones

escolares y en las temporadas de siembra y cosecha, cuando muchos jóvenes salen a

ayudar a sus familiares en las chacras o buscan trabajo de peones en la selva.

La mayoría de las y los mancheros son hijos de familias migrantes o desplazadas de las

zonas rurales de Ayacucho y habitan en los barrios urbano-marginales y asentamientos

humanos. Muchos de los y las jóvenes nacieron en la ciudad, pero la mayoría es

bilingüe (quechua y castellano hablantes).

La mayoría de los y las jóvenes que participaron en la investigación vivían con sus

padres o familiares cercanos. Solamente una pequeña minoría eran huérfanos o habían

perdido a otros familiares cercanos a consecuencia de la violencia política. Sin

embargo, casi todos los y las jóvenes entrevistadas provenían de familias conflictivas y

disfuncionales con altos índices de violencia familiar.

Las manchas se caracterizan por elementos culturales específicos los que representan

una fusión de aspectos culturales andinos con elementos de una cultura juvenil

globalizada. Suelen vestirse de una forma que combina el estilo de vestimenta hip-hop

(pantalones anchos, polos estampados de colores fuertes, gorra de basket, zapatillas)

con accesorios andinos (por ejemplo, amuletos, chalinas y guantes de lana). Los

tatuajes y cicatrices que lucen son una expresión de su territorialidad y pertenencia a la

mancha y también cuentan su historia de vida en la mancha: sus peleas con otras

manchas, sus amores, rituales de iniciación y confirmación, etc.

Los estilos de música favoritos de las y los mancheros son la música chicha (Alegría,

Roy y los Gentiles, Noche Azul, entre otros), el nuevo huayno ( por ejemplo, Sonia

Morales) y la tecnocumbia (Agua Marina y otros). Los y las jóvenes mayores se

identifican especialmente con las letras de las canciones de la chicha clásica

(Pascualillo, Chacalón y la Nueva Crema, Vico, entre otros), las que hablan del

sufrimiento y de la discriminación de los migrantes en las ciudades.

Las y los mancheros se comunican a través de una jerga que consiste en términos del

argot prisionero, jergas estudiantiles y palabras del habla callejero. Muchas de las

palabras que utilizan, se usan también en Lima e incluso en otros países de América

59
Latina, tanto en el ambiente delincuencial como entre jóvenes de barrio. A diferencia

de la jerga de las pandillas en Lima y Centro América, la jerga de las manchas

ayacuchanas casi no contiene palabras modificadas del inglés norteamericano.

¿Por qué surgen las manchas?

Las primeras manchas juveniles surgieron en la ciudad de Ayacucho en el medio del

conflicto armado interno. Sin embargo, la actividad de las primeras manchas fue

limitada ya que sus integrantes fueron perseguidos e incluso asesinados por Sendero

Luminoso. A partir de 1995, en la medida en que disminuyeron los ataques senderistas

en la región, se incrementaron el número y la actividad de las manchas juveniles en la

ciudad, llegando a un punto culminante en los años 2000 a 2002.

Las manchas juveniles no son una secuela directa de la violencia política en el sentido

de que serían formadas por ex-senderistas o huérfanos del conflicto armado interno. La

primera generación de manchas no tenía ninguna relación directa con Sendero

Luminoso y no estaban involucradas activamente en el conflicto armado interno.

También es incorrecta la suposición de que las manchas juveniles son formadas en su

mayoría por huérfanos. Más bien, la gran mayoría de los jóvenes que perdieron a sus

padres a consecuencia de la violencia política no integran manchas ni están

involucrados en actos violentos o delictivos.

Sin embargo, se ha evidenciado que sí existe una relación entre la violencia política y la

violencia juvenil. Las dos décadas de violencia política han agravado las condiciones

crónicas de pobreza extrema, discriminación étnica y exclusión social bajo las cuales

vive la mayoría de la población ayacuchana. El conflicto armado interno debilitó y

hasta rompió el tejido social de la sociedad, consecuentemente, se ha incrementado la

violencia familiar, el alcoholismo y la delincuencia común. Asimismo, a consecuencia

del desplazamiento forzado, la ciudad de Ayacucho ha crecido rápidamente y de una

manera desordenada. Muchos de los asentamientos humanos en los que habitan las

familias desplazadas y migrantes carecen de servicios básicos, escuelas, postas de salud

y espacios de recreación.

También la infraestructura educativa no está preparada para recibir el creciente

número de niños y jóvenes, y las oportunidades de empleo en el área urbana son

60
escasas. Por lo tanto, muchos padres de familias migrantes y desplazadas vuelven a sus

comunidades rurales de origen en tiempos de siembra y cosecha para trabajar en sus

chacras. En esas circunstancias, sus hijos menores muchas veces se quedan sin la

atención y supervisión de sus padres durante varias semanas o hasta meses.

Además, los migrantes y desplazados muchas veces son discriminados por parte de la

población urbana de clase media, la que tiende a sentirse amenazada por la “invasión”

de los migrantes y desplazados. Está discriminación étnica-social también predomina

en los colegios.

Todos estos factores han contribuido a que un gran número de niños y jóvenes se esté

criando en condiciones de extrema pobreza, falta de acceso a servicios básicos,

educación y capacitación laboral y sin el cariño y la supervisión de sus padres. Las

manchas juveniles representan una respuesta colectiva a está situación de abandono,

discriminación y falta de oportunidades.

¿Qué es lo que atrae y empuja a los y las jóvenes hacia las manchas? ¿Qué funciones

sociales, emocionales y económicas cumplen las manchas para sus integrantes?

Los motivos por las cuales las y los jóvenes se integran a una mancha son diversos.

Muchos, simplemente buscan diversión en compañía de un grupo de amigos, y por

falta de otros grupos juveniles en su barrio se unen a la mancha. Las manchas,

generalmente, se inician como grupos de amigos que se reúnen en las esquinas del

barrio, y luego poco a poco - en la medida en que se identifiquen con un territorio –

empiezan a pelearse con otras manchas y cometer actos delictivos. Sin embargo,

muchas de las actividades grupales de mancheros o mancheras son pasatiempos

inofensivos y típicos de la juventud en general, como por ejemplo jugar futbol, chatear

en las cabinas de internet, ir a la discoteca etc.

Otros se incorporan a la mancha buscando protección de los maltratos y abusos por

parte de familiares o integrantes de otras manchas. Por ejemplo, la mayoría de las

chicas que participaron en la investigación eran víctimas de violencia física y

psicológica por parte de sus padres o hermanos mayores y se habían escapado de sus

casas y buscado refugio en la mancha. Algunos participantes varones, afirmaban que

habían entrado a la mancha para defenderse de su padre abusivo y violento. Con el

61
respaldo de la mancha, estos jóvenes amenazaron a sus padres para que dejen de

maltratar al resto de la familia.

La mancha también representa una fuente de reconocimiento y respeto para las y los

jóvenes los cuales por su origen rural, sus escasos recursos económicos y su bajo grado

de instrucción escolar tienen un estatus social inferior y cotidianamente experimentan

rechazo y discriminación por parte de la población más privilegiada. Muchos

mancheros varones afirman que se han unido a la mancha para “hacerse respetar” en el

barrio.

Para los y las jóvenes, la mancha también brinda una oportunidad para adquirir – a

través de robos y asaltos en grupo – las prendas y accesorios típicas de una cultura

juvenil globalizada, como zapatillas y pantalones de marca (o que aparentan ser de

marca), celulares, etc. Sin embargo, las manchas juveniles de Ayacucho no se forman

por motivos económicos. Las manchas se diferencian de las bandas delincuenciales en

que las primeras cometen actos delictivos de una manera espontánea; no planifican sus

robos y asaltos y el valor monetario de los bienes obtenidos tiende a ser menor.

Además, las y los jóvenes mancheros no acumulan las ganancias de sus robos, sino las

gastan al instante en bebidas alcohólicas, entradas a fiestas o prendas de vestir.

Hasta la fecha, las manchas juveniles de Ayacucho no están involucradas de manera

sistemática y organizada en el narcotráfico. Algunos integrantes sí trabajan en la

cosecha de coca, la producción de pasta básica o de burrieres, pero su participación es

temporal e individual. Empero considerando el crecimiento del narcotráfico en la

región y la escasez de empleo, es probable que en el futuro aparezcan grupos de

jóvenes que participen organizadamente en este negocio ilegal, como ha pasado en

otros países latinoamericanos como Colombia y Nicaragua.

¿Cómo son percibidos por la población y los medios de comunicación y cómo las y

los mancheros se perciben y se presentan a si mismos?

Los medios de comunicación, ante todo los diarios y canales de televisión informan

sobre las manchas juveniles de Ayacucho en un estilo sensacionalista. Tienden a

exagerar el número de manchas activas y retratar a los jóvenes mancheros de una

manera estereotipada y extremadamente negativa. Existe una diferencia entre los

62
medios de comunicación locales y nacionales. La prensa local tiende a ser más

moderada y equilibrada en sus reportajes sobre las manchas, mientras la prensa

nacional, sobre todo los diarios chicha, son más sensacionalistas.

La población ayacuchana también percibe a las manchas y sus integrantes de una

manera muy negativa. Según los resultados de una encuesta realizada en Julio 2004

entre 500 habitantes de los cuatro distritos de la ciudad de Ayacucho, el 97.4 por ciento

de los entrevistados percibía a las manchas como “malos” o “muy malos”. Más del 40

por ciento creía que las manchas representaban una amenaza muy grande a la

seguridad ciudadana. Asimismo, el 62.2 por ciento de los encuestados percibía que la

actividad manchera estaba incrementándose. Casi el 90 por ciento afirmaba la

existencia de manchas en sus barrios de residencia. Más de la mitad de los

entrevistados admitieron conocer personalmente a uno o varios integrantes de

manchas. Y aproximadamente, la mitad de los interrogados denunciaron que ellos o

sus familiares habían sido víctimas de un crimen cometido por mancheros.

Los y las jóvenes que participan en las manchas están muy conscientes de la mala

imagen que tienen. Tienen una actitud ambivalente hacía su reputación de ser

violentos y delincuentes. Por una parte, se sienten discriminados y rechazan ser

llamados “pandilleros”, pero por la otra, sienten cierto orgullo por el hecho de que la

gente los teme y por la atención que reciben en los medios de comunicación. Los

nombres de los grupos y los apodos de mancheros y mancheras muchas veces reflejan

el estereotipo negativo de las manchas: “Los Sangrientos”, “Los Satánicos”, “Los

Sicarios”, “Los Psicópatas”, etc. Pero, los y las jóvenes usan estos nombres con orgullo,

así “convirtiendo el estigma en emblema” (Reguillo Cruz, 1991).

¿Porqué y en qué contextos y situaciones los y las jóvenes mancheros recurren a la

violencia? ¿Existen normas que regulan y limitan el uso de la violencia?

Es importante resaltar que los y las jóvenes de mancha no siempre son agresivos y

violentos. Tienden a hacer uso de la violencia mayormente cuando actúan en base a su

identidad social como integrantes de manchas, por ejemplo, cuando se reúnen con el

grupo o en enfrentamientos con manchas enemigas. En otros contextos, por ejemplo,

63
cuando trabajan o cuando visitan a sus familiares en las comunidades rurales, son

capaces de comportarse de una manera no-violenta y cumplir con las normas sociales.

Además, muchas veces la agresión que demuestran los y las jóvenes mancheros no se

dirige contra otras personas, sino contra sí mismos. Esta violencia autoinflingida se

expresa en distintas formas y tiene significados diversos. Por ejemplo, en muchas, pero

no todas, las manchas, se suelen aplicar quemaduras de cigarrillo en las manos y cortes

en los brazos como una prueba de coraje y ritual de confirmación de la pertenencia a la

mancha. Otros motivos por los cuales suelen cortarse algunos integrantes de las

manchas son por desesperación, odio a sí mismos y mal de amores. En la mayoría de

los casos, los y las jóvenes se cortan y queman cuando están drogados o en estado

etílico.

Para los y las integrantes de las manchas, el uso de la violencia física significa, entre

otras cosas, una estrategia de “hacer género”. En el Perú y especialmente en el área

urbana, para ser reconocido plenamente como varón adulto uno necesita tener trabajo

y poder mantener a su familia. Muchos jóvenes mancheros no encuentran trabajo o

solamente consiguen cachuelos mal pagados. Por eso, ellos suelen exagerar otros

aspectos de la masculinidad estereotipada del machismo, como la fuerza física, la

agresividad y la actividad sexual, para demostrar su hombría. En caso de las jóvenes

mancheras, el uso de la violencia física representa una manera de rebelarse contra los

roles de género tradicionales y practicar una feminidad más asertiva e independiente.

Sin embargo, el machismo predomina también en las relaciones entre las y los

integrantes de las manchas. Muchas veces, las jóvenes que participan en las manchas

llegan a ser víctimas de maltrato y abuso sexual por parte de sus compañeros.

Las peleas callejeras entre manchas representan una estrategia de confirmar su

identidad social y lograr un estatus superior frente a otros grupos de pares. La mancha

se define e identifica principalmente por su pertenencia a un territorio, lo cual defiende

contra el ingreso de manchas rivales. Las manchas rivales tienden a retarse

mutuamente, pasando las fronteras de los territorios de sus rivales y dejando sus

pintas en las paredes. Esto muchas veces provoca peleas callejeras, en las cuales, los

adversarios utilizan piedras, palos, fierros y armas blancas.

64
Sin embargo, el uso de la violencia dentro de la mancha y entre manchas enemigas

tiene sus reglas y limites. Por ejemplo, cuando se pelean entre amigos, generalmente no

llegan a herirse seriamente y luego hacen las paces. Igualmente, en peleas con otras

manchas, el tipo de armas usadas depende del nivel de enemistad y del número de

personas involucradas en la pelea. También, las relaciones entre manchas no siempre

son conflictivas. Hay alianzas temporales e incluso amistades entre grupos. Además,

un campamento realizado con integrantes de cuatro manchas enemigas en setiembre

2004 tuvo como resultado que las enemistades entre las manchas pueden ser superadas

a través de un contacto no-violento y cooperativo entre los grupos.

Sin embargo, el uso excesivo de alcohol y el consumo de drogas hacen que los y las

jóvenes pierdan el control sobre su comportamiento y tienden a reaccionar de una

manera muy violenta, sin reconocer limites o normas sociales.

¿Cómo están relacionadas las diferentes formas de violencia (estructural, política,

institucional, familiar y juvenil) existentes en la sociedad?

La violencia callejera de las manchas no se debe investigar de manera aislada; se realiza

dentro del marco de otras formas de violencia existentes en la sociedad. El hecho de

que la violencia juvenil llama mucho la atención se explica porque es una violencia

muy visible y, en el contexto específico de Ayacucho, trae recuerdos traumáticos, ya

que la mayoría de los militantes senderistas eran jóvenes.

Igualmente, como se ha mencionado líneas arriba, la experiencia de la violencia

familiar contribuye a que algunos jóvenes busquen refugio en la mancha y utilicen el

respaldo del grupo para vengarse. Además, los patrones de la violencia familiar y

sexual, tienden a reproducirse dentro de la mancha.

La violencia institucional expresada en el maltrato por la policía y las medidas

represivas de la justicia juvenil, contribuyen a que los jóvenes se vuelvan más

violentos, ya que ellos interpretan estas experiencias como pruebas de valor. Además,

en la cárcel muchos jóvenes aprenden a ser delincuentes profesionales.

Finalmente, la violencia estructural expresada en las brechas sociales entre pobres y

ricos y en la exclusión social, laboral y política, de gran parte de la población andina,

65
contribuye al surgimiento e incremento de las manchas juveniles formadas por jóvenes

desilusionados, discriminados y desatendidos.

RECOMENDACIONES

Futuros estudios deben enfocar más el tema de la resiliencia y buscar identificar los

factores protectores que contribuyan a que la mayoría de los jóvenes ayacuchanos no

estén involucrados en actos violentos y delictivos. El conocimiento de los factores

protectores es indispensable para un trabajo de prevención.

Para prevenir y disminuir la violencia juvenil es esencial fomentar y fortalecer las

organizaciones juveniles, especialmente en los barrios urbano-marginales, para que

puedan servir de referentes positivos y brindar una alternativa a las manchas.

Considerando los efectos sumamente dañinos del consumo de alcohol metílico, se debe

restringir su venta tanto en las tiendas como en espacios públicos.

Igualmente, se recomienda clausurar definitivamente los centros de diversión que

expenden licor y drogas a menores de edad. Al mismo tiempo, se debe crear otros

espacios de recreación sana para la juventud como, por ejemplo, centros juveniles,

campeonatos deportivos, festivales culturales etc.

Para disminuir la actividad de las manchas juveniles, es imprescindible crear más

empleo para jóvenes y mejorar la calidad de la educación y capacitación laboral en los

colegios e institutos estatales. También, se recomienda implementar sistemas de micro-

crédito y brindar cursos gratuitos de capacitación en gestión micro-empresarial a

jóvenes de bajos recursos.

Asimismo, es necesario reformar el sistema de la justicia juvenil. En vez de aplicar

medidas represivas a menores infractores, se deben implementar programas de justicia

restaurativa.

Para reducir los niveles de violencia en distintos niveles de la sociedad, se debe

promover una educación en valores – desde la familia y la escuela hasta la esfera

política – que respete los derechos humanos, practique la no-violencia y rechace

rotundamente cualquier discriminación por razón de género, etnicidad, religión,

cultura o estatus social.

66
Finalmente, no va a ser posible reducir los niveles de violencia juvenil de manera

significativa y sostenible, mientras no se logre disminuir las tremendas desigualdades

económicas existentes en la sociedad peruana y la exclusión social de una gran parte de

la población joven.

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Esta bibliografía representa solamente un pequeño extracto de las publicaciones citadas en la
tesis. Se trata de una selección de textos en español sobre violencia y pandillas juveniles en
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69

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